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Case
Sheif
HARVARD UNIVERSITY
LIBRARY
OF THE
PEABODY MUSEÜM OF AMEEICAN
ARCflJEOLOGY AND ETHNOLOGY.
EXCHANGB WITH
ANALES
MUSEO NACIONAL
BUENOS AIRES
ANALES
DEL
MUSEO NACIONAL
DB
BUENOS AIRES
Serie III. Tomo IX.
(Con 8 láminas y 217 figuras en el texto)
BUENOS AIEES.
IlCPBBNTA DK JcAN A. AlSINA, CALLE MÉXICO, 1422.
1908.
DIEECTOR DEL MUSEO NACIONAL
DOCTOR FLORENTINO AMEGHINO
SECRETARIO Y BIBLIOTECARIO
AGUSTÍN J. PÉNDOLA
índice.
Págs.
Brethes, JuANf Himenópteros Sudamericauos. — (12 de Diciembre de 1906). 1
AuBROSETTi, Juan B., El hacha de Huaycama. — (18 de Diciembre de 19C6). 15
Spegaíezini, Carolo, Mycetes argentinenses. — (24 de Diciembre de 1906).. . 25
Ameohino, Florentino, Sobre dos esqueletos de mamíferos fósiles armados
recientemente en el Museo Nacional. — (1.° de Marzo de 1907)... 85
Brethes, Juan, Chlaniphora Oulleni. Una nueva mariposa argentina. —
(9 de Abril de 1907) 45
Ameohino, Florentino, Les Toxodontes á cornes. — (23 de Abril de 1907). 49
Anqelis D'Ossat, Gioacchino de, Altri zoantari del terziario della Pata-
gonla. Con la lámina 1. — (11 de Octubre de 1907 ) 93
Ameohino, Florentino, Notas preliminares sobre el Tetraprothomo argen-
tinus. Un precursor del hombre del mioceno superior de Monte
Hermoso. — (28 de Septiembre de 1907) 105
Gallardo, Ángel, Notable mimetismo de la oruga del esfingido Dilopho-
nota Lassauxi (Boisduval) Berg. Con la lámina 2. —(5 de Mayo
de 1908) 248
Oütes, Félix F., Arqueología de San Blas (Provincia de Buenos Aires).
— (22 de Octubre de 1907) 249
Brethes, Juan, Catálogo de los Dípteros de las Repúblicas del Plata. —
(7 de Noviembre de 1907) 277
Thibon, Fernando, La región mastoidea de los cráneos calchaquies. (Es-
tudio hecho sobre 100 cráneos). — (9 de Noviembre de 1907) 307
Lahille, Fernando, Nota sobre un Delfín. (Tursiops (í^ephyreTis Lah.).
Con las láminas 3 y 4. — (18 de Febrero de 1908) 347
Brethes, Juan, El género Urellia (Díptera) en el Plata. — (21 de Enero
de 1908) 867
Lahille, Fernando, Notas sobre un Ballenato de 2.10 metros de largo.
(Balaneoptera acuto -rostrata. Lac). Con la lámina 5. — (12 de
Febrero de 1908) 875
Lahille, Fernando, Notas sobre los Zoárcidos argentinos. Con las lámi-
nas 6 y 7. - (26 de Febrero de 1908) 408
Lahille, Fernand, Fiches Ichthyométriques. — (26 de Febrero de 1908),. . 448
Maetinoli, Cayetano, Algunas observaciones sobre las anomalías denta-
rias del perro. Con la lámina 8. — (28 de Marzo de 1908) 459
Brethes, Juan, Una nueva Urellia de Patagonia. — ( 24 de Marzo de
1908) 471
Brethes, Juan, Sobre tres Exorista (Dipt.) parásitas de la «Palustra te-
nnis» Berg. — 18 Abril de 1908) 478
Ameohino, Florentino, Notes sur les Poissons du Patagonien. — (18 de
Mayo de 1908) 477
Nota. — Las fechas indican el día en que fueron puestas en circulación las
publicaciones correspondientes, impresas aparte.
HIMENÚPTEROS SUDAMERICANOS
JUANBilETHES.
Después de publicados mis «Véspidos y Eumenídidos sudamerica-
nos (nuevo suplemento)», el infatigable Dr. J. D. Anisits me ha
remitido una nueva pequeña colección que considero sin embargo
muy interesante é importante por las observaciones que me ha
proporcionado.
La principal se refiere á los géneros Zethus y Discoelius cuya se-
paración no puede ya hacerse tomando en cuenta el número de ar-
tejos en los palpos labiales. Creo en efecto que no hay Zethus
de palpos labiales 3 -articulados: me
parece que estoy autorizado á afirmar-
lo porque el Zethus mexicanus (L.)
Sauss., tan parecido al Z, caeruleipen-
nis, tipo del género, tiene sus partes
bucales constituidas en la forma del
Discoelius gigas (Spin.) Ducke que re-
presento aquí (fig. 1).
En sus American Wasps (187B), De
Saussure dice: «Labial palpi composed
of 3-4 not feathered articles», insi-
nuando así una corrección á su obra
clásica, la Monographie des Guépes soli-
tairesy en donde dice, pág. 8: «Palpes
courts, de trois articles » .
He hecho muchas disecciones de las
partes bucales de Zethinae y Discoelinae y siempre he encontrado
los palpos labiales 4-articulados. Por su parte, Gribodo (Bull. Soc.
Ent. Ital. xxm, 1891, p. 260), y Fox (Proc. ac. Nat. Se. Philad.
1899, p. 427) han también observado esos cuatro artículos en el
Discoelius gigas (Spin.) Ducke y en el Zethus carinatus Spin.
Anal. Mus. Nac. Bs. As., Srr. 8% t. ix. Diciembbe 15, 1906. 1
Fig. 1. Partes bucales de
Dücoelius gigas (Spin.) Ducke.
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
A mi parecer, el género Zethus se coloca en la familia de los Eu-
menididos del modo siguiente:
Cellalae cubitales 2* 8* que nervulum recur-
ren tem singulum acciplunt Subí. Baplilfleffl«MtBae
Cellula oubitalis 2* nervulos recurrentes 3
accipit 2
2.
Tibiae mediae calcaribus 2.
Tibiae mediae calcare 1. . . .
Subí. •Isc^ellMie
8
8^
í Mandibulae breves Subí.
metlilMie
I Mandibulae longae Subf. BancaMlBae
Bafbidoolosbivab.
Mandibulae longae, subacutoe
2 j Abdomen pedunculatum .
Abdomen sessile
DlSCOELIMAB.
Palpi labiales utrinque lon^e plumosi.
Palpi labiales utrinque haud longe plumosi. .
Petiolum abdominis lineare
Petiolum abdominis haud lineare
r. j Petiolum abdominis campanulato-cylindricum
Petiolum abdominis plus minus ovatum
Zethihak.
Clypeus ápice forte bidentatus
Clypeus truncatus vel modice bidentatus. . . .
Petiolum abdominis lineare, ápice paulum in-
crassatum
Petiolum abdominis plus minus ovatum
Oen. Qatblla
Mandibulae breves, per clypeum absconditae 2
Gen.
Gen.
Baphidoolossa
PSILOOLOSSA
Gen.
2
Ctbnochilus
Gen.
8
Elimüs
Gen. Stroüdia
Gen. DiscoBuus
Gen.
8
Zethoidbs
Gten.
Gen.
Labus
Zethus
EUMENIDINAE.
Cellula cubitalis 2* haud pedunculata —
Cellula cubitalis 2* pedunculata
r Segmentum I"" abdominis petiolatum
2 Segmentum I"* abdominis segmentum 2"" ca-
l pit
{Mandibulae 4-dentatae, dentibus plus minus
distinctis
Mandibulae 8-dentatae, dentibus acutis
2
17
8
4
Gen. EuMBNEs
Gen. MiCREUMENBS
BRETHES: HIMENÓPTEEOS SUDAMERICANOS.
. I Palpj labiales atrinque longe plamoei
1 Palpi labiales utrínqae hand longe plumosi.
Nerviüns transverso-cabitalis 8**" plus minus
apicem cellulae radialis attingens
Nervnlus transverso -cubitalis 8»' ad apicem
cellulae radialis remotas
Palpi masillares 6-articalati .
— — 5 — .
— — 4 — .
-■í
f postscatellam bi-
I dentatom
postecatellom haud
bidentatam
- I Palpi labiales 4-articalati
1 - - 8 -
f Clypeos transversas, longitadine soa latías..
8 ^ Cl3npou8 aeqaelongus ac latas, vel latitadine
I long^us
{Articali maxillares 8 ultimi minuti
Artlculi maxillares 8 ultimi normales, haud
evidenter minuti
f Antennae 14 (<f) vel 18 (9) articulatae
10 j Antennae 13 ( cf ) vel 12 ( 9 ) articulatae
I Antennae 12 (cf $ ) articulatae
11 i
Segmentum I""" abdominis haud perfecto in-
fundibulif orme
Segmentum 1"" abdominis perfecte infundibu-
lif orme
12-^
18-!
Articulas maxillaris 1"** sequentibus sumptis
longior vel aequelongus
Articulus maxillaris 1"' sequentibus sumptis
evidenter brevior
Segmentum primum abdominis transverso oa-
rinatum
Segmentum 1»"» abdominis haud transverso
carinatum
14
15
I Mandibulae capite aequelongae vel longiores.
I Mandibulae capite breviores
Postscutellum bidentatum
Postscutellum haud bidentatum.
Gen. Ptbbochilüs
6
Gen. Plagiolabra
6
7
18
Gen. Paraoris
Gen. Antagris
Gen. Stnaobis
8
12
Gen. Leptochilus
9
Gen. Rhynchiüm '
10
G^en. Hypancistrocbbüs
11
Gen. Pachodynebus
Gen. Odynerüs
G^en. NoRTONiA
Gen. Abispa
Gen. MicBAOBis
Gen. MONOBIBLLA
14
15
16
Gen. Htpaobis
Gen. PSEUDAGBIS
* El Paravespa Komarowii Rad. es sin duda un Rhynchiüm^ próximo á Rhyn-
chium iuperbum Sauss.
i MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
^^ J Abdomen plus minos pedunculatum Gen. Montkzumia
I Abdomen sessile Gen. Monobia
-_ I Abdomen sessile Gen. Alastor
Abdomen pedoncolatam Gen. Hymknosmithia
La subfamilia Raphidoglos/nnae forma un grupo homogéneo, si
se considera la inserción de los nérvulos recurrentes; y creo mejor
subordinar á este carácter el de los espolones en las tibias inter-
medias; tanto más cuanto que este último carácter no consta en las
diferentes descripciones de Baphidoglossa y Psiloglossa; Gayella
tiene los 2 espolones.
Los géneros Ctenochilus y Discoelius entran evidentemente en la
subfamilia Discoelinae por sus tibias intermedias biespinosas; en
cuanto á Elimus y Stroudia, que Ashmead incluye también en ella,
será necesario que se confirme lo de las dos espinas, pues los auto-
res no dicen nada al respecto.
La subfamilia Zethinae comprende tan sólo los géneros ZethuSy
Labus y Zethoides.
La subfamilia Eumenidinae comprende la mayoría de los insec-
tos de toda la familia con los géneros Eumenes y Odynerus. Para
el primero de estos géneros, sigo las ideas de De Saussure, único au-
tor que se ha ocupado seriamente del grupo ; y ya que De Saussure
renunció al género Pachymenes, por ejemplo, no veo por qué se
restablecería si no se le encuentra algún carácter que no hubie-
ra observado ese autor.
Partidario del número más que de la medida, por ser más fácil y
no en riña con el método y la naturaleza, acepto como géneros las
diferentes divisiones del primitivo Synagris: Paragns, Antagris,
Micragris^ Hypagris y Pseudagris, Por la misma razón, erigí á la
categoría de géneros las divisiones Pachodynerus é Hypanciatroce-
rus desmembrados de Odynerus. En efecto, si Zethus y Discoelius
se separaron por sus palpos labiales 3- ó 4-articulados respectiva-
mente; si Montezumia es Odynerus con sólo cinco artículos en los
palpos maxilares, etc., bien se ve que estos géneros son muy natu-
rales; no así para Nortonia, género tan elástico que muchos Ody-
nerus pueden pasar á Nortonia sin ninguna dificultad, aunque sí en
detrimento de la claridad que sería de desear. Por mi parte, me
adhiero completamente al parecer del muy entendido himenopte-
rólogo, Ed. André, quien considera Nortonia como sinónimo de
Odynerus (Sp. Hym. Europ., ii, p. 865).
BRETHES: HIMENÓPTEROS SUDAMERICANOS. 5
Para no repetir la enumeración de mi trabajo anterior, consigno
aquí las especies remitidas por el Dr. J. D. Anisits no señala-
das entonces.
Fam. VESPIDAE.
Apoioa fallida y Polybia nigra. Asunción.
Fam. EUMENIDIDAE.
DisooELius AURiTULüs Bréthes. — 1 cf . Trinidad; 3. iv. 06.
DiscoELius HiLARiANUs (Sauss.) Bréthes. — 1 9 , Asunción; 1.
IV. 06.
DiscoELius RüFiPES (Fox) Bréthes. — le?. Asunción; 1. rvr. 06.
DiscoELiüs SESSiLis (Fox) Bréthes. — 1 9 . Asunción; 1. iv. 06.
DiscoELics STRiATiFRONS (Fox) Bréthes. — 29. Asunción; 20.
1.06.
D1SCOELIU8 OIGAS (Spin.) Ducke. — 49. Asunción; 19. xii. 05.
DiscoELiüS LiGNicoLA Bréthes, n. sp. — c?. Niger^ pernitidus,
clypeo, scapo subtus, genis, mandihulis (hasi apiceque nigris),
femorñusettarsisanticiSffemoribus mediis apicem versus, ti-
bus mediis litura femigineis, alis nigro - infumatis, violáceo-
nitentibus. Long, corp. usque ad apicem segmenti 2»; 16 mm,
Alae: 14 mm.
Paraguay: Villa Morra.
Z>. gigante simillimus, sed multo minor. Caput thorace paulum
latius, transverse ellipticus, clypeo trapezoidali, paulum convexo,
sparce punctato et fulvo-villoso, antice truncato, in medio emar-
ginato, linea T -formante Ínter antennas subelevata, fronte sat den-
se pnnctata^ pone antennas minute punctulata, genis posticem
versus impunctatis, ocellis triangulum sat minutum f ormantibus,
antennis uncinatis, articulo 12*^ minuto, articulo 13*^ 12^ duplo lon-
giore sed angustiore. Thorax ovatus, antice cristato-marginatus,
sparce punctatus, minute albido-villosus, pronoto utrinque cum
propleuris rotundato- congruente, mesonoto aequelongo ac lato, li-
neis anticis 2 proximis impressisque, lineis 4 posticis sat impressis,
tegulis modice punctatis posticem versus acutis, scutello subqua-
drato, impunctato, utrinque cristula e mesonoto emissa instructo,
postscutello integro, paulum punctato, metanoto convexo, sulco
6
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
medio sat impresso, atrinque a metapleuris sat acute separato,clunís
convexis, supra nitidis postice transverso striatís. Abdomen supra
modice villosum, subtus villosius, segmento 1** thorace aequelongo
et quam segmentun 2^"^ pau-
lum longiore, basi filiformi,
dilatatione subcylindrica, sat
minute sparce punctata, ápice
transverse coarctata, subtus
subplana, lineis 2 longitudina-
libus paulum elevatis, ápice ex-
cavata, segmento 2® basi pau-
lum petiolato, dein campanu-
lato, sparce minute punctato,
ápice laminato, subtus apicem
versus gradatim grossius et
densius punctato, segmentis ce-
teris sat regulariter punotatis,
segmento 7^ subtus paulum
ccnoavo. Alae nigro-infuma-
tae, precipue ad costam, stig-
matem et venas violaceo-niten-
tes; cellula cubitali 2^ margine
radiali fere nullo. Partes geni-
talia^ fig. 2.
El Dr. Anisits me informa que ha cazado este Discoelius en el
mismo árbol y á la vez que el Discoelius gigcuf, por lo cual sospecha-
ba que obtenía los dos sexos de este último.
Pero ya Gribodo describió el macho en el Bulletino della Societá
Entomológica Italiana (1891) xx, p. 259. El Discoelius lignicola se
asemeja sobre manera al Zethus brasiliensis, pero de ninguna ma-
nera se le puede aplicarlo de pecíolo esférico ó elíptico.
Fig. 2. Org. cf de DUcoeliua lignicola
Bréthes, aumentado.
Zethus mexicanüs (L.) Sauss. — Asunción; i y v. 1906. Hay
algunos ejemplares que tienen el pecíolo rojizo y otros que
lo tienen negro.
Zethus medius Bréthes, n. sp. — 9 Niger^ postscutello, me-
tathorace, pedibusque ferrugineis, alis nigro-infumatis, viola-
ceo-nitentibus. Long, corp, ícsque ad apicem segm, 2*; 21 mm.
Alae: 18 mm.
Paraguay: Asunción.
BRETHES: HIMENÓPTEROS SUDAMERICANOS. 7
Z. mexicano simillimus, sed segmento 1^ abdominis minus sphae-
roidali, magisovato-elongato. Copieí punctatum, pone oculos tumi-
dum, clypeo transverso, rhomboidali, antice truncato, fronte ínter
antennas paulum elevata, ocellis in depressionibns sitis triangulum
paulum transversum formantíbus. Thorax punctatus, opacas vel
paulnlum nítidas, metathorace ímpanctato, pronoto antice tran-
cato et crístato, angalis acatis, atrínqae cam propleuris rotandato-
congraente, mosonoto aeqaelongo ac lato, linea antica triangalari
paalam ímpressa, lineis 2 posticis mediis nallís, lineís parapsidali-
bas paalam ímpressis, scatello sabqaadrato, paalam panctato, lon-
gitadinalíter paulam impresso, carina atrinque e mesonoto emíssa
instrncto, postscatello transverso, transverse subangalato, postíce
vix vertícali, paalam villoso, metanoto vix verticali, sericeo-villoso,
saleo medio impresso, atrínqae sapra a metaplearis cristato-sepa-
rato, postíce cam íllís rotanda-
to-congraente, clanis transverse ^^k,
striatis, metaplearis minatissime XI^ XZ^'Í
panctalatis. Abdomen segmento
.1 . j. • X Fiar. 8. lo, 16, peciolo abdominal
primo ovato-elongato, sat mínate , ^,, o nu ^ i
A © J de Ztthua mextcanus; 2a, 2o, peciolo
panctato, postice impresso, Sab- de Zethus medim Bréthes. (Tam. na-
tas laevigato, longítadínaliter im- tural).
presso, segmento 2^ breve petio-
lato, sapra subtasqae basí laevigato, apicem versas gradatim
densías, subtus magis grosse panctato et villoso^ lamina apícalí
anoto, segmentis ceterís sabaeqaaliter modioe panctatis et villosis.
May semejante con el Zethus mexicanns del cual difiere por el
primer segmento del abdomen más alargado y no tan globoso; ver
fig. 3.
Una 9; 27. 1.06.
Zethus missionüs Bréthes. — 1 <^ . Asunción; 6. v. 06.
EüMENES BIPARTITA Fox. — Varíos ejemplares. Asunción; xi. 06.
Odynerüs 8UPPUSU8 Fox. — 1 cf . Asunción; 4. n. 06.
Fam. CHRYSIDIDAE.
HoLOPYGA LAZüLiNA Dhlb. — 1 9 ^6 la ¿Pampa Central (Ca-
ribe). — Mus. B. Aires.
Pleurocera viRiDis Guér. — Ho tenido ocasión de revisar los
3 ejemplares que estudié en 1902 (An. Mus. Buenos Aires (3)
I, p. 268). Debo rectificar: no eran 1 cf y 2 9 > sino 3 *cf •
8 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Chrysis carina Brullé. — Buenos Aires, Jujiiy, Misiones. —
Col. Museo B. Aires.
Cheysis propinqüa Mocs. — Buenos Aires, Jujuy; Asunción
(Paraguay). — Cois. Mus. B. Aires; Anisits.
Chrysis DISTINCTI8S1MA Dhlb. ( = C. intticans Bréthes, neo
Spin.). — Parece que la C. intricans sería distinta de la C
distinctissimaj según comunicación del Vizconde R. du
Buysson á A. Ducke (ver BuU. Soc. Ent. Ital. xxxvi, 1904,
p. 41). — Buenos Aires, Mendoza, San Juan; Asunción (Para-
guay). — Cois. Mus. B. Aires; Anisits.
Cheysis argentina Brétbes, n. sp. — 9 A subg. Tetrachrysis,
Sed, II, Mocs. pertinet. Chrysis virtáis ^ postscuteUo convexo,
segmento 3^ sine linea impressa nec f ovéis. Long. corporis:
8 mm.
Rep. Argentina.
Caput thorace paululum latius, cavitate faciali subaeque longa
ac lata, punctulato-rugulosa, superne haud distincte cristato-mar-
ginata, fronte convexa, sine carinis, antennis sat brevibus, articulis
3 primis 4^ que basi viridibus, 3° 4^ que subaeque longis, quam 2^^°*
paulum longioribus. Thorax pronoto antice haud impresso, lateri-
bus cum propleuris haud cristato- sed sat angulato-separatis,
postscuteUo convexo, tegulis viridibus, sparce punctatis, meso-
pleuris antice posticeque cristato -marginatis; metan oto spinis
postico -lateralibus angulum rectum formantibus. Abdomen seg-
mento primo antice trifossulato^ fovea media lateralibus majore,
angulis anticis rotundatis, angulis posticis subrectis, segmento 2^
medio haud carinulato nec laevigato, angulis postico -lateralibus
paulum obtusangulatis, segmento 3^ longitudine sua latiere, a la-
tere viso pone basin paulum inflexo, dein unif ormiter arcuato, sine
serie foveolarum nec sulco transverso, utrinque dimidio basali sat
recto et sat anguste albido-pellucido, dimidio apicali usque ad den-
tes laterales arcuato, dentibus 4 apicalibus conjunctim arcuatis,
dentibus 2 intermediis quam laterales paulum majoribus et inter se
paulum remotis, emarginatura media triangulari utrinque paulu-
lum sinuata, emarginaturis lateralibus arcuatis. Alae hyalinae, ve-
nis piceis. Segmentum 2^™ basi nigro-aeneum, supra viridi-cya-
nescens. Tarsi apicem versus rufescenti. Punctatura capitis tho-
racisque regulariter cribrosa, in illo minus crassa, in hoc posticem
versus gradatim magis crassa, in segmento primo abdominis crassa
BRETHES: HIMENÓPTEROS SUDAMERICANOS. 9
sed haud oríbrosa, in segmentis 2^ 3^ que quam ín segmento 1^ sat
minore et aequaliter densa. Pectiis, pedes et segmentum S^^^^ ab-
domínis albido-pilosi.
1 9 de Misiones. — Mus. B. Aires.
Esta Chrysis es bastante parecida á la C. paraensis Ducke.
Chrysis ANisiTsn Bréthes, n. sp. — 9 ^ sxihg, Tetrachrysis,
Sed, II, Mocs. etiam pertinet. G. laete viridis, vel viridi-cya-
nea, nigro-violaceo-notata: vértice, pronoto fascia in medio
interrupta, mesonoto antice et postice, scutello antice, segmen-
tis abdominis 1^ 2^ que antice et fascia plus minus in medio
transversa, segmento 5° utrinque nigro-violaceis, Long, cor-
poris: 8 mm.
Caput thorace aequelatum, transversum, cavitate faciali sat pro-
funda, in medio laevigata, dimidio apicali paulum carinulata,
utrinque punctulata et albido-villosa, supra carinata, hac carina in
medio interrupta, utrinque ramu-
lum arcuatum stemma anticum
includenteni emitiente, genis nul-
lis, antennis brevibus, articulis 2^^
4^^ aequalibus, 3^ paulum longio-
re. Thorax pronoto transverso,
capite aequelongo, in medio haud
longitudinaliter impresso. utrín- "^/^T"^
que cristato, tegulis nigris, lae- ^^ I .¿^
Tigatis, postscutello transverso, ^,^ ^ ^^^^^ 4„^.^.. ^^^^^^^^
paulum obliquo, paulum pone aumentada.
metanotum producto, metanoto
in medio bif oveolato, carina postscutellum versus et altera a denti-
bus postico -lateralibus emittentibus, dentibus acutis, angulum rec-
tum formantibus, mesopleuris antice carinatis, postice tridentatis.
Abdomen segmento primo antice trifossulato, angulis anticis rectis,
paulum rotundatis, angulis posticis rectis, segmento 2° in medio
haud longitudinaliter carinulato nec laevigato, angulis posticis val-
de obtusangulatis, segmento 3** pone basin transverse sat impresso,
dein transverse elevato ante lineam foveolarum, hac linea cum
margine segmenti sat parallela, in medio per cristam levem Ion-
gitudinalem vix interrupta, foveoHs circiter 20 paulum elongatis,
pone foveam segmento irregulariter punctulato, dentibus 4 inter
se aequalibus et aeque remotis, emarginaturis arcuatis, dentibus
10 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
externis a margiue lateral! remotís, margine lateral! late arcuato*
convexo, dimidio basali sat late albido-pellucido, 2-3 foveas inclu-
dente, prope dentem exteruum arcuato- concavo. Alae hyalinae,
venís piceis, cellula radial! ápice sat aperta. Punctatura capitis tho-
racisque regulariter cribrosa, in illo minora, in hoc posticem versas
gradatim crassiora, in segmento 1^ abdominis ut in mesonoto cras-
sa et paululum mínus densa, in segmento 2^ minas densa et sat
minora, in segmento 3** sat minora et irregalariter adspersa.
Varias 9 de la Asanción; i. 1906. — Col. Anisits.
Semejante á las C. leucocheila Mocs. y leucochiloides Dacke, pero
se distingae en seguida por el borde apical del 3^ segmento abdo-
minal, por los ángalos apicales dol 2^^ segmento que son obtu-
sos, etc.
Chrysis acuta Bréthes, n. sp. — A subg. Tetrachrysis Sect 11^
Mocs. pertinet, Chrysis cyaneo-viridisj abdomine cyaneo, post-
scutello et melanoto convexis^ pronoto utrínque antice paulum
spinoso, segmento 3^ ante seriem punctorum modice túmido,
serie punctorum ntrinqiie e circiter 7 punctis impressis rotun-
datis et paulum confluentibus formata. Long. corp,: 7 mm,
Buenos Aires.
Caput thorace latius, cavitate faciali latitudine longiore, lon-
gitudinaliter nitida, basi inter antennas tantum carinulata, utrín-
que punctulata et sericeo-pilosa, superne haud distincte cristato-
marginata sed in medio tantum tuberculata, antennis articulis 2^
4^ que aequelongis, 3^ paulum longiore, vértice pone ocellos punc-
tis 2 elevatis et laevigatis instructo. Thorax pronoto capite bre-
viore, transverso, longitudinaliter obsolete impresso, angulis an-
ticis ad laterem e spinula acuta armatis, lateribus cum propleu-
ris bifossulatis sat rotundato- congruente, postscutello convexo,
mesopleuris antice posticeque angulatis sed haud cristatis, meta-
noto haud mucronato sed sursum versus tantulum gibboso, spinis
posticis angulum rectum formantibus. Abdomen capite thorace
simul sumptis tantulum brevius, segmento 1® antice sat forte et late
fossulato, angulis anticis modice rotundatis, segmento 2<> medio
tantum carinulato angulis posticis obtusangulatis, margine dimidio
apical! anguste albido-pellucido, segmento 3® ad Vs basalem
etiam anguste albido-pellucido, transverse pone basin tantum im-
presso, ante seriem punctorum modice tumido; serie punctorum
BRETHES: HIMENÓPTEROS SUDAMERICANOS. 11
panlum impressa, in medio per oristam aoutam divisa, punctis 2
mediis sat grossis, ceteris minoríbus, dentibas 4 apicalibus lineam
pene arcuatam conjanctim formantibus, dentibus 2 mediis inter se
qnam ab extemis paulum remotis, emarginatura media triangula-
ri atrinque tantum sinuata, emarginaturis extemis arcuatis, denti-
bas externis a margine laterali sat approximatis, margine atrinque
yíx recto. Capite modice vix crebre, thorace et segmento primo
abdominis minus dense et magis grosse (inter punctos punctulis
minutis), segmentis 2^ 3^ que abdominis etiam minus dense et sat
regulariter haud grosse punctatis. Alae byalinae, venis piceis.
Cacé esta nueva Chrysis en San Martin, cerca de Buenos Aires,
el 13. m. 1903. — Col. Mus. B. Aires.
Chbysis FABBicn Mocs. — Asunción. — Col. Anisits.
Fam. CHALCrDIDAE.
Epistekia oüpbeoviridis Bréthes, n. sp. — ¿^ . Laete virídis,
vértice, pronoto maculis 2, mesonoto in medio et macida utrin-
que, axillis et sciitello cupreis, abdominis segmentis 1^ basi
late, ápice anguste, 2^ basi apiceque anguste, 3^ basi sat late,
ápice in medio dilátate, 4® vix toto, ceteris totis nigro violaceis,
pro-et mesopleuris paulum cyaneo-viridibus, coxis posticis
subct/aneis, pedibus rufis, tarsis 4 posticis dimidio basali ni-
gricantibus, tarsis apicem
versus etiam nigricantibus,
alis stibhyalinis, anticis pi-
ceO'bifasciatis. Long. corp,:
6 mm.
Paraguay.
Omnino albo-(vel fusco- in
partibus cupreis) pilosula. Caput
transversum, oculis prominulis Fig. s^^ía c«i>r^-riá«
' ^ Bérthes, aumentada,
et pilosulis, fronte profunde im-
pressa, vértice regulariter dense punctata. Ihorax capite angus-
tior, regulariter crebre apicem versus grossius punctato, pronoto
longitudinaliter laevigato, apicem versus gradatim dilátate et quam
mesonotum paulum angustiore, scutello aequelongo ac lato, postice
semicirculari et acuto, mesopleuris sursum versus laevigatis, deor-
12 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
sum versus sat dense regulariter punctulatis. Abdomen partibus
viridibus crebre punctatis, partibus nigricantibus laevigatis, sed
segmento 4? supra nigro- violáceo et sat punctulato, femoribus
anticis crassis apioem Tersns emarginatis.
Esta Epistenia es muy parecida á Lydsca Westtooodi Guér., pero
no tiene nada del color cfauve» en el abdomen; tiene por lo
contrario dos manchas cobrizas en el pronoto en vez de una, etc.
Un c? de la Asunción. — Gol. Anisits.
Fam. BRACONIDAE.
Iphiaulax Hüergoi Bréthes, n. sp. — Ferruginetis, capite,
antennisy prosterno^ metathoracey abdomine ápice, terebra,
femoribus posticis^ tarsis anticis ápice, mediis máxima ex
parte et postids totis nigris, pedibus testaceis^ alis flavis, fas-
da media subnigra et ápice infumatisj stigmate flavo, Long.
corp,: 14-16 mm. Terebra: 17 mm,
Rep. Argentina.
9 Antennae corpore vix aequelongae, scapo apicem versus sen-
sim incrassato, nigro-villoso. Caput cubicum, nitidum, laevigatum,
antice sat dense punctulatum, inter antennas f oveato - sulcatum,
ocellis in triangulum aequelatum dispositis, extus arcuate impres-
so-circumdatis. Tliorax laevigatus, nitidus, sparce pilosus, mesonoto
impressionibus anticis modice notatis, scutello utrinque impresso
vel longitudinaliter convexo, metanoto convexo, longe piloso, me-
sopleuris sat convexis sursum versus oblique canaliculatis. Abdomen
tborace vix sesquilatius, capite thoraceque simul sumptis paulum
longius, segmento primo basi excávate, dein longitudinaliter in
medio elevato, utrinque angulato, segmento 2** longitudinaliter
elévate usque ad ^/g segmenti, elevatione parallela, utrinque mo-
dice impresso, hac impressione basin et elevationem versus magis
profunda, sutura postica laevigata, haud punctata, nec carinu-
lata, segmento i^ utrinque puncto impresso, sine carina longitu-
dinali. Alae flavae, fascia ante stigmatem subnigra, hac fascia
in costa basin versus elongata, stigmate flavo, cellulis radiali (basi
excepte), cubitalis 3* tota, 2* fere tota, discoidali 3* fere tota, pos-
tica dimidio apicali forte infumatis.
cT A fem. differt: segmentis3-4 longitudinaliter elevatis, im-
pressionibus lateralibus precipue ad segmentum 3^1^ bene notatis,
cellulis radiali (^/s), cubitali 3* dimidio apicali et postica dimidio
apicali infumatis.
BRETHES: HIMENÓPTEROS SUDAMERICANOS. 13
Del grupo de 1. P^asianw^Szepl., trocantheratus Cam., Tornowii
Brethes, pero bien distinto de todos ellos.
El Sr. J. M. Huergo me ha remitido algunos ejemplares que ob-
tuvo en Corrientes.
El Sr. Huergo también ha remitido á este Museo los capullos de
esta avispa. Son alrededor de 60 y forman un conjunto de unos
6 cm. de largo sobre 4 de ancho y 1,5 de espesor. Cada capullo
es cilindrico, un poco angostado hacia las extremidades, de unos
2 cm. de largo por 6-7 mm. de diámetro, de color blanco, oscureci-
do en una extremidad por las deyecciones de la larva. El conjun-
to de esos nidos hace pensar en que una enorme larva de Longi-
cornio ó Taladro habrá sido sorprendida en su obra de destrucción
de los árboles correntines y muerta por la lancetada de esta útil
avispa.
EL HACHA ÜE HUAYCAMA.
POR
JUAN B. AMBROSETTI.
(Dibujos de Eduardo A. Holmherg (h.).
A la memoria de Ad&n Qiiiroga.
Intrigado por el artículo que mi inolvidable amigo y colega pu-
blicó bajo este mismo título \ pedí al mismo la pieza original para
estudiarla, y poco antes de su repentina muerte, al querer devol-
vérsela, con su desprendimiento habitual, me la regaló, pidiéndome
que rectificase alguna vez el error de interpretación de la figura
que la adorna y que había cometido en un momento de entusiasmo.
Corazón noble, abierto á todas las espansiones, espíritu de poeta
pronto á vibrar ante cualquiera emoción, fué sorprendido por el in-
teresante hallazgo, y observando mal desde el primer momento,
sugestionado por la importancia de lo que creyó ver y por lo que
creyeron ver los otros que lo rodeaban, incapaz de dudas y des-
confianzas y, por fin, apremiado por la redacción de la revista que
le exigía el material prometido, dio rienda suelta á su fantasía,
tan rica y variada siempre y lanzó su artículo con toda buena fe.
Quien haya conocido al Dr. Quiroga encontrará exactas estas
afirmaciones y le disculpará su error, tanto más cuanto que la re-
dacción de estas líneas puede considerarse como ordenada por él.
Nuestra arqueología mucho debe al Dr. Quiroga; sus trabajos,
sus colecciones siempre generosamente puestas á la disposición de
todos los estudiosos; sus grandes sacrificios pecuniarios en sostener
viajeros que le reunieran objetos; sus viajes y expediciones costea-
das por su propio peculio, le dan títulos más que suficientes para
que su memoria sea siempre estimada y respetada por todos los
americanistas y en particular por nosotros los Argentinos.
Por estas razones, y en nombre de la amistad que nos ha unido y
como poseedor de esa pieza original, antes que la acritud ó la ma-
levolencia puedan ensañarse con su memoria, cumplo con este deber
* Véase la revista «Estudios» tomo v, pág. 298 y sig.
16
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIKES.
de amigo y compañero, dando á conocer nuevamente el curioso
ejemplar.
EL HACHA.
Esta pieza tiene la forma de una cuña alargada, ancha y compri-
mida.
Fi^. 1. — El Hacha de Huaycama.
Dibujo de Eduardo A. Holmberg (h.). Tamaño natural.
AMBEOSETTI: EL HACHA DE HUAYCAMA.
17
£1 material con que ha sido construida es basalto negro, serpen-
tina dice Qairoga.
A todas luces este objeto, 'cuando se perdió ó fue enterrado, no
estaba terminado aún, de manera que su adorno principal sólo está
esbozado, pudiendo considerarlo como suficientemente bocetado
para que nos demos cuenta bastante de lo que quiso representar.
El hacha fué hallada cerca de la puerta del cañón ó valle de
Paclin, á tres metros de profundidad, al escavarse un estanque ó
jagüel en los arrabales occidentales de la aldehuela de Huaycama,
á 14 kilómetros de la ciudad de Catamarca.
Mide catorce centímetros de largo por cinco y medio de ancho
y uno y medio de espesor máximum.
A ocho y medio centímetros del filo ó punta se halla una línea
simplemente incisa transversal que, con otra paralela situada más
Fig. 2. — El animal mítico que adorna el Hacha de Huaycama,
vi^to del otro lado.
arriba, servía para delimitar una zona de dos centímetros que más
tarde quizá se ahondaría ó rebajaría un tanto para formar el surco
transversal que permitiese fijarla á un mango.
En la parte superior, y ocupándola toda se halla el boceto del
animal que dio origen á la noticia de mi amigo.
Estudiada la pieza con todo cuidado lo primero que se nota es el
admirable conocimiento que el artista calchaquí tenía de la anato-
mía externa de los seres que quería representar.
El cuerpo del animal en cuestión es el de un felino : un tigre ó
un puma, quizá el primero.
Ahal. Mu8. Nac. Bb. As., Ser. 8% t. ix. Diciembre 20, 1906. 2
18 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
A pesar de la dureza de la roca y de los pocos elementos que ten-
dría el escultor para tallarla, los trazos del boceto son de una fir-
meza y á la vez de una blandura admirables, á tal punto, que el
jefe de los laboratorios del Museo Nacional, Sr. Santiago Pozzi^
que es un eximio taxidermista, al mostrarle yo este objeto, no ti-
tubeó en decir: «es un tigre que ha metido la cabeza en alguna
parte».
Efectivamente, así se presenta para el que no está en el detalle
del simbolismo Calchaquí.
Todo el cuerpo está bien bosquejado, visto de arriba se nota per-
fectamente el anca ó cadera con su cola respectiva, vuelta en arca
para arriba sobre el flanco izquierdo, con la punta á la altura del
garrón del animal.
De la cadera hacia adelante, siempre visto de arriba, el cuerpo
se adelgaza con una leve curva para volver á subir en la región de
los homóplatos, los que están bien marcados y se levantan, separa-
dos entre sí, lo suficiente para reconocerlos.
De este punto, adelante, se destaca la parte occipital del cráneo
del animal donde se hallan seña-
ladas las orejas.
Esta cabeza merece una aten-
ción especial.
Como puede verse en el croquis
adjunto, fig. 3, es casi triangular,
con un estrechamiento en su ter-
Fig. 8.— La cabeza del animal mítico cio posterior que se levanta le-
tal cual se presenta en el Hacha. vemente en curva y termina re-
dondeada.
En su interior, cerca de la base, tiene un triángulo excavado á
cada lado en la misma posición. Este triángulo es bastante profun-
do y se ve á cierta distancia de la superficie hacia el interior que
se siguió perforando circularmente con la intención quizá de que
ambos triángulos se comunicasen y la perforación fuese completa,
lo que no pudo llevarse á cabo.
Este triángulo representa la apertura de la boca vista de lado^
es decir que estaba destinado á separar ambas mandíbulas superior
é inferior (ay b)j esto se nota más si se tiene en cuenta la línea
inclinada incisa, apenas marcada (c), que partiendo de un ángulo
interno de la base del triángulo interior, corta diagonalmente la^
faja que queda entre la base del triángulo interior y la del trian-
guio exterior.
AMBROSETTI: EL HACHA DE HUAYCANA.
19
Con esta línea la mandíbula superior termina en forma de gan-
cho angular es decir como si fuera un diente ó un pico encorvado.
Abriendo la boca de esta figura y aplicándole un ojo que no tiene
en el original nos daría este as-
pecto (fig. 4) que podemos com-
parar con el dibujo (fig. 6) donde
Yifs. 5. — Grabado de la parte pos-
terior de un vaso antropomorfo de
Ambato. Colección Quiroga.
4. — La cabeza del animal mítico.
Probable reconstrucción.
veremos varias cabezas de anima-
les fantásticos^ con la boca idén-
tica; boca que resulta con la apli-
cación de una línea ó espacio
inclinado en la misma dirección
que la que aparece incisa en el
hacha de Huaycama.
Pero no hay que olvidar que, tanto en las cabezas citadas como
en la que nos ocupa, esa línea inclinada sirve también para indicar
los colmillos del animal; y
esto puede verse mejor en
la figura 6, que representa
una cabeza de animal mítico
esculpida en madera y que
forma el adorno principal
de una hermosa tableta de
ofrendas de Casabindo, Pu-
na de Jujuy, que poseo en
mi colección particular.
Estos animales fantásticos del grupo que he denominado Cate-
quiles y que mi amigo Quiroga llamó Huayrapucas, con más ó
Fig. 6. — Cabeza de animal mítico de una
tableta de ofrenda de madera.
* Este dibujo de E. A. Holmberg, se halla grabado en la parte posterior de un
cantarito antropomorfo de Ambato, publicado por Quiroga en su Huayrapnca ó
madre dd vienio en el Bol. Inst. Geogr. Arg. Tomo xx. pág. 428 fig. 17.
20
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
menos variantes, los hallaremos en la bella serie de los grabados
en un vaso (fig. 7), de su colección.
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AMBROSETTI: EL HACHA DE HTJAYCAMA. 2 I
Entre los de esa serie, todos, con la cola levantada y terminada
en cabezas de serpiente, vemos que tienden á tomar la forma de
cuadrúpedos dentro del convencionalismo del grabado ó del ritual,
pues varios de ellos, y en particular los de la segunda fila, mues-
tran, vistos de lado como estén representados, el miembro anterior
y el posterior lo que nos daría la equivalencia de las cuatro patas
del animal.
Esta representación lateral de los cuadrúpedos la hallamos tam-
bién en esos curiosos animalitos de las placas pectorales ó fronta-
les de bronce que ya he descripto^ y cuyos detalles reproduzco
a h c
Fig. 8. — Animales míticos que adornan las placas de bronce.
rt, de la placa de Chaquiago. Col. Lafone Quevedo.
¿, cabeza del anterior vista de lado para mostrar el hocico saliente y casi
cuadrado,
c, de la placa de Tolombon. Col. Museo Nacional, donación J. B. Ambrosetti.
(fig. 8). Siendo, como he demostrado, ambas figuras equivalentes
aun cuando se presenten en dos formas distintas, ellas nos ilustra-
rán en este caso especial para cotejarlas con nuestro animal.
En la fig. 8 «, de la hermosa placa de Andalgalé vemos la pro-
longación en relieve del hocico ó mandíbulas hacia adelante y en
la segunda, fig. 8 c, de la placa de Tolombon, que doné al Museo
Nacional, encontramos el triángulo excavado, aunque en otra po-
sición, pero con iguales funciones, cual es la de separar las mandí-
bulas.
Pero un caso de identidad aun mayor en la forma de la cabeza
y mandíbulas con el animal de nuestra hacha, lo hallaremos graba-
• En estos mismos Anales: El Bronce en la Región Calchaqul, Tomo ix. pág. 279.
22
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
do en el vientre de una preciosa alfarería de barro negro lustroso
del Museo Nacional representando un animal mítico (fig. 9).
Descomponiendo la figura del monstruo y eliminando los cuer-
nos superiores, los dos garfios inferiores y la parte adherida al cue-
llo, en una palabra dejando la cabeza libre tendremos la fig. 9 a,
que en cuanto á su construcción es igual á la cabeza del animal en
cuestión como puede verse comparándola con la fig. 3.
Ya el Dr. Quiroga presumió que esta parte del cuerpo, debía ser
una cabeza, como resulta ahora, cuando hizo mención en su noticia
de que, en lo que él tomó como parte trasera del animal: « allí es-
Fig. 9. — Tinaja de Andalgalá, negra con grabados. Col. Museo Nacional,
(a) Cabeza simplificada del monstruo que aparece grabado en la tinaja.
taba nuevamente insinuada la cabeza » y lo creyó un monstruo bi-
céfalo.
Esta sospecha de mi amigo atenúa en gran parte lo que se le
pudiese reprochar en su noticia.
Estos animales míticos, monstruos de gran cabeza con ó sin pa-
tas, variables al infinito, son comunes en los grabados y aún en
algunas pinturas sobre vasos calchaquíes especialmente de la región
de la Cuenca de Londres \ y su estudio comparativo podré prestar
grandes servicios al conocimiento del simbolismo de este animal;
* Véase Lafone Quevedo: Viaje Arqueológico en la Región de Andalgalá, Re-
vista del Museo de La Plata, Tomo xii.
AMBROSETTI: EL HACHA DE HUAYCAMA. 23
pero el hacha de Huaycama es el primer caso en que se presenta
•esculpido en piedra, iconografiado en escultura, y debemos el poder
estudiarlo á Quiroga, ese cultor fervoroso, sincero y entusiasta de
la Arqueología,
A su memoria, que deseo imperecedera entre los estudiosos, ofrez-
co de nuevo esta hacha, estudiada con el mismo afán, que el indio
artista empleó al labrarla, para que ella sirva de ex voto propicia-
torio al muerto querido y al colega inolvidable.
Juan B. Ambrosetti.
Buenos Aires, 10 de Noviembre 1906.
MYCETES ARGENTINENSES
(Serie IV)
AUCTOSK
CAROLO SPEGAZZINI.
Habiendo en estos últimos años llevado á cabo excursiones á las
apartadas regiones subtropicales de la República Argentina, he
tenido la suerte de encontrar una infinidad de hongos de suma im-
portancia; me apuro, pues, á publicar las especies de Licoperdaceas
y Falaceas, limitándome á aquellas que considero nuevas ó poco
conocidas, acompañando el dibujo tomado sobre los ejemplares vi-
vientes.
Estoy seguro que este folleto despertará el mayor interés en las
personas quo se ocupan de Mycología y en modo particular en los
especialistas de estos grupos tan maltratados en estos últimos años
por los monógrafos, que con sus obras inconsultas aumentaron la
confusión reinante en lugar de aclarar y facilitar el estudio.
Cypcllomyces Speg. (n. gen.).
Char. Peridium dúplex, exterius sessile minus volvi forme, in-
terius breviter pedicellattim majus caliciforme; gleba subpulve-
rtdenta e sporangiolis minutissimis efformata cojoum peridii
interioris implens, a parietibus plañe discreta; capillitium te-
nuiítsimum ramosissimum racemose sporangiolifei'um, ramnlis
ultimis ápice subcapitatis basidia buseriata ostendentibus ; spo-
rae globosae simplices.
Genus eximium natura Xylopodiis et Dyctiomycetibus cog-
natum, fabrica tamen glebae longissime recedens nec quidem
comparandum.
191. CypeUomyces argentinensis Speg. (n. sp.). = Fig. 1, a-1.
Diag. Peridium exierius álbum, interius avellaneum; gleba
sublateritia, sporangiolis minimis et capillitio subhyalino effor-
mata; sporae parvae minute laxeque papillosae, fulvellae.
26 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Háb. In collinis praeaudinis aridissimis saxosis subsalsis,
loco Los Berros vocato, pro pe San Juan, Mrt. 1904.
Obs, Peridium exterius primo obovatum ad tertium usque
térra infossum, dein substellatim dehiscens (10-20 mm alt. et
diam.); laciniis brevibus obtusis leniter iuvolutis, glabrum,
sórdido álbum, coriáceo -fragüe, duriusculum; peridium inte-
rius initio obovatum exteriori inclusum, dein erumpens atque
cito accrescens clavatum, postremo ápice late dehiscens atque
poculiforme (60-60 mm alt. = 40-60 mm diam.), ore integrum
V. obsolete lobulatum fissumque, extus frustulis peridii exte-
rioris adhaerentibus retrorse squarrosum, coriaceum, tenacel-
lum, stipite volva persistente incluso breve terete (16-20 mm
long. = 7-10mm diam.) sublignoso farcto suffultum; gleba
lateritia subpnlverulenta minutissime granulosa, cavum peridii
fere totum implens; capillitium oculo nudo imperspicuum,
sub lente valida tenuissimum dense ramulosum, hyphis (3-6 ji
crass. ) chlorino-fulvellis, ramis ultimis capillitii e basi tenui
sursum sensim incrassatulis (60-200 ja long. = 6-10 ja crass.)
ápice abrupte subcapitato-rotundatis, capite (16 -20 ja diam.)
dense miuuteque papilloso; basidia primaria obovata (16 [a
long. = 10 (A crass.) minute 3-4-papillata, basidia secundaria
e papillis primariorum oriunda subglobosa (8-10 ja crass.)
etiam 3-6-papillulata subhyalina. Sporae e papillis basidio-
rum secundariorum catenulatim? exsurgentes, constipatae,
sporangiola ( 30- 60 ía diam. ) ef f icientes, globosae ( 6 - 7 ja diam. )
minute denseque papillulosae.
192. Podaxon macrosporus Speg. (n. sp.). = Fig. 2, a. b, c.
Diag. Perídhim majusculum ellipticO'Cylindraceum albidum,
stipite terete latissime fi^idoso, ut peridio retrorse squamoso
basi obsolete volvato, suffultum; gleba squamuloso- pulverulenta
per aetatem otra; sporae majores ellipticae laeves oliváceo- fu-
ligineae.
Háb, In aridis saxosis collinis. Zonda vocatis, prope San
Juan, Mrt. 1904.
Obs. Peridium sursum obtusiusculum rotundatum, doorsum
leniter attenuatum annulatim a stipite seoedens (70-80 nun
long. = 26 mm diam. ) extus albidum laxe grosse retrorseque
squamosum; stipes (120-140 mm long.) peridio concolor erec-
tus rectus e basi subbulbosula (10 mm crass.) obsolete vol-
vata sensim attenuatus atque apicem peridii (2 mm crass.)
attingens, extus laxe grosseque squamosus, rigidulus tenacel-
SPEGAZZINI: MYCETES ARGENTINENSES.
27
Fig. 1." Cypdlomytes argentinenns Speg.
af Fungus integer; 6/ Fangus dimidiatus fabricam intemam ostendens;
c/ Sporangiola aucta non compressa; e/ Rami ultimi capillitii sporangiola
sostinentes; /*/ Bamus ultimas capillitii sporangiolo orbatus; g/ Ramas ul-
timas capillitii dispositionem basidiorum sporarumque proferrens; h/ Basi-
dium primarium; i¡ Basidium secundarium; 1/ Sporae.
28 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Iu8, intüs vacuüs. Gleba totum cavum peridii implens, primo
flavido-vírídis camosula, deín olivascens sqaamnloso- pulve-
rulenta, postremo pulverulenta atra. Sporae ex elliptíco le-
niter ovatae (14-18 ijl long. ^ 7-12 {x crasa.) opacae.
Species a ceterís argentinentibus stipite fistuloso sporisque
ellipsoideis majoribus distinctiasima, formis austro -afrícanis,
sat ut videtur, accedens.
193. Myriostoma coliforme (Dcks) Cda.
Hab. ínter folia ramentaqua sylvarum prope Formosa, Dec.
1901 (E. Kermes), prope Oran, Jan. 1906 nec non in Parque
La Plata, Sept. 1906.
194. Scleroderma tuberoideum Speg. (n. sp.).
Diag. Etiscleroderma, subhypogeum, mediocre, fulvo-ferrugi-
neum, laeve, gleba compacta carnosa ex atro-violascente nigra
albo-marmorata^ spuris spJiaeroideis majusculisy dense terrucosis.
Hab. Frequens intes radices Eucalypti globuli circa La Pla-
ta, hyeme (April.-Oct.) 1906.
Ohs. Peridia solitaria v. saepius 3 -7- gregaria ao constipata,
primo térra 1-3 cm infossa, serius superne solí superficem
attingentia semper parum exerta mycelio copioso funiculari
tenui dense reticulato-intricato nodulosoque candido radicata^
globosa V. ovata (20-60 mm diam. et alt.) saepeque e mutua
pressione angulosa v. difformia ubique laevia v. inferné plica-
tula, sessilia v. obsoleta subpedicellata, fulvo-ferruginea, pri-
mo clausa, serius parte exerta irregulariter frustiilatim dis-
rupta; cortex tenuiusculus (0,35-0,60 mm crass.) intus ochro-
leucus, primo cum gleba continuus molliusculus flexilis, dein
discretus coriaceus rigidulus, basi sterili parum evoluta (B-10
mm crass.); gleba in juventute cortice adnata, carnosa atro-
violacea dense pulchreque albo-reticulato-marmorata (Tuberi
melanospori instar), per aetatem compacta rigida sicca friabili
atra, postremo grumoso-subpulverulenta sordide f uscaj floc-
ci ex hyphishyalinis intestiniformibus dense coustipatis intri-
catisque (6-6 ^ crass.) crebre septulatis hinc hinde papillulosis
efformati; sporae globosae (14-16 {x diam.) deusissime conglo-
batae confertissimeque verruculosae opacae.
Species 8, vulgari Hrn. affinis, vegetatione hypogea cortice
tenuiori mínusque rigido sporisque majoribus distincta.
196. Arachnion? foetens Speg. (n. sp.). = Fig. 2, d, e, f.
Diag. Subterraneum foetidum siibglobosum albidum glabrum
cix radicatum; peridium molle tenacellum a gleba plañe discre-
SPT5GAZZINI: MYCETES ABGENTINENSES.
29
#©Q/
;. 2. Podaxon macrosportu Speg.
a/ Fungus integer; b/ Fungus dimidiatus fabricam internam ostendens;
ef Sporae.
Árachnionf foUens Speg.
a/ Fungus integer; b/ Fungus dimidiatus; c/ Sporangiola coalescentia ;
g/ Sporae.
30 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIKES.
tiim; gleba glauco-cinerea suhcariwsula sporangiolis coalescenti-
bus minntis efformata; sporae globosae asperulae ftunosae.
Hab. In humo ad radices Maclurae morae in sylva primae-
va secus Río Pescado, Oráu, Jujui, Mrt. 1906.
Obs, Peridia saepius avellanae magnitudiais laxe pauci-
gregaria, plus minusve profunde (1-B cm) térra infossa, e glo-
boso obsolete obtuseque angulata v. colliculosa, inferné fu-
nículo albo vix ramuloso radicata, extus glabra laevia albida,
odorem intensissimum carnis bovinae nímis elixae pollentia,
duriuscula; cortex tenuis (0,26-0,30 mm crass.) flexilis facilli-
me secedens; gleba compacta primo carnosa seríus granuloso-
friabilis e sporangiolis elliptico-difformibus (160-260 ja diam.)
substantia flocculosa albida parcissima arete connexis atque
aegre secedentibus constituía; sporae e mutua pressione obso-
lete angulosae (6-6 i»- diam.) minute papillulosae, ecaudatae,
grosse 1-guttulatae.
Species vegetatione hypogea sporangiolisque non discretis
a genere satis recedens et facile inter Sclerodermata recen-
senda!
196. Sphaerobolus stellatus Td.
Háb, Abunde ad ramulos dejectos putrescentes in Parque
Roca, Tucuman, Apr. 1906.
197. Dictyophora Lilloi Speg. (n. sp.). = Fig. 3, a, b, c.
Diag. Tota alba, subparva, píleo late cónico grosse alveolato-
reticulato, indusio grosse laxeque reticulato ramis applanatis,
gleba virescenti-olivacea diffluens foetida,
Hab. In herbosis sylvularum «Parque Roca» prope Tucu-
man, Apr. 1906.
Obs. Species D. duplicatae (Bosc.) E. Fisch. valde affinis,
sed a ceteris speciebus adhuc descriptis rite distincta. Totus
fungus 80-100 mmalt. albus tenerrimus mox fatiscens. Volva
parva candida primo clausa globosa (20-26 mm. diam.), dein
laciniatim dehiscens, intus mucoso-subhyalina, extus basi mi-
nute radicata; stipes erectus rectus e cylindraceo conoideus
(76-96 mm long. = basi 16 mm diam. = apio. 6 mm diam.)
late fistulosus, parietibus spongioso-papulosis (2-3 mm crass.),
e membranis 3 aegre perspicuis efformatis, ápice ósculo infun-
dibuliformi latiusculo (7-8 mm. diam.) extus obtuse crassius-
culeque marginato intus cortinato donatus; pileus campanula-
to-conoideus (20 mm alt. = 26 mm lat. bas. = 7-8 mm lat.
ap.) tenuis extus grosse reticulato-lacunosus albus, gleba mu-
SPEGAZZINI: MYCETES ARGENTINENSES.
31
Fig. 3. IHdyophora Lilloi Speg.
a/ Fongus integer: b/ Fungus dimidiatus; c/ Osculum.
FhciUu» campanuI-cUus Brk.
d/ Fungos integer; b/ Fungus dimidiatus.
Clathrui triacapua Tnrp.
/"/ Fungos integer; g/ Sectio rami.
32
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
cilaginosa virescente vestitus; indusium retiforme duobus ter-
tiis stipitis tantiim attingens campanulatum (50 mm alt. et
lat. bas.), álbum, ramis vittaeformibus complanatís (1 mm
lat. = 0,30 mm crasa.), masculis polygonis (6-7 mm diam.).
Sporae minutae elliptico-cyliudraceae (4-6 ja =1-1,6 ja) vix
fnmoso-chlorinulae.
198. Phallus campanulatus Brk. = Fig. 3, d, e.
Hah. Frequens ad margines viarum prope Ledesma^ Jujui,
Jan. 1906.
Ob<. Totus albus modice foetens (80-90 mm alt.)) pileo sub-
couoideo laevissimo gleba viscida olivácea vestito ápice latis-
sime truncato (20-26 mm lat. et alt.), areola callóse marginata
ósculo hysterioideo lato perforata, stipite subcylindraceo (16-
18 mm diam.) parietibus crassis e tribus membranis clathrato-
connexis efformatis, volva parva cupulata substellatim dehi-
scente. Sporae ellipticae utrinque obtusiusculae (6-6 [a := 2,6-3
|a) chlorinae laeves.
/
>a^
Fig. 4. Mutinus aryentinus Spfig.
al Peridia nonnulla aetate varia; hj Pt^ridiuiu diinidiatum.
SPEGAZZINI: MYCETES ARGENTINENSES. 33
199. Mutinus argentinas Speg. = Fig. 4, a, b.
Hah. ínter folia dejecta putrescentia in sylvis prope Orán^
Jujui, Jan. 1906.
Ohs. Species pulcbella gregaria nullo modo a 3/. Muélleri
E, Fisch. (1888) recedens et nomen (1887) prioritatem gaudens.
200. Simblum sphaerocephalum Schlt.
Háb, Vulgatum ad margines rivulorum vianimque in cultis
territorii Orán^ Jujni, Jan. et Feb. 1905 et 1906.
Ohs. Species pulcbella tota plus minusve intense incarnata,
rubra v. lateritia, foetidissima, a S. australi Speg. nec non
/S. Lorentzii Speg. certe distinctissima.
201. Glathrus tríscapus Turp. = Fig. 3, f , g.
Hab. Non rarus ad marginem camporum Sacchan officina-
rum prope Ledesma, Jujui, Jan. 1906.
Obs. Species a Cl. E, Fiscber cum Cl. australi Speg. (ramis
fistulosis praedito!) inconsulto conjuncta, a Cl, cibario Tourn.
etiam longissime recedens nec quidem comparanda.
Anal. Mes. Nac. Bs. As., Ser. 8', t. ix. Febrero 28, 1907.
i
i
SOBRE OOS ESQUELETOS DE MAMÍFEROS FÓSILES
ARMD08 RKCIENTBMENTB EN EL MUSEO NACIONAL
POR
FLORENTINO AMEGHINO.
Los dos esqueletos de que voy á ocuparme, hace ya muchos
años que forman parte de las colecciones del Museo Nacional, pero
es sólo ahora que se exhiben al público armados en una forma
conveniente.
Hippidion bonaerensis C. Amgh.
Uno de los dos esqueletos en cuestión pertenece á un género de
la familia de los caballos que lleva el nombre de Hippidion. Fué
descubierto el año 1873 por dos hermanos de nacionalidad fran-
cesa y de apellido Bretón, quienes lo exhumaron de las orillas del
Río Lujan, cerca del pueblo del mismo nombre. El esqueleto es-
taba articulado, reconociéndose fácilmente que el animal se había
metido en un pantano de donde no pudo salir, encontrando en él
la muerte. El barro de ese pantano forma hoy parte de las arcillas
verdosas del pampeano lacustre que constituyen el «piso luja-
nense » que representa la parte más superior de la formación pam-
peana.
Este esqueleto fué descripto por Burmeister en 1876 ^ con el
nombre de Hippidium neogaeum, suponiendo que la especie era
idéntica al Equtis neogaeus fundada por Lund sobre una muela
aislada, procedente de los depósitos fosilíferos de las cavernas de
Lagoa Santa, en el Brasil, pero esta identificación parece injusti-
ficada.
' Burmeister, Dr. Germán. Los caballos fósiles de la Pampa Argentina^ con do-
ble texto, español y alemán, y ocho láminas lito^afiadas, in folio de 88 págs.
Buenos Aires, 1875.
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38 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Según Carlos Ameghino, que en estos últimos años se ha ocu-
pado mucho del estudio de los caballos fósiles de Sud-América,
las muelas descriptas por Lund, con los nombres de Equus neo-
gaeus y Equus príncipalis son seguramente de una misma especie;
la diferencia de tamaño depende de la posición ó número de or-
den de las muelas, siendo la que ha servido de tipo para la funda-
ción del E. neogaeus la última superior persistente fm 7), y la que
sirvió de tipo para la fundación del E. principalis la última de
reemplazamiento (m 4) que es siempre de mayor tamaño que las
tres persistentes que la siguen.
Sesulta también que la última muela superior que sirvió de tipo
para la fundación del E, neogaeus es muy distinta de la última
muela superior del caballo fósil de la Pampa Argentina descripta
por Burmeister bajo el nombre de Hippidium neogaeum, identifi-
cando erróneamente la especie con la de Lund. Luego, el esque-
leto en cuestión es de una especie diferente, á la que da el nuevo
nombre de Hippidion bonaérensis^ mientras que la especie descrip-
ta por Burmeister como Hippidium principóle Lund, tendrá que
tomar el nombre de Hippidion arcidens Ow.
Burmeister acompañó la descripción del supuesto Hippidion
neogaeus con dibujos de todos los huesos sueltos y además la vista
del esqueleto completo. Sin embargo, como el esqueleto nunca fué
armado, la restauración debe haberse hecho dibujando los huesos
puestos en conexión probablemente sobre una capa de arena.
Cuando en Abril de 1902 me hice cargo de la dirección del Mu-
seo, este esqueleto, que tanto por su estado de perfecta conserva-
ción como también por la existencia de casi todas las piezas, es
seguramente único en su género, encontré que todavía estaba
desarmado. Fué una de mis primeras preocupaciones ver el esque-
leto en cuestión armado de verdad.
Procedióse pues, á montarle; y es para mí un motivo de íntima
satisfacción poder constatar que la restauración dada por Burmeis-
ter sobre los huesos aislados, es esencialmente la misma de la res-
tauración real según el esqueleto actualmente armado.
Acompaño acá la vista fotográfica del esqueleto del caballo
fósil, al lado de la del esqueleto de un caballo doméstico de las co-
* Hace tiempo anuncié que C. Ameghino tenia en preparación una revisión
general de los equídeos sudamericanos con la descripción de algunos géneros y
varias especies nuevas. Desgraciadamente una larga enfermedad le ha impedido
concluir ese trabajo, el cual reanudará tan luego que su estado de salud se lo
permita.
AMEGHINO: DOS ESQUELETOS DE MAMÍFEROS FÓSILES. 39
lecciones del Museo, para que pueda juzgarse de sus proporciones
relativas al primer golpe de vista.
Como lo indican muy bien las fotografías, ambos esqueletos son
más ó menos de igual tamaño, pero en las proporciones de las dis-
tintas partes hay diferencias bastante notables. El Hippidion &o-
naSrensis es proporcionalmente un poco más bajo y mucho más
robusto que el caballo doméstico. Las piernas son más cortas y
más gruesas, notándose esta diferencia sobre todo en los metacar-
pianos y metatarsianos que son notablemente más cortos y mucho
más gruesos que los del caballo doméstico. El cuello es igualmente
más corto y más robusto, como que estaba destinado á llevar una
cabeza más voluminosa y con huesos nasales libres de un largo
verdaderamente extraordinario. Este último es en efecto, el ca-
rácter distintivo que más resalta en el conjunto.
Smilodon bonaérensis (Muñiz).
El segundo esqueleto fósil recientemente rearmado, es el de un
felino aliado del Machaerodus que figura en las colecciones del
Museo desde hacen unos 45 años. Fué descubierto por el Doctor
Erancisco Javier Muñiz, el año 1844, en las cercanías del pueblo de
Lujan, y descripto al año siguiente por el mismo descubridor,
con el nombre de Muñifelis bona^rensis.
En 1863, el Señor William Wheelwright, empresario del Eerro
Carril Central Argentino, adquirió del Señor Muñiz la propiedad
del esqueleto del felino fósil, donándolo en seguida al Museo de
Buenos Aires. En 1866, Burmeister, entonces director del Museo,
describió nuevamente el esqueleto con el nombre de Machaerodus
neogaeus Lund *, repitiendo la misma descripción algo modificada
y acompañada de una vista del esqueleto, en las publicaciones de
la Sociedad de naturalistas de Hallen
El dibujo del esqueleto publicado por Burmeister', ha sido re-
producido por muchas revistas y ha servido de base para restau-
raciones que ahora resultan ser erróneas.
Este esqueleto estaba armado por un sistema rudimentario y
anticuado en una posición poco natural y no muy estética. Ade-
' Anale* dd Museo Público de Buenos Aires^ T. i, p. 123, a. 1865.
* AhhadJungen der NcUurforsckenden Oeselhchaft zu Halle, Bd. x, a. 1867.
* En este dibujo figuran las falsas costillas, que faltan todas, sin excepción, en
el original.
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42 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
más, en el montaje se habían cometido varios errores, particular-
mente en la posición de los hnesos del tarso y metatarso. Con el
objeto de corregir esos errores hice desarmar el esqueleto, prece-
diéndose en seguida á armarlo nuevamente en una posición más
natural y en una forma más elegante. Algunos huesos de la mano
y del pie que faltaban, se han reemplazado con moldes tomados de
originales existentes en los Museos de La Plata y de Nueva York.
La cola faltaba completamente y se ha tratado de restaurarla. Las
seis primeras vértebras caudales son moldes que se han tomado de
originales existentes en el Museo de La Plata. Las restantes se han
hecho siguiendo el modelo de los grandes felinos existentes, pero
ajustándose al tamaño que indican las seis conocidas.
El esqueleto del gran felino extinguido así restaurado se ha colo-
cado en una vidriera al lado del esqueleto del gran tigre de Ben-
gala. Los fotograbados adjuntos representan ambos esqueletos,
de modo que la comparación es fácil y las profundas diferencias
que los distinguen saltan inmediatamente á la vista. Como se verá
por la leyenda, he adoptado para el tigre fósil de la Pampa Argen-
tina, el nombre específico que le dio Muñiz, porque un examen
comparado detenido me ha demostrado que la especie es distinta
del Smilodon neogaeus de las cavernas del Brasil, descripto por
Lund, y que vivió también en la República Argentina.
El Smilodon bonaerensis y el Felis tigins, tienen con corta dife-
rencia la misma talla general^ pero en las proporciones relativas
aparecen diferencias tan profundas que causan una verdadera
sorpresa.
El tigre es de una conformación proporcionada en todas sus
partes, de formas esbeltas y de un aspecto elegante. El Smilodon^
es al contrario, de una conformación desproporcionada, de formas
excesivamente robustas; pero, con la parte anterior mucho más
robusta que la posterior. El tronco del Smilodon es considera-
blemente más largo que el del tigre, pero éste tiene en cambio una
cola mucho más gruesa y mucho más larga. En el Smilodon el
tamaño de los caninos superiores es realmente enorme, pero la cola
es al contrario excesivamente pequeña, como si la hipertrofia de
los caninos hubiera producido la atrofia de la cola. A propósito
de esta última conformación, es justo recordar que, Burmeister en
sus primeras noticias sobre este animal, por la conformación de la
faceta articular posterior del sacro, dedujo que debía tener una
cola muy pequeña. Las seis primeras vértebras caudales confirman
esta deducción. En cuanto á la restauración del resto de la cola,.
AMEGHINO: DOS ESQUELETOS DE MAMÍFEROS FÓSILES. 43
debo observar que, de acuerdo con el tamaño de las seis vértebras
conocidas se le ha dado el máximo de longitud posible, de modo
que es probable haya sido todavia más corta, pero seguramente no
más larga.
Agregaré también que el Smüodon conservaba el dedo interno
ó primero del pie, y que el astrágalo presenta una perforación
astragaliana de diámetro relativamente considerable, que debía
conservarse en estado funcional.
Béstame por decir, que los dos esqueletos fósiles que han dado
motivo á estas líneas, han sido armados por el jefe de talleres del
Museo, señor Santiago Pozzi, con su acostumbrada habilidad.
CHLANIDOPHORA CÜLLENI
UNA NÜBYA MARIPOSA AReENTINA
JUAN BRETHES.
El Dr. D. Joaquín Cullen ha tenido la amabilidad de traerme de
Caohenta (Prov. deJMendoza) algunos insectos, entre los cuales
he encontrado una mariposa nueva para la ciencia, y que dedico
gustoso á su descubridor.
Chlanidophoba Cülleni Bréthes, n. sp. — A C. patagiata Berg
simiUima sed tubérculo frontali majare et ápice irregulariter
vermiculato, fascia alba inter maculas ápice cellulae discoi-
dalis et margine nigro latiora, triangulis albis in margine
nigro alarum anticarum distinctioríbus, et margine nigro
angustiare. Alae exp.: 37 mm.
Por el tubérculo frontal, esta mariposa se colocaría casi en el
género Caridarctia, cerca de la C. albicancellata (Burm. )> pero la
nervación alar es distinta, por ejemplo, las venas 6 y 7 de las alas
Fig. 1. — Ala8 de Chlanidophora Culleni n. ap.: ± ^. El punteado de las alas
posteriores representa el carmesí; las rayas horizontales representan el negro
probable.
posteriores no salen de la célula discoidal, sino que se anastomo-
san en su mitad basal. El género en que debe quedar es Chlanido-
46 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
phora Berg, y si no hubieran sido algunos caracteres estructurales,
las variaciones de color no habrían motivado por cierto separar
esta mariposa de Chlanidophora patagiata Berg. Por arriba las
alas anteriores son blancas y las posteriores carmesí; por debajo,
las 4 alas son carmesí. Las manchas negras están dispuestas como
en la especie de Berg; sin embargo, la faja apical negra es de
3 mm. más ó menos, mientras que en C. patagiata esa faja mide
como 4 mm. ; además los triángulos blancos que ostenta esa faja
son más anchos y resaltan más que en la C. patagiata. La faja
blanca que hay entre el negro apical y las manchas de la extremi-
dad de la célula discoidal y vecinas es más ancha que en la especie
de Berg. En C patagiata y C Cnlleni, las alas posteriores tienen
la faja apical más ó menos igual y la anteapical es más pronuncia-
da en la segunda.
Por debajo, las alas son más ó menos semejantes en las dos es-
pecies, si bien haré notar que los triángulos negros apicales de las
anteriores situados entre las venas 2, 3, 4, 5 están sobre fondo
blanco sin confundirse con la faja negra que avecinan.
Todos estos caracteres no serían seguramente suficientes para
crear una nueva especie, tanto más que modificaciones más impor-
tantes en la coloración se han obtenido por educación directa.
Las diferencias estructurales que he encontrado son: 1.** en C.
Culleni el tubérculo frontal es más grueso, la truncatura pirifor-
me y con algunas vermiculaciones irregulares; ese tubérculo forma
una cresta aguda en su parte superior; en C. patagiata, ese tu-
V
Fig. 2.— a, Chlanidophora Culleni Bréthes.
ft, Chlanidophora patagiata Berg.
c, Caridarctia alhicancellata (Burm.)*
bérculo es más pequeño con la truncatura elíptica vertical y un
tanto ahuecada; en Caridarctia alhicancellata (Burm.), el tubérculo
frontal, si bien se asemeja con C. Culleni en cuanto á la vermicula-
ción, no tiene la forma truncada de las otras dos especies ; 2.** las
venas 6 y 7 de las alas posteriores de C. Culleni se anastomosau
más ó menos á la mitad de la distancia que hay entre la célula dis-
coidal y el ápice del ala, mientras que en C. patagiata esas mismas
BRETHES: CHLANIDOPHORA. CULLENI.
47
venas se auastomosan mucho más cerca de la célula discoidal; 3.°
preparaciones microscópicas de escamas alares tomadas en la faja
apical negra entre las venas 7 y 8 de las alas anteriores han pro-
porcionado las formas A, B y C en C. Cidleni, pareciendo dominar
la C, mientras que en C, patagiata se han obtenido las formas
Fig. 8. — a, b, c, escamas de Chlanidophora patagiata; A, B, C, escamas
de C. Culleni.
ü, b, c, pareciéndose que a sea más abundante. De todos modos se
echa de ver que en C. patagiata las escamas son cuneiformes, lo que
no pasa para C Culleni.
Como el abdomen, las patas y las antenas no se encuentran in-
tactos no puedo hacer mayores comparaciones, pero lo dicho sobra
para reconocer esta nueva especie.
LES TOXODONTES A CORNES
PAR
FLORENTINO AMEGHINO.
Les ongulés sud-américains qni constitnent Toráre éteint des
Toxodontia descendent des Hyracoidea primitifs des derniers
temps de Tépoque crótacique, et ils se sont développés sur ce conti-
nent, en prenant des caracteres qui les éloignent considérableraent
de tous les ongulés des autres régions de la terre.
On faisait remarquer derniérement qn'aucun représentant de
l'ordre des Toxodontia ne possédait des comes céphaliques. C'est
précisément au moment méme qu*on faisait cette remarque qu'on
découvrait que plusieurs animaux de cet ordre avaient eu des
comes.
Le fait est excessivcment curieux et mérite une mention spé-
ciale.
L'objet de cette note est de faire connaitre cette particularité,
mais sans entrer dans la description détaillée des especes ou gen-
tes qui la présentent.
Tplgoílon Amgh. 1882.
Trigodon, Ameghiíío, Cafdlofjo explicativo de las colecciones de
antropología y paleontologia de Florentino Ameghino, en 8.»,
de 8 p., Anexo al Catálogo de la provincia de Buenos Aires
en la Exposición continental sud- americana, p. 39, a. 1882.
—Id. Apuntes preliminares sobre mamíferos extinguidos de
Monte Hermoso f pág. 8, lám. i, a. 1887. — Id. Observaciones
generales. sobre el orden de mamíferos extinguidos sud-ameri-
canos llamados Toxodontes, p. 46, a. 1887. — Id. Contribución
al conocimiento de los mamíferos fósiles de la República Ar-
gentina, pp. 399 et 916, a. 1889.
Eutrigonodon, Ameghino, Mamíferos y Aves fósiles argentinas.
Especies nuevas, adiciones y correcciones, in Revista Argén-
50 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
tina de Historia Natural, t. i, p. 240, a. 1891. — id. Crónica
Cientifíca, año xiv, p. 3-10, a. 1891.— Id. Sur les onguW foi^si-
les de VArgentine, in Revista del Jardín Zoológico de Bue-
nos Aires, t. II, p. 220, a. 1894, et tirage á part, p. 28. — ídem,
Sinop^s geológico- paleontológica, in Segundo Censo Nacio-
nal, i. I, p. 169, a. 1898.
ZiTTEL, Handbnch der Paleontologie, t. iv, p. 489, a. 1893.
Eutrigonodon (partim), Mercerat, Contríbiitions á Vétude
systéniatique des Toxodontia, in Anal. Mus. Nac, de Buenos
Aires, t. IV, pp. 260-265, a. 1895.
Pachynodon (partim), Burmeister, AnaL Mus. Nac. de Bue-
nos Aires, t. III, ent. xviii, pp. 432 et 435, a. 1892.
Toxodontotherium, Ltdbkker (non Ameghino), Astudy ofthe
extinct Ungulates of Argentina, p. 17, a. 1894.
Toxodontotherium, Roth (non Ameghino), Catálogo de los ma-
míferos fósiles conservados en él Museo de La Plata, Grupo
Ungulata, Orden Toxodontia, in Rev. Mus. de La Plata.
t. vm, p. 100, fig. 64, a. 1898.
Haplodontotherium (partim), Mercerat (non Ameghino),
Étude comparée sur des molaires de Toxodon et d'autres re-
présenfants de la méme famille, in Anal. Mas. Nac. de Bue-
nos Aire^, t. IV, pp. 208 et 211, fig. 6 et 9, a. 1895.
Le genre fut établi sur des deuts isolées provenaut de Monte
Hermoso. Le nom vient de la forme triaugulaire de Tincisive in-
férieure externe. Plus tard, croyant que le nom de Trigodon fai-
sait double emploi avec Trigonodon Conr. 1852 et Trigonodus
Newb. 1866, je Tai remplacé par celui de Eutrigonodon.
En réalité, Trigodon et Trujonodon sont deux iioms diffórents;
je reprends done le nom ancien, avec d'autant plus de raison qu'il
est plus simple et beaucoup plus court.
C est a tort qu'on a identifié le Trigodon avec Haplodontherium
et Toxodontherium qui sont autant de genres distincts.
Tpigodoii Gaudryi Amgh.
Trigodon Gaudryi, Ameghino, Catálogo de la provincia de
Buenos Aires en la Exposición continental sud- americana,
j). 39, a. 1882. — Id. Apuntes preliminares sobre mamíferos
extinguidos de Monte Hermoso, p. 8, lám. i, a. 1887. — Id.
Observaciones generales sobre el orden de mamíferos extin-
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 61
guidos sudamericanos^ llamados Toxodontes^ p. 46, a. 1887.
— Id. Contribución al conocimiento de Ion mamíferos fósiles
de la República Argentina, pp. 400, 916 et 994, Pl, xviii,
fig. 6, a. 1889.
Moreno F. P., Breve reseña de los progresos del Museo
de La Rata, p. 30, a. 1889.
Eutrigonodon Gaudryi, Ameghino F., Mamíferos y aves fósiles
argentinas, in Revista Argentina de Historia Natural, 1. 1,
p. 240, a. 1891. — Id. in Crónica Científica, año xiv,
p. 340, a. 1891. — Id. Repliques aiix critiques du Dr. Bur-
meister, in Boletín de la Academia Nacional de Ciencias en
Córdoba, t. vi, p. 600, a. 1892, et tirage á part, pp. 13-14. —
Id. Sur les ongidés fossiles de VArgentine, in Revista del Jar-
din Zoológico de Buenos Aires, i, ii, p. 220 a 224, a. 1894, et
tirage á part, pp. 28 a 32.
Mbbcerat, Contribution á Vétude systématique des Toxo-
dontia, in AnaL Museo Nacional de Buenos Aires, t. iv,
p. 263, a. 1896.
Pachynodon modicus (partim), Burmeister, Continuación d
las adiciones de los mamíferos fósiles terciarios, in Anales del
Museo Nacional de Buenos Aires, t. in, p. 435-436, a. 1892.
Toxodontotherium compressum (partim), Lydekker (non Ame-
ghino), A study of the extinct Ungulates of Argentina, in
Anal. Museo de La Plata. Paleontología Argentina, t. n, p.
17, pl. VI, fig. 1,2; pl. VII, figs. 1, la, 15, pl. viii, f igs. 1, la,
a. 1894.
Toxodontherium compressum, Albert Gtaudry (non Ameghi-
no), Fossiles de Patagonie. Dentition de quelques Mammifé-
res, in Mémoires de la Société Géologique de France, tome
xn, fascicule 1, p. 17, fig. 23, a. 1904.
Haplodontotherium Gaudryi, Mercerat, Etude comparée sur
des molaires de Toxodon et d'antres représentants de la
mime famille, in Anales del Museo Nacional de Buenos
Aires, t. IV, p. 213 et 216, fig. 9, a. 1895. — Id. Contribu-
tion á Vétude systématique des Toxodontia, ibidem, p. 270,
a. 1896.
Ce gigantesque animal est un des Mammiféres les plus curieux
<1^© Ton connaisse, et quoiqu*on soit arrivé jusqu'á diré que
comme genre il n'est pas separable de Toxodon, il posséde des
<íaractéres si singuHers qu'il devra constituer le type d'une famille
distiiicte.
52 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
J'aí établi Tespece en 1882, sar de% molaires et des incisives iso-
lées provenant de Monte Hermoso. Au commencement de 1887, je
découvrais daus le méme gisement la man dibale presqne complete
et avec tóate la dentare dont j'ai donné la description et la fi^^are
la méme année. Dans cette description, j'ai appelé spécialement
Tattention sar le fait qae la mandibnle en qaestion ne possédait
que cinq incisives aa lien de six, de sorte qa'il y avait ane incisivo
impaire qai occapait précisément le milieu de la symphyse. Vae
la disposition régaliere dans la forme des cinq incisives et dans
la position symétrique des alvéoles correspondantes, j*en ai tiré la
conclusión que la présence de cinq incisives devait étre un carac-
tere normal.
La plupart des paléontologistes ont interpreté cette formule
dentaire comme une anormalité.
Burmeister, en 1892, dit: « Ameghino ha figurado y descripto en
su obra, p. 400, pl. 18, fig. 6, la mandíbula inferior de un Toxodonte
con cinco (!) incisivos, que llama Trigonodon Gaudryi, creyéndole
normal. A mi modo de ver, este objeto está en estado anómalo,
y no merece la admiración que dicho autor le ofrece. Los molares
prueban que el animal pertenece al género Pachynodon * ^
L'année d'aprés, feu le professeur Zittel, dans son traite de pa-
léontologie, dit aussi que le nombre des incisives est anormal et
que Tespéce doit rentrer dans le genre Toxodon. « Die Gattung
Eatrigonodon Amegh. ( antea Trígodon Amegh.) hat zwischen den
zwei grossen J des Unterkiefers nur drei statt vier kleinere J. Das
einzige beschriebene Exemplar von Bahía Blanca ist wharschein-
lich pathologisch und dürfte zu Toxodon gehóren » -.
En 1894, M. Lydekker (1. c.) fait mention de Texistence dans les
collections du Musée de La Plata, d*une deuxiéme mandibule du
méme genre laquelle, quoique incompléte, montre aussi que la
symphyse n*a que cinq incisives, ce qui conduit lauteur a croire
que ce nombre d'incisives représente bien la formule nórmale dans
ce genre. «The third incisor is a large, obliquely- placed triangu-
lar tooth, wearing to a sharp point, which is directed forwards
and upwards; and is, therefore, unlike the corresponding tooth of
Toxodon^ which is flatter, more proclivous, and wears to an edge.
On the rigth side of the figured jaw are two smaller triangular
* Ancd. Museo Nac. B. A., i, iii, p. 43 \
* Zittel Karl A., Handbuch der Palaeontologie. Falaeozoologie. iv Band. p. 489,
a. 1893.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 63
incisors, directed nearly forwards, and wearing obliquely; the
inner one being smaller than the other, and placed cióse to the
median line of the symphysis. On the left side there is but a single
tooth, correspondiug to the second incisor, in place of the two
f ound on the opposite side. Had I this specimen alone to deal with,
I should have considered the absence of the second left incisor as
an individual abnormality. A fragment of the symphysial extre-
mity of another jaw from Monte -Hermoso preserved in the Mu-
senm seems. however, to present the same peculiarity. In that
specimen the bases of the threeright incisors are preserved; while
on the left side are the broken alveol of the two incisors which are
not symmetrical to those of the opposite ramus, and appear to
represent the second and third teeth ^ If I am right in this inter-
pretation, the absence of the second left lower incisor would
appear to be at least a common f eature in Toxodontothermm » *.
A cette occasion, M. Lydekker a examiné et figuré de nouveau
la méme mandibule que j'avais décrite et f ¡gurée ; il dit que trois
incisives sont placees sur le cóté droit de la synphyse, et deux
sur le cóté gauche, d'oü il en tire la conséquence que la formule
dentaire de ce genre est le résultat de la suppression de la pre-
miere incisive ou incisivo interne du cóté gauche.
L'observation de M. Lydekker est erronée. L'incisive impaire
se trouve implantée exactement au milieu de la symphyse comme
le montre la figure que j*ai donnée du méme échantillon prise au
moyen de la photographie quand la piéce était intacte; je
reproduis ici (fig. 1) la partie de cette figure qui correspond a la
partie antérieure de la symphyse.
Dans la figure que M. Lydekker donne de la méme mandibule,
on peut voir que l'incisive impaire se présente aussi comme implan-
tée exactement au milieu de la symphyse, mais la partie de la dent
qui est en dehors de Talvéole est un peu déviée vers le cóté droit.
Ce qu'il y a est que la dent en questión a été cassée au niveau du
bord alvéolaire et qu'en la recollant, on ne l'a pas placee dans sa
position exacte.
Postérieurement, j'ai fait mention d'un troisiéme exemplaire
* J^ai examiné au Musée de La Plata la piéce en questión . C'est un morceau
teUement mutilé qu'on s'est trompé dans Porientation exacte de la symphyse et
de 1& l'illusion que Tincisive impaire soit implantée sur le c6té droit, tandis
qu^en réalité elle est implantée au milieu de la symphyse.— F. A.
* Ltdbkkes, Loe. cit. p. 20.
64
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
qui, quoique tres imparfait, montre aussi le nombre de cínq inci-
sives inférieures.
Malgré cela, quelqne temps aprés, M. Mercerat affirmait encoré
que le nombre de cinq incisives n etait qu*une anomalie. «Cette
piece offre la particularitó de présenter cinq incisives; c. a d. que
ees dents sont en nombre impair. II ne s'agit évidemment que
d*une anomalie individuelle, opinión qui a été partagée aussi par
TTVf
Fig. 1. Trigodon Gaudryi Amgh. Symphyse mandibulaire, vue d'en haut,
aux ^ 5 de la grandeur naturelle.
le Dr. Burmeister. Le fait qu'il existe au Musée de La Plata un
autre maxillaire inférieur de ce memo genre, dont la partie anté-
rieure brisóe laisse voir la base de trois incisives du cóté droit, et
les alvéoles de deuxautres incisives seulement du cóté gauche, qui
correspondent k ij et i j, le prouve avec plus d'évidence encoré,
et ne permet nullement de conclure á l'exemple de M. Lydekker
{loe, cit., p. 20) que cet animal n'aurait présente dans le rftgle que
cinq incisives inférieures» *.
Une nouvelle découverte excessivement importante, vient con-
Mercerat, in Anal. Mus. Buenos Aires^ t. iv, p. 202, a. 1895.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 66
firmer, sans qu'il puisse rester aucun doute, que chez Tngodon^
le nombre de cinq incisives inférieures ótait constant, par consé-
quent normal, et que cette formule est peut-étre caractóristique
de toute une famille de Tordre des Toxodontia.
Au mois de Mai 1904, le naturaliste voyageur du Musée Natio-
nal, M. Carlos Ameghino, découvrit á Monte Hermoso un cráne
complet de Trigodon avec la mandibule correspondante presque
intacte. Cette mandibule, comme les trois autres déjá connues du
méme animal, présente aussi seulement cinq incisives. La symphy-
se mandibulaire est parfaite, mais ellene présente en place que les
deux incisives externes du cóté gauche, Tincisive y cassée, et l'in-
cisive 2" parfaite. Des deux incisives correspondantes du cóté
droit, il ne reste que les alvéoles vides. Placee parfaitement au
milieu de la ligne longitudinale médiane, il y a l'alvéole également
vide de l'incisive impaire.
Cette conformation est parfaitement visible en regardant le
cráne de face (fig. 2).
II reste done définitivement prouvé que la présence de cinq in-
cisives inférieures est la formule nórmale et constante du genre
Trigodon^ et que Tincisive impaire se trouve placee parfaitement
au milieu de la symphyse.
Quelle est Torigine de cette conformation si singuliére?
Nous avons déjá vu que M. Lydekker l'explique par la suppres-
sicn de la premiére incisivo du cóté gauche. J'ai déjá dit aussi
qu'il a oté conduit á cette interprétation parce qu'il croyait que
rincisive impaire était placee sur le cóté droit, ce que nous avons
vu étre une erreur. D*un autre cóté, la symétrie bilatérale parfaite
non seulement de la symphyse et des incisives paires, mais aussi
de rincisive impaire, semble démontrer que ce n'est pas la sup-
pression d'une dent qui a pu donner origine á cette formule.
Ce que je crois, c*est qu41 y a eu fusión des deux incisives inter-
nes. Cette fusión, qui commen^a sans doute par les germes den-
taires, devint peu á peu plus complete de sorte qu'on n'observe
plus aucun vestige de la fusión, ou des deux parties primitivement
distinctes.
Cette incisive impaire a pris une forme si caractéristique qu'elle
pennet de la reconnaitre immédiatement au milieu des incisives
des animaux du méme groupe.
On sait qu*á Paraná, il y a deux genres alliés de Trigodon, qui
sont \e Toxodontherium et l^ Haplodonthei'ium, Or, daus le méme
gisenient, on trouve des incisives isolées ayant la méme forme de
56
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Fig. 2. Trigodon Gaudrjfi Amgh. Cráne, vu par devant et un peu obliquement da cótó droit,
á un quart de la Rrandeur naturelle. 1, Pincisive médiane impaire; 2. la deuxiéme paire d'in-
cisives; 8, la troixiéme paire d'incisives ou incisives extemes. Miocéne supérieur de Monte
Hermoso (hermoseen).
AMEGHINO : LES TOXODONTES A CORNES. 67
rincisive impaire inférieure de Tt'igodon^, de sorte que Tun ou
l'autre de ees genres, ou peut-étre les deux, avaient aussi, pour
les incisives, la méme formule deiitaire '.
Revenant au cráne complet de Trigodpn trouvé á Monte Her-
moso, en outre de son importance dans la question de la formule
dentaire des incisives, il montre une autre particularité inattendue.
C'est une forte protubérance, large, assez haute, couvexe et a
surface tres rugueuse; elle a un contour elliptique, avec son grand
axe en direction transversale et elle occupe presque toute la región
frontale, en commen9ant deux ou trois centimétres en arriére du
bord antérieur des frontaux; elle a un peu plus de 11 cms. dans
son axe longitudinal et 16 cms. dans son axe transversal. La partie
la plus ólevée de la protubérance se trouve á 7 cms. au-dessus de
la base qui est constituée par la partie la plus antérieure des
frontaux. La suture fronto-uasale est transversale, et en ligne
presqne droite.
Cette protubérance s eleve graduellement du bout antérieur du
plan sagittal vers l'avant, mais dans la partie antérieure elle des-
cend brusquement, de sorte que la bosse entiére semble penchée en
avant. La surface de cette protubérance est tres rugúense, la par-
tie se trouvant dans cette condition parfaitement délimitée de la
partie lisse, de sorte qu'il ne peut rester aucun doute que cette
bosse servait á supporter une forte corne qui était inclinée en
avant. C'est cette position de la protubérance frontale qu*in-
diquent la fig. 3 qui montre le cráne vu de cóté et la fig. 4, vu
d'en haut.
Par sa position, par son développement et par sa direction, la
protubérance frontale de Trigodon présente une certaine ressem-
blance avec celle de VÁTHinoitherium^ mais cette derniére présente
un développement en hauteur beaucoup plus considerable, et en
outre elle se divise en haut en deux branches qui divergent, for-
mant une espéce de fourche.
' La premiére dent isolée de cette forme qui m'est tombée dans les mains, je
l'ai décrite sous le nom de Phanoíherus maryinatus (Contrih. con. mamíf. fós. R.
Arg., p. 900, pl. lxxii, fig. 8, a. 1889), supposant ó. tort que j'avais & faire á un
représentant du groupe des Taeniodonta.
* Si dans la faune de l'Argentine, Trigodon et ses alliés montrent par leurs
incisives inférieures une formule vraiment extraordinaire, il y a un autre genre,
V EpipcUriarchus^ qui se distingue au contraire par une incisive inférieure de plus,
sept au lieu de six. Dans ce cas il s'agit peut-étre d'une incisivo de la premiére
dentition qui a persiste jusqu'á arriver á faire partie de la denture definitivo
d^ane maniere nórmale.
Amki^ Mus. Nac. Bs. As., Sbr. 8% t. ix. Abbil 18, 1907. 5
68
MLSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
' La protubérance placee & moitió distanre de la bosse nasale "t d»- la irraiulo
bosse frontale que montre cette figure, nVst pas naturelle sinon le résultat
(l'ane déforination produite pendant la fossilisation par la pression des conches
superposées.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 59
La ressemblance la plus grande est aveo la bosse frontale de
V Elasmotherium ; celle du IVigodon 8*en distingue parce qu'elle
est plus courte, et a paroi antérieure verticale; en outre, celle de
V Elasmothei'ium a sa partie proéminante qui regarde vers le
haut, tandis que celle du Trigodon regarde obliquement en avant.
II est évident que sur cette protubérauce frontale du Trigodon^ il
devait se développer une corne formidable dirigée en avant, et de
méme nature que celles des Rhinoceros et de V Elasmotherium,
Le Trigodon portait encoré une deuxiéme corne plus petite prés
du bout antérieur des nasaux. La suture qui separe les deux na-
saux est bien apparente, surtout en avant, oú les deux os sont se-
pares par une gouttiére profonde. L'extrémité antérieure libre de
ees deux os devient arrondie et graduellement plus épaisse jus-
qu'á atteindre cinq centimétres d'épaisseur. Chaqué nasal porte en
avant une surface convexe tres rugúense et bien délimitée, qui
dans leur moitié postérieure se fusionne en une seule. Sur cette
protubérauce nasale se dóveloppait aussi une corne mais beau-
coup moins forte que la frontale.
La bosse nasale était séparée par une cloison osseuse destinée a
renforcer les nasaux afin de donner un plus fort appui á la corne
nasale. Cette cloison fendillée par la déformation du cráne, n'a pu
étre conservée.
Ce cráne étant en outre le premier et l'unique complet connu de
ce genre, il est aussi précieux parce qu'il nous permet de connaitre
sa conformation d'une maniere a peu prés parfaite.
Mon but était seulement d'indiquer la présence des protubé-
rances sus-mentionnées. Pourtant, en présence de cette piéce si
étrange, je ne puis me soustraire a Pobligation de faire remarquer
en quelques ligues les autres caracteres si particuliers qu'elle pré-
sente et qui réloignent considérablement du genre Toxodon.
Le cráne, quoique entier, est un peu deformé par pression, de
serte qu'il est comme un peu tordu latéralement. Nonobstant, on
peut se faire une idee parfaite de sa forme genérale.
En le regardant de cóté (fig. 3), ce qui appelle de suite latten-
tion est sa forme raccourcie en proportion de la hauteur et la
grosse bosse qui s'éléve au-dessus dufront et des orbites.
En le regardant d'en haut (fig. 4), ce qui frappe Poeil iramédiate-
ment est son contour triangulaire, a cotes* presque égaux, soit en
triangle equilateral. En le regardant d'en bas (fig. 6), il montre
aa contraire le contour d*un triangle isoscele dont la base est cons-
titiiée par la ligue transverse occipitale. Cette conformation dé-
60
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
\
yOtf-
I
Fig. 4. Trigodon Gaudryi Amgh. Cráne, vu eren haut, réduit á un quart de la grandeur natarelle. 1 et 2,
la prémiére et deuxiéme incisives; ¿, trou sous-orbitaire; o, orbit«; a, apophyse post-orbi taire; n, nasal;
/■, frontal; jp«, plan sagittal; joo, plan occipital; 6/1, bosse nasale; 6, bosse frontale.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
61
Figt ttsr Trigodmi Gaudrífi Amgli. CrñneT vu dvn bo^i^ A Ufj quart de la grandeur jiaturelle.
1 1, 2i et 8í, lea trois mcicivt;^; c, canlne^ 2, H^ 4^ 5^ f\ et 7^ les moliiirtís 2 A 7.
62 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
pend du plan occipital qui est fortement conché vers lavant,
Mais aussi bien la vae palatino que la frontale font voir qne le
cráne 8*élargit gradueliement et d'une maniere continué, depuis la
partie antérieure jusqu a l'extrémité postérieure.
II resulte de cette conformation que la moitió postérieure est
d'un volume considérablement plus grand que la postérieure.
Quant aux dimensions on peut diré qu'il est presque aussi loug et
aussi large que haut. La longueur du cráne depuis les condyles oc-
cipitaux jusqu'á la partie antérieure des incisives est de 68 cms.,
mais du centre de la créte occipitale aux incisives, la longueur
n'est plus que de 48 cms. Dans la partie postérieure, le plus grand
diamétre transverse est de presque 66 cms. La hauteur du bord
inférieur de la mandibule au bord supérieur de la protubéranee
frontale est aussi de 66 cms.
La partie antérieure dü cráne se rétrócit gradueliement vers
Tavant de sorte que la región intermaxillaire apparait comme com-
primée latéralement. II en est de méme de la mandibule dont la
partie antérieure de la symphyse est aussi tres étroite et comme
comprimée latéralement. En outre, toute le región symphysaire
est fortement relevée vers le haut comme dans le genre Xotodon.
L'étendue transversale de la partie postérieure du cráne est
enorme. Le diamétre transverse entre les deux bords latéraux de
la créte occipitale es de 61 cms. et entre les tympaniques, de
53 cms. ce qui surpasse la longueur du cráne mesurée de la partie
median e de la créte occipitale á la partie antérieure des incisives,
que nous avons vu de 48 cms. seulement, conformation absolu-
ment unique entre les mammiferes. Cette différence de longueur
entre les parties básale et cuspidale du cráne dépend de l'inclinai-
son de l'occipital vers l'avant, qui est si considerable que la créte
occipitale se trouve a vingt centimétres plus en avant que le bord
postérieur des condyles occipitaux. Cette conformation se voit tres
bien sur la figure 4.
Le plan occipital (fig. 6) est plutót bas que haut, mais d'une
largeur extraordinaire, et comme je viens de le diré, tres conché
en avant, de sorte que les condyles occipitaux restent fortement
rejetés en arriére. Au centre du plan occipital, il y a une grande
dépression, assez profonde, et a surface excessivement rugúense,
oü s'inséraient des tendons cervicaux tres puissants, comme Texi-
geait le grand poids de la tete.
En regardant le cráne d'en haut, on remarque qu'il n'y a pas
de créte sagittale, étant rem placee par une surface presque píate.
AMEGHINO: LES TOXODOÍíTES A CORNES.
63
F¡^. f) Triíjotlon Gandriji Amp:li. Craiu', vu par lo plan occ pital á uii quart
ele la fíraiuleur iintuielle.
64 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AffiES.
de 7 á 8 cms. de longueur, présentant aussi á peu de chose prés la
méme largeur. C^est ce plan sagittal qiii en avant s'éleve graduel-
lement jusqu ase confondre avec la bosse frontale. Cette derniére,
sur les cotes, descend vers le bas. Les apophyses post-orbitaíres
sont longues, gréles, á surface rugúense et descendent aussi vers le
bas, présentant une grande ressemblance avec celles de Xotodon,
A partir des deux cótés du bord supérieur du plan sagittal, les
pariétaux descendent verticalement, sans faire aucune expansión
latérale, ce qui, uni á la direction en avant du plan occipital, ré-
duit tellement Tespace destiné á la cavitó céphalique, qu en pro-
portion de la taille le Trígodon est peut-étre, des mammiféres
connus, celui qui a eu un cerveau plus petit. Cette exigüité de la
masse encéphalique, chez Trígodon^ n'est pas un caractére primitif
sinon une condition acquise, ou le résultat de l'agrandissement de
la taille tandis que le cerveau restait stationnaire.
Cepaloxodon eorniculatus n. g. n. sp.
A Pinverse de Trigodon qui était connu depuis longtemps, mais
qu'on ignorait cornu, le Ceratoxodon est un Toxodonte cornu dont
jusqu'á maintenant on ignorait Texistence.
Ce type si intéressant n*est malheureusement connu que par un
morceau de cráne provenant du pampeen moyen (bonaéróen) de
la lagune de Chascomus, indiquant un animal plus gros qu'un
Tapir. Dans ce morceau, qui est dans un tres mauvais état de con-
servation, on y voit: le frontal gauche avec l'orbite incompléte; le
parietal gauche et une petite partie du droit avec le plan sagittal
presque complet; une petite partie du temporal gauche, et un tout
petit fragment du maxillaire du méme cote avec la base de la
derniére molaire.
Par ce qui reste de la derniére molaire on voit que cette dent se
distingue par sa table externe absolument píate, au lieu d'étre plus
ou moins excavée ou ondulée comme c'est la regle dans tous les
genres qui me sont connus de ce groupe.
II ne reste que la partie postérieure de la cavité de l'orbite (fig.
8, o); la partie antérieure avec le zygomatiqne manque complé-
tement.
En regardant le cráne d'en haut(fig. 7), on voit que la créte
sagittale est devenue tellement large qu'elle constitue un plan
sagittal large et plat comme chez Trigodon^ mais proportionnelle-
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
65
ment plus long. Les parois qui soutiennent oe plan et qui consti-
tuent les pariétaux descendent un peu obliquement. Dans ce plan
Fig. 7. CercUoxodon corniculatiis Amgh. Morceau de cráne, vu d'en haut, aux
trois qnarts de la grandenr naturelle. o, corne frontale interne; 6, come fron-
tale externe; d, come lachrymale; /"í, frontal, partie antérieure; /"/?, frontal,
partie postérieure; /Vp, snture fronto-pariétale ; 6«, bord sus - orbitaire ; Z, lachry-
mal; pl, plan sagittal; jpr, parietal. Partie básale dn bonaéréen de la province
de Baénos Aires.
sagittal, la suture transverso fronto-pariétale s'óléve en formant
un bourrelet osseux transversal (fig. 7, fsp).
66
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Ce plan sagittal presque horizontal se prolonge en une surface
frontale qui s'élargit jusqu'au niveau d'une protubórance (f ¡g. 8, c)
qui correspond aux apophyses post-orbitaíres, et se retrécit gra-
duellement une autre fois en avant. Au niveau du coin postérieur
de l'orbite, on voit une serie de trois protubérances (fig. 8, a, b, c,)
placees dans une méme ligne transversale, et qui devaient natu-
rellement se répóter sur le cote droit.
^^^;y
Fio:. 8. Ceratoxodon corniculaíus Amorh. Le meme morceau de cr&ne de la fií^ire
precedente vu de c6té aux trois quarts de la grandeur naturelle. o, come frontale
interne; ¿», come frontale externe; c, come post-orbi taire; d, corne lachrymale;
/"a, región frontale, partie antérieure; /J9, región frontale, partie postérieure; /"«p,
bourrelet et suture fronto-pariétale; o, orbite, partie postérieure; pl, plan sagit-
tal; pr^ parietal; ¿, temporal; m7, position de la base de la demiére molaire.
De ees trois protubérances, la plus petite (c) qui n'est visible que
sur le cráne vu de cote (fig. 8) est placee sur le coin postéro-supé-
rieiir de l'orbite, sur le cote lateral, et correspond a l'apophyse
post-orbitaire qui a pris la forme d'une petite corne. La protubé-
rance du milieu de la serie, ou frontale externe b, se trouve un peu
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 67
plus en dedans, sur le front et prés du bord postérieur de l'orbite;
cette protubérance, a base tres large, a bout conique, haute de
deux oentiméfcres, regarde vera le haut et obliquement vers le cóté.
La protubérance frontale interne a, placee a cote de la precedente,
plus prés de la ligne longitudinale mediane, a la base aussi large
et presque aussi haute, mais elle regarde directement vers le haut.
Plus en avant, prés du coin antérieur de Torbite et au-dessus de
celle-ci, on voit une autre protubérance isolée (fig. 8, d), dont la base
est plus étendue dans la direction transversale que dans Tantéro-
postérieure et atteint la hauteur d'un centimétre. Cette protubé-
rance porte á la base de sa partie postérieure une perf oration ellip-
tique I (fig. 7) de diamétre assez considerable que je prends pour
le trou lachrymal. La protubérance en question serait done cons-
tituée par Tos lachrymal comme semblent Tindiquer aussi des ves-
tiges de sutures, quoique peu apparents.
Dans ce genre. Tos lachrymal aurait passé a la partie supérieure
du cráne au-dessus de Torbite comme c'est le cas chez beaucoup
d'Edentés éteints des sous-ordres des Gravigrada et des Glypto-
dontiaj et il se serait développé jusqu'á constituer une protubérance
en forme d'une petite come. Chez quelques espéces á' Adinotherium^
le lachrymal prend la forme d'une protubérance, mais toujours
plus petite et placee plus bas que celle de Ceratoxodon. Dans quel-
ques espéces de Typotherium de l'étage hermoseen, cette protubé-
rance lachrymale est tres forte et placee plus haut que dans Adi'
notherium, prés du bord supérieur de l'orbite, mais non si haut que
dans Ceratoxodon,
Bref: d'aprés la partie conservée, le Ceratoxodon présentait
six petites protubérances frontales post-orbitaires et deux protu-
bérances anté-orbitaires. En outre, il est probable qu'il y avait des
protubérances semblables sur les nasaux.
Adinotherium Amgh.
Adinotherium, Ameghino F., Enumeración sistemática de los
mamíferos eocenos de la Patagonia Austral, etc., p. 17, a.
1887. — Id. Contribución al conoc. mamif, /^x. Rep, Argentina,
p. 448, a. 1889.— Id. Revista Arg, Hist. Nat, t. i, pp. 364 et
375, a. 1891. — Id. Repliques aux critiques du Dr. Burmeister,
etc., in Bol. Acad. Nac. de Cieñe, t. xii, pp. 491, 496 et 616,
a. 1892. — Id. Enumération synopt, des Mammif.foss. format.
éocénes de Patagonie, p. 24, a. 1894. — Id. Sur les ongulés
68 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
fossües de VArgentine, in Rev. Jard, Zool. B. ÁireSy t. n,
pp. 243-244, a. 1894. — Id. Sinopsis geológico-paleontológicaf
in Segundo Censo Nacional, 1. 1, p. 167, a. 1898.
ZiTTEL, Handbuch der Palaeontologie, t. iv, pp. 476 -478,
figs. 391 et 392, a. 1892.
Mercerat, Sinop. fam. Protoxodontidae, in Bev. Mtts. La
Plata, 1. 1, p. 404, a. 1891.
Nesodon, OwenR. (partim), DescHption of some speeies ofthe
extinct genus Nesodon, etc., in Philos. TVansact., etc., 1863.
(Nesodon ovinus).
Mercerat (partim), Sinop. familia Protoxodontidae, in
Rev. Mus. La Plata, 1. 1, p. 402, a. 1891, et tirage á part,
p. 27 (Nesodon typicus).
Ltdbkker (partim), A study of the extinct Ungulates of
Argentina, in Anal, Mus. La Plata, Paleont. Arg. n, p. 26
a. 1894.
Gaudry Albert (partim), Fossiles de Patagonie. — Den-
tition de quelques Mammiféres, in Mémoires de la Société
Géologique de France. Tome xn, Fascicule 1, p. 17, fig. 21.
p. 21, fig. 31, a. 1904.
Acrotherium^ MERCERAT (partim), Ibid, p. 393. (Acrotherium
mutabüe).
Le genre Adinotherium a été fondé sur des espéces de Mammi-
féres du santacruzéen qui ressemblent aux espéces du genre Neso-
don du méme étage, mais qui sont beaucoup plus petites et présen-
tent aussi des différences assez notables dans la conformation de
l'astragale, du calcanéum, etc.
On a voulu reunir Adinotherium au genre Nesodon, Je continué
á les considórer comme deux genres distincts: 1.** parce que dans
la formation santacruzienne, il n^y a pas des formes ou espéces de
transition entre ees deux genres; 2.^ parce que les divergences de
ees deux lignes s'accentuent encoré davantage dans les f ormations
plus recentes jusqu'á constituer deux familles distinctes de Mam-
miféres; 3.^ parce que la séparation de ees deux lignes peut déj¿
s'observer a partir de Tétage pyrothéréen. Reunir dans le méme
genre deux groupes d'espéces qui se placent dans la prolongation
de deux lignes divergentes, ne me parait pas logique ni d'accord
avec une bonne nomenclature.
Les observations qui vont suivre non seulement conf irment cette
séparation, sinon qu'elles conduisent a scinder au moins en deux
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 69
le méme genre Adinotherium, Et je vais montrer que c'est dans ce
genre qu'ont pris origine les Toxodontes á comes; plusieurs espéces
de ce genre montrent le commencement de la grande bosse frontale
du Trígodon, tandis qu'on n'observe ríen de semblable sur les es-
péces du genre Nesodon.
Les espéces á^ AdinoíheHum de la f ormation santacruzienne peu-
vent se reunir en deux groupes : A. espéces a f ront plat, et B.
espéces avec des protubérances frontales.
Groupe A, Espéces a front plat.
Adinotherium magister Amgh.
Adinotherium magiftter, Ameghino F., Enumeración sistemática
especies mamif, eocenos^ etc., p. 17, u^ 72, a. 1887. — Id. Con-
tribución conoc. mamif, fós, Rep. Arg,^ p. 450, pl. xvn, f ig. 7,
a. 1889. — Id. Revista Argentina de Hist. Nat., 1. 1, p. 376,
a. 1891. — Id. Repliques aux critiques^ etc., in Bol. Ac. Nac.
de Cieñe, en Córdoba^ t. xn, p. 496, a. 1892. — Id. Sur les
ongulés foss, de VArgentine, in Rev, Jard. Zool, de B. Aires,
t. n, pp. 246 et 251, a. 1894, et tirage a part, pp. 64 et 69.
Meboerat, Sinop. fam. Protoxodontidae, in Rev, Mus, La
Plata, 1. 1, p. 405, a. 1891.
Acrotherium mutabüe, Mercerat, Ibid. p. 393.
Nesodon typicus, Mercerat, Ibid. p. 402.
Nesodon ovinus, Burmeister, (non. N, Ovinus Ow. ), Anal,
Mus, Nac, t. ni, ent. xvín, pp. 402 á 411, et 447, pl. x, fig.
1, ' a. 1892.
Lydekker E.., A Study of the extinct Ungulates of Argén-
tina, in Anal. Mus. La Plata. Paleontología Argentina, p. 39,
pl. XV, fig. 3; pl. XVI, fig. 3,« a. 1894.
Cette espéce est celle qui a servi de type pour établir le genre.
Comme le montre la figure 9, le front est plat entre les orbites
ou méme un peu deprime vers le milieu. En arriére, ce plan fron-
tal se rétrécit, en prenant une forme triangulaire, limitó par les
* Cette figiire montre un cráne restauré d'une maniere tres erronée ; les apophy-
ses post-orbitaires manquent, et les nasaux sont figures s'ótendant en avant comme
chez Typotherium tandis quUls sont beaucoup plus courts.
* Cette figure d'aprés Texplication des planches représente un cráne en gran-
denr natuxelle, mais c'est évidemment une erreur, car elle le représente aux deux
tiers á peu prés de la grandeur naturelle.
70 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Fig. 9. Adinotherium viagider Am^^h , Cráne, vu d'en haut, aux deux tiers de la
grandeur naturelle. 2», deuxiéme incisive; i, interraaxillaire; n, nasal; o, orbite;
a, apophyse post-orbitaire; /", frontal; cr^ créte courbe temporale; cr*, créte
sagittale. Formation santacruzienne : étage notoliippidéen.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A COBNES. 71
crétes temporalea qui convergent en arriére jnsqu'á s'unir pour
constitucr la créte sagittale ; sur ce plan frontal triangulaire, cea
deux crétes s'élévent en f ormant comme deux murs minees et hauts
de deux k quatre millimetres. La créte sagittale est haute et oourte.
Les nasaux forment en arriére une courbe convexe réguliere qui
penetre entre les frontaux dans une courbe concave correspondan-
te. La ligne longitudinale médiane supérieure des nasaux, á partir
de leur bord postérieur, se releve graduellement vers l'avant
jusqu'á la moitié presque de leur longueur, en s'abaissant aprés de
ia méme maniere jusqu'á leur bord antérieur. Dans la direction
transversale, les deux nasaux présentent une partie supérieure légé-
rement aplatie en avant, fortement aplatie en arriere et tres con-
vexe vers le milieu. Les restes de cette espéce se trouvent dans
1 etage notohippidéen et a la base du santacruzéen.
Adinotherium ovinum (Ow.) Amgh.
Nesodon orinKSj Owen, Description of some species of the ex-
tinct genus Nesodon, etc., in Fhilosoph. Transad,, 1863, p.
291, pl. XV et XVI.
BüRMEiSTER, Desci'iption physique déla Rép, Arg., t. iii, p.
601, a. 1879. — Id. Analeif del Museo Nacional de Buenos
Aires, t. m, p. 402, pl. ix, figs. ?3, ?4, a. 1892.
H. Gebvais et Ameghino, Les Mammiféres fossiles de
VAmérique Mérídionale, p. 104, núm. 149, a. 1880.
Lydekker R. CataL of the fossil Mammalia in the British
Mnseum, part. iii, p. 168, a. 1886. — Id. A Study of the Ex-
tinct Ungtdates of Argentina, in Anales Mus. La Plata. Pa-
leontología Argentina, p. 39, a. 1894.
Ameshino F. Observaciones sobre el orden de mamíferos ex-
tinguidos llamados Toxodontes, etc., p. 16, a. 1887. — Id. Con-
tribución al conoc. mamif fós. Rep. Arg., p. 487, pl. xv, fig.
29; pl. xvn, fig. 10; pl. xx, fig. 1, pl. xxix, fig. 6, a. 1889. —
Id. Revista Argentina de Hist. Nat. 1. 1. p. 367, a. 1891. —
Id. Sur les ongulés fossiles de V Argentine, in Rev, Jard. Zool,
Buenos AÍ7'es, t. ii, pp. 246-246, a. 1894, et tirage á part,
pp. 63-64.
Meucerat, Sinopsis de la familia de los Protoxodontidae,
in Rev. Mus. La Plata, 1. 1. p. 403, a. 1891, et tirage a part,
p.27.
72 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Ádinotherium proximum, Ameghino F., Enumeración sistem.
de las esp. de mamif, fóa. eoc. Patagoniaj etc., p. 17, n.** 74,
a. 1887. — Id. Contríbución conocim. mamif. fós. Rep. Arg.
p. 463, a. 1889.
Mercbrat, Sinop. etc. p. 406, et p. 30 da tirage á part.
a. 1891.
Ádinotherium ovinum, Aheghino F., Rev. Arg, de Historia Na-
turalj 1. 1, ent. v, p. 376, Octobre 1891. — Id. Repliques aux
critiques du Dr. Burmeister, etc. in Bol. Acad. Nac. de
Cieñe, t. xm, p. 490, a. 1892, et pp. 3-4 du tirage á part. —
Id. Sur les ongulés fossilesy etc. pp. 246-246, a. 1894, et
pp. 63-64 du tirage á part. — Id. La perforación astraga-
liana en los mamíferos no es un carácter originariamente
primitivo, in Anal. Mus. Nac. de B. Aires, ser. 3.*, t. iv, p.
393, fig. 36, a. 1904, et tirage á part, méme page.
ZiTTEL, Handbuch der Palaeontologie. t. iv, p. 486, fig.
401, a. 1893.
Ádinotherium Koby, Mercerat, Sinop, fam. Protoxodontidae,
in Rev. Mus. La Plata, 1. 1. p. 410, a. 1901.
Le cráne de cette espéce ressemble á celui de A. magister par
plusieurs caracteres, inclus celui de la grandeur, mais sous ce der-
nier rapport, il en différe parce qu'il est proportionnellement plus
étroit et plus allongé. Les nasaux sont considérablement plus
étroits, surtout en avant, oü ils ne présentent pas la forme dópri-
mée qu'on voit dans ceux de l'espéce precedente; ees os sont bom-
bes transversalement dans toute leur étendue, et leur ligne longi-
tudinale módiane décrit d'avant en arriero un are de cercle tres
régulier. La eré te sagittale est han te, longue et droite, et les li-
gues courbes temporales ne coustituent pas decretes au-dessus des
frontaux. Le front n'est pas si plat que celui d'já. magister, et il
a des apophyses post-orbitaires petites, á bout fortement incliné
vers le bas. Au niveau des apophyses post-orbitaires, le front pré-
sente une dépression transversale fort accentuóe, presque en forme
de vallée, qui s'étend á peu prés sur un tiers de sa largeur; a par-
tir de cette vallée transversale, le front se releve en arriére jus-
qu'au niveau de la créte sagittale, et en avant jusqu'aux nasaux.
Les frontaux s'unissent aux nasaux en constituant un fort prolon-
gement triangulaire qui penetre dans une échancrure de la méme
forme que laissent entre eux dans leur partie postérieure les na-
saux. Sur les cotes de la dépression transversale, le front se releve
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
73
Fig. 10. Adinotherium ovinum (Ow.) Amgh. Cráne vu d'en haut, aux deux tiers
de la grandeur nalurelle. Mdmes lettres que la figure precedente. Étage noto-
hippidéen de la formation santacruzienne.
Ahal. Mus. Nac. Bs. As., 8rr. 8', t. ix. Abril 20, 1907.
6
74 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
doucemeut et forme uue ligne ou surface convexe qai descend
aprés vera le bas pour continuer sous la forme d'apophyse post-
orbitaire.
La partie un peu relevée de chaqué frontal qui s'étend en arrié-
re de la dépression transversale, et limitée latéralement par une
grande perf oration vasculaire, parait indiquer un premier commen-
cement des bosses frontales qu'on observe sur V Adinotherium feriim
dont je m'occuperai bientot.
h' Adinotherium ovinum est caractéristique de l'étage notohippi-
déen et de la base de Tétage santacruzéen.
Adinotherium nitidum Amgh.
Adinotherium nitidum, Ameghino F., Enumeración sistemática
de las especies de mamíferos f odies coleccionados por C.
Ameghino en los terrenos eocenos de la Patagonia austral,
p. 18, n.^ 76, a. 1887. — Id. Contribución al conocim. mamif.
fós, Rep, Argentina, p. 455, a. 1891. — Id. Revista Argentina
de Historia Natural, 1. 1, p. 376, a. 1891.
Mebcerat, Sinopsis de la familia de los Protoxodontidae,
in Rev. Mus. La Plata, 1. 1, p. 407, a. 1891.
C'est la plus petite des espéces connues du genre Adinotherium
de la formation santacruzienne.
Le cráne est court, bas, et tres large entre les arcades zygoma-
tiques. La boite encéphalique est assez volumineuse de sorte que
les pariétaux et les temporaux constituent une surface fortement
bombee. La créte sagittale est tres basse et droite. Les ligues
courbes temporales ne présentent pas la forme de crétes. Le front
est tres large en avant; plat et méme deprime au milieu de la par-
tie antórieure au milieu de la paire de grandes perforations vascu-
laires frontales. Les apophyses post-orbitaires sont petites, dirigées
latéralement, n'ayantqueleur bout dirige un peu obliquement vers
le bas. C'est entre ees apophyses que le frontal est tres déprim.é
au milieu, mais la partie la plus antérieure se releve brusquement.
La partie la plus postérieure des nasaux continué le plan ascendant
de la surface de la partie antérieure des frontaux dans une forme
ógalement fort accentuée, d'oü il resulte que la face supérieure
des nasaux se trouve á un niveau considérablement plus haut que
les frontaux et aussi que la créte sagittale, conformation qui donne
a la vue latérale du cráne un aspect tout á fait caractéristique. La
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
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76
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
surface des nasaux est aussi tres bombee daiis le sens transversal.
L'nnion des uasaux avec les frontaax s'effectue par nne ligne en
zig-zag ressemblant a celle d'A. ovinum, mais le prolongement
Fig. 12. Adinofheriuvi nilidum Am^h. Cráne, vu d'en haut aux deux tiers de la
grandeur naturelle. Etage santacruzéen de la formation santacruzienne.
triangulaire des frontaiix qui penetre dans la partie postérieure
des nasaux est un peu plus court.
Les débris de cette espéce viennent de Tétage santacruzéen.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
77
Adinothcrium corriguenense, sp. n.
En passant en revue les débris du genre Adinotherium prove-
nant de la formation santacruzienne en vae de chercher quelles
Fiíj. 13. Adinothermm corriyuenense Amí^h. Cráne, vu d'en haut, aux deux
tiers de la grandeur naturelle . Partie básale do l'étage santacruzéen de la forma-
tion santacruzienne.
78
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
étaient les especes á bosses frontales, j'ai trouvé qii'un des cránes
dópourvu de bosses représentait une espéce nouvelle non encoré
décrite queje nommerai A. corríguenense^ rappelant ainsi la localité
de Corriguen d'oü ilprovieut, etsur lequel je vais donner quelques
renseígnements.
Ce cráue est presque aussi petit que celui d'^. nitidum, mais
la forme est complétement distincte, car au lieud'étre, comme ce
dernier, court et large, il est long et tres étroit, différent par ees
caracteres de celui de toutes les espéceá connues du méme genre.
Fig. 14. Adinotherium corriguenense Ain¿»;h. Le méme cráne de la figure prece-
dente, vu de cóté aux deux tiers de la grandeur naturelle .
Les molaires persistantes supérieures 5 á 7 possedent une colon-
nette interlobulaire interne bien dóveloppée et placee á Tintérieur
de Pentrée de la vallée transversale médiane interne. La región
intermaxillaire est tres étroite. Les nasaux sont étroits, longs, for-
tement bombes dans la direction transversale, et s'unissent aux
frontaux par une suture en zig-zag; la partie antérieure et trian-
gulaire des frontaux penetre dans une échancrure de la partie pos-
térieure des nasaux, échancrure qui a la méme forme mais qui est
un peu plus petite que dans A. ovinum, A partir de cette suture,
les nasaux s'élévent brusquement au-dessus des frontaux d'une
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 79
maniere considerable. La créte sagittale est longue mais pas trop
hante.
Le front difiere aussi de celui de toutes les espéces connues du
mémegenre; au lieu d'étre plat ou excavé, il est f ortement bombé
dans le sens transversal, et en outre, a surface completement lisse.
Les apophyses post-orbitaires sont larges ¿ la base, mais courtes
et á bont minee, dirigées latéralement et f ortement arquees vers le
bas. II n'y a pas de crétes temporales de sorte que la partie posté-
rieure du front a contour triangulaire est également bombee dans
le sens transversal. Le lachrymal est peu saillant.
L'échantillon a été trouvé a Corriguen Kaik sur la cote de
l'Atlantique et a la base de l'étage santacruzéen.
Oroupe B» Espéces pourvues de bosses frontales.
Adinotherium ferum Amgh.
Adinotherium ferum^ Ameghino F., Enumeración svttemática
de las especies de mamíferos fósiles coleccionados por C. Ame-
ghino en los terrenos eocenos de la Patagonia austral, p. 18,
n** 75, a. 1887. — Id. Contribución al conocimiento de los
mamif fós. Rep. Argentina, p. 4B4, a. 1889. — Id. Revista
Argentina de Historia Natural, t, i, p. 376, a. 1891.
Mergerat, Sinopsis de la familia de los Protoxodontidae^
in Revista Museo de La Plata, 1. 1, p. 407, a. 1901.
Cette espéce est tres importante parce qu'on y constate le com-
mencement de la bosse frontale dans sa premiére periodo ou stade
de formation. Elle est á peu prés de la méme taille qu'A. ovinum á
laquelle elle ressemble bfeaucoup. Pourtant, on la distingue immé-
diatement dans les relations des frontaux avec les nasaux. Nous
avons vu que dans A. ovinum, les f rontaux portent en avant un
prolongement triangulaire qui penetre dans les nasaux. Dans A.
ferum, les nasaux s'élargissent en arriero et pénétrent dans une
échancrure des frontaux tres large et en courbe réguliére. Ces os
se relévent tres péu au-dessus des frontaux et leur face supórieure
trace une ligne longitudinale presque droite, mais dans le sens
transversal ils sont bombes dans toute leur longueur. La créte sa-
gittale est longue, décrit une courbe convexo et se bifurque en
avant en deux ligues courbes temporales qui prennent la forme
de fortes crétes qai s'ólévent au-dessus des frontaux comme dans
I
80
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Fig. 15. Adinotheriti m ferum Ainp:h. Cránf», vu d'en haut, aux deux tiers de la
grandeur naturelle. Partie básale de Tétage santacruzóen de la formation santa-
cruzienne.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 81
VAdinotJierium magister. Le lachrymal porte un tubercule excessi-
vement saíllant.
Le front est large en avant on il termine latéralement par des
apophyses post-orbitaires assez grandes, con vexes, á surface ru-
gúense et a bout toumé vers le bas; en amere il est triangulaire et
se présente comme profondément excavé á cause de la forte sail-
lie des crétes temporales.
La partie antérieure des frontaux, derriere les nasaux, présente
une zone ou bande transversale, large d'un centimétre et qui
s'étend sur une longueur d'un peu plus de trois centimetres, termí-
nant á chaqué cóté dans une grande perforation vasculaire. Der-
riere cette bande píate de la región frontale, chaqué frontal se
releve brusquement en formant comme un échelon de deux á trois
millimétres de haut, et en se relevant encoré davantage il termine
sur les cdtés et en arriére par se confondre avec la ligne courbe
temporale correspondante, tandis que sur la ligne médiane, les deux
protubérances restent séparées par une large gouttiére, et au fond
de celle-ci par un sillón qui correspond a la suture qui separe les
deux frontaux. Ces protubérances sont les bosses frontales, indi-
quées sur le dessin (fig. 16) avec la lettre b et qui constituent cer-
tainement le commencement de la grosse bosse frontale de Tri-
godon, comme va bientót nous le démontrer Texamen d'.4.
robustum-
Jj*A, ferum paraít exclusif du santacruzéen.
Sur le front de VA. ovinum du notohippidéen et de la base du
santacruzéen, on voit parfois une tres légére indication de com-
mencement de protubérances semblables, mais la connexion si
différente des frontaux avec les nasaux ne permet pas de con-
sidérer VA. ferum comme le descendant d'-á. ovinum. La ressem-
blance d'-á. ferum est plus grande avec 1'^. magister, du moins
dans la forme déla suture fronto-nasale, et quoique dans cette
demiére espéce le front soit plat et qu'on n'y ait pas encoré obser-
vé de vestiges de protubérances frontales, elle peut constituer la
souche de la premiare, ou du moins elle doit en étre bien prés.
Adinotherium robustum Amgh.
Adinotherium robustum, Ameghino F., Revista Argentina de
Historia Natural, 1. 1, p. 376, a. 1891.
Cette espéce est alliée d'^. ferum, mais elle a une taille plus
considerable et des formes beaucoup plus robustes. La largeur du
82 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
cráne entre les zygomatiques est enorme en proportion de la lon-
gaeur de la partie antérieure. Les nasanx sont en avant beau-
coup plus larges, deprimes au milieu, leur partie postérieure
étant aussi fort déprímée.
Les apophyses post-orbitaires sont petites, avec lenr bout minee,
long et tourne vers le bas.
L'union des nasaux avec les frontaux s'effectue par une courbe
réguliere absolument égale a celle á'A. ferum^ et le front a aussi
la méme forme avec les deux grandes perforations vasculaires et
la méme soné ou bande transversale antérieure, mais au lieu
d'étre píate, elle est ici un peu excavée. Derriére cette bande
excavéese leve brusquement (presque verticalement), de plusieurs
millimetres, une forte protubérance frontale b, sur laquelle se con-
servent encoré les vestiges de la suture qui separe les frontaux;
ce sont les deux bosses frontales de VA, ferurrij qui sont devenues
ici beaucoup plus hautes et se sont mises en contact sur la ligne
médiane de maniere á constituer une seule protubérance. De ce f ait,
on tire la conséquence que VA. robustum doit étre un descendant
d'-á. ferum.
D'un autre cote, cette protubérance a la méme forme, occupe
la méme position, et présente la méme disposition que celle de
Trigodon, avec la seule différence qu'elle est beaucoup plus petite
et moins convexe. Cette identité de conformation se voit aussi
dans les nasaux qui sont tres étroits dans leur tiers postérieur et
qui s'élargissent considérablement dans la partie antérieure, ab-
solument dans la méme forme que chez THgodon comme on peut
s'en assurer en comparant la figure 16 á Adinoiherium robustum
avec la figure 4 de Trigodon, Je ne doute done pas que VA, robus-
tum est un descendant d'-á. ferum et la souche encoré éloignée
d'oü prirent origine Trigodon et ses alliés.
II y a pourtant une difficulté d'ordre géologique a éclaircir.
Jj'A. ferum est du santacruzéen, tandis que j'ai donné VA.
robustum comme du notohippidéen, c'est-á-dire d'un étage plus
ancien. Pourtant, maintenant que l'étude de ees deux espéces
parait démontrer que cette derniére descend de la premiére, j'ai
examiné la question de Táge géologique, et je crois qu'en attribuant
l'-á. robustum au notohippidéen, je me suis probablement trompé
et qu'il doit étre d'une époque beaucoup plus récente. En voici
les raisons.
Le cráne incomplet d'A, robustum ici figuré n*a pas été trouvé
dans le méme gisement que les autres fossiles de Kar-Aíken, sinon
AMEGHINO: LES TOXODONTES A COENES.
83
a une certaine dÍ8t.ance et enfoui dans une conche de cendre volca-
nique durcie, tandis que le gisementquia fourni le restant des fos-
siles est constitué par un calcaire argileux tres dur. Les deux gise-
'Fif^. 16. Adinoíherium robtistum Amgh. Cr&ne, va d^en haat, aux deux tiers de
la grandeor naturellej probablement d^un étage plus récent que le santacruzéen.
ments, quoiquevoÍ8Íns,pourraientdonc appartenirá deux époques
dístinctes.
Les seuls autres fossiles qu'on ait recueillis dans le méme endroit
que VA. robustum sont ceux du genre Dipilus qui, par la ré-
84 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
dactíon de la derníére molaire inférieure et le graud développe-
ment de la qnatriéme, indique an degré d*évolation pías avancé
que oelle de toas les antres Diprotodontes connns dn santacmzéen.
Or, cette circonstance que, dans les deux cas il s agit d*animaaz
plns spécialisés que ceax da santacruzéen, anie k la circonstance
qa'on n'a pas encoré troavé de débris de ees animaax dans anean
des gisements connas da santaeruzéen et ajoutée a la diff érence de
la roche da gisement de Dipilus avec celle da gisement qai a
foomi les aatres fossiles de Kar-Aíken, tout cela me fait croire
qae VAdinotherium robusfum vient d*an étage nonveaa non senle-
ment plus récent que le notohippidéen, mais aussi que le santaeru-
zéen.
Ce ne sont que de nouvelles reíherches sur le terrain qui per-
mettront de constatar si je suis oui ou non dans le vrai.
NoaditheriuDí, n. gen.
Den ture comme dans Adinotherium. Apophyses post-orbitaires
placees en avant et au-dessus des orbites et transformées en une
paire de petites comes. Crétes courbes temporales de forme sig-
moíde. Orbites regardant en avant. Deux bosses frontales. Type
du genre, VAdinotherium splendidum,
Noaditherium spiendidum Amgh.
Adinotherium spiendidum, Ameghino F., Enumeración sistemá-
tica de las especies de mamíferos fósiles coleccionados por C
Ameghino en los ténsenos eocenos de la Patagonia austral,
p. 17, n.^ 73, a. 1887. — Id. Contribución al conocimiento de
los mamif. fós, de la Rep. Argentina, p. 462, pl. xvi, fig. 1
et 2, a. 1889. — Id. Revista Argentina de Historia Natural, 1. 1,
p. B76, a. 1891. — Id. Repliques aux critiques du Dr. Bur-
meister, etc., in Bol. Acad. Nac, de Cieñe, t. xvi, p. 496,
a. 1892. — Id. Sur les Ongulés fossiles de V Argentine^ in Rev.
Jard, Zool. de Buenos Aires, t. ii, pp. 247 et 262, a. 1894.
Mercerat, Sinopsis de la familia de los Frotoxodontidae^
in Rev, Mus. La Plata, 1. 1. p. 406, a. 1891.
Adinothei'ium pidchrum, Mercerat, ]. c, p. 407.
Adinotherium silvaticum, Mercerat (partim), 1. c, p. 408.
Adinotherium antiquum, Mercerat, 1. c, p. 410.
Nesodon ovinus, Lydekker (partim), A ^tiidy ofthe extinct
Ungulates of Argentina, p. 39, pl. xvi, fig. 4, a. 1894.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
85
Cette espece difiere de celles da genre Adinotheritim par des ca-
racteres fortement accentnés. Qaoiqíie dans la dentnre elle res-
semble complebement aux espéces precedentes, la conformation
du cráne est si différeiite que je me vois obligé de la séparer com-
me le type d'iin nouveau genre.
La piece la plus importante que j'en possede de la téte,^ est la
partie médiane d'un cráne comprenant les maxillaires avec le
Fig. 17. Koaditherium aplendídum Amgh. Partie médiane du cráne avec la re-
gión frontale, vue d'en haut aux trois quarts de la grandeur naturelle. Partie
básale de Fétage santacruzéen.
palais et presque toutes les molaires, les frontaux, les nasaux in-
complets, une petite partie des pariétaux et les orbites. Par cette
partie on reconnait que le cráne de Noaditherium était notable-
ment plus haut que celui á' Adinotherium.
Le front (fig. 17) est court et triangulaire, portant en avant
une paire d'apophyses laterales enormes. De ees apophyses par-
tent deux crétes temporales tres épaisses et tres hautes, qui con-
86
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
vergent en arriére pour constituer la créte sagittale; ees crétes,
chez tous les reprósentants connus de Torclre des Toxodontia, décri-
vent une ligne courbe en are de cerele régulier, tandis que dans
eette espéce les mémes crétes décrivent une ligne sigmoíde. La
partie du front comprise entre les crétes temporales a un eon-
tour triangulaire; elle est excavée et comme oannelée au milieu et
Fig. 18. Noaditherium splendidum Amgh. Vue palatine de la méme piéce de
la figure precedente aux trois quarts de la grandeur naturelle.
presque fendue sur la ligne longitudinale médiane. En outre, cha-
qué frontal porte en avant et pres de la ligne médiane une
protubérance coiivexe, irréguliérement circulaire, a surface ru-
gúense. Quand je parlai pour la premiére fois de oes bosses, je
croyais qu'elles étaient destinées á Tinsertion de forts muscles,
mais aprés la découverte de la bosse frontale de Trígodon, j'en ai
fait un nouvel examen, et je vois qu'il s'agit de cernes au commen-
cement de leur formation.
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES.
87
Les nasaux sont larges en arriere et pénétrent entre les fron-
taux, en terminant dans une suture transversale en ligne droite qui
occupe a peu pres les deux tiers de la largeur du front. Par ce ca-
ractere cette espéce difiere de toutes celles connues du genre
Adinotherium. Cette suture fronto-nasale constitue comme une es-
peee de rainure transversale, á partir de laquelle les frontaux se
Fig. 19. Noadilherium splendidum Amgh. La méme piéce dea figures prece-
dentes, Tue de c6té| aux trois quarts de la grandeur naturelle.
re-í^vent fortement en arriére, et les nasaux plus doucement vers
/>vant.
J'ai dit que le front porte en avant une paire de grandes apo-
pl^yses laterales. Ce sont eelles qui portent le nom d'apophyses
pos t-orbi taires, mais ici, au lieu de limiter les orbites en arriére,
elles sont placees en avant et au-dessus des orbites, deserte qu'elles
s^nt sus-orbitaires et non post-orbitaires. En regardant d'en haut
^® cráne d'une espéce quelconque d^ Adinotherium, comme on peut
1® voir dans les figures 9, 10, 12, 13, 15 et 16, les apophyses post-
88
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
orbitaires laíssent voir en avant les ca vites orbitaires. Cela n'est
pas le cas pour le cráne de Noaditherium splendidum; en le re-
gardant d en haut f fig. 17), ees apophyses ne laissent voir absolu-
ment rien des orbites qui se trouvent placees au-dessous. En le
regardant de cóté (fig. 19), on voit que Tapopliyse appelée post-
Fig. 20. Noaditherium splendidum Amgh. La inéme piéce des figures prece-
dentes vue par devant aux trois quarts de la grandeur naturelle. crs^ crdte sa-
gittale ; cr^ créte temporale; B^ bosse frontale; a, apophyse sus-orbitaire; n, nasal;
/", frontal; o, orbite; ío, trou sous-orbitaire ; ?», maxillaire.
orbitaire prend origine en avant du bord antérieur de Torbite et
se dirige surtout latéralement et á peine un peu en arriére, d'oü il
en resulte que les orbites regardent en avant presque comme dans
les Singas (fig. 20).
Ces apophyses ontlabase tres large, elles sont tres longues, pla-
cees au méme niyeau du front, avec la face supéro-antérieure for-
tement convexe et couverte de tres fortes rugosités. Tout parait
AMEGHINO: LES TOXODONTES A COENES. 89
indiquer que ees apophyses portaient une paire de petites comes
super-orbitaires.
On trouve les débris de NoaditheHum dans le notohippidéen et
dans la base du santacruzéen. Quoique voisin d'Adinotherium, il
reste encoré assez isolé, de sorte qu'on ne connait ni ses ancétres
immédiats ni ses descendants, s'il en a eu.
Conclusions.
De ce qui precede, il resulte que la premiére manifestation ou
le premier commencement de la bosse f ron tale des Toxodontes a
comes s'est effectuée sur des espéces du genre Adinotlieríum de la
formation santacruzienne et le plus grand développement connu
a oté atteint par le Trigodon de la partie la plus supérieure de la
formation araucanienne, soit de l'étage hermoseen.
Adinotheríum ressemble beaucoup á Nesodon et fait partie de la
famille des Nesodontidae, mais la différence entre le Trigodon et
ses alliés d'un cote et les Nesodontidae de Tautre, sont enormes;
en les comparant avec les Toxodontidae, on y trouve des diffóren-
ces aussi considerables.
J'ai separé les Nesodontidae comme une famille á part des Toxo-
dontidae, en me basant sur les différences considerables que dans
les deux groupes présentent la denture, la conformation des
pieds, etc. Maintenant, je separe comme une troisiéme famille du
méme ordre le THgodon et ses alliés; ce sera la famille des Haplo-
dontheriidae.
Comme les f aunes éteintes sudaméricaines et celles des autres con-
tinents sont toujours jugées avec un critérium distinct, on prétend
qu'il n*y a pas de raison pour séparer les Nesodontidae des Toxo-
dontidae; on en dirá certainement autant des Haplodontheriidae,
et on en fera probablement trois sous-familles de celle des Toxo-
dontidae.
Dans la plupart des cas, ees modifications ne répondent qu'au
désir de trouver le moyen de faire des corrections, qui pour moi
n'ont d autre importance que celle de diré les mémes choses avec
d'autres noms.
Mais, en jugeant avec un critérium plus ampie, ce procede de
reunir tous les représentants d'un ordre (ou sous-ordre) dans une
Ahal. Mü8. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Mayo 6, 1907. 7
90
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
seale famille partagée en plu-
sieiirs sons-familles, eleve la
valeur de la famille a la valeur
de l'ordre, et alors, un de ees
deiix noms, celui de la famille
011 cehii de l'ordre, fait double
emploi,etcon8titue dans lasu-
bordination de la nomenclatu-
re un engrenage inutile; il vau-
drait mieux reunir tous les
Ongulés dans un seul ordre.
Par conséquent, si Ton con-
serve l'ordre des Toxodonlia,
je réunis ses reprósentants en
trois groupes qui doivent pren-
dre le nom de familles; ees
groupes sont les Nesodontidae,
les Toxodontidae et les Haplo-
dontheriidae.
La famille des Haplodonthe-
riidae avait deja été ótablie
par Mercerat en 1895 ^ en pre-
nant pour type le genre Haplo^
dontherium. II aurait été pró-
férable de prendre pour type
le Ti'igodon, parce qu*il est le
plus anciennement établi et le
mieux connu, mais je Taccepte
pour ne pas encombrer davan-
tage la nomenclature avec des
noms nouveaux. En rigueur, on
pourrait diré aussi que la fa-
mille a été nommée, mais non
établie, parce que tous les ca-
racteres signalés par M. Mer-
cerat se trouvent également
dans des représentants de la
famille des Toxodontidae,
Je distingue les Haplodonthe-
riidae par la présence de cor-
* Anal. Mus, Nac. B. Aires^ t. iv, p, 260 ( Haplodontotheriidae ).
AMEGHINO: LES TOXODONTES A CORNES. 91
nes céphaliques; par les deux incisives internes de la mandibule
fondaes en une seule; par les molaires de remplacement toutes
simples sans vestiges de la vallée médiane transversale interne, et
par les molaires persistentes 6 á 7 avec le lobe postérieur interne
en forme de colonne saillante et la vallée transversale médiane in-
terne sans branche postérieure.
Comme la serie des molaires supérieures des représentants de
cette^ famille n'a pas encoré été figurée d*une maniere corréete, je
donne ci-contre la figure de six molaires supérieures du cote droit
dn genre Trigodon (fig. 21) qui peut servir comme type de la
denture de la famille ^
Les genres connus qui doivent entrer dans cette famille, sont:
Haplodontherium Amgh., 1885 f= Pachynodon Burm., 1891) et
Toxodontherium Amgh., 1883, de la formation entrerrienne.
Stereotoxodon Amgh., 1904, de l'étage rionégréen de la forma-
tion araucaniennei
Trigodon Amgh., 1882, de Pétage hermoseen de la méme for-
mation.
Ceratoxodon Amgh., 1907 et peut-étre aussi Plesioxotodon Roth,
1901, de la formation pampienne.
Aussi bien les Haplodontheriidae que les Toxodontidaej ils pren-
nent leur origine dans les Nesodontidae. Les Haplodontheriidae
descendent du genre Adinotherium, tandis que les Toxodontidae
doivent descendre d'une espéce du genre Nesodon.
* M. Lydekker, dans son ouvrage sur les ongulés óteints de TArgentine (A
Study of the extinct Üngvlates of Argentina) donne une belle figure de la vue
palatine du cr&ne (pl. vii, fig. 1), mais comme les molaires ont leur couronne
en pente vers la ligne médiane, leur contour apparent n'est pas le réel. La mo-
iaire 6 du méme cráne, figurée & part sur la planche ix, figure 8, du méme ouvra-
ge, représente le contour exact, mais le double filet d'émail de la vallée trans-
versale médiane interne n'est pas indiqué. Pour la méme raison, la figure 5 de ce
mémoire ne donne pas non plus le contour exact des couronnes des molaires su-
périeures.
ALTRI ZOANTARI DEL TERZIARIO DELLA PATAGONIA.
PER
GIOACCHINO DE ANGELIS D'OSSAT.
Con una tavola e dae figure nel testo.
II chiaro professore Florentino Ambohino, direttore del Museo
Nazionale di Buenos Aires, gentilmente si compiacque comunicar-
mi in istudio i Coralli f ossili della Patagonia, i quali fanno parte
delle importanti collezioni di quel Museo e della collezione priva-
ta del nominato paleontólogo.
II materiale fu raccolto da C. Ambghino durante i viaggi esegui-
ti in quella regione negli anni 1901 - 1904.
Fra i Coralli ve ne ha alcuno che merita di essere specialmente
illustrato. Quantunque poco si accresca l'elenco della fauna coral-
lina della Patagonia; tuttavia essa diventa piú determinata e le
specie allargano e stabiliscono sempre piú precisamente la distri-
buzione orizzontale e verticale.
Secondo i cartellini che accompagnano gli esemplari, cosi deb-
bonsi cronológicamente distribuiré le forme:
Pampeano OciUina Singleyi^ O. mississippieTma.
ExTRERiANO OctUifia SingUj/tf FUtbellum cuneiforme var. Wailesi.
Ísuperiore.. Flahellum extensum (?).
medio Flabeaum Vaticani,
inferiore.. FlabeUum cuneiforme var. Wailesi; FL extentum; Fl. sp.
Vha altresi un corallo raccolto nella f ormazione Guaraniana o
delle arenaríe rosse^; ma esso e indeterminabile per il pessimo
stato di conservazione.
Nel precedente lavoro ^ giá esposi parecchie osservazioni intor-
* Ameghino F. Uáge dea formcUions aédimentaires de PcUagonie. Anales Soc.
Cient. Argentina. Tom. l. liv. Buenos Aires, 1908.
• De Angelis d'Ossat G. Zoantari del Terziario della Patagonia. Palaeontograph.
Itálica. Vol. IX. Pisa, 1908.
94 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
no ai generi ed alie specie coralline fossili; ora non rimane che ri-
cordare il valore cronológico deila nuova forma che entra a far
parte dell'elenco cioé: il Flabellnm Vaticani, Questo grande ed ele-
gante flabello^ in Italia, e conosciuto in formazioni mioceniche e
plioceniche. Laonde il F. Vaticani, con le specie di Briozoi, illus-
trate dal Canu^ verrebbe a confermare le vedute del paleon-
tólogo francese; ma nuUa puó affermarsi con un solo flabello;
tanto piú quando questo, con tutta probabiiita, de ve godere di una
piü vasta distribuzione, cronológica e oorologica, di qnella che
presentemente conosciamo.
Generalmente il materiale che racchiude i fossili é sabbioso ; va-
ría pero spesso di grana. La sabbia e silícea quasi totalmente,
invero l'acido cloridrico vi suscita poca effervescenza. Rari sonó
gli elementi eterogenei, come si ríconosce fácilmente al micros-
copio.
Nella sabbia che chiudeva la loggie di un Fldbellum vi ho rinve-
nute molte spicule di spugne evidentemente Tetractinellidae. Fra
le spicule predominano le Oxie, gli Stili, le Tetraene, i Triodi e i
Caltropi. Gli ultimi elementi pero sonó frammentari. Rari poi
sonó i Desmi, di cui ne ho osservato uno monocrepido.
Non mancano frustoli di Diatomee di specie sicuramente ma-
rine.
Gli esemplarí corallini si conservano nel Museo Nazionale di
Buenos Aires; alcuni pero sonó di proprietá privata del Direttore
F. Ameghino; altri pochi infine, per gentile concessione, figurano
nelle coUezioni dell'Istituto geológico della R. üniversitá di Roma.
* Oanu F. Les Bryozoaires du Patagonien, Échdle dea Bryozoaires pour les Tsr-
raim tertiaires. Mém. Soo. géol. de Frailee. Paléont. Tom. xii, fase ii. París,
1904.
ANGELIS d'ossat: altri zoantari. 96
Descrizione delle forme.
Ordo. ZOANTHARIA.
Sectio. MADEEPOEARIA APOROSA.
Familia OCÜLINIDAE.
Gen. OCÜLINA Lk.
Riporfco a questo genere pochi esemplari; infcorno ad essi si pos-
sono ripetere tatte le osservazioni che gía feci, parlando di questo
genere, nel precedente lavoro {loe. cit., pag. 6 e 7).
Oculina mississippíensis Conbad. sp.
yar. n. patagónica.
Tav. I, fiK. 1, 2, 8.
1903. Oculina miisissippiensis de Angelis d'Ossat, loe, cit.,
nftíy. 7. tav. i. ficr. 9/2. h.
pag. 7, tav. I, fig. 2a, b
La sinonimia della specie trovasi anche uella seguente opera:
Vanghan T. W. The Eocene and Lower Oligocene Coráis Faunas of
(he United States with descriptions of a feto Douhtfully Cretaceous
species, Mon. U. S. Geol. Survey. Vol. xxxix. Washington, 1900.
Studiando gli esemplari di questa specie, raccolti al Sud di
Colhue Huapi, rilevai tali dif f erenze dalla specie tipica da permet-
tere almeno l'istituzione di una nuova varietá, che allora non osai
distinguere avendo in esame un solo esemplare. Presentemente,
oltre ad un altro ben conservato esemplare, possiedo ottime figure
di due altri polipai. Questi appartengono al Museo di Parigi e f u-
rono recentemente raccolti dal Tournoüér nelPIsla Chica. Debbo
tale ventura alia squisita gentilezza del Canu. Frutto dello studic
del nuovo materiale e la sicura esistenza di una ben distinta va-
rietá.^
I oaratteri anatomici che presentano gli esemplari assicurano
indubbiamente il riferimento alia specie del Conrad ; le differenze
che vi si notano non sonó tali da essere considérate come speeifi-
che. A questo awiso si é pur condotti dalla notevole polimorfía
che si ríscontra nell' O. mississippíensis.
Nella nuova varietá, che chiAmo^atagonica daU'origine, si os-
servano le seguenti differenze : ^
96 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
a) costantemente i calici sonó molto meno rilevati sulla massa
genérale del polipaio;
bj'i calici sonó piü viciui fra di loro; ma a distanze diverse;
c) i calici soao di dimensioni svariate; ma sempre minori;
d) nello stesso polipaio, qua i calici sonó disposti a linee spirali
e la confusamente; ecc, ecc.
Anche nel polipaio in esame si puó riconoscere la disposizione
che i polipieriti assumono internamente: ve ne sonó nellasse cén-
trale di quelli che presentano una sezione poligonale ben distinta.
Tanto in questa come nella segueote forma si colgono tutti gli
stadi di sviluppo del cenenchima. I calici nell'asse céntrale sonó
aderenti e poligonali: súbito dopo cominciano ad allontanarsi e
sonó riuniti dalle brevi coste confluenti che si sviluppano nell'eso-
teca. Cresce sempre la distanza fra i polipieriti; ad un determinato
momento compaiono le prime traverse esotecali. II polipaio seiiza
quest'ultime assumerebbe una soverchia fragilitá. Con la distanza
fra i polipieriti cresce altresi lo sviluppo delle traverse e la depo-
sizione secondaria che esternamente conferisce un aspetto speciale
al cenenchima.
Nella figura seguente sonó rappresentati schematicamente quat-
tro passagi del rapporto deí polipieriti e dei corrispondenti calici.
(VedasirFig. 1.*).
Fifí. 1.
I polipieriti soventi hanno le loggie vuote nell'interno del poli-
paio; allora si distinguono chiaramente tutti gli elementi anato-
mici: teca, setti, columella, traverse endotecali e tavolati incom-
pleti. Piü frequentemente pero si rinviene un certo ispessimento
della teca e della columella.
ANGELIS D'OSSAT: ALTRI ZOANTARI.
97
La varietá é conosciata al sud di Colhue Huapi nel Patagónico
inf eriore di' F. Ameghino. Le nuove localitá sonó: Isla Chica;
Museo di Parigi, Collezione Tournouer: Puerto Militar (Bahia
Blanca); Pampeano seoondo F. Ameghino; Museo Nazionale di
Buenos Aires (Numero di Collezione 4,578).
Oculiiia Singlcyi Vaughan.
Tav. I, fig. 4.
1900. Vaughan. Eoc. low. Olig. Cor. U, S,, pag. 120, tav. x,
fig. l-2a; tav. xn, fig. l-3a.
1903. De Angelis d'Ossat. loe. cit., pag. 8, tav. i, fig. 3a, 6.
Anche questa forma non e nuova nel Terziario della Pa^étgQuia.
Presentemente ad essa vanno riferiti alcuni esemplari con carat-
teri specifici corrispondenti, per quanto lo stato di conservazione
pennette riscontrarli.
Interessanti sonó alcuni polipieriti fissi sopra la superficie
esterna di una valva di un Pettine (Tav. i, fig. 4), a causa dei
rapporti che intercedono fra gli stessi individui. Alcuni di questi
sonó del tutto isolati, altri, quantunque lontani, si uniscono con
un sottile strato costato, stoloniforme. Infine vi hanno quelli che
mostrano gradi diversi di aderenza.
Fig. 2.
^^Ua figura 2.* sonó rappresentati schematicamente i diversi
g^di di rapporto fra i polipieriti. Non sonó indicate le parti ana-
tomiche interne per meglio fare risaltare i gradi di aderenza.
98 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
II fatto esposto fa nascere fondatameate i sospetti sal modo di
riproduzíoue che par si rítieue costante nella f amiglia Oculinidae,
Invero si crede che ia essa la riproduzione avvenga sempre per
gemmazione laterale e solo raramente per fissiparitá. Le presenil
osservazioni invece starebbero a dimostrare che anche in questa
famiglia si possa avere la riprodazione per aova e che qaesto
modo preceda quello per via agamica. Non devesi pero escladere
la dipendenza dello svilnppo e della forma genérale del polipaio
intero dalla riproduzione per gemmazione e subordinatamente per
fissiparitá. Lo sforzo con cui i diversi individui cercano f ondersi
é misurato dall'entitá e dalla distanza con cui si vedono gettare le
sottilissime coste, quali raggi setto-costali, che, a guisa di stoloni,
tentano il primo ravvicinamento. Le menzionate costicine sonó in
rapporto diretto con le costé e questi con i setti, per modo che
morfológicamente e genéticamente possono e debbono essere con-
sidérate come autentici raggi setto-costali.
Le figure, piü che una lunga digressione, chiariscono il fatto e
ne rendono facili le induzioni. (Ved. Fig. 2.*).
Moltissime sonó le localitá che per la specie cita il Vaughan ;
ma tutte, niuna esclusa, appartengono al Claiborniano (= Parisia-
no europeo, secondo il Dalí). lo citai la specie alia Eada Tilly nel
Golfo di S. Jorge : Patagónico superiore. Ora poi 1' O. Singleyi
viene a conoscersi nella nao va localitá della specie precedente ed
al Puerto Pirámides neirEntreriano (N.^ CoU. 4206), nel Monte
Triste (N.^' CoU. 4628). In quest'ultima localitá il polipaio fu tró-
vate impaniato nello scheletro di una (cfr.) Idractinia,
Fam. TUEBINOLIDAE.
Gen. FLABELLUM. Lesson (emend. DuNCAar).
I molti esemplari, che appartengono a questo genere, conferma-
no quanto giá scrissi nella precedente nota interno ai Coralli di
Patagonia; ad essa adunque rimando per amore alia brevitá.
Fra tutti i coralli che fiorirono nelle f ormazioni terziarie pata-
goniche quelli del gen. Flabellum sonó, senza dubbio, piü comuni
e per specie e per individui. Ció non reca mera vigila, perche ancora
presentemente i f labelli godono di una larga diff usione orizzontale
e verticale: sgraziatamente pero appuuto per questo motivo non ser-
vono a fissare un determínate circolo di esistenza. Geológicamente
se ne ha la conferma dallo svariato materiale litologico che rae-
ANGELIS d'ossat: altri zoantari. 99
chiadeva grindividui di questo genere; il quale atiesta la presenza
dei flabelli nelle piü diverse eteropicitá. Eiguardo al tempo 6 ri-
saputo che il gen. Fldbéllum sale dal piü profondo Eocene per
vivere ancora negli attuali mari.
Flabellum Vaticani Ponzi.
Tav. I, fíg. 5.
1876. Flabellum Vaticani Ponzi I fossili del M. Vaticano. Atti
P. Accad. Lincei. Ser. 2.*, Tom. ni, pag. 28, tav. in, fig.
16 a-b.
1891. Flabellum atisonium (Oanavari in sch. Mus. Pisa.) Simo-
nelli. Fauna del cosi detto Schlier nel Bolognese e nel VAnco-
nüano. Mem. Soc. Tose. Se. nat., pag. 32 (Figura nel testo).
1893. Flabellum Vaticani de Angelis d'Ossat. I Zoantari fossili
dei dintomi di Roma. Boíl. Soc. geol. ital., Vol. xii, pag. 10
e 27 (Figura nel testo).
1893. Flabellum repandum (Michelotti in sch., Museo Eoma)
de Angelis d'Ossat. ibid. pag. 12.
1894. Flabellum Vaticani de Angelis d'Ossat. Coralli terreni
terziari Italia Settentrionale, pag. 104.
1894. Flabellum repandum de Angelis d'Ossat. ibid. pag. 104.
1896. Flabellum Vaticani Simonelli. Antozoi neogenici del Mu-
seo parmense. Palaeont. itálica. Vol. n, pag. 186.
1897. Flabellum Vaticani de Angelis d'Ossat e Neviani. Coral-
lari e Briozoi neogenici di Sardegna. Boíl. Soc. geol. ital.,
Vol. XV, pag. 579.
Un giovine individuo, che presenta una superficie esterna late-
rale perfettamente conservata, deve essere ascritto a questa specie.
Non sarebbe difficile riscontrare nel campione della Patogenia
alcune differenze individuali, anche notevoli; ma queste non sonó
sufficienti a mettere in dubbio la determinazione riscontrandosene
delle oguali negli individui dello stesso giacimento.
II polipierite ha forma cuneata; ma molto aperta. una faccia
pianeggiante, pochissimo convessa; Taltra invece é concava nel
centro e convessa verso i bordi laterali.
II margine calicinale descrive una curva che occupa quasi una
circonferenza, rimanendo di questa libera appena un settore che
ne rappresenta un sesto.
100 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
II cálice e allungato di molto e non trovasi in un piano; ma
segué il bordo calicinale: esso é angoloso alie estremita dell'asse
maggiore.
I setti sonó numerosi; certamente sonó presentí moltí ordini del
VF ciclo. Fra due grandi subeguali, corrispondentí alia superficie
pianeggiante, ve ne ha nel mezzo fra loro uno di poco piü tenue e
piü corto ; fra quest'ultimo e gli altri ve ne sonó tre minori, il cui
mediano Í piú grande dei due laterali molto piú piccoli. I prími
menzionati sonó quelli che corrispondono alie coste esterne. Le
superficie dei setti sonó órnate.
Le coste esterne sonó poco appariscenti ai lati, invece si ricono-
scono bene nella regione che sovrasta il pedicillo. Quivi se ne
scorgono 9 ben chiare, di cui alcune si mostrano nodose. Tali sonó
evidentemente quelle che corrispondono alFangolosita del cálice.
L'epiteca sottile ricopre la superficie, lasciando dei solchi pro-
fondi che ne indicano le fasi di sviluppo; di piú mostra le stríe
ondúlate, a festoni, e paralleli gli uni e le altre al margine su-
periore.
II pedicillo é acuto e sottile.
Dimensioni :
Larghezza mm 47
Altezza complessiva » 40
Altezza dal pedicillo » 34
Apertura del ventaglio = 300 **
Corologia e Cronologia. M. Vaticano, Boma: Argille (Ponzi),
Colline di Bologna, di Pérgola: Schlier (Simonelli). Tortona, Tor-
toniano (Miohelotti, de Angelis d'Ossat). Torre di Traveraetolo;
Miocene medio (Simonelli). Fangario; argille sabbiose del Miocene
medio (de Angelis d'Ossat).
Cabo Tres Puntas; Golfo San Jorge; Patagónico medio. Legit
C. Ameghino, 1901.
Flabellum cuneiforme Lonsdale.
var. Wailesi Conhad.
Tav. I, fig. 6, 7, 8, 9.
1903. De Angelis d'Ossat. loe, cit,j pag. 11, tav. i, fig. 6 a-b,
6-9, 10 a-b. (Con sinonimia).
ANGELIS d'ossat: altri zoantari. 101
Le nuove localifcá sonó: Puerto Pirámides, Entreriano (N.° Coll.
4266); Golfo San Jorge; Patagónico inferiore (N.*" Coll. 4289).
Flabellum extensum Mich.
Tav. I, fig. 10.
1903. de Angelis d'Ossat, loe. cit., pag. 13, tav. i, fig. 11 a-c,
12 'a, b.
Golfo San Jorge; Patagónico inferiore (N.^ Coll. 4289j.
Flabellum sp.
Tav. I, fig. 11.
E un frammento che appartiene sicuramente a questo genere e
somiglia molto alia precedente specie, quantunque sembri meno
schiacciato. Esso pero 6 frammentario e non permette quindi ulte-
riore specificazione.
Golfo San Jorge; Patagónico inferiore. (N.** Coll. 4289).
Ho anche figúrate (Tav. i, fig. 12, 13, 14) due esemplari che,
per I'aspetto esterno e per i caratteri anatomici visibili, li ritengo-
no súbito per Idractinie. La cattiva conservazione pero f a nascere
qualche esitazione che non si potra totalmente derimere se non
quando si troveranno migliori esemplari. Si potrebbero ritenere i
due campioni come scheletri di Briozoi ; ma tutto ció che si scorge
persuade della collocazione proposta. Tale parere é pur convalí-
date dall'autoritá indiscussa deiramico Neviani in questa elegante
branca della paleontologia.
Non trovo riscontri di sorta fra gli esemplari da me figurati e le
specie fossili di Briozoi; neppure con quelli últimamente e magi-
stralmente descritti dal Canü come fossili in Patagonia. Sonó invece
evidenti le rassomiglianze della figura 12 con la massa scheletrica
della ben nota specie: Cyclactinia incrustans Goldf. sp. e massime
con la var. concéntrica Mich. sp. (Vinassa de Regny P. E. Studio
mlle Idractinie fossili^ pag. 39, tav. i, fig. 18; tav. ii, fig. 1, 6; tav.
nij fig. 3, 4, 6, 7, 8). Non meno chiare sonó le relazioni dell'altro
I
102 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
esemplare (fig. 13, 14) con le specie del gen. Hydractinia^ con
scheletro calcáreo e con difensori.
Mi auguro che nuovi esemplari, in migliore stato di conserva-
zione, vengano a confermare la segnalazione — che per primo fac-
cío — , di questa importante famiglia nei terreni del la Patagonia.
Boma, 24 Dicembre, 1905.
SPIEGAZIONE DELLA TAVOLA.
Pag.
Fig. 1. OcüLiNA III88IS8IPPIEN8I8 Conrad. var. n. patagónica.
Puerto Militar (Bahía Blanca). Museo Nazionale di Buenos Ai-
res. Grandezza naturale 95
Fig. 2. OcüLiNA MI88I88IPPIEMS18 Courad. var. n. patagónica.
Isla Chica. Museo di Parlgi. Grandezza doppia 95
Fig. 8. OcüLiNA ifississipPiKNSis Conrad. var, n. patagónica.
Isla Chica. Museo di Parigi. Grandezza doppia 95
Fig. 4. OcuLiNA SiNGLETi Vaughan.
Puerto Pirámides. Museo Nazionale di Buenos Aires. Grandez-
za naturale 97
Fig. 5. Flabbllum Vaticani Ponzi.
Cabo Tres Puntas; Golfo San Jorge. Museo Nazionale di Bue-
nos Aires. Grandezza naturale 99
Fig. 6,7,8, 9. Flabellum cuneiforme Lonsdale. var. Wailesi Conrad.
Puerto Pirámides; Golfo San Jorge. Museo Nazio.nale di Buenos
Aires. Grandezza naturale 100
Fig. 10. Flabellum extensüm Mich.
Golfo San Jorge. Museo Nazionale di Buenos Aires. Grandezza
naturale 101
Fig. 11. Flabellum sp.
Golfo San Jorge. Museo Nazionale di Buenos Aires. Grandez-
za naturale 101
Fig. 12. Hydractinia »p, (?).
Monte Triste. Museo Nazionale di Buenos Aires. Grandezza
naturale 101
%13,14. Hydractinia *p. (?).
Territ. Chubut. e Mazaredo; Patagónico. Museo Nazionale di
Buenos Aires. Grandezza naturale 102
NOTAS PRELIMINARES
SOBRE KL
TETRAPROTHOMO ARGENTINUS
DN PRECURSOR DEL HOMBRE DEL MIOCENO SUPERIOR DE MONTE HERMOSO.
POR
FLORENTINO AMEGHINO.
ANTECEDENTES.
El yacimiento fosilífero de Monte Hermoso del que se han ex-
traído los restos de tantas especies de mamíferos extinguidos, está
situado á unos sesenta kilómetros al N. E. de Bahía Blanca.
En una visita de exploración al mencionado yacimiento que
realicé en los últimos días de Febrero y primeros de Marzo de 1887,
tuve la buena suerte de encontrar vestigios que demostraban la
existencia de un ser inteligente contemporáneo de la mencionada
fauna. Esos vestigios consistían en fragmentos de tierra cocida,
fogones, algunos de estos vitrificados y con la apariencia de esco-
ria, huesos partidos y quemados y pedernales tallados. El descubri-
miento me causó tanta sorpresa y me pareció tan importante que
sobre el mismo terreno redacté mis impresiones que envié al diario
La NaciÓTij que las publicó en el número del 10 de Marzo de 1887,
apareciendo luego en folleto separado^.
Esos vestigios remontaban á época tan lejana que no me atreví
á considerarlos como prueba de la existencia del hombre, sino
como dejados por « un ser más ó menos parecido al hombre actual,
pero antecesor directo de la humanidad existente > *.
Dos años después, me ocupé de esos mismos restos más detalla-
damente, y por consideraciones paleontológicas llegué á la con-
clusión de que tales vestigios no podían ser obra de un ser de la
misma especie ni del mismo género que el hombre actual, sino de
' Ameohiho F., Monte Hermoso^ en 8." de 10 páginas. Buenos Aires, a. 1887.
' AaoGHuro, 1. c. pág. 10.
^AL. MüB. Nac. Bs. As., Sbb. 8*, t. ix. Septiembre 11, 1907. 8
106 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
un ser de otra especie y de otro género, de «un precursor del
hombre » ^
Posteriormente, otras personas, coleccionistas, geólogos, etc.^
observaron, ya en la misma localidad de Monte Hermoso, ya en
otros puntos de la costa Atlántica al sur del Cabo Corrientes, ob-
jetos parecidos.
Entre esas personas merece una mención especial el ilustrada
profesor y célebre geólogo Dr. Gustavo Steinmann, quien, en
viaje de estudio por la América del Sur, estuvo en nuestro paía
el año 1903 y visitó las barrancas de la costa atlántica en las cer-
canías del Cabo Corrientes, acompañado por los doctores señorea
Santiago Roth y Roberto Lehmann-Nitsche. Estos caballeros mos-
tráronle embutidos en las barrancas trozos de tierra quemada ó
incompletamente vitrificada, informándole que eran muestras pa-
recidas ó idénticas del yacimiento de Monte Hermoso que yo habí&
atribuido á la acción del hombre y presentado como prueba de su
existencia en aquella lejana época.
En una nota que á mediados del año pasado presentó el doctor
Steinmann á la Sociedad Geológica de Berlín, dice que esos pre-
tendidos vestigios del Homo americanus son un producto natural
que solo la fantasía del inmigrado (eingewanderten) Homo euro^
paeiis ha podido tomar por un producto artificial. Según el doctor
Steinmann se trata de trozos de lavas volcánicas que pueden ha-
ber llegado allí por el aire ó más probablemente arrastrados por
corrientes de agua!*
Fantástica cuanto se quiera, tal opinión no es tampoco una no-
vedad'; hacen 18 años hice mención de ella, considerándola coma
no merecedora de una discusión*.
El Dr. Steinmann, al calificar de lava volcánica esos vestigio*
ha procedido con demasiada precipitación. Lo que ha tomado por
lavas volcánicas es un producto que ha resultado de quemazones-
in 8Ítu, del incendio intencional de pajonales ^ De ese precursor
* AftfEGHiMO F. Contribución al conocimiento de lot mcuniferos fósiles de la Repú'
blica Argentina, p. 87, a. 1889.
' Steinmann G., Uber Diluvium in Süd- America, en Monatfiberichttn der Den-
tachen Geologischen Gesellschaft, Jahrg. 1906, Nr. 7.
* Heü88kr et Ci.ARAz, Essais pour aer^r á une description physique et géognosti-
que de la province de Buenos Aires, p. 27, a. J866.
Moreno Francisco P., Informe preliminar de los progresos del Museo de La Pla-
ta, durante el privier semestre de 1888^ p. 7, a. 1888.
* Amrohino F. Contribución, etc. p. 900, a. 1889.
* Los pajonales, constituidos según las regiones por diferentes especies de cor-
taderas, pero sobre todo los que están formados por la hermosa especie cono-
cida vulgarmente con el nombre de Penacho Blanco, Oynerium (Cortaderia) ar^
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAJPEOTHOMO ARGENTINÜS. 107
del hombre que iucendiaba los pajonales, hacía lumbre en fogo-
nes, tallaba pedernales, quemaba y partía los huesos de los ani-
males á que daba caza, hoy conocemos algunos de sus restos óseos.
En mi obra que trata de las formaciones sedimentarias del cre-
táceo superior y del terciario de Patagonia, publicada á fines del
año pasado, anuncié que el precursor del hombre del yacimiento
mioceno de Monte Hermoso era conocido por una vértebra cervical
de dimensiones reducidas. «En dehors des grossiers débris d'une
indr ' ie tres rudimentaire, mais qui témoigne de la présence d'un
étre inteligent, l'homme du mioceno de Monte Hermoso n'est con-
nu que par une vertebre cervicale de dimensions tres réduites;
rhomme de cette époque devait diff érer de Thomme actuel encoré
plus que celui du pliocéne. Cette différence devait étre si consi-
derable qu'il ne devait pas encoré étre un homme dans le sens
générique de ce nom, sinon un precurseur comme je Távais déjá
éuoncó de 1889 » ^
A esa vértebra se agrega ahora un fémur casi completo, de ta-
maño igualmente muy reducido.
De esos restos se deduce claramente que no se trata del género
Homo, sino de un género extinguido, de un precursor que forma
parte de la línea directa que de los Homunculidae conduce al
hombre actual, y que ese precursor se acerca del género Ho-
gentewn Nees, sirven de refugio á un sinnúmero de pequeños mamíferos, espe-
cialmente roedores. Con el objeto de hacerlos salir y darles caza, los indios
acostumbran incendiar los pajonales. Cuando la cortadera se encuentra en te-
rrenos bastante arenosos y relativamente secos, la parte superior se quema rá-
pidamente, pero la parte inferior que penetra en el suelo y constituye las raices,
continúa ardiendo lentamente, durante dos ó tres dias y á veces aun más. Durante
esta combustión lenta, los huecos que dejan las raices se transforman en un crisol
natural. El calor bastante intenso que se desarrolla dentro del suelo en el crisol
asi formado produce la fusión de una parte del material arenoso, favorecida por
la cantidad de sustancias alcalinas que contienen las raíces, dando por resultado
la formación de una especie de escoria muy porosa y muy liviana, que á primera
vista presenta un aspecto parecido al de lava volcánica, y es idéntica á la que
se encuentra en las capas miocenas de Monte Hermoso, ya en fragmentos pe-
queños y rodados, como los ha observado Steinmann, ya en grandes masas in
8ÍlUf que pasan gradualmente al terreno normal. En el interior de trozos de esa
escoria de Monte Hermoso considerada por Steinmann como lava, he encontrado
pequeños fragmentos de paja no quemada ó que lo está de un modo incompleto, y
granos de arena silícea que la materia en fusión los envolvió sin alcanzar á fun-
dirlos. De esto se desprende que ya en esa lejana época el precursor del hombre
incendiaba los pajonales para dar caza á los Pachyrucos^ TremacyUua^ Palaeoca-
via, IHcoelophorus, Pithanothomys^ etc., que en ellos se albergaban.
* Ameghino F., Lea formations tidimentaires du crétacé supérieur el du tertiaire
de PtUagonie^ en Atuü. Mtis. Nac. de Buenos Airesj ser. 8.*, T. VIU, p. 450, a. 1906.
108 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
mo mucho más que ninguno de los monos antropomorfos cono-
cidos.
Doy á ese género extinguido el nombre de Tetraprothomo ar-
gentinus, n. g. n. sp. El nombre genérico de Tetraprothomo ya lo
he empleado desde el afto 1884 ' para designar un antecesor del
hombre teóricamente reconstruido. En el trabajo más completo
que publicaré más tarde expondré las razones que me inducen á
emplear este mismo nombre para el precursor del hombre del mio-
ceno de Monte Hermoso.
En este trabajo, no doy medidas, ó sólo por excepción, pues
todas las figuras referentes al Tetraprothomo son de tamaño na-
tural. Además, no voy á realizar este examen bajo el punto de
vista restringido é intensivo del criterio antropológico que acu-
mula cifras, que las más de las veces nada pueden decirnos sobre
las relaciones filogeuéticas y zoológicas del hombre, sino que lo
emprendo bajo el punto de vista general y extensivo del criterio
paleontológico, que no se pierde en esos nimios detalles que gene-
ralmente obstaculizan las vistas de conjunto.
FÉMUR DEL TETRAPROTHOMO.
Este hueso fué encontrado por Carlos Ameghino en su último
viaje á Monte Hermoso. Es un fémur del lado izquierdo al que le
falta la extremidad superior que comprende el gran trocánter y
la cabeza con el cuello. El resto del hueso está intacto. La parte
existente tiene 16 cm. de largo, pero entero debía tener unos 19 cm.
Por la textura del hueso y la desaparición completa de todo
vestigio que permita reconocer el límite de la diáf isis y de la
parte epif isaria se conoce que estamos en presencia de un indivi-
duo, no sólo adulto, sino ya muy viejo.
La concordancia de conformación entre este hueso y el corres-
pondiente del hombre es casi perfecta, aunque este gran parecido
no salta inmediatamente á la vista á causa de la enorme diferencia
de tamaño.
La semejanza con el fémur humano aparece evidente en las
diferentes curvas del hueso, en la torsión femoral, en el desarro-
^ Ameghino F., Filogenia, Principioi de cUmficación transfomiitta basados sobre
Isyes y proporciones matemáticas, pp. 887 á 887, año 1884. — Id. CorUribuMn al
conoc. de los mamif, fós. jR. Argentina^ pp. 87 á 99, año 1889.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 109
HA
U
m^
ceí
Fig. 2. Homo sapiens L. Fémur
izquierdo, visto de atrás, reducido á
un tercio del tamaño natural, gt,
gran trocánter; ¿rí, rama superior
lateral interna de la línea áspera.
Las demás letras como en la figura
precedente.
•s- 1. Tetraprotkomo argerUinua Amgh. Fémur izquierdo, visto de atrás, en tamaño natural. Mioce-
'^perior de Monte Hermoso. (ColeccioneH del Museo Nacional de Buenos Aires), d, fosa digital;
loter» digital; L, trocánter menor; o, cresta intertrocanteriana ; gl^ rama superior externa de la 11-
"«pera; «, tubérculo terminal de la parte superior de la rama mediana superior de la línea áspera;
^^ter tercero; I, linea áspera; a, agujero nutricio; r«, rama extema inferior de la línea áspera; rt,
interna inferior de la línea áspera; /«, tubérculo supercondilar extemo; /t, tubérculo super-
r*^ interno; p, plano poplíteo; *, foseta del ligamento sésamo-femoral; t, impresión del gemelo
^^1 « cóndilo externo; ci, cóndilo interno.
lio MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
lio de la línea áspera y en su bifurcación inferior, en la sección
subtriangular de la parte media del cuerpo del hueso, en el enan-
chamiento de la extremidad inferior y su aplastamiento antero-
posterior, en la inversión hacia adentro del cóndilo interno y el
mayor largo del mismo, etc., etc. Es lo que va á demostrar un
examen más detenido.
La cabeza articular falta completamente, y del cuello sólo queda
una pequeñísima parte de la base, arriba del trocánter menor
que presenta una curva oblicua hacia arriba y hacia adentro apa-
rentemente semejante á la del fémur humano; de este parecido es
dado suponer que el cuello y la cabeza estaban dispuestos como
en el género Homo y formaban con el cuerpo del hueso un ángulo
obtuso más ó menos del mismo valor.
Esta deducción la veremos confirmada más adelante, al exami-
nar las curvas del cuerpo del hueso.
Del gran trocánter se conserva sólo una parte muy pequeña
que forma un alto relieve ó tuberosidad encima del cuerpo del
hueso y corresponde al borde inferior externo próximo á la rama
superior externa {gl^ fig. 1) de la línea áspera. Esta protuberan-
cia indicada en las figuras 5 y 13, con las letras fr, es de super-
ficie aplanada y su borde anterior limita una depresión ó gotera
oblicua f colocada sobre la cara extema del hueso y que desciende
de la cara anterior por la cara lateral extema hacia atrás en donde
termina en la línea áspera. Es esta una conformación bastante
parecida á la que muestra el fémur de Homunculus (tr, fig. 3), pero
en éste la parte tr del gran trocánter en forma de tuberosidad co-
rrespondiente á la que se conserva en el fémur del Tetraproihomo
está colocada mucho más arriba.
De esto se deduce que en Tetraprothomo el gran trocánter no
tenía la forma cuadrada característica del fémur humano, sino que
presentaba su costado extemo mucho más angosto, conformación
parecida á la del Homunculus.
Este enangostamiento de la parte externa del gran trocánter
estaría de acuerdo con la forma de la cara externa del cuerpo del
hueso en este punto, la cual en vez de ser ancha y plana como en
el fémur de Homo^ es muy ligeramente convexa en dirección trans-
versal y en declive oblicuo muy acentuado de adelante hacia atrás
en donde termina en la línea áspera, tomando el borde externo casi
la forma de una arista. Es esta una conformación muy primitiva
que se ha conservado en algunas especies extinguidas del género
Homo (Neanderthal, Ovejero, etc.)
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINTJS. 111
La depresión ó gotera oblicua/*, figs. 6 y 13, más arriba mencio-
nada, bastante ancha y de fondo un poco cóncavo transversalmente,
í'ig. 8. Homunculus pcUagonicus
•^n^gh. Fémur derecho visto de
atrás, en tamaño natural. Eoceno
superior de Santa Cruz (santacru-
cense), g, gotera ó canal intertro-
canteriano; *, impresión del geme-
lo extemo. Las demás letras como
^ las figuras precedentes.
Fig. 4. Cercopithecui aahaeus L.
Fémur izquierdo, visto de atrás, en
tamaño natural, h^ h, ranura para la
inserción del vasto interno, e, e, apó-
fisis supercondilares, en relación con
el desarrollo de los ligamentos para
las fabelas.
112 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
está limitada hacia adelante y hacia abajo por una linea de rugo-
sidades (Qj fig. 13) que corre en dirección oblicua paralela á la
de la fosa, para terminar en la línea áspera, en un punto en que
ésta forma un pequeño engrosamiento tt, algo más rugoso, que re-
presenta lo que en el fémur humano se ha. dado en llamar trocánter
tercero, pero en este caso muy poco desarrollado. De esta relación
se deduce que el canal ó gotera oblicua mencionada corresponde á
la inserción superior del vasto externo, el cual tenía forzosamente
que tomar esta posición, visto que el gran trocánter, en vez de ter-
minar en la cara externa en un borde rugoso más ó menos horizon-
tal ó formando una ligera curva convexa hacia arriba como en el
fémur humano, en Tetraprothomo termina en una línea qué cruza
oblicuamente la cara externa del cuerpo del hueso de arriba y ade-
lante, hacia abajo y hacia atrás, hasta unirse á la línea áspera, en
la cual el vasto externo continuaba su inserción en toda la mitad
superior del labio externo.
La línea de rugosidades (gr, fig. 13) que corre paralelamente á
la depresión /*, indica el límite haeia abajo y hacia adelante, de
la inserción de los hacecillos antero-externo inferiores de la parte
superior del vasto externo. En el fémur humano, estas condiciones
se han modificado en razón del cambio de forma de la cara exter-
na que se ha vuelto más ancha, perdiendo su oblicuidad, al mismo
tiempo que el borde inferior externo del trocánter cambió también
su posición oblicua en horizontal. La impresión del vasto externo
se encuentra así colocada en su totalidad sobre la cara ancha y
plana del lado externo del cuerpo del hueso, pero la línea oblicua
de inserción antero-inferior, no ha desaparecido, pues pueden se-
guirse sus vestigios en la dirección de la línea gr, g, (fig. 14.) La
mitad superior g de esta línea, constituye una verdadera cresta que
parte dél ángulo anterior externo del gran trocánter y desciende
oblicuamente hacia abajo perdiéndose sobre la cara externa del
cuerpo del hueso (aunque no completamente), para volver á rea-
parecer un poco más abajo sobre el borde posterior de la cara
externa en donde termina en la parte engrosada de la linea áspera
que constituye el tercer trocánter, esto es, sobre el labio externo
de la línea.
El fémur humano que en este punto presenta un mayor parecido
con el del Tetraprothomo es el del Hombre de Spy. En éste la
parte superior de la cara externa debajo del trocánter, no es an-
cha y plana como en el fémur de Homo sapiens, sino angosta y
oblicua ó en declive de adelante hacia atrás. Según el molde que
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 113
)
|.í!
u
ir*
'm
Fig. 6. Homo sapiens L. Fémur
izquierdo, visto de adelante, redu-
cido á un tercio del tamaño natu-
ral, pl^ región platimérica. Las
demás letras como en la figura 5.
^j^. 5. Teiraproihomo argentinus Amgh. Fémur izquierdo, visto de adelante, en tamaño natu-
1^^ i^ línea oblicua del fémur; g^ línea de inserción antero-inferior del vasto extemo; /*, im-
^^^ón del vasto externo; /r, tuberosidad an tero-externa inferior del gran trocánter. ¿, trocánter
^gjjofi A' loseta suprarotular; r, troclea rotular.
114 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
tengo á la vista \ existiría en este fémur la misma línea de inser-
ciones g del fémur del TetraprothomOj con un vestigio de la impre-
sión f del vasto externo. Esta línea g^ en la parte superior que
baja diBl ángulo an tero-externo del gran trocánter es menos pro-
nunciada que en el fémur del hombre actual, mientras que la parte
inferior es al contrario más pronunciada. Por estos caracteres el
Hombre de Spy ocupa una posición intermedia entre Tetraprotho-
mo y el Homo sapiens.
En la extremidad más superior de la parte rota del fémur de
Tetraprothomo queda un pequeño trecho con la superficie del hue-
so no destruida (d, fig. 1) y corresponde á la parte más profunda é
inferior de la cavidad digital en donde toma inserción el músculo
obturador externo; esta superficie tiene las mismas perforaciones
vasculares que en el fémur humano, y como en éste, se prolonga
hacia atrás en forma de un canal ó gotera gg bastante extendida
y de fondo cóncavo en dirección transversal.
En el fémur humano el trocánter menor (t, fig. 2) es de tamaño
considerable y tiene la forma de un gran tubérculo muy elevado
y de contorno elíptico, colocado más ó menos en el medio de la
cara posterior del cuerpo del hueso, constituyendo una especie de
apófisis saliente dirigida hacia atrás y un poco oblicuamente hacia
adentro; entre esta prominencia y el borde interno del cuerpo del
hueso hay una gran depresión alargada de arriba hacia abajo y
cóncava en dirección transversal; esta depresión (ft^ fig. 10), es
la fosa entotrocanteriana.
En Tetraprothomo el trocánter menor (tj figs. 1, 6 y 9) es igual-
mente de gran tamaño, pero muy diferente en su forma y posición;
en vez de estar colocado en el medio de la cara posterior del
cuerpo del hueso, se encuentra sobre el borde interno de la misma,
y constituye una apófisis saliente que en vez de dirigirse hacia
atrás mira lateralmente hacia adentro.
La depresión entotrocanteriana ft entre el segundo trocánter y
el borde interno del cuerpo del hueso existe, pero es de tamaño
mucho menor y poco profunda, constituida solamente por la go-
tera que resulta del ángulo que el trocánter menor forma con la
cara interna del hueso.
* No conozco la descripción original de Fraipont y Max Lohest. Todas las
comparaciones con el fémur del Hombre de Spy que se encontrarán en este tra>
bajo las he hecho sirviéndome de un molde en yeso que me ha facilitado mi dis-
tinguido colega y antiguo amigo el profesor Juan B. Ambrosetti.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 116
En el fémur del Hombre de Spy esta foseta proporcionalmente
Fig. 7. Homunculus patagonicu»
Amgh. Fémur derecho, visto de ade-
lante, en tamaño natural.
Fig. 8. (Jercopithectuf aábaeua L. Fé-
mur izquierdo, visto de adelante, en
tamaño natural.
no es mayor que en el Tetraprothomo, En el fémur del Hombre fó-
sil de Ovejero* falta completamente (fig. 64), diferenciándose así
* Ovejero, localidad de la provincia de Santiago del Estero, sobre el Rio Dulce,
¿ unos 90 kms. de la estación Gramilla. El naturalista viajero del Museo Nacio-
nal señor Enrique de Caries, ha encontrado en las capas más superiores de la
116 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
en este punto de la conformación característica del hombre, más
que el Tetroprothomo.
En el fémur del Homunculus estas diferencias son todavía más
acentuadas. El trocánter menor (t^ figs. 3 y 11) es acá tan alar-
gado de arriba hacia abajo que tiene la forma de una lámina ósea
que se levanta en el medio, colocada sobre el borde interno del
cuerpo del hueso dirigida lateralmente hacia adentro sin que pre-
sente vestigios de la depresión entotrocanteriana entre el trocánter
menor y el borde interno del hueso; esto último naturalmente que
sólo es exacto no tomando en cuenta la depresión poco acentuada
que forzosamente tiene que resultar del ángulo que forma la cara
interna del hueso con el trocánter, cuya base se encuentra sobre la
cara posterior.
En este punto referente á la posición del trocánter menor y de
la foseta lateral que lo acompaña, el Tetraprothomo constituye una
transición perfecta entre fíomunculus y Homo.
Es cierto que los antropomorfos y todos los demás monos del
Viejo Mundo {t, fig. 4) tienen el trocánter segundo más ó menos de
la misma forma que en el hombre y colocado del mismo modo, es
decir con la base que arranca del medio ó cerca del medio de la
cara externa, pero eso no quiere decir que estén más próximos del
hombre que el Tetraprothomo,
Una conformación á menudo absolutamente igual, otras veces
muy parecida, se encuentra en muchos otro3 mamíferos, particu-
larmente carniceros (fig. 32) y roedores. Como se trata de animales
que no tienen ningún parentesco con el hombre y los monos, y que
además son cuadrúpedos perfectos, es claro que el carácter arriba
mencionado no tiene ninguna relación con la posición erecta, y
que tanto el hombro como los monos antropomorfos, los catarri-
nianos y los demás mamíferos que lo presentan, lo han adquirido
independientemente, partiendo de formas que presentaban en este
punto la misma disposición que el Homunculus. A partir de este es-
tadio, el trocánter segundo ó menor ha efectuado una rotación
formación pampeana de esta localidad» una serie de restos humanos (cráneos,
hnesos largos, etc.) pertenecientes aparentemente á dos razas distintas, una de
ellas enana. He cvmfiado el examen de estos restos, al distinguido antropólogo
Dr. Roberto Lehmaun-Nitsche, quien en breve publicará el resultado de sus es-
tudios en estos Anales. Pero, entretanto, habiendo encontrado que el fémur de
la raza mayor conserva algunos caracteres primitivos muy notables, me he
permitido utilizarlo para algunas observaciones comparativas, que no carecerán
de importancia para la interpretación de varias de las particularidades morfoló-
gicas del fémur del Tetraprothomo.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 117
í-l^P^.
Y/
\
t
k
/-'
•I *
Fig. 10. Homo sapiens L. Fémur iz-
quierdo, visto por el lado interno,
reducido á un tercio del tamaño natu-
ral, gt^ gran trocánter; d, fosa digital;
ff9i gotera digitaliana; o, cresta inter-
trocanteriana ; ^, trocánter menor;/7i
fosa ento trocan terian a; go^ rama me-
diana superior de la linea áspera; I,
línea áspera; ¿i, tubérculo supercondi-
lar interno; t, impresión del gemelo
interno; ac, impresión* de inserción del
ligamento lateral interno de la rodilla.
Fig. 9. Tetraprothomo argentinus Amgh. Fémur izquierdo, visto por el lado in-
terno, en tamaño natural. ¿, trocánter menor; //, depresión que corresponde á la
fosa entotrocanteriana; t , impresión del gemelo interno; x impresión de inserción
del ligamento lateral interno de la rodilla.
118 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
gradual que ha cambiado su dirección lateral en otra más ó menos
antero-posterior y ha llevado su base del borde interno de la cara
posterior hacia el medio de la misma cara, cambio que se ha efec-
tuado independientemente en distintos grupos de mamíferos.
En el fémur humano (f ig. 2) el trocánter menor t está unido al
gran trocánter gt por una cresta oblicua o muy ancha y muy ele-
vada que lleva el nombre de cresta intertrocanteriana posterior.
Esta cresta es el resultado del desplazamiento del trocánter menor
de su posición primitiva sobre el borde interno del hueso hacia el
lado externo.
En el Homunculus (f ig. 3) en el cual el trocánter menor t ocupa
su posición primitiva sobre el borde interno del hueso, no hay ves-
tigios de la cresta intertrocanteriana; los dos trocánteres quedan
separados por una depresión intertrocanteriana longitudinal g muy
acentuada.
En Tetraprothomo {fig, 1) la disposiciones intermediaria entre la
de Homunculus y de Homo. El trocánter menor t habiendo avanza-
do un poco más hacia afuera que en Homunculus empezaba á for-
marse una cresta intertrocanteriana o que es ya bien aparente, en
forma de una línea rugosa bastante ancha que parte del borde in-
ferior del trocánter menor, cruza una parte de la cara posterior del
hueso trazando una línea curva en arco de círculo cóncavo hacia
arriba y asciende luego oblicuamente hasta alcanzar el trocánter
mayor.
En la posición y dirección del trocánter menor el fémur del
Hombre de Spy, muestra una conformación intermediaria entre
Homo y Tetraprothomo, En el fémur del Hombre fósil de Ovejero,
esta parte es incompleta, pero por lo que de ella queda parece
coincidir exactamente con la correspondiente de Tetraprothomo.
La extremidad inferior del fémur de Tetraprothomo se conserva
absolutamente intacta, de manera que pueden reconocerse con
precisión todos sus caracteres.
El cuerpo del hueso en su tercio inferior aumenta gradualmente
de volumen hacia abajo y se enancha del mismo modo en sentido
transversal, mientras que se vuelve más deprimido en sentido
an tero-posterior; este aplastamiento es sobre todo notable en la cara
posterior, en el espacio limitado por la bifurcación de la línea áspe-
ra que lleva el nombre de superficie poplítea {p, fig. 1), aunque no
es tan acentuado como en el fémur humano. La parte inferior
de la superficie poplítea se distingue de la del hombre, en que se
encorva bruscamente hacia atrás de donde resulta que ambos con-
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 119
dilos se extienden en la misma dirección más que en el fémur
de Homo.
Los cóndilos presentan una disposición muy parecida á la que
tienen en el fémur humano, siendo
digna de particular mención la rela-
ción de forma y posición del cóndilo
interno comparado con el externo.
En el fémur de Homo, el cóndilo
interno {cij fig. 2), es fuertemente in- /C~^\' M-^jL
7^
Pr I
Fig. 11. Homunciiltut patagonicua
Amgh. Fémur derecho, visto por el
lado interno en tamaño natural.
Fig. 12. Cercopiihecus sabaeus L. Fé-
mur izquierdo, visto por el lado in-
terno en tamaño natural.
vertido hacia adentro, por cuya causa se aleja considerablemente
del eje longitudinal del cuerpo del hueso; además es más prominente
hacia atrás que el externo, y colocando el cuerpo del hueso en
120 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
posición verbical se extiende también un poco más abajo que este
último.
Es cosa bien conocida, que en la posición erecta el fémur huma-
no no se encuentra en posición vertical, sino oblicua de arriba y
afuera hacia abajo y adentro, de donde resulta que ambos fémures
en vez de tener una posición paralela convergen hacia la región de
las rodillas.
Ahora bien: en esta posición oblicua, la diferencia aparente en
la longitud de ambos cóndilos desaparece, pues el borde inferior de
ellos viene á quedar en el mismo plano horizontal. Esta disposi-
ción es sumamente importante porque está correlacionada y es una
consecuencia de la posición erecta.
En el fémur del Tetraprothomo (fig. 1), la disposición del cón-
dilo interno cí, con relación al externo ce, es absolutamente como
en el fémur de Homo (fig. 2): presenta el mismo grado de inversión
hacia adentro, el prolongamiento ó proyección hacia atrás es qui-
zás todavía mayor, y colocado el hueso con el cuerpo en posición
vertical el cóndilo interno también desciende un poco más abajo
que el externo. De esto se deduce que en Tetraprothomo ambos
fémures eran convergentes hacia abajo y hacia adentro como en el
hombre y que por consiguiente era de posición erecta perfecta. En
los monos que más se parecen al hombre, como el Chimpancé,
Gorila, etc., ambos fémures son completamente paralelos, y en
otros monos son más bien divergentes.
Sobre la superficie lateral interna del cóndilo interno del fémur
del Tetraprothomo, se ve una gran impresión de contorno subcir-
cular y de fondo cóncavo (¿c, fig. 9), limitada adelante por una
cresta que es la parte culminante de la tuberosidad interna del
cóndilo ; adelante de esta cresta la superficie de la tuberosidad des-
ciende en declive hasta la cresta rotular interna y presenta nume-
rosas perforaciones vasculares. La impresión cóncava x colocada
detrás de la cresta de la tuberosidad es la que sirve de inserción al
ligamento lateral interno de la rodilla. En el fémur humano, la
impresión para el ligamento interno (a?, fig. 10) es superficial y las
más de las veces se encuentra en la parte levantada y en declive
hacia atrás de la tuberosidad interna, aunque se presentan casos
en que la inserción del ligamento se efectúa en una impresión cón-
cava parecida á la del fémur del Tetraprothomo. De cualquier
modo, del tamaño de la impresión y de la cresta que la limita se
deduce que el ligamento lateral interno de la rodilla era conside-
rablemente más fuerte en Tetraprothomo que en Homo. En cuanto
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPEOTHOMO ARGENTINUS. 121
á la tuberosidad que en el fémur humano se levanta formando una
fuerte convexidad de superficie muy rugosa, en Tetraprothomo es
más deprimida y la parte más saliente está constituida por la cres-
ta en arco de circulo que limita adelante la impresión ligamentaria;
esta impresión del fémur del Tetraprothomo^ tanto por su posición,
como por su tamaño y profundidad, es casi completamente idén-
tica á la del fémur del HomunciUus (x, fig. 11). En la mayor parte
de los monos del antiguo continente la misma impresión ligamen-
taria es un poco cóncava (x, fig. 12), constituyendo uua especie
de transición entre la conformación propia del Homunculus y del
Tetraprothomo de un lado, y la de Homo del otro.
En Tetraprothomo la gran extensión de esta impresión, su fondo
cóncavo, y las fuertes rugosidades que presenta, indican un liga-
mento de un desarrollo enorme. No conozco ningún mamífero que
en proporción del tamaño tenga ó haya tenido un ligamento inter-
no de la rodilla tan fuerte como el del Tetraprothomo; este gran
desarrollo del mencionado ligamento estaba sin duda en relación
con la posición erecta, entonces de adquisición reciente, y en co-
rrelación con el mayor desarrollo del cóndilo interno, su inversión
hacia adentro y sobre todo con la oblicuidad inferior del fémur
hacia adentro, posición que en su origen sólo podía conservarse
merced á un poderoso ligamento interno que impidiera la desvia-
ción ó luxación hacia afuera de la rodilla.
En Tetraprothomo, inmediatamente encima de esta impresión
ligamentaria y separada de ella por una cresta ósea, hay otra im-
presión cóncava (t, figs. 1 y 9), alargada de arriba hacia abajo,
colocada sobre el mismo borde interno posterior del hueso, vuelta
hacia atrás y limitada hacia adelante por una fuerte cresta en arco
de círculo; en esta impresión y en la cresta correspondiente toma*
ba impresión el gemelo interno. En el fémur humano (i, figs. 2 y
10), esta impresión es más superficial, poco acentuada, colocada
casi encima del cóndilo y completamente vuelta hacia atrás sin la
fuerte cresta que la limita en el género extinguido. De esta confor-
mación se deduce que proporcionalmente el gemelo interno era
considerablemente más fuerte en Tetraprothomo que en Homo. En
Homunculus la impresión para el gemelo interno (í, fig. 3), tiene
una forma alargada como en Tetraprothomo, pero es menos pro-
funda, colocada más sobre la cara posterior y con la cresta en
arco de círculo que la limita hacia adelante menos acentuada. En
la mayor parte de los monos esta superficie de impresión muscular
no forma concavidad, reduciéndose á una área rugosa, á veces muy
Aval. Mus. Nac. Bs. As., Ser. 8', t. ix. Septiembre 11, 1907. 9
122 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
poco definida, como qae todos, sin excepción tienen un gemelo in*
terno menos desarrollado que en el hombre y en el Tetraprothomo.
La fuerte cresta rugosa que en el fémur del Tetraprothomo li-
mita hacia adelante la impresión del gemelo interno está en rela^
ción con el desarrollo de un sesamoideo (fabela interna) en el
tendón del mencionado músculo, hueso que alcanzaba un desarro*
lio considerable; esto se deduce no sólo de lo elevado de la cresta
y délas fuertes rugosidades que la acompañan, sino también por
la superficie de apoyo plana y de extensión considerable que el
mencionado hueso ha dejado en la parte superior del cóndilo in*
temo. Este sesamoideo suele también encontrarse en el fémur
humano, pero más pequeño y generalmente no deja sobre el hueso
vestigios de su existencia. Sin embargo, hay casos, en que deja
sobre el cóndilo una impresión más ó menos plana. Se deduce de
esto, que en el hombre la fabela interna está en vía de desapari-
ción, pues en los primates su existencia es muy común. En Ho^
muncultis era muy desarrollada y determinó la formación de una
cresta parecida ó casi idéntica á la de Tetraprothomo,
Algo más arriba de la impresión del gemelo interno y colocados
sobre la rama interna de la bifurcación de la línea áspera, hay dos
pequeños tubérculos de los cuales, el que se encuentra más arriba
(ti, fig. 1) es de tamaño mucho mayor; corresponden al tubérculo
único del fémur humano (¿t, fig. 2), que se encuentra en la misma
posición^ algo más extendido pero proporcionalmente más bajo,
y sirve de inserción al músculo tercer aductor. Este tubérculo no
existe en el Homiincultis ni en la mayor parte de los monos del
antiguo continente.
En el fémur del Tetraprothomo^ en relación á la línea longitu-
dinal mediana del cuerpo del hueso, el cóndilo externo no está
colosado tan hacia afuera como en el hombre. La tuberosidad
externa tampoco es tan prominente, pero es igualmente muy ru-
gosa y seguida hacia adelante de numerosas perforaciones vas-
culares. Por su desarrollo y elevación, la tuberosidad externa ea
intermediaria entre la del hombre y la de los monos.
Lo que es notable, es la disposición absolutamente idéntica de
las impresiones ligamentarias y tendinosas de la cara externa del
cóndilo externo en el Tetraprothomo, en Homuncidus y en Homo,
como lo demuestran las figuras 13, 14 y 16. En Tetraprothomo^ la
impresión inferior destinada al ligamento poplíteo (o, fig. 13)^
empieza en el borde inferior por una impresión cóncava irregular-
mente elíptica que se prolonga oblicuamente hacia arriba y hacia
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 123
Fig. 14. Homo sapiens L. Fémur iz-
quierdo, visto por el lado extemo,
reducido á un tercio del tamaño vaím.-
ral,ár¿, gran trocánter; /, trocánter me-
nor. Las demás letras como en la
figura precedente.
f^. 18. Teiraprolhomo argerUinus Amgh. Fémur^izquierdo visto por el lado extemo, en ta-
^0 natural, ¿r, tuberosidad inferior externa del gran trocánter, /*, impresión de la parto su-
f^rior del vasto extemo; g, linea antero-inferior de inserciones del vasto extemo; ¿¿, trocánter
^^^^nao] re, rama inferior externa de la linea áspera; te^ tubérculo supercondilar extemo; «,
^<^ del ligamento sésamo-femoral; a, impresión para una parte del gemelo extemo; «, impre-
sos del ligamento lateral extemo de la rodilla; o, impresión del ligamento poplíteo.
124 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
atrás constituyendo una gotera profunda absolutamente igual á
la que se observa en Homunculus (o, fig. 16), mientras que en el
hombre es más ó menos plana (o, fig. 14), aunque hay muchos ca-
sos en que también es cóncava y profunda. La posición es idén-
tica en los tres géneros. En la mayor parte de los monos del anti-
guo continente, la posición se conserva idéntica, pero la superficie
de inserción es un poco cóncava aunque no tanto como en Tetra-
proihomo y Homunculus.
En el fémur del Tetraprothomo, la impresión que se ve inmedia-
tamente más arriba (e, fig. 13) de contorno subcircular ó elíptico
y de fondo cóncavo, es la destinada á la inserción del ligamento
lateral externo de la rodilla, y se conoce era menos desarrollado
que el interno.
La posición de esta impresión es la misma que en Homunculus
(ej fig. 16) y en la generalidad de los monos. En el hombre (e, fi-
gura 14), la impresión en cuestión está colocada en la parte más
convexa de la tuberosidad y es superficial, sin formar concavidad;
sin embargo, es frecuente el caso en que también en el fémur hu-
mano tenga un contorno subcircular y una superficie cóncava,
como el ejemplar que representa la figura 14; esta conformación
en el fémur humano es pues una reversión atávica hacia el Tetra-
prothomo.
La tercera impresión de la tuberosidad externa del fémur del
Tetraprothomo (a, fig. 13) colocada encima de la del ligamento
lateral y que avanza un poco más hacia atrás que esta última, es
la destinada á la inserción del ligamento del músculo gemelo ex-
terno, y ocupa la misma posición absoluta y relativa que en el fé-
mur humano (a, fig. 14) teniendo también la misma forma subcir-
cular y la superficie igualmente cóncava. En el Homunculus se
encuentra colocada un poco más arriba (a, fig. 16) en el mismo
ángulo que forma el borde externo -posterior del cuerpo del hueso
con la parte superior externa del cóndilo; además es de mayor
profundidad y presenta en su borde posterior una especie de pro-
minencia ó apófisis que está en relación con un pequeño hueso
sesamoideo (fabela externa) que se desarrolla en el ligamento del
gemelo externo, pero á veces en el plantar delgado ; este sesa-
moideo era muy fuerte y se apoyaba sobre la parte superior del
cóndilo en el que ha dejado una impresión de superficie plana
muy fácil de reconocer. La presencia de este sesamoideo parece
constante en todos los primates. Ha existido igualmente en el Te-
traprothomo y muy desarrollado, pues en la parte superior del
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPROTHOMO ARGENTINÜS. 126
cóndilo ha dejado una superficie de apoyo plana y de extensión
relativamente considerable. La presencia de este sesamoideo es
también casi constante en el fémur de Homo, pero es de tamaño
relativamente más pequeño y no se encuentra tan en contacto con
el hueso, de manera que generalmente no deja sobre el cóndilo ó
en la región que le sigue hacia arriba trazas visibles de su exis-
tencia. Parece que en el hombre este hueso se encuentra en vía
de reducción progresiva, de modo que concluirá por desaparecer,
como ha ya casi desaparecido el del lado interno, á lo menos como
carácter constante; la prueba de que esta es la tendencia evolu-
tiva la tenemos en el hecho de que á menudo no hay vestigios
del sesamoideo externo en cuestión. En el hombre, las fabelas son
pues restos atávicos de una disposición propia de sus antecesores
(TetraprothomOy etc.,), que no teniendo ya rol alguno que desem-
peñar han entrado en la vía regresiva de la desaparición.
En algunos primates, el mayor desarrollo de estos sesamoideos
ha dado lugar á la formación de un pequeño ligamento que los
unía á la parte superior del cóndilo correspondiente, provocando
la formación de una pequeña apófisis ósea supercondilar, como las
que se ven en ambos cóndilos del fémur de Cercopithectis represen-
tado en la figura 4, en donde están indicadas con la letra e. Ya he
mencionado la existencia de una apófisis parecida sobre el cóndilo
externo del fémur del Homunculus, y suele á veces presentarse en
el fémur del hombre, generalmente sobre el cóndilo extemo, y
raramente sobre el interno. Esta apófisis supercondilar se en-
cuentra excesivamente desarrollada sobre el cóndilo externo del
fémur del Piihecanthropus, habiendo llamado la atención de varios
anatomistas que no han atinado con su significado; prueba única-
mente un gran desarrollo del gemelo externo y la presencia de una
fabela externa de gran tamaño, unida á la parte superior del cón-
dilo por un fuerte ligamento.
Una de las grandes particularidades de esta región del fémur
del Tetraprothomo es la gran excavación semilunar, profunda y
excesivamente rugosa («, figs. 1 y 13) que presenta adelante de la
parte superior del cóndilo externo en el ángulo que forma con el
borde posterior de la cara externa del hueso. Esta cavidad liga-
mentaría como carácter constante no se encuentra en ninguno de
los primates que me son conocidos, pero la he observado en dis-
tintos mamíferos de otros órdenes, particularmente roedores y
carniceros, y es un carácter constante de todos los representantes
de la familia de los Felidae, en los que generalmente adquiere un
126 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
tamaño considerable. Esta cayidad es producida por la formación
de un gran hueso sesamoideo (sesamoídeo lateral de la rodilla) que
se desarrolla en el tendón del músculo poplíteo, sirviendo de in-
serción en su superficie póstero -externa á fibras carnosas del
músculo poplíteo, mientras que por el lado opuesto sirve de in-
serción á un fuerte ligamento sésamo-femoral que se inserta en el
fémur en el fondo rugoso de la cavidad en cuestión.
A pesar de todos los caracteres humanos que muestra el fémur
del TetraprothomOj la presencia de este gran sesamoideo lateral
hubiera sido causa suficiente para dudar de que perteneciera á un
primate, si no fuera la circunstancia de que suele á veces obser-
varse en los antropomorfos, especialmente en el orangután, y
sobre todo, que, si bien muy raramente, se encuentra á veces tam-
bién en el hombre. Con el descubrimiento del Tetraprothomo se
explica ahora la aparición de este hueso en el hombre y en los an-
tropomorfos; se trata de la reaparición atávica de un carácter que
era propio de los antecesores más inmediatos.
De esta conformación no hay vestigios en el Homunculus; es
pues un carácter aparecido en sus sucesores, que adquirió su ma-
yor desarrollo en Tetraprothomo y sus más próximos aliados que
todavía permanecen desconocidos, para desaparecer luego gra-
dualmente en sus sucesores, reapareciendo raramente en el hom-
bre y en los antropomorfos como regresión atávica.
En Tetraprothomo, el borde anterior de la cavidad para el liga-
mento sésamo-femoral se prolonga hacia arriba en forma de una
cresta rugosa que termina en un tubérculo supercondilar de un
desarrollo extraordinario (te, fig. 1). En el hombre, este tubérculo
ó es muy pequeño, ó está reemplazado por una simple rugosidad,
pero hay casos en que adquiere un desarrollo tan considerable
como en letraprothomo; se trata pues, como en el caso precedente
de una regresión atávica. En este tubérculo toma inserción el
tendón medio superior del gemelo externo: ahora, el gran desa-
rrollo de este tubérculo y las rugosidades que lo acompañan hasta
la impresión ligamentaria correspondiente de la tuberosidad ex-
terna (a, ¡fig. 13), indican un gran desarrollo del mencionado
músculo. Ya se ha visto más adelante, que el gemelo interno era
igualmente muy desarrollado.
Este gran desarrollo de los gemelos ó gastrocnémicos es suma-
mente importante, pues en la marcha bípeda, desempeñan un rol
preponderante, y es por eso que presentan un mayor desarrollo
en el hombre que en cualquier otro mamífero, sin excluir los an-
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO ABGENTINUS. 127
tropomorfos. Es el gran desarrollo de los gemelos y del soleo
que producen ese engrosamíento de la pierna que se designa con
i
\.tt.
Í\\W
■^^^
\<^:
^ig. 15. Homunculus pcUagonicua
^mgh. Fémur derecho, visto por el
^0 extemo en tamaño natural.
Fig. 16. Cercopithecus acíbaeua L.
Fémur izquierdo, visto por el lado
extemo, en tamaño natural, gl^ rama
superior externa de la línea áspera.
©1 nombre de pantorrillas, y que bajo esta forma, en la naturaleza
actual son exclusivas del hombre. Puesto que el Tetraprothomo
poseía los músculos gemelos tan desarrollados como en el hombre,
128 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
debía poseer «verdaderas pantorrillas» y por consiguiente una
marcha bípeda y posición erecta.
En el TetraprothomOj el gran desarrollo del sesamoideo y de las
fabelas, está en relación con el gran desarrollo de todas las inser-
ciones musculares y tendinosas de esta región del fémur, las que
á su vez están en correlación con la mayor corpulencia relativa y
también con el mayor esfuerzo que en tales condiciones exigía la
marcha bípeda. En el hombre, la desaparición de los sesamoi-
deos, todavía no completa en lo que se refiere á las fabelas, y el
menor desarrollo de las inserciones de los músculus gemelos, del
ligamento poplíteo y del ligamento lateral interno de la rodilla,
están en relación con un cuerpo menos pesado y más esbelto, y
en correlación con un mayor desarrollo de la línea áspera y de los
músculos que en ella se insertan que alivian á los inferiores de una
parte del trabajo que antes soportaban.
Pasando á la cara inferior de la extremidad distal del fémur del
Tetraprothomo, nos encontramos con la fosa intercondiloidea que
no parece presentar diferencias con la del fémur humano, ni en el
tamaño relativo ni en la disposición, ó son insignificantes y sin
importancia si se toman en cuenta las diferencias que presenta en
el hombre, según las razas ó las variedades individuales. En la
cara inferior de la extremidad distal del fémur del Tetraprothomo
(fig. 17) las superficies rotular r y condilares ce ct, forman un
campo que se enangosta de atrás hacia adelante en una forma
considerablemente más acentuada que en el fémur humano (fig.
18). Esta diferencia se debe á que en Tetraprothomo la superficie
rotular r es más angosta y los cóndilos se extienden considerable-
mente más hacia atrás, de donde resulta que el campo rótulo-con-
dilar es de mayor diámetro ántero-posterior que transverso, mien-
tras que en el fémur humano el mencionado campo es de mayor
diámetro transverso que ántero-posterior.
En el fémur humano (fig. 18), la superficie rotular r, se encuen-
tra separada de las superficies condilares por dos depresiones
transversales re, rí, bastante anchas pero poco profundas; son las
«ranuras transversales» que sin embargo no interrumpen la conti-
nuación de las aristas que limitan lateralmente la troclea rotular,
pues se transforman gradualmente sin solución de continuidad, la
arista rotular interna en la arista que constituye el borde lateral é
inferior del cóndilo interno, y la arista rotular externa en la arista
que constituye el borde lateral é inferior externo del cóndilo ex-
terno.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 129
Las ranuras transversales no las he observado en ninguno de los
mamíferos que he tenido la oportunidad de examinar, ni aun entre
Fig. 17. Tetraprothomo argentinuít
Amgh. Vista de la cara inferior de la
extremidad distal del fémur, en tama-
ño natural, ce, cóndilo externo; df
cóndilo interno ; r, troclea rotular; ri,
ranura transversal interna; re, ranura
transTersal extema; i¿, faceta de apoyo
sobre la eminencia intercondilar de la
tibia.
Fig. 18. Homo sapiens L. Vista de
la cara inferior de la extremidad dis-
tal del fémur, reducida á una mitad
del tamaño natural. Mismas letras
que en la figura precedente.
los primatos, con excepción de los antropomorfos y es indudable
que están relacionadas con la posición bípeda y más ó menos erecta.
Es, pues, importante la existencia de las ranuras transversales
re, ri en el fémur de Tetraprothomo (fig. 17), en el cual no sólo
separan el campo rotular de los campos condilares sino que inte-
Fig. 19. Uomunevlus pcUagonictis
Amgh. Vista de la cara inferior de
la extremidad distal del fémur, en
tamaño natural.
Fig. 20. Cercopithecus sahaeiis L.
Vista de la cara inferior de la extre-
midad distal, en tamaño natural.
rrumpen también las aristas que limitan lateralmente la superficie
rotular, de las que más abajo y más adelante limitan el campo
del cóndilo interno hacia adentro, y del cóndilo externo hacia
afuera, — otra prueba de que el Tetraprothomo era bípedo.
En HomunculuH (fig. 19) como en los monos recientes (fig. 20),
no sólo no hay vestigios de las ranuras transversales, sino que
130 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
tampoco hay interrupción entre las aristas que limitan lateralmen-
te la superficie rotular, las cuales se continúan hacia abajo y hacia
atrás con las que limitan los cóndilos, de donde resulta que no se
puede distinguir una línea de demarcación entre el campo rotular
y los campos condilares.
Entre Homo y Tetraproíhomo hay sin embargo, algunas diferen-
cias notables. En el fémur de Tetraproíhomo ^ los campos de los
cóndilos son bastante convexos y se enangostan notablemente
hacia atrás, mientras que en el de Homo son casi planos y de ancho
casi igual adelante y atrás, lo que da á la cara inferior del hueso un
aspecto aparentemente muy distinto.
Es claro que, el mayor aplastamiento del campo inferior de los
cóndilos y su enanchamiento posterior, en el fémur de Homo son
el resultado de la posición erecta; pero es también evidente que el
hombre no ha adquirido esos caracteres de un modo repentino, sino
paulatinamente como el resultado de una causa que ha estado ac-
tuando en la misma dirección durante un largo espacio de tiempo,
y es natural suponer que este aplastamiento y enanchamiento de
los campos condilares siguen todavía en aumento en la actualidad.
Puede decirse que en Tetraprothomo esos caracteres están en el
principio de su formación. Esto se demuestra por la considerable
extensión de los campos condilares en dirección antero-posteríor,
como también por la pequenez relativa de las ranuras transversa-
les y la interrupción brusca de las aristas que limitan lateralmente
la troclea rotular. A estos caracteres se agrega la existencia en el
campo condilar del cóndilo interno en la región que limita la fosa
intercondiloidea, de una superficie ancha y plana u ffig. 17), muy
distinta, algo en declive hacia abajo y hacia adentro, que es el
resultado de la presión del fémur sobre la eminencia intercondiloi-
dea de la tibia debido á la adquisición de la posición erecta. Esa
superficie representa el principio del aplastamiento de los campos
condilares del fémur humano.
Esta región, en el fémur del Hombre de Spy es sumamente
interesante. El aplastamiento de los campos condilares es poco
acentuado, de las ranuras transversales hay vestigios poco visibles,
y los cóndilos se enangostan hacia atrás en un grado casi tan acen-
tuado como en Tetraprothomo. Es evidentemente una forma ó más
bien dicho un estadio intermediario entre el de Homo sapiens y el
de Tetraprothomo, pero todavía más cerca de éste que de aquél.
La troclea rotular es la parte en la cual quizás el fémur del Te-
traprothomo se aleja más del mismo hueso del hombre. Se dif eren-
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPBOTHOMO ABGENTINÜS. 131
cía en que es más extendida de arriba hacia abajo, más arqueada
en la misma dirección y de forma más simétrica. Las crestas late-
rales qae limitan la troclea son más prominentes y más agudas,
carácter que las distingue de las mismas crestas del fémur de Homo.
En éste las crestas son mucho más obtusas de modo que su espacio
troclear describe una pequeña curva convexa en dirección trans-
versal, siendo además la cresta extema más saliente que la interna
y más prolongada hacia arriba.
En conjunto, la troclea rotular del fémur del Tetraprothomo
se extiende más de arriba hacia abajo que transversalmente, es
decir que es más alta que ancha, inversamente de lo que sucede en
el hombre en el cual es notablemente más ancha que alta, al mismo
tiempo que la cresta extema es mayor y más prominente que la
interna, y que el borde superior de la troclea describe una línea
oblicua que va del lado externo hacia el lado interno descendiendo
gradualmente hacia abajo. Como consecuencia de esta conforma-
ción, la troclea rotular del fémur humano es en su lado interno
considerablemente más baja que en el externo, de donde resulta
que el campo rotular aparece como colocado en dirección oblí-
cna al eje longitudinal del cuerpo del hueso. Esta es quizás la
mayor diferencia aparente entre el fémur de Homo y el de Tetra-
prothomo.
No debe sin embargo atribuirse á la mencionada diferencia más
que un valor relativo. Esta oblicuidad de la troclea rotular es debi-
da á la oblicuidad de los fémures del hombre que de arriba hacia
abajo se inclinan y convergen hacia adentro de manera que el ten-
dón extensor del muslo se mueve en la misma dirección; como la
rótula se halla envuelta en el mencionado tendón, en vez de mo-
verse en dirección perfectamente vertical, tiene que moverse en
dirección algo oblicua, y es este movimiento oblicuo continuado
en la misma dirección durante un largo espacio de tiempo que ha
producido el enanchamiento transversal de la troclea rotular y su
oblicuidad hacia adentro. Es este un carácter exclusivamente hu-
mano, que ha resultado de la marcha bípeda en posición erecta.
Hay otros mamíferos en los cuales la troclea rotular es igual-
mente baja y muy ancha, como por ejemplo, los osos; en algunos
es considerablemente más ancha que alta, como por ejemplo el
PhascolomySy y en ambos casos oblicua. Pero, en estos casos, la
oblicuidad es en dirección inversa á la que se observa en el fémur
humano, es decir de adentro hacia afuera, y corresponde á una po-
sición igualmente inversa de los fémures, los cuales en vez de con-
132 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
verger en su parte inferior hacia la linea media del cuerpo como
en el hombre, divergen hacia afuera. En estos, el enanchamiento
y oblicuidad de la troclea rotular se ha producido por un movi-
miento del tendón extensor del muslo y de la rótula en dirección
oblicua inversa á la del hombre.
En los mamíferos cuyos fémures están en posición más ó menos
paralela, el tendón extensor del muslo y la rótula se mueven de
arriba hacia abajo y vice-versa, sin desviarse ni hacia afuera, ni
hacia adentro, de donde resulta que presentan una troclea rotular
alta, relativamente angosta, no oblicua, y cuyo eje longitudinal
coincide con el del cuerpo del hueso. Es á este último tipo al que
más se parece la troclea rotular del TetraprothomOj pero esto no
quiere decir que tuviera los fémures paralelos, puesto que ya he-
mos visto que varios caracteres prueban que eran oblicuos y con-
vergentes hacia adentro.
Lo que hay es que en Tetraprothomo la posición bípeda y erecta
era un carácter de adquisición bastante reciente, que aun no había
actuado durante un tiempo suficientemente largo para poder mo-
dificar la forma de ésta región femoral ; sin embargo, puede cons-
tatarse que esta transformación ya había empezado. La troclea
rotular es ya más baja, más ancha y menos profunda que en los
mamíferos que tienen los fémures paralelos, y la cresta externa de
la troclea es bastante más larga y un poco más prominente que la
interna constituyendo así el principio de la oblicuidad característi-
ca de la troclea rotular del fémur humano.
En el fémur del Tetraprothomo , á un centímetro arriba déla tro-
clea rotular hay una foseta suprarotular bastante grande (/>, fig.
21), de contorno irregularmente circular, de fondo cóncavo y poco
profunda, que da á esta región del cuerpo del hueso un aspecto
muy particular.
Igual foseta se ve en el fémur del Homuncidiis (fs, fig. 22), pero
colocada proporcionalmente un poco más arriba, siendo además
de tamaño más reducido y más profunda. Sobre otro fémur del
eoceno superior de Patagonia que atribuyo al género Anthropops,
existe igual foseta pero de tamaño mayor y colocada algo más
abajo; constituye una especie de transición entre la conformación
propia del Homimculusj la del Tetraprothomo ^ de manera que se
conoce que este último ha heredado esa conformación de sus anti-
guos antecesores del eoceno superior.
La foseta suprarotular se presenta igualmente en muchos monos
del antiguo continente (/s, fig. 23), pero colocada no sólo más aba-
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 133
Fig. 22. Homúnculos patagonicus
Amgh. Fémur derecho, visto de ade-
lante, en tamaño natural.
Fíg. 21. Tetraprothomo argentinus Amgh. Fémur izquierdo, visto de adelant3 en tamaño natural.
134 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
jo qae eu los monos del eoceno superior, sino también más abajo
que en el Tetrapndhomo.
En el fémur de HomOj 1^ f oseta suprarotular (/*«, f ig. 24), ha des-
cendido todavía más abajo, hasta colocarse inmediatamente encima
del borde superior de la troclea, pero ha aumentado en extensión,
y disminuido en profundidad ; además ha perdido el contorno sub-
circular ó elíptico que tenía en las antiguas formas, para tomar un
contomo triangular. Sin embargo, en el fémur del Hombre de Spy ,
es más profunda y de un contorno triangular menos d^ínído.
En el fémur humano, la superficie de la foseta suprarotular lle-
va varias perforaciones vasculares irregularmente distribuidas y
algunas de tamaño considerable. Estas perforaciones no existen
en la superficie de la foseta suprarotular del Homuneulus. En Jos
monos del antiguo continente provistos de foseta suprarotular, \9^
perforaciones vasculares existen pero son d« tamaño excesivamen-
te reducido. En la superficie de la foseta suprarotular del fémur
del TetraprothomOj no sólo existen las perforaciones vasculares si-
no que en proporción del tamaño del hueso son casi tan grandes
como en el fémur humano. En la conformación de esta región, el
Tetraprothomo ocupa evidentemente una posición intermedia entre
el hombre y los monos. Es además fácil de apercibirse que en. Te-
traprothomo esta región estaba en via de transformarse en una
dirección hacia la conformación característica del hombre. Las
dos crestas que limitan lateralmente la troclea rotular, aunque en
una forma muy atenuada, se prolongan hacia arriba hasta perderse
en los bordes laterales de la foseta; el espacio comprendido entre
esas dos líneas constituye un plano deprimido con numerosas per-
foraciones vasculares que se extiende desde el borde inferior de la
foseta hasta el borde superior de la troclea rotular. Las dos líneas
que constituyen el prolongamiento de las crestas laterales de la
troclea, muestran una pequeña convergencia hacia arriba, que,
acentuándose un poco más, ha hecho que en el fémur humano se
pongan en contacto dando así á la foseta el contomo triangular.
Hasta ahora, sólo me he ocupado de las extremidades; fáltame
por examinar el cuerpo del hueso, en el cual se ven numerosos
caracteres que demuestran de un modo evidente que se trata de
un primato de posición erecta.
En el fémur humano, el cuerpo del hueso se distingue por un
conjunto de curvas que le dan un aspecto muy característico.
La primera es la curva antero-posterior que da al fémur una
forma arqueada con la convexidad hacia adelante y la concavidad
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPROTHOMO ARGENTINÜS. 135
hacía atrás. La curva cóncava de la cara posterior va sin ninguna
desviación del borde superior de los cóndilos hasta el trocánter
menor. La curva convexa de la cara anterior se extiende desde el
Fig. 28. Cercopithecua aabaeua L. Fé-
mur izquierdo, visto de adelante, en
tamaño natural.
1
XÁ
Fig. 24. Homo sapiens L. Fémur
izquierdo, visto de adelante, reduci-
do á un tercio del tamaño natural.
borde superior de la troclea rotular hasta la altura de la parte
inferior del trocánter menor, pero acá se vuelve un poco cóncava
136 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
volviendo á levantarse en la región del gran trocánter, de donde
resulta que en el tercio superior del hueso la línea curva se vuelve
un poco sigmoide. Esta curva sigmoide de la cara anterior apa-
rece muy claramente mirando el hueso por el lado externo tal
como está dibujado en la figura 10.
La segunda, es la curva lateral con la concavidad al lado ex-
temo y la convexidad sobre el interno. La curva cóncava de la
cara interna es generalmente muy pronunciada en los dos tercios
inferiores, pero en el tercio superior se invierte tomando igual-
mente una dirección algo sigmoide. La convexidad interna es
generalmente poco pronunciada y sólo aparente en la parte me-
dia; en el tercio inferior la expansión del cóndilo interno hacia
adentro determina la formación de una línea cóncava poco pro-
nunciada, mientras que en el tercio superior, la pequeña inflexión
del borde interno hacia adentro para unirse con el cuello, deter-
mina igualmente la formación de una línea sigmoide poco acen-
tuada. Estas distintas inflexiones de los bordes y caras laterales
del fémur humano están muy bien indicadas en el dibujo adjunto
copiado de las obras del célebre anatomista Hartmann (fig. 25), y
en el cual he indicado las líneas convexas con una c, y las cónca-
vas con una u.
Las diferentes curvas indicadas pueden encontrarse separada-
mente en el fémur de distintos grupos de mamíferos, pero reuni-
das, formando el conjunto que constituyen en el fémur humano,
es ó era hasta ahora un carácter propio y exclusivo del fémur del
género Homo. Esas distintas inflexiones de los bordos y caras del
hueso, pueden presentar diferentes grados de desarrollo según las
razas y las variaciones individuales, pero un fémur que presente
reunidas el conjunto de curvas mencionadas puede asegurarse que
procede de un primato de posición erecta. En este caso se encuentra
el fémur del TetraprothomOj^ues presenta reunidas todas las distin-
tas curvas que he mencionado en el fémur humano; esto se ve muy
bien comparando el contorno del fémur de Tetraprothomo represen-
tado en la figura 26, con el de Homo sapiens de la figura 25. Lo que
es sobre todo sorprendente y digno de reflexión, es que también en
este caso, los caracteres humanos mencionados, son considerable-
mente más acentuados en el fémur del Tetraprothomo que en el
de Homo,
Dejando á un lado los primates, los mamíferos que presentan
un fémur más parecido al del hombre, son algunos carniceros.
Muchos años hace ya que Owen había llamado la atención sobre
AMEGHINO: SOBBE EL TETRAPEOTHOMO AEGENTINUS. 137
el parecido superficial del femar del oso con el fémur humano.
Otro tanto puede decirse del fémur de los felinos del que acompa-
U
I M
Uli
íM.
4^0
m
Fig. 2&. Homo sapiens L. Fémur iz-
quierdo visto de adelante, reducido ¿
^ tercio del tamaño natural según
flartmann. c, curvas convexas; t* cur-
"^as cóncavas.
Fig. 26. Tetraprolhomo argentinus^
Amgh. Fémur izquierdo, visto de
adelante reducido ¿ dos tercios del
tamaño natural, c, curvas convexas; ti,
curvas cóncavas.
Aval. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Septiembre 17, 1907.
10
138
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
m
M
ño un dibujo (fig. 27); comparándolo con los precedentes, es fácil
ver que en los felinos como igualmente en los osos y en los demás
carniceros, el cuerpo del fémur es perfectamente derecho, con los
dos bordes laterales rectos ó casi rec-
tos, y por consiguiente paralelos ó casi
paralelos. Esta es también la confor-
mación del Homunctilus (f igs. 3, 7 y 22)
y de la mayor parte de los monos infe-
riores (figs. 4, 8). Igual conformación
presenta también el fémur del Pithe-
canthroptiSy á lo menos, tanto cuanto
puedo juzgar por los dibujos.
En Tetraprothomo, el arqueamiento
del fémur hacia adelante (fig. 9) es un
poco menos acentuado que en el hom-
bre (fig. 10), pareciéndose en esto al
Homunculus (fig. 11), aunque son fre-
cuentes los fémures humanos cuyo ar-
queamiento no es mayor que el del
Tetraprothomo; en este último caso se
encuentra también el fémur del IHihe-
ca7tthropu8, mientras que muchos mo-
nos del antiguo continente tienen el
fémur más arqueado que el de Homo,
Sin embargo, también hubo razas de
hombres hoy extinguidas, que tenían
el fémur de cuerpo muy arqueado. En
el Hombre de Spy, por ejemplo, este
arqueamiento era enorme, y quizás era
todavía mayor en el Hombre fósil de
Ovejero (figs. 64 y 66). Aunque el he-
cho sea muy conocido, bueno es recor-
darlo acá: el fémur humano en la ju-
ventud es siempre derecho como en
el Tetraprothomo^ y recién se arquea
avanzando en edad, lo que demuestra
se trata de un carácter adquirido en época relativamente reciente.
En el fémur del Tetraprothomo (fig. 21), la cara anterior del
cuerpo del hueso, desde el borde inferior del trocánter menor hasta
la f oseta suprarotular es redondeada ó convexa transversalmente,
pero la línea culminante de la convexidad no forma una línea rec-
Fj' .1.
Fig. 27. FelU pardtu L. vis-
to de adelante, reducido á una
mitad del tamaño natural.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRA.PROTHOMO ARGENTINÜS. 139
ta como en la generalidad de los mamíferos; sino una ligera curva
sigmoide de la cual me ocuparé al tratar de la torsión del cuerpo
del fémur. Debajo de la f oseta suprarotular, la convexidad trans-
versal desaparece para dar lugar á una superficie plana. En la
extremidad superior, á la altura del trocánter menor, desaparece
igualmente la forma redondeada, y la cara anterior se vuelve pla-
na ó deprimida más ó menos en el mismo grado que en el Hom-
bre de Spy 7 en el de Ovejero. Este aplastamiento es la llamada
platimería, que, en los casos mencionados se encuentra en su prin-
cipio de formación, pero que en el hombre de los últimos tiem-
pos de la época cuaternaria, en el de la época de la piedra pulida
y también á menudo en el hombre actual, es á veces tan pronun-
ciada, que la región en cuestión en vez de plana se presenta como
excavada.
La cara externa es en toda su longitud más redondeada que en
el fémur del hombre, pero presenta un notable parecido con la
del fémur del Hombre de Spy y el del Hombre fósil de Ovejero.
La gran gotera longitudinal de la parte media del fémur humano
en la que se inserta una parte del músculo crural, en el Tetrapro'
thomo recién empezaba á diseñarse. La parte superior debajo del
gran trocánter, en vez de presentar una superficie ancha y plana
como en el hombre, muestra una superficie en declive de adelante
hacia atrás y hacia afuera, terminando en un borde lateral poste-
rior angosto ó comprimido.
La cara interna no presenta diferencias notables con la parte
correspondiente del fémur humano, menos en la parte superior co-
locada adelante y al lado interno del trocánter menor t (fig. 28).
En este punto el fémur humano muestra un borde lateral delgado,
la cresta sustentacular del cuello (fig. 61), que avanza hacia aden-
tro dando origen á una fosa (ftj fig. 29) que lo separa del trocánter
menor y que designo con el nombre de c fosa entotrocanteriana».
En el fémur de Tetraprothomo el borde es grueso y redondeado,
no avanza hacia adentro de modo que no hay vestigios de la
cresta sustentacular del cuello, y por consiguiente tampoco hay
vestigios de la fosa entotrocanteriana, ft; por esta conformación
coincide con el fémur del Hombre de Spy, con el de Ovejero y con
el de los monos en general.
La cara posterior es de muchísima importancia por llevar la
línea áspera que es uno de los caracteres que separan el fémur del
hombre, del fémur de todos los demás mamíferos, incluso los an-
tropomorfos, y que está en correlación con la posición erecta.
140
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
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Fig. 29. Homo sapiens L. Fémur be-
quierdo, visto por el lado interno,
reducido á un tercio del tamaño natu-
ral.
Fig. 28. Tetraprotkomo argeiüinus Amgh. Fémur izquierdo, visto por el lado in-
terno, en tamaño natural.
AMEGHINO: SOBEE EL TETRAPEOTHOMO ARGENTINÜS. 141
En el fémur del hombre (fig. 30) la linea áspera I, está formada
por dos aristas óseas longitudinales destinadas á inserciones mus-
culareSi que se aproximan hasta dar origen á una cresta ósea de 6 á
8 mm. de ancho, de alto muy variable y de superficie muy rugosa;
los bordes laterales que corresponden á las dos aristas menciona-
das llevan el nombre de labios y la parte intermedia el de intersti-
cio. En la parte superior debajo del trocánter menor, la linea ás-
pera se divide en tres ramas, una mediana go, una interna gi, y la
otra externa gl. En la parte inferior se divide en dos ramas, una
interna n, y la otra externa re. Es el desarrollo de la línea áspera
que da al cuerpo del hueso hacia la mitad de su largo una sección
triangular, mientras que en todos los demás primates la sección
transversal es elíptica ó subcircular.
En el fémur del Tetraprothomo (fig. 31), la línea áspera en su
forma general es idéntica á la del fémur humano, difiriendo tan
sólo por su desarrollo apenas un poco menor y algunos otros deta-
lles secundarios. Proporcionalmente es un poco más ancha, algo
más baja y describe una curva con la convexidad hacia adentro un
poco menos acentuada, de modo que en la parte que corresponde
al fondo de la concavidad no avanza tanto hacia el lado interno
como en el hombre. En el fémur humano, mirando el hueso por su
cara posterior (fig. 30), en la parte cóncava del lado externo de la
linea áspera queda visible una parte relativamente grande de la
cara externa, la cual presenta á menudo una gotera longitudinal
ocupada por una parte del músculo crural. En el fémur del Tetra-
prothomo la parte de la cara externa del hueso que queda á descu-
bierto es muy pequeña y está desprovista de gotera. En el Hombre
fósil de Ovejero (fig. 63), esta parte es apenas un poco mayor pero
hay una gotera bien pronunciada. En el Hombre de Spy la confor-
mación de esta región es como en el hombre pero la línea áspera
es proporcionalmente menos desarrollada que en Tetraprothomo.
En el fémur de Tetraprothomo la formación de la línea áspera no
queda reducida á la aproximación de las dos aristas correspon-
dientes á los labios, sino que el levantamiento de la parte ósea ha
invadido toda la región intersticial, la cual, lejos de ser más baja
que las aristas de los labios, es al contrario más elevada, rugosa y
convexa en dirección transversal.
En el hombre el desarrollo de la línea áspera varía mucho, no
sólo según las razas pero también según los individuos; en algunos
casos es tau considerable, que constituye una especie de columna
designada con el nombre de «pilastra». Esta conformación es so-
142
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
^;iTlW'íf
Í/J
íí^h'^
Fig. 80. Homo sapiens L. Fémur iz-
quierdo visto por la cara posterior,
reducido á un tercio del tamaño na-
tural.
Fig. 81. Tetraprothomo argentinus
Amgh. Fémur izquierdo visto por la
cara posterior, en tamaño natural.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO AEGENTINÜS. 143
'bre todo muy frecaente en las razas que poblaban Europa en la
época de la piedra pulida.
Mucho se ha discutido sobre la causa que ha dado origen á la
formación de la línea áspera y luego á su elevación en forma de
pilastra. Unos la han atribuido exclusivamente á la acción del
crural, negando toda acción en este sentido á los otros músculos
del cuadríceps femoral; otros quieren que sea la acción de los
músculos vasto interno y vasto externo del mismo cuadríceps fe-
moral, con exclusión del crural; los hay que pretenden que la
elevación de la línea áspera es el resultado de la acción de los
aductores y del bíceps sobre la parte libre ó intersticial de ésta;
mientras que otros niegan en absoluto que los mencionados
músculos intervengan ó favorezcan la formación de la cresta ósea
en cuestión.
La causa de estas divergencias es que los que se han ocupado
de esta cuestión no han tomado suficientemente en cuenta la dis-
posición de esta parte del fémur y de los músculos correspondien-
tes en los demás mamíferos, si bien todos están concordes en
admitir que la línea áspera es exclusiva del hombre y en correla-
ción con la posición erecta.
En los mamíferos cuadrúpedos, el cuerpo del fémur es de sec-
ción elíptica con su eje mayor en dirección transversal, de donde
resulta que es como aplastado en dirección de adelante hacia atrás.
En otros casos, el cuerpo del fémur es cilindrico debido á una
modificación producida por el trocánter menor y el psoas-ilíaco,
de la que me ocuparé más adelante.
En el fémur de sección elíptica con su eje mayor en dirección
transversal \ la cara posterior es más ó menos deprimida y ocu-
pada en casi toda su extensión por el tríceps femoral, del cual, el
vasto externo que responde al labio externo de la línea áspera,
ocupa más ó menos la misma posición que en el fémur humano,
-es decir, el borde externo del hueso, mientras el vasto interno que
responde al labio interno de la misma línea, no se encuentra con-
tiguo al precedente, sino más alejado, más próximo al borde in-
terno; el recorrido de ambos vastos está indicado por una línea de
rugosidades poco notables, de las cuales las del vasto externo
^ Entre los ungulados, hay géneros cuyo fémur presenta en la mitad de su
largo una sección elíptica ú ovoide con su eje mayor en dirección antero- poste-
rior, pero el resto de la conformación del fémur de estos animales es tan suma-
mente diferente de lo que se ve en el hombre y en los demás primatos, que hay
que prescindir de ellos en absoluto.
144
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
w
-fj-
Pig. 3?. Feli9 pardua L. Fé-
mur izquierdo, visto por la ca-
ra posterior, reducido á tres
cuartos del tamaño natural.
siempre más desarrolladas forman ana
línea sin solución de continuidad. A
veces esta línea toma la forma de una
arista que se prolonga hacia arriba con
la del glúteo mayor, pero se encuentra
colocada invariablemente sobre el cos-
tado externo y vuelta hacia afuera, sin
que en ningún caso, mirando el hueso
de atrás deje visible la más mínima
parte de la cara externa. Los otros
músculos de esta región no dejan sobre
el hueso vestigios de inserciones, ó son
poco aparentes. Como ejemplo de esta
conformación, acompaño el dibujo del
fémur de un felino (fig. 32)), visto por
la cara posterior.
En los mamíferos en los cuales el
cuerpo del hueso es de sección circular
ó sub-circular, las dos líneas se aproxi-
man algo más, pero debe tenerse pre-
sente que en la mayoría de los casos,
las rugosidades de la línea de inserción
del vasto interno, lejos de constituir
una arista, forman al contrario una lí-
nea en hueco, esto es una ranura ó
gotera; tal es el caso del fémur de Cfe»'-
copithecxui sabaeiis representado en la
figura 4, el cual á juzgar por el dibujo
podría creerse que presenta un princi-
pio de línea áspera; en realidad, no hay
nada de parecido, pues la línea A, h que
correspondería al labio interno, lejos
de ser una arista, es una gotera angos-
ta y profunda.
Solo en Homo, en Pithecanthropus y
en Tetraprothomo existe una verdadera
línea áspera que da al fémur una sec-
ción triangular, correspondiendo la
cúspide del triángulo á la cresta en
cuestión. Es claro que esta cresta tie-
ne que haberse formado por las líneas
AMEGHINO: SOBBE EL TEtRAPROTHOMO ARGENTINUS. 145
de inserciÓD del vasto interno y del vasto externo que han tomado
la forma de líneas en relieve, y se han aproximado hasta fusio-
narse y tomar el aspecto de ana arista. Esta aproximación de las
aristas óseas indica una aproximación de los músculos correspon-
dientes para desarrollar mayor fuerza sobre un punto ó linea de-
terminada, provocando un mayor desarrollo de la cresta. En
efecto, en la parte de la línea áspera comprendida entre la trifur-
cación superior y la bifurcación inferior, se han concentrado no
menos de ocho músculos distintos que todos tienen en ella inser-'
cienes más ó menos extendidas: el crural en su parte posterior
extema, el vasto interno, el vasto externo, los tres aductores, pri-
mero, segundo y tercero, el biceps, y el glúteo mayor en la parte
más superior. Es claro, pues, que es la acción conjunta de las in-
serciones de todos estos músculos que ha provocado el desarrollo
de la línea áspera.
El vasto externo ha dado origen al labio externo, mientras que
la parte del crural con que se halla en contacto lo ha empujado ha-
cia adentro, provocando su mayor elevación y determinando la
formación de la gran curva cóncava que de su parte media avanza
hacia el lado interno ; á su vez el glúteo mayor ha contribuido al
desarrollo de la parte superior del mismo labio. El vasto interno
ha producido el desarrollo del labio interno. Los aductores y el
biceps, actuando sobre la parte intersticial han provocado, ó por
lo menos favorecido el levantamiento de la cresta hacia atrás,
mientras que la rama interna de la bifurcación inferior debe su
formación y desarrollo á las inserciones del gran aductor.
Esta concentración muscular que ha dado origen á la línea ás-
pera es propia del hombre, y característica y exclusiva de la posi-
ción erecta; el factor principal de esta modificación es el tríceps
femoral, y particularmente el crural, que es más desarrollado en el
hombre que en cualquier otro mamífero, como lo es también en
conjunto todo el cuadríceps femoral.
He dicho que la línea áspera del fémur del Tetraprothomo sal-
vo detalles insignificantes es idéntica á la del fémur del hombre.
Siendo así, como los mismos órganos deben desempeñar las mismas
funciones, la línea áspera del fémur de Tetraprothomo desempeña-
ba las mismas funciones que la línea áspera del fémur humano;
por consiguiente, el Tetraprothomo era un bípedo de posición erecta
perfecta.
Las pequeñas diferencias distintivas que presenta esta parte del
fémur del letraprothomo, no se refieren á la línea áspera en sí mis-
ma sino á sus ramificaciones superiores é inferiores.
146 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIKES.
La rama externa (re, figs. 13 y 31) de la bifurcación inferior
describe ana línea curva poco acentuada, con la convexidad hacia
adelante que da á edta región un aspecto muy particular; sin em-
bargo, esta misma conformación suele encontrarse con bastante
frecuencia en el fémur humano, y en este caso, la parte más inferior
sirve de inserción al plantar delgado.
La rama externa gl de la trifurcación superior es bien desarro-
llada y no presenta nada de particular con excepción del engrosa-
miento tt (figs. 1, 13, 31) que corresponde al llamado trocánter ter-
cero del fémur humano (tt^ fig. 14). Como ya más arriba me he
ocupado de esta particularidad, no tengo por qué insistir sobre lo
que ya he dicho. Debo sin embargo agregar que el hombre es el
mamífero que presenta el glúteo mayor más desarrollado, confor-
mación que, como la del desarrollo de los gemelos, está en relación
con la posición erecta. Como la rama superior externa gl de la
linera áspera del fémur del Tetraprothomo tiene por lo menos un
desarrollo igual á la que presenta en el fémur humano, es claro
que el mencionado músculo debía también alcanzar igual desarro-
llo y desempeñar idénticas funciones.
La rama mediana go (fig. 31) que recibe la inserción del múscu-
lo pectineo está bien desarrollada, pero su parte inferior se inte-
rrumpe en un corto trecho antes de alcanzar la línea áspera, mien-
tras que en su parte superior, constituye un engrosamiento notable,
tí, casi en forma de tubérculo, que permanece separado del trocánter
menor por una gotera transversal; de este punto se dirige á la cara
interna bajo la forma de una cresta delgada y alta que se pierde
adelante del trocánter menor en la depresión ó gotera /j( (fig. 28).
La rama interna es muy poco desarrollada, permaneciendo con-
fundida con la mediana hasta adelante del trocánter menor, pero
no se puede seguir su curso superior porque falta al hueso la región
correspondiente; sin embargo, es claro que debía presentar la for-
ma normal, pues en este punto la conformación es casi idéntica en
todos los primates.
La fusión de la parte inferior de la rama externa con la media-
na, y ambas en parte con el trocánter menor, es un resultado de la
posición lateral de este último. En este punto, el Tetraprothomo se
parece bastante al Hombre de Spy, en el cual la rama interna tam-
bién está en parte confundida con la extensión inferior é interna
del trocánter menor.
El desarrollo ulterior de la línea áspera en las diferentes razas
humanas hasta tomar la forma de pilastra ó columna es un carácter
AMEGHINO: SOBRE EL TETBAPEOTHOMO ABGENTINÜS. 147
de evolución más avanzada, pero hay desacuerdo sobre las causas
que le dan origen, unos, observando que la pilastra coincidía con
el gran arqueamiento del cuerpo del fémur hacia adelante, han
supuesto que el arqueamiento era el resultado de la divergencia
entre el eje mecánico vertical del fémur que va de la cabeza articu-
lar á los cóndilos, y el eje longitudinal del cuerpo del hueso que se
encuentra colocado más adelante del anterior. Bajo la presión del
peso del cuerpo que actúa de la cabeza articular sobre los cóndi-
los, el cuerpo del hueso tiene necesariamente que encorvarse hacia
atrás. Los músculos extensores en su esfuerzo para resistir el en-
corvamiento habrían dado origen á la pilastra que en su máximo
desarrollo opone una resistencia infranqueable á la continuación
del encorvamiento. Por otra parte, el arqueamiento tampoco sería
siempre el simple resultado directo del peso del cuerpo, sino en
parte también de la relajación muscular producida por la marcha
continuada; pero, tanto en uno como en otro caso, el avance del
encorvamiento fué detenido por la formación de la pilastra; es pues
natural suponer que los fémures muy arqueados y provistos de
pilastra pertenecen á razas ó individuos que son ó eran grandes
caminadores.
Esta explicación del arqueamiento del fémur y la formación de
la pilastra me parece tan natural y sencilla que nunca la puse en
duda.
Sin embargo, se ha tratado de explicar el gran encorvamiento
del cuerpo del fémur por la acción del músculo crural que envuelve
toda la parte anterior y externa del cuerpo del hueso, alegando que
la explicación más antigua es insuficiente para aclarar casos como
el del Hombre de Spy, el cual, aunque posee un fémur de cuerpo
excesivamente arqueado, no sólo no tiene pilastra sino que hasta la
misma línea áspera es en él rudimentaria.
Pero, los que así razonan, no han tenido en cuenta que á menudo
la naturaleza obtiene el mismo resultado por vías muy distintas.
El fémur de la raza de Neanderthal no es de un largo mayor que
el de las razas actuales de mediana estatura, ni el cuerpo del hueso
es de mayor grueso. En cambio, sus extremidades, esto es, la cabeza
articular y los cóndilos son en proporción de un tamaño verdade-
ramente extraordinario. Quiere decir, que la falta de pilastra ha
sido compensada por el enorme desarrollo de las extremidades ar-
ticulares. De esto deducimos que el Hombre de Spy era sumamente
corpulento y pesado, de marcha lenta y de miembros inferiores
^^y gruesos. Son los músculos que de la cadera y de la extremi-
148 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
dad superior del fémur van á la rodilla, los que en él tenian un
desarrollo enorme envolviendo el débil cuerpo del hueso de tal
modo y con una masa muscular suficientemente considerable para
sostenerlo é impedir el avance del arqueamiento.
Para terminar con la parte media y superior de la línea áspera,
me queda todavía por examinar el agujero nutricio. La posición y
dirección de esta pequeña perforación varía mucho en los distintos
grupos de mamíferos. En la mayor parte de los monos se encucD-
tra colocado en el tercio superior del hueso y se dirige directamente
hacia arriba como lo muestra el fémur de Cercopithecus aábaeus
representado en la figura 4, en la cual el agujero en cuestión está
indicado con la letra a.
En el fémur humano se encuentra colocado un poco más abajo
de la mitad de su largo fa, fig. 30) al lado interno de la línea ás-
pera, sobre el mismo labio interno ó al lado de éste, aunque á veces
suele también encontrarse en el intersticio. Su dirección es siem-
pre en línea recta hacia arriba.
En Tetraprothomo el mismo agujero (a, fig. 31) se encuentra
apenas un poco más arriba que en HomOj se dirige también directa-
mente hacia arriba, y está situado igualmente al lado interno de la
linea áspera sobre el mismo labio interno.
Antes de dejar el examen de la cara posterior del hueso voy á
dedicar también algunas líneas á la región triangular comprendida
en la bifurcación inferior de la línea áspera, que lleva el nombre
de superficie poplítea.
En el fémur humano la bifurcación empieza algo más abajo del
agujero nutricio, dirigiéndose la rama externa á la parte superior
externa del cóndilo externo, y la rama interna á la parte corres-
pondiente del cóndilo interno. La región así circunscripta repre-
senta un triangulo isósceles, cuya cúspide es el punto de bifurca-
ción de la cresta, y la base la constituye la línea transversal que
va de la parte superior de un cóndilo á la correspondiente del
otro. A partir de la cúspide hacia la base, la superficie poplítea se
vuelve de más en más deprimida hasta que en la parte basal inme-
diatamente encima de los cóndilos, es muy deprimida, raras veces
plana, generalmente excavada y con numerosas perforaciones vas-
culares de tamaños muy distintos; también hay casos, aunque su-
mamente raros, en que esta región es abovedada ó sea algo con-
vexa en dirección transversal.
Este cambio en la superficie poplítea va acompañado de otros
en los diámetros respectivos del cuerpo del hueso. En el punto en
AMEGHINO: SOBEE EL TETRAPROTHOMO ÁRGENTINUS. 149
que empieza la bifurcación, los dos diámetros, antero-posterior y
transverso son más ó menos iguales^ pero más abajo el diámetro
transverso se vuelve mayor que el antero-posterior; esta diferencia
entre ambos diámetros va en aumento desde la cúspide del trián-
gulo hasta la base, y es producida, no por una disminución del
diámetro antero-posterior, sino por un aumento progresivo del
diámetro transverso, debido al enanohamiento gradual del cuerpo
del hueso á partir de la bifurcación hasta los cóndilos.
Esta región del cuerpo del fémur presenta también la particula-
ridad de ser asimétrica; el mayor diámetro antero-posterior no cae
sobre la línea media longitudinal, sino sobre el borde extemo del
hueso, de tal manera que éste es considerablemente más grueso que
el borde interno. Esto es debido al prolongamiento de la linea
áspera cuya parte más elevada al descender hacia abajo se dirige
hacia el lado extemo. De esto resulta que la sección transversal del
hueso en la parte inferior de la región poplítea es subtriangular,
representando el borde interno la cúspide del triángulo y el ex-
terno la base. Además, inmediatamente encima de los cóndilos, la
superficie de la región poplítea cambia de dirección describiendo
una curva que la invierte notablemente hacia atrás.
En el fémur de Tetraprothomo, la región poplítea presenta la
misma conformación general que acabo de describir sucintamente
en el fémur humano, pero con varias diferencias de detalle.
La más notable de estas diferencias consiste en que la superficie
poplítea en vez de ser ya plana, ya deprimida ó excavada como es
el caso más general en el fémur humano, es acá un poco abovedada,
esto es, un poco convexa en dirección transversal, pero sin que el
cuerpo del hueso deje por eso de presentar un diámetro transverso
considerablemente mayor que el diámetro antero-posterior, y el
borde externo considerablemente más grueso que el interno. El
fémur del Fithecanthropiis presenta también la región poplítea con-
vexa en dirección transversal en una forma todavía más acentuada,
pero en este caso el cuerpo del hueso es casi cilindrico, con el diá-
metro transverso casi igual al diámetro antero-posterior, coinci-
diendo la parte más elevada de la bóveda más ó menos con la línea
longitudinal mediana. Esta última conformación aunque muy rara
se observa también en el fémur del hombre, pero suele presentar
con más frecuencia la característica del Tetraprothomo. En este
abovedamiento transversal de la región poplítea del fémur de Te-
traprothomo, lo que es digno de fijar la atención es que en la base y
sobre la línea mediana longitudinal, aparece en el medio de la con-
150 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEE».
vexidad ana pequeña depresión alargada de arriba hacia abajoi de
superficie rugosa y con algunas pequeñas perforaciones vascula-
res; esta depresión representa el principio del proceso de forma-
ción de la depresión mucho más considerable que caracteriza el
fémur humano. Además, la parte más inferior de la superficie po-
plítea que precede inmediatamente los cóndilos presenta una
inversión hacia atrás considerablemente más pronunciada que en
el fémur humano.
Sobre el lado externo, encima del tubérculo supercondilar te, y
al lado interno de la rama externa de la bifurcación de la línea
áspera, hay una especie de faceta ó región deprimida y alargada,
que se enancha hacia abajo y se extiende hacia adentro casi hasta
la línea media longitudinal del hueso: en el dibu]<) (figs. 1 y 31)
está indicada por la parte sombreada que se extiende á la derecha
de la línea re; en esta superficie tomaban inserción las fibras car-
nosas del vasto interno, que descendía sobre el mismo I\ueso más
abajo que en el fémur humano, mientras que el crural, quedaba al
contrario limitado más hacia adelante y más arriba.
Sobre el lado interno ó igualmente arriba^ del tubércr^Jo s^jper-
condilar opuesto ti, hay otra depresión toda^ip. más ac^tuftda,
colocada al lado interno de la línea ri, producida ^p. parte por in-
serciones del semimembranoso, y quizás también en parte del gran
aductor; esta misma depresión y con un aspecto a|?solutafnente
igual aunque menos pronunciada se encuentra taml^ién á veces
sobre el fémur humano.
Al empezar el examen de la línea áspera, dije que era ésta la que
daba al cuerpo del hueso en la parte media de su loq^itud una
sección transversal con su eje mayor en dirección ante^o-posterior,
mientras que en los demás mamíferos la sección enla misqia región
es de eje mayor siempre transversal ^
Creo pues dé interés dar algunas secciones transversales del
fémur del Tetraprathomo, al lado de otras del fémur del hombre
actual, del fémur del Hombre fósil de Ovejero, y del de un Cerco-
pitheciis.
Del Hombre fósil de Ovejero hay varios fémures pero todos sin
extremidades, no quedando de ellos nada más que las diáfisis; de
éstas he escogido la más completa, pero como es del lado derecho,
* Ya más arriba (p&g. 148) he mencionado la excepción que presentan alg^unos
ungulados, y el ningún valor que tiene en esta cuestión.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ABGENTINÜS. 161
he invertido los cortes para qae puedan compararse con los del
femar del Tetraprothomo que es del lado izquierdo.
Para esta comparación he practica-
do en un fémur humano seis secciones,
que se encuentran indicadas en orden
numérico de arriba hacia abajo en el
fémur representado en la figura 33. El
corte número 1 es arriba del trocánter
menor; el número 2 pasa encima del
mismo trocánter menor; el número 3
debajo del trocánter menor; el número
4 es hacia la mitad del largo del cuer-
po del hueso; el número 6, un poco
abajo de donde empieza la bifurcación
de la línea áspera; el número 6 á un
centímetro arriba de los cóndilos casi
en la parte inferior de la superficie
poplítea. En los demás fémures los cor-
tes se han hecho en los mismos puntos
correspondientes y llevan los mismos
números. En cada corte, el lado que
lleva el número y colocado arriba co-
rresponde á la cara anterior del hueso;
el lado derecho es el costado interno
y el izquierdo que lleva la letra e co-
rresponde al lado extemo. Las seccio-
nes son todas en tamaño natural.
Sección N.^ 1, — Del corte ó sección
N.o 1, sólo acompaño la del fémur del
hombre actual (fig. 34) y la del fémur
del Tetraprothomo (fig. 36); esta última
no es completamente exacta, pues la
parte correspondiente está muy des-
truida, habiéndose trazado tal como se
presenta la rotura del hueso en este
punto, pero las modificaciones de con-
torno que pueda presentar el objeto
completo sólo pueden afectar los dos
costados, externo é interno, pues las
paredes de las caras anterior y posterior están casi perfectas. En
el fémur del Hombre fósil de Ovejero esta parte falta casi comple-
tamente.
Fig. 88. Homo sapiens L. Fé-
mur en el que las lineas indi-
can los puntos en que se han
practicado los cortes.
152 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
A esta altura, el femar del hombre actual (fig. 34) maestra la
cara anterior ancha y deprimidaí y la posterior así como la exter-
na, muy convexas; el grueso y la convexidad del lado externo son
el resultado del gran desarrollo del gran trocánter. La gran con-
vexidad de la cara posterior es producida por el gran desarrollo de
la cresta intertrocanteriana que al ir á unirse al trocánter menor
aumenta considerablemente el espesor del hueso en este punto, de
donde resulta que el mayor diámetro antero-posterior tampoco
coincide con el medio del hueso sino que se encuentra colocado
/
Fig. 84. Homo tapien» L. Sección 1 Fig. 85. Tetraprothomo argentintu
del fémur tomada arriba del trocan- Amgh. Sección 1 del fémur tomada
ter menor. arriba del trocánter menor.
algo más al lado externo. Apesar de este engrosamiento de la
cara posterior producido por la cresta intertrocanteriana, el diá-
metro transverso es mayor que el antero-posterior; este mayor
diámetro transverso se debe al aplastamiento ó platimería de la
cara anterior, que, al mismo tiempo que ha disminuido el diámetro
antero-posterior ha enanchado el hueso considerablemente sobre
su costado interno por medio de la formación de la cresta susten-
tacular del cuello c. c, fig. 61.
En 2'etraprothomo (fig. 36), la cara anterior es bastante convexa
en su mitad externa, y deprimida ó casi excavada en la mitad
interna; la pequeña depresión de esta región representa el princi-
pio de la platimería del fémur humano, mientras que la convexidad
de la mitad externa está en relación con el desarrollo de la rama
trocanteriana s, e, de la línea sagital de mayor convexidad transver-
sal de la cara anterior (fig. 60). Como en Tetraprothomo la cresta
intertrocanteriana o (figs. 1, 31) es rudimentaria, la cara posterior
es relativamente muy deprimida, de donde resulta que el diáme-
tro antero-posterior es considerablemente mayor que el diámetro
transverso.
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPBOTHOMO ARGENTINUS. 153
Sección N.° 2. — En el fémur del hombre actual (fig. 36), la cara
anterior se conserva todavía plana (en algunos casos excavada)
debido á la misma causa que en la sección núm. 1, es decir la pla-
Fig. 86. Homo Bapieru L. Sección 2
del fémur, tomada pasando sobre el
trocánter menor.
Pig. 87. Tetraprothomo argenUnut,
Amgh. Sección 2 del fémur, tomada
pasando sobie el trocánter menor.
timería. En este punto lo que sobre todo distingue el fémur hu-
mano es la enorme protuberancia del costado ó ángulo posterior-
interno, constituida por el trocánter menor y la gran escotadura
que la separa del borde ó ángulo antero-interno, que corresponde
eí
\
Fig. 88. Hombre fósil de Ovejero.
Sección 2 del fémur, tomada pasando
sobre el trocánter menoi'.
Fig. 89. CercopUhecua sabttetií L.
Sección 2 del fémur, tomada pasando
sobre el trocánter menor.
á la fosa entotrocanteriana ft, fig. 10. No tomando en considera-
ción la protuberancia del trocánter menor, el diámetro transverso
se conserva todavía bastante mayor que el antero-posterior. La fo-
sa entotrocanteriana es el resultado del desarrollo de la cresta sus-
tentacular del cuello c, c, fig. 61. En el fémur del Hombre fósil de
Ovejero (fig. 38), aunque se conserva incompleta, se ve que era
Ahal. Mus. Nac. Bs. As., Seb. 8% t. iz. Septiembre 18, 1907. 11
154 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEtES.
muy convexa y sobre el borde interno no existe la escotadura co-
rrespondiente á la f oseta entotrocanteriana/%^ del fémur del hombre
actual, que separa el trocánter menor del borde interno del cuerpo
del hueso; éste se halla demasiado destruido para determinar la rela-
ción de los dos diámetros, pero dado el gran ancho de la cara inter-
na es probable que fueron más ó menos iguales. En Tetraprothomo
(fig. 37) la cara anterior es muy convexa; la posterior es deprimida
á causa del muy escs^o desarrollo de la cresta intertrocanteriana
y de la posición lateral del trocánter menor de donde resulta que el
diámetro transverso es considerablemente mayor que el diámetro
antero-posterior. Esta relación de los dos diámetros, y la posición
lateral del trocánter menor son indisputablemente caracteres muy
primitivos. Tampoco existe la fosa entotrocanteriana,' debido á la
posición lateral del trocánter menor, y también á que no se había
formado la cresta sustentaoular del cuello. En la ausencia de la
foseta entotrocanteriana, la ausencia de la cresta sustentaoular del
cuello, y en la gran convexidad de la cara anterior, el fémur de
Tetraprothomo coincide exactamente con el del Hombre fósil de
Ovejero. En Cereopithecus (fig. 39) la cara anterior del fémur es
también muy convexa, pero el trocánter menor tiene un desarro-
llo tan considerable que constituye una gran protuberancia que se
prolonga hacia atrás, y hacia adentro. No hay verdadera foseta en-
totrocanteriana ni el más mínimo vestigio de cresta sustentaoular
del cuello.
Sección N.^ 3. — En el fémur humano (fig. 40), la cara anterior
es apenas un poco convexa, pero la posterior lo es un poco más,
como también la del lado externo; la cara anterior es notablemente
más ancha que la posterior á causa de su mayor prolongamiento
hacia el lado interno, de modo que su diámetro transverso se con-
serva todavía mayor que el antero-posterior. La poca convexidad
de la cara anterior depende de la platimería que á menudo pro-
longa su acción hasta esta altura, mientras que el mayor prolon-
gamiento hacia adentro de la cara anterior sobre la posterior, es
todavía el resultado de la formación de la cresta sustentaoular del
cuello. El fémur del Tetraprothomo (fig. 41) y el del Hombre fósil
de Ovejero (fig. 42) que todavía no tienen el menor vestigio de
esta cresta, representan la forma más primitiva, y tienen en este
punto una sección transversal casi absolutamente igual; en ambos,
la cara anterior es muy convexa y la sección de contorno ovoide,
con el lado más ancho hacia adelante, y el más angosto que corres-
ponde á la línea áspera hacia atrás; el diámetro antero-posterior
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPEOTHOMO ARGENTINUS. 155
es considerablemente mayor que el diámetro transverso. En Cer-
copithecus (fig. 43) la sección es casi completamente circular, dis-
posición que resulta del gran tamaño del trocánter menor y de su
Fig. 40. Homo $<ip%ent L. Sección 8 Fig. 41. Teirctprotkomo argentinua
del fémur, tomada debajo del tro- Amgh. Sección 8 del fémur, tomada
canter menor. debajo del trocánter menor.
rotación hacia afuera producida por la acción del psoas-ilíaco. Esta
forma circular del cuerpo del fémur es propia de todos los mamí-
feros cuadrúpedos en los cuales el trocánter menor ha perdido su
o
Fig. 42. Hombre fósil de Ovejero. Fig. 48. Cercopüheua aabaeua L. Sec-
Seoción 8 del fémur, tomada debajo ción 8 del fémur, tomada debajo del
del trocánter menor. trocánter menor.
posición lateral y que al mismo tiempo ha adquirido un tamaño
considerable.
Sección N.^ 4, — Esta sección tomada en la mitad del largo del
fémur es la más importante, pues es acá que la línea áspera, tan ca-
racterística del fémur humano adquiere su mayor desarrollo y da
á la sección un contomo ovoide ó subtríangular con su eje mayor
en dirección antero- posterior, que es exclusivo del hombre y de
sus aliados ó precursores. La sección del fémur humano en este
156 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
punto (f ig. 44) maestra las tres caras, anterior, interna y extema
redondeadas, mientras que la cara posterior termina en una parte
enangostada que se prolonga hacia atrás y corresponde á la línea
Fig. 44. Homo tapien» L. Sección 4 Fig. 45. Tetraprothomo argeníinu$
del fémur, tomada hacia la mitad del Amgh. Sección 4 del femar, tomada
largo del hueso. hacia la mitad del largo del hueso.
áspera; el diámetro antero-posterior que pasa por la cúspide de la
línea áspera es notablemente mayor que el diámetro transverso.
Tanto el fémur del Tetraprotomo (fig. 45) como el del Hombre
o
Fig. 46. Hombre fósil de Ovejero. Fig. 47. Cereopithecus BobaeuM L.
Sección 4 del fémur, tomada hacia la Sección 4 del fémur tomada hacia la
mitad del largo del hueso. mitad del largo del hueso.
fósil de Ovejero (fig. 46), presentan en este punto absolutamente
la misma conformación que muestra el hombre actual, con la úni-
ca diferencia que en aquéllos se extiende por un trecho más largo
pues ya hemos visto que en la sección n.^ 3 presentan el mismo
contorno en todos sus detalles esenciales. La sección del fémur
de Cercopitkecus (fig. 47), conserva igualmente la misma forma
subcircular que le hemos visto en la sección n.** 3.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTmUS. 157
Sección N.^ 5. — Tomada un poco abajo de la bifurcación de la lí-
nea áspera. En este punto el cuerpo del hueso se ha enanchado
transversalmente y ha disminuido de diámetro antero-posterior en
los cuatro tipos que examino. En el hombre actual (fig. 48) la
Fig. 48. Homo sapiens L. Sección 5
del fémur, tomada on poco abajo de
la bifurcación de la linea áspera.
Fig. 49. Tetraprothomo argentinus
Amgh. Sección 5 del fémur, tomada
un poco abajo de la bifurcación de
la linea áspera.
cara posterior ha perdido la cresta y presenta apenas una pequeña
curva convexa; en relación á la cara anterior, la posterior aparece
como muy deprimida. El diámetro transverso es un poco mayor
que el antero-posterior. En el fémur del Hombre fósil de Ovejero
(fig. 50), el cambio es un poco menor; el contomo se ha vuelto un
poco menos ovoide y la cara posterior aparece como deprimida
O
Fig. 50. Hombre fósil de Ovejero.
Sección 5 del fémur, tomada un poco
abajo de la bifurcación de la linea ás-
pera.
Fig. 51. CercopiUcus sahaeus L. Sec-
ción 5 del fémur, tomada á la altura
correspondiente de los tres anteriores.
aunque no tanto como en el fémur del hombre actual; la promi-
nencia de la línea áspera representada por la rama extema de la
bifurcación se prolonga sobre el borde interno; ambos diámetros,
antero-posterior y transverso, son sensiblemente iguales. En Te-
168
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
traprothomo (fig. 49), el contorno ovoide ó sabtriangular se ha
transformado en subeliptico, con el diámetro mayor en dirección
transversal, y las dos caras anterior y posterior un poco convexas.
En CercopühecHS (fig. 51) se ha transformado en un contomo elíp-
tico perfecto con su mayor diámetro en sentido transversal.
Sección N.^ 6, — Tomada en la parte inferior de la superficie po-
plíte€i, un poco arriba de los cóndilos. En el hombre actual (fig. 52)
Fig. 52. Homo $apien$ L. Sección 6
del fémur, tomada en la parte infe-
rior de la superficie poplítea.
Fig. 58. Tetraprothomo argeniinu»
Amgh. Sección 6 del fémur, tomada
en la parte inferior de la super&cie
poplítea.
la sección se ha enanchado de un modo considerable, siendo de diá-
metro transverso mucho mayor que el diámetro antero - posterior.
La cara del lado externo es regularmente convexa; la cara anterior
Úy
Fig. 54. Hombre fósil de Ovejero.
Sección 6 del fémur, tomada en la par-
te inferior de la superficie poplítea.
Fig. 55. CercopUheeiu Boboeut L.
Sección 6 del fémur, tomada en la
parte inferior de la superficie poplítea.
es un poco deprimida en el medio, correspondiendo esta depresión
á la parte superior de la foseta suprarotular; la parte posterior es
fuertemente deprimida; el lado externo es mucho más grueso que
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO ARGENTINUS. 159
el interno y la superficie anterior describe una línea oblicua que
va á encontrarse con la de la cara posterior en donde terminan en
un borde relativamente delgado. En el Hombre fósil de Ovejero
(fig. 54) esta parte es incompleta pero parece que la forma ha sido
muy parecida á la del hombre actual. En Tetraprothomo (fig. 53)
el enanchamiento transversal es un poco menor y la forma es más
maciza, menos aplastada en sentido antero-posterior. El contorno
representa una cara anterior angosta y un poco cóncava en el me-
dio, y una cara posterior mucho más ancha y algo convexa, reuni-
das ambas por dos caras laterales planas y oblicuas ó en declive
de adelante hacia atrás. La sección del fémur de Cercopithecua
(fig. 65), representa un contomo cmí igual al del Tetraprothomo
con la única diferencia que la cara posterior es un poco menos
convexa.
En la exposición que precede, el hecho de mayor importancia es
el gran parecido del fémur de Tetraprothomo con el del Hombre
fósil de Ovejero en varios de los caracteres fundamentales.
Para que pueda apreciarse aun más el valor de estos datos, acom-
paño la sección correspondiente al número 4, es decir, á la mitad
del largo del fémur, tomada en el Hombre de Spy, en el Orangu-
tán, en el Gorila y en el Gibon.
En el Hombre de Spy (fig. 56), la sección es casi circular, pero
presenta un angosto y corto prolongamiento posterior correspon-
diente á la línea áspera de modo que su diámetro antero-posterior
es siempre un poco mayor que el diámetro transverso. En este
punto el Tetraprothomo se aproxima más al hombre actual que el
de Spy. El cuerpo del hueso relativamente delgado y cilindrico,
así como el pequeñísimo desarrollo de la línea áspera, comprueba
lo que he dicho más arriba: que este hueso estaba envuelto en
grandes masas musculares con pocas inserciones sobre la parte
diafisaria, indicando que el hombre de Spy era muy corpulento, y
de miembros inferiores muy gruesos, pero que no era un gran
caminador.
En el Orangután (fig. 57), la sección es elíptica con su diámetro
transverso notablemente mayor que el antero-posterior, y con las
dos caras anterior y posterior de convexidad casi igual. En el Go-
rila (fig. 68), la sección tiene igualmente un contorno elíptico con
su eje mayor en dirección transversal en uña forma más prolon-
gada que el Orangután, y con las caras anterior y posterior más de-
primidas. En el Gibon (fig. 69), la sección del fémur es circular
como en Cercopithectis y por las mismas causas expuestas al ocu-
parme de este último.
160
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
Besulta, que el Tetraprothomo es el único primato que en la
parte media del fémur presenta una sección ovoide ó subtriangu-
Fig. 56. Homo primigeniua (Hom-
bre de Spy). Sección 4 del fémur, to-
mada hacia la mitad del largo del
hueso.
Fig. 57. Simia iotyrus L. (Orangu-
tán). Sección 4 del fémur, tomada
hacia la mitad del largo del hueso.
lar con su mayor diámetro en sentido antero- posterior como en el
hombre, de donde se deduce que era como éste, un bípedo de posi-
ción erecta.
O
Fig. 58. GoriUa gorilla Wyman.
Sección 4 del fémur, tomada hacia la
mitad de su largo.
Fig. 59. HylobaUs ayndcíctylus Desm.
(Glbon). Sección 4 del fémur, tomada
hacia la mitad de su largo.
Es evidente que, tanto en Homo como en Tetraprothomo, la for-
ma subtríangular del cuerpo del fémur fué adquirida gradualmente
con el pasaje de la posición oblicua á la posición erecta; los más
antiguos antepasados, más allá del Tetraprothomo, debían tener un
fémur de sección elíptica con su mayor diámetro en dirección
transversal como en el Gorila ó en el Orangután, ó de sección más
ó menos cilindrica como en el Gibon ó en el Homunculus, Esto, es
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPBOTHOMO ARGENTINUS. 161
tanto más evidente, que en el niño de 2 á 3 años, el fémur no pre-
senta vestigios de torsión lateral, y el cuerpo del hueso hacia la
mitad de su largo, es csisi cilíndríco, ligeramente aplastado de ade-
lante hacia atrás, y un poco elíptico hacia las extremidades. La
linea áspera, recién empieza á diseñarse hacia los 5 años y es á
esta misma edad que empieza á modificarse el contorno del cuerpo
del hueso, diseñándose gradualmente la forma subtriangular que
recién aparece perfecta en la adolescencia.
Me queda todavía un carácter importante que examinar, refe-
rente á la torsión del fémur.
Conócese con el nombre de torsión femoral la desviación que
presentan la cabeza articular y los cóndilos con relación al eje lon-
gitudinal del hueso. Como no es mi objeto entrar en detalles á este
respecto, me limitaré á indicar que, basta colocar un fémur humano
en posición vertical y mirarlo de arriba para apercibirse que la
cabeza y el cuello aparecen con relación á los cóndilos, como vuel-
tos hacia adelante, y el cóndilo interno con relación al cuello y ca-
beza, como vuelto hacia atrás. Si en esta posición suponemos ó tra-
zamos en realidad una línea transversal en el medio del cuerpo del
hueso en la mitad de su largo, nos apercibimos que la cabeza femo-
ral se encuentra desviada hacia adelante de esta línea transversal,
mientras que el cóndilo interno aparece como desviado hacia atrás
de la misma línea. Es una conformación igual á la que resultaría,
si suponiendo el hueso flexible, se hubiera tomado con las manos
por sus dos extremidades (cabeza articular y cóndilo interno), tor-
ciéndolas en sentido inverso, la cabeza femoral y el cuello hacia
adelante y el cóndilo interno hacia atrás. Es esta tercedura á la
que se ha dado el nombre de «torsión femoral» y se supone ha sido
producida por el cambio de la marcha cuadrúpeda á la marcha
bípeda y á la posición erecta, ó por lo menos que ese cambio de
posición ha producido su mayor acentuación.
En efecto, esta torsión, más ó menos acentuada se encuentra en
todos los mamíferos, pero es en el fémur del hombre, y especial-
mente en el de la raza negra, que la torsión femoral alcanza su
más alto grado, siguiéndole después los antropomorfos y de entre
éstos el Q-orila que á este respecto es el que se acerca más al Hom-
bre. Esta circunstancia parece confirmar la suposición de que el
más alto grado de torsión resulta del pasaje de la marcha cuadrú-
peda á la marcha bípeda.
A este respecto sería pues interesante poder determinar el grado
de torsión del fémur de nuestro Tetraprothomo. Desgraciadamente
162 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
faltan la cabeza femoral y el cuello, pero existe la base de este
último, y nos da un punto de apoyo suficiente para poder afirmar
que la torsión femoral era todavía mayor que en el hombre actual.
La figura que presenta el mencionado fémur visto por el lado in-
terno (figs. 9 y 28), nos muestra la parte superior del borde in-
terno al nivel de la región entotrocanteriana ft^ fuertemente en-
corvado hacia adelante; la parte más superior de esta línea en
donde el fémur está roto, corresponde á la base del cuello, que
continuándolo según la curva de la parte existente, viene á re-
sultar que estaba vuelto hacia adelante en un grado notablemente
más acentuado que en el hombre actual. Esto se ve muy clara-
mente comparando la mencionada curva del fémur del Tetrapro-
{homo (fig. 9) cou la que describe el fémur de Homo sapiens (figura
10) en la misma región. Luego, la torsión femoral era en Tetra-
prothomo evidentemente mayor que en Homo, y si la mayor acen-
tuación de este carácter es indicio de una marcha bípeda en posi-
ción erecta, entonces indica que Tetraprothomo era de posición tan
perfectamente erecta como Homo.
Esta deducción encuentra una confirmación completa en la tor-
sión lateral del cuerpo del hueso, á la cual parece que los anato-
mistas no han prestado hasta ahora atención, y que sin embargo,
bajo este punto de vista es todavía de mayor importancia que la
torsión femoral determinada por el cambio de orientación en sen-
tido inverso de las extremidades.
Ya he dicho anteriormente que en el fémur de Tetraprothomo^
la cara anterior del cuerpo del hueso desde el borde inferior del
trocánter menor hasta la foseta suprarotular es redondeada ó con-
vexa transversalmente, pero que la línea culminante ó sagital de
la convexidad, no es una recta como en la generalidad de los ma-
míferos, sino una ligera curva sigmoide. Esta conf armación res-
ponde á la serie de líneas curvas entrantes y salientes de que he
hablado más arriba, curvas que dependen de la forma del cuerpo
del hueso, el cual, en vez de ser recto está retorcido sobre sí mismo
describiendo en torno de su eje longitudinal central una línea en
espiral (ó helicoide); á primera vista, el cuerpo del hueso aparece
torcido en la misma forma que una rama flexible que cogida por
sus dos puntas se le imprimiera un movimiento lateral en sentido
inverso. Partiendo de la línea transversal m (fig. 60), que correspon-
de á la mitad del largo del hueso, se observa que la mitad superior
aparece como torcida hacia afuera y hacia adelante, y la mitad infe-
rior hacia adentro y hacia atrás. La orientación de las flechas en
las figuras adjuntas (figs. 60 y 61) indica las direcciones según las
AMEGHINO: SOBBE EL TETEAPEOTHOMO ABGENTINUS. 168
Pig. 60, Tetraprothomo argeiUinui
Am^h. Fémtir izquierdo, visto por la
cara anterior. «, m, linea sagital de
la mayor convexidad transversal de
la cara anterior, «, e, rama trocante-
riana de la linea sagital; 9, o, rama cer-
vical de la linea sagital; U trocánter
menor; m, eje medio transversal de la
linea longitudinal de torsión; +, pla-
no platimérico. La orientación de las
flechas indica las direcciones en que
ha actuado la presión que ha produ-
cido la torsión.
Fig. 61. Homo sapiens L. Fémur iz-
quierdo, visto por la cara anterior. «,o,
curso primitivo de la rama cervical
desaparecida; c, c, cresta sustentacu-
lar y su linea de mayor convexidad,
que ha substituido la línea cervical
«, o, desaparecida. Los demás signos
como en la figura precedente.
164 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
cuales ha actuado la presión que ha producido la torsión del cuer-
po del hueso. En la mitad superior, el costado interno ha sido
echado hacia afuera y hacia adelante según la dirección de la
flecha 1, y el extemo en sentido inverso, hacia adentro y hacia
atrás según la dirección de la flecha 2. En la mitad inferior, el
costado interno ha sido empujado hacia adentro y hacia atrás, se-
gún la dirección de la flecha 3, y en el costado izquierdo, hacia
afuera y hacia adelante en la dirección de la flecha 4. De esto re-
sulta que la línea cuspidal ó sagital, correspondiente á la mayor
convexidad transversal, o, «, ss, traza una curva sigmoide que
partía del medio de la cabeza articular bajando hasta alcanzar en
«, la línea media longitudinal del cuerpo del hueso, describiendo
en este trayecto de o & $ una gran curva convexa al lado externo
y cóncava al interno; á partir del punto ir, la línea sagital de mayor
convexidad transversal, corre hacia abajo hasta terminar en ss,
sobre la cresta externa de la troclea rotular, describiendo una
gran curva en dirección opuesta á la precedente, esto es, cóncava
hacia afuera y convexa hacia adentro. Ahora, examinando en con-
junto el trayecto de esta curva sigmoide o, s, 5í, se ve presenta las
mismas inflexiones de los bordes interno y externo del hueso que
he examinado más arriba (págs. 136-137), de donde se despren-
de que éstas tomaron origen en la torsión lateral del cuerpo del
hueso.
En la parte superior del hueso, en el punto s (fig. 60), en donde
la linea sagital se desvía hacia adentro en dirección ala cabeza ar-
ticular, se produce una bifurcación, desprendiéndose una rama
externa 8, e, corta y baja, que va á terminar en la parte inferior
del ángulo ántero extemo del gran trocánter. El espacio triangu-
lar -f- comprendido entre esta bifurcación, es la región platimérica
subtrocanteriana, en este caso de extensión relativamente reducida
y de superficie plana.
Inútil sería buscar en los mamíferos cuadrúpedos algo de lejana-
mente parecido á lo que acabo de describir en el fémur del Tetrc^
prothomo. En aquellos cuyo fémur presenta un mayor parecido
con el del hombre, ya hemos visto que el cuerpo del hueso (fig. 27
y 32) es derecho, sin vestigio de torsión lateral, con sus dos bordes
interno y externo sin trazas de curva sigmoide y, por consiguiente,
rectos ó casi rectos. En este mismo caso se encuentran los fémures
de monos, que representan las figuras 7 y 8. En todos esos mamí-
feros cuadrúpedos de posición más ó menos horizontal y con un
fémur que presenta un lejano parecido con el del hombre, la línea
AMEGHINO: SOBEE EL TETRAPBOTHOMO AEGENTINÜS. 165
vii&.^_
h Ti-
i,¡'
sagital 8y 88, de la cara anterior de este hueso (fig. 62) es una recta
que baja del borde superior del gran trocánter al centro del borde
superior de la troclea rotular dividiendo el cuerpo del hueso lon-
gitudinalmente en dos mitades
iguales.
La torsión lateral del cuer-
po del hueso y demás caracteres
que la acompañan sólo se en-
cuentra en el fémur del hombre,
aunque no tan acentuada como
en el del Tetraprothomo, á causa
de modificaciones que se han
producido en época relativamen-
te reciente. La línea sagital s, S8
(fig. 61), es absolutamente igual
como en el fémur de Tetrapro-
ihomo (fig. 60), describe la mis-
ma curva cóncava hacia afue-
ra y convexa hacia adentro, y
también termina abajo en la cres-
ta rotular externa. En la mitad
inferior, la cara lateral interna
se encuentra igualmente desviada
hacia adentro y hacia atrás, y la
lateral externa hacia afuera y ha-
cia adentro.
En donde aparecen algunas di-
ferencias es en la parte superior,
que son las de origen neogeno á
que he hecho referencia más arri-
ba. Acá, en el fémur del hombre,
la región platimérica subtrocan-
teriana -|- (fig. 61) es considera-
blemente más ancha, más exten-
dida de arriba hacia abajo, más
deprimida y á menudo excava-
da. Como consecuencia de esta
excavación y alargamiento de la
región platimérica, la rama exter-
na 8y e de la linea sagital, se ha vuelto más larga, más angosta
y más prominente, mientras que la rama interna 5, o ha desapare-
Fig. 62. Félis pardtis L. Fémur iz-
quierdo, visto de adelante, mostrando
la linea sagital de mayor convexidad
transversal «, a.
166 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
cido completamente, pues la parte ó región que recorría ha sido
invadida por la depresión de la región platimérica. En cambio ha
aparecido una nueva linea en relieve» c, c (fig. 61), colocada más
sobre el borde interno, y que, de la base del cuello va hacia abajo,
limitando al lado interno la región platimérica sobre la cual forma
r^eve. Es claro que esta linea no tiene nada que ver con la primi-
tiva ramik interna s, o, ni tiene con eUa ninguna relación, y la prue-
ba la tenemos en que esta línea c, c se prolonga hacia abajo bas-
tante más allá que la parte superior de la línea sSy «, corriendo
paralelamente á ésta por un trecho relativamente largo.
Esta línea en relieve c, c corresponde á una cresta lateral inter-
na ó sustentacular del cuello, de formación relativamente reciente,
y destinada á compensar el alargamiento del cuello dándole ma-
yor resistencia. Es esta cresta á^ nueva formación que en esta
parte oscurece un poco la torsión lateral del hueso ; pero si se hace
abstracción de esta cresta, y tenemos^ presente que la gotera que la
separa de la región platimérica represegita el antiguo borde interno
del hueso y la línea de presión de la flacha 1, entonces la torsión
lateral aparece á la vista de un modo ciysi tan acentuado como en
Tetraprothomo.
Puede decirse que 1^ torsión lateral primitiva se encuentra acá
oscurecida por una sunertorsión más reciente en dirección de la
flecha 6, producida por la torsión ó inversión hacia adelante de la
cresta sustentacular de} cuello c, c; esta inversión fué á su vez el
resultado de una mayor inversión de la cabeza femoral hacia ade-
lante, es decir de un aumento en el grado de torsión femoral ter-
minal.
En el fémur del Homo sapiens la formación de la cresta susten-
tacular del cuello Cy c, ha modificado la conformación de la parte
superior del hueso de una manera profunda. Esta parte, en pro-
porción del mayor largo y del mayor adelgazamiento adquirido
por el fémur humano, se ha ensanchado y la región de la cara
anterior se ha vuelto muy deprimida, produciendo la llamada pia-
timería antero-posterior ó subtrocanteriana, cuyo origen se ha
querido buscar en la acción exclusiva de la inserción del crural; en
cuanto á la llamada platimería transversal, es una conformación
más primitiva, que no me parece tenga relación con la platimería
subtrocanteriana que proviene exclusivamente de un aplasta-
miento limitado á la cara anterior del hueso.
El borde libre de la cresta sustentacular del cuello, avanzando ha-
cia adentro ha formado un borde interno delgado, el cual mirando
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ABGENTÍNUS. 167
el hueso de adelante oculta en gran parte y á veces completamente
el trocánter menor; este avance de la cresta sobre el lado interno,
ha determinado la formación entre la cresta y el trocánter menor,
de la fosa cóncava entotrooanteriana ft (fig. 10) que falta en el
Tetraprothomo en donde está reemplazada por la gotera que re-
sulta del ángulo que forma la base del trocánter con la cara in-
terna del hueso; ya hemos visto que esta fosa entotrocanteríana
falta también en el fémur del Hombre de Spy y en el del Hombre
fósil de Ovejero.
La misma cresta sustentacular aumentando el ancho del cuello
y su espesor en la base y hacia adelante, hace que éste forme con
el cuerpo del hueso un ángulo aparentemente más abierto de lo
que realmente sería si no existiera la mencionada cresta; de ahí
también que la cabeza femoral aparezca formando con el cuerpo
del hueso un ángulo aparentemente más abierto.
La torsión femoral terminal y la torsión femoral lateral del
cuerpo del hueso, la línea sigmoide sagital de la mayor conve-
xidad transversal de la cara anterior, y las líneas sigmoides de la
cara anterior y de los bordes laterales, reunidas en conjunto, son
exclusivas del fémur adaptado á la marcha bípeda y á la posición
erecta; sobre este punto hay una certitud casi absoluta.
La aparición de todos estos caracteres en el fémur del Tetrapro-
thomo y su mayor acentuación que en el fémur del hombre de las
épocas más recientes, indica el pasaje de la posición oblicua ó se-
mibípeda á la posición erecta perfecta. Este cambio de posición
produjo la rotación de la cabeza femoral hacia adelante, y la in-
versión del cóndilo interno hacia atrás y hacia adentro. A su vez^
. el cambio de posición de las partes terminales ó epifisarias, pro-
dujo la torsión lateral del cuerpo del fémur, dándole una forma
especial apta para soportar con mayor facilidad el peso del cuerpo,
proporcionalmente mucho más grande en el Tetraprothomo que en
el hombre actual.
En la evolución sucesiva que conduce al Homo sapiens^ el cuer-
po volviéndose gradualmente más esbelto y más alto, ya no tuvo
necesidad de un fémur tan corto ni tan grueso; este adelgaza-
miento del cuerpo y la continuación de la marcha bípeda^ alargó
considerablemente el fémur que se volvió más delgado, atenuán-
dose gradualmente la torsión lateral del cuerpo del hueso, y ocul-
tándola casi por completo en su parte superior la aparición de la
cresta sustentacular del cuello.
Las deduciones precedentes están confirmadas por la confor-
168 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
mación del fémur en algunas de las especies ó razsis humanas fó-
siles, que aparece como perfectamente intermediaria entre la de
Homo sapiens típico y la del TetraprotJMtnOj acercándose en algu-
nos casos más de este último que del primero.
En el fémur del Hombre de Spy (Homo primigenius) la tor-
sión lateral del cuerpo del hueso es mucho más aparente que
en el fémur de Homo sapiens. Las curvas sigmoides laterales son
más pronunciadas, como también la de la línea sagital de la mayor
convexidad transversal de la cara anterior; el cuerpo del hueso es
más redondeado, la cara extema de la parte superior inmediata-
mente debajo del gran trocánter no es ancha y plana como en el
hombre, sino oblicua de adelante hacia atrás y de adentro hacia
afuera; la región platimérica es relativamente reducida y poco
deprimida; en la parte superior existe bien visible la rama interna
s, o de la línea sagital anterior; el borde interno de la parte su-
perior es grueso y redondeado, sin que aun se vea ningún vestigio
de la cresta sustentacular del cuello, y por consiguiente, tanto éste
como la cabeza, aparecen separados del cuerpo del hueso por un
ángulo aparentemente menos abierto ; la f oseta entotrocanteriana
todavía no ha aparecido ó existen de ella apenas los primeros ves-
tigios. Todos estos caracteres que alejan el Hombre de Spy del
Homo sapiensj lo acercan al contrario del Tetraprothomo. Se acerca
también de este último en el enorme desarrollo de los cóndilos, en
el cuerpo del fémur más redondeado, en el plano poplíteo menos
deprimido, en la foseta suprarotular menos triangular y más pro-
funda, en el menor desarrollo de la línea áspera, en la curva fuer-
temente cóncava del borde lateral externo, y algunos otros carac-
teres de menor importancia, de los cuales he tenido ocasión de
ocuparme en varias de las páginas que preceden.
ün punto en que el Hombre de Spy, se aleja tanto de Homo
sapiens como de Tetraprothomo^ y aun más de este último que del
primero, es la fuerte inversión del cóndilo externo hacia afuera,
casi tan pronunciada como la del cóndilo interno hacia adentro, y
que da á la parte inferior del fémur ese enanchamiento brusco que
se ha designado con el nombre de «forma de corneta». No se trata
ciertamente de un carácter primitivo, sino adquirido en relación
con el gran peso del cuerpo y el gran desarrollo de los músculos
que de la cadera y de la parte superior del fémur van á la extremi-
dad inferior de éste, á la rodilla y á la parte superior de la tibia.
Como el enanchamiento no podía producirse sobre el cóndilo in-
terno ya muy invertido hacia adentro, se produjo sobre el cóndilo
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPEOTHOMO AEQENTINUS. 169
externo invirtiéndolo hacía afuera. Este enanchamiento con igual
desarrollo no se presenta en ninguna de las razas existentes^ ni aun
eu las más robustas, lo que constituye una prueba más de que el
Homo primigenius no es un antecesor del Homo sapiens sino una
especie completamente extinguida.
El fémur del Hombre fósil de Ovejero que remonta al pampeano
más superior, presenta caracteres intermediarios de igual ó mayor
importancia. Ya se ha visto más arriba que difiere del de Tetra-
prothomo por el enorme desarrollo de la linea áspera que ha to-
mado la forma de una gran pilastra excesivamente saliente, y por
el gran arqueamiento del cuerpo del hueso hacia adelante; este
último carácter lo acerca del hombre de Spy, mientras que la pi-
lastra lo acerca de algunas razas más recientes y de algunas de las
actuales. Todos los demás caracteres del Hombre fósil de Ove-
jero son primitivos, iguales ó muy parecidos á los que distinguen
el Tetraprothomo.
Haciendo abstracción de la pilastra, el cuerpo del hueso es muy
redondeado y sobre todo de cara anterior transversalmente más
convexa que en Tetraprothomo, La parte superior de la cara ante-
rior debajo del gran trocánter señalada con las letras pl (fig. 65) es
la única plana y de extensión muy reducida, absolutamente igual á
la región correspondiente en Tetraprothomo, A esta altura, sobre el
lado interno el borde del hueso es grueso y redondeado, sin el me-
nor vestigio de la cresta sustentacular del cuello é igualmente sin
vestigios de la foseta entotrocanteriana, conformación en un todo
idéntica á la del Tetraprothomo,
Sobre el lado opuesto, esto es el externo, llama la atención una
fuerte tuberosidad 6 (fig. 66) de contorno elíptico muy prolongado,
con su eje mayor de arriba hacia abajo, colocada sobre el límite
del borde posterior formando igualmente protuberancia hacia
atrás (&, fig. 63), y limitada adelante por una gotera ó depresión
oblicua que corre hacia abajo y da vuelta hacia atrás hasta confun-
dirse con la gran depresión que limita hacia afuera la línea áspera
y en la que se aloja la parte posterior externa del crural. Esta
depresión no tiene absolutamente nada que ver con la fosa hipo-
trocanteriana, colocada siempre inmediatamente al lado externo
de la rama externa de la línea áspera, pero aquí no existe. Esta gran
tuberosidad 6, se encuentra al lado externo de la rama externa de
la línea áspera, pero no hay que confundirla con el trocánter ter-
cero pues éste cuando existe se desarrolla invariablemente sobre
la misma rama externa y participa del mismo aspecto rugoso que
Amal. Mus. Nac. Bs. As., Seb. 8% t. ix. Septiembre 21, 1907. 12
170
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
;V.í
■/
rf'\/l
m
w.\
Fig. 68. Fémur derecho del Hombre
fósil de Ovejero, visto por la cara ante-
rior reducido á. una mitad del tamaño
natural. Colecciones del Museo Nacional
de Buenos Aires.
Fig. (i4. El mismo fémur de la
figura precedente visto por el lado
interno á la misma escala.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGÉN IINUS. 171
Sí ^'
M A.3
ji
ñ
'fC-
m
Pig. 66. Fémur derecho del Hom-
bre fósil de Ovejero, visto por la cara
posterior reducido á la mitad del ta-
maño natural ^
Fig. 66. El mismo fémur de la fi-
gura precedente visto por la cara ex-
tema á la misma escala.
* En el dibujo no se puede reconocer el enorme desarrollo que tenia la linea
áspera de este fémur, porque la parte libre saliente se encuentra destruida por
haber sido hacheada con un instrumento cortante cuando el hueso estaba todavía
fresco, sin duda con el objeto de destruir las inserciones musculares.
172 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ésta. La tuberosidad elíptica en cuestión es considerablemente
más saliente que la rama externa de la línea áspera, y no es de
superficie rugosa, de modo que no estaba destinada á inserciones
tendinosas sino que estaba cubierta por un másenlo carnoso. En
toda la superficie de la tuberosidad y en la gotera ó depresión que
la limita hacia adelante^ se ven varias perforaciones vasculares de
tamaño relativamente considerable. La mencionada tuberosidad
aumenta considerablemente el diámetro antero-posterior del cuer-
po del hueso en este punto, mientras que la gran gotera que la
limita hacia adelante da á la cara externa del hueso una forma
ancha y deprimida. Es un ejemplo de platimería transversal, que
en este caso me parece es efectivamente el resultado de un enorme
desarrollo del crural, desarrollo que también.lo demuestra el gran
ancho y la gran profundidad de la gotera del lado externo de la
encime pilastra que posee este fémur.
La gotera que limita hacia adelante esta gran tuberosidad estaba
ocupada por las inserciones del haz superior externo del crural,
que era sin duda muy desarrollado, mientras que la fuerte rama
extema superior de la línea áspera, indica una inserción del glúteo
mayor igualmente muy fuerte, pero, como ya he dicho sin vesti-
gios de fosa hipotrocanteriana. El haz externo del crural descen-
día oblicuamente por la depresión que limita la tuberosidad y en
la parte inferior de ésta cruzaba el hueso casi transversalmente
para pasar á la parte posterior y extenderle en la gran gotera
longitudinal contigua al lado externo de la línea áspera. Por un
lado la tracción de la inserción del glúteo mayor hacia arriba y
hacia atrás, y por el otro la presión del haz superior externo del
crural, dieron lugar á un crecimiento ó expansión del hueso en la
región intersticial entre ambos músculos que se levantó en forma
de tuberosidad.
En el fémur del hombre actual no existe esa tuberosidad como
carácter constante, pero suele presentarse á veces en forma rudi-
mentaria, y la he visto regularmente desarrollada en fémures
prehistóricos de Patagonia procedentes de individuos muy robus-
tos, conjuntamente con una fosa hipotrocanteriana fuertemente
acentuada. En el fémur del Hombre de Spy, según el molde
que tengo á la vista, la tuberosidad existe, en forma igualmente
alargada, y seguida hacia adelante de la misma depresión ó gote-
ra, pero es mucho menos desarrollada que en el fémur del Hom-
bre fósil de Ovejero; además no presenta absolutamente la misma
dirección sino que se encuentra sobre la cara externa, más sobre
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO ARGENTINUS. 173
el lado anterior que sobre el posterior, y está vuelta completa-
mente hacia afuera. Como el fémur del Hombre de Spy tiene la
linea áspera casi rudimentaria, quiere decir que la formación de
la tuberosidad en cuestión no tiene ninguna correlación con la
gran pilastra como podría hacerlo suponer el fémur del Hombre
fósil de Ovejero. La explicación que he dado para el fémur de este
último, se aplica igualmente á la del fémur del Hombre de Spy.
Las curvas que describe el cuerpo del hueso del fémur del Hom-
bre fósil de Ovejero, son las mismas qué se observan en el fémur
del hombre actual, pero más pronunciadas, algunas tanto ó más
que en el Tetraproíhomo.
De estas curvas, merece una mención especial la de la cara an-
terior, pues presenta una línea en curva sigmoide muy pronun-
ciada; esta curva, muy visible en la figura 66, que muestra el
hueso visto por el costado interno, es producida por la inversión
hacia adelante de la parte de la cara anterior é interna que en su
prolongamiento forma el cuello, inversión ó arqueamiento hacia
adelante más pronunciado que en el fémur del hombre actual (fi-
gura 10), pero absolutamente igual al del fémur del Tetraproíhomo
(figs. 9 y 28j. De esto es permitido deducir que la cabeza femoral
por lo que respecta al cuerpo del hueso, se encontraba colocada
más hacia adelante que en el fémur del hombre actual, lo que in-
dicaría no sólo una mayor torsión femoral terminal, sino también
una mayor torsión lateral del cuerpo del hueso.
En lo que se refiere á esta última torsión, este es realmente el
caso. Mirando el hueso por la parte posterior y colocado de ma-
nera que la superficie del plano poplíteo mire directamente hacia
atrás (fig. 63), tenemos que la pilastra aparece sumamente incli-
nada hacia afuera tomando una posición lateral que deja visible
una mayor extensión del costado interno, como sucede en el fémur
de Tetraproíhomo; á medida que la pilastra asciende hacia arriba
toma con relación al plano poplíteo una posición todavía más la-
teral, hasta que en la parte superior al lado de la tuberosidad &,
su borde libre constituye una línea saliente al lado externo, que
más ó menos coincide con la del plano poplíteo. Es un grado de
torsión del cuerpo femoral comparable al que muestra el fémur del
antecesor del hombre de Monte Hermoso. De las que me son cono-
cidas, la raza fósil de Ovejero es la única que en este importantísi-
mo carácter de la torsión lateral del cuerpo del fémur coincide
casi exactamente con el Tetraproíhomo.
174 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ATLAS DEL TETRAPROTHOMO.
La vértebra cervical á que me he referido más arriba, es un
atlas casi perfecto, que se conserva en las colecciones del Museo
de La Plata, y fué traído de Monte Hermoso por el señor Santiago
Pozzi cuando formaba parte del personal de ese establecimiento.
El Dr. Francisco P. Moreno, según me lo ha manifestado per-
sonalmente no hacen muchos días, vio la vértebra todavía engas-
tada en parte de la roca, lo que no impidió que reconociera inme-
diatamente que tenía todo el aspecto de un atlas humano, pero
ocupado en otros trabajos no tuvo oportunidad de examinarla con
mayor detenimiento. Desde entonces, dicha vértebra pernlaneció
olvidada durante largo tiempo, hasta que el Dr. Santiago Eoth
jefe de la sección de paleontología del Museo de La Plata, la en-
contró un día en las colecciones de fósiles de Monte Hermoso, to-
davía envuelta en la misma roca; procedió á desembarazarla de la
ganga, y reconociendo que tenía todo el aspecto de un atlas hu-
mano de dimensiones muy reducidas^ lo pasó á las colecciones de
antropología del mismo establecimiento. Con motivo del descu-
brimiento del fémur que acabo de describir, se me ocurrió que la
vértebra en cuestión podría proceder del mismo género, y pedí
examinarla. El Dr. Roberto Lehmann-Nitsche, jefe de la sección
antropológica de ese establecimiento, accediendo á mi deseo, me la
facilitó por unos días, atención que agradezco debidamente, pues
me ha proporcionado la oportunidad de estudiar una pieza intere-
santísima, puesto que del examen que de ella he hecho resulta
pertenece, no precisamente al hombre, sino á su precursor.
Esta pieza, como se verá por los detalles que siguen, no es del
género Homo, pero, por otra parte, se acerca tanto al atlas del
hombre, que es indudable procede de un ser muy parecido, que
fué su precursor, y éste no puede ser otro que el Tetraprothomo.
A primera vista produce la impresión de pertenecer á un animal
de mayor tamaño, pero de las comparaciones que he hecho con
otros mamíferos no arborícelas que presentan un fémur más ó
* Es sobre datos verbales que me habla comunicado el Dr. Both, que en mi
último trabajo hice mención de esa pieza como una vértebra cervical muy pe-
queña, pero que en vista de la gran antigüedad del yacimiento de donde pro-
cedía, debía ser, no del hombre, sino del precursor del hombre (Amrohino F., Let
formations sedimerUaireSf etc. AncU, Mus, Nac. de Buenos Aires^ ser. 8.*, t. vm,
p. 450, a. 1906).
AMEGHINO: SOBRE EL TETBAPEOTHOMO AEGENTINTJS. 176
menos de las mismas dimensiones que el del Tetraprothomo, resalta
que aquéllos tienen el atlas tan grande, ó aun más grande que
éste. Hay también que recordar que el fémur del Tetraprothomo
indica un cuerpo proporcionalmente más grueso que el del hombre,
de manera que proporcionalmente también debía tener un atlas
más grande.
A esto debe agregarse, que el examen del hueso independiente-
mente de las consideraciones anteriores, en alguno de sus detalles
demuestra debía soportar un cráneo proporcionalmente de mayor
volumen que el del hombre, de donde se infiere, que también el
atlas debía ser de tamaño proporcionalmente mayor. Por otra
parte, si se establece la relación de tamaño entre el atlas de un
chimpancé joven de sólo 56 centímetros de alto del que doy el
dibujo en la figura 69, el atlas que supongo del Tetraproituynw
representado en la figura 67 y que según el fémur debía alcanzar
1^06 á I^^IO de alto, y el de la figura 68 que procede de un hom-
bre de talla mediana, se ve muy bien que el atlas fósil de Monte
Hermoso corresponde perfectamente á la talla y á la corpulencia
del Tetraprothomo argentinus. Si juzgáramos la talla del individuo
que poseía esa vértebra tomando por término de comparación al
hombre, nos daría una estatura alrededor de 1^40, pero como el
fémur indica un cuerpo proporcionalmente más robusto que el del
hombre, y á su vez la vértebra un cráneo proporcionalmente más
voluminoso, se desprende que hay concordancia perfecta entre el
tamaño de la vértebra y el del fémur.
Seguramente, no puede desecharse en absoluto la posibilidad
de que las dos piezas, el fémur y el atlas, procedieran de dos ani-
males específicamente ó aun genéricamente distintos, pero esto
implicaría la existencia en Monte Hermoso de dos precursores del
hombre, lo que por ahora me parece, no diré imposible, pero sí
altamente improbable, y hasta prueba de lo contrario, me parece
más lógico y prudente referirlas á uno solo.
El atlas humano presenta un considerable número de variacio-
nes individuales de las que voy á prescindir, tomando sólo en
cuenta aquellos caracteres que no varían, ó cuyas variaciones
puedan relacionarse con caracteres propios del precursor.
Antes de entrar en los detalles que caracterizan esta pieza, es
necesario demostrar que realmente es de un primate del mismo
grupo que el hombre y los antropomorfos.
Excepción hecha de los primatos, en todos los demás mamíferos
las apófisis transversas del atlas constituyen dos láminas orienta-
176 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
das de adelante hacia atrás, esto es perpendioolares al plano trans-
versal de las vértebras, y en la misma dirección del eje longitudinal
de la columna vertebral; prolongadas ambas láminas hacia la línea
mediana de modo que se unieran dividirían la vértebra y el agujero
vertebral en dos mitades, una superior y la otra inferior, ó anterior
y posterior en el hombre.
En los primates hay dos tipos distintos. Un9 constituido por los
monos arborícelas y cuadrúpedos, tiene las apófisis transversas
del atlas, con la misma orientación que todos los demás mamíferos.
El otro, constituido por los de posición semierecta y erecta, es
decir por el hombre y los antropomorfos, tiene las apófisis trans-
versas en forma de láminas en dirección transversal, esto es, para-
lelas á las caras anterior y posterior (ó superior é inferior en la
posición erecta) de la vértebra, ó sea en dirección transversal al
eje vertical de la columna vertebral.
Esta división es fundamental, pues separa el hombre y los antro-
pomorfos, no sólo de todos los demás mamíferos, pero también de
todos los demás primates, aunque en varios de estos últimos se
observa una conformación intermediaria entre la del hombre y los
antropomorfos de un lado y los demás mamíferos del otro.
El atlas del Tetraprothomo tiene las apófisis transversas en for-
ma de láminas transversales paralelas á las caras superior é infe-
rior de la vértebra ó sea en dirección transversal al eje vertical de
la columna vertebral. Se trata pues de un primate que forma
parte del mismo grupo que el hombre y les antropomorfos.
A esta conformación en la dirección de las apófisis transversas
del atlas, va unida otra de igual importancia. En los mamíferos
en general, provistos de una apófisis transversa en forma de lámi-
na en dirección longitudinal, la pared ósea que encierra el agujero
vertebral forma una especie de tubo elíptico ó subelíptice alargado
en la misma dirección del eje longitudinal de la columna vertebral.
En el atlas del hombre y de los antropomorfos este tubo es tan
comprimido de adelante hacia atrás (ó de arriba hacia abajo en la
posición vertical) que la pared ósea que encierra el agujero verte-
bral se ha vuelto ó ha quedado tan corta y delgada que tiene el
aspecto de un anillo, en el cual las dos caras articulares de cada
lado constituyen dos masas óseas macizas en forma de pilares.
Los menos en general presentan también á este respecte una
conformación intermediaria entre la del hombre y de los antropo-
morfos de un lado, y la de los demás mamíferos del otro.
El atlas del Tetraprothomo es aplastado en dirección antero-pos-
AMEGHINO: SOBRE EL TETBAPROTHOMO ARGENTINÜS. 177
teríor (ó de arriba hacia abajo) y presenta la forma de anillo con
dos pilares laterales, conformación característica del hombre y de
los monos antropomorfos.
Fig. 67. Tetraproíhomo argentinus Amgh. Atlas, visto de arriba, en tamaño
natnral. Mioceno superior '^e Monte Hermoso. Oolecciones del Museo de La
Plata, a, arco-anterior ó ventral, cuya elevación mediana representa el tubérculo
anterior del arco; p, arco posterior ó dorsal; o, agujero vertebral; ¿, apófisis trans-
versa; V, perforación vértebroarterial longitudinal; c, gotera vértebroarterial
transversal; u, cavidad glenoides ó superficie articular superior; d, tubérculo para
la inserción del ligamento atlodontoides; t, depresión vascular; «, estribo de la
masa del atlas.
Tenemos pues la prueba absoluta de que el Tetraprothomo no
sólo es un primate, sino que forma parte del mismo grupo consti-
tuido por el hombre y los antropomorfos.
Fig. 68. Homo sapiena- Jj, Atlas, visto de arriba, en tamaño natural. Mismas
letras que la figura precedente.
178 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Ahora, entrando al examen de los detalles que presenta este
hneso, veremos que se trata de un representante de la familia de
los Hominidae y no de los Antropomorphidae.
Por lo pronto, voy á demostrar que este atlas, prueba por
sí solo que no es de Homo, sino de un género distinto y extin-
guido.
En la conformación del atlas del Tetraprothomo (fig. 67), lo que
llama inmediatamente la atención es el contorno del agujero verte-
bral determinado por la disposición de los dos arcos anterior ó
ventral a y posterior ó dorsal p. Las curvas internas de los dos
arcos son de radio casi igual, de modo que prolongándolas sin
tomar en cuenta las masas, constituyen un agujero de figura elíp-
tica cuyo eje mayor es en dirección transversal. Esta conformación
es general á todos los mamíferos, incluso los primates, sin excluir
á los antropomorfos, con la sola excepción del Gorila (fig. 70) y
del hombre (fig. 68) entre los primates, y de los proboscídeos entre
los demás mamíferos.
Este carácter separa al Tetraprothomo^ tanto de Homo como de
Gorilla, para acercarlo á los demás primates y á los mamíferos en
general, lo que demuestra que se trata de un ser genéricamente
distinto del hombre y del Q-orila. En efecto, el atlas de Homo
(fig. 68), presenta el contomo del agujero vertebral de una forma
muy distinta; el arco anterior a describe una curva más abierta,
esto es, de radio notablemente mayor que la curva que describe el
arco posterior p; este último, en su línea media antero-posterior
se prolonga más atrás. De esta diferencia en la curva de los dos
arcos, resulta que encierran un agujero de figura elíptica con ten-
dencia ovoidea, y con su eje mayor no en dirección transversal
como en el atlas de Tetraprothomo^ sino en dirección antero-pos-
terior, es decir completamente opuesta.
Este carácter es fundamental y separa netamente á Tetrapro-
thomo del género Homo^ para acercarlo á los demás primates y
especialmente de algunos antropomorfos. Baje este punto de vista,
®1 mayor parecido de Tetraprothomo parece ser con el Chimpancé,
como puede juzgarse por la figura 69, que representa el atlas de
un Chimpancé muy joven, de sólo 56 ctm. de alto ; el contomo
elíptico del agujero vertebral y la disposición transversal de su
eje mayor, son todavía un poce más acentuados que en el de Te-
traprothomo. En este último, el arco posterior p con relación al
del Chimpancé, se ha extendido un poco más hacia atrás en su
parte media, disminuyendo un poco el largo áel radio de su curva,
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 179
evolución que alcanza su mayor desarrollo no precisamente en
Homo sapiens^ sino en el Gorila (fig. 70).
Fig. 69. Atlas de Chimpancé (Anthro-
popUhectts niger G-eoff .), visto de arri-
ba, en tamaño natural. Letras como
en las figuras precedentes. (Individuo
muy joven, de sólo 56 ctm. de alto).
Fig. 70. Atlas de Gorila {Qorüla
Gorilla Wymann), visto de arriba en
tamaño natural, según Owen.
El agujero vertebral del atlas del Orangután (fig. 71) presenta
una forma completamente intermedia entre la del Tetraprothomo
Tig. 71. Atlas de Orangután (Simia scUyrus L.)* visto de arriba, en tamaño
natural, según Owen.
de un lado y la del hombre y del Chimpancé del otro ; los dos arcos
describen una curva de igual radio, de donde resulta que el diá-
180 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
metro antero-posteríor es igual al diámetro transverso, y de con-
siguiente el agujero tiene un contorno circular muy característico.
En el Gorila (fig. 70), la inversión del diámetro mayor del agu-
jero vertebral en dirección opuesta á la del Chimpancé y del Tetra-
protTiomo es todavía notablemente más acentuada que en el hom-
bre; el diámetro antero-posterior es considerablemente mayor que
el diámetro transverso y esta diferencia de largo entre los dos diá-
metros es mayor que en el atlas humano. El fondo del arco pos-
terior se ha extendido tanto hacia atrás, que sus costados trazan
una curva parabólica.
Este cambio en la dirección del eje mayor del agujero vertebral
del atlas del G-oríla y la mayor extensión hacia atrás del fondo del
arco posterior, son el resultado del enorme desarrollo del ligamento
cervical, el cual, fijo encima de las apófisis espinosas extremada-
mente largas de las vértebras cervicales, efectúa sobre la parte
posterior del cráneo una potente tracción hacia atrás y hacia arri-
ba para poder contrarrestar el gran peso del rostro bestializado de
esa grotesca caricatura humana.
Fuera de los primates, encontramos una disposición parecida, es
decir, un agujero vertebral con su mayor diámetro en dirección
antero-posterior, solamente en los proboscídeos, pero en un grado
todavía más acentuado que en el hombre y en el Q-orila. Es claro
que en los elefantes esta disposición del atlas depende como en
el Gorila, del peso enorme del cráneo y del desarrollo extraordi-
nario del ligamento cervical. Como el elefante levanta la cabeza
encima de la región cervical, la.tracción hacia atrás del ligamento
cervical ha dado al agujero vertebral del atlas una forma parecida
á la que presenta en el Gorila. El enorme peso del cráneo también
ha dado origen á principios de estribos y ha hecho avanzar las
facetas articulares atlo-occipitales un poco al interior del agujero
vertebral.
Si en vez del contorno del agujero vertebral examinamos la
forma del contorno del anillo óseo, prescindiendo de las apófisis
transversas, llegamos á idénticets conclusiones.
El Tetraprothomo (fig. 67) presenta un anillo de contorno elíp-
tico casi tan pronunciado como en el Chimpancé (fig. 69) y con
su eje mayor en dirección transversal como en éste. El Orangután
(fig. 71) que hemos visto se distingue de los dos anteriores por
presentar un agujero vertebral de contorno circular, muestra al
contrario un anillo igualmente de contorno elíptico con su eje
mayor igualmente transversal; pero, como este contorno oblicuo es
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAJ>EOTHOMO AEGEITOINÜS. 181
un poco menos acentuado que en Tetraprothomo conserva, siempre
su posición intermedia entre éste y Homo, En el atlas de Homo
(fig. 68), los dos diámetros del anillo, antero-posterior y trans-
verso, son sensiblemente iguales, pero en este caso, hay que tener
presente que el tubérculo a del arco anterior y el tubérculo p del
arco posterior modifican completamente el contorno del anillo y
la relación de los dos diámetros; no tomando en cuenta los men-
cionados tubérculos, el anillo del atlas de Homo, aparece igual-
mente de contorno elíptico, pero nunca en una forma tan acen-
tuada como en Tetraprothomo, sino en un grado comparable al
del Orangután. El anillo del atlas de G-orila (fig. 70) haciendo abs-
tracción de los dos tubérculos, anterior y posterior, aparece con
los dos diámetros sensiblemente iguales, de donde resulta que pre-
senta un contorno circular. Por fin, hasta en los mismos probos-
cídeos, que son los mamíferos con el agujero vertebral del atlas,
de mayor diámetro antero-posterior, el contorno del anillo es tam-
bién elíptico con el diámetro mayor en dirección transversal.
Por todos los caracteres examinados, el Tetraprothomo se aleja
de Homo, más que el Orangután y que el G-orila. Luego es evidente
que se trata de un género distinto. Ahora, voy á demostrar, que
este género extinguido, se acerca más del hombre que de los an-
tropomorfos, y que por consiguiente debe formar parte de la fa-
milia de los Hominidae.
En el atlas humano (figs. 68, 76 y 77), el agujero vertebral pre-
senta una forma muy particular; puede considerarse dividido en
dos partes; una anterior más pequeña, más angosta y de forma casi
cuadrangular; y la otra posterior, más grande, más ancha y de
contorno casi subtriangular.
La parte anterior, angosta y casi cuadrangular, debe su forma
á los estribos e de las masas que se han acercado á la línea mediana
disminuyendo el ancho del agujero vertebral; en este punto, Te-
traprothomo y Homo coinciden completamente, separándose de los
antropomorfos y monos en general.
La parte posterior del agujero vertebral del atlas humano debe
su forma subtriangular á una gran expansión hacia atrás de la
parte media del arco posterior ó dorsal p, mientras que la curva
del arco anterior ó ventral ha quedado poco menos que inalterable;
en este punto exceptuando al Gorila, el hombre se separa de todos
los demás primates, incluso los antropomorfos y el Tetraprothomo,
aunque el arco posterior del atlas de este último deja ya ver una
pequeña prolongación de su parte mediana hacia atrás, lo que lo
acerca un poco más al hombre que á los antropormorf os.
182 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
La mayor extensión hacía atrás del arco posterior del atlas tiene
en el Gorila un origen distinto que en el hombre ; en éste es pro-
ducida por la posición más hacia adelante del agujero occipital del
cráneo y está por consiguiente en relación con la posición vertical
de éste sobre la columna vertebral. Es claro que esta modificación
se ha producido muy gradualmente y que en Tetraprothomo la
posición Tttctioal del cráneo no había aun actuado un espacio
de tiempo suficientemente largo para que esta transformación del
arco posterior hubiera podido adquirir la misma forma que en el
hombre, pero prueba que la posición erecta ya la había adquirido
puesto que el peso del cráneo actuaba sobre la columna vertebral
en dirección vertical. Ya veremos q^ue varios otros caracteres de
este hueso conducen á la misma conclusión.
El arco anterior, en su forma genexal no presenta diferencias
con el del atlas del hombre, si se exceptúa el borde superior que en
su parte media parece ser un poco más elevado. La faceta articu-
lar de la cara posterior del arco sobre la cual se apoya la apófisis
odontoides del axis, no se distingue de la correspondiente del atlas
humano, si bien parece ser de un tamaño proporcionalmente ma-
yor; pero, como á este respecto el atlas humano presenta notables
variaciones individuales, la cuestión del tamaño de la faceta no
tiene mayor importancia. Lo que es importante, es aue orientando
el hueso de modo que las cavidades glenoídeas de Isifí masas miren
directamente hacia arriba, y se hace abstracción de la pequeña
concavidad de la foseta atlo-odontoidea, la superficie de esta faceta
forma un plano colocado en posición perfectamente vertical; esta
conformación prueba que la apófisis odontoides del axis estaba
igualmente orientada en dirección vertical, lo que á su vez de-
muestra que la posición del cuerpo era perfectamente erecta. Es
absolutamente la misma conformación que en el hombre, mientras
que en los monos y en la generalidad de los mamíferos^ el plano de
la mencionada faceta es más ó menos oblicuo. El tubérculo ante-
rior presenta la misma forma y desarrollo que en el hombre; existe
también en el Gorila, pero falta en el Orangután y en el Chim-
pancé.
El arco posterior en las dos extremidades que se unen con las
masas, es proporcionalmente más angosto que en el hombre y de
cara superior menos deprimida, siendo el borde anterior que limita
el agujero vertebral notablemente más elevado que el opuesto; de
esta conformación resulta que las superficies deprimidas ó en for-
ma de gotera de las extremidades del arco indicadas en las figuras
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO AEGENTINUS. 183
con la letra c, forman un declive muy pronunciado hacia atrás y
hacia abajo. Es por esta gotera c (gotera yértebroarterial trans-
versal) que corre la arteria vertebral al salir del foramen de la
apófisis transversa. En, la mayor parte de los mamíferos y en
todos los primatos actuales del viejo mundo, con excepción de los
antropomorfos y del hombre, esta gotera se presenta cubierta por
un puente óseo; en Tetraprothomo no existe el puente, en lo que
concuerda con el hombre y los antropomorfos.
Es claro que la ausencia de puente sobre la gotera es un carác-
ter primitivo; y aunque hay casos de atlas humanos con la gotera
de la artería vertebral, totalmente ó parcialmente cubierta por un
puente como la que se encuentra dibujada en la figura 77, éstos
no prueban la existencia del mencionado puente en los precurso-
res, sino el principio en el hombre de una tendencia á formarse el
puente, ó sea un carácter precursor.
La existencia del puente indica un grado avanzado de la evo-
lución en el proceso hacia una mayor osificación, de donde se
deduce que no existía en los antecesores. La prueba de esto la te-
nemos en que en los monos americanos se presenta á menudo el
caso inverso, esto es, que no existe el puente sobre la gotera de la
arteria vertebral, ó permanece incompleto, constituyendo la falta
de puente la reaparición en unos casos y la persistencia en otros
de un carácter propio de los más antiguos antepasados.
Este carácter es de una capital importancia en la cuestión de las
relaciones de las distintas familias de primatos. Prueba, que el
hombre y los antropomorfos constituyen un gran grupo ú orden
(Anthropoidea)j que no tiene relación inmediata ni con los lemuria-
nos, ni con los catarrinos, ni con los platirrinos, y que ha perma-
necido aislado, evolucionando independientemente, probablemente
desde el eoceno superior.
A veces, aunque mucho más raramente, se ve en el atlas de Homo
una tercera perforación intermediaria entre las dos precedentes,
formada por una lámina ósea que va del borde supero-posterior de
la faceta glenoidal á la apófisis transversa. Este es un carácter
constante en todos los monos del antiguo continente, pero su pre-
sencia anormal en el hombre no es una reaparición atávica, sino
un carácter profetice, indicio de un avanzamiento en el proceso
hacia la mayor osificación.
La conformación del atlas en lo que concierne al curso de la ar-
teria vertebral, nos ofrece datos tan precisos para separar el hom-
bre y los antropomorfos de los demás primatos y para la clasifi-
184 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
cacíón de los monos en general, que juzgo indispensable extenderme
en algunos detalles.
Es claro que para sacar de la conformación del canal vértebroar-
terial deducciones precisas sobre la posición del hombre con rela-
ción á los demás grupos de los primatos es indispensable determi-
nar con toda segtiridad si las dos perforaciones supernumerarias
que anormalmente aparecen en el atlas humano, son realmente
caracteres profetices, ó si por el contrario representan la reapari-
ción de caracteres propios de algún antepasado.
Planteo el problema en esta forma, porque la presencia cons-
tante de esas perforaciones en los catarrinos, es decir en seres con-
siderados como muy inferiores al hombre y á los antropomorfos.
Fig. 72. Cercopühecus sabaeus L. Atlas, visto de arriba y un poco oblicua
mente del lado derecho, para mostrar la conformación ósea del curso de la go-
tera vértebroarterial, aumentada al doble del tamaño natural. Flecha 1; perfo-
ración vértebroarterial longitudinal, y c, el puente correspondiente. Flecha 2;
perforación vértebroarterial lateral, y o, el puente correspondiente. Flecha 8;
perforación vértebroarterial transversal, y c, el puente correspondiente.
predispone á considerar la aparición de esos caracteres en el atlas
humano como una reversión atávica, y la conformación normal de
esta parte ó sea la ausencia de las perforaciones como un carácter
evolutivo, mientras que por el contrario es primitivo.
Como ejemplo de la conformación normal del curso de la arteria
vertebral en el atlas de los monos del antiguo continente con ex-
cepción del hombre y de los antropomorfos, doy el dibujo de este
hueso (fig. 72) tomado en el género Cercopühecus.
En esta vértebra, vemos 3 perforaciones vértebroarteriales dis-
tintas.
Primera : la perforación indicada por la flecha 1, que perfora
la apófisis transversa de atrás hacia adelante (ó de abajo hacia
arriba en la posición erecta), cuya presencia es constante, tanto en
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPJROTHOMO ARGENTINUS. 186
el hombre como en todos los primatos actuales y en la mayor parte
de los demás mamíferos. Para distinguirla de las otras dos la desig-
no con el nombre de c perforación vértebroarterial longitudinal.»
Segunda: la perforación indicada por la flecha 2, que va de
adelante hacia atrás por encima de la apófisis transversa^ y cu-
bierta por un puente óseo, que va del borde lateral extemo supe-
rior de la faceta articular glenoidal á la rama posterior de la base
de ]a apófisis transversa. En el atlas humano se presenta como una
anomalía muy rara. Designo esta perforación con el nombre de
« perforación vértebroarterial transversal ».
Tercera: la perforación indicada por la flecha 3. que va de afuera
hacia el interior del agujero vertebral pasando por encima de la
base del arco posterior y cubierta por un puente óseo que va del
borde súpero-posterior de la faceta articular glenoidal al borde
superior del arco posterior. Se presenta en el hombre como carác-
ter anormal con mayor frecuencia que la precedente. Designo esta
perforación con el nombre de « perforación vértebroarterial trans-
versal».
Veamos ahora el significado evolutivo de esas tres perforaciones.
Prescindiendo ahora por completo de su presencia ó ausencia en
determinados grupos, y guiándonos por el modo de evolución filo-
genético de todas las partes óseas, es claro que la presencia de
cualquiera de esas tres perforaciones en un género determinado,
presupone la existencia de un género antecesor que no la poseía.
Una perforación cualquiera, para que exista, tiene que haberse
formado. Toda arteria que en parte de su curso corre sobre un
hueso, forma en éste una gotera con tendencia á volverse de más
en más profunda y luego á cubrirse con un puente que la trans-
forma en una perforación. Deducimos pues, que hubo una época
sin duda sumamente remota, durante la cual los antecesores de los
primatos actuales no poseían ninguna de las tres perforaciones
mencionadsks. Como en el atlas de los reptiles no existe nada de
parecido, es claro que esas perforaciones tuvieron origen en los
mamíferos, de donde deducimos igualmente que los representantes
más antiguos de esta clase de vertebrados no tuvieron ninguna de
las tres perforaciones.
He examinado á este respecto los monotremos, considerados
como los más inferiores de los mamíferos existentes, lo que es
cierto por la generalidad de sus caracteres, pero por algunos, apa-
recen al contrario como muy evolucionados. La apófisis transversa
es muy poco desarrollada y sin trazas de la perforación vértebro-
Anal. Mü8. Nac. Bs. As., Seb. 8', t. ix. Septiembre 25, 1907. 13
186 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
arterial longitudinal en lo que aparecen como una forma muy
primitiva, pero existe la perforación lateral con un puente muy fuer-
te, y la transversal con un puente delgado y á veces interrumpido.
Extendiendo la investigación á los marsupiales, encontramos que
la ausencia de la perforación longitudinal es general, como también
de la lateral, pero existe siempre la transversal aunque con un
puente generalmente delgado. Los marsupiales en general son
pues primitivos por la ausencia de la perforación vértebroarterial
longitudinal, y bastante evolucionados por la presencia de la
transversal.
Pasando á los demás mamíferos: la presencia de la perforación
vértebroarterial longitudinal es general; en algunos, como los
hominideos y los antropoideos, faltan las otras dos; en otros, como
la generalidad de los carnívoros, existe la perforación transversal
y falta la lateral; los hay como algunos coendideos y otros, que
poseen la perforación lateral y no tienen la transversal, pero este
es el caso menos frecuente; por último, vienen los que tienen las
tres perforaciones como el caso ya mencionado de Cercopithecius y
de todos los demás monos del viejo continente, algunos del nuevo
mundo, la generalidad de los roedores, los lemurianos y mamíferos
de varios otros órdenes. Quiere decir que la evolución hacia una
mayor osificación de la gotera vértebroarterial, se ha efectuado
independientemente en los distintos grupos, pero no hay nada que
pruebe ni que pueda hacer suponer que en algún caso haya podido
efectuarse una evolución regresiva.
Material paleontológico que pudiera damos la comprobación de
esta evolución, en lo que se refiere á los monos fósiles y á los ma-
míferos fósiles más primitivos, no conocemos casi nada, pues en
esas formas el atlas es un hueso tan delgado y tan frágil que difí-
cilmente se ha conservado.
Conócese sin embargo, el atlas muy imperfecto de un represen-
tante de la antigua y extinguida familia de los, Mici'obiotheriidae
que parece no poseía ninguna de las perforaciones en cuestión. Si
esto se confirmara por ejemplares más perfectos sería un hecho de
muchísima importancia, pues es de ese grupo que se han despren-
dido directamente los primatos más primitivos de un lado y los
Diddphyidae del otro. Los representantes actuales de esta familia
que más se parecen á los extinguidos Microhiotheriidae y de los
cuales son sin duda los descendientes directos, son las pequeñas
especies de los géneros Micureus y Peramya; era pues presumible
suponer que podían haber conservado en el atlas la forma primi-
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO AEGENTINUS. 187
tiva de los Microbiotheriidae, Con el objeto de ilustrarme sobre este
punto he practicado la disección de un individuo muy viejo del
género Peramys, y he tenido la buena suerte de encontrarme con
un atlas de la forma primitiva que buscaba.
Este atlas, representado en la figura 73, en relación al tamaño
es un anillo tan delgado como en los hominideos y en los antropo-
morfos, de donde es lógico deducir que estos últimos conservan
esa forma desde sus más antiquísimos antecesores los Microbio-
theriidae.
Otra particularidad de esta vértebra, consiste en la forma de su
arco dorsal, el cual se enancha en su parte media, adelante y atrás,
en una forma parecida á la que veremos un poco más adelante en
Tetraprothomo, otro carácter de los Microhiotheriidae que se ha
conservado hasta este último género, pero que ha desaparecido en
el hombre.
Fig. 78. Peramys Lesson. At]as, visto de arriba, aumentado cuatro veces el
tamaño natural; t^ apófisis transversa ó epapófisis; e, pleurapóf isis ; v, gotera
vértebroarterial longitudinal completamente abierta; c, gotera vértebroarterial
transversal.
Sin embargo, la conformación más importante del atlas de Pera-
mySj es la ausencia completa de las tres perforaciones vértebroar-
teriales, la longitudinal, la lateral, y la transversal. Representa en
los mamíferos el tipo de atlas más primitivo que se conoce, y en lo
que se refiere á las perforaciones vértebroarteriales, nos permite
seguir con plena seguridad su ulterior desarrollo en todas sus
etapas.
La perforación vértebroarterial longitudinal y las partes óseas
que las delimitan empieza por la formación de la lámina t (fig. 73),
la cual, en su parte proximal representa la rama dorsal de la base
de la apófisis transversa, ó sea la epapófisis de las vértebras dorsales,
y adquiere gradualmente mayor tamaño en longitud y elevación.
La rama ventral ó anterior de la base de la apófisis transversa es
la pleurapófisis y corresponde á la parte proximal de las costillas
188 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
qae en la región dorsal se articula con las vértebras. En el atlas, la
pleurapófisis empieza á manifestarse en forma de una peqaeña
punta e (f ig. 73). En la gotera v formada por estas dos protuberan-
cias óseas, corría la arteria vertebral. La pleurapófisis «, continuan-
do su desarrollo por encima de la arteria llegó á ponerse en contacto
con la epapófisis t, y soldándose con ésta formó el puente e (fig. 72),
encerrando la artería en un canal cerrado constituyéndose así la
perforación vértebroarterial longitudinal. La rama ventral de la
perforación es más delgada que la dorsal. En muchos mamíferos
la osificación de la rama ventral es incompleta ó queda muy del-
gada. En el hombre se observa tanto el uno como el otro caso. En
Tetraprothomo la rama anteríor es sumamente delgada, y es posible
que el anillo de la perforación quedara incompleto como conforma-
ción normal.
La arteria vertebral al salir del orificio superior de la perfora-
ción vértebroarterial se dirige hacia arriba (hacia atrás en la posi-
ción bípeda ó erecta), da vuelta alrededor de la mitad posterior de
la masa psksando sobre la cara superior de la base del arco dorsal
para penetrar en el interior del agujero vertebral. Como en todos
los casos en que una arteria corre sobre un hueso, se ha formado
una gotera con tendencia á volverse más profunda. En todos los
mamíferos en los cuales esta gotera permanece abierta en toda su
longitud, está en parte cubierta por fibras ligamentosas. En el lado
externo de la parte posterior de la masa, fibras del interstransver-
sal posterior toman inserción en el borde superior extemo (en la
posición erecta) de la faceta articular glenoidal, y pasando sobre
la arteria vertebral van á insertarse en el borde superior de la rama
posterior de la base de la apófisis transversa. La osificación de una
parte de estas fibras del intertransversal han formado el puente
óseo o dando así origen á la perforación vértebroarterial lateral
indicada por la flecha 2 (fig. 72).
La gotera vértebroarterial transversal c (figs. 67, 68, 76, 77,
etc.), en todos aquellos mamíferos en los cuales permanece abierta,
está cubierta por fibras ligamentosas del ligamento atloideo poste-
rior que del borde antero-superior (ó supero-posterior en la posi-
ción erecta) pasan sobre la arteria vertebral y van á insertarse en el
borde anterior (superior en la posición erecta) del arco dorsal. La
osificación de una parte de estas fibras constituye el puente c (fig.
72) que da origen y circunscribe la perforación vértebroarterial
transversal indicada por la flecha 3.
Estos distintos puentes, una vez formados, no hay ninguna razón
AMEGHINO : SOBRE EL TETRAPROTHOMO AEGENTINUS. 189
funcional ni mecánica para que desaparezcan. La ausencia de los
puentes sobre la gotera vértebroarterial es un carácter primitivo,
y su presencia un carácter de evolución avanzada.
En los hominideos y en los antropomorfos la ausencia de las per-
foraciones vertebroarteriales, lateral y transversal, es pues un
carácter primitivo. La prueba de esto la tenemos también en el
desarrollo ontogénico del atleis.
En lo que concierne á la perforación vértebroarterial longitudi-
nal pasa por las mismas etapas que he señalado en el desarrollo de
los grupos zoológicos. De las apófisis transversas aparece primero
la parte correspondiente á la lámina longitudinal ó epapófisis de
las demás vértebras. En el momento del nacimiento todavía no
hay vestigios de la rama anterior ó pleurapófisis. Durante los pri-
meros años de la vida la perforación permanece abierta adelante.
La rama anterior aparece más tarde, como un pequeño tubérculo
del cuerpo de la masa que se alarga gradualmente hasta ponerse
en contacto con la rama posterior circunscribiendo la perforación,
lo que recién acontece á los ocho ó diez años de edad, pero que
puede quedar más ó menos abierta hasta la vejez. En cuanto á las
perforaciones vertebroarteriales lateral y transversal no se ve de
ellas el más mínimo vestigio ni durante el desarrollo ontogénico,
ni durante los primeros años de la vida. Es pues, evidente que los
antepasados del hombre y de los antropomorfos, nunca tuvieron
las mencionadas perforaciones, y el descubrimiento del Tetrapro-
thomo que carece de ellas, es otra confirmación de todo lo que
precede.
Entonces, es pues igualmente evidente que la aparición en el
hombre, ya de una, ya de la otra de esas dos perforaciones, es un
simple avanzamiento individual en la evolución hacia la mayor
osificación, y un carácter profetice en lo que se refiere al futuro
prolongamiento de la serie. Esto lo demuestra igualmente la cir~
cunstancia de que la presencia de una ó de las dos perforaciones
mencionadas, sólo se observa en individuos adultos, pero nunca en
la juventud. Lo demuestra también la forma de la gotera vértebro-
arterial transversal, más profunda con relación á la de Tetrapro-
thomo y por consiguiente con una mayor predisposición á la for-
mación del puente. Esta mayor profundidad de lagotera vértebro-
arterial transversal es el resultado: por una parte de la constricción
hacia adelante, que sobre la pared posterior de la masa ejerce la
arteria .vertebral ; y por la otra de la mayor extensión de la super-
ficie articular superior del atlas. La parte superior de las masas
190 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
qae lleva las superficies glenoidales, á oausa del peso del cráneo y
de la mayor extensión de los cóndilos, tuvo que aumentar de ex-
tensión, y sólo pudo hacerlo prolongándose más hacia atrás avan-
zando sobre la gotera vértebroarterial. Este prolongamiento hacia
atrás del borde supero -posterior de las masas es muy notable en
el atlas del hombre, pero en el de Tetraprothamo, es muy poco
acentuado, lo que indica una conformación bastante más primitiva.
Es claro que la mayor profundidad de la gotera y la mayor aproxi-
mación de sus bordes, favorece la osificación de las fibras liga-
mentarias que lo cubren y hacen de más en más frecuente la apa-
rición de la perforación.
El avance hacia atrás de las partes superiores de las masas y de
las cavidades glenoidales, es también muy acentuado en el atlas
del Chimpancé, por lo cual es de suponer que en los adultos la
perforación vértebroarterial transversal debe encontrarse con bas-
tante frecuencia.
En la línea que conduce al hombre y á los antropomorfos, las
perforaciones vértebroarteriales lateral y transversal no han con-
seguido formarse como un carácter constante ' y normal, debido
principalmente á que el anillo del atlas conserva la forma delgada
que tenía en los Microhiotheriidae y que hemos visto en el Peramyít
de la época actual. Esta persistencia de la gracilidad del anillo del
atlas no tiene otra explicación que la acción del peso del cráneo en
la posición oblicua y erecta, que ha impedido que las láminas que
constituyen el anillo pudieran levantarse hacia arriba. En los
mamíferos cuadrúpedos de posición más ó menos horizontal, las
láminas del anillo del atlas se han extendido considerablemente
hacia adelante, dando al agujero vertebral la forma de tubo de
que ya he hablado más arriba, y es natural que este avance de la
osificación hacia adelante, envolvió la arteria vertebral formando
las perforaciones mencionadas. Todo esto prueba que los homini-
deos y los antropomorfos constituyen un grupo independiente de
los demás primatos desde época geológica antiquísima.
En todos los monos del antiguo mundo que he tenido ocasión
de examinar, he encontrado siempre las dos perforaciones vérte-
broarteriales lateral y transversal que he señalado en el Cercopi-
thecusj menos en los individuos jóvenes en los que todavía no se
habían osificado los puentes. En estos monos, el caso de un indi-
viduo adulto que no preséntelos puentes osificados sobre lagotera
vértebroarterial es claro que no puede interpretarse de otro modo
que como una reversión atávica.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO AEGENTINÜS. 191
En todos los lemuríanos africanos y asiáticos que he tenido opor-
tunidad de examinar, existen igualmente los dos puentes suple-
mentarios, con un desarrollo todavía mayor que en los monos
catarrinos.
Este carácter separa de un modo absoluto á los hominideos y á
los antropomorfos de los lemuríapos y de los monos catarrinos del
antiguo continente.
La separación con los monos del nuevo mundo es mucho menos
profunda. Las perforaciones y puentes en cuestión aparecen como
constantes solamente en los arctopitecos (Hapalidae) que repre-
sentan una rama divergente bastante especializada, y aun en ellos
he visto con frecuencia ejemplares en los cuales los puentes no
existían.
En los Cébidae que son los que más se aproximan de los antiguos
Homunculidae, la regla más general es que las dos perforaciones
lateral y transversal queden abiertas sin que se forme puente; el
puente lateral es muy raro, pero el transversal se presenta con ma-
yor frecuencia.
El único género que presenta los tres puentes con un desai;'rollo
igual al de los monos del antiguo continente es Abiata (Mycetes).
Sin embargo, también en este género he observado casos en los
cuales la perforación vértebroarterial transversal queda incom-
pleta con el puente interrumpido en un trecho más ó menos largo.
Es claro que en este caso, y en los parecidos de Cebus, etc., se tra-
ta de una cesación en el proceso evolutivo hacia la mayor osifica-
ción, que reproduce una de las faces por la cual pasaron los ante-
cesores.
La deducción lógica es que los Homunculidae carecían de ambas
perforaciones, y que por consiguiente formaron parte del mismo
grupo que los hominideos y los antropomorfos de los cuales deben
ser los antecesores.
La parte mediana del arco posterior ó dorsal del Tetraprothomo
(fig. 74) es mucho más maciza que en el hombre, más ancha, ó
más extendida de arriba hacia abajo, con su cara posterior muy
convexa y rugosa pero sin formar tubérculo distinto. El borde su-
perior s, de la parte mediana forma una curva convexa hacia arri-
ba, y el borde inferior i, otra curva convexa hacia abajo todavía
más acentuada que la superior. En el atlas humano (fig. 75) el
borde inferior Z, forma siempre una curva cóncava hacia arriba,
aunque hay casos en que el borde es derecho ó plano, pero la forma
convexa característica de Tetraprothomo es tan rara que entre los
192
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
nnmerosos atlas humanos que han pasado por mis manos, no la he
visto hasta ahora más que en un sólo ejemplar y todavía no con
igual desarrollo. Es claro pues, que se trata de la reaparición atá-
^axL
Fig. 74. Tetraprothomo argentinui Amhg. Atlas, visto de atrás mostrando
la conformación del arco posterior, en tamaño naturaL
vica de un carácter que remonta á los- antiguos Microbiotheriidae y
que se ha conservado en los diminutos didelfideos actuales que
constituyen el género Peramys.
Fig. 75. Homo sapiens L. Atlas, visto de atrás mostrando la conformación
del arco posterior, en tamaño natural.
En el Tetraprothomo y la forma maciza del arco posterior en su
parte media, el gran ancho del arco en esta región, y la gran exten-
sión consiguiente de la superficie rugosa que da inserción á los
músculos cervicales, indica que éstos eran considerablemente más
fuertes que en el hombre, y que, por consiguiente, el cráneo con
relación á la talla era de tamaño notablemente mayor.
En efecto, esta región del arco posterior del atlas de Tetrapro-
thomo, es tan diferente de la de Homo que es dado suponer desem-
peñaba funciones que se han vuelto innecesarias.
En el atlas de Homo, la parte media de la cara posterior del arco
dorsal termina en un tubérculo á menudo bífido, que ocupa un
espacio muy restringido destinado á inserciones ligamentarías, pero
que se extiende siempre del borde superior al inferior. A cada lado
de la linea media de este tubérculo, ó en cada una de sus crestas
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPEOTHOMO ARGENTINÜS. 193
cuando es bífido, viene á tomar inserción el cpequeño recto poste-
rior» del cuello. A menudo, ambos músculos se encuentran sepa-
rados por un hacesillo spmamente delgado del ligamento cervical.
Es sabido que este último ligamento, atrofiado en el hombre, se
presenta muy desarrollado en los mamíferos cuadrúpedos, y lo es
tanto más cuanto más pesada es la cabeza que debe sostener.
En el atlas de Tetraprothomo no hay verdadero tubérculo poste-
rior, sino que la ancha superficie del arco se levanta en la región
mediana formando una gran tuberosidad cuyas superficies de in-
serción se extienden á cada lado de la linea media mucho más que
en el atlas humano. Además, toda esta región está cruzada por una
cresta transversal y horizontal que divide la superficie del arco
en dos partes, una superior y la otra inferior.
En la superficie ligamentaria situada arriba de la cresta trans-
versal tomaban inserción los dos « pequeños rectos posteriores» del
cuello, que por el ancho de la superficie que ocupaban se conoce
eran más desarrollados que en el hombre, pero es evidente que la
inserción de los mencionados músculos no pasaba abajo de la cres-
ta transversal y horizontal arriba mencionada.
Sin embargo, debajo de esa cresta se extiende una superficie li-
gamentaria muy rugosa y mucho más extensa que la superior; esta
superficie forma un aúcho plano inclinado de arriba hacia abajo y
de atrás hacia adelante que termina en el borde antero-inferior del
arco, en donde se pueden reconocer los vestigios de la inserción
del pequeño y delgado ligamento atlo-axoideo posterior. La super-
ficie ligamentaria que se extiende adelante y arriba de este borde
antero-inferior del arco posterior, se extiende en dirección trans-
versal sobre los dos tercios del largo del arco, y tiene un ancho de
arriba hacia abajo y adelante, igual al ancho normal total del arco
en el atlas humano. Es pues evidente que en esta superficie liga-
mentaria y en la cresta transversal que la limita hacia arriba, toma-
ba inserción un fuerte ligamento, del cual no se encuentran tra-
zas en el atlas humano, á no ser por excepción y como reaparición
atávica; es el ligamento cervical, que en Tetraprothomo debía ser
muy poderoso, puesto que después de su inserción en el occipital,
su primer haz más superior se había fijado en el atlas, hueso que
generalmente queda debajo (ó adelante en la posición vertical) é
independiente del ligamento cervical.
Esto, á primera vista, parecería estar en contradicción con la po*
sición erecta que atribuyo al Tetraprothomo^ mas no es así. En efec-
to : es evidente que en el hombre la atrofia del ligamento cervical
194 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
es debida á que ya no tiene funciones que desempeñar, puesto que
el cráneo descansa sobre los cóndilos occipitales y las cavidades
glenoidales correspondientes del atlas en equilibrio perfecto, sin
que los músculos y ligamentos de la nuca intervengan ó hagan es-
fuerzo notable para conservar dicha posición. Pero se incurriría
en un grave error, si juzgando por analogía se llegara á la conclu-
sión de que también en Tetraprothomo el ligamento cervical debía
ser rudimentario.
Es todo lo contrario, y es por otra parte evidente que en el pre-
cursor del hombre el ligamento cervical debía ser muy fuerte,
pues de otro modo no se puede concebir cómo haya podido alcan-
zar la posición erecta. El pasaje de la posición oblicua á la posi-
ción erecta sólo puede haberse efectuado con la ayuda de un po-
tente ligamento cervical, cuya fuerte tracción hacia atrás levantó
gradualment.e la cabeza hasta conseguir que ésta se colocara enci-
ma de la columna vertebral en posición vertical y en perfecto equi-
librio.
Alcanzada esta etapa, el ligamento cesó de trabajar en la men-
cionada dirección, pero no pudo reducirse repentinamente, sino que
disminuyó gradualmente de tamaño hasta presentar el estado de
atrofia que tiene en el hombre y con tendencia á una mayor reduc-
ción.
El gran desarrollo del ligamento cervical en Tetraprothomo
prueba que éste es realmente el verdadero precursor del hombre;
demuestra también que la posición erecta era en Tetraprothomo de
adquisición tan reciente, que el mencionado ligamento cervical aun
no había entrado ó recién entraba en el camino de la evolución
regresiva que ha seguido hasta alcanzar el grado de reducción que
presenta en el hombre actual, en el cual la atrofia sigue sin duda
todavía avanzando lenta pero gradualmente.
De igual interés es el examen de las masas del atlas con sus arti-
culaciones y apófisis. Consideradas en conjunto estas partes son
esencialmente humanas, pero con desviaciones notables que ponen
muy en evidencia la diferencia genérica.
Desgraciadamente las apófisis transversas están rotas, que-
dando de ellas tan sólo las ramas que circunscriben el foramen
vertebroarterial longitudinal. En los dibujos (figs. 67 y 78) he res-
taurado el contorno de los forámenes longitudinales de las apófisis
transversas según las partes existentes de las bases de las ramas
con una simple línea sin sombra; esta restauración, si no es abso-
lutamente exacta no puede alejarse mucho de la verdad.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPBOTHOMO ARGENTINUS. 195
Las apófisis transversas eran muy pequeñas, pero en toda su dis-
posición absolutamente humanas. La rama anterior que circunsorí-
Fig. 76. Homo sapiens L. Atlas de una momia egipcia, visto de arriba,
en tamaño natural.
be adelante el foramen vórtebroarterial longitudinal era excesiva-
mente delgada y casi cilindrica; es éste un carácter muy primitivo.
He encontrado una disposición absolutamente idéntica en atlas de
Fig. 77. Homo sapiens L. Atlas, con la gotera vertebroarterial transversal c,
cubierta por una lámina ósea; visto de arriba en tamaño natural.
momias egipcias (fig. 76). En los monos en general, no hay nada
de parecido, pero en el Chimpancé (f igs. 69 y 80) he encontrado una
196 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
disposición de las apófisis transversas que parece idéntica á la del
Tetraprothomo y á la que suele encontrarse en los antiguos egipcios.
De las dos facetas articulares superiores del atlas de Tetrapro-
thomo la del lado izquierdo está en parte destruida sobre el lado
externo, pero la del lado derecho se conserva perfecta.
Las superficies articulares superiores ó cavidades glenoides del
atlas del Tetraprothomo (ii, fig. 67), son muy diferentes de las del
atlas de Homo (u, figs. 68, 76 y 77). En este último género, la
cavidad glenoides tiene un contorno algo reniforme, con dos esco-
taduras opuestas, una al lado interno, y la otra al extemo, que la
enangostan considerablemente en el medio. Es muy prolongada
en dirección antero- posterior, pero dispuesta muy oblicuamente
con relación al eje mediano antero -posterior de la vértebra; el eje
mayor se dirige de adelante y adentro hacia atrás y hacia afuera,
en una forma muy acentuada. Esta superficie articular es muy
excavada, de fondo muy cóncavo en dirección oblicua antero -
posterior, pero menos cóncava en dirección transversal, y en de-
clive muy acentuado hacia abajo y hacia adentro, de modo que la
cara articular está vuelta hacia arriba y hacia adentro.
En Tetraprothomo la conformación es muy distinta. La conca-
vidad en dirección antero -posterior de la cavidad glenoides es
poco acentuada; la superficie articular en conjunto, es más corta,
más ancha, más plana, y colocada en posición menos oblicua, en
una dirección, casi antero- posterior. El contorno no es reniforme
y estrangulado en el medio, sino más regularmente elíptico; de
donde resulta que en el medio es considerablemente más .ancho que
en el hombre, no sólo relativamente sino también en absoluto. El
declive de la cavidad glenoides hacia abajo y hacia adentro es ea
el atlas de Tetraprothomo mucho menos acentuado que en el hom-
bre, de manera que la superficie articular no sólo es más plana sino
que está vuelta más directamente hacia arriba, lo que indica una
posición erecta perfecta.
En el atlas humano el enangostamiento mediano de la superficie
articular superior, es el resultado de dos escotaduras opuestas, una
interna mucho más pronunciada, y otra externa menos profunda
que la precedente. En el Tetraprothomo sólo existe la escotadura
externa, y ésta misma poco pronunciada, faltando completamente
la interna; de esto resulta que el borde interno de la superficie ar-
ticular que en Homo describe una línea cóncava, en Tetraprothomo
forma una línea más bien convexa, apenas un poco deprimida en
el medio.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 197
En el atlas humano, á oausa de la gran oblicuidad de las super-
ficies articulares superiores, éstas son muy convergentes hacia
adelante, de manera que en el arco anterior el espacio que separa
sus dos extremidades es cansiderablemente menor que en el Tetra-
protJiomo no sólo en relación al tamaño pero también en absoluto;
esto se ve muy claramente comparando las figuras 67 de Tetrapro-
íhomo y 68 de Homo, en las que salta inmediatamente á la vista
que ambas superficies articulares del Tetraprothomo, son casi para-
lelas, muy poco convergentes hacia adelante.
El contorno de Isks superficies articulares superiores del atlas del
TetraprotJiomo y su grado de oblicuidad con respecto á la línea
media anter o -posterior es como en los monos, especialmente los
antropomorfos, y no como en el hombre.
El mayor parecido, es con las del atlas del Chimpancé (fig.
69), aunque en éste son todavía más oblicuas que en el Tetra-
protJwmOy pero considerablemente más pequeñstó, de contorno
elíptico todavía más regular, sin vestigios de escotadura ni al
lado interno, ni al extemo, y separadas sobre el arco anterior por
un espacio proporcionalmente mucho mayor que en Homo y Te-
traprothomo.
En el Gorila (fig. 70), las facetas glenoidales relativamente más
pequeñas, son un poco más oblicuas que en Tetraprothomo y un
poco menos que en Homo^ pero en el contorno difieren de uno y
otro; son anchas atrás, angostas adelante, como encorvadas hacia
adelante y hacia adentro, convexas sobre el lado externo, y con el
interno que describe una curva cóncava regular, pero sin formar
escotadura en el medio.
En el Orangután (fig. 71), la forma de las facetas glenoidales es
la del Gorila, pero más exagerada; son más alargadas, más angostas
atrás y más todavía adelante, en forma de una gran coma, con las
dos curvas, la externa convexa y la interna cóncava, muy regula-
res, sin el menor vestigio de las escotaduras interna y externa del
atlas humano. Las dos facetas presentan la mitad anterior fuerte-
mente encorvada hacia adentro, de modo que son notablemente
más convergentes no sólo que en Tetraprothomo y sino también que
en Homo.
En el hombre suelen presentarse casos en que las cavidades gle-
noidales del atlas son poco excavadas, de contorno menos reni-
forme, poco inclinadas hacia adentro y vueltas casi hacia arriba.
El Tetraprothomo nos da la explicación de esta anomalía; se trata
de la reaparición de un carácter atávico.
r
198
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
De las saperfioies artioulares inferiores para el axis (aa, fig. 78),
la del lado derecho se conserva intacta; la del lado izquierdo es
imperfecta con el borde externo destruido. Estas caras articulares
presentan menor diferencia con las correspondientes del atlas hu-
Fig. 78. Telraprothomo argerUintts Amgh, Atlas, visto de abajo, en tamaño nat\iral.
mano que las superiores. La forma general, más ó menos oval, es
con corta diferencia como en el hombre {aa, fig. 79); sin embargo,
en este, el borde interno que avanza en el interior del agujero ver-
Fig. 79. Homo sapiens L Atlas, visto de abajo, en tcuoiaño natural.
tebral es fuertemente convexo, mientras que en Tetraprothomo se
aproxima más á una línea recta. El declive de estas facetas es en
dirección opuesta al de las superiores, es decir de abajo hacia arri-
AMEGHINO: SOBRE EL TETBAPROTHOMO ARGENTINUS. 199
ba y hacia adentro. Este declive es menos acentuado que en el
hombre, de donde resulta que en Tetraprothomo las mencionadas
facetas miran más directamente hacia abajo. Además, son más
planas, y de tamaño considerablemente mayor, puesto que apesar
del tamaño notablemente menor del atlas del Tetraprothomo, las
superficies articulares inferiores tienen igual tamaño que en el del
hombre. El gran tamaño de la faceta articular atlo-axiana, su me-
nor oblicuidad y su forma más plana son caracteres correlacio-
nados entre si y con el tamaño y la disposición del cráneo; prue-
ban que este debía ser proporcionalmente de mayor tamaño que
en el hombre, y perfectamente vertical sobre la columna vertebral.
Concuerda pues, con lo que nos ha enseñado la cara articular su-
perior.
El examen, de la cara interna de las masas del atlas, presenta
diferencias igualmente importantes.
Fig. 80. Chimpancé (Anthropopühecus niger Geoff.) Atlas, visto de abajo,
en tamaño natural.
El tubérculo d (figura 67) para la inserción del ligamento trans-
verso atlodontoideo, presenta más ó menos el mismo desarrollo
que en el hombre, pero es un poco más convexo, y sobre todo se
aleja menos del borde interno de la cavidad glenoides hacia el in-
terior del agujero vertebral.
En el atlas humano, detrás de este tubérculo hay una depresión
í (figs. 68, 76 y 77) á veces bastante profunda, en cuyo fondo se
abren varias pequeñas perforaciones vasculares; esta depresión es la
que da origen á la escotadura interna de la superficie articular atlo-
condiloidea, que se ha visto falta en el atlas del Tetraprothomo
como también en el de los antropomorfos. En el atlas de Homo,
esta escotadura se prolonga á veces hasta la escotadura opuesta
del lado externo dividiendo entonces la cavidad glenoides en dos
partes; se trata evidentemente de un carácter de evolución avan-
zada y profetice del que no debe encontrarse vestigios en ninguno
200 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
de los antecesores. En letraprothomo^ la depresión i (fig. 67) que
signe detrás del tubérculo d para el ligamento atlodontoideo, es más
reducida, pero más profunda, terminando en un agujero vascular
de tamaño relativamente considerable, pero la depresión no pe-
netra en la cara articular de modo que ésta carece de la escotadura
interna ya mencionada, carácter morfológico que constituye una
diferencia considerable con la forma que presenta en el género
Homo.
La masas del atlas de Homo constituyen dos especies de pilares
macizos, de contorno elíptico irregular, elevados, derechos, pero con
sus ejes verticales no paralelos sino inclinados de arriba y afuera
hacia abajo y adentro. Mirando el atlas de arriba, se ve en el cos-
tado interno de cada masa una gran expansión interna e que es la
que lleva el tubérculo para el ligamento transverso, la depresión
que le sigue hacia atrás y la parte posterior que sirve de base á las
extremidades del arco posterior; designo esta expansión con el
nombre de « estribos » de las masas ó pilares del atlas.
Los estribos, se han formado por el peso del cráneo en la posi-
ción bípeda, el cual, actuando sobre el atlas y éste sobre el axis ha
dado por resultado que las articulaciones atlo-axiales se vuelvan
más planas, tomando una posición más horizontal ; al mismo tiem-
po se volvían más extendidas en superficie para poder soportar
con más facilidad el peso de la cabeza. Este aumento de la exten-
sión de las facetas articulares inferiores del atlas se ha efectuado
avanzando hacia adentro el borde inferior interno de cada una de
las masas hasta constituir los estribos, disminuyendo así el espacio
de la mitad anterior del agujero vertebral, cuyo ancho queda no-
tablemente reducido.
Esta conformación de las masas del atlas que está en correlación
con la posición bípeda, es exclusiva del hombre, no viéndose nada
de parecido en toda la larga serie de los mamíferos, ni aun en los
primatos, con excepción de los antropomorfos, en los cuales se ob-
servan apenas los primeros vestigios del principio de su forma-
ción.
En el Gorila los estribos son tan sumamente pequeños (e, fig. 70)
que aparecen como una ligera curva convexa que penetra en el
agujero vertebral interrumpiendo apenas la regularidad de su con-
torno. De los demás antropomorfos, el que presenta los estribos
del atlas más desarrollados es el orangután (é, fig. 71 ), pero estáu
muy lejos de alcanzar el gran tamaño que tienen en el atlas de
Homo (e, fig. 68).
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPBOTHOMO ARGENTINUS. 201
A primera vista, en el atlas de Tetraprothomo los estribos («, fi-
gura 67) parecen tener un menor desarrollo que en el hombre,
pero es sólo una apariencia, pues en realidad son más fuertes.
Esta ilusión depende de que mirando la vértebra de arriba, la parte
visible de cada estribo que se extiende hacia adentro del borde in-
terno de la cavidad glenoides es más reducida que en el atlas del
hombre; pero esta reducción depende, no de un menor desarrollo
de la parte interna de las masas, sino del borde interno de la cavi-
dad glenoides que ha avanzado considerablemente hacia adentro.
Este es uno de los caracteres de mayor importancia del atlas de
Tetraprothomo puesto que lo separa casi á un mismo grado no sólo
del Gorila y del Orangután, sino también del hombre.
Una simple mirada sobre el atlas del Orangután (fig. 71) mues-
tra que el borde interno de la cavidad glenoides coincide con el
borde interno del arco del anillo vertebral, de modo que la faceta
articular superior u reposa por completo sobre las partes laterales
del anulo sin formar expansión hacia el interior del agujero ver-
tebral. Las facetas articulares superiores del atlas del Gorila (fi-
gura 70) y del hombre (figs. 68, 76 y 77) tienen en este punto ab-
solutamente la misma disposición.
En Tetraprothomo la disposición de las facetas glenoidades (ti,
fig. 67) con relación al arco del anillo es muy distinta, pues el borde
interno de ellas en vez de coincidir con el borde interno del arco
del anillo, avanza considerablemente hacia el interior del agujero
vertebral del cual ocupa un segmento considerable, cuya cuerda
está constituida por la línea del borde interno de la cavidad gle-
noides correspondiente. De esta disposición resulta que la faceta
articular u en vez de reposar por completo sobre el arco del anillo
como en Homo, en el orangután y en el gorila, tiene una parte in-
terna relativamente considerable que descansa sobre la masa del
atlas, la cual ha avanzado en el interior del agujero vertebral más
que en el atlas del hombre. Si sobre el dibujo de la cavidad gle-
noides se suprime ó hace abstracción de la parte de ella que avanza
en el interior del anillo, entonces se ve claramente que el estribo e
de la masa avanza más hacia adentro que en el atlas del hombre.
El gran tamaño de los estribos; el mayor desarrollo de las masas
en tamaño y espesor; su mayor expansión hacia el interior del
agujero vertebral; el mayor ancho de las facetas articulares supe-
riores y su avance sobre las masas, indican una conformación des-
tinada á soportar en dirección vertical un cráneo más pesado y de
consiguiente proporcionalmente más voluminoso que el del hombre
Ahal. Mus. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Septiembre 27, 1907. 14
[
202 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
y en equilibrio uatural perfecto sobre la columna vertebral en posi-
ción erecta.
Hay otros caracteres que corroboran las deduciones que preceden.
Asi, por ejemplo, la cara interna de las masas es considerablemente
más alta que en el hombre lo que hace que los pilares sean también
proporcionalmente más macizos, indicando que debían soportar
una cabeza proporcionalmente de mayor peso. Por otra parte^
esta altura mayor de la cara interna de las masas está en relación
con la menor oblicuidad de las dos superficies articulares, superior
é inferior, que son menos convergentes hacia adentro; es decir,
que son más paralelas entre sí y colocadas aun más horizontal-
mente que en el hombre, de donde se desprende la misma conclu-
sión: que la posición del Tetraprothomo era perfectamente erecta,
y que el cráneo descansaba sobre el atlas en equilibrio perfecto,
sin exigir esfuerzo del ligamento cervical, el cual después de haber
alcanzado su máximo desarrollo había entrado en la vía de su re-
ducción regresiva.
Es claro que la mayor parte de los caracteres de esta vértebra
pueden encontrarse aisladamente en atlas del hombre, pero eso no
tiene otro significado que el de reapariciones atávicas aisladas. Es
el conjunto de todos esos caracteres reunidos en el atlas de un
mismo incividuo, que distingue genéricamente al Tetraprothomo de
Bomo.
ESTATURA Y POSICIÓN.
De la talla probable del Tetraprothomo sólo puede juzgarse por
el fémur, pero con este sólo elemento no es posible llegar á un
dato preciso, por cuanto no puede aplicarse el mismo método de
reconstrucción que se emplea para determinar la talla de un esque-
leto humano, pues las proporciones relativas de las diferentes
partes del cuerpo debían ser muy distintas.
De todos los mamíferos el hombre es el que en proporción de la
talla tiene el tronco más corto y el fémur más largo; el gran largo
de este hueso, es indudablemente un carácter evolutivo adquirido
en época relativamente muy reciente y posterior á la adquisición
de la posición erecta. En el hombre, la talla no alcanza á cuatro
veces el largo del fémur.
En los monos este hueso es un poco más corto; el largo, ó el alto
del cuerpo medido en la misma forma que en el hombre, esto es,
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 203
snponiéndolo en posición bípeda, es en general de cuatro veces y
media el largo del fémur. Después del hombre, los monos son los
mamíferos de fémur proporción almen te más largo. El alarga-
miento del fémur, es también en ellos un carácter de adquisición
reciente producido por la adaptación á la vida arborícela.
En los mamíferos cuadrúpedos no arborícelas (ungulados, carni-
ceros, etc.), el fémur es proporcionalmente mucho más corto. La
talla en relación al fémur, es de seis á siete veces mayor que el
largo de éste, y á veces aun más. En los mamíferos ésta es la con-
formación primitiva.
La línea que conduce directamente al hombre ha partido de
mamíferos cuadrúpedos con fémur corto en relación á la talla, y
que nunca se adaptaron á la vida arborícela con excepción de las
ramas laterales que terminan en los antropomorfos. Los precur-
sores del hombre fueron al principio cuadrúpedos caminadores
plantígrados, que pasaron gradualmente al estadio de cuadrúpedos
caminadores digitígrados ó semidigitígrados, que tomaron luego
una posición oblicua que fué levantándose hasta que se transfor-
maron en caminadores bípedos plantígrados ^
Esos primeros precursores de la humanidad que se encuentran
en la base de la línea que conduce al género Homo, debían tener
un fémur corto, próximamente de un séptimo de la talla, que se
fué alargando un poco hasta los Homunculidae en los cuales posi-
blemente podía representar un sexto del alto. Pero, el gran alar-
gamiento del fémur, sólo pudo producirse en los precursores de
posición erecta avanzando paralelamente con el aumento de la
talla, con la mayor esbeltez del cuerpo y con la mayor aptitud
para la marcha bípeda.
Ya se ha visto que varios caracteres indican que en el Tetra-
prothomo la posición erecta era de adquisición reciente, de modo
que aun no había podido modificar las proporciones de las distin-
tas partes del cuerpo sino en un grado muy reducido. Siendo así,
el largo del fémur debía ser todavía próximo á un sexto del largo
del cuerpo.
Por otra parte, como en Tetraprothomo el fémur es proporcio-
nalmente más grueso que en el hombre, indica que el cuerpo con
relación á la talla era también proporcionalmente más grueso; y
es sabido que á un cuerpo más grueso corresponde siempre un
* Ambqhino P. Le$ formationa sédimentaires, etc. p. 441.—Id. El origen del hom-
bre, p. 81.
204 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AlEES.
fémur proporcionalmente más oorto. Además, el tronco del Tetra-
prothomo tenia que ser proporcionalmente más largo que en el
hombre; primero, porque poseía un mayor número de vértebras
dorso-lumbares, por lo menos 18 que es el número que se encuen-
tra en el Homo pUocenictts del pampeano superior; segundo, por-
que los cuerpos de las vértebras eran más largos (ó más altos en la
posición erecta), pues en el hombre se han ido acortando ó depri-
miendo de arriba hacia abajo, como resultado del peso que actúa
en dirección vertical sobre la columna vertebral en la posición
erecta. El gran aumento de la talla en el hombre se ha producido
principalmente por un aumento considerable en el largo del miem-
bro inferior.
De todo esto deduzco que la talla del Tetraprothomo no debía
ser menor de cinco veces y media el largo del fémur, quizas un
poco más que menos, es decir de 1 °^ U,5 á 1 °^ 10, como máximum.
La posición del Tetraprothomo ersk perfectamente erecta. Aunque
esto se desprende claramente de la descripción que precede, debo
insistir sobre este punto para alejar toda duda al respecto.
Sobre el fémur esa posición se comprueba, no sólo por su con-
formación general parecida á la del hombre, sino también por va-
rios caracteres que se consideraban hasta ahora exclusivos de este
último y que están en relación con la posición erecta, á saber: la
mayor longitud aparente del cóndilo interno sobre el externo y la
convergencia consiguiente de los fémures hacia abajo (pág. 120);
la gran inversión del cóndilo interno hacia adentro (pág. 120); el
gran desarrollo del ligamento lateral interno de la rodilla (pág. 121);
el gran desarrollo de ambos gemelos, pero particularmente del in-
terno (págs. 121-122, 136 á 138); las ranuras transversales de la
superficie articular inferior de la extremidad distal (págs. 129, 130);
la disposición de las curvas longitudinales antero - posteriores y
laterales (págs. 136 á 137); la presencia de una linea áspera, su
grado de desarrollo y su conformación (págs. 141 á 14B); el gran
desarrollo de la línea de inserción del glúteo mayor (p. 146); el
contomo subtriangular del medio del cuerpo del hueso y su mayor
diámetro en dirección antero -posterior (p. 160); la gran desviación
de la cabeza articular del fémur hacia adelante y la del cóndilo in-
terno hacia atrás (p. 162); la torsión helicoide del cuerpo del fémur
(pags. 164 y 167) y la forma sigmoide de la línea sagital de mayor
convexidad transversal de la cara anterior (pags. 163 y 164).
Es posible que pueda observarse aisladamente uno que otro de
esos caracteres en mamíferos cuadrúpedos de posición horizontal.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINÜS. 205
pero el conjunto arriba descripto en la naturaleza actual es exclu-
sivo del hombre, y fuera de él sólo puede encontrarse en sus pre-
cursores más inmediatos de la línea ascendente directa.
En el atlas, la posición erecta se prueba. Por el mayor prolon-
gamiento hacia atrás de la parte media del arco posterior (paga.
181 y 182); por el plano vertical que forma la faceta articular atlo-
odontoide del arco anterior (p. 182); por la forma más plana y más
horizontal de la faceta articular superior, su mayor extensión, su
mayor ancho y su mayor avance sobre las masas (p. 196); por la
poca oblicuidad hacia adentro déla faceta articular atlo-axoidea
(p. 199); por la presencia de estribos en las masas del atlas y su gran
desarrollo (p. 201); por el gran tamaño de las masas, su grande es-
pesor y su fuerte expansión hacia el interior del agujero vertebral.
El cráneo^ era proporcionalmente á la talla de tamaño conside-
rable, de acuerdo y en relación al grueso del cuerpo. Pero, la con-
formación del atlas demuestra que, aun prescindiendo del tamaño
del cuerpo, el cráneo debía ser de volumen y peso proporcionalmen-
te mayores que en el hombre. La forma maciza del arco posterior
en su parte media, el gran ancho del arco en esta región y la gran
extensión consiguiente de la superficie rugosa que sirve de inser-
ción á los músculos y ligamento cervical (págs. 193 y 194), partes
todas proporcionalmente más desarrolladas que en el hombre, pa-
recen indicar que el volumen del cráneo era también proporcional-
mente mayor.
Aun admitiendo que este mayor desarrollo de las superficies de
inserciones ligamentarias sean en parte los vestigios del gran de-
sarrollo que adquirieron esos ligamentos durante el paso de la po-
sición oblicua á la erecta, quedan otros caracteres que no pueden
interpretarse de otro modo que por un mayor volumen y un mayor
peso del cráneo actuando sobre una columna vertebral en posición
erecta. Tales son : el gran tamaño de la faceta atlo- axial y su poca
oblicuidad hacia adentro (pág. 199); la forma más plana y el ma-
yor ancho en sentido transversal de las superficies glenoidales
(págs. 196 y 201); la disposición más horizontal y más paralela
entre sí, de las dos superficies articulares atlo-occipital y atlo-axial
(pág. 202); el gran tamaño de las masas del atlas, su mayor espesor
al lado interno y su mayor elevación ó sea su mayor diámetro ver-
tical en proporción del tamaño del hueso (págs. 201 y 202); el gran
desarrollo de los estribos y el gran avance de las masas hacia
adentro (pág. 201); y por fin el gran avance de la faceta articular
atlo-occipital hacia el interior del agujero vertebral (pág. 201).
206 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Después de los últimos descubrimientos sobre el origen probable
del hombre, estos resultados eran de esperarse.
Los primatos de cráneo proporcionalmente más voluminoso y de
mayor cerebro, se encuentran entre los pequeños monos sudame-
ricanos del grupo de los cebinos y el de los arctopitecos; ambos
grupos descienden de los antiguos homunculídeos, los cuales, por
los restos que de ellos poseemos tenían igualmente un cráneo y un
cerebro muy voluminosos. Desde que el hombre no tiene relación
de parentesco directo ó próximo con los monos del antiguo conti-
nente (excepción hecha de los antropomorfos que ya he demostra-
do son hominídeos bestializados )^ sino que representa una rama
desprendida de los antiguos homunculideos, es claro que todos los
precursores del hombre que se encuentran ó toman lugar en la
línea filogenótica directa, debieron tener un cráneo y un cerebro
proporcionalmente más voluminosos que el hombre actual.
COLOCACIÓN ZOOLÓGICA.
Por la posición oblicua, más ó menos bípeda; por la atrofia de la
cola, y por las circunvoluciones cerebrales, hace tiempo ya, que
los antropomorfos son considerados como los primatos que más se
acercan del hombre. En mi última obra, arriba citada, he demos-
trado que hay varias especies de parentesco de un significado muy
distinto: el parentesco en línea ascendente directa, el parentesco en
línea ascendente divergente y el parentesco en línea descendente
divergente. Los antropomorfos son en efecto los parientes más
próximos del hombre, pero sólo en la línea descendente divergente,
de ningún modo en la línea ascendente directa.
Esta distinción tiene una importancia capital, pues permite
establecer los grandes agrupamientos zoológicos sobre las verda-
deras afinidades naturales, que son las que proceden del paren-
tesco filogenótico. Puede establecerse como principio fundamental
que, en todos los casos, los ascendientes directos, los descendientes
directos y los descendientes divergentes, constituyen un grupo
natural, y distinto de los ascendientes en línea divergente.
Este criterio permite reunir los antropomorfos, los hominídeos
y sus ascendientes en línea directa, los homunculideos, en un grupo
zoológico natural independiente de los demás primatos.
' Ameghimo F., Lea formcUions sédimerüaire^t^ etc., p. 443. — Id. El Origen del
Hombre, p. 38.
AMEGHINO: SOBBE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 207
Los antropólogos, al querer determinar las relaciones de paren-
tesco del hombre y los antropomorfos con los demás primatos,
proceden de una manera muy distinta. Levantan un inventario de
las diferencias y semejanzas y hacen un balance juzgando como
más próximos los que presentan mayor número de semejanzas y
menor de diferencias. A primera vista, este procedimiento parece
muy lógico, pero por poco que se investigue el origen de las dife-
rencias y de las semejanzas, pronto se adquiere el convencimiento
de que es un criterio completamente equivocado, porque da un
mismo valor á caracteres de un significado muy distinto cuando
no completamente opuesto. Beunen, dándoles un mismo valor, las
semejanzas ancestrales heredadas de un antecesor común y las que
resultan del desarrollo independiente de los mismos órganos en
una misma dirección, es decir, la evolución paralela; las diferen-
cias que proceden por herencia de antecesores pertenecientes á
h'neas distintas y las que resultan de descendientes que han evolu-
cionado en lineas divergentes. Es claro, pues, que las semejanzas
que resultan de un paralelismo en el desarrollo de los mismos ór-
ganos y las diferencias que proceden del desarrollo divergente,
obscurecen completamente las afinidades debidas al verdadero pa-
rentesco filogenético, conduciendo así á conclusiones falsas.
Para establecer los grupos naturales, los caracteres de verdadera
importancia son los que tienen un significado filogenético, los
heredados de antecesores comunes, mientras que los heredados de
líneas ó antecesores distintos sólo sirven para distinguir los mismos
grupos de los que más se les aproximan.
Los caracteres comunes heredados sin duda de un antiguo
ascendiente, que hemos encontrado en el atlas, como la posición
transversal ú oblicua de las apófisis transversas (p. 176) y la ausen-
cia de un puente óseo sobre la gotera vértebro-arterial del arco
posterior (p. 183), prueban como ya lo hemos dicho más arriba,
que el hombre y los antropomorfos constituyen un grupo antiquí-
simo, desprendido de antecesores que poseían esos mismos caracte-
res, que se aisló evolucionando por separado desde el fin de la
época eocena. Este grupo tiene un valor más ó menos igual al que
forman los demás monos verdaderos del antiguo y nuevo mundo;
es decir que constituyen un orden para el cual hace ya próxima-
mente veinte años adopté el nombre de Aníhropoidea^ para sepa-
rarlo de los Simioidea, orden este último en el que incluía los
demás monos con excepción de los lemurianos, que separaba como
otro grupo de igual valor, el orden de los Prosimia.
208 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
He aquí la disposición sistemática qne di entonces de esos
grupos*:
I. Pulgar del pie (anterior*) oponible. Órbitas
de arco cerrado.
1. Cavidades orbitarias sin comunicación
con las fosas temporales.
a, Posición vertical ú oblicua. Cola no
aparente Anthropoidea
b, Posición horizontal. Cola generalmen-
te larga y aparente Simioidea
2. Cavidades orbitarias en comunicación
con las fosas temporales Prosimia
Dividía el orden de los Anthropoidea en dos familias que distin-
guía en esta forma :
a, Posición vertical, miembros anteriores
cortos, cerebro sumamente grande. . Hominidae
6, Posición oblicua, miembros anteriores
largos, cerebro por lo menos una mi-
tad menor Antkropomorphidae
Esta clasificación queda todavía absolutamente incólume, con la
única diferencia que el descubrimiento de varios representantes
fósiles de ambas familias ha disminuido en parte el espacio que
las separaba, y ha aumentado el número de las familiets con una
nueva, hoy extinguida, la de los Homunculidae, que constituye el
tronco de origen de las dos todavía existentes.
El orden de los Anthropoidea y sus familias pueden actualmente
caracterizarse en esta forma :
Anthropoidea, Posición semioblicua, oblicua ó erecta; cavidad
craniana muy voluminosa: atlas en forma de anillo muy delgado,
con grandes masas, sin perforación vertebroarterial transversal ni
lateral ; cola no aparente ó muy corta.
a. Ocho muelas de reemplazamiento ; posición erecta;
miembros anteriores cortos; cerebro sumamente
grande; cráneo redondo, sin crestas salientes y de
* Ambqhino, F. Oonlribución al conoc. mamif. fóa, B, Argentina^ p. 44, a. 1889.
* Hubiera debido decir mano.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 209
rostro mny corto; caninos muy poco desarrollados;
dedo interno del pie no oponible; hábito terres-
tre Hominidae.
b. Ocho muelas de reemplazamiento; posición obli-
cua; miembros anteriores largos; cerebro por lo
menos una mitad menor; cráneo con fuertes cres-
tas salientes y rostro prolongado; caninos muy
fuertes; dedo interno del pie oponible; hábito ar-
borícela. Anthropomorphidae.
c. Doce muelas de reemplazamiento; posición semi-
oblicua; miembros anteriores de largo mediano;
cerebro muy grande, proporcionalmente á la talla
mayor que en el hombre; cráneo redondo, sin cres-
tas salientes y de rostro muy corto ; caninos muy
pequeños, apenas un poco mayores que los incisi-
vos; dedo interno del pie oponible; hábito terrestre,
no arborícela Homuncididae.
El primer descubrimiento de un representante extinguido de
valor genérico perteneciente á la familia de los Hominidae fué el
del Fitheeanthropus eredus. Como el fémur demuestra que la posi-
ción era en efecto perfectamente erecta, es claro que forma parte
de la familia de los Hominidae. Por el volumen del cerebro es un
intermediario perfecto entre el hombre y los antropomorfos.
El Tetraprothomo no puede ser considerado como un antropo-
morfo. Hemos visto que tanto por el fémur como por el atlas, se
parece al hombre mucho más que cualquiera de los antropomorfos
conocidos.
Lo que distingue al hombre como tipo de una familia, es el gran
desarrollo del cerebro y la posición erecta.
El Tetraprothomo y por su posición erecta, es pues, un tercer re-
presentante del mismo grupo, un tercer género do la familia de los
Hominidae. Por su tamaño muy pequeño, por la forma y posición
del trocánter menor, por la forma de los arcos del atlas y la dispo-
sición de sus caras articulares, se presenta como un tipo en evolu-
ción hacia el género Homo, es decir como su verdadero precursor.
210 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
IMPORTANCIA DEL DESCUBRIMIENTO.
£1 descubrimiento del Tetraprothomo es de una importancia ex-
traordinaria bajo múltiples puntos de vista, de los cuales mencio-
naré sólo unos pocos.
Por lo pronto es una confirmación de la grandísima antigüedad
del yacimiento de Monte Hermoso.
En los terrenos de la época cuaternaria, sólo se encuentran res-
tos pertenecientes al género Homo, sea del Homo sapiens actual-
mente existente, sea de especies muy parecidas tanto por la talla
como por la conformación (Homo prímigenius)^ pero no de precur-
sores genéricamente distintos.
En la formación pampeana, que según las pruebas sucesivas que
he presentado pertenece á la época pliocena, nos encontramos to-
davía con especies extinguidas del género Homo, como el Homo
pliocenicus Kobelt, del pampeano superior (piso bonaerense) y el
Homo pampaeus Amgh. del pampeano inferior (piso ensenadense),
las cuales, cuando sean mejor conocidas es posible resulten repre-
sentar dos géneros distintos (Prothomo, Diprothomo), pero todavía
muy próximos del género Homo.
El Tetraprothomo, tanto por la talla como por su conformación
es tan alejado de Homo que debe remontar á una época sumamente
más lejana que la del cuaternario inferior y todavía considerable-
mente más antigua que la del pampeano inferior. Bajo el punto
de vista morfológico y evolutivo, la distancia entre Tetraprothomo
y Homo es tan considerable que presupone la posible existencia de
tres géneros intermediarios, Prothomo, Diprothomo, Tinprothomo^
cuyos caracteres hace años los he restaurado teóricamente.
Juzgando por la transformación de las faunas mamalógicas se-
gún los datos que nos suministra la paleontología, el desarrollo y
sucesión de esas formas desde Tetraprothomo á Homo, es absoluta-
mente imposible que se haya efectuado en un espacio de tiempo
más corto que el correspondiente á toda la época pliocena. Luego,
el Tetraprothomo ha vivido en época anterior al plioceno, de donde
se deduce que Monte Hermoso debe remontar á la época míocena,
como por otra parte lo demuestran todos los demás datos geológi-
cos y paleontológicos.
Si la tierra cocida, y á veces también fundida y en parte vitrifi-
cada que se encuentra en las capas fosilíferas de Monte Hermoso,
se ha invocado como la prueba de la existencia en dicha época de
un ser inteligente, de un precursor del hombre, ahora, los huesos
AMEGHINO; SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 211
de ese precursor, hallados en las mismas capas, prueban á sn vez
que esos vestigios de tierra quemada y vitrificada, son el resultado
de quemazones intencionales y de fogones encendidos por el ser
cuya primera existencia revelaron. Más comentarios á este res-
pecto serían superfinos.
Bajo el punto de vista de la región que dio origen á la forma-
ción del hombre, el descubrimiento de Monte Hermoso es de una
importancia igualmente capital.
Las tradiciones que hemos recibido de Oriente están concordes
en colocar la cuna del género humano en Asia, y entre los hombres
de ciencia ha sido hasta ahora como un artículo de fe que el hom-
bre debía ser necesariamente originario del viejo mundo.
Hace veintisiete años me atreví á decir: «Hasta ahora la ciencia
no puede determinar qué punto de la superficie del globo ha sido
la cuna primitiva del género humano ; por consiguiente, no hay ra-
zón ninguna para hacer emigrar al hombre del antiguo al nuevo
mundo, puesto que la emigración bien puede haberse verificado en
sentido contrario » ^.
En 1891; al describir los restos de los primeros monos fósiles
descubiertos en Patagonia, decía: «El punto de origen de los ver-
daderos monos y del precursor del hombre que hasta ahora se
creía debía encontrarse en algunas regiones del viejo mundo, se
encuentra así trasladado á Sud-Amériea » ^
Desde entonces, repetidas veces he manifestado la posibilidad
de que, no ya el precursor, sino el hombre mismo fuera de origen
sudamericano, y hace apenas un año, lo he establecido sobre ba-
ses científicas que desde ahora juzgo inconmovibles. Esta teoría
y la base sobre que se funda la he expuesto con bastante extensión
en un capítulo de mi libro. Les formations sédimentaires du crétacé
supérieiir et du tertiairede Patagonie, páginas 421 á 462, año 1906*.
El Tetraprothotno^ fundado primero teóricamente sin indicación
de punto de origen, determinada luego la región de origen también
teóricamente, ha salido á la luz del día más pronto de lo que me
era dado suponer, más ó menos con los mismos caracteres que le
* Amegbimo F. La antigüedad del hombre en el Plata^ t. i, pág. 211, a. 1880.
* Ambobino F. Los monot fóaüeit del eoceno de la República Argentina^ en Re-
vista Argentina de Historia Natural, t. i, p. 396, a. 1891.
' Un diario de La Plata, La Keforma, propiedad del señor Ángel K. Ferrando,
ha vertido al español y publicado en folleto el capitulo que se refiere al hom-
bre, con el titulo de: El Origen del Hombre. Ascendencia y parentesco; en 8.»
de 41 páginas. La Plata, 1907.
212 AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPEOTHOMO ABGENTINUS.
había asignado y en la misma región que suponía debía ser su cen-
tro de origen.
El descubrimiento de los restos óseos del precursor del hombre
en el mioceno de Monte Hermoso, traslada definitivamente el
centro de origen del hombre, del antiguo continente á Sud- América.
Este descubrimiento está además en perfecta concordancia con lo
que he demostrado en mis últimos trabajos: que losprimatos^ tanto
los prosimios ó lemuroideos como los simios, son de origen
sudamericano ^
Los verdaderos monos ó simioideos que aparecen en Patagonia
en la base del eoceno, recién llegan á Europa hacia la mitad del
mioceno acompañados por los antropoideos de la familia de los
antropomorfos, pero no se conoce de allí ningún verdadero pre-
cursor del hombre ^ El Pithecanthropus, al que se había atribuido
ese rol; no es un antecesor del hombre sino una rama divergente
extinguida, que por la evolución de muchos de sus caracteres ya
había aventajado al hombre, mientras que por otros había entrado
en la vía regresiva de la bestialización.
* Ameobimo F.| PaleorUclogia Argeniinaj pp. 74-76, año 1904. — Id. Les forma-
tiona tédimentaireSf etc., páginas 289 á 298 y 421 á 452, a. 1906. —Id. M Origen
del hombre, pág. 18 y sig., a. 1907.
* En mi últímo trabajo ya varias veces mencionado (p. 452), digo que en el
mioceno medio de Europa, además de los restos óseos de antropomorfos se en-
cuentran también los restos de la industria de un supuesto precursor del hombrn,
el HomosimivLt Bourgeoisi, Me referia á los pedernales resquebrajeados tan cono-
cidos y tan discutidos del yacimiento de Thenay, en Francia.
En carta reciente, el distinguido antropólogo Dr. P. G. Mahoudeau, me escribe:
« A la page 452 vous paraissez admettre la réalité d^un Homonmiti» Bourgeoiti,
Passant mes vacances prés de Thenay, j'ai largement exploré le terrain, fait des
fouilles dans les mémes emplacements que Pabbé Bourgeois, et je n^ai jamáis ríen
trouvé de nature á confirmer Pexistence d^un Hominien industriel. Les silex
craquelés sont nombreux, mais on en rencontre dHdentiques dans Targile á silex
superficielle et récente des environs. Les autres silex sont des fragments informes
absolument inutilisables. II y a done lieu de ne faire commencer les traces de
^industrie préhistorique en France qu'avec les conches de Puy Coumy».
Es claro que no puedo tener una opinión personal definitiva sobre objetos que
no conozco de visu y que al mencionar ese supuesto precursor del hombre en
Europa, me he guiado por lo que al respecto han publicado vanos arqueólogos
europeos y especialmente G. de Mortillet. Si entonces esos vestigios no son obra
de un ser inteligente, y si en Europa los más antiguos objetos de piedra intencio-
nalmente tallados son los de Puy Courny, los hechos se presentarían en concor-
dancia todavía mucho más perfecta con mi teoría, pues los monos antropomorfos
que ya aparecen en capas más antiguas se han desprendido de la línea que con-
duce al hombre antes del Telraprothomo, y el yacimiento de Puy Coumy es un
poco más reciente que el de Monte Hermoso. Agregaré que tampoco hay uni-
formidad de ideas respecto á los pretendidos pedernales tallados del plioceno in-
ferior de Puy Coumy, pues muchos arqueólogos niegan que presenten vestigios
de un tallado verdaderamente intencional.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPBOTHOMO ABGENTINÜS. 213
Los caracteres que demuestran que el PUhecanthropus no puede
ser un antecesor del hombre son numerosos, pero haré sólo men-
ción de tres que son fundamentales.
1.^ La talla. Es una ley filogenétioa ya por todos reconocida que
la talla va y ha ido constantemente en aumento en las distintas
líneas de mamíferos. Es el exceso de desarrollo que ha producido
la extinción de numerosas especies, pues no han podido recorrer
el mismo camino en sentido inverso. Toda especie que no puede
conservar el mismo tamaño, decae y desaparece rápidamente. Se-
gún este principio, el precursor del hombre debió ser de talla infe-
rior á las razas humanas más pequeñas de la actualidad. Como el
PUheeanthropu» es de talla notablemente más considerable que va-
rias de las razas humanas existentes, resulta que no puede ser el
antecesor del hombre.
2.^ La existencia de una cresta metópica que no existe en el
hombre y demuestra que en el proceso evolutivo de la osificación
craniana el Pithecanthropus había aventajado al género Homo y
emprendido el camino que conduce á la conformación propia del
Gorila y del Orangután *.
3.^ La estrechez de la parte anterior de la frente, y el enorme
desarrollo de los arcos superciliares, que prueban se trata de un
hominídeo que había entrado en la vía que conduce á la bestializa-
ción propia de los antropomorfos *.
El Pithecanthropus^ lejos de ser un precursor del hombre, repre-
senta una rama lateral divergente que ha desaparecido no por
transformación sino por extinción*.
El Tetraprothomo se encuentra en condiciones muy distintas:
por su talla muy inferior á la de las razas humanas más pequeñas
conocidas, y por los demás caracteres del fémur y del atlas, así
* Aunque muy raramente, la cresta metópica en una forma muy poco desarro-
llada suele observarse en algunos cráneos humanos, pero es claro que no se tra-
ta de un carácter atávico, sino de casos individuales de un principio de evolución
hacia la bestialización.
' En Les formcUiona Mimeniaire»^ etc., págs. 441 y sig., he demostrado que esos
caracteres y muchos otros llamados pitecoideos y propio de los antropomorfos,
no existieron en los antepasados del hombre y que en los antropomorfos repre-
sentan una bestialización de origen relativamente reciente.
* Es lo que también ha demostrado el Profesor Eodolfo Senet en su memoria
Questions d^Anthropogenie, Este autor es el único que ha tratado la cuestión del
Pifhecemthropua de acuerdo con las leyes del desarrollo filogenótico de los dis-
tintos órganos y con los últimos progresos de la paleontología de los mamífe-
ros. Como pinieba, transcribo á continuación algunas de sus conclusiones.
«Aucun prédécesseur de l'homme n'a pu avoir de eré tes ni d'arcades sourcilié-
res élevées
Pour ce qui est du Pithecanthropus erecttu de Dubois — surtout pour la place
214 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
como por su gran antigüedad, se presenta como el verdadero pre-
cursor del hombre en la linea ascendente directa.
Hace 18 años, dije que los primates primitivos que en su evolu-
ción posterior habían dado origen al hombre no habían sido arbo-
rícelas; que esos seres confinados en una llanura desprovista de
árboles, pasaron gradualmente de la posición horizontal á la posi-
ción oblicua y luego erecta.
«Pero otros planungulados, por causas que no es ahora del caso
averiguar, viéronse confinados en comarcas llanas y desprovistas
de árboles como nuestras pampas; carecían allí de puntos de refu-
gio y tenían qae confiarlo todo á la vista y á la astucia. En la
llanura, una de las condiciones esenciales á la seguridad individual,
es la de poder divisar al enemigo desde lejos. Para observar á ma-
yor distancia necesitaban apoyarse sobre sus miembros posteriores
que eran plantigrados, irguiéndose sobre ellos lo posible para
luego tender la vista y escudriñar el horizonte. En este ejercicio,
los miembros posteriores adaptábanse de más en más á la sustenta-
ción y á la marcha, y los anteriores á la prehensión, transformán-
dose con la sucesión del tiempo la posición horizontal en vertical.
La vista, dirigida horizontalmente hacia adelante, dominaba el
espacio máximo que permitiale abarcar su mayor elevación. A su
vez, el cráneo, en lugar de estar más ó menos suspendido como se
encuentra en la posición horizontal, descansando desde entonces
sobre una base vertical, permitióle un mayor ahorro de fuerza,
acompañado de un mayor desarrollo cerebral, y un aumento en la
qu'il occape dans Parbre phylo^énétique de lliomme et des anthropomorphes,
je ne partage pas ropinion ni de Morselli ni de Dubois. Je ne crois pas, en m'ap-
puyant sur ce que je viens de citer, quUl puisse se trouver dans la ligne des
précurseuTs directa de Phomme
Je ne partage aucun de ees avis. II u^e semble quUl n'est pas absolument né-
cóssaire que le Piíhecanthropus soit un singe, ou un homme, ou une forme de
passage. Je crois qu'aucune des trois opinions ne peut lui assígner une place
precise dans Parbre généalogique de lliomme et des anthropomorphes. En effet,
le probléme a une autre solution. Si le Piíhecanthropus n'est ni un homme, ni un
singe, ni une forme de passage, il doit étre une branche collatérale issue d'une
souche commune
Mais en revanche, les arcades sourciliéres elevées et formant une visiére sai-
llante de 81 mm. nous revélent quMl n*a pu étre un ancétre de Phomme puisque
celui-ci ne posséde pas actuellement ce caractére et ne le reproduit pas non plus
& aucunes des étapes de son évolution ontogénique. C'est-lá Pindice d'un procés-
SU8 de Pévolution vers Possification supérieure, produít au détriment dés lobes
frontaux. De sorte que dans le Piíhecanthropus des causes múltiples ont detenu le
dóveloppement du cerveau et permis celui des arcades sourciliéres. Cette évolu-
tion au détriment de Pintelligence a dü entrainer la disparition de Pespéce.»
AMEGHINO: SOBEE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 216
intensidad intelectual ó pensante en detrimento del instinto bruto
heredado de sus antepasados. Ese fué el antecesor del hombre \ »
Hace apenas un año, por consideraciones anatómicas he de-
mostrado que el hombre nunca había pasado por el estadio de ar-
borícola*. Ahora, el descubrimiento del precursor del hombre en
la vasta llanura pampeana desprovista de bosques y que nunca los
tuvo, confirma en todos sus detalles el contenido del párrafo trans-
cripto, quizás demasiado atrevido para esa época.
El hallazgo de un precursor del hombre en esta región del con-
tinente sudamericano, tiene también una muy grande importancia
sobre el ahora tan debatido problema de las relaciones de las fau-
nas mamalógicas sudamericanas con las de los otros continentes.
En mis diferentes trabajos paleontológicos de estos últimos años
he demostrado que las antiguas faunas extinguidas del territorio
argentino son autóctonas, que no han venido de la América del
Norte ni del antiguo mundo, sino que se han desarrollado sobre el
mismo continente sudamericano. He demostrado también que
son esas antiguas faunas sudamericanas, sobre todo aquellas que
remontan á los últimos tiempos de la época cretácea, que han dado
origen á todos los mamíferos que pueblan y han poblado todas las
regiones de la tierra á partir del principio de la época terciaria. Un
resumen de esta teoría y de los hechos en que se funda se encon-
trará en mi último trabajo sobre la geología de Patagonia, al que ya
he hecho numerosas referencieiS (Les formations sédimentaires, etc.,
páginas 280 á 452).
Esta teoría ha encontrado en varios geólogos y paleontólogos
de Europa y Norte América^ una obstinada y prolongada oposición
y en algunos casos hasta ha dado lugar á fuertes intemperancias de
lenguaje, pero casi siempre, no discutiendo los hechos en sí mismos,
sino negándolos de una manera sistemática, por no poderlos encua-
drar dentro de los prejuicios científicos que les han enseñado y á
los que se encuentran aferrados como si fueran artículos de fe.
Esa oposición intemperante no me ha desviado de mi camino.
He levantado cuantas objecciones se me han hecho, he continuado
• reuniendo materiales y acumulando nuevas pruebas.
Poco á poco he presentado los precursores sudamericanos, sino
de todos, de casi todos los grupos de mamíferos conocidos. No
hace mucho di á conocer los precursores de los lemurianos ó prosi-
* AuBeHiMO F. Una rápida ojeada á la evolución füogenética de loa mamíferos^
en Bol, In$t, Qeogr. Argentino, T. X, p. 172, a. 1889.
* Ameobino F., Les formaiions aédimentaireSf etc. pá^s., 440-441, a. 1906.
216 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
míos y de los verdaderos monos. Ahora, entrego á la ciencia, en-
contrado igualmente en suelo argentino, al precursor del hombre.
Este hallazgo es el complemento y el coronamiento de mis inves-
tigaciones precedentes; cierra el círculo de los descubrimientos que
sucesivamente he venido exponiendo. En lo sucesivo, ya no me
queda otra tarea que la de ir llenando gradualmente los claros.
Sospecho, que este nuevo descubrimiento y las deducciones que
de él se desprenden van á levantar sobre mí una verdadera tempes-
tad, dando quizás nuevamente lugar á más de una intemperancia
de lenguaje, pero no me ocasiona la más mínima preocupación.
Tengo completa seguridad en la exactitud del conjunto de hechos
que he venido exponiendo desde hace más de veinte años y que
sirven de fundamento inconmovible á mis teorías. Quedo, pues, per-
fectamente tranquilo y dispuesto á defender mis opiniones en el
campo de la discusión científica y razonada.
RELACIONES FILOGENÉTICAS.
En Europa y Norte América, los prosimios, ó por lo menos ani-
males que parecen más ó menos relacionados con los lemuríanos
actuales, aparecen en el eoceno y se extinguen en el oligoceno.
Los verdaderos monos no han dejado restos fósiles en las capas
terciarias de Norte América, y en Europa ya hemos dicho que apa-
recen recién en el terciario medio.
En Patagonia, los prosimios ó lemurianos aparecen en las capas
superiores del cretáceo y se extinguen en el eoceno. Los verdade-
ros monos aparecen en la base del eoceno en donde coexistieron
con los lemurianos, y han continuado viviendo en Sud América
sin interrupción hasta la época actual, pero desaparecieron de Pa-
tagonia, probablemente desde mediados de la época terciaria. De
Sud América emigraron al viejo mundo, probablemente al princi-
pio del mioceno ó á fines del oligoceno.
Las relaciones filogenóticas generales del hombre con relación á
los antropomorfos y los demás primates y de éstos con los sarco-
boros y los ungulados las he expuesto en mi último trabajo sobre
las relaciones de las faunas mamalógicas de la América del Sur
con las del antiguo continente ^. Los resultados generales de esa
investigación se encuentran reasumidos en el cuadro adjunto.
* Ameohino F., Lea formationa aédimentaires du crétacé snpérieur el dti tertiaire de
Falagonie, en Anal. Mus. Nac, de Buenos Aires, ser. 8.*, T. viii, p. 282 y sig.,
a. 1906.
AMEGHINO: SOBRE EL TETBAPHOTHOMO ARGENTINUS. 217
Homini- Simiidae
Sarco- Ungn- Prosi- Arctopi- dae (Modos antro- Cerco-
bora lata inia thecidae Cebidae (Homo) pomorfos) pithecidae
Cercopithecidae
i)rimitivo8
(Homunculites)
Protnngulados
(Caroloameghinia)
Microbiotheriidae
(Sarcoboros primitivos)
Dividiendo los primatos en tres grupos ú órdenes, Anthropoidea,
Simioidea y Ptosimia, la disposición filogenótica sería la siguiente:
Anthropoidea Simioidea Prosimia
Simioidea
primitiva
Prosimia primitiva.
Amal. Mus. Nac. Bb. As., Srr. 8», t. ix. Skptikmbre 28, 1907.
15
218 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Dejemos ahora á un lado los Prosimia y los Simioidea, para ocu-
parnos de las relaciones filogenéticas de los representantes del or-
den de los Anthropoidea^ en el que entran el hombre, el Tetrapro-
thomOj los antropomorfos y los homunculídeos.
Por su talla pequeña, el mayor número de muelas, y la pequenez
de los caninos^ los homunculídeos constituyen el tronco de donde
se desprendieron los hominídeos primitivos, igualmente muy pe-
queños y de cráneo redondo, sin crestas salientes. De estos homi-
nídeos primitivos desciende el hombre, mientras que ramas latera-
les divergentes y bestializadas dieron origen á los antropomorfos.
Las relaciones filogenéticas de los distintos grupos del orden de
los Anthropoidea pueden exprrsarse en esta forma:
Hominidae Antropomorphidae
\ /
Hominidae primitivos
Homunculidae.
Hace 23 años publiqué un cuadro filogenético del hombre y de
los antropomorfos existentes, restaurando teóricamente las formas
extinguidas, cuadro que creo conveniente colocar acá ante los ojos
del lector en su forma original. Los fundamentos de esta reconstruc-
ción se encontrarán en la obra en la que el cuadro fué publicado,
pues son demasiado largos para darlos, ni aun en resumen^. De
cada uno de los géneros teóricos allí establecidos, doy los princi-
pales caracteres que he restaurado de acuerdo con los principios y
procedimientos en dicha obra establecidos.
* AuEGHiKO F., Filogenia, Principios de dosificación transformida basados sobre
leyes naturales y proporciones matemáticas ^ pp. 386 á 388, a.. 1884.
AMEGHrao: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 219
He aquí el menoíonado cuadro:
220 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
En mi trabajo del año último arriba mencionado, he establecido
sobre hechos positivos y muy fáciles de comprobar, que no es el
hombre que desciende de los antropomorfos, sino que son estos úl-
timos que descienden del hombre por vía de una bestialización
gradual. La síntesis de mis investigaciones al respecto la encierran
los dos párrafos que á continuación transcribo.
« La principal característica del hombre es el gran desarrollo del
cerebro, y, consiguientemente, del cráneo, que toma una forma re-
donda. En el estadio de mamífero, ningún antecesor directo del
hombre ha tenido el cráneo con crestas salientes. Los microbio-
tendeos que se encuentran en la base del tronco mamálogico del
hombre, tenían un cráneo liso, sin crestas. A partir de este anti-
guo tronco y pasando por los prosimios del cretáceo superior y de
la base del terciario, y después por los homunculídeos hasta el
hombre, el cráneo se ha vuelto de más en más grande y de más en
más redondo. Es el proceso evolutivo que llamaré c hacia la huma-
nización.»
« De esta rama ó línea directa que, de los clenialitídeos conduce
á los homunculídeos y de éstos al hombre, sucesivamente y en épo-
cas diferentes, se han ido separando líneas laterales. En estas lí-
neas divergentes ha habido un proceso continuo hacia una mayor
osificación del cráneo, en correlación con un mayor desarrollo de
los caninos y de los molares, lo que ha dado origen al alargamiento
del rostro y á la formación de gruesas crestas temporales, de las
crestas occipital y sagital, grandes rebordes sobreorbitarios, etc.
En los primatos es este el proceso evolutivo que llamaré « hacia la
bestialización. »
« De acuerdo con estas nuevas observaciones y con los nuevos
puntos de vista que ellas determinan, poniendo en paralelo al
hombre con los simios del antiguo continente, no es el hombre que
aparece como un mono perfeccionado, sino al contrario, son los mo-
nos que aparecen como hombres bestializados. Esta conclusión es
evidente, sobre todo para los antropomorfos. » ^
Si el lector examina ahora el cuadro filogenético del hombre y
de los antropomorfos que he reproducido más arriba y que publi-
qué por primera vez en 1884, verá que se encuentra absolutamente
de acuerdo con las conclusiones á que me han conducido mis últi-
mas investigaciones y los últimos descubrimientos. La línea que
^ Ameohimo F. Les formations sédimeniaires, etc . ^ pp. 442-448, a. 1906. — Id. El
Origen del Hombre, pp. d2-<88, a. 1907.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO AEGENTINUS. 221
del Anthropomorphus conduce al hombre es la de los Hominidae^
de la caal se han ido sncesiyamente desprendiendo las ramas late-
rales y divergentes que conducen á los distintos antropomorfos
existentes.
Con motivo del descubrimiento del PithecanthropKS erectus^ Du-
bois dio en 1896 un cuadro filogenético de los monos y del hom-
bre, en el cual el Pithecanthropus aparece como antecesor del gé-
nero Homo, lo que ya se ha visto, es absolutamente imposible; va-
rios otros géneros encuéntranse en el mismo cuadro colocados en
completa oposición á las leyes y procedimientos filogenéticos.
El cuadro de Dubois fué en parte modificado por Morselli con
el principal objeto de ponerlo en mayor concordancia con el mío;
pero, como lo dice muy bien el profesor Senet, el cuadro de Du-
bois es absolutamente inconciliable con el de Ameghino, pues los
respectivos puntos de partida son completamente opuestos.
El profesor Senet, en su memoria Questions d'Anthropogénie ya
arriba citada, da á su vez un nuevo cuadro, en el cual los antro-
pomorfos conservan la misma disposición que en el mío, pero en
lo que se refiere al hombre y sus precursores y colaterales inme-
diatos entra en mayores detalles, como que ha tomado en cuenta
los trabajos más recientes. Doy á continuación la parte de ese
cuadro que se refiere á los Hominidae.
222
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Caucásico Mongólico Americano
Cro-Magnon-Eisies,
I etc.
Australiano Negro
Engis Arrecifes
I
Fontezuelas
I
Miramar
I
Prothomo Prothomo Monte Hermoso
Prothomo neanderthalensis Prothomo
Pithecanthropus
Diprothomo
T
Triprothomo
Tetraprothomo
Este cuadro presenta varias novedades dignas de fijar la atención.
La primera, que salta inmediatamente á la vista es la disposición
de las razas humanas en tres grupos que habrían tomado origen
independientemente en el precursor inmediato del hombre, es de-
cir en Prothomo. Esos grupos son: 1.^ las razas americanas, que
habrían tomado origen en este mismo continente; 2.** los negros y
australianos; 3.^ los mongoles y los caucásicos. Mas adelante,
cuando me ocupe de la dispersión de los hominídeos se verá, que
estas ramas concuerdan exactamente con los hechos, pues corres-
ponden á dos emigraciones absolutamente distintas tanto por la
diferencia de época en que se efectuaron, cuanto por el camino
distinto y casi opuesto que recorrieron.
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPROTHOMO AEGENTINUS. 223
En el mismo cuadro el Hombre de Neanderthal es considerado
como una forma extinguida del precursor mas inmediato del hom-
bre, el ProtJiomo.
El Pithecanthropus es considerado como un género extinguido
que se hubiera desprendido del precursor teórico IriprotJwmo, y
creo es la colocación que le corresponde. Por la talla es mucho
más evolucionado que el TetraprotJiomOj mientras que por la bes-
tialización del cráneo debe ser muy anterior al Prothomo y Dipro-
thomo. Tampoco puede identificarse con ninguno de los antecesores
teóricos que he asignado al hombre. Es demasiado alejado de éste
para que pueda identificarse con el Prothomo ni con el Diprothomo.
De talla demasiado considerable para que pueda considerarse como
un descendiente inmediato del Tetraprothomo^ y demasiado bestia-
lizado para desempeñar el rol de TriprotJiomo, no queda otro camino
que considerarlo como una rama divergente extinguida desprendida
de este último.
Fundiendo el cuadro filogenético teórico que publiqué en 1884
con el del profesor Senet que responde á los mismos principios, y
con los datos positivos obtenidos desde entonces, doy un nuevo cua-
dro en el cual los claros son todavía numerosos, pero que constituye
un gran paso hacia adelante en los conocimientos que á este res-
pecto poseíamos no hace muchos años.
En este nuevo cuadro, las lineas negras, son las formas que se co-
nocen por restos óseos; las líneas puntuadas representan las formas
restauradas teóricamente; y las líneas dobles son los hominídeos teó-
ricos, cuya existencia parece desprenderse del hallazgo de supuestos
vestigios industriales.
224
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
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Homo pampaens
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Neopithe-
cus
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Diproto-
smiia?
Palaeopithecns
IProtrofflody-
tes?
Diprotroglodytes
Dryopi-
thecas
Pliopithe-
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Oollenstemum ?. .
Dryopitecus
Triproto-
simia
Ooristemum
Triprotro-
glodytes?
?
0
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Anthropomorphos
r
OD á
i
o
» o
3.
Cretá-
ceo
Anthropops
I ProanthFopomorphus ?
Pitheculas
Homuncalus
I
Pitheonlites (Símioidea)
I
Glenialitidae (Prosimia)
I
Microbiotheriidae
I
Homunonlites
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINUS. 225
Las razas humanas actuales están distribuidas en dos grandes
grupos, que se distinguen no sólo por sus caracteres físicos, sino
también por las regiones en que habitan y su origen distinto. El
primer grupo lo constituyen las razas caucásicas, mongolas y
americanas; es sólo á éste que es aplicable el nombre de Homo
sapiens^ y desciende del Homo fliocenicus que habitó Sud América
durante los últimos tiempos de la época terciaria. £1 segundo lo
constituyen las razas negras, negroides y australoides de las regio-
nes tropicales de África, Asia y Australasia, que se han aislado en
una época muy anterior, separándose de un descendiente inmediato
ó muy cercano del Tetraprothomo que debe ser el Triprothomo. Este
origen distinto prueba que se trata de una especie diferente que
puede designarse con el nombre de Homo ater,
Al hombre de Neanderthal (Homo primigenius), le doy una colo-
cación un poco más elevada que en el cuadro de Senet, pero, igual-
mente como rama extinguida y divergente que había entrado en el
camino de la bestialización.
La línea que conduce al Pitfiecanthropns sale del Triprothomo
confundida en la misma rama que conduce al Homo ater de la cual
se desprende más ó menos hacia el principio de la época pliocena-
El hipotético Homosimius del plioceno inferior de Francia y de
Portugal cuya supuesta existencia está basada únicamente sobre
supuestos vestigios industriales, lo ligo al Tetraprothomo, aunque
su existencia aparece hasta ahora como muy problemática.
De los antropomorfos encontrados fósiles en Europa, el Pliopu
thecus del mioceno medio es muy parecido al Gibon, pero por el
tamaño reducido de los incisivos y el poco desarrollo de los cani-
nos es evidentemente un tipo menos evolucionado y más próximo
á los homunculídeos de Patagonia. Es por eso que lo coloco en la
base de la rama que conduce al género Hylobates, rama que debe
haberse desprendido del antecesor inmediato del TetraprotJiomo.
El PaedopitJiex^ toma evidentemente colocación más ó menos hacia
la mitad de la misma rama. ' De esta disposición se desprende cla-
* Este género, fundado sobre un fémur, ha sido identificado con Dryopithecusj
pero este último es un aliado del Ooriüa y del ArdhropopUhecm^ mientras que el
fémur mencionado es casi idéntico al de Hylohates^ razón por la cual creo debe
conservarse el género Paedopithex,
» CJon esto no quiero decir que Pliopühecus antiquu» Gerv. y Paedapühex rhena-
nut Pohlig, sean los precursores directos del Gibon, pues es evidente que deben
ser ramas laterales; los precursores son otras especies aun desconocidas de los
mismos géneros que formaban parte de la linea directa. Pliopithecu» y Paedopi-
thex son precursores del Gibon como tipos genéricos.
226 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ramente que en la línea ascendente que saliendo de Hylobates va á
entroncarse en la que conduce al hombre, representada en mi pri-
mer cuadro filogenético por un solo precursor, el Proihylobates,
ha comprendido varios.
Hasta ahora no se ha hecho mención de ninguna forma extin-
guida que forme parte de la línea que conduce al Orangután, pero
por la forma de los repliegues del esmalte en la única muela hasta
ahora conocida del género NeopitJiecu»^ creo que este es en realidad
un precursor de Simia, que puede corresponder á Diprotosimia.
El Dryopiihecus presenta afinidades con el Gorila y el Chim-
pancé, y debe considerarse como uno de los antecesores pertene-
cientes á esta línea. Es probable corresponda al Triprotroglodytes,
pero en vista de su talla considerable y el fuerte desarrollo de la
dentadura, especialmente de los caninos, para ligarlo al Anthropo-
morphus hay que suponer la existencia de otros intermediarios, de
manera que también en esta línea los eslabones genéricos desapa-
recidos han sido más numerosos de lo que supuse. El antecesor
inmediato de ambos géneros. Chimpancé y Gorila, parece ser el
Palaeopithectis del plioceno superior de la India, y corresponde
probablemente al Protroglodytes. La distancia que lo separa del
Dryopiihecus (Triprotroglodytesf) es la que corresponde al Dipro-
troglodytes.
En cuanto al género del mioceno superior de Europa descripto
con el nombre de Gryphopithecus, no puedo darle colocación ni aun
aproximada, pues está fundado sobre una sola muela superior, in-
suficiente para determinar si se trata de un hominídeo ó de un an-
tropomorfo.
Si el antiguo continente ha sido el centro de desarrollo de los
Anthropomorphidaej es decir, de las ramas bestializadas que se des-
prendieron de la línea que conduce al hombre, Sud América ha sido
la región del antiguo desarrollo de los Hominidae.
Pasando por alto los restos humanos de los terrenos postpam-
peanos antiguos (platense) y del pampeano lacustre mas reciente
(lujanense.) se han encontrado restos humanos en el pampeano su-
perior (piso bonaerense), referidos por Kobelt á una especie distin-
ta del Homo sapiens y extinguida, que designa con el nombre de
Homo pliocenicusy caracterizada por una talla reducida, 18 vértebras
dorsolumbares y otros caracteres osteológicos, que si nuevos descu-
brimientos probaran que son constantes, tendrían hasta un valor
genérico, y estaríamos en presencia del Prothomo pliocenicus. Es
evidentemente el desarrollo del Prothomo que ha dado origen al
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPROTHOMO ARGENTINÜS. 22 7
hombre americano. Es una rama de este mismo Pt'othomo que inva-
dió Norte América á fines del plioceno ó quizás un poco antes, de
donde pasó al continente asiático, y de allí á Europa, dando origen
á las razas mongólicas y caucásicas, una rama divergente de este
mismo tronco, el hombre de Neanderthal (Homo prímigenius) se ex-
tinguió en la primera mitad de la época cuaternaria.
El hombre del pampeano inferior (piso ensenadense) tiene un
cráneo con una frente tan excesivamente deprimida que lo he refe-
rido á otra especie extinguida distinta de la precedente, á la que he
dado el nombre de Homo pampaeus y que bien pudiera ser corres-
pondiera al Diprothomo.
Es probablemente de la base del Diprotomo 6 de la parte supe-
rior del Triprothomo que se han desprendido las razas negras, ne-
groides y australoides que constituyen la segunda especie del género
Homo actualmente existente (Homo ater), de la que me ocuparé
más circunstanciadamente al tratar de la dispersión de los antro-
poideos. De esta misma rama que dio origen al Homo ater, se des-
prendió el hominídeo aun desconocido cuya última etapa de desa-
rrollo conduce al extinguido Pithecanthropus.
En Sud América, después del Homo pampaeus (Diprothomo?)^ el
más antiguo hominídeo conocido es el Tetraprothomo descripto en
esta memoria y perteneciente á la parte inferior (piso hermosense)
del mioceno superior.
Entre el horizonte hermosense (mioceno superior) y el ensena-
dense (plioceno inferior) hay un horizonte intermediario, el puel-
chense, del cual bajo el punto de vista paleontológico por ahora
conocemos muy poca cosa. Es durante la época de este horizonte
correspondiente al mioceno más superior, que vivió el sucesor ó
descendiente inmediato del Tetraprothomo^ es decir, el Triprothomo,
Más allá del Tetraprothomo^ en las capas del horizonte arauca-
nense, conocemos vestigios industriales de un ser inteligente que
ya hacía uso del fuego, precursor del Tetraprothomo^ y que en re-
lación á este último debe corresponder al Collensternum,
No conocemos absolutamente nada que pueda referirse á los dos
estadios más antiguos, Coristernum y Anthropomorphvs que perma-
necen puramente teóricos, pero tienen que haberse desarrollado
durante las capas de la época oligocena.
En la parte más superior del horizonte santacrucense que repre-
senta el eoceno superior, se han encontrado los restos del género
Anthropopsj que por sus caracteres humanos bien puede correspon-
der al Proanthropomorphus. En la parte media del mismo hori-
228 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
zonte de la localidad de Monte Observación se ha recogido el
único fragmento hasta ahora conocido del género Pitheculus, que
parece cercano del anterior. Por fin, en las capas más inferiores
del mismo horizonte, á más de cien metros debajo de la que
contiene el PitheculuSj se encuentran los restos del Homunculus
tipo de la familia de los Homunculidaej que constituye el tronco de
origen del orden de los Anthropoidea.
Más allá del Homunculus^ á varios cientos de metros más abajo,
en las capas de la base del eoceno (piso colpodonense), se encuen-
tra el diminuto Pitheculites^ que conjuntamente con su contempo-
ráneo el Homunculites son los monos más antiguos que conocemos;
descienden de una familia de prosimios del cretáceo superior y de
la base del eoceno, los Clenialitidae, los cuales á su vez eran parien-
tes cercanos y descendientes inmediatos de los Microbiotheriidae.
DISPERSIÓN.
La parte meridional de Sud América, ó la región del hoy desa-
parecido continente subtropical austral (Archelenis) de que ella
formaba parte, ha sido el centro de desarrollo de los mamíferos, de
donde se han irradiado sobre toda la superficie de la tierra por
medio de emigraciones efectuadas en distintas épocas y en dife-
rentes direcciones.
De estas emigraciones he reconocido cuatro principales, las que^
en orden de antigüedad, empezando por la más remota, son:
1.^ Emigración cretácea hacia Australia. 2.^ Emigración cretaceo-
eocena hacia África. 3.<> Emigración oligo-miocena hacia África.
4.^ Emigración mioceno-plioceno-cuatemaria hacia la América del
Norte.
1.0 Emigración cretácea hacia Australia. — Es esta la más antigua
emigración de mamíferos sudamericanos que por ahora nos es
dado reconocer, pues empezó hacia la mitad de la época cretácea,
antes que se constituyera el gran grupo de los ungulados. Por ella
recibió Australia los sarcoboros primitivos, los Micróbiotheriidae
que allí se transformaron en los carniceros marsupiales poliproto-
dontes ó Dasyura; y los paucituberculados más primitivos (Garzo-
nidae) que se transformaron en los diprodontes ó canguros y
demás familias afines. Esta emigración se efectuó por sobre tierras
que de la Patagonia se extendían á través de las regiones polares
AMEGHINO: SOBEE EL TETEAPEOTHOMO AEGENTINUS. 229
hacia Australia, pero una conexión continaa entre ambos continen-
tes á partir del cretáceo hasta ahora nunca ha existido. Se trata de
una especie de puente movedizo á través de las regiones polares an-.
táxticas, que á medida que avanzaba hacia Australia se hundía del
lado de Patagonia; los mamíferos que emigraron de esta última
región á principios ó á mediados de la época cretácea, quedaron lue-
go aislados de la masa continental sudamericana y recién llegaron
á Australia durante los tiempos terciarios^. Esta corriente emigra-
toria fué exclusiva de Sud América a Australia^ sin que ninguna es-
pecie de esta última región emigrara en sentido contrario, esto
es de Australia á Sud América.
2.** Emigración a'etaceo-eocena hacia África. — Esta emigración se
efectuó pasando sobre una vasta región continental, hoy desapa-
recida, el Archelenis, que unía la región oriental de Sud América
á la occidental de África. Sud América envió al continente afri-
cano representantes de los principales órdenes de mamíferos: los
prosimioS; los protungulados, los condilartros, los hipoideos y pe-
risodáctilos primitivos, los hiracoideos y los amblypodos, los pro-
boscídeos primitivos, los ancilopodos, los sarcoboros primitivos
que se transformaron en creodontes y carniceros, los plagiaula-
coideos, algunos roedores y algunos edentados primitivos que se
transformaron en los manidos y orycteropídeos existentes.
En África, esta fauna evolucionó desde entonces por separado
de la que quedó aislada en Sud América ; de África, invadió gra-
dualmente Europa y Asia y de allí pasó á la América del Norte.
Todas las faunas de mamíferos del terciario antiguo de África,
Europa y Norte América, son formas evolucionadas de los repre-
sentantes sudamericanos de esta antigua emigración.
* «La circonstance que toas les types australiens sont tous relatívement beau-
coup plus récents que leurs ancétres de Patagonie, pourrait faire oroire que ce
pont n'a pas été contínue, sinon que probableinent á mesare quUl avan^ait vers
TAustralie il s'óffondrait du cóté de l'Amérique, de sorte que les animaux qui
émigrérent de ce dernier continent á une époque géologique tres ancienne, peu-
vent n'étre arrivé en Australie qu'á, une époque relatívement récente. Dans tous
les cas, la conexión de ce pont avec la Patagonie s'est interrompne vers Tépoque
tertiaire. Les faunes du Notostylops et du Pyrotheriun, correspondan tes au eré-,
tacé supérieur, se distinguent par la grande prédominance des ongulés qu'á eux
seuls constituaient les deux tiers de la faune. Parmi ees ongulés, il y en avait
des tres petits et dont Pemigration était facüe. Cependant, aucun des ongulés de
Patagonie n^a passé au continent australien. La conexión s'est done interrompue
avant la constitution du grand groupe des ongulés, c'est-ái-dire vers le milieu de
répoque crétacique.» (Ameghino F. VAge dea forvicUiont sédimentairea de Patagonie^
pp. e2-68, a. 1903.— Id. Anal, Soc, Cient, Arg. T. il, pp. 17-18, a 1901).
i
230 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Por el mismo camino no habo emigración de mamíferos en di-
rección inversa, por la sencilla razón de qae no los había en el
antiguo continente.
Dorante toda esa época, Sad América permaneció separada de
la América del Norte por un ancho mar.
9.** Emigración oligo-miocena hacia Afríca. — 'EB una segunda
emigración de formas sudamericanas hacia África, que tuvo lugar
durante la mitad de la época terciaria. El Archelenis estaba ya en
gran parte destruido, de modo que las comunicaciones eran más
difíciles y sólo pudieron pasar de uno á otro continente formas re-
lativamente pequeñas. Esta segunda emigración empezó proba-
blemente hacia el principio del oligoceno y continuó hasta el mio-
ceno superior.
Esta corriente emigratoria de Sud América al África, fué acom-
pañada de otra en sentido inverso, del antiguo continente á Sud
América.
En la corriente emigratoria de Sud América al antiguo conti-
nente, sólo se ven formas que faltan en el cretáceo superior de la
América del Sur en donde recién aparecen en el eoceno medio y
superior, y en el antiguo mundo todavía un poco más tarde, en el
oligoceno inferior hasta el mioceno superior.
En la emigración en sentido contrario, es decir, del antiguo con-
tinente á Sud América, se trata de grupos que en el viejo mundo
se han constituido en el eoceno superior y en el oligoceno por el
desarrollo de las faunas precedentes y que aparecen en la América
Meridional en época un poco más reciente.
En esta doble emigración pasaron al viejo mundo los didelfi-
deos, los verdaderos monos, los subursideos y todos los roedores
del suborden de los histricomorf os, mientras que del antiguo con-
tinente pasaban á Sud América algunos creodontes, varios carni-
ceros de las familias de los canídeos y de los ursídeos, los listrio-
dontes, y algunos otros artiodáctilos primitivos.
Durante este período Sud América continuaba aislada de Norte
América y también de la Antárctica.
4.** Emigración mioceno-plioceno-cnaternaria hada la América
del Norte. — La gran emigración de mamíferos sudamericanos hacia
la América del Norte, empezó en la segunda mitad de la época
miocena con el surgimiento de una vasta superficie de tierra en lo
que hoy es el Golfo de Panamá y el mar Caribe ; las Antillas que-
daron englobadas en esa tierra nuevamente emergida, y América
bajo la forma de una gran masa continental rectangular extendíase
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINüS. 231
de uno á otro polo, mientras que Snd América quedaba completa-
mente aislada de África. Las faunas terrestres limitadas antes por
el mar interamericano, desaparecida esta barrera, pusiéronse en
movimiento en sentido inverso, las del Norte hacía el Sur, y las del
Sur hacia el Norte, produciéndose un intercambio zoológico que
dio por resultado la formación de faunas mixtas, cuyo origen fué
hasta hace poco inexplicable. Por sobre esas tierras recién emergi-
das pasaron de la América del Sur á la del Norte, los grandes eden-
tados gravigrados y los gliptodontes, el corpulento Toxodon^ los
roedores histricomorfos, los didelfídeos y por último los monos,
aunque éstos sólo llegaron hasta Méjico. Por el mismo puente, Sud
América recibió de la América del Norte, los mastodontes, los ta-
pires, las llamas y los ciervos, los equídeos y la mayoría de los car-
niceros placentarios.
Para que pueda juzgarse de la relación de estas cuatro grandes
emigraciones con el origen, disposición y distribución geológica y
geográfica de los monos (Simioidea) y de los antropoideos (Anthro-
poidea)^ doy á continuación un cuadro de sus representantes distri-
buidos por continentes y por épocas geológicas.
i
232
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Norte Amé-
rica
Sud Amé-
rica
Europa
1
África
Asia
Australia
§
* Homo (Ame-
ricano).
Aluata, Áte-
les, Cebus.
(Limitados á
la región tro-
pical).
*irowio( Ame-
ricano).
Aluata, Bra-
chy teles, Ate-
Íes,! jago thrix,
Cebus, Pithe-
cia, Brachyu-
rusjCallithrix,
SaimiriSj^yc-
tipithecus,
Hapale, Midas.
♦ Homo (cau-
cásico).
Macacus
* Homo(nesnco
y negroide,
caucásico en
la cuenca me-
diterránea).
Gorilla,
ArUhropopi-
thecut^ Colo-
bus, Cercopi-
thecus,
Miopithecus,
Cercocebus,
Macacus,
Theropithe-
cus, Papio.
* Homo (cau-
cásico,
mongólico,
negroide).
Simia^ Hylo-
hat€$^ Semno-
pithecus, Cy-
nopitbecus,
Macacus.
*H<mo
(australoi-
de).
1
o'
*Homo.
♦ Homo.
Aluata, Calli-
thriXf Hapale.
Protopithe-
cus
*Homo.
*H«mo primi-
genius.
Macacus.
*Homo.
Macacus.
Oynocepha-
lus.
*Homo.
Semnopithe-
cus.
Cynocepha-
lus.
*Homo.
p
o
?
*Homo,
* Homoplioce-
nicus (Protho-
mof).
* Homo pam-
paeus (Dipro-
thomof).
Protopithe-
cus?
Macacus, Do-
lichopithecus,
Semnopithe-
cus,
Mesopithecus,
NeopühecuM^
Dryopühecui.
*Ho7nonmiu8 f
?
o
s
o
*Tetraprotho-
mo,
* Coüensler-
numf
Gryph opith ecus
Dryopithecui
Pliopithecus
Oreopithecus
?
o
f
o
?
t
?
I!
í3
Anthropops
Pitheculus
Homunculus
Homocentrus ?
1
•
Eoceno infe-
rior
Pitheculites
Homunculites
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPROTflOMO AEGENTINUS. 233
Los representantes de la familia de los Antropomorphidae están
en letra bastardilla, y los de la familia de los Hominidae en la misma
letra pero precedidos de un asterisco.
Por lo pronto, concuerda de una manera tan perfecta con el
cuadro filogenético de la página 224 que ambos pueden subrepo-
nerse el uno al otro.
Este cuadro es sumamente instructivo.
ün contraste que salta inmediatamente á la vista, es el que apa-
rece entre Norte América y las demás grandes regiones continenta-
les con excepción de Australia. La columna correspondiente á la
América del Norte queda completamente en blanco hasta la época
cuaternaria en la que aparece el hombre, y en la época actual algu-
nos monos de tipo sudamericano que no pasan mas al Norte de Mé-
jico. En Norte América no han vivido verdaderos monos en nin-
guna de las subdivisiones de la época terciaria, y en vista de lo bien
explorada que ha sido esa región bajo el punto de vista paleontoló-
gico, este resultado puede considerarse como definitivo. De futuras
exploraciones todo lo que puede esperarse es el posible hallazgo de
algunos monos de tipo sudamericano en las capas cuaternarias de
la región más meridional correspondiente á Méjico y la América
Central.
Por consiguiente, la América del Norte queda definitivamente
eliminada de las regiones en las cuales el hombre, sus precursores
y los monos pueden haber tomado su primer origen.
El hombre sólo pudo penetrar en Norte América, ya viniendo de
Asia por el Noroeste en una época en que no existía el estrecho de
Behring, ya de la América del Sud, por la vía de Panamá. Como
se verá más adelante, la invasión se produjo de la América del
Sur á la del Norte, probablemente en la segunda mitad de la época
pliocena.
Igual contraste, pero todavía más acentuado, ofrece Australia,
en donde el hombre es el único representante del orden de los pri-
mates, tanto en la época actual como en la cuaternaria.
Allí, no hay vestigios de monos fósiles; el conjunto de la fauna
mamalógica está constituido por marsupiales, y los pocos placen-
tarios que allí existen son tan extraños á esa fauna como lo es el
hombre, el cual es evidente ha penetrado en esa región en época
geológica muy reciente, que no remonta más allá de la cuaternaria.
Como ya hemos visto más arriba (p. 229), Australia quedó aislada de
Sud América desde la época cretácea, y el hombre y los pocos mamí-
feros que lo acompañaron sólo pudieron penetrar en ella viniendo
Amal. Mü8. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Septiembre 28, 1907. 16
234 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
del Asia del Sudeste por sobre las Islas de la Sonda que á principios
del cuaternario ó á fines del plioceno formaban sin duda una cade-
na más continua.
Quedan las demás grandes masas continentales, que bajo el punto
de vista en cuestión pueden reducirse á dos: todo el viejo mundo,
esto es, Europa, Asia y África de un lado, y Sud América del otro.
El contraste entre estas dos regiones es igualmente sorprenden-
te. En Sud América los monos aparecen en la base del eoceno y se
prolongan hasta la época actual. En el antiguo mundo aparecen
recién en el mioceno medio, de donde se deduce que los monos son
de origen sudamericano.
También este es un resultado definitivamente adquirido, que no
han de modificar las investigaciones futuras. En efecto: Europa
es la región de la tierra que bajo el punto de vista paleontológico
ha sido mejor explorada, y es por eso que aparece con un número
de géneros de monos terciarios relativamente considerable, pero
varios de ellos sólo se conocen por muelas aisladas y algunos (Neo-
pühecusj Gryphopithecus) están fundados sobre una sola muela.
Apesar de lo intensivo de esas investigaciones, en Europa no se
ha encontrado ningún vestigio de monos en terrenos anteriores al
mioceno, y es de presumir que ya no se encontrarán.
En Sud América, al contrario, las investigaciones paleontológi-
cas en terrenos anteriores á la formación pampeana han sido
hasta ahora muy poco intensivas. Apesar de eso, ya se conocen por
lo menos cuatro géneros de monos extinguidos del eoceno superior
de Patagonia. Las capas inferiores del eoceno de la misma región
reunidas bajo el nombre de piso colpodonense, que hasta ahora só-
lo se han explorado de un modo muy superficial, ya han dado dos
géneros de monos. Es pues, de prever que futuras investigaciones
del terciario eoceno de la Argentina no sólo completarán el mate-
rial de las formas conocidas, sino que darán por resultado el des-
cubrimiento de nuevos géneros.
La exploración de las capas más recientes que el eoceno nos re-
serva igualmente grandes sorpresas; como lo muestra el cuadro
que precede, basta recordar que hasta ahora no sabemos absoluta-
mente nada de los precursores inmediatos de los numerosos géne-
ros de monos actuales de Sud America, y que todavía no se ha en-
contrado un solo representante de este grupo en los terrenos mio-
cenos y oligocenos de este continente.
Pero, lo que se conoce basta para trazar el rumbo que siguieron
en sus emigraciones. Puesto que los monos son abundantes en el
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO ARGENTINüS. 235
eoceno de Patagonia, tanto inferior como superior, es claro que
tienen que haber pasado de Sud América al antiguo continente
conjuntamente con los demás mamíferos que siguieron el mismo
camino durante la misma época, y constituyen la tercera grande
emigración de mamíferos sudamericanos, esto es, la emigración
oligo-miocena hacia África de que he hablado más arriba*
Restringiendo ahora estas observaciones al terciario neogeno y
dejando á un lado los simioideos para ocuparnos únicamente de
los antropoideos, observamos queenel antiguo mundose encuentran
representadas las dos f amilas de los Hominidae y de los Anthropo-
íTiorpAteíaé, mientras que en Sud América sólo se encuentra represen-
tada la primera. Pero mientras en Sud América los Hominidae pue-
den ya seguirse en el pasado hasta el mioceno, del viejo mundo no se
conocen hasta ahora sino del cuaternario ó á lo sumo de las capas
más superiores del plioceno (Pithecanthropus), Esto es una confir-
mación de que los Hominidae han tomado origen en Sud América,
de acuerdo con lo que nos han enseñado las investigaciones filoge-
néticas; éstas nos conducen á considerar la linea de los Hominidae
como una prolongación de la de los Homunculidae, que en este
continente continuó su desarrollo hasta la época actual. Según lo
he demostrado en trabajos anteriores y como nos lo enseña el cuadro
filogenético que he dado más arriba, es de la base de esta línea
que sucesivamente se han ido desprendiendo los antropomorfos.
Es claro que los antropomorfos nunca fueron bípedos de posi-
ción erecta perfecta; esto, reunido á otros caracteres de evolución
poco avanzada, indica que se han desprendido déla línea que con-
duce al hombre en una época anterior al Tetraprothomo. Pero co-
mo no se le conoce representantes en Sud América, es claro que
deben haberse constituido en el viejo mundo por la evolución in-
dependiente de hominídeos primitivos y muy pequeños de Sud
América.
En Europa, los antropomorfos tienen ya representantes en el
mioceno medio, es decir, en capas apenas un poco más antiguas
que las de Monte Hermoso. Para llegar allí, antes tuvieron que
pasar por el continente africano, de modo que la emigración de
Sad América al África tuvo que haberse efectuado en una época
más antigua que el mioceno y más reciente que la del Anthropops
(eoceno superior), esto es, en la época oligocena, precisamente
aquella que en nuestro país todavía no nos ha proporcionado res-
tos de primates. Son esos primates aun desconocidos que se han
sucedido del Anthropops 9.1 precursor inmediato del Tetraprothomo,
236 MUSEO NACIONAL DE BUENOS ADEIES.
que pasaron al continente africano, transformándose en antropo-
morfos, que invadieron después no sólo Europa sino también el
continente asiático, extendiéndose hasta Java y Borneo.
Es cierto que todavía no se conocen antropomorfos terciarios de
África, pero es que bajo el punto de vista paleontológico y en lo
que se refiere á los terrenos terciarios medios y superiores, el con-
tinente africano es una región completamente inexplorada. Puede
predecirse que se han de encontrar en África antropomorfos no
sólo en las capas del plioceno y del mioceno, sino también ej\ las
de la mitad superior del oligoceno.
Dejemos á su vez los Anthropomorphidae para ocuparnos de los
Hominidae.
El más antiguo precursor del hombre del cual se conocen restos
óseos, es por ahora el Tetraprothomo del mioceno superior de Monte
Hermoso, que hacía corto tiempo se había adaptado á la posición
erecta perfecta. Por razones que ya he expuesto hace muchos
años y que también las he mencionado más arriba, nuestros ante-
pasados sólo pudieron adaptarse á la posición erecta, eu una vasta
llanura desprovista de árboles como la que habitaba el precursor
del hombre del mioceno de Monte Hermoso. El Tetraprothomo se
ha encontrado en condiciones excesivamente favorables para avan-
zar rápidamente en su evolución. Hacía gran uso del fuego y los
numerosos roedores y pequeños ungulados que por todas partes lo
rodeaban, le ofrecían una caza fácil y abundante. Además, como
me lo hacía observar hace unos días el profesor Ambrosetti, no
tenía enemigos peligrosos que combatir. Los grandes carniceros
(esparasodontes) del eoceno y del oligoceno habían desaparecido
y los grandes felinos de la formación pampeana que vinieron de la
América del Norte, en esa época todavía no habían penetrado en
Sud América. El mayor carnívoro de la época era un Amphicyon
de la talla de un perro mediano, el cual, seguramente no debía
ser muy temible. También es posible que, favorecido por su talla
pequeña ya aprovechara en esa época como guarida ó para el des-
canso, las corazas de los grandes gliptodontes, como lo hacía el
hombre de la formación pampeana, costumbre que este último
había quizás heredado de su antiguo precursor.
¿Cómo pudo efectuarse la dispersión de los sucesores del Tetra-
prothomo de manera que el hombre ya desde la época cuaternaria
ocupara todos los continentes?
Recuérdese lo que he dicho más arriba á propósito del Pithecan-
throptis: que éste no podía ser el precursor del hombre á causa de
AMEGHINO: SOBRE EL TETEAPBOTHOMO ARGENTÍNUS. 237
sa talla considerable, muy superior á la de varias razas humanas
existentes.
Los akas, bochismanos, hotentotes, etc., tienen de 1 "^ 30 á 1 1» 40;
los negritos, de 1 °^ 46 á 1 °^ 67. Esas razas deben descender de
antecesores cuya talla debía ser necesariamente inferior á 1 "^ 30.
Obsérvese también que todas esas razas enanas, se encuentran
distribuidas en la zona tropical de África y Asia, y son aliadas
de todas las demás razas negras, negroides y australoides que se
extienden por las mismas regiones hasta Australia, no pasando al
Norte de la zona tórrida sino por excepción.
Es evidente que ese conjunto de razas ó variedades negras, ne-
groides y australoides constituyen un grupo muy inferior al de las
razas cáucaso -mongolas, que habitan más al Norte, en la zona
templada.
Ese agrupamiento inferior (Homo atei*) que no tiene ni ha tenido
representantes en Europa ^, ni en la región de la zona templada de
Asiai ni en la América del Norte, se encuentra en el mismo caso
que los simioideos y los antropomorfos. Ha ido á las regiones que
habita desde Sud América, pasando por encima de los últimos res-
tos entonces ya discontinuos, del antiguo puente que la unía con
África.
La distancia que en su evolución separa ese grupo del Tetra-
prothomo es todavía demasiado grande para que pueda descender
directamente de él; se ha desprendido de la línea en época más
reciente, pero anterior á la del Homo pampaeus (Diprothomo f)
que ya había alcanzado una estatura algo mayor, y además corres-
ponde á una época en que la comunicación entre ambos continen-
tes estaba ya completamente interrumpida. Se deduce pues que
esas razas descienden del sucesor todavía desconocido del Tetra-
prothomoj es decir del Triprofhomo que debió existir en los últimos
tiempos de la época miocena. Son los descendientes del Tripro-
thomo que pasaron al continente africano para constituir el agru-
pamiento negro-negroide-australoide; con ellos termina la tercera
grande emigración de los mamíferos sudamericanos, ó sea la se-
gunda emigración hacia el África que había empezado en los
primeros tiempos de la época oligocena.
Es claro que si el supuesto Triprothomo dio origen á las ra^as
negro-negroides de pequeña talla de la zona tropical africana y
' Salvo pequeños avanzamientos aislados sin mayor importancia en la cuestión,
como los esqueletos de Qrimaldi, ó los negroides que se dice habitaban el Cáucaso.
238
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
asiática, debió también dar origen á razas pequeñas en Sad Amé-
rica.
El hombre de la formación pampeana era realmente de talla
poco elevada, alrededor de 1 °^ 60, aunque superior á la de las
razas arriba nombradas. Pero ha habido razas hoy extinguidas,
de tamaño considerablemente más pequeño. Al hablar del Hom-
bre fósil de Ovejero he dicho que lo acompañan los restos de
una raza enana. Doy acá el dibujo en tamaño natural de la extre-
Fig. 81. Raza enana fósil de Ove-
jero. Extremidad distal del húmero,
vista de adelante, en tamaño natural.
Fig. 82. Hombre actual de raza
blanca y talla mediana. Extremidad
distal del húmero, vista de adelante,
en tamaño natural.
midad distal de un húmero de un individuo muy viejo de la raza
enana fósil de Ovejero (fig. 81) aliado déla parte correspondiente
del húmero de un hombre actual de talla mediana (fig. 82) para
que pueda apreciarse la gran diferencia de tamaño que hay entre
ambos; la talla de la raza enana de Ovejero, no podía ser superior á
* Existe el cráneo incompleto del mismo individuo, de un tamajio igualmente
muy pequeño, pero me abstengo de entrar en detalles al respecto, por la razón
que he expresado en la nota que se encuentra al pie de las páginas 115-116.
AMEGHINO: SOBRE EL TETRAPROTHOMO AKGENTINÜS. 239
Queda por trazar el camino qne han seguido las razas cáncaso-
mongolas del Norte, es decir de Europa y de la zona templada de
Asia.
Que ellas tienen un origen común con los demás hominideos es
evidente^ pero representan un tipo mucho más avanzado y segura-
mente se. han separado de la línea principal en una época geológi-
ca más reciente que las razas negras y negroides; quizás todavía
más exacto sería decir que constituyen el prolongamiento de la
rama principal de la línea de los hominideos.
Lo que tiene una importancia capital es reconocer que los cáu-
caso-mongoles ó sus precursores no pueden haber llegado al anti-
guo continente jior el mismo camino que los negro - negroides.
Esto se prueba por el hecho de que son completamente extraños
al continente africano, los mongoles de una manera absoluta, y
en cuanto á los caucásicos no avanzaron más al sur de la cuenca
mediterránea; el resto del continente africano quedó siempre com-
pletamente libre de esta penetración del elemento blanco. Por
consiguiente^ los cáucaso-mongoles, en su dispersión siguieron ne-
cesariamente otro camino.
Salta inmediatamente á la vista que el conjunto cáucaso-mongol
presenta un parecido muchísimo mayor con el grupo americano
que no con el negro-negroide. Por muchos de sus caracteres los
mongoles aparecen como intermediarios entre los caucásicos y los
americanos. Por otra parte, el grupo americano se extiende sin in-
terrupción de Norte á Sur casi de uno á otro polo. Constituido en
Sud América por la evolución del Homo pampaeus y del ^ott^o
pliocenictiSf pasó después á Norte América, que también tiene su
hombre cuaternario.
Norte América recibió sus primeros hombres de la América del
Sur englobados en la cuarta y última emigración de la fauna ma-
malógica sudamericana que he mencionado más arriba con el
nombre de «emigración mioceno-plioceno-cuaternaria hacia la
América del Norte». Ambas Américas pusiéronse en comunicación
por el surgimiento de un vasto territorio del cual el actual istmo
de Panamá no es más que una reliquia. Este gran acontecimiento
geológico que abrió nuevos horizontes á la humanidad acaeció á
mediados ó hacia el fin de la época miocena. Con el surgimiento
de puente empezó el gran éxodo de la última fauna sudamericana.
Por él pasaron suct^sivamente á Norte América los edentados
gravigrados de la familia de los Megalonychidae (Megalonyx,
Nothrotherium, Megalochnus) y de los Mylodontidae (Mylodon^
240 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Paramylodon) oonjantamente con los gigantescos Megatheriidae
(Megatherium mirabüe) j los pesados y acorazados gliptodontes
(Olyptodorij Olyptotherium) de los que no quedaron representan-
tes en ninguna de las dos Amérioas; los perezosos (Bradypu»)^
los hormigueros (Myrmecophaga^ Tamanduá) y algunos arma-
dillos (CMafnydotherium hoy extinguido, Cahassus); pesados on-
gulados como el Toxodon completamente desaparecido tanto
en el Norte como en el Sur; numerosos roedores grandes y peque-
ños, como el Hydrochoerus hoy extinguido en Norte América,
Erethizonj Coendú, Castoroides, Agutij varios neotominos, etc.;
cuatro ó cinco representantes del arcaico grupo de las comadre-
jas ó Diddphys (D, marsupialis, virginiana, etc.); por último los
monos sudamericanos como Cebus, Atdes. Aluata, y con ellos ó
antes que ellos los descendientes del Homo pampaeus, el hombre
americano, que tiene que haber penetrado en Norte América antes
de la época cuaternaria, probablemente en la segunda mitad de la
época pliocena. De Norte América, probablemente á fines de la
misma época pasó al continente asiático en donde algunos grupos
aisláronse siguiendo su evolución independiente hasta constituir
en la región oriental de ese continente la raza mongólica ; otros
grupos avanzaron hacia el Oeste y el Sudoeste del mismo con-
tinente, invadieron Europa y transformáronse gradualmente en
el hombre caucásico, la raza blanca, la más perfecta, y á la que
está reservado el dominio completo de nuestro globo.
Es así cómo se efectuó la dispersión de los descendientes de
nuestro antiquísimo abuelito el Tetraprothomo y cómo tomaron
gradualmente posesión de toda la superficie de la tierra.
Buenos Aires, Agosto 20 de 1907.
POST-SCRIPTUM.
Ce travail était déjá compl¿tement terminé et cette f euille préte
& étre tirée, qnand aujourd'hui, 23 Septembre, je re90Í8 de mon esti-
mé collégue M. le Dr. Lehmann-Nitsche, une f euille de la Bey.
Mus. La Plata, t. xrv, pp. 386-399, sans couverture, sans date, et
qui porte le titre de V Atlas de Monte Hermoso. Bépüblique Ar-
gentine. Les savants trouveront done incomprehensible la descrip-
tion de cette piéoe par deux auteurs, au méme moment et sous
deux noms distincts. Afin d'éviter de mauvaises interprétations,
je me veis done obligé a expliquer ma position.
J'ai dit plus haut (p. 174) que j'ai demandé a M. le Dr. Lehmann-
Nitsche, la communication de cette piéce qu'on ne croyait pas dis-
tincte de la correspondante de Thomme actuel. AussitSt que je Tai
vue, j'ai reeonnu qu'on était en présence du précurseur de l'homme
de Monte Hermoso dont il y a déjá vingt ans j'avais prédit la décou-
verte, etj*aiméme eu de longues discussions verbales avec MM.
Lehman n-Nitsche et S. Roth pour leur démontrer que Tatlas en
question n'était pas égal á celui de l'homme. Voyant le peu de cas
qu'on en faisait, je demandai la permission d'en parler dans mon
travail sur le fémur, á ce que M. Lehmann-Nitsche acceda de suite,
apparemment avec la meilleure bonne volonté. S*il m'avait mani-
festé le désir de s'en occuper ou s*il m'avait f ait la plus légére insi-
nuation de vouloir s'en réserver la description,je n'en aurais pas
dit un mot. Aprés cela, je croyais done qu*il aurait procede de la
méme maniere que selon mon habitude je Tai f ait au sujet du cráne
de la race naine fossile d'Ovejero (voir plus haut les notes au bas
des pages 116, 116 et 238), mais, puisqu'il a cru de voir proceder
autrement, je pense que son travail n'aurait rien perdu en impor-
tance s'il y avait ajouté une ligne en disant a peu prés ce qui suit :
"M. Ameghino qui a eu l'occasion d'examiner l'atlas de Monte
Hermoso a reeonnu qu*il n'appartient pas á l'homme ". Je n'ai pas
fait un mystére ni du travail que je preparáis ni de mon opinión
sur la piéce en question, car j'en ai fait part á plusieurs de mes col-
légues, parmi lesquels je me rappelle de MM. les professeurs F.
242 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Lahille, Senet, Herrero Ducloux, Spegazzini^ Outes, Torres, More-
no, Roth et plusieurs autres. M. Je professeur Juan B. Ambrosetti
en a méme parlé dans son cours d'Archéologie á PUniversité, et
des exemplaires des fenilles de ce mémoire ont circulé aussítdt im-
primées^
Mais, tout cela n'a qn'une importance secondaire. Ce qui vraiment
est excessivement important, et dont je me trouve bien heurenx
d'étre d'accord avecM. le Dr. Lehmann-Nitsche, c'est qu'il recon-
naít Vexistence d'un précurseur de Vhomme á Monte Hermoso et que
Váge du gvtement est potir le moins pliocéne, L*áge tertiaire des
conches de Monte Hermoso ayant tout dernierement été admis
méme par M. Steinmann, Texistence de Thomme tertiaire dans
l'Argentine devient un fait définitivement acquis. Or, ce fait doit
donner a toutes les recherches sur l'origine et Tantiquité de Thomme
une orientation tout á fait nouvelle, et c'est ce que j'ai essayé de
faire dans les derniers chapitres de ce mémoire.
* Les premieres feuilles porten t la date du 11 Septembre.
NOTABLE MIMSTISMO M LA ORÜfil
DBL
esfíngido DILOPHONOTA LASSAÜXI (Boisdüval) beeg
POR
ÁNGEL GALLAEDO.
Mi hijo mayor Ángel León encontró en nuestra quinta de Bella
Vista, B. A. P., el 21 de Enero de este año, una curiosa oruga que
simula admirablemente un tallo de taso, Araujia sericifera Brot.,
planta sobre la cual vive.
La forma, coloración general y diámetro del animal coinciden
completamente con los de un tallo de dicha planta, pero lo que hace
más maravilloso este mimetismo es la presencia en el tercer anillo
de la oruga de dos tubérculos blanco-lechosos cuya forma, posición
y color son exactamente los mismos de dos gotas de látex escapa-
das de la inserción de dos pecíolos de taso, recientemente cortados.
Para aumentar aun la semejanza, se nota en la parte dorsal y á los
costados, abajo de los estigmas, bandas de color corcho que imitan
perfectamente las suberificaciones que se producen en los tallos de
taso de cierta edad.
En la lámina he tratado de dar idea del notable mimetismo de
esta oruga que viene así á ser muy difícil de distinguir de sti sopor'
te habitual.
Más tarde encontramos otro ejemplar, siéndome posible seguir
el desarrollo completo de ambos.
Las orugas son muy voraces. Antes de comer una hoja comien-
zan siempre por morder la base del pecíolo, llegando á veces hasta
cortarlo completamente, lo que da lugar á la salida del látex, tan
abundante en estas Asclepiadáceas.
Esta operación previa permite á la oruga comer cómodamente
la hoja por los bordes sin ser molestada por el aflujo de látex.
una vez que la oruga alcanza la longitud de unos 12 centímetros
se teje entre hojas un capullo ligero y transparente como un tul, de
color amarillo castaño, donde se crisálida dos ó tres días después.
244 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
La salida del adulto tuvo logar en un ejemplar 9 17 días des-
pués de la ninf osis y en el otro cf & los 19 dias.
La mariposa fué descripta bajo el nombre de Anceryx Lassauxi
por Boisduval, á quien se la envió de Buenos Aires un joven natu.
ralista Lassaux, muerto prematuramente, el cual residió en esta
ciudad durante algunos años á mediados del siglo pasado.
Boisduval, al señalar la especie en 1859 en el Bulletin de la Société
entomologiqtte de France, indica correctamente como patria á Bue-
nos Aires y así figura también en el catálogo de Kirby. Pero más
tarde al describirla en su Species general des Lépidoptéres hétérociéres
incurre Boisduval en una confusión geográfica, pues da á esta
mariposa como procedente del Brasil septentrional.
Indica Boisduval en su descripción, que las alas inferiores son
enteramente negras con un espacio ceniciento en el ángulo anal;
insistiendo luego sobre esta coloración obscura, que le llama la
atención, pues dice que es la única especie de Anceryx^ por él cono-
cida, cuyas alas inferiores no sean de color amarillo ocre ó ferrugi-
nosas.
Ante tal insistencia se comprende que, al encontrar más tarde
Burmeister esta mariposa con las alas posteriores rojizas, la consi-
derase como nueva especie y la describiera en la Description physi-
que de la Répiíbliqae Argentina bajo el nombre de Dilophonota
Cercyon, colocándola en el género Dilophonota que había formado
en 1866.
Agrega, sin embargo, en nota, que la especie se parece mucho á
Anceryx Lassauxi pero, como las alas posteriores no son negras,
prefiere describirla como especie diferente, aun cuando probable-
mente ambas sean variaciones de una misma especie.
Así pudo comprobarlo el Dr. Berg, durante su visita en 1879 á la
colección de Boisduval, en Eennes, colección que se hallaba enton-
ces en poder de los señores Oberthuer. Vio allí, que el ejemplar
típico de Boisduval tiene algo de color fusco hacia la base de las
alas posteriores, aunque éstas son más obscuras en el tipo que en la
generalidad de los casos.
Habiendo comparado los dos ejemplares, uno masculino y otro
femenino, que he criado de oruga, con el ejemplar del Museo Na-
cional, tipo de Dilophonota Cercyon, y con otro, algo deteriorado, de
la colección del Laboratorio de Historia Natural de la Facultad de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y teniendo además en vista
las descripciones de Boisduval y de Burmeister, doy en seguida una
descripción detallada de los tres estados de este interesante lepi-
GALLABDO: NOTABLE MIMETISMO DE LA ORUGA. 245
dóptero, precedida de la diagnosis latina de Burmeister y de los
caracteres del género del mismo autor.
Género DILOPHONOTA Burmeibtbr.
Systematische üebersicht der Sphingidae Brasilien — Abhand-
lungen der Naturforschenden Gesellschaft zxx Halle, iii
(1866) 1866. 4 Sitzungberichte, p. 69, gen. 6.
Description physique de la Eópublique Argentino, t. v. Lepi-
dópteros, p. 329, 1878.
Anceryx Boisduval, "Walker.
Erynnis Hübner, Grote.
Las mariposas tienen las patas finas, los tarsos largos, las uñas
cortas, separadas por una ancha plántula, sin paró nicas visibles. —
Sos antenas son cortas, finas, encorvadas en su extremidad. Cabe-
za y ojos muy grandes, aun mayores que en Sphinx. Como carácter
notable debe señalarse la doble cresta longitudinal dorsal torácica.
Las alas alargadas, de forma espatulada; el borde externo algo en-
corvado y recortado con dientes obtusos de igual tamaño.
Las orugas, con los tres primeros anillos más anchos que los res-
tantes, pueden retraer los dos primeros bajo el tercero que es el
más ancho de todos; éste tiene siempre en la articulación anterior
una placa escamosa con una coloración vistosa. La superficie de
las orugas es lisa y lampiña, la cabeza más bien grande, el cuerno
muy pequeño en la juventud llega a ser sólo un tubérculo cónico
en las últimas mudas. El color del fondo es verde, azulado, amari-
llo ó castaño, sin cinturas.
Las crisálidas no tienen la vaina de la espiritrompa separada,
alargadas, muy lustrosas, el fondo amarillo castaño ó castaño claro,
todos los órganos dibujados con estrías negras y los anillos del ab-
domen con una cintura negra, acompañada de dos bandas de pun-
tos negros.
Las especies son exclusivamente americanas.
Dilophonota Lassauxi (Boisduval) Bebo.
Anceryx Lasaauxii Boisduval. Anuales de la Société Ento-
mologique de France, serie 3, t. vn, Bulletin, p. CLvn (1869),
et Species general des Lepidópteros hétérocéres, 1. 1, Sphin-
gides, Sésiides, Castnides, p. 129,14, Paris (1874.)
246 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
DilopJu>f9ota Cercyon Bübmsister. Description physique de la
République Argentine, t. v. Lépidoptéres, p. 332,3 (1878.)
Dilophonota Lassauxii (Boisduval) Bebo. Anales de la Socie-
dad Científica Argentina, t. xni, p. 170 (1882.)
DilopJionota Lassauxii (Boisduval) Kirby. A synonymic Ca-
talogue of Lepidoptera heterocera, vol. i, p. 697. London
(1802.)
Dilophonota alU mprn fusco-nigris ; anticis macula elongato-
trígona in ápice vitiüque ad marginem internum griseo-palli-
dis; posticis nubécula hasali ferruginea; abdomine fasciis
lateralibus nigris, albo marginatis. Exp. alar. 10 cm.
Las alas anteriores castaño obscuro, casi negro en la célula dis-
coidal (más negras en el cf )) con débiles estrias negras acompañadas
de gris claro, tanto en el borde anterior oomo en las nervaduras ;
una mancha triangular alargada gris an^arillenta en el ángulo ter-
minal, la cual presenta un grupo interno de manchitas claras en su
parte terminal y una banda negruzca tn el l;>orde costal que se
ensancha y acentúa al llegar al ángulo terminal, una banda grisá-
cea comienza en la primera mitad del bo^rde interno y se continúa
con cuatro líneas claras ondulosas alternadas con líneas negras en
forma de ala de ave.
Alas posteriores negras, con reflejo bronceado en el borde exte-
rior, pasando á un color rojizo ferruginoso en la base (más rojo en
el cf ); borde anal blanco; una mancha cenicienta en el ángulo anal
prolongada en dos estrías claras ondulosas.
Las cuatro alas dentadas (por prolongación de las nervaduras
marginales), en el borde externo, al que acompaña una estría rojiza,
finamente bordeada al interior de griS; color que se acentúa frente
á las nervaduras. Los dientes de las anteriores más marcados que
en las posteriores ; estas últimas débilmente dentadas en la 9 7
algo más en el cf .
Parte ventral del cuerpo y las patas gris claro tirando á castaño;
dos pares de puntos negros en el abdomen de la 9 , y tres pfiures en
el del c?. Las tibias de las patas anteriores del cf provistas de espe-
sos cepillos de pelos grises blanquizcos.
Coloración general de la cara inferior de las alas castaño ferrugi-
noso con bandas paralelas al borde externo débilmente ondulosas,
alternativamente claras y obscuras. Nervaduras gris claro. Céliila
discoidal de las anteriores ferruginosa; tres manchitas blancas alter-
GALLAEDO: NOTABLE MIMETISMO DE LA ORUGA. 247
nadas con tres negras en el teroio distal del borde costal. El borde
interno de las posteriores blanco.
Antenas blancas por arriba, grises por abajo, con gancho termi-
nal negro.
Expansión alar cf 86 milímetros, 9 92 milímetros, en los ejem-
plares criados por mí, que están ahora en la colección del Museo
Nacional.
Oruga. — Coloración general verde vegetal con reflejo sedoso. —
Una faja dorsal de color corcho igual al de las partes suberificadas
del tallo de taso. A partir del sexto hacia atrás, cada anillo posee
dorsalmente cuatro pequeños tubérculos dispuestos en trapecio.™
Algo atrás del centro de gravedad de este trapecio una mancha
obscura en la línea dorsal. A ambos lados de la faja dorsal sube-
rosa y en la mitad de los campos verdes se nota una faja de color
verde más claro, algo lechoso.
A los costados, debajo de los estigmas suberosos^ posee dos ban-
das longitudinales suberosas onduladas; hacia la parte anterior de
cada anillo se notan puntos blancos lechosos sobre estas bandas
suberosas.
El primer anillo presenta dorsalmente cinco bandas longitudi- ,
nales suberosas alternadas con cuatro verdes. El segundo anillo
tiene una cresta suberosa con cinco tubérculos; cuatro manchas de
verde vivo se destacan sobre fondo suberoso.
El tercer anillo posee una cresta suberosa más marcada con un
par de fuertes tubérculos cerca de la línea media y otros dos late-
rales voluminosos de color blanco lechoso, exactamente iguales en
forma y coloración á gotas de látex fresco que salen de la inserción
de los pecíolos de taso recientemente cortados.
Un pequeño cuerno en el undécimo anillo que casi desaparece
en la última muda.
La cabeza verde más claro. — Ocelos negros. — Mandíbulas verde-
claro sucio con el borde masticatorio negro.
Patas verdaderas castaño claro verdoso. Falsas patas con un ar-
tículo negro, luego dos de color castaño y el disco adhesivo verde
claro. Las patas anales verde claro. La extremidad anal del cuerpo
se adelgaza y concurre á la adherencia conjuntamente con las falsas
patas.
Longitud 12 centímetros.
Cbisálida. — Alargada con la extremidad anal cónica y terminada
por ana púa lanceolada triangular, finamente estriada longitudinal-
mente; coloración amarillo castaño, con 7 estrías negras en cada ala
i
248 MUSEO NACIONAL DE B CÍENOS AIRES.
superior y además en las inferiores, antenas, patas y espiritrompa;
ojos negros ; ana mancha pentagonal negra en el mesotórax, flan-
queada de manchas triangulares. Los anillos del abdomen con cin-
turas negras de contorno irregular y dorsalmente dos bandas de
puntos y rayas negras alternadas á la manera de los signos del
alfabeto Morse; sobre la linea dorsal de cada anillo dos puntos ó
una raya negra en medio de las dos bandas mencionadas. Yentral-
meute pares de puntos y rayas curvas negras. Cono y púa termi-
nales negros. Toda la crisálida muy lustrosa. Longitud de 5 á 5,5
centímetros.
Patria: Buenos Aires. — La oruga vive sobre la Asclepiadácea.
Araujia sericifera Brot. (Physianthus alhens G. Don.).
Este esfíngido parece ser poco común, á pesar de la abundancia
de su planta nutritiva y del admirable mimetismo protector de su
oruga, si se ha de juzgar por la escasez de ejemplares en las colec-
ciones y las pocas veces que ha sido mencionado en la literatura
científica.
Bella Vista, B. A. P., Marzo de 1907.
ABaUEOLOGlA DI SAN BLAS
(PROTINCIA DI BUENOS AIRES)
POB
FÉLIX F. OUTES
CAPÍTULO I.
ANTECEDENTES.
En los partidos de Villarino y Patagones, situados en la región
más meridional de la provincia de Buenos Aires, se hallan aún con
frecuencia perfectamente conservadas, un sinnúmero de estacio-
nes neolíticas permanentes ó temporarias, como también grandes
cementerios y sepulturas aisladas que corresponden, quizá, á una
cultura algo más avanzada en su evolución, que la mayormente
difundida en las zonas central y septentrional de los llanos bonae-
renses.
Por desgracia, no se han hecho hasta la fecha en aquellos yaci-
mientos estudios sistemáticos y, por tal motivo, considero de utili-
dad describir el material recogido en las proximidades de San Blas
por el explorador D. Carlos Ameghino, durante el mes de Noviem-
bre del año 1903 \
San Blas es un pequeño y seguro puerto situado sobre el litoral
atlántico, al sudeste del partido de Patagones (fig. 1); está ro-
deado por llanuras bajas y onduladas, formadas por légamo y arena
cuaternarios y cubiertas en gran parte por capas de pedregullo fino,
salitrales y médanos movedizos ó consolidados ; notándose también
* Número 4090, del inventario del Museo Nacional de Buenos Aires.
Aval. Mus. Nac. Bs. As., Sbr. 8*, t. ix. Octubre 16, 1907. 17
260
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
la presencia de depósitos recientes de moluscos (piso qaerandino de
las clasificaciones estratigráficas del Dr. F. Ameghino).
REPtTB^ ARGENTINA-
Fifi:.!.
Las llanuras á que me refiero, se ven interrumpidas con frecuencia
por breves cursos de agua, en su mayor parte riachuelos de marea,,
que penetran á lo sumo unos 10 kilómetros hacia el interior del te-
rritorio.
Limitando la depresión litoral y próximamente á 10 y 15 kiló-
metros de la costa, se ven cordones de mesetas bajas de asperones
OUTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS. 251
azulados, pertenecientes á la serie entrerriana (formación entrerria-
na de las clasificaciones estratigráficas del Dr. F. Ameghino).
En los lugares ocupados por los médanos instables ó consolidados
á que me he referido, abunda mucho la Baccharis salidfolia Pers.;
mientras los terrenos salitrosos están cubiertos por un matorral
subespinoso, el Cydolepsis genütoides Gilí. & Don. Por lo demás, en
los alrededores de San Blas y, como es natural, en los terrenos
más consolidados, crecen con profusión Gouerlia decorticans^ Hk. &
Arn., Condalia lineata A. Gray, Prosopis striata Benth., y P, strom-
btdifera.
Por su situación geográfica y fácil acceso, San Blas ha sido visi-
tado en diversas épocas por comisiones científicas de importancia.
Sin embargo, ni los expedicionarios de la Beagle y de la ÁdventurCj
ni el mismo Aloides d'Orbigny que pasó una larga temporada en la
localidad que me ocupa, reunieron piezas antropológicas ni objetos
pertenecientes á los antiguos indígenas; recién en 1876 el viajero
argentino Dr. Francisco P. Moreno, al visitar los médanos próxi-
mos á punta B.ubia, reunió las primeras colecciones de importan-
cia, consistentes en cráneos humanos, puntas de flecha y restos
de comida ^ Por último, muchos años después, y con posterioridad
al viaje del señor Ameghino, llegaron á San Blas los enviados de la
TJniverdad de Kansas, señores Adams y Martin, quienes visitaron
rápidamente la estación próxima á la estancia del señor Buckland,
recogiendo restos antropológicos, objetos de piedra, alfarerías etc. *
Los diversos objetos reunidos por el señor Ameghino, proceden
de una estación situada á 6 kilómetros, aproximadamente, al sud-
este del muelle de San Blas, cerca de punta Bubia y distante 5 ki-
lómetros del mar; lo cual me hace suponer se trate del mismo yaci-
miento explotado por los señores Moreno, Adams y Martin.
Las piezas traídas por el señor Ameghino, se encontraban des-
cubiertas al pie de médanos de arena suelta, sobre el mismo suelo
salitroso en el cual descansan las dunas.
* Francisco P. Moreno, Viaje á la Patagonia septentrional, en Anales de la So-
ciedad Científica Argentina, i, 186. Baenos Aires,^ 1876. Las piezas antropológicas
reunidas por el Dr. Moreno, forman parte en la actualidad de las colecciones del
Museo de La Plata.
* H. T. Martin, Exploraciones patagánicas^ en El Diario (Buenos Aires), 28 de
Agosto de 1904.
252
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AlBES.
CAPÍTULO n.
INSTRUMENTOS Y ARMAS DE PIEDRA.
§ L — INSTRUMENTOS.
a) LámincLS.
Los 13 ejemplares de láminas que tengo á la vista, pueden dis-
tribuirse en los cuatro grupos formados por Evans ^; externas,
triangulares (ridged flakes), planas y poligonales.
Consideradas en conjunto, su longitud varia entre 71 y 29 mili-
metros, el ancho no pasa de 29 milímetros aunque no es menor de
* J. EvANB, The cmeierU stone implemerUf^ weapomand omamenU of Great Bri-
tain, 275 y siguiente. London, 1897.
OUTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS. 253
10 milímetros, mientras que el espesor oscila entre 8 y 2 milíme-
tros.
El único ejemplar de lámina externa que forma parte de la sé-
ri© (V^), desprendido de un rodado de jaspe amarillo, muestra la
superficie interna muy cóncava y convexa la externa. Tiene B3, 2B
y 5 milímetros de longitud, ancho y espesor respectivamente^.
En 9 ejemplares de láminas triangulares, la base se muestra por
lo general estrecha con respecto al ancho medio del instrumento,
más ó menos rectilínea ó ligeramente puntiaguda; el ápice ancho
ó aguzado; bordes irregulares; superficie interna poco cóncava y
aveces del todo plana; en la superficie externa el dorso aparece
Fig. 5. iJ^, |. Fig. 6. AOM^I.
indistintamente ya á la derecha ó ya á la izquierda, y en un ejem-
plar (fig. 2) se conserva en una faceta la corteza natural de la
roca empleada. En las láminas triangulares la longitud oscila en-
tre 71 y 30 milímetros, el ancho entre 29 y 10 milímetros y el es-
pesor entre 8 y 2 milímetros.
El único ejemplar de lámina plana procedente de San Blas, se
halla roto y sólo he podido verificar que su espesor es de 3 milí-
metros (fig. 3).
Las láminas poligonales, representadas por 2 ejemplares, ofre-
cen detalles muy semejantes á las triangulares, aunque muestran
sus caracteres mejor individualizados (fig. 4). Tienen 68 y 61 milí-
metros de longitud, 20 y 18 milímetros de ancho y B y 4 milíme-
tro de espesor respectivamente.
Téngase en cuenta que las medidas son siempre las máximas.
264
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
b) Rapadores.
No obstante el pequeño número de raspadores reunidos por el
señor Ameghino, que son tres tan sólo, corresponden á dos tipos
bien definidos.
Tipo 1.^ una simple lámina extema, en forma de herradura
alargada, tallada en bisel en el ápice solamente y á expensas de la
superficie extema (fig. 5); por lo demás, es el único trabajo se-
^t¿Xé4
Fig. 7.
4090 1
208 J 1'
cundario que presenta. Tiene 34 milímetros de longitud, 29 mili-
metros de ancho y 10 milímetros de espesor.
Tipo 2.** Corresponden á este tipo dos ejemplares de la conocida
forma musteriense (fig. 6)^ y cuyas dimensiones son 30 y 24;
21 y 18; y 6 milímetros de longitud, ancho y espesor respectiva-
mente.
c) Escoplos.
Un núcleo alargado, tallado con cuidado en una de sus superfi-
cies, casi del todo plana, y en la otra, convexa, trabajado á grandes
* G. Y A. DE MoRTiLLKT, Le Préhtstortque, 179 y siguiente, figuras 86 y 87. Pa-
rís, 1900; G. r A. de Mortillet, Mmée préhiHorique, plancha xni, figuras 94, 95,
97 y 98. Paris, 1908.
OUTES: ABQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
255
golpes verticales, muestra el ápice en bisel y muy filoso; todo lo
cual me hace suponer sea un escoplo y no una pieza inconclusa,
pues conserva señales de haber sido usado (fig. 7). Las dimensiones
son 52, 27 y 12 milímetros de longitud, ancho y espesor respec-
tivamente.
d) Cuchillos.
Los cinco ejemplares de cuchillos que me han sido facilitados
pueden distribuirse en dos tipos, cada uno con dos variedades.
Tipo 1.^ Los caracteres genéricos del primer tipo corresponden,
sin variante alguna^ á los de las láminas de que me he ocupado en
ü^^^Xéé
Fig. 8.
^i.
Fiff- 9- '-m-^ h
párrafos anteriores. La variedad a comprende dos ejemplares cuyos
detalles son semejantes, en su morfología, á los de las conocidas
puntas musterienses (fig. 8); ^ en la variedad h he incluido un solo
ejemplar constituido por una lámina poligonal, retocada menu-
damente en los bordes y sin otro trabajo secundario (fig. 9), y
que recuerda, por los mencionados caracteres, las grandes láminas
del tipo Lavallois '.
* MoRTiLusT, Le PréhiHorique, 168; Mortillbt, Musée, etc., planchas xi y xii.
' MoRTiLLBT, Le PréhUtoriqttej 166, figuras 81 7 82; Mortillet, Muaée^ etc., plan-
cha XI, figxms 78 y 74.
266
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
Los ejemplares de ambcts variedades oscilan entre 66 y 57 mili-
metros de longitud, 34 y 26 milímetros de ancho, 15 y 9 milíme-
tros de espesor respectivamente.
Tipo 2.^ Comprende dos ejemplares de cuchillos asimétricos ^
que corresponden á dos variedades, a) De forma asimétrica alar-
gada, cuya periferia ofrece los siguientes detalles: uno de los lados
recto, mientras el otro describe una curva saliente que se pronuncia
(f*.uitf
Fiff. 10. ^Q^Q. V.
^6- 11- ^, i-
en el primer tercio de la altura para decrecer paulatinamente y
terminar en el ápice; el trabajo se ha efectuado en ambas superficies
á grandes golpes y el filo se halla sobre el lado curvilíneo (f ig. 10),
y las dimensiones de este subtipo acusan 71, 32 y 8 milímetros de
longitud, ancho y espesor respectivamente, b) La base y un lado
perfectamente rectos unidos por la línea curvilínea del filo; el
trabajo es prolijo en ambas caras, y tiene 50, 31 y 7 milímetros de
longitud, ancho y espesor respectivamente (fig. 11).
* Félix F. Oütbs, La edad de la piedra en Patagonia, en Anales del Museo Nacio-
nal de Buenos Aires^ xii, 859. Buenos Aires, 1905.
OUTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
257
e) Molinos.
Según me lo ha manifestado el señor Ameghino, los molinos son
sumamente abundantes en San Blas y otras estaciones de los alre-
dedores de la localidad nombrada.
Uno de los dos ejemplares que tengo á la vista es un fragmento
irregular de asperón (fig. 12), que muestra en ambas caras dos de-
Fig. 12. IfM, i.
presiones, una más profunda que la otra, la más pronunciada bien
pulimentada debido al continuo rosar con la moleta.
El diámetro mayor de este ejemplar acusa 161 milímetros, el
menor 132 milímetros, la altura en los bordes es de 60 milímetros
término medio, y el espesor en el centro de la depresión es de
38 milímetros.
El otro ejemplar (fig. 13), también de asperón, es de forma
elíptica^ con una depresión notable, pues alcanza á 35 milímetros.
258 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Diámetro mayor 245 milímetros, menor 161 milímetros, altura
Fig. 13. ÍA|0^ \.
media en los bordes 70 milímetros y espesor en el centro 30 milí-
metros.
§ n. — ARMAS
a) Puntan de flecha.
Las pocas puntas de flecha traídas de la estación de San Blas por
el señor Ameghino, corresponden á tipos y variedades ya incluidas
en mi clasificación de los objetos similares procedentes de Patago-
OUTES: AEQÜEOLOGÍA DE SAN BLAS.
259
nía; de modo, pues, que á aquélla me referiré, agregando tan sólo las
medidas respectivas. ^
l.«>^ GBüPO. — Sin pedúnculo.
Tipo í.*— Amigdaloide; 3 ejem-
plares todos tallados prolijamente
en ambas superficies. La longi-
tud, ancho y espesor máximos
corresponden á 60, 38 y 19 milí-
metros, y los mínimos á 44, 36 y
8 milímetros (fig. 14).
Tipo 4,^ — En forma de. trián-
gulo isósceles; trabajados los seis
ejemplares que tengo á la vista,
con mucho cuidado en ambas ca-
ras, especialmente en los bordes.
Se hallan representadas cuatro de las variedades de mi clasifica-
FiR. 14. i||i>, I
Fig. 15. iMO^ ^
Fig. 16.
C^d,4^¿Í^
\h
28
ción^ en cuyo conjunto oscilan los espesores entre 12 y 6 milímetros.
a) Bordes y base rectos ; longitud máxima 68 milímetros, mínima
OüTBSi La ecUtdf etc., diagrama inoloido en la página 509.
260
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
54 milímetros, base mayor 30 milímetros, menor 28 milímetros
(fig. 15). c) Bordes rectos y base convexa ; largo mayor 80 milí-
metros, menor 40 milímetros, ancho máximo 35 milímetros y mí-
nimo 22 milímetros (fig. 16)*. d) Bordes y base cóncavos; el
único ejemplar de que dispongo tiene 73 milímetros de largo y 33
milímetros de ancho máximo (fig. 17). e) Bordes convexos y base
dU^^
Fig. 17. Afl^, \.
Fig. la i||o, i.
recta; un sólo ejemplar que acusa 62 milímetros de longitud y 22
milímetros de ancho (fig. 18).
2.^ — GHüPO. — Con pendúculo. 2.* clase, — Sin aletas.
Tipo 1.^ — Limbo triangular. Variedad a, pedúnculo no escota-
do. Tres de los cuatro ejemplares de este subtipo están tallados con
cuidado en ambas caras; no así el último que sólo lo ha sido en la
superficie externa mientreis se nota en la otra el trabajo secun-
dario cerca de los ángulos de la base del limbo y en la periferia
del pedúnculo. Por lo demás, este último detalle morfológico es de
conjunto rectangular, cuadrado ó trapezoidal. Longitud máxima y
* En mi memoria La edckd de la piedra en Patagonia^ he cDOsiderado como
ptiDtas de jabalina á todas aquellas que pasaban de 70 milímetros, por las raiones
expuestas en la página 877, que no se presentan en el caso.
OUTES: AEQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
261
mínima en los ejemplares enteros, 53 y 38 milímetros; ancho mayor
y menor en la base del limbo 33 y 12 milímetros, oscilando los espe-
sores entre 9 y 4 milímetros (fig. 19). b) Pedúnculo escotado. El
Fig. 19. i|M, i.
Pig. 20. 1|M, {.
Único ejemplar que forma parte de la serie, ha sido tallado en ambas
caras; la escotadura más ó menos curvilínea y el pedúnculo de con-
junto rectangular. Longitud 32 milímetros, ancho 25 milímetros y
espesor 6 milímetros (fig. 20).
(^<aX*^
riir. 21. i-^M \,
""*o' ^* 288 ? 1
Fig. 22. MM, |.
Jipo 5.** — ^Limbo escutiforme. Variedad a, pedúnculo no esco-
tado, ün solo ejemplar tallado groseramente en ambas superficies
1
262
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
7 con el pedúnculo rectangular. Longitud 58 milímetros, ancho 37
milímetros y espesor 18 milímetros (fig. 21).
3.^ CLASE. — Con aletas.
Tipo 1.^ — Limbo triangular. Variedad 6, pedúnculo escotado.
Dos ejemplares, uno roto en la mitad superior; trabajados con proli-
gidad; con pedúnculo de conjunto cuadrado y escotadura triangular
ó curvilínea. Longitud (en el entero) 45 milímetros, ancho máximo
y mínimo 29 y 27 milímetros y espesor en ambos de 6 milímetros
(fig. 22).
Oi^
FiK. 28. ±M0^ i.
Fig. 24.
^ t.
3.W GRUPO. — Excepcionales. 1.* clase. — Formas excepcionales.
Tipo 1.^ —Dentelladas. El único ejemplar que tengo á la vista,
ha sido tallado con cuidado en ambas caras; los dientes ocupan toda
la periferia del limbo que es sin aletas, con el pedúnculo sumamente
corto, rectangular y escotadura curvilínea. Las dimensiones son 32
milímetros de longitud, 20 milímetros de ancho y 7 milímetros de
espesor (fig. 23).
Por último, debo fundar un 6.® tipo que corresponde, también, ¿
la 1.* clase del S,^^ grupo, y que ya había mencionado en el Suple-
mentó á mi obra La edad de la piedra en Patagonia. ^ Se trata de
* Cutes, La edad, etc., 496, figura 187.
OÜTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS. 263
ejemplares muy escasos, de limbo triangular ó escutiforme, con ó
sin aletas; y pedúnculo de periferia más ó menos curvilínea.
El que ha traido de San Blas el señor Ameghino, tiene 65 mili-
metros de longitud, 35 milímetros de ancho y 9 milímetros de espe-
sor máximo (fig. 24).
b) Proyectiles,
Entre el material lítico que describo, figura un fragmento de los
conocidos proyectiles llamados cholas». A pesar de hallarse roto,
parece hubiera sido más ó menos esférico, con un surco ecuatorial
de 3 milímetros de ancho y 1 de profundidad.
La superficie se conserva regularmente pulimentada, aunque se
notan restos de las picaduras hechas al verificar el trabajo secun-
dario.
CAPÍTULO m.
ALFARERÍAS.
Todas las alfarerías reunidas en la estación neolítica que me ocu-
pa, se hallan destrozadas en fragmentos de regular tamaño.
Fig. 25. (a) Ai,*!», i; (b) ^, i; (c) i^^, |; (d) i,o^, i.
La mayor parte de los vasos ha sido fabricada con el material
arenoso que cubre el suelo en los alrededores de San Blas, y es por
264
BIÜSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ello que la pasta se nota cargada de innumerables partículas liti-
casy por lo general pequeñas. Excepcionalmente, la masa es homo-
génea.
Fig. 26. ^^,
A pesar de haberse verificado el modelado á mano, tanto la su-
perficie interna como la extema se hallanregularmente pulimenta-
das, en especial la primera que, en algunos ejemplares, conserva
cierta pátina brillante.
Fig.27. í^|0-, i.
La cocción es siempre defectuosa ó casi del todo nula. Los vasos,
cuya pasta se ha sometido á la acción del fuego, muestran un corte
formado por dos ó tres zonas; en el primer caso, una roja ó bermeja
ya hacia la superficie interna ó hacia la externa, según sea que el
foco de calor haya actuado por dentro ó fuera, mientras el resto se
presenta negro; en el segundo, la parte sin cocer se encuentra en
OÜTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
265
el centro, comprendida entre las zonas apenas quemadas de los lados
interno y externo. Pero, la mayor parte de los fragmentos corres-
Fig. 28. (8) i^,\; O» MM, i; (o) i^, i.
ponde á vasos sometidos, simplemente, á la acción de los rayos
solares.
El espesor de las paredes varia entre 10 y 5 milímetros^ predo-
minando el de 5 y 7 milímetros.
Aunque no se ha encontrado pieza alguna entera, ó por lo menos
reconstraible, los fragmentos de regular tamaño me permiten supo-
Fig. 29. iffo, {.
Fig. 80. if»o, i.
ner que las formas más usuales fueron hemisféricas ó subgl obesas.
Beconstruyendo el diámetro de la boca, mediante los pocos frag-
mentos de bordes utilizables, he obtenido como máximo 310 milí-
metros, y 160 milímetros como mínimo.
Amau Mü8. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Octubbe 18, 1907.
18
I
266
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Los bordes se muestran poco complicados. Las diversas varie-
dades las he reunido en la figura 25; así podrá notarse que algu-
nos aumentan de espesor al llegar á la periferia, otros se dirigen ha-
Fig. «1. i-of , |.
cia el interior ó tienen un ligero pliegue hacia afuera, aunque
terminan todos en superficie plana, curva ó en ángulo agudo.
Era común proveer ala mayoría de los vasos de agujeros para la
suspensión pero, la pequenez de los fragmentos impide saber si
Fig. 82. IMO^ I
aquéllos se hacían aislados, uno por lado, ó si era lo usual perfo-
rarlos de á pares; en un solo ejemplar se presenta el último caso, si-
tuados á 30 milímetros uno de otro (fig. 26). Además, un fragmenta
aislado de la pared de un vaso, muestra cuatro agujeros, colocados
OUTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
267
formando rectángulo (fig. 27). Por último, casi todas las per-
foraciones se han hecho comenzando por el lado externo, son de
sección cónica y muy rara vez cilindrica, situadas desde 24 á 6
Fig. 88. Ifl-^, {.
Fig. 84. i-0|0, I
milímetros del borde, oscilando su diámetro externo entre 14 y [6
milímetros y el interno desde 7 á 3 milímetros (fig. 28).
Excepción hecha de las perforaciones á que me he referido, los
caracteres generi^les enumerados, corresponden indistintamente á
las alfarerías lisas ó á las adornadets con grabados.
Fig. 86.
\h
Los ornamentos de estas últimas ocupan una faja situada junto
al lado externo de la periferia, y consisten en líneas quebradas,
rectas que se entrecruzan, series rítmicas de pequeñas depresiones
rectangulares, puntos alargados, impresiones curvilíneas hechas
con la uña y verdaderas líneas curvas (figuras 29 á 36). En al-
gunos casos, los mencionados adornos se han grabado profunda-
mente hasta 2 milímetros, pero, por lo general, son más superfi-
ciales, y se han hecho mediante una simple punta aguzada, ó ya
268
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
valiéndose de an fragmento cuadrado de madera con el cual se ha
ejercido presión oblicuamente para formar los grabados de las
figuras 31 y 32, por ejemplo.
¿n
Por último, en ningún ejemplar he notado rastros de pintura ó
marca alguna.
CAPITULO IV.
OBJETOS DIVERSOS.
§ I. — PIEDRAS GRABADAS.
Entre el material recogido por el señor Ameghino, figura un
fragmento irregular de una pequeña placa grabada.
Se trata de un rodado fluvial, achatado, de pizarra calcárea
margosa, de color grisáceo y que muestra algunos ornamentos en
Fig. 87. i^;^, i.
una de las superficies (fig. 37). Los dibujos, hechos con un instru-
mento de punta roma, consisten en una guarda lateral formada
OÜTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
269
por una línea recta y otras quebradas mal terminadas. El resto de
la superficie en la parte central libre, está ocupado por otra línea
quebrada que sigue un trayecto sumamente sinuoso.
El pequeño objeto descripto tiene 32 milímetros de largo y 30
milímetros de ancho máximo, y debo advertir que conserva ras-
tros de haber sido seccionado exprofeso.
§ II. — OBJETOS DE Ü80 INCIERTO.
He creído conveniente describir por separado algunos objetos
cuyo uso ó aplicación sería, hoy por hoy, aventurado suponer.
En primer término figura un fragmento discoide de asperón, de
87 milímetros de diámetro y 65 milímetros de espesor, que mues-
tra en una de sus superficies una pequeña depresión central de 22
milímetros de diámetro y 10 milímetros de profundidad (fig. 38).
Fiíf. 88. ÍA|0^ i.
Fig. 89. ^p, |.
La superficie opuesta es plana, y á ambos lados del hoyuelo á que
me he referido, el asperón se halla muy pulimentado como resul-
tante de un uso continuo.
Además de aquella pieza, el señor Ameghino ha traído cinco
fragmentos de una misma placa de asperón, de un espesor que oscila
entre 20 y 14 milímetros y que va descendiendo hacia los bordes
en la forma indicada en la viñeta 39.
270 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
§ m. — OBJBTOS VARIOS.
Se han recogido, también, en la estación de San Blas, algunos
otros objetos de menor importancia que los anteriormente des-
oriptos.
Figuran las siguientes piezas: dos fragmentos de piedra pómez;
un rodado fluvial discoide de cal amorfa; un pequeño rodado esfé-
rico de jaspe, y restos de comida, consistentes en su mayor parte
en huesos fracturados de Canis (Cerdocyon) Azarae ( Wied), Fdis
(Féli8) pajero Desm., F. ((hiqoides) Oeoffroyi (Orb.), Odocoüeus
(BUistocerus) campestris (F. Cuv.), Zaédyus minutas (Desm.j
Amgh. y Dasypus (Choetophractns) víUom» (Desm.).
CAPÍTULO V.
OBSERVACIONES GENERALES.
ün breve examen del material descripto en los capítulos ante-
riores permite suponer, sin duda alguna, que todos los objetos per-
tenecen á una misma época arqueológica, representan una indus-
tria avanzada y son, además, contemporáneos. Se trata, en la ma-
yoría de los casos, de piezas talladas por percusión directa, indirecta
y presión, procedimientos con los cuales se ha obtenido ejemplares
hermosos y primorosamente terminados.
Además de los 53 objetos que he descripto en párrafos ante-
riores, figuran otros 54 que corresponden á desechos, faces diver-
sas de fabricación ó al estado intermedio que tan oportunamente
llama Holmes cache forma. Son por lo general estos últimos, amig-
daloides, lanceolados ú ovales, salvo aquellos casos en que eviden-
temente pertenecen á diversos estados de fabricación de cuchillos
y puntas de flecha.
El material referido, me permite establecer que los primitivos
habitantes de San Blas obtenían la materia prima en la misma
localidad y no se valían de bloques matrices sacados de canteras.
Han utilizado para ello las miríadas de rodados que tanto abun-
dan en la playa atlántica, dando preferencia á los de pequeño ta-
maño y forma elíptica; aunque puede muy bien formarse dos
grupos en ellos, el primero constituido por ejemplares espesos, pues
llegan á 22 milímetros, y el segundo, por los de menor espesor, que
no pasan de 8 milímetros. En aquéllos se han esbozado objetos
OÜTES: ARQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
271
amigdaloides, ovales ó lanceolados, mientras se nota claramente
que los últimos se destinaban á puntas de flecha, etc.
El trabajo se ha comenzado casi siempre por una cara, desbas-
tada á grandes golpes; luego se ha pasado á la periferia de la otra,
para seguir las operación en toda la superficie.
Unos 26 ejemplares de cuchillos inconclusos, pero pertenecien-
tes á los tipos 1.^ (variedad h) y 2.^ (variedad a) corresponden á
cache formsj tallados agrandes golpes en ambas superficies y listos
para el retoque definitivo.
También tengo á la vista una punta de flecha no terminada, en
la cual se ha comenzado el trabajo por una superficie ya del todo
desbastada, luego se ha pasado á la periferia de la otra, notándose
igualmente esbozado el pedúnculo, que es de base rectilínea.
Además de estas formas, fáciles de identificar, figuran otros
27 ejemplares absolutamente no especificados y que son amigda-
loides, lanceolados y ovales; me parece, hoy por hoy, que sería
aventurado suponer se destinaran á puntas de flecha, cuchillos,
etcétera.
La materia prima utilizada para preparar los diversos objetos
mencionados hasta ahora, se descompone en la forma indicada
en el cuadro I.
CUADRO I.
Clasificación
1
a
X
1
I
<
li
i
s
§
1
0
s
s
&
0
a
'3
Material e»pecifieado:
8
8
1
8
10
42
2
4
20
8
1
5
1
1
7
1
8
1
"2
1
2
8
8
1
1
1
1
1
Raspadores
Escoplos
GucbíUos
Molinos
Puntas de ñecha. . . .
Bolas
Piedras grabadas
Objetos de uso in-
cierto
McUerialno eapecificadot
desechot y nádeos
Totales
67
26
10
9
4
4
8
8
8
1
1
1
1
1
Las cifras para el material especificado y no especificado, corres-
ponden á una proporción centesimal como se expresa á continua-
ción:
272
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Jaspe 60.00 %
Fonolita 19.40 •
Silex 7.80 »
Brecha porfirica 6.70 »
Filita 2.09 »
Asperón — 2.09 *
Madera silicif ioada 2.08 •
Cuarcita 2.08 •
Pórfido cuarcifero 2.08 »
Brecha esquistosa 0.74 «
Calcedonia 0.74 •
Diabasa 0.74 •
Pizarra 0.74 •
Melafido 0.74 .
Se nota, desde luego, una preferencia marcada hacia las rocas
silíceas y un empleo, también excepcional, de la fonolita.
Examinado en detalle el material especificado descripto en los
capítulos anteriores, se distribuye en la forma indicada en el cua-
dro n.
CUADRO 11.
Clasificación del material
Láminas:
externas
triangulares
planas
poligonales
Baspadores:
Tipo l.«
. 2.«
Escoplos
Cuchillos :
Tipo 1.*, variedad a)
» » b)
Tipo 2.® variedad a)
b)
Molinos
Puntas de flecha:
1" Grupo - Tipo 1.®
» Tipo 4.**, variedad a)
» * * c)
d)
» » » e)
2.** Grupo — 2.' Clase — Tipo 1.**, variedad a)
» » » » b)
» » — Tipo 8.®, variedad a)
8.» Clase — Tipo 1.**, variedad b)
8" Grupo — !.• Clase — Tipo 1.**
Tipo 6.^
Proyectiles
Piedras grabadas
Objetos de uso incierto ,
Ejemplares
OUTES: ARQUEOLOGÍA OE SAN BLAS. 273
No considero sofioiente el material para establecer porcentajes
de tipos y variedades, por cuyo motivo sólo haré notar que en las
pautas de flechas el l^i'grapo representa el 10.62 %, el2.o 42.10 %
y el 3.0 47.36%.
Annqne dejando de lado las láminas, proyectiles y objetos de
aso incierto, voy á mencionar brevemente á continaación las se-
mejanzas más salientes que encuentro entre el instrumental y ar-
mas reunidos en San Blas y el recogido en otras localidades más ó
menos próximas.
El raspador en forma de herradura representado en la figura 6
de esta monografía, corresponde á formas sumamente abundantes
y características de las gobernaciones del Sío Negro, Chubut y
Santa Cruz* y que se suelen encontrar, aunque con menos fre-
cuencia, hasta la laguna de Vite! en la provincia de Buenos Aires *;
en cambio, el ejemplar que me ha servido para fundar el tipo
2.^ es semejante en todos sus detalles á los raspadores de morfología
musteriense encontrados en Hucal, localidad de la gobernación de
la Pampa que también ha proporcionado escoplos como el de
la viñeta 7 •.
Los diversos tipos de cuchillos descriptos en este estudio se han
encontrado con suma abundancia en las tres gobernaciones patagó-
nicas nombradas, especialmente los asimétricos, que bien pueden
considerarse como propios délas mismas^, aunque también aqué-
llos se han señalado en Hucal ^
Los doctores Moreno, Del Lupo y Ver ñau, han descripto ejem-
plares de molinos muy semejantes á los figurados en esta monogra-
fía; fueron encontrados en los alrededores de Viedma (Mercedes y
San Javier, gobernación del Río Negro) ^
En cuanto á las puntas de flecha, todas, sin excepción alguna,
corresponden á tipos ó variedades patagónicos ^.
* OuTKS, La ecUuii ^^i ^^ 7 siguiente, figuras 88 á 86.
* Félix F. Oütbs, Los Querandies, 90, figura 2, Buenos Aires, 1897.
* Félix F. Outks, Arqueologia de Hucal^ en AnaUa del Museo Nacional de Bue-
nos Aires, X, 7, figuras 8 y 9; y figura 6. Buenos Aires, 1904.
* OüTKs, La edad, etc. 857, figuras 69 y 70; 859 y siguiente, figuras 74 á 76;
866 y siguientes con las notas pertinentes.
■ OüTBS, Arqueología^ etc. 8 y siguiente, figura 2.
* Fraucisco P. Moreho. Cementerios y paraderos prehistóricos de la FcUagonia,
en Anales Científicos Argentinos, i, 8. Buenos Aires, 1874; Michblb Del Lupo, Con-
tríhuio agli studii di Antropologia deW America, en Archivio per VAntropologia e
VEtnologia, xxix, 61, figura B 8. Firenza, 1899; Renb Vernau, Les anciens Pata-
gons, 286. plancha xiii, figura 11. Monaco, 1903.
^ OüTBS, La edad, etc., 878 y 879, figuras 84, 87, 89 á 91 ; 881 y 885, figuras 95 á 99;
887, figura 102; 888, fíguras 105 y 106; 890, figura 110; 496 figura 187.
274 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Pasando á la alfarería, observo que existen machos pantos de
contacto entre los motivos ornamentales de los fragmentos reani*
dos en San Blas y los figurados hasta ahora de los procedentes de
la caenca del rio Negro y de Hacal ^; en cambio sólo noto nn ligero
air de famiUe con los tiestos de barro recogidos en la gobernación
de Santa Cruz y zona meridional de la del Rio Negro.
Por último; las placas grabadas son objetos que hasta ahora se
han encontrado en los terrítorios patagónicos y en la gobernación
de la Pampa. La pequeña mitad hallada en San Blas, está orna-
mentada coa motivos que recuerdan los de piezas semejantes pro-
cedentes de Yictorica (gobernación de la Pampa)* Choelechoel y sus
alrededores, y Castre (gobernación de Río Negro) • y aun mismo
de Colhué-Huapi (gobernación del Chubut) y € paraderos» de las
Sierras Coloradas (gobernación de Santa Cruz)^.
Además de los diversos puntos de contacto enumerados, creo
oportuno llamar la atención sobre la marcada similitud que existe
entre las armas é instrumentos de la estación neolítica de San Blas
y los recogidos en el manantial de Cochicó^ situado en la zona me-
ridional de la provincia de Mendoza, próximo al limite con la
gobernación de la Pampa *.
Resulta, pues, de mis observaciones, que el material descripto
brevemente en el curso de esta monografía, pertenece á una indus-
tria que caracteriza hasta ahora á la cuenca del río Negro medio
é inferior, ciertas localidades de la gobernación de la Pampa y los
llanos mendooinos meridionales; industria que tiene infinitos pun-
tos de contacto con la que se encuentra de continuo en la parte sur
de la gobernación del Río Negro y en todos los territorios de las del
Chubut y Santa Cruz. Igualmente puedo afirmar que los diversos
objetos de San Blas difieren por completo de los procedentes de las
* Vkrnau, Ibidy plancha xiv, figuras 26 y 28; Oütes, Arque4>logia^ etc., 10 y si-
guientes, figuras 18 ¿ 20.
* JuAH B. Ambrosbtti, Hachas voHvím de piedra (Pillan-toki) y datos iobre radroi
de la influencia araucana prehistórica en la Argentina^ en Ancdes dd Muteo Nacio-
nal de Buenos Airesj vii, 93 y siguientes, plancha 5. Buenos Aires, 1902.
' J. B. AMBaosETTi, Un nuevo Fülan-toki, en Bevitta dd Museo de La Ptata^ x,
266 y siguientes, y plancha respectiva. La Plata, 1902; Vbrnau, Ibid^ 802 y si-
guiente, plancha xv, figuras 1,2, 4 y 5.
* OüTKS, La edad^ etc., 469 y siguientes; figuras 174 y 175.
' Félix F. Oütes, Instrumentos y armas neolíticos de Cochicó^ en Analee dd Mu-
seo Nacional de Buenos Aires, xiii, 278, figura 2; 279, figura 5; 280 y siguientes,
figuras 8, 11, 18, 14, 16 y 17. Buenos Aires, 1906.
OUTES: ABQUEOLOGÍA DE SAN BLAS.
276
oaencas de los ríos Salado, San Borombón y Lujan (provinoia de
Buenos Aires); y en general de la mayor parte de los instrumentos
y armas reunidos hasta la fecha en la mitad oriental de la mencio-
nada provincia.
En el Museo de La Plata, el 26 de Junio de 1907.
^
CATÁLOGO
DB LOS
DÍPTEROS DE LAS REPÜBLICAS DEL PLATA
JUAN BRETHES.
Habiéndoseme presentado varias veces la ocasión de determinar
aisladamente nno que otro díptero^ me he visto en la necesidad de
tener presente los trabajos hechos hasta la fecha y de todos los con-
tinentes, porque pocos son en realidad los órdenes de insectos que
tengan tantos representantes de una distribución cosmopolita.
De ese catálogo, he extractado lo que sq refiere especialmente á
las Repúblicas Argentina, Oriental del Uruguay y Paraguay ; se
verá que lo conocido de estas Repúblicas del Plata es relativa-
mente mínimo, pues el número de estos dípteros se aproxima sólo
á 660 (más ó menos 635), mientras que lo conocido de Sud
América alcanza á una cifra mucho mayor: así en los mosquitos, las
Repúblicas del Plata tienen reconocidas 22 especies, alcanzando
las sudamericanas á casi 200 especies. En general la misma propor-
ción existe en las demás familias.
A nadie escapará la importancia del estudio de los dípteros : unos
son útiles al hombre, como los Taquinarios que viven generalmente
como parásitos de insectos nocivos, y otros son dañinos, atacando
más ó menos directamente al hombre: ciertos mosquitos transmi-
sores de la fiebre amarilla, del chucho, etc., los éstridos cuyas lar-
vas (llamadas uros en el país) viven en el cuero de los animales
domésticos y no domésticos, y algunas veces también en el hombre
mismo, etc.
Al mencionar estos dípteros dañinos^ no será de más recordar la
Compsomyia macellaria (Fab.) E. Lch. Arr. \ conocida como la
mayor causante de la myiasis en toda la América del Sur.
* Nombrando aqui al Sr. D. Enrique Lynch Arribálzaga, quien me honra con
su amistad, no puedo menos que expresar mi profundo pescur porque ocupacio-
nes extrañas hayan alejado de la ciencia á ese hombre tan concienzudo, cuyo
principio de catálogo dipterológico argentino apareúó en 1881.
278 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
La pablioación del presente catálogo no tiene otro objeto sino
dar á conocer las especies de dípteros ya reconocidos de las Repú-
blicas del Plata, por lo cnal me contento con seftalar el primer tra-
bajo en donde cada especie ha sido descrípta, segtddo de la loca-
lidad en donde ha sido encontrada. Cuando no m el autor original
que ha reconocido el díptero en las repúblicas del Plata, entonces
coloco entre paréntesis al primero que lo ha señalado, á veces á
dos autores.
Señalo también algunos de los sinónimos que han sido estable-
cidos por autores anteriores, marcando con un asterisco'*' aquéllos
para los cuales me responsabilizo.
Fam. CECTDOMTIDAE.
Asphondylla Hieronyml Weyenb., An. Agrio. Bep. Arg.
III, p. 166, ff.( 1875 )r-í'0¿í>ptera) Córdoba
Agphondylia sp., v. d. Wolp, Tijdsch. v. Ent, xxix, 142. .. Bep. Argentina
Fam. LIMNOBÜDAE.
Geranomyia canadentla Westw., An. Soo. Ent. Fr. 1885,
p. 684. 2 ( lAmnobiorhynehuM) B. Arg. (E. Lch. A.)
Llmnobia anUrcUca Wlk., Tr. L. 8.Lond., xvii, p. 882. 4
(1887) (? Gonompa) Patag. (Wlk.); Be.
Aires (E. Lch. A.)
lilmnobla linelcollla Blaneh . Gay, Hist. fla^ y pol. Chile,
Zool. vil, p. 841 (1862).. C. de Hornos (Bioor).
I^lmnobia longicoiUs Big., Miss. Se. Cap Hom. Zool. ti. 8,
10. t. 2. f. 2 (1888) Cabo de Hornos
Trimtcra hlrsiitipes Mq., fiist. Nat. Cañarles. Dipt lOi. 8,
(Limnobia) Montevideo (Wlk. )
Zalusa íalklandtca Enderl., Zool. Anz. xxix. 71 (1906) .... Islas Malvinas
Epiphragma solatrlx O. 8., Pr. Ac. Phil. 1860, p. 288 B. Aires, Las Con-
chas (E. LcH.A.)
PoecUostola flavicaiida Big., Miss. Scient. Cap Hom. Zool.
VI. lO.iat.2. f. 4 (1888) Cabo de Hornos
IJmnophUa eutaenlaU Big., 1. c. vi. 9. 11. t. 2. f. 8 (1888). . . C%bo de Hornos
iBCbnothrlx aetberea Big., 1. c. vi. 7. 8. t. 2. f. 1 (1888).. Cabo de Hornos
Amalopis pusUla Big., 1. c. vi. 10. 12 (1888) ( Tricyphona) . . . Cabo de Hornos
Nepbrotoma varineiira Big., 1. c. vl 6. pl. 1. f. 4. (1888). . (3abo de Hornos
Fam. TIPÜLIDAE.
Ozodicera argentina v. d. Wolp, Tijdsóh. v. Entom., xxiv.
147. 2.t. 15, f. 1-2(1881) Bep. Arg.
Típula flavoannalata Jacobs, An. 8oc. Ent. Belg. xliv. 106. Patagonia
Típula nudlcomis Mq., Dipt. Ex. 1. 1. 66. 6 (1888) Bs. Aires.
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 279
TipuU nubífera* v. d. Wulp. Tijdach. v.Ent xxiv. 151. 8.
1. 15. f . f? (1881) Buenos Aires
Tipola plctipennis W]k., Tr. L. S. Lond. xvii. 7 (1887) £st. de Magallanes
Típula puncticomis Mq., Dipt. ex., Supp. ir. 15. 22. 1. 1, f . .
6(1^)) B. A. (E. LcH. A.)
Tipnla ruílrofitrls Big., Biiss. Se. Cap Hora. Zool. vi. 5. 6,
t. l,f. 8(1888) Cabo de Hornos
Pacbyrrhlna elegans Fab., Syst. Antl. 26. 10 (iQOb)(Tipvla). Arg. (Wulp)
Pacbyrrhina pnnctlírons Mq., Dipt. ex. 1. 1. 49. 8 (1888). . . B. A. (E. Loh. A.)
Fam. SCIARIDAE.
Sciara atomarla F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 402. 2.
(1892) Rep. Arg.
Sciara atra Mq., Dipt ex., 1. 1. 78. 2 (1838) B. A. (E. Lch. A.)
Fam. MYCETOPHILIDAE.
Ditomyla iucerta Big., Misa. Se. Cap Hora. Zool. vi. 16. 24
(1888) Cabo de Horaos
Macrocera testa cea Phil., Verh. Zool.-bot. ges. Wien. xv.
617.2 (18(;5) Patagonia
Macrocera TbomsonlE. Lch. A., Bol. Ac.C. Córdoba, iv. 116.
17 (1881) Patagonia (Thomsom)
= Macrocera fascipennit Thoms., Eug. Resa 448. 9 (1868).
Platyura autumnaüs F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 488. 22.
2 (1892) Rep. Arg.: Bs. Aires
Platyura macUenta F. Lch. A., 1. c. p. 482. 21. 1 (1892). . . . Rep. Arg.; Chaco
.Sciopbila antárctica Wlk. Tr. L. S. Lond. xvii. 884. 8(1887) . . Patagonia
SciopWlachUen8Í8Bl.,Hi8tfí8.ChUe,Zool. VII. 847.1(1852). . Pat. (F. Lch. A.)
SclopbUa clavata F. Lch. A., Bol. Ac. Ciencias Córdoba
XII. 417 (1892) Rep. Arg.
Sclopblla formosensls F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 416. 10.
1 (1892) ^ Formosa
SclopbUa Infirma F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 420. 18. 4.
(1892) Rep. Arg.
SciopbUa trlstis Big., Miss. Se. Cap Hora. Zool. vi. 18, 18.
t. 8. f. 2 (1888) Cabo de Hornos
Neoempberla varlpennis F.Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 428.
17. 1 (Empheria) y 472 (Neoempheria) (1892) Rep. Arg.
Lasloaoma paranenals F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii. 418.
9. 1(1892) Rep. Arg.
Tetra^iienra calopus Big., Miss. Se. Cap Hora. Zool. vi.
14. 19. t. 8. f. 8 (Sdophüa) (1888) Cabo de Hornos
Boletlua obscnrlventrls Big., Miss. Se. Cap Hora. Zool.
VI. 18. 16.(1888) Cabo de Hornos
Neoglaphyroptera antárctica Big., Miss. Se. Cap Hora,
Zool. VI. 12. 15. 1 8. 1 (BoleHna) (1888) Rep. Arg.
Neoglapbyroptera bipartita F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xii.
409. 6. 1. 1. 1 1. 19 (Qlaphffroptera) (1892) Rep. Arg.
Neoglapbyroptera flavoscutellata F. Lch. A., Bol. Ac. Cor-
Córd. XII. 410. 7. 2 (Olaphyroptera) (1892) Rep. Arg.
^ En mis «Insectos de Tucumán» (An. Mus. Nac. B. Aires, t. xi, p. 887), señalé,
por un U»p9U8 calami, este díptero con el nombre de Típula nubécula.
280 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIKE8.
Neo^laphyroptera ui^^rosplenlaU F. Lch. A., Bol. Ac
Córdoba, xii. 411. 8. 8 (OlaphyropUra) (1892) Eep. Ar^.
L.U nnbUlpennla Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 884. 9 (1887). . Patagonia
MycetophUa vollUns F. Lcb. A., Bol. Ac. Córd. xil429.
20.1(1892) Kep. Arg.
Fam. BIBIONIDAE.
Scatopse atrata Say, Longos Exp. St. Peteras Biver ix. 867
(1824) Ba. Aires. (F. Lch. A.)
Scatopae carbonaria Phil. Verh. Zool.-bot. Ges. Wlen. xv.
G10.4 ( 1865) Rep. Arg.(F.LcH. A )
-: Scatop$e fulvitartü F. Lch. A., El Nat. Arg. i. 299. 6
(187B)(necMq.)
Scatopse paUldlpes F. Lch. A., Nat. Arg. 1.298. 5 (1878). Rep. Arg.
Blbio abbrevlatns v. d. Wulp. Tijdsch. v. Ent. xxiv. 1^.
8 ( 1881 ) Bep. Arg.
Blbloautarcticus Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 896. 14 (1887).. . Estr. de Magallanes
Blbio BUbaequalis Rdi., Dipt. aliq. 16. 88 (18f)8) Buenos Aires
Biblo TicinuB F. Lch. A., El Nat. Arg. 1.297. 8 (1878) .. Buenos Aires
Plecla dlscolor v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 148. 2
(1881) Rep. Arg.
Plecla velutina Mq., Dipt. ex., Supp. i. 21.7, pl. 2. f. 9.
(1846) Rep. Arg.(E.LcH. A.)
Plecla vlttata Wied., Auss. Zweifl. Ins. i. 75.5 (1828) Rep. Arg. (E. Lch. A.)
DUopbuH btcolor Wied., Dipt. ex. 8. 81 (1821) Montevideo
Dllopbus castaulpes Big., Miss. Se. Cap Horn, Zool. vi. 17.
26 ( ÁcanthocnemisJ ( 1888) Cabo de Hornos
Dllopbus collaris Guér. Icón. Rég. An. vii. 585. pl. 98. f. 7. Rep. Arg.
DUophus ulgripes Bl. in Gay: Hist. fís. y pol. Chile. Zool.
VII. 354.2 ( 1852) C. de Hornos (Bigot)
DUophus pectoralls Wied., Auss. Zweifl. Ins. i. 76.2 (1828). . . Montevideo
DUophus slmUis Rdi., Dip. aliq. 17. 89 (1868) # Buenos Aires
DUophus tboracicuB Say, Journ. Ac. Phil. iii. 80 Montevideo (Wulp)
DUophus trisulcatus Mq., Dipt. ex. 1. 1. 88. 1 ( 1888) Rp. Arg. (Wulp)
Fam. CHIRONOMIDAE.
Ceratopougon Blauchardl Iches, Bol. Minist Agr. vi. 266
( 190<3 ) Chaco
Ceratopogou claripenuis F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii.
229.1 (1892) Rep. Arg.
Ceratopogou Lahillellches, Bol. Min. Agr. vi. 264 (1906). Chaco
Pacbyleptus Autequerae F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii.
227. 2 (18ÍI2) Rep. Arg.
DIdymopbleps hortorum Weyenb., Stett. Ent. Zeit. xliv.
108. fig. ( 1883). Rep. Arg.
Burmeisteria photopbUa Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
180. 12. t. 5, f. 16-18 (1886) Córdoba
Chlronomus autarctlcus Wlk., Tr. L. 8. Lond. xvii. 882.
2 (1837) Est. de Magallanee
Chlronomus atomarlus F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii.
248 ( 1892 ) Buenos Aires
BBETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 281
Chironomus baraderenais F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii.
244 (1892) Rep. Arff.
Cbiroiiomiis bouaereiisls E. Lch. A., Exp. Rio Negro, Zool.
88. 42 ( 1880) Rep. Arg.
=(?A. proximiu E. Lch. A., 1. c. p. 88. (neo Mg.)
Chironomus hrasillensis Wied., Auss. Zweiñ. Inseck. i.
15. 2 (1828) Montevideo
Chironomus chlorophilus Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
129. 6. t.6. f. 10 (1886) Córdoba
Chironomus coníusus F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii. 257
(1892) Rep. Arg.
Chironomus cordovensis Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
127. 2. t. 5. f. 2, 3 (1886) Córdoba
Chironomus debilis F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii. 25(j
(1892) Rep. Arg.
Chironomus ftuminicola * Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
127. 1. t. 5. f. 1 (1886) Rep. Arg.
Chironomus hircus Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix. 129.
5. t. 5. f. 9 (1886) Rep. Arg.
Chironomus inuocens Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
180. 10. t. 5. f. 14 (1886) Rep. Arg.
Chironomus lateralis Wlk., Tr. L. S. Loñd. xvii. 882. 8
( 1887 ) Patagonia
Chironomus lepldus Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix. 180.
8. t. 5. f. 12 (1886) Córdoba
Chironomus macularis Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
128. 4, t. 5. f. 5-8 (1886) Córdoba
Chironomus nocturnus F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii.
248 (1892) Buenos Aires
Chironomus obscuripennis F. Lch. A., Bol. Ac. Córd.
XIII. 248.8 ( 1892 ) Montevideo
Chironomus plateusis F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xiii. 255
(1892) Rep. Arg.
Chironomus sanus Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix. 129.
7. t.6. f. 11 (1886) Córdoba
Chironomus severus Weyenb., Tidsch. v. Ent. xxix. 180.
9. t. 5. f. 18 (1886) Córdoba
Chironomus triomatus Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
128.3. t. 5. f. 4 (1886) Córdoba
Chironomus tutulifer Weyenb., Tijdsch. v. Ent. xxix.
180. 11. t. 5. f. 15 (1886) Córdoba
Chironomus vUlosus Big., Miss. Se. Cap Horn. Zool. vi.
8.2(1888) Cabo de Hornos.
Bélgica antárctica Jacobs, An. Soo. Ent. Bel. xliv. 107
(1900) Patagonia.
Bélgica magellanica Jacobs, An. Soc. Ent. Belg. xliv,
106 (1900) Patagonia.
Camptocladius nigripectus Big., Miss. Se. Cap Horn,
Zool. VI. 2. 1. t. 1. f. 1 (1888) Cabo de Hornos.
Metrlocnemus fnscipes Mg., Syst. Beschr. i. 49. 65 (Chi-
ronomus) Rep. Arg. (F. Leu. A.)
=r Chironomus picipes Mg.
=^ Chironomus carbo Phil.
* F. Lch. A. lo da como sinónimo de Chironomus honaerensis.
Amal. Mus. Nac. Bs. As., Skr. 8% t. ix. Octubrk 28, 1907. 19
282 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
Tanypui íratercvlns F. Lch. A., Bol. Ac. Córd. xtii. 288
(1892) Eep. Arg.
Tauypns meudax F. Lch. A., Bol. Ac. Górd. xiii. 284 (1892) Rep. Ar^.
Tanypns pilotas Big., Mi88. Se. Cap Horn. Zoo!, vi. 8. 8.
1. 1. f. 2 (1888) Cabo de Hornos.
Tanypus publcornis Fab., Syst. Antl. 48. 28 (1805) (Chiro-
noniué ' Rep. Arg. (E.Lch. A.)
Fam. CULICIDAE.
MegarhiniiB haemorrlioldalit Fab., Ent Syst. iv. 401. 5
(Culex) Rep. Arg.(F.LcH. A.)
Me^rhliius separatus F. Lrh. A., Rev. Mas. La Plata.
II. 188 2 (1891) Rep. Arg.
JanthlnoRoma Arribalza^e Giles, Handb. Oiiat<<, 2 ed. 841
(1900) Rep. Arg.(F.LrH. A.)
= J, ditcrucians F. Lch. A.. Rev. Mus. La Plata ii. 153
(1891) (nec Wlk.).
Janthlnosoma posUcaU Wied., Dipt. exot. i. 48. 2 (1824)
(CuUx) Rep. Arg.(F.LcH. A.)
Janthlnotomaff oblita F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata, ir.
154. 2 (1891) Rep. Arg.
Psoropbora cUlaU Fab., Ent. Syst. iv. 401. (i (1794) (Culex) Rep. Arg. (E. Lch. A.)
Psorophom Holmberg^ F. Lch. A., Rev. Mns. La Plata
II. 142. 2 (1891 ) Rep. Arg.
.Stegomyia íatclata Fab.. Syst. Antl. 86. 18 (CnJex) (1805). . Rep. Arg. (E.Lch. A)
— Culex mosquito F. Lch. A., Rev. M. La Plata ii. 160.
Culex alblfascUtus Mq., Dipt. ex. i. 1. 85.4 (1888) Rep. Arg. (F. Leu. A.)
Culex confirmatuB F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata, ii,
146. 2 (1891) (Ochlerotafut) Rep. Arg.
Culex íatlgans Wied., Auss. Zweifl. Ins. i. 10. 17 (1828). Rep. Arg. (F. Lch. A.)
11^ Ueteronyeha dolosa F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata, ii.
156. 1 (1891).
Culex flavlpes Mq., Dipt. ex. i. 1. 85. 5 (1888) Rep. Arg. (E.Lch. A.)
Culex taeulorbynchus Wied. Dipt. ex. i. 48.1(1824).... Rep. Arg. (E.Lch. A.)
Taenlorbyucbus coufinuis F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata
II. 149. 2 (1891) Rep. Arg.
Taeniorhyncbus íasclolatus F. Lch. A., Rev. Mus. La
Plata. II. 150. 8 (1891) Rep. Arg.
Maiisoiiia tltfllans Wlk., List. i. p. 3 (1848) (Culex) Rep. Arg. (F. Lch. A.)
:^ Taeniorhynchus taeniorhynchus F. Lch. A. Rev. Mus.
La Plata, ii. 148. 1 (1891).
Aedeomyla squamipennis F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata
II. 162. 1 (1891) {Aedes) Rep. Arg.
Urauotaenla geométrica Theob. Monog. Cul. ii. 247 (1891). Rep. Arg. (Brkthks)
Uraiiotaeuia Natallae F. Lch. A., Rev. Mus. La Plata, ii.
164. 1 (1891) Rep. Arg.
Urauotaeufa pulcberrima F. Lch. A., Rev. Mus. La
Plata. II. 165.2, pl. 4. f . 4 (1891) Rep. Arg.
Sabetbes remipes Wied., Auss. Zweift. Ins. i 578. 1 (1828)
(Culex) Rep. Arg. (F. Lch. A.)
Auopheles auuullpalpls F. Lch. A., El Nat. Arg. i. 149.
1(1878) Rep. Arg.
BBETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 283
Cellia argyroUnis Bob.-Desv., Easai Culic. 411 (1827)
(Culex) fiep. Arg. (F. Lch. A.)
= AnophéU» albüartia F. Lch. A., El Nat. Ar^. k 150. 2
(1878).
Fam. SIMÜLIIDAE.
Simulium antarotloum Big., Misa. Se. Cap Horn. Zool. vi.
15. 28 (1888) Cabo de Hornos.
Slmullum anthmcinum Big., Misa. Se. Cap Horn, Zool. vi.
15. 22 (1888) Cabo de Hornos.
Slmullam cbilense Phil., Verh. Zool.-bot. Ges. Wien. xv.
634. 6(1885) C. de Hornos (Bioot)
Simitlinm ñilvescena Bl. iii Gay: Hist. fis. y pol. Chile.
Zool. vil. 853.1 (1862) C. de Hornos (Bigot)
Fam. PSYCHODIDAE.
Psycboda dubia Big., Miss. Se. Cap Horn. Zool. vi. 4. 5
(1888) Cabo de Hornos.
Psycboda byalluata Bl. in Gay: Hist. fis. y pol. Chile.
Zool. VI. 851.3 (1852) O. de Hornos (Bioot)
Psycboda venusta Weyenb., Tijdsch. v. £nt. xxix. 182. 2.
t. 5. f. 19(1886) fiep. Arg.
Fam. RHYPHIDAE.
RbypbusíuBCipeuuiB Mq.,Dipt ex. i. 1.80. 1. 1. 11. f. 2 (1888). C. de Hornos (Bioot)
Fam. STRATIOMYIDAE.
Uadrestla aeuea Thoms., Eug. Resa. 454. pl. 9 f. 8 (1868). . Patagouia.
Ptectlcus testaceus Fab., Ent. Syst. iv. 888; id. Syst.
Antl. 257 Rep. Arg. (E. Lch. A.)
Uermetla Ulaceiis L., Syst. Nat. xi. 979. 2 (1767) (Musca). . Rep. Arg. (Wbyknb.)
Hermetla rufiveutris Fab., Syst. Antl. 63. 2 (1805) Rep. Arg. ( Wülp)
Odontomyla altlírous v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent.xxxi. 2íi8. Rep. Arg.
Odontomyia bucepbala Gerst, Linn. Eiit. xi. 826. 8 (1857). . Montevideo
Odontomyla feuestrata Thoms., Eug. Resa 455 ( 18<íH) Buenos Aires
Odontomyla Inermis AVied., Auss. zweifl. Ins. ii. 71(1880)
(StrcUiomya) Montevideo
Odontomyla nidiceps v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxxi. 866. Rep. Arg.
Odontomyla pulcbra Wied., Anal. Entom. 28. 82 (1824).. Rep. Arg. (Weyknb.)
Odontomyla Vanderwulplana n. n Rep. Arg. (Wulp.)
* =. Odontomyia mactdifrons v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent.
XXXI. 864 (nec Wlk.)
Blastócera atra WandoUeck, Wien. Ent Zeit. xvi. 216.. Sta. Cruz (R. Arg. ?)
Laslopa vlttata v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 155 Rep. Arg.
Stratlomyia connexa v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 154. Rep. Arg.
Stratiomyla muUbUIs Fab., Ent. Syst. iv. 266. 18(1794). . . Rep. Arg. (Wulp)
Cypbomyia auriflamma Wied., Zool. Mag. i. 3. 51.21(1819). . Montevideo (Wlk.)
284 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Cypbomyia Wledemanni Gerst., Linn. Ent. yi. 202. 19 (1857) Misiones (£. Lch. A.)
Nemotelns íasclmtlArons K. Lcb. A., Exp. Rio Ne^^^. Zool.
89. 48 (1880) Eep. Ar^c.
Fam. COENOMYIDAE.
Chiromyza vitUta Wied., Nov. Dipt. Gen. 20. f. 8 (1820). R. Arg. (E. Lch. A.)
Fam. TABANIDAE.
Pangonia australis Phil., Verh. Zool.-bot. Ges. Wien. xv.
710 Patag.(E. Lch. A.)
Pangonia fascUU Mq., Dipt. ex. i. 1. 103 (1888) Entre Ríos (Lütz)
Pangonia fllipalpls Will., Kans. Univ. Quart. iii. 190 Rio Paraguay
Pangonia laHiopiítlialma v. d. Wulp, Tijdscb. v. Ent. xxi.
865. pl. 9. f. 6 Rep. Arg.
Pangonia morio v. d. Wulp, Tijdscb. v. Ent. xxiv. 156... Rep. Arg.
Pangonia sorbens Wied., Aush. sweiñ. Ins. i. 98. 18 (1828). Montevideo
Esenbeclcia Bsenbecliiii Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 628.
19 (1880) Rep. Arg. (Rdi.)
* = Eaenheckia pemgonina Rdi. Dipt. ex. 88 (1868).
miviiis rañpes Mq., Dipt ex., Supp. iv. 87. 1 (1850) Rep. Arg.
Scepsis nivalis Wlk.. Üipt. Saund. 71. pl. 2. f. 7 (1850). Montev. (E.Lch. A.)
Lepiselaga albitarsis Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 86. 1(1850) Buenos Aires
Lepiselaga crassipes Fab., Syst. Antl. 106. 4 (1805) (Hae-
matopota) Misiones (E. Lch. A.)
l.epÍ8elaga parva Will., Kans. Univ. Quart. ni. 192 Río Paraguay
StilMMoma theotaenla Wied., Auss. zweifl. Ins. 1. 186 (Ta-
bantut) Montevideo
Dicbelacera flava Wied., Auss. zweifl. Ins. 1. 168 (Tahcmw) Montevideo
Dicbelacera nubipennis Rdi., Dipt. aliq. 16. 87 (1868) Mendoza
Dicbelacera nniíksciata Mq., Dipt. ex. i. 1. 115. 8 (1888). Bs. As. (E. Lch. A.)
Acantbocera exstlncta Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 214. 2
( Haematopota ) Montevideo
Dlacblorus curvipes Fab., Syst. Antl. 107. 8 (Tahcmua), . . R. Paraguay (Will.)
Dlacblorus ocbraceus Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 86. 4
(DiahasU) Ck>rrientes
Tabanus UblpUpis Rdi., Dipt. aliq. 18. 88 (Agdanius) (1868). Santa Fe, Córdoba
Tabanus albobirtus Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 888. 18 (1887) Cabo S. Gregorio
Tabanus augustus Mq., Dipt. exot. i. 1. 186. 29 pl. 17. f. 8. Montevideo
Tabanus bonarlensis Mq., Dipt. ex. 1. 1. 188. 88 (1888) Buenos Airea
= Ágelanitts acupuiicUUíis Rdi., Dipt. aliq. 15. 26.
Tabanus callosus Mq„ Dipt. exot. Supp. iii. 171 Rio Negro (R. O. U.)
Tabanus dorslger Wied., Dipt. exot i. 83. 88 Montevideo
Tabanus duplovlttatus Rdi., Dipt. aliq. 14 (Agelanius) . . Bs. A., Babia Blanca)
Tabanus erythraeus Big., Mém. Soc. Zool. Fr. v. 687 La Plata
Tabanus flaviventrls Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 171.pl. 1. f. 4. Rio Negro (R. O. U.
^ El nombre dado por Wiedemann, Silviua Esenbeckii, debe cambiarse en Eeen-
beckia Esenbeckii^ si se adopta este último género, y no hay razón para emplear el
adjetivo pangonina.
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 285
TatMums hamatns y. d. Wnlp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 159.
pl . 15. f . 7 .^ Bep. Arg.
Tabauus HUarU Mq., Dipt. exot. i. 2. 185 (1888) Rep. Arg.
TabauuB Impressus Wied., Auss. zweiñ. Ins. i. 126. 28 Montevideo
TatMinus inornatus Phil., Verh. zool.-bot. Ges. Wien. xv. 718. Rep. Arg. (Wülp)
Tabanas interposttusRdi., Dipt. aliq. 15. 85 (Agdanitut) Mendoza
Tatwnus lineóla Fab., Ent. Syst. v. 869. 88 (1794) B. Aires (E. Lch. A.)
Tabanus ma^ellaniciis Phil., Verh. zool.-bot. Ges. Wien.
XY. 717 Magallanes ^
Tabanus mlnor Mq., Dipt. Exot. Supp. iv. 88. 106 (1850). . . . Patagonia
Tabanus mlssionum Mq., Dipt. Exot. i. 2. 186 Misiones
Tabanas mouochroma Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 555. 27. . . Montevideo
Tabauus nlgrlñ-ons Phil., Verh. zool. bot. Ges. Wien. xv.
720.29 (1865) Patagón. (E. Leu. A.)
Tabauus psolopterus Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 181. 105
(1828). . . .'. Montevideo
Tabauus puugens Wied., Auss. zweifl. Ins. 1. 175. 97 (1828). . Montevideo
Tabanus rubescens Mq., Dipt. exot 1. 139. 84 (1888) Montevideo
Tabanus rubiicosus V. d. Wülp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 161.
pl. 15. f. 9 Rep. Argentina
Tabauus testa ceomaculatus Mq. Dipt. exot. t. 140.86 Rep. Arg. (Wdlp)
Tabanus trfgouophorus Mq., Dipt. exot. i. 2. 1% Misiones
Tabanus trltus Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 888.19 (1887). . . . Cabo San Gregorio
Tabanus trlvittatus Fab., Syst. Antl. 104 (1805) Rep. Arg. (Wülp)
Tabanus unlclnctus v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxiv. 159. Rep. Arg.
Tabanus uru^ayensls E. Lch. A., Bol. Ac. Córd. iv. 186
(1881) Uruguay
= Tahcmu» pictipennú Mq., Dipt. Exot Supp. iv. 32.102.
pl. 2. f. 8 (nec Mq., S. Buffon).
Tabanus varipes Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 887.17 (1887). . Uruguay (Wlk.)
Therloplectes Itmbatus Big., Mém. Soc. Zool. Fr. v. 642.. . Buenos Aires
Fam. ACANTHO^ERIDAB.
Acautbomera teretruncum Fiebrig, Zeitsch. Insectenbiol.
1906, p. 844. ffs Paraguay
Fam. NEME8TRINIDAE.
Hirmoneura exótica Wied., Anal. Ent. 20.5 Montevideo (Wibd. )
Bs. Aires (E. Lch. A.)
Hirmoneura lurlda Rdi., Dipt. aliq. 10. t. 4. f . 10 (1868). . Mendoza
Hirmoneura Strobelli Rdi., Dipt. aliq. 11. t. 4. f. 11 (1868). . Córdoba, Santa Pe
Fam. ACROCERIDAE.
Panops aeneus Phil., Verh. zool.-bot. Ges. Wien. xv. 647.. Rep. Arg. (Wülp)
Panops carbonarius Phil., Verh. zool.-bot. Ges. Wien. xv.
618.5(1865) Rep. Arg. (Wülp)
286 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Fam. MTD ASIDAS.
Nydas aplcalls Wied., Ansa, iweifl. Ins. ii. 629.94 (1880)... Buenos Aires
Nydas cin^^atus Will., Kans. Ac. Se. 29*" ano. Meeting.
57 Paraguay
Mydas notospilus Wied., Auss. Eweiñ. Ins. i. 214.10 (1828)... Montevideo
Mydas teitacelrentrls Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 61. t. 5.
f . 6 9 (1850) Uruguay
Fam. ASILIDAE.
Dasypogon coatalisE. Lch. A., An. S. Gient. Arg. ix. 29.. Kep. Arg.
Dasypogon dorsalls Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 180. 60. pl. 1.
f.l2 Rio Negro: K. O. U.
Leptogaster bicolor Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 191. 8. pl.
8. f. 6 (Gonypea) Río Negro: R. O. U.
T^eptogaster Torno wi Bréthes, An. Mus. Bs. Aires, xi. 887. . Tucumán
Pleslomma semlmíaWied., Auss. zweifl. Ins. 1.898.42 (1828)
(Datypogon) Rep. Arg. (Wulp)
Dizontas tristía Wlk., Dipt. Saund. 93 (ÍiícA)(Datypogon). . Rep. Arg. (Wülp)
Prolepsls lucifer Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 888.84 (1828)
(Dasypogon) Uruguay
Tolmerolestes fax E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi. 80. 46
(1881) Buenos Aires
Tolmerolestes Pluto E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi.
112.47(1881) Buenos Aires
Tolmerolestes mbrlpes E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi.
114.48 (1881) Rep. Arg., San I:^uííí
Cylicomera fraterna E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi.
117.49 (1881) Buenos Aires
Cylicomera mbroíksciata E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi.
119.50 (1881) Buenos Aires
Myolestes I^y neblí Bréthes, An. Mus. Buenos Aires, xi. 838
(1904) Tucumán
Dicranus Tucma E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. ix. 26 (1880). Rep. Arg.
Archllestris capnoptems Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 876
( Dasf/pogon) Montevideo
Holopogon bullatas v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv. 100. Rep. Arg.
Hypeuetes asUlformis v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv. 101. Rep. Arg.
Holcocepbala puUata Burm., Reise d. d. La Plata Staaten
II. 170 (nom. nud.) Tucumáu
Holcocepbala nruguayensis E. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XIV. 138(1882) Uruguay
Scylatlcus dlstingueudus E. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XI. 121 (18S1) Buenos Aires
Theromyia breviventrls Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 181
pl. 1. f. 13 (Dasypogon) Rio Negro: R. O. U.
Lastaurus ardens Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 891 (1828) (Da-
sypogon) Rep. Arg.(E. Lch. A.)
Allopogou ferragineus E. Lch. A., An. Soc. Cient. Arg.
X. 182 (1880) Mendoza
Allopogon Heydenll Jaenn., Neu. exotisch. Dipt. 481. pl. 2.
f . 1 (Dasypogon) Corrientes
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 287
Allopof^u tníamatUB E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. x.
188. 44 (1880) Buenos Aires
Allopo^^on tessellatUB Wied., Auss. Eweifl. Ins. i. 890(1828)
(Dasypogon) Montevideo
Allopo^ou vlttatuB Wied., Auss. zweifl. Ins. i. SÜ&(Da9f/pogon) Montevideo
::3 Dasypogon longiunguUUus Mq.
= Deuypogon anntdiíarsis Rdl.
== AUopogon graeüe Big.
Neolaparus argeutluus v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv.
^ (Laparut) Rep. Arg.
Deromyia placida v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv. 94 Rep. Arg.
Deromyla Weyenbcrghll v d. Walp, Tijdsch. v. Ent.
xxv. 98 Rep. Arg.
Rlephareplmn coarctatnin Perty, Del. anim. Bras. 181. pl.
(i. f. 4. (Laphria) Rep. Arg.(E. Leu. A.)
m Dattipogon bonarienais Mq.
r-r Dasgpogcm síihcorüractus Wlk.
1:=: Dcí*ypogon »ee.abilia Rdi.
:ri Senobcms annulaiuJt Big.
PhonicocleptetBiisIrls E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xi. 21.
45 (1881) Buenos Aires
Nef^poda Gttutherl E. Lch. A., An. S. Client. Arg. xii. 18B
(1882) Buenos Aires
Atomosta Beckeri Jaenn. N. exot. Dipt 51 (18B7) B. Aires (E. Lch. A.)
Atomosla geniculata Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 528 (Laphria) Rep. Arg (Wulp)
Atomosla Umbiventris Thoms., Eug. Resa, 466 (1868) Montevideo
Atomosla modesta Phil., Verh. zool.-bot. Ges. Wien, xv. ()85 Rep. Arg. (Wülp)
Atomosla pUipes Thoms., Eug. Resa, 465 (1868) Buenos Aires
Atomosla venustula E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. ix. 50(1880) Rep. Arg.
Rhathltbomyla nltidula E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xiv.
187 (1882) Rep. Arg.
Cerotalnla rhopalocera E. Lch. A, An. S. Cient. Arg.
XIII. 189 (1882) Rep. Arg.
Cerotainia ▼iolaceitborax E. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
IX . 52 (1880) Buenos Aires
Laphrta alMtlbla Mq., Dipt, exot. Supp. iii. 185. t. 2 f . 6. Rio Negro: R.O. U.
Aslcya íasctota E. Lch. A, An. S. Cient. Arg. ix. 227 (1880) Buenos Aires
Dasythrix lencophaea £. Lch. A., An. S. Cient. Arg. ix. 55 Buenos Aires
Lycomyia Germalnl Big., An. Soc. Ent. Fr. (1857) 290.
t. 6. f . 8 Rep. Arg.(E. Lch. A.)
Triclioscelis Burmelsterl Roder, Stett. Ent. Zeit. lxi.
888(1900) Rep. Arg.
Triclioscelis femorata Roder, Stett. Ent Zeit. lxi. 889. Rep. Arg.
Mallophora Bergil E. Lch A., An. S. Cient. Arg. ix. 257 Uruguay
::^? Mallophora pica Mq.
Mallopliora Rlgotli E. Lch. Ar., Bol. Ac. Cieñe. Córd. iv.
146 (1881) Buenos Aires
= Mallophora soccaía E . Lch . A . (neo Thoms . )
Mallophora lugnbrtsE. Lch. A., An. Soc. Cient. Arg. ix.
552 (1880) Misiones
Mallophora minos Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 478 (Asilus). Rep. Arg. (Wüi.p)
Mallophora nl^lventris Jaenn. N. exot. Dipt. 58(1867).. Paraguay
Mallophora Plato Wied., Auss. zweifl. Ins. i. i77 (Asütu). Rep. Arg. (Wülp)
Mallophora scopifer Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 478 (AsVm). Buenos Aires
288 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Mallophorarulicauda Wied., Ausfl. Eweifl. Ins. i. 476 (Aiñlwt) Montevideo
^r: MaUophora aoceata Thoms.
Mallophora Bcatellaiia E. Lch. A., An. 8. Cient. Ar«c.
IX . 254 (18H0) Misiones
Mallophura ve^peta E. Lch. A., An. Soc. Cient. Ar^. xiv. 140. Buenos Aires
Proetophorus connexus Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 497
(AtilutJ Montevideo
Brax bUiueatut v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv. 115 Rep. Ar^.
Erax flavldat Wied., Auss. Eweifl. Ins. i. 478 (182H) Uruguay (E.Lch.A.)
Brax lon^terebratus Mq., Dipt exot. Supp. iv. 88. t. 8 f. 7. Rep.Arg.: Patagonia
Erax mellinvs Wied., Auss. eweifl. Ins. i. 465 (Anlus) Montevideo
Erax patagoniensit Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 88 Patagonia
Erax platensis n. n Uruguay
=■ Ertjuc fiavidu» Mq., Dipt. exot. i. 2. 114 (nec Wied.)
Erax mlltibU Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 187. t. 2. f. 11. . . . Rio Negro (R. O.
Uruguay ?)
Erax senills Wied., Auss. Eweifl. Ins. i. 471 (AtiluM) Montevideo
Erax stmplex Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 187. pi. 2. f. 14.. Rio Negro
Erax singularts Mq., Dipt. exot. i. 2. 111. pl. 2. f. 18 .... Rep. Arg.(E.LcH. A.)
Erax striola Fab., Syst. antl. 172 (1806) (Dasypogon) Rep. Arg.( E.Lch.A.)
Proctacantbus brevlpennis Wied., Auss. eweifl. Ins. i. 481
(1828) (Aitüíu) Rep. Arg. (Wülp)
Proctacantbas brevlstylatut v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent.
xxv. 111 Rep.Arg.
Proctaeantbaa cmentus E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. ix.
264 (1880) Misiones
Proctacantbus leucopof^n Wied., Auss. sweifl. Ins. i. 480
(1828) (asUum) Montevideo
Proctacautbas macrotelna Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 840
(1887) //l«/u«j Uruguay
Proctacantbua rubrlventris Mq., Dipt. exot. Supp. tv. 87.
t. 8. f. 8 Rep. Arg., Montevideo
m Anilut ( Proetacanthtu ) xarUhopogon Burm., Reise
z- Erax fpeeionu Phil.
Proctacantbus senectua v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv.
110 Rep. Arg.
Proctacantbas vetastus Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 840
(A»ilu9) Uruguay
Proctacantbas vittatus E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. ix.
261 (1880) Misiones
Epltrlptas albisetosus v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxv. 116. Rep. Arg.
Heligmoneura rofipalpis Mq., Dipt. Exot. i. 2. 146 (Asilas). Rep. Arg., Uruguay
lieptobarpactlcas muelas Wlk., List. ii. 468 (1819) (Anlus). Montevideo
Asilas cayanas E. Lch. A., An. S. Cient. Arg. x. 175 (1880). Mendoza
AsUas Imltator E. Lch. A., An.S. Cient. Arg. xv. 79(1883). Rep. Arg.
Asilas mucidus Wlk., Tr. L. S. Lond. xvii. 340 (1887) Patagonia
Fam. BOMBYLIIDAE.
Exoprosopa alblventrisMq., Dip. exot. Supp. iii. 198. t. 8. f. 8. Río Negro
Exoprosopa extensa v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxxi. 867.
t. 10. f. 1 Rep. Arg.
Exoprosopa maldonadenais Mq., Dip. exot. Suppl. iv. 107.
t. 10. f. 6. (1850) Maldonado ( Mq.),
Rep. Arg. (Wülp)
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 289
ExoproBopa SanctI Paull Mq., Dipt. ex. ii. 1. 50. 87 (1840) Bahía Blanca (Rdi.)
Bxoprosopa uruguayi Mq., Dipt. ex. ii. 1. 50. 1. 18. f. 8 (1840) Uruguay, Misiones
=: Aiührax crepusctdaris F. Lch. A.
Antlirax amasia Wied., Auss. Eweifl. Ins. i. 817 (1828) Uruguay, Argentina
=. ArUhrax vicina Mq.
Antbrax ambigua F. Lch. A. , El Nat. Arg. i. 268 (1878). . . Buenos Aires
Antlirax barblyentrls Bdi., Dipt. aliq. Strobe], 18 (1868) Mendoza
Antbrax costalls Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 299(1828) Montevideo
Antbrax dltaenla Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 288 (1828).. Montevideo (Wibd.)
B8.As.(F. LcH.A.)
Antbrax bypoxantba Mq., Dipt. ex. ii. 1. 65. t. 21. f. 8 (1840) Rep. Arg. (Wulp)
Antbrax leucocepbala v. d. Wulp, Tijdsch v. Ent. xxv. 81. Rep. Arg.
Antbrax melaleuca Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 299 (1828) Montevideo
Antbrax minas Mq., Dipt. ex. Supp. iii. 198. t. 8. f . 10 Rep. Arg. (Wulp)
Antbrax minerva Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 295 (1828)... Montevideo (Wibd.)
Rep. Arg. (F. Lch.
A.)
Antbrax nigríta Fab., Syst. Ent. 757. 7 (1775) (Bibio) B. A. (Burm. )
Antbrax plumlpes Phil , Stett. Ent Zeit. xxxiv. 807. 8 (1878) Mendoza
Antbrax púdica F. Lch. A., El Nat. Arg. i. 275 (1878) Buenos Aires
= ArUhrax melaleuca F. Lch. A. (nec Wied.)
Antbrax stympballs Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 252 (1828). Montevideo
Antbrax subaequalis F. Lch. A., El Nat. Arg. i. 207 (1878). Buenos Aires
Nullot cinereuB F. Lch. A., El Nat Arg. i. 278 (1878) Buenos Aires
Mullo lateralls RdL, Dipt. aliq. Strobel. 12. t. 4. f. 9 (1868) Mendoza
Mullo marginalis Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 12 (1868) Bahía Blanca
Argyramaeba Imitans Sch., Reise Dipt. Novara. 122(1868) Bs. As. (F. Lch. A.)
Argyramaeba Oedipus Fab., Syst. Antl. 128. 22 (1805). ... B. A. (F. Lch A.)
Bombyilua abdominalls Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 846. 24 Montevideo
Bombyllus ocbraceus Big., An. Soc. Ent. Fr. 1892, 864... Montevideo
Heterofitylum bicolor v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi. 866.
t. 9.ff. 7,8(1888) (Comastes) Rep. Argentina
PbtbirU ptcta Phil., Verh. z.-b. Gess. Wien, xv. 658. 8 (1865) Argentina (Wui.p)
Syst ropos conopoides Künck. d^Herc, Bull. Se. Fr. et Belg.
XXXIX. 147 (1905) Buenos Aires
♦ z=: Sydropus macilerUus Lahille Cnec Wied.)
Comptosia fasclpennis Mq., Dipt. ex. ii. 1. 81. 1. 14. f. 1. Montevideo
Comptoslá I^audbeclU Phil., Verh. z.-b. Wien. xv. 677. 4. Argentina (Wulp)
Toxopbora áurea Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 197. t. 8. f. 14. Río Negro
Dlscblstus amabills v. d. Wulp, Tijdsch. v. Ent. xxiv.
162. t. 15. f. 10. (1881) Argentina
IllscblstustransatlanticusPhil., Verh. z.-b. Wien. xv. 649.
8 (1865; (Bomhyliuí) Argentina (Wulp)
Hyperalonla erytbrocepbala Fab., Syst. Antl. 118. 4 (1805)
(ArUhrax) Argent. (Wulp), Pa-
tagonia (Rdi.)
Hyperalonla Proserplna Wied., Auss. zweifl. Ins. i. 257. 6
(1828) (Anthrax) Argent. (F. Lch. A.)
Fam. THEREVIDAE.
PtUocepbala costata v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi. 868. Rep. Argentina
Psllocepbala mblda v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi. 869. Rep Argentina
Amal. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 8», t. ix. Octubre 29, 1907. 20
290 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Fam. EMPIDIDAE.
Tactaydromlaeanf^lneaF. Lcb. A., ElNat. Arg. 1.294 (1B78) Buenos Aires
I^emtopeza (iiec Leptopeza) rívosa Big., Miss. Se. Cap
Horn. Dipt. 21 (1888) Cabo de Hornos
Hemerodromla aualls Thoms., Eug. Besa, 474.47 (1868). . . . Patagonia
Chellpoda vlttoU F. Lcb. A., £1 Nat. Arg. i. 294 (1878) Buenos Aires
Ocydromta elegans Big., Miss. 8c. Cap Horn, Dipt 21. t.
8. f . 5 (1888) Cabo de Hornos
Bmpit antárctica Wlk., Tr. Linn. 8oc. Lond. zvii. 841 (1887) Estr. de Magallanes
Bmpls auttaraclna Big., Miss. Se. Cap Horn. Dipt. 19 (1888) Cabo de Hornos
Bmpit coiaUs Thoms., Eug. Besa., 471.41 (1868) Patagonia
Gmpls fülya Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 841.27(1887). Est. de^MagaUanes
Bmpit lolwlls Thoms., Eug. Besa. 472.42 (1868) Patagonia
Empls macrura Big., An. Soc. Ent. Fr. 1889. 181 Buenos Aires
Empls quadrlTlttaU F. Lch. A., £1 Nat. Arg. i. 292 (1878). Buenos Aires
Bmpls ttaermopli'la Wiod., Auss. zweifí. Ins. ii. 4 (1880). . . . Montevideo
Bmplg oraguayeuslB F. Lcb. A., El Nat. Arg. i. 296 (1878) Uruguay
Bmplt Tlcina F. Lcb. A., El Nat. Arg. i. 294 (1878) Buenos Aires
8pliicoBat bicolor Big., Miss. Se. Cap Horn, Dipt. 19 (1888). . Cabo de Hornos
Hllarempls brachyrrhynclia Thoms., Eug. Besa, 474.46
(1868) (Hüara) Patagonia
Hllarempls holoserlcea Tboms., Eug. Besa. 478.45 (1868)
(Hüara) Patagonia
Hilarempls latlcornis Big., Miss. Se. Cap Horn, Dipt. 20
(1888) (Hüara) Cabo de Hornos
Hllarempls ma^ellanlca Big.. Miss. Se. Cap Horn, Dipt 20
(1888) (Hüara) Cabo de Hornos
Hllarempls ochracea Big., Miss. Se. Cap Horn, Dipt. 22,
t. 8. f. 4 (1888) (HeUodromia) Cabo de Hornos
Fam. DOLICHOPODIDAE.
PsUopodlnuB eqoestrls Fab., Syst Ent. 782.50 (1775) (Mtuca) Bep. Arg. (Wülp)
PslIopodinuB smaraf^dulus Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii.
225 (1880) (Paüapwt) Montevideo
Psllopodlnus superbuB Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 228
(1830) (Pñlopus) Montevideo
Agonosoma cllUarsIs v. d. Wulp, Tijds. v. Ent xxxi. 869
(1888) (l^hpits) Bep. Arg.
Diapliorus exunguls Thoms., Eug. Besa, 506.108 (1868)... Buenos Aires
Cbrysotus luctuosas Big., Miss. Se. Cap Horn. Dipt. 28.. Cabo de Hornos
Dolichopus adustas Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 281 (1880) Montevideo
Nearlgona clnerelcollís v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi.
870 (1888) (Saucropus) Bep. Arg.
Medeteras antárcticas Wlk., Tr. Linn. S. Lond. xvii. 847. 44.
( 1837) Estr. d. Magallanes
Fam. PHOBIDAE.
Phora para^^ayae Brues, An. Mus. Hung. v. 400. t. 8.
£.9(1907) Paraguay
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 291
Aplüoeliaeta meiidionalls Bmes, An. Mus. Hung. v. 402.
t. 8. f. 10 (1907) Paraguay
Aphlochaeta pauzilla Braets, An. Mus. Hong. v. 408. t. 8.
f . 2 (19C^ Tucum&n
Hieronymas pyg^aeus Weyenb., Tijds. v. Ent. xxix. 188.
t. 5. f. 20-28 (1886) Córdoba
Termitomastns leptoproctus Silv., Bol. Mus. Tor. xvi.
N.* 896, 1 (1901) Misiones
Fam. SYBPHIDAE.
Nlcrodon bldens Fab., Syst. Antl. 185.6 (1805) (Mvlio). . . . Mendoza (Bubm.), S.
Luis (P.LchA.)
Aflcrodon bonaiiensls F. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xxxii,
194. 8 (1891) Buenos Aires
Aflcrodon crassitarsls Mq., Dipt. exot. Suppl. iii. 198, t. 4.
f. 2 (Aphrüis) Río Negro: Uruguay
Microdon hlstrlo Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 88. 3 (1830). . Montevideo
Aflcrodon InsUbüis Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 83. 4 (1880). S. Luis (F. Lch. A.)
Aflcrodon Afacqaarti F. Lch. A., An. S. Cient Arg. xxxii.
126. 2 (1891) Uruguay (Mq.)
= Microdon anguttus Mq.
Aflcrodon rubrlventrls F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XXXII. 128. 5 (1891) Buenos Aires
Aflcrodon Ylolaceus Mq., Dipt. exot. ii. 2 18, t. 1. f. 8
(1842) (AphrüU) S. Luis (F. Lch. A.)
Rhopalosyrphus GUntherl F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
xxxii. 197. 1 (1891) (Holmbergia) Buenos Aires
Argeutlnomyla grandJs F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
xxxiv. 256 (1892) Misiones
Argentinomyia testacelpes F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
xxxn. 199 (1891) Buenos Aires
liepromyia ortallua v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi. 874.
t. 10. f. 2-5 (1888) (Upidomyia) Córdoba
Nausigaster bonariensis F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XXXIV. 254 (1892) Buenos Aires
Afelanofltoma íeuestratum Mq., Dipt. ex. ii. 2. 108. t. 17.
f. 6 (1842) (Syrphuü) Rep. Arg. (Biqot)
Afelanostoma mellinum L., Fauna Suecica, 1827 (1746)
(Musca) Buenos Aires (Mq.)
Afelanostoma punctulatum v. d. Wulp, Tijds. v. Ent, xxxi.
875 (1883) Córdoba (Wulp), B.
Aires (F. Lch. A.)
Catabomba melauostoma Mq., Dipt. exot. ii. 2.87 (Syrphxu) Rep. Arg. (F. Lch. A.)
Catabomba pyrastri L., Fauna Suecica, 1817 (1746) (Musca). Mendoza (Roí.)
Afeso^rapta anchorata Mq., Dipt. ex. ii. 2. 97. t. 16. f . 8
(lSá2) (Syrphus) Misiones, B. Aires
(F. Lch. A.)
Afesograpta basllarls Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 148. 48
(1830) (Syrphus) Rep. Arg. (Will.)
Afesograpta dupllcata Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 142. 47
(1830) (Syrphut) Montevideo
= Syrphua tridentalus Rdi.
292 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Meeograpta eiotlca Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 186. 85
(1880) (Syrphui) E*íp.Arg.(F.LcH. A.)
Meio^rapU música Fab., Syst. Añil. 258. 24 (1805) (Soleva) . B. A ires. (F . Lch. A).
Mesograpta tlblcen Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 127, 19
(1830) (Surphué) Montevideo (Mq.)
Meso^^pta Willlstonl F. Lch. A., An. S. Gient-Arg. xzztti.
54 (1892) Misiones (F Lch. A.)
AUo^^pta hortensia Phil., Verh. z-b. Ges. Wien. xv. 746.
11 (1865) (Syrphua) Mendoza (Wdlp)
AUograpta obliqua Say , Journ. Acad. Philad. iii. 89 (Scaeva) B . A ires (Thomsom)
= Syrphtu qxMdrigeminus Thoms.
Ocyptamas dlmldlatus Fab., Spec. Ins. ii. 4&i (Syrphus) . . . Tnoumán (Bríethics)
Ocyptamus íunebris Mq., Hist. Nat. Dipt. i. 554 (1884) (Syr-
phiis) Rep. Arg.(F.LcH A.)
Ocyptamus ftisclcosta F. Lch. A., An. S. Cient. Arg. xxxii.
255 (1891) Buenos Aires
Ocyptamus tri^onus Wied., Anss. zweifl. Ins. ii. 126. 16
(1880) B. Aires (F. Lch. A.)
Xantandrus bucephalus Wied., Auss. zweifl Ins. ii. 126.
(1880) (Syrphus) Rep. Ar^;. (F. Lch. A.)
Hyrphus Macquarti Blanch., in Gay: Hist. fis. y pol. de
Chile, Zool. VII. 411 (1862) Mendoza (F. Lch. A.)
Syrphus octomaculatns Wlk., Tr. Lin. Soc. Lond. xvii, 844. Patagonia(F.LcH.A.)
Styrphus pata^nus F. Lch. A., An. Soc. G. Arg. xxxiii. 115 Río Gallegos (F.
Lch. a.)
Syrphus RIbesii L., Fauna Suecica, 1816 (1746) (Musca) .... Rep. Arg. (F. Leu. A.)
Syrphus Walkerl F. Lch. A., An. Soc. C. Arg. xxxiii,
117(1892) Patagonia: Puerto
Hambre (Wlk.)
=^ Syrphua unicolor Wlk. (preoc.)
Baccba adspersa Fab., Syst. Antl. 200. 5 (18(^) Misiones (F. Lch. A.)
Baccha bonarleusis Bréthes, An. Mus. Nac. Buenos
Aires (3) iv, 840 (1904) Buenos Aires
Baccba clavata Fab . , Ent . Syst. i v. 298. 78 (1794) (Syrphus) Rep. Arg. (F. Lch. A.)
Baccha Wulpiana F. Lch. A., An. Soc. Gient. Arg. xxxii.
250 (1891) Tucumán (Wülp)
^=^Baccha tricincta v. d. Wulp (preoc.)
Salplugogaster nigrlveutris Big., An. S. Ent. Fr. 1888.
329 ... Montevideo (Bigot),
Buenos Aires (!)
* = Baccha mimetica Lahille .
Volucella AmbrosettU F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XXXIV, 179 (1892) Misiones
Volucella íblvonotata Big., An. Soc. Ent. Fr. 1874. 476. 7. Montevideo
Volucella misslouera F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
xxxiv. 184 (1892) Misiones
Volucella notata Big., An. Soc. Ent. Fr. 1874. 475. 6... Montevideo (Bioot),
Arg. (Wulp)
Volucella obesa Fab., Syst. Ent. 763. 5 (177b) (Syrphus) , . Rep.Arg.(F.LcH.A.)
Volucella obesoides Giglio-Tos, Ditt. mess. i. 64 Paraguay , Rep. Arg.
Volucella obscurlpeunts F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XXXIV, 180 (1892) Misiones
Volucella plcturata F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
XXXIV. 184 (1892) Misiones
Volucella punctifera Big., An. Soc. Ent. Fr. 1874, 475. 5. Córdoba (F. Lch. A.)
BRETHES: CATÁLOaO DE LOS DÍPTEROS. 298
Volucella te§tace« Bdi., Bssam. Ditt. Brasil. 67 (1848) Formosa (F.Lch. A.)
Temnocera rt»cU v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxv. 125. 6 (1882) Eep. Arg.
Temnocera scntellaU Mq., Dipt ex. ii. 2. 25. t. 6. f. 2 (1842)
(Volucella) Bep. Arg. (F. Lch. A.)
Temnocera splni^era Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 197.
5 (iS&O) (Volucella) Mont. (Wibd.), Bep.
Arg. (WuLP, F.
Lch. a.)
Temnocera spinltliorax F. Lch. A., An. Soc. Cient. Arg.
XXXIV. 190 (1892) Chaco, Misiones
Plialacromyla albltarslB F. Lch. A., An. Soc. Cient. Arg.
XXXIV. 244 (1892) Misiones
Phalacromyla muscaria Thoms., Eug. Besa. 498. t. 9. f . 7
(1868) (Haurotricha) Buenos Aires
= FhcUacromyia argentina Big.
Phalacromyla sóror Big., An. Soc. Ent Fr. 1874, 88. Buenos Aires
Brlstalls agrorum Fab., Ent. Syst. iv. 285. 27 (1794) (Syr-
phua) Bep. Arg. (Wulp)
Bristalis alblventrls Big., An. Soc. Ent. Fr. 1880. 228. 16. . Montevideo
Bristalls lH>goten8l8 Mq., Dipt. exot. ii. 2. 52. 88 (1842). . . . Bep. Arg. (Wulp)
= EriidalU Bellardii Jaenn.
= ErUtalis rufoaciUcUa Big.
ErlstaUs congruas v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxxi, 371 (1888) Bep. Arg.
Eristalls crocelmaculata Jacobs, An. Soc. Ent. Bélg. xliv.
107 (1900) Patagonia
Erlstalis dlstingueudus Wied., Auss. zweifl. Ins.ii. 191(1880) Montevideo
Brlstalls íurcatus Wied , Zool. Mag. iii. 51.16 (1819) Montevideo
ErístaUs lateralis Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 847.. Bep. Arg. (F. Lch. A.)
Ertstalis MelgenI Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 17.85. 1. 10 b.
f. 15 (1880)., Uruguay (Wied.)
= Eristalü foveifrona Thoms.
ErístaUs obsoletas Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 175 (1880). Chaco (F. Lch. A.)
Eristalis pasto Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 192 (1880) Bep. Arg. (F. Lch. A.)
Erlstalls pygolampas Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 161 (1880) Formosa, Misiones
(F. Lch. A.)
Kristalls quadratlcornls Mq., Dipt. exot. ii. 2. 51. 1. 10. f . 2. Bep. Arg. (F. Lch. A.)
Eristalis taenla Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 174 (1880) Uruguay
Eristalis tenax* L., Fauna Suecica, 1799 {llQl) ( Mtiaca) . . . (!)
Eristalis vinetorum Fab., Ent. Syst. Supp. 562 (1798) (Syr-
phus) Bep. Arg. (F. Lch. A.)
Promilesia iiectarinoides F. Lch. A., An. S. Cient. Arg.
xxxiii. 248 (1892) Chaco, Misiones
Priomerus genlculatus Big., An. Soc. Ent. Fr. 1888. 848
( Doliosyrphue ) Buenos Aires
Priomerus scutellarís Fab., Syst. Antl. 190 (1805) (Müesia) Misiones (F. Lch. A.)
Pterallastes nubeculosus v. d. Wulp, Tijds. v. Ent, xxxi.
872 (1888) Tucumán
' Cuando, en 1891-1892, Félix Lynch Arribálzaga publicaba su notable monogra-
fía de los Syrphidae argentinos, aun no conocía el Eristalis tenaos: no existia sin
duda en la Bepública Argentina. Empecé ó. notarlo hacia 1895, y hoy dia es tan
común como el Eristalis dislinguenduSf á lo menos en los alrededores de Buenos
Aires. Lo he recibido también de Tucumán, del Sr. Eugenio Tornow.
294 líUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Tropldtm insalaiifl F. Lch. A., An. Soo. Gient Ary, xzzui.
288 ( 1892). Eio Paraná
HelophUui chUenaifl Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 844 PUftffoniA (F. Lch.
A.) Ti«nra del Fue-
go (Bioot)
Stílbosoma nl^nerrls Phil.f Verh. zool.-bot. Ges. Wien.
XV. 787.2 (18fi6) Tierra del Fuego (F.
Lch. a.)
Sterplius autamnalls Phíl., Verfa. zool.-bot. Ges. Wien. xv.
787.1 t. 27. f. 87 (1865) Tierra del Fnego (F.
Lch. a.)
SpUomyia gratioM y. d. Wnlp, Tijde. y. Ent. xxxi. 872.
t. 12. f. 6-7 (1888) Tucumán
Ceiia Iwrblpes LóWf Nene Beitr&ge s. Kenntnis d. Dipte-
ren, i. 19(1868) Montevideo (Lów)
Bep. Arg. (Wulp)
Celia íaclalls Kertéjz, An. Mus. Hnng. i. 489 (1908) Paraguay
Fam. CONOPSIDAE.
Conopt cottatat Fab., Syst. Antl. 175. 4 (1806) Rep. Arg. (Wulp)
= Conopi Segethi Rdi.
Conops dinüdUtlpennls Sichel, An. Soc. Ent. Fr. 1862, 121.
t. 14. f. 4 Montevideo
Conopt pIcIventrlB v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 12.
t. 10. f. 11 (1883) Eep. Arg.
Conops testaceas v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 18 (1838) Bep. Arg.
Conops tricolor Big., An. Soc. Ent. Fr. 1887. 41. 12 Montevideo
Zodion americanuin Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 242 (1880) Montevideo
Fam. 0E8TBIDAE.
Cuterebra aplcalls Guér., Icón. Bég. An. 547(1829-1888). Buenos Aires (parti-
do de S. Fern.) (!)
Cuterebra patagona Guér., Icón. Bégn. An. 548 (1829-1888). Patagonia
Oestras ovls L., Syst. Nat. ii. 970. 5 (1767) Bep. Arg.: Ohubut(!),
Pampa Oentral (!)
Rogenlioíera grandis Guér., Icón. Bég. An. &18 (1829-1S88). 'Patagonia
Hyadesimyla clausa Big., Miss. Se. Gap Horn, Dipt. 27. 40.
t. 8. f. 7 (1888) Cabo de Hornos
Fam. PHASIIDAE.
Trlchopoda luteipenuls Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 269.
2 (1830) Buenos Aires (Wulp)
=:: Trichopoda bicolor Big.
Tricbopoda ulgrlpennis Big., An. Soc. Ent. Fr. 1876. 896. Buenos Aires
Trlchopoda obscura Big., An. Soc. Ent. Fr. 1876. 899 Buenos Aires
Trlcbopoda pennlpes Fab., Ent. Syst. iv. 348 (1794) (Musca) Bs. Aires (Bbaubr)
Alophora ( Hyalomyia ) latlpennis (E. Lch. A., i. litt. ?)
Brauer, Sitzunb. Ak. Wien. cvii. 509 (1898) . Montevideo
Alophora mlcans v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 14, t. 1,
f. 12(1888) Eep. Arg.
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 296
Alophora ( Hyalomy la) súbelo erea (£. Lch. A., %,litt,?)
Brauer, Sitzunb. Ak. Wien, cvii. 509 (1898) Montevideo
Alophora ^Hyalomyla) Tlolacelventrís (E. Lch. A., i. lití. ?)
Brauer, Sitzunb. Ak. Wien, cvii. 509 (1898) Montevideo
Pam. OCYPTERIDAE.
O cypt era Divina v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 15 (1888) Rep. Arg.
Fam. TACHINIDAE.
Dejeaula armata Wied.,Au88. zweifl.Ins. ii. 287 . 11 (1880)
(Tachiná) Montevideo (Wülp)
Hystrlcla trlanguUíera Jacobs, An. Soc. Ent. Belg. xliv.
107 (1900) Patagonia
Jurlnla bicolor Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 282 . 8 (1880)
(Tachina) Montevideo (Mq.)
= Echinomyia fuliginipenni» Mq.
Jurlnla nlgrlventrl§ v. d. Wulp, Not. Leyd. Mus. iv. 81. Rep. Arg.
Bpalpus rostratufl Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 5. t. 4. ff. 1, 2. Mendoza
Beívoila rufipalpls Mq., Dipt. exot. ii. 8. 55. t. f. 1 (1868). Rep. Arg. (Wülp)
Belvosla Weyenberghlaua v. d. Wulp, Tijds. v. Ent.
XXVI. 25 (1868) , . . . , Rep. Arg.
Gonlstylum ruflcorne Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 180. t. 16.
f . 2 (IKO) '. . Corrientes
AUcta aurocaudata Big., An. Soc. Ent. Fr. 1888.90.1 (Ble-
pharipeza) Montevideo
Gouia lucerta Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 179. 15(1860) Corrientes
Gonla paUens Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 846. 6(1880). . . . Patagonia (Mq.)
= Oonia lineíUa Mq.
Nemorea acrldlorum Weyenb., Anal. Agr. Rep. Arg. iii.
85. f f . (1875) Córdoba
Nemorea acrldlorum Coni] (nec Weyenb.) Periód. zool. iii.
228 (1888) Córdoba
Arcliytas nudl^ena (Big. i, liU. ?) Brauer, Sitzunb. Ak.
Wien, cvii. 5(X) (1898) Montevideo (Braüer)
Echinomyia pUlTeutrls v.d. Wulp, Tijds. v. Bntxxvi. 22. . Rep. Arg.
Ech'uomyla robusta Wied , Auss. zweifl. Ins. ii. 290. 15
(1880) (Tachina) Montevideo
Echinomyia vittata v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 21 (1883) Rep. Arg.
Tachina aenea Wied., Auss.'zweifl. Ins. ii. 298. 80(1830).. Montevideo
Tachina hasalls Wlk., Tr. Lin. Soc. Lond. xvii, 851(1887). Est. de Magallanes
Tachina brevlcornls Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 299. 88
(1880) Montevideo
Tachina Inornata WJk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii, 849 (1837) San Gregorio
Tachina laU Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 822. 75 (1830). . . . Montevideo
Tachina maura Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii, 852(1887). Est. de Magallanes
Tachina nervosa Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii, 849(1887). Est. de Magallanes
Jauthlnomyla coerulea Big., Bull. Soc. Ent. Fr. 1885. 45
( Trichodischia) Buenos Aires
Sarothromyla sóror Big., Bull. Soc. Ent. Fr. 1885. 46
(Trichodüchia) Buenos Aires
296 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Bxorlflta ctarysoprocta Wied., Aoss. zweifl. Ins. ii. 809.
5í) (1880) (Tachina) Eep. Arg. (E. Leu. A)
De^eerla anUrctica Thoms., Eag. Besa, 527. 187 (miH) . . Patagonia
Phorocera xanttaara? y. d. Wulp, Biol. Centr.-Am.f Dipt.
II. 80. 7 (1890) B. Arg.(ScHROTTKY)
BoltMcliaeta hauetellata Big., BoU. Soc Ent. Fr. 1885. 45. Buenos Aires
SIptaona anthomyíormla (E. Lch. A., i liU,?) Braoer, Sit-
zunb. Ak. Wien. cvii. 505 (1898) Buenos Aires
Zellerlat sarcoptaag^dea Big., Misa. Se. Cap Horn, Dipt.
28 (Hy<ide9Ímyia) Cabo de Hornos
Glussldionopliora ulgra Big., Bull. Soc. Ent. Fr. 1885. 55. Buenos Aires
Fam. SAECOPHAGIDAE.
Sarcopliaga Caridei Bréthes, An. Mus. B. Aires (8) vi. 299,
figs. (1906) Córdoba
* = Sarcophaga ctcricUorum Lahille (nec Weyenb.)
:= ? Sarcophaga acriddorum v. obseurior Lahille.
Sarcophagm clirysostoma Wied.. Aush. zweifl. Ins. ii. 856.
2 (1880) B. A. (E. Lch. A.)
Sarcopliaga flavlfrons Mq., Dipt. exot. Supp. i. 191. 24
(1846) Eep. Arg. (E. Lch. A.)
Sarcopliaga lambeus Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 3(i5. 23
(1830) Eep. Arg. (E. Lch. A.)
Harcophaga margaretl Lahille, Anales Miiiint A5p'ic. iii.
n.* 4. 92 (1907) (nom. provU.) Eep. Arg.
Sarcophaga minuta Lahille, 1. c. 82 Córdoba
Sarcophaga uohilis Thoms., Eug. Eesa, 536. 154 (1868)... B. Aires, Montevideo
Sarcophaga nurus Edi., Att. Soc. It. Milano (1861) Buenos Aires
Sarcophaga occidua Fab., Ent. Syst iv. 815 fAfu^caj ..... . Eep. Arg. (Wulp)
Sarcophaga párvula ^ Lahille (nec Wied.), An. Minist. Agr.
iii. n.** 4.87 (1907) Catamarca
Sarcophaga proerna Wlk., List. Dipt. iv. 885 (1849) Montevideo
Sarcophaga quadrlvlttata Mq., Dipt. cxot. ii. 3. 250. 12. t.
12. f. 4(1843) Eep. Arg. (Wulp)
Sarcophaga ruhrlventrls Mq.,Dipt., exot. Supp. iv. 285.
86 (1850) Corrientes
Sarcophaga Stallengi Lahille, An. Min. Agr. iii. n.° 1.89.
(nom, provU.) Salta
Sarcophaga Stallengi v. alhlcans Lah., 1. c. 91 Eep . Arg.
Sarcophaga tessellata Wied.. Auss. zweifi. Ins. ii. 863. 19
(1830) Montevideo (Wlk.)
Sarcophaga truncata Schin . , Eeise Novara. Dipt. 814 (186S) Eep. Arg. (E Lch. A.)
Sarcophaga varia Wlk., Trans. Lin. Soc. Lond. xvii. 858
(1837) Est. de Magallanes
Sarconesia calogaster Big., An. Soc. Ent. Fr. 1877. 246
(Somomyia) La Plata
Sarconesia chlorogaster Wied., Auss. zweifí. Ins. ii 859.
9 (1830) (Sarcophaga) La Plata,Monte video
Agria luscipennls Mq., Dipt. ex. ii. 8. 266. 4 (1848) C. de Hornos (Bioot)
1 Si es hona apecies, se le deberá cambiar el nombre. Wiedemann describió ya
una Sarcophaga párvula en 1830, en Auss. zweifl. Lis. ii. p. 868.
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 297
Tripanur^ temütopliUa Silv., Bedia, i, 1%. 14 (1906) Misiones
PtUozeuxia ? termitoxena Silv., Bedia, i, 185. 15 (1908).. . Misiones
Fam. DEXIIDAE.
Proseua longlpalpls v. d. Wulp, Tijds. v. Ent, xxvi, 80. 2.
t. 2. ff. 1,2 (1888) Rep. Arg.
Prosena sarcophac^ua v. d. Wulp, Tijds, v. Ent., xxvi.
81. 8. t. 2. f. 8-4(1888) Bep. Arg.
Melanophora americana Mq., Dipt. exot. ii. 8. 229. 1. t. 8.
f. 4 (1848) Tucumán (Bréthes)
Buenos Aires (!)
Dexia parvlcomls v. d. Wnlp, Tijds. v. Ent xxvi. 88. 5. t.
2. f . 7-8 (1888) Rep . Arg .
Dexla plumosa Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 870.4 (1880) Rio Negro (Mq.)
Dexia tenulcornls v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 82.4. t.
2. f . 5-6 (1888) Rep. Arg.
Thelaira spiuipennis Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 808. 41
(1830) (Taehina) R. Arg. (E. Lch. A.)
Ptilodexia t argentina Big., An. Soc. Ent. Fr. 1888, 265.
68 (Rhamphinina) Rep. Aig.
Fam. MUSCIDAE.
€yrtoneura nndiseta v. d. Wuld, Tijds. v. Ent. xxvi. 42.12
(1888) Rep. Arg .
MuBcina stabulans Fall., K. Vetensk. Akad. FOrh. (1816).
252 (MuMca) Cabo de Hornos
(Fraubnfeld)
Synthesiomyia brasiliana B. B., Zweifl. Kais. Mus. vi. 96
y 110 (1893) Rep. Arg. (Lahillk,
teste? Coquillbtt)
Stomoxys uetmlosa Fab., Syst. Antl. 282.16 (1805) Buenos Aires (Bkrg)
Dasyphora spiniíera v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 89.7
(1888) Rep. Arg.
Musca domestica L., Fauna Suecica, 825.1106 (1746) Buenos Aires (Roí.)
=: Musca vicina Mq.
= Musca contanguinea Rdi.
Masca pampasiana Big., Bull. Soc. zool. Fr. xii. 607 Buenos Aires
Chrysomyia ñüTobarbata Big., Bull. Soc. zool. Fr. xii. 598
(Somomyia) Montevideo
Chrysomyia macellaria Fab., Syst. Ent. 776.14 (1775) {Musca) Rep. Arg. (Mq.)
Para la larga sinonimia de este múscido, véase: Anales Soc. Cient. Arg. x.
p. 70-84, en donde mi distinguido maestro y amigo Don Enrique Lynch Arribál-
zaga ha tratado el asunto con una rara inteligencia.
rucilia argentina Big., An. Soc. Ent. Fr. 1877, 254.. 86. . . . Buenos Aires
rucilU caesar L., Fauna Suecica, 824.1098 (1746) (Musca), Rep. Arg. (Rdi.)
=^ Lncilia parensis Mq.
= Lucilia princeps Rdi.
LncUia eximia v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 89 Rep. Arg.
L.UCÍ1U gratiosa Big., An. Soc. Ent. Fr. 1877, 258.85 Buenos Aires
Callipliora calogaster Big., An. Soc. Ent. Fr. 1877, 246.24. La Plata
Calllpliora Clementi Iches, Bol. Minist. Agr. vi, n.® 5,
271, ff. 9, 10 (1906) Chaco
Ahal. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 8', t. ix. Octubre 80, 1907. 21
298 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
CaUlphora IntorrupU Conil, Periód. xool. iii. 280-297. t. 4.
f. 82-84 (1888) Córdoba
Calllphora magellanlca Mq., Dipt. exot. ii. 8. 288 Estr. de Magallanes
Somomyia montevldensis Big., An. Soc. Ent. Fr. 1877, 46.19 Montevideo
Fam. ANTHOMYIDAE.
8pllogaster trlspUus Big., An. Soc. Ent. Fr. 1884. 285.... Buenos Aires
Spilo^aater sexpunctata y. d. Wulp, Tijds. y. Ent. xxyi. 48.
1 (1883) Bep. Arg.
Árlela clilorogatter Wied., Auss. sweifL Ina. ii. 427. 12
(1830) (Anüiomyia) Montevideo
::^ Limnophora Morog<uter Big.
lilmnopliora Aisclnervis Mq., Dipt exot Supp. iv. 268.
2. 1 24. f. 6 (1850) Buenos Aires
I^lmnophora I.ynclili y. d.Wulp,Tijds. v.Ent xxvi.4d(1888) Bep. Arg.
Umnoptaora marglnata Stein, An. Mus. Hung. n. 461 (1904) Buenos Aires
= ¡.teticomelina pica Big.
Homalomyla armata Big., Bull. Soc. Ent Fr. 1882. 188.
( Dnsypkyma) Cab. de Hornos
=: f Homalomyia eryihropn» Big.
Homalomyla ranlcolarls L., Syst Nat. ii. 992. 80 (1767)
( Musca) Buenos Aires (Mq.)
Homalomyla íusconotata Bdi., Dipt. aliq. Strobel. 4.
(Myantha) Mendoza
Homalomyia platentls Bréthes, y. pag. 808 Buenos Aires
Optayra chalybea Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 428.
15(1880) (Anthomyia) Eep. arg. (Rdi.)
=^ Ophyra coertUea Mq.
=: Brachygaaterina violaceiventrts Mq .
Ophyra aenescens Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 435. 29 (1880)
(Anthomyia) Buenos Aires(BiooT)
= Ophyra argentina Big.
Ophyra cutlUa Wlk., List. iv. 954 (1849) (Anthomyia) Montevideo
Anthomyia anthraclna Wlk., Tr. Lin. Soc. Lond. xvii.
856 (1887) Estr. de MagaUanes
Anthomyia cyanea Wlk., Tr. Lin. Soc. Lond. xvii. 856
(1887) Gorriti: R. O. U.
Anthomyia diversa Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 486. 82(1880) Montevideo
Anthomyia felslna Wlk., List. iv. 955 (1849) Montevideo
Anthomyia Immaculata Wlk., Tr. Lin. Soc. Lond. xvii.
857 (1837) Estr. de Magallanes
Anthomyia lanlcrus Thoms., Eug. Resa. 556. 197 (1868) Buenos Aires
Anthomyia ovatlventrls Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 267. t. 24.
f. 12 (1850) Montevideo
Anthomyia promlnnla Thoms., Eug. Resa. 550. 184(1868).. Buenos Aires
Coelomyla erythropsis Schnabl, Rev. russ. d'Ent. ii. 160. Cabo de Hornos
Chortophila albostriata v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 46. Rep. Arg.
Chortophlla lasiops Mq., Dip. exot ii. 8. 826. t 22. f. 1 ... . Malvinas
Chortophila Uturata Rdi., Dipt aliq. Strobel. 5. 14 (1868). Buenos Aires
Chortophlla punctlpennls Wied., Auss. zweifl. Ins. ii.
485. 31 (1880) (Anthomyia) Montevideo
Chortophila rubriírons Big., An. Soc. Ent. Fr. 1884. 279. . Buenos Aires
BEETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 299
Pegomyla AisciceiM Zett., Dipt. Scand. nr. 1552 (Árida),, Montevideo (Wlx.)
= Ckortophüa eüicrura Bdi.
= Anthomyia eordia Wlk.
= Avdhomyia rubifron» Big.
CoenosU genlcnlstm Big., An. Soc. Ent. Fr. 188á. 28d(An'
thomyiaj Btienos Aires
5^lMenomyzafeBeftrata Big., Miss. 8c. Cap Hom. Dipt. 80. Cabo de Hornos
Schoenomyza gnttSpeBBls Stein, An. Mns. Hung. u. 496
(1904) Buenos Aires
Fam. SOATOPHAGIDAE.
Scatopliaga diadema Wied., Auss. zweifí. Ins. ii. 448. 4
(1880) Montevideo
Ctaoetnra mfipes Mq., Dipt. exot. Snppl. iv. 272. t. 25. f . 8. Maldonado: B. O. ü.
Fam. HELOMYZIDAB.
Helomyza yenerls Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 84. t. 4.
f.2(l888) CabodeHomos
rerla mflfirons Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 85 (1888). Cabo de Hornos
Heteromjrza mfipes Mq., Dipt. exot. ii. 8. 420. 2 (1848). . . . Malvinas
Orygma antarctlea Thoms., Eug. Besa, 601. 296 (1868). . . . Patagonia
Orygma trlchosterBa Thoms., Eug. Besa, 602. 297 (1868). . Patagonia
Fam. BOBBOBIDAE.
liimoslna melanogaster Thoms., Eug. Besa, 608. 299 (1868) Buenos Aires
Borboros altematus Bdi., Dipt. aliq.8. 22 (lSSS)(Copromyza) Buenos Aires
BortioraB hirtipes Mq., Dipt. exot. ii. 8. 424. t. 85. f . 5 (1848) Bep. Arg. (Wulp)
Bortioras quinquemaculatns Wlk. , List. Dipt. iv. USO (1849) Montevideo
BortNiras varlpes Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 42. 58
(1888) Cabo de Homos
Pteremls nivalls Big , Miss. So. Cap Hora, Dipt. 48. t. 4.
f. 7 (1888) Cabo de Homos
Ceroptera talrta Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 41 (1888). Cabo de Homos
€eroptera qaadrlnota Big., Miss. So. Cap Hora, Dipt. 42
(1888) Cabo de Homos
Fam. 8CI0MYZIDAE.
Sclomyza armlllata Bdi., Dipt. aliq. Strobel. 5 (1868) Buenos Aires
Sclomyza bicolor Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 858 (1887) Estr. de Magallanes
Sclomyza fíilYlpennls Wlk., Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 859
(1887) Estr. de Magallanes
Sclomyza patagonensls Mq., Dipt. exot. Supp. iv. 278. 10.
t.25. f. 15 (1850) Patagonia
Aetora cinerascens Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 87.
t. 4. f. 4 (1888) Cabo de Hornos
300
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Actora ÜATlpes Mq., Dipt. exot. ii. 8. 421. t. 88. f. 5 (1848). .
Actoraf rufina Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 87(1888)..
Paractora ftieglana Big., Mies. Se Cap Horn, Dipt. 89 (1888)
Tetanocera anguUíera Wlk., List. Dipt. iv. 1086 (1849). . .
Tetanocera blsetosa Thoms., Eug. Besa, 570. 286 (1868). . .
Tetanocera costalis "Wlk., Tr. Lin. Soo. Lond. xvii. 859
(1887)
Tetanocera gntturalis Wied., Ansa, sweifl. Ins. ii. 684 (1880)
Tetanocera gnttnrallfl var, Thoms., Eug. Besa, 572 (1868)
Tetanocera patagónica Thoms., Eug. Besa, 571.286 (1868).
Bctlnocera t occldentalls v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi.
48. t. 2.f. 9. (1888)
Malvinas
Cabo de Hornos
Cabo de Hornos
Montevideo
Montevideo
Estr. de Magallanes
Montevideo
Bnenos Aires
Patagonia
Bep. Arg.
Fam. MIOBOPEZIDAE.
Mlcropeza nigrina v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 50(1888) Bep. Arg.
CalobaU annolata Fab., Ent. Syst. iv. 888. 111 (1794)
(Musca) B. Aires (E. Lch. A.)
Fam. OBTALIDAE.
Mellerla íasclata Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 460. 5 (Ortalis) Montevideo (Wikd.)
Mendoza (Bdi.)
Tetanops sanguiniceps Wied. , Auss. zweifl. Ins. ii. 527 (1880) Montevideo (Wlk.)
= ChromcUomyia f dittincta Wlk.
Ortalis violácea Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 222. t. 7. f. 8.. B.NegrorB.O.Ümg.
Rhlnotora pluricellata 8chin.,Beise Novara, Dipt. 288. t.d.
f. 7 a, 7 b (1868) Bep. Arg. (Wulp)
finxesta argentina Bréthes, An. Mus. Nac. Bnenos Aires
(8) IV. 842. fig. (1904) Tucumán
Euphara coemlea Mq., Dipt. exot. Supp. iii. 222. t. 7. f. 6
(Ceroxyg) Bío Negro
Amethysa Intermedia E. Lch. A., Exp. Bio Negro, Zool. 90. Bio Colorado
Fam. TBYPETIDAE.
Anastreplia fraterculus Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 524.
17 (1830) (Dactu) Bs. Aires (Bero)
Trypeta blocellata Thoms., Eug. Besa, 580.254 (1868) Buenos Aires
Trypeta buUans Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 506.40 (1830). Montevideo (Wied.),
Europa 1 (Lów)
^^ Trypeta teñera Lw.
Trypeta dupllcata Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 510.54 (1880) Montevideo
Trypeta meteorlca Thoms., Eug. Besa, 582.257 (1868) Buenos Aires
* Es interesante este caso de la Trypeta bullana que haya sido descripta pri-
mero de Montevideo y más tarde de Europa, lo que demuestra una vez más que
para el estudio de los Dípteros es necesario tener á la mano la literatura de
todo el globo.
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 301
Trypeta plaelftta Thoms., Eug. Resa, 588.250 (1868) Buenos Aires
Plaeriotoma obUqna Say, Joorn. Ac. Phil. vi. 2.286 (1880)
(Trypeta) Buenos Aires (Bebo)
Teplirltls Daphne Wied., Auss. zweifl. Ins. ii. 508.51 (1880) Montevideo (Wibd.)
(Trypeta) Mendoza (Rdi.)
TephrltlB íucata Fab., Ent. Syst. iv. 850.194 (1704) (Musca), Buenos Aires (LOw)
Tephrltls unicolor Wlk.,Tr. Lin. Soo. Lond. xvii. 858 (1887) Estr. de Magallanes
Tephrltlt yUtípes Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 7.19 (1868).... Mendoza
Eutreta Scudderl Weyenb., Verli. zool.-bot Ges. Wien.
XXXII. 868-868. f. 1-8 (1882) /'/caria) CJórdoba
Acidia raía Mq., Dipt exot. ii. 8. 885. t. 81. f. 9 (1848).. Rep. Arg. (E. Lch. A.)
StrobeUa teccharidis Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 6.17 (1868). Buenos Aires
Htrobelia rubiginosa Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 7.18 (1868). Mendoza
Fam. LONCHAEIDAE.
I.oiichaeaclialybeaWied.,Aus8. zweifl. Ins. ii. 476.2(1880) Rep. Arg. (E. Lch. A.)
l.oiicliaea obscura Wll:.,Tr. Linn. Soc. Lond. xvii. 857 (1887) Estr. de Magallanes
Fam. SAPROMYZIDAE.
Sapromyza plantarls Thoms., Eug. Resa, 566. 221 (1868). . Montevideo
Sapronyza remota Thoms., Eug. Resa, 566. 222 (1868) Buenos Aires
Pbysoclypeus Ilayus Wied., Auss. zweifí. Ins. ii. 505. 4
(1830) (Chlorops) Montevideo
Fam. SEP8IDAE.
Nemopoda íulvlceps Big., An. Soc. Ent Fr. 1886. 801. 6. . Buenos Aires
Kemopoda minuta Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 468. 4 (1880)
(Sepsis ) •. Bs. As. (E. Lch. A.)
Nemopoda xantbostoma Big., An. Soo. Ent Fr. 1886, 801. 5. Buenos Aires
Plophlla casel L., Fauna suecica, 826. 1109 (1746) (Musca) . Buenos Aires (Rdi.)
Fam. EPHYDRIDAE.
NotlphUa exótica Wied., Auss. zweiñ. Ins. ii. 500. 4 (1880). Montevideo
Bpbydra caesU v. d. Wulp, Tijds. v. Ent. xxvi. 58 (18S8). Rep. Arg.
Bpbydra cUigena Rdi., Dipt. aliq. Strobel. 0. 28 (1868). . . . Buenos Aires
Bphydra ochropns Thoms., Eug. Resa, 502. 278 (1868) Montevideo
Ephydra piionoptera Thoms., Eug. Resa, 500. 275 (1868). . Patagonia
ScateUa guttlpennls Big., Miss. Se. Gap Hom, Dipt 86.
50. t. 4. f. 8 (1888) (PaUopUra) Cabo de Hornos
Hcatophila curtlpennis Becker, An. Soc. Ent. Belg. xlix.
192 (1905) Isla de los Estados
Fam. DROSOPHILIDAB.
DrosopbUa gigantea Thoms., Eug. Resa, 506. 286 (1868).. Buenos Aires
Drosophlla spbaerocera Thoms., Eug. Resa, 507. 287 (1868) Patagonia
302 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Blaetocliftetapliarm picticorals Big., Mise. So. Gap Hom,
Dipt. 85 (1888) fLeria) Oabo de Hon<M.
Fam. OSOmiDAE.
Chlorops glabiicoUlfl Thoms., Eag. Besa, 004. 801 (1868). . Baenos Aires
Cblorops teoaclssimas Iches, Boletín Mlnist. Agr. n. n* 5.
2fi9 (1906) Chaco
Fam. AGROMYZIDAE.
A^onyza diademata Big., Miss. Se. Cap Hom, Dipt. 40.
t. 4. f. 6. (1888) Cabo de Hornos
Phytomyxa melanogaster Thoms. , Eng. Besa, 610. 816 (1868) Patagonia
OcbtblphUa gatUpennls Thoms., Eog. Besa, 600. 298 (1868) Buenos Aires
Fam. HIPP0B08CIDAE.
Ornltboetonat synaUaxIdis E. Lch. A., Exp. Bio Negro,
Zool. 90 (1881) (OmithomyiaJ Bep. Arg.
Iiynchla peuelopes Weyenb., An. Soc. Cient. Arg. xi. 199
(1881) Tncumán
Fam. NYCTEBIBIIDAE.
Metelasmas pseudopteras Coq.» Ent. News, xviii. 292. fig.
(1907) Paraguay
Nycteribto flava Weyenb., An. Soc. Cient. Arg. ix. 194 (1881) Córdoba
APÉNDICE.
Homalomyia canicularis (L.) Sghin.
Esta especie es común en Bnenos Aires en todas las estaciones
del año: tengo ejemplares cazados en Octubre y Enero, otros en Ma-
yo, Junio, Julio . . . Un ejemplar del Museo Nacional procede del
Chaco (E. LoH. Arbibálzaga), otro de Tucumán (E. Tobnow), y dos
de Chile, de Valdivia y de Talcahuano respectivamente.
Homalomyia platensis Bréthes, n. sp.
cf H. abdomine flavo-pellueidoj vitta media et marginibus poste-
rioribus segmentorum 1-4 nigris^ tJiorace cinéreo^ vittis brun-
neis 3-omatOj vitta media sat augusta^ vittis lateralíbus latio-
ríbus, ante et pone sulcum transversum usqiie ad scutellum
per lineam dneream divisis, scutelh dimidio basali brunneo
vel plus minus distincte brunneo 3-maculato, dimidio apicali
dnereo, pedtíms nigris, tíbiis basi distincte obscure ferrugi-
neisj apicem versus gradatim obscurius ferrugineis vix nigris,
pulvillis albisj tíbiis intermediis tertio basali angtistato et vix
haud pubescente deinde incrassatis et sat dense pubescenti-
busj femoribus posticis modice curvatis^ apicem ver sus subtus
incrassatis et longe fasciciilatim pilosis, alis sat hyalinis,inter
venas 1 et3 tantum obscurioribusy squamis albidis, halteribus
aJhido'flavis. Long. corp,: 6-6 mm.
Buenos Aires.
Del grupo de H. fasciculata Low, penicillaris Stein, Heydeni
CWied.), pero los ojos no son eng zusammenstossendj pues la frente
negra tiene todavía, antes de llegar 4 la altura de las ocelas, la mi-
tad del ancho que tiene encima de las antenas; las órbitas, de un
blanco sedoso de plata, tienen su mayor ancho á la altura de las
antenas y van gradualmente angostándose hasta desaparecer á la
304 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
altara del grapo ocelar. Las antenas llegan casi al nivel de las vi-
brisas, y son de an color negro: el tercer artejo tiene ciertos visos
de píceo debido á la pubescencia. La cerda antenar es también
obscura; sólo con nn buen aumento se le distingue una muy corta
vellosidad. La cara es cenicienta. El borde de la boca es poco avan-
zado; los palpos relativamente fuertes son negros. Entre las órbi-
tas blancas y las vibrisas corre una línea negruzca cuyo mayor
ancho se encuentra frente á las vibrisas.
El tórax es ceniciento, con una línea mediana parduzca que corre
entre las acrosticales; de cada lado de ésta, hay otra línea parduzca
más ancha sobre todo después de la sutura transversal: esta faja se
extiende hasta los lados del mesonoto, si bien está más ó menos bien
dividida por una línea cenicienta y longitudinal. El escudete es ce-
niciento con la mitad basal transversalmente parduzca ó con tres
manchas más ó menos bien distintas que corresponden á las tres
líneas del mesonoto. La macroqueta pra falta.
Abdomen como en la generalidad de las Homalomyia; las man-
chas amarillentas de los tres primeros segmentos bien visibles, una
línea longitudinal negra y el borde posterior de los 1-3 segmentos
es también negro, pero no llega hasta el borde lateral. El 4.^^ seg-
mento es ceniciento con la línea mediana y dos manchas preapica-
les negras. Las patas son negras, con las tibisis de un ferrugíneo
obscuro en la base y que va obscureciéndose gradualmente hasta la
extremidad. Tibias anteriores con una cerda fuerte cerca de la ex-
tremidad en su cara antero-interna y las apicales. Los fémures me-
dianos tienen la hilera infero-anterior constituida por cerdas que
vienen gradualmente un poco más largas hacia la extremidad,
siendo un poco más gruesas en la mitad apical y no tan inclinadas;
las cerdas infero-posteriores son más inclinadas, un tanto menos
fuertes y las cuatro últimas son erizadas. Las tibias intermedias son
delgadas en su tercio basal desde donde adquieren el grosor nor-
mal. Por debajo la pubescencia del tercio basal es muy fina, y en
lo demás la pubescencia es bien evidente sin ser muy larga. Hacia
los dos tercios de la tibia hay una cerda supero-anterior bastante
fuerte, y un tanto más arriba otra cerda supero-posterior no tan
fuerte, como aquélla.
IjOs fémures posteriores son un poco arqueados: el borde infe-
rior se ensancha para angostarse de nuevo casi repentinamente
en su extremidad. La hilera supero -lateral externa tiene las cer-
das primero muy cortas, pero al llegar frente al engrosamiento,
esa hilera se desvía hacia la cara superior del muslo en cuya
BRETHES: CATÁLOGO DE LOS DÍPTEROS. 306
parte las cerdas (4-5) son fuertes; la hilera infero-lateral extema
tiene también sus cerdas primero muy cortas pero que van aumen-
tando en longitud hasta el mayor ancho del fémur después del
cual una sola cerda es notable. Debajo del engrosamiento del fémur,
hay un haz de cerdas perpendiculares y dirigidas un tanto hacia
adentro de las cuales las anteriores son bastante cortas y finas,
pero Jas posteriores llegan á tener una longitud doble del ancho
del fémur: todas estas cerdas tienen su extremidad arqueada hacia
afuera. Las tibias posteriores son un tanto arqueadas y angosta-
das en su extrema base, y llevan después de su mitad el par de
cerdas superiores, una de ellas, la supero-externa un poco más
fuerte pero más corta que la superior; del lado infero-lateral exter-
no hay también una hilera de 4 cerdas más cortas, que empieza
hacia la mitad de la tibia y termina antes de su extremidad.
Las alas son hialinas^ apenas ahumadas entre las 1.^ y 3.^ venas
longitudinales; el nérvulo transverso interior tiene sus bordes un
tanto obscurecidos, como si fuera el principio de la mancha que se
observa en ese punto en varias Anthomyidae sudamericanas; la
vena 4.^ longitudinal se arquea un poco, de modo que su extremidad
se aproxima insensiblemente hacia la B.* que es recta. El nérvulo
transversal exterior es apenas ondulado aunque recto en su con-
junto y un poco más largo que la parte de la 4.* longitudinal que
lo separa del nérvulo transversal interior. Las escamas alares son
blancas^ sus bordes apenas amarillentos y la superior cubre más ó
menos los ^¡^ de la inferior, los balancines son amarillentos.
Desde Abril á Julio de este año, he cazado cinco ejemplares de
esta Interesante Homalomyia en los alrededores de Buenos Aires
(General Urquiza), y he notado que vienen á posarse sobre la ropa,
como lo suelen hacer de verano varios mosquitos. Incorporo dos
ejemplares á la»s colecciones del Museo Nacional.
LA REGIÓN MASTOIDEA DE LOS CRÁNEOS CALCHAÜÜÍES
POR
FBENANDO THIBON.
INTRODUCCIÓN.
La región mastoidea mertice una atención especial de los anato-
mistas, cirujanos y antropólogos, bajo diferentes puntos de vista:
1.^ En anatomía comparada tiene un interés teórico, para su
comparación en las distintas especies de animales;
2.^ En cirugía un interés práctico, bajo el punto de vista opera-
torio.
S.^ En antropología un interés teórico para su comparación en
las distintas razas humanas.
Especialistas en estos ramos han hecho estudios de esta región,
con sumos detalles, y en todos los tratados de anatomía encontra-
mos datos suficientemente descriptivos. Citaremos como ejemplo la
Anatomía del cráneo humano escrita por el conde de Spee, el libro
del señor Le Double, sobre las variaciones de los huesos del cráneo,
y para los cirujanos, tenemos el estudio hecho por el Dr. F. Pérez
de Buenos Aires, sobre la oreja y el encéfalo, obra que reúne al
mismo tiempo un gran número de datos sobre las particularidades
anatómicas de la región mastoidea.
Estas tres obras citadas nos servirán de consulta en nuestro estu-
dio de la región mastoidea de los cráneos calchaquíes.
La apófisis mastoidea y la apófisis yugular, que forman parte de
esa región, tienen una importancia en osteología comparada de los
mamíferos, pues según la presencia ó falta de ambas, ó la falta de
una de ellas, se puede dividir en cuatro grupos, como hace el doctor
P.Pérez(l.c., p. 18):
308 MUSEO NACIONAIi DE BUENOS AIRES.
1.^ Cráneos con apófisis yugular y sin apófisis mastoidea (solípe-
dos, rumiantes, paquidermos, camivoros.)
2.** Cráneos con apófisis yugular y mastoidea (algunos roedores
como Myocastor Coypus).
3.^ Cráneos sin apófisis mastoidea y sin apófisis yugular (monos
antropoides).
4.^ Cráneos con apófisis mastoidea y sin apófisis yugular (Homo
sapiens).
El Dr. Pérez supone que el desarrollo tan caraoteristico de la
apófisis mastoidea en el género humano, puede atribuirse al papel
que en la fonación desempeña el músculo esterno-cleido-mas-
toideo (1. c. p. 18).
€ Ne sait-on pas, en effet, que l'usage de la parole exige une expi-
ration lente, tenuée Or, c*est en grande partie a ce muscle, innervó
par la branche externe du spinal, qu'est dévolue cette action frena-
trice sur les muscles expirateurs. U y aurait matiére a une serie de
considératíons d'ordre téléologique sur lesquelles nous ne pouvons
insister aujourd'hui.»
Los solípedos (perisodactílidos), rumiantes (solenodontes) y car-
nívoros poseen apófisis mastoidea, por lo tanto deben ser colocados
en el 2.® grupo y no en el primero, como lo hace el Dr. Pérez.
Resulta de este cuadro comparativo, que la presencia de la apó-
fisis mastoidea y la falta de la apófisis yugular, es sólo caracterís-
tica del hombre.
El estudio de la región mastoidea es de gran importancia en
antropología física, permitiendo así su comparación en las distin-
tas razas humanas. Estudios de esta región han sido hechos, pero
en la raza blanca, faltando casi por completo los datos de esa
región en la raza americana.
Entre las observaciones aisladas sobre la región mastoidea, en
cráneos de raza americana, podemos citar los datos sobre el cráneo
fósil de Arrecifes, procedente de la formación pampeana superior
y conservado actualmente en el Museo Etnográfico de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; sobre
ese cráneo fósil, el Dr. E>. Lehmann-Nitsche, que lo estudió, dice
lo siguiente:
«Las apófisis mastoideas mismas, más bien son pequeñaa^las
incisuras parecen como muescas hechas con un cuchillo afilado, y
no como surcos cóncavos en los cráneos europeos; las crestas digás-
tricas llamadas así por el Dr. F. Pérez, son enormes y representan
una especie de peine grueso; el espacio entre ellas y la fisura occi-
thibon: cráneos calchaquíes 309
pito-mastoidea destinado á la artería occipital también tiene la
forma de una muesca, pero menos profunda y menos grande que
la recién descripta. En cráneos americanos he encontrado con
gran frecuencia la caracterizada forma de la incisura mastoidea ó
digástrica, como también la cresta digástrica. Serían interesantes
estudios comparativos. »
Para ofrecer un material completo y homogéneo que pueda ser-
vir de base para comparaciones posteriores, hemos hecho un estudio
de la región mastoidea en los cráneos calchaquíes, aprovechando
todo el material que de esta tríbu posee el Museo Nacional de
Buenos Aires, siendo en número de 54 cráneos. Pero queriendo
aumentar este número y elevarlo á la cifra redonda de cien, para
dar así una mejor idea del valor relativo de una cantidad de ob-
servaciones aisladas, y para completar la serie á cien cráneos, de
los estudiados en el Museo Nacional de Buenos Aires, me dirigí al
Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras donde
continué mi estudio hasta llegar á esa cifra, aprovechando del ma-
terial allí reunido por las últimas expediciones realizadas bajo la
dirección de su director profesor Juan B. Ambrosetti.
MÉTODO OPERATORIO.
Los métodos que hemos seguido en nuestro estudio, son métri-
cos y gráficos, y los explicaremos en el orden según el cual hemos
confeccionado nuestros cuadros demostrativos, cráneo por cráneo.
Número de orden.
Como ya lo hemos explicado, hemos elegido exactamente 100
cráneos; únicamente, como podrá verse por los cuadros, del lado
izquierdo figuran 98 cráneos, por causa de que dos de ellos no
permitieron hacer un estudio completo, por tener éstos el lado iz-
quierdo incompleto.
Los cráneos los hemos enumerado á medida que los Íbamos es-
tudiando.
810 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
Tribu.
Todos los cráneos estudiados por nosotros, son atribaidos á los
Calchaqaíes, la famosa nación que habitaba las regiones andinas,
qne son las provincias argentinas de Catamarca, Tucumán, Salta y
Jajay; desgraciadamente no se sabe con seguridad si esta tribu
representaba un grupo lingüístico independiente, ó si pertenecía
¿ otro gran grupo, por ejemplo al quichua.
Tampoco está resuelto aún, la posición que los Calchaquíes ocu-
paban bajo el punto de vista de su industria y civilización, pues
mientras los unos los toman como zona de civilización indepen-
diente, otros los ligan con la civilización quichua del antiguo Perú.
Los trabajos iniciados en el país por los señores Adán Quiroga,
Francisco P. Moreno, Samuel A. Lafone Quevedo, Hermán ten
Kate, Juan B. Ambrosetti, las expediciones del Museo de La Plata
y las misiones científicas de Suecia y Francia (Erland Nordens-
kjold, Eric Boman, etc.), van á contribuir á llevar este problema á
una solución satisfactoria.
Con el tiempo se resolverá el problema calchaquí, que hemos
trazado aquí en grandes rasgos.
El material craneológico estudiado por nosotros, pertenece á
una tribu homogénea bajo el punto de vista biológico. Vivía en
el mismo ambiente andino, y del mismo modo, como la civilización
de toda la región, presentaba rasgos generales de uniformidad
en toda la longitud de la Cordillera.
Los habitantes que la representaban parecían demostrar en su
exterior una uniformidad relativa, quedando por lo tanto comple-
tamente justificado, si reunimos como lo hemos hecho, los cráneos
procedentes de regiones de un mismo ambiente en un solo cuadro
bajo la denominación «Calchaquí».
Procedencia.
Una tercera parte del material craneológico procede de Abra
Pampa, provincia de Jujuy (33 cráneos); de La Poma, provincia
de Salta, procede la otra tercera parte (33 cráneos); siendo los
otros lugares de procedencia los siguientes: Inca Huasi, provincia
de Salta, con 8 cráneos; Amaicha, provincia de Salta, con 7 crá-
neos; Hualfin, provincia de Salta, con 3 cráneos; Payogasta, pro-
vincia de Salta, con 7 cráneos; Cachi, provincia de Salta, con 2
THIBON: CRÁNEOS CALCHAQUÍES. 311
cráneos; La Paya, provincia de Salta, con 1 cráneo; Fuerte Alto,
provincia de Salta, con 6 cráneos.
Todos los cráneos estudiados llevan una indicación exacta de su
procedencia, por lo tanto no cabe duda sobre su autenticidad.
Conservado.
54 de los cráneos estudiados se guardan en el Museo Nacional
de Buenos Aires, y los 46 restantes que sirvieron para completar
la serie, se encuentran, como hemos dicho, en el Museo Etnográfíco
de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, donde existe un material mucho más numeroso, que podrá
ser aprovechado en estudios ulteriores.
Edad.
La determinación de la edad de cada cráneo es aproximativa
por ser algo difícil determinarla con exactitud.
No queriendo dejar de lado ese dato de importancia, hemos to-
mado para esa determinación, el estado de las suturas, la usura de
los dientes y el grado del espesor de las paredes craneales, usando
en la determinación de la edad, la nomenclatura usual en anatomía
y antropología, que es la siguiente: inf. = infantilis; ad. = adul-
tus; mt. = maturas; sen. = senilis.
En el estudio hecho eliminamos, para no complicar la estadística,
los cráneos infantiles.
La nomenclatura propuesta por Rüdinger no corresponde exac-
tamente para la determinación de la edad en los cráneos ameri-
canos, por cuanto está basada en el desgaste de la dentadura de los
cráneos europeos; pero esto no corresponde á los cráneos ame-
ricanos, por principiar en éstos el desgaste de la corona dentaria
mucho más antes que en los cráneos europeos ; este uso anticipado
es debido probablemente á la diferencia de los alimentos que es-
taban más ó menos mezclados con tierra y partículas de piedras
procedentes de los molinos y morteros hechos de piedra, así como
cenizas de plantas, ricas en sales de soda y potasa, como ser la Uic-
ta, que se usa en las provincias del norte para mascar coca. No
obstante esto^ nuestra determinación de la edad de los cráneos es-
tudiados por nosotros, debe ser relativamente exacta.
312 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Transcribimos aquí la nomenclatura de Büdinger, que es la si-
guiente:
Inf. Desde el nacimiento hasta la salida de todos los molares
definitivos.
Juv. Desde la consolidación de la sutura esfeno-basilar hasta la
salida de las muelas del juicio.
Ad. El desarrollo de la dentadura es terminado y el gaste de la
corona dentaria ha empezado.
Mt, Continúa el gaste de la corona dentaria y la consolidación
de las suturas.
Sen» Atrofia completa del maxilar y de la mandíbula, especial-
mente en los bordes alveolares.
Sexo.
La determinación del sexo era absolutamente imposible; un solo
cráneo (N.^ 6) llevaba en el catálogo la indicación de] sexo mascu-
lino. Siendo la determinación del sexo relativamente difícil y has-
ta imposible en los cráneos tan estudiados y conocidos como son
los europeos, cuánto más difícil será la determinación en las tribus
americanas donde nos faltan por completo estudios referentes á
ellos.
Por lo tanto, preferimos llenar la columna destinada al sexo con
un signo de interrogación, que no poner nuestra determinación
personal.
Deformación artificial.
Es una práctica común en varias razas humanas, la deformación
artificial del cráneo; no mencionamos aquí los distintos procedi-
mientos empleados para . efectuarla, ni los diferentes modos de de-
formación, por no corresponder á este trabajo el hacerlo. Sólo
mencionaremos las distintas formas de deformación y el número
de cada una de ellas en los cien cráneos calchaquíes que hemos
estudiado. Una tercera parte (33 cráneos) tienen deformados la
frente y el occipucio que es la deformación f ronto-occipital ; ésta
es la más común en los calchaquíes, como en tantos otros pueblos
andinos; dos de estos cráneos presentaban una plagiocef alia ^ iz-
quierda (N.° 13, 14). La sola deformación frontal, que es, como
1 Abreviada en los cuadros con la letra p.
thibon: cráneos calchaquíes. 313
siempre, muy rara, encontramos sólo en un caso el (N.^ 6). También
es rara la sola deformación occipital, que la hemos encontrado 3
veces (N.* 10, 24, 5B) y entre éstos, uno (N.° 24), iba acompañado
de plagiocefalia izquierda y otro de plagiocef alia derecha (N.® 65).
La deformación circular la encontramos dos veces (N.® 26 y 28).
Los restantes cráneos, ó sean 61, carecían de deformación artificial,
ó á lo menos que no era visible para nosotros.
Apófisis mastoidea.
ALTURA SXTBRNA.
Para la determinación de la altura externa, colocamos la rama
fija de la cglissiere» en la región de la espina supra meatum, de tal
manera, que la rama estaba más ó menos paralela con el borde su-
perior del arco zigomático; la rama movediza, la hicimos tocar con
la punta de la apófisis mastoidea, representando así la altura, como
la hemos tomado, una medida en proyección.
ALTURA INTERNA.
Es la distancia que media entre el fondo déla incisura digá^trica
y la extremidad de la apófisis mastoidea; esa distancia, la tomamos
con el compás de espesor de la manera siguiente, colocando la ex-
tremidad del brazo fijo en el fondo de la incisura y haciendo correr
el brazo móvil de arriba abajo, hasta que se encontrase con la ex-
tremidad de la apófisis.
DIÁMETRO ANTER0-P08TERI0B.
El diámetro antero-posterior lo tomamos con el compás de espe-
sor, colocando la rama fija contra el borde anterior de la apófisis
mastoidea, y el otro brazo lo hacíamos correr, hasta la terminación
de la incisura digástrica. *
DIÁMETRO TRANSVERSO.
El diámetro transverso también lo tomamos con el compás de
espesor colocando el brazo fijo contra la cara interna de la apófi-
sis mastoidea y en la parte más baja, y en el brazo movedizo lo
aplicamos contra la cara externa de la apófisis mastoidea de mo-
do que los dos brazos estuviesen en el mismo plano.
Anal. Mus. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. ix. Octubre 81, 1907. 22
314
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Las cifras mínimas^ medias y máximas de las caatro citadas medi-
das, las hemos reunido en el cuadro siguiente :
100 CRÁN£0& GALOHAQUÍBS.
APÓFISIS MA8T0IDBA
DERECHO
Altura
extema
Altura
interna
Diámetro
ant. post.
Diámetro
transverso
Minimo
18.5(N.<»26)
2 (N.* 18)
14.5 (N/ 95)
7 (N.*49)
Medio
25.7
9.8
22.9
11 6
Máximo
88 (N.» 20)
16 (N.»74)
81 (N.» 15)
16.5 (N.» 10)
IZQUIERDO
Altura
externa
Altura
interna
Diámetro
ant. post.
Diámetro
transverso
Mínimo
20 (N." 89)
2.5 (N.» 6)
16.5 (N.» 89)
9 (N.»88)
Medio
26.3
10
28.5
12.8
Máximo
84 (N.» 20)
17 (N.« 74)
81 (N.*» 74)
18 (N.» 19)
tklbon: ceáneos calchaquíes. 315
Forma general.
(No en el cnadro).
Para dar mejor idea de la forma de las apófisis, hemos hecho di-
bajos esquemas colocando el cráneo en la norma lateral derecha
sobre la mesa, así es que la parte facial miraba hacia la izquierda,
de modo que la apófisis derecha era vista por el costado interno y
la izquierda por el costado externo.
En los dibujos se representa la parte anterior por una A y la
parte posterior por una P.
La forma más general délas apófisis mastoideas es la de un trián-
gulo en que el lado anterior es más ó menos perpendicular á la
línea horizontal de Camper, siendo el lado posterior muy inclinado
con relación á esa línea y por lo tanto mucho más largo que el
lado anterior. La extremidad es en la mayoría de los casos redon-
deada, presentando un radio de curvatura bastante grande con re-
lación al tamaño de la apófisis.
En algunos cráneos (muy pocos) la apófisis mastoidea termina
en punta formando los lados anterior y posterior un ángulo agudo
(fig. N.^ 30 D, 36 D, 48 1, 88 D, 89 D, 96 D é I).
En la mayoría de los casos las apófisis mastoideas de ambos lados
son muy semejantes, siendo la diferencia muy poca. En algunos
cráneos son casi idénticos, presentando las mismas particularidades
en el relieve déla superficie (fig. N.® 79, 81, 100).
Otras apófisis mastoideas tienen su extremidad muy redondeada,
con un radio de curvatura sumamente grande (fig. N.** 10, 36, 39 D,
54 D, 61 D, 96, 100).
Incisura digástríca.
(No en el cuadro).
La incisura digástrica también hemos dibujado en forma esque-
mática; lo hicimos colocando el cráneo en la norma occipital.
Es la incisura que se encuentra entre la apófisis mastoidea y la
cresta ó bula digástrica y que da inserción al músculo digástrico ;
este se dirige abajo y hacia adelante atravesando el músculo stylo
hyoides, llegando así á la parte superior del cuerpo del hyoides,
donde se inserta por intermedio de un tendón que continúa por un
segundo músculo que viene á ser el músculo digástrico anterior,
siendo la otra parte el digástrico posterior.
316 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
El músculo digástrico anterior se dirige hacia adelante y arriba
para insertarse en la cara interna de la mandíbula y sirve para
bajarla, cuando se contrae, tomando como punto de apoyo el hueso
hyoides; el digástrico posterior que se inserta en la incisura del
mismo nombre, sirve para elevar el hueso hyoides en los movi-
mientos de la deglución.
Las formas predominantes de la incisura digástrica en los crá-
neos calchaquíes estudiados por nosotros son las de una Y ó una
ü como podrá verse por los esquemas, y en la mayor parte de
apertura estrecha^ no permitiendo el alojamiento de un lápiz,
habiendo excepciones, como por ej.: fig. N.* 4, 8, 13, 48 (F. 1 D.)
La incisura digástrica no siempre la encontramos en la base de
la cara interna de la apófisis mastoidea, sino que la encontramos
también situada en la extremidad de la apófisis (fig. N.® 49, 67,
84,90).
En algunos csisos que hemos visto (fig. 54), la cresta digástrica
estaba situada de manera tal, que á simple observación se podía
confundir por incisura digástrica, á ésta juntamente con el surco
de la arteria occipital, por ser la cresta digástrica muy poco pro-
nunciada.
También vimos en algunos cráneos, que el surco de la arteria
occipital esté situado en la parte superior de la cresta digástrica
(fig. 62).
Cresta ó bula digástríca.
En cuanto á esta particularidad, Le Double habla de la implan-
tación en el labio interno de la incisura digástrica «d'une óminen-
ce osseuse en forme de demi amande á laquelle Zoja a donné le nom
d^apophyse madoíde surnuméraire. Cette éminence qui modifie
singuliérement la forme de Tapophyse masto'ide et que Zoja dit
avoir rencontrée plusieurs f ois, présente deux faces dont Tune re-
garde en dehors, et Tautre en dedans, et un sommet plus ou moins
dirige en bas. Formée par une gaine de tissu osseus compact conte-
nant des cellules aériennes communiquant avec celles de Tapo-
physe masto'ide ou avec l'antre petreux, elle mesure dans certains
cas deux centimétres de longueur d'avant en arriére, 8 a 9 mm. de
hauteur et 7 mm. de circonf érence á sa base. »
1 «Como si fueran hechas con un cuchillo afilado». Dr. B. Lehmann-Nitsche,
1. o. p. 4.
thibon: cráneos oai.chaquíes.
317
«Depuis 1864, époque ou Zoja a appeló Tattention sur cette ano-
malie, Legge et Humphry ont vu, le premier l'apophyse mastoíde
divisée en deux, le second la lévre interne du digastrique renf lee et
creusée d*une cavité communiquant avec les cellules mastoídiennes.»
El conde de Spee cita un trabajo de Córner que también por su
parte describe esa particularidad con el nombre de apófisis paramas-
toídea.
El doctor Pérez al fin dio al carácter osteológico en cuestión, el
nombre de cresta ó bula digástrica según su forma.
En algunos casos (N.*" 28 I, 49 D, 67 D, 84 D, 90 D) la cresta ó
bula es tan desarrollada que casi alcanza ó iguala á la apófisis mas-
toidea; en los casos más exagerados (N.*^ 67 y 90 D) bien puede
hablarse de una apófisis mastoidea supernumeraria.
La cresta ó bula digástrica está situada detrás de la cara interna
de la apófisis mastoidea, separada de ella por una ineisura que es
la digástrica; según que la forma sea la de una cresta ó una bula,
siendo más común en los cráneos calchaquíes la primera, se llama
cresta ó bula digástrica. Por el lado interno de esta proeminencia
encuéntrase otra ineisura que sirve para alojar á la arteria occipital
y que lleva el nombre de surco de la arteria occipital.
Por el cuadro siguiente podrá verse, tanto en el lado derecho
como en el izquierdo, la falta de esa proeminencia ó presencia de
cresta ó bula:
100 CRÁNEOS CALCHAQUÍES.
Derecho
Izquierdo
Cresta.
72
24
4
69
Bula
25
Falta..
4
Total
100
96
Rotos.
2
100
Se ve, por lo tanto, que las crestas son más comunes que las bulas
en los cráneos calchaquíes, siendo estas últimas en la proporción
de 1 : 3.
318 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
La falta de esta proemineDcia, sólo era en 4 cráneos (N.^ 30, 48,
62, 100) para el lado derecho y (N.« 48, 62, 63, 66) para el lado
izquierdo, de modo que los cráneos números 48 y 62 carecían de
bala ó cresta de ambos lados.
Los números 30 y 100 les falta la bala ó cresta del lado derecho
y á los números 63 y 66 en el lado izquierdo.
Espina supra meatom.
Encuéntrase en la parte postero-superíor de la entrada del canal
auditivo. No en todos los casos existe, pues como podrá verse en
los cuadros pag. 321, se nota la falta de ella en algunos cráneos. En
los cráneos donde existe su presencia es más ó menos pronunciada,
habiendo casos en que es apenas visible, ó en cambio está muy
bien pronunciada. Hemos distinguido 4 categorías, que son: Falta,
Poco, Bastante y Bien. El plano en que se encuentra la espina
supra meatum, forma en la generalidad de los casos, un ángulo de
40 á 60<^ con el plano que pasa por la parte inferior del maxilar y
del canal auditivo. Su longitud es también variable, estando com-
prendido entre medio milímetro á seis milímetros su longitud.
Cuando la espina está bien pronunciada, deja entre ella y el tempo-
ral un espacio bastante grande. El borde de ella es algunas veces
filoso y en algunos casos con ondulaciones, ó sino el borde es
redondeado; también suele presentarse bajo forma de una pequeña
proeminencia ó cresta. Detrás de ella encuéntrase la zona de
Chipault, que pasaremos á describir.
Zona de Ghipault.
Preséntase bajo forma de unos pequeños puntos cóncavos, abar-
cando una extensión más ó menos grande. Su presencia puede
faltar como podrá verse en los cuadros adjuntos (pág. 321). En los
casos en que existe, su presencia puede ser más ó menos pronun-
ciada, según que sean los puntos poco ó bien marcados y abun-
dantes. De ahí que hemos dividido en cuatro grupos, según
que falte ó que esté pronunciado; esos grupos, como podrá verse
en los cuadros, son los siguientes: Falta, Poco, Bastante y Bien.
En dos cráneos hemos observado una particularidad que es la si-
guiente: el cráneo N.^ 97 presenta en la zona de Chipault izquierda
un agujero de un milímetro de diámetro, y el N.® 100 presenta
thibon: cráneos oalchaquíes.
319
también en la zona de Chipanlt izquierda un agujero, pero no tan
grande como en el caso del N.^ 97, siendo en ambos casos apenas
pronunciada la zona de Chipault.
Surco de la arteria occipital.
El surco de la arteria occipital es una incisión larga y estrecha,
pudiendo ser corta en algunos cráneos, que sirve para alojar á la
arteria anteriormente nombrada. Encuéntrase en la parte interna
del lado de la bula ó cresta. Ese surco puede faltar, como en los
cráneos donde existe ser más ó menos pronunciado, por lo cual
hemos dividido también en cuatro las categorías que son: Falta,
Poco, Bastante, Bien.
Foramen mastoideo.
Son unos agujeros que se encuentran en el temporal y en el oc-
cipital, que sirven para dar paso á la arteria occipital. Estos agu-
jeros pueden faltar ó encontrarse en número de 1, 2, 3, etc., siendo
su situación variable y pudiendo encontrarse todos en uno de los
huesos anteriormente nombrados ó en ambos, ó también estar to-
dos ó parte de ellos en la sutura de ambos huesos.
En los cuadros podrá verse el número de ellos y su situación
por los signos siguientes: en la región mastoidea por una m, en la
región occipital por una o y en la sutura de ambos huesos por una
m+ o.
El número de los forámenes mastoideos de los cráneos calcha-
quies estudiados por nosotros es de 134 para el lado derecho y 133
para el lado izquierdo, repartido de la siguiente manera:
100 CRÁNEOS OALCHAQUÍES.
Derecho
Izquierdo
Con 0
12
46
88
4
7
. 1
58
. 2
84
. 8
4
100
98
320
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
En cnanto á su nbioación están repartidos de la manera si-
guiente:
BegiÓD mastoidea
» occipital
Sutura del occipital y temporal
Por el número de los forámenes en ambos lados de un mismo
cráneo, pueden éstos dividirse en los siguientes grupos :
Falta en ambos lados
Existe solo lado der. 1 for.
» izq. 1 for.
» der. 2 for.
» izq. 2 for.
» der. 8 for.
p izq. 8 for.
i
2
5
1
1
O
1
ambos lados 1 for 29
* 2 for
lado der. 1 for., izq. 2 for.
» der. 1 for., izq. 8 for.
» izq. 1 for., der. 2 for.
» izq. 1 for., der. 8 for.
» der. 2 for., izq. 8 for.
» izq. 2 for., der. 8 for.
17
14
1
17
2
2
2
96
Como se ve, es en la región mastoidea, donde están colocados la
mayor parte de los forámenes, siguiendo en orden de importancia
la región de la sutura.
Como podrá verse también en el cuadro, la mayoría de los crá-
neos presentan un solo foramen, siendo en número de 46 sobre 100
para el lado derecho y de B3 sobre 98 para el lado izquierdo. Son
muy pocos los cráneos que poseen en la región mastoidea 3 forá-
menes.
Lo más común es de tener foramen en ambos lados; contamos
29 de ellos sobre 98, siguiéndole después en orden de importancia
thtbon: cráneos calchaquíes.
321
los que tienen 1 foramen de un lado y 2 de otro en número de 81
sobre 98 repartidos en la forma siguiente:
Lado derecho 1 for., lado izq. 2 for.
Lado derecho 2 for., lado izq. 1 for.
14
17
81
Después siguen los cráneos que tienen 2 forámenes en ambos
lados, que son en número de 17.
Para las demás combinaciones no hay más que ver el cuadro.
[Reasumimos los datos anteriores en el cuadro siguiente:
100 CRÁNEOS CALCHAQUÍES.
DERECHO
IZQUIERDO
Espina
supra mea-
tum
Zona
de
Chipault
Surco
de la arteria
occipital
Espina
supra mea-
tum
Zona
de
Chipault
Surco
de la arteria
occipital
Falta
17
88
81
19
21
89
20
20
14
27
41
18
16
82
29
21
18
46
20
19
17
Poco
25
Bastante
Bien
45
11
Total
100
100
100
98
96
98
Podrá verse que la espina supra meatum está equilibrada en
ambos lados en cada uno de los grupos, mientras que la zona de
Chipault falta muchas más veces del lado derecho que del lado
izquierdo, y en cuanto al surco de la arteria occipital también está
equilibrada en ambos lados, haciendo excepción el cuarto grupo
en que hay del lado derecho más casos de estar bien pronunciada
que del lado izquierdo.
322
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Fisura petro-eicamosa externa.
(No en el cuadro. )
Los casos en que hemos observado esta anomalíai son los si-
guientes:
Cráneo N.""
86.
56.
68.
71.
78.
BestoB lado derecho
» izquierdo
» derecho
» derecho é úqulerdo
» isqoierdo
> derecho é izquierdo
Son 6 casos repartidos así:
Para el lado derecho 2
Para el lado izqaierdo 2
Para ambos lados 2
Los restos de la sutura se encontraron siempre en el medio de la
apófisis mastoidea.
COMPARACIONES.
Para comparar las cifra.s medias obtenidas por nosotros en nues-
tros cráneos calchaquíes con las de otras razas, aprovechamos los
datos que se hallan en los ya citados libros de Le Double y Pérez,
que únicamente eran los que teníamos en nuestro poder.
Trataremos nuestras comparaciones en el mismo orden observa-
do en nuestro plan de estudios.
Apófisis mastoidea.
ALTUBA SXTEHNA.
Derecha
Isquierda
Autores
25.17
25. 0
Besold
25.76
25.57
Okada
25. 7
26. 8
Thibon
Las cifras obtenidas en estas investigaciones independientes, son
extraordinariamente iguales. Solamente observamos que en los
thibon: cráneos calchaqüíes.
323
cráneos europeos estudiados por Bezold y Okada, el costado dere-
cho es un poquito mayor que el izquierdo, mientras que en los Cal-
chaqüíes, lo es el izquierdo y en grado más notable.
ALTURA INTERNA.
La distancia que nosotros llamamos altura interna, la hemos
medido de la misma manera que Zoja su altura 6 largura; éste es-
tudió ICK) cráneos y 66 cadáveres de europeos de 24 á 72 años,
habiendo obtenido las cifras siguientes que al mismo tiempo com-
paramos con las nuestras.
Hombres
Mujeres.
Der
Izq
Zoja
(Europeos)
Thibon
(Calohaquies)
12.6
—
12.8
■ —
18.5
9.8
11.0
10.0
Es por lo tanto el costado derecho el mayor en los cráneos euro-
peos y de un grado notable con respecto al izquierdo ( 13.6 resp.
11.0) mientras que en los cráneos calchaqüíes, es el izquierdo el
mayor, pero siendo su diferencia no tan pronunciada (9.3 resp.
10.0).
diAmbtro antbro posterior.
Los términos medios de los cráneos calchaqüíes, 22.9 para el cos-
tado derecho y 23.6 para el costado izquierdo, no pueden ser com-
parados con las cifras correspondientes de los cráneos europeos
estudiados por Hartmann, Okada y Pérez, los que han tomado esta
medida desde la espina supra meatum al borde posterior y que por
consiguiente han obtenido valores mayores.
Hartmann 26.7 mm
Okada 27.88 ' 29.81
derecho izquierdo
Pérez 85
324
MUSEO NA.CIONAL DE BUENOS AIRES.
Cresta ó bula digástrica.
Las últimas cifras estadísticas con qae podemos comparar los
nuestros son las del Dr. Pérez; su cuadro es el siguiente, al cual
agregamos el porcentaje:
Péreí
Thibon
Oresta pequeña
20 en 120 = 16.7 «te
82 en 120 = 26.7 «te
15 en 120 =z 12.5 «te
40 en 120 — 88.8 «te
48.4
•45.8
Cresta saliente
71.5 «te
Bola pequeña
Bula g^nde
24.5 «te
Falta
18 en 120 =z 10.8 «te
4 «te
Total
120 100
100
Se ve en este cuadro una diferencia bien notable, que tal vez
pueda ser atribuido al modo de la determinación individual de la
particularidad en cuestión.
Según ese cuadro estadístico, se nota que la cresta es lo que pre-
domina en los Calchaquíes con un 71.5 %, mientras que en los
Europeos es la bula la que existe en mayor cantidad, siendo su
excedente muy poco con respecto á la cresta ( 46.8 % y 43.40 7o
respectivamente), pudiendo decirse que la cresta y la bula están
casi en número iguales en los Europeos lo que no pasa en los crá-
neos calchaquíes, donde la cresta y la bula guardan una propor-
ción de 3 á 1.
Puede ser muy bien que esa mayoría de cresta sea un carácter
de raza.
Espina supra meatum.
Los siguientes autores la encontraron sin distinguir su grado de
desarrollo, en el siguiente número :
Kieselbach 82
Schultze 109
Okada y Lenoir 96
Thibon 83
veces en 100 cráneos
> 120
» 100
. 100
thibon: ceáneos calchaqüíes.
326
El primero que distinguió su grado de desarrollo es Pérez en la
estadística siguiente:
Bienaparente 24 veces en 120 cráneos
Casi no aparente 27 » > 120 >
Falta 18 » . 120 .
En forma de cresta... 6 » > 120 *
Si adoptamos nuestra estadística ya comunicada en la página
321 á la del Dr. Pérez, y si calculamos en esta última el porcentaje,
tendremos el siguiente cuadro:
Bien aparente
Casi no aparente. . .
Falta
En forma de cresta,
Pérez
61.7 ofo
22 5 ofo
10.8 o/o
5.0 Ofo
100.00 «ío
Thibon
50.52 o/o
82.82 %
16 66 oío
100.00 Ofo
En investigaciones de esta clase, donde las estadísticas son
hechas según apreciaciones individuales, siempre se encontrarán
diferencias más ó menos notables.
La c forma de cresta», tomada por Pérez en su estadística, la
hemos observado, pero no separado especialmente.
Foramen mastoideo.
Sperino y Le Double observaron que en número de 712 cráneos,
el foramen mastoideo faltaba de la manera siguiente:
Sperino y Le Double Thibon
En ambos lados en 16 cráneos z= 2.2 ^o
A la derecha en 9 • =: 1.2 %
A la izquierda en 21 » ::^ 2.9 %
46
6.4 o/o
4.08 Oío
7.14 Ofo
8.06 o/o
14.28 Oío
Por las citadas estadísticas á las cuales hemos agregado la de
nuestros cráneos calchaqüíes, resulta que en estos últimos la falta
326 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
de los forámenes es un poco mayor que el doble de los estudiados
por Sperino y Le Double, faltando más veces (7.14 % ) á la dere-
cha solamente, mientras que en los Europeos es donde falta menos.
La duplicidad del foramen es menos numerosa y la triplicidad
rara; Le Double dice haberla encontrado 3 veces (2 veces de un
solo lado y 1 de ambos lados) entre 200 cráneos. Nosotros la
encontramos 8 veces entre 100 cráneos, todos de un solo lado,
4 veces para el lado derecho y 4 veces para el lado izquierdo.
Satura petro-escatnosa extema.
En los 6 casos (4 unilaterales y 2 bilaterales) la sutara era con-
servada en la parte media de la apófisis mastoidea. Como nuestra
estadística calchaquí (6 ^/o) es sumamente elevada, no sabemos si
puede ser comparada con las de los otros autores que cita Le
Double:
1 cráneo de adalto entre 760 según Legge
15 > > • 800 » Kirchner
8 > > > 20O > Le Double
19 1260 := 1.5 <%
Por esta estadística se ve, que la sutura petro-escamosa externa
es mucho más frecuente entre los Calchaquíes que en los Europeos.
Es curioso que en nuestro material calchaquí cuatro de los crá-
neos (N.^ 66, 63, 71, 73) proceden de una serie relativamente peque-
ña, y podría ser entonces que se tratara de un carácter local.
OBSERVACIONES.
Creemos conveniente citar todos los métodos que fueron adopta-
dos por los investigadores anteriores en el estudio de la región
mastoidea y que nosotros por diferentes causas no hemos seguido.
Aunque de esta manera nosotros nos hemos privado de algunas
cifras comparativas por no haber seguido el mismo método, lo jus-
tificamos por cuanto los métodos que hemos elegido nos parecen
mejores, porque los puntos de salida, en nuestras medidas, pueden
ser encontrados más fácilmente por aquellas personas que desean
continuar esta clase de investigaciones.
Las medidas que difieren de las nuestras son las siguientes:
thibon: cráneos calchaquíes. 327
Diámetro antero-posterior de la apófisis mastoidea. Desde la espi-
na snpra meatum hasta el borde posterior (Hartmann, Okada'
Pérez).
La espina supra meatnm no nos parece ser un punto de salida
que más bien permite determinaciones individuales; efectivamente,
las cifras obtenidas por dichos autores, varían bastante entre sí.
Situación del foramen mastoideo, [Relación del foramen mastoi-
deo á una línea trazada de la comisura externa del ojo hasta la pro-
tuberancia occipital externa (Okada). De interés quirúrgico, no
hemos tomado en consideración este método.
Ancho de la apófisis mastoidea. Dista esa desde la extremidad
posterior de la incisura digástrica hasta la extremidad posterior de
la espina timpanal de Poirier (Zoja). No lo hemos medido.
Espesor de la apófisis mastoidea. Desde el medio de la línea ho-
rizontal externa hasta la extremidad de la apófisis (Zoja). Tampoco
la hemos medido.
Altura aurículo-mastoidea^ 6 la altura entre la extremidad de la
apófisis y el nivel de la raíz posterior del arco zigomático (Broca).
No lo hicimos.
CONCLUSIONES.
De los estadios hechos por nosotros de la región mastoidea de
los cráneos calchaquíes y comparados con los cráneos estudiados
por otros autores, deducimos lo siguiente:
La apófisis mastoidea de los cráneos calchaquíes es mayor del
lado izquierdo ; en los europeos lo es del lado derecho.
n.
La altura interna de la apófisis mastoidea es menor en los cráneos
calchaquíes, y en cnanto á los costados, es más alto el izquierdo,
mientras que en los europeos es el derecho.
in.
La cresta digástrica predomina en los cráneos calchaquíes, mien-
tras que en los europeos es la bula.
IV.
Los forámenes mastoideos faltan en mayor cantidad en los crá-
neos calchaquíes; en cuanto al lugar que faltan más veces, es en el
lado derecho para los calchaquíes, mientras que en los europeos,
es en ese lado donde faltan menos.
V.
La sutura petro -escamosa externa existe muchas más veces en
los cráneos calchaquíes.
VI.
Los cráneos calchaquíes son bajo los citados puntos de estudio
todo lo opuesto á los cráneos de los europeos.
Fernando Thibon.
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bast.
2
1 m. + 0 — 1 m.
23,5
10
18
9
Cresta
bast.
poco
falta
1
1 m.
31
15
29
15,6
Cresta
bast.
l3ien
bast.
0
0
Im.
22,5
10
24
11,5
Cresta
poco
bast.
poco
1
1 m. + 0
NOTA SOBRE UN DELFÍN.
(TDRSIOPS 68PHYRBDS LAR)-
POR
FERNANDO LAHILLE.
Entre los mamíferos actuales, los cetáceos constituyen un grupo
de los más naturales y diré también de los más interesantes, no tanto
á causa de su adaptación á un modo de vida tan especial, sino á causa
de su origen f iiético, sin duda distinto del de los demás grupos
de mamíferos.
Pero hay que confesar, que á pesar de espléndidos trabajos
(Blainville, Gray, Gervais, Van Beneden, Flower, True, etc.),
existen aún grandes vacíos en la descripción de muchas especies.
Para algunos no se conoce el esqueleto y para otros, á la inversa,
es el animal lo que se ignora. Para todos, el material de estudio es
en realidad muy escaso, y el estado en que se encuentra es bas-
tante malo.
El examen capital de las variaciones según los individuos, su
edad, su sexo y las regiones en que viven, es pues, sumamente defi-
ciente.
Muchos cráneos de cetáceos conservados en establecimientos
científicos, fueron recogidos en las playas y llegaron á ellas en un
estado de conservación poco satisfactorio.
El rostro, cuya mediación es importante, tiene una punta frágil
y su largo rara vez puede ser calculado con precisión en los ejem-
plares rodados depositados por el mar.
No hay que creer que sólo para las especies muy escasas se notan
los vacíos y las dificultades que señalo. Existen también para las
especies comunes.
Una de éstas, el Tursiops tursio (Fab.) Gerv., se encuentra repre-
sentada en el gran Museo Nacional de Washington, por 46 ejem-
plares y sin embargo, según True, quien los ha estudiado, no se
conoce el sexo, sino en cuatro de ellas!
Ahal. Mus. Nac. Bs. As., 8rr. 8^ t. ix. Enero 8, 1908. 24
348 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Los naturalistas viajeros no deben, pues, desperdiciar nunca 1&
ocasión de apuntar con mucho cuidado, los contornos exteriores y
las medidas de cualquier cetáceo que encuentren, y por común que
les parezca, con el fin de suministrar el material más exacto y más
abundante posible, á quienes más tarde estudiarán en este grupo^
los problemas de las alteraciones genéticas, de las fluctuaciones
individuales, de las modificaciones regionales, y de los saltos pro-
gresivos (Mutaciones progresivas de De Vrie8)que propongo llamar.
Eupedesis [r^rfir^nX^ salto) y también de los saltos regresivos que lla-
maré: Anapedesus,
El Museo Nacional de Buenos Aires, acaba de conseguir un Del-
fín, macho, muy adulto,— cazado por Nicolás Antieri en el Río de la
Plata, en Punta Lara (Septiembre 7 de 1907), y como en Noviembre
de 1904 el Museo había obtenido ya el esqueleto completo de una
hembra muy vieja de la misma especie, cazada también en el Río
de la Plata (Quilmes), es una ocasión sumamente ventajosa para
comparar entre sí ambos esqueletos, que se encuentran en buenas
condiciones.
Insistiré principalmente sobre los cráneos: tanto más que siendo
su largo casi igual, las únicas diferencias que se notan en ellos,
corresponden á variaciones individuales ó sexuales, pero no á las
variaciones de estado ó de edad.
CARACTERES EXTERIORES.
El macho que represento (Fig. 1) según una fotografía, tiene una
forma más bien esbelta. El pico es marcado y la mandíbula sobre-
pasa un poco el maxilar. La aleta dorsal y sobre todo, las manos^
son apenas falciformes.
Todo el cuerpo y las aletas son de un gris plomizo uniforme^
apenas un poco más claro en la región ventral. Sobre los costados,
al nivel mas ó menos del ano, se ven tres ó cuatro manchitas oce-
ladas, es decir, al rededor del punto oscuro que las constituye, hay
un círculo claro rodeado de un círculo oscuro. Pensé á primera
vista, que podían resultar de algún pinchazo ó golpe, pero al exa-
minar vi que estas manchas correspondían bien á una disposición
natural del pigmento.
Son tan escasas y tan pequeñas, que á la escala de reducción del
dibujo serían muy poco visibles y no las he representado.
Con el fin de facilitar la comparación del Delfín que estudio con
el T, tursio del Atlántico Norte, reproduzco el dibujo dado por
LAHILLE: NOTA SOBKE UN DELFÍN.
349
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te
350 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Flower (On the external character of two ^pecies of British DoU
phins, — Trans. Zool. Soc. 1885) de un individuo también macho, no
enteramente adulto, de 2 metros 85 de largo, capturado en Holy-
head en Octubre 5 de 1868 y cuyp esqueleto se conserva en el Mu-
seo de la Universidad de Oxford.
Se notan en seguida no tanto las diferencias de coloración, pero
las de la forma de la cabeza; el cuerpo macizo, la aleta dorsal y la
mano más falciforme, etc.
La hembra, capturada en el río de la Plata (Quilmes) era como
el macho, de un color gris uniforme, pero más oscuro. Verdad es,
que cuando se observó, se encontraba ya en un estado cercano á la
putrefacción y no era el momento más propicio para discutir de
simples matices.
Eu el cuadro adjunto, indico los resultados de las medidas que
efectué de los caracteres exteriores del macho. Las he calculado
también, y como siempre se debería hacer, en centesimos del largo
total del cuerpo.
Como lo veremos luego, el cráneo de este individuo mide 57 cent.
Esta parte del esqueleto corresponde pues casi á la quinta parte
(4,84) del largo total del cuerpo del animal.
MEDIDAS DEL DELFÍN EN ESTADO FRESCO
Absolutas Centesima-
(centimetros) les
Largo del soma, desde el hocico hasta la escotadura
caudal 276 100
Punta del hocico hasta el centro de la nariz 46 16.7
Centro de la nariz hasta el origen anterior de la dorsal. 72.5 26.3
Origen anterior de la dorsal hasta la punta superior de
la misma (siguiendo el contomo) 46.5 16.8
Punta superior de la dorsal hasta la inserción posterior
de la misma (en linea recta) 26 9.4
Altura de la dorsal 27 9.8
Inserción posterior de la dorsal hasta la escotadura cau-
dal (siguiendo el contorno) 135 48.9
Largo total del animal en linea recta, ó largo máximo. 285 108
Largo longitudinal de la inserción de un lóbulo de la
caudal 25 9
Diámetro horizontal máximo de la caudal (de punta á
punta) 70 25 . 3
Escotadura caudal hasta la recta tangente á las dos
puntas 9 8.2
Punta del hocico hasta el ombligo 138 50
Ombligo hasta el centro del orificio genital 50 18.1
Centro del orificio genital al centro del ano 81 11 .4
LAHILLE: NOTA SOBRE UN DELFÍN. 351
Centro del ano hasta la escotadura caudal 86 31.4
Ángulo de la boca hasta el centro del ojo 9 8.8
Centro del ojo al orificio auditivo 10 8.6
Punta del hocico hasta la inserción anterior de la aleta
pectoral 66 * 23.9
Largo de la base de la aleta pectoral (inserción pectoral) 18 6.5
Inserción posterior de la pectoral hasta el ángulo su-
pero-interno 8 2.9
Largo del borde anterior de la pectoral (siguiendo el
contomo) 50 18. 1
Del ángulo supero-interno á la punta inf ero-externa . . 27 9.8
Origen anterior de la pectoral hasta el nivel de la pun-
ta más posterior 46 16. 7
Circunferencia del cuerpo entre las inserciones superio-
res de las pectorales 128 46. 4
Gran envergadura (Distancia máxima entre las puntas
de las dos pectorales extendidas) 128 46 . 4
Altura del centro del ojo arriba de la hendidura de la
boca 2.2 0.8
Diámetro horizontal de la órbita 2.5 0.9
Diámetro vertical de la órbita 1.5 0.5
Largo del pico 14.5 5.2
Diámetro transverso máximo de la boca en su comisura. 22 8
Altura del pedúnculo caudal á la inserción de la cola .... 14 . 5 5.2
Diámetro horizontal del pedúnculo caudal 7.5 2.7
Largo de la hendidura anal 4.5 1.6
Circunferencia de la cabeza al nivel de los ojos 103 37 3
Circunferencia del cuerpo al nivel del ano 92 33.3
Circunferencia del cuerpo al origen anterior de la aleta
dorsal 183 48.2
Id. id. id. id. de la aleta pectoral 150 54 .3
Desde la extremidad anterior de los huesos de la pelvis
hasta la última vértebra (escotadura caudal) 100 36.2
Desde la punta del hocico hasta el borde antero-supe-
rior de la escápula 88 22.8
Peso del tocino 70 kilos
ESQUELETO.
El esqueleto de la hembra, armado en el Museo Nacional, mide 2
metros 80 de largo. Las vértebras son en número 68; C. 7; D. 13j
L. 14; C. 24. (En Ttirsiops tursio son 64=C. 7; D. 13; L. 17; C. 27).
Las dos primeras cervicales son unidas, las demás libres. Las
siete primeras dorsales soportan costillas dorso-esternales, cuyas
seis primeras ofrecen una doble cabeza.
Las seis últimas dorsales soportan costillas simplemente dorsales
ó libres.
El esternón presenta tres segmentos. El primero está en relación
con los tres primeros pares de costillas.
Considero que el primer hueso en V corresponde al intervalo
entre la primera vértebra caudal y la última lumbar.
352
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Las catorce primeras caudales tienen un arco neural bien desarro-
llado. Las dos siguientes ó vértebras caudales intermedias, son casi
reducidas á los centros, redondeados y sin surco lateral. Las 8 últi-
mas vértebras corresponden á la inserción de la aleta caudal y por
eso las llamaré: pínicas. Sus centros tienen una forma de paraleli-
pipedos rectangulares y presentan un surco lateral.
Los huesos en V., son en número de 16. ?
La fórmula de las falanges es: I, 1; II, 7; III, 6; IV, 2; V, 1.
El esqueleto del macho no está aún armado y por eso podré in-
dicar en los cuadros siguientes, las dimensiones de los principales
elementos de sus vértebras.
Fig. 3. — Tursiops gephyreus Lah. Vértebras cervicales (1 á 7)
vistas por su cara anterior. Reducción c. a. (J^).
La columna vertebral está constituida por 68 vértebras reparti-
das como en la hembra, y es de notar que no falta ninguna vértebra;
existe hasta el nodulo que representa el centrum de la última.
De las siete costillas dorso-esternales, 6 son de cabeza doble y 2
de cabeza simple.
Dientes, son fuertes, cónicos, levemente encorvados y de corona
lisa.
La hembra los tiene muy gastados. En el macho al estado fres-
co no se veían sino j^}^^, pero en el esqueleto se pueden notar
lahille: nota sobre un delfín.
353
22zr^' ^^s ^^^ superiores y anteriores y los tres primeros pares in-
f ero-anteriores, son pequeños y quedaban escondidos dentro de las
encías.
Como los odontocetos son homodontes, las fórmulas dentarias no
hacen distinción entre ios incisivos y las muelas. Pero como los
incisivos se definen por su implantación en los intermaxilares y no
por su forma, entiendo que se debería modificar esta costumbre;
aunque para los dientes de la mandíbula de los cetáceos no sea po-
sible precisar el número de incisivos.
En el Delfín que estudio existen dos pares de incisivos superiores.
21 - 20
La hembra presenta ^^ dientes; pero atrás de los últimos dien-
tes de los maxilares, se nota una superficie rugosa que corresponde
sin duda ninguna, á un germen dentario atrofiado.
Además, bien se sabe que en los Delfines, el número de dientes
no es fijo. Tursiops tiirsio, especie típica del género, tiene en gene-
ral 22 dientes, pero pueden existir hasta 26, y por otro lado dis-
minuir hasta 20.
DIMENSIONES DEL ATLA8 Y AXIS.
Atlas y axis
Altura total 124 mm
Altura del agujero raquídeo en su medio (hacia adelante) 28 »
Ancho máximo del agujero raquídeo (hacia adelante) 58 »
Diámetro horizontal entre los bordes más externos de
ambos cóndilos 115 »
Dimensiones de las facetas condlleas : . 65 X 45 »
Largo de la apófisis transversa 29 •
Distancia entre las extremidades de las apófisis trans-
versas 158 *
VERTEBRAS CERVICALES SIGUIENTES.
Numero de la vértebra
Altura total
Altura del centrum
Ancho del centrum
Espesor del centrum
Altura del agujero raquídeo
Ancho máximo del agujero raquídeo...
Distancias entre las extremidades de las
apófisis superiores
3
4
ft
6
T
80»-
82 «-
89 «m
81""
90 —
41
42
42
41
41
64
57
58
51
59
8,5
8
9
6,5
11
30
80
80
29
88
82
81
81
85,5
40,5
1 ^
75
64,5
67
95
354
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Medidas db lab vértebras del Turnops gephyreu$.
N."
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159
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11
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50
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25
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51
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51
21
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—
26
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58
186
52
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68
20
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—
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212
55
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18
41
—
—
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—
—
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—
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111 1
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107 ,
58
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10
—
—
88
89
162
57
108
Abreviaturas: L, Largo del centrum.
D, Distancia entre las extremidades de las apófisis transversas.
d. Diámetro horizontal del centrum (ó diámetro mínimo).
N, Altura del arco neural; desde el borde superior del centrum
hasta la extremidad de la neurapófisis.
Nota. — La última vértebra que presenta una apófisis transversa es la 45*.
lahille: nota sobre un delfín. 355
Como siempre, es la cabezada que ofrece los caracteres de ma-
yor importancia.
En el cuadro adjunto (pág. 362) va consignado el resultado de
mis observaciones, pero tengo que hacer notar que no basta in-
dicar una medida; es indispensable precisar cómo se ha tomado.
Muchas diferencias que se observan en los trabajos de naturalistas,
quienes han estudiado sin embargo, las mismas especies, provienen
de que presentaron bajo una misma designación medidas en realidad
distintas. Muchas variaciones individuales ó sexuales, y quizás
también una que otra especie no tienen otro fundamento.
La ciencia debe propender á ser lo más impersonal posible; es
decir, que cualquier persona pueda obtener siempre resultados idén-
ticos, cuando sigue un mismo procedimiento de trabajo.
He pensado pues que no era inútil indicar por una figura (Fig. 4)
el modo que empleo para medir los cráneos de los delfines; asi
como la notación que uso y que me parece la más sencilla.
De todos modos, creo que convendría que los Cetólogos se pusie-
ran de acuerdo — en el primer congreso internacional de zoología,
por ejemplo — para usar indicaciones y notaciones idénticas, ofre-
ciendo también siempre en sus trabajos, al lado de las medidas
absolutas, las medidas calculadas en partes centesimales del largo
total del cuerpo ó del cráneo del cetáceo; según se estudie el ani-
mal entero, ó sólo su cabeza.
lahille: nota sobre un delfín.
357
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COMPARACIÓN OE LOS
DOS CRÁNEOS.
1.^ El cráneo de la hem-
bra (Lám. iv) corresponde á
una adulta vieja. Las líneas
de yuxtaposición de los hue-
sos, se encuentran oblitera-
das. Todos los dientes están
muy gastados. El largo de
0.68 parece, pues, ser el lar-
go máximo del cráneo de los
delfines de esta especie y de
este sexo.
El cráneo del macho (Lá-
mina in), es de un adulto,
pero como los dientes están
muy poco gastados y que
los huesos no están aún sol-
dados entre sí; su largo má-
ximo definitivo debe pasar
del largo del cráneo de la
hembra.
2.° — En el macho los pte-
rigoideos son aislados, di-
vergentes y carenados.
En la hembra son aisla-
dos, es decir, no están en
contacto, pero sus bordes
internos son paralelos. Se
nota una carena apenas visi-
ble enelpterigoideo izquier-
do; el derecho presenta una
superficie enteramente re-
dondeada.
3.° — Visto de atrás el crá-
neo del macho es más desa-
rrollado que el de la hembra
358 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
(altura máxima centesimal : cf 40,4; 9 38,8). El agujero occipital
menor (diámetro vertical: cf 7,6; 9 8,6).
4.* — El paladar es casi llano en el macho. Al contrario en la
hembra, forma en su mitad anterior un diedro.
6.^ — Un carácter más notable entre los dos cráneos es el que
presenta la mandíbula. A su desarrollo mayor en la hembra, corres-
ponde en ésta, un desarrollo mayor de las masas musculares, y por
lo tanto: 1.0 una distancia notablemente menor entre las líneas
laterales de unión de los palatinos y maxilares (9,9 en la hembra;
12,2 en el macho ).
6.** Una altura mayor de la cavidad temporal (14,6 en la hembra;
12,8 en el macho).
No voy á asegurar desde ya que todas estas cinco diferencias
apuntadas correspondan á caracteres sexuales.
No conocemos pues hasta dónde pueden llegar en esta especie,
las variaciones individuales. Es de suponer, sin embargo, que una
que otra se mostrarán correlativas al sexo, cuando se disponga
para los estudios de un material suficiente.
¿A QUÉ GÉNERO DEBEMOS REFERIR ESTOS DELFINES?
Algunos Lagenorhynchiis pueden llegar á tener sólo 20-23 dien-
tes en cada mitad de cada maxilar (L, Floweri Moreno, 20 dientes;
L. electra Gray, 23 dientes), pero en todos éstos, los dientes son pe-
queños, no exceden un diámetro de 4 mm., y no son fuertes como en
el caso presente. Además, en Lagenorhynchus. el pico es muy corto
y poco distinto de la cabeza, y el número de vértebras oscila entre
73 y 92 ; es en general de 80-90. Los Lagenorhynchus presentan, en
fin, de ambos lados del cuerpo, dos áreas de color claro separadas
por una faja oblicua, irregular, de color oscuro.
Los caracteres exteriores (pico y color), el número de vértebras
asi como el tamaño de los dientes, nos permiten alejar desde ya
nuestros delfines de Lagenorhynchus.
Los dos géneros : Sotalia y Tursiops son los únicos en los cuales
podrían ingresar.'/SofaZía está bien representado en la costa Atlán-
tica de Sud América (8. guianensis; S. fluviatilis y 8. pallida del
Amazonas); varias especies frecuentan los estuarios, y S, brasi-
liensis abunda en la bahía de Rio de Janeiro. No sería extraño,
pues, que alguna que otra especie visitara nuestras costas ó aun que
existiera una forma especializada frente al río de la Plata.
lahille: nota sobre ün delfín. 359
Según True, son en número de tres únicamente los caracteres
que permiten distinguir Sotália de Tursiops: 1.^ la separación de
los pterigoideos ("aislados y divergentes en Sotalia^ en contacto en
Tursiops); 2.^ el número más limitado de vértebras caudales (22
en Sotália; 27 en Tursiops); 3.** el número mayor de dientes
(26 á 36 en Sotália^ 22-26 en Tursiops ). Pero sucede que los del-
fines que estudio presentan justamente caracteres intermediarios.
Como Sotália^ el macho tiene los pterigoideos muy divergentes,
pero la divergencia disminuye en la hembra que se acerca asi á los
verdaderos Jursiops. El número de vértebras caudales (26 en el
macho y en la hembra) es mayor que en Sotalia y menor que en
Tursiops; su columna vertebral se compone de 68 vértebras (51 á
66 en Sotalia^ 61 á 64 en Tursiops. Como son adultos, hasta se
podría decir que su largo total es intermedio entre el largo máximo
de iSoíaZfa(244cts..274) y el de los Tursiops (300cts..366), siendo
en la hembra de 280 centímetros y de 276 cts. en el macho.
La verdad es que Sotalia es un género de Gray, es decir de un
pulverizador de grupos. No hay de extrañar por lo tanto que sea
un género quizás más convencional aún que otros.
A propósito de Sotalia gadamu, True (1. c, p. 14), hace notar
que esta especie « does not appear to be very closely related to the
others species of the genus . . . The skull shows decided af f inities
to TiirsiopSj from some species of which, where the pterygoids
united, it would be very difficult to distinguish it ».
En realidad, el único carácter diferencial que podría ser conside-
rado como importante para los que no se ocupan especialmente de
los cetáceos, sería la separación de los pterygoideos en Sotalia y su
unión en Tursiops. Pero este carácter pierde de su valor si uno se
fija que en el género Lagenorhynchus, por ejemplo, estos huesos es-
tán, en algunas especies, en contacto (L. acutus^ L. óbscui^s^ etc. ),
y en otras se encuentran aislados (L. obliquidens).
Colocaré en el género Tursiops los delfines que nos ocupan. Su
sínfisis mandibular mucho más corta que en los Sotalia típicos \'
sus dientes menos numerosos y más fuertes ; su rostro menos largo,
menos estrecho y no achatado; la presencia de una falange más
que en Sotalia^ á cada uno de los tres primeros' dedos, me inducen
á opinar así. Llamaré esta forma : Tursiops gephyreus (v^^Jp^i , puen-
* En S. plúmbea^ S, ¡entiginosa^ S. njienniSf el largo de la sínfisis iguala un ter-
cio de la rama mandibular, un quinto en S. gadamu, un sexto en los delfines que
estudiamos.
360 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
te) para indicar que es intermedia entre Tursiops y Sotalia. Es
el más sotalino de los Tursiops, lo mismo como Sotalia gadamu
(Owen) es el Tursiopino de los Sotalia.
Convendría quizás limitar el género Sotalia á los delfines que
presentan 30 dientes ó más, de corona lisa, y cuyos pterygoideos
quedan siempre aislados, es decir, retirar de Sotalia: S. gadamu y
S. fluviatilis *.
En realidad Tursiops gephyreus es una prueba más de lo artifi-
cial de nuestros ensayos de sistemática. Entre tanto, son pocas las
formas conocidas, uno puede llegar á distinguirlas con más ó
menos facilidad ; pero á medida que el número de los tipos estudia-
das aumenta, las diferencias se atenúan, las formas intermedias se
multiplican, la ley de continuidad se impone á nuestro espíritu, y
por doquiera dirigimos nuestras investigaciones, nos encontramos
con individuos que evolucionan fatalmente cada uno h^cia su fin,
diversificándose por gradaciones insensibles.
COMPARACIÓN CON LAS DEMÁS ESPECIES.
True admite cinco especies de Tursiops; Flower, dos solamente.
T, Grilli del Pacífico norte fué creado por Dalí (1873) sobre una
mandíbula! Porque el diámetro del cóndilo estaba comprendido
dos veces en la altura máxima de la zona mandibular en vez de 2,5
que es el caso de T. tiirsio.
T. parvimanus Lütk. está basado sobre un sólo individuo joven
del Adriático. (Verteb. 62 = 7, 13, 16, 17; falanges: 2, 6, 8, 3,1; dien-
tes: ,^ ). Difiere principalmente de T, tursio por el tercer dedo más
largo que el segundo y con más falanges. Pero bien se sabe que el
número de las osificaciones de la mano es variable en los cetáceos,
así es que este carácter no tiene gran importancia.
T. abusulam (Rüpp.) del Mar Rojo (Verteb. 61 =7, 12, 16, 26;
dientes: 26), sería muy posiblemente según True, una simple varie-
dad de T, catalania. Se distinguiría de él por el número de dientes
y su vientre manchado y sobre todo por el color verde oscuro de
su lomo.
' Aunque lo más lógico consistiría en suprimir Sotalia. La pequeña variación
en el número de dientes (21 á tíl)) en los Sotalia y Turdops produciéndose de]un
modo gradual de una especie á otra. (22 Tursiops tursio y T, Gilli — 2d T,
gephyreus — 24-25 T. parvimanus — 26 T, ahmalam y Sotalia gadamu — 28 S. flu-
viatilis—^ -SI S. pallida — ^ S. ítnenm — 38-84 S, brasiliensis y S, leníiginosa
— 84-84 S. plúmbea).
lahille: nota sobre un delfín. 361
En realidad, sólo dos especies son hasta ahora relativamente bien
definidas: T, tursio (Fabr.) Gerv. del Atlántico (Vert. en general
64=0, 7; D, 13; L, 17, C, 27; pero alguna vez 61, otra vez 12 D, en
vez de 13; — dientes 22) y T. catalania (Gray) de la costa Nord-Este
de Australia (dientes 26).
El esqueleto de este último animal no se conoce aún !
Tursiops catalania se diferencia de T. tursio por su tamaño más
pequeño (2 mts.), por las manchas alargadas y plomizas sobre sus
miembros anteriores y sus lados; por el rostro más largo y más
estrecho.
Los cráneos típicos son en número de 2 solamente; correspon-
den á hembras adultas.
Daré aquí (Pag. 364) sus medidas según True y las calcularé en
centesimos del largo, para compararlas con las medidas de T.
gephyreus.
Como en T. gephyreus, los intermaxilares presentan, en este
tipo, cerca de su medio, una especie de elevación muy convexa ó
bosse. Lo que es mucho más importante, en uno de los cráneos típi-
cos, los pterigoideos están también separados como en Sotália.
En realidad, para el género Tursiops, como para varios otros
géneros de cetáceos, y animales marinos, nos encontramos con dos
tipos: uno, del hemisferio norte, el otro del hemisferio sur, como si
estas especies se hubiesen diferenciado desde un tronco común, en
dos países aislados, situadas cada una en un hemisferio y quizás
paralelos á la dirección general que tuvieron los antiguos conti-
nentes transversales de T Angara y de Gondwana! Pero no es el
momento de examinar en qué queda actualmente la teoría de la
bipolaridad de las especies marinas.
Entretanto no se llegue á conocer el esqueleto de T. catalania,
consideraré T. gephyreiis como especie distinta de ésta, sea por su
tamaño, sea por su coloración, su rostro y sus intermaxilares mu-
cho más anchos, su diámetro bi-temporal mucho mayor, etc.
El cuadro siguiente (Pág. 363) indica las medidas centesimales de
los dos cráneos típicos de T. catalania, consevYados enelBritish
Museum; de los cráneos de los dos esqueletos de T. gephyreus del
Museo Nacional de Buenos Aires; y en fin, de dos cráneos de T.
tursio; pero es de sentir que de estos últimos dos cráneos no se co-
nozcan sino pocas medidas:
362
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Mrdidás di los cránkos
Largo máximo total del cráneo *
Largo del rostro , . . . .
Diámetro del rostro entre los ángulos ma-
xilo-malares' I
Diámetro del rostro á la base de las esco-
taduras maxilares
Diámetro del rostro en el medio de su largo.
Altura del rostro en el medio de su largo
(sin la mandíbula)
Diámetro máximo entre los bordes exter-
nos de los intermaxilares '
Diámetro máximo entre los bordes externos
délos intermaxilares en el medio del rostro
Largo de la linea dentaria del maxilar
Largo entre el último diente y la base de la
escotadura maxilar
De la extremidad del rostro hasta el centro
del borde ant. del orificio super. de la nariz
De la extremidad del rostro nasta la extre-
midad de la cresta del pterigoide*
Diámetro máximo (bi-squamosal)
Diám. inter-orbi tal (entre el centro del borde
de las dos apófisis orbitarias del frontal). .
Diámetro entre los puntos más superiores
de los bordes de las cavidades temporales.
Distancia mínima entre los bordes más pos-
teriores de la cavidad temporal
Distancia entre las suturas laterales de los
palatinos y maxilares
Largo máximo de la cavidad temporal
Profundidad de la cavidad temporal '
Altura máxima de la cavidad temporal —
Diám. horiz. máximo del agujero occipital.
Diám. vertic. máximo del agujero occipital .
Altura máxima del cráneo
Altura superior del cráneo
Altura basilar del cráneo
Distancia entre las puntas de los pterigios.
Largo máximo de una rama mandibular . . .
Largo de la línea dentaria de la mandíbula.
Largo de la sínfisis mandibular ^
Alt. de la mandib. al nivel del último diente.
Escotadura mandibular
Diám. máx. oblicuo del cóndilo mandibular.
Diámetro horizontal del cóndilo
Altura entre el ángulo infeiior y la apófi-
sis coronoidea
Altura entre el ángulo inferior y el centro
del cóndilo
Distan, entre los centros de ambos cóndilos.
Diám. del diente mayor (base de la corona).
Dimensiones de los huesos de la pelvis
Peso del cráneo
Peso de la mandíbula
Peso total del cráneo con la mandíbula.. . .
Peso de las vértebras
' Distancia entre dos planos verticales y paralelos, siendo horizontal el de la boca'
* Medida á tomar con compás de ramas paralelas.
' Al nivel del orificio nasal.
* Más desarrollado.
* Del punto más elevado del borde externo hasta el borde extemo del surco óp-
tico del frontal.
^ Se tomará siempre el área rugosa, limitada con precisión, y no la sínfisis
propiamente dicha.
' Se nota una área rugosa sobre el maxilar como si hubiese habido otro diente
abortado. Teniendo en cuenta esta deformación ósea, esta distancia viene á ser,
como en el cf , igual á 6,1.
LAHILLE : NOTA SOBRE UN DELFÍN.
363
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25
364 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
En las importantes colecciones cetológicas del Museo de La
Plata existe un hermoso esqueleto de Tursiops ttirsio c? obtenido
en Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires), y un cráneo de una
hembra en perfecto estado de conservación y muy adulto.
Existe, armado también, un esqueleto de un macho^ así como
dos cráneos de hembras, de la forma que llamo Tursiops gephyreus.
Uno de estos cráneos proviene de la costa de Necochea. (Prov. de
Buenos Aires).
He examinado los unos y los otros y las diferencias entre los
cráneos de T. tursiops y T. ¡jephyreus, son tales, que me parecen
superiores á los que se pueden considerar como representando
simples variaciones dentro de una misma especie.
Se distinguen uno de otro por los caracteres siguientes :
1.° Pterigoideos en contacto (T, tursio); aislados (T, gephyreus).
2.° Pterigoideos. Borde posterior de la apófisis casi perpendicular,
al eje longitudinal (T. tursio); fuertemente oblicuo (T, ge-
phyreus).
3.** Pterigoideos. Su cresta es más larga que la cresta palatina (T.
tursio) ; menos larga (T, gephyreus),
4.** Pre- maxilar. Extremidad anterior, redondeada (T. tursio);
aguda (T. gephyreus).
6.° Maxilar. Fondo de la escotadura cóncavo (T. tursio); convexo
{T. gephyreus).
6.° Maxilar. Agujeros de la cara superior muy irregulares, de ta-
maño variable, 3 en general (T. tursio); cuatro, grandes y
casi iguales (T. gephyreus).
7.® Dientes menos gruesos (T. tursio) ; más gruesos (T. gephyreus).
Los delfines del Museo Nacional de Buenos Aires, que acabo de
examinar, no se pueden confundir, pues, con T. tursio; y aunque
parezcan acercarse más á T. catalania presentan caracteres tan
marcados que es indispensable darles un nombre distinto.
Sólo cuando se obtenga un material suficiente para establecer
los límites actuales de variación de T. catalania, se podrá decidir
si los presentes delfines deben llamarse : T. catalania var., gephy-
reus ó simplemente T. gephyreus; no perdiendo de vista por otro
lado que quien dice : especie, dice artificio, y que los nombres tri
ó plurinominales, deben ser evitados.
La diagnosis que puede darse de T. gephyreus es la siguiente:
lahille: nota sobre un delfín. 365
TÜRSIOPS GEPHYREUS Lah.
Forma general, esbelta. Pico corto; la mandíbula sobrepasa un
poco la maxila superior. Aleta dorsal y borde posterior de la mano
poco falciformes.
Color gris uniforme; un poco más claro en la región ventral.
La hembra más oscura que el macho.
Manchas oceladas pequeñas y escasas, de ambos lados del cuerpo
á la altura del ano.
Largo total, 2 mts. 80.
Dientes. — c. a. ^
Vértebras: C. 7; D. 13; L, 14; C. 24 = 68.
Largo del rostro, superior á la mitad del largo del cráneo (58,6
en centesimos).
Pterigoideos, no en contacto; carenados en el macho; no en la
hembra; sus bordes internos, paralelos en la hembra, divergentes
en el macho.
Falanges: I, 1; H, 7, III, 6; IV, 2; V, 1.
EXPLICACIÓN DE LAS LAMINAS.
Lámina iii. — Turaiopa gephyreiis Lah. —Cráneo del macho.
Lámina iv. — T. gepht/reus Lah.— Cráneo de la hemhra.
La reducción para los cráneos vistos de perfil, de arriba y de abajo es de —
del tamaño natural. Es menor para los vistos de atrás.
EL GÉNERO URELLIA (DÍPTERA)
EN EL PLATA
POR
JUAN BRETHES.
El Sr. D. Carlos Schrottky, habiéndome mandado una Urellia
para su determinación, me ha dado motivo para revisar lo que
tiene este Museo de los representantes de dicho género.
La especie que por el momento me parece más abundante en los
alrededores de Buenos Aires es la Urellia Daphne (Wied.), siéndole
sinónimas la Ih^ypeta duplicata Wied. y la Trypeta meteorica
Thoms. Tengo á la vista más de 60 ejemplares y de su compara-
ción es fácil darse cuenta que la faja oscura que une el estigma con
la mancha apical del ala puede ser más ó menos desarrollada como
lo demuestran los dibujos que acompaño (fig. 3).
Las especies podrán reconocerse por el cuadro siguiente:
A. Fascia ínter stigmatem et macnlam apicalem lata.
a. Cellula discoidalis transverso unifasciata U. plagíala (Thoms.)
b. Cellula discoidalis transverso multifasciata.
a. Cellula discoidalis bifasciata U. argentina Bréthes.
b . CeUola discoidalis trifasciata ü. bonariensis Bréthes.
B. Fascia inter stigmatem et maculam apicalem an-
gnsta vel nalla.
a . Vena longitudinalis 5' haud maculata ü. Daphne (Wied.)
b. Vena longitudinalis 5* in medio maculata.
a . Cellula discoidalis transverso 2-fasciata U. patagónica Bréthes.
b. Cellula discoidalis transverso 1-fasciata U. pkUensis Bréthes.
1. Urellia plagíala (Thoms.) Bréthes.
Trypeta plagíala Thoms., Eug. Resa, Dipt. 683, n* 269 9
(1868). — Bréthes, Catál. Dipt. Plata, in: An. Mus. Nao.
Buenos Aires, xvi (3.* Ser. ix), p. 301 (1907).
* Nigricans, glauco'pruinosaj capite cum antennis pedibusque
flavis; alis aliñáis, macula magna posteriore nigra, ramum
368 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
apicalem hifurcatum^ inferné ramulos 4 emütente, per pía-
gam latam cum cellula postcostali conjunda. 9 í'Ong- 3
mili.
Patria: Buenos Aires.
T. (iOiíñxxenúWied.simülima^ a precedentibus^ alarum plaga
obliqua multo latiore, determi-
natay nigra^ macula posteriore
guttulis 2 co8talíbui< pamis,
quarum 2^ ante finem rami
^. , T- „. , . ,n.^ .11 marginális cubiti sita instruc-
Fig. 1. UreUta plagiata (Thoms.): \*. ^ . , .^
^ ta, aptce ramum htfurcatum^
inferné ramón 4, i"''* breviorem emitiente satis superque
distincta. »
Un ejemplar bastante estropeado existente en las colecciones
del Museo Nacional corresponde bien á esta especie. La mancha
apical del ala emite una rama hacia el borde costal al cual toca
más cerca de la primera longitudinal que de la segunda; pero
antes emite una faja ancha en que está totalmente incluido el
nérvulo transverso anterior yendo á parar en el estigma. La
mancha apical contiene dos gotas blancas cerca del borde cos-
tal, de las cuales la 2* (caso único entre las Urellia que estudio)
está situada antes del contacto de la 2^ longitudinal con el borde
costal. La mancha emite además dos ramas hacia el ápice del ala
y cuatro hacia abajo, quedando una gota blanca en la primera
célula posterior en frente del nérvulo transversal posterior.
2. Urellia argentina Bréthbs^ n. sp.
9 Cinérea, capite pedibusque flavis^ oviducto nigro-nitido, alis
macula anteapicali nigro-fusca radiata cum stigmate per fas-
ciam latam connexa, cellula discoidali transverse bivittata,
vena longitudinali 6^ prope basin ferrugineo-maculata, Long.
4 mm.
Patria : Buenos Aires.
Vista de lado, la cabeza es casi cúbica, su borde anterior menor
que el posterior. La frente es plana, en trapecio más angosto hacia
Trypeta glauca^ meteorica^ femoralis.
BRETHES: EL GÉNERO URELLIA (dIPTERA). 369
adelante, con una hilera de cinco cerdas junto á cada ojo : la 2%
frente al grupo ocelar, está un poco más adentro. La cerda ante-
nar es de un testáceo oscuro y con una muy fina pubescencia hasta
la extremidad. La cara tiene una carena longitudinal que se ensan-
cha hasta el borde oral, el cual es un poco más prominente. El tó-
rax y el abdomen están cubiertos de pelos cortos blancos. Las ma-
croquetas de son 2 y en el escudete hay una de cada lado. Las alas
son hialinas con la mancha anteapical estrellada que se une con el
estigma por medio de una faja ancha, más ó menos como en la es-
pecie anterior. La mancha anteapical emite una rama oblicua has-
ta el borde costal, donde llega más cerca de la extremidad de la
1* longitudinal que de la 2*; hacia la punta del ala emite una hor-
queta que corresponde más ó menos con la extremidad de las venas
3* y 4* longitudinales; hacia abajo emite cinco ramas, de las cua-
les la 3* coincide con el nérvulo transverso posterior, las 4* y 6*
en la célula discoidal. Junto á la 6* vena longitudinal, en la base
déla 3* célula posterior, hay una manchita ferrugínea. En la man-
cha anteapical se encuentran dos gotas hialinas junto al borde cos-
tal, otra gota en la 1* célula posterior en frente del nérvulo trans-
verso posterior, y otras dos gotas semihialinas debajo de la 3*-
vena longitudinal, una de cada lado del nérvulo transverso ante-
rior.
Acabo de cazar esta Urellia en G-eneral Urquiza, cerca de Bue-
nos Aires, el 30-xii-1907, razón por la cual no me es dable publi-
car el dibujo del ala. Incorporo ese ejemplar á ¡as colecciones del
Museo Nacional.
3. Urellia bonariensis Bréthes, n. sp.
9 Cinérea, pedihus flavis, oviducto nigro nitidOf ápice testáceo,
alÍ8 macula anteapicáli nigro-fiisca radiata cum stigmate per
fasdam latam coimexa, Long, (ovid. exc.) 5,5 mm.
Patria: Buenos Aires, Lujan.
Vista de lado, la cabeza es cúbica, los ojos situados más hacia
la parte superior. La frente es cuadrada, con una hilera de 8 cer-
das testáceas junto á cada ojo: las 2* y 3* (frente á las ocelas) un
tanto al interior de la frente y las cuatro últimas (cerca de las an-
tenas) más próximas entre sí. El tercer artejo antenal casi toca el
borde oral que es un tanto prominente. La seta antenar tiene una
muy fina pubescencia hasta la extremidad. Palpos testáceos.
370 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Las macroquetas de son 2 después de la sutura transversal y en
el escudete hay una de cada lado. El abdomen es ceniciento,
asi como la cabeza y el tórax,
y como éste, con muchos pelos
cortos blancos. El oviducto es
negro luciente, su extremidad
testácea. Las patas son de un
x^ ^^37? É \,^ testáceo amarillento, las uñue-
las negras. Las alas son hiali-
nas con la mancha apical estre-
Fig. 2. Ureília bonariennis Bréthes, Y» Hada: desprende hacia el borde
costal una rama angosta que
cae como á igual distancia entre las venas l.*y 2.* longitudinales;
hacia la extremidad desprende dos ramas que coinciden en el borde
alar con las extremidades de las venas 3* y 4*; hacia atrás desprende
varias ramas: dos en la 2* célula posterior, una tercera que coincide
con el nérvulo transverso posterior, una cuarta que atraviesa la
célula discoidal y va á terminar en el borde alar posterior, una 5* y
una sexta más ó menos bien distintas en la célula discoidal que luego
se reúnen en la 3* célula posterior para bifurcarse de nuevo cerca
del borde del ala; un rastro de otra faja en la célula discoidal
y de un punto hacia la base de la 3* célula posterior. La faja
ancha une la mancha apical con el estigma, quedando incluido en
ella el nérvulo transverso anterior. Hay dos gotas blancas en el
borde costal, una gota en la primera célula posterior en frente del
nérvulo transverso posterior, cuatro gotitas desvanecidas junto al
nérvulo transverso anterior, y unas cuatro gotas más ó menos
claras en la célula discoidal.
El Museo posee un ejemplar seguramente cazado por F. Lynch
Arribálzaga; tengo otro que cacé en Lujan, el 9. i. 1905.
4. Urellia Daphne (Wied.) Bréthes.
Ti^ypeta Daphne Wied., Auss. zweifl. Ins. n, 608, n^ 61 (1830).
* Trypeta diiplicata Wied., Auss., zweifl. Ins. ii, 610, n® 64 9
/1830). — Low, Zeitsch. f. Ent. v, 409, t. 2, f. 64 (1844).—
'Bréthes, 1. c. p. 300 (1907).
Tephritis Daphne Rdi., Dipt. aliq. Strobel, 8. — Bréthes, 1. c,
p. 301(1907).
* Trypeta meteoriva Thoms., Eug. Resa, Dipt. 682, n° 267
(1868). — Bréthes, 1. c, p. 300 (1907).
BRETHES: EL GÉNERO URELLIA (DIPTERA). 371
cf 9 Thorace abdomi ñeque ciñereis, albo- pilosis^ capite pedi-
busque flaviSy abdominis segmenti^ ultimis nigris^ nitidis^ alis
macula preapicali radiata cum stigmate plus minuH nigro-
fusco per fasciam angustam vel nullam connexa. Long.
3-4 mm.
Patria: Buenos Aires.
Vista de lado la cabeza es casi cúbica, los ojos estando situados
más hacia arriba. La frente es plana, un tanto más angosta hacia
adelante que hacia atrás, con una hilera de cinco cerdas cerca de
cada ojo, de las cuales la 2% frente al grupo ocelar, está un poco
más adentro. Las antenas tienen un tono testáceo, los dos prime-
ros artejos con cortas cerdas negras y el 3^ comprimido, subcua-
drangular aunque no tan ancho hacia la extremidad; la seta ante-
Fig. 3. Urellia Daphne (Wied.): Y-
nar tiene una muy fina pubescencia hasta la extremidad. La cara
tiene una carena mediana longitudinal y el borde orales ligera-
mente prominente. Las macroquetas de son 2 después de la sutura
transversal, y en el escudete hay una de cada lado. El abdomen
como el tórax es de un ceniciento azulado con pelos blancos
y el ovipositor es negro luciente. Los pies son de un amarillo
testáceo. Las alas son perfectamente hialinas con una mancha en
el estigma más ó menos oscura, y la mancha anteapical estrellada
negro -fusca. Esa mancha emite una rama oblicua hasta el borde
costal, luego una horqueta posterior que concluye más ó menos
con las 3* y 4* longitudinales y cuatro ramas inferiores de las cua-
les la tercera coincide con el nérvulo transverso posterior y la
cuarta está situada oblicuamente en la célula discoidal á igual dis-
tancia de los dos nérvulos transversales. En el borde costal están
incluidas en la mancha negra dos gotas blancas, la 2* debajo de la
2* vena longitudinal ; en la 1* célula posterior hay una gota blanca
frente al nérvulo transversal posterior: esa gota puede estar reu-
nida con una gotita cerca del nérvulo transverso anterior, ó sepa-
372 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
rarse de ella. En cuanto á la faja que une el estigma con la mancha
apical, puede ser más ó menos desarrollada ó bien faltar por
completo, de modo que las formas Daphne^ duplicata y meteorica
no representan sino variantes de una sola especie.
5. Urellía patagónica Bréthes, n. sp.
9 Thorace abdomineque ciñereis^ capite pedibnsque flavo-tes-
taceiSf oviducto nigro-nitidOj alis macula anteapicali fusca ra-
diata, Long. 4 mm.
Patria: Patagonia (Carmen de Patagones).
Vista de lado, la cabeza es un poco más larga que alta y el alto
anterior es bastante menor que el posterior. La frente es más lar-
ga que ancha un tanto más estrechada hacia adelante. Junto á los
ojos una hilera de unas 5-6 cerdas bastante finas. Las antenas tie-
nen el tercer artejo un tanto acuminado en el ángulo apical exte-
rior y la cerda es muy finamente velluda en toda su extensión. El
borde oral es un poco prominente y casi toca la extremidad de las
antenas. Dos macroquetas de después de la sutura transversal y
una de cada lado del escudete. El abdomen es ceniciento, como el
tórax, y como él con pelos blancos.
El ovipositor es negro luciente. Las patas son de un testáceo
amarillento, las uñuelas negras. Las alas tienen el estigma más
ó menos oscuro y la mancha fusca anteapical estrellada emite
una rama oblicua hacia el borde
costal un poco más cerca de la 1*
vena longitudinal que de la 2*, dos
ramas en la extremidad que coinci-
den más ó menos con la extremidad
de las venas longitudinales 3* y 4*
Fig. 4. ürellia patagónica y cinco ramas inferiores, dos en la
Bréthes: -. g* célula posterior, la tercera que
coincide con el nérvulo transverso
posterior, h cuarta en la célula discoidal á igual distancia de los dos
nérvulos transversos y la quinta en la célula discoidal, debajo del
nérvulo transverso anterior: esta rama forma un codo en el medio
de la célula tomando una dirección hacia la base del ala. Por fin
una faja angosta reúne casi el estigma con la mancha apical; ade-
más hay una mancha fusca en la 6* vena longitudinal hacia el
BRETHES: EL GÉNERO URELLIA (dIPTERA). 373
medio de la célula discoidal. Dos gotas blancas en el borde costal
y dos otras en la 1* célula posterior, una cerca del nérvulo trans-
verso anterior y otra en frente del nérvulo transverso posterior.
El Museo Nacional posee tres ejemplares cazados por Carlos
Berg, en 1874, en la Patagonia (Carmen de Patagones).
6. Urellia platensís Bréthes, n. sp.
9 Fronte^ thorace abdomineque ciñereis^ oviducto nigi'o nítido,
capite pedibiisque flavo-tentaceis, alis hyalinis, macula fusca
anteapicáli radiata. Long. 4 mm.
Patria: Buenos Aires; Paraguay: Villa Encarnación.
Vista de lado la cabeza es más alta que larga, más ó menos cú-
bica y más prominente en la raíz de las antenas que en el borde
oral. La frente es más larga que ancha, un tanto estrechada hacia
adelante. Junto á los ojos hay una hilera de unas 4 cerdas finas y
largas convergentes hacia adentro excepto las del vértice que son
erectas. Las antenas tienen especialmente el 3^ artejo de un testá-
ceo oscuro; el ángulo apical inferior es redondeado y el exterior un
tanto agudo; alcanza casi el borde oral. La cerda antenar es muy
finamente velluda hasta su extremidad. Palpos testáceos. El tórax
Fig. 5. Urellia plafensU Bréthes: ip.
como el abdomen es ceniciento con pelos blancos; las macroquetas
de son dos después de la sutura transversal y el escudo tiene una
de cada lado. El oviducto es negro luciente. Las patas son testá-
ceas, las uñuelas negras. Las alas son hialinas, con el estigma más
ó menos oscuro y la mancha fusca anteapical es radiada: desprende
una rama oblicua hacia el borde costal más cerca de la 1* vena
longitudinal que de la 2% dos ramas apicales que coinciden con la
extremidad de las venas 3* y 4* longitudinales y cuatro ramas
posteriores: dos en la 2* célula posterior, la 3* que coincide con el
374
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
nérvulo transversal posterior. Una mancha más ó menos pronun-
ciada ante el nérvulo transverso anterior y otra en la B* vena
longitudinal hacia la mitad de la célula discoidal. Una faja poco
ancha une el estigma con la man-
cha anteapical. Dos gotas hialinas
en el borde costal, dos otras gotas
en la 1* célula posterior, una cerca
del nérvulo transversal anterior
y otra en frente del transversal
posterior.
El señor Schrottky me ha tam-
bién mandado algunas larvas y
pupas de esta especie: las encon-
tró en los capítulos de la Chapia-
lia nutans (Compositae).
La larva es del tipo general de
la familia, de unos 5 mm. de lar-
go y 1 ^/i mm. de ancho mayor. La epidermis está sembrada de
dientecitos triangulares microscópicos y los estigmas recuerdan
muy bien un grupo de tres diatomáceas del género Navícula.
ha, pupa es una reducción de la larva: 3 mm. de largo y 1,6 de
ancho: se encuentra también en los capítulos de la Chaptalia.
Fig. 6.
Brethes.
Larva de UreUia plaiensis
Al lado están aumentados
una mandíbula, un pedazo de epider-
mis y un grupo estigmático.
NOTAS SOBRE UN BALLENATO DE 2.10 METROS DE LARGO
(BALAENOPTEKA ACÜTO- ROSTRATA LAC.)
POB
FERNANDO LAHILLE.
« When the zoologiat wishes to tkrow into Ihe
ttrongent relief the distinctive charctcter» of diffe-
rent ipeciea^ he aelects for comparUon fuüy <tdul¿
e^amples;
When the anatomist wiahes to trace their com~
munity of Urudure and their resemblancet^ youn-
(jer apecimena are beiter adapted for this purpoee, »
W. H. Flower.
En Septiembre 20 próximo pasado, un ballenato, muerto, vino
á varar en las orillas del canal de entrada al puerto de Buenos
Aires, en donde fué descubierto por el aventajado estudiante de
ciencias naturales, señor Martín Doello Jurado, quien dio inme-
diato aviso del hecho al Director del Museo Nacional. Desgracia-
damente fué descubierto muy tarde, así es que, cuando los prepa-
radores fueron á recoger el cetáceo, lo encontraron en plena putre-
facción, y los curiosos y desocupados, quienes nunca faltan en un
puerto, lo habían tajeado y mutilado de tal manera, que no se
pudo reconocer el sexo. Sólo se notó que el lomo y las aletas del
animal estaban de color gris oscuro y que su vientre era blanco.
En cuanto á las barbas, habían desaparecido. Se desprendieron
sin duda del paladar y cayeron al agua, entretanto flotaba el ca-
dáver en el río.
El esqueleto es sumamente interesante por ser de un balenóptero
recién nacido y por presentar caracteres cranianos muy especiales
que corresponden á su estado juvenil.
Lo refiero — por los motivos que indicaré al fin de la presente
nota — al Little piJced JVhale del hemisferio Norte, es decir á la Ba-
laenoptera acnto- rostrata Lacépéde, ó á una de sus variedades.
Las fotografías adjuntas (Lámina v), representan la cabeza del
joven cetáceo vista de perfil, de arriba, de abajo y de atrás.
376 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Por curiosidad he pesado las varias partes del esqueleto, obte-
niendo el resultado siguiente:
Cráneo kilos 1,815
Mandibula » 0,380
Columna vertebral » 2,828
Costillas . 0,490
Miembros » 0,270
kilos 5,278
Como las vértebras estaban sumamente esponjosas y frágiles, el
preparador del Museo tuyo que darles un baño de estearina; por lo
tanto, se puede considerar el peso de 5 kilos, como siendo el peso
total del esqueleto, cuyo largo total es de 21^10.
GRANEO .
A medida que uno baja en la simbólica escala de las formas de
vertebrados pentadáctilos, nota la existencia de un mayor número
de huesos en los cráneos de los adultos; y los naturalistas (hoy cuan
escasos! ) que se ocupan de la osteología comparada tratan de indi-
car las homologías de cada uno de estos huesos.
Como al principio no se hacía distinción éntrelos que derivan de
cartílagos y los que se forman directamente dentro del tejido con-
juntivo del embrión, se llegó á resultados incorrectos. Pero los
errores fueron aun mayores cuando se trató de reducir el cráneo á
una serie de vértebras más ó menos numerosas con sus correspon-
dientes arcos neurales y costillas !
Si nadie trata hoy de descomponer los cráneos en vértebras^ nadie,
sin embargo, puede dudar que la cabeza como el tronco sea consti-
tuida por segmentos.
Para poder establecer con rigor las homologías que existen entre
los huesos craneanos de dos tipos, sería preciso conocer bien el de-
sarrollo de cada hueso, es decir, los puntos y los procesos de su osi-
ficación, en los animales que se quiere comparar, teniendo cuidado
de basarse sobre un número suficiente de observaciones para no
considerar como regla una verdadera excepción.
Numerosísimos trabajos de valor (citaré sobre todo los de Wil-
cker y Virchow, de Luschka, de Renault y Rambault, KoUiker,
lahille: notas sobre un ballenato. 377
Stieda, Albrecht) nos han dado á conocer en cuanto al hombre la
historia fundamental de la osificación de su cráneo; pero grandes
discusiones demuestran, sin embargo, que para algunas cuestiones
no se ha llegado aún á resultados que satisfagan á todo el mundo.
Los trabajos sobre osificación de esta parte del esqueleto en los
demás vertebrados, y á pesar de los estudios de Parker, de Wieders-
heim, Bettany, etc., son muy contados.
Para ciertas órdenes, los cetáceos por ejemplo, se puede decir
que ignoramos todo! Fetos de ballena, no se obtienen todos los días,
y cuando un naturalista los recibe desea en general cous/&rvarlos
más bien enteros, limitándose á describir los caracteres exteriores
y la anatomía grosera.
Por lo tanto, y hasta que sea posible practicar investigaciones
embriológicas, lo único que se puede hacer consiste en la observa-
ción directa de los esqueletos más jóvenes, y en la indicación de la
existencia y relaciones de huesos que en ellos no se han coosificado
aún con los demás. Desgraciadamente los huesos que ofrecen mayor
interés en toda la serie de los vertebrados, los que se intercalan
entre el segmento occipital y el segmento parietal, se unen entre sí
muy temprano, así que no es fácil poner en claro las relaciones pri-
mitivas y las relaciones secundarias de estos elementos con los arcos
cefálicos pre y post-bucales.
Teniendo presentes estas consideracianes preliminares, podemos
abordar el estudio del cráneo de B.acuto-rostratayjuvenis, y como los
naturalistas más ilustrados son también los más indulgentes, creo
que si no participan de mis convicciones, no me reprocharán ex-
presarlas; soy el primero, pues, en considerar á algunas de ellas
más bien como hipótesis de investigaciones ó interrogaciones, y no
como resultados definitivamente adquiridos.
FORMA GENERAL.
B, acuto rostrata es el más pequeño de todos los balenópteros
actuales, y según una ley de la evolución, se aproxima por lo tanto
más que ningún otro á las formas primitivas de este género.
Por otra parte, como el presente esqueleto corresponde á un in-
dividuo muy joven, los caracteres ancestrales, tienen que ser más
marcados en éste que en los adultos.
Las principales particularidades del cráneo que á primera vista
llaman la atención son:
378 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
1.^ El largo relativamente grande de los nasales. Mirándolos
desde arriba, su borde anterior es casi recto y mirándolos hacia
adelante, se nota que el borde de cada uno es en forma de bisel y
el perfil de ambos forma un V invertido ó ^. Cuyo ángulo agudo
es dirigido hacia adelante.
^Revelan que al principio el orificio nasal estaba situado en los
cetáceos más cerca de la punta del rostro, y que ha ido trasladán-
dose hacia atrás hasta ocupar, en las formas más evolucionadas,
el vértice de la cabeza, á fin de permitir á estos animales de respi-
rar sin sacar enteramente el cráneo del agua ni interrumpir un
instante sus prodigiosos banquetes.
2.^ Lo que acerca más el cráneo de este ballenato á los cráneos tí-
picos de mamíferos y de reptiles, es la convexidad de los parietales.
En los mystacocetos actuales y adultos, la cresta occipital ó
lambdoidea, (que en ellos corresponde también en su parte ante-
rior á la cresta sagital), donde se inserta el músculo temporal,
proemina en la fosa temporal de tal modo, que la cara externa de
los parietales es sumamente cóncava; dando así á los cráneos de
estos animales el aspecto característico que tienen.
Como lo demuestra el cráneo que examino, este carácter repre-
senta una adquisición secundaria provocada por el aumento de
peso de la mandíbula y el desarrollo concomitante de su principal
músculo elevador.
El alargamiento del rostro y de la mandíbula y el aumento de
las distancias entre los cóndilos mandibulares son á su vez provo-
cados por la tendencia del animal en aumentar las dimensiones de
su aparato prehensor de alimentos.
3.° Una pequeña asimetría en el cráneo. La apófisis nasal ó as-
cendiente del maxilar derecho es notablemente más desarrollada
que la del maxilar izquierdo. No sería por acaso una indicación de
un parentesco, mayor de lo que se cree entre los mystacocetos y
los odontocetos. En estos últimos, como bien se sabe, los huesos
de la cara en la región nasal son siempre asimétricos.
Se nota otra asimetría en la parte infero-posterior derecha del
cráneo del ballenato. El foramen condilar por donde pasa el hi-
pogloso, existe sólo del lado izquierdo; del lado derecho no está
aislado del foramen lacerum posterius.
El nervio sale, pues, por este lado junto con los 9°; 10**, y 11^
¿Acaso no sería un indicio de la existencia de una asimetría
nerviosa?
Una asimetría en los nervios vaso -motores por ejemplo, podría
lahille: notas sobjre ün ballenato.
379
producir una nutrición distinta de ambos lados del cráneo y por lo
tanto un desarrollo desigual de órganos al principio simétricos.
Pero, si esta causa de deformación unilateral pudiese invocarse
en los cetáceos para explicar la disimetría craneana, quedaría
siempre por averiguar sus factores, es decir, las necesidades que la
determinan; ¡quien resolverá este problema!
Fig. 1. Inferior del cráneo de B. acido -rostrata. (Como el cráneo ha sido re-
presentado inclinado hacia adelante para ver mejor los segmentos internos, el
rostro se ve en escorzo).
V, vómer.
N, nasal.
Fa, frontal anterior.
P, parietal.
Pt, pterigoideo.
AP, alas parietales (alisfonoideo).
BP, basi- parietal.
BO, basi-occipital.
O, occipital (ex-occipital).
QJ, apófisis malar ( quadrato - jugal )
del temporal.
BF, basi -frontal.
AF, alas frontales (orbito-esfenoideo ).
BE, basi-etraoideo.
PF, pre-frontal.
M, max.il lar.
PM, pre -maxillar.
Después de haber tomado todas las medidas del cráneo de B^
acutO' rostrata que me parecieron importantes para establecer sus
Anal. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 8', t. ix. Enero 17, 1908. 26
380 MUSEO NACION.VL DE BUENOS AIRES.
proporciones características y poder compararlo con las de los
demás balenópteros, le hice verdaderamente saltar la tapa de los
sesos y me encontré en presencia de la caja craneana representada
por la figura adjunta. (Fig. 1).
Se ven los tres segmentos basilares posteriores cuyo conjunto
artístico hace recordar escudos de armas imperiales ó pontificias!
SEGMENTO OCCIPITAL.
En el ballenato, el basi-occipital mide 64 mm. de largo, y mirán-
dolo de perfil, uno observa que está constituido por dos huesos.
En el hombre (según Kambault, Renault, Albrecht) el basi-occi-
pital, sería constituido también por dos huesos, y al primero ó más
posterior de ellos Albrecht (1883) ha dado el nombre de basiótico.
El basi-occipital anterior del ballenato, presenta, por debajo, ver-
ticalmente y de ambos lados, una cresta longitudinal (cresta perió-
tica) y por arriba, una depresión transversal bastante profunda.
El basi-occipital posterior, forma un tubérculo sobre el cual se
ven los límites infero-internos de las caras condilianas. Representa,
sin duda ninguna, el tercer cóndilo ó cóndilo basilar de las tortugas.
Basta para convencerse, comparar con la fotografía de la lámina
V un occipital de un Chelone mydasy por ejemplo.
Es muy posible que bajo la designación de tercer cóndilo se
confunde en el hombre dos formaciones distintas :
1.** Puede ser que el basi-occipital guarde por carrét de déve-
loppement» su forma primitiva. En este caso los cóndilos laterales
se encuentran, como en los peces y anfibios, formados por los ex-
occipitales exclusivamente.
El tercer cóndilo representa entonces, cuando aparece, el cóndi-
lo inferior de la tortuga y de los reptiles, y la parte mediana del
cóndilo de los cocodrilos y de las aves.
2.** La presencia de un tercer cóndilo correspondería, según
Lachi, á un pre-atlas (1896 Boíl. R. Accad.med. di Genova). Este
autor da siempre á esta formación este significado.
Es evidente, sin embargo, que el primer caso puede existir, qui-
zá aun con mayor frecuencia que el segundo.
Pero esta teoría del pre-atlas no me satisface, porque sería muy
singular encontrar sólo en el hombre, — y de vez en cuando — un ele-
mento rudimentario que no existiera al estado de desarrollo en
lahille: notas sobre un ballenato. 381
ningún otro animal. Por lo tanto, iBn este segundo caso, es decir,
cuando las dos facetas articulares del basi - occipital se hayan ale-
jado una de otra para unirse con las facetas condilianas ex-occipi-
tales y formar con ellas los cóndilos laterales, creo con Kalenski
(Koenigsberg, 1893) que si aparece un tercer cóndilo, este entonces
es simplemente la osificación del ligamento occipito-odontoidiano
medio.
De todos modos, para el ballenato, no hay duda posible, su
tercer cóndilo con sus dos facetas laterales aun en contacto arriba
y atrás, representa bien el tercer cóndilo de los reptiles, ó la parte
que en los peces se articula directamente con el centrum de la pri-
mera vértebra.
En los peces, el cráneo no puede efectuar movimientos propios;
es decir, independientes de los de la columna vertebral. Los cóndi-
los ex-occipitales son pues destinados al principio á sostener el crá-
neo y ligarlo más íntimamente con la columna. En los anfibios
conservan esta función, pero las nuevas necesidades de la vida al
aire libre ó sobre el suelo, hacen que estos cóndilos se disponen
poco á poco de tal modo que llegan á permitir algún desplaza-
miento y pequeños movimientos de rotación de la cabeza.
Pero estos movimientos propios de la cabeza, no se efectuarán
con amplitud y facilidad, sino en los tipos más elevados, cuando los
cóndilos laterales se hayan aproximado mucho del centro del basi-
occipital ó se hayan fusionado con él; ó en fin, que éste existe sólo.
En la gran mayoría de los mamíferos, los movimientos propios de
la cabeza, se hacen factibles por una serie de adaptaciones distin-
tas . El nivel de rotación en vez de ser cráneo-vertebral, se encuen-
tra para ellos entre las dos primeras vértebras: atlas y axis. De este
modo el cóndilo impar, es decir, verdaderamente articular, desapa-
rece, ó se divide en dos mitades que se unen á los cóndilos ex-occi-
pitales, para reforzar el rol primitivo y esencial de éstos, un rol de
sostén.
Los ex occipitales del ballenato, están en contacto casi sola y
exclusivamente con el basi-occipital posterior. Del lado externo se
unen al hueso compuesto al cual se da el nombre de temporal y á
una pequeña parte de los parietales.
El supra-occipital, es en realidad, constituido por tres huesos
(fig. 2, SO). El más posterior entra en relación únicamente con los
ex-occipitales, lo llamaré: inter-occipital. Un otro hueso mucho más
delgado, máa blanco también, forma la parte anterior del supra-
occipital. Es en relación con los parietales y representa en realidad
382
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
un verdadero Ínter -parietal. Sus límites laterales con el ínter-
occipital, se encuentran mareados por una escotadura; como en el
hombre (fig. 3, 2).
_ I F
Fig. 2. Balaenoptera aculo -rostretta Lac.
SO, supra-occipital del ballenato constituido por: 10. inter-occipital; IP, inter-
parietal y IF, Ínter-frontal.
Vi, Vi, Va y Ve : vértebras cervicales. La 2*, 4* y O", vistas por su cara supe-
rior. La 1" por la cara inferior.
Debajo de la extremidad anterior del supra-occipital, se ve un
último hueso (IF) que penetra como una cuña entre los frontales y
Fig. 3. Homo sapiens L.
1. Desarrollo de la escama occipital en el bombre, según Stieda (1892); los
elementos que la constituyen representan para mí un inter-occipital 10, ínter -
parietal, IP, Ínter -frontal IF.
2. Occipital de un recién nacido, según Gegenbaur. BO, basi- occipital; EO, ex-
occipital; 10, inter-occipital aislado aun del inter - parietal por una hendidura
en los costados.
3. Occipital de un bombre (in Stieda). IF, buesos llamados por Ficalbi, pre-
interparietales, en algunos mamíferos ( algunas veces coosificados ) y encontrados
también en fetos humanos por Wilcker y Wirchow. IP, inter -parietal; 10, inter-
occipital.
Según Stieda, pueden aún coosificarse con la escama.
A notar la pequeña hendidura que existe sobre los costados entre el inter-
occipital y el inter- parietal del ballenato fig. 2.
lahille: notas sobre un ballenato. 383
que se prolonga hacia atrás para concluir casi al nivel de la protu-
berancia occipital extema.
Este hueso es un inter-frontal j corresponde al hueso llamado
frontal eu los reptiles. De modo que los frontales de los cetáceos,
y quizá de los demás mamíferos, corresponden á los frontales ante-
riores de los reptiles.
Dentro de un momento veremos dónde se encuentran los post-
frontales. Al principio el inter-frontal estaba en relación con los
nasales, pero la aproximación de los frontales anteriores uno áotro
para cerrar hacia adelante la cavidad craneana, hizo retroceder el
inter-frontal.
La continuación de este mismo proceso en otros mamíferos, es
decir, la aproximación de los parietales, causada esta vez por una
diminución del ancho de la boca, hizo retroceder aun más el inter-
frontal que se encuentra situado al fin, detrás de los parietales.
La figura 3, representa la constitución del supra-occipital en el
hombre y se ve, que cuando no falta ninguno de sus elementos, es
formado también, como en los cetáceos, por tres huesos, que con-
sidero como: inter-occipital (10), inter- parietal (IP) é inter-fron-
tal (IF).
Los inter-f rontales llamados : pre-inter-parietales por Ficalbi,
pueden ser únicos. Lo mismo los dos inter-parietales.
Alguna vez los tres pares de huesos se encuentran aislados todos;
otra vez todos unidos.
Las variaciones de osificación del esternón, demuestra además
que los huesos situados sobre la línea sagital' del cuerpo, pueden
proceder indistintamente de uno ó de dos puntos de osificación.
El segundo caso, representa sin embargo, —y por lo menos para el
esternón, — el modo más primitivo de desarrollo.
SEGMENTO PARIETAL.
El largo del basi-esfenoide, que propondré llamar más bien basi-
parietal, es igual al largo del basi-occipital,pero sus apófisis ó alas
laterales lo hacen aparecer como más voluminoso.
Su ancho mínimo es de 56 mm. y sus alas, medidas por debajo,
tienen un largo de BO mm. Su cara interna es un poco cóncava y
su borde anterior presenta una curva de forma elegante.
Las alas del basi-parietal (Ali-esphenoide), presentan en su borde
384 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
posterior uua escotadura que parece dividirlas en dos pares. Nacen
las dos del borde lateral y superior del centro del basi-parietal ;
las alitas á un nivel un poco más inferior que las alas. Estas se
continúan directamente y hacia arriba con los parietales, que apa-
recen como la propia prolongación de aquéllas.
Las alais parietales soportan por debajo los pterigoideos.
Cada uno de estos huesos parece doble; existe por lo tanto un
endo-pterigoideo y un ecto-pterigoideo. Este correspondería al
traspalatino de los reptiles ó al meso-pterigoideo de los peces.
En el hombre, al cual hay que referirse siempre, á causa de los
numerosos estudios á que su embriología ha dado lugar, considero
el basi-esfenoide como siendo también doble. La figura adjunta
(fig. 4) representa este hueso en un feto de ocho meses y vemos que
Homo sapiens L.
Osificación del esfenoideo de un feto de ocho meses. (Según Sappey).
BF, basi- frontal (pre - esf enoide).
AF, ala frontal (orbito - esf enoides). El ángulo antero- interno corresponde
quizá al centrum de la mitad anterior del basi -frontal.
BPa, basi-parietal anterior (parte anterior del basi- esf enoideo).
APa, ala del basi-parietal anterior (ali- esfenoideo).
BPp, y APp. basi-parietal posterior y su ala(= parte posterior del basi-
esf enoideo ).
Pti, Pte, endo y ecto-pterigoideo.
encontramos los dos centros anteriores de osificación del basi-esfe-
noide ya reunidos y de ambos lados notamos las grandes alas. Un
poco más atrás se ven los dos centros posteriores aun aislados y
fuera de ellos una zona de osificación que corresponde á las alitas
parietales del ballenato. Las apófisis anteriores ó alas parietales
anteriores soportan los ecto-pterigoides y las alas parietales pos-
teriores soportan los endo-pterigoides.
Los parietales en el ballenato son muy desarrollados y, como lo
he dicho al principio, presentan esta particularidad notable, de ser
lahille: notas sobre un ballenato.
385
fuertemente convexos hacia el exterior en vez de ser cóncavos
como en los adultos.
Mirando los parietales por su cara interna, se nota debajo de
ellos en el ángulo antero-superior y en contacto con los frontales
Pi^. 5. Phoca de Weddell (Leptony chotes WeddeUi),
Cráneo visto de arriba. Reducción o. a: I
F, frontal (frontal anterior).
PF, frontal posterior.
P, parietal.
anteriores^ un par de huesos casi fusionados con los parietales, que
son para mí verdaderos post-frontales.
En un cráneo que tengo de la foca de Weddell ^ y que figuro
(fig. 5) se encuentran también estos mismos huesos.
* A propósito de esta foca, no será quizá inútil indicar aquí los nombres sis-
temáticos que deben llevar las demás focas antarticas.
386 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Hasta en el hombre, Soemmring, Gruber, Tarín, etc., han descrito
parietales divididos oblicuamente en parte superior y en parte in-
ferior. La sutura es algunas veces paralela á la sutura sagital j la
parte superior representa para mí un verdadero post-frontal. Qui-
zá algunos huesos considerados como wormianos bregmáticos, no
son en realidad sino los rudimentos de estos mismos elementos!
Antes de poder afirmar que un hueso es wormiano verdadero,
es decir, que proviene de un punto de osificación accesorio (añadido
ú obtenido por división anormal de otro punto), sería menester co-
Familia: PHOCIDAE.
Sub-familia: LOBODONINAE (4 géneros).
Foca blanca ó de loa cangrejos Lohodon carcinophagus ( Jacq. y Puch.) Gray.
Foca de itoss ó de ojos grandes OmmcUophoca fíossi Gray.
Leopardo marino ó foca de los patos Hydrurga lept^nyx (Blv.) Gistel.
Falso leopardo marino ó foca de Weddell Leptonychotes Weddelli ( Less. ) Gilí.
Sub-familia: CYSTOPHORINAE (2 géneros).
Elefante marino ó foca de aceite Mironnga leonina (L.) Alien.
El segundo género de esta sub-familia, Ct/stophora^ es monotipico como todos
los géneros anteriores del hemisferio austral; comprende, pues, una sola especie:
la foca crestuda, Cystophora cHufata (Qmel.) Nilsson.
Familia: OTARIIDAE (6 géneros).
León marino ó lobo de un pelo Otaria leonina (Mol.) Péron nec L.
Lobo de dos pelos (de Patagonia) Ardocephalits aitstralis (Zimm.) Alien.
Pudiendo encontrarse también en el Estrecho de Magallanes, Canal Beagle,
Cabo de Hornos, etc., una especie de lobos de dos pelos (del Pacifico Sur) Atg-
tocephalus Fhilippii (Pet.) Peters.
No tengo conocimiento que el A. antardicus (Thunb.) All. de la costa Oeste
de Sud África se haya aun encontrado en nuestros mares. La pura verdad es que
el estudio biológico y faunlstico de los Pinnipedos que viven en nuestras aguas
no ha sido empezado aún, á pesar de su importancia industrial y comercial in-
discutible.
Eumetopias juhata (Schrebr.) Alien, ó león marino de Steller, representa en el
hemisferio Norte á nuestro león marino de Pemetty, Otaria leonina; entretanto
el género Callotaria representa en el Pacífico Norte nuestros lobos de dos pelos:
Arctocepkalíis,
J. A. Alien, quien se ha ocupado tan especialmente de los Pinnipedos, propone
llamar nuestra otaria común: Otaria byronia (Blv.), con el pretexto que el
nombre especifico leonina se usa para otro género de la famili^i de las focas.
Es una exageración no justificada. Bien se comprende que no se puede indicar
en la nomenclatura dos géneros distintos con un solo nombre ; pero no hay in-
conveniente alguno en adoptar un mismo calificativo para especies de géneros
distintos. Cuántas especies se llaman nigrescens ó niíidus, nUncans^ gigas^ fascia-
tu8^ etc., etc. ; sin embargo creo que nunca jamás los naturalistas se atreverán á
proponer que cada uno de estos calificativos sea usado para una sola y única
especie !
lahille: notas sobre un ballenato.
387
nocer perfectamente el desarrollo normal y la anatomía comparada,
actualmente tan descuidada, no sólo por los que se ocupan del hom-
bre, sino también por los naturalistas, cuya tendencia desgraciada
es limitar de más en más el campo de sus observaciones. Olvidan
que para tener una idea exacta de un edificio hay que recorrer todos
sus pisos, muchas veces pues será la disposición de uno de ellos que
explicará las particularidades extrañas presentadas por algún otro.
Aunque haya que temer el confundir homologías con simples
analogías producidas por la adaptación á un mismo modo de vida,
creo que existen las mayores afinidades entre los cetáceos y los
ictiosaurios, reptiles marinos, que desde el Trias al cretáceo se
CL CM CL
Fig. 6. B. acnlo-rodrata Lac.
Parte supero -posterior del cráneo.
Mx, maxilar.
N, nasal.
FA, frontal anterior.
PF, post -frontal.
IF, ínter -frontal.
P, parietal.
IP, Ínter- parietal.
QJ, apófisis malar del esquamosal.
O, occipital.
10, ínter -occipital.
CL, cóndilo lateral.
CM, cóndilo medio.
encuentran tanto en el Norte como en el Sur (Inglaterra, Francia,
Antillas, Chile, Nueva Zelandia, Australia, etc.), y cuyo largo máxi-
mo no pasaba de los 10 metros, dimensiones en relación con las de
Balaena marginata y de B, acuto-rostrata, tipos de ballenas y de
balenópteros actuales los menos alejados de las formas primitivas.
388
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Los ictiosaurios me parecen, sin embargo, demasiado especiali-
zados para que sea posible considerarlos como el tronco de origen
de los cetáceos; creo, que tanto para los unos como para los otros,
hay que buscar el punto de derivación en el Trias inferior^ en los
anfibios stegocéfalos.
Al lado del cráneo del ballenato ,(fig. 6) represento un cráneo
del Vapitosaurus nasutun V. Meyer (fig. 7), del Trias (Silesia,
Fiíf. 7. CapüosauniH TunnUun v. Meyer.
Pmx, pre-maxillar.
Mx, maxillar.
N, nasal.
La, lacrimal.
Fa, frontal anterior.
F, frontal.
IF, Ínter -frontal.
J, jugal.
Fp, frontal posterior.
PF, post- frontal.
Po, post -orbitario,
psq, pre-squamosal.
Sq, squamosal.
P, parietal.
IP, Ínter- parietal.
ST, supra- temporal.
QJ, quadrato- jugal.
Q, quadrado.
E, Epi- ótico
So, supra -occipital,
lo, Ínter -occipital.
Op, opistótico.
O, occipital.
EO, ex -occipital.
BO, basi- occipital.
"Würtemberg). En la mitad izquierda doy la nomenclatura de los
huesos según Zittel, y en la mitad derecha la que corresponde á mi
interpretación.
Como en el ballenato, el vómer en estos animales interviene en
gran parte en la constitución del paladar.
lahille: notas sobre un ballenato. 389
Entre los cetáceos y los ictiosaurios, y de un modo general en-
tre los vertebrados, cuyo rostro se alarga en forma de pico por el
desarrollo del pre-maxilar y maxilar, el orificio nasal queda hacia
atrás y parece por lo tanto acercarse al ojo.
Los ictiosaurios, como los demás reptiles, tenían una circulación
incompleta y sus plástidos estaban acostumbrados á vivir así con
una sangre incompletamente oxigenada. Sus necesidades respira-
torias no eran tan grandes como para los mamíferos, así es que los
orificios nasales quedaron en la base y sobre los costados del rostro,
separados de la cavidad orbitaria por el lacrimal y el prefrontal.
Pero en los cetáceos, para facilitar la respiración los dos orificios
nasales han ido poco á poco uno hacia el otro y de laterales se han
hecho dorsales. Esta tendencia: 1.^ produjo la diminución progre-
siva de los huesos nasales. 2.^ hizo subir al mismo tiempo los fron-
tales anteriores que podían de ese modo clausurar por delante la
cavidad craneana, lo que representa otra gran ventaja.
Los cetáceos han conservado el doble cóndilo de los anfibios
agregándole el central de los reptiles.
SEGMENTO FRONTAL.
El pre-esfenoideo del ballenato, ó mejor dicho el basi-frontal,
mide 50 mm. de largo en su medio, por 84 de ancho máximo. Su
contorno general es hexagonal y su cara superior convexa. Se ar-
ticula por su lado antero-lateral con el frontal que no llega á tener
relación con el basi-parietal ó sus alas.
Las alas del basi-frontal nacen de la mitad anterior y superior del
centrum, se dirigen casi horizontalmente hacia el borde antero-
lateral de este centro, pero no pasan más allá y se unen con la
parte superior y con la parte posterior á las apófisis orbitarias
del frontal.
Se unen atrás con la mitad posterior del centrum formando así
el puente por debajo del cual pasa el nervio óptico.
La cara interna de los dos frontales es muy cóncava, y si en el
ángulo postero-inferior los parietales se unen á estos huesos por
todo su espesor, recubren solamente los frontales en el ángulo
antero-superior, estando allí los frontales en continuación directa
<jon los post-frontales, y sobre todo con el inter-frontal. Este com-
pleta por arriba el segmento.
390 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
SEGMENTO ETMOIDAL.
La parte posterior del mesetmoide, mejor dicho del basi-etmoidal,
se encuentra ya soldada con el basi-f rontal y, para el que mira des-
de el interior de la cavidad craneana, aparece como una apófisis si-
tuada entre las alas basi-frontales.
Presenta dos alas laterales con las cuales el vómer se encuentra
ya coosificado. Este último hueso se extiende hacia atrás hasta la
mitad del basi-parietal.
En el ballenato, los turbinales, ó etmoides laterales, no estaban
sin duda muy osificados y el preparador los ha suprimido desgra-
ciadamente.
Los nasales parecen corresponder á huesos de membrana desti-
nados al principio, á completar por arriba el presente segmento.
Son verdaderos inter-turbinales.
MANDÍBULA .
En el primer tercio de la mandíbula, en las inmediaciones de la
apófisis, el surco dentario es muy profundo y dilatado en su fondo.
Está situado más cerca de la cara externa de la mandíbula que de
la cara interna. Pero toma una dirección oblicua y viene áocapar
en el tercio medio, el borde interno del hueso. En fin. en el último
tercio vuelve hacia la línea superior y mediana de la mandíbula
y concluye antes de llegar á la base de la apófisis coronoidea.
Esta desviación me parece en relación con la posición en la cara
supero-externa del tercio medio de la mandíbula de cinco orificios
situados en hilera.
Corresponden el foramen del mentón del hombre ú orificio del
canal dentario inferior por donde sale el nervio dentario inferior y
una arteriola.
El Director del Museo Nacional, llamó hace tiempo mi atención
sobre el carácter reptiliano de la presencia en la mandíbula de los
cetáceos, de estos múltiples orificios. En todos los demás mamífe-
ros no existiría sino uno solo.
El diagrama adjunto (fig. 8), inspirado por uno de Flover, re-
presenta las principales relaciones inter-óseas de los elementos del
cráneo y de la cara, tales como las concibo, y teniendo en cuenta
las últimas observaciones que acabo de hacer sobre el ballenato y
sobre la constitución del esquamosal.
lahille: notas sobre un ballenato.
391
La necesidad de aislar en el dibujo huesos normalmente super-
puestos y de representar en un solo plan los tres planes del espacio,
>
!3
o?
a §
en
c8
5
bC
Cb
no permite hacer resaltar todas las relaciones á la vez. Para los
seis huesos peri-orbitarios primitivos ^ se necesitaría otro esquema.
Tal como es, se ven los cuatro macromeridos basilares, divididos
* Pre-frontal por arriba; jugal por abajo; supra-orbitario ó supra-ciliar y lacri-
mal por delante; post-frontal y post-orbitario ó pre-squamosal por atrás.
392 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
cada uno en dos micromeridos. El basi-occípital (B O), el basi-pa-
rietal (BP) ó basi-esfenoideo, el basi-frontal (BF) ó pre-esfenoideo,
y el basi-etmoideo (BE) ó mesetmoide osificado y cartilaginoso.
Los micromeridos anteriores del basi-parietal y basi-frontal pre-
sentan un par de alas: alas parietales (A P) ó ali-esfenoideo, y alas
frontales (A F) ú orbito-esfenoideo.
Los macromeridos basilares son, por arriba y respectivamente, en
relación con los occipitales (O) ( — exoccipitales), los parietales (P),
los frontales (F) (=^ pre-frontales), los etmoidales ( E ) (^etmoy
maxilo turbinales).
Junto al frontal (-— pre-f rontal) se puede observar un supra-or-
bitario (S), y juntos al parietal: un post-f rontal (P F) y un post-
orbitario (PO). Cerrando la caja craneana por arriba, se encuentran
los inter-occi pítales (I O) (^^ supra-occipital ó parte de él), los in-
ter-parietales (IP), los in ter- frontales (I F) y los inter- etmoi-
dales (I E) ( :== nasales).
Alguna vez ambos huesos de un mismo segmento y de la zona
sagital se unen entre sí ó más bien no se dividen.
Por debajo : el basi-parietal está en relación directa con los endo
y ecto-pterigoideos (Pti y Pte); el basi-etmoidal posterior ó el basi-
frontal anterior lo es con los vómeres (V o) que se unen en uno
solo en las formas superiores.
En el ballenato, el hueso que se llama squamosal, presenta tres
fuertes apófisis, cuya más interna se divide á su vez en dos. La apó-
fisis anterior representa el quadrato-jugal y entra en relación con
el jugal (J) y el lacrimal (La). La apófisis posterior sirve para la ar-
ticulación de la mandíbula (Md) y representa el cuadrado (Q), unido
en los peces, por el meta-pterygoideo, con el jugo-mandibular.
La tercer apófisis bífida representa el simplectico (S y) y sirve,
en el ballenato como en los peces, para la articulación del segundo
arco visceral [(arco-hyoidiano: stylo-hyal, S Y; epi-hyal E Y; ce-
rato-hyal (C Y), basi-hyal, B Y; thyro-hyal, (T h y)] al mismo
tiempo que entra en relación con la extremidad posterior del pteri-
goideo que se continua hacia adelante por el palatino (P 1) el maxi-
lar (M x) y el premaxilar (P m x).
En cuanto á los huesos derivados de la cápsula auditiva primiti-
va, podemos considerar la parte petrosa como representando á la
vez el epi, espheno y ptero-otico. Lo que se llama vulgarmente el
caracol de ballena es el timpánico, en cuanto al opistótico y al
proótico me parecen unidos con el squamosal, como lo muestra una
división muy profunda que se nota aún en los balenópteros adultos
y que es visible en la fosa temporal.
LAHILLE: NOTAS SOBKE UN BALLENATO.
393
El martillo y el yunque, derivados del cartílago de Mockel, per-
tenecen al primer arco visceral ó arco mandibular; el estribo deri-
va del segundo arco visceral ó arco hyoideo.
El cuadro siguiente indica algunas medidas absolutas y centesi-
males del ballenato que examinamos, en relación con medidas cen-
tesimales de una Salaenoptera acuto-roíitrata^ hembra joven, de 3
metros de largo, conservada en el Museo de la Universidad de
Edinburgo, y estudiada por W. Turner. (The lesser Rorqual:
Balaenoptera rostrata^ in the Scottish seas, with observations on
its anatomy. Proc. Eoy. Soc. Edinburgh, Sess. 1891-92, pp. 36-76).
Como la punta del rostro del ballenato estaba rota, he aumenta-
do el largo de la cabeza de 20 mm. que representan lo que faltaba,
más ó menos, á los premaxilares.
Medidas del cráneo.
Nombres de las medidas
Abrevia-
turas
medidas
I absolutas
Ballenato
medidas
cen-
tesimales
Largo del cráneo (Largo cóndilo-j
premaxilar, línea recta) L
Largo del rostro R
Largo del maxilar (de la punta al I
borde posterior apófisis nasal). . I Mx
Largo del premaxilar ..I Px
Desde el borde anterior del aguje-,
ro raquídeo (encima del vértex)!
hasta la extremidad del rostro*
(en línea recta) I LSo + RSo
Desde el borde anterior del agujero'
raquídeo (encima del vértex) has-
ta el borde superior del occipu-i
cío (línea recta) .1 LSo
Ancho máximo del cráneo , Max
Ancho del rostro en su base | B
Ancho del rostro en su medio i b
Ancho por el medio de los bordes^
orbitarios de los frontales FF *
Ancho máximo de la apófisis na-
sal del mnxilar detrás de la base
del rostro DMx
Ancho máximo entre los bordes ex-!
temos de ambos premnxilares.. .' DPxe
Ancho máximo entre los bordes in-,
ternos de ambos premaxilares. . . DPxi
Altura máxima desde el vértex]
hasta los pterygoideos HC
Largo de la mandíbula (en línea'
recta) Md
Largo de la mandíbula siguiendo
la cara externa I Me
Altura de la mandíbula en el c^ni
dilo I Me
Altura de la mandíbula en el co-,
ronoideo I HM
Altura de la mandíbula en la sin-!
fisis Hs
cts.
54,5
80
37
85,5
55,0
18,8
80,2
18,9
10,9
27,0
8,0» y 2.5
7,0
5,6
.18,2
50,5
53,0
4,8
7,9
2,7
B, acuto-
roíftrcUa
medidas
centesim.
100
55,0
67,8
(55,1
100,9
28,8
55,3
34,4
20:0
49,5
©,5 - 4,5
12,8
10,2
33,3
92,6
97,2
8,8
14,4
4'9
(81 cts.)
62,5
67,2
64,6
50,0
81,8
21,9
46,9
45,8
9,4
7,8
98,8
96,4
10,2
18,3
5,5
La apófisis nasal derecha es más ancha que la izquierda.
394
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Otras medidas del cráneo del ballenato.
Nombres de las medidas
Dimensio- Dimensio-
nes I nes cente-
absolutas 1 simales
Del borde superior occipital hasta la punta del pre-:
maxilar !
Distancia entre los bordes externos de los dos prema-
xilares en el medio del rostro
Lar£o máxin»o de los nasales por arriba [
Ancho máximo de los nasales '
Largo del borde externo de las apófisis orbitarias del I
frontal ( línea recta) '
Desde la punta del rostro basta el borde posterior del
vómer
Profundidad de la cavidad orbitaria (del medio del
borde de la apófisis orbitaria del frontal al borde 8U-|
perior del palatino) I
Relación entre la base del rostro y la distancia Ínter-,
parietal (linea tangente al borde posterior de la apó-,
fisis nasal del maxilar >
Rostro. Altura en su medio ,
Hueso timpánico. Largo i
» » Diámetro horizontal mínimo i
» » Distancia mínima entre ambos I
Agujero raquídeo. Diámetro horizontal máximo '
» » Diámetro vertical máximo ¡
Cavidad orbitaria. Diámetro horizontal máximo
» » Altura máxima (entre hueso malar
y apófisis orbitaria del frontal) i
Palatinos. Largo máximo I
» Distanci a mínima **ntre los bordes latero-
superiores de ambos ,
Extremidad del rostro hasta el borde anterior de los'
palatinos ■
Extremidad del rostro hasta la extremidad posterior de
las apófisis pterigoideas
Apófisis pterigoideas. Distancia entre las puntas de^
ambas
Temporales (Apófisis mandibulares). Distancia entre
los extremos de ambas |
Maxilar. Largo de la cara inferior
» Distancia entre los bordes extemos de sus
apófisis frontales al nivel del medio de los nasales. . I
Parietales. Largo lateral máximo '
Basi-occipital. Largo por debajo >
Cráneo. Diámetro entre ambos ángulos formados pori
las apófisis (malar y pterigoidea) del temporal I
Cráneo. Distancia entre las extremidades de las apófi-¡
sis orbitarias del maxilar j
Cráneo. Diámetro al nivel del borde an tero-superior |
del supra-occipital i
Cráneo, Distancia entre U»s bordes externos de las apó-^
fisis paramastoideas i
890
55
78
85
110
450
92
50
72
46
45
53
85
m
58
181
96
280
445
70
255
860
88
186
64
221
257
185
226
71.5
12.8
6.4
20.1
82.5
17.0
9.1
18.2
8.4
8.2
9.7
6.4
14.6
10.6
24.0
17.7
51.8
81.6
12.8
46 7
65.9
16.1
84.1
11.6
40.5
47.1
24.7
COLUMNA VERTEBRAL.
En B. acuto-rostrata, la composición de la columna vertebral se
puede considerar como casi fija. Es la siguiente:
C7;D 11; L 12; Ca 18^:48.
lahille: notas sobre un ballenato. 395
Y Escrich, quien ha estudiado en Noruega una gran cantidad de
individuos, dice: «In ailthe foetus of the Vaagehwai examined by
me, I found 48 vertebrae».
Pues bien, en el ballenato que estudio, la composición es idénti-
ca. Las 18 caudales pueden dividirse: en caudales propiamente
dichas que corresponden á los huesos en V y en vértebras pínicas,
(de pinna, aleta) que no presentan ni arcos neurales, ni huesos en
V y que corresponden á la aleta caudal.
En el presente individuo éstas son en forma de segmentos esfé-
ricos, con una canaleta que divide por el medio su cara externa.
La fórmula vertebral del ballenato es, pues, la siguiente:
C7;D 11; L 12; C 7; P 11 =48.
El cuadro siguiente indica las principales dimensiones délas vér-
tebras, pero hay que advertir, que en el largo de los centros, no van
comprendidos los discos inter-vertebrales.
En B acuto-rostrata de Europa, el número de huesos en V es en
general de 9 y alguna vez de 8. En el ballenato no he visto sino 7,
pero puede ser muy bien que el último ó los dos últimos reducidos
á nodulos aun poco osificados se hayan extraviado.
Los arcos neurales á esta edad no están aun unidos con los cen-
tros.
Quien considera la columna vertebral, nota en seguida el gran
tamaño que alcanzan las lumbares, principalmente las últimas, y
comprende que sirven de punto de inserción á la masa muscular
más importante del tronco, ó la que preside á la natación más ac-
tiva.
De las vértebras cervicales, sólo son osificados los centros (opis-
tocélicos) y los arcos neurales. Los pedúnculos de éstos son muy
achatados y dispuestos en el plano mismo del centro. Las láminas
presentan al contrario una torsión de 90<> sobre los pedúnculos.
(Fig.2, pág.382.)
La inserción de la lámina sobre el centro es paralela á éste en las
primeras vértebras, luego oblicua, y en fin, á la 14.* vértebra, se
pone perpendicular á éste.
Los dos arcos neurales de cada vértebra, llegan al contacto sólo
en la décima vértebra y naturalmente siguen del mismo modo en
las siguientes.
Ahal. Mü8. Nao. Bs. As., Ser. 8*, t. ix. Febrero 19, 1908. 27
396
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
D1MRM8IOVB8 DK LAS V¿BTEBEAS.
(Medidas absolutas).
Centrum
Distancia
Nos.
Clase
Altura del
arco neural
exterior de
la apófisis
1
C 1
Largo
15
Diámetro
Altura
transversa
66
16
50
2
C 2
19
69
42
42
8
C 8
8
65
42
31
4
C 4
6
ÍÍ6
48
81
5
0 6
9
66
46
29
6
C 6
9
68
47
80
7
0 7
18
64
50
27
8
D 1
9
64
50
88
9
D 2
12
67
50
89
10
D 8
16
70
51
45
11
D 4
19
70
51
46
12
D 5
21
71
51
44 ♦
18
D 6
24
71
51
47 *
(♦*)
14
D 7
26
78
52
47 ♦
16
D 8
27
74
62
44 ♦
16
D 9
26
74
52
40 ♦
17
DIO
80
75
57
46
__
18
Dll
29
76
55
58
19
L 1
29
76
58
65
147
20
L 2
81
78
54
56
151
21
L 8
84
76
56
54
152
22
L 4
85
76
59
55
162
28
L 5
84
77
62
57
166
24
L 6
85
78
68
57
164
25
L 7
86
78
62
58
165
26
L 8
89
78
65
57
167
27
L 9
44
78
65
57
157
28
LIO
45
79
68
62
148
29
Lll
46
80
68
57
127
80
L12
46
80
71
52
122
31
Ca 1
47
76
74
45
114
82
Ca 2
46
76
77
40
95
88
Ca 8
46
76
76
38
87
84
Ca 4
48
70
72
80
81
86
Ca 5
88
62
66
20
70
86
Ca H
84
58
57
12
59
87
Ca 7
81
56
58
51
38
Ca 8
27
51
50
_..
89
Ca 9
22
40
40
—
40
CalO
18
80
50
41
Cali
16
28
28
—
42
Cal2
15
23
23
—
—
43
Cal8
18
20
20
44
Cal4
10
15
15
45
Cal5
10
12
12
—
—
46
CalH
8
10
10
—
47
Cal7
6
8
8
—
48
Cal8
—
—
—
—
—
* Cifras aproximadas. El arco neural está roto é incompleto.
** Las apófisis transversas de las vértebras dorsales son aun simplemente car-
tilaginosas. En las cuatro últimas, se nota un núcleo huesoso que se unirá más
tarde al centrum.
LAHILLE : NOTAS SOBEE UN BALLENATO.
397
Altura de los huesos eh Y.
Nos. de las
Clase
Posición y altura de los huesos
Vértebras
de Vértebras
en V.
30
L 12
V 1 ....
9 mm.
81
C 1
V2 ....
25 .
82
C 2
V8 ....
81 .
88
C 8
V4 ....
81 .
84
0 4
0 5
V 5 ....
80 *
85
V 6 ....
27 .
86
C 6
C 7
V 7 ....
20 »
87
88
C 8
Dimensiones de las costillas.
Nos.
Le*
Ld«
Dm'
Nos.
Le
Ld
Dm
1
282
186
19
7
816
259
11
2
882
270
17
8
290
245
11
8
878
807
17
9
268
226
12
4
894
812
14
10
246
218
11
5
880
298
12
11
280
215
8
6
841
272
U
—
—
—
~
ESCÁPULA.
Largo máximo: 16B (% del cráneo: 30.2). Altura (línea normal
á la cavidad glenoidea) 110 (% del cráneo 20.1). Largo del acro-
mión 40. Ancho del acromión á su base. 23. Dimensiones de la
cavidad glenoidea 3, 8 x 5,3. El coracoide es aun casi enteramente
cartilaginoso.
' Le, Ijargo siguiendo el contomo.
* Ld, Largo en linea recta.
' Dm, Espesor en el medio.
398 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
BRAZO.
Húmero^ largo máx. fia •"" (o/o del cráneo 11.7; Ancho mínimo: 42 "
Cubito, largo máx. (sin apófisis). 118 » (O'o del cráneo 20.3) Ancho mínimo: 18
Radio, largo máx. (sin apófisis ). 132 » (o/o de cráneo 24.2) Ancho mínimo: 25
MANO.
Todos los huesos del carpo así como las epífisis del radio y
del cubito, están aún en estado cartilaginoso. El largo del carpo
y de la mano es de 1,43 centímetros.
Existen sólo los metacarpos 11, III, IV y V, y corresponde
respectivamente á cada uno el número siguiente de falanges: 3, 6,
6, 2.
Según Lilljeborg, en un individuo de B, acuto- rostrata de Ber-
gen, el número de falanges era, 4, 7, 6, 3. Es que posiblemente, él
como varios otros cetólogos, suman juntos los metacarpos y las
falanges.
El ballenato de la Boca tendría así la misma fórmula digital
que el ejemplar de Noruega.
Hay que advertir, sin embargo, que cerca de la punta de los de-
dos 3, 4 y B, se notan otros nodulos no osificados pero más densos
al parecer que el simple cartílago y podrían corresponder al nú-
mero superior de falanges que observó Kükenthal en un embrión
de la misma especie: 4-8-9-4.
De todos modos hay que notar que la mano de esta especie es casi
simétrica como en muchos ungulados quadridigitados. Los dos de-
dos internos son casi iguales entre sí y también lo son los dedos
externos.
SISTEMÁTICA.
Los fabricantes de especies encuentran en la taxoiomía de las
ballenas un verdadero campo de explotación y este campo es gran-
de en razón misma de la escasez del material de estudio, de la im-
perfección de muchos dibujos y de las diagnosis incompletas ó
deficientes presentadas por tantos autores.
Cuando un animal es común y de transporte fácil, los naturalis-
lahille: notas sobre un ballenato. 399
tas pueden verificar la amplitud de sus variaciones y comparar el
ejemplar que poseen con otros que consiguen con facilidad de cual-
quier corresponsal. Pero para las ballenas, cuyos restos, muchas
veces inccmpletosy se ven sólo en grandes Museos, las compara-
ciones, las determinaciones y los estudios tienen que hacerse, en
general exclusivamente, sólo según descripciones y dibujos.
En estas condiciones, es siempre fácil encontrar una diferencia
entre la realidad que uno observa y lo que consignan las publi-
caciones. Así es que de allí á crear una especie nueva, no hay para
muchos sino un paso.
No debería, sin embargo, bastar el señalar una distinción entre
dos formas. Deberiase, ante todo, apreciar el grado de valor de la
diferencia y no olvidarse de lo convencional que es la sistemática.
Si Linneo, quien creía en la existencia y en la permanencia de las
especies, podía tratar de catalógatelas, la tarea resulta muy ingrata
para un evolucionista, quien ve sólo individuos variables, oscilando
al rededor de un tipo á su vez transitorio, que no es posible esta-
blecer además, sino gracias al examen de un número considerable
de individuos de todas regiones, de toda edad y de todo sexo.
La zona del mar en la cual pueden vivir las ballenas — que la
necesidad de la respiración aleja de las grandes profundidades —
presenta una serie de condiciones biológicas muy semejantes en
todas las regiones, y se concibe por lo tanto, que los tipos de cetá-
ceos que provienen de un mismo origen, no se hayan especializado
aun mucho, y que los tipos que proceden de origen distinto se
hayan puesto parecidos por la convergencia de formas causada por
la adaptación á un mismo medio. La diferenciación de los tipos se
obtiene pues ó se conserva, principalmente por la segregación, es
decir, por la vida en un medio nuevo y muy particular.
Cuando una forma se encuentra adaptada ó puede adaptarse á
condiciones muy generales, es fácilmente cosmopolita.
Los megápteros, y los balenópteros sobre todo, gozan de este
privilegio; están muy poco confinados en regiones especiales, y
por consiguiente, la producción de nuevas formas específicas y su
mantenimiento ó fijación, es en este grupo muy difícil.
Entre estos animales se observa, por lo tanto, alrededor de un
tipo general— que construímos artificialmente por abstracciones —
un gran número de formas no fijadas. Sin embargo, gracias á la
obra fundamental de F. W. True sobre la osteología comparada
de los Mystacocetos del Atlántico Norte, y la revisión científica
efectuada por él de todos los documentos bibliográficos anterio-
400 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
res ^y se ha podido reducir á siete el número de los balénidos y ba-
lenogtéridos que viven en este océano ^
En el país hace muchos años que aprovecho cuanta ocasión se
presenta para estudiar los cetáceos que llegan á nuestras playas.
Así he podido recoger y examinar tres individuos de Balaenoptera
borealis (uno en Tres Arrojaos, otro en Mar del Plata, el último en
Palermo); Balaenoptera physalus (en Bahía Blanca, Agosto 1896);
Balaenoptera miramariSj cuyo esqueleto gigantesco hice transpor-
tar al Museo de La Plata; Megaptera nodosa (en Punta Indio, Eío
de La Plata)'; en fin B. acuto-rostrata^ ó el actual ballenato encon-
trado en el Puerto de Buenos Aires.
He adquirido así la convicción de que las formas de Balenoptéri-
dos del Atlántico Sur no presentan caracteres bastante numerosos
y marcados como para distinguirlos por un nombre específico, de
los cuatro tipos del Atlántico Norte. Cuando tengamos un gran ma-
terial, podremos tratar de definir variedades un poco estables. Pero
conviene, entretanto, insistir más bien sobre la semejanza de las
formas y no sobre sus diferencias, para obtener ante todo, el cono-
cimiento completo de los rasgos esenciales y constantes de cada tipo.
Sólo con esta base firme podremos caracterizar luego las ramas
divergentes que conducirán con el tiempo á otras formas específi-
cas, ¡si no quedan en el camino!
Los cuatro balenóptóros típicos del Atlántico se distinguen os-
teológicamente entre sí del modo siguiente:
!48 ( - 50 ) J9. actUo-rodrata Lac.
55 ( - 56 ) B. borecUit Lesson.
6H-6S)B.phv«lut(h.).
convexo.— Vértebras: 68-65 B. mutcuí^u (L.).
A. B, acuto-rostrataj se ligan : B. Davidsoni Scammon, B. bonae-
rensis Burm., B. HuttoniGreij, B. Racovitzai Lah.
A. B. borealis, se ligan: B. laticeps Gray y B. Schlegeli Flow.
A. B. physalus se liga: B, patachonica Burm.
1 Whalebone Whale of the Western North Atlan. Compared With those oocu-
rinp: in European Waters .... 1904.
• Balaena mysíicetus L. — Bálaena glacicUis Bonn. — Megaptera nodoaa (Bonn.) —
Balaenoptera acuto-roatrata Lac. — B. borealis Less. — B. pkyacUus (L.) — B. muteu-
¡U8 (L.)
Además, llega de vez en cuando al Atlántico Sur, la Neohalaena marginata
Gray, del Pacífico.
* Recibí también últimamente de la Georgia del Sur, tres fetos de esta misma
especie y los estudiaré en un próximo trabajo.
lahille: notas sobre un ballenato. 401
A. B. musciilKs se ligan: B. intermedia Burra, y B, miramaris
Lah.
Como lo he dicho al empezar, refiero al grupo de B. acuto-ros-
tratü] el ballenato que acabo de examinar; y no tanto, á causa del
número de sus vértebras, como á causa del número de falanges de
sus dedos, del contorno recto de los bordes externos de sus maxila-
res, y también á causa de la forma de sus nasales y de la posición
de los bordes anteriores de estos huesos al nivel de la base del ros-
tro^ y en fin, á causa de la apófisis coronoidea relativamente tan
elevada, etc.
Como la coloración de la mano y del borde del maxilar no se ha
podido notar con exactitud y (¡ne nada se sabe respecto á la ali-
mentación del ballenato; no es posible precisar si pertenece:
1.® al tipo mismo de B, acuto- rostrata ^j especie ictiofaga, cuya
pectoral presenta una faja blanca transversa.
2.0 & B. Racovitzai^ del Atlántico, especie planctonofaga, cuyo
contorno mandibular superior está adornado con una faja estrecha,
de un color blanco amarillento brillante. Como B. Davidsoni del
Pacífico Norte, representante de B, acido -rostrata (si no idéntico
con él }, B. Eacovitzai suele sacar la cabeza entera fuera del agua,
nadando de vez en cuando verticalmente.
3.0 6 k B, bonaerensis Burm., forma de la zona templada.
Lo que dificulta aún más la identificación de la variedad del
ballenato es su estado juvenil, pues no conocemos todavía los ca-
racteres de los jóvenes de todas las variedades de B. acuto-rostrata.
Agradezco al Sr. Director del Museo Nacional haberme propor-
cionado la oportunidad de estudiar tan interesante balenóptero.
EXPLICACIÓN DE LA LAMINA.
Cráneo de B, aculo-roürata Lac. juvenis.
La redacción es de 1:5,2 del tamaño natural para el cráneo visto de perfil, de
arriba y de abajo; y de 1:8 para el cráneo visto de atrás.
* Pikewhale ó Bag Whale (Inglés), Vaagehval (Noruego), Vinkhval (Sueco),
Zwergwal (Alemán).
* Menke Whale (Bull 1895), Minckwal (Larsen), Minke hval (Kristensen 1895).
NOTA SOBRE LOS ZOARCIDOS ARGENTINOS
POR
FERNANDO LAHILLE.
La familia de los Zoarcidos es una de las más interesantes entre
todas las que derivan directamente de los Acantopterigios perci-
formes ó típicos.
Nos enseña cómo los pecQs litorales y nécticos se han adaptado
poco á poco á la vida béntica ó sobre los fondos y á la vida abisal
ó en aguas profundas.
Las escamas cicloideas disminuyen de dimensión, no alcanzan
ya á recubrirse una á otra y desaparecen sobre la porción anterior
de la cabeza primero (Caneolepis), luego en otras formas sobre
toda la cabeza y el tronco (Lycodálepis); y finalmente en otras,
sobre la región caudal también.
Los radios de la dorsal, todos espinosos en los Blenniidae, se
ponen blandos en los Zoarcidos en la región anterior de la dorsal
primero (Zoarces) y después en toda su extensión en los demás
géneros.
La boca aumenta de tamaño á medida que los alimentos escasean.
El cuerpo toma de más en más el aspecto de anguila y su extremi-
dad posterior se termina en punta con una caudal de estructura
homocerca y de forma gefirocerca.
En Zoarces y en Lycodonus, aun se nota una pequeña diferencia-
ción de la caudal, pero en todos los demás representantes de la
familia, las aletas impares conservan la disposición típica primi-
tiva y forman una sola aleta continua.
Las ventrales nunca filiformes, van atrofiándose progresiva-
mente y en un grupo (GymnolincB) concluyen por desaparecer.
Por efecto de la conservación ó de la reaparición de caracteres
más primitivos, los Zoarcidos llegan á presentar formas tan pare-
cidas á las de los Gádidos, que como lo hizo notar Boulenger, es
difícil en algunos casos referir una especie á una ú otra de estas
dos familias.
404 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
El foramen del hipercoraooide ó escápula que parece constante
en los zoárcidos y ausente en los gádidos, permite distinguirlos
prácticamente.
Por otro lado, casi todos los zoárcidos tienen una seudobranquia
y este órgano no existe en los gádidos.
En los primeros, los ciegos pilóneos son escasos ó nulos ; en los
segundos son bien desarrollados. En los primeros la aleta caudal
es muy raras veces distinta de la dorsal y de la anal ; en los segun-
dos siempre se puede notar, haciendo excepción el género Murae-
nolepis de la región Horniana que no tiene tampoco pterigios
ventrales!
En un trabajo que publiqué en el Boletín del Centro Naval,^ esta-
blecí que el límite del territorio nacional pasa por la línea conti-
nental (isobata: — 200 °i) que divide las faunas de fondo ó bénticas
en litorales y abisales. Por otro lado, las intersecciones de dos
otras líneas (latitud 34** 40' 2 y longitud 72° O. de Greenwich), con
la línea continental, permiten definir la extensión de aguas mari-
nas cuya fauna debe ser considerada como argentina.
Incluiré, por lo tanto, en los catálogos de nuestra fauna territo-
rial marítima, los animales que se encuentran dentro de estas líneas.
La temperatura inedia anual de la superficie del mar nos permi-
tirá establecer luego subdivisiones un poco naturales. Digo un
poco, pues la palabra división, significa en realidad artificio.
Por fauna antartica, consideramos únicamente la que se en-
cuentra dentro del interior del Círculo polar, que pasa ahora por
los 66° 30' de latitud Sud.
La fauna sub- antartica será la comprendida entre el Círculo
polar y la isoterma de superficie -\- 7°.
La fauna patagónica corresponderá á la zona del mar continen-
tal, limitadas por los isotermas + 7° y -]- 14°.
En fin, entre las líneas -|- 14° y-|-16°6 al norte de la cual
empiezan las aguas templadas (costas marítimas de las Repúblicas
del Uruguay y del Brasil ), encontraremos la fauna marplatense.
La repartición en familias de los peces del grupo de los zoár-
cidos, es tan artificial que mientras Boulenger reúne en una sola:
ZoarceSf Scytalina^ Drepodichíhys^ Brotula, etc., los ictiólogos nor-
teamericanos hacen de cada uno de estos peces un tipo de familia
distinta!
Por razón de comodidad, es decir para facilitar los estudios, ad-
1 El dominio nacional de la pesca marítima, 1906.
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 405
mito para los zoarcidos los límites adoptados por Brown-Groode y
Bean en su lOceanic ichthyology» (1895) y por Jordán y Ever-
mann (Fishes of North and Middle America, p. ni, 1898).
Así que esta familia se definirá del modo siguiente :
ZOARCIDAE.
Peces fisoclistos cuyo cuerpo alargado es más ó menos anguili-
forme, desnudo ó cubierto con muy pequeñas escamas cicloideas
encajadas en la piel ; cabeza larga ; boca grande con dientes cóni-
cos en las máxilas y á veces en el vómer y los palatinos; huesos
de la cabeza no armados. Membranas branquiales ampliamente
unidas al istmo; orificio branquial reducido á una hendidura verti-
cal, seudobranquia presente; cuatro branquias, una hendidura des-
pués de la cuarta. Aletas dorsal y anal muy largas, sólo con radios
blandos ó dorsal con algunas espinas en su porción posterior ;
aletas verticales casi siempre confluentes alrededor de la oola;
pectorales pequeñas; ventrales yugulares muy pequeñas ó ausentes;
si existen su inserción es atrás del ojo. Línea lateral obsoleta ó
poco desarrollada, á veces unida por debajo detrás de las pectora-
les, á veces enviando una rama sobre la línea mediana, por detrás.
Branquias chicas; ciegos pilóneos rudimentarios; ano alejado de
la cabeza. Cerca de 16 géneros y 60 especies. Peces de las profun-
didades, principalmente de los mares árticos y antarticos; algunos
de ellos por lo menos, son vivíparos y algunos bajan hasta consi-
derable profundidad.
El Dr. Gilí ha indicado^ los caracteres del esqueleto de los zoar-
cidos ; ó más bien dicho del esqueleto del Zoarces anguülaris que
estudió (Proc. Ac. Nat. Sci. Phil., 1884); pero como la familia
de los Zoarcidae comprende formas tan distintas, á mi parecer
una generalización es prematura y arriesgada. Convendría estu-
diar antes, y por lo menos, un tipo en cada subfamilia.
1 Porción órbito -rostral del cráneo contractada y más corta que la porción
posterior; la cavidad craneana abierta por delante, pero limitada lateralmente
por la expansión del parasfenoide, que se une con los frontales. Supra- occipital
declive y tectiforme atrás; occipitales inclinados hacia adelante á lo largo de
los lados del supraoccipital ; cóndilos exoccipitales distantes; hipercoracoide
agujereado cerca de su centro ; hipocoracoide con un apófisis inferior hacia la
post- escápula.
406 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Los zoarcidos definidos dentro de los límites anteriores, se
dividen en tres subfamilias.
, r muy baja atrás.. .. Zoareinae
I presentes. Aleta dorsal < . . ., , ,.
Aletas ventrales * [ «<> interrumpida... Lycodmae
[ ausente» Gpmnelinae
La primera subfamilia contiene un sólo género (Zoarces) que
no está representado en nuestros mares; la segunda contiene diez
géneros y la tercera cuatro. Los géneros encontrados hasta la fecha
en nuestro litoral son los siguientes:
LYCODINAK.
o
>
sin dientes. Apéndices infra- bucales. J sin escamas P¿a¿«o Steind
Tronco 1 con escamas Cro9909tomu9 lah..
I K-ío rr-^ ! sin escamas LycodalepWQXeek.
dAntndofl baja. Ironco \ " . ^
aeniaaos. • " escamoso *
Dorsal | ^
muy elevada. Tronco y cola escamosos. Oaneolepis Lah.
r p
menos largas que en los adultos. Velo bucal
* Ventrales-
nulo ó poco desarrollado I^codes Beinh.
más largas que ~ j
(Velo bucal bien 1 6. Dientes mandibulares en
-j 2 6 3 series Phucocoete» Jen.
desarrollado.)
Radios branquios- ¡
tegos I
1 5. Tubos porigeros Huocoeles Jen.
GYMNELINAE.
Maxilas con ] iguales, pequeños, dispuestos en varias hileras Maynea Gunn.
dientes | desiguales, largos, en una sola hilera Mdanostigma Qt\\i,
LYCODINAE.
Los géneros de esta sub-familia se pueden dividir según no ten-
gan ó tengan dientes sobre el vómer. Todos los tipos del primer
grupo (Aprodon^ Lycodopsis, EmbryxJ, y hasta el viaje de Píate, no
se conocían sino en el Pacífico. Pero en las importantes coleccio-
nes de este naturalista, Steindachner encontró una forma á que dio
el nombre de Platea, y que representa en el Atlántico los Lycodinos
desprovistos de dientes vomerinos. A la verdad, Platea fué reco-
lahille: nota sobre los zoaroibos argentinos. 407
gido á la entrada del estrecho de Magallanes, y bien puede prove-
nir del Pacífico.
Como Cros80«tomu8j Emhryx y Lycodopsis, Platea no presenta
tampoco dientes palatinos, y por el alargamiento de su cuerpo, se
intercala entre estos dos últimos géneros ^.
Por su habitat, se acerca más á Lycodopsis y no á Emhryx ó á
Aprodon, que viven en grandes profundidades.
Los géneros que forman el segundo grupo de los Lycodinae ofre-
cen una dentadura completa, es decir: tienen dientes sobre las má-
xilas, los palatinos y el vómer, y hemos visto en la página 406 como
podían distinguirse los que se encuentran en nuestros mares, — pero
hay que avisar que con las palabras tronco y cola se debe entender
las regiones del cuerpo situadas respectivamente, entre la cabeza
y el origen de la aleta anal, y entre éste y la última vértebra.
El género nuevo que voy á describir bajo el nombre de Caneóle-
pis difiere tanto de los demás Lycodinae por la gran altura de su
dorsal, que se podría considerar quizás como formando el tipo de
otra sub-familia distinta.
Platea.
Platea Steindachner, Die Fische der Sammlung Píate. Zool.
Jarb. suppl. 1898, 323.
Cuerpo en forma de anguila. Los interm axilares forman exclu-
sivamente el borde superior de la boca, hasta la comisura bucal, y
presentan, como la máxila inferior, una sola hilera ancha de dien-
tes incisivos fuertemente apretados, y cuyo borde libre es cortado
transversalmente. Dientes vomerinos y palatinos ausentes. Aletas
verticales unidas. Ventrales aproximadas una á otra, á radios cor-
tos; su inserción como en Lycodes, sobre la cara ventral adelante
de las pectorales.
Platea iiisignis Steind.
El único ejemplar encontrado en Tierra del Fuego por Píate, á
la entrada del Estrecho de Magallanes (Cabo Espíritu Santo) y
descrito por Steindachner, medía 26,5 centímetros de largo. Lo
1 L=:(8-9) Hü en LycodopaU] L ^ 10 Hü en Platea; S = (12-1G)HU en
Emhryx.
408 MUSEO NACIONAX. DE BUENOS AIRES.
represento en la figura 1 (3, Sa, 36), pág. 409, según el díbnjo
original del autor (1. c, tab. 20, fig. 12-126).
La cola es más de dos veces tan larga como el resto del cuerpo.
La cabeza es deprimida, chata por arriba y convexa sobre los cos-
tados. Hocico redondo. La fenta branquial empieza cerca de la
mitad de la altura de la base de la pectoral. Steindachner hace no-
tar que las pequeñas escamillas engastadas en la piel, solo se en-
cuentran en la segunda mitad de la cola. Asi Platea, respecto á este
carácter, se acerca á Lycodalepin. Se acerca, por otro lado á Crossos-
tomus fimhriatus por los pequeños apéndices en forma de tentácu-
los cortos y ovalados que se encuentran debajo de la máxila infe-
rior. Tiene también una hilera de estos mismos sobre los bordes
laterales del hocico.
D. ca. 100 A. ca. 90 V. 3.
Las principales proporciones indicadas por Steindachner, son las
siguientes: Largo de la cabeza: 7,4; mayor altura del tronco 14,5;
en el largo total. Diámetro del ojo ca. 6,4; largo del hocico, más de
3,66; diámetro de la frente ca. 5,25; diámetro máximo de la cabe-
za ca. 1,6; altura de la cabeza ca. 2 veces; largo de la pectoral ca.
1,5; déla ventral, un poco más que 4 veces en el largo de la cabeza.
Es sin duda ninguna al presente género y á la presente especie
que se refieren las dos hembras de un largo de ca. 200^^- de la
colección del Dr. A. Ohlín, y de los cuales el profesor F. A. Smitt,
dice lo siguiente^: « Dents desmáchoires tran chantes, unisérielles,
mais avec le vomer et les os palatins tout á f ait édentés. Les exem-
plaires étaient si décomposés que je n'ai pu conserver que les sque-
lettes incompleta, et Tovaire a peu prés múr de Tun, avec des oeufs
de 4:^^' de diamétre.
II est bien évident que ees exemplaires appartiennent á un genre
nouveau de cette famille, mais les matériaux me semblent trop in-
suffisants pour l'établissement d'un tel genre».
Crossostomus Lah.
Steindachner había colocado en Iluocoetes fimbriattis, un pez de
25,2 centímetros de largo, encontrado en la costa atlántica de Tie-
rra de Fuego (Cabo Espíritu Santo), en compañía de Platea, pre-
sentando como éste tubos porígeros, y que estaba, como éste, en-
teramente desprovisto de dientes en el vómer y los palatinos.
* L. cit, p. 46.
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 409
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410 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
En ictiología descriptiva, se conviene tácita y actualmente en
dar á este carácter un valor genérico. Por eso propondré designar
por el nombre de Crossostomtut (ypojjo; flejo, (jTfojAa boca) el pez
encontrado por Píate y descrito por Steindacbner. Se distingue
con facilidad de Ph.tea por la presencia de escamas en el tronco.
Crossostomus fimbria tus (Steind. nec Jen.) Lah.
Lycodes (Huocoetes) fimbríatiut Steind. Fische Samml. Píate,
pág. 322, taf. 20, fig. 10-106.
D. ca 80. A. ca 60. V. 8.
color marrón claro con marmoraciones más ó menos extensas de
un marrón más oscuro sobre la cabeza así como sobre el tronco.
La fenta de la boca mucho más ancha que larga. El lado supe-
rior es muy fuertemente desarrollado, espeso, y forma en su borde
interno numerosos pliegues transversales que cubren el borde de
la maxila inferior, cuando la boca está cerrada. El labio inferior
es también grueso y forma sobre los costados de la mandíbula un
colgajo libre.
Rodean el hocico en una forma de corona sobre su borde lateral
y de cada lado hay tres dilataciones tubulares de la piel en la ex-
tremidad de las cuales se abre un poro. Se notan 7 un poco más
cortos sobre la mandíbula ó dentro del labio inferior, sobre la cara
inferior de la cabeza . . .
Las ventrales son muy cortas (ca. 7 veces en el largo de las pec-
torales. . . ).
Las principales proporciones indicadas por Steindacbner son las
siguientes :
HU::. T _ 6,0 S. T :-- 7 Y — 7 eY = 1,5 IP.
El hocico entra un poco más de 3 veces en la cabeza y el diáme-
metro de ésta es cerca de 1,6 del largo. Su altura es menor que 1,5
de su largo.
Lycodes.
Lycodes Eeinhardt, Kougl. Dansk. Vidensk. Selsk. Naturv.,
vn, 1838, 163.
Cuerpo moderadamente alargado, más ó menos anguiliforme,
puntiagudo por atrás. Altura del cuerpo, de 6 á 10 veces en el
lahelle: nota sobee los zoarcidos argentinos. 411
largo; cabeza oblonga; boca casi horizontal; mandíbula inclusa;
dientes cónicos en las maxilas, el vómery los palatinos; los de las
maxilas y de los palatinos generalmente en una sola hilera. Aleta
dorsal empieza después de la base de la pectoral, sin espina; los
radios son todos blandos y articulados; pectorales regulares, inser-
tadas más bien alto, su contorno redondeado; aletas ventrales pe-
queñas, de 3 á 4 radios. Escamas chicas y engastadas, presentes en
parte ó totalidad del cuerpo ; el área escamosa es más extensa en el
adulto que en el joven. Línea lateral débil, á veces apenas visible,
normalmente simple por atrás, después de las pectorales y siguiendo
-él contorno de la ventral, algunas veces con una rama accesoria
que sigue el medio del costado; la rama mediana generalmente
ausente. Sin vejiga natatoria^ sin papila anal ; 2 ó ningún ciego
pilórico. En general, el macho tiene la cabeza y la boca más gran-
des que las de la hembra, y los labios más espesos. (Jord. y Everm.,
le, p. 24-61).
Se podría agregar aqui : el velo intra-bucal es nulo ó muy poco
desarrollado, y las ventrales son más grandes que la cuarta parte
de las pectorales.
Jordán y Evermann han establecido por Lycodes nebulosus Kro-
yer y L, semi-nudiis Beinh. el sub-género: Lyciíw, caracterizado
por la localización de las escamas en la región caudal; pero reco-
nocen ellos mismos que sería quizás conveniente colocar estas
especies en el género: Lycodálepis. Es también mi opinión, y creo
que en Lycodea deben entrar únicamente las especies cuyo tronco
y cola son escamosos, y en Lycodalepis las que no presentan esca-
mas, ó que las tienen localizadas únicamente en la región caudal.
Claro es que entre Lycodalepis mucoms (Rich.) enteramente des-
provisto de escamas tanto sobre el cuerpo como sobre las aletas y
Lycode>t Esmarki Collet, de aletas y cuerpo escamosos, tendremos
formas de transición. Por ejemplo, en Lycodalepis polaris (Sab.) y
Lycodes semi'nudtis(Bjein.) algunas escamas existirán en la región
caudal, las aletas quedando sin embargo, sin escamas. Pero en L,
nebulosusy la aleta dorsal presentará también algunas otras escamas,
y la aleta anal será aún desnuda ó con muy pocas escamillas.
¿Qué demuestra todo esto? Para las personas que creen en la
discontinuidad, y cuyas concepciones revistan, como dice Houssay,
una forma estática (matemáticos), no siendo posible establecer
entre Lycodalepis y Lycodes una barrera de una precisión absoluta,
«1 género de Bleeker (1834) tiene que ser reunido al género de
Eeinhardt (1838).
Ahal. Mus. Nac. Bs. As., Skr. 8*, t. ix. Fbbrebo 20, 190H. 28
412 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Al contrarioi las personas que ven la naturaleea toda en evolu-
ción continua y cuya mentalidad reviste por lo tanto una forma
dinámica (geómetras), encontrarán normal la existencia de formas
de transición. Harán en las series continuas de formas, cortes ó sec-
ciones que sabrán ser artificiales y les darán sin embargo nombres
distintos para señalar los rumbos de la evolución y las modifica-
ciones alcanzadas. Cuando se tienden ríeles en el desierto, se des-
lindan de distancia en distancia sobre la vía continua, estaciones
cuyos nombres indican el valor numérico del trayecto que las se-
para sea del punto de partida, sea de cualquier otro de las líneas
que se cruzan y se entrecruzan.
Por este motivo me gusta la creación de Lycodalepis, Beunirá
pues los peces á estudiar, cuando se trate de averiguar las causas
que transforman los peces escamosos en peces desnudos.
Lycodes macrops Qthr.
Günther, Shore Fishes Exp. Challenger. Zoology, Yol. I^ Lám.
XI, fig. B.
El único representante conocido basta la fecha en nuestras
aguas, del género Lycodes^ fué encontrado por el Challenger en la
estación 309, en el estrecho de Magallanes, y fué descrito así por
el gran ictiólogo inglés:
cEI largo de la cabeza es un poco mayor que la del tronco y un
poco menor que un quinto del largo total. Ojos grandes, */, del
largo de la cabeza y más largos que el hocico. Este es ancho. La
máxila superior recubre la inferior. Dientes en hileras de ancho
A
Fig. 2. Lycodes macrops Othr., tamaño natural.
mediano, casi iguales en tamaño; un pequeño islote de dientes en
el vómer y unos pocos en la región anterior de los palatinos. Sur-
co profundo á lo largo del infraorbital y mandíbula. Orificio res-
piratorio de un ancho regular. Dorsal empieza arriba de la parte
posterior de la pectoral. Cada ventral reducida á un filamento
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 413
corto y simple. AmarilleDto con 9 fajas anchas de un marrón
oscuro, á través de la parte superior del pez, aisladas una de otra
por un intervalo muy estrecho de color tierra. Las fajas más claras
en su centro, sub - oceladas, se extienden en la dorsal. Una faja
morena extendida desde el hocico, á travás del ojo hasta el fin del
opérenlo. Cara inferior de la cabeza y abdomen negruzcos. Largo
del individuo 5 pulgadas ^
Estación 309; profundidad 40-140 fathoms» ».
Lycodalepis Bleeker.
Lycodalepis Bleeker, Veri Akad. Amst. Ed. 2. vra, 1874, p. 369.
He indicado (pág. 411) los motivos que me inducen á conservar
el presente género. Se caracterizará por la ausencia total de esca-
mas, ó por lo menos por la ausencia de éstas en la cabeza y en el
tronco, es decir, en toda la región pre-anal del pez.
Las dos especies encontradas hasta la fecha en nuestras costas
se pueden distinguir una de otra, del modo siguiente:
á'S
puntiagudo, oscuro. - ^ =z 1,61; -- =z 2,66 L, Morenoi Lah.
p(i Y
Q eY
redondeado, blanco. -^z=:2; -=-=rl L, laticincttuí (Berg).
pijr Y
Lycodalepis Morenoi Lah. n. sp.
(Lám. vi).
El 27 de Agosto próximo pasado, un vapor de pesca obtuvo
frente al cabo San Antonio (36** 20' latitud sud), y en fondos de 16
á 20 metros, un representante de este género (Lycodalepis), señala-
do solo hasta la fecha en el Océano ártico; estrecho de Behring
(Lycodalepis pólaris) y en las demás regiones árcticas de América
(Lycodalepis mucosus) y Groenlandia (L, semi-nudusj L, nebulosus).
Llamaré á la nueva especie: Lycodalepis Morenoi, en honor al
fundador del Museo de La Plata, Dr. Francisco P. Moreno, quien
1 12 centímetros 5.
« 78, 15-156 mts.
♦ Q = largo post-anal; pG m aA — aV = largo post-abdominal; eY =: distancia
mínima entre los ojos (frente); Y •=. diámetro horizontal del ojo.
414 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
primero en el país comprendió la importancia de un laboratorio
marítimo y luchó para obtener su creación.
El Lycodálepis Morenoi, es un pez mis bien grande. La dimen-
sión máxima del que he estudiado es de 620°^™* que se descompo-
nen del modo siguiente: Cabeza 115; Tronco 160; Cola 335';
proyección de la porción caudal de la aleta 10i°i°*
En centesimos: T — 18 U = 26 Q = 58. En relación al ojo:
T = 12,7 Y y en relación al soma: 5,3 T = S. Por otra parte:
S = 10HU; pG-==0,62Q; LP==2,69 LV; eY = 2,66Y.
El peso del pescado era de 1.050 gramos y su volumen de
1.080 cm«.
El color general es marrón oscuro, y todo el cuerpo parece sal-
picado de manchas blancas, de formas irregulares.
Mirando al animal de perfil y de un poco lejos, se nota sobre el
tronco y la cola la existencia de seis manchas blancas principales,
es decir de mayor tamaño, que forman como fajas oblicuas, que se
extienden hasta la línea mediana del cuerpo ó un poco más abajo.
La faja principal corresponde á la extremidad posterior de las
pectorales y la faja siguiente está situada un poco atrás del origen
de la aleta anal. Lycodes Esmarki Coll. presenta una disposición
semejante.
Sobre la parte inferior del cuerpo correspondiendo á la aleta
anal, se ven diez manchas blancas, dispuestas de un modo un poco
más irregular.
La cabeza, el tronco y todas las aletas, son enteramente des-
nudos. Solo sobre la cola, existen algunas escamas aisladas, incrus-
tadas en la piel. Son tanto más aproximadas, cuanto más cercana
de la punta es la región que se considera. Se asemejan á las de
Caneolepisj pues tienen la forma de un vidrio de reloj; pero son
más pequeñas (el diámetro medio de estas escamas es de 0™™66)
y las estrias circulares no están interrumpidas por líneas radiadas,
como en Caneolepis,
La aleta dorsal, empieza un poco atrás de la inserción de las
pectorales. Su origen no se puede fijar con precisión, porque esta
aleta está revestida de una piel espesa, debajo de la cual se
encuentra un tejido gelatinoso muy abundante, que imposibilita
contar también con exactitud el número de radios.
La piel, como en Melano4igma gelatinosum, no adhiere al cuer-
po en L. Morenoi.
La dorsal se continúa directamente con la anal, describiendo á
la extremidad posterior del pez, una semi-circunferencia. Su altu-
LAHILLE: NOTA SOBEE LOS ZOARCIDOS ARGENTINOS. 416
ra es de 30^"^-; el largo de su base: 600™°^- y*8us radios son cerca
de cien.
La aleta anal, maestra radios más marcados, en número de 70.
Su altura es de 16™™- y su largo de 336™™- La extremidad de ca-
da radio está indicada por un pequeño lóbulo.
Las pectorales son más bien grandes (70™™- de largo), de con-
torno elipsoidal; constan de 18 radios. Los seis ó siete radios infe-
riores, son libres hacia su extremidad distal. La base de inserción
de cada una es de 34™™- y la distancia entre sus inserciones ventra-
les es de 42™™-
Las ventrales, pequeñas, están formadas de tres radios, y el me-
diano—el más largo — mide 26™™- Están separadas entre sí, por
una distancia de 7™™- Su inserción es un poco anterior, á la línea
que pasa por el ángulo inferior de los orificios branquiales.
Las medidas siguientes, indican los elementos necesarios para
reconstruir gráficamente-los perfiles de este pez.
Distancia
Altura
Anchara
desde la
extremidad
correspon-
diente del
correspon-
diente del
del hocico á:
caerpo
caerpo
abso-
lata
o/o S
abso-
luta
Ote S
abso- 1
lata ! ^ 8
mm
mm
mm
Orificio naaal ícN"i
14
2 8
19 1 8 1
48
7.0
Centro de) oio ícY)
40
6.5
43
7.6
68
10,8
Borde mas posterior del pre-opór-
caloraO")
ÍK)
18.9
50
8.2
77
12.6
*^v»*x^ Y wm v.#^ y • 9 • • • • •• •• •■••••• •••• ••
Borde más posterior del opórcalo
(pO)
115
220
18.0
860
50 ' 8.2
60 ¡ 9.8
64
60
10.5
Altara máxima del caerpo (H ü). .
9.8
Kaiz anterior de la pectoral (a P).
116
19.0
55
9.0
60
9.8
Rate anterior de la dorsal (a D).. .
185
22.1
55 ' 9.0
1
58
9.5
Raíz anterior de la ventral (a V). .
87
14 8
50 ' 8.2
77
12.6
Centro del ano f c 1^
275
295
450
48.8
02 10.2
59 9.7
54
54
8.8
Raíz anterior de la anal (a A)
8.8
Cabeza. — Es fuertemente achatada. Su contorno general, en el
plano frontal es elipsoidal: su cara antecior ó inferior es entera-
mente blanca y su superficie superior ó posterior, atrás de los ojos,
es de un color blanco sucio, con algunas manchas oscuras.
416 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Los ojos ovalados (diámetro horizontal ó mayor 9«nin) estáa
aproximados (distancia inter- ocular: 22™™.),
Los tubos nasales enteramente blancos son divergentes y miden
0na™5 de largo.
Los labios son muy carnosos, y arriba del superior, se notan
en número de ocho, poros mucosos voluminosos, blancos, situados
en el fondo de depresiones y dispuestos según una linea cóncava
hacia arriba.'
La fenta respiratoria es pequeña (30í»ín.)j enteramente lateral
y concluye al nivel del segundo tercio de la base de la pectoral.
Esta base mide 34^^^^-
El borde superior del opérenlo, forma una especie de prolon-
gamiento redondeado, inmediatamente adelante de la inserción
superior de la pectoral.
Los labios en la cara interna que corresponde á los dientes, pre-
sentan un pequeño f lejo.
El orificio bucal es un poco inferior, no terminal. Su altura má-
xima es de 33"™ro. y gu ancho de A6^^
La región cloacal es saliente y cilindrica, de 16 ™m. de diámetro.
La linea lateral es muy poco indicada, por una serie de puntos
blancos, colocados á intervalos de 4 á 6"i™. uno de otro.
Los dientes de este animal son cónicos, todos pequeños.
Sobre los premaxilares, están dispuestos en dos ó tres hileras en
la región delantera y luego atrás, en una sola.
Sobre el dentario forman, siempre en la parte mediana, hasta
cuatro hileras y una sola sobre los costados. Existen dientes en
el vómer y en los palatinos. La placa de dientes vomerinos es
circular y escotada un poco hacia atrás.
Los dientes premaxilares, se extienden sobre un largo de 18™™-
es decir, sólo sobre la mitad del borde bucal, pero los dientes del
dentario se extienden hasta el ángulo de la boca. El diámetro de
la placa de dientes del vómer es de 7™"*- y el largo de la hilera de
dientes palatinos es de 25 milimetros.
Los dibujos de la lámina adjunta darán una idea más completa
de la disposición de las manchas y de las particularidades exterio-
res de este animal.
Podria darse al presente pez el nombre vulgar de: pez limaza,
para expresar su aspecto mucoso.
El individuo que acabo de examinar, ha sido depositado en las
colecciones ictiológicas del Museo Nacional de Buenos Aires.
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 417
Lycodalepís laticínctus (Berg) Lah.
Lycodes laticinctm Berg. An. Mus. Nac. de
Buenos Aires, t. iv, 1896, p. 71, láín. 1,
fig. 2.
En su < Enumeración de los peces marinos »
el doctor Berg hizo conocer bajo el nombre de
Lycodes laticinctus un ejemplar (16,6 cts de lar-
go. Ancho de la cabeza 16™m.) de un pez reco-
gido en la desembocadura del río Santa Cruz.
He podido estudiarlo y cerciorarme que perte-
nece al género Lycodalepis, Represento adjunto
el ejemplar típico, porque la fig. 2, de la lám. 1,
A B
Fig. 8. — Inversión del punto de vista.
Para el estático^ A representa lineas blancas sobre fondo
negro y B, líneas negras sobre fondo blanco ; pero, para el
dinamiista^ si B proviene de A, B representa siempre lineas
blancas sobre fondo negro.
El primer espíritu invierte su punto de vista ; no lo in-
vierte el segundo.
o
d
s
I
^
del trabajo citado, no da una idea exacta del
animal.
«Esta especie, dice el autor, se caracteriza
principalmente por la coloración, por el número
considerable de radios en las aletas dorsal y
anal, que por otra parte son sumamente mem-
branosas^ y por las aletas ventrales un tercio
del largo de las pectorales. »
El color general del animal es castaño y las
fajas incompletas que adornan el cuerpo y la aleta dorsal son
w
* Sin duda, el doctor Berg quizo decir que las aletas eran delgadas, ó que los
radios eran muy pocc^narcados.
418 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
blanquecinas ó castafio muy claro. Berg dice lo inverso: tcorpu^
alhidum vel dilute isabellinum^ fasciis sex latUjfimis laete ca¿taneis
cinctum».
Sería muy conveniente que los especiógrafos se pusieran una
vez de acuerdo respecto á lo que en sus descripciones debe ser
considerado como fondo, es decir como campo de visión sobre el
cual se destacan las particularidades del animal que estudian.
La figura 3 ilustra gráficamente la cuestión.
En taxonomía, los individuos se consideran aisladamente. Por
eso deberíase llamar la fig. A rayas blancas sobre fondo negro, y
la fig. B, rayas negras sobre fondo blanco; es decir, adoptar como
fofido lo que corresponde á la superficie mayor. Por consiguiente,
en L. laticinctusj sí»ré la superficie más oscura del cuerpo que lla-
maremos fondo.
Pero la conclusión podría resultar distinta si en vez de exami-
nar una forma aislada, abarcásemos en nuestras observaciones
la sucesión de formas anteriores, de B hasta A, y si éstas nos mos-
trasen que al principio las fajas blancas de B eran simples rayitas
en A que han ido ensanchándose. Entonces, bajo el punto de vista
dinámico ó de la evolución, y en el ejemplo que he tomado, resul-
taría que la superficie representando el fondo primitivo llegaría á
ser menor que la superficie de los detalles, y tendría que atravesar
un estado en que las líneas negras y blancas serían de un ancho
igual; aunque en este mí<m o momento Ihs líneas blancas aparece-
rán ya más anchas que las negras por el efecto bien conocido
de la irradiación.
Cuando no es posible preparar el esqueleto de los Lycodidos,
es muy difícil contar con exactitud el número de los radios de la
dorsal y de la aleta anal. En el ejemplar de L, laticinctus he
llegado al número indicado por Berg:
D. ca. 110. A. ca. 85. P. 17-18. V. a
Pero, en estos valores no encuentro nada de característico y de
particularmente elevado. Cuatro especies, por lo menos (L, zoar-
chn8, L. concoJor, L, Vahli^ L. EnmarTci) tienen un número mayor
de radios en la anal y la caudal (D. 110-118; C. 90-105).
Además, para los radios como para cualquier órgano que se re-
pite, tanto entre las plantas como entre los animales (Pétalos,
estambres,... dedos, tetas...), la constancia del número parece
grande en general sólo cuando se trata de un número reducido, y
aun en este caso suelen aparecer excepciones.
Lo que impide acordar un gran valor á las fórmulas de los radios
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 419
do las aletas en los Lycodidps, es que sin duda existe en algunos
de ellos, y como Smitt lo hace notar para Phucocoetes variegatus
(forma: macropua) una formación secundaria y que el número de
radios es así susceptible de variaciones como la edad del animal.
En cuanto á la dentición de L. laticinctus, no tengo nada que
agregar á lo que dice el doctor Berg: cLos dientes maxilares,
palatinos y vomerinos son bastante fuertes, cónicos y obtusos, dis-
puestos en una serie^ con excepción de los de la sínfisis que forman
dos series y son algo encorvados hacia atrás, siendo por otra parte
los dos intermedios más largos que los otros de la misma fila».
Pig. 5 Lycodcilepxs /a/tct7ic¿ít*(Berfi:) Lah. -Cabeza vista de arriba y de abajo.—
Tamaño natural
Doy á continuación las proporciones y las principales medidas
absolutas y centesimales del tipo de L. laticinctus,
T~27; Siizl58; S=i:9.5HÜ; Q rr:2pG;
Uzii88; L— 155; S— 5.6T; LP — 8LV;
Q = 88; pGi_144; T — 13,5 Y eY — 1.25Y
cN.
cY.
pO
Hü
aP.
aD
a V.
el..
aA
Distancia
desde la extemidad
del hocico ¿
absoluta
oío S
mm
2.5
1.7
80
5.1
27.0
17.4
50.0
82.2
27.0
17.4 ;
81 0
20.0
21.0
14.5
68.0
40.6
Altura
correspondiente
del cuerpo
absoluta
ofo S
I
65.0
41.4
—
—
11.0
7.0
12.0
7.8
16.0
10.8
12.0
7.8
18.0
8.8
120
7.8
18.0
8.8
12.0
7.8
Anchura
correspondiente
del cuerpo
bsoluta
o/o S
mm
8.0
5.2
13.0
8.4
16.0
10.8
9.0
5.8
14.0
9.0
13.0
8.4
15.0
9.7
8 0
5.2
7.0
4.5
420 MUSEO NACIONAIi DE BUENOS AIRES.
Como Melanoütigma gelatinosum que encontré en el Canal Bea-
gle, el presente pez tenia en su estómago una gran cantidad de
crustáceos del género: Serolis.
Phucocoetes.
PhucocoetM Jenyns, Fishes (Zool. Voy. H. M. S. Beagle, 1842
p. 168).
Los caracteres más salientes de la diagnosis dada por Jenyns;
son los siguientes:
Rostro corto, obtuso. Dientes agudos, sub- cónicos; en el maxi-
lar superior en una sola serie, en el inferior, en dos ó tres series,
dos caninos por arriba, más fuertes y anteriores, en el vómer hay
dos ó tres dientes agudos, entre los cuales uno fuerte. Son en una
serie en ambos palatinos. — Ojos pequeños. Orificio respiratorio
sumamente estrecho. Seis radios branquiostegos. No existen tubos
porígeros en los bordes de las maxilas, sino poros simples.
Jenyns describe estos peces como desprovistos de escamas ; en
realidad, las tienen, pero muy pequeñas y esparcidas en la piel del
tronco y de la cola.
Hasta la fecha no se conocen sino dos tipos ó especies de Phu-
cocoetes al rededor de los cuales se agrupan algunas variedades.
^ í > 0,57 Q a A > 0,8 Q P. laíUans,
p G i
[ < 0,52 Q a A <^ 0,75 Q P. variegatus.
Phucocoetes difiere de Lycodes por sus aletas ventrales más largas
a los adulto
desarrollado.
T p
en los adultos que ^ , y por la presencia de un velo bucal bien
Phucocoetes latitans Jennys.
( Grongi ' ).
Jenyns, 1. c, p. 168, pl. 29, fig. 3 (1842).
Günther, Cat. of the Fishes in the Brit. Mus., vol. iv, p. 321
( 1862), Lycodes latitans,
Cunningham, Trans. Lin. Soc. 1. 1, vol. xxvn, p. 471
Vaillant, Poissons, Mission au Cap Horn (1888).
Smitt, Poissons de TExpédition Suódoise a la Terre de Feu,
p. 61, pl.v, fig. 37-39(1898).
Esta especie es bastante común en la región fueguina. Los pri-
meros ejemplares (el más grande 18 cts.) provenían de las Islas
En Punta Arenas.
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 421
Malvinas ; más tarde Hooker (Viaje Erebus and Terror 1844-48)
encontró la misma especie en el Cabo de Hornos; la expedición de
Nassau, así como la de la Gazelle (1876) la descubrieron en el estre-
cho de Magallanes; la Misión del Cabo de Hornos (1888) la encon-
tró en la Bahía Orange y en el New Year Sound (Ejemplares de 60
mm hasta 360 milímetros de largo). Píate la recogió también en la
Tierra de Fuego (Seno del Almirantazgo, ejemplares de 136 á
368™°^); la expedición Sueca la obtuvo en lalslaNavarino (Puerto
Toro), en la Isla Dawson, en Río Grande de Tierra del Fuego, etc,
variando el largo de los ejemplares recogidos de 74™™á478mni.
El señor L. H. Valette, naturalista de la Oficina de Zoología apli-
cada del Ministerio de agricultura, obtuvo un ejemplar de esta es-
pecie en Puerto Stanley (Malvinas ), y daré un poco más lejos las
principales medidas absolutas y centesimales de este ejemplar.
Esta especie se puede caracterizar por su color negro -moreno ó
marrón, con el vientre más claro. Pueden existir algunas manchas
blancas. Como lo nota Smitt, los jóvenes presentan en general man-
chas blancas en la cabeza, en la región occipital, en el dorso á lo
largo de la parte anterior de la dorsal, en la base de las pectorales,
y en el borde de las aletas verticales; muchas veces también el bor-
de de las pectorales es blanco.
Fig. 6. — Phucoeoetea latitans Jenyns. — Juvenú. Tamaño natural : 72 mm de largo
total. Puerto Stanley (Malvinas) Expedición L. H. Valette á las Oreadas, 1908.
Las proporciones específicas indicadas por Steindachner son los
siguientes: Cabeza 5 á 5,6 ; altura máxima del cuerpo 8 á 9,6 en el
soma. Diámetro del ojo 8 á 10 veces; intervalo de los ojos 5, á5,5;
hocico 3,5 veces ó un poco más, en la cabeza. La fenta branquial
se extiende solamente sobre la mitad de la base de la pectoral^ y
la altura de la dorsal en el origen de la cola es igual á 0,5 ó 0,6 de
la altura del cuerpo, al nivel del orificio anal/
Inútil agregar que estas proporciones son susceptibles de varia-
ciones un poco mayores que las apuntadas. Por ejemplo, si uno se
fija en la fig. 1 lám. III del trabajo de Vaillant, verá que en el
422
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ejemplar allí representado, la altura máxima del tronco entra once
veces en el largo del cuerpo; al contrario, en la figura de la mis-
ma especie, dada por Smitt (lám. V fig. 39) la altura máxima del
cuerpo, ó H U entra solo 7,6 veces en el largo del soma. En el
ejemplar del laboratorio, esta misma proporción: ^^ =8,87, vale
decir 9.
Smitt hace notar que la mayoría de los individuos, y entre estos
los más grandes, se encuentran en la zona de marea, pero que el
más pequeño que consiguieron, se encontró á una profundidad de
30 á 60 mts.
La fórmula de las aletas es la siguiente:
D. 100-106. A. 73-76. P. 16-19. V. 3. C. 13
MEDIDAS DRL KJBMPLAR DK PUERTO STAMLEY.
Orificio nasal ( c N )
Centro del ojo (cY)
Borde más posterior del preopércu-
lo (a O)
Borde más posterior del opérenlo
(p O) ~ cabeza ,
Altnra máxima del cuerpo (HU)..
Baiz anterior de la pectoral (a P).
Bala anterior de la dorsal (aD).
Balz anterior de la ventral (a V).
Centro del ano (el)
Raíz anterior de la anal (a A)..
Distancia
desde la
extremidad
del hocico á:
Altura
correspon-
diente del
cu»?rpo
Anchura
correspon-
diente del
cuerpo
abso-
lutas
cente-
sima-
les
abso-
lutas
cente-
sima-
les
abso-
lutas
cente-
sima-
les
mm
1
4
10
13
22
18
13
10
31
83
1.4
5.6
14 1
18.8
80.9
18.8
18.8
14.1
43.6
464
mm
8
5
6
7
8
7
7
6
6
6
4.2
7.0
8.4
9.8
11.2
98
9.8
8.4
8.4
8.4
mm
4
5
7
7
5
7
7
7
8.5
3
5.6
7.0
9.8
9.8
7.0
9.8
9.8
9.8
4.9
4.2
LAHILLE: NOTA SOBKE LOS ZOARCIDOS ARGENTINOS. 423
Otra» medidas
Absolutas
Centesimales
mm
18
18.8
20
28.1
88
58.1
71
100.0
72
2
2.8
8
4.2
Cabeza (T)
Tronco (ü)
Cola (Q)
Cuerpo (S)
Lar^o máximo (L).
Diámetro del ojo (Y)
Distancia inter- nasal (eN)
En este mismo ejemplar se notan siete manchas blancas en el
borde libre de la dorsal y ocho en el borde de la anal. Alrededor
del ano se observa una zona blanca. Una faja blanca existe
arriba del maxilar.
Los dientes de las m axilas son cortos, cónicos^ embotados. El
dentario presenta por delante tres hileras de dientes. Dos á tres de
cada lado del medio y en la hilera anterior están más desarrolla-
dos. Los pre- maxilares cortos presentan por delante 2 hileras
de dientes y una sola sobre los costados.
Smitt fué quien estableciólas proporciones características délas
especies de PhucocoeteSy comparando el largo de la parte pre-anal
del cuerpo (ó desde el hocico hasta el origen de la anal) con el lar-
go post-anal, es decir desde el origen de la anal hasta las puntas
de los últimos radios; y con el largo abdominal, desde la base de
los ventrales hasta el origen de la anal. En resumen son los valo-
res que designo mucho más simplemente en mi nomenclatura:
a A = largo pre-anal; S — a A = largo post-anal ^Q; aA — aV
= largo post- abdominal ;= p G.
Las principales diferencias características entre P. latitans y P.
varíegatus se reducirán á las siguientes:
P. variegatua p G < 0,G2 Q ; a A < 0,75 Q
P. latÜans P G > 0,57 Q; a A > 0,8 Q
Smitt, como Steindachner y la mayoría de los ictiólogos indica
las proporciones de los peces por expresiones fraccionarias, ó por
fracciones. ¡De modo que para comparar las descripciones es
indispensable practicar primero un trabajo engoróse, de reducción
á un mismo denominador! Porque no adoptar de una vez y exclu-
sivamente las expresiones decimales que permiten comparaciones
inmediatas y cuya percepción es por otro lado más rápida?
424
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Phucocootes variegatus (GHteb.) Smitt.
Lycodes variegatus Günther, Oat. of f íshes t. ix, p. 322. — Vai-
llanty Poissons Missíon Cap Hom, p. 321. — Steindacbner,
Fische Samml, Píate, p. 821.
Fhucoeoetes variegatus (Qthr.) Smitt, 1. c, p. 43.
£1 tipo estudiado por Günther, provenía de las Malvinas; el más
grande de los cinco individuos que observó media 130°^i°. En nú
viaje en Tierra de Fuego, obtuve esta especie (forma maeropus) en
Ushuaia, debajo las piedras, á marea baja (largo del ejemplar
151mm), El doctor Ohlin de la expedición Sueca la encontró en la
parte Este de Tierra de Fuego (Bío Grande), así como en Bío
Gallegos y aún en Puerto Madryn (43^ de latitud). Píate la
recogió también en Punta Arenas (largo del individuo 134mm).
Estos peces viven solitarios ó de á dos entre las algas, en la re-
gión de la marea, entre — 1 metro 60 y — 7 metros.
El color general del pez, ó color del fondo, varía del moreno -
amarillento claro al rubio rojizo, con marmoraciones de un ma-
rrón oscuro má49 ó menos violáceo. Estas manchas grandes ó
pequ<!fta9 se disponen en fajas oblicuas, que son algunas veces muy
poco distintas.
Considerando la dentición de P. ran>^a¿ti«, estableceré las dos
variedades siguientes :
Dientes anteriores de las maxilas
cónicos, más ó menos puntiagudos, var.
fueginut.
cilindricos, m&s ó menos obtusos, var.
p<Uag<mieu9,
La primera variedad ha sido encontrada en Río Grande de Tie-
rra de Fuego (Exped. Sueca), en Ushuaia (Exped. Lahille 1897),
en Malvinas (Exped. W. Wrigth), en Punta Arenas (Exped.
Píate); la segunda, en Eío Gallegos y en Puerto Madryn (Exped.
Sueca). Cada una de ellas, se subdivide, en dos formas que Smith
ha puesto en evidencia :
var. fueginus
var. p€Uagonicu8
Y < 0,45 T; dB > 0,5 IP = forma. . . . ^tuus
Y > 0,45 T; dB <0.461P = forma.... macropu9
aA > 0,70 Q; dB > 0,62 IP = forma. . . . eUmgatui
aA < 0,70 Q; dB > 0,5 IP = forma. . . . microput
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 425
Las fórmalas siguientes expresan las demás proporciones carac-
terísticas de cada una de estas formas:
forma macropus, . . dB < 0,61 Y ; dB < 0,60 ha P ; IV (= ca. hB) > 0,40 (aV— r).
forma elongatus., . dB>0,70 Y;1P< 0,10 S; IP < 0,28 aA; eT < 0,8 S;
Y > 0,15 T.
forma efwua h aA < 0,9 8; IV > 0,5(pM — r);lV > 0,85 (aV— r).
forma micropus..,. h aA > 0,9 S; IV < 0,6(pM— r);lV < 0^5 (aV — r).
Las dos Últimas formas tienen en común los caracteres siguientes:
aA > 0,70 Q; IP > 0,10 S; IP > 0.^ aA; dB < 0,62 IP; eT > 0,9 S; Y < 0,16 T.
Las tres últimas formas presentan los demás caracteres si-
guientes:
dB > 0,6 IP; dB > 0,70 Y; Y < 0,45 T; IV < 0,40 (aV -r).
Fjg. 7. Phvcocoftei rariegalvs (Gthr.) Smitt.
1. (f forma effnsuM. Largo 128'»"».
2 y 4. 9 forma micropus, Largo 159°"".
8 y 5. 9 forma elongatu». Largo 174""".
6. 9 forma macroptu. Largo 248"".
426
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
A los que piensen que todo esto es muy complicado, les haré
notar :
1.^ Que así les parece por no estar acostumbrados á esta clase de
estudios, concediendo, sin embargo, que Smitt hubiera podido
simplificar mucho su modo de exposición, adoptando una sola
unidad de medida: la centésima parte del largo total del cuerpo
del pez.
2. ^ Que la época de Linneo en la cual se podía caracterizar cual-
quier género ó especie con cuatro ó cinco palabras, ha pasado. Es-
tamos lejos de esta edad de oro de la especiografía, y lo importan-
te no consiste más en describir especies, sino en mostrar como y
porque todos los individuos que reunimos bajo un mismo nombre
que llamamos: específico, se transforman.
3.^ Que la naturaleza, es decir, la realidad, y las relaciones que
presentan los seres entre sí, son aún muchísimo más complicadas de
de lo que podemos figurarnos, y no es extraño que quien necesita
introducir discontinuidades artificiales en la continuidad y expre-
sar las relaciones de unión ó parentezco de las formas entre sí, en
el espacio y en el tiempo, tropiece con no pocas dificultades.
Además, estas dificultades irán atenuándose cada una á medida
que sea posible estudiar un material más abundante. Bastará,
entonces, señalar los principales rumbos de evolución de los carac-
teres de mayor importancia, de la forma más frecuente, indicando
por un nombre las principales etapas alcanzadas en cada dirección.
Para precisar un punto determinado en la superficie de los océa-
nos, se usan las intersecciones de dos líneas convencionales (latitud
y longitud). Más tarde, cuando la noción de continuidad déla vida
y de las especies se haya vulgarizado, cada punto de la masa vi-
viente es decir cada ser viviente, se podrá indicar también por la
intersección de líneas convencionales representando los factores
que lo determinan y lo hacen tal como es, (tiempo, rumbo evolu-
tivo, habitat, es decir, espacio, temperatura media que determina
las reacciones químicas, ambiente orgánico, etc. )
Las fórmulas de los radios de P, variegattis indicadas por Smitt,
son los siguientes:
Formas
mtcropus.
effiuus . . ,
ttiacropus
D
A
P
V
C
80
67
lt>
s
11
8H
70
16
3
10
115
83
18
4
11
lahille: nota sobre los zoabcidos argentinos. 427
Como la colección del doctor A. Ohlin contenía un solo indivi-
duo de la forma elongatus^ no se preparó el esqueleto y no se
puede, por lo tanto, indicar para ésta la fórmula de sus radios.
Respecto á la forma: macropus, Smitt hizo notar también que en
«lia antes de la disección se veían, solo tres radios á las ven-
trales.
Günther indica para su L. variegatus^— que Smitt refiere sin
embargo con cierta hesitación, á la forma effusus que es la menos
diferenciada, — la fórmula radial siguiente:
D. 73; A. 66; V. 2; C. ca. 13
Contar los radios de los Lycodidos sin previa disección, es contar
al tanteo. Es además probable que en estos peces la variación del
número de radios, de la dorsal y de la anal por lo menos, es bas-
tante grande.
Doy a continuación las principales medidas absolutas y centesi-
males del ejemplar de P. variegatus, forma macroptis que posee
el laboratorio.
cN .
cY..
aO..
pO .
Hü.
aP..
al).
aV..
el...
aA.
Distancia
desde la extremidad
del hocico á:
Altura
correspondiente
del cuerpo
Anchura
correspondiente
del cuerpo
absolutas
o/o
absolutas
oío
absolutas
%
1
mm
mm
mm
2.5 1.6
6,0
4.1
8.0
5.8
7.0 ; 4.6
8.0
5.8
9.0
5.9
16.0 10.0
10.0
6.0
11.0 ^
7.2
280 15.2
10.0
6.6
10.0
6.6
73.0 48.8
14.0
9.3
80
5.8
28.0 1 15.2
10 0
6.6
9.0
5.9
80.0 19.8
10.0
6.6
8.0
5.8
17.0 11.2
10.0
6.6
10.0
6.6
57.0 87.7
11.0
7.2
60 ' 4.1
63.0
42.8
100
6.6
6.0
4.1
Anal. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 3*, t. ix. Fkbrbro 21, 1908.
29
428
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Otras medidas
Cabeza (T)
Tronco (ü)
Cola (Q)
Cuerpo (S)
Lar^o máximo ( L )
Diámetro del ojo ( Y )
Distancia ínter - nasale (N).
absolutas
mm
28
40
fl8
151
155
8
4
centesimales
15.2
2B 5
58.2
100 0
2.0
2Aj
Phucocoeles Platel Steind.
Bajo el nombre de Lycodes (Phucocoetes) Platei, Steindachner did
á conocer otro pez recogido en Tierra de Fuego, frente al Cabo
Espíritu Santo. El largo de este animal era de 23,4 centímetros;
cuerpo muy estrecho y la dorsal más baja que la de P. latitaivs; el
largo de la cabt'za entra más que 5,6 veces; la altura máxima del
tronco, más que 8; el largo de la cola 1,6 veces en el largo total.
El diámetro del ojo 9 veces; el largo de la frente 5,6; el largo del
hocico 3,6; el ancho máximo de la cabeza, cerca de 1,6; el largo de
la pectoral, cerca de 1,6; el largo de la ventral cerca de 3,2 veces
en el largo de la cabeza.
Las ventrales son tan largas como el hocico; miden pues 10"^^
y entran 2,5 en las pectorales, cada una se compone de 3 radios;
las pectorales de 15 á 16. Kl número de radios de la dorsal es de
ca. 100.
Los dientes de las maxilas, del vómer y de los palatinos son
como en P, latUana, Pero en realidad este pez pertenece al grupo
de P, variegatns como lo demaestra las dos relaciones pG =0,44 Q
y a A =0,67 Q y creo que cuando se obtenga un mayor material
se comprobará que debe reunirse con la forma macropuíi, obtenida
por Ohlin casi en la misma localidad. Represento, según Stein-
dachner, este pez (fig. 1, pág. 409). Es de sentir que en su descrip-
ción, el autor no indique nada respecto á las escamas. Hay que
inferir por lo tanto que en este animal como en los demás Phuco-
coetes éstas se encuentran esparcidas tanto sobre el tronco como
sobre la región caudal.
El pez que he descrito más adelante, bajo el nombre de Lycodále-
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 429
pÍ8 Morenoij se asemeja á primera ^ista á este Lycodido por su as-
pecto general; sin embargo, comparando sus medidas centesimales
— medidas que los naturalistas deberían siempre calcular,— se notau
en seguida las diferencias, que los distinguen además de los carac-
teres genéricos anteriormente expresados.
Nombre de ]as medidas
% en relación con :
P. Plaíei
L. Morenoi
Diámetro del ojo
21,87
24,09
Ancho de la frente
18^
9.08
Largo del hocico
Ancho máx. de la cabeza.
la cabeza
8,55
8,70
6,01
2,81
Largo de la pectoral
8,70
8,11
Largo de la ventral
7,40
8,80
18,84
26,22
58,18
Cabeza
17,10
24,11
68,78
9,64
Tronco
el largo total
Cola
Altnra máx. del cuerpo..
9,01
lluoeoetos.
nuocoetes Jeny ns, Zoology Voy. H. M. S. Beagle, London, 1842
p. 166.
Este género creado por Jenyns á propósito de un pez del Pací-
fico (Archipiélago de Chiloe) no será quizás mantenido cuando se
tenga un nuevo material.
Según Jenyns tiene cinco radios branquiostegos como el género
Lycenchelys del hemisferio norte, y difiere por este carácter de
Phucocoetes que posee seis radios branquiostegos, como todos los
Lycodes.
Según Jenyns, Phucocoetes difiere además de Iliiocoetes < in ha-
ving the head and eyes smaller, the snout scarcely at all produced,
the teeth in front of the lower jaw in two or three rows, and espe-
cially in the contracted gill-opening, which is reduced to a small
hole, relatively not much larger than in the eels . . . . It wants also
the tubal cutaneous appendages on the jaws and the cheeks, in
place of which are rows of simple pores ».
430 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
La presencia de estos tubos cortos en la extremidad de los cuales
se notan los poros mucosos parece á primera vista un buen carácter
de Iluocoete}», pero su importancia disminuye un poco después de la
reflexión que hace Smitt, quien pensó ver más de una vez ejempla-
res de Iluocetes cuando examinaba, sin lentes, ciertos Phucocoetes,
Es que en los jóvenes se notan simples poros infra-orbitaríos y
mandibulares; pero los labios se hinchan con la edad, los poros se
esconden en depresiones cuyos bordes forman en los intervalos
pliegues que toman la apariencia de tubos.
Sería indispensable pues, obtener en Chiloe, nuevos ejemplares
del pez observado por Jenyns, averiguar si presenta ó no verda-
deros tubos mucosos, y comprobar al mismo tiempo que tiene
solo cinco radios branquiostegos.
He encargado á mi distinguido amigo y colega, el profesor
Carlos Porter, hacerme recoger si le es posible, unos cuantos
representantes de esta especie.
Daré, entretanto, la diagnosis de Jenyns.
Iluocoetes flmbriatus Jen.
Jenyns, Zool. Beagle, Fishes, p. 116 pl. 29, fig. 2.
aünther, Cat. of the Fishes, Brit. Mus. t. vi p. 323 (1862) Ly-
cades fimbríatns.
nec Steindachner, Fische Samml. Píate Ly codea (Iluocoetes) fim"
briatus,
D. ca. 80 A. ca. 60 C. ca. 18 V. 3.
c Los bordes de ambos maxilares son adornados con una hilera de
apéndices cutáneos y tubiformes. La altura del cuerpo es más bien
más grande que la mitad del largo de la cabeza, la cual es un quinto
del largo total. El maxilar superior recubre el inferior; el maxilar
se extiende hasta debajo del borde posterior del ojo. Hocico tan
grande como el ojo, cuyo diámetro es la cuarta parte del largo de la
cabeza. Espacio inter-orbital estrecho. La dorsal empieza encima
de la extremidad del opérculo. Distancia entre el ano y la base de
la pectoral casi igual al largo de la cabeza. Ventral delgada, como
un filamento corto, una tercera parte del largo de la pectoral, la
cual es dos terceros avos de la de la cabeza. Color uniforme. Archi-
piélago de Chiloe.»
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 431
Caneolcpis nov. gen.
Cuerpo alargado, comprimido sobretodo en la región caudal.
Boca grande, casi horizontal. Maxila inferior mucho más corta que
la maxila superior. Dientes cónicos en las maxilas, vómer y palati-
nos. Aletas sin ningún radio espinoso. Dorsal muy elevada, ente-
ramente confluente con la anal. Pectorales elipsoidales. Ventrales
jugulares ; gruesas y cortas, sin radios visibles. Escamas sobre todo
el cuerpo, menos en la parte anterior de la cabeza, aisladas y en-
gastadas en pequeñas depresiones de la piel ; existen también sobre
las aletas. Una seudobranquia. Sin ciegos pilóneos. Una perfora-
ción escapular. Cinco radios branquiostegos.
Este género deriva, á no dudar, de los Blennoideos, y si lo he
colocado á pesar de su aleta tan elevada y de su fenta branquial
muy grande, entre los Zoarcidos es que por el conjunto de todos sus
demás caracteres, esa ellos que se liga intimamente. (Xeri(; escama,
xaveo<; canasta).
Caneolepis arrnpterus n. sp.
(Viuda)
Lámina- VII. íig. 1-10.
A fines de Agosto próximo pasado, un vapor de una empresa de
pesca recogió en fondos de 60 á 80 brazas, frente al Cabo San
Antonio, cuatro ejemplares de un pez que considero como constitu-
yente de un nuevo género y una nueva especie, á la cual daré el
nombre de Caneolepis acroptenis para indicar sus caracteres más
salientes.
Preparé el esqueleto de uno de estos peces y los tres restantes se
encuentran depositados en el Museo Nacional de Buenos Aires.
La cabeza, el tronco, la cola y las aletas son revestidos de una
piel espesa y suelta que parece gaufrée; es decir, que presenta
numerosas depresiones circulares y pequeñas, en cada cual existe
debajo de la epidermis delgada una escama cicloidea en forma de
vidrio de reloj. Las figuras 3 y 4 de la lámina vii las representan.
Las mayores miden 2mm5 de diámetro y su aspecto es tan parecido
á una pequeña canasta de filigrana, que esta particularidad me ha
sugerido el nombre del género. Algunas son ovaladas, pero en su
mayoría son circulares. Estrías muy finas y concéntricas se cruzan
con líneas radiales al rededor de un centro liso y forman en el bor-
de libre de la escama así como pequeños festones. Son tan nume-
rosas en la región inferior del pez como en la región dorsal. Existen
432 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
en todas las aletas, diflminayepdo, como es nataral| hacia los bor-
des libres de la dorsal y de las pectorales.
La cabeza es relativamente grande, no es deprimida. En dos in-
dividuos (Lám. VII, 2), la cabeza es arqueada al nivel délos ojos; en
los otros dos (Lám. vii, 1)^ el perfil superior es horizontal. Su región
anterior, hasta el nivel del borde posterior del ojo, es desnudo.
Los labios son gruesos, carnosos, y en la parte en contacto con
los dientes presentan una especie de f lejo muy corto.
La mazila superior pasa mucho la inferior; y el borde anterior
de ésta, cuando el pez cierre la boca, viene á situarse atrás de los
dientes premaxilares. El ángulo posterior de la comisura bucal
llega hasta el nivel del borde anterior del ojo, y en otros hasta el
nivel del centro de éste.
De cada lado de la cabeza, una serie de ocho poros circulares,
mucosos, se extiende desde la región nasal hacia el ángulo del
opérenlo; una serie semejante de seis se extiende desde la sínfisis,
sobre la maxila inferior. El orificio nasal se encuentra en la extre-
midad de un pequeño tubo. Los ojos son grandes y elipsoidales,
entran de 6,6 á 7 veces en el largo de la cabeza, y ésta 4,5 en el
largo del soma.
Todos los dientes son cónicos. Los huesos premaxilares, que no
alcanzan al ángulo de la boca, presentan adelante 2-3 hileras de
dientes y una sola atrás (Fig. 6 Lám. vii); los más fuertes son los
de la hilera anterior, y en ésta los dos centrales se pueden consi-
derar como caninas. Los dientes del dentario son también en
2-3 hileras, los más fuertes se notan en la hilera posterior, y los
más pequeños en la hilera mediana. En el vómer, los dientes forman
un islote circular; los palatinos son dentados en una pequeña ex-
tensión (dos hileras adelante y una atrás).
La superficie de la lengua es lisa, color negruzco. Sobre el bor-
de anterior del primer arco branquial se notan 13-14 branquies-
pinas cortas y blancas. Las fentas branquiales son grandes; las
membranas unidas al istmo.
La línea lateral, poco visible á causa del estampaje de la piel, se
extiende sobre el medio de los costados, en toda la extensión del
soma y está constituida por una serie de pequeñas perforaciones
blanquecinas esparcidas con regularidad.
La dorsal es muy elevada, su alto es superior á la altura máxima
del tronco; sus radios son poco visibles y la dirección general de
ellos está indicada por la disposición en serie de manchas blancas
en forma de puntos ó de líneas.
LAHILLE: NOTA SOBRE LOS ZOAEOIDOS ARGENTINOS. 433
Smitt en sa interesante trabajo sobre los peces de Tierra del Fue-
go, hace notar (loe. cit. part. n p. 40), que en los zoarcidos, la dor-
sal empieza al mismo nivel que el borde posterior del opérenlo ó
más adelante; al contrario en los Lycodes antarticos (ó Phucocoe-
tes^) empieza arriba de la parte anterior de las pectorales recli-
nadas^ pero que en los Lycodes propiamente dichos, árticos y bo"
reales, nace en general arriba de la parte posterior de estas aletas.
Caneolepw (fig. 1 y 2), muestra que este carácter en algunos gé-
neros es muy variable. El mismo Smitt lo reconoce cuando agrega:
tPourtant ce caractére, nous le verrons bientót, est aussi l'expres-
sion d'une différence évolutionnelle aussi bien que sexuelle, les
jeunes et les femelles, en general, ayant la dite distance plus po-
tito respectiyement que celle des adultes et des males, surtout ré-
lativement ¿ la longueur de la partie préanale du corps. »
Las pectorales son grandes; su contorno es elipsoidal. Sus radios
inferiores (6-7) son revestidos, como los radios de la anal y de las
ventrales, de un tejido conjuntivo más abundante que sobre los
radios superiores y les comunica una apariencia carnosa.
La anal es baja, su borde libre ^s de un negro violáceo, y festo-
nado como la parte inferior de las pectorales. En su región poste-
rior presenta 5-6 manchas blancas. Las puntas de algunos de los
radíos son blancas.
Las ventrales, espesas, casi cilindricas, están aisladas una de otra
por un intervalo casi igual á su propio diámetro. Su inserción cor-
responde al nivel del ángulo inferior de la fenta branquial.
En el ejemplar 3, cuya disección he realizado, he encontrado la
fórmula radial siguiente: D. 85; A. 66; C. 12; P. 18; V. 3.
El color de estos peces es marrón muy oscuro, casi negro, con man-
chas de un blanco puro, esparcidas sobre la parte superior y late-
ral de la cabeza, los costados del cuerpo y las aletas. La parte infe-
rior de la cabeza es enteramente blanca, ó con pequeños puntos
escasos de color gris. El vientre, así como la parte ventral de la
región anterior de la cola, es de un marrón gris claro. Cuando las
escamas caen, la cúpula en la cual estaban asentadas resalta en
blanco sobre el fondo oscuro de lasui)erficie del cuerpo.
El ejemplar N.^ 3 era macho, pero no he podido averiguar el sexo
de los otros tres, á causa de la maceración del contenido de la cavi-
1 En Phucocoetes aD (en °¡o de S) iguala á 17,5-22 entretanto es superior á 28 en
los Lycodes propiamente dichos.
434 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES,
dad intestinal. Por lo tanto, no puedo aún deoir si las dos Tarie-
dades que voy á describir corresponden ó no á caracteres sezuaiea.
En los N.<>* 1 y 4, la frente, arriba de los ojos, es arqaeada, el
borde opercular presenta namerosas manchas grises. La inserción
de la aleta dorsal es anterior á la inserción de la pectoral. Sobre
el cuerpo y la dorsal, las manchas blancas de contorno irregular
predominan. (FormA: pantherinus).
En los N.<» 2 y 3, á dimensiones iguales, el peso es mucho más
considerable; la frente, arriba de los ojos no es arqueada; el borde
libre del opérenlo es enteramente blanco. La inserción de la dorsal
es posterior á la inserción de la pectoral. Las manchas del cuerpo,
redondas ó elípticas y menos numerosas que en la forma anterior
son en mayoría de contorno regular. Sobre la dorsal, se notan ver-
daderas rayas blancas que alcanzan hasta 40 °^°^. de largo. (For-
ma: tiifrinm).
El tubo digestivo del individuo N.° 3, medía : 6^3 -|- 77 cents.
=82,3 centímetros, y por lo tanto su relación con el largo delcuer-
po es igual á 1,30.
La fórmula vertebral es 22 + 68 = 90.
Los radíales dorsales son paralelos y recostados sobre las neu-
rapófisis; los radiales ventrales son oblicuos sobre las hemapófisis.
Si examinamos la cintura torácica (Fig. 9 lám. vii), vemos que el
coracoide (Hypocoracoide de los ictiólogos americanos) presenta
un espolón dirigido hacia atrás. La escápula se encuentra en rela-
ción con los dos pterigiales superiores; los dos inferiores corres-
ponden ala parte superior del coracoide y al intervalo coraco-
escapular. El post-clavicular es muy reducido, así como el post-
temporal que no presenta bifurcación.
La extremidad inferior del supra-clavicular llega al nivel de la
perforación escapular.
En la disección se constató que las aletas ventrales son formadas
por 3 radios, de otro modo invisibles.
Al arco hyoidiano corresponden 6 radios branquióstegos (fig. 8
lám. vil). El inter-hyai-es un poco dilatado en su base, el epi-hyal tan
alto como largo, soporta sobre su cara externa los dos branquióste-
gos post«»riores. Los tres anteriores están en relación con el cerato-
hyal que presenta en su borde superior pequeñas denticulaciones.
La forma del hueso opercular (fig. 7 lám. vii) es la de un trián-
gulo equilateral que presentaría una apófisis en su ángulo supe-
rior. El pre-opercular, semicircular, se encuentra soldado con el
hyo-mandibular y el cuadrado. Presenta en su parte inferior dos
lahtlle: nota sobre los zoaboidos argentinos. 436
cavidades oónicaa que llegan casi hasta el centro del hueso. El sim-
pleotico se encuentra muy reducido.
Los cuadros siguientes indican las dimensiones absolutas y cen-
tesimales de C acropterus] y al mismo tiempo — por conformarse
con las costumbres de los ictiólogos — las relaciones de las princi-
pales partes del cuerpo entre si.
DnfBMSIOlfBS DB LAS ALBTA8.
Nombres
N.
• 1
N/
»2
N.
•4
absolutas
ofoS
absolutas
OfoS
absolutas
OfoS
LP
mm
70
82
16
5
71
415
15
800
184.5
59.8
29.9
9.8
182.6
775.6
28.0
560.7
mm
80
84
16
6
79
406
11
801
152 1
62.0
26.1
11.2
148.4
766.6
20.6
565.5
mm
69
88
17
6
92
450
12
827
119.9
57.8
29.5
10.4
159.9
182.5
20.8
568.6
bP
LV
bV
LD
bD
LA
bA
L, largo del radio mayor, b, largo de la base.
436
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
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lahille: nota sobee los zoaeoidos argentinos. 437
MBDIDA8 ABSOLUTAS Y BU CENTESIMOS DBL CUBBPO.
Largo
N.o 1
N.«2
N.o 4
absolutas
Ote
absolutas
■ - ■ 'X
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absolutas
o/o
Cabeza
mm
118
119
295
582
552
18
21
959 gr.
220.5
214.9
564.4
1000.0
855
89.2
mm
119
117
296
582
551
18
21
1280 gr.
2286
219.8
552.0
1000.0
81.9
87.5
mm
127
121
827
575
598
18
28
1485 gr.
239.9
210.4
584.8
lüOO.O
29.5
88.2
Tronco
Cióla
Cuerpo
Largo máximo . .
Diámetro ojo...
Frenttv. .........
Peso
Cankolkpis acbopterus (Belaciokbs).!
Nos.
S:T
S:HU
S:P
7,60
S:haA
T:Y
T:J
T:ET
1
4,50
7,82
8,18
6,50
8,80
1,96
4
4,52
7,50
8,83
8,09
7,06
8,62
1,81
2
4,47
7,94
6,65
7,56
6,61
8,88
l,í)8
8
5,02
7,27
7,68
8,01
6,87
8,77
1,95
5,61
5,52
5,66
4,40
Nos.
T:LP
LP:LV
LP:dB
dB:bP
Q:pO
Q.aA
1
1,68
4,88
1,59
1,87
2,87
1,28
4
1,85
4,06
1,27
1,68
1,88
2,47
1,82
2
1,48
5,00
1,70
2,08
1,18
8
1,52
4,00
1,20
1,76
1,98
1,17
HD:HU
1,04
1,24
1,17
1,18
1 En la nota siguiente «Fiches ichthyomótríques», el lector encontrará la ex-
plicación de la notación que he adoptado.
438 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Gymnelinae.
Los dos géneros que representan en nuestros mares esta sub-
familia tienen dientes tanto sobre el vómer y los palatinos como
sobre las maxilas. Poseen escamas aunque poi^o visibles.
En MelanOHtigma el orificio respiratorio queda reducido casi á
un poro. Las pectorales son muy pequeñas y el cuerpo delgado.
Considero Bothrocara Bean (Proc. U. S. Nat. Mus. 1890) del Pa-
cífico Norte, como sinónimo de May nea; creo pues, que los géneros
no pueden ser basados únicamente sobre la procedencia, y diferen-
cias de más ó menos, (boca más grande, cráneo más cayernoso,
dorsal más baja).
Ot/mnelichthyH Fischer (Deutsche- polar Exped.) es también un
sinónimo de Maynea.
iMaynea.
Maynea Cunningham. Trans. Linn. Soc. Lond. Vol. xxvn,
1871, p. 471 (patagónica).
Maynea Günhter. Proc. Zool. Soc. Lond. 1881, Tab. 2.
Bothrocara Bean. Proc. U. S. Nat. Mus. 1890, 38.
OymnelichthyH Fischer. Deutsche-polar Expedition. 1885.
Cuerpo alargado, comprimido. Piel con pequeñas escamas esfé-
ricas engastadas en ella, con espacios entre ellas. Dorsal, caudal y
anal unidas. Ventrales ausentes. Maxilas igualmente armadas en la
parte anterior con pequeños dientes más bien alejados. Algunos
pequeños dientes sobre el vómer así como sobre los palatinos. Una
hilera de poros grandes á lo largo de las maxilas y unos pocos, más
bien pequeños, en las mejillas. Seis radios branquiostegios ; fenta
branquial estrecha; su membrana atada al itsmo; seudobranquias
presentes. Ningún apéndice pilóríco.
Maynea patagónica Cunn.
Cunningham Trans. Linn. Soc. London, 1871, p. 471.
Perngia A. Appunti sopra alcuni pesei Sud-Americani, 1891,
pág. 24.
Steindachner F. Fische der Sammlung Píate, 1898, p.318.
El tipo descripto por Cunningham fué encontrado por el cNassau»
en las regiones magallánicas, (canal de Smith ó Islas Otterj.
LAHILLE: NOTA SOBRE LOS ZOAROIDOS ARGENTINOS. 439
Vinciguerra, zoólogo de la expedición italiana de Boye á los
mares Australes, consiguió también la misma especie en la Isla de
los Estados ^.
En su viaje, Píate encontró en Tierra del Fuego, (Seno del Al-
mirantazgo) tres individuos de la misma especie. Steindachner los
examinó. Medían respectivamente, 13,3 y 15 centímetros.
El hocico es más largo que el diámetro del ojo y entra cerca de
cuatro veces en el largo de la cabeza. Está, entre 6,6 ó 7,3 en el
Fifi:. 8. — Maynea pcUagonica Cunn. Según Günther (1. c), A Individuo adulto.
B Individuo más joven.
largo total y la altura del tronco cerca de diez veces en el mismo
largo. Lo mismo que en el ejemplar obtenido por Vinciguerra, se
notan 14-16 fajas transversas, más anchas que los intervalos que
las separan.
Melanostigma.
Melanostigma, Günther. Proc. Zool. Soc. Lond. 1881, 621.
Según su autor, este género se acerca de Gymnelis y de Maynea
por la ausencia de las ventrales, y se distingue técnicamente de los
dos por sus dientes mucho más alargados, dispuestos en una sola
hilera en las máxilas, vómer y palatinos.
Jordán y Evermann hacen notar además otro carácter muy im-
portante, señalado por Günther en la descripción específica, la
redacción del orificio branquial casi á un simple poro.
Si se agrega además que las pectorales son muy pequeñas, se
habrá dicho todo lo necesario para caracterizar á estos peces.
* Ejemplar de 10 cts., estudiado por Perup:ia, quien opina con razón que las 14
fascias verticales de color marrón-oscuro que se ven, pueden ser un carácter
juvenil.
440
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Molanostigma gelatinosum Günther.
Günther, Proc. Zool. Soo. London,
1881.
Jordán y Evermann. Fishes of
North and Midle America, 1896,
2479 N.o 2843.
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Todo el cuerpo está envuelto como
en Liparis, por una piel delgada y mo-
vediza. Cabeza grande, alta y compri-
mida; hocico obtuso, ojo grande, dos
séptimos del largo de la cabeza, más
largo que el hocico. Hendidura de la
boca más bien oblicua, pero la maxila
inferior no se prolonga adelante de la
superior. Labios no son carnosos. Cos-
tados de la boca, orificio respiratorio y
ano negros.
Largo total del ejemplar 5,5 pulga-
das. Se obtuvo el 15 de Enero de 1886
en el estrecho de Magallanas (Bahía
Tilly) por 24 brazas.
En el primer viaje que efectué en
1897 á la Tierra del Fuego, encontré
en el canal de Beagle, ca^i frente á La-
pataia y en fondo de 32 brazas un indi-
viduo de esta especie. Fué depositado
á mi regreso en el Museo de La Plata,
mide quince centímetros de largo total.
El tipo encontrado por Coppinger
en el estrecho de Magallanes durante
la campaña del Alert presentaba sobre
los costados algunas manchas de un
gris purpurino \
El ejemplar recogido por mí, tiene
1 «Upper parts tinged with a purplish grey;
sides marbled with the same colour, wich tow-
ards the end of the tail becomes more intense,
almost black.»
lahille: nota sobre los zoarcidos argentinos. 441
al contrario un color uniforme gris, muy oscuro, casi negro con
visos violetas; el vientre es de un gris más claro.
Como no difiere del tipo de la Bahía Tilly sino por el color,
y por su dorsal que es de una altura casi igual en toda su ex-
tensión, asi como lo representa Brown-Goode (Oceaníc lohthyo-
logie, lám. Lxxxn, N.** 284) y como por otra parte la piel de este
pez es tan movediza, aún sobre las aletas, que no sería de extra-
ñar que lo notado por Günther fué debido sólo el estado de pre-
paración del animal, no daré un nombre especial al ejemplar que
encontré en Lapataia.
Contenía en su estómago restos de crustáceos; de iSeroÍM entre
otros.
Cuando se obtenga nuevo material llegará la oportunidad de dis-
cutir si conviene crear ó no para él una nueva especie.
EXPLICACIÓN DE LAS LAMINAS.
LAMINA VI.
Fig. 1. Lycodalepvt Morenoi Lah. visto de p^^rfil. Reducción: cuatro veces.
Fig. 2 y 8. Cabesa vista de arriba y abajo. Reducción: dos veces.
Fig. 4. Interior de la boca. Tamaño natural.
Fig. 6. Escama vista de perfil. Aumento: *V*.
íHg. 6. Escama vista de abajo. Aumento: -^^
LÁMINA VII.
Fig. 1. Caneohpis acropterus Lah. macho. Visto de perfil. Largo total : 558"'
Fig. 2. Otro individuo más viejo (cf ?) visto de perfil. Largo total: 575"'"'.
Fig. 8 y 4. Escama vista de perfil y por debajo. Aumento: Ift.
Fig. 5. Mandíbula. Tamaño natural.
Fig. 6. Pre-maxilar izquierdo; tamaño natural.
Fig. 7. Arco pterigo-palatino y huesos operculares. Reducción: -),.
Fig. 8. Arco hyoidiano. Tamaño natural.
Fig. 9. Cintura escapular.
Fig. 10. Palatinos y vómer, tamaño natural.
FICHES ICHTHYOMÉTRIQÜES.
PAR
PEBNAND LAHILLB.
Tant que le nombre des espéces connues a été pen considerable
et tant qu'on a cru a leur réalité objective et á leur constance,
quelques xnots ou quelques mesures ont suffi pour les caractóriser.
Aujourd'hui, il ne saurait en étre de m6me. L'espéce ne représente
plns qne la reunión d*individus auxquels nous donnons un méme
nom; et ees noms se sont multipliés et se multiplieront a Tinfini,
car dans la continuité des formes vivantes, les caracteres isolés
peuvent se grouper d'une maniere infiniment variée, et osciller
entre des limites souvent fort grandes.
Actuellement, le naturaliste doit s'attacher surtout á Tétude des
variations et a la recherche des conditionsdu milieu interne ou ex-
terne qui les produisent. Ce n'est plus par conséquent d'un seul
caractére qu'il faut teñir compte, mais de Tensemble de tous, ou
du moins du plus graud nombre. II faut done se préocuper de met-
tre en évidence leurs rapports et de les exprimer de la fa9on la
plus méthodiqne et la plus simple, entáchant d'obtenir surtout des
valeurs qui soient direotement comparables entre elles.
Les progres des sciences d'observation sont singuliérement aidés
par les progrés des notations qu'elles emploient et qui permettent
d*abréger les phrases, de synthétiser et souvent de prévoir. E^ien
de plus simple que de représenter Thydrogéne et l'oxygéue par la
lettre initiale de leur nom, et pourtant on a pu, gráce a cette pre-
miére convention représenter Teau par sa composition, et arriver
par ce méme systéme, aux formules atomiques de constitution et
de stéróochimie qui permettent de découvrir tous les jours de nou-
veaux procedes d'analyse ou de synthese, et qui mettent en évi-
dence les propriétés caractéristiques de chaqué corps qu'elles repré-
sentent.
Pourquoi ne rechercherait-on pas en Histoire naturelle á ex-
primer aussi par des valeurs, des lettres ou des symboles les ca-
Amal. Mus. Nac. Bs. As., 8bs. 8% t. ix. Febrsro 24, 1906. 80
444 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ractéres essentiels des formes que Ton ohoisit comme types, com-
parables, (comme je le disaís daiis un travail antérieur pnblié dans
cea mémes Annalee: Lo8 Zoárcidos argentinos, p. 403), a des sta-
tions que Ton construit de distance en distance sur les voies ferróes
de pénétration, qu^on peut comparer aux ligues de Tévolution na-
turelle de la vie.
J'ai adopté depuis longtemps dans l'étude des poissons un pro-
cede de mesure bien simple, qui a Tavantage de rendre compara-
bles les es peces entre elies, ainsi que les formes jeunes et ágées, et
qui, en outre, permet de reconstruiré graphiquement et avec faci-
lité les poissons mesures. Le principe est bien connu; il est appli-
qué depuis longtemps en anthropométrie. En ichthyométrie,
F. A. Smitt, Andrés et d*autres naturalistes s en sont servis. Malheu-
reusement, la plupart d'entre eux ont employé de nombreux termes
de comparaison, c*est-á-dire qu'ils ont adopté en réalité diverses
catégories d'unités. Tantót la hauteur du corps, tantót le diámetro
de Toeil, la longueur de la tete, ou de la pectorale ou du museau.
En outre, dans certaines descriptions, ils indiquent quelques me-
sures qu'on ne retrouve plus dans les descriptions des espéces ou
des genres voisins, et par ce fait toute comparaison devient
impossible. D'autres fois, dans la description de deux espéces, les
unités choisies sont difíérentes, et par suite on ne peut non plus
les comparer aisément.
Les spéciographes et les morphologistes auraient pourtant
tout avantage a se mettre d*accord, pour décrire d'une faQon tou-
jours uniforme les animaux de chaqué groupe, et ríen ne facilite-
rait plus leur travail qu'une serie de formulaires rédigés par des
spécialistes et qu'ils n 'auraient ensuite qu'á remplir.
Depuis 1898, j'emploie en ichthyométrie le procede suivant
que j'ai exposé dans unebrochure^ et une note* publiée dans le
Boletín de Agricultura y Ganadería, Mayo 1901.
Toutes les dimensions des individus étudiés sont indiquées
d'abord en chiffres absolus, mais exprimées ensuite par les valeurs
qu' elles prendraient si la longueur du corps du poisson, mesuré
depuis Textrémité du museau jusqu'á la derniére vertebre, deve-
nait égale a un métre de long,
Tous les individus examines, áquelque groupe qu'ils appartien-
nent, de quelque varíete ou provenance qu'ils soient, étant ains
* Preparación de un Atlas Talasográfíco para el fomento de la industria mari-
tima, 6s. Aires 1901, in 8, avec figures et plans.
' Estudio sistemático de los peces, 1. c.
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446 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
rapportés á an métre de long, sont directement comparables, et ríen
n'est plus aisé que de traoer des coarbes exprímant les varíations
de chaqué caractóre, suívant Táge, le sexe, les localités, les modifi-
cations naturelles ou artificielles du milíeu, les espéoes, etc., etc.
Lorsqu'on aura f ait porter les observations sur un nombre suffi-
samment grand d'individns prís dans des milieux soigiieusement
determines, on disposera d'une base commode pour aborder et
resondre les probl¿mes de la morphologie.
II convient de prendre,— et le Dr. Andrés le fait aussi, — tontea
les mesures dn corps du poisson sur la ligne f rontale (FF') ou inter-
seotion de la surface de l'auimal avec le plan frontal qui divise
rindividu en portion dorsale et ventrale. Cette droite passera, par
convention, par la poiute du museau et par le centre de la derniére
vertebre.
Pour reprósenter les diverses mesures, j'ai choisi autant que
possible comme abréviatíons, les initiales des noms des organes a
mesurar; et, de méme qu'en Chimie, la nécessité d'éviter des répé-
titions oblige ase servir de quelques lettres qui nesemblent pas se
relier directement á la partie qu'elles représentent.
Les majuscules: D, P, V, A, C, expriment pour les ichthyologistes
du monde entier les nageoires: dorsale, pectorale, ventrale^
anale et cándale. C'est une premiere base de notation; et par une
simple derivation: Di, D2; Ai, A2, As représenteront la dorsale
antérieure et la postérieure, ainsi que la premiere, deuxiéme et
troisiéme anale. De méme; s et i signifieront toujours: supórieur et
inférienr et par conséquent Cs et Ci seront les lobes supérieur et
inférieur de la cándale; et au besoin, lorsqu'une pectorale sebifur-
quera ou se divisera on pourra aussi exprimer ses lobes par: Ps,
Pi.
Les lettres: a ^t p signifieront toujours: antérieur et postérienr.
Comme la lettre C se trouve déjá employée pour représenter la cán-
dale, j'utilise pour désigner le corps du poisson, compté du bout
du museau jusqu'á la derniére vertebre, la lettre S initiale du mot:
Soma (<Tto|xot, corps). Le soma se divise en tete (T); en tronc, (U, de
ti'uncus)^ car la lettre T est déjá employée, et en queue (Q).
On devra toujours considérer comme tete (T) la partie du corps
compriee entre le bout du museau et le point le plus postérienr de
Tappareil operculaire, que ce soit uiiC membrane ou une épine.
Lorsque Popercule n'est pas distincton qu'il n'existepas, on devra
faire passer la limite postérieure de la tete par le bord postérienr
du dernier orífice branchial.
lahille: fiches ichthyométriqües. 447
La queue (Q) est la región da soma comprise entre la derniére
vertebre et le plan transversal qni passe par Porigine de la na-
geoire anale (Téléostomes) ou par le bord postérieur du cloaque
(Holocéphales et Sélaciens).
Le trono (U) est la partie comprise entre la tete et la queue; et
sí á la somme des longueurs de ees trois régions, ou longueur du
sema, (qui est la longueur totale des ichtbyologistes auglais), on
ajoute la longueur (E. c C) du rayón central de la queue, on aura la
longueur totale des poissons telle que la mesnraient Cuvier et Ya-
lencíeunes; tandís que si on ajoute au soma la longueur de la pro-
jection de toute la región cándale sur le plan frontal (tt C), on
obtiendra la longueur que Smitt appelle longueur totale et qu*il
vaut bien mieux nommer longueur máxima (L) pour éviter une
confusión deplorable.
Je représente les longueurs par 1, les hauteurs par h, les distances
par d, les épaisseurs ou intervalles par e, et pour exprimer les
valeurs máxima correspondantes de ees quantités, j'emploie sim-
plement les majuscules de ees mémes lettres. Ainsi Hü signifie:
hauteur máxima du tronc, ET épaisseur ou largeur máxima de la
tete, etc.
La lettre B sert pour désigner la branchie et entre dans la com-
position des abréviations : E>B, rayons branchiostéges ; dB, dis-
tan ce entre les deux angles inférieur et supérieur de la fente bran-
chiale.
La bouche sera représentée par M (mouth, bouche, en anglais),
B se trouvant déjá occupé. Les abréviations composées signifient :
HM, hauteur vertí cale máxima de la fente buccale ; EM^ sa largeur
horizontale máxima; B M, épines du í^^ are branchial; pM,'point
le plus postérieur de la bouche (bord postérieur du maxillaire).
Par analogie, les barbillons seront designes par {jl s, (barbillons
de la m&choire supérieure) k-í, [a'í (barbillons de la m&choire in-
f érieure ).
Les autres, et rares lettres grecques employées seront: c», extre-
mité postérieure de Toccipit^l ; X, nombre d'écailles de la ligne la-
térale ; Xs, Xi, partie supérieure et iuférieure de la méme, lorsqu'elle
se divise, e^écailles; eaDi, écailles d'une rangée transverso au ni-
veau de l'origine de la V^ dorsale, iusqu*á la ligne latérale et en
comprenant dans ce nombre Técaille de la ligue latérale si elle
existe, et en les comptant depuis l'intersection du plan sagittal
avec la surface supérieure du poisson ; s aA, écailles d*une rangée
transverso, au niveau de l'origine de Táñale, en les comptant depuis
448 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
rintersection da plan sagittal aveo la sarface du ventre ( ligne sa-
gitfcale inféríeare) jusqu'á la ligne latérale. La lettre ^, représente
la distance verticale de certaines points jnsqu'á la ligne frontale.
O représente l'opercule, et Y, les yeux.
Poar les nageoires, il faut examinar la longaear de learbase (b)
et lears rajons (B) qui peavent dtre simples c'est-á-dire épineox
Bs, ou articules Ba, oa ramifiés Br ; N^ représentera le rang da
plus longy et LB sa longaeur.
J'indiqae oi-joint le modele (recto et verso) des fiches ichthyomé-
triques que j emploie.
POISSONS
Nom vulgaire
Nom scientiflque
Nod'ordre
Localité
Date
Sexe
Poide
Volume
T
U
Q
S
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L = S+'^C =
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MESURES DIVERSES
X
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(«aV
RAPPORTS
S:T
T:HU HU-.S
S:HU
TthQ
S : pG
T:ET
T:Y
T:aY
(U+Q):HU
ETteY 1
DENTITION
Prém.
Maxil.
Vom.
Palat.
Dent.
OBSERVATIONS
Formula vertébrale :
lahille: riOHES iohthyométeiques. 451
DaDS la premiére partie on inacrít le N.^ d*ordre da poísaon^ la
localité et la prof ondetir oú on l'a recaeíllí, la date, le sexe, le poids,
le yol ame et les longaears des principales ré^ons da oorps: la
tete T, le tronc U, la qaeae Q, le soma 8, le rayón central de la
cándale !R c C, et la projection de la nageoire cándale tc C.
La seconde partie de la fiche sert á inseriré les principales don-
nées stéréométriqaes da soma. La premiére colonne contíent Téna-
mération des points caractéristiques oa points frontanx determi-
nes sar la ligne frontale par les plans transverses passant par les
parties saivantes :
Angle postérienr dn maxillaire p M
Oeotre de la narioe o N
Centre de la pnpille c Y
Bord antérienr de Popercule a O
Eytrémité postérieure da sur-occipital p ta
Bord le plus postérieur de Topercule p O
Nageoire pectorale (racine antérieure) a P
Partie la plus haute du corps max
1'* nageoire dorsale (racine antórieure) a Dt
» » » (racine postérieure p Di
2r* nageoire dorsale (racine antérieure) a Dj
» » » (racine postérieure) p Dt
Nageoire ventrale (racine antérieure) a V
Centre de Tanus el
Nageoire anale (racine antérieure) a A
» » (racine postérieure) p A
Partie la moins baute du corps min
Nageoire cándale (racine supérieure) a Os
» » (racine inférieure ) aCi
Dans la seconde colonne, on inscrit les valeurs absolaes et cen-
tesimales des longaears (1) entre le mnseaa et chacan des points
frontanx.
La troisiéme colonne est réservée aax distances des points fron-
tanx á la ligne sagittale snpérieare (d); la qaatriéme aax distances
de ees mémes pofnts a la ligne sagittale inférienre (d'); la cinqaié-
me, aax haute ars (h) et la sixiéme aax épaissears (e).
En réalité les haatenrs oa distances qai séparent les points co-
rrespondants des lignes sagittales inférienre oa sapérieare repré-
sentent simplement la somme de d-f-d'; aassipeat-on calcnler les
valears qai se placeront dans cette colonne en additionnant les va-
lears correspondantes de d et d'.
Ponr simplifier la notation, on pent sapprímer la lettre 1 devant
les lettres des points frontanx, lorsqn'on veat parler des distances
de ees points a Textrémité antérieare da maseaa. Par exemple, a O
462 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
sera la méme chose que: laO et voudra diré: distance entre lepoint
préopercalaire et la pointe du maseaa. Je ferai remarquer en pas-
Bant, que cette distance est celle qneSmitt appelle; tete rédaite (t).
Bien entenda que les longueurs, les distances et les hauteurs, se
prennent dans un plan paral lele au plan sagittal, c'est-a-dire en
nesuivant pas les contours du corps, ce qui revient á considérer le
poisson comme projeté sur le plan sagittal.
La troisiéme partie du f ormulaire sert á inseriré les valeurs qui
se rapportent aux nageoires.
Dans les colonnes Bs, Ba, Br, on índiquera le nombre des rajons
épinenx (spinosij Bs; des rajons articules Ba; et des rayón rameux
Br. Dans la coloune suivante: (n.°), on indiquera le rang du rayón
le plus long; dans celle: L B, on inserirá la longueur de ce méme
rayón enfin, dans la derniére coloune b, on portera l'indication
de la longueur de la base des nageoires.
Le verso de la fiche est reservé á inseriré les diverses mesures
suivantes :
le nombre d^écaiUes de la lií^ne latérale ' \
> • de la ligne latérale en sa portion supérieure X»
» » de la ligne latérale en sa portion inférieure Xi
le nombre d^écailles au niveau de Torigine de la 1'" dorsale. . . £aDi
le nombre d^écailles au niveau de Torigine de Táñale ^aA
la distance entre les points extremes de la fente branchiale. dB
les rayons branchiostéges RB
épines branchiales du !•' are RM
hauteur máxima du corps y compris les nageoires (dorsale et
ventrale ) HS
hauteur máxima de soma HU
épaisseur máxima du corps EU
épaisseur máxima de la tete ET
longueur du rostre depuis l'extrémité de la máchoire inférieu-
re jusqu^ék la pointe du museau cV
distance minima entre les narines postérieures eN
distance minima entre les yeux eY
diamétre horizontal de PobíI Y
diamétre vertical de PobíI v Y
hauteur máxima de la bouche RM
épaisseur máxima de la bouche EM
distance des lobes postérieurs de la cándale dpC
hauteur de la stola (chez les Athérinidés) S
barbillons de la máchoire supérieure p.s
barbillons antérieurs de la mftchoire inférieure ai
barbillons postérieurs de la máchoire inférieure m'í
* En comptant celles-ci de l'angle supérieur de la fente branchiale, jusqu'au
centre de la derniére vertebre. Lorsque la ligne latérale n'existe pas, on doit bar-
rer X et indiquer le nombre d'écailles d^une rangée longitudinale comprise entre
les limites procedentes.
lahille: fiches ichthyométriques. 463
La quatriéme colonne comprend une serie de mesures que Ton
peut calculer avec les dounées de la premié re partie de la fiche; ce
sont:
aY ou museau, ou tete préorbitaire; est égale á cY — ~
J ou joue, est égale á a O — p M
p Y ou tete post - orbitaire, est égale a p O — (a Y -|- Y)
Q- (de Y3ta-Tip abdomen) re presentera la longueur pré-abdomina-
le, ou: aV— aP
pG, longueur post-abdominale ou: a A — aV
p Q représente le pédoncule caudal, c*est¡-á diré S — p A
oaP et o a V représentent les distances qui séparent les inser-
tions supérieure de la pectorale et de la ventrale, de la lignefron-
tale.
Dans la seconde partie du verso du f ormulaire, se trouve indiquée
une serie de rapports á établir, soit pour comparer facilement le
poisson avec les descriptions antérieures desichthyologistes, soit
aussi, pour se rendre compte de Tétat de développement et de santé
des espéces que Ton éléve dans un but commerrial. Dans ce cas, ce
T U -4- O
sont les rapports g^ et -¿yj^ qui sont les plus importants k con-
naitre.
Voici le détail de ees rapports :
Rapport du soma et de la tete S ; T
» » » et de la hauteur máxima du tronc. 8 : HU '
» • et de la longueur post-abdominale . . S : p G
Rapport de la tete et du diamétre horizontal de l'oeil. . T : Y
Rapport de la tete et du museau T:aY
Rapport de la tét*» et de la hauteur máxima du tronc. T : HU
Rapport de la tete et de la hauteur de la queue T : h Q
Rapport de la longueur de la tete avec son épaisseur
máxima T : ET
Rapport du tronc et de la queue avec la hauteur
máxima du tronc (U + Q) : HU
Rappoi*t de Tépaiseur máxima de la tete et la distance
minima entre les yeux ET : eY
Rapport entre la hauteur máxima du tronc et la lar-
geur de la stola ( chez les Athérinidés) HU : i]
Dans la troisíéme partie du tablean on peut inseriré lea caracte-
res prineipaux de la dentition, et enfin, terminar la fiche par la
serie d'observations qu*il peut y avoir lien de faire, a propos de
Táge, Tétat general, l'alimentation, l'abondance, le sexe, le déve-
loppement des organes reproducteurs, etc., ou toute autre parti-
cularité de Tanimal étudié.
454
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Pour mesurer les largeurs absolues des poissons je me suis servi
quelque temps d'un ichthjométre de mon iiivention et qai me
donnait a la fois, les distances des points frontaux au miisean,
répaissear du corps en ees points et les distances de ees mémes
points aux lignes sagittales supérieure et inférieare.
Qnoiqne Tappareil ne fut pas encombrant et qu'il püt méme se
démoiiter il tenait encoré pas mal de place et comme la question de
volume est un gros probléme pour le naturaliste-voyageur, sartont
dans eertaines régions, j'ai adopté de noaveaa rancien systéme
des fils.
La figure ci-jointe représente l'appareil dont je me sers aa labo-
ratoire et qui est remplacé dans les voyages par une simple plan-
Fig. 2. Ichtliyométre simplifié.
chette, qu'on peut mettre au fond de sa valise et dont une extrémi-
té se replie sur lautre a angle droit á l'aide d'une chaniére á arrét
Dans la planchette se trouvent encastrées deux regles millimé-
triques dont les zéros correspondent au plan vertical du butoir.
Le poisson est étendu sur le milieu de la tablette, le museau
tout centre le butoir. Un fil qui passe dans celui-ci et que Ton tend
sur le poisson depuis la pointe du museau k la dernier vertebre
matérialise la ligne frontale.
D*autres fils munis d'un petít anneau glissant dans une tringle
lahille: riCHES ichthyométriques. 466
mobile placee d'un c6té de la planchette, et tendus par une petite
bague de plomb attaehée a leur autre extrémité, soi)t disposés sur
le poisson, á angle droít avec la ligue frontale et les regles gra-
duées. On les fait passer par les points caractéristiques, et une
lecture directe donne les distances des points frontaux au museau.
Un compás á glissiére — á longue branche graduée — donne ensuite
les distances sagittales supérieure et inférieure de ees points, ainsi
que répaisseur du corps a leur niveau.
Pour éviter que les fils ne s*enchevétrent, je les fais passer dans
de petits tubes de yerre bordes a leurs extrémités et comme on le
Yoit sur la figure.
Les planchettes dont je me sers habituellement ont 70 ets. de
long. Pour des poissons plus longs, on peut faire préparer des
planchettes pliantes, d'une longueur double.
Dans la pratique journaliére, et sauf pour certains groupes spé-
ciaux (Siluriens, Anguilles, Symbranches), ou pour des individua
tres grands, on n'a guére á mesurer d'exemplaires d*une longueur
supérieure a 70 centimetres, et, dans ce cas, il suffiraít au besoin
de fixer sur la table du laboratoire deux regles graduées et paral-
leles.
Pour calculer les valeurs centesimales des dimensions caracté-
ristiques des poissons, il faut multiplier chaqué valeur absolue par
le rapport de 100 ou de mille, á la longueur du soma exprimée en
millimétres.
Exemple: Supposons un poisson dont le soma mesure 426™°^ et
la tete 61™"». Pour connaitre la longueur de la tete d'un autre indi-
vidu dont la longueur serait de 1000™"^ il faut calculer la propor-
tiou suivante: -^ — -^,^ oü bien x = 61 X i^
On voit que pour un individu determiné, il faudra pour obtenir
les mesures centesimales en fonction du soma, multiplier toutes ses
dimensions par un facteur constant (K) égal k —^
Dans le tablean ci-joint j'ai indiqué les valeurs de ees constan-
tes, pour des somas variant de 1 á 709. C'est-á-dire, qu'il donne
les quotients de 1000 pour la serie des nombres de 1 a 709.
466
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
ünités '
O
I '
51
3
_4 \j
_'L
_ I
8
1
1
Dizaines
0000
100 0 500 0*888.8
250 o!200 0
166.61 142.8 1 125.0 1
Ul.li
1 100 0,90 90 88.a8' 76.92
71.40 m.m (52 50 ¡58 80 ¡55 5ü| 52 68 1
2 ' 5(; 00 1 47 61
45 45 148 48
41.í»<>;40 00 118 4r, ¡37 04 85 71
f:4 49
8 ,88 8», 82 26
81 25 130 80 1 29.41 1 28 57 i 27 77 i 27 (« i
¿6 81
25 64
4 1 25 00 1 24 H9 28 81 28 26 i 22 73 ' 22 22 21 74 21 28
A) 84 ',20 41
5 1 20 00 19 61 1 19 28 | 18.87 , 18.52 IH 19 17 K> , 17.55
17 24 IH 95
6 '16 67 16 89 10.18 15 88 15. ()8 15 89 15 15 14 92
14 70 , 14 49
7 1 14 28 14 08 18 88' 18.69 118.51 18 88 18 15 12 98
12 82 i 12 65
1 8 1 12 50, 12 84 12 19 12 04 1 11 90 11.70 11.62 11.49
11 8<i 11.28
1 9 11.11 10 98 10 86
10 75' 10 (Í2' 10 52' 10 41 1 lO.»"» I
10 20
10 10
10 1 10.00 9 9U)|9 «28
9 787 ; 9 615 9 523 1
9.488 9 846
9 259
9 188
U '9(»90 9.(H0 8 ÍKW 8 K40 S 771 8 6*9-5
8 621 ■ 8 547
8 474
7.44J8
12 18.888 8 264 ,8 19<>' 8 180,8.064 8 000
7 98(>!7 874
7 812
7 751
18 7 <)92 7 (>h:> , 7 575 | 7 518 7 462 , 7 408 .7.852 7.U'99 , 7.258 , 7 194 1
14 1 7.140 1 7 092 i 7 188 | 6 9í)8 ' 7.944 1 6 HÍMi ' 6 819 6 K)2 i 6 788 6 711 |
15 1 6 6*4) (> 022 , 0 57K i 6 585 6.498 6 451 6 410
6 8«9 6 829,6 2h9
16 6 250 6.211 6 172 16.184 6 0Í)7 'o CKlOiO 024
5 988 15 952 ¡5 911
17 5 882 5 847 5 818 ' 5 774 i 5.747 5 714 | 6 OHl
5 í>49!5 617'5.5b6
18 5 555 , 5 524 1 5 494 . 5 464 i 5.484 , 5 4(i5 ¡ 5 876 5.848 | 5 818 5 2;.7 |
19 !5 2í«'5 285 5 208
5.181 5 154 '5.128 5 102 15.076 '5 Or»0 ¡
5 (.^25
20 ¡5 0iK),4 974 ,4 95(J
4 925! 4 fOl |4 877
4.K58'4 880,4.807 |
4.784
21 4.761 4 789 14 716
4 614;4.672 4 651
4 H29
4.61)8 ¡4 5S7
4 566
22 '4 545,4 525 14.504
4.484 1 4. 102 1 4 444
4.424
4 405 4 8H>'4 806
28 1 4 847 1 4 829 ; 4 810 4 291 ¡ 4.278 | 4 255
4 287
4 219 1 4 201 4 184
24
4 1íi6 4 149 4 182 4.115 4 098 , 4 («1
4 0í>5
4 048 1 4 082 14 016
25
4.000 18 984 8 9(i8 8 952 8 ím7 ¡8.921 8 906 |
8.891 3 87»i , 8 861
26
8 846 8 881 8 816 18.802 18.787:8.778
8 759
8.745 8 788 13 718
27
8 704 1 8.r.90 1 3 676 \3 iml 8.612 1 8 686
8 628
8 610 8 bSf¡ ¡8 584
28 8 570 : 8 5r^ 8 546 | 8.538 8 521 | 8 508
3.49í>
8 4^4 8 472 8 4H0
1 29 8 448 3.48(> 8 424 1 8 412 8.401 8 885
8 875
8 8ti7 8 av.' 8.844
\ m 8 838 8 822 18 811 8 800 ; 8 28Í) 8 278 8 2» i7 8 257 ¡ 8 246 |
8.286
81 8 22,5 8 215 ¡8 205 '8 194 18 181 '8 174 18 164
8 154 3.144
8 184
82 ! 8 125 1 8 115 ! 8 105 ¡ 8 095 ; 8.08(> , 8.076 | 8 ()67
3.058 ¡8 048
8.089
88
8 080 1 3 021 1 3 012 | 8 ()08 2 994 ¡ 2 9a5 t 2 97(> 1
2 967 1 2 í»58
2 ^»
84
2 911 2.932 , 2 923 2 915 ' 2.906 2 2ÍI8 , 2 8ÍÍ0 ! 2 881
2 873
2.8ü5
85
2 857 2.849 ! 2 840 i 2 882 ' 2 824 2 816 2.8(í8 2 801
2 798,2 7851
86 . 2 777 2 770 2 762 ' 2 754 , 2.747 ] 2 789
2.782 2 724
2 719 ! 2 710 1
87 , 2 708 i 2 695 ; 2. 6^8 , 2 (580 ! 2.678 2 m'y
2 659 2 652
2 Íi45
2 í 88
88 1 2 ♦^81 ' 2 624 ' 2 617 2 610 , 2 ÍÍ04 2 597
2.5iHi'2 588
2 577
2 570
89 2 564 2 557 ,2 551 '2.544 2 588 2.581
2.525
2 518
2 512
2 506
40 2 5« 0 2 498 2 487 ' 2.481 2 475 2 469 2 4t>8
2 457
2.451 ¡2 444 1
41 2.489 , 2 488 2 427 \ 2 421 i 2 415 ¡ 2 409 2 408
2 898
2 392 2 88b
42 1 2.880 ! 2 875 ' 2 8(i9 i 2.866 | 2 a^)8 1 2 852 2 847
2 841 2 88<> 2 831|
48 2 325 2 820 2 814 2 809 2 804 2 298 2 298
2 288 , 2 268
2 277
44 2 272 2 2í»7 2 2ti2 2 257 ' 2 2^i2 2 247 2.242 2.2o7
2 282
2 227
45 '2.222 2 217 2 212 2 207 2 202 i 2 197 | 2 192 2 188
2 188
2 178
46 2 178 2 169 2.164
2.159,2.155 2 150 12.146,2 141
2 186 1 2 182
47 2 127 12.128 2 119
2.114 2.109 2 105 2 100
2 096
2 092 2 0H7
48 2.088 12.079 12.074
2.070 2.06(íi2.0(il 2.057
2 058
2 049 , 2 044
49 2.040 2 08«i 2 082
2 028 2 024 2 020 2.016
2 012
2 008
2.004
i 50 2 000 1 99ÍÍI 1 í)92
1 988 '1.984 1 980 1 976
1 972
1 968
1 {m
51 ; 1.9<:0 1.95(>: 1 952
1.949' 1.945 1 911 , 1.937
1.984
l.^W
1 926
52 1.928 1.919
1.915
1.911 '1.908 1 904
1.901
1.897
1.893
1.890
53 1.886,1888
1.879
1.876,1 872 i 1.869
1 8^5
1 862
l.&58:i y&b
1 54 1.85111848
1.845
1.841! 1.888 11.884
1.881
1.828
1.824 1.821
55 11 818 '1.814 1811
1.808 '1.805 I 1.801 11.798
1.795
1 792
1.788
56 i 1785 1.782 1.779
1.776, 1.778 1 1 769 11.766
1 768
1 760
1 757
57 ! 1.754 '1.751 1.748
1.745 1 1.742 1 1.789
1 786
1.788
1 780
1 727
58 . 1.724 1 1.721 1.718
1.715 1 712 1 709
1 706
1.708
1.700
1 697
1 59 1 1.6í»4 1.692,1.6a»
1 f»86 l.()88' l.a50
1 677 '1.675
1.672
1.669
1 60 1 6íí<>1.6('kJ1 fí<)r!l(Í58, 1.655; 1.ÍÍ52 1.650 1.647
1 644
1 642
61 l.()39 ' 1.ÍJ8ÍÍ 1 1 Íi88 ; 1.631 ' 1.628 1 62<i ' 1.628
1.620
1 618
1 615
i 62 : 1 612 1 (ilO l.(i07
1.605 '1.(Í02 1.600 11 597
1.594
1 592
1.589
68
1.587 , 1 585, 1.582
1.579 11.577 1 574 1 572
1 569
1.567
1.564
' 64
1.5t>2, 1 560' 1 557
1 555 1 552 '1.550 1 547
1.545
1 543
1 540i
1 65
1 588|l 536,1 538
1.5B1 'l.52í)i 1 526' 1.524
1 522
1 519
1.517
66
1.515 1.512 1 1 510
1.508, 1.506 1.503' 1 501
1.498
1 496
1.404
67
1 492 1 1.490 1 1.488
1.485 11.488 ¡1.481 | 1.479
1 477
1 474
1 472
68
1 470 1.4Í»; 1.466
1.4&4 1.461 1.459(1.457
1.456
1.458
1.461
69
1.449 1.447 1 1.445
1 448. 1. 440 ll. 488 1 1.486
1.484
1.482
1.490
70
1.428 !l 426
'1.424
1.422 1.42011 41f
M 1.416
1.414
1.412
1.410
lahille: fiches ichthyométriqtjes. 457
Dans l*exemple ci-dessus, pour trouver la valeur de 1000 divisé
par 426 ou n'a qu'á lire le nombre contenu dans le tableau au croi-
sement de la ligne horizontale des 42 dizaines avec la ligue verti-
cale des 6 unités et on obtient le résultat: 2.362. Le produit de cet-
te quantité par 61 nons donne: 14,3 cts. pour la longueur de la tete
d*un poissou géométriqaement semblable aa premier et qui aarait
un métre de long.
Si on considere qu'en un temps trés-court, on peut gráoe aux
fiches ichthyomótriques établir et conserver le signalement exact
des poissons que Ton étudie; si on considere également la grande
facilité qu'elles offrent ensuite pour la comparaison des formes^ je
ne doute pas que leur usage ne se généralise á la plus entiére satis-
f action des morphologistes et des spéciographes qui s'en serviront.
ALGUNAS OBSERVACIONES
SOBRE LAS ANOMALÍAS DENTARÍAS DEL PERRO
CAYETANO MARTINOLI,
Profesor de Zootecnia en el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria
Las anomalías de número y de dirección de los dientes del perro
doméstico son bastante frecuentes, y las de forma no son dema-
siado raras.
Estas anomalías se presentan casi siempre en los molares, paes
los incisivos y los caninos son incomparablemente menos sujetos
á variación.
Según la opinión de varios autores, la variabilidad de los órga-
nos pasivos de la masticación del perro, es debida con frecuencia á
anomalías de los maxilares que se han fijado por selección, y que
después se han vuelto hereditarias.
Así Coruevin y Lesbre^ nos hacen notar que el galgo tiene el
hocico muy alargado, mientras que los dogos y los pequeños perri-
tos de salón lo tienen muy corto.
Los hull'dogis y los mops presentan un prognatismo acentuado
de la mandíbula; al contrario de lo que pasa en los perros rato-
neros, en los grifos y en loa perros de pastor, que son prognatos
«n el maxilar á consecuencia del acortamiento de la mandíbula.
Todas estas variaciones tendrían, entonces, su influencia sobre
los dientes, que de esta manera se modificarían.
Sin embargo, Cornevin y Lesbre admiten también la posibilidad
de que en unos casos, la disminución ó el aumento en el número de
los dientes no sea imputable al acortamiento ó al alargamiento
del rostro.
* Ch. Cornevin y J. X. Lesbre. Traite de Váge des animaiujc doméstiqíies, París.
BaiUiére et Fils. 1894.
Ahal. Mü8. Nac. Bs. As., Ser. 8% t. iz. Abril 21, 1908. 81
460 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Según estos sabios, el atavismo ejercería á veces su influencia,
restableciendo la fórmula dentaria propia de ciertas formas fó-
siles, ó que viven en estado salvaje, que podrían ser consideradas
como antepasadas de algunos perros domésticos.
La fórmula dentaria definitiva del perro se puede expresar así:
incisivos ^Yi caninos | premolares j^^q molares jj|
El primer premolar no es otra cosa que el primer molar de le-
che que se ha quedado también en la segunda dentición. El cuarto
premolar del maxilar y el primer molar de la mandíbula son com-
primidos, cortantes y mucho más voluminosos que todos los de-
más; ellos han recibido el nombre de dientes carniceros. Todos los
otros dientes que les preceden, que son igualmente más ó menos
puntiagudos y cortantes, y que progresivamente disminuyen en
volumen, han sido llamados precarniceros.
En fin, los que les siguen hacia atrás, se distinguen con el nom-
bre de tuberculosos, á causa de su apariencia mamelonada.
A consecuencia de lo que acabo de decir, la fórmula dentaria de
los molares, se puede también expresar de la siguiente manera:
8-8 . 1-1 i. i. 1 2-2
precarniceros . carniceros ^. tuberculosos ^-^
Ahora bien, la forma fósil Ly coras de Bourguignat (hallada en
las cavernas de Vence) no tenía más que tres premolares inferio-
res; el Brachycyon de Filhol presenta esta fórmula:
el Cuon, esta otra:
8-8 1-JL . 2-2
P°- 8^ ^- 1-1 ^' 2-2
8-3 1-1 , 2-2
P^' 4—4 ^- n ^- rri
y el Canis megálotis y los Amphicyon:
8-8 1-1 . 8-8
P^- 4^4 ^- iTi t. 8^8
Toussaint* ha demostrado que el acortamiento del rostro de al-
gunos perros, y más especialmente de los dogos, determina la re-
ducción numérica de los molares y los obliga á tomar una posición
transversal.
Este autor dice, que el primero de estos dientes que desaparece
es el primer premolar, el cual se sabe no tiene más que una raíz y
nace una sola vez.
* T0Ü88AINT. Comptes Rendus de VAcctdtmie des Sciences^ t. lxxxii.
MARTINOLI: LAS ANOMALÍAS DENTARIAS DEL PERRO. 461
Desaparecen sucesivamente el segundo tuberculoso, y el precar-
nicero que se encuentra inmediatamente antes del carnicero (pm/
ó pm/).
Pero tanto FilhoP como Cornevin y Lesbre han constatado que
este orden de desaparición indicado por Toussaint no es invaria-
ble, pues á veces falta el último tuberculoso y todavía existe el
primer precarnicero.
Cornevin y Lesbre creen que la reducción numérica de los mola-
res se efectúa siempre en las extremidades de la arcada dentaria,
nunca en su parte central ; de manera que, si faltan dos dientes,
éstos son los extremos; si faltan tres, son los dos primeros y el
último.
Agregan ellos que en todo caso, la determinación de los molares
que han desaparecido es bastante difícil; pues los que quedan tie-
nen la tendencia á simplificarse y á tomar la forma de aquellos
cuyo puesto ocupan.
Así, por ejemplo, cuando en una arcada dentaria existe un solo
diente tuberculoso, éste con frecuencia se asemeja mucho más al
segundo de estos dientes que al primero, y no obstante eso, no hay
duda que es el segundo el que ha desaparecido.
De igual manera, cuando no existe el primer precarnicero, pue-
de suceder que el segundo, en lugar de tener dos raíces, tenga una
solamente.
En el museo de Zootecnia del Instituto Superior de Veterinaria
de Parma hay una notable colección de cráneos de perro, cada uno
de los cuales lleva la indicación de la raza y de la edad del animal
á que pertenecía.
El año pasado, siendo profesor en dicho instituto, quise estudiar
tan precioso material, para buscar algunas anomalías dentarias que
comprobaran lo antedicho.
Examiné poco menos de un centenar de cráneos de perros per-
tenecientes á las siguientes razas: buUdog, mastín, de guerra, de
pastor, de guardia, danés, español, Terranova, San Bernardo, galgo,
perro de lanas, grifo, braco, pointer, setter, terrier, zorruno, pinch,
king's Charles.
Entre ellos encontré 28 que presentaban anomalías en los dien-
tes molares; pei'o nirigiino^ presentaba irregularidades en los inci-
sivos y en los caninos.
* FiLHOL. Sur les chiens actuéis et les camassiers fossües s^en approchant le pltis^
en Arch. du Mus. Hist. Nat. Lyon. t. iii.
462 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
A estos casos añadí 5 otros que constaté en cráneos de perros y
de zorros existentes en el Museo Nacional de Historia Natural de
Buenos Aires. Cornevin y Lesbre hacen justamente notar que
hay que examinar con mucho cuidado los casos relativos á la
disminución numérica de los molares, pues con frecuencia el diente
ó los dientes que faltan han caído ó fueron arrancados accidental-
mente; y esto se verifica especialmente en los primeros premolares
de la mandíbula.
Por esta razón no he tenido en cuenta otros seis casos de dismi-
nución numérica, porque el estado del hueso en el lugar donde
habrían debido encontrarse los molares que faltaban, dejaba sos-
pechar que los alvéolos correspondientes pudieran estar oblite-
rados.
Los casos que se describen y estudian en este trabajo son enton-
ces solamente aquellos sobre los cuales no cabe duda ninguna con
respecto á las anomalías que presentan. Los resultados de mis in-
vestigaciones, contenidos en el cuadro final de esta publicación,
demuestran que:
a) Se han verificado deficiencias numéricas sólo en el maxilar, en — 9 cráneos
bj Se han verificado deficiencias numéricas sólo en la mandíbula, en 12 >
cj Se han verificado deficiencias numéricas en los dos maxilares, en. 1 >
d) Se han verificado aumentaciones numéricas sólo en el maxilar, en . 2 »
«j Se han verificado aumentaciones numéricas en la mandíbula en. 8
f) Se han verificado anomalías sólo de dirección, en 6 »
g) Se han verificado anomalías de dirección y de número, en 4
¿Cuáles son ahora las deducciones que se pueden sacar de las
observaciones que se han hecho?
En primer lugar, para poder juzgar el valor de la influencia
ejercida por el acortamiento ó el alargamiento del rostro sobre la
disminución ó la aumentación del número de los molares, es nece-
sario establecer cuáles son los cráneos que deben considerarse de
rostro largo y cuáles de rostro corto.
Para hacer esto, sería necesario determinar la relación que existe
entre el largo total del cráneo y el del rostro, porque así sería po-
sible conocer el porcentaje que correspondería á este último.
Sin embargo, me ha parecido más conveniente determinar otro
porcentaje, que en nuestro caso tiene la mayor importancia; es
decir, el porcentaje relativo al largo del paladar (medido desde los
choanes hasta la mitad de la arcada incisiva), con referencia al
ancho total del cráneo.
MARTINOLI: LAS ANOMALÍAS DENTARIAS DEL PERRO. 463
Los choanes en el perro se encuentran á poca distancia de la
línea que une los dos últimos molares, y por esta razón el porcen-
taje palatino nos da una idea bastante exacta del mayor ó menor
largo relativo de las arcadas dentarias.
En general, los perros de paladar corto tienen también el rostro
corto, y viceversa, pero este hecho no es constante, y por consi-
guiente el ya indicado porcentaje responde mejor á nuestro
objeto.
En el siguiente cuadro están contenidos los porcentajes palatinos
de todos los cráneos estudiados, repartidos según la forma de las
anomalías y según la raza á la cual pertenecen los perros.
464
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AffiES.
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MAETINOLI: LAS ANOMALÍAS DENTAELA.S DEL PERRO. 465
Si se estudian detenidamente los datos contenidos en este cua-
dro y en el final, se nota cómo efectivamente en unos casos, al
bajo porcentaje palatino corresponden en los molares anomalías
de dirección y de número.
Así por ejemplo, en los cráneos de los bull-dogs I, XXTT, XXIV
y XXI, varios molares superiores han debido tomar una posición
oblicua ó absolutamente transversa, porque en caso contrario no
habrían encontrado lugar para conservar su dirección normal.
En el zorruno XXXII faltan los dos segundos tuberculosos su-
periores, y esto á causa de que la arcada molar termina con los
primeros de estos dientes, razón por la cual no habría espacio para
los otros dos.
Hay también casos inversos, es decir, en los cuales al gran largo
del paladar corresponde un mayor número de molares.
Es lo que pasa en el cráneo del mewtín XIII, al cual corresponde
el porcentaje palatino más alto (53, 1 ^/o), y que tiene un tercer
tuberculoso inferior derecho.
Lo mismo se verifica en el cráneo del otro mastín XV (60 %),
que presenta dos terceros tuberculosos superitres, y en el pointer
III, que tiene un tercer tuberculoso inferior izquierdo.
Sin embargo, hay muchos otros casos en los cuales no se veri-
fica lo que se acaba de decir.
Entre los bull-dogs citados, el I y el XXII presentan deficien-
cias numéricas en las mandíbulas, á pesar de ser éstas notable-
mente prognatas. Lo mismo ocurre con el bull-dog XXIII.
En numerosos otros cráneos (por ejemplo XXVDI, 11, VII,
XXX, XXIX), se observa que a las deficiencias numéricas corres-
ponden porcentajes palatinos elevados (60, 51, 52 %), y que adon-
de faltan los dientes, existen espacios libres, lisos y perfectamente
normales que podrían muy bien contenerlos.
De igual manera, al aumento en el número de los molares no
corresponde siempre un elevado porcentaje palatino, y esto lo
prueba el pointer XIV, que tiene el porcentaje 47.7 y presenta dos
terceros tuberculosos inferiores.
Por lo que se refiere al San Bernardo VI (véase lám. vni) este
animal, á pesar de tener un tercer tuberculoso superior izquierdo,
presenta en el mismo maxilar el segundo precarnicero izquierdo y
los dos terceros precarniceros en posición trasversal (Lo mismo
pasa con los segundos, terceros y cuartos precarniceros de la mandí-
bula, la cual, sin embargo, presenta un acentuado braquignatismo).
En todos estos casos no se puede entonces creer que las anoma-
466 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIKES.
lías numéricas verificadas hayan sido determinadas por el mayor
ó menor largo del rostro, ó mejor dicho, del paladar.
Será pues necesario admitir la acción de otras causas.
Efectivamente; entre los cráneos estudiados, los hay que bajo
este punto de vista presentan anomalías muy significativas.
Los bull-dogs I y XXII y el Terranova XTI presentan esta fór-
mula dentaria:
8-8 1-1 . 2-2
P^- 8^8 ^- ÍTi ^' 2-2
Ahora bien; dicha fórmula es la del Lycortis y del Brachycyoríy
que tenían solamente tres precarniceros inferiores en cada lado.
Además hay que notar que si en el cráneo I los dientes que fal-
tan son los dos primeros precarniceros, en los otros dos son los
cuartos; lo que quiere decir que se han quedado justamente los
primeros tres premolares inferiores.
En el pinch XXXIII encontramos la fórmula:
3-8 1-1 . 2-2
P^- ír4 c- i7i t- ÍTi
que es la del Cuon ó Cyon,
En fin, en los cráneos XV, VI, XIII, III y XIV existen tuber-
culosos suplementarios en la maxila ó en la mandíbula, lo que tieu-»
de á acercar sus fórmulas dentarias á la del CanÍ8 megalotis y del
Amphicy(yn, que es la siguiente:
^ 8-8 1-1 . 3-8
P^- ri ^- n *• 8^8
Pasando ahora á considerar cuáles son los dientes que desapa-
recen los primeros, solamente tres casos confirman lo que dijo Tous-
saint, es decir que los molares faltan siempre en este orden: pri-
meros precarniceros, segundos tuberculosos, y precarniceros ante-
puestos á los carniceros.
Estos casos son los que se observan en los cráneos I, XVI y
XXXI, en los cuales faltan los primeros precarniceros.
En los cráneos XXXn, XXVII, XXXIII, XXIHy XXIV fal-
tan, por el contrario, los segundos tuberculosos, sin quo por esto
falten los primeros precarniceros; y en los XXX, IV, XII y XXII
se nota solamente la ausencia de uno de los terceros precarniceros
superiores ó cuartos inferiores.
Forestes motivos tienen razón Filhol, Cornevin y Lesbre cuan-
do dicen que la ley de Toussaint está lejos de ser invariable.
MAETINOLI: LAS ANOMALÍAS DENTARIAS DEL PERRO. 467
Pero también Cornevin y Lesbre son demasiado absolutos, ase-
gurando que la disminución numérica de los molares se verifica
siempre en las extremidades de las respectivas arcadas.
Basta estudiar un poco el cuadro final y mirar la fig. 2 para ver
en cuántos casos se observa la falta de dientes intermedios.
Es verdad que los citados autores dicen que no son los interme-
dios los que faltan, sino los extremos, pues los dientes más internos
se simplifican y toman sucesivamente la forma y el volumen de
los que los preceden; pero yo no sabría comprender porqué razón
en la fig. 2 los cuartos precarniceros deberían encontrarse en el
lugar de los terceros; los terceros en el de los segundos, y éstos en el
de los primeros
Y todo eso cuando los primeros, los segundos y los terceros son
perfectamente normales y bien colocados, y cuando en el lugar
adonde deberían encontrarse los cuartos, existe un amplio espacio
que podría muy bien contenerlos.
Según lo que acabo de decir, parece entonces que la disminución
numérica de los molares, pueda verificarse tanto en los precaruT-
ceros como en ios tuberculosos, y esto en cualquiera de diclios
dientes.
La disminución de los carniceros debe ser muy rara, y la de los
tuberculosos menos frecuente que la de los precarniceros (6 casos
sobre 18).
Por lo que se refiere á la variación de dirección de los molares,
ya hemos visto que en los cráneos I, XXLE, VI, X, XXI, XXIV
y XXV, algunos molares han tomado una posición trasversal.
Estos molares son siempre segundos, terceros ó cuartos precar-
niceros, y nunca primeros precarniceros, carniceros ó tuberculosos.
Este hecho se comprende perfectamente cuando se considera
que los primeros precarniceros de leche de la maxila y de la man-
díbula se quedan también en la segunda dentición, y que los dos
tuberculosos superiores, el carnicero y los dos tuberculosos infe-
riores son monofisarios, es decir, nacen una sola vez.
Todos estos dientes tienen tiempo y manera de dirigirse normal-
mente, mientras que los otros permanentes que nacen después
solo encentran un espacio libre que no es proporcionado con su
tamaño, y entonces han de tomar una posición forzosamente obli-
cua ó trasversal.
Es verdad que el carnicero superiores también difisario; sin em-
bargo, á consecuencia de su forma, posición y desarrollo, mucho
más fácilmente se conserva normal.
468 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES,
Resulta claro que en todos los casos en los cuales el porcentaje
palatino es muy bajo (cráneos I, XXII, XXI, XXTV), los dientes
han tenido que tomar una posición oblicua ó trasversal, no encon-
trando en caso contrario espacio suficiente para conservarse nor-
males.
No se puede, sin embargo, decirse lo mismo de los otros casos que
se refieren á cráneos con porcentaje palatino normal ó elevado.
En el caso del cráneo del San Bernardo VI, hay que considerar
que la mandíbula es* bastante braquimorf a, y que en el maxilar los
caninos se implantan más atrás de lo normal.
En cuanto á los cráneos del danés X y del mestizo bull-dog-
mastín XXY, que tienen respectivamente los porcentajes palati-
nos 60 y 61.6, quizás se podría explicar la posición anormal de sus
terceros precarniceros superiores invocando la siguiente ley for-
mulada por Ameghino ' :
«A medida que disminuye la duración de la función de los mo-
« lares caducos, disminuye también proporcionalmente el espacio
« destinado á los molares de reemplazo; y á medida que se retarda
« el desarrollo de los molares persistentes, aumenta en proporción
« el espacio ocupado por los molares caducos y de reemplazo. »
Bastaría entonces que los dichos animales hubieran cambiado
con un cierto anticipo sus molares de leche, para que se hubiera po-
dido verificar una disminución en el espacio destinado á contener
los de reemplazo.
La variación de forma de los molares debe considerarse una
anomalía mucho menos frecuente de las otras que se han descripto,
pues del cuadro final resulta que encontré sólo dos casos de tal
naturaleza.
Uno es el que se ha verificado en el cráneo XIX, en el cual los
segundos precarniceros superiores son uniradiculados; y el otro
existe en el cráneo V que tiene el tercer precarnicero superior de-
recho que simula en reducido volumen el carnicero que sigue, pre-
sentando también como éste en su cara interna un pilar bastante
desarrollado.
Una última observación tengo que hacer á propósito de la de-
saparición de los molares, y es que si los dientes que faltan no
son externamente visibles, podrían á veces encontrarse en estado
rudimentario dentro del hueso.
1 F. Ambohino. Becherchet de morphologie phylogénéíique sur Ua molairet supe-
rieures des ongtdés, An. Mus. Nac.^ serie B*, t. iii. Buenos Aires. J. A. Alsina, 1904.
MAETINOLI: LAS ANOMALÍAS DENTARIAS DEL PERRO. 469
Con el fin de averiguar tal cosa, hice algunas secciones en dife-
rentes cráneos^ siendo el resultado negativo, pues no encontré
ninguna traza de molares rudimentarios.
El limitado número de secciones practicadas no me permite ates-
tiguar si las cosas suceden siempre asi.
Pero, de todas maneras, aun en el caso que á veces existieran
dientes rudimentarios, esto no tendria mayor importancia, pues el
hecho de encontrarse atrofiados y encerrados en el hueso ya sería
un signo evidente de su tendencia á desaparecer por completo; y
entonces no alterarían las deducciones que preceden.
Resumiendo ahora todo lo qxxe se ha dicho en este trabajo, se
pueden formular las siguientes conclusiones:
1.^ En algunos casos, la longitud relativamente mayor ó menor
del rostro, ó mejor dicho, del paladar, puede determinar el aumen-
to ó la disminución del número de los molares.
2.^ En muchos otros casos esto no es admisible, y la causa de la
variación puede buscarse en el atavismo.
3.^ La disminución numérica de los molares no se verifica siem-
pre en el orden establecido por Toussaint.
4.^ Tal disminución, contrariamente á lo que aseguran Corne-
vin y Lesbre, no se verifica constantemente en el extremo de las
arcadas dentarias, siendo frecuentes los casos en que faltan dientes
intermedios.
6.^ Los molares que más fácilmente pueden tomar una posición
anormal son los 2^^, 3®* ó 4<>" precarniceros. Esta posición anormal
puede ser la consecuencia del acortamiento de la arcada dentaria,
ó quizás á veces, del anticipo en la caída de los molares de leche.
6.^ Las anomalías de forma de los molares son bastante raras.
7.^ Las anomalías de los incisivos y de los caninos, en relación
con las de los otros dientes, son muy raras.
OBSERVACIONES
loi y {^u. pg^ normalt'H. Entre ellos hay un espacio liso y suficiente para contener los dientes que
faltan. Los 1'" tub. terminan las arcadas; no habría lugar para los 2°'.
' !»• y 2"* pe. normales- Amplío espacio para los dientes que faltan; con superficie normal.
Los otros dientes normales. Amplio espacio para les dientes que faltan ; con superficie normal.
An. mu3' joven.
Los !•' y 2'*" pe. más distantes que de costumbre. Amplio espacio para los dientes que faltan; con
superficie normal.
Los !"■ y 2** pe. más distantes que d«? costumbre. Amplio (espacio para los dientes que faltan; con
I superficie normal.
I Los i*" y 2*" pe. más distantes.
Los I"* y 2"* pe. mAs distantes. El 8" pe. sup. der. simula un pequeño carnicero, y como este pre-
senta en correspondencia de la cura interna, un pilar bien desarrollado.
Los 1"' y 2"' pe. más distantes. Animal muy joven.
i
Los 1- y 2"' pe. más distantes. Amplio espacio para el diente que falta, con sup. perfectamente
normal.
Los 2*' pe. sup. son oblicuos ; los 8"' son transversos.
Los !"• y 2*" pe. inf. hacinados. Amplio espacio para los dientes que faltan; con superficie normal.
Los 8'" pe. sup. oblicuos. Amplio espacio para los dientes que faltan; con superficie normal.
Los 8*" pe. sup. oblicuos. Amplio espacio para los dientes que faltan; con superficie normal.
Los otros dientes normales. Amplio espacio para los dientes que faltan, con superficie normal.
Los otros dientes normales. Amplio espacio para los dientes que faltan, con superficie normal.
' I Los otros dientes normales. Amplio espacio para los dientes que faltan, con superficie normal.
Los otros dientes normales. Amplio espacio para los dientes que faltan, con superficie normal.
-^ , Los otros dientes normales. Amplio espacio j)ara los dientes que faltan, con superficie normal.
I
UNA NUEVA URELLIA DE PATAGONIA
JUAN BEÉTHES.
Urellia Ameghinoi Beéthes, n. sp. — Cinérea, pedibiis fla-
vis, oviducto nigro nitidoj alia macula anteapicali nigro-
fusca cum stigmate per fasciam latam connexa, cellula
discoidali unifasdata, et inter venas 5^-6^ que nebulosis
per locos hyálinis, Long. corp. : 4 mm. Alae 3 ^4 nim.
Patagouia.
Vista de lado la cabeza es más ó menos cúbica aunque el borde
frontal sea un poco más largo que el lado inferior. Los ojos están
situados hacia arriba. La frente tiene una forma de trapecio más
ancho detrás que delante en donde adquiere un color ladrillo más
pronunciado. Las antenas alcanzan casi al borde oral sin tocarlo.
Tórax y abdomen con pelos
blanquizcos, el ovipositor es
negro luciente. Las alas son
hialinas con la mancha sub-
apical negruzca que se une
con el estigma por medio
de una faja ancha que abar-
ca el nérvulo transverso an- Ala de UrelUa Ameghinoi Bréthes: %^,
terior. La mancha subapical
llega hasta el borde costal quedando dos gotitas hialinas antes de
llegar á la 2^ vena longitudinal. Hacia la extremidad se desprenden
dos ramas que coinciden con las extremidades de las venas 3* y 4* ;
hacia atrás salen 4 ramas: dos en la 2^ célula posterior, la tercera
que coincide con el nérvulo transverso posterior y la cuarta que
atraviesa la célula discoidal á igual distancia entre los dos nérvu-
los transversos. Por lo demás la célula discoidal es hialina. Entre
las venas 6* y 6* longitudinales, la célula es nebulosa con gotitas
hialinas más ó menos bien definidas. La mancha subapical encie-
47,2 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIBES.
rra solamente las dos gotas hialinas del borde costal ya nombradas
y otra gota en la segunda célala posterior enfrente del nérvalo
transverso posterior.
Además de su tamaño mayor, esta UreUia se distingue en
seguida de la Uréllia plagiata {TYiom^s,) Br¿thes, por la nebulo-
sidad que existe detrás de la vena 5* longitudinal. Ha sido cazada
en San Jorge (Chubut) por Don Carlos Ameghino á quien me
es grato dedicar la especie.
SOBRE TRES EXÜRISTA (DIPT.)
PARÁSITAS DE LA «PALUSTRA TENUIS» BERG.
POR
JUAN BRETHES.
Exorista palustrae Bréthes, n. sp.
Nigrüj nitidaj scutello plus minm toto ohsctire ferrugineo, seg-
mentís abdominis 2-4 utrinque argenteo-ftantum áureo- seciin-
dum lucem) sericeis, facie albo-(vel gríseo- seciindum lucem)
serícea, antennis nígris, palpis et ore ápice testaceís,
Long. corp: 7-8 mm.
Buenos Aires.
9 Capiit hemisphaericum, fronte quam oculnm vix aequilata,
longitudinaliter nigra, pone ocellos grisea utrinque hanc lineam
gríseo- vel albo-sericea, sparce minute pilosa, setis verticalibus
utrinque 2, interna multo majore, setis postverticalibus sat minutis,
setis ocellaribus 2 proclinatis, setis frontalibus 7 (1,2 verticalibus,
3-7 introrsum versus reclinatis), inter hanc lineam et oculos setis
2 proclinatis, facie sat longe triangulan, albo- vel griseo-sericea,
prope vibrissas linea brevi e pilis minutis ornata, antennis articulo
2** breve piloso, articulo 3° 2° quadruplo majore, rectangulari,
marginem oris vix attingente, seta nuda, ore utrinque setosa, pro-
boscis vix nigra, ápice et palpis testaceis, nigro breve pilosis, ca-
pite pone orem sat longe villoso, oculis villosis. Thorax supra
niger, nitidus, tantum cyaneo-pellucidus, linea nigra angusta inter
setas acrosticales et dorso centrales et altera inter setas dorso-
centrales et intraalares, in medio interrupta, setis acrosticalibus
robustis, pone saturam transversam 3, setis de 4, utrinque subtus-
que gríseo pruinosum, scutello ferrugineo basin versus plus mi-
nus obscuriore, setis discalibus 2, lateralibus 8. Abdomen nigro
474 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
nitidum, ovatum, segmentis 2-4 utrinque argénteo -sericeis (vel
tantulum aarichalceis, secundum lucem), segmentis ómnibus setis
apicalibus robustis. Tibiae mediae posticaeque postice bicarinatae,
utrinque in medio et ápice unisetosae, pulvillis flavis. Alae hya-
linae, margine costali, et venas 1, 2, 4 longitudinales versus (etiam-
que nervulum transversalem posticum) tantum fusco -infumatae,
squama superiora alba, inferiora alba, flavo -limbata.
cT A 9 differt: Fronte tantum angustiora, linea orbitali e setis
10 instructa, sine setis 2 vicinis, unguibus et pulvillis majoribus.
Parece el parásito más común de la Palubtra tennis Berg,
Exorlsta Bergi Bréthes, n. sp.
Gríseo 'pruinosa^ fronte in medio nigra, thorace anguste hi-vit-
tato et d-maculato, ahdomine segmentis 1^ niffro^ 2-3 di-
midió apicali nigro, 4 ápice ferrugineOy antennia articulis i,
2 totis et 3^ hasi fernigineis, palpin, prohoscisy coxis, femori-
bu8 et tibiis etiam ferrugineis, Long, corp.: 5-6 mm.
Buenos Aires.
9 Capiit hemisphaericum, oculis paulum hirtis, fronte quam
oculum aequilata, vitta media uigra usque ad triangulum ocella-
rium tantulum dilatata, utrinque hanc vittam albo- vel griseo-se-
ricea, sursum versus gradatim aurata, setis verticalibus utrinque 2,
interna majore, setis postverticalibus 2 sat minutis, setis ocella-
ribus 2 proclinatis, linea orbitali e setis 8 ( 1,2 verticalibus,
3-8 introrsum versus reclinatis), Ínter hanc lineam et oculos
setis 2 proclinatis, facie longe triangulan, in medio obscura, an-
tennis articulis 1,2 nigro-pilosis, articulo 3° 2^ vix quadruplo
longiore, compresso, quadrangulare, a basi ferrugineo, seta nuda,
nigra ; margine oris utrinque setosa, palpis proboscideque nigro-
pilosis. Thorax cinereus, inter lineas acrosticalem et dorso -centra-
lem anguste nigro lineatum, et prope lineam intraalarem (in medio
interrupte) etiam nigro lineatum, setis de 3, utrinque et subtus gri-
seo pubescens, scutello cinéreo, a basi subnigro, setis discalibus 2,
lateralibus 6. Abdomen segmentis 2,3 dimidio basali, 4 ciñereis,
ápice setosis, segmento 4^ ápice ferrugineo. Pedes testacei, tarsis
nigris, femoribus tibiisque apicem versus plus minus obscurioribus,
pulvillis albidis. Alae hyalinae, squamis albidis.
BRETHES: SOBRE TRES EXORISTA (DIPT.). 475
cf A 9 differt: Fronte tantum angustiora, linea orbitali e setis
11 instrncta, sine setis 2 vicinis, unguibus et pulvillis majoribus.
Dedico la especie al descriptor de las Paluntras argentinas, el
inolvidable Dr. Carlos Berg.
Exorista auratofrontalis Bréthbs, n. sp.
Fronte laete aurata, usque ad marginem oris gradatim albo*
sericea, thorace nítido supra gríseo^ nigro bivittato, abdomine
nigro nitidoj aegmentis 2^3 in medio et utrinque griseis^ seg-
mentó 4^ cinéreo vix flavicante, thorace abdomineque tantu-
lum cyaneo - micantibus, probofscts palpisque testaceis, Long.
corp,: 7-8 mni.
Buenos Aires.
9 Caput hemisphaericum, oculis hirtis, fronte quam oculum ae-
quilata, vitta media nigra et usque ad vibrissam continuata A- for-
mante, vértice pone ocellos aurichalceo, inter vittam mediam et
oculos laete aurata usque ad partem inferiorem capitis gradatim
albo-sericea, pone oculos etiam aurichalceum, setis verticalibus
. utrinque 1, postverticalibus 2 minutis, ocellaribus 2 procHnatis,
orbitalibus 6-7 (1,2 verticalibus, 3-7 iutrorsum versus reclinatis)
et inter lineam orbitalem et oculos setis 2 proclinatis, facie Ion-
ge triangulari albo-sericea utrinque prope vibrissam linea brevi
pilosula, antennis nigris, articulo 2^ pilosulo, articulo 3° 2° qua-
druplo longiore, vix epistomatem attingente, genis linea e 4-5 setis
mediocribus instructis, pone orem albido villosis. Thorax griseus,
nitidus, tantum cyaneo micans, nigro bivittatus, setis acrosticali-
bus 3, de 4, utrinque et subtus griseo-pruinosus, scutello gríseo,
basin versus nigro, setis discalibus 2, lateralibus 8 (2 intermediis
sat minutis). Adbomen nigro nitidum et tantum cyaneo - micans,
segmentis 2-3 basi anguste, longitudinaliter in medio sat late et
utrinque late griseo pruinosis, segmento 49 cinéreo, utrinque ápice
tantum nigro, setis 2 discalibus in segmentis 2-3. Alae hyalinae,
venas versus tantulum obsolete inf umatae, squamis albidis, flaves-
centi-marginatis.
J* A 9 differt: Fronte tantum angustiora, sine setis 2 iuter li-
neam orbitalem et oculos, unguibus et pulvillis majoribus, ungui-
bus utrinque breve villosis.
Anal. Mus. Nac. Bs. As., Skr. 8', t. ix. Mayo 14, 1908. 82
476 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AlEES.
Esta especie tiene alguna relación con la E, nobilis Will., y ofre-
ce la particularidad de tener el tórax con dos líneas negras que, sí
se mira al animal bajo un cierto ángulo, se desdoblan cada una,
apareciendo entonces 4 líneas.
Todas estas mosjas útiles, por ser parásitos de la Palustra tennis
Berg, me han sido proporcionadas por mi ayudante, D. Ángel
Zotta, y se incorporan á las colecciones del Museo Nacional de
Buenos Aires.
NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN
FLORENTINO AMEGHINO.
II y a trois ans á peu prés que j*étais occupé k rédiger une mo-
nographie sur les Poissons f ossiles du Crétacé supérieur et du Ter-
tiaire de Patagonie. J'ai dü interrompre ce travail afin de pouvoir
réf uter la critique de M. Wilckens sur Páge des formations sédi-
mentaires de Patagonie, question qui devenait pour moi plus
urgente que la détermination des Poissons fossiles. Gette réfuta-
tion resulta un gros volume qui porte le titre de Les Formations
sédimentaires du Crétacé supérieur et du Tertiaire de Patagonie^ 668
pages, 3 Pl. et 3B8 figures dans le texte, a. 1906 (An. Mus. Nao. de
B. Aires, Serie ni, T. vm). Aprés avoir terminé ce volume, d au-
tres travaux, également plus urgents, ne m'ont pas encoré permis
de continuer l'étude que j avais entreprise sur les Poissons fossiles,
mais je compte la reprendre aussitót que mes occupations me le
permettront.
En attendant, je ne puis passer sous silence une petite note
que le savant palóontologiste, M. Leriche, vient de consacrer aux
Poissons fossiles du Patagonien ^ Les grands et beaux travaux
sur les Poissons fossiles que cet auteur a publiés pendant ees der-
nieres années le placent au premier rang des paléontologistes qui
s'occupent de l'étude des Poissons fossiles et donnent á son opinión
une tres grande valeur. C'est une raison de plus pour examiner la
valeur de ses observations sur les Poissons du Patagonien.
Dans le volume sur Les Formations sédimentaires, etc. ci-dessus
mentionné, j'ai dédié un chapitre aux Poissons du Patagonien
(pp. 176-188, et Pl. I et ii), pour prouver qu'au point de vue de la
f aune ichthyologique, cette f ormation rentre aussi dans l'Eocéne et
1 Lebjche Maubice, Observations sur les Poissons du PcUagonien récemment sígna-
les par M. FL Ameghino^ in Anuales de la Sociétt Oéologique du Nord^ T. xxxvi,
p. 129, Sóance du 6 Mars 1907. LiUe.
478 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
non dans TOIigocéne ou dans le Mioc¿ne, comme le supposent pln-
sieurs palóontologistes. Sur deux planches, j ai figuró une ou deux
dents de chacune des espéces du Patagonien que j'ai cru pouvoir
ídentifier avec des espéces deja connues d'autres régions de la
terre, précisément pour que les paléontologistes qui's'occupent de
l'étude des Poissons f ossiles puissent vérifier si mes déterminations
sont exactes ou non.
Dans la note susmentionnée, M. Leriche dit que son interpreta-
tion de plusieurs de mes figures ne concorde pas avec mes déter-
minations et l'améne, sur la question de Táge du Patagonien, á des
conclusions différentes de celles que j'ai formulées.
Dans le f ond, ce n'est pas la question de la détermination des
espéces qni est en cause, sinon la fatigante et interminable ques-
tion de Táge géologique de la f ormation patagonienne, et — chose
bien curíense — ce ne serait pas dans l'identification des espéces
reconnues comme d'áge néogéne que je me serais trompé, sinon
eiclusivement sur toutes les éogénes et crétacées.
Bref : d'aprés ses observations, M. Leriche rapporte le Patago-
nien au Miocéne inf érieur.
Aprés avoir pris connai^sance des observations de M. Leriche, je
trouve que son jugement n'est pas suffisamment fondo et je reste
plus couvaincu qu'avant que le Patagonien est Eocéne.
Dans sa revisión critique, Pauteur distribue les espéces en deux
catégories: 1.** Celles que, d'aprés les figures, il croit pouvoir
reconnaitre avec súreté; 2.** Celles qui, d'aprés les figures, ne sont
pas susceptibles pour lui d'une détermination precise.
Je n'ai pas le temps d'entrer dans beaucoup de détails ni pour
réexaminer le vaste matéríel que je posséde et que je ne vois pas
depuis trois ans. Je vais seulement prendre connaissance des ob-
servations de M. Leriche pour les passer en revue dans le méme
ordre qu'il les présente afín de juger de leur valeur d'aprés mes
souvenirs et le matéríel que j'ai publié.
AMEGHINO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 479
ESPÍJCES que M. LERICHE a PU RECONNAfrUE D'APRÉS LES
FIGURES.
Odontaspis cuspidata Aa. ^
J'aurais bien determiné cette espéce qui arrive depuis TEocéne
jasqu'au Miocéne.
Oxyrhina hastalis Ag. et Oxyrhina patagónica Amgh. *
M. Leriche dit qu'il lui est impossible de séparer la dent que
j ai figuróe sous le nom d*0. patagónica de VO. hastalis, espéce
dont il a examiné des milliers de dents et qui avait deja été
signalée dans le Patagonien par MM. A. Smith Woodward* et
Priem*. II y a deja pas mal d'années que moi aussi jai non seule-
ment signalé la présence d'O. hastalis dans le Patagonien*, sinon
que j'y ai encoré ajouté que «c'est l'espéce qui dans cette formation
a laissé le plus de débris». Mais avec cela Tauteur ne prouve pas
que mes derniéres observations soient inexactes.
A propos de ees deux formes j'ai dit;
« Demiérement, je me suis aper9U que les dents d' Oxyrhina has-
talis de Paraná qui sont tout á fait typiques, n'étaient pas identi-
ques á celles de la formation patagonienne désignées avec le méme
nom. Les dents du Tertiaire de Paraná sont a couronne tres large
vers la base, a face interne tres légérement convexe et par consé-
quent assez minees, comme comprimées, et avec l'inversion de la
pointe vers le dehors, peu accentuée. »
« Les dents provenant du Patagonien et qu*on rapportait a O.
hastalis ont la couronne plus étroite a la base et une forme un peu
plus élancée ; la face interne est tres convexe de sorte qu'elles sont
1 Ameghimo, Les FomicUions sédimentairesy etc., p. 177, Pl. i, fi^. 9.
Lebichb, 1. c. p. 182.
* Ameohino, 1. c. pp. 179-180, Pl. i, fig. 16 et 17.
Leriche, 1. c. p. 182.
' Smith Woodward A., Observations on Señor Ameghino^s * Notes on the Geology
and PalaeorUology of Argentina •f in Geological Magazine, 1897, p. 22.
* In'TocRNOüER A., Note snr la Géologie et la Paléontologie de la Patagonie,
B'dl. 8oc. Géol. de France, i* serie, t. iii, pp. 464, 467-470, a. 1903.
* In Anales de la Sociedad Científica Argentina^ T. li, p. 90, a. 1901, et Ameohino
F., Váge des formatioiis sédimentaires de Patagonie^ p. 109, a. 1900.
480 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
considérablement plus épaisses; en outre, leur pointe est invertie
vers le dehors d'uue maniere plus prononcée. »
« Comme ees caracteres sont constants sur des centaines d'exem-
plaires, il est évident qu'il s'agit d*une espece distincte que je nom-
me Oxyrhina patagónica. »
cDans le Patagonien, les dents du type d'O. hastalis manquent
complétement. Par centre, les dents d' O. patagónica se trouvent
dans le tertiaíre de Paraná, mélées h celles d'O. hastalis, mais en
tres petit nombre. »
«En examinant des dents du Miocene et du Pliocene d'Europe
déterminées comme d'O. hastalis, j'ai pu constater que sous ce nom
se trouvent reprósentées les deux espéces, O. hastalis et O. patagó-
nica, mais cette derniére est tres rare. II est clair que dans ees
conditíons les deux especes étaient difficiles a séparer, mais dans
TArgentine la distinction est possible puisqu'on les trouve dans
des formations d'époques distinctes. »
«Pour qu'on puisse bien saisir les différences qui séparent ees
deux espéces, je donne le dessin et la section a la base de la cou-
ronne d'une dent typique d' Oxyrhina hastalis de Paraná ( pl. [Lám.]
1, fig. 16, 16a IQe, 16 í) á cótédu dessin et de la section (Pl. [Lám.]
I, fig. 17, 17a, 17e,* 17i) d'une dent correspondante d' Oxyrhina
patagónica » *.
Je mantiens la prósence de ees différences qui sont tres fáciles á
constater avee les piéces en main, et je mantiens que dans le Pata-
gonien on ne ttouve pas la forme á base plus large, a couronne plus
droite avec la pointe moins invertie vers le dehors et á face inter-
ne moins convexe, plus aplatie, caractéristique du Tertiaire de
Paraná, et qui se rapporte á la forme commune du Miocene d'Eu-
rope qu'on designe sous le nom d'O. hastalis.
Avec cela je ne veux pas soutenir qu' Oxyrhina patagónica doit
absolument étre une espece nouvelle. II est plus probable qu elle
ait deja étó décrite depuis longtemps avec un autre nom, et quand
je serai en état de pouvoir le reconnaitre je l'adopterai^ Ce que
1 Ce n'est que maintenant que je m'aperQois que cette figure qui représente la
dent vue de cOté a été figuróe par le dessinateur avec la moitió inférieure de la
couronne beaucoup plus comprimée qu'elle ne l'est en réalitó. Mais les sections
transversales sont exactes et montrent tres bien les différences d'épaisseur.
' Ameohino F. Les Formations sédimentaires^ etc., pp. 179-180.
' C'est peut-étre VOxyrhina acuminata Davis, du Tertiaire de la Nouvelle Zé-
lande. Davis, James W., On FossUfish remains from ÍJie tertiary formcUions of New
Zealand^ in The Scienfific Transadions of the Boyal Dublin Society. Yol. iv (Se-
ries II), p. 29, pl. v, fig. 21, a. 1888.
AMEGHINO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 481
je mantiens, c'est que la forme que je designe provisoirement avec
le nom d'O. patagónica, dans TArgentine a apparu des le commen-
cement du Tertiaire, c'est-á-dire á une époque géologique beaucoup
plus ancienne qu'O. hastalis qui n'apparait pour la premiére fois
que dans la formation entrerrienne (Tertiaire de Paraná).
Oxyphina Desori Ag.*.
J'aurais bien determiné cette espéee, mais la dent que j'ai
figurée dans le texte représenterait la forme ou variété typique
qu'on trouve dans POligocéne et dans le Néogéne. Dans UEoeéne
d'Europe, l'espéce serait représentée par une variété a dents plus
trapues que M. Leriche vient de décrire tout derniérement sous le
nom d'Oxyrhina Desori var. precursor^. Cette variété se trouve
aussi dans le Patagonien, représentée par des dents égales a celles
que figure M. Leriche, a cóté d'autres encoré plus robustes et plus
trapues*.
Capcharodon aurieulalus Bl.* et Carcharodon
chubutensis Amgh.^
Carcharodon megalodon, var. chubutensis Amgh.^
Sous le nom de Carcharodon megalodon Ag. var. chubutensis
Amgh., M. Leriche réunit les dents que j'ai figurées comme de
Carcharodon auriculatus B)., Carcharodon chubutensis Amgh. et
Corax Rothi Amgh.'.
* Ameghino F., 1. c, p. IflO, fig. 47, et pl. ii, fig. 18.
Lbriche M., 1. c, p. 188.
* Leriche M., Lea Poiasons éocenes de la Belgiqne^ in Mém, Musée Roy. Hist. Nat'
de Belgique^ T. m, p. 128, a. 1905. — Id. Oontribulion á Vélnde des Poissona foaailea
du Nord de la France et dea régiona vuiainesy in Mém . Soc, Qéol, du Nord. T. v,
p. 819, pl. XVI, figs. 8 á 12, a. 1906.
' Dans une note de la page 138, M. Leriche dit: «La dént que M. Fl. Ameghino
(he. cit.^ p. 180, Pl. II, fig. 19) figure sous le nom d?Oxyrhina craaaa est peut-étre
une dent antérieure d'O. Desori*, C'est une dent ^ntérieure qui, par sa grandeur
tres considerable et par Tépaisseur enorme de sa racine, est abso lumen t impossi-
ble de référer k O. Desori,
* Ameghino F., Les Formations aédimentaires^ etc., p. 181, fig. 48, et pl. ii, fig. 21 1
21a, 21 e. — Paleontología argentina^ p. 11, a. 1904.
» Ameghino F., Les Formations, etc., p. 181-183, fig. 49. —Id. VÁge desforra,
sed. Paí. p. 102, a. 1900. - Id. Paleontología argentina^ p. 10, a. 1904.
* Leriche M. Observatíons sur les Poissons du Patagonien^ etc., p. 138.
' Ameghino, F., Les Form,séd. etc., p. 182, pl. 2, fig. 28,28a.
482 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIEES.
Corax Rothi serait fondé sur une dent des coins de la gueole
d'un Carcharodon. Soit: pour le moment jen'ai pas le temps de me
iLvreri des recherches et des comparaisons pour discuter le point;
je le feral dans ma monographie.
Carcharodon auriculatus (Amgh. non Bl.) et Carcharodon chubur
tensis Amgh. seraient fondees sur des dents d*une varíete de C. me-
galodon Ag., avec commencement de denticules laléraux.
L'auteur rappelle que M. A. Smith Woodward ^ a sígnale dans
le Patagoníen du Ohubut des dents de C. megalodon ou d'une forme
tres voisine, et que M. Príem auraít reconnu la méme espece dans
les matériaux du Patagoníen recueíllís par M. A. Tournouer.
J*ignore le travaíl oü M. Príem reconnait la présence de C. me-
galodon en Patagonie ainsí que le dít M. Leríche dans A. Gaudry,
Fossiles de Patagonie etc., p. 14. En eff et, dans le mémoíre citó -, M.
Gaudry dít que les dents de Poíssons les plus communes sont celles
de Carcharodon megalodon et Oxyrhina hastalis, maís comme cette
observation víent á la suíte d*une cítatíon de la note de M. A. Smíth
Woodward (1. c, p. 22), je suppose que c'est dans celle-lá qu'íl a pris
le renseignement. Or, a propos de cette note de A. Smith Woodward,
íl y a deja longtemps que j*aí expliqué qu au Chubut íl y a deux
formaticna marines superposées, le Patagoníen et TEntrerrien, et
que c'est de cette derniére formation que províennent les dents
qu'on a reconnues comme de C. megálodon^^ tandís que dans le Pa-
tagoníen on y trouve les formes que j'ai déterminées comme C
auriculatus Bl. et C. chubutensis Amgh. que M. Leríche rapporte á
une varióte de C. megalodon.
Les dents du Patagoníen que j*aí figuróes avec les deux noms
susmentionnós, d'aprés M. Leríche, « sont íntéressantes en ce sens
qu'elles ótablissent un passage entre les dents avec denticules late-
raux de TOligocéne (Carcharodon angiistidens Ag.) et les dents de
C. megalodon*. II dít que «Les Carcharodons fossiles du Crótacé
supórieur jusqu^á TOligocéne ínclus, ont des dents pourvues de
denticules latóraux. A l'époque Miocéne, avec Carcharodon mega-
lodon, on voit ees denticules disparaitre.»
Sur ees poínts, je suis en complete discordance avec M. Leriche.
D aílleurs j'ígnore qu'on ait encoré trouvó des dents de vóritable
1 1. c, p. 22.
' Gaudry Albert. Fosñles du Patagoníen. Etude sur une portion du Monde Án-
tarctique in Aúnales de Paléontologie. T. i. p. 114 des Annales^ et 14 du mémoire,
a. 1906.
* Ameohino F. VAge des formations sedimenfaires de Patagonie^ p. 109, a. 1900.
AMEGmNO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 483
Carcharodon dans le Crétacé supérieur, et je ne puis pas souscrire
raffirmation que les dents de Carcharodon fossiles du Crétacé su-
périeur á rOligocene ont des dents pourvues de denticules latéraux,
car, pour n'en citer qu un exemple, le Carcharodon súbserratus
Ag. *, de l'Éocene inférieur d'Angleterre, est dépourvu de ees den-
ticules.
L*opinion que les dents des Carcharodon de l'Eocéne aient per-
du graduellement leurs denticules latéraux pour devenir les dents
de C. megalodon du Miocéne est tellement contraire aux lois du
développement graduel et phylogénétique, que je la considere
presque paradoxale.
Je conpois que les dents k denticules latéraux se soient consti-
tuées par une modification et une complication graduelle de dents
plus simples dépourvues de^denticules latéraux, mais non que les
dents plus simples du type de C. megalodon puissent descendre de
dents compliquées du type de celles de C. auriculatus.
II s*agit de deux ligues divergentes qui, dans leur prolongation,
s'éloignent de plus en plus. Par conséquent, au point de vue phylo-
génétique, il ne peut pas y avoir et on ne doit pas admettre qu'il
puisse y avoir une transition entre C, auriculatus et C. megalodon.
Les dents. á denticules latéraux doivent provenir toujours d'espéces
distinctes de celles a dents simples dépourvues de denticules. Par
conséquent, les dents á denticules latéraux provenant du Patago-
nien ne peuvent se rapporter k C. megalodon^ méme en les sépa-
rant comme une varíete. EUes sont certainement spécifiquemeat
différentes.
A tout cela, il faut encere ajouter que ce n'est pas encoré bien
sur que C. cngtistidens soit une espéce distincte; M. A. Smith
Woodward, par exemple, le réunit a C, auriculatus '.
Les dents provenant du Patagonien décrites et figurées sous le
nom de C. chvhutensis se distinguent, en plus du denticule lateral,
par un deuxiéme denticule pointu qui n'est pas constitué par la
couronne comme c*est la regle genérale, sinon par la racine. En
outre, elles différent de celles rapportées a C, auriculatiís par leur
grande largeur en proportion de la hauteur et par la grande obli-
quité ou le grand arquement vers Tarriére du bord postórieur.
1 AoASSiz L. Recherches mr les Poissons fossiles^ Vol. iii, p. 260, pl. xxxvi, figu-
res 14, 15, a. 1888-48.
' Smith Woodward, Arthür. Catalogue of the Fossil Finches in the Brilish Museum,
Part. I. p. 411-412, a. 1889.
484 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Quant á la dent que j*a¡ figurée oomme de C, auriculatus, une
dent semblable mais un peu plus petite rapportée du Patagonien
par M. Tournouer a été déterminée par M. Priem comme c une dent
de Carcharodon sp. ayant le plus grand rapport avec C. aurícula-
tiis Bl. * \
II y a des exemplaíres plus petits, avec les denticules latéraux
beaucoup plus détachés que dans celui que j'ai figuré et separes
par une entaille á angle plus ouvert. Les exemplaíres plus petits
et plus ressemblants au type de Blainville viennent du Patagonien
inférieur, tandis que ceux plus grands et surtout a couronne á
base plus large viennent du Patagonien supérieur. Est-ce que ees
derniers caracteres suffiraient pour en faire une espéce distincte?
Je ne le crois pas, et en outre, un nom nouveau ne signifie rien
pour le fond de la question, car il s*^irait toujours d'une forme
«ayant le plus grand rapport avec C. auriculatiis Bl. » et sa valeur
relativement á l'áge géologique resterait toujours la méme.
Maintenant, que les grandes dents á denticules latéraux du Pa-
tagonien supérieur puissent étre séparées comme une variété, cela
est probable, et on pourrait la dósigner avec le nom de C. auricu-
latus Bl. var. patagónica; elle serait le descendant modifié, surtout
en grandeur, de C. auriculatus typique du Patagonien inférieur.
Dans le Patagonien inférieur, il y a encoré une autre espéce de
Carcharodon: celle que j'ai nommée C. crassirhadix*. Si le grand
ouvrage de M. Leriche* publié á peu prés vers la méme époque me
fút arrivé á temps, j'aurais appellé cette espéce C. Debrayi Leri-
che,* espéce de l'éocéne du Nord de la France. Les dents du Pata-
gonien sont comme dans cette espéce á racine excessivement ro-
busto et avec la face externe de la couronne fortement bombee,
presque aussi convexo que Tinterne.
Pour en terminer avec les Carcharodon, je dois encoré rappeler
que, dans TArgentine, les espéces a denticules latéraux n*arrivent
pas jusqu'au Miocéne. Toutes les dents de Carcharodon trouvées
dans la formation entrerrienne (Tertiaire de Paraná) sont sans
denticules latéraux, tres grandes et du type connu sous le nom de
C. megalodon.
1 In TouRNoueK, 1. c, p. 466.
' Ameghino F., LeJi Formations sédimentaires, etc., p. 183.
' Leríche M., Contribidion á Vétude des poissons dn Nord de la JfVance et dei
régiona voisinest in 4." de 430 pages et xvii pl . a. 1906.
* Leríche M., 1. c , p. 321, pl. xvi, fig. 7.
AMEOHINO : NOTES SüR LES POISSQNS Dü PATAGONIEN. 485
Galeocepdo latidens Ag. Amgh.^
et Galeocerdo aduncus Ag. Lerichb*.
M. Leriche rapporte k G. aduncus Ag. les dents que j'ai fígurées
sous le nom de G. latidens Ag., comme aussi celles que j'ai déter-
minées comme G, contortus Gibbes*. Pour cette identifioation, il
donne comme seul motif que, d'aprés les figures, Tespéce est tres
reconuaissable.
Pour moi, les dents que j'ai f igurées sous le nom de G. contortus
se distinguent nettement aussi bien de celles de G. latidens que de
celles de G, aduncus: 1.** Par l'énorme épaisseur de la racine;
2.** Par la pointe au-dessus de l'échancrure postérieure qui est
fortement tournée en spirale*.
Quant a G, latidens et á G. aduncus, il régne dans la littérature
une confusión dans laquelle il devient presque impossible de
s'orienter. Des dents qui ont les caracteres de G, latidens ont été
figurées et décrites comme de (?. aduncus^ et d'autres qui sont
évidemment de cette derniére espéce ont été figurées comme de
G. latidens. Les caracteres distinctifs qu'on a donnés sont bien loin
d'étre invariables. Méme le dernier, donné par M. Leriche, que le
bord postérieur de la pointe au-dessus de Téchancrure n'est pas
denticulé dans G- latidens^, et qui est denticulé dans (?. aduncus
n'a pas plus de valeur que les autres, car un bon nombre d'échan-
tillons éocénes rapportés a G. latidens sont denticulé^, tandis que
d'autres miocénes rapportés et appartenant évidemment a G. adun-
cus sont á bord postérieur lisse, sans denticules.
En outre, on trouve d'un type a l'autre toutes les transitions
possibles, et je crois que le 6r. aduncus n'est que le G. latidens gra-
duellement modif ié, ce qui rendrait compte de toutes ees transitions
et des difficultós qui en dérivent.
Dans le Patagonien on trouve aussi de ees formes de transitions
et c'est sur des dents présentant ees caracteres mixtes que j'avais
fondé le Galeocerdo mixtu^^j le séparant de 6r. latidens surto ut par
1 Ameghino F., 1. c, p. 182, pl. ii, figs. 24, 25.
* Lebicue M., ObservalionSf etc., p. 184.
' Ameghino F., 1. c, p. 182, pl. ii, figs. 26, 27.
* Cette contortion en spirale n'a pas été bien rendue par le dessinateur; elle
n'est pas visible sur la figure 27 e, et quoique visible sur la figure 26 c, elle ne
Test pas dans une forme si accentuée que sur l'original.
* Leriche M., Contribulion^ etc., p. 226.
* Ameghino F., VAge des formaíions sédimentaires de Pafagonie^ p. 101, a. 1900.
486
MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
ses bords plus finement dénteles. Maís aprés, ayant vu des dents
de O. latidens de TEocéne d*Europe et de TAinérique du Nord a
dentelure aussi fine, j'ai ora que je devais abandonner ce nouveau
nom de G. mixttis et référer les dents en question á G. latidens,
II me parait superflu d'entrer ici dans une discussíon au sujet
des caracteres servant a distinguer G, latidens de G, aduncus^. Je
dis seulement que je m'en suis strictement tenu k la descríptíon
qu'en donne Agassiz ainsi qu'aux figures de son Atlas qui repré-
sentent les piéces types de ees deux espéces.
Je reproduis ci-contre les figures des spécimens types et la des-
cription correspondante qu'en donne Agassiz. A cótó de ees des-
a
Galeocerdo IcUidens Ag. a, Dent type, vue par la face externe, d'aprés Agassiz ;
c, dent du Patagonien referee á. la méme espéce, vue par la face exteme, et t, vue
par la face interne.
Oaleocerdo aduncus Ag. o, Dent type vue par le cótó exteme, et u, vue par le
cóté interne, d^aprés Agassiz.
sins, je donne ceux de la dent que j'ai figuróe et referee a G. lati-
dens, de sorte que chacun pourra se faire une opinión á ce sujet.
Quant á moi, je trouve que la dent du Patagonien se rapproche
infiniment plus au type de G. latidens qu'á celui de G, aduncus et
par conséquent je continuerai á la référer á la prendere de ees
deux espéces.
' Pour moi la diffórence la plus constante que je trouve reside dans le degré
d^ópaisseur de la racine. Les dents de G. aduncus ont la racine tres épaisse et
fortement bombee sur le cote interne. Les dents de O. latidens, spécialement
celles du Patagonien, ont la racine minee, peu bombee á la face interne, de sorte
que les racines des dents de cette espéce apparaissent comme comprimées latéra-
lement, ayant presque la forme de lames.
AMEGHINO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 487
DESORiPTiON DE G. AduncuB ET O, Latidens, par l. agassiz.
€ Galeocerdo aduiicus. La forme genérale des dents rappelle á bien des
égards celles des dents du O, arcticus des mers boreales. Ce sont les
mémes proportions entre les différentes dimentions. La plupart des exem-
plaires que je connais ont environ un demi-pouce de long et autant de
haut. Le bord antérieur forme un are régulier; le bord postérieur est
fortement óchancré, et la différence essentielle entre notre espéce et le
O. arcticus consiste en ce que la partie qui est au-dessous de Pechan-
crure et qui représente en quelque sorte la base de la dent, est plus forte
dans l'espéce fossile que dans l'espéce vivante. Les dentelures sont sur-
tout marquées sur cette partie básale au-dessous de Téchancrure; elles
sont á peine visibles sur la branche du cóne, mais deviennent de nouveau
plus fortes au bord antérieur. La base de l'émail est moins écbancrée á
la face externe qu'á la face interne, oú elle forme presque un angle droit.
La racine est plus ou moins concave et médiocrement épaisse, comme
dans tous les Galeocerdo ».
« Galeocerdo latidens. Les dents de cette espéce sont bien moins mas-
sives que celles du G. aduncuSj et.surtout trés-allongées, car elles mesu-
rent trois quarts de pouce de longueur sur un demi-pouce de hauteur. II
resulte de ees proportions que le bord antérieur, quoique long, est moins
arqué que dans beaucoup d'autres espéces. Le cóne est gros, court et
trés-pointu. L'échancrure postérieure forme un angle trés-aigu, au-des-
sous duquel les crénelures sont tres prononcées, tandis qu'elles sont
tres fines sur le trancbant de la pointe de la dent et méme á son bord
antérieur. Cette derniére particularité (Pabsence de fortes dentelures á
la base du bord antérieur) distingue particuliérement cette espéce de G,
arcticus. La base de la couronne est paralléle au contour de la racine
sur la face externe; elle est sans doute plus fortement écbancrée á la face
interne » i.
EMPECES QUE M. LERICHE NE PEUT PAS RECONNaItRE D'APRÉS
LES FIGURES.
Scapanorhynchus subulatus Ag. * el Scapanorhynchus
lissus Amgh.'
Les deux dents que j'ai figarées sous ees deux noms, ont une
tres grande analogie, d^aprés M. Leriche avee celles d^Odontaspis
1 Agassiz Louis, Recherches sur les Poissons fossiles^ iii, pp. 281-282.
* Amkohino F., Les Formations sédimentairesy etc. p. 177, pl.^i. fig. 7, 7a.
Leriche M., Observations, etc. p. 135.
* Ameghino F.,1. c. p. 177, pl. i. fig. 8,8a, Se,
Leriche L., 1. c. p. 185.
488 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
acutissima Ag., de rOligocé^e et du Néogéne. Celle determinée
comme de Scap, suhulatus répondrait á la forme de dent qui a re9U
de L. Agassiz le nom de Lamna ( Odontaspis ) actUissima^ tandís
que celle determinée comme de Scapanorhynchus lisaus est une dent
analogue á celle que ce dernier auteur désignait sous le nom de
Lamna (Odontaspis) contortidens.
Je regrette d'étre aussi, sur ees points encoré, en complet désa-
cord avec M. Leriche. Dans nimporte quelle serie un peu nóm-
brense de dents de Bcapanorhynchus subulatus du crétacé d'Euro-
pe ou de TAmérique du Nord, on peut voir des dents ayant la méme
forme que celle du Patagonien que j'ai attribuée a cette espéce. En
outre, Se, subulatus est une espece tres ahondante dans le Crétacé
supérieur de Patagonie, oú j'ai signalé sa présence depuis 1893 ^ et
cette détermination a été confirmée par M. A. Smith Woodward*.
Or, parmi les dents de S. subidatus du Crétacé de Patagonie, il y
en a qui sont absolument égales a Téchantillon du Patagonien que
j'ai figuré. Je suis dans ce cas tres affirmatif, car je n'ai pas fait
les comparaisons k Taide de figures sinon d'originaux. En outre,
pour démontrer l'impossibilité absolue du rapprochement indiqué
par M. Leriche, je rappelerai que 1* Odontaspis actUissima de TOli-
gocéne d'Europe est une espéce avec des dents striées longitudi-
nalement sur la face interne de la couronne, tandis que la dent da
Patagonien n'est pas striée. L'analogie indiquéeparl'auteurn'exis-
te done pas.
Quant á Scapanorhynchus lissuSy c*est le squale le plus commun
du crétacé de Patagonie, et les dents provenant du Patagonien
inférieur que je rapporte a la méme espéce ne différent en ríen
de celles qu*on trouve dans les conches crétacées. Comme le nom
l'indique, c'est une espéce á couronne complétement lisse sur
les deux faces interne et externe, tandis qu'O. contortidens est
une espéce avec les dents a face interne striée. En plus, les dents
antérieures de S, lisstis sont droites, tandis que celles d'O. contor-
tidens ont une tres forte courbe sigmo'ide, caractére qui a prócisé-
ment été exprimé dans le nom spécifique de contortidens avec le-
quel on Ta designée. Je pourrais indiquer encoré d'autres diff éren-
ces, mais celles mentionnées suffisent pour affirmer qu'il n'y a ab-
* Ameghino F. Sobre la presencia de vertebrados de aspecto mesozoico en la for-
mación sanlacruceila de la Patagonia austral^ in Mev. Jard. Zool. Buenos Jtre»,
t. I. p. 84. a. 1893.
' Smith Woodward, A., Obsercations on Señor Ameghino\ etc. p. 22.
AMEGHINO : NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 489
solument aucun rapport entre cea deux especes. Odontaspis contor-
tideníf est le descendant miocéue d^ Odontaspis elegans de l'Eocéne^
Dans le Patagonien, il n'y a pas d^ Odontaspis SkYec des dents á face
interne striée; dans 1' Argén tine, oes especes n'apparaissent que
dans la formation entrerrienne ( Tertiaire de Paraná) qui est d'une
époque geólogique beaucoup plus récente que le Patagonien.
J'insiste done sur l'exactitude de la détermination des deux
dents du Patagonien que j*ai figurées sous los noms de Se. subula-
tus et Se. lissuif.
Odontaspis Rutoti Winkleb*.
La dent du Patagonien que j*ai figuréeet attribuée á cette ospé-
ce différe des dents correspondantes d'O. Rutoti^ d'aprés M. Leri-
che, «par sa racine plus large et par sa couronne plus étroite». La
dent que j'ai figuróe est tellement identique dans tous ees détails
(moins celui de la largeur de la couronne) a celle d'O. Rutoti, figu-
rée par M. Leriche dans Les Poissons paléoeénes de la Belgique (pl. i,
fig. 39, 39 a) que pour moi il ne peut y avoir aucun doute sur
l'identité spécifique. Quant á la largeur de la couronne, on voit
qu elle est tres variable sur les mémes éohantillons figures par M.
Leriche, ce qui dépend de la position des dents.
Sur la différence signalée par l'auteur, je ne trouve pas qu'on
puisse séparer le squale du Patagonien comme espéce distincte,
d'autant plus que d'autres dents ont la racine moins large et la
couronne moins étroite.
L'O. Rutoti, de l'Eocéne d'Europe, ressemble beaucoup a O.
Bronnij du Crétacé supérieur du méme continent, á tel point que,
d'aprés M. A. Smith Woodward*, les dents de ees deux especes
sont pour la plupart presque égales. Or, O. Bronni se trouve aussi
dans le Crétacé supérieur de Patagonie^ et dans le Patagonien, elle
est remplaeée par O. Rutoti absolument comme en Europe. J^insis-
te done sur l'exactitude de ma détermination.
* Je dois rappeller que d'aprés M. Leriche, O. contortidens et O. acutisHma de
rOligocéne et du Miocéne d'Europe, ne constitueai qu'une seule espéce qui doit
prendre le demier de ees deux noms. (Leriche M., Note préliminaire sur les Pois-
sons des FcUtins néof/enes de la Bretagne, de VAnjou et de la Touraine^ in Annales
de la Société Oéologique du Nord, T. xxxv, p. 296-297, a, 1906.
' Ameghino F., Les Forviations sédiment aires, etc., p. 177, pl. i, fig. 10, 10a.
Lebicue M., ObservalionSf etc. p. 185.
* Smith Woodward a., Catalogue, etc. i, p. 861.
* Ameohino F., 1. c. pp. 71 et 185.
490 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
MaiutenaDt je vais me placer daos le cas on M. Leríche insiste-
rait qu'il ne s agit pas de la méme espéce. Dans ce cas íl faudrait
constituer poar les dents du Patagonien une espece nouvelle. Or,
cette prétendue nouvelle espéce serait tres ressemblantekO. Bronni,
du Crétacé supérieur d*Europe et de Patagonie, et extrémement res-
semblante á O. Eutotij de l'Eocéne inférieur d'Europe. Au point de
vue géologique, la significaren de cette nouvelle espéce serait abso-
lument la méme; elle indiquerait toujours un age éocéne, tandis
qu*on aurait encombró la nomenclature avec un nom de plus, pour
le moment absolument inutile.
Odontaspis Abbatei Prisma
Cette espéce fut fondee par M. Priem* sur une dent isolée a
couronne incompléte provenant de TEocéne d'Egypte, et j'ai figu-
ré comme appartenant a la méme espéce une toute petite dent du
Patagonien.
D aprés M. Leriche, les caracteres spécifiques d'O. Abbatei sont
invisibles dans la seule figure de cóté que M. Priem a donnée et
« il est téméraire de rapporter á une espéce si peu connue une dent
encoré réduite á la couronne».
Effectivement, la figure donnée par M. Priem, sauf la grandeur
et la courbe sigmoide déla couronne, ne montre presqueaucnn au-
tre caractére. Cela est dü. á la petitesse de Poriginal. Pour des
dents aussi petites il faut en donner des figures agrandies afin
que Ton puisse en reconnaitre les caracteres. Mais, dans ce cas, en
plus de la figure, M. Priem a donné une description détaillée et
precise qui permet de la reconnaitre.
Quand M. Leriche dit qu'il est téméraire de rapporter a une es-
péce si peu connue une dent encoré réduite a la couronne, il se
trompe, car la dent que j'ai figurée est pourvue de la racine et
présente la couronne presque intacte et encoré plus parfaite que
Texemplaire figuré par M. Priem. La dent du Patagonien coincide
avec la description de M. Priem dans presque tous les caracteres,
particuliérement dans la grandeur, dans la légére courbe sigmoide,
dans la face interne bombee, dans les denticules latéraux et lenr
1 Ameguino F., 1. c, p. 178, Pl. i, fig. 11, lia, lie, 11 ¿.
Leriche M., 1. c, p. 135.
' Pbiem F., Sur des Povtsons fosfril^ éocénea d'Egypte et de Roumanie et rectifica-
tion rdcUive á Fseudolaies Heherti Gervais sp., in Btdletin de la Société Géologique de
Frailee, 8- Serie, T. xxvii, p. 246, Pl. ii, fig. 26, a. 1889.
AMEGHINO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 491
positiou (ils manquent sur un des cótés par ablation), dans la pe-
tite dépression básale de la face externe, et dans le sillón tres pro-
fond au milieu de la racine. Elle n*en différe que par la face ex-
terne un peu bombee et par la racine qui est plus saillante sur le
cóté interne, en forme de selle. Mais ees caracteres sont précisó-
ment ceux qui correspondent aux dents les plus antérieures, celle
f ¡guróe par M. Priem venant d'une región plus en arriére. O. Ahha-
tei, tel qu'il est représente par les deux seuls échantillons connus,
celui d'Egypte et celui de Patagonie, est le plus petit Odontaspis
connu.
Qu'aurais-je dü faire avec cette dent qui coincide dans tous ses
détails avec celle d'O. Abbateiy de l'Eocéne d'Egypte? Une espéce
nouvelle ? Mais tout ce que j'aurais pu en diré est qu'elle parait
presque identique avec celle d'Egypte, car elle ne se rapproche
á aucuneautre. Sa signification au point de vue de Táge góologique
resterait toujours la méme. C'est la répétition du cas d'O. RutotL
Lainna appendiculatn Ag.*
Cette espece est tres abondante dans le Crétacé supérieur de TAr-
gentine, et sa premiére détermination est due & M. A. Smith Wood-
ward *.
La dent du Patagonien que j'ai figurée sous ce nom, d'aprés
M. Leriche, « différe des dents correspondantes de Lamna appendi-
culata Ag. par sa racine moins développée et par ses denticules
latéraux moins divergents et relativement moins larges».
Parmi les dents de i. appendiculata du Crétacé supérieur de Pa-
tagonie, on en trouve d'absolument semblables á celle du Patago-
nien que j'ai figurée. On en trouve aussi, ou du moins excessivement
ressemblantes, dans tous les gisements crétacés d'Europe et de
TAmérique du Nord qui ont fourni des dents de L. appendiculata
en aboi^dance.
Les différences mentionnées ne sont pas suffisantes pour sépa-
rer les dents du Patagonien comme une espéce distincte. Tout au
plus pourrait-on en faire une varíete, mais, encoré une fois, cela
n'altérerait en ríen la signification géologique, car cette varíete ne
serait toujours qu'un descendant de L. appendiculata typique, du
Crétacé supéríeur de la méme localité.
1 Ameghino F., 1. c, pp. 71 et 178, PL i, fig. 12, 12a.
Leriche M., 1. c, p. 186.
* Smith Woodward A., 1. c, p. 22.
Amal. Mus. Nao. Bs. As., Ser. 8*, t. ix. Mayo 15, 1908. 83
492 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
Lamna obliqua Ag.^
La dent du Patagonien que j'ai figurée comme de L, obliqua^
d'aprés M. Leriche, ne rappelle guére celles si caractérístiqnes
d^Otodus ohliquun Ag., et étant dépourvue de denticules latéraux,
elle pourrait bien appartenir au genre Oxyrhina, Comme je n'en
posséde qu'un seul exemplaire et incomplet, je n'insisterai pas sur
ma determination, mais certaínement il ne s^agit pas d'une OxyrM-
na sinon d^une Lamna qui, si elle n'est pas ideutique, doit étre tres
rapprochée de L, ohliqua^ de TEocéne inférieur d'Europe.
Lamna semiplicata Ag.'
De cette espéce, j'en ai figuré, comme provenantdu PatagonieD,
une dent égalementincomplétequi a perdu les denticules latéraux.
D'aprés M. Leriche, t rien ne justifie l'attribution de cette dent á
l'espece en question», mais il n'en donne pas lesraisons.
Je crois tout le contraire, c'est-á-dire que tout justifie Tattribu-
tion de cette dent á Tespece en question. D'abord la grandeur,
aprés le contour general, et enfin les sillons si caractéristiques de
la base de la couronne sur les deux faces. La forme un peu diffé-
rente de la racine n'est due qu'a la position de la dent qui est late-
rale postérieure, tandis que les molaires typiques du crétacó d'Eu-
rope jusqu'ici figurées viennent de la partie latérale antérieure.
Lamna Vincenli Winkler*.
La dent incompléte que j'ai figurée sous ce nom, d'aprés M. Le-
riche, « n'a aucun rapport avec les dents de cette espéce; c'est peut-
étreune dent latérale d'Odontaspis cuspidata Ag.». Elle n'est cer-
tainement pas VOdontaspis cuspidata^ mais comme il s'agit d'une
dent trop incompléte et dont je n'en posséde pas d'autres égales,
laissons-la de cdté, et passons a
1 Ameohino F., 1. c, p. 178, pl. ii, fig. 13.
Leriche M., 1. c, p. 186.
« Ameghino F., 1. c, p. 178, pl. i. fig. 14, 14o.
Leriche M., 1. c, p. 136.
* Ameohino F., 1. c, p. 179, pl. i, fig. 15, 15 a, 15c.
Leriche M., 1. c, p. 186.
AMEamNo: notes sur les poissons du patagonien. 493
Oxyrhina angustidens Reuss^
La dent du Patagonien que j'ai attribuée á cette espéce, d'aprés
M. Leríche, est « une dent incomplete qui parait étre assez mal
conservóe et dont latiribution au genre Oxyrhina n'est pas sans
laisser quelque doute». La couronne de la dent est parfaite, de
sorte que la référence au genre Oxyrhina est certaine. La racine
est un peu usée, mais il n'y manque qu'un des coins. Tous les ca-
racteres, la grandeur incluse, sont ceux d'O. angustidens, L'espéce
est commune dans le Crétacé supérieur de Patagonie, et Texem-
plaire du Patagonien ne présente pas de différences avec ceux qui
viennent des couches crétaciques.
Mais, dans le Patagonien, on trouve encoré les dents d'une autre
espéce á^ Oxyrhina anoienne qui indique un age éocéne. C'est V
Oxyrhina nova Winkler.
Caractéristique de TEocéne de Belgique et que M. Leriche a dé-
crite et si bien figurée dans ees derniéres années^. Je donne ici
la figure d'une dent antérieure. Elle ne difiere de celles figurées
par M. Leriche que pour étre a peine un peu plus grande, mais
c'est le plus grand exemplaire que je posséde. Je Tai choisi pour
le figurer parce que c'est le plus parfait.
Oxyrhina nova Winkler. Une dent antérienre vue: a, par le cOtó interne; e, par
le cOté exteme. Patagonien dn Chubnt.
Aprés cesobservations, M. Leriche donne le resume et conclusión
de ses observations. Ce resume étant tres court, je vais le transcrire
intégralement.
* Ameghiho F., 1. c, pp. 71 et 180, pl. ii, fíg. 20, 20a, 20e.
Lebichk M., 1. c, p. 136.
* Leriche M., Les Poissons paléocknes de la Bdgique, p. 84, Pl. i, figs. 45-48. a.
1902. — Id. Les Poissons éocénes de la Belgique, p. 127, Pl. vii, figs. 1, 3, 5-11, a.
1905.
494 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
RESUME ET CONCLUSIÓN.
«D'aprés ce que l'on vient de voir, la faune ichthyologique du
Patagonieu ne semble pas comprendro les especes crétacées (Sea-
panorhynchus subulatiis, Lamna appendiculata, L. semipliccUa,
Oxyrhina angustidensjj palóooénes et éocénes (Odontaspis Rutoti,
O. Ahbateij Otodus obliquusj Lamna Vincenti, Carckarodon auricii-
latus, Galeocerdo latidens) qu'y sígnale M. Fl. Ameghino. Elle ren-
ferme par contre:
« l.<^ Des éléments (Odontaspis enspidata^ Oxyrhina Desori) qui
caractórisent l'Oligocéne et le Néogéne».
«2.** des especes (Oxyrhina hastalis, Galeocerdo adnncusj qui
sont cantonnées dans le Miocéne et dans le Pliocéne».
«3.** enfin, un Carcharodon qui semble établir le passage entre
C. angnstidens de TOligocéne et C\ megalodon du Néogéne, mais qui
se rapproche cependant davantage de ce dernier que du premier».
c La conclusión qui se dégage de ees f aits est que le Patagonien
doit étre attríbué au Miocene inf érieur » *.
Ce qui attire immódiatement mon attention, c'est la súreté avec
laquelle l'auteur attribue le Patagonien au Miocene.
Je ne me trompáis done pas quand en commen9ant je disáis que
ce qui est en litige, ce n'est pas la question de la détermination
plus ou moins exacte de quelques dents de squales, sinon Táge
géologique du Patagonien.
D'aprés Texamen qui precede des arguments de M. Leriche, et
tout en laissant de cdté Corax Rothi, Lamna óbliqua et Lamna
Vincenti^ je peux invertir son resume et conclusión comme il suit:
La faune ichthyologique du Patagonien comprend des especes
crétacées comme Scapanorhynchiis subulatus, Scapanorhynchiis lis-
siiSj Lamna semiplicata et Oxyrhina angustidens: et des especes
éocénes comme Odontaspis Rutotí^ Odontaspis Abbateij Carcharodon
aiiricidatiis ou une variété extrémement voisine, Carcharodon auri-
culatus typyque, Carcharodon Dehrayi, Oxyrhina Desori var., pre-
cursor, Oxyrhina nova et Galeocerdo latidens.
En outre :
1.° On y trouve des éléments, comme Odontaspis ctispidata et
Oxyrhina Desori^ qu'on rencontre depuis PEocéne jusqu'au Néo-
géne.
1 Leriche M., 1. c. p. 137.
AMEGHINO: NOTES SUR LES P0IS80NS DU PATAGONIEN. 495
2.*" Dans le Patagonien, 11 manque completement 1' Oxyrhina has-
talis typique, de la maniere qu*elle apparait dans les dépóts beau-
coup plus récents de la formation entrerríenne (Tertiaíre de Para-
ná). On y trouve par contre une espéce ou variété (cela m'est
indifférent) nommée O. patagónica^ caractérisée par ses dents dont
la couronne a Textrémité plus infléchie en dehors et la face in-
terne considérablement plus bombee.
3.<> Dans le Patagonien, il manque completement le Carcharodon
megalodon qu'on trouve en abondance dans les dépóts néogénes de
Paraná. On y trouve par contre Carcharodon chubutensis qui est
allié á C auriculatiis de TÉocéne et de TOligocéne d'Europe, Car-
charodon auriculatus typique, et Carcharodon Débrayiy ou une for-
me extrémement voisine de la forme typique, qui est propre de
TEocéne.
La conclusión qui se dégage de ees faits est que le Patagonien
doit étre attribué a l'Éocene inférieur et á TEocene moyen.
* *
Maintenant, je demande la permission de rappeler plusieurs
oublis de M. Leriche.
1.** Dans sa critique, il n'a pas pris en considération toutes les
formes que j 'ai mentionnées, dont quelques-unes, comme par exem-
ple Pappichthys, sont évidemment éocénes, et d'autres, comme Aero-
dus^ qu'on ne connaissait pas encoré de dépóts plus récents que
le secondaire supérieur.
2.<* H n'a pas tenu compte du fait que le Patagonien contient
plusieurs genres éteints (PriodontaspiSy Carcharoides, Notoprütis^
Pseudacrodus, etc.), ce qui donne á la formation un cachet excessi-
vement anclen, correspondant, au moins pour les conches infé-
rieures, au Tertiaíre le plus inférieur.
3.** D n'a pas tenu compte de la présence dans le Patagonien de
nombreux Cestraciontidae (Acrodus, Pseudacrodusjy famille essen-
tiellement mésozoíque et des plus caractéristiques. La présence de
nombreux représentants de cette famille donne au Patagonien un
aspect ou cachet plus anclen que l'Eocéne des aatres contrées de
la terre.
4.** II n'a pas prété l'attention que mérlte le fait de Tabsence
presque absolue dans le Patagonien de débris de la famille des Car-
chariidae avec la seule exception du genre Galeocerdo qui est un
496 MUSEO NACIONAL DE BUENOS AIRES.
desoendant á dents creuses du geiire orétacique Corax a dents soli-
des. Les Carchariidae ooastituent une famille essentiellement cé-
nozo'íqae qai n'a dans le Crétacé qae de tres rares représentants
et poar la plapart doateax. Dans les f ormations marines tertiaires
de toutes les contrées, les dents de Carcharidés sont tres ahondantes
á partir de TEocéne. L'absenoe presqae complete de oette famille
dans le Patagonien donne a cette formation un aspect excessive-
ment ancien.
6.0 L'absence dans le Patagonien de toute espéce rócente, ou de
tóate espéce qui en dehors de la Patagonie soit d*un age exclusi-
vement plus récent que FÉocene. Pour les cas de Galeocerdo
aduncuSf Carcharodon megalodon et Oxyrhina Jiastalis, mis en avant
par M. Leriche, nous avons deja vu ce qu'il en est.
6.^ L'apparition subite dans la formation entrerrienne de types
septentrionaux caractóristiques de TOligocéne et du Miocéne qu*on
ne trouve pas dans le Patagonien, comme Oxyrhina hastalis typi-
que, Galeocerdo aduncus, Carcharodon megalodon, Odontaspis ele-
gans, Odontaspis contortidens (ou acutiisimaj^ Hemipristis serra,
Sphirna prisca, et de nombreux représentants du genre Carcharías,
L'apparition soudaine de cette faune septentrionale dans l'Atlan-
tique meridional coincide avec le commencement de la destruction
de TArchelenis et de la solution de continuité entre l'Airiqne et
PAmérique du Sud.
Pour la question de Texistence de cette anoienne liaison entre
TAfrique et FAmérique du Sud, qui constitue la clef qui permet
d'expliquer la distribution góologique et géographique d'un
nombre d'étres tres considerable aussi bien terrestres que marins,
en plus de mon récent ouvrage sur Les f ormations sédimentaires de
Patagonie^ etc., je prie les lecteurs qui s'intéressent dans ce
probléme de vouloir bien prendre connaissance du grand ouvrage
que vient de publier mon éminent coUégue et ami, M. le Dr. H. v-
Ihering, sur les Mollusques f ossiles de T Argentine \ ainsi que de
son récent volume sur TArchelenis *.
Bref : pour en terminer, je n'ai qu'á répéter ce que je dis á la fin
du chapitre de mon livre consacré á l'examen des Poissons de la
formation patagonienne:
1 Ihering, H. von. Les Mollusques fosaües du Tertiaire et du Crétacé supérieur de
VArgeffUine^ in 8.® de xiii et 611 pages, 18 planches et 16 fijares dans le texte.
a. 1907 (Anales del Museo Nacional, de Buenos Aires^ Serie 8.*, T. ni).
8 Ihering, H. von. Archhelenis und Archinotis, Gesammdte Beürage zur Oeschichte
der Neotropischen Región^ in 8.® de 850 pa^es et 1 carte. a. 1907.
AMEGHINO: NOTES SUR LES POISSONS DU PATAGONIEN. 497
cL'examen des Poissons f ossiles parait índiquer de la maniere la
plus evidente que le terrain patagonien est d'áge óocéne. Si on n^ad-
met pas cette conclusión, je crois qu'il vaudrait mieux renoncer
a se servir des fossiles pour la dótermination de l'áge des forma-
tions.»
* »
Je ne saurais trop remercier M. Leriche pour m'avoir offert
Toccasion de démontrer encoré une fois par des faifcs tres précis et
tres fáciles á constater, que la formation patagonienne est d'áge
éocéne.
Híl. MtfSHíí Naí'JON*!, l»K BrKSíli* AlKKÍi
Tkhckha SKRit:. T. IX. LiK- I-
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Analks dkl Mdsko Nacional dk Biiknos Aikrs.
Tkrckka Skuie. T. IX. Lám. II.
A. Gallardo
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ANALES
PEflBOD/ AVUoEÜtó.
BEL
MUSEO NACIONAL
DE
BUENOS AIRES
Serie 111. Tomo II,
(Con H íáminm ¡f 211 figuren «n d /«oto/
BUENOS AIKE8.
IláFaEírTA DE JüAÍT A. ALBINA^ CALLE MeXICOj 1422.
1908.
ni RECTOR DEL MUSEO NACIONAL
DOCTOR FLORENTINO AMEGHJNO
9tCftETÁfflO V BlgLlOTmOARtO
AGUSTÍN J. PÉNDOLA
< T<ȣ4r UbnVf AWU2980
3 2044 043 248 004
Thift bcM>k fthould be retumed
to the library on or before the
la»t date stamped below.
Pleaie retum prompUy.
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