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Full text of "Anales del Museo Nacional de Buenos Aires"

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Case 


Sheif 


HARVARD   UNIVERSITY 


LIBRARY 


OF  THE 


PEABODY  MUSEÜM  OF  AMEEICAN 
ARCflJEOLOGY  AND  ETHNOLOGY. 

EXCHANGB   WITH 


ANALES 


MUSEO   NACIONAL 


BUENOS   AIRES 


ANALES 


DEL 


MUSEO  NACIONAL 


DB 


BUENOS    AIRES 


Serie  III.  Tomo  IX. 


(Con  8  láminas  y  217  figuras  en  el  texto) 


BUENOS  AIEES. 

IlCPBBNTA    DK   JcAN    A.    AlSINA,    CALLE    MÉXICO,    1422. 

1908. 


DIEECTOR  DEL  MUSEO  NACIONAL 

DOCTOR   FLORENTINO  AMEGHINO 

SECRETARIO  Y  BIBLIOTECARIO 
AGUSTÍN  J.  PÉNDOLA 


índice. 


Págs. 

Brethes,  JuANf  Himenópteros  Sudamericauos. — (12  de  Diciembre  de  1906).  1 

AuBROSETTi,  Juan  B.,  El  hacha  de  Huaycama. — (18  de  Diciembre  de  19C6).  15 

Spegaíezini,  Carolo,  Mycetes  argentinenses.  —  (24  de  Diciembre  de  1906).. .  25 

Ameohino,  Florentino,  Sobre  dos  esqueletos  de  mamíferos  fósiles  armados 

recientemente  en  el  Museo  Nacional.  —  (1.°  de  Marzo  de  1907)...  85 

Brethes,  Juan,  Chlaniphora  Oulleni.   Una   nueva  mariposa  argentina.  — 

(9  de  Abril  de  1907) 45 

Ameohino,  Florentino,  Les  Toxodontes  á  cornes.  —  (23  de  Abril  de  1907).  49 

Anqelis  D'Ossat,  Gioacchino  de,  Altri  zoantari  del  terziario  della  Pata- 

gonla.  Con  la  lámina  1.  —  (11  de  Octubre  de  1907 ) 93 

Ameohino,  Florentino,  Notas  preliminares  sobre  el  Tetraprothomo  argen- 
tinus.  Un  precursor  del  hombre  del  mioceno  superior  de  Monte 
Hermoso.  —  (28  de  Septiembre  de  1907) 105 

Gallardo,  Ángel,  Notable  mimetismo  de  la  oruga  del  esfingido  Dilopho- 
nota  Lassauxi  (Boisduval)  Berg.  Con  la  lámina  2. —(5  de  Mayo 
de  1908) 248 

Oütes,  Félix  F.,  Arqueología  de  San  Blas  (Provincia  de  Buenos  Aires). 

—  (22  de  Octubre  de  1907) 249 

Brethes,  Juan,   Catálogo  de  los  Dípteros  de  las  Repúblicas  del  Plata.  — 

(7  de  Noviembre  de  1907) 277 

Thibon,  Fernando,  La  región  mastoidea  de  los  cráneos  calchaquies.  (Es- 
tudio hecho  sobre  100  cráneos).  —  (9  de  Noviembre  de  1907) 307 

Lahille,  Fernando,   Nota  sobre  un  Delfín.   (Tursiops  (í^ephyreTis  Lah.). 

Con  las  láminas  3  y  4.  —  (18  de  Febrero  de  1908) 347 

Brethes,  Juan,   El  género  Urellia  (Díptera)  en  el  Plata.  —  (21  de  Enero 

de  1908) 867 

Lahille,  Fernando,  Notas  sobre  un  Ballenato  de  2.10  metros  de  largo. 
(Balaneoptera  acuto -rostrata.  Lac).  Con  la  lámina  5.  —  (12  de 
Febrero  de  1908) 875 

Lahille,  Fernando,  Notas  sobre  los  Zoárcidos  argentinos.  Con  las  lámi- 
nas 6  y  7.  -  (26  de  Febrero  de  1908) 408 

Lahille,  Fernand,  Fiches  Ichthyométriques.  —  (26  de  Febrero  de  1908),. .        448 

Maetinoli,  Cayetano,  Algunas  observaciones  sobre  las  anomalías  denta- 
rias del  perro.  Con  la  lámina  8.  —  (28  de  Marzo  de  1908) 459 

Brethes,  Juan,   Una   nueva   Urellia   de   Patagonia.  —  ( 24   de   Marzo   de 

1908) 471 

Brethes,  Juan,  Sobre  tres  Exorista  (Dipt.)  parásitas  de  la  «Palustra  te- 
nnis» Berg.  — 18  Abril  de  1908) 478 

Ameohino,  Florentino,   Notes   sur  les  Poissons  du  Patagonien. — (18  de 

Mayo  de  1908) 477 


Nota.  — Las   fechas  indican  el   día  en   que   fueron  puestas  en  circulación  las 
publicaciones  correspondientes,  impresas  aparte. 


HIMENÚPTEROS  SUDAMERICANOS 


JUANBilETHES. 


Después  de  publicados  mis  «Véspidos  y  Eumenídidos  sudamerica- 
nos (nuevo  suplemento)»,  el  infatigable  Dr.  J.  D.  Anisits  me  ha 
remitido  una  nueva  pequeña  colección  que  considero  sin  embargo 
muy  interesante  é  importante  por  las  observaciones  que  me  ha 
proporcionado. 

La  principal  se  refiere  á  los  géneros  Zethus  y  Discoelius  cuya  se- 
paración no  puede  ya  hacerse  tomando  en  cuenta  el  número  de  ar- 
tejos en  los  palpos  labiales.  Creo  en  efecto  que   no  hay  Zethus 
de  palpos   labiales  3 -articulados:   me 
parece  que  estoy  autorizado  á  afirmar- 
lo  porque   el  Zethus   mexicanus  (L.) 
Sauss.,  tan  parecido  al  Z,  caeruleipen- 
nis,  tipo  del  género,  tiene  sus  partes 
bucales   constituidas  en  la  forma  del 
Discoelius  gigas  (Spin.)  Ducke  que  re- 
presento aquí  (fig.  1). 

En  sus  American  Wasps  (187B),  De 
Saussure  dice:  «Labial  palpi  composed 
of  3-4  not  feathered  articles»,  insi- 
nuando así  una  corrección  á  su  obra 
clásica,  la  Monographie  des  Guépes  soli- 
tairesy  en  donde  dice,  pág.  8:  «Palpes 
courts,  de  trois  articles  » . 

He  hecho  muchas  disecciones  de  las 
partes  bucales  de  Zethinae  y  Discoelinae  y  siempre  he  encontrado 
los  palpos  labiales  4-articulados.  Por  su  parte,  Gribodo  (Bull.  Soc. 
Ent.  Ital.  xxm,  1891,  p.  260),  y  Fox  (Proc.  ac.  Nat.  Se.  Philad. 
1899,  p.  427)  han  también  observado  esos  cuatro  artículos  en  el 
Discoelius  gigas  (Spin.)  Ducke  y  en  el  Zethus  carinatus  Spin. 
Anal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Srr.  8%  t.  ix.  Diciembbe  15,  1906.  1 


Fig.    1.    Partes    bucales    de 
Dücoelius  gigas  (Spin.)  Ducke. 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


A  mi  parecer,  el  género  Zethus  se  coloca  en  la  familia  de  los  Eu- 
menididos  del  modo  siguiente: 


Cellalae  cubitales  2*  8*  que  nervulum  recur- 
ren tem  singulum  acciplunt Subí.  Baplilfleffl«MtBae 

Cellula  oubitalis  2*  nervulos  recurrentes  3 
accipit 2 


2. 


Tibiae  mediae  calcaribus  2. 
Tibiae  mediae  calcare  1. . . . 


Subí.  •Isc^ellMie 

8 


8^ 


í  Mandibulae  breves Subí. 


metlilMie 


I  Mandibulae  longae Subf.  BancaMlBae 


Bafbidoolosbivab. 
Mandibulae  longae,  subacutoe 


2  j  Abdomen  pedunculatum . 
Abdomen  sessile 


DlSCOELIMAB. 

Palpi  labiales  utrinque  lon^e  plumosi. 


Palpi  labiales  utrinque  haud  longe  plumosi. . 

Petiolum  abdominis  lineare 

Petiolum  abdominis  haud  lineare 


r.  j  Petiolum  abdominis  campanulato-cylindricum 
Petiolum  abdominis  plus  minus  ovatum 


Zethihak. 

Clypeus  ápice  forte  bidentatus 

Clypeus  truncatus  vel  modice  bidentatus. . . . 

Petiolum  abdominis  lineare,  ápice  paulum  in- 

crassatum 

Petiolum  abdominis  plus  minus  ovatum 


Oen.  Qatblla 


Mandibulae  breves,  per  clypeum  absconditae       2 


Gen. 
Gen. 

Baphidoolossa 

PSILOOLOSSA 

Gen. 
2 

Ctbnochilus 

Gen. 
8 

Elimüs 

Gen.  Stroüdia 
Gen.  DiscoBuus 

Gen. 
8 

Zethoidbs 

Gten. 
Gen. 

Labus 
Zethus 

EUMENIDINAE. 

Cellula  cubitalis  2*  haud  pedunculata  — 
Cellula  cubitalis  2*  pedunculata 


r  Segmentum  I""  abdominis  petiolatum 

2      Segmentum  I"*  abdominis  segmentum  2""  ca- 
l      pit 

{Mandibulae  4-dentatae,  dentibus  plus  minus 
distinctis 
Mandibulae  8-dentatae,  dentibus  acutis 


2 

17 

8 
4 

Gen.  EuMBNEs 

Gen.  MiCREUMENBS 


BRETHES:  HIMENÓPTEEOS  SUDAMERICANOS. 


.  I  Palpj  labiales  atrinque  longe  plamoei 

1  Palpi  labiales  utrínqae  hand  longe  plumosi. 

Nerviüns  transverso-cabitalis  8**"  plus  minus 
apicem  cellulae  radialis  attingens 

Nervnlus  transverso -cubitalis  8»'  ad  apicem 
cellulae  radialis  remotas 


Palpi  masillares  6-articalati . 

—  —         5       —        . 

—  —         4       —        . 


-■í 


f  postscatellam    bi- 
I      dentatom 


postecatellom  haud 
bidentatam 


-  I  Palpi  labiales  4-articalati 

1     -         -        8       -        

f  Clypeos  transversas,  longitadine  soa latías.. 
8  ^  Cl3npou8  aeqaelongus  ac  latas,  vel  latitadine 

I      long^us 

{Articali  maxillares  8  ultimi  minuti 
Artlculi  maxillares   8  ultimi  normales,   haud 
evidenter  minuti 

f  Antennae  14  (<f)  vel  18  (9)  articulatae 

10  j  Antennae  13  ( cf )  vel  12  (  9 )  articulatae 

I  Antennae  12  (cf  $ )  articulatae 


11  i 


Segmentum  I"""  abdominis  haud  perfecto  in- 
fundibulif  orme 

Segmentum  1""  abdominis  perfecte  infundibu- 
lif orme 


12-^ 


18-! 


Articulas  maxillaris  1"**  sequentibus  sumptis 
longior  vel  aequelongus 

Articulus  maxillaris  1"'  sequentibus  sumptis 
evidenter  brevior 

Segmentum  primum  abdominis  transverso  oa- 
rinatum 

Segmentum  1»"»  abdominis  haud  transverso 
carinatum 


14 


15 


I  Mandibulae  capite  aequelongae  vel  longiores. 
I  Mandibulae  capite  breviores 


Postscutellum  bidentatum 

Postscutellum  haud  bidentatum. 


Gen.  Ptbbochilüs 
6 


Gen.  Plagiolabra 

6 

7 

18 

Gen.  Paraoris 

Gen.  Antagris 

Gen.  Stnaobis 

8 
12 

Gen.  Leptochilus 

9 

Gen.  Rhynchiüm  ' 

10 

G^en.  Hypancistrocbbüs 

11 

Gen.  Pachodynebus 

Gen.  Odynerüs 
G^en.  NoRTONiA 

Gen.  Abispa 
Gen.  MicBAOBis 

Gen.   MONOBIBLLA 

14 

15 
16 

Gen.  Htpaobis 

Gen.   PSEUDAGBIS 


*  El  Paravespa  Komarowii  Rad.  es  sin  duda  un  Rhynchiüm^  próximo  á  Rhyn- 
chium  iuperbum  Sauss. 


i  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

^^  J  Abdomen  plus  minos  pedunculatum Gen.  Montkzumia 

I  Abdomen  sessile Gen.  Monobia 

-_  I  Abdomen  sessile Gen.  Alastor 

Abdomen  pedoncolatam Gen.  Hymknosmithia 


La  subfamilia  Raphidoglos/nnae  forma  un  grupo  homogéneo,  si 
se  considera  la  inserción  de  los  nérvulos  recurrentes;  y  creo  mejor 
subordinar  á  este  carácter  el  de  los  espolones  en  las  tibias  inter- 
medias; tanto  más  cuanto  que  este  último  carácter  no  consta  en  las 
diferentes  descripciones  de  Baphidoglossa  y  Psiloglossa;  Gayella 
tiene  los  2  espolones. 

Los  géneros  Ctenochilus  y  Discoelius  entran  evidentemente  en  la 
subfamilia  Discoelinae  por  sus  tibias  intermedias  biespinosas;  en 
cuanto  á  Elimus  y  Stroudia,  que  Ashmead  incluye  también  en  ella, 
será  necesario  que  se  confirme  lo  de  las  dos  espinas,  pues  los  auto- 
res no  dicen  nada  al  respecto. 

La  subfamilia  Zethinae  comprende  tan  sólo  los  géneros  ZethuSy 
Labus  y  Zethoides. 

La  subfamilia  Eumenidinae  comprende  la  mayoría  de  los  insec- 
tos de  toda  la  familia  con  los  géneros  Eumenes  y  Odynerus.  Para 
el  primero  de  estos  géneros,  sigo  las  ideas  de  De  Saussure,  único  au- 
tor que  se  ha  ocupado  seriamente  del  grupo ;  y  ya  que  De  Saussure 
renunció  al  género  Pachymenes,  por  ejemplo,  no  veo  por  qué  se 
restablecería  si  no  se  le  encuentra  algún  carácter  que  no  hubie- 
ra observado  ese  autor. 

Partidario  del  número  más  que  de  la  medida,  por  ser  más  fácil  y 
no  en  riña  con  el  método  y  la  naturaleza,  acepto  como  géneros  las 
diferentes  divisiones  del  primitivo  Synagris:  Paragns,  Antagris, 
Micragris^  Hypagris  y  Pseudagris,  Por  la  misma  razón,  erigí  á  la 
categoría  de  géneros  las  divisiones  Pachodynerus  é  Hypanciatroce- 
rus  desmembrados  de  Odynerus.  En  efecto,  si  Zethus  y  Discoelius 
se  separaron  por  sus  palpos  labiales  3-  ó  4-articulados  respectiva- 
mente; si  Montezumia  es  Odynerus  con  sólo  cinco  artículos  en  los 
palpos  maxilares,  etc.,  bien  se  ve  que  estos  géneros  son  muy  natu- 
rales; no  así  para  Nortonia,  género  tan  elástico  que  muchos  Ody- 
nerus pueden  pasar  á  Nortonia  sin  ninguna  dificultad,  aunque  sí  en 
detrimento  de  la  claridad  que  sería  de  desear.  Por  mi  parte,  me 
adhiero  completamente  al  parecer  del  muy  entendido  himenopte- 
rólogo,  Ed.  André,  quien  considera  Nortonia  como  sinónimo  de 
Odynerus  (Sp.  Hym.  Europ.,  ii,  p.  865). 


BRETHES:  HIMENÓPTEROS  SUDAMERICANOS.  5 

Para  no  repetir  la  enumeración  de  mi  trabajo  anterior,  consigno 
aquí  las  especies  remitidas  por  el  Dr.  J.  D.  Anisits  no  señala- 
das entonces. 


Fam.  VESPIDAE. 

Apoioa  fallida  y  Polybia  nigra.  Asunción. 

Fam.   EUMENIDIDAE. 

DisooELius  AURiTULüs  Bréthes.  —  1  cf .  Trinidad;  3.  iv.  06. 
DiscoELius  HiLARiANUs  (Sauss.)  Bréthes.  —  1  9 ,  Asunción;  1. 

IV.  06. 
DiscoELius  RüFiPES  (Fox)  Bréthes.  —  le?.  Asunción;  1.  rvr.  06. 
DiscoELiüs  SESSiLis  (Fox)  Bréthes.  —  1  9 .  Asunción;  1.  iv.  06. 
DiscoELics  STRiATiFRONS  (Fox)  Bréthes.  —  29.  Asunción;  20. 

1.06. 
D1SCOELIU8  OIGAS  (Spin.)  Ducke.  —  49.  Asunción;  19.  xii.  05. 

DiscoELiüS  LiGNicoLA  Bréthes,  n.  sp. —  c?.  Niger^  pernitidus, 
clypeo,  scapo  subtus,  genis,  mandihulis  (hasi  apiceque  nigris), 
femorñusettarsisanticiSffemoribus  mediis  apicem  versus,  ti- 
bus  mediis  litura  femigineis,  alis  nigro  -  infumatis,  violáceo- 
nitentibus.  Long,  corp.  usque  ad  apicem  segmenti  2»;  16  mm, 
Alae:  14  mm. 

Paraguay:  Villa  Morra. 

Z>.  gigante  simillimus,  sed  multo  minor.  Caput  thorace  paulum 
latius,  transverse  ellipticus,  clypeo  trapezoidali,  paulum  convexo, 
sparce  punctato  et  fulvo-villoso,  antice  truncato,  in  medio  emar- 
ginato,  linea  T -formante  Ínter  antennas  subelevata,  fronte  sat  den- 
se pnnctata^  pone  antennas  minute  punctulata,  genis  posticem 
versus  impunctatis,  ocellis  triangulum  sat  minutum  f  ormantibus, 
antennis  uncinatis,  articulo  12*^  minuto,  articulo  13*^  12^  duplo  lon- 
giore  sed  angustiore.  Thorax  ovatus,  antice  cristato-marginatus, 
sparce  punctatus,  minute  albido-villosus,  pronoto  utrinque  cum 
propleuris  rotundato- congruente,  mesonoto  aequelongo  ac  lato,  li- 
neis  anticis  2  proximis  impressisque,  lineis  4  posticis  sat  impressis, 
tegulis  modice  punctatis  posticem  versus  acutis,  scutello  subqua- 
drato,  impunctato,  utrinque  cristula  e  mesonoto  emissa  instructo, 
postscutello  integro,  paulum  punctato,  metanoto  convexo,  sulco 


6 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


medio  sat  impresso,  atrinque  a  metapleuris  sat  acute  separato,clunís 
convexis,  supra  nitidis  postice  transverso  striatís.  Abdomen  supra 
modice  villosum,  subtus  villosius,  segmento  1**  thorace  aequelongo 

et  quam  segmentun  2^"^  pau- 
lum  longiore,  basi  filiformi, 
dilatatione  subcylindrica,  sat 
minute  sparce  punctata,  ápice 
transverse  coarctata,  subtus 
subplana,  lineis  2  longitudina- 
libus  paulum  elevatis,  ápice  ex- 
cavata,  segmento  2®  basi  pau- 
lum petiolato,  dein  campanu- 
lato,  sparce  minute  punctato, 
ápice  laminato,  subtus  apicem 
versus  gradatim  grossius  et 
densius  punctato,  segmentis  ce- 
teris  sat  regulariter  punotatis, 
segmento  7^  subtus  paulum 
ccnoavo.  Alae  nigro-infuma- 
tae,  precipue  ad  costam,  stig- 
matem  et  venas  violaceo-niten- 
tes;  cellula  cubitali  2^  margine 
radiali  fere  nullo.  Partes  geni- 
talia^ fig.  2. 
El  Dr.  Anisits  me  informa  que  ha  cazado  este  Discoelius  en  el 
mismo  árbol  y  á  la  vez  que  el  Discoelius  gigcuf,  por  lo  cual  sospecha- 
ba que  obtenía  los  dos  sexos  de  este  último. 

Pero  ya  Gribodo  describió  el  macho  en  el  Bulletino  della  Societá 
Entomológica  Italiana  (1891)  xx,  p.  259.  El  Discoelius  lignicola  se 
asemeja  sobre  manera  al  Zethus  brasiliensis,  pero  de  ninguna  ma- 
nera se  le  puede  aplicarlo  de  pecíolo  esférico  ó  elíptico. 


Fig.  2.  Org.  cf  de  DUcoeliua  lignicola 
Bréthes,  aumentado. 


Zethus  mexicanüs  (L.)  Sauss.  —  Asunción;  i  y  v.  1906.  Hay 
algunos  ejemplares  que  tienen  el  pecíolo  rojizo  y  otros  que 
lo  tienen  negro. 

Zethus  medius  Bréthes,  n.  sp.  —  9  Niger^  postscutello,  me- 
tathorace,  pedibusque  ferrugineis,  alis  nigro-infumatis,  viola- 
ceo-nitentibus.  Long,  corp,  ícsque  ad  apicem  segm,  2*;  21  mm. 
Alae:  18  mm. 


Paraguay:  Asunción. 


BRETHES:  HIMENÓPTEROS  SUDAMERICANOS.  7 

Z.  mexicano  simillimus,  sed  segmento  1^  abdominis  minus  sphae- 
roidali,  magisovato-elongato.  Copieí  punctatum,  pone  oculos  tumi- 
dum,  clypeo  transverso,  rhomboidali,  antice  truncato,  fronte  ínter 
antennas  paulum  elevata,  ocellis  in  depressionibns  sitis  triangulum 
paulum  transversum  formantíbus.  Thorax  punctatus,  opacas  vel 
paulnlum  nítidas,  metathorace  ímpanctato,  pronoto  antice  tran- 
cato  et  crístato,  angalis  acatis,  atrínqae  cam  propleuris  rotandato- 
congraente,  mosonoto  aeqaelongo  ac  lato,  linea  antica  triangalari 
paalam  ímpressa,  lineis  2  posticis  mediis  nallís,  lineís  parapsidali- 
bas  paalam  ímpressis,  scatello  sabqaadrato,  paalam  panctato,  lon- 
gitadinalíter  paulam  impresso,  carina  atrinque  e  mesonoto  emíssa 
instrncto,  postscatello  transverso,  transverse  subangalato,  postíce 
vix  vertícali,  paalam  villoso,  metanoto  vix  verticali,  sericeo-villoso, 
saleo  medio  impresso,  atrínqae  sapra  a  metaplearis  cristato-sepa- 
rato,  postíce  cam  íllís  rotanda- 
to-congraente,  clanis  transverse  ^^k, 

striatis,  metaplearis  minatissime  XI^  XZ^'Í 

panctalatis.    Abdomen  segmento 

.1  .  j.       •      X  Fiar.  8.  lo,  16,  peciolo   abdominal 

primo  ovato-elongato,  sat  mínate      ,    ^,,  o     nu        ^  i 

A  ©        J  de  Ztthua  mextcanus;  2a,  2o,   peciolo 

panctato,   postice  impresso,  Sab-       de  Zethus  medim  Bréthes.  (Tam.  na- 
tas laevigato,  longítadínaliter  im-      tural). 
presso,  segmento  2^  breve  petio- 

lato,  sapra  subtasqae  basí  laevigato,  apicem  versas  gradatim 
densías,  subtus  magis  grosse  panctato  et  villoso^  lamina  apícalí 
anoto,  segmentis  ceterís  sabaeqaaliter  modioe  panctatis  et  villosis. 

May  semejante  con  el  Zethus  mexicanns  del  cual  difiere  por  el 
primer  segmento  del  abdomen  más  alargado  y  no  tan  globoso;  ver 
fig.  3. 

Una  9;  27. 1.06. 

Zethus  missionüs  Bréthes.  —  1  <^  .  Asunción;  6.  v.  06. 
EüMENES  BIPARTITA  Fox. — Varíos  ejemplares.  Asunción;  xi.  06. 
Odynerüs  8UPPUSU8  Fox.  —  1  cf .  Asunción;  4.  n.  06. 

Fam.  CHRYSIDIDAE. 

HoLOPYGA  LAZüLiNA  Dhlb.  —  1  9  ^6  la  ¿Pampa  Central  (Ca- 
ribe). —  Mus.  B.  Aires. 

Pleurocera  viRiDis  Guér.  —  Ho  tenido  ocasión  de  revisar  los 
3  ejemplares  que  estudié  en  1902  (An.  Mus.  Buenos  Aires  (3) 
I,  p.  268).  Debo  rectificar:  no  eran  1  cf  y  2  9  >  sino  3  *cf  • 


8  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Chrysis  carina  Brullé.  —  Buenos  Aires,  Jujiiy,  Misiones.  — 
Col.  Museo  B.  Aires. 

Cheysis  propinqüa  Mocs.  —  Buenos  Aires,  Jujuy;  Asunción 
(Paraguay).  —  Cois.  Mus.  B.  Aires;  Anisits. 

Chrysis  DISTINCTI8S1MA  Dhlb.  ( =  C.  intticans  Bréthes,  neo 
Spin.).  —  Parece  que  la  C.  intricans  sería  distinta  de  la  C 
distinctissimaj  según  comunicación  del  Vizconde  R.  du 
Buysson  á  A.  Ducke  (ver  BuU.  Soc.  Ent.  Ital.  xxxvi,  1904, 
p.  41). — Buenos  Aires,  Mendoza,  San  Juan;  Asunción  (Para- 
guay). —  Cois.  Mus.  B.  Aires;  Anisits. 

Cheysis  argentina  Brétbes,  n.  sp.  —  9  A  subg.  Tetrachrysis, 
Sed,  II,  Mocs.  pertinet.  Chrysis  virtáis ^  postscuteUo  convexo, 
segmento  3^  sine  linea  impressa  nec  f ovéis.  Long.  corporis: 
8  mm. 

Rep.  Argentina. 

Caput  thorace  paululum  latius,  cavitate  faciali  subaeque  longa 
ac  lata,  punctulato-rugulosa,  superne  haud  distincte  cristato-mar- 
ginata,  fronte  convexa,  sine  carinis,  antennis  sat  brevibus,  articulis 
3  primis  4^  que  basi  viridibus,  3°  4^  que  subaeque  longis,  quam  2^^°* 
paulum  longioribus.  Thorax  pronoto  antice  haud  impresso,  lateri- 
bus  cum  propleuris  haud  cristato-  sed  sat  angulato-separatis, 
postscuteUo  convexo,  tegulis  viridibus,  sparce  punctatis,  meso- 
pleuris  antice  posticeque  cristato -marginatis;  metan  oto  spinis 
postico -lateralibus  angulum  rectum  formantibus.  Abdomen  seg- 
mento primo  antice  trifossulato^  fovea  media  lateralibus  majore, 
angulis  anticis  rotundatis,  angulis  posticis  subrectis,  segmento  2^ 
medio  haud  carinulato  nec  laevigato,  angulis  postico -lateralibus 
paulum  obtusangulatis,  segmento  3^  longitudine  sua  latiere,  a  la- 
tere  viso  pone  basin  paulum  inflexo,  dein  unif ormiter  arcuato,  sine 
serie  foveolarum  nec  sulco  transverso,  utrinque  dimidio  basali  sat 
recto  et  sat  anguste  albido-pellucido,  dimidio  apicali  usque  ad  den- 
tes  laterales  arcuato,  dentibus  4  apicalibus  conjunctim  arcuatis, 
dentibus  2  intermediis  quam  laterales  paulum  majoribus  et  inter  se 
paulum  remotis,  emarginatura  media  triangulari  utrinque  paulu- 
lum sinuata,  emarginaturis  lateralibus  arcuatis.  Alae  hyalinae,  ve- 
nis  piceis.  Segmentum  2^™  basi  nigro-aeneum,  supra  viridi-cya- 
nescens.  Tarsi  apicem  versus  rufescenti.  Punctatura  capitis  tho- 
racisque  regulariter  cribrosa,  in  illo  minus  crassa,  in  hoc  posticem 
versus  gradatim  magis  crassa,  in  segmento  primo  abdominis  crassa 


BRETHES:  HIMENÓPTEROS  SUDAMERICANOS.  9 

sed  haud  oríbrosa,  in  segmentis  2^  3^  que  quam  ín  segmento  1^  sat 
minore  et  aequaliter  densa.  Pectiis,  pedes  et  segmentum  S^^^^  ab- 
domínis  albido-pilosi. 

1  9  de  Misiones.  —  Mus.  B.  Aires. 

Esta  Chrysis  es  bastante  parecida  á  la  C.  paraensis  Ducke. 

Chrysis  ANisiTsn  Bréthes,  n.  sp. —  9  ^  sxihg,  Tetrachrysis, 
Sed,  II,  Mocs.  etiam  pertinet.  G.  laete  viridis,  vel  viridi-cya- 
nea,  nigro-violaceo-notata:  vértice,  pronoto  fascia  in  medio 
interrupta,  mesonoto  antice  et  postice,  scutello  antice,  segmen- 
tis abdominis  1^  2^  que  antice  et  fascia  plus  minus  in  medio 
transversa,  segmento  5°  utrinque  nigro-violaceis,  Long,  cor- 
poris:  8  mm. 

Caput  thorace  aequelatum,  transversum,  cavitate  faciali  sat  pro- 
funda, in  medio  laevigata,  dimidio  apicali  paulum  carinulata, 
utrinque  punctulata  et  albido-villosa,  supra  carinata,  hac  carina  in 
medio  interrupta,  utrinque  ramu- 
lum  arcuatum  stemma  anticum 
includenteni  emitiente,  genis  nul- 
lis,  antennis  brevibus,  articulis  2^^ 
4^^  aequalibus,  3^  paulum  longio- 
re.  Thorax  pronoto  transverso, 
capite  aequelongo,  in  medio  haud 
longitudinaliter  impresso.  utrín-  "^/^T"^ 

que  cristato,   tegulis  nigris,  lae-  ^^  I  .¿^ 

Tigatis,    postscutello  transverso,         ^,^  ^  ^^^^^  4„^.^..  ^^^^^^^^ 
paulum   obliquo,    paulum    pone  aumentada. 

metanotum  producto,   metanoto 

in  medio  bif  oveolato,  carina  postscutellum  versus  et  altera  a  denti- 
bus  postico -lateralibus  emittentibus,  dentibus  acutis,  angulum  rec- 
tum  formantibus,  mesopleuris  antice  carinatis,  postice  tridentatis. 
Abdomen  segmento  primo  antice  trifossulato,  angulis  anticis  rectis, 
paulum  rotundatis,  angulis  posticis  rectis,  segmento  2°  in  medio 
haud  longitudinaliter  carinulato  nec  laevigato,  angulis  posticis  val- 
de  obtusangulatis,  segmento  3**  pone  basin  transverse  sat  impresso, 
dein  transverse  elevato  ante  lineam  foveolarum,  hac  linea  cum 
margine  segmenti  sat  parallela,  in  medio  per  cristam  levem  Ion- 
gitudinalem  vix  interrupta,  foveoHs  circiter  20  paulum  elongatis, 
pone  foveam  segmento  irregulariter  punctulato,  dentibus  4  inter 
se  aequalibus  et  aeque  remotis,  emarginaturis  arcuatis,  dentibus 


10  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

externis  a  margiue  lateral!  remotís,  margine  lateral!  late  arcuato* 
convexo,  dimidio  basali  sat  late  albido-pellucido,  2-3  foveas  inclu- 
dente,  prope  dentem  exteruum  arcuato- concavo.  Alae  hyalinae, 
venís  piceis,  cellula  radial!  ápice  sat  aperta.  Punctatura  capitis  tho- 
racisque  regulariter  cribrosa,  in  illo  minora,  in  hoc  posticem  versas 
gradatim  crassiora,  in  segmento  1^  abdominis  ut  in  mesonoto  cras- 
sa  et  paululum  mínus  densa,  in  segmento  2^  minas  densa  et  sat 
minora,  in  segmento  3**  sat  minora  et  irregalariter  adspersa. 

Varias  9  de  la  Asanción;  i.  1906.  —  Col.  Anisits. 

Semejante  á  las  C.  leucocheila  Mocs.  y  leucochiloides  Dacke,  pero 
se  distingae  en  seguida  por  el  borde  apical  del  3^  segmento  abdo- 
minal, por  los  ángalos  apicales  dol  2^^  segmento  que  son  obtu- 
sos, etc. 

Chrysis  acuta  Bréthes,  n.  sp.  —  A  subg.  Tetrachrysis  Sect  11^ 
Mocs.  pertinet,  Chrysis  cyaneo-viridisj  abdomine  cyaneo,  post- 
scutello  et  melanoto  convexis^  pronoto  utrínque  antice paulum 
spinoso,  segmento  3^  ante  seriem  punctorum  modice  túmido, 
serie  punctorum  ntrinqiie  e  circiter  7  punctis  impressis  rotun- 
datis  et  paulum  confluentibus  formata.  Long.  corp,:  7  mm, 

Buenos  Aires. 

Caput  thorace  latius,  cavitate  faciali  latitudine  longiore,  lon- 
gitudinaliter  nitida,  basi  inter  antennas  tantum  carinulata,  utrín- 
que punctulata  et  sericeo-pilosa,  superne  haud  distincte  cristato- 
marginata  sed  in  medio  tantum  tuberculata,  antennis  articulis  2^ 
4^  que  aequelongis,  3^  paulum  longiore,  vértice  pone  ocellos  punc- 
tis 2  elevatis  et  laevigatis  instructo.  Thorax  pronoto  capite  bre- 
viore,  transverso,  longitudinaliter  obsolete  impresso,  angulis  an- 
ticis  ad  laterem  e  spinula  acuta  armatis,  lateribus  cum  propleu- 
ris  bifossulatis  sat  rotundato- congruente,  postscutello  convexo, 
mesopleuris  antice  posticeque  angulatis  sed  haud  cristatis,  meta- 
noto  haud  mucronato  sed  sursum  versus  tantulum  gibboso,  spinis 
posticis  angulum  rectum  formantibus.  Abdomen  capite  thorace 
simul  sumptis  tantulum  brevius,  segmento  1®  antice  sat  forte  et  late 
fossulato,  angulis  anticis  modice  rotundatis,  segmento  2<>  medio 
tantum  carinulato  angulis  posticis  obtusangulatis,  margine  dimidio 
apical!  anguste  albido-pellucido,  segmento  3®  ad  Vs  basalem 
etiam  anguste  albido-pellucido,  transverse  pone  basin  tantum  im- 
presso, ante  seriem  punctorum  modice  tumido;  serie  punctorum 


BRETHES:  HIMENÓPTEROS  SUDAMERICANOS.  11 

panlum  impressa,  in  medio  per  oristam  aoutam  divisa,  punctis  2 
mediis  sat  grossis,  ceteris  minoríbus,  dentibas  4  apicalibus  lineam 
pene  arcuatam  conjanctim  formantibus,  dentibus  2  mediis  inter  se 
qnam  ab  extemis  paulum  remotis,  emarginatura  media  triangula- 
ri  atrinque  tantum  sinuata,  emarginaturis  extemis  arcuatis,  denti- 
bas externis  a  margine  laterali  sat  approximatis,  margine  atrinque 
yíx  recto.  Capite  modice  vix  crebre,  thorace  et  segmento  primo 
abdominis  minus  dense  et  magis  grosse  (inter  punctos  punctulis 
minutis),  segmentis  2^  3^  que  abdominis  etiam  minus  dense  et  sat 
regulariter  haud  grosse  punctatis.  Alae  byalinae,  venis  piceis. 

Cacé  esta  nueva  Chrysis  en  San  Martin,  cerca  de  Buenos  Aires, 
el  13.  m.  1903.  —  Col.  Mus.  B.  Aires. 

Chbysis  FABBicn  Mocs.  —  Asunción.  —  Col.  Anisits. 


Fam.  CHALCrDIDAE. 

Epistekia  oüpbeoviridis  Bréthes,  n.  sp.  —  ¿^ .  Laete  virídis, 
vértice,  pronoto  maculis  2,  mesonoto  in  medio  et  macida  utrin- 
que,  axillis  et  sciitello  cupreis,  abdominis  segmentis  1^  basi 
late,  ápice  anguste,  2^  basi  apiceque  anguste,  3^  basi  sat  late, 
ápice  in  medio  dilátate,  4®  vix  toto,  ceteris  totis  nigro  violaceis, 
pro-et  mesopleuris  paulum  cyaneo-viridibus,  coxis  posticis 
subct/aneis,  pedibus  rufis,  tarsis  4  posticis  dimidio  basali  ni- 
gricantibus,  tarsis  apicem 
versus  etiam  nigricantibus, 
alis  stibhyalinis,  anticis  pi- 
ceO'bifasciatis.  Long.  corp,: 
6  mm. 


Paraguay. 

Omnino  albo-(vel  fusco- in 
partibus  cupreis)  pilosula.  Caput 
transversum,    oculis    prominulis  Fig.  s^^ía  c«i>r^-riá« 

'  ^  Bérthes,  aumentada, 

et  pilosulis,  fronte  profunde  im- 
pressa, vértice  regulariter  dense  punctata.  Ihorax  capite  angus- 
tior,  regulariter  crebre  apicem  versus  grossius  punctato,  pronoto 
longitudinaliter  laevigato,  apicem  versus  gradatim  dilátate  et  quam 
mesonotum  paulum  angustiore,  scutello  aequelongo  ac  lato,  postice 
semicirculari  et  acuto,  mesopleuris  sursum  versus  laevigatis,  deor- 


12  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

sum  versus  sat  dense  regulariter  punctulatis.  Abdomen  partibus 
viridibus  crebre  punctatis,  partibus  nigricantibus  laevigatis,  sed 
segmento  4?  supra  nigro- violáceo  et  sat  punctulato,  femoribus 
anticis  crassis  apioem  Tersns  emarginatis. 

Esta  Epistenia  es  muy  parecida  á  Lydsca  Westtooodi  Guér.,  pero 
no  tiene  nada  del  color  cfauve»  en  el  abdomen;  tiene  por  lo 
contrario  dos  manchas  cobrizas  en  el  pronoto  en  vez  de  una,  etc. 

Un  c?  de  la  Asunción.  —  Gol.  Anisits. 

Fam.  BRACONIDAE. 

Iphiaulax  Hüergoi  Bréthes,  n.  sp.  — Ferruginetis,  capite, 
antennisy  prosterno^  metathoracey  abdomine  ápice,  terebra, 
femoribus  posticis^  tarsis  anticis  ápice,  mediis  máxima  ex 
parte  et  postids  totis  nigris,  pedibus  testaceis^  alis  flavis,  fas- 
da  media  subnigra  et  ápice  infumatisj  stigmate  flavo,  Long. 
corp,:  14-16  mm.  Terebra:  17  mm, 

Rep.  Argentina. 

9  Antennae  corpore  vix  aequelongae,  scapo  apicem  versus  sen- 
sim  incrassato,  nigro-villoso.  Caput  cubicum,  nitidum,  laevigatum, 
antice  sat  dense  punctulatum,  inter  antennas  f oveato  -  sulcatum, 
ocellis  in  triangulum  aequelatum  dispositis,  extus  arcuate  impres- 
so-circumdatis.  Tliorax  laevigatus,  nitidus,  sparce  pilosus,  mesonoto 
impressionibus  anticis  modice  notatis,  scutello  utrinque  impresso 
vel  longitudinaliter  convexo,  metanoto  convexo,  longe  piloso,  me- 
sopleuris  sat  convexis  sursum  versus  oblique  canaliculatis.  Abdomen 
tborace  vix  sesquilatius,  capite  thoraceque  simul  sumptis  paulum 
longius,  segmento  primo  basi  excávate,  dein  longitudinaliter  in 
medio  elevato,  utrinque  angulato,  segmento  2**  longitudinaliter 
elévate  usque  ad  ^/g  segmenti,  elevatione  parallela,  utrinque  mo- 
dice impresso,  hac  impressione  basin  et  elevationem  versus  magis 
profunda,  sutura  postica  laevigata,  haud  punctata,  nec  carinu- 
lata,  segmento  i^  utrinque  puncto  impresso,  sine  carina  longitu- 
dinali.  Alae  flavae,  fascia  ante  stigmatem  subnigra,  hac  fascia 
in  costa  basin  versus  elongata,  stigmate  flavo,  cellulis  radiali  (basi 
excepte),  cubitalis  3*  tota,  2*  fere  tota,  discoidali  3*  fere  tota,  pos- 
tica dimidio  apicali  forte  infumatis. 

cT  A  fem.  differt:  segmentis3-4  longitudinaliter  elevatis,  im- 
pressionibus lateralibus  precipue  ad  segmentum  3^1^  bene  notatis, 
cellulis  radiali  (^/s),  cubitali  3*  dimidio  apicali  et  postica  dimidio 
apicali  infumatis. 


BRETHES:  HIMENÓPTEROS  SUDAMERICANOS.  13 

Del  grupo  de  1.  P^asianw^Szepl.,  trocantheratus  Cam.,  Tornowii 
Brethes,  pero  bien  distinto  de  todos  ellos. 

El  Sr.  J.  M.  Huergo  me  ha  remitido  algunos  ejemplares  que  ob- 
tuvo en  Corrientes. 

El  Sr.  Huergo  también  ha  remitido  á  este  Museo  los  capullos  de 
esta  avispa.  Son  alrededor  de  60  y  forman  un  conjunto  de  unos 
6  cm.  de  largo  sobre  4  de  ancho  y  1,5  de  espesor.  Cada  capullo 
es  cilindrico,  un  poco  angostado  hacia  las  extremidades,  de  unos 
2  cm.  de  largo  por  6-7  mm.  de  diámetro,  de  color  blanco,  oscureci- 
do en  una  extremidad  por  las  deyecciones  de  la  larva.  El  conjun- 
to de  esos  nidos  hace  pensar  en  que  una  enorme  larva  de  Longi- 
cornio  ó  Taladro  habrá  sido  sorprendida  en  su  obra  de  destrucción 
de  los  árboles  correntines  y  muerta  por  la  lancetada  de  esta  útil 
avispa. 


EL  HACHA  ÜE  HUAYCAMA. 

POR 

JUAN  B.  AMBROSETTI. 
(Dibujos  de  Eduardo  A.  Holmherg  (h.). 


A  la  memoria  de  Ad&n  Qiiiroga. 

Intrigado  por  el  artículo  que  mi  inolvidable  amigo  y  colega  pu- 
blicó bajo  este  mismo  título  \  pedí  al  mismo  la  pieza  original  para 
estudiarla,  y  poco  antes  de  su  repentina  muerte,  al  querer  devol- 
vérsela, con  su  desprendimiento  habitual,  me  la  regaló,  pidiéndome 
que  rectificase  alguna  vez  el  error  de  interpretación  de  la  figura 
que  la  adorna  y  que  había  cometido  en  un  momento  de  entusiasmo. 

Corazón  noble,  abierto  á  todas  las  espansiones,  espíritu  de  poeta 
pronto  á  vibrar  ante  cualquiera  emoción,  fué  sorprendido  por  el  in- 
teresante hallazgo,  y  observando  mal  desde  el  primer  momento, 
sugestionado  por  la  importancia  de  lo  que  creyó  ver  y  por  lo  que 
creyeron  ver  los  otros  que  lo  rodeaban,  incapaz  de  dudas  y  des- 
confianzas y,  por  fin,  apremiado  por  la  redacción  de  la  revista  que 
le  exigía  el  material  prometido,  dio  rienda  suelta  á  su  fantasía, 
tan  rica  y  variada  siempre  y  lanzó  su  artículo  con  toda  buena  fe. 

Quien  haya  conocido  al  Dr.  Quiroga  encontrará  exactas  estas 
afirmaciones  y  le  disculpará  su  error,  tanto  más  cuanto  que  la  re- 
dacción de  estas  líneas  puede  considerarse  como  ordenada  por  él. 

Nuestra  arqueología  mucho  debe  al  Dr.  Quiroga;  sus  trabajos, 
sus  colecciones  siempre  generosamente  puestas  á  la  disposición  de 
todos  los  estudiosos;  sus  grandes  sacrificios  pecuniarios  en  sostener 
viajeros  que  le  reunieran  objetos;  sus  viajes  y  expediciones  costea- 
das por  su  propio  peculio,  le  dan  títulos  más  que  suficientes  para 
que  su  memoria  sea  siempre  estimada  y  respetada  por  todos  los 
americanistas  y  en  particular  por  nosotros  los  Argentinos. 

Por  estas  razones,  y  en  nombre  de  la  amistad  que  nos  ha  unido  y 
como  poseedor  de  esa  pieza  original,  antes  que  la  acritud  ó  la  ma- 
levolencia puedan  ensañarse  con  su  memoria,  cumplo  con  este  deber 


*  Véase  la  revista  «Estudios»  tomo  v,  pág.  298  y  sig. 


16 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIKES. 


de  amigo  y  compañero,  dando  á  conocer  nuevamente  el  curioso 
ejemplar. 

EL  HACHA. 

Esta  pieza  tiene  la  forma  de  una  cuña  alargada,  ancha  y  compri- 
mida. 


Fi^.  1.  —  El  Hacha  de  Huaycama. 
Dibujo  de  Eduardo  A.  Holmberg  (h.).  Tamaño  natural. 


AMBEOSETTI:  EL  HACHA  DE  HUAYCAMA. 


17 


£1  material  con  que  ha  sido  construida  es  basalto  negro,  serpen- 
tina dice  Qairoga. 

A  todas  luces  este  objeto,  'cuando  se  perdió  ó  fue  enterrado,  no 
estaba  terminado  aún,  de  manera  que  su  adorno  principal  sólo  está 
esbozado,  pudiendo  considerarlo  como  suficientemente  bocetado 
para  que  nos  demos  cuenta  bastante  de  lo  que  quiso  representar. 

El  hacha  fué  hallada  cerca  de  la  puerta  del  cañón  ó  valle  de 
Paclin,  á  tres  metros  de  profundidad,  al  escavarse  un  estanque  ó 
jagüel  en  los  arrabales  occidentales  de  la  aldehuela  de  Huaycama, 
á  14  kilómetros  de  la  ciudad  de  Catamarca. 

Mide  catorce  centímetros  de  largo  por  cinco  y  medio  de  ancho 
y  uno  y  medio  de  espesor  máximum. 

A  ocho  y  medio  centímetros  del  filo  ó  punta  se  halla  una  línea 
simplemente  incisa  transversal  que,  con  otra  paralela  situada  más 


Fig.  2.  —  El  animal  mítico  que  adorna  el  Hacha  de  Huaycama, 
vi^to  del  otro  lado. 


arriba,  servía  para  delimitar  una  zona  de  dos  centímetros  que  más 
tarde  quizá  se  ahondaría  ó  rebajaría  un  tanto  para  formar  el  surco 
transversal  que  permitiese  fijarla  á  un  mango. 

En  la  parte  superior,  y  ocupándola  toda  se  halla  el  boceto  del 
animal  que  dio  origen  á  la  noticia  de  mi  amigo. 

Estudiada  la  pieza  con  todo  cuidado  lo  primero  que  se  nota  es  el 
admirable  conocimiento  que  el  artista  calchaquí  tenía  de  la  anato- 
mía externa  de  los  seres  que  quería  representar. 

El  cuerpo  del  animal  en  cuestión  es  el  de  un  felino :  un  tigre  ó 
un  puma,  quizá  el  primero. 

Ahal.  Mu8.  Nac.  Bb.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Diciembre  20,  1906.  2 


18  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

A  pesar  de  la  dureza  de  la  roca  y  de  los  pocos  elementos  que  ten- 
dría el  escultor  para  tallarla,  los  trazos  del  boceto  son  de  una  fir- 
meza y  á  la  vez  de  una  blandura  admirables,  á  tal  punto,  que  el 
jefe  de  los  laboratorios  del  Museo  Nacional,  Sr.  Santiago  Pozzi^ 
que  es  un  eximio  taxidermista,  al  mostrarle  yo  este  objeto,  no  ti- 
tubeó en  decir:  «es  un  tigre  que  ha  metido  la  cabeza  en  alguna 
parte». 

Efectivamente,  así  se  presenta  para  el  que  no  está  en  el  detalle 
del  simbolismo  Calchaquí. 

Todo  el  cuerpo  está  bien  bosquejado,  visto  de  arriba  se  nota  per- 
fectamente el  anca  ó  cadera  con  su  cola  respectiva,  vuelta  en  arca 
para  arriba  sobre  el  flanco  izquierdo,  con  la  punta  á  la  altura  del 
garrón  del  animal. 

De  la  cadera  hacia  adelante,  siempre  visto  de  arriba,  el  cuerpo 
se  adelgaza  con  una  leve  curva  para  volver  á  subir  en  la  región  de 
los  homóplatos,  los  que  están  bien  marcados  y  se  levantan,  separa- 
dos entre  sí,  lo  suficiente  para  reconocerlos. 

De  este  punto,  adelante,  se  destaca  la  parte  occipital  del  cráneo 

del  animal  donde  se  hallan  seña- 
ladas las  orejas. 

Esta  cabeza  merece  una  aten- 
ción especial. 

Como  puede  verse  en  el  croquis 
adjunto,  fig.  3,  es  casi  triangular, 
con  un  estrechamiento  en  su  ter- 

Fig.  8.— La  cabeza  del  animal  mítico  cio  posterior  que  se  levanta  le- 
tal cual  se  presenta  en  el  Hacha.  vemente  en  curva  y  termina  re- 
dondeada. 

En  su  interior,  cerca  de  la  base,  tiene  un  triángulo  excavado  á 
cada  lado  en  la  misma  posición.  Este  triángulo  es  bastante  profun- 
do y  se  ve  á  cierta  distancia  de  la  superficie  hacia  el  interior  que 
se  siguió  perforando  circularmente  con  la  intención  quizá  de  que 
ambos  triángulos  se  comunicasen  y  la  perforación  fuese  completa, 
lo  que  no  pudo  llevarse  á  cabo. 

Este  triángulo  representa  la  apertura  de  la  boca  vista  de  lado^ 
es  decir  que  estaba  destinado  á  separar  ambas  mandíbulas  superior 
é  inferior  (ay  b)j  esto  se  nota  más  si  se  tiene  en  cuenta  la  línea 
inclinada  incisa,  apenas  marcada  (c),  que  partiendo  de  un  ángulo 
interno  de  la  base  del  triángulo  interior,  corta  diagonalmente  la^ 
faja  que  queda  entre  la  base  del  triángulo  interior  y  la  del  trian- 
guio  exterior. 


AMBROSETTI:  EL  HACHA  DE  HUAYCANA. 


19 


Con  esta  línea  la  mandíbula  superior  termina  en  forma  de  gan- 
cho angular  es  decir  como  si  fuera  un  diente  ó  un  pico  encorvado. 
Abriendo  la  boca  de  esta  figura  y  aplicándole  un  ojo  que  no  tiene 
en  el  original  nos  daría  este  as- 
pecto (fig.  4)  que  podemos  com- 
parar con  el  dibujo  (fig.  6)  donde 


Yifs.  5.  —  Grabado  de  la  parte  pos- 
terior de  un  vaso  antropomorfo  de 
Ambato.  Colección  Quiroga. 


4.  —  La  cabeza  del  animal  mítico. 
Probable  reconstrucción. 


veremos  varias  cabezas  de  anima- 
les fantásticos^  con  la  boca  idén- 
tica; boca  que  resulta  con  la  apli- 
cación de  una  línea  ó  espacio 
inclinado  en  la  misma  dirección 
que  la  que  aparece  incisa  en  el 
hacha  de  Huaycama. 

Pero  no  hay  que  olvidar  que,  tanto  en  las  cabezas  citadas  como 
en  la  que  nos  ocupa,  esa  línea  inclinada  sirve  también  para  indicar 

los  colmillos  del  animal;  y 
esto  puede  verse  mejor  en 
la  figura  6,  que  representa 
una  cabeza  de  animal  mítico 
esculpida  en  madera  y  que 
forma  el  adorno  principal 
de  una  hermosa  tableta  de 
ofrendas  de  Casabindo,  Pu- 
na de  Jujuy,  que  poseo  en 
mi  colección  particular. 
Estos  animales  fantásticos  del  grupo  que  he  denominado  Cate- 
quiles  y  que  mi  amigo  Quiroga  llamó  Huayrapucas,  con  más   ó 


Fig.  6.  —  Cabeza  de  animal  mítico  de  una 
tableta  de  ofrenda  de  madera. 


*  Este  dibujo  de  E.  A.  Holmberg,  se  halla  grabado  en  la  parte  posterior  de  un 
cantarito  antropomorfo  de  Ambato,  publicado  por  Quiroga  en  su  Huayrapnca  ó 
madre  dd  vienio  en  el  Bol.  Inst.  Geogr.  Arg.  Tomo  xx.  pág.  428  fig.  17. 


20 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


menos  variantes,  los  hallaremos  en  la  bella  serie  de  los  grabados 
en  un  vaso  (fig.  7),  de  su  colección. 


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AMBROSETTI:  EL  HACHA  DE  HTJAYCAMA.  2  I 

Entre  los  de  esa  serie,  todos,  con  la  cola  levantada  y  terminada 
en  cabezas  de  serpiente,  vemos  que  tienden  á  tomar  la  forma  de 
cuadrúpedos  dentro  del  convencionalismo  del  grabado  ó  del  ritual, 
pues  varios  de  ellos,  y  en  particular  los  de  la  segunda  fila,  mues- 
tran, vistos  de  lado  como  estén  representados,  el  miembro  anterior 
y  el  posterior  lo  que  nos  daría  la  equivalencia  de  las  cuatro  patas 
del  animal. 

Esta  representación  lateral  de  los  cuadrúpedos  la  hallamos  tam- 
bién en  esos  curiosos  animalitos  de  las  placas  pectorales  ó  fronta- 
les de  bronce  que  ya  he  descripto^  y  cuyos  detalles  reproduzco 


a  h  c 

Fig.  8.  —  Animales  míticos  que  adornan  las  placas  de  bronce. 

rt,  de  la  placa  de  Chaquiago.  Col.  Lafone  Quevedo. 

¿,  cabeza  del  anterior  vista  de  lado  para  mostrar  el  hocico  saliente  y  casi 

cuadrado, 
c,  de  la  placa  de  Tolombon.  Col.  Museo  Nacional,  donación  J.  B.  Ambrosetti. 


(fig.  8).  Siendo,  como  he  demostrado,  ambas  figuras  equivalentes 
aun  cuando  se  presenten  en  dos  formas  distintas,  ellas  nos  ilustra- 
rán en  este  caso  especial  para  cotejarlas  con  nuestro  animal. 

En  la  fig.  8  «,  de  la  hermosa  placa  de  Andalgalé  vemos  la  pro- 
longación en  relieve  del  hocico  ó  mandíbulas  hacia  adelante  y  en 
la  segunda,  fig.  8  c,  de  la  placa  de  Tolombon,  que  doné  al  Museo 
Nacional,  encontramos  el  triángulo  excavado,  aunque  en  otra  po- 
sición, pero  con  iguales  funciones,  cual  es  la  de  separar  las  mandí- 
bulas. 

Pero  un  caso  de  identidad  aun  mayor  en  la  forma  de  la  cabeza 
y  mandíbulas  con  el  animal  de  nuestra  hacha,  lo  hallaremos  graba- 


•  En  estos  mismos  Anales:  El  Bronce  en  la  Región  Calchaqul,  Tomo  ix.  pág.  279. 


22 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


do  en  el  vientre  de  una  preciosa  alfarería  de  barro  negro  lustroso 
del  Museo  Nacional  representando  un  animal  mítico  (fig.  9). 

Descomponiendo  la  figura  del  monstruo  y  eliminando  los  cuer- 
nos superiores,  los  dos  garfios  inferiores  y  la  parte  adherida  al  cue- 
llo, en  una  palabra  dejando  la  cabeza  libre  tendremos  la  fig.  9  a, 
que  en  cuanto  á  su  construcción  es  igual  á  la  cabeza  del  animal  en 
cuestión  como  puede  verse  comparándola  con  la  fig.  3. 

Ya  el  Dr.  Quiroga  presumió  que  esta  parte  del  cuerpo,  debía  ser 
una  cabeza,  como  resulta  ahora,  cuando  hizo  mención  en  su  noticia 
de  que,  en  lo  que  él  tomó  como  parte  trasera  del  animal:  «  allí  es- 


Fig.  9.  —  Tinaja  de  Andalgalá,  negra  con  grabados.  Col.  Museo  Nacional, 
(a)  Cabeza  simplificada  del  monstruo  que  aparece  grabado  en  la  tinaja. 


taba  nuevamente  insinuada  la  cabeza  »  y  lo  creyó  un  monstruo  bi- 
céfalo. 

Esta  sospecha  de  mi  amigo  atenúa  en  gran  parte  lo  que  se  le 
pudiese  reprochar  en  su  noticia. 

Estos  animales  míticos,  monstruos  de  gran  cabeza  con  ó  sin  pa- 
tas, variables  al  infinito,  son  comunes  en  los  grabados  y  aún  en 
algunas  pinturas  sobre  vasos  calchaquíes  especialmente  de  la  región 
de  la  Cuenca  de  Londres  \  y  su  estudio  comparativo  podré  prestar 
grandes  servicios  al  conocimiento  del  simbolismo  de  este  animal; 


*  Véase  Lafone  Quevedo:  Viaje  Arqueológico  en  la  Región  de  Andalgalá,  Re- 
vista del  Museo  de  La  Plata,  Tomo  xii. 


AMBROSETTI:  EL  HACHA  DE  HUAYCAMA.       23 

pero  el  hacha  de  Huaycama  es  el  primer  caso  en  que  se  presenta 
•esculpido  en  piedra,  iconografiado  en  escultura,  y  debemos  el  poder 
estudiarlo  á  Quiroga,  ese  cultor  fervoroso,  sincero  y  entusiasta  de 
la  Arqueología, 

A  su  memoria,  que  deseo  imperecedera  entre  los  estudiosos,  ofrez- 
co de  nuevo  esta  hacha,  estudiada  con  el  mismo  afán,  que  el  indio 
artista  empleó  al  labrarla,  para  que  ella  sirva  de  ex  voto  propicia- 
torio al  muerto  querido  y  al  colega  inolvidable. 

Juan  B.  Ambrosetti. 

Buenos  Aires,  10  de  Noviembre  1906. 


MYCETES  ARGENTINENSES 

(Serie  IV) 

AUCTOSK 

CAROLO  SPEGAZZINI. 


Habiendo  en  estos  últimos  años  llevado  á  cabo  excursiones  á  las 
apartadas  regiones  subtropicales  de  la  República  Argentina,  he 
tenido  la  suerte  de  encontrar  una  infinidad  de  hongos  de  suma  im- 
portancia; me  apuro,  pues,  á  publicar  las  especies  de  Licoperdaceas 
y  Falaceas,  limitándome  á  aquellas  que  considero  nuevas  ó  poco 
conocidas,  acompañando  el  dibujo  tomado  sobre  los  ejemplares  vi- 
vientes. 

Estoy  seguro  que  este  folleto  despertará  el  mayor  interés  en  las 
personas  quo  se  ocupan  de  Mycología  y  en  modo  particular  en  los 
especialistas  de  estos  grupos  tan  maltratados  en  estos  últimos  años 
por  los  monógrafos,  que  con  sus  obras  inconsultas  aumentaron  la 
confusión  reinante  en  lugar  de  aclarar  y  facilitar  el  estudio. 


Cypcllomyces  Speg.  (n.  gen.). 

Char.  Peridium  dúplex,  exterius  sessile  minus  volvi forme,  in- 
terius  breviter pedicellattim  majus  caliciforme;  gleba  subpulve- 
rtdenta  e  sporangiolis  minutissimis  efformata  cojoum  peridii 
interioris  implens,  a  parietibus  plañe  discreta;  capillitium  te- 
nuiítsimum  ramosissimum  racemose  sporangiolifei'um,  ramnlis 
ultimis  ápice  subcapitatis  basidia  buseriata  ostendentibus ;  spo- 
rae  globosae  simplices. 

Genus  eximium  natura  Xylopodiis  et  Dyctiomycetibus  cog- 
natum,  fabrica  tamen  glebae  longissime  recedens  nec  quidem 
comparandum. 
191.  CypeUomyces  argentinensis  Speg.  (n.  sp.).  =  Fig.  1,  a-1. 

Diag.  Peridium  exierius  álbum,  interius  avellaneum;  gleba 
sublateritia,  sporangiolis  minimis  et  capillitio  subhyalino  effor- 
mata; sporae  parvae  minute  laxeque  papillosae,  fulvellae. 


26  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Háb.  In  collinis  praeaudinis  aridissimis  saxosis  subsalsis, 
loco  Los  Berros  vocato,  pro  pe  San  Juan,  Mrt.  1904. 

Obs,  Peridium  exterius  primo  obovatum  ad  tertium  usque 
térra  infossum,  dein  substellatim  dehiscens  (10-20  mm  alt.  et 
diam.);  laciniis  brevibus  obtusis  leniter  iuvolutis,  glabrum, 
sórdido  álbum,  coriáceo -fragüe,  duriusculum;  peridium  inte- 
rius  initio  obovatum  exteriori  inclusum,  dein  erumpens  atque 
cito  accrescens  clavatum,  postremo  ápice  late  dehiscens  atque 
poculiforme  (60-60  mm  alt.  =  40-60  mm  diam.),  ore  integrum 
V.  obsolete  lobulatum  fissumque,  extus  frustulis  peridii  exte- 
rioris  adhaerentibus  retrorse  squarrosum,  coriaceum,  tenacel- 
lum,  stipite  volva  persistente  incluso  breve  terete  (16-20  mm 
long.  =  7-10mm  diam.)  sublignoso  farcto  suffultum;  gleba 
lateritia  subpnlverulenta  minutissime  granulosa,  cavum  peridii 
fere  totum  implens;  capillitium  oculo  nudo  imperspicuum, 
sub  lente  valida  tenuissimum  dense  ramulosum,  hyphis  (3-6  ji 
crass. )  chlorino-fulvellis,  ramis  ultimis  capillitii  e  basi  tenui 
sursum  sensim  incrassatulis  (60-200  ja  long.  =  6-10  ja  crass.) 
ápice  abrupte  subcapitato-rotundatis,  capite  (16 -20  ja  diam.) 
dense  miuuteque  papilloso;  basidia  primaria  obovata  (16  [a 
long.  =  10  (A  crass.)  minute  3-4-papillata,  basidia  secundaria 
e  papillis  primariorum  oriunda  subglobosa  (8-10  ja  crass.) 
etiam  3-6-papillulata  subhyalina.  Sporae  e  papillis  basidio- 
rum  secundariorum  catenulatim?  exsurgentes,  constipatae, 
sporangiola  ( 30- 60  ía  diam. )  ef f icientes,  globosae  ( 6 -  7  ja  diam. ) 
minute  denseque  papillulosae. 
192.  Podaxon  macrosporus  Speg.  (n.  sp.).  =  Fig.  2,  a.  b,  c. 

Diag.  Perídhim  majusculum  ellipticO'Cylindraceum  albidum, 
stipite  terete  latissime  fi^idoso,  ut  peridio  retrorse  squamoso 
basi  obsolete  volvato,  suffultum;  gleba  squamuloso- pulverulenta 
per  aetatem  otra;  sporae  majores  ellipticae  laeves  oliváceo- fu- 
ligineae. 

Háb,  In  aridis  saxosis  collinis.  Zonda  vocatis,  prope  San 
Juan,  Mrt.  1904. 

Obs.  Peridium  sursum  obtusiusculum  rotundatum,  doorsum 
leniter  attenuatum  annulatim  a  stipite  seoedens  (70-80  nun 
long.  =  26  mm  diam. )  extus  albidum  laxe  grosse  retrorseque 
squamosum;  stipes  (120-140  mm  long.)  peridio  concolor  erec- 
tus  rectus  e  basi  subbulbosula  (10  mm  crass.)  obsolete  vol- 
vata  sensim  attenuatus  atque  apicem  peridii  (2  mm  crass.) 
attingens,  extus  laxe  grosseque  squamosus,  rigidulus  tenacel- 


SPEGAZZINI:  MYCETES  ARGENTINENSES. 


27 


Fig.  1."  Cypdlomytes  argentinenns  Speg. 

af  Fungus  integer;  6/  Fangus  dimidiatus  fabricam  intemam  ostendens; 
c/  Sporangiola  aucta  non  compressa;  e/  Rami  ultimi  capillitii  sporangiola 
sostinentes;  /*/  Bamus  ultimas  capillitii  sporangiolo  orbatus;  g/  Ramas  ul- 
timas capillitii  dispositionem  basidiorum  sporarumque  proferrens;  h/  Basi- 
dium  primarium;  i¡  Basidium  secundarium;  1/  Sporae. 


28  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Iu8,  intüs  vacuüs.  Gleba  totum  cavum  peridii  implens,  primo 
flavido-vírídis  camosula,  deín  olivascens  sqaamnloso- pulve- 
rulenta, postremo  pulverulenta  atra.  Sporae  ex  elliptíco  le- 
niter  ovatae  (14-18  ijl  long.  ^  7-12  {x crasa.)  opacae. 

Species  a  ceterís  argentinentibus  stipite  fistuloso  sporisque 
ellipsoideis  majoribus  distinctiasima,  formis  austro -afrícanis, 
sat  ut  videtur,  accedens. 

193.  Myriostoma  coliforme  (Dcks)  Cda. 

Hab.  ínter  folia  ramentaqua  sylvarum  prope  Formosa,  Dec. 
1901  (E.  Kermes),  prope  Oran,  Jan.  1906  nec  non  in  Parque 
La  Plata,  Sept.  1906. 

194.  Scleroderma  tuberoideum  Speg.  (n.  sp.). 

Diag.  Etiscleroderma,  subhypogeum,  mediocre,  fulvo-ferrugi- 
neum,  laeve,  gleba  compacta  carnosa  ex  atro-violascente  nigra 
albo-marmorata^  spuris  spJiaeroideis  majusculisy  dense  terrucosis. 

Hab.  Frequens  intes  radices  Eucalypti  globuli  circa  La  Pla- 
ta, hyeme  (April.-Oct.)  1906. 

Ohs.  Peridia  solitaria  v.  saepius  3 -7- gregaria  ao  constipata, 
primo  térra  1-3  cm  infossa,  serius  superne  solí  superficem 
attingentia  semper  parum  exerta  mycelio  copioso  funiculari 
tenui  dense  reticulato-intricato  nodulosoque  candido  radicata^ 
globosa  V.  ovata  (20-60  mm  diam.  et  alt.)  saepeque  e  mutua 
pressione  angulosa  v.  difformia  ubique  laevia  v.  inferné  plica- 
tula,  sessilia  v.  obsoleta  subpedicellata,  fulvo-ferruginea,  pri- 
mo clausa,  serius  parte  exerta  irregulariter  frustiilatim  dis- 
rupta;  cortex  tenuiusculus  (0,35-0,60  mm  crass.)  intus  ochro- 
leucus,  primo  cum  gleba  continuus  molliusculus  flexilis,  dein 
discretus  coriaceus  rigidulus,  basi  sterili  parum  evoluta  (B-10 
mm  crass.);  gleba  in  juventute  cortice  adnata,  carnosa  atro- 
violacea  dense  pulchreque  albo-reticulato-marmorata  (Tuberi 
melanospori  instar),  per  aetatem  compacta  rigida  sicca  friabili 
atra,  postremo  grumoso-subpulverulenta  sordide  f uscaj  floc- 
ci  ex  hyphishyalinis  intestiniformibus  dense  coustipatis  intri- 
catisque  (6-6  ^  crass.)  crebre  septulatis  hinc  hinde  papillulosis 
efformati;  sporae  globosae  (14-16  {x  diam.)  deusissime  conglo- 
batae  confertissimeque  verruculosae  opacae. 

Species  8,  vulgari  Hrn.  affinis,  vegetatione  hypogea  cortice 
tenuiori  mínusque  rigido  sporisque  majoribus  distincta. 
196.  Arachnion?  foetens  Speg.  (n.  sp.).  =  Fig.  2,  d,  e,  f. 

Diag.  Subterraneum  foetidum  siibglobosum  albidum  glabrum 
cix  radicatum;  peridium  molle  tenacellum  a  gleba  plañe  discre- 


SPT5GAZZINI:  MYCETES  ABGENTINENSES. 


29 


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;.  2.  Podaxon  macrosportu  Speg. 

a/  Fungus  integer;    b/  Fungus  dimidiatus  fabricam  internam   ostendens; 
ef  Sporae. 

Árachnionf  foUens  Speg. 
a/  Fungus  integer;    b/  Fungus  dimidiatus;    c/   Sporangiola   coalescentia ; 
g/  Sporae. 


30  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIKES. 

tiim;  gleba  glauco-cinerea  suhcariwsula  sporangiolis  coalescenti- 
bus  minntis  efformata;  sporae  globosae  asperulae  ftunosae. 

Hab.  In  humo  ad  radices  Maclurae  morae  in  sylva  primae- 
va  secus  Río  Pescado,  Oráu,  Jujui,  Mrt.  1906. 

Obs,  Peridia  saepius  avellanae  magnitudiais  laxe  pauci- 
gregaria,  plus  minusve  profunde  (1-B  cm)  térra  infossa,  e  glo- 
boso obsolete  obtuseque  angulata  v.  colliculosa,  inferné  fu- 
nículo albo  vix  ramuloso  radicata,  extus  glabra  laevia  albida, 
odorem  intensissimum  carnis  bovinae  nímis  elixae  pollentia, 
duriuscula;  cortex  tenuis  (0,26-0,30  mm  crass.)  flexilis  facilli- 
me  secedens;  gleba  compacta  primo  carnosa  seríus  granuloso- 
friabilis  e  sporangiolis  elliptico-difformibus  (160-260  ja  diam.) 
substantia  flocculosa  albida  parcissima  arete  connexis  atque 
aegre  secedentibus  constituía;  sporae  e  mutua  pressione  obso- 
lete angulosae  (6-6  i»-  diam.)  minute  papillulosae,  ecaudatae, 
grosse  1-guttulatae. 

Species  vegetatione  hypogea  sporangiolisque  non  discretis 
a  genere  satis  recedens  et  facile  inter  Sclerodermata  recen- 
senda! 

196.  Sphaerobolus  stellatus  Td. 

Háb,  Abunde  ad  ramulos  dejectos  putrescentes  in  Parque 
Roca,  Tucuman,  Apr.  1906. 

197.  Dictyophora  Lilloi  Speg.  (n.  sp.).  =  Fig.  3,  a,  b,  c. 

Diag.  Tota  alba,  subparva,  píleo  late  cónico  grosse  alveolato- 
reticulato,  indusio  grosse  laxeque  reticulato  ramis  applanatis, 
gleba  virescenti-olivacea  diffluens  foetida, 

Hab.  In  herbosis  sylvularum  «Parque  Roca»  prope  Tucu- 
man, Apr.  1906. 

Obs.  Species  D.  duplicatae  (Bosc.)  E.  Fisch.  valde  affinis, 
sed  a  ceteris  speciebus  adhuc  descriptis  rite  distincta.  Totus 
fungus  80-100  mmalt.  albus  tenerrimus  mox  fatiscens.  Volva 
parva  candida  primo  clausa  globosa  (20-26  mm.  diam.),  dein 
laciniatim  dehiscens,  intus  mucoso-subhyalina,  extus  basi  mi- 
nute radicata;  stipes  erectus  rectus  e  cylindraceo  conoideus 
(76-96  mm  long.  =  basi  16  mm  diam.  =  apio.  6  mm  diam.) 
late  fistulosus,  parietibus  spongioso-papulosis  (2-3  mm  crass.), 
e  membranis  3  aegre  perspicuis  efformatis,  ápice  ósculo  infun- 
dibuliformi  latiusculo  (7-8  mm.  diam.)  extus  obtuse  crassius- 
culeque  marginato  intus  cortinato  donatus;  pileus  campanula- 
to-conoideus  (20  mm  alt.  =  26  mm  lat.  bas.  =  7-8  mm  lat. 
ap.)  tenuis  extus  grosse  reticulato-lacunosus  albus,  gleba  mu- 


SPEGAZZINI:  MYCETES  ARGENTINENSES. 


31 


Fig.  3.  IHdyophora  Lilloi  Speg. 

a/  Fongus  integer:  b/  Fungus  dimidiatus;  c/  Osculum. 

FhciUu»  campanuI-cUus  Brk. 
d/  Fungos  integer;  b/  Fungus  dimidiatus. 

Clathrui  triacapua  Tnrp. 
/"/  Fungos  integer;  g/  Sectio  rami. 


32 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


cilaginosa  virescente  vestitus;  indusium  retiforme  duobus  ter- 
tiis  stipitis  tantiim  attingens  campanulatum  (50  mm  alt.  et 
lat.  bas.),  álbum,  ramis  vittaeformibus  complanatís  (1  mm 
lat.  =  0,30  mm  crasa.),  masculis  polygonis  (6-7  mm  diam.). 
Sporae  minutae  elliptico-cyliudraceae  (4-6  ja  =1-1,6  ja)  vix 
fnmoso-chlorinulae. 
198.  Phallus  campanulatus  Brk.  =  Fig.  3,  d,  e. 

Hah.  Frequens  ad  margines  viarum  prope  Ledesma^  Jujui, 
Jan.  1906. 

Ob<.  Totus  albus  modice  foetens  (80-90  mm  alt.))  pileo  sub- 
couoideo  laevissimo  gleba  viscida  olivácea  vestito  ápice  latis- 
sime  truncato  (20-26  mm  lat.  et  alt.),  areola  callóse  marginata 
ósculo  hysterioideo  lato  perforata,  stipite  subcylindraceo  (16- 
18  mm  diam.)  parietibus  crassis  e  tribus  membranis  clathrato- 
connexis  efformatis,  volva  parva  cupulata  substellatim  dehi- 
scente. Sporae  ellipticae  utrinque  obtusiusculae  (6-6  [a  :=  2,6-3 
|a)  chlorinae  laeves. 


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Fig.  4.   Mutinus  aryentinus  Spfig. 

al  Peridia  nonnulla  aetate  varia;  hj  Pt^ridiuiu  diinidiatum. 


SPEGAZZINI:  MYCETES  ARGENTINENSES.  33 

199.  Mutinus  argentinas  Speg.  =  Fig.  4,  a,  b. 

Hah.  ínter  folia  dejecta  putrescentia  in  sylvis  prope  Orán^ 
Jujui,  Jan.  1906. 

Ohs.  Species  pulcbella  gregaria  nullo  modo  a  3/.  Muélleri 
E,  Fisch.  (1888)  recedens  et  nomen  (1887)  prioritatem  gaudens. 

200.  Simblum  sphaerocephalum  Schlt. 

Háb,  Vulgatum  ad  margines  rivulorum  vianimque  in  cultis 
territorii  Orán^  Jujni,  Jan.  et  Feb.  1905  et  1906. 

Ohs.  Species  pulcbella  tota  plus  minusve  intense  incarnata, 
rubra  v.  lateritia,  foetidissima,  a  S.  australi  Speg.  nec  non 
/S.  Lorentzii  Speg.  certe  distinctissima. 

201.  Glathrus  tríscapus  Turp.  =  Fig.  3,  f ,  g. 

Hab.  Non  rarus  ad  marginem  camporum  Sacchan  officina- 
rum  prope  Ledesma,  Jujui,  Jan.  1906. 

Obs.  Species  a  Cl.  E,  Fiscber  cum  Cl.  australi  Speg.  (ramis 
fistulosis  praedito!)  inconsulto  conjuncta,  a  Cl,  cibario  Tourn. 
etiam  longissime  recedens  nec  quidem  comparanda. 


Anal.  Mes.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8',  t.  ix.  Febrero  28,  1907. 


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SOBRE  OOS  ESQUELETOS  DE  MAMÍFEROS  FÓSILES 

ARMD08  RKCIENTBMENTB  EN  EL  MUSEO  NACIONAL 


POR 

FLORENTINO  AMEGHINO. 


Los  dos  esqueletos  de  que  voy  á  ocuparme,  hace  ya  muchos 
años  que  forman  parte  de  las  colecciones  del  Museo  Nacional,  pero 
es  sólo  ahora  que  se  exhiben  al  público  armados  en  una  forma 
conveniente. 


Hippidion  bonaerensis  C.  Amgh. 

Uno  de  los  dos  esqueletos  en  cuestión  pertenece  á  un  género  de 
la  familia  de  los  caballos  que  lleva  el  nombre  de  Hippidion.  Fué 
descubierto  el  año  1873  por  dos  hermanos  de  nacionalidad  fran- 
cesa y  de  apellido  Bretón,  quienes  lo  exhumaron  de  las  orillas  del 
Río  Lujan,  cerca  del  pueblo  del  mismo  nombre.  El  esqueleto  es- 
taba articulado,  reconociéndose  fácilmente  que  el  animal  se  había 
metido  en  un  pantano  de  donde  no  pudo  salir,  encontrando  en  él 
la  muerte.  El  barro  de  ese  pantano  forma  hoy  parte  de  las  arcillas 
verdosas  del  pampeano  lacustre  que  constituyen  el  «piso  luja- 
nense  »  que  representa  la  parte  más  superior  de  la  formación  pam- 
peana. 

Este  esqueleto  fué  descripto  por  Burmeister  en  1876  ^  con  el 
nombre  de  Hippidium  neogaeum,  suponiendo  que  la  especie  era 
idéntica  al  Equtis  neogaeus  fundada  por  Lund  sobre  una  muela 
aislada,  procedente  de  los  depósitos  fosilíferos  de  las  cavernas  de 
Lagoa  Santa,  en  el  Brasil,  pero  esta  identificación  parece  injusti- 
ficada. 


'  Burmeister,  Dr.  Germán.  Los  caballos  fósiles  de  la  Pampa  Argentina^  con  do- 
ble texto,  español  y  alemán,  y  ocho  láminas  lito^afiadas,  in  folio  de  88  págs. 
Buenos  Aires,  1875. 


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38  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Según  Carlos  Ameghino,  que  en  estos  últimos  años  se  ha  ocu- 
pado mucho  del  estudio  de  los  caballos  fósiles  de  Sud-América, 
las  muelas  descriptas  por  Lund,  con  los  nombres  de  Equus  neo- 
gaeus  y  Equus príncipalis  son  seguramente  de  una  misma  especie; 
la  diferencia  de  tamaño  depende  de  la  posición  ó  número  de  or- 
den de  las  muelas,  siendo  la  que  ha  servido  de  tipo  para  la  funda- 
ción del  E.  neogaeus  la  última  superior  persistente  fm  7),  y  la  que 
sirvió  de  tipo  para  la  fundación  del  E.  principalis  la  última  de 
reemplazamiento  (m  4)  que  es  siempre  de  mayor  tamaño  que  las 
tres  persistentes  que  la  siguen. 

Sesulta  también  que  la  última  muela  superior  que  sirvió  de  tipo 
para  la  fundación  del  E,  neogaeus  es  muy  distinta  de  la  última 
muela  superior  del  caballo  fósil  de  la  Pampa  Argentina  descripta 
por  Burmeister  bajo  el  nombre  de  Hippidium  neogaeum,  identifi- 
cando erróneamente  la  especie  con  la  de  Lund.  Luego,  el  esque- 
leto en  cuestión  es  de  una  especie  diferente,  á  la  que  da  el  nuevo 
nombre  de  Hippidion  bonaérensis^  mientras  que  la  especie  descrip- 
ta por  Burmeister  como  Hippidium  principóle  Lund,  tendrá  que 
tomar  el  nombre  de  Hippidion  arcidens  Ow. 

Burmeister  acompañó  la  descripción  del  supuesto  Hippidion 
neogaeus  con  dibujos  de  todos  los  huesos  sueltos  y  además  la  vista 
del  esqueleto  completo.  Sin  embargo,  como  el  esqueleto  nunca  fué 
armado,  la  restauración  debe  haberse  hecho  dibujando  los  huesos 
puestos  en  conexión  probablemente  sobre  una  capa  de  arena. 

Cuando  en  Abril  de  1902  me  hice  cargo  de  la  dirección  del  Mu- 
seo, este  esqueleto,  que  tanto  por  su  estado  de  perfecta  conserva- 
ción como  también  por  la  existencia  de  casi  todas  las  piezas,  es 
seguramente  único  en  su  género,  encontré  que  todavía  estaba 
desarmado.  Fué  una  de  mis  primeras  preocupaciones  ver  el  esque- 
leto en  cuestión  armado  de  verdad. 

Procedióse  pues,  á  montarle;  y  es  para  mí  un  motivo  de  íntima 
satisfacción  poder  constatar  que  la  restauración  dada  por  Burmeis- 
ter sobre  los  huesos  aislados,  es  esencialmente  la  misma  de  la  res- 
tauración real  según  el  esqueleto  actualmente  armado. 

Acompaño  acá  la  vista  fotográfica  del  esqueleto  del  caballo 
fósil,  al  lado  de  la  del  esqueleto  de  un  caballo  doméstico  de  las  co- 


*  Hace  tiempo  anuncié  que  C.  Ameghino  tenia  en  preparación  una  revisión 
general  de  los  equídeos  sudamericanos  con  la  descripción  de  algunos  géneros  y 
varias  especies  nuevas.  Desgraciadamente  una  larga  enfermedad  le  ha  impedido 
concluir  ese  trabajo,  el  cual  reanudará  tan  luego  que  su  estado  de  salud  se  lo 
permita. 


AMEGHINO:  DOS  ESQUELETOS  DE  MAMÍFEROS  FÓSILES.    39 

lecciones  del  Museo,  para  que  pueda  juzgarse  de  sus  proporciones 
relativas  al  primer  golpe  de  vista. 

Como  lo  indican  muy  bien  las  fotografías,  ambos  esqueletos  son 
más  ó  menos  de  igual  tamaño,  pero  en  las  proporciones  de  las  dis- 
tintas partes  hay  diferencias  bastante  notables.  El  Hippidion  &o- 
naSrensis  es  proporcionalmente  un  poco  más  bajo  y  mucho  más 
robusto  que  el  caballo  doméstico.  Las  piernas  son  más  cortas  y 
más  gruesas,  notándose  esta  diferencia  sobre  todo  en  los  metacar- 
pianos  y  metatarsianos  que  son  notablemente  más  cortos  y  mucho 
más  gruesos  que  los  del  caballo  doméstico.  El  cuello  es  igualmente 
más  corto  y  más  robusto,  como  que  estaba  destinado  á  llevar  una 
cabeza  más  voluminosa  y  con  huesos  nasales  libres  de  un  largo 
verdaderamente  extraordinario.  Este  último  es  en  efecto,  el  ca- 
rácter distintivo  que  más  resalta  en  el  conjunto. 


Smilodon  bonaérensis  (Muñiz). 

El  segundo  esqueleto  fósil  recientemente  rearmado,  es  el  de  un 
felino  aliado  del  Machaerodus  que  figura  en  las  colecciones  del 
Museo  desde  hacen  unos  45  años.  Fué  descubierto  por  el  Doctor 
Erancisco  Javier  Muñiz,  el  año  1844,  en  las  cercanías  del  pueblo  de 
Lujan,  y  descripto  al  año  siguiente  por  el  mismo  descubridor, 
con  el  nombre  de  Muñifelis  bona^rensis. 

En  1863,  el  Señor  William  Wheelwright,  empresario  del  Eerro 
Carril  Central  Argentino,  adquirió  del  Señor  Muñiz  la  propiedad 
del  esqueleto  del  felino  fósil,  donándolo  en  seguida  al  Museo  de 
Buenos  Aires.  En  1866,  Burmeister,  entonces  director  del  Museo, 
describió  nuevamente  el  esqueleto  con  el  nombre  de  Machaerodus 
neogaeus  Lund  *,  repitiendo  la  misma  descripción  algo  modificada 
y  acompañada  de  una  vista  del  esqueleto,  en  las  publicaciones  de 
la  Sociedad  de  naturalistas  de  Hallen 

El  dibujo  del  esqueleto  publicado  por  Burmeister',  ha  sido  re- 
producido por  muchas  revistas  y  ha  servido  de  base  para  restau- 
raciones que  ahora  resultan  ser  erróneas. 

Este  esqueleto  estaba  armado  por  un  sistema  rudimentario  y 
anticuado  en  una  posición  poco  natural  y  no  muy  estética.  Ade- 


'  Anale*  dd  Museo  Público  de  Buenos  Aires^  T.  i,  p.  123,  a.  1865. 

*  AhhadJungen  der  NcUurforsckenden  Oeselhchaft  zu  Halle,  Bd.  x,  a.  1867. 

*  En  este  dibujo  figuran  las  falsas  costillas,  que  faltan  todas,  sin  excepción,  en 
el  original. 


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42  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

más,  en  el  montaje  se  habían  cometido  varios  errores,  particular- 
mente en  la  posición  de  los  hnesos  del  tarso  y  metatarso.  Con  el 
objeto  de  corregir  esos  errores  hice  desarmar  el  esqueleto,  prece- 
diéndose en  seguida  á  armarlo  nuevamente  en  una  posición  más 
natural  y  en  una  forma  más  elegante.  Algunos  huesos  de  la  mano 
y  del  pie  que  faltaban,  se  han  reemplazado  con  moldes  tomados  de 
originales  existentes  en  los  Museos  de  La  Plata  y  de  Nueva  York. 
La  cola  faltaba  completamente  y  se  ha  tratado  de  restaurarla.  Las 
seis  primeras  vértebras  caudales  son  moldes  que  se  han  tomado  de 
originales  existentes  en  el  Museo  de  La  Plata.  Las  restantes  se  han 
hecho  siguiendo  el  modelo  de  los  grandes  felinos  existentes,  pero 
ajustándose  al  tamaño  que  indican  las  seis  conocidas. 

El  esqueleto  del  gran  felino  extinguido  así  restaurado  se  ha  colo- 
cado en  una  vidriera  al  lado  del  esqueleto  del  gran  tigre  de  Ben- 
gala. Los  fotograbados  adjuntos  representan  ambos  esqueletos, 
de  modo  que  la  comparación  es  fácil  y  las  profundas  diferencias 
que  los  distinguen  saltan  inmediatamente  á  la  vista.  Como  se  verá 
por  la  leyenda,  he  adoptado  para  el  tigre  fósil  de  la  Pampa  Argen- 
tina, el  nombre  específico  que  le  dio  Muñiz,  porque  un  examen 
comparado  detenido  me  ha  demostrado  que  la  especie  es  distinta 
del  Smilodon  neogaeus  de  las  cavernas  del  Brasil,  descripto  por 
Lund,  y  que  vivió  también  en  la  República  Argentina. 

El  Smilodon  bonaerensis  y  el  Felis  tigins,  tienen  con  corta  dife- 
rencia la  misma  talla  general^  pero  en  las  proporciones  relativas 
aparecen  diferencias  tan  profundas  que  causan  una  verdadera 
sorpresa. 

El  tigre  es  de  una  conformación  proporcionada  en  todas  sus 
partes,  de  formas  esbeltas  y  de  un  aspecto  elegante.  El  Smilodon^ 
es  al  contrario,  de  una  conformación  desproporcionada,  de  formas 
excesivamente  robustas;  pero,  con  la  parte  anterior  mucho  más 
robusta  que  la  posterior.  El  tronco  del  Smilodon  es  considera- 
blemente más  largo  que  el  del  tigre,  pero  éste  tiene  en  cambio  una 
cola  mucho  más  gruesa  y  mucho  más  larga.  En  el  Smilodon  el 
tamaño  de  los  caninos  superiores  es  realmente  enorme,  pero  la  cola 
es  al  contrario  excesivamente  pequeña,  como  si  la  hipertrofia  de 
los  caninos  hubiera  producido  la  atrofia  de  la  cola.  A  propósito 
de  esta  última  conformación,  es  justo  recordar  que,  Burmeister  en 
sus  primeras  noticias  sobre  este  animal,  por  la  conformación  de  la 
faceta  articular  posterior  del  sacro,  dedujo  que  debía  tener  una 
cola  muy  pequeña.  Las  seis  primeras  vértebras  caudales  confirman 
esta  deducción.  En  cuanto  á  la  restauración  del  resto  de  la  cola,. 


AMEGHINO:  DOS  ESQUELETOS  DE  MAMÍFEROS  FÓSILES.   43 

debo  observar  que,  de  acuerdo  con  el  tamaño  de  las  seis  vértebras 
conocidas  se  le  ha  dado  el  máximo  de  longitud  posible,  de  modo 
que  es  probable  haya  sido  todavia  más  corta,  pero  seguramente  no 
más  larga. 

Agregaré  también  que  el  Smüodon  conservaba  el  dedo  interno 
ó  primero  del  pie,  y  que  el  astrágalo  presenta  una  perforación 
astragaliana  de  diámetro  relativamente  considerable,  que  debía 
conservarse  en  estado  funcional. 


Béstame  por  decir,  que  los  dos  esqueletos  fósiles  que  han  dado 
motivo  á  estas  líneas,  han  sido  armados  por  el  jefe  de  talleres  del 
Museo,  señor  Santiago  Pozzi,  con  su  acostumbrada  habilidad. 


CHLANIDOPHORA  CÜLLENI 

UNA  NÜBYA  MARIPOSA  AReENTINA 


JUAN  BRETHES. 


El  Dr.  D.  Joaquín  Cullen  ha  tenido  la  amabilidad  de  traerme  de 
Caohenta  (Prov.  deJMendoza)  algunos  insectos,  entre  los  cuales 
he  encontrado  una  mariposa  nueva  para  la  ciencia,  y  que  dedico 
gustoso  á  su  descubridor. 

Chlanidophoba  Cülleni  Bréthes,  n.  sp. — A  C.  patagiata  Berg 
simiUima  sed  tubérculo  frontali  majare  et  ápice  irregulariter 
vermiculato,  fascia  alba  inter  maculas  ápice  cellulae  discoi- 
dalis  et  margine  nigro  latiora,  triangulis  albis  in  margine 
nigro  alarum  anticarum  distinctioríbus,  et  margine  nigro 
angustiare.    Alae  exp.:  37  mm. 

Por  el  tubérculo  frontal,  esta  mariposa  se  colocaría  casi  en  el 
género  Caridarctia,  cerca  de  la  C.  albicancellata  (Burm.  )>  pero  la 
nervación  alar  es  distinta,  por  ejemplo,  las  venas  6  y  7  de  las  alas 


Fig.  1.  — Ala8  de  Chlanidophora  Culleni  n.  ap.:  ±  ^.  El  punteado  de  las  alas 
posteriores  representa  el  carmesí;  las  rayas  horizontales  representan  el  negro 
probable. 

posteriores  no  salen  de  la  célula  discoidal,  sino  que  se  anastomo- 
san  en  su  mitad  basal.  El  género  en  que  debe  quedar  es  Chlanido- 


46  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

phora  Berg,  y  si  no  hubieran  sido  algunos  caracteres  estructurales, 
las  variaciones  de  color  no  habrían  motivado  por  cierto  separar 
esta  mariposa  de  Chlanidophora  patagiata  Berg.  Por  arriba  las 
alas  anteriores  son  blancas  y  las  posteriores  carmesí;  por  debajo, 
las  4  alas  son  carmesí.  Las  manchas  negras  están  dispuestas  como 
en  la  especie  de  Berg;  sin  embargo,  la  faja  apical  negra  es  de 
3  mm.  más  ó  menos,  mientras  que  en  C.  patagiata  esa  faja  mide 
como  4  mm. ;  además  los  triángulos  blancos  que  ostenta  esa  faja 
son  más  anchos  y  resaltan  más  que  en  la  C.  patagiata.  La  faja 
blanca  que  hay  entre  el  negro  apical  y  las  manchas  de  la  extremi- 
dad de  la  célula  discoidal  y  vecinas  es  más  ancha  que  en  la  especie 
de  Berg.  En  C  patagiata  y  C  Cnlleni,  las  alas  posteriores  tienen 
la  faja  apical  más  ó  menos  igual  y  la  anteapical  es  más  pronuncia- 
da en  la  segunda. 

Por  debajo,  las  alas  son  más  ó  menos  semejantes  en  las  dos  es- 
pecies, si  bien  haré  notar  que  los  triángulos  negros  apicales  de  las 
anteriores  situados  entre  las  venas  2,  3,  4,  5  están  sobre  fondo 
blanco  sin  confundirse  con  la  faja  negra  que  avecinan. 

Todos  estos  caracteres  no  serían  seguramente  suficientes  para 
crear  una  nueva  especie,  tanto  más  que  modificaciones  más  impor- 
tantes en  la  coloración  se  han  obtenido  por  educación  directa. 

Las  diferencias  estructurales  que  he  encontrado  son:  1.**  en  C. 
Culleni  el  tubérculo  frontal  es  más  grueso,  la  truncatura  pirifor- 
me y  con  algunas  vermiculaciones  irregulares;  ese  tubérculo  forma 
una  cresta  aguda  en  su  parte  superior;  en  C.  patagiata,  ese  tu- 


V 


Fig.  2.— a,  Chlanidophora  Culleni  Bréthes. 
ft,  Chlanidophora  patagiata  Berg. 
c,  Caridarctia  alhicancellata  (Burm.)* 


bérculo  es  más  pequeño  con  la  truncatura  elíptica  vertical  y  un 
tanto  ahuecada;  en  Caridarctia  alhicancellata  (Burm.),  el  tubérculo 
frontal,  si  bien  se  asemeja  con  C.  Culleni  en  cuanto  á  la  vermicula- 
ción,  no  tiene  la  forma  truncada  de  las  otras  dos  especies ;  2.**  las 
venas  6  y  7  de  las  alas  posteriores  de  C.  Culleni  se  anastomosau 
más  ó  menos  á  la  mitad  de  la  distancia  que  hay  entre  la  célula  dis- 
coidal y  el  ápice  del  ala,  mientras  que  en  C.  patagiata  esas  mismas 


BRETHES:  CHLANIDOPHORA.  CULLENI. 


47 


venas  se  auastomosan  mucho  más  cerca  de  la  célula  discoidal;  3.° 
preparaciones  microscópicas  de  escamas  alares  tomadas  en  la  faja 
apical  negra  entre  las  venas  7  y  8  de  las  alas  anteriores  han  pro- 
porcionado las  formas  A,  B  y  C  en  C.  Cidleni,  pareciendo  dominar 
la  C,  mientras  que  en   C,  patagiata  se  han  obtenido   las  formas 


Fig.  8.  —  a,  b,  c,  escamas  de  Chlanidophora  patagiata;  A,  B,  C,  escamas 

de  C.  Culleni. 


ü,  b,  c,  pareciéndose  que  a  sea  más  abundante.  De  todos  modos  se 
echa  de  ver  que  en  C.  patagiata  las  escamas  son  cuneiformes,  lo  que 
no  pasa  para  C  Culleni. 

Como  el  abdomen,  las  patas  y  las  antenas  no  se  encuentran  in- 
tactos no  puedo  hacer  mayores  comparaciones,  pero  lo  dicho  sobra 
para  reconocer  esta  nueva  especie. 


LES  TOXODONTES  A  CORNES 

PAR 

FLORENTINO  AMEGHINO. 


Les  ongulés  sud-américains  qni  constitnent  Toráre  éteint  des 
Toxodontia  descendent  des  Hyracoidea  primitifs  des  derniers 
temps  de  Tépoque  crótacique,  et  ils  se  sont  développés  sur  ce  conti- 
nent,  en  prenant  des  caracteres  qui  les  éloignent  considérableraent 
de  tous  les  ongulés  des  autres  régions  de  la  terre. 

On  faisait  remarquer  derniérement  qn'aucun  représentant  de 
l'ordre  des  Toxodontia  ne  possédait  des  comes  céphaliques.  C'est 
précisément  au  moment  méme  qu*on  faisait  cette  remarque  qu'on 
découvrait  que  plusieurs  animaux  de  cet  ordre  avaient  eu  des 
comes. 

Le  fait  est  excessivcment  curieux  et  mérite  une  mention  spé- 
ciale. 

L'objet  de  cette  note  est  de  faire  connaitre  cette  particularité, 
mais  sans  entrer  dans  la  description  détaillée  des  especes  ou  gen- 
tes qui  la  présentent. 

Tplgoílon  Amgh.  1882. 

Trigodon,  Ameghiíío,  Cafdlofjo  explicativo  de  las  colecciones  de 
antropología  y  paleontologia  de  Florentino  Ameghino,  en  8.», 
de  8  p.,  Anexo  al  Catálogo  de  la  provincia  de  Buenos  Aires 
en  la  Exposición  continental  sud- americana,  p.  39,  a.  1882. 
—Id.  Apuntes  preliminares  sobre  mamíferos  extinguidos  de 
Monte  Hermoso f  pág.  8,  lám.  i,  a.  1887.  —  Id.  Observaciones 
generales. sobre  el  orden  de  mamíferos  extinguidos  sud-ameri- 
canos  llamados  Toxodontes,  p.  46,  a.  1887.  —  Id.  Contribución 
al  conocimiento  de  los  mamíferos  fósiles  de  la  República  Ar- 
gentina, pp.  399  et  916,  a.  1889. 

Eutrigonodon,  Ameghino,  Mamíferos  y  Aves  fósiles  argentinas. 
Especies  nuevas,  adiciones  y  correcciones,  in  Revista  Argén- 


50  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

tina  de  Historia  Natural,  t.  i,  p.  240,  a.  1891.  —  id.  Crónica 
Cientifíca,  año  xiv,  p.  3-10,  a.  1891.— Id.  Sur  les  onguW  foi^si- 
les  de  VArgentine,  in  Revista  del  Jardín  Zoológico  de  Bue- 
nos Aires,  t.  II,  p.  220,  a.  1894,  et  tirage  á  part,  p.  28. — ídem, 
Sinop^s  geológico- paleontológica,  in  Segundo  Censo  Nacio- 
nal, i.  I,  p.  169,  a.  1898. 

ZiTTEL,  Handbnch  der  Paleontologie,  t.  iv,  p.  489,  a.  1893. 

Eutrigonodon  (partim),  Mercerat,  Contríbiitions  á  Vétude 
systéniatique  des  Toxodontia,  in  Anal.  Mus.  Nac,  de  Buenos 
Aires,  t.  IV,  pp.  260-265,  a.  1895. 

Pachynodon  (partim),  Burmeister,  AnaL  Mus.  Nac.  de  Bue- 
nos Aires,  t.  III,  ent.  xviii,  pp.  432  et  435,  a.  1892. 

Toxodontotherium,  Ltdbkker  (non  Ameghino),  Astudy  ofthe 
extinct  Ungulates  of  Argentina,  p.  17,  a.  1894. 

Toxodontotherium,  Roth  (non  Ameghino),  Catálogo  de  los  ma- 
míferos fósiles  conservados  en  él  Museo  de  La  Plata,  Grupo 
Ungulata,  Orden  Toxodontia,  in  Rev.  Mus.  de  La  Plata. 
t.  vm,  p.  100,  fig.  64,  a.  1898. 

Haplodontotherium  (partim),  Mercerat  (non  Ameghino), 
Étude  comparée  sur  des  molaires  de  Toxodon  et  d'autres  re- 
présenfants  de  la  méme  famille,  in  Anal.  Mas.  Nac.  de  Bue- 
nos Aire^,  t.  IV,  pp.  208  et  211,  fig.  6  et  9,  a.  1895. 

Le  genre  fut  établi  sur  des  deuts  isolées  provenaut  de  Monte 
Hermoso.  Le  nom  vient  de  la  forme  triaugulaire  de  Tincisive  in- 
férieure  externe.  Plus  tard,  croyant  que  le  nom  de  Trigodon  fai- 
sait  double  emploi  avec  Trigonodon  Conr.  1852  et  Trigonodus 
Newb.  1866,  je  Tai  remplacé  par  celui  de  Eutrigonodon. 

En  réalité,  Trigodon  et  Trujonodon  sont  deux  iioms  diffórents; 
je  reprends  done  le  nom  ancien,  avec  d'autant  plus  de  raison  qu'il 
est  plus  simple  et  beaucoup  plus  court. 

C  est  a  tort  qu'on  a  identifié  le  Trigodon  avec  Haplodontherium 
et  Toxodontherium  qui  sont  autant  de  genres  distincts. 

Tpigodoii  Gaudryi  Amgh. 

Trigodon  Gaudryi,  Ameghino,  Catálogo  de  la  provincia  de 
Buenos  Aires  en  la  Exposición  continental  sud- americana, 
j).  39,  a.  1882.  —  Id.  Apuntes  preliminares  sobre  mamíferos 
extinguidos  de  Monte  Hermoso,  p.  8,  lám.  i,  a.  1887. —  Id. 
Observaciones  generales  sobre  el  orden  de  mamíferos  extin- 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.       61 

guidos  sudamericanos^  llamados  Toxodontes^  p.  46,  a.  1887. 
— Id.  Contribución  al  conocimiento  de  Ion  mamíferos  fósiles 
de  la  República  Argentina,  pp.  400,  916  et  994,  Pl,  xviii, 
fig.  6,  a.  1889. 

Moreno  F.  P.,  Breve  reseña  de  los  progresos  del  Museo 
de  La  Rata,  p.  30,  a.  1889. 

Eutrigonodon  Gaudryi,  Ameghino  F.,  Mamíferos  y  aves  fósiles 
argentinas,  in  Revista  Argentina  de  Historia  Natural,  1. 1, 
p.  240,  a.  1891.  —  Id.  in  Crónica  Científica,  año  xiv, 
p.  340,  a.  1891.  —  Id.  Repliques  aiix  critiques  du  Dr.  Bur- 
meister,  in  Boletín  de  la  Academia  Nacional  de  Ciencias  en 
Córdoba,  t.  vi,  p.  600,  a.  1892,  et  tirage  á  part,  pp.  13-14. — 
Id.  Sur  les  ongidés  fossiles  de  VArgentine,  in  Revista  del  Jar- 
din  Zoológico  de  Buenos  Aires,  i,  ii,  p.  220  a  224,  a.  1894,  et 
tirage  á  part,  pp.  28  a  32. 

Mbbcerat,  Contribution  á  Vétude  systématique  des  Toxo- 
dontia,  in  AnaL  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  t.  iv, 
p.  263,  a.  1896. 

Pachynodon  modicus  (partim),  Burmeister,  Continuación  d 
las  adiciones  de  los  mamíferos  fósiles  terciarios,  in  Anales  del 
Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  t.  in,  p.  435-436,  a.  1892. 

Toxodontotherium  compressum  (partim),  Lydekker  (non  Ame- 
ghino), A  study  of  the  extinct  Ungulates  of  Argentina,  in 
Anal.  Museo  de  La  Plata.  Paleontología  Argentina,  t.  n,  p. 
17, pl.  VI,  fig.  1,2;  pl.  VII,  figs.  1,  la,  15,  pl.  viii, f igs.  1,  la, 
a.  1894. 

Toxodontherium  compressum,  Albert  Gtaudry  (non  Ameghi- 
no), Fossiles  de  Patagonie.  Dentition  de  quelques  Mammifé- 
res,  in  Mémoires  de  la  Société  Géologique  de  France,  tome 
xn,  fascicule  1,  p.  17,  fig.  23,  a.  1904. 

Haplodontotherium  Gaudryi,  Mercerat,  Etude  comparée  sur 
des  molaires  de  Toxodon  et  d'antres  représentants  de  la 
mime  famille,  in  Anales  del  Museo  Nacional  de  Buenos 
Aires,  t.  IV,  p.  213  et  216,  fig.  9,  a.  1895.  — Id.  Contribu- 
tion á  Vétude  systématique  des  Toxodontia,  ibidem,  p.  270, 
a.  1896. 

Ce  gigantesque  animal  est  un  des  Mammiféres  les  plus  curieux 
<1^©  Ton  connaisse,  et  quoiqu*on  soit  arrivé  jusqu'á  diré  que 
comme  genre  il  n'est  pas  separable  de  Toxodon,  il  posséde  des 
<íaractéres  si  singuHers  qu'il  devra  constituer  le  type  d'une  famille 
distiiicte. 


52  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

J'aí  établi  Tespece  en  1882,  sar  de%  molaires  et  des  incisives  iso- 
lées  provenant  de  Monte  Hermoso.  Au  commencement  de  1887,  je 
découvrais  daus  le  méme  gisement  la  man  dibale  presqne  complete 
et  avec  tóate  la  dentare  dont  j'ai  donné  la  description  et  la  fi^^are 
la  méme  année.  Dans  cette  description,  j'ai  appelé  spécialement 
Tattention  sar  le  fait  qae  la  mandibnle  en  qaestion  ne  possédait 
que  cinq  incisives  aa  lien  de  six,  de  sorte  qa'il  y  avait  ane  incisivo 
impaire  qai  occapait  précisément  le  milieu  de  la  symphyse.  Vae 
la  disposition  régaliere  dans  la  forme  des  cinq  incisives  et  dans 
la  position  symétrique  des  alvéoles  correspondantes,  j*en  ai  tiré  la 
conclusión  que  la  présence  de  cinq  incisives  devait  étre  un  carac- 
tere  normal. 

La  plupart  des  paléontologistes  ont  interpreté  cette  formule 
dentaire   comme  une  anormalité. 

Burmeister,  en  1892,  dit:  « Ameghino  ha  figurado  y  descripto  en 
su  obra,  p.  400,  pl.  18,  fig.  6,  la  mandíbula  inferior  de  un  Toxodonte 
con  cinco  (!)  incisivos,  que  llama  Trigonodon  Gaudryi,  creyéndole 
normal.  A  mi  modo  de  ver,  este  objeto  está  en  estado  anómalo, 
y  no  merece  la  admiración  que  dicho  autor  le  ofrece.  Los  molares 
prueban  que  el  animal  pertenece  al  género  Pachynodon  *  ^ 

L'année  d'aprés,  feu  le  professeur  Zittel,  dans  son  traite  de  pa- 
léontologie,  dit  aussi  que  le  nombre  des  incisives  est  anormal  et 
que  Tespéce  doit  rentrer  dans  le  genre  Toxodon.  «  Die  Gattung 
Eatrigonodon  Amegh.  ( antea  Trígodon  Amegh.)  hat  zwischen  den 
zwei  grossen  J  des  Unterkiefers  nur  drei  statt  vier  kleinere  J.  Das 
einzige  beschriebene  Exemplar  von  Bahía  Blanca  ist  wharschein- 
lich  pathologisch  und  dürfte  zu  Toxodon  gehóren  »  -. 

En  1894,  M.  Lydekker  (1.  c.)  fait  mention  de  Texistence  dans  les 
collections  du  Musée  de  La  Plata,  d*une  deuxiéme  mandibule  du 
méme  genre  laquelle,  quoique  incompléte,  montre  aussi  que  la 
symphyse  n*a  que  cinq  incisives,  ce  qui  conduit  lauteur  a  croire 
que  ce  nombre  d'incisives  représente  bien  la  formule  nórmale  dans 
ce  genre.  «The  third  incisor  is  a  large,  obliquely- placed  triangu- 
lar tooth,  wearing  to  a  sharp  point,  which  is  directed  forwards 
and  upwards;  and  is,  therefore,  unlike  the  corresponding  tooth  of 
Toxodon^  which  is  flatter,  more  proclivous,  and  wears  to  an  edge. 
On  the  rigth  side  of  the  figured  jaw  are  two  smaller  triangular 


*  Ancd.  Museo  Nac.  B.  A.,  i,  iii,  p.  43 \ 

*  Zittel  Karl  A.,  Handbuch  der  Palaeontologie.  Falaeozoologie.  iv  Band.  p.  489, 

a.  1893. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  63 

incisors,  directed  nearly  forwards,  and  wearing  obliquely;  the 
inner  one  being  smaller  than  the  other,  and  placed  cióse  to  the 
median  line  of  the  symphysis.  On  the  left  side  there  is  but  a  single 
tooth,  correspondiug  to  the  second  incisor,  in  place  of  the  two 
f ound  on  the  opposite  side.  Had  I  this  specimen  alone  to  deal  with, 
I  should  have  considered  the  absence  of  the  second  left  incisor  as 
an  individual  abnormality.  A  fragment  of  the  symphysial  extre- 
mity  of  another  jaw  from  Monte -Hermoso  preserved  in  the  Mu- 
senm  seems.  however,  to  present  the  same  peculiarity.  In  that 
specimen  the  bases  of  the  threeright  incisors  are  preserved;  while 
on  the  left  side  are  the  broken  alveol  of  the  two  incisors  which  are 
not  symmetrical  to  those  of  the  opposite  ramus,  and  appear  to 
represent  the  second  and  third  teeth  ^  If  I  am  right  in  this  inter- 
pretation,  the  absence  of  the  second  left  lower  incisor  would 
appear  to  be  at  least  a  common  f eature  in  Toxodontothermm  »  *. 

A  cette  occasion,  M.  Lydekker  a  examiné  et  figuré  de  nouveau 
la  méme  mandibule  que  j'avais  décrite  et  f ¡gurée ;  il  dit  que  trois 
incisives  sont  placees  sur  le  cóté  droit  de  la  synphyse,  et  deux 
sur  le  cóté  gauche,  d'oü  il  en  tire  la  conséquence  que  la  formule 
dentaire  de  ce  genre  est  le  résultat  de  la  suppression  de  la  pre- 
miere  incisive  ou  incisivo   interne  du  cóté  gauche. 

L'observation  de  M.  Lydekker  est  erronée.  L'incisive  impaire 
se  trouve  implantée  exactement  au  milieu  de  la  symphyse  comme 
le  montre  la  figure  que  j*ai  donnée  du  méme  échantillon  prise  au 
moyen  de  la  photographie  quand  la  piéce  était  intacte;  je 
reproduis  ici  (fig.  1)  la  partie  de  cette  figure  qui  correspond  a  la 
partie  antérieure  de  la  symphyse. 

Dans  la  figure  que  M.  Lydekker  donne  de  la  méme  mandibule, 
on  peut  voir  que  l'incisive  impaire  se  présente  aussi  comme  implan- 
tée exactement  au  milieu  de  la  symphyse,  mais  la  partie  de  la  dent 
qui  est  en  dehors  de  Talvéole  est  un  peu  déviée  vers  le  cóté  droit. 
Ce  qu'il  y  a  est  que  la  dent  en  questión  a  été  cassée  au  niveau  du 
bord  alvéolaire  et  qu'en  la  recollant,  on  ne  l'a  pas  placee  dans  sa 
position  exacte. 

Postérieurement,  j'ai  fait  mention  d'un  troisiéme  exemplaire 


*  J^ai  examiné  au  Musée  de  La  Plata  la  piéce  en  questión .  C'est  un  morceau 
teUement  mutilé  qu'on  s'est  trompé  dans  Porientation  exacte  de  la  symphyse  et 
de  1&  l'illusion  que  Tincisive  impaire  soit  implantée  sur  le  c6té  droit,  tandis 
qu^en  réalité  elle  est  implantée  au  milieu  de  la  symphyse.— F.  A. 

*  Ltdbkkes,  Loe.  cit.  p.  20. 


64 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


qui,  quoique  tres  imparfait,  montre  aussi  le  nombre  de  cínq  inci- 
sives  inférieures. 

Malgré  cela,  quelqne  temps  aprés,  M.  Mercerat  affirmait  encoré 
que  le  nombre  de  cinq  incisives  n  etait  qu*une  anomalie.  «Cette 
piece  offre  la  particularitó  de  présenter  cinq  incisives;  c.  a  d.  que 
ees  dents  sont  en  nombre  impair.  II  ne  s'agit  évidemment  que 
d*une  anomalie  individuelle,  opinión  qui  a  été  partagée  aussi  par 


TTVf 


Fig.  1.  Trigodon    Gaudryi    Amgh.    Symphyse   mandibulaire,   vue  d'en  haut, 
aux  ^  5  de  la  grandeur  naturelle. 


le  Dr.  Burmeister.  Le  fait  qu'il  existe  au  Musée  de  La  Plata  un 
autre  maxillaire  inférieur  de  ce  memo  genre,  dont  la  partie  anté- 
rieure  brisóe  laisse  voir  la  base  de  trois  incisives  du  cóté  droit,  et 
les  alvéoles  de  deuxautres  incisives  seulement  du  cóté  gauche,  qui 
correspondent  k  ij  et  i  j,  le  prouve  avec  plus  d'évidence  encoré, 
et  ne  permet  nullement  de  conclure  á  l'exemple  de  M.  Lydekker 
{loe,  cit.,  p.  20)  que  cet  animal  n'aurait  présente  dans  le  rftgle  que 
cinq  incisives  inférieures»  *. 

Une  nouvelle  découverte  excessivement  importante,  vient  con- 


Mercerat,  in  Anal.  Mus.  Buenos  Aires^  t.  iv,  p.  202,  a.  1895. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  66 

firmer,  sans  qu'il  puisse  rester  aucun  doute,  que  chez  Tngodon^ 
le  nombre  de  cinq  incisives  inférieures  ótait  constant,  par  consé- 
quent  normal,  et  que  cette  formule  est  peut-étre  caractóristique 
de  toute  une  famille  de  Tordre  des  Toxodontia. 

Au  mois  de  Mai  1904,  le  naturaliste  voyageur  du  Musée  Natio- 
nal, M.  Carlos  Ameghino,  découvrit  á  Monte  Hermoso  un  cráne 
complet  de  Trigodon  avec  la  mandibule  correspondante  presque 
intacte.  Cette  mandibule,  comme  les  trois  autres  déjá  connues  du 
méme  animal,  présente  aussi  seulement  cinq  incisives.  La  symphy- 
se  mandibulaire  est  parfaite,  mais  ellene  présente  en  place  que  les 
deux  incisives  externes  du  cóté  gauche,  Tincisive  y  cassée,  et  l'in- 
cisive  2"  parfaite.  Des  deux  incisives  correspondantes  du  cóté 
droit,  il  ne  reste  que  les  alvéoles  vides.  Placee  parfaitement  au 
milieu  de  la  ligne  longitudinale  médiane,  il  y  a  l'alvéole  également 
vide  de  l'incisive  impaire. 

Cette  conformation  est  parfaitement  visible  en  regardant  le 
cráne  de  face  (fig.  2). 

II  reste  done  définitivement  prouvé  que  la  présence  de  cinq  in- 
cisives inférieures  est  la  formule  nórmale  et  constante  du  genre 
Trigodon^  et  que  Tincisive  impaire  se  trouve  placee  parfaitement 
au  milieu  de  la  symphyse. 

Quelle  est  Torigine  de  cette  conformation  si  singuliére? 

Nous  avons  déjá  vu  que  M.  Lydekker  l'explique  par  la  suppres- 
sicn  de  la  premiére  incisivo  du  cóté  gauche.  J'ai  déjá  dit  aussi 
qu'il  a  oté  conduit  á  cette  interprétation  parce  qu'il  croyait  que 
rincisive  impaire  était  placee  sur  le  cóté  droit,  ce  que  nous  avons 
vu  étre  une  erreur.  D*un  autre  cóté,  la  symétrie  bilatérale  parfaite 
non  seulement  de  la  symphyse  et  des  incisives  paires,  mais  aussi 
de  rincisive  impaire,  semble  démontrer  que  ce  n'est  pas  la  sup- 
pression  d'une  dent  qui  a  pu  donner  origine  á  cette  formule. 

Ce  que  je  crois,  c*est  qu41  y  a  eu  fusión  des  deux  incisives  inter- 
nes. Cette  fusión,  qui  commen^a  sans  doute  par  les  germes  den- 
taires,  devint  peu  á  peu  plus  complete  de  sorte  qu'on  n'observe 
plus  aucun  vestige  de  la  fusión,  ou  des  deux  parties  primitivement 
distinctes. 

Cette  incisive  impaire  a  pris  une  forme  si  caractéristique  qu'elle 
pennet  de  la  reconnaitre  immédiatement  au  milieu  des  incisives 
des  animaux  du  méme  groupe. 

On  sait  qu*á  Paraná,  il  y  a  deux  genres  alliés  de  Trigodon,  qui 
sont  \e  Toxodontherium  et  l^ Haplodonthei'ium,  Or,  daus  le  méme 
gisenient,  on  trouve  des  incisives  isolées  ayant  la  méme  forme  de 


56 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Fig.  2.  Trigodon  Gaudrjfi  Amgh.  Cráne,  vu  par  devant  et  un  peu  obliquement  da  cótó  droit, 
á  un  quart  de  la  Rrandeur  naturelle.  1,  Pincisive  médiane  impaire;  2.  la  deuxiéme  paire  d'in- 
cisives;  8,  la  troixiéme  paire  d'incisives  ou  incisives  extemes.  Miocéne  supérieur  de  Monte 
Hermoso  (hermoseen). 


AMEGHINO :  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  67 

rincisive  impaire  inférieure  de  Tt'igodon^,  de  sorte  que  Tun  ou 
l'autre  de  ees  genres,  ou  peut-étre  les  deux,  avaient  aussi,  pour 
les  incisives,  la  méme  formule  deiitaire '. 

Revenant  au  cráne  complet  de  Trigodpn  trouvé  á  Monte  Her- 
moso, en  outre  de  son  importance  dans  la  question  de  la  formule 
dentaire  des  incisives,  il  montre  une  autre  particularité  inattendue. 
C'est  une  forte  protubérance,  large,  assez  haute,  couvexe  et  a 
surface  tres  rugueuse;  elle  a  un  contour  elliptique,  avec  son  grand 
axe  en  direction  transversale  et  elle  occupe  presque  toute  la  región 
frontale,  en  commen9ant  deux  ou  trois  centimétres  en  arriére  du 
bord  antérieur  des  frontaux;  elle  a  un  peu  plus  de  11  cms.  dans 
son  axe  longitudinal  et  16  cms.  dans  son  axe  transversal.  La  partie 
la  plus  ólevée  de  la  protubérance  se  trouve  á  7  cms.  au-dessus  de 
la  base  qui  est  constituée  par  la  partie  la  plus  antérieure  des 
frontaux.  La  suture  fronto-uasale  est  transversale,  et  en  ligne 
presqne  droite. 

Cette  protubérance  s  eleve  graduellement  du  bout  antérieur  du 
plan  sagittal  vers  l'avant,  mais  dans  la  partie  antérieure  elle  des- 
cend  brusquement,  de  sorte  que  la  bosse  entiére  semble  penchée  en 
avant.  La  surface  de  cette  protubérance  est  tres  rugúense,  la  par- 
tie se  trouvant  dans  cette  condition  parfaitement  délimitée  de  la 
partie  lisse,  de  sorte  qu'il  ne  peut  rester  aucun  doute  que  cette 
bosse  servait  á  supporter  une  forte  corne  qui  était  inclinée  en 
avant.  C'est  cette  position  de  la  protubérance  frontale  qu*in- 
diquent  la  fig.  3  qui  montre  le  cráne  vu  de  cóté  et  la  fig.  4,  vu 
d'en  haut. 

Par  sa  position,  par  son  développement  et  par  sa  direction,  la 
protubérance  frontale  de  Trigodon  présente  une  certaine  ressem- 
blance  avec  celle  de  VÁTHinoitherium^  mais  cette  derniére  présente 
un  développement  en  hauteur  beaucoup  plus  considerable,  et  en 
outre  elle  se  divise  en  haut  en  deux  branches  qui  divergent,  for- 
mant  une  espéce  de  fourche. 


'  La  premiére  dent  isolée  de  cette  forme  qui  m'est  tombée  dans  les  mains,  je 
l'ai  décrite  sous  le  nom  de  Phanoíherus  maryinatus  (Contrih.  con.  mamíf.  fós.  R. 
Arg.,  p.  900,  pl.  lxxii,  fig.  8,  a.  1889),  supposant  ó.  tort  que  j'avais  &  faire  á  un 
représentant  du  groupe  des  Taeniodonta. 

*  Si  dans  la  faune  de  l'Argentine,  Trigodon  et  ses  alliés  montrent  par  leurs 
incisives  inférieures  une  formule  vraiment  extraordinaire,  il  y  a  un  autre  genre, 
V EpipcUriarchus^  qui  se  distingue  au  contraire  par  une  incisive  inférieure  de  plus, 
sept  au  lieu  de  six.  Dans  ce  cas  il  s'agit  peut-étre  d'une  incisivo  de  la  premiére 
dentition  qui  a  persiste  jusqu'á  arriver  á  faire  partie  de  la  denture  definitivo 
d^ane  maniere  nórmale. 

Amki^  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Sbr.  8%  t.  ix.  Abbil  18,  1907.  5 


68 


MLSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


'  La  protubérance  placee  &  moitió  distanre  de  la  bosse  nasale  "t  d»-  la  irraiulo 
bosse  frontale  que  montre  cette  figure,  nVst  pas  naturelle  sinon  le  résultat 
(l'ane  déforination  produite  pendant  la  fossilisation  par  la  pression  des  conches 
superposées. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  59 

La  ressemblance  la  plus  grande  est  aveo  la  bosse  frontale  de 
V Elasmotherium ;  celle  du  IVigodon  8*en  distingue  parce  qu'elle 
est  plus  courte,  et  a  paroi  antérieure  verticale;  en  outre,  celle  de 
V Elasmothei'ium  a  sa  partie  proéminante  qui  regarde  vers  le 
haut,  tandis  que  celle  du  Trigodon  regarde  obliquement  en  avant. 
II  est  évident  que  sur  cette  protubérauce  frontale  du  Trigodon^  il 
devait  se  développer  une  corne  formidable  dirigée  en  avant,  et  de 
méme  nature  que  celles  des  Rhinoceros  et  de  V Elasmotherium, 

Le  Trigodon  portait  encoré  une  deuxiéme  corne  plus  petite  prés 
du  bout  antérieur  des  nasaux.  La  suture  qui  separe  les  deux  na- 
saux  est  bien  apparente,  surtout  en  avant,  oú  les  deux  os  sont  se- 
pares par  une  gouttiére  profonde.  L'extrémité  antérieure  libre  de 
ees  deux  os  devient  arrondie  et  graduellement  plus  épaisse  jus- 
qu'á  atteindre  cinq  centimétres  d'épaisseur.  Chaqué  nasal  porte  en 
avant  une  surface  convexe  tres  rugúense  et  bien  délimitée,  qui 
dans  leur  moitié  postérieure  se  fusionne  en  une  seule.  Sur  cette 
protubérauce  nasale  se  dóveloppait  aussi  une  corne  mais  beau- 
coup  moins  forte  que  la  frontale. 

La  bosse  nasale  était  séparée  par  une  cloison  osseuse  destinée  a 
renforcer  les  nasaux  afin  de  donner  un  plus  fort  appui  á  la  corne 
nasale.  Cette  cloison  fendillée  par  la  déformation  du  cráne,  n'a  pu 
étre  conservée. 

Ce  cráne  étant  en  outre  le  premier  et  l'unique  complet  connu  de 
ce  genre,  il  est  aussi  précieux  parce  qu'il  nous  permet  de  connaitre 
sa  conformation  d'une  maniere  a  peu  prés  parfaite. 

Mon  but  était  seulement  d'indiquer  la  présence  des  protubé- 
rances  sus-mentionnées.  Pourtant,  en  présence  de  cette  piéce  si 
étrange,  je  ne  puis  me  soustraire  a  Pobligation  de  faire  remarquer 
en  quelques  ligues  les  autres  caracteres  si  particuliers  qu'elle  pré- 
sente et  qui  réloignent  considérablement  du  genre  Toxodon. 

Le  cráne,  quoique  entier,  est  un  peu  deformé  par  pression,  de 
serte  qu'il  est  comme  un  peu  tordu  latéralement.  Nonobstant,  on 
peut  se  faire  une  idee  parfaite  de  sa  forme  genérale. 

En  le  regardant  de  cóté  (fig.  3),  ce  qui  appelle  de  suite  latten- 
tion  est  sa  forme  raccourcie  en  proportion  de  la  hauteur  et  la 
grosse  bosse  qui  s'éléve  au-dessus  dufront  et  des  orbites. 

En  le  regardant  d'en  haut  (fig.  4),  ce  qui  frappe  Poeil  iramédiate- 
ment  est  son  contour  triangulaire,  a  cotes*  presque  égaux,  soit  en 
triangle  equilateral.  En  le  regardant  d'en  bas  (fig.  6),  il  montre 
aa  contraire  le  contour  d*un  triangle  isoscele  dont  la  base  est  cons- 
titiiée  par  la  ligue  transverse  occipitale.  Cette  conformation  dé- 


60 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


\ 


yOtf- 


I 


Fig.  4.  Trigodon  Gaudryi  Amgh.  Cráne,  vu  eren  haut,  réduit  á  un  quart  de  la  grandeur  natarelle.  1  et  2, 
la  prémiére  et  deuxiéme  incisives;  ¿,  trou  sous-orbitaire;  o,  orbit«;  a,  apophyse  post-orbi taire;  n,  nasal; 
/■,  frontal;  jp«,  plan  sagittal;  joo,  plan  occipital;  6/1,  bosse  nasale;  6,  bosse  frontale. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


61 


Figt  ttsr  Trigodmi  Gaudrífi  Amgli.  CrñneT  vu  dvn  bo^i^  A  Ufj  quart  de  la  grandeur  jiaturelle. 
1 1,  2i  et  8í,  lea  trois  mcicivt;^;  c,  canlne^  2,  H^  4^  5^  f\  et  7^  les  moliiirtís  2  A  7. 


62  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

pend  du  plan  occipital  qui  est  fortement  conché  vers  lavant, 
Mais  aussi  bien  la  vae  palatino  que  la  frontale  font  voir  qne  le 
cráne  8*élargit  gradueliement  et  d'une  maniere  continué,  depuis  la 
partie  antérieure  jusqu  a  l'extrémité  postérieure. 

II  resulte  de  cette  conformation  que  la  moitió  postérieure  est 
d'un  volume  considérablement  plus  grand  que  la  postérieure. 
Quant  aux  dimensions  on  peut  diré  qu'il  est  presque  aussi  loug  et 
aussi  large  que  haut.  La  longueur  du  cráne  depuis  les  condyles  oc- 
cipitaux  jusqu'á  la  partie  antérieure  des  incisives  est  de  68  cms., 
mais  du  centre  de  la  créte  occipitale  aux  incisives,  la  longueur 
n'est  plus  que  de  48  cms.  Dans  la  partie  postérieure,  le  plus  grand 
diamétre  transverse  est  de  presque  66  cms.  La  hauteur  du  bord 
inférieur  de  la  mandibule  au  bord  supérieur  de  la  protubéranee 
frontale  est  aussi  de  66  cms. 

La  partie  antérieure  dü  cráne  se  rétrócit  gradueliement  vers 
Tavant  de  sorte  que  la  región  intermaxillaire  apparait  comme  com- 
primée  latéralement.  II  en  est  de  méme  de  la  mandibule  dont  la 
partie  antérieure  de  la  symphyse  est  aussi  tres  étroite  et  comme 
comprimée  latéralement.  En  outre,  toute  le  región  symphysaire 
est  fortement  relevée  vers  le  haut  comme  dans  le  genre  Xotodon. 

L'étendue  transversale  de  la  partie  postérieure  du  cráne  est 
enorme.  Le  diamétre  transverse  entre  les  deux  bords  latéraux  de 
la  créte  occipitale  es  de  61  cms.  et  entre  les  tympaniques,  de 
53  cms.  ce  qui  surpasse  la  longueur  du  cráne  mesurée  de  la  partie 
median e  de  la  créte  occipitale  á  la  partie  antérieure  des  incisives, 
que  nous  avons  vu  de  48  cms.  seulement,  conformation  absolu- 
ment  unique  entre  les  mammiferes.  Cette  différence  de  longueur 
entre  les  parties  básale  et  cuspidale  du  cráne  dépend  de  l'inclinai- 
son  de  l'occipital  vers  l'avant,  qui  est  si  considerable  que  la  créte 
occipitale  se  trouve  a  vingt  centimétres  plus  en  avant  que  le  bord 
postérieur  des  condyles  occipitaux.  Cette  conformation  se  voit  tres 
bien  sur  la  figure  4. 

Le  plan  occipital  (fig.  6)  est  plutót  bas  que  haut,  mais  d'une 
largeur  extraordinaire,  et  comme  je  viens  de  le  diré,  tres  conché 
en  avant,  de  sorte  que  les  condyles  occipitaux  restent  fortement 
rejetés  en  arriére.  Au  centre  du  plan  occipital,  il  y  a  une  grande 
dépression,  assez  profonde,  et  a  surface  excessivement  rugúense, 
oü  s'inséraient  des  tendons  cervicaux  tres  puissants,  comme  Texi- 
geait  le  grand  poids  de  la  tete. 

En  regardant  le  cráne  d'en  haut,  on  remarque  qu'il  n'y  a  pas 
de  créte  sagittale,  étant  rem placee  par  une  surface  presque  píate. 


AMEGHINO:  LES  TOXODOÍíTES  A  CORNES. 


63 


F¡^.   f)     Triíjotlon  Gandriji  Amp:li.  Craiu',  vu   par  lo  plan  occ  pital   á  uii    quart 
ele  la  fíraiuleur  iintuielle. 


64  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AffiES. 

de  7  á  8  cms.  de  longueur,  présentant  aussi  á  peu  de  chose  prés  la 
méme  largeur.  C^est  ce  plan  sagittal  qiii  en  avant  s'éleve  graduel- 
lement  jusqu  ase  confondre  avec  la  bosse  frontale.  Cette  derniére, 
sur  les  cotes,  descend  vers  le  bas.  Les  apophyses  post-orbitaíres 
sont  longues,  gréles,  á  surface  rugúense  et  descendent  aussi  vers  le 
bas,  présentant  une  grande  ressemblance  avec  celles  de  Xotodon, 

A  partir  des  deux  cótés  du  bord  supérieur  du  plan  sagittal,  les 
pariétaux  descendent  verticalement,  sans  faire  aucune  expansión 
latérale,  ce  qui,  uni  á  la  direction  en  avant  du  plan  occipital,  ré- 
duit  tellement  Tespace  destiné  á  la  cavitó  céphalique,  qu  en  pro- 
portion  de  la  taille  le  Trígodon  est  peut-étre,  des  mammiféres 
connus,  celui  qui  a  eu  un  cerveau  plus  petit.  Cette  exigüité  de  la 
masse  encéphalique,  chez  Trígodon^  n'est  pas  un  caractére  primitif 
sinon  une  condition  acquise,  ou  le  résultat  de  l'agrandissement  de 
la  taille  tandis  que  le  cerveau  restait  stationnaire. 


Cepaloxodon  eorniculatus  n.  g.  n.  sp. 

A  Pinverse  de  Trigodon  qui  était  connu  depuis  longtemps,  mais 
qu'on  ignorait  cornu,  le  Ceratoxodon  est  un  Toxodonte  cornu  dont 
jusqu'á  maintenant  on  ignorait  Texistence. 

Ce  type  si  intéressant  n*est  malheureusement  connu  que  par  un 
morceau  de  cráne  provenant  du  pampeen  moyen  (bonaéróen)  de 
la  lagune  de  Chascomus,  indiquant  un  animal  plus  gros  qu'un 
Tapir.  Dans  ce  morceau,  qui  est  dans  un  tres  mauvais  état  de  con- 
servation,  on  y  voit:  le  frontal  gauche  avec  l'orbite  incompléte;  le 
parietal  gauche  et  une  petite  partie  du  droit  avec  le  plan  sagittal 
presque  complet;  une  petite  partie  du  temporal  gauche,  et  un  tout 
petit  fragment  du  maxillaire  du  méme  cote  avec  la  base  de  la 
derniére  molaire. 

Par  ce  qui  reste  de  la  derniére  molaire  on  voit  que  cette  dent  se 
distingue  par  sa  table  externe  absolument  píate,  au  lieu  d'étre  plus 
ou  moins  excavée  ou  ondulée  comme  c'est  la  regle  dans  tous  les 
genres  qui  me  sont  connus  de  ce  groupe. 

II  ne  reste  que  la  partie  postérieure  de  la  cavité  de  l'orbite  (fig. 
8,  o);  la  partie  antérieure  avec  le  zygomatiqne  manque  complé- 
tement. 

En  regardant  le  cráne  d'en  haut(fig.  7),  on  voit  que  la  créte 
sagittale  est  devenue  tellement  large  qu'elle  constitue  un  plan 
sagittal  large  et  plat  comme  chez  Trigodon^  mais  proportionnelle- 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


65 


ment  plus  long.  Les  parois  qui  soutiennent  oe  plan  et  qui  consti- 
tuent  les  pariétaux  descendent  un  peu  obliquement.  Dans  ce  plan 


Fig.  7.  CercUoxodon  corniculatiis  Amgh.  Morceau  de  cráne,  vu  d'en  haut,  aux 
trois  qnarts  de  la  grandenr  naturelle.  o,  corne  frontale  interne;  6,  come  fron- 
tale  externe;  d,  come  lachrymale;  /"í,  frontal,  partie  antérieure;  /"/?,  frontal, 
partie  postérieure;  /Vp,  snture  fronto-pariétale ;  6«,  bord  sus  -  orbitaire ;  Z,  lachry- 
mal;  pl,  plan  sagittal;  jpr,  parietal.  Partie  básale  dn  bonaéréen  de  la  province 
de  Baénos  Aires. 


sagittal,  la  suture  transverso  fronto-pariétale  s'óléve  en  formant 
un  bourrelet  osseux  transversal  (fig.  7,  fsp). 


66 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Ce  plan  sagittal  presque  horizontal  se  prolonge  en  une  surface 
frontale  qui  s'élargit  jusqu'au  niveau  d'une  protubórance  (f ¡g.  8,  c) 
qui  correspond  aux  apophyses  post-orbitaíres,  et  se  retrécit  gra- 
duellement  une  autre  fois  en  avant.  Au  niveau  du  coin  postérieur 
de  l'orbite,  on  voit  une  serie  de  trois  protubérances  (fig.  8,  a,  b,  c,) 
placees  dans  une  méme  ligne  transversale,  et  qui  devaient  natu- 
rellement  se  répóter  sur  le  cote  droit. 


^^^;y 


Fio:.  8.  Ceratoxodon  corniculaíus  Amorh.  Le  meme  morceau  de  cr&ne  de  la  fií^ire 
precedente  vu  de  c6té  aux  trois  quarts  de  la  grandeur  naturelle.  o,  come  frontale 
interne;  ¿»,  come  frontale  externe;  c,  come  post-orbi taire;  d,  corne  lachrymale; 
/"a,  región  frontale,  partie  antérieure;  /J9,  región  frontale,  partie  postérieure;  /"«p, 
bourrelet  et  suture  fronto-pariétale;  o,  orbite,  partie  postérieure;  pl,  plan  sagit- 
tal; pr^  parietal;  ¿,  temporal;  m7,  position  de  la  base  de  la  demiére  molaire. 


De  ees  trois  protubérances,  la  plus  petite  (c)  qui  n'est  visible  que 
sur  le  cráne  vu  de  cote  (fig.  8)  est  placee  sur  le  coin  postéro-supé- 
rieiir  de  l'orbite,  sur  le  cote  lateral,  et  correspond  a  l'apophyse 
post-orbitaire  qui  a  pris  la  forme  d'une  petite  corne.  La  protubé- 
rance  du  milieu  de  la  serie,  ou  frontale  externe  b,  se  trouve  un  peu 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  67 

plus  en  dedans,  sur  le  front  et  prés  du  bord  postérieur  de  l'orbite; 
cette  protubérance,  a  base  tres  large,  a  bout  conique,  haute  de 
deux  oentiméfcres,  regarde  vera  le  haut  et  obliquement  vers  le  cóté. 
La  protubérance  frontale  interne  a,  placee  a  cote  de  la  precedente, 
plus  prés  de  la  ligne  longitudinale  mediane,  a  la  base  aussi  large 
et  presque  aussi  haute,  mais  elle  regarde  directement  vers  le  haut. 

Plus  en  avant,  prés  du  coin  antérieur  de  Torbite  et  au-dessus  de 
celle-ci,  on  voit  une  autre  protubérance  isolée  (fig.  8,  d),  dont  la  base 
est  plus  étendue  dans  la  direction  transversale  que  dans  Tantéro- 
postérieure  et  atteint  la  hauteur  d'un  centimétre.  Cette  protubé- 
rance porte  á  la  base  de  sa  partie  postérieure  une  perf  oration  ellip- 
tique  I  (fig.  7)  de  diamétre  assez  considerable  que  je  prends  pour 
le  trou  lachrymal.  La  protubérance  en  question  serait  done  cons- 
tituée  par  Tos  lachrymal  comme  semblent  Tindiquer  aussi  des  ves- 
tiges  de  sutures,  quoique  peu  apparents. 

Dans  ce  genre.  Tos  lachrymal  aurait  passé  a  la  partie  supérieure 
du  cráne  au-dessus  de  Torbite  comme  c'est  le  cas  chez  beaucoup 
d'Edentés  éteints  des  sous-ordres  des  Gravigrada  et  des  Glypto- 
dontiaj  et  il  se  serait  développé  jusqu'á  constituer  une  protubérance 
en  forme  d'une  petite  come.  Chez  quelques  espéces  á' Adinotherium^ 
le  lachrymal  prend  la  forme  d'une  protubérance,  mais  toujours 
plus  petite  et  placee  plus  bas  que  celle  de  Ceratoxodon.  Dans  quel- 
ques espéces  de  Typotherium  de  l'étage  hermoseen,  cette  protubé- 
rance lachrymale  est  tres  forte  et  placee  plus  haut  que  dans  Adi' 
notherium,  prés  du  bord  supérieur  de  l'orbite,  mais  non  si  haut  que 
dans  Ceratoxodon, 

Bref:  d'aprés  la  partie  conservée,  le  Ceratoxodon  présentait 
six  petites  protubérances  frontales  post-orbitaires  et  deux  protu- 
bérances  anté-orbitaires.  En  outre,  il  est  probable  qu'il  y  avait  des 
protubérances  semblables  sur  les  nasaux. 

Adinotherium  Amgh. 

Adinotherium,  Ameghino  F.,  Enumeración  sistemática  de  los 
mamíferos  eocenos  de  la  Patagonia  Austral,  etc.,  p.  17,  a. 
1887. — Id.  Contribución  al  conoc.  mamif,  /^x.  Rep,  Argentina, 
p.  448,  a.  1889.— Id.  Revista  Arg,  Hist.  Nat,  t.  i,  pp.  364  et 
375,  a.  1891. — Id.  Repliques  aux  critiques  du  Dr.  Burmeister, 
etc.,  in  Bol.  Acad.  Nac.  de  Cieñe,  t.  xii,  pp.  491,  496  et  616, 
a.  1892.  —  Id.  Enumération  synopt,  des  Mammif.foss.  format. 
éocénes  de  Patagonie,  p.  24,  a.  1894.  —  Id.  Sur  les  ongulés 


68  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

fossües  de  VArgentine,  in  Rev.  Jard,  Zool.  B.  ÁireSy  t.  n, 
pp.  243-244,  a.  1894.  —  Id.  Sinopsis  geológico-paleontológicaf 
in  Segundo  Censo  Nacional,  1. 1,  p.  167,  a.  1898. 

ZiTTEL,  Handbuch  der  Palaeontologie,  t.  iv,  pp.  476  -478, 
figs.  391  et  392,  a.  1892. 

Mercerat,  Sinop.  fam.  Protoxodontidae,  in  Bev.  Mtts.  La 
Plata,  1. 1,  p.  404,  a.  1891. 
Nesodon,  OwenR.  (partim),  DescHption  of  some  speeies  ofthe 
extinct  genus  Nesodon,  etc.,  in  Philos.  TVansact.,  etc.,  1863. 
(Nesodon  ovinus). 

Mercerat  (partim),  Sinop.  familia  Protoxodontidae,  in 
Rev.  Mus.  La  Plata,  1. 1,  p.  402,  a.  1891,  et  tirage  á  part, 
p.  27   (Nesodon  typicus). 

Ltdbkker  (partim),  A  study  of  the  extinct  Ungulates  of 
Argentina,  in  Anal,  Mus.  La  Plata,  Paleont.  Arg.  n,  p.  26 
a.  1894. 

Gaudry  Albert  (partim),  Fossiles  de  Patagonie.  —  Den- 
tition  de  quelques  Mammiféres,  in  Mémoires  de  la  Société 
Géologique  de  France.  Tome  xn,  Fascicule  1,  p.  17,  fig.  21. 
p.  21,  fig.  31,  a.  1904. 
Acrotherium^  MERCERAT  (partim),  Ibid,  p.  393.  (Acrotherium 
mutabüe). 

Le  genre  Adinotherium  a  été  fondé  sur  des  espéces  de  Mammi- 
féres du  santacruzéen  qui  ressemblent  aux  espéces  du  genre  Neso- 
don  du  méme  étage,  mais  qui  sont  beaucoup  plus  petites  et  présen- 
tent  aussi  des  différences  assez  notables  dans  la  conformation  de 
l'astragale,  du  calcanéum,  etc. 

On  a  voulu  reunir  Adinotherium  au  genre  Nesodon,  Je  continué 
á  les  considórer  comme  deux  genres  distincts:  1.**  parce  que  dans 
la  formation  santacruzienne,  il  n^y  a  pas  des  formes  ou  espéces  de 
transition  entre  ees  deux  genres;  2.^  parce  que  les  divergences  de 
ees  deux  lignes  s'accentuent  encoré  davantage  dans  les  f  ormations 
plus  recentes  jusqu'á  constituer  deux  familles  distinctes  de  Mam- 
miféres; 3.^  parce  que  la  séparation  de  ees  deux  lignes  peut  déj¿ 
s'observer  a  partir  de  Tétage  pyrothéréen.  Reunir  dans  le  méme 
genre  deux  groupes  d'espéces  qui  se  placent  dans  la  prolongation 
de  deux  lignes  divergentes,  ne  me  parait  pas  logique  ni  d'accord 
avec  une  bonne  nomenclature. 

Les  observations  qui  vont  suivre  non  seulement  conf irment  cette 
séparation,  sinon  qu'elles  conduisent  a  scinder  au  moins  en  deux 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  69 

le  méme  genre  Adinotherium,  Et  je  vais  montrer  que  c'est  dans  ce 
genre  qu'ont  pris  origine  les  Toxodontes  á  comes;  plusieurs  espéces 
de  ce  genre  montrent  le  commencement  de  la  grande  bosse  frontale 
du  Trígodon,  tandis  qu'on  n'observe  ríen  de  semblable  sur  les  es- 
péces du  genre  Nesodon. 

Les  espéces  á^ AdinoíheHum  de  la  f ormation  santacruzienne  peu- 
vent  se  reunir  en  deux  groupes :  A.  espéces  a  f ront  plat,  et  B. 
espéces  avec  des  protubérances  frontales. 

Groupe  A,  Espéces  a  front  plat. 
Adinotherium  magister  Amgh. 

Adinotherium  magiftter,  Ameghino  F.,  Enumeración  sistemática 
especies  mamif,  eocenos^  etc.,  p.  17,  u^  72,  a.  1887.  —  Id.  Con- 
tribución conoc.  mamif,  fós,  Rep.  Arg,^  p.  450,  pl.  xvn,  f ig.  7, 
a.  1889.  —  Id.  Revista  Argentina  de  Hist.  Nat.,  1. 1,  p.  376, 
a.  1891.  —  Id.  Repliques  aux  critiques^  etc.,  in  Bol.  Ac.  Nac. 
de  Cieñe,  en  Córdoba^  t.  xn,  p.  496,  a.  1892.  —  Id.  Sur  les 
ongulés  foss,  de  VArgentine,  in  Rev,  Jard.  Zool,  de  B.  Aires, 
t.  n,  pp.  246  et  251,  a.  1894,  et  tirage  a  part,  pp.  64  et  69. 
Meboerat,  Sinop.  fam.  Protoxodontidae,  in  Rev,  Mus,  La 
Plata,  1. 1,  p.  405,  a.  1891. 

Acrotherium  mutabüe,  Mercerat,  Ibid.  p.  393. 

Nesodon  typicus,  Mercerat,  Ibid.  p.  402. 

Nesodon  ovinus,  Burmeister,  (non.  N,  Ovinus  Ow. ),  Anal, 
Mus,  Nac,  t.  ni,  ent.  xvín,  pp.  402  á  411,  et  447,  pl.  x,  fig. 
1, '  a.  1892. 

Lydekker  E..,  A  Study  of  the  extinct  Ungulates  of  Argén- 
tina,  in  Anal.  Mus.  La  Plata.  Paleontología  Argentina,  p.  39, 
pl.  XV,  fig.  3;  pl.  XVI,  fig.  3,«  a.  1894. 

Cette  espéce  est  celle  qui  a  servi  de  type  pour  établir  le  genre. 
Comme  le  montre  la  figure  9,  le  front  est  plat  entre  les  orbites 
ou  méme  un  peu  deprime  vers  le  milieu.  En  arriére,  ce  plan  fron- 
tal se  rétrécit,  en  prenant  une  forme  triangulaire,  limitó  par  les 


*  Cette  figiire  montre  un  cráne  restauré  d'une  maniere  tres  erronée ;  les  apophy- 
ses  post-orbitaires  manquent,  et  les  nasaux  sont  figures  s'ótendant  en  avant  comme 
chez  Typotherium  tandis  quUls  sont  beaucoup  plus  courts. 

*  Cette  figure  d'aprés  Texplication  des  planches  représente  un  cráne  en  gran- 
denr  natuxelle,  mais  c'est  évidemment  une  erreur,  car  elle  le  représente  aux  deux 
tiers  á  peu  prés  de  la  grandeur  naturelle. 


70  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Fig.  9.  Adinotherium  viagider  Am^^h ,  Cráne,  vu  d'en  haut,  aux  deux  tiers  de  la 
grandeur  naturelle.  2»,  deuxiéme  incisive;  i,  interraaxillaire;  n,  nasal;  o,  orbite; 
a,  apophyse  post-orbitaire;  /",  frontal;  cr^  créte  courbe  temporale;  cr*,  créte 
sagittale.  Formation  santacruzienne :  étage  notoliippidéen. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  COBNES.  71 

crétes  temporalea  qui  convergent  en  arriére  jnsqu'á  s'unir  pour 
constitucr  la  créte  sagittale ;  sur  ce  plan  frontal  triangulaire,  cea 
deux  crétes  s'élévent  en  f ormant  comme  deux  murs  minees  et  hauts 
de  deux  k  quatre  millimetres.  La  créte  sagittale  est  haute  et  oourte. 
Les  nasaux  forment  en  arriére  une  courbe  convexe  réguliere  qui 
penetre  entre  les  frontaux  dans  une  courbe  concave  correspondan- 
te.  La  ligne  longitudinale  médiane  supérieure  des  nasaux,  á  partir 
de  leur  bord  postérieur,  se  releve  graduellement  vers  l'avant 
jusqu'á  la  moitié  presque  de  leur  longueur,  en  s'abaissant  aprés  de 
ia  méme  maniere  jusqu'á  leur  bord  antérieur.  Dans  la  direction 
transversale,  les  deux  nasaux  présentent  une  partie  supérieure  légé- 
rement  aplatie  en  avant,  fortement  aplatie  en  arriere  et  tres  con- 
vexe vers  le  milieu.  Les  restes  de  cette  espéce  se  trouvent  dans 
1  etage  notohippidéen  et  a  la  base  du  santacruzéen. 


Adinotherium  ovinum  (Ow.)  Amgh. 

Nesodon  orinKSj  Owen,  Description  of  some  species  of  the  ex- 
tinct  genus  Nesodon,  etc.,  in  Fhilosoph.  Transad,,  1863,  p. 
291,  pl.  XV  et  XVI. 

BüRMEiSTER,  Desci'iption  physique déla Rép,  Arg.,  t.  iii,  p. 
601,  a.  1879.  —  Id.  Analeif  del  Museo  Nacional  de  Buenos 
Aires,  t.  m,  p.  402,  pl.  ix,  figs.  ?3,  ?4,  a.  1892. 

H.  Gebvais  et  Ameghino,  Les  Mammiféres  fossiles  de 
VAmérique  Mérídionale,  p.  104,  núm.  149,  a.  1880. 

Lydekker  R.  CataL  of  the  fossil  Mammalia  in  the  British 
Mnseum,  part.  iii,  p.  168,  a.  1886.  —  Id.  A  Study  of  the  Ex- 
tinct  Ungtdates  of  Argentina,  in  Anales  Mus.  La  Plata.  Pa- 
leontología Argentina,  p.  39,  a.  1894. 

Ameshino  F.  Observaciones  sobre  el  orden  de  mamíferos  ex- 
tinguidos llamados  Toxodontes,  etc.,  p.  16,  a.  1887.  —  Id.  Con- 
tribución al  conoc.  mamif  fós.  Rep.  Arg.,  p.  487,  pl.  xv,  fig. 
29;  pl.  xvn,  fig.  10;  pl.  xx,  fig.  1,  pl.  xxix,  fig.  6,  a.  1889.  — 
Id.  Revista  Argentina  de  Hist.  Nat.  1. 1.  p.  367,  a.  1891.  — 
Id.  Sur  les  ongulés  fossiles  de  V Argentine,  in  Rev,  Jard.  Zool, 
Buenos  AÍ7'es,  t.  ii,  pp.  246-246,  a.  1894,  et  tirage  á  part, 
pp.  63-64. 

Meucerat,  Sinopsis  de  la  familia  de  los  Protoxodontidae, 
in  Rev.  Mus.  La  Plata,  1. 1.  p.  403,  a.  1891,  et  tirage  a  part, 
p.27. 


72  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

Ádinotherium  proximum,  Ameghino  F.,  Enumeración  sistem. 
de  las  esp.  de  mamif,  fóa.  eoc.  Patagoniaj  etc.,  p.  17,  n.**  74, 
a.  1887.  —  Id.  Contríbución  conocim.  mamif.  fós.  Rep.  Arg. 
p.  463,  a.  1889. 

Mercbrat,  Sinop.  etc.  p.  406,  et  p.  30  da  tirage  á  part. 
a.  1891. 

Ádinotherium  ovinum,  Aheghino  F.,  Rev.  Arg,  de  Historia  Na- 
turalj  1. 1,  ent.  v,  p.  376,  Octobre  1891.  —  Id.  Repliques  aux 
critiques  du  Dr.  Burmeister,  etc.  in  Bol.  Acad.  Nac.  de 
Cieñe,  t.  xm,  p.  490,  a.  1892,  et  pp.  3-4  du  tirage  á  part.  — 
Id.  Sur  les  ongulés  fossilesy  etc.  pp.  246-246,  a.  1894,  et 
pp.  63-64  du  tirage  á  part.  —  Id.  La  perforación  astraga- 
liana  en  los  mamíferos  no  es  un  carácter  originariamente 
primitivo,  in  Anal.  Mus.  Nac.  de  B.  Aires,  ser.  3.*,  t.  iv,  p. 
393,  fig.  36,  a.  1904,  et  tirage  á  part,  méme  page. 

ZiTTEL,  Handbuch  der  Palaeontologie.  t.  iv,  p.  486,  fig. 
401,  a.  1893. 

Ádinotherium  Koby,  Mercerat,  Sinop,  fam.  Protoxodontidae, 
in  Rev.  Mus.  La  Plata,  1. 1.  p.  410,  a.  1901. 

Le  cráne  de  cette  espéce  ressemble  á  celui  de  A.  magister  par 
plusieurs  caracteres,  inclus  celui  de  la  grandeur,  mais  sous  ce  der- 
nier  rapport,  il  en  différe  parce  qu'il  est  proportionnellement  plus 
étroit  et  plus  allongé.  Les  nasaux  sont  considérablement  plus 
étroits,  surtout  en  avant,  oü  ils  ne  présentent  pas  la  forme  dópri- 
mée  qu'on  voit  dans  ceux  de  l'espéce  precedente;  ees  os  sont  bom- 
bes transversalement  dans  toute  leur  étendue,  et  leur  ligne  longi- 
tudinale  módiane  décrit  d'avant  en  arriero  un  are  de  cercle  tres 
régulier.  La  eré  te  sagittale  est  han  te,  longue  et  droite,  et  les  li- 
gues courbes  temporales  ne  coustituent  pas  decretes  au-dessus  des 
frontaux.  Le  front  n'est  pas  si  plat  que  celui  d'já.  magister,  et  il 
a  des  apophyses  post-orbitaires  petites,  á  bout  fortement  incliné 
vers  le  bas.  Au  niveau  des  apophyses  post-orbitaires,  le  front  pré- 
sente une  dépression  transversale  fort  accentuóe,  presque  en  forme 
de  vallée,  qui  s'étend  á  peu  prés  sur  un  tiers  de  sa  largeur;  a  par- 
tir de  cette  vallée  transversale,  le  front  se  releve  en  arriére  jus- 
qu'au  niveau  de  la  créte  sagittale,  et  en  avant  jusqu'aux  nasaux. 
Les  frontaux  s'unissent  aux  nasaux  en  constituant  un  fort  prolon- 
gement  triangulaire  qui  penetre  dans  une  échancrure  de  la  méme 
forme  que  laissent  entre  eux  dans  leur  partie  postérieure  les  na- 
saux. Sur  les  cotes  de  la  dépression  transversale,  le  front  se  releve 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


73 


Fig.  10.  Adinotherium  ovinum  (Ow.)  Amgh.  Cráne  vu  d'en  haut,  aux  deux  tiers 
de  la  grandeur  nalurelle.  Mdmes  lettres  que  la  figure  precedente.  Étage  noto- 
hippidéen  de  la  formation  santacruzienne. 


Ahal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  8rr.  8',  t.  ix.  Abril  20,  1907. 


6 


74  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

doucemeut  et  forme  uue  ligne  ou  surface  convexe  qai  descend 
aprés  vera  le  bas  pour  continuer  sous  la  forme  d'apophyse  post- 
orbitaire. 

La  partie  un  peu  relevée  de  chaqué  frontal  qui  s'étend  en  arrié- 
re  de  la  dépression  transversale,  et  limitée  latéralement  par  une 
grande  perf  oration  vasculaire,  parait  indiquer  un  premier  commen- 
cement  des  bosses  frontales  qu'on  observe  sur  V Adinotherium  feriim 
dont  je  m'occuperai  bientot. 

h' Adinotherium  ovinum  est  caractéristique  de  l'étage  notohippi- 
déen  et  de  la  base  de  Tétage  santacruzéen. 

Adinotherium  nitidum  Amgh. 

Adinotherium  nitidum,  Ameghino  F.,  Enumeración  sistemática 
de  las  especies  de  mamíferos  f odies  coleccionados  por  C. 
Ameghino  en  los  terrenos  eocenos  de  la  Patagonia  austral, 
p.  18,  n.^  76,  a.  1887.  —  Id.  Contribución  al  conocim.  mamif. 
fós,  Rep,  Argentina,  p.  455,  a.  1891.  —  Id.  Revista  Argentina 
de  Historia  Natural,  1. 1,  p.  376,  a.  1891. 

Mebcerat,  Sinopsis  de  la  familia  de  los  Protoxodontidae, 
in  Rev.  Mus.  La  Plata,  1. 1,  p.  407,  a.  1891. 

C'est  la  plus  petite  des  espéces  connues  du  genre  Adinotherium 
de  la  formation  santacruzienne. 

Le  cráne  est  court,  bas,  et  tres  large  entre  les  arcades  zygoma- 
tiques.  La  boite  encéphalique  est  assez  volumineuse  de  sorte  que 
les  pariétaux  et  les  temporaux  constituent  une  surface  fortement 
bombee.  La  créte  sagittale  est  tres  basse  et  droite.  Les  ligues 
courbes  temporales  ne  présentent  pas  la  forme  de  crétes.  Le  front 
est  tres  large  en  avant;  plat  et  méme  deprime  au  milieu  de  la  par- 
tie antórieure  au  milieu  de  la  paire  de  grandes  perforations  vascu- 
laires frontales.  Les  apophyses  post-orbitaires  sont  petites,  dirigées 
latéralement,  n'ayantqueleur  bout  dirige  un  peu  obliquement  vers 
le  bas.  C'est  entre  ees  apophyses  que  le  frontal  est  tres  déprim.é 
au  milieu,  mais  la  partie  la  plus  antérieure  se  releve  brusquement. 
La  partie  la  plus  postérieure  des  nasaux  continué  le  plan  ascendant 
de  la  surface  de  la  partie  antérieure  des  frontaux  dans  une  forme 
ógalement  fort  accentuée,  d'oü  il  resulte  que  la  face  supérieure 
des  nasaux  se  trouve  á  un  niveau  considérablement  plus  haut  que 
les  frontaux  et  aussi  que  la  créte  sagittale,  conformation  qui  donne 
a  la  vue  latérale  du  cráne  un  aspect  tout  á  fait  caractéristique.  La 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


76 


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76 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


surface  des  nasaux  est  aussi  tres  bombee  daiis  le  sens  transversal. 
L'nnion  des  uasaux  avec  les  frontaax  s'effectue  par  nne  ligne  en 
zig-zag  ressemblant  a   celle  d'A.  ovinum,  mais  le  prolongement 


Fig.  12.  Adinofheriuvi  nilidum  Am^h.  Cráne,  vu  d'en  haut  aux  deux  tiers  de  la 
grandeur  naturelle.  Etage  santacruzéen  de  la  formation  santacruzienne. 


triangulaire  des  frontaiix  qui  penetre  dans  la  partie  postérieure 
des  nasaux  est  un  peu  plus  court. 

Les  débris  de  cette  espéce  viennent  de  Tétage  santacruzéen. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


77 


Adinothcrium  corriguenense,  sp.  n. 

En  passant  en  revue  les  débris  du  genre  Adinotherium  prove- 
nant  de  la  formation  santacruzienne  en  vae  de  chercher  quelles 


Fiíj.  13.  Adinothermm  corriyuenense  Amí^h.  Cráne,  vu  d'en  haut,  aux  deux 
tiers  de  la  grandeur  naturelle .  Partie  básale  do  l'étage  santacruzéen  de  la  forma- 
tion santacruzienne. 


78 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


étaient  les  especes  á  bosses  frontales,  j'ai  trouvé  qii'un  des  cránes 
dópourvu  de  bosses  représentait  une  espéce  nouvelle  non  encoré 
décrite  queje  nommerai  A. corríguenense^  rappelant  ainsi  la localité 
de  Corriguen  d'oü  ilprovieut,  etsur  lequel  je  vais  donner  quelques 
renseígnements. 

Ce  cráue  est  presque  aussi  petit  que  celui  d'^.  nitidum,  mais 
la  forme  est  complétement  distincte,  car  au  lieud'étre,  comme  ce 
dernier,  court  et  large,  il  est  long  et  tres  étroit,  différent  par  ees 
caracteres  de  celui  de  toutes  les  espéceá  connues  du  méme  genre. 


Fig.  14.  Adinotherium  corriguenense  Ain¿»;h.  Le  méme  cráne  de  la  figure  prece- 
dente, vu  de  cóté  aux  deux  tiers  de  la  grandeur  naturelle . 


Les  molaires  persistantes  supérieures  5  á  7  possedent  une  colon- 
nette  interlobulaire  interne  bien  dóveloppée  et  placee  á  Tintérieur 
de  Pentrée  de  la  vallée  transversale  médiane  interne.  La  región 
intermaxillaire  est  tres  étroite.  Les  nasaux  sont  étroits,  longs,  for- 
tement  bombes  dans  la  direction  transversale,  et  s'unissent  aux 
frontaux  par  une  suture  en  zig-zag;  la  partie  antérieure  et  trian- 
gulaire  des  frontaux  penetre  dans  une  échancrure  de  la  partie  pos- 
térieure  des  nasaux,  échancrure  qui  a  la  méme  forme  mais  qui  est 
un  peu  plus  petite  que  dans  A.  ovinum,  A  partir  de  cette  suture, 
les  nasaux  s'élévent  brusquement  au-dessus  des  frontaux  d'une 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  79 

maniere  considerable.  La  créte  sagittale  est  longue  mais  pas  trop 
hante. 

Le  front  difiere  aussi  de  celui  de  toutes  les  espéces  connues  du 
mémegenre;  au  lieu  d'étre  plat  ou  excavé,  il  est  f ortement  bombé 
dans  le  sens  transversal,  et  en  outre,  a  surface  completement  lisse. 

Les  apophyses  post-orbitaires  sont  larges  ¿  la  base,  mais  courtes 
et  á  bont  minee,  dirigées  latéralement  et  f ortement  arquees  vers  le 
bas.  II  n'y  a  pas  de  crétes  temporales  de  sorte  que  la  partie  posté- 
rieure  du  front  a  contour  triangulaire  est  également  bombee  dans 
le  sens  transversal.  Le  lachrymal  est  peu  saillant. 

L'échantillon  a  été  trouvé  a  Corriguen  Kaik  sur  la  cote  de 
l'Atlantique  et  a  la  base  de  l'étage  santacruzéen. 

Oroupe  B»  Espéces  pourvues  de  bosses  frontales. 
Adinotherium  ferum  Amgh. 

Adinotherium  ferum^  Ameghino  F.,  Enumeración  svttemática 
de  las  especies  de  mamíferos  fósiles  coleccionados  por  C.  Ame- 
ghino en  los  terrenos  eocenos  de  la  Patagonia  austral,  p.  18, 
n**  75,  a.  1887.  —  Id.  Contribución  al  conocimiento  de  los 
mamif  fós.  Rep.  Argentina,  p.  4B4,  a.  1889.  —  Id.  Revista 
Argentina  de  Historia  Natural,  t,  i,  p.  376,  a.  1891. 

Mergerat,  Sinopsis  de  la  familia  de  los  Protoxodontidae^ 
in  Revista  Museo  de  La  Plata,  1. 1,  p.  407,  a.  1901. 

Cette  espéce  est  tres  importante  parce  qu'on  y  constate  le  com- 
mencement  de  la  bosse  frontale  dans  sa  premiére  periodo  ou  stade 
de  formation.  Elle  est  á  peu  prés  de  la  méme  taille  qu'A.  ovinum  á 
laquelle  elle  ressemble  bfeaucoup.  Pourtant,  on  la  distingue  immé- 
diatement  dans  les  relations  des  frontaux  avec  les  nasaux.  Nous 
avons  vu  que  dans  A.  ovinum,  les  f rontaux  portent  en  avant  un 
prolongement  triangulaire  qui  penetre  dans  les  nasaux.  Dans  A. 
ferum,  les  nasaux  s'élargissent  en  arriero  et  pénétrent  dans  une 
échancrure  des  frontaux  tres  large  et  en  courbe  réguliére.  Ces  os 
se  relévent  tres  péu  au-dessus  des  frontaux  et  leur  face  supórieure 
trace  une  ligne  longitudinale  presque  droite,  mais  dans  le  sens 
transversal  ils  sont  bombes  dans  toute  leur  longueur.  La  créte  sa- 
gittale est  longue,  décrit  une  courbe  convexo  et  se  bifurque  en 
avant  en  deux  ligues  courbes  temporales  qui  prennent  la  forme 
de  fortes  crétes  qai  s'ólévent  au-dessus  des  frontaux  comme  dans 


I 


80 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


Fig.  15.  Adinotheriti m  ferum  Ainp:h.  Cránf»,  vu  d'en  haut,  aux  deux  tiers  de  la 
grandeur  naturelle.  Partie  básale  de  Tétage  santacruzóen  de  la  formation  santa- 
cruzienne. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  81 

VAdinotJierium  magister.  Le  lachrymal  porte  un  tubercule  excessi- 
vement  saíllant. 

Le  front  est  large  en  avant  on  il  termine  latéralement  par  des 
apophyses  post-orbitaires  assez  grandes,  con vexes,  á  surface  ru- 
gúense et  a  bout  toumé  vers  le  bas;  en  amere  il  est  triangulaire  et 
se  présente  comme  profondément  excavé  á  cause  de  la  forte  sail- 
lie  des  crétes  temporales. 

La  partie  antérieure  des  frontaux,  derriere  les  nasaux,  présente 
une  zone  ou  bande  transversale,  large  d'un  centimétre  et  qui 
s'étend  sur  une  longueur  d'un  peu  plus  de  trois  centimetres,  termí- 
nant  á  chaqué  cóté  dans  une  grande  perforation  vasculaire.  Der- 
riere cette  bande  píate  de  la  región  frontale,  chaqué  frontal  se 
releve  brusquement  en  formant  comme  un  échelon  de  deux  á  trois 
millimétres  de  haut,  et  en  se  relevant  encoré  davantage  il  termine 
sur  les  cdtés  et  en  arriére  par  se  confondre  avec  la  ligne  courbe 
temporale  correspondante,  tandis  que  sur  la  ligne  médiane,  les  deux 
protubérances  restent  séparées  par  une  large  gouttiére,  et  au  fond 
de  celle-ci  par  un  sillón  qui  correspond  a  la  suture  qui  separe  les 
deux  frontaux.  Ces  protubérances  sont  les  bosses  frontales,  indi- 
quées  sur  le  dessin  (fig.  16)  avec  la  lettre  b  et  qui  constituent  cer- 
tainement  le  commencement  de  la  grosse  bosse  frontale  de  Tri- 
godon,  comme  va  bientót  nous  le  démontrer  Texamen  d'.4. 
robustum- 

Jj*A,  ferum  paraít  exclusif  du  santacruzéen. 

Sur  le  front  de  VA.  ovinum  du  notohippidéen  et  de  la  base  du 
santacruzéen,  on  voit  parfois  une  tres  légére  indication  de  com- 
mencement de  protubérances  semblables,  mais  la  connexion  si 
différente  des  frontaux  avec  les  nasaux  ne  permet  pas  de  con- 
sidérer  VA.  ferum  comme  le  descendant  d'-á.  ovinum.  La  ressem- 
blance  d'-á.  ferum  est  plus  grande  avec  1'^.  magister,  du  moins 
dans  la  forme  déla  suture  fronto-nasale,  et  quoique  dans  cette 
demiére  espéce  le  front  soit  plat  et  qu'on  n'y  ait  pas  encoré  obser- 
vé de  vestiges  de  protubérances  frontales,  elle  peut  constituer  la 
souche  de  la  premiare,  ou  du  moins  elle  doit  en  étre  bien  prés. 

Adinotherium  robustum  Amgh. 

Adinotherium  robustum,  Ameghino  F.,  Revista  Argentina  de 
Historia  Natural,  1. 1,  p.  376,  a.  1891. 

Cette  espéce  est  alliée  d'^.  ferum,  mais  elle  a  une  taille  plus 
considerable  et  des  formes  beaucoup  plus  robustes.  La  largeur  du 


82  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

cráne  entre  les  zygomatiques  est  enorme  en  proportion  de  la  lon- 
gaeur  de  la  partie  antérieure.  Les  nasanx  sont  en  avant  beau- 
coup  plus  larges,  deprimes  au  milieu,  leur  partie  postérieure 
étant  aussi  fort  déprímée. 

Les  apophyses  post-orbitaires  sont  petites,  avec  lenr  bout  minee, 
long  et  tourne  vers  le  bas. 

L'union  des  nasaux  avec  les  frontaux  s'effectue  par  une  courbe 
réguliere  absolument  égale  a  celle  á'A.  ferum^  et  le  front  a  aussi 
la  méme  forme  avec  les  deux  grandes  perforations  vasculaires  et 
la  méme  soné  ou  bande  transversale  antérieure,  mais  au  lieu 
d'étre  píate,  elle  est  ici  un  peu  excavée.  Derriére  cette  bande 
excavéese  leve  brusquement  (presque  verticalement),  de  plusieurs 
millimetres,  une  forte  protubérance  frontale  b,  sur  laquelle  se  con- 
servent  encoré  les  vestiges  de  la  suture  qui  separe  les  frontaux; 
ce  sont  les  deux  bosses  frontales  de  VA,  ferurrij  qui  sont  devenues 
ici  beaucoup  plus  hautes  et  se  sont  mises  en  contact  sur  la  ligne 
médiane  de  maniere  á  constituer  une  seule  protubérance.  De  ce  f ait, 
on  tire  la  conséquence  que  VA.  robustum  doit  étre  un  descendant 
d'-á.  ferum. 

D'un  autre  cote,  cette  protubérance  a  la  méme  forme,  occupe 
la  méme  position,  et  présente  la  méme  disposition  que  celle  de 
Trigodon,  avec  la  seule  différence  qu'elle  est  beaucoup  plus  petite 
et  moins  convexe.  Cette  identité  de  conformation  se  voit  aussi 
dans  les  nasaux  qui  sont  tres  étroits  dans  leur  tiers  postérieur  et 
qui  s'élargissent  considérablement  dans  la  partie  antérieure,  ab- 
solument dans  la  méme  forme  que  chez  THgodon  comme  on  peut 
s'en  assurer  en  comparant  la  figure  16  á  Adinoiherium  robustum 
avec  la  figure  4  de  Trigodon,  Je  ne  doute  done  pas  que  VA,  robus- 
tum est  un  descendant  d'-á.  ferum  et  la  souche  encoré  éloignée 
d'oü  prirent  origine  Trigodon  et  ses  alliés. 

II  y  a  pourtant  une  difficulté  d'ordre  géologique  a  éclaircir. 

Jj'A.  ferum  est  du  santacruzéen,  tandis  que  j'ai  donné  VA. 
robustum  comme  du  notohippidéen,  c'est-á-dire  d'un  étage  plus 
ancien.  Pourtant,  maintenant  que  l'étude  de  ees  deux  espéces 
parait  démontrer  que  cette  derniére  descend  de  la  premiére,  j'ai 
examiné  la  question  de  Táge  géologique,  et  je  crois  qu'en  attribuant 
l'-á.  robustum  au  notohippidéen,  je  me  suis  probablement  trompé 
et  qu'il  doit  étre  d'une  époque  beaucoup  plus  récente.  En  voici 
les  raisons. 

Le  cráne  incomplet  d'A,  robustum  ici  figuré  n*a  pas  été  trouvé 
dans  le  méme  gisement  que  les  autres  fossiles  de  Kar-Aíken,  sinon 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  COENES. 


83 


a  une  certaine  dÍ8t.ance  et  enfoui  dans  une  conche  de  cendre  volca- 
nique  durcie,  tandis  que  le  gisementquia  fourni  le  restant  des  fos- 
siles  est  constitué  par  un  calcaire  argileux  tres  dur.  Les  deux  gise- 


'Fif^.  16.  Adinoíherium  robtistum  Amgh.  Cr&ne,  va  d^en  haat,  aux  deux  tiers  de 
la  grandeor  naturellej  probablement  d^un  étage  plus  récent  que  le  santacruzéen. 


ments,  quoiquevoÍ8Íns,pourraientdonc  appartenirá  deux  époques 
dístinctes. 

Les  seuls  autres  fossiles  qu'on  ait  recueillis  dans  le  méme  endroit 
que   VA.   robustum  sont  ceux  du  genre  Dipilus  qui,   par  la  ré- 


84  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

dactíon  de  la  derníére  molaire  inférieure  et  le  graud  développe- 
ment  de  la  qnatriéme,  indique  an  degré  d*évolation  pías  avancé 
que  oelle  de  toas  les  antres  Diprotodontes  connns  dn  santacmzéen. 
Or,  cette  circonstance  que,  dans  les  deux  cas  il  s  agit  d*animaaz 
plns  spécialisés  que  ceax  da  santacruzéen,  anie  k  la  circonstance 
qa'on  n'a  pas  encoré  troavé  de  débris  de  ees  animaax  dans  anean 
des  gisements  connas  da  santaeruzéen  et  ajoutée  a  la  diff érence  de 
la  roche  da  gisement  de  Dipilus  avec  celle  da  gisement  qai  a 
foomi  les  aatres  fossiles  de  Kar-Aíken,  tout  cela  me  fait  croire 
qae  VAdinotherium  robusfum  vient  d*an  étage  nonveaa  non  senle- 
ment  plus  récent  que  le  notohippidéen,  mais  aussi  que  le  santaeru- 
zéen. 

Ce  ne  sont  que  de  nouvelles  reíherches  sur  le  terrain  qui  per- 
mettront  de  constatar  si  je  suis  oui  ou  non  dans  le  vrai. 

NoaditheriuDí,  n.  gen. 

Den  ture  comme  dans  Adinotherium.  Apophyses  post-orbitaires 
placees  en  avant  et  au-dessus  des  orbites  et  transformées  en  une 
paire  de  petites  comes.  Crétes  courbes  temporales  de  forme  sig- 
moíde.  Orbites  regardant  en  avant.  Deux  bosses  frontales.  Type 
du  genre,  VAdinotherium  splendidum, 

Noaditherium  spiendidum  Amgh. 

Adinotherium  spiendidum,  Ameghino  F.,  Enumeración  sistemá- 
tica de  las  especies  de  mamíferos  fósiles  coleccionados  por  C 
Ameghino  en  los  ténsenos  eocenos  de  la  Patagonia  austral, 
p.  17,  n.^  73,  a.  1887.  —  Id.  Contribución  al  conocimiento  de 
los  mamif.  fós,  de  la  Rep.  Argentina,  p.  462,  pl.  xvi,  fig.  1 
et  2,  a.  1889. — Id.  Revista  Argentina  de  Historia  Natural,  1. 1, 
p.  B76,  a.  1891. — Id.  Repliques  aux  critiques  du  Dr.  Bur- 
meister,  etc.,  in  Bol.  Acad.  Nac,  de  Cieñe,  t.  xvi,  p.  496, 
a.  1892. — Id.  Sur  les  Ongulés  fossiles  de  V Argentine^  in  Rev. 
Jard,  Zool.  de  Buenos  Aires,  t.  ii,  pp.  247  et  262,  a.  1894. 

Mercerat,  Sinopsis  de  la  familia  de  los  Frotoxodontidae^ 
in  Rev,  Mus.  La  Plata,  1. 1.  p.  406,  a.  1891. 

Adinothei'ium  pidchrum,  Mercerat,  ].  c,  p.  407. 

Adinotherium  silvaticum,  Mercerat  (partim),  1.  c,  p.  408. 

Adinotherium  antiquum,  Mercerat,  1.  c,  p.  410. 

Nesodon  ovinus,  Lydekker  (partim),  A  ^tiidy  ofthe  extinct 
Ungulates  of  Argentina,  p.  39,  pl.  xvi,  fig.  4,  a.  1894. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


85 


Cette  espece  difiere  de  celles  da  genre  Adinotheritim  par  des  ca- 
racteres fortement  accentnés.  Qaoiqíie  dans  la  dentnre  elle  res- 
semble  complebement  aux  espéces  precedentes,  la  conformation 
du  cráne  est  si  différeiite  que  je  me  vois  obligé  de  la  séparer  com- 
me  le  type  d'iin  nouveau  genre. 

La  piece  la  plus  importante  que  j'en  possede  de  la  téte,^  est  la 
partie    médiane   d'un  cráne  comprenant  les  maxillaires  avec  le 


Fig.  17.  Koaditherium  aplendídum  Amgh.  Partie  médiane  du  cráne  avec  la  re- 
gión frontale,  vue  d'en  haut  aux  trois  quarts  de  la  grandeur  naturelle.  Partie 
básale  de  Fétage  santacruzéen. 


palais  et  presque  toutes  les  molaires,  les  frontaux,  les  nasaux  in- 
complets,  une  petite  partie  des  pariétaux  et  les  orbites.  Par  cette 
partie  on  reconnait  que  le  cráne  de  Noaditherium  était  notable- 
ment  plus  haut  que  celui  á' Adinotherium. 

Le  front  (fig.  17)  est  court  et  triangulaire,  portant  en  avant 
une  paire  d'apophyses  laterales  enormes.  De  ees  apophyses  par- 
tent  deux  crétes  temporales  tres  épaisses  et  tres  hautes,  qui  con- 


86 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


vergent  en  arriére  pour  constituer  la  créte  sagittale;  ees  crétes, 
chez  tous  les  reprósentants  connus  de  Torclre  des  Toxodontia,  décri- 
vent  une  ligne  courbe  en  are  de  cerele  régulier,  tandis  que  dans 
eette  espéce  les  mémes  crétes  décrivent  une  ligne  sigmoíde.  La 
partie  du  front  comprise  entre  les  crétes  temporales  a  un  eon- 
tour  triangulaire;  elle  est  excavée  et  comme  oannelée  au  milieu  et 


Fig.  18.   Noaditherium  splendidum  Amgh.  Vue  palatine  de  la  méme  piéce   de 
la  figure  precedente  aux  trois  quarts  de  la  grandeur  naturelle. 


presque  fendue  sur  la  ligne  longitudinale  médiane.  En  outre,  cha- 
qué frontal  porte  en  avant  et  pres  de  la  ligne  médiane  une 
protubérance  coiivexe,  irréguliérement  circulaire,  a  surface  ru- 
gúense. Quand  je  parlai  pour  la  premiére  fois  de  oes  bosses,  je 
croyais  qu'elles  étaient  destinées  á  Tinsertion  de  forts  muscles, 
mais  aprés  la  découverte  de  la  bosse  frontale  de  Trígodon,  j'en  ai 
fait  un  nouvel  examen,  et  je  vois  qu'il  s'agit  de  cernes  au  commen- 
cement  de  leur  formation. 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES. 


87 


Les  nasaux  sont  larges  en  arriere  et  pénétrent  entre  les  fron- 
taux,  en  terminant  dans  une  suture  transversale  en  ligne  droite  qui 
occupe  a  peu  pres  les  deux  tiers  de  la  largeur  du  front.  Par  ce  ca- 
ractere  cette  espéce  difiere  de  toutes  celles  connues  du  genre 
Adinotherium.  Cette  suture  fronto-nasale  constitue  comme  une  es- 
peee  de  rainure  transversale,  á  partir  de  laquelle  les  frontaux  se 


Fig.  19.  Noadilherium  splendidum  Amgh.  La   méme    piéce  dea  figures   prece- 
dentes, Tue  de  c6té|  aux  trois  quarts  de  la  grandeur  naturelle. 


re-í^vent  fortement  en  arriére,  et  les  nasaux  plus  doucement  vers 
/>vant. 

J'ai  dit  que  le  front  porte  en  avant  une  paire  de  grandes  apo- 
pl^yses  laterales.  Ce  sont  eelles  qui  portent  le  nom  d'apophyses 
pos t-orbi taires,  mais  ici,  au  lieu  de  limiter  les  orbites  en  arriére, 
elles  sont  placees  en  avant  et  au-dessus  des  orbites,  deserte  qu'elles 
s^nt  sus-orbitaires  et  non  post-orbitaires.  En  regardant  d'en  haut 
^®  cráne  d'une  espéce  quelconque  d^ Adinotherium,  comme  on  peut 
1®  voir  dans  les  figures  9,  10,  12,  13,  15  et  16,  les  apophyses  post- 


88 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


orbitaires  laíssent  voir  en  avant  les  ca vites  orbitaires.  Cela  n'est 
pas  le  cas  pour  le  cráne  de  Noaditherium  splendidum;  en  le  re- 
gardant  d  en  haut  f  fig.  17),  ees  apophyses  ne  laissent  voir  absolu- 
ment  rien  des  orbites  qui  se  trouvent  placees  au-dessous.  En  le 
regardant  de  cóté  (fig.  19),  on  voit  que  Tapopliyse  appelée  post- 


Fig.  20.  Noaditherium  splendidum  Amgh.  La  inéme  piéce  des  figures  prece- 
dentes vue  par  devant  aux  trois  quarts  de  la  grandeur  naturelle.  crs^  crdte  sa- 
gittale  ;  cr^  créte  temporale;  B^  bosse  frontale;  a,  apophyse  sus-orbitaire;  n,  nasal; 
/",  frontal;  o,  orbite;  ío,  trou  sous-orbitaire ;  ?»,  maxillaire. 


orbitaire  prend  origine  en  avant  du  bord  antérieur  de  Torbite  et 
se  dirige  surtout  latéralement  et  á  peine  un  peu  en  arriére,  d'oü  il 
en  resulte  que  les  orbites  regardent  en  avant  presque  comme  dans 
les  Singas  (fig.  20). 

Ces  apophyses  ontlabase  tres  large,  elles  sont  tres  longues,  pla- 
cees au  méme  niyeau  du  front,  avec  la  face  supéro-antérieure  for- 
tement  convexe  et  couverte  de  tres  fortes  rugosités.  Tout  parait 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  COENES.       89 

indiquer  que  ees  apophyses  portaient  une  paire  de  petites  comes 
super-orbitaires. 

On  trouve  les  débris  de  NoaditheHum  dans  le  notohippidéen  et 
dans  la  base  du  santacruzéen.  Quoique  voisin  d'Adinotherium,  il 
reste  encoré  assez  isolé,  de  sorte  qu'on  ne  connait  ni  ses  ancétres 
immédiats  ni  ses  descendants,  s'il  en  a  eu. 


Conclusions. 

De  ce  qui  precede,  il  resulte  que  la  premiére  manifestation  ou 
le  premier  commencement  de  la  bosse  f  ron  tale  des  Toxodontes  a 
comes  s'est  effectuée  sur  des  espéces  du  genre  Adinotlieríum  de  la 
formation  santacruzienne  et  le  plus  grand  développement  connu 
a  oté  atteint  par  le  Trigodon  de  la  partie  la  plus  supérieure  de  la 
formation  araucanienne,  soit  de  l'étage  hermoseen. 

Adinotheríum  ressemble  beaucoup  á  Nesodon  et  fait  partie  de  la 
famille  des  Nesodontidae,  mais  la  différence  entre  le  Trigodon  et 
ses  alliés  d'un  cote  et  les  Nesodontidae  de  Tautre,  sont  enormes; 
en  les  comparant  avec  les  Toxodontidae,  on  y  trouve  des  diffóren- 
ces  aussi  considerables. 

J'ai  separé  les  Nesodontidae  comme  une  famille  á  part  des  Toxo- 
dontidae,  en  me  basant  sur  les  différences  considerables  que  dans 
les  deux  groupes  présentent  la  denture,  la  conformation  des 
pieds,  etc.  Maintenant,  je  separe  comme  une  troisiéme  famille  du 
méme  ordre  le  THgodon  et  ses  alliés;  ce  sera  la  famille  des  Haplo- 
dontheriidae. 

Comme  les  f aunes  éteintes  sudaméricaines  et  celles  des  autres  con- 
tinents  sont  toujours  jugées  avec  un  critérium  distinct,  on  prétend 
qu'il  n*y  a  pas  de  raison  pour  séparer  les  Nesodontidae  des  Toxo- 
dontidae;  on  en  dirá  certainement  autant  des  Haplodontheriidae, 

et  on  en  fera  probablement  trois  sous-familles  de  celle  des  Toxo- 

dontidae. 
Dans  la  plupart  des  cas,  ees  modifications  ne  répondent  qu'au 

désir  de  trouver  le  moyen  de  faire  des  corrections,  qui  pour  moi 

n'ont  d  autre  importance  que  celle  de  diré  les  mémes  choses  avec 

d'autres  noms. 

Mais,  en  jugeant  avec  un  critérium  plus  ampie,  ce  procede  de 

reunir  tous  les  représentants  d'un  ordre  (ou  sous-ordre)  dans  une 

Ahal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Mayo  6,  1907.  7 


90 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


seale  famille  partagée  en  plu- 
sieiirs  sons-familles,  eleve  la 
valeur  de  la  famille  a  la  valeur 
de  l'ordre,  et  alors,  un  de  ees 
deiix  noms,  celui  de  la  famille 
011  cehii  de  l'ordre,  fait  double 
emploi,etcon8titue  dans  lasu- 
bordination  de  la  nomenclatu- 
re  un  engrenage  inutile;  il  vau- 
drait  mieux  reunir  tous  les 
Ongulés  dans  un  seul  ordre. 

Par  conséquent,  si  Ton  con- 
serve l'ordre  des  Toxodonlia, 
je  réunis  ses  reprósentants  en 
trois  groupes  qui  doivent  pren- 
dre  le  nom  de  familles;  ees 
groupes  sont  les  Nesodontidae, 
les  Toxodontidae  et  les  Haplo- 
dontheriidae. 

La  famille  des  Haplodonthe- 
riidae  avait  deja  été  ótablie 
par  Mercerat  en  1895  ^  en  pre- 
nant  pour  type  le  genre  Haplo^ 
dontherium.  II  aurait  été  pró- 
férable  de  prendre  pour  type 
le  Ti'igodon,  parce  qu*il  est  le 
plus  anciennement  établi  et  le 
mieux  connu,  mais  je  Taccepte 
pour  ne  pas  encombrer  davan- 
tage  la  nomenclature  avec  des 
noms  nouveaux.  En  rigueur,  on 
pourrait  diré  aussi  que  la  fa- 
mille a  été  nommée,  mais  non 
établie,  parce  que  tous  les  ca- 
racteres signalés  par  M.  Mer- 
cerat se  trouvent  également 
dans  des  représentants  de  la 
famille  des  Toxodontidae, 

Je  distingue  les  Haplodonthe- 
riidae  par  la  présence  de  cor- 


*  Anal.  Mus,  Nac.  B.  Aires^  t.  iv,  p,  260  ( Haplodontotheriidae ). 


AMEGHINO:  LES  TOXODONTES  A  CORNES.  91 

nes  céphaliques;  par  les  deux  incisives  internes  de  la  mandibule 
fondaes  en  une  seule;  par  les  molaires  de  remplacement  toutes 
simples  sans  vestiges  de  la  vallée  médiane  transversale  interne,  et 
par  les  molaires  persistentes  6  á  7  avec  le  lobe  postérieur  interne 
en  forme  de  colonne  saillante  et  la  vallée  transversale  médiane  in- 
terne sans  branche  postérieure. 

Comme  la  serie  des  molaires  supérieures  des  représentants  de 
cette^  famille  n'a  pas  encoré  été  figurée  d*une  maniere  corréete,  je 
donne  ci-contre  la  figure  de  six  molaires  supérieures  du  cote  droit 
dn  genre  Trigodon  (fig.  21)  qui  peut  servir  comme  type  de  la 
denture  de  la  famille  ^ 

Les  genres  connus  qui  doivent  entrer  dans  cette  famille,  sont: 

Haplodontherium  Amgh.,  1885  f=  Pachynodon  Burm.,  1891)  et 
Toxodontherium  Amgh.,  1883,  de  la  formation  entrerrienne. 

Stereotoxodon  Amgh.,  1904,  de  l'étage  rionégréen  de  la  forma- 
tion araucaniennei 

Trigodon  Amgh.,  1882,  de  Pétage  hermoseen  de  la  méme  for- 
mation. 

Ceratoxodon  Amgh.,  1907  et  peut-étre  aussi  Plesioxotodon  Roth, 
1901,  de  la  formation  pampienne. 

Aussi  bien  les  Haplodontheriidae  que  les  Toxodontidaej  ils  pren- 
nent  leur  origine  dans  les  Nesodontidae.  Les  Haplodontheriidae 
descendent  du  genre  Adinotherium,  tandis  que  les  Toxodontidae 
doivent  descendre  d'une  espéce  du  genre  Nesodon. 


*  M.  Lydekker,  dans  son  ouvrage  sur  les  ongulés  óteints  de  TArgentine  (A 
Study  of  the  extinct  Üngvlates  of  Argentina)  donne  une  belle  figure  de  la  vue 
palatine  du  cr&ne  (pl.  vii,  fig.  1),  mais  comme  les  molaires  ont  leur  couronne 
en  pente  vers  la  ligne  médiane,  leur  contour  apparent  n'est  pas  le  réel.  La  mo- 
iaire  6  du  méme  cráne,  figurée  &  part  sur  la  planche  ix,  figure  8,  du  méme  ouvra- 
ge, représente  le  contour  exact,  mais  le  double  filet  d'émail  de  la  vallée  trans- 
versale médiane  interne  n'est  pas  indiqué.  Pour  la  méme  raison,  la  figure  5  de  ce 
mémoire  ne  donne  pas  non  plus  le  contour  exact  des  couronnes  des  molaires  su- 
périeures. 


ALTRI  ZOANTARI  DEL  TERZIARIO  DELLA  PATAGONIA. 

PER 

GIOACCHINO   DE   ANGELIS   D'OSSAT. 
Con  una  tavola  e  dae  figure  nel  testo. 


II  chiaro  professore  Florentino  Ambohino,  direttore  del  Museo 
Nazionale  di  Buenos  Aires,  gentilmente  si  compiacque  comunicar- 
mi  in  istudio  i  Coralli  f ossili  della  Patagonia,  i  quali  fanno  parte 
delle  importanti  collezioni  di  quel  Museo  e  della  collezione  priva- 
ta  del  nominato  paleontólogo. 

II  materiale  fu  raccolto  da  C.  Ambghino  durante  i  viaggi  esegui- 
ti  in  quella  regione  negli  anni  1901  - 1904. 

Fra  i  Coralli  ve  ne  ha  alcuno  che  merita  di  essere  specialmente 
illustrato.  Quantunque  poco  si  accresca  l'elenco  della  fauna  coral- 
lina  della  Patagonia;  tuttavia  essa  diventa  piú  determinata  e  le 
specie  allargano  e  stabiliscono  sempre  piú  precisamente  la  distri- 
buzione  orizzontale  e  verticale. 

Secondo  i  cartellini  che  accompagnano  gli  esemplari,  cosi  deb- 
bonsi  cronológicamente  distribuiré  le  forme: 

Pampeano OciUina  Singleyi^  O.  mississippieTma. 

ExTRERiANO OctUifia  SingUj/tf  FUtbellum  cuneiforme  var.   Wailesi. 

Ísuperiore..  Flahellum  extensum  (?). 
medio Flabeaum   Vaticani, 
inferiore..  FlabeUum  cuneiforme  var.  Wailesi;  FL  extentum;  Fl.  sp. 

Vha  altresi  un  corallo  raccolto  nella  f  ormazione  Guaraniana  o 
delle  arenaríe  rosse^;  ma  esso  e  indeterminabile  per  il  pessimo 
stato  di  conservazione. 

Nel  precedente  lavoro  ^  giá  esposi  parecchie  osservazioni  intor- 


*  Ameghino  F.    Uáge  dea  formcUions  aédimentaires  de  PcUagonie.    Anales  Soc. 
Cient.  Argentina.  Tom.  l.  liv.  Buenos  Aires,  1908. 

•  De  Angelis  d'Ossat  G.  Zoantari  del  Terziario  della  Patagonia.  Palaeontograph. 
Itálica.  Vol.  IX.  Pisa,  1908. 


94  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

no  ai  generi  ed  alie  specie  coralline  fossili;  ora  non  rimane  che  ri- 
cordare  il  valore  cronológico  deila  nuova  forma  che  entra  a  far 
parte  dell'elenco  cioé:  il  Flabellnm  Vaticani,  Questo  grande  ed  ele- 
gante flabello^  in  Italia,  e  conosciuto  in  formazioni  mioceniche  e 
plioceniche.  Laonde  il  F.  Vaticani,  con  le  specie  di  Briozoi,  illus- 
trate  dal  Canu^  verrebbe  a  confermare  le  vedute  del  paleon- 
tólogo francese;  ma  nuUa  puó  affermarsi  con  un  solo  flabello; 
tanto  piú  quando  questo,  con  tutta  probabiiita,  de  ve  godere  di  una 
piü  vasta  distribuzione,  cronológica  e  oorologica,  di  qnella  che 
presentemente  conosciamo. 

Generalmente  il  materiale  che  racchiude  i  fossili  é  sabbioso ;  va- 
ría pero  spesso  di  grana.  La  sabbia  e  silícea  quasi  totalmente, 
invero  l'acido  cloridrico  vi  suscita  poca  effervescenza.  Rari  sonó 
gli  elementi  eterogenei,  come  si  ríconosce  fácilmente  al  micros- 
copio. 

Nella  sabbia  che  chiudeva  la  loggie  di  un  Fldbellum  vi  ho  rinve- 
nute  molte  spicule  di  spugne  evidentemente  Tetractinellidae.  Fra 
le  spicule  predominano  le  Oxie,  gli  Stili,  le  Tetraene,  i  Triodi  e  i 
Caltropi.  Gli  ultimi  elementi  pero  sonó  frammentari.  Rari  poi 
sonó  i  Desmi,  di  cui  ne  ho  osservato  uno  monocrepido. 

Non  mancano  frustoli  di  Diatomee  di  specie  sicuramente  ma- 
rine. 

Gli  esemplarí  corallini  si  conservano  nel  Museo  Nazionale  di 
Buenos  Aires;  alcuni  pero  sonó  di  proprietá  privata  del  Direttore 
F.  Ameghino;  altri  pochi  infine,  per  gentile  concessione,  figurano 
nelle  coUezioni  dell'Istituto  geológico  della  R.  üniversitá  di  Roma. 


*  Oanu  F.  Les  Bryozoaires  du  Patagonien,  Échdle  dea  Bryozoaires  pour  les  Tsr- 
raim  tertiaires.  Mém.  Soo.  géol.  de  Frailee.  Paléont.  Tom.  xii,  fase  ii.  París, 
1904. 


ANGELIS  d'ossat:  altri  zoantari.       96 


Descrizione  delle  forme. 

Ordo.  ZOANTHARIA. 
Sectio.   MADEEPOEARIA  APOROSA. 

Familia  OCÜLINIDAE. 
Gen.  OCÜLINA   Lk. 

Riporfco  a  questo  genere  pochi  esemplari;  infcorno  ad  essi  si  pos- 
sono  ripetere  tatte  le  osservazioni  che  gía  feci,  parlando  di  questo 
genere,  nel  precedente  lavoro  {loe.  cit.,  pag.  6  e  7). 

Oculina  mississippíensis  Conbad.  sp. 
yar.  n.  patagónica. 

Tav.  I,  fiK.  1,  2,  8. 

1903.   Oculina  miisissippiensis  de   Angelis  d'Ossat,    loe,  cit., 
nftíy.  7.  tav.  i.  ficr.  9/2.  h. 


pag.  7,  tav.  I,  fig.  2a,  b 


La  sinonimia  della  specie  trovasi  anche  uella  seguente  opera: 
Vanghan  T.  W.  The  Eocene  and  Lower  Oligocene  Coráis  Faunas  of 
(he  United  States  with  descriptions  of  a  feto  Douhtfully  Cretaceous 
species,  Mon.  U.  S.  Geol.  Survey.  Vol.  xxxix.  Washington,  1900. 

Studiando  gli  esemplari  di  questa  specie,  raccolti  al  Sud  di 
Colhue  Huapi,  rilevai  tali  dif f erenze  dalla  specie  tipica  da  permet- 
tere  almeno  l'istituzione  di  una  nuova  varietá,  che  allora  non  osai 
distinguere  avendo  in  esame  un  solo  esemplare.  Presentemente, 
oltre  ad  un  altro  ben  conservato  esemplare,  possiedo  ottime  figure 
di  due  altri  polipai.  Questi  appartengono  al  Museo  di  Parigi  e  f u- 
rono  recentemente  raccolti  dal  Tournoüér  nelPIsla  Chica.  Debbo 
tale  ventura  alia  squisita  gentilezza  del  Canu.  Frutto  dello  studic 
del  nuovo  materiale  e  la  sicura  esistenza  di  una  ben  distinta  va- 
rietá.^ 

I  oaratteri  anatomici  che  presentano  gli  esemplari  assicurano 
indubbiamente  il  riferimento  alia  specie  del  Conrad  ;  le  differenze 
che  vi  si  notano  non  sonó  tali  da  essere  considérate  come  speeifi- 
che.  A  questo  awiso  si  é  pur  condotti  dalla  notevole  polimorfía 
che  si  ríscontra  nell'  O.  mississippíensis. 

Nella  nuova  varietá,  che  chiAmo^atagonica  daU'origine,  si  os- 
servano  le  seguenti  differenze :  ^ 


96  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

a)  costantemente  i  calici  sonó  molto  meno  rilevati  sulla  massa 
genérale  del  polipaio; 

bj'i  calici  sonó  piü  viciui  fra  di  loro;  ma  a  distanze  diverse; 

c)  i  calici  soao  di  dimensioni  svariate;  ma  sempre  minori; 

d)  nello  stesso  polipaio,  qua  i  calici  sonó  disposti  a  linee  spirali 
e  la  confusamente;  ecc,  ecc. 

Anche  nel  polipaio  in  esame  si  puó  riconoscere  la  disposizione 
che  i  polipieriti  assumono  internamente:  ve  ne  sonó  nellasse  cén- 
trale di  quelli  che  presentano  una  sezione  poligonale  ben  distinta. 

Tanto  in  questa  come  nella  segueote  forma  si  colgono  tutti  gli 
stadi  di  sviluppo  del  cenenchima.  I  calici  nell'asse  céntrale  sonó 
aderenti  e  poligonali:  súbito  dopo  cominciano  ad  allontanarsi  e 
sonó  riuniti  dalle  brevi  coste  confluenti  che  si  sviluppano  nell'eso- 
teca.  Cresce  sempre  la  distanza  fra  i  polipieriti;  ad  un  determinato 
momento  compaiono  le  prime  traverse  esotecali.  II  polipaio  seiiza 
quest'ultime  assumerebbe  una  soverchia  fragilitá.  Con  la  distanza 
fra  i  polipieriti  cresce  altresi  lo  sviluppo  delle  traverse  e  la  depo- 
sizione  secondaria  che  esternamente  conferisce  un  aspetto  speciale 
al  cenenchima. 

Nella  figura  seguente  sonó  rappresentati  schematicamente  quat- 
tro  passagi  del  rapporto  deí  polipieriti  e  dei  corrispondenti  calici. 
(VedasirFig.  1.*). 


Fifí.  1. 

I  polipieriti  soventi  hanno  le  loggie  vuote  nell'interno  del  poli- 
paio; allora  si  distinguono  chiaramente  tutti  gli  elementi  anato- 
mici:  teca,  setti,  columella,  traverse  endotecali  e  tavolati  incom- 
pleti.  Piü  frequentemente  pero  si  rinviene  un  certo  ispessimento 
della  teca  e  della  columella. 


ANGELIS  D'OSSAT:  ALTRI  ZOANTARI. 


97 


La  varietá  é  conosciata  al  sud  di  Colhue  Huapi  nel  Patagónico 
inf eriore  di' F.  Ameghino.  Le  nuove  localitá  sonó:  Isla  Chica; 
Museo  di  Parigi,  Collezione  Tournouer:  Puerto  Militar  (Bahia 
Blanca);  Pampeano  seoondo  F.  Ameghino;  Museo  Nazionale  di 
Buenos  Aires  (Numero  di  Collezione  4,578). 


Oculiiia  Singlcyi  Vaughan. 

Tav.  I,  fig.  4. 

1900.  Vaughan.  Eoc.  low.  Olig.  Cor.  U,  S,,  pag.  120,  tav.  x, 

fig.  l-2a;  tav.  xn,  fig.  l-3a. 
1903.  De  Angelis  d'Ossat.  loe.  cit.,  pag.  8,  tav.  i,  fig.  3a,  6. 

Anche  questa  forma  non  e  nuova  nel  Terziario  della  Pa^étgQuia. 
Presentemente  ad  essa  vanno  riferiti  alcuni  esemplari  con  carat- 
teri  specifici  corrispondenti,  per  quanto  lo  stato  di  conservazione 
pennette  riscontrarli. 

Interessanti  sonó  alcuni  polipieriti  fissi  sopra  la  superficie 
esterna  di  una  valva  di  un  Pettine  (Tav.  i,  fig.  4),  a  causa  dei 
rapporti  che  intercedono  fra  gli  stessi  individui.  Alcuni  di  questi 
sonó  del  tutto  isolati,  altri,  quantunque  lontani,  si  uniscono  con 
un  sottile  strato  costato,  stoloniforme.  Infine  vi  hanno  quelli  che 
mostrano  gradi  diversi  di  aderenza. 


Fig.  2. 


^^Ua  figura  2.*  sonó  rappresentati  schematicamente  i  diversi 
g^di  di  rapporto  fra  i  polipieriti.  Non  sonó  indicate  le  parti  ana- 
tomiche  interne  per  meglio  fare  risaltare  i  gradi  di  aderenza. 


98  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

II  fatto  esposto  fa  nascere  fondatameate  i  sospetti  sal  modo  di 
riproduzíoue  che  par  si  rítieue  costante  nella  f amiglia  Oculinidae, 
Invero  si  crede  che  ia  essa  la  riproduzione  avvenga  sempre  per 
gemmazione  laterale  e  solo  raramente  per  fissiparitá.  Le  presenil 
osservazioni  invece  starebbero  a  dimostrare  che  anche  in  questa 
famiglia  si  possa  avere  la  riprodazione  per  aova  e  che  qaesto 
modo  preceda  quello  per  via  agamica.  Non  devesi  pero  escladere 
la  dipendenza  dello  svilnppo  e  della  forma  genérale  del  polipaio 
intero  dalla  riproduzione  per  gemmazione  e  subordinatamente  per 
fissiparitá.  Lo  sforzo  con  cui  i  diversi  individui  cercano  f ondersi 
é  misurato  dall'entitá  e  dalla  distanza  con  cui  si  vedono  gettare  le 
sottilissime  coste,  quali  raggi  setto-costali,  che,  a  guisa  di  stoloni, 
tentano  il  primo  ravvicinamento.  Le  menzionate  costicine  sonó  in 
rapporto  diretto  con  le  costé  e  questi  con  i  setti,  per  modo  che 
morfológicamente  e  genéticamente  possono  e  debbono  essere  con- 
sidérate come  autentici  raggi  setto-costali. 

Le  figure,  piü  che  una  lunga  digressione,  chiariscono  il  fatto  e 
ne  rendono  facili  le  induzioni.  (Ved.  Fig.  2.*). 

Moltissime  sonó  le  localitá  che  per  la  specie  cita  il  Vaughan ; 
ma  tutte,  niuna  esclusa,  appartengono  al  Claiborniano  (=  Parisia- 
no  europeo,  secondo  il  Dalí).  lo  citai  la  specie  alia  Eada  Tilly  nel 
Golfo  di  S.  Jorge :  Patagónico  superiore.  Ora  poi  1'  O.  Singleyi 
viene  a  conoscersi  nella  nao  va  localitá  della  specie  precedente  ed 
al  Puerto  Pirámides  neirEntreriano  (N.^  CoU.  4206),  nel  Monte 
Triste  (N.^'  CoU.  4628).  In  quest'ultima  localitá  il  polipaio  fu  tró- 
vate impaniato  nello  scheletro  di  una  (cfr.)  Idractinia, 


Fam.  TUEBINOLIDAE. 
Gen.  FLABELLUM.  Lesson  (emend.  DuNCAar). 

I  molti  esemplari,  che  appartengono  a  questo  genere,  conferma- 
no  quanto  giá  scrissi  nella  precedente  nota  interno  ai  Coralli  di 
Patagonia;  ad  essa  adunque  rimando  per  amore  alia  brevitá. 

Fra  tutti  i  coralli  che  fiorirono  nelle  f ormazioni  terziarie  pata- 
goniche  quelli  del  gen.  Flabellum  sonó,  senza  dubbio,  piü  comuni 
e  per  specie  e  per  individui.  Ció  non  reca  mera  vigila,  perche  ancora 
presentemente  i  f  labelli  godono  di  una  larga  diff usione  orizzontale 
e  verticale:  sgraziatamente  pero  appuuto  per  questo  motivo  non  ser- 
vono  a  fissare  un  determínate  circolo  di  esistenza.  Geológicamente 
se  ne  ha  la  conferma  dallo  svariato  materiale  litologico  che   rae- 


ANGELIS  d'ossat:  altri  zoantari.  99 

chiadeva  grindividui  di  questo  genere;  il  quale  atiesta  la  presenza 
dei  flabelli  nelle  piü  diverse  eteropicitá.  Eiguardo  al  tempo  6  ri- 
saputo  che  il  gen.  Fldbéllum  sale  dal  piü  profondo  Eocene  per 
vivere  ancora  negli  attuali  mari. 


Flabellum  Vaticani  Ponzi. 

Tav.  I,  fíg.  5. 

1876.  Flabellum  Vaticani  Ponzi  I  fossili  del  M.  Vaticano.  Atti 
P.  Accad.  Lincei.  Ser.  2.*,  Tom.  ni,  pag.  28,  tav.  in,  fig. 
16  a-b. 

1891.  Flabellum  atisonium  (Oanavari  in  sch.  Mus.  Pisa.)  Simo- 
nelli.  Fauna  del  cosi  detto  Schlier  nel  Bolognese  e  nel  VAnco- 
nüano.  Mem.  Soc.  Tose.  Se.  nat.,  pag.  32  (Figura  nel  testo). 

1893.  Flabellum  Vaticani  de  Angelis  d'Ossat.  I  Zoantari  fossili 
dei  dintomi  di  Roma.  Boíl.  Soc.  geol.  ital.,  Vol.  xii,  pag.  10 
e  27  (Figura  nel  testo). 

1893.  Flabellum  repandum  (Michelotti  in  sch.,  Museo  Eoma) 
de  Angelis  d'Ossat.  ibid.  pag.  12. 

1894.  Flabellum  Vaticani  de  Angelis  d'Ossat.  Coralli  terreni 
terziari  Italia  Settentrionale,  pag.  104. 

1894.  Flabellum  repandum  de  Angelis  d'Ossat.  ibid.  pag.  104. 

1896.  Flabellum  Vaticani  Simonelli.  Antozoi  neogenici  del  Mu- 
seo parmense.  Palaeont.  itálica.  Vol.  n,  pag.  186. 

1897.  Flabellum  Vaticani  de  Angelis  d'Ossat  e  Neviani.  Coral- 
lari  e  Briozoi  neogenici  di  Sardegna.  Boíl.  Soc.  geol.  ital., 
Vol.  XV,  pag.  579. 

Un  giovine  individuo,  che  presenta  una  superficie  esterna  late- 
rale  perfettamente  conservata,  deve  essere  ascritto  a  questa  specie. 
Non  sarebbe  difficile  riscontrare  nel  campione  della  Patogenia 
alcune  differenze  individuali,  anche  notevoli;  ma  queste  non  sonó 
sufficienti  a  mettere  in  dubbio  la  determinazione  riscontrandosene 
delle  oguali  negli  individui  dello  stesso  giacimento. 

II  polipierite  ha  forma  cuneata;  ma  molto  aperta.  una  faccia 
pianeggiante,  pochissimo  convessa;  Taltra  invece  é  concava  nel 
centro  e  convessa  verso  i  bordi  laterali. 

II  margine  calicinale  descrive  una  curva  che  occupa  quasi  una 
circonferenza,  rimanendo  di  questa  libera  appena  un  settore  che 
ne  rappresenta  un  sesto. 


100  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

II  cálice  e  allungato  di  molto  e  non  trovasi  in  un  piano;  ma 
segué  il  bordo  calicinale:  esso  é  angoloso  alie  estremita  dell'asse 
maggiore. 

I  setti  sonó  numerosi;  certamente  sonó  presentí  moltí  ordini  del 
VF  ciclo.  Fra  due  grandi  subeguali,  corrispondentí  alia  superficie 
pianeggiante,  ve  ne  ha  nel  mezzo  fra  loro  uno  di  poco  piü  tenue  e 
piü  corto ;  fra  quest'ultimo  e  gli  altri  ve  ne  sonó  tre  minori,  il  cui 
mediano  Í  piú  grande  dei  due  laterali  molto  piú  piccoli.  I  prími 
menzionati  sonó  quelli  che  corrispondono  alie  coste  esterne.  Le 
superficie  dei  setti  sonó  órnate. 

Le  coste  esterne  sonó  poco  appariscenti  ai  lati,  invece  si  ricono- 
scono  bene  nella  regione  che  sovrasta  il  pedicillo.  Quivi  se  ne 
scorgono  9  ben  chiare,  di  cui  alcune  si  mostrano  nodose.  Tali  sonó 
evidentemente  quelle  che  corrispondono  alFangolosita  del  cálice. 

L'epiteca  sottile  ricopre  la  superficie,  lasciando  dei  solchi  pro- 
fondi  che  ne  indicano  le  fasi  di  sviluppo;  di  piú  mostra  le  stríe 
ondúlate,  a  festoni,  e  paralleli  gli  uni  e  le  altre  al  margine  su- 
periore. 

II  pedicillo  é  acuto  e  sottile. 

Dimensioni : 

Larghezza mm  47 

Altezza  complessiva  »  40 

Altezza  dal  pedicillo »  34 

Apertura  del  ventaglio  =  300  ** 

Corologia  e  Cronologia.  M.  Vaticano,  Boma:  Argille  (Ponzi), 
Colline  di  Bologna,  di  Pérgola:  Schlier  (Simonelli).  Tortona,  Tor- 
toniano  (Miohelotti,  de  Angelis  d'Ossat).  Torre  di  Traveraetolo; 
Miocene  medio  (Simonelli).  Fangario;  argille  sabbiose  del  Miocene 
medio  (de  Angelis  d'Ossat). 

Cabo  Tres  Puntas;  Golfo  San  Jorge;  Patagónico  medio.  Legit 
C.  Ameghino,  1901. 

Flabellum  cuneiforme  Lonsdale. 
var.  Wailesi  Conhad. 

Tav.  I,  fig.  6,  7,  8,  9. 

1903.  De  Angelis  d'Ossat.  loe,  cit,j  pag.  11,  tav.  i,  fig.  6  a-b, 
6-9,  10  a-b.  (Con  sinonimia). 


ANGELIS  d'ossat:  altri  zoantari.      101 

Le  nuove  localifcá  sonó:  Puerto  Pirámides,  Entreriano  (N.°  Coll. 
4266);  Golfo  San  Jorge;  Patagónico  inferiore  (N.*"  Coll.  4289). 


Flabellum  extensum  Mich. 

Tav.  I,  fig.  10. 

1903.  de  Angelis  d'Ossat,  loe.  cit.,  pag.  13,  tav.  i,  fig.  11  a-c, 
12 'a,  b. 

Golfo  San  Jorge;  Patagónico  inferiore  (N.^  Coll.  4289j. 
Flabellum  sp. 

Tav.  I,  fig.  11. 

E  un  frammento  che  appartiene  sicuramente  a  questo  genere  e 
somiglia  molto  alia  precedente  specie,  quantunque  sembri  meno 
schiacciato.  Esso  pero  6  frammentario  e  non  permette  quindi  ulte- 
riore  specificazione. 

Golfo  San  Jorge;  Patagónico  inferiore.  (N.**  Coll.  4289). 


Ho  anche  figúrate  (Tav.  i,  fig.  12,  13,  14)  due  esemplari  che, 
per  I'aspetto  esterno  e  per  i  caratteri  anatomici  visibili,  li  ritengo- 
no  súbito  per  Idractinie.  La  cattiva  conservazione  pero  f  a  nascere 
qualche  esitazione  che  non  si  potra  totalmente  derimere  se  non 
quando  si  troveranno  migliori  esemplari.  Si  potrebbero  ritenere  i 
due  campioni  come  scheletri  di  Briozoi ;  ma  tutto  ció  che  si  scorge 
persuade  della  collocazione  proposta.  Tale  parere  é  pur  convalí- 
date dall'autoritá  indiscussa  deiramico  Neviani  in  questa  elegante 
branca  della  paleontologia. 

Non  trovo  riscontri  di  sorta  fra  gli  esemplari  da  me  figurati  e  le 
specie  fossili  di  Briozoi;  neppure  con  quelli  últimamente  e  magi- 
stralmente  descritti  dal  Canü  come  fossili  in  Patagonia.  Sonó  invece 
evidenti  le  rassomiglianze  della  figura  12  con  la  massa  scheletrica 
della  ben  nota  specie:  Cyclactinia  incrustans  Goldf.  sp.  e  massime 
con  la  var.  concéntrica  Mich.  sp.  (Vinassa  de  Regny  P.  E.  Studio 
mlle  Idractinie  fossili^  pag.  39,  tav.  i,  fig.  18;  tav.  ii,  fig.  1,  6;  tav. 
nij  fig.  3,  4,  6,  7,  8).  Non  meno  chiare  sonó  le  relazioni  dell'altro 


I 


102  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

esemplare  (fig.  13,  14)  con  le  specie  del  gen.  Hydractinia^  con 
scheletro  calcáreo  e  con  difensori. 

Mi  auguro  che  nuovi  esemplari,  in  migliore  stato  di  conserva- 
zione,  vengano  a  confermare  la  segnalazione  —  che  per  primo  fac- 
cío  — ,  di  questa  importante  famiglia  nei  terreni  del  la  Patagonia. 

Boma,  24  Dicembre,  1905. 


SPIEGAZIONE  DELLA  TAVOLA. 


Pag. 

Fig.    1.  OcüLiNA  III88IS8IPPIEN8I8  Conrad.  var.  n.  patagónica. 

Puerto  Militar  (Bahía  Blanca).  Museo  Nazionale  di  Buenos  Ai- 
res. Grandezza  naturale 95 

Fig.    2.  OcüLiNA  MI88I88IPPIEMS18  Courad.  var.  n.  patagónica. 

Isla  Chica.  Museo  di  Parlgi.  Grandezza  doppia 95 

Fig.    8.  OcüLiNA  ifississipPiKNSis  Conrad.  var,  n.  patagónica. 

Isla  Chica.  Museo  di  Parigi.  Grandezza  doppia 95 

Fig.    4.  OcuLiNA  SiNGLETi  Vaughan. 

Puerto  Pirámides.  Museo  Nazionale  di  Buenos  Aires.  Grandez- 
za naturale 97 

Fig.    5.  Flabbllum  Vaticani  Ponzi. 

Cabo  Tres  Puntas;  Golfo  San  Jorge.  Museo  Nazionale  di  Bue- 
nos Aires.  Grandezza  naturale 99 

Fig.  6,7,8, 9.  Flabellum  cuneiforme  Lonsdale.  var.  Wailesi  Conrad. 

Puerto  Pirámides;  Golfo  San  Jorge.  Museo  Nazio.nale  di  Buenos 

Aires.  Grandezza  naturale 100 

Fig.  10.  Flabellum  extensüm  Mich. 

Golfo  San  Jorge.  Museo  Nazionale  di  Buenos  Aires.  Grandezza 

naturale 101 

Fig.  11.  Flabellum  sp. 

Golfo  San  Jorge.  Museo  Nazionale  di  Buenos  Aires.  Grandez- 
za naturale 101 

Fig.  12.  Hydractinia  »p,  (?). 

Monte  Triste.    Museo  Nazionale   di  Buenos   Aires.    Grandezza 

naturale 101 

%13,14.  Hydractinia  *p.  (?). 

Territ.  Chubut.  e  Mazaredo;  Patagónico.  Museo  Nazionale  di 
Buenos  Aires.  Grandezza  naturale 102 


NOTAS  PRELIMINARES 

SOBRE  KL 

TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS 

DN  PRECURSOR  DEL  HOMBRE  DEL  MIOCENO  SUPERIOR  DE  MONTE  HERMOSO. 

POR 

FLORENTINO  AMEGHINO. 


ANTECEDENTES. 

El  yacimiento  fosilífero  de  Monte  Hermoso  del  que  se  han  ex- 
traído los  restos  de  tantas  especies  de  mamíferos  extinguidos,  está 
situado  á  unos  sesenta  kilómetros  al  N.  E.  de  Bahía  Blanca. 

En  una  visita  de  exploración  al  mencionado  yacimiento  que 
realicé  en  los  últimos  días  de  Febrero  y  primeros  de  Marzo  de  1887, 
tuve  la  buena  suerte  de  encontrar  vestigios  que  demostraban  la 
existencia  de  un  ser  inteligente  contemporáneo  de  la  mencionada 
fauna.  Esos  vestigios  consistían  en  fragmentos  de  tierra  cocida, 
fogones,  algunos  de  estos  vitrificados  y  con  la  apariencia  de  esco- 
ria, huesos  partidos  y  quemados  y  pedernales  tallados.  El  descubri- 
miento me  causó  tanta  sorpresa  y  me  pareció  tan  importante  que 
sobre  el  mismo  terreno  redacté  mis  impresiones  que  envié  al  diario 
La  NaciÓTij  que  las  publicó  en  el  número  del  10  de  Marzo  de  1887, 
apareciendo  luego  en  folleto  separado^. 

Esos  vestigios  remontaban  á  época  tan  lejana  que  no  me  atreví 
á  considerarlos  como  prueba  de  la  existencia  del  hombre,  sino 
como  dejados  por  «  un  ser  más  ó  menos  parecido  al  hombre  actual, 
pero  antecesor  directo  de  la  humanidad  existente  >  *. 

Dos  años  después,  me  ocupé  de  esos  mismos  restos  más  detalla- 
damente, y  por  consideraciones  paleontológicas  llegué  á  la  con- 
clusión de  que  tales  vestigios  no  podían  ser  obra  de  un  ser  de  la 
misma  especie  ni  del  mismo  género  que  el  hombre  actual,  sino  de 


'  Ameohiho  F.,  Monte  Hermoso^  en  8."  de  10  páginas.  Buenos  Aires,  a.  1887. 
'  AaoGHuro,  1.  c.  pág.  10. 

^AL.  MüB.  Nac.  Bs.  As.,  Sbb.  8*,  t.  ix.  Septiembre  11,  1907.  8 


106  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

un  ser  de  otra  especie  y  de  otro  género,  de  «un   precursor  del 
hombre  »  ^ 

Posteriormente,  otras  personas,  coleccionistas,  geólogos,  etc.^ 
observaron,  ya  en  la  misma  localidad  de  Monte  Hermoso,  ya  en 
otros  puntos  de  la  costa  Atlántica  al  sur  del  Cabo  Corrientes,  ob- 
jetos parecidos. 

Entre  esas  personas  merece  una  mención  especial  el  ilustrada 
profesor  y  célebre  geólogo  Dr.  Gustavo  Steinmann,  quien,  en 
viaje  de  estudio  por  la  América  del  Sur,  estuvo  en  nuestro  paía 
el  año  1903  y  visitó  las  barrancas  de  la  costa  atlántica  en  las  cer- 
canías del  Cabo  Corrientes,  acompañado  por  los  doctores  señorea 
Santiago  Roth  y  Roberto  Lehmann-Nitsche.  Estos  caballeros  mos- 
tráronle embutidos  en  las  barrancas  trozos  de  tierra  quemada  ó 
incompletamente  vitrificada,  informándole  que  eran  muestras  pa- 
recidas ó  idénticas  del  yacimiento  de  Monte  Hermoso  que  yo  habí& 
atribuido  á  la  acción  del  hombre  y  presentado  como  prueba  de  su 
existencia  en  aquella  lejana  época. 

En  una  nota  que  á  mediados  del  año  pasado  presentó  el  doctor 
Steinmann  á  la  Sociedad  Geológica  de  Berlín,  dice  que  esos  pre- 
tendidos vestigios  del  Homo  americanus  son  un  producto  natural 
que  solo  la  fantasía  del  inmigrado  (eingewanderten)  Homo  euro^ 
paeiis  ha  podido  tomar  por  un  producto  artificial.  Según  el  doctor 
Steinmann  se  trata  de  trozos  de  lavas  volcánicas  que  pueden  ha- 
ber llegado  allí  por  el  aire  ó  más  probablemente  arrastrados  por 
corrientes  de  agua!* 

Fantástica  cuanto  se  quiera,  tal  opinión  no  es  tampoco  una  no- 
vedad'; hacen  18  años  hice  mención  de  ella,  considerándola  coma 
no  merecedora  de  una  discusión*. 

El  Dr.  Steinmann,  al  calificar  de  lava  volcánica  esos  vestigio* 
ha  procedido  con  demasiada  precipitación.  Lo  que  ha  tomado  por 
lavas  volcánicas  es  un  producto  que  ha  resultado  de  quemazones- 
in  8Ítu,  del  incendio  intencional  de  pajonales  ^  De  ese  precursor 


*  AftfEGHiMO  F.  Contribución  al  conocimiento  de  lot  mcuniferos  fósiles  de  la  Repú' 
blica  Argentina,  p.  87,  a.  1889. 

'  Steinmann  G.,  Uber  Diluvium  in  Süd- America,  en  Monatfiberichttn  der  Den- 
tachen  Geologischen  Gesellschaft,  Jahrg.  1906,  Nr.  7. 

*  Heü88kr  et  Ci.ARAz,  Essais  pour  aer^r  á  une  description  physique  et  géognosti- 
que  de  la  province  de  Buenos  Aires,  p.  27,  a.  J866. 

Moreno  Francisco  P.,  Informe  preliminar  de  los  progresos  del  Museo  de  La  Pla- 
ta, durante  el  privier  semestre  de  1888^  p.  7,  a.  1888. 

*  Amrohino  F.  Contribución,  etc.  p.  900,  a.  1889. 

*  Los  pajonales,  constituidos  según  las  regiones  por  diferentes  especies  de  cor- 
taderas, pero  sobre  todo  los  que  están  formados  por  la  hermosa  especie  cono- 
cida vulgarmente  con  el  nombre  de  Penacho  Blanco,  Oynerium  (Cortaderia)  ar^ 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAJPEOTHOMO  ARGENTINÜS.    107 

del  hombre  que  iucendiaba  los  pajonales,  hacía  lumbre  en  fogo- 
nes, tallaba  pedernales,  quemaba  y  partía  los  huesos  de  los  ani- 
males á  que  daba  caza,  hoy  conocemos  algunos  de  sus  restos  óseos. 

En  mi  obra  que  trata  de  las  formaciones  sedimentarias  del  cre- 
táceo superior  y  del  terciario  de  Patagonia,  publicada  á  fines  del 
año  pasado,  anuncié  que  el  precursor  del  hombre  del  yacimiento 
mioceno  de  Monte  Hermoso  era  conocido  por  una  vértebra  cervical 
de  dimensiones  reducidas.  «En  dehors  des  grossiers  débris  d'une 
indr  '  ie  tres  rudimentaire,  mais  qui  témoigne  de  la  présence  d'un 
étre  inteligent,  l'homme  du  mioceno  de  Monte  Hermoso  n'est  con- 
nu  que  par  une  vertebre  cervicale  de  dimensions  tres  réduites; 
rhomme  de  cette  époque  devait  diff érer  de  Thomme  actuel  encoré 
plus  que  celui  du  pliocéne.  Cette  différence  devait  étre  si  consi- 
derable qu'il  ne  devait  pas  encoré  étre  un  homme  dans  le  sens 
générique  de  ce  nom,  sinon  un  precurseur  comme  je  Távais  déjá 
éuoncó  de  1889  »  ^ 

A  esa  vértebra  se  agrega  ahora  un  fémur  casi  completo,  de  ta- 
maño igualmente  muy  reducido. 

De  esos  restos  se  deduce  claramente  que  no  se  trata  del  género 
Homo,  sino  de  un  género  extinguido,  de  un  precursor  que  forma 
parte  de  la  línea  directa  que  de  los  Homunculidae  conduce  al 
hombre   actual,  y  que  ese  precursor  se   acerca  del   género   Ho- 


gentewn  Nees,    sirven  de  refugio  á  un  sinnúmero  de  pequeños  mamíferos,  espe- 
cialmente roedores.  Con  el   objeto  de   hacerlos  salir  y  darles  caza,  los   indios 
acostumbran  incendiar  los  pajonales.    Cuando  la  cortadera  se  encuentra  en  te- 
rrenos bastante  arenosos  y  relativamente  secos,  la  parte  superior   se  quema  rá- 
pidamente, pero  la  parte  inferior  que  penetra  en  el  suelo  y  constituye  las  raices, 
continúa  ardiendo  lentamente,  durante  dos  ó  tres  dias  y  á  veces  aun  más.  Durante 
esta  combustión  lenta,  los  huecos  que  dejan  las  raices  se  transforman  en  un  crisol 
natural.  El  calor  bastante  intenso  que  se  desarrolla  dentro  del  suelo  en  el  crisol 
asi  formado  produce  la  fusión  de  una  parte  del  material  arenoso,  favorecida  por 
la  cantidad  de  sustancias  alcalinas  que  contienen  las  raíces,  dando  por  resultado 
la  formación  de  una  especie  de  escoria  muy  porosa  y  muy  liviana,  que  á  primera 
vista  presenta  un  aspecto  parecido  al  de  lava  volcánica,  y  es  idéntica   á  la  que 
se   encuentra  en  las  capas  miocenas  de  Monte  Hermoso,  ya  en  fragmentos  pe- 
queños y  rodados,  como  los  ha  observado  Steinmann,  ya   en  grandes  masas  in 
8ÍlUf  que  pasan  gradualmente  al  terreno  normal.  En  el  interior  de  trozos  de  esa 
escoria  de  Monte  Hermoso  considerada  por  Steinmann  como  lava,  he  encontrado 
pequeños  fragmentos  de  paja  no  quemada  ó  que  lo  está  de  un  modo  incompleto,  y 
granos  de  arena  silícea  que  la  materia  en  fusión  los  envolvió  sin  alcanzar  á  fun- 
dirlos. De  esto  se  desprende  que  ya  en  esa  lejana  época  el  precursor  del  hombre 
incendiaba  los  pajonales  para  dar  caza  á  los   Pachyrucos^  TremacyUua^   Palaeoca- 
via,  IHcoelophorus,  Pithanothomys^  etc.,  que  en  ellos  se  albergaban. 

*  Ameghino  F.,  Lea  formations  tidimentaires  du    crétacé  supérieur  el  du  tertiaire 
de  PtUagonie^  en  Atuü.  Mtis.  Nac.  de  Buenos  Airesj  ser.  8.*,  T.  VIU,  p.  450,  a.  1906. 


108  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

mo  mucho  más  que  ninguno  de  los  monos  antropomorfos  cono- 
cidos. 

Doy  á  ese  género  extinguido  el  nombre  de  Tetraprothomo  ar- 
gentinus,  n.  g.  n.  sp.  El  nombre  genérico  de  Tetraprothomo  ya  lo 
he  empleado  desde  el  afto  1884 '  para  designar  un  antecesor  del 
hombre  teóricamente  reconstruido.  En  el  trabajo  más  completo 
que  publicaré  más  tarde  expondré  las  razones  que  me  inducen  á 
emplear  este  mismo  nombre  para  el  precursor  del  hombre  del  mio- 
ceno de  Monte  Hermoso. 

En  este  trabajo,  no  doy  medidas,  ó  sólo  por  excepción,  pues 
todas  las  figuras  referentes  al  Tetraprothomo  son  de  tamaño  na- 
tural. Además,  no  voy  á  realizar  este  examen  bajo  el  punto  de 
vista  restringido  é  intensivo  del  criterio  antropológico  que  acu- 
mula cifras,  que  las  más  de  las  veces  nada  pueden  decirnos  sobre 
las  relaciones  filogeuéticas  y  zoológicas  del  hombre,  sino  que  lo 
emprendo  bajo  el  punto  de  vista  general  y  extensivo  del  criterio 
paleontológico,  que  no  se  pierde  en  esos  nimios  detalles  que  gene- 
ralmente obstaculizan  las  vistas  de  conjunto. 


FÉMUR   DEL   TETRAPROTHOMO. 

Este  hueso  fué  encontrado  por  Carlos  Ameghino  en  su  último 
viaje  á  Monte  Hermoso.  Es  un  fémur  del  lado  izquierdo  al  que  le 
falta  la  extremidad  superior  que  comprende  el  gran  trocánter  y 
la  cabeza  con  el  cuello.  El  resto  del  hueso  está  intacto.  La  parte 
existente  tiene  16  cm.  de  largo,  pero  entero  debía  tener  unos  19  cm. 

Por  la  textura  del  hueso  y  la  desaparición  completa  de  todo 
vestigio  que  permita  reconocer  el  límite  de  la  diáf  isis  y  de  la 
parte  epif  isaria  se  conoce  que  estamos  en  presencia  de  un  indivi- 
duo, no  sólo  adulto,  sino  ya  muy  viejo. 

La  concordancia  de  conformación  entre  este  hueso  y  el  corres- 
pondiente del  hombre  es  casi  perfecta,  aunque  este  gran  parecido 
no  salta  inmediatamente  á  la  vista  á  causa  de  la  enorme  diferencia 
de  tamaño. 

La  semejanza  con  el  fémur  humano  aparece  evidente  en  las 
diferentes  curvas  del  hueso,  en  la  torsión  femoral,  en  el  desarro- 


^  Ameghino  F.,  Filogenia,  Principioi  de  cUmficación  transfomiitta  basados  sobre 
Isyes  y  proporciones  matemáticas,  pp.  887  á  887,  año  1884. — Id.  CorUribuMn  al 
conoc.  de  los  mamif,  fós.  jR.  Argentina^  pp.  87  á  99,  año  1889. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    109 


HA 


U 


m^ 


ceí 


Fig.  2.  Homo  sapiens  L.  Fémur 
izquierdo,  visto  de  atrás,  reducido  á 
un  tercio  del  tamaño  natural,  gt, 
gran  trocánter;  ¿rí,  rama  superior 
lateral  interna  de  la  línea  áspera. 
Las  demás  letras  como  en  la  figura 
precedente. 


•s- 1.  Tetraprotkomo  argerUinua  Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  de  atrás,  en  tamaño  natural.  Mioce- 
'^perior  de  Monte  Hermoso.  (ColeccioneH  del  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires),  d,  fosa  digital; 
loter»  digital;  L,  trocánter  menor;  o,  cresta  intertrocanteriana ;  gl^  rama  superior  externa  de  la  11- 
"«pera;  «,  tubérculo  terminal  de  la  parte  superior  de  la  rama  mediana  superior  de  la  línea  áspera; 

^^ter  tercero;  I,  linea  áspera;  a,  agujero  nutricio;  r«,  rama  extema  inferior  de  la  línea  áspera;  rt, 
interna  inferior  de  la  línea  áspera;  /«,  tubérculo  supercondilar  extemo;   /t,  tubérculo  super- 

r*^  interno;  p,  plano  poplíteo;  *,  foseta  del  ligamento  sésamo-femoral;  t,  impresión  del  gemelo 


^^1 «  cóndilo  externo;  ci,  cóndilo  interno. 


lio  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

lio  de  la  línea  áspera  y  en  su  bifurcación  inferior,  en  la  sección 
subtriangular  de  la  parte  media  del  cuerpo  del  hueso,  en  el  enan- 
chamiento  de  la  extremidad  inferior  y  su  aplastamiento  antero- 
posterior,  en  la  inversión  hacia  adentro  del  cóndilo  interno  y  el 
mayor  largo  del  mismo,  etc.,  etc.  Es  lo  que  va  á  demostrar  un 
examen  más  detenido. 

La  cabeza  articular  falta  completamente,  y  del  cuello  sólo  queda 
una  pequeñísima  parte  de  la  base,  arriba  del  trocánter  menor 
que  presenta  una  curva  oblicua  hacia  arriba  y  hacia  adentro  apa- 
rentemente semejante  á  la  del  fémur  humano;  de  este  parecido  es 
dado  suponer  que  el  cuello  y  la  cabeza  estaban  dispuestos  como 
en  el  género  Homo  y  formaban  con  el  cuerpo  del  hueso  un  ángulo 
obtuso  más  ó  menos  del  mismo  valor. 

Esta  deducción  la  veremos  confirmada  más  adelante,  al  exami- 
nar las  curvas  del  cuerpo  del  hueso. 

Del  gran  trocánter  se  conserva  sólo  una  parte  muy  pequeña 
que  forma  un  alto  relieve  ó  tuberosidad  encima  del  cuerpo  del 
hueso  y  corresponde  al  borde  inferior  externo  próximo  á  la  rama 
superior  externa  {gl^  fig.  1)  de  la  línea  áspera.  Esta  protuberan- 
cia indicada  en  las  figuras  5  y  13,  con  las  letras  fr,  es  de  super- 
ficie aplanada  y  su  borde  anterior  limita  una  depresión  ó  gotera 
oblicua  f  colocada  sobre  la  cara  extema  del  hueso  y  que  desciende 
de  la  cara  anterior  por  la  cara  lateral  extema  hacia  atrás  en  donde 
termina  en  la  línea  áspera.  Es  esta  una  conformación  bastante 
parecida  á  la  que  muestra  el  fémur  de  Homunculus  (tr,  fig.  3),  pero 
en  éste  la  parte  tr  del  gran  trocánter  en  forma  de  tuberosidad  co- 
rrespondiente á  la  que  se  conserva  en  el  fémur  del  Tetraproihomo 
está  colocada  mucho  más  arriba. 

De  esto  se  deduce  que  en  Tetraprothomo  el  gran  trocánter  no 
tenía  la  forma  cuadrada  característica  del  fémur  humano,  sino  que 
presentaba  su  costado  extemo  mucho  más  angosto,  conformación 
parecida  á  la  del  Homunculus. 

Este  enangostamiento  de  la  parte  externa  del  gran  trocánter 
estaría  de  acuerdo  con  la  forma  de  la  cara  externa  del  cuerpo  del 
hueso  en  este  punto,  la  cual  en  vez  de  ser  ancha  y  plana  como  en 
el  fémur  de  Homo^  es  muy  ligeramente  convexa  en  dirección  trans- 
versal y  en  declive  oblicuo  muy  acentuado  de  adelante  hacia  atrás 
en  donde  termina  en  la  línea  áspera,  tomando  el  borde  externo  casi 
la  forma  de  una  arista.  Es  esta  una  conformación  muy  primitiva 
que  se  ha  conservado  en  algunas  especies  extinguidas  del  género 
Homo  (Neanderthal,  Ovejero,  etc.) 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINTJS.    111 

La  depresión  ó  gotera  oblicua/*,  figs.  6  y  13,  más  arriba  mencio- 
nada, bastante  ancha  y  de  fondo  un  poco  cóncavo  transversalmente, 


í'ig.  8.  Homunculus  pcUagonicus 
•^n^gh.  Fémur  derecho  visto  de 
atrás,  en  tamaño  natural.  Eoceno 
superior  de  Santa  Cruz  (santacru- 
cense),  g,  gotera  ó  canal  intertro- 
canteriano;  *,  impresión  del  geme- 
lo extemo.  Las  demás  letras  como 
^  las  figuras  precedentes. 


Fig.  4.  Cercopithecui  aahaeus  L. 
Fémur  izquierdo,  visto  de  atrás,  en 
tamaño  natural,  h^  h,  ranura  para  la 
inserción  del  vasto  interno,  e,  e,  apó- 
fisis supercondilares,  en  relación  con 
el  desarrollo  de  los  ligamentos  para 
las  fabelas. 


112  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

está  limitada  hacia  adelante  y  hacia  abajo  por  una  linea  de  rugo- 
sidades (Qj  fig.  13)  que  corre  en  dirección  oblicua  paralela  á  la 
de  la  fosa,  para  terminar  en  la  línea  áspera,  en  un  punto  en  que 
ésta  forma  un  pequeño  engrosamiento  tt,  algo  más  rugoso,  que  re- 
presenta lo  que  en  el  fémur  humano  se  ha.  dado  en  llamar  trocánter 
tercero,  pero  en  este  caso  muy  poco  desarrollado.  De  esta  relación 
se  deduce  que  el  canal  ó  gotera  oblicua  mencionada  corresponde  á 
la  inserción  superior  del  vasto  externo,  el  cual  tenía  forzosamente 
que  tomar  esta  posición,  visto  que  el  gran  trocánter,  en  vez  de  ter- 
minar en  la  cara  externa  en  un  borde  rugoso  más  ó  menos  horizon- 
tal ó  formando  una  ligera  curva  convexa  hacia  arriba  como  en  el 
fémur  humano,  en  Tetraprothomo  termina  en  una  línea  qué  cruza 
oblicuamente  la  cara  externa  del  cuerpo  del  hueso  de  arriba  y  ade- 
lante, hacia  abajo  y  hacia  atrás,  hasta  unirse  á  la  línea  áspera,  en 
la  cual  el  vasto  externo  continuaba  su  inserción  en  toda  la  mitad 
superior  del  labio  externo. 

La  línea  de  rugosidades  (gr,  fig.  13)  que  corre  paralelamente  á 
la  depresión  /*,  indica  el  límite  haeia  abajo  y  hacia  adelante,  de 
la  inserción  de  los  hacecillos  antero-externo  inferiores  de  la  parte 
superior  del  vasto  externo.  En  el  fémur  humano,  estas  condiciones 
se  han  modificado  en  razón  del  cambio  de  forma  de  la  cara  exter- 
na que  se  ha  vuelto  más  ancha,  perdiendo  su  oblicuidad,  al  mismo 
tiempo  que  el  borde  inferior  externo  del  trocánter  cambió  también 
su  posición  oblicua  en  horizontal.  La  impresión  del  vasto  externo 
se  encuentra  así  colocada  en  su  totalidad  sobre  la  cara  ancha  y 
plana  del  lado  externo  del  cuerpo  del  hueso,  pero  la  línea  oblicua 
de  inserción  antero-inferior,  no  ha  desaparecido,  pues  pueden  se- 
guirse sus  vestigios  en  la  dirección  de  la  línea  gr,  g,  (fig.  14.)  La 
mitad  superior  g  de  esta  línea,  constituye  una  verdadera  cresta  que 
parte  dél  ángulo  anterior  externo  del  gran  trocánter  y  desciende 
oblicuamente  hacia  abajo  perdiéndose  sobre  la  cara  externa  del 
cuerpo  del  hueso  (aunque  no  completamente),  para  volver  á  rea- 
parecer un  poco  más  abajo  sobre  el  borde  posterior  de  la  cara 
externa  en  donde  termina  en  la  parte  engrosada  de  la  linea  áspera 
que  constituye  el  tercer  trocánter,  esto  es,  sobre  el  labio  externo 
de  la  línea. 

El  fémur  humano  que  en  este  punto  presenta  un  mayor  parecido 
con  el  del  Tetraprothomo  es  el  del  Hombre  de  Spy.  En  éste  la 
parte  superior  de  la  cara  externa  debajo  del  trocánter,  no  es  an- 
cha y  plana  como  en  el  fémur  de  Homo  sapiens,  sino  angosta  y 
oblicua  ó  en  declive  de  adelante  hacia  atrás.  Según  el  molde  que 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    113 


) 


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ir* 


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Fig.  6.  Homo  sapiens  L.  Fémur 
izquierdo,  visto  de  adelante,  redu- 
cido á  un  tercio  del  tamaño  natu- 
ral, pl^  región  platimérica.  Las 
demás  letras  como  en  la  figura  5. 


^j^.  5.  Teiraproihomo  argentinus  Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  de  adelante,  en  tamaño  natu- 
1^^  i^  línea  oblicua  del  fémur;  g^  línea  de  inserción  antero-inferior  del  vasto  extemo;  /*,   im- 

^^^ón  del  vasto  externo;  /r,  tuberosidad  an tero-externa  inferior  del  gran  trocánter.  ¿,  trocánter 

^gjjofi  A'  loseta  suprarotular;  r,  troclea  rotular. 


114  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

tengo  á  la  vista  \  existiría  en  este  fémur  la  misma  línea  de  inser- 
ciones g  del  fémur  del  TetraprothomOj  con  un  vestigio  de  la  impre- 
sión f  del  vasto  externo.  Esta  línea  g^  en  la  parte  superior  que 
baja  diBl  ángulo  an tero-externo  del  gran  trocánter  es  menos  pro- 
nunciada que  en  el  fémur  del  hombre  actual,  mientras  que  la  parte 
inferior  es  al  contrario  más  pronunciada.  Por  estos  caracteres  el 
Hombre  de  Spy  ocupa  una  posición  intermedia  entre  Tetraprotho- 
mo  y  el  Homo  sapiens. 

En  la  extremidad  más  superior  de  la  parte  rota  del  fémur  de 
Tetraprothomo  queda  un  pequeño  trecho  con  la  superficie  del  hue- 
so no  destruida  (d,  fig.  1)  y  corresponde  á  la  parte  más  profunda  é 
inferior  de  la  cavidad  digital  en  donde  toma  inserción  el  músculo 
obturador  externo;  esta  superficie  tiene  las  mismas  perforaciones 
vasculares  que  en  el  fémur  humano,  y  como  en  éste,  se  prolonga 
hacia  atrás  en  forma  de  un  canal  ó  gotera  gg  bastante  extendida 
y  de  fondo  cóncavo  en  dirección  transversal. 

En  el  fémur  humano  el  trocánter  menor  (t,  fig.  2)  es  de  tamaño 
considerable  y  tiene  la  forma  de  un  gran  tubérculo  muy  elevado 
y  de  contorno  elíptico,  colocado  más  ó  menos  en  el  medio  de  la 
cara  posterior  del  cuerpo  del  hueso,  constituyendo  una  especie  de 
apófisis  saliente  dirigida  hacia  atrás  y  un  poco  oblicuamente  hacia 
adentro;  entre  esta  prominencia  y  el  borde  interno  del  cuerpo  del 
hueso  hay  una  gran  depresión  alargada  de  arriba  hacia  abajo  y 
cóncava  en  dirección  transversal;  esta  depresión  (ft^  fig.  10),  es 
la  fosa  entotrocanteriana. 

En  Tetraprothomo  el  trocánter  menor  (tj  figs.  1,  6  y  9)  es  igual- 
mente de  gran  tamaño,  pero  muy  diferente  en  su  forma  y  posición; 
en  vez  de  estar  colocado  en  el  medio  de  la  cara  posterior  del 
cuerpo  del  hueso,  se  encuentra  sobre  el  borde  interno  de  la  misma, 
y  constituye  una  apófisis  saliente  que  en  vez  de  dirigirse  hacia 
atrás  mira  lateralmente  hacia  adentro. 

La  depresión  entotrocanteriana  ft  entre  el  segundo  trocánter  y 
el  borde  interno  del  cuerpo  del  hueso  existe,  pero  es  de  tamaño 
mucho  menor  y  poco  profunda,  constituida  solamente  por  la  go- 
tera que  resulta  del  ángulo  que  el  trocánter  menor  forma  con  la 
cara  interna  del  hueso. 


*  No  conozco  la  descripción  original  de  Fraipont  y  Max  Lohest.  Todas  las 
comparaciones  con  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  que  se  encontrarán  en  este  tra> 
bajo  las  he  hecho  sirviéndome  de  un  molde  en  yeso  que  me  ha  facilitado  mi  dis- 
tinguido colega  y  antiguo  amigo  el  profesor  Juan  B.  Ambrosetti. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    116 
En  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  esta  foseta  proporcionalmente 


Fig.  7.  Homunculus  patagonicu» 
Amgh.  Fémur  derecho,  visto  de  ade- 
lante, en  tamaño  natural. 


Fig.  8.  (Jercopithectuf  aábaeua  L.  Fé- 
mur izquierdo,  visto  de  adelante,  en 
tamaño  natural. 


no  es  mayor  que  en  el  Tetraprothomo,  En  el  fémur  del  Hombre  fó- 
sil de  Ovejero*  falta  completamente  (fig.  64),  diferenciándose  así 


*  Ovejero,  localidad  de  la  provincia  de  Santiago  del  Estero,  sobre  el  Rio  Dulce, 
¿  unos  90  kms.  de  la  estación  Gramilla.  El  naturalista  viajero  del  Museo  Nacio- 
nal señor  Enrique  de  Caries,  ha  encontrado  en  las  capas  más  superiores  de  la 


116  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

en  este  punto  de  la  conformación  característica  del  hombre,  más 
que  el  Tetroprothomo. 

En  el  fémur  del  Homunculus  estas  diferencias  son  todavía  más 
acentuadas.  El  trocánter  menor  (t^  figs.  3  y  11)  es  acá  tan  alar- 
gado de  arriba  hacia  abajo  que  tiene  la  forma  de  una  lámina  ósea 
que  se  levanta  en  el  medio,  colocada  sobre  el  borde  interno  del 
cuerpo  del  hueso  dirigida  lateralmente  hacia  adentro  sin  que  pre- 
sente vestigios  de  la  depresión  entotrocanteriana  entre  el  trocánter 
menor  y  el  borde  interno  del  hueso;  esto  último  naturalmente  que 
sólo  es  exacto  no  tomando  en  cuenta  la  depresión  poco  acentuada 
que  forzosamente  tiene  que  resultar  del  ángulo  que  forma  la  cara 
interna  del  hueso  con  el  trocánter,  cuya  base  se  encuentra  sobre  la 
cara  posterior. 

En  este  punto  referente  á  la  posición  del  trocánter  menor  y  de 
la  foseta  lateral  que  lo  acompaña,  el  Tetraprothomo  constituye  una 
transición  perfecta  entre  fíomunculus  y  Homo. 

Es  cierto  que  los  antropomorfos  y  todos  los  demás  monos  del 
Viejo  Mundo  {t,  fig.  4)  tienen  el  trocánter  segundo  más  ó  menos  de 
la  misma  forma  que  en  el  hombre  y  colocado  del  mismo  modo,  es 
decir  con  la  base  que  arranca  del  medio  ó  cerca  del  medio  de  la 
cara  externa,  pero  eso  no  quiere  decir  que  estén  más  próximos  del 
hombre  que  el  Tetraprothomo, 

Una  conformación  á  menudo  absolutamente  igual,  otras  veces 
muy  parecida,  se  encuentra  en  muchos  otro3  mamíferos,  particu- 
larmente carniceros  (fig. 32)  y  roedores.  Como  se  trata  de  animales 
que  no  tienen  ningún  parentesco  con  el  hombre  y  los  monos,  y  que 
además  son  cuadrúpedos  perfectos,  es  claro  que  el  carácter  arriba 
mencionado  no  tiene  ninguna  relación  con  la  posición  erecta,  y 
que  tanto  el  hombro  como  los  monos  antropomorfos,  los  catarri- 
nianos  y  los  demás  mamíferos  que  lo  presentan,  lo  han  adquirido 
independientemente,  partiendo  de  formas  que  presentaban  en  este 
punto  la  misma  disposición  que  el  Homunculus.  A  partir  de  este  es- 
tadio, el  trocánter  segundo  ó  menor  ha  efectuado  una  rotación 


formación  pampeana  de  esta  localidad»  una  serie  de  restos  humanos  (cráneos, 
hnesos  largos,  etc.)  pertenecientes  aparentemente  á  dos  razas  distintas,  una  de 
ellas  enana.  He  cvmfiado  el  examen  de  estos  restos,  al  distinguido  antropólogo 
Dr.  Roberto  Lehmaun-Nitsche,  quien  en  breve  publicará  el  resultado  de  sus  es- 
tudios en  estos  Anales.  Pero,  entretanto,  habiendo  encontrado  que  el  fémur  de 
la  raza  mayor  conserva  algunos  caracteres  primitivos  muy  notables,  me  he 
permitido  utilizarlo  para  algunas  observaciones  comparativas,  que  no  carecerán 
de  importancia  para  la  interpretación  de  varias  de  las  particularidades  morfoló- 
gicas del  fémur  del  Tetraprothomo. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    117 


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Fig.  10.  Homo  sapiens  L.  Fémur  iz- 
quierdo, visto  por  el  lado  interno, 
reducido  á  un  tercio  del  tamaño  natu- 
ral, gt^  gran  trocánter;  d,  fosa  digital; 
ff9i  gotera  digitaliana;  o,  cresta  inter- 
trocanteriana ;  ^,  trocánter  menor;/7i 
fosa  ento trocan terian a;  go^  rama  me- 
diana superior  de  la  linea  áspera;  I, 
línea  áspera;  ¿i,  tubérculo  supercondi- 
lar  interno;  t,  impresión  del  gemelo 
interno;  ac,  impresión* de  inserción  del 
ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla. 


Fig.  9.  Tetraprothomo  argentinus  Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  por  el  lado  in- 
terno, en  tamaño  natural.  ¿,  trocánter  menor;  //,  depresión  que  corresponde  á  la 
fosa  entotrocanteriana;  t ,  impresión  del  gemelo  interno;  x  impresión  de  inserción 
del  ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla. 


118  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

gradual  que  ha  cambiado  su  dirección  lateral  en  otra  más  ó  menos 
antero-posterior  y  ha  llevado  su  base  del  borde  interno  de  la  cara 
posterior  hacia  el  medio  de  la  misma  cara,  cambio  que  se  ha  efec- 
tuado independientemente  en  distintos  grupos  de  mamíferos. 

En  el  fémur  humano  (f ig.  2)  el  trocánter  menor  t  está  unido  al 
gran  trocánter  gt  por  una  cresta  oblicua  o  muy  ancha  y  muy  ele- 
vada que  lleva  el  nombre  de  cresta  intertrocanteriana  posterior. 
Esta  cresta  es  el  resultado  del  desplazamiento  del  trocánter  menor 
de  su  posición  primitiva  sobre  el  borde  interno  del  hueso  hacia  el 
lado  externo. 

En  el  Homunculus  (f  ig.  3)  en  el  cual  el  trocánter  menor  t  ocupa 
su  posición  primitiva  sobre  el  borde  interno  del  hueso,  no  hay  ves- 
tigios de  la  cresta  intertrocanteriana;  los  dos  trocánteres  quedan 
separados  por  una  depresión  intertrocanteriana  longitudinal  g  muy 
acentuada. 

En  Tetraprothomo  {fig,  1)  la  disposiciones  intermediaria  entre  la 
de  Homunculus  y  de  Homo.  El  trocánter  menor  t  habiendo  avanza- 
do un  poco  más  hacia  afuera  que  en  Homunculus  empezaba  á  for- 
marse una  cresta  intertrocanteriana  o  que  es  ya  bien  aparente,  en 
forma  de  una  línea  rugosa  bastante  ancha  que  parte  del  borde  in- 
ferior del  trocánter  menor,  cruza  una  parte  de  la  cara  posterior  del 
hueso  trazando  una  línea  curva  en  arco  de  círculo  cóncavo  hacia 
arriba  y  asciende  luego  oblicuamente  hasta  alcanzar  el  trocánter 
mayor. 

En  la  posición  y  dirección  del  trocánter  menor  el  fémur  del 
Hombre  de  Spy,  muestra  una  conformación  intermediaria  entre 
Homo  y  Tetraprothomo,  En  el  fémur  del  Hombre  fósil  de  Ovejero, 
esta  parte  es  incompleta,  pero  por  lo  que  de  ella  queda  parece 
coincidir  exactamente  con  la  correspondiente  de  Tetraprothomo. 

La  extremidad  inferior  del  fémur  de  Tetraprothomo  se  conserva 
absolutamente  intacta,  de  manera  que  pueden  reconocerse  con 
precisión  todos  sus  caracteres. 

El  cuerpo  del  hueso  en  su  tercio  inferior  aumenta  gradualmente 
de  volumen  hacia  abajo  y  se  enancha  del  mismo  modo  en  sentido 
transversal,  mientras  que  se  vuelve  más  deprimido  en  sentido 
an tero-posterior;  este  aplastamiento  es  sobre  todo  notable  en  la  cara 
posterior,  en  el  espacio  limitado  por  la  bifurcación  de  la  línea  áspe- 
ra que  lleva  el  nombre  de  superficie  poplítea  {p,  fig.  1),  aunque  no 
es  tan  acentuado  como  en  el  fémur  humano.  La  parte  inferior 
de  la  superficie  poplítea  se  distingue  de  la  del  hombre,  en  que  se 
encorva  bruscamente  hacia  atrás  de  donde  resulta  que  ambos  con- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    119 

dilos   se  extienden  en  la  misma  dirección  más  que  en  el  fémur 
de  Homo. 

Los  cóndilos  presentan  una  disposición  muy  parecida  á  la  que 
tienen  en  el  fémur  humano,  siendo 
digna  de  particular  mención  la  rela- 
ción de  forma  y  posición  del  cóndilo 
interno  comparado  con  el  externo. 

En  el  fémur  de  Homo,  el  cóndilo 
interno  {cij  fig.  2),  es  fuertemente  in-        /C~^\'  M-^jL 


7^ 


Pr  I 


Fig.  11.  Homunciiltut  patagonicua 
Amgh.  Fémur  derecho,  visto  por  el 
lado  interno  en  tamaño  natural. 


Fig.  12.  Cercopiihecus  sabaeus  L.  Fé- 
mur izquierdo,  visto  por  el  lado  in- 
terno en  tamaño  natural. 


vertido  hacia  adentro,  por  cuya  causa  se  aleja  considerablemente 
del  eje  longitudinal  del  cuerpo  del  hueso;  además  es  más  prominente 
hacia  atrás  que  el  externo,  y  colocando  el  cuerpo  del  hueso  en 


120  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

posición  verbical  se  extiende  también  un  poco  más  abajo  que  este 
último. 

Es  cosa  bien  conocida,  que  en  la  posición  erecta  el  fémur  huma- 
no no  se  encuentra  en  posición  vertical,  sino  oblicua  de  arriba  y 
afuera  hacia  abajo  y  adentro,  de  donde  resulta  que  ambos  fémures 
en  vez  de  tener  una  posición  paralela  convergen  hacia  la  región  de 
las  rodillas. 

Ahora  bien:  en  esta  posición  oblicua,  la  diferencia  aparente  en 
la  longitud  de  ambos  cóndilos  desaparece,  pues  el  borde  inferior  de 
ellos  viene  á  quedar  en  el  mismo  plano  horizontal.  Esta  disposi- 
ción es  sumamente  importante  porque  está  correlacionada  y  es  una 
consecuencia  de  la  posición  erecta. 

En  el  fémur  del  Tetraprothomo  (fig.  1),  la  disposición  del  cón- 
dilo interno  cí,  con  relación  al  externo  ce,  es  absolutamente  como 
en  el  fémur  de  Homo  (fig.  2):  presenta  el  mismo  grado  de  inversión 
hacia  adentro,  el  prolongamiento  ó  proyección  hacia  atrás  es  qui- 
zás todavía  mayor,  y  colocado  el  hueso  con  el  cuerpo  en  posición 
vertical  el  cóndilo  interno  también  desciende  un  poco  más  abajo 
que  el  externo.  De  esto  se  deduce  que  en  Tetraprothomo  ambos 
fémures  eran  convergentes  hacia  abajo  y  hacia  adentro  como  en  el 
hombre  y  que  por  consiguiente  era  de  posición  erecta  perfecta.  En 
los  monos  que  más  se  parecen  al  hombre,  como  el  Chimpancé, 
Gorila,  etc.,  ambos  fémures  son  completamente  paralelos,  y  en 
otros  monos  son  más  bien  divergentes. 

Sobre  la  superficie  lateral  interna  del  cóndilo  interno  del  fémur 
del  Tetraprothomo,  se  ve  una  gran  impresión  de  contorno  subcir- 
cular  y  de  fondo  cóncavo  (¿c,  fig.  9),  limitada  adelante  por  una 
cresta  que  es  la  parte  culminante  de  la  tuberosidad  interna  del 
cóndilo ;  adelante  de  esta  cresta  la  superficie  de  la  tuberosidad  des- 
ciende en  declive  hasta  la  cresta  rotular  interna  y  presenta  nume- 
rosas perforaciones  vasculares.  La  impresión  cóncava  x  colocada 
detrás  de  la  cresta  de  la  tuberosidad  es  la  que  sirve  de  inserción  al 
ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla.  En  el  fémur  humano,  la 
impresión  para  el  ligamento  interno  (a?,  fig.  10)  es  superficial  y  las 
más  de  las  veces  se  encuentra  en  la  parte  levantada  y  en  declive 
hacia  atrás  de  la  tuberosidad  interna,  aunque  se  presentan  casos 
en  que  la  inserción  del  ligamento  se  efectúa  en  una  impresión  cón- 
cava parecida  á  la  del  fémur  del  Tetraprothomo.  De  cualquier 
modo,  del  tamaño  de  la  impresión  y  de  la  cresta  que  la  limita  se 
deduce  que  el  ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla  era  conside- 
rablemente más  fuerte  en  Tetraprothomo  que  en  Homo.  En  cuanto 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPEOTHOMO  ARGENTINUS.    121 

á  la  tuberosidad  que  en  el  fémur  humano  se  levanta  formando  una 
fuerte  convexidad  de  superficie  muy  rugosa,  en  Tetraprothomo  es 
más  deprimida  y  la  parte  más  saliente  está  constituida  por  la  cres- 
ta en  arco  de  circulo  que  limita  adelante  la  impresión  ligamentaria; 
esta  impresión  del  fémur  del  Tetraprothomo^  tanto  por  su  posición, 
como  por  su  tamaño  y  profundidad,  es  casi  completamente  idén- 
tica á  la  del  fémur  del  HomunciUus  (x,  fig.  11).  En  la  mayor  parte 
de  los  monos  del  antiguo  continente  la  misma  impresión  ligamen- 
taria es  un  poco  cóncava  (x,  fig.  12),  constituyendo  uua  especie 
de  transición  entre  la  conformación  propia  del  Homunculus  y  del 
Tetraprothomo  de  un  lado,  y  la  de  Homo  del  otro. 

En  Tetraprothomo  la  gran  extensión  de  esta  impresión,  su  fondo 
cóncavo,  y  las  fuertes  rugosidades  que  presenta,  indican  un  liga- 
mento de  un  desarrollo  enorme.  No  conozco  ningún  mamífero  que 
en  proporción  del  tamaño  tenga  ó  haya  tenido  un  ligamento  inter- 
no de  la  rodilla  tan  fuerte  como  el  del  Tetraprothomo;  este  gran 
desarrollo  del  mencionado  ligamento  estaba  sin  duda  en  relación 
con  la  posición  erecta,  entonces  de  adquisición  reciente,  y  en  co- 
rrelación con  el  mayor  desarrollo  del  cóndilo  interno,  su  inversión 
hacia  adentro  y  sobre  todo  con  la  oblicuidad  inferior  del  fémur 
hacia  adentro,  posición  que  en  su  origen  sólo  podía  conservarse 
merced  á  un  poderoso  ligamento  interno  que  impidiera  la  desvia- 
ción ó  luxación  hacia  afuera  de  la  rodilla. 

En  Tetraprothomo,  inmediatamente  encima  de  esta  impresión 
ligamentaria  y  separada  de  ella  por  una  cresta  ósea,  hay  otra  im- 
presión cóncava  (t,  figs.  1  y  9),  alargada  de  arriba  hacia  abajo, 
colocada  sobre  el  mismo  borde  interno  posterior  del  hueso,  vuelta 
hacia  atrás  y  limitada  hacia  adelante  por  una  fuerte  cresta  en  arco 
de  círculo;  en  esta  impresión  y  en  la  cresta  correspondiente  toma* 
ba  impresión  el  gemelo  interno.  En  el  fémur  humano  (i,  figs.  2  y 
10),  esta  impresión  es  más  superficial,  poco  acentuada,  colocada 
casi  encima  del  cóndilo  y  completamente  vuelta  hacia  atrás  sin  la 
fuerte  cresta  que  la  limita  en  el  género  extinguido.  De  esta  confor- 
mación se  deduce  que  proporcionalmente  el  gemelo  interno  era 
considerablemente  más  fuerte  en  Tetraprothomo  que  en  Homo.  En 
Homunculus  la  impresión  para  el  gemelo  interno  (í,  fig.  3),  tiene 
una  forma  alargada  como  en  Tetraprothomo,  pero  es  menos  pro- 
funda, colocada  más  sobre  la  cara  posterior  y  con  la  cresta  en 
arco  de  círculo  que  la  limita  hacia  adelante  menos  acentuada.  En 
la  mayor  parte  de  los  monos  esta  superficie  de  impresión  muscular 
no  forma  concavidad,  reduciéndose  á  una  área  rugosa,  á  veces  muy 
Aval.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8',  t.  ix.  Septiembre  11,  1907.  9 


122  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

poco  definida,  como  qae  todos,  sin  excepción  tienen  un  gemelo  in* 
terno  menos  desarrollado  que  en  el  hombre  y  en  el  Tetraprothomo. 

La  fuerte  cresta  rugosa  que  en  el  fémur  del  Tetraprothomo  li- 
mita hacia  adelante  la  impresión  del  gemelo  interno  está  en  rela^ 
ción  con  el  desarrollo  de  un  sesamoideo  (fabela  interna)  en  el 
tendón  del  mencionado  músculo,  hueso  que  alcanzaba  un  desarro* 
lio  considerable;  esto  se  deduce  no  sólo  de  lo  elevado  de  la  cresta 
y  délas  fuertes  rugosidades  que  la  acompañan,  sino  también  por 
la  superficie  de  apoyo  plana  y  de  extensión  considerable  que  el 
mencionado  hueso  ha  dejado  en  la  parte  superior  del  cóndilo  in* 
temo.  Este  sesamoideo  suele  también  encontrarse  en  el  fémur 
humano,  pero  más  pequeño  y  generalmente  no  deja  sobre  el  hueso 
vestigios  de  su  existencia.  Sin  embargo,  hay  casos,  en  que  deja 
sobre  el  cóndilo  una  impresión  más  ó  menos  plana.  Se  deduce  de 
esto,  que  en  el  hombre  la  fabela  interna  está  en  vía  de  desapari- 
ción, pues  en  los  primates  su  existencia  es  muy  común.  En  Ho^ 
muncultis  era  muy  desarrollada  y  determinó  la  formación  de  una 
cresta  parecida  ó  casi  idéntica  á  la  de  Tetraprothomo, 

Algo  más  arriba  de  la  impresión  del  gemelo  interno  y  colocados 
sobre  la  rama  interna  de  la  bifurcación  de  la  línea  áspera,  hay  dos 
pequeños  tubérculos  de  los  cuales,  el  que  se  encuentra  más  arriba 
(ti,  fig.  1)  es  de  tamaño  mucho  mayor;  corresponden  al  tubérculo 
único  del  fémur  humano  (¿t,  fig.  2),  que  se  encuentra  en  la  misma 
posición^  algo  más  extendido  pero  proporcionalmente  más  bajo, 
y  sirve  de  inserción  al  músculo  tercer  aductor.  Este  tubérculo  no 
existe  en  el  Homiincultis  ni  en  la  mayor  parte  de  los  monos  del 
antiguo  continente. 

En  el  fémur  del  Tetraprothomo^  en  relación  á  la  línea  longitu- 
dinal mediana  del  cuerpo  del  hueso,  el  cóndilo  externo  no  está 
colosado  tan  hacia  afuera  como  en  el  hombre.  La  tuberosidad 
externa  tampoco  es  tan  prominente,  pero  es  igualmente  muy  ru- 
gosa y  seguida  hacia  adelante  de  numerosas  perforaciones  vas- 
culares. Por  su  desarrollo  y  elevación,  la  tuberosidad  externa  ea 
intermediaria  entre  la  del  hombre  y  la  de  los  monos. 

Lo  que  es  notable,  es  la  disposición  absolutamente  idéntica  de 
las  impresiones  ligamentarias  y  tendinosas  de  la  cara  externa  del 
cóndilo  externo  en  el  Tetraprothomo,  en  Homuncidus  y  en  Homo, 
como  lo  demuestran  las  figuras  13, 14  y  16.  En  Tetraprothomo^  la 
impresión  inferior  destinada  al  ligamento  poplíteo  (o,  fig.  13)^ 
empieza  en  el  borde  inferior  por  una  impresión  cóncava  irregular- 
mente elíptica  que  se  prolonga  oblicuamente  hacia  arriba  y  hacia 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    123 


Fig.  14.  Homo  sapiens  L.  Fémur  iz- 
quierdo, visto  por  el  lado  extemo, 
reducido  á  un  tercio  del  tamaño  vaím.- 
ral,ár¿,  gran  trocánter;  /,  trocánter  me- 
nor. Las  demás  letras  como  en  la 
figura  precedente. 


f^.  18.  Teiraprolhomo  argerUinus  Amgh.  Fémur^izquierdo  visto  por  el  lado  extemo,  en  ta- 
^0  natural,  ¿r,  tuberosidad  inferior  externa  del  gran  trocánter,  /*,  impresión  de  la  parto  su- 
f^rior  del  vasto  extemo;  g,  linea  antero-inferior  de  inserciones  del  vasto  extemo;  ¿¿,  trocánter 
^^^^nao]  re,  rama  inferior  externa  de  la  linea  áspera;  te^  tubérculo  supercondilar  extemo;  «, 
^<^  del  ligamento  sésamo-femoral;  a,  impresión  para  una  parte  del  gemelo  extemo;  «,  impre- 
sos del  ligamento  lateral  extemo  de  la  rodilla;  o,  impresión  del  ligamento  poplíteo. 


124  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

atrás  constituyendo  una  gotera  profunda  absolutamente  igual  á 
la  que  se  observa  en  Homunculus  (o,  fig.  16),  mientras  que  en  el 
hombre  es  más  ó  menos  plana  (o,  fig.  14),  aunque  hay  muchos  ca- 
sos en  que  también  es  cóncava  y  profunda.  La  posición  es  idén- 
tica en  los  tres  géneros.  En  la  mayor  parte  de  los  monos  del  anti- 
guo continente,  la  posición  se  conserva  idéntica,  pero  la  superficie 
de  inserción  es  un  poco  cóncava  aunque  no  tanto  como  en  Tetra- 
proihomo  y  Homunculus. 

En  el  fémur  del  Tetraprothomo,  la  impresión  que  se  ve  inmedia- 
tamente más  arriba  (e,  fig.  13)  de  contorno  subcircular  ó  elíptico 
y  de  fondo  cóncavo,  es  la  destinada  á  la  inserción  del  ligamento 
lateral  externo  de  la  rodilla,  y  se  conoce  era  menos  desarrollado 
que  el  interno. 

La  posición  de  esta  impresión  es  la  misma  que  en  Homunculus 
(ej  fig.  16)  y  en  la  generalidad  de  los  monos.  En  el  hombre  (e,  fi- 
gura 14),  la  impresión  en  cuestión  está  colocada  en  la  parte  más 
convexa  de  la  tuberosidad  y  es  superficial,  sin  formar  concavidad; 
sin  embargo,  es  frecuente  el  caso  en  que  también  en  el  fémur  hu- 
mano tenga  un  contorno  subcircular  y  una  superficie  cóncava, 
como  el  ejemplar  que  representa  la  figura  14;  esta  conformación 
en  el  fémur  humano  es  pues  una  reversión  atávica  hacia  el  Tetra- 
prothomo. 

La  tercera  impresión  de  la  tuberosidad  externa  del  fémur  del 
Tetraprothomo  (a,  fig.  13)  colocada  encima  de  la  del  ligamento 
lateral  y  que  avanza  un  poco  más  hacia  atrás  que  esta  última,  es 
la  destinada  á  la  inserción  del  ligamento  del  músculo  gemelo  ex- 
terno, y  ocupa  la  misma  posición  absoluta  y  relativa  que  en  el  fé- 
mur humano  (a,  fig.  14)  teniendo  también  la  misma  forma  subcir- 
cular y  la  superficie  igualmente  cóncava.  En  el  Homunculus  se 
encuentra  colocada  un  poco  más  arriba  (a,  fig.  16)  en  el  mismo 
ángulo  que  forma  el  borde  externo -posterior  del  cuerpo  del  hueso 
con  la  parte  superior  externa  del  cóndilo;  además  es  de  mayor 
profundidad  y  presenta  en  su  borde  posterior  una  especie  de  pro- 
minencia ó  apófisis  que  está  en  relación  con  un  pequeño  hueso 
sesamoideo  (fabela  externa)  que  se  desarrolla  en  el  ligamento  del 
gemelo  externo,  pero  á  veces  en  el  plantar  delgado ;  este  sesa- 
moideo era  muy  fuerte  y  se  apoyaba  sobre  la  parte  superior  del 
cóndilo  en  el  que  ha  dejado  una  impresión  de  superficie  plana 
muy  fácil  de  reconocer.  La  presencia  de  este  sesamoideo  parece 
constante  en  todos  los  primates.  Ha  existido  igualmente  en  el  Te- 
traprothomo    y  muy  desarrollado,  pues  en  la  parte  superior   del 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    126 

cóndilo  ha  dejado  una  superficie  de  apoyo  plana  y  de  extensión 
relativamente  considerable.  La  presencia  de  este  sesamoideo  es 
también  casi  constante  en  el  fémur  de  Homo,  pero  es  de  tamaño 
relativamente  más  pequeño  y  no  se  encuentra  tan  en  contacto  con 
el  hueso,  de  manera  que  generalmente  no  deja  sobre  el  cóndilo  ó 
en  la  región  que  le  sigue  hacia  arriba  trazas  visibles  de  su  exis- 
tencia. Parece  que  en  el  hombre  este  hueso  se  encuentra  en  vía 
de  reducción  progresiva,  de  modo  que  concluirá  por  desaparecer, 
como  ha  ya  casi  desaparecido  el  del  lado  interno,  á  lo  menos  como 
carácter  constante;  la  prueba  de  que  esta  es  la  tendencia  evolu- 
tiva la  tenemos  en  el  hecho  de  que  á  menudo  no  hay  vestigios 
del  sesamoideo  externo  en  cuestión.  En  el  hombre,  las  fabelas  son 
pues  restos  atávicos  de  una  disposición  propia  de  sus  antecesores 
(TetraprothomOy  etc.,),  que  no  teniendo  ya  rol  alguno  que  desem- 
peñar han  entrado  en  la  vía  regresiva  de  la  desaparición. 

En  algunos  primates,  el  mayor  desarrollo  de  estos  sesamoideos 
ha  dado  lugar  á  la  formación  de  un  pequeño  ligamento  que  los 
unía  á  la  parte  superior  del  cóndilo  correspondiente,  provocando 
la  formación  de  una  pequeña  apófisis  ósea  supercondilar,  como  las 
que  se  ven  en  ambos  cóndilos  del  fémur  de  Cercopithectis  represen- 
tado en  la  figura  4,  en  donde  están  indicadas  con  la  letra  e.  Ya  he 
mencionado  la  existencia  de  una  apófisis  parecida  sobre  el  cóndilo 
externo  del  fémur  del  Homunculus,  y  suele  á  veces  presentarse  en 
el  fémur  del  hombre,  generalmente  sobre  el  cóndilo  extemo,  y 
raramente  sobre  el  interno.  Esta  apófisis  supercondilar  se  en- 
cuentra excesivamente  desarrollada  sobre  el  cóndilo  externo  del 
fémur  del  Piihecanthropus,  habiendo  llamado  la  atención  de  varios 
anatomistas  que  no  han  atinado  con  su  significado;  prueba  única- 
mente un  gran  desarrollo  del  gemelo  externo  y  la  presencia  de  una 
fabela  externa  de  gran  tamaño,  unida  á  la  parte  superior  del  cón- 
dilo por  un  fuerte  ligamento. 

Una  de  las  grandes  particularidades  de  esta  región  del  fémur 
del  Tetraprothomo  es  la  gran  excavación  semilunar,  profunda  y 
excesivamente  rugosa  («,  figs.  1  y  13)  que  presenta  adelante  de  la 
parte  superior  del  cóndilo  externo  en  el  ángulo  que  forma  con  el 
borde  posterior  de  la  cara  externa  del  hueso.  Esta  cavidad  liga- 
mentaría  como  carácter  constante  no  se  encuentra  en  ninguno  de 
los  primates  que  me  son  conocidos,  pero  la  he  observado  en  dis- 
tintos mamíferos  de  otros  órdenes,  particularmente  roedores  y 
carniceros,  y  es  un  carácter  constante  de  todos  los  representantes 
de  la  familia  de  los  Felidae,  en  los  que  generalmente  adquiere  un 


126  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

tamaño  considerable.  Esta  cayidad  es  producida  por  la  formación 
de  un  gran  hueso  sesamoideo  (sesamoídeo  lateral  de  la  rodilla)  que 
se  desarrolla  en  el  tendón  del  músculo  poplíteo,  sirviendo  de  in- 
serción en  su  superficie  póstero -externa  á  fibras  carnosas  del 
músculo  poplíteo,  mientras  que  por  el  lado  opuesto  sirve  de  in- 
serción á  un  fuerte  ligamento  sésamo-femoral  que  se  inserta  en  el 
fémur  en  el  fondo  rugoso  de  la  cavidad  en  cuestión. 

A  pesar  de  todos  los  caracteres  humanos  que  muestra  el  fémur 
del  TetraprothomOj  la  presencia  de  este  gran  sesamoideo  lateral 
hubiera  sido  causa  suficiente  para  dudar  de  que  perteneciera  á  un 
primate,  si  no  fuera  la  circunstancia  de  que  suele  á  veces  obser- 
varse en  los  antropomorfos,  especialmente  en  el  orangután,  y 
sobre  todo,  que,  si  bien  muy  raramente,  se  encuentra  á  veces  tam- 
bién en  el  hombre.  Con  el  descubrimiento  del  Tetraprothomo  se 
explica  ahora  la  aparición  de  este  hueso  en  el  hombre  y  en  los  an- 
tropomorfos; se  trata  de  la  reaparición  atávica  de  un  carácter  que 
era  propio  de  los  antecesores  más  inmediatos. 

De  esta  conformación  no  hay  vestigios  en  el  Homunculus;  es 
pues  un  carácter  aparecido  en  sus  sucesores,  que  adquirió  su  ma- 
yor desarrollo  en  Tetraprothomo  y  sus  más  próximos  aliados  que 
todavía  permanecen  desconocidos,  para  desaparecer  luego  gra- 
dualmente en  sus  sucesores,  reapareciendo  raramente  en  el  hom- 
bre y  en  los  antropomorfos  como  regresión  atávica. 

En  Tetraprothomo,  el  borde  anterior  de  la  cavidad  para  el  liga- 
mento sésamo-femoral  se  prolonga  hacia  arriba  en  forma  de  una 
cresta  rugosa  que  termina  en  un  tubérculo  supercondilar  de  un 
desarrollo  extraordinario  (te,  fig.  1).  En  el  hombre,  este  tubérculo 
ó  es  muy  pequeño,  ó  está  reemplazado  por  una  simple  rugosidad, 
pero  hay  casos  en  que  adquiere  un  desarrollo  tan  considerable 
como  en  letraprothomo;  se  trata  pues,  como  en  el  caso  precedente 
de  una  regresión  atávica.  En  este  tubérculo  toma  inserción  el 
tendón  medio  superior  del  gemelo  externo:  ahora,  el  gran  desa- 
rrollo de  este  tubérculo  y  las  rugosidades  que  lo  acompañan  hasta 
la  impresión  ligamentaria  correspondiente  de  la  tuberosidad  ex- 
terna (a,  ¡fig.  13),  indican  un  gran  desarrollo  del  mencionado 
músculo.  Ya  se  ha  visto  más  adelante,  que  el  gemelo  interno  era 
igualmente  muy  desarrollado. 

Este  gran  desarrollo  de  los  gemelos  ó  gastrocnémicos  es  suma- 
mente importante,  pues  en  la  marcha  bípeda,  desempeñan  un  rol 
preponderante,  y  es  por  eso  que  presentan  un  mayor  desarrollo 
en  el  hombre  que  en  cualquier  otro  mamífero,  sin   excluir  los  an- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  ABGENTINUS.    127 

tropomorfos.     Es  el  gran  desarrollo   de  los  gemelos  y  del  soleo 
que  producen  ese  engrosamíento  de  la  pierna  que  se  designa  con 


i 


\.tt. 


Í\\W 


■^^^ 


\<^: 


^ig.  15.  Homunculus  pcUagonicua 
^mgh.  Fémur  derecho,  visto  por  el 
^0  extemo  en  tamaño  natural. 


Fig.  16.  Cercopithecus  acíbaeua  L. 
Fémur  izquierdo,  visto  por  el  lado 
extemo,  en  tamaño  natural,  gl^  rama 
superior  externa  de  la  línea  áspera. 


©1  nombre  de  pantorrillas,  y  que  bajo  esta  forma,  en  la  naturaleza 
actual  son  exclusivas  del  hombre.  Puesto  que  el  Tetraprothomo 
poseía  los  músculos  gemelos  tan  desarrollados  como  en  el  hombre, 


128  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

debía  poseer  «verdaderas  pantorrillas»  y  por  consiguiente  una 
marcha  bípeda  y  posición  erecta. 

En  el  TetraprothomOj  el  gran  desarrollo  del  sesamoideo  y  de  las 
fabelas,  está  en  relación  con  el  gran  desarrollo  de  todas  las  inser- 
ciones musculares  y  tendinosas  de  esta  región  del  fémur,  las  que 
á  su  vez  están  en  correlación  con  la  mayor  corpulencia  relativa  y 
también  con  el  mayor  esfuerzo  que  en  tales  condiciones  exigía  la 
marcha  bípeda.  En  el  hombre,  la  desaparición  de  los  sesamoi- 
deos,  todavía  no  completa  en  lo  que  se  refiere  á  las  fabelas,  y  el 
menor  desarrollo  de  las  inserciones  de  los  músculus  gemelos,  del 
ligamento  poplíteo  y  del  ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla, 
están  en  relación  con  un  cuerpo  menos  pesado  y  más  esbelto,  y 
en  correlación  con  un  mayor  desarrollo  de  la  línea  áspera  y  de  los 
músculos  que  en  ella  se  insertan  que  alivian  á  los  inferiores  de  una 
parte  del  trabajo  que  antes  soportaban. 

Pasando  á  la  cara  inferior  de  la  extremidad  distal  del  fémur  del 
Tetraprothomo,  nos  encontramos  con  la  fosa  intercondiloidea  que 
no  parece  presentar  diferencias  con  la  del  fémur  humano,  ni  en  el 
tamaño  relativo  ni  en  la  disposición,  ó  son  insignificantes  y  sin 
importancia  si  se  toman  en  cuenta  las  diferencias  que  presenta  en 
el  hombre,  según  las  razas  ó  las  variedades  individuales.  En  la 
cara  inferior  de  la  extremidad  distal  del  fémur  del  Tetraprothomo 
(fig.  17)  las  superficies  rotular  r  y  condilares  ce  ct,  forman  un 
campo  que  se  enangosta  de  atrás  hacia  adelante  en  una  forma 
considerablemente  más  acentuada  que  en  el  fémur  humano  (fig. 
18).  Esta  diferencia  se  debe  á  que  en  Tetraprothomo  la  superficie 
rotular  r  es  más  angosta  y  los  cóndilos  se  extienden  considerable- 
mente más  hacia  atrás,  de  donde  resulta  que  el  campo  rótulo-con- 
dilar  es  de  mayor  diámetro  ántero-posterior  que  transverso,  mien- 
tras que  en  el  fémur  humano  el  mencionado  campo  es  de  mayor 
diámetro  transverso  que  ántero-posterior. 

En  el  fémur  humano  (fig.  18),  la  superficie  rotular  r,  se  encuen- 
tra separada  de  las  superficies  condilares  por  dos  depresiones 
transversales  re,  rí,  bastante  anchas  pero  poco  profundas;  son  las 
«ranuras  transversales»  que  sin  embargo  no  interrumpen  la  conti- 
nuación de  las  aristas  que  limitan  lateralmente  la  troclea  rotular, 
pues  se  transforman  gradualmente  sin  solución  de  continuidad,  la 
arista  rotular  interna  en  la  arista  que  constituye  el  borde  lateral  é 
inferior  del  cóndilo  interno,  y  la  arista  rotular  externa  en  la  arista 
que  constituye  el  borde  lateral  é  inferior  externo  del  cóndilo  ex- 
terno. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    129 


Las  ranuras  transversales  no  las  he  observado  en  ninguno  de  los 
mamíferos  que  he  tenido  la  oportunidad  de  examinar,  ni  aun  entre 


Fig.  17.  Tetraprothomo  argentinuít 
Amgh.  Vista  de  la  cara  inferior  de  la 
extremidad  distal  del  fémur,  en  tama- 
ño natural,  ce,  cóndilo  externo;  df 
cóndilo  interno ;  r,  troclea  rotular;  ri, 
ranura  transversal  interna;  re,  ranura 
transTersal  extema;  i¿,  faceta  de  apoyo 
sobre  la  eminencia  intercondilar  de  la 
tibia. 


Fig.  18.  Homo  sapiens  L.  Vista  de 
la  cara  inferior  de  la  extremidad  dis- 
tal del  fémur,  reducida  á  una  mitad 
del  tamaño  natural.  Mismas  letras 
que  en  la  figura  precedente. 


los  primatos,  con  excepción  de  los  antropomorfos  y  es  indudable 
que  están  relacionadas  con  la  posición  bípeda  y  más  ó  menos  erecta. 
Es,  pues,  importante  la  existencia  de  las  ranuras  transversales 
re,  ri  en  el  fémur  de  Tetraprothomo  (fig.  17),  en  el  cual  no  sólo 
separan  el  campo  rotular  de  los  campos  condilares  sino  que  inte- 


Fig.  19.  Uomunevlus  pcUagonictis 
Amgh.  Vista  de  la  cara  inferior  de 
la  extremidad  distal  del  fémur,  en 
tamaño  natural. 


Fig.  20.  Cercopithecus  sahaeiis  L. 
Vista  de  la  cara  inferior  de  la  extre- 
midad distal,  en  tamaño  natural. 


rrumpen  también  las  aristas  que  limitan  lateralmente  la  superficie 
rotular,  de  las  que  más  abajo  y  más  adelante  limitan  el  campo 
del  cóndilo  interno  hacia  adentro,  y  del  cóndilo  externo  hacia 
afuera,  —  otra  prueba  de  que  el  Tetraprothomo  era  bípedo. 

En  HomunculuH  (fig.  19)  como  en  los  monos  recientes  (fig.  20), 
no  sólo  no  hay  vestigios  de  las  ranuras  transversales,  sino  que 


130  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

tampoco  hay  interrupción  entre  las  aristas  que  limitan  lateralmen- 
te la  superficie  rotular,  las  cuales  se  continúan  hacia  abajo  y  hacia 
atrás  con  las  que  limitan  los  cóndilos,  de  donde  resulta  que  no  se 
puede  distinguir  una  línea  de  demarcación  entre  el  campo  rotular 
y  los  campos  condilares. 

Entre  Homo  y  Tetraproíhomo  hay  sin  embargo,  algunas  diferen- 
cias notables.  En  el  fémur  de  Tetraproíhomo ^  los  campos  de  los 
cóndilos  son  bastante  convexos  y  se  enangostan  notablemente 
hacia  atrás,  mientras  que  en  el  de  Homo  son  casi  planos  y  de  ancho 
casi  igual  adelante  y  atrás,  lo  que  da  á  la  cara  inferior  del  hueso  un 
aspecto  aparentemente  muy  distinto. 

Es  claro  que,  el  mayor  aplastamiento  del  campo  inferior  de  los 
cóndilos  y  su  enanchamiento  posterior,  en  el  fémur  de  Homo  son 
el  resultado  de  la  posición  erecta;  pero  es  también  evidente  que  el 
hombre  no  ha  adquirido  esos  caracteres  de  un  modo  repentino,  sino 
paulatinamente  como  el  resultado  de  una  causa  que  ha  estado  ac- 
tuando en  la  misma  dirección  durante  un  largo  espacio  de  tiempo, 
y  es  natural  suponer  que  este  aplastamiento  y  enanchamiento  de 
los  campos  condilares  siguen  todavía  en  aumento  en  la  actualidad. 

Puede  decirse  que  en  Tetraprothomo  esos  caracteres  están  en  el 
principio  de  su  formación.  Esto  se  demuestra  por  la  considerable 
extensión  de  los  campos  condilares  en  dirección  antero-posteríor, 
como  también  por  la  pequenez  relativa  de  las  ranuras  transversa- 
les y  la  interrupción  brusca  de  las  aristas  que  limitan  lateralmente 
la  troclea  rotular.  A  estos  caracteres  se  agrega  la  existencia  en  el 
campo  condilar  del  cóndilo  interno  en  la  región  que  limita  la  fosa 
intercondiloidea,  de  una  superficie  ancha  y  plana  u  ffig.  17),  muy 
distinta,  algo  en  declive  hacia  abajo  y  hacia  adentro,  que  es  el 
resultado  de  la  presión  del  fémur  sobre  la  eminencia  intercondiloi- 
dea de  la  tibia  debido  á  la  adquisición  de  la  posición  erecta.  Esa 
superficie  representa  el  principio  del  aplastamiento  de  los  campos 
condilares  del  fémur  humano. 

Esta  región,  en  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  es  sumamente 
interesante.  El  aplastamiento  de  los  campos  condilares  es  poco 
acentuado,  de  las  ranuras  transversales  hay  vestigios  poco  visibles, 
y  los  cóndilos  se  enangostan  hacia  atrás  en  un  grado  casi  tan  acen- 
tuado como  en  Tetraprothomo.  Es  evidentemente  una  forma  ó  más 
bien  dicho  un  estadio  intermediario  entre  el  de  Homo  sapiens  y  el 
de  Tetraprothomo,  pero  todavía  más  cerca  de  éste  que  de  aquél. 

La  troclea  rotular  es  la  parte  en  la  cual  quizás  el  fémur  del  Te- 
traprothomo se  aleja  más  del  mismo  hueso  del  hombre.  Se  dif  eren- 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPBOTHOMO  ABGENTINÜS.    131 

cía  en  que  es  más  extendida  de  arriba  hacia  abajo,  más  arqueada 
en  la  misma  dirección  y  de  forma  más  simétrica.  Las  crestas  late- 
rales qae  limitan  la  troclea  son  más  prominentes  y  más  agudas, 
carácter  que  las  distingue  de  las  mismas  crestas  del  fémur  de  Homo. 
En  éste  las  crestas  son  mucho  más  obtusas  de  modo  que  su  espacio 
troclear  describe  una  pequeña  curva  convexa  en  dirección  trans- 
versal, siendo  además  la  cresta  extema  más  saliente  que  la  interna 
y  más  prolongada  hacia  arriba. 

En  conjunto,  la  troclea  rotular  del  fémur  del  Tetraprothomo 
se  extiende  más  de  arriba  hacia  abajo  que  transversalmente,  es 
decir  que  es  más  alta  que  ancha,  inversamente  de  lo  que  sucede  en 
el  hombre  en  el  cual  es  notablemente  más  ancha  que  alta,  al  mismo 
tiempo  que  la  cresta  extema  es  mayor  y  más  prominente  que  la 
interna,  y  que  el  borde  superior  de  la  troclea  describe  una  línea 
oblicua  que  va  del  lado  externo  hacia  el  lado  interno  descendiendo 
gradualmente  hacia  abajo.  Como  consecuencia  de  esta  conforma- 
ción, la  troclea  rotular  del  fémur  humano  es  en  su  lado  interno 
considerablemente  más  baja  que  en  el  externo,  de  donde  resulta 
que  el  campo  rotular  aparece  como  colocado  en  dirección  oblí- 
cna  al  eje  longitudinal  del  cuerpo  del  hueso.  Esta  es  quizás  la 
mayor  diferencia  aparente  entre  el  fémur  de  Homo  y  el  de  Tetra- 
prothomo. 

No  debe  sin  embargo  atribuirse  á  la  mencionada  diferencia  más 
que  un  valor  relativo.  Esta  oblicuidad  de  la  troclea  rotular  es  debi- 
da á  la  oblicuidad  de  los  fémures  del  hombre  que  de  arriba  hacia 
abajo  se  inclinan  y  convergen  hacia  adentro  de  manera  que  el  ten- 
dón extensor  del  muslo  se  mueve  en  la  misma  dirección;  como  la 
rótula  se  halla  envuelta  en  el  mencionado  tendón,  en  vez  de  mo- 
verse en  dirección  perfectamente  vertical,  tiene  que  moverse  en 
dirección  algo  oblicua,  y  es  este  movimiento  oblicuo  continuado 
en  la  misma  dirección  durante  un  largo  espacio  de  tiempo  que  ha 
producido  el  enanchamiento  transversal  de  la  troclea  rotular  y  su 
oblicuidad  hacia  adentro.  Es  este  un  carácter  exclusivamente  hu- 
mano, que  ha  resultado  de  la  marcha  bípeda  en  posición  erecta. 

Hay  otros  mamíferos  en  los  cuales  la  troclea  rotular  es  igual- 
mente baja  y  muy  ancha,  como  por  ejemplo,  los  osos;  en  algunos 
es  considerablemente  más  ancha  que  alta,  como  por  ejemplo  el 
PhascolomySy  y  en  ambos  casos  oblicua.  Pero,  en  estos  casos,  la 
oblicuidad  es  en  dirección  inversa  á  la  que  se  observa  en  el  fémur 
humano,  es  decir  de  adentro  hacia  afuera,  y  corresponde  á  una  po- 
sición igualmente  inversa  de  los  fémures,  los  cuales  en  vez  de  con- 


132  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

verger  en  su  parte  inferior  hacia  la  linea  media  del  cuerpo  como 
en  el  hombre,  divergen  hacia  afuera.  En  estos,  el  enanchamiento 
y  oblicuidad  de  la  troclea  rotular  se  ha  producido  por  un  movi- 
miento del  tendón  extensor  del  muslo  y  de  la  rótula  en  dirección 
oblicua  inversa  á  la  del  hombre. 

En  los  mamíferos  cuyos  fémures  están  en  posición  más  ó  menos 
paralela,  el  tendón  extensor  del  muslo  y  la  rótula  se  mueven  de 
arriba  hacia  abajo  y  vice-versa,  sin  desviarse  ni  hacia  afuera,  ni 
hacia  adentro,  de  donde  resulta  que  presentan  una  troclea  rotular 
alta,  relativamente  angosta,  no  oblicua,  y  cuyo  eje  longitudinal 
coincide  con  el  del  cuerpo  del  hueso.  Es  á  este  último  tipo  al  que 
más  se  parece  la  troclea  rotular  del  TetraprothomOj  pero  esto  no 
quiere  decir  que  tuviera  los  fémures  paralelos,  puesto  que  ya  he- 
mos visto  que  varios  caracteres  prueban  que  eran  oblicuos  y  con- 
vergentes hacia  adentro. 

Lo  que  hay  es  que  en  Tetraprothomo  la  posición  bípeda  y  erecta 
era  un  carácter  de  adquisición  bastante  reciente,  que  aun  no  había 
actuado  durante  un  tiempo  suficientemente  largo  para  poder  mo- 
dificar la  forma  de  ésta  región  femoral ;  sin  embargo,  puede  cons- 
tatarse que  esta  transformación  ya  había  empezado.  La  troclea 
rotular  es  ya  más  baja,  más  ancha  y  menos  profunda  que  en  los 
mamíferos  que  tienen  los  fémures  paralelos,  y  la  cresta  externa  de 
la  troclea  es  bastante  más  larga  y  un  poco  más  prominente  que  la 
interna  constituyendo  así  el  principio  de  la  oblicuidad  característi- 
ca de  la  troclea  rotular  del  fémur  humano. 

En  el  fémur  del  Tetraprothomo ,  á  un  centímetro  arriba  déla  tro- 
clea rotular  hay  una  foseta  suprarotular  bastante  grande  (/>,  fig. 
21),  de  contorno  irregularmente  circular,  de  fondo  cóncavo  y  poco 
profunda,  que  da  á  esta  región  del  cuerpo  del  hueso  un  aspecto 
muy  particular. 

Igual  foseta  se  ve  en  el  fémur  del  Homuncidiis  (fs,  fig.  22),  pero 
colocada  proporcionalmente  un  poco  más  arriba,  siendo  además 
de  tamaño  más  reducido  y  más  profunda.  Sobre  otro  fémur  del 
eoceno  superior  de  Patagonia  que  atribuyo  al  género  Anthropops, 
existe  igual  foseta  pero  de  tamaño  mayor  y  colocada  algo  más 
abajo;  constituye  una  especie  de  transición  entre  la  conformación 
propia  del  Homimculusj  la  del  Tetraprothomo ^  de  manera  que  se 
conoce  que  este  último  ha  heredado  esa  conformación  de  sus  anti- 
guos antecesores  del  eoceno  superior. 

La  foseta  suprarotular  se  presenta  igualmente  en  muchos  monos 
del  antiguo  continente  (/s,  fig.  23),  pero  colocada  no  sólo  más  aba- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    133 


Fig.  22.  Homúnculos  patagonicus 
Amgh.  Fémur  derecho,  visto  de  ade- 
lante, en  tamaño  natural. 


Fíg.  21.  Tetraprothomo  argentinus  Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  de  adelant3  en  tamaño  natural. 


134  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

jo  qae  eu  los  monos  del  eoceno  superior,  sino  también  más  abajo 
que  en  el  Tetrapndhomo. 

En  el  fémur  de  HomOj  1^  f oseta  suprarotular  (/*«,  f ig.  24),  ha  des- 
cendido todavía  más  abajo,  hasta  colocarse  inmediatamente  encima 
del  borde  superior  de  la  troclea,  pero  ha  aumentado  en  extensión, 
y  disminuido  en  profundidad ;  además  ha  perdido  el  contorno  sub- 
circular  ó  elíptico  que  tenía  en  las  antiguas  formas,  para  tomar  un 
contomo  triangular.  Sin  embargo,  en  el  fémur  del  Hombre  de  Spy , 
es  más  profunda  y  de  un  contorno  triangular  menos  d^ínído. 

En  el  fémur  humano,  la  superficie  de  la  foseta  suprarotular  lle- 
va varias  perforaciones  vasculares  irregularmente  distribuidas  y 
algunas  de  tamaño  considerable.  Estas  perforaciones  no  existen 
en  la  superficie  de  la  foseta  suprarotular  del  Homuneulus.  En  Jos 
monos  del  antiguo  continente  provistos  de  foseta  suprarotular,  \9^ 
perforaciones  vasculares  existen  pero  son  d«  tamaño  excesivamen- 
te reducido.  En  la  superficie  de  la  foseta  suprarotular  del  fémur 
del  TetraprothomOj  no  sólo  existen  las  perforaciones  vasculares  si- 
no que  en  proporción  del  tamaño  del  hueso  son  casi  tan  grandes 
como  en  el  fémur  humano.  En  la  conformación  de  esta  región,  el 
Tetraprothomo  ocupa  evidentemente  una  posición  intermedia  entre 
el  hombre  y  los  monos.  Es  además  fácil  de  apercibirse  que  en.  Te- 
traprothomo esta  región  estaba  en  via  de  transformarse  en  una 
dirección  hacia  la  conformación  característica  del  hombre.  Las 
dos  crestas  que  limitan  lateralmente  la  troclea  rotular,  aunque  en 
una  forma  muy  atenuada,  se  prolongan  hacia  arriba  hasta  perderse 
en  los  bordes  laterales  de  la  foseta;  el  espacio  comprendido  entre 
esas  dos  líneas  constituye  un  plano  deprimido  con  numerosas  per- 
foraciones vasculares  que  se  extiende  desde  el  borde  inferior  de  la 
foseta  hasta  el  borde  superior  de  la  troclea  rotular.  Las  dos  líneas 
que  constituyen  el  prolongamiento  de  las  crestas  laterales  de  la 
troclea,  muestran  una  pequeña  convergencia  hacia  arriba,  que, 
acentuándose  un  poco  más,  ha  hecho  que  en  el  fémur  humano  se 
pongan  en  contacto  dando  así  á  la  foseta  el  contomo  triangular. 

Hasta  ahora,  sólo  me  he  ocupado  de  las  extremidades;  fáltame 
por  examinar  el  cuerpo  del  hueso,  en  el  cual  se  ven  numerosos 
caracteres  que  demuestran  de  un  modo  evidente  que  se  trata  de 
un  primato  de  posición  erecta. 

En  el  fémur  humano,  el  cuerpo  del  hueso  se  distingue  por  un 
conjunto  de  curvas  que  le  dan  un  aspecto  muy  característico. 

La  primera  es  la  curva  antero-posterior  que  da  al  fémur  una 
forma  arqueada  con  la  convexidad  hacia  adelante  y  la  concavidad 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    135 

hacía  atrás.  La  curva  cóncava  de  la  cara  posterior  va  sin  ninguna 
desviación  del  borde  superior  de  los  cóndilos  hasta  el  trocánter 
menor.  La  curva  convexa  de  la  cara  anterior  se  extiende  desde  el 


Fig.  28.  Cercopithecua  aabaeua  L.  Fé- 
mur izquierdo,  visto  de  adelante,  en 
tamaño  natural. 


1 


XÁ 


Fig.  24.  Homo  sapiens  L.  Fémur 
izquierdo,  visto  de  adelante,  reduci- 
do á  un  tercio  del  tamaño  natural. 


borde  superior  de  la  troclea  rotular  hasta  la  altura  de  la  parte 
inferior  del  trocánter  menor,  pero  acá  se  vuelve  un  poco  cóncava 


136  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

volviendo  á  levantarse  en  la  región  del  gran  trocánter,  de  donde 
resulta  que  en  el  tercio  superior  del  hueso  la  línea  curva  se  vuelve 
un  poco  sigmoide.  Esta  curva  sigmoide  de  la  cara  anterior  apa- 
rece muy  claramente  mirando  el  hueso  por  el  lado  externo  tal 
como  está  dibujado  en  la  figura  10. 

La  segunda,  es  la  curva  lateral  con  la  concavidad  al  lado  ex- 
temo y  la  convexidad  sobre  el  interno.  La  curva  cóncava  de  la 
cara  interna  es  generalmente  muy  pronunciada  en  los  dos  tercios 
inferiores,  pero  en  el  tercio  superior  se  invierte  tomando  igual- 
mente una  dirección  algo  sigmoide.  La  convexidad  interna  es 
generalmente  poco  pronunciada  y  sólo  aparente  en  la  parte  me- 
dia; en  el  tercio  inferior  la  expansión  del  cóndilo  interno  hacia 
adentro  determina  la  formación  de  una  línea  cóncava  poco  pro- 
nunciada, mientras  que  en  el  tercio  superior,  la  pequeña  inflexión 
del  borde  interno  hacia  adentro  para  unirse  con  el  cuello,  deter- 
mina igualmente  la  formación  de  una  línea  sigmoide  poco  acen- 
tuada. Estas  distintas  inflexiones  de  los  bordes  y  caras  laterales 
del  fémur  humano  están  muy  bien  indicadas  en  el  dibujo  adjunto 
copiado  de  las  obras  del  célebre  anatomista  Hartmann  (fig.  25),  y 
en  el  cual  he  indicado  las  líneas  convexas  con  una  c,  y  las  cónca- 
vas con  una  u. 

Las  diferentes  curvas  indicadas  pueden  encontrarse  separada- 
mente en  el  fémur  de  distintos  grupos  de  mamíferos,  pero  reuni- 
das, formando  el  conjunto  que  constituyen  en  el  fémur  humano, 
es  ó  era  hasta  ahora  un  carácter  propio  y  exclusivo  del  fémur  del 
género  Homo.  Esas  distintas  inflexiones  de  los  bordos  y  caras  del 
hueso,  pueden  presentar  diferentes  grados  de  desarrollo  según  las 
razas  y  las  variaciones  individuales,  pero  un  fémur  que  presente 
reunidas  el  conjunto  de  curvas  mencionadas  puede  asegurarse  que 
procede  de  un  primato  de  posición  erecta.  En  este  caso  se  encuentra 
el  fémur  del  TetraprothomOj^ues  presenta  reunidas  todas  las  distin- 
tas curvas  que  he  mencionado  en  el  fémur  humano;  esto  se  ve  muy 
bien  comparando  el  contorno  del  fémur  de  Tetraprothomo  represen- 
tado en  la  figura  26,  con  el  de  Homo  sapiens  de  la  figura  25.  Lo  que 
es  sobre  todo  sorprendente  y  digno  de  reflexión,  es  que  también  en 
este  caso,  los  caracteres  humanos  mencionados,  son  considerable- 
mente más  acentuados  en  el  fémur  del  Tetraprothomo  que  en  el 
de  Homo, 

Dejando  á  un  lado  los  primates,  los  mamíferos  que  presentan 
un  fémur  más  parecido  al  del  hombre,  son  algunos  carniceros. 
Muchos  años  hace  ya  que  Owen  había  llamado  la  atención   sobre 


AMEGHINO:  SOBBE  EL  TETRAPEOTHOMO  AEGENTINUS.    137 

el  parecido  superficial  del  femar  del  oso  con  el  fémur  humano. 
Otro  tanto  puede  decirse  del  fémur  de  los  felinos  del  que  acompa- 


U 


I  M 


Uli 


íM. 


4^0 


m 


Fig.  2&.  Homo  sapiens  L.  Fémur  iz- 
quierdo visto  de  adelante,  reducido  ¿ 
^  tercio  del  tamaño  natural  según 
flartmann.  c,  curvas  convexas;  t*  cur- 
"^as  cóncavas. 


Fig.  26.  Tetraprolhomo  argentinus^ 
Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  de 
adelante  reducido  ¿  dos  tercios  del 
tamaño  natural,  c,  curvas  convexas;  ti, 
curvas  cóncavas. 


Aval.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Septiembre  17, 1907. 


10 


138 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


m 


M 


ño  un  dibujo  (fig.  27);  comparándolo  con  los  precedentes,  es  fácil 
ver  que  en  los  felinos  como  igualmente  en  los  osos  y  en  los  demás 
carniceros,  el  cuerpo  del  fémur  es  perfectamente  derecho,  con  los 

dos  bordes  laterales  rectos  ó  casi  rec- 
tos, y  por  consiguiente  paralelos  ó  casi 
paralelos.  Esta  es  también  la  confor- 
mación del  Homunctilus  (f igs.  3,  7  y  22) 
y  de  la  mayor  parte  de  los  monos  infe- 
riores (figs.  4,  8).  Igual  conformación 
presenta  también  el  fémur  del  Pithe- 
canthroptiSy  á  lo  menos,  tanto  cuanto 
puedo  juzgar  por  los  dibujos. 

En  Tetraprothomo,  el  arqueamiento 
del  fémur  hacia  adelante  (fig.  9)  es  un 
poco  menos  acentuado  que  en  el  hom- 
bre (fig.  10),  pareciéndose  en  esto  al 
Homunculus  (fig.  11),  aunque  son  fre- 
cuentes los  fémures  humanos  cuyo  ar- 
queamiento no  es  mayor  que  el  del 
Tetraprothomo;  en  este  último  caso  se 
encuentra  también  el  fémur  del  IHihe- 
ca7tthropu8,  mientras  que  muchos  mo- 
nos del  antiguo  continente  tienen  el 
fémur  más  arqueado  que  el  de  Homo, 
Sin  embargo,  también  hubo  razas  de 
hombres  hoy  extinguidas,  que  tenían 
el  fémur  de  cuerpo  muy  arqueado.  En 
el  Hombre  de  Spy,  por  ejemplo,  este 
arqueamiento  era  enorme,  y  quizás  era 
todavía  mayor  en  el  Hombre  fósil  de 
Ovejero  (figs.  64  y  66).  Aunque  el  he- 
cho sea  muy  conocido,  bueno  es  recor- 
darlo acá:  el  fémur  humano  en  la  ju- 
ventud es  siempre  derecho  como  en 
el  Tetraprothomo^  y  recién  se  arquea 
avanzando  en  edad,  lo  que  demuestra 
se  trata  de  un  carácter  adquirido  en  época  relativamente  reciente. 
En  el  fémur  del  Tetraprothomo  (fig.  21),  la  cara  anterior  del 
cuerpo  del  hueso,  desde  el  borde  inferior  del  trocánter  menor  hasta 
la  f oseta  suprarotular  es  redondeada  ó  convexa  transversalmente, 
pero  la  línea  culminante  de  la  convexidad  no  forma  una  línea  rec- 


Fj'  .1. 


Fig.  27.  FelU  pardtu  L.  vis- 
to de  adelante,  reducido  á  una 
mitad  del  tamaño  natural. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRA.PROTHOMO  ARGENTINÜS.    139 

ta  como  en  la  generalidad  de  los  mamíferos;  sino  una  ligera  curva 
sigmoide  de  la  cual  me  ocuparé  al  tratar  de  la  torsión  del  cuerpo 
del  fémur.  Debajo  de  la  f oseta  suprarotular,  la  convexidad  trans- 
versal desaparece  para  dar  lugar  á  una  superficie  plana.  En  la 
extremidad  superior,  á  la  altura  del  trocánter  menor,  desaparece 
igualmente  la  forma  redondeada,  y  la  cara  anterior  se  vuelve  pla- 
na ó  deprimida  más  ó  menos  en  el  mismo  grado  que  en  el  Hom- 
bre de  Spy  7  en  el  de  Ovejero.  Este  aplastamiento  es  la  llamada 
platimería,  que,  en  los  casos  mencionados  se  encuentra  en  su  prin- 
cipio de  formación,  pero  que  en  el  hombre  de  los  últimos  tiem- 
pos de  la  época  cuaternaria,  en  el  de  la  época  de  la  piedra  pulida 
y  también  á  menudo  en  el  hombre  actual,  es  á  veces  tan  pronun- 
ciada, que  la  región  en  cuestión  en  vez  de  plana  se  presenta  como 
excavada. 

La  cara  externa  es  en  toda  su  longitud  más  redondeada  que  en 
el  fémur  del  hombre,  pero  presenta  un  notable  parecido  con  la 
del  fémur  del  Hombre  de  Spy  y  el  del  Hombre  fósil  de  Ovejero. 
La  gran  gotera  longitudinal  de  la  parte  media  del  fémur  humano 
en  la  que  se  inserta  una  parte  del  músculo  crural,  en  el  Tetrapro' 
thomo  recién  empezaba  á  diseñarse.  La  parte  superior  debajo  del 
gran  trocánter,  en  vez  de  presentar  una  superficie  ancha  y  plana 
como  en  el  hombre,  muestra  una  superficie  en  declive  de  adelante 
hacia  atrás  y  hacia  afuera,  terminando  en  un  borde  lateral  poste- 
rior angosto  ó  comprimido. 

La  cara  interna  no  presenta  diferencias  notables  con  la  parte 
correspondiente  del  fémur  humano,  menos  en  la  parte  superior  co- 
locada adelante  y  al  lado  interno  del  trocánter  menor  t  (fig.  28). 
En  este  punto  el  fémur  humano  muestra  un  borde  lateral  delgado, 
la  cresta  sustentacular  del  cuello  (fig.  61),  que  avanza  hacia  aden- 
tro dando  origen  á  una  fosa  (ftj  fig.  29)  que  lo  separa  del  trocánter 
menor  y  que  designo  con  el  nombre  de  c  fosa  entotrocanteriana». 
En  el  fémur  de  Tetraprothomo  el  borde  es  grueso  y  redondeado, 
no  avanza  hacia  adentro  de  modo  que  no  hay  vestigios  de  la 
cresta  sustentacular  del  cuello,  y  por  consiguiente  tampoco  hay 
vestigios  de  la  fosa  entotrocanteriana,  ft;  por  esta  conformación 
coincide  con  el  fémur  del  Hombre  de  Spy,  con  el  de  Ovejero  y  con 
el  de  los  monos  en  general. 

La  cara  posterior  es  de  muchísima  importancia  por  llevar  la 
línea  áspera  que  es  uno  de  los  caracteres  que  separan  el  fémur  del 
hombre,  del  fémur  de  todos  los  demás  mamíferos,  incluso  los  an- 
tropomorfos, y  que  está  en  correlación  con  la  posición  erecta. 


140 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


ífíi 


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'     i 


Fig.  29.  Homo  sapiens  L.  Fémur  be- 
quierdo,  visto  por  el  lado  interno, 
reducido  á  un  tercio  del  tamaño  natu- 
ral. 


Fig.  28.  Tetraprotkomo  argeiüinus  Amgh.  Fémur  izquierdo,  visto  por  el  lado  in- 
terno, en  tamaño  natural. 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETRAPEOTHOMO  ARGENTINÜS.    141 

En  el  fémur  del  hombre  (fig.  30)  la  linea  áspera  I,  está  formada 
por  dos  aristas  óseas  longitudinales  destinadas  á  inserciones  mus- 
culareSi  que  se  aproximan  hasta  dar  origen  á  una  cresta  ósea  de  6  á 
8  mm.  de  ancho,  de  alto  muy  variable  y  de  superficie  muy  rugosa; 
los  bordes  laterales  que  corresponden  á  las  dos  aristas  menciona- 
das llevan  el  nombre  de  labios  y  la  parte  intermedia  el  de  intersti- 
cio. En  la  parte  superior  debajo  del  trocánter  menor,  la  linea  ás- 
pera se  divide  en  tres  ramas,  una  mediana  go,  una  interna  gi,  y  la 
otra  externa  gl.  En  la  parte  inferior  se  divide  en  dos  ramas,  una 
interna  n,  y  la  otra  externa  re.  Es  el  desarrollo  de  la  línea  áspera 
que  da  al  cuerpo  del  hueso  hacia  la  mitad  de  su  largo  una  sección 
triangular,  mientras  que  en  todos  los  demás  primates  la  sección 
transversal  es  elíptica  ó  subcircular. 

En  el  fémur  del  Tetraprothomo  (fig.  31),  la  línea  áspera  en  su 
forma  general  es  idéntica  á  la  del  fémur  humano,  difiriendo  tan 
sólo  por  su  desarrollo  apenas  un  poco  menor  y  algunos  otros  deta- 
lles secundarios.  Proporcionalmente  es  un  poco  más  ancha,  algo 
más  baja  y  describe  una  curva  con  la  convexidad  hacia  adentro  un 
poco  menos  acentuada,  de  modo  que  en  la  parte  que  corresponde 
al  fondo  de  la  concavidad  no  avanza  tanto  hacia  el  lado  interno 
como  en  el  hombre.  En  el  fémur  humano,  mirando  el  hueso  por  su 
cara  posterior  (fig.  30),  en  la  parte  cóncava  del  lado  externo  de  la 
linea  áspera  queda  visible  una  parte  relativamente  grande  de  la 
cara  externa,  la  cual  presenta  á  menudo  una  gotera  longitudinal 
ocupada  por  una  parte  del  músculo  crural.  En  el  fémur  del  Tetra- 
prothomo  la  parte  de  la  cara  externa  del  hueso  que  queda  á  descu- 
bierto es  muy  pequeña  y  está  desprovista  de  gotera.  En  el  Hombre 
fósil  de  Ovejero  (fig.  63),  esta  parte  es  apenas  un  poco  mayor  pero 
hay  una  gotera  bien  pronunciada.  En  el  Hombre  de  Spy  la  confor- 
mación de  esta  región  es  como  en  el  hombre  pero  la  línea  áspera 
es  proporcionalmente  menos  desarrollada  que  en  Tetraprothomo. 
En  el  fémur  de  Tetraprothomo  la  formación  de  la  línea  áspera  no 
queda  reducida  á  la  aproximación  de  las  dos  aristas  correspon- 
dientes á  los  labios,  sino  que  el  levantamiento  de  la  parte  ósea  ha 
invadido  toda  la  región  intersticial,  la  cual,  lejos  de  ser  más  baja 
que  las  aristas  de  los  labios,  es  al  contrario  más  elevada,  rugosa  y 
convexa  en  dirección  transversal. 

En  el  hombre  el  desarrollo  de  la  línea  áspera  varía  mucho,  no 
sólo  según  las  razas  pero  también  según  los  individuos;  en  algunos 
casos  es  tau  considerable,  que  constituye  una  especie  de  columna 
designada  con  el  nombre  de  «pilastra».  Esta  conformación  es  so- 


142 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


^;iTlW'íf 


Í/J 


íí^h'^ 


Fig.  80.  Homo  sapiens  L.  Fémur  iz- 
quierdo visto  por  la  cara  posterior, 
reducido  á  un  tercio  del  tamaño  na- 
tural. 


Fig.  81.  Tetraprothomo  argentinus 
Amgh.  Fémur  izquierdo  visto  por  la 
cara  posterior,  en  tamaño  natural. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  AEGENTINÜS.     143 

'bre  todo  muy  frecaente  en  las  razas  que  poblaban  Europa  en  la 
época  de  la  piedra  pulida. 

Mucho  se  ha  discutido  sobre  la  causa  que  ha  dado  origen  á  la 
formación  de  la  línea  áspera  y  luego  á  su  elevación  en  forma  de 
pilastra.  Unos  la  han  atribuido  exclusivamente  á  la  acción  del 
crural,  negando  toda  acción  en  este  sentido  á  los  otros  músculos 
del  cuadríceps  femoral;  otros  quieren  que  sea  la  acción  de  los 
músculos  vasto  interno  y  vasto  externo  del  mismo  cuadríceps  fe- 
moral, con  exclusión  del  crural;  los  hay  que  pretenden  que  la 
elevación  de  la  línea  áspera  es  el  resultado  de  la  acción  de  los 
aductores  y  del  bíceps  sobre  la  parte  libre  ó  intersticial  de  ésta; 
mientras  que  otros  niegan  en  absoluto  que  los  mencionados 
músculos  intervengan  ó  favorezcan  la  formación  de  la  cresta  ósea 
en  cuestión. 

La  causa  de  estas  divergencias  es  que  los  que  se  han  ocupado 
de  esta  cuestión  no  han  tomado  suficientemente  en  cuenta  la  dis- 
posición de  esta  parte  del  fémur  y  de  los  músculos  correspondien- 
tes en  los  demás  mamíferos,  si  bien  todos  están  concordes  en 
admitir  que  la  línea  áspera  es  exclusiva  del  hombre  y  en  correla- 
ción con  la  posición  erecta. 

En  los  mamíferos  cuadrúpedos,  el  cuerpo  del  fémur  es  de  sec- 
ción elíptica  con  su  eje  mayor  en  dirección  transversal,  de  donde 
resulta  que  es  como  aplastado  en  dirección  de  adelante  hacia  atrás. 
En  otros  casos,  el  cuerpo  del  fémur  es  cilindrico  debido  á  una 
modificación  producida  por  el  trocánter  menor  y  el  psoas-ilíaco, 
de  la  que  me  ocuparé  más  adelante. 

En  el  fémur  de  sección  elíptica  con  su  eje  mayor  en  dirección 
transversal  \  la  cara  posterior  es  más  ó  menos  deprimida  y  ocu- 
pada en  casi  toda  su  extensión  por  el  tríceps  femoral,  del  cual,  el 
vasto  externo  que  responde  al  labio  externo  de  la  línea  áspera, 
ocupa  más  ó  menos  la  misma  posición  que  en  el  fémur  humano, 
-es  decir,  el  borde  externo  del  hueso,  mientras  el  vasto  interno  que 
responde  al  labio  interno  de  la  misma  línea,  no  se  encuentra  con- 
tiguo al  precedente,  sino  más  alejado,  más  próximo  al  borde  in- 
terno; el  recorrido  de  ambos  vastos  está  indicado  por  una  línea  de 
rugosidades  poco  notables,  de  las  cuales  las  del  vasto  externo 


^  Entre  los  ungulados,  hay  géneros  cuyo  fémur  presenta  en  la  mitad  de  su 
largo  una  sección  elíptica  ú  ovoide  con  su  eje  mayor  en  dirección  antero- poste- 
rior, pero  el  resto  de  la  conformación  del  fémur  de  estos  animales  es  tan  suma- 
mente diferente  de  lo  que  se  ve  en  el  hombre  y  en  los  demás  primatos,  que  hay 
que  prescindir  de  ellos  en  absoluto. 


144 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


w 


-fj- 


Pig.  3?.  Feli9  pardua  L.  Fé- 
mur izquierdo,  visto  por  la  ca- 
ra posterior,  reducido  á  tres 
cuartos  del  tamaño  natural. 


siempre  más  desarrolladas  forman  ana 
línea  sin  solución  de  continuidad.  A 
veces  esta  línea  toma  la  forma  de  una 
arista  que  se  prolonga  hacia  arriba  con 
la  del  glúteo  mayor,  pero  se  encuentra 
colocada  invariablemente  sobre  el  cos- 
tado externo  y  vuelta  hacia  afuera,  sin 
que  en  ningún  caso,  mirando  el  hueso 
de  atrás  deje  visible  la  más  mínima 
parte  de  la  cara  externa.  Los  otros 
músculos  de  esta  región  no  dejan  sobre 
el  hueso  vestigios  de  inserciones,  ó  son 
poco  aparentes.  Como  ejemplo  de  esta 
conformación,  acompaño  el  dibujo  del 
fémur  de  un  felino  (fig.  32)),  visto  por 
la  cara  posterior. 

En  los  mamíferos  en  los  cuales  el 
cuerpo  del  hueso  es  de  sección  circular 
ó  sub-circular,  las  dos  líneas  se  aproxi- 
man algo  más,  pero  debe  tenerse  pre- 
sente que  en  la  mayoría  de  los  casos, 
las  rugosidades  de  la  línea  de  inserción 
del  vasto  interno,  lejos  de  constituir 
una  arista,  forman  al  contrario  una  lí- 
nea en  hueco,  esto  es  una  ranura  ó 
gotera;  tal  es  el  caso  del  fémur  de  Cfe»'- 
copithecxui  sabaeiis  representado  en  la 
figura  4,  el  cual  á  juzgar  por  el  dibujo 
podría  creerse  que  presenta  un  princi- 
pio de  línea  áspera;  en  realidad,  no  hay 
nada  de  parecido,  pues  la  línea  A,  h  que 
correspondería  al  labio  interno,  lejos 
de  ser  una  arista,  es  una  gotera  angos- 
ta y  profunda. 

Solo  en  Homo,  en  Pithecanthropus  y 
en  Tetraprothomo  existe  una  verdadera 
línea  áspera  que  da  al  fémur  una  sec- 
ción triangular,  correspondiendo  la 
cúspide  del  triángulo  á  la  cresta  en 
cuestión.  Es  claro  que  esta  cresta  tie- 
ne que  haberse  formado  por  las  líneas 


AMEGHINO:  SOBBE  EL  TEtRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    145 

de  inserciÓD  del  vasto  interno  y  del  vasto  externo  que  han  tomado 
la  forma  de  líneas  en  relieve,  y  se  han  aproximado  hasta  fusio- 
narse y  tomar  el  aspecto  de  ana  arista.  Esta  aproximación  de  las 
aristas  óseas  indica  una  aproximación  de  los  músculos  correspon- 
dientes para  desarrollar  mayor  fuerza  sobre  un  punto  ó  linea  de- 
terminada, provocando  un  mayor  desarrollo  de  la  cresta.  En 
efecto,  en  la  parte  de  la  línea  áspera  comprendida  entre  la  trifur- 
cación superior  y  la  bifurcación  inferior,  se  han  concentrado  no 
menos  de  ocho  músculos  distintos  que  todos  tienen  en  ella  inser-' 
cienes  más  ó  menos  extendidas:  el  crural  en  su  parte  posterior 
extema,  el  vasto  interno,  el  vasto  externo,  los  tres  aductores,  pri- 
mero, segundo  y  tercero,  el  biceps,  y  el  glúteo  mayor  en  la  parte 
más  superior.  Es  claro,  pues,  que  es  la  acción  conjunta  de  las  in- 
serciones de  todos  estos  músculos  que  ha  provocado  el  desarrollo 
de  la  línea  áspera. 

El  vasto  externo  ha  dado  origen  al  labio  externo,  mientras  que 
la  parte  del  crural  con  que  se  halla  en  contacto  lo  ha  empujado  ha- 
cia adentro,  provocando  su  mayor  elevación  y  determinando  la 
formación  de  la  gran  curva  cóncava  que  de  su  parte  media  avanza 
hacia  el  lado  interno ;  á  su  vez  el  glúteo  mayor  ha  contribuido  al 
desarrollo  de  la  parte  superior  del  mismo  labio.  El  vasto  interno 
ha  producido  el  desarrollo  del  labio  interno.  Los  aductores  y  el 
biceps,  actuando  sobre  la  parte  intersticial  han  provocado,  ó  por 
lo  menos  favorecido  el  levantamiento  de  la  cresta  hacia  atrás, 
mientras  que  la  rama  interna  de  la  bifurcación  inferior  debe  su 
formación  y  desarrollo  á  las  inserciones  del  gran  aductor. 

Esta  concentración  muscular  que  ha  dado  origen  á  la  línea  ás- 
pera es  propia  del  hombre,  y  característica  y  exclusiva  de  la  posi- 
ción erecta;  el  factor  principal  de  esta  modificación  es  el  tríceps 
femoral,  y  particularmente  el  crural,  que  es  más  desarrollado  en  el 
hombre  que  en  cualquier  otro  mamífero,  como  lo  es  también  en 
conjunto  todo  el  cuadríceps  femoral. 

He  dicho  que  la  línea  áspera  del  fémur  del  Tetraprothomo  sal- 
vo detalles  insignificantes  es  idéntica  á  la  del  fémur  del  hombre. 
Siendo  así,  como  los  mismos  órganos  deben  desempeñar  las  mismas 
funciones,  la  línea  áspera  del  fémur  de  Tetraprothomo  desempeña- 
ba las  mismas  funciones  que  la  línea  áspera  del  fémur  humano; 
por  consiguiente,  el  Tetraprothomo  era  un  bípedo  de  posición  erecta 
perfecta. 

Las  pequeñas  diferencias  distintivas  que  presenta  esta  parte  del 
fémur  del  letraprothomo,  no  se  refieren  á  la  línea  áspera  en  sí  mis- 
ma sino  á  sus  ramificaciones  superiores  é  inferiores. 


146  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIKES. 

La  rama  externa  (re,  figs.  13  y  31)  de  la  bifurcación  inferior 
describe  ana  línea  curva  poco  acentuada,  con  la  convexidad  hacia 
adelante  que  da  á  edta  región  un  aspecto  muy  particular;  sin  em- 
bargo, esta  misma  conformación  suele  encontrarse  con  bastante 
frecuencia  en  el  fémur  humano,  y  en  este  caso,  la  parte  más  inferior 
sirve  de  inserción  al  plantar  delgado. 

La  rama  externa  gl  de  la  trifurcación  superior  es  bien  desarro- 
llada y  no  presenta  nada  de  particular  con  excepción  del  engrosa- 
miento  tt  (figs.  1,  13, 31)  que  corresponde  al  llamado  trocánter  ter- 
cero del  fémur  humano  (tt^  fig.  14).  Como  ya  más  arriba  me  he 
ocupado  de  esta  particularidad,  no  tengo  por  qué  insistir  sobre  lo 
que  ya  he  dicho.  Debo  sin  embargo  agregar  que  el  hombre  es  el 
mamífero  que  presenta  el  glúteo  mayor  más  desarrollado,  confor- 
mación que,  como  la  del  desarrollo  de  los  gemelos,  está  en  relación 
con  la  posición  erecta.  Como  la  rama  superior  externa  gl  de  la 
linera  áspera  del  fémur  del  Tetraprothomo  tiene  por  lo  menos  un 
desarrollo  igual  á  la  que  presenta  en  el  fémur  humano,  es  claro 
que  el  mencionado  músculo  debía  también  alcanzar  igual  desarro- 
llo y  desempeñar  idénticas  funciones. 

La  rama  mediana  go  (fig.  31)  que  recibe  la  inserción  del  múscu- 
lo pectineo  está  bien  desarrollada,  pero  su  parte  inferior  se  inte- 
rrumpe en  un  corto  trecho  antes  de  alcanzar  la  línea  áspera,  mien- 
tras que  en  su  parte  superior,  constituye  un  engrosamiento  notable, 
tí,  casi  en  forma  de  tubérculo,  que  permanece  separado  del  trocánter 
menor  por  una  gotera  transversal;  de  este  punto  se  dirige  á  la  cara 
interna  bajo  la  forma  de  una  cresta  delgada  y  alta  que  se  pierde 
adelante  del  trocánter  menor  en  la  depresión  ó  gotera /j(  (fig.  28). 

La  rama  interna  es  muy  poco  desarrollada,  permaneciendo  con- 
fundida con  la  mediana  hasta  adelante  del  trocánter  menor,  pero 
no  se  puede  seguir  su  curso  superior  porque  falta  al  hueso  la  región 
correspondiente;  sin  embargo,  es  claro  que  debía  presentar  la  for- 
ma normal,  pues  en  este  punto  la  conformación  es  casi  idéntica  en 
todos  los  primates. 

La  fusión  de  la  parte  inferior  de  la  rama  externa  con  la  media- 
na, y  ambas  en  parte  con  el  trocánter  menor,  es  un  resultado  de  la 
posición  lateral  de  este  último.  En  este  punto,  el  Tetraprothomo  se 
parece  bastante  al  Hombre  de  Spy,  en  el  cual  la  rama  interna  tam- 
bién está  en  parte  confundida  con  la  extensión  inferior  é  interna 
del  trocánter  menor. 

El  desarrollo  ulterior  de  la  línea  áspera  en  las  diferentes  razas 
humanas  hasta  tomar  la  forma  de  pilastra  ó  columna  es  un  carácter 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETBAPEOTHOMO  ABGENTINÜS.    147 

de  evolución  más  avanzada,  pero  hay  desacuerdo  sobre  las  causas 
que  le  dan  origen,  unos,  observando  que  la  pilastra  coincidía  con 
el  gran  arqueamiento  del  cuerpo  del  fémur  hacia  adelante,  han 
supuesto  que  el  arqueamiento  era  el  resultado  de  la  divergencia 
entre  el  eje  mecánico  vertical  del  fémur  que  va  de  la  cabeza  articu- 
lar á  los  cóndilos,  y  el  eje  longitudinal  del  cuerpo  del  hueso  que  se 
encuentra  colocado  más  adelante  del  anterior.  Bajo  la  presión  del 
peso  del  cuerpo  que  actúa  de  la  cabeza  articular  sobre  los  cóndi- 
los, el  cuerpo  del  hueso  tiene  necesariamente  que  encorvarse  hacia 
atrás.  Los  músculos  extensores  en  su  esfuerzo  para  resistir  el  en- 
corvamiento habrían  dado  origen  á  la  pilastra  que  en  su  máximo 
desarrollo  opone  una  resistencia  infranqueable  á  la  continuación 
del  encorvamiento.  Por  otra  parte,  el  arqueamiento  tampoco  sería 
siempre  el  simple  resultado  directo  del  peso  del  cuerpo,  sino  en 
parte  también  de  la  relajación  muscular  producida  por  la  marcha 
continuada;  pero,  tanto  en  uno  como  en  otro  caso,  el  avance  del 
encorvamiento  fué  detenido  por  la  formación  de  la  pilastra;  es  pues 
natural  suponer  que  los  fémures  muy  arqueados  y  provistos  de 
pilastra  pertenecen  á  razas  ó  individuos  que  son  ó  eran  grandes 
caminadores. 

Esta  explicación  del  arqueamiento  del  fémur  y  la  formación  de 
la  pilastra  me  parece  tan  natural  y  sencilla  que  nunca  la  puse  en 
duda. 

Sin  embargo,  se  ha  tratado  de  explicar  el  gran  encorvamiento 
del  cuerpo  del  fémur  por  la  acción  del  músculo  crural  que  envuelve 
toda  la  parte  anterior  y  externa  del  cuerpo  del  hueso,  alegando  que 
la  explicación  más  antigua  es  insuficiente  para  aclarar  casos  como 
el  del  Hombre  de  Spy,  el  cual,  aunque  posee  un  fémur  de  cuerpo 
excesivamente  arqueado,  no  sólo  no  tiene  pilastra  sino  que  hasta  la 
misma  línea  áspera  es  en  él  rudimentaria. 

Pero,  los  que  así  razonan,  no  han  tenido  en  cuenta  que  á  menudo 
la  naturaleza  obtiene  el  mismo  resultado  por  vías  muy  distintas. 
El  fémur  de  la  raza  de  Neanderthal  no  es  de  un  largo  mayor  que 
el  de  las  razas  actuales  de  mediana  estatura,  ni  el  cuerpo  del  hueso 
es  de  mayor  grueso.  En  cambio,  sus  extremidades,  esto  es,  la  cabeza 
articular  y  los  cóndilos  son  en  proporción  de  un  tamaño  verdade- 
ramente extraordinario.  Quiere  decir,  que  la  falta  de  pilastra  ha 
sido  compensada  por  el  enorme  desarrollo  de  las  extremidades  ar- 
ticulares. De  esto  deducimos  que  el  Hombre  de  Spy  era  sumamente 
corpulento  y  pesado,  de  marcha  lenta  y  de  miembros  inferiores 
^^y  gruesos.  Son  los  músculos  que  de  la  cadera  y  de  la  extremi- 


148  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

dad  superior  del  fémur  van  á  la  rodilla,  los  que  en  él  tenian  un 
desarrollo  enorme  envolviendo  el  débil  cuerpo  del  hueso  de  tal 
modo  y  con  una  masa  muscular  suficientemente  considerable  para 
sostenerlo  é  impedir  el  avance  del  arqueamiento. 

Para  terminar  con  la  parte  media  y  superior  de  la  línea  áspera, 
me  queda  todavía  por  examinar  el  agujero  nutricio.  La  posición  y 
dirección  de  esta  pequeña  perforación  varía  mucho  en  los  distintos 
grupos  de  mamíferos.  En  la  mayor  parte  de  los  monos  se  encucD- 
tra  colocado  en  el  tercio  superior  del  hueso  y  se  dirige  directamente 
hacia  arriba  como  lo  muestra  el  fémur  de  Cercopithecus  aábaeus 
representado  en  la  figura  4,  en  la  cual  el  agujero  en  cuestión  está 
indicado  con  la  letra  a. 

En  el  fémur  humano  se  encuentra  colocado  un  poco  más  abajo 
de  la  mitad  de  su  largo  fa,  fig.  30)  al  lado  interno  de  la  línea  ás- 
pera, sobre  el  mismo  labio  interno  ó  al  lado  de  éste,  aunque  á  veces 
suele  también  encontrarse  en  el  intersticio.  Su  dirección  es  siem- 
pre en  línea  recta  hacia  arriba. 

En  Tetraprothomo  el  mismo  agujero  (a,  fig.  31)  se  encuentra 
apenas  un  poco  más  arriba  que  en  HomOj  se  dirige  también  directa- 
mente hacia  arriba,  y  está  situado  igualmente  al  lado  interno  de  la 
linea  áspera  sobre  el  mismo  labio  interno. 

Antes  de  dejar  el  examen  de  la  cara  posterior  del  hueso  voy  á 
dedicar  también  algunas  líneas  á  la  región  triangular  comprendida 
en  la  bifurcación  inferior  de  la  línea  áspera,  que  lleva  el  nombre 
de  superficie  poplítea. 

En  el  fémur  humano  la  bifurcación  empieza  algo  más  abajo  del 
agujero  nutricio,  dirigiéndose  la  rama  externa  á  la  parte  superior 
externa  del  cóndilo  externo,  y  la  rama  interna  á  la  parte  corres- 
pondiente del  cóndilo  interno.  La  región  así  circunscripta  repre- 
senta un  triangulo  isósceles,  cuya  cúspide  es  el  punto  de  bifurca- 
ción de  la  cresta,  y  la  base  la  constituye  la  línea  transversal  que 
va  de  la  parte  superior  de  un  cóndilo  á  la  correspondiente  del 
otro.  A  partir  de  la  cúspide  hacia  la  base,  la  superficie  poplítea  se 
vuelve  de  más  en  más  deprimida  hasta  que  en  la  parte  basal  inme- 
diatamente encima  de  los  cóndilos,  es  muy  deprimida,  raras  veces 
plana,  generalmente  excavada  y  con  numerosas  perforaciones  vas- 
culares de  tamaños  muy  distintos;  también  hay  casos,  aunque  su- 
mamente raros,  en  que  esta  región  es  abovedada  ó  sea  algo  con- 
vexa en  dirección  transversal. 

Este  cambio  en  la  superficie  poplítea  va  acompañado  de  otros 
en  los  diámetros  respectivos  del  cuerpo  del  hueso.  En  el  punto  en 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETRAPROTHOMO  ÁRGENTINUS.    149 

que  empieza  la  bifurcación,  los  dos  diámetros,  antero-posterior  y 
transverso  son  más  ó  menos  iguales^  pero  más  abajo  el  diámetro 
transverso  se  vuelve  mayor  que  el  antero-posterior;  esta  diferencia 
entre  ambos  diámetros  va  en  aumento  desde  la  cúspide  del  trián- 
gulo hasta  la  base,  y  es  producida,  no  por  una  disminución  del 
diámetro  antero-posterior,  sino  por  un  aumento  progresivo  del 
diámetro  transverso,  debido  al  enanohamiento  gradual  del  cuerpo 
del  hueso  á  partir  de  la  bifurcación  hasta  los  cóndilos. 

Esta  región  del  cuerpo  del  fémur  presenta  también  la  particula- 
ridad de  ser  asimétrica;  el  mayor  diámetro  antero-posterior  no  cae 
sobre  la  línea  media  longitudinal,  sino  sobre  el  borde  extemo  del 
hueso,  de  tal  manera  que  éste  es  considerablemente  más  grueso  que 
el  borde  interno.  Esto  es  debido  al  prolongamiento  de  la  linea 
áspera  cuya  parte  más  elevada  al  descender  hacia  abajo  se  dirige 
hacia  el  lado  extemo.  De  esto  resulta  que  la  sección  transversal  del 
hueso  en  la  parte  inferior  de  la  región  poplítea  es  subtriangular, 
representando  el  borde  interno  la  cúspide  del  triángulo  y  el  ex- 
terno la  base.  Además,  inmediatamente  encima  de  los  cóndilos,  la 
superficie  de  la  región  poplítea  cambia  de  dirección  describiendo 
una  curva  que  la  invierte  notablemente  hacia  atrás. 

En  el  fémur  de  Tetraprothomo,  la  región  poplítea  presenta  la 
misma  conformación  general  que  acabo  de  describir  sucintamente 
en  el  fémur  humano,  pero  con  varias  diferencias  de  detalle. 

La  más  notable  de  estas  diferencias  consiste  en  que  la  superficie 
poplítea  en  vez  de  ser  ya  plana,  ya  deprimida  ó  excavada  como  es 
el  caso  más  general  en  el  fémur  humano,  es  acá  un  poco  abovedada, 
esto  es,  un  poco  convexa  en  dirección  transversal,  pero  sin  que  el 
cuerpo  del  hueso  deje  por  eso  de  presentar  un  diámetro  transverso 
considerablemente  mayor  que  el  diámetro  antero-posterior,  y  el 
borde  externo  considerablemente  más  grueso  que  el  interno.  El 
fémur  del  Fithecanthropiis  presenta  también  la  región  poplítea  con- 
vexa en  dirección  transversal  en  una  forma  todavía  más  acentuada, 
pero  en  este  caso  el  cuerpo  del  hueso  es  casi  cilindrico,  con  el  diá- 
metro transverso  casi  igual  al  diámetro  antero-posterior,  coinci- 
diendo la  parte  más  elevada  de  la  bóveda  más  ó  menos  con  la  línea 
longitudinal  mediana.  Esta  última  conformación  aunque  muy  rara 
se  observa  también  en  el  fémur  del  hombre,  pero  suele  presentar 
con  más  frecuencia  la  característica  del  Tetraprothomo.  En  este 
abovedamiento  transversal  de  la  región  poplítea  del  fémur  de  Te- 
traprothomo, lo  que  es  digno  de  fijar  la  atención  es  que  en  la  base  y 
sobre  la  línea  mediana  longitudinal,  aparece  en  el  medio  de  la  con- 


150       MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEE». 

vexidad  ana  pequeña  depresión  alargada  de  arriba  hacia  abajoi  de 
superficie  rugosa  y  con  algunas  pequeñas  perforaciones  vascula- 
res; esta  depresión  representa  el  principio  del  proceso  de  forma- 
ción de  la  depresión  mucho  más  considerable  que  caracteriza  el 
fémur  humano.  Además,  la  parte  más  inferior  de  la  superficie  po- 
plítea que  precede  inmediatamente  los  cóndilos  presenta  una 
inversión  hacia  atrás  considerablemente  más  pronunciada  que  en 
el  fémur  humano. 

Sobre  el  lado  externo,  encima  del  tubérculo  supercondilar  te,  y 
al  lado  interno  de  la  rama  externa  de  la  bifurcación  de  la  línea 
áspera,  hay  una  especie  de  faceta  ó  región  deprimida  y  alargada, 
que  se  enancha  hacia  abajo  y  se  extiende  hacia  adentro  casi  hasta 
la  línea  media  longitudinal  del  hueso:  en  el  dibu]<)  (figs.  1  y  31) 
está  indicada  por  la  parte  sombreada  que  se  extiende  á  la  derecha 
de  la  línea  re;  en  esta  superficie  tomaban  inserción  las  fibras  car- 
nosas del  vasto  interno,  que  descendía  sobre  el  mismo  I\ueso  más 
abajo  que  en  el  fémur  humano,  mientras  que  el  crural,  quedaba  al 
contrario  limitado  más  hacia  adelante  y  más  arriba. 

Sobre  el  lado  interno  ó  igualmente  arriba^  del  tubércr^Jo  s^jper- 
condilar  opuesto  ti,  hay  otra  depresión  toda^ip.  más  ac^tuftda, 
colocada  al  lado  interno  de  la  línea  ri,  producida  ^p.  parte  por  in- 
serciones del  semimembranoso,  y  quizás  también  en  parte  del  gran 
aductor;  esta  misma  depresión  y  con  un  aspecto  a|?solutafnente 
igual  aunque  menos  pronunciada  se  encuentra  taml^ién  á  veces 
sobre  el  fémur  humano. 

Al  empezar  el  examen  de  la  línea  áspera,  dije  que  era  ésta  la  que 
daba  al  cuerpo  del  hueso  en  la  parte  media  de  su  loq^itud  una 
sección  transversal  con  su  eje  mayor  en  dirección  ante^o-posterior, 
mientras  que  en  los  demás  mamíferos  la  sección  enla  misqia  región 
es  de  eje  mayor  siempre  transversal  ^ 

Creo  pues  dé  interés  dar  algunas  secciones  transversales  del 
fémur  del  Tetraprathomo,  al  lado  de  otras  del  fémur  del  hombre 
actual,  del  fémur  del  Hombre  fósil  de  Ovejero,  y  del  de  un  Cerco- 
pitheciis. 

Del  Hombre  fósil  de  Ovejero  hay  varios  fémures  pero  todos  sin 
extremidades,  no  quedando  de  ellos  nada  más  que  las  diáfisis;  de 
éstas  he  escogido  la  más  completa,  pero  como  es  del  lado  derecho, 


*  Ya  más  arriba  (p&g.  148)  he  mencionado  la  excepción  que  presentan  alg^unos 
ungulados,  y  el  ningún  valor  que  tiene  en  esta  cuestión. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ABGENTINÜS.    161 


he  invertido  los  cortes  para  qae  puedan  compararse  con  los  del 
femar  del  Tetraprothomo  que  es  del  lado  izquierdo. 

Para  esta  comparación  he  practica- 
do en  un  fémur  humano  seis  secciones, 
que  se  encuentran  indicadas  en  orden 
numérico  de  arriba  hacia  abajo  en  el 
fémur  representado  en  la  figura  33.  El 
corte  número  1  es  arriba  del  trocánter 
menor;  el  número  2  pasa  encima  del 
mismo  trocánter  menor;  el  número  3 
debajo  del  trocánter  menor;  el  número 
4  es  hacia  la  mitad  del  largo  del  cuer- 
po del  hueso;  el  número  6,  un  poco 
abajo  de  donde  empieza  la  bifurcación 
de  la  línea  áspera;  el  número  6  á  un 
centímetro  arriba  de  los  cóndilos  casi 
en  la  parte  inferior  de  la  superficie 
poplítea.  En  los  demás  fémures  los  cor- 
tes se  han  hecho  en  los  mismos  puntos 
correspondientes  y  llevan  los  mismos 
números.  En  cada  corte,  el  lado  que 
lleva  el  número  y  colocado  arriba  co- 
rresponde á  la  cara  anterior  del  hueso; 
el  lado  derecho  es  el  costado  interno 
y  el  izquierdo  que  lleva  la  letra  e  co- 
rresponde al  lado  extemo.  Las  seccio- 
nes son  todas  en  tamaño  natural. 

Sección  N.^  1,  —  Del  corte  ó  sección 
N.o  1,  sólo  acompaño  la  del  fémur  del 
hombre  actual  (fig.  34)  y  la  del  fémur 
del  Tetraprothomo  (fig.  36);  esta  última 
no  es  completamente  exacta,  pues  la 
parte  correspondiente  está  muy  des- 
truida, habiéndose  trazado  tal  como  se 
presenta  la  rotura  del  hueso  en  este 
punto,  pero  las  modificaciones  de  con- 
torno que  pueda  presentar  el  objeto 
completo  sólo  pueden  afectar  los  dos 
costados,  externo  é  interno,  pues  las 
paredes  de  las  caras  anterior  y  posterior  están  casi  perfectas.  En 
el  fémur  del  Hombre  fósil  de  Ovejero  esta  parte  falta  casi  comple- 
tamente. 


Fig.  88.  Homo  sapiens  L.  Fé- 
mur en  el  que  las  lineas  indi- 
can los  puntos  en  que  se  han 
practicado  los  cortes. 


152  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

A  esta  altura,  el  femar  del  hombre  actual  (fig.  34)  maestra  la 
cara  anterior  ancha  y  deprimidaí  y  la  posterior  así  como  la  exter- 
na, muy  convexas;  el  grueso  y  la  convexidad  del  lado  externo  son 
el  resultado  del  gran  desarrollo  del  gran  trocánter.  La  gran  con- 
vexidad de  la  cara  posterior  es  producida  por  el  gran  desarrollo  de 
la  cresta  intertrocanteriana  que  al  ir  á  unirse  al  trocánter  menor 
aumenta  considerablemente  el  espesor  del  hueso  en  este  punto,  de 
donde  resulta  que  el  mayor  diámetro  antero-posterior  tampoco 
coincide  con  el  medio  del  hueso  sino  que  se  encuentra  colocado 


/ 


Fig.  84.  Homo  tapien»  L.  Sección  1  Fig.  85.     Tetraprothomo   argentintu 

del  fémur  tomada  arriba  del  trocan-  Amgh.  Sección  1  del  fémur   tomada 

ter  menor.  arriba  del  trocánter  menor. 


algo  más  al  lado  externo.  Apesar  de  este  engrosamiento  de  la 
cara  posterior  producido  por  la  cresta  intertrocanteriana,  el  diá- 
metro transverso  es  mayor  que  el  antero-posterior;  este  mayor 
diámetro  transverso  se  debe  al  aplastamiento  ó  platimería  de  la 
cara  anterior,  que,  al  mismo  tiempo  que  ha  disminuido  el  diámetro 
antero-posterior  ha  enanchado  el  hueso  considerablemente  sobre 
su  costado  interno  por  medio  de  la  formación  de  la  cresta  susten- 
tacular  del  cuello  c.  c,  fig.  61. 

En  2'etraprothomo  (fig.  36),  la  cara  anterior  es  bastante  convexa 
en  su  mitad  externa,  y  deprimida  ó  casi  excavada  en  la  mitad 
interna;  la  pequeña  depresión  de  esta  región  representa  el  princi- 
pio de  la  platimería  del  fémur  humano,  mientras  que  la  convexidad 
de  la  mitad  externa  está  en  relación  con  el  desarrollo  de  la  rama 
trocanteriana  s,  e,  de  la  línea  sagital  de  mayor  convexidad  transver- 
sal de  la  cara  anterior  (fig.  60).  Como  en  Tetraprothomo  la  cresta 
intertrocanteriana  o  (figs.  1,  31)  es  rudimentaria,  la  cara  posterior 
es  relativamente  muy  deprimida,  de  donde  resulta  que  el  diáme- 
tro antero-posterior  es  considerablemente  mayor  que  el  diámetro 
transverso. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPBOTHOMO  ARGENTINUS.    153 

Sección  N.°  2. — En  el  fémur  del  hombre  actual  (fig.  36),  la  cara 
anterior  se  conserva  todavía  plana  (en  algunos  casos  excavada) 
debido  á  la  misma  causa  que  en  la  sección  núm.  1,  es  decir  la  pla- 


Fig.  86.  Homo  Bapieru  L.  Sección  2 
del  fémur,  tomada  pasando  sobre  el 
trocánter  menor. 


Pig.  87.  Tetraprothomo  argenUnut, 
Amgh.  Sección  2  del  fémur,  tomada 
pasando  sobie  el  trocánter  menor. 


timería.  En  este  punto  lo  que  sobre  todo  distingue  el  fémur  hu- 
mano es  la  enorme  protuberancia  del  costado  ó  ángulo  posterior- 
interno,  constituida  por  el  trocánter  menor  y  la  gran  escotadura 
que  la  separa  del  borde  ó  ángulo  antero-interno,  que  corresponde 


eí 


\ 


Fig.  88.  Hombre  fósil  de  Ovejero. 
Sección  2  del  fémur,  tomada  pasando 
sobre  el  trocánter  menoi'. 


Fig.  89.  CercopUhecua  sabttetií  L. 
Sección  2  del  fémur,  tomada  pasando 
sobre  el  trocánter  menor. 


á  la  fosa  entotrocanteriana  ft,  fig.  10.  No  tomando  en  considera- 
ción la  protuberancia  del  trocánter  menor,  el  diámetro  transverso 
se  conserva  todavía  bastante  mayor  que  el  antero-posterior.  La  fo- 
sa entotrocanteriana  es  el  resultado  del  desarrollo  de  la  cresta  sus- 
tentacular  del  cuello  c,  c,  fig.  61.  En  el  fémur  del  Hombre  fósil  de 
Ovejero  (fig.  38),  aunque  se  conserva  incompleta,  se  ve  que  era 
Ahal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Seb.  8%  t.  iz.  Septiembre  18, 1907.  11 


154  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEtES. 

muy  convexa  y  sobre  el  borde  interno  no  existe  la  escotadura  co- 
rrespondiente á  la  f oseta  entotrocanteriana/%^  del  fémur  del  hombre 
actual,  que  separa  el  trocánter  menor  del  borde  interno  del  cuerpo 
del  hueso;  éste  se  halla  demasiado  destruido  para  determinar  la  rela- 
ción de  los  dos  diámetros,  pero  dado  el  gran  ancho  de  la  cara  inter- 
na es  probable  que  fueron  más  ó  menos  iguales.  En  Tetraprothomo 
(fig.  37)  la  cara  anterior  es  muy  convexa;  la  posterior  es  deprimida 
á  causa  del  muy  escs^o  desarrollo  de  la  cresta  intertrocanteriana 
y  de  la  posición  lateral  del  trocánter  menor  de  donde  resulta  que  el 
diámetro  transverso  es  considerablemente  mayor  que  el  diámetro 
antero-posterior.  Esta  relación  de  los  dos  diámetros,  y  la  posición 
lateral  del  trocánter  menor  son  indisputablemente  caracteres  muy 
primitivos.  Tampoco  existe  la  fosa  entotrocanteriana,'  debido  á  la 
posición  lateral  del  trocánter  menor,  y  también  á  que  no  se  había 
formado  la  cresta  sustentaoular  del  cuello.  En  la  ausencia  de  la 
foseta  entotrocanteriana,  la  ausencia  de  la  cresta  sustentaoular  del 
cuello,  y  en  la  gran  convexidad  de  la  cara  anterior,  el  fémur  de 
Tetraprothomo  coincide  exactamente  con  el  del  Hombre  fósil  de 
Ovejero.  En  Cereopithecus  (fig.  39)  la  cara  anterior  del  fémur  es 
también  muy  convexa,  pero  el  trocánter  menor  tiene  un  desarro- 
llo tan  considerable  que  constituye  una  gran  protuberancia  que  se 
prolonga  hacia  atrás,  y  hacia  adentro.  No  hay  verdadera  foseta  en- 
totrocanteriana ni  el  más  mínimo  vestigio  de  cresta  sustentaoular 
del  cuello. 

Sección  N.^  3. — En  el  fémur  humano  (fig.  40),  la  cara  anterior 
es  apenas  un  poco  convexa,  pero  la  posterior  lo  es  un  poco  más, 
como  también  la  del  lado  externo;  la  cara  anterior  es  notablemente 
más  ancha  que  la  posterior  á  causa  de  su  mayor  prolongamiento 
hacia  el  lado  interno,  de  modo  que  su  diámetro  transverso  se  con- 
serva todavía  mayor  que  el  antero-posterior.  La  poca  convexidad 
de  la  cara  anterior  depende  de  la  platimería  que  á  menudo  pro- 
longa su  acción  hasta  esta  altura,  mientras  que  el  mayor  prolon- 
gamiento hacia  adentro  de  la  cara  anterior  sobre  la  posterior,  es 
todavía  el  resultado  de  la  formación  de  la  cresta  sustentaoular  del 
cuello.  El  fémur  del  Tetraprothomo  (fig.  41)  y  el  del  Hombre  fósil 
de  Ovejero  (fig.  42)  que  todavía  no  tienen  el  menor  vestigio  de 
esta  cresta,  representan  la  forma  más  primitiva,  y  tienen  en  este 
punto  una  sección  transversal  casi  absolutamente  igual;  en  ambos, 
la  cara  anterior  es  muy  convexa  y  la  sección  de  contorno  ovoide, 
con  el  lado  más  ancho  hacia  adelante,  y  el  más  angosto  que  corres- 
ponde á  la  línea  áspera  hacia  atrás;  el  diámetro  antero-posterior 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPEOTHOMO  ARGENTINUS.    155 

es  considerablemente  mayor  que  el  diámetro  transverso.  En  Cer- 
copithecus  (fig.  43)  la  sección  es  casi  completamente  circular,  dis- 
posición que  resulta  del  gran  tamaño  del  trocánter  menor  y  de  su 


Fig.  40.  Homo  $<ip%ent  L.  Sección  8  Fig.  41.    Teirctprotkomo   argentinua 

del    fémur,  tomada  debajo   del  tro-  Amgh.  Sección  8  del  fémur,  tomada 

canter  menor.  debajo  del  trocánter  menor. 


rotación  hacia  afuera  producida  por  la  acción  del  psoas-ilíaco.  Esta 
forma  circular  del  cuerpo  del  fémur  es  propia  de  todos  los  mamí- 
feros cuadrúpedos  en  los  cuales  el  trocánter  menor  ha  perdido  su 


o 


Fig.  42.  Hombre  fósil  de  Ovejero.  Fig.  48.  Cercopüheua  aabaeua  L.  Sec- 

Seoción  8  del  fémur,  tomada  debajo  ción  8  del  fémur,  tomada  debajo  del 

del  trocánter  menor.  trocánter  menor. 


posición  lateral  y  que  al  mismo  tiempo  ha  adquirido  un  tamaño 
considerable. 

Sección  N.^  4,  —  Esta  sección  tomada  en  la  mitad  del  largo  del 
fémur  es  la  más  importante,  pues  es  acá  que  la  línea  áspera,  tan  ca- 
racterística del  fémur  humano  adquiere  su  mayor  desarrollo  y  da 
á  la  sección  un  contomo  ovoide  ó  subtríangular  con  su  eje  mayor 
en  dirección  antero- posterior,  que  es  exclusivo  del  hombre  y  de 
sus  aliados  ó  precursores.  La  sección  del  fémur  humano  en  este 


156  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

punto  (f  ig.  44)  maestra  las  tres  caras,  anterior,  interna  y  extema 
redondeadas,  mientras  que  la  cara  posterior  termina  en  una  parte 
enangostada  que  se  prolonga  hacia  atrás  y  corresponde  á  la  línea 


Fig.  44.  Homo  tapien»  L.  Sección  4  Fig.  45.     Tetraprothomo   argeníinu$ 

del  fémur,  tomada  hacia  la  mitad  del  Amgh.  Sección  4  del  femar,  tomada 

largo  del  hueso.  hacia  la  mitad  del  largo  del  hueso. 


áspera;  el  diámetro  antero-posterior  que  pasa  por  la  cúspide  de  la 
línea  áspera  es  notablemente  mayor  que  el  diámetro  transverso. 
Tanto  el  fémur  del  Tetraprotomo  (fig.  45)  como  el  del  Hombre 


o 


Fig.  46.  Hombre  fósil  de   Ovejero.  Fig.  47.   Cereopithecus  BobaeuM    L. 

Sección  4  del  fémur,  tomada  hacia  la  Sección  4  del  fémur  tomada  hacia  la 

mitad  del  largo  del  hueso.  mitad  del  largo  del  hueso. 


fósil  de  Ovejero  (fig.  46),  presentan  en  este  punto  absolutamente 
la  misma  conformación  que  muestra  el  hombre  actual,  con  la  úni- 
ca diferencia  que  en  aquéllos  se  extiende  por  un  trecho  más  largo 
pues  ya  hemos  visto  que  en  la  sección  n.^  3  presentan  el  mismo 
contorno  en  todos  sus  detalles  esenciales.  La  sección  del  fémur 
de  Cercopitkecus  (fig.  47),  conserva  igualmente  la  misma  forma 
subcircular  que  le  hemos  visto  en  la  sección  n.**  3. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTmUS.    157 


Sección  N.^  5. — Tomada  un  poco  abajo  de  la  bifurcación  de  la  lí- 
nea áspera.  En  este  punto  el  cuerpo  del  hueso  se  ha  enanchado 
transversalmente  y  ha  disminuido  de  diámetro  antero-posterior  en 
los  cuatro  tipos  que  examino.  En  el  hombre  actual  (fig.  48)  la 


Fig.  48.  Homo  sapiens  L.  Sección  5 
del  fémur,  tomada  on  poco  abajo  de 
la  bifurcación  de  la  linea  áspera. 


Fig.  49.  Tetraprothomo  argentinus 
Amgh.  Sección  5  del  fémur,  tomada 
un  poco  abajo  de  la  bifurcación  de 
la  linea  áspera. 


cara  posterior  ha  perdido  la  cresta  y  presenta  apenas  una  pequeña 
curva  convexa;  en  relación  á  la  cara  anterior,  la  posterior  aparece 
como  muy  deprimida.  El  diámetro  transverso  es  un  poco  mayor 
que  el  antero-posterior.  En  el  fémur  del  Hombre  fósil  de  Ovejero 
(fig.  50),  el  cambio  es  un  poco  menor;  el  contomo  se  ha  vuelto  un 
poco  menos  ovoide  y  la  cara  posterior  aparece  como  deprimida 


O 


Fig.  50.  Hombre  fósil  de  Ovejero. 
Sección  5  del  fémur,  tomada  un  poco 
abajo  de  la  bifurcación  de  la  linea  ás- 
pera. 


Fig.  51.  CercopiUcus  sahaeus  L.  Sec- 
ción 5  del  fémur,  tomada  á  la  altura 
correspondiente  de  los  tres  anteriores. 


aunque  no  tanto  como  en  el  fémur  del  hombre  actual;  la  promi- 
nencia de  la  línea  áspera  representada  por  la  rama  extema  de  la 
bifurcación  se  prolonga  sobre  el  borde  interno;  ambos  diámetros, 
antero-posterior  y  transverso,  son  sensiblemente  iguales.  En  Te- 


168 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


traprothomo  (fig.  49),  el  contorno  ovoide  ó  sabtriangular  se  ha 
transformado  en  subeliptico,  con  el  diámetro  mayor  en  dirección 
transversal,  y  las  dos  caras  anterior  y  posterior  un  poco  convexas. 
En  CercopühecHS  (fig.  51)  se  ha  transformado  en  un  contomo  elíp- 
tico perfecto  con  su  mayor  diámetro  en  sentido  transversal. 

Sección  N.^  6, — Tomada  en  la  parte  inferior  de  la  superficie  po- 
plíte€i,  un  poco  arriba  de  los  cóndilos.  En  el  hombre  actual  (fig.  52) 


Fig.  52.  Homo  $apien$  L.  Sección  6 
del  fémur,  tomada  en  la  parte  infe- 
rior de  la  superficie  poplítea. 


Fig.  58.  Tetraprothomo  argeniinu» 
Amgh.  Sección  6  del  fémur,  tomada 
en  la  parte  inferior  de  la  super&cie 
poplítea. 


la  sección  se  ha  enanchado  de  un  modo  considerable,  siendo  de  diá- 
metro transverso  mucho  mayor  que  el  diámetro  antero  -  posterior. 
La  cara  del  lado  externo  es  regularmente  convexa;  la  cara  anterior 


Úy 


Fig.  54.  Hombre  fósil  de  Ovejero. 
Sección  6  del  fémur,  tomada  en  la  par- 
te inferior  de  la  superficie  poplítea. 


Fig.  55.  CercopUheeiu  Boboeut  L. 
Sección  6  del  fémur,  tomada  en  la 
parte  inferior  de  la  superficie  poplítea. 


es  un  poco  deprimida  en  el  medio,  correspondiendo  esta  depresión 
á  la  parte  superior  de  la  foseta  suprarotular;  la  parte  posterior  es 
fuertemente  deprimida;  el  lado  externo  es  mucho  más  grueso  que 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  ARGENTINUS.    159 

el  interno  y  la  superficie  anterior  describe  una  línea  oblicua  que 
va  á  encontrarse  con  la  de  la  cara  posterior  en  donde  terminan  en 
un  borde  relativamente  delgado.  En  el  Hombre  fósil  de  Ovejero 
(fig.  54)  esta  parte  es  incompleta  pero  parece  que  la  forma  ha  sido 
muy  parecida  á  la  del  hombre  actual.  En  Tetraprothomo  (fig.  53) 
el  enanchamiento  transversal  es  un  poco  menor  y  la  forma  es  más 
maciza,  menos  aplastada  en  sentido  antero-posterior.  El  contorno 
representa  una  cara  anterior  angosta  y  un  poco  cóncava  en  el  me- 
dio, y  una  cara  posterior  mucho  más  ancha  y  algo  convexa,  reuni- 
das ambas  por  dos  caras  laterales  planas  y  oblicuas  ó  en  declive 
de  adelante  hacia  atrás.  La  sección  del  fémur  de  Cercopithecua 
(fig.  65),  representa  un  contomo  cmí  igual  al  del  Tetraprothomo 
con  la  única  diferencia  que  la  cara  posterior  es  un  poco  menos 
convexa. 

En  la  exposición  que  precede,  el  hecho  de  mayor  importancia  es 
el  gran  parecido  del  fémur  de  Tetraprothomo  con  el  del  Hombre 
fósil  de  Ovejero  en  varios  de  los  caracteres  fundamentales. 

Para  que  pueda  apreciarse  aun  más  el  valor  de  estos  datos,  acom- 
paño la  sección  correspondiente  al  número  4,  es  decir,  á  la  mitad 
del  largo  del  fémur,  tomada  en  el  Hombre  de  Spy,  en  el  Orangu- 
tán, en  el  Gorila  y  en  el  Gibon. 

En  el  Hombre  de  Spy  (fig.  56),  la  sección  es  casi  circular,  pero 
presenta  un  angosto  y  corto  prolongamiento  posterior  correspon- 
diente á  la  línea  áspera  de  modo  que  su  diámetro  antero-posterior 
es  siempre  un  poco  mayor  que  el  diámetro  transverso.  En  este 
punto  el  Tetraprothomo  se  aproxima  más  al  hombre  actual  que  el 
de  Spy.  El  cuerpo  del  hueso  relativamente  delgado  y  cilindrico, 
así  como  el  pequeñísimo  desarrollo  de  la  línea  áspera,  comprueba 
lo  que  he  dicho  más  arriba:  que  este  hueso  estaba  envuelto  en 
grandes  masas  musculares  con  pocas  inserciones  sobre  la  parte 
diafisaria,  indicando  que  el  hombre  de  Spy  era  muy  corpulento,  y 
de  miembros  inferiores  muy  gruesos,  pero  que  no  era  un  gran 
caminador. 

En  el  Orangután  (fig.  57),  la  sección  es  elíptica  con  su  diámetro 
transverso  notablemente  mayor  que  el  antero-posterior,  y  con  las 
dos  caras  anterior  y  posterior  de  convexidad  casi  igual.  En  el  Go- 
rila (fig.  68),  la  sección  tiene  igualmente  un  contorno  elíptico  con 
su  eje  mayor  en  dirección  transversal  en  uña  forma  más  prolon- 
gada que  el  Orangután,  y  con  las  caras  anterior  y  posterior  más  de- 
primidas. En  el  Gibon  (fig.  69),  la  sección  del  fémur  es  circular 
como  en  Cercopithectis  y  por  las  mismas  causas  expuestas  al  ocu- 
parme de  este  último. 


160 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


Besulta,  que  el  Tetraprothomo  es  el  único  primato  que  en  la 
parte  media  del  fémur  presenta  una  sección  ovoide  ó  subtriangu- 


Fig.  56.  Homo  primigeniua  (Hom- 
bre de  Spy).  Sección  4  del  fémur,  to- 
mada hacia  la  mitad  del  largo  del 
hueso. 


Fig.  57.  Simia  iotyrus  L.  (Orangu- 
tán). Sección  4  del  fémur,  tomada 
hacia  la  mitad  del  largo  del  hueso. 


lar  con  su  mayor  diámetro  en  sentido  antero- posterior  como  en  el 
hombre,  de  donde  se  deduce  que  era  como  éste,  un  bípedo  de  posi- 
ción erecta. 


O 


Fig.  58.  GoriUa  gorilla  Wyman. 
Sección  4  del  fémur,  tomada  hacia  la 
mitad  de  su  largo. 


Fig.  59.  HylobaUs  ayndcíctylus  Desm. 
(Glbon).  Sección  4  del  fémur,  tomada 
hacia  la  mitad  de  su  largo. 


Es  evidente  que,  tanto  en  Homo  como  en  Tetraprothomo,  la  for- 
ma subtríangular  del  cuerpo  del  fémur  fué  adquirida  gradualmente 
con  el  pasaje  de  la  posición  oblicua  á  la  posición  erecta;  los  más 
antiguos  antepasados,  más  allá  del  Tetraprothomo,  debían  tener  un 
fémur  de  sección  elíptica  con  su  mayor  diámetro  en  dirección 
transversal  como  en  el  Gorila  ó  en  el  Orangután,  ó  de  sección  más 
ó  menos  cilindrica  como  en  el  Gibon  ó  en  el  Homunculus,  Esto,  es 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPBOTHOMO  ARGENTINUS.    161 

tanto  más  evidente,  que  en  el  niño  de  2  á  3  años,  el  fémur  no  pre- 
senta vestigios  de  torsión  lateral,  y  el  cuerpo  del  hueso  hacia  la 
mitad  de  su  largo,  es  csisi  cilíndríco,  ligeramente  aplastado  de  ade- 
lante hacia  atrás,  y  un  poco  elíptico  hacia  las  extremidades.  La 
linea  áspera,  recién  empieza  á  diseñarse  hacia  los  5  años  y  es  á 
esta  misma  edad  que  empieza  á  modificarse  el  contorno  del  cuerpo 
del  hueso,  diseñándose  gradualmente  la  forma  subtriangular  que 
recién  aparece  perfecta  en  la  adolescencia. 

Me  queda  todavía  un  carácter  importante  que  examinar,  refe- 
rente á  la  torsión  del  fémur. 

Conócese  con  el  nombre  de  torsión  femoral  la  desviación  que 
presentan  la  cabeza  articular  y  los  cóndilos  con  relación  al  eje  lon- 
gitudinal del  hueso.  Como  no  es  mi  objeto  entrar  en  detalles  á  este 
respecto,  me  limitaré  á  indicar  que,  basta  colocar  un  fémur  humano 
en  posición  vertical  y  mirarlo  de  arriba  para  apercibirse  que  la 
cabeza  y  el  cuello  aparecen  con  relación  á  los  cóndilos,  como  vuel- 
tos hacia  adelante,  y  el  cóndilo  interno  con  relación  al  cuello  y  ca- 
beza, como  vuelto  hacia  atrás.  Si  en  esta  posición  suponemos  ó  tra- 
zamos en  realidad  una  línea  transversal  en  el  medio  del  cuerpo  del 
hueso  en  la  mitad  de  su  largo,  nos  apercibimos  que  la  cabeza  femo- 
ral se  encuentra  desviada  hacia  adelante  de  esta  línea  transversal, 
mientras  que  el  cóndilo  interno  aparece  como  desviado  hacia  atrás 
de  la  misma  línea.  Es  una  conformación  igual  á  la  que  resultaría, 
si  suponiendo  el  hueso  flexible,  se  hubiera  tomado  con  las  manos 
por  sus  dos  extremidades  (cabeza  articular  y  cóndilo  interno),  tor- 
ciéndolas en  sentido  inverso,  la  cabeza  femoral  y  el  cuello  hacia 
adelante  y  el  cóndilo  interno  hacia  atrás.  Es  esta  tercedura  á  la 
que  se  ha  dado  el  nombre  de  «torsión  femoral»  y  se  supone  ha  sido 
producida  por  el  cambio  de  la  marcha  cuadrúpeda  á  la  marcha 
bípeda  y  á  la  posición  erecta,  ó  por  lo  menos  que  ese  cambio  de 
posición  ha  producido  su  mayor  acentuación. 

En  efecto,  esta  torsión,  más  ó  menos  acentuada  se  encuentra  en 
todos  los  mamíferos,  pero  es  en  el  fémur  del  hombre,  y  especial- 
mente en  el  de  la  raza  negra,  que  la  torsión  femoral  alcanza  su 
más  alto  grado,  siguiéndole  después  los  antropomorfos  y  de  entre 
éstos  el  Q-orila  que  á  este  respecto  es  el  que  se  acerca  más  al  Hom- 
bre. Esta  circunstancia  parece  confirmar  la  suposición  de  que  el 
más  alto  grado  de  torsión  resulta  del  pasaje  de  la  marcha  cuadrú- 
peda á  la  marcha  bípeda. 

A  este  respecto  sería  pues  interesante  poder  determinar  el  grado 
de  torsión  del  fémur  de  nuestro  Tetraprothomo.  Desgraciadamente 


162  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

faltan  la  cabeza  femoral  y  el  cuello,  pero  existe  la  base  de  este 
último,  y  nos  da  un  punto  de  apoyo  suficiente  para  poder  afirmar 
que  la  torsión  femoral  era  todavía  mayor  que  en  el  hombre  actual. 
La  figura  que  presenta  el  mencionado  fémur  visto  por  el  lado  in- 
terno (figs.  9  y  28),  nos  muestra  la  parte  superior  del  borde  in- 
terno al  nivel  de  la  región  entotrocanteriana  ft^  fuertemente  en- 
corvado hacia  adelante;  la  parte  más  superior  de  esta  línea  en 
donde  el  fémur  está  roto,  corresponde  á  la  base  del  cuello,  que 
continuándolo  según  la  curva  de  la  parte  existente,  viene  á  re- 
sultar que  estaba  vuelto  hacia  adelante  en  un  grado  notablemente 
más  acentuado  que  en  el  hombre  actual.  Esto  se  ve  muy  clara- 
mente comparando  la  mencionada  curva  del  fémur  del  Tetrapro- 
{homo  (fig.  9)  cou  la  que  describe  el  fémur  de  Homo  sapiens  (figura 
10)  en  la  misma  región.  Luego,  la  torsión  femoral  era  en  Tetra- 
prothomo  evidentemente  mayor  que  en  Homo,  y  si  la  mayor  acen- 
tuación de  este  carácter  es  indicio  de  una  marcha  bípeda  en  posi- 
ción erecta,  entonces  indica  que  Tetraprothomo  era  de  posición  tan 
perfectamente  erecta  como  Homo. 

Esta  deducción  encuentra  una  confirmación  completa  en  la  tor- 
sión lateral  del  cuerpo  del  hueso,  á  la  cual  parece  que  los  anato- 
mistas no  han  prestado  hasta  ahora  atención,  y  que  sin  embargo, 
bajo  este  punto  de  vista  es  todavía  de  mayor  importancia  que  la 
torsión  femoral  determinada  por  el  cambio  de  orientación  en  sen- 
tido inverso  de  las  extremidades. 

Ya  he  dicho  anteriormente  que  en  el  fémur  de  Tetraprothomo^ 
la  cara  anterior  del  cuerpo  del  hueso  desde  el  borde  inferior  del 
trocánter  menor  hasta  la  foseta  suprarotular  es  redondeada  ó  con- 
vexa transversalmente,  pero  que  la  línea  culminante  ó  sagital  de 
la  convexidad,  no  es  una  recta  como  en  la  generalidad  de  los  ma- 
míferos, sino  una  ligera  curva  sigmoide.  Esta  conf  armación  res- 
ponde á  la  serie  de  líneas  curvas  entrantes  y  salientes  de  que  he 
hablado  más  arriba,  curvas  que  dependen  de  la  forma  del  cuerpo 
del  hueso,  el  cual,  en  vez  de  ser  recto  está  retorcido  sobre  sí  mismo 
describiendo  en  torno  de  su  eje  longitudinal  central  una  línea  en 
espiral  (ó  helicoide);  á  primera  vista,  el  cuerpo  del  hueso  aparece 
torcido  en  la  misma  forma  que  una  rama  flexible  que  cogida  por 
sus  dos  puntas  se  le  imprimiera  un  movimiento  lateral  en  sentido 
inverso.  Partiendo  de  la  línea  transversal  m  (fig.  60),  que  correspon- 
de á  la  mitad  del  largo  del  hueso,  se  observa  que  la  mitad  superior 
aparece  como  torcida  hacia  afuera  y  hacia  adelante,  y  la  mitad  infe- 
rior hacia  adentro  y  hacia  atrás.  La  orientación  de  las  flechas  en 
las  figuras  adjuntas  (figs.  60  y  61)  indica  las  direcciones  según  las 


AMEGHINO:  SOBBE  EL  TETEAPEOTHOMO  ABGENTINUS.    168 


Pig.  60,  Tetraprothomo  argeiUinui 
Am^h.  Fémtir  izquierdo,  visto  por  la 
cara  anterior.  «,  m,  linea  sagital  de 
la  mayor  convexidad  transversal  de 
la  cara  anterior,  «,  e,  rama  trocante- 
riana  de  la  linea  sagital;  9,  o,  rama  cer- 
vical de  la  linea  sagital;  U  trocánter 
menor;  m,  eje  medio  transversal  de  la 
linea  longitudinal  de  torsión;  +,  pla- 
no platimérico.  La  orientación  de  las 
flechas  indica  las  direcciones  en  que 
ha  actuado  la  presión  que  ha  produ- 
cido la  torsión. 


Fig.  61.  Homo  sapiens  L.  Fémur  iz- 
quierdo, visto  por  la  cara  anterior.  «,o, 
curso  primitivo  de  la  rama  cervical 
desaparecida;  c,  c,  cresta  sustentacu- 
lar  y  su  linea  de  mayor  convexidad, 
que  ha  substituido  la  línea  cervical 
«,  o,  desaparecida.  Los  demás  signos 
como  en  la  figura  precedente. 


164  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

cuales  ha  actuado  la  presión  que  ha  producido  la  torsión  del  cuer- 
po del  hueso.  En  la  mitad  superior,  el  costado  interno  ha  sido 
echado  hacia  afuera  y  hacia  adelante  según  la  dirección  de  la 
flecha  1,  y  el  extemo  en  sentido  inverso,  hacia  adentro  y  hacia 
atrás  según  la  dirección  de  la  flecha  2.  En  la  mitad  inferior,  el 
costado  interno  ha  sido  empujado  hacia  adentro  y  hacia  atrás,  se- 
gún la  dirección  de  la  flecha  3,  y  en  el  costado  izquierdo,  hacia 
afuera  y  hacia  adelante  en  la  dirección  de  la  flecha  4.  De  esto  re- 
sulta que  la  línea  cuspidal  ó  sagital,  correspondiente  á  la  mayor 
convexidad  transversal,  o,  «,  ss,  traza  una  curva  sigmoide  que 
partía  del  medio  de  la  cabeza  articular  bajando  hasta  alcanzar  en 
«,  la  línea  media  longitudinal  del  cuerpo  del  hueso,  describiendo 
en  este  trayecto  de  o  &  $  una  gran  curva  convexa  al  lado  externo 
y  cóncava  al  interno;  á  partir  del  punto  ir,  la  línea  sagital  de  mayor 
convexidad  transversal,  corre  hacia  abajo  hasta  terminar  en  ss, 
sobre  la  cresta  externa  de  la  troclea  rotular,  describiendo  una 
gran  curva  en  dirección  opuesta  á  la  precedente,  esto  es,  cóncava 
hacia  afuera  y  convexa  hacia  adentro.  Ahora,  examinando  en  con- 
junto el  trayecto  de  esta  curva  sigmoide  o,  s,  5í,  se  ve  presenta  las 
mismas  inflexiones  de  los  bordes  interno  y  externo  del  hueso  que 
he  examinado  más  arriba  (págs.  136-137),  de  donde  se  despren- 
de que  éstas  tomaron  origen  en  la  torsión  lateral  del  cuerpo  del 
hueso. 

En  la  parte  superior  del  hueso,  en  el  punto  s  (fig.  60),  en  donde 
la  linea  sagital  se  desvía  hacia  adentro  en  dirección  ala  cabeza  ar- 
ticular, se  produce  una  bifurcación,  desprendiéndose  una  rama 
externa  8,  e,  corta  y  baja,  que  va  á  terminar  en  la  parte  inferior 
del  ángulo  ántero  extemo  del  gran  trocánter.  El  espacio  triangu- 
lar -f-  comprendido  entre  esta  bifurcación,  es  la  región  platimérica 
subtrocanteriana,  en  este  caso  de  extensión  relativamente  reducida 
y  de  superficie  plana. 

Inútil  sería  buscar  en  los  mamíferos  cuadrúpedos  algo  de  lejana- 
mente parecido  á  lo  que  acabo  de  describir  en  el  fémur  del  Tetrc^ 
prothomo.  En  aquellos  cuyo  fémur  presenta  un  mayor  parecido 
con  el  del  hombre,  ya  hemos  visto  que  el  cuerpo  del  hueso  (fig.  27 
y  32)  es  derecho,  sin  vestigio  de  torsión  lateral,  con  sus  dos  bordes 
interno  y  externo  sin  trazas  de  curva  sigmoide  y,  por  consiguiente, 
rectos  ó  casi  rectos.  En  este  mismo  caso  se  encuentran  los  fémures 
de  monos,  que  representan  las  figuras  7  y  8.  En  todos  esos  mamí- 
feros cuadrúpedos  de  posición  más  ó  menos  horizontal  y  con  un 
fémur  que  presenta  un  lejano  parecido  con  el  del  hombre,  la  línea 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETRAPBOTHOMO  AEGENTINÜS.    165 


vii&.^_ 


h  Ti- 


i,¡' 


sagital  8y  88,  de  la  cara  anterior  de  este  hueso  (fig.  62)  es  una  recta 
que  baja  del  borde  superior  del  gran  trocánter  al  centro  del  borde 
superior  de  la  troclea  rotular  dividiendo  el  cuerpo  del  hueso  lon- 
gitudinalmente en   dos    mitades 
iguales. 

La  torsión  lateral  del  cuer- 
po del  hueso  y  demás  caracteres 
que  la  acompañan  sólo  se  en- 
cuentra en  el  fémur  del  hombre, 
aunque  no  tan  acentuada  como 
en  el  del  Tetraprothomo,  á  causa 
de  modificaciones  que  se  han 
producido  en  época  relativamen- 
te reciente.  La  línea  sagital  s,  S8 
(fig.  61),  es  absolutamente  igual 
como  en  el  fémur  de  Tetrapro- 
ihomo  (fig.  60),  describe  la  mis- 
ma curva  cóncava  hacia  afue- 
ra y  convexa  hacia  adentro,  y 
también  termina  abajo  en  la  cres- 
ta rotular  externa.  En  la  mitad 
inferior,  la  cara  lateral  interna 
se  encuentra  igualmente  desviada 
hacia  adentro  y  hacia  atrás,  y  la 
lateral  externa  hacia  afuera  y  ha- 
cia adentro. 

En  donde  aparecen  algunas  di- 
ferencias es  en  la  parte  superior, 
que  son  las  de  origen  neogeno  á 
que  he  hecho  referencia  más  arri- 
ba. Acá,  en  el  fémur  del  hombre, 
la  región  platimérica  subtrocan- 
teriana  -|-  (fig.  61)  es  considera- 
blemente más  ancha,  más  exten- 
dida de  arriba  hacia  abajo,  más 
deprimida  y  á  menudo  excava- 
da. Como  consecuencia  de  esta 
excavación  y  alargamiento  de  la 
región  platimérica,  la  rama  exter- 
na 8y  e  de  la  linea  sagital,  se  ha  vuelto  más  larga,  más  angosta 
y  más  prominente,  mientras  que  la  rama  interna  5,  o  ha  desapare- 


Fig.  62.  Félis  pardtis  L.  Fémur  iz- 
quierdo, visto  de  adelante,  mostrando 
la  linea  sagital  de  mayor  convexidad 
transversal  «,  a. 


166  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

cido  completamente,  pues  la  parte  ó  región  que  recorría  ha  sido 
invadida  por  la  depresión  de  la  región  platimérica.  En  cambio  ha 
aparecido  una  nueva  linea  en  relieve»  c,  c  (fig.  61),  colocada  más 
sobre  el  borde  interno,  y  que,  de  la  base  del  cuello  va  hacia  abajo, 
limitando  al  lado  interno  la  región  platimérica  sobre  la  cual  forma 
r^eve.  Es  claro  que  esta  linea  no  tiene  nada  que  ver  con  la  primi- 
tiva ramik interna  s,  o,  ni  tiene  con  eUa  ninguna  relación,  y  la  prue- 
ba la  tenemos  en  que  esta  línea  c,  c  se  prolonga  hacia  abajo  bas- 
tante más  allá  que  la  parte  superior  de  la  línea  sSy «,  corriendo 
paralelamente  á  ésta  por  un  trecho  relativamente  largo. 

Esta  línea  en  relieve  c,  c  corresponde  á  una  cresta  lateral  inter- 
na ó  sustentacular  del  cuello,  de  formación  relativamente  reciente, 
y  destinada  á  compensar  el  alargamiento  del  cuello  dándole  ma- 
yor resistencia.  Es  esta  cresta  á^  nueva  formación  que  en  esta 
parte  oscurece  un  poco  la  torsión  lateral  del  hueso ;  pero  si  se  hace 
abstracción  de  esta  cresta,  y  tenemos^  presente  que  la  gotera  que  la 
separa  de  la  región  platimérica  represegita  el  antiguo  borde  interno 
del  hueso  y  la  línea  de  presión  de  la  flacha  1,  entonces  la  torsión 
lateral  aparece  á  la  vista  de  un  modo  ciysi  tan  acentuado  como  en 
Tetraprothomo. 

Puede  decirse  que  1^  torsión  lateral  primitiva  se  encuentra  acá 
oscurecida  por  una  sunertorsión  más  reciente  en  dirección  de  la 
flecha  6,  producida  por  la  torsión  ó  inversión  hacia  adelante  de  la 
cresta  sustentacular  de}  cuello  c,  c;  esta  inversión  fué  á  su  vez  el 
resultado  de  una  mayor  inversión  de  la  cabeza  femoral  hacia  ade- 
lante, es  decir  de  un  aumento  en  el  grado  de  torsión  femoral  ter- 
minal. 

En  el  fémur  del  Homo  sapiens  la  formación  de  la  cresta  susten- 
tacular del  cuello  Cy  c,  ha  modificado  la  conformación  de  la  parte 
superior  del  hueso  de  una  manera  profunda.  Esta  parte,  en  pro- 
porción del  mayor  largo  y  del  mayor  adelgazamiento  adquirido 
por  el  fémur  humano,  se  ha  ensanchado  y  la  región  de  la  cara 
anterior  se  ha  vuelto  muy  deprimida,  produciendo  la  llamada  pia- 
timería  antero-posterior  ó  subtrocanteriana,  cuyo  origen  se  ha 
querido  buscar  en  la  acción  exclusiva  de  la  inserción  del  crural;  en 
cuanto  á  la  llamada  platimería  transversal,  es  una  conformación 
más  primitiva,  que  no  me  parece  tenga  relación  con  la  platimería 
subtrocanteriana  que  proviene  exclusivamente  de  un  aplasta- 
miento limitado  á  la  cara  anterior  del  hueso. 

El  borde  libre  de  la  cresta  sustentacular  del  cuello,  avanzando  ha- 
cia adentro  ha  formado  un  borde  interno  delgado,  el  cual  mirando 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ABGENTÍNUS.    167 

el  hueso  de  adelante  oculta  en  gran  parte  y  á  veces  completamente 
el  trocánter  menor;  este  avance  de  la  cresta  sobre  el  lado  interno, 
ha  determinado  la  formación  entre  la  cresta  y  el  trocánter  menor, 
de  la  fosa  cóncava  entotrooanteriana  ft  (fig.  10)  que  falta  en  el 
Tetraprothomo  en  donde  está  reemplazada  por  la  gotera  que  re- 
sulta del  ángulo  que  forma  la  base  del  trocánter  con  la  cara  in- 
terna del  hueso;  ya  hemos  visto  que  esta  fosa  entotrocanteríana 
falta  también  en  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  y  en  el  del  Hombre 
fósil  de  Ovejero. 

La  misma  cresta  sustentacular  aumentando  el  ancho  del  cuello 
y  su  espesor  en  la  base  y  hacia  adelante,  hace  que  éste  forme  con 
el  cuerpo  del  hueso  un  ángulo  aparentemente  más  abierto  de  lo 
que  realmente  sería  si  no  existiera  la  mencionada  cresta;  de  ahí 
también  que  la  cabeza  femoral  aparezca  formando  con  el  cuerpo 
del  hueso  un  ángulo  aparentemente  más  abierto. 

La  torsión  femoral  terminal  y  la  torsión  femoral  lateral  del 
cuerpo  del  hueso,  la  línea  sigmoide  sagital  de  la  mayor  conve- 
xidad transversal  de  la  cara  anterior,  y  las  líneas  sigmoides  de  la 
cara  anterior  y  de  los  bordes  laterales,  reunidas  en  conjunto,  son 
exclusivas  del  fémur  adaptado  á  la  marcha  bípeda  y  á  la  posición 
erecta;  sobre  este  punto  hay  una  certitud  casi  absoluta. 

La  aparición  de  todos  estos  caracteres  en  el  fémur  del  Tetrapro- 
thomo  y  su  mayor  acentuación  que  en  el  fémur  del  hombre  de  las 
épocas  más  recientes,  indica  el  pasaje  de  la  posición  oblicua  ó  se- 
mibípeda  á  la  posición  erecta  perfecta.  Este  cambio  de  posición 
produjo  la  rotación  de  la  cabeza  femoral  hacia  adelante,  y  la  in- 
versión del  cóndilo  interno  hacia  atrás  y  hacia  adentro.  A  su  vez^ 
.  el  cambio  de  posición  de  las  partes  terminales  ó  epifisarias,  pro- 
dujo la  torsión  lateral  del  cuerpo  del  fémur,  dándole  una  forma 
especial  apta  para  soportar  con  mayor  facilidad  el  peso  del  cuerpo, 
proporcionalmente  mucho  más  grande  en  el  Tetraprothomo  que  en 
el  hombre  actual. 

En  la  evolución  sucesiva  que  conduce  al  Homo  sapiens^  el  cuer- 
po volviéndose  gradualmente  más  esbelto  y  más  alto,  ya  no  tuvo 
necesidad  de  un  fémur  tan  corto  ni  tan  grueso;  este  adelgaza- 
miento del  cuerpo  y  la  continuación  de  la  marcha  bípeda^  alargó 
considerablemente  el  fémur  que  se  volvió  más  delgado,  atenuán- 
dose gradualmente  la  torsión  lateral  del  cuerpo  del  hueso,  y  ocul- 
tándola casi  por  completo  en  su  parte  superior  la  aparición  de  la 
cresta  sustentacular  del  cuello. 

Las  deduciones  precedentes  están  confirmadas  por  la  confor- 


168  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

mación  del  fémur  en  algunas  de  las  especies  ó  razsis  humanas  fó- 
siles, que  aparece  como  perfectamente  intermediaria  entre  la  de 
Homo  sapiens  típico  y  la  del  TetraprotJMtnOj  acercándose  en  algu- 
nos casos  más  de  este  último  que  del  primero. 

En  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  (Homo  primigenius)  la  tor- 
sión  lateral  del  cuerpo  del  hueso  es  mucho  más  aparente  que 
en  el  fémur  de  Homo  sapiens.  Las  curvas  sigmoides  laterales  son 
más  pronunciadas,  como  también  la  de  la  línea  sagital  de  la  mayor 
convexidad  transversal  de  la  cara  anterior;  el  cuerpo  del  hueso  es 
más  redondeado,  la  cara  extema  de  la  parte  superior  inmediata- 
mente debajo  del  gran  trocánter  no  es  ancha  y  plana  como  en  el 
hombre,  sino  oblicua  de  adelante  hacia  atrás  y  de  adentro  hacia 
afuera;  la  región  platimérica  es  relativamente  reducida  y  poco 
deprimida;  en  la  parte  superior  existe  bien  visible  la  rama  interna 
s,  o  de  la  línea  sagital  anterior;  el  borde  interno  de  la  parte  su- 
perior es  grueso  y  redondeado,  sin  que  aun  se  vea  ningún  vestigio 
de  la  cresta  sustentacular  del  cuello,  y  por  consiguiente,  tanto  éste 
como  la  cabeza,  aparecen  separados  del  cuerpo  del  hueso  por  un 
ángulo  aparentemente  menos  abierto ;  la  f oseta  entotrocanteriana 
todavía  no  ha  aparecido  ó  existen  de  ella  apenas  los  primeros  ves- 
tigios. Todos  estos  caracteres  que  alejan  el  Hombre  de  Spy  del 
Homo  sapiensj  lo  acercan  al  contrario  del  Tetraprothomo.  Se  acerca 
también  de  este  último  en  el  enorme  desarrollo  de  los  cóndilos,  en 
el  cuerpo  del  fémur  más  redondeado,  en  el  plano  poplíteo  menos 
deprimido,  en  la  foseta  suprarotular  menos  triangular  y  más  pro- 
funda, en  el  menor  desarrollo  de  la  línea  áspera,  en  la  curva  fuer- 
temente cóncava  del  borde  lateral  externo,  y  algunos  otros  carac- 
teres de  menor  importancia,  de  los  cuales  he  tenido  ocasión  de 
ocuparme  en  varias  de  las  páginas  que  preceden. 

ün  punto  en  que  el  Hombre  de  Spy,  se  aleja  tanto  de  Homo 
sapiens  como  de  Tetraprothomo^  y  aun  más  de  este  último  que  del 
primero,  es  la  fuerte  inversión  del  cóndilo  externo  hacia  afuera, 
casi  tan  pronunciada  como  la  del  cóndilo  interno  hacia  adentro,  y 
que  da  á  la  parte  inferior  del  fémur  ese  enanchamiento  brusco  que 
se  ha  designado  con  el  nombre  de  «forma  de  corneta».  No  se  trata 
ciertamente  de  un  carácter  primitivo,  sino  adquirido  en  relación 
con  el  gran  peso  del  cuerpo  y  el  gran  desarrollo  de  los  músculos 
que  de  la  cadera  y  de  la  parte  superior  del  fémur  van  á  la  extremi- 
dad inferior  de  éste,  á  la  rodilla  y  á  la  parte  superior  de  la  tibia. 
Como  el  enanchamiento  no  podía  producirse  sobre  el  cóndilo  in- 
terno ya  muy  invertido  hacia  adentro,  se  produjo  sobre  el  cóndilo 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPEOTHOMO  AEQENTINUS.    169 

externo  invirtiéndolo  hacía  afuera.  Este  enanchamiento  con  igual 
desarrollo  no  se  presenta  en  ninguna  de  las  razas  existentes^  ni  aun 
eu  las  más  robustas,  lo  que  constituye  una  prueba  más  de  que  el 
Homo  primigenius  no  es  un  antecesor  del  Homo  sapiens  sino  una 
especie  completamente  extinguida. 

El  fémur  del  Hombre  fósil  de  Ovejero  que  remonta  al  pampeano 
más  superior,  presenta  caracteres  intermediarios  de  igual  ó  mayor 
importancia.  Ya  se  ha  visto  más  arriba  que  difiere  del  de  Tetra- 
prothomo  por  el  enorme  desarrollo  de  la  linea  áspera  que  ha  to- 
mado la  forma  de  una  gran  pilastra  excesivamente  saliente,  y  por 
el  gran  arqueamiento  del  cuerpo  del  hueso  hacia  adelante;  este 
último  carácter  lo  acerca  del  hombre  de  Spy,  mientras  que  la  pi- 
lastra lo  acerca  de  algunas  razas  más  recientes  y  de  algunas  de  las 
actuales.  Todos  los  demás  caracteres  del  Hombre  fósil  de  Ove- 
jero son  primitivos,  iguales  ó  muy  parecidos  á  los  que  distinguen 
el  Tetraprothomo. 

Haciendo  abstracción  de  la  pilastra,  el  cuerpo  del  hueso  es  muy 
redondeado  y  sobre  todo  de  cara  anterior  transversalmente  más 
convexa  que  en  Tetraprothomo,  La  parte  superior  de  la  cara  ante- 
rior debajo  del  gran  trocánter  señalada  con  las  letras  pl  (fig.  65)  es 
la  única  plana  y  de  extensión  muy  reducida,  absolutamente  igual  á 
la  región  correspondiente  en  Tetraprothomo,  A  esta  altura,  sobre  el 
lado  interno  el  borde  del  hueso  es  grueso  y  redondeado,  sin  el  me- 
nor vestigio  de  la  cresta  sustentacular  del  cuello  é  igualmente  sin 
vestigios  de  la  foseta  entotrocanteriana,  conformación  en  un  todo 
idéntica  á  la  del  Tetraprothomo, 

Sobre  el  lado  opuesto,  esto  es  el  externo,  llama  la  atención  una 
fuerte  tuberosidad  6  (fig.  66)  de  contorno  elíptico  muy  prolongado, 
con  su  eje  mayor  de  arriba  hacia  abajo,  colocada  sobre  el  límite 
del  borde  posterior  formando  igualmente  protuberancia  hacia 
atrás  (&,  fig.  63),  y  limitada  adelante  por  una  gotera  ó  depresión 
oblicua  que  corre  hacia  abajo  y  da  vuelta  hacia  atrás  hasta  confun- 
dirse con  la  gran  depresión  que  limita  hacia  afuera  la  línea  áspera 
y  en  la  que  se  aloja  la  parte  posterior  externa  del  crural.  Esta 
depresión  no  tiene  absolutamente  nada  que  ver  con  la  fosa  hipo- 
trocanteriana,  colocada  siempre  inmediatamente  al  lado  externo 
de  la  rama  externa  de  la  línea  áspera,  pero  aquí  no  existe.  Esta  gran 
tuberosidad  6,  se  encuentra  al  lado  externo  de  la  rama  externa  de 
la  línea  áspera,  pero  no  hay  que  confundirla  con  el  trocánter  ter- 
cero pues  éste  cuando  existe  se  desarrolla  invariablemente  sobre 
la  misma  rama  externa  y  participa  del  mismo  aspecto  rugoso  que 

Amal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Seb.  8%  t.  ix.  Septiembre  21,  1907.  12 


170 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


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Fig.  68.  Fémur  derecho  del  Hombre 
fósil  de  Ovejero,  visto  por  la  cara  ante- 
rior reducido  á.  una  mitad  del  tamaño 
natural.  Colecciones  del  Museo  Nacional 
de  Buenos  Aires. 


Fig.  (i4.  El  mismo  fémur  de  la 
figura  precedente  visto  por  el  lado 
interno  á  la  misma  escala. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGÉN IINUS.    171 


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Pig.  66.  Fémur  derecho  del  Hom- 
bre fósil  de  Ovejero,  visto  por  la  cara 
posterior  reducido  á  la  mitad  del  ta- 
maño natural  ^ 


Fig.  66.  El  mismo  fémur  de  la  fi- 
gura precedente  visto  por  la  cara  ex- 
tema á  la  misma  escala. 


*  En  el  dibujo  no  se  puede  reconocer  el  enorme  desarrollo  que  tenia  la  linea 
áspera  de  este  fémur,  porque  la  parte  libre  saliente  se  encuentra  destruida  por 
haber  sido  hacheada  con  un  instrumento  cortante  cuando  el  hueso  estaba  todavía 
fresco,  sin  duda  con  el  objeto  de  destruir  las  inserciones  musculares. 


172  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

ésta.  La  tuberosidad  elíptica  en  cuestión  es  considerablemente 
más  saliente  que  la  rama  externa  de  la  línea  áspera,  y  no  es  de 
superficie  rugosa,  de  modo  que  no  estaba  destinada  á  inserciones 
tendinosas  sino  que  estaba  cubierta  por  un  másenlo  carnoso.  En 
toda  la  superficie  de  la  tuberosidad  y  en  la  gotera  ó  depresión  que 
la  limita  hacia  adelante^  se  ven  varias  perforaciones  vasculares  de 
tamaño  relativamente  considerable.  La  mencionada  tuberosidad 
aumenta  considerablemente  el  diámetro  antero-posterior  del  cuer- 
po del  hueso  en  este  punto,  mientras  que  la  gran  gotera  que  la 
limita  hacia  adelante  da  á  la  cara  externa  del  hueso  una  forma 
ancha  y  deprimida.  Es  un  ejemplo  de  platimería  transversal,  que 
en  este  caso  me  parece  es  efectivamente  el  resultado  de  un  enorme 
desarrollo  del  crural,  desarrollo  que  también.lo  demuestra  el  gran 
ancho  y  la  gran  profundidad  de  la  gotera  del  lado  externo  de  la 
encime  pilastra  que  posee  este  fémur. 

La  gotera  que  limita  hacia  adelante  esta  gran  tuberosidad  estaba 
ocupada  por  las  inserciones  del  haz  superior  externo  del  crural, 
que  era  sin  duda  muy  desarrollado,  mientras  que  la  fuerte  rama 
extema  superior  de  la  línea  áspera,  indica  una  inserción  del  glúteo 
mayor  igualmente  muy  fuerte,  pero,  como  ya  he  dicho  sin  vesti- 
gios de  fosa  hipotrocanteriana.  El  haz  externo  del  crural  descen- 
día oblicuamente  por  la  depresión  que  limita  la  tuberosidad  y  en 
la  parte  inferior  de  ésta  cruzaba  el  hueso  casi  transversalmente 
para  pasar  á  la  parte  posterior  y  extenderle  en  la  gran  gotera 
longitudinal  contigua  al  lado  externo  de  la  línea  áspera.  Por  un 
lado  la  tracción  de  la  inserción  del  glúteo  mayor  hacia  arriba  y 
hacia  atrás,  y  por  el  otro  la  presión  del  haz  superior  externo  del 
crural,  dieron  lugar  á  un  crecimiento  ó  expansión  del  hueso  en  la 
región  intersticial  entre  ambos  músculos  que  se  levantó  en  forma 
de  tuberosidad. 

En  el  fémur  del  hombre  actual  no  existe  esa  tuberosidad  como 
carácter  constante,  pero  suele  presentarse  á  veces  en  forma  rudi- 
mentaria, y  la  he  visto  regularmente  desarrollada  en  fémures 
prehistóricos  de  Patagonia  procedentes  de  individuos  muy  robus- 
tos, conjuntamente  con  una  fosa  hipotrocanteriana  fuertemente 
acentuada.  En  el  fémur  del  Hombre  de  Spy,  según  el  molde 
que  tengo  á  la  vista,  la  tuberosidad  existe,  en  forma  igualmente 
alargada,  y  seguida  hacia  adelante  de  la  misma  depresión  ó  gote- 
ra, pero  es  mucho  menos  desarrollada  que  en  el  fémur  del  Hom- 
bre fósil  de  Ovejero;  además  no  presenta  absolutamente  la  misma 
dirección  sino  que  se  encuentra  sobre  la  cara  externa,  más  sobre 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  ARGENTINUS.    173 

el  lado  anterior  que  sobre  el  posterior,  y  está  vuelta  completa- 
mente hacia  afuera.  Como  el  fémur  del  Hombre  de  Spy  tiene  la 
linea  áspera  casi  rudimentaria,  quiere  decir  que  la  formación  de 
la  tuberosidad  en  cuestión  no  tiene  ninguna  correlación  con  la 
gran  pilastra  como  podría  hacerlo  suponer  el  fémur  del  Hombre 
fósil  de  Ovejero.  La  explicación  que  he  dado  para  el  fémur  de  este 
último,  se  aplica  igualmente  á  la  del  fémur  del  Hombre  de  Spy. 

Las  curvas  que  describe  el  cuerpo  del  hueso  del  fémur  del  Hom- 
bre fósil  de  Ovejero,  son  las  mismas  qué  se  observan  en  el  fémur 
del  hombre  actual,  pero  más  pronunciadas,  algunas  tanto  ó  más 
que  en  el  Tetraproíhomo. 

De  estas  curvas,  merece  una  mención  especial  la  de  la  cara  an- 
terior, pues  presenta  una  línea  en  curva  sigmoide  muy  pronun- 
ciada; esta  curva,  muy  visible  en  la  figura  66,  que  muestra  el 
hueso  visto  por  el  costado  interno,  es  producida  por  la  inversión 
hacia  adelante  de  la  parte  de  la  cara  anterior  é  interna  que  en  su 
prolongamiento  forma  el  cuello,  inversión  ó  arqueamiento  hacia 
adelante  más  pronunciado  que  en  el  fémur  del  hombre  actual  (fi- 
gura 10),  pero  absolutamente  igual  al  del  fémur  del  Tetraproíhomo 
(figs.  9  y  28j.  De  esto  es  permitido  deducir  que  la  cabeza  femoral 
por  lo  que  respecta  al  cuerpo  del  hueso,  se  encontraba  colocada 
más  hacia  adelante  que  en  el  fémur  del  hombre  actual,  lo  que  in- 
dicaría no  sólo  una  mayor  torsión  femoral  terminal,  sino  también 
una  mayor  torsión  lateral  del  cuerpo  del  hueso. 

En  lo  que  se  refiere  á  esta  última  torsión,  este  es  realmente  el 
caso.  Mirando  el  hueso  por  la  parte  posterior  y  colocado  de  ma- 
nera que  la  superficie  del  plano  poplíteo  mire  directamente  hacia 
atrás  (fig.  63),  tenemos  que  la  pilastra  aparece  sumamente  incli- 
nada hacia  afuera  tomando  una  posición  lateral  que  deja  visible 
una  mayor  extensión  del  costado  interno,  como  sucede  en  el  fémur 
de  Tetraproíhomo;  á  medida  que  la  pilastra  asciende  hacia  arriba 
toma  con  relación  al  plano  poplíteo  una  posición  todavía  más  la- 
teral, hasta  que  en  la  parte  superior  al  lado  de  la  tuberosidad  &, 
su  borde  libre  constituye  una  línea  saliente  al  lado  externo,  que 
más  ó  menos  coincide  con  la  del  plano  poplíteo.  Es  un  grado  de 
torsión  del  cuerpo  femoral  comparable  al  que  muestra  el  fémur  del 
antecesor  del  hombre  de  Monte  Hermoso.  De  las  que  me  son  cono- 
cidas, la  raza  fósil  de  Ovejero  es  la  única  que  en  este  importantísi- 
mo carácter  de  la  torsión  lateral  del  cuerpo  del  fémur  coincide 
casi  exactamente  con  el  Tetraproíhomo. 


174        MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


ATLAS  DEL  TETRAPROTHOMO. 

La  vértebra  cervical  á  que  me  he  referido  más  arriba,  es  un 
atlas  casi  perfecto,  que  se  conserva  en  las  colecciones  del  Museo 
de  La  Plata,  y  fué  traído  de  Monte  Hermoso  por  el  señor  Santiago 
Pozzi  cuando  formaba  parte  del  personal  de  ese  establecimiento. 

El  Dr.  Francisco  P.  Moreno,  según  me  lo  ha  manifestado  per- 
sonalmente no  hacen  muchos  días,  vio  la  vértebra  todavía  engas- 
tada en  parte  de  la  roca,  lo  que  no  impidió  que  reconociera  inme- 
diatamente que  tenía  todo  el  aspecto  de  un  atlas  humano,  pero 
ocupado  en  otros  trabajos  no  tuvo  oportunidad  de  examinarla  con 
mayor  detenimiento.  Desde  entonces,  dicha  vértebra  pernlaneció 
olvidada  durante  largo  tiempo,  hasta  que  el  Dr.  Santiago  Eoth 
jefe  de  la  sección  de  paleontología  del  Museo  de  La  Plata,  la  en- 
contró un  día  en  las  colecciones  de  fósiles  de  Monte  Hermoso,  to- 
davía envuelta  en  la  misma  roca;  procedió  á  desembarazarla  de  la 
ganga,  y  reconociendo  que  tenía  todo  el  aspecto  de  un  atlas  hu- 
mano de  dimensiones  muy  reducidas^  lo  pasó  á  las  colecciones  de 
antropología  del  mismo  establecimiento.  Con  motivo  del  descu- 
brimiento del  fémur  que  acabo  de  describir,  se  me  ocurrió  que  la 
vértebra  en  cuestión  podría  proceder  del  mismo  género,  y  pedí 
examinarla.  El  Dr.  Roberto  Lehmann-Nitsche,  jefe  de  la  sección 
antropológica  de  ese  establecimiento,  accediendo  á  mi  deseo,  me  la 
facilitó  por  unos  días,  atención  que  agradezco  debidamente,  pues 
me  ha  proporcionado  la  oportunidad  de  estudiar  una  pieza  intere- 
santísima, puesto  que  del  examen  que  de  ella  he  hecho  resulta 
pertenece,  no  precisamente  al  hombre,  sino  á  su  precursor. 

Esta  pieza,  como  se  verá  por  los  detalles  que  siguen,  no  es  del 
género  Homo,  pero,  por  otra  parte,  se  acerca  tanto  al  atlas  del 
hombre,  que  es  indudable  procede  de  un  ser  muy  parecido,  que 
fué  su  precursor,  y  éste  no  puede  ser  otro  que  el   Tetraprothomo. 

A  primera  vista  produce  la  impresión  de  pertenecer  á  un  animal 
de  mayor  tamaño,  pero  de  las  comparaciones  que  he  hecho  con 
otros  mamíferos  no  arborícelas  que  presentan  un   fémur  más  ó 


*  Es  sobre  datos  verbales  que  me  habla  comunicado  el  Dr.  Both,  que  en  mi 
último  trabajo  hice  mención  de  esa  pieza  como  una  vértebra  cervical  muy  pe- 
queña, pero  que  en  vista  de  la  gran  antigüedad  del  yacimiento  de  donde  pro- 
cedía, debía  ser,  no  del  hombre,  sino  del  precursor  del  hombre  (Amrohino  F.,  Let 
formations  sedimerUaireSf  etc.  AncU,  Mus,  Nac.  de  Buenos  Aires^  ser.  8.*,  t.  vm, 
p.  450,  a.  1906). 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETBAPEOTHOMO  AEGENTINTJS.     176 

menos  de  las  mismas  dimensiones  que  el  del  Tetraprothomo,  resalta 
que  aquéllos  tienen  el  atlas  tan  grande,  ó  aun  más  grande  que 
éste.  Hay  también  que  recordar  que  el  fémur  del  Tetraprothomo 
indica  un  cuerpo  proporcionalmente  más  grueso  que  el  del  hombre, 
de  manera  que  proporcionalmente  también  debía  tener  un  atlas 
más  grande. 

A  esto  debe  agregarse,  que  el  examen  del  hueso  independiente- 
mente de  las  consideraciones  anteriores,  en  alguno  de  sus  detalles 
demuestra  debía  soportar  un  cráneo  proporcionalmente  de  mayor 
volumen  que  el  del  hombre,  de  donde  se  infiere,  que  también  el 
atlas  debía  ser  de  tamaño  proporcionalmente  mayor.  Por  otra 
parte,  si  se  establece  la  relación  de  tamaño  entre  el  atlas  de  un 
chimpancé  joven  de  sólo  56  centímetros  de  alto  del  que  doy  el 
dibujo  en  la  figura  69,  el  atlas  que  supongo  del  Tetraproituynw 
representado  en  la  figura  67  y  que  según  el  fémur  debía  alcanzar 
1^06  á  I^^IO  de  alto,  y  el  de  la  figura  68  que  procede  de  un  hom- 
bre de  talla  mediana,  se  ve  muy  bien  que  el  atlas  fósil  de  Monte 
Hermoso  corresponde  perfectamente  á  la  talla  y  á  la  corpulencia 
del  Tetraprothomo  argentinus.  Si  juzgáramos  la  talla  del  individuo 
que  poseía  esa  vértebra  tomando  por  término  de  comparación  al 
hombre,  nos  daría  una  estatura  alrededor  de  1^40,  pero  como  el 
fémur  indica  un  cuerpo  proporcionalmente  más  robusto  que  el  del 
hombre,  y  á  su  vez  la  vértebra  un  cráneo  proporcionalmente  más 
voluminoso,  se  desprende  que  hay  concordancia  perfecta  entre  el 
tamaño  de  la  vértebra  y  el  del  fémur. 

Seguramente,  no  puede  desecharse  en  absoluto  la  posibilidad 
de  que  las  dos  piezas,  el  fémur  y  el  atlas,  procedieran  de  dos  ani- 
males específicamente  ó  aun  genéricamente  distintos,  pero  esto 
implicaría  la  existencia  en  Monte  Hermoso  de  dos  precursores  del 
hombre,  lo  que  por  ahora  me  parece,  no  diré  imposible,  pero  sí 
altamente  improbable,  y  hasta  prueba  de  lo  contrario,  me  parece 
más  lógico  y  prudente  referirlas  á  uno  solo. 

El  atlas  humano  presenta  un  considerable  número  de  variacio- 
nes individuales  de  las  que  voy  á  prescindir,  tomando  sólo  en 
cuenta  aquellos  caracteres  que  no  varían,  ó  cuyas  variaciones 
puedan  relacionarse  con  caracteres  propios  del  precursor. 

Antes  de  entrar  en  los  detalles  que  caracterizan  esta  pieza,  es 
necesario  demostrar  que  realmente  es  de  un  primate  del  mismo 
grupo  que  el  hombre  y  los  antropomorfos. 

Excepción  hecha  de  los  primatos,  en  todos  los  demás  mamíferos 
las  apófisis  transversas  del  atlas  constituyen  dos  láminas  orienta- 


176  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

das  de  adelante  hacia  atrás,  esto  es  perpendioolares  al  plano  trans- 
versal de  las  vértebras,  y  en  la  misma  dirección  del  eje  longitudinal 
de  la  columna  vertebral;  prolongadas  ambas  láminas  hacia  la  línea 
mediana  de  modo  que  se  unieran  dividirían  la  vértebra  y  el  agujero 
vertebral  en  dos  mitades,  una  superior  y  la  otra  inferior,  ó  anterior 
y  posterior  en  el  hombre. 

En  los  primates  hay  dos  tipos  distintos.  Un9  constituido  por  los 
monos  arborícelas  y  cuadrúpedos,  tiene  las  apófisis  transversas 
del  atlas,  con  la  misma  orientación  que  todos  los  demás  mamíferos. 
El  otro,  constituido  por  los  de  posición  semierecta  y  erecta,  es 
decir  por  el  hombre  y  los  antropomorfos,  tiene  las  apófisis  trans- 
versas en  forma  de  láminas  en  dirección  transversal,  esto  es,  para- 
lelas á  las  caras  anterior  y  posterior  (ó  superior  é  inferior  en  la 
posición  erecta)  de  la  vértebra,  ó  sea  en  dirección  transversal  al 
eje  vertical  de  la  columna  vertebral. 

Esta  división  es  fundamental,  pues  separa  el  hombre  y  los  antro- 
pomorfos, no  sólo  de  todos  los  demás  mamíferos,  pero  también  de 
todos  los  demás  primates,  aunque  en  varios  de  estos  últimos  se 
observa  una  conformación  intermediaria  entre  la  del  hombre  y  los 
antropomorfos  de  un  lado  y  los  demás  mamíferos  del  otro. 

El  atlas  del  Tetraprothomo  tiene  las  apófisis  transversas  en  for- 
ma de  láminas  transversales  paralelas  á  las  caras  superior  é  infe- 
rior de  la  vértebra  ó  sea  en  dirección  transversal  al  eje  vertical  de 
la  columna  vertebral.  Se  trata  pues  de  un  primate  que  forma 
parte  del  mismo  grupo  que  el  hombre  y  les  antropomorfos. 

A  esta  conformación  en  la  dirección  de  las  apófisis  transversas 
del  atlas,  va  unida  otra  de  igual  importancia.  En  los  mamíferos 
en  general,  provistos  de  una  apófisis  transversa  en  forma  de  lámi- 
na en  dirección  longitudinal,  la  pared  ósea  que  encierra  el  agujero 
vertebral  forma  una  especie  de  tubo  elíptico  ó  subelíptice  alargado 
en  la  misma  dirección  del  eje  longitudinal  de  la  columna  vertebral. 

En  el  atlas  del  hombre  y  de  los  antropomorfos  este  tubo  es  tan 
comprimido  de  adelante  hacia  atrás  (ó  de  arriba  hacia  abajo  en  la 
posición  vertical)  que  la  pared  ósea  que  encierra  el  agujero  verte- 
bral se  ha  vuelto  ó  ha  quedado  tan  corta  y  delgada  que  tiene  el 
aspecto  de  un  anillo,  en  el  cual  las  dos  caras  articulares  de  cada 
lado  constituyen  dos  masas  óseas  macizas  en  forma  de  pilares. 

Los  menos  en  general  presentan  también  á  este  respecte  una 
conformación  intermediaria  entre  la  del  hombre  y  de  los  antropo- 
morfos de  un  lado,  y  la  de  los  demás  mamíferos  del  otro. 

El  atlas  del  Tetraprothomo  es  aplastado  en  dirección  antero-pos- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETBAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    177 

teríor  (ó  de  arriba  hacia  abajo)  y  presenta  la  forma  de  anillo  con 
dos  pilares  laterales,  conformación  característica  del  hombre  y  de 
los  monos  antropomorfos. 


Fig.  67.  Tetraproíhomo  argentinus  Amgh.  Atlas,  visto  de  arriba,  en  tamaño 
natnral.  Mioceno  superior  '^e  Monte  Hermoso.  Oolecciones  del  Museo  de  La 
Plata,  a,  arco-anterior  ó  ventral,  cuya  elevación  mediana  representa  el  tubérculo 
anterior  del  arco;  p,  arco  posterior  ó  dorsal;  o,  agujero  vertebral;  ¿,  apófisis  trans- 
versa; V,  perforación  vértebroarterial  longitudinal;  c,  gotera  vértebroarterial 
transversal;  u,  cavidad  glenoides  ó  superficie  articular  superior;  d,  tubérculo  para 
la  inserción  del  ligamento  atlodontoides;  t,  depresión  vascular;  «,  estribo  de  la 
masa  del  atlas. 


Tenemos  pues  la  prueba  absoluta  de  que  el  Tetraprothomo  no 
sólo  es  un  primate,  sino  que  forma  parte  del  mismo  grupo  consti- 
tuido por  el  hombre  y  los  antropomorfos. 


Fig.  68.  Homo  sapiena- Jj,   Atlas,  visto  de  arriba,  en  tamaño  natural.  Mismas 
letras  que  la  figura  precedente. 


178  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Ahora,  entrando  al  examen  de  los  detalles  que  presenta  este 
hneso,  veremos  que  se  trata  de  un  representante  de  la  familia  de 
los  Hominidae  y  no  de  los  Antropomorphidae. 

Por  lo  pronto,  voy  á  demostrar  que  este  atlas,  prueba  por 
sí  solo  que  no  es  de  Homo,  sino  de  un  género  distinto  y  extin- 
guido. 

En  la  conformación  del  atlas  del  Tetraprothomo  (fig.  67),  lo  que 
llama  inmediatamente  la  atención  es  el  contorno  del  agujero  verte- 
bral determinado  por  la  disposición  de  los  dos  arcos  anterior  ó 
ventral  a  y  posterior  ó  dorsal  p.  Las  curvas  internas  de  los  dos 
arcos  son  de  radio  casi  igual,  de  modo  que  prolongándolas  sin 
tomar  en  cuenta  las  masas,  constituyen  un  agujero  de  figura  elíp- 
tica cuyo  eje  mayor  es  en  dirección  transversal.  Esta  conformación 
es  general  á  todos  los  mamíferos,  incluso  los  primates,  sin  excluir 
á  los  antropomorfos,  con  la  sola  excepción  del  Gorila  (fig.  70)  y 
del  hombre  (fig.  68)  entre  los  primates,  y  de  los  proboscídeos  entre 
los  demás  mamíferos. 

Este  carácter  separa  al  Tetraprothomo^  tanto  de  Homo  como  de 
Gorilla,  para  acercarlo  á  los  demás  primates  y  á  los  mamíferos  en 
general,  lo  que  demuestra  que  se  trata  de  un  ser  genéricamente 
distinto  del  hombre  y  del  Q-orila.  En  efecto,  el  atlas  de  Homo 
(fig.  68),  presenta  el  contomo  del  agujero  vertebral  de  una  forma 
muy  distinta;  el  arco  anterior  a  describe  una  curva  más  abierta, 
esto  es,  de  radio  notablemente  mayor  que  la  curva  que  describe  el 
arco  posterior  p;  este  último,  en  su  línea  media  antero-posterior 
se  prolonga  más  atrás.  De  esta  diferencia  en  la  curva  de  los  dos 
arcos,  resulta  que  encierran  un  agujero  de  figura  elíptica  con  ten- 
dencia ovoidea,  y  con  su  eje  mayor  no  en  dirección  transversal 
como  en  el  atlas  de  Tetraprothomo^  sino  en  dirección  antero-pos- 
terior, es  decir  completamente  opuesta. 

Este  carácter  es  fundamental  y  separa  netamente  á  Tetrapro- 
thomo del  género  Homo^  para  acercarlo  á  los  demás  primates  y 
especialmente  de  algunos  antropomorfos.  Baje  este  punto  de  vista, 
®1  mayor  parecido  de  Tetraprothomo  parece  ser  con  el  Chimpancé, 
como  puede  juzgarse  por  la  figura  69,  que  representa  el  atlas  de 
un  Chimpancé  muy  joven,  de  sólo  56  ctm.  de  alto ;  el  contomo 
elíptico  del  agujero  vertebral  y  la  disposición  transversal  de  su 
eje  mayor,  son  todavía  un  poce  más  acentuados  que  en  el  de  Te- 
traprothomo. En  este  último,  el  arco  posterior  p  con  relación  al 
del  Chimpancé,  se  ha  extendido  un  poco  más  hacia  atrás  en  su 
parte  media,  disminuyendo  un  poco  el  largo  áel  radio  de  su  curva, 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    179 

evolución  que  alcanza  su  mayor  desarrollo  no  precisamente  en 
Homo  sapiens^  sino  en  el  Gorila  (fig.  70). 


Fig.  69.  Atlas  de  Chimpancé  (Anthro- 
popUhectts  niger  G-eoff .),  visto  de  arri- 
ba, en  tamaño  natural.  Letras  como 
en  las  figuras  precedentes.  (Individuo 
muy  joven,  de  sólo  56  ctm.  de  alto). 


Fig.  70.  Atlas  de  Gorila  {Qorüla 
Gorilla  Wymann),  visto  de  arriba  en 
tamaño  natural,  según  Owen. 


El  agujero  vertebral  del  atlas  del  Orangután  (fig.  71)  presenta 
una  forma  completamente  intermedia  entre  la  del  Tetraprothomo 


Tig.  71.  Atlas  de  Orangután  (Simia  scUyrus  L.)*  visto  de   arriba,  en  tamaño 
natural,  según  Owen. 


de  un  lado  y  la  del  hombre  y  del  Chimpancé  del  otro ;  los  dos  arcos 
describen  una  curva  de  igual  radio,  de  donde  resulta  que  el  diá- 


180  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

metro  antero-posteríor  es  igual  al  diámetro  transverso,  y  de  con- 
siguiente el  agujero  tiene  un  contorno  circular  muy  característico. 

En  el  Gorila  (fig.  70),  la  inversión  del  diámetro  mayor  del  agu- 
jero vertebral  en  dirección  opuesta  á  la  del  Chimpancé  y  del  Tetra- 
protTiomo  es  todavía  notablemente  más  acentuada  que  en  el  hom- 
bre; el  diámetro  antero-posterior  es  considerablemente  mayor  que 
el  diámetro  transverso  y  esta  diferencia  de  largo  entre  los  dos  diá- 
metros es  mayor  que  en  el  atlas  humano.  El  fondo  del  arco  pos- 
terior se  ha  extendido  tanto  hacia  atrás,  que  sus  costados  trazan 
una  curva  parabólica. 

Este  cambio  en  la  dirección  del  eje  mayor  del  agujero  vertebral 
del  atlas  del  G-oríla  y  la  mayor  extensión  hacia  atrás  del  fondo  del 
arco  posterior,  son  el  resultado  del  enorme  desarrollo  del  ligamento 
cervical,  el  cual,  fijo  encima  de  las  apófisis  espinosas  extremada- 
mente largas  de  las  vértebras  cervicales,  efectúa  sobre  la  parte 
posterior  del  cráneo  una  potente  tracción  hacia  atrás  y  hacia  arri- 
ba para  poder  contrarrestar  el  gran  peso  del  rostro  bestializado  de 
esa  grotesca  caricatura  humana. 

Fuera  de  los  primates,  encontramos  una  disposición  parecida,  es 
decir,  un  agujero  vertebral  con  su  mayor  diámetro  en  dirección 
antero-posterior,  solamente  en  los  proboscídeos,  pero  en  un  grado 
todavía  más  acentuado  que  en  el  hombre  y  en  el  Q-orila.  Es  claro 
que  en  los  elefantes  esta  disposición  del  atlas  depende  como  en 
el  Gorila,  del  peso  enorme  del  cráneo  y  del  desarrollo  extraordi- 
nario del  ligamento  cervical.  Como  el  elefante  levanta  la  cabeza 
encima  de  la  región  cervical,  la.tracción  hacia  atrás  del  ligamento 
cervical  ha  dado  al  agujero  vertebral  del  atlas  una  forma  parecida 
á  la  que  presenta  en  el  Gorila.  El  enorme  peso  del  cráneo  también 
ha  dado  origen  á  principios  de  estribos  y  ha  hecho  avanzar  las 
facetas  articulares  atlo-occipitales  un  poco  al  interior  del  agujero 
vertebral. 

Si  en  vez  del  contorno  del  agujero  vertebral  examinamos  la 
forma  del  contorno  del  anillo  óseo,  prescindiendo  de  las  apófisis 
transversas,  llegamos  á  idénticets  conclusiones. 

El  Tetraprothomo  (fig.  67)  presenta  un  anillo  de  contorno  elíp- 
tico casi  tan  pronunciado  como  en  el  Chimpancé  (fig.  69)  y  con 
su  eje  mayor  en  dirección  transversal  como  en  éste.  El  Orangután 
(fig.  71)  que  hemos  visto  se  distingue  de  los  dos  anteriores  por 
presentar  un  agujero  vertebral  de  contorno  circular,  muestra  al 
contrario  un  anillo  igualmente  de  contorno  elíptico  con  su  eje 
mayor  igualmente  transversal;  pero,  como  este  contorno  oblicuo  es 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAJ>EOTHOMO  AEGEITOINÜS.    181 

un  poco  menos  acentuado  que  en  Tetraprothomo  conserva,  siempre 
su  posición  intermedia  entre  éste  y  Homo,  En  el  atlas  de  Homo 
(fig.  68),  los  dos  diámetros  del  anillo,  antero-posterior  y  trans- 
verso, son  sensiblemente  iguales,  pero  en  este  caso,  hay  que  tener 
presente  que  el  tubérculo  a  del  arco  anterior  y  el  tubérculo  p  del 
arco  posterior  modifican  completamente  el  contorno  del  anillo  y 
la  relación  de  los  dos  diámetros;  no  tomando  en  cuenta  los  men- 
cionados tubérculos,  el  anillo  del  atlas  de  Homo,  aparece  igual- 
mente de  contorno  elíptico,  pero  nunca  en  una  forma  tan  acen- 
tuada como  en  Tetraprothomo,  sino  en  un  grado  comparable  al 
del  Orangután.  El  anillo  del  atlas  de  G-orila  (fig.  70)  haciendo  abs- 
tracción de  los  dos  tubérculos,  anterior  y  posterior,  aparece  con 
los  dos  diámetros  sensiblemente  iguales,  de  donde  resulta  que  pre- 
senta un  contorno  circular.  Por  fin,  hasta  en  los  mismos  probos- 
cídeos,  que  son  los  mamíferos  con  el  agujero  vertebral  del  atlas, 
de  mayor  diámetro  antero-posterior,  el  contorno  del  anillo  es  tam- 
bién elíptico  con  el  diámetro  mayor  en  dirección  transversal. 

Por  todos  los  caracteres  examinados,  el  Tetraprothomo  se  aleja 
de  Homo,  más  que  el  Orangután  y  que  el  G-orila.  Luego  es  evidente 
que  se  trata  de  un  género  distinto.  Ahora,  voy  á  demostrar,  que 
este  género  extinguido,  se  acerca  más  del  hombre  que  de  los  an- 
tropomorfos, y  que  por  consiguiente  debe  formar  parte  de  la  fa- 
milia de  los  Hominidae. 

En  el  atlas  humano  (figs.  68,  76  y  77),  el  agujero  vertebral  pre- 
senta una  forma  muy  particular;  puede  considerarse  dividido  en 
dos  partes;  una  anterior  más  pequeña,  más  angosta  y  de  forma  casi 
cuadrangular;  y  la  otra  posterior,  más  grande,  más  ancha  y  de 
contorno  casi  subtriangular. 

La  parte  anterior,  angosta  y  casi  cuadrangular,  debe  su  forma 
á  los  estribos  e  de  las  masas  que  se  han  acercado  á  la  línea  mediana 
disminuyendo  el  ancho  del  agujero  vertebral;  en  este  punto,  Te- 
traprothomo y  Homo  coinciden  completamente,  separándose  de  los 
antropomorfos  y  monos  en  general. 

La  parte  posterior  del  agujero  vertebral  del  atlas  humano  debe 
su  forma  subtriangular  á  una  gran  expansión  hacia  atrás  de  la 
parte  media  del  arco  posterior  ó  dorsal  p,  mientras  que  la  curva 
del  arco  anterior  ó  ventral  ha  quedado  poco  menos  que  inalterable; 
en  este  punto  exceptuando  al  Gorila,  el  hombre  se  separa  de  todos 
los  demás  primates,  incluso  los  antropomorfos  y  el  Tetraprothomo, 
aunque  el  arco  posterior  del  atlas  de  este  último  deja  ya  ver  una 
pequeña  prolongación  de  su  parte  mediana  hacia  atrás,  lo  que  lo 
acerca  un  poco  más  al  hombre  que  á  los  antropormorf  os. 


182  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

La  mayor  extensión  hacía  atrás  del  arco  posterior  del  atlas  tiene 
en  el  Gorila  un  origen  distinto  que  en  el  hombre ;  en  éste  es  pro- 
ducida por  la  posición  más  hacia  adelante  del  agujero  occipital  del 
cráneo  y  está  por  consiguiente  en  relación  con  la  posición  vertical 
de  éste  sobre  la  columna  vertebral.  Es  claro  que  esta  modificación 
se  ha  producido  muy  gradualmente  y  que  en  Tetraprothomo  la 
posición  Tttctioal  del  cráneo  no  había  aun  actuado  un  espacio 
de  tiempo  suficientemente  largo  para  que  esta  transformación  del 
arco  posterior  hubiera  podido  adquirir  la  misma  forma  que  en  el 
hombre,  pero  prueba  que  la  posición  erecta  ya  la  había  adquirido 
puesto  que  el  peso  del  cráneo  actuaba  sobre  la  columna  vertebral 
en  dirección  vertical.  Ya  veremos  q^ue  varios  otros  caracteres  de 
este  hueso  conducen  á  la  misma  conclusión. 

El  arco  anterior,  en  su  forma  genexal  no  presenta  diferencias 
con  el  del  atlas  del  hombre,  si  se  exceptúa  el  borde  superior  que  en 
su  parte  media  parece  ser  un  poco  más  elevado.  La  faceta  articu- 
lar de  la  cara  posterior  del  arco  sobre  la  cual  se  apoya  la  apófisis 
odontoides  del  axis,  no  se  distingue  de  la  correspondiente  del  atlas 
humano,  si  bien  parece  ser  de  un  tamaño  proporcionalmente  ma- 
yor; pero,  como  á  este  respecto  el  atlas  humano  presenta  notables 
variaciones  individuales,  la  cuestión  del  tamaño  de  la  faceta  no 
tiene  mayor  importancia.  Lo  que  es  importante,  es  aue  orientando 
el  hueso  de  modo  que  las  cavidades  glenoídeas  de  Isifí  masas  miren 
directamente  hacia  arriba,  y  se  hace  abstracción  de  la  pequeña 
concavidad  de  la  foseta  atlo-odontoidea,  la  superficie  de  esta  faceta 
forma  un  plano  colocado  en  posición  perfectamente  vertical;  esta 
conformación  prueba  que  la  apófisis  odontoides  del  axis  estaba 
igualmente  orientada  en  dirección  vertical,  lo  que  á  su  vez  de- 
muestra que  la  posición  del  cuerpo  era  perfectamente  erecta.  Es 
absolutamente  la  misma  conformación  que  en  el  hombre,  mientras 
que  en  los  monos  y  en  la  generalidad  de  los  mamíferos^  el  plano  de 
la  mencionada  faceta  es  más  ó  menos  oblicuo.  El  tubérculo  ante- 
rior presenta  la  misma  forma  y  desarrollo  que  en  el  hombre;  existe 
también  en  el  Gorila,  pero  falta  en  el  Orangután  y  en  el  Chim- 
pancé. 

El  arco  posterior  en  las  dos  extremidades  que  se  unen  con  las 
masas,  es  proporcionalmente  más  angosto  que  en  el  hombre  y  de 
cara  superior  menos  deprimida,  siendo  el  borde  anterior  que  limita 
el  agujero  vertebral  notablemente  más  elevado  que  el  opuesto;  de 
esta  conformación  resulta  que  las  superficies  deprimidas  ó  en  for- 
ma de  gotera  de  las  extremidades  del  arco  indicadas  en  las  figuras 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  AEGENTINUS.    183 

con  la  letra  c,  forman  un  declive  muy  pronunciado  hacia  atrás  y 
hacia  abajo.  Es  por  esta  gotera  c  (gotera  yértebroarterial  trans- 
versal) que  corre  la  arteria  vertebral  al  salir  del  foramen  de  la 
apófisis  transversa.  En,  la  mayor  parte  de  los  mamíferos  y  en 
todos  los  primatos  actuales  del  viejo  mundo,  con  excepción  de  los 
antropomorfos  y  del  hombre,  esta  gotera  se  presenta  cubierta  por 
un  puente  óseo;  en  Tetraprothomo  no  existe  el  puente,  en  lo  que 
concuerda  con  el  hombre  y  los  antropomorfos. 

Es  claro  que  la  ausencia  de  puente  sobre  la  gotera  es  un  carác- 
ter primitivo;  y  aunque  hay  casos  de  atlas  humanos  con  la  gotera 
de  la  artería  vertebral,  totalmente  ó  parcialmente  cubierta  por  un 
puente  como  la  que  se  encuentra  dibujada  en  la  figura  77,  éstos 
no  prueban  la  existencia  del  mencionado  puente  en  los  precurso- 
res, sino  el  principio  en  el  hombre  de  una  tendencia  á  formarse  el 
puente,  ó  sea  un  carácter  precursor. 

La  existencia  del  puente  indica  un  grado  avanzado  de  la  evo- 
lución en  el  proceso  hacia  una  mayor  osificación,  de  donde  se 
deduce  que  no  existía  en  los  antecesores.  La  prueba  de  esto  la  te- 
nemos en  que  en  los  monos  americanos  se  presenta  á  menudo  el 
caso  inverso,  esto  es,  que  no  existe  el  puente  sobre  la  gotera  de  la 
arteria  vertebral,  ó  permanece  incompleto,  constituyendo  la  falta 
de  puente  la  reaparición  en  unos  casos  y  la  persistencia  en  otros 
de  un  carácter  propio  de  los  más  antiguos  antepasados. 

Este  carácter  es  de  una  capital  importancia  en  la  cuestión  de  las 
relaciones  de  las  distintas  familias  de  primatos.  Prueba,  que  el 
hombre  y  los  antropomorfos  constituyen  un  gran  grupo  ú  orden 
(Anthropoidea)j  que  no  tiene  relación  inmediata  ni  con  los  lemuria- 
nos,  ni  con  los  catarrinos,  ni  con  los  platirrinos,  y  que  ha  perma- 
necido aislado,  evolucionando  independientemente,  probablemente 
desde  el  eoceno  superior. 

A  veces,  aunque  mucho  más  raramente,  se  ve  en  el  atlas  de  Homo 
una  tercera  perforación  intermediaria  entre  las  dos  precedentes, 
formada  por  una  lámina  ósea  que  va  del  borde  supero-posterior  de 
la  faceta  glenoidal  á  la  apófisis  transversa.  Este  es  un  carácter 
constante  en  todos  los  monos  del  antiguo  continente,  pero  su  pre- 
sencia anormal  en  el  hombre  no  es  una  reaparición  atávica,  sino 
un  carácter  profetice,  indicio  de  un  avanzamiento  en  el  proceso 
hacia  la  mayor  osificación. 

La  conformación  del  atlas  en  lo  que  concierne  al  curso  de  la  ar- 
teria vertebral,  nos  ofrece  datos  tan  precisos  para  separar  el  hom- 
bre y  los  antropomorfos  de  los  demás  primatos  y  para  la  clasifi- 


184  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

cacíón  de  los  monos  en  general,  que  juzgo  indispensable  extenderme 
en  algunos  detalles. 

Es  claro  que  para  sacar  de  la  conformación  del  canal  vértebroar- 
terial  deducciones  precisas  sobre  la  posición  del  hombre  con  rela- 
ción á  los  demás  grupos  de  los  primatos  es  indispensable  determi- 
nar con  toda  segtiridad  si  las  dos  perforaciones  supernumerarias 
que  anormalmente  aparecen  en  el  atlas  humano,  son  realmente 
caracteres  profetices,  ó  si  por  el  contrario  representan  la  reapari- 
ción de  caracteres  propios  de  algún  antepasado. 

Planteo  el  problema  en  esta  forma,  porque  la  presencia  cons- 
tante de  esas  perforaciones  en  los  catarrinos,  es  decir  en  seres  con- 
siderados como  muy  inferiores  al  hombre  y  á  los  antropomorfos. 


Fig.  72.  Cercopühecus  sabaeus  L.  Atlas,  visto  de  arriba  y  un  poco  oblicua 
mente  del  lado  derecho,  para  mostrar  la  conformación  ósea  del  curso  de  la  go- 
tera vértebroarterial,  aumentada  al  doble  del  tamaño  natural.  Flecha  1;  perfo- 
ración vértebroarterial  longitudinal,  y  c,  el  puente  correspondiente.  Flecha  2; 
perforación  vértebroarterial  lateral,  y  o,  el  puente  correspondiente.  Flecha  8; 
perforación  vértebroarterial  transversal,  y  c,  el  puente  correspondiente. 


predispone  á  considerar  la  aparición  de  esos  caracteres  en  el  atlas 
humano  como  una  reversión  atávica,  y  la  conformación  normal  de 
esta  parte  ó  sea  la  ausencia  de  las  perforaciones  como  un  carácter 
evolutivo,  mientras  que  por  el  contrario  es  primitivo. 

Como  ejemplo  de  la  conformación  normal  del  curso  de  la  arteria 
vertebral  en  el  atlas  de  los  monos  del  antiguo  continente  con  ex- 
cepción del  hombre  y  de  los  antropomorfos,  doy  el  dibujo  de  este 
hueso  (fig.  72)  tomado  en  el  género  Cercopühecus. 

En  esta  vértebra,  vemos  3  perforaciones  vértebroarteriales  dis- 
tintas. 

Primera :  la  perforación  indicada  por  la  flecha  1,  que  perfora 
la  apófisis  transversa  de  atrás  hacia  adelante  (ó  de  abajo  hacia 
arriba  en  la  posición  erecta),  cuya  presencia  es  constante,  tanto  en 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPJROTHOMO  ARGENTINUS.    186 

el  hombre  como  en  todos  los  primatos  actuales  y  en  la  mayor  parte 
de  los  demás  mamíferos.  Para  distinguirla  de  las  otras  dos  la  desig- 
no con  el  nombre  de  c perforación  vértebroarterial  longitudinal.» 

Segunda:  la  perforación  indicada  por  la  flecha  2,  que  va  de 
adelante  hacia  atrás  por  encima  de  la  apófisis  transversa^  y  cu- 
bierta por  un  puente  óseo,  que  va  del  borde  lateral  extemo  supe- 
rior de  la  faceta  articular  glenoidal  á  la  rama  posterior  de  la  base 
de  ]a  apófisis  transversa.  En  el  atlas  humano  se  presenta  como  una 
anomalía  muy  rara.  Designo  esta  perforación  con  el  nombre  de 
«  perforación  vértebroarterial  transversal ». 

Tercera:  la  perforación  indicada  por  la  flecha  3.  que  va  de  afuera 
hacia  el  interior  del  agujero  vertebral  pasando  por  encima  de  la 
base  del  arco  posterior  y  cubierta  por  un  puente  óseo  que  va  del 
borde  súpero-posterior  de  la  faceta  articular  glenoidal  al  borde 
superior  del  arco  posterior.  Se  presenta  en  el  hombre  como  carác- 
ter anormal  con  mayor  frecuencia  que  la  precedente.  Designo  esta 
perforación  con  el  nombre  de  «  perforación  vértebroarterial  trans- 
versal». 

Veamos  ahora  el  significado  evolutivo  de  esas  tres  perforaciones. 

Prescindiendo  ahora  por  completo  de  su  presencia  ó  ausencia  en 
determinados  grupos,  y  guiándonos  por  el  modo  de  evolución  filo- 
genético  de  todas  las  partes  óseas,  es  claro  que  la  presencia  de 
cualquiera  de  esas  tres  perforaciones  en  un  género  determinado, 
presupone  la  existencia  de  un  género  antecesor  que  no  la  poseía. 
Una  perforación  cualquiera,  para  que  exista,  tiene  que  haberse 
formado.  Toda  arteria  que  en  parte  de  su  curso  corre  sobre  un 
hueso,  forma  en  éste  una  gotera  con  tendencia  á  volverse  de  más 
en  más  profunda  y  luego  á  cubrirse  con  un  puente  que  la  trans- 
forma en  una  perforación.  Deducimos  pues,  que  hubo  una  época 
sin  duda  sumamente  remota,  durante  la  cual  los  antecesores  de  los 
primatos  actuales  no  poseían  ninguna  de  las  tres  perforaciones 
mencionadsks.  Como  en  el  atlas  de  los  reptiles  no  existe  nada  de 
parecido,  es  claro  que  esas  perforaciones  tuvieron  origen  en  los 
mamíferos,  de  donde  deducimos  igualmente  que  los  representantes 
más  antiguos  de  esta  clase  de  vertebrados  no  tuvieron  ninguna  de 
las  tres  perforaciones. 

He  examinado  á  este  respecto  los  monotremos,  considerados 
como  los  más  inferiores  de  los  mamíferos  existentes,  lo  que  es 
cierto  por  la  generalidad  de  sus  caracteres,  pero  por  algunos,  apa- 
recen al  contrario  como  muy  evolucionados.  La  apófisis  transversa 
es  muy  poco  desarrollada  y  sin  trazas  de  la  perforación  vértebro- 
Anal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Seb.  8',  t.  ix.  Septiembre  25,  1907.  13 


186  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

arterial  longitudinal  en  lo  que  aparecen  como  una  forma  muy 
primitiva,  pero  existe  la  perforación  lateral  con  un  puente  muy  fuer- 
te, y  la  transversal  con  un  puente  delgado  y  á  veces  interrumpido. 
Extendiendo  la  investigación  á  los  marsupiales,  encontramos  que 
la  ausencia  de  la  perforación  longitudinal  es  general,  como  también 
de  la  lateral,  pero  existe  siempre  la  transversal  aunque  con  un 
puente  generalmente  delgado.  Los  marsupiales  en  general  son 
pues  primitivos  por  la  ausencia  de  la  perforación  vértebroarterial 
longitudinal,  y  bastante  evolucionados  por  la  presencia  de  la 
transversal. 

Pasando  á  los  demás  mamíferos:  la  presencia  de  la  perforación 
vértebroarterial  longitudinal  es  general;  en  algunos,  como  los 
hominideos  y  los  antropoideos,  faltan  las  otras  dos;  en  otros,  como 
la  generalidad  de  los  carnívoros,  existe  la  perforación  transversal 
y  falta  la  lateral;  los  hay  como  algunos  coendideos  y  otros,  que 
poseen  la  perforación  lateral  y  no  tienen  la  transversal,  pero  este 
es  el  caso  menos  frecuente;  por  último,  vienen  los  que  tienen  las 
tres  perforaciones  como  el  caso  ya  mencionado  de  Cercopithecius  y 
de  todos  los  demás  monos  del  viejo  continente,  algunos  del  nuevo 
mundo,  la  generalidad  de  los  roedores,  los  lemurianos  y  mamíferos 
de  varios  otros  órdenes.  Quiere  decir  que  la  evolución  hacia  una 
mayor  osificación  de  la  gotera  vértebroarterial,  se  ha  efectuado 
independientemente  en  los  distintos  grupos,  pero  no  hay  nada  que 
pruebe  ni  que  pueda  hacer  suponer  que  en  algún  caso  haya  podido 
efectuarse  una  evolución  regresiva. 

Material  paleontológico  que  pudiera  damos  la  comprobación  de 
esta  evolución,  en  lo  que  se  refiere  á  los  monos  fósiles  y  á  los  ma- 
míferos fósiles  más  primitivos,  no  conocemos  casi  nada,  pues  en 
esas  formas  el  atlas  es  un  hueso  tan  delgado  y  tan  frágil  que  difí- 
cilmente se  ha  conservado. 

Conócese  sin  embargo,  el  atlas  muy  imperfecto  de  un  represen- 
tante de  la  antigua  y  extinguida  familia  de  los, Mici'obiotheriidae 
que  parece  no  poseía  ninguna  de  las  perforaciones  en  cuestión.  Si 
esto  se  confirmara  por  ejemplares  más  perfectos  sería  un  hecho  de 
muchísima  importancia,  pues  es  de  ese  grupo  que  se  han  despren- 
dido directamente  los  primatos  más  primitivos  de  un  lado  y  los 
Diddphyidae  del  otro.  Los  representantes  actuales  de  esta  familia 
que  más  se  parecen  á  los  extinguidos  Microhiotheriidae  y  de  los 
cuales  son  sin  duda  los  descendientes  directos,  son  las  pequeñas 
especies  de  los  géneros  Micureus  y  Peramya;  era  pues  presumible 
suponer  que  podían  haber  conservado  en  el  atlas  la  forma  primi- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  AEGENTINUS.    187 

tiva  de  los  Microbiotheriidae,  Con  el  objeto  de  ilustrarme  sobre  este 
punto  he  practicado  la  disección  de  un  individuo  muy  viejo  del 
género  Peramys,  y  he  tenido  la  buena  suerte  de  encontrarme  con 
un  atlas  de  la  forma  primitiva  que  buscaba. 

Este  atlas,  representado  en  la  figura  73,  en  relación  al  tamaño 
es  un  anillo  tan  delgado  como  en  los  hominideos  y  en  los  antropo- 
morfos, de  donde  es  lógico  deducir  que  estos  últimos  conservan 
esa  forma  desde  sus  más  antiquísimos  antecesores  los  Microbio- 
theriidae. 

Otra  particularidad  de  esta  vértebra,  consiste  en  la  forma  de  su 
arco  dorsal,  el  cual  se  enancha  en  su  parte  media,  adelante  y  atrás, 
en  una  forma  parecida  á  la  que  veremos  un  poco  más  adelante  en 
Tetraprothomo,  otro  carácter  de  los  Microhiotheriidae  que  se  ha 
conservado  hasta  este  último  género,  pero  que  ha  desaparecido  en 
el  hombre. 


Fig.  78.  Peramys  Lesson.  At]as,  visto  de  arriba,  aumentado  cuatro  veces  el 
tamaño  natural;  t^  apófisis  transversa  ó  epapófisis;  e,  pleurapóf isis ;  v,  gotera 
vértebroarterial  longitudinal  completamente  abierta;  c,  gotera  vértebroarterial 
transversal. 


Sin  embargo,  la  conformación  más  importante  del  atlas  de  Pera- 
mySj  es  la  ausencia  completa  de  las  tres  perforaciones  vértebroar- 
teriales,  la  longitudinal,  la  lateral,  y  la  transversal.  Representa  en 
los  mamíferos  el  tipo  de  atlas  más  primitivo  que  se  conoce,  y  en  lo 
que  se  refiere  á  las  perforaciones  vértebroarteriales,  nos  permite 
seguir  con  plena  seguridad  su  ulterior  desarrollo  en  todas  sus 
etapas. 

La  perforación  vértebroarterial  longitudinal  y  las  partes  óseas 
que  las  delimitan  empieza  por  la  formación  de  la  lámina  t  (fig.  73), 
la  cual,  en  su  parte  proximal  representa  la  rama  dorsal  de  la  base 
de  la  apófisis  transversa,  ó  sea  la  epapófisis  de  las  vértebras  dorsales, 
y  adquiere  gradualmente  mayor  tamaño  en  longitud  y  elevación. 
La  rama  ventral  ó  anterior  de  la  base  de  la  apófisis  transversa  es 
la  pleurapófisis  y  corresponde  á  la  parte  proximal  de  las  costillas 


188  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

qae  en  la  región  dorsal  se  articula  con  las  vértebras.  En  el  atlas,  la 
pleurapófisis  empieza  á  manifestarse  en  forma  de  una  peqaeña 
punta  e  (f ig.  73).  En  la  gotera  v  formada  por  estas  dos  protuberan- 
cias óseas,  corría  la  arteria  vertebral.  La  pleurapófisis  «,  continuan- 
do su  desarrollo  por  encima  de  la  arteria  llegó  á  ponerse  en  contacto 
con  la  epapófisis  t,  y  soldándose  con  ésta  formó  el  puente  e  (fig.  72), 
encerrando  la  artería  en  un  canal  cerrado  constituyéndose  así  la 
perforación  vértebroarterial  longitudinal.  La  rama  ventral  de  la 
perforación  es  más  delgada  que  la  dorsal.  En  muchos  mamíferos 
la  osificación  de  la  rama  ventral  es  incompleta  ó  queda  muy  del- 
gada. En  el  hombre  se  observa  tanto  el  uno  como  el  otro  caso.  En 
Tetraprothomo  la  rama  anteríor  es  sumamente  delgada,  y  es  posible 
que  el  anillo  de  la  perforación  quedara  incompleto  como  conforma- 
ción normal. 

La  arteria  vertebral  al  salir  del  orificio  superior  de  la  perfora- 
ción vértebroarterial  se  dirige  hacia  arriba  (hacia  atrás  en  la  posi- 
ción bípeda  ó  erecta),  da  vuelta  alrededor  de  la  mitad  posterior  de 
la  masa  psksando  sobre  la  cara  superior  de  la  base  del  arco  dorsal 
para  penetrar  en  el  interior  del  agujero  vertebral.  Como  en  todos 
los  casos  en  que  una  arteria  corre  sobre  un  hueso,  se  ha  formado 
una  gotera  con  tendencia  á  volverse  más  profunda.  En  todos  los 
mamíferos  en  los  cuales  esta  gotera  permanece  abierta  en  toda  su 
longitud,  está  en  parte  cubierta  por  fibras  ligamentosas.  En  el  lado 
externo  de  la  parte  posterior  de  la  masa,  fibras  del  interstransver- 
sal  posterior  toman  inserción  en  el  borde  superior  extemo  (en  la 
posición  erecta)  de  la  faceta  articular  glenoidal,  y  pasando  sobre 
la  arteria  vertebral  van  á  insertarse  en  el  borde  superior  de  la  rama 
posterior  de  la  base  de  la  apófisis  transversa.  La  osificación  de  una 
parte  de  estas  fibras  del  intertransversal  han  formado  el  puente 
óseo  o  dando  así  origen  á  la  perforación  vértebroarterial  lateral 
indicada  por  la  flecha  2  (fig.  72). 

La  gotera  vértebroarterial  transversal  c  (figs.  67,  68,  76,  77, 
etc.),  en  todos  aquellos  mamíferos  en  los  cuales  permanece  abierta, 
está  cubierta  por  fibras  ligamentosas  del  ligamento  atloideo  poste- 
rior que  del  borde  antero-superior  (ó  supero-posterior  en  la  posi- 
ción erecta)  pasan  sobre  la  arteria  vertebral  y  van  á  insertarse  en  el 
borde  anterior  (superior  en  la  posición  erecta)  del  arco  dorsal.  La 
osificación  de  una  parte  de  estas  fibras  constituye  el  puente  c  (fig. 
72)  que  da  origen  y  circunscribe  la  perforación  vértebroarterial 
transversal  indicada  por  la  flecha  3. 

Estos  distintos  puentes,  una  vez  formados,  no  hay  ninguna  razón 


AMEGHINO :  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  AEGENTINUS.    189 

funcional  ni  mecánica  para  que  desaparezcan.  La  ausencia  de  los 
puentes  sobre  la  gotera  vértebroarterial  es  un  carácter  primitivo, 
y  su  presencia  un  carácter  de  evolución  avanzada. 

En  los  hominideos  y  en  los  antropomorfos  la  ausencia  de  las  per- 
foraciones vertebroarteriales,  lateral  y  transversal,  es  pues  un 
carácter  primitivo.  La  prueba  de  esto  la  tenemos  también  en  el 
desarrollo  ontogénico  del  atleis. 

En  lo  que  concierne  á  la  perforación  vértebroarterial  longitudi- 
nal pasa  por  las  mismas  etapas  que  he  señalado  en  el  desarrollo  de 
los  grupos  zoológicos.  De  las  apófisis  transversas  aparece  primero 
la  parte  correspondiente  á  la  lámina  longitudinal  ó  epapófisis  de 
las  demás  vértebras.  En  el  momento  del  nacimiento  todavía  no 
hay  vestigios  de  la  rama  anterior  ó  pleurapófisis.  Durante  los  pri- 
meros años  de  la  vida  la  perforación  permanece  abierta  adelante. 
La  rama  anterior  aparece  más  tarde,  como  un  pequeño  tubérculo 
del  cuerpo  de  la  masa  que  se  alarga  gradualmente  hasta  ponerse 
en  contacto  con  la  rama  posterior  circunscribiendo  la  perforación, 
lo  que  recién  acontece  á  los  ocho  ó  diez  años  de  edad,  pero  que 
puede  quedar  más  ó  menos  abierta  hasta  la  vejez.  En  cuanto  á  las 
perforaciones  vertebroarteriales  lateral  y  transversal  no  se  ve  de 
ellas  el  más  mínimo  vestigio  ni  durante  el  desarrollo  ontogénico, 
ni  durante  los  primeros  años  de  la  vida.  Es  pues,  evidente  que  los 
antepasados  del  hombre  y  de  los  antropomorfos,  nunca  tuvieron 
las  mencionadas  perforaciones,  y  el  descubrimiento  del  Tetrapro- 
thomo  que  carece  de  ellas,  es  otra  confirmación  de  todo  lo  que 
precede. 

Entonces,  es  pues  igualmente  evidente  que  la  aparición  en  el 
hombre,  ya  de  una,  ya  de  la  otra  de  esas  dos  perforaciones,  es  un 
simple  avanzamiento  individual  en  la  evolución  hacia  la  mayor 
osificación,  y  un  carácter  profetice  en  lo  que  se  refiere  al  futuro 
prolongamiento  de  la  serie.  Esto  lo  demuestra  igualmente  la  cir~ 
cunstancia  de  que  la  presencia  de  una  ó  de  las  dos  perforaciones 
mencionadas,  sólo  se  observa  en  individuos  adultos,  pero  nunca  en 
la  juventud.  Lo  demuestra  también  la  forma  de  la  gotera  vértebro- 
arterial transversal,  más  profunda  con  relación  á  la  de  Tetrapro- 
thomo  y  por  consiguiente  con  una  mayor  predisposición  á  la  for- 
mación del  puente.  Esta  mayor  profundidad  de  lagotera  vértebro- 
arterial transversal  es  el  resultado:  por  una  parte  de  la  constricción 
hacia  adelante,  que  sobre  la  pared  posterior  de  la  masa  ejerce  la 
arteria  .vertebral ;  y  por  la  otra  de  la  mayor  extensión  de  la  super- 
ficie articular  superior  del  atlas.  La  parte  superior  de  las  masas 


190  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

qae  lleva  las  superficies  glenoidales,  á  oausa  del  peso  del  cráneo  y 
de  la  mayor  extensión  de  los  cóndilos,  tuvo  que  aumentar  de  ex- 
tensión, y  sólo  pudo  hacerlo  prolongándose  más  hacia  atrás  avan- 
zando sobre  la  gotera  vértebroarterial.  Este  prolongamiento  hacia 
atrás  del  borde  supero -posterior  de  las  masas  es  muy  notable  en 
el  atlas  del  hombre,  pero  en  el  de  Tetraprothamo,  es  muy  poco 
acentuado,  lo  que  indica  una  conformación  bastante  más  primitiva. 
Es  claro  que  la  mayor  profundidad  de  la  gotera  y  la  mayor  aproxi- 
mación de  sus  bordes,  favorece  la  osificación  de  las  fibras  liga- 
mentarias  que  lo  cubren  y  hacen  de  más  en  más  frecuente  la  apa- 
rición de  la  perforación. 

El  avance  hacia  atrás  de  las  partes  superiores  de  las  masas  y  de 
las  cavidades  glenoidales,  es  también  muy  acentuado  en  el  atlas 
del  Chimpancé,  por  lo  cual  es  de  suponer  que  en  los  adultos  la 
perforación  vértebroarterial  transversal  debe  encontrarse  con  bas- 
tante frecuencia. 

En  la  línea  que  conduce  al  hombre  y  á  los  antropomorfos,  las 
perforaciones  vértebroarteriales  lateral  y  transversal  no  han  con- 
seguido formarse  como  un  carácter  constante '  y  normal,  debido 
principalmente  á  que  el  anillo  del  atlas  conserva  la  forma  delgada 
que  tenía  en  los  Microhiotheriidae  y  que  hemos  visto  en  el  Peramyít 
de  la  época  actual.  Esta  persistencia  de  la  gracilidad  del  anillo  del 
atlas  no  tiene  otra  explicación  que  la  acción  del  peso  del  cráneo  en 
la  posición  oblicua  y  erecta,  que  ha  impedido  que  las  láminas  que 
constituyen  el  anillo  pudieran  levantarse  hacia  arriba.  En  los 
mamíferos  cuadrúpedos  de  posición  más  ó  menos  horizontal,  las 
láminas  del  anillo  del  atlas  se  han  extendido  considerablemente 
hacia  adelante,  dando  al  agujero  vertebral  la  forma  de  tubo  de 
que  ya  he  hablado  más  arriba,  y  es  natural  que  este  avance  de  la 
osificación  hacia  adelante,  envolvió  la  arteria  vertebral  formando 
las  perforaciones  mencionadas.  Todo  esto  prueba  que  los  homini- 
deos  y  los  antropomorfos  constituyen  un  grupo  independiente  de 
los  demás  primatos  desde  época  geológica  antiquísima. 

En  todos  los  monos  del  antiguo  mundo  que  he  tenido  ocasión 
de  examinar,  he  encontrado  siempre  las  dos  perforaciones  vérte- 
broarteriales lateral  y  transversal  que  he  señalado  en  el  Cercopi- 
thecusj  menos  en  los  individuos  jóvenes  en  los  que  todavía  no  se 
habían  osificado  los  puentes.  En  estos  monos,  el  caso  de  un  indi- 
viduo adulto  que  no  preséntelos  puentes  osificados  sobre  lagotera 
vértebroarterial  es  claro  que  no  puede  interpretarse  de  otro  modo 
que  como  una  reversión  atávica. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  AEGENTINÜS.    191 

En  todos  los  lemuríanos  africanos  y  asiáticos  que  he  tenido  opor- 
tunidad de  examinar,  existen  igualmente  los  dos  puentes  suple- 
mentarios, con  un  desarrollo  todavía  mayor  que  en  los  monos 
catarrinos. 

Este  carácter  separa  de  un  modo  absoluto  á  los  hominideos  y  á 
los  antropomorfos  de  los  lemuríapos  y  de  los  monos  catarrinos  del 
antiguo  continente. 

La  separación  con  los  monos  del  nuevo  mundo  es  mucho  menos 
profunda.  Las  perforaciones  y  puentes  en  cuestión  aparecen  como 
constantes  solamente  en  los  arctopitecos  (Hapalidae)  que  repre- 
sentan una  rama  divergente  bastante  especializada,  y  aun  en  ellos 
he  visto  con  frecuencia  ejemplares  en  los  cuales  los  puentes  no 
existían. 

En  los  Cébidae  que  son  los  que  más  se  aproximan  de  los  antiguos 
Homunculidae,  la  regla  más  general  es  que  las  dos  perforaciones 
lateral  y  transversal  queden  abiertas  sin  que  se  forme  puente;  el 
puente  lateral  es  muy  raro,  pero  el  transversal  se  presenta  con  ma- 
yor frecuencia. 

El  único  género  que  presenta  los  tres  puentes  con  un  desai;'rollo 
igual  al  de  los  monos  del  antiguo  continente  es  Abiata  (Mycetes). 
Sin  embargo,  también  en  este  género  he  observado  casos  en  los 
cuales  la  perforación  vértebroarterial  transversal  queda  incom- 
pleta con  el  puente  interrumpido  en  un  trecho  más  ó  menos  largo. 
Es  claro  que  en  este  caso,  y  en  los  parecidos  de  Cebus,  etc.,  se  tra- 
ta de  una  cesación  en  el  proceso  evolutivo  hacia  la  mayor  osifica- 
ción, que  reproduce  una  de  las  faces  por  la  cual  pasaron  los  ante- 
cesores. 

La  deducción  lógica  es  que  los  Homunculidae  carecían  de  ambas 
perforaciones,  y  que  por  consiguiente  formaron  parte  del  mismo 
grupo  que  los  hominideos  y  los  antropomorfos  de  los  cuales  deben 
ser  los  antecesores. 

La  parte  mediana  del  arco  posterior  ó  dorsal  del  Tetraprothomo 
(fig.  74)  es  mucho  más  maciza  que  en  el  hombre,  más  ancha,  ó 
más  extendida  de  arriba  hacia  abajo,  con  su  cara  posterior  muy 
convexa  y  rugosa  pero  sin  formar  tubérculo  distinto.  El  borde  su- 
perior s,  de  la  parte  mediana  forma  una  curva  convexa  hacia  arri- 
ba, y  el  borde  inferior  i,  otra  curva  convexa  hacia  abajo  todavía 
más  acentuada  que  la  superior.  En  el  atlas  humano  (fig.  75)  el 
borde  inferior  Z,  forma  siempre  una  curva  cóncava  hacia  arriba, 
aunque  hay  casos  en  que  el  borde  es  derecho  ó  plano,  pero  la  forma 
convexa  característica  de  Tetraprothomo  es  tan  rara  que  entre  los 


192 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


nnmerosos  atlas  humanos  que  han  pasado  por  mis  manos,  no  la  he 
visto  hasta  ahora  más  que  en  un  sólo  ejemplar  y  todavía  no  con 
igual  desarrollo.  Es  claro  pues,  que  se  trata  de  la  reaparición  atá- 


^axL 


Fig.  74.  Tetraprothomo  argentinui  Amhg.  Atlas,  visto  de  atrás  mostrando 
la  conformación  del  arco  posterior,  en  tamaño  naturaL 


vica  de  un  carácter  que  remonta  á  los- antiguos  Microbiotheriidae  y 
que  se  ha  conservado  en  los  diminutos  didelfideos  actuales  que 
constituyen  el  género  Peramys. 


Fig.  75.  Homo  sapiens  L.  Atlas,  visto  de  atrás  mostrando  la  conformación 
del  arco  posterior,  en  tamaño  natural. 


En  el  Tetraprothomo  y  la  forma  maciza  del  arco  posterior  en  su 
parte  media,  el  gran  ancho  del  arco  en  esta  región,  y  la  gran  exten- 
sión consiguiente  de  la  superficie  rugosa  que  da  inserción  á  los 
músculos  cervicales,  indica  que  éstos  eran  considerablemente  más 
fuertes  que  en  el  hombre,  y  que,  por  consiguiente,  el  cráneo  con 
relación  á  la  talla  era  de  tamaño  notablemente  mayor. 

En  efecto,  esta  región  del  arco  posterior  del  atlas  de  Tetrapro- 
thomo,  es  tan  diferente  de  la  de  Homo  que  es  dado  suponer  desem- 
peñaba funciones  que  se  han  vuelto  innecesarias. 

En  el  atlas  de  Homo,  la  parte  media  de  la  cara  posterior  del  arco 
dorsal  termina  en  un  tubérculo  á  menudo  bífido,  que  ocupa  un 
espacio  muy  restringido  destinado  á  inserciones  ligamentarías,  pero 
que  se  extiende  siempre  del  borde  superior  al  inferior.  A  cada  lado 
de  la  linea  media  de  este  tubérculo,  ó  en  cada  una  de  sus  crestas 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPEOTHOMO  ARGENTINÜS.    193 

cuando  es  bífido,  viene  á  tomar  inserción  el  cpequeño  recto  poste- 
rior» del  cuello.  A  menudo,  ambos  músculos  se  encuentran  sepa- 
rados por  un  hacesillo  spmamente  delgado  del  ligamento  cervical. 
Es  sabido  que  este  último  ligamento,  atrofiado  en  el  hombre,  se 
presenta  muy  desarrollado  en  los  mamíferos  cuadrúpedos,  y  lo  es 
tanto  más  cuanto  más  pesada  es  la  cabeza  que  debe  sostener. 

En  el  atlas  de  Tetraprothomo  no  hay  verdadero  tubérculo  poste- 
rior, sino  que  la  ancha  superficie  del  arco  se  levanta  en  la  región 
mediana  formando  una  gran  tuberosidad  cuyas  superficies  de  in- 
serción se  extienden  á  cada  lado  de  la  linea  media  mucho  más  que 
en  el  atlas  humano.  Además,  toda  esta  región  está  cruzada  por  una 
cresta  transversal  y  horizontal  que  divide  la  superficie  del  arco 
en  dos  partes,  una  superior  y  la  otra  inferior. 

En  la  superficie  ligamentaria  situada  arriba  de  la  cresta  trans- 
versal tomaban  inserción  los  dos  «  pequeños  rectos  posteriores»  del 
cuello,  que  por  el  ancho  de  la  superficie  que  ocupaban  se  conoce 
eran  más  desarrollados  que  en  el  hombre,  pero  es  evidente  que  la 
inserción  de  los  mencionados  músculos  no  pasaba  abajo  de  la  cres- 
ta transversal  y  horizontal  arriba  mencionada. 

Sin  embargo,  debajo  de  esa  cresta  se  extiende  una  superficie  li- 
gamentaria muy  rugosa  y  mucho  más  extensa  que  la  superior;  esta 
superficie  forma  un  aúcho  plano  inclinado  de  arriba  hacia  abajo  y 
de  atrás  hacia  adelante  que  termina  en  el  borde  antero-inferior  del 
arco,  en  donde  se  pueden  reconocer  los  vestigios  de  la  inserción 
del  pequeño  y  delgado  ligamento  atlo-axoideo  posterior.  La  super- 
ficie ligamentaria  que  se  extiende  adelante  y  arriba  de  este  borde 
antero-inferior  del  arco  posterior,  se  extiende  en  dirección  trans- 
versal sobre  los  dos  tercios  del  largo  del  arco,  y  tiene  un  ancho  de 
arriba  hacia  abajo  y  adelante,  igual  al  ancho  normal  total  del  arco 
en  el  atlas  humano.  Es  pues  evidente  que  en  esta  superficie  liga- 
mentaria y  en  la  cresta  transversal  que  la  limita  hacia  arriba,  toma- 
ba inserción  un  fuerte  ligamento,  del  cual  no  se  encuentran  tra- 
zas en  el  atlas  humano,  á  no  ser  por  excepción  y  como  reaparición 
atávica;  es  el  ligamento  cervical,  que  en  Tetraprothomo  debía  ser 
muy  poderoso,  puesto  que  después  de  su  inserción  en  el  occipital, 
su  primer  haz  más  superior  se  había  fijado  en  el  atlas,  hueso  que 
generalmente  queda  debajo  (ó  adelante  en  la  posición  vertical)  é 
independiente  del  ligamento  cervical. 

Esto,  á  primera  vista,  parecería  estar  en  contradicción  con  la  po* 
sición  erecta  que  atribuyo  al  Tetraprothomo^  mas  no  es  así.  En  efec- 
to :  es  evidente  que  en  el  hombre  la  atrofia  del  ligamento  cervical 


194  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

es  debida  á  que  ya  no  tiene  funciones  que  desempeñar,  puesto  que 
el  cráneo  descansa  sobre  los  cóndilos  occipitales  y  las  cavidades 
glenoidales  correspondientes  del  atlas  en  equilibrio  perfecto,  sin 
que  los  músculos  y  ligamentos  de  la  nuca  intervengan  ó  hagan  es- 
fuerzo notable  para  conservar  dicha  posición.  Pero  se  incurriría 
en  un  grave  error,  si  juzgando  por  analogía  se  llegara  á  la  conclu- 
sión de  que  también  en  Tetraprothomo  el  ligamento  cervical  debía 
ser  rudimentario. 

Es  todo  lo  contrario,  y  es  por  otra  parte  evidente  que  en  el  pre- 
cursor del  hombre  el  ligamento  cervical  debía  ser  muy  fuerte, 
pues  de  otro  modo  no  se  puede  concebir  cómo  haya  podido  alcan- 
zar la  posición  erecta.  El  pasaje  de  la  posición  oblicua  á  la  posi- 
ción erecta  sólo  puede  haberse  efectuado  con  la  ayuda  de  un  po- 
tente ligamento  cervical,  cuya  fuerte  tracción  hacia  atrás  levantó 
gradualment.e  la  cabeza  hasta  conseguir  que  ésta  se  colocara  enci- 
ma de  la  columna  vertebral  en  posición  vertical  y  en  perfecto  equi- 
librio. 

Alcanzada  esta  etapa,  el  ligamento  cesó  de  trabajar  en  la  men- 
cionada dirección,  pero  no  pudo  reducirse  repentinamente,  sino  que 
disminuyó  gradualmente  de  tamaño  hasta  presentar  el  estado  de 
atrofia  que  tiene  en  el  hombre  y  con  tendencia  á  una  mayor  reduc- 
ción. 

El  gran  desarrollo  del  ligamento  cervical  en  Tetraprothomo 
prueba  que  éste  es  realmente  el  verdadero  precursor  del  hombre; 
demuestra  también  que  la  posición  erecta  era  en  Tetraprothomo  de 
adquisición  tan  reciente,  que  el  mencionado  ligamento  cervical  aun 
no  había  entrado  ó  recién  entraba  en  el  camino  de  la  evolución 
regresiva  que  ha  seguido  hasta  alcanzar  el  grado  de  reducción  que 
presenta  en  el  hombre  actual,  en  el  cual  la  atrofia  sigue  sin  duda 
todavía  avanzando  lenta  pero  gradualmente. 

De  igual  interés  es  el  examen  de  las  masas  del  atlas  con  sus  arti- 
culaciones y  apófisis.  Consideradas  en  conjunto  estas  partes  son 
esencialmente  humanas,  pero  con  desviaciones  notables  que  ponen 
muy  en  evidencia  la  diferencia  genérica. 

Desgraciadamente  las  apófisis  transversas  están  rotas,  que- 
dando de  ellas  tan  sólo  las  ramas  que  circunscriben  el  foramen 
vertebroarterial  longitudinal.  En  los  dibujos  (figs.  67  y  78)  he  res- 
taurado el  contorno  de  los  forámenes  longitudinales  de  las  apófisis 
transversas  según  las  partes  existentes  de  las  bases  de  las  ramas 
con  una  simple  línea  sin  sombra;  esta  restauración,  si  no  es  abso- 
lutamente exacta  no  puede  alejarse  mucho  de  la  verdad. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPBOTHOMO  ARGENTINUS.    195 

Las  apófisis  transversas  eran  muy  pequeñas,  pero  en  toda  su  dis- 
posición absolutamente  humanas.  La  rama  anterior  que  circunsorí- 


Fig.  76.  Homo  sapiens  L.  Atlas  de  una  momia  egipcia,  visto  de  arriba, 
en  tamaño  natural. 


be  adelante  el  foramen  vórtebroarterial  longitudinal  era  excesiva- 
mente delgada  y  casi  cilindrica;  es  éste  un  carácter  muy  primitivo. 
He  encontrado  una  disposición  absolutamente  idéntica  en  atlas  de 


Fig.  77.  Homo  sapiens  L.  Atlas,  con  la  gotera  vertebroarterial  transversal  c, 
cubierta  por  una  lámina  ósea;  visto  de  arriba  en  tamaño  natural. 


momias  egipcias  (fig.  76).  En  los  monos  en  general,  no  hay  nada 
de  parecido,  pero  en  el  Chimpancé  (f  igs.  69  y  80)  he  encontrado  una 


196  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

disposición  de  las  apófisis  transversas  que  parece  idéntica  á  la  del 
Tetraprothomo  y  á  la  que  suele  encontrarse  en  los  antiguos  egipcios. 

De  las  dos  facetas  articulares  superiores  del  atlas  de  Tetrapro- 
thomo la  del  lado  izquierdo  está  en  parte  destruida  sobre  el  lado 
externo,  pero  la  del  lado  derecho  se  conserva  perfecta. 

Las  superficies  articulares  superiores  ó  cavidades  glenoides  del 
atlas  del  Tetraprothomo  (ii,  fig.  67),  son  muy  diferentes  de  las  del 
atlas  de  Homo  (u,  figs.  68,  76  y  77).  En  este  último  género,  la 
cavidad  glenoides  tiene  un  contorno  algo  reniforme,  con  dos  esco- 
taduras opuestas,  una  al  lado  interno,  y  la  otra  al  extemo,  que  la 
enangostan  considerablemente  en  el  medio.  Es  muy  prolongada 
en  dirección  antero- posterior,  pero  dispuesta  muy  oblicuamente 
con  relación  al  eje  mediano  antero -posterior  de  la  vértebra;  el  eje 
mayor  se  dirige  de  adelante  y  adentro  hacia  atrás  y  hacia  afuera, 
en  una  forma  muy  acentuada.  Esta  superficie  articular  es  muy 
excavada,  de  fondo  muy  cóncavo  en  dirección  oblicua  antero - 
posterior,  pero  menos  cóncava  en  dirección  transversal,  y  en  de- 
clive muy  acentuado  hacia  abajo  y  hacia  adentro,  de  modo  que  la 
cara  articular  está  vuelta  hacia  arriba  y  hacia  adentro. 

En  Tetraprothomo  la  conformación  es  muy  distinta.  La  conca- 
vidad en  dirección  antero -posterior  de  la  cavidad  glenoides  es 
poco  acentuada;  la  superficie  articular  en  conjunto,  es  más  corta, 
más  ancha,  más  plana,  y  colocada  en  posición  menos  oblicua,  en 
una  dirección,  casi  antero- posterior.  El  contorno  no  es  reniforme 
y  estrangulado  en  el  medio,  sino  más  regularmente  elíptico;  de 
donde  resulta  que  en  el  medio  es  considerablemente  más  .ancho  que 
en  el  hombre,  no  sólo  relativamente  sino  también  en  absoluto.  El 
declive  de  la  cavidad  glenoides  hacia  abajo  y  hacia  adentro  es  ea 
el  atlas  de  Tetraprothomo  mucho  menos  acentuado  que  en  el  hom- 
bre, de  manera  que  la  superficie  articular  no  sólo  es  más  plana  sino 
que  está  vuelta  más  directamente  hacia  arriba,  lo  que  indica  una 
posición  erecta  perfecta. 

En  el  atlas  humano  el  enangostamiento  mediano  de  la  superficie 
articular  superior,  es  el  resultado  de  dos  escotaduras  opuestas,  una 
interna  mucho  más  pronunciada,  y  otra  externa  menos  profunda 
que  la  precedente.  En  el  Tetraprothomo  sólo  existe  la  escotadura 
externa,  y  ésta  misma  poco  pronunciada,  faltando  completamente 
la  interna;  de  esto  resulta  que  el  borde  interno  de  la  superficie  ar- 
ticular que  en  Homo  describe  una  línea  cóncava,  en  Tetraprothomo 
forma  una  línea  más  bien  convexa,  apenas  un  poco  deprimida  en 
el  medio. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.  197 

En  el  atlas  humano,  á  oausa  de  la  gran  oblicuidad  de  las  super- 
ficies articulares  superiores,  éstas  son  muy  convergentes  hacia 
adelante,  de  manera  que  en  el  arco  anterior  el  espacio  que  separa 
sus  dos  extremidades  es  cansiderablemente  menor  que  en  el  Tetra- 
protJiomo  no  sólo  en  relación  al  tamaño  pero  también  en  absoluto; 
esto  se  ve  muy  claramente  comparando  las  figuras  67  de  Tetrapro- 
íhomo  y  68  de  Homo,  en  las  que  salta  inmediatamente  á  la  vista 
que  ambas  superficies  articulares  del  Tetraprothomo,  son  casi  para- 
lelas, muy  poco  convergentes  hacia  adelante. 

El  contorno  de  Isks  superficies  articulares  superiores  del  atlas  del 
TetraprotJiomo  y  su  grado  de  oblicuidad  con  respecto  á  la  línea 
media  anter  o -posterior  es  como  en  los  monos,  especialmente  los 
antropomorfos,  y  no  como  en  el  hombre. 

El  mayor  parecido,  es  con  las  del  atlas  del  Chimpancé  (fig. 
69),  aunque  en  éste  son  todavía  más  oblicuas  que  en  el  Tetra- 
protJwmOy  pero  considerablemente  más  pequeñstó,  de  contorno 
elíptico  todavía  más  regular,  sin  vestigios  de  escotadura  ni  al 
lado  interno,  ni  al  extemo,  y  separadas  sobre  el  arco  anterior  por 
un  espacio  proporcionalmente  mucho  mayor  que  en  Homo  y  Te- 
traprothomo. 

En  el  Gorila  (fig.  70),  las  facetas  glenoidales  relativamente  más 
pequeñas,  son  un  poco  más  oblicuas  que  en  Tetraprothomo  y  un 
poco  menos  que  en  Homo^  pero  en  el  contorno  difieren  de  uno  y 
otro;  son  anchas  atrás,  angostas  adelante,  como  encorvadas  hacia 
adelante  y  hacia  adentro,  convexas  sobre  el  lado  externo,  y  con  el 
interno  que  describe  una  curva  cóncava  regular,  pero  sin  formar 
escotadura  en  el  medio. 

En  el  Orangután  (fig.  71),  la  forma  de  las  facetas  glenoidales  es 
la  del  Gorila,  pero  más  exagerada;  son  más  alargadas,  más  angostas 
atrás  y  más  todavía  adelante,  en  forma  de  una  gran  coma,  con  las 
dos  curvas,  la  externa  convexa  y  la  interna  cóncava,  muy  regula- 
res, sin  el  menor  vestigio  de  las  escotaduras  interna  y  externa  del 
atlas  humano.  Las  dos  facetas  presentan  la  mitad  anterior  fuerte- 
mente encorvada  hacia  adentro,  de  modo  que  son  notablemente 
más  convergentes  no  sólo  que  en  Tetraprothomo  y  sino  también  que 
en  Homo. 

En  el  hombre  suelen  presentarse  casos  en  que  las  cavidades  gle- 
noidales del  atlas  son  poco  excavadas,  de  contorno  menos  reni- 
forme, poco  inclinadas  hacia  adentro  y  vueltas  casi  hacia  arriba. 
El  Tetraprothomo  nos  da  la  explicación  de  esta  anomalía;  se  trata 
de  la  reaparición  de  un  carácter  atávico. 


r 


198 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


De  las  saperfioies  artioulares  inferiores  para  el  axis  (aa,  fig.  78), 
la  del  lado  derecho  se  conserva  intacta;  la  del  lado  izquierdo  es 
imperfecta  con  el  borde  externo  destruido.  Estas  caras  articulares 
presentan  menor  diferencia  con  las  correspondientes  del  atlas  hu- 


Fig.  78.  Telraprothomo  argerUintts  Amgh,  Atlas,  visto  de  abajo,  en  tamaño  nat\iral. 

mano  que  las  superiores.  La  forma  general,  más  ó  menos  oval,  es 
con  corta  diferencia  como  en  el  hombre  {aa,  fig.  79);  sin  embargo, 
en  este,  el  borde  interno  que  avanza  en  el  interior  del  agujero  ver- 


Fig.  79.  Homo  sapiens  L   Atlas,  visto  de  abajo,  en  tcuoiaño  natural. 


tebral  es  fuertemente  convexo,  mientras  que  en  Tetraprothomo  se 
aproxima  más  á  una  línea  recta.  El  declive  de  estas  facetas  es  en 
dirección  opuesta  al  de  las  superiores,  es  decir  de  abajo  hacia  arri- 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETBAPROTHOMO  ARGENTINUS.    199 

ba  y  hacia  adentro.  Este  declive  es  menos  acentuado  que  en  el 
hombre,  de  donde  resulta  que  en  Tetraprothomo  las  mencionadas 
facetas  miran  más  directamente  hacia  abajo.  Además,  son  más 
planas,  y  de  tamaño  considerablemente  mayor,  puesto  que  apesar 
del  tamaño  notablemente  menor  del  atlas  del  Tetraprothomo,  las 
superficies  articulares  inferiores  tienen  igual  tamaño  que  en  el  del 
hombre.  El  gran  tamaño  de  la  faceta  articular  atlo-axiana,  su  me- 
nor oblicuidad  y  su  forma  más  plana  son  caracteres  correlacio- 
nados entre  si  y  con  el  tamaño  y  la  disposición  del  cráneo;  prue- 
ban que  este  debía  ser  proporcionalmente  de  mayor  tamaño  que 
en  el  hombre,  y  perfectamente  vertical  sobre  la  columna  vertebral. 
Concuerda  pues,  con  lo  que  nos  ha  enseñado  la  cara  articular  su- 
perior. 

El  examen,  de  la  cara  interna  de  las  masas  del  atlas,  presenta 
diferencias  igualmente  importantes. 


Fig.  80.  Chimpancé  (Anthropopühecus  niger  Geoff.)  Atlas,  visto  de  abajo, 
en  tamaño  natural. 


El  tubérculo  d  (figura  67)  para  la  inserción  del  ligamento  trans- 
verso atlodontoideo,  presenta  más  ó  menos  el  mismo  desarrollo 
que  en  el  hombre,  pero  es  un  poco  más  convexo,  y  sobre  todo  se 
aleja  menos  del  borde  interno  de  la  cavidad  glenoides  hacia  el  in- 
terior del  agujero  vertebral. 

En  el  atlas  humano,  detrás  de  este  tubérculo  hay  una  depresión 
í  (figs.  68,  76  y  77)  á  veces  bastante  profunda,  en  cuyo  fondo  se 
abren  varias  pequeñas  perforaciones  vasculares;  esta  depresión  es  la 
que  da  origen  á  la  escotadura  interna  de  la  superficie  articular  atlo- 
condiloidea,  que  se  ha  visto  falta  en  el  atlas  del  Tetraprothomo 
como  también  en  el  de  los  antropomorfos.  En  el  atlas  de  Homo, 
esta  escotadura  se  prolonga  á  veces  hasta  la  escotadura  opuesta 
del  lado  externo  dividiendo  entonces  la  cavidad  glenoides  en  dos 
partes;  se  trata  evidentemente  de  un  carácter  de  evolución  avan- 
zada y  profetice  del  que  no  debe  encontrarse  vestigios  en  ninguno 


200  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

de  los  antecesores.  En  letraprothomo^  la  depresión  i  (fig.  67)  que 
signe  detrás  del  tubérculo  d  para  el  ligamento  atlodontoideo,  es  más 
reducida,  pero  más  profunda,  terminando  en  un  agujero  vascular 
de  tamaño  relativamente  considerable,  pero  la  depresión  no  pe- 
netra en  la  cara  articular  de  modo  que  ésta  carece  de  la  escotadura 
interna  ya  mencionada,  carácter  morfológico  que  constituye  una 
diferencia  considerable  con  la  forma  que  presenta  en  el  género 
Homo. 

La  masas  del  atlas  de  Homo  constituyen  dos  especies  de  pilares 
macizos,  de  contorno  elíptico  irregular,  elevados,  derechos,  pero  con 
sus  ejes  verticales  no  paralelos  sino  inclinados  de  arriba  y  afuera 
hacia  abajo  y  adentro.  Mirando  el  atlas  de  arriba,  se  ve  en  el  cos- 
tado interno  de  cada  masa  una  gran  expansión  interna  e  que  es  la 
que  lleva  el  tubérculo  para  el  ligamento  transverso,  la  depresión 
que  le  sigue  hacia  atrás  y  la  parte  posterior  que  sirve  de  base  á  las 
extremidades  del  arco  posterior;  designo  esta  expansión  con  el 
nombre  de  «  estribos  »  de  las  masas  ó  pilares  del  atlas. 

Los  estribos,  se  han  formado  por  el  peso  del  cráneo  en  la  posi- 
ción bípeda,  el  cual,  actuando  sobre  el  atlas  y  éste  sobre  el  axis  ha 
dado  por  resultado  que  las  articulaciones  atlo-axiales  se  vuelvan 
más  planas,  tomando  una  posición  más  horizontal ;  al  mismo  tiem- 
po se  volvían  más  extendidas  en  superficie  para  poder  soportar 
con  más  facilidad  el  peso  de  la  cabeza.  Este  aumento  de  la  exten- 
sión de  las  facetas  articulares  inferiores  del  atlas  se  ha  efectuado 
avanzando  hacia  adentro  el  borde  inferior  interno  de  cada  una  de 
las  masas  hasta  constituir  los  estribos,  disminuyendo  así  el  espacio 
de  la  mitad  anterior  del  agujero  vertebral,  cuyo  ancho  queda  no- 
tablemente reducido. 

Esta  conformación  de  las  masas  del  atlas  que  está  en  correlación 
con  la  posición  bípeda,  es  exclusiva  del  hombre,  no  viéndose  nada 
de  parecido  en  toda  la  larga  serie  de  los  mamíferos,  ni  aun  en  los 
primatos,  con  excepción  de  los  antropomorfos,  en  los  cuales  se  ob- 
servan apenas  los  primeros  vestigios  del  principio  de  su  forma- 
ción. 

En  el  Gorila  los  estribos  son  tan  sumamente  pequeños  (e,  fig.  70) 
que  aparecen  como  una  ligera  curva  convexa  que  penetra  en  el 
agujero  vertebral  interrumpiendo  apenas  la  regularidad  de  su  con- 
torno. De  los  demás  antropomorfos,  el  que  presenta  los  estribos 
del  atlas  más  desarrollados  es  el  orangután  (é,  fig.  71 ),  pero  estáu 
muy  lejos  de  alcanzar  el  gran  tamaño  que  tienen  en  el  atlas  de 
Homo  (e,  fig.  68). 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPBOTHOMO  ARGENTINUS.      201 

A  primera  vista,  en  el  atlas  de  Tetraprothomo  los  estribos  («,  fi- 
gura 67)  parecen  tener  un  menor  desarrollo  que  en  el  hombre, 
pero  es  sólo  una  apariencia,  pues  en  realidad  son  más  fuertes. 
Esta  ilusión  depende  de  que  mirando  la  vértebra  de  arriba,  la  parte 
visible  de  cada  estribo  que  se  extiende  hacia  adentro  del  borde  in- 
terno de  la  cavidad  glenoides  es  más  reducida  que  en  el  atlas  del 
hombre;  pero  esta  reducción  depende,  no  de  un  menor  desarrollo 
de  la  parte  interna  de  las  masas,  sino  del  borde  interno  de  la  cavi- 
dad glenoides  que  ha  avanzado  considerablemente  hacia  adentro. 
Este  es  uno  de  los  caracteres  de  mayor  importancia  del  atlas  de 
Tetraprothomo  puesto  que  lo  separa  casi  á  un  mismo  grado  no  sólo 
del  Gorila  y  del  Orangután,  sino  también  del  hombre. 

Una  simple  mirada  sobre  el  atlas  del  Orangután  (fig.  71)  mues- 
tra que  el  borde  interno  de  la  cavidad  glenoides  coincide  con  el 
borde  interno  del  arco  del  anillo  vertebral,  de  modo  que  la  faceta 
articular  superior  u  reposa  por  completo  sobre  las  partes  laterales 
del  anulo  sin  formar  expansión  hacia  el  interior  del  agujero  ver- 
tebral. Las  facetas  articulares  superiores  del  atlas  del  Gorila  (fi- 
gura 70)  y  del  hombre  (figs.  68,  76  y  77)  tienen  en  este  punto  ab- 
solutamente la  misma  disposición. 

En  Tetraprothomo  la  disposición  de  las  facetas  glenoidades  (ti, 
fig.  67)  con  relación  al  arco  del  anillo  es  muy  distinta,  pues  el  borde 
interno  de  ellas  en  vez  de  coincidir  con  el  borde  interno  del  arco 
del  anillo,  avanza  considerablemente  hacia  el  interior  del  agujero 
vertebral  del  cual  ocupa  un  segmento  considerable,  cuya  cuerda 
está  constituida  por  la  línea  del  borde  interno  de  la  cavidad  gle- 
noides correspondiente.  De  esta  disposición  resulta  que  la  faceta 
articular  u  en  vez  de  reposar  por  completo  sobre  el  arco  del  anillo 
como  en  Homo,  en  el  orangután  y  en  el  gorila,  tiene  una  parte  in- 
terna relativamente  considerable  que  descansa  sobre  la  masa  del 
atlas,  la  cual  ha  avanzado  en  el  interior  del  agujero  vertebral  más 
que  en  el  atlas  del  hombre.  Si  sobre  el  dibujo  de  la  cavidad  gle- 
noides se  suprime  ó  hace  abstracción  de  la  parte  de  ella  que  avanza 
en  el  interior  del  anillo,  entonces  se  ve  claramente  que  el  estribo  e 
de  la  masa  avanza  más  hacia  adentro  que  en  el  atlas  del  hombre. 
El  gran  tamaño  de  los  estribos;  el  mayor  desarrollo  de  las  masas 
en  tamaño  y  espesor;  su  mayor  expansión  hacia  el  interior  del 
agujero  vertebral;  el  mayor  ancho  de  las  facetas  articulares  supe- 
riores y  su  avance  sobre  las  masas,  indican  una  conformación  des- 
tinada á  soportar  en  dirección  vertical  un  cráneo  más  pesado  y  de 
consiguiente  proporcionalmente  más  voluminoso  que  el  del  hombre 

Ahal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Septiembre  27,  1907.  14 


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202  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

y  en  equilibrio  uatural  perfecto  sobre  la  columna  vertebral  en  posi- 
ción erecta. 

Hay  otros  caracteres  que  corroboran  las  deduciones  que  preceden. 
Asi,  por  ejemplo,  la  cara  interna  de  las  masas  es  considerablemente 
más  alta  que  en  el  hombre  lo  que  hace  que  los  pilares  sean  también 
proporcionalmente  más  macizos,  indicando  que  debían  soportar 
una  cabeza  proporcionalmente  de  mayor  peso.  Por  otra  parte^ 
esta  altura  mayor  de  la  cara  interna  de  las  masas  está  en  relación 
con  la  menor  oblicuidad  de  las  dos  superficies  articulares,  superior 
é  inferior,  que  son  menos  convergentes  hacia  adentro;  es  decir, 
que  son  más  paralelas  entre  sí  y  colocadas  aun  más  horizontal- 
mente  que  en  el  hombre,  de  donde  se  desprende  la  misma  conclu- 
sión: que  la  posición  del  Tetraprothomo  era  perfectamente  erecta, 
y  que  el  cráneo  descansaba  sobre  el  atlas  en  equilibrio  perfecto, 
sin  exigir  esfuerzo  del  ligamento  cervical,  el  cual  después  de  haber 
alcanzado  su  máximo  desarrollo  había  entrado  en  la  vía  de  su  re- 
ducción regresiva. 

Es  claro  que  la  mayor  parte  de  los  caracteres  de  esta  vértebra 
pueden  encontrarse  aisladamente  en  atlas  del  hombre,  pero  eso  no 
tiene  otro  significado  que  el  de  reapariciones  atávicas  aisladas.  Es 
el  conjunto  de  todos  esos  caracteres  reunidos  en  el  atlas  de  un 
mismo  incividuo,  que  distingue  genéricamente  al  Tetraprothomo  de 
Bomo. 


ESTATURA   Y   POSICIÓN. 

De  la  talla  probable  del  Tetraprothomo  sólo  puede  juzgarse  por 
el  fémur,  pero  con  este  sólo  elemento  no  es  posible  llegar  á  un 
dato  preciso,  por  cuanto  no  puede  aplicarse  el  mismo  método  de 
reconstrucción  que  se  emplea  para  determinar  la  talla  de  un  esque- 
leto humano,  pues  las  proporciones  relativas  de  las  diferentes 
partes  del  cuerpo  debían  ser  muy  distintas. 

De  todos  los  mamíferos  el  hombre  es  el  que  en  proporción  de  la 
talla  tiene  el  tronco  más  corto  y  el  fémur  más  largo;  el  gran  largo 
de  este  hueso,  es  indudablemente  un  carácter  evolutivo  adquirido 
en  época  relativamente  muy  reciente  y  posterior  á  la  adquisición 
de  la  posición  erecta.  En  el  hombre,  la  talla  no  alcanza  á  cuatro 
veces  el  largo  del  fémur. 

En  los  monos  este  hueso  es  un  poco  más  corto;  el  largo,  ó  el  alto 
del  cuerpo  medido  en  la  misma  forma  que  en  el  hombre,  esto  es, 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    203 

snponiéndolo  en  posición  bípeda,  es  en  general  de  cuatro  veces  y 
media  el  largo  del  fémur.  Después  del  hombre,  los  monos  son  los 
mamíferos  de  fémur  proporción almen te  más  largo.  El  alarga- 
miento del  fémur,  es  también  en  ellos  un  carácter  de  adquisición 
reciente  producido  por  la  adaptación  á  la  vida  arborícela. 

En  los  mamíferos  cuadrúpedos  no  arborícelas  (ungulados,  carni- 
ceros, etc.),  el  fémur  es  proporcionalmente  mucho  más  corto.  La 
talla  en  relación  al  fémur,  es  de  seis  á  siete  veces  mayor  que  el 
largo  de  éste,  y  á  veces  aun  más.  En  los  mamíferos  ésta  es  la  con- 
formación primitiva. 

La  línea  que  conduce  directamente  al  hombre  ha  partido  de 
mamíferos  cuadrúpedos  con  fémur  corto  en  relación  á  la  talla,  y 
que  nunca  se  adaptaron  á  la  vida  arborícela  con  excepción  de  las 
ramas  laterales  que  terminan  en  los  antropomorfos.  Los  precur- 
sores del  hombre  fueron  al  principio  cuadrúpedos  caminadores 
plantígrados,  que  pasaron  gradualmente  al  estadio  de  cuadrúpedos 
caminadores  digitígrados  ó  semidigitígrados,  que  tomaron  luego 
una  posición  oblicua  que  fué  levantándose  hasta  que  se  transfor- 
maron en  caminadores  bípedos  plantígrados  ^ 

Esos  primeros  precursores  de  la  humanidad  que  se  encuentran 
en  la  base  de  la  línea  que  conduce  al  género  Homo,  debían  tener 
un  fémur  corto,  próximamente  de  un  séptimo  de  la  talla,  que  se 
fué  alargando  un  poco  hasta  los  Homunculidae  en  los  cuales  posi- 
blemente podía  representar  un  sexto  del  alto.  Pero,  el  gran  alar- 
gamiento del  fémur,  sólo  pudo  producirse  en  los  precursores  de 
posición  erecta  avanzando  paralelamente  con  el  aumento  de  la 
talla,  con  la  mayor  esbeltez  del  cuerpo  y  con  la  mayor  aptitud 
para  la  marcha  bípeda. 

Ya  se  ha  visto  que  varios  caracteres  indican  que  en  el  Tetra- 
prothomo  la  posición  erecta  era  de  adquisición  reciente,  de  modo 
que  aun  no  había  podido  modificar  las  proporciones  de  las  distin- 
tas partes  del  cuerpo  sino  en  un  grado  muy  reducido.  Siendo  así, 
el  largo  del  fémur  debía  ser  todavía  próximo  á  un  sexto  del  largo 
del  cuerpo. 

Por  otra  parte,  como  en  Tetraprothomo  el  fémur  es  proporcio- 
nalmente más  grueso  que  en  el  hombre,  indica  que  el  cuerpo  con 
relación  á  la  talla  era  también  proporcionalmente  más  grueso;  y 
es  sabido  que  á  un  cuerpo  más  grueso  corresponde  siempre  un 

*  Ambqhino  P.  Le$  formationa  sédimentaires,  etc.  p.  441.—Id.  El  origen  del  hom- 
bre, p.  81. 


204  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AlEES. 

fémur  proporcionalmente  más  oorto.  Además,  el  tronco  del  Tetra- 
prothomo  tenia  que  ser  proporcionalmente  más  largo  que  en  el 
hombre;  primero,  porque  poseía  un  mayor  número  de  vértebras 
dorso-lumbares,  por  lo  menos  18  que  es  el  número  que  se  encuen- 
tra en  el  Homo  pUocenictts  del  pampeano  superior;  segundo,  por- 
que los  cuerpos  de  las  vértebras  eran  más  largos  (ó  más  altos  en  la 
posición  erecta),  pues  en  el  hombre  se  han  ido  acortando  ó  depri- 
miendo de  arriba  hacia  abajo,  como  resultado  del  peso  que  actúa 
en  dirección  vertical  sobre  la  columna  vertebral  en  la  posición 
erecta.  El  gran  aumento  de  la  talla  en  el  hombre  se  ha  producido 
principalmente  por  un  aumento  considerable  en  el  largo  del  miem- 
bro inferior. 

De  todo  esto  deduzco  que  la  talla  del  Tetraprothomo  no  debía 
ser  menor  de  cinco  veces  y  media  el  largo  del  fémur,  quizas  un 
poco  más  que  menos,  es  decir  de  1  °^  U,5  á  1  °^  10,  como  máximum. 

La  posición  del  Tetraprothomo  ersk  perfectamente  erecta.  Aunque 
esto  se  desprende  claramente  de  la  descripción  que  precede,  debo 
insistir  sobre  este  punto  para  alejar  toda  duda  al  respecto. 

Sobre  el  fémur  esa  posición  se  comprueba,  no  sólo  por  su  con- 
formación general  parecida  á  la  del  hombre,  sino  también  por  va- 
rios caracteres  que  se  consideraban  hasta  ahora  exclusivos  de  este 
último  y  que  están  en  relación  con  la  posición  erecta,  á  saber:  la 
mayor  longitud  aparente  del  cóndilo  interno  sobre  el  externo  y  la 
convergencia  consiguiente  de  los  fémures  hacia  abajo  (pág.  120); 
la  gran  inversión  del  cóndilo  interno  hacia  adentro  (pág.  120);  el 
gran  desarrollo  del  ligamento  lateral  interno  de  la  rodilla  (pág.  121); 
el  gran  desarrollo  de  ambos  gemelos,  pero  particularmente  del  in- 
terno (págs.  121-122,  136  á  138);  las  ranuras  transversales  de  la 
superficie  articular  inferior  de  la  extremidad  distal  (págs.  129, 130); 
la  disposición  de  las  curvas  longitudinales  antero  -  posteriores  y 
laterales  (págs.  136  á  137);  la  presencia  de  una  linea  áspera,  su 
grado  de  desarrollo  y  su  conformación  (págs.  141  á  14B);  el  gran 
desarrollo  de  la  línea  de  inserción  del  glúteo  mayor  (p.  146);  el 
contomo  subtriangular  del  medio  del  cuerpo  del  hueso  y  su  mayor 
diámetro  en  dirección  antero -posterior  (p.  160);  la  gran  desviación 
de  la  cabeza  articular  del  fémur  hacia  adelante  y  la  del  cóndilo  in- 
terno hacia  atrás  (p.  162);  la  torsión  helicoide  del  cuerpo  del  fémur 
(pags.  164  y  167)  y  la  forma  sigmoide  de  la  línea  sagital  de  mayor 
convexidad  transversal  de  la  cara  anterior  (pags.  163  y  164). 

Es  posible  que  pueda  observarse  aisladamente  uno  que  otro  de 
esos  caracteres  en  mamíferos  cuadrúpedos  de  posición  horizontal. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    205 

pero  el  conjunto  arriba  descripto  en  la  naturaleza  actual  es  exclu- 
sivo del  hombre,  y  fuera  de  él  sólo  puede  encontrarse  en  sus  pre- 
cursores más  inmediatos  de  la  línea  ascendente  directa. 

En  el  atlas,  la  posición  erecta  se  prueba.  Por  el  mayor  prolon- 
gamiento hacia  atrás  de  la  parte  media  del  arco  posterior  (paga. 
181  y  182);  por  el  plano  vertical  que  forma  la  faceta  articular  atlo- 
odontoide  del  arco  anterior  (p.  182);  por  la  forma  más  plana  y  más 
horizontal  de  la  faceta  articular  superior,  su  mayor  extensión,  su 
mayor  ancho  y  su  mayor  avance  sobre  las  masas  (p.  196);  por  la 
poca  oblicuidad  hacia  adentro  déla  faceta  articular  atlo-axoidea 
(p.  199);  por  la  presencia  de  estribos  en  las  masas  del  atlas  y  su  gran 
desarrollo  (p.  201);  por  el  gran  tamaño  de  las  masas,  su  grande  es- 
pesor y  su  fuerte  expansión  hacia  el  interior  del  agujero  vertebral. 

El  cráneo^  era  proporcionalmente  á  la  talla  de  tamaño  conside- 
rable, de  acuerdo  y  en  relación  al  grueso  del  cuerpo.  Pero,  la  con- 
formación del  atlas  demuestra  que,  aun  prescindiendo  del  tamaño 
del  cuerpo,  el  cráneo  debía  ser  de  volumen  y  peso  proporcionalmen- 
te mayores  que  en  el  hombre.  La  forma  maciza  del  arco  posterior 
en  su  parte  media,  el  gran  ancho  del  arco  en  esta  región  y  la  gran 
extensión  consiguiente  de  la  superficie  rugosa  que  sirve  de  inser- 
ción á  los  músculos  y  ligamento  cervical  (págs.  193  y  194),  partes 
todas  proporcionalmente  más  desarrolladas  que  en  el  hombre,  pa- 
recen indicar  que  el  volumen  del  cráneo  era  también  proporcional- 
mente mayor. 

Aun  admitiendo  que  este  mayor  desarrollo  de  las  superficies  de 
inserciones  ligamentarias  sean  en  parte  los  vestigios  del  gran  de- 
sarrollo que  adquirieron  esos  ligamentos  durante  el  paso  de  la  po- 
sición oblicua  á  la  erecta,  quedan  otros  caracteres  que  no  pueden 
interpretarse  de  otro  modo  que  por  un  mayor  volumen  y  un  mayor 
peso  del  cráneo  actuando  sobre  una  columna  vertebral  en  posición 
erecta.  Tales  son :  el  gran  tamaño  de  la  faceta  atlo- axial  y  su  poca 
oblicuidad  hacia  adentro  (pág.  199);  la  forma  más  plana  y  el  ma- 
yor ancho  en  sentido  transversal  de  las  superficies  glenoidales 
(págs.  196  y  201);  la  disposición  más  horizontal  y  más  paralela 
entre  sí,  de  las  dos  superficies  articulares  atlo-occipital  y  atlo-axial 
(pág.  202);  el  gran  tamaño  de  las  masas  del  atlas,  su  mayor  espesor 
al  lado  interno  y  su  mayor  elevación  ó  sea  su  mayor  diámetro  ver- 
tical en  proporción  del  tamaño  del  hueso  (págs.  201  y  202);  el  gran 
desarrollo  de  los  estribos  y  el  gran  avance  de  las  masas  hacia 
adentro  (pág.  201);  y  por  fin  el  gran  avance  de  la  faceta  articular 
atlo-occipital  hacia  el  interior  del  agujero  vertebral  (pág.  201). 


206  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Después  de  los  últimos  descubrimientos  sobre  el  origen  probable 
del  hombre,  estos  resultados  eran  de  esperarse. 

Los  primatos  de  cráneo  proporcionalmente  más  voluminoso  y  de 
mayor  cerebro,  se  encuentran  entre  los  pequeños  monos  sudame- 
ricanos del  grupo  de  los  cebinos  y  el  de  los  arctopitecos;  ambos 
grupos  descienden  de  los  antiguos  homunculídeos,  los  cuales,  por 
los  restos  que  de  ellos  poseemos  tenían  igualmente  un  cráneo  y  un 
cerebro  muy  voluminosos.  Desde  que  el  hombre  no  tiene  relación 
de  parentesco  directo  ó  próximo  con  los  monos  del  antiguo  conti- 
nente (excepción  hecha  de  los  antropomorfos  que  ya  he  demostra- 
do son  hominídeos  bestializados )^  sino  que  representa  una  rama 
desprendida  de  los  antiguos  homunculideos,  es  claro  que  todos  los 
precursores  del  hombre  que  se  encuentran  ó  toman  lugar  en  la 
línea  filogenótica  directa,  debieron  tener  un  cráneo  y  un  cerebro 
proporcionalmente  más  voluminosos  que  el  hombre  actual. 


COLOCACIÓN   ZOOLÓGICA. 

Por  la  posición  oblicua,  más  ó  menos  bípeda;  por  la  atrofia  de  la 
cola,  y  por  las  circunvoluciones  cerebrales,  hace  tiempo  ya,  que 
los  antropomorfos  son  considerados  como  los  primatos  que  más  se 
acercan  del  hombre.  En  mi  última  obra,  arriba  citada,  he  demos- 
trado que  hay  varias  especies  de  parentesco  de  un  significado  muy 
distinto:  el  parentesco  en  línea  ascendente  directa,  el  parentesco  en 
línea  ascendente  divergente  y  el  parentesco  en  línea  descendente 
divergente.  Los  antropomorfos  son  en  efecto  los  parientes  más 
próximos  del  hombre,  pero  sólo  en  la  línea  descendente  divergente, 
de  ningún  modo  en  la  línea  ascendente  directa. 

Esta  distinción  tiene  una  importancia  capital,  pues  permite 
establecer  los  grandes  agrupamientos  zoológicos  sobre  las  verda- 
deras afinidades  naturales,  que  son  las  que  proceden  del  paren- 
tesco filogenótico.  Puede  establecerse  como  principio  fundamental 
que,  en  todos  los  casos,  los  ascendientes  directos,  los  descendientes 
directos  y  los  descendientes  divergentes,  constituyen  un  grupo 
natural,  y  distinto  de  los  ascendientes  en  línea  divergente. 

Este  criterio  permite  reunir  los  antropomorfos,  los  hominídeos 
y  sus  ascendientes  en  línea  directa,  los  homunculideos,  en  un  grupo 
zoológico  natural  independiente  de  los  demás  primatos. 


'  Ameghimo  F.,  Lea  formcUions   sédimerüaire^t^  etc.,    p.  443.  —  Id.    El    Origen  del 
Hombre,  p.  38. 


AMEGHINO:  SOBBE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    207 

Los  antropólogos,  al  querer  determinar  las  relaciones  de  paren- 
tesco del  hombre  y  los  antropomorfos  con  los  demás  primatos, 
proceden  de  una  manera  muy  distinta.  Levantan  un  inventario  de 
las  diferencias  y  semejanzas  y  hacen  un  balance  juzgando  como 
más  próximos  los  que  presentan  mayor  número  de  semejanzas  y 
menor  de  diferencias.  A  primera  vista,  este  procedimiento  parece 
muy  lógico,  pero  por  poco  que  se  investigue  el  origen  de  las  dife- 
rencias y  de  las  semejanzas,  pronto  se  adquiere  el  convencimiento 
de  que  es  un  criterio  completamente  equivocado,  porque  da  un 
mismo  valor  á  caracteres  de  un  significado  muy  distinto  cuando 
no  completamente  opuesto.  Beunen,  dándoles  un  mismo  valor,  las 
semejanzas  ancestrales  heredadas  de  un  antecesor  común  y  las  que 
resultan  del  desarrollo  independiente  de  los  mismos  órganos  en 
una  misma  dirección,  es  decir,  la  evolución  paralela;  las  diferen- 
cias que  proceden  por  herencia  de  antecesores  pertenecientes  á 
h'neas  distintas  y  las  que  resultan  de  descendientes  que  han  evolu- 
cionado en  lineas  divergentes.  Es  claro,  pues,  que  las  semejanzas 
que  resultan  de  un  paralelismo  en  el  desarrollo  de  los  mismos  ór- 
ganos y  las  diferencias  que  proceden  del  desarrollo  divergente, 
obscurecen  completamente  las  afinidades  debidas  al  verdadero  pa- 
rentesco filogenético,  conduciendo  así  á  conclusiones  falsas. 

Para  establecer  los  grupos  naturales,  los  caracteres  de  verdadera 
importancia  son  los  que  tienen  un  significado  filogenético,  los 
heredados  de  antecesores  comunes,  mientras  que  los  heredados  de 
líneas  ó  antecesores  distintos  sólo  sirven  para  distinguir  los  mismos 
grupos  de  los  que  más  se  les  aproximan. 

Los  caracteres  comunes  heredados  sin  duda  de  un  antiguo 
ascendiente,  que  hemos  encontrado  en  el  atlas,  como  la  posición 
transversal  ú  oblicua  de  las  apófisis  transversas  (p.  176)  y  la  ausen- 
cia de  un  puente  óseo  sobre  la  gotera  vértebro-arterial  del  arco 
posterior  (p.  183),  prueban  como  ya  lo  hemos  dicho  más  arriba, 
que  el  hombre  y  los  antropomorfos  constituyen  un  grupo  antiquí- 
simo, desprendido  de  antecesores  que  poseían  esos  mismos  caracte- 
res, que  se  aisló  evolucionando  por  separado  desde  el  fin  de  la 
época  eocena.  Este  grupo  tiene  un  valor  más  ó  menos  igual  al  que 
forman  los  demás  monos  verdaderos  del  antiguo  y  nuevo  mundo; 
es  decir  que  constituyen  un  orden  para  el  cual  hace  ya  próxima- 
mente veinte  años  adopté  el  nombre  de  Aníhropoidea^  para  sepa- 
rarlo de  los  Simioidea,  orden  este  último  en  el  que  incluía  los 
demás  monos  con  excepción  de  los  lemurianos,  que  separaba  como 
otro  grupo  de  igual  valor,  el  orden  de  los  Prosimia. 


208  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

He  aquí   la   disposición   sistemática  qne  di   entonces  de  esos 
grupos*: 

I.  Pulgar  del  pie  (anterior*)  oponible.  Órbitas 
de  arco  cerrado. 

1.  Cavidades   orbitarias  sin  comunicación 

con  las  fosas  temporales. 

a,  Posición  vertical  ú  oblicua.  Cola  no 

aparente Anthropoidea 

b,  Posición  horizontal.  Cola  generalmen- 

te larga  y  aparente Simioidea 

2.  Cavidades  orbitarias   en    comunicación 

con  las  fosas  temporales Prosimia 

Dividía  el  orden  de  los  Anthropoidea  en  dos  familias  que  distin- 
guía en  esta  forma : 

a,  Posición  vertical,  miembros  anteriores 

cortos,  cerebro  sumamente  grande. .     Hominidae 

6,  Posición  oblicua,  miembros  anteriores 
largos,  cerebro  por  lo  menos  una  mi- 
tad menor Antkropomorphidae 

Esta  clasificación  queda  todavía  absolutamente  incólume,  con  la 
única  diferencia  que  el  descubrimiento  de  varios  representantes 
fósiles  de  ambas  familias  ha  disminuido  en  parte  el  espacio  que 
las  separaba,  y  ha  aumentado  el  número  de  las  familiets  con  una 
nueva,  hoy  extinguida,  la  de  los  Homunculidae,  que  constituye  el 
tronco  de  origen  de  las  dos  todavía  existentes. 

El  orden  de  los  Anthropoidea  y  sus  familias  pueden  actualmente 
caracterizarse  en  esta  forma : 

Anthropoidea,  Posición  semioblicua,  oblicua  ó  erecta;  cavidad 
craniana  muy  voluminosa:  atlas  en  forma  de  anillo  muy  delgado, 
con  grandes  masas,  sin  perforación  vertebroarterial  transversal  ni 
lateral ;  cola  no  aparente  ó  muy  corta. 

a.  Ocho  muelas  de  reemplazamiento ;  posición  erecta; 
miembros  anteriores  cortos;  cerebro  sumamente 
grande;  cráneo  redondo,  sin  crestas  salientes  y  de 


*  Ambqhino,  F.  Oonlribución  al  conoc.  mamif.  fóa,  B,  Argentina^  p.  44,  a.  1889. 

*  Hubiera  debido  decir  mano. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    209 

rostro  mny  corto;  caninos  muy  poco  desarrollados; 
dedo  interno  del  pie  no  oponible;  hábito  terres- 
tre   Hominidae. 

b.  Ocho  muelas  de  reemplazamiento;  posición  obli- 
cua; miembros  anteriores  largos;  cerebro  por  lo 
menos  una  mitad  menor;  cráneo  con  fuertes  cres- 
tas salientes  y  rostro  prolongado;  caninos  muy 
fuertes;  dedo  interno  del  pie  oponible;  hábito  ar- 
borícela.   Anthropomorphidae. 

c.  Doce  muelas  de  reemplazamiento;  posición  semi- 
oblicua;  miembros  anteriores  de  largo  mediano; 
cerebro  muy  grande,  proporcionalmente  á  la  talla 
mayor  que  en  el  hombre;  cráneo  redondo,  sin  cres- 
tas salientes  y  de  rostro  muy  corto ;  caninos  muy 
pequeños,  apenas  un  poco  mayores  que  los  incisi- 
vos; dedo  interno  del  pie  oponible;  hábito  terrestre, 

no  arborícela Homuncididae. 

El  primer  descubrimiento  de  un  representante  extinguido  de 
valor  genérico  perteneciente  á  la  familia  de  los  Hominidae  fué  el 
del  Fitheeanthropus  eredus.  Como  el  fémur  demuestra  que  la  posi- 
ción era  en  efecto  perfectamente  erecta,  es  claro  que  forma  parte 
de  la  familia  de  los  Hominidae.  Por  el  volumen  del  cerebro  es  un 
intermediario  perfecto  entre  el  hombre  y  los  antropomorfos. 

El  Tetraprothomo  no  puede  ser  considerado  como  un  antropo- 
morfo. Hemos  visto  que  tanto  por  el  fémur  como  por  el  atlas,  se 
parece  al  hombre  mucho  más  que  cualquiera  de  los  antropomorfos 
conocidos. 

Lo  que  distingue  al  hombre  como  tipo  de  una  familia,  es  el  gran 
desarrollo  del  cerebro  y  la  posición  erecta. 

El  Tetraprothomo  y  por  su  posición  erecta,  es  pues,  un  tercer  re- 
presentante del  mismo  grupo,  un  tercer  género  do  la  familia  de  los 
Hominidae.  Por  su  tamaño  muy  pequeño,  por  la  forma  y  posición 
del  trocánter  menor,  por  la  forma  de  los  arcos  del  atlas  y  la  dispo- 
sición de  sus  caras  articulares,  se  presenta  como  un  tipo  en  evolu- 
ción hacia  el  género  Homo,  es  decir  como  su  verdadero  precursor. 


210  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


IMPORTANCIA   DEL   DESCUBRIMIENTO. 

£1  descubrimiento  del  Tetraprothomo  es  de  una  importancia  ex- 
traordinaria bajo  múltiples  puntos  de  vista,  de  los  cuales  mencio- 
naré sólo  unos  pocos. 

Por  lo  pronto  es  una  confirmación  de  la  grandísima  antigüedad 
del  yacimiento  de  Monte  Hermoso. 

En  los  terrenos  de  la  época  cuaternaria,  sólo  se  encuentran  res- 
tos pertenecientes  al  género  Homo,  sea  del  Homo  sapiens  actual- 
mente existente,  sea  de  especies  muy  parecidas  tanto  por  la  talla 
como  por  la  conformación  (Homo  prímigenius)^  pero  no  de  precur- 
sores genéricamente  distintos. 

En  la  formación  pampeana,  que  según  las  pruebas  sucesivas  que 
he  presentado  pertenece  á  la  época  pliocena,  nos  encontramos  to- 
davía con  especies  extinguidas  del  género  Homo,  como  el  Homo 
pliocenicus  Kobelt,  del  pampeano  superior  (piso  bonaerense)  y  el 
Homo  pampaeus  Amgh.  del  pampeano  inferior  (piso  ensenadense), 
las  cuales,  cuando  sean  mejor  conocidas  es  posible  resulten  repre- 
sentar dos  géneros  distintos  (Prothomo,  Diprothomo),  pero  todavía 
muy  próximos  del  género  Homo. 

El  Tetraprothomo,  tanto  por  la  talla  como  por  su  conformación 
es  tan  alejado  de  Homo  que  debe  remontar  á  una  época  sumamente 
más  lejana  que  la  del  cuaternario  inferior  y  todavía  considerable- 
mente más  antigua  que  la  del  pampeano  inferior.  Bajo  el  punto 
de  vista  morfológico  y  evolutivo,  la  distancia  entre  Tetraprothomo 
y  Homo  es  tan  considerable  que  presupone  la  posible  existencia  de 
tres  géneros  intermediarios,  Prothomo,  Diprothomo,  Tinprothomo^ 
cuyos  caracteres  hace  años  los  he  restaurado  teóricamente. 

Juzgando  por  la  transformación  de  las  faunas  mamalógicas  se- 
gún los  datos  que  nos  suministra  la  paleontología,  el  desarrollo  y 
sucesión  de  esas  formas  desde  Tetraprothomo  á  Homo,  es  absoluta- 
mente imposible  que  se  haya  efectuado  en  un  espacio  de  tiempo 
más  corto  que  el  correspondiente  á  toda  la  época  pliocena.  Luego, 
el  Tetraprothomo  ha  vivido  en  época  anterior  al  plioceno,  de  donde 
se  deduce  que  Monte  Hermoso  debe  remontar  á  la  época  míocena, 
como  por  otra  parte  lo  demuestran  todos  los  demás  datos  geológi- 
cos y  paleontológicos. 

Si  la  tierra  cocida,  y  á  veces  también  fundida  y  en  parte  vitrifi- 
cada que  se  encuentra  en  las  capas  fosilíferas  de  Monte  Hermoso, 
se  ha  invocado  como  la  prueba  de  la  existencia  en  dicha  época  de 
un  ser  inteligente,  de  un  precursor  del  hombre,  ahora,  los  huesos 


AMEGHINO;  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    211 

de  ese  precursor,  hallados  en  las  mismas  capas,  prueban  á  sn  vez 
que  esos  vestigios  de  tierra  quemada  y  vitrificada,  son  el  resultado 
de  quemazones  intencionales  y  de  fogones  encendidos  por  el  ser 
cuya  primera  existencia  revelaron.  Más  comentarios  á  este  res- 
pecto serían  superfinos. 

Bajo  el  punto  de  vista  de  la  región  que  dio  origen  á  la  forma- 
ción del  hombre,  el  descubrimiento  de  Monte  Hermoso  es  de  una 
importancia  igualmente  capital. 

Las  tradiciones  que  hemos  recibido  de  Oriente  están  concordes 
en  colocar  la  cuna  del  género  humano  en  Asia,  y  entre  los  hombres 
de  ciencia  ha  sido  hasta  ahora  como  un  artículo  de  fe  que  el  hom- 
bre debía  ser  necesariamente  originario  del  viejo  mundo. 

Hace  veintisiete  años  me  atreví  á  decir:  «Hasta  ahora  la  ciencia 
no  puede  determinar  qué  punto  de  la  superficie  del  globo  ha  sido 
la  cuna  primitiva  del  género  humano ;  por  consiguiente,  no  hay  ra- 
zón ninguna  para  hacer  emigrar  al  hombre  del  antiguo  al  nuevo 
mundo,  puesto  que  la  emigración  bien  puede  haberse  verificado  en 
sentido  contrario  » ^. 

En  1891;  al  describir  los  restos  de  los  primeros  monos  fósiles 
descubiertos  en  Patagonia,  decía:  «El  punto  de  origen  de  los  ver- 
daderos monos  y  del  precursor  del  hombre  que  hasta  ahora  se 
creía  debía  encontrarse  en  algunas  regiones  del  viejo  mundo,  se 
encuentra  así  trasladado  á  Sud-Amériea  »  ^ 

Desde  entonces,  repetidas  veces  he  manifestado  la  posibilidad 
de  que,  no  ya  el  precursor,  sino  el  hombre  mismo  fuera  de  origen 
sudamericano,  y  hace  apenas  un  año,  lo  he  establecido  sobre  ba- 
ses científicas  que  desde  ahora  juzgo  inconmovibles.  Esta  teoría 
y  la  base  sobre  que  se  funda  la  he  expuesto  con  bastante  extensión 
en  un  capítulo  de  mi  libro.  Les  formations  sédimentaires  du  crétacé 
supérieiir  et  du  tertiairede  Patagonie,  páginas  421  á  462,  año  1906*. 

El  Tetraprothotno^  fundado  primero  teóricamente  sin  indicación 
de  punto  de  origen,  determinada  luego  la  región  de  origen  también 
teóricamente,  ha  salido  á  la  luz  del  día  más  pronto  de  lo  que  me 
era  dado  suponer,  más  ó  menos  con  los  mismos  caracteres  que  le 


*  Amegbimo  F.  La  antigüedad  del  hombre  en  el  Plata^  t.  i,  pág.  211,  a.  1880. 

*  Ambobino  F.  Los  monot  fóaüeit  del  eoceno  de  la  República  Argentina^  en  Re- 
vista Argentina  de  Historia  Natural,  t.  i,  p.  396,  a.  1891. 

'  Un  diario  de  La  Plata,  La  Keforma,  propiedad  del  señor  Ángel  K.  Ferrando, 
ha  vertido  al  español  y  publicado  en  folleto  el  capitulo  que  se  refiere  al  hom- 
bre, con  el  titulo  de:  El  Origen  del  Hombre.  Ascendencia  y  parentesco;  en  8.» 
de  41  páginas.  La  Plata,  1907. 


212     AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPEOTHOMO  ABGENTINUS. 

había  asignado  y  en  la  misma  región  que  suponía  debía  ser  su  cen- 
tro de  origen. 

El  descubrimiento  de  los  restos  óseos  del  precursor  del  hombre 
en  el  mioceno  de  Monte  Hermoso,  traslada  definitivamente  el 
centro  de  origen  del  hombre,  del  antiguo  continente  á  Sud- América. 
Este  descubrimiento  está  además  en  perfecta  concordancia  con  lo 
que  he  demostrado  en  mis  últimos  trabajos:  que  losprimatos^  tanto 
los  prosimios  ó  lemuroideos  como  los  simios,  son  de  origen 
sudamericano  ^ 

Los  verdaderos  monos  ó  simioideos  que  aparecen  en  Patagonia 
en  la  base  del  eoceno,  recién  llegan  á  Europa  hacia  la  mitad  del 
mioceno  acompañados  por  los  antropoideos  de  la  familia  de  los 
antropomorfos,  pero  no  se  conoce  de  allí  ningún  verdadero  pre- 
cursor del  hombre  ^  El  Pithecanthropus,  al  que  se  había  atribuido 
ese  rol;  no  es  un  antecesor  del  hombre  sino  una  rama  divergente 
extinguida,  que  por  la  evolución  de  muchos  de  sus  caracteres  ya 
había  aventajado  al  hombre,  mientras  que  por  otros  había  entrado 
en  la  vía  regresiva  de  la  bestialización. 


*  Ameobimo  F.|  PaleorUclogia  Argeniinaj  pp.  74-76,  año  1904.  —  Id.  Les  forma- 
tiona  tédimentaireSf  etc.,  páginas  289  á  298  y  421  á  452,  a.  1906.  —Id.  M  Origen 
del  hombre,  pág.  18  y  sig.,  a.  1907. 

*  En  mi  últímo  trabajo  ya  varias  veces  mencionado  (p.  452),  digo  que  en  el 
mioceno  medio  de  Europa,  además  de  los  restos  óseos  de  antropomorfos  se  en- 
cuentran también  los  restos  de  la  industria  de  un  supuesto  precursor  del  hombrn, 
el  HomosimivLt  Bourgeoisi,  Me  referia  á  los  pedernales  resquebrajeados  tan  cono- 
cidos y  tan  discutidos  del  yacimiento  de  Thenay,  en  Francia. 

En  carta  reciente,  el  distinguido  antropólogo  Dr.  P.  G.  Mahoudeau,  me  escribe: 
« A  la  page  452  vous  paraissez  admettre  la  réalité  d^un  Homonmiti»  Bourgeoiti, 
Passant  mes  vacances  prés  de  Thenay,  j'ai  largement  exploré  le  terrain,  fait  des 
fouilles  dans  les  mémes  emplacements  que  Pabbé  Bourgeois,  et  je  n^ai  jamáis  ríen 
trouvé  de  nature  á  confirmer  Pexistence  d^un  Hominien  industriel.  Les  silex 
craquelés  sont  nombreux,  mais  on  en  rencontre  dHdentiques  dans  Targile  á  silex 
superficielle  et  récente  des  environs.  Les  autres  silex  sont  des  fragments  informes 
absolument  inutilisables.  II  y  a  done  lieu  de  ne  faire  commencer  les  traces  de 
^industrie  préhistorique  en  France  qu'avec  les  conches  de  Puy  Coumy». 

Es  claro  que  no  puedo  tener  una  opinión  personal  definitiva  sobre  objetos  que 
no  conozco  de  visu  y  que  al  mencionar  ese  supuesto  precursor  del  hombre  en 
Europa,  me  he  guiado  por  lo  que  al  respecto  han  publicado  vanos  arqueólogos 
europeos  y  especialmente  G.  de  Mortillet.  Si  entonces  esos  vestigios  no  son  obra 
de  un  ser  inteligente,  y  si  en  Europa  los  más  antiguos  objetos  de  piedra  intencio- 
nalmente  tallados  son  los  de  Puy  Courny,  los  hechos  se  presentarían  en  concor- 
dancia todavía  mucho  más  perfecta  con  mi  teoría,  pues  los  monos  antropomorfos 
que  ya  aparecen  en  capas  más  antiguas  se  han  desprendido  de  la  línea  que  con- 
duce al  hombre  antes  del  Telraprothomo,  y  el  yacimiento  de  Puy  Coumy  es  un 
poco  más  reciente  que  el  de  Monte  Hermoso.  Agregaré  que  tampoco  hay  uni- 
formidad de  ideas  respecto  á  los  pretendidos  pedernales  tallados  del  plioceno  in- 
ferior de  Puy  Coumy,  pues  muchos  arqueólogos  niegan  que  presenten  vestigios 
de  un  tallado  verdaderamente  intencional. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPBOTHOMO  ABGENTINÜS.    213 

Los  caracteres  que  demuestran  que  el  PUhecanthropus  no  puede 
ser  un  antecesor  del  hombre  son  numerosos,  pero  haré  sólo  men- 
ción de  tres  que  son  fundamentales. 

1.^  La  talla.  Es  una  ley  filogenétioa  ya  por  todos  reconocida  que 
la  talla  va  y  ha  ido  constantemente  en  aumento  en  las  distintas 
líneas  de  mamíferos.  Es  el  exceso  de  desarrollo  que  ha  producido 
la  extinción  de  numerosas  especies,  pues  no  han  podido  recorrer 
el  mismo  camino  en  sentido  inverso.  Toda  especie  que  no  puede 
conservar  el  mismo  tamaño,  decae  y  desaparece  rápidamente.  Se- 
gún este  principio,  el  precursor  del  hombre  debió  ser  de  talla  infe- 
rior á  las  razas  humanas  más  pequeñas  de  la  actualidad.  Como  el 
PUheeanthropu»  es  de  talla  notablemente  más  considerable  que  va- 
rias de  las  razas  humanas  existentes,  resulta  que  no  puede  ser  el 
antecesor  del  hombre. 

2.^  La  existencia  de  una  cresta  metópica  que  no  existe  en  el 
hombre  y  demuestra  que  en  el  proceso  evolutivo  de  la  osificación 
craniana  el  Pithecanthropus  había  aventajado  al  género  Homo  y 
emprendido  el  camino  que  conduce  á  la  conformación  propia  del 
Gorila  y  del  Orangután  *. 

3.^  La  estrechez  de  la  parte  anterior  de  la  frente,  y  el  enorme 
desarrollo  de  los  arcos  superciliares,  que  prueban  se  trata  de  un 
hominídeo  que  había  entrado  en  la  vía  que  conduce  á  la  bestializa- 
ción  propia  de  los  antropomorfos  *. 

El  Pithecanthropus^  lejos  de  ser  un  precursor  del  hombre,  repre- 
senta una  rama  lateral  divergente  que  ha  desaparecido  no  por 
transformación  sino  por  extinción*. 

El  Tetraprothomo  se  encuentra  en  condiciones  muy  distintas: 
por  su  talla  muy  inferior  á  la  de  las  razas  humanas  más  pequeñas 
conocidas,  y  por  los  demás  caracteres  del  fémur  y  del  atlas,  así 


*  Aunque  muy  raramente,  la  cresta  metópica  en  una  forma  muy  poco  desarro- 
llada suele  observarse  en  algunos  cráneos  humanos,  pero  es  claro  que  no  se  tra- 
ta de  un  carácter  atávico,  sino  de  casos  individuales  de  un  principio  de  evolución 
hacia  la  bestialización. 

'  En  Les  formcUiona  Mimeniaire»^  etc.,  págs.  441  y  sig.,  he  demostrado  que  esos 
caracteres  y  muchos  otros  llamados  pitecoideos  y  propio  de  los  antropomorfos, 
no  existieron  en  los  antepasados  del  hombre  y  que  en  los  antropomorfos  repre- 
sentan una  bestialización  de  origen  relativamente  reciente. 

*  Es  lo  que  también  ha  demostrado  el  Profesor  Eodolfo  Senet  en  su  memoria 
Questions  d^Anthropogenie,  Este  autor  es  el  único  que  ha  tratado  la  cuestión  del 
Pifhecemthropua  de  acuerdo  con  las  leyes  del  desarrollo  filogenótico  de  los  dis- 
tintos órganos  y  con  los  últimos  progresos  de  la  paleontología  de  los  mamífe- 
ros. Como  pinieba,  transcribo  á  continuación  algunas  de  sus  conclusiones. 

«Aucun  prédécesseur  de  l'homme  n'a  pu  avoir  de  eré  tes  ni  d'arcades  sourcilié- 

res  élevées 

Pour  ce  qui  est  du  Pithecanthropus  erecttu  de  Dubois  —  surtout  pour  la  place 


214  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

como  por  su  gran  antigüedad,  se  presenta  como  el  verdadero  pre- 
cursor del  hombre  en  la  linea  ascendente  directa. 

Hace  18  años,  dije  que  los  primates  primitivos  que  en  su  evolu- 
ción posterior  habían  dado  origen  al  hombre  no  habían  sido  arbo- 
rícelas; que  esos  seres  confinados  en  una  llanura  desprovista  de 
árboles,  pasaron  gradualmente  de  la  posición  horizontal  á  la  posi- 
ción oblicua  y  luego  erecta. 

«Pero  otros  planungulados,  por  causas  que  no  es  ahora  del  caso 
averiguar,  viéronse  confinados  en  comarcas  llanas  y  desprovistas 
de  árboles  como  nuestras  pampas;  carecían  allí  de  puntos  de  refu- 
gio y  tenían  qae  confiarlo  todo  á  la  vista  y  á  la  astucia.  En  la 
llanura,  una  de  las  condiciones  esenciales  á  la  seguridad  individual, 
es  la  de  poder  divisar  al  enemigo  desde  lejos.  Para  observar  á  ma- 
yor distancia  necesitaban  apoyarse  sobre  sus  miembros  posteriores 
que  eran  plantigrados,  irguiéndose  sobre  ellos  lo  posible  para 
luego  tender  la  vista  y  escudriñar  el  horizonte.  En  este  ejercicio, 
los  miembros  posteriores  adaptábanse  de  más  en  más  á  la  sustenta- 
ción y  á  la  marcha,  y  los  anteriores  á  la  prehensión,  transformán- 
dose con  la  sucesión  del  tiempo  la  posición  horizontal  en  vertical. 
La  vista,  dirigida  horizontalmente  hacia  adelante,  dominaba  el 
espacio  máximo  que  permitiale  abarcar  su  mayor  elevación.  A  su 
vez,  el  cráneo,  en  lugar  de  estar  más  ó  menos  suspendido  como  se 
encuentra  en  la  posición  horizontal,  descansando  desde  entonces 
sobre  una  base  vertical,  permitióle  un  mayor  ahorro  de  fuerza, 
acompañado  de  un  mayor  desarrollo  cerebral,  y  un  aumento  en  la 


qu'il  occape  dans  Parbre  phylo^énétique  de  lliomme  et  des  anthropomorphes, 
je  ne  partage  pas  ropinion  ni  de  Morselli  ni  de  Dubois.  Je  ne  crois  pas,  en  m'ap- 
puyant  sur  ce  que  je  viens  de  citer,  quUl  puisse  se  trouver  dans  la  ligne  des 
précurseuTs  directa  de  Phomme 

Je  ne  partage  aucun  de  ees  avis.  II  u^e  semble  quUl  n'est  pas  absolument  né- 
cóssaire  que  le  Piíhecanthropus  soit  un  singe,  ou  un  homme,  ou  une  forme  de 
passage.  Je  crois  qu'aucune  des  trois  opinions  ne  peut  lui  assígner  une  place 
precise  dans  Parbre  généalogique  de  lliomme  et  des  anthropomorphes.  En  effet, 
le  probléme  a  une  autre  solution.  Si  le  Piíhecanthropus  n'est  ni  un  homme,  ni  un 
singe,  ni  une  forme  de  passage,  il  doit  étre  une  branche  collatérale  issue  d'une 
souche  commune 

Mais  en  revanche,  les  arcades  sourciliéres  elevées  et  formant  une  visiére  sai- 
llante  de  81  mm.  nous  revélent  quMl  n*a  pu  étre  un  ancétre  de  Phomme  puisque 
celui-ci  ne  posséde  pas  actuellement  ce  caractére  et  ne  le  reproduit  pas  non  plus 
&  aucunes  des  étapes  de  son  évolution  ontogénique.  C'est-lá  Pindice  d'un  procés- 
SU8  de  Pévolution  vers  Possification  supérieure,  produít  au  détriment  dés  lobes 
frontaux.  De  sorte  que  dans  le  Piíhecanthropus  des  causes  múltiples  ont  detenu  le 
dóveloppement  du  cerveau  et  permis  celui  des  arcades  sourciliéres.  Cette  évolu- 
tion au  détriment  de  Pintelligence  a  dü  entrainer  la  disparition  de  Pespéce.» 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.    216 

intensidad  intelectual  ó  pensante  en  detrimento  del  instinto  bruto 
heredado  de  sus  antepasados.  Ese  fué  el  antecesor  del  hombre  \  » 

Hace  apenas  un  año,  por  consideraciones  anatómicas  he  de- 
mostrado que  el  hombre  nunca  había  pasado  por  el  estadio  de  ar- 
borícola*.  Ahora,  el  descubrimiento  del  precursor  del  hombre  en 
la  vasta  llanura  pampeana  desprovista  de  bosques  y  que  nunca  los 
tuvo,  confirma  en  todos  sus  detalles  el  contenido  del  párrafo  trans- 
cripto, quizás  demasiado  atrevido  para  esa  época. 

El  hallazgo  de  un  precursor  del  hombre  en  esta  región  del  con- 
tinente sudamericano,  tiene  también  una  muy  grande  importancia 
sobre  el  ahora  tan  debatido  problema  de  las  relaciones  de  las  fau- 
nas mamalógicas  sudamericanas  con  las  de  los  otros  continentes. 

En  mis  diferentes  trabajos  paleontológicos  de  estos  últimos  años 
he  demostrado  que  las  antiguas  faunas  extinguidas  del  territorio 
argentino  son  autóctonas,  que  no  han  venido  de  la  América  del 
Norte  ni  del  antiguo  mundo,  sino  que  se  han  desarrollado  sobre  el 
mismo  continente  sudamericano.  He  demostrado  también  que 
son  esas  antiguas  faunas  sudamericanas,  sobre  todo  aquellas  que 
remontan  á  los  últimos  tiempos  de  la  época  cretácea,  que  han  dado 
origen  á  todos  los  mamíferos  que  pueblan  y  han  poblado  todas  las 
regiones  de  la  tierra  á  partir  del  principio  de  la  época  terciaria.  Un 
resumen  de  esta  teoría  y  de  los  hechos  en  que  se  funda  se  encon- 
trará en  mi  último  trabajo  sobre  la  geología  de  Patagonia,  al  que  ya 
he  hecho  numerosas  referencieiS  (Les  formations  sédimentaires,  etc., 
páginas  280  á  452). 

Esta  teoría  ha  encontrado  en  varios  geólogos  y  paleontólogos 
de  Europa  y  Norte  América^  una  obstinada  y  prolongada  oposición 
y  en  algunos  casos  hasta  ha  dado  lugar  á  fuertes  intemperancias  de 
lenguaje,  pero  casi  siempre,  no  discutiendo  los  hechos  en  sí  mismos, 
sino  negándolos  de  una  manera  sistemática,  por  no  poderlos  encua- 
drar dentro  de  los  prejuicios  científicos  que  les  han  enseñado  y  á 
los  que  se  encuentran  aferrados  como  si  fueran  artículos  de  fe. 

Esa  oposición  intemperante  no  me  ha  desviado  de  mi  camino. 
He  levantado  cuantas  objecciones  se  me  han  hecho,  he  continuado 
•  reuniendo  materiales  y  acumulando  nuevas  pruebas. 

Poco  á  poco  he  presentado  los  precursores  sudamericanos,  sino 
de  todos,  de  casi  todos  los  grupos  de  mamíferos  conocidos.  No 
hace  mucho  di  á  conocer  los  precursores  de  los  lemurianos  ó  prosi- 


*  AuBeHiMO  F.  Una  rápida  ojeada  á  la  evolución  füogenética  de  loa  mamíferos^ 
en  Bol,  In$t,  Qeogr.  Argentino,  T.  X,  p.  172,  a.  1889. 

*  Ameobino  F.,  Les  formaiions  aédimentaireSf  etc.  pá^s.,  440-441,  a.  1906. 


216  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

míos  y  de  los  verdaderos  monos.  Ahora,  entrego  á  la  ciencia,  en- 
contrado igualmente  en  suelo  argentino,  al  precursor  del  hombre. 

Este  hallazgo  es  el  complemento  y  el  coronamiento  de  mis  inves- 
tigaciones precedentes;  cierra  el  círculo  de  los  descubrimientos  que 
sucesivamente  he  venido  exponiendo.  En  lo  sucesivo,  ya  no  me 
queda  otra  tarea  que  la  de  ir  llenando  gradualmente  los  claros. 

Sospecho,  que  este  nuevo  descubrimiento  y  las  deducciones  que 
de  él  se  desprenden  van  á  levantar  sobre  mí  una  verdadera  tempes- 
tad, dando  quizás  nuevamente  lugar  á  más  de  una  intemperancia 
de  lenguaje,  pero  no  me  ocasiona  la  más  mínima  preocupación. 
Tengo  completa  seguridad  en  la  exactitud  del  conjunto  de  hechos 
que  he  venido  exponiendo  desde  hace  más  de  veinte  años  y  que 
sirven  de  fundamento  inconmovible  á  mis  teorías.  Quedo,  pues,  per- 
fectamente tranquilo  y  dispuesto  á  defender  mis  opiniones  en  el 
campo  de  la  discusión  científica  y  razonada. 

RELACIONES   FILOGENÉTICAS. 

En  Europa  y  Norte  América,  los  prosimios,  ó  por  lo  menos  ani- 
males que  parecen  más  ó  menos  relacionados  con  los  lemuríanos 
actuales,  aparecen  en  el  eoceno  y  se  extinguen  en  el  oligoceno. 
Los  verdaderos  monos  no  han  dejado  restos  fósiles  en  las  capas 
terciarias  de  Norte  América,  y  en  Europa  ya  hemos  dicho  que  apa- 
recen recién  en  el  terciario  medio. 

En  Patagonia,  los  prosimios  ó  lemurianos  aparecen  en  las  capas 
superiores  del  cretáceo  y  se  extinguen  en  el  eoceno.  Los  verdade- 
ros monos  aparecen  en  la  base  del  eoceno  en  donde  coexistieron 
con  los  lemurianos,  y  han  continuado  viviendo  en  Sud  América 
sin  interrupción  hasta  la  época  actual,  pero  desaparecieron  de  Pa- 
tagonia, probablemente  desde  mediados  de  la  época  terciaria.  De 
Sud  América  emigraron  al  viejo  mundo,  probablemente  al  princi- 
pio del  mioceno  ó  á  fines  del  oligoceno. 

Las  relaciones  filogenóticas  generales  del  hombre  con  relación  á 
los  antropomorfos  y  los  demás  primates  y  de  éstos  con  los  sarco- 
boros  y  los  ungulados  las  he  expuesto  en  mi  último  trabajo  sobre 
las  relaciones  de  las  faunas  mamalógicas  de  la  América  del  Sur 
con  las  del  antiguo  continente  ^.  Los  resultados  generales  de  esa 
investigación  se  encuentran  reasumidos  en  el  cuadro  adjunto. 


*  Ameohino  F.,  Lea  formationa  aédimentaires  du  crétacé  snpérieur  el  dti  tertiaire  de 
Falagonie,  en  Anal.  Mus.  Nac,  de  Buenos  Aires,  ser.  8.*,  T.  viii,  p.  282  y  sig., 
a.  1906. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETBAPHOTHOMO  ARGENTINUS.    217 


Homini-  Simiidae 

Sarco-    Ungn-    Prosi-    Arctopi-  dae        (Modos  antro-        Cerco- 

bora        lata         inia      thecidae    Cebidae     (Homo)        pomorfos)        pithecidae 


Cercopithecidae 

i)rimitivo8 
(Homunculites) 


Protnngulados 
(Caroloameghinia) 


Microbiotheriidae 

(Sarcoboros  primitivos) 


Dividiendo  los  primatos  en  tres  grupos  ú  órdenes,  Anthropoidea, 
Simioidea  y  Ptosimia,  la  disposición  filogenótica  sería  la  siguiente: 


Anthropoidea    Simioidea      Prosimia 


Simioidea 
primitiva 


Prosimia  primitiva. 


Amal.  Mus.  Nac.  Bb.  As.,  Srr.  8»,  t.  ix.  Skptikmbre  28,  1907. 


15 


218  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Dejemos  ahora  á  un  lado  los  Prosimia  y  los  Simioidea,  para  ocu- 
parnos de  las  relaciones  filogenéticas  de  los  representantes  del  or- 
den de  los  Anthropoidea^  en  el  que  entran  el  hombre,  el  Tetrapro- 
thomOj  los  antropomorfos  y  los  homunculídeos. 

Por  su  talla  pequeña,  el  mayor  número  de  muelas,  y  la  pequenez 
de  los  caninos^  los  homunculídeos  constituyen  el  tronco  de  donde 
se  desprendieron  los  hominídeos  primitivos,  igualmente  muy  pe- 
queños y  de  cráneo  redondo,  sin  crestas  salientes.  De  estos  homi- 
nídeos primitivos  desciende  el  hombre,  mientras  que  ramas  latera- 
les divergentes  y  bestializadas  dieron  origen  á  los  antropomorfos. 
Las  relaciones  filogenéticas  de  los  distintos  grupos  del  orden  de 
los  Anthropoidea  pueden  exprrsarse  en  esta  forma: 


Hominidae  Antropomorphidae 


\  / 

Hominidae  primitivos 


Homunculidae. 


Hace  23  años  publiqué  un  cuadro  filogenético  del  hombre  y  de 
los  antropomorfos  existentes,  restaurando  teóricamente  las  formas 
extinguidas,  cuadro  que  creo  conveniente  colocar  acá  ante  los  ojos 
del  lector  en  su  forma  original.  Los  fundamentos  de  esta  reconstruc- 
ción se  encontrarán  en  la  obra  en  la  que  el  cuadro  fué  publicado, 
pues  son  demasiado  largos  para  darlos,  ni  aun  en  resumen^.  De 
cada  uno  de  los  géneros  teóricos  allí  establecidos,  doy  los  princi- 
pales caracteres  que  he  restaurado  de  acuerdo  con  los  principios  y 
procedimientos  en  dicha  obra  establecidos. 


*  AuEGHiKO  F.,  Filogenia,  Principios  de  dosificación   transformida  basados  sobre 
leyes  naturales  y  proporciones  matemáticas ^  pp.  386  á  388,  a..  1884. 


AMEGHrao:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.   219 
He  aquí  el  menoíonado  cuadro: 


220  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

En  mi  trabajo  del  año  último  arriba  mencionado,  he  establecido 
sobre  hechos  positivos  y  muy  fáciles  de  comprobar,  que  no  es  el 
hombre  que  desciende  de  los  antropomorfos,  sino  que  son  estos  úl- 
timos que  descienden  del  hombre  por  vía  de  una  bestialización 
gradual.  La  síntesis  de  mis  investigaciones  al  respecto  la  encierran 
los  dos  párrafos  que  á  continuación  transcribo. 

«  La  principal  característica  del  hombre  es  el  gran  desarrollo  del 
cerebro,  y,  consiguientemente,  del  cráneo,  que  toma  una  forma  re- 
donda. En  el  estadio  de  mamífero,  ningún  antecesor  directo  del 
hombre  ha  tenido  el  cráneo  con  crestas  salientes.  Los  microbio- 
tendeos  que  se  encuentran  en  la  base  del  tronco  mamálogico  del 
hombre,  tenían  un  cráneo  liso,  sin  crestas.  A  partir  de  este  anti- 
guo tronco  y  pasando  por  los  prosimios  del  cretáceo  superior  y  de 
la  base  del  terciario,  y  después  por  los  homunculídeos  hasta  el 
hombre,  el  cráneo  se  ha  vuelto  de  más  en  más  grande  y  de  más  en 
más  redondo.  Es  el  proceso  evolutivo  que  llamaré  c  hacia  la  huma- 
nización.» 

«  De  esta  rama  ó  línea  directa  que,  de  los  clenialitídeos  conduce 
á  los  homunculídeos  y  de  éstos  al  hombre,  sucesivamente  y  en  épo- 
cas diferentes,  se  han  ido  separando  líneas  laterales.  En  estas  lí- 
neas divergentes  ha  habido  un  proceso  continuo  hacia  una  mayor 
osificación  del  cráneo,  en  correlación  con  un  mayor  desarrollo  de 
los  caninos  y  de  los  molares,  lo  que  ha  dado  origen  al  alargamiento 
del  rostro  y  á  la  formación  de  gruesas  crestas  temporales,  de  las 
crestas  occipital  y  sagital,  grandes  rebordes  sobreorbitarios,  etc. 
En  los  primatos  es  este  el  proceso  evolutivo  que  llamaré  «  hacia  la 
bestialización. » 

« De  acuerdo  con  estas  nuevas  observaciones  y  con  los  nuevos 
puntos  de  vista  que  ellas  determinan,  poniendo  en  paralelo  al 
hombre  con  los  simios  del  antiguo  continente,  no  es  el  hombre  que 
aparece  como  un  mono  perfeccionado,  sino  al  contrario,  son  los  mo- 
nos que  aparecen  como  hombres  bestializados.  Esta  conclusión  es 
evidente,  sobre  todo  para  los  antropomorfos. » ^ 

Si  el  lector  examina  ahora  el  cuadro  filogenético  del  hombre  y 
de  los  antropomorfos  que  he  reproducido  más  arriba  y  que  publi- 
qué por  primera  vez  en  1884,  verá  que  se  encuentra  absolutamente 
de  acuerdo  con  las  conclusiones  á  que  me  han  conducido  mis  últi- 
mas investigaciones  y  los  últimos  descubrimientos.  La  línea  que 


^  Ameohimo  F.  Les  formations  sédimeniaires,   etc .  ^   pp.   442-448,  a.  1906.  —  Id.  El 
Origen  del  Hombre,  pp.  d2-<88,  a.  1907. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  AEGENTINUS.   221 

del  Anthropomorphus  conduce  al  hombre  es  la  de  los  Hominidae^ 
de  la  caal  se  han  ido  sncesiyamente  desprendiendo  las  ramas  late- 
rales y  divergentes  que  conducen  á  los  distintos  antropomorfos 
existentes. 

Con  motivo  del  descubrimiento  del  PithecanthropKS  erectus^  Du- 
bois  dio  en  1896  un  cuadro  filogenético  de  los  monos  y  del  hom- 
bre, en  el  cual  el  Pithecanthropus  aparece  como  antecesor  del  gé- 
nero Homo,  lo  que  ya  se  ha  visto,  es  absolutamente  imposible;  va- 
rios otros  géneros  encuéntranse  en  el  mismo  cuadro  colocados  en 
completa  oposición  á  las  leyes  y  procedimientos  filogenéticos. 

El  cuadro  de  Dubois  fué  en  parte  modificado  por  Morselli  con 
el  principal  objeto  de  ponerlo  en  mayor  concordancia  con  el  mío; 
pero,  como  lo  dice  muy  bien  el  profesor  Senet,  el  cuadro  de  Du- 
bois es  absolutamente  inconciliable  con  el  de  Ameghino,  pues  los 
respectivos  puntos  de  partida  son  completamente  opuestos. 

El  profesor  Senet,  en  su  memoria  Questions  d'Anthropogénie  ya 
arriba  citada,  da  á  su  vez  un  nuevo  cuadro,  en  el  cual  los  antro- 
pomorfos conservan  la  misma  disposición  que  en  el  mío,  pero  en 
lo  que  se  refiere  al  hombre  y  sus  precursores  y  colaterales  inme- 
diatos entra  en  mayores  detalles,  como  que  ha  tomado  en  cuenta 
los  trabajos  más  recientes.  Doy  á  continuación  la  parte  de  ese 
cuadro  que  se  refiere  á  los  Hominidae. 


222 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Caucásico        Mongólico      Americano 


Cro-Magnon-Eisies, 
I  etc. 


Australiano  Negro 


Engis  Arrecifes 

I 

Fontezuelas 

I 

Miramar 

I 

Prothomo        Prothomo  Monte  Hermoso 


Prothomo  neanderthalensis  Prothomo 


Pithecanthropus 


Diprothomo 


T 


Triprothomo 


Tetraprothomo 


Este  cuadro  presenta  varias  novedades  dignas  de  fijar  la  atención. 

La  primera,  que  salta  inmediatamente  á  la  vista  es  la  disposición 
de  las  razas  humanas  en  tres  grupos  que  habrían  tomado  origen 
independientemente  en  el  precursor  inmediato  del  hombre,  es  de- 
cir en  Prothomo.  Esos  grupos  son:  1.^  las  razas  americanas,  que 
habrían  tomado  origen  en  este  mismo  continente;  2.**  los  negros  y 
australianos;  3.^  los  mongoles  y  los  caucásicos.  Mas  adelante, 
cuando  me  ocupe  de  la  dispersión  de  los  hominídeos  se  verá,  que 
estas  ramas  concuerdan  exactamente  con  los  hechos,  pues  corres- 
ponden á  dos  emigraciones  absolutamente  distintas  tanto  por  la 
diferencia  de  época  en  que  se  efectuaron,  cuanto  por  el  camino 
distinto  y  casi  opuesto  que  recorrieron. 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPROTHOMO  AEGENTINUS.    223 

En  el  mismo  cuadro  el  Hombre  de  Neanderthal  es  considerado 
como  una  forma  extinguida  del  precursor  mas  inmediato  del  hom- 
bre, el  ProtJiomo. 

El  Pithecanthropus  es  considerado  como  un  género  extinguido 
que  se  hubiera  desprendido  del  precursor  teórico  IriprotJwmo,  y 
creo  es  la  colocación  que  le  corresponde.  Por  la  talla  es  mucho 
más  evolucionado  que  el  TetraprotJiomOj  mientras  que  por  la  bes- 
tialización  del  cráneo  debe  ser  muy  anterior  al  Prothomo  y  Dipro- 
thomo.  Tampoco  puede  identificarse  con  ninguno  de  los  antecesores 
teóricos  que  he  asignado  al  hombre.  Es  demasiado  alejado  de  éste 
para  que  pueda  identificarse  con  el  Prothomo  ni  con  el  Diprothomo. 
De  talla  demasiado  considerable  para  que  pueda  considerarse  como 
un  descendiente  inmediato  del  Tetraprothomo^  y  demasiado  bestia- 
lizado para  desempeñar  el  rol  de  TriprotJiomo,  no  queda  otro  camino 
que  considerarlo  como  una  rama  divergente  extinguida  desprendida 
de  este  último. 

Fundiendo  el  cuadro  filogenético  teórico  que  publiqué  en  1884 
con  el  del  profesor  Senet  que  responde  á  los  mismos  principios,  y 
con  los  datos  positivos  obtenidos  desde  entonces,  doy  un  nuevo  cua- 
dro en  el  cual  los  claros  son  todavía  numerosos,  pero  que  constituye 
un  gran  paso  hacia  adelante  en  los  conocimientos  que  á  este  res- 
pecto poseíamos  no  hace  muchos  años. 

En  este  nuevo  cuadro,  las  lineas  negras,  son  las  formas  que  se  co- 
nocen por  restos  óseos;  las  líneas  puntuadas  representan  las  formas 
restauradas  teóricamente;  y  las  líneas  dobles  son  los  hominídeos  teó- 
ricos, cuya  existencia  parece  desprenderse  del  hallazgo  de  supuestos 
vestigios  industriales. 


224 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


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Homo 


Homo  pliocenícos 
Prothomo? 


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II 


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Prothylo-  Protoei- 
bates  mia 


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o 


Homo  pampaens 
Diprothomo?! 

Triprothomó 


Tetraprothomo . 


Neopithe- 
cus 


B  Paedopi- 
á      thex 


II 


Diproto- 
smiia? 


Palaeopithecns 

IProtrofflody- 
tes? 

Diprotroglodytes 


Dryopi- 
thecas 


Pliopithe- 

CU8 


Oollenstemum  ?. . 


Dryopitecus 


Triproto- 
simia 


Ooristemum 


Triprotro- 
glodytes? 


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Anthropomorphos 


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»  o 
3. 


Cretá- 
ceo 


Anthropops 

I  ProanthFopomorphus  ? 
Pitheculas 

Homuncalus 

I 


Pitheonlites  (Símioidea) 

I 

Glenialitidae  (Prosimia) 

I 

Microbiotheriidae 

I 


Homunonlites 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINUS.   225 

Las  razas  humanas  actuales  están  distribuidas  en  dos  grandes 
grupos,  que  se  distinguen  no  sólo  por  sus  caracteres  físicos,  sino 
también  por  las  regiones  en  que  habitan  y  su  origen  distinto.  El 
primer  grupo  lo  constituyen  las  razas  caucásicas,  mongolas  y 
americanas;  es  sólo  á  éste  que  es  aplicable  el  nombre  de  Homo 
sapiens^  y  desciende  del  Homo  fliocenicus  que  habitó  Sud  América 
durante  los  últimos  tiempos  de  la  época  terciaria.  £1  segundo  lo 
constituyen  las  razas  negras,  negroides  y  australoides  de  las  regio- 
nes tropicales  de  África,  Asia  y  Australasia,  que  se  han  aislado  en 
una  época  muy  anterior,  separándose  de  un  descendiente  inmediato 
ó  muy  cercano  del  Tetraprothomo  que  debe  ser  el  Triprothomo.  Este 
origen  distinto  prueba  que  se  trata  de  una  especie  diferente  que 
puede  designarse  con  el  nombre  de  Homo  ater, 

Al  hombre  de  Neanderthal  (Homo  primigenius),  le  doy  una  colo- 
cación un  poco  más  elevada  que  en  el  cuadro  de  Senet,  pero,  igual- 
mente como  rama  extinguida  y  divergente  que  había  entrado  en  el 
camino  de  la  bestialización. 

La  línea  que  conduce  al  Pitfiecanthropns  sale  del  Triprothomo 
confundida  en  la  misma  rama  que  conduce  al  Homo  ater  de  la  cual 
se  desprende  más  ó  menos  hacia  el  principio  de  la  época  pliocena- 

El  hipotético  Homosimius  del  plioceno  inferior  de  Francia  y  de 
Portugal  cuya  supuesta  existencia  está  basada  únicamente  sobre 
supuestos  vestigios  industriales,  lo  ligo  al  Tetraprothomo,  aunque 
su  existencia  aparece  hasta  ahora  como  muy  problemática. 

De  los  antropomorfos  encontrados  fósiles  en  Europa,  el  Pliopu 
thecus  del  mioceno  medio  es  muy  parecido  al  Gibon,  pero  por  el 
tamaño  reducido  de  los  incisivos  y  el  poco  desarrollo  de  los  cani- 
nos es  evidentemente  un  tipo  menos  evolucionado  y  más  próximo 
á  los  homunculídeos  de  Patagonia.  Es  por  eso  que  lo  coloco  en  la 
base  de  la  rama  que  conduce  al  género  Hylobates,  rama  que  debe 
haberse  desprendido  del  antecesor  inmediato  del  TetraprotJiomo. 
El  PaedopitJiex^  toma  evidentemente  colocación  más  ó  menos  hacia 
la  mitad  de  la  misma  rama. '  De  esta  disposición  se  desprende  cla- 


*  Este  género,  fundado  sobre  un  fémur,  ha  sido  identificado  con  Dryopithecusj 
pero  este  último  es  un  aliado  del  Ooriüa  y  del  ArdhropopUhecm^  mientras  que  el 
fémur  mencionado  es  casi  idéntico  al  de  Hylohates^  razón  por  la  cual  creo  debe 
conservarse  el  género  Paedopithex, 

»  CJon  esto  no  quiero  decir  que  Pliopühecus  antiquu»  Gerv.  y  Paedapühex  rhena- 
nut  Pohlig,  sean  los  precursores  directos  del  Gibon,  pues  es  evidente  que  deben 
ser  ramas  laterales;  los  precursores  son  otras  especies  aun  desconocidas  de  los 
mismos  géneros  que  formaban  parte  de  la  linea  directa.  Pliopithecu»  y  Paedopi- 
thex  son  precursores  del  Gibon  como  tipos  genéricos. 


226  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

ramente  que  en  la  línea  ascendente  que  saliendo  de  Hylobates  va  á 
entroncarse  en  la  que  conduce  al  hombre,  representada  en  mi  pri- 
mer cuadro  filogenético  por  un  solo  precursor,  el  Proihylobates, 
ha  comprendido  varios. 

Hasta  ahora  no  se  ha  hecho  mención  de  ninguna  forma  extin- 
guida que  forme  parte  de  la  línea  que  conduce  al  Orangután,  pero 
por  la  forma  de  los  repliegues  del  esmalte  en  la  única  muela  hasta 
ahora  conocida  del  género  NeopitJiecu»^  creo  que  este  es  en  realidad 
un  precursor  de  Simia,  que  puede  corresponder  á  Diprotosimia. 

El  Dryopiihecus  presenta  afinidades  con  el  Gorila  y  el  Chim- 
pancé, y  debe  considerarse  como  uno  de  los  antecesores  pertene- 
cientes á  esta  línea.  Es  probable  corresponda  al  Triprotroglodytes, 
pero  en  vista  de  su  talla  considerable  y  el  fuerte  desarrollo  de  la 
dentadura,  especialmente  de  los  caninos,  para  ligarlo  al  Anthropo- 
morphus  hay  que  suponer  la  existencia  de  otros  intermediarios,  de 
manera  que  también  en  esta  línea  los  eslabones  genéricos  desapa- 
recidos han  sido  más  numerosos  de  lo  que  supuse.  El  antecesor 
inmediato  de  ambos  géneros.  Chimpancé  y  Gorila,  parece  ser  el 
Palaeopithectis  del  plioceno  superior  de  la  India,  y  corresponde 
probablemente  al  Protroglodytes.  La  distancia  que  lo  separa  del 
Dryopiihecus  (Triprotroglodytesf)  es  la  que  corresponde  al  Dipro- 
troglodytes. 

En  cuanto  al  género  del  mioceno  superior  de  Europa  descripto 
con  el  nombre  de  Gryphopithecus,  no  puedo  darle  colocación  ni  aun 
aproximada,  pues  está  fundado  sobre  una  sola  muela  superior,  in- 
suficiente para  determinar  si  se  trata  de  un  hominídeo  ó  de  un  an- 
tropomorfo. 

Si  el  antiguo  continente  ha  sido  el  centro  de  desarrollo  de  los 
Anthropomorphidaej  es  decir,  de  las  ramas  bestializadas  que  se  des- 
prendieron de  la  línea  que  conduce  al  hombre,  Sud  América  ha  sido 
la  región  del  antiguo  desarrollo  de  los  Hominidae. 

Pasando  por  alto  los  restos  humanos  de  los  terrenos  postpam- 
peanos  antiguos  (platense)  y  del  pampeano  lacustre  mas  reciente 
(lujanense.)  se  han  encontrado  restos  humanos  en  el  pampeano  su- 
perior (piso  bonaerense),  referidos  por  Kobelt  á  una  especie  distin- 
ta del  Homo  sapiens  y  extinguida,  que  designa  con  el  nombre  de 
Homo pliocenicusy  caracterizada  por  una  talla  reducida,  18  vértebras 
dorsolumbares  y  otros  caracteres  osteológicos,  que  si  nuevos  descu- 
brimientos probaran  que  son  constantes,  tendrían  hasta  un  valor 
genérico,  y  estaríamos  en  presencia  del  Prothomo  pliocenicus.  Es 
evidentemente  el  desarrollo  del  Prothomo  que  ha  dado   origen  al 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPROTHOMO  ARGENTINÜS.    22  7 

hombre  americano.  Es  una  rama  de  este  mismo  Pt'othomo  que  inva- 
dió Norte  América  á  fines  del  plioceno  ó  quizás  un  poco  antes,  de 
donde  pasó  al  continente  asiático,  y  de  allí  á  Europa,  dando  origen 
á  las  razas  mongólicas  y  caucásicas,  una  rama  divergente  de  este 
mismo  tronco,  el  hombre  de  Neanderthal  (Homo  prímigenius)  se  ex- 
tinguió en  la  primera  mitad  de  la  época  cuaternaria. 

El  hombre  del  pampeano  inferior  (piso  ensenadense)  tiene  un 
cráneo  con  una  frente  tan  excesivamente  deprimida  que  lo  he  refe- 
rido á  otra  especie  extinguida  distinta  de  la  precedente,  á  la  que  he 
dado  el  nombre  de  Homo  pampaeus  y  que  bien  pudiera  ser  corres- 
pondiera al  Diprothomo. 

Es  probablemente  de  la  base  del  Diprotomo  6  de  la  parte  supe- 
rior del  Triprothomo  que  se  han  desprendido  las  razas  negras,  ne- 
groides y  australoides  que  constituyen  la  segunda  especie  del  género 
Homo  actualmente  existente  (Homo  ater),  de  la  que  me  ocuparé 
más  circunstanciadamente  al  tratar  de  la  dispersión  de  los  antro- 
poideos. De  esta  misma  rama  que  dio  origen  al  Homo  ater,  se  des- 
prendió el  hominídeo  aun  desconocido  cuya  última  etapa  de  desa- 
rrollo conduce  al  extinguido  Pithecanthropus. 

En  Sud  América,  después  del  Homo  pampaeus  (Diprothomo?)^  el 
más  antiguo  hominídeo  conocido  es  el  Tetraprothomo  descripto  en 
esta  memoria  y  perteneciente  á  la  parte  inferior  (piso  hermosense) 
del  mioceno  superior. 

Entre  el  horizonte  hermosense  (mioceno  superior)  y  el  ensena- 
dense (plioceno  inferior)  hay  un  horizonte  intermediario,  el  puel- 
chense,  del  cual  bajo  el  punto  de  vista  paleontológico  por  ahora 
conocemos  muy  poca  cosa.  Es  durante  la  época  de  este  horizonte 
correspondiente  al  mioceno  más  superior,  que  vivió  el  sucesor  ó 
descendiente  inmediato  del  Tetraprothomo^  es  decir,  el  Triprothomo, 

Más  allá  del  Tetraprothomo^  en  las  capas  del  horizonte  arauca- 
nense,  conocemos  vestigios  industriales  de  un  ser  inteligente  que 
ya  hacía  uso  del  fuego,  precursor  del  Tetraprothomo^  y  que  en  re- 
lación á  este  último  debe  corresponder  al  Collensternum, 

No  conocemos  absolutamente  nada  que  pueda  referirse  á  los  dos 
estadios  más  antiguos,  Coristernum  y  Anthropomorphvs  que  perma- 
necen puramente  teóricos,  pero  tienen  que  haberse  desarrollado 
durante  las  capas  de  la  época  oligocena. 

En  la  parte  más  superior  del  horizonte  santacrucense  que  repre- 
senta el  eoceno  superior,  se  han  encontrado  los  restos  del  género 
Anthropopsj  que  por  sus  caracteres  humanos  bien  puede  correspon- 
der al  Proanthropomorphus.  En  la  parte  media  del  mismo  hori- 


228  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

zonte  de  la  localidad  de  Monte  Observación  se  ha  recogido  el 
único  fragmento  hasta  ahora  conocido  del  género  Pitheculus,  que 
parece  cercano  del  anterior.  Por  fin,  en  las  capas  más  inferiores 
del  mismo  horizonte,  á  más  de  cien  metros  debajo  de  la  que 
contiene  el  PitheculuSj  se  encuentran  los  restos  del  Homunculus 
tipo  de  la  familia  de  los  Homunculidaej  que  constituye  el  tronco  de 
origen  del  orden  de  los  Anthropoidea. 

Más  allá  del  Homunculus^  á  varios  cientos  de  metros  más  abajo, 
en  las  capas  de  la  base  del  eoceno  (piso  colpodonense),  se  encuen- 
tra el  diminuto  Pitheculites^  que  conjuntamente  con  su  contempo- 
ráneo el  Homunculites  son  los  monos  más  antiguos  que  conocemos; 
descienden  de  una  familia  de  prosimios  del  cretáceo  superior  y  de 
la  base  del  eoceno,  los  Clenialitidae,  los  cuales  á  su  vez  eran  parien- 
tes cercanos  y  descendientes  inmediatos  de  los  Microbiotheriidae. 


DISPERSIÓN. 

La  parte  meridional  de  Sud  América,  ó  la  región  del  hoy  desa- 
parecido continente  subtropical  austral  (Archelenis)  de  que  ella 
formaba  parte,  ha  sido  el  centro  de  desarrollo  de  los  mamíferos,  de 
donde  se  han  irradiado  sobre  toda  la  superficie  de  la  tierra  por 
medio  de  emigraciones  efectuadas  en  distintas  épocas  y  en  dife- 
rentes direcciones. 

De  estas  emigraciones  he  reconocido  cuatro  principales,  las  que^ 
en  orden  de  antigüedad,  empezando  por  la  más  remota,  son: 
1.^  Emigración  cretácea  hacia  Australia.  2.^  Emigración  cretaceo- 
eocena  hacia  África.  3.<>  Emigración  oligo-miocena  hacia  África. 
4.^  Emigración  mioceno-plioceno-cuatemaria  hacia  la  América  del 
Norte. 

1.0  Emigración  cretácea  hacia  Australia. — Es  esta  la  más  antigua 
emigración  de  mamíferos  sudamericanos  que  por  ahora  nos  es 
dado  reconocer,  pues  empezó  hacia  la  mitad  de  la  época  cretácea, 
antes  que  se  constituyera  el  gran  grupo  de  los  ungulados.  Por  ella 
recibió  Australia  los  sarcoboros  primitivos,  los  Micróbiotheriidae 
que  allí  se  transformaron  en  los  carniceros  marsupiales  poliproto- 
dontes  ó  Dasyura;  y  los  paucituberculados  más  primitivos  (Garzo- 
nidae)  que  se  transformaron  en  los  diprodontes  ó  canguros  y 
demás  familias  afines.  Esta  emigración  se  efectuó  por  sobre  tierras 
que  de  la  Patagonia  se  extendían  á  través  de  las  regiones  polares 


AMEGHINO:  SOBEE  EL  TETEAPEOTHOMO  AEGENTINUS.    229 

hacia  Australia,  pero  una  conexión  continaa  entre  ambos  continen- 
tes á  partir  del  cretáceo  hasta  ahora  nunca  ha  existido.  Se  trata  de 
una  especie  de  puente  movedizo  á  través  de  las  regiones  polares  an-. 
táxticas,  que  á  medida  que  avanzaba  hacia  Australia  se  hundía  del 
lado  de  Patagonia;  los  mamíferos  que  emigraron  de  esta  última 
región  á  principios  ó  á  mediados  de  la  época  cretácea,  quedaron  lue- 
go aislados  de  la  masa  continental  sudamericana  y  recién  llegaron 
á  Australia  durante  los  tiempos  terciarios^.  Esta  corriente  emigra- 
toria fué  exclusiva  de  Sud  América  a  Australia^  sin  que  ninguna  es- 
pecie de  esta  última  región  emigrara  en  sentido  contrario,  esto 
es  de  Australia  á  Sud  América. 

2.**  Emigración  a'etaceo-eocena  hacia  África. — Esta  emigración  se 
efectuó  pasando  sobre  una  vasta  región  continental,  hoy  desapa- 
recida, el  Archelenis,  que  unía  la  región  oriental  de  Sud  América 
á  la  occidental  de  África.  Sud  América  envió  al  continente  afri- 
cano representantes  de  los  principales  órdenes  de  mamíferos:  los 
prosimioS;  los  protungulados,  los  condilartros,  los  hipoideos  y  pe- 
risodáctilos primitivos,  los  hiracoideos  y  los  amblypodos,  los  pro- 
boscídeos  primitivos,  los  ancilopodos,  los  sarcoboros  primitivos 
que  se  transformaron  en  creodontes  y  carniceros,  los  plagiaula- 
coideos,  algunos  roedores  y  algunos  edentados  primitivos  que  se 
transformaron  en  los  manidos  y  orycteropídeos  existentes. 

En  África,  esta  fauna  evolucionó  desde  entonces  por  separado 
de  la  que  quedó  aislada  en  Sud  América ;  de  África,  invadió  gra- 
dualmente Europa  y  Asia  y  de  allí  pasó  á  la  América  del  Norte. 
Todas  las  faunas  de  mamíferos  del  terciario  antiguo  de  África, 
Europa  y  Norte  América,  son  formas  evolucionadas  de  los  repre- 
sentantes sudamericanos  de  esta  antigua  emigración. 


*  «La  circonstance  que  toas  les  types  australiens  sont  tous  relatívement  beau- 
coup  plus  récents  que  leurs  ancétres  de  Patagonie,  pourrait  faire  oroire  que  ce 
pont  n'a  pas  été  contínue,  sinon  que  probableinent  á  mesare  quUl  avan^ait  vers 
TAustralie  il  s'óffondrait  du  cóté  de  l'Amérique,  de  sorte  que  les  animaux  qui 
émigrérent  de  ce  dernier  continent  á  une  époque  géologique  tres  ancienne,  peu- 
vent  n'étre  arrivé  en  Australie  qu'á,  une  époque  relatívement  récente.  Dans  tous 
les  cas,  la  conexión  de  ce  pont  avec  la  Patagonie  s'est  interrompne  vers  Tépoque 
tertiaire.  Les  faunes  du  Notostylops  et  du  Pyrotheriun,  correspondan  tes  au  eré-, 
tacé  supérieur,  se  distinguent  par  la  grande  prédominance  des  ongulés  qu'á  eux 
seuls  constituaient  les  deux  tiers  de  la  faune.  Parmi  ees  ongulés,  il  y  en  avait 
des  tres  petits  et  dont  Pemigration  était  facüe.  Cependant,  aucun  des  ongulés  de 
Patagonie  n^a  passé  au  continent  australien.  La  conexión  s'est  done  interrompue 
avant  la  constitution  du  grand  groupe  des  ongulés,  c'est-ái-dire  vers  le  milieu  de 
répoque  crétacique.»  (Ameghino  F.  VAge  dea  forvicUiont  sédimentairea  de  Patagonie^ 
pp.  e2-68,  a.  1903.— Id.  Anal,  Soc,  Cient,  Arg.  T.  il,  pp.  17-18,  a  1901). 


i 


230  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Por  el  mismo  camino  no  habo  emigración  de  mamíferos  en  di- 
rección inversa,  por  la  sencilla  razón  de  qae  no  los  había  en  el 
antiguo  continente. 

Dorante  toda  esa  época,  Sad  América  permaneció  separada  de 
la  América  del  Norte  por  un  ancho  mar. 

9.**  Emigración  oligo-miocena  hacia  Afríca.  —  'EB  una  segunda 
emigración  de  formas  sudamericanas  hacia  África,  que  tuvo  lugar 
durante  la  mitad  de  la  época  terciaria.  El  Archelenis  estaba  ya  en 
gran  parte  destruido,  de  modo  que  las  comunicaciones  eran  más 
difíciles  y  sólo  pudieron  pasar  de  uno  á  otro  continente  formas  re- 
lativamente pequeñas.  Esta  segunda  emigración  empezó  proba- 
blemente hacia  el  principio  del  oligoceno  y  continuó  hasta  el  mio- 
ceno superior. 

Esta  corriente  emigratoria  de  Sud  América  al  África,  fué  acom- 
pañada de  otra  en  sentido  inverso,  del  antiguo  continente  á  Sud 
América. 

En  la  corriente  emigratoria  de  Sud  América  al  antiguo  conti- 
nente, sólo  se  ven  formas  que  faltan  en  el  cretáceo  superior  de  la 
América  del  Sur  en  donde  recién  aparecen  en  el  eoceno  medio  y 
superior,  y  en  el  antiguo  mundo  todavía  un  poco  más  tarde,  en  el 
oligoceno  inferior  hasta  el  mioceno  superior. 

En  la  emigración  en  sentido  contrario,  es  decir,  del  antiguo  con- 
tinente á  Sud  América,  se  trata  de  grupos  que  en  el  viejo  mundo 
se  han  constituido  en  el  eoceno  superior  y  en  el  oligoceno  por  el 
desarrollo  de  las  faunas  precedentes  y  que  aparecen  en  la  América 
Meridional  en  época  un  poco  más  reciente. 

En  esta  doble  emigración  pasaron  al  viejo  mundo  los  didelfi- 
deos,  los  verdaderos  monos,  los  subursideos  y  todos  los  roedores 
del  suborden  de  los  histricomorf  os,  mientras  que  del  antiguo  con- 
tinente pasaban  á  Sud  América  algunos  creodontes,  varios  carni- 
ceros de  las  familias  de  los  canídeos  y  de  los  ursídeos,  los  listrio- 
dontes,  y  algunos  otros  artiodáctilos  primitivos. 

Durante  este  período  Sud  América  continuaba  aislada  de  Norte 
América  y  también  de  la  Antárctica. 

4.**  Emigración  mioceno-plioceno-cnaternaria  hada  la  América 
del  Norte. — La  gran  emigración  de  mamíferos  sudamericanos  hacia 
la  América  del  Norte,  empezó  en  la  segunda  mitad  de  la  época 
miocena  con  el  surgimiento  de  una  vasta  superficie  de  tierra  en  lo 
que  hoy  es  el  Golfo  de  Panamá  y  el  mar  Caribe ;  las  Antillas  que- 
daron englobadas  en  esa  tierra  nuevamente  emergida,  y  América 
bajo  la  forma  de  una  gran  masa  continental  rectangular  extendíase 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINüS.    231 

de  uno  á  otro  polo,  mientras  que  Snd  América  quedaba  completa- 
mente aislada  de  África.  Las  faunas  terrestres  limitadas  antes  por 
el  mar  interamericano,  desaparecida  esta  barrera,  pusiéronse  en 
movimiento  en  sentido  inverso,  las  del  Norte  hacía  el  Sur,  y  las  del 
Sur  hacia  el  Norte,  produciéndose  un  intercambio  zoológico  que 
dio  por  resultado  la  formación  de  faunas  mixtas,  cuyo  origen  fué 
hasta  hace  poco  inexplicable.  Por  sobre  esas  tierras  recién  emergi- 
das pasaron  de  la  América  del  Sur  á  la  del  Norte,  los  grandes  eden- 
tados  gravigrados  y  los  gliptodontes,  el  corpulento  Toxodon^  los 
roedores  histricomorfos,  los  didelfídeos  y  por  último  los  monos, 
aunque  éstos  sólo  llegaron  hasta  Méjico.  Por  el  mismo  puente,  Sud 
América  recibió  de  la  América  del  Norte,  los  mastodontes,  los  ta- 
pires, las  llamas  y  los  ciervos,  los  equídeos  y  la  mayoría  de  los  car- 
niceros placentarios. 

Para  que  pueda  juzgarse  de  la  relación  de  estas  cuatro  grandes 
emigraciones  con  el  origen,  disposición  y  distribución  geológica  y 
geográfica  de  los  monos  (Simioidea)  y  de  los  antropoideos  (Anthro- 
poidea)^  doy  á  continuación  un  cuadro  de  sus  representantes  distri- 
buidos por  continentes  y  por  épocas  geológicas. 


i 


232 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Norte  Amé- 
rica 

Sud  Amé- 
rica 

Europa 

1 

África 

Asia 

Australia 

§ 

*  Homo  (Ame- 
ricano). 

Aluata,  Áte- 
les, Cebus. 

(Limitados  á 
la  región  tro- 
pical). 

*irowio(  Ame- 
ricano). 

Aluata,  Bra- 
chy teles,  Ate- 
Íes,!  jago  thrix, 
Cebus,  Pithe- 
cia,  Brachyu- 
rusjCallithrix, 
SaimiriSj^yc- 

tipithecus, 
Hapale,  Midas. 

♦  Homo  (cau- 
cásico). 

Macacus 

*  Homo(nesnco 
y  negroide, 
caucásico    en 
la  cuenca  me- 
diterránea). 

Gorilla, 

ArUhropopi- 

thecut^  Colo- 

bus,  Cercopi- 

thecus, 
Miopithecus, 
Cercocebus, 

Macacus, 
Theropithe- 
cus,  Papio. 

*  Homo  (cau- 
cásico, 
mongólico, 
negroide). 

Simia^  Hylo- 

hat€$^  Semno- 

pithecus,  Cy- 

nopitbecus, 

Macacus. 

*H<mo 
(australoi- 
de). 

1 

o' 

*Homo. 

♦  Homo. 

Aluata,  Calli- 
thriXf  Hapale. 

Protopithe- 
cus 

*Homo. 

*H«mo  primi- 
genius. 

Macacus. 

*Homo. 
Macacus. 

Oynocepha- 
lus. 

*Homo. 

Semnopithe- 
cus. 

Cynocepha- 
lus. 

*Homo. 

p 
o 

? 

*Homo, 

*  Homoplioce- 
nicus  (Protho- 
mof). 

*  Homo  pam- 
paeus  (Dipro- 
thomof). 

Protopithe- 
cus? 

Macacus,  Do- 
lichopithecus, 
Semnopithe- 

cus, 

Mesopithecus, 

NeopühecuM^ 

Dryopühecui. 

*Ho7nonmiu8  f 

? 

o 

s 

o 

*Tetraprotho- 
mo, 

*  Coüensler- 
numf 

Gryph  opith  ecus 

Dryopithecui 

Pliopithecus 

Oreopithecus 

? 

o 

f 

o 

? 

t 

? 

I! 

í3 

Anthropops 

Pitheculus 

Homunculus 

Homocentrus  ? 

1 

• 

Eoceno  infe- 
rior 

Pitheculites 
Homunculites 

AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPROTflOMO  AEGENTINUS.   233 

Los  representantes  de  la  familia  de  los  Antropomorphidae  están 
en  letra  bastardilla,  y  los  de  la  familia  de  los  Hominidae  en  la  misma 
letra  pero  precedidos  de  un  asterisco. 

Por  lo  pronto,  concuerda  de  una  manera  tan  perfecta  con  el 
cuadro  filogenético  de  la  página  224  que  ambos  pueden  subrepo- 
nerse  el  uno  al  otro. 

Este  cuadro  es  sumamente  instructivo. 

ün  contraste  que  salta  inmediatamente  á  la  vista,  es  el  que  apa- 
rece entre  Norte  América  y  las  demás  grandes  regiones  continenta- 
les con  excepción  de  Australia.  La  columna  correspondiente  á  la 
América  del  Norte  queda  completamente  en  blanco  hasta  la  época 
cuaternaria  en  la  que  aparece  el  hombre,  y  en  la  época  actual  algu- 
nos monos  de  tipo  sudamericano  que  no  pasan  mas  al  Norte  de  Mé- 
jico. En  Norte  América  no  han  vivido  verdaderos  monos  en  nin- 
guna de  las  subdivisiones  de  la  época  terciaria,  y  en  vista  de  lo  bien 
explorada  que  ha  sido  esa  región  bajo  el  punto  de  vista  paleontoló- 
gico, este  resultado  puede  considerarse  como  definitivo.  De  futuras 
exploraciones  todo  lo  que  puede  esperarse  es  el  posible  hallazgo  de 
algunos  monos  de  tipo  sudamericano  en  las  capas  cuaternarias  de 
la  región  más  meridional  correspondiente  á  Méjico  y  la  América 
Central. 

Por  consiguiente,  la  América  del  Norte  queda  definitivamente 
eliminada  de  las  regiones  en  las  cuales  el  hombre,  sus  precursores 
y  los  monos  pueden  haber  tomado  su  primer  origen. 

El  hombre  sólo  pudo  penetrar  en  Norte  América,  ya  viniendo  de 
Asia  por  el  Noroeste  en  una  época  en  que  no  existía  el  estrecho  de 
Behring,  ya  de  la  América  del  Sud,  por  la  vía  de  Panamá.  Como 
se  verá  más  adelante,  la  invasión  se  produjo  de  la  América  del 
Sur  á  la  del  Norte,  probablemente  en  la  segunda  mitad  de  la  época 
pliocena. 

Igual  contraste,  pero  todavía  más  acentuado,  ofrece  Australia, 
en  donde  el  hombre  es  el  único  representante  del  orden  de  los  pri- 
mates, tanto  en  la  época  actual  como  en  la  cuaternaria. 

Allí,  no  hay  vestigios  de  monos  fósiles;  el  conjunto  de  la  fauna 
mamalógica  está  constituido  por  marsupiales,  y  los  pocos  placen- 
tarios  que  allí  existen  son  tan  extraños  á  esa  fauna  como  lo  es  el 
hombre,  el  cual  es  evidente  ha  penetrado  en  esa  región  en  época 
geológica  muy  reciente,  que  no  remonta  más  allá  de  la  cuaternaria. 
Como  ya  hemos  visto  más  arriba  (p.  229),  Australia  quedó  aislada  de 
Sud  América  desde  la  época  cretácea,  y  el  hombre  y  los  pocos  mamí- 
feros que  lo  acompañaron  sólo  pudieron  penetrar  en  ella  viniendo 
Amal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Septiembre  28,  1907.  16 


234  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

del  Asia  del  Sudeste  por  sobre  las  Islas  de  la  Sonda  que  á  principios 
del  cuaternario  ó  á  fines  del  plioceno  formaban  sin  duda  una  cade- 
na más  continua. 

Quedan  las  demás  grandes  masas  continentales,  que  bajo  el  punto 
de  vista  en  cuestión  pueden  reducirse  á  dos:  todo  el  viejo  mundo, 
esto  es,  Europa,  Asia  y  África  de  un  lado,  y  Sud  América  del  otro. 

El  contraste  entre  estas  dos  regiones  es  igualmente  sorprenden- 
te. En  Sud  América  los  monos  aparecen  en  la  base  del  eoceno  y  se 
prolongan  hasta  la  época  actual.  En  el  antiguo  mundo  aparecen 
recién  en  el  mioceno  medio,  de  donde  se  deduce  que  los  monos  son 
de  origen  sudamericano. 

También  este  es  un  resultado  definitivamente  adquirido,  que  no 
han  de  modificar  las  investigaciones  futuras.  En  efecto:  Europa 
es  la  región  de  la  tierra  que  bajo  el  punto  de  vista  paleontológico 
ha  sido  mejor  explorada,  y  es  por  eso  que  aparece  con  un  número 
de  géneros  de  monos  terciarios  relativamente  considerable,  pero 
varios  de  ellos  sólo  se  conocen  por  muelas  aisladas  y  algunos  (Neo- 
pühecusj  Gryphopithecus)  están  fundados  sobre  una  sola  muela. 
Apesar  de  lo  intensivo  de  esas  investigaciones,  en  Europa  no  se 
ha  encontrado  ningún  vestigio  de  monos  en  terrenos  anteriores  al 
mioceno,  y  es  de  presumir  que  ya  no  se  encontrarán. 

En  Sud  América,  al  contrario,  las  investigaciones  paleontológi- 
cas en  terrenos  anteriores  á  la  formación  pampeana  han  sido 
hasta  ahora  muy  poco  intensivas.  Apesar  de  eso,  ya  se  conocen  por 
lo  menos  cuatro  géneros  de  monos  extinguidos  del  eoceno  superior 
de  Patagonia.  Las  capas  inferiores  del  eoceno  de  la  misma  región 
reunidas  bajo  el  nombre  de  piso  colpodonense,  que  hasta  ahora  só- 
lo se  han  explorado  de  un  modo  muy  superficial,  ya  han  dado  dos 
géneros  de  monos.  Es  pues,  de  prever  que  futuras  investigaciones 
del  terciario  eoceno  de  la  Argentina  no  sólo  completarán  el  mate- 
rial de  las  formas  conocidas,  sino  que  darán  por  resultado  el  des- 
cubrimiento de  nuevos  géneros. 

La  exploración  de  las  capas  más  recientes  que  el  eoceno  nos  re- 
serva igualmente  grandes  sorpresas;  como  lo  muestra  el  cuadro 
que  precede,  basta  recordar  que  hasta  ahora  no  sabemos  absoluta- 
mente nada  de  los  precursores  inmediatos  de  los  numerosos  géne- 
ros de  monos  actuales  de  Sud  America,  y  que  todavía  no  se  ha  en- 
contrado un  solo  representante  de  este  grupo  en  los  terrenos  mio- 
cenos y  oligocenos  de  este  continente. 

Pero,  lo  que  se  conoce  basta  para  trazar  el  rumbo  que  siguieron 
en  sus  emigraciones.  Puesto  que  los  monos  son  abundantes  en  el 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  ARGENTINüS.    235 

eoceno  de  Patagonia,  tanto  inferior  como  superior,  es  claro  que 
tienen  que  haber  pasado  de  Sud  América  al  antiguo  continente 
conjuntamente  con  los  demás  mamíferos  que  siguieron  el  mismo 
camino  durante  la  misma  época,  y  constituyen  la  tercera  grande 
emigración  de  mamíferos  sudamericanos,  esto  es,  la  emigración 
oligo-miocena  hacia  África  de  que  he  hablado  más  arriba* 

Restringiendo  ahora  estas  observaciones  al  terciario  neogeno  y 
dejando  á  un  lado  los  simioideos  para  ocuparnos  únicamente  de 
los  antropoideos,  observamos  queenel  antiguo  mundose  encuentran 
representadas  las  dos  f  amilas  de  los  Hominidae  y  de  los  Anthropo- 
íTiorpAteíaé,  mientras  que  en  Sud  América  sólo  se  encuentra  represen- 
tada la  primera.  Pero  mientras  en  Sud  América  los  Hominidae  pue- 
den ya  seguirse  en  el  pasado  hasta  el  mioceno,  del  viejo  mundo  no  se 
conocen  hasta  ahora  sino  del  cuaternario  ó  á  lo  sumo  de  las  capas 
más  superiores  del  plioceno  (Pithecanthropus),  Esto  es  una  confir- 
mación de  que  los  Hominidae  han  tomado  origen  en  Sud  América, 
de  acuerdo  con  lo  que  nos  han  enseñado  las  investigaciones  filoge- 
néticas;  éstas  nos  conducen  á  considerar  la  linea  de  los  Hominidae 
como  una  prolongación  de  la  de  los  Homunculidae,  que  en  este 
continente  continuó  su  desarrollo  hasta  la  época  actual.  Según  lo 
he  demostrado  en  trabajos  anteriores  y  como  nos  lo  enseña  el  cuadro 
filogenético  que  he  dado  más  arriba,  es  de  la  base  de  esta  línea 
que  sucesivamente  se  han  ido  desprendiendo  los  antropomorfos. 

Es  claro  que  los  antropomorfos  nunca  fueron  bípedos  de  posi- 
ción erecta  perfecta;  esto,  reunido  á  otros  caracteres  de  evolución 
poco  avanzada,  indica  que  se  han  desprendido  déla  línea  que  con- 
duce al  hombre  en  una  época  anterior  al  Tetraprothomo.  Pero  co- 
mo no  se  le  conoce  representantes  en  Sud  América,  es  claro  que 
deben  haberse  constituido  en  el  viejo  mundo  por  la  evolución  in- 
dependiente de  hominídeos  primitivos  y  muy  pequeños  de  Sud 
América. 

En  Europa,  los  antropomorfos  tienen  ya  representantes  en  el 
mioceno  medio,  es  decir,  en  capas  apenas  un  poco  más  antiguas 
que  las  de  Monte  Hermoso.  Para  llegar  allí,  antes  tuvieron  que 
pasar  por  el  continente  africano,  de  modo  que  la  emigración  de 
Sad  América  al  África  tuvo  que  haberse  efectuado  en  una  época 
más  antigua  que  el  mioceno  y  más  reciente  que  la  del  Anthropops 
(eoceno  superior),  esto  es,  en  la  época  oligocena,  precisamente 
aquella  que  en  nuestro  país  todavía  no  nos  ha  proporcionado  res- 
tos de  primates.  Son  esos  primates  aun  desconocidos  que  se  han 
sucedido  del  Anthropops  9.1  precursor  inmediato  del  Tetraprothomo, 


236  MUSEO   NACIONAL   DE   BUENOS    ADEIES. 

que  pasaron  al  continente  africano,  transformándose  en  antropo- 
morfos, que  invadieron  después  no  sólo  Europa  sino  también  el 
continente  asiático,  extendiéndose  hasta  Java  y  Borneo. 

Es  cierto  que  todavía  no  se  conocen  antropomorfos  terciarios  de 
África,  pero  es  que  bajo  el  punto  de  vista  paleontológico  y  en  lo 
que  se  refiere  á  los  terrenos  terciarios  medios  y  superiores,  el  con- 
tinente africano  es  una  región  completamente  inexplorada.  Puede 
predecirse  que  se  han  de  encontrar  en  África  antropomorfos  no 
sólo  en  las  capas  del  plioceno  y  del  mioceno,  sino  también  ej\  las 
de  la  mitad  superior  del  oligoceno. 

Dejemos  á  su  vez  los  Anthropomorphidae  para  ocuparnos  de  los 
Hominidae. 

El  más  antiguo  precursor  del  hombre  del  cual  se  conocen  restos 
óseos,  es  por  ahora  el  Tetraprothomo  del  mioceno  superior  de  Monte 
Hermoso,  que  hacía  corto  tiempo  se  había  adaptado  á  la  posición 
erecta  perfecta.  Por  razones  que  ya  he  expuesto  hace  muchos 
años  y  que  también  las  he  mencionado  más  arriba,  nuestros  ante- 
pasados sólo  pudieron  adaptarse  á  la  posición  erecta,  eu  una  vasta 
llanura  desprovista  de  árboles  como  la  que  habitaba  el  precursor 
del  hombre  del  mioceno  de  Monte  Hermoso.  El  Tetraprothomo  se 
ha  encontrado  en  condiciones  excesivamente  favorables  para  avan- 
zar rápidamente  en  su  evolución.  Hacía  gran  uso  del  fuego  y  los 
numerosos  roedores  y  pequeños  ungulados  que  por  todas  partes  lo 
rodeaban,  le  ofrecían  una  caza  fácil  y  abundante.  Además,  como 
me  lo  hacía  observar  hace  unos  días  el  profesor  Ambrosetti,  no 
tenía  enemigos  peligrosos  que  combatir.  Los  grandes  carniceros 
(esparasodontes)  del  eoceno  y  del  oligoceno  habían  desaparecido 
y  los  grandes  felinos  de  la  formación  pampeana  que  vinieron  de  la 
América  del  Norte,  en  esa  época  todavía  no  habían  penetrado  en 
Sud  América.  El  mayor  carnívoro  de  la  época  era  un  Amphicyon 
de  la  talla  de  un  perro  mediano,  el  cual,  seguramente  no  debía 
ser  muy  temible.  También  es  posible  que,  favorecido  por  su  talla 
pequeña  ya  aprovechara  en  esa  época  como  guarida  ó  para  el  des- 
canso, las  corazas  de  los  grandes  gliptodontes,  como  lo  hacía  el 
hombre  de  la  formación  pampeana,  costumbre  que  este  último 
había  quizás  heredado  de  su  antiguo  precursor. 

¿Cómo  pudo  efectuarse  la  dispersión  de  los  sucesores  del  Tetra- 
prothomo  de  manera  que  el  hombre  ya  desde  la  época  cuaternaria 
ocupara  todos  los  continentes? 

Recuérdese  lo  que  he  dicho  más  arriba  á  propósito  del  Pithecan- 
throptis:  que  éste  no  podía  ser  el  precursor  del  hombre  á  causa  de 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETEAPBOTHOMO  ARGENTÍNUS.   237 

sa  talla  considerable,  muy  superior  á  la  de  varias  razas  humanas 
existentes. 

Los  akas,  bochismanos,  hotentotes,  etc.,  tienen  de  1  "^  30  á  1 1»  40; 
los  negritos,  de  1  °^  46  á  1  °^  67.  Esas  razas  deben  descender  de 
antecesores  cuya  talla  debía  ser  necesariamente  inferior  á  1  "^  30. 
Obsérvese  también  que  todas  esas  razas  enanas,  se  encuentran 
distribuidas  en  la  zona  tropical  de  África  y  Asia,  y  son  aliadas 
de  todas  las  demás  razas  negras,  negroides  y  australoides  que  se 
extienden  por  las  mismas  regiones  hasta  Australia,  no  pasando  al 
Norte  de  la  zona  tórrida  sino  por  excepción. 

Es  evidente  que  ese  conjunto  de  razas  ó  variedades  negras,  ne- 
groides y  australoides  constituyen  un  grupo  muy  inferior  al  de  las 
razas  cáucaso -mongolas,  que  habitan  más  al  Norte,  en  la  zona 
templada. 

Ese  agrupamiento  inferior  (Homo  atei*)  que  no  tiene  ni  ha  tenido 
representantes  en  Europa  ^,  ni  en  la  región  de  la  zona  templada  de 
Asiai  ni  en  la  América  del  Norte,  se  encuentra  en  el  mismo  caso 
que  los  simioideos  y  los  antropomorfos.  Ha  ido  á  las  regiones  que 
habita  desde  Sud  América,  pasando  por  encima  de  los  últimos  res- 
tos entonces  ya  discontinuos,  del  antiguo  puente  que  la  unía  con 
África. 

La  distancia  que  en  su  evolución  separa  ese  grupo  del  Tetra- 
prothomo  es  todavía  demasiado  grande  para  que  pueda  descender 
directamente  de  él;  se  ha  desprendido  de  la  línea  en  época  más 
reciente,  pero  anterior  á  la  del  Homo  pampaeus  (Diprothomo  f) 
que  ya  había  alcanzado  una  estatura  algo  mayor,  y  además  corres- 
ponde á  una  época  en  que  la  comunicación  entre  ambos  continen- 
tes estaba  ya  completamente  interrumpida.  Se  deduce  pues  que 
esas  razas  descienden  del  sucesor  todavía  desconocido  del  Tetra- 
prothomoj  es  decir  del  Triprofhomo  que  debió  existir  en  los  últimos 
tiempos  de  la  época  miocena.  Son  los  descendientes  del  Tripro- 
thomo  que  pasaron  al  continente  africano  para  constituir  el  agru- 
pamiento negro-negroide-australoide;  con  ellos  termina  la  tercera 
grande  emigración  de  los  mamíferos  sudamericanos,  ó  sea  la  se- 
gunda emigración  hacia  el  África  que  había  empezado  en  los 
primeros  tiempos  de  la  época  oligocena. 

Es  claro  que  si  el  supuesto  Triprothomo  dio  origen  á  las  ra^as 
negro-negroides  de  pequeña  talla  de  la  zona  tropical  africana  y 


'  Salvo  pequeños  avanzamientos  aislados  sin  mayor  importancia  en  la  cuestión, 
como  los  esqueletos  de  Qrimaldi,  ó  los  negroides  que  se  dice  habitaban  el  Cáucaso. 


238 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


asiática,  debió  también  dar  origen  á  razas  pequeñas  en  Sad  Amé- 


rica. 


El  hombre  de  la  formación  pampeana  era  realmente  de  talla 
poco  elevada,  alrededor  de  1  °^  60,  aunque  superior  á  la  de  las 
razas  arriba  nombradas.  Pero  ha  habido  razas  hoy  extinguidas, 
de  tamaño  considerablemente  más  pequeño.  Al  hablar  del  Hom- 
bre fósil  de  Ovejero  he  dicho  que  lo  acompañan  los  restos  de 
una  raza  enana.  Doy  acá  el  dibujo  en  tamaño  natural  de  la  extre- 


Fig.  81.  Raza  enana  fósil  de  Ove- 
jero. Extremidad  distal  del  húmero, 
vista  de  adelante,  en  tamaño  natural. 


Fig.  82.  Hombre  actual  de  raza 
blanca  y  talla  mediana.  Extremidad 
distal  del  húmero,  vista  de  adelante, 
en  tamaño  natural. 


midad  distal  de  un  húmero  de  un  individuo  muy  viejo  de  la  raza 
enana  fósil  de  Ovejero  (fig.  81)  aliado  déla  parte  correspondiente 
del  húmero  de  un  hombre  actual  de  talla  mediana  (fig.  82)  para 
que  pueda  apreciarse  la  gran  diferencia  de  tamaño  que  hay  entre 
ambos;  la  talla  de  la  raza  enana  de  Ovejero,  no  podía  ser  superior  á 


*  Existe  el  cráneo  incompleto  del  mismo  individuo,  de  un  tamajio  igualmente 
muy  pequeño,  pero  me  abstengo  de  entrar  en  detalles  al  respecto,  por  la  razón 
que  he  expresado  en  la  nota  que  se  encuentra  al  pie  de  las  páginas  115-116. 


AMEGHINO:  SOBRE  EL  TETRAPROTHOMO  AKGENTINÜS.    239 

Queda  por  trazar  el  camino  qne  han  seguido  las  razas  cáncaso- 

mongolas  del  Norte,  es  decir  de  Europa  y  de  la  zona  templada  de 

Asia. 

Que  ellas  tienen  un  origen  común  con  los  demás  hominideos  es 

evidente^  pero  representan  un  tipo  mucho  más  avanzado  y  segura- 
mente se.  han  separado  de  la  línea  principal  en  una  época  geológi- 
ca más  reciente  que  las  razas  negras  y  negroides;  quizás  todavía 
más  exacto  sería  decir  que  constituyen  el  prolongamiento  de  la 
rama  principal  de  la  línea  de  los  hominideos. 

Lo  que  tiene  una  importancia  capital  es  reconocer  que  los  cáu- 
caso-mongoles  ó  sus  precursores  no  pueden  haber  llegado  al  anti- 
guo continente  jior  el  mismo  camino  que  los  negro  -  negroides. 
Esto  se  prueba  por  el  hecho  de  que  son  completamente  extraños 
al  continente  africano,  los  mongoles  de  una  manera  absoluta,  y 
en  cuanto  á  los  caucásicos  no  avanzaron  más  al  sur  de  la  cuenca 
mediterránea;  el  resto  del  continente  africano  quedó  siempre  com- 
pletamente libre  de  esta  penetración  del  elemento  blanco.  Por 
consiguiente^  los  cáucaso-mongoles,  en  su  dispersión  siguieron  ne- 
cesariamente otro  camino. 

Salta  inmediatamente  á  la  vista  que  el  conjunto  cáucaso-mongol 
presenta  un  parecido  muchísimo  mayor  con  el  grupo  americano 
que  no  con  el  negro-negroide.  Por  muchos  de  sus  caracteres  los 
mongoles  aparecen  como  intermediarios  entre  los  caucásicos  y  los 
americanos.  Por  otra  parte,  el  grupo  americano  se  extiende  sin  in- 
terrupción de  Norte  á  Sur  casi  de  uno  á  otro  polo.  Constituido  en 
Sud  América  por  la  evolución  del  Homo  pampaeus  y  del  ^ott^o 
pliocenictiSf  pasó  después  á  Norte  América,  que  también  tiene  su 
hombre  cuaternario. 

Norte  América  recibió  sus  primeros  hombres  de  la  América  del 
Sur  englobados  en  la  cuarta  y  última  emigración  de  la  fauna  ma- 
malógica  sudamericana  que  he  mencionado  más  arriba  con  el 
nombre  de  «emigración  mioceno-plioceno-cuaternaria  hacia  la 
América  del  Norte».  Ambas  Américas  pusiéronse  en  comunicación 
por  el  surgimiento  de  un  vasto  territorio  del  cual  el  actual  istmo 
de  Panamá  no  es  más  que  una  reliquia.  Este  gran  acontecimiento 
geológico  que  abrió  nuevos  horizontes  á  la  humanidad  acaeció  á 
mediados  ó  hacia  el  fin  de  la  época  miocena.  Con  el  surgimiento 
de  puente  empezó  el  gran  éxodo  de  la  última  fauna  sudamericana. 
Por  él  pasaron  suct^sivamente  á  Norte  América  los  edentados 
gravigrados  de  la  familia  de  los  Megalonychidae  (Megalonyx, 
Nothrotherium,  Megalochnus)  y   de  los  Mylodontidae    (Mylodon^ 


240  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Paramylodon)  oonjantamente  con  los  gigantescos  Megatheriidae 
(Megatherium  mirabüe)  j  los  pesados  y  acorazados  gliptodontes 
(Olyptodorij  Olyptotherium)  de  los  que  no  quedaron  representan- 
tes en  ninguna  de  las  dos  Amérioas;  los  perezosos  (Bradypu»)^ 
los  hormigueros  (Myrmecophaga^  Tamanduá)  y  algunos  arma- 
dillos (CMafnydotherium  hoy  extinguido,  Cahassus);  pesados  on- 
gulados  como  el  Toxodon  completamente  desaparecido  tanto 
en  el  Norte  como  en  el  Sur;  numerosos  roedores  grandes  y  peque- 
ños, como  el  Hydrochoerus  hoy  extinguido  en  Norte  América, 
Erethizonj  Coendú,  Castoroides,  Agutij  varios  neotominos,  etc.; 
cuatro  ó  cinco  representantes  del  arcaico  grupo  de  las  comadre- 
jas ó  Diddphys  (D,  marsupialis,  virginiana,  etc.);  por  último  los 
monos  sudamericanos  como  Cebus,  Atdes.  Aluata,  y  con  ellos  ó 
antes  que  ellos  los  descendientes  del  Homo  pampaeus,  el  hombre 
americano,  que  tiene  que  haber  penetrado  en  Norte  América  antes 
de  la  época  cuaternaria,  probablemente  en  la  segunda  mitad  de  la 
época  pliocena.  De  Norte  América,  probablemente  á  fines  de  la 
misma  época  pasó  al  continente  asiático  en  donde  algunos  grupos 
aisláronse  siguiendo  su  evolución  independiente  hasta  constituir 
en  la  región  oriental  de  ese  continente  la  raza  mongólica ;  otros 
grupos  avanzaron  hacia  el  Oeste  y  el  Sudoeste  del  mismo  con- 
tinente, invadieron  Europa  y  transformáronse  gradualmente  en 
el  hombre  caucásico,  la  raza  blanca,  la  más  perfecta,  y  á  la  que 
está  reservado  el  dominio  completo  de  nuestro  globo. 

Es  así  cómo  se  efectuó  la  dispersión  de  los  descendientes  de 
nuestro  antiquísimo  abuelito  el  Tetraprothomo  y  cómo  tomaron 
gradualmente  posesión  de  toda  la  superficie  de  la  tierra. 


Buenos  Aires,  Agosto  20  de  1907. 


POST-SCRIPTUM. 


Ce  travail  était  déjá  compl¿tement  terminé  et  cette  f euille  préte 
&  étre  tirée,  qnand  aujourd'hui,  23  Septembre,  je  re90Í8  de  mon  esti- 
mé collégue  M.  le  Dr.  Lehmann-Nitsche,  une  f euille  de  la  Bey. 
Mus.  La  Plata,  t.  xrv,  pp.  386-399,  sans  couverture,  sans  date,  et 
qui  porte  le  titre  de  V Atlas  de  Monte  Hermoso.  Bépüblique  Ar- 
gentine.  Les  savants  trouveront  done  incomprehensible  la  descrip- 
tion  de  cette  piéoe  par  deux  auteurs,  au  méme  moment  et  sous 
deux  noms  distincts.  Afin  d'éviter  de  mauvaises  interprétations, 
je  me  veis  done  obligé  a  expliquer  ma  position. 

J'ai  dit  plus  haut  (p.  174)  que  j'ai  demandé  a  M.  le  Dr.  Lehmann- 
Nitsche,  la  communication  de  cette  piéce  qu'on  ne  croyait  pas  dis- 
tincte  de  la  correspondante  de  Thomme  actuel.  AussitSt  que  je  Tai 
vue,  j'ai  reeonnu  qu'on  était  en  présence  du  précurseur  de  l'homme 
de  Monte  Hermoso  dont  il  y  a  déjá  vingt  ans  j'avais  prédit  la  décou- 
verte,  etj*aiméme  eu  de  longues  discussions  verbales  avec  MM. 
Lehman n-Nitsche  et  S.  Roth  pour  leur  démontrer  que  Tatlas  en 
question  n'était  pas  égal  á  celui  de  l'homme.  Voyant  le  peu  de  cas 
qu'on  en  faisait,  je  demandai  la  permission  d'en  parler  dans  mon 
travail  sur  le  fémur,  á  ce  que  M.  Lehmann-Nitsche  acceda  de  suite, 
apparemment  avec  la  meilleure  bonne  volonté.  S*il  m'avait  mani- 
festé le  désir  de  s'en  occuper  ou  s*il  m'avait  f ait  la  plus  légére  insi- 
nuation  de  vouloir  s'en  réserver  la  description,je  n'en  aurais  pas 
dit  un  mot.  Aprés  cela,  je  croyais  done  qu*il  aurait  procede  de  la 
méme  maniere  que  selon  mon  habitude  je  Tai  f  ait  au  sujet  du  cráne 
de  la  race  naine  fossile  d'Ovejero  (voir  plus  haut  les  notes  au  bas 
des  pages  116,  116  et  238),  mais,  puisqu'il  a  cru  de  voir  proceder 
autrement,  je  pense  que  son  travail  n'aurait  rien  perdu  en  impor- 
tance  s'il  y  avait  ajouté  une  ligne  en  disant  a  peu  prés  ce  qui  suit : 
"M.  Ameghino  qui  a  eu  l'occasion  d'examiner  l'atlas  de  Monte 
Hermoso  a  reeonnu  qu*il  n'appartient  pas  á  l'homme  ".  Je  n'ai  pas 
fait  un  mystére  ni  du  travail  que  je  preparáis  ni  de  mon  opinión 
sur  la  piéce  en  question,  car  j'en  ai  fait  part  á  plusieurs  de  mes  col- 
légues,  parmi  lesquels  je  me  rappelle  de  MM.  les  professeurs  F. 


242  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

Lahille,  Senet,  Herrero  Ducloux,  Spegazzini^  Outes,  Torres,  More- 
no, Roth  et  plusieurs  autres.  M.  Je  professeur  Juan  B.  Ambrosetti 
en  a  méme  parlé  dans  son  cours  d'Archéologie  á  PUniversité,  et 
des  exemplaires  des  fenilles  de  ce  mémoire  ont  circulé  aussítdt  im- 
primées^ 

Mais,  tout  cela  n'a  qn'une  importance  secondaire.  Ce  qui  vraiment 
est  excessivement  important,  et  dont  je  me  trouve  bien  heurenx 
d'étre  d'accord  avecM.  le  Dr.  Lehmann-Nitsche,  c'est  qu'il  recon- 
naít  Vexistence  d'un  précurseur  de  Vhomme  á  Monte  Hermoso  et  que 
Váge  du  gvtement  est  potir  le  moins  pliocéne,  L*áge  tertiaire  des 
conches  de  Monte  Hermoso  ayant  tout  dernierement  été  admis 
méme  par  M.  Steinmann,  Texistence  de  Thomme  tertiaire  dans 
l'Argentine  devient  un  fait  définitivement  acquis.  Or,  ce  fait  doit 
donner  a  toutes  les  recherches  sur  l'origine  et  Tantiquité  de  Thomme 
une  orientation  tout  á  fait  nouvelle,  et  c'est  ce  que  j'ai  essayé  de 
faire  dans  les  derniers  chapitres  de  ce  mémoire. 


*  Les  premieres  feuilles  porten t  la  date  du  11  Septembre. 


NOTABLE  MIMSTISMO  M  LA  ORÜfil 

DBL 

esfíngido  DILOPHONOTA  LASSAÜXI  (Boisdüval)  beeg 


POR 

ÁNGEL  GALLAEDO. 


Mi  hijo  mayor  Ángel  León  encontró  en  nuestra  quinta  de  Bella 
Vista,  B.  A.  P.,  el  21  de  Enero  de  este  año,  una  curiosa  oruga  que 
simula  admirablemente  un  tallo  de  taso,  Araujia  sericifera  Brot., 
planta  sobre  la  cual  vive. 

La  forma,  coloración  general  y  diámetro  del  animal  coinciden 
completamente  con  los  de  un  tallo  de  dicha  planta,  pero  lo  que  hace 
más  maravilloso  este  mimetismo  es  la  presencia  en  el  tercer  anillo 
de  la  oruga  de  dos  tubérculos  blanco-lechosos  cuya  forma,  posición 
y  color  son  exactamente  los  mismos  de  dos  gotas  de  látex  escapa- 
das de  la  inserción  de  dos  pecíolos  de  taso,  recientemente  cortados. 
Para  aumentar  aun  la  semejanza,  se  nota  en  la  parte  dorsal  y  á  los 
costados,  abajo  de  los  estigmas,  bandas  de  color  corcho  que  imitan 
perfectamente  las  suberificaciones  que  se  producen  en  los  tallos  de 
taso  de  cierta  edad. 

En  la  lámina  he  tratado  de  dar  idea  del  notable  mimetismo  de 
esta  oruga  que  viene  así  á  ser  muy  difícil  de  distinguir  de  sti  sopor' 
te  habitual. 

Más  tarde  encontramos  otro  ejemplar,  siéndome  posible  seguir 
el  desarrollo  completo  de  ambos. 

Las  orugas  son  muy  voraces.  Antes  de  comer  una  hoja  comien- 
zan siempre  por  morder  la  base  del  pecíolo,  llegando  á  veces  hasta 
cortarlo  completamente,  lo  que  da  lugar  á  la  salida  del  látex,  tan 
abundante  en  estas  Asclepiadáceas. 

Esta  operación  previa  permite  á  la  oruga  comer  cómodamente 
la  hoja  por  los  bordes  sin  ser  molestada  por  el  aflujo  de  látex. 

una  vez  que  la  oruga  alcanza  la  longitud  de  unos  12  centímetros 
se  teje  entre  hojas  un  capullo  ligero  y  transparente  como  un  tul,  de 
color  amarillo  castaño,  donde  se  crisálida  dos  ó  tres  días  después. 


244  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

La  salida  del  adulto  tuvo  logar  en  un  ejemplar  9  17  días  des- 
pués de  la  ninf osis  y  en  el  otro  cf  &  los  19  dias. 

La  mariposa  fué  descripta  bajo  el  nombre  de  Anceryx  Lassauxi 
por  Boisduval,  á  quien  se  la  envió  de  Buenos  Aires  un  joven  natu. 
ralista  Lassaux,  muerto  prematuramente,  el  cual  residió  en  esta 
ciudad  durante  algunos  años  á  mediados  del  siglo  pasado. 

Boisduval,  al  señalar  la  especie  en  1859  en  el  Bulletin  de  la  Société 
entomologiqtte  de  France,  indica  correctamente  como  patria  á  Bue- 
nos Aires  y  así  figura  también  en  el  catálogo  de  Kirby.  Pero  más 
tarde  al  describirla  en  su  Species  general  des  Lépidoptéres  hétérociéres 
incurre  Boisduval  en  una  confusión  geográfica,  pues  da  á  esta 
mariposa  como  procedente  del  Brasil  septentrional. 

Indica  Boisduval  en  su  descripción,  que  las  alas  inferiores  son 
enteramente  negras  con  un  espacio  ceniciento  en  el  ángulo  anal; 
insistiendo  luego  sobre  esta  coloración  obscura,  que  le  llama  la 
atención,  pues  dice  que  es  la  única  especie  de  Anceryx^  por  él  cono- 
cida, cuyas  alas  inferiores  no  sean  de  color  amarillo  ocre  ó  ferrugi- 
nosas. 

Ante  tal  insistencia  se  comprende  que,  al  encontrar  más  tarde 
Burmeister  esta  mariposa  con  las  alas  posteriores  rojizas,  la  consi- 
derase como  nueva  especie  y  la  describiera  en  la  Description  physi- 
que  de  la  Répiíbliqae  Argentina  bajo  el  nombre  de  Dilophonota 
Cercyon,  colocándola  en  el  género  Dilophonota  que  había  formado 
en  1866. 

Agrega,  sin  embargo,  en  nota,  que  la  especie  se  parece  mucho  á 
Anceryx  Lassauxi  pero,  como  las  alas  posteriores  no  son  negras, 
prefiere  describirla  como  especie  diferente,  aun  cuando  probable- 
mente ambas  sean  variaciones  de  una  misma  especie. 

Así  pudo  comprobarlo  el  Dr.  Berg,  durante  su  visita  en  1879  á  la 
colección  de  Boisduval,  en  Eennes,  colección  que  se  hallaba  enton- 
ces en  poder  de  los  señores  Oberthuer.  Vio  allí,  que  el  ejemplar 
típico  de  Boisduval  tiene  algo  de  color  fusco  hacia  la  base  de  las 
alas  posteriores,  aunque  éstas  son  más  obscuras  en  el  tipo  que  en  la 
generalidad  de  los  casos. 

Habiendo  comparado  los  dos  ejemplares,  uno  masculino  y  otro 
femenino,  que  he  criado  de  oruga,  con  el  ejemplar  del  Museo  Na- 
cional, tipo  de  Dilophonota  Cercyon,  y  con  otro,  algo  deteriorado,  de 
la  colección  del  Laboratorio  de  Historia  Natural  de  la  Facultad  de 
Ciencias  Exactas,  Físicas  y  Naturales,  y  teniendo  además  en  vista 
las  descripciones  de  Boisduval  y  de  Burmeister,  doy  en  seguida  una 
descripción  detallada  de  los  tres  estados  de  este  interesante  lepi- 


GALLABDO:  NOTABLE  MIMETISMO  DE  LA  ORUGA.        245 

dóptero,  precedida  de  la  diagnosis  latina  de  Burmeister  y  de  los 
caracteres  del  género  del  mismo  autor. 

Género  DILOPHONOTA  Burmeibtbr. 

Systematische  üebersicht  der  Sphingidae  Brasilien — Abhand- 
lungen    der  Naturforschenden  Gesellschaft  zxx  Halle,  iii 
(1866)  1866.  4  Sitzungberichte,  p.  69,  gen.  6. 
Description  physique  de  la  Eópublique  Argentino,  t.  v.  Lepi- 
dópteros, p.  329,  1878. 
Anceryx  Boisduval,  "Walker. 
Erynnis  Hübner,  Grote. 

Las  mariposas  tienen  las  patas  finas,  los  tarsos  largos,  las  uñas 
cortas,  separadas  por  una  ancha  plántula,  sin  paró  nicas  visibles. — 
Sos  antenas  son  cortas,  finas,  encorvadas  en  su  extremidad.  Cabe- 
za y  ojos  muy  grandes,  aun  mayores  que  en  Sphinx.  Como  carácter 
notable  debe  señalarse  la  doble  cresta  longitudinal  dorsal  torácica. 
Las  alas  alargadas,  de  forma  espatulada;  el  borde  externo  algo  en- 
corvado y  recortado  con  dientes  obtusos  de  igual  tamaño. 

Las  orugas,  con  los  tres  primeros  anillos  más  anchos  que  los  res- 
tantes, pueden  retraer  los  dos  primeros  bajo  el  tercero  que  es  el 
más  ancho  de  todos;  éste  tiene  siempre  en  la  articulación  anterior 
una  placa  escamosa  con  una  coloración  vistosa.  La  superficie  de 
las  orugas  es  lisa  y  lampiña,  la  cabeza  más  bien  grande,  el  cuerno 
muy  pequeño  en  la  juventud  llega  a  ser  sólo  un  tubérculo  cónico 
en  las  últimas  mudas.  El  color  del  fondo  es  verde,  azulado,  amari- 
llo ó  castaño,  sin  cinturas. 

Las  crisálidas  no  tienen  la  vaina  de  la  espiritrompa  separada, 
alargadas,  muy  lustrosas,  el  fondo  amarillo  castaño  ó  castaño  claro, 
todos  los  órganos  dibujados  con  estrías  negras  y  los  anillos  del  ab- 
domen con  una  cintura  negra,  acompañada  de  dos  bandas  de  pun- 
tos negros. 

Las  especies  son  exclusivamente  americanas. 

Dilophonota  Lassauxi  (Boisduval)  Bebo. 

Anceryx  Lasaauxii  Boisduval.  Anuales  de  la  Société  Ento- 
mologique  de  France,  serie  3,  t.  vn,  Bulletin,  p.  CLvn  (1869), 
et  Species  general  des  Lepidópteros  hétérocéres,  1. 1,  Sphin- 
gides,  Sésiides,  Castnides,  p.  129,14,  Paris  (1874.) 


246  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

DilopJu>f9ota  Cercyon  Bübmsister.  Description  physique  de  la 
République  Argentine,  t.  v.  Lépidoptéres,  p.  332,3  (1878.) 

Dilophonota  Lassauxii  (Boisduval)  Bebo.  Anales  de  la  Socie- 
dad Científica  Argentina,  t.  xni,  p.  170  (1882.) 

DilopJionota  Lassauxii  (Boisduval)  Kirby.  A  synonymic  Ca- 
talogue of  Lepidoptera  heterocera,  vol.  i,  p.  697.  London 
(1802.) 

Dilophonota  alU  mprn  fusco-nigris ;  anticis  macula  elongato- 
trígona  in  ápice  vitiüque  ad  marginem  internum  griseo-palli- 
dis;  posticis  nubécula  hasali  ferruginea;  abdomine  fasciis 
lateralibus  nigris,  albo  marginatis.  Exp.  alar.  10  cm. 

Las  alas  anteriores  castaño  obscuro,  casi  negro  en  la  célula  dis- 
coidal (más  negras  en  el  cf ))  con  débiles  estrias  negras  acompañadas 
de  gris  claro,  tanto  en  el  borde  anterior  oomo  en  las  nervaduras ; 
una  mancha  triangular  alargada  gris  an^arillenta  en  el  ángulo  ter- 
minal, la  cual  presenta  un  grupo  interno  de  manchitas  claras  en  su 
parte  terminal  y  una  banda  negruzca  tn  el  l;>orde  costal  que  se 
ensancha  y  acentúa  al  llegar  al  ángulo  terminal,  una  banda  grisá- 
cea comienza  en  la  primera  mitad  del  bo^rde  interno  y  se  continúa 
con  cuatro  líneas  claras  ondulosas  alternadas  con  líneas  negras  en 
forma  de  ala  de  ave. 

Alas  posteriores  negras,  con  reflejo  bronceado  en  el  borde  exte- 
rior, pasando  á  un  color  rojizo  ferruginoso  en  la  base  (más  rojo  en 
el  cf );  borde  anal  blanco;  una  mancha  cenicienta  en  el  ángulo  anal 
prolongada  en  dos  estrías  claras  ondulosas. 

Las  cuatro  alas  dentadas  (por  prolongación  de  las  nervaduras 
marginales),  en  el  borde  externo,  al  que  acompaña  una  estría  rojiza, 
finamente  bordeada  al  interior  de  griS;  color  que  se  acentúa  frente 
á  las  nervaduras.  Los  dientes  de  las  anteriores  más  marcados  que 
en  las  posteriores ;  estas  últimas  débilmente  dentadas  en  la  9  7 
algo  más  en  el  cf . 

Parte  ventral  del  cuerpo  y  las  patas  gris  claro  tirando  á  castaño; 
dos  pares  de  puntos  negros  en  el  abdomen  de  la  9 ,  y  tres  pfiures  en 
el  del  c?.  Las  tibias  de  las  patas  anteriores  del  cf  provistas  de  espe- 
sos cepillos  de  pelos  grises  blanquizcos. 

Coloración  general  de  la  cara  inferior  de  las  alas  castaño  ferrugi- 
noso con  bandas  paralelas  al  borde  externo  débilmente  ondulosas, 
alternativamente  claras  y  obscuras.  Nervaduras  gris  claro.  Céliila 
discoidal  de  las  anteriores  ferruginosa;  tres  manchitas  blancas  alter- 


GALLAEDO:  NOTABLE  MIMETISMO  DE  LA  ORUGA.      247 

nadas  con  tres  negras  en  el  teroio  distal  del  borde  costal.  El  borde 
interno  de  las  posteriores  blanco. 

Antenas  blancas  por  arriba,  grises  por  abajo,  con  gancho  termi- 
nal negro. 

Expansión  alar  cf  86  milímetros,  9  92  milímetros,  en  los  ejem- 
plares criados  por  mí,  que  están  ahora  en  la  colección  del  Museo 
Nacional. 

Oruga. — Coloración  general  verde  vegetal  con  reflejo  sedoso. — 
Una  faja  dorsal  de  color  corcho  igual  al  de  las  partes  suberificadas 
del  tallo  de  taso.  A  partir  del  sexto  hacia  atrás,  cada  anillo  posee 
dorsalmente  cuatro  pequeños  tubérculos  dispuestos  en  trapecio.™ 
Algo  atrás  del  centro  de  gravedad  de  este  trapecio  una  mancha 
obscura  en  la  línea  dorsal.  A  ambos  lados  de  la  faja  dorsal  sube- 
rosa y  en  la  mitad  de  los  campos  verdes  se  nota  una  faja  de  color 
verde  más  claro,  algo  lechoso. 

A  los  costados,  debajo  de  los  estigmas  suberosos^  posee  dos  ban- 
das longitudinales  suberosas  onduladas;  hacia  la  parte  anterior  de 
cada  anillo  se  notan  puntos  blancos  lechosos  sobre  estas  bandas 
suberosas. 

El   primer  anillo  presenta  dorsalmente  cinco  bandas  longitudi- , 
nales  suberosas  alternadas  con  cuatro  verdes.  El  segundo  anillo 
tiene  una  cresta  suberosa  con  cinco  tubérculos;  cuatro  manchas  de 
verde  vivo  se  destacan  sobre  fondo  suberoso. 

El  tercer  anillo  posee  una  cresta  suberosa  más  marcada  con  un 
par  de  fuertes  tubérculos  cerca  de  la  línea  media  y  otros  dos  late- 
rales voluminosos  de  color  blanco  lechoso,  exactamente  iguales  en 
forma  y  coloración  á  gotas  de  látex  fresco  que  salen  de  la  inserción 
de  los  pecíolos  de  taso  recientemente  cortados. 

Un  pequeño  cuerno  en  el  undécimo  anillo  que  casi  desaparece 
en  la  última  muda. 

La  cabeza  verde  más  claro. — Ocelos  negros. — Mandíbulas  verde- 
claro  sucio  con  el  borde  masticatorio  negro. 

Patas  verdaderas  castaño  claro  verdoso.  Falsas  patas  con  un  ar- 
tículo negro,  luego  dos  de  color  castaño  y  el  disco  adhesivo  verde 
claro.  Las  patas  anales  verde  claro.  La  extremidad  anal  del  cuerpo 
se  adelgaza  y  concurre  á  la  adherencia  conjuntamente  con  las  falsas 
patas. 

Longitud  12  centímetros. 

Cbisálida. — Alargada  con  la  extremidad  anal  cónica  y  terminada 
por  ana  púa  lanceolada  triangular,  finamente  estriada  longitudinal- 
mente; coloración  amarillo  castaño,  con  7  estrías  negras  en  cada  ala 


i 


248  MUSEO  NACIONAL  DE  B  CÍENOS  AIRES. 

superior  y  además  en  las  inferiores,  antenas,  patas  y  espiritrompa; 
ojos  negros ;  ana  mancha  pentagonal  negra  en  el  mesotórax,  flan- 
queada de  manchas  triangulares.  Los  anillos  del  abdomen  con  cin- 
turas negras  de  contorno  irregular  y  dorsalmente  dos  bandas  de 
puntos  y  rayas  negras  alternadas  á  la  manera  de  los  signos  del 
alfabeto  Morse;  sobre  la  linea  dorsal  de  cada  anillo  dos  puntos  ó 
una  raya  negra  en  medio  de  las  dos  bandas  mencionadas.  Yentral- 
meute  pares  de  puntos  y  rayas  curvas  negras.  Cono  y  púa  termi- 
nales negros.  Toda  la  crisálida  muy  lustrosa.  Longitud  de  5  á  5,5 
centímetros. 

Patria:  Buenos  Aires.  — La  oruga  vive  sobre  la  Asclepiadácea. 
Araujia  sericifera  Brot.  (Physianthus  alhens  G.  Don.). 

Este  esfíngido  parece  ser  poco  común,  á  pesar  de  la  abundancia 
de  su  planta  nutritiva  y  del  admirable  mimetismo  protector  de  su 
oruga,  si  se  ha  de  juzgar  por  la  escasez  de  ejemplares  en  las  colec- 
ciones y  las  pocas  veces  que  ha  sido  mencionado  en  la  literatura 
científica. 

Bella  Vista,  B.  A.  P.,  Marzo  de  1907. 


ABaUEOLOGlA  DI  SAN  BLAS 

(PROTINCIA  DI  BUENOS  AIRES) 


POB 

FÉLIX  F.  OUTES 


CAPÍTULO  I. 
ANTECEDENTES. 

En  los  partidos  de  Villarino  y  Patagones,  situados  en  la  región 
más  meridional  de  la  provincia  de  Buenos  Aires,  se  hallan  aún  con 
frecuencia  perfectamente  conservadas,  un  sinnúmero  de  estacio- 
nes neolíticas  permanentes  ó  temporarias,  como  también  grandes 
cementerios  y  sepulturas  aisladas  que  corresponden,  quizá,  á  una 
cultura  algo  más  avanzada  en  su  evolución,  que  la  mayormente 
difundida  en  las  zonas  central  y  septentrional  de  los  llanos  bonae- 
renses. 

Por  desgracia,  no  se  han  hecho  hasta  la  fecha  en  aquellos  yaci- 
mientos estudios  sistemáticos  y,  por  tal  motivo,  considero  de  utili- 
dad describir  el  material  recogido  en  las  proximidades  de  San  Blas 
por  el  explorador  D.  Carlos  Ameghino,  durante  el  mes  de  Noviem- 
bre del  año  1903  \ 

San  Blas  es  un  pequeño  y  seguro  puerto  situado  sobre  el  litoral 
atlántico,  al  sudeste  del  partido  de  Patagones  (fig.  1);  está  ro- 
deado por  llanuras  bajas  y  onduladas,  formadas  por  légamo  y  arena 
cuaternarios  y  cubiertas  en  gran  parte  por  capas  de  pedregullo  fino, 
salitrales  y  médanos  movedizos  ó  consolidados ;  notándose  también 


*  Número  4090,  del  inventario  del  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires. 
Aval.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Sbr.  8*,  t.  ix.  Octubre  16,  1907.  17 


260 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


la  presencia  de  depósitos  recientes  de  moluscos  (piso  qaerandino  de 
las  clasificaciones  estratigráficas  del  Dr.  F.  Ameghino). 


REPtTB^  ARGENTINA- 


Fifi:.!. 


Las  llanuras  á  que  me  refiero,  se  ven  interrumpidas  con  frecuencia 
por  breves  cursos  de  agua,  en  su  mayor  parte  riachuelos  de  marea,, 
que  penetran  á  lo  sumo  unos  10  kilómetros  hacia  el  interior  del  te- 
rritorio. 

Limitando  la  depresión  litoral  y  próximamente  á  10  y  15  kiló- 
metros de  la  costa,  se  ven  cordones  de  mesetas  bajas  de  asperones 


OUTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS.        251 

azulados,  pertenecientes  á  la  serie  entrerriana  (formación  entrerria- 
na  de  las  clasificaciones  estratigráficas  del  Dr.  F.  Ameghino). 

En  los  lugares  ocupados  por  los  médanos  instables  ó  consolidados 
á  que  me  he  referido,  abunda  mucho  la  Baccharis  salidfolia  Pers.; 
mientras  los  terrenos  salitrosos  están  cubiertos  por  un  matorral 
subespinoso,  el  Cydolepsis  genütoides  Gilí.  &  Don.  Por  lo  demás,  en 
los  alrededores  de  San  Blas  y,  como  es  natural,  en  los  terrenos 
más  consolidados,  crecen  con  profusión  Gouerlia  decorticans^  Hk.  & 
Arn.,  Condalia  lineata  A.  Gray,  Prosopis  striata  Benth.,  y  P,  strom- 
btdifera. 

Por  su  situación  geográfica  y  fácil  acceso,  San  Blas  ha  sido  visi- 
tado en  diversas  épocas  por  comisiones  científicas  de  importancia. 

Sin  embargo,  ni  los  expedicionarios  de  la  Beagle  y  de  la  ÁdventurCj 
ni  el  mismo  Aloides  d'Orbigny  que  pasó  una  larga  temporada  en  la 
localidad  que  me  ocupa,  reunieron  piezas  antropológicas  ni  objetos 
pertenecientes  á  los  antiguos  indígenas;  recién  en  1876  el  viajero 
argentino  Dr.  Francisco  P.  Moreno,  al  visitar  los  médanos  próxi- 
mos á  punta  B.ubia,  reunió  las  primeras  colecciones  de  importan- 
cia, consistentes  en  cráneos  humanos,  puntas  de  flecha  y  restos 
de  comida  ^  Por  último,  muchos  años  después,  y  con  posterioridad 
al  viaje  del  señor  Ameghino,  llegaron  á  San  Blas  los  enviados  de  la 
TJniverdad  de  Kansas,  señores  Adams  y  Martin,  quienes  visitaron 
rápidamente  la  estación  próxima  á  la  estancia  del  señor  Buckland, 
recogiendo  restos  antropológicos,  objetos  de  piedra,  alfarerías  etc.  * 

Los  diversos  objetos  reunidos  por  el  señor  Ameghino,  proceden 
de  una  estación  situada  á  6  kilómetros,  aproximadamente,  al  sud- 
este del  muelle  de  San  Blas,  cerca  de  punta  Bubia  y  distante  5  ki- 
lómetros del  mar;  lo  cual  me  hace  suponer  se  trate  del  mismo  yaci- 
miento explotado  por  los  señores  Moreno,  Adams  y  Martin. 

Las  piezas  traídas  por  el  señor  Ameghino,  se  encontraban  des- 
cubiertas al  pie  de  médanos  de  arena  suelta,  sobre  el  mismo  suelo 
salitroso  en  el  cual  descansan  las  dunas. 


*  Francisco  P.  Moreno,  Viaje  á  la  Patagonia  septentrional,  en  Anales  de  la  So- 
ciedad Científica  Argentina,  i,  186.  Baenos  Aires,^  1876.  Las  piezas  antropológicas 
reunidas  por  el  Dr.  Moreno,  forman  parte  en  la  actualidad  de  las  colecciones  del 
Museo  de  La  Plata. 

*  H.  T.  Martin,  Exploraciones  patagánicas^  en  El  Diario  (Buenos  Aires),  28  de 
Agosto  de  1904. 


252 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AlBES. 


CAPÍTULO  n. 

INSTRUMENTOS  Y  ARMAS  DE  PIEDRA. 
§  L  —  INSTRUMENTOS. 

a)  LámincLS. 

Los  13  ejemplares  de  láminas  que  tengo  á  la  vista,  pueden  dis- 
tribuirse en  los  cuatro  grupos  formados  por  Evans  ^;  externas, 
triangulares  (ridged  flakes),  planas  y  poligonales. 


Consideradas  en  conjunto,  su  longitud  varia  entre  71  y  29  mili- 
metros,  el  ancho  no  pasa  de  29  milímetros  aunque  no  es  menor  de 


*  J.  EvANB,  The  cmeierU  stone  implemerUf^  weapomand   omamenU  of  Great  Bri- 
tain,  275  y  siguiente.  London,  1897. 


OUTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS.        253 

10  milímetros,  mientras  que  el  espesor  oscila  entre  8  y  2  milíme- 
tros. 

El  único  ejemplar  de  lámina  externa  que  forma  parte  de  la  sé- 
ri©  (V^),  desprendido  de  un  rodado  de  jaspe  amarillo,  muestra  la 
superficie  interna  muy  cóncava  y  convexa  la  externa.  Tiene  B3, 2B 
y  5  milímetros  de  longitud,  ancho  y  espesor  respectivamente^. 

En  9  ejemplares  de  láminas  triangulares,  la  base  se  muestra  por 
lo  general  estrecha  con  respecto  al  ancho  medio  del  instrumento, 
más  ó  menos  rectilínea  ó  ligeramente  puntiaguda;  el  ápice  ancho 
ó  aguzado;  bordes  irregulares;  superficie  interna  poco  cóncava  y 
aveces  del  todo  plana;  en  la  superficie  externa  el  dorso  aparece 


Fig.  5.  iJ^,  |.  Fig.  6.  AOM^I. 


indistintamente  ya  á  la  derecha  ó  ya  á  la  izquierda,  y  en  un  ejem- 
plar (fig.  2)  se  conserva  en  una  faceta  la  corteza  natural  de  la 
roca  empleada.  En  las  láminas  triangulares  la  longitud  oscila  en- 
tre 71  y  30  milímetros,  el  ancho  entre  29  y  10  milímetros  y  el  es- 
pesor entre  8  y  2  milímetros. 

El  único  ejemplar  de  lámina  plana  procedente  de  San  Blas,  se 
halla  roto  y  sólo  he  podido  verificar  que  su  espesor  es  de  3  milí- 
metros (fig.  3). 

Las  láminas  poligonales,  representadas  por  2  ejemplares,  ofre- 
cen detalles  muy  semejantes  á  las  triangulares,  aunque  muestran 
sus  caracteres  mejor  individualizados  (fig.  4).  Tienen  68  y  61  milí- 
metros de  longitud,  20  y  18  milímetros  de  ancho  y  B  y  4  milíme- 
tro de  espesor  respectivamente. 


Téngase  en  cuenta  que  las  medidas  son  siempre  las  máximas. 


264 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


b)  Rapadores. 

No  obstante  el  pequeño  número  de  raspadores  reunidos  por  el 
señor  Ameghino,  que  son  tres  tan  sólo,  corresponden  á  dos  tipos 
bien  definidos. 

Tipo  1.^  una  simple  lámina  extema,  en  forma  de  herradura 
alargada,  tallada  en  bisel  en  el  ápice  solamente  y  á  expensas  de  la 
superficie  extema  (fig.  5);  por  lo  demás,  es  el  único  trabajo  se- 


^t¿Xé4 


Fig.  7. 


4090      1 
208  J    1' 


cundario  que  presenta.  Tiene  34  milímetros  de  longitud,  29  mili- 
metros  de  ancho  y  10  milímetros  de  espesor. 

Tipo  2.**  Corresponden  á  este  tipo  dos  ejemplares  de  la  conocida 
forma  musteriense  (fig.  6)^  y  cuyas  dimensiones  son  30  y  24; 
21  y  18;  y  6  milímetros  de  longitud,  ancho  y  espesor  respectiva- 
mente. 

c)  Escoplos. 

Un  núcleo  alargado,  tallado  con  cuidado  en  una  de  sus  superfi- 
cies, casi  del  todo  plana,  y  en  la  otra,  convexa,  trabajado  á  grandes 


*  G.  Y  A.  DE  MoRTiLLKT,  Le  Préhtstortque,  179  y  siguiente,  figuras  86  y  87.  Pa- 
rís, 1900;  G.  r  A.  de  Mortillet,  Mmée  préhiHorique,  plancha  xni,  figuras  94,  95, 
97  y  98.  Paris,  1908. 


OUTES:  ABQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


255 


golpes  verticales,  muestra  el  ápice  en  bisel  y  muy  filoso;  todo  lo 
cual  me  hace  suponer  sea  un  escoplo  y  no  una  pieza  inconclusa, 
pues  conserva  señales  de  haber  sido  usado  (fig.  7).  Las  dimensiones 
son  52,  27  y  12  milímetros  de  longitud,  ancho  y  espesor  respec- 
tivamente. 


d)  Cuchillos. 

Los  cinco  ejemplares  de  cuchillos  que  me  han  sido  facilitados 
pueden  distribuirse  en  dos  tipos,  cada  uno  con  dos  variedades. 

Tipo  1.^  Los  caracteres  genéricos  del  primer  tipo  corresponden, 
sin  variante  alguna^  á  los  de  las  láminas  de  que  me  he  ocupado  en 


ü^^^Xéé 


Fig.  8. 


^i. 


Fiff-  9-  '-m-^  h 


párrafos  anteriores.  La  variedad  a  comprende  dos  ejemplares  cuyos 
detalles  son  semejantes,  en  su  morfología,  á  los  de  las  conocidas 
puntas  musterienses  (fig.  8);  ^  en  la  variedad  h  he  incluido  un  solo 
ejemplar  constituido  por  una  lámina  poligonal,  retocada  menu- 
damente en  los  bordes  y  sin  otro  trabajo  secundario  (fig.  9),  y 
que  recuerda,  por  los  mencionados  caracteres,  las  grandes  láminas 
del  tipo  Lavallois '. 


*  MoRTiLusT,  Le  PréhiHorique,  168;  Mortillbt,  Musée,  etc.,  planchas  xi  y  xii. 
'  MoRTiLLBT,  Le  PréhUtoriqttej  166,  figuras  81  7  82;  Mortillet,  Muaée^  etc.,  plan- 
cha XI,  figxms  78  y  74. 


266 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


Los  ejemplares  de  ambcts  variedades  oscilan  entre  66  y  57  mili- 
metros  de  longitud,  34  y  26  milímetros  de  ancho,  15  y  9  milíme- 
tros de  espesor  respectivamente. 

Tipo  2.^  Comprende  dos  ejemplares  de  cuchillos  asimétricos  ^ 
que  corresponden  á  dos  variedades,  a)  De  forma  asimétrica  alar- 
gada, cuya  periferia  ofrece  los  siguientes  detalles:  uno  de  los  lados 
recto,  mientras  el  otro  describe  una  curva  saliente  que  se  pronuncia 


(f*.uitf 


Fiff.  10.   ^Q^Q.    V. 


^6- 11-  ^,  i- 


en  el  primer  tercio  de  la  altura  para  decrecer  paulatinamente  y 
terminar  en  el  ápice;  el  trabajo  se  ha  efectuado  en  ambas  superficies 
á  grandes  golpes  y  el  filo  se  halla  sobre  el  lado  curvilíneo  (f ig.  10), 
y  las  dimensiones  de  este  subtipo  acusan  71,  32  y  8  milímetros  de 
longitud,  ancho  y  espesor  respectivamente,  b)  La  base  y  un  lado 
perfectamente  rectos  unidos  por  la  línea  curvilínea  del  filo;  el 
trabajo  es  prolijo  en  ambas  caras,  y  tiene  50,  31  y  7  milímetros  de 
longitud,  ancho  y  espesor  respectivamente  (fig.  11). 


*  Félix  F.  Oütbs,  La  edad  de  la  piedra  en  Patagonia,  en  Anales  del  Museo  Nacio- 
nal de  Buenos  Aires^  xii,  859.  Buenos  Aires,  1905. 


OUTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


257 


e)  Molinos. 

Según  me  lo  ha  manifestado  el  señor  Ameghino,  los  molinos  son 
sumamente  abundantes  en  San  Blas  y  otras  estaciones  de  los  alre- 
dedores de  la  localidad  nombrada. 

Uno  de  los  dos  ejemplares  que  tengo  á  la  vista  es  un  fragmento 
irregular  de  asperón  (fig.  12),  que  muestra  en  ambas  caras  dos  de- 


Fig.  12.  IfM,  i. 


presiones,  una  más  profunda  que  la  otra,  la  más  pronunciada  bien 
pulimentada  debido  al  continuo  rosar  con  la  moleta. 

El  diámetro  mayor  de  este  ejemplar  acusa  161  milímetros,  el 
menor  132  milímetros,  la  altura  en  los  bordes  es  de  60  milímetros 
término  medio,  y  el  espesor  en  el  centro  de  la  depresión  es  de 
38  milímetros. 

El  otro  ejemplar  (fig.  13),  también  de  asperón,  es  de  forma 
elíptica^  con  una  depresión  notable,  pues  alcanza  á  35  milímetros. 


258  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Diámetro  mayor  245  milímetros,  menor  161  milímetros,  altura 


Fig.  13.  ÍA|0^   \. 

media  en  los  bordes  70  milímetros  y  espesor  en  el  centro  30  milí- 
metros. 


§  n. — ARMAS 

a)  Puntan  de  flecha. 

Las  pocas  puntas  de  flecha  traídas  de  la  estación  de  San  Blas  por 
el  señor  Ameghino,  corresponden  á  tipos  y  variedades  ya  incluidas 
en  mi  clasificación  de  los  objetos  similares  procedentes  de  Patago- 


OUTES:  AEQÜEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


259 


nía;  de  modo,  pues,  que  á  aquélla  me  referiré,  agregando  tan  sólo  las 
medidas  respectivas.  ^ 

l.«>^  GBüPO. — Sin  pedúnculo. 

Tipo  í.*—  Amigdaloide;  3  ejem- 
plares todos  tallados  prolijamente 
en  ambas  superficies.  La  longi- 
tud, ancho  y  espesor  máximos 
corresponden  á  60,  38  y  19  milí- 
metros, y  los  mínimos  á  44,  36  y 
8  milímetros  (fig.  14). 

Tipo  4,^ — En  forma  de. trián- 
gulo isósceles;  trabajados  los  seis 
ejemplares  que  tengo  á  la  vista, 
con  mucho  cuidado  en  ambas  ca- 
ras, especialmente  en  los  bordes. 
Se  hallan  representadas  cuatro  de  las  variedades  de  mi  clasifica- 


FiR.  14.  i||i>,  I 


Fig.  15.  iMO^  ^ 


Fig.  16. 


C^d,4^¿Í^ 


\h 


28 


ción^  en  cuyo  conjunto  oscilan  los  espesores  entre  12  y  6  milímetros. 
a)  Bordes  y  base  rectos ;  longitud  máxima  68  milímetros,  mínima 


OüTBSi  La  ecUtdf  etc.,  diagrama  inoloido  en  la  página  509. 


260 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


54  milímetros,  base  mayor  30  milímetros,  menor  28  milímetros 
(fig.  15).  c)  Bordes  rectos  y  base  convexa ;  largo  mayor  80  milí- 
metros, menor  40  milímetros,  ancho  máximo  35  milímetros  y  mí- 
nimo 22  milímetros  (fig.  16)*.  d)  Bordes  y  base  cóncavos;  el 
único  ejemplar  de  que  dispongo  tiene  73  milímetros  de  largo  y  33 
milímetros  de  ancho  máximo  (fig.  17).  e)  Bordes  convexos  y  base 


dU^^ 


Fig.  17.  Afl^,   \. 


Fig.  la  i||o,  i. 


recta;  un  sólo  ejemplar  que  acusa  62  milímetros  de  longitud  y  22 
milímetros  de  ancho  (fig.  18). 

2.^ — GHüPO. — Con  pendúculo.  2.*  clase, — Sin  aletas. 

Tipo  1.^ — Limbo  triangular.  Variedad  a,  pedúnculo  no  escota- 
do. Tres  de  los  cuatro  ejemplares  de  este  subtipo  están  tallados  con 
cuidado  en  ambas  caras;  no  así  el  último  que  sólo  lo  ha  sido  en  la 
superficie  externa  mientreis  se  nota  en  la  otra  el  trabajo  secun- 
dario cerca  de  los  ángulos  de  la  base  del  limbo  y  en  la  periferia 
del  pedúnculo.  Por  lo  demás,  este  último  detalle  morfológico  es  de 
conjunto  rectangular,  cuadrado  ó  trapezoidal.  Longitud  máxima  y 


*  En  mi  memoria  La  edckd  de  la  piedra  en  Patagonia^  he  cDOsiderado  como 
ptiDtas  de  jabalina  á  todas  aquellas  que  pasaban  de  70  milímetros,  por  las  raiones 
expuestas  en  la  página  877,  que  no  se  presentan  en  el  caso. 


OUTES:  AEQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


261 


mínima  en  los  ejemplares  enteros,  53  y  38  milímetros;  ancho  mayor 
y  menor  en  la  base  del  limbo  33  y  12  milímetros,  oscilando  los  espe- 
sores entre  9  y  4  milímetros  (fig.  19).  b)  Pedúnculo  escotado.  El 


Fig.  19.   i|M,  i. 


Pig.  20.  1|M,  {. 


Único  ejemplar  que  forma  parte  de  la  serie,  ha  sido  tallado  en  ambas 
caras;  la  escotadura  más  ó  menos  curvilínea  y  el  pedúnculo  de  con- 
junto rectangular.  Longitud  32  milímetros,  ancho  25  milímetros  y 
espesor  6  milímetros  (fig.  20). 


(^<aX*^ 


riir.  21.   i-^M    \, 
""*o'  ^*      288  ?     1 


Fig.  22.   MM,  |. 


Jipo  5.** — ^Limbo   escutiforme.  Variedad  a,  pedúnculo  no  esco- 
tado, ün  solo  ejemplar  tallado  groseramente  en  ambas  superficies 


1 


262 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


7  con  el  pedúnculo  rectangular.  Longitud  58  milímetros,  ancho  37 
milímetros  y  espesor  18  milímetros  (fig.  21). 

3.^  CLASE. — Con  aletas. 

Tipo  1.^  —  Limbo  triangular.  Variedad  6,  pedúnculo  escotado. 
Dos  ejemplares,  uno  roto  en  la  mitad  superior;  trabajados  con  proli- 
gidad;  con  pedúnculo  de  conjunto  cuadrado  y  escotadura  triangular 
ó  curvilínea.  Longitud  (en  el  entero)  45  milímetros,  ancho  máximo 
y  mínimo  29  y  27  milímetros  y  espesor  en  ambos  de  6  milímetros 
(fig.  22). 


Oi^ 


FiK.  28.  ±M0^  i. 


Fig.  24. 


^  t. 


3.W  GRUPO.  —  Excepcionales.  1.*  clase. — Formas  excepcionales. 

Tipo  1.^  —Dentelladas.  El  único  ejemplar  que  tengo  á  la  vista, 
ha  sido  tallado  con  cuidado  en  ambas  caras;  los  dientes  ocupan  toda 
la  periferia  del  limbo  que  es  sin  aletas,  con  el  pedúnculo  sumamente 
corto,  rectangular  y  escotadura  curvilínea.  Las  dimensiones  son  32 
milímetros  de  longitud,  20  milímetros  de  ancho  y  7  milímetros  de 
espesor  (fig.  23). 

Por  último,  debo  fundar  un  6.®  tipo  que  corresponde,  también,  ¿ 
la  1.*  clase  del  S,^^  grupo,  y  que  ya  había  mencionado  en  el  Suple- 
mentó  á  mi  obra  La  edad  de  la  piedra  en  Patagonia.  ^  Se  trata  de 


*  Cutes,  La  edad,  etc.,  496,  figura  187. 


OÜTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS.  263 

ejemplares  muy  escasos,  de  limbo  triangular  ó  escutiforme,  con  ó 
sin  aletas;  y  pedúnculo  de  periferia  más  ó  menos  curvilínea. 

El  que  ha  traido  de  San  Blas  el  señor  Ameghino,  tiene  65  mili- 
metros  de  longitud,  35  milímetros  de  ancho  y  9  milímetros  de  espe- 
sor máximo  (fig.  24). 

b)  Proyectiles, 

Entre  el  material  lítico  que  describo,  figura  un  fragmento  de  los 
conocidos  proyectiles  llamados  cholas».  A  pesar  de  hallarse  roto, 
parece  hubiera  sido  más  ó  menos  esférico,  con  un  surco  ecuatorial 
de  3  milímetros  de  ancho  y  1  de  profundidad. 

La  superficie  se  conserva  regularmente  pulimentada,  aunque  se 
notan  restos  de  las  picaduras  hechas  al  verificar  el  trabajo  secun- 
dario. 


CAPÍTULO  m. 

ALFARERÍAS. 

Todas  las  alfarerías  reunidas  en  la  estación  neolítica  que  me  ocu- 
pa, se  hallan  destrozadas  en  fragmentos  de  regular  tamaño. 


Fig.  25.  (a)  Ai,*!»,  i;     (b)  ^,  i;     (c)  i^^,  |;     (d)  i,o^,  i. 

La  mayor  parte  de  los  vasos  ha  sido  fabricada  con  el  material 
arenoso  que  cubre  el  suelo  en  los  alrededores  de  San  Blas,  y  es  por 


264 


BIÜSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


ello  que  la  pasta  se  nota  cargada  de  innumerables  partículas  liti- 
casy  por  lo  general  pequeñas.  Excepcionalmente,  la  masa  es  homo- 
génea. 


Fig.  26.  ^^, 


A  pesar  de  haberse  verificado  el  modelado  á  mano,  tanto  la  su- 
perficie interna  como  la  extema  se  hallanregularmente  pulimenta- 
das, en  especial  la  primera  que,  en  algunos  ejemplares,  conserva 
cierta  pátina  brillante. 


Fig.27.  í^|0-,  i. 


La  cocción  es  siempre  defectuosa  ó  casi  del  todo  nula.  Los  vasos, 
cuya  pasta  se  ha  sometido  á  la  acción  del  fuego,  muestran  un  corte 
formado  por  dos  ó  tres  zonas;  en  el  primer  caso,  una  roja  ó  bermeja 
ya  hacia  la  superficie  interna  ó  hacia  la  externa,  según  sea  que  el 
foco  de  calor  haya  actuado  por  dentro  ó  fuera,  mientras  el  resto  se 
presenta  negro;  en  el  segundo,  la  parte  sin  cocer  se  encuentra  en 


OÜTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


265 


el  centro,  comprendida  entre  las  zonas  apenas  quemadas  de  los  lados 
interno  y  externo.  Pero,  la  mayor  parte  de  los  fragmentos  corres- 


Fig.  28.  (8)  i^,\;     O»  MM,  i;     (o)  i^,  i. 

ponde  á  vasos  sometidos,  simplemente,  á  la  acción  de  los  rayos 
solares. 

El  espesor  de  las  paredes  varia  entre  10  y  5  milímetros^  predo- 
minando el  de  5  y  7  milímetros. 

Aunque  no  se  ha  encontrado  pieza  alguna  entera,  ó  por  lo  menos 
reconstraible,  los  fragmentos  de  regular  tamaño  me  permiten  supo- 


Fig.  29.  iffo,  {. 


Fig.  80.   if»o,  i. 


ner  que  las  formas  más  usuales  fueron  hemisféricas  ó  subgl obesas. 
Beconstruyendo  el  diámetro  de  la  boca,  mediante  los  pocos  frag- 
mentos de  bordes  utilizables,  he  obtenido  como  máximo  310  milí- 
metros, y  160  milímetros  como  mínimo. 


Amau  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Octubbe  18,  1907. 


18 


I 


266 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Los  bordes  se  muestran  poco  complicados.  Las  diversas  varie- 
dades las  he  reunido  en  la  figura  25;  así  podrá  notarse  que  algu- 
nos aumentan  de  espesor  al  llegar  á  la  periferia,  otros  se  dirigen  ha- 


Fig.  «1.  i-of ,  |. 


cia  el  interior  ó  tienen  un  ligero  pliegue  hacia  afuera,  aunque 
terminan  todos  en  superficie  plana,  curva  ó  en  ángulo  agudo. 

Era  común  proveer  ala  mayoría  de  los  vasos  de  agujeros  para  la 
suspensión  pero,  la  pequenez  de  los  fragmentos  impide  saber  si 


Fig.  82.  IMO^  I 


aquéllos  se  hacían  aislados,  uno  por  lado,  ó  si  era  lo  usual  perfo- 
rarlos de  á  pares;  en  un  solo  ejemplar  se  presenta  el  último  caso,  si- 
tuados á  30  milímetros  uno  de  otro  (fig.  26).  Además,  un  fragmenta 
aislado  de  la  pared  de  un  vaso,  muestra  cuatro  agujeros,  colocados 


OUTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


267 


formando  rectángulo  (fig.  27).  Por  último,  casi  todas  las  per- 
foraciones se  han  hecho  comenzando  por  el  lado  externo,  son  de 
sección  cónica  y  muy  rara  vez  cilindrica,  situadas  desde  24  á  6 


Fig.  88.   Ifl-^,   {. 


Fig.  84.   i-0|0,  I 


milímetros  del  borde,  oscilando  su  diámetro  externo  entre  14  y  [6 
milímetros  y  el  interno  desde  7  á  3  milímetros  (fig.  28). 

Excepción  hecha  de  las  perforaciones  á  que  me  he  referido,  los 
caracteres  generi^les  enumerados,  corresponden  indistintamente  á 
las  alfarerías  lisas  ó  á  las  adornadets  con  grabados. 


Fig.  86. 


\h 


Los  ornamentos  de  estas  últimas  ocupan  una  faja  situada  junto 
al  lado  externo  de  la  periferia,  y  consisten  en  líneas  quebradas, 
rectas  que  se  entrecruzan,  series  rítmicas  de  pequeñas  depresiones 
rectangulares,  puntos  alargados,  impresiones  curvilíneas  hechas 
con  la  uña  y  verdaderas  líneas  curvas  (figuras  29  á  36).  En  al- 
gunos casos,  los  mencionados  adornos  se  han  grabado  profunda- 
mente hasta  2  milímetros,  pero,  por  lo  general,  son  más  superfi- 
ciales, y  se  han  hecho  mediante  una  simple  punta  aguzada,  ó  ya 


268 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


valiéndose  de  an  fragmento  cuadrado  de  madera  con  el  cual  se  ha 
ejercido  presión  oblicuamente  para  formar  los  grabados  de  las 
figuras  31  y  32,  por  ejemplo. 


¿n 


Por  último,  en  ningún  ejemplar  he  notado  rastros  de  pintura  ó 
marca  alguna. 

CAPITULO  IV. 

OBJETOS  DIVERSOS. 

§    I. — PIEDRAS    GRABADAS. 

Entre  el  material  recogido  por  el  señor  Ameghino,  figura  un 
fragmento  irregular  de  una  pequeña  placa  grabada. 

Se  trata  de  un  rodado  fluvial,  achatado,  de  pizarra  calcárea 
margosa,  de  color  grisáceo  y  que  muestra  algunos  ornamentos  en 


Fig.  87.  i^;^,  i. 


una  de  las  superficies  (fig.  37).  Los  dibujos,  hechos  con  un  instru- 
mento de  punta  roma,  consisten  en  una  guarda  lateral  formada 


OÜTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


269 


por  una  línea  recta  y  otras  quebradas  mal  terminadas.  El  resto  de 
la  superficie  en  la  parte  central  libre,  está  ocupado  por  otra  línea 
quebrada  que  sigue  un  trayecto  sumamente  sinuoso. 

El  pequeño  objeto  descripto  tiene  32  milímetros  de  largo  y  30 
milímetros  de  ancho  máximo,  y  debo  advertir  que  conserva  ras- 
tros de  haber  sido  seccionado  exprofeso. 


§  II.  —  OBJETOS  DE  Ü80  INCIERTO. 

He  creído  conveniente  describir  por  separado  algunos  objetos 
cuyo  uso  ó  aplicación  sería,  hoy  por  hoy,  aventurado  suponer. 

En  primer  término  figura  un  fragmento  discoide  de  asperón,  de 
87  milímetros  de  diámetro  y  65  milímetros  de  espesor,  que  mues- 
tra en  una  de  sus  superficies  una  pequeña  depresión  central  de  22 
milímetros  de  diámetro  y  10  milímetros  de  profundidad  (fig.  38). 


Fiíf.  88.   ÍA|0^  i. 


Fig.  89.   ^p,  |. 


La  superficie  opuesta  es  plana,  y  á  ambos  lados  del  hoyuelo  á  que 
me  he  referido,  el  asperón  se  halla  muy  pulimentado  como  resul- 
tante de  un  uso  continuo. 

Además  de  aquella  pieza,  el  señor  Ameghino  ha  traído  cinco 
fragmentos  de  una  misma  placa  de  asperón,  de  un  espesor  que  oscila 
entre  20  y  14  milímetros  y  que  va  descendiendo  hacia  los  bordes 
en  la  forma  indicada  en  la  viñeta  39. 


270  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


§   m.  —  OBJBTOS  VARIOS. 

Se  han  recogido,  también,  en  la  estación  de  San  Blas,  algunos 
otros  objetos  de  menor  importancia  que  los  anteriormente  des- 
oriptos. 

Figuran  las  siguientes  piezas:  dos  fragmentos  de  piedra  pómez; 
un  rodado  fluvial  discoide  de  cal  amorfa;  un  pequeño  rodado  esfé- 
rico de  jaspe,  y  restos  de  comida,  consistentes  en  su  mayor  parte 
en  huesos  fracturados  de  Canis  (Cerdocyon)  Azarae  ( Wied),  Fdis 
(Féli8)  pajero  Desm.,  F.  ((hiqoides)  Oeoffroyi  (Orb.),  Odocoüeus 
(BUistocerus)  campestris  (F.  Cuv.),  Zaédyus  minutas  (Desm.j 
Amgh.  y  Dasypus  (Choetophractns)  víUom»  (Desm.). 


CAPÍTULO  V. 
OBSERVACIONES   GENERALES. 

ün  breve  examen  del  material  descripto  en  los  capítulos  ante- 
riores permite  suponer,  sin  duda  alguna,  que  todos  los  objetos  per- 
tenecen á  una  misma  época  arqueológica,  representan  una  indus- 
tria avanzada  y  son,  además,  contemporáneos.  Se  trata,  en  la  ma- 
yoría de  los  casos,  de  piezas  talladas  por  percusión  directa,  indirecta 
y  presión,  procedimientos  con  los  cuales  se  ha  obtenido  ejemplares 
hermosos  y  primorosamente  terminados. 

Además  de  los  53  objetos  que  he  descripto  en  párrafos  ante- 
riores, figuran  otros  54  que  corresponden  á  desechos,  faces  diver- 
sas de  fabricación  ó  al  estado  intermedio  que  tan  oportunamente 
llama  Holmes  cache  forma.  Son  por  lo  general  estos  últimos,  amig- 
daloides,  lanceolados  ú  ovales,  salvo  aquellos  casos  en  que  eviden- 
temente pertenecen  á  diversos  estados  de  fabricación  de  cuchillos 
y  puntas  de  flecha. 

El  material  referido,  me  permite  establecer  que  los  primitivos 
habitantes  de  San  Blas  obtenían  la  materia  prima  en  la  misma 
localidad  y  no  se  valían  de  bloques  matrices  sacados  de  canteras. 
Han  utilizado  para  ello  las  miríadas  de  rodados  que  tanto  abun- 
dan en  la  playa  atlántica,  dando  preferencia  á  los  de  pequeño  ta- 
maño y  forma  elíptica;  aunque  puede  muy  bien  formarse  dos 
grupos  en  ellos,  el  primero  constituido  por  ejemplares  espesos,  pues 
llegan  á  22  milímetros,  y  el  segundo,  por  los  de  menor  espesor,  que 
no  pasan  de  8  milímetros.   En  aquéllos  se  han  esbozado  objetos 


OÜTES:  ARQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


271 


amigdaloides,  ovales  ó  lanceolados,  mientras  se  nota  claramente 
que  los  últimos  se  destinaban  á  puntas  de  flecha,  etc. 

El  trabajo  se  ha  comenzado  casi  siempre  por  una  cara,  desbas- 
tada á  grandes  golpes;  luego  se  ha  pasado  á  la  periferia  de  la  otra, 
para  seguir  las  operación  en  toda  la  superficie. 

Unos  26  ejemplares  de  cuchillos  inconclusos,  pero  pertenecien- 
tes á  los  tipos  1.^  (variedad  h)  y  2.^  (variedad  a)  corresponden  á 
cache  formsj  tallados  agrandes  golpes  en  ambas  superficies  y  listos 
para  el  retoque  definitivo. 

También  tengo  á  la  vista  una  punta  de  flecha  no  terminada,  en 
la  cual  se  ha  comenzado  el  trabajo  por  una  superficie  ya  del  todo 
desbastada,  luego  se  ha  pasado  á  la  periferia  de  la  otra,  notándose 
igualmente  esbozado  el  pedúnculo,  que  es  de  base  rectilínea. 

Además  de  estas  formas,  fáciles  de  identificar,  figuran  otros 
27  ejemplares  absolutamente  no  especificados  y  que  son  amigda- 
loides,  lanceolados  y  ovales;  me  parece,  hoy  por  hoy,  que  sería 
aventurado  suponer  se  destinaran  á  puntas  de  flecha,  cuchillos, 
etcétera. 

La  materia  prima  utilizada  para  preparar  los  diversos  objetos 
mencionados  hasta  ahora,  se  descompone  en  la  forma  indicada 
en  el  cuadro  I. 

CUADRO  I. 


Clasificación 

1 

a 

X 

1 

I 

< 

li 

i 

s 

§ 

1 

0 

s 
s 

& 

0 

a 
'3 

Material  e»pecifieado: 

8 
8 
1 
8 

10 
42 

2 
4 

20 

8 
1 

5 

1 
1 

7 

1 
8 

1 
"2 

1 

2 

8 

8 

1 

1 

1 

1 

1 

Raspadores 

Escoplos 

GucbíUos 

Molinos 

Puntas  de  ñecha. . . . 

Bolas 

Piedras  grabadas 

Objetos    de  uso   in- 
cierto  

McUerialno  eapecificadot 
desechot  y  nádeos 

Totales 

67 

26 

10 

9 

4 

4 

8 

8 

8 

1 

1 

1 

1 

1 

Las  cifras  para  el  material  especificado  y  no  especificado,  corres- 
ponden á  una  proporción  centesimal  como  se  expresa  á  continua- 
ción: 


272 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Jaspe 60.00  % 

Fonolita 19.40  • 

Silex 7.80  » 

Brecha  porfirica 6.70  » 

Filita 2.09  » 

Asperón —  2.09  * 

Madera  silicif ioada 2.08  • 

Cuarcita 2.08  • 

Pórfido  cuarcifero 2.08  » 

Brecha  esquistosa 0.74  « 

Calcedonia 0.74  • 

Diabasa 0.74  • 

Pizarra 0.74  • 

Melafido 0.74  . 

Se  nota,  desde  luego,  una  preferencia  marcada  hacia  las  rocas 
silíceas  y  un  empleo,  también  excepcional,  de  la  fonolita. 

Examinado  en  detalle  el  material  especificado  descripto  en  los 
capítulos  anteriores,  se  distribuye  en  la  forma  indicada  en  el  cua- 
dro n. 

CUADRO  11. 


Clasificación  del  material 


Láminas: 

externas 

triangulares 

planas 

poligonales 

Baspadores: 

Tipo  l.« 

.     2.« 

Escoplos 

Cuchillos : 

Tipo  1.*,  variedad  a) 

»  »  b) 

Tipo  2.®  variedad   a) 

b) 

Molinos 

Puntas  de  flecha: 

1"  Grupo  -  Tipo  1.® 

»  Tipo  4.**,  variedad  a) 

»  *  *         c) 

d) 

»  »  »  e) 

2.**  Grupo  —  2.'  Clase  —  Tipo  1.**,  variedad  a) 

»  »  »  »  b) 

»  »        —  Tipo  8.®,  variedad  a) 

8.»  Clase  —  Tipo  1.**,  variedad  b) 

8"  Grupo  —  !.•  Clase  —  Tipo  1.** 

Tipo  6.^ 

Proyectiles 

Piedras  grabadas 

Objetos  de  uso  incierto , 


Ejemplares 


OUTES:  ARQUEOLOGÍA  OE  SAN  BLAS.        273 

No  considero  sofioiente  el  material  para  establecer  porcentajes 
de  tipos  y  variedades,  por  cuyo  motivo  sólo  haré  notar  que  en  las 
pautas  de  flechas  el  l^i'grapo  representa  el  10.62  %,  el2.o  42.10  % 
y  el  3.0  47.36%. 

Annqne  dejando  de  lado  las  láminas,  proyectiles  y  objetos  de 
aso  incierto,  voy  á  mencionar  brevemente  á  continaación  las  se- 
mejanzas más  salientes  que  encuentro  entre  el  instrumental  y  ar- 
mas reunidos  en  San  Blas  y  el  recogido  en  otras  localidades  más  ó 
menos  próximas. 

El  raspador  en  forma  de  herradura  representado  en  la  figura  6 
de  esta  monografía,  corresponde  á  formas  sumamente  abundantes 
y  características  de  las  gobernaciones  del  Sío  Negro,  Chubut  y 
Santa  Cruz*  y  que  se  suelen  encontrar,  aunque  con  menos  fre- 
cuencia, hasta  la  laguna  de  Vite!  en  la  provincia  de  Buenos  Aires  *; 
en  cambio,  el  ejemplar  que  me  ha  servido  para  fundar  el  tipo 
2.^  es  semejante  en  todos  sus  detalles  á  los  raspadores  de  morfología 
musteriense  encontrados  en  Hucal,  localidad  de  la  gobernación  de 
la  Pampa  que  también  ha  proporcionado  escoplos  como  el  de 
la  viñeta  7  •. 

Los  diversos  tipos  de  cuchillos  descriptos  en  este  estudio  se  han 
encontrado  con  suma  abundancia  en  las  tres  gobernaciones  patagó- 
nicas nombradas,  especialmente  los  asimétricos,  que  bien  pueden 
considerarse  como  propios  délas  mismas^,  aunque  también  aqué- 
llos se  han  señalado  en  Hucal  ^ 

Los  doctores  Moreno,  Del  Lupo  y  Ver  ñau,  han  descripto  ejem- 
plares de  molinos  muy  semejantes  á  los  figurados  en  esta  monogra- 
fía; fueron  encontrados  en  los  alrededores  de  Viedma  (Mercedes  y 
San  Javier,  gobernación  del  Río  Negro)  ^ 

En  cuanto  á  las  puntas  de  flecha,  todas,  sin  excepción  alguna, 
corresponden  á  tipos  ó  variedades  patagónicos  ^. 


*  OuTKS,  La  ecUuii  ^^i  ^^  7  siguiente,  figuras  88  á  86. 

*  Félix  F.  Oütbs,  Los  Querandies,  90,  figura  2,  Buenos  Aires,  1897. 

*  Félix  F.  Outks,  Arqueologia  de  Hucal^  en  AnaUa  del  Museo  Nacional  de  Bue- 
nos Aires,  X,  7,  figuras  8  y  9;  y  figura  6.  Buenos  Aires,  1904. 

*  OüTKs,  La  edad,  etc.  857,  figuras  69  y  70;  859  y  siguiente,  figuras  74  á  76; 
866  y  siguientes  con  las  notas  pertinentes. 

■  OüTBS,  Arqueología^  etc.  8  y  siguiente,   figura  2. 

*  Fraucisco  P.  Moreho.  Cementerios  y  paraderos  prehistóricos  de  la  FcUagonia, 
en  Anales  Científicos  Argentinos,  i,  8.  Buenos  Aires,  1874;  Michblb  Del  Lupo,  Con- 
tríhuio  agli  studii  di  Antropologia  deW America,  en  Archivio  per  VAntropologia  e 
VEtnologia,  xxix,  61,  figura  B  8.  Firenza,  1899;  Renb  Vernau,  Les  anciens  Pata- 
gons,  286.  plancha  xiii,  figura  11.  Monaco,  1903. 

^  OüTBS,  La  edad,  etc.,  878  y  879,  figuras  84, 87, 89  á  91 ;  881  y  885,  figuras  95  á  99; 
887,  figura  102;  888,  fíguras  105  y  106;  890,  figura  110;  496  figura  187. 


274  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Pasando  á  la  alfarería,  observo  que  existen  machos  pantos  de 
contacto  entre  los  motivos  ornamentales  de  los  fragmentos  reani* 
dos  en  San  Blas  y  los  figurados  hasta  ahora  de  los  procedentes  de 
la  caenca  del  rio  Negro  y  de  Hacal  ^;  en  cambio  sólo  noto  nn  ligero 
air  de  famiUe  con  los  tiestos  de  barro  recogidos  en  la  gobernación 
de  Santa  Cruz  y  zona  meridional  de  la  del  Rio  Negro. 

Por  último;  las  placas  grabadas  son  objetos  que  hasta  ahora  se 
han  encontrado  en  los  terrítorios  patagónicos  y  en  la  gobernación 
de  la  Pampa.  La  pequeña  mitad  hallada  en  San  Blas,  está  orna- 
mentada coa  motivos  que  recuerdan  los  de  piezas  semejantes  pro- 
cedentes de  Yictorica  (gobernación  de  la  Pampa)*  Choelechoel  y  sus 
alrededores,  y  Castre  (gobernación  de  Río  Negro)  •  y  aun  mismo 
de  Colhué-Huapi  (gobernación  del  Chubut)  y  €  paraderos»  de  las 
Sierras  Coloradas  (gobernación  de  Santa  Cruz)^. 

Además  de  los  diversos  puntos  de  contacto  enumerados,  creo 
oportuno  llamar  la  atención  sobre  la  marcada  similitud  que  existe 
entre  las  armas  é  instrumentos  de  la  estación  neolítica  de  San  Blas 
y  los  recogidos  en  el  manantial  de  Cochicó^  situado  en  la  zona  me- 
ridional de  la  provincia  de  Mendoza,  próximo  al  limite  con  la 
gobernación  de  la  Pampa  *. 

Resulta,  pues,  de  mis  observaciones,  que  el  material  descripto 
brevemente  en  el  curso  de  esta  monografía,  pertenece  á  una  indus- 
tria que  caracteriza  hasta  ahora  á  la  cuenca  del  río  Negro  medio 
é  inferior,  ciertas  localidades  de  la  gobernación  de  la  Pampa  y  los 
llanos  mendooinos  meridionales;  industria  que  tiene  infinitos  pun- 
tos de  contacto  con  la  que  se  encuentra  de  continuo  en  la  parte  sur 
de  la  gobernación  del  Río  Negro  y  en  todos  los  territorios  de  las  del 
Chubut  y  Santa  Cruz.  Igualmente  puedo  afirmar  que  los  diversos 
objetos  de  San  Blas  difieren  por  completo  de  los  procedentes  de  las 


*  Vkrnau,  Ibidy  plancha  xiv,  figuras  26  y  28;  Oütes,  Arque4>logia^  etc.,  10  y  si- 
guientes, figuras  18  ¿  20. 

*  JuAH  B.  Ambrosbtti,  Hachas  voHvím  de  piedra  (Pillan-toki)  y  datos  iobre  radroi 
de  la  influencia  araucana  prehistórica  en  la  Argentina^  en  Ancdes  dd  Muteo  Nacio- 
nal de  Buenos  Airesj  vii,  93  y  siguientes,  plancha  5.  Buenos  Aires,  1902. 

'  J.  B.  AMBaosETTi,  Un  nuevo  Fülan-toki,  en  Bevitta  dd  Museo  de  La  Ptata^  x, 
266  y  siguientes,  y  plancha  respectiva.  La  Plata,  1902;  Vbrnau,  Ibid^  802  y  si- 
guiente, plancha  xv,  figuras  1,2,  4  y  5. 

*  OüTKS,  La  edad^  etc.,  469  y  siguientes;  figuras  174  y  175. 

'  Félix  F.  Oütes,  Instrumentos  y  armas  neolíticos  de  Cochicó^  en  Analee  dd  Mu- 
seo Nacional  de  Buenos  Aires,  xiii,  278,  figura  2;  279,  figura  5;  280  y  siguientes, 
figuras  8,  11,  18,  14,  16  y  17.  Buenos  Aires,  1906. 


OUTES:  ABQUEOLOGÍA  DE  SAN  BLAS. 


276 


oaencas  de  los  ríos  Salado,  San  Borombón  y  Lujan  (provinoia  de 
Buenos  Aires);  y  en  general  de  la  mayor  parte  de  los  instrumentos 
y  armas  reunidos  hasta  la  fecha  en  la  mitad  oriental  de  la  mencio- 
nada provincia. 

En  el  Museo  de  La  Plata,  el  26  de  Junio  de  1907. 


^ 


CATÁLOGO 

DB  LOS 

DÍPTEROS  DE  LAS  REPÜBLICAS  DEL  PLATA 


JUAN  BRETHES. 


Habiéndoseme  presentado  varias  veces  la  ocasión  de  determinar 
aisladamente  nno  que  otro  díptero^  me  he  visto  en  la  necesidad  de 
tener  presente  los  trabajos  hechos  hasta  la  fecha  y  de  todos  los  con- 
tinentes, porque  pocos  son  en  realidad  los  órdenes  de  insectos  que 
tengan  tantos  representantes  de  una  distribución  cosmopolita. 

De  ese  catálogo,  he  extractado  lo  que  sq  refiere  especialmente  á 
las  Repúblicas  Argentina,  Oriental  del  Uruguay  y  Paraguay ;  se 
verá  que  lo  conocido  de  estas  Repúblicas  del  Plata  es  relativa- 
mente mínimo,  pues  el  número  de  estos  dípteros  se  aproxima  sólo 
á  660  (más  ó  menos  635),  mientras  que  lo  conocido  de  Sud 
América  alcanza  á  una  cifra  mucho  mayor:  así  en  los  mosquitos,  las 
Repúblicas  del  Plata  tienen  reconocidas  22  especies,  alcanzando 
las  sudamericanas  á  casi  200  especies.  En  general  la  misma  propor- 
ción existe  en  las  demás  familias. 

A  nadie  escapará  la  importancia  del  estudio  de  los  dípteros :  unos 
son  útiles  al  hombre,  como  los  Taquinarios  que  viven  generalmente 
como  parásitos  de  insectos  nocivos,  y  otros  son  dañinos,  atacando 
más  ó  menos  directamente  al  hombre:  ciertos  mosquitos  transmi- 
sores de  la  fiebre  amarilla,  del  chucho,  etc.,  los  éstridos  cuyas  lar- 
vas (llamadas  uros  en  el  país)  viven  en  el  cuero  de  los  animales 
domésticos  y  no  domésticos,  y  algunas  veces  también  en  el  hombre 
mismo,  etc. 

Al  mencionar  estos  dípteros  dañinos^  no  será  de  más  recordar  la 
Compsomyia  macellaria  (Fab.)  E.  Lch.  Arr.  \  conocida  como  la 
mayor  causante  de  la  myiasis  en  toda  la  América  del  Sur. 


*  Nombrando  aqui  al  Sr.  D.  Enrique  Lynch  Arribálzaga,  quien  me  honra  con 
su  amistad,  no  puedo  menos  que  expresar  mi  profundo  pescur  porque  ocupacio- 
nes extrañas  hayan  alejado  de  la  ciencia  á  ese  hombre  tan  concienzudo,  cuyo 
principio  de  catálogo  dipterológico  argentino  apareúó  en  1881. 


278  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

La  pablioación  del  presente  catálogo  no  tiene  otro  objeto  sino 
dar  á  conocer  las  especies  de  dípteros  ya  reconocidos  de  las  Repú- 
blicas del  Plata,  por  lo  cnal  me  contento  con  seftalar  el  primer  tra- 
bajo en  donde  cada  especie  ha  sido  descrípta,  segtddo  de  la  loca- 
lidad en  donde  ha  sido  encontrada.  Cuando  no  m  el  autor  original 
que  ha  reconocido  el  díptero  en  las  repúblicas  del  Plata,  entonces 
coloco  entre  paréntesis  al  primero  que  lo  ha  señalado,  á  veces  á 
dos  autores. 

Señalo  también  algunos  de  los  sinónimos  que  han  sido  estable- 
cidos por  autores  anteriores,  marcando  con  un  asterisco'*'  aquéllos 
para  los  cuales  me  responsabilizo. 


Fam.  CECTDOMTIDAE. 

Asphondylla  Hieronyml  Weyenb.,  An.  Agrio.  Bep.  Arg. 

III,  p.  166,  ff.(  1875 )r-í'0¿í>ptera) Córdoba 

Agphondylia  sp.,  v.  d.  Wolp,  Tijdsch.  v.  Ent,  xxix,  142. ..    Bep.  Argentina 


Fam.  LIMNOBÜDAE. 

Geranomyia  canadentla  Westw.,  An.  Soo.  Ent.  Fr.  1885, 

p.  684.  2  ( lAmnobiorhynehuM) B.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Llmnobia  anUrcUca  Wlk.,  Tr.  L.  8.Lond.,  xvii,  p.  882.  4 

(1887)  (?  Gonompa) Patag.    (Wlk.);   Be. 

Aires (E.  Lch.  A.) 
lilmnobla  linelcollla  Blaneh .   Gay,  Hist.  fla^  y  pol.  Chile, 

Zool.  vil,  p.  841  (1862).. C.  de  Hornos  (Bioor). 

I^lmnobia  longicoiUs  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom.  Zool.  ti.  8, 

10.  t.  2.  f.  2  (1888) Cabo  de  Hornos 

Trimtcra  hlrsiitipes  Mq.,  fiist.  Nat.  Cañarles.  Dipt  lOi.  8, 

(Limnobia) Montevideo  (Wlk.  ) 

Zalusa  íalklandtca  Enderl.,  Zool.  Anz.  xxix.  71  (1906) ....  Islas  Malvinas 

Epiphragma  solatrlx  O.  8.,  Pr.  Ac.  Phil.  1860,  p.  288 B.   Aires,  Las  Con- 
chas (E.  LcH.A.) 
PoecUostola  flavicaiida  Big.,  Miss.  Scient.  Cap  Hom.  Zool. 

VI.  lO.iat.2.  f.  4  (1888) Cabo  de  Hornos 

IJmnophUa  eutaenlaU  Big.,  1.  c.  vi.  9. 11.  t.  2.  f.  8  (1888). . .  C%bo  de  Hornos 

iBCbnothrlx  aetberea  Big.,  1.   c.  vi.  7.  8.  t.  2.  f.  1  (1888)..  Cabo  de  Hornos 

Amalopis  pusUla  Big.,  1.  c.  vi.  10. 12  (1888)  ( Tricyphona) . . .  Cabo  de  Hornos 

Nepbrotoma  varineiira  Big.,  1.  c.  vl  6.  pl.  1.  f.  4.  (1888). .  (3abo  de  Hornos 


Fam.  TIPÜLIDAE. 

Ozodicera  argentina  v.  d.  Wolp,  Tijdsóh.  v.  Entom.,  xxiv. 

147.  2.t.  15,  f.  1-2(1881) Bep.  Arg. 

Típula  flavoannalata  Jacobs,  An.  8oc.  Ent.  Belg.  xliv.  106.  Patagonia 

Típula  nudlcomis  Mq.,  Dipt.  Ex.  1. 1.  66.  6  (1888) Bs.  Aires. 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  279 

TipuU  nubífera*  v.  d.  Wulp.  Tijdach.  v.Ent  xxiv.  151.  8. 

1. 15.  f .  f?  (1881) Buenos  Aires 

Tipola  plctipennis  W]k.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  7  (1887) £st.  de  Magallanes 

Típula  puncticomis  Mq.,  Dipt.  ex.,  Supp.  ir.  15. 22.  1. 1,  f . . 

6(1^)) B.  A.  (E.  LcH.  A.) 

Tipnla  ruílrofitrls  Big.,  Biiss.  Se.  Cap  Hora.  Zool.  vi.  5.  6, 

t.  l,f.  8(1888) Cabo  de  Hornos 

Pacbyrrhlna  elegans  Fab.,  Syst.  Antl.  26. 10  (iQOb)(Tipvla).  Arg.  (Wulp) 

Pacbyrrhina  pnnctlírons  Mq.,  Dipt.  ex.  1. 1.  49.  8  (1888). . .  B.  A.  (E.  Loh.  A.) 

Fam.  SCIARIDAE. 

Sciara  atomarla  F.  Lch.    A.,  Bol.   Ac.  Córd.  xii.  402.  2. 

(1892) Rep.  Arg. 

Sciara  atra  Mq.,  Dipt  ex.,  1. 1.  78.  2  (1838) B.  A.  (E.  Lch.  A.) 

Fam.  MYCETOPHILIDAE. 

Ditomyla  iucerta  Big.,  Misa.  Se.  Cap  Hora.  Zool.  vi.  16.  24 

(1888) Cabo  de  Horaos 

Macrocera  testa  cea  Phil.,  Verh.  Zool.-bot.  ges.  Wien.  xv. 

617.2  (18(;5) Patagonia 

Macrocera  TbomsonlE.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.C.  Córdoba,  iv.  116. 

17  (1881) Patagonia  (Thomsom) 

=  Macrocera  fascipennit  Thoms.,  Eug.  Resa  448.  9  (1868). 
Platyura  autumnaüs  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii.  488.  22. 

2  (1892) Rep.  Arg.:  Bs.  Aires 

Platyura  macUenta  F.  Lch.  A.,  1.  c.  p.  482.  21.  1  (1892). . . .    Rep.  Arg.;  Chaco 
.Sciopbila  antárctica  Wlk.  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  884. 8(1887) . .    Patagonia 
SciopWlachUen8Í8Bl.,Hi8tfí8.ChUe,Zool. VII.  847.1(1852). .    Pat.  (F.  Lch.  A.) 
SclopbUa  clavata  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Ciencias  Córdoba 

XII.  417  (1892) Rep.  Arg. 

Sclopblla  formosensls  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii.  416. 10. 

1  (1892) ^ Formosa 

SclopbUa  Infirma  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii.  420.  18.  4. 

(1892) Rep.  Arg. 

SciopbUa  trlstis  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hora.  Zool.  vi.  18, 18. 

t.  8.  f.  2  (1888) Cabo  de  Hornos 

Neoempberla  varlpennis  F.Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii.  428. 

17.  1  (Empheria)  y  472  (Neoempheria)  (1892) Rep.  Arg. 

Lasloaoma  paranenals  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii.  418. 

9.  1(1892) Rep.  Arg. 

Tetra^iienra  calopus  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hora.  Zool.  vi. 

14. 19.  t.  8.  f.  8  (Sdophüa)  (1888) Cabo  de  Hornos 

Boletlua  obscnrlventrls  Big.,  Miss.  Se.   Cap  Hora.  Zool. 

VI.  18.  16.(1888) Cabo  de  Hornos 

Neoglaphyroptera   antárctica   Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hora, 

Zool.  VI.  12.  15.  1 8.  1  (BoleHna)  (1888) Rep.  Arg. 

Neoglapbyroptera  bipartita  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xii. 

409.  6.  1. 1.  1 1. 19  (Qlaphffroptera)  (1892) Rep.  Arg. 

Neoglapbyroptera  flavoscutellata  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Cor- 
Córd.  XII.  410.  7.  2  (Olaphyroptera)  (1892) Rep.  Arg. 

^  En  mis  «Insectos  de  Tucumán»  (An.  Mus.  Nac.  B.  Aires,  t.  xi,  p.  887),  señalé, 
por  un  U»p9U8  calami,  este  díptero  con  el  nombre  de  Típula  nubécula. 


280  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIKE8. 

Neo^laphyroptera    ui^^rosplenlaU    F.   Lch.   A.,  Bol.  Ac 

Córdoba,  xii.  411.  8.  8  (OlaphyropUra)  (1892) Eep.  Ar^. 

L.U  nnbUlpennla  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  884.  9  (1887). .     Patagonia 
MycetophUa  vollUns  F.  Lcb.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xil429. 

20.1(1892) Kep.  Arg. 


Fam.  BIBIONIDAE. 

Scatopse  atrata  Say,  Longos  Exp.  St.  Peteras  Biver  ix.  867 

(1824) Ba.  Aires.  (F.  Lch.  A.) 

Scatopae  carbonaria  Phil.  Verh.  Zool.-bot.  Ges.  Wlen.  xv. 

G10.4  ( 1865) Rep. Arg.(F.LcH.  A  ) 

-:  Scatop$e  fulvitartü  F.  Lch.  A.,  El  Nat.  Arg.  i.  299.  6 

(187B)(necMq.) 

Scatopse  paUldlpes  F.  Lch.  A.,  Nat.  Arg.  1.298.  5  (1878).  Rep.  Arg. 
Blbio  abbrevlatns  v.  d.  Wulp.  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.   1^. 

8  ( 1881 ) Bep.  Arg. 

Blbloautarcticus  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  896. 14  (1887).. .  Estr.  de  Magallanes 

Blbio  BUbaequalis  Rdi.,  Dipt.  aliq.  16.  88  (18f)8) Buenos  Aires 

Biblo  TicinuB  F.  Lch.  A.,  El  Nat.  Arg.  1.297.  8  (1878)  ..  Buenos  Aires 
Plecla  dlscolor  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  148.  2 

(1881) Rep.  Arg. 

Plecla  velutina  Mq.,  Dipt.  ex.,  Supp.  i.  21.7,  pl.  2.  f.  9. 

(1846) Rep.  Arg.(E.LcH.  A.) 

Plecla  vlttata  Wied.,  Auss.  Zweifl.  Ins.  i.  75.5  (1828) Rep.  Arg. (E.  Lch.  A.) 

DUopbuH  btcolor  Wied.,  Dipt.  ex.  8.  81  (1821) Montevideo 

Dllopbus  castaulpes  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn,  Zool.  vi.  17. 

26  ( ÁcanthocnemisJ  ( 1888) Cabo  de  Hornos 

Dllopbus  collaris  Guér.  Icón.  Rég.  An.  vii.  585.  pl.  98.  f.  7.  Rep.  Arg. 
DUophus  ulgripes  Bl.  in  Gay:  Hist.  fís.  y  pol.  Chile.  Zool. 

VII.  354.2  ( 1852) C.  de  Hornos  (Bigot) 

DUophus  pectoralls  Wied.,  Auss.  Zweifl.  Ins.  i.  76.2  (1828). . .  Montevideo 

DUophus  slmUis  Rdi.,  Dip.  aliq.  17.  89  (1868) #  Buenos  Aires 

DUophus  tboracicuB  Say,  Journ.  Ac.  Phil.  iii.  80 Montevideo  (Wulp) 

DUophus  trisulcatus  Mq.,  Dipt.  ex.  1. 1.  88.  1  ( 1888) Rp.  Arg.  (Wulp) 


Fam.  CHIRONOMIDAE. 

Ceratopougon  Blauchardl  Iches,  Bol.  Minist  Agr.  vi.  266 

( 190<3 ) Chaco 

Ceratopogou  claripenuis  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xiii. 

229.1   (1892) Rep.  Arg. 

Ceratopogou  Lahillellches,  Bol.  Min.  Agr.  vi.  264  (1906).    Chaco 
Pacbyleptus  Autequerae  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xiii. 

227.  2  (18ÍI2) Rep.  Arg. 

DIdymopbleps  hortorum  Weyenb.,  Stett.   Ent.  Zeit.  xliv. 

108.  fig.  ( 1883). Rep.  Arg. 

Burmeisteria  photopbUa  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxix. 

180.  12.  t.  5,  f.   16-18  (1886) Córdoba 

Chlronomus  autarctlcus  Wlk.,  Tr.  L.  8.  Lond.  xvii.  882. 

2  (1837) Est.  de  Magallanee 

Chlronomus   atomarlus  F.   Lch.   A.,  Bol.  Ac.   Córd.  xiii. 

248  ( 1892 ) Buenos  Aires 


BBETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  281 

Chironomus  baraderenais   F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xiii. 

244  (1892) Rep.  Arff. 

Cbiroiiomiis  bouaereiisls  E.  Lch.  A.,  Exp.  Rio  Negro,  Zool. 

88.  42  ( 1880) Rep.  Arg. 

=(?A.  proximiu  E.  Lch.  A.,  1.  c.  p.  88.  (neo  Mg.) 
Chironomus  hrasillensis  Wied.,  Auss.  Zweiñ.  Inseck.    i. 

15.  2  (1828) Montevideo 

Chironomus  chlorophilus  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxix. 

129.  6.  t.6.  f.  10  (1886) Córdoba 

Chironomus  coníusus  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Córd.   xiii.  257 

(1892) Rep.  Arg. 

Chironomus  cordovensis  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxix. 

127.  2.  t.  5.  f.  2, 3  (1886) Córdoba 

Chironomus  debilis  F.  Lch.  A.,  Bol.    Ac.  Córd.    xiii.   25(j 

(1892) Rep.  Arg. 

Chironomus  ftuminicola  *  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxix. 

127.  1.  t.  5.  f.  1  (1886) Rep.  Arg. 

Chironomus  hircus  Weyenb.,  Tijdsch.  v.    Ent.    xxix.  129. 

5.  t.  5.  f.  9  (1886) Rep.  Arg. 

Chironomus  inuocens   Weyenb.,   Tijdsch.   v.    Ent.   xxix. 

180.  10.  t.  5.  f.  14  (1886) Rep.  Arg. 

Chironomus  lateralis  Wlk.,  Tr.   L.    S.  Loñd.  xvii.  882.  8 

( 1887  ) Patagonia 

Chironomus  lepldus  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  Ent.    xxix.  180. 

8.  t.  5.  f.  12  (1886) Córdoba 

Chironomus  macularis  Weyenb.,    Tijdsch.  v.    Ent.  xxix. 

128.  4,  t.  5.  f.  5-8  (1886) Córdoba 

Chironomus  nocturnus  F.    Lch.  A.,    Bol.  Ac.  Córd.  xiii. 

248  (1892) Buenos  Aires 

Chironomus  obscuripennis   F.    Lch.  A.,   Bol.   Ac.   Córd. 

XIII.  248.8  ( 1892  ) Montevideo 

Chironomus  plateusis  F.  Lch.  A.,   Bol.  Ac.  Córd.  xiii.  255 

(1892) Rep.  Arg. 

Chironomus  sanus  Weyenb.,    Tijdsch.  v.   Ent.  xxix.  129. 

7.  t.6.  f.  11  (1886) Córdoba 

Chironomus  severus  Weyenb.,   Tidsch.  v.  Ent.  xxix.  180. 

9.  t.  5.  f.  18  (1886) Córdoba 

Chironomus  triomatus  Weyenb.,    Tijdsch.   v.  Ent.  xxix. 

128.3.  t.  5.  f.  4  (1886) Córdoba 

Chironomus   tutulifer  Weyenb.,   Tijdsch.  v.   Ent.    xxix. 

180.  11.  t.  5.  f.  15  (1886) Córdoba 

Chironomus  vUlosus  Big.,   Miss.  Se.  Cap  Horn.  Zool.  vi. 

8.2(1888) Cabo  de  Hornos. 

Bélgica  antárctica  Jacobs,  An.  Soo.  Ent.  Bel.   xliv.  107 

(1900) Patagonia. 

Bélgica  magellanica   Jacobs,  An.  Soc.  Ent.    Belg.   xliv, 

106  (1900) Patagonia. 

Camptocladius    nigripectus    Big.,    Miss.   Se.  Cap   Horn, 

Zool.  VI.  2.  1.  t.  1.  f.  1  (1888) Cabo  de  Hornos. 

Metrlocnemus  fnscipes   Mg.,    Syst.  Beschr.  i.  49.  65  (Chi- 

ronomus) Rep.  Arg.  (F.  Leu.  A.) 

=r  Chironomus  picipes  Mg. 
=^  Chironomus  carbo  Phil. 


*  F.  Lch.  A.  lo  da  como  sinónimo  de  Chironomus  honaerensis. 
Amal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Skr.  8%  t.  ix.  Octubrk  28,  1907.  19 


282  MUSEO   NACIONAL   DE   BUENOS   AIBES. 

Tanypui  íratercvlns  F.  Lch.   A.,  Bol.  Ac.  Córd.  xtii.  288 

(1892) Eep.  Arg. 

Tauypns  meudax  F.  Lch.  A.,  Bol.  Ac.  Górd.  xiii.  284  (1892)  Rep.  Ar^. 

Tanypns  pilotas  Big.,  Mi88.  Se.  Cap  Horn.   Zoo!,  vi.  8.  8. 

1. 1.  f.  2  (1888) Cabo  de  Hornos. 

Tanypus  publcornis  Fab.,  Syst.  Antl.  48.  28  (1805)  (Chiro- 

noniué ' Rep.  Arg.  (E.Lch.  A.) 


Fam.   CULICIDAE. 

MegarhiniiB  haemorrlioldalit  Fab.,  Ent  Syst.  iv.  401.  5 

(Culex) Rep.  Arg.(F.LcH.  A.) 

Me^rhliius  separatus  F.  Lrh.   A.,  Rev.  Mas.  La  Plata. 

II.  188  2  (1891) Rep.  Arg. 

JanthlnoRoma  Arribalza^e  Giles,  Handb.  Oiiat<<,  2  ed.  841 

(1900) Rep.  Arg.(F.LrH.  A.) 

=  J,  ditcrucians  F.  Lch.  A..  Rev.  Mus.  La  Plata  ii.  153 
(1891)  (nec  Wlk.). 
Janthlnosoma  posUcaU  Wied.,  Dipt.   exot.  i.  48.  2  (1824) 

(CuUx) Rep.  Arg.(F.LcH.  A.) 

Janthlnotomaff  oblita  F.  Lch.  A.,  Rev.  Mus.  La  Plata,  ir. 

154.  2  (1891) Rep.  Arg. 

Psoropbora  cUlaU  Fab.,  Ent.  Syst.  iv.  401.  (i  (1794)  (Culex)    Rep.  Arg. (E.  Lch.  A.) 
Psorophom  Holmberg^  F.  Lch.  A.,  Rev.  Mns.   La  Plata 

II.  142.  2  (1891 ) Rep.  Arg. 

.Stegomyia  íatclata  Fab..  Syst.  Antl.  86.  18  (CnJex)  (1805). .     Rep.  Arg.  (E.Lch.  A) 
—  Culex  mosquito  F.  Lch.  A.,  Rev.  M.  La  Plata  ii.  160. 

Culex  alblfascUtus  Mq.,  Dipt.  ex.  i.  1.   85.4  (1888) Rep.  Arg. (F.  Leu.  A.) 

Culex  confirmatuB   F.   Lch.  A.,   Rev.   Mus.   La  Plata,  ii, 

146.  2  (1891)  (Ochlerotafut) Rep.  Arg. 

Culex  íatlgans  Wied.,  Auss.  Zweifl.  Ins.  i.  10.   17  (1828).     Rep.  Arg. (F. Lch.  A.) 
11^  Ueteronyeha  dolosa  F.  Lch.  A.,  Rev.  Mus.  La  Plata,  ii. 
156.  1  (1891). 

Culex  flavlpes  Mq.,  Dipt.  ex.   i.  1.   85.  5  (1888) Rep. Arg. (E.Lch.  A.) 

Culex  taeulorbynchus  Wied.  Dipt.    ex.  i.  48.1(1824)....     Rep. Arg. (E.Lch. A.) 
Taenlorbyucbus  coufinuis  F.  Lch.  A.,  Rev. Mus.  La  Plata 

II.  149.  2  (1891) Rep.  Arg. 

Taeniorhyncbus    íasclolatus    F.  Lch.  A.,  Rev.  Mus.     La 

Plata.  II.  150.  8  (1891) Rep.  Arg. 

Maiisoiiia  tltfllans  Wlk.,  List.  i.  p.  3  (1848)  (Culex) Rep.  Arg. (F. Lch.  A.) 

:^  Taeniorhynchus  taeniorhynchus  F.  Lch.  A.  Rev.  Mus. 
La  Plata,  ii.  148.  1  (1891). 
Aedeomyla  squamipennis  F.  Lch.  A.,  Rev.   Mus.  La  Plata 

II.  162.  1  (1891)  {Aedes) Rep.  Arg. 

Urauotaenla  geométrica  Theob.  Monog.  Cul.  ii.  247  (1891).     Rep.  Arg.  (Brkthks) 
Uraiiotaeuia  Natallae  F.  Lch.  A.,  Rev.  Mus.   La  Plata,  ii. 

164.  1  (1891) Rep.  Arg. 

Urauotaeufa    pulcberrima    F.     Lch.    A.,  Rev.  Mus.   La 

Plata.  II.  165.2,  pl.  4.  f .  4  (1891) Rep.  Arg. 

Sabetbes  remipes  Wied.,  Auss.  Zweift.  Ins.  i  578.  1  (1828) 

(Culex) Rep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 

Auopheles  auuullpalpls  F.  Lch.  A.,  El  Nat.    Arg.  i.  149. 

1(1878) Rep.  Arg. 


BBETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  283 

Cellia  argyroUnis  Bob.-Desv.,  Easai  Culic.  411  (1827) 

(Culex) fiep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 

=  AnophéU»  albüartia  F.  Lch.  A.,  El  Nat.  Ar^.  k  150.  2 
(1878). 

Fam.  SIMÜLIIDAE. 

Simulium  antarotloum  Big.,  Misa.  Se.  Cap  Horn.  Zool.  vi. 

15.  28  (1888) Cabo  de  Hornos. 

Slmullum  anthmcinum  Big.,  Misa.  Se.  Cap  Horn,  Zool.  vi. 

15.  22  (1888) Cabo  de  Hornos. 

Slmullam  cbilense   Phil.,  Verh.  Zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv. 

634.  6(1885) C.  de  Hornos  (Bioot) 

Simitlinm  ñilvescena  Bl.  iii  Gay:  Hist.  fis.  y  pol.  Chile. 

Zool.  vil.  853.1  (1862) C.  de  Hornos  (Bigot) 


Fam.  PSYCHODIDAE. 

Psycboda  dubia  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn.  Zool.  vi.   4.   5 

(1888) Cabo  de  Hornos. 

Psycboda  byalluata  Bl.  in  Gay:  Hist.   fis.  y  pol.    Chile. 

Zool.  VI.  851.3  (1852) O.  de  Hornos  (Bioot) 

Psycboda  venusta  Weyenb.,  Tijdsch.  v.  £nt.  xxix.  182.  2. 

t.  5.  f.  19(1886) fiep.  Arg. 


Fam.  RHYPHIDAE. 

RbypbusíuBCipeuuiB  Mq.,Dipt  ex.  i.  1.80. 1. 1. 11.  f.  2  (1888).  C.  de  Hornos  (Bioot) 

Fam.  STRATIOMYIDAE. 

Uadrestla  aeuea  Thoms.,  Eug.  Resa.  454.  pl.  9  f.  8  (1868). .  Patagouia. 
Ptectlcus  testaceus   Fab.,  Ent.  Syst.    iv.   888;    id.   Syst. 

Antl.  257 Rep.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Uermetla  Ulaceiis  L.,  Syst.  Nat.  xi.  979. 2  (1767)  (Musca). .  Rep.  Arg.  (Wbyknb.) 

Hermetla  rufiveutris  Fab.,  Syst.  Antl.  63.  2  (1805) Rep.  Arg.  ( Wülp) 

Odontomyla  altlírous  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.xxxi.  2íi8.  Rep.  Arg. 

Odontomyia  bucepbala  Gerst,  Linn.  Eiit.  xi.  826.  8  (1857). .  Montevideo 

Odontomyla  feuestrata  Thoms.,  Eug.  Resa  455  ( 18<íH) Buenos  Aires 

Odontomyla  Inermis  AVied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  71(1880) 

(StrcUiomya)  Montevideo 

Odontomyla  nidiceps  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxxi.  866.  Rep.  Arg. 

Odontomyla  pulcbra  Wied.,   Anal.  Entom.   28.  82  (1824)..  Rep.  Arg.  (Weyknb.) 

Odontomyla  Vanderwulplana  n.  n Rep.  Arg.  (Wulp.) 

*  =.  Odontomyia  mactdifrons  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent. 
XXXI.  864  (nec  Wlk.) 

Blastócera  atra  WandoUeck,  Wien.  Ent  Zeit.  xvi.  216..  Sta.  Cruz  (R.  Arg.  ?) 

Laslopa  vlttata  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  155 Rep.  Arg. 

Stratlomyia  connexa  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  154.  Rep.  Arg. 

Stratiomyla  muUbUIs  Fab.,  Ent.  Syst.  iv.  266.  18(1794). . .  Rep.  Arg.  (Wulp) 

Cypbomyia  auriflamma  Wied., Zool.  Mag.  i.  3.  51.21(1819). .  Montevideo  (Wlk.) 


284  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

Cypbomyia  Wledemanni  Gerst., Linn.  Ent.  yi.  202. 19  (1857)    Misiones  (£.  Lch.  A.) 
Nemotelns  íasclmtlArons  K.  Lcb.  A.,  Exp.  Rio  Ne^^^.  Zool. 

89.  48  (1880) Eep.  Ar^c. 


Fam.   COENOMYIDAE. 

Chiromyza  vitUta  Wied.,  Nov.  Dipt.   Gen.  20.  f.  8  (1820).  R.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Fam.    TABANIDAE. 

Pangonia  australis  Phil.,  Verh.  Zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv. 

710 Patag.(E.  Lch.    A.) 

Pangonia  fascUU  Mq.,  Dipt.  ex.  i.  1.  103  (1888) Entre  Ríos  (Lütz) 

Pangonia  fllipalpls  Will.,  Kans.  Univ.  Quart.  iii.  190 Rio  Paraguay 

Pangonia  laHiopiítlialma  v.  d.  Wulp,  Tijdscb.  v.  Ent.  xxi. 

865.  pl.  9.  f.  6 Rep.  Arg. 

Pangonia  morio  v.  d.  Wulp,  Tijdscb.  v.  Ent.  xxiv.  156...  Rep.  Arg. 

Pangonia  sorbens  Wied.,  Aush.  sweiñ.  Ins.  i.  98. 18  (1828).  Montevideo 
Esenbeclcia  Bsenbecliiii   Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  628. 

19  (1880) Rep.  Arg.  (Rdi.) 

*  =  Eaenheckia  pemgonina  Rdi.  Dipt.  ex.  88  (1868). 

miviiis  rañpes  Mq.,  Dipt  ex.,  Supp.  iv.  87.  1  (1850) Rep.   Arg. 

Scepsis  nivalis  Wlk..  Üipt.  Saund.  71.    pl.  2.  f.   7  (1850).  Montev.  (E.Lch.  A.) 

Lepiselaga  albitarsis  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  86. 1(1850)  Buenos  Aires 
Lepiselaga  crassipes  Fab.,  Syst.  Antl.  106.  4  (1805)  (Hae- 

matopota) Misiones  (E.  Lch.  A.) 

l.epÍ8elaga  parva  Will.,  Kans.  Univ.  Quart.  ni.  192 Río  Paraguay 

StilMMoma  theotaenla  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.   1. 186  (Ta- 

bantut) Montevideo 

Dicbelacera  flava  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  1. 168  (Tahcmw)  Montevideo 

Dicbelacera  nubipennis  Rdi.,  Dipt.  aliq.  16.  87  (1868) Mendoza 

Dicbelacera  nniíksciata  Mq.,  Dipt.  ex.  i.  1. 115.  8  (1888).  Bs.  As.  (E.  Lch.  A.) 
Acantbocera    exstlncta  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  214.  2 

(  Haematopota  ) Montevideo 

Dlacblorus  curvipes  Fab.,  Syst.   Antl.  107.  8  (Tahcmua), . .  R.  Paraguay  (Will.) 
Dlacblorus   ocbraceus  Mq.,  Dipt.  exot.   Supp.   iv.  86.  4 

(DiahasU) Ck>rrientes 

Tabanus  UblpUpis  Rdi.,  Dipt.  aliq.  18.  88  (Agdanius)  (1868).  Santa  Fe,  Córdoba 
Tabanus  albobirtus  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  888.  18  (1887)  Cabo  S.  Gregorio 
Tabanus  augustus  Mq.,  Dipt.  exot.  i.  1.  186.  29  pl.  17.  f.  8.     Montevideo 

Tabanus  bonarlensis  Mq.,  Dipt.   ex.  1. 1.  188.  88  (1888) Buenos  Airea 

=  Ágelanitts   acupuiicUUíis   Rdi.,  Dipt.    aliq.  15.   26. 

Tabanus  callosus  Mq„  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  171 Rio  Negro  (R.  O.  U.) 

Tabanus  dorslger  Wied.,  Dipt.  exot  i.  83.  88 Montevideo 

Tabanus  duplovlttatus  Rdi.,  Dipt.  aliq.   14  (Agelanius) . .  Bs.  A.,  Babia  Blanca) 

Tabanus  erythraeus  Big.,  Mém.  Soc.  Zool.  Fr.  v.  687 La  Plata 

Tabanus  flaviventrls  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  171.pl.  1.  f.  4.    Rio  Negro  (R.  O.  U. 


^  El  nombre  dado  por  Wiedemann,  Silviua  Esenbeckii,  debe  cambiarse  en  Eeen- 
beckia  Esenbeckii^  si  se  adopta  este  último  género,  y  no  hay  razón  para  emplear  el 
adjetivo  pangonina. 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  285 

TatMums  hamatns  y.  d.  Wnlp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  159. 

pl .  15.  f .  7 .^ Bep.  Arg. 

Tabauus  HUarU  Mq.,  Dipt.  exot.  i.  2.  185  (1888) Rep.  Arg. 

TabauuB  Impressus  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  i.  126.  28 Montevideo 

TatMinus  inornatus  Phil.,  Verh.  zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv. 718.  Rep.  Arg.  (Wülp) 

Tabanas  interposttusRdi.,  Dipt.  aliq.  15.  85  (Agdanitut) Mendoza 

Tatwnus  lineóla  Fab.,  Ent.  Syst.  v.  869.  88  (1794) B.  Aires  (E.  Lch.  A.) 

Tabanus  ma^ellaniciis  Phil.,  Verh.  zool.-bot.   Ges.  Wien. 

XY.  717 Magallanes  ^ 

Tabanus  mlnor  Mq.,  Dipt.  Exot.  Supp.  iv.  88. 106  (1850). . . .  Patagonia 

Tabanus  mlssionum  Mq.,  Dipt.  Exot.  i.  2. 186 Misiones 

Tabanas  mouochroma  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  555.  27. . .  Montevideo 
Tabauus  nlgrlñ-ons  Phil.,  Verh.  zool.  bot.   Ges.  Wien.   xv. 

720.29  (1865) Patagón.  (E. Leu.  A.) 

Tabauus  psolopterus  Wied.,  Auss.   zweifl.  Ins.    i.  181.  105 

(1828). . . .'. Montevideo 

Tabauus  puugens  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  1. 175.  97  (1828). .  Montevideo 

Tabanus  rubescens  Mq.,  Dipt.  exot   1. 139. 84  (1888) Montevideo 

Tabanus  rubiicosus  V.  d.  Wülp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  161. 

pl.  15.  f.  9 Rep.  Argentina 

Tabauus  testa ceomaculatus  Mq.  Dipt.  exot.  t.  140.86 Rep.  Arg.  (Wdlp) 

Tabanus  trfgouophorus  Mq.,  Dipt.  exot.  i.  2. 1% Misiones 

Tabanus  trltus  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  888.19  (1887). . . .  Cabo  San  Gregorio 

Tabanus  trlvittatus  Fab.,  Syst.  Antl.  104  (1805) Rep.  Arg.  (Wülp) 

Tabanus  unlclnctus  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxiv.  159.  Rep.  Arg. 
Tabanus  uru^ayensls  E.  Lch.  A.,   Bol.  Ac.  Córd.  iv.  186 

(1881) Uruguay 

=  Tahcmu»  pictipennú  Mq.,  Dipt.  Exot  Supp.  iv.  32.102. 

pl.  2.  f.  8  (nec  Mq.,  S.  Buffon). 

Tabanus  varipes  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  887.17  (1887). .  Uruguay  (Wlk.) 

Therloplectes  Itmbatus  Big.,  Mém.  Soc.  Zool.  Fr.  v.  642.. .  Buenos  Aires 


Fam.   ACANTHO^ERIDAB. 

Acautbomera  teretruncum  Fiebrig,  Zeitsch.  Insectenbiol. 

1906, p.  844.  ffs Paraguay 


Fam.  NEME8TRINIDAE. 

Hirmoneura  exótica  Wied.,  Anal.  Ent.  20.5 Montevideo  (Wibd. ) 

Bs.  Aires  (E.  Lch.  A.) 
Hirmoneura  lurlda  Rdi.,  Dipt.  aliq.  10.  t.  4.  f .  10  (1868). .     Mendoza 
Hirmoneura  Strobelli  Rdi.,  Dipt.  aliq.  11.  t.  4.  f.  11  (1868). .     Córdoba,  Santa  Pe 


Fam.  ACROCERIDAE. 

Panops  aeneus  Phil.,  Verh.  zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv.  647..     Rep.  Arg.  (Wülp) 
Panops  carbonarius  Phil.,  Verh.  zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv. 

618.5(1865) Rep.  Arg.  (Wülp) 


286  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


Fam.  MTD ASIDAS. 

Nydas  aplcalls  Wied.,  Ansa,  iweifl.  Ins.  ii.  629.94  (1880)...  Buenos  Aires 
Nydas  cin^^atus  Will.,  Kans.  Ac.  Se.  29*"  ano.  Meeting. 

57 Paraguay 

Mydas  notospilus  Wied.,  Auss.  Eweiñ.  Ins.  i.  214.10  (1828)...  Montevideo 
Mydas  teitacelrentrls  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  61.  t.  5. 

f .  6  9  (1850) Uruguay 


Fam.  ASILIDAE. 

Dasypogon  coatalisE.  Lch.  A.,  An.  S.  Gient.  Arg.  ix.  29..  Kep.  Arg. 
Dasypogon  dorsalls  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  180.  60.  pl.  1. 

f.l2 Rio  Negro:  K.  O.  U. 

Leptogaster  bicolor  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  191.  8.  pl. 

8.  f.  6  (Gonypea) Río  Negro:  R.  O.  U. 

T^eptogaster  Torno wi  Bréthes,  An.  Mus.  Bs.  Aires,  xi.  887. .  Tucumán 
Pleslomma  semlmíaWied.,  Auss.  zweifl. Ins.  1.898.42  (1828) 

(Datypogon) Rep.  Arg.  (Wulp) 

Dizontas  tristía  Wlk.,  Dipt.  Saund.  93  (ÍiícA)(Datypogon). .     Rep.  Arg.  (Wülp) 
Prolepsls  lucifer  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  888.84  (1828) 

(Dasypogon) Uruguay 

Tolmerolestes  fax  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xi.  80.  46 

(1881) Buenos  Aires 

Tolmerolestes  Pluto  E.  Lch.  A.,   An.  S.  Cient.  Arg.   xi. 

112.47(1881) Buenos  Aires 

Tolmerolestes  mbrlpes  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xi. 

114.48  (1881) Rep.  Arg.,  San  I:^uííí 

Cylicomera  fraterna  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xi. 

117.49  (1881) Buenos  Aires 

Cylicomera  mbroíksciata  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xi. 

119.50  (1881) Buenos  Aires 

Myolestes  I^y neblí  Bréthes,  An.  Mus.  Buenos  Aires,  xi.  838 

(1904) Tucumán 

Dicranus  Tucma  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix.  26  (1880).  Rep.  Arg. 
Archllestris   capnoptems  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  876 

(  Dasf/pogon) Montevideo 

Holopogon  bullatas  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv.  100.  Rep.  Arg. 
Hypeuetes  asUlformis  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv.  101.  Rep.  Arg. 
Holcocepbala  puUata  Burm.,  Reise  d.  d.  La  Plata   Staaten 

II.  170  (nom.  nud.) Tucumáu 

Holcocepbala  nruguayensis  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

XIV.   138(1882) Uruguay 

Scylatlcus  dlstingueudus  E.  Lch.  A.,  An.   S.  Cient.    Arg. 

XI.  121  (18S1) Buenos  Aires 

Theromyia   breviventrls  Mq.,   Dipt.    exot.  Supp.    iii.  181 

pl.   1.  f.  13  (Dasypogon) Rio  Negro:  R.  O.  U. 

Lastaurus  ardens  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  891  (1828)  (Da- 
sypogon)      Rep.  Arg.(E.  Lch.  A.) 

Allopogou  ferragineus  E.    Lch.   A.,  An.  Soc.  Cient.  Arg. 

X.  182  (1880) Mendoza 

Allopogon  Heydenll  Jaenn.,  Neu.  exotisch.  Dipt.  481.  pl.  2. 

f .  1  (Dasypogon) Corrientes 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  287 

Allopof^u    tníamatUB   E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.   x. 

188.  44  (1880) Buenos  Aires 

Allopo^^on  tessellatUB  Wied.,  Auss.  Eweifl.  Ins.  i.  890(1828) 

(Dasypogon) Montevideo 

Allopo^ou  vlttatuB  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  SÜ&(Da9f/pogon)    Montevideo 
::3  Dasypogon  longiunguUUus  Mq. 
=  Deuypogon  anntdiíarsis  Rdl. 
==  AUopogon  graeüe    Big. 
Neolaparus  argeutluus  v.  d.   Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.   xxv. 

^  (Laparut) Rep.   Arg. 

Deromyia  placida  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv.  94 Rep.  Arg. 

Deromyla    Weyenbcrghll    v    d.    Walp,   Tijdsch.  v.  Ent. 

xxv.  98 Rep.  Arg. 

Rlephareplmn  coarctatnin  Perty,  Del.  anim.  Bras.  181.  pl. 

(i.  f.  4.  (Laphria) Rep.  Arg.(E.  Leu.  A.) 

m  Dattipogon  bonarienais  Mq. 
r-r  Dasgpogcm  síihcorüractus  Wlk. 
1:=:  Dcí*ypogon  »ee.abilia  Rdi. 
:ri  Senobcms  annulaiuJt  Big. 
PhonicocleptetBiisIrls  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xi.  21. 

45  (1881) Buenos  Aires 

Nef^poda  Gttutherl  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Client.  Arg.  xii.  18B 

(1882) Buenos  Aires 

Atomosta  Beckeri  Jaenn.  N.  exot.  Dipt  51  (18B7) B.  Aires  (E.  Lch.  A.) 

Atomosla geniculata  Wied.,  Auss. zweifl.  Ins.  i. 528  (Laphria)    Rep.  Arg  (Wulp) 

Atomosla  Umbiventris  Thoms.,  Eug.  Resa,  466  (1868) Montevideo 

Atomosla  modesta  Phil.,  Verh.  zool.-bot.  Ges.  Wien,  xv.  ()85    Rep.  Arg.  (Wülp) 

Atomosla  pUipes  Thoms.,  Eug.  Resa,  465  (1868) Buenos  Aires 

Atomosla venustula  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix. 50(1880)    Rep.  Arg. 
Rhathltbomyla  nltidula  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xiv. 

187  (1882) Rep.  Arg. 

Cerotalnla  rhopalocera  E.  Lch.  A,  An.   S.  Cient.   Arg. 

XIII.   189  (1882) Rep.  Arg. 

Cerotainia  ▼iolaceitborax  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

IX .  52  (1880) Buenos  Aires 

Laphrta  alMtlbla  Mq.,  Dipt,  exot.  Supp.  iii.  185.  t.  2    f .  6.    Rio  Negro:  R.O.  U. 
Aslcya  íasctota  E.  Lch.  A,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix.  227  (1880)    Buenos  Aires 
Dasythrix  lencophaea  £.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix.  55    Buenos  Aires 
Lycomyia  Germalnl  Big.,  An.  Soc.  Ent.   Fr.   (1857)  290. 

t.   6.  f .  8 Rep.  Arg.(E. Lch.  A.) 

Triclioscelis    Burmelsterl  Roder,  Stett.    Ent.  Zeit.  lxi. 

888(1900) Rep.  Arg. 

Triclioscelis  femorata  Roder,  Stett.  Ent   Zeit.   lxi.  889.     Rep.  Arg. 
Mallophora  Bergil  E.  Lch    A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix.  257    Uruguay 

::^?  Mallophora  pica  Mq. 
Mallopliora  Rlgotli  E.  Lch.  Ar.,  Bol.  Ac.  Cieñe.  Córd.  iv. 

146  (1881) Buenos  Aires 

=  Mallophora  soccaía  E .  Lch .  A .  (neo  Thoms . ) 
Mallophora lugnbrtsE.  Lch.  A.,  An.  Soc.  Cient.  Arg.  ix. 

552  (1880) Misiones 

Mallophora  minos  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  478  (Asilus).    Rep.  Arg.  (Wüi.p) 
Mallophora  nl^lventris  Jaenn.  N.  exot.  Dipt.  58(1867)..     Paraguay 
Mallophora  Plato  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  i77  (Asütu).     Rep.  Arg.  (Wülp) 
Mallophora  scopifer  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  478  (AsVm).    Buenos  Aires 


288  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Mallophorarulicauda  Wied.,  Ausfl.  Eweifl.  Ins.  i.  476  (Aiñlwt)  Montevideo 

^r:  MaUophora  aoceata  Thoms. 
Mallophora Bcatellaiia  E.   Lch.    A.,  An.  8.  Cient.  Ar«c. 

IX .  254  (18H0) Misiones 

Mallophura  ve^peta  E.  Lch.  A.,  An.  Soc.  Cient.  Ar^.  xiv.  140.  Buenos  Aires 
Proetophorus   connexus  Wied.,  Auss.   zweifl.  Ins.  i.  497 

(AtilutJ Montevideo 

Brax  bUiueatut  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv.  115 Rep.  Ar^. 

Erax  flavldat  Wied.,  Auss.   Eweifl.  Ins.  i.  478  (182H) Uruguay  (E.Lch.A.) 

Brax  lon^terebratus  Mq.,  Dipt  exot.  Supp.  iv.  88.  t.  8  f.  7.  Rep.Arg.:  Patagonia 

Erax  mellinvs  Wied.,  Auss.  eweifl.  Ins.  i.  465  (Anlus) Montevideo 

Erax  patagoniensit  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  88 Patagonia 

Erax  platensis  n.  n Uruguay 

=■  Ertjuc  fiavidu»  Mq.,  Dipt.  exot.  i.  2.  114  (nec  Wied.) 

Erax  mlltibU  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  187.  t.  2.  f.  11. . . .  Rio    Negro    (R.    O. 

Uruguay  ?) 

Erax  senills  Wied.,  Auss.   Eweifl.  Ins.  i.  471  (AtiluM) Montevideo 

Erax  stmplex  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  187.  pi.  2.  f.  14..  Rio  Negro 

Erax  singularts  Mq.,  Dipt.  exot.  i.  2.  111.  pl.  2.  f.  18  ....  Rep.  Arg.(E.LcH.  A.) 

Erax  striola  Fab.,  Syst.  antl.  172  (1806)  (Dasypogon) Rep. Arg.( E.Lch.A.) 

Proctacantbus  brevlpennis  Wied.,  Auss.  eweifl.  Ins.  i.  481 

(1828)  (Aitüíu) Rep.  Arg.  (Wülp) 

Proctacantbas  brevlstylatut  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent. 

xxv.  111 Rep.Arg. 

Proctaeantbaa  cmentus  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  ix. 

264  (1880) Misiones 

Proctacantbus  leucopof^n  Wied.,  Auss.  sweifl.  Ins.  i.  480 

(1828)  (asUum) Montevideo 

Proctacautbas  macrotelna  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  840 

(1887) //l«/u«j Uruguay 

Proctacantbua  rubrlventris  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  tv.  87. 

t.  8.  f.  8 Rep. Arg., Montevideo 

m  Anilut  ( Proetacanthtu )  xarUhopogon  Burm.,  Reise 
z-  Erax  fpeeionu  Phil. 
Proctacantbus  senectua  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv. 

110 Rep.  Arg. 

Proctacantbas  vetastus  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  840 

(A»ilu9) Uruguay 

Proctacantbas  vittatus  E.  Lch.  A.,  An.    S.  Cient.  Arg.  ix. 

261  (1880) Misiones 

Epltrlptas  albisetosus  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxv.  116.  Rep.  Arg. 

Heligmoneura  rofipalpis  Mq.,  Dipt.  Exot.  i.  2.  146  (Asilas).  Rep.  Arg.,  Uruguay 

lieptobarpactlcas  muelas  Wlk.,  List.  ii.  468  (1819)  (Anlus).  Montevideo 

Asilas  cayanas  E.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  x.  175  (1880).  Mendoza 

AsUas  Imltator  E.  Lch.  A.,  An.S.  Cient.  Arg.  xv.  79(1883).  Rep.  Arg. 

Asilas  mucidus  Wlk.,  Tr.  L.  S.  Lond.  xvii.  340  (1887) Patagonia 

Fam.  BOMBYLIIDAE. 

Exoprosopa  alblventrisMq.,  Dip.  exot. Supp.  iii.  198.  t.  8.  f.  8.  Río  Negro 
Exoprosopa  extensa  v.  d.  Wulp,  Tijdsch.  v.  Ent.  xxxi.  867. 

t.  10.  f.  1 Rep.  Arg. 

Exoprosopa  maldonadenais  Mq.,  Dip.  exot.  Suppl.  iv.  107. 

t.  10.  f.  6.  (1850) Maldonado  (  Mq.), 

Rep.  Arg.  (Wülp) 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  289 

ExoproBopa  SanctI  Paull  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  1.  50.  87  (1840)    Bahía  Blanca  (Rdi.) 
Bxoprosopa  uruguayi  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  1.  50.  1. 18.  f.  8  (1840)    Uruguay,  Misiones 
=:  Aiührax  crepusctdaris  F.  Lch.  A. 

Antlirax  amasia  Wied.,  Auss.  Eweifl.  Ins.  i.  817  (1828) Uruguay,  Argentina 

=.  ArUhrax  vicina  Mq. 
Antbrax  ambigua  F.  Lch.  A. ,  El  Nat.  Arg.  i.  268  (1878). . .    Buenos  Aires 

Antlirax  barblyentrls  Bdi.,  Dipt.  aliq.  Strobe],  18  (1868) Mendoza 

Antbrax  costalls  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  299(1828) Montevideo 

Antbrax  dltaenla  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.   i.  288  (1828)..     Montevideo  (Wibd.) 

B8.As.(F.  LcH.A.) 
Antbrax  bypoxantba  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  1.  65.  t.  21.  f.  8  (1840)    Rep.  Arg.  (Wulp) 
Antbrax  leucocepbala  v.  d.  Wulp,  Tijdsch  v.  Ent.  xxv.  81.    Rep.  Arg. 
Antbrax  melaleuca  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  299  (1828)    Montevideo 

Antbrax  minas  Mq.,  Dipt.  ex.  Supp.  iii.  198.  t.  8.  f .  10 Rep.  Arg.  (Wulp) 

Antbrax  minerva  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  295  (1828)...     Montevideo  (Wibd.) 

Rep.  Arg.  (F.  Lch. 
A.) 

Antbrax  nigríta  Fab.,  Syst.  Ent.  757.  7  (1775)  (Bibio) B.  A.  (Burm.  ) 

Antbrax  plumlpes  Phil ,  Stett.  Ent  Zeit.  xxxiv.  807.  8  (1878)    Mendoza 

Antbrax  púdica  F.  Lch.  A.,  El  Nat.  Arg.  i.  275  (1878) Buenos  Aires 

=  ArUhrax  melaleuca  F.  Lch.  A.  (nec  Wied.) 
Antbrax  stympballs  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  252  (1828).     Montevideo 
Antbrax  subaequalis  F.  Lch.  A.,  El  Nat.  Arg.  i.  207  (1878).    Buenos  Aires 

Nullot  cinereuB  F.  Lch.  A.,  El  Nat  Arg.  i.  278  (1878) Buenos  Aires 

Mullo  lateralls  RdL,  Dipt.  aliq.  Strobel.  12.  t.  4.  f.  9  (1868)    Mendoza 

Mullo  marginalis  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  12  (1868) Bahía  Blanca 

Argyramaeba  Imitans  Sch.,  Reise  Dipt.  Novara.  122(1868)    Bs.  As.  (F.  Lch.  A.) 
Argyramaeba  Oedipus  Fab.,  Syst.  Antl.  128.  22  (1805). ...     B.  A.  (F.  Lch   A.) 
Bombyilua  abdominalls  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  846.  24    Montevideo 
Bombyllus  ocbraceus  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1892,  864...     Montevideo 
Heterofitylum  bicolor  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxxi.  866. 

t.  9.ff.  7,8(1888)  (Comastes) Rep.  Argentina 

PbtbirU  ptcta  Phil.,  Verh.  z.-b.  Gess.  Wien,  xv.  658. 8  (1865)    Argentina  (Wui.p) 
Syst  ropos  conopoides  Künck.  d^Herc,  Bull.  Se.  Fr.  et  Belg. 

XXXIX.  147  (1905) Buenos  Aires 

♦  z=:  Sydropus  macilerUus  Lahille  Cnec  Wied.) 
Comptosia  fasclpennis  Mq.,  Dipt.  ex.   ii.  1.  81.  1. 14.  f.  1.     Montevideo 
Comptoslá  I^audbeclU  Phil.,  Verh.  z.-b.  Wien.  xv.  677.  4.     Argentina  (Wulp) 
Toxopbora  áurea  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  197.  t.  8.  f.  14.    Río  Negro 
Dlscblstus  amabills  v.  d.    Wulp,   Tijdsch.   v.   Ent.    xxiv. 

162.  t.  15.  f.  10.  (1881) Argentina 

IllscblstustransatlanticusPhil.,  Verh.  z.-b.  Wien.  xv.  649. 

8  (1865;  (Bomhyliuí) Argentina  (Wulp) 

Hyperalonla  erytbrocepbala  Fab.,  Syst.  Antl.  118.  4  (1805) 

(ArUhrax) Argent.  (Wulp),  Pa- 

tagonia  (Rdi.) 
Hyperalonla  Proserplna  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  i.  257.  6 

(1828)  (Anthrax) Argent.   (F.  Lch.  A.) 


Fam.  THEREVIDAE. 

PtUocepbala  costata  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxxi.  868.  Rep.  Argentina 

Psllocepbala  mblda  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxxi.  869.  Rep    Argentina 

Amal.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8»,  t.  ix.  Octubre  29,  1907.  20 


290  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Fam.  EMPIDIDAE. 

Tactaydromlaeanf^lneaF.  Lcb.  A.,  ElNat.  Arg.  1.294  (1B78)  Buenos  Aires 
I^emtopeza    (iiec    Leptopeza)  rívosa  Big.,  Miss.  Se.  Cap 

Horn.  Dipt.  21  (1888) Cabo  de  Hornos 

Hemerodromla  aualls  Thoms.,  Eug.  Besa,  474.47  (1868). . . .  Patagonia 

Chellpoda  vlttoU  F.  Lcb.  A.,  £1  Nat.  Arg.  i.  294  (1878) Buenos  Aires 

Ocydromta  elegans  Big.,  Miss.  8c.  Cap  Horn,  Dipt  21.   t. 

8.  f .  5  (1888) Cabo  de  Hornos 

Bmpit  antárctica  Wlk.,  Tr.  Linn.  8oc.  Lond.  zvii.  841  (1887)  Estr.  de  Magallanes 

Bmpls  auttaraclna  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn.  Dipt.  19  (1888)  Cabo  de  Hornos 

Bmpit  coiaUs  Thoms.,  Eug.  Besa.,  471.41  (1868) Patagonia 

Gmpls  fülya  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  841.27(1887).  Est.  de^MagaUanes 

Bmpit  lolwlls  Thoms.,  Eug.  Besa.  472.42  (1868) Patagonia 

Empls  macrura  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1889. 181 Buenos  Aires 

Empls  quadrlTlttaU  F.  Lch.  A.,  £1  Nat.  Arg.  i.  292  (1878).  Buenos  Aires 

Bmpls  ttaermopli'la  Wiod.,  Auss.  zweifí.  Ins.  ii.  4  (1880). . . .  Montevideo 

Bmplg  oraguayeuslB  F.  Lcb.  A.,  El  Nat.  Arg.  i.  296  (1878)  Uruguay 

Bmplt  Tlcina  F.  Lcb.  A.,  El  Nat.  Arg.  i.  294  (1878) Buenos  Aires 

8pliicoBat  bicolor  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn,  Dipt.  19  (1888). .  Cabo  de  Hornos 
Hllarempls  brachyrrhynclia   Thoms.,  Eug.    Besa,   474.46 

(1868)  (Hüara) Patagonia 

Hllarempls  holoserlcea  Tboms.,  Eug.  Besa.  478.45  (1868) 

(Hüara) Patagonia 

Hilarempls  latlcornis  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn,  Dipt.  20 

(1888)  (Hüara) Cabo  de  Hornos 

Hllarempls  ma^ellanlca  Big..  Miss.  Se.  Cap  Horn,  Dipt  20 

(1888)  (Hüara) Cabo  de  Hornos 

Hllarempls  ochracea  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn,  Dipt.  22, 

t.  8.  f.  4  (1888)  (HeUodromia) Cabo  de  Hornos 


Fam.  DOLICHOPODIDAE. 

PsUopodlnuB  eqoestrls  Fab.,  Syst  Ent.  782.50  (1775)  (Mtuca)    Bep.  Arg.  (Wülp) 
PslIopodinuB  smaraf^dulus  Wied.,    Auss.  zweiñ.   Ins.  ii. 

225  (1880)  (Paüapwt) Montevideo 

Psllopodlnus   superbuB   Wied.,  Auss.    zweifl.  Ins.  ii.   228 

(1830)  (Pñlopus) Montevideo 

Agonosoma  cllUarsIs  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent  xxxi.  869 

(1888)  (l^hpits) Bep.  Arg. 

Diapliorus   exunguls  Thoms.,  Eug.  Besa,  506.108  (1868)...     Buenos  Aires 
Cbrysotus  luctuosas  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Horn.  Dipt.  28..     Cabo  de  Hornos 
Dolichopus  adustas  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  281  (1880)    Montevideo 
Nearlgona  clnerelcollís  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.   Ent.  xxxi. 

870  (1888)  (Saucropus) Bep.  Arg. 

Medeteras  antárcticas  Wlk.,  Tr.  Linn.  S.  Lond.  xvii.  847. 44. 

( 1837) Estr.  d.  Magallanes 


Fam.  PHOBIDAE. 

Phora  para^^ayae  Brues,  An.  Mus.  Hung.  v.  400.  t.  8. 

£.9(1907) Paraguay 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  291 

Aplüoeliaeta  meiidionalls  Bmes,  An.  Mus.  Hung.  v.  402. 

t.  8.  f.  10  (1907) Paraguay 

Aphlochaeta  pauzilla  Braets,  An.  Mus.  Hong.  v.  408.  t.  8. 

f .  2  (19C^ Tucum&n 

Hieronymas  pyg^aeus  Weyenb.,  Tijds.  v.  Ent.  xxix.  188. 

t.  5.  f.  20-28  (1886) Córdoba 

Termitomastns   leptoproctus  Silv.,  Bol.   Mus.   Tor.   xvi. 

N.*  896,  1  (1901) Misiones 


Fam.  SYBPHIDAE. 

Nlcrodon  bldens  Fab.,  Syst.  Antl.  185.6  (1805)  (Mvlio). . . .     Mendoza  (Bubm.),  S. 

Luis  (P.LchA.) 
Aflcrodon  bonaiiensls  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xxxii, 

194.  8  (1891) Buenos  Aires 

Aflcrodon  crassitarsls  Mq.,  Dipt.  exot.  Suppl.  iii.  198,  t.  4. 

f.  2  (Aphrüis) Río  Negro:  Uruguay 

Microdon  hlstrlo  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  88.  3  (1830). .     Montevideo 
Aflcrodon  InsUbüis  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  83. 4  (1880).     S.  Luis  (F. Lch.  A.) 
Aflcrodon  Afacqaarti  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient  Arg.  xxxii. 

126.  2  (1891) Uruguay  (Mq.) 

=  Microdon  anguttus  Mq. 
Aflcrodon  rubrlventrls  F.   Lch.   A.,   An.   S.   Cient.    Arg. 

XXXII.  128.  5  (1891) Buenos  Aires 

Aflcrodon   Ylolaceus   Mq.,  Dipt.   exot.  ii.  2    18,  t.  1.  f.  8 

(1842)  (AphrüU) S.  Luis  (F.  Lch.  A.) 

Rhopalosyrphus  GUntherl  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

xxxii.  197. 1  (1891)  (Holmbergia) Buenos  Aires 

Argeutlnomyla  grandJs   F.   Lch.   A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

xxxiv.  256  (1892) Misiones 

Argentinomyia  testacelpes  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

xxxn.  199  (1891) Buenos  Aires 

liepromyia   ortallua  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxxi.  874. 

t.  10.  f.  2-5  (1888)  (Upidomyia) Córdoba 

Nausigaster  bonariensis  F.  Lch.   A.,  An.  S.  Cient.   Arg. 

XXXIV.  254  (1892) Buenos  Aires 

Afelanofltoma  íeuestratum  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  2.  108.  t.  17. 

f.  6  (1842)  (Syrphuü) Rep.  Arg.  (Biqot) 

Afelanostoma    mellinum   L.,   Fauna  Suecica,  1827   (1746) 

(Musca) Buenos  Aires  (Mq.) 

Afelanostoma  punctulatum  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent,  xxxi. 

875  (1883) Córdoba  (Wulp),  B. 

Aires  (F.  Lch.  A.) 
Catabomba  melauostoma  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  2.87  (Syrphxu)    Rep.  Arg. (F.  Lch.  A.) 
Catabomba  pyrastri  L.,  Fauna  Suecica,  1817  (1746)  (Musca).    Mendoza  (Roí.) 
Afeso^rapta  anchorata  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  2.  97.  t.  16.  f .  8 

(lSá2)  (Syrphus) Misiones,    B.    Aires 

(F.  Lch.  A.) 
Afesograpta  basllarls  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  148.  48 

(1830)  (Syrphus) Rep.  Arg.  (Will.) 

Afesograpta  dupllcata  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  142.  47 

(1830)  (Syrphut) Montevideo 

=  Syrphua  tridentalus  Rdi. 


292  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Meeograpta  eiotlca  Wied.,   Auss.  zweifl.  Ins.   ii.  186.  85 

(1880)  (Syrphui) E*íp.Arg.(F.LcH.  A.) 

Meio^rapU  música  Fab.,  Syst.  Añil.  258.  24  (1805)  (Soleva) .    B.  A  ires.  (F .  Lch.  A). 
Mesograpta  tlblcen  Wied.,   Auss.   zweifl.  Ins.  ii.  127,   19 

(1830)  (Surphué) Montevideo  (Mq.) 

Meso^^pta  Willlstonl  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Gient-Arg.  xzztti. 

54  (1892) Misiones  (F  Lch.  A.) 

AUo^^pta  hortensia  Phil.,  Verh.  z-b.  Ges.  Wien.  xv.  746. 

11  (1865)  (Syrphua) Mendoza  (Wdlp) 

AUograpta  obliqua  Say ,  Journ.  Acad.  Philad.  iii.  89  (Scaeva)    B .  A  ires  (Thomsom) 

=  Syrphtu  qxMdrigeminus  Thoms. 
Ocyptamas  dlmldlatus  Fab.,  Spec.  Ins.  ii.  4&i  (Syrphus) . . .    Tnoumán  (Bríethics) 
Ocyptamus  íunebris  Mq.,  Hist.  Nat.  Dipt.  i.  554  (1884)  (Syr- 

phiis) Rep.  Arg.(F.LcH  A.) 

Ocyptamus  ftisclcosta  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg.  xxxii. 

255  (1891) Buenos  Aires 

Ocyptamus  tri^onus  Wied.,  Anss.  zweifl.  Ins.   ii.  126.   16 

(1880) B.  Aires  (F.  Lch.  A.) 

Xantandrus  bucephalus  Wied.,  Auss.  zweifl  Ins.  ii.   126. 

(1880)  (Syrphus) Rep.  Ar^;.  (F.  Lch.  A.) 

Hyrphus  Macquarti  Blanch.,  in  Gay:  Hist.   fis.  y  pol.  de 

Chile,  Zool.  VII.  411  (1862) Mendoza  (F.  Lch.  A.) 

Syrphus  octomaculatns  Wlk.,  Tr.  Lin.  Soc.  Lond.  xvii,  844.    Patagonia(F.LcH.A.) 
Styrphus  pata^nus  F.  Lch.  A.,  An.  Soc.  G.  Arg.  xxxiii.  115    Río    Gallegos  (F. 

Lch.  a.) 
Syrphus  RIbesii  L.,  Fauna  Suecica,  1816  (1746)  (Musca) ....     Rep.  Arg.  (F.  Leu.  A.) 
Syrphus  Walkerl  F.  Lch.  A.,  An.  Soc.   C.   Arg.  xxxiii, 

117(1892) Patagonia:   Puerto 

Hambre  (Wlk.) 
=^  Syrphua  unicolor  Wlk.  (preoc.) 

Baccba  adspersa  Fab.,  Syst.  Antl.  200.  5 (18(^) Misiones (F. Lch.  A.) 

Baccha   bonarleusis    Bréthes,    An.    Mus.    Nac.    Buenos 

Aires  (3)  iv,  840  (1904) Buenos  Aires 

Baccba  clavata  Fab . ,  Ent .  Syst.  i v.  298. 78  (1794)  (Syrphus)    Rep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 
Baccha  Wulpiana  F.  Lch.  A.,  An.  Soc.  Gient.  Arg.  xxxii. 

250  (1891) Tucumán  (Wülp) 

^=^Baccha  tricincta  v.  d.  Wulp  (preoc.) 
Salplugogaster  nigrlveutris  Big.,  An.  S.  Ent.  Fr.  1888. 

329 ...     Montevideo  (Bigot), 

Buenos  Aires  (!) 
*  =  Baccha  mimetica  Lahille . 
Volucella  AmbrosettU  F.    Lch.  A.,  An.  S.  Cient.    Arg. 

XXXIV,  179  (1892) Misiones 

Volucella  íblvonotata  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1874.  476.  7.     Montevideo 
Volucella  misslouera  F.   Lch.  A.,  An.    S.    Cient.    Arg. 

xxxiv.  184  (1892) Misiones 

Volucella  notata  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1874.  475.  6...     Montevideo  (Bioot), 

Arg.  (Wulp) 
Volucella  obesa  Fab.,  Syst.  Ent.  763.  5  (177b)  (Syrphus) , .    Rep.Arg.(F.LcH.A.) 

Volucella  obesoides  Giglio-Tos,  Ditt.   mess.  i.  64 Paraguay ,  Rep.  Arg. 

Volucella  obscurlpeunts  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

XXXIV,  180  (1892) Misiones 

Volucella  plcturata   F.   Lch.    A.,   An.    S.    Cient.    Arg. 

XXXIV.  184  (1892) Misiones 

Volucella  punctifera  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1874,  475.  5.     Córdoba  (F. Lch.  A.) 


BRETHES:  CATÁLOaO  DE  LOS  DÍPTEROS.  298 

Volucella  te§tace«  Bdi.,  Bssam.  Ditt.  Brasil.  67  (1848) Formosa  (F.Lch.  A.) 

Temnocera  rt»cU  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxv.  125.  6  (1882)    Eep.  Arg. 
Temnocera  scntellaU  Mq.,  Dipt  ex.  ii.  2.  25.  t.  6.  f.  2  (1842) 

(Volucella) Bep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 

Temnocera  splni^era   Wied.,  Auss.  zweifl.   Ins.    ii.  197. 

5  (iS&O)  (Volucella) Mont.  (Wibd.),  Bep. 

Arg.    (WuLP,      F. 
Lch.  a.) 
Temnocera  spinltliorax  F.  Lch.  A.,  An.  Soc.  Cient.  Arg. 

XXXIV.  190  (1892) Chaco,  Misiones 

Plialacromyla  albltarslB  F.  Lch.  A.,  An.  Soc.  Cient.  Arg. 

XXXIV.  244  (1892) Misiones 

Phalacromyla  muscaria  Thoms.,  Eug.  Besa.  498.  t.  9.  f .  7 

(1868)  (Haurotricha) Buenos  Aires 

=  FhcUacromyia  argentina  Big. 

Phalacromyla  sóror  Big.,  An.  Soc.  Ent  Fr.  1874,  88. Buenos  Aires 

Brlstalls  agrorum  Fab.,  Ent.  Syst.  iv.  285.  27  (1794)  (Syr- 

phua) Bep.  Arg.  (Wulp) 

Bristalis  alblventrls  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1880.  228. 16. .    Montevideo 
Bristalls  lH>goten8l8  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  2.  52.  88  (1842). . . .     Bep.  Arg.  (Wulp) 
=  EriidalU  Bellardii  Jaenn. 
=  ErUtalis  rufoaciUcUa  Big. 
ErlstaUs  congruas  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxxi,  371  (1888)    Bep.  Arg. 
Eristalls  crocelmaculata  Jacobs,  An.  Soc.  Ent.  Bélg.  xliv. 

107  (1900) Patagonia 

Erlstalis  dlstingueudus  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.ii.  191(1880)    Montevideo 

Brlstalls  íurcatus  Wied  ,  Zool.  Mag.  iii.  51.16  (1819) Montevideo 

ErístaUs  lateralis  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  847..    Bep. Arg. (F. Lch.  A.) 
Ertstalis  MelgenI  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  17.85.  1. 10  b. 

f.  15  (1880)., Uruguay  (Wied.) 

=  Eristalü  foveifrona  Thoms. 
ErístaUs  obsoletas  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  175  (1880).     Chaco  (F.  Lch.  A.) 

Eristalis  pasto  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  192  (1880) Bep.  Arg. (F. Lch. A.) 

Erlstalls  pygolampas  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  161  (1880)    Formosa,  Misiones 

(F.  Lch.  A.) 
Kristalls  quadratlcornls  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  2.  51. 1. 10.  f .  2.    Bep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 

Eristalis  taenla  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  174  (1880) Uruguay 

Eristalis  tenax*  L.,  Fauna  Suecica,  1799  {llQl)  ( Mtiaca) . . .  (!) 

Eristalis  vinetorum  Fab.,  Ent.  Syst.  Supp.  562  (1798)  (Syr- 

phus) Bep.  Arg.  (F.  Lch.  A.) 

Promilesia  iiectarinoides  F.  Lch.  A.,  An.  S.  Cient.  Arg. 

xxxiii.  248   (1892) Chaco,  Misiones 

Priomerus  genlculatus  Big.,  An.  Soc.   Ent.  Fr.   1888.  848 

(  Doliosyrphue ) Buenos  Aires 

Priomerus  scutellarís  Fab.,  Syst.  Antl.  190  (1805)  (Müesia)    Misiones  (F.  Lch.  A.) 
Pterallastes  nubeculosus  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent,  xxxi. 

872  (1888) Tucumán 


'  Cuando,  en  1891-1892,  Félix  Lynch  Arribálzaga  publicaba  su  notable  monogra- 
fía de  los  Syrphidae  argentinos,  aun  no  conocía  el  Eristalis  tenaos:  no  existia  sin 
duda  en  la  Bepública  Argentina.  Empecé  ó.  notarlo  hacia  1895,  y  hoy  dia  es  tan 
común  como  el  Eristalis  dislinguenduSf  á  lo  menos  en  los  alrededores  de  Buenos 
Aires.  Lo  he  recibido  también  de  Tucumán,  del  Sr.  Eugenio  Tornow. 


294  líUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Tropldtm  insalaiifl  F.  Lch.  A.,  An.  Soo.  Gient  Ary,  xzzui. 

288  ( 1892). Eio  Paraná 

HelophUui  chUenaifl  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  844    PUftffoniA  (F.   Lch. 

A.)  Ti«nra  del  Fue- 
go  (Bioot) 
Stílbosoma  nl^nerrls  Phil.f  Verh.  zool.-bot.  Ges.  Wien. 

XV.  787.2  (18fi6) Tierra  del  Fuego  (F. 

Lch.  a.) 
Sterplius  autamnalls  Phíl.,  Verfa.  zool.-bot.  Ges.  Wien.  xv. 

787.1  t.  27.  f.  87  (1865) Tierra  del  Fnego  (F. 

Lch.  a.) 
SpUomyia  gratioM  y.  d.   Wnlp,  Tijde.  y.  Ent.  xxxi.  872. 

t.  12.  f.  6-7  (1888) Tucumán 

Ceiia  Iwrblpes  LóWf  Nene  Beitr&ge  s.  Kenntnis  d.  Dipte- 

ren,  i.  19(1868) Montevideo  (Lów) 

Bep.  Arg.  (Wulp) 
Celia  íaclalls  Kertéjz,  An.  Mus.  Hnng.  i.  489  (1908) Paraguay 


Fam.  CONOPSIDAE. 

Conopt  cottatat  Fab.,  Syst.  Antl.  175.  4  (1806) Rep.  Arg.  (Wulp) 

=  Conopi  Segethi  Rdi. 
Conops  dinüdUtlpennls  Sichel,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1862,  121. 

t.  14.  f.  4 Montevideo 

Conopt  pIcIventrlB   v.  d.  Wulp,  Tijds.    v.  Ent.  xxvi.  12. 

t.  10.  f.  11  (1883) Eep.  Arg. 

Conops  testaceas  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  18  (1838)  Bep.  Arg. 

Conops  tricolor  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1887.   41.  12 Montevideo 

Zodion  americanuin  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  242  (1880)  Montevideo 


Fam.  0E8TBIDAE. 

Cuterebra  aplcalls  Guér.,  Icón.  Bég.   An.  547(1829-1888).     Buenos  Aires  (parti- 
do de  S.  Fern.)  (!) 

Cuterebra  patagona  Guér.,  Icón.  Bégn.  An.  548  (1829-1888).     Patagonia 

Oestras  ovls  L.,  Syst.  Nat.  ii.  970.  5  (1767) Bep.  Arg.:  Ohubut(!), 

Pampa  Oentral  (!) 

Rogenlioíera  grandis  Guér.,  Icón.  Bég.  An.  &18  (1829-1S88).    'Patagonia 

Hyadesimyla  clausa  Big.,  Miss.  Se.  Gap  Horn,  Dipt.  27.  40. 

t.  8.  f.  7  (1888) Cabo  de  Hornos 


Fam.  PHASIIDAE. 

Trlchopoda  luteipenuls  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.   269. 

2  (1830) Buenos  Aires  (Wulp) 

=::  Trichopoda  bicolor  Big. 
Tricbopoda  ulgrlpennis  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1876.  896.    Buenos  Aires 

Trlchopoda  obscura  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1876.  899 Buenos  Aires 

Trlcbopoda  pennlpes  Fab.,  Ent.  Syst.  iv.  348  (1794)  (Musca)    Bs.  Aires  (Bbaubr) 
Alophora  ( Hyalomyia )  latlpennis  (E.    Lch.  A.,  i.  litt.  ?) 

Brauer,  Sitzunb.  Ak.  Wien.  cvii.  509  (1898) .     Montevideo 

Alophora  mlcans  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  14,  t.  1, 

f.  12(1888) Eep.  Arg. 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  296 

Alophora    ( Hyalomy la)  súbelo erea  (£.  Lch.  A.,  %,litt,?) 

Brauer,  Sitzunb.  Ak.  Wien,  cvii.  509  (1898) Montevideo 

Alophora  ^Hyalomyla)  Tlolacelventrís  (E.  Lch.  A.,  i.  lití.  ?) 

Brauer,  Sitzunb.  Ak.  Wien,  cvii.  509 (1898) Montevideo 


Pam.  OCYPTERIDAE. 
O cypt era  Divina  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  15  (1888)    Rep.  Arg. 

Fam.  TACHINIDAE. 

Dejeaula  armata  Wied.,Au88.  zweifl.Ins.  ii.  287  .  11  (1880) 

(Tachiná) Montevideo    (Wülp) 

Hystrlcla  trlanguUíera  Jacobs,  An.  Soc.  Ent.  Belg.  xliv. 

107  (1900) Patagonia 

Jurlnla  bicolor  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  282 .  8  (1880) 

(Tachina) Montevideo  (Mq.) 

=  Echinomyia  fuliginipenni»  Mq. 
Jurlnla  nlgrlventrl§  v.  d.  Wulp,  Not.  Leyd.  Mus.  iv.  81.     Rep.  Arg. 
Bpalpus  rostratufl  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  5.  t.  4.  ff.  1,  2.    Mendoza 
Beívoila  rufipalpls  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  55.  t.  f.  1  (1868).    Rep.  Arg.  (Wülp) 
Belvosla    Weyenberghlaua  v.    d.    Wulp,   Tijds.    v.  Ent. 

XXVI.  25  (1868) , . . . , Rep.  Arg. 

Gonlstylum  ruflcorne  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  180.  t.  16. 

f .  2  (IKO) '. .    Corrientes 

AUcta  aurocaudata  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1888.90.1  (Ble- 

pharipeza) Montevideo 

Gouia  lucerta  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  179. 15(1860) Corrientes 

Gonla  paUens  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  846.  6(1880). . . .    Patagonia  (Mq.) 

=  Oonia  lineíUa  Mq. 
Nemorea  acrldlorum  Weyenb.,  Anal.  Agr.  Rep.  Arg.  iii. 

85.  f f .  (1875) Córdoba 

Nemorea  acrldlorum  Coni]  (nec  Weyenb.)  Periód.  zool.  iii. 

228  (1888) Córdoba 

Arcliytas  nudl^ena  (Big.  i,  liU.  ?)  Brauer,   Sitzunb.  Ak. 

Wien,  cvii.  5(X)  (1898) Montevideo  (Braüer) 

Echinomyia  pUlTeutrls  v.d.  Wulp,  Tijds.  v.  Bntxxvi.  22. .     Rep.  Arg. 
Ech'uomyla  robusta  Wied  ,    Auss.  zweifl.  Ins.   ii.  290.  15 

(1880)  (Tachina) Montevideo 

Echinomyia  vittata  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  21  (1883)    Rep.  Arg. 
Tachina  aenea  Wied.,  Auss.'zweifl.  Ins.  ii.  298.  80(1830)..     Montevideo 
Tachina  hasalls  Wlk.,  Tr.  Lin.  Soc.  Lond.  xvii,  851(1887).    Est.  de  Magallanes 
Tachina  brevlcornls  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.   299.  88 

(1880) Montevideo 

Tachina  Inornata  WJk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii,  849  (1837)    San  Gregorio 
Tachina  laU  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  822.  75  (1830). . . .     Montevideo 
Tachina  maura  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii,  852(1887).     Est.  de  Magallanes 
Tachina  nervosa  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii,  849(1887).    Est.  de  Magallanes 
Jauthlnomyla  coerulea   Big.,  Bull.  Soc.  Ent.  Fr.  1885.  45 

( Trichodischia) Buenos  Aires 

Sarothromyla  sóror  Big.,  Bull.    Soc.  Ent.    Fr.    1885.    46 

(Trichodüchia) Buenos  Aires 


296  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Bxorlflta  ctarysoprocta  Wied.,    Aoss.  zweifl.   Ins.  ii.  809. 

5í)  (1880)  (Tachina) Eep.  Arg.  (E.  Leu.  A) 

De^eerla  anUrctica  Thoms.,  Eag.  Besa,  527.  187  (miH) . .     Patagonia 
Phorocera  xanttaara?  y.  d.  Wulp,  Biol.  Centr.-Am.f  Dipt. 

II.  80.  7  (1890) B.  Arg.(ScHROTTKY) 

BoltMcliaeta  hauetellata  Big.,  BoU.  Soc    Ent.  Fr.  1885.  45.    Buenos  Aires 
SIptaona  anthomyíormla  (E.  Lch.  A.,  i  liU,?)   Braoer,  Sit- 

zunb.  Ak.  Wien.  cvii.  505  (1898) Buenos  Aires 

Zellerlat  sarcoptaag^dea  Big.,  Misa.  Se.  Cap  Horn,  Dipt. 

28  (Hy<ide9Ímyia) Cabo  de  Hornos 

Glussldionopliora  ulgra  Big.,  Bull.  Soc.  Ent.  Fr.  1885.  55.    Buenos  Aires 


Fam.  SAECOPHAGIDAE. 

Sarcopliaga  Caridei  Bréthes,  An.  Mus.  B.  Aires  (8)  vi.  299, 

figs.  (1906) Córdoba 

*  =  Sarcophaga  ctcricUorum  Lahille  (nec  Weyenb.) 
:=  ?  Sarcophaga  acriddorum  v.  obseurior  Lahille. 
Sarcophagm  clirysostoma  Wied..  Aush.  zweifl.  Ins.  ii.  856. 

2  (1880) B.  A.  (E.  Lch.  A.) 

Sarcopliaga  flavlfrons  Mq.,   Dipt.    exot.    Supp.  i.  191.  24 

(1846) Eep.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Sarcopliaga  lambeus  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.   ii.  3(i5.  23 

(1830) Eep.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Harcophaga  margaretl   Lahille,  Anales  Miiiint   A5p'ic.  iii. 

n.*  4.  92  (1907)  (nom.  provU.) Eep.  Arg. 

Sarcophaga  minuta  Lahille,  1.  c.  82 Córdoba 

Sarcophaga  uohilis  Thoms.,  Eug.  Eesa,  536.  154  (1868)...     B. Aires, Montevideo 

Sarcophaga    nurus  Edi.,  Att.  Soc.  It.  Milano  (1861) Buenos  Aires 

Sarcophaga  occidua  Fab.,  Ent.  Syst  iv.  815  fAfu^caj ..... .     Eep.  Arg.  (Wulp) 

Sarcophaga  párvula  ^  Lahille  (nec  Wied.),  An.  Minist.  Agr. 

iii.  n.**  4.87  (1907) Catamarca 

Sarcophaga  proerna  Wlk.,   List.  Dipt.  iv.  885  (1849) Montevideo 

Sarcophaga  quadrlvlttata  Mq.,  Dipt.  cxot.  ii.  3.  250.  12.  t. 

12.  f.  4(1843) Eep.  Arg.  (Wulp) 

Sarcophaga  ruhrlventrls  Mq.,Dipt.,  exot.  Supp.  iv.   285. 

86  (1850) Corrientes 

Sarcophaga  Stallengi  Lahille,  An.  Min.  Agr.  iii.  n.°  1.89. 

(nom,  provU.) Salta 

Sarcophaga  Stallengi  v.  alhlcans  Lah.,  1.  c.  91 Eep .  Arg. 

Sarcophaga  tessellata  Wied..  Auss.  zweifi.  Ins.  ii.  863.  19 

(1830) Montevideo  (Wlk.) 

Sarcophaga  truncata  Schin . ,  Eeise  Novara.  Dipt.  814  (186S)    Eep.  Arg.  (E  Lch.  A.) 
Sarcophaga  varia  Wlk.,  Trans.  Lin.  Soc.  Lond.  xvii.  858 

(1837) Est.  de  Magallanes 

Sarconesia  calogaster  Big.,  An.  Soc.    Ent.  Fr.  1877.  246 

(Somomyia) La  Plata 

Sarconesia  chlorogaster  Wied.,  Auss.  zweifí.  Ins.  ii    859. 

9  (1830)  (Sarcophaga) La  Plata,Monte video 

Agria  luscipennls  Mq.,  Dipt.  ex.  ii.  8.  266.  4  (1848) C.  de  Hornos  (Bioot) 


1  Si  es  hona  apecies,  se  le  deberá  cambiar  el  nombre.  Wiedemann  describió  ya 
una  Sarcophaga  párvula  en  1830,  en  Auss.  zweifl.  Lis.  ii.  p.  868. 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  297 

Tripanur^  temütopliUa  Silv.,  Bedia,  i,  1%.  14  (1906) Misiones 

PtUozeuxia  ?  termitoxena  Silv.,  Bedia,  i,  185.  15  (1908).. .    Misiones 


Fam.  DEXIIDAE. 

Proseua  longlpalpls  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent,  xxvi,  80.  2. 

t.  2.  ff.  1,2  (1888) Rep.  Arg. 

Prosena  sarcophac^ua  v.   d.  Wulp,  Tijds,  v.  Ent.,   xxvi. 

81.  8.  t.  2.  f.  8-4(1888) Bep.  Arg. 

Melanophora  americana  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  229.  1.  t.  8. 

f.  4  (1848) Tucumán  (Bréthes) 

Buenos  Aires  (!) 
Dexia  parvlcomls  v.  d.  Wnlp,  Tijds.  v.  Ent  xxvi.  88.  5.  t. 

2.  f .  7-8  (1888) Rep .  Arg . 

Dexla  plumosa  Wied.,  Auss.  zweifl.   Ins.  ii.  870.4  (1880)    Rio  Negro  (Mq.) 
Dexia  tenulcornls  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  82.4.  t. 

2.  f .  5-6  (1888) Rep.  Arg. 

Thelaira  spiuipennis  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  808.  41 

(1830)  (Taehina) R.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 

Ptilodexia  t   argentina  Big.,  An.  Soc.  Ent.   Fr.  1888,  265. 

68  (Rhamphinina) Rep.  Aig. 


Fam.  MUSCIDAE. 

€yrtoneura  nndiseta  v.  d.  Wuld,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  42.12 

(1888) Rep.  Arg . 

MuBcina  stabulans  Fall.,  K.  Vetensk.  Akad.  FOrh.  (1816). 

252  (MuMca) Cabo  de  Hornos 

(Fraubnfeld) 
Synthesiomyia  brasiliana  B.  B.,  Zweifl.  Kais.  Mus.  vi.  96 

y  110  (1893) Rep.  Arg.  (Lahillk, 

teste?  Coquillbtt) 

Stomoxys  uetmlosa  Fab.,  Syst.  Antl.  282.16  (1805) Buenos  Aires  (Bkrg) 

Dasyphora  spiniíera  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  89.7 

(1888) Rep.  Arg. 

Musca  domestica  L.,  Fauna  Suecica,  825.1106  (1746) Buenos  Aires  (Roí.) 

=:  Musca  vicina  Mq. 

=  Musca  contanguinea  Rdi. 

Masca  pampasiana  Big.,  Bull.  Soc.  zool.  Fr.  xii.  607 Buenos  Aires 

Chrysomyia  ñüTobarbata  Big.,  Bull.  Soc.  zool.  Fr.  xii.  598 

(Somomyia) Montevideo 

Chrysomyia  macellaria  Fab.,  Syst.  Ent.  776.14  (1775)  {Musca)    Rep.  Arg.  (Mq.) 

Para  la  larga  sinonimia  de  este  múscido,  véase:  Anales  Soc.  Cient.  Arg.  x. 
p.  70-84,  en  donde  mi  distinguido  maestro  y  amigo  Don  Enrique  Lynch  Arribál- 
zaga  ha  tratado  el  asunto  con  una  rara  inteligencia. 

rucilia  argentina  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1877,  254.. 86. . . .     Buenos  Aires 
rucilU  caesar  L.,  Fauna  Suecica,  824.1098  (1746)  (Musca),    Rep.  Arg.  (Rdi.) 
=^  Lncilia  parensis  Mq. 
=  Lucilia  princeps  Rdi. 

LncUia  eximia  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  89 Rep.  Arg. 

L.UCÍ1U  gratiosa  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1877,  258.85 Buenos  Aires 

Callipliora  calogaster  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1877,  246.24.    La  Plata 
Calllpliora   Clementi   Iches,  Bol.   Minist.    Agr.   vi,  n.®  5, 

271,  ff.  9, 10  (1906) Chaco 

Ahal.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8',  t.  ix.  Octubre  80,  1907.  21 


298  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

CaUlphora  IntorrupU  Conil,  Periód.  xool.  iii.  280-297.  t.  4. 

f.  82-84  (1888) Córdoba 

Calllphora  magellanlca  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  288 Estr.  de  Magallanes 

Somomyia  montevldensis  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1877,  46.19  Montevideo 


Fam.  ANTHOMYIDAE. 

8pllogaster  trlspUus  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1884.  285....     Buenos  Aires 
Spilo^aater  sexpunctata  y.  d.  Wulp,  Tijds.  y.  Ent.  xxyi.  48. 

1  (1883) Bep.  Arg. 

Árlela  clilorogatter  Wied.,    Auss.  sweifL  Ina.  ii.  427.  12 

(1830)  (Anüiomyia) Montevideo 

::^  Limnophora  Morog<uter  Big. 
lilmnopliora  Aisclnervis  Mq.,  Dipt   exot   Supp.  iv.  268. 

2. 1 24.  f.  6  (1850) Buenos  Aires 

I^lmnophora  I.ynclili  y.  d.Wulp,Tijds.  v.Ent  xxvi.4d(1888)   Bep.  Arg. 
Umnoptaora  marglnata  Stein,  An.  Mus.  Hung.  n.  461  (1904)    Buenos  Aires 

=  ¡.teticomelina  pica  Big. 
Homalomyla  armata  Big.,  Bull.  Soc.  Ent   Fr.   1882.  188. 

(  Dnsypkyma) Cab.  de  Hornos 

=:  f  Homalomyia  eryihropn»  Big. 
Homalomyla    ranlcolarls    L.,  Syst  Nat.  ii.  992.  80  (1767) 

( Musca) Buenos  Aires  (Mq.) 

Homalomyla    íusconotata    Bdi.,    Dipt.    aliq.   Strobel.    4. 

(Myantha) Mendoza 

Homalomyia  platentls  Bréthes,  y.  pag.  808 Buenos  Aires 

Optayra    chalybea    Wied.,    Auss.     zweifl.    Ins.    ii.    428. 

15(1880)  (Anthomyia) Eep.  arg.  (Rdi.) 

=^  Ophyra  coertUea  Mq. 
=:  Brachygaaterina  violaceiventrts  Mq . 
Ophyra  aenescens  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  435.  29  (1880) 

(Anthomyia) Buenos  Aires(BiooT) 

=  Ophyra  argentina  Big. 

Ophyra  cutlUa  Wlk.,  List.  iv.  954  (1849)  (Anthomyia) Montevideo 

Anthomyia  anthraclna   Wlk.,   Tr.  Lin.   Soc.  Lond.  xvii. 

856  (1887) Estr.  de  MagaUanes 

Anthomyia  cyanea    Wlk.,  Tr.   Lin.  Soc.    Lond.  xvii.  856 

(1887) Gorriti:  R.  O.  U. 

Anthomyia  diversa  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  486.  82(1880)  Montevideo 

Anthomyia  felslna  Wlk.,  List.  iv.  955  (1849) Montevideo 

Anthomyia  Immaculata  Wlk.,  Tr.   Lin.  Soc.  Lond.  xvii. 

857  (1837) Estr.  de  Magallanes 

Anthomyia  lanlcrus  Thoms.,  Eug.  Resa.  556. 197  (1868) Buenos  Aires 

Anthomyia  ovatlventrls  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  267.  t.  24. 

f.  12  (1850) Montevideo 

Anthomyia  promlnnla  Thoms.,  Eug.  Resa.  550.  184(1868)..  Buenos  Aires 

Coelomyla  erythropsis  Schnabl,  Rev.  russ.  d'Ent.   ii.  160.  Cabo  de  Hornos 

Chortophila  albostriata  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  46.  Rep.  Arg. 

Chortophlla  lasiops  Mq.,  Dip.  exot  ii.  8.  826.  t  22.  f.  1 ... .  Malvinas 

Chortophila  Uturata  Rdi.,  Dipt  aliq.  Strobel.  5.  14  (1868).  Buenos  Aires 
Chortophlla  punctlpennls  Wied.,    Auss.   zweifl.  Ins.    ii. 

485.  31  (1880)  (Anthomyia) Montevideo 

Chortophila  rubriírons  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  1884.  279. .  Buenos  Aires 


BEETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  299 

Pegomyla  AisciceiM  Zett.,  Dipt.  Scand.    nr.  1552  (Árida),,    Montevideo  (Wlx.) 
=  Ckortophüa  eüicrura  Bdi. 
=  Anthomyia  eordia  Wlk. 
=  Avdhomyia  rubifron»  Big. 
CoenosU  genlcnlstm  Big.,  An.  Soc.  Ent.  Fr.  188á.  28d(An' 

thomyiaj Btienos  Aires 

5^lMenomyzafeBeftrata  Big.,  Miss.  8c.  Cap  Hom.  Dipt.  80.    Cabo  de  Hornos 
Schoenomyza  gnttSpeBBls  Stein,  An.  Mns.  Hung.  u.  496 

(1904) Buenos  Aires 


Fam.  SOATOPHAGIDAE. 

Scatopliaga  diadema  Wied.,  Auss.   zweifí.  Ins.  ii.  448.  4 

(1880) Montevideo 

Ctaoetnra  mfipes  Mq.,  Dipt.  exot.  Snppl.  iv.  272.  t.  25.  f .  8.    Maldonado:  B.  O.  ü. 


Fam.  HELOMYZIDAB. 

Helomyza  yenerls  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  84.  t.  4. 

f.2(l888) CabodeHomos 

rerla  mflfirons  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  85  (1888).  Cabo  de  Hornos 

Heteromjrza  mfipes  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  420.  2  (1848). . . .  Malvinas 

Orygma  antarctlea  Thoms.,  Eug.  Besa,  601.  296  (1868). . . .  Patagonia 

Orygma  trlchosterBa  Thoms.,  Eug.  Besa,  602.  297  (1868). .  Patagonia 


Fam.  BOBBOBIDAE. 

liimoslna  melanogaster  Thoms.,  Eug.  Besa,  608.  299  (1868)  Buenos  Aires 

Borboros  altematus  Bdi., Dipt.  aliq.8. 22  (lSSS)(Copromyza)  Buenos  Aires 

BortioraB  hirtipes  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  424.  t.  85.  f .  5  (1848)  Bep.  Arg.  (Wulp) 

Bortioras  quinquemaculatns  Wlk. ,  List.  Dipt.  iv.  USO  (1849)  Montevideo 
BortNiras  varlpes  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  42.  58 

(1888) Cabo  de  Homos 

Pteremls  nivalls  Big  ,  Miss.  So.  Cap  Hora,  Dipt.  48.  t.  4. 

f.  7  (1888) Cabo  de  Homos 

Ceroptera  talrta  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  41  (1888).  Cabo  de  Homos 
€eroptera  qaadrlnota  Big.,  Miss.  So.  Cap  Hora,  Dipt.  42 

(1888) Cabo  de  Homos 


Fam.  8CI0MYZIDAE. 

Sclomyza  armlllata  Bdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  5  (1868) Buenos  Aires 

Sclomyza  bicolor  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  858  (1887)    Estr.  de  Magallanes 
Sclomyza  fíilYlpennls  Wlk.,  Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  859 

(1887) Estr.  de  Magallanes 

Sclomyza  patagonensls  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iv.  278.  10. 

t.25.  f.  15  (1850) Patagonia 

Aetora  cinerascens  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  87. 

t.  4.  f.  4  (1888) Cabo  de  Hornos 


300 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Actora  ÜATlpes  Mq.,  Dipt.  exot.  ii.  8.  421.  t.  88.  f.  5  (1848). . 
Actoraf  rufina  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  87(1888).. 
Paractora  ftieglana  Big.,  Mies.  Se  Cap  Horn,  Dipt.  89  (1888) 
Tetanocera  anguUíera  Wlk.,  List.  Dipt.  iv.  1086  (1849). . . 
Tetanocera  blsetosa  Thoms.,  Eug.  Besa,  570.  286  (1868). . . 
Tetanocera  costalis  "Wlk.,  Tr.  Lin.  Soo.  Lond.  xvii.  859 

(1887) 

Tetanocera  gntturalis  Wied.,  Ansa,  sweifl.  Ins.  ii.  684  (1880) 
Tetanocera  gnttnrallfl  var,  Thoms.,  Eug.  Besa,  572  (1868) 
Tetanocera  patagónica  Thoms.,  Eug.  Besa,  571.286  (1868). 
Bctlnocera  t  occldentalls  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi. 

48.  t.  2.f.  9.  (1888) 


Malvinas 

Cabo  de  Hornos 

Cabo  de  Hornos 

Montevideo 

Montevideo 

Estr.  de  Magallanes 
Montevideo 
Bnenos  Aires 
Patagonia 

Bep.  Arg. 


Fam.  MIOBOPEZIDAE. 

Mlcropeza  nigrina  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  50(1888)    Bep.  Arg. 
CalobaU   annolata   Fab.,  Ent.   Syst.   iv.  888.  111  (1794) 

(Musca) B.  Aires  (E.  Lch.  A.) 


Fam.  OBTALIDAE. 

Mellerla  íasclata  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  460.  5  (Ortalis)  Montevideo  (Wikd.) 

Mendoza  (Bdi.) 

Tetanops  sanguiniceps  Wied. , Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  527  (1880)  Montevideo  (Wlk.) 

=  ChromcUomyia  f  dittincta  Wlk. 

Ortalis  violácea  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  222.  t.  7.  f.  8..  B.NegrorB.O.Ümg. 
Rhlnotora  pluricellata  8chin.,Beise  Novara,  Dipt.  288.  t.d. 

f.  7  a,  7  b  (1868) Bep.  Arg.  (Wulp) 

finxesta  argentina  Bréthes,  An.  Mus.  Nac.  Bnenos  Aires 

(8)  IV.  842.  fig.  (1904) Tucumán 

Euphara  coemlea  Mq.,  Dipt.  exot.  Supp.  iii.  222.  t.  7.  f.  6 

(Ceroxyg) Bío  Negro 

Amethysa  Intermedia  E.  Lch.  A.,  Exp.  Bio  Negro,  Zool.  90.  Bio  Colorado 


Fam.  TBYPETIDAE. 

Anastreplia  fraterculus  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  524. 

17  (1830)  (Dactu) Bs.  Aires  (Bero) 

Trypeta  blocellata  Thoms.,  Eug.  Besa,  580.254  (1868) Buenos  Aires 

Trypeta  buUans  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  506.40  (1830).  Montevideo  (Wied.), 

Europa  1  (Lów) 
^^  Trypeta  teñera  Lw. 

Trypeta  dupllcata  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  510.54  (1880)  Montevideo 

Trypeta  meteorlca  Thoms.,  Eug.  Besa,   582.257  (1868) Buenos  Aires 


*  Es  interesante  este  caso  de  la  Trypeta  bullana  que  haya  sido  descripta  pri- 
mero de  Montevideo  y  más  tarde  de  Europa,  lo  que  demuestra  una  vez  más  que 
para  el  estudio  de  los  Dípteros  es  necesario  tener  á  la  mano  la  literatura  de 
todo  el  globo. 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  301 

Trypeta  plaelftta  Thoms.,  Eug.  Resa,  588.250  (1868) Buenos  Aires 

Plaeriotoma  obUqna  Say,  Joorn.  Ac.  Phil.  vi.  2.286  (1880) 

(Trypeta)  Buenos  Aires  (Bebo) 

Teplirltls  Daphne  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  ii.  508.51  (1880)  Montevideo  (Wibd.) 

(Trypeta) Mendoza  (Rdi.) 

TephrltlB  íucata  Fab.,  Ent.  Syst.  iv.  850.194  (1704)  (Musca),  Buenos  Aires  (LOw) 

Tephrltls  unicolor  Wlk.,Tr.  Lin.  Soo.  Lond.  xvii.  858  (1887)  Estr.  de  Magallanes 

Tephrltlt  yUtípes  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  7.19  (1868)....  Mendoza 
Eutreta  Scudderl  Weyenb.,  Verli.  zool.-bot   Ges.  Wien. 

XXXII.  868-868.  f.  1-8  (1882) /'/caria) CJórdoba 

Acidia  raía  Mq.,  Dipt  exot.  ii.   8.  885.  t.  81.  f.  9  (1848)..  Rep.  Arg. (E. Lch.  A.) 

StrobeUa  teccharidis  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  6.17  (1868).  Buenos  Aires 

Htrobelia  rubiginosa  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  7.18  (1868).  Mendoza 


Fam.  LONCHAEIDAE. 

I.oiichaeaclialybeaWied.,Aus8.  zweifl.  Ins.  ii.  476.2(1880)    Rep.  Arg.  (E.  Lch.  A.) 
l.oiicliaea  obscura  Wll:.,Tr.  Linn.  Soc.  Lond.  xvii.  857  (1887)    Estr.  de  Magallanes 


Fam.  SAPROMYZIDAE. 

Sapromyza  plantarls  Thoms.,  Eug.  Resa,  566.  221  (1868). .  Montevideo 

Sapronyza  remota  Thoms.,  Eug.  Resa,  566.  222  (1868) Buenos  Aires 

Pbysoclypeus   Ilayus  Wied.,  Auss.   zweifí.  Ins.  ii.  505.  4 

(1830)  (Chlorops) Montevideo 


Fam.  SEP8IDAE. 

Nemopoda  íulvlceps  Big.,  An.  Soc.  Ent  Fr.  1886.  801.  6. .  Buenos  Aires 
Kemopoda  minuta  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  468.  4  (1880) 

(Sepsis ) •. Bs.  As.  (E.  Lch.  A.) 

Nemopoda  xantbostoma  Big.,  An.  Soo.  Ent  Fr.  1886,  801.  5.  Buenos  Aires 

Plophlla  casel  L.,  Fauna  suecica,  826. 1109  (1746)  (Musca)  .  Buenos  Aires  (Rdi.) 


Fam.  EPHYDRIDAE. 

NotlphUa  exótica  Wied.,  Auss.  zweiñ.  Ins.  ii.  500.  4  (1880).  Montevideo 

Bpbydra  caesU  v.  d.  Wulp,  Tijds.  v.  Ent.  xxvi.  58  (18S8).  Rep.  Arg. 

Bpbydra  cUigena  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel.  0.  28  (1868). . . .  Buenos  Aires 

Bphydra  ochropns  Thoms.,  Eug.  Resa,  502.  278  (1868) Montevideo 

Ephydra  piionoptera  Thoms.,  Eug.  Resa,  500.  275  (1868). .  Patagonia 
ScateUa  guttlpennls  Big.,  Miss.  Se.  Gap  Hom,   Dipt   86. 

50.  t.  4.  f.  8  (1888)  (PaUopUra) Cabo  de  Hornos 

Hcatophila  curtlpennis  Becker,  An.  Soc.  Ent.  Belg.  xlix. 

192  (1905) Isla  de  los  Estados 


Fam.  DROSOPHILIDAB. 

DrosopbUa  gigantea  Thoms.,  Eug.  Resa,  506.  286  (1868)..    Buenos  Aires 
Drosophlla  spbaerocera  Thoms.,  Eug.  Resa,  507. 287  (1868)    Patagonia 


302  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Blaetocliftetapliarm  picticorals  Big.,  Mise.  So.   Gap  Hom, 

Dipt.  85  (1888)  fLeria) Oabo  de  Hon<M. 


Fam.  OSOmiDAE. 

Chlorops  glabiicoUlfl  Thoms.,  Eag.  Besa,  004. 801  (1868). .     Baenos  Aires 
Cblorops  teoaclssimas  Iches,  Boletín  Mlnist.  Agr.  n.  n*  5. 

2fi9  (1906) Chaco 


Fam.  AGROMYZIDAE. 

A^onyza  diademata  Big.,  Miss.  Se.  Cap  Hom,  Dipt.  40. 

t.  4.  f.  6.  (1888) Cabo  de  Hornos 

Phytomyxa  melanogaster  Thoms. ,  Eng.  Besa,  610. 816  (1868)  Patagonia 

OcbtblphUa  gatUpennls  Thoms.,  Eog.  Besa,  600. 298  (1868)  Buenos  Aires 


Fam.  HIPP0B08CIDAE. 

Ornltboetonat  synaUaxIdis  E.  Lch.  A.,  Exp.  Bio  Negro, 

Zool.  90  (1881)  (OmithomyiaJ Bep.  Arg. 

Iiynchla  peuelopes  Weyenb.,  An.  Soc.  Cient.  Arg.  xi.  199 

(1881) Tncumán 


Fam.  NYCTEBIBIIDAE. 

Metelasmas  pseudopteras  Coq.»  Ent.  News,  xviii.  292.  fig. 

(1907) Paraguay 

Nycteribto  flava  Weyenb.,  An.  Soc.  Cient.  Arg.  ix.  194  (1881)    Córdoba 


APÉNDICE. 


Homalomyia  canicularis  (L.)  Sghin. 

Esta  especie  es  común  en  Bnenos  Aires  en  todas  las  estaciones 
del  año:  tengo  ejemplares  cazados  en  Octubre  y  Enero,  otros  en  Ma- 
yo, Junio,  Julio . . .  Un  ejemplar  del  Museo  Nacional  procede  del 
Chaco  (E.  LoH.  Arbibálzaga),  otro  de  Tucumán  (E.  Tobnow),  y  dos 
de  Chile,  de  Valdivia  y  de  Talcahuano  respectivamente. 


Homalomyia  platensis  Bréthes,  n.  sp. 

cf  H.  abdomine  flavo-pellueidoj  vitta  media  et  marginibus poste- 
rioribus  segmentorum  1-4  nigris^  tJiorace  cinéreo^  vittis  brun- 
neis  3-omatOj  vitta  media  sat  augusta^  vittis  lateralíbus  latio- 
ríbus,  ante  et  pone  sulcum  transversum  usqiie  ad  scutellum 
per  lineam  dneream  divisis,  scutelh  dimidio  basali  brunneo 
vel  plus  minus  distincte  brunneo  3-maculato,  dimidio  apicali 
dnereo,  pedtíms  nigris,  tíbiis  basi  distincte  obscure  ferrugi- 
neisj  apicem  versus  gradatim  obscurius  ferrugineis  vix  nigris, 
pulvillis  albisj  tíbiis  intermediis  tertio  basali  angtistato  et  vix 
haud  pubescente  deinde  incrassatis  et  sat  dense  pubescenti- 
busj  femoribus  posticis  modice  curvatis^  apicem  ver  sus  subtus 
incrassatis  et  longe  fasciciilatim  pilosis,  alis  sat  hyalinis,inter 
venas  1  et3  tantum  obscurioribusy  squamis  albidis,  halteribus 
aJhido'flavis.  Long.  corp,:  6-6  mm. 

Buenos  Aires. 

Del  grupo  de  H.  fasciculata  Low,  penicillaris  Stein,  Heydeni 
CWied.),  pero  los  ojos  no  son  eng  zusammenstossendj  pues  la  frente 
negra  tiene  todavía,  antes  de  llegar  4  la  altura  de  las  ocelas,  la  mi- 
tad del  ancho  que  tiene  encima  de  las  antenas;  las  órbitas,  de  un 
blanco  sedoso  de  plata,  tienen  su  mayor  ancho  á  la  altura  de  las 
antenas  y  van  gradualmente  angostándose  hasta  desaparecer  á  la 


304  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

altara  del  grapo  ocelar.  Las  antenas  llegan  casi  al  nivel  de  las  vi- 
brisas,  y  son  de  an  color  negro:  el  tercer  artejo  tiene  ciertos  visos 
de  píceo  debido  á  la  pubescencia.  La  cerda  antenar  es  también 
obscura;  sólo  con  nn  buen  aumento  se  le  distingue  una  muy  corta 
vellosidad.  La  cara  es  cenicienta.  El  borde  de  la  boca  es  poco  avan- 
zado; los  palpos  relativamente  fuertes  son  negros.  Entre  las  órbi- 
tas blancas  y  las  vibrisas  corre  una  línea  negruzca  cuyo  mayor 
ancho  se  encuentra  frente  á  las  vibrisas. 

El  tórax  es  ceniciento,  con  una  línea  mediana  parduzca  que  corre 
entre  las  acrosticales;  de  cada  lado  de  ésta,  hay  otra  línea  parduzca 
más  ancha  sobre  todo  después  de  la  sutura  transversal:  esta  faja  se 
extiende  hasta  los  lados  del  mesonoto,  si  bien  está  más  ó  menos  bien 
dividida  por  una  línea  cenicienta  y  longitudinal.  El  escudete  es  ce- 
niciento con  la  mitad  basal  transversalmente  parduzca  ó  con  tres 
manchas  más  ó  menos  bien  distintas  que  corresponden  á  las  tres 
líneas  del  mesonoto.  La  macroqueta  pra  falta. 

Abdomen  como  en  la  generalidad  de  las  Homalomyia;  las  man- 
chas amarillentas  de  los  tres  primeros  segmentos  bien  visibles,  una 
línea  longitudinal  negra  y  el  borde  posterior  de  los  1-3  segmentos 
es  también  negro,  pero  no  llega  hasta  el  borde  lateral.  El  4.^^  seg- 
mento es  ceniciento  con  la  línea  mediana  y  dos  manchas  preapica- 
les  negras.  Las  patas  son  negras,  con  las  tibisis  de  un  ferrugíneo 
obscuro  en  la  base  y  que  va  obscureciéndose  gradualmente  hasta  la 
extremidad.  Tibias  anteriores  con  una  cerda  fuerte  cerca  de  la  ex- 
tremidad en  su  cara  antero-interna  y  las  apicales.  Los  fémures  me- 
dianos tienen  la  hilera  infero-anterior  constituida  por  cerdas  que 
vienen  gradualmente  un  poco  más  largas  hacia  la  extremidad, 
siendo  un  poco  más  gruesas  en  la  mitad  apical  y  no  tan  inclinadas; 
las  cerdas  infero-posteriores  son  más  inclinadas,  un  tanto  menos 
fuertes  y  las  cuatro  últimas  son  erizadas.  Las  tibias  intermedias  son 
delgadas  en  su  tercio  basal  desde  donde  adquieren  el  grosor  nor- 
mal. Por  debajo  la  pubescencia  del  tercio  basal  es  muy  fina,  y  en 
lo  demás  la  pubescencia  es  bien  evidente  sin  ser  muy  larga.  Hacia 
los  dos  tercios  de  la  tibia  hay  una  cerda  supero-anterior  bastante 
fuerte,  y  un  tanto  más  arriba  otra  cerda  supero-posterior  no  tan 
fuerte,  como  aquélla. 

IjOs  fémures  posteriores  son  un  poco  arqueados:  el  borde  infe- 
rior se  ensancha  para  angostarse  de  nuevo  casi  repentinamente 
en  su  extremidad.  La  hilera  supero -lateral  externa  tiene  las  cer- 
das primero  muy  cortas,  pero  al  llegar  frente  al  engrosamiento, 
esa  hilera  se  desvía  hacia  la  cara  superior  del  muslo  en  cuya 


BRETHES:  CATÁLOGO  DE  LOS  DÍPTEROS.  306 

parte  las  cerdas  (4-5)  son  fuertes;  la  hilera  infero-lateral  extema 
tiene  también  sus  cerdas  primero  muy  cortas  pero  que  van  aumen- 
tando en  longitud  hasta  el  mayor  ancho  del  fémur  después  del 
cual  una  sola  cerda  es  notable.  Debajo  del  engrosamiento  del  fémur, 
hay  un  haz  de  cerdas  perpendiculares  y  dirigidas  un  tanto  hacia 
adentro  de  las  cuales  las  anteriores  son  bastante  cortas  y  finas, 
pero  Jas  posteriores  llegan  á  tener  una  longitud  doble  del  ancho 
del  fémur:  todas  estas  cerdas  tienen  su  extremidad  arqueada  hacia 
afuera.  Las  tibias  posteriores  son  un  tanto  arqueadas  y  angosta- 
das en  su  extrema  base,  y  llevan  después  de  su  mitad  el  par  de 
cerdas  superiores,  una  de  ellas,  la  supero-externa  un  poco  más 
fuerte  pero  más  corta  que  la  superior;  del  lado  infero-lateral  exter- 
no hay  también  una  hilera  de  4  cerdas  más  cortas,  que  empieza 
hacia  la  mitad  de  la  tibia  y  termina  antes  de  su  extremidad. 

Las  alas  son  hialinas^  apenas  ahumadas  entre  las  1.^  y  3.^  venas 
longitudinales;  el  nérvulo  transverso  interior  tiene  sus  bordes  un 
tanto  obscurecidos,  como  si  fuera  el  principio  de  la  mancha  que  se 
observa  en  ese  punto  en  varias  Anthomyidae  sudamericanas;  la 
vena  4.^  longitudinal  se  arquea  un  poco,  de  modo  que  su  extremidad 
se  aproxima  insensiblemente  hacia  la  B.*  que  es  recta.  El  nérvulo 
transversal  exterior  es  apenas  ondulado  aunque  recto  en  su  con- 
junto y  un  poco  más  largo  que  la  parte  de  la  4.*  longitudinal  que 
lo  separa  del  nérvulo  transversal  interior.  Las  escamas  alares  son 
blancas^  sus  bordes  apenas  amarillentos  y  la  superior  cubre  más  ó 
menos  los  ^¡^  de  la  inferior,  los  balancines  son  amarillentos. 

Desde  Abril  á  Julio  de  este  año,  he  cazado  cinco  ejemplares  de 
esta  Interesante  Homalomyia  en  los  alrededores  de  Buenos  Aires 
(General  Urquiza),  y  he  notado  que  vienen  á  posarse  sobre  la  ropa, 
como  lo  suelen  hacer  de  verano  varios  mosquitos.  Incorporo  dos 
ejemplares  á  la»s  colecciones  del  Museo  Nacional. 


LA  REGIÓN  MASTOIDEA  DE  LOS  CRÁNEOS  CALCHAÜÜÍES 


POR 

FBENANDO  THIBON. 


INTRODUCCIÓN. 

La  región  mastoidea  mertice  una  atención  especial  de  los  anato- 
mistas, cirujanos  y  antropólogos,  bajo  diferentes  puntos  de  vista: 

1.^  En  anatomía  comparada  tiene  un  interés  teórico,  para  su 
comparación  en  las  distintas  especies  de  animales; 

2.^  En  cirugía  un  interés  práctico,  bajo  el  punto  de  vista  opera- 
torio. 

S.^  En  antropología  un  interés  teórico  para  su  comparación  en 
las  distintas  razas  humanas. 

Especialistas  en  estos  ramos  han  hecho  estudios  de  esta  región, 
con  sumos  detalles,  y  en  todos  los  tratados  de  anatomía  encontra- 
mos datos  suficientemente  descriptivos.  Citaremos  como  ejemplo  la 
Anatomía  del  cráneo  humano  escrita  por  el  conde  de  Spee,  el  libro 
del  señor  Le  Double,  sobre  las  variaciones  de  los  huesos  del  cráneo, 
y  para  los  cirujanos,  tenemos  el  estudio  hecho  por  el  Dr.  F.  Pérez 
de  Buenos  Aires,  sobre  la  oreja  y  el  encéfalo,  obra  que  reúne  al 
mismo  tiempo  un  gran  número  de  datos  sobre  las  particularidades 
anatómicas  de  la  región  mastoidea. 

Estas  tres  obras  citadas  nos  servirán  de  consulta  en  nuestro  estu- 
dio de  la  región  mastoidea  de  los  cráneos  calchaquíes. 


La  apófisis  mastoidea  y  la  apófisis  yugular,  que  forman  parte  de 
esa  región,  tienen  una  importancia  en  osteología  comparada  de  los 
mamíferos,  pues  según  la  presencia  ó  falta  de  ambas,  ó  la  falta  de 
una  de  ellas,  se  puede  dividir  en  cuatro  grupos,  como  hace  el  doctor 
P.Pérez(l.c.,  p.  18): 


308  MUSEO  NACIONAIi  DE  BUENOS  AIRES. 

1.^  Cráneos  con  apófisis  yugular  y  sin  apófisis  mastoidea  (solípe- 
dos, rumiantes,  paquidermos,  camivoros.) 

2.**  Cráneos  con  apófisis  yugular  y  mastoidea  (algunos  roedores 
como  Myocastor  Coypus). 

3.^  Cráneos  sin  apófisis  mastoidea  y  sin  apófisis  yugular  (monos 
antropoides). 

4.^  Cráneos  con  apófisis  mastoidea  y  sin  apófisis  yugular  (Homo 
sapiens). 

El  Dr.  Pérez  supone  que  el  desarrollo  tan  caraoteristico  de  la 
apófisis  mastoidea  en  el  género  humano,  puede  atribuirse  al  papel 
que  en  la  fonación  desempeña  el  músculo  esterno-cleido-mas- 
toideo  (1.  c.  p.  18). 

€  Ne  sait-on  pas,  en  effet,  que  l'usage  de  la  parole  exige  une  expi- 
ration  lente,  tenuée  Or,  c*est  en  grande  partie  a  ce  muscle,  innervó 
par  la  branche  externe  du  spinal,  qu'est  dévolue  cette  action  frena- 
trice  sur  les  muscles  expirateurs.  U  y  aurait  matiére  a  une  serie  de 
considératíons  d'ordre  téléologique  sur  lesquelles  nous  ne  pouvons 
insister  aujourd'hui.» 

Los  solípedos  (perisodactílidos),  rumiantes  (solenodontes)  y  car- 
nívoros poseen  apófisis  mastoidea,  por  lo  tanto  deben  ser  colocados 
en  el  2.®  grupo  y  no  en  el  primero,  como  lo  hace  el  Dr.  Pérez. 

Resulta  de  este  cuadro  comparativo,  que  la  presencia  de  la  apó- 
fisis mastoidea  y  la  falta  de  la  apófisis  yugular,  es  sólo  caracterís- 
tica del  hombre. 

El  estudio  de  la  región  mastoidea  es  de  gran  importancia  en 
antropología  física,  permitiendo  así  su  comparación  en  las  distin- 
tas razas  humanas.  Estudios  de  esta  región  han  sido  hechos,  pero 
en  la  raza  blanca,  faltando  casi  por  completo  los  datos  de  esa 
región  en  la  raza  americana. 

Entre  las  observaciones  aisladas  sobre  la  región  mastoidea,  en 
cráneos  de  raza  americana,  podemos  citar  los  datos  sobre  el  cráneo 
fósil  de  Arrecifes,  procedente  de  la  formación  pampeana  superior 
y  conservado  actualmente  en  el  Museo  Etnográfico  de  la  Facultad 
de  Filosofía  y  Letras  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires;  sobre 
ese  cráneo  fósil,  el  Dr.  E>.  Lehmann-Nitsche,  que  lo  estudió,  dice 
lo  siguiente: 

«Las  apófisis  mastoideas  mismas,  más  bien  son  pequeñaa^las 
incisuras  parecen  como  muescas  hechas  con  un  cuchillo  afilado,  y 
no  como  surcos  cóncavos  en  los  cráneos  europeos;  las  crestas  digás- 
tricas  llamadas  así  por  el  Dr.  F.  Pérez,  son  enormes  y  representan 
una  especie  de  peine  grueso;  el  espacio  entre  ellas  y  la  fisura  occi- 


thibon:  cráneos  calchaquíes  309 

pito-mastoidea  destinado  á  la  artería  occipital  también  tiene  la 
forma  de  una  muesca,  pero  menos  profunda  y  menos  grande  que 
la  recién  descripta.  En  cráneos  americanos  he  encontrado  con 
gran  frecuencia  la  caracterizada  forma  de  la  incisura  mastoidea  ó 
digástrica,  como  también  la  cresta  digástrica.  Serían  interesantes 
estudios  comparativos. » 

Para  ofrecer  un  material  completo  y  homogéneo  que  pueda  ser- 
vir de  base  para  comparaciones  posteriores,  hemos  hecho  un  estudio 
de  la  región  mastoidea  en  los  cráneos  calchaquíes,  aprovechando 
todo  el  material  que  de  esta  tríbu  posee  el  Museo  Nacional  de 
Buenos  Aires,  siendo  en  número  de  54  cráneos.  Pero  queriendo 
aumentar  este  número  y  elevarlo  á  la  cifra  redonda  de  cien,  para 
dar  así  una  mejor  idea  del  valor  relativo  de  una  cantidad  de  ob- 
servaciones aisladas,  y  para  completar  la  serie  á  cien  cráneos,  de 
los  estudiados  en  el  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  me  dirigí  al 
Museo  Etnográfico  de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  donde 
continué  mi  estudio  hasta  llegar  á  esa  cifra,  aprovechando  del  ma- 
terial allí  reunido  por  las  últimas  expediciones  realizadas  bajo  la 
dirección  de  su  director  profesor  Juan  B.  Ambrosetti. 


MÉTODO  OPERATORIO. 

Los  métodos  que  hemos  seguido  en  nuestro  estudio,  son  métri- 
cos y  gráficos,  y  los  explicaremos  en  el  orden  según  el  cual  hemos 
confeccionado  nuestros  cuadros  demostrativos,  cráneo  por  cráneo. 


Número  de  orden. 

Como  ya  lo  hemos  explicado,  hemos  elegido  exactamente  100 
cráneos;  únicamente,  como  podrá  verse  por  los  cuadros,  del  lado 
izquierdo  figuran  98  cráneos,  por  causa  de  que  dos  de  ellos  no 
permitieron  hacer  un  estudio  completo,  por  tener  éstos  el  lado  iz- 
quierdo incompleto. 

Los  cráneos  los  hemos  enumerado  á  medida  que  los  Íbamos  es- 
tudiando. 


810  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


Tribu. 

Todos  los  cráneos  estudiados  por  nosotros,  son  atribaidos  á  los 
Calchaqaíes,  la  famosa  nación  que  habitaba  las  regiones  andinas, 
qne  son  las  provincias  argentinas  de  Catamarca,  Tucumán,  Salta  y 
Jajay;  desgraciadamente  no  se  sabe  con  seguridad  si  esta  tribu 
representaba  un  grupo  lingüístico  independiente,  ó  si  pertenecía 
¿  otro  gran  grupo,  por  ejemplo  al  quichua. 

Tampoco  está  resuelto  aún,  la  posición  que  los  Calchaquíes  ocu- 
paban bajo  el  punto  de  vista  de  su  industria  y  civilización,  pues 
mientras  los  unos  los  toman  como  zona  de  civilización  indepen- 
diente, otros  los  ligan  con  la  civilización  quichua  del  antiguo  Perú. 

Los  trabajos  iniciados  en  el  país  por  los  señores  Adán  Quiroga, 
Francisco  P.  Moreno,  Samuel  A.  Lafone  Quevedo,  Hermán  ten 
Kate,  Juan  B.  Ambrosetti,  las  expediciones  del  Museo  de  La  Plata 
y  las  misiones  científicas  de  Suecia  y  Francia  (Erland  Nordens- 
kjold,  Eric  Boman,  etc.),  van  á  contribuir  á  llevar  este  problema  á 
una  solución  satisfactoria. 

Con  el  tiempo  se  resolverá  el  problema  calchaquí,  que  hemos 
trazado  aquí  en  grandes  rasgos. 

El  material  craneológico  estudiado  por  nosotros,  pertenece  á 
una  tribu  homogénea  bajo  el  punto  de  vista  biológico.  Vivía  en 
el  mismo  ambiente  andino,  y  del  mismo  modo,  como  la  civilización 
de  toda  la  región,  presentaba  rasgos  generales  de  uniformidad 
en  toda  la  longitud  de  la  Cordillera. 

Los  habitantes  que  la  representaban  parecían  demostrar  en  su 
exterior  una  uniformidad  relativa,  quedando  por  lo  tanto  comple- 
tamente justificado,  si  reunimos  como  lo  hemos  hecho,  los  cráneos 
procedentes  de  regiones  de  un  mismo  ambiente  en  un  solo  cuadro 
bajo  la  denominación  «Calchaquí». 


Procedencia. 

Una  tercera  parte  del  material  craneológico  procede  de  Abra 
Pampa,  provincia  de  Jujuy  (33  cráneos);  de  La  Poma,  provincia 
de  Salta,  procede  la  otra  tercera  parte  (33  cráneos);  siendo  los 
otros  lugares  de  procedencia  los  siguientes:  Inca  Huasi,  provincia 
de  Salta,  con  8  cráneos;  Amaicha,  provincia  de  Salta,  con  7  crá- 
neos; Hualfin,  provincia  de  Salta,  con  3  cráneos;  Payogasta,  pro- 
vincia de  Salta,  con  7  cráneos;  Cachi,  provincia  de  Salta,  con  2 


THIBON:  CRÁNEOS  CALCHAQUÍES.  311 

cráneos;  La  Paya,  provincia  de  Salta,  con  1  cráneo;  Fuerte  Alto, 
provincia  de  Salta,  con  6  cráneos. 

Todos  los  cráneos  estudiados  llevan  una  indicación  exacta  de  su 
procedencia,  por  lo  tanto  no  cabe  duda  sobre  su  autenticidad. 


Conservado. 

54  de  los  cráneos  estudiados  se  guardan  en  el  Museo  Nacional 
de  Buenos  Aires,  y  los  46  restantes  que  sirvieron  para  completar 
la  serie,  se  encuentran,  como  hemos  dicho,  en  el  Museo  Etnográfíco 
de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  de  la  Universidad  de  Buenos 
Aires,  donde  existe  un  material  mucho  más  numeroso,  que  podrá 
ser  aprovechado  en  estudios  ulteriores. 


Edad. 

La  determinación  de  la  edad  de  cada  cráneo  es  aproximativa 
por  ser  algo  difícil  determinarla  con  exactitud. 

No  queriendo  dejar  de  lado  ese  dato  de  importancia,  hemos  to- 
mado para  esa  determinación,  el  estado  de  las  suturas,  la  usura  de 
los  dientes  y  el  grado  del  espesor  de  las  paredes  craneales,  usando 
en  la  determinación  de  la  edad,  la  nomenclatura  usual  en  anatomía 
y  antropología,  que  es  la  siguiente:  inf.  =  infantilis;  ad.  =  adul- 
tus;  mt.  =  maturas;  sen.  =  senilis. 

En  el  estudio  hecho  eliminamos,  para  no  complicar  la  estadística, 
los  cráneos  infantiles. 

La  nomenclatura  propuesta  por  Rüdinger  no  corresponde  exac- 
tamente para  la  determinación  de  la  edad  en  los  cráneos  ameri- 
canos, por  cuanto  está  basada  en  el  desgaste  de  la  dentadura  de  los 
cráneos  europeos;  pero  esto  no  corresponde  á  los  cráneos  ame- 
ricanos, por  principiar  en  éstos  el  desgaste  de  la  corona  dentaria 
mucho  más  antes  que  en  los  cráneos  europeos ;  este  uso  anticipado 
es  debido  probablemente  á  la  diferencia  de  los  alimentos  que  es- 
taban más  ó  menos  mezclados  con  tierra  y  partículas  de  piedras 
procedentes  de  los  molinos  y  morteros  hechos  de  piedra,  así  como 
cenizas  de  plantas,  ricas  en  sales  de  soda  y  potasa,  como  ser  la  Uic- 
ta,  que  se  usa  en  las  provincias  del  norte  para  mascar  coca.  No 
obstante  esto^  nuestra  determinación  de  la  edad  de  los  cráneos  es- 
tudiados por  nosotros,  debe  ser  relativamente  exacta. 


312  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Transcribimos  aquí  la  nomenclatura  de  Büdinger,  que  es  la  si- 
guiente: 

Inf.  Desde  el  nacimiento  hasta  la  salida  de  todos  los  molares 
definitivos. 

Juv.  Desde  la  consolidación  de  la  sutura  esfeno-basilar  hasta  la 
salida  de  las  muelas  del  juicio. 

Ad.  El  desarrollo  de  la  dentadura  es  terminado  y  el  gaste  de  la 
corona  dentaria  ha  empezado. 

Mt,  Continúa  el  gaste  de  la  corona  dentaria  y  la  consolidación 
de  las  suturas. 

Sen»  Atrofia  completa  del  maxilar  y  de  la  mandíbula,  especial- 
mente en  los  bordes  alveolares. 


Sexo. 

La  determinación  del  sexo  era  absolutamente  imposible;  un  solo 
cráneo  (N.^  6)  llevaba  en  el  catálogo  la  indicación  de]  sexo  mascu- 
lino. Siendo  la  determinación  del  sexo  relativamente  difícil  y  has- 
ta imposible  en  los  cráneos  tan  estudiados  y  conocidos  como  son 
los  europeos,  cuánto  más  difícil  será  la  determinación  en  las  tribus 
americanas  donde  nos  faltan  por  completo  estudios  referentes  á 
ellos. 

Por  lo  tanto,  preferimos  llenar  la  columna  destinada  al  sexo  con 
un  signo  de  interrogación,  que  no  poner  nuestra  determinación 
personal. 

Deformación  artificial. 

Es  una  práctica  común  en  varias  razas  humanas,  la  deformación 
artificial  del  cráneo;  no  mencionamos  aquí  los  distintos  procedi- 
mientos empleados  para .  efectuarla,  ni  los  diferentes  modos  de  de- 
formación, por  no  corresponder  á  este  trabajo  el  hacerlo.  Sólo 
mencionaremos  las  distintas  formas  de  deformación  y  el  número 
de  cada  una  de  ellas  en  los  cien  cráneos  calchaquíes  que  hemos 
estudiado.  Una  tercera  parte  (33  cráneos)  tienen  deformados  la 
frente  y  el  occipucio  que  es  la  deformación  f ronto-occipital ;  ésta 
es  la  más  común  en  los  calchaquíes,  como  en  tantos  otros  pueblos 
andinos;  dos  de  estos  cráneos  presentaban  una  plagiocef alia ^  iz- 
quierda (N.°  13,  14).  La  sola  deformación  frontal,  que  es,  como 


1  Abreviada  en  los  cuadros  con  la  letra  p. 


thibon:  cráneos  calchaquíes.  313 

siempre,  muy  rara,  encontramos  sólo  en  un  caso  el  (N.^  6).  También 
es  rara  la  sola  deformación  occipital,  que  la  hemos  encontrado  3 
veces  (N.*  10,  24,  5B)  y  entre  éstos,  uno  (N.°  24),  iba  acompañado 
de  plagiocefalia  izquierda  y  otro  de  plagiocef alia  derecha  (N.®  65). 
La  deformación  circular  la  encontramos  dos  veces  (N.®  26  y  28). 
Los  restantes  cráneos,  ó  sean  61,  carecían  de  deformación  artificial, 
ó  á  lo  menos  que  no  era  visible  para  nosotros. 

Apófisis  mastoidea. 

ALTURA  SXTBRNA. 

Para  la  determinación  de  la  altura  externa,  colocamos  la  rama 
fija  de  la  cglissiere»  en  la  región  de  la  espina  supra  meatum,  de  tal 
manera,  que  la  rama  estaba  más  ó  menos  paralela  con  el  borde  su- 
perior del  arco  zigomático;  la  rama  movediza,  la  hicimos  tocar  con 
la  punta  de  la  apófisis  mastoidea,  representando  así  la  altura,  como 
la  hemos  tomado,  una  medida  en  proyección. 

ALTURA    INTERNA. 

Es  la  distancia  que  media  entre  el  fondo  déla  incisura  digá^trica 
y  la  extremidad  de  la  apófisis  mastoidea;  esa  distancia,  la  tomamos 
con  el  compás  de  espesor  de  la  manera  siguiente,  colocando  la  ex- 
tremidad del  brazo  fijo  en  el  fondo  de  la  incisura  y  haciendo  correr 
el  brazo  móvil  de  arriba  abajo,  hasta  que  se  encontrase  con  la  ex- 
tremidad de  la  apófisis. 

DIÁMETRO  ANTER0-P08TERI0B. 

El  diámetro  antero-posterior  lo  tomamos  con  el  compás  de  espe- 
sor, colocando  la  rama  fija  contra  el  borde  anterior  de  la  apófisis 
mastoidea,  y  el  otro  brazo  lo  hacíamos  correr,  hasta  la  terminación 
de  la  incisura  digástrica.  * 

DIÁMETRO    TRANSVERSO. 

El  diámetro  transverso  también  lo  tomamos  con  el  compás  de 
espesor  colocando  el  brazo  fijo  contra  la  cara  interna  de  la  apófi- 
sis mastoidea  y  en  la  parte  más  baja,  y  en  el  brazo  movedizo  lo 
aplicamos  contra  la  cara  externa  de  la  apófisis  mastoidea  de  mo- 
do que  los  dos  brazos  estuviesen  en  el  mismo  plano. 
Anal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Octubre  81,  1907.  22 


314 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Las  cifras  mínimas^  medias  y  máximas  de  las  caatro  citadas  medi- 
das, las  hemos  reunido  en  el  cuadro  siguiente : 


100   CRÁN£0&   GALOHAQUÍBS. 


APÓFISIS  MA8T0IDBA 

DERECHO 

Altura 
extema 

Altura 
interna 

Diámetro 
ant.  post. 

Diámetro 
transverso 

Minimo 

18.5(N.<»26) 

2     (N.*  18) 

14.5  (N/ 95) 

7     (N.*49) 

Medio 

25.7 

9.8 

22.9 

11  6 

Máximo 

88     (N.»  20) 

16     (N.»74) 

81     (N.»  15) 

16.5  (N.»  10) 

IZQUIERDO 

Altura 
externa 

Altura 
interna 

Diámetro 
ant.  post. 

Diámetro 
transverso 

Mínimo 

20     (N."  89) 

2.5  (N.»  6) 

16.5  (N.»  89) 

9     (N.»88) 

Medio  

26.3 

10 

28.5 

12.8 

Máximo 

84     (N.»  20) 

17     (N.«  74) 

81     (N.*»  74) 

18     (N.»  19) 

tklbon:  ceáneos  calchaquíes.  315 

Forma  general. 

(No  en  el  cnadro). 

Para  dar  mejor  idea  de  la  forma  de  las  apófisis,  hemos  hecho  di- 
bajos esquemas  colocando  el  cráneo  en  la  norma  lateral  derecha 
sobre  la  mesa,  así  es  que  la  parte  facial  miraba  hacia  la  izquierda, 
de  modo  que  la  apófisis  derecha  era  vista  por  el  costado  interno  y 
la  izquierda  por  el  costado  externo. 

En  los  dibujos  se  representa  la  parte  anterior  por  una  A  y  la 
parte  posterior  por  una  P. 

La  forma  más  general  délas  apófisis  mastoideas  es  la  de  un  trián- 
gulo en  que  el  lado  anterior  es  más  ó  menos  perpendicular  á  la 
línea  horizontal  de  Camper,  siendo  el  lado  posterior  muy  inclinado 
con  relación  á  esa  línea  y  por  lo  tanto  mucho  más  largo  que  el 
lado  anterior.  La  extremidad  es  en  la  mayoría  de  los  casos  redon- 
deada, presentando  un  radio  de  curvatura  bastante  grande  con  re- 
lación al  tamaño  de  la  apófisis. 

En  algunos  cráneos  (muy  pocos)  la  apófisis  mastoidea  termina 
en  punta  formando  los  lados  anterior  y  posterior  un  ángulo  agudo 
(fig.  N.^  30  D,  36  D,  48 1,  88  D,  89  D,  96  D  é  I). 

En  la  mayoría  de  los  casos  las  apófisis  mastoideas  de  ambos  lados 
son  muy  semejantes,  siendo  la  diferencia  muy  poca.  En  algunos 
cráneos  son  casi  idénticos,  presentando  las  mismas  particularidades 
en  el  relieve  déla  superficie  (fig.  N.®  79,  81, 100). 

Otras  apófisis  mastoideas  tienen  su  extremidad  muy  redondeada, 
con  un  radio  de  curvatura  sumamente  grande  (fig.  N.**  10, 36, 39  D, 
54  D,  61  D,  96,  100). 

Incisura  digástríca. 

(No  en  el  cuadro). 

La  incisura  digástrica  también  hemos  dibujado  en  forma  esque- 
mática; lo  hicimos  colocando  el  cráneo  en  la  norma  occipital. 

Es  la  incisura  que  se  encuentra  entre  la  apófisis  mastoidea  y  la 
cresta  ó  bula  digástrica  y  que  da  inserción  al  músculo  digástrico  ; 
este  se  dirige  abajo  y  hacia  adelante  atravesando  el  músculo  stylo 
hyoides,  llegando  así  á  la  parte  superior  del  cuerpo  del  hyoides, 
donde  se  inserta  por  intermedio  de  un  tendón  que  continúa  por  un 
segundo  músculo  que  viene  á  ser  el  músculo  digástrico  anterior, 
siendo  la  otra  parte  el  digástrico  posterior. 


316  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

El  músculo  digástrico  anterior  se  dirige  hacia  adelante  y  arriba 
para  insertarse  en  la  cara  interna  de  la  mandíbula  y  sirve  para 
bajarla,  cuando  se  contrae,  tomando  como  punto  de  apoyo  el  hueso 
hyoides;  el  digástrico  posterior  que  se  inserta  en  la  incisura  del 
mismo  nombre,  sirve  para  elevar  el  hueso  hyoides  en  los  movi- 
mientos de  la  deglución. 

Las  formas  predominantes  de  la  incisura  digástrica  en  los  crá- 
neos calchaquíes  estudiados  por  nosotros  son  las  de  una  Y  ó  una 
ü  como  podrá  verse  por  los  esquemas,  y  en  la  mayor  parte  de 
apertura  estrecha^  no  permitiendo  el  alojamiento  de  un  lápiz, 
habiendo  excepciones,  como  por  ej.:  fig.  N.*  4, 8,  13,  48  (F.  1  D.) 

La  incisura  digástrica  no  siempre  la  encontramos  en  la  base  de 
la  cara  interna  de  la  apófisis  mastoidea,  sino  que  la  encontramos 
también  situada  en  la  extremidad  de  la  apófisis  (fig.  N.®  49,  67, 
84,90). 

En  algunos  csisos  que  hemos  visto  (fig.  54),  la  cresta  digástrica 
estaba  situada  de  manera  tal,  que  á  simple  observación  se  podía 
confundir  por  incisura  digástrica,  á  ésta  juntamente  con  el  surco 
de  la  arteria  occipital,  por  ser  la  cresta  digástrica  muy  poco  pro- 
nunciada. 

También  vimos  en  algunos  cráneos,  que  el  surco  de  la  arteria 
occipital  esté  situado  en  la  parte  superior  de  la  cresta  digástrica 
(fig.  62). 

Cresta  ó  bula  digástríca. 

En  cuanto  á  esta  particularidad,  Le  Double  habla  de  la  implan- 
tación en  el  labio  interno  de  la  incisura  digástrica  «d'une  óminen- 
ce  osseuse  en  forme  de  demi  amande  á  laquelle  Zoja  a  donné  le  nom 
d^apophyse  madoíde  surnuméraire.  Cette  éminence  qui  modifie 
singuliérement  la  forme  de  Tapophyse  masto'ide  et  que  Zoja  dit 
avoir  rencontrée  plusieurs  f ois,  présente  deux  faces  dont  Tune  re- 
garde  en  dehors,  et  Tautre  en  dedans,  et  un  sommet  plus  ou  moins 
dirige  en  bas.  Formée  par  une  gaine  de  tissu  osseus  compact  conte- 
nant  des  cellules  aériennes  communiquant  avec  celles  de  Tapo- 
physe  masto'ide  ou  avec  l'antre  petreux,  elle  mesure  dans  certains 
cas  deux  centimétres  de  longueur  d'avant  en  arriére,  8  a  9  mm.  de 
hauteur  et  7  mm.  de  circonf érence  á  sa  base. » 


1  «Como  si  fueran  hechas  con  un  cuchillo  afilado».  Dr.  B.  Lehmann-Nitsche, 
1.  o.  p.  4. 


thibon:  cráneos  oai.chaquíes. 


317 


«Depuis  1864,  époque  ou  Zoja  a  appeló  Tattention  sur  cette  ano- 
malie,  Legge  et  Humphry  ont  vu,  le  premier  l'apophyse  mastoíde 
divisée  en  deux,  le  second  la  lévre  interne  du  digastrique  renf  lee  et 
creusée  d*une  cavité  communiquant  avec  les  cellules  mastoídiennes.» 

El  conde  de  Spee  cita  un  trabajo  de  Córner  que  también  por  su 
parte  describe  esa  particularidad  con  el  nombre  de  apófisis  paramas- 
toídea. 

El  doctor  Pérez  al  fin  dio  al  carácter  osteológico  en  cuestión,  el 
nombre  de  cresta  ó  bula  digástrica  según  su  forma. 

En  algunos  casos  (N.*"  28  I,  49  D,  67  D,  84  D,  90  D)  la  cresta  ó 
bula  es  tan  desarrollada  que  casi  alcanza  ó  iguala  á  la  apófisis  mas- 
toidea;  en  los  casos  más  exagerados  (N.*^  67  y  90  D)  bien  puede 
hablarse  de  una  apófisis  mastoidea  supernumeraria. 

La  cresta  ó  bula  digástrica  está  situada  detrás  de  la  cara  interna 
de  la  apófisis  mastoidea,  separada  de  ella  por  una  ineisura  que  es 
la  digástrica;  según  que  la  forma  sea  la  de  una  cresta  ó  una  bula, 
siendo  más  común  en  los  cráneos  calchaquíes  la  primera,  se  llama 
cresta  ó  bula  digástrica.  Por  el  lado  interno  de  esta  proeminencia 
encuéntrase  otra  ineisura  que  sirve  para  alojar  á  la  arteria  occipital 
y  que  lleva  el  nombre  de  surco  de  la  arteria  occipital. 

Por  el  cuadro  siguiente  podrá  verse,  tanto  en  el  lado  derecho 
como  en  el  izquierdo,  la  falta  de  esa  proeminencia  ó  presencia  de 
cresta  ó  bula: 

100   CRÁNEOS    CALCHAQUÍES. 


Derecho 

Izquierdo 

Cresta. 

72 
24 

4 

69 

Bula 

25 

Falta.. 

4 

Total 

100 

96 

Rotos. 

2 

100 

Se  ve,  por  lo  tanto,  que  las  crestas  son  más  comunes  que  las  bulas 
en  los  cráneos  calchaquíes,  siendo  estas  últimas  en  la  proporción 
de  1 :  3. 


318  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

La  falta  de  esta  proemineDcia,  sólo  era  en  4  cráneos  (N.^  30,  48, 
62,  100)  para  el  lado  derecho  y  (N.«  48,  62,  63,  66)  para  el  lado 
izquierdo,  de  modo  que  los  cráneos  números  48  y  62  carecían  de 
bala  ó  cresta  de  ambos  lados. 

Los  números  30  y  100  les  falta  la  bala  ó  cresta  del  lado  derecho 
y  á  los  números  63  y  66  en  el  lado  izquierdo. 


Espina  supra  meatom. 

Encuéntrase  en  la  parte  postero-superíor  de  la  entrada  del  canal 
auditivo.  No  en  todos  los  casos  existe,  pues  como  podrá  verse  en 
los  cuadros  pag.  321,  se  nota  la  falta  de  ella  en  algunos  cráneos.  En 
los  cráneos  donde  existe  su  presencia  es  más  ó  menos  pronunciada, 
habiendo  casos  en  que  es  apenas  visible,  ó  en  cambio  está  muy 
bien  pronunciada.  Hemos  distinguido 4 categorías,  que  son:  Falta, 
Poco,  Bastante  y  Bien.  El  plano  en  que  se  encuentra  la  espina 
supra  meatum,  forma  en  la  generalidad  de  los  casos,  un  ángulo  de 
40  á  60<^  con  el  plano  que  pasa  por  la  parte  inferior  del  maxilar  y 
del  canal  auditivo.  Su  longitud  es  también  variable,  estando  com- 
prendido entre  medio  milímetro  á  seis  milímetros  su  longitud. 
Cuando  la  espina  está  bien  pronunciada,  deja  entre  ella  y  el  tempo- 
ral un  espacio  bastante  grande.  El  borde  de  ella  es  algunas  veces 
filoso  y  en  algunos  casos  con  ondulaciones,  ó  sino  el  borde  es 
redondeado;  también  suele  presentarse  bajo  forma  de  una  pequeña 
proeminencia  ó  cresta.  Detrás  de  ella  encuéntrase  la  zona  de 
Chipault,  que  pasaremos  á  describir. 


Zona  de  Ghipault. 

Preséntase  bajo  forma  de  unos  pequeños  puntos  cóncavos,  abar- 
cando una  extensión  más  ó  menos  grande.  Su  presencia  puede 
faltar  como  podrá  verse  en  los  cuadros  adjuntos  (pág.  321).  En  los 
casos  en  que  existe,  su  presencia  puede  ser  más  ó  menos  pronun- 
ciada, según  que  sean  los  puntos  poco  ó  bien  marcados  y  abun- 
dantes. De  ahí  que  hemos  dividido  en  cuatro  grupos,  según 
que  falte  ó  que  esté  pronunciado;  esos  grupos,  como  podrá  verse 
en  los  cuadros,  son  los  siguientes:  Falta,  Poco,  Bastante  y  Bien. 

En  dos  cráneos  hemos  observado  una  particularidad  que  es  la  si- 
guiente: el  cráneo  N.^  97  presenta  en  la  zona  de  Chipault  izquierda 
un  agujero  de  un  milímetro  de  diámetro,  y  el  N.®  100  presenta 


thibon:  cráneos  oalchaquíes. 


319 


también  en  la  zona  de  Chipanlt  izquierda  un  agujero,  pero  no  tan 
grande  como  en  el  caso  del  N.^  97,  siendo  en  ambos  casos  apenas 
pronunciada  la  zona  de  Chipault. 

Surco  de  la  arteria  occipital. 

El  surco  de  la  arteria  occipital  es  una  incisión  larga  y  estrecha, 
pudiendo  ser  corta  en  algunos  cráneos,  que  sirve  para  alojar  á  la 
arteria  anteriormente  nombrada.  Encuéntrase  en  la  parte  interna 
del  lado  de  la  bula  ó  cresta.  Ese  surco  puede  faltar,  como  en  los 
cráneos  donde  existe  ser  más  ó  menos  pronunciado,  por  lo  cual 
hemos  dividido  también  en  cuatro  las  categorías  que  son:  Falta, 
Poco,  Bastante,  Bien. 

Foramen  mastoideo. 

Son  unos  agujeros  que  se  encuentran  en  el  temporal  y  en  el  oc- 
cipital, que  sirven  para  dar  paso  á  la  arteria  occipital.  Estos  agu- 
jeros pueden  faltar  ó  encontrarse  en  número  de  1,  2,  3,  etc.,  siendo 
su  situación  variable  y  pudiendo  encontrarse  todos  en  uno  de  los 
huesos  anteriormente  nombrados  ó  en  ambos,  ó  también  estar  to- 
dos ó  parte  de  ellos  en  la  sutura  de  ambos  huesos. 

En  los  cuadros  podrá  verse  el  número  de  ellos  y  su  situación 
por  los  signos  siguientes:  en  la  región  mastoidea  por  una  m,  en  la 
región  occipital  por  una  o  y  en  la  sutura  de  ambos  huesos  por  una 
m+  o. 

El  número  de  los  forámenes  mastoideos  de  los  cráneos  calcha- 
quies  estudiados  por  nosotros  es  de  134  para  el  lado  derecho  y  133 
para  el  lado  izquierdo,  repartido  de  la  siguiente  manera: 


100   CRÁNEOS  OALCHAQUÍES. 


Derecho 

Izquierdo 

Con  0 

12 
46 
88 

4 

7 

.      1 

58 

.      2 

84 

.      8 

4 

100 

98 

320 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


En  cnanto  á  su  nbioación  están  repartidos  de  la  manera  si- 
guiente: 


BegiÓD  mastoidea 

»        occipital 

Sutura  del  occipital  y  temporal 


Por  el  número  de  los  forámenes  en  ambos  lados  de  un  mismo 
cráneo,  pueden  éstos  dividirse  en  los  siguientes  grupos : 


Falta  en  ambos  lados 

Existe  solo  lado   der.  1  for. 

»  izq.  1  for. 

»  der.  2  for. 

»  izq.  2  for. 

»  der.  8  for. 

p  izq.  8  for. 


i 

2 

5 

1 

1 

O 

1 

ambos  lados  1  for 29 


*      2  for 

lado  der.  1  for.,  izq.  2  for. 

»    der.  1  for.,  izq.  8  for. 

»    izq.  1  for.,  der.  2  for. 

»    izq.  1  for.,  der.  8  for. 

»    der.  2  for.,  izq.  8  for. 

»    izq.   2  for.,  der.  8  for. 


17 

14 

1 

17 
2 
2 
2 

96 


Como  se  ve,  es  en  la  región  mastoidea,  donde  están  colocados  la 
mayor  parte  de  los  forámenes,  siguiendo  en  orden  de  importancia 
la  región  de  la  sutura. 

Como  podrá  verse  también  en  el  cuadro,  la  mayoría  de  los  crá- 
neos presentan  un  solo  foramen,  siendo  en  número  de  46  sobre  100 
para  el  lado  derecho  y  de  B3  sobre  98  para  el  lado  izquierdo.  Son 
muy  pocos  los  cráneos  que  poseen  en  la  región  mastoidea  3  forá- 
menes. 

Lo  más  común  es  de  tener  foramen  en  ambos  lados;  contamos 
29  de  ellos  sobre  98,  siguiéndole  después  en  orden  de  importancia 


thtbon:  cráneos  calchaquíes. 


321 


los  que  tienen  1  foramen  de  un  lado  y  2  de  otro  en  número  de  81 
sobre  98  repartidos  en  la  forma  siguiente: 


Lado  derecho  1  for.,  lado  izq.  2  for. 
Lado  derecho  2  for.,  lado  izq.  1  for. 


14 
17 

81 


Después  siguen  los  cráneos  que  tienen  2  forámenes  en  ambos 
lados,  que  son  en  número  de  17. 

Para  las  demás  combinaciones  no  hay  más  que  ver  el  cuadro. 
[Reasumimos  los  datos  anteriores  en  el  cuadro  siguiente: 


100   CRÁNEOS    CALCHAQUÍES. 


DERECHO 

IZQUIERDO 

Espina 

supra  mea- 

tum 

Zona 

de 

Chipault 

Surco 

de  la  arteria 

occipital 

Espina 

supra  mea- 

tum 

Zona 

de 

Chipault 

Surco 

de  la  arteria 

occipital 

Falta 

17 
88 
81 

19 

21 
89 
20 
20 

14 
27 

41 
18 

16 
82 
29 
21 

18 
46 
20 
19 

17 

Poco 

25 

Bastante 

Bien 

45 
11 

Total 

100 

100 

100 

98 

96 

98 

Podrá  verse  que  la  espina  supra  meatum  está  equilibrada  en 
ambos  lados  en  cada  uno  de  los  grupos,  mientras  que  la  zona  de 
Chipault  falta  muchas  más  veces  del  lado  derecho  que  del  lado 
izquierdo,  y  en  cuanto  al  surco  de  la  arteria  occipital  también  está 
equilibrada  en  ambos  lados,  haciendo  excepción  el  cuarto  grupo 
en  que  hay  del  lado  derecho  más  casos  de  estar  bien  pronunciada 
que  del  lado  izquierdo. 


322 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Fisura  petro-eicamosa  externa. 

(No  en  el  cuadro.  ) 

Los  casos  en   que  hemos  observado  esta  anomalíai  son  los  si- 
guientes: 


Cráneo  N."" 


86. 
56. 
68. 
71. 
78. 


BestoB  lado  derecho 
»      izquierdo 
»      derecho 

»      derecho  é  úqulerdo 
»      isqoierdo 
>      derecho  é  izquierdo 


Son  6  casos  repartidos  así: 

Para  el  lado  derecho 2 

Para  el  lado  izqaierdo 2 

Para  ambos  lados 2 

Los  restos  de  la  sutura  se  encontraron  siempre  en  el  medio  de  la 
apófisis  mastoidea. 


COMPARACIONES. 

Para  comparar  las  cifra.s  medias  obtenidas  por  nosotros  en  nues- 
tros cráneos  calchaquíes  con  las  de  otras  razas,  aprovechamos  los 
datos  que  se  hallan  en  los  ya  citados  libros  de  Le  Double  y  Pérez, 
que  únicamente  eran  los  que  teníamos  en  nuestro  poder. 

Trataremos  nuestras  comparaciones  en  el  mismo  orden  observa- 
do en  nuestro  plan  de  estudios. 


Apófisis  mastoidea. 


ALTUBA   SXTEHNA. 

Derecha 

Isquierda 

Autores 

25.17 

25.  0 

Besold 

25.76 

25.57 

Okada 

25.  7 

26.  8 

Thibon 

Las  cifras  obtenidas  en  estas  investigaciones  independientes,  son 
extraordinariamente  iguales.  Solamente  observamos  que  en  los 


thibon:  cráneos  calchaqüíes. 


323 


cráneos  europeos  estudiados  por  Bezold  y  Okada,  el  costado  dere- 
cho es  un  poquito  mayor  que  el  izquierdo,  mientras  que  en  los  Cal- 
chaqüíes, lo  es  el  izquierdo  y  en  grado  más  notable. 


ALTURA    INTERNA. 


La  distancia  que  nosotros  llamamos  altura  interna,  la  hemos 
medido  de  la  misma  manera  que  Zoja  su  altura  6  largura;  éste  es- 
tudió ICK)  cráneos  y  66  cadáveres  de  europeos  de  24  á  72  años, 
habiendo  obtenido  las  cifras  siguientes  que  al  mismo  tiempo  com- 
paramos con  las  nuestras. 


Hombres 
Mujeres. 

Der 

Izq 


Zoja 
(Europeos) 

Thibon 
(Calohaquies) 

12.6 

— 

12.8 

■  — 

18.5 

9.8 

11.0 

10.0 

Es  por  lo  tanto  el  costado  derecho  el  mayor  en  los  cráneos  euro- 
peos y  de  un  grado  notable  con  respecto  al  izquierdo  ( 13.6  resp. 
11.0)  mientras  que  en  los  cráneos  calchaqüíes,  es  el  izquierdo  el 
mayor,  pero  siendo  su  diferencia  no  tan  pronunciada  (9.3  resp. 
10.0). 

diAmbtro  antbro  posterior. 

Los  términos  medios  de  los  cráneos  calchaqüíes,  22.9  para  el  cos- 
tado derecho  y  23.6  para  el  costado  izquierdo,  no  pueden  ser  com- 
parados con  las  cifras  correspondientes  de  los  cráneos  europeos 
estudiados  por  Hartmann,  Okada  y  Pérez,  los  que  han  tomado  esta 
medida  desde  la  espina  supra  meatum  al  borde  posterior  y  que  por 
consiguiente  han  obtenido  valores  mayores. 


Hartmann 26.7    mm 

Okada 27.88         '    29.81 

derecho         izquierdo 

Pérez 85 


324 


MUSEO  NA.CIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Cresta  ó  bula  digástrica. 

Las  últimas  cifras  estadísticas  con  qae  podemos  comparar  los 
nuestros  son  las  del  Dr.  Pérez;  su  cuadro  es  el  siguiente,  al  cual 
agregamos  el  porcentaje: 


Péreí 

Thibon 

Oresta  pequeña 

20  en  120  =    16.7  «te 
82  en  120  =    26.7  «te 
15  en  120  =z    12.5  «te 
40  en  120  —    88.8  «te 

48.4 

•45.8 

Cresta  saliente 

71.5  «te 

Bola  pequeña 

Bula  g^nde 

24.5  «te 

Falta 

18  en  120  =z    10.8  «te 

4      «te 

Total 

120                     100 

100 

Se  ve  en  este  cuadro  una  diferencia  bien  notable,  que  tal  vez 
pueda  ser  atribuido  al  modo  de  la  determinación  individual  de  la 
particularidad  en  cuestión. 

Según  ese  cuadro  estadístico,  se  nota  que  la  cresta  es  lo  que  pre- 
domina en  los  Calchaquíes  con  un  71.5  %,  mientras  que  en  los 
Europeos  es  la  bula  la  que  existe  en  mayor  cantidad,  siendo  su 
excedente  muy  poco  con  respecto  á  la  cresta  ( 46.8  %  y  43.40  7o 
respectivamente),  pudiendo  decirse  que  la  cresta  y  la  bula  están 
casi  en  número  iguales  en  los  Europeos  lo  que  no  pasa  en  los  crá- 
neos calchaquíes,  donde  la  cresta  y  la  bula  guardan  una  propor- 
ción de  3  á  1. 

Puede  ser  muy  bien  que  esa  mayoría  de  cresta  sea  un  carácter 
de  raza. 

Espina  supra  meatum. 

Los  siguientes  autores  la  encontraron  sin  distinguir  su  grado  de 
desarrollo,  en  el  siguiente  número : 


Kieselbach 82 

Schultze 109 

Okada  y  Lenoir 96 

Thibon 83 


veces  en  100  cráneos 
>  120 
»  100 
.  100 


thibon:  ceáneos  calchaqüíes. 


326 


El  primero  que  distinguió  su  grado  de  desarrollo  es  Pérez  en  la 
estadística  siguiente: 

Bienaparente 24  veces  en  120  cráneos 

Casi  no  aparente 27  »          >  120       > 

Falta 18  »          .  120        . 

En  forma  de  cresta...  6  »          >  120        * 

Si  adoptamos  nuestra  estadística  ya  comunicada  en  la  página 
321  á  la  del  Dr.  Pérez,  y  si  calculamos  en  esta  última  el  porcentaje, 
tendremos  el  siguiente  cuadro: 


Bien  aparente 

Casi  no  aparente. . . 

Falta 

En  forma  de  cresta, 


Pérez 


61.7  ofo 
22  5  ofo 

10.8  o/o 
5.0  Ofo 


100.00  «ío 


Thibon 


50.52  o/o 
82.82  % 
16  66  oío 


100.00  Ofo 


En  investigaciones  de  esta  clase,  donde  las  estadísticas  son 
hechas  según  apreciaciones  individuales,  siempre  se  encontrarán 
diferencias  más  ó  menos  notables. 

La  c forma  de  cresta»,  tomada  por  Pérez  en  su  estadística,  la 
hemos  observado,  pero  no  separado  especialmente. 


Foramen  mastoideo. 

Sperino  y  Le  Double  observaron  que  en  número  de  712  cráneos, 
el  foramen  mastoideo  faltaba  de  la  manera  siguiente: 

Sperino  y  Le  Double         Thibon 


En  ambos  lados  en  16  cráneos  z=  2.2  ^o 
A  la  derecha  en  9  •  =:  1.2  % 
A  la  izquierda     en  21        »         ::^  2.9  % 


46 


6.4  o/o 


4.08  Oío 
7.14  Ofo 
8.06  o/o 

14.28  Oío 


Por  las  citadas  estadísticas  á  las  cuales  hemos  agregado  la  de 
nuestros  cráneos  calchaqüíes,  resulta  que  en  estos  últimos  la  falta 


326  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

de  los  forámenes  es  un  poco  mayor  que  el  doble  de  los  estudiados 
por  Sperino  y  Le  Double,  faltando  más  veces  (7.14  % )  á  la  dere- 
cha solamente,  mientras  que  en  los  Europeos  es  donde  falta  menos. 
La  duplicidad  del  foramen  es  menos  numerosa  y  la  triplicidad 
rara;  Le  Double  dice  haberla  encontrado  3  veces  (2  veces  de  un 
solo  lado  y  1  de  ambos  lados)  entre  200  cráneos.  Nosotros  la 
encontramos  8  veces  entre  100  cráneos,  todos  de  un  solo  lado, 
4  veces  para  el  lado  derecho  y  4  veces  para  el  lado  izquierdo. 


Satura  petro-escatnosa  extema. 

En  los  6  casos  (4  unilaterales  y  2  bilaterales)  la  sutara  era  con- 
servada en  la  parte  media  de  la  apófisis  mastoidea.  Como  nuestra 
estadística  calchaquí  (6  ^/o)  es  sumamente  elevada,  no  sabemos  si 
puede  ser  comparada  con  las  de  los  otros  autores  que  cita  Le 
Double: 

1  cráneo  de  adalto  entre  760  según  Legge 

15       >  >  •       800  »        Kirchner 

8       >  >  >       20O  >        Le  Double 

19  1260  :=  1.5  <% 


Por  esta  estadística  se  ve,  que  la  sutura  petro-escamosa  externa 
es  mucho  más  frecuente  entre  los  Calchaquíes  que  en  los  Europeos. 

Es  curioso  que  en  nuestro  material  calchaquí  cuatro  de  los  crá- 
neos (N.^  66, 63,  71,  73)  proceden  de  una  serie  relativamente  peque- 
ña, y  podría  ser  entonces  que  se  tratara  de  un  carácter  local. 


OBSERVACIONES. 

Creemos  conveniente  citar  todos  los  métodos  que  fueron  adopta- 
dos por  los  investigadores  anteriores  en  el  estudio  de  la  región 
mastoidea  y  que  nosotros  por  diferentes  causas  no  hemos  seguido. 

Aunque  de  esta  manera  nosotros  nos  hemos  privado  de  algunas 
cifras  comparativas  por  no  haber  seguido  el  mismo  método,  lo  jus- 
tificamos por  cuanto  los  métodos  que  hemos  elegido  nos  parecen 
mejores,  porque  los  puntos  de  salida,  en  nuestras  medidas,  pueden 
ser  encontrados  más  fácilmente  por  aquellas  personas  que  desean 
continuar  esta  clase  de  investigaciones. 

Las  medidas  que  difieren  de  las  nuestras  son  las  siguientes: 


thibon:  cráneos  calchaquíes.  327 

Diámetro  antero-posterior  de  la  apófisis  mastoidea.  Desde  la  espi- 
na snpra  meatum  hasta  el  borde  posterior  (Hartmann,  Okada' 
Pérez). 

La  espina  supra  meatnm  no  nos  parece  ser  un  punto  de  salida 
que  más  bien  permite  determinaciones  individuales;  efectivamente, 
las  cifras  obtenidas  por  dichos  autores,  varían  bastante  entre  sí. 

Situación  del  foramen  mastoideo,  [Relación  del  foramen  mastoi- 
deo  á  una  línea  trazada  de  la  comisura  externa  del  ojo  hasta  la  pro- 
tuberancia occipital  externa  (Okada).  De  interés  quirúrgico,  no 
hemos  tomado  en  consideración  este  método. 

Ancho  de  la  apófisis  mastoidea.  Dista  esa  desde  la  extremidad 
posterior  de  la  incisura  digástrica  hasta  la  extremidad  posterior  de 
la  espina  timpanal  de  Poirier  (Zoja).  No  lo  hemos  medido. 

Espesor  de  la  apófisis  mastoidea.  Desde  el  medio  de  la  línea  ho- 
rizontal externa  hasta  la  extremidad  de  la  apófisis  (Zoja).  Tampoco 
la  hemos  medido. 

Altura  aurículo-mastoidea^  6  la  altura  entre  la  extremidad  de  la 
apófisis  y  el  nivel  de  la  raíz  posterior  del  arco  zigomático  (Broca). 
No  lo  hicimos. 


CONCLUSIONES. 


De  los  estadios  hechos  por  nosotros  de  la  región  mastoidea  de 
los  cráneos  calchaquíes  y  comparados  con  los  cráneos  estudiados 
por  otros  autores,  deducimos  lo  siguiente: 


La  apófisis  mastoidea  de  los  cráneos  calchaquíes  es  mayor  del 
lado  izquierdo ;  en  los  europeos  lo  es  del  lado  derecho. 

n. 

La  altura  interna  de  la  apófisis  mastoidea  es  menor  en  los  cráneos 
calchaquíes,  y  en  cnanto  á  los  costados,  es  más  alto  el  izquierdo, 
mientras  que  en  los  europeos  es  el  derecho. 

in. 

La  cresta  digástrica  predomina  en  los  cráneos  calchaquíes,  mien- 
tras que  en  los  europeos  es  la  bula. 

IV. 

Los  forámenes  mastoideos  faltan  en  mayor  cantidad  en  los  crá- 
neos calchaquíes;  en  cuanto  al  lugar  que  faltan  más  veces,  es  en  el 
lado  derecho  para  los  calchaquíes,  mientras  que  en  los  europeos, 
es  en  ese  lado  donde  faltan  menos. 

V. 

La  sutura  petro -escamosa  externa  existe  muchas  más  veces  en 
los  cráneos  calchaquíes. 

VI. 

Los  cráneos  calchaquíes  son  bajo  los  citados  puntos  de  estudio 
todo  lo  opuesto  á  los  cráneos  de  los  europeos. 

Fernando  Thibon. 


bibliografía. 


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Kopf,  von  F.  Graf  von  Spee.  Jena,  1896,  p.  166-176,  '221-222. 

Le  Double,  Traite  des  variations  des  os  du  cráne  de  Thomme  et  de 
leiir  signification  au  point  de  vue  de  l'anthropologie  zoologi- 
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PéreZj  Oreille  et  encéphale.  Etude  d'anatomie  chirurgicale.  Buenos 
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LeJimann-Nitsche,  El  cráneo  fósil  de  Arrecifes,  provincia  de  Buenos 
Aires,  atribuido  á  la  formación  pampeana  superior.  Publica- 
ciones de  la  Sección  Antropológica  de  la  Facultad  de  Filoso- 
fía y  Letras  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires,  N.^  ii,  1907, 
p.  4-8. 

Rüdinger,  Die  anthropologischen  Sammlungen  Deutschlands,  X, 
München,  Braunsehweig  1892,  p.  x. 


Ahal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Sbr.  8*,  t.  ix.  Octübbk  81,  1907. 


APÓFISIS  MASTOIDEA  t  INCISÜM  DIGiSTRICA 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

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APÓFISIS  MASTOIDEA  t  INCISÜM  DIGiSTRICA 


DERECHO. 


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332 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


DERECHO. 


8 


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10 


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12 


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thibon:  cráneos  calchaquíes. 


333 


DERECHO. 

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IZQUIERDO. 

17 

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334 


MUSEO  NACIONAL  DE  SÍTENOS  AIBES. 


DERECHO 

IZQUIERDO. 

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thibon:  cráneos  calohaquíes.                              336 

DERECHO. 

IZQUIERDO.^ 

29 

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336 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

36               y 

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thibon:  cráneos  calchaquíes. 


337 


DERECHO. 

[ZQUIERDO. 

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48 

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338 


IfüSEO  NACIONAL  DE  BX7EN0S  AIBES. 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

^                   y—     incisura  digástríca 
/^^¡¡^^    cresta  digástrica 

/                             sur.  art.  ooc. 

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51 

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53  /              / 

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THIBON:  CRÁlíEOS  CALCHAQUÍES. 


339 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

54                                              Cresta 

v         /  surco  art.  occ. 

A     X^^^.^/   P       lücisura 

digástrica 

^^  Cresta 

"     ^— ^^                     /incisura 

digástrica 

55                     i 

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340 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

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66 

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THIBON:  CEÁ2ÍE0S  CALCHAQUÍES. 

341 

DERECHO 

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IZQUIERDO. 

67 

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342 


líüSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AlBES. 


DERECHO. 


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thibon:  críneos  calchaquíes. 


343 


DERECHO. 


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84 


IZQUIERDO. 


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344 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


DERECHO. 


85 


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88 


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thibon:  cráneos  calchaquíes. 


345 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

90 

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^        C  A       digástrica 

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^  arteria 
occipital 

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91 

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346 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


DERECHO. 

IZQUIERDO. 

96                              , 

97 

98                     / 

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99 

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IZQUIERDO 


Apófisis  mtttoidea 


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27 
22 
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21 
29 
24 
24,5 
25,5 
25 
31,5 
27,5 
26 
24 
32 
31 
25 
28,5 
26,5 
33 
34 
24 
25,5 
25 
27,5 
31 
20,5 
22,5 
28,5 
25 
24,5 
22,5 
24,5 
27 
24 
21 
32 
30 
23,5 
28 
29 
26,5 
25 
29 
21,5 
22 
24 
R 
28 
29 
27,5 


10 

8 
12 

3,5 
10 

2,5 
10 
11,5 
11 
11 
15 
11 

4 
14 
10 
10 
12 
11,5 
13 
13 
9,5 

8 

6 
15 
14 
7,5 
7,5 
11 
8,5 
11 

8,5 
10,5 
10 

8 

6,5 

14 

13 

8,5 
10,5 
10 
11 

8 
12 

8 
10 

9 

R 
15 
10 
10 


25 
26 
25,5 
24 
27,5 
23 
23,5 
19 
21 
25 
25,5 
23 
19,5 
24 
27,5 
21 
25,5 
26 
26 
27 
23,5 
23 
26 
28 
28 
21 
21 
27,5 
26,5 
19 
21 
20 
22 
22 
20,5 
29 
27,5 
20 
24 
22 
25 
21,5 
26 
26 
23 
27 
22,5 
24 
25 
24,5 


12,5 

15,5 

15,5 

10 

15 

10 

13 

12 

11 

16,5 

11,5 

12 

11 

14 

14,5 

11 

13 

15 

18 

16 

11 

10,5 

11 

9,5 

14 

10 

11,5 

12 

11 

11 

12 

12 

13 

14 

11,5 

14 

11 

11 

12 

12,5 

]2 

13 

14 

11 

11 

13 

10 

10,5 

11 

11 


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Bula 
Cresta 

Bula 

Bula 
Cresta 

Bula 
Cresta 

Bula 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 

Bula 
Cresta 

Bula 
Cresta 
Cresta 
Cresta 

Bula 
Cresta 
Cresta 

Bula 
Cresta 

Bula 
Cresta 

Bula 
Cresta 
Cresta 


Cresta 
Bula 
Bula 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
Cresta 
falta 
Cresta 
Cresta 


falta 
falta 

Í>oco 
alta 
bien 
poco 
poco 
poco 
poco 
bast. 
bast. 
bien 
bien 
bast. 
bien 
poco 
bast. 
bast. 
bast. 
bien 

Í>oco 
alta 
bast. 
bien 
bien 

ÍÍOCO 
alta 
poco 


poco 
bast. 

Í)OCO 
alta 
poco 
poco 
bien 
bast. 
bien 
bast. 
poco 
bien 
bast. 
bien 
bast. 
poco 
bast. 
bien 

bast. 
poco 

bast. 


falta 
falta 

Í)OCO 
alta 
Ítoca 
alta 
poco 
poco 
poco 
bien 
bast. 
poco 
bien 
poco 
bast. 
falta 
poco 
bien 
bast. 
bast. 
poco 
poco 
bast. 
falta 
bien 

Í>oco 
alta 
poco 


poco 

Í)0C0 
alta 

ÍÍOCO 
alta 
poco 
falta 
poco 
bien 
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poco 
bien 
bast. 
bien 
poco 

ͻoco 
alta 
bien 
bast. 
bien 
bien 


poco 
Dieu 
falta 
bast. 
bast. 
poco 
bast. 
falta 
poco 
bien 
falta 
bast. 
bast. 
poco 
bast. 
bast. 
poco 
bien 
bast. 
poco 
poco 
poco 
bien 
falta 
poco 
bast. 
bast. 
bast. 


falta 
poco 
bast. 
bien 
poco 
bast. 
bien 
bien 
bast. 
bast. 
poco 
bast. 
bast. 
bast. 
bast. 
poco 
bast. 
bien 
falta 
bast. 
bien 


Foramen  mastoidea 


B 


Situucióii 


2m.  -f  o 

1  m.  -f-  o 

m.  -j-  o  —  2  m. 

1  m. 

1  m. 

1  m. 

2m. 

1  m.  +  o 

m.  -f-  o  — 

1  m. 

2  m. 

1  m. 

2  m. 
m.  -}-  o  — 

1  m. 

1  m. 

1  m. 

1  m.  -p  o 

1  m. 

2  m. 
—  1  m.  -|"  o 


1  m. 


-  1  m. 


1  m. 

2  m. 


1  m. 
-f-  o  —  1  m. 

1  m. 

2  m. 
o 

2  in. 
1  m.  4-  o  —  1  m. 

1  m. 

1  m.  -}-  o 

2  m. 

1  m.  4   o 

1  m. 

1  m. 

1  m.  +  o  —  1  m. 

1  ni. 

1  m.  +  o 

1  m.  +  o  —  1  m. 

1  m. 

1  m  4-  o 

1  m   i-  o 

1  m. 

1  m.  —  10 

1  m.  -f  ^  —  2  m. 

1  m.  +  o 

10  —  1  m. 

2  m. 

2  m. 

3  m. 


IZQUIERDO 

ea 

Apófisis  mastoidea 

d 

B 

1 

Foramen  mastoidea 

1' 

-1 

■4» 

«o 

1 

^f 

l| 

5§ 

1^ 

S 

Situación 

21 

6 

20,5 

11 

Bula 

poco 

poco 

bast. 

1 

1    0 

23,5 

10,5 

20 

12 

falta 

bien 

bast. 

falta 

2 

2  m. 

28 

10,5 

28 

12 

Oe8ta 

bast. 

poco 

bien 

0 

0 

27 

11 

24 

14 

Cresta 

bien 

)0C0 

poco 

1 

1  m. 

26 

8 

23,5 

11 

Cresta 

poco 

jast. 

bast. 

1 

1  m. 

27 

11 

19 

9 

Bula 

])0C0 

jaita 

falta 

bast. 

1 

1  m. 

26 

9,6 

23 

10 

Cresta 

poco 

poco 

0 

0 

29 

11 

21 

10 

Cresta 

bast. 

poco 

poco 

1 

1  m. 

u  m. 

29,6 

12 

24,5 

11 

Cresta 

bast. 

Dien 

bast. 

1 

1  m.  +  0 

i 

26 

8 

24 

10 

Cresta 

bien 

poco 

poco 

2 

1  m.  -f-  0  —  1  m. 

25 

8 

21,5 

10 

Cresta 

poco 

poco 

falta 

1 

1  m. 

27,5 

7 

21,5 

9,5 

falta 

falta 

poco 

falta 

1 

1  m. 

ilm. 

26,5 

8 

22 

10 

Cresta 

poco 

poco 

bast. 

2 

2  m. 

1 

25 

9 

21 

9,5 

Bula 

poco 
falta 

poco 

bast. 

1 

1  m. 

25 

9 

22 

10 

falta 

poco 

falta 

0 

0 

26 

10 

24 

12 

Cresta 

bast. 

bast. 

falta 

1 

1  m. 

22 

7 

21,5 

11 

Cresta 

poco 

poco 

bast. 

1 

1  m.  +  0 

24 

11 

24 

10 

Bula 

poco 

bien 

bast. 

1 

1  m. 

tm. 

28,5 

11 

25 

11 

Cresta 

bien 

poco 

bast. 

1 

1  m. 

24 

7 

21 

9 

Bula 

poco 

)0C0 

falta 

poco 

1 

1  m. 

24,6 

10 

20,5 

9,5 

Cresta 

)0C0 

falta 

poco 

2 

1  m.  +  0  —  1  m. 

26 

8 

22 

10,5 

Bula 

poco 

bast 

0 

0 

33,5 

17 

81 

15 

Cresta 

falta 

poco 

bast. 

1 

1    0 

22 

7 

17,5 

10.5 

Bula 

1)0C0 

alta 

bast. 

bast. 

1 

1  m. 

P 

24 

4 

19 

lÓ 

Bula 

bast. 

bast. 

1 

1  m. 

1 

30 

9,5 

25 

14 

Cresta 

bast. 

bast. 

poco 

2 

2  m. 

32,5 

13,5 

26,5 

14 

Cresta 

bien 

bast. 

bast. 

2 

2  m. 

26 

8 

18 

11 

Cresta 

poco 

poco 

bast. 

1 

1  m. 

26,5 

10 

22 

14 

Bula 

bast. 

3ien 

poco 

1 

1  m. 

26 

10 

22,6 

10,5 

Cresta 

falta 

poco 
bast. 

poco 

1 

1  m. 

26 

12 

24 

12 

Cresta 

falta 

])0C0 

:álta 

2 

2  m. 

29 

12 

24 

11 

Cresta 

bien 

bien 

1 

1  m. 

L  m. 

32 

13 

27 

15   ('resta 

bien 

bast. 

bast. 

2 

2  m. 

31,5 

16,5 

26 

13   Cresta 

bast. 

bast. 

bast. 

2 

2  m. 

30 

12 

27 

12 

Bula 

bast. 

bien 

bast. 

2 

2  m. 

L  m. 

33 

15 

24 

16 

Cresta 

bien 

bien 

bast. 

2 

2  m. 

28,6 

11 

21,5 

12 

Cresta 

bast. 

bast. 

bast. 

1 

1  m.  +  0 

20 

7 

16,6 

9 

Cresta 

poco 

bien 

bast. 

2 

2  m. 

32 

11,5 

25 

12 

Cresta 

bien 

bien 

bien 

0 

0 

24 

9,6 

23 

12 

Cresta    bast. 

bast. 

falta 

2 

1  m.  -|-  0  —  1  m. 

22.5 

8 

20 

10 

Bula 

bast. 

poco 

falta 

2 

2  m. 

26 

13 

24 

14,5 

Bula 

poco 

poco 

falta 

1 

1  m. 

22,5 

9,5 

23,5 

11,5 

Cresta 

poco 

poco 

falta 

1 

1  m.  -f  0 

27,5 

10 

17 

11 

Cresta    poco 

poco 

bast. 

2 

2  m. 

22 

9 

22 

11 

Cresta 

falta 

poco 

poco 

1 

1  m.  +  0 

24,5 

9 

20,5 

10 

Cresta 

falta 

poco 

bast. 

2 

1  m.  +  0  —  1  m. 

23,5 

10 

18 

9 

Cresta 

bast. 

poco 

falta 

1 

1  m. 

31 

15 

29 

15,6 

Cresta 

bast. 

l3ien 

bast. 

0 

0 

Im. 

22,5 

10 

24 

11,5 

Cresta 

poco 

bast. 

poco 

1 

1  m.  +  0 

NOTA  SOBRE  UN  DELFÍN. 

(TDRSIOPS  68PHYRBDS  LAR)- 

POR 

FERNANDO  LAHILLE. 


Entre  los  mamíferos  actuales,  los  cetáceos  constituyen  un  grupo 
de  los  más  naturales  y  diré  también  de  los  más  interesantes,  no  tanto 
á  causa  de  su  adaptación  á  un  modo  de  vida  tan  especial,  sino  á  causa 
de  su  origen  f  iiético,  sin  duda  distinto  del  de  los  demás  grupos 
de  mamíferos. 

Pero  hay  que  confesar,  que  á  pesar  de  espléndidos  trabajos 
(Blainville,  Gray,  Gervais,  Van  Beneden,  Flower,  True,  etc.), 
existen  aún  grandes  vacíos  en  la  descripción  de  muchas  especies. 

Para  algunos  no  se  conoce  el  esqueleto  y  para  otros,  á  la  inversa, 
es  el  animal  lo  que  se  ignora.  Para  todos,  el  material  de  estudio  es 
en  realidad  muy  escaso,  y  el  estado  en  que  se  encuentra  es  bas- 
tante malo. 

El  examen  capital  de  las  variaciones  según  los  individuos,  su 
edad,  su  sexo  y  las  regiones  en  que  viven,  es  pues,  sumamente  defi- 
ciente. 

Muchos  cráneos  de  cetáceos  conservados  en  establecimientos 
científicos,  fueron  recogidos  en  las  playas  y  llegaron  á  ellas  en  un 
estado  de  conservación  poco  satisfactorio. 

El  rostro,  cuya  mediación  es  importante,  tiene  una  punta  frágil 
y  su  largo  rara  vez  puede  ser  calculado  con  precisión  en  los  ejem- 
plares rodados  depositados  por  el  mar. 

No  hay  que  creer  que  sólo  para  las  especies  muy  escasas  se  notan 
los  vacíos  y  las  dificultades  que  señalo.  Existen  también  para  las 
especies  comunes. 

Una  de  éstas,  el  Tursiops  tursio  (Fab.)  Gerv.,  se  encuentra  repre- 
sentada en  el  gran  Museo  Nacional  de  Washington,  por  46  ejem- 
plares y  sin  embargo,  según  True,  quien  los  ha  estudiado,  no  se 
conoce  el  sexo,  sino  en  cuatro  de  ellas! 
Ahal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  8rr.  8^  t.  ix.  Enero  8,  1908.  24 


348  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Los  naturalistas  viajeros  no  deben,  pues,  desperdiciar  nunca  1& 
ocasión  de  apuntar  con  mucho  cuidado,  los  contornos  exteriores  y 
las  medidas  de  cualquier  cetáceo  que  encuentren,  y  por  común  que 
les  parezca,  con  el  fin  de  suministrar  el  material  más  exacto  y  más 
abundante  posible,  á  quienes  más  tarde  estudiarán  en  este  grupo^ 
los  problemas  de  las  alteraciones  genéticas,  de  las  fluctuaciones 
individuales,  de  las  modificaciones  regionales,  y  de  los  saltos  pro- 
gresivos (Mutaciones  progresivas  de  De  Vrie8)que  propongo  llamar. 
Eupedesis  [r^rfir^nX^  salto)  y  también  de  los  saltos  regresivos  que  lla- 
maré: Anapedesus, 

El  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  acaba  de  conseguir  un  Del- 
fín, macho,  muy  adulto,— cazado  por  Nicolás  Antieri  en  el  Río  de  la 
Plata,  en  Punta  Lara  (Septiembre  7  de  1907),  y  como  en  Noviembre 
de  1904  el  Museo  había  obtenido  ya  el  esqueleto  completo  de  una 
hembra  muy  vieja  de  la  misma  especie,  cazada  también  en  el  Río 
de  la  Plata  (Quilmes),  es  una  ocasión  sumamente  ventajosa  para 
comparar  entre  sí  ambos  esqueletos,  que  se  encuentran  en  buenas 
condiciones. 

Insistiré  principalmente  sobre  los  cráneos:  tanto  más  que  siendo 
su  largo  casi  igual,  las  únicas  diferencias  que  se  notan  en  ellos, 
corresponden  á  variaciones  individuales  ó  sexuales,  pero  no  á  las 
variaciones  de  estado  ó  de  edad. 


CARACTERES   EXTERIORES. 

El  macho  que  represento  (Fig.  1)  según  una  fotografía,  tiene  una 
forma  más  bien  esbelta.  El  pico  es  marcado  y  la  mandíbula  sobre- 
pasa un  poco  el  maxilar.  La  aleta  dorsal  y  sobre  todo,  las  manos^ 
son  apenas  falciformes. 

Todo  el  cuerpo  y  las  aletas  son  de  un  gris  plomizo  uniforme^ 
apenas  un  poco  más  claro  en  la  región  ventral.  Sobre  los  costados, 
al  nivel  mas  ó  menos  del  ano,  se  ven  tres  ó  cuatro  manchitas  oce- 
ladas,  es  decir,  al  rededor  del  punto  oscuro  que  las  constituye,  hay 
un  círculo  claro  rodeado  de  un  círculo  oscuro.  Pensé  á  primera 
vista,  que  podían  resultar  de  algún  pinchazo  ó  golpe,  pero  al  exa- 
minar vi  que  estas  manchas  correspondían  bien  á  una  disposición 
natural  del  pigmento. 

Son  tan  escasas  y  tan  pequeñas,  que  á  la  escala  de  reducción  del 
dibujo  serían  muy  poco  visibles  y  no  las  he  representado. 

Con  el  fin  de  facilitar  la  comparación  del  Delfín  que  estudio  con 
el  T,  tursio  del  Atlántico  Norte,  reproduzco  el  dibujo  dado  por 


LAHILLE:  NOTA  SOBKE  UN  DELFÍN. 


349 


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350  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Flower  (On  the  external  character  of  two  ^pecies  of  British  DoU 
phins, — Trans.  Zool.  Soc.  1885)  de  un  individuo  también  macho,  no 
enteramente  adulto,  de  2  metros  85  de  largo,  capturado  en  Holy- 
head  en  Octubre  5  de  1868  y  cuyp  esqueleto  se  conserva  en  el  Mu- 
seo de  la  Universidad  de  Oxford. 

Se  notan  en  seguida  no  tanto  las  diferencias  de  coloración,  pero 
las  de  la  forma  de  la  cabeza;  el  cuerpo  macizo,  la  aleta  dorsal  y  la 
mano  más  falciforme,  etc. 

La  hembra,  capturada  en  el  río  de  la  Plata  (Quilmes)  era  como 
el  macho,  de  un  color  gris  uniforme,  pero  más  oscuro.  Verdad  es, 
que  cuando  se  observó,  se  encontraba  ya  en  un  estado  cercano  á  la 
putrefacción  y  no  era  el  momento  más  propicio  para  discutir  de 
simples  matices. 

Eu  el  cuadro  adjunto,  indico  los  resultados  de  las  medidas  que 
efectué  de  los  caracteres  exteriores  del  macho.  Las  he  calculado 
también,  y  como  siempre  se  debería  hacer,  en  centesimos  del  largo 
total  del  cuerpo. 

Como  lo  veremos  luego,  el  cráneo  de  este  individuo  mide  57  cent. 
Esta  parte  del  esqueleto  corresponde  pues  casi  á  la  quinta  parte 
(4,84)  del  largo  total  del  cuerpo  del  animal. 


MEDIDAS  DEL  DELFÍN  EN  ESTADO  FRESCO 

Absolutas    Centesima- 

(centimetros)  les 

Largo  del  soma,   desde  el   hocico  hasta   la  escotadura 

caudal 276  100 

Punta  del  hocico  hasta  el  centro  de  la  nariz 46  16.7 

Centro  de  la  nariz  hasta  el  origen  anterior  de  la  dorsal.  72.5  26.3 

Origen  anterior  de  la  dorsal  hasta  la  punta  superior  de 

la  misma  (siguiendo  el  contomo) 46.5  16.8 

Punta  superior  de  la  dorsal  hasta  la  inserción  posterior 

de  la  misma  (en  linea  recta) 26  9.4 

Altura  de  la  dorsal 27  9.8 

Inserción  posterior  de  la  dorsal  hasta  la  escotadura  cau- 
dal (siguiendo  el  contorno) 135  48.9 

Largo  total  del  animal  en  linea  recta,  ó  largo  máximo.  285  108 

Largo  longitudinal  de   la  inserción  de  un  lóbulo  de  la 

caudal 25  9 

Diámetro  horizontal  máximo  de  la  caudal  (de  punta  á 

punta) 70  25 . 3 

Escotadura  caudal  hasta  la  recta  tangente   á    las  dos 

puntas 9  8.2 

Punta  del  hocico  hasta  el  ombligo 138  50 

Ombligo  hasta  el  centro  del  orificio  genital 50  18.1 

Centro  del  orificio  genital  al  centro  del  ano 81  11 .4 


LAHILLE:  NOTA  SOBRE  UN  DELFÍN.  351 

Centro  del  ano  hasta  la  escotadura  caudal 86  31.4 

Ángulo  de  la  boca  hasta  el  centro  del  ojo 9  8.8 

Centro  del  ojo  al  orificio  auditivo 10  8.6 

Punta  del  hocico  hasta  la  inserción  anterior  de  la  aleta 

pectoral 66  *  23.9 

Largo  de  la  base  de  la  aleta  pectoral  (inserción  pectoral)  18  6.5 
Inserción  posterior  de   la  pectoral  hasta  el  ángulo  su- 
pero-interno    8  2.9 

Largo   del  borde  anterior  de  la  pectoral   (siguiendo  el 

contomo) 50  18. 1 

Del  ángulo  supero-interno  á  la  punta  inf ero-externa . .  27  9.8 
Origen  anterior  de  la  pectoral  hasta  el  nivel  de  la  pun- 
ta más  posterior 46  16. 7 

Circunferencia  del  cuerpo  entre  las  inserciones  superio- 
res de  las  pectorales 128  46. 4 

Gran  envergadura  (Distancia  máxima  entre  las  puntas 

de  las  dos  pectorales  extendidas) 128  46 . 4 

Altura  del  centro  del  ojo  arriba  de  la  hendidura  de  la 

boca   2.2  0.8 

Diámetro  horizontal  de  la  órbita 2.5  0.9 

Diámetro  vertical  de  la  órbita 1.5  0.5 

Largo  del  pico 14.5  5.2 

Diámetro  transverso  máximo  de  la  boca  en  su  comisura.  22  8 

Altura  del  pedúnculo  caudal  á  la  inserción  de  la  cola ....  14 . 5  5.2 

Diámetro  horizontal  del  pedúnculo  caudal 7.5  2.7 

Largo  de  la  hendidura  anal 4.5  1.6 

Circunferencia  de  la  cabeza  al  nivel  de  los  ojos 103  37  3 

Circunferencia  del  cuerpo  al  nivel  del  ano 92  33.3 

Circunferencia  del  cuerpo  al  origen  anterior  de  la  aleta 

dorsal 183  48.2 

Id.  id.  id.  id.  de  la  aleta  pectoral 150  54 .3 

Desde  la  extremidad  anterior  de  los  huesos  de  la  pelvis 

hasta  la  última  vértebra  (escotadura  caudal) 100  36.2 

Desde  la  punta  del  hocico  hasta  el  borde  antero-supe- 

rior  de  la  escápula 88  22.8 

Peso  del  tocino 70  kilos 


ESQUELETO. 

El  esqueleto  de  la  hembra,  armado  en  el  Museo  Nacional,  mide  2 
metros  80  de  largo.  Las  vértebras  son  en  número  68;  C.  7;  D.  13j 
L.  14;  C.  24.  (En  Ttirsiops  tursio  son  64=C.  7;  D.  13;  L.  17;  C.  27). 

Las  dos  primeras  cervicales  son  unidas,  las  demás  libres.  Las 
siete  primeras  dorsales  soportan  costillas  dorso-esternales,  cuyas 
seis  primeras  ofrecen  una  doble  cabeza. 

Las  seis  últimas  dorsales  soportan  costillas  simplemente  dorsales 
ó  libres. 

El  esternón  presenta  tres  segmentos.  El  primero  está  en  relación 
con  los  tres  primeros  pares  de  costillas. 

Considero  que  el  primer  hueso  en  V  corresponde  al  intervalo 
entre  la  primera  vértebra  caudal  y  la  última  lumbar. 


352 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Las  catorce  primeras  caudales  tienen  un  arco  neural  bien  desarro- 
llado. Las  dos  siguientes  ó  vértebras  caudales  intermedias,  son  casi 
reducidas  á  los  centros,  redondeados  y  sin  surco  lateral.  Las  8  últi- 
mas vértebras  corresponden  á  la  inserción  de  la  aleta  caudal  y  por 
eso  las  llamaré:  pínicas.  Sus  centros  tienen  una  forma  de  paraleli- 
pipedos  rectangulares  y  presentan  un  surco  lateral. 

Los  huesos  en  V.,  son  en  número  de  16.  ? 

La  fórmula  de  las  falanges  es:  I,  1;  II,  7;  III,  6;  IV,  2;  V,  1. 

El  esqueleto  del  macho  no  está  aún  armado  y  por  eso  podré  in- 
dicar en  los  cuadros  siguientes,  las  dimensiones  de  los  principales 
elementos  de  sus  vértebras. 


Fig.  3.  —  Tursiops  gephyreus  Lah.  Vértebras  cervicales  (1  á  7) 
vistas  por  su  cara  anterior.  Reducción  c.  a.  (J^). 


La  columna  vertebral  está  constituida  por  68  vértebras  reparti- 
das como  en  la  hembra,  y  es  de  notar  que  no  falta  ninguna  vértebra; 
existe  hasta  el  nodulo  que  representa  el  centrum  de  la  última. 

De  las  siete  costillas  dorso-esternales,  6  son  de  cabeza  doble  y  2 
de  cabeza  simple. 

Dientes,  son  fuertes,  cónicos,  levemente  encorvados  y  de  corona 
lisa. 

La  hembra  los  tiene  muy  gastados.  En  el  macho  al  estado  fres- 
co no  se  veían  sino  j^}^^,  pero  en  el  esqueleto  se  pueden  notar 


lahille:  nota  sobre  un  delfín. 


353 


22zr^'  ^^s  ^^^  superiores  y  anteriores  y  los  tres  primeros  pares  in- 
f  ero-anteriores,  son  pequeños  y  quedaban  escondidos  dentro  de  las 
encías. 

Como  los  odontocetos  son  homodontes,  las  fórmulas  dentarias  no 
hacen  distinción  entre  ios  incisivos  y  las  muelas.  Pero  como  los 
incisivos  se  definen  por  su  implantación  en  los  intermaxilares  y  no 
por  su  forma,  entiendo  que  se  debería  modificar  esta  costumbre; 
aunque  para  los  dientes  de  la  mandíbula  de  los  cetáceos  no  sea  po- 
sible precisar  el  número  de  incisivos. 

En  el  Delfín  que  estudio  existen  dos  pares  de  incisivos  superiores. 

21  -  20 

La  hembra  presenta  ^^  dientes;  pero  atrás  de  los  últimos  dien- 
tes de  los  maxilares,  se  nota  una  superficie  rugosa  que  corresponde 
sin  duda  ninguna,  á  un  germen  dentario  atrofiado. 

Además,  bien  se  sabe  que  en  los  Delfines,  el  número  de  dientes 
no  es  fijo.  Tursiops  tiirsio,  especie  típica  del  género,  tiene  en  gene- 
ral 22  dientes,  pero  pueden  existir  hasta  26,  y  por  otro  lado  dis- 
minuir hasta  20. 


DIMENSIONES  DEL  ATLA8  Y   AXIS. 

Atlas  y  axis 

Altura  total 124  mm 

Altura  del  agujero  raquídeo  en  su  medio  (hacia  adelante)  28    » 

Ancho  máximo  del  agujero  raquídeo  (hacia  adelante) 58    » 

Diámetro  horizontal  entre  los  bordes   más  externos  de 

ambos  cóndilos 115    » 

Dimensiones  de  las  facetas  condlleas : .  65  X  45  » 

Largo  de  la  apófisis  transversa 29    • 

Distancia  entre  las  extremidades  de  las  apófisis   trans- 
versas   158    * 


VERTEBRAS   CERVICALES   SIGUIENTES. 


Numero  de  la  vértebra 


Altura  total 

Altura  del  centrum 

Ancho  del  centrum 

Espesor  del  centrum 

Altura  del  agujero  raquídeo 

Ancho  máximo  del  agujero  raquídeo... 

Distancias  entre  las  extremidades  de  las 
apófisis  superiores 


3 

4 

ft 

6 

T 

80»- 

82  «- 

89  «m 

81"" 

90  — 

41 

42 

42 

41 

41 

64 

57 

58 

51 

59 

8,5 

8 

9 

6,5 

11 

30 

80 

80 

29 

88 

82 

81 

81 

85,5 

40,5 

1  ^ 

75 

64,5 

67 

95 

354 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Medidas  db  lab  vértebras  del  Turnops  gephyreu$. 


N." 

li 

D 

119 

d 

N  ! 

N.- 

- 

D 

158 

d 

59 

N 

100 

8 

16 

50 

84 

40 

9 

28 

m 

50 

77  1 

85 

40 

157 

59 

94 

10 

28 

118 

48 

79 

86 

40 

159 

59 

90 

11 

82 

121 

47 

87  ; 

87 

41 

158 

60 

87 

12 

86 

121 

45 

89  , 

88 

42 

156 

60 

84 

18 

89 

121 

45 

86  ' 

89 

48 

145 

60 

79 

14 

40 

127 

45 

90 

40 

45 

132 

61 

74 

15 

41 

187 

47 

94  ! 

41 

46 

118 

62 

69 

16 

42 

151 

48 

100  1 

42 

47 

98 

S9 

61 

17 

48 

170 

49 

105 

48 

48 

75 

54 

57 

18 

41 

202 

45 

111  ' 

1 

44 

49 

65 

55 

46 

19 

41 

220 

52 

116  1 

45 

49 

68 

61 

47 

20 

40 

228 

52 

121 

46 

49 

54 

— 

28 

21 

40 

224 

50 

125  1 

47 

48 

49 

— 

18 

22 

89 

225 

58 

182  1 

48 

48 

46 

_ 

8 

23 

89 

280 

52 

130  ! 

49 

82 

46 

— 

24 

89 

218 

54 

131 

60 

24 

50 

— 

25 

89 

226 

51 

180  1 

51 

21 

50 

— 

— 

26 

89 

223 

58 

186 

52 

21 

60 

— 

— 

27 

88,5 

224 

.  58 

186 

68 

20 

44 

— 

— 

28 

88,5 

212 

55 

180 

54 

18 

41 

— 

— 

29 

88,5 

208 

54 

124  1 

55 

16 

86 

— 

— 

80 

88,5 

190 

52 

117  i 

56 

14 

80 

— 

— 

81 

88,5 

180 

56 

111  1 

57 

11 

24 

— 

— 

82 

89 

171 

58 

107  , 

58 

6 

10 

— 

— 

88 

89 

162 

57 

108 

Abreviaturas:  L,   Largo  del  centrum. 

D,  Distancia  entre  las  extremidades  de  las  apófisis  transversas. 

d.  Diámetro  horizontal  del  centrum  (ó  diámetro  mínimo). 

N,  Altura  del   arco  neural;  desde  el  borde   superior  del  centrum 
hasta  la  extremidad  de  la  neurapófisis. 
Nota.  —  La  última    vértebra    que   presenta  una  apófisis  transversa  es  la  45*. 


lahille:  nota  sobre  un  delfín.      355 

Como  siempre,  es  la  cabezada  que  ofrece  los  caracteres  de  ma- 
yor importancia. 

En  el  cuadro  adjunto  (pág.  362)  va  consignado  el  resultado  de 
mis  observaciones,  pero  tengo  que  hacer  notar  que  no  basta  in- 
dicar una  medida;  es  indispensable  precisar  cómo  se  ha  tomado. 
Muchas  diferencias  que  se  observan  en  los  trabajos  de  naturalistas, 
quienes  han  estudiado  sin  embargo,  las  mismas  especies,  provienen 
de  que  presentaron  bajo  una  misma  designación  medidas  en  realidad 
distintas.  Muchas  variaciones  individuales  ó  sexuales,  y  quizás 
también  una  que  otra  especie  no  tienen  otro  fundamento. 

La  ciencia  debe  propender  á  ser  lo  más  impersonal  posible;  es 
decir,  que  cualquier  persona  pueda  obtener  siempre  resultados  idén- 
ticos, cuando  sigue  un  mismo  procedimiento  de  trabajo. 

He  pensado  pues  que  no  era  inútil  indicar  por  una  figura  (Fig.  4) 
el  modo  que  empleo  para  medir  los  cráneos  de  los  delfines;  asi 
como  la  notación  que  uso  y  que  me  parece  la  más  sencilla. 

De  todos  modos,  creo  que  convendría  que  los  Cetólogos  se  pusie- 
ran de  acuerdo  —  en  el  primer  congreso  internacional  de  zoología, 
por  ejemplo  —  para  usar  indicaciones  y  notaciones  idénticas,  ofre- 
ciendo también  siempre  en  sus  trabajos,  al  lado  de  las  medidas 
absolutas,  las  medidas  calculadas  en  partes  centesimales  del  largo 
total  del  cuerpo  ó  del  cráneo  del  cetáceo;  según  se  estudie  el  ani- 
mal entero,  ó  sólo  su  cabeza. 


lahille:  nota  sobre  un  delfín. 


357 


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COMPARACIÓN  OE  LOS 
DOS  CRÁNEOS. 


1.^  El  cráneo  de  la  hem- 
bra (Lám.  iv)  corresponde  á 
una  adulta  vieja.  Las  líneas 
de  yuxtaposición  de  los  hue- 
sos, se  encuentran  oblitera- 
das. Todos  los  dientes  están 
muy  gastados.  El  largo  de 
0.68  parece,  pues,  ser  el  lar- 
go máximo  del  cráneo  de  los 
delfines  de  esta  especie  y  de 
este  sexo. 

El  cráneo  del  macho  (Lá- 
mina in),  es  de  un  adulto, 
pero  como  los  dientes  están 
muy  poco  gastados  y  que 
los  huesos  no  están  aún  sol- 
dados entre  sí;  su  largo  má- 
ximo definitivo  debe  pasar 
del  largo  del  cráneo  de  la 
hembra. 

2.° — En  el  macho  los  pte- 
rigoideos  son  aislados,  di- 
vergentes y  carenados. 

En  la  hembra  son  aisla- 
dos, es  decir,  no  están  en 
contacto,  pero  sus  bordes 
internos  son  paralelos.  Se 
nota  una  carena  apenas  visi- 
ble enelpterigoideo  izquier- 
do; el  derecho  presenta  una 
superficie  enteramente  re- 
dondeada. 

3.° — Visto  de  atrás  el  crá- 
neo del  macho  es  más  desa- 
rrollado que  el  de  la  hembra 


358  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

(altura  máxima  centesimal :  cf  40,4;  9  38,8).  El  agujero  occipital 
menor  (diámetro  vertical:  cf  7,6;  9  8,6). 

4.*  —  El  paladar  es  casi  llano  en  el  macho.  Al  contrario  en  la 
hembra,  forma  en  su  mitad  anterior  un  diedro. 

6.^  —  Un  carácter  más  notable  entre  los  dos  cráneos  es  el  que 
presenta  la  mandíbula.  A  su  desarrollo  mayor  en  la  hembra,  corres- 
ponde en  ésta,  un  desarrollo  mayor  de  las  masas  musculares,  y  por 
lo  tanto:  1.0  una  distancia  notablemente  menor  entre  las  líneas 
laterales  de  unión  de  los  palatinos  y  maxilares  (9,9  en  la  hembra; 
12,2  en  el  macho ). 

6.**  Una  altura  mayor  de  la  cavidad  temporal  (14,6  en  la  hembra; 
12,8 en  el  macho). 

No  voy  á  asegurar  desde  ya  que  todas  estas  cinco  diferencias 
apuntadas  correspondan  á  caracteres  sexuales. 

No  conocemos  pues  hasta  dónde  pueden  llegar  en  esta  especie, 
las  variaciones  individuales.  Es  de  suponer,  sin  embargo,  que  una 
que  otra  se  mostrarán  correlativas  al  sexo,  cuando  se  disponga 
para  los  estudios  de  un  material  suficiente. 


¿A  QUÉ  GÉNERO  DEBEMOS  REFERIR  ESTOS  DELFINES? 

Algunos  Lagenorhynchiis  pueden  llegar  á  tener  sólo  20-23  dien- 
tes en  cada  mitad  de  cada  maxilar  (L,  Floweri  Moreno,  20  dientes; 
L.  electra  Gray,  23  dientes),  pero  en  todos  éstos,  los  dientes  son  pe- 
queños, no  exceden  un  diámetro  de  4  mm.,  y  no  son  fuertes  como  en 
el  caso  presente.  Además,  en  Lagenorhynchus.  el  pico  es  muy  corto 
y  poco  distinto  de  la  cabeza,  y  el  número  de  vértebras  oscila  entre 
73  y  92 ;  es  en  general  de  80-90.  Los  Lagenorhynchus  presentan,  en 
fin,  de  ambos  lados  del  cuerpo,  dos  áreas  de  color  claro  separadas 
por  una  faja  oblicua,  irregular,  de  color  oscuro. 

Los  caracteres  exteriores  (pico  y  color),  el  número  de  vértebras 
asi  como  el  tamaño  de  los  dientes,  nos  permiten  alejar  desde  ya 
nuestros  delfines  de  Lagenorhynchus. 

Los  dos  géneros :  Sotalia  y  Tursiops  son  los  únicos  en  los  cuales 
podrían  ingresar.'/SofaZía  está  bien  representado  en  la  costa  Atlán- 
tica de  Sud  América  (8.  guianensis;  S.  fluviatilis  y  8.  pallida  del 
Amazonas);  varias  especies  frecuentan  los  estuarios,  y  S,  brasi- 
liensis  abunda  en  la  bahía  de  Rio  de  Janeiro.  No  sería  extraño, 
pues,  que  alguna  que  otra  especie  visitara  nuestras  costas  ó  aun  que 
existiera  una  forma  especializada  frente  al  río  de  la  Plata. 


lahille:  nota  sobre  ün  delfín.  359 

Según  True,  son  en  número  de  tres  únicamente  los  caracteres 
que  permiten  distinguir  Sotália  de  Tursiops:  1.^  la  separación  de 
los  pterigoideos  ("aislados  y  divergentes  en  Sotalia^  en  contacto  en 
Tursiops);  2.^  el  número  más  limitado  de  vértebras  caudales  (22 
en  Sotália;  27  en  Tursiops);  3.**  el  número  mayor  de  dientes 
(26  á  36  en  Sotália^  22-26  en  Tursiops ).  Pero  sucede  que  los  del- 
fines que  estudio  presentan  justamente  caracteres  intermediarios. 
Como  Sotália^  el  macho  tiene  los  pterigoideos  muy  divergentes, 
pero  la  divergencia  disminuye  en  la  hembra  que  se  acerca  asi  á  los 
verdaderos  Jursiops.  El  número  de  vértebras  caudales  (26  en  el 
macho  y  en  la  hembra)  es  mayor  que  en  Sotalia  y  menor  que  en 
Tursiops;  su  columna  vertebral  se  compone  de  68  vértebras  (51  á 
66  en  Sotalia^  61  á  64  en  Tursiops.  Como  son  adultos,  hasta  se 
podría  decir  que  su  largo  total  es  intermedio  entre  el  largo  máximo 
de  iSoíaZfa(244cts..274)  y  el  de  los  Tursiops  (300cts..366),  siendo 
en  la  hembra  de  280  centímetros  y  de  276  cts.  en  el  macho. 

La  verdad  es  que  Sotalia  es  un  género  de  Gray,  es  decir  de  un 
pulverizador  de  grupos.  No  hay  de  extrañar  por  lo  tanto  que  sea 
un  género  quizás  más  convencional  aún  que  otros. 

A  propósito  de  Sotalia  gadamu,  True  (1.  c,  p.  14),  hace  notar 
que  esta  especie  «  does  not  appear  to  be  very  closely  related  to  the 
others  species  of  the  genus . .  .  The  skull  shows  decided  af f inities 
to  TiirsiopSj  from  some  species  of  which,  where  the  pterygoids 
united,  it  would  be  very  difficult  to  distinguish  it ». 

En  realidad,  el  único  carácter  diferencial  que  podría  ser  conside- 
rado como  importante  para  los  que  no  se  ocupan  especialmente  de 
los  cetáceos,  sería  la  separación  de  los  pterygoideos  en  Sotalia  y  su 
unión  en  Tursiops.  Pero  este  carácter  pierde  de  su  valor  si  uno  se 
fija  que  en  el  género  Lagenorhynchus,  por  ejemplo,  estos  huesos  es- 
tán, en  algunas  especies,  en  contacto  (L.  acutus^  L.  óbscui^s^  etc. ), 
y  en  otras  se  encuentran  aislados  (L.  obliquidens). 

Colocaré  en  el  género  Tursiops  los  delfines  que  nos  ocupan.  Su 
sínfisis  mandibular  mucho  más  corta  que  en  los  Sotalia  típicos  \' 
sus  dientes  menos  numerosos  y  más  fuertes ;  su  rostro  menos  largo, 
menos  estrecho  y  no  achatado;  la  presencia  de  una  falange  más 
que  en  Sotalia^  á  cada  uno  de  los  tres  primeros' dedos,  me  inducen 
á  opinar  así.  Llamaré  esta  forma :  Tursiops  gephyreus  (v^^Jp^i ,  puen- 


*  En  S.  plúmbea^  S,  ¡entiginosa^  S.  njienniSf  el  largo  de  la  sínfisis  iguala  un  ter- 
cio de  la  rama  mandibular,  un  quinto  en  S.  gadamu,  un  sexto  en  los  delfines  que 
estudiamos. 


360  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

te)  para  indicar  que  es  intermedia  entre  Tursiops  y  Sotalia.  Es 
el  más  sotalino  de  los  Tursiops,  lo  mismo  como  Sotalia  gadamu 
(Owen)  es  el  Tursiopino  de  los  Sotalia. 

Convendría  quizás  limitar  el  género  Sotalia  á  los  delfines  que 
presentan  30  dientes  ó  más,  de  corona  lisa,  y  cuyos  pterygoideos 
quedan  siempre  aislados,  es  decir,  retirar  de  Sotalia:  S.  gadamu  y 
S.  fluviatilis  *. 

En  realidad  Tursiops  gephyreus  es  una  prueba  más  de  lo  artifi- 
cial de  nuestros  ensayos  de  sistemática.  Entre  tanto,  son  pocas  las 
formas  conocidas,  uno  puede  llegar  á  distinguirlas  con  más  ó 
menos  facilidad ;  pero  á  medida  que  el  número  de  los  tipos  estudia- 
das aumenta,  las  diferencias  se  atenúan,  las  formas  intermedias  se 
multiplican,  la  ley  de  continuidad  se  impone  á  nuestro  espíritu,  y 
por  doquiera  dirigimos  nuestras  investigaciones,  nos  encontramos 
con  individuos  que  evolucionan  fatalmente  cada  uno  h^cia  su  fin, 
diversificándose  por  gradaciones  insensibles. 


COMPARACIÓN    CON   LAS    DEMÁS    ESPECIES. 

True  admite  cinco  especies  de  Tursiops;  Flower,  dos  solamente. 

T,  Grilli  del  Pacífico  norte  fué  creado  por  Dalí  (1873)  sobre  una 
mandíbula!  Porque  el  diámetro  del  cóndilo  estaba  comprendido 
dos  veces  en  la  altura  máxima  de  la  zona  mandibular  en  vez  de  2,5 
que  es  el  caso  de  T.  tiirsio. 

T.  parvimanus  Lütk.  está  basado  sobre  un  sólo  individuo  joven 
del  Adriático.  (Verteb.  62  =  7, 13, 16, 17;  falanges:  2, 6,  8,  3,1;  dien- 
tes: ,^  ).  Difiere  principalmente  de  T,  tursio  por  el  tercer  dedo  más 
largo  que  el  segundo  y  con  más  falanges.  Pero  bien  se  sabe  que  el 
número  de  las  osificaciones  de  la  mano  es  variable  en  los  cetáceos, 
así  es  que  este  carácter  no  tiene  gran  importancia. 

T.  abusulam  (Rüpp.)  del  Mar  Rojo  (Verteb.  61  =7,  12,  16,  26; 
dientes:  26),  sería  muy  posiblemente  según  True,  una  simple  varie- 
dad de  T,  catalania.  Se  distinguiría  de  él  por  el  número  de  dientes 
y  su  vientre  manchado  y  sobre  todo  por  el  color  verde  oscuro  de 
su  lomo. 


'  Aunque  lo  más  lógico  consistiría  en  suprimir  Sotalia.  La  pequeña  variación 
en  el  número  de  dientes  (21  á  tíl))  en  los  Sotalia  y  Turdops  produciéndose  de]un 
modo  gradual  de  una  especie  á  otra.  (22  Tursiops  tursio  y  T,  Gilli  —  2d  T, 
gephyreus  —  24-25  T.  parvimanus  —  26  T,  ahmalam  y  Sotalia  gadamu  — 28  S.  flu- 
viatilis—^ -SI  S.  pallida  —  ^  S.  ítnenm  — 38-84  S,  brasiliensis  y  S,  leníiginosa 
—  84-84  S.  plúmbea). 


lahille:  nota  sobre  un  delfín.  361 

En  realidad,  sólo  dos  especies  son  hasta  ahora  relativamente  bien 
definidas:  T,  tursio  (Fabr.)  Gerv.  del  Atlántico  (Vert.  en  general 
64=0,  7;  D,  13;  L,  17,  C,  27;  pero  alguna  vez  61,  otra  vez  12  D,  en 
vez  de  13; — dientes  22)  y  T.  catalania  (Gray)  de  la  costa  Nord-Este 
de  Australia  (dientes  26). 

El  esqueleto  de  este  último  animal  no  se  conoce  aún ! 

Tursiops  catalania  se  diferencia  de  T.  tursio  por  su  tamaño  más 
pequeño  (2  mts.),  por  las  manchas  alargadas  y  plomizas  sobre  sus 
miembros  anteriores  y  sus  lados;  por  el  rostro  más  largo  y  más 
estrecho. 

Los  cráneos  típicos  son  en  número  de  2  solamente;  correspon- 
den á  hembras  adultas. 

Daré  aquí  (Pag.  364)  sus  medidas  según  True  y  las  calcularé  en 
centesimos  del  largo,  para  compararlas  con  las  medidas  de  T. 
gephyreus. 

Como  en  T.  gephyreus,  los  intermaxilares  presentan,  en  este 
tipo,  cerca  de  su  medio,  una  especie  de  elevación  muy  convexa  ó 
bosse.  Lo  que  es  mucho  más  importante,  en  uno  de  los  cráneos  típi- 
cos, los  pterigoideos  están  también  separados  como  en  Sotália. 

En  realidad,  para  el  género  Tursiops,  como  para  varios  otros 
géneros  de  cetáceos,  y  animales  marinos,  nos  encontramos  con  dos 
tipos:  uno,  del  hemisferio  norte,  el  otro  del  hemisferio  sur,  como  si 
estas  especies  se  hubiesen  diferenciado  desde  un  tronco  común,  en 
dos  países  aislados,  situadas  cada  una  en  un  hemisferio  y  quizás 
paralelos  á  la  dirección  general  que  tuvieron  los  antiguos  conti- 
nentes transversales  de  T Angara  y  de  Gondwana!  Pero  no  es  el 
momento  de  examinar  en  qué  queda  actualmente  la  teoría  de  la 
bipolaridad  de  las  especies  marinas. 

Entretanto  no  se  llegue  á  conocer  el  esqueleto  de  T.  catalania, 
consideraré  T.  gephyreiis  como  especie  distinta  de  ésta,  sea  por  su 
tamaño,  sea  por  su  coloración,  su  rostro  y  sus  intermaxilares  mu- 
cho más  anchos,  su  diámetro  bi-temporal  mucho  mayor,  etc. 

El  cuadro  siguiente  (Pág.  363)  indica  las  medidas  centesimales  de 
los  dos  cráneos  típicos  de  T.  catalania,  consevYados  enelBritish 
Museum;  de  los  cráneos  de  los  dos  esqueletos  de  T.  gephyreus  del 
Museo  Nacional  de  Buenos  Aires;  y  en  fin,  de  dos  cráneos  de  T. 
tursio;  pero  es  de  sentir  que  de  estos  últimos  dos  cráneos  no  se  co- 
nozcan sino  pocas  medidas: 


362 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Mrdidás  di  los  cránkos 


Largo  máximo  total  del  cráneo  * 

Largo  del  rostro , . . . . 

Diámetro  del  rostro  entre  los  ángulos  ma- 
xilo-malares' I 

Diámetro  del  rostro  á  la  base  de  las  esco- 
taduras maxilares 

Diámetro  del  rostro  en  el  medio  de  su  largo. 

Altura  del  rostro  en  el  medio  de  su  largo 
(sin  la  mandíbula) 

Diámetro  máximo  entre  los  bordes  exter- 
nos de  los  intermaxilares ' 

Diámetro  máximo  entre  los  bordes  externos 
délos  intermaxilares  en  el  medio  del  rostro 

Largo  de  la  linea  dentaria  del  maxilar 

Largo  entre  el  último  diente  y  la  base  de  la 
escotadura  maxilar 

De  la  extremidad  del  rostro  hasta  el  centro 
del  borde  ant.  del  orificio  super.  de  la  nariz 

De  la  extremidad  del  rostro  nasta  la  extre- 
midad de  la  cresta  del  pterigoide* 

Diámetro  máximo  (bi-squamosal) 

Diám.  inter-orbi tal  (entre  el  centro  del  borde 
de  las  dos  apófisis  orbitarias  del  frontal). . 

Diámetro  entre  los  puntos  más  superiores 
de  los  bordes  de  las  cavidades  temporales. 

Distancia  mínima  entre  los  bordes  más  pos- 
teriores de  la  cavidad  temporal 

Distancia  entre  las  suturas  laterales  de  los 
palatinos  y  maxilares 

Largo  máximo  de  la  cavidad  temporal 

Profundidad  de  la  cavidad  temporal ' 

Altura  máxima  de  la  cavidad  temporal — 

Diám.  horiz.  máximo  del  agujero  occipital. 

Diám.  vertic.  máximo  del  agujero  occipital . 

Altura  máxima  del  cráneo 

Altura  superior  del  cráneo 

Altura  basilar  del  cráneo 

Distancia  entre  las  puntas  de  los  pterigios. 

Largo  máximo  de  una  rama  mandibular . . . 

Largo  de  la  línea  dentaria  de  la  mandíbula. 

Largo  de  la  sínfisis  mandibular  ^ 

Alt.  de  la  mandib.  al  nivel  del  último  diente. 

Escotadura  mandibular 

Diám.  máx.  oblicuo  del  cóndilo  mandibular. 

Diámetro  horizontal  del  cóndilo 

Altura  entre  el  ángulo  infeiior  y  la  apófi- 
sis coronoidea 

Altura  entre  el  ángulo  inferior  y  el  centro 
del  cóndilo 

Distan,  entre  los  centros  de  ambos  cóndilos. 

Diám.  del  diente  mayor  (base  de  la  corona). 

Dimensiones  de  los  huesos  de  la  pelvis 

Peso  del  cráneo 

Peso  de  la  mandíbula 

Peso  total  del  cráneo  con  la  mandíbula.. . . 

Peso  de  las  vértebras 

'  Distancia  entre  dos  planos  verticales  y  paralelos,  siendo  horizontal  el  de  la  boca' 

*  Medida  á  tomar  con  compás  de  ramas  paralelas. 
'  Al  nivel  del  orificio  nasal. 

*  Más  desarrollado. 

*  Del  punto  más  elevado  del  borde  externo  hasta  el  borde  extemo  del  surco  óp- 
tico del  frontal. 

^  Se  tomará  siempre  el  área  rugosa,  limitada  con  precisión,  y  no  la  sínfisis 
propiamente  dicha. 

'  Se  nota  una  área  rugosa  sobre  el  maxilar  como  si  hubiese  habido  otro  diente 
abortado.  Teniendo  en  cuenta  esta  deformación  ósea,  esta  distancia  viene  á  ser, 
como  en  el  cf ,  igual  á  6,1. 


LAHILLE  :  NOTA  SOBRE  UN  DELFÍN. 


363 


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Amal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  ix.  Ekero  16,  1908. 


25 


364  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

En  las  importantes  colecciones  cetológicas  del  Museo  de  La 
Plata  existe  un  hermoso  esqueleto  de  Tursiops  ttirsio  c?  obtenido 
en  Mar  del  Plata  (Provincia  de  Buenos  Aires),  y  un  cráneo  de  una 
hembra  en  perfecto  estado  de  conservación  y  muy  adulto. 

Existe,  armado  también,  un  esqueleto  de  un  macho^  así  como 
dos  cráneos  de  hembras,  de  la  forma  que  llamo  Tursiops  gephyreus. 
Uno  de  estos  cráneos  proviene  de  la  costa  de  Necochea.  (Prov.  de 
Buenos  Aires). 

He  examinado  los  unos  y  los  otros  y  las  diferencias  entre  los 
cráneos  de  T.  tursiops  y  T.  ¡jephyreus,  son  tales,  que  me  parecen 
superiores  á  los  que  se  pueden  considerar  como  representando 
simples   variaciones  dentro   de  una  misma  especie. 

Se  distinguen  uno  de  otro  por  los  caracteres  siguientes : 

1.°  Pterigoideos  en  contacto  (T,  tursio);  aislados  (T,  gephyreus). 

2.°  Pterigoideos.  Borde  posterior  de  la  apófisis  casi  perpendicular, 
al  eje  longitudinal  (T.  tursio);  fuertemente  oblicuo  (T,  ge- 
phyreus). 

3.**  Pterigoideos.  Su  cresta  es  más  larga  que  la  cresta  palatina  (T. 
tursio) ;  menos  larga  (T,  gephyreus), 

4.**  Pre- maxilar.  Extremidad  anterior,  redondeada  (T.  tursio); 
aguda  (T.  gephyreus). 

6.°  Maxilar.  Fondo  de  la  escotadura  cóncavo  (T.  tursio);  convexo 
{T.  gephyreus). 

6.°  Maxilar.  Agujeros  de  la  cara  superior  muy  irregulares,  de  ta- 
maño variable,  3  en  general  (T.  tursio);  cuatro,  grandes  y 
casi  iguales  (T.  gephyreus). 

7.®  Dientes  menos  gruesos  (T.  tursio) ;  más  gruesos  (T.  gephyreus). 

Los  delfines  del  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires,  que  acabo  de 
examinar,  no  se  pueden  confundir,  pues,  con  T.  tursio;  y  aunque 
parezcan  acercarse  más  á  T.  catalania  presentan  caracteres  tan 
marcados  que  es  indispensable  darles  un  nombre  distinto. 

Sólo  cuando  se  obtenga  un  material  suficiente  para  establecer 
los  límites  actuales  de  variación  de  T.  catalania,  se  podrá  decidir 
si  los  presentes  delfines  deben  llamarse :  T.  catalania  var.,  gephy- 
reus ó  simplemente  T.  gephyreus;  no  perdiendo  de  vista  por  otro 
lado  que  quien  dice :  especie,  dice  artificio,  y  que  los  nombres  tri 
ó  plurinominales,  deben  ser  evitados. 

La  diagnosis  que  puede  darse  de  T.  gephyreus  es  la  siguiente: 


lahille:  nota  sobre  un  delfín.      365 

TÜRSIOPS  GEPHYREUS  Lah. 

Forma  general,  esbelta.  Pico  corto;  la  mandíbula  sobrepasa  un 
poco  la  maxila  superior.  Aleta  dorsal  y  borde  posterior  de  la  mano 
poco  falciformes. 

Color  gris  uniforme;  un  poco  más  claro  en  la  región  ventral. 

La  hembra  más  oscura  que  el  macho. 

Manchas  oceladas  pequeñas  y  escasas,  de  ambos  lados  del  cuerpo 
á  la  altura  del  ano. 

Largo  total,  2  mts.  80. 

Dientes. — c.  a.  ^ 

Vértebras:  C.  7;  D.  13;  L,  14;  C.  24  =  68. 

Largo  del  rostro,  superior  á  la  mitad  del  largo  del  cráneo  (58,6 
en  centesimos). 

Pterigoideos,  no  en  contacto;  carenados  en  el  macho;  no  en  la 
hembra;  sus  bordes  internos,  paralelos  en  la  hembra,  divergentes 
en  el  macho. 

Falanges:  I,  1;  H,  7,  III,  6;  IV,  2;  V,  1. 


EXPLICACIÓN  DE  LAS  LAMINAS. 


Lámina  iii. —  Turaiopa  gephyreiis  Lah.  —Cráneo  del  macho. 
Lámina  iv. —  T.  gepht/reus  Lah.— Cráneo  de  la  hemhra. 

La  reducción  para  los  cráneos  vistos  de  perfil,  de  arriba  y  de  abajo  es  de  — 
del  tamaño  natural.  Es  menor  para  los  vistos  de  atrás. 


EL  GÉNERO  URELLIA  (DÍPTERA) 
EN  EL  PLATA 


POR 

JUAN  BRETHES. 


El  Sr.  D.  Carlos  Schrottky,  habiéndome  mandado  una  Urellia 
para  su  determinación,  me  ha  dado  motivo  para  revisar  lo  que 
tiene  este  Museo  de  los  representantes  de  dicho  género. 

La  especie  que  por  el  momento  me  parece  más  abundante  en  los 
alrededores  de  Buenos  Aires  es  la  Urellia  Daphne  (Wied.),  siéndole 
sinónimas  la  Ih^ypeta  duplicata  Wied.  y  la  Trypeta  meteorica 
Thoms.  Tengo  á  la  vista  más  de  60  ejemplares  y  de  su  compara- 
ción es  fácil  darse  cuenta  que  la  faja  oscura  que  une  el  estigma  con 
la  mancha  apical  del  ala  puede  ser  más  ó  menos  desarrollada  como 
lo  demuestran  los  dibujos  que  acompaño  (fig.  3). 

Las  especies  podrán  reconocerse  por  el  cuadro  siguiente: 

A.  Fascia  ínter  stigmatem  et  macnlam  apicalem  lata. 

a.  Cellula  discoidalis  transverso  unifasciata U. plagíala  (Thoms.) 

b.  Cellula  discoidalis  transverso  multifasciata. 

a.  Cellula  discoidalis  bifasciata U.  argentina  Bréthes. 

b .  CeUola  discoidalis  trifasciata ü.  bonariensis  Bréthes. 

B.  Fascia  inter  stigmatem  et  maculam  apicalem  an- 

gnsta  vel  nalla. 

a .  Vena  longitudinalis  5'  haud  maculata ü.  Daphne  (Wied.) 

b.  Vena  longitudinalis  5*  in  medio  maculata. 

a .  Cellula  discoidalis  transverso  2-fasciata U.  patagónica  Bréthes. 

b.  Cellula  discoidalis  transverso  1-fasciata U.  pkUensis  Bréthes. 


1.  Urellia  plagíala  (Thoms.)  Bréthes. 

Trypeta  plagíala  Thoms.,  Eug.  Resa,  Dipt.  683,  n*  269  9 
(1868).  —  Bréthes,  Catál.  Dipt.  Plata,  in:  An.  Mus.  Nao. 
Buenos  Aires,  xvi  (3.*  Ser.  ix),  p.  301  (1907). 

*  Nigricans,  glauco'pruinosaj  capite  cum  antennis  pedibusque 
flavis;  alis  aliñáis,  macula  magna  posteriore  nigra,  ramum 


368  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

apicalem  hifurcatum^  inferné  ramulos  4  emütente,  per  pía- 
gam  latam  cum  cellula  postcostali  conjunda.  9  í'Ong-  3 
mili. 

Patria:  Buenos  Aires. 

T.  (iOiíñxxenúWied.simülima^  a  precedentibus^  alarum plaga 

obliqua  multo  latiore,  determi- 
natay  nigra^  macula  posteriore 
guttulis  2  co8talíbui<  pamis, 
quarum  2^  ante  finem  rami 
^.     ,    T-  „.      ,    .      ,n.^       .11         marginális  cubiti  sita  instruc- 

Fig.  1.  UreUta  plagiata  (Thoms.):   \*.  ^    .  ,  .^ 

^  ta,  aptce  ramum  htfurcatum^ 

inferné  ramón  4,  i"''*  breviorem  emitiente  satis  superque 
distincta. » 

Un  ejemplar  bastante  estropeado  existente  en  las  colecciones 
del  Museo  Nacional  corresponde  bien  á  esta  especie.  La  mancha 
apical  del  ala  emite  una  rama  hacia  el  borde  costal  al  cual  toca 
más  cerca  de  la  primera  longitudinal  que  de  la  segunda;  pero 
antes  emite  una  faja  ancha  en  que  está  totalmente  incluido  el 
nérvulo  transverso  anterior  yendo  á  parar  en  el  estigma.  La 
mancha  apical  contiene  dos  gotas  blancas  cerca  del  borde  cos- 
tal, de  las  cuales  la  2*  (caso  único  entre  las  Urellia  que  estudio) 
está  situada  antes  del  contacto  de  la  2^  longitudinal  con  el  borde 
costal.  La  mancha  emite  además  dos  ramas  hacia  el  ápice  del  ala 
y  cuatro  hacia  abajo,  quedando  una  gota  blanca  en  la  primera 
célula  posterior  en  frente  del  nérvulo  transversal  posterior. 


2.  Urellia  argentina  Bréthbs^  n.  sp. 

9  Cinérea,  capite  pedibusque  flavis^  oviducto  nigro-nitido,  alis 
macula  anteapicali  nigro-fusca  radiata  cum  stigmate  per  fas- 
ciam  latam  connexa,  cellula  discoidali  transverse  bivittata, 
vena  longitudinali  6^  prope  basin  ferrugineo-maculata,  Long. 
4  mm. 

Patria :  Buenos  Aires. 

Vista  de  lado,  la  cabeza  es  casi  cúbica,  su  borde  anterior  menor 
que  el  posterior.  La  frente  es  plana,  en  trapecio  más  angosto  hacia 


Trypeta  glauca^   meteorica^  femoralis. 


BRETHES:  EL  GÉNERO  URELLIA  (dIPTERA).     369 

adelante,  con  una  hilera  de  cinco  cerdas  junto  á  cada  ojo :  la  2% 
frente  al  grupo  ocelar,  está  un  poco  más  adentro.  La  cerda  ante- 
nar  es  de  un  testáceo  oscuro  y  con  una  muy  fina  pubescencia  hasta 
la  extremidad.  La  cara  tiene  una  carena  longitudinal  que  se  ensan- 
cha hasta  el  borde  oral,  el  cual  es  un  poco  más  prominente.  El  tó- 
rax y  el  abdomen  están  cubiertos  de  pelos  cortos  blancos.  Las  ma- 
croquetas  de  son  2  y  en  el  escudete  hay  una  de  cada  lado.  Las  alas 
son  hialinas  con  la  mancha  anteapical  estrellada  que  se  une  con  el 
estigma  por  medio  de  una  faja  ancha,  más  ó  menos  como  en  la  es- 
pecie anterior.  La  mancha  anteapical  emite  una  rama  oblicua  has- 
ta el  borde  costal,  donde  llega  más  cerca  de  la  extremidad  de  la 
1*  longitudinal  que  de  la  2*;  hacia  la  punta  del  ala  emite  una  hor- 
queta que  corresponde  más  ó  menos  con  la  extremidad  de  las  venas 
3*  y  4*  longitudinales;  hacia  abajo  emite  cinco  ramas,  de  las  cua- 
les la  3*  coincide  con  el  nérvulo  transverso  posterior,  las  4*  y  6* 
en  la  célula  discoidal.  Junto  á  la  6*  vena  longitudinal,  en  la  base 
déla  3*  célula  posterior,  hay  una  manchita  ferrugínea.  En  la  man- 
cha anteapical  se  encuentran  dos  gotas  hialinas  junto  al  borde  cos- 
tal, otra  gota  en  la  1*  célula  posterior  en  frente  del  nérvulo  trans- 
verso posterior,  y  otras  dos  gotas  semihialinas  debajo  de  la  3*- 
vena  longitudinal,  una  de  cada  lado  del  nérvulo  transverso  ante- 
rior. 

Acabo  de  cazar  esta  Urellia  en  G-eneral  Urquiza,  cerca  de  Bue- 
nos Aires,  el  30-xii-1907,  razón  por  la  cual  no  me  es  dable  publi- 
car el  dibujo  del  ala.  Incorporo  ese  ejemplar  á  ¡as  colecciones  del 
Museo  Nacional. 

3.  Urellia  bonariensis  Bréthes,  n.  sp. 

9  Cinérea,  pedihus  flavis,  oviducto  nigro  nitidOf  ápice  testáceo, 
alÍ8  macula  anteapicáli  nigro-fiisca  radiata  cum  stigmate  per 
fasdam  latam  coimexa,  Long,  (ovid.  exc.)  5,5  mm. 

Patria:  Buenos  Aires,  Lujan. 

Vista  de  lado,  la  cabeza  es  cúbica,  los  ojos  situados  más  hacia 
la  parte  superior.  La  frente  es  cuadrada,  con  una  hilera  de  8  cer- 
das testáceas  junto  á  cada  ojo:  las  2*  y  3*  (frente  á  las  ocelas)  un 
tanto  al  interior  de  la  frente  y  las  cuatro  últimas  (cerca  de  las  an- 
tenas) más  próximas  entre  sí.  El  tercer  artejo  antenal  casi  toca  el 
borde  oral  que  es  un  tanto  prominente.  La  seta  antenar  tiene  una 
muy  fina  pubescencia  hasta  la  extremidad.  Palpos  testáceos. 


370  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Las  macroquetas  de  son  2  después  de  la  sutura  transversal  y  en 
el  escudete  hay  una  de  cada  lado.     El  abdomen  es  ceniciento, 

asi  como  la  cabeza  y  el  tórax, 
y  como  éste,  con  muchos  pelos 
cortos  blancos.  El  oviducto  es 
negro  luciente,  su  extremidad 
testácea.  Las  patas  son  de  un 


x^  ^^37?    É  \,^      testáceo  amarillento,  las  uñue- 

las  negras.  Las  alas  son  hiali- 
nas con  la  mancha  apical  estre- 
Fig.  2.  Ureília  bonariennis  Bréthes,  Y»     Hada:  desprende  hacia  el  borde 

costal  una  rama  angosta  que 
cae  como  á  igual  distancia  entre  las  venas  l.*y  2.*  longitudinales; 
hacia  la  extremidad  desprende  dos  ramas  que  coinciden  en  el  borde 
alar  con  las  extremidades  de  las  venas  3*  y  4*;  hacia  atrás  desprende 
varias  ramas:  dos  en  la  2*  célula  posterior,  una  tercera  que  coincide 
con  el  nérvulo  transverso  posterior,  una  cuarta  que  atraviesa  la 
célula  discoidal  y  va  á  terminar  en  el  borde  alar  posterior,  una  5*  y 
una  sexta  más  ó  menos  bien  distintas  en  la  célula  discoidal  que  luego 
se  reúnen  en  la  3*  célula  posterior  para  bifurcarse  de  nuevo  cerca 
del  borde  del  ala;  un  rastro  de  otra  faja  en  la  célula  discoidal 
y  de  un  punto  hacia  la  base  de  la  3*  célula  posterior.  La  faja 
ancha  une  la  mancha  apical  con  el  estigma,  quedando  incluido  en 
ella  el  nérvulo  transverso  anterior.  Hay  dos  gotas  blancas  en  el 
borde  costal,  una  gota  en  la  primera  célula  posterior  en  frente  del 
nérvulo  transverso  posterior,  cuatro  gotitas  desvanecidas  junto  al 
nérvulo  transverso  anterior,  y  unas  cuatro  gotas  más  ó  menos 
claras  en  la  célula  discoidal. 

El  Museo  posee  un  ejemplar  seguramente  cazado  por  F.  Lynch 
Arribálzaga;  tengo  otro  que  cacé  en  Lujan,  el  9.  i.  1905. 

4.  Urellia  Daphne  (Wied.)  Bréthes. 

Ti^ypeta  Daphne  Wied.,  Auss.  zweifl.  Ins.  n,  608,  n^  61  (1830). 

*  Trypeta  diiplicata  Wied.,  Auss.,  zweifl.  Ins.  ii,  610,  n®  64  9 
/1830).  — Low,  Zeitsch.  f.  Ent.  v,  409,  t.  2,  f.  64  (1844).— 
'Bréthes,  1.  c.  p.  300  (1907). 

Tephritis  Daphne  Rdi.,  Dipt.  aliq.  Strobel,  8.  —  Bréthes,  1.  c, 
p.  301(1907). 

*  Trypeta  meteoriva  Thoms.,  Eug.  Resa,  Dipt.  682,   n°  267 

(1868).  —  Bréthes,  1.  c,  p.  300  (1907). 


BRETHES:  EL  GÉNERO  URELLIA  (DIPTERA).     371 

cf  9  Thorace  abdomi ñeque  ciñereis,  albo- pilosis^  capite  pedi- 
busque  flaviSy  abdominis  segmenti^  ultimis  nigris^  nitidis^  alis 
macula  preapicali  radiata  cum  stigmate  plus  minuH  nigro- 
fusco  per  fasciam  angustam  vel  nullam  connexa.  Long. 
3-4  mm. 

Patria:  Buenos  Aires. 

Vista  de  lado  la  cabeza  es  casi  cúbica,  los  ojos  estando  situados 
más  hacia  arriba.  La  frente  es  plana,  un  tanto  más  angosta  hacia 
adelante  que  hacia  atrás,  con  una  hilera  de  cinco  cerdas  cerca  de 
cada  ojo,  de  las  cuales  la  2%  frente  al  grupo  ocelar,  está  un  poco 
más  adentro.  Las  antenas  tienen  un  tono  testáceo,  los  dos  prime- 
ros artejos  con  cortas  cerdas  negras  y  el  3^  comprimido,  subcua- 
drangular  aunque  no  tan  ancho  hacia  la  extremidad;  la  seta  ante- 


Fig.  3.    Urellia  Daphne  (Wied.):   Y- 


nar  tiene  una  muy  fina  pubescencia  hasta  la  extremidad.  La  cara 
tiene  una  carena  mediana  longitudinal  y  el  borde  orales  ligera- 
mente prominente.  Las  macroquetas  de  son  2  después  de  la  sutura 
transversal,  y  en  el  escudete  hay  una  de  cada  lado.  El  abdomen 
como  el  tórax  es  de  un  ceniciento  azulado  con  pelos  blancos 
y  el  ovipositor  es  negro  luciente.  Los  pies  son  de  un  amarillo 
testáceo.  Las  alas  son  perfectamente  hialinas  con  una  mancha  en 
el  estigma  más  ó  menos  oscura,  y  la  mancha  anteapical  estrellada 
negro -fusca.  Esa  mancha  emite  una  rama  oblicua  hasta  el  borde 
costal,  luego  una  horqueta  posterior  que  concluye  más  ó  menos 
con  las  3*  y  4*  longitudinales  y  cuatro  ramas  inferiores  de  las  cua- 
les la  tercera  coincide  con  el  nérvulo  transverso  posterior  y  la 
cuarta  está  situada  oblicuamente  en  la  célula  discoidal  á  igual  dis- 
tancia de  los  dos  nérvulos  transversales.  En  el  borde  costal  están 
incluidas  en  la  mancha  negra  dos  gotas  blancas,  la  2*  debajo  de  la 
2*  vena  longitudinal ;  en  la  1*  célula  posterior  hay  una  gota  blanca 
frente  al  nérvulo  transversal  posterior:  esa  gota  puede  estar  reu- 
nida con  una  gotita  cerca  del  nérvulo  transverso  anterior,  ó  sepa- 


372  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

rarse  de  ella.  En  cuanto  á  la  faja  que  une  el  estigma  con  la  mancha 
apical,  puede  ser  más  ó  menos  desarrollada  ó  bien  faltar  por 
completo,  de  modo  que  las  formas  Daphne^  duplicata  y  meteorica 
no  representan  sino  variantes  de  una  sola  especie. 

5.  Urellía  patagónica  Bréthes,  n.  sp. 

9  Thorace  abdomineque  ciñereis^  capite  pedibnsque  flavo-tes- 
taceiSf  oviducto  nigro-nitidOj  alis  macula  anteapicali  fusca  ra- 
diata,  Long.  4  mm. 

Patria:  Patagonia  (Carmen  de  Patagones). 

Vista  de  lado,  la  cabeza  es  un  poco  más  larga  que  alta  y  el  alto 
anterior  es  bastante  menor  que  el  posterior.  La  frente  es  más  lar- 
ga que  ancha  un  tanto  más  estrechada  hacia  adelante.  Junto  á  los 
ojos  una  hilera  de  unas  5-6  cerdas  bastante  finas.  Las  antenas  tie- 
nen el  tercer  artejo  un  tanto  acuminado  en  el  ángulo  apical  exte- 
rior y  la  cerda  es  muy  finamente  velluda  en  toda  su  extensión.  El 
borde  oral  es  un  poco  prominente  y  casi  toca  la  extremidad  de  las 
antenas.  Dos  macroquetas  de  después  de  la  sutura  transversal  y 
una  de  cada  lado  del  escudete.  El  abdomen  es  ceniciento,  como  el 
tórax,  y  como  él  con  pelos  blancos. 

El  ovipositor  es  negro  luciente.  Las  patas  son  de  un  testáceo 
amarillento,  las  uñuelas  negras.  Las  alas  tienen  el  estigma  más 
ó  menos  oscuro  y  la  mancha  fusca  anteapical  estrellada     emite 

una  rama  oblicua  hacia  el  borde 
costal  un  poco  más  cerca  de  la  1* 
vena  longitudinal  que  de  la  2*,  dos 
ramas  en  la  extremidad  que  coinci- 
den más  ó  menos  con  la  extremidad 
de  las  venas  longitudinales  3*  y  4* 
Fig.  4.  ürellia  patagónica  y  cinco  ramas  inferiores,  dos  en  la 

Bréthes:  -.  g*   célula  posterior,  la  tercera  que 

coincide  con  el  nérvulo  transverso 
posterior,  h  cuarta  en  la  célula  discoidal  á  igual  distancia  de  los  dos 
nérvulos  transversos  y  la  quinta  en  la  célula  discoidal,  debajo  del 
nérvulo  transverso  anterior:  esta  rama  forma  un  codo  en  el  medio 
de  la  célula  tomando  una  dirección  hacia  la  base  del  ala.  Por  fin 
una  faja  angosta  reúne  casi  el  estigma  con  la  mancha  apical;  ade- 
más hay  una  mancha  fusca  en  la  6*  vena  longitudinal  hacia  el 


BRETHES:  EL  GÉNERO  URELLIA  (dIPTERA).     373 

medio  de  la  célula  discoidal.  Dos  gotas  blancas  en  el  borde  costal 
y  dos  otras  en  la  1*  célula  posterior,  una  cerca  del  nérvulo  trans- 
verso anterior  y  otra  en  frente  del  nérvulo  transverso  posterior. 

El  Museo  Nacional  posee  tres  ejemplares  cazados  por  Carlos 
Berg,  en  1874,  en  la  Patagonia  (Carmen  de  Patagones). 


6.  Urellia  platensís  Bréthes,  n.  sp. 

9  Fronte^  thorace  abdomineque  ciñereis^  oviducto  nigi'o  nítido, 
capite  pedibiisque  flavo-tentaceis,  alis  hyalinis,  macula  fusca 
anteapicáli  radiata.  Long.  4  mm. 

Patria:  Buenos  Aires;  Paraguay:  Villa  Encarnación. 

Vista  de  lado  la  cabeza  es  más  alta  que  larga,  más  ó  menos  cú- 
bica y  más  prominente  en  la  raíz  de  las  antenas  que  en  el  borde 
oral.  La  frente  es  más  larga  que  ancha,  un  tanto  estrechada  hacia 
adelante.  Junto  á  los  ojos  hay  una  hilera  de  unas  4  cerdas  finas  y 
largas  convergentes  hacia  adentro  excepto  las  del  vértice  que  son 
erectas.  Las  antenas  tienen  especialmente  el  3^  artejo  de  un  testá- 
ceo  oscuro;  el  ángulo  apical  inferior  es  redondeado  y  el  exterior  un 
tanto  agudo;  alcanza  casi  el  borde  oral.  La  cerda  antenar  es  muy 
finamente  velluda  hasta  su  extremidad.  Palpos  testáceos.  El  tórax 


Fig.  5.   Urellia  plafensU  Bréthes:  ip. 

como  el  abdomen  es  ceniciento  con  pelos  blancos;  las  macroquetas 
de  son  dos  después  de  la  sutura  transversal  y  el  escudo  tiene  una 
de  cada  lado.  El  oviducto  es  negro  luciente.  Las  patas  son  testá- 
ceas,  las  uñuelas  negras.  Las  alas  son  hialinas,  con  el  estigma  más 
ó  menos  oscuro  y  la  mancha  fusca  anteapical  es  radiada:  desprende 
una  rama  oblicua  hacia  el  borde  costal  más  cerca  de  la  1*  vena 
longitudinal  que  de  la  2%  dos  ramas  apicales  que  coinciden  con  la 
extremidad  de  las  venas  3*  y  4*  longitudinales  y  cuatro  ramas 
posteriores:  dos  en  la  2*  célula  posterior,  la  3*  que  coincide  con  el 


374 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


nérvulo  transversal  posterior.  Una  mancha  más  ó  menos  pronun- 
ciada ante  el  nérvulo  transverso  anterior  y  otra  en  la  B*  vena 
longitudinal  hacia  la  mitad  de  la  célula  discoidal.  Una  faja  poco 

ancha  une  el  estigma  con  la  man- 
cha anteapical.  Dos  gotas  hialinas 
en  el  borde  costal,  dos  otras  gotas 
en  la  1*  célula  posterior,  una  cerca 
del  nérvulo  transversal  anterior 
y  otra  en  frente  del  transversal 
posterior. 

El  señor  Schrottky  me  ha  tam- 
bién mandado  algunas  larvas  y 
pupas  de  esta  especie:  las  encon- 
tró en  los  capítulos  de  la  Chapia- 
lia  nutans  (Compositae). 

La  larva  es  del  tipo  general  de 
la  familia,  de  unos  5  mm.  de  lar- 
go y  1  ^/i  mm.  de  ancho  mayor.  La  epidermis  está  sembrada  de 
dientecitos  triangulares  microscópicos  y  los  estigmas  recuerdan 
muy  bien  un  grupo  de  tres  diatomáceas  del  género  Navícula. 

ha,  pupa  es  una  reducción  de  la  larva:  3  mm.  de  largo  y  1,6  de 
ancho:  se  encuentra  también  en  los  capítulos  de  la  Chaptalia. 


Fig.  6. 

Brethes. 


Larva  de  UreUia  plaiensis 
Al  lado  están  aumentados 
una  mandíbula,  un  pedazo  de  epider- 
mis y  un  grupo  estigmático. 


NOTAS  SOBRE  UN  BALLENATO  DE  2.10  METROS  DE  LARGO 

(BALAENOPTEKA  ACÜTO- ROSTRATA  LAC.) 


POB 

FERNANDO  LAHILLE. 


«  When  the  zoologiat  wishes  to  tkrow  into  Ihe 
ttrongent  relief  the  distinctive  charctcter»  of  diffe- 
rent  ipeciea^  he  aelects  for  comparUon  fuüy  <tdul¿ 
e^amples; 

When  the  anatomist  wiahes  to  trace  their  com~ 
munity  of  Urudure  and  their  resemblancet^  youn- 
(jer  apecimena  are  beiter  adapted  for  this  purpoee, » 

W.  H.  Flower. 


En  Septiembre  20  próximo  pasado,  un  ballenato,  muerto,  vino 
á  varar  en  las  orillas  del  canal  de  entrada  al  puerto  de  Buenos 
Aires,  en  donde  fué  descubierto  por  el  aventajado  estudiante  de 
ciencias  naturales,  señor  Martín  Doello  Jurado,  quien  dio  inme- 
diato aviso  del  hecho  al  Director  del  Museo  Nacional.  Desgracia- 
damente fué  descubierto  muy  tarde,  así  es  que,  cuando  los  prepa- 
radores fueron  á  recoger  el  cetáceo,  lo  encontraron  en  plena  putre- 
facción, y  los  curiosos  y  desocupados,  quienes  nunca  faltan  en  un 
puerto,  lo  habían  tajeado  y  mutilado  de  tal  manera,  que  no  se 
pudo  reconocer  el  sexo.  Sólo  se  notó  que  el  lomo  y  las  aletas  del 
animal  estaban  de  color  gris  oscuro  y  que  su  vientre  era  blanco. 

En  cuanto  á  las  barbas,  habían  desaparecido.  Se  desprendieron 
sin  duda  del  paladar  y  cayeron  al  agua,  entretanto  flotaba  el  ca- 
dáver en  el  río. 

El  esqueleto  es  sumamente  interesante  por  ser  de  un  balenóptero 
recién  nacido  y  por  presentar  caracteres  cranianos  muy  especiales 
que  corresponden  á  su  estado  juvenil. 

Lo  refiero  —  por  los  motivos  que  indicaré  al  fin  de  la  presente 
nota  —  al  Little  piJced  JVhale  del  hemisferio  Norte,  es  decir  á  la  Ba- 
laenoptera  acnto- rostrata  Lacépéde,  ó  á  una  de  sus  variedades. 

Las  fotografías  adjuntas  (Lámina  v),  representan  la  cabeza  del 
joven  cetáceo  vista  de  perfil,  de  arriba,  de  abajo  y  de  atrás. 


376  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Por  curiosidad  he  pesado  las  varias  partes  del  esqueleto,  obte- 
niendo el  resultado  siguiente: 

Cráneo kilos  1,815 

Mandibula »      0,380 

Columna  vertebral »      2,828 

Costillas .      0,490 

Miembros »      0,270 


kilos  5,278 


Como  las  vértebras  estaban  sumamente  esponjosas  y  frágiles,  el 
preparador  del  Museo  tuyo  que  darles  un  baño  de  estearina;  por  lo 
tanto,  se  puede  considerar  el  peso  de  5  kilos,  como  siendo  el  peso 
total  del  esqueleto,  cuyo  largo  total  es  de  21^10. 


GRANEO . 

A  medida  que  uno  baja  en  la  simbólica  escala  de  las  formas  de 
vertebrados  pentadáctilos,  nota  la  existencia  de  un  mayor  número 
de  huesos  en  los  cráneos  de  los  adultos;  y  los  naturalistas  (hoy  cuan 
escasos! )  que  se  ocupan  de  la  osteología  comparada  tratan  de  indi- 
car las  homologías  de  cada  uno  de  estos  huesos. 

Como  al  principio  no  se  hacía  distinción  éntrelos  que  derivan  de 
cartílagos  y  los  que  se  forman  directamente  dentro  del  tejido  con- 
juntivo del  embrión,  se  llegó  á  resultados  incorrectos.  Pero  los 
errores  fueron  aun  mayores  cuando  se  trató  de  reducir  el  cráneo  á 
una  serie  de  vértebras  más  ó  menos  numerosas  con  sus  correspon- 
dientes arcos  neurales  y  costillas ! 

Si  nadie  trata  hoy  de  descomponer  los  cráneos  en  vértebras^  nadie, 
sin  embargo,  puede  dudar  que  la  cabeza  como  el  tronco  sea  consti- 
tuida por  segmentos. 

Para  poder  establecer  con  rigor  las  homologías  que  existen  entre 
los  huesos  craneanos  de  dos  tipos,  sería  preciso  conocer  bien  el  de- 
sarrollo de  cada  hueso,  es  decir,  los  puntos  y  los  procesos  de  su  osi- 
ficación, en  los  animales  que  se  quiere  comparar,  teniendo  cuidado 
de  basarse  sobre  un  número  suficiente  de  observaciones  para  no 
considerar  como  regla  una  verdadera  excepción. 

Numerosísimos  trabajos  de  valor  (citaré  sobre  todo  los  de  Wil- 
cker  y  Virchow,  de  Luschka,  de  Renault  y  Rambault,  KoUiker, 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  377 

Stieda,  Albrecht)  nos  han  dado  á  conocer  en  cuanto  al  hombre  la 
historia  fundamental  de  la  osificación  de  su  cráneo;  pero  grandes 
discusiones  demuestran,  sin  embargo,  que  para  algunas  cuestiones 
no  se  ha  llegado  aún  á  resultados  que  satisfagan  á  todo  el  mundo. 

Los  trabajos  sobre  osificación  de  esta  parte  del  esqueleto  en  los 
demás  vertebrados,  y  á  pesar  de  los  estudios  de  Parker,  de  Wieders- 
heim,  Bettany,  etc.,  son  muy  contados. 

Para  ciertas  órdenes,  los  cetáceos  por  ejemplo,  se  puede  decir 
que  ignoramos  todo!  Fetos  de  ballena,  no  se  obtienen  todos  los  días, 
y  cuando  un  naturalista  los  recibe  desea  en  general  cous/&rvarlos 
más  bien  enteros,  limitándose  á  describir  los  caracteres  exteriores 
y  la  anatomía  grosera. 

Por  lo  tanto,  y  hasta  que  sea  posible  practicar  investigaciones 
embriológicas,  lo  único  que  se  puede  hacer  consiste  en  la  observa- 
ción directa  de  los  esqueletos  más  jóvenes,  y  en  la  indicación  de  la 
existencia  y  relaciones  de  huesos  que  en  ellos  no  se  han  coosificado 
aún  con  los  demás.  Desgraciadamente  los  huesos  que  ofrecen  mayor 
interés  en  toda  la  serie  de  los  vertebrados,  los  que  se  intercalan 
entre  el  segmento  occipital  y  el  segmento  parietal,  se  unen  entre  sí 
muy  temprano,  así  que  no  es  fácil  poner  en  claro  las  relaciones  pri- 
mitivas y  las  relaciones  secundarias  de  estos  elementos  con  los  arcos 
cefálicos  pre  y  post-bucales. 

Teniendo  presentes  estas  consideracianes  preliminares,  podemos 
abordar  el  estudio  del  cráneo  de  B.acuto-rostratayjuvenis,  y  como  los 
naturalistas  más  ilustrados  son  también  los  más  indulgentes,  creo 
que  si  no  participan  de  mis  convicciones,  no  me  reprocharán  ex- 
presarlas; soy  el  primero,  pues,  en  considerar  á  algunas  de  ellas 
más  bien  como  hipótesis  de  investigaciones  ó  interrogaciones,  y  no 
como  resultados  definitivamente  adquiridos. 


FORMA    GENERAL. 

B,  acuto  rostrata  es  el  más  pequeño  de  todos  los  balenópteros 
actuales,  y  según  una  ley  de  la  evolución,  se  aproxima  por  lo  tanto 
más  que  ningún  otro  á  las  formas  primitivas  de  este  género. 

Por  otra  parte,  como  el  presente  esqueleto  corresponde  á  un  in- 
dividuo muy  joven,  los  caracteres  ancestrales,  tienen  que  ser  más 
marcados  en  éste  que  en  los  adultos. 

Las  principales  particularidades  del  cráneo  que  á  primera  vista 
llaman  la  atención  son: 


378  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

1.^  El  largo  relativamente  grande  de  los  nasales.  Mirándolos 
desde  arriba,  su  borde  anterior  es  casi  recto  y  mirándolos  hacia 
adelante,  se  nota  que  el  borde  de  cada  uno  es  en  forma  de  bisel  y 
el  perfil  de  ambos  forma  un  V  invertido  ó  ^.  Cuyo  ángulo  agudo 
es  dirigido  hacia  adelante. 

^Revelan  que  al  principio  el  orificio  nasal  estaba  situado  en  los 
cetáceos  más  cerca  de  la  punta  del  rostro,  y  que  ha  ido  trasladán- 
dose hacia  atrás  hasta  ocupar,  en  las  formas  más  evolucionadas, 
el  vértice  de  la  cabeza,  á  fin  de  permitir  á  estos  animales  de  respi- 
rar sin  sacar  enteramente  el  cráneo  del  agua  ni  interrumpir  un 
instante  sus  prodigiosos  banquetes. 

2.^  Lo  que  acerca  más  el  cráneo  de  este  ballenato  á  los  cráneos  tí- 
picos de  mamíferos  y  de  reptiles,  es  la  convexidad  de  los  parietales. 

En  los  mystacocetos  actuales  y  adultos,  la  cresta  occipital  ó 
lambdoidea,  (que  en  ellos  corresponde  también  en  su  parte  ante- 
rior á  la  cresta  sagital),  donde  se  inserta  el  músculo  temporal, 
proemina  en  la  fosa  temporal  de  tal  modo,  que  la  cara  externa  de 
los  parietales  es  sumamente  cóncava;  dando  así  á  los  cráneos  de 
estos  animales  el  aspecto  característico  que  tienen. 

Como  lo  demuestra  el  cráneo  que  examino,  este  carácter  repre- 
senta una  adquisición  secundaria  provocada  por  el  aumento  de 
peso  de  la  mandíbula  y  el  desarrollo  concomitante  de  su  principal 
músculo  elevador. 

El  alargamiento  del  rostro  y  de  la  mandíbula  y  el  aumento  de 
las  distancias  entre  los  cóndilos  mandibulares  son  á  su  vez  provo- 
cados por  la  tendencia  del  animal  en  aumentar  las  dimensiones  de 
su  aparato  prehensor  de  alimentos. 

3.°  Una  pequeña  asimetría  en  el  cráneo.  La  apófisis  nasal  ó  as- 
cendiente del  maxilar  derecho  es  notablemente  más  desarrollada 
que  la  del  maxilar  izquierdo.  No  sería  por  acaso  una  indicación  de 
un  parentesco,  mayor  de  lo  que  se  cree  entre  los  mystacocetos  y 
los  odontocetos.  En  estos  últimos,  como  bien  se  sabe,  los  huesos 
de  la  cara  en  la  región  nasal  son  siempre  asimétricos. 

Se  nota  otra  asimetría  en  la  parte  infero-posterior  derecha  del 
cráneo  del  ballenato.  El  foramen  condilar  por  donde  pasa  el  hi- 
pogloso,  existe  sólo  del  lado  izquierdo;  del  lado  derecho  no  está 
aislado  del  foramen  lacerum  posterius. 

El  nervio  sale,  pues,  por  este  lado  junto  con  los  9°;  10**,  y  11^ 

¿Acaso  no  sería  un  indicio  de  la  existencia  de  una  asimetría 
nerviosa? 

Una  asimetría  en  los  nervios  vaso -motores  por  ejemplo,  podría 


lahille:  notas  sobjre  ün  ballenato. 


379 


producir  una  nutrición  distinta  de  ambos  lados  del  cráneo  y  por  lo 
tanto  un  desarrollo  desigual  de  órganos  al  principio  simétricos. 

Pero,  si  esta  causa  de  deformación  unilateral  pudiese  invocarse 
en  los  cetáceos  para  explicar  la  disimetría  craneana,  quedaría 
siempre  por  averiguar  sus  factores,  es  decir,  las  necesidades  que  la 
determinan;  ¡quien  resolverá  este  problema! 


Fig.  1.  Inferior  del  cráneo  de  B.  acido -rostrata.  (Como  el  cráneo  ha  sido  re- 
presentado inclinado  hacia  adelante  para  ver  mejor  los  segmentos  internos,  el 
rostro  se  ve  en  escorzo). 


V,  vómer. 

N,  nasal. 

Fa,  frontal  anterior. 

P,  parietal. 

Pt,  pterigoideo. 

AP,  alas  parietales  (alisfonoideo). 

BP,  basi- parietal. 

BO,  basi-occipital. 

O,  occipital  (ex-occipital). 


QJ,  apófisis  malar  ( quadrato  - jugal ) 

del  temporal. 
BF,  basi -frontal. 

AF,  alas  frontales  (orbito-esfenoideo  ). 
BE,  basi-etraoideo. 
PF,  pre-frontal. 
M,  max.il lar. 
PM,  pre -maxillar. 


Después  de  haber  tomado  todas  las  medidas  del  cráneo  de  B^ 
acutO' rostrata  que  me  parecieron  importantes  para  establecer  sus 
Anal.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8',  t.  ix.  Enero  17,  1908.  26 


380  MUSEO  NACION.VL  DE  BUENOS  AIRES. 

proporciones  características  y  poder  compararlo  con  las  de  los 
demás  balenópteros,  le  hice  verdaderamente  saltar  la  tapa  de  los 
sesos  y  me  encontré  en  presencia  de  la  caja  craneana  representada 
por  la  figura  adjunta.  (Fig.  1). 

Se  ven  los  tres  segmentos  basilares  posteriores  cuyo  conjunto 
artístico  hace  recordar  escudos  de  armas  imperiales  ó  pontificias! 


SEGMENTO   OCCIPITAL. 

En  el  ballenato,  el  basi-occipital  mide  64  mm.  de  largo,  y  mirán- 
dolo de  perfil,  uno  observa  que  está  constituido  por  dos  huesos. 

En  el  hombre  (según  Kambault,  Renault,  Albrecht)  el  basi-occi- 
pital, sería  constituido  también  por  dos  huesos,  y  al  primero  ó  más 
posterior  de  ellos  Albrecht  (1883)  ha  dado  el  nombre  de  basiótico. 

El  basi-occipital  anterior  del  ballenato,  presenta,  por  debajo,  ver- 
ticalmente  y  de  ambos  lados,  una  cresta  longitudinal  (cresta  perió- 
tica)  y  por  arriba,  una  depresión  transversal  bastante  profunda. 

El  basi-occipital  posterior,  forma  un  tubérculo  sobre  el  cual  se 
ven  los  límites  infero-internos  de  las  caras  condilianas.  Representa, 
sin  duda  ninguna,  el  tercer  cóndilo  ó  cóndilo  basilar  de  las  tortugas. 

Basta  para  convencerse,  comparar  con  la  fotografía  de  la  lámina 
V  un  occipital  de  un  Chelone  mydasy  por  ejemplo. 

Es  muy  posible  que  bajo  la  designación  de  tercer  cóndilo  se 
confunde  en  el  hombre  dos  formaciones  distintas : 

1.**  Puede  ser  que  el  basi-occipital  guarde  por  carrét  de  déve- 
loppement»  su  forma  primitiva.  En  este  caso  los  cóndilos  laterales 
se  encuentran,  como  en  los  peces  y  anfibios,  formados  por  los  ex- 
occipitales  exclusivamente. 

El  tercer  cóndilo  representa  entonces,  cuando  aparece,  el  cóndi- 
lo inferior  de  la  tortuga  y  de  los  reptiles,  y  la  parte  mediana  del 
cóndilo  de  los  cocodrilos  y  de  las  aves. 

2.**  La  presencia  de  un  tercer  cóndilo  correspondería,  según 
Lachi,  á  un  pre-atlas  (1896  Boíl.  R.  Accad.med.  di  Genova).  Este 
autor  da  siempre  á  esta  formación  este  significado. 

Es  evidente,  sin  embargo,  que  el  primer  caso  puede  existir,  qui- 
zá aun  con  mayor  frecuencia  que  el  segundo. 

Pero  esta  teoría  del  pre-atlas  no  me  satisface,  porque  sería  muy 
singular  encontrar  sólo  en  el  hombre, — y  de  vez  en  cuando — un  ele- 
mento rudimentario  que  no  existiera  al  estado  de  desarrollo  en 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  381 

ningún  otro  animal.  Por  lo  tanto,  iBn  este  segundo  caso,  es  decir, 
cuando  las  dos  facetas  articulares  del  basi  -  occipital  se  hayan  ale- 
jado una  de  otra  para  unirse  con  las  facetas  condilianas  ex-occipi- 
tales  y  formar  con  ellas  los  cóndilos  laterales,  creo  con  Kalenski 
(Koenigsberg,  1893)  que  si  aparece  un  tercer  cóndilo,  este  entonces 
es  simplemente  la  osificación  del  ligamento  occipito-odontoidiano 
medio. 

De  todos  modos,  para  el  ballenato,  no  hay  duda  posible,  su 
tercer  cóndilo  con  sus  dos  facetas  laterales  aun  en  contacto  arriba 
y  atrás,  representa  bien  el  tercer  cóndilo  de  los  reptiles,  ó  la  parte 
que  en  los  peces  se  articula  directamente  con  el  centrum  de  la  pri- 
mera vértebra. 

En  los  peces,  el  cráneo  no  puede  efectuar  movimientos  propios; 
es  decir,  independientes  de  los  de  la  columna  vertebral.  Los  cóndi- 
los ex-occipitales  son  pues  destinados  al  principio  á  sostener  el  crá- 
neo y  ligarlo  más  íntimamente  con  la  columna.  En  los  anfibios 
conservan  esta  función,  pero  las  nuevas  necesidades  de  la  vida  al 
aire  libre  ó  sobre  el  suelo,  hacen  que  estos  cóndilos  se  disponen 
poco  á  poco  de  tal  modo  que  llegan  á  permitir  algún  desplaza- 
miento y  pequeños  movimientos  de  rotación  de  la  cabeza. 

Pero  estos  movimientos  propios  de  la  cabeza,  no  se  efectuarán 
con  amplitud  y  facilidad,  sino  en  los  tipos  más  elevados,  cuando  los 
cóndilos  laterales  se  hayan  aproximado  mucho  del  centro  del  basi- 
occipital  ó  se  hayan  fusionado  con  él;  ó  en  fin,  que  éste  existe  sólo. 
En  la  gran  mayoría  de  los  mamíferos,  los  movimientos  propios  de 
la  cabeza,  se  hacen  factibles  por  una  serie  de  adaptaciones  distin- 
tas .  El  nivel  de  rotación  en  vez  de  ser  cráneo-vertebral,  se  encuen- 
tra para  ellos  entre  las  dos  primeras  vértebras:  atlas  y  axis.  De  este 
modo  el  cóndilo  impar,  es  decir,  verdaderamente  articular,  desapa- 
rece, ó  se  divide  en  dos  mitades  que  se  unen  á  los  cóndilos  ex-occi- 
pitales, para  reforzar  el  rol  primitivo  y  esencial  de  éstos,  un  rol  de 
sostén. 

Los  ex  occipitales  del  ballenato,  están  en  contacto  casi  sola  y 
exclusivamente  con  el  basi-occipital  posterior.  Del  lado  externo  se 
unen  al  hueso  compuesto  al  cual  se  da  el  nombre  de  temporal  y  á 
una  pequeña  parte  de  los  parietales. 

El  supra-occipital,  es  en  realidad,  constituido  por  tres  huesos 
(fig.  2,  SO).  El  más  posterior  entra  en  relación  únicamente  con  los 
ex-occipitales,  lo  llamaré:  inter-occipital.  Un  otro  hueso  mucho  más 
delgado,  máa  blanco  también,  forma  la  parte  anterior  del  supra- 
occipital.  Es  en  relación  con  los  parietales  y  representa  en  realidad 


382 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


un  verdadero  Ínter -parietal.  Sus  límites  laterales  con  el  ínter- 
occipital,  se  encuentran  mareados  por  una  escotadura;  como  en  el 
hombre  (fig.  3,  2). 

_  I   F 


Fig.  2.  Balaenoptera  aculo -rostretta  Lac. 

SO,  supra-occipital  del  ballenato  constituido  por:  10.  inter-occipital;  IP,  inter- 
parietal y  IF,  Ínter-frontal. 

Vi,  Vi,  Va  y  Ve  :  vértebras  cervicales.  La  2*,  4*  y  O",  vistas  por  su  cara  supe- 
rior. La  1"  por  la  cara  inferior. 

Debajo  de  la  extremidad  anterior  del  supra-occipital,  se  ve  un 
último  hueso  (IF)  que  penetra  como  una  cuña  entre  los  frontales  y 


Fig.  3.  Homo  sapiens  L. 

1.  Desarrollo  de  la  escama  occipital  en  el  bombre,  según  Stieda  (1892);  los 
elementos  que  la  constituyen  representan  para  mí  un  inter-occipital  10,  ínter - 
parietal,  IP,  Ínter -frontal  IF. 

2.  Occipital  de  un  recién  nacido,  según  Gegenbaur.  BO,  basi- occipital;  EO,  ex- 
occipital;  10,  inter-occipital  aislado  aun  del  inter  -  parietal  por  una  hendidura 
en  los  costados. 

3.  Occipital  de  un  bombre  (in  Stieda).  IF,  buesos  llamados  por  Ficalbi,  pre- 
interparietales,  en  algunos  mamíferos  ( algunas  veces  coosificados  )  y  encontrados 
también  en  fetos  humanos  por  Wilcker  y  Wirchow.  IP,  inter -parietal;  10,  inter- 
occipital. 

Según  Stieda,  pueden  aún  coosificarse  con  la  escama. 

A  notar  la  pequeña  hendidura  que  existe  sobre  los  costados  entre  el  inter- 
occipital y  el  inter- parietal  del  ballenato  fig.  2. 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  383 

que  se  prolonga  hacia  atrás  para  concluir  casi  al  nivel  de  la  protu- 
berancia occipital  extema. 

Este  hueso  es  un  inter-frontal  j  corresponde  al  hueso  llamado 
frontal  eu  los  reptiles.  De  modo  que  los  frontales  de  los  cetáceos, 
y  quizá  de  los  demás  mamíferos,  corresponden  á  los  frontales  ante- 
riores de  los  reptiles. 

Dentro  de  un  momento  veremos  dónde  se  encuentran  los  post- 
frontales. Al  principio  el  inter-frontal  estaba  en  relación  con  los 
nasales,  pero  la  aproximación  de  los  frontales  anteriores  uno  áotro 
para  cerrar  hacia  adelante  la  cavidad  craneana,  hizo  retroceder  el 
inter-frontal. 

La  continuación  de  este  mismo  proceso  en  otros  mamíferos,  es 
decir,  la  aproximación  de  los  parietales,  causada  esta  vez  por  una 
diminución  del  ancho  de  la  boca,  hizo  retroceder  aun  más  el  inter- 
frontal que  se  encuentra  situado  al  fin,  detrás  de  los  parietales. 

La  figura  3,  representa  la  constitución  del  supra-occipital  en  el 
hombre  y  se  ve,  que  cuando  no  falta  ninguno  de  sus  elementos,  es 
formado  también,  como  en  los  cetáceos,  por  tres  huesos,  que  con- 
sidero como:  inter-occipital  (10),  inter- parietal  (IP)  é  inter-fron- 
tal (IF). 

Los  inter-f rontales  llamados :  pre-inter-parietales  por  Ficalbi, 
pueden  ser  únicos.  Lo  mismo  los  dos  inter-parietales. 

Alguna  vez  los  tres  pares  de  huesos  se  encuentran  aislados  todos; 
otra  vez  todos  unidos. 

Las  variaciones  de  osificación  del  esternón,  demuestra  además 
que  los  huesos  situados  sobre  la  línea  sagital' del  cuerpo,  pueden 
proceder  indistintamente  de  uno  ó  de  dos  puntos  de  osificación. 
El  segundo  caso,  representa  sin  embargo,  —y  por  lo  menos  para  el 
esternón,  —  el  modo  más  primitivo  de  desarrollo. 


SEGMENTO   PARIETAL. 

El  largo  del  basi-esfenoide,  que  propondré  llamar  más  bien  basi- 
parietal,  es  igual  al  largo  del  basi-occipital,pero  sus  apófisis  ó  alas 
laterales  lo  hacen  aparecer  como  más  voluminoso. 

Su  ancho  mínimo  es  de  56  mm.  y  sus  alas,  medidas  por  debajo, 
tienen  un  largo  de  BO  mm.  Su  cara  interna  es  un  poco  cóncava  y 
su  borde  anterior  presenta  una  curva  de  forma  elegante. 

Las  alas  del  basi-parietal  (Ali-esphenoide),  presentan  en  su  borde 


384  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

posterior  uua  escotadura  que  parece  dividirlas  en  dos  pares.  Nacen 
las  dos  del  borde  lateral  y  superior  del  centro  del  basi-parietal ; 
las  alitas  á  un  nivel  un  poco  más  inferior  que  las  alas.  Estas  se 
continúan  directamente  y  hacia  arriba  con  los  parietales,  que  apa- 
recen como  la  propia  prolongación  de  aquéllas. 

Las  alais  parietales  soportan  por  debajo  los  pterigoideos. 

Cada  uno  de  estos  huesos  parece  doble;  existe  por  lo  tanto  un 
endo-pterigoideo  y  un  ecto-pterigoideo.  Este  correspondería  al 
traspalatino  de  los  reptiles  ó  al  meso-pterigoideo  de  los  peces. 

En  el  hombre,  al  cual  hay  que  referirse  siempre,  á  causa  de  los 
numerosos  estudios  á  que  su  embriología  ha  dado  lugar,  considero 
el  basi-esfenoide  como  siendo  también  doble.  La  figura  adjunta 
(fig.  4)  representa  este  hueso  en  un  feto  de  ocho  meses  y  vemos  que 


Homo  sapiens  L. 


Osificación  del  esfenoideo  de  un  feto  de  ocho  meses.  (Según  Sappey). 

BF,  basi- frontal  (pre  -  esf enoide). 

AF,  ala  frontal  (orbito  -  esf enoides).  El  ángulo  antero- interno  corresponde 
quizá  al  centrum  de  la  mitad  anterior  del  basi -frontal. 

BPa,  basi-parietal  anterior  (parte  anterior  del  basi- esf enoideo). 

APa,  ala  del  basi-parietal  anterior  (ali- esfenoideo). 

BPp,  y  APp.  basi-parietal  posterior  y  su  ala(=  parte  posterior  del  basi- 
esf  enoideo ). 

Pti,  Pte,  endo  y  ecto-pterigoideo. 


encontramos  los  dos  centros  anteriores  de  osificación  del  basi-esfe- 
noide ya  reunidos  y  de  ambos  lados  notamos  las  grandes  alas.  Un 
poco  más  atrás  se  ven  los  dos  centros  posteriores  aun  aislados  y 
fuera  de  ellos  una  zona  de  osificación  que  corresponde  á  las  alitas 
parietales  del  ballenato.  Las  apófisis  anteriores  ó  alas  parietales 
anteriores  soportan  los  ecto-pterigoides  y  las  alas  parietales  pos- 
teriores soportan  los  endo-pterigoides. 

Los  parietales  en  el  ballenato  son  muy  desarrollados  y,  como  lo 
he  dicho  al  principio,  presentan  esta  particularidad  notable,  de  ser 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato. 


385 


fuertemente  convexos  hacia  el  exterior  en  vez  de  ser  cóncavos 
como  en  los  adultos. 

Mirando  los  parietales  por  su  cara  interna,  se  nota  debajo  de 
ellos  en  el  ángulo  antero-superior  y  en  contacto  con  los  frontales 


Pi^.  5.  Phoca  de  Weddell  (Leptony chotes  WeddeUi), 

Cráneo  visto  de  arriba.  Reducción  o.  a:  I 
F,  frontal  (frontal  anterior). 
PF,  frontal  posterior. 
P,  parietal. 


anteriores^  un  par  de  huesos  casi  fusionados  con  los  parietales,  que 
son  para  mí  verdaderos  post-frontales. 

En  un  cráneo  que  tengo  de  la  foca  de  Weddell  ^  y  que  figuro 
(fig.  5)  se  encuentran  también  estos  mismos  huesos. 


*  A  propósito  de  esta  foca,  no  será  quizá  inútil  indicar  aquí  los  nombres  sis- 
temáticos que  deben  llevar  las  demás  focas  antarticas. 


386  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Hasta  en  el  hombre,  Soemmring,  Gruber,  Tarín,  etc.,  han  descrito 
parietales  divididos  oblicuamente  en  parte  superior  y  en  parte  in- 
ferior. La  sutura  es  algunas  veces  paralela  á  la  sutura  sagital  j  la 
parte  superior  representa  para  mí  un  verdadero  post-frontal.  Qui- 
zá algunos  huesos  considerados  como  wormianos  bregmáticos,  no 
son  en  realidad  sino  los  rudimentos  de  estos  mismos  elementos! 

Antes  de  poder  afirmar  que  un  hueso  es  wormiano  verdadero, 
es  decir,  que  proviene  de  un  punto  de  osificación  accesorio  (añadido 
ú  obtenido  por  división  anormal  de  otro  punto),  sería  menester  co- 


Familia:  PHOCIDAE. 

Sub-familia:  LOBODONINAE  (4  géneros). 

Foca  blanca  ó  de  loa  cangrejos  Lohodon  carcinophagus  ( Jacq.  y  Puch.)  Gray. 
Foca  de  itoss  ó  de  ojos  grandes  OmmcUophoca  fíossi  Gray. 
Leopardo  marino  ó  foca  de  los  patos  Hydrurga  lept^nyx  (Blv.)  Gistel. 
Falso  leopardo  marino  ó  foca  de  Weddell  Leptonychotes   Weddelli  (  Less. )  Gilí. 

Sub-familia:  CYSTOPHORINAE  (2  géneros). 

Elefante  marino  ó  foca  de  aceite  Mironnga  leonina  (L.)  Alien. 

El  segundo  género  de  esta  sub-familia,  Ct/stophora^  es  monotipico  como  todos 
los  géneros  anteriores  del  hemisferio  austral;  comprende,  pues,  una  sola  especie: 
la  foca  crestuda,  Cystophora  cHufata  (Qmel.)  Nilsson. 

Familia:  OTARIIDAE  (6  géneros). 

León  marino  ó  lobo  de  un  pelo  Otaria  leonina  (Mol.)  Péron  nec  L. 

Lobo  de  dos  pelos  (de  Patagonia)  Ardocephalits  aitstralis  (Zimm.)  Alien. 

Pudiendo  encontrarse  también  en  el  Estrecho  de  Magallanes,  Canal  Beagle, 
Cabo  de  Hornos,  etc.,  una  especie  de  lobos  de  dos  pelos  (del  Pacifico  Sur)  Atg- 
tocephalus  Fhilippii  (Pet.)  Peters. 

No  tengo  conocimiento  que  el  A.  antardicus  (Thunb.)  All.  de  la  costa  Oeste 
de  Sud  África  se  haya  aun  encontrado  en  nuestros  mares.  La  pura  verdad  es  que 
el  estudio  biológico  y  faunlstico  de  los  Pinnipedos  que  viven  en  nuestras  aguas 
no  ha  sido  empezado  aún,  á  pesar  de  su  importancia  industrial  y  comercial  in- 
discutible. 

Eumetopias  juhata  (Schrebr.)  Alien,  ó  león  marino  de  Steller,  representa  en  el 
hemisferio  Norte  á  nuestro  león  marino  de  Pemetty,  Otaria  leonina;  entretanto 
el  género  Callotaria  representa  en  el  Pacífico  Norte  nuestros  lobos  de  dos  pelos: 
Arctocepkalíis, 

J.  A.  Alien,  quien  se  ha  ocupado  tan  especialmente  de  los  Pinnipedos,  propone 
llamar  nuestra  otaria  común:  Otaria  byronia  (Blv.),  con  el  pretexto  que  el 
nombre  especifico  leonina  se  usa  para  otro  género  de  la  famili^i  de  las  focas. 
Es  una  exageración  no  justificada.  Bien  se  comprende  que  no  se  puede  indicar 
en  la  nomenclatura  dos  géneros  distintos  con  un  solo  nombre ;  pero  no  hay  in- 
conveniente alguno  en  adoptar  un  mismo  calificativo  para  especies  de  géneros 
distintos.  Cuántas  especies  se  llaman  nigrescens  ó  niíidus,  nUncans^  gigas^  fascia- 
tu8^  etc.,  etc. ;  sin  embargo  creo  que  nunca  jamás  los  naturalistas  se  atreverán  á 
proponer  que  cada  uno  de  estos  calificativos  sea  usado  para  una  sola  y  única 
especie ! 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato. 


387 


nocer  perfectamente  el  desarrollo  normal  y  la  anatomía  comparada, 
actualmente  tan  descuidada,  no  sólo  por  los  que  se  ocupan  del  hom- 
bre, sino  también  por  los  naturalistas,  cuya  tendencia  desgraciada 
es  limitar  de  más  en  más  el  campo  de  sus  observaciones.  Olvidan 
que  para  tener  una  idea  exacta  de  un  edificio  hay  que  recorrer  todos 
sus  pisos,  muchas  veces  pues  será  la  disposición  de  uno  de  ellos  que 
explicará  las  particularidades  extrañas  presentadas  por  algún  otro. 
Aunque  haya  que  temer  el  confundir  homologías  con  simples 
analogías  producidas  por  la  adaptación  á  un  mismo  modo  de  vida, 
creo  que  existen  las  mayores  afinidades  entre  los  cetáceos  y  los 
ictiosaurios,   reptiles  marinos,  que  desde  el  Trias  al  cretáceo  se 


CL      CM     CL 

Fig.  6.  B.  acnlo-rodrata  Lac. 


Parte  supero -posterior  del  cráneo. 
Mx,  maxilar. 
N,  nasal. 

FA,  frontal  anterior. 
PF,  post -frontal. 
IF,  ínter -frontal. 
P,  parietal. 


IP,  Ínter- parietal. 

QJ,  apófisis  malar  del  esquamosal. 

O,  occipital. 

10,  ínter -occipital. 

CL,  cóndilo  lateral. 

CM,  cóndilo  medio. 


encuentran  tanto  en  el  Norte  como  en  el  Sur  (Inglaterra,  Francia, 
Antillas,  Chile,  Nueva  Zelandia,  Australia,  etc.),  y  cuyo  largo  máxi- 
mo no  pasaba  de  los  10  metros,  dimensiones  en  relación  con  las  de 
Balaena  marginata  y  de  B,  acuto-rostrata,  tipos  de  ballenas  y  de 
balenópteros  actuales  los  menos  alejados  de  las  formas  primitivas. 


388 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Los  ictiosaurios  me  parecen,  sin  embargo,  demasiado  especiali- 
zados para  que  sea  posible  considerarlos  como  el  tronco  de  origen 
de  los  cetáceos;  creo,  que  tanto  para  los  unos  como  para  los  otros, 
hay  que  buscar  el  punto  de  derivación  en  el  Trias  inferior^  en  los 
anfibios  stegocéfalos. 

Al  lado  del  cráneo  del  ballenato  ,(fig.  6)  represento  un  cráneo 
del  Vapitosaurus  nasutun  V.   Meyer  (fig.  7),  del   Trias  (Silesia, 


Fiíf.  7.  CapüosauniH  TunnUun  v.  Meyer. 


Pmx,  pre-maxillar. 

Mx,  maxillar. 

N,  nasal. 

La,  lacrimal. 

Fa,  frontal  anterior. 

F,  frontal. 

IF,  Ínter -frontal. 

J,  jugal. 

Fp,  frontal  posterior. 


PF,  post- frontal. 
Po,   post -orbitario, 
psq,  pre-squamosal. 
Sq,  squamosal. 
P,  parietal. 
IP,  Ínter- parietal. 
ST,  supra- temporal. 
QJ,  quadrato- jugal. 
Q,  quadrado. 


E,  Epi- ótico 
So,  supra -occipital, 
lo,  Ínter -occipital. 
Op,  opistótico. 
O,  occipital. 
EO,  ex -occipital. 
BO,  basi- occipital. 


"Würtemberg).  En  la  mitad  izquierda  doy  la  nomenclatura  de  los 
huesos  según  Zittel,  y  en  la  mitad  derecha  la  que  corresponde  á  mi 
interpretación. 

Como  en  el  ballenato,  el  vómer  en  estos  animales  interviene  en 
gran  parte  en  la  constitución  del  paladar. 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  389 

Entre  los  cetáceos  y  los  ictiosaurios,  y  de  un  modo  general  en- 
tre los  vertebrados,  cuyo  rostro  se  alarga  en  forma  de  pico  por  el 
desarrollo  del  pre-maxilar  y  maxilar,  el  orificio  nasal  queda  hacia 
atrás  y  parece  por  lo  tanto  acercarse  al  ojo. 

Los  ictiosaurios,  como  los  demás  reptiles,  tenían  una  circulación 
incompleta  y  sus  plástidos  estaban  acostumbrados  á  vivir  así  con 
una  sangre  incompletamente  oxigenada.  Sus  necesidades  respira- 
torias no  eran  tan  grandes  como  para  los  mamíferos,  así  es  que  los 
orificios  nasales  quedaron  en  la  base  y  sobre  los  costados  del  rostro, 
separados  de  la  cavidad  orbitaria  por  el  lacrimal  y  el  prefrontal. 
Pero  en  los  cetáceos,  para  facilitar  la  respiración  los  dos  orificios 
nasales  han  ido  poco  á  poco  uno  hacia  el  otro  y  de  laterales  se  han 
hecho  dorsales.  Esta  tendencia:  1.^  produjo  la  diminución  progre- 
siva de  los  huesos  nasales.  2.^  hizo  subir  al  mismo  tiempo  los  fron- 
tales anteriores  que  podían  de  ese  modo  clausurar  por  delante  la 
cavidad  craneana,  lo  que  representa  otra  gran  ventaja. 

Los  cetáceos  han  conservado  el  doble  cóndilo  de  los  anfibios 
agregándole  el  central  de  los  reptiles. 


SEGMENTO   FRONTAL. 

El  pre-esfenoideo  del  ballenato,  ó  mejor  dicho  el  basi-frontal, 
mide  50  mm.  de  largo  en  su  medio,  por  84  de  ancho  máximo.  Su 
contorno  general  es  hexagonal  y  su  cara  superior  convexa.  Se  ar- 
ticula por  su  lado  antero-lateral  con  el  frontal  que  no  llega  á  tener 
relación  con  el  basi-parietal  ó  sus  alas. 

Las  alas  del  basi-frontal  nacen  de  la  mitad  anterior  y  superior  del 
centrum,  se  dirigen  casi  horizontalmente  hacia  el  borde  antero- 
lateral  de  este  centro,  pero  no  pasan  más  allá  y  se  unen  con  la 
parte  superior  y  con  la  parte  posterior  á  las  apófisis  orbitarias 
del  frontal. 

Se  unen  atrás  con  la  mitad  posterior  del  centrum  formando  así 
el  puente  por  debajo  del  cual  pasa  el  nervio  óptico. 

La  cara  interna  de  los  dos  frontales  es  muy  cóncava,  y  si  en  el 
ángulo  postero-inferior  los  parietales  se  unen  á  estos  huesos  por 
todo  su  espesor,  recubren  solamente  los  frontales  en  el  ángulo 
antero-superior,  estando  allí  los  frontales  en  continuación  directa 
<jon  los  post-frontales,  y  sobre  todo  con  el  inter-frontal.  Este  com- 
pleta por  arriba  el  segmento. 


390  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


SEGMENTO  ETMOIDAL. 

La  parte  posterior  del  mesetmoide,  mejor  dicho  del  basi-etmoidal, 
se  encuentra  ya  soldada  con  el  basi-f  rontal  y,  para  el  que  mira  des- 
de el  interior  de  la  cavidad  craneana,  aparece  como  una  apófisis  si- 
tuada entre  las  alas  basi-frontales. 

Presenta  dos  alas  laterales  con  las  cuales  el  vómer  se  encuentra 
ya  coosificado.  Este  último  hueso  se  extiende  hacia  atrás  hasta  la 
mitad  del  basi-parietal. 

En  el  ballenato,  los  turbinales,  ó  etmoides  laterales,  no  estaban 
sin  duda  muy  osificados  y  el  preparador  los  ha  suprimido  desgra- 
ciadamente. 

Los  nasales  parecen  corresponder  á  huesos  de  membrana  desti- 
nados al  principio,  á  completar  por  arriba  el  presente  segmento. 
Son  verdaderos  inter-turbinales. 


MANDÍBULA . 

En  el  primer  tercio  de  la  mandíbula,  en  las  inmediaciones  de  la 
apófisis,  el  surco  dentario  es  muy  profundo  y  dilatado  en  su  fondo. 
Está  situado  más  cerca  de  la  cara  externa  de  la  mandíbula  que  de 
la  cara  interna.  Pero  toma  una  dirección  oblicua  y  viene  áocapar 
en  el  tercio  medio,  el  borde  interno  del  hueso.  En  fin.  en  el  último 
tercio  vuelve  hacia  la  línea  superior  y  mediana  de  la  mandíbula 
y  concluye  antes  de  llegar  á  la  base  de  la  apófisis  coronoidea. 

Esta  desviación  me  parece  en  relación  con  la  posición  en  la  cara 
supero-externa  del  tercio  medio  de  la  mandíbula  de  cinco  orificios 
situados  en  hilera. 

Corresponden  el  foramen  del  mentón  del  hombre  ú  orificio  del 
canal  dentario  inferior  por  donde  sale  el  nervio  dentario  inferior  y 
una  arteriola. 

El  Director  del  Museo  Nacional,  llamó  hace  tiempo  mi  atención 
sobre  el  carácter  reptiliano  de  la  presencia  en  la  mandíbula  de  los 
cetáceos,  de  estos  múltiples  orificios.  En  todos  los  demás  mamífe- 
ros no  existiría  sino  uno  solo. 

El  diagrama  adjunto  (fig.  8),  inspirado  por  uno  de  Flover,  re- 
presenta las  principales  relaciones  inter-óseas  de  los  elementos  del 
cráneo  y  de  la  cara,  tales  como  las  concibo,  y  teniendo  en  cuenta 
las  últimas  observaciones  que  acabo  de  hacer  sobre  el  ballenato  y 
sobre  la  constitución  del  esquamosal. 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato. 


391 


La  necesidad  de  aislar  en  el  dibujo  huesos  normalmente  super- 
puestos y  de  representar  en  un  solo  plan  los  tres  planes  del  espacio, 


> 


!3 


o? 


a  § 


en 


c8 
5 


bC 
Cb 


no  permite  hacer  resaltar  todas  las  relaciones  á  la  vez.  Para  los 

seis  huesos  peri-orbitarios  primitivos  ^  se  necesitaría  otro  esquema. 

Tal  como  es,  se  ven  los  cuatro  macromeridos  basilares,  divididos 


*  Pre-frontal  por  arriba;  jugal  por  abajo;  supra-orbitario  ó  supra-ciliar  y  lacri- 
mal por  delante;  post-frontal  y  post-orbitario  ó  pre-squamosal  por  atrás. 


392  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

cada  uno  en  dos  micromeridos.  El  basi-occípital  (B  O),  el  basi-pa- 
rietal  (BP)  ó  basi-esfenoideo,  el  basi-frontal  (BF)  ó  pre-esfenoideo, 
y  el  basi-etmoideo  (BE)  ó  mesetmoide  osificado  y  cartilaginoso. 

Los  micromeridos  anteriores  del  basi-parietal  y  basi-frontal  pre- 
sentan un  par  de  alas:  alas  parietales  (A  P)  ó  ali-esfenoideo,  y  alas 
frontales  (A  F)  ú  orbito-esfenoideo. 

Los  macromeridos  basilares  son,  por  arriba  y  respectivamente,  en 
relación  con  los  occipitales  (O)  (  —  exoccipitales),  los  parietales  (P), 
los  frontales  (F)  (=^  pre-frontales),  los  etmoidales  ( E )  (^etmoy 
maxilo  turbinales). 

Junto  al  frontal  (-—  pre-f  rontal)  se  puede  observar  un  supra-or- 
bitario  (S),  y  juntos  al  parietal:  un  post-f rontal  (P  F)  y  un  post- 
orbitario  (PO).  Cerrando  la  caja  craneana  por  arriba,  se  encuentran 
los  inter-occi pítales  (I  O)  (^^  supra-occipital  ó  parte  de  él),  los  in- 
ter-parietales  (IP),  los  in ter- frontales  (I  F)  y  los  inter- etmoi- 
dales (I  E)  ( :==  nasales). 

Alguna  vez  ambos  huesos  de  un  mismo  segmento  y  de  la  zona 
sagital  se  unen  entre  sí  ó  más  bien  no  se  dividen. 

Por  debajo :  el  basi-parietal  está  en  relación  directa  con  los  endo 
y  ecto-pterigoideos  (Pti  y  Pte);  el  basi-etmoidal  posterior  ó  el  basi- 
frontal  anterior  lo  es  con  los  vómeres  (V  o)  que  se  unen  en  uno 
solo  en  las  formas  superiores. 

En  el  ballenato,  el  hueso  que  se  llama  squamosal,  presenta  tres 
fuertes  apófisis,  cuya  más  interna  se  divide  á  su  vez  en  dos.  La  apó- 
fisis anterior  representa  el  quadrato-jugal  y  entra  en  relación  con 
el  jugal  (J)  y  el  lacrimal  (La).  La  apófisis  posterior  sirve  para  la  ar- 
ticulación de  la  mandíbula  (Md)  y  representa  el  cuadrado  (Q),  unido 
en  los  peces,  por  el  meta-pterygoideo,  con  el  jugo-mandibular. 

La  tercer  apófisis  bífida  representa  el  simplectico  (S  y)  y  sirve, 
en  el  ballenato  como  en  los  peces,  para  la  articulación  del  segundo 
arco  visceral  [(arco-hyoidiano:  stylo-hyal,  S  Y;  epi-hyal  E  Y;  ce- 
rato-hyal  (C  Y),  basi-hyal,  B  Y;  thyro-hyal,  (T  h  y)]  al  mismo 
tiempo  que  entra  en  relación  con  la  extremidad  posterior  del  pteri- 
goideo  que  se  continua  hacia  adelante  por  el  palatino  (P 1)  el  maxi- 
lar (M  x)  y  el  premaxilar  (P  m  x). 

En  cuanto  á  los  huesos  derivados  de  la  cápsula  auditiva  primiti- 
va, podemos  considerar  la  parte  petrosa  como  representando  á  la 
vez  el  epi,  espheno  y  ptero-otico.  Lo  que  se  llama  vulgarmente  el 
caracol  de  ballena  es  el  timpánico,  en  cuanto  al  opistótico  y  al 
proótico  me  parecen  unidos  con  el  squamosal,  como  lo  muestra  una 
división  muy  profunda  que  se  nota  aún  en  los  balenópteros  adultos 
y  que  es  visible  en  la  fosa  temporal. 


LAHILLE:  NOTAS  SOBKE  UN  BALLENATO. 


393 


El  martillo  y  el  yunque,  derivados  del  cartílago  de  Mockel,  per- 
tenecen al  primer  arco  visceral  ó  arco  mandibular;  el  estribo  deri- 
va del  segundo  arco  visceral  ó  arco  hyoideo. 

El  cuadro  siguiente  indica  algunas  medidas  absolutas  y  centesi- 
males del  ballenato  que  examinamos,  en  relación  con  medidas  cen- 
tesimales de  una  Salaenoptera  acuto-roíitrata^  hembra  joven,  de  3 
metros  de  largo,  conservada  en  el  Museo  de  la  Universidad  de 
Edinburgo,  y  estudiada  por  W.  Turner.  (The  lesser  Rorqual: 
Balaenoptera  rostrata^  in  the  Scottish  seas,  with  observations  on 
its  anatomy.  Proc.  Eoy.  Soc.  Edinburgh,  Sess.  1891-92,  pp.  36-76). 

Como  la  punta  del  rostro  del  ballenato  estaba  rota,  he  aumenta- 
do el  largo  de  la  cabeza  de  20  mm.  que  representan  lo  que  faltaba, 
más  ó  menos,  á  los  premaxilares. 


Medidas  del  cráneo. 


Nombres  de  las  medidas 


Abrevia- 
turas 


medidas 
I  absolutas 


Ballenato 

medidas 

cen- 
tesimales 


Largo  del  cráneo  (Largo  cóndilo-j 
premaxilar,  línea  recta) L 

Largo  del  rostro R 

Largo  del  maxilar  (de  la  punta  al  I 
borde  posterior  apófisis  nasal). .  I        Mx 

Largo  del  premaxilar ..I         Px 

Desde  el  borde  anterior  del  aguje-, 
ro  raquídeo  (encima  del  vértex)! 
hasta  la  extremidad  del  rostro* 
(en  línea  recta) I  LSo  +  RSo 

Desde  el  borde  anterior  del  agujero' 
raquídeo  (encima  del  vértex)  has- 
ta el  borde  superior  del  occipu-i 
cío  (línea  recta) .1        LSo 

Ancho  máximo  del  cráneo ,        Max 

Ancho  del  rostro  en  su  base |  B 

Ancho  del  rostro  en  su  medio i  b 

Ancho  por  el  medio  de  los  bordes^ 
orbitarios  de  los  frontales FF  * 

Ancho  máximo  de  la  apófisis  na- 
sal del  mnxilar  detrás  de  la  base 
del  rostro DMx 

Ancho  máximo  entre  los  bordes  ex-! 
temos  de  ambos  premnxilares.. .'       DPxe 

Ancho  máximo  entre  los  bordes  in-, 
ternos  de  ambos  premaxilares. . .         DPxi 

Altura  máxima  desde  el  vértex] 
hasta  los  pterygoideos HC 

Largo  de  la  mandíbula  (en  línea' 
recta) Md 

Largo  de  la  mandíbula  siguiendo 
la  cara  externa I         Me 

Altura  de  la  mandíbula  en  el  c^ni 

dilo I         Me 

Altura  de  la  mandíbula  en  el  co-, 
ronoideo I        HM 

Altura  de   la  mandíbula  en  la  sin-! 

fisis Hs 


cts. 
54,5 
80 

37 
85,5 


55,0 


18,8 
80,2 
18,9 
10,9 

27,0 


8,0»  y  2.5 

7,0 

5,6 

.18,2 

50,5 

53,0 

4,8 

7,9 

2,7 


B,  acuto- 
roíftrcUa 

medidas 
centesim. 


100 
55,0 

67,8 
(55,1 


100,9 


28,8 
55,3 
34,4 
20:0 

49,5 


©,5  -  4,5 
12,8 
10,2 
33,3 
92,6 
97,2 

8,8 
14,4 

4'9 


(81  cts.) 
62,5 

67,2 
64,6 


50,0 
81,8 
21,9 

46,9 


45,8 
9,4 

7,8 

98,8 
96,4 
10,2 
18,3 
5,5 


La  apófisis  nasal  derecha  es  más  ancha  que  la  izquierda. 


394 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Otras  medidas  del  cráneo  del  ballenato. 


Nombres  de  las  medidas 


Dimensio-     Dimensio- 
nes       I  nes  cente- 
absolutas  1     simales 


Del  borde  superior  occipital   hasta  la  punta  del  pre-: 

maxilar ! 

Distancia  entre  los  bordes  externos  de  los  dos  prema- 
xilares en  el  medio  del  rostro 

Lar£o  máxin»o  de  los  nasales  por  arriba [ 

Ancho  máximo  de  los  nasales ' 

Largo  del   borde  externo  de  las  apófisis  orbitarias  del  I 

frontal  ( línea  recta) ' 

Desde  la  punta  del  rostro  basta  el  borde  posterior  del 

vómer 

Profundidad  de    la  cavidad   orbitaria  (del  medio  del 

borde  de  la  apófisis  orbitaria  del  frontal  al  borde  8U-| 

perior  del  palatino) I 

Relación  entre  la  base  del  rostro  y  la  distancia  Ínter-, 

parietal  (linea  tangente  al  borde  posterior  de  la  apó-, 

fisis  nasal  del  maxilar > 

Rostro.  Altura  en  su  medio , 

Hueso  timpánico.  Largo i 

»  »  Diámetro  horizontal  mínimo i 

»  »  Distancia  mínima  entre  ambos I 

Agujero  raquídeo.  Diámetro  horizontal  máximo ' 

»  »  Diámetro  vertical  máximo ¡ 

Cavidad  orbitaria.  Diámetro  horizontal  máximo 

»  »  Altura  máxima  (entre  hueso  malar 

y  apófisis  orbitaria  del  frontal) i 

Palatinos.  Largo  máximo I 

»  Distanci  a  mínima  **ntre  los  bordes  latero- 

superiores  de  ambos , 

Extremidad  del  rostro  hasta  el  borde  anterior  de  los' 

palatinos ■ 

Extremidad  del  rostro  hasta  la  extremidad  posterior  de 

las  apófisis  pterigoideas 

Apófisis  pterigoideas.    Distancia  entre  las  puntas  de^ 

ambas 

Temporales  (Apófisis  mandibulares).   Distancia  entre 

los  extremos  de  ambas | 

Maxilar.  Largo  de  la  cara  inferior 

»  Distancia  entre   los    bordes   extemos  de  sus 

apófisis  frontales  al  nivel  del  medio  de  los  nasales. .  I 

Parietales.  Largo  lateral  máximo ' 

Basi-occipital.  Largo  por  debajo > 

Cráneo.  Diámetro  entre  ambos  ángulos  formados  pori 

las  apófisis  (malar  y  pterigoidea)  del  temporal I 

Cráneo.  Distancia  entre  las  extremidades  de  las  apófi-¡ 

sis  orbitarias  del  maxilar j 

Cráneo.  Diámetro  al  nivel  del   borde  an tero-superior | 

del  supra-occipital i 

Cráneo,  Distancia  entre  U»s  bordes  externos  de  las  apó-^ 

fisis  paramastoideas i 


890 

55 
78 
85 

110 

450 

92 

50 
72 
46 
45 
53 
85 

m 

58 
181 

96 
280 
445 

70 

255 

860 

88 

186 

64 

221 

257 

185 

226 


71.5 

12.8 
6.4 

20.1 

82.5 

17.0 


9.1 
18.2 

8.4 
8.2 
9.7 
6.4 
14.6 

10.6 
24.0 

17.7 

51.8 

81.6 

12.8 

46  7 
65.9 

16.1 
84.1 
11.6 

40.5 

47.1 

24.7 


COLUMNA    VERTEBRAL. 


En  B.  acuto-rostrata,  la  composición  de  la  columna  vertebral  se 
puede  considerar  como  casi  fija.  Es  la  siguiente: 
C7;D  11;  L  12;  Ca  18^:48. 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  395 

Y  Escrich,  quien  ha  estudiado  en  Noruega  una  gran  cantidad  de 
individuos,  dice:  «In  ailthe  foetus  of  the  Vaagehwai  examined  by 
me,  I  found  48  vertebrae». 

Pues  bien,  en  el  ballenato  que  estudio,  la  composición  es  idénti- 
ca. Las  18  caudales  pueden  dividirse:  en  caudales  propiamente 
dichas  que  corresponden  á  los  huesos  en  V  y  en  vértebras  pínicas, 
(de  pinna,  aleta)  que  no  presentan  ni  arcos  neurales,  ni  huesos  en 
V  y  que  corresponden  á  la  aleta  caudal. 

En  el  presente  individuo  éstas  son  en  forma  de  segmentos  esfé- 
ricos, con  una  canaleta  que  divide  por  el  medio  su  cara  externa. 

La  fórmula  vertebral  del  ballenato  es,  pues,  la  siguiente: 

C7;D  11;  L  12;  C  7;  P  11  =48. 

El  cuadro  siguiente  indica  las  principales  dimensiones  délas  vér- 
tebras, pero  hay  que  advertir,  que  en  el  largo  de  los  centros,  no  van 
comprendidos  los  discos  inter-vertebrales. 

En  B  acuto-rostrata  de  Europa,  el  número  de  huesos  en  V  es  en 
general  de  9  y  alguna  vez  de  8.  En  el  ballenato  no  he  visto  sino  7, 
pero  puede  ser  muy  bien  que  el  último  ó  los  dos  últimos  reducidos 
á  nodulos  aun  poco  osificados  se  hayan  extraviado. 

Los  arcos  neurales  á  esta  edad  no  están  aun  unidos  con  los  cen- 
tros. 

Quien  considera  la  columna  vertebral,  nota  en  seguida  el  gran 
tamaño  que  alcanzan  las  lumbares,  principalmente  las  últimas,  y 
comprende  que  sirven  de  punto  de  inserción  á  la  masa  muscular 
más  importante  del  tronco,  ó  la  que  preside  á  la  natación  más  ac- 
tiva. 

De  las  vértebras  cervicales,  sólo  son  osificados  los  centros  (opis- 
tocélicos)  y  los  arcos  neurales.  Los  pedúnculos  de  éstos  son  muy 
achatados  y  dispuestos  en  el  plano  mismo  del  centro.  Las  láminas 
presentan  al  contrario  una  torsión  de  90<>  sobre  los  pedúnculos. 
(Fig.2,  pág.382.) 

La  inserción  de  la  lámina  sobre  el  centro  es  paralela  á  éste  en  las 
primeras  vértebras,  luego  oblicua,  y  en  fin,  á  la  14.*  vértebra,  se 
pone  perpendicular  á  éste. 

Los  dos  arcos  neurales  de  cada  vértebra,  llegan  al  contacto  sólo 
en  la  décima  vértebra  y  naturalmente  siguen  del  mismo  modo  en 
las  siguientes. 


Ahal.  Mü8.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8*,  t.  ix.  Febrero  19,  1908.  27 


396 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


D1MRM8IOVB8   DK  LAS  V¿BTEBEAS. 

(Medidas  absolutas). 


Centrum 

Distancia 

Nos. 

Clase 

Altura  del 
arco  neural 

exterior  de 
la  apófisis 

1 

C   1 

Largo 
15 

Diámetro 

Altura 

transversa 

66 

16 

50 

2 

C  2 

19 

69 

42 

42 



8 

C   8 

8 

65 

42 

31 



4 

C  4 

6 

ÍÍ6 

48 

81 



5 

0  6 

9 

66 

46 

29 



6 

C   6 

9 

68 

47 

80 



7 

0   7 

18 

64 

50 

27 



8 

D  1 

9 

64 

50 

88 



9 

D  2 

12 

67 

50 

89 



10 

D  8 

16 

70 

51 

45 



11 

D  4 

19 

70 

51 

46 



12 

D  5 

21 

71 

51 

44  ♦ 



18 

D  6 

24 

71 

51 

47  * 

(♦*) 

14 

D  7 

26 

78 

52 

47  ♦ 

16 

D  8 

27 

74 

62 

44  ♦ 



16 

D  9 

26 

74 

52 

40  ♦ 



17 

DIO 

80 

75 

57 

46 

__ 

18 

Dll 

29 

76 

55 

58 



19 

L  1 

29 

76 

58 

65 

147 

20 

L  2 

81 

78 

54 

56 

151 

21 

L  8 

84 

76 

56 

54 

152 

22 

L  4 

85 

76 

59 

55 

162 

28 

L  5 

84 

77 

62 

57 

166 

24 

L  6 

85 

78 

68 

57 

164 

25 

L  7 

86 

78 

62 

58 

165 

26 

L  8 

89 

78 

65 

57 

167 

27 

L  9 

44 

78 

65 

57 

157 

28 

LIO 

45 

79 

68 

62 

148 

29 

Lll 

46 

80 

68 

57 

127 

80 

L12 

46 

80 

71 

52 

122 

31 

Ca   1 

47 

76 

74 

45 

114 

82 

Ca  2 

46 

76 

77 

40 

95 

88 

Ca  8 

46 

76 

76 

38 

87 

84 

Ca   4 

48 

70 

72 

80 

81 

86 

Ca   5 

88 

62 

66 

20 

70 

86 

Ca  H 

84 

58 

57 

12 

59 

87 

Ca   7 

81 

56 

58 

51 

38 

Ca  8 

27 

51 

50 

_.. 

89 

Ca   9 

22 

40 

40 



— 

40 

CalO 

18 

80 

50 





41 

Cali 

16 

28 

28 

— 



42 

Cal2 

15 

23 

23 

— 

— 

43 

Cal8 

18 

20 

20 





44 

Cal4 

10 

15 

15 





45 

Cal5 

10 

12 

12 

— 

— 

46 

CalH 

8 

10 

10 

— 



47 

Cal7 

6 

8 

8 



— 

48 

Cal8 

— 

— 

— 

— 

— 

*  Cifras  aproximadas.    El  arco  neural  está  roto  é  incompleto. 

**  Las  apófisis  transversas  de  las  vértebras  dorsales  son  aun  simplemente  car- 
tilaginosas. En  las  cuatro  últimas,  se  nota  un  núcleo  huesoso  que  se  unirá  más 
tarde  al  centrum. 


LAHILLE :  NOTAS  SOBEE  UN  BALLENATO. 


397 


Altura  de  los  huesos  eh  Y. 


Nos.   de  las 

Clase 

Posición  y  altura  de  los  huesos 

Vértebras 

de  Vértebras 

en  V. 

30 

L     12 

V  1  .... 

9  mm. 

81 

C       1 

V2  .... 

25     . 

82 

C       2 

V8  .... 

81     . 

88 

C       8 

V4  .... 

81     . 

84 

0       4 

0       5 

V  5  .... 

80     * 

85 

V  6  .... 

27     . 

86 

C       6 

C       7 

V  7  .... 

20     » 

87 

88 

C       8 

Dimensiones  de  las  costillas. 


Nos. 

Le* 

Ld« 

Dm' 

Nos. 

Le 

Ld 

Dm 

1 

282 

186 

19 

7 

816 

259 

11 

2 

882 

270 

17 

8 

290 

245 

11 

8 

878 

807 

17 

9 

268 

226 

12 

4 

894 

812 

14 

10 

246 

218 

11 

5 

880 

298 

12 

11 

280 

215 

8 

6 

841 

272 

U 

— 

— 

— 

~ 

ESCÁPULA. 

Largo  máximo:  16B  (%  del  cráneo:  30.2).  Altura  (línea  normal 
á  la  cavidad  glenoidea)  110  (%  del  cráneo  20.1).  Largo  del  acro- 
mión  40.  Ancho  del  acromión  á  su  base.  23.  Dimensiones  de  la 
cavidad  glenoidea  3,  8  x  5,3.  El  coracoide  es  aun  casi  enteramente 
cartilaginoso. 


'  Le,    Ijargo  siguiendo  el  contomo. 
*  Ld,    Largo  en  linea  recta. 
'  Dm,  Espesor  en  el  medio. 


398  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


BRAZO. 

Húmero^  largo  máx.  fia  •""  (o/o  del  cráneo  11.7;  Ancho  mínimo:  42 " 

Cubito,  largo  máx.  (sin  apófisis).    118    »  (O'o  del  cráneo  20.3)  Ancho  mínimo:  18 
Radio,  largo  máx.  (sin  apófisis ).     132    »  (o/o  de  cráneo  24.2)  Ancho  mínimo:  25 


MANO. 

Todos  los  huesos  del  carpo  así  como  las  epífisis  del  radio  y 
del  cubito,  están  aún  en  estado  cartilaginoso.  El  largo  del  carpo 
y  de  la  mano  es  de  1,43  centímetros. 

Existen  sólo  los  metacarpos  11,  III,  IV  y  V,  y  corresponde 
respectivamente  á  cada  uno  el  número  siguiente  de  falanges:  3,  6, 
6,  2. 

Según  Lilljeborg,  en  un  individuo  de  B,  acuto- rostrata  de  Ber- 
gen, el  número  de  falanges  era,  4,  7,  6,  3.  Es  que  posiblemente,  él 
como  varios  otros  cetólogos,  suman  juntos  los  metacarpos  y  las 
falanges. 

El  ballenato  de  la  Boca  tendría  así  la  misma  fórmula  digital 
que  el  ejemplar  de  Noruega. 

Hay  que  advertir,  sin  embargo,  que  cerca  de  la  punta  de  los  de- 
dos 3,  4  y  B,  se  notan  otros  nodulos  no  osificados  pero  más  densos 
al  parecer  que  el  simple  cartílago  y  podrían  corresponder  al  nú- 
mero superior  de  falanges  que  observó  Kükenthal  en  un  embrión 
de  la  misma  especie:  4-8-9-4. 

De  todos  modos  hay  que  notar  que  la  mano  de  esta  especie  es  casi 
simétrica  como  en  muchos  ungulados  quadridigitados.  Los  dos  de- 
dos internos  son  casi  iguales  entre  sí  y  también  lo  son  los  dedos 
externos. 


SISTEMÁTICA. 

Los  fabricantes  de  especies  encuentran  en  la  taxoiomía  de  las 
ballenas  un  verdadero  campo  de  explotación  y  este  campo  es  gran- 
de en  razón  misma  de  la  escasez  del  material  de  estudio,  de  la  im- 
perfección de  muchos  dibujos  y  de  las  diagnosis  incompletas  ó 
deficientes  presentadas  por  tantos  autores. 

Cuando  un  animal  es  común  y  de  transporte  fácil,  los  naturalis- 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  399 

tas  pueden  verificar  la  amplitud  de  sus  variaciones  y  comparar  el 
ejemplar  que  poseen  con  otros  que  consiguen  con  facilidad  de  cual- 
quier corresponsal.  Pero  para  las  ballenas,  cuyos  restos,  muchas 
veces  inccmpletosy  se  ven  sólo  en  grandes  Museos,  las  compara- 
ciones, las  determinaciones  y  los  estudios  tienen  que  hacerse,  en 
general  exclusivamente,  sólo  según  descripciones  y  dibujos. 

En  estas  condiciones,  es  siempre  fácil  encontrar  una  diferencia 
entre  la  realidad  que  uno  observa  y  lo  que  consignan  las  publi- 
caciones. Así  es  que  de  allí  á  crear  una  especie  nueva,  no  hay  para 
muchos  sino  un  paso. 

No  debería,  sin  embargo,  bastar  el  señalar  una  distinción  entre 
dos  formas.  Deberiase,  ante  todo,  apreciar  el  grado  de  valor  de  la 
diferencia  y  no  olvidarse  de  lo  convencional  que  es  la  sistemática. 

Si  Linneo,  quien  creía  en  la  existencia  y  en  la  permanencia  de  las 
especies,  podía  tratar  de  catalógatelas,  la  tarea  resulta  muy  ingrata 
para  un  evolucionista,  quien  ve  sólo  individuos  variables,  oscilando 
al  rededor  de  un  tipo  á  su  vez  transitorio,  que  no  es  posible  esta- 
blecer además,  sino  gracias  al  examen  de  un  número  considerable 
de  individuos  de  todas  regiones,  de  toda  edad  y  de  todo  sexo. 

La  zona  del  mar  en  la  cual  pueden  vivir  las  ballenas — que  la 
necesidad  de  la  respiración  aleja  de  las  grandes  profundidades — 
presenta  una  serie  de  condiciones  biológicas  muy  semejantes  en 
todas  las  regiones,  y  se  concibe  por  lo  tanto,  que  los  tipos  de  cetá- 
ceos que  provienen  de  un  mismo  origen,  no  se  hayan  especializado 
aun  mucho,  y  que  los  tipos  que  proceden  de  origen  distinto  se 
hayan  puesto  parecidos  por  la  convergencia  de  formas  causada  por 
la  adaptación  á  un  mismo  medio.  La  diferenciación  de  los  tipos  se 
obtiene  pues  ó  se  conserva,  principalmente  por  la  segregación,  es 
decir,  por  la  vida  en  un  medio  nuevo  y  muy  particular. 

Cuando  una  forma  se  encuentra  adaptada  ó  puede  adaptarse  á 
condiciones  muy  generales,  es  fácilmente  cosmopolita. 

Los  megápteros,  y  los  balenópteros  sobre  todo,  gozan  de  este 
privilegio;  están  muy  poco  confinados  en  regiones  especiales,  y 
por  consiguiente,  la  producción  de  nuevas  formas  específicas  y  su 
mantenimiento  ó  fijación,  es  en  este  grupo  muy  difícil. 

Entre  estos  animales  se  observa,  por  lo  tanto,  alrededor  de  un 
tipo  general— que  construímos  artificialmente  por  abstracciones  — 
un  gran  número  de  formas  no  fijadas.  Sin  embargo,  gracias  á  la 
obra  fundamental  de  F.  W.  True  sobre  la  osteología  comparada 
de  los  Mystacocetos  del  Atlántico  Norte,  y  la  revisión  científica 
efectuada  por  él  de  todos  los  documentos  bibliográficos  anterio- 


400  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

res  ^y  se  ha  podido  reducir  á  siete  el  número  de  los  balénidos  y  ba- 
lenogtéridos  que  viven  en  este  océano  ^ 

En  el  país  hace  muchos  años  que  aprovecho  cuanta  ocasión  se 
presenta  para  estudiar  los  cetáceos  que  llegan  á  nuestras  playas. 
Así  he  podido  recoger  y  examinar  tres  individuos  de  Balaenoptera 
borealis  (uno  en  Tres  Arrojaos,  otro  en  Mar  del  Plata,  el  último  en 
Palermo);  Balaenoptera  physalus  (en  Bahía  Blanca,  Agosto  1896); 
Balaenoptera  miramariSj  cuyo  esqueleto  gigantesco  hice  transpor- 
tar al  Museo  de  La  Plata;  Megaptera  nodosa  (en  Punta  Indio,  Eío 
de  La  Plata)';  en  fin  B.  acuto-rostrata^  ó  el  actual  ballenato  encon- 
trado en  el  Puerto  de  Buenos  Aires. 

He  adquirido  así  la  convicción  de  que  las  formas  de  Balenoptéri- 
dos  del  Atlántico  Sur  no  presentan  caracteres  bastante  numerosos 
y  marcados  como  para  distinguirlos  por  un  nombre  específico,  de 
los  cuatro  tipos  del  Atlántico  Norte.  Cuando  tengamos  un  gran  ma- 
terial, podremos  tratar  de  definir  variedades  un  poco  estables.  Pero 
conviene,  entretanto,  insistir  más  bien  sobre  la  semejanza  de  las 
formas  y  no  sobre  sus  diferencias,  para  obtener  ante  todo,  el  cono- 
cimiento completo  de  los  rasgos  esenciales  y  constantes  de  cada  tipo. 
Sólo  con  esta  base  firme  podremos  caracterizar  luego  las  ramas 
divergentes  que  conducirán  con  el  tiempo  á  otras  formas  específi- 
cas, ¡si  no  quedan  en  el  camino! 

Los  cuatro  balenóptóros  típicos  del  Atlántico  se  distinguen  os- 
teológicamente entre  sí  del  modo  siguiente: 

!48  (  -  50  )  J9.  actUo-rodrata  Lac. 
55  (  -  56  )  B.  borecUit  Lesson. 
6H-6S)B.phv«lut(h.). 
convexo.— Vértebras:  68-65  B.  mutcuí^u  (L.). 

A.  B,  acuto-rostrataj  se  ligan  :  B.  Davidsoni  Scammon,  B.  bonae- 
rensis  Burm.,  B.  HuttoniGreij,  B.  Racovitzai  Lah. 

A.  B.  borealis,  se  ligan:  B.  laticeps  Gray  y  B.  Schlegeli  Flow. 
A.  B.  physalus  se  liga:  B,  patachonica  Burm. 


1  Whalebone  Whale  of  the  Western  North  Atlan.  Compared  With  those  oocu- 
rinp:  in  European  Waters ....  1904. 

•  Balaena  mysíicetus  L. — Bálaena  glacicUis  Bonn. — Megaptera  nodoaa  (Bonn.)  — 
Balaenoptera  acuto-roatrata  Lac. — B.  borealis  Less. — B.  pkyacUus  (L.) — B.  muteu- 
¡U8  (L.) 

Además,  llega  de  vez  en  cuando  al  Atlántico  Sur,  la  Neohalaena  marginata 
Gray,  del  Pacífico. 

*  Recibí  también  últimamente  de  la  Georgia  del  Sur,  tres  fetos  de  esta  misma 
especie  y  los  estudiaré  en  un  próximo  trabajo. 


lahille:  notas  sobre  un  ballenato.  401 

A.  B.  musciilKs  se  ligan:  B.  intermedia  Burra,  y  B,  miramaris 
Lah. 

Como  lo  he  dicho  al  empezar,  refiero  al  grupo  de  B.  acuto-ros- 
tratü]  el  ballenato  que  acabo  de  examinar;  y  no  tanto,  á  causa  del 
número  de  sus  vértebras,  como  á  causa  del  número  de  falanges  de 
sus  dedos,  del  contorno  recto  de  los  bordes  externos  de  sus  maxila- 
res, y  también  á  causa  de  la  forma  de  sus  nasales  y  de  la  posición 
de  los  bordes  anteriores  de  estos  huesos  al  nivel  de  la  base  del  ros- 
tro^ y  en  fin,  á  causa  de  la  apófisis  coronoidea  relativamente  tan 
elevada,  etc. 

Como  la  coloración  de  la  mano  y  del  borde  del  maxilar  no  se  ha 
podido  notar  con  exactitud  y  (¡ne  nada  se  sabe  respecto  á  la  ali- 
mentación del  ballenato;  no  es  posible  precisar  si  pertenece: 

1.®  al  tipo  mismo  de  B,  acuto- rostrata  ^j  especie  ictiofaga,  cuya 
pectoral  presenta  una  faja  blanca  transversa. 

2.0  &  B.  Racovitzai^  del  Atlántico,  especie  planctonofaga,  cuyo 
contorno  mandibular  superior  está  adornado  con  una  faja  estrecha, 
de  un  color  blanco  amarillento  brillante.  Como  B.  Davidsoni  del 
Pacífico  Norte,  representante  de  B,  acido -rostrata  (si  no  idéntico 
con  él },  B.  Eacovitzai  suele  sacar  la  cabeza  entera  fuera  del  agua, 
nadando  de  vez  en  cuando  verticalmente. 

3.0  6  k  B,  bonaerensis  Burm.,  forma  de  la  zona  templada. 

Lo  que  dificulta  aún  más  la  identificación  de  la  variedad  del 
ballenato  es  su  estado  juvenil,  pues  no  conocemos  todavía  los  ca- 
racteres de  los  jóvenes  de  todas  las  variedades  de  B.  acuto-rostrata. 

Agradezco  al  Sr.  Director  del  Museo  Nacional  haberme  propor- 
cionado la  oportunidad  de  estudiar  tan  interesante  balenóptero. 


EXPLICACIÓN  DE  LA  LAMINA. 


Cráneo  de  B,  aculo-roürata  Lac.  juvenis. 

La  redacción  es  de  1:5,2  del  tamaño  natural  para  el  cráneo  visto  de  perfil,  de 
arriba  y  de  abajo;  y  de  1:8  para  el  cráneo  visto  de  atrás. 


*  Pikewhale  ó  Bag  Whale  (Inglés),  Vaagehval  (Noruego),  Vinkhval  (Sueco), 
Zwergwal  (Alemán). 

*  Menke  Whale  (Bull  1895),  Minckwal  (Larsen),  Minke  hval  (Kristensen  1895). 


NOTA  SOBRE  LOS  ZOARCIDOS  ARGENTINOS 


POR 

FERNANDO  LAHILLE. 


La  familia  de  los  Zoarcidos  es  una  de  las  más  interesantes  entre 
todas  las  que  derivan  directamente  de  los  Acantopterigios  perci- 
formes  ó  típicos. 

Nos  enseña  cómo  los  pecQs  litorales  y  nécticos  se  han  adaptado 
poco  á  poco  á  la  vida  béntica  ó  sobre  los  fondos  y  á  la  vida  abisal 
ó  en  aguas  profundas. 

Las  escamas  cicloideas  disminuyen  de  dimensión,  no  alcanzan 
ya  á  recubrirse  una  á  otra  y  desaparecen  sobre  la  porción  anterior 
de  la  cabeza  primero  (Caneolepis),  luego  en  otras  formas  sobre 
toda  la  cabeza  y  el  tronco  (Lycodálepis);  y  finalmente  en  otras, 
sobre  la  región  caudal  también. 

Los  radios  de  la  dorsal,  todos  espinosos  en  los  Blenniidae,  se 
ponen  blandos  en  los  Zoarcidos  en  la  región  anterior  de  la  dorsal 
primero  (Zoarces)  y  después  en  toda  su  extensión  en  los  demás 
géneros. 

La  boca  aumenta  de  tamaño  á  medida  que  los  alimentos  escasean. 
El  cuerpo  toma  de  más  en  más  el  aspecto  de  anguila  y  su  extremi- 
dad posterior  se  termina  en  punta  con  una  caudal  de  estructura 
homocerca  y  de  forma  gefirocerca. 

En  Zoarces  y  en  Lycodonus,  aun  se  nota  una  pequeña  diferencia- 
ción de  la  caudal,  pero  en  todos  los  demás  representantes  de  la 
familia,  las  aletas  impares  conservan  la  disposición  típica  primi- 
tiva y  forman  una  sola  aleta  continua. 

Las  ventrales  nunca  filiformes,  van  atrofiándose  progresiva- 
mente y  en  un  grupo  (GymnolincB)  concluyen  por  desaparecer. 

Por  efecto  de  la  conservación  ó  de  la  reaparición  de  caracteres 
más  primitivos,  los  Zoarcidos  llegan  á  presentar  formas  tan  pare- 
cidas á  las  de  los  Gádidos,  que  como  lo  hizo  notar  Boulenger,  es 
difícil  en  algunos  casos  referir  una  especie  á  una  ú  otra  de  estas 
dos  familias. 


404  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

El  foramen  del  hipercoraooide  ó  escápula  que  parece  constante 
en  los  zoárcidos  y  ausente  en  los  gádidos,  permite  distinguirlos 
prácticamente. 

Por  otro  lado,  casi  todos  los  zoárcidos  tienen  una  seudobranquia 
y  este  órgano  no  existe  en  los  gádidos. 

En  los  primeros,  los  ciegos  pilóneos  son  escasos  ó  nulos ;  en  los 
segundos  son  bien  desarrollados.  En  los  primeros  la  aleta  caudal 
es  muy  raras  veces  distinta  de  la  dorsal  y  de  la  anal ;  en  los  segun- 
dos siempre  se  puede  notar,  haciendo  excepción  el  género  Murae- 
nolepis  de  la  región  Horniana  que  no  tiene  tampoco  pterigios 
ventrales! 

En  un  trabajo  que  publiqué  en  el  Boletín  del  Centro  Naval,^  esta- 
blecí que  el  límite  del  territorio  nacional  pasa  por  la  línea  conti- 
nental (isobata:  —  200  °i)  que  divide  las  faunas  de  fondo  ó  bénticas 
en  litorales  y  abisales.  Por  otro  lado,  las  intersecciones  de  dos 
otras  líneas  (latitud  34**  40' 2  y  longitud  72°  O.  de  Greenwich),  con 
la  línea  continental,  permiten  definir  la  extensión  de  aguas  mari- 
nas cuya  fauna  debe  ser  considerada  como  argentina. 

Incluiré,  por  lo  tanto,  en  los  catálogos  de  nuestra  fauna  territo- 
rial marítima,  los  animales  que  se  encuentran  dentro  de  estas  líneas. 

La  temperatura  inedia  anual  de  la  superficie  del  mar  nos  permi- 
tirá establecer  luego  subdivisiones  un  poco  naturales.  Digo  un 
poco,  pues  la  palabra  división,  significa  en  realidad  artificio. 

Por  fauna  antartica,  consideramos  únicamente  la  que  se  en- 
cuentra dentro  del  interior  del  Círculo  polar,  que  pasa  ahora  por 
los  66°  30'  de  latitud  Sud. 

La  fauna  sub- antartica  será  la  comprendida  entre  el  Círculo 
polar  y  la  isoterma  de  superficie  -\-  7°. 

La  fauna  patagónica  corresponderá  á  la  zona  del  mar  continen- 
tal, limitadas  por  los  isotermas  +  7°  y  -]- 14°. 

En  fin,  entre  las  líneas -|- 14°  y-|-16°6  al  norte  de  la  cual 
empiezan  las  aguas  templadas  (costas  marítimas  de  las  Repúblicas 
del  Uruguay  y  del  Brasil ),  encontraremos  la  fauna  marplatense. 

La  repartición  en  familias  de  los  peces  del  grupo  de  los  zoár- 
cidos, es  tan  artificial  que  mientras  Boulenger  reúne  en  una  sola: 
ZoarceSf  Scytalina^  Drepodichíhys^  Brotula,  etc.,  los  ictiólogos  nor- 
teamericanos hacen  de  cada  uno  de  estos  peces  un  tipo  de  familia 
distinta! 

Por  razón  de  comodidad,  es  decir  para  facilitar  los  estudios,  ad- 


1  El  dominio  nacional  de  la  pesca  marítima,  1906. 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  405 

mito  para  los  zoarcidos  los  límites  adoptados  por  Brown-Groode  y 
Bean  en  su  lOceanic  ichthyology»  (1895)  y  por  Jordán  y  Ever- 
mann  (Fishes  of  North  and  Middle  America,  p.  ni,  1898). 
Así  que  esta  familia  se  definirá  del  modo  siguiente : 


ZOARCIDAE. 

Peces  fisoclistos  cuyo  cuerpo  alargado  es  más  ó  menos  anguili- 
forme,  desnudo  ó  cubierto  con  muy  pequeñas  escamas  cicloideas 
encajadas  en  la  piel ;  cabeza  larga ;  boca  grande  con  dientes  cóni- 
cos en  las  máxilas  y  á  veces  en  el  vómer  y  los  palatinos;  huesos 
de  la  cabeza  no  armados.  Membranas  branquiales  ampliamente 
unidas  al  istmo;  orificio  branquial  reducido  á  una  hendidura  verti- 
cal, seudobranquia  presente;  cuatro  branquias,  una  hendidura  des- 
pués de  la  cuarta.  Aletas  dorsal  y  anal  muy  largas,  sólo  con  radios 
blandos  ó  dorsal  con  algunas  espinas  en  su  porción  posterior ; 
aletas  verticales  casi  siempre  confluentes  alrededor  de  la  oola; 
pectorales  pequeñas;  ventrales  yugulares  muy  pequeñas  ó  ausentes; 
si  existen  su  inserción  es  atrás  del  ojo.  Línea  lateral  obsoleta  ó 
poco  desarrollada,  á  veces  unida  por  debajo  detrás  de  las  pectora- 
les, á  veces  enviando  una  rama  sobre  la  línea  mediana,  por  detrás. 
Branquias  chicas;  ciegos  pilóneos  rudimentarios;  ano  alejado  de 
la  cabeza.  Cerca  de  16  géneros  y  60  especies.  Peces  de  las  profun- 
didades, principalmente  de  los  mares  árticos  y  antarticos;  algunos 
de  ellos  por  lo  menos,  son  vivíparos  y  algunos  bajan  hasta  consi- 
derable profundidad. 

El  Dr.  Gilí  ha  indicado^  los  caracteres  del  esqueleto  de  los  zoar- 
cidos ;  ó  más  bien  dicho  del  esqueleto  del  Zoarces  anguülaris  que 
estudió  (Proc.  Ac.  Nat.  Sci.  Phil.,  1884);  pero  como  la  familia 
de  los  Zoarcidae  comprende  formas  tan  distintas,  á  mi  parecer 
una  generalización  es  prematura  y  arriesgada.  Convendría  estu- 
diar antes,  y  por  lo  menos,  un  tipo  en  cada  subfamilia. 


1  Porción  órbito -rostral  del  cráneo  contractada  y  más  corta  que  la  porción 
posterior;  la  cavidad  craneana  abierta  por  delante,  pero  limitada  lateralmente 
por  la  expansión  del  parasfenoide,  que  se  une  con  los  frontales.  Supra- occipital 
declive  y  tectiforme  atrás;  occipitales  inclinados  hacia  adelante  á  lo  largo  de 
los  lados  del  supraoccipital ;  cóndilos  exoccipitales  distantes;  hipercoracoide 
agujereado  cerca  de  su  centro ;  hipocoracoide  con  un  apófisis  inferior  hacia  la 
post- escápula. 


406  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Los  zoarcidos  definidos    dentro  de  los  límites   anteriores,  se 
dividen  en  tres  subfamilias. 

,   r  muy  baja  atrás.. ..  Zoareinae 

I  presentes.  Aleta  dorsal  <         .   .  .,  ,        ,. 

Aletas  ventrales      *  [  «<>  interrumpida...  Lycodmae 

[  ausente» Gpmnelinae 


La  primera  subfamilia  contiene  un  sólo  género  (Zoarces)  que 
no  está  representado  en  nuestros  mares;  la  segunda  contiene  diez 
géneros  y  la  tercera  cuatro.  Los  géneros  encontrados  hasta  la  fecha 
en  nuestro  litoral  son  los  siguientes: 

LYCODINAK. 


o 

> 


sin  dientes.  Apéndices  infra- bucales.  J  sin  escamas P¿a¿«o  Steind 

Tronco  1  con  escamas Cro9909tomu9  lah.. 

I  K-ío    rr-^ !  sin  escamas LycodalepWQXeek. 

dAntndofl  baja.  Ironco \  "    .       ^ 

aeniaaos.         •        "  escamoso * 

Dorsal  |  ^ 

muy  elevada.  Tronco  y  cola  escamosos.  Oaneolepis  Lah. 

r  p 

menos  largas  que      en  los  adultos.  Velo  bucal 


*  Ventrales- 


nulo  ó  poco  desarrollado  I^codes  Beinh. 

más   largas  que    ~  j 

(Velo    bucal    bien  1 6.  Dientes  mandibulares  en 

-j        2  6  3  series Phucocoete»  Jen. 


desarrollado.) 
Radios  branquios-  ¡ 
tegos  I 


1 5.  Tubos  porigeros Huocoeles  Jen. 


GYMNELINAE. 

Maxilas  con  ]  iguales,  pequeños,  dispuestos  en  varias  hileras    Maynea  Gunn. 
dientes        |  desiguales,  largos,  en  una  sola  hilera Mdanostigma  Qt\\i, 


LYCODINAE. 


Los  géneros  de  esta  sub-familia  se  pueden  dividir  según  no  ten- 
gan ó  tengan  dientes  sobre  el  vómer.  Todos  los  tipos  del  primer 
grupo  (Aprodon^  Lycodopsis,  EmbryxJ,  y  hasta  el  viaje  de  Píate,  no 
se  conocían  sino  en  el  Pacífico.  Pero  en  las  importantes  coleccio- 
nes de  este  naturalista,  Steindachner  encontró  una  forma  á  que  dio 
el  nombre  de  Platea,  y  que  representa  en  el  Atlántico  los  Lycodinos 
desprovistos  de  dientes  vomerinos.  A  la  verdad,  Platea  fué  reco- 


lahille:  nota  sobre  los  zoaroibos  argentinos.  407 

gido  á  la  entrada  del  estrecho  de  Magallanes,  y  bien  puede  prove- 
nir del  Pacífico. 

Como  Cros80«tomu8j  Emhryx  y  Lycodopsis,  Platea  no  presenta 
tampoco  dientes  palatinos,  y  por  el  alargamiento  de  su  cuerpo,  se 
intercala  entre  estos  dos  últimos  géneros  ^. 

Por  su  habitat,  se  acerca  más  á  Lycodopsis  y  no  á  Emhryx  ó  á 
Aprodon,  que  viven  en  grandes  profundidades. 

Los  géneros  que  forman  el  segundo  grupo  de  los  Lycodinae  ofre- 
cen una  dentadura  completa,  es  decir:  tienen  dientes  sobre  las  má- 
xilas,  los  palatinos  y  el  vómer,  y  hemos  visto  en  la  página  406  como 
podían  distinguirse  los  que  se  encuentran  en  nuestros  mares, — pero 
hay  que  avisar  que  con  las  palabras  tronco  y  cola  se  debe  entender 
las  regiones  del  cuerpo  situadas  respectivamente,  entre  la  cabeza 
y  el  origen  de  la  aleta  anal,  y  entre  éste  y  la  última  vértebra. 

El  género  nuevo  que  voy  á  describir  bajo  el  nombre  de  Caneóle- 
pis  difiere  tanto  de  los  demás  Lycodinae  por  la  gran  altura  de  su 
dorsal,  que  se  podría  considerar  quizás  como  formando  el  tipo  de 
otra  sub-familia  distinta. 

Platea. 

Platea  Steindachner,  Die  Fische  der  Sammlung  Píate.  Zool. 
Jarb.  suppl.  1898,  323. 

Cuerpo  en  forma  de  anguila.  Los  interm axilares  forman  exclu- 
sivamente el  borde  superior  de  la  boca,  hasta  la  comisura  bucal,  y 
presentan,  como  la  máxila  inferior,  una  sola  hilera  ancha  de  dien- 
tes incisivos  fuertemente  apretados,  y  cuyo  borde  libre  es  cortado 
transversalmente.  Dientes  vomerinos  y  palatinos  ausentes.  Aletas 
verticales  unidas.  Ventrales  aproximadas  una  á  otra,  á  radios  cor- 
tos; su  inserción  como  en  Lycodes,  sobre  la  cara  ventral  adelante 
de  las  pectorales. 

Platea  iiisignis  Steind. 

El  único  ejemplar  encontrado  en  Tierra  del  Fuego  por  Píate,  á 
la  entrada  del  Estrecho  de  Magallanes  (Cabo  Espíritu  Santo)  y 
descrito  por  Steindachner,  medía  26,5  centímetros  de  largo.  Lo 


1  L=:(8-9)  Hü   en    LycodopaU]  L  ^  10  Hü    en   Platea;  S  =  (12-1G)HU   en 
Emhryx. 


408  MUSEO  NACIONAX.  DE  BUENOS  AIRES. 

represento  en  la  figura  1  (3,  Sa,  36),  pág.  409,  según  el  díbnjo 
original  del  autor  (1.  c,  tab.  20,  fig.  12-126). 

La  cola  es  más  de  dos  veces  tan  larga  como  el  resto  del  cuerpo. 
La  cabeza  es  deprimida,  chata  por  arriba  y  convexa  sobre  los  cos- 
tados. Hocico  redondo.  La  fenta  branquial  empieza  cerca  de  la 
mitad  de  la  altura  de  la  base  de  la  pectoral.  Steindachner  hace  no- 
tar que  las  pequeñas  escamillas  engastadas  en  la  piel,  solo  se  en- 
cuentran en  la  segunda  mitad  de  la  cola.  Asi  Platea,  respecto  á  este 
carácter,  se  acerca  á  Lycodalepin.  Se  acerca,  por  otro  lado  á  Crossos- 
tomus  fimhriatus  por  los  pequeños  apéndices  en  forma  de  tentácu- 
los cortos  y  ovalados  que  se  encuentran  debajo  de  la  máxila  infe- 
rior. Tiene  también  una  hilera  de  estos  mismos  sobre  los  bordes 
laterales  del  hocico. 

D.  ca.  100    A.  ca.  90    V.  3. 

Las  principales  proporciones  indicadas  por  Steindachner,  son  las 
siguientes:  Largo  de  la  cabeza:  7,4;  mayor  altura  del  tronco  14,5; 
en  el  largo  total.  Diámetro  del  ojo  ca.  6,4;  largo  del  hocico,  más  de 
3,66;  diámetro  de  la  frente  ca.  5,25;  diámetro  máximo  de  la  cabe- 
za ca.  1,6;  altura  de  la  cabeza  ca.  2  veces;  largo  de  la  pectoral  ca. 
1,5;  déla  ventral,  un  poco  más  que  4  veces  en  el  largo  de  la  cabeza. 

Es  sin  duda  ninguna  al  presente  género  y  á  la  presente  especie 
que  se  refieren  las  dos  hembras  de  un  largo  de  ca.  200^^-  de  la 
colección  del  Dr.  A.  Ohlín,  y  de  los  cuales  el  profesor  F.  A.  Smitt, 
dice  lo  siguiente^:  «  Dents  desmáchoires  tran chantes,  unisérielles, 
mais  avec  le  vomer  et  les  os  palatins  tout  á  f ait  édentés.  Les  exem- 
plaires  étaient  si  décomposés  que  je  n'ai  pu  conserver  que  les  sque- 
lettes  incompleta,  et  Tovaire  a  peu  prés  múr  de  Tun,  avec  des  oeufs 
de  4:^^'  de  diamétre. 

II  est  bien  évident  que  ees  exemplaires  appartiennent  á  un  genre 
nouveau  de  cette  famille,  mais  les  matériaux  me  semblent  trop  in- 
suffisants  pour  l'établissement  d'un  tel  genre». 

Crossostomus  Lah. 

Steindachner  había  colocado  en  Iluocoetes  fimbriattis,  un  pez  de 
25,2  centímetros  de  largo,  encontrado  en  la  costa  atlántica  de  Tie- 
rra de  Fuego  (Cabo  Espíritu  Santo),  en  compañía  de  Platea,  pre- 
sentando como  éste  tubos  porígeros,  y  que  estaba,  como  éste,  en- 
teramente desprovisto  de  dientes  en  el  vómer  y  los  palatinos. 

*  L.  cit,  p.  46. 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  409 


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410  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

En  ictiología  descriptiva,  se  conviene  tácita  y  actualmente  en 
dar  á  este  carácter  un  valor  genérico.  Por  eso  propondré  designar 
por  el  nombre  de  Crossostomtut  (ypojjo;  flejo,  (jTfojAa  boca)  el  pez 
encontrado  por  Píate  y  descrito  por  Steindacbner.  Se  distingue 
con  facilidad  de  Ph.tea  por  la  presencia  de  escamas  en  el  tronco. 

Crossostomus  fimbria  tus  (Steind.  nec  Jen.)  Lah. 

Lycodes  (Huocoetes)  fimbríatiut  Steind.  Fische  Samml.  Píate, 
pág.  322,  taf.  20,  fig.  10-106. 

D.  ca  80.        A.  ca  60.        V.  8. 

color  marrón  claro  con  marmoraciones  más  ó  menos  extensas  de 
un  marrón  más  oscuro  sobre  la  cabeza  así  como  sobre  el  tronco. 

La  fenta  de  la  boca  mucho  más  ancha  que  larga.  El  lado  supe- 
rior es  muy  fuertemente  desarrollado,  espeso,  y  forma  en  su  borde 
interno  numerosos  pliegues  transversales  que  cubren  el  borde  de 
la  maxila  inferior,  cuando  la  boca  está  cerrada.  El  labio  inferior 
es  también  grueso  y  forma  sobre  los  costados  de  la  mandíbula  un 
colgajo  libre. 

Rodean  el  hocico  en  una  forma  de  corona  sobre  su  borde  lateral 
y  de  cada  lado  hay  tres  dilataciones  tubulares  de  la  piel  en  la  ex- 
tremidad de  las  cuales  se  abre  un  poro.  Se  notan  7  un  poco  más 
cortos  sobre  la  mandíbula  ó  dentro  del  labio  inferior,  sobre  la  cara 
inferior  de  la  cabeza . .  . 

Las  ventrales  son  muy  cortas  (ca.  7  veces  en  el  largo  de  las  pec- 
torales. . . ). 

Las  principales  proporciones  indicadas  por  Steindacbner  son  las 
siguientes : 

HU::.  T  _    6,0  S.        T  :--  7  Y  —  7  eY  =  1,5  IP. 

El  hocico  entra  un  poco  más  de  3  veces  en  la  cabeza  y  el  diáme- 
metro  de  ésta  es  cerca  de  1,6  del  largo.  Su  altura  es  menor  que  1,5 
de  su  largo. 

Lycodes. 

Lycodes  Eeinhardt,  Kougl.  Dansk.  Vidensk.  Selsk.  Naturv., 
vn,  1838,  163. 

Cuerpo  moderadamente  alargado,  más  ó  menos  anguiliforme, 
puntiagudo  por  atrás.    Altura  del  cuerpo,  de  6  á  10  veces  en  el 


lahelle:  nota  sobee  los  zoarcidos  argentinos.  411 

largo;  cabeza  oblonga;  boca  casi  horizontal;  mandíbula  inclusa; 
dientes  cónicos  en  las  maxilas,  el  vómery  los  palatinos;  los  de  las 
maxilas  y  de  los  palatinos  generalmente  en  una  sola  hilera.  Aleta 
dorsal  empieza  después  de  la  base  de  la  pectoral,  sin  espina;  los 
radios  son  todos  blandos  y  articulados;  pectorales  regulares,  inser- 
tadas más  bien  alto,  su  contorno  redondeado;  aletas  ventrales  pe- 
queñas, de  3  á  4  radios.  Escamas  chicas  y  engastadas,  presentes  en 
parte  ó  totalidad  del  cuerpo ;  el  área  escamosa  es  más  extensa  en  el 
adulto  que  en  el  joven.  Línea  lateral  débil,  á  veces  apenas  visible, 
normalmente  simple  por  atrás,  después  de  las  pectorales  y  siguiendo 
-él  contorno  de  la  ventral,  algunas  veces  con  una  rama  accesoria 
que  sigue  el  medio  del  costado;  la  rama  mediana  generalmente 
ausente.  Sin  vejiga  natatoria^  sin  papila  anal ;  2  ó  ningún  ciego 
pilórico.  En  general,  el  macho  tiene  la  cabeza  y  la  boca  más  gran- 
des que  las  de  la  hembra,  y  los  labios  más  espesos.  (Jord.  y  Everm., 
le,  p.  24-61). 

Se  podría  agregar  aqui :  el  velo  intra-bucal  es  nulo  ó  muy  poco 
desarrollado,  y  las  ventrales  son  más  grandes  que  la  cuarta  parte 
de  las  pectorales. 

Jordán  y  Evermann  han  establecido  por  Lycodes  nebulosus  Kro- 
yer  y  L,  semi-nudiis  Beinh.  el  sub-género:  Lyciíw,  caracterizado 
por  la  localización  de  las  escamas  en  la  región  caudal;  pero  reco- 
nocen ellos  mismos  que  sería  quizás  conveniente  colocar  estas 
especies  en  el  género:  Lycodálepis.  Es  también  mi  opinión,  y  creo 
que  en  Lycodea  deben  entrar  únicamente  las  especies  cuyo  tronco 
y  cola  son  escamosos,  y  en  Lycodalepis  las  que  no  presentan  esca- 
mas, ó  que  las  tienen  localizadas  únicamente  en  la  región  caudal. 

Claro  es  que  entre  Lycodalepis  mucoms  (Rich.)  enteramente  des- 
provisto de  escamas  tanto  sobre  el  cuerpo  como  sobre  las  aletas  y 
Lycode>t  Esmarki  Collet,  de  aletas  y  cuerpo  escamosos,  tendremos 
formas  de  transición.  Por  ejemplo,  en  Lycodalepis polaris  (Sab.)  y 
Lycodes  semi'nudtis(Bjein.)  algunas  escamas  existirán  en  la  región 
caudal,  las  aletas  quedando  sin  embargo,  sin  escamas.  Pero  en  L, 
nebulosusy  la  aleta  dorsal  presentará  también  algunas  otras  escamas, 
y  la  aleta  anal  será  aún  desnuda  ó  con  muy  pocas  escamillas. 

¿Qué  demuestra  todo  esto?  Para  las  personas  que  creen  en  la 
discontinuidad,  y  cuyas  concepciones  revistan,  como  dice  Houssay, 
una  forma  estática  (matemáticos),  no  siendo  posible  establecer 
entre  Lycodalepis  y  Lycodes  una  barrera  de  una  precisión  absoluta, 
«1  género  de  Bleeker  (1834)  tiene  que  ser  reunido  al  género  de 
Eeinhardt  (1838). 

Ahal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Skr.  8*,  t.  ix.  Fbbrebo  20,  190H.  28 


412  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Al  contrarioi  las  personas  que  ven  la  naturaleea  toda  en  evolu- 
ción continua  y  cuya  mentalidad  reviste  por  lo  tanto  una  forma 
dinámica  (geómetras),  encontrarán  normal  la  existencia  de  formas 
de  transición.  Harán  en  las  series  continuas  de  formas,  cortes  ó  sec- 
ciones que  sabrán  ser  artificiales  y  les  darán  sin  embargo  nombres 
distintos  para  señalar  los  rumbos  de  la  evolución  y  las  modifica- 
ciones alcanzadas.  Cuando  se  tienden  ríeles  en  el  desierto,  se  des- 
lindan de  distancia  en  distancia  sobre  la  vía  continua,  estaciones 
cuyos  nombres  indican  el  valor  numérico  del  trayecto  que  las  se- 
para sea  del  punto  de  partida,  sea  de  cualquier  otro  de  las  líneas 
que  se  cruzan  y  se  entrecruzan. 

Por  este  motivo  me  gusta  la  creación  de  Lycodalepis,  Beunirá 
pues  los  peces  á  estudiar,  cuando  se  trate  de  averiguar  las  causas 
que  transforman  los  peces  escamosos  en  peces  desnudos. 

Lycodes  macrops  Qthr. 

Günther,  Shore  Fishes  Exp.  Challenger.  Zoology,  Yol.  I^  Lám. 
XI,  fig.  B. 

El  único  representante  conocido  basta  la  fecha  en  nuestras 
aguas,  del  género  Lycodes^  fué  encontrado  por  el  Challenger  en  la 
estación  309,  en  el  estrecho  de  Magallanes,  y  fué  descrito  así  por 
el  gran  ictiólogo  inglés: 

cEI  largo  de  la  cabeza  es  un  poco  mayor  que  la  del  tronco  y  un 
poco  menor  que  un  quinto  del  largo  total.  Ojos  grandes,  */,  del 
largo  de  la  cabeza  y  más  largos  que  el  hocico.  Este  es  ancho.  La 
máxila  superior  recubre  la  inferior.  Dientes  en  hileras  de  ancho 


A 

Fig.  2.  Lycodes  macrops  Othr.,  tamaño  natural. 

mediano,  casi  iguales  en  tamaño;  un  pequeño  islote  de  dientes  en 
el  vómer  y  unos  pocos  en  la  región  anterior  de  los  palatinos.  Sur- 
co profundo  á  lo  largo  del  infraorbital  y  mandíbula.  Orificio  res- 
piratorio de  un  ancho  regular.  Dorsal  empieza  arriba  de  la  parte 
posterior  de  la  pectoral.  Cada  ventral  reducida  á  un  filamento 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  413 

corto  y  simple.  AmarilleDto  con  9  fajas  anchas  de  un  marrón 
oscuro,  á  través  de  la  parte  superior  del  pez,  aisladas  una  de  otra 
por  un  intervalo  muy  estrecho  de  color  tierra.  Las  fajas  más  claras 
en  su  centro,  sub  -  oceladas,  se  extienden  en  la  dorsal.  Una  faja 
morena  extendida  desde  el  hocico,  á  travás  del  ojo  hasta  el  fin  del 
opérenlo.  Cara  inferior  de  la  cabeza  y  abdomen  negruzcos.  Largo 
del  individuo  5  pulgadas  ^ 
Estación  309;  profundidad  40-140  fathoms»  ». 


Lycodalepis  Bleeker. 
Lycodalepis  Bleeker,  Veri  Akad.  Amst.  Ed.  2.  vra,  1874,  p.  369. 

He  indicado  (pág.  411)  los  motivos  que  me  inducen  á  conservar 
el  presente  género.  Se  caracterizará  por  la  ausencia  total  de  esca- 
mas, ó  por  lo  menos  por  la  ausencia  de  éstas  en  la  cabeza  y  en  el 
tronco,  es  decir,  en  toda  la  región  pre-anal  del  pez. 

Las  dos  especies  encontradas  hasta  la  fecha  en  nuestras  costas 
se  pueden  distinguir  una  de  otra,  del  modo  siguiente: 


á'S 


puntiagudo,  oscuro.  -  ^  =z  1,61;  --  =z  2,66 L,  Morenoi  Lah. 

p(i  Y 

Q  eY 

redondeado,  blanco.  -^z=:2;     -=-=rl  L,  laticincttuí  (Berg). 

pijr  Y 


Lycodalepis  Morenoi  Lah.  n.  sp. 

(Lám.  vi). 

El  27  de  Agosto  próximo  pasado,  un  vapor  de  pesca  obtuvo 
frente  al  cabo  San  Antonio  (36**  20'  latitud  sud),  y  en  fondos  de  16 
á  20  metros,  un  representante  de  este  género  (Lycodalepis),  señala- 
do solo  hasta  la  fecha  en  el  Océano  ártico;  estrecho  de  Behring 
(Lycodalepis  pólaris)  y  en  las  demás  regiones  árcticas  de  América 
(Lycodalepis  mucosus)  y  Groenlandia  (L,  semi-nudusj  L,  nebulosus). 

Llamaré  á  la  nueva  especie:  Lycodalepis  Morenoi,  en  honor  al 
fundador  del  Museo  de  La  Plata,  Dr.  Francisco  P.  Moreno,  quien 


1  12  centímetros  5. 
«  78, 15-156  mts. 

♦  Q  =  largo  post-anal;  pG  m  aA  —  aV  =  largo  post-abdominal;  eY  =:  distancia 
mínima  entre  los  ojos  (frente);  Y  •=.  diámetro  horizontal  del  ojo. 


414  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

primero  en  el  país  comprendió  la  importancia  de  un  laboratorio 
marítimo  y  luchó  para  obtener  su  creación. 

El  Lycodálepis  Morenoi,  es  un  pez  mis  bien  grande.  La  dimen- 
sión máxima  del  que  he  estudiado  es  de  620°^™*  que  se  descompo- 
nen del  modo  siguiente:  Cabeza  115;  Tronco  160;  Cola  335'; 
proyección  de  la  porción  caudal  de  la  aleta  10i°i°* 

En  centesimos:  T  — 18  U  =  26  Q  =  58.  En  relación  al  ojo: 
T  =  12,7  Y  y  en  relación  al  soma:  5,3  T  =  S.  Por  otra  parte: 
S  =  10HU;  pG-==0,62Q;  LP==2,69  LV;  eY  =  2,66Y. 

El  peso  del  pescado  era  de  1.050  gramos  y  su  volumen  de 
1.080  cm«. 

El  color  general  es  marrón  oscuro,  y  todo  el  cuerpo  parece  sal- 
picado de  manchas  blancas,  de  formas  irregulares. 

Mirando  al  animal  de  perfil  y  de  un  poco  lejos,  se  nota  sobre  el 
tronco  y  la  cola  la  existencia  de  seis  manchas  blancas  principales, 
es  decir  de  mayor  tamaño,  que  forman  como  fajas  oblicuas,  que  se 
extienden  hasta  la  línea  mediana  del  cuerpo  ó  un  poco  más  abajo. 

La  faja  principal  corresponde  á  la  extremidad  posterior  de  las 
pectorales  y  la  faja  siguiente  está  situada  un  poco  atrás  del  origen 
de  la  aleta  anal.  Lycodes  Esmarki  Coll.  presenta  una  disposición 
semejante. 

Sobre  la  parte  inferior  del  cuerpo  correspondiendo  á  la  aleta 
anal,  se  ven  diez  manchas  blancas,  dispuestas  de  un  modo  un  poco 
más  irregular. 

La  cabeza,  el  tronco  y  todas  las  aletas,  son  enteramente  des- 
nudos. Solo  sobre  la  cola,  existen  algunas  escamas  aisladas,  incrus- 
tadas en  la  piel.  Son  tanto  más  aproximadas,  cuanto  más  cercana 
de  la  punta  es  la  región  que  se  considera.  Se  asemejan  á  las  de 
Caneolepisj  pues  tienen  la  forma  de  un  vidrio  de  reloj;  pero  son 
más  pequeñas  (el  diámetro  medio  de  estas  escamas  es  de  0™™66) 
y  las  estrias  circulares  no  están  interrumpidas  por  líneas  radiadas, 
como  en  Caneolepis, 

La  aleta  dorsal,  empieza  un  poco  atrás  de  la  inserción  de  las 
pectorales.  Su  origen  no  se  puede  fijar  con  precisión,  porque  esta 
aleta  está  revestida  de  una  piel  espesa,  debajo  de  la  cual  se 
encuentra  un  tejido  gelatinoso  muy  abundante,  que  imposibilita 
contar  también  con  exactitud  el  número  de  radios. 

La  piel,  como  en  Melano4igma  gelatinosum,  no  adhiere  al  cuer- 
po en  L.  Morenoi. 

La  dorsal  se  continúa  directamente  con  la  anal,  describiendo  á 
la  extremidad  posterior  del  pez,  una  semi-circunferencia.  Su  altu- 


LAHILLE:  NOTA  SOBEE  LOS  ZOARCIDOS  ARGENTINOS.    416 

ra  es  de  30^"^-;  el  largo  de  su  base:  600™°^-  y*8us  radios  son  cerca 
de  cien. 

La  aleta  anal,  maestra  radios  más  marcados,  en  número  de  70. 
Su  altura  es  de  16™™-  y  su  largo  de  336™™-  La  extremidad  de  ca- 
da radio  está  indicada  por  un  pequeño  lóbulo. 

Las  pectorales  son  más  bien  grandes  (70™™-  de  largo),  de  con- 
torno elipsoidal;  constan  de  18  radios.  Los  seis  ó  siete  radios  infe- 
riores, son  libres  hacia  su  extremidad  distal.  La  base  de  inserción 
de  cada  una  es  de  34™™-  y  la  distancia  entre  sus  inserciones  ventra- 
les es  de  42™™- 

Las  ventrales,  pequeñas,  están  formadas  de  tres  radios,  y  el  me- 
diano—el más  largo —  mide  26™™-  Están  separadas  entre  sí,  por 
una  distancia  de  7™™-  Su  inserción  es  un  poco  anterior,  á  la  línea 
que  pasa  por  el  ángulo  inferior  de  los  orificios  branquiales. 

Las  medidas  siguientes,  indican  los  elementos  necesarios  para 
reconstruir  gráficamente-los  perfiles  de  este  pez. 


Distancia 

Altura 

Anchara 

desde  la 
extremidad 

correspon- 
diente del 

correspon- 
diente del 

del  hocico  á: 

caerpo 

caerpo 

abso- 
lata 

o/o  S 

abso- 
luta 

Ote  S 

abso- 1 
lata   !   ^  8 

mm 

mm 

mm 

Orificio  naaal  ícN"i  

14 

2  8 

19    1    8  1 

48 

7.0 

Centro  de)  oio  ícY) 

40 

6.5 

43 

7.6 

68 

10,8 

Borde  mas  posterior  del  pre-opór- 

caloraO") 

ÍK) 

18.9 

50 

8.2 

77 

12.6 

*^v»*x^     Y  wm    v.#^  y  •   9  •  •  •  •    ••    ••    •■•••••    ••••    •• 

Borde  más  posterior  del  opórcalo 

(pO) 

115 

220 

18.0 
860 

50    '     8.2 
60    ¡    9.8 

64 
60 

10.5 

Altara  máxima  del  caerpo  (H  ü). . 

9.8 

Kaiz  anterior  de  la  pectoral  (a  P). 

116 

19.0 

55 

9.0 

60 

9.8 

Rate  anterior  de  la  dorsal  (a  D).. . 

185 

22.1 

55    '    9.0 

1 

58 

9.5 

Raíz  anterior  de  la  ventral  (a  V). . 

87 

14  8 

50    '    8.2 

77 

12.6 

Centro  del  ano  f  c  1^ 

275 
295 

450 
48.8 

02       10.2 
59        9.7 

54 
54 

8.8 

Raíz  anterior  de  la  anal  (a  A) 

8.8 

Cabeza. — Es  fuertemente  achatada.  Su  contorno  general,  en  el 
plano  frontal  es  elipsoidal:  su  cara  antecior  ó  inferior  es  entera- 
mente blanca  y  su  superficie  superior  ó  posterior,  atrás  de  los  ojos, 
es  de  un  color  blanco  sucio,  con  algunas  manchas  oscuras. 


416  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Los  ojos  ovalados  (diámetro  horizontal  ó  mayor  9«nin)  estáa 
aproximados  (distancia inter- ocular:  22™™.), 

Los  tubos  nasales  enteramente  blancos  son  divergentes  y  miden 
0na™5  de  largo. 

Los  labios  son  muy  carnosos,  y  arriba  del  superior,  se  notan 
en  número  de  ocho,  poros  mucosos  voluminosos,  blancos,  situados 
en  el  fondo  de  depresiones  y  dispuestos  según  una  linea  cóncava 
hacia  arriba.' 

La  fenta  respiratoria  es  pequeña  (30í»ín.)j  enteramente  lateral 
y  concluye  al  nivel  del  segundo  tercio  de  la  base  de  la  pectoral. 
Esta  base  mide  34^^^^- 

El  borde  superior  del  opérenlo,  forma  una  especie  de  prolon- 
gamiento redondeado,  inmediatamente  adelante  de  la  inserción 
superior  de  la  pectoral. 

Los  labios  en  la  cara  interna  que  corresponde  á  los  dientes,  pre- 
sentan un  pequeño  f lejo. 

El  orificio  bucal  es  un  poco  inferior,  no  terminal.  Su  altura  má- 
xima es  de  33"™ro.  y  gu  ancho  de  A6^^ 

La  región  cloacal  es  saliente  y  cilindrica,  de  16 ™m.  de  diámetro. 

La  linea  lateral  es  muy  poco  indicada,  por  una  serie  de  puntos 
blancos,  colocados  á  intervalos  de  4  á  6"i™.  uno  de  otro. 

Los  dientes  de  este  animal  son  cónicos,  todos  pequeños. 

Sobre  los  premaxilares,  están  dispuestos  en  dos  ó  tres  hileras  en 
la  región  delantera  y  luego  atrás,  en  una  sola. 

Sobre  el  dentario  forman,  siempre  en  la  parte  mediana,  hasta 
cuatro  hileras  y  una  sola  sobre  los  costados.  Existen  dientes  en 
el  vómer  y  en  los  palatinos.  La  placa  de  dientes  vomerinos  es 
circular  y  escotada  un  poco  hacia  atrás. 

Los  dientes  premaxilares,  se  extienden  sobre  un  largo  de  18™™- 
es  decir,  sólo  sobre  la  mitad  del  borde  bucal,  pero  los  dientes  del 
dentario  se  extienden  hasta  el  ángulo  de  la  boca.  El  diámetro  de 
la  placa  de  dientes  del  vómer  es  de  7™"*-  y  el  largo  de  la  hilera  de 
dientes  palatinos  es  de  25  milimetros. 

Los  dibujos  de  la  lámina  adjunta  darán  una  idea  más  completa 
de  la  disposición  de  las  manchas  y  de  las  particularidades  exterio- 
res de  este  animal. 

Podria  darse  al  presente  pez  el  nombre  vulgar  de:  pez  limaza, 
para  expresar  su  aspecto  mucoso. 

El  individuo  que  acabo  de  examinar,  ha  sido  depositado  en  las 
colecciones  ictiológicas  del  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires. 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  417 


Lycodalepís  laticínctus  (Berg)  Lah. 

Lycodes  laticinctm  Berg.  An.  Mus.  Nac.  de 
Buenos  Aires,  t.  iv,  1896,  p.  71,  láín.  1, 
fig.  2. 

En  su  <  Enumeración  de  los  peces  marinos  » 
el  doctor  Berg  hizo  conocer  bajo  el  nombre  de 
Lycodes  laticinctus  un  ejemplar  (16,6  cts  de  lar- 
go. Ancho  de  la  cabeza  16™m.)  de  un  pez  reco- 
gido en  la  desembocadura  del  río  Santa  Cruz. 
He  podido  estudiarlo  y  cerciorarme  que  perte- 
nece al  género  Lycodalepis,  Represento  adjunto 
el  ejemplar  típico,  porque  la  fig.  2,  de  la  lám.  1, 


A  B 

Fig.  8.  —  Inversión  del  punto  de  vista. 

Para  el  estático^  A  representa  lineas  blancas  sobre  fondo 
negro  y  B,  líneas  negras  sobre  fondo  blanco ;  pero,  para  el 
dinamiista^  si  B  proviene  de  A,  B  representa  siempre  lineas 
blancas  sobre  fondo  negro. 

El  primer  espíritu  invierte  su  punto  de  vista ;  no  lo  in- 
vierte el  segundo. 


o 

d 

s 


I 


^ 


del  trabajo  citado,  no  da  una  idea  exacta  del 
animal. 

«Esta  especie,  dice  el  autor,  se  caracteriza 
principalmente  por  la  coloración,  por  el  número 
considerable  de  radios  en  las  aletas  dorsal  y 
anal,  que  por  otra  parte  son  sumamente  mem- 
branosas^ y  por  las  aletas  ventrales  un  tercio 
del  largo  de  las  pectorales. » 

El  color  general  del  animal  es  castaño  y  las 
fajas  incompletas  que  adornan  el  cuerpo  y  la  aleta  dorsal  son 


w 


*  Sin  duda,  el  doctor  Berg  quizo  decir  que  las  aletas  eran  delgadas,  ó  que  los 
radios  eran  muy  pocc^narcados. 


418  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

blanquecinas  ó  castafio  muy  claro.  Berg  dice  lo  inverso:  tcorpu^ 
alhidum  vel  dilute  isabellinum^  fasciis  sex  latUjfimis  laete  ca¿taneis 
cinctum». 

Sería  muy  conveniente  que  los  especiógrafos  se  pusieran  una 
vez  de  acuerdo  respecto  á  lo  que  en  sus  descripciones  debe  ser 
considerado  como  fondo,  es  decir  como  campo  de  visión  sobre  el 
cual  se  destacan  las  particularidades  del  animal  que  estudian. 

La  figura  3  ilustra  gráficamente  la  cuestión. 

En  taxonomía,  los  individuos  se  consideran  aisladamente.  Por 
eso  deberíase  llamar  la  fig.  A  rayas  blancas  sobre  fondo  negro,  y 
la  fig.  B,  rayas  negras  sobre  fondo  blanco;  es  decir,  adoptar  como 
fofido  lo  que  corresponde  á  la  superficie  mayor.  Por  consiguiente, 
en  L.  laticinctusj  sí»ré  la  superficie  más  oscura  del  cuerpo  que  lla- 
maremos fondo. 

Pero  la  conclusión  podría  resultar  distinta  si  en  vez  de  exami- 
nar una  forma  aislada,  abarcásemos  en  nuestras  observaciones 
la  sucesión  de  formas  anteriores,  de  B  hasta  A,  y  si  éstas  nos  mos- 
trasen que  al  principio  las  fajas  blancas  de  B  eran  simples  rayitas 
en  A  que  han  ido  ensanchándose.  Entonces,  bajo  el  punto  de  vista 
dinámico  ó  de  la  evolución,  y  en  el  ejemplo  que  he  tomado,  resul- 
taría que  la  superficie  representando  el  fondo  primitivo  llegaría  á 
ser  menor  que  la  superficie  de  los  detalles,  y  tendría  que  atravesar 
un  estado  en  que  las  líneas  negras  y  blancas  serían  de  un  ancho 
igual;  aunque  en  este  mí<m o  momento  Ihs  líneas  blancas  aparece- 
rán ya  más  anchas  que  las  negras  por  el  efecto  bien  conocido 
de  la  irradiación. 

Cuando  no  es  posible  preparar  el  esqueleto  de  los  Lycodidos, 
es  muy  difícil  contar  con  exactitud  el  número  de  los  radios  de  la 
dorsal  y  de  la  aleta  anal.  En  el  ejemplar  de  L,  laticinctus  he 
llegado  al  número  indicado  por  Berg: 

D.  ca.  110.       A.  ca.  85.      P.  17-18.       V.  a 

Pero,  en  estos  valores  no  encuentro  nada  de  característico  y  de 
particularmente  elevado.  Cuatro  especies,  por  lo  menos  (L,  zoar- 
chn8,  L.  concoJor,  L,  Vahli^  L.  EnmarTci)  tienen  un  número  mayor 
de  radios  en  la  anal  y  la  caudal  (D.  110-118;  C.  90-105). 

Además,  para  los  radios  como  para  cualquier  órgano  que  se  re- 
pite, tanto  entre  las  plantas  como  entre  los  animales  (Pétalos, 
estambres,...  dedos,  tetas...),  la  constancia  del  número  parece 
grande  en  general  sólo  cuando  se  trata  de  un  número  reducido,  y 
aun  en  este  caso  suelen  aparecer  excepciones. 

Lo  que  impide  acordar  un  gran  valor  á  las  fórmulas  de  los  radios 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  419 

do  las  aletas  en  los  Lycodidps,  es  que  sin  duda  existe  en  algunos 
de  ellos,  y  como  Smitt  lo  hace  notar  para  Phucocoetes  variegatus 
(forma:  macropua)  una  formación  secundaria  y  que  el  número  de 
radios  es  así  susceptible  de  variaciones  como  la  edad  del  animal. 
En  cuanto  á  la  dentición  de  L.  laticinctus,  no  tengo  nada  que 
agregar  á  lo  que  dice  el  doctor  Berg:  cLos  dientes  maxilares, 
palatinos  y  vomerinos  son  bastante  fuertes,  cónicos  y  obtusos,  dis- 
puestos en  una  serie^  con  excepción  de  los  de  la  sínfisis  que  forman 
dos  series  y  son  algo  encorvados  hacia  atrás,  siendo  por  otra  parte 
los  dos  intermedios  más  largos  que  los  otros  de  la  misma  fila». 


Pig.  5  Lycodcilepxs  /a/tct7ic¿ít*(Berfi:)  Lah.  -Cabeza  vista  de  arriba  y  de  abajo.— 

Tamaño  natural 

Doy  á  continuación  las  proporciones  y  las  principales  medidas 
absolutas  y  centesimales  del  tipo  de  L.  laticinctus, 

T~27;  Siizl58;  S=i:9.5HÜ;  Q  rr:2pG; 

Uzii88;  L— 155;  S— 5.6T;  LP  — 8LV; 

Q  =  88;  pGi_144;  T  — 13,5  Y  eY  — 1.25Y 


cN. 
cY. 
pO 
Hü 
aP. 
aD 
a  V. 
el.. 
aA 


Distancia 

desde  la  extemidad 

del  hocico  ¿ 

absoluta 

oío  S 

mm 

2.5 

1.7 

80 

5.1 

27.0 

17.4 

50.0 

82.2 

27.0 

17.4      ; 

81  0 

20.0 

21.0 

14.5 

68.0 

40.6 

Altura 

correspondiente 

del   cuerpo 


absoluta 


ofo  S 


I 


65.0 


41.4 


— 

— 

11.0 

7.0 

12.0 

7.8 

16.0 

10.8 

12.0 

7.8 

18.0 

8.8 

120 

7.8 

18.0 

8.8 

12.0 

7.8 

Anchura 

correspondiente 

del   cuerpo 

bsoluta 

o/o  S 

mm 

8.0 

5.2 

13.0 

8.4 

16.0 

10.8 

9.0 

5.8 

14.0 

9.0 

13.0 

8.4 

15.0 

9.7 

8  0 

5.2 

7.0 

4.5 

420  MUSEO  NACIONAIi  DE  BUENOS  AIRES. 

Como  Melanoütigma  gelatinosum  que  encontré  en  el  Canal  Bea- 
gle,  el  presente  pez  tenia  en  su  estómago  una  gran  cantidad  de 
crustáceos  del  género:  Serolis. 

Phucocoetes. 

PhucocoetM  Jenyns,  Fishes  (Zool.  Voy.  H.  M.  S.  Beagle,  1842 
p.  168). 

Los  caracteres  más  salientes  de  la  diagnosis  dada  por  Jenyns; 
son  los  siguientes: 

Rostro  corto,  obtuso.  Dientes  agudos,  sub- cónicos;  en  el  maxi- 
lar superior  en  una  sola  serie,  en  el  inferior,  en  dos  ó  tres  series, 
dos  caninos  por  arriba,  más  fuertes  y  anteriores,  en  el  vómer  hay 
dos  ó  tres  dientes  agudos,  entre  los  cuales  uno  fuerte.  Son  en  una 
serie  en  ambos  palatinos.  —  Ojos  pequeños.  Orificio  respiratorio 
sumamente  estrecho.  Seis  radios  branquiostegos.  No  existen  tubos 
porígeros  en  los  bordes  de  las  maxilas,  sino  poros  simples. 

Jenyns  describe  estos  peces  como  desprovistos  de  escamas  ;  en 
realidad,  las  tienen,  pero  muy  pequeñas  y  esparcidas  en  la  piel  del 
tronco  y  de  la  cola. 

Hasta  la  fecha  no  se  conocen  sino  dos  tipos  ó  especies  de  Phu- 
cocoetes  al  rededor  de  los  cuales  se  agrupan  algunas  variedades. 

^    í  >  0,57  Q        a  A  >    0,8  Q        P.  laíUans, 
p  G  i 

[  <  0,52  Q        a  A  <^  0,75  Q        P.  variegatus. 


Phucocoetes  difiere  de  Lycodes  por  sus  aletas  ventrales  más  largas 
a  los  adulto 
desarrollado. 


T  p 

en  los  adultos  que  ^ ,  y  por  la  presencia  de  un  velo  bucal   bien 


Phucocoetes  latitans  Jennys. 

(  Grongi ' ). 

Jenyns,  1.  c,  p.  168,  pl.  29,  fig.  3  (1842). 

Günther,  Cat.  of  the  Fishes  in  the  Brit.  Mus.,  vol.  iv,  p.  321 

( 1862),  Lycodes  latitans, 
Cunningham,  Trans.  Lin.  Soc.  1.  1,  vol.  xxvn,  p.  471 
Vaillant,  Poissons,  Mission  au  Cap  Horn  (1888). 
Smitt,  Poissons  de  TExpédition  Suódoise  a  la  Terre  de  Feu, 

p.  61,  pl.v,  fig.  37-39(1898). 

Esta  especie  es  bastante  común  en  la  región  fueguina.  Los  pri- 
meros ejemplares  (el  más  grande  18   cts.)  provenían  de  las  Islas 


En  Punta  Arenas. 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  421 

Malvinas ;  más  tarde  Hooker  (Viaje  Erebus  and  Terror  1844-48) 
encontró  la  misma  especie  en  el  Cabo  de  Hornos;  la  expedición  de 
Nassau,  así  como  la  de  la  Gazelle  (1876)  la  descubrieron  en  el  estre- 
cho de  Magallanes;  la  Misión  del  Cabo  de  Hornos  (1888)  la  encon- 
tró en  la  Bahía  Orange  y  en  el  New  Year  Sound  (Ejemplares  de  60 
mm  hasta  360  milímetros  de  largo).  Píate  la  recogió  también  en  la 
Tierra  de  Fuego  (Seno  del  Almirantazgo,  ejemplares  de  136  á 
368™°^);  la  expedición  Sueca  la  obtuvo  en  lalslaNavarino  (Puerto 
Toro),  en  la  Isla  Dawson,  en  Río  Grande  de  Tierra  del  Fuego,  etc, 
variando  el  largo  de  los  ejemplares  recogidos  de  74™™á478mni. 

El  señor  L.  H.  Valette,  naturalista  de  la  Oficina  de  Zoología  apli- 
cada del  Ministerio  de  agricultura,  obtuvo  un  ejemplar  de  esta  es- 
pecie en  Puerto  Stanley  (Malvinas ),  y  daré  un  poco  más  lejos  las 
principales  medidas  absolutas  y  centesimales  de  este  ejemplar. 

Esta  especie  se  puede  caracterizar  por  su  color  negro -moreno  ó 
marrón,  con  el  vientre  más  claro.  Pueden  existir  algunas  manchas 
blancas.  Como  lo  nota  Smitt,  los  jóvenes  presentan  en  general  man- 
chas blancas  en  la  cabeza,  en  la  región  occipital,  en  el  dorso  á  lo 
largo  de  la  parte  anterior  de  la  dorsal,  en  la  base  de  las  pectorales, 
y  en  el  borde  de  las  aletas  verticales;  muchas  veces  también  el  bor- 
de de  las  pectorales  es  blanco. 


Fig.  6. — Phucoeoetea  latitans  Jenyns. — Juvenú.  Tamaño  natural :  72  mm  de  largo 
total.  Puerto  Stanley  (Malvinas)  Expedición  L.  H.  Valette  á  las  Oreadas,  1908. 


Las  proporciones  específicas  indicadas  por  Steindachner  son  los 
siguientes:  Cabeza  5  á  5,6 ;  altura  máxima  del  cuerpo  8  á  9,6  en  el 
soma.  Diámetro  del  ojo  8  á  10  veces;  intervalo  de  los  ojos 5,  á5,5; 
hocico  3,5  veces  ó  un  poco  más,  en  la  cabeza.  La  fenta  branquial 
se  extiende  solamente  sobre  la  mitad  de  la  base  de  la  pectoral^  y 
la  altura  de  la  dorsal  en  el  origen  de  la  cola  es  igual  á  0,5  ó  0,6  de 
la  altura  del  cuerpo,  al  nivel  del  orificio  anal/ 

Inútil  agregar  que  estas  proporciones  son  susceptibles  de  varia- 
ciones un  poco  mayores  que  las  apuntadas.  Por  ejemplo,  si  uno  se 
fija  en  la  fig.  1  lám.  III  del  trabajo  de  Vaillant,  verá  que  en  el 


422 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


ejemplar  allí  representado,  la  altura  máxima  del  tronco  entra  once 
veces  en  el  largo  del  cuerpo;  al  contrario,  en  la  figura  de  la  mis- 
ma especie,  dada  por  Smitt  (lám.  V  fig.  39)  la  altura  máxima  del 
cuerpo,  ó  H  U  entra  solo  7,6  veces  en  el  largo  del  soma.  En  el 
ejemplar  del  laboratorio,  esta  misma  proporción:  ^^  =8,87,  vale 
decir  9. 

Smitt  hace  notar  que  la  mayoría  de  los  individuos,  y  entre  estos 
los  más  grandes,  se  encuentran  en  la  zona  de  marea,  pero  que  el 
más  pequeño  que  consiguieron,  se  encontró  á  una  profundidad  de 
30  á  60  mts. 

La  fórmula  de  las  aletas  es  la  siguiente: 

D.  100-106.     A.  73-76.     P.  16-19.     V.  3.     C.  13 


MEDIDAS   DRL  KJBMPLAR    DK   PUERTO   STAMLEY. 


Orificio  nasal  (  c  N ) 

Centro  del  ojo  (cY) 

Borde  más  posterior  del  preopércu- 

lo  (a  O) 

Borde  más  posterior  del  opérenlo 

(p  O)  ~  cabeza , 

Altnra  máxima  del  cuerpo  (HU).. 
Baiz  anterior  de  la  pectoral  (a  P). 
Bala  anterior  de  la  dorsal  (aD). 
Balz  anterior  de  la  ventral  (a  V). 

Centro  del  ano  (el) 

Raíz  anterior  de  la  anal  (a  A).. 


Distancia 

desde  la 

extremidad 

del  hocico  á: 

Altura 
correspon- 
diente del 

cu»?rpo 

Anchura 
correspon- 
diente del 
cuerpo 

abso- 
lutas 

cente- 
sima- 
les 

abso- 
lutas 

cente- 
sima- 
les 

abso- 
lutas 

cente- 
sima- 
les 

mm 
1 
4 

10 

13 
22 
18 
13 
10 
31 
83 

1.4 

5.6 

14  1 

18.8 
80.9 
18.8 
18.8 
14.1 
43.6 
464 

mm 
8 
5 

6 

7 
8 
7 
7 
6 
6 
6 

4.2 

7.0 

8.4 

9.8 

11.2 
98 
9.8 
8.4 
8.4 
8.4 

mm 
4 
5 

7 

7 

5 

7 

7 

7 

8.5 

3 

5.6 

7.0 
9.8 

9.8 

7.0 
9.8 
9.8 
9.8 
4.9 
4.2 

LAHILLE:  NOTA  SOBKE  LOS  ZOARCIDOS  ARGENTINOS.  423 


Otra»  medidas 


Absolutas 

Centesimales 

mm 

18 

18.8 

20 

28.1 

88 

58.1 

71 

100.0 

72 

2 

2.8 

8 

4.2 

Cabeza  (T) 

Tronco  (ü) 

Cola  (Q) 

Cuerpo  (S) 

Lar^o  máximo  (L). 

Diámetro  del  ojo  (Y) 

Distancia  inter- nasal  (eN) 


En  este  mismo  ejemplar  se  notan  siete  manchas  blancas  en  el 
borde  libre  de  la  dorsal  y  ocho  en  el  borde  de  la  anal.  Alrededor 
del  ano  se  observa  una  zona  blanca.  Una  faja  blanca  existe 
arriba  del  maxilar. 

Los  dientes  de  las  m axilas  son  cortos,  cónicos^  embotados.  El 
dentario  presenta  por  delante  tres  hileras  de  dientes.  Dos  á  tres  de 
cada  lado  del  medio  y  en  la  hilera  anterior  están  más  desarrolla- 
dos. Los  pre- maxilares  cortos  presentan  por  delante  2  hileras 
de  dientes  y  una  sola  sobre  los  costados. 

Smitt  fué  quien  estableciólas  proporciones  características  délas 
especies  de  PhucocoeteSy  comparando  el  largo  de  la  parte  pre-anal 
del  cuerpo  (ó  desde  el  hocico  hasta  el  origen  de  la  anal)  con  el  lar- 
go post-anal,  es  decir  desde  el  origen  de  la  anal  hasta  las  puntas 
de  los  últimos  radios;  y  con  el  largo  abdominal,  desde  la  base  de 
los  ventrales  hasta  el  origen  de  la  anal.  En  resumen  son  los  valo- 
res que  designo  mucho  más  simplemente  en  mi  nomenclatura: 
a  A  =  largo  pre-anal;  S  —  a  A  =  largo  post-anal  ^Q;  aA — aV 
=  largo  post- abdominal  ;=  p  G. 

Las  principales  diferencias  características  entre  P.  latitans  y  P. 
varíegatus  se  reducirán  á  las  siguientes: 

P.  variegatua    p  G  <  0,G2  Q  ;        a  A  <    0,75  Q 
P.  latÜans         P  G  >  0,57  Q;        a  A  >    0,8    Q 

Smitt,  como  Steindachner  y  la  mayoría  de  los  ictiólogos  indica 
las  proporciones  de  los  peces  por  expresiones  fraccionarias,  ó  por 
fracciones.  ¡De  modo  que  para  comparar  las  descripciones  es 
indispensable  practicar  primero  un  trabajo  engoróse,  de  reducción 
á  un  mismo  denominador!  Porque  no  adoptar  de  una  vez  y  exclu- 
sivamente las  expresiones  decimales  que  permiten  comparaciones 
inmediatas  y  cuya  percepción  es  por  otro  lado  más  rápida? 


424 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 


Phucocootes  variegatus  (GHteb.)  Smitt. 

Lycodes  variegatus  Günther,  Oat.  of  f íshes  t.  ix,  p.  322.  —  Vai- 
llanty  Poissons  Missíon  Cap  Hom,  p.  321.  —  Steindacbner, 
Fische  Samml,  Píate,  p.  821. 

Fhucoeoetes  variegatus (Qthr.)  Smitt,  1.  c,  p.  43. 

£1  tipo  estudiado  por  Günther,  provenía  de  las  Malvinas;  el  más 
grande  de  los  cinco  individuos  que  observó  media  130°^i°.  En  nú 
viaje  en  Tierra  de  Fuego,  obtuve  esta  especie  (forma  maeropus)  en 
Ushuaia,  debajo  las  piedras,  á  marea  baja  (largo  del  ejemplar 
151mm),  El  doctor  Ohlin  de  la  expedición  Sueca  la  encontró  en  la 
parte  Este  de  Tierra  de  Fuego  (Bío  Grande),  así  como  en  Bío 
Gallegos  y  aún  en  Puerto  Madryn  (43^  de  latitud).  Píate  la 
recogió  también  en  Punta  Arenas  (largo  del  individuo  134mm). 

Estos  peces  viven  solitarios  ó  de  á  dos  entre  las  algas,  en  la  re- 
gión de  la  marea,  entre  —  1  metro  60  y  —  7  metros. 

El  color  general  del  pez,  ó  color  del  fondo,  varía  del  moreno  - 
amarillento  claro  al  rubio  rojizo,  con  marmoraciones  de  un  ma- 
rrón oscuro  má49  ó  menos  violáceo.  Estas  manchas  grandes  ó 
pequ<!fta9  se  disponen  en  fajas  oblicuas,  que  son  algunas  veces  muy 
poco  distintas. 

Considerando  la  dentición  de  P.  ran>^a¿ti«,  estableceré  las  dos 
variedades  siguientes : 


Dientes  anteriores  de  las  maxilas 


cónicos,  más  ó  menos  puntiagudos,  var. 

fueginut. 
cilindricos,  m&s    ó   menos   obtusos,  var. 

p<Uag<mieu9, 


La  primera  variedad  ha  sido  encontrada  en  Río  Grande  de  Tie- 
rra de  Fuego  (Exped.  Sueca),  en  Ushuaia  (Exped.  Lahille  1897), 
en  Malvinas  (Exped.  W.  Wrigth),  en  Punta  Arenas  (Exped. 
Píate);  la  segunda,  en  Eío  Gallegos  y  en  Puerto  Madryn  (Exped. 
Sueca).  Cada  una  de  ellas,  se  subdivide,  en  dos  formas  que  Smith 
ha  puesto  en  evidencia : 


var.  fueginus 


var.  p€Uagonicu8 


Y  <  0,45  T;  dB  >  0,5  IP  =  forma. . . .  ^tuus 

Y  >  0,45  T;  dB  <0.461P  =  forma....  macropu9 

aA  >  0,70  Q;  dB  >  0,62  IP  =  forma. . . .  eUmgatui 

aA  <  0,70  Q;  dB  >  0,5   IP  =  forma. . . .  microput 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  425 

Las  fórmalas  siguientes  expresan  las  demás  proporciones  carac- 
terísticas de  cada  una  de  estas  formas: 

forma  macropus, . .     dB  <  0,61  Y ;  dB  <  0,60  ha  P ;  IV  (=  ca.  hB)  >  0,40  (aV— r). 
forma  elongatus.,  .    dB>0,70  Y;1P<  0,10  S;    IP  <  0,28  aA;  eT    <  0,8  S; 
Y  >  0,15  T. 

forma  efwua h  aA  <  0,9  8;  IV  >  0,5(pM  — r);lV  >  0,85  (aV— r). 

forma  micropus..,.    h  aA  >  0,9  S;  IV  <  0,6(pM— r);lV  <  0^5  (aV  — r). 

Las  dos  Últimas  formas  tienen  en  común  los  caracteres  siguientes: 
aA  >  0,70  Q;  IP  >  0,10  S;  IP >  0.^  aA;  dB  < 0,62  IP;  eT  >  0,9  S;  Y  <  0,16  T. 

Las   tres  últimas  formas  presentan    los  demás  caracteres  si- 
guientes: 

dB  >  0,6  IP;  dB  >  0,70  Y;  Y  <  0,45  T;  IV  <  0,40  (aV  -r). 


Fjg.  7.  Phvcocoftei  rariegalvs  (Gthr.)  Smitt. 

1.  (f  forma  effnsuM.       Largo  128'»"». 

2  y  4.   9  forma  micropus,  Largo  159°"". 

8  y  5.  9  forma  elongatu».  Largo  174""". 

6.  9  forma  macroptu.  Largo  248"". 


426 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


A  los  que  piensen  que  todo  esto  es  muy  complicado,  les  haré 
notar : 

1.^  Que  así  les  parece  por  no  estar  acostumbrados  á  esta  clase  de 
estudios,  concediendo,  sin  embargo,  que  Smitt  hubiera  podido 
simplificar  mucho  su  modo  de  exposición,  adoptando  una  sola 
unidad  de  medida:  la  centésima  parte  del  largo  total  del  cuerpo 
del  pez. 

2.  ^  Que  la  época  de  Linneo  en  la  cual  se  podía  caracterizar  cual- 
quier género  ó  especie  con  cuatro  ó  cinco  palabras,  ha  pasado.  Es- 
tamos lejos  de  esta  edad  de  oro  de  la  especiografía,  y  lo  importan- 
te no  consiste  más  en  describir  especies,  sino  en  mostrar  como  y 
porque  todos  los  individuos  que  reunimos  bajo  un  mismo  nombre 
que  llamamos:  específico,  se  transforman. 

3.^  Que  la  naturaleza,  es  decir,  la  realidad,  y  las  relaciones  que 
presentan  los  seres  entre  sí,  son  aún  muchísimo  más  complicadas  de 
de  lo  que  podemos  figurarnos,  y  no  es  extraño  que  quien  necesita 
introducir  discontinuidades  artificiales  en  la  continuidad  y  expre- 
sar las  relaciones  de  unión  ó  parentezco  de  las  formas  entre  sí,  en 
el  espacio  y  en  el  tiempo,  tropiece  con  no  pocas  dificultades. 

Además,  estas  dificultades  irán  atenuándose  cada  una  á  medida 
que  sea  posible  estudiar  un  material  más  abundante.  Bastará, 
entonces,  señalar  los  principales  rumbos  de  evolución  de  los  carac- 
teres de  mayor  importancia,  de  la  forma  más  frecuente,  indicando 
por  un  nombre  las  principales  etapas  alcanzadas  en  cada  dirección. 

Para  precisar  un  punto  determinado  en  la  superficie  de  los  océa- 
nos, se  usan  las  intersecciones  de  dos  líneas  convencionales  (latitud 
y  longitud).  Más  tarde,  cuando  la  noción  de  continuidad  déla  vida 
y  de  las  especies  se  haya  vulgarizado,  cada  punto  de  la  masa  vi- 
viente es  decir  cada  ser  viviente,  se  podrá  indicar  también  por  la 
intersección  de  líneas  convencionales  representando  los  factores 
que  lo  determinan  y  lo  hacen  tal  como  es,  (tiempo,  rumbo  evolu- 
tivo, habitat,  es  decir,  espacio,  temperatura  media  que  determina 
las  reacciones  químicas,  ambiente  orgánico,  etc. ) 

Las  fórmulas  de  los  radios  de  P,  variegattis  indicadas  por  Smitt, 
son  los  siguientes: 


Formas 


mtcropus. 
effiuus .  . , 
ttiacropus 


D 

A 

P 

V 

C 

80 

67 

lt> 

s 

11 

8H 

70 

16 

3 

10 

115 

83 

18 

4 

11 

lahille:  nota  sobre  los  zoabcidos  argentinos.  427 

Como  la  colección  del  doctor  A.  Ohlin  contenía  un  solo  indivi- 
duo de  la  forma  elongatus^  no  se  preparó  el  esqueleto  y  no  se 
puede,  por  lo  tanto,  indicar  para  ésta  la  fórmula  de  sus  radios. 

Respecto  á  la  forma:  macropus,  Smitt  hizo  notar  también  que  en 
«lia  antes  de  la  disección  se  veían,  solo  tres  radios  á  las  ven- 
trales. 

Günther  indica  para  su  L.  variegatus^—  que  Smitt  refiere  sin 
embargo  con  cierta  hesitación,  á  la  forma  effusus  que  es  la  menos 
diferenciada,  —  la  fórmula  radial  siguiente: 

D.  73;     A.  66;     V.  2;     C.  ca.  13 

Contar  los  radios  de  los  Lycodidos  sin  previa  disección,  es  contar 
al  tanteo.  Es  además  probable  que  en  estos  peces  la  variación  del 
número  de  radios,  de  la  dorsal  y  de  la  anal  por  lo  menos,  es  bas- 
tante grande. 

Doy  a  continuación  las  principales  medidas  absolutas  y  centesi- 
males del  ejemplar  de  P.  variegatus,  forma  macroptis  que  posee 
el  laboratorio. 


cN  . 
cY.. 
aO.. 
pO  . 
Hü. 
aP.. 
al). 
aV.. 
el... 
aA. 


Distancia 

desde  la  extremidad 

del  hocico  á: 

Altura 

correspondiente 

del  cuerpo 

Anchura 

correspondiente 

del  cuerpo 

absolutas 

o/o 

absolutas 

oío 

absolutas 

% 

1 
mm 

mm 

mm 

2.5              1.6 

6,0 

4.1 

8.0 

5.8 

7.0      ;        4.6 

8.0 

5.8 

9.0 

5.9 

16.0             10.0 

10.0 

6.0 

11.0     ^ 

7.2 

280            15.2 

10.0 

6.6 

10.0 

6.6 

73.0            48.8 

14.0 

9.3 

80 

5.8 

28.0      1       15.2 

10  0 

6.6 

9.0 

5.9 

80.0            19.8 

10.0 

6.6 

8.0 

5.8 

17.0             11.2 

10.0 

6.6 

10.0 

6.6 

57.0             87.7 

11.0 

7.2 

60      '        4.1 

63.0 

42.8 

100 

6.6 

6.0 

4.1 

Anal.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  3*,  t.  ix.  Fkbrbro  21,  1908. 


29 


428 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Otras  medidas 

Cabeza  (T) 

Tronco  (ü) 

Cola  (Q) 

Cuerpo  (S) 

Lar^o  máximo  (  L  ) 

Diámetro  del  ojo  ( Y  ) 

Distancia  ínter  -  nasale  (N). 


absolutas 


mm 

28 

40 

fl8 

151 

155 

8 

4 


centesimales 

15.2 

2B  5 

58.2 

100  0 

2.0 
2Aj 


Phucocoeles  Platel  Steind. 

Bajo  el  nombre  de  Lycodes  (Phucocoetes)  Platei,  Steindachner  did 
á  conocer  otro  pez  recogido  en  Tierra  de  Fuego,  frente  al  Cabo 
Espíritu  Santo.  El  largo  de  este  animal  era  de  23,4  centímetros; 
cuerpo  muy  estrecho  y  la  dorsal  más  baja  que  la  de  P.  latitaivs;  el 
largo  de  la  cabt'za  entra  más  que  5,6  veces;  la  altura  máxima  del 
tronco,  más  que  8;  el  largo  de  la  cola  1,6  veces  en  el  largo  total. 

El  diámetro  del  ojo  9  veces;  el  largo  de  la  frente  5,6;  el  largo  del 
hocico  3,6;  el  ancho  máximo  de  la  cabeza,  cerca  de  1,6;  el  largo  de 
la  pectoral,  cerca  de  1,6;  el  largo  de  la  ventral  cerca  de  3,2  veces 
en  el  largo  de  la  cabeza. 

Las  ventrales  son  tan  largas  como  el  hocico;  miden  pues  10"^^ 
y  entran  2,5  en  las  pectorales,  cada  una  se  compone  de  3  radios; 
las  pectorales  de  15  á  16.  Kl  número  de  radios  de  la  dorsal  es  de 
ca.  100. 

Los  dientes  de  las  maxilas,  del  vómer  y  de  los  palatinos  son 
como  en  P,  latUana,  Pero  en  realidad  este  pez  pertenece  al  grupo 
de  P,  variegatns  como  lo  demaestra  las  dos  relaciones  pG  =0,44  Q 
y  a  A  =0,67  Q  y  creo  que  cuando  se  obtenga  un  mayor  material 
se  comprobará  que  debe  reunirse  con  la  forma  macropuíi,  obtenida 
por  Ohlin  casi  en  la  misma  localidad.  Represento,  según  Stein- 
dachner, este  pez  (fig.  1,  pág.  409).  Es  de  sentir  que  en  su  descrip- 
ción, el  autor  no  indique  nada  respecto  á  las  escamas.  Hay  que 
inferir  por  lo  tanto  que  en  este  animal  como  en  los  demás  Phuco- 
coetes éstas  se  encuentran  esparcidas  tanto  sobre  el  tronco  como 
sobre  la  región  caudal. 

El  pez  que  he  descrito  más  adelante,  bajo  el  nombre  de  Lycodále- 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  429 

pÍ8  Morenoij  se  asemeja  á  primera  ^ista  á  este  Lycodido  por  su  as- 
pecto general;  sin  embargo,  comparando  sus  medidas  centesimales 
— medidas  que  los  naturalistas  deberían  siempre  calcular,— se  notau 
en  seguida  las  diferencias,  que  los  distinguen  además  de  los  carac- 
teres genéricos  anteriormente  expresados. 


Nombre  de  ]as  medidas 

%  en  relación  con : 

P.  Plaíei 

L.  Morenoi 

Diámetro  del  ojo 

21,87 

24,09 

Ancho  de  la  frente 

18^ 

9.08 

Largo  del  hocico 

Ancho  máx.  de  la  cabeza. 

la  cabeza 

8,55 
8,70 

6,01 
2,81 

Largo  de  la  pectoral 

8,70 

8,11 

Largo  de  la  ventral 

7,40 

8,80 

18,84 
26,22 
58,18 

Cabeza 

17,10 

24,11 

68,78 

9,64 

Tronco  

el  largo  total 

Cola 

Altnra  máx.  del  cuerpo.. 

9,01 

lluoeoetos. 

nuocoetes  Jeny ns,  Zoology  Voy.  H.  M.  S.  Beagle,  London,  1842 
p.  166. 

Este  género  creado  por  Jenyns  á  propósito  de  un  pez  del  Pací- 
fico (Archipiélago  de  Chiloe)  no  será  quizás  mantenido  cuando  se 
tenga  un  nuevo  material. 

Según  Jenyns  tiene  cinco  radios  branquiostegos  como  el  género 
Lycenchelys  del  hemisferio  norte,  y  difiere  por  este  carácter  de 
Phucocoetes  que  posee  seis  radios  branquiostegos,  como  todos  los 
Lycodes. 

Según  Jenyns,  Phucocoetes  difiere  además  de  Iliiocoetes  <  in  ha- 
ving  the  head  and  eyes  smaller,  the  snout  scarcely  at  all  produced, 
the  teeth  in  front  of  the  lower  jaw  in  two  or  three  rows,  and  espe- 
cially  in  the  contracted  gill-opening,  which  is  reduced  to  a  small 
hole,  relatively  not  much  larger  than  in  the  eels . . . .  It  wants  also 
the  tubal  cutaneous  appendages  on  the  jaws  and  the  cheeks,  in 
place  of  which  are  rows  of  simple  pores  ». 


430  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

La  presencia  de  estos  tubos  cortos  en  la  extremidad  de  los  cuales 
se  notan  los  poros  mucosos  parece  á  primera  vista  un  buen  carácter 
de  Iluocoete}»,  pero  su  importancia  disminuye  un  poco  después  de  la 
reflexión  que  hace  Smitt,  quien  pensó  ver  más  de  una  vez  ejempla- 
res de  Iluocetes  cuando  examinaba,  sin  lentes,  ciertos  Phucocoetes, 

Es  que  en  los  jóvenes  se  notan  simples  poros  infra-orbitaríos  y 
mandibulares;  pero  los  labios  se  hinchan  con  la  edad,  los  poros  se 
esconden  en  depresiones  cuyos  bordes  forman  en  los  intervalos 
pliegues  que  toman  la  apariencia  de  tubos. 

Sería  indispensable  pues,  obtener  en  Chiloe,  nuevos  ejemplares 
del  pez  observado  por  Jenyns,  averiguar  si  presenta  ó  no  verda- 
deros tubos  mucosos,  y  comprobar  al  mismo  tiempo  que  tiene 
solo  cinco  radios  branquiostegos. 

He  encargado  á  mi  distinguido  amigo  y  colega,  el  profesor 
Carlos  Porter,  hacerme  recoger  si  le  es  posible,  unos  cuantos 
representantes  de  esta  especie. 

Daré,  entretanto,  la  diagnosis  de  Jenyns. 


Iluocoetes  flmbriatus  Jen. 

Jenyns,  Zool.  Beagle,  Fishes,  p.  116  pl.  29,  fig.  2. 
aünther,  Cat.  of  the  Fishes,  Brit.  Mus.  t.  vi  p.  323  (1862)  Ly- 
cades  fimbríatns. 

nec  Steindachner,  Fische  Samml.  Píate  Ly codea  (Iluocoetes)  fim" 
briatus, 

D.  ca.  80    A.  ca.  60     C.  ca.  18    V.  3. 

c  Los  bordes  de  ambos  maxilares  son  adornados  con  una  hilera  de 
apéndices  cutáneos  y  tubiformes.  La  altura  del  cuerpo  es  más  bien 
más  grande  que  la  mitad  del  largo  de  la  cabeza,  la  cual  es  un  quinto 
del  largo  total.  El  maxilar  superior  recubre  el  inferior;  el  maxilar 
se  extiende  hasta  debajo  del  borde  posterior  del  ojo.  Hocico  tan 
grande  como  el  ojo,  cuyo  diámetro  es  la  cuarta  parte  del  largo  de  la 
cabeza.  Espacio  inter-orbital  estrecho.  La  dorsal  empieza  encima 
de  la  extremidad  del  opérculo.  Distancia  entre  el  ano  y  la  base  de 
la  pectoral  casi  igual  al  largo  de  la  cabeza.  Ventral  delgada,  como 
un  filamento  corto,  una  tercera  parte  del  largo  de  la  pectoral,  la 
cual  es  dos  terceros  avos  de  la  de  la  cabeza.  Color  uniforme.  Archi- 
piélago de  Chiloe.» 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  431 

Caneolcpis  nov.  gen. 

Cuerpo  alargado,  comprimido  sobretodo  en  la  región  caudal. 
Boca  grande,  casi  horizontal.  Maxila  inferior  mucho  más  corta  que 
la  maxila  superior.  Dientes  cónicos  en  las  maxilas,  vómer  y  palati- 
nos. Aletas  sin  ningún  radio  espinoso.  Dorsal  muy  elevada,  ente- 
ramente confluente  con  la  anal.  Pectorales  elipsoidales.  Ventrales 
jugulares ;  gruesas  y  cortas,  sin  radios  visibles.  Escamas  sobre  todo 
el  cuerpo,  menos  en  la  parte  anterior  de  la  cabeza,  aisladas  y  en- 
gastadas en  pequeñas  depresiones  de  la  piel ;  existen  también  sobre 
las  aletas.  Una  seudobranquia.  Sin  ciegos  pilóneos.  Una  perfora- 
ción escapular.  Cinco  radios  branquiostegos. 

Este  género  deriva,  á  no  dudar,  de  los  Blennoideos,  y  si  lo  he 
colocado  á  pesar  de  su  aleta  tan  elevada  y  de  su  fenta  branquial 
muy  grande,  entre  los  Zoarcidos  es  que  por  el  conjunto  de  todos  sus 
demás  caracteres,  esa  ellos  que  se  liga  intimamente.  (Xeri(;  escama, 
xaveo<;  canasta). 

Caneolepis  arrnpterus  n.  sp. 

(Viuda) 
Lámina- VII.  íig.  1-10. 

A  fines  de  Agosto  próximo  pasado,  un  vapor  de  una  empresa  de 
pesca  recogió  en  fondos  de  60  á  80  brazas,  frente  al  Cabo  San 
Antonio,  cuatro  ejemplares  de  un  pez  que  considero  como  constitu- 
yente de  un  nuevo  género  y  una  nueva  especie,  á  la  cual  daré  el 
nombre  de  Caneolepis  acroptenis  para  indicar  sus  caracteres  más 
salientes. 

Preparé  el  esqueleto  de  uno  de  estos  peces  y  los  tres  restantes  se 
encuentran  depositados  en  el  Museo  Nacional  de  Buenos  Aires. 

La  cabeza,  el  tronco,  la  cola  y  las  aletas  son  revestidos  de  una 
piel  espesa  y  suelta  que  parece  gaufrée;  es  decir,  que  presenta 
numerosas  depresiones  circulares  y  pequeñas,  en  cada  cual  existe 
debajo  de  la  epidermis  delgada  una  escama  cicloidea  en  forma  de 
vidrio  de  reloj.  Las  figuras  3  y  4  de  la  lámina  vii  las  representan. 
Las  mayores  miden  2mm5  de  diámetro  y  su  aspecto  es  tan  parecido 
á  una  pequeña  canasta  de  filigrana,  que  esta  particularidad  me  ha 
sugerido  el  nombre  del  género.  Algunas  son  ovaladas,  pero  en  su 
mayoría  son  circulares.  Estrías  muy  finas  y  concéntricas  se  cruzan 
con  líneas  radiales  al  rededor  de  un  centro  liso  y  forman  en  el  bor- 
de libre  de  la  escama  así  como  pequeños  festones.  Son  tan  nume- 
rosas en  la  región  inferior  del  pez  como  en  la  región  dorsal.  Existen 


432  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

en  todas  las  aletas,  diflminayepdo,  como  es  nataral|  hacia  los  bor- 
des libres  de  la  dorsal  y  de  las  pectorales. 

La  cabeza  es  relativamente  grande,  no  es  deprimida.  En  dos  in- 
dividuos (Lám.  VII,  2),  la  cabeza  es  arqueada  al  nivel  délos  ojos;  en 
los  otros  dos  (Lám.  vii,  1)^  el  perfil  superior  es  horizontal.  Su  región 
anterior,  hasta  el  nivel  del  borde  posterior  del  ojo,  es  desnudo. 

Los  labios  son  gruesos,  carnosos,  y  en  la  parte  en  contacto  con 
los  dientes  presentan  una  especie  de  f  lejo  muy  corto. 

La  mazila  superior  pasa  mucho  la  inferior;  y  el  borde  anterior 
de  ésta,  cuando  el  pez  cierre  la  boca,  viene  á  situarse  atrás  de  los 
dientes  premaxilares.  El  ángulo  posterior  de  la  comisura  bucal 
llega  hasta  el  nivel  del  borde  anterior  del  ojo,  y  en  otros  hasta  el 
nivel  del  centro  de  éste. 

De  cada  lado  de  la  cabeza,  una  serie  de  ocho  poros  circulares, 
mucosos,  se  extiende  desde  la  región  nasal  hacia  el  ángulo  del 
opérenlo;  una  serie  semejante  de  seis  se  extiende  desde  la  sínfisis, 
sobre  la  maxila  inferior.  El  orificio  nasal  se  encuentra  en  la  extre- 
midad de  un  pequeño  tubo.  Los  ojos  son  grandes  y  elipsoidales, 
entran  de  6,6  á  7  veces  en  el  largo  de  la  cabeza,  y  ésta  4,5  en  el 
largo  del  soma. 

Todos  los  dientes  son  cónicos.  Los  huesos  premaxilares,  que  no 
alcanzan  al  ángulo  de  la  boca,  presentan  adelante  2-3  hileras  de 
dientes  y  una  sola  atrás  (Fig.  6  Lám.  vii);  los  más  fuertes  son  los 
de  la  hilera  anterior,  y  en  ésta  los  dos  centrales  se  pueden  consi- 
derar como  caninas.  Los  dientes  del  dentario  son  también  en 
2-3  hileras,  los  más  fuertes  se  notan  en  la  hilera  posterior,  y  los 
más  pequeños  en  la  hilera  mediana.  En  el  vómer,  los  dientes  forman 
un  islote  circular;  los  palatinos  son  dentados  en  una  pequeña  ex- 
tensión (dos  hileras  adelante  y  una  atrás). 

La  superficie  de  la  lengua  es  lisa,  color  negruzco.  Sobre  el  bor- 
de anterior  del  primer  arco  branquial  se  notan  13-14  branquies- 
pinas  cortas  y  blancas.  Las  fentas  branquiales  son  grandes;  las 
membranas  unidas  al  istmo. 

La  línea  lateral,  poco  visible  á  causa  del  estampaje  de  la  piel,  se 
extiende  sobre  el  medio  de  los  costados,  en  toda  la  extensión  del 
soma  y  está  constituida  por  una  serie  de  pequeñas  perforaciones 
blanquecinas  esparcidas  con  regularidad. 

La  dorsal  es  muy  elevada,  su  alto  es  superior  á  la  altura  máxima 
del  tronco;  sus  radios  son  poco  visibles  y  la  dirección  general  de 
ellos  está  indicada  por  la  disposición  en  serie  de  manchas  blancas 
en  forma  de  puntos  ó  de  líneas. 


LAHILLE:  NOTA  SOBRE  LOS  ZOAEOIDOS  ARGENTINOS.   433 

Smitt  en  sa  interesante  trabajo  sobre  los  peces  de  Tierra  del  Fue- 
go, hace  notar  (loe.  cit.  part.  n  p.  40),  que  en  los  zoarcidos,  la  dor- 
sal empieza  al  mismo  nivel  que  el  borde  posterior  del  opérenlo  ó 
más  adelante;  al  contrario  en  los  Lycodes  antarticos  (ó  Phucocoe- 
tes^)  empieza  arriba  de  la  parte  anterior  de  las  pectorales  recli- 
nadas^ pero  que  en  los  Lycodes  propiamente  dichos,  árticos  y  bo" 
reales,  nace  en  general  arriba  de  la  parte  posterior  de  estas  aletas. 

Caneolepw  (fig.  1  y  2),  muestra  que  este  carácter  en  algunos  gé- 
neros es  muy  variable.  El  mismo  Smitt  lo  reconoce  cuando  agrega: 
tPourtant  ce  caractére,  nous  le  verrons  bientót,  est  aussi  l'expres- 
sion  d'une  différence  évolutionnelle  aussi  bien  que  sexuelle,  les 
jeunes  et  les  femelles,  en  general,  ayant  la  dite  distance  plus  po- 
tito respectiyement  que  celle  des  adultes  et  des  males,  surtout  ré- 
lativement  ¿  la  longueur  de  la  partie  préanale  du  corps. » 

Las  pectorales  son  grandes;  su  contorno  es  elipsoidal.  Sus  radios 
inferiores  (6-7)  son  revestidos,  como  los  radios  de  la  anal  y  de  las 
ventrales,  de  un  tejido  conjuntivo  más  abundante  que  sobre  los 
radios  superiores  y  les  comunica  una  apariencia  carnosa. 

La  anal  es  baja,  su  borde  libre  ^s  de  un  negro  violáceo,  y  festo- 
nado como  la  parte  inferior  de  las  pectorales.  En  su  región  poste- 
rior presenta  5-6  manchas  blancas.  Las  puntas  de  algunos  de  los 
radíos  son  blancas. 

Las  ventrales,  espesas,  casi  cilindricas,  están  aisladas  una  de  otra 
por  un  intervalo  casi  igual  á  su  propio  diámetro.  Su  inserción  cor- 
responde al  nivel  del  ángulo  inferior  de  la  fenta  branquial. 

En  el  ejemplar  3,  cuya  disección  he  realizado,  he  encontrado  la 
fórmula  radial  siguiente:  D.  85;  A.  66;  C.  12;  P.  18;  V.  3. 

El  color  de  estos  peces  es  marrón  muy  oscuro,  casi  negro,  con  man- 
chas de  un  blanco  puro,  esparcidas  sobre  la  parte  superior  y  late- 
ral de  la  cabeza,  los  costados  del  cuerpo  y  las  aletas.  La  parte  infe- 
rior de  la  cabeza  es  enteramente  blanca,  ó  con  pequeños  puntos 
escasos  de  color  gris.  El  vientre,  así  como  la  parte  ventral  de  la 
región  anterior  de  la  cola,  es  de  un  marrón  gris  claro.  Cuando  las 
escamas  caen,  la  cúpula  en  la  cual  estaban  asentadas  resalta  en 
blanco  sobre  el  fondo  oscuro  de  lasui)erficie  del  cuerpo. 

El  ejemplar  N.^  3  era  macho,  pero  no  he  podido  averiguar  el  sexo 
de  los  otros  tres,  á  causa  de  la  maceración  del  contenido  de  la  cavi- 


1  En  Phucocoetes  aD  (en  °¡o  de  S)  iguala  á  17,5-22  entretanto  es  superior  á  28  en 
los  Lycodes  propiamente  dichos. 


434  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES, 

dad  intestinal.  Por  lo  tanto,  no  puedo  aún  deoir  si  las  dos  Tarie- 
dades  que  voy  á  describir  corresponden  ó  no  á  caracteres  sezuaiea. 

En  los  N.<>*  1  y  4,  la  frente,  arriba  de  los  ojos,  es  arqaeada,  el 
borde  opercular  presenta  namerosas  manchas  grises.  La  inserción 
de  la  aleta  dorsal  es  anterior  á  la  inserción  de  la  pectoral.  Sobre 
el  cuerpo  y  la  dorsal,  las  manchas  blancas  de  contorno  irregular 
predominan.  (FormA:  pantherinus). 

En  los  N.<»  2  y  3,  á  dimensiones  iguales,  el  peso  es  mucho  más 
considerable;  la  frente,  arriba  de  los  ojos  no  es  arqueada;  el  borde 
libre  del  opérenlo  es  enteramente  blanco.  La  inserción  de  la  dorsal 
es  posterior  á  la  inserción  de  la  pectoral.  Las  manchas  del  cuerpo, 
redondas  ó  elípticas  y  menos  numerosas  que  en  la  forma  anterior 
son  en  mayoría  de  contorno  regular.  Sobre  la  dorsal,  se  notan  ver- 
daderas rayas  blancas  que  alcanzan  hasta  40  °^°^.  de  largo.  (For- 
ma: tiifrinm). 

El  tubo  digestivo  del  individuo  N.°  3,  medía :  6^3  -|-  77  cents. 
=82,3  centímetros,  y  por  lo  tanto  su  relación  con  el  largo  delcuer- 
po  es  igual  á  1,30. 

La  fórmula  vertebral  es  22  +  68  =  90. 

Los  radíales  dorsales  son  paralelos  y  recostados  sobre  las  neu- 
rapófisis;  los  radiales  ventrales  son  oblicuos  sobre  las  hemapófisis. 

Si  examinamos  la  cintura  torácica  (Fig.  9  lám.  vii),  vemos  que  el 
coracoide  (Hypocoracoide  de  los  ictiólogos  americanos)  presenta 
un  espolón  dirigido  hacia  atrás.  La  escápula  se  encuentra  en  rela- 
ción con  los  dos  pterigiales  superiores;  los  dos  inferiores  corres- 
ponden ala  parte  superior  del  coracoide  y  al  intervalo  coraco- 
escapular.  El  post-clavicular  es  muy  reducido,  así  como  el  post- 
temporal que  no  presenta  bifurcación. 

La  extremidad  inferior  del  supra-clavicular  llega  al  nivel  de  la 
perforación  escapular. 

En  la  disección  se  constató  que  las  aletas  ventrales  son  formadas 
por  3  radios,  de  otro  modo  invisibles. 

Al  arco  hyoidiano  corresponden  6  radios  branquióstegos  (fig.  8 
lám.  vil).  El  inter-hyai-es  un  poco  dilatado  en  su  base,  el  epi-hyal  tan 
alto  como  largo,  soporta  sobre  su  cara  externa  los  dos  branquióste- 
gos post«»riores.  Los  tres  anteriores  están  en  relación  con  el  cerato- 
hyal  que  presenta  en  su  borde  superior  pequeñas  denticulaciones. 

La  forma  del  hueso  opercular  (fig.  7  lám.  vii)  es  la  de  un  trián- 
gulo equilateral  que  presentaría  una  apófisis  en  su  ángulo  supe- 
rior. El  pre-opercular,  semicircular,  se  encuentra  soldado  con  el 
hyo-mandibular  y  el  cuadrado.  Presenta  en  su  parte  inferior  dos 


lahtlle:  nota  sobre  los  zoaboidos  argentinos.  436 

cavidades  oónicaa  que  llegan  casi  hasta  el  centro  del  hueso.  El  sim- 
pleotico  se  encuentra  muy  reducido. 

Los  cuadros  siguientes  indican  las  dimensiones  absolutas  y  cen- 
tesimales de  C  acropterus]  y  al  mismo  tiempo  —  por  conformarse 
con  las  costumbres  de  los  ictiólogos  —  las  relaciones  de  las  princi- 
pales partes  del  cuerpo  entre  si. 


DnfBMSIOlfBS  DB  LAS  ALBTA8. 


Nombres 

N. 

•  1 

N/ 

»2 

N. 

•4 

absolutas 

ofoS 

absolutas 

OfoS 

absolutas 

OfoS 

LP 

mm 
70 

82 

16 
5 

71 
415 

15 
800 

184.5 

59.8 

29.9 

9.8 

182.6 

775.6 
28.0 

560.7 

mm 
80 

84 

16 
6 

79 
406 

11 
801 

152  1 
62.0 
26.1 
11.2 

148.4 

766.6 
20.6 

565.5 

mm 
69 

88 

17 
6 

92 
450 

12 
827 

119.9 
57.8 
29.5 
10.4 

159.9 

182.5 
20.8 

568.6 

bP 

LV 

bV 

LD 

bD 

LA 

bA 

L,  largo  del  radio  mayor,  b,  largo  de  la  base. 


436 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


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lahille:  nota  sobee  los  zoaeoidos  argentinos.  437 


MBDIDA8  ABSOLUTAS  Y  BU  CENTESIMOS  DBL  CUBBPO. 


Largo 

N.o  1 

N.«2 

N.o  4 

absolutas 

Ote 

absolutas 

■    -         ■    'X 
«ÍO 

absolutas 

o/o 

Cabeza 

mm 
118 

119 

295 

582 

552 

18 

21 
959  gr. 

220.5 

214.9 

564.4 

1000.0 

855 
89.2 

mm 
119 

117 

296 

582 

551 

18 

21 
1280  gr. 

2286 

219.8 

552.0 

1000.0 

81.9 
87.5 

mm 
127 

121 

827 

575 

598 

18 

28 
1485  gr. 

239.9 

210.4 

584.8 

lüOO.O 

29.5 
88.2 

Tronco 

Cióla 

Cuerpo 

Largo  máximo . . 
Diámetro  ojo... 
Frenttv. ......... 

Peso 

Cankolkpis  acbopterus  (Belaciokbs).! 


Nos. 

S:T 

S:HU 

S:P 

7,60 

S:haA 

T:Y 

T:J 

T:ET 

1 

4,50 

7,82 

8,18 

6,50 

8,80 

1,96 

4 

4,52 

7,50 

8,83 

8,09 

7,06 

8,62 

1,81 

2 

4,47 

7,94 

6,65 

7,56 

6,61 

8,88 

l,í)8 

8 

5,02 

7,27 

7,68 

8,01 

6,87 

8,77 

1,95 

5,61 
5,52 

5,66 
4,40 


Nos. 

T:LP 

LP:LV 

LP:dB 

dB:bP 

Q:pO 

Q.aA 

1 

1,68 

4,88 

1,59 

1,87 

2,87 

1,28 

4 

1,85 

4,06 

1,27 

1,68 
1,88 

2,47 

1,82 

2 

1,48 

5,00 

1,70 

2,08 

1,18 

8 

1,52 

4,00 

1,20 

1,76 

1,98 

1,17 

HD:HU 


1,04 
1,24 

1,17 
1,18 


1  En  la  nota  siguiente  «Fiches  ichthyomótríques»,  el  lector  encontrará  la  ex- 
plicación de  la  notación  que  he  adoptado. 


438  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Gymnelinae. 

Los  dos  géneros  que  representan  en  nuestros  mares  esta  sub- 
familia tienen  dientes  tanto  sobre  el  vómer  y  los  palatinos  como 
sobre  las  maxilas.  Poseen  escamas  aunque  poi^o  visibles. 

En  MelanOHtigma  el  orificio  respiratorio  queda  reducido  casi  á 
un  poro.  Las  pectorales  son  muy  pequeñas  y  el  cuerpo  delgado. 

Considero  Bothrocara  Bean  (Proc.  U.  S.  Nat.  Mus.  1890)  del  Pa- 
cífico Norte,  como  sinónimo  de  May nea;  creo  pues,  que  los  géneros 
no  pueden  ser  basados  únicamente  sobre  la  procedencia,  y  diferen- 
cias de  más  ó  menos,  (boca  más  grande,  cráneo  más  cayernoso, 
dorsal  más  baja). 

Ot/mnelichthyH  Fischer  (Deutsche- polar  Exped.)  es  también  un 
sinónimo  de  Maynea. 

iMaynea. 

Maynea  Cunningham.   Trans.   Linn.   Soc.  Lond.  Vol.  xxvn, 

1871,  p.  471  (patagónica). 
Maynea  Günhter.  Proc.  Zool.  Soc.  Lond.  1881,  Tab.  2. 
Bothrocara  Bean.  Proc.  U.  S.  Nat.  Mus.  1890,  38. 
OymnelichthyH  Fischer.  Deutsche-polar  Expedition.  1885. 

Cuerpo  alargado,  comprimido.  Piel  con  pequeñas  escamas  esfé- 
ricas engastadas  en  ella,  con  espacios  entre  ellas.  Dorsal,  caudal  y 
anal  unidas.  Ventrales  ausentes.  Maxilas  igualmente  armadas  en  la 
parte  anterior  con  pequeños  dientes  más  bien  alejados.  Algunos 
pequeños  dientes  sobre  el  vómer  así  como  sobre  los  palatinos.  Una 
hilera  de  poros  grandes  á  lo  largo  de  las  maxilas  y  unos  pocos,  más 
bien  pequeños,  en  las  mejillas.  Seis  radios  branquiostegios ;  fenta 
branquial  estrecha;  su  membrana  atada  al  itsmo;  seudobranquias 
presentes.  Ningún  apéndice  pilóríco. 


Maynea  patagónica  Cunn. 

Cunningham  Trans.  Linn.  Soc.  London,  1871,  p.  471. 
Perngia  A.  Appunti  sopra  alcuni  pesei  Sud-Americani,  1891, 
pág.  24. 

Steindachner  F.  Fische  der  Sammlung  Píate,  1898,  p.318. 
El  tipo  descripto  por  Cunningham  fué  encontrado  por  el  cNassau» 
en  las  regiones  magallánicas,  (canal  de  Smith  ó  Islas  Otterj. 


LAHILLE:  NOTA  SOBRE  LOS  ZOAROIDOS  ARGENTINOS.  439 

Vinciguerra,  zoólogo  de  la  expedición  italiana  de  Boye  á  los 
mares  Australes,  consiguió  también  la  misma  especie  en  la  Isla  de 
los  Estados  ^. 

En  su  viaje,  Píate  encontró  en  Tierra  del  Fuego,  (Seno  del  Al- 
mirantazgo) tres  individuos  de  la  misma  especie.  Steindachner  los 
examinó.  Medían  respectivamente,  13,3  y  15  centímetros. 

El  hocico  es  más  largo  que  el  diámetro  del  ojo  y  entra  cerca  de 
cuatro  veces  en  el  largo  de  la  cabeza.  Está,  entre  6,6  ó  7,3  en  el 


Fifi:.  8.  —  Maynea  pcUagonica  Cunn.  Según  Günther  (1.  c),  A  Individuo  adulto. 
B  Individuo  más  joven. 


largo  total  y  la  altura  del  tronco  cerca  de  diez  veces  en  el  mismo 
largo.  Lo  mismo  que  en  el  ejemplar  obtenido  por  Vinciguerra,  se 
notan  14-16  fajas  transversas,  más  anchas  que  los  intervalos  que 
las  separan. 

Melanostigma. 

Melanostigma,  Günther.  Proc.  Zool.  Soc.  Lond.  1881,  621. 

Según  su  autor,  este  género  se  acerca  de  Gymnelis  y  de  Maynea 
por  la  ausencia  de  las  ventrales,  y  se  distingue  técnicamente  de  los 
dos  por  sus  dientes  mucho  más  alargados,  dispuestos  en  una  sola 
hilera  en  las  máxilas,  vómer  y  palatinos. 

Jordán  y  Evermann  hacen  notar  además  otro  carácter  muy  im- 
portante, señalado  por  Günther  en  la  descripción  específica,  la 
redacción  del  orificio  branquial  casi  á  un  simple  poro. 

Si  se  agrega  además  que  las  pectorales  son  muy  pequeñas,  se 
habrá  dicho  todo  lo  necesario  para  caracterizar  á  estos  peces. 


*  Ejemplar  de  10  cts.,  estudiado  por  Perup:ia,  quien  opina  con  razón  que  las  14 
fascias  verticales  de  color  marrón-oscuro  que  se  ven,  pueden  ser  un  carácter 
juvenil. 


440 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Molanostigma  gelatinosum  Günther. 


Günther,  Proc.  Zool.  Soo.  London, 

1881. 
Jordán   y  Evermann.   Fishes   of 

North  and  Midle  America,  1896, 

2479  N.o  2843. 


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Todo  el  cuerpo  está  envuelto  como 
en  Liparis,  por  una  piel  delgada  y  mo- 
vediza. Cabeza  grande,  alta  y  compri- 
mida; hocico  obtuso,  ojo  grande,  dos 
séptimos  del  largo  de  la  cabeza,  más 
largo  que  el  hocico.  Hendidura  de  la 
boca  más  bien  oblicua,  pero  la  maxila 
inferior  no  se  prolonga  adelante  de  la 
superior.  Labios  no  son  carnosos.  Cos- 
tados de  la  boca,  orificio  respiratorio  y 
ano  negros. 

Largo  total  del  ejemplar  5,5  pulga- 
das. Se  obtuvo  el  15  de  Enero  de  1886 
en  el  estrecho  de  Magallanas  (Bahía 
Tilly)  por  24  brazas. 

En  el  primer  viaje  que  efectué  en 
1897  á  la  Tierra  del  Fuego,  encontré 
en  el  canal  de  Beagle,  ca^i  frente  á  La- 
pataia  y  en  fondo  de  32  brazas  un  indi- 
viduo de  esta  especie.  Fué  depositado 
á  mi  regreso  en  el  Museo  de  La  Plata, 
mide  quince  centímetros  de  largo  total. 

El  tipo  encontrado  por  Coppinger 
en  el  estrecho  de  Magallanes  durante 
la  campaña  del  Alert  presentaba  sobre 
los  costados  algunas  manchas  de  un 
gris  purpurino  \ 

El  ejemplar  recogido  por  mí,   tiene 


1  «Upper  parts  tinged  with  a  purplish  grey; 
sides  marbled  with  the  same  colour,  wich  tow- 
ards  the  end  of  the  tail  becomes  more  intense, 
almost  black.» 


lahille:  nota  sobre  los  zoarcidos  argentinos.  441 

al  contrario  un  color  uniforme  gris,  muy  oscuro,  casi  negro  con 
visos  violetas;  el  vientre  es  de  un  gris  más  claro. 

Como  no  difiere  del  tipo  de  la  Bahía  Tilly  sino  por  el  color, 
y  por  su  dorsal  que  es  de  una  altura  casi  igual  en  toda  su  ex- 
tensión, asi  como  lo  representa  Brown-Goode  (Oceaníc  lohthyo- 
logie,  lám.  Lxxxn,  N.**  284)  y  como  por  otra  parte  la  piel  de  este 
pez  es  tan  movediza,  aún  sobre  las  aletas,  que  no  sería  de  extra- 
ñar que  lo  notado  por  Günther  fué  debido  sólo  el  estado  de  pre- 
paración del  animal,  no  daré  un  nombre  especial  al  ejemplar  que 
encontré  en  Lapataia. 

Contenía  en  su  estómago  restos  de  crustáceos;  de  iSeroÍM  entre 
otros. 

Cuando  se  obtenga  nuevo  material  llegará  la  oportunidad  de  dis- 
cutir si  conviene  crear  ó  no  para  él  una  nueva  especie. 


EXPLICACIÓN  DE  LAS  LAMINAS. 


LAMINA  VI. 

Fig.  1.  Lycodalepvt  Morenoi  Lah.  visto  de  p^^rfil.  Reducción:  cuatro  veces. 
Fig.  2  y  8.  Cabesa  vista  de  arriba  y  abajo.  Reducción:  dos  veces. 
Fig.  4.  Interior  de  la  boca.  Tamaño  natural. 
Fig.  6.  Escama  vista  de  perfil.  Aumento:  *V*. 
íHg.  6.  Escama  vista  de  abajo.  Aumento:  -^^ 

LÁMINA  VII. 

Fig.  1.  Caneohpis  acropterus  Lah.  macho.  Visto  de  perfil.  Largo  total :  558"' 

Fig.  2.  Otro  individuo  más  viejo  (cf  ?)  visto  de  perfil.  Largo  total:  575"'"'. 

Fig.  8  y  4.  Escama  vista  de  perfil  y  por  debajo.  Aumento:  Ift. 

Fig.  5.  Mandíbula.  Tamaño  natural. 

Fig.  6.  Pre-maxilar  izquierdo;  tamaño  natural. 

Fig.  7.  Arco  pterigo-palatino  y  huesos  operculares.  Reducción:  -),. 

Fig.  8.  Arco  hyoidiano.  Tamaño  natural. 

Fig.  9.  Cintura  escapular. 

Fig.  10.  Palatinos  y  vómer,  tamaño  natural. 


FICHES  ICHTHYOMÉTRIQÜES. 

PAR 

PEBNAND  LAHILLB. 


Tant  que  le  nombre  des  espéces  connues  a  été  pen  considerable 
et  tant  qu'on  a  cru  a  leur  réalité  objective  et  á  leur  constance, 
quelques  xnots  ou  quelques  mesures  ont  suffi  pour  les  caractóriser. 
Aujourd'hui,  il  ne  saurait  en  étre  de  m6me.  L'espéce  ne  représente 
plns  qne  la  reunión  d*individus  auxquels  nous  donnons  un  méme 
nom;  et  ees  noms  se  sont  multipliés  et  se  multiplieront  a  Tinfini, 
car  dans  la  continuité  des  formes  vivantes,  les  caracteres  isolés 
peuvent  se  grouper  d'une  maniere  infiniment  variée,  et  osciller 
entre  des  limites  souvent  fort  grandes. 

Actuellement,  le  naturaliste  doit  s'attacher  surtout  á  Tétude  des 
variations  et  a  la  recherche  des  conditionsdu  milieu  interne  ou  ex- 
terne qui  les  produisent.  Ce  n'est  plus  par  conséquent  d'un  seul 
caractére  qu'il  faut  teñir  compte,  mais  de  Tensemble  de  tous,  ou 
du  moins  du  plus  graud  nombre.  II  faut  done  se  préocuper  de  met- 
tre  en  évidence  leurs  rapports  et  de  les  exprimer  de  la  fa9on  la 
plus  méthodiqne  et  la  plus  simple,  entáchant  d'obtenir  surtout  des 
valeurs  qui  soient  direotement  comparables  entre  elles. 

Les  progres  des  sciences  d'observation  sont  singuliérement  aidés 
par  les  progrés  des  notations  qu'elles  emploient  et  qui  permettent 
d*abréger  les  phrases,  de  synthétiser  et  souvent  de  prévoir.  E^ien 
de  plus  simple  que  de  représenter  Thydrogéne  et  l'oxygéue  par  la 
lettre  initiale  de  leur  nom,  et  pourtant  on  a  pu,  gráce  a  cette  pre- 
miére  convention  représenter  Teau  par  sa  composition,  et  arriver 
par  ce  méme  systéme,  aux  formules  atomiques  de  constitution  et 
de  stéróochimie  qui  permettent  de  découvrir  tous  les  jours  de  nou- 
veaux  procedes  d'analyse  ou  de  synthese,  et  qui  mettent  en  évi- 
dence les  propriétés  caractéristiques  de  chaqué  corps  qu'elles  repré- 
sentent. 

Pourquoi  ne  rechercherait-on  pas  en  Histoire  naturelle  á  ex- 
primer aussi  par  des  valeurs,  des  lettres  ou  des  symboles  les  ca- 

Amal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  8bs.  8%  t.  ix.  Febrsro  24,  1906.  80 


444  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

ractéres  essentiels  des  formes  que  Ton  ohoisit  comme  types,  com- 
parables, (comme  je  le  disaís  daiis  un  travail  antérieur  pnblié  dans 
cea  mémes  Annalee:  Lo8  Zoárcidos  argentinos,  p.  403),  a  des  sta- 
tions  que  Ton  construit  de  distance  en  distance  sur  les  voies  ferróes 
de  pénétration,  qu^on  peut  comparer  aux  ligues  de  Tévolution  na- 
turelle  de  la  vie. 

J'ai  adopté  depuis  longtemps  dans  l'étude  des  poissons  un  pro- 
cede de  mesure  bien  simple,  qui  a  Tavantage  de  rendre  compara- 
bles les  es  peces  entre  elies,  ainsi  que  les  formes  jeunes  et  ágées,  et 
qui,  en  outre,  permet  de  reconstruiré  graphiquement  et  avec  faci- 
lité les  poissons  mesures.  Le  principe  est  bien  connu;  il  est  appli- 
qué  depuis  longtemps  en  anthropométrie.  En  ichthyométrie, 
F.  A.  Smitt,  Andrés  et  d*autres  naturalistes  s  en  sont  servis.  Malheu- 
reusement,  la  plupart  d'entre  eux  ont  employé  de  nombreux  termes 
de  comparaison,  c*est-á-dire  qu'ils  ont  adopté  en  réalité  diverses 
catégories  d'unités.  Tantót  la  hauteur  du  corps,  tantót  le  diámetro 
de  Toeil,  la  longueur  de  la  tete,  ou  de  la  pectorale  ou  du  museau. 
En  outre,  dans  certaines  descriptions,  ils  indiquent  quelques  me- 
sures qu'on  ne  retrouve  plus  dans  les  descriptions  des  espéces  ou 
des  genres  voisins,  et  par  ce  fait  toute  comparaison  devient 
impossible.  D'autres  fois,  dans  la  description  de  deux  espéces,  les 
unités  choisies  sont  difíérentes,  et  par  suite  on  ne  peut  non  plus 
les  comparer  aisément. 

Les  spéciographes  et  les  morphologistes  auraient  pourtant 
tout  avantage  a  se  mettre  d*accord,  pour  décrire  d'une  faQon  tou- 
jours  uniforme  les  animaux  de  chaqué  groupe,  et  ríen  ne  facilite- 
rait  plus  leur  travail  qu'une  serie  de  formulaires  rédigés  par  des 
spécialistes  et  qu'ils  n 'auraient  ensuite  qu'á  remplir. 

Depuis  1898,  j'emploie  en  ichthyométrie  le  procede  suivant 
que  j'ai  exposé  dans  unebrochure^  et  une  note*  publiée  dans  le 
Boletín  de  Agricultura  y  Ganadería,  Mayo  1901. 

Toutes  les  dimensions  des  individus  étudiés  sont  indiquées 
d'abord  en  chiffres  absolus,  mais  exprimées  ensuite  par  les  valeurs 
qu'  elles  prendraient  si  la  longueur  du  corps  du  poisson,  mesuré 
depuis  Textrémité  du  museau  jusqu'á  la  derniére  vertebre,  deve- 
nait  égale  a  un  métre  de  long, 

Tous  les  individus  examines,  áquelque  groupe  qu'ils  appartien- 
nent,  de  quelque  varíete  ou  provenance   qu'ils  soient,  étant   ains 


*  Preparación  de  un  Atlas  Talasográfíco  para  el  fomento  de  la  industria  mari- 
tima,  6s.  Aires  1901,  in  8,  avec  figures  et  plans. 
'  Estudio  sistemático  de  los  peces,  1.  c. 


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446  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

rapportés  á  an  métre  de  long,  sont  directement  comparables,  et  ríen 
n'est  plus  aisé  que  de  traoer  des  coarbes  exprímant  les  varíations 
de  chaqué  caractóre,  suívant  Táge,  le  sexe,  les  localités,  les  modifi- 
cations  naturelles  ou  artificielles  du  milíeu,  les  espéoes,  etc.,  etc. 

Lorsqu'on  aura  f ait  porter  les  observations  sur  un  nombre  suffi- 
samment  grand  d'individns  prís  dans  des  milieux  soigiieusement 
determines,  on  disposera  d'une  base  commode  pour  aborder  et 
resondre  les  probl¿mes  de  la  morphologie. 

II  convient  de  prendre,— et  le  Dr.  Andrés  le  fait  aussi, — tontea 
les  mesures  dn  corps  du  poisson  sur  la  ligne  f rontale  (FF')  ou  inter- 
seotion  de  la  surface  de  l'auimal  avec  le  plan  frontal  qui  divise 
rindividu  en  portion  dorsale  et  ventrale.  Cette  droite  passera,  par 
convention,  par  la  poiute  du  museau  et  par  le  centre  de  la  derniére 
vertebre. 

Pour  reprósenter  les  diverses  mesures,  j'ai  choisi  autant  que 
possible  comme  abréviatíons,  les  initiales  des  noms  des  organes  a 
mesurar;  et,  de  méme  qu'en  Chimie,  la  nécessité  d'éviter  des  répé- 
titions  oblige  ase  servir  de  quelques  lettres  qui  nesemblent  pas  se 
relier  directement  á  la  partie  qu'elles  représentent. 

Les  majuscules:  D,  P,  V,  A,  C,  expriment  pour  les  ichthyologistes 
du  monde  entier  les  nageoires:  dorsale,  pectorale,  ventrale^ 
anale  et  cándale.  C'est  une  premiere  base  de  notation;  et  par  une 
simple  derivation:  Di,  D2;  Ai,  A2,  As  représenteront  la  dorsale 
antérieure  et  la  postérieure,  ainsi  que  la  premiere,  deuxiéme  et 
troisiéme  anale.  De  méme;  s  et  i  signifieront  toujours:  supórieur  et 
inférienr  et  par  conséquent  Cs  et  Ci  seront  les  lobes  supérieur  et 
inférieur  de  la  cándale;  et  au  besoin,  lorsqu'une  pectorale  sebifur- 
quera  ou  se  divisera  on  pourra  aussi  exprimer  ses  lobes  par:  Ps, 
Pi. 

Les  lettres:  a  ^t  p  signifieront  toujours:  antérieur  et  postérienr. 
Comme  la  lettre  C  se  trouve  déjá  employée  pour  représenter  la  cán- 
dale, j'utilise  pour  désigner  le  corps  du  poisson,  compté  du  bout 
du  museau  jusqu'á  la  derniére  vertebre,  la  lettre  S  initiale  du  mot: 
Soma  (<Tto|xot,  corps).  Le  soma  se  divise  en  tete  (T);  en  tronc,  (U,  de 
ti'uncus)^  car  la  lettre  T  est  déjá  employée,  et  en  queue  (Q). 

On  devra  toujours  considérer  comme  tete  (T)  la  partie  du  corps 
compriee  entre  le  bout  du  museau  et  le  point  le  plus  postérienr  de 
Tappareil  operculaire,  que  ce  soit  uiiC  membrane  ou  une  épine. 
Lorsque  Popercule  n'est  pas  distincton  qu'il  n'existepas,  on  devra 
faire  passer  la  limite  postérieure  de  la  tete  par  le  bord  postérienr 
du  dernier  orífice  branchial. 


lahille:  fiches  ichthyométriqües.  447 

La  queue  (Q)  est  la  región  da  soma  comprise  entre  la  derniére 
vertebre  et  le  plan  transversal  qni  passe  par  Porigine  de  la  na- 
geoire  anale  (Téléostomes)  ou  par  le  bord  postérieur  du  cloaque 
(Holocéphales  et  Sélaciens). 

Le  trono  (U)  est  la  partie  comprise  entre  la  tete  et  la  queue;  et 
sí  á  la  somme  des  longueurs  de  ees  trois  régions,  ou  longueur  du 
sema,  (qui  est  la  longueur  totale  des  ichtbyologistes  auglais),  on 
ajoute  la  longueur  (E.  c  C)  du  rayón  central  de  la  queue,  on  aura  la 
longueur  totale  des  poissons  telle  que  la  mesnraient  Cuvier  et  Ya- 
lencíeunes;  tandís  que  si  on  ajoute  au  soma  la  longueur  de  la  pro- 
jection  de  toute  la  región  cándale  sur  le  plan  frontal  (tt  C),  on 
obtiendra  la  longueur  que  Smitt  appelle  longueur  totale  et  qu*il 
vaut  bien  mieux  nommer  longueur  máxima  (L)  pour  éviter  une 
confusión  deplorable. 

Je  représente  les  longueurs  par  1,  les  hauteurs  par  h,  les  distances 
par  d,  les  épaisseurs  ou  intervalles  par  e,  et  pour  exprimer  les 
valeurs  máxima  correspondantes  de  ees  quantités,  j'emploie  sim- 
plement  les  majuscules  de  ees  mémes  lettres.  Ainsi  Hü  signifie: 
hauteur  máxima  du  tronc,  ET  épaisseur  ou  largeur  máxima  de  la 
tete,  etc. 

La  lettre  B  sert  pour  désigner  la  branchie  et  entre  dans  la  com- 
position  des  abréviations :  E>B,  rayons  branchiostéges ;  dB,  dis- 
tan ce  entre  les  deux  angles  inférieur  et  supérieur  de  la  fente  bran- 
chiale. 

La  bouche  sera  représentée  par  M  (mouth,  bouche,  en  anglais), 
B  se  trouvant  déjá  occupé.  Les  abréviations  composées  signifient : 
HM,  hauteur  vertí  cale  máxima  de  la  fente  buccale ;  EM^  sa  largeur 
horizontale  máxima;  B  M,  épines  du  í^^  are  branchial;  pM,'point 
le  plus  postérieur  de  la  bouche  (bord  postérieur  du  maxillaire). 
Par  analogie,  les  barbillons  seront  designes  par  {jl  s,  (barbillons 
de  la  m&choire  supérieure)  k-í,  [a'í  (barbillons  de  la  m&choire  in- 
f  érieure ). 

Les  autres,  et  rares  lettres  grecques  employées  seront:  c»,  extre- 
mité  postérieure  de  Toccipit^l ;  X,  nombre  d'écailles  de  la  ligne  la- 
térale ;  Xs,  Xi,  partie  supérieure  et  iuférieure  de  la  méme,  lorsqu'elle 
se  divise,  e^écailles;  eaDi,  écailles  d'une  rangée  transverso  au  ni- 
veau  de  l'origine  de  la  V^  dorsale,  iusqu*á  la  ligne  latérale  et  en 
comprenant  dans  ce  nombre  Técaille  de  la  ligue  latérale  si  elle 
existe,  et  en  les  comptant  depuis  l'intersection  du  plan  sagittal 
avec  la  surface  supérieure  du  poisson ;  s  aA,  écailles  d*une  rangée 
transverso,  au  niveau  de  l'origine  de  Táñale,  en  les  comptant  depuis 


448  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

rintersection  da  plan  sagittal  aveo  la  sarface  du  ventre  ( ligne  sa- 
gitfcale  inféríeare)  jusqu'á  la  ligne  latérale.  La  lettre  ^,  représente 
la  distance  verticale  de  certaines  points  jnsqu'á  la  ligne  frontale. 

O  représente  l'opercule,  et  Y,  les  yeux. 

Poar  les  nageoires,  il  faut  examinar  la  longaear  de  learbase  (b) 
et  lears  rajons  (B)  qui  peavent  dtre  simples  c'est-á-dire  épineox 
Bs,  ou  articules  Ba,  oa  ramifiés  Br ;  N^  représentera  le  rang  da 
plus  longy  et  LB  sa  longaeur. 

J'indiqae  oi-joint  le  modele  (recto  et  verso)  des  fiches  ichthyomé- 
triques  que  j  emploie. 


POISSONS 


Nom  vulgaire 
Nom  scientiflque 


Nod'ordre 

Localité 

Date 

Sexe 

Poide 

Volume 

T 
U 
Q 

S 
RcC 
"0 

1 

L  =  S+'^C  = 

— 

K-T- 

-  — 

1                 d 

d'                 h 

e 

pM 
cN 
cY 
aO 

pO 

max 

aP 

aO, 

pOi 

aD» 

pDi 

aV 

el 

aA 

pA 

min. 

aCs 

aCi 

; 

:  ••••-  ■■ 

N  AGEOI RES                                        | 

Rs 

ña            Rr           N* 

LR           b      1 

P 
V 
Dt 
D, 
A 
Cs 
Ci 

•' 

MESURES  DIVERSES 

X 

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HS 

vY 

aY 

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HU 

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J 

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M 

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S :  pG 

T:ET 

T:Y 
T:aY 

(U+Q):HU 

ETteY           1 

DENTITION 

Prém. 

Maxil. 

Vom. 
Palat. 

Dent. 

OBSERVATIONS 

Formula  vertébrale : 

lahille:  riOHES  iohthyométeiques.  451 

DaDS  la  premiére  partie  on  inacrít  le  N.^  d*ordre  da  poísaon^  la 
localité  et  la  prof ondetir  oú  on  l'a  recaeíllí,  la  date,  le  sexe,  le  poids, 
le  yol  ame  et  les  longaears  des  principales  ré^ons  da  oorps:  la 
tete  T,  le  tronc  U,  la  qaeae  Q,  le  soma  8,  le  rayón  central  de  la 
cándale  !R  c  C,  et  la  projection  de  la  nageoire  cándale  tc  C. 

La  seconde  partie  de  la  fiche  sert  á  inseriré  les  principales  don- 
nées  stéréométriqaes  da  soma.  La  premiére  colonne  contíent  Téna- 
mération  des  points  caractéristiques  oa  points  frontanx  determi- 
nes sar  la  ligne  frontale  par  les  plans  transverses  passant  par  les 
parties  saivantes : 

Angle  postérienr  dn  maxillaire  p  M 

Oeotre  de  la  narioe o  N 

Centre  de  la  pnpille c  Y 

Bord  antérienr  de  Popercule a  O 

Eytrémité  postérieure  da  sur-occipital p   ta 

Bord  le  plus  postérieur  de  Topercule p  O 

Nageoire  pectorale  (racine  antérieure) a  P 

Partie  la  plus  haute  du  corps max 

1'*  nageoire  dorsale  (racine  antórieure) a  Dt 

»  »  »        (racine  postérieure p  Di 

2r*  nageoire  dorsale  (racine  antérieure) a  Dj 

»  »  »        (racine  postérieure)  p  Dt 

Nageoire  ventrale  (racine  antérieure) a  V 

Centre  de  Tanus el 

Nageoire  anale  (racine  antérieure) a  A 

»  »      (racine  postérieure) p  A 

Partie  la  moins  baute  du  corps min 

Nageoire  cándale  (racine  supérieure) a  Os 

»  »        (racine  inférieure ) aCi 

Dans  la  seconde  colonne,  on  inscrit  les  valeurs  absolaes  et  cen- 
tesimales des  longaears  (1)  entre  le  mnseaa  et  chacan  des  points 
frontanx. 

La  troisiéme  colonne  est  réservée  aax  distances  des  points  fron- 
tanx á  la  ligne  sagittale  snpérieare  (d);  la  qaatriéme  aax  distances 
de  ees  mémes  pofnts  a  la  ligne  sagittale  inférienre  (d');  la  cinqaié- 
me,  aax  haute ars  (h)  et  la  sixiéme  aax  épaissears  (e). 

En  réalité  les  haatenrs  oa  distances  qai  séparent  les  points  co- 
rrespondants  des  lignes  sagittales  inférienre  oa  sapérieare  repré- 
sentent  simplement  la  somme  de  d-f-d';  aassipeat-on  calcnler  les 
valears  qai  se  placeront  dans  cette  colonne  en  additionnant  les  va- 
lears  correspondantes  de  d  et  d'. 

Ponr  simplifier  la  notation,  on  pent  sapprímer  la  lettre  1  devant 
les  lettres  des  points  frontanx,  lorsqn'on  veat  parler  des  distances 
de  ees  points  a  Textrémité  antérieare  da  maseaa.  Par  exemple,  a  O 


462  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

sera  la  méme  chose  que:  laO  et  voudra  diré:  distance  entre  lepoint 
préopercalaire  et  la  pointe  du  maseaa.  Je  ferai  remarquer  en  pas- 
Bant,  que  cette  distance  est  celle  qneSmitt  appelle;  tete  rédaite  (t). 

Bien  entenda  que  les  longueurs,  les  distances  et  les  hauteurs,  se 
prennent  dans  un  plan  paral  lele  au  plan  sagittal,  c'est-a-dire  en 
nesuivant  pas  les  contours  du  corps,  ce  qui  revient  á  considérer  le 
poisson  comme  projeté  sur  le  plan  sagittal. 

La  troisiéme  partie  du  f ormulaire  sert  á  inseriré  les  valeurs  qui 
se  rapportent  aux  nageoires. 

Dans  les  colonnes  Bs,  Ba,  Br,  on  índiquera  le  nombre  des  rajons 
épinenx  (spinosij  Bs;  des  rajons  articules  Ba;  et  des  rayón  rameux 
Br.  Dans  la  coloune  suivante:  (n.°),  on  indiquera  le  rang  du  rayón 
le  plus  long;  dans  celle:  L  B,  on  inserirá  la  longueur  de  ce  méme 
rayón  enfin,  dans  la  derniére  coloune  b,  on  portera  l'indication 
de  la  longueur  de  la  base  des  nageoires. 

Le  verso  de  la  fiche  est  reservé  á  inseriré  les  diverses  mesures 
suivantes : 

le  nombre  d^écaiUes  de  la  lií^ne  latérale  ' \ 

>  •  de  la  ligne  latérale  en  sa  portion  supérieure X» 

»  »  de  la  ligne  latérale  en  sa  portion  inférieure Xi 

le  nombre  d^écailles  au  niveau  de  Torigine  de  la  1'"  dorsale. . .  £aDi 

le  nombre  d^écailles  au  niveau  de  Torigine  de  Táñale ^aA 

la  distance  entre  les  points  extremes  de  la   fente  branchiale.  dB 

les  rayons  branchiostéges RB 

épines  branchiales  du  !•'  are RM 

hauteur  máxima  du  corps  y  compris  les  nageoires  (dorsale  et 

ventrale  ) HS 

hauteur  máxima  de  soma HU 

épaisseur  máxima  du  corps EU 

épaisseur  máxima  de  la  tete ET 

longueur  du  rostre  depuis  l'extrémité  de  la  máchoire  inférieu- 
re jusqu^ék  la  pointe  du  museau cV 

distance  minima  entre  les  narines  postérieures eN 

distance  minima  entre  les  yeux eY 

diamétre  horizontal  de  PobíI Y 

diamétre  vertical  de  PobíI v Y 

hauteur  máxima  de  la  bouche RM 

épaisseur  máxima  de  la  bouche EM 

distance  des  lobes  postérieurs  de  la  cándale dpC 

hauteur  de  la  stola  (chez  les  Athérinidés) S 

barbillons  de  la  máchoire  supérieure p.s 

barbillons  antérieurs  de  la  mftchoire  inférieure ai 

barbillons  postérieurs  de  la  máchoire  inférieure m'í 


*  En  comptant  celles-ci  de  l'angle  supérieur  de  la  fente  branchiale,  jusqu'au 
centre  de  la  derniére  vertebre.  Lorsque  la  ligne  latérale  n'existe  pas,  on  doit  bar- 
rer X  et  indiquer  le  nombre  d'écailles  d^une  rangée  longitudinale  comprise  entre 
les  limites  procedentes. 


lahille:  fiches  ichthyométriques.  463 

La  quatriéme  colonne  comprend  une  serie  de  mesures  que  Ton 
peut  calculer  avec  les  dounées  de  la  premié  re  partie  de  la  fiche;  ce 
sont: 

aY  ou  museau,  ou  tete  préorbitaire;  est  égale  á  cY  —  ~ 

J  ou  joue,  est  égale  á  a  O  —  p  M 

p  Y  ou  tete  post  -  orbitaire,  est  égale  a  p  O  —  (a  Y  -|-  Y) 

Q-  (de  Y3ta-Tip  abdomen)  re  presentera  la  longueur  pré-abdomina- 

le,  ou:  aV— aP 

pG,  longueur  post-abdominale  ou:  a  A  —  aV 

p  Q  représente  le  pédoncule  caudal,  c*est¡-á  diré  S  —  p  A 

oaP  et  o  a  V  représentent  les  distances  qui  séparent  les  inser- 

tions  supérieure  de  la  pectorale  et  de  la  ventrale,  de  la  lignefron- 

tale. 

Dans  la  seconde  partie  du  verso  du  f ormulaire,  se  trouve  indiquée 

une  serie  de  rapports  á  établir,  soit  pour  comparer  facilement  le 

poisson  avec  les  descriptions  antérieures  desichthyologistes,  soit 

aussi,  pour  se  rendre  compte  de  Tétat  de  développement  et  de  santé 

des  espéces  que  Ton  éléve  dans  un  but  commerrial.  Dans  ce  cas,  ce 

T         U  -4-  O 
sont  les  rapports  g^  et  -¿yj^  qui  sont  les  plus  importants  k  con- 

naitre. 

Voici  le  détail  de  ees  rapports  : 

Rapport  du  soma  et  de  la  tete S  ;  T 

»  »        »      et  de  la  hauteur  máxima  du  tronc.  8 :  HU    ' 

»        •      et  de  la  longueur  post-abdominale . .  S  :  p  G 

Rapport  de  la  tete  et  du  diamétre  horizontal  de  l'oeil. .  T  :  Y 

Rapport  de  la  tete  et  du  museau T:aY 

Rapport  de  la  tét*»  et  de  la  hauteur  máxima  du  tronc.  T  :  HU 

Rapport  de  la  tete  et  de  la  hauteur  de  la  queue T  :  h  Q 

Rapport  de  la  longueur  de  la  tete  avec  son  épaisseur 

máxima T  :  ET 

Rapport  du  tronc   et  de  la  queue  avec   la  hauteur 

máxima   du    tronc (U  +  Q)  :  HU 

Rappoi*t  de  Tépaiseur  máxima  de  la  tete  et  la  distance 

minima  entre  les  yeux ET  :  eY 

Rapport  entre  la  hauteur  máxima  du  tronc  et  la  lar- 

geur  de  la  stola  (  chez  les  Athérinidés) HU  :  i] 


Dans  la  troisíéme  partie  du  tablean  on  peut  inseriré  lea  caracte- 
res prineipaux  de  la  dentition,  et  enfin,  terminar  la  fiche  par  la 
serie  d'observations  qu*il  peut  y  avoir  lien  de  faire,  a  propos  de 
Táge,  Tétat  general,  l'alimentation,  l'abondance,  le  sexe,  le  déve- 
loppement des  organes  reproducteurs,  etc.,  ou  toute  autre  parti- 
cularité  de  Tanimal  étudié. 


454 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Pour  mesurer  les  largeurs  absolues  des  poissons  je  me  suis  servi 
quelque  temps  d'un  ichthjométre  de  mon  iiivention  et  qai  me 
donnait  a  la  fois,  les  distances  des  points  frontaux  au  miisean, 
répaissear  du  corps  en  ees  points  et  les  distances  de  ees  mémes 
points  aux  lignes  sagittales  supérieure  et  inférieare. 

Qnoiqne  Tappareil  ne  fut  pas  encombrant  et  qu'il  püt  méme  se 
démoiiter  il  tenait  encoré  pas  mal  de  place  et  comme  la  question  de 
volume  est  un  gros  probléme  pour  le  naturaliste-voyageur,  sartont 
dans  eertaines  régions,  j'ai  adopté  de  noaveaa  rancien  systéme 
des  fils. 

La  figure  ci-jointe  représente  l'appareil  dont  je  me  sers  aa  labo- 
ratoire  et  qui  est  remplacé  dans  les  voyages  par  une  simple  plan- 


Fig.  2.  Ichtliyométre  simplifié. 


chette,  qu'on  peut  mettre  au  fond  de  sa  valise  et  dont  une  extrémi- 
té  se  replie sur  lautre a  angle  droit  á  l'aide  d'une  chaniére  á  arrét 
Dans  la  planchette  se  trouvent  encastrées  deux  regles  millimé- 
triques  dont  les  zéros  correspondent  au  plan  vertical  du  butoir. 

Le  poisson  est  étendu  sur  le  milieu  de  la  tablette,  le  museau 
tout  centre  le  butoir.  Un  fil  qui  passe  dans  celui-ci  et  que  Ton  tend 
sur  le  poisson  depuis  la  pointe  du  museau  k  la  dernier  vertebre 
matérialise  la  ligne  frontale. 

D*autres  fils  munis  d'un  petít  anneau  glissant  dans  une  tringle 


lahille:  riCHES  ichthyométriques.  466 

mobile  placee  d'un  c6té  de  la  planchette,  et  tendus  par  une  petite 
bague  de  plomb  attaehée  a  leur  autre  extrémité,  soi)t  disposés  sur 
le  poisson,  á  angle  droít  avec  la  ligue  frontale  et  les  regles  gra- 
duées.  On  les  fait  passer  par  les  points  caractéristiques,  et  une 
lecture  directe  donne  les  distances  des  points  frontaux  au  museau. 
Un  compás  á  glissiére — á  longue  branche  graduée — donne  ensuite 
les  distances  sagittales  supérieure  et  inférieure  de  ees  points,  ainsi 
que  répaisseur  du  corps  a  leur  niveau. 

Pour  éviter  que  les  fils  ne  s*enchevétrent,  je  les  fais  passer  dans 
de  petits  tubes  de  yerre  bordes  a  leurs  extrémités  et  comme  on  le 
Yoit  sur  la  figure. 

Les  planchettes  dont  je  me  sers  habituellement  ont  70  ets.  de 
long.  Pour  des  poissons  plus  longs,  on  peut  faire  préparer  des 
planchettes  pliantes,  d'une  longueur  double. 

Dans  la  pratique  journaliére,  et  sauf  pour  certains  groupes  spé- 
ciaux  (Siluriens,  Anguilles,  Symbranches),  ou  pour  des  individua 
tres  grands,  on  n'a  guére  á  mesurer  d'exemplaires  d*une  longueur 
supérieure  a  70  centimetres,  et,  dans  ce  cas,  il  suffiraít  au  besoin 
de  fixer  sur  la  table  du  laboratoire  deux  regles  graduées  et  paral- 
leles. 

Pour  calculer  les  valeurs  centesimales  des  dimensions  caracté- 
ristiques  des  poissons,  il  faut  multiplier  chaqué  valeur  absolue  par 
le  rapport  de  100  ou  de  mille,  á  la  longueur  du  soma  exprimée  en 
millimétres. 

Exemple:  Supposons  un  poisson  dont  le  soma  mesure  426™°^  et 
la  tete  61™"».  Pour  connaitre  la  longueur  de  la  tete  d'un  autre  indi- 
vidu  dont  la  longueur  serait  de  1000™"^  il  faut  calculer  la  propor- 

tiou  suivante:  -^  —  -^,^  oü  bien  x  =  61 X  i^ 

On  voit  que  pour  un  individu  determiné,  il  faudra  pour  obtenir 
les  mesures  centesimales  en  fonction  du  soma,  multiplier  toutes  ses 

dimensions  par  un  facteur  constant  (K)  égal  k  —^ 

Dans  le  tablean  ci-joint  j'ai  indiqué  les  valeurs  de  ees  constan- 
tes, pour  des  somas  variant  de  1  á  709.  C'est-á-dire,  qu'il  donne 
les  quotients  de  1000  pour  la  serie  des  nombres  de  1  a  709. 


466 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 


ünités    ' 

O 

I      ' 

51 

3 

_4      \j 

_'L 

_       I 

8 

1 

1 

Dizaines 

0000 

100  0   500  0*888.8 

250  o!200  0 

166.61  142.8  1  125.0  1 

Ul.li 

1           100  0,90  90   88.a8' 76.92 

71.40    m.m    (52  50  ¡58  80  ¡55  5ü|  52  68  1 

2        '  5(;  00  1  47  61 

45  45  148  48 

41.í»<>;40  00    118  4r,  ¡37  04    85  71 

f:4  49 

8         ,88  8»,  82  26 

81  25  130  80  1  29.41  1  28  57  i  27  77  i  27  («  i 

¿6  81 

25  64 

4         1  25  00  1  24  H9    28  81    28  26  i  22  73  '  22  22    21  74    21  28 

A)  84  ',20  41 

5         1  20  00    19  61  1  19  28  |  18.87  ,  18.52    IH  19    17  K>  ,  17.55 

17  24    IH  95 

6         '16  67    16  89    10.18    15  88    15. ()8    15  89    15  15    14  92 

14  70  ,  14  49 

7         1  14  28    14  08    18  88' 18.69  118.51    18  88    18  15    12  98 

12  82  i  12  65 

1          8         1  12  50,  12  84    12  19    12  04  1  11  90    11.70    11.62    11.49 

11  8<i    11.28 

1          9           11.11    10  98    10  86 

10  75'  10  (Í2'  10  52'  10  41  1  lO.»"»  I 

10  20 

10  10 

10         1  10.00    9  9U)|9  «28 

9  787  ;  9  615    9  523  1 

9.488    9  846 

9  259 

9  188 

U         '9(»90    9.(H0    8  ÍKW    8  K40    S  771    8  6*9-5 

8  621  ■  8  547 

8  474 

7.44J8 

12         18.888    8  264  ,8  19<>' 8  180,8.064    8  000 

7  98(>!7  874 

7  812 

7  751 

18           7  <)92    7  (>h:>  ,  7  575  |  7  518    7  462  ,  7  408  .7.852    7.U'99  ,  7.258  ,  7  194  1 

14         1  7.140  1  7  092  i  7  188  |  6  9í)8  '  7.944  1  6  HÍMi  '  6  819    6  K)2  i  6  788    6  711  | 

15         1  6  6*4)    (>  022  ,  0  57K  i  6  585    6.498    6  451    6  410 

6  8«9    6  829,6  2h9 

16           6  250    6.211    6  172  16.184    6  0Í)7 'o  CKlOiO  024 

5  988  15  952  ¡5  911 

17           5  882    5  847    5  818  '  5  774  i  5.747    5  714  |  6  OHl 

5  í>49!5  617'5.5b6 

18           5  555  ,  5  524  1  5  494  .  5  464  i  5.484  ,  5  4(i5  ¡  5  876    5.848  |  5  818    5  2;.7  | 

19         !5  2í«'5  285    5  208 

5.181    5  154  '5.128    5  102  15.076 '5  Or»0  ¡ 

5  (.^25 

20         ¡5  0iK),4  974  ,4  95(J 

4  925!  4  fOl  |4  877 

4.K58'4  880,4.807  | 

4.784 

21           4.761    4  789  14  716 

4  614;4.672    4  651 

4  H29 

4.61)8  ¡4  5S7 

4  566 

22         '4  545,4  525  14.504 

4.484  1  4. 102  1  4  444 

4.424 

4  405    4  8H>'4  806 

28         1  4  847  1  4  829  ;  4  810    4  291  ¡  4.278  |  4  255 

4  287 

4  219  1  4  201    4  184 

24 

4  1íi6    4  149    4  182    4.115    4  098 ,  4  («1 

4  0í>5 

4  048  1  4  082  14  016 

25 

4.000  18  984    8  9(i8    8  952    8  ím7  ¡8.921    8  906  | 

8.891    3  87»i  ,  8  861 

26 

8  846    8  881    8  816  18.802  18.787:8.778 

8  759 

8.745    8  788  13  718 

27 

8  704  1  8.r.90  1  3  676  \3  iml  8.612  1  8  686 

8  628 

8  610    8  bSf¡  ¡8  584 

28           8  570  :  8  5r^    8  546  |  8.538    8  521  |  8  508 

3.49í> 

8  4^4    8  472    8  4H0 

1        29           8  448    3.48(>    8  424  1  8  412    8.401    8  885 

8  875 

8  8ti7    8  av.' 8.844 

\        m           8  838    8  822  18  811    8  800  ;  8  28Í)    8  278    8  2»  i7    8  257  ¡  8  246  | 

8.286 

81           8  22,5    8  215  ¡8  205 '8  194  18  181 '8  174  18  164 

8  154    3.144 

8  184 

82         !  8  125  1  8  115  !  8  105  ¡  8  095  ;  8.08(> ,  8.076  |  8  ()67 

3.058  ¡8  048 

8.089 

88 

8  080  1  3  021  1  3  012  |  8  ()08    2  994  ¡  2  9a5  t  2  97(>  1 

2  967  1  2  í»58 

2  ^» 

84 

2  911    2.932  ,  2  923    2  915  '  2.906   2  2ÍI8  ,  2  8ÍÍ0  !  2  881 

2  873 

2.8ü5 

85 

2  857    2.849  !  2  840  i  2  882  '  2  824    2  816    2.8(í8    2  801 

2  798,2  7851 

86         .  2  777    2  770    2  762  '  2  754  ,  2.747  ]  2  789 

2.782    2  724 

2  719  !  2  710  1 

87         ,  2  708  i  2  695  ;  2. 6^8  ,  2  (580  !  2.678    2  m'y 

2  659    2  652 

2  Íi45 

2  í  88 

88         1  2  ♦^81  '  2  624  '  2  617    2  610  ,  2  ÍÍ04    2  597 

2.5iHi'2  588 

2  577 

2  570 

89           2  564    2  557  ,2  551  '2.544    2  588    2.581 

2.525 

2  518 

2  512 

2  506 

40          2  5«  0    2  498    2  487  '  2.481    2  475    2  469    2  4t>8 

2  457 

2.451  ¡2  444  1 

41           2.489  ,  2  488    2  427  \  2  421  i  2  415  ¡  2  409    2  408 

2  898 

2  392    2  88b 

42         1  2.880  !  2  875  '  2  8(i9  i  2.866  |  2  a^)8  1  2  852    2  847 

2  841    2  88<>    2  831| 

48          2  325    2  820    2  814    2  809    2  804    2  298    2  298 

2  288  ,  2  268 

2  277 

44           2  272    2  2í»7    2  2ti2    2  257  '  2  2^i2    2  247    2.242    2.2o7 

2  282 

2  227 

45         '2.222    2  217    2  212    2  207    2  202  i  2  197  |  2  192    2  188 

2  188 

2  178 

46          2  178    2  169    2.164 

2.159,2.155    2  150  12.146,2  141 

2  186  1  2  182 

47           2  127  12.128    2  119 

2.114    2.109    2  105    2  100 

2  096 

2  092    2  0H7 

48          2.088  12.079  12.074 

2.070    2.06(íi2.0(il    2.057 

2  058 

2  049  ,  2  044 

49          2.040    2  08«i    2  082 

2  028    2  024    2  020    2.016 

2  012 

2  008 

2.004 

i        50          2  000    1  99ÍÍI  1  í)92 

1  988 '1.984    1  980    1  976 

1  972 

1  968 

1  {m 

51         ;  1.9<:0    1.95(>:  1  952 

1.949'  1.945    1  911  ,  1.937 

1.984 

l.^W 

1  926 

52           1.928    1.919 

1.915 

1.911  '1.908    1  904 

1.901 

1.897 

1.893 

1.890 

53           1.886,1888 

1.879 

1.876,1  872  i  1.869 

1  8^5 

1  862 

l.&58:i  y&b 

1        54           1.85111848 

1.845 

1.841!  1.888  11.884 

1.881 

1.828 

1.824    1.821 

55         11  818 '1.814    1811 

1.808 '1.805  I  1.801  11.798 

1.795 

1  792 

1.788 

56         i  1785    1.782    1.779 

1.776,  1.778  1  1  769  11.766 

1  768 

1  760 

1  757 

57         !  1.754 '1.751    1.748 

1.745  1 1.742  1  1.789 

1  786 

1.788 

1  780 

1  727 

58         .  1.724  1  1.721    1.718 

1.715    1  712    1  709 

1  706 

1.708 

1.700 

1  697 

1        59         1  1.6í»4    1.692,1.6a» 

1  f»86    l.()88'  l.a50 

1  677 '1.675 

1.672 

1.669 

1        60           1  6íí<>1.6('kJ1  fí<)r!l(Í58,  1.655;  1.ÍÍ52    1.650    1.647 

1  644 

1  642 

61           l.()39  '  1.ÍJ8ÍÍ  1  1  Íi88  ;  1.631  '  1.628    1  62<i  '  1.628 

1.620 

1  618 

1  615 

i         62         :  1  612    1  (ilO    l.(i07 

1.605 '1.(Í02    1.600  11  597 

1.594 

1  592 

1.589 

68 

1.587  ,  1  585,  1.582 

1.579  11.577    1  574    1  572 

1  569 

1.567 

1.564 

'        64 

1.5t>2,  1  560'  1  557 

1  555    1  552 '1.550    1  547 

1.545 

1  543 

1  540i 

1        65 

1  588|l  536,1  538 

1.5B1  'l.52í)i  1  526'  1.524 

1  522 

1  519 

1.517 

66 

1.515    1.512  1  1  510 

1.508,  1.506    1.503'  1  501 

1.498 

1  496 

1.404 

67 

1  492  1  1.490  1  1.488 

1.485  11.488  ¡1.481  |  1.479 

1  477 

1  474 

1  472 

68 

1  470    1.4Í»;  1.466 

1.4&4    1.461    1.459(1.457 

1.456 

1.458 

1.461 

69 

1.449    1.447  1  1.445 

1  448.  1. 440  ll. 488  1 1.486 

1.484 

1.482 

1.490 

70 

1.428  !l  426 

'1.424 

1.422    1.42011  41f 

M  1.416 

1.414 

1.412 

1.410 

lahille:  fiches  ichthyométriqtjes.  457 

Dans  l*exemple  ci-dessus,  pour  trouver  la  valeur  de  1000  divisé 
par  426  ou  n'a  qu'á  lire  le  nombre  contenu  dans  le  tableau  au  croi- 
sement  de  la  ligne  horizontale  des  42  dizaines  avec  la  ligue  verti- 
cale  des  6  unités  et  on  obtient  le  résultat:  2.362.  Le  produit  de  cet- 
te  quantité  par  61  nons  donne:  14,3  cts.  pour  la  longueur  de  la  tete 
d*un  poissou  géométriqaement  semblable  aa  premier  et  qui  aarait 
un  métre  de  long. 

Si  on  considere  qu'en  un  temps  trés-court,  on  peut  gráoe  aux 
fiches  ichthyomótriques  établir  et  conserver  le  signalement  exact 
des  poissons  que  Ton  étudie;  si  on  considere  également  la  grande 
facilité  qu'elles  offrent  ensuite  pour  la  comparaison  des  formes^  je 
ne  doute  pas  que  leur  usage  ne  se  généralise  á  la  plus  entiére  satis- 
f action  des  morphologistes  et  des  spéciographes  qui  s'en  serviront. 


ALGUNAS  OBSERVACIONES 

SOBRE  LAS  ANOMALÍAS  DENTARÍAS  DEL  PERRO 


CAYETANO  MARTINOLI, 
Profesor  de  Zootecnia  en  el  Instituto  Superior  de  Agronomía  y  Veterinaria 


Las  anomalías  de  número  y  de  dirección  de  los  dientes  del  perro 
doméstico  son  bastante  frecuentes,  y  las  de  forma  no  son  dema- 
siado raras. 

Estas  anomalías  se  presentan  casi  siempre  en  los  molares,  paes 
los  incisivos  y  los  caninos  son  incomparablemente  menos  sujetos 
á  variación. 

Según  la  opinión  de  varios  autores,  la  variabilidad  de  los  órga- 
nos pasivos  de  la  masticación  del  perro,  es  debida  con  frecuencia  á 
anomalías  de  los  maxilares  que  se  han  fijado  por  selección,  y  que 
después  se  han  vuelto  hereditarias. 

Así  Coruevin  y  Lesbre^  nos  hacen  notar  que  el  galgo  tiene  el 
hocico  muy  alargado,  mientras  que  los  dogos  y  los  pequeños  perri- 
tos de  salón  lo  tienen  muy  corto. 

Los  hull'dogis  y  los  mops  presentan  un  prognatismo  acentuado 
de  la  mandíbula;  al  contrario  de  lo  que  pasa  en  los  perros  rato- 
neros, en  los  grifos  y  en  loa  perros  de  pastor,  que  son  prognatos 
«n  el  maxilar  á  consecuencia  del  acortamiento  de  la  mandíbula. 

Todas  estas  variaciones  tendrían,  entonces,  su  influencia  sobre 
los  dientes,  que  de  esta  manera  se  modificarían. 

Sin  embargo,  Cornevin  y  Lesbre  admiten  también  la  posibilidad 
de  que  en  unos  casos,  la  disminución  ó  el  aumento  en  el  número  de 
los  dientes  no  sea  imputable  al  acortamiento  ó  al  alargamiento 
del  rostro. 


*  Ch.  Cornevin  y  J.  X.  Lesbre.  Traite  de  Váge  des  animaiujc  doméstiqíies,  París. 
BaiUiére  et  Fils.  1894. 

Ahal.  Mü8.  Nac.  Bs.  As.,  Ser.  8%  t.  iz.  Abril  21,  1908.  81 


460  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Según  estos  sabios,  el  atavismo  ejercería  á  veces  su  influencia, 
restableciendo  la  fórmula  dentaria  propia  de  ciertas  formas  fó- 
siles, ó  que  viven  en  estado  salvaje,  que  podrían  ser  consideradas 
como  antepasadas  de  algunos  perros  domésticos. 

La  fórmula  dentaria  definitiva  del  perro  se  puede  expresar  así: 

incisivos  ^Yi  caninos  |  premolares  j^^q  molares  jj| 

El  primer  premolar  no  es  otra  cosa  que  el  primer  molar  de  le- 
che que  se  ha  quedado  también  en  la  segunda  dentición.  El  cuarto 
premolar  del  maxilar  y  el  primer  molar  de  la  mandíbula  son  com- 
primidos, cortantes  y  mucho  más  voluminosos  que  todos  los  de- 
más; ellos  han  recibido  el  nombre  de  dientes  carniceros.  Todos  los 
otros  dientes  que  les  preceden,  que  son  igualmente  más  ó  menos 
puntiagudos  y  cortantes,  y  que  progresivamente  disminuyen  en 
volumen,  han  sido  llamados  precarniceros. 

En  fin,  los  que  les  siguen  hacia  atrás,  se  distinguen  con  el  nom- 
bre de  tuberculosos,  á  causa  de  su  apariencia  mamelonada. 

A  consecuencia  de  lo  que  acabo  de  decir,  la  fórmula  dentaria  de 
los  molares,  se  puede  también  expresar  de  la  siguiente  manera: 

8-8  .  1-1  i.   i.         1  2-2 

precarniceros     .  carniceros  ^.  tuberculosos  ^-^ 

Ahora  bien,  la  forma  fósil  Ly coras  de  Bourguignat  (hallada  en 
las  cavernas  de  Vence)  no  tenía  más  que  tres  premolares  inferio- 
res; el  Brachycyon  de  Filhol  presenta  esta  fórmula: 


el  Cuon,  esta  otra: 


8-8  1-JL       .       2-2 

P°-   8^      ^-    1-1       ^'     2-2 


8-3  1-1       ,       2-2 

P^'  4—4    ^-  n    ^-  rri 


y  el  Canis  megálotis  y  los  Amphicyon: 

8-8  1-1       .       8-8 

P^-     4^4     ^-    iTi      t.     8^8 

Toussaint*  ha  demostrado  que  el  acortamiento  del  rostro  de  al- 
gunos perros,  y  más  especialmente  de  los  dogos,  determina  la  re- 
ducción numérica  de  los  molares  y  los  obliga  á  tomar  una  posición 
transversal. 

Este  autor  dice,  que  el  primero  de  estos  dientes  que  desaparece 
es  el  primer  premolar,  el  cual  se  sabe  no  tiene  más  que  una  raíz  y 
nace  una  sola  vez. 


*  T0Ü88AINT.  Comptes  Rendus  de  VAcctdtmie  des  Sciences^  t.  lxxxii. 


MARTINOLI:  LAS  ANOMALÍAS  DENTARIAS  DEL  PERRO.    461 

Desaparecen  sucesivamente  el  segundo  tuberculoso,  y  el  precar- 
nicero  que  se  encuentra  inmediatamente  antes  del  carnicero  (pm/ 
ó  pm/). 

Pero  tanto  FilhoP  como  Cornevin  y  Lesbre  han  constatado  que 
este  orden  de  desaparición  indicado  por  Toussaint  no  es  invaria- 
ble, pues  á  veces  falta  el  último  tuberculoso  y  todavía  existe  el 
primer  precarnicero. 

Cornevin  y  Lesbre  creen  que  la  reducción  numérica  de  los  mola- 
res se  efectúa  siempre  en  las  extremidades  de  la  arcada  dentaria, 
nunca  en  su  parte  central ;  de  manera  que,  si  faltan  dos  dientes, 
éstos  son  los  extremos;  si  faltan  tres,  son  los  dos  primeros  y  el 
último. 

Agregan  ellos  que  en  todo  caso,  la  determinación  de  los  molares 
que  han  desaparecido  es  bastante  difícil;  pues  los  que  quedan  tie- 
nen la  tendencia  á  simplificarse  y  á  tomar  la  forma  de  aquellos 
cuyo  puesto  ocupan. 

Así,  por  ejemplo,  cuando  en  una  arcada  dentaria  existe  un  solo 
diente  tuberculoso,  éste  con  frecuencia  se  asemeja  mucho  más  al 
segundo  de  estos  dientes  que  al  primero,  y  no  obstante  eso,  no  hay 
duda  que  es  el  segundo  el  que  ha  desaparecido. 

De  igual  manera,  cuando  no  existe  el  primer  precarnicero,  pue- 
de suceder  que  el  segundo,  en  lugar  de  tener  dos  raíces,  tenga  una 
solamente. 

En  el  museo  de  Zootecnia  del  Instituto  Superior  de  Veterinaria 
de  Parma  hay  una  notable  colección  de  cráneos  de  perro,  cada  uno 
de  los  cuales  lleva  la  indicación  de  la  raza  y  de  la  edad  del  animal 
á  que  pertenecía. 

El  año  pasado,  siendo  profesor  en  dicho  instituto,  quise  estudiar 
tan  precioso  material,  para  buscar  algunas  anomalías  dentarias  que 
comprobaran  lo  antedicho. 

Examiné  poco  menos  de  un  centenar  de  cráneos  de  perros  per- 
tenecientes á  las  siguientes  razas:  buUdog,  mastín,  de  guerra,  de 
pastor,  de  guardia,  danés,  español,  Terranova,  San  Bernardo,  galgo, 
perro  de  lanas,  grifo,  braco,  pointer,  setter,  terrier,  zorruno,  pinch, 
king's  Charles. 

Entre  ellos  encontré  28  que  presentaban  anomalías  en  los  dien- 
tes molares;  pei'o  nirigiino^  presentaba  irregularidades  en  los  inci- 
sivos y  en  los  caninos. 


*  FiLHOL.  Sur  les  chiens  actuéis  et  les  camassiers  fossües  s^en  approchant  le  pltis^ 
en  Arch.  du  Mus.  Hist.  Nat.  Lyon.  t.  iii. 


462  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

A  estos  casos  añadí  5  otros  que  constaté  en  cráneos  de  perros  y 
de  zorros  existentes  en  el  Museo  Nacional  de  Historia  Natural  de 
Buenos  Aires.  Cornevin  y  Lesbre  hacen  justamente  notar  que 
hay  que  examinar  con  mucho  cuidado  los  casos  relativos  á  la 
disminución  numérica  de  los  molares,  pues  con  frecuencia  el  diente 
ó  los  dientes  que  faltan  han  caído  ó  fueron  arrancados  accidental- 
mente; y  esto  se  verifica  especialmente  en  los  primeros  premolares 
de  la  mandíbula. 

Por  esta  razón  no  he  tenido  en  cuenta  otros  seis  casos  de  dismi- 
nución numérica,  porque  el  estado  del  hueso  en  el  lugar  donde 
habrían  debido  encontrarse  los  molares  que  faltaban,  dejaba  sos- 
pechar que  los  alvéolos  correspondientes  pudieran  estar  oblite- 
rados. 

Los  casos  que  se  describen  y  estudian  en  este  trabajo  son  enton- 
ces solamente  aquellos  sobre  los  cuales  no  cabe  duda  ninguna  con 
respecto  á  las  anomalías  que  presentan.  Los  resultados  de  mis  in- 
vestigaciones, contenidos  en  el  cuadro  final  de  esta  publicación, 
demuestran  que: 

a)  Se  han  verificado  deficiencias  numéricas  sólo  en  el  maxilar,  en —  9  cráneos 

bj  Se  han  verificado  deficiencias  numéricas  sólo  en  la  mandíbula,  en  12  > 

cj  Se  han  verificado  deficiencias  numéricas  en  los  dos  maxilares,  en.  1  > 

d)  Se  han  verificado  aumentaciones  numéricas  sólo  en  el  maxilar,  en .  2  » 

«j  Se  han  verificado  aumentaciones  numéricas  en  la  mandíbula  en.  8 

f)  Se  han  verificado  anomalías  sólo  de  dirección,  en 6  » 

g)  Se  han  verificado  anomalías  de  dirección  y  de  número,  en 4 


¿Cuáles  son  ahora  las  deducciones  que  se  pueden  sacar  de  las 
observaciones  que  se  han  hecho? 

En  primer  lugar,  para  poder  juzgar  el  valor  de  la  influencia 
ejercida  por  el  acortamiento  ó  el  alargamiento  del  rostro  sobre  la 
disminución  ó  la  aumentación  del  número  de  los  molares,  es  nece- 
sario establecer  cuáles  son  los  cráneos  que  deben  considerarse  de 
rostro  largo  y  cuáles  de  rostro  corto. 

Para  hacer  esto,  sería  necesario  determinar  la  relación  que  existe 
entre  el  largo  total  del  cráneo  y  el  del  rostro,  porque  así  sería  po- 
sible conocer  el  porcentaje  que  correspondería  á  este  último. 

Sin  embargo,  me  ha  parecido  más  conveniente  determinar  otro 
porcentaje,  que  en  nuestro  caso  tiene  la  mayor  importancia;  es 
decir,  el  porcentaje  relativo  al  largo  del  paladar  (medido  desde  los 
choanes  hasta  la  mitad  de  la  arcada  incisiva),  con  referencia  al 
ancho  total  del  cráneo. 


MARTINOLI:  LAS  ANOMALÍAS  DENTARIAS  DEL  PERRO.  463 

Los  choanes  en  el  perro  se  encuentran  á  poca  distancia  de  la 
línea  que  une  los  dos  últimos  molares,  y  por  esta  razón  el  porcen- 
taje palatino  nos  da  una  idea  bastante  exacta  del  mayor  ó  menor 
largo  relativo  de  las  arcadas  dentarias. 

En  general,  los  perros  de  paladar  corto  tienen  también  el  rostro 
corto,  y  viceversa,  pero  este  hecho  no  es  constante,  y  por  consi- 
guiente el  ya  indicado  porcentaje  responde  mejor  á  nuestro 
objeto. 

En  el  siguiente  cuadro  están  contenidos  los  porcentajes  palatinos 
de  todos  los  cráneos  estudiados,  repartidos  según  la  forma  de  las 
anomalías  y  según  la  raza  á  la  cual  pertenecen  los  perros. 


464 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AffiES. 


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MAETINOLI:  LAS  ANOMALÍAS  DENTAELA.S  DEL  PERRO.  465 

Si  se  estudian  detenidamente  los  datos  contenidos  en  este  cua- 
dro y  en  el  final,  se  nota  cómo  efectivamente  en  unos  casos,  al 
bajo  porcentaje  palatino  corresponden  en  los  molares  anomalías 
de  dirección  y  de  número. 

Así  por  ejemplo,  en  los  cráneos  de  los  bull-dogs  I,  XXTT,  XXIV 
y  XXI,  varios  molares  superiores  han  debido  tomar  una  posición 
oblicua  ó  absolutamente  transversa,  porque  en  caso  contrario  no 
habrían  encontrado  lugar  para  conservar  su  dirección  normal. 

En  el  zorruno  XXXII  faltan  los  dos  segundos  tuberculosos  su- 
periores, y  esto  á  causa  de  que  la  arcada  molar  termina  con  los 
primeros  de  estos  dientes,  razón  por  la  cual  no  habría  espacio  para 
los  otros  dos. 

Hay  también  casos  inversos,  es  decir,  en  los  cuales  al  gran  largo 
del  paladar  corresponde  un  mayor  número  de  molares. 

Es  lo  que  pasa  en  el  cráneo  del  mewtín  XIII,  al  cual  corresponde 
el  porcentaje  palatino  más  alto  (53,  1  ^/o),  y  que  tiene  un  tercer 
tuberculoso  inferior  derecho. 

Lo  mismo  se  verifica  en  el  cráneo  del  otro  mastín  XV  (60  %), 
que  presenta  dos  terceros  tuberculosos  superitres,  y  en  el  pointer 
III,  que  tiene  un  tercer  tuberculoso  inferior  izquierdo. 

Sin  embargo,  hay  muchos  otros  casos  en  los  cuales  no  se  veri- 
fica lo  que  se  acaba  de  decir. 

Entre  los  bull-dogs  citados,  el  I  y  el  XXII  presentan  deficien- 
cias numéricas  en  las  mandíbulas,  á  pesar  de  ser  éstas  notable- 
mente prognatas.  Lo  mismo  ocurre  con  el  bull-dog  XXIII. 

En  numerosos  otros  cráneos  (por  ejemplo  XXVDI,  11,  VII, 
XXX,  XXIX),  se  observa  que  a  las  deficiencias  numéricas  corres- 
ponden porcentajes  palatinos  elevados  (60,  51,  52  %),  y  que  adon- 
de faltan  los  dientes,  existen  espacios  libres,  lisos  y  perfectamente 
normales  que  podrían  muy  bien  contenerlos. 

De  igual  manera,  al  aumento  en  el  número  de  los  molares  no 
corresponde  siempre  un  elevado  porcentaje  palatino,  y  esto  lo 
prueba  el  pointer  XIV,  que  tiene  el  porcentaje  47.7  y  presenta  dos 
terceros  tuberculosos  inferiores. 

Por  lo  que  se  refiere  al  San  Bernardo  VI  (véase  lám.  vni)  este 
animal,  á  pesar  de  tener  un  tercer  tuberculoso  superior  izquierdo, 
presenta  en  el  mismo  maxilar  el  segundo  precarnicero  izquierdo  y 
los  dos  terceros  precarniceros  en  posición  trasversal  (Lo  mismo 
pasa  con  los  segundos,  terceros  y  cuartos  precarniceros  de  la  mandí- 
bula, la  cual,  sin  embargo,  presenta  un  acentuado  braquignatismo). 
En  todos  estos  casos  no  se  puede  entonces  creer  que  las  anoma- 


466  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIKES. 

lías  numéricas  verificadas  hayan  sido  determinadas  por  el  mayor 
ó  menor  largo  del  rostro,  ó  mejor  dicho,  del  paladar. 

Será  pues  necesario  admitir  la  acción  de  otras  causas. 

Efectivamente;  entre  los  cráneos  estudiados,  los  hay  que  bajo 
este  punto  de  vista  presentan  anomalías  muy  significativas. 

Los  bull-dogs  I  y  XXII  y  el  Terranova  XTI  presentan  esta  fór- 
mula dentaria: 

8-8         1-1     .      2-2 
P^-   8^8  ^-   ÍTi    ^'    2-2 

Ahora  bien;  dicha  fórmula  es  la  del  Lycortis  y  del  Brachycyoríy 
que  tenían  solamente  tres  precarniceros  inferiores  en  cada  lado. 

Además  hay  que  notar  que  si  en  el  cráneo  I  los  dientes  que  fal- 
tan son  los  dos  primeros  precarniceros,  en  los  otros  dos  son  los 
cuartos;  lo  que  quiere  decir  que  se  han  quedado  justamente  los 
primeros  tres  premolares  inferiores. 

En  el  pinch  XXXIII  encontramos  la  fórmula: 

3-8        1-1  .    2-2 
P^-  ír4  c-  i7i  t-  ÍTi 

que  es  la  del  Cuon  ó  Cyon, 

En  fin,  en  los  cráneos  XV,  VI,  XIII,  III  y  XIV  existen  tuber- 
culosos suplementarios  en  la  maxila  ó  en  la  mandíbula,  lo  que  tieu-» 
de  á  acercar  sus  fórmulas  dentarias  á  la  del  CanÍ8  megalotis  y  del 
Amphicy(yn,  que  es  la  siguiente: 

^    8-8        1-1  .    3-8 
P^-    ri   ^-   n  *•   8^8 

Pasando  ahora  á  considerar  cuáles  son  los  dientes  que  desapa- 
recen los  primeros,  solamente  tres  casos  confirman  lo  que  dijo  Tous- 
saint,  es  decir  que  los  molares  faltan  siempre  en  este  orden:  pri- 
meros precarniceros,  segundos  tuberculosos,  y  precarniceros  ante- 
puestos á  los  carniceros. 

Estos  casos  son  los  que  se  observan  en  los  cráneos  I,  XVI  y 
XXXI,  en  los  cuales  faltan  los  primeros  precarniceros. 

En  los  cráneos  XXXn,  XXVII,  XXXIII,  XXIHy  XXIV  fal- 
tan, por  el  contrario,  los  segundos  tuberculosos,  sin  quo  por  esto 
falten  los  primeros  precarniceros;  y  en  los  XXX,  IV,  XII  y  XXII 
se  nota  solamente  la  ausencia  de  uno  de  los  terceros  precarniceros 
superiores  ó  cuartos  inferiores. 

Forestes  motivos  tienen  razón  Filhol,  Cornevin  y  Lesbre  cuan- 
do dicen  que  la  ley  de  Toussaint  está  lejos  de  ser  invariable. 


MAETINOLI:  LAS  ANOMALÍAS  DENTARIAS  DEL  PERRO.  467 

Pero  también  Cornevin  y  Lesbre  son  demasiado  absolutos,  ase- 
gurando que  la  disminución  numérica  de  los  molares  se  verifica 
siempre  en  las  extremidades  de  las  respectivas  arcadas. 

Basta  estudiar  un  poco  el  cuadro  final  y  mirar  la  fig.  2  para  ver 
en  cuántos  casos  se  observa  la  falta  de  dientes  intermedios. 

Es  verdad  que  los  citados  autores  dicen  que  no  son  los  interme- 
dios los  que  faltan,  sino  los  extremos,  pues  los  dientes  más  internos 
se  simplifican  y  toman  sucesivamente  la  forma  y  el  volumen  de 
los  que  los  preceden;  pero  yo  no  sabría  comprender  porqué  razón 
en  la  fig.  2  los  cuartos  precarniceros  deberían  encontrarse  en  el 
lugar  de  los  terceros;  los  terceros  en  el  de  los  segundos,  y  éstos  en  el 
de  los  primeros 

Y  todo  eso  cuando  los  primeros,  los  segundos  y  los  terceros  son 
perfectamente  normales  y  bien  colocados,  y  cuando  en  el  lugar 
adonde  deberían  encontrarse  los  cuartos,  existe  un  amplio  espacio 
que  podría  muy  bien  contenerlos. 

Según  lo  que  acabo  de  decir,  parece  entonces  que  la  disminución 
numérica  de  los  molares,  pueda  verificarse  tanto  en  los  precaruT- 
ceros  como  en  ios  tuberculosos,  y  esto  en  cualquiera  de  diclios 
dientes. 

La  disminución  de  los  carniceros  debe  ser  muy  rara,  y  la  de  los 
tuberculosos  menos  frecuente  que  la  de  los  precarniceros  (6  casos 
sobre  18). 

Por  lo  que  se  refiere  á  la  variación  de  dirección  de  los  molares, 
ya  hemos  visto  que  en  los  cráneos  I,  XXLE,  VI,  X,  XXI,  XXIV 
y  XXV,  algunos  molares  han  tomado  una  posición  trasversal. 

Estos  molares  son  siempre  segundos,  terceros  ó  cuartos  precar- 
niceros, y  nunca  primeros  precarniceros,  carniceros  ó  tuberculosos. 

Este  hecho  se  comprende  perfectamente  cuando  se  considera 
que  los  primeros  precarniceros  de  leche  de  la  maxila  y  de  la  man- 
díbula se  quedan  también  en  la  segunda  dentición,  y  que  los  dos 
tuberculosos  superiores,  el  carnicero  y  los  dos  tuberculosos  infe- 
riores son  monofisarios,  es  decir,  nacen  una  sola  vez. 

Todos  estos  dientes  tienen  tiempo  y  manera  de  dirigirse  normal- 
mente, mientras  que  los  otros  permanentes  que  nacen  después 
solo  encentran  un  espacio  libre  que  no  es  proporcionado  con  su 
tamaño,  y  entonces  han  de  tomar  una  posición  forzosamente  obli- 
cua ó  trasversal. 

Es  verdad  que  el  carnicero  superiores  también  difisario;  sin  em- 
bargo, á  consecuencia  de  su  forma,  posición  y  desarrollo,  mucho 
más  fácilmente  se  conserva  normal. 


468  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES, 

Resulta  claro  que  en  todos  los  casos  en  los  cuales  el  porcentaje 
palatino  es  muy  bajo  (cráneos  I,  XXII,  XXI,  XXTV),  los  dientes 
han  tenido  que  tomar  una  posición  oblicua  ó  trasversal,  no  encon- 
trando en  caso  contrario  espacio  suficiente  para  conservarse  nor- 
males. 

No  se  puede,  sin  embargo,  decirse  lo  mismo  de  los  otros  casos  que 
se  refieren  á  cráneos  con  porcentaje  palatino  normal  ó  elevado. 

En  el  caso  del  cráneo  del  San  Bernardo  VI,  hay  que  considerar 
que  la  mandíbula  es*  bastante  braquimorf a,  y  que  en  el  maxilar  los 
caninos  se  implantan  más  atrás  de  lo  normal. 

En  cuanto  á  los  cráneos  del  danés  X  y  del  mestizo  bull-dog- 
mastín  XXY,  que  tienen  respectivamente  los  porcentajes  palati- 
nos 60  y  61.6,  quizás  se  podría  explicar  la  posición  anormal  de  sus 
terceros  precarniceros  superiores  invocando  la  siguiente  ley  for- 
mulada por  Ameghino ' : 

«A  medida  que  disminuye  la  duración  de  la  función  de  los  mo- 
«  lares  caducos,  disminuye  también  proporcionalmente  el  espacio 
«  destinado  á  los  molares  de  reemplazo;  y  á  medida  que  se  retarda 
«  el  desarrollo  de  los  molares  persistentes,  aumenta  en  proporción 
«  el  espacio  ocupado  por  los  molares  caducos  y  de  reemplazo. » 

Bastaría  entonces  que  los  dichos  animales  hubieran  cambiado 
con  un  cierto  anticipo  sus  molares  de  leche,  para  que  se  hubiera  po- 
dido verificar  una  disminución  en  el  espacio  destinado  á  contener 
los  de  reemplazo. 

La  variación  de  forma  de  los  molares  debe  considerarse  una 
anomalía  mucho  menos  frecuente  de  las  otras  que  se  han  descripto, 
pues  del  cuadro  final  resulta  que  encontré  sólo  dos  casos  de  tal 
naturaleza. 

Uno  es  el  que  se  ha  verificado  en  el  cráneo  XIX,  en  el  cual  los 
segundos  precarniceros  superiores  son  uniradiculados;  y  el  otro 
existe  en  el  cráneo  V  que  tiene  el  tercer  precarnicero  superior  de- 
recho que  simula  en  reducido  volumen  el  carnicero  que  sigue,  pre- 
sentando también  como  éste  en  su  cara  interna  un  pilar  bastante 
desarrollado. 

Una  última  observación  tengo  que  hacer  á  propósito  de  la  de- 
saparición de  los  molares,  y  es  que  si  los  dientes  que  faltan  no 
son  externamente  visibles,  podrían  á  veces  encontrarse  en  estado 
rudimentario  dentro  del  hueso. 


1  F.  Ambohino.  Becherchet  de  morphologie  phylogénéíique  sur  Ua  molairet  supe- 
rieures  des  ongtdés,  An.  Mus.  Nac.^  serie  B*,  t.  iii.  Buenos  Aires.  J.  A.  Alsina,  1904. 


MAETINOLI:  LAS  ANOMALÍAS  DENTARIAS  DEL  PERRO.    469 

Con  el  fin  de  averiguar  tal  cosa,  hice  algunas  secciones  en  dife- 
rentes cráneos^  siendo  el  resultado  negativo,  pues  no  encontré 
ninguna  traza  de  molares  rudimentarios. 

El  limitado  número  de  secciones  practicadas  no  me  permite  ates- 
tiguar si  las  cosas  suceden  siempre  asi. 

Pero,  de  todas  maneras,  aun  en  el  caso  que  á  veces  existieran 
dientes  rudimentarios,  esto  no  tendria  mayor  importancia,  pues  el 
hecho  de  encontrarse  atrofiados  y  encerrados  en  el  hueso  ya  sería 
un  signo  evidente  de  su  tendencia  á  desaparecer  por  completo;  y 
entonces  no  alterarían  las  deducciones  que  preceden. 

Resumiendo  ahora  todo  lo  qxxe  se  ha  dicho  en  este  trabajo,  se 
pueden  formular  las  siguientes  conclusiones: 

1.^  En  algunos  casos,  la  longitud  relativamente  mayor  ó  menor 
del  rostro,  ó  mejor  dicho,  del  paladar,  puede  determinar  el  aumen- 
to ó  la  disminución  del  número  de  los  molares. 

2.^  En  muchos  otros  casos  esto  no  es  admisible,  y  la  causa  de  la 
variación  puede  buscarse  en  el  atavismo. 

3.^  La  disminución  numérica  de  los  molares  no  se  verifica  siem- 
pre en  el  orden  establecido  por  Toussaint. 

4.^  Tal  disminución,  contrariamente  á  lo  que  aseguran  Corne- 
vin  y  Lesbre,  no  se  verifica  constantemente  en  el  extremo  de  las 
arcadas  dentarias,  siendo  frecuentes  los  casos  en  que  faltan  dientes 
intermedios. 

6.^  Los  molares  que  más  fácilmente  pueden  tomar  una  posición 
anormal  son  los  2^^,  3®*  ó  4<>"  precarniceros.  Esta  posición  anormal 
puede  ser  la  consecuencia  del  acortamiento  de  la  arcada  dentaria, 
ó  quizás  á  veces,  del  anticipo  en  la  caída  de  los  molares  de  leche. 

6.^  Las  anomalías  de  forma  de  los  molares  son  bastante  raras. 

7.^  Las  anomalías  de  los  incisivos  y  de  los  caninos,  en  relación 
con  las  de  los  otros  dientes,  son  muy  raras. 


OBSERVACIONES 


loi  y  {^u.  pg^  normalt'H.    Entre  ellos  hay  un  espacio  liso   y  suficiente  para  contener  los  dientes  que 
faltan.  Los  1'"  tub.  terminan  las  arcadas;  no  habría  lugar  para  los  2°'. 

'   !»•  y  2"*  pe.  normales-  Amplío  espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con  superficie  normal. 

Los  otros  dientes  normales.    Amplio  espacio  para  les  dientes  que  faltan ;  con  superficie  normal. 
An.  mu3'  joven. 

Los  !•'  y  2'*"  pe.  más  distantes  que  de  costumbre.     Amplio    espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con 
superficie  normal. 

Los  !"■  y  2**  pe.  más  distantes  que  d«?  costumbre.    Amplio  (espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con 
I        superficie  normal. 

I  Los  i*"  y  2*"  pe.  más  distantes. 

Los  I"*  y  2"*  pe.  mAs  distantes.    El  8"  pe.  sup.  der.  simula  un  pequeño  carnicero,  y  como  este  pre- 
senta en  correspondencia  de  la  cura  interna,  un  pilar  bien  desarrollado. 

Los  1"'  y  2"'  pe.  más  distantes.    Animal  muy  joven. 

i 

Los  1- y  2"' pe.  más  distantes.     Amplio  espacio  para   el  diente  que  falta,  con  sup.  perfectamente 
normal. 

Los  2*'  pe.  sup.  son  oblicuos ;  los  8"'  son  transversos. 

Los  !"•  y  2*"  pe.  inf.  hacinados.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con  superficie  normal. 
Los  8'"  pe.  sup.  oblicuos.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con  superficie  normal. 
Los  8*"  pe.  sup.  oblicuos.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan;  con  superficie  normal. 
Los  otros  dientes  normales.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan,  con  superficie  normal. 
Los  otros  dientes  normales.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan,  con  superficie  normal. 
'  I  Los  otros  dientes  normales.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan,  con  superficie  normal. 
Los  otros  dientes  normales.  Amplio  espacio  para  los  dientes  que  faltan,  con  superficie  normal. 
-^  ,  Los  otros  dientes  normales.  Amplio  espacio  j)ara  los  dientes  que  faltan,  con  superficie  normal. 


I 


UNA  NUEVA  URELLIA  DE  PATAGONIA 


JUAN  BEÉTHES. 


Urellia  Ameghinoi  Beéthes,  n.  sp.  —  Cinérea,  pedibiis  fla- 
vis,  oviducto  nigro  nitidoj  alia  macula  anteapicali  nigro- 
fusca  cum  stigmate  per  fasciam  latam  connexa,  cellula 
discoidali  unifasdata,  et  inter  venas  5^-6^  que  nebulosis 
per  locos  hyálinis,  Long.  corp. :  4  mm.  Alae  3  ^4  nim. 

Patagouia. 

Vista  de  lado  la  cabeza  es  más  ó  menos  cúbica  aunque  el  borde 
frontal  sea  un  poco  más  largo  que  el  lado  inferior.  Los  ojos  están 
situados  hacia  arriba.  La  frente  tiene  una  forma  de  trapecio  más 
ancho  detrás  que  delante  en  donde  adquiere  un  color  ladrillo  más 
pronunciado.  Las  antenas  alcanzan  casi  al  borde  oral  sin  tocarlo. 
Tórax  y  abdomen  con  pelos 
blanquizcos,  el  ovipositor  es 
negro  luciente.  Las  alas  son 
hialinas  con  la  mancha  sub- 
apical  negruzca  que  se  une 
con  el  estigma  por  medio 
de  una  faja  ancha  que  abar- 
ca el  nérvulo  transverso  an-  Ala  de   UrelUa  Ameghinoi   Bréthes:  %^, 

terior.  La  mancha  subapical 

llega  hasta  el  borde  costal  quedando  dos  gotitas  hialinas  antes  de 
llegar  á  la  2^  vena  longitudinal.  Hacia  la  extremidad  se  desprenden 
dos  ramas  que  coinciden  con  las  extremidades  de  las  venas  3*  y  4* ; 
hacia  atrás  salen  4  ramas:  dos  en  la  2^  célula  posterior,  la  tercera 
que  coincide  con  el  nérvulo  transverso  posterior  y  la  cuarta  que 
atraviesa  la  célula  discoidal  á  igual  distancia  entre  los  dos  nérvu- 
los  transversos.  Por  lo  demás  la  célula  discoidal  es  hialina.  Entre 
las  venas  6*  y  6*  longitudinales,  la  célula  es  nebulosa  con  gotitas 
hialinas  más  ó  menos  bien  definidas.  La  mancha  subapical  encie- 


47,2  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIBES. 

rra  solamente  las  dos  gotas  hialinas  del  borde  costal  ya  nombradas 
y  otra  gota  en  la  segunda  célala  posterior  enfrente  del  nérvalo 
transverso  posterior. 

Además  de  su  tamaño  mayor,  esta  UreUia  se  distingue  en 
seguida  de  la  Uréllia  plagiata  {TYiom^s,)  Br¿thes,  por  la  nebulo- 
sidad que  existe  detrás  de  la  vena  5*  longitudinal.  Ha  sido  cazada 
en  San  Jorge  (Chubut)  por  Don  Carlos  Ameghino  á  quien  me 
es  grato  dedicar  la  especie. 


SOBRE  TRES  EXÜRISTA  (DIPT.) 
PARÁSITAS  DE  LA  «PALUSTRA  TENUIS»  BERG. 


POR 

JUAN   BRETHES. 


Exorista  palustrae  Bréthes,  n.  sp. 

Nigrüj  nitidaj  scutello  plus  minm  toto  ohsctire  ferrugineo,  seg- 
mentís  abdominis  2-4  utrinque  argenteo-ftantum  áureo-  seciin- 
dum  lucem)  sericeis,  facie  albo-(vel  gríseo-  seciindum  lucem) 
serícea,  antennis  nígris,  palpis  et  ore  ápice  testaceís, 

Long.  corp:  7-8  mm. 

Buenos  Aires. 

9  Capiit  hemisphaericum,  fronte  quam  oculnm  vix  aequilata, 
longitudinaliter  nigra,  pone  ocellos  grisea  utrinque  hanc  lineam 
gríseo-  vel  albo-sericea,  sparce  minute  pilosa,  setis  verticalibus 
utrinque  2,  interna  multo  majore,  setis  postverticalibus  sat  minutis, 
setis  ocellaribus  2  proclinatis,  setis  frontalibus  7  (1,2  verticalibus, 
3-7  introrsum  versus  reclinatis),  inter  hanc  lineam  et  oculos  setis 
2  proclinatis,  facie  sat  longe  triangulan,  albo-  vel  griseo-sericea, 
prope  vibrissas  linea  brevi  e  pilis  minutis  ornata,  antennis  articulo 
2**  breve  piloso,  articulo  3°  2°  quadruplo  majore,  rectangulari, 
marginem  oris  vix  attingente,  seta  nuda,  ore  utrinque  setosa,  pro- 
boscis  vix  nigra,  ápice  et  palpis  testaceis,  nigro  breve  pilosis,  ca- 
pite  pone  orem  sat  longe  villoso,  oculis  villosis.  Thorax  supra 
niger,  nitidus,  tantum  cyaneo-pellucidus,  linea  nigra  angusta  inter 
setas  acrosticales  et  dorso  centrales  et  altera  inter  setas  dorso- 
centrales  et  intraalares,  in  medio  interrupta,  setis  acrosticalibus 
robustis,  pone  saturam  transversam  3,  setis  de  4,  utrinque  subtus- 
que  gríseo  pruinosum,  scutello  ferrugineo  basin  versus  plus  mi- 
nus  obscuriore,  setis  discalibus  2,  lateralibus  8.  Abdomen  nigro 


474  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

nitidum,  ovatum,  segmentis  2-4  utrinque  argénteo -sericeis  (vel 
tantulum  aarichalceis,  secundum  lucem),  segmentis  ómnibus  setis 
apicalibus  robustis.  Tibiae  mediae  posticaeque  postice  bicarinatae, 
utrinque  in  medio  et  ápice  unisetosae,  pulvillis  flavis.  Alae  hya- 
linae,  margine  costali,  et  venas  1,  2,  4  longitudinales  versus  (etiam- 
que  nervulum  transversalem  posticum)  tantum  fusco -infumatae, 
squama  superiora  alba,  inferiora  alba,  flavo -limbata. 

cT  A  9  differt:  Fronte  tantum  angustiora,  linea  orbitali  e  setis 
10  instructa,  sine  setis  2  vicinis,  unguibus  et  pulvillis  majoribus. 

Parece  el  parásito  más  común  de  la  Palubtra  tennis  Berg, 


Exorlsta  Bergi  Bréthes,  n.  sp. 

Gríseo 'pruinosa^  fronte  in  medio  nigra,  thorace  anguste  hi-vit- 
tato  et  d-maculato,  ahdomine  segmentis  1^  niffro^  2-3  di- 
midió  apicali  nigro,  4  ápice  ferrugineOy  antennia  articulis  i, 
2  totis  et  3^  hasi  fernigineis,  palpin,  prohoscisy  coxis,  femori- 
bu8  et  tibiis  etiam  ferrugineis,  Long,  corp.:  5-6  mm. 

Buenos  Aires. 

9  Capiit  hemisphaericum,  oculis  paulum  hirtis,  fronte  quam 
oculum  aequilata,  vitta  media  uigra  usque  ad  triangulum  ocella- 
rium  tantulum  dilatata,  utrinque  hanc  vittam  albo-  vel  griseo-se- 
ricea,  sursum  versus  gradatim  aurata,  setis  verticalibus  utrinque  2, 
interna  majore,  setis  postverticalibus  2  sat  minutis,  setis  ocella- 
ribus  2  proclinatis,  linea  orbitali  e  setis  8  ( 1,2  verticalibus, 
3-8  introrsum  versus  reclinatis),  Ínter  hanc  lineam  et  oculos 
setis  2  proclinatis,  facie  longe  triangulan,  in  medio  obscura,  an- 
tennis  articulis  1,2  nigro-pilosis,  articulo  3°  2^  vix  quadruplo 
longiore,  compresso,  quadrangulare,  a  basi  ferrugineo,  seta  nuda, 
nigra ;  margine  oris  utrinque  setosa,  palpis  proboscideque  nigro- 
pilosis.  Thorax  cinereus,  inter  lineas  acrosticalem  et  dorso -centra- 
lem  anguste  nigro  lineatum,  et  prope  lineam  intraalarem  (in  medio 
interrupte)  etiam  nigro  lineatum,  setis  de  3,  utrinque  et  subtus  gri- 
seo  pubescens,  scutello  cinéreo,  a  basi  subnigro,  setis  discalibus  2, 
lateralibus  6.  Abdomen  segmentis  2,3  dimidio  basali,  4  ciñereis, 
ápice  setosis,  segmento  4^  ápice  ferrugineo.  Pedes  testacei,  tarsis 
nigris,  femoribus  tibiisque  apicem  versus  plus  minus  obscurioribus, 
pulvillis  albidis.  Alae  hyalinae,  squamis  albidis. 


BRETHES:  SOBRE  TRES  EXORISTA  (DIPT.).      475 

cf  A  9  differt:  Fronte  tantum  angustiora,  linea  orbitali  e  setis 
11  instrncta,  sine  setis  2  vicinis,  unguibus  et  pulvillis  majoribus. 

Dedico  la  especie  al  descriptor  de  las  Paluntras  argentinas,  el 
inolvidable  Dr.  Carlos  Berg. 


Exorista  auratofrontalis  Bréthbs,  n.  sp. 

Fronte  laete  aurata,  usque  ad  marginem  oris  gradatim  albo* 
sericea,  thorace  nítido  supra  gríseo^  nigro  bivittato,  abdomine 
nigro  nitidoj  aegmentis  2^3  in  medio  et  utrinque  griseis^  seg- 
mentó  4^  cinéreo  vix  flavicante,  thorace  abdomineque  tantu- 
lum  cyaneo  -  micantibus,  probofscts  palpisque  testaceis,  Long. 
corp,:  7-8  mni. 

Buenos  Aires. 

9  Caput  hemisphaericum,  oculis  hirtis,  fronte  quam  oculum  ae- 
quilata,  vitta  media  nigra  et  usque  ad  vibrissam  continuata  A-  for- 
mante, vértice  pone  ocellos  aurichalceo,  inter  vittam  mediam  et 
oculos  laete  aurata  usque  ad  partem  inferiorem  capitis  gradatim 
albo-sericea,  pone  oculos  etiam  aurichalceum,  setis  verticalibus 
.  utrinque  1,  postverticalibus  2  minutis,  ocellaribus  2  procHnatis, 
orbitalibus  6-7  (1,2  verticalibus,  3-7  iutrorsum  versus  reclinatis) 
et  inter  lineam  orbitalem  et  oculos  setis  2  proclinatis,  facie  Ion- 
ge  triangulari  albo-sericea  utrinque  prope  vibrissam  linea  brevi 
pilosula,  antennis  nigris,  articulo  2^  pilosulo,  articulo  3°  2°  qua- 
druplo  longiore,  vix  epistomatem  attingente,  genis  linea  e  4-5  setis 
mediocribus  instructis,  pone  orem  albido  villosis.  Thorax  griseus, 
nitidus,  tantum  cyaneo  micans,  nigro  bivittatus,  setis  acrosticali- 
bus  3,  de  4,  utrinque  et  subtus  griseo-pruinosus,  scutello  gríseo, 
basin  versus  nigro,  setis  discalibus  2,  lateralibus  8  (2  intermediis 
sat  minutis).  Adbomen  nigro  nitidum  et  tantum  cyaneo  -  micans, 
segmentis  2-3  basi  anguste,  longitudinaliter  in  medio  sat  late  et 
utrinque  late  griseo  pruinosis,  segmento  49  cinéreo,  utrinque  ápice 
tantum  nigro,  setis  2  discalibus  in  segmentis  2-3.  Alae  hyalinae, 
venas  versus  tantulum  obsolete  inf umatae,  squamis  albidis,  flaves- 
centi-marginatis. 

J*  A  9  differt:  Fronte  tantum  angustiora,  sine  setis  2  iuter  li- 
neam orbitalem  et  oculos,  unguibus  et  pulvillis  majoribus,  ungui- 
bus utrinque  breve  villosis. 
Anal.  Mus.  Nac.  Bs.  As.,  Skr.  8',  t.  ix.  Mayo  14,  1908.  82 


476  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AlEES. 

Esta  especie  tiene  alguna  relación  con  la  E,  nobilis  Will.,  y  ofre- 
ce la  particularidad  de  tener  el  tórax  con  dos  líneas  negras  que,  sí 
se  mira  al  animal  bajo  un  cierto  ángulo,  se  desdoblan  cada  una, 
apareciendo  entonces  4  líneas. 

Todas  estas  mosjas  útiles,  por  ser  parásitos  de  la  Palustra  tennis 
Berg,  me  han  sido  proporcionadas  por  mi  ayudante,  D.  Ángel 
Zotta,  y  se  incorporan  á  las  colecciones  del  Museo  Nacional  de 
Buenos  Aires. 


NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN 


FLORENTINO  AMEGHINO. 


II  y  a  trois  ans  á  peu  prés  que  j*étais  occupé  k  rédiger  une  mo- 
nographie  sur  les  Poissons  f  ossiles  du  Crétacé  supérieur  et  du  Ter- 
tiaire  de  Patagonie.  J'ai  dü  interrompre  ce  travail  afin  de  pouvoir 
réf uter  la  critique  de  M.  Wilckens  sur  Páge  des  formations  sédi- 
mentaires  de  Patagonie,  question  qui  devenait  pour  moi  plus 
urgente  que  la  détermination  des  Poissons  fossiles.  Gette  réfuta- 
tion  resulta  un  gros  volume  qui  porte  le  titre  de  Les  Formations 
sédimentaires  du  Crétacé  supérieur  et  du  Tertiaire  de  Patagonie^  668 
pages,  3  Pl.  et  3B8  figures  dans  le  texte,  a.  1906  (An.  Mus.  Nao.  de 
B.  Aires,  Serie  ni,  T.  vm).  Aprés  avoir  terminé  ce  volume,  d  au- 
tres  travaux,  également  plus  urgents,  ne  m'ont  pas  encoré  permis 
de  continuer  l'étude  que  j  avais  entreprise  sur  les  Poissons  fossiles, 
mais  je  compte  la  reprendre  aussitót  que  mes  occupations  me  le 
permettront. 

En  attendant,  je  ne  puis  passer  sous  silence  une  petite  note 
que  le  savant  palóontologiste,  M.  Leriche,  vient  de  consacrer  aux 
Poissons  fossiles  du  Patagonien  ^  Les  grands  et  beaux  travaux 
sur  les  Poissons  fossiles  que  cet  auteur  a  publiés  pendant  ees  der- 
nieres  années  le  placent  au  premier  rang  des  paléontologistes  qui 
s'occupent  de  l'étude  des  Poissons  fossiles  et  donnent  á  son  opinión 
une  tres  grande  valeur.  C'est  une  raison  de  plus  pour  examiner  la 
valeur  de  ses  observations  sur  les  Poissons  du  Patagonien. 

Dans  le  volume  sur  Les  Formations  sédimentaires,  etc.  ci-dessus 
mentionné,  j'ai  dédié  un  chapitre  aux  Poissons  du  Patagonien 
(pp.  176-188,  et  Pl.  I  et  ii),  pour  prouver  qu'au  point  de  vue  de  la 
f aune  ichthyologique,  cette  f ormation  rentre  aussi  dans  l'Eocéne  et 


1  Lebjche  Maubice,  Observations  sur  les  Poissons  du  PcUagonien  récemment  sígna- 
les par  M.  FL  Ameghino^  in  Anuales  de  la  Sociétt  Oéologique  du  Nord^  T.  xxxvi, 
p.  129,  Sóance  du  6  Mars  1907.  LiUe. 


478  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIEES. 

non  dans  TOIigocéne  ou  dans  le  Mioc¿ne,  comme  le  supposent  pln- 
sieurs  palóontologistes.  Sur  deux  planches,  j  ai  figuró  une  ou  deux 
dents  de  chacune  des  espéces  du  Patagonien  que  j'ai  cru  pouvoir 
ídentifier  avec  des  espéces  deja  connues  d'autres  régions  de  la 
terre,  précisément  pour  que  les  paléontologistes  qui's'occupent  de 
l'étude  des  Poissons  f ossiles  puissent  vérifier  si  mes  déterminations 
sont  exactes  ou  non. 

Dans  la  note  susmentionnée,  M.  Leriche  dit  que  son  interpreta- 
tion  de  plusieurs  de  mes  figures  ne  concorde  pas  avec  mes  déter- 
minations et  l'améne,  sur  la  question  de  Táge  du  Patagonien,  á  des 
conclusions  différentes  de  celles  que  j'ai  formulées. 

Dans  le  f  ond,  ce  n'est  pas  la  question  de  la  détermination  des 
espéces  qni  est  en  cause,  sinon  la  fatigante  et  interminable  ques- 
tion de  Táge  géologique  de  la  f ormation  patagonienne,  et  —  chose 
bien  curíense  —  ce  ne  serait  pas  dans  l'identification  des  espéces 
reconnues  comme  d'áge  néogéne  que  je  me  serais  trompé,  sinon 
eiclusivement  sur  toutes  les  éogénes  et  crétacées. 

Bref :  d'aprés  ses  observations,  M.  Leriche  rapporte  le  Patago- 
nien au  Miocéne  inf  érieur. 

Aprés  avoir  pris  connai^sance  des  observations  de  M.  Leriche,  je 
trouve  que  son  jugement  n'est  pas  suffisamment  fondo  et  je  reste 
plus  couvaincu  qu'avant  que  le  Patagonien  est  Eocéne. 

Dans  sa  revisión  critique,  Pauteur  distribue  les  espéces  en  deux 
catégories:  1.**  Celles  que,  d'aprés  les  figures,  il  croit  pouvoir 
reconnaitre  avec  súreté;  2.**  Celles  qui,  d'aprés  les  figures,  ne  sont 
pas  susceptibles  pour  lui  d'une  détermination  precise. 

Je  n'ai  pas  le  temps  d'entrer  dans  beaucoup  de  détails  ni  pour 
réexaminer  le  vaste  matéríel  que  je  posséde  et  que  je  ne  vois  pas 
depuis  trois  ans.  Je  vais  seulement  prendre  connaissance  des  ob- 
servations de  M.  Leriche  pour  les  passer  en  revue  dans  le  méme 
ordre  qu'il  les  présente  afín  de  juger  de  leur  valeur  d'aprés  mes 
souvenirs  et  le  matéríel  que  j'ai  publié. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    479 


ESPÍJCES   que    M.    LERICHE   a   PU   RECONNAfrUE    D'APRÉS   LES 

FIGURES. 

Odontaspis  cuspidata  Aa.  ^ 

J'aurais  bien  determiné  cette  espéce  qui  arrive  depuis  TEocéne 
jasqu'au  Miocéne. 


Oxyrhina  hastalis  Ag.  et  Oxyrhina  patagónica  Amgh.  * 

M.  Leriche  dit  qu'il  lui  est  impossible  de  séparer  la  dent  que 
j  ai  figuróe  sous  le  nom  d*0.  patagónica  de  VO.  hastalis,  espéce 
dont  il  a  examiné  des  milliers  de  dents  et  qui  avait  deja  été 
signalée  dans  le  Patagonien  par  MM.  A.  Smith  Woodward*  et 
Priem*.  II  y  a  deja  pas  mal  d'années  que  moi  aussi  jai  non  seule- 
ment  signalé  la  présence  d'O.  hastalis  dans  le  Patagonien*,  sinon 
que  j'y  ai  encoré  ajouté  que  «c'est  l'espéce  qui  dans  cette  formation 
a  laissé  le  plus  de  débris».  Mais  avec  cela  Tauteur  ne  prouve  pas 
que  mes  derniéres  observations  soient  inexactes. 

A  propos  de  ees  deux  formes  j'ai  dit; 

«  Demiérement,  je  me  suis  aper9U  que  les  dents  d'  Oxyrhina  has- 
talis de  Paraná  qui  sont  tout  á  fait  typiques,  n'étaient  pas  identi- 
ques  á  celles  de  la  formation  patagonienne  désignées  avec  le  méme 
nom.  Les  dents  du  Tertiaire  de  Paraná  sont  a  couronne  tres  large 
vers  la  base,  a  face  interne  tres  légérement  convexe  et  par  consé- 
quent  assez  minees,  comme  comprimées,  et  avec  l'inversion  de  la 
pointe  vers  le  dehors,  peu  accentuée.  » 

« Les  dents  provenant  du  Patagonien  et  qu*on  rapportait  a  O. 
hastalis  ont  la  couronne  plus  étroite  a  la  base  et  une  forme  un  peu 
plus  élancée ;  la  face  interne  est  tres  convexe  de  sorte  qu'elles  sont 


1  Ameghimo,  Les  FomicUions  sédimentairesy  etc.,  p.  177,  Pl.  i,  fi^.  9. 
Lebichb,  1.  c.  p.  182. 

*  Ameohino,  1.  c.  pp.  179-180,  Pl.  i,  fig.  16  et  17. 
Leriche,  1.  c.  p.  182. 

'  Smith  Woodward  A.,  Observations  on  Señor  Ameghino^s  *  Notes  on  the  Geology 
and  PalaeorUology  of  Argentina  •f  in  Geological  Magazine,  1897,  p.  22. 

*  In'TocRNOüER  A.,    Note  snr  la   Géologie  et    la    Paléontologie   de    la  Patagonie, 
B'dl.  8oc.  Géol.  de  France,  i*  serie,  t.  iii,  pp.  464,  467-470,  a.  1903. 

*  In  Anales  de  la  Sociedad  Científica  Argentina^  T.  li,  p.  90,  a.  1901,  et  Ameohino 
F.,  Váge  des  formatioiis  sédimentaires  de  Patagonie^  p.  109,  a.  1900. 


480  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

considérablement  plus  épaisses;  en  outre,  leur  pointe  est  invertie 
vers  le  dehors  d'uue  maniere  plus  prononcée.  » 

«  Comme  ees  caracteres  sont  constants  sur  des  centaines  d'exem- 
plaires,  il  est  évident  qu'il  s'agit  d*une  espece  distincte  que  je  nom- 
me  Oxyrhina  patagónica. » 

cDans  le  Patagonien,  les  dents  du  type  d'O.  hastalis  manquent 
complétement.  Par  centre,  les  dents  d'  O.  patagónica  se  trouvent 
dans  le  tertiaíre  de  Paraná,  mélées  h  celles  d'O.  hastalis,  mais  en 
tres  petit  nombre. » 

«En  examinant  des  dents  du  Miocene  et  du  Pliocene  d'Europe 
déterminées  comme  d'O.  hastalis,  j'ai  pu  constater  que  sous  ce  nom 
se  trouvent  reprósentées  les  deux  espéces,  O.  hastalis  et  O.  patagó- 
nica, mais  cette  derniére  est  tres  rare.  II  est  clair  que  dans  ees 
conditíons  les  deux  especes  étaient  difficiles  a  séparer,  mais  dans 
TArgentine  la  distinction  est  possible  puisqu'on  les  trouve  dans 
des  formations  d'époques  distinctes. » 

«Pour  qu'on  puisse  bien  saisir  les  différences  qui  séparent  ees 
deux  espéces,  je  donne  le  dessin  et  la  section  a  la  base  de  la  cou- 
ronne  d'une  dent  typique  d'  Oxyrhina  hastalis  de  Paraná  ( pl.  [Lám.] 
1,  fig.  16,  16a  IQe,  16  í)  á  cótédu  dessin  et  de  la  section  (Pl.  [Lám.] 
I,  fig.  17,  17a,  17e,*  17i)  d'une  dent  correspondante  d' Oxyrhina 
patagónica » *. 

Je  mantiens  la  prósence  de  ees  différences  qui  sont  tres  fáciles  á 
constater  avee  les  piéces  en  main,  et  je  mantiens  que  dans  le  Pata- 
gonien  on  ne  ttouve  pas  la  forme  á  base  plus  large,  a  couronne  plus 
droite  avec  la  pointe  moins  invertie  vers  le  dehors  et  á  face  inter- 
ne moins  convexe,  plus  aplatie,  caractéristique  du  Tertiaire  de 
Paraná,  et  qui  se  rapporte  á  la  forme  commune  du  Miocene  d'Eu- 
rope qu'on  designe  sous  le  nom  d'O.  hastalis. 

Avec  cela  je  ne  veux  pas  soutenir  qu'  Oxyrhina  patagónica  doit 
absolument  étre  une  espece  nouvelle.  II  est  plus  probable  qu  elle 
ait  deja  étó  décrite  depuis  longtemps  avec  un  autre  nom,  et  quand 
je  serai  en  état  de  pouvoir  le  reconnaitre  je  l'adopterai^  Ce  que 


1  Ce  n'est  que  maintenant  que  je  m'aperQois  que  cette  figure  qui  représente  la 
dent  vue  de  cOté  a  été  figuróe  par  le  dessinateur  avec  la  moitió  inférieure  de  la 
couronne  beaucoup  plus  comprimée  qu'elle  ne  l'est  en  réalitó.  Mais  les  sections 
transversales  sont  exactes  et  montrent  tres  bien  les  différences  d'épaisseur. 

'  Ameohino  F.  Les  Formations  sédimentaires^  etc.,  pp.  179-180. 

'  C'est  peut-étre  VOxyrhina  acuminata  Davis,  du  Tertiaire  de  la  Nouvelle  Zé- 
lande.  Davis,  James  W.,  On  FossUfish  remains  from  ÍJie  tertiary  formcUions  of  New 
Zealand^  in  The  Scienfific  Transadions  of  the  Boyal  Dublin  Society.  Yol.  iv  (Se- 
ries II),  p.  29,  pl.  v,  fig.  21,  a.  1888. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    481 

je  mantiens,  c'est  que  la  forme  que  je  designe  provisoirement  avec 
le  nom  d'O.  patagónica,  dans  TArgentine  a  apparu  des  le  commen- 
cement  du  Tertiaire,  c'est-á-dire  á  une  époque  géologique  beaucoup 
plus  ancienne  qu'O.  hastalis  qui  n'apparait  pour  la  premiére  fois 
que  dans  la  formation  entrerrienne  (Tertiaire  de  Paraná). 


Oxyphina  Desori  Ag.*. 

J'aurais  bien  determiné  cette  espéee,  mais  la  dent  que  j'ai 
figurée  dans  le  texte  représenterait  la  forme  ou  variété  typique 
qu'on  trouve  dans  POligocéne  et  dans  le  Néogéne.  Dans  UEoeéne 
d'Europe,  l'espéce  serait  représentée  par  une  variété  a  dents  plus 
trapues  que  M.  Leriche  vient  de  décrire  tout  derniérement  sous  le 
nom  d'Oxyrhina  Desori  var.  precursor^.  Cette  variété  se  trouve 
aussi  dans  le  Patagonien,  représentée  par  des  dents  égales  a  celles 
que  figure  M.  Leriche,  a  cóté  d'autres  encoré  plus  robustes  et  plus 
trapues*. 

Capcharodon  aurieulalus  Bl.*  et  Carcharodon 
chubutensis  Amgh.^ 

Carcharodon  megalodon,  var.  chubutensis  Amgh.^ 

Sous  le  nom  de  Carcharodon  megalodon  Ag.  var.  chubutensis 
Amgh.,  M.  Leriche  réunit  les  dents  que  j'ai  figurées  comme  de 
Carcharodon  auriculatus  B).,  Carcharodon  chubutensis  Amgh.  et 
Corax  Rothi  Amgh.'. 


*  Ameghino  F.,  1.  c,  p.  IflO,  fig.  47,  et  pl.  ii,  fig.  18. 
Lbriche  M.,  1.  c,  p.  188. 

*  Leriche  M.,  Lea  Poiasons  éocenes  de  la  Belgiqne^  in  Mém,  Musée  Roy.  Hist.  Nat' 
de  Belgique^  T.  m,  p.  128,  a.  1905.  —  Id.  Oontribulion  á  Vélnde  des  Poissona  foaailea 
du  Nord  de  la  France  et  dea  régiona  vuiainesy  in  Mém .  Soc,  Qéol,  du  Nord.  T.  v, 
p.  819,  pl.  XVI,  figs.  8  á  12,  a.  1906. 

'  Dans  une  note  de  la  page  138,  M.  Leriche  dit:  «La  dént  que  M.  Fl.  Ameghino 
(he.  cit.^  p.  180,  Pl.  II,  fig.  19)  figure  sous  le  nom  d?Oxyrhina  craaaa  est  peut-étre 
une  dent  antérieure  d'O.  Desori*,  C'est  une  dent  ^ntérieure  qui,  par  sa  grandeur 
tres  considerable  et  par  Tépaisseur  enorme  de  sa  racine,  est  abso lumen t  impossi- 
ble  de  référer  k  O.  Desori, 

*  Ameghino  F.,  Les  Formations  aédimentaires^  etc.,  p.  181,  fig.  48,  et  pl.  ii,  fig.  21 1 
21a,  21  e.  —  Paleontología  argentina^  p.  11,  a.  1904. 

»  Ameghino  F.,  Les  Formations,  etc.,  p.  181-183,  fig.  49.  —Id.  VÁge  desforra, 
sed.  Paí.  p.  102,  a.  1900.  -  Id.  Paleontología  argentina^  p.  10,  a.  1904. 

*  Leriche  M.  Observatíons  sur  les  Poissons  du  Patagonien^  etc.,  p.  138. 
'  Ameghino,  F.,  Les  Form,séd.  etc.,  p.  182,  pl.  2,  fig.  28,28a. 


482  MUSEO   NACIONAL   DE   BUENOS   AIEES. 

Corax  Rothi  serait  fondé  sur  une  dent  des  coins  de  la  gueole 
d'un  Carcharodon.  Soit:  pour  le  moment  jen'ai  pas  le  temps  de  me 
iLvreri  des  recherches  et  des  comparaisons  pour  discuter  le  point; 
je  le  feral  dans  ma  monographie. 

Carcharodon  auriculatus  (Amgh.  non  Bl.)  et  Carcharodon  chubur 
tensis  Amgh.  seraient  fondees  sur  des  dents  d*une  varíete  de  C.  me- 
galodon  Ag.,  avec  commencement  de  denticules  laléraux. 

L'auteur  rappelle  que  M.  A.  Smith  Woodward  ^  a  sígnale  dans 
le  Patagoníen  du  Ohubut  des  dents  de  C.  megalodon  ou  d'une  forme 
tres  voisine,  et  que  M.  Príem  auraít  reconnu  la  méme  espece  dans 
les  matériaux  du  Patagoníen  recueíllís  par  M.  A.  Tournouer. 

J*ignore  le  travaíl  oü  M.  Príem  reconnait  la  présence  de  C.  me- 
galodon en  Patagonie  ainsí  que  le  dít  M.  Leríche  dans  A.  Gaudry, 
Fossiles  de  Patagonie  etc.,  p.  14.  En  eff et,  dans  le  mémoíre  citó  -,  M. 
Gaudry  dít  que  les  dents  de  Poíssons  les  plus  communes  sont  celles 
de  Carcharodon  megalodon  et  Oxyrhina  hastalis,  maís  comme  cette 
observation  víent  á  la  suíte  d*une  cítatíon  de  la  note  de  M.  A.  Smíth 
Woodward  (1.  c,  p.  22),  je  suppose  que  c'est  dans  celle-lá  qu'íl  a  pris 
le  renseignement.  Or,  a  propos  de  cette  note  de  A.  Smith  Woodward, 
íl  y  a  deja  longtemps  que  j*aí  expliqué  qu  au  Chubut  íl  y  a  deux 
formaticna  marines  superposées,  le  Patagoníen  et  TEntrerrien,  et 
que  c'est  de  cette  derniére  formation  que  províennent  les  dents 
qu'on  a  reconnues  comme  de  C.  megálodon^^  tandís  que  dans  le  Pa- 
tagoníen on  y  trouve  les  formes  que  j'ai  déterminées  comme  C 
auriculatus  Bl.  et  C.  chubutensis  Amgh.  que  M.  Leríche  rapporte  á 
une  varióte  de  C.  megalodon. 

Les  dents  du  Patagoníen  que  j*aí  figuróes  avec  les  deux  noms 
susmentionnós,  d'aprés  M.  Leríche,  «  sont  íntéressantes  en  ce  sens 
qu'elles  ótablissent  un  passage  entre  les  dents  avec  denticules  late- 
raux  de  TOligocéne  (Carcharodon  angiistidens  Ag.)  et  les  dents  de 
C.  megalodon*.  II  dít  que  «Les  Carcharodons  fossiles  du  Crótacé 
supórieur  jusqu^á  TOligocéne  ínclus,  ont  des  dents  pourvues  de 
denticules  latóraux.  A  l'époque  Miocéne,  avec  Carcharodon  mega- 
lodon, on  voit  ees  denticules  disparaitre.» 

Sur  ees  poínts,  je  suis  en  complete  discordance  avec  M.  Leriche. 
D  aílleurs  j'ígnore  qu'on  ait  encoré  trouvó  des  dents  de  vóritable 


1  1.  c,  p.  22. 

'  Gaudry  Albert.  Fosñles  du  Patagoníen.  Etude  sur  une portion  du  Monde  Án- 
tarctique  in  Aúnales  de  Paléontologie.  T.  i.  p.  114  des  Annales^  et  14  du  mémoire, 
a.  1906. 

*  Ameohino  F.  VAge  des  formations  sedimenfaires  de  Patagonie^  p.  109,  a.  1900. 


AMEGmNO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    483 

Carcharodon  dans  le  Crétacé  supérieur,  et  je  ne  puis  pas  souscrire 
raffirmation  que  les  dents  de  Carcharodon  fossiles  du  Crétacé  su- 
périeur á  rOligocene  ont  des  dents  pourvues  de  denticules  latéraux, 
car,  pour  n'en  citer  qu  un  exemple,  le  Carcharodon  súbserratus 
Ag.  *,  de  l'Éocene  inférieur  d'Angleterre,  est  dépourvu  de  ees  den- 
ticules. 

L*opinion  que  les  dents  des  Carcharodon  de  l'Eocéne  aient  per- 
du  graduellement  leurs  denticules  latéraux  pour  devenir  les  dents 
de  C.  megalodon  du  Miocéne  est  tellement  contraire  aux  lois  du 
développement  graduel  et  phylogénétique,  que  je  la  considere 
presque  paradoxale. 

Je  conpois  que  les  dents  k  denticules  latéraux  se  soient  consti- 
tuées  par  une  modification  et  une  complication  graduelle  de  dents 
plus  simples  dépourvues  de^denticules  latéraux,  mais  non  que  les 
dents  plus  simples  du  type  de  C.  megalodon  puissent  descendre  de 
dents  compliquées  du  type  de  celles  de  C.  auriculatus. 

II  s*agit  de  deux  ligues  divergentes  qui,  dans  leur  prolongation, 
s'éloignent  de  plus  en  plus.  Par  conséquent,  au  point  de  vue  phylo- 
génétique, il  ne  peut  pas  y  avoir  et  on  ne  doit  pas  admettre  qu'il 
puisse  y  avoir  une  transition  entre  C,  auriculatus  et  C.  megalodon. 
Les  dents.  á  denticules  latéraux  doivent  provenir  toujours  d'espéces 
distinctes  de  celles  a  dents  simples  dépourvues  de  denticules.  Par 
conséquent,  les  dents  á  denticules  latéraux  provenant  du  Patago- 
nien  ne  peuvent  se  rapporter  k  C.  megalodon^  méme  en  les  sépa- 
rant  comme  une  varíete.  EUes  sont  certainement  spécifiquemeat 
différentes. 

A  tout  cela,  il  faut  encere  ajouter  que  ce  n'est  pas  encoré  bien 
sur  que  C.  cngtistidens  soit  une  espéce  distincte;  M.  A.  Smith 
Woodward,  par  exemple,  le  réunit  a  C,  auriculatus '. 

Les  dents  provenant  du  Patagonien  décrites  et  figurées  sous  le 
nom  de  C.  chvhutensis  se  distinguent,  en  plus  du  denticule  lateral, 
par  un  deuxiéme  denticule  pointu  qui  n'est  pas  constitué  par  la 
couronne  comme  c*est  la  regle  genérale,  sinon  par  la  racine.  En 
outre,  elles  différent  de  celles  rapportées  a  C,  auriculatiís  par  leur 
grande  largeur  en  proportion  de  la  hauteur  et  par  la  grande  obli- 
quité  ou  le  grand  arquement  vers  Tarriére  du  bord  postórieur. 


1  AoASSiz  L.  Recherches  mr  les  Poissons  fossiles^  Vol.  iii,  p.  260,  pl.  xxxvi,  figu- 
res 14, 15,  a.  1888-48. 

'  Smith  Woodward,  Arthür.  Catalogue  of  the  Fossil  Finches  in  the  Brilish  Museum, 
Part.  I.  p.  411-412,  a.  1889. 


484  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

Quant  á  la  dent  que  j*a¡  figurée  oomme  de  C,  auriculatus,  une 
dent  semblable  mais  un  peu  plus  petite  rapportée  du  Patagonien 
par  M.  Tournouer  a  été  déterminée  par  M.  Priem  comme  c  une  dent 
de  Carcharodon  sp.  ayant  le  plus  grand  rapport  avec  C.  aurícula- 
tiis  Bl.  *  \ 

II  y  a  des  exemplaíres  plus  petits,  avec  les  denticules  latéraux 
beaucoup  plus  détachés  que  dans  celui  que  j'ai  figuré  et  separes 
par  une  entaille  á  angle  plus  ouvert.  Les  exemplaíres  plus  petits 
et  plus  ressemblants  au  type  de  Blainville  viennent  du  Patagonien 
inférieur,  tandis  que  ceux  plus  grands  et  surtout  a  couronne  á 
base  plus  large  viennent  du  Patagonien  supérieur.  Est-ce  que  ees 
derniers  caracteres  suffiraient  pour  en  faire  une  espéce  distincte? 
Je  ne  le  crois  pas,  et  en  outre,  un  nom  nouveau  ne  signifie  rien 
pour  le  fond  de  la  question,  car  il  s*^irait  toujours  d'une  forme 
«ayant  le  plus  grand  rapport  avec  C.  auriculatiis  Bl. »  et  sa  valeur 
relativement  á  l'áge  géologique  resterait  toujours  la  méme. 

Maintenant,  que  les  grandes  dents  á  denticules  latéraux  du  Pa- 
tagonien supérieur  puissent  étre  séparées  comme  une  variété,  cela 
est  probable,  et  on  pourrait  la  dósigner  avec  le  nom  de  C.  auricu- 
latus  Bl.  var.  patagónica;  elle  serait  le  descendant  modifié,  surtout 
en  grandeur,  de  C.  auriculatus  typique  du  Patagonien  inférieur. 

Dans  le  Patagonien  inférieur,  il  y  a  encoré  une  autre  espéce  de 
Carcharodon:  celle  que  j'ai  nommée  C.  crassirhadix*.  Si  le  grand 
ouvrage  de  M.  Leriche*  publié  á  peu  prés  vers  la  méme  époque  me 
fút  arrivé  á  temps,  j'aurais  appellé  cette  espéce  C.  Debrayi  Leri- 
che,*  espéce  de  l'éocéne  du  Nord  de  la  France.  Les  dents  du  Pata- 
gonien sont  comme  dans  cette  espéce  á  racine  excessivement  ro- 
busto et  avec  la  face  externe  de  la  couronne  fortement  bombee, 
presque  aussi  convexo  que  Tinterne. 

Pour  en  terminer  avec  les  Carcharodon,  je  dois  encoré  rappeler 
que,  dans  TArgentine,  les  espéces  a  denticules  latéraux  n*arrivent 
pas  jusqu'au  Miocéne.  Toutes  les  dents  de  Carcharodon  trouvées 
dans  la  formation  entrerrienne  (Tertiaire  de  Paraná)  sont  sans 
denticules  latéraux,  tres  grandes  et  du  type  connu  sous  le  nom  de 
C.  megalodon. 


1  In  TouRNoueK,  1.  c,  p.  466. 

'  Ameghino  F.,  LeJi  Formations  sédimentaires,  etc.,  p.  183. 

'  Leríche  M.,    Contribidion   á  Vétude  des  poissons  dn  Nord  de   la  JfVance  et  dei 
régiona  voisinest  in  4."  de  430  pages  et  xvii  pl .   a.  1906. 
*  Leríche  M.,  1.  c  ,  p.  321,  pl.  xvi,  fig.  7. 


AMEOHINO :  NOTES  SüR  LES  POISSQNS  Dü  PATAGONIEN.     485 

Galeocepdo  latidens  Ag.  Amgh.^ 
et  Galeocerdo  aduncus  Ag.  Lerichb*. 

M.  Leriche  rapporte  k  G.  aduncus  Ag.  les  dents  que  j'ai  fígurées 
sous  le  nom  de  G.  latidens  Ag.,  comme  aussi  celles  que  j'ai  déter- 
minées  comme  G,  contortus  Gibbes*.  Pour  cette  identifioation,  il 
donne  comme  seul  motif  que,  d'aprés  les  figures,  Tespéce  est  tres 
reconuaissable. 

Pour  moi,  les  dents  que  j'ai  f igurées  sous  le  nom  de  G.  contortus 
se  distinguent  nettement  aussi  bien  de  celles  de  G.  latidens  que  de 
celles  de  G,  aduncus:  1.**  Par  l'énorme  épaisseur  de  la  racine; 
2.**  Par  la  pointe  au-dessus  de  l'échancrure  postérieure  qui  est 
fortement  tournée  en  spirale*. 

Quant  a  G,  latidens  et  á  G.  aduncus,  il  régne  dans  la  littérature 
une  confusión  dans  laquelle  il  devient  presque  impossible  de 
s'orienter.  Des  dents  qui  ont  les  caracteres  de  G,  latidens  ont  été 
figurées  et  décrites  comme  de  (?.  aduncus^  et  d'autres  qui  sont 
évidemment  de  cette  derniére  espéce  ont  été  figurées  comme  de 
G.  latidens.  Les  caracteres  distinctifs  qu'on  a  donnés  sont  bien  loin 
d'étre  invariables.  Méme  le  dernier,  donné  par  M.  Leriche,  que  le 
bord  postérieur  de  la  pointe  au-dessus  de  Téchancrure  n'est  pas 
denticulé  dans  G-  latidens^,  et  qui  est  denticulé  dans  (?.  aduncus 
n'a  pas  plus  de  valeur  que  les  autres,  car  un  bon  nombre  d'échan- 
tillons  éocénes  rapportés  a  G.  latidens  sont  denticulé^,  tandis  que 
d'autres  miocénes  rapportés  et  appartenant  évidemment  a  G.  adun- 
cus sont  á  bord  postérieur  lisse,  sans  denticules. 

En  outre,  on  trouve  d'un  type  a  l'autre  toutes  les  transitions 
possibles,  et  je  crois  que  le  6r.  aduncus  n'est  que  le  G.  latidens  gra- 
duellement  modif  ié,  ce  qui  rendrait  compte  de  toutes  ees  transitions 
et  des  difficultós  qui  en  dérivent. 

Dans  le  Patagonien  on  trouve  aussi  de  ees  formes  de  transitions 
et  c'est  sur  des  dents  présentant  ees  caracteres  mixtes  que  j'avais 
fondé  le  Galeocerdo  mixtu^^j  le  séparant  de  6r.  latidens  surto ut  par 


1  Ameghino  F.,  1.  c,  p.  182,  pl.  ii,  figs.  24,  25. 

*  Lebicue  M.,  ObservalionSf  etc.,  p.  184. 

'  Ameghino  F.,  1.  c,  p.  182,  pl.  ii,  figs.  26,  27. 

*  Cette  contortion  en  spirale  n'a  pas  été  bien  rendue  par  le  dessinateur;  elle 
n'est  pas  visible  sur  la  figure  27  e,  et  quoique  visible  sur  la  figure  26  c,  elle  ne 
Test  pas  dans  une  forme  si  accentuée  que  sur  l'original. 

*  Leriche  M.,  Contribulion^  etc.,  p.  226. 

*  Ameghino  F.,  VAge  des  formaíions  sédimentaires  de  Pafagonie^  p.  101,  a.  1900. 


486 


MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


ses  bords  plus  finement  dénteles.  Maís  aprés,  ayant  vu  des  dents 
de  O.  latidens  de  TEocéne  d*Europe  et  de  TAinérique  du  Nord  a 
dentelure  aussi  fine,  j'ai  ora  que  je  devais  abandonner  ce  nouveau 
nom  de  G.  mixttis  et  référer  les  dents  en  question  á  G.  latidens, 

II  me  parait  superflu  d'entrer  ici  dans  une  discussíon  au  sujet 
des  caracteres  servant  a  distinguer  G,  latidens  de  G,  aduncus^.  Je 
dis  seulement  que  je  m'en  suis  strictement  tenu  k  la  descríptíon 
qu'en  donne  Agassiz  ainsi  qu'aux  figures  de  son  Atlas  qui  repré- 
sentent  les  piéces  types  de  ees  deux  espéces. 

Je  reproduis  ci-contre  les  figures  des  spécimens  types  et  la  des- 
cription  correspondante  qu'en  donne  Agassiz.  A  cótó  de  ees  des- 


a 


Galeocerdo  IcUidens  Ag.  a,  Dent  type,  vue  par  la  face  externe,  d'aprés  Agassiz ; 
c,  dent  du  Patagonien  referee  á.  la  méme  espéce,  vue  par  la  face  exteme,  et  t,  vue 
par  la  face  interne. 

Oaleocerdo  aduncus  Ag.  o,  Dent  type  vue  par  le  cótó  exteme,  et  u,  vue  par  le 
cóté  interne,  d^aprés  Agassiz. 


sins,  je  donne  ceux  de  la  dent  que  j'ai  figuróe  et  referee  a  G.  lati- 
dens, de  sorte  que  chacun  pourra  se  faire  une  opinión  á  ce  sujet. 
Quant  á  moi,  je  trouve  que  la  dent  du  Patagonien  se  rapproche 
infiniment  plus  au  type  de  G.  latidens  qu'á  celui  de  G,  aduncus  et 
par  conséquent  je  continuerai  á  la  référer  á  la  prendere  de  ees 
deux  espéces. 


'  Pour  moi  la  diffórence  la  plus  constante  que  je  trouve  reside  dans  le  degré 
d^ópaisseur  de  la  racine.  Les  dents  de  G.  aduncus  ont  la  racine  tres  épaisse  et 
fortement  bombee  sur  le  cote  interne.  Les  dents  de  O.  latidens,  spécialement 
celles  du  Patagonien,  ont  la  racine  minee,  peu  bombee  á  la  face  interne,  de  sorte 
que  les  racines  des  dents  de  cette  espéce  apparaissent  comme  comprimées  latéra- 
lement,  ayant  presque  la  forme  de  lames. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    487 

DESORiPTiON  DE  G.  AduncuB  ET  O,  Latidens,  par  l.  agassiz. 

€  Galeocerdo  aduiicus.  La  forme  genérale  des  dents  rappelle  á  bien  des 
égards  celles  des  dents  du  O,  arcticus  des  mers  boreales.  Ce  sont  les 
mémes  proportions  entre  les  différentes  dimentions.  La  plupart  des  exem- 
plaires  que  je  connais  ont  environ  un  demi-pouce  de  long  et  autant  de 
haut.  Le  bord  antérieur  forme  un  are  régulier;  le  bord  postérieur  est 
fortement  óchancré,  et  la  différence  essentielle  entre  notre  espéce  et  le 
O.  arcticus  consiste  en  ce  que  la  partie  qui  est  au-dessous  de  Pechan- 
crure  et  qui  représente  en  quelque  sorte  la  base  de  la  dent,  est  plus  forte 
dans  l'espéce  fossile  que  dans  l'espéce  vivante.  Les  dentelures  sont  sur- 
tout  marquées  sur  cette  partie  básale  au-dessous  de  Téchancrure;  elles 
sont  á  peine  visibles  sur  la  branche  du  cóne,  mais  deviennent  de  nouveau 
plus  fortes  au  bord  antérieur.  La  base  de  l'émail  est  moins  écbancrée  á 
la  face  externe  qu'á  la  face  interne,  oú  elle  forme  presque  un  angle  droit. 
La  racine  est  plus  ou  moins  concave  et  médiocrement  épaisse,  comme 
dans  tous  les  Galeocerdo  ». 

«  Galeocerdo  latidens.  Les  dents  de  cette  espéce  sont  bien  moins  mas- 
sives  que  celles  du  G.  aduncuSj  et.surtout  trés-allongées,  car  elles  mesu- 
rent  trois  quarts  de  pouce  de  longueur  sur  un  demi-pouce  de  hauteur.  II 
resulte  de  ees  proportions  que  le  bord  antérieur,  quoique  long,  est  moins 
arqué  que  dans  beaucoup  d'autres  espéces.  Le  cóne  est  gros,  court  et 
trés-pointu.  L'échancrure  postérieure  forme  un  angle  trés-aigu,  au-des- 
sous  duquel  les  crénelures  sont  tres  prononcées,  tandis  qu'elles  sont 
tres  fines  sur  le  trancbant  de  la  pointe  de  la  dent  et  méme  á  son  bord 
antérieur.  Cette  derniére  particularité  (Pabsence  de  fortes  dentelures  á 
la  base  du  bord  antérieur)  distingue  particuliérement  cette  espéce  de  G, 
arcticus.  La  base  de  la  couronne  est  paralléle  au  contour  de  la  racine 
sur  la  face  externe;  elle  est  sans  doute  plus  fortement  écbancrée  á  la  face 
interne  » i. 


EMPECES  QUE  M.  LERICHE  NE  PEUT  PAS  RECONNaItRE  D'APRÉS 

LES  FIGURES. 

Scapanorhynchus  subulatus  Ag.  *  el  Scapanorhynchus 

lissus  Amgh.' 

Les  deux  dents  que  j'ai  figarées  sous  ees  deux  noms,  ont  une 
tres  grande  analogie,  d^aprés  M.  Leriche  avee  celles  d^Odontaspis 


1  Agassiz  Louis,  Recherches  sur  les  Poissons  fossiles^  iii,  pp.  281-282. 

*  Amkohino  F.,  Les  Formations  sédimentairesy  etc.  p.  177,  pl.^i.  fig.  7,  7a. 
Leriche  M.,  Observations,  etc.  p.  135. 

*  Ameghino  F.,1.  c.  p.  177,  pl.  i.  fig.  8,8a,  Se, 
Leriche  L.,  1.  c.  p.  185. 


488  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

acutissima  Ag.,  de  rOligocé^e  et  du  Néogéne.  Celle  determinée 
comme  de  Scap,  suhulatus  répondrait  á  la  forme  de  dent  qui  a  re9U 
de  L.  Agassiz  le  nom  de  Lamna  ( Odontaspis )  actUissima^  tandís 
que  celle  determinée  comme  de  Scapanorhynchus  lisaus  est  une  dent 
analogue  á  celle  que  ce  dernier  auteur  désignait  sous  le  nom  de 
Lamna  (Odontaspis)  contortidens. 

Je  regrette  d'étre  aussi,  sur  ees  points  encoré,  en  complet  désa- 
cord  avec  M.  Leriche.  Dans  nimporte  quelle  serie  un  peu  nóm- 
brense de  dents  de  Bcapanorhynchus  subulatus  du  crétacé  d'Euro- 
pe  ou  de  TAmérique  du  Nord,  on  peut  voir  des  dents  ayant  la  méme 
forme  que  celle  du  Patagonien  que  j'ai  attribuée  a  cette  espéce.  En 
outre,  Se,  subulatus  est  une  espece  tres  ahondante  dans  le  Crétacé 
supérieur  de  Patagonie,  oú  j'ai  signalé  sa  présence  depuis  1893  ^  et 
cette  détermination  a  été  confirmée  par  M.  A.  Smith  Woodward*. 
Or,  parmi  les  dents  de  S.  subidatus  du  Crétacé  de  Patagonie,  il  y 
en  a  qui  sont  absolument  égales  a  Téchantillon  du  Patagonien  que 
j'ai  figuré.  Je  suis  dans  ce  cas  tres  affirmatif,  car  je  n'ai  pas  fait 
les  comparaisons  k  Taide  de  figures  sinon  d'originaux.  En  outre, 
pour  démontrer  l'impossibilité  absolue  du  rapprochement  indiqué 
par  M.  Leriche,  je  rappelerai  que  1*  Odontaspis  actUissima  de  TOli- 
gocéne  d'Europe  est  une  espéce  avec  des  dents  striées  longitudi- 
nalement  sur  la  face  interne  de  la  couronne,  tandis  que  la  dent  da 
Patagonien  n'est pas  striée.  L'analogie  indiquéeparl'auteurn'exis- 
te  done  pas. 

Quant  á  Scapanorhynchus  lissuSy  c*est  le  squale  le  plus  commun 
du  crétacé  de  Patagonie,  et  les  dents  provenant  du  Patagonien 
inférieur  que  je  rapporte  a  la  méme  espéce  ne  différent  en  ríen 
de  celles  qu*on  trouve  dans  les  conches  crétacées.  Comme  le  nom 
l'indique,  c'est  une  espéce  á  couronne  complétement  lisse  sur 
les  deux  faces  interne  et  externe,  tandis  qu'O.  contortidens  est 
une  espéce  avec  les  dents  a  face  interne  striée.  En  plus,  les  dents 
antérieures  de  S,  lisstis  sont  droites,  tandis  que  celles  d'O.  contor- 
tidens ont  une  tres  forte  courbe  sigmo'ide,  caractére  qui  a  prócisé- 
ment  été  exprimé  dans  le  nom  spécifique  de  contortidens  avec  le- 
quel  on  Ta  designée.  Je  pourrais  indiquer  encoré  d'autres  diff éren- 
ces,  mais  celles  mentionnées  suffisent  pour  affirmer  qu'il  n'y  a  ab- 


*  Ameghino  F.  Sobre  la  presencia  de  vertebrados  de  aspecto  mesozoico  en  la  for- 
mación sanlacruceila  de  la  Patagonia  austral^  in  Mev.  Jard.  Zool.  Buenos  Jtre», 
t.  I.  p.  84.  a.  1893. 

'  Smith  Woodward,  A.,  Obsercations  on  Señor  Ameghino\  etc.  p.  22. 


AMEGHINO :  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    489 

solument  aucun  rapport  entre  cea  deux  especes.  Odontaspis  contor- 
tideníf  est  le  descendant  miocéue  d^ Odontaspis elegans  de  l'Eocéne^ 
Dans  le  Patagonien,  il  n'y  a  pas  d^ Odontaspis  SkYec  des  dents  á  face 
interne  striée;  dans  1' Argén tine,  oes  especes  n'apparaissent  que 
dans  la  formation  entrerrienne  ( Tertiaire  de  Paraná)  qui  est  d'une 
époque  geólogique  beaucoup  plus  récente  que  le  Patagonien. 

J'insiste  done  sur  l'exactitude  de  la  détermination  des  deux 
dents  du  Patagonien  que  j*ai  figurées  sous  los  noms  de  Se.  subula- 
tus  et  Se.  lissuif. 

Odontaspis  Rutoti  Winkleb*. 

La  dent  du  Patagonien  que  j*ai  figuréeet  attribuée  á  cette  ospé- 
ce  différe  des  dents  correspondantes  d'O.  Rutoti^  d'aprés  M.  Leri- 
che,  «par  sa  racine  plus  large  et  par  sa  couronne  plus  étroite».  La 
dent  que  j'ai  figuróe  est  tellement  identique  dans  tous  ees  détails 
(moins  celui  de  la  largeur  de  la  couronne)  a  celle  d'O.  Rutoti,  figu- 
rée  par  M.  Leriche  dans  Les  Poissons paléoeénes  de  la  Belgique  (pl.  i, 
fig.  39,  39  a)  que  pour  moi  il  ne  peut  y  avoir  aucun  doute  sur 
l'identité  spécifique.  Quant  á  la  largeur  de  la  couronne,  on  voit 
qu  elle  est  tres  variable  sur  les  mémes  éohantillons  figures  par  M. 
Leriche,  ce  qui  dépend  de  la  position  des  dents. 

Sur  la  différence  signalée  par  l'auteur,  je  ne  trouve  pas  qu'on 
puisse  séparer  le  squale  du  Patagonien  comme  espéce  distincte, 
d'autant  plus  que  d'autres  dents  ont  la  racine  moins  large  et  la 
couronne  moins  étroite. 

L'O.  Rutoti,  de  l'Eocéne  d'Europe,  ressemble  beaucoup  a  O. 
Bronnij  du  Crétacé  supérieur  du  méme  continent,  á  tel  point  que, 
d'aprés  M.  A.  Smith  Woodward*,  les  dents  de  ees  deux  especes 
sont  pour  la  plupart  presque  égales.  Or,  O.  Bronni  se  trouve  aussi 
dans  le  Crétacé  supérieur  de  Patagonie^  et  dans  le  Patagonien,  elle 
est  remplaeée  par  O.  Rutoti  absolument  comme  en  Europe.  J^insis- 
te  done  sur  l'exactitude  de  ma  détermination. 


*  Je  dois  rappeller  que  d'aprés  M.  Leriche,  O.  contortidens  et  O.  acutisHma  de 
rOligocéne  et  du  Miocéne  d'Europe,  ne  constitueai  qu'une  seule  espéce  qui  doit 
prendre  le  demier  de  ees  deux  noms.  (Leriche  M.,  Note  préliminaire  sur  les  Pois- 
sons des  FcUtins  néof/enes  de  la  Bretagne,  de  VAnjou  et  de  la  Touraine^  in  Annales 
de  la  Société  Oéologique  du  Nord,  T.  xxxv,  p.  296-297,  a,  1906. 

'  Ameghino  F.,  Les  Forviations  sédiment aires,  etc.,  p.  177,  pl.  i,  fig.  10,  10a. 
Lebicue  M.,  ObservalionSf  etc.  p.  185. 

*  Smith  Woodward  a.,  Catalogue,  etc.  i,  p.  861. 

*  Ameohino  F.,  1.  c.  pp.  71  et  185. 


490  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

MaiutenaDt  je  vais  me  placer  daos  le  cas  on  M.  Leríche  insiste- 
rait  qu'il  ne  s  agit  pas  de  la  méme  espéce.  Dans  ce  cas  íl  faudrait 
constituer  poar  les  dents  du  Patagonien  une  espece  nouvelle.  Or, 
cette  prétendue  nouvelle  espéce  serait  tres  ressemblantekO.  Bronni, 
du  Crétacé  supérieur  d*Europe  et  de  Patagonie,  et  extrémement  res- 
semblante  á  O.  Eutotij  de  l'Eocéne  inférieur  d'Europe.  Au  point  de 
vue  géologique,  la  significaren  de  cette  nouvelle  espéce  serait  abso- 
lument  la  méme;  elle  indiquerait  toujours  un  age  éocéne,  tandis 
qu*on  aurait  encombró  la  nomenclature  avec  un  nom  de  plus,  pour 
le  moment  absolument  inutile. 

Odontaspis  Abbatei  Prisma 

Cette  espéce  fut  fondee  par  M.  Priem*  sur  une  dent  isolée  a 
couronne  incompléte  provenant  de  TEocéne  d'Egypte,  et  j'ai  figu- 
ré comme  appartenant  a  la  méme  espéce  une  toute  petite  dent  du 
Patagonien. 

D  aprés  M.  Leriche,  les  caracteres  spécifiques  d'O.  Abbatei  sont 
invisibles  dans  la  seule  figure  de  cóté  que  M.  Priem  a  donnée  et 
« il  est  téméraire  de  rapporter  á  une  espéce  si  peu  connue  une  dent 
encoré  réduite  á  la  couronne». 

Effectivement,  la  figure  donnée  par  M.  Priem,  sauf  la  grandeur 
et  la  courbe  sigmoide  déla  couronne, ne  montre  presqueaucnn  au- 
tre  caractére.  Cela  est  dü.  á  la  petitesse  de  Poriginal.  Pour  des 
dents  aussi  petites  il  faut  en  donner  des  figures  agrandies  afin 
que  Ton  puisse  en  reconnaitre  les  caracteres.  Mais,  dans  ce  cas,  en 
plus  de  la  figure,  M.  Priem  a  donné  une  description  détaillée  et 
precise  qui  permet  de  la  reconnaitre. 

Quand  M.  Leriche  dit  qu'il  est  téméraire  de  rapporter  a  une  es- 
péce si  peu  connue  une  dent  encoré  réduite  a  la  couronne,  il  se 
trompe,  car  la  dent  que  j'ai  figurée  est  pourvue  de  la  racine  et 
présente  la  couronne  presque  intacte  et  encoré  plus  parfaite  que 
Texemplaire  figuré  par  M.  Priem.  La  dent  du  Patagonien  coincide 
avec  la  description  de  M.  Priem  dans  presque  tous  les  caracteres, 
particuliérement  dans  la  grandeur,  dans  la  légére  courbe  sigmoide, 
dans  la  face  interne  bombee,  dans  les  denticules  latéraux  et  lenr 


1  Ameguino  F.,  1.  c,  p.  178,  Pl.  i,  fig.  11,  lia,  lie,  11  ¿. 
Leriche  M.,  1.  c,  p.  135. 

'  Pbiem  F.,  Sur  des  Povtsons  fosfril^  éocénea  d'Egypte  et  de  Roumanie  et  rectifica- 
tion  rdcUive  á  Fseudolaies  Heherti  Gervais  sp.,  in  Btdletin  de  la  Société  Géologique  de 
Frailee,  8-  Serie,  T.  xxvii,  p.  246,  Pl.  ii,  fig.  26,  a.  1889. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.   491 

positiou  (ils  manquent  sur  un  des  cótés  par  ablation),  dans  la  pe- 
tite  dépression  básale  de  la  face  externe,  et  dans  le  sillón  tres  pro- 
fond  au  milieu  de  la  racine.  Elle  n*en  différe  que  par  la  face  ex- 
terne un  peu  bombee  et  par  la  racine  qui  est  plus  saillante  sur  le 
cóté  interne,  en  forme  de  selle.  Mais  ees  caracteres  sont  précisó- 
ment  ceux  qui  correspondent  aux  dents  les  plus  antérieures,  celle 
f  ¡guróe  par  M.  Priem  venant  d'une  región  plus  en  arriére.  O.  Ahha- 
tei,  tel  qu'il  est  représente  par  les  deux  seuls  échantillons  connus, 
celui  d'Egypte  et  celui  de  Patagonie,  est  le  plus  petit  Odontaspis 
connu. 

Qu'aurais-je  dü  faire  avec  cette  dent  qui  coincide  dans  tous  ses 
détails  avec  celle  d'O.  Abbateiy  de  l'Eocéne  d'Egypte?  Une  espéce 
nouvelle  ?  Mais  tout  ce  que  j'aurais  pu  en  diré  est  qu'elle  parait 
presque  identique  avec  celle  d'Egypte,  car  elle  ne  se  rapproche 
á  aucuneautre.  Sa  signification  au  point  de  vue  de  Táge  góologique 
resterait  toujours  la  méme.  C'est  la  répétition  du  cas  d'O.  RutotL 

Lainna  appendiculatn  Ag.* 

Cette  espece  est  tres  abondante  dans  le  Crétacé  supérieur  de  TAr- 
gentine,  et  sa  premiére  détermination  est  due  &  M.  A.  Smith  Wood- 
ward  *. 

La  dent  du  Patagonien  que  j'ai  figurée  sous  ce  nom,  d'aprés 
M.  Leriche,  «  différe  des  dents  correspondantes  de  Lamna  appendi- 
culata  Ag.  par  sa  racine  moins  développée  et  par  ses  denticules 
latéraux  moins  divergents  et  relativement  moins  larges». 

Parmi  les  dents  de  i.  appendiculata  du  Crétacé  supérieur  de  Pa- 
tagonie, on  en  trouve  d'absolument  semblables  á  celle  du  Patago- 
nien que  j'ai  figurée.  On  en  trouve  aussi,  ou  du  moins  excessivement 
ressemblantes,  dans  tous  les  gisements  crétacés  d'Europe  et  de 
TAmérique  du  Nord  qui  ont  fourni  des  dents  de  L.  appendiculata 
en  aboi^dance. 

Les  différences  mentionnées  ne  sont  pas  suffisantes  pour  sépa- 
rer  les  dents  du  Patagonien  comme  une  espéce  distincte.  Tout  au 
plus  pourrait-on  en  faire  une  varíete,  mais,  encoré  une  fois,  cela 
n'altérerait  en  ríen  la  signification  géologique,  car  cette  varíete  ne 
serait  toujours  qu'un  descendant  de  L.  appendiculata  typique,  du 
Crétacé  supéríeur  de  la  méme  localité. 


1  Ameghino  F.,  1.  c,  pp.  71  et  178,  PL  i,  fig.  12,  12a. 

Leriche  M.,  1.  c,  p.  186. 
*  Smith  Woodward  A.,  1.  c,  p.  22. 

Amal.  Mus.  Nao.  Bs.  As.,  Ser.  8*,  t.  ix.  Mayo  15,  1908.  83 


492  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


Lamna  obliqua  Ag.^ 

La  dent  du  Patagonien  que  j'ai  figurée  comme  de  L,  obliqua^ 
d'aprés  M.  Leriche,  ne  rappelle  guére  celles  si  caractérístiqnes 
d^Otodus  ohliquun  Ag.,  et  étant  dépourvue  de  denticules  latéraux, 
elle  pourrait  bien  appartenir  au  genre  Oxyrhina,  Comme  je  n'en 
posséde  qu'un  seul  exemplaire  et  incomplet,  je  n'insisterai  pas  sur 
ma  determination,  mais  certaínement  il  ne  s^agit  pas  d'une  OxyrM- 
na  sinon  d^une  Lamna  qui,  si  elle  n'est  pas  ideutique,  doit  étre  tres 
rapprochée  de  L,  ohliqua^  de  TEocéne  inférieur  d'Europe. 


Lamna  semiplicata  Ag.' 

De  cette  espéce,  j'en  ai  figuré,  comme  provenantdu  PatagonieD, 
une  dent  égalementincomplétequi  a  perdu  les  denticules  latéraux. 
D'aprés  M.  Leriche,  t  rien  ne  justifie  l'attribution  de  cette  dent  á 
l'espece  en  question»,  mais  il  n'en  donne  pas  lesraisons. 

Je  crois  tout  le  contraire,  c'est-á-dire  que  tout  justifie  Tattribu- 
tion  de  cette  dent  á  Tespece  en  question.  D'abord  la  grandeur, 
aprés  le  contour  general,  et  enfin  les  sillons  si  caractéristiques  de 
la  base  de  la  couronne  sur  les  deux  faces.  La  forme  un  peu  diffé- 
rente  de  la  racine  n'est  due  qu'a  la  position  de  la  dent  qui  est  late- 
rale  postérieure,  tandis  que  les  molaires  typiques  du  crétacó  d'Eu- 
rope  jusqu'ici  figurées  viennent  de  la  partie  latérale  antérieure. 


Lamna  Vincenli  Winkler*. 

La  dent  incompléte  que  j'ai  figurée  sous  ce  nom,  d'aprés  M.  Le- 
riche, « n'a  aucun  rapport  avec  les  dents  de  cette  espéce;  c'est  peut- 
étreune  dent  latérale  d'Odontaspis  cuspidata  Ag.».  Elle  n'est  cer- 
tainement  pas  VOdontaspis  cuspidata^  mais  comme  il  s'agit  d'une 
dent  trop  incompléte  et  dont  je  n'en  posséde  pas  d'autres  égales, 
laissons-la  de  cdté,  et  passons  a 


1  Ameohino  F.,  1.  c,  p.  178,  pl.  ii,  fig.  13. 

Leriche  M.,  1.  c,  p.  186. 
«  Ameghino  F.,  1.  c,  p.  178,  pl.  i.  fig.  14,  14o. 

Leriche  M.,  1.  c,  p.  136. 
*  Ameohino  F.,  1.  c,  p.  179,  pl.  i,  fig.  15, 15  a,  15c. 

Leriche  M.,  1.  c,  p.  186. 


AMEamNo:  notes  sur  les  poissons  du  patagonien.  493 

Oxyrhina  angustidens  Reuss^ 

La  dent  du  Patagonien  que  j'ai  attribuée  á  cette  espéce,  d'aprés 
M.  Leríche,  est  « une  dent  incomplete  qui  parait  étre  assez  mal 
conservóe  et  dont  latiribution  au  genre  Oxyrhina  n'est  pas  sans 
laisser  quelque  doute».  La  couronne  de  la  dent  est  parfaite,  de 
sorte  que  la  référence  au  genre  Oxyrhina  est  certaine.  La  racine 
est  un  peu  usée,  mais  il  n'y  manque  qu'un  des  coins.  Tous  les  ca- 
racteres, la  grandeur  incluse,  sont  ceux  d'O.  angustidens,  L'espéce 
est  commune  dans  le  Crétacé  supérieur  de  Patagonie,  et  Texem- 
plaire  du  Patagonien  ne  présente  pas  de  différences  avec  ceux  qui 
viennent  des  couches  crétaciques. 

Mais,  dans  le  Patagonien,  on  trouve  encoré  les  dents  d'une  autre 
espéce  á^  Oxyrhina  anoienne  qui  indique  un  age  éocéne.  C'est  V 

Oxyrhina  nova  Winkler. 

Caractéristique  de  TEocéne  de  Belgique  et  que  M.  Leriche  a  dé- 
crite  et  si  bien  figurée  dans  ees  derniéres  années^.  Je  donne  ici 
la  figure  d'une  dent  antérieure.  Elle  ne  difiere  de  celles  figurées 
par  M.  Leriche  que  pour  étre  a  peine  un  peu  plus  grande,  mais 
c'est  le  plus  grand  exemplaire  que  je  posséde.  Je  Tai  choisi  pour 
le  figurer  parce  que  c'est  le  plus  parfait. 


Oxyrhina  nova  Winkler.  Une  dent  antérienre  vue:  a,  par  le  cOtó  interne;  e,  par 
le  cOté  exteme.  Patagonien  dn  Chubnt. 

Aprés  cesobservations,  M.  Leriche  donne  le  resume  et  conclusión 
de  ses  observations.  Ce  resume  étant  tres  court,  je  vais  le  transcrire 
intégralement. 


*  Ameghiho  F.,  1.  c,  pp.  71  et  180,  pl.  ii,  fíg.  20, 20a,  20e. 
Lebichk  M.,  1.  c,  p.  136. 

*  Leriche  M.,  Les  Poissons  paléocknes  de  la  Bdgique,  p.  84,  Pl.  i,  figs.  45-48.  a. 
1902.  —  Id.  Les  Poissons  éocénes  de  la  Belgique,  p.  127,  Pl.  vii,  figs.  1,  3,  5-11,  a. 
1905. 


494  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 


RESUME  ET  CONCLUSIÓN. 

«D'aprés  ce  que  l'on  vient  de  voir,  la  faune  ichthyologique  du 
Patagonieu  ne  semble  pas  comprendro  les  especes  crétacées  (Sea- 
panorhynchus  subulatiis,  Lamna  appendiculata,  L.  semipliccUa, 
Oxyrhina  angustidensjj  palóooénes  et  éocénes  (Odontaspis  Rutoti, 
O.  Ahbateij  Otodus  obliquusj  Lamna  Vincenti,  Carckarodon  auricii- 
latus,  Galeocerdo  latidens)  qu'y  sígnale  M.  Fl.  Ameghino.  Elle  ren- 
ferme  par  contre: 

« l.<^  Des  éléments  (Odontaspis  enspidata^  Oxyrhina  Desori)  qui 
caractórisent  l'Oligocéne  et  le  Néogéne». 

«2.**  des  especes  (Oxyrhina  hastalis,  Galeocerdo  adnncusj  qui 
sont  cantonnées  dans  le  Miocéne  et  dans  le  Pliocéne». 

«3.**  enfin,  un  Carcharodon  qui  semble  établir  le  passage  entre 
C.  angnstidens  de  TOligocéne  et  C\  megalodon  du  Néogéne,  mais  qui 
se  rapproche  cependant  davantage  de  ce  dernier  que  du  premier». 

c  La  conclusión  qui  se  dégage  de  ees  f aits  est  que  le  Patagonien 
doit  étre  attríbué  au  Miocene  inf  érieur  » *. 

Ce  qui  attire  immódiatement  mon  attention,  c'est  la  súreté  avec 
laquelle  l'auteur  attribue  le  Patagonien  au  Miocene. 

Je  ne  me  trompáis  done  pas  quand  en  commen9ant  je  disáis  que 
ce  qui  est  en  litige,  ce  n'est  pas  la  question  de  la  détermination 
plus  ou  moins  exacte  de  quelques  dents  de  squales,  sinon  Táge 
géologique  du  Patagonien. 

D'aprés  Texamen  qui  precede  des  arguments  de  M.  Leriche,  et 
tout  en  laissant  de  cdté  Corax  Rothi,  Lamna  óbliqua  et  Lamna 
Vincenti^  je  peux  invertir  son  resume  et  conclusión  comme  il   suit: 

La  faune  ichthyologique  du  Patagonien  comprend  des  especes 
crétacées  comme  Scapanorhynchiis  subulatus,  Scapanorhynchiis  lis- 
siiSj  Lamna  semiplicata  et  Oxyrhina  angustidens:  et  des  especes 
éocénes  comme  Odontaspis  Rutotí^  Odontaspis  Abbateij  Carcharodon 
aiiricidatiis  ou  une  variété  extrémement  voisine,  Carcharodon  auri- 
culatus  typyque,  Carcharodon  Dehrayi,  Oxyrhina  Desori  var.,  pre- 
cursor, Oxyrhina  nova  et  Galeocerdo  latidens. 

En  outre : 

1.°  On  y  trouve  des  éléments,  comme  Odontaspis  ctispidata  et 
Oxyrhina  Desori^  qu'on  rencontre  depuis  PEocéne  jusqu'au  Néo- 
géne. 


1  Leriche  M.,  1.  c.  p.  137. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  P0IS80NS  DU  PATAGONIEN.    495 

2.*"  Dans  le  Patagonien,  11  manque  completement  1'  Oxyrhina  has- 
talis  typique,  de  la  maniere  qu*elle  apparait  dans  les  dépóts  beau- 
coup  plus  récents  de  la  formation  entrerríenne  (Tertiaíre  de  Para- 
ná). On  y  trouve  par  contre  une  espéce  ou  variété  (cela  m'est 
indifférent)  nommée  O.  patagónica^  caractérisée  par  ses  dents  dont 
la  couronne  a  Textrémité  plus  infléchie  en  dehors  et  la  face  in- 
terne considérablement  plus  bombee. 

3.<>  Dans  le  Patagonien,  il  manque  completement  le  Carcharodon 
megalodon  qu'on  trouve  en  abondance  dans  les  dépóts  néogénes  de 
Paraná.  On  y  trouve  par  contre  Carcharodon  chubutensis  qui  est 
allié  á  C  auriculatiis  de  TÉocéne  et  de  TOligocéne  d'Europe,  Car- 
charodon auriculatus  typique,  et  Carcharodon  Débrayiy  ou  une  for- 
me extrémement  voisine  de  la  forme  typique,  qui  est  propre  de 
TEocéne. 

La  conclusión  qui  se  dégage  de  ees  faits  est  que  le  Patagonien 
doit  étre  attribué  a  l'Éocene  inférieur  et  á  TEocene  moyen. 


*  * 


Maintenant,  je  demande  la  permission  de  rappeler  plusieurs 
oublis  de  M.  Leriche. 

1.**  Dans  sa  critique,  il  n'a  pas  pris  en  considération  toutes  les 
formes  que  j 'ai  mentionnées,  dont  quelques-unes,  comme  par  exem- 
ple  Pappichthys,  sont  évidemment  éocénes,  et  d'autres,  comme  Aero- 
dus^  qu'on  ne  connaissait  pas  encoré  de  dépóts  plus  récents  que 
le  secondaire  supérieur. 

2.<*  H  n'a  pas  tenu  compte  du  fait  que  le  Patagonien  contient 
plusieurs  genres  éteints  (PriodontaspiSy  Carcharoides,  Notoprütis^ 
Pseudacrodus,  etc.),  ce  qui  donne  á  la  formation  un  cachet  excessi- 
vement  anclen,  correspondant,  au  moins  pour  les  conches  infé- 
rieures,  au  Tertiaíre  le  plus  inférieur. 

3.**  D  n'a  pas  tenu  compte  de  la  présence  dans  le  Patagonien  de 
nombreux  Cestraciontidae  (Acrodus,  Pseudacrodusjy  famille  essen- 
tiellement  mésozoíque  et  des  plus  caractéristiques.  La  présence  de 
nombreux  représentants  de  cette  famille  donne  au  Patagonien  un 
aspect  ou  cachet  plus  anclen  que  l'Eocéne  des  aatres  contrées  de 
la  terre. 

4.**  II  n'a  pas  prété  l'attention  que  mérlte  le  fait  de  Tabsence 
presque  absolue  dans  le  Patagonien  de  débris  de  la  famille  des  Car- 
chariidae  avec  la  seule  exception  du  genre  Galeocerdo  qui  est  un 


496  MUSEO  NACIONAL  DE  BUENOS  AIRES. 

desoendant  á  dents  creuses  du  geiire  orétacique  Corax  a  dents  soli- 
des. Les  Carchariidae  ooastituent  une  famille  essentiellement  cé- 
nozo'íqae  qai  n'a  dans  le  Crétacé  qae  de  tres  rares  représentants 
et  poar  la  plapart  doateax.  Dans  les  f ormations  marines  tertiaires 
de  toutes  les  contrées,  les  dents  de  Carcharidés  sont  tres  ahondantes 
á  partir  de  TEocéne.  L'absenoe  presqae  complete  de  oette  famille 
dans  le  Patagonien  donne  a  cette  formation  un  aspect  excessive- 
ment  ancien. 

6.0  L'absence  dans  le  Patagonien  de  toute  espéce  rócente,  ou  de 
tóate  espéce  qui  en  dehors  de  la  Patagonie  soit  d*un  age  exclusi- 
vement  plus  récent  que  FÉocene.  Pour  les  cas  de  Galeocerdo 
aduncuSf  Carcharodon  megalodon  et  Oxyrhina  Jiastalis,  mis  en  avant 
par  M.  Leriche,  nous  avons  deja  vu  ce  qu'il  en  est. 

6.^  L'apparition  subite  dans  la  formation  entrerrienne  de  types 
septentrionaux  caractóristiques  de  TOligocéne  et  du  Miocéne  qu*on 
ne  trouve  pas  dans  le  Patagonien,  comme  Oxyrhina  hastalis  typi- 
que,  Galeocerdo  aduncus,  Carcharodon  megalodon,  Odontaspis  ele- 
gans,  Odontaspis  contortidens  (ou  acutiisimaj^  Hemipristis  serra, 
Sphirna  prisca,  et  de  nombreux  représentants  du  genre  Carcharías, 
L'apparition  soudaine  de  cette  faune  septentrionale  dans  l'Atlan- 
tique  meridional  coincide  avec  le  commencement  de  la  destruction 
de  TArchelenis  et  de  la  solution  de  continuité  entre  l'Airiqne  et 
PAmérique  du  Sud. 

Pour  la  question  de  Texistence  de  cette  anoienne  liaison  entre 
TAfrique  et  FAmérique  du  Sud,  qui  constitue  la  clef  qui  permet 
d'expliquer  la  distribution  góologique  et  géographique  d'un 
nombre  d'étres  tres  considerable  aussi  bien  terrestres  que  marins, 
en  plus  de  mon  récent  ouvrage  sur  Les  f ormations  sédimentaires  de 
Patagonie^  etc.,  je  prie  les  lecteurs  qui  s'intéressent  dans  ce 
probléme  de  vouloir  bien  prendre  connaissance  du  grand  ouvrage 
que  vient  de  publier  mon  éminent  coUégue  et  ami,  M.  le  Dr.  H.  v- 
Ihering,  sur  les  Mollusques  f  ossiles  de  T  Argentine  \  ainsi  que  de 
son  récent  volume  sur  TArchelenis  *. 

Bref :  pour  en  terminer,  je  n'ai  qu'á  répéter  ce  que  je  dis  á  la  fin 
du  chapitre  de  mon  livre  consacré  á  l'examen  des  Poissons  de  la 
formation  patagonienne: 


1  Ihering,  H.  von.  Les  Mollusques  fosaües  du  Tertiaire  et  du  Crétacé  supérieur  de 
VArgeffUine^  in  8.®  de  xiii  et  611  pages,  18  planches  et  16  fijares  dans  le  texte. 
a.  1907  (Anales  del  Museo  Nacional,  de  Buenos  Aires^  Serie  8.*,  T.  ni). 

8  Ihering,  H.  von.  Archhelenis  und  Archinotis,  Gesammdte  Beürage  zur  Oeschichte 
der  Neotropischen  Región^  in  8.®  de  850  pa^es  et  1  carte.  a.  1907. 


AMEGHINO:  NOTES  SUR  LES  POISSONS  DU  PATAGONIEN.    497 

cL'examen  des  Poissons  f  ossiles  parait  índiquer  de  la  maniere  la 
plus  evidente  que  le  terrain  patagonien  est  d'áge  óocéne.  Si  on  n^ad- 
met  pas  cette  conclusión,  je  crois  qu'il  vaudrait  mieux  renoncer 
a  se  servir  des  fossiles  pour  la  dótermination  de  l'áge  des  forma- 
tions.» 

*  » 

Je  ne  saurais  trop  remercier  M.  Leriche  pour  m'avoir  offert 
Toccasion  de  démontrer  encoré  une  fois  par  des  faifcs  tres  précis  et 
tres  fáciles  á  constater,  que  la  formation  patagonienne  est  d'áge 
éocéne. 


Híl.   MtfSHíí    Naí'JON*!,   l»K    BrKSíli*   AlKKÍi 


Tkhckha  SKRit:.  T.  IX.  LiK-  I- 


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I  ^ALRS  l>l>L   MUSKU   XaCIONAL   ÜK   BfKNOS  AiKRS. 


Tkrckha  Skrik.  T.  IX.  Lám.  I. 


.'>»  Aji^in« 


^ 


( PrwfffH» 


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Analks  dkl  Mdsko  Nacional  dk  Biiknos  Aikrs. 


Tkrckka  Skuie.  T.  IX.  Lám.  II. 


A.  Gallardo 
Pinxit 


(h*t(gasde  IHlophonofa  Lassaf/ai  {[BoisduvaX)  Ber^. 


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I 


^^ 


ANALES 


PEflBOD/  AVUoEÜtó. 


BEL 


MUSEO  NACIONAL 


DE 


BUENOS    AIRES 


Serie  111.  Tomo  II, 


(Con  H  íáminm  ¡f  211  figuren  «n  d  /«oto/ 


BUENOS  AIKE8. 

IláFaEírTA    DE    JüAÍT    A.    ALBINA^    CALLE    MeXICOj    1422. 

1908. 


ni  RECTOR  DEL  MUSEO  NACIONAL 

DOCTOR    FLORENTINO   AMEGHJNO 

9tCftETÁfflO  V  BlgLlOTmOARtO 
AGUSTÍN  J.  PÉNDOLA 


<  T<ȣ4r  UbnVf  AWU2980 


3  2044  043  248  004 


Thift  bcM>k  fthould  be  retumed 
to  the  library  on  or  before  the 
la»t  date  stamped  below. 

Pleaie  retum  prompUy. 


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