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Full text of "Historia de los condes de Urgel, escrita por Diego Monfar y Sors, y publicada de real órden por Próspero de Bofarull y Mascaró"

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su  CRONISTA 

D.  Prói^pero  ele  Bofarnll  y  llaiscaré. 
TOMO  X. 


HISTORIA 


DE    LOS 


CONDES  DE  URGEL, 

escrita  por 

D.  DIEGO  MONFAa  Y  SORS, 

cHoícmceto  deí  Sxeai  (JCtofóivc  ^e  ^Jbatceicna, 


PüBLiCADA  DE  REAL  ORDEN 


POR 


Cronista  de  la  Corona  de  Aragón. 


Tomo  II. 


IBél^(12^(DSí<^9 


En  el  establecimiento  litogr&flco  y  tipográfico  de 

o.   JOSÉ   EOSEBIO    MONrORT. 


1853. 


Ni 


HISTORIA  m  LOS  MES  DG IIRGEL, 


CAPITULO  LIX. 

Vida  de  don  Armengol  de  Cabrera,  XVI  conde  de  Ürgel.— Estado  del 
condado  de  ürgel  cuando  murió  el  conde  don  Alvaro.— El  conde  de  Foix 
trata  de  que  el  conde  Armengol  cobre  el  condado  de  Urgel,  y  déjase  de 
hacer,  por  estar  el  conde  en  desgracia  del  rey.—  De  las  disensiones  que 
hubo  entre  el  rey  y  los  condes  de  Urgel  y  otros  señores  de  Cataluña.— 
De  los  servicios  hizo  el  conde  de  Urgel  al  rey  don  Pedro,  pasando  á 
África,  hasta  tomar  el  reino  de  Sicilia.— De  lo  que  pasó  entre  el  rey  y 
el  conde  don  Armengol,  sobre  algunas  pretensiones  tenia  el  rey  en  los 
estados  del  conde.— De  algunas  cosas  particulares  del  conde  y  condado 
de  Urgel.— De  la  muerte  y  testamento  del  conde  Armengol,  y  fundación 
del  convento  de  Predicadores  de  la  ciudad  de  Balaguer. 

Muerto  don  Alvaro,  quedó  el  condado  de  Urgel  en  el 
mas  mísero  é  infeliz  estado  que  jamás  se  hubiese  visto,  lle- 
no de  confusión  y  división.  El  rey  don  Jaime,  que  des- 
pués de  haber  tomado  las  tenencias  de  los  castillos  se  que- 
dó son  ellos,  tenia  ocupado  casi  lo  mejor  de  él,  y  los  pue- 
blos y  castillos  mas  principales.  Don  Alvaro  murió  empe- 
ñado, cargado  de  inumerables  deudas  y  obligaciones;  era 
su  recámara  pobre  y  poca,  y  las  rentas  de  los  estados  tenia 
en  Castilla  se  cobraban  con  dificultad  ,  y  los  acreedores, 
que  eran  muchos,  pcdian  su  dinero,  y  no  habia  de  donde 


(6) 
acudiiles  ,  y  el  rey  no  quería  por  entonces  pagar  nada 
Guerau  de  Cabrera,  vizconde  de  Cabrera,  hermano  del 
conde,  que  éta  de  edad  de  veinte  y  cuatro  años,  decía  que 
él  era  conde  de  Urgel,  y  que  le  competia  aquel  estado  por 
el  testamento  de  su  padre,  que  habia  hecho  muchos  grados 
de  substitución,  y  entre  otros,  que  muriendo  su  hijo  segun- 
do ,  que  él  llamaba  Rodrigo,  sin  hijos  varones  de  legítimo 
matrimonio,  fuese  heredero  Guerau,  su  cuarto  hijo,  que 
habia  nacido  poco  antes  que  muriera  el  padre,  porque  de- 
cia  que  don  Armengol  y  don  Alfonso  no  eran  legítimos,  ni 
tenian  derecho  ni  podian  suceder  en  el  condado  de  Urgel, 
y  él  les  habia  de  ser  preferido;  pero  el  rey  poseia  en  sí  todo 
aquel  estado  ó  lo  mejor  de  él,  y  don  Guerau,  que  no  tenia 
posibilidad  de  pagar  las  muchas  deudas  de  padre  y  hermano, 
no  continuó  su  pretensión.  El  rey,  por  mejor  asegurarse 
en  el  condado,  y  por  dar  satisfacción  á  los  que  era  justo  que 
fuesen  pagados,  fué  pagando  lo  que  le  pareció  legítima- 
mente deberse,  que  era  mucho  y  pasaba  mas  de  doscientos 
cincuenta  mil  sueldos,  que  era  mas  que  ahora  doscientos 
cincuenta  mil  ducados;  porque  hallamo*  en  memorias  de 
estos  tiempos  ser  grande  el  valor  de  la  moneda,  por  haber 
poca  y  estimarse  mucho,  de  donde  se  originaba  el  gran 
barato  délas  cosas,  porque  de  aquello  que  hay  mas  abun- 
dancia se  hace  menos  estima,  y  mucha  de  lo  que  hay 
poco:  por  eso  en  estos  tiempos  un  par  de  capones,  según 
parece  en  registros  y  tarifas  antiguas,  valia  diez  y  ocho  di- 
neros, un  par  de  gallinas  diez  y  seis  dineros,  un  par  de 
perdices  ocho  dineros,  un  par  de  xi^elles  cuatro  dineros, 
una  liebre  ocho  dineros,  un  par  de  tórtolas  cuatro  dineros, 
y  d  cuarto  del  mejor  carnero  diez  y  ocho  dineros,  y  un  ca- 


í 


(7) 
brito  lo  mismo;  y  á  ese  precio  estaban  tasados  estos  man- 
tenimientos en  Barcelona;  y  el  real  era  del  mismo  metal, 
peso,  cuño  y  quilate  que  es  el  dia  de  hoy;  y  este  barato 
tan  grande  no  era  solo  en  Barcelona  y  Principado  de  Ca- 
taluña, pero  aun  en  Castilla  era  lo  mismo.  Refiere  el  padre 
Mariana,  que  en  el  año  1239  se  padecia  en  Córdoba  men- 
gua de  mantenimientos,  y  valia  la  hanega  de  trigo  doce 
maravedis,  que,  según  la  cuenta  y  averiguación  del  maestro 
Ambrosio  de  Morales,  eran  cuatro  reales,  porque  el  mara- 
vedí antiguo  valia  poco  mas  que  once  de  los  de  ahora,  y 
tres  maravedis  antiguos  hacian  un  real  del  mismo  peso  y 
quilate  que  es  el  dia  de  hoy;  así  que  vale  el  real  castella- 
no treinta  y  cuatro  maravedis  de  los  de  ahora  y  tres  de 
los  antiguos,  y  la  hanega  de  la  cebada  tres,  que  es  un  real 
y  un  maravedí  de  ahora,  y  esto  en  aquel  tiempo  se  tenia 
por  grande  y  subido  precio;  y  en  una  hambre  que  hubo  el 
año  de  1228  en  Cataluña,  lo  que  se  padecia^ era  igual  á  lo 
que  se  padece  en  largos  cercos:  valia  la  cuartera  del  trigo 
veinte  y  ocho  reales,  que  era  un  precio  excesivo  y  muy  ex- 
traordinario, y  lo  cuentan  por  cosa  en  aquellos  tiempos 
no  vista  ni  oida;  y  esto  no  solo  pasaba  en  los  tiempos  que 
digo,  pero  en  los  años  después  era  lo  mismo.  González  de 
Ávila,  en  su  historia  de  Salamanca,  refiere  el  barato  que 
habia  en  el  año  1415  en  aquella  ciudad,  donde  la  hanega 
del  trigo  valia  diez  maravedis,  el  arrael  de  la  vaca  dos  marave- 
dis, y  otro  tanto  el  azumbre  del  vino.  ¡^Dichoso  tiempo  en 
que  tanta  abundancia  habia  de  mantenimientos  y  tan  gran- 
de era  el  valor  del  dinero!  Quisiera  que  consideraran  esto 
algunos  de  levantado  espíritu,  que  hacen  escarnio  y  menos- 
precio cuando  oyen  hablar  del  gasto  de  los  reyes  y  señores 


(8) 
de  aquellos  tiempos  y  de  lo  que  daban  de  dote  á  sus  hijas, 
teniéndolo  por  bajeza  y  mengua,  sin  considerar  la  falta  de 
oro  y  de  plata  que  había,  y  el  valor  tan  subido  en  que  es- 
taba entonces  este  metal,  y  que  no  acudían  las  flotas  de 
las  .Indias  con  la  abundancia  y  facilidad  que  hoy  vienen, 
porque  pasaron  muchos  años  antes  que  no  se  descubriese 
aquel  nuevo  mundo;  y  es  muy  verisímil  que  si  el  comercio 
de  las  Indias  cesaba,  ó  por  acabarse  las  minas,  ó  faltar  los 
que  trabajan  en  ellas,  ó  por  cualquier  accidente,  volvería- 
mos al  mismo  tiempo  de  los  romanos;  y  si  queremos  ir  mas 
atrás,  en  tiempo  de  Salomón  era  grande  la  copia  de  oro  y 
plata  que  corría  por  sus  señoríos,  y  las  cosas  se  vendían  muy 
caras;  pero  después  cesó  todo  eso,  y  los  tiempos  se  rauda- 
ron,  por  faltar  los  minerales  y  los  que  trabajaban  en  ellos, 
y  vino  á  haber  tanta  carestía  de  oro  y  de  plata  y  barato  de 
mercaderías,  como  lo  conocerá  el  que  con  atención  leyere 
las  historias  antiguas  y  modernas,  y  viere  los  autos  y  con- 
tratos de  unos  siglos  y  otros.    - 

Volviendo,  pues  ,  á  nuestra  historia,  digo,  que  luego 
que  murió  el  conde  don  Alvaro,  los  ejecutores  de  su  testa- 
mento ,  que  eran  Jaime  de  Cervera,  A.  de  Pluvia,  A., 
abad  de  Fontfreda  y  antes  de  Poblet,  y  Juan,  abad  de 
Nuestra  Señora  de  Bellpuig,  tomaron  posesión  de  los  estados 
de  don  Alvaro,  para  pagar  lo  que  debía;  pero  por  estar  los 
pueblos  mas  principales  en  poder  del  rey,  se  vieron  ellos 
imposibilitados  de  poder  acudir  á  las  obligaciones  del  di- 
funto, y  defender  el  condado  y  vizcondado  de  tantos  pre- 
lensores  como  cada  día  salian,  y  por  esto  le  renunciaron  en 
favor  del  rey,  con  obligación  y  promesa  de  pagarse  de  los 
doscientos  cincuenta   mil  sueldos  que  se  le  debían,  y  que  si 


(9) 

salían  otros  acreedores  del  conde,  ó  se  hubiese  de  pagar 
algo  de  las  pias  causas  dejadas  en  su  testamento  ó  de  su 
padre,  lo  cumpliría,  según  lo  ordenarían  los  dichos  ejecutores, 
y  que  luego  que  fuese  pagado  y  satisfecho  de  todo,  restituí- 
ría  los  estados  á  aquellos  á  quien  de  derecho  pertenecieren. 
Obligóse  él  rey  á  recuperar  á  sus  costas  los  castillos  y  lu- 
gares del  dicho  condado,  y  que  le  fuesen  pagadas  solo  las 
costas  hiciere  en  la  guarnición  de  los  tales  castillos  y  no  mas. 
Esto  pasó  en  Aljecira  á  4  de  los  idus  de  marzo  del  año  de 
la  Encarnación  1267;  y  prometió  que  haría  que  el  infante 
don  Pedro,  su  hijo,  lo  firmase  y  jurase.  Esto  no  agradó  á  don 
Guerau,  hermano  de  don  Alvaro,  que  decia  que  aquella 
renunciación  habían  hecho  los  marmesores  le  era  muy  per- 
judicial; pero  porque  estaba  del  todo  imposibilitado  de  al- 
canzar el  señorío  de  Urgel ,  que  habia  sido  de  su  hermano 
y  pasados,  suplicó  al  rey  que,  en  satisfacción  y  enmienda 
de  sus  derechos,  le  asignase  alguna  parte  de  él  con  que  pu- 
diese vivir,  y  él  renunciaría  en  su  favor  lo  que  le  pertene- 
cía por  razón  del  testamento  de  su  padre;  y  el  rey,  que 
no  deseaba  otra  cosa,  vino  en  ello.  Entonces  don  Guerau  re- 
nunció en  favor  del  rey  todos  los  derechos  le  competían  en 
los  estados  de  su  hermano,  y  los  derechos  le  competían  so- 
bre el  conde  de  Foíx,  por  razón  del  vizcondado  de  Cas- 
tellbó,  que  poseía,  y  contra  cualquier  persona  que  tuviese 
tierras  del  dicho  vizcondado,  reservándose  el  castillo  de  Ager 
franco  de  todo  servicio,  y  con  obligación  de  dar  las  tenen- 
cias siempre  que  por  parte  del  rey  fuese  requerido,  y  los 
castillos  y  villas  de  Os,  Tartarcu,  Claramunt,  Millas,  Mont- 
sor,  Boix  é  Ivars,  en  puro  y  franco  alodio,  y  muriendo  él 
sin  hijos,  hereden    los  dichos  lugares  Ramón  y  Guillen  de 


(  10  ) 
Peralde,  don  Guillen  de  Peralta  y  dona  Marquesa,  su  mujer 
y  hermana  de  don  Guerau,   que  ya  era  muerta,  y  que  el 
castillo  de  Monfort  no  se  pueda  reedificar  de  nuevo,  y  que  lo 
que  está  edificado  se  derribe  del  todo,  y  si  acaso  de  nuevo  allá 
se  hiciera  algún  edificio,  pueda   el  rey  mandarlo  derribar, 
«in  embargo  ni  contradicción  alguna.  Este  castillo   estaba 
sobre  la  Noguera  Ribagorzana,  y  á  los  límites  de  Aragón  y 
Cataluña,  y  debia  ser  gran  conveniencia  del  rey,   según  las 
veras  con  que  lo  prohibe;  y  por  mayor  seguridad,  se  obligó 
como  á  fianza  G.  de  Anglesola.   Esto  pasó  en    Aljecira  á 
12  délas  calendas  de  abril  de  este  año  de  la  Encarnación 
1267;  y  porque  los  hijos  de  don  Alvaro  y  de  doña  Cecilia 
de  Foix,  faverecidos  del  conde  de  Foix,  su  curador  y  deu- 
do muy  cercano,  pretendian  suceder  á  su  padre,  según  la  dis- 
posición del  testamento  de  don  Ponce,  su  abuelo,  concertó 
que  en  caso  se  pleitease  esto,  tomase  él  por  propio  el  plei- 
to y  le  continuase  hasta  sentencia  definitiva,  á  gastos  del  rey, 
y  que  ganado,  transfiriese  y  cediese  todo  su  derecho  en  favor 
del  rey:  esto  se  concertó  por  medio  de  don  Sancho  de  Pe- 
ralta, obispo  de  Zaragoza,  Jaime  de  Cervera,  Guillen  Ber- 
nat  de  Fluviá,  arcediano  de  Ribagorza,  yJaymeGruny,  ciu- 
dadano de  Barcelona;  y  entonces  el  rey  se  quedó  en  pose- 
sión de  dicho  condado  y  de  todas  las  villas  y  castillos  de  él, 
y  cobró  algunas  que  habia  tomado    el  vizconde  de  Cardona 
cuando  murió  don  Alvaro,  y  dejada  en  ellas  buena  guarni- 
ción,  el  rey    se   vino  de  Valencia  á  Aragón,  y  mandó  al 
infante  don  Pedro  que  se  fuese  á  Cervera  y  estuviese  muy 
cuidadoso  del  condado  de  Urgel,  y  si  alguna   cosa  se  mo- 
viaenél,  diese  pronto  remedio;  y  el  rey  de  Aragón  se  vino 
á  Barcelona,  para  pasar  á  la  conquista  de  la  Tierra  Santa 


( il ) 

de  Jcrusalcn ,  movido  por   lo   que   refiere  Zurita   y    otro;* 
autores. 

Doña  Constanza  de  Moneada,  por  razón  de  sus  créditos 
dótales,  quedó  señorada  cuatro  lugares  del  condado  de  Ur- 
gel  y  vizcondado  de  Ager,  y  eran  Agramunt  y  Linyola, 
Ager  y  Castelló  de  Farfanya;  pero  estos  dos  últimos  el  rey  se 
los  tenia  ocupados.  Pareció  á  Jaime  de  Cervera  y  á  Guerau 
de  Cabrera,  que  entre  otros  eran  ejecutores  del  testamento 
del  conde  don  Alvaro,  que  el  valor  de  estos  dos  pueblos  exce- 
día á  los  créditos  de  doña  Constanza,  y  que  de  aquellos  les 
habia  de  ayudar  á  pagar  las  deudas  del  conde,  que  eran  mu- 
chas; pero  ella  no  venia  bien  en  eso,  porque  á  mas  de  sus 
créditos  dótales,  habia  de  ser  pagada  de  los  gastos  habia 
hecho  en  Roma  y  otras  partes,  por  razón  de  la  causa  ma- 
trimonial. Sobre  esto  habia  cada  dia  contiendas,  sin  concluir 
nada;  y  Jaime  de  Cervera  la  llamó  á  juicio  delante  del 
rey:  argumento  claro  que  debia  ser  grande  la  justicia  de  los 
testamentarios,  pues  les  obligaba  á  convenir  á  la  condesa 
delante  del  rey,  que  era  deudo  suyo  muy  cercano.  Ella  no 
quiso  comparecer,  sino  que  envió  un  caballero  de  su  casa, 
llamado  Maymon  de  Castellaulí,  y  dijo  que  ella  no  podia 
pagar  lo  que  se  le  pedia,  porque  el  rey  la  habia  deshere- 
dado de  Agramunt  y  Linyola,  y  que  cuando  se  los  restitu- 
yese, baria  lo  que  debia;  y  que  aunque  es  verdad  que  le 
quedaban  Ager  y  Castelló,  pero  que  aquel  no  era  negocio 
para  tomarse  delante  del,  rey,  por  ser  aquellos  castillos 
alodiales;  y  en  este  caso  no  quiere  responder  sino  en  poder 
de  mano  criminal,  por  ser  esta  la  costumbre  de  Cataluña  y 
observarse  así,  v  mas  que  ella  poseia  aquellos  castillos  por 
prenda,  y  no  debía  volverlos  sino  á  aquel  que  se  los    dio  ó 


(i2) 
sus  herederos;  pero  dado   que  todo  fuese  como  pretendían 
los  ejecutores,  aquella  causa   se  había  de  tratar,  no  delante 
del  rey,  sino  delante  de  juez  eclesiástico,  por  ser  cosa  de  úl- 
tima voluntad  y   legado    pió ,  y  que  ella  estaría  á  lo  qué 
fuese  legítimamente  declarado.  Esto  pasó  en  Lérida  á  7 
de  las  calendas  de  julio   de   1268;  el  rey   se  sintió   mu- 
cho de  ello,    porque  no   gustaba  que   declinase   de  fuero 
y  se  quisiese  apartar  de  su  juicio,  y  se  lo  dio  muy  bien  á  en- 
tender dos  días  después;   pero  no  pasó  mucho  tiempo  que 
se  concertaron  los  ejecutores  del  testamento   del  conde,  y 
la  pagaron  de  su  dote  y  concertaron  que  de  tres  mil  mo- 
rabatínes  que  ella  tenia  de  esponsalicio  [escreix,  que  deci- 
mos),  recibiese  dos  mil  á  sus  voluntades,  y  que  pues  el  rey 
tenia  casi  todo  el  condado   de  Urgel,   que  la  pagase  ,    y 
así  lo  prometió,  dándole  tres  mil  sueldos  jaqueses  de  renta, 
hasta  que  fuera  pagada  de  dichos  dos  mil  morabatines,   y 
por  ello  le  obligó  las  rentas  de  Vallobar  y  Tamarit,  con 
pacto  que  si  las  rentas  excedían  tres  mil  sueldos  jaqueses, 
el  exceso  fuese  del  rey,  y  si   faltaba,  el  rey  lo  supliese,  y 
que  el  año  que  se  le  pagasen  los  dos  mil  morabatines,  ella 
fuese  pagada  íntegramente  de  los  dichos  tres  mil  sueldos. 
Este  concierto  fué  á  3   de  las  nonas   de  octubre  de  este 
año   1268;  pero  no   quedó  contenta  de  él  doña  Constanza 
porque    le  pareció  que    aquello    perjudicaba  á   los  dere- 
chos tenía  ella    en   los  bienes   del    conde,    por  razón  de 
gastos  y  marcas  que  en  su  favor  habian  adjudicado  el  roma- 
no pontífice  y  otros  jueces  apostólicos,  y  que  obstaba  á  la 
sucesión  y  derechos  pertenecían   á  Leonor,  su   hija,  en  el 
rondado  de  Urgel;  pero  el  rey  le  dio  satisfacción  cumplida, 
declarando  no  serle   de   perjuicio  alguno.    Estos  lugares  de 


(  13) 
Vallobar  y  Tamarit  no  debieron   de  quedar  muclio  tiempo 
en  poder  de   la  condesa,  porque  ya   en  mayo  de  1273  el 
rey  los  dio  á  don  Guerau  de  Cabrera,  hermano  de  don  Al- 
varo, por  razón  de  ciertos  concambios  que  hicieron. 

Por  estos  tiempos  los  marmesores  de  don  Alvaro  dieron 
el  lugar  de  Llorens,  que  les  habia  quedado,  á  Maymon  de 
Castellulí  y  Berenguer  de  Cardona ,  ejecutores  del  testa- 
mento de  don  Guillen  de  Cardona,  y  pidieron  guiaje  al  rey 
y  seguridad,  porque  cada  dia  les  inquietaban  en  la  posesión; 
y  el  rey  lo  concedió,  y  mandó  á  sus  oficiales,  que  ninguno 
del  dicho  lugar  pudiese  ser  preso  ó  ejecutado,  sino  por  delito 
líquido  y  claro,  pues  el  rey  les  metia  bajo  su  salvaguardia. 

En  el  año  1270,  á  5  de  los  idus  de  noviembre,  el  rey,  es- 
tando en  Valencia,  incorporó  en  la  corona  real  los  lugares  y 
castillos  de  Albesa  y  Menargues,  que  habian  sido  de  la  conde- 
sa doña  Margarita,  madre  del  conde  don  Alvaro,  que  ya  era 
muerta;  y  declara  que  los  dichos  lugares  sean  inseparables 
de  la  corona  real,  salvo  en  caso  qne  de  justicia  pertenecie- 
sen á  los  hijos  del  conde  don  Alvaro,  y  les  confirmó  todos 
los  privilegios. 

El  año  de  1271,  á  19  de  las  calendas  de  enero,  dio  el 
rey  la  bailía  de  Menargues  á  Arnaldo  de  Calaph,  la  cual  dice 
el  rey  ser  suya,  y  le  enfeudó  el  castillo  y  lugar  de  Ivars,  que 
dice  el  rey  haber  sido  del  conde  de  Urgel,  y  quiere  que 
tenga  de  dar  las  tenencias,  iratus  et  pacatus,  según  la  cos- 
tumbre de  Cataluña.  Este  Arnaldo  de  Calaph  habia  sido  muy 
gran  servidor  del  conde;  el  rey  hacia  mucha  cuenta  de  él, 
y  en  vida  del  conde  habia  tenido  en  custodia  cuatro  años 
y  medio  el  castillo  de  Castelló  de  Farfanya,  y  aun  muerto 
el  conde  perseveró   en  ella,  y  se  le  debian  once  mil  cua- 


(  ^M 

iTocientos  y  diez  sueldos  jaqueses,  así  por  razón  de  dicha 
guarda,  como  por  haber  tenido  otras  cuentas  con  el  conde; 
y  el  rey  se  lo  mandó  pagar  todo  en  mayo  de  1273,  y  le 
asignó  la  paga  sobre  los  derechos  recibia  el  rey  de  la  calde- 
ra de  Lérida,  de  que  hablamos  en  otra  ocasión. 

No  poseyó  mucho  tiempo  Arnaldo  la  villa  de  Ivars,  por- 
que convino  al  rey  cobrarla,  y  en  enmienda  de  ella  le  dio 
el  lugar  y  castillo  de  Gil,  en  el  reino  de  Aragón,  en  feudo 
honrado,  según  consuetud  de  Cataluña  y  Usajes  de  Bar- 
celona, y  que  le  haya  de  dar,  iratus  etpacatus,  las  tenen- 
cias siempre  que  sea  requerido,  y  que  no  esté  obligado  á 
hacer  servicio  alguno,  y  que  cuando  diere  las  tenencias  no 
esté  obligado  á  dar  escombrado  el  castillo,  antes  bien  que- 
den en  él  todos  los  bienes  muebles  que  hubiere,  y  el  rey 
se  los  asegure;  y  que  en  caso  él  los  queira  sacar  del  castillo 
y  meter  en  poder  de  otro,  donde  quiera  que  fuere,  el  rey 
se  los  guia  y  asegura;  y  por  mayor  seguridad,  mandó  el  rey 
á  Jaime  de  Roca,  sacrista  de  Lérida,  que  en  su  nombre 
lo  jurase  y  prometiese,  y  después  el  rey  lo  firmó,  y  el  Ar- 
naldo de  Calaph  se  hizo  hombre  del  rey,  el  cual  le  aceptó 
por  tal:  esto  pasó  en  Lérida  á  9  de  las  calendas  de  mayo 
del  año  1273,  y  he  visto  este  auto  en  el  Archivo  Real  de 
Barcelona,  en  un  registro  de  estos  años,  del  rey  don  Jaime, 
y  hay  copia  de  él  en  el  armario  de  Sobrarbe,  saco  A,  n". 
23.  De  esta    manera  iba  el  rey   cobrando  y   añadiendo  á  su 

corona  los  castillos  y  villas  del  condado  de  Urgel  y  vizcon- 

dado  de  Ager. 

Por  este  mismo  tiempo,  á  9  de  las  calendas  de  mayo  de 

1273,  estando  el  rey  en  Lérida,  lepidio  Gueraude  Cabrera 

alguna  enmienda,  porque  no  tenia  efecto  la  donación  que   el 


(    do   ) 

rey  le  habia  hecho  del  vizcondado  de  Ager  y  demás  luga- 
res y  pueblos  de  aquel  valle,  porque  el  vizconde  de  Car- 
dona y  sus  valedores  le  poseían;  y  el  rey  entonces  cobró  el 
deredio  competía  á  don  Guerau,  y  en  recompensa  de  ello, 
le  díó  el  castillo  y  villa  de  Vallobar,  y  el  castillo  y  villas  de 
Laguarres  y  de  Lesquarte,  en  franco  alodio,  y  también  el  cas- 
tillos y  villa  de  Estopanyá,  en  feudo,  y  con  obligación  de 
dar  las  tenencias;  pero  que  no  alcanzando  don  Guerau  el 
condado  de  Urgel  por  vía  de  justicia,  esta  permuta  fuese 
de  ningún  valor,  y  las  cosas  volviesen  como  estaban  antes  de 
hacer  este  concambio.  Están  estos  tres  lugares  en  el  reino  de 
Aragón,  y  parece  en  memorias  antiguas,  que  el  dicho  Gue- 
rau de  Cabrera,  á  16  de  las  calendas  de  enero  del  año 
1277,  los  volvió  al  infante  don  Pedro,  hijo  del  rey,  y  no 
hallo  que  cobrase  el  castillo  de  Ager  y  demás  lugares  de 
la  Val  de  Ager. 

Estando  en  poder  del  rey  el  condado  de  Urgel  y  vizcon- 
dado de  Ager,  sucedieron  las  guerras  civiles  ó  deseximents 
que  enviaron  al  rey  el  vizconde  de  Cardona  y  sus  valedo- 
res y  amigos:  cuéntanlos  muy  largamente  Zurita  en  sus  Ana- 
les, el  rey  en  su  historia,  y  Miedes  en  sus  comentarios,  y 
todos  muy  ajustados  con  lo  que  hallamos  en  los  registros 
de  este  rey  y  escrituras  de  su  tiempo.  Turbóse  entonces  to- 
do el  Principado,  y  por  los  grandes  disgustos  que  el  vizcon- 
de y  los  de  su  bando  dieron  al  rey,  cayeron  en  su  des- 
gracia y  merecieron  castigo.  El  conde  Armengol  y  don 
Alvaro,  su  hermano,  se  declararon  por  el  vizconde,  y  dieron 
sus  cartas  de  deseximent  de  esta  manera:  que  el  conde 
firmó  en  la  del  vizconde,  que  se  despachó  en  Solsona,  donde 
estaban  fortificados,   su  jornada  de  6  de  las  nonas  de   julio 


(16) 
lie  I27/1-;  y  don  Alvaro  dio  la  suya  á  7  de  las  calendas  deuc- 
I  ubre  del  mismo  año;  yá  3  de  las  calendas  de  noviembre  les 
dio  el  rey  sus  respuestas,  escribiendo  al  vizconde  de  Cardona 
y  á  los  que  con  él  habian  firmado  una  carta,  y  otra  á  don  Al- 
varo. Hay  de  todo  esto  un  registro  en  el  real  archivo,  in- 
titulado Jacobi  /,  annorum  1273,  74  et  75.  Sobre  esto  na- 
cieron entre  el  rey  y  estos  barones  muchas  discordias,  que 
duraron  todo  el  tiempo  de  su  vida,  que  refieren  largo  los 
autores  arriba  alegados. 

Murió  el  rey  don  Jaime  en  Aljecira  del  reino  de  Valencia, 
á  27  de  julio  del  año  1276,  después  de  haber  reinado  se- 
senta y  tres  años,  y  le  sucedió  en  el  reino  el  infante  don 
Pedro,  su  hijo,  á  quien  sus  hechos  gloriosos  dieron  el  nom- 
bre de  Grande,  Este  rey  tuvo  grandes  disgustos  con  los 
mismos  que  los  habia  tenido  su  padre;  porque  en  ocasión 
((ue  estaba  él  ocupado  en  guerra  con  los  moros  del  reino  de 
Valencia,  llamaron  los  barones  de  Cataluña  á  Roger  Ber- 
nat,  conde  de  Foix,  que  era  muy  poderoso  y  rico:  juntá- 
ronse con  él  Armengol,  conde  de  ürgel,  don  Alvaro,  su 
hermano,  Arnaldo  Roger,  conde  de  Pallars,  Ramón  Roger, 
don  Ramón  de  Anglesola  ,  don  Ramón  Guillen  de  Josa, 
Guillen  Ramón,  vizconde  de  Vilamur,  Pedro  de  Moneada, 
Berenguer  de  Puigvert,  Guerau  Alamany  de  Cervelló  y  su 
hermano,  Pons  de  Ribelles,  Hugo  de  Troja,  Guerau  y  Be- 
renguer Despes,  Gispert  de  Guimerá,  Guillen  de  Bellera, 
Ferrer  de  Abella,  Pong  Cacosta,  Ramón  de  Boxadors,  Pons 
de  Oluja,  Juan  de  Pong,  Guerau  de  Meya,  Guerau  de  Agui- 
ló,  Jaime  de  Peramola  y  otros.  Estos,  después  de  haber  en- 
viado al  rey  sus  cartas  de  deseximenl,  se  confederaron  con 
juramento  de  hacer  guerra  al  rey,  aunque  ausente  y  ocupa- 


(  «7  ) 
do  en  la  guerra  de  los  moros;  combatieron  muchos  luga- 
res y  pueblos  reales,  y  arruinaron  toda  la  tierra.  El  de 
Foix  y  el  de  Urgel,  con  sus  valedores,  hicieron  mas  daño: 
el  obispo  de  Urgel,  don  Pedro  Urg,  fué  notablemente  damni- 
ficado, y  dio  razón  de  ello  al  rey,  que  estaba  en  Montesa, 
y  firmó  de  derecho  delante  de  él,  prometiendo  de  es- 
tar á  lo  que  fuese  de  justicia  y  declarase  el  rey;  pero  no 
aprovechó,  porque  sin  hacer  caso  de  unas  letras  reales  que  el 
rey  envió  al  conde,  cada  dia  hacian  mil  daños,  y  tomaba  ca- 
da uno  lo  que  podia.  Pons  de  Ribelles  tomó  los  castillos  y 
lugares  de  Aguilar,  de  Caclusa  y  Dansamora,  y  B.  de  Josa 
el  castillo  de  Tuxent,  que  eran  de  la  mensa  episcopal  de 
Urgel:  el  rey  les  mandó  los  restituyesen,  y  que  si  no  lo  hacian, 
que  Férrico  de  Li^ana,  gobernador  de  Cataluña,  ó  su  lugar- 
teniente, los  sacase  de  paz  y  tregua,  y  á  todos  los  vegueres, 
bailes,  paeres  y  demás  oficiales  reales  y  subditos  suyos,  que 
favorezcan  y  den  favor  y  valenza  al  obispo  y  á  sus  vasallos 
y  cosas,  siendo  requeridos.  El  conde  de  Foix  hizo  también 
muchos  daños;  y  el  rey  mandó,  desde  Valencia,  al  gober- 
bernador  de  Cataluña,  que  procediese  contra  de  él,  obli- 
gándole á  dar  satisfacción  y  enmendar  el  daño  habia  dado  al 
obispo  y  ásus  cosas,  y  no  por  eso  obedeció.  El  motivo  por- 
tjue  hacian  esto  era  porque  el  rey,  después  de  su  corona- 
ción, no  acudia  á  tener  cortes  á  los  catalanes  v  confirmarles 
con  juramentólas  leyes,  privilegios  y  libertades  que  los  re- 
yes y  condes  de  Barcelona,  sus  pasados,  les  habian  conce- 
dido; y  la  causa  era  porque  habia  algunas  cosas  que  el  rey 
no  queria  confirmar,  sino  que  fuesen  revocadas,  por  ser 
de  algún  perjuicio,  dejando  lo  demás  en  su  ser  y  dispo- 
sición. 

TOMO   X.  '  2 


. (  »»  )  \ 

Los  barones  de  Cataluña,  sentidos  de  la  resistencia  que 
el  rey  hacia,  hicieron  su  liga  y  enviaron  al  rey  cartas  de  de- 
seximent  y  despedida,  firmadas  y  selladas  de  todos;  y  el  rey 
respondió,  que  á  él  poco  cuidado  le  daba  lo  que  eUos  po- 
dian  hacer;  pero  'con  todo  ofreció  y  prometió  de  estar  con 
ellos  á  lo  que  fuese  de  justicia,  y  enmendarles  lo  justo  y 
debido.  Pero  ellos  no  por  eso  se  sosegaron,  niquisieron  seguir 
sus  causas  por  via  y  medio  de  justicia,  y  partieron  con  sus 
gentes  á  correr  las  tierras,  y  mas  en  particular  las  del  obispo 
de  Urgel,  sin  que  le  valiese  haber  ofrecido  estar  á  lo  que 
fuese  juzgado  por  el  rey,  el  cual  mandó  á  don  Ramón  de 
Moneada,  gobernador  del  reino  de  Aragón,  que  con  la  gen- 
te que  tenia  fuese  en  ayuda  del  obispo,  y  lo  mismo  man- 
dó á  los  bailes  de  Ríbagorza  v  Pallars  y  á  los  vegueres  de 
Cervera  y  Urgel ;  y  por  medio  de  don  Estovan  de  Cardona, 
repostero  de  la  reina,  trató  con  el  conde  de  Pallars,  don 
Guerau  de  Cabrera,  don  Guillen  de  Anglesola,  don  Ramón 
de  Peralta,  don  Ramón  de  Cervera,  don  Ramón  de  Mon- 
eada ,  don  Bcrnat  y  don  Ramón  de  Anglesola  y  otros,  que 
diesen  favor  al  obispo  contra  los  condes  de  Foix  y  de  Ur- 
gel; mandó  que  los  concejos  de  Lérida,  Tamarit,  Almena- 
ra, Camarasa,  Cubclls  y  Mongay  se  ajuntasen  para  resistir- 
le; y  escribió  á  todos  los  barones  que  tenian  feudos  en  Ca- 
taluña, que  por  todo  el  mes  de  marzo  siguiente  estuviesen 
juntos,  para  irle  á  servir  contra  los  condes  de  Foix  y  Urgel . 
Dejó  el  rey  aparte  todos  los  negocios  de  Aragón  y  Valencia 
y  vino  á  Cataluña,  y  con  las  huestes  habian  acudido  í\  su 
llamamiento,  fué  al  condado  de  Urgel,  cu  ocasión  que  el 
conde  de  Foix  habia  tomado  á  Pons  y  á  Monmagastre  y 
ehabia  fortificado  con  él.    Fl  rondo  de  Urcel  v  los  vizcon» 


(  Í9) 
des  de  Cardona  y  de  Ager,  y  oíros  que,  temiendo  al  rey, 
se  habian  escapado  como  mejor  pudieron  por  no  dar  en  sus 
manos,  se  fortificaron  en  Balaguer  y  otros  castillos;  v  el 
conde  de  Foix,  no  se  teniendo  seguro  allá,  se  pasó  á  Ciudad, 
castillo  muy  fuerte,  en  el  vizcondado  de  Castellbó,  con  intento 
de  defenderse:  tomó  el  rey  á  Pons  y  á  Monmagastre,  y  man- 
dó derribar  los  castillos,  y  de  allá  pasó  á  Agramunt,  y  puso 
cerco  á  la  villa  y  castillo.  Entonces  se  movieron  tratos  de  paz 
entre  el  rey  y  los  condes  y  sus  valedores,  los  que  ofrecieron 
dejaí  las  armas,  si  el  rey  les  hacia  derecho  y  les  daba  lo  que 
era  suyo.  Fueron  los  medianeros  el  obispo  de  Tarragona  v 
el  abad  de  Poblet;  y  entre  otras  cosas  que  se  trataron,  fué 
casar  al  infante  don  Jaime,  hijo  segundo  del  rev,  que  des- 
pués sucedió  en  la  corona,  con  doña  Constanza,  hija  primo- 
génita del  conde  de  Foix  y  de  doña  Margarita,  hija  única  v 
heredera  de  don  Gastón  de  Moneada,  señor  de  Beamc,  á 
quien  Guillermo  de  La  Perriere,  en  la  historia  de  los  con- 
des de  Foix,  llama  Jtiana,  y  la  hace  hija  tercera  del  conde 
(y  es  error,  así  como  lo  es  afirmar  que  tuvo  efecto  aquel 
casamiento).  El  rey,  por  contemplación  de  este  matrimonio, 
hacia  donación  al  infante  de  todas  las  tierras  tenia  en  Ri- 
bagorza  y  Pallars;  y  el  conde  daba  á  su  hija  el  vizcondado 
de  Castellbó,  y  muriendo  sin  hijos  varones,  el  condado  de 
Foix.  Fueron  los  concertadores  de  este  matrimonio,  Ponce 
Hugo,  conde  de  Ampurias,  Arnaldo  Roger,  conde  de  Pa- 
llars, Ramón  de  Peralta,  Ponce  de  Ribelles  y  Pedro  Marti- 
nez  de  Artesona.  En  esta  ocasión,  valiéndose  el  de  Foix 
del  favor  del  rey,  le  suplicó  que  el  conde  de  Urgel  fuese 
restituido  en  su  condado  y  cobrase  todos  los  pueblos  y  cas- 
tillos de  aquel  estado,  que  estaban  en  poder  del  rey  y  sus 


(  20) 
ministros,  y  el  rey,  que  no  deseaba  otra  cosa  sitio  dar  gus- 
to al  conde  y  obligarle  mas  en  su  servicio,  vino  bien  en  ello, 
y  estando  en  la  villa  de  Agraraunt,  le  dio  á  don  Armengol 
en  feudo  el  dicho  condado  de  Urgel  y  el  vizcondado  de 
Ager  (porque,  á  lo  que  conjeturo,  era  ya  don  Alvaro  muer- 
to), según  uso  y  consuetud  de  Barcelona,  con  todas  las  villas, 
castillos  y  lugares,  grandes  y  pequeños,  hombres  y  mujeres  y 
jurisdicciones,  con  todo  lo  demás  que  habia  en  quel  con- 
dado y  vizcondado  ,  con  gran  largueza  y  cumplimiento. 
Reservóse  el  rey  valenza  contra  cualquiera  que  le  ofendiese 
— es  valenza  la  obligación  que  tiene  el  vasallo  de  valer  y 
favorecer  al  señor  cuando  está  en  necesidad,  y  ayudarle  con 
armas  contra  sus  enemigos,  y  las  tenencias  de  todos  los 
castillos  en  el  auto  mencionados,  y  en  ciertos  casos  de  rom- 
pimientos de  paz  y  tregua,  se  reserva  el  rey  la  cognición  de 
ello.  Oblígale  á  haber  de  asistir  á  las  convocaciones  gene- 
rales de  cortes,  así  como  los  otros  nobles  y  caballeros,  y 
esto  porque  estos  condes  de  Urgel  pretendian  ser  tan  seño- 
res en  sus  tierras,  que  no  les  obligábanlas  Constituciones  y 
Usajes  de  Cataluña ,  ni  tenian  obligación  de  asistir  á  las 
cortes.  A  todo  previno  el  rey  para  asegurarse  de  ello;  pero 
nada  bastó,  según  veremos  adelante.  El  auto  de  esta  dona- 
ción, sacado  del  real  archivo,  es  el  siguiente: 


Nos  Petrus  dei  gratia  rex  Aragonum  ele.  ob  gratiam  et  ho- 
norem  nobilis  viri  Rogerü  Bernardi  comilis  damus  et  concedi- 
nius  per  nos  el  nostros  ad  feudum  ad  consueludinem  Barcino- 
ne  vobis  Ennegaudo  filio  quondam  nobilis  Alvari  quondaro  co- 
mitis  Urgellensis  et  veslris  perpetuo  totum  comitatum  et  vice- 
romilatunni  Urgelli  cum  ómnibus  caslris  et  villis  scilicet  castrum 
el    villam   de  Balagario  et  de  Albesia  ct   de  Menarguis  et  de 


( ^^í ) 

Linyola  et  de  Acrimont  et  de  Munmagaslre  et  de  Pontibus  de 
Ribes  et  de  CoIIfret  deUliana  et  de  Tiuranaetde  Vilaplana  etde 
Castilion  et  de  Ager  et  de  Os  et  deTartareu  et  deBoix  et  deMon- 
tassor  et  de  Milla  et  de  Claramunt  et  de  Ivars  et  de  Camols  et 
de  Peraraola  et  de  Lavansa  et  de  Pinell  et  de  Madrona  et  de  Bios- 
ca  et  deTaltahull  et  omnia  alia  castra  et  munitiones  villasetloca 
íam  parva  quam  magna  cura  mililibus  et  domioabus  et  alus  ho- 
minibuscujuscumque  conditionis  sint  in  dictis  comitatu  etviceco- 
mitatu  castris  villissen  alus  locis  heremitibus  et  habitaliset  cura 
justitiis  jurisdictionibns  moneta  quesliis  adcmprivis  usibus  ser- 
Titiis  servitutibus  senioraticis  et  cum  montibus  et  plañís  silvis 
guarrigiis  nemoribus  aquis  fluviis  et  ómnibus  alus  juribus 
universis  salva  lamen  et  retenta  nobis  et  nostris  in  ómnibus 
predictis  valensa  contra  omnes  homineselquod  de  predictis  co- 
mitatu et  vicecomitatu  castris  villis  et  alus  locis  et  ómnibus  alus 
predictis  que  vobis  damus  et  concedimus  ad  feudum  faciatis  no- 
bis et  nostris  vos  et  vestri  homagium  et  sacramentum  et  quod 
vos  et  vestri  detis  nobis  ct  nostris  potestates  de  ómnibus  pre- 
dictis castris  et  locis  irati  et  pacati  quandocumque  et  quotiens- 
cumqueá  nobis  ct  nostris  fueritis  requisiti  ad  consueludinem  et 
usaticos  Barcinone  quos  in  predictis  comitatu  et  vicecomitatu  et 
alus  locis  volumus  observar!  salvis  specialibus  consuetudinibus 
predictarum  terrarura.  Retinemus  etiam  nobis  in  predictis  comi- 
tatu et  vicecomitatu  et  alus  locis  paces  et  treguas  in  hunc  mo- 
dura:  quod  si  vos  vel  alius  de  térra  vestra  frangeretis  pacem  et 
treguam  contra  aliquem  hominem  nostrum  vel  regionum  terre 
iiostrequod  pro  bis  habeatis  firmare  et  responderé  in  possenostro 
vel  officialium  nostrorum  secundum  forum  pacis  et  tregüe:  et 
si  vos  frangeretis  pacem  et  treguas  in  aliquo  exceplis  homini- 
bus  nostris  teneamini  similiter  firmare  et  responderé  pro  pace 
et  tregua  in  posse  noslro  vel  officialium  nostrorum:  si  vero  ho- 
mines  nostri  inter  se  frajngerent  pacem  vel  treguam  vel  homi- 
num  religiosorum  existentium  in  comitatu  et  vicecomitatu  ha- 
beatis vos  in  eis  pacem  et  treguam  quam  pro  nobis  teneatis  ad 
feudum  sicut  alia  que  vobis  damus  ad  feudum  in  hoc  instru- 
mento. Retinemus  etiam  nobis  et  nostris  quod  teneamini  vos 
et  vestri  venire  ad  curiam  nostram  sicut  alii  nobiles  Cathalonie: 
confirmantes  el  concedentes  vobis  et  vestris   nihilominns  omnia 


(  22  ) 
|uia  vobis  compekulia  (luoquomodo  ¡ii  prediclis  anle  hujus- 
inodi  donationem  et  concessionem  salvis  lamen  nobis  et  relen- 
t¡s  ómnibus  supradiclis  ul  superius  sunt  expressa.  Ad  hec  Nos 
Ermegaudus  prediclus  recognoscentes  vobis  domino  regi  nobis 
licri  per  vos  graliam  specialem  gratis  et  ex  cerla  scienlia  leci- 
pimns  a  vobis  predictum  comitatum  el  vicecomitalum  et  castra 
villas  et  omnia  alia  loca  predicla  el  orania  alia  suprascripla  ad 
feudum  secundura  usaticum  Barcinone  sub  forma  el  consuelu- 
dinibus  seu  convenlionibus  supradictis  salvo  lamen  jure  abba- 
Ús  mouasterii  Saucii  Pelri  Agerensis  in  castro  de  Ager:  el  pro- 
millimus  et  convenimus  per  nos  el  nostros  vobis  el  veslris  fa- 
ceré homagium  pro  prediclis  feudis  et  daré  vobis  poteslates  de 
ómnibus  prediclis  caslris  villis  et  locis  que  a  vobis  recipimus 
iu  feudum  irati  et  paccali  quandocumgue  et  quotiescumque  a 
vobis  vel  veslris  fuerimus  requisili  et  veuire  ad  curiam  sicul 
alii  nobiles  Cathalonie  el  juvare  el  valere  vobis  et  veslris  nos 
et  nostri  cum  corpore  noslro  et  cum  Ierra  nostra  el  homiuibus 
nostris  et  servare  et  complere  inviolabililer  omnia  el  singula 
que  vobis  relinelis  in  hac  donatione  el  omnes  convenliones  que 
superius  conlinentur.  Etad  majorem  vero  cautelam  juramus  per 
Ucum  el  t^us  sánela  qualuor  evangelia  per  nos  corporaliler  lac- 
la omnia  el  singula  attendere  et  complere  inviolabililer  ut  su- 
perius sunt  expressa  el  ea  boria  fide  firmiler  observare  el  fa- 
cimus  vobis  de  presentí  homagium  ore  et  manibus  pro  ómni- 
bus supradictis.  Quod  esl  actum  in  Acrimonle  terlio  idus  dc- 
rembris  anno  Domini  millessimo  durenlessimo  sepluagessimo 
octavo. —P.    Marquesii. 


Esta  íué  la  enfeudación  que  hizo  el  rey  á  don  Armengol 
del  condado  de  Urgel  y  el  título  con  que  lo  poseyó,  y  la 
otra  vez  que  después  de  haberlo  tomado  los  reyes  lo  volvieron 
á  los  descendientes  de  aquellos  primeros  Ermengaudos,  que 
tan  libre  y  francamente  lo  poseyeron,  y  sin  tantas  condiciones 
como  después  añadieron  los  reyes,  los  cuales,  cada  vez  que 
le  volvian  á  los  condes,  los  hacian  obligar  de  nuevo,  por 


(23) 
asegurarlos  mas  en  su  servicio:  pero  no  bastaban  las  preven- 
ciones de  los  reyes,  porque  cuanto  mas  se  aseguraban  de 
ellos,  mas  irritados  los  dejaban,  y  luego  que  hallaban  sazón 
y  tenian  poder,  era  cierta  la  guerra  entre  ellos,  para  echar 
de  sí  los  pactos  y  obligaciones  de  nuevo  impuestas;  porque 
aunque  lo  aceptaban  y  recibian    de  mano  de   los  reyes  y 
con  las  condiciones  que  ellos  querian,  no  atendian  sino  solo 
á  la  sangre  y  gran  linaje  de  donde  venian,  y  al  trabajo  y  va- 
lor con  que  sus  ilustres  progenitores  habian  adquirido  aquel 
estado  de  los  moros ,  con  sus  armas  y  vasallos,  y  sin  tantos 
reconocimientos  y  sujeciones  como  después  se  les  añadieron. 
Pocos  dias  después,  que  fué  á  17  de  diciembre  de  1278, 
el  conde,  en  presencia  de  algunos  magnates  de  la  corte  del 
rey,  le  hizo  homenaje  por  todo  el  condado  de  Urgel  y  viz- 
condado  de  Ager,  confesando  y  reconociendo  tenerlos  por  el 
rey,  con  los  cargos  y  obligaciones  que  quedan  referidas;  y 
porque  se  habia  ya  tratado,  por  medio  de  Arnaldo  Roger, 
conde  de  Pallars,  Ramón  de  Peralta  y  Pons  de  Ribelles  y 
Pedro  Martinezde  Artesona,  justicia  de  Aragón,  que  luego 
que  el  conde  tuviese  donación  del  condado,  asegurase  al  rey 
de  pagarle  dentro  de  diez  años,  con  diez  iguales  pagas,  lo 
que  se  le  debia  de  tiempo  de  don  Alvaro,  su  padre,  de  cuan- 
do los  ejecutores  de  su  testamento  le  entregaron  el  condado; 
en  cumplimiento  de  ello  obligó  al  rey  todas  las  rentas  y  pro- 
vechos del  condado   y  vizcondado  y  de  todos  los  lugares  te- 
nia en  feudo  del  rey,  y  por  mejor  asegurarlo,  dio  por  fianza 
al  conde  de  Foix;  y  el  rey,  con  conocimiento  del  conde  de 
Urgel,  dio  en  comanda  al  de  Foix  todo  aquello  que  el  de 
Urgel  le  ^labia  obligado,  para  que  lo   tenga  por  espacio  de 
ocho  años   en  feudo  del  rey,   y  que  no   tenga  obligación, 


(  2i  ) 
durante  el  dicho  tiempo,  de  volverlos  ó  dejarlos,  sino  es  que 
él  se  lo  mandase,  y  que  todos  los  frutos  y  provechos  queden 
en  poder  del  de  Foix.  Y  el  rey  prometió  al  conde  de  Urgel 
que,  cuando  llegue  á  edad  de  veinte  y  cinco  años,  le  res- 
tituirá todo  aquello  que  habia  dado  en  comanda  al  de  Foix, 
para  que  el  conde  lo  tenga  con  los  mismos  pactos  que  se  lo 
habia  dado  en  el  auto  arriba  referido  ,  obligándole  al  conde 
y  á  don  Alvaro,   su  hermano,  que  se  intitulaba  vizconde  de 
Ager  y  tenia  algunos  lugares  en  la  Val  de  Ager,  hiciesen  el 
debido  homenaje  ,    siempre   que   por   parte   del  rey  fue- 
sen requeridos.  Todo  esto  pasó  á  los  16  de  diciembre;  y 
dos   dias  después  prometió  el  rey  al  conde  de  Foix,  que 
dentro  de  los  dichos  ocho  años  no  le  pediria  ninguno  de    los 
pueblos  y  castillos  le  habia  encomendado:  y  por  cuanto  el 
castillo,  villa  y  Val  de  Ager  estaban  en  feudo  del  monaste- 
rio de  San  Pedro  de  Ager,  de  canónigos  regulares  de  San 
Agustin,  Pedro,  abad  de  aquel  monastario,  aprobó  aquella 
donación  que  el   rey  habia   hecho,   el   cual  prometió  que 
haria  el  debido  reconocimiento  por  razón  de   aquel,  siempre 
que  fuese  requerido  por  parte  de  él  y  de  los  abades  sus 
sucesores.    Todo  esto  hacia  el  rey  para  facilitar  la  paga  de 
aquello  que  se  le  debia,  y  asegurar  mas  al  conde  y  á  sus  va- 
ledores en  su  servicio,  aunque  aprovechó  poco,  por  las  al- 
teraciones y  novedades  que  después  de  esto  acontecieron  en 
este  principado  de  Cataluña. 

No  tuvo  efecto  el  matrimonio  se  trataba  entre  la  hija  del 
conde  de  Foix  y  el  hijo  del  rey;  y  el  conde  de  Foix  se  fué 
á  Perpiñaná  ver  el  rey  de  Mallorca,  su  cuñado,  casado  con 
Esdaramunda,  su  hermana.  Tenia  el  rey  de  Mallorca  algu- 
nos disgustos  con  el  de  Aragón,  por  razón  de!  supremo  do- 


(25  ) 
minio  tenia  en  sus  estados ;  y  aunque  se  vieron  los  dos 
reyes  por  dar  asiento  á  ellos,  quedaron  mas  disgustados , 
como  suele  acontecer  de  las  vistas  de  dos  reyes.  El  de  Foix 
se  volvió  dentro  de  pocos  dias  á  Cataluña,  y  juntóse  con  los 
demás  señores  del  principado,  y  los  halló  muy  quejosos  del 
rey.  El  autor  del  Flos  mundi  dice  que  eran  cuatro  las  que- 
jas tenian  del  rey:  la  primera,  porque  no  celebraba  cortes 
generales;  la  segunda,  porque  no  les  confirmaba  los  privi- 
legios y  libertades;  la  tercera,  porque  les  hacia  nuevas  de- 
mandas, pidiéndoles  nuevos  servicios;  y  la  última,  querian 
que  .les  hiciese  francos  en  alodio  sus  bienes,  así  como  lo 
eran  antiguamente:  y  por  esto  le  enviaron  sus  embajadores, 
y  el  rey  no  lo  quiso  otorgar.  Por  esto  se  juntaron  con  el  de 
Foix,  el  de  Urgel  y  Alvaro,  su  hermano,  el  conde  de  Pa- 
llars,  el  vizconde  de  Cardona,  Pons  de  Ribelles,  Arnau  Ro- 
ger,  sobrino  del  de  Pallars,  Ramón  de  Avella,  Pedro  de 
Josa,  Guillen  de  Canet,  Bernat  Roger  de  Eril,  Ramón  Ro- 
ger,  Ramón  de  Anglesola,  Guillen  Ramón,  vizconde  de  Vi- 
lamur,  Pedro  de  Moneada,  Berenguer  de  Puigvert,  Guerau 
Alemany  de  Cervelló,  Hugo  de  Troja,  Berenguer  Despes, 
Guerau  Despes,  Gispert  de  Guimerá,  Guillen  de  Bellera,  Fer- 
rar de  Abella,  Pons  Cacosta,  Ramón  deBoxadors,  Pons  de 
Oluja,  Juan  de  Pons,  Guerau  de  Mejá,  Guerau  de  Aguiló, 
Jaime  de  Peramola  y  otros,  y  enviaron  al  rey  sus  mensa- 
jeros con  cartas  de  despedida  ó  desafío,  selladas  con  los  se- 
llos del  de  Foix  y  de  los  demás;  y  la  respuesta  del  rey 
fué:  que  aunque  sus  desafíos  y  despedidas  le  daban  poco 
cuidado,  queria  estar  á  justicia  y  derecho  con  ellos  en  to- 
das sus  demandas  y  pretensiones,  ofreciéndoles  que  les  de- 
sagraviaria;   pero  ellos,  que  estaban  poderosos,  no  hicieron 


(26) 
caso  de  esto,  y  el  rey,  indignado,  les  sacó  déla  paz  y  tregua 
en  que  con  él  estaban,  por  pretender  que  ellos  la  habian  rom- 
pido. Hallábase  el  rey  en  Aragón,  y  allá  mandó  fortificar 
muchos  castillos  y  convocó  muchas  gentes  de  armas,  de- 
jando en  defensa  toda  su  tierra.  En  esta  ocasión  Ramón 
Folc,  vizconde  de  Cardona,  con  su  gente,  pasó  una  noche 
el  rio  de  Llobregat,  y  corrió  toda  aquella  comarca,  hasta 
llegar  á  los  muros  de  Barcelona,  de  donde  salió  Gombau  de 
Benavent,  que  era  veguer,  y  le  hizo  retirar  á  Cabrera,  de- 
jando muchos  heridos  y  maltratados:  luego  él  y  todos  los 
pueblos  reales  dieron  al  rey  aviso  de  lo  que  pasaba,  pidién- 
dole con  mucha  instancia  socorro  y  favor,  porque  los  con- 
des de  Foix  y  Urgel  también  corrían  la  tierra  y  llegaban 
á  las  puertas  de  Lérida,  haciendo  notables  daños,  y  los  la- 
bradores no  osaban  salir  al  campo;  que  por  eso  fué  poca  la  se- 
mentera de  aquel  año,  y  por  faltar  los  mantenimientos  hubo 
hambre  en  Cataluña,  y  se  pusieron  á  precio  desmesurado. 
Aunque  el  rey  sabia  lo  que  pasaba,  no  pudo  acudir  tan  pres- 
to como  deseaba  á  remediarlo;  pero  mandó  á  sus  caballeros 
y  pueblos  que  eran  de  su  obediencia,  estuviesen  prevenidos 
para  cierto  día,  que  él  diria  lo  que  habian  de  hacer.  Es- 
tando aun  en  Aragón,  supo  como  el  conde  de  Foix  y  sus 
valedores  y  amigos  estaban  en  la  cidad  de  Balaguer,  con 
seiscientos  hombres  de  á  caballo  y  siete  mil  infantes,  con 
intención  de  hacer  una  gran  entrada  en  tierras  del  rey  y  de 
sus  servidores:  el  rey,  con  gran  diligencia  y  con  intento  de 
tomarles  desapercibidos,  caminando  de  dia  y  de  noche,  llegó 
á  Lérida,  y  aquí  tomó  gente  de  nuevo,  y  con  la  que  él  ya  lle- 
vaba, llegó  al  amanecerá  Balaguer,  en  ocasión  que  los  do 
dentro  a\m  estaban  en  las  camas,  Ellos,  oyendo  el  ruido  de  iat^ 


(27) 
armas,  se  asomaron  al  muro,  \  vieron  que  el  rey  con  muy  luci- 
da gente  asentaba  su  castro  en  una  parte,  y  en  otra  el  infante 
don  Alonso  el  suyo,  y  que  por  momentos  iban  creciendo,  por 
la  mucha  gente  que  llegaba,  así  que,  en  breve  tiempo  se 
halló  el  rey  con  tres  mil  caballos  y  cien  mil  infantes,  y  en- 
tre ellos  el  rey  de  Mallorca,  su  hermano,  que  aunque  entre 
los  dos  reyes  habian  pasado  algunas  disensiones,  en  razón  de 
los  feudos,  pero  no  por  esto  dejó  al  rey,  su  hermano,  en  es- 
ta ocasión.  Cercaron  entonces  la  ciudad  de  Balaguer,  y  con 
cinco  trabucos,  que  llamaban  brigolas,  muy  grandes,  de 
dia  y  de  noche,  con  piedras,  combatian  los  muros  y  casas  de 
aquella  ciudad.  Los  cercados,  que  no  eran  gente  bisoña, 
sino  muy  valientes  y  pláticos  en  aquel  menester,  se  defcn- 
dian  muy  bien,  y  de  noche  levantaban  aquello  que  de  dia 
habia  derribado  la  batería,  y  la  ciudad  amanecia  mas  fortifi- 
cada, y  ellos  se  ponian  á  la  defensa,  con  gran  valor  y  áni- 
mo, sin  que  les  espantase  el  numeroso  ejército  que  les  te- 
nia cercados  por  todas  partes.  Esto  pasó  á  la  fin  de  junio 
de  este  año  1280.  Estando  en  esto,  aconteció  que  Ramón 
Roger,  hermano  del  conde  de  Pallars,  Ramón  de  Angle- 
sola,  Ramón  de  Marcha-Fava ,  caballero  de  la  Gascuña,  y 
St|uiu  de  Miralpeix,  caballero  de  Tolosa,  con  sesenta  ba- 
llesteros de  ballestas  de  cuerno,  y  cuarenta  de  á  caballo,  se 
juntaron  en  la  villa  de  Agramunt,  para  entrar  á  dar  socor- 
ro á  los  de  Balaguer,  y  de  allí  enviaron  un  correo  muy  di- 
ligente, con  cartas  para  los  cercados,  asegurándoles  el  so- 
corro, y  que  en  teniendo  la  entrada  segura,  sacasen  dos  fa- 
ginas ardiendo  en  lo  mas  alto  del  castillo,  y  después  las 
dejasen  caer  en  el  foso,  y  con  esta  señal ,  ellos,  con  se- 
senta soldados  v   cuarenta  caballos,  acudirían  la  noche  si- 


(28  ) 
guíente  á  la  puerta  déla  ciudad.  El  correo  fué  desgraciado, 
porque  llegando  al  real  y  conocido  de  los  guardas,  fué 
preso  y  llevado  al  rey:  en  las  cartas  supieron  lo  que  pa- 
saba, y  como  se  iban  acercando  á  la  torre  de  Almenara, 
por  estar  mas  cercanos  á  la  ciudad,  el  rey,  por  mejor  co- 
gerlos, mandó  que  en  la  misma  noche  desde  lo  mas  alto 
de  la  iglesia  de  Nuestra  Señora  de  Almata,  donde  estaba 
aposentado  el  rey,  sacasen  dos  faginas  ardiendo  y  las  de- 
jasen caer;  y  como  era  de  noche  y  el  castillo  é  iglesia  muy 
cerca  y  en  igual  altura,  creyeron  que  los  del  castillo  ha- 
bian  recibido  las  cartas  y  hacian  la  señal  concertada,  y 
marcharon  á  toda  prisa  por  dar  el  socorro  á  los  cercados: 
el  rey  no  mandó  atajar  los  pasos,  porque  pensaba  que  no 
darian  el  socorro  hasta  la  noche  siguiente,  como  decian  las 
cartas,  pero  ellos,  que  ya  estaban  en  la  torre  de  Almenara, 
vistas  las  señales,  no  aguardaron  mas,  sino  que  saliendo 
luego,  caminaron  tan  aprisa,  que  á  la  media  noche  esta- 
ban ya  muY  cerca  de  las  trincheras  del  real.  Enviaron  un 
espía,  porque  mirase  si  habia  centinelas  ó  quien  les  pu- 
diese descubrir  por  la  parte  que  habian  de  entrar,  que  era 
por  el  vado  del  rio,  que  estaba  entre  ellos  y  los  cercados, 
que  por  la  puente  era  imposible  la  entrada ,  porque  los  del 
rey  la  guardaban  con  mucha  diligencia:  la  espía  volvió,  y 
dijo  que  no  habia  nadie  que  les  pudiese  impedir  la  en- 
trada, y  que  ya  los  de  la  ronda  habian  pasado  por  aquella 
parte.  Con  esto,  caminaron  hasta  la  orilla  del  rio,  y  no 
viendo  estorbo,  sin  cuidar  del  vado,  caminaron  rio  abajo, 
hasta  llegar  á  la  puente:  en  ella  tenian  los  de  la  ciudad  sus 
centinelas,  é  ignorantes  del  socorro,  pensaron  que  los  del  rey 
escalaban  la  ciudad;    tocaron  alarma,  v  todos  acudían  á  los 


(:29  ) 
muros,  y  los  caballeros  que  habían  de  entrar,  por  no  perder 
tiempo  en  allanar    el  paso   de  la  puente ,   arrojados  en  el 
agua,  pasaban  nadando,   y  apellidaban:   ¡Foix  y  Cardona! 
para  darse  á  conocer,  porque  los  de  la  villa  no  les  dañasen. 
Los  del  rey,  que  oyeron  estos  gritos,  con  ballestas  y  hon- 
das les  dieron  una  rociada;  pero  no   impidieron  el  paso,  y 
dieron  poco  daño;   y  uno  de  ellos  se  acercó  á  la  ciudad  y 
pidió  por  el  conde  de  Pallars,  y  le  dijo,   que  acudiese  á 
socorrer  á  su  hermano  y  á  los  demás  que,  por  socorrerles, 
se  habian  echado  á  pasar  elrio,  y  quetemia,  por  ser  en  aquella 
parte  muy  hondo,  que  no  se  habiesen  ahogado.  El  conde,  muy 
enojado  de  oir  tales  nuevas,  echó  de  sí  con  despecho  y  enfado 
el  escudo  y  celada  y  acudió  á  la  puerta,  donde  halló  á  su  her- 
mano y  los  demás  caballeros  y  peones,  excepto  cuatro  caba- 
lleros y  veinte  y  cinco  de  los  demás,  que  quedaban  ahogados 
en  el  rio;  y  fué  tal  el  contento  de  ver  aquellos  que  se  habiau 
salvado,  que  les  hizo  olvidar  la  pérdida  de  los  otros. Uno  de  los 
que  hallaron  menos  fué  Squiu  de  Miralpeix:  éste,  hallándose 
bajo  la  puente  y  en  la  parte  donde  corre  el  agua  con  mas  ím- 
petu, perdió  el  caballo,  qu€se  le  fué  al  fondo  ,  y  él,  como  me- 
jor pudo,  se  asió  á  un  pilar  de  la  puente  y  quedó  abrazado  en 
él,  con  harta  pena,  porque  estaba  armado;  los  caballerosde  la 
ciudad  salieron  para  recogerle  á  ély  á  otros,  si  hallaban  por 
el  rio,  y  con  un  barco  se  pusieron  bajo  la  puente,  porque 
se  dejase  caer  en  él;  pero  estaba  muy  alto,  y  no  se  quiso 
aventurar,  temiendo  errar  el  salto  y  anegarse,  y  así  le  de- 
jaron, porque  la  corriente  no  les  dejaba  parar  en  aquel  lu- 
gar,  y  prosiguieron  buscando  los  demás,  y  no  hallaron  nin- 
guno. Creciendo  el  dia,  los  del   rey  descolgaron  al  de  Mon- 
tesquiude  aquel  lugar,  y  preso,  le  subieron  á  Almata,  donde 


(  30) 
eslabu  el  rey,  el  cual  le  preguntó  él  quién  era,  y  le  dijo  su 
nombre  v  que  iba  á  socorrer  al  conde  de  Foix,  su  deudo, 
con  diez  y  ocho  caballeros  y  otros  tantos  peones.  El  rey  le 
mandó  desarmar  y  le  dio  un  vestido  suyo  muy  rico,  y  le 
mandó  poner  en  buena  guarda,  quedando  muy  descontento 
del  socorro  que  en  la  ciudad  habia  entrado;  y  por  impedir- 
le otra  vez,  mandó  labrar  dos  puentes,  una  de  estacas,  mas 
arriba  de  la  ciudad  ,  y  otra  mas  abajo,  de  barcas  aladas 
con  cadenas,  y  en  ellas  muchos  soldados  de  guarnición,  que 
de  dia  y  de  noche  impedian  la  entrada  á  cualquiera.  Que- 
daron con  esto  los  cercados  tan  oprimidos,  que  por  nin- 
guna parte,  sino  era  volando,  podian  salir,  ni  entrarles  nada: 
la  batería  nunca  cesaba,  aunque  salían  ellos  algunas  veces 
á  impedirla;  sentíase  ya  falta  de  mantenimientos,  y  los  vecinos 
de  Balaguer  estaban  cansados  del  cerco,  y  mas  de  ver  ante 
sus  ojos  sus  alquerías  y  huertas  destruidas,  y  las  casas,  por 
todas  partes,  con  las  piedras  de  los  trabucos  derribadas: 
no  podian  tolerar  tantos  daños  y  perdidas,  y  temianser  da- 
dos <á  saco,  si  el  rey  entraba  la  ciudad  por  fuerza.  Por 
excusar  todo  esto,  avisaron  al  rey  con  grande  secreto,  que 
si  dentro  de  breve  tiempo  los  caballeros  cercados  no  dabai\ 
traza  de  concierto,  su  voluntad  era  entregar  la  ciudad.  Esto 
no  fué  tan  secreto  que  no  llegase  á  oidos  de  ellos,  y  con- 
siderabar\  que  si  los  paisanos  daban  entrada  al  rey,  sin  sa- 
berlo ellos,  hablan  todos  de  morir  á  sus  manos,  porque 
era  hombre  que  no  toleraba  desobediencias .  como,  aun 
siendo  infante,  lo  habia  experimentado  Fernán  Sánchez,  su 
hermano.  Tuvieron  entonces  todos  aquellos  magnates,  que 
estaban  recogidos  c\\  el  rastillo  ,  por  mejor  partido  entre- 
garse en  mano  del  rev  y   rendírsele:    los  que    sentían  esto 


('"I ) 

eran  Ramim  Koger,  líamoii  de  Anglesola  \  Pons  de  Ribe- 
!lcs,  y  se  lamentaban  mucho  de.  haberse  de  meter  en  poder 
del  rey,  porque  desconfiaban  del  perdón  y  de  las  vidas  suyas 
y  de  los  que  con  ellos  estaban;  pero  habian  llegado  á  un 
punto,  que  no  lo  podían  excusar,  y  enviaron  al  rey  á  darle  avi- 
so de  su  venida,  y  poco  después  salieron  desarmados  déla  ciu- 
dad, y  llegados  ante  el  rey,  postrados  á  sus  pies,  le  pidieron 
perdón  y  misericordia,  suplicándole  los  tratase  con  piedad; 
mas  el  rey,  casi  sin  hacer  semblante  de  oirles,  mandó  al  infan- 
te don  Alfonso,  su  hijo,  les  llevase  ]>resos,  con  buenas  guar- 
das, no  curando  de  prender  á  los  demás  caballeros  y  peones 
que  les  habian  servido,  antes  les  dejó  ir  seguros,  con  sus 
armas  y  caballos,  y  á  todos  los  que  le  habian  servido  dio 
licencia  para  ir  á  descansar  á  sus  casas.  Esto  pasó  el  dia 
de  santa  Margarita  de  este  año;  y  el  infante  llevó  los  presos 
á  Lérida  y  los  encerró  en  una  casa  fuerte:  Zurita  dice  en 
el  castillo,  y  el  anal  de  RipoU  dice  esparcidos  en  diversos 
castillos  de  sus  reinos;  y  cargados,  según  dice  Desclot,  de 
grillos  y  cadenas,  con  buenas  guardas,  estuvieron  en  ellas 
mucho  tiempo.  Al  conde  de  Foix,  que  fué  el  caudillo  de 
todos,  y  de  quien  mas  sentido  estaba  el  rey,  porque  muchas 
veces  le  faltó  en  lo  que  le  habia  prometido,  y  muy  atrevi- 
damente daba  á  entender  al  rey,  que,  si  salia  de  la  prisión, 
le  haria  mayor  daño  y  guerra  que  hasta  allí  le  habia  hecho, 
mandó  pasar  al  castillo  de  Ciurana.  Tomic  dice  que  el  rey 
metió  algunos  de  los  prisioneros  en  el  castillo  de  Miravct, 
(pie  está  á  la  ribera  del  Ebro,  muy  fuerte  por  arte  y  por 
naturaleza;  y  el  conde  de  Foix,  impaciente  de  la  prisión, 
echaba  bravatas  de  hacer,  si  estaba  en  libertad,  lodos  los 
deservicios  (pie  pudiese  al  rey,  el  cual  le  mandó  dar  libertad. 


(  ^'2  ) 
porque  entendiese  el  poco  caso  que  hacia  de  él /y  que  era 
poderoso,  si  se  atrevia  á  hacer  lo  que  decia,  de  castigalle, 
así  por  lo  hecho,  como  por  lo  que  podia  hacer. 

Quedaron  en  la  cárcel  hasta  el  mes  de  mayo  del  año 
1281;  y  Ramón  Folc  ,  vizconde  de  Cardona,  Arnau  Ro- 
ger,  conde  de  Pallars,  y  Ramón,  su  hermano,  Bernardo 
Roger  de  Erill  y  Ramón  de  Anglesola,  por  cobrar  la  li- 
bertad, se  concertaron  con  el  rey,  y  pusieron  en  su  poder 
los  castillos  y  villas  que  teniaii,  hasta  que  fuese  dada  en- 
tera satisfacción  á  los  que  se  quejaban  de  ellos,  y  pagadas 
al  rey  las  costas  que  hizo  su  ejército  real  en  el  cerco  de 
Balaguer,  según  fuese  juzgado;  y  en  caso  que  debieran  ser 
confiscados  aquellos  castillos,  se  los  volveria  ,  porque  los 
tuviesen  en  feudo  por  el  rey,  otorgándoles  toda  jurisdicción 
civil  y  criminal,  y  que  estuviesen  obligados  á  dar  al  rey 
las  tenencias,  siendo  requeridos;  y  después  estando  el  rey  en 
Lérida,  á  20  de  agosto  de  este  año,  los  jueces  que  fue- 
ron nombrados  para  esto  condenaron  á  los  dichos  en  una 
suma  inmensa,  y  por  quedar  imposibilitados  á  la  paga  de 
ella,  dieron  al  rey  sus  castillos  y  villas,  y  el  rey  se  los  dio 
en  feudo,  obligándoles  á  ciertos  reconocimientos;  y  de  aque- 
lla hora  en  adelante  todos  quedaron  en  su   servicio. 

Fuera  de  esta  concierto  quedaron  por  entonces  los  con- 
des de  Foix,  de  Urgel  y  don  Alvaro,  su  hermano,  Gui- 
llen Ramón  de  Josa,  Pons  de  Ribelles,  Ramón  de  Yilamur, 
(iuillen  y  Galceran  de  Cartellá,  y  otros  caballeros  que  poco 
tiempo  después,  con  el  íntegro  dominio  de  sus  cosas,  vol- 
vieron en  servicio  y  gracia  del  rey,  el  cual  los  ocupó  en 
f  argos  y  puestos  muy  preeminentes  en  sus  reinos,  valiéndose 
de  ellos  en  todos  las  empresas  y  sucesos  de  mas  importancia, 


( 5^ ) 

porque,  olvidadas  las  cosas  pasadas,  y  reconociendo  la  be- 
nignidad con  que  el  rey  les  habia  tratado,  hicieron  en  su 
servicio  todo  lo  que  pudiese  hacer  cualquier  buen  vasallo 
por  su  rey    y  señor. 

Referiré  sumariamente  lo  que  hallo  en  memorias  anti- 
guas del  conde  don  Armengol :  él  fué  uno  de  los  caballe- 
ros catalanes  que  con  el  rey  don  Pedro  el  Grande  pasaron 
á  Berbería,  llevando  consiga  muchos  de  sus  vasallos  que  en 
aquella  empresa  quisieron  seguir  su  fortuna;  aquí  guardó 
la  vida  al  conde  de  Pallars,  que  siendo  mas  valiente  de  lo 
que  debiera,  solo,  acometió  un  escuadrón  de  sesenta  moros, 
y  después  de  haber  muerto  á  dos,  que  eran  caudillos  de 
los  demás,  otro  le  dio  una  cuchillada  en  un  muslo.  Por  es- 
caparse del  peligro  en  que  estaba,  picó  el  caballo  v  atra- 
vesó todo  el  escuadrón,  y  se  vio  en  manifiesto  peligro  de 
perderse  :  el  conde  de  Urgel,  con  dos  hijos  de  Vidal  de 
Sarria,  acudió  á  socorrerle  ;  pasó  por  medio  de  los  se- 
senta moros  hasta  juntarse  con  el^e  Pallars  ,  y  dio  una 
lanzada  á  un  moro,  que  le  pasó  adarga  y  pecho,  lleván- 
dose el  caballo  al  moro,  sin  que  el  conde  pudiese  cobrar 
la  lanza;  sobrevino  el  de  Pallars,  que  confiado  en  sus  fuer- 
zas, mayores  que  las  del  conde  de  Urgel,  asió  del  cuento, 
y  tiró  tan  fuertemente,  que  rompiendo  las  correas  de  la 
adarga,  se  la  llevó  atravesada  en  la  lanza,  cayendo  el  moro 
en  tierra  muerto. 

Cuando  fueron  los  desafíos  tan  nombrados  entre  el  rey 
don  Pedro  y  Carlos  de  Anjou,  rey  que  fué  de  Sicilia,  el 
conde  de  Urgel  fué  uno  de  aquellos  cuarenta  caballeros 
que  en  nombre  del  rey  don  Pedro,  y  por  su  parte,  habían 
de  jurar  que  cumpliría  el  rey  todo  lo  que  con  Carlos  estaba 
roMo  \.  3 


(54) 
concertado,   en    razón    de  sus  desafíos ,  só  ciertas  penas  quf 
refieren  los  autores  que  cuentan  estos  desafíos. 

Fué  asimismo  uno  de  aquellos  cien  caballeros  que  el  rey 
don  Pedro  escogió  para  combatir  con  el  dicho  rey  Carlos, 
y  con  otros  tantos  que  habian  de  venir  con  él  al  desafío 
aplazado  en  la  ciudad  de  Burdeos,  del  reino  de  Francia, 
poseida  entonces  de  Eduardo,  rey  de  Inglaterra. 

En  aquel  general  entredicho  que  puso  el  pontífice  Mar- 
tin en  todas  las  tierras  del  rey  don  Pedro  y  de  sus  vasallos, 
los  estados  del  condado  de  Urgel  fueron  de  los  mas  trabaja- 
dos, y  duró  mucho  tiempo  que  no  se  ministraron  otros  sa- 
cramentos, sino  el  bautismo  á  los  que  nacían,  y  la  peni- 
tencia á  los  que  morian:  solo  se  permitia  en  las  iglesias 
catedrales  y  colegiales  una  vez  cada  semana  celebrar  misas, 
para  renovar  la  santísima  Eucaristía  para  los  que  estaban, 
en  peligro  de  muerte,  y  esto  era  cerrados  los  templos. 

Cuando  Felipe,  rey  dé  Francia,  hijo  de  san  Luis,  entró 
en  Cataluña  para  la  co^uista  de  ella,  jamás  dejó  las  armas 
para  defensa  de  ella  y  del  rey,  á  quien  siempre  asistió;  y  fué 
uno  de  aquellos  caballeros  qué  aconsejaron  al  rey,  después 
de  haberse  fortificado  en  la  villa  de  Peralada,  que  se  saliese 
de  ella,  por  no  estar  aquella  villa  para  poderse  defender 
del  ejército  del  rey  de  Francia  largo  tiempo,  porque  supo 
que  habia  trazado  el  rey  don  Jaime  de  Mallorca,  cómo  el 
rey  y  el  conde  don  Armengol  y  los  demás  estaban  allá  vinie- 
ran en  poder  del  rey  de  Francia. 

Menos  faltó  en  los  reencuentros  que  tuvo  el  rey  con  los 
franceses,  cerca  del  cerro  de  Tudela,  el  dia  de  Nuestra  Se- 
ñora de  Agosto  de  este  año  1 285 ,  en  que  el  rey  se  vio  en 
grandes  peligros.  T)e  esta  manera  le  fué  sirviendo,  hasta  qur 


(3S) 
murió,  que   fué   á   10  de  noviembre  de   1285,  en   Igua- 
lada. 

Muerto  el  rey,  fué  á  visitar  la  ciudad  de  Balaguer  v 
demás  pueblos  de  su  estado,  y  arregló  el  regimiento  de  ellos, 
porque  con  las  continuas  guerras  hubo  en  el  principado 
de  Cataluña  necesitaban  todas  aquellas  tierras  de  su  pre- 
sencia. 

No  estuvo  mucho  tiempo  allá,  porque  el  rey  don  Alfon- 
so, hijo  del  rey  don  Pedro  y  sucesor  suyo  en  la  corona,  le 
llamó,  porque  él  y  todos  los  demás  caballeros  de  su  corona 
asistieran  á  las  exequias  habia  de  hacer  al  rey,  su  padre, 
en  el  monasterio  de  Santas  Cruces,  donde  fué  sepultado, 
para  el  mes  de  febrero  de  este  año  1286. 

Por  estos  tiempos,  y  por  ser  muerto  el  gran  rey  don  Pe- 
dro, suscitó  el  vizconde  de  Cardona  algunas  pretensiones  que 
venian  de  años  atrás,  sobre  algunos  lugares  y  castillos  del 
condado  de  Urgel ;  el  vizconde  rompió  las  treguas  que 
habia  entre  los  dos,  y  el  conde  de  Urgel  le  desafió,  y 
cada  uno  de  ellos  llamó  en  su  favor  á  sus  valedores,  y  se 
suscitaron  grandes  bandos  que  de  cada  dia  se  iban  encen- 
diendo, y  el  rey,  que  de  Valencia  habia  de  ir  á  Huesca,  vino 
á  Cataluña  y  los  dejó  en  paz. 

En  la  conquista  del  reino  é  isla  de  Menorca,  sirvió  al 
rey  don  Alfonso  con  quinientos  infantes  y  grandes  sumas  de 
trigo  y  cebada,  en  socorro  de  la  armada  real  que  pasó  á 
aquella  isla. 

Cuando  el  rey  prometió  dar  libertad  á  Carlos,  príncipe  de 
Salerno,  hijo  del  rey  Carlos,  que  lo  fué  de  Sicilia  y  estaba 
preso  en  estos  reinos,  dio  por  rehenes  al  rey  de  Inglaterra, 
que  intervino  en  aquel  negocio,  al  infante  don  Pedro,  su 


(  36  ) 
hermano,  á  los  condes  de  Urgel  y  Pallars  y  al  vizconde   de 
Cardona. 

Mueito  el  rey  don  Pedro,  su  hijo,  el  rey  don  Alfonso, 
fué  continuando  las  empresas  á  que  aquel  gran  rey  no  pudo 
dar  fin:  para  apartar  de  estos  reinos  á  los  enemigos,  pasó  á 
las  conquistas  de  Mallorca,  Menorca  é  Iviza;  tuvo  guerras 
con  el  rey  de  Castilla,  y  en  la  mar  sustentaba  gran  arma-' 
da,  que  gobernaba  el  almirante  Roger  de  Lluria.  Era  el 
rey  de  natural  liberal  y  dadivoso,  por  donde  le  quedó  el  re- 
nombre de  franco,  y  así  le  nombran  comunmente,  para  dife- 
renciarle de  los  demás  Alfonsos.  Esta  naturaleza  del  rey 
conocieron  todos  los  barones  y  demás  vasallos  suyos,  y  abusa- 
ron de  ella:  el  rey  no  sabia  negar  cosa  que  le  pidiesen,  y  todo 
lo  que  daba  le  parecia  poco,  medido  con  su  deseo;  no  hubo 
ninguno  de  los  que  le  cortejaban,  que  no  saliese  medrado 
y  rico.  Obligaban  al  rey  (á  mas  de  su  natural)  á  ser  tan  li- 
beral V  franco,  la  gran  necesidad  tenia  él  de  sus  vasallos,  y  el 
notable  perjuicio  le  habia  de  ser,  si  le  dejaban;  y  ellos  lo 
entendian  así, y  le  vendian  muy  caro  el  servicio  que  lehacian. 

Entre  muchas  mercedes  que  hallamos  en  su»  registros,  fué 
una  en  favor  del  conde  Armengol ,  que  ,  sacada  de  su  origi- 
nal, dice  así: 


NT)ver¡nt  nniversi  quod  Nos  Alfonsus  dei  graliarex  Aragonurn 
Majoricarura  et  Valenlie  ac  comes  Barcinone  altendenles  quod 
vos  nobilis  Ermengandus  comes  Urgelli  exibiiistis  illuslrissimo 
domino  regí  palri.nostro  inclile  recordalionis  el  nobis  mullum 
grala  et  idónea  servilla  el  quotidie  exibetis  el  que  de  vobis  in 
poslerum  speramus  idciico  concedimus  vobis  quod  habeatis  vos 
el  vestri  comilalum  Urgelli  cum  ómnibus  perlinenliis  et  juribus 
universis   ad  feudum  prout  nobilis  Alvarus  pater  vester  quon- 


(37) 
úam  comes  Urgellí  ípsum  comilalum  habebat  et  tenebat  ad  feu- 
dum  pro  domino  rege  avo  noslro  sic  quod  vos  et  vestri  ipsum 
comilatum  castra  et  alia  loca  ipsius  comítatus  teneatis  pro  nobis 
ad  feudiim  sub  illa  conditíone  sub  qua  dicluspaler  vesler  ipsum 
tenebat  pro  dicto  rege  avo  nostro.  Salvaraus  igitur  nobis  et  suc- 
cessoribus  nostris  integre  jus  quod  perlinebat  dicto  domino  re- 
gí Jacobo  in  comitatu  prediclo  tempore  quo  vivebat  dictus  Al- 
varus  pater  vester  revocantes  de  presentí  ex  certa  scientia  ins- 
trumenta conveniencias  atque  pactainita  iuter  dominum  regem 
palrem  predictum  ex  una  parte  et  vos  seu  nobllem  Rogerium 
Bernardi  comitera  Fuxiensem  nomine  vestro  ex  altera  super 
restitutione  dicti  comítatus  et  vicecomilatus  Agerensis  vobis 
facía  per  ipsum  dominum  regem  patrem  nostrum  que  quidem 
instrumenta  convenientias  et  pacta  inita  carere  volumus  omni 
robore  firmitafis:  salvo  lamen  nobis  et  successoribus  nostris  in 
predicto  comitatu  jure  nobis  pertinente  et  pertinere  debente 
prout  superius  est  jam  dictum.  Absolventes  nihilominus  de 
presentí  omnes  ricos  horaines  milites  et  alios  in  dicto  comitatu 
et  vicecomitatu  habitantes  ab  omni  homagio  et  sacramento  quod 
dicto  domino  regí  patri  nostro  fecerunt  ratione  dictorura  ins- 
trumentorum  convenientiarum  et  pactorum  initorum  inter  ip- 
sum dominum  regem  palrem  nostrum  ex  una  parte  et  vos  seu 
comitem  Fuxiensem  nomine  vestro  ex  altera  super  restitutioue 
dicti  comítatus  et  vicecomilatus.  Non  tamen  inlendimus  ipsos 
absolvere  ab  illo  vinculo  quo  tenebantur  dicto  domino  avo  nos- 
tro  tempore  dicti  nobilis  Al  varí  patrís  vestri.  Dala  Osee  XII 
kalendas  julii  M.CC.LXXXVí. 


Después,  á  7  de  las  calendas  de  julio,  se  despacharon  le- 
tras, absolviendo  á  todos  los  del  condado  de  Urgel  de  todo 
sacramento  y  homenaje  prestado  al  rey  su  padre,  por  razón 
de  los  instrumentos  y  concesiones  hechas  entre  el  dicho 
rey  su  padre  y  los  condes  de  Urgel  y  Foix,  sobre  la  res- 
titución del  condado  de  Urgel. 


(38) 

Eran  estas  v  las  demás  donaciones  muy  por  fuerza;  por 
eso,  estando  el  rey  en  su  palacio  real  de  Tarragona,  con 
el  mayor  secreto  le  fué  posible,  á  las  idus  de  diciembre  del 
año  1287,  siendo  testigos  de  ello  Pedro  Marqués,  su  secre- 
tario, y  Juan  Sabata,  juez  de  su  casa  y  corte,  mandó  á  Mi- 
guel Boter,  notario  de  Tarragona,  tomase  auto  y  memoria 
de  las  donaciones  y  merce(Jes  habia  hecho  por  fuerza  contra 
su  voluntad,  y  entre  ellas,  dice,  donalionem  factam  nohili  Er- 
mengaudo  comiti  urgellensi  de  quibusdam  castris  et  juribus 
ipsius  comitatus ;  y  porque  entendiesen  mejor  su  intención  , 
declara  ser  inválidas  y  contra  su  voluntad  aquellas  en  que 
faltan  estas  palabras:  gratis  et  spontanea  vduntaie  et  ex  certa 
scientia;  y  pareciéndole  que  con  esta  primera  declaración  no 
quedaba  bien  explicada  su  voluntad,  estando  en  Barcelona, 
á  17  de  las  calendas  de  abril  de  1288,  siendo  testigos  el 
dicho  Pedro  Marqués  y  Bernardo  Guillen  y  notario  Pedro 
Marc,  con  el  mismo  secreto,  hace  memoria  de  muchas  mer- 
cedes y  concesiones,  entre  ellas,  donatio  quam  fecií  comiti 
Urgelli  de  comilalu  Urgelli;  y  dice  haberlas  hecho  inverecun- 
da petentium  inhiatione  et  impressione  et  non  motus  de  propria 
volúntate  sed  nimia  impressione  petentium,  y  siendo  de  me- 
nor edad,  en  caso  que  no  le  era  lícito  disminuir  el  real  pa- 
trimonio; que  su  intención  era,  cuando  tuviese  oportunidad, 
revocarlas  públicamente,  porque  todo  lo  hecho  era  con  te- 
mor que  los  donatarios  no  le  fuesen  contrarios  en  aquellas 
guerras  ó  estorbo  en  sus  empresas. 

No  debieron  ser,  á  lo  que  se  puede  conjeturar,  estas  revo- 
caciones tan  secretas,  que  no  llegasen  á  noticia  del  conde,  por- 
que después  de  hechas,  no  hallo  que  asistiese  al  rey  íii  le  sirvie- 
se como  de  antes;  sino  que  todo  el  tiempo  que  vivió  el  rey. 


{  59  ) 
que  fué  hasta   18  de  junio  de  1291,  vivió  retirado  de  la 
corte  y  casa  real. 

Muerto  el  rey  don  Alfonso,  heredó  los  reinos  de  la  corona 
de  Aragón  don  Jaime,  rey  de  Sicilia,  su  hermano,  que  llama- 
ron el  venturoso,  el  cual  dejando  aquel  reino  á  don  Fadri- 
que,  su  hermano,  se  pasó  á  Cataluña.  Las  cosas  mas  nota- 
bles que  acontecieron  al  conde  y  condado  de  Urgel,  conti- 
nuaré aquí,  según  las  he  hallado  en  las  memorias  y  regis- 
tros de  este  rey. 

A  6  de  las  idus  de  mayo  de  1297,  reconociendo  el 
rey  los  servicios  del  conde  y  de  sus  pasados,  estando  en  Va- 
lencia, confirmóla  donación  que  á  12  délas  calendas  de 
julio  de  1286  le  hizo  el  rey,  su  hermano,  del  condado  de 
Urgel,  declarando  nulas  cualesquier  revocaciones  que  hubiese 
hecho  el  dicho  rey,  y  en  caso  que  pareciesen,  quiere  sean  de 
ninguna   fuerza  ó  valor. 

En  este  mismo  año  le  nombró  el  rey  por  juez,  para  de- 
terminar, juntamente  con  el  maestre  del  Templo  y  el  viz- 
conde de  Cardona,  las  diferencias  habia  entre  los  pretenso- 
res  del  condado  de  Pallars,  que  fueron  tales,  que  pusieron 
á  pique  de  encender  crueles  guerras  en  estos  minos. 

Cuando  en  el  mes  de  agosto  del  año  1298,  el  rey  don 
Jaime  desembarcó  su  gente  en  la  marina  de  Pati,  en  la 
isla  de  Sicilia,  se  le  rindieron,  entre  otros,  el  castillo  de 
Bucheri,  el  cual  se  volvió  después  á  la  obediencia  del  rey 
Fadrique.  El  rey,  ó  sentido  de  la  mudanza,  ó  porque  le  im- 
portase aquella  plaza,  envió  para  tomarla  al  conde  de  Ur- 
gel, con  un  buen  número  de  soldados,  y  la  combatió  por 
todas  partes,  hasta  llegar  á  darle  asalto;  pero  fué  poco  afor- 
tunado, porque  los  paisanos  con   piedras,*  vigas  y  ai"mas, 


(40) 
se  defendieron  animosamente,  de  manera  que  obligaron  al 
conde  y  á  su  gente  á  haberse  de  retirar,  dejando  del  todo 
el  castillo;  v  pensando  los  de  dentro  que  el  conde  habia  ido 
por  mas  gente,  para' dar  mas  recio  el  combate,  desampara- 
ron la  plaza,  la  cual  quedó  vacía  de  gente,  así  de  la  del  rey 
como  de  los  enemigos,  de  la  manera  que  en  nuestros  dias 
aconteció  en  el  campo  de  Leucata,  en  el  año  de  1637, 
cuando  se  retiró  el  duque  de  Cardona,  dejando  todo  el 
bagaje  y  artillería. 

Fué  esta  misma  campaña  poco  favorable  al  vizconde  de 
Ager,  hermano  del  conde,  el  cual,  con  don  Berenguer  y  su 
hermano  don  Ramón  de  Cabrera,  capitaneando  un  buen  nú- 
mero de  gente  que  estaba  bajo  de  sus  banderas,  corrieron 
las  campañas  de  Petra  Percia,  con  pensamiento  de  tomará 
los  sicilianos,  sus  enemigos,  todo  lo  que  hallasen  por  aque- 
llas comarcas;  de  lo  que  teniendo  noticia  don  Blasco  de 
Alagon,  capitán  del  rey  don  Fadrijjue,  puso  su  gente  en 
celada,  en  un  lugar  llamado  Jaretania,  y  acometiéndolos  en 
un  paso  estrecho,  por  todas  partes,  en  una  noche  muy  tem- 
pestuosa de  relámpagos  y  truenos,  fueron  desbaratados  y 
presos,  y  llevados  á  Catania  y  presentados  al  rey  Fadrique: 
los  capitanes  y  cabos  fueron  llevados  con  buena  guarda,  y 
los  demás  ensartaron  atándoles  á  todos  en  una  larga  cuerda, 
y  así  los  entraron  en  aquella  ciudad. 

En  el  año  1299,  cuando  el  rey  pasó  á  Italia,  fueron  con 
él  el  conde  y  don  Alvaro,  su  hermano;  y  en  el  mes  de 
mayo,  cuando  á  instancia  del  rey  Carlos  dio  libertad  á  Be- 
renguer de  Entenca,  prometió  que  en  diez  años  no  tomarla 
las  armas  contra  el  rey  Carlos,  so  pena  de  dos  mil  marcos 
de  plata,  que  era  suma  notable  en  aquellos  tiempos.  Dio  por 


(4i  ) 
fianza  al  conde,   á  don  Guillen  de  Entenya,  su  hermano,  á 
Ramón  de  Cervera  y   á  Pedro  Giménez,  obligándose  cada 
uno  por  quinientos  marcos. 

En  este  tiempo,  en  las  batallas  navales  que  tuvieron  él  y 
el  rey,  y  su  hermano  don  Fadrique,  en  que  fué  herido  el 
rey  de  Aragón,  murieron  don  Alvaro  y  don  Berenguer  de 
Cabrera,  y  don  Arnaldo,  su  hermano;  y  entonces  el  vizcon- 
dado  de  Ager  volvió  á  unirse  con  el  condado  de  Urgel,  y  el 
conde  fué  conde  de  Urgel  y  vizconde  de  Ager,  porque  no 
quedaron  ningunos  hijos  de  don  Alvaro,  aunque  fué  casado 
con  doña  Sibilia  de  Cardona.  Esta  Señora  murió  á  11  de 
las  calendas  de  setiembre  (no  dicen  las  memorias  que  he 
visto  de  qué  año)  y  está  sepultada  en  el  real  monasterio  de 
Poblet,  sobre  la  puerta  que  pasa  de  la  iglesia  al  claustro, 
y  dice  la  memoria  que  era  hermana  de  Ramón  Folc,  vizcon- 
de de  Cardona,  y  dejó  fundado,  entre  otras  pias  institu- 
ciones, un  aniversario  en  la  iglesia  del  monasterio  de  San 
Vicente,  de  la  villa  de  Cardona,  celebrador  perpetuamente 
el  mismo  dia  que  murió. 

En  el  mes  de  febrero  de  este  mismo  año  declaro  el  rey, 
que  la  remisión  y  venta  habia  hecho  en  favor  del  principado 
de  Cataluña  del  derecho  llamado  bovaje,  no  fuese  en  per- 
juicio ni  diminución  del  que  el  conde  solia  recibir  de  sus 
vasallos,  porque  si  es  que  tal  derecho  le  compita,  su  inten- 
ción solo  era  remitir  y  vender  lo  que  él  recibia,  sin  perjudicar 
al  conde,  el  cual,  aunque  le  recibia  en  algunas  partes,  no 
le  era  debido,  y  así,  después  de  muerto,  sus  albaceas  lo  res- 
tituyeron, como  veremos  en  su  lugar.  Esto  pasó  en  la  ciu- 
dad de  Barcelona,  en  las  nonas  del  dicho  mes  del  año  1299, 
delante   Poncc   Hugo,  conde  de   Ampurias,  Ramón  Folc, 


( ^^^ ) 

vizconde  ád  Cardona,  Hugueto  de  Mataplana,  conde  de 
Pallars,  don  Guillen  de  Entenca  y  don  G,  de  Anglesola. 

El  mismo  dia,  delante  de  los  dichos,  confirmó  al  conde 
todas  las  donaciones,  privilegios  y  concesiones  le  habia  hecho 
el  rey,  su  hermano,  y  quiere  sean  firmes  y  válidas,  así  co- 
mo lo  eran  antes  de  la  celebración  de  las  últimas  cortes;  y 
por  razón  de  lo  hecho  en  ellas,  no  quiere  sea  de  perjuicio 
al  conde.  El  haber  tenido  noticia  de  las  revocaciones  habia 
hecho  el  rey  don  Alfonso,  siempre  le  tenia  con  recelo  y 
sospecha. 

En  las  cortes  celebró  el  rey  don  Jaime  en  el  año  1300 
se  hizo  una  constitución,  que  es  la  sesta,  título  de  acciones 
y  obligaciones,  que  habla  del  conde  Armengol. 

Fundóse  por  el  rey  don  Jaime,  este  año  de  1300,  el  estu- 
dio general  de  Lérida,  de  quien  en  otra  parte  se  hace  larga 
mención. 

Asimismo  en  este  año,  siendo  viudo  el  conde  de  do- 
ña Sibilia  de  Moneada  ,  hija  de  don  Pedro  de  Moneada, 
y  no  teniendo  hijos  de  ella  ,  casó  con  doña  Faydida,  da- 
ma francesa  ,  hija  de  Jordán,  quinto  de  este  nombre, 
vizconde  de  Illa ,  y  de  madama  Guillerma  de  Durfort  , 
caballeros  muy  principales  del  reino  de  Francia;  y  hallo 
memoria  como  en  dicho  dia  el  padre  de  la  condesa  y  sus  her- 
manos, Bernardo  Jordán  y  Jordán  de  Illa,  confesaron  deber 
al  conde  Armengol  cuatro  mil  quinientas  libras  turonensium 
parvorum.  Era  este  linaje  muy  antiguo  y  principal  en  el 
reino  de  Francia  ,  y  descendían  de  los  condes  de  To- 
losa  :  escribe  de  ellos  Arnaldo  Oihcnarto  ,  autor  fran- 
cés, en  su  Notitia  Vascmice,  libro  lleno  de  gran  erudición  y 
verdad. 


( -^5 ) 

En  el  ano  1307,  á  4  de  los  idus  de  marzo,  siendo  tes- 
tigos de  ello  Guillen  de  Anglesola,  Guillen  de  Moneada, 
Ponce  de  Ribelles ,  Bernardo  de  Ribelles ,  Berenguer  de 
Anglesola ,  Hugo  de  Cardona  ,  arcediano  de  Barcelona  , 
y  Berenguer  de  Sarria  ,  almirante,  se  concordaron  el  rey 
y  el  conde  sobre  la  jurisdicción  de  algunos  lugares  con- 
finantes con  el  condado  de  Urgel.  El  caso  fué  ,  que  los 
vegueres  y  otros  oficiales  reales  de  Lérida,  Tárrega  y  Cer- 
yera  usaban  del  mero  y  misto  imperio  en  los  lugares  y  cas- 
tillos de  La  Morana  ,  Concabella  ,  Hostafranchs  ,  Riber, 
Cardosa,  Garayó,  Móntale,  Lo  Canos,  Queralt,  Conil,  Riudo- 
velles.  La  Figuerosa,  Lucá,  Altet,  Claresvalls,  Cespigol,  Tor- 
nabous,  Castelladral,  Móntele,  Roda,  Ljll,  La  Folióla,  Val- 
vert,  Xarapcenic,  LoPual,  Guaten,  Belvís,  Termens,  Cafa- 
retg,  Palagalls,  Ceteró,  Spallargues,  Florejáchs,  Les  Siges, 
Montroig,  Belver,  Ratera,  Ganalon,  Oreó,  Besaldú,  Alma- 
<:or  ,  Tarascó,  Ballestar  y  Castellserá,  y  el  conde  pretendia 
tocarle  á  él.  Sobre  la  cognición  de  esto  nombró  el  rey  por 
juez  á  don  Pedro.  .  .  .  ,  obispo  de  Lérida,  y  á  Juan  de 
Torrefeta,  capiscol  de  aquella  iglesia,  para  que  averiguasen 
cómo  se  ejercian  estas  jurisdicciones  en  tiempo  del  rey  don 
Jaime  el  primero  ,  y  de  don  Alvaro,  padre  del  conde;  y 
sobre  ello  hay  un  proceso  de  testigos  en  el  real  archivo  de 
Barcelona.  Después  cometió  el  rey  esta  causa  á  Berenguer 
de  Argelaguers,  arcediano  de  Urgel,  y  á  Ramón  de  Penyafrac- 
ta,  letrado  de  Lérida,  que  fué  subrogado  en  el  lugar  del 
dicho  obispo.  Sobre  esto  se  hicieron  grandes  averiguaciones, 
y  cansado  el  conde  de  ello,  por  evitar  pleitos,  que  ya  en 
estos  tiempos  eran  tan  largos  y  enfadosos  como  usan  hoy, 
lo  dejó  todo  en  manos  del  rey,  porque  escogió  antes  alean- 


(44) 
zar  su  derecho  por  via  de  gracia  y  merced  que  de  justicia; 
nombró  por  esto  algunas  personas  que  le  hicieron  relación 
de  todo,  y  entonces  hizo  el  rey  merced  al  conde  de  la  ín- 
tegra jurisdicción  de  los  lugares  de  La  Morana,  Florejachs, 
Siges,  Spallargues,  Concabella,  Hostafranchs,  Ratera,  Orgó, 
Móntale,  Castellserá,  Ballestar,  Bellvís,  Tarascó,  Almacor, 
Besaldú,  La  Folióla,  Valvert,  Castelladral,  Tornabous,  Ces- 
pigol,  Lo  Pual,  Xarapcenic,  Cafaretg  y  Guaten,  concedién- 
dole la  misma  jurisdicción  que  tiene  en  el  condado  dellrgel; 
y  declara  que  esta  concesión  no  sea  en  perjuicio  de  los 
derechos  y  jurisdicciones  que  en  dichos  lugares  tuvieren 
otros,  y  que  el  conde  lo  haya  de  tener  todo  en  feudo,  así 
como  tiene  la  ciudad  de  Balaguer  y  las  otras  jurisdicciones; 
y  él  lo  aceptó  todo.  Está  este  auto  con  los  sellos  del  rey  y 
del  conde  pendientes:  el  del  conde  es  de  cera  colorada  con 
su  figura  á  caballo,  armado  de  todas  piezas,  con  un  escu^ 
do  en  la  una  mano  de  sus  armas,  y  espada  desnuda  en  la 
otra,  silla  y  estribos  de  armar  á  la  antigua,  encubertado  el 
caballo  de  paramentos  jaquelados,  y  con  unas  letras  por  la 
orla,  que  dicen:  Sigillum  Ermengaudi  comitis  urgellensis;  y 
los  listones  do  pende  el  sello  son  de  seda  amarilla  y  negra, 
tejidos  á  jaqueles  como  son  las  armas  de  ürgel;  y  el  seña! 
ó  signum  del  conde  es  el  que  los  condes  de  Urgel  , 
han  usado  siempre  como  á  señal  propio  y  particular  de 
ellos. 

A  14  de  las  calendas  de  setiembre  de  1311  se  declaró 
sobre  la  pretensión  que  tenia  Ramón  de  Vilalta,  rector  de 
Balaguer  ,  que  la  notaría  ó  escribanía  de  aquella  ciu- 
dad era  suya  y  de  la  iglesia  de  Balaguer,  y  que  el  escriba- 
no de  la  corte  del  conde  podia  hacer    las  escribanías  ju- 


(  45  ) 
diciales  ó  procesales  v  los  autos  de  los  negocios  pertenecien- 
tes al  conde  y  á  sus  oficiales,  y  no  otros,  y  que  ásolo  el 
notario  de  dicho  rector  é  iglesia  pertenecia  hacer  escrituras 
públicas;  y  después,  á  13de  las  calendas  de  noviembre  de 
1331,  el  rey  lo  confirmó  en  Tortosa. 

Con  cuidado  he  visto  los  registros  del  rey  don  Jaime 
que  están  en  el  real  archivo  de  Barcelona,  y  hallo  que  uno 
de  los  caballeros  que  mas  asistieron  á  aquel  rey  en  las  oca- 
siones de  paz  y  de  guerra,  fué  el  conde,  el  cual  por  eso  y 
continuos  servicios  fué  muv  estimado  y  preferido  á  muchos 
señores  de  sus  reinos  y  señoríos. 

El  testamento  del  conde  se  otorgó  en  la  villa  de  Cam- 
porells,  del  condado  de  Ribagorza,  donde  se  era  retirado, 
para  gozar  de  buenos  y  saludables  aires:  allí  le  apretó  la 
última  enfermedad  y  acabó  la  vida.  Tomólo  Arnaldo  de 
Gerona,  notario  de  Balaguer,  á  10  del  mes  de  julio  del 
año  1314;  v  en  él  ordenó  de  sus  cosas  en  esta  manera:  que 
si  quedare  hijo  varón,  que  sea  heredero,  y  á  la  hija  que  en 
tal  caso  dejare,  lega  diez  mil  áureos;  y  si  quedaren  dos  hi- 
jos varones,  al  mayor  deja  heredero,  y  al  otro  aquello  que, 
por  derecho  de  legítima,  le  perteneciere:  si  quedare  una  hi- 
ja sola,  la  nombra  heredera,  y  si  muchas,  heredera  la  pri- 
mogénita, y  diez  mil  áureos  á  cada  una  de  las  demás;  y  no 
quedando  hijos,  ordena  y  quiere  que  sus  albaceas,  que  eran 
fray  Ramón  de  Trebailia  ,  obispo  de  llrgel,  del  orden  de 
San  Benito,  Guillen  de  Moneada,  tio  y  consanguíneo  del 
testador,  Bernardo  de  Peramola,  señor  de  Peramola,  Ber- 
nardo de  Guardia  ,  caballero ,  v  Arnaldo  de  ....  de 
Balaguer  (á  quien  nombra  baile  general  de  todas  sus  tier- 
ras, tanto  cuanto  tiempo  estuviesen   en   poder  de  los  testa- 


(  i6  ) 
meiitarios,  confirmáiulole  la  gracia  le  habia  hecho  de  la  bai- 
lía  (le  Balaguer,  y  á  quien  encarga  muy  en  particular  lodo 
el  manejo  de  la  ejecución  de  su  testamento  y  marmesoría 
con  plenísimo  poder),  ejecuten  y  cumplan  su  testamento,  si- 
guiendo en  todo  el  consejo  y  parecer  de  fray  Bernardo  Pintor, 
de  la  orden  de  San  Francisco,  conventual  de  Lérida,  y  él 
muerto,  del  guardián  que  fuere  de  san  Francisco  de  Lérida; 
y  dando  forma  á  su  disposición,  manda  que  vendan  el  con- 
dado de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager  al  rey  don  Jaime  de 
Aragón,  por  precio  de  cien  mil  libras  jaquesas,  y  á  mas  dé 
ellas,  haya  de  dar  á  la  condesa  Faydida,  su  mujer,  por  su 
dote  y  esponsalicio,  quince  mil  libras  barcelonesas,  á  quien 
deja  también  mille  áureos  alfonsinos  y  todas  sus  joyas  y 
recámara  de  ella,  para  que  pueda  hacer  á  su  voluntad  y 
albedrío,  y  que  el  rey  haya  de  casar  al  infante  don  Alfonso, 
su  hijo  segundo,  (jue  después  fué  rey,  con  doña  Teresa  de 
Entenca,  y  tomar  armas  de  Urgel,  sin  mezcla  alguna,  é 
intitularse  conde  de  Urgel,  y  asimismo  cualquier  que  vinie- 
re á  suceder  en  dicho  condado  y  vizcondado.  Era  doña  Te- 
resa hija  de  don  Gombaldo  de  Entenca  v  de  doña  Constanza 
de  Antillon,  su  mujer,  que  era  hija  de  Sancho  de  Antillon 
y  de  doña  Leonor,  hermana  del  testador  ,  por  parte  ác 
padre,  y  no  de  madre,  porque  ella  era  hija  de  doña  Cons- 
tanza de  Moneada,  y  él  de  doña  Cecilia  de  Foix. 

Era  este  linaje  de  los  Enten^as  muv  antiguo  v  principal 
en  Aragón,  y  eran  ricos  hombres  de  natura  y  do  gran  solar: 
tuvieron  señorío  de  honor  en  Zaragoza,  Calatayudv  Teruel, 
y  fueron  muy  eslimados  de  los  reyes.  Fué  esta  casa  de  las 
mas  ricas  de  la  corona,  y  hubo  en  este  linaje  muchos  varo- 
nes principalísimos,  que  tuvieron  muy  gran  parle  en  la  ron- 


( ^7 ) 

quista  de  los  reinos  de  Valencia,  Cerdeña  y  Sicilia  y  otros/ 
Sus  armas  eran  un  escudo  de  oro,  con  la  cabeza  negra. 

En  Cataluña  y  en  las  orillas  del  Ebro  bay  otra  baronía 
que  llaman  de  Entenca,  que  fué  de  los  duques  de  Cardona; 
pero  es  diferente  de  la  baronía  de  Entenga  del  reino  de 
Aragón,  que  consiste  en  los  pueblos  que  diremos  después, 
en  el  capítulo  siguiente. 

Eu  caso  que  el  infante  don  Alfonso,  hijo  primogénito 
del  rey  ,  muriese  antes  de  casar  doña  Teresa  con  él,  quie- 
re que  esta  case  con  el  infante  don  Pedro^,  hijo  tercero 
del  rey  don  Jaime,  que  después  casó  con  doña  Guiller- 
raa  de  Moneada;  y  en  caso  que  muera  doña  Teresa  an- 
tes de  casar,  quiere  que  case  don  Alfonso  con  doña  Urra- 
ca, su  hermana,  que  después  casó  con  Arnaldo  Roger,  con- 
de de  Pallars,  hijo  de  Hugo  de  Mataplana,  que  sucedió  á 
la  condesa  Saurina  en  aquel  estado;  y  faltando  Alfonso-y 
Teresa  ,  quiere  que  case  el  infante  don  Pedro  con  doña 
Urraca;  y  si  antes  de  casar  faltaren  las  dos  hermanas  Te- 
resa  y  Urraca,  llama  al  condado  y  vizcondado  al  infante 
don  Alfonso,  y  él  muerto,  á  don  Pedro,  obligándoles  á  que 
en  su  debido  tiempo  se  hayan  de  casar;  y  si  Alfonso"  viniere 
á  ser  rey  de  Aragón,  como  lo  fué,  quiere  que  suceda  en  el 
condado  y  vizcondado  su  hijo  segundo.  Revoca  una  donación 
que  él  y  Alvaro,  su  hermano,  años  atrás  habian  hecho  al 
conde  de  Foix,  que  después  movió  harto  ruido,  como  vere- 
jnos  en  su  lugar,  ante  Arnaldo  de  Gerona,  notario  de  Ba- 
laguer,  por  muchas  razones,  y  en  particular  por  ser  mayor 
de  quinientos  escudos,  y  carecer  de  los  requisitos  que  el  de- 
recho dispono ,  y  porque  no  cumplió  ciertas  cosas  á  que  era 
obligado  ,   y   no  le  tenia  buena    correspondencia.    Declara. 


(  i«) 
lanibien  y  quiere  que  sean  revocados  »inos  codicilos  que 
antes  de  pasar  el  rey  á  Sicilia  habia  otorgado,  á  5  de  los 
idus  de  julio  de  1298,  en  que  ordenó  que,  muerto  Alvaro, 
su  hermano,  sin  hijos,  fuese  heredero  el  conde  de  Foix,  con 
tal  que  estuviese  engracia  del  rey,  y  cuando  no,  le  priva  de 
la  herencia,  porque  no  quiere  goce  de  sus  bienes  hombre 
que  no  fuese  muy  servidor  y  buen  vasallo  del  rey,  v  lo  repi- 
te dos  veces. 

Escogió  su  sepultura  en  el  monasterio  de  Nuestra  Señora 
de  Bellpuig  de  las  Avellanas,  del  orden  Premostratense ,  y 
entiendo  ser  suyo  un  sepulcro  muy  suntuoso,  con  un  simu- 
lacro sobre  la  tapa  de  la  tumba,  que  está  en  la  capilla  del 
Cristo  de  la  dicha  iglesia,  á  la  parte  del  evangelio;  y  dejó  para 
el  gasto  de  las  funerarias  cien  escudos,  y  sus  armas  y  caballo, 
y  si  no  le  tiene,  quiere  que  sea  comprado  uno  de  valor  de 
mil  sueldos  acrimonteses;  y  para  reparar  los  edificios  de 
aquel  convento,  mandó  mil  áureos,  y  dos  mil  en  enmienda 
de  los  daños  ó  tuertos  hubiere  hecho  al  dicho  monasterio  y 
á  sus  cosas,  á  conocimiento  del  dicho  su  confesor,  de  fray 
Pedro  Olivon,  del  orden  de  predicadores,  del  maestro  Ra- 
món Vilalta,  rector  de  Balaguer,  y  de  Berenguer  Sala,  le- 
trado de  Lérida,  á  quienes,  antes  jde  morir,  dio  facultad  v 
plenísimo  poder  para  juzgar,  conocer  y  enmendar  y  mandar 
restituir  cualquier  injurias,  agravios,  dineros  ú  otras  cual- 
quier cosas  á  qne  estuviese  obligado  en  conciencia,  como 
realmente  lo  hicieron,  y  pasó  el  conde  por  lo  que  ellos  ta- 
saron, al  revés  de  aquellos  que  de  todas  sus  cosas  aguar- 
dan la  enmienda  para  después  de  muertos ,  como  si 
sus  albaceas  hubieran  de  saber  mejor  sus  obligaciones 
y  cargos,  que  ellos  mismos  que    las  hicieron ;  j  mandó  asi- 


( 4« ) 

mismo  fuesen  pagados  los  legados  y  dejas  de  sus  pasados. 
,  A  su  confesor  legó  cincuenta  morabatines,  para  que  los 
reparta  en  limosnas;  y  á  los  monasterios  de  Poblet  y  de  las 
Franquesas,  que  era  de  monjas  cistercienses  y  estaba  en  la 
vega  de  Balaguer,  deja  á  cada  uno,  en  enmienda  de  sus 
pecados  y  de  sus  mayores,  mil  morabatines,  y  quiere  que 
las  monjas  de  las  Franquesas  hayan  de  comprar  bienes  rai- 
ces en  aumento  del  convento. 

Al  monasterio  de  Trago  dejó  doscientos  morabatines;  y 
quiere  que  si  fuese  declarado  ser  deudor  á  los  dichos  tres 
monasterios  de  Poblet,  Franquesas  y  Trago,  por  razón  de 
injurias  ó  daños  causados  á  ellos  ó  sus  cosas,  sean  en  pago 
de  ello,  y  cuando  no  bastaren,  sea  hecho  debido  cumplimien- 
to, según  fuere  tasado  por  los  dichos  nombrados  para  des- 
cargar su  conciencia. 

A  los  monasterios  de  Vallbona,  Pedregal,  Vallsanta  y 
Bonrepós,  dejó  cincuenta  morabatines  á  cada  uno,  y  dos- 
cientos á  la  iglesia  de  Nuestra  Señora  de  las  Parrellas,  jun- 
to á  Balaguer, 

Al  monasterio  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate  quiere 
sea  hecha  una  campana  de  valor  de  cuatrocientos  morabati- 
nes, y  que  de  ciento  cincuenta  morabatines  sea  creado  un 
censal  de  pensión  de  diez  quintales  de  aceite,  ó  de  cien 
sueldos  acrimonteses,  para  que  ardan  diez  lámparas  perpe- 
tuamente en  aquel  monasterio. 

A  las  monjas  de  los  conventos  de  Santo  Domingo  y  San 
Francisco  de  Lérida,  deja  doscientos  morabatines  á  cada 
uno,  y  así  á  los  dichos  dos  monasterios,  como  á  los  de 
la  Merced  y  Trinidad  para  rescatar  cautivos,  á  la  obra  de 
la  iglesia  de  Santa  Eulalia  de  Agramunt,  á  Santa  María  de 
TOMO   X.  4 


(  ^0) 
Pons,  y  á  la  iglesia  de  Albesa,  y  á  la  de  Scrriols  y  de  Mon- 
inagastre,  treinta  morabatines  á  cada  uno;  á  la  iglesia  de  la 
Seo  de  Lérida,  setenta  áureos  para  la  obra;  á  la  iglesia  de 
Santa  María  de  Salas,  para  ornamentos,  cien  morabatines; 
á  Nuestra  Señora  de  Almata,  que  era  la  iglesia  mayor  de 
líalaguer,  dejó  cien  morabatines,  y  otros  cien  á  la  cofradía  de 
aquella,  de  la  cual  dice  ser  él  cofrade,  para  que  de  ellos  se 
compre  un  censal;  á  la  obra  de  san  Salvador  de  Balaguer, 
cuarenta  morabatines,  y  á  las  iglesias  de  Nuestra  Señora  de 
Gualter,  San  Pedro  de  Pons,  y  Agramunt,  cien  morabatines 
á  cada  una,  para  cálices,  y  veinte  á  san  Pedro  de  Ager,  y 
Nuestra  Señora  del  castillo  de  Farfanya;  y  á  cada  iglesia,  hos- 
pitales de  sus  tierras  y  señoríos,  dejó  á  cada  uno  quince 
morabatines  para  cálices;  á  Santa  Quiteria  de  Ayre,  en  Gas- 
cuña, incujus  commenda,  dice,  nos  sumus,  deja  setenta  mo- 
rabatines; y  finalmente,  que  para  satisfacción  de  sus  peca- 
dos, hayan  sus  albaceas  de  distribuir  diez  mil  morabatines 
de  oro  alfonsíes  en  limosnas  á  los  pobres  del  condado  y 
otros  señoríos  del  conde. 

A  don  Guillen  de  Moneada  dejó  quinientos  morabatines, 
y  á  los  demás,  á  Berenguer  deMorello,  Pons  de  Castillo  y 
á  Jacinto,  sobrino  del  conde,  hijo  de  Pedro  Martinez,  cien 
á  cada  uno;  y  así  mismo  á  muchos  caballeros  y  servidores 
suyos,  que  nombra  en  su  testamento,  hace  diversos  legados 
y  mandas. 

Quiere  que  sean  fundados  cinco  perpetuos  aniversarios, 
uno  en  Almata,  otro  en  Ager,  otro  en  Agramunt,  otro  en 
Pons,  otro  en  Bellpuig,  y  deja,  para  fundación  y  dotación 
de  ellos,  doscientos  cincuenta  morabatines,  y  que  le  hayan 
de  celebrar  tal   dia  como  aconteciere   el   morir;    y  que  en 


(51  ) 
Ager,  Balaguer,  Pons,  xXgramunt,  Albesa  y  Castillo  sean 
fundados  seis  cirios,  de  peso  de  una  librado  cera  cada  uno, 
para  llevar  delante  del  santísimo  Sacramento,  cuando  fuere 
á  los  enfermos,  y  que  sea  hecho  un  censo  perpetuo  de  seis- 
cientos sueldos,  para  vestir  pobres  en  Pons ,  Balaguer  y 
Agramunt. 

Y  aunque  es  verdad  que  todas  estas  instituciones  fueron 
muy  señaladas  y  pias,  el  dia  presente  hay  poca  memoria  de 
ellas,  así  por  haber  subido  el  precio  de  las  cosas,  como  por 
haberse  perdido  muchas  de  las  rentas  se  fundaron  para  ellas. 
Lo  que  es  mas  notable  y  duradero  es  la  fundación  del  mo- 
nasterio de  Predicadores  de  la  ciudad  de  Balaguer,  que 
mandó  fuese  edificado  en  la  huerta  ó  llano  de  Villanueva, 
cerquita  del  cabo  de  la  puente  del  rio  Segre,  delante  de  la 
ciudad  de  Balaguer,  uno  de  los  mejores  y  mas  apacibles  si- 
tios de  Cataluña;  y  ordena  que  le  sean  comprados  libros, 
cálices  de  plata,  cruces,  paños  ycualesquier  ornamentos,  y 
todos  los  demás  aparamentos  y  aderezos  que  fuesen  necesa- 
rios, y  un  censal  de  mil  y  quinientos  sueldos  de  renta  cada 
año,  y  le  diesen  la  agua  fuese  menester  de  la  acequia  que 
pasa  junto  á  aquel  puesto,  y  que  hayan  de  vivir  en  él  un 
prior  y  doce  frailes:  este  convento  no  se  edificó  hasta  el 
año  1323,  y  para  ello  alcanzó  el  rey  don  Jaime  una  bula  del 
papa  Juan  XXII,  dada  en  Aviñon,  en  que  dio  licencia  pa- 
ra esta  fundación.  Es  obra  y  edificio  muy  suntuoso  y  bien 
labrado,  todo  de  sillería,  muy  grande  y  capaz,  con  muchas  y 
muy  buenas  capillas,  y  dos  claustros  muy  grandes  y  espaciosos: 
hay  buenos  dormitorios,  y  todos  los  cuartos  y  oficinas  necesa- 
rias para  un  gran  convento  y  de  los  mejores  de  la  Corona;  pues 
anduvieron  en  este  edificio  tan  liberales  los  testamentarios 


(  ''2  ) 
como  el  conde,  si  viviera.  Hay  en  la  iglesia  muchas  sepul- 
turas de  caballeros  de  la  ciudad  de  Balaguer  y  condado  de 
Urgel:  en  la  capilla  de  san  Pedro,  mártir,  hay  una  caja  de 
mármol,  muy  bien  labrada,  larga  cuatro  palmos,  y  en  la  pie- 
dra que  la  cubre  dos  figuras  que  denotan  ser  de  mucha- 
chos hijos  del  rey,  con  sus  coronas  en  las  cabezas  y  espadas 
en  las  manos;  las  almohadillas  tienen  bajo  sus  cabezas  están 
sembradas  de  escudos  muy  pequeños,  unos  con  los  palos  de 
Cataluña,  otros  con  las  armas  de  Enten^a,  señal  cierto  ser 
de  los  hijos  de  los  infantes  don  Alfonso  y  doña  Teresa  de 
Entenca.  El  año  1636  algún  curioso  movió  la  tapa  y  no 
halló  dentro  de  la  caja  cosa  alguna:  pudo  ser  que  el  tiempo 
ha  pasado  desde  doña  Teresa  de  Entenca  hasta  el  dicho 
año,  que  son  mas  de  trescientos  años,  haya  consumido  aque- 
llos cnerpecitos,  ó  que  de  allí  los  hayan  mudado  á  Poblet 
ó  Almata  ,  donde  dice  el  rey  don  Pedro  en  su  historia, 
que  tienen  sepultura  sus  hermanos,  que  todos  fueron  hijos 
de  doña  Teresa. 

Este  convento,  aunque  de  esta  vez  quedó  tan  magnífica- 
mente edificado,  el  año  1413  fué  muy  maltratado  de  la  gen- 
te de  guerra  del  rey  don  Fernando  el  primero  de  Aragón, 
cuando  asedió  en  aquella  ciudad  al  último  conde  de  Urgel, 
y  se  alojó  en  el  convento  el  tercio  del  duqu€  de  Gandía,  y  re- 
cibió mucho  daño  de  la  casa  fuerte  de  la  condesa,  que  es- 
taba vecina  á  aquel  lugar,  aunque  después  se  reparó  el  daño 
recibido,  mandando  el  rey  que  Hernando  de  Bardaxí,  co- 
lector general  del  condado  de  Urgel,  pagase  dos  mil  cien 
llorínes  de  oro  de  Aragón,  para  reparo  de  este  convento, 
que  de  la  guerra  quedaba  muy  arruinado.  Despachó  el  rey  es- 
ta orden  en  Montblanc,  á  3  de  octubre  de  1414.  Han  salido 


( ^^ ) 

de  este  convento  insigues  religiosos  en  santidad  y  letras: 
uno  de  ellos  fué  fray  Bartolomé  de  Panadés,  lector  de  Sen- 
tencias en  el  sacro  palacio,  y  después  provincial  de  la  Corona, 
y  fray  Bartolomé  de  la  Rápita,  que  también  fué  provincial; 
y  se  han  celebrado  en  este  convento  cinco  capítulos  provin- 
ciales, y  seis  congregaciones. 

Continuando  la  disposición  del  testamento  del  conde,  re- 
conoció y  declaró,  que  él  ni  sus  antepasados  no  tenian  bo- 
vaje  ni  monedaje  en  los  hombres  de  sus  lugares,  ni  en 
los  vasallos  de  las  iglesias  del  condado,  ni  en  otras  per- 
sonas; y  reconociendo  y  confesando  que  todo  lo  que  por 
ello  habia  recibido  era  injusto,  quiere  que  sea  plenaria- 
mente restituido  á  aquellos  de  quien  lo  habia  exigido. 

A  los  vasallos  manda  obedezcan  á  sus  albaceas  en  todo, 
correspondiendo  con  ellos,  así  como  á  él  mismo,  si  viviera. 
Y  porque  fuesen  conservadas  á  sus  vasallos  sus  franquezas 
y  privilegios,  manda,  que  antes  que  su  heredero  ó  su  suce- 
sor, cualquiera  que  sea,  reciba  el  homenaje  y  juramento  de 
sus  vasallos,  les  apruebe  y  confirme  plenísimamente,  y  con 
auto  público,  todas  las  libertades,  inmunidades  y  privilegios, 
en  especial  ó  en  general  por  él  y  sus  pasados  á  ellos  concedí- 
dos;  y  si  aquellos  á  quien  tocare  ejecutar  su  voluntad  fue- 
ren en  cumplirlo  descuidados,  ruega  al  obispo  de  Urgel  les 
obligue  á  ello,  y  suplica  al  rey  no  lo  impida;  y  que  si  alguno 
moviere  pleito  contra  lo  contenido  en  este  su  testamento,  haya 
de  perder  loque  le  manda,  aunque  sea  su  heredero,  é  insti- 
tuye los  pobres  de  Jesucristo  unestro  Señor.  Ratifica  asimismo 
la  donación  habia  hecho  á  Bernardo  de  Foix,  del  lugar  de  Vi- 
laplana,  y  á  Ramón  de  Mur  de  ciertas  rentas  junto  á  Balaguer. 

Tuvo  el  condado  como  cuarenta  y  seis  años,  y  fué  el  úlli- 


(  54  ) 
mo  de  los  condes  de  la  casa  y  linaje  de  Cabrera,  que  señorea- 
ron aquellos  estados  de  Urgel  y  Ager,  y  que  tanto  trabajaron 
por  poseerlos  pacíficamente.  Poseyéronle,  con  cortas  interrup- 
ciones, por  espacio  de  ciento  y  seis  años,  que  tantos  pasaron 
desde  la  muerte  de  Armengol,  el  octavo,  en  1208,  hasta 
la  de  este  conde,  y  á  la  postre  se  acabaron  así  como  los  de- 
más señoríos  del  mundo. 


(5o  ) 


CAPITULO  LX. 


Contiene  la  vida  del  infante  don  Alfonso  de  Aragón  y  de  la  infanta 
doña  Teresa  de  Entenca,  condes  de  Urgel  y  vizcondes  de  Agcr.— De  las 
diligencias  que  hizo  el  rey  don  Jaime  de  Aragón,  para  asegurar  el  esta- 
do del  conde  Armengol  de  aquellos  que  pretendían  derechos  en  él. — 
Venden  los  marmesores  del  testamento  del  conde  Armengol  al  rey  el 
condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager;  compruébase  públicamente  el 
auto  que  el  conde  de  Foix  tenia  en  su  favor,  y  descúbrese  la  falsedad 
de  él. — Casa  el  infante  don  Alfonso  con  doña  Teresa  de  Entenca,  y  de  la 
donación  le  hizo  el  rey  del  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager. — 
De  lo  que  quedó  capitulado  entre  el  infante  don  Alfonso  y  la  infanta  do- 
ña Teresa. — Renuncia  el  infante  don  Jaime  la  primogcnilura,  y  el 
conde  de  Urgel  es  jurado  por  primogénito ,  y  nacimiento  del  rey 
don  Pedro  el  Ceremonioso,  y  quejas  de  la  condesa  de  Foix  al  pontífice, 
contra  del  rey. — Emprende  el  rey  la  conquista  de  Cerdeña;  descripción 
de  aquella  isla,  y  preparativos  se  hacen  para  pasar  á  ella.— De  la  ar- 
mada que  juntaron  los  infantes,  y  como  pasaron  á  la  isla  de  Cerdeña  y 
desembarcaron  en  ella.— De  las  enfermedades  tuvimos  en  nuestroejército, 
y  muertes:  nuevos  socorros  que  envió  el  rey  don  Jaime,  para  suplir  el 
número  de  los  que  faltaban.— Pretende  el  conde  de  Foix  el  vizcondado 
de  Ager  y  otros  lugares,  y  casar  con  la  hija  del  rey:  llega  la  armada  de 
los  písanos  á  Cerdeña,  y  lo  que  pasó  entre  ellos  y  la  gente  del  rey.— 
Se  cuentan  algunas  cosas  notables  de  la  espada  del  infante  don  Alfon- 
so, conde  de  Urgel,  llamada  la  espada  de  Vilardell.— Del  socorro  que 
envió  el  rey  á  los  infantes,  y  de  lo  demás  que  pasó  en  Cerdeña,  hasta  la 
vuelta  de  ellos  á  Cataluña.— De  lo  que  pasó  al  infante  sobre  la  preten- 
sión de  sus  hermanos,  en  caso  que  él  muriera;  y  de  lo  demás  hasta  la 
muerte  de  la  infanta  doña  Teresa,  y  de  sus  hijos  y  virtudes.— De  lo  que 
ordenó  la  infanta  en  su  testamento,  y  de  la  coronación  del  infante,  su 
marido. 

El  rey  don  Jaime,  luego  que  entendió  la  muerte  del 
conde  don  Armengol  de  Cabrera,  que  fué  en  el  mes  de  ju- 
lio de  1314,  y- que  dejó  sus  cosas  de  la  manera  que  queda 


(  56  ) 
dicho,  se  vino  á  la  ciudad  de  Lérida,  para  desde  allí,  por 
ser  lugar  cercano  al  condado  de  Urgel,  dar  orden  á  lo  que 
fuere  menester,  y  asegurar  las  fuerzas  de  él  y  del  vizcondado 
de  Ager,  mas  aquellas  que  confinaban  con  el  de  Castellbó 
y  Valí  de  Andorra,  que  eran  de  Gastón,  conde  de  Foix, 
vizconde  de  Castellbó  y  Bearn.  Era  este  Gastón  hijo  de  Ro- 
ger  Bernat  y  de  Margarita  de  Moneada,  hija  de  Gastón  de 
Moneada,  vizconde  de  Bearn,  por  cuyos  ruegos  é  intercesión 
el  rey  don  Pedro  dio  al  conde  Armengol,  el  año  1278,  el 
condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  como  queda  dicho. 
Este  Gastón  pretendió  suceder  en  los  lugares  y  castillos 
de  Monmagastre,  Tiurana,  Puigvert,  Olióla,  Altes  y  otros 
lugares  del  condado  de  Urgel,  que  tenia  el  conde  Armen- 
gol  en  franco  alodio,  y  en  los  castillos  y  lugares  de  Ager 
Gaslelló  de  Farfanya,  Claramunt,  Mejá,  Tartareu,  Os,  Ivars, 
Boix,  Montasor  y  demás  lugares  del  dicho  vizcondado;  esto 
en  virtud  de  dos  donaciones  que  á  9  de  junio  de  1298, 
ante  Arnaldo  de  Gerona,  notario  de  Balaguer,  hicieron, 
la  una  don  Armengol,  y  la  otra  Alvaro,  su  hermano,  vizcon- 
de de  Ager,  en  favor  de  Roger  Bernat  ,  conde  de  Foix, 
su  padre.  Ramón  Folc,  vizconde  de  Cardona,  y  Ramón  y 
Guillen,  sus  hijos,  y  Ramón  de  Cardona,  señor  de  Tora,  y 
Magaulin,  conde  de  Ampurias  y  vizconde  de  Bas,  pretendian 
parte  del  condado  de  Urgel;  y  la  tierra  se  ponia  en  armas, 
unos  por  defender  y  continuar  su  posesión,  otros  por  ad- 
quirirla. Esto  alteró  mucho  á  las  personas  que  el  conde  habia 
nombrado  para  ejecutar  su  testamento,  temiendo  el  estorbo  les 
habian  de  causar  estas  novedades,  impidiendo  lo  que  habían 
de  obrar  como  á  marmesorcs  del  conde:  por  esto  acordaron 
de  suplicar  al  rey,  mandase  á    todos  los  dichos  prctcnsorcs 


(  S7  ) 
no  inovasen  cosa  alguna,  por  el  daño  se  podía  seguir  de  cual- 
quier novedad,  ofreciendo  estar  á  lo  de  justicia;  y  por  ma- 
yor firmeza  de  lo  que  ofrecian,  en  el  castillo  de  Lérida,  á  1 1 
de   setiembre,  delante  del   rey,  y  en  presencia  de  Gonzalo 
García,  Bernardo  de  Fonollar,  Bernardo  de  Vilanova  y  Pe- 
dro de  Boil,  de  su  consejo,  firmaron  de  derecho,   así  al 
conde  de  Foix,   como  á  otros  cualesquier  que  pretendieran 
derecho  en  la  hacienda  del   conde  don  Armengol,  ponien- 
do aquella  so  protección  y  manutenencia  del  rey,  para  que 
la  defendiese  y  amparase;  y  por  seguridad  y  firmeza  que  pa- 
sarían por  lo  que   fuese  de  justicia,   dieron  por  fiadores  á 
don  Ponce  de  Ribelles  y  á  don  Guillen  Ramón  de  Moneada; 
y  el  rey  mandó  al  conde  de  Foix,  que  era  presente  á  esto, 
que  fundase  su  derecho  y  enseñase  el  título  de  su  preten- 
sión, y  él  entonces  muy  despejadamente  dijo  tener   las  an- 
tedichas donaciones,  que  eran  divididas  por  alfabeto.  Tra- 
tóse luego  de  la  validez  de  ellas  con  los  marmesores,  y  pa- 
saron entre  ellos  y   el  conde  algunas  razones,  algo  pesadas; 
pero  los  marmesores  siempre  perseveraron  en  impugnarlas, 
y  principalmente  fundaban  la  invalidez  de  ellas  por  ser  ma- 
yores de  quinientos  escudos,  y  que  no  eran  insinuadas,  habien- 
do sido  voluntad  del  difunto  que  lo  fuesen,  que  por  esto,  á  4 
de  las  nonas  de  enero  del  año  1300,   en  poder  del  mismo 
Arnaldo   de  Gerona,  nombró  juez   para   ello  á  Ríimon  de 
Guardia  ,  caballero  ,  y  antes   había  hecho  procurador  suyo  , 
para  el  mismo  efecto,  á  Berenguer  de  Castro;  y  el  conde  en 
su  testamento  las  revocó,  y  dijo  que  no  eran  insinuadas, 
ni  había  cumplido  el  conde  do  Foix  los  pactos  y  condicio- 
nes con  que  se  hicieron  y  él  había  prometido;   y  aun  el  con- 
de Armengol ,   á  17  de  las  calendas  de  agosto  de  1314, 


(  ">8  ) 
liabiti  mandado  á  Fcrrer  Colom,  letrado  de  Balaguei  y  juez 
del  condado,  que  después  fué  obispo  de  Lérida,  que  requi- 
riese al  conde  de  Foix  que  cumpliese  lo  que  debia  cum- 
plir y  habia  prometido  al  conde,  su  padre;  y  aunque  á  4 
de  las  nonas  de  agosto  se  lo  requirió  en  el  lugar  de  Tirvia,  pe- 
ro el  de  Foix  cuidó  poco  de  ello,  porque  confiaba  de  los  au- 
tos que  en  su  poder  tenia,  que  á  la  postre,  en  justificación 
de  su  derecho,  sacó.  Leyéronse  públicamente,  y  en  la  dona- 
ción habia  hecho  don  Alvaro,  notaron  que,  en  la  línea  treinta 
y  dos,  estaban  de  diferente  pluma  añadidas  estas  palabras: 
ítem  volumus  quod  si  hec  donatio  indigeret  insinuatione  quod 
íot  donationes  volumus  irUelligi  predklas  facías  esse  divisim 
qwd  quelihet  subsistat  infra  summam  quingenlorum  aureorum. 
Notaron  también,  que  después  de  la  firma  y  clausura  del 
notario,  y  de  diferente  letra  y  mano,  se  hacia  fe  de  las  di- 
chas palabras  supuestas  y  añadidas.  Sobre  esto  pasaron  di- 
versas razones,  y  todos  afearon  esta  falsedad  tan  notoria, 
que  al  rey  y  demás  de  su  consejo  pareció  muy  desvergon- 
zada, y  mandó  cesar  la  plática,  y  al  conde  de  Foix  que  ca- 
llase, que  sentido  de  ello,  se  partió  de  allí  para  Anglesola; 
y  aunque  todos  le  decían  aguardase,  porque  el  rey  no  gusta- 
ba se  fuese,  antes  le  quería  hacer  justicia  ,  no  se  pudo  aca- 
bar cosa,  y  así  se  fué. 

Estando  en  Anglesola  con  Ramón  Folc  ,  vizconde  de 
Cardona,  se  presentaron  á  los  dos  letras  citotarias  de  parte 
del  rey,  y  á  instancia  de  los  marmesores:  asistían  con  ellos 
Ramón  de  Cardona  ,  señor  de  Tora,  Ramón  de  Aliella, 
Dalmau  de  Paiau,  Bernat  de  Castellaulí,  Maymó  de  Josa, 
Rercnguer  de  Almenara,  Ramón  de  Orcau  y  otros.  Acon- 
sejado de  estos,  respondió  el  de  Foix  al  rey,  en  su  satis- 


(S9) 
facción  y  abono,  fundando  su  justicia,  y  significando  cuan 
agraviado  quedaba  de  lo  que  habia  oido  en  su  presencia,  y 
que  si  lo  quB  le  escribia  con  aquella  carta  no  se  lo  habia 
dicho  en  Lérida,  fué  por  parecerle  que  no ^ estaba  seguro. 
El  rey,  á  19  de  agosto,  le  respondió,  asegurándole  que  lo 
que  habia  pasado  entre  él  y  los  testamentarios ,  ni  le  ha- 
bia de  causar  pesadumbre,  ni  tenerlo  por  agravio,  porque 
todo  lo  que  se  habló  fué  en  orden  de  fundar  cada  una  de 
las  partes  su  justicia,  y  era  cosa  muy  usada  en  tribunales 
impugnar  los  autos  que  no  están  en  la  debida  forma;  y  que 
si  le  mandó  callar,  fué  porque,  encendido  en  cólera,  no 
excediera  los  límites  de  la  debida  cortesía;  y  sobre  todo  le 
certificó  que  le  baria  justicia:  pero  no  por  esto  quedó  el 
de  Foix  satisfecho,  ni  gustaba  que  sobre  su  donación  se 
hablara  tanto. 

Los  ejecutores  ó  marmesores  del  testamento  de  don 
Armengol,  que,  por  haberse  excusado  el  obispo  de  Urgel, 
eran  Guillen  de  Moneada,  señor  de  Fraga  y  senescal  de  Ca- 
taluña, Bernardo  de  Peramola,  señor  de  Peramola,  Ber- 
nardo de  Guardia,  caballero,  y  Arnaldo  de  Murello,  ciuda- 
dano de  Balaguer,  á  quien  el  difunto  habia  nombrado  baile 
general  y  procurador  de  todo  el  condado  y  receptor  de  los 
emolumentos  de  aquel,  temieron  que  el  conde  de  Foix  y 
demás  pretensores  no  se  metiesen  con  armas  y  poder  por 
el  condado  y  vizcondado,  inquietando  aquel  y  estorbando  lo 
que  habían  de  cumplir,  según  el  testamento  del  conde;  y  por 
esto  resolvieron  luego,  lo  mas  presto  que  les  fuese  posible, 
venderlo  al  rey,  según  habia  mandado  el  conde,  porque 
ellos  no  se  sentían  poderosos  á  resistir  al  de  Foix  y  demás 
amigos  suyos  de  cualquier  invasión  hiciesen;  y  sobre  esto  se 


(  «0) 
toncertaron  con  el  rey,  y  él,  estando  en  Mequinenza,  á   17 
de  agosto  de  1314,  nombró  procuradores  suyos  para  firmar 
esta  compra,  en  su  nombre,  á  Bernardo  de  Fonollar,  pro- 
curador general  del  infante  don  Jaime,  primogénito  del  rey, 
y  á  Guillermo  de  Alomar,  juez  de  su  casa  y  corte;  y  á  20  de 
dicho  mes  se  hizo  esta  venta,  y  ellos  en  nombre  del  rey 
la  aceptaron,  y  el  rey  á   22  de  setiembre  la  ratificó.  Luego 
que  la  venta  fué  hecha,  el  rey  quiso  averiguar  la  suposi- 
ción  se  habia  hecho  en  el  auto  de  la  donación  que  dori 
Alvaro  habia  hecho  al  conde  de  Foix;  y  así,  á  10  de  este 
mes  de  setiembre,  estando  el  rey  en  el   castillo  de  Lérida, 
mandó  juntar  su  consejo,  y  llamó  tres  notarios,  que   eran 
Bernardo  de  Aversó,  Pedro  de   Letoner  y  Domingo  de  Bis- 
carra,  para  que  se  hiciese  allí  publicamente  comprobación 
del  dicho  auto  de  donación,   y  fué  de  esta  manera:  que 
llevaron  allá  el  original,  que  habia  quedado  en  poder  de 
Arnaldo  de  Gerona,  notario,  y  el  Guillermo  de  Alomar  lo 
tenia  en  las  manos  y  leia,  y  los  tres   notarios  coniprobaban; 
y  hallaron  claro  que  en  la  línea  treinta  y  dos  habian  aña- 
dido las  palabras  que  quedan  referidas,  y  que  en  la  clau- 
sura, y  de  letra  bien  diferente,  se  hacia  fé  de  ellas,  y  que 
no  estaban  en  el  original  y  prima  matrice;  y   el   rey  mandó 
levantar  auto  de  lo  que  habia  pasado,  y  todo  esto  se  hizo 
para  asegurar  el  rey  mejor  su  derecho  é  invalidar  el  título 
de  que  se  valia  el  de  Foix. 

Volviendo  á  la  venta  del  condado  y  vizcondado,  dio  el  rey 
por  él  cien  mil  libras  jaquesas,  que  habian  de  emplearse 
en  pagar  las  mandas  que  el  conde  dejó  en  su  testamento, 
y  quince  mil  libras  barcelonesas,  para  pagar  el  dote  y  dere- 
chos de  la  condesa  doña  Faydida,  obligando  al  rey  á  confir- 


(  61  ) 
mar  los  privilegios  y  prcrogativas  concedidas  por  los  condes 
pasados    á  los  del  condado  y    vizcondado  ,    según   lo   dejó 
mandado   al  conde  Armengol    en  su  testamento. 

Diéronse  luego  de  contado  diez  mil  libras  jaquesas,  y  las 
noventa  mil  que  quedaban,  prometió  pagar  el  rey  dentro 
délos  primeros  nueve  años,  es  á  á  saber,  diez  mil  libras 
cada  un  año,  el  dia  de  todos  los  Santos,  prometiendo  lle- 
varlas á  la  casa  de  los  monjes  de  Poblet,  de  la  ciudad  de 
Lérida,  do  habia  de  estar  una  arca  con  cuatro  llaves,  una 
para  cada  uno  de  los  marmesores,  y  en  ella  meterse  todo 
el  dicho  dinero,  porque  en  estos  tiempos  aun  no  usaban  las 
tablas  para  los  depósitos  de  los  dineros  comunes  y  particu- 
lares como  después,  y  tuvieron  principio  en  el  año  1441, 
que  la  ciudad  de  Barcelona  dio  principio  á  la  suya. 

Las  quince  mil  libras  barcelonesas  del  dote  de  Faydidia  ó 
Faliyda  ó  Faydida  (que  estos  tres  nombres  le  daban),  viuda 
del  conde  don  Armengol,  prometió  de  pagar  el  rey  dentro 
de  un  año,  que  comenzó  del   dia  que  ella  enviudó;  y  para 
seguridad  de  esto,   le  dio  el  castillo  y  villa  de  Ager  y  otras 
rentas,  y  los  marmesores  se  obligaron  á.  hacerle  el  gasto  por 
todo  ese  año;   pero  los  gastos  del  rey  fueron  tantos  y  tan 
grande  el  trabajo  de  juntar  el  dinero  para   pagar  el  precio 
del  condado,  que  tardó  mucho  esta  señora  á    cobrar  estas 
quince  mil  libras,  y   hallo  memoria  que  se  quejó  al  papa 
Jiian  XXII,  que  era  de  nación  francés,  así  como  ella,  y  el 
papa  lo  dijo  á  don  Gastón  de  Moneada,  arcediano  de  Bar- 
celona, consanguíneo  del  rey,  que  estaba  en  Aviñon,  donde 
residia  la  corte  romana,  quejándose  mucho  de  esta  dilación 
de    paga ;   y    el   Moneada  hizo  sabedor  el  rev  de  la    que- 
ja del  papa,  y  á  18  de  agosto  del  año  1320,  el  rey  escri- 


(62) 
btó  una  cumplidísima  carta  al  papa,  dándole  razón  de  lo 
mucho  que  habia  pagado  y  habia  de  pagar  por  el  condado 
de  ürgel,  y  que  aunque  se  dilataba  la  paga  de  las  quince 
mil  libras,  pero  habia  dado  á  la  condesa  Faydida  lugares  y 
rentas  equivalentes  á  la  dicha  cuantidad,  para  que  gozase 
de  ellas  mientras  tardaba  la  paga  del  dote,  asegurando  lo 
mucho  deseaba  que  enteramente  quedara  pagada:  en  la  mis- 
ma carta  encomienda  al  papa  á  don  Ot  de  Moneada,  pa- 
riente suyo,  para  que  le  tenga  en  memoria,  honrando  y  pro- 
veyéndole, según  su  merecer  y  calidad ;  y  por  aquietar  á  esta 
señora,  consignó  á  los  marmesores  lo  que  quedaba  de  la 
ganancia  de  ciertas  monedas  que  batia  el  rey,  para  que  de 
lo  que  resultase  de  ellas  la  fuesen  pagando. 

A  los  marmesores  se  les  habían  de  pagar  las  noventa 
mil  libras  jaquesas,  y  para  seguridad  de  ellas  ,  les  dio  el  rey 
los  castillos  y  villas  de  Camarasa  (que  de  esta  vez  salió  del 
condado  deUrgel),  Cubells,  Mongay,  Santa  Linya,  Lorens, 
Mejá,  Alós,  con  los  castillos  y  lugares  de  su  honor,  el  cas- 
tillo y  villa  de  Almenara,  con  cumplimiento  de  todos  los 
derechos  que  el  rey  tenia  en  ella,  y  también  les  quedó 
obligada  la  villa  de  Albesa  ,  según  se  infiere  de  un  auto  he- 
cho en  Valencia  á  18  de  las  calendas  de  abril  de  1324, 
en  que  manda  la  infanta  doña  Teresa  á  Ferrer  Colom,  ad- 
ministrador del  condado  de  ürgel,  que  pague  cada  un  año 
á  doña  Urraca,  condesa  de  Pallars,  su  hermana,  cuatro  mil 
libras ,  en  enmienda  y  satisfacción  de  otras  tantas  que 
le  habian  dado  durante  su  vida,  ella  y  el  infante  don  Al- 
fonso ,  sobre  la  dicha  villa  de  Albesa  ,  y  dejaba  de  recibir- 
las, por  estar  aquella  en  poder  de  los  testamentarios  del 
conde  Armengol;  y  que  le  sean  pagadas  hasta  que  sea  acá- 


(05) 
hada  la  obligaciun  licclia  á  los  dichos  ,  pues  ciUonces  las 
podrá  recibir  de  las  rentas  de  la  misma  villa.  Obligóles 
á  los  dichos  el  castillo  y  villa  de  Ciurana  ,  con  todos  los 
demás  castillos  y  pueblos  de  las  montañas  de  Prades,  que 
poco  habia  le  pertenecían  al  rey ,  por  donación  de  don 
Guillen  de  Entenga  ( aunque  este  duró  poco  en  poder  de 
los  marmesores ,  porque  hallo  que  el  rey  lo  cobró  en 
agosto  de  1322  ,  en  ocasión  que  hizo  nuevo  concierto 
con  ellos,  y  se  quedaron  con  el  castillo  de  Ciurana,  que  tam- 
bién les  duró  poco  tiempo,  porque  á  18  de  agosto  de  1324 
lo  dieron  al  rey,  en  ocasión  que  hizo  merced  al  infante 
Ramón  Bercnguer,  su  hijo,  del  condado  de  Prades).  Dióles 
asimismo  las  rentas  reales  de  Tortosa  ,  para  que  las  poseye- 
sen por  tiempo  de  nueve  años,  recibiendo  cada  un  año  diez 
mil  libras  jaquesas,  en  paga  y  enmienda  de  los  frutos  que 
les  pudieran  rentar  estas  noventa  mil  libras  jaquesas,  si  se 
hubiesen  pagado  de  contado;  prometiendo  que  si  todo  esto 
no  rentaba  las  diez  mil  libras  jaquesas  y  los  cincuenta  mil 
sueldos,  él  supliría  lo  que  faltase  cada  un  año,  reserván- 
dose el  rey,  qufe  siempre  que  él  diese  de  Contado  trescientos 
mil  sueldos  jaqueses,  pudiese  cobrar  estas  rentas  de  Tor- 
tosa: impúsose  pena  de  cincuenta  mil  sueldos,  en  caso  no 
cumpliese  lo  prometido,  y  por  mejor  seguridad  de  todo,  dio 
por  fiadores  á  don  Guillen  de  Entenga,  á  don  Felipe  de 
Saluces,  que  era  pariente  del  rey,  y  de  quien,  por  su  gran 
valor  y  riqueza  ,  se  hiacia  mucha  cuenta  en  estos  reinos, 
á  Pons  de  Ribelles,  Berenguer  de  Anglesola,  y  las  ciudades 
de  Barcelona,  Tortosa,  Gerona,  que  se  lo  pidió  con  car- 
tas ,  su  data  el  dia  antes  de  las  calendas  de  octubre  de 
1314,  y  la  ciudad  de  Lérida,  á  quien  lo  pidió  de  palabra,  por 


( 04 ) 

estar  en  ella;  y  para  esto  enviaron  sus  síndicos  con  poder 
bastante.  Los  de  Barcelona  fueron  Guillen  LuU  y  Miguel 
Marquet,  y  á  26  de  octubre  firmaron,  y  el  rey  les  hizo 
reconocimiento  que  por  aquella  obligación  no  se  entendie- 
se hecho  perjuicio  á  los  privilegios,  inmunidades  y  franquezas 
de  la  dicha  ciudad  de  Barcelona,  y  lo  mismo  hizo  con  las 
demás. 

Después,  por  convenirle  al  rey  cobrar  las  rentas  habia 
consignado  sobre  la  ciudad  de  Tortosa,  que  se  le  habian  de 
volver  siempre  que  de  contado  diese  quince  rail  libras  ja- 
quesas,  hizo  con  ellos  nuevo  concierto;  y  fué,  que  les  dio 
esta  cantidad  en  esta  forma:  siete  mil  quinientos  sueldos 
en  dinero,  y  por  lo  demás  les  consignó  cien  mil  bezantes 
de  plata,  que  eran  de  aquellos  trescientos  mil  que  le  dio  en 
dote  la  reina  doña  María,  su  mujer,  hermana  de  Enrique, 
rey  de  Chipre,  con  quien  habia  entonces  casado;  y  ellos  lo 
aceptaron  en  descargo  de  las  noventa  mil  libras:  y  porque 
mas  fácil  y  seguramente  cobrasen  los  cincuenta  mil  sueldos 
que  cada  año  les  daba  por  los  frutos  é  intereses,  les  dio 
las  rentas  de  los  castillos  y  villas  de  Peratallada,  Cruilles, 
Begur,  Santiscla  y  Rajancós,  y  dos  mil  sueldos  jaqueses  que 
recibía  sobre  la  aljama  de  los  judíos  de  Lérida,  y  cinco  mil 
setenta  sobre  la  de  los  de  Gerona,  con  facultad  de  poderlo 
vender  todo,  así  por  l'js  cincuenta  mil  sueldos  de  los  inte- 
reses, como  por  los  cincuenta  mil  sueldos  de  la  antedicha 
pena;  pero  esta  obligación  de  Cruilles  y  Peratallada  duró 
poco,  porque  en  el  año  de  1317  el  rey  los  hubo  de  res- 
tituir á  don  Bernardo  de  Cruilles,  y  en  satisfacción  de  ellos 
dio  el  rey  once  mil  sueldos  barceloneses  de  renta  sobre 
las  rentas  que    tenia  en    la  ciudad  de  Lérida  ,    como  pa- 


( «5 )  : 

rece  en  el  archivo  real ,  en  un  registro  Comhalus  Urgelli  de 
anno  1314,  fol.  163. 

Este  concierto  duró  hasta  14  de  agosto  de  131 S,  en 
que  el  rey  tomó  carta  de  pago  de  cuarenta  mil  libras  ja- 
quesas,  en  descargo  de  las  noventa  mil  que  debia;  y  estas 
se  pagaron  de  esta  manera:  el  conde  Armengol  hizo  un  au- 
to en  poder  de  Arnaldo  de  Gerona,  ante  quien  habia  otor- 
gado su  testamento,  en  que  dio  amplísima  facultad  á  fray 
Bernardo  Pintor,  su  confesor,  del  orden  de  san  Francisco, 
fray  Pedro  Olivon,  del  orden  de  Predicadores,  el  maestro  Ra- 
món de  Vilalta,  rector  de  Balaguer,  canónigo  de  Lérida  y 
Urgel,  y  Berenguer  Cásala,  letrado  de  Lérida,  para  juzgar, 
conocer,  mandar,  enmendar  y  restituir  cualesquier  injurias, 
agravios  é  injusticias  á  que  estuviesen  obligados  él  y  sus 
pasados,  así  á  sus  vasallos,  como  á  otras  cualesquier  perso- 
nas. Estos,  cumpliendo  su  cargo  y  descargando  la  conciencia 
del  conde  y  de  los  suyos,  declararon  estar  obligada  su  ha- 
cienda en  cuantidad  de  cincuenta  mil  seiscientas  y  cincuenta 
libras  acrimontesas,  por  razón  de  quistias,  monedajes  ,  bo- 
vajes  y  otros  derechos  que  él  v  sus  pasados  habian  in- 
debidamente exigido  de  la  ciudad  de  Balaguer,  villas  de 
Agramunt ,  Ager  ,  Castelló  de  Farfanya  ,  Albesa  ,  Pons, 
Monmagastre  ,  Linyola  ,  Os  ,  Ivars ,  Tartareu  ,  Olióla  , 
Vives,  Collfret,  Oliana  y  Claramunt,  y  que  estaban  obli- 
gados los  ejecutores  de  su  testamento,  así  para  la  seguridad 
de  la  conciencia  del  conde,  como  de  sus  jasados,  á  la  res- 
titución de  toda  la  dicha  cuantidad  ;  y  entonces  las  dichas 
universidades,  por  demostración  del  amor  tenian  al  infante 
don  Alfonso,  le  hicieron  donación  y  servicio  de  esas  cin- 
cuenta mil  y  seiscientas  cincuenta  libras,  y  él  las  dio  al 
TOMO    X.  3 


(GG) 
ley,  su  padre,  ú  13  de  marzo  de  1315,  y  él,  en  descargo 
de  las  noventa  mil  que  habia  de  dar  á  los  testamentarios, 
les  remitió  cuarenta  mil  acrimontesas  por  otras  tantas  ja- 
quesas,  porque  la  moneda  jaquesa  y  acrimontesa  era  una 
misma,  y  las  restantes  diez  mil  seiscientas  y  cincuenta  libras 
graciosamente  las  renunció  á  los  testamentarios,  para  que 
las  empleasen  en  cumplir  el  testamento  y  voluntad  del  con- 
de, sin  estar  obligados  á  volverlas  á  los  pueblos  á  quien  se 
debian,  pues  estos  las  hablan  ya'  dado  al  infante,  que  las 
dio  al  rey,  su  padre,  y  él  las  cedió  en  favor  de  los  mismos 
testamentarios,  para  que  las  empleasen  en  bien  de  la  alma 
del  conde.  Entonces  el  rey  y  el  infante  don  Alfonso,  su 
hijo,  y  los  testamentarios  ,  interviniendo  Gonzalo  Garces, 
Artal  Des-Llor  ,  de  su  consejo,  Pedro  B  oil ,  maestre  ra- 
cional, Pedro  Martinez,  tesorero,  Guillermo  Alomar,  que 
después  fué  vicecanciller  del  rey,  y  Guillen  de  Vallseca,  le- 
trados y  del  consejo  real,  acordaron,  según  parece  en  un  auto 
hecho  á  3  de  los  idus  de  julio  de  1315,  que  así  como  habia 
de  pagar  el  rey  cada  un  año  diez  rail  libras  jaquesas,  de 
allí  adelante,  hasta  que  hubiese  acabado  de  pagar ,  diese 
cada  un  año  la  mitad,  que  eran  cinco  mil  libras;  y  que 
aquellos  cincuenta  mil  sueldos  jaqueses  que  el  rey  habia 
de  dar  cada  un  año  durante  los  nueve  años  que  tardaba  á 
pagar,  que  fuesen  solos  los  primeros  seis  años  por  los  fru- 
tos, y  los  otros  tres  en  descargo  de  la  deuda  principal,  y 
por  esto  dio  igual  seguridad  como  habia  dado  de  antes;  y 
por  la  ciudad  de  Barcelona,  y  en  nombre  de  ella,  firmaron 
Tomas  Gruny  y  Arnaldo  de  Sarria,  sus  síndicos,  enviados  al 
rey  por  esto;  y  con  esta  nueva  convención  y  trato  quedaroi* 
satisfechos  los  testamentarios. 


(67  ) 
Después,  siendo  solos  testamentarios  ( por  ser  los  demás 
muertos)  Guillen  de  Moneada  y  Bernardo  de  Guardia,  se 
hizo  otro  concierto  con  el  rey;  y  fué,  que  por  razón  de  pa- 
garle ciento  y  cincuenta  mil  sueldos  que  debia  el  rey  ai 
conde,  por  salarios  y  gajes,  como  dije  en  otro  lugar,  y  el 
cumplimiento  de  las  noventa  mil  libras,  les  volvió  á  dar 
los  lugares  de  Camarasa,  Almenara,  Cubells,  Mongay,  Santa 
Linya  y  los  demás  que  dijimos,  y  los  once  mil  sueldos  ja- 
queses  cobraderos  de  las  rentas  reales  de  Lérida,  y  dos 
mil  jaquesas  cobraderas  de  la  aljama  de  los  judíos  de  Lé- 
rida; y  entonces  los  marmesores  volvieron  al  rey  todos  los 
castillos  y  villas  de  las  montañas  de  Prades  (excepto  el  de 
Ciurana)  y  los  cinco  mil  setecientos  sueldos  recibían  de  la  al- 
jama de  los  judíos  de  Gerona,  y  concordaron  que  pagados 
que  fuesen  íntegramente  de  todo  el  dicho  precio  del  con- 
dado y  vizcondado  y  de  los  ciento  y  cinco  mil  sueldos,  hu- 
bieran de  restituirlos  castillos,  lugares  y  todo  lo  demás  que 
el  rey  les  habia  dado,  en  satisfacción  y  por  seguridad  de 
ello;  y  de  este  modo  se  fué  pagando  todo  lo  que  el  rey  les 
debia.  Bien  es  verdad  que  se  fueron  algo  dilatando  estas 
pagas,  porque  el  rey,  ya  para  la  conquista  de  Cerdeña,  ya 
para  el  gasto  de  su  casa,  ya  para  pagar  sus  deudas  y  obliga- 
ciones, se  valia  del  dinero  que  tenian  los  marmesores,  que 
no  solo  no  le  osaban  contradecir,  pero,  lo  que  mas  es,  don 
Guillen  de  Moneada  era  pagado  del  salario  de  la  senescalía 
de  los  dineros  de  esta  raarmesoría  ,  y  aun  cuando  murió 
quedaba  debiendo  alguna  cuantidad,  porque  á  6  de  las  no- 
nas del  mes  de  marzo  de  1330,  hallo  que  manda  el  rey  á 
sus  marmesores,  que  eran  Ferrer  Colom,  prior  de  Fraga, 
Guillen  de  Torrelles,  Gombau  de  Oluja,  Jofrc  de  Oluja  y 


(G8) 
Jaime  de  Monlolíu,  que  pagasen  lo  que  él  quedaba  debien- 
do; y  aunque  el  rey  se  lo  prestaba  de  este  dinero  de  la 
marraesoría,  pero  luego  que  había  pedido  prestado  ó  hecho 
merced  sobre  ella,  volvía  á  obligar  los  lugares  y  rentas  con- 
signados, para  que  cobrasen  de  ellas  el  dinero  que  había 
dado  ó  le  habían  prestado;  y  parecia  no  ser  dinero  este  de 
ninguno,  porque  no  solo  el  rey,  mas  el  infante  y  la  infanta 
doña  Teresa,  todos  se  valían  de  él,  y  servía  de  arbitrio  para 
los  que  habían  de  ser  pagados  y  no  podían,  por  no  haber 
dinero  en  la  tesorería  real;  y  todo  nació  de  haber  muerto 
el  Arnaldo  de  Murello,  y  los  que  habían  quedado  ser  personas 
flojas  y  no  tener  ni  el  pecho  ni  la  inteligencia  del  Murello. 
El  rey  don  Jaime,  conociendo  el  daño  que  se  seguía  de  esto, 
y  que,  si  se  continuara,  jamás  había  de  quedar  pagado  el  pre- 
cio del  condado  y  vizcondado,  y  los  ciento  y  cinco  mil  suel- 
dos, estando  en  Valencia  ,  á  10  de  las  calendas  de  abril 
del  año  1324,  hizo  juramento  de  no  hacer  merced  ni  paga 
alguna,  ni  valerse  de  los  dineros  de  la  marmesoría  del  con- 
de ni  de  las  rentas  le  eran  consignadas,  y  lo  cumplió  así 
como  lo  había  jurado;  pero  el  rey  don  Alfonso,  su  hijo, 
en  octubre  de  1333  les  pidió  prestados  diez  mil  sueldos, 
y  por  paga  de  ellos  les  díó  las  rentas  recibía  de  los  judíos 
de  Lérida  y  del  lugar  de  Almenar,  acudiendo  con  ellos  á 
sus  menesteres:  y  con  todo,  de  lo  que  se  había  de  pa- 
gar dentro  de  pocos  años,  aun  en  el  de  1342,  en  que  rei- 
naba el  rey  don  Pedro,  hijo  del  infante  don  Alfonso  y  doña 
Teresa,  se  debía  buena  partida;  y  así  en  el  año  1343,  á  !> 
délas  idus  de  abril,  por  muerte  de  los  dichos  ejecutores, 
fueron  subrogados  y  puestos  en  lugar  de  ellos  García  de 
Sania  Pan,  canónigo  de  la  Seo  de  Urgel  y  rector  de  Bala- 


(69) 
guer,  y  Jaime  de  Alós,  caballero,  para  que  acabaran  de 
cumplir  algunas  cosas  que  faltaban;  porque  en  aquellos  tiem- 
pos, como  habia  tan  poco  dinero  en  España,  y  los  reyes  ha- 
bían gastado  tanto  en  la  conquista  de  Cerdeña  y  en  otras 
empresas  que  se  les  ofrecian,  se  habían  de  valer  de  lo  que 
podían  ;  pero  á  la  postre ,  aunque  tarde  ,  todo  se  vino  á 
pagar. 

El  rey,  después  de  comprado  el  condado  y  tomada  po- 
sesión de  él,  entendió  en  casar  su  hijo,  el  infante  don  Al- 
fonso, que  sería  de  edad  de  doce  años,  con  doña  Teresa  de 
Entenca,  sobrina  del  conde,  como  él  lo  habia  ordenado  en 
su  testamento.  Era  esta  señora  una  de  las  mas  ricas  y  prin- 
cipales damas  de  estos  reinos,  hija  de  don  Gombaldo  de 
Entenca  y  de  dona  Constanza  de  Antillon,  que  fué  hija  de 
don  Sancho  de  Antillon  y  de  doña  Leonor,  hermana  del 
conde  don  Armengol.  Tenia  esta  señora  la  baronía  de  Anti- 
llon, que  le  pertenecía  por  su  madre,  y  la  de  Alcolea  y  el 
heredamiento  que  decían  de  Balbastro,  que  consistía,  en- 
tre otras  cosas,  en  un  palacio  que  tenían  en  aquella  ciudad 
y  en  el  castillo  de  ella  (que  después  le  dio  á  don  Guillen  de 
Entenga,  que  entiendo  le  era  hermano  natural,  como  lo  he 
visto  en  un  registro  intitulado  Infantisse  Teresie,  á  10  de 
las  calendas  de  marzo  del  año  1324),  que  le  pertenecía 
por  su  padre.  Los  pueblos  y  lugares  de  estas  baronías  eran 
Antillon,  Les  Ceylles,  Ponga,  Graus,  Artesona,  Set-Cas- 
tells,  Avícaula,  Puig  de  Cínca,  Clamosa,  San  Mitier,  Mar- 
cat.  Solana,  Alerse  (que  se  lo  dio  doña  Síbília  de  Antillon), 
Cutía,  Aviego ,  Alcoletge ,  Huesso,  Rafols,  Castellfolit, 
Quatro-Casados,  La  Gruesa  y  otros  muchos  en  el  reino  de 
Aragón;  y  estos  últimos  llamaron  la  baronía  de  Entenca, 


(70) 
por  haber  sido  del  linaje  de  los  Enteiifas,  que  tomaron  el 
nombre  de  un  lugar  hay  en  estas  baronías,  llamado  Enten- 
ga.  En  el  de  Valencia  tenia  Chiva,  que  en  el  año  de  1241 , 
en  la  conquista  de  aquel  reino,  perteneció  á  don  Berenguer 
de  Entenga,  por  heredamiento,  con  sus  alquerías;  Magane- 
ra,  que  después  fué  de  don  Pedro  Ladrón,  vizconde  de  Vi- 
lanova;  Bunyol,  Gestalgar,  Siete-Aguas,  Macastre,  Terra 
de  Alborraix,  y  otros  muchos  que  fueron  de  su  padre  y 
de  don  Sancho  de  Antillon,  su  abuelo,  y  valles  de  Antillon 
y  Cutiot;  y  en  el  reino  de  Navarra  había  Mugque,  Soridon, 
Gorriza  y  otras  heredades.  Concertóse  la  boda  en  la  ciudad 
de  Lérida,  para  domingo,  á  10  de  noviembre,  que  se  ha- 
llaron en  ella  el  infante  don  Jaime,  primogénito  del  rey, 
don  Guillen  de  Rocaberti,  arzobispo  de  Tarragona,  fray 
don  G.  de  Aranyó,  obispo  de  Lérida,  fray  don  Andrés, 
abad  de  Poblet,  fray  don  Pedro,  abad  de  Santas  Cruces, 
don  Felipe  de  Saluces,  don  Guillen  de  Entenga,  don  Gui- 
llen de  Moneada,  don  Ot  de  Moneada,  don  Gerardo  de 
Cabrera  ,  don  Guillen  de  Anglesola  ,  don  Pedro  de  Que- 
ralt,  don  Pons  de  Ribelles,  don  Guillermo  de  Eril,  Be- 
renguer de  Almenara  ,  Berenguer  y  Guillermo  de  San  Vi- 
cens ,  Bernat  de  Peramola  ,  Bernat  de  Guardia  ,  Arnaldo 
DezUor,  Gonzalo  García,  Bernardo  de  FonoUar,  Pedro  de 
Pomar,  Acardo  de  Mur,  Pedro  de  Meytat,  Vidal  de  Vila- 
nova,  Dalmau  de  Pontons,  Berenguer  de  Rajadell,  G.  de; 
River,  Ramón  de  Puigvert,  G.  de  Santa  Coloma,  Arnaldo 
de  Morello  y  otros  muchos  caballeros;  y  allá  en  presencia 
de  ellos  dio  el  rey  al  infante  su  hijo  el  condado  de  Urgel  y 
vizcondado  de  Ager,  que  poco  habia  le  babiaii  vendido  los 
ejecutores   del  testamento    del  conde  don  Armcngol,    y  se 


(71  ) 
lo  díó  con  los  pactos  que  ordenó  el  conde  en  su  testamento, 
que  eran:  que  el  infante  don  Alfonso  casase  con  doña  Te- 
resa de  Entenga,  su  sobrina;  que  tomase  las  armas  del  con- 
dado de  ürgel,  que  eran  los  jaqueles  ó  escaques  de  oro  y 
negro,  y  usase  de  ellas  en  los  sellos,  pendones  y  demás 
partes  en  que  se  usa  llevar  armas,  sin  mezcla  ni  añadi- 
dura alguna;  que  se  intitulase  conde  de  Urgel,  y  que  lo 
que  era  en  feudo  en  el  condado  lo  hubiera  como  á  feudal, 
y  lo  alodial  como  á  tal:  y  porque  de  una  vez  se  enterara 
qué  era   lo  feudal ,    declaró  serlo   la  ciudad  de  Balaguer 

4 

y  los  castillos  y  lugares  de  Agramunt,  Albesa  ,  Menar- 
gues  y  Linyola  ;  y  que  queden  obligados  él  y  sus  su- 
cesores á  dar  las  tenencias  de  estos  castillos,  según  los  usa- 
jes y  costumbres  de  Cataluña,  cada  vez  que  fuesen  reque- 
ridos; y  que  si  el  infante  viniera  á  ser  rey  de  Aragón,  como 
lo  fué,  sucediera  en  el  condado  y  vizcondado  su  hijo  se- 
gundo, y  llevara  las  armas  de  Urgel,  sin  mezcla,  y  se  inti- 
tulara conde  de  Urgel;  y  que  el  asiento  y  concordia  que  se 
tomó  con  el  conde  Armengol  en  Barcelona,  á  12  de  mar- 
zo de  1307,  sobre  el  mero  y  mixto  imperio  de  algunos 
pueblos,  quede  confirmada  y  válida;  y  que  en  el  dicho  con- 
dado hayan  de  suceder  los  hijos  varones,  y  si  no  les  tuviere 
el  infante  de  doña  Teresa,  los  que  tuviere  de  otro  matri- 
monio; y  que  acabándose  la  línea  masculina,  vuelva  todo, 
así  lo  alodial  como  lo  feudal,  al  que  fuese  rey  de  Aragón 
y  conde  de  Barcelona;  y  que  las  hijas  las  tenga  el  rey,  en 
dicho  caso,  de  casar  según  su  calidad.  Con  estas  condicio- 
nes y  otras  dio  el  rey  al  infante,  su  hijo,  los  dichos  condado 
y  vizcondado  y  demás  lugares  y  .jurisdicciones  que  habia 
comprado  á  los  testamentarios  /del  conde  don  Armengol. 


(72) 
Parece  todo  muy  largamente  en  el  auto  de  la  dicha  dona- 
ción, la  cual,  por  ser  la  guia  de  lo  que  queda  por  decir  y 
sucedió,  la  traigo  entera  ,  sacada  del  archivo  real  de  Bar- 
celona, de  un  registro  de  las  cosas  del  condado,  del  tiempo 
del  rey  don  Jaime  el  segundo,  de  los  años  i 31 4  á  1327, 
y  es  la  que  se  sigue: 


In  nomine  Domíni  noslri  Jesu  Cbristi  ad  nolitiam  presen- 
tium  et  memoriam  fulurorum  Nos  Jacobus  üei  gratia  rex  Ara- 
gouum  Valentie  Sardinie  el  Corsice  ac  cgmes  Barchinone:  ex 
regalis  prehcminentia  dignitatis  in  qua  feliciler  superna  dispo- 
siíione  regnamus  ut  regna  lerrasque  nostra  a  Deo  nobis  Iradila 
gubernanda  omniumque  gressus  potissime  nostri  regiminis  Ido- 
minio  subditorum  in  vía  jusUlie  atque  pacis  assidua  sollicitudi- 
ne  dirigamus  et  directos  foveamus  in  illa  ac  singulorum  status 
et  gradus  prout  sua  merita  et  cause  requirunt  promoveamus 
ulililer  benevolenlia  speciali  nos  profilemur  comuniter  el  efica- 
tiler  oblígalos:  circa  que  prout  nobis  ab  alto  conceditur  conli- 
nuis  medilationibus  sponte  vacamos  modos  oportunos  exquiri- 
mus  et  operationis  noslre  dcbitum  volunlarii  exhibemus.  El 
si  generaliler  ómnibus  noslris  íh  premissis  taliler  exislimus 
debitores  attamen  erga  proprios  noslros  filies  nobis  celesli  be- 
uedictione  concessos  qui  eadem  nobiscum  persona  censentur 
nt  cum  casus  seu  modus  se  inj^erunt  illos  et  regia  ac  paterna 
provisiones  proraoveant  humana  rallo  forlius  el  insuper  ualu- 
ralia  jura  que  sunt  immulabilia  eíflcacius  nos  conslringuul. 
Itaque  ex  presenil  opere  nostro  quod  ad  laudem  et  gloriam 
domíni  Dei  nostri  et  beatisslme  Virginis  Marie  matris  sue  et  lo- 
tius  curie  celeslis  insequimur  confídentius  expectamus  in  dlclis 
nostris  regnis  et  terris  cultum  augere  justitic  procurare  pacem 
paciflcis  el  eam  odienlibus  refrenabile  remedium  preparare  el 
agere  etiam  que  reipublice  utilitatis  atque  quletis  respiciunt  in- 
crementum  et  ex  eodem  etiam  opere  inclitum  infantem  Alfon- 
sum  secundo  gcnilum  noslri  karissimum  ex  donatione  subscrip- 
ta comilalis  el  vicecomilalis  dignilalis  et  aliorum  subscriploi  um 


(7o) 

hooorum  allollimus  insigniínus  ac  ctiam  sublimamus.  Altcnden- 
es  igitur  quod  nobilis  vir  Ermengaudus  quondam  comes  llr- 
gelli  de  universis  bonis  suis  disponeos  ínter  celera  slatuit  or- 
dinavit  voluit  et  raandavit  in  suo  ultimo  testamento  quod  ma- 
numissores  sui  videlicet  nobiles  G.  de  Montecateno  Bernardus 
de  Peramola  Bernardus  de  Guardia  et  Arnaldus  de  Murello 
de  consilio  volúntate  et  assensu  religiosi  fratris  Bernardi  Pictoris 
de  ordine  Minorum  ^onsiliarii  ipsis  manumissoribus  á  dicto 
comité  in  dicto  suo  testamento  ultimo  assignati  veuderent  et 
traderent  et  venderé  et  tradere  possent  propria  auctoritate  in 
perpetuara  sine  impedimento  et  contradictione  cujuscumque 
persone  nullius  licentia  expectata  certo  prelio  in  testamento 
prediclo  expressato  totum  coraitatum  Urgelli  et  vicecomitatum 
Agerensem  cum  ómnibus  suis  pertinentiis  lotamque  aliam  ler- 
ram  suam  et  castra  et  loca  et  jura  omnia  sua  jurisdictiones  et 
dominia  quecumque  et  ubicumque  que  vel  quas  habebat  vel 
habere  poterat  aut  debebat  quocumque  modo  jure  ratione  vel 
causa  nobis  Jacobo  Dei  gratia  regi  prediclo  sub  certis  modis  et 
formis  Ínter  quos  sunt  videlicet  quod  predictus  inclitus  infans 
Alfonsusfilius  noster  secundo  genilus  duceret  in  uxorem  There- 
siamfiliam  majorera  nobilis  Gorabaldi  de  Enlensa  quondam  et 
Constantíe  neptis^dicli  quondam  comitis  et  quod  dictus  infans  Al- 
fonsus  faceret  et  portaret  insignia  ipsius  comitis  consueta  vi- 
delicet insignia  comitatus  Urgelli  in  armis  sigillo  ei  vexillo  et 
in  ómnibus  alus  in  quibus  consuelum  est  insignia  propria  de- 
portar! sine  aliquibus  alus  insigniis  ibi  mixtis  et  quod  vocare- 
tur  comes  Urgelli  sic  lamen  intelligendo  et  sub  modis  el  formis 
quod  diclus  infans  qui  comes  esset  teneret  et  possideret  totum 
comitatum  el  vicecomitatum  dicli  quondam  comitis  et  totam 
terrara  suam  et  omnia  jura  et  jurisdictiones  suas  eo  modo  quo 
ipse  comes  tenebat  et  possidebat  scilicet  quod  terram  quam  ip- 
se  comes  ad  francum  alodium  tenebat  simililer  ipse  infans  li- 
berara el  quiliam  et  ad  francum  alodium  lenerct  et  eam  quam 
ad  feudura  tenebat  simili  modo  ad  feudum  teneret  ita  quod  si 
quod  absil  inclitus  infans  Jacobus  carissimus  primogenilus  nos- 
ter defflceret  el  conligerct  diclura  Alfonsura  post  contractum 
nialriraonium  cura  dicta  Thcresia  assumi  in  regera  Aragonum 
secundo  genilus  ipsius  Alfonsi  cssol.  romes  Urgelli  el  quod  fa- 


(  74-  ) 
ceret  nomcn  et  insignia  comitis  Urgclli  ot  quod  alia  condicla 
subiret  prout  hec  omnia  eí  síngala  inter  alia  in  dicto  testamento 
facto  in  villa  de  Camporellis  de  Ripacurtia  VI  idus  julü  anno 
Domini  M.CCC.XV.  auctoritate  Arnaldi  de  Geiunda  publici 
notarii  Balagarii  et  per  totam  terram  et  jurisdictionem  nostram 
plenius  et  latius  conlinetur:  attendentes  etiam  quod  prenomina- 
ti  manumissores  juxta  ordinationem  teslamentariam  comitis 
prelibati  et  auctoritate  ejusdem  ac  de  consilio  predicli  fratris 
Bernardi  Pictoris  cousiliarií  eorum  vendiderunt  nobis  memo- 
rato  regi  pretio  in  testamento  prelibati  comitis  contento  in  quo 
quidem  prelio  jam  eis  satisfecimus  totum  comitalum  Urgelli 
videlicet  civitatem  Balagarii  et  castrum  et  villam  de  Albesia 
castrum  et  villam  de  Menargis  excepto  violarlo  quod  in  ipso 
loco  habet  nobilis  Gerardus  de  Capraria  et  castra  et  villas  de 
Linesola  de  Acriraonte  de  Pontibus  de  Montmagastre  de  Co- 
meols  de  Laf  üonzell  de  Viuves  de  Collfret  de  Tiurana  de  Ulia- 
na  et  de  Villaplana  excepto  violarlo  quod  in  ipso  loco  de  Vi- 
llaplana  habet  Bernardus  de  Foix  et  jus  quod  predictus  comes 
habebat  in  castro  et  villa  de  Altes  necnon  castrum  et  villas  de 
Podioviridi  et  de  Uliola  et  dominium  loci  nominati  de  Puelles 
necnon  et  totam  terram  aliam  castra  et  villas  et  mansos  et 
omnia  alia  loca  et  jura  jurisdictiones  omnimodas  poteslates  vi- 
carias et  dominia  quecumque  que  predictus  comes  quondam 
habebat  vel  habere  debebat  lenebat  et  possidebat  et  possiderc 
debebat  infra  dictum  comitatum  et  extra  ubicumque  necnon  et 
totum  vicecomitatum  agerensem  videlicet  castrum  et  villam 
agerensem  castrum  de  Monfort  et  castra  et  villas  de  Clara- 
mont  de  Miyla  de  Tartareu  de  Osso  de  Caslilione  de  Ivarcio  de 
Montasor  et  de  Buxo  excepto  violario  quod  in  ipso  loco  de  Bu- 
xo  habet  dicius  Bernardus  de  Guardia  et  omnia  alia  castra  et 
villas  mansos  loca  et  jura  jurisdictiones  omnimodas  potestates 
vicarias  et  dominia  quecumque  que  predictus  comes  quondam 
habebat  vel  habere  debebat  tenebat  et  possidebat  et  lenere  et 
possiderc  debebat  infra  dictum  vicecomitatum  et  extra  ubicum- 
que sub  raodis  tamen  et  formis  supradictis  prout  plenius  in 
instrumento  ipsius  venditionis  nobis  facto  auctoritate  preaicli 
A.  de  Gcrunda  notarii  publici  XÍII  kalendas  seplembris  anuo 
prediclo  hec  el   alia  contijueri  noscuntur:    Idcirco  Nos  Jacobus 


(75) 
Dei graüa  lex  predictus  volentes  in  predictis  ordinationem  com- 
plere  et  servare  comitis  supradicti  gratis  et  ex  certa  scientia  ac 
volúntale  spontanea  per  nos  et  nostros  presentes  et  futuros 
damus  et  concedimus  titulo  perfecte  et  puré  et  irrevocabilis 
donationis  ioter  vivos  vobis  memorato  infanli  Alfonso  filio  nos- 
tro  presenti  et  recipienti  totum  comitatum  Urgelli  videlicet 
civitatem  Balagarii  et  castrum  et  villam  de  Albesia  et  castrum 
et  villam  de  Menargis  et  castrum  et  villas  de  Linesola  de  Acri- 
monte  de  Pontibus  de  Montmagastre  de  Comeols  de  La  Donzell 
de  Viuves  de  Collfret  de  Tiurana  de  Uliana  de  Villaplana  et  jus 
quod  predictus  comes  habebat  in  castro  el  villa  de  Altes  nec- 
non  castrum  et  villas  de  Podioviridi  et  de  Uliola  et  dominium 
loci  nominati  de  Fuelles  necnon  etiam  totam  terram  et  alia  cas- 
tra villas  mansos  et  omnia  alia  loca  et  jura  jurisdictiones  omní- 
modas poteslates  vicarias  et  dominia  quecumque  que  predictus 
comes  quondam  habebat  vel  habere  debebat  tenebat  et  possi- 
debat  et  teñera  et  possidere  debebat  infra  dictum  comitatum  et 
extra  ubicumque  necnon  et  totum  vicecomitatum  agerensem 
videlicet  castrum  et  villam  agerensem  et  castrum  de  Monfort 
et  castra  et  villas  de  Claramunt  de  Miylade  Tartareu  de  Osso 
de  Castilione  et  de  Ivarcio  de  Montasor  et  de  Buxo  et  omnia 
alia  castra  villas  et  mansos  ac  loca  et  jura  jurisdictiones 
omnímodas  potestates  vicarias  et  dominia  quecumque  que 
predictus  gomes  quondam  habebat  vel  habere  debebat  tenebat 
et  possidebat  et  tenere  et  possidere  debebat  infra  dictum 
vicecomitatum  et  extra  ubicumque  cum  ómnibus  nobilibus 
sive  baroaibus  militibus  feudatariis  seu  castlanis  et  cum 
omuibus  horainibus  et  feminis  cujuscumque  conditionis  seu 
legis  existant  ibidem  habilantibus  et  habitaturis  et  cum  ómni- 
bus dominicaturis  honoribus  et  possessionibus  quibuscumque 
et  cum  terris  ómnibus  plantatis  seu  non  plantatis  heremis  el 
populatis  et  cum  montibus  et  planis  garrigiis  cumbis  sive  val- 
libus  el  cum  fluviis  rivis  seu  fontibus  ademprivis  talliis  et 
collectis  subsidiis  atque  questiis  bovalico  et  monelatico  et  cum 
justiliis  caloniis  districtibus  placilis  firmamenlis  et  stacamen- 
lis  et  cum  terliis  bannis  et  faticis  el  cum  mero  imperio  alquo 
mixto  et  cum  ómnibus  dominiis  seu  dominalionibus  potcslati- 
bus  (•(  jmisdicliouibiis  quibuscumqiio   ( t  cum    lozdi'^  passngÜR 


(  7r.  ) 

carnalagiis  et  mensuratico  atquc  pensó  et  cuín  hoslibus  exer- 
cilibus  et  cavalcatis  et  redemptionihus  eorundem  et  cum  pace 
el  guerra  et  cum  ómnibus  redditibus  exitibus  fruciibus  pro- 
ventibus  obventionibus  inventionibus  sive  trobis  et  cum  deci- 
mis  questiis  et  tertiis  ac  cum  ómnibus  terminis  perlinentüs  et 
adjacentiis  ómnibus  predictorum  omnium  et  singulorum  que 
vobis  damus  et  cum  ómnibus  alus  unirersis  et  singulis  que  nos 
ibidem  habemus  vel  habere  debemus  aut  possumus  ratione  dic- 
te venditionis  nobis  facte  et  que  ibidem  habebat  prelibatus 
quondara  comes  et  percipiebat  et  habere  et  percípere  consuevit 
seu  debuit  quibuscumque  modis  juribus  rationibus  vel  causis. 
Hanc  autem  donationem  el  concessionem  facimus  vobis  pres- 
cripto  infanti  Alfonso  filio  nostro  de  predictis  comitatu  et  vice- 
comitatu  et  alus  terris  castris  villis  locis  et  alus  predictis  sub 
modis  et  formis  ordinatis  per  dictum  quondam  comitem  in  diclo 
suo  ultimo  testamento  et  alus  etiam  conditionibus  et  retentio- 
níbus  infra  contentis  sicut  melius  dici  potest  et  intelligi  adves- 
trum  et  vestrorum  salvamentum  et  bonuminlellectum:  ita  quod 
ea  omnia  ex  predictis  que  dictus  quondam  comes  tenebat  et 
tenere  debebat  a  nobis  et  nostris  in  feudum  teneatis  vos  et  ves- 
tri  similiter  sub  premissa  et  infrascripta  forma  in  feudum  et 
ea  omnia  que  idem  comes  tenebat  et  tenere  debebat  pro  alo- 
dio vos  et  vestri  similiter  sub  premissa  et  "infrascripta  forma 
pro  alodio  teneatis.  Et  ne  super  bis  que  feuda  sunt  et  hiis  que 
allodia  sunt  ex  predictis  questiode  cetero  seu  dubium  valeatexo- 
riri  certificati  plenarie  de  predictis  declaramus  civitalem  Bala- 
garii  necnon  castra  et  loca  de  Acrimonte  de  Albesia  de  Me- 
nargis  et  de  Linesola  esse  feuda  nostra  sicque  vos  et  vestri 
sub  forma  supra  et  infra  declárala  teneatis  civitatem  et  castra 
seu  loca  ipsa  a  nobis  et  nostris  in  feudum:  alia  vero  castra  loca 
ville  et  alia  supra  dicta  que  et  quas  superius  vobis  damus  sunt 
alodia  et  per  alodium  tenentur  sicque  vos  el  vestri  ut  supra 
et  infra  continetur  ea  omnia  per  alodium  teneatis.  Sub  talibus 
tamen  conditione  retentione  modo  ct  forma  vobis  donationem 
et  concessionem  predictam  facimus  et  expresse  nobis  et  nostris 
retinemus  quod  in  predictis  comitatu  ct  vicecomitatu  ac  castris 
locis  villis  etlerris  etaliis  supradiclis  el  singulissuccedant  etsuc- 
roderedebcant  vobis  filius  vel  filii  masculi  expredicto  raatrimo- 


(77) 
nio  intor  vos  el  diclain  Theresiam  conlrahendo  procreandus 
seu  procreandi  ct  de  ipso  matrimonio  Olio  vel  flliis  masculis 
non  extantibus  succedant  vobis  íilius  vel  filü  masculus  vel  mas- 
culi  si  quera  vel  si  quos  ex  alia  matrimonio  legitimo  duxeritis 
procreandos.  Si  vero  contigerit  vos  vel  heredera  aut  heredes 
vestros  el  vestrorura  heredura  seu  successorum  quandocum- 
que  descedere  absque  filio  vel  filiis  másenlo  seu  masculis  ex 
prediclo  vel  alio  legitimo  raatrimonio  procréalo  seu  procrealis 
predicti  comilatus  el  vicecomilulus  etalia  castra  loca  ville  terre 
jurisdictiones  eí  dominia  ac  omnia  alia  et  singula  supradicla 
tan  alodialia  quam  feudalia  ad  nos  seu  ad  heredera  noslrum 
el  nostrorum  qui  pro  tempore  fuerit  qui  erit  rex  Aragonum  et 
comes  Barchinone  libere  et  absque  contradictione  et  irapedi- 
mento  quolibet  revertantur:  et  in  hoc  casu  volumus  et  ¡ad  hec 
nos  et  heredes  nostros  obligamus  quod  si  ex  predicta  Theresia 
aut  ex  alio  legitimo  matrimonio  filiara  vel  filias  vos  aut  vestri 
heredes  masculini  sexus  relinqueritis  masculis  non  relictis  nos 
et  nostri  teneamur  et  debearaus  ipsas  filias  sive  una  sive  plu- 
res  fuerint  in  matrimonio  juxta  earum  conditionem  honorabi- 
liter  enllocare  in  quo  casu  ut  est  dictum  predicti  comitatus  et 
vicecomitatus  et  alia  predicta  omnia  et  singula  ad  nos  et  nostros 
ut  predicitur  libere  revertantur.  Preterea  ex  causa  hujus  dona- 
tionis  et  concessionis  damus  et  cedimus  vobis  et  vestris  sub 
modis  formis  conditionibus  et  retentionibus  supra'  conten tis 
omnia  jura  nostra  voces  et  actiones  nobis  ratione  dicte  vendi- 
tionis  pertinentes  et  pertinere  debentes  in  predictis  que  vobis 
damus  et  contra  quascumque  personas  et  res  ratione  eorum: 
quibus  possitis  uti  agere  et  experiri  in  judicio  et  extra  queraad- 
modura  nos  possemus  ante  hujusmodi  donationera  constituen- 
tes  vos  et  vestros  ut  predicitur  in  hiis  oranibus  et  singulis  do- 
minos  et  procuratores  ut  in  rem  véstram  propriam  sub  forraa 
superius  expressata  salvis  tamen  nobis  et  nostris  in  hiis  que 
ut  predicitur  pro  nobis  tenentur  in  feudum  potestate  et  potes- 
tatibus  dominio  ac  dominiis  et  alus  quibuslibet  juribus  in  eis 
nobis  perlinentibus  ratione  alodiarii  dominií  ac  etiam  polestatis 
el  quod  vos  et  vestri  raasculini  sexus  ut  predicitur  prestetis  et 
prestare  tenearaini  nobis  el  nostris  pro  predictis  feudis  homa- 
"iura  ore  el  manibus  secundum  Uiíaticos  Barchinone  et  Consue- 


(78) 
tudinos  Calalonie.  Teneamini  otiam  nobis  el  nostris  vos  oÁ  ves- 
trí  masculini  sexus  ut  prescribitur  daré  irati  ot  pacaü  de  pre- 
dicüs  feudis  potestatem  et  potestates  secundum  predictos  Usa- 
ticos  Baichinone[et  Consuetudines  Catalonie  quandocumque  el 
quolienscumque  eam  vel  eas  duxerimus  requirendas  el  alia 
eliam  faceré  et  coraplere  que  in  rebus  feudalibus  requiruntur 
per  vassallum  fieri  domino  feudi.  Volumiis  preterea  ac  eliam 
retinemus  quod  compositio  sive  redemptio  olim  facta  inler  nos 
ex  parle  una  et  dictum  quondam  comitem  Urgelli  ex  altera 
super  mero  et  mixto  imperio  et  alia  jurisdictione  quorundum 
castrorum  et  locorum  sil  et  remaneat  in  sua  firmitale  et  ro- 
bore prout  in  carta  inde  facta  nostri  sigilli  et  sigilli  etiam 
dicti  comitis  munimine  robórala  plenius  continetur  ita  quod  vos 
diclus  infans  Alfonsus  et  filius  vestri  el  vestrorum  masculini 
sexus  sub  predicta  forma  teneatis  pro  nobis  et  nostris  perpetuo 
in  feudum  merum  et  mixtum  imperium  et  aliam  jurisdiclionem 
castrorum  et  locorum  predictorum  sicut  lenebitis  et  tenere  de- 
bebitis  Balagarium  et  alia  que  pro  nobis  tenebilis  in  feudum 
queque  superius  declárala  sunt  prout  in  predicta  carta  compo- 
sitionis  et  transactionis  plenius  est  expressum.  Ad  hec  nos  in- 
fans Alfonsus  predictus  confitentes  sub  virtute  juramenli  infe- 
rius  per  nos  prestiti  excessisse  elalem  XIIII  annorura  et  ultra 
recipientes  cum  reverentia  ét  filiali  subjeclione  á  vobis  exel- 
lentissimo  principe  et  domino  domino  Jacoboüei  gratia  rege  Ara- 
gonum  supradicto  domino  et  paire  meo  carissimo  gratiam  do- 
nationem  et  concessionem  prediclas  cum  modis  forrais  condi- 
tionibus  et  retentionibus  supra  scriptis  ac  eisdem  ómnibus  et 
singulis  prout  superius  latius  et  clarius  continentur  consen- 
tientes  expresse  convenimus  et  promillimus  vobis  dicto  domino 
regi  presenil  et  recipienli  et  veslris  modos  formas  condiliones  et 
retentiones  prescriptas  attendere  et  complere  ac  perpetuo  per  nos 
ct  noslros  inviolabiter  observare.  Et  hec  omnia  et  singula  jura- 
mus  per  Deum  et  ejus  sánela  IIII  evangelia  manibus  nostris  cor- 
poraliter  tacta  attendere  et  complere  et  in  aliquo  nunquam  con- 
travenire  el  etiam  pro  prediclis  feudis  superius  declaratis  que 
a  vobis  teneraus  et  a  vestris  perpetuo  tenere  debemus  nos  et 
noslri  sub  modis  formis  conditionibus  et  retentionibus  supra- 
dicüs  facimus  vobis  de  presentí  homagium  ore  et  manibus  rom 


(  79) 
mondalum  jiix(a  Usalicos  Barchinone  el  ConsueUidincs  Caibalo^ 
nie.  Ad  hujus  aiileni  rei  meraoriain  et  perpctuam  íirmitatem 
facta  sunt  inde  dúo  consimilia  instrumenta  alterum  habendum 
et  tcnendum  per  antefatum  dorninum  regem  et  alterum  ha- 
bendum et  lenendum  per  dominum  infanlem  Alfonsum  pres- 
ciiptum.  Que  sunt  acta  in  civilate  Ilerde  in  ecclesia  Sedis  civi- 
tatis  ipsius  dic  dominica  qua  computabatur  IV  idus  novembris 
anuo  Doraini  M.CCC.XIIII.— Sig>í<num  Jacobi  Dei  gratia  regis 
Aiagonum  Valencie  Sardinie  et  Corsice  ac  comitis  Barchinone 
qui  predicta  laudamus  concedimus  et  firmamus  presensque 
instrumentum  munimine  bulle  nostre  plumbee  jussimus  corro- 
borari.— Sig>j<num  infantis  Alfonsi  predicti  qui  premissa  lau- 
damus concedimus  et  flrmaraus  sigillumque  nostrum  appendi- 
cium   huic  instrumento  jussimus  apponendum. 

Premissis  autem  ómnibus  fuit  preseus  inclitus  dominus  in- 
faps  Jacobus  memorati  domini  regis  primogenitus.— Fuerunt 
etiam  presentes  testes  reverendi  ac  venerabiles  in  Christo  pa- 
ires G.  Tarraconenssis  \rchiepsicopus  frater  G.  Episcopus  lUer- 
densis  ac  frater  Andreas  Populeti  et  frater  Petrus  Sanctarum  Cru- 
cummonasteriorum  abbates  nobiles  Philippus  de  Saluciis  G.  de 
En  tenca  G.  de  Montecateno  Otto  de  Montecateno  Geraldus  de 
Capraria  G.  de  Angularia  Berengarius  de  Angularia  Bernar- 
dus  de  Angularia  Petrus  de  Queralto  Pontius  de  Ribelles  G. 
de  Erillo  et  milites  Berengarius  de  Almenara  Berengarius  de 
Sánelo  Vincentio  G.  de  Sancto  Vincentio  Bernardus  de  Pera- 
mola  Bernardus  de  Guardia  Galcerandus  de  Curte  Arnaldus 
de  Azlor  Gondisalvus  Garcia  Bernardus  de  Fonollario  Petrus 
Pomar  Acardus  de  Muro  Petrus  de  Meylat  Vitalis  de  Vilano- 
va  Dalmatius  de  Pontonibus  Berengarius  de  Rajadello  G.  de 
River  Raimundus  de  Podioviridi  G.  de  Sánela  Columba  et  A, 
de  Murello  el  A.  de  Gerunda  ac  quamplures  alii  in  ipsius  Se- 
dis ecclesia  congregati. — Sigijinum  mei  Bernardi  de  Aversone 
dicti  domini  regis  notarii  et  publici  ttiam  auctoritale  sua  per 
totam  terram  et  dominalionem  ejusdem  qui  predictis  interfui 
et  hec  scribi  feci  et  clausi  loco  die  et  anno  prefixis. 


(80  ) 

Eii  el  mismo  dia  y  poco  después  de  hecha  la  donación, 
se  firmaron  los  capítulos  entre  el  infante  y  doña  Teresa, 
la  cual  ,  con  consentimiento  de  doña  Elvira  de  Antillon, 
abadesa  del  monasterio  de  Casues,  en  el  reino  de  Aragón, 
SQ  tia,  de  don  Guillen  de  Entenca  ,  de  don  Guillen  de 
Moneada,  de  don  Guillen  de  Anglesola,  don  Ponce  de  Ri- 
belles,  parientes  suyos,  y  de  Guillen  de  Valsenis,  sacrista,  y 
Pedro  de  Ayvar  pavorbe  de  Huesca,  tutores  suyos,  le  dio 
en  dote  todos  los  castillos  y  villas  tenia  en  el  reino  de  Ara- 
gón y  Valencia,  exceptos  la  villa  de  Cestalgar,  en  Valencia, 
y  los  lugares  y  heredamientos  de  Navarra,  que  quedaron  por 
entonces  en  poder  de  los  testamentarios  de  su  padre  y 
abuelo,  para  cumplir  el  testamento  de  ellos.  Heredó  de 
su  dote  al  hijo  que  nombraría  de  aquel  matrimonio,  y  para 
testar  se  reservó  cincuenta  mil  sueldos  jaqueses,  y  no  que- 
dando hijos,  sino  hijas,  se  reservaron  los  dos,  para  disponer, 
diez  mil  libras  jaquesas.  El  infante  le  hizo  esponsalicio  de 
cien  rail  sueldos  jaqueses,  y  que  si  muerto  él,  quisiera  la 
mitad,  que  se  la  tengan  de  dar  para  poder  disponer  de  ella 
á  su  voluntad,  y  no  tomándola,  ó  tomando  la  mitad,  vuel- 
van la  otra  mitad  los  herederos  del  infante,  y  para  mayor 
seguridad  de  ellos,  le  dio  los  castillos  y  lugares  de  Castelló 
de  Farfanya,   Os  y  Tartareu. 

En  el  entretanto  que  el  rey  entendia  en  esto,  doña  Mar- 
garita, condesa  de  Foix,  mujer  que  fué  del  conde  Roger 
Bernat  é  hija  de  Gastón  de  Moneada,  señor  de  Bearn,  so- 
licitaba al  rey  que  diese  el  vizcondado  de  Ager  á  su  hijo 
Gastón  y  baronía  de  Moneada;  y  el  rey,  que  estaba  disgus- 
tado de  él,  no  lo  quería  hacer,  y  ella  enfadada  se  lo  escri- 
bió de  manera  ,  que  obligó  al  rey   á  que   le  dejase   claro 


(81  ) 
que  él  giistariu  que  las  acciones  de  su  hijo  fuesen  talos  (lue 
llegasen  á  merecer  de  gracia  y  por  merced  la  baronía  de 
Moneada,  y  que  si  por  sus  méritos  no  viene  á  ser  me- 
recedor de  su  gracia  y  merced  que  le  desea  hacer,  le  cer- 
tifica que  no  dejará  de  hacer  por  via  de  justicia  todo  lo 
que  deberá  y  fuese  justo.  Esto  pasó  á  28  de  octubre  de 
este  año  1314;  y  el  dia  de  santa  Lucía,  que  es  á  13  de  di- 
ciembre de  este  mismo  año,  murió  el  de  Foix,  dejando  tres 
hijos  y  tres  hijas,  que  el  mayor  de  todos  no  pasaba  de  siete 
años,  y  esto  fué  parte  para  que  los  demás  pretensores  disi- 
mularan, habiendo  faltado  el  mas  principal  de  ellos,  y  el 
infante  gozó  con  mucha  paz  y  sosiego  del  condado  y  de- 
más tierras  tenia. 

Duró  esta  paz  y  sosiego  hasta  el  año  1319,  en  que  se 
movió  la  guerra  entre  el  infante  don  Alfonso,  de  una  parte, 
y  Ramón  Folc,  vizconde  de  Cardona,  Ramón  y  Guillen,  sus 
hijos,  Ramón  de  Cardona,  señor  de  Tora,  el  conde  de  Am- 
purias  y  otros  que  pretendian  ciertos  castillos  y  pueblos  del 
condado  ,  que  ya  cuando  murió  el  conde  Armengol  los 
quisieron  cobrar,  y  ya  por  haber  faltado  el  conde  de  Foix, 
que  era  el  principal  pretensor,  ya  por  otras  causas,  aguar- 
daron hasta  este  año;  y  estaban  ya  desafiados  todos  los  ca- 
balleros y  ricos  hombres,  que  seguian  los  unos  las  partes  de 
los  otros;  y  el  infante  don  Alfonso  se  estaba  en  la  ciudad 
de  Balaguer  ,  aparejándose  para  la  defensa ;  y  el  infante 
don  Juan,  su  hermano,  que  habia  por  este  tiempo  sido  ele- 
gido arzobispo  de  Toledo,  puso  entre  ellos  treguas  de  diez 
dias,  y  porque  no  se  pudieron  concertar  de  sus  diferencias, 
el  rey  les  requirió  que  cesasen  de  la  guerra,  y  cuando  no, 
procedería  contra  ellos  según  Usajes  y  derecho  de  Catalu- 
TOMO  X.  6 


(8Í2) 
ña,  sefiuladamente  contra  don  Ramón  de  Cardona,  [uimo 
del  vizconde,  que  era  muy  valeroso  y  guerrero,  que  por  es- 
te tiempo  se  fué  á  Italia,  y  su  partida  fué  gran  causa  se 
concertasen  sus  diferencias,  y  mas,  que  este  mismo  año  fué 
el  infante  don  Alfonso  jurado  por  primogénito  y  sucesor 
en  estos  reinos,  y  el  de  Cardona  no  quiso  tener  guerra  con 
quien  habia  de  ser  su  rey  y  señor.  Dice  Zurita  que,  por 
haber  ido  don  Ramón  de  Cardona  á  servir  otro  príncipe, 
sin  su  licencia,  el  rey  le  quiso  quitar  las  caballerías,  y  du- 
dando si  lo  podia  hacer,  el  Justicia  de  Aragón  le  aconsejó 
que  sí. 

El  infante  don  Jaime,  hijo  primogénito  del  rey,  estaba 
ya  jurado  en  Aragón  y  Cataluña  por  inmediato  sucesor  del 
rey,  su  padre;  y  movido  de  nuevo  fervor,  declaró  que  no 
queria  ser  rey  ni  casarse,  sino  tomar  el  hábito  de  la  or- 
den de  3Iontesa,  recien  fundada,  y  esto  con  grandes  veras 
y  resoluciones;  y  aunque  el  rey,  su  padre,  hizo  lo  que  pu- 
do y  supo  para  apartarle  de  aquel  propósito,  hasta  asegu- 
rarle que  desde  luego  renunciaria  en  su  favor  el  reino  y  se 
lo  daria  en  mano,  y  se  retiraria  en  el  monasterio  de  Santas 
Cruces,  pero  no  acabó  nada:  solo  alcanzó  con  él  que  oyese 
misa  con  la  infanta  doña  Leonor,  hija  del  rey  don  Fernan- 
do de  Castilla  y  de  León,  que  habia  venido  para  desposar- 
se con  él,  por  haber  ya  muchos  dias  que  este  matrimonio 
estaba  concertado.  Oyeron  misa  en  la  villa  de  Gandesa;  y 
al  dar  la  paz,  no  quiso  llegarse  á  ella,  antes  el  rey,  su  pa- 
dre, se  la  dio,  y  él,  luego  que  fué  acabada  la  misa,  se  salió 
del  lugar  y  se  vino  acompañado  de  algunos  á  un  lugar  lla- 
mado el  Ledo,  donde  comió  aquel  dia,  y  el  rey  se  quedó 
en  Gandesa   con  la  novia.   Volvió  otra  vez   á  ofrecerle  el 


(  85  ) 
reino;  pero  aprovechó  poco,  porque  perseveraba  en  (juerel' 
renunciar  la  primogcnitura,  como  á  la  postre  lo  hizo,  v 
doña  Leonor  se  hubo  de  volver  á  Castilla,  y  después,  comu 
veremos,  por  muerte  de  la  infanta  doña  Teresa,  vino  á  ca- 
sar con  el  infante  don  Alfonso,  siendo  ya  rey  de  Aragón. 
El  rey,  desconsolado  del  desapego  del  infante,  se  vino  á 
Tarragona,  donde  habia  mandado  convocar  cortes,  y  á  23 
de  diciembre  de  este  año  de  1319,  en  la  iglesia  de  predi- 
cadores y  en  presencia  de  mucha  nobleza  que  habia  acudi- 
do allá,  con  auto  solemne  emancipó  al  infante,  y  él  re- 
nunció la  primogcnitura  y  absolvió  á  todos  del  juramento  y 
homenaje  que  le  habian  hecho  como  á  primogénito.  Aceptó 
el  rey  esta  renunciación,  y  luego  tomó  el  hábito  de  la  reli- 
gión de  san  Juan,  porque  ya  que  queria  ser  religioso,  quiso 
el  rey  que  fuese  de  una  religión  que  profesase  luego,  y  no 
se  pudiese  el  otro  dia  salir  de  ella  é  inquietar  estos  rei- 
nos; y  profesó  luego  en  el  mismo  monasterio  ,  en  la  ca- 
pilla de  Santa  Catalina,  asistiendo  el  prior  de  Cataluña 
y  muchos  caballeros  de  aquella  orden,  en  que  perseveró 
poco  tiempo,  y  se  pasó  á  la  de  Montesa.  Su  manera  de 
vivir,  que  después  fué  muy  libre  y  poco  compuesta,  dio 
ocasión  de  creer  que  aquello  que  hizo  no  fué  devoción, 
sino  liviandad. 

Hecho  esto,  luego  los  prelados,  caballeros  y  los  que  es- 
taban allá  y  se  habian  hallado  en  aquellas  cortes,  juraron 
el  infante  don  Alfonso,  que  estaba  presente,  por  primogé- 
nito, heredero  y  sucesor  en  los  reinos ,  después  de  los  feli- 
ces dias  del  rey,  su  padre,  y  le  besaron  la  mano  los  infan- 
tes, sus  hermanos,  y  los  ricos  hombres  y  demás  que  allí 
estaban,  y  dejó  las  armas  é  insignias  de  conde,    y  de  aquí 


(  84  ) 
adelante  se  intituló  Alfonso,  del  alto  señor  rey  de  Aragón 
primogénito  y  procurador  general,  conde  de  Urgel;  y  el 
año  siguiente,  á  15  de  setiembre,  fué  jurado  en  Zaragoza, 
y  entonces  el  vizconde  de  Cardona,  como  sabio  y  cuerdo  que 
era,  dejó  las  armas  y  no  quiso  tener  guerra  con  quien  ha- 
bía de  ser  su  rey  y  señor. 

Poco  antes  de  esto,  domingo,  á  5  de  setiembre  de  este  año 
1319,  parió  la  infanta  en  la  ciudad  de  Balaguer,  en  los 
cuartos  bajos  del  gran  palacio  del  castillo  (así  lo  dice  el  rey), 
al  rey  don  Pedro,  que  llamaron  el  Ceremonioso,  y  fué  bau- 
tizado luego  en  el  mismo  aposento  do  nació,  porque  se  te- 
mia  de  su  vida,  por  haber  nacido  de  siete  meses,  y  pensa- 
ron que  no  viviria  muchas  horas:  su  padrino  fué  don  Ot 
de  Moneada,  hermano  de  la  reina  doña  Elizen  de  Moneada, 
que  fué  última  mujer  del  rey  don  Jaime.  Llamáronle  Pe- 
dro ,  por  devoción  del  apóstol  y  en  memoria  del  rey  don 
Pedro,  su  bisabuelo,  y  pasó  siendo  niño  grandes  trabajos,  y 
él  mismo  escribe  en  su  historia,  que  en  un  año  mudó  sie- 
te amas. 

Perseveraba  todavía  la  condesa  doña  Margarita  de  Foix 
en  la  pretensión  del  vizcondado  de  Ager,  y  daba  pública- 
mente quejas  Contra  del  rey,  y  mas  en  la  corte  romana,  don- 
de eraoida,  y  los  que  no  sabian  lo  que  habia  de  por  me- 
dio juzgaban  mal  del  rey;  y  él,  por  informar  al  papa  de 
lo  que  habia  en  esto,  le  envió  á  Gerardo  de  Rocabertiyá 
don  Juan  López,  arcediano  de  Calatayud,  con  orden  que, 
cesando  la  condesa  de  sus  quejas,  disimulasen,  y  perseve- 
rando en  ellas,  informasen  al  papa,  haciéndole  sabedor  de 
la  donación,  y  falsedad  habia  en  ella;  y  sobre  esto  les  es- 
cribió largamente,  á  5  de  las  nonas  de  mayo  de  1320. 


(  8;;  ) 

En  este  mismo  año  mandó  el  rey  convocar  cortes  en  la 
ciudad  de  Zaragoza,  para  que  en  ellas  fuese  jurado  el  inlante 
don  Alfonso,  su  hijo,  por  primogénito;  y  juntos  los  prelados, 
caballeros,  ricos  hombres  y  los  demás  que  suelen  entreve- 
nir  en  ellas,  en  la  iglesia  de  san  Salvador,  un  lunes,  á  15 
de  setiembre,  llamaron  al  infante  don  Jaime,  que  no  vmo 
en  ellas,  y  con  información  que  se  tomó  de  la  renuncia- 
ción que  habia  hecho,  juraron  al  infante  don  Alfonso  por 
primogénito,  heredero  y  sucesor  de  los  reinos,  y  por  rey, 
después  de  los  dias  de  su  padre,  y  él  luego,  con  gran  so- 
lemnidad, hizo  juramento  de  guardar  las  libertades,  privi- 
legios, fueros  y  costumbres  y  unión  de  los  reinos  de  la 
Corona,  para  que  de  aquella  hora  en  adelante  no  se  se- 
parasen de  ella. 

En  estas  cortes,  y  á  23  del  mes  de  octubre,  hizo  el  rey 
merced  al  infante  don  Alfonso  del  castillo  y  villa  de  Luna, 
que  habia  sido  de  don  Ruy  Giménez  de  Luna,  caballero 
muy  principal  y  rico  hombre  de  Aragón. 

Habia  muchos  años  que  deseaba  el  rey  entender  en  la 
conquista  deCerdeña  y  añadir  á  su  corona  aquel  reino  é  isla; 
pero  reparaba,  por  no  saber  á  quien  encomendaria  aquella 
gran  empresa.  Él  en  persona  no  podia  ir,  por  ser  viejo,  y 
lo  fué  difiriendo  hasta  estos  tiempos,  en  que  lo  encomen- 
dó al  infante  don  Alfonso,  su  hijo,  cuyo  ánimo  era  aun  pa- 
ra cosas  mayores.  Pertenecia  esta  conquista  al  rey,  por  con- 
cesión que  en  el  año  de  1297  le  hizo  el  papa  Bonifacio 
VIH,  cuando  el  rey  fué  á  Roma;  y  la  tenian  entonces  los 
písanos   usurpada. 

Fueron  estas  islas  de  los  emperadores  orientales,  y  en 
el  año  720,  los  sarracenos  de  África,  gente  bárbara  v  fiera, 


(  8tí) 
ias  sojuzgaron,  poniéndolas  á  sangre  y  fuego,  y  profanando 
Codos  los. templos  de  elUis  con  estraña  crueldad:  poseyé- 
ronlas hasta  el  año  730,  que  Luitprando,  rey  longobardo, 
los  echó  de  ellas;  y  sus  sucesores  las  poseyeron  hasta  los 
años  de  774,  que  Cario  Magno  venció  y  prendió  á  Desiderio, 
rey  do  ellos,  y  dio  la  isla  al  pontífice  romano.  Entonces 
los  pisanos  pretendieron  á  Cerdeña,  por  estaren  el  mar 
Tirreno,  de  la  provincia  de  Toscana,  de  que  la  ciudad  de  Pi- 
sa era  cabeza;  y  también  porque Phorcio,  que  fué  el  primer 
rey  de  aquella  isla,  era  de  la  provincia  de  Toscana;  y  así 
se  la  usurparon  contra  voluntad  délos  pontífices,  y  la  tuvie- 
ron hasta  el  año  1297,  que  el  papa  Bonifacio  VIII  dio  la 
conquista  de  ella  al  rey  don  Jaime;  el  cual,  aunque  de- 
seaba mucho  entender  en  esto  y  se  lo  solicitaba  al  rey  ca- 
tólico de  Ñapóles,  por  cuyas  persuasiones  pensaban  los  gücl- 
fos  que  el  rey  entenderia  en  ello,  y  también  las  señorías 
de  Florencia  y  Luca,  que  estaban  mal  con  la  de  Pisa;  pero 
como  esta  guerra  habia  de  ser  contra  los  gibilinos,  á  quien 
su  padre  y  hermano  habian  siempre  favorecido,  y.  ellos  le 
liabian  favorecido  en  la  conquista  de  Sicilia,  y  por  otras 
razones,  no  quiso  entender  en  ello  por  aquella  vez.  Sobre- 
viniéronle al  rey  tantas  ocupaciones  v  negocios,  que  no  le 
fué  posible  de  muchos  años  entender  en  esto,  como  deseaba, 
hasta  estos  tiempos  de  ahora,  que  lo  encomendó  al  infante 
don  Alfonso,  asegurado  que  habia  de  salir  de  ello  como 
coníiaba. 

Es  Cerdeña  isla  situada  en  medio  del  mar  Mediterráneo: 
tiene  al  oriente  á  Italia,  á  mediodia  á  África,  á  poniente 
el  mar  Sardo  y  al  septentrión  la  isla  de  Córcega :  os  en 
grandeza    casi   igual  á   la  de   Sicilia  >   aunque   no  lai»  po- 


(87  ) 
blada:  su  ligura  es  tomo  utiu  suela  de  zapato;  tieiK  de  cir- 
cuito 562  millas,  según  opinión  de  Bolero;  tiene  cabe  sí 
cuarenta  y  cuatro  islas,  aunque  todas  despobladas.  Está  toda 
la  isla  rodeada  de  muchas  y  diversas  torres,  que  á  mas  de  her- 
mosearla, la  guardan  de  turcos,  moros  y  corsarios:  su  sitio, 
por  la  parte  que  mira  á  Córcega,  es  áspero  y  fragoso,  y  por 
la  parte  de  África,  llano:  es  toda  ella  abundantísima  de  trigo, 
y  se  saca  con  gran  abundancia  para  España  é  Italia,  y  produ- 
jera mas,  si  mas  se  cultivara:  cria  mucho  ganado  y  vino  exce- 
lentísimo y  aceite,  todo  en  abundancia;  tiene  infinita  caza,  y 
hay  muchos  muflones,  que  no  se  hallan  en  otra  parte,  y  dan 
muy  grande  provecho;  no  se  crian  allí  lobos  ni  otros  animales 
nocivos,  salvo  raposas;  cria  muchos  caballos  y  jumentos; 
tiene  sus  minerales  de  oro  y  plata,  salinas  y  baños  de  aguas 
calientes,  y  en  el  mar,  coral  finísimo  en  abundancia;  des- 
cúbrense  en  ella  muchas  y  muy  grandes  ruinas,  que  deno- 
tan lo  que  fué  en  tiempos  pasados;  tiene  el  dia  de  hoy  tres 
arzobispados  y  cuatro  rispados,  y  en  tiempos  atrás  tenia 
mas:  usan  lengua  propia  ;  Cáller  es  la  ciudad  metrópoli, 
do  reside  el  virey  y  la  corte ;  y  finalmente  ,  después  de 
Sicilia,  es  la  mejor  isla  de  todo  el  mar  Mediterráneo. 

Tuvo  el  rey  don  Jaime  muchas  ocasiones  de  emprender 
esta  conquista,  y  fué  solicitado  y  rogado  de  muchos  señores 
y  repúblicas  de  Italia,  que  aborrecian  los  pisanos  y  desea- 
ban verlos  fuera  de  ella.  Ofreciéronle  al  rey  dineros,  navios, 
gente  y  todo  el  favor  posible  para  ello;  pero  no  lo  aceptó, 
porque  esta  conquista  la  dejaba  para  sí  solo,  pues  era  po- 
deroso, ayudado  de  sus  vasallos,  para  salir  con  ella;  y  resuel- 
to esta  vez  á  emprender  lo  que  otra  habia  escusado,  convocó 
cortes  álos  catalanes  en  la  ciudad  de  Gerona,  y  en  ellas  les 


'  i 


( w ) 

(ííó  cuenta  de  su  pensamiento,  pidiendo  ayuda.  Sirvióle  todo 
el  principado  con  el  amor  y  largueza  que  suele,  y  el  rey  de 
Mallorca  le  sirvió  con  20  galeras  armadas  y  pagadas  á  su  cos- 
ta, por  cuatro  meses,  y  los  reinos  de  Aragón  y  Valencia  hicie- 
ron lo  mismo.  El  infante  se  vino  á  Barcelona  y  sacó  el  estan- 
darte real,  con  aquella  solemnidad  que  solian  cuando  los  reyes 
en  persona  salian  á  alguna  guerra.  Era  mucha  la  prisa  que  da- 
ban el  rey  y  el  infante  para  la  partida;  y  el  rey  se  vino  á  Tor- 
tosa,  donde  estaba  como  en  medio  de  sus  reinos,  para  mejor 
acudir  alas  cosas  de  Cataluña,  Valencia  y  Aragón;  y  queria 
que  aquel  verano,  que  era  el  del  año  1322,  se  partiera  la  ar- 
mada; pero  sobrevinieron  estorbos  que  lo  dilataron  á  la  pri- 
mavera, y  en  el  entretanto  envió  á  don  Dalmau,  vizconde 
de  Rocaberti,  y  á  don  Guillen  de  Rocaberti,  su  tio,  Ber- 
trán de  Castellet  y  Hugo  de  Santa  Pau ,  con  ciento  ochen- 
ta hombres  de  á  caballo  y  algunos  almogávares,  para  so- 
correr á  Hugo,  juez  de  Arbórea,  señor  sardo,  que  solici- 
taba este  viaje  con  grandes  veras ,  porque  los  pisanos  le 
querian  mal  y  tenian  usurpado  lo  mejor  de  su  estado.  Ha- 
bia  entonces  muchos  mercaderes  de  Barcelona,  Tarragona, 
Tortosa  y  Valencia  y  Otros  lugares,  vasallos  del  rey  y  del  de 
Mallorca,  que  negociaban  y  trataban  en  tierra  de  pisanos: 
mandóles  el  rey  notificar  esta  conquista,  porque  en  tiempo 
se  retirasen  y  pusiesen  en  cobro,  y  no  fuesen  empachados  ó 
detenidos,  negociando  en  tierras  de  pisanos;  y  aunque  ellos 
fueron  muy  diligentes,  pero  no  tanto,  que  no  cogieran  al- 
gunos. Hallo  en  memorias  de  estos  tiempos  que  á  Ramón 
de  Valí,  Guillermo  Bastida,  Bertrán  de  Valí  y  Arnaldo  Bas- 
tida, mercaderes  de  Barcelona,  cogieron  diez  mil  ochocien- 
tas y  dos  libras  trece  sueldos  dos  dineros,  moneda  barce- 


(89) 
lonesa;  y  después  los  infantes  don  Alfonso  y  doña  Teresa 
se  los  consignaron  sobre  la  moneda  que  se  batia  en  la  seca 
de  Villa  de  Iglesias ,  en  la  isla  de  Cerdeña:  y  parece  en  un 
registro  del  infante,  con  sus  letras  dadas  en  Balaguer,  á 
3  de  las  nonas  de  julio,  y  con  otras  de  la  infanta,  dadas  en 
Teruel,  á  6  de  los  idus  de  diciembre  de  1326. 

Nombró  el  rey  por  almirante  á  don  Francisco  Carroc  , 
varón  muy  experimentado  en  cosas  de  guerra  y  navales.  El 
gasto  que  se  le  ófrecia  al  rey  era  grande,  y  aunque  todos 
los  reinos  de  la  Corona  le  sirvieron  de  buena  gana  en  lo 
que  pudieron,  pero  no  pudo  ser  tal  el  servicio,  que  bastara 
para  pagar  tan  gran  gasto:  entonces  se  valió  de  los  dineros 
tenian  las  albaceas  del  testamento  del  conde  don  Armengol, 
y  en  diversas  veces  les  tomó  prestados  mas  de  cien  mil  suel- 
dos jaqueses,  que  aunque  destinados  para  cumplir  la  vo- 
luntad del  difunto,  se  los  prestaban  al  rey  de  buena  gana, 
porque  con  la  misma  daba  orden  "y  cartas  de  donde  pudie- 
ran ser  pagados.  Todo  el  condado  le  valió  con  grandes  su- 
mas de  dinero:  Camarasa  y  Cubells  sirvieron  con  nueve  mil 
sueldos  jaqueses,  Santa  Linya  con  mil,  y  asilos  demás,  se- 
gún la  posibilidad  de  cada  uno.  Trató  entonces  el  rey  de 
vender  la  baronía  de  Entenga  ,  del  principado  de  Cata- 
luña, que  pocos  dias  habia  le  dio  don  Guillen  de  Enten- 
ía,  al  arzobispo  de  Tarragona;  y  al  de  Zaragoza  muchos  lu- 
gares y  rentas  ae  gran  consideración.  Las  fiestas  de  Navi- 
dad pasó  el  rey  en  Tarragona,  y  estando  aquí,  mandó  que 
los  caballeros  y  ricos  hombres  y  todos  los  que  habian  de  ir 
con  el  infante  se  jufitaran  en  Port-fángós,  que  era  un  puer- 
to muy  grande  y  capaz,  que  estaba  á  la  boca  del  rio  Ebro  *• 
V  era  el  mas  frecuentado  de  toda  Cataluña,  muy  acomodado 


(00  ) 
para  recoger  gente  y  vituallas,   aunque  después  las  avenidas 
del  rio   Ebro  del  todo  le  han  cegado.   De  los  reinos   de 
Aragón,  Cataluña  y  Valencia  vino  mucha  gente  noble:  mu- 
chos nombra  Zurita,  y  así  los  dejo. 

Esta  armada  dio  no  poco  cuidado  á  todos  los  príncipes  y 
estados  de  Italia,  y  mas  al  rey  Roberto  de  Ñapóles;  que 
aunque  se  publicó  para  Cerdeña,  no  lo  quisieron  creer,  por- 
que estaban  escarmentados  del  rey  don  Pedro,  abuelo  del 
rey,  que  habiendo  publicado  la  conquista  de  África,  salió 
con  la  de  la  isla  de  Sicilia.  Los  pisanos,  señores  de  Cerde- 
ña, fueron  los  que  mas  temieron,  y  buscaron  medios  con  el 
rey  para  que  desistiera  de  lo  comenzado  y  volviera  sus  fuerzas 
contra  infieles.  Sobre  esto  fué  Vidal  de  Vilano  va,  caballero 
catalán,  á  Roma,  á  suplicar  al  papa  no  le  estorbase  aque- 
lla empresa,  porque  le  pesaba  que  expeliese  á  los  pisanos 
de  aquella  isla,  y  habia  hecho  todo  lo  posible  para  desviar 
al  rey  de  aquel  pensamiento,  y  aun  le  prometia  pagar  los 
gastos  hechos,  que  eran  muchos;  pero  nada  fué  bastante  para 
que  mudase  de  intento. 

Antes  de  partirse,  nombraron  los  infantes  por  procura- 
dor general  y  gobernador  del  condado  de  Urgel  y  vizcon- 
dado  de  Ager  y  de  todas  su5  tierras  y  señoríos,  á  Ferrer 
Colom,  del  consejo  del  rey,  que  era  canónigo  de  la  Seo  de 
Lérida  y  rector  de  la  ciudad  de  Balaguer,  y  gobernó  mu- 
chos  años  toda  aquella  tierra  á  gusto  y  satisfacción  del  rey 
y  de  los  infantes,  y  con  contento  del  pueblo,  y  perseveró 
hasta  el  año  1332,  ó  poco  mas,  que  fué  nombrado  obispo 
de  Lérida,  y  en  su  lugar  sucedió  Ferrerde  Abel  la,  de  quien 
después  hablaremos. 

Estaba  ya  el  infante  en  el  mes  de  mayo  en  Barcelona,  y 


(  01  ) 
desde  allí,  con  veinte  galeras  y  otros  navios,  pasó  á  l^ort- 
fangos,  con  la  infanta  doña  Teresa,  su  mujer;  y  pocos  dias 
después  el  almirante  Francisco  •  Carro? ,  con  veinte  galeras 
armadas  en  Valencia  y  otras  tantas  del  rey  de  Mallorca, 
sin  muchas  naves  y  bajeles  que  llegaban  cada  dia:  y  era  tan 
grande  y  general  el  contento  que  todos  tenían  de  esta  em- 
presa, y  acudia  la  gente  en  tan  gran  número,  que  fueron 
tres  veces  mas  de  los  que  pensaban,  lo  que  es  de  maravi- 
llar, porque  sabian  todos  que  iban  á  una  tierra  mal  sana  y 
de  ruines  aires.  Dice  Ramón  Montaner,  testigo  de  vista  de 
lo  que  pasó  en  esta  ocasión,  que  quedaron  en  Port-fangós 
mas  de  veinte  mil  hombres  de  armas,  por  falta  de  bajeles. 
Asistieron  á  la  embarcación  el  rey  y  la  reina  y  los  infantes 
sus  hijos;  y  el  rey,  antes  de  embarcar,  dijo  al  infante  su  hijo, 
que  le  encomendaba  un  privilegio  que  Dios,  por  su  mise- 
ricordia, habia  encomendado  á  la  casa  real  de  Aragón,  se- 
llado con  sello  de  oro,  claro  y  limpio  y  no  corrompido  ni 
viciado,  y  era  que  el  estandarte  de  ella  jamás  habia  sido 
vencido,  excepto  una  vez  que,  por  culpa  de  quien  lo  llevó, 
se  perdió:  y  dicen  que  lo  dijo  por  el  rey  don  Pedro,  que 
murió  en  la  guerra  y  fué  por  culpa  suya,  y  le  encargaba 
que  lo  volviese  así  como  se  lo  habia  encomendado,  y  que 
si  diese  batalla  á  sus  enemigos,  hiriese  y  acometiese  el  pri- 
mero, animosa  y  poderosamente,  con  intención  determinada 
de  vencer  ó  morir,  repitiendo  tres  veces  esta  palabra:  vencer 
ó  morir.  Y  le  advertía,  que  con  el  consejo  é  industria  de 
un  caballero  acontecía  muchas  veces  ganarse  una  batalla,  y 
que  antes  que  se  diese  ,  tuviese  sus  caballeros  juntos  así 
por  tomar  de  ellos  consejo,  como  por  no  privar  al  ausente 
do   la  gloria  del  vencimiento.  Dicho  esto,  les  dio  subendi- 


( ^'2 ) 

dicion,  y  se  lueron  los  infantes  á  embarcaren  una  nave  tic 
Bernardo  Ballestar  y  Arnaldo  Ballestar,  ciudadanos  de  Bar- 
celona, llamada  Santa  Eulalia.  Fué  esta  embarcación  á  los 
30  de  mayo,  ó  según  dice  el  rey  don  Pedro  en  su  historia, 
á  1 ."  de  junio  de  este  año  1323,  y  el  rey  y  reina  les  acom- 
pañaron hasta  el  navio  en  que  habian  de  ir,  y  después  se 
quedaron  en  la  orilla  del  mar,  hasta  que  los  perdieron  de  vis- 
ta. Era  esta  armada  de  sesenta  galeras  y  veinte  y  cuatro 
naves  gruesas,  que,  juntas  con  los  demás  navios  menores, 
llegaban  á  trescientas  velas.  Cinco  dias  después  de  embarca- 
dos, llegaron  al  puerto  de  Mahon,  de  la  isla  de  Menorca,  y 
allá  estuvieron  cuatro  dias  y  tomaron  refresco;  y  estuvieran 
mas,  sino  entendiera  el  infante  que  la  señoría  de  Pisa  en- 
viaba socorro  á  Cerdeña.  A  9  de  julio,  á  la  tarde,  que  el 
tiempo  estaba  en  calma,  se  salieron  los  infantes  del  puerto 
y  se  embarcaron  en  su  nave,  llamada  Santa  Eulalia,  y  se  en- 
golfaron el  dia  siguiente:  á  13  del  mismo  mes  llegaron  al 
cabo  de  San  Marco,  que  está  cabe  Oristan,  en  la  isla  de  Cer- 
deña ^y  á  los  del  consejo  del  infante  pareció  que  pasase  á  de- 
sembarcar al  puerto  de  Palma  de  Sois,  y  al  pasar  el  estrecho 
que  hay  entre  la  isla  de  Cerdeña  y  San  Pedro,  se  movieron 
vientos  provenzales,  y  se  perdió  una  de  las  galeras  del  rey 
de  Mallorca,  que  dio  en  unas  peñas,  y  se  anegaron  algunos; 
luego  el  dia  siguiente  fueron  allá  las  naves  y  demás  baje- 
les, y  llegaron  con  próspero  viento,  y  los  que  iban  en  ellas 
saltaron  en  tierra. 

Hugo,  juez  de  Arbórea,  con  muchos  caballeros  de  la  isla, 
fueron  á  recibir  al  infante  y  juraron  por  señor  de  aquella 
isla  al  rey  de  Aragón,  y  para  después  de  sus  días,  al  infante, 
como  á  hijo  y  sucesor  suyo  :    acordaron  de    poner  sitio   en 


(  95) 
Villa  de  Iglesias,  que  era'cl  lugar  de  donde  recibian  mayor 
daño  las  tierras  del  juez  de  Arbórea,  y  el  almirante  con 
veinte  galeras  se  fué  á  Caller,  donde  estaba  el  vizconde  de 
Rocaberti,  su  primo  hermano,  que  dias  habia  que  con  dos 
rail  infantes  y  dos  cientos  caballos,  tenian  puesto  sitio  á  la 
ciudad  de  Caller  ;  porque,  como  dije,  se  habían  embarcado 
muchos  dias  antes  que  los  infantes,  y  habian  pasado  con  na- 
ves; y  estos  con  la  venida  del  almirante  apretaron  brava- 
mente la  ciudad  y  el  castillo,  no  obstante  que  dentro  habia 
trescientos  caballos  y  diez  mil  infantes.  La  demás  armada 
pasó  á  la  playa  de  Canyellas  ,  que  dista  dos  millas  de 
Villa  de  Iglesias,  y  aquí  se  desembarcaron  los  trabucos  y 
demás  máquinas  de  batir.  Dividió  el  infante  sus  gentes  en 
sus  estancias  para  combatir  la  villa;  dióse  el  primer  com- 
bate á  6  de  julio,  aunque  lo  llevaron  mal  los  nuestros,  por- 
que la  cava  era  mas  ancha  y  honda  de  lo  que  pareció  á 
los  que  la  reconocieron.  Estando  aquí  el  infante,  vinieron 
Hugo,  juez  de  Arbórea,  y  otros  caballeros  de  la  isla,  y  pres- 
taron homenaje  por  los  lugares  que  tenian  en  ella,  y  el  de 
Aíborea  prometió  tres  mil  florines  de  oro  de  censo,  paga- 
deros el  dia  de  san  Pedro  y  san  Pablo,  y  ochenta  mil  para 
el  gasto  de  la  conquista  del  reino.  Tuviéronse  inteligencias 
con  los  de  Sácer,  que  prometieron  que  luego,  en  llegando 
la  armada,  se  rendirían,  y  así  lo  cumplieron.  El  cerco  de 
Villa  de  Iglesias  perseveraba,  y  á  20  de  julio  se  dio  un 
recio  combate  y  murieron  muchos  de  ambas  partes,  y  la 
estrecharon  de  suerte,  que  no  podia  entrar  socorro  dentro, 
y  rompieron  los  arcaduces  por  donde  entraba  el  agua.  Rin- 
dióse poco  después  de  esto  el  castillo  de  Ullastre:  comba- 
tieron también  el  castillo  de  Terranova,  aunque  no  le  pu~ 


( 9^4 ) 

üieron  ganar  mas  de  una  torre.  Pasó  el  almirante  con  las 
galeras  á  Córcega;  pero  porque  el  invierno  entraba  y  aquel 
mar  era  poco  seguro,  se  volvió  á  Cerdeña  ,  do  llegaron 
treinta  y  cinco  galeras  de  písanos,  para  socorrer  el  castillo 
que  tenia  cercado  el  vizconde  de  Rocaberti;  pero  temiendo 
nuestras  galeras,  se  retiraron,  sin  hacer  lance  alguno. 

Tiene  la  isla  de  Cerdeña,  en  algunas  regiones  de  ella, 
unos  aires  tan  mal  sanos  y  poco  saludables,  que  obligaron  á 
los  que  no  habian  experimentado  lo  bueno  que  hay  en  ella, 
por  haberles  luego  probado  mal  aquel  cielo,  á  darle  nom- 
bre de  ínsula  pestilente;  pero  siendo  cierto  que  ella  de  sí 
no  lo  es,  y  que  si  algún  pedazo  de  ella  tiene  mal  clima,  lo 
demás  de  la  isla  lo  tiene  bueno,  sano  y  saludable,  por  do 
ha  venido  á  perder  aquel  mal  renombre;  y  al  infante  y  á 
su  gente  los  trató  tan  mal,  que  llegaron  á  punto  de  quedar 
él  y  la  infanta  solos,  porque,  por  corrupción  del  aire,  re- 
crecieron en  el  verano  grandes  enfermedades  y  dolencias 
en  el  ejército,  que  apenas  quedó  persona  que  no  enferma- 
se: siguiéronse  grandes  mortaldades;  perecieron  muchos  ca- 
balleros y  personas  de  cuenta  y  gente  ordinaria,  tanto,  que 
ya  no  habia  quien  hiciese  guarda,  ni  aun  quien  enterrase 
los  muertos.  A  21  de  setiembre  adoleció  el  infante  de 
tercianas,  y  eran  de  tan  mala  especie ,  que  apenas  pasaba 
dia  sin  calentura.  Adoleció  también  la  infanta,  y  le  murie- 
ron todas  las  doncellas  que  con  ella  habian  pasado,  y  hu- 
bo de  tomar  de  las  naturales  de  la  isla  y  otras  estranjeras. 
Fué  tan  constante  el  infante  en  estos  infortunios,  que  jamás 
ijuiso  salirse  del  Real,  aunque  los  médicos  se  lo  aconseja- 
ban; antes  bien  cada  dia,  aunque  tuviera  calentura,  salia 
armado.  Murieron   también  la  mitad  de  la  gente  de  la  ar- 


(  95) 
mada,  y  de  los  que  ([uedurori,    ninguno   se  escapó  de  en- 
fermedad ó  dolencia,  hasta  punto  de  venir  á  morir. 

Duró  esto  todo  aquel  estío  y  primavera  y  una  parte  del 
invierno,  que  fué  muy  lluvioso  y  frió;  y  fué  tal  la  corrup- 
ción engendrada  de  los  cuerpos  muertos,  que  engendró  una 
gran  inficion.  Estos  trabajos  y  enfermedades  sentían  no  me- 
nos los  de  Villa  de  Iglesias  ,  á  mas  de  la  gran  hambre 
(|ue  padecían,  que  llegó  á  punto  de  valerse  para  el  sus- 
tento, de  los  animales  que  morían  y  de  todas  las  sabandi- 
jas que  podían  haber.  Echaron  fuera  las  mujeres,  niños  y  vie- 
jos; pero  el  infante  les  mandó  volver  dentro,  y  de  cada  día  se 
iba  estrechando  el  cerco.  Concordaron  á  la  postre,  que  si 
á  1 3  de  febrero  no  eran  socorridos  de  los  písanos,  cuya  ar- 
mada se  publicaba  ser  de  cincuenta  galeras,  entregarían  la 
villa,  como  lo  hicieron  seis  días  antes  del  plazo,  porque 
ni  los  písanos  acudieron  ,  ni  ellos  podian  aguardar  mas. 
Los  soldados  de  Villa  de  Iglesias  se  pasaron  al  castillo  de 
la  ciudad  de  Cáller,  porque  así  se  lo  permitió  el  infante, 
por  haberse  tratado,  y  la  villa  quedó  por  él,  y  conocieron 
á  la  clara  el  punto  á  que  habían  llegado  los  cercados  ,  por- 
que entrando  el  infante  en  ella,  no  halló  cosa  que  comer, 
ni  rastro  de  ella.  Fué  tomada  esta  villa  después  de  siete 
meses  y  diez  días  de  cerco,  en  que  padeció  el  infante  in- 
creíble fatiga  y  trabajo,  asi  en  las  muertes  de  tan  princi- 
pales caballeros  que  allá  murieron,  como  también  en  las 
discordias  y  motines  hubo  en  los  suyos,  que  no  le  costó 
menos  trabajo  el  asosegarles,  que  el  conquistar  la  isla,  á 
mas  de  los  sustos  que  cada  día  le  daba  la  armada  de  los 
písanos,  que  por  momentos  aguardaban,  y  estar  tan  lejos 
el  socorro  que  le  podía  venir.  Eran   cosas  estas  que  junta^ 


(  96  ) 
reciamente  le  atormentaban  el  corazón;  y  dice  un  autor  ita- 
liano, que  todo  el  buen  suceso  del  infante  consistió  en  que 
una  armada  de  cincuenta  ^  dos  velas,  que  salió  de  Pisa  á 
25  de  enero,  no  pudo  llegar  ,  por  tiempo  contrario  ;  an- 
tes se  detuvo  en  Elba  hasta  1 3  de  febrero  ,  que  era  el 
dia  en  que  se  habia  de  entregar  Villa  de  Iglesias,  si  no  era 
socorrida.  Entre  otros  hombres  de  cuenta  que  murieron 
en  este  cerco,  fueron:  don  Gombaude  Benavent,  don  Dal- 
raau  de  Castellnou,  don  Guerau  de  Rocaberti,  don  Gilaber- 
to  de  Centelles,  don  Pedro  de  Queralt,  don  Ramón  Be^ 
renguer  de  Cervelló,  don  Ramón  Alamany,  don  Galceran 
de  Santa  Pau  y  don  Ramón  de  Cardona. 

Estando  el  infante  don  Alfonso  sobre  Villa  de  Iglesias, 
juntaba  el  rey  don  Jaime  todas  las  galeras  le  eran  posibles 
para  enviar  socorro,  porque  sabia  muy  bien  las  enferme- 
dades y  muertes  habia  en  el  ejército  y  cuan  disminuido  que- 
daba de  gente.  Mandó  poner  tabla  de  acordar,  que  es  lo 
que  decimos  tocar  atarabores  ,  arbolar  banderas  y  hacer 
gente;  juntó  veinte  galeras,  ocho  en  Borcelona,  ocho  en 
Valencia,  dos  en  Tortosa  y  dos  en  Tarragona;  tomó  pres- 
tados muchos  dineros,  y  en  particular  se  valió  de  los  con- 
signados á  los  testamentarios  del  conde  don  Armengol.  Ra- 
món Montaner  dice  que  él,  en  compañía  de  Jaime  Escrivá, 
cuidó  de  armar  las  ocho  galeras  de  Valencia:  fué  toda  la 
armada  á  Barcelona;  nombró  el  rey  por  capitán  á  Pedro 
de  Belloch,  caballero  catalán,  y  de  esta  vez  se  embarcaron 
muchos  caballeros  de  los  mas  mozos,  ricos  y  principales 
de  estos  reinos,  que  pasaron  allá  con  gran  amor  y  gana, 
por  lo  que  debian  á  su  naturaleza,  y  porque  el  rey  y  el  in- 
fante tenian  gran  cuidado  de  gratificar  á  todos  los  que  pa- 


(  07  ) 
saban  á   esta  conquista  y  á   los  hijos  de  los  que  murieron 
en  ella. 

El  conde  Gastón  de  Foix,  hijo  de  la  condesa  doña  Mar- 
garita de  Bearn  ,  por  estos  tiempos  vino  á  Barcelona  á 
visitar  al  rey  don  Jaime,  pensando  ser  desagraviado  de  la 
injusticia  que  él  dccia  hacérsele  en  el  derecho  tenia  en  e! 
condado  de  Urgel,  vizcondado  de  Ager  y  baronía  de  Mon- 
eada; y  pretendía  casar  con  la  infanta  doña  Violante,  hija 
del  rey,  que  después  casó  con  el  príncipe  de  Taranto;  y 
aunque  era  gran  señor  y  de  gran  linaje,  pero  era  mucho 
lo  que  pedia,   y  así  no  hubo  lugar  aquel  matrimonio. 

Después  de  tomado  el  castillo  de  Villa  de  Iglesias,  se 
detuvo  en  él  el  infante  siete  dias,  y  acordándose  de  la  mer- 
ced le  habia  Dios  hecho,  y  en  memoria  de  Santa  Eulalia 
de  Barcelona,  cuya  invocación  estaba  en  la  nave  en  que 
pasó,  mandó  edificar  en  él  una  capilla  so  invocación  de 
esta  santa ,  y  mandó  que  de  su  tesorería  se  pagasen  cada 
un  año  cincuenta  libras  alfonsinoriim  minutorum  á  un  clé- 
rigo que  asignó  para  el  ministerio  de  aquella,  fundando  un 
perpetuo  beneficio  ó  prebenda.  Entonces  dio  á  la  infanta 
de  por  vida  el  castillo  y  villa,  y  ella  se  quedó  en  ella  con 
doscientos  hombres  de  á  caballo  por  guarda.  Partióse  pa- 
sados los  siete  dias  á  Cáller,  no  sin  algún  enfado,  porque 
su  gente  no  quería  entender  en  el  cerco  de  aquella  ciudad, 
que  primero  no  quedasen  pagados  de  lo  que  se  les  quedaba 
debiendo;  y  el  infante  prometió  que  no  se  pondria  asedio 
ni  á  esa  ni  á  otra  plaza  antes  de  ser  pagados ,  salvo  si 
gente  estranjera  viniera  en  socorro  del  castillo.  Detúvose 
ocho  dias  en  un  lugar  llamado  Sálico,  que  dista  cuatro  le- 
guas de  Cáller,  reparando  su  ejército.  En  este  tiempo  lie- 
TOMO   X.  7 


(98) 
gó  la  armada  que  habla  salido  de  Pisa,  y  llevaba  cuatro- 
cientos hombres  de  á  caballo,  entre  tudescos  é  italianos 
(Montaner  dice  ochocientos,  y  dos  mil  ballesteros  y  otra  mu- 
cha gente  de  guerra),  y  llegaron  á  un  lugar  del  golfo  de 
Cáller,  llamado  Cabo  Tierra  ,  y  aquí  supieron  que  Villa  de 
Iglesias  estaba  presa,  y  que  la  ciudad  y  castillo  de  Cáller 
estaban  apretados,  y  así  fueron  á  socorrerle.  Sabida  su  ve- 
nida, á  24  de  febrero,  el  infante  pasó  á  poner  su  real  so- 
bre ella,  y  mandó  armar  veinte  galeras,  y  por  falta  de  gen- 
te no  le  fué  posible:  mas,  que  las  del  rey  de  Mallorca  se 
eran  vueltas.  Presentáronse  ante  de  la  armada  pisana,  y  á 
dos  tiros  de  ballesta  pararon,  aguardando  qué  harían,  y  vie- 
ron que  toda  la  armada  enemiga  pasó  á  un  lugar  que  se 
llamaba  Santa  María  Magdalena,  donde  lomaron  tierra  y 
sacaron  los  caballos  y  alguna  gente.  El  infante,  que  habia 
saltado  en  tierra,  mandó  á  unos  jinetes  que  les  siguiesen 
mirando  el  camino  que  llevaban;  y  conocieron  que  venian 
hacia  el  real  del  infante,"  y  que  á  28  de  febrero  habian 
llegado  á  un  lugar  llamado  Décimo  ,  y  que  se  les  habia 
juntado  gran  número  de  gente  de  la  isla,  y  eran  mas  de  seis 
mil  hombres.  El  infante ,  después  de  tomado  consejo  de 
lo  que  habia  de  hacer,  les  salió  al  encuentro,  sin  darles  lu- 
gar, ni  de  rehacerse,  ni  descansar  de  la  fatiga  del  mar.  El 
almirante  Francisco  Carro?  quedó  con  las  galeras  en  defen- 
sa de  las  naos  que  habia  en  el  puerto  y  en  guarda  del 
real,  que  estaba  junto  del  castillo,  donde  habia  también 
doscientos  caballos  y  muchos  hombres  de  á  pié  que  habia 
dejado  el  infante  en  guarda  de  él,  y  él  con  lo  mejor  de 
su  gente,  que  eran  cuatrocientos  hombres  de  armas,  y 
rionto  cincuenta   á   la  lljera  y  dos  mil  infantes,    los  mas  de 


(  99  ) 
ellos  almogávares,  que  entre  todos  serian  dos  mil  quinien- 
tos cincuenta  hombres,  porque  los  mas  estaban  enfermos  é 
imposibilitados  de  tomar  armas,  salió  el  primer  dia  de  cua- 
resma  del  lugar  de  Buen  Aire,  y  tomó  un  lugar  por  donde 
habia  de  pasar  el  ejército  de  los  písanos,  que;  según  habían 
dado  aviso  los  jinetes,  no  estaban  muy  lejos.  Ordenó  e! 
infante  sus  escuadrones  con  gran  destreza,  y  lo  mismo  hi- 
cieron sus  enemigos;  y  en  un  campo  raso  llamado  Lugo 
Cisternas  se  encontraron  los  dos  ejércitos.  Súpose  por  cosa 
cierta  que  el  general  de  los  písanos,  aconsejado  de  un  ca- 
ballero tudesco  llamado  Horigo,  que  habia  salido  de  Villa  de 
Iglesias  y  conocía  muy  bienal  infante,  escogió  doce  caballe- 
ros, los  mejores  de  todo  el  ejército,  y  entre  ellos  á  este 
tudesco,  á  fin  deque  estos  solo  atendiesen  á  matar  ó  pren- 
der al  infante;  y  los  nuestros,  aunque  no  sabian  el  intento  de 
los  písanos,  escogieron  diez  hombres,  los  mejores  de  todos, 
que  solo  cuidasen  de  la  persona  del  infante  y  del  estardarte 
real,  sin  jamás  partirse  de  su  estribo.  Los  doce  písanos, 
luego  que  descubrieron  el  infante,  le  embistieron;  y  él,  co- 
nociendo al  mal  intento  que  llevaban,  con  su  lanza  dio  tal 
golpe  al  primero,  que  cayó  alli  muerto;  y  luego  echó  mano 
á  una  maza  de  armas,  y  á  otro  que  venía  hacia  él,  le  dio 
tal  golpe  en  la  cabeza,  que  le  rompió  el  yelmo  y  los  sesos  le 
salieron  por  las  orejas;  y  llegándosele  los  demás,  mató  tres 
de  ellos,  é  hiciera  lo  mismo  de  los  otros,  sino  se  le  rom- 
piera la  maza;  y  los  siete  que  quedaron  le  mataron  el  ca- 
ballo, y  el  infante  vino  á  tierra  y  echó  manoá  la  espada 
que  llevaba,  y  con  ella  peleó  muy  buen  rato,  defendiéndose 
de  los  enemigos,  hasta  que  se  le  rompió  (así  lo  dice  Ra- 
món Montaner),  y  entonces  echó  mano  de  un  puñal  (que 


(  100  ) 
aquel  autor  llama  bordón)  que  llevaba  ceñido,  y  con  él  pe- 
leó. En  este  primer  encuentro,  lodos  los  pendones  de  los 
ricos  hombres  vinieron  en  tierra,  (excepto  el  de  Guillen  de 
Cervelló);  y   el  del  infante,  que  llevaba   don  Giménez  de 
Urrea,  aragonés,  también   cayó,  y  un  caballero  de  los  ene- 
migos le  tomó;  y  aquí  fué  una  brava  batalla,  do  pelearon 
todos  animosamente,  los  nuestros  por  cobralle,  y  los  ene- 
migos por  dcfendelle;  y  el  infante  se  puso  en  medio  de  la 
fuerza  y  poder  de  los  contrarios,  y  perseveró  allí,  peleando 
con  su  puñal  valerosamente,  hasta  que  con  ayuda  de  los  su- 
yos le  cobró  y  encomendó  á  Bernardo  de  Baxadors,  caballe- 
ro catalán  muy  principal,  que  fué  tres  veces  virey  del  rei- 
no de  Ccrdéña.  Este  dio  al  infante  su  caballo,  y  subió  en 
él,  y  se  volvió  á  mezclar  con   la  gente,  y  los  siete  caballe- 
ros que  habian  quedado  de  los  doce  se    presentaron  de- 
lante de  él,  y  arremetió  con  su  bordón  á  Horigo,  caballero 
tudesco,  y  se  lo  metió  en   los  pechos,  y  cayó  muerto.  Sus 
compañeros  quisieron  huir;  pero  diéronles  alcance  y  queda- 
ron muertos,  y  de  los  doce,  los  siete  murieron  á  manos  del 
infante,  el  cual  tomó   una  lanza  y  arremetió  al  general  de 
los  pisanos,  y  le  dejó  muy  mal  parado,  y  de  aquel  punto 
comenzaron  los  enemigos  á  huir,  mostrándose  vencidos.  Fué 
grande    el  daño   que  recibieron  en  este  dia,    y   murieron 
mas  de  mil  doscientos  de  ellos  ,   unos  degollados,   y  otros 
anegados  en  un  estanque  que  allí  junto  estaba,  y  los  que 
quedaron,  se  recogieron  en  el  castillo,  y  con  ellos  Mamfre- 
do  de  Donorático,  su  general,  que,  aunque  vivió  algunos 
meses,  á  la  fin  de  este   año  murió,  quien  dice  de  enferme- 
dad, quien  de  las  heridas  que  recibió. 

Es  cierto  que  fuera   muy  mayor  el  daño  que  recibierou 


(  101  ) 
los  enemigos  en  el  alcance,  si  no  se  detuvieran  los  niuístros 
con  el  infante,  que  de  una  herida  en  las  sienes  y  junio  la 
oreja,  perdia  mucha  sangre;  y  con  todo  fué  el  postrero  que 
salió  del  campo,  peleando  con  los  enemigos,  y  vengándose  de 
la  herida  que  habia  recibido,  con  grande  ánimo  y  coraje.  Aca- 
bada la  batalla  y  reconociendo  los  muertos,  hallaron  solo 
haber  muerto  seis  caballeros  y  seis  soldados  ordinarios:  man- 
dó entonces  el  infante  ahorcar  á  un  soldado  que  habia  hui- 
do á  Villa  de  Iglesias,  y  habia  publicado  que  el  infante  que- 
daba muerto  y  vencido,  y  causó  en  la  infanta  gran  senti- 
miento, y  en  aquel  pueblo  mucha  alteración  y  peligro  de 
algún  movimiento. 

Todos  los  autores  cuentan  esta  batalla  por  muy  señalada, 
así  por  el  valor  de  los  capitanes  y  personas  de  cuenta  que 
en  ella  se  hallaron,  como  por  el  singular  esfuerzo  y  valen- 
tía del  infante,  al  cual,  á  mas  de  la  dicha  herida,  en  solo 
el  gorjal  (gorgnera  la  llaman  hoy)  se  le  contaron  diez  y 
nueve  señales  de  heridas,  y  el  rey  don  Pedro,  su  hijo,  que 
en  su  historia  cuenta  esta  batalla,  dice,  que  cuando  cayó 
su  estandarte  en  tierra  y  se  le  quebró  la  lanza ,  echó  mano 
á  su  espada,  llamada  Vilardell,  y  con  ella  los  venció  é  hizo 
huir.  Era  esta  espada  muy  notable,  y  por  decirse  de  ella 
cosas  singulares  haré  luego   mención  particular  de  ella. 

El  infante,  en  memoria  de  la  merced  que  Dios  le  habia  he- 
cho y  victoria  tuvo  aquel  dia,  mandó  edificar  en  aquel  campo 
de  Lugo  Cisternas,  en  el  mismo  lugar  donde  le  mataron  el 
caballo,  y  sino  por  Bernardo  de  Boxadors  y  demás  que  le 
socorrieron,  muriera,  una  capilla  en  honor  de  san  Jorjc, 
patrón  y  tutelar  de  la  casa  real  de  x\ragon,  y  fundó  en  ella 
una  capellanía,  con  obligación  de  decir  cada  dia  perpetua- 


(102  ) 
mente  en  ella  misa  rezada;  y  á  12  de  las  calendas  de  noviem- 
bre de  1324,  estando  en  Zaragoza,  mandaron  los  infantes  á 
Guillermo  de  Rivo,  su  camarlengo,  que  de  los  dineros  de  su 
casa  y  corte  pague  lo  necesario  para  el  sustento  de  un  cléri- 
go que  celebre  en  ella  misa,  y  de  un  monacillo  que  la  sirva 
continuamente. 

El  almirante,  que  habia  estado,  mientras  duró  la  batalla, 
con  sus  galeras  en  guarda  de  la  armada  pisana,  impidiéndo- 
les no  sacaran  gente  en  tierra,  salió  contra  ella;  pero  no 
quiso  aguardar,  y  dejaron  muchos  navios  cargados  de  vitua- 
llas y  municiones;  y  el  infante,  continuando  su  buena  fortu- 
na, se  fuó  al  fuerte  que  tenian  los  suyos  sobre  Cáller,  y 
allí  mandó  labrar  un  castillo  y  villa,  que  llamaron  de  Buen 
Aire,  y  tuvo  cercado  al  de  Cáller  por  mar  y  por  tierra, 
donde  casi  todos  los  pisanos  que  habian  escapado  de  la  ba- 
talla se   habian  recogido. 

Fué  costumbre  de  capitanes  y  hombres  famosos  en  el 
arte  militar  tener,  para  su  servicio,  armas  ó  instrumentos 
bélicos  muy  aventajados  y  singulares,  usando  de  ellos  en 
las  ocasiones,  confiando  no  solo  desús  personas  y  esfuerzo, 
mas  también  de  los  instrumentos  habian  de  servirse,  esco- 
giéndoles buenos,  fuertes  y  esquisitos,  y  tales,  que  no  faltán- 
doles á  ellos  el  ánimo,  menos  faltasen  sus  armas,  porque 
¿qué  importa  ser  el  hombre  valiente,  si  en  la  mejor  ocasión 
la  espada  y  lanza  se  le  rompen,  y  el  arcabuz  revienta  y  el 
mosquete  hace  falta,  y  desarmado,  queda  vencido  del  ad- 
versario, <}ue  las  mas  veces  le  será  inferior  en  fuerza,  in- 
dustria y  experiencia  del  arte  militar?  Por  no  venir  á  esto 
los  príncipes,  de  cuja  salud  y  vida,  si  son  buenos,  depende 
<^1  bien  público,  escogen  tales  armas,  que  en  ocasiones  aprc- 


(  105  ) 
tadas,  lio  solo  no  les  hacen  falta,  mas  aun  con  ellas  vencen 
y  rompen  las  de  los  enemigos.  Eran,  por  esto,  las  armas  de 
esta  especie  mas  estimadas  de  ellos  que   sus  joyas,  porque 
estas  solo  les  adornaban  las  personas,  y  aquellas  les  guar- 
daban la  vida  y  reputación,  que  vale  mas  que  todos  los  te- 
soros del  mundo.  Buscaban  las  de  los  artífices  famosos  y  maes- 
tros insignes :  estos  en  la  fábrica  de  ellas  observaban  los 
astros  y  movimientos  celestiales,  teniendo  cabe  sí   en  sus 
oficinas  astrólogos  que    les    avisaban  del  tiempo  y  hora  en 
que  los  planetas  y  signos  celestiales  predominaban  á  los  me- 
tales de  que  se  labraban  ,  y  tanto   cuanto  duraba  aquella 
constelación,  se  trabajaba   en  ellas,  y  acabada,   cesaba  la 
obra   hasta  otro  tiempo   semejante;   y  por  esto  las  llama- 
ban armas  de  constelación,  y  aventajaban  en  muchas  cosas 
alas  demás,  ya  por  la  fineza  del   metal,  ya  por  la  fuerza 
de  las  estrellas  que  en  la  obra  de  ellas  predominaron:  por 
esto  eran  de  subido  precio  y  valor,  y  solos  los  príncipes  las 
alcanzaban,  por  ser  ellos  poderosos  para  pagar  las  hechuras 
y  gasto  se  ofrecía  en  tales  fábricas.  Era  la  virtud  y  bondad 
de  ellas  natural,  como  lo  son   las  que  se  templan   con   las 
aguas  de  algunos  nos  de  Galicia,  que  salen  muy    buenas, 
grandes  cortadoras  y   muy  seguras  (sin  concurrir  ni  pactos 
tácitos  ni  esplícitos  con  el  enemigo  del  linaje  humano):  con- 
sistía   la  bondad   de  estas  en  que  eran,  sin  comparación, 
mas  fuertes  y  cortadoras  que  las  demás,  y  al  golpe  de   ellas 
quedaban  rompidas    las   otras  como  si  fuesen  de  vidrio  ó 
palo,  y  así  mismo  las  lanzas  y  picas  pasaban  cualquier  ar- 
madura de  hierro  como  si  fuera  de  plomo,   estaño  ó  car- 
tón;  porque  el  acero  de  ellas  era  muj   fuerte  y  de  mejor 
temple  que  las  dichas  armas  defensivas,  que  á  la  punta  de 


(  lOi  ) 
aquellas  no  podian  resistir.  En  los  duelos,  (jue  en  aipellos 
tiempos  tan  usados  eran,  no  era  lícito  á  ninguno  de  los  due- 
I antes  llevar  tales  armas,  antes  habian  de  jurar  que  no  las 
llevaban,  y  llevándolas  alguno  de  ellos,  aunque  venciera, 
ni  quedaba  vencedor,  ni  el  otro  por  vencido,  ni  el  tal  due- 
lo valia,  antes  el  vencido  quedaba  con  la  misma  honra  y 
reputación  en  que  estaba  antes;  y  por  esto  dice  fray  Fran- 
cisco Eximenez,  que  habian  de  jurar  que  no  llevaban  ar- 
mas que  tuvieren  virtud,  entendiéndolo  de  estas  armas,  que 
el  vulgo  llamaba  armas  virtuosas;  pero  fuera  los  desafíos, 
era  lícito  á  cualquier  rey  ó  capitán,  y  á  los  que  las  te- 
nían, llevarlas,  así  para  ofender  al  enemigo,  como  para  de- 
fender sus  personas  ;  porque  como  no  eran  conocidos  los 
mosquetes,  arcabuces  y  demás  armas  de  fuego  en  las  ba- 
tallas, se  llegaba  muy  á  menudo  á  pelear  con  espada  y  lan- 
za, cosa  que  en  nuestros  dias  acontece  raras  veces.  La 
espada  de  mejor  fama  y  estimación  era  la  que  llamaban 
de  Soler  de  Vilardell,  que  fué  de  los  reyes  de  Aragón,  y 
trabajaron  mucho  para  alcanzarla  y  la  estimaron  como  una 
de  sus  mas  preciosas  joyas. 

El  principio  ó  lo  que  se  sabe  de  ella,  es  lo  que  diré. 
Habia  junto  al  lugar  de  San  Celoni,  que  está  entre  Gerona 
y  Barcelona,  un  dragón  ó  serpiente  de  cstraña  grandeza  v 
mayor  ferocidad,  que  no  solo  tenia  aquella  comarca  consumi- 
da y  acabada,  mas  aun  nadie  osaba  pasar  junto  á  ella,  por 
evitar  los  notables  daños  recibian  de  aquel  monstruo.  In- 
tentaron muchos  de  matarlo,  pero  fue  vano  su  intento  : 
antes  quedaron  los  mas  muertos.  Salió  este  Soler  de  su  ca- 
sa una  víspera  de  fiesta,  para  ir  á  cortar  rama  á  un  bosque, 
y  topó  coa  un  pobre  que  le  pidió  limosna:  para  dársela,  su- 


(  i05  ) 
bió  á  su  casa  ,  y  por  ir  mas  lijero  ,  dejó  una  espada  que 
llevaba  al  umbral  de  su  puerta,  y  cuando  bajó  con  la  li- 
mosna, ni  halló  al  pobre,  ni  á  su  espada,  sino  otra  en  el 
mismo  lugar  que  habia  dejado  la  suya.  Desenvainóla,  y  re- 
conociéndela  por  buena,  dio  un  revés  á  un  árbol  que  ha- 
lló á  mano,  y  le  rompió  como  si  fuera  una  caña.  Admiró- 
se de  la  bondad  de  ella,  y  juzgó  que  milagrosamente  le  ha- 
bia venido  y  se  la  habia  dado  el  cielo,  para  obrar  algún 
hecho  maravilloso:  acordóse  del  fiero  dragón  que  infestaba 
la  tierra,  y  creyó  ser  aquella  espada  la  que  le  habia  de  dar 
muerte;  y  aconsejado  de  personas  sabias,  encomendando  á 
Dios  la  empresa,  salió  á  matar  el  dragón  ,  y  por  mejor 
asegurarse  de  la  bondad  de  la  espada  ,  dicen  que  dio 
con  ella  en  una  peña  que  halló  en  medio  del  camino,  y 
Ja  partió,  y  se  vé  el  dia  de  hoy  junto  á  la  villa  de  San  Ce- 
loni,  y  es  tradición  que  lo  que  falta  de  ella  fué  cortado  con 
esta  espada.  Continuó  su  camino  muy  satisfecho  con  la 
prueba  habia  hecho,  prometiéndose  mil  felices  aventuras: 
llegó  donde  estaba  el  dragón,  y  topando  con  él,  le  dio  tan 
recia  cuchillada,  que  le  partió  por  el  medio  y  le  dejó  muer- 
to. Contento  de  la  victoria,  volvió  donde  le  aguardaban  los 
suyos,  y  alzando  el  brazo  derecho  en  que  llevaba  la  espada 
para  mostrársela,  algunas  gotas  de  aquella  venenosa  sangre, 
con  que  estaba  mojada  la  espada,  cayeron  por  el  brazo  y  se 
lo  hincharon  de  manera,  que  dentro  de  pocos  dias  murió. 
Quedó  con  esto  tan  acreditada  aquella  espada,  que  era  co- 
diciada de  muchos  príncipes,  que  la  desearon  comprar,  y 
su  dueño  jamás  la  quiso  poner  en  precio,  estimándola  como 
á  cosa  única  y  singular.  El  rey  don  Pedro,  hijo  del  rey 
don  Jaime  el   primero,  siendo  infante,  !a  quiso  comprar,  y 


(  km;  ) 

daba  por  ella  cuatrocientos  sueldos  barceloneses  de  tor- 
no, de  renta  perpetua  á  su  dueño,  que  por  aquellos  tiem- 
pos, que  era  antes  del^ño  1276,  era  un  ^an  precio.  No 
se  la  quiso  vender,  antes  en  su  testamento  la  vinculó  en- 
tre sus  herederos,  y  eran  tan  celosos  de  ella,  que,  una  vez 
que  la  prestaron,  les  fué  asegurada  por  setecientos  morabati- 
nes,  y  otra  vez  por  mil  quinientos,  y  con  razón,  por  ser 
única  en  el  mundo.  Después  vino  en  manos  de  los  reyes  de 
Aragón,  por  las  muchas  diligencias  hicieron  por  ella,  y  el 
primero  de  los  reyes  de  Aragón  que  la  llevó  (según  lo  que 
he  hallado)  fué  el  infante  don  Alfonso,  que,  como  vimos, 
sirviéndose  de  ella,  salvó  su  vida  y  reputación  en  la  isla  y 
reino  de  Cerdeña.  Después  de  él  la  poseyó  su  hijo,  el  rey 
don  Pedro,  que,  como  gran  soldado  y  conociendo  el  valor 
de  ella,  en  su  testamento,  hecho  á  14  de  mayo  de  1370, 
ante  Juan  de  Conesa,  su  secretario,  después  de  haber  man- 
dado vender  su  recámara  ,  exceptuó  de  ella  algunas  joyas 
preciosas ,  y  una  de  ellas  fué  esta  espada,  y  dícelo  de  esta 
manera:  Excipimus  lamen  inde  vexülam  deauratam  que  nos- 
tro  servilio  est  continuo  deputala  el  de  qua  supra  ordinavimus 
et  unum  salerium  quod  vocatur  Castrum  Amoris  el  qualuor 
flascones  argenti  el  omnes  amdos  áureos  lapides  preliosos  sivc 
sinl  incaslati  sive  non  et  quinqué  enses  quorum  unus  vocatur 
Sancti  Marlini  alius  de  Vilardello  alius  Tison  el  islum  habet 
jam  nosler  primogenitus  ex  largitione  riostra  cum  eum  militari 
auxilio  duximus  decorandum  alius  Triveta  alius  Clárela  nec 
non  tabulamde  Cistallo  etc. 

Después  de  muerto  el  rey  don  Pedro,  no  hallo  mas  me- 
moria de  ella,  aunque  es  cierto  que  sus  hijos  la  estimarian 
por  lo  que  ella  era,    adornando  con   esta  y  las  demás  sus 


(  i07  ) 
armerías.  En  el  archivo  real  de  Barcelona,  en  un  registro 
del  rey  don  Jaime  el  primero,  del  año  1270,  fol.  197,  he 
visto  una  sentencia  que  dio  aquel  rey,  en  que  declara  mal 
hecho  un  duelo  en  que  Bernardo  de  Centellas  venció 
á  Bernardo  de  Cabrera  ,  por  haberse  probado  que  el 
vencedor  llevaba  esta  espada:  es  muy  larga  aquella  senten- 
cia, y  contiene  muchas  cosas  tocantes  al  uso  de  estos  maldi- 
tos desafíos,  que  tan  introducidos  estaban  en  el  mundo; 
pero  para  confirmación  de  lo  que  he  dicho ,  referiré  dos 
cláusulas  de  ella,  la  una  sacada  de  la  petición  ó  querela 
que  dio  el  Arnaldo  de  Cabrera  contra  el  Centellas  ,  que 
está  insertada  en  la  misma  sentencia,  y  dice  de  esta  manera: 
ítem  denunciat  vobis  dictus  Arnaldus  dicens  qiwd  contra  sa- 
cmmentum  de  quo  mpra  dixk  dictus  Bernandus  filius  Ber- 
nardi  de  Sciníillis  porlavit  ensem  de  Vilardello  qui  quidem 
ensis  habet  virtutem  ut  nullus  succumbere  vel  superari  possit 
qui  illum  in  helio  detulerit  et  si  ponitur  in  aliquo  loco  etc. 
ítem  habet  alias  virtutes  multas  per  quem  ensem  ipse  Bernar- 
dus  de  SciniiUis  oblinuit  in  sua  inlentione  etc.  Y  después  dice: 
quare  Nos  Jacohus  rex  predictus  etc.  Quia  constat  nobis  per 
ea  que  acta  sunt  dictas  denunciantes  in  dicto  helio  Ulicite  pro- 
cessisse  intromiltendo  arma  illicita  et  prohibita  et  eliam  virtuosa 
ut  evidens  et  publica  probat  fama  videlicet  ensem  de  Vilarde- 
llo de  cujus  introductione  nobis  constat  per  confessionem  dicli 
Bernardi  de  Scintillis  senioris  qui  ensis  ut  haberetur  fuit  as- 
securatus  pro  septingentis  morabatinis  pro  quo  eliam  ensein- 
fans  Petrus  filius  noster  voluit  daré  quadringenlos  solidos  Bar- 
chinone  de  temo  in  redditus  annuales  quem  ensem,  dominus 
ejus  daré  noluit  aliquo  pretio  immo  expresse  prohibuit  illum 
vemli:   fidl  etiam    etc.  Y  después  acaba:   Quia  quidquid  in 


(  108  ) 
islo  helio  vel  cjus  occasione  vel  causa  faclum  est  quia  consíat 
nobis  illicileet  indebite  faclum  esss  pronuníianius  penitus  non 
valere.  Y  hablando  de  esta  espada  fray  Francisco  Eximenez, 
del  orden  de  San  Francisco,  que  fué  obispo  de  Elna  y  pa- 
triarca de  Jerusalen,  contemporáneo  del  rey  don  Pedro  el 
Ceremonioso  áe  Aragón,  dice  en  el  libro  12,  capítulo  44;  «Y 
en  los  archivos  del  señor  rey  de  Aragón  que  hoy  reina  es 
la  espada  de  Vilardell,  famoso  caballero,  con  la  cual  mató 
aquella  gran  serpiente  de  San  Celoni,  que  salia  á  matar  los 
hombres  en  el  camino;  y  otras  espadas  de  gran  virtud  tie- 
ne el  dicho  señor,  según  me  ha  dicho  persona  de  consi- 
deración de  su  reino». 

No  era  sola  esta  espada,  porque  hallo  memoria  de  otras 
que  eran  tenidas  en  la  misma  estima  y  aprecio:  de  este 
jaez  era  la  que  llamaron  Tizona,  que  fué  del  Cid,  y  des- 
pués la  llevó  el  rey  don  Jaime  en  la  conquista  de  Valen- 
cia, y  dice  Beuter  de  ella,  que  fué  de  maravilloso  tem- 
plamiento ,  y  que  no  habia  que  temer  que  se  quebrase 
por  cortar  hierro  ni  acero,  y  se  la  hablan  traido  de  Mon- 
zón, donde  estaba  colgada  sobre  el  sep  ilcro  de  un  caba- 
llero templario  ,  cuya  habia  sido  ;  y  dice  el  rey,  que  la 
tenia  por  venturosa  y  era  muy  preciada  en  aquellos  tiem- 
pos, y  dice  el  mismo  autor,  que  aquella  espada  quedó  col- 
gada sobre  el  sepulcro  del  rey  hasta  sus  tiempos;  pero 
yo  entiendo  que  en  lugar  de  ella  pusieron  otra  por  me- . 
moria,  porque  la  Tizona  vino  á  poder  de  los  reyes  suceso- 
res suyos,  y  el  rey  don  Pedro  el  Ceremonioso  la  dio  al  in- 
fante don  Juan,  su  hijo,  como  lo  dice  en  el  testamanto  ar- 
riba citado.  Llamáronla  Tizona,  como  si  dijéramos  ardietUe, 
derivándolo  de  la  palabra  tizón,  que   es    un   leño  encendí- 


(  109  ) 
Jo;  )  lo  confirma  el  título  del  otro  que  llamaban  De  la 
Ardiente  Espada,  si  ya  no  es  que  derive  de  un  verbo 
griego  que  suena  lo  mismo  que  feliz  y  dichosa,  así  como 
la  de  Roldan,  que  llamaron  Durena,  como  si  dijésemos  cosa 
dura  y  fuerte  ,  por  los  duros  y  fuertes  golpes  que  daba 
con  ella. 

Fué  notable  la  del  rey  don  Alfonso  el  primero  de  Portu- 
gal, que,  como  joya  singular,  con  el  escudo  conque  peleaba 
guardan  en  el  monasterio  de  Santa  Cruz  de  Coimbra,  don- 
de él  está  sepultado;  y  lo  llevó  todo  el  rey  don  Sebastian 
á  África,  fiándoselo  los  religiosos  de  aquel  monasterio  con 
grandes  condiciones;  y  algunos  observaron,  que  por  haber 
aquel  rey  desembarcado  sin  ella,  dejándola  en  el  navio, 
quedó  vencido,  pareciéndoles  que  quien  la  llevaba  habia 
de  vencer,  y  habiendo,  por  su  desdicha,  de  ser  vencido,  se 
descuidó  de  ella,  porque  dicen  ser  imposible  que  quien 
la  llevaba  pudiera  perder  batalla. 

La  espada  de  San  Martin  fué  muy  estimada  de  los  re- 
yes de  Aragón:  llevóla  de  Alemania  el  conde  de  Barce- 
lona, cuando  fué  á  defender  la  emperatriz:  poseyéronla  los 
reyes  sucesores  suyos;  y  muerto  el  rey  don  Martin  ,  quedó 
en  poder  de  la  reina  doña  Margarita,  su  mujer,  y  ella 
muerta,  fué  vendida  en  el  encante  público,  y  un  caballero 
de  casa  del  rey,  que  la  conocia,  la  compró  y  dio  á  la  co- 
fradía de  los  algodoneros  de  Barcelona,  que  tienen  capilla 
de  San  Martin  en  la  iglesia  de  San  Agustin,  donde  la  guar- 
dan y  veneran  como  reliquia,  por  haber  sido  de  aquel  tan 
gran  santo,  como  lo  cuentan  el  dicho  doctor  Beuter,  li- 
bro 2,  capítulo  17,  yCarbonell,  folio  42. 

La   de  Lope  Juan  fué  muy    preciada  en    tiempos  pasa- 


(  no  ) 

ílos,  y  por  un  gran  don,   la  dieron  el  abad  y  monjes  de 
San  Salvador  de  Ley  re  al  rey  don  Ramiro  el  Monje. 

La  del  rey  don  Fernando  el  Santo,  que  ganó  á  Sevilla, 
es  estimada  en  aquel  reino  como  reliquia,  por  haber  sido 
de  aquel  buen  rey,  tan  señalado  y  adornado  en  todo  géne- 
ro de  virtudes;  y  en  el  dia  y  vigilia  de  la  Santísima  Trinidad 
y  dia  siguiente,  es  costumbre,  en  la  seo  de  Sevilla,  celebrar 
un  muy  solemne  aniversario  por  él,  y  sobre  un  túmulo  po- 
ner dos  cojines  de  brocado,  y  en  el  uno  Ifi  espada,  y  en  el 
otro  la  corona  de  este  rey,  que  todo  se  guarda  con  cui- 
dado y  reverencia;  y  á  las  veces,  los  capitanes  á  las  em- 
presas la  solian  tomar,  con  seguridad  de  volverla,  como 
lo  hizo  el  infante  don  Fernando,  que  después  fué  rey  de 
Aragón  ,  que  habiendo  de  salir  contra  moros,  se  la  llevó  con 
homenaje  de  volverla,  y  vencidos,  la  restituyó  al  lugar  de 
do  la  habia  sacado. 

No  debia  ser  en  valor  inferior  á  las  dichas  la  del  rey 
Mitridates,  pues  solo  la  vaina  valia  doscientos  y  cuarenta 
mil  ducados,  según  dice  Trujillo,  en  el  tratado  de  las  Mi- 
serias del  hombre,  folio  126. 

Laque  llevó  san  Luis,  rey  de  Francia,  en  la  conquista 
de  la  Tierra  Santa,  tuvieron  en  cuenta  de  reliquia  los  re- 
yes sucesores  suyos,  hasta  Ludovico  XII,  que  la  dio  al  gran 
maestre  de  Rodas,  con  otras  muchas  reliquias. 

Bien  es  verdad  que  algunas  veces  las  espadas  que  en  ma- 
no de  unos  obran  hechos  maravillosos,  parecen  embotadas 
y  sin  virtud  en  las  de  otros,  nó  por  falta  de  de  ellas,  sino 
de  quien  las  rige.  Cuentan  Gaspar  Bugato,  en  la  historia  de 
Milán,  y  otros,  que  el  gran  turco  Mahometo,  admirado  de 
las  cosas  le  referían  de  la  espada  de  aquel  gran  Jorge  Sean- 


( 111 ) 

(lerberg  ó  Custriolo,  príncipe  de  Epiro,  se  la  envió  á  pe- 
dir y  él  se  la  envió,  y  dando  con  ella  un  golpe,  por  pro- 
barla, no  le  salió  como  pensaba,  y  creyó  le  había  enviado 
una  por  otra,  y  se  quejó  de  ello;  pero  el  Castrioto  le  ase- 
guró haberle  enviado  la  suya  misma,  mas  no  la  fuerza  de 
su  brazo. 

La  armada  que  el  rey  habia  mandado  apercebir  se  par- 
tió de  Barcelona  á  27  de  marzo,  para  socorrer  á  las  cosas 
de  Cerdeña.  Varían  los  autores  en  el  número  de  los  bajeles, 
y  concuerdan  ser  los  mejores  del  mar.  En  el  entretetanto 
que  tardaban  á  llegar ,  estaba  el  infante  sobre  Cáller  y 
apretaba  mucho  aquel  castillo  con  las  continuas  baterías  le 
daba  con  los  trabucos  y  demás  máquinas  de  batir;  pero  no 
era  menor  la  batería  que  enfermedades  causadas  de  aires 
corruptos  y  malos  daban  á  sus  soldados,  y  era  necesario 
mudarles  á  lugares  sanos,  donde  convalecían  y  después  vol- 
vían al  real.  Los  písanos  trataban  de  concordarse  con  el 
infante,  y  aun  movieron  algunos  tratos;  pero  él  hizo  po- 
co caso  de  ellos,  antes  continuaba  sin  cesar  el  cerco,  es- 
trechándoles cada  dia.  En  este  medio  un  sábado,  últimos 
días  de  abril,  convino  á  la  infanta  doña  Teresa  pasar  de 
Villa  de  Iglesias,  donde  estaba,  á  3Ionreal,  que  era  de  Hu- 
go, juez  de  Arbórea:  fuéronla  á  acompañar  ciento  ochenta 
caballos  de  los  que  estaban  sobre  Cáller,  porque  de  Villa 
de  Iglesias  nadie  salió,  por  no  dejar  aquella  plaza  sin  la 
debida  guarnición:  supo  el  conde  Mamfredo  que  faltaba  esta 
caballería,  porque  así  se  lo  dijeron  los  espías  que  tenia  en 
nuestro  campo  ,  y  cerca  del  mediodía,  cuando  juzgó  que 
estarían  los  nuestros  mas  descuidados,  salió  con  quinientos 
de  á  caballo  y  muchos  de  á  pié,  y  embistió  la  villa  de  Buen 


(  142  ) 
Aire,  y  fué  con  tanta  presteza  y  diligencia,  que  por  poco 
la  tomaron.  Salieron  los  nuestros  á  la  defensa,  y  fué  tal  el 
estrago  y  matanza  que  con  sus  lanzas  y  dardos  hicieron  los 
almogávares  en  la  caballería  enemiga,  que  mataron  mas  de 
trescientos  de  á  acaballo  y  tres  mil  de  á  pié  ,  y  aun  no 
quedara  ninguno,  si  no  se  retiraran  al  castillo.  El  infante 
por  su  persona  peleó  bravamente,  primero  con  la  lanza,  y 
rompida,  con  la  maza  de  armas;  y  de  los  nuestros  murieron 
pocos,  y  esos  por  su  culpa,  porque  se  entraron  dentro  del 
castillo  con  los  que  huian,  y  allí  les  mataron. 

La  armada  de  los  pisanos  estaba  con  gran  temor  del 
socorro  que  habia  salido  de  Cataluña,  y  cuando  entendió 
que  se  acercaba,  se  retiró,  y  con  esto  quedaron  los  pisanos 
que  estaban  dentro  de  Cáller  sin  esperanza  del  socorro. 
En  aquella  ocasión  aconteció  meterse  fuego  en  el  real,  y  se 
quemó  todo,  con  que  quedó  aguado  el  contento  habian  te- 
nido de  la  victoria  pasada. 

Llegó  en  el  entretanto  la  armada  de  Barcelona,  y  los 
cercados  perdieron  del  todo  el  ánimo,  y  la  señoría  de  Pisa 
conoció  que  estaba  imposibilitada  de  poder  sustentar  el  se- 
ñorío que  tenia  en  aquella  isla,  y  así  se  vino  á  concertar 
con  el  infante,  y  se  concordó  que  toda  quedase  por  el  rey 
de  Aragón,  excepto  el  castillo  de  Cáller,  con  sus  apéndices, 
que  eran  el  castillo  de  Stampatg  y  Villanova,  cuya  vega 
decian  no  ser  mas  espaciosa  que  la  de  San  Pablo  de  Bar- 
celona; y  el  infante  se  lo  concedió  en  feudo,  y  con  car- 
go que  diesen  al  rey  mil  libras  de  moneda  genovesa  cada 
un  año  ,  en  unos  dineros  que  llamaban  aquilios ,  y  dio 
a  investidura  al  embajador  de  Pisa  en  nombre  de  aque- 
la  señoría.  Entonces    se   acabó  de  fortificar  el  castillo  de 


(  1^3  ) 
Buen  Aire,  que  sojuzgaba  la  poco  que  tenian   y  quedaba  ú 
los  písanos. 

Esta  concordia,  aunque  perseveraron  en  ella  poco  los 
pisanos,  fué  muy  grata  á  todos  los  del  infante,  por  consi- 
derar que  dentro  de  un  año  habian  conquistado  y  añadido 
á  la  Corona  de  Aragón  un  reino  tan  fértil  como  el  de 
Cerdeña,  sin  dejar  palmo  de  tierra  que  no  quedase  en  su 
obediencia  y  so  reconocimiento  de  feudo,  y  por  quedar  el 
común  de  Pisa  (que  en  Italia  habia  tenido  gran  autoridad 
y  reputación)  so  vasallaje  del  rey  de  Aragón,  después  de 
haber  poseído  aquella  isla  mas  de  trescientos  años.  Pero 
lo  que  en  esta  conquista  fué  mas  considerable  y  de  no- 
tar, es  el  grande  trabajo,  enfermedades  y  peligros  que  pa- 
saron el  infante  don  Alfonso  y  la  infanta  doña  Teresa,  su 
mujer,  y  casi  todos  los  que  fueron  con  ellos,  y  la  muerte 
de  mas  de  doce  mil  hombres,  los  mejores  de  Cataluña  y 
x\ragon,  que  perecieron  por  la  intemperie  de  aquel  cielo  y 
aires,  que  tan  mal  les  trataron  á  todos. 

El  infante,  después  que  tuvo  las  cosas  en  el  estado  que 
queda  dicho,  dejó  la  isla  con  la  seguridad  le  fué  posible. 
A  Reyner  de  Donoratico  y  Bonifacio,  su  sobrino,  que  se  lla- 
maban condes  de  Donoratico  y  habian  sido  de  la  parte  de 
los  pisanos,  para  tenerlos  de  la  suya,  les  enfeudó  el  cas- 
tillo de  Joyosa  Guarda  y  todo  lo  demás  que  tenian  cuan- 
do el  común  de  Pisa  era  señor  de  ella;  porque  siempre 
se  sospechó  que  siendo  estos  tan  poderosos,  dañaría  cual- 
quier novedad  que  intentaran,  y  así  el  rey  los  quiso  tener 
gustosos  y  obligados  con  mercedes.  Por  otra  parte  Hugo, 
juez  de  Arbórea,  era  muy  servidor  de  la  casa  de  Aragón; 
con  esto  y  dejar  por  gobernador  general  á  Felipe  de  Salu- 
TOMO   X.  8 


(4i4) 
ees,   pariente  del  rey,  que   pocos  días   antes  había  venido 
de  Sicilia,  cuya  prudencia  é  inteligencia  en  materia  de  esta- 
do era  muy  estimada  de  todos,   y  guarnición   de  doscientos 
caballos  y  quinientos  soldados,   y  por  teniente  de  general  á 
don  Pedro  de  Lupia,  y  por  capitán   de  la  gente  de  guerra 
en  el  castillo  de   Buen  Aire,  cuyo  lugar  estaba  ya  murado  y 
con  muchos  y  muy   buenos  edificios  y  con   mas  de  seis  mil 
hombres  para  tomar  armas,  á  Berenguel  de  Carrog,  hijo  del 
almirante,   que  habia  casado  con  una  hermana  de  la  infan- 
ta,  que  se  llamaba  doña  Teresa  Gombal  de  Entenga,  y  des- 
pués de  Felipe  de  Saluces    fué  gobernador  general  del  rei- 
no (en  la  ciudad  de  Sacer  y  en  las  otras  fuerzas  y  castillos 
dejó  otros  capitanes  aragoneses  y  catalanes  que    se  habian 
hallado  en  la  conquista);  salió  del  castillo  de  Buen  Aire  con 
la  infanta,  á  18  de  julio  de  este  año,  y  después  de  dos  dias 
se  hizo  á  la  vela^  y  llegó  á  Barcelona  á  2  de  agosto  de  1324, 
y   fué  recibido  y  festejado  tan  alta  y  magníficamente  como 
lo  merecia  la  gloria  del  vencimiento  y  conquista  que  dejó 
hecha;    aunque  sucedió  una  cosa   de  notar:   esta  fué,   que 
cuando  fué  á  besar  la  mano  al   rey,  su  padre,  ni  le     hizo 
rostro  de  padre,  ni  aun  le  quiso  dar  la  mano,  ni  hablarle, 
porque  llegó  vestido  en  hábito   de  sardo  y   no  de  catalán , 
lo  que  pareció   muy  mal   al  rey;  pero  después  de  comer, 
que  mudó  los    vestidos  y  entró  en  palacio  con  vestido  de 
caballero  catalán,  el  padre,  muy  alegre,  le  salió  á  recibir 
hasta  el  pié  de  la  escalera,  y  le  abrazó  y  besó  y  le  hizo 
tanta  fiesta,  que  todos  quedaron  maravillados  de  ello;  y  la 
reina  le  preguntó  porqué  se  habia   habido   con  el  hijo  de 
aquella  manera;  y  dijo  porque  á  la  mañana  habia  venido  en 
hábito  de  vencido,  que  era  el   vestido  sardo  que  llevaba,  y  á 


(  115  ) 
ia  larde  en  liábitü  de  vencedor;  y  le  habia  parecido  lo  nr¡- 
nnero  tan  mal,  que  no  le  pudo  hacer  fiesta  alguna,  mas  de 
tratarlo  como  vencido;  pero  cuando  le  vio  como  vencedor, 
le  festejó  como  hijo  victorioso:  y  la  reina  y  cortesanos  se 
agradaron  mucho  de  la  respuesta  del  rey  y  ¡)rudencia  ha- 
bia usado  en  lo  hecho. 

Mientras  estaba  el  infante  en  Cerdeña  trabajando  la  con- 
quista de  aquel  reino,  expeliendo  de  él  á  los  písanos,  ex- 
poniéndose á  mil  peligros  y  tolerando  las  incomodidades 
que  quedan  referidas,  por  añadir  un  reino  tan  rico  y  fértil 
á  la  Corona  de  Aragón,  no  faltó  quien,  por  sus  buenos  ser- 
vicios, le  negociaba  mal  galardón:  éste  fué  el  infante  don 
Pedro,  su  hermano,  á  quien  el  rey,  á  20  de  mayo  de  1322, 
heredó  del  condado  de  Ribagorza  y  Ampurias  y  castillo  de 
Entenca,  en  el  reino  de  Aragón,  y  estaba  en  el  dicho  con- 
dado de  Ribagorza,  y  codicioso  de  reinar ,  instaba  que  el 
rey,  su  padre,  declarase  que  en  caso  que  premuriese  el  in- 
fante don  Alfonso,  pertenecia  á  él  la  sucesión  de  la  coro- 
na y  habia  de  ser  preferido  á  los  nietos  ;  y  como  á  los 
príncipes  no  les  faltan  malos  consejeros,  esforzó  esto  el  in- 
fante don  Pedro,  y  lo  llevó  tan  adelantado  ,  que  siendo 
avisado  de  ello  el  infante  don  Alfonso,  asentó  paz  con  los 
pisanos,  como  mejor  pudo,  y  se  vino  á  Cataluña,  para  es- 
torbar que  el  rey,  su  padre,  no  hiciese  alguna  declaración 
que  revolvie^  todos  estos  reinos.  Fundábase  entre  otras  ra- 
zones el  infante  don  Pedro  ,  que  en  Castilla  el  rey  don 
Alonso,  que  llaiharon  el  sabio  (aunque  en  esto  no  lo  fué), 
prefirió  á  Sancho,  su  hijo  segundo,  á  su  nieto  don  Alonso, 
hijo  de  Fernando,  su  hijo  mayor,  que  habia  muerto  en  vida 
del  padre;   no  considerando  el   daño  que   de  esto  se  habia 


(IIG) 
seguido,  y   cuan  caro  costó  al  rey  de  Castilla  y  á  toda  su 
corona;  y  el  rey  don  Jaime  estuvo  dudoso  sobre  esto,  y  aun 
se  sospechó  no  hiciese  alguna  cosa  no  debida;  pero  por  el 
parentesco  que  había  entre  la  reina  doña  Elisen  de  Mon- 
eada y  la  infanta  doña  Teresa,  pidió  la  reina  á  su  marido  y 
le  exhortó,  que  mirase  lo  que  hacia;  y  aunque  el  rey  estaba 
muy  afecto  á  don  Alfonso  y  á  su  hijo  don  Pedro,  que  des- 
pués fué  rey,  dudaba  que  vinieran  bien  en  ello  algunos  ricos 
hombres  de  Aragón,  que  seguian  el  parecer  del  infante  don 
Pedro,  y  entre  ellos  era  don  Gimeno  Cornel;  pero  después, 
bien  considerado  todo  y    por  atajar  las  disensiones  podian 
acontecer  después  de  su  muerte,  no  quiso  dar  lugar  á    es- 
to,  y  mas  contra  un   hijo  cual  era  el  infante  don  Alfonso, 
de  quien  habia  recibido  toda  su  corona   tan  grande  honor 
y  beneficio;  y  por  dejarlo  todo  averiguado  de  una  vez,  de- 
claró que,  en  dicho  caso,  la  corona  pertenecía   al  infante 
don  Pedro,  su  nieto,  de  edad  entonces  de  cinco  años,  y  que 
se  criaba  en   poder  de  don  Pedro  de  Luna,  que  después  fué 
arzobispo  de  Zaragoza,  á  quien  sus  padres,  cuando  pasaron 
á  la  conquista  de    Cerdeña  ,    lo    habian  encomendado ;    y 
tlespues,  en  las  cortes  que  en  el  año   1325  se  celebraron  en 
Aragón,  fué  jurado;  y  aunque  al  principio  no  venia  bien  en 
ello  él   infante,    ni   don  Gimeno  Cornel,  pero  á  la  postre 
consintió  con  los  demás,  porque  la  infanta  doña  Teresa  le 
prometió  que  le  haria  dar  el  regimiento  de  la  gobernación 
de  Aragón,  como  lo  hizo,    aunque  le  fué  quitado  antes  de 
mucho  tiempo;  y  el  infante  don  Pedro  se  salió  de  Zaragoza 
y  no  quiso  jurar  á  su   sobrino,  pero  dentro  de  un  año,  por 
quererlo  así  el  rey  y  atajar  enemistades  y  sospechas  entre 
íus  hijos,  lo  hizo,  y  el  infante  don  Pedro,  hijo  de  don  Al- 


(  1Í7  ) 
fonso  y  doña  Teresa,  quedó,  después  de  muertos  sus  abuelos 
y  padre,  por  sucesor  en  el  reino  y  señor  nuestro. 

Asentadas  estas  cosas,  las  demás  del  infante  don  Alfon- 
so refiere  Gerónimo  Zurita  largamente  ,  y  así  solo  diré 
de  él,  que  quedó  con  el  cargo  de  gobernador  general  del 
rey,  su  padre,  residiendo  ya  en  Barcelona,  ya  en  Zarago- 
za, y  lo  mas  del  tiempo  en  los  condado  y  vizcondado  de 
Urgel  y  demás  baronías  suyas,  en  compañía  de  la  infanta 
doña  Teresa,  su  mujer,  la  cual  cuidaba  de  todo  lo  que  era 
el  gobierno  y  regimiento  de  la  casa  real  y  de  los  infantes, 
sus  hijos,  sin  que  en  todo  el  tiempo  que  vivieron  la  reina 
doña  Elisen  de  Moneada,  su  madrastra,  y  el  infante,  su  ma- 
rido y  ella  tuvieran  disgusto  alguno  ni  pesadumbre,  y  en 
nombre  de  la  infanta  se  despachaban  las  provisiones  y  ór- 
denes tocantes  á  ello,  disponiendo  también  de  las  rentas 
del  condado,  vizcondado  y  baronías,  á  su  voluntad,  y  ad- 
ministrando en  ellos  la  justicia  civil  y  criminal,  según  pa- 
rece en  los  registros  de  estos  tiempos,  conservados  en  el  ar- 
chivo real  de  Barcelona.  No  hallo  que  saliesen  de  estos 
reinos;  porque  el  rey  estaba  ya  muy  viejo  y  lo  mas  del  tiem- 
po enfermo,  y  temian  el  daño  les  podia  venir  de  los  otros 
hijos,  si  se  ausentaran,  como  les  habia  acontecido  cuando 
estaban  en  Cerdeña .  De  esta  manera  pasaron  hasta  el  año 
1327,  que  martes,  á  28  de  octubre,  en  la  ciudad  de  Zara- 
goza, murió  de  parto  la  infanta  doña  Teresa,  en  lo  me- 
jor de  su  edad,  y  cinco  dias  antes  de  reina,  porque  no  pa- 
saron mas  del  dia  de  su  muerte  bástala  del  rey,  su  suegro, 
el  cual  murió  á  2  de  noviembre  del  mismo  año  ,  en  la 
ciudad  de  Barcelona. 

Ramón  Montaner,   que  vivía  en  estos  tiempos,    dice  de 


(118) 
la  infanta,  que  fué  muy  noble,  rica,  y  de  las  mas  hermosas 
(le  España,  y  una  de  las  mas  sabias  y   discretas    mujeres 
que    hubo  en  el  mundo   en   aquellos  siglos,  y  que  de  su 
discreción  y  prudencia  se  pudiera  escribir  un  grande  libro; 
que  fué  muy  cristiana,  y  adornada  de  muchas  obras  buenas, 
hechas  en  servicio  de  Dios.  Dale  título  de  bendita  y  santa 
mujer,  católica  y  graciosa  á  Dios  y  al  mundo,  y  como  á 
tal,  la  llamó  Dios  á  su  reino  en  lo  mejor  de  su  edad,   y 
después  de    haber  recibido  los  sacramentos     de  la   santa 
Iglesia.  Fué  sepultada  en  el  monasterio  de  san  Francisco  de 
la  ciudad  de  Zaragoza,  que  ella  habia   reedificado,  donde 
parece  aun  el  dia  de  hoy  su  sepulcro,  en  la  capilla  mayor, 
á  la  parte  del  evangelio.  Está  sobre  él  un  simulacro  de  mu- 
jer,  con  corona  real   en  la  cabeza,  y  el  almohada  donde 
reclina  está  sembrada  de  escudos,  interpoladamente  en  los 
unos  las  armas  de  Cataluña,  que  son  los  cuatro  palos,  y  en 
los  otros  las  armas  de  Enten(;a,  que  son    un  escudo  de  oro 
con  la  cabeza  negra,  de  esta  manera: 


Lleva  hábito  de  san  Francisco  y  sandalias  en  los  pies, 
que  firman  sobre  dos  perrillos.  Tiene  por  cada  parte  doce 
figuras  de  enlutados  que  lloran  su  muerte;  á  la  testera  y 
pies  de  él  hay- en  cada  parte  tres  plañideras,  y  al  derredor 
del  túmulo  unos  ángeles  sobre  basas  pequeñas  que  le  ador- 
nan; y  estriba  todo  sobre  seis  leones  que  sustentan  el  se- 
pulcro. 


'( llí> ) 

Tuvo  esta  señora  cinco  hijos  varones  y  dos  liijas:  los  dos 
hijos  fueron  don  Alfonso,  que  murió  de  edad  de  un  año 
y  fué  enterrado  en  la  iglesia  de  Nuestra  Señora  de  Almala, 
en  la  ciudad  de  Balaguer,  según  dice  Zurita,  aunque  el 
rey  don  Pedro  ,  en  su  Crónica,  dice  que  vivió  dos  años;  y 
entiendo  que  fué  enterrado  en  el  monasterio  de  Santo  Do- 
mingo de  Balaguer,  en  la  capilla  de  san  Pedro,  mártir,  en 
un  sepulcro  de  mármol  que  está  en  la  dicha  capilla  á  la 
parte  del  evangelio,  y  en  la  tapa  de  él  hay  dos  simulacros 
de  dos  niños,  con  coronas  en  la  cabeza,  y  las  almohadillas 
donde  reclinan  sembradas  de  escudos  de  las  armas  reales 
de  Aragón  y  Entenca  ;  y  no  ha  muchos  años  que  algún 
curioso  le  abrió  y  le  dejó  mal  tapado,  conque  no  queda  hoy 
en  él  rastro  de  la  cuerpos  que  allí  fueron  sepultados,  ó 
por  haberlos  sacado  de  allá,  que  no  debieran,  ó  por  ha- 
berlos del  todo  consumido  el  espacio  de  mas  de  trescientos 
años.  El  otro  hijo  fué  el  rey  don  Pedro,  que  llamaron  el 
Ceremonioso,  que  reinó  después  de  su  padre,  y  á  imitación  de 
César,  dejó  escrita  historia  de  sus  hechos.  El  tercero  fué  el 
infante  don  Jaime,  que  fué  conde  de  Urgel,  y  de  quien  habla- 
remos en  el  capítulo  siguiente.  El  cuarto  fué  la  infanta 
doña  Constanza,  que  casó  con  el  rey  don  Jaime,  el  último 
de  Mallorca.  El  quinto  fué  el  infante  don  Fadrique,  que 
murió  el  postrer  dia  del  mes  de  julio  del  año  1320,  según 
parece  en  una  memoria  del  monasterio  de  San  Francisco 
de  Barcelona,  donde  está  sepultado,  en  la  capilla  de  santa 
Elisabet,  que  llaman  la  capilla  Real,  por  estar  en  ella  en- 
terrados muchos  del  linaje  real  de  Aragón,  y  hoy  en  dicha 
capilla  está  reservado  el  Santísimo  Sacramento,  Algunos 
años  estuvo  en  el  altar  mayor,  en  un  sepulcro  de  mármol, 


(  120  ) 
y  en  la  cubierta  de  él,  su  simulacro,  y  en  la  almohada 
que  está  bajo  la  cabeza,  muchos  escudos,  unos  con  las 
armas  reales,  y  otros  con  las  de  Entenga.  El  dia  de  hoy 
lio  parece  mas  de  la  dicha  cubierta,  y  está  al  lado  de  la 
epístola  del  altar  mayor,  sobre  un  sepulcro  de  mármol, 
que  es  del  rey  don  Alfonso  el  Casto.  El  rey  don  Pedro, 
en  su  Crónica,  pone  la  muerte  de  este  infante  el  año  1319. 
El  sexto  fué  la  infanta  doña  Isabel,  que  nació  en  la  ciu- 
dad de  Zaragoza,  y  murió  antes  de  un  año;  y  el  último 
fué  el  infante  don  Sancho,  que  murió  pocos  días  después 
de  nacido,  y  del  parto  de  éste  murió  la  infanta.  Estos  dos 
últimos  están  sepultados  en  San  Francisco  de  Zaragoza,  junto 
á  la  madre,  y  en  el  sepulcro  de  ellos  se  lee  esta  memoria: 


HOC  SEPULCHRO  TÜMULANTUR  DÚO  GENITl  REGALES 

QUI  DÚO  ALVO CREANTUR  PER  P  A  RENTES  NATURALES 

ALTER  FRATER   SANCTIUS  VOCALITER  NUNCUPATUR 
QUI  VELUT  CONSTANTIUS  IN  EXCELSIS  COLLOCATUR 
ELISARETH  INFANTISSA    SÓROR  EIUS    NOMINATUR 
QUE  UT  CLARA   MINORISSA  ETERNE  CONGRATULATUR. 
AMEN.  AMEN. 


A  23  de  octubre  de  este  año  1327  otorgó  la  infanta  su 
testamento,  ante  Sancho  López  de  Almeda,  y,  según  parece 
en  un  registro  que  se  conserva  en  el  archivo  real  de  Bar- 
celona, sobre  la  ejecución  de  los  testamentos  del  rey  doii 
Jaime  el  segundo  y  de  la  infanta,  dejó  heredero  al  infante 
su  marido,  y  él  muerto,  al  infante  don  Jaime,  su  hijo,  de 
las  baronías  de  Alcolea,  Antillon  y  otras  del  reino  de  Va- 
lencia; nombró  testamentarios  al  rey  su  marido  ,  á  don 
Pctlro  Lope  de  Luna,  que  fué  el  primer   arzobispo  de  Za- 


(  121  ) 
ragoza,  ayo  que  fué  del  infante  don  Pedro,  á  Garci  de  Loris, 
su  mayordomo  y  tesorero  del  rey,  á  quien  dejó  de  vida  dos 
mil  sueldos  jaqueses ,  y  á  Bernardo  Fuster.  Entre  otras 
muchas  piás  y  devotas  instituciones  que  ordenó  en  su  testa- 
mento, fué;  que  en  San  Francisco  de  Zaragoza  dejó  fun- 
dada renta  para  el  sustento  de  siete  sacerdotes,  y  á  las 
damas  que  estaban  en  su  servicio,  doncellas,  que  erando- 
ña  Ana  de  Podiatis,  hija  de  don  Bernardo  de  Podiatis, 
Geraldona  de  Ribelles,  que  era  parienta  suya,  Geraldona 
de  Monsonis,  Francisca  de  Morello  y  Sibilia  Otgero,  dejó 
á  cada  una  de  ellas  ocho  mil  sueldos  para  su  dote;  á  Gar- 
cía Rodriguez  de  Boxadors  tres  mil  sueldos  de  renta  cada 
un  año,  en  reconocimiento  de  lo  mucho  le  habia  servido; 
á  doña  Toda,  hija  de  don  Gil  de  Peralta,  cuatro  mil  suel- 
dos para  su  dote;  y  á  11  de  las  calendas  de  febrero  ,  de 
1327,  mandó  el  rey  muy  apretadamente  que  fuese  paga- 
da, y  que  no  habiendo  dinero,  fuesen  vendidas  las  joyas 
de  la  infanta,  y  del  precio  de  ellas  fuese  pagada;  á  doña 
Teresa,  hija  de  don  Manuel  de  Entenga,  deuda  suya,  siete 
mil  sueldos  (esta  casó  después  con  don  Ramón  de  Boil, 
á  quien  dejó  diez  mil  sueldos);  á  Berenguerona,  hermana  de 
doña  Teresa  é  hija  de  don  Manuel ,  deja  alguna  cosa  , 
aunque  no  hallo  qué;  solo  he  visto  que  casó  con  Fran- 
cisco de  Morello,  ciudadano  de  Balaguer,  á  quien  el  rey, 
á  1  de  marzo  de  1330,  dio  tres  mil  sueldos  para  su  ves- 
tido; á  Toda  Martinez,  que  habia  criado  al  infante  don 
Pedro,  su  hijo,  dejó  mil  sueldos  de  renta  durante  su  vi- 
da, situados  sobre  las  rentas  de  la  villa  de  Graus,  junto  á 
Barbastro;  y  á  Geraldona,  que  habia  criado  también  al  di- 
cho infante  don  Pedro  y  á  la  infanta  doña  Constanza,  que 


( ■láií ) 

íuó  reina  de  Mallorca,  dos  rail  sueldos,  y  otros  tantos  á  Ge- 
raldona  Alguer,  que  habia  criado  á  la  dicha  doña  Cons- 
tanza; á  don  Ponce  Hugo  de  Enten^a,  hermano  natural  su- 
yo, dejó  quince  mil  sueldos,  que  el  rey  se  los  consignó 
sobre  Macanera,  en  el  reino  de  Valencia;  y  á  la  abadesa 
del  monasterio  de  Casúes  ,  en  el  remo  de  Aragón,  dejó 
diez  mil  sueldos,  y  doscientos  para  fundar  una  capellanía. 
Mandó  que  las  rentas  de  Chiva  y  Buñol  sirvieran  para  la 
limosna  de  ciertos  sufragios  habia  dejado  para  su  alma;  y 
el  rey  su  marido,  porque  mejor  y  mas  presto  se  cumplie- 
ra, mandó  que  ciertos  dineros  que  se  cogian  por  el  mari- 
daje de  la  infanta  doña  Constanza,  que  casó  con  el  rey  de 
Mallorca,  sirvieran  para  la  limosna  de  duelos  y  sufragios; 
y  porque  entendió  que  en  algunas  cosas  faltaba,  á  cumplir- 
se las  mandas  pias  de  los  testamentarios  de  don  Gombaldo 
de  Entenga,  padre  de  la  infanta,  y  de  don  Sancho  de  An- 
tillon,  su  abuelo,  les  asignó  las  rentas  de  Macanera  y  Ces- 
talgar,  villas  en  el  reino  de  Valencia.  Por  no  haber  ha- 
llado el  testamento  de  esta  señora,  he  traido  esto,  sacado 
de  diversas  memorias  y  registros  de  estos  tiempos. 

Batióse  en  su  tiempo  moneda  de  hoja  de  latón  ,  con  las 
armas  de  Urgel,  y  al  derredor  estas  letras:  Ter.  Com.  que 
es  Teresia  Comilissa,  y  corria  por  todo  el  condado  de  Ur- 
gel, vizcondado  de  Ager,  y  en  muchos  lugares  de  Aragón  y 
Cataluña. 

Cuatro  dias  después  de  muerta  la  infanta,  murió  el  rey,  su 
suegro,  en  la  ciudad  de  Barcelona,  de  edad  de  sesenta  y  seis 
años,  y  después  de  una  muy  larga  enfermedad:  fué  sepultado 
en  el  monasterio  de  Santas  Cruces,  del  orden  Cisterciense,  en 
Cataluña.  Su  sepulcro,   que  está  entre  la  capilla  mayor  } 


(  i25  ) 
el  coro,  á  la  parte  de  la  epístola,  se  abre,   y  muestran  su 
cuerpo  y  el  de  la  reina  doña  Blanca,    su  mujer,  enteros, 
reclinados  en  una  tabla. 

Sucedió  en  sus  reinos  y  señoríos  el  infante  don  Alfonso, 
su  hijo,  que  supo  la  muerte  del  rey,  su  padre,  en  la  ciudad 
de  Zaragoza,  celebrando  las  exequias  de  la  infanta,  y  lue- 
go se  partió  á  Cataluña  para  celebrar  y  asistir  á  las  del  rey 
su  padre,  y  tomar  el  juramento  de  fidelidad  y  homenaje  do 
los  del  Principado.  Pasó  las  fiestas  de  Navidad  en  Barce- 
lona, y  de  allí  se  partió  para  Zaragoza,  para  recibir  la  co- 
rona según  la  ceremonia  y  observancia  de  aquellos  siglos, 
que  era  la  mayor  demostración  de  su  grandeza,  majestad 
y  riquezas;  y  aunque  estas  fiestas  solian  ser  muy  solemnes, 
quiso  el  rey  señalarse  de  su  suerte  en  su  coronación,  que 
excediesen  y  fuesen  mas  que  las  de  todos  los  reyes  pasados. 
Mandóla  publicar  para  la  Pascua  de  Resureccion,  y  asistie- 
ron entonces  en  ella  los  embajadores  de  los  reyes  de  Casti- 
lla ,  Navarra ,  Bohemia  ,  Granada  y  Tremecen ,  con  toda 
la  nobleza  de  estos  reinos,  y  los  de  á  caballo  pasaban  de 
treinta  mil  hombres.  Ramón  Montaner,  síndico  de  Valencia, 
que  asistió  á  estas  fiestas,  en  los  capítulos  últimos  de  su  his- 
toria cuenta  toda  esta  coronación  muy  largamente ,  y  por  una 
de  las  mejores  cosas  de  su  tiempo.  Solo  por  ser  cosa  notable, 
diré,  que  en  la  corona,  que  era  de  oro,  sembrada  de  rubis, 
balajes,  zafires,  turquesas  y  esmeraldas,  tenia  muchas  perlas 
del  tamaño  de  huevos  de  paloma  (cosa  muy  singular),  y  tenia 
también  un  carbunclo  de  gran  estima,  y  estaba  apreciada  en 
cincuenta  mil  libras  barcelonesas.  El  cetro  era  de  oro,  largo 
cuatro  palmos;  tenia  por  remate  un  finísimo  rubí  del  tamaño 
de  un  huevo  de  gallina,  y  al  igual  de  esto  era  todo  lo  demás. 


C  424  ) 

Después  de  esto,  celebró  el  rey  cortes  á  los  arago- 
neses, y  á  15  de  mayo  de  este  año  1328,  dio  al  infante 
don  Jaime,  su  hijo  segundo,  el  condado  de  Urgel  y  vizcon- 
dado  de  Ager,  con  los  mismos  pactos  y  condiciones  que 
lo  habia  recibido  del  rey,  su  padre,  como  vimos,  observan- 
do en  todo  la  disposición  del  conde  don  Armengol  de  Ca- 
brera, ordenada  en  su  testamento; 

Y  prosiguiendo  el  catálago  de  los  obispos  de  Urgel,  se- 
gún lo  que  he  podido  hallar,  era  obispo,  después  de  don 
Guillen  de  Moneada,  fray  don  Raymundo  de  Trebaylia,  del 
orden  de  San  Benito,  el  cual  tuvo  el  obispado  diez  y  seis 
años,  y  murió  el  de  1321.  No  hallo  cosa  notable  de  él, 
no  porque  no  la  hiciese,  que  fué  gran  prelado  y  santo  va- 
ron,  sino  por  la  negligencia  ha  habido  en  conservar  y  es- 
cribir los  hechos  de  los  prelados  de  esta  santa  Iglesia,  in- 
dignos del  olvido  y  poca    memoria  nos  queda  de  ellos. 

Don  Arnaldo  de  Llordat  fué  nombrado  obispo  después 
del  precedente,  y  fué  muy  celoso  de  las  preeminencias  de 
su  Iglesia  y  conservación  del  patrimonio  de  ella  :  tuvo 
con  el  rey  Alfonso  algunos  encuentros  sobre  la  moneda  de 
Agramunt,  que  no  queria  que  corriese  en  la  villa  de  Sa- 
nahuja,  que  era  de  la  mensa  episcopal,  como  lo  digo  en 
otro  lugar;  después  fué  trasladado  á  la  iglesia  de  Tortosa, 
y  tomó  posesión  de  ella  á  11  de  diciembre  de  1341,  y 
murió  á  3  de  mayo  de  1346.  Dejó  quinientos  escudos  pa- 
ra edificar  una  capilla  en  que  fuese  supultado,  como  lo 
dice  Francisco  Martorell  de  Luna  en  la  historia  de  Tortosa. 


(  \ró  ) 


CAPITULO  LXI. 

Que  contiene  la  vida  del  infante  don  Jaime  de  Aragón,  XVIII  conde  de 
Urgcl  y  vizconde  de  Ager,  hijo  del  rey  don  Alfonso  de  Aragón,  y  de  la 
infanta  doña  Teresa  de  Entenga.— Da  el  rey  don  Alfonso  al  infante  don 
Jaime  el  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  y  del  gobierno  y  ad- 
ministración puso  en  ellos.— De  como  el  rey  don  Alfonso  mandó  pres- 
tar los  homenajes  al  infante,  su  hijo,  y  restituirle  las  escrituras  que  le 
importaban  para  conservación  de  lo  que  le  habia  dado;  y  de  la  muer- 
te del  rey. — El  rey  don  Pedro  es  jurado  rey  de  Aragón  y  conde  de  Bar- 
celona.— Pretende  el  infante  don  Jaime,  para  su  mujer,  el  condado  deCo- 
menge,  en  Francia,  y  otros  estados,  y  lo  que  pasó  sobre  esto. — Sucesos 
del  reino  de  Mallorca,  y  perdición  del  rey  don  Jaime  de  Mallorca,  y  de 
lo  que,  sobre  esto,  hizo  el  infante  don  Jaime,  conde  de  Urgel. — Como 
el  rey,  llamando,  en  defecto  de  hijos  varones,  á  las  hijas,  excluyó  al 
infante  don  Jaime,  y  del  sentimiento  que  hizo  por  esto,  y  de  las  uniones 
en  Aragón  y  Valencia.— En  que  se  prosiguen  los  hechos  del  infante  don 
Jaime  y  de  la  Union,  y  de  las  cortes  que  celebró  el  rey  en  Zaragoza, 
donde  tuvo  principio  la  destruc?íon  del  infante. — De  lo  que  hizo  el  rey 
don  Pedro,  después  de  acabadas  las  cortes;  y  de  la  muerte  del  infante 
don  Jaime,  y  descendientes  suyos. 

Para  mayor  demostración  de  grandeza  y  majestad,  y  por- 
que quedara  mas  solemnizada  la  fiesta  de  su  coronación, 
quiso  también  honrar  el  rey  don  Alfonso  al  infante  don 
Jaime,  su  hijo  segundo,  dándole  título  de  conde  de  Urgel 
y  vizconde  de  Ager.  Diósele  de  la  misma  manera  que  él 
lo  habia  recibido  del  rey  don  Jaime,  su  padre,  y  con  las 
condiciones  contenidas  en  el  testamento  del  conde  Armen- 
gol  de  Cabrera,  añadiendo  que,  en  caso  que  por  no  que- 
dar del  infante  hijos  legítimos  y  naturales,  volviese  aquella 
donación  á  la  corona,  quedasen  obligados  los  reyes,  sus  su- 


(  Í2G  ) 
vesores  ,  á  dar  el  sustento  y  vestido  necesario,  según  su 
ralidad,  á  las  hijas  que  quedasen,  hasta  ser  casadas,  y  que 
si  el  hijo  primogénito  del  infante  llegase  á  ser  rey  de  Ara- 
gón, sea  conde  de  Urgel  el  hijo  segundo.  Con  estos  pactos 
quedó  heredado  el  infante  de  aquel  gran  estado,  y  entonces 
tomó  las  armas  del  condado  solas  y  sin  mezcla  alguna, 
según  parece  en  algunos  sellos  suyos,  que  aun  se  conservan 
en  el  archivo  real;  y  después  juntó  aquellas  armas  con  las 
de  Aragón,  y  de  las  dos  formó  un  escudo,  dividido  en  cua- 
tro cuarteles:  en  el  primero  y  tercero  dos  palos,  en  el 
cuarto  los  jaqueles  de  oro  y  negro,  que  eran  las  armas  del 
conde  de  Urgel. 

Era  entonces  al  infante  de  edad  de  ocho  años,  poco  mas 
ó  menos,  y  así  el  rey,  su  padre,  se  quedó  con  el  gobierno 
y  administración  de  todo  lo  que  le  habia  dado  ,  como  á 
padre  y  legítimo  administrador  suyo  ,  todo  el  tiempo  de 
su  vida. 

Por  estos  tiempos,  que^  era  al  principio  del  año  1329, 
en  el  mes  de  febrero,  casó  el  rey  don  Alfonso,  en  la  ciu- 
dad de  Tarragona,  con  la  infanta  doña  Leonor,  hermana 
del  rey  don  Alonso  XI  de  Castilla,  con  quien  estuvo  des- 
posado el  infante  don  Jaime,  su  hermano,  que  todavía  vi- 
via  en  África,  y  estaba  con  el  rey  de  Tremecen.  Acudió 
en  Tarazona  el  rey  de  Castilla  y  toda  la  nobleza  de  aquel 
reino  y  del  de  Aragón,  y  en  esta  ocasión  quedó  concer- 
tada la  guerra  que  después  se  hizo  al  rey  moro  de  Gra- 
nada, para  la  cual  pasó  el  rey  á  Valencia,  con  intento  de 
apercibir  lo  necesario  para  ella;  y  estando  aquí  á  28  de 
mayo  ,  nombró  juez,  en  primera  y  segunda  instancia,  del 
condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  á  Ferrer  de  Abe- 


(427) 
Ha,  de  su  consejo,  \  njo  del  infante  don  Jaime,  que  mu- 
chos años  habla  era  procurador  general  en  ellos,  varón  de 
noble  linaje,  y  en  quien  concurrian  cabalmente  las  partes 
necesarias  para  el  gobierno  que  se  le  encomendaba;  y  bien 
que  le  tuvo  mucho  tiempo,  pero  porque  el  rey  le  encargó 
otros  negocios  importantes  (y  en  particular  el  año  1330, 
que  le  envió  á  concertar  treguas  con  el  rey  moro  de  Gra- 
nada), nombró  durante  su  ausencia  á  don  Pedro  Maca,  y 
el  año  siguiente,  que  se  le  llevó  el  rey  á  la  guerra  con- 
tra el  moro  de  Granada,  que  habia  rompido  las  treguas, 
nombró  en  lugar  suyo  á  Arnaldo  de  Monsonis;  y  también 
para  mayor  expedición  de  los  negocios  y  buena  dirección 
de  ellos,  habia  dado  muchos  años  antes  el  mismo  cargo  á 
Fcrrer  de  Colom,  de  su  consejo,  que  fué  prior  de  Fraga, 
canónigo  y  obispo  de  Lérida;  y  éste  y  Ferrer  de  Abella 
gobernaron  toda  aquella  tierra  hasta  el  año  1334,  recibien- 
do las  rentas  y  provechos  de  ella,  distribuyéndolas  según 
lo  mandaba  el  rey  y  parece  en  los  registros  de  aquellos 
tiempos,  conservados  en  el  archivo  real  de  Barcelona,  y  pro- 
veyendo todos  los.  oficios  y  cargos  de  aquel  estado,  cuyos 
réditos  servian  para  el  sustento  de  las  casas  de  los  infantes 
don  Pedro  y  don  Jaime,  y  aun  del  rey,  y  para  pagar  al- 
gunos censos  y  violarios  cargados,  así  por  el  rey  don  Jaime 
como  también  por  la  infanta  doña  Teresa,  que  en  su  tes- 
tamento, habia  asignado  á  sus  deudos  y  criados  algunas 
rentas  sobre   ellos. 

Durante  el  gobierno  de  don  Alfonso,  según  parece  en 
memorias  de  aquellos  tiempos,  Ramón  Folc,  vizconde  de 
Cardona,  que  habia  tenido  algunos  disgustos  con  los  vecinos 
de  la  villa  de  Pons,  juntaba  gente  para  venir  con    armas 


(  m  ) 

í  oiitra  de  ellos,  y  tomar  venganza;   y  estaban  los  de   aquel 

pueblo  con  gran  temor,  hasta de  junio  de   1331,  que 

el  rey  les  escribió  que  no  temiesen,  certificándoles  que  el 
de  Cardona  no  les  baria  daño  ninguno.  En  este  mismo  año, 

á de  julio,  concedió  el  rey  privilegio  á  los  ciudadanos 

de  Balaguer,  durante  su  beneplácito,  que  vino  forastero  no 
entrase  en  ella,  declarando  que  el  privilegio  que  lo  prohibia 
desde  el  dia  de  Todos  Santos  hasta  Nuestra  Señora  de 
agosto  ,  se  entendiese  prohibirlo  todo  el  año;  y  esto  fué 
porque  no  se  malbaratase  el  de  los  ciudadanos,  llevando  á 
aquella  ciudad  el  de  otras  partes,  donde  se  cogiese  mejor 
y  fuese  mas  barato.  Labrábase  en  el  mes  de  octubre  de 
este  año  en  la  villa  de  Albesa  la  puente  sobre  el  rio  No- 
guera, que  pasa  junto  de  ella;  y  para  ayudar  al  edificio, 
concedió  el  rey,  que  por  espacio  de  cinco  años  los  que 
pasaren  por  ella  den,  los  de  á  pié  medio  dinero  jaqués,  los 
de  á  caballo  un  dinero,  y  las  bestias  gruesas  medio  dinero 
jaqués. 

En  el  año  1332,  á  7  de  las  calendas  de  agosto,  estan- 
do el  rey  en  Valencia,  revocó  todas  las  mercedes  que  á  im- 
portunación de  diversas  personas  habia  concedido  sobre  el 
condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  dándolas  por  nu- 
las y  como  si  hechas  no  fuesen,  atento  eran  todas  en  per- 
juicio del  infante  don  Jaime,  donatario  del  dicho  condado 
y  vizcondado,  y  mandó  á  Ferrer  Colom,  gobernador  gene- 
ral de  aquellos  estados,  que  no  pague  ninguna,  exceptuán- 
dose Guillen  de  Entenca,  deudo  de  la  infanta,  á  quien  habia 
hecho  merced  de  la  villa  de  Ivars. 

A  primero  de  mayo  de  1333,  mandó  el  rey,  á  instancia 
de  los  paeres  de  la  ciudad  de  Balaguer,  que  los  judíos  veci- 


(  129  ) 
nos  de  aquella  ciudad  viviesen  juntos  y  apartados  en  un  bar- 
rio de  ella,  y  andarán  señalados  en  el  vestido;  y  en  junio 
del  mismo  año  lo  mandó  á  los  de  Agramunt:  debia,  sin 
duda,  convenir  así  en  aquellos  tiempos,  y  lo  mandaron 
también  los  reyes  don  Juan  y  don  Martin  á  los  de  Bar- 
celona. 

A  los  idus  de  setiembre  de  este  mismo  año,  don  Pedro 
Tialceran  de  Pomar  se  fué  á  quejar  al  rey  de  algunos  ene- 
migos suyos  que  le  movian  guerra  y  le  querian  tomar  los 
castillos  y  lugares  de  TaltahuU  y  Massateras,  que  estaban  en 
feudo  de  los  condes  de  Urgel;  y  el  rey,  para  que  no  osasen 
intentar  nada,  mandó  á  Ferrer  de  Abella,  procurador  ge- 
neral del  condado,  que  tomara  las  tenencias  de  aquellos 
castillos,  según  el  estilo  de  aquellos  tiempos,  y  entonces 
nadie  se  osó  mover,  respetando  al  rey,  en  cuyo  nombre  se 
habian  tomado  las  dichas  tenencias. 

Este  gobierno  y  administración  que  queda  dicho  duró 
hasta  el  año  de  1334,  en  que  enfermó  el  rey  de  aquella 
larga  dolencia  que,  después  de  dos  años,  le  quitó  la  vida: 
entonces,  por  aliviarse  de  cuidados  y  descargarse  del  go- 
bierno, dio  la  administración  del  condado  de  Urgel,  viz- 
condado  de  Ager  y  baronías  que  fueron  de  la  infanta  do- 
ña Teresa  ,  al  infante  don  Jaime ,  su  hijo,  que  era  ma- 
yor de  catorce  años,  y  concurrian  en  él  las  partes  necesa- 
rias para  entender  en  el  gobierno  de  sus  cosas;  y  á  lo  que 
se  conjetura,  quiso  el  rey  que  ya  en  vida  suya  quedase 
en  posesión  de  lo  que  era  suyo,  por  escusar,  después  de 
muerto  él,  encuentros  con  el  infante  don  Pedro,  su  hijo, 
cuya  recia  condición  y  vivos  espíritus  daban  cuidado  al  ley, 
su  padre,   y  mucho   mayores  á    la  reina  doña   Leonor,  su 

TOMO  X.  9 


(  1^0  ) 
madrastra.  Por  esto,  estando  el  rey  en  Sarrion,  aldea  de 
Teruel,  de  cuya  estada  gustaba  mucho,  despachó  so  data 
de  12  de  junio  una  carta  á  todos  los  caballeros,  así  hom- 
bres como  mujeres,  feudatarios  del  condado  de  Urgel,  man- 
dándoles, que  luego  que  sean  requeridos,  hagan  sacramento 
y  homenaje  al  infante,  su  hijo,  según  la  obligación  de  ca- 
da uno  y  consuetud  de  Cataluña;  y  el  dia  siguiente  envió 
otra  á  la  ciudad  de  Balagner  y  á  las  villas  de  Ager,  Pens, 
Linyola,  Agramunt,  Albesa,  Castelló  y  demás  villas  y  pue- 
blos del  condado  y  vizcondado,  y  habia  mandado  dias  an- 
tes lo  mismo  á  los  pueblos  de  las  baronías  de  Alcolea  y 
Antillon  y  lugares  del  reino  de  Valencia;  y  absuelve  y  re- 
laja á  todos  el  juramento  y  homenaje  que  le  habian  pres- 
tado cuando  sucedió  en  ellos,  por  pertenecer  al  infante, 
su  hijo,  así  por  donación  le  habia  hecho  años  antes,  como 
también  por  el  testamento  del  conde  don  Armengol  de  Ca- 
brera. Mandó  entonces  á  Ferrer  de  Abella,  que  todas  las 
escrituras  tenia  del  condado  y  vizcondado,  las  diese  al  in- 
fante, y  lo  mismo  mandó  á  fray  Sancho  López  de  Ayerve, 
del  orden  de  Menores,  que  después  fué  arzobispo  de  Tar- 
ragona, y  era  confesor  del  infante  don  Pedro,  y  á  la  aba- 
desa de  Casúes,  monasterio  de  Aragón  que  fundó  en  el  aña 
1278  doña  Oria,  condesa  de  Pallars,  so  la  regla  cistercien- 
se.  A  esta  señora,  como  á  sucesora  de  doña  Elvira  Sánchez, 
la  infanta  doña  Teresa  le  habia  encomendado  muchas, 
y  mandóle  el  rey,  que  todas  las  que  tuviera  restituye- 
se al  infante  don  Jaime;  y  á  García  Loriz  y  á  Bernardo 
de  Petra,  de  su  consejo,  mandó  que  las  que  tuvieren  las 
lleven  al  monasterio  de  San  Francisco  de  Zaragoza,  y  que 
sea  allá  hecho  inventario  de  todas,  y  hechas  dos  copias  de 


f 


(  i31  ) 
«íl,  divididas  por  alfabeto,  se^n  el  estilo  de  aquellos  siglos, 
quede  la  una  en  poder  de  los  frailes  de  aquel  convento,  v 
la  otra,  con  las  escrituras,  para  el  infante,  el  cual  luego 
las  mandó  llevar  al  castillo  de  Monmagastre,  donde  estaba 
el  archivo  de  los  condes  de  Urgel;  y  el  oficio  del  archi- 
vero lo  encomendaban  á  uno  del  condado;  v  porque  una 
vez  nombraron  á  uno  que  no  era  de  él,  sexto  idus  jaunarii 
1330,  el  rey  don  Jaime  no  lo  tuvo  á  bien,  antes  mostró 
estar  por  esto  disgustado  con  Ramón  de  Vilafranca  ,  de 
su  casa  y  palacio,  por  haber  encomendado  aquel  oficio  á 
hombre  forático,  no  natural  del  condado. 

Era  tal  la  condición  del  rey  y  estaba  tan  sujeto  á  la 
reina,  su  mujer,  que  no  solia  negarle  cosa;  y  ella  estaba 
tan  apasionada  por  el  infante  don  Fernando,  su  hijo,  que 
no  podia  sufrir  que  sus  entenados  quedaran  mas  medra- 
dos y  tuvieran  mas  mando  en  el  reino  que  su  hijo;  y  esto 
se  guardó  tan  puntualmente  viviendo  el  rey,  que  el  infan- 
te don  Jaime  ni  aun  tomaba  criados  sin  su  consentimiento, 
<lándole  particular  razón  y  cuenta  de  todo,  ni  en  sus  villas 
creaba  oficiales  sin  su  voluntad;  y  en  cierta  ocasión  que 
habia  consignado  á  doña  Urraca,  condesa  de  Pallars,  su 
tia,  las  rentas  de  Alcolea,  en  pago  de  lo  que  debia  re- 
cibir cada  un  año  sobre  el  condado  de  Urgel,  sin  dar  ra- 
zón al  rey,  se  sintió  mucho  de  ello,  y  mas  cuando  supo 
que  habia  creado  baile  en  aquel  pueblo;  porque  el  rey  ha- 
bia ya  dado  aquella  bailía  á  Ramón  de  iMentorn,  á  quien 
la  habia  proraetid¡o  la  infanta  doña  Teresa,  y  escribió  al  in- 
fante, dándole  á  entender  cuan  sentido  y  maravillado  estaba 
de  que  hubiera  hecho  tal  consignación  sin  su  consentimien- 
to,  y  aun  le  exhorta  á  que  el    Ramón  de  Alentorn  sea  pues- 


(i32) 
to  en  posesión  del  cargo  le  habia  dado,  y  manda  á  Rodrigo 
Diaz,  su  canciller,  que  esto  se  ejecute  luego,  y  cuando  na 
se  haga  así,  ha  de  tener  de  ello  muy  gran  pesar  y  senti- 
miento. Esto  pasó  á  24  de  julio  de  1335;  y  á  25  de  agos- 
to siguiente  dio  el  rey  la  notaría  de  Agraraunt ,  con  cier- 
tos censos  le  habia  de  pagar  por  ella,  á  Bernardo  de  Petra, 
por  buenos  servicios  habia  hecho  á  la  infanta  doña  Teresa, 
su  mujer,  y  á  él,  y  manda  al  infante  se  la  confirme;  de 
modo  que,  aunque  el  infante  tenia  el  título  y  rentas,  pero 
el  rey  se  habia  quedado  con  la  superioridad.  Todo  fuera 
de  buen  pasar,  si  el  rey  no  fuera  desmembrando  cada  dia, 
por  dar  al  infante  don  Fernando,  su  hijo,  por  contempla- 
ción de  la  reina,  su  madre,  muchos  lugares  y  castillos  del 
condado  y  vizcondado;  porque  la  intención  de  ella  fué,  que 
ya  que  su  hijo  no  podia  ser  rey,  á  lo  menos  tuviera  tanto 
señorío  en  los  reinos  de  la  corona  de  Aragón,  que  pudiese 
sustentarse  y  mandar  en  ellos  á  la  par  del  infante  don  Pe- 
dro, que  habia  de  ser  rey;  y  por  eso  negoció  con  el  rey, 
le  diese  muchas  cosas  de  la  corona,  y  hacia  lo  mismo  con 
el  infante  don  Jaime,  y  ya  que  no  le  podia  quitar  lo  que 
era  suyo,  trazó  con  el  rey,  que  le  diese  del  condado  de 
Urgel  y  vizcondado  de  Ager  los  lugares  de  Alos,  Mejá, 
Fabregada,  Puig  de  Mejá,  Fontlonga,  Vilanova  de  Mejá, 
LaNou,  Vernet,  Ariet,  Baldomar,  Camarasa,  Cubells,  Ivars^ 
Santa  Linja,  Mongay,  Marita,  Alos  y  otros,  y  los  castillos 
de  Castelló  de  Farfanya  y  Orenga,  que  las  villas  no  se  las 
dio;  pero  como  estas  donaciones  eran  inmensas,  y  en  per- 
juicio del  infante  don  Jaime,  aunque  viviendo  el  rey  se 
disimuló,  pero  después  de  muerto,  recuperó  el  infante  don 
Jaime  mucha  parte  de  ello. 


C  Í33) 
Perseveraba  todavía  la  enfermedad  del  rey,  y  era  poca 
la  confianza  habia  de  su  vida,  porque  era  hidropesía;  y  en 
esta  ocasión,  que  le  pareció  buena,  se  volvió  á  solicitar 
por  parte  de  Gastón,  conde  de  Foix,  hijo  del  otro  Gastón 
de  quien  arriba  hablamos,  las  pretensiones  que  tenia  de  he- 
redar el  condado  de  Urgel;  y  para  tratar  de  esto,  puso  por 
medianeros  al  rey  don  Jaime  de  Mallorca,  yerno  del  rey 
y  deudo  suyo,  y  al  infante  don  Pedro,  conde  de  Empu- 
ñas, que  estaba  casado  con  doña  Juana  de  Foix,  tia  de 
don  Gastón  y  hermana  de  su  padre.  Los  tratadores  eran 
grandes,  pero  poca  la  justicia  del  conde:  para  mejor  nego- 
ciar, se  lo  pusieron  al  rey  en  conciencia,  y  él  prometió  de 
verse  con  el  de  Mallorca  y  con  el  conde  de  Foix,  y  les  dio 
buenas  esperanzas,  porque,  entretenido  el  de  Foix  con  ellas, 
no  innovara  cosa  alguna,  porque  en  aquella  sazón  tenia  mu- 
cha gente  en  campaña,  para  valer  á  Roger  de  Comenge, 
que  pretendia  el  condado  de  Pallars,  y  habia  en  Cataluña 
mucha  gente  de  armas  forastera,  y  escusaba  el  rey,  que, 
valiéndose  de  ella  el  de  Foix ,  se  entrase  por  el  condado  de 
Urgel,  tomando  algunas  plazas  de  él,  y  por  esto  mandó  hi- 
ciesen treguas  con  el  de  Pallars,  duraderas  por  seis  meses, 
y  todos  vinieron  bien  en  ello ,  por  lo  mucho  que  deseaban 
dar  contento  al  rey:  pero  estas  vistas  no  se  efectuaron, 
porque  el  de  Mallorca  estaba  en  Aviñon,  y  el  rey,  que  sa- 
bia que  habian  de  ser  de  poco  provecho,  por  ser  poca  la 
justicia  del  conde  de  Foix,  las  desvió,  y  las  cosas  se  que- 
daron como  de  antes.  Conoció  el  rey  claramente  que  su 
vida  se  acababa,  y  antes  de  su  muerte  quiso  ver  concluido 
el  matrimonio  de  su  hijo  el  infante  don  Jaime,  y  por  es- 
to envió  á  Francia  á  concluirle.   Habíase  tratado  va  con 


(  134  ) 
doña  Cecilia,  hija  de  don  Bernardo  de  Comenge  y  de  do- 
ña Mata,  que  es  lo  mismo  que  Matea,  condes  de  Comen- 
ge  y  vizcondes  de  Tours,  y  por  esto  envió  á  Francia  al  al- 
mirante don  Ramón  de  Peralta,  que  lo  concluyó,  y  poco 
después  vino  la  novia  á  Cataluña ,  en  donde  se  celebra- 
ron las  bodas. 

Siguióse  dentro  de  breve  la  muerte  del  rey,  en  la  ciu- 
dad de  Barcelona,  un  miércoles ,  á  la  mañana  ,  á  24  de 
.  enero,  víspera  de  la  Conversión  de  san  Pablo,  año  1336; 
y  fué  depositado  en  el  monasterio  de  San  Francisco,  de 
donde  después,  á  10,  y  según  otros,  á  17  de  abril  de 
1369,  fueron  sus  huesos  trasladados  al  monasterio  de  San 
Francisco  de  Lérida:  sacáronles,  según  parece  en  memorias  de 
aquellos  tiempos,  los  clérigos  de  la  Seo  y  parroquias,  todos  los 
frailes  y  monjes  de  ella,  y  dio  la  ciudad  trescientos  cin- 
cuenta cirios  gruesos,  que  llamaban  brandones,  y  salieron 
en  procesión  del  dicho  monasterio,  y  pasaron  por  las  ca- 
lles que  llamaban  Ampie,  del  Mar,  plaza  del  Trigo,  plaza  de 
las  Coles,  plaza  de  Santiago,  Bocaria,  Hospital  den  Colom, 
y  por  la  puerta  de  San  Antón  los  llevaron  al  monasterio  de 
Valldoncella,  y  de  allí  á  Lérida.  Asistieron  á  esta  trasla- 
ción don  Pedro,  arzobispo  de  Tarragona,  don  G. ,  de  Barce- 
lona, don  Hugo,  vizconde  de  Cardona,  don  Gilabert  de 
Cruilles,  don  Bernardo  de  Pinos,  Pedro  Bussot,  Jaime  de 
Gualbes  y  P.  Gilabert  de  San  Climent,  y  muchos  otros; 
y  llegados  á  Lérida,  fueron  puestos  en  un  suntuoso  sepul- 
cro, que  está  en  el  altar  mayor,  á  la  parte  de  la  epístola, 
y  allá  dicen  estar  doña  Leonor,  su  segunda  mujer.  Enci- 
ma déla  tumba  están  los  simulacros  de  los  dos,  con  hábi- 
to de  religiosos  de  san  Francisco  y  sandalias  en  los  pies. 


( 


(  Í55  ) 

Fué  este  rej  llamado  el  benigno,  por  haberlo  sido  mucho, 
y  por  el  amor  que  tuvo  á  sus  subditos  y .  benignidad  con 
que  los  trató:  fué  siempre  muy  justo  y  cortés,  y  en  su  edad 
muy  valiente  y  animoso,  como  se  vio  en  la  conquista  de 
Cerdeña.  Después  de  casado  segunda  vez,  quedó  tan  mu- 
dado de  condición,  que  parecia  otro,  y  estaba  tan  rendi- 
do á  su  mujer,  que  le  hacia  hacer  cosas  que  después  cau- 
saron harta  alteración  y  novedades  en  estos  reinos,  así  por 
razón  de  las  donaciones  que  hizo  al  infante  don  Fernando, 
como  por  otras  concesiones  que  debiera  escusar,  pues  mas 
daños  acarrearon  á  aquellos  en  cuyo  favor  fueron  hechas, 
que  provecho. 

El  infante  don  Pedro,  que  estaba  en  Aragón,  luego  que 
supo  la  muerte  del  rey,  su  padre,  tomó  título  de  rey  de 
Aragón  y  conde  de  Barcelona,  y  juró  á  los  aragoneses  sus 
fueros.  Coronóse  en  la  ciudad  de  Zaragoza,  aunque  con 
contradicción  y  descontento  de  los  del  principado  de  Cata- 
luña, que  pretendieron  haber  de  jurar  primero  en  él  que 
en  Aragón;  y  lo  esforzaron  con  grandes  veras  los  infan- 
tes don  Pedro,  conde  de  Empurias,  y  don  Berenguer,  con- 
de de  Prades,  y  no  asistieron  á  la  fiesta  de  la  coronación, 
y  lo  mismo  hicieron  todos  los  catalanes,  salvo  Ot  de  Mon- 
eada y  Ramón  de  Peralta.  El  infante  don  Jaime  pretendió 
lo  contrario,  y  siguió  la  opinión  del  rey,  su  hermano,  que 
le  habia  hecho  gobernador  general  del  reino,  por  ser  la 
persona  mas  propincua  suya,  y  el  que  en  aquella  fiesta  de  la 
coronación  hizo  mayores  muestras  de  júbilo  y  alegría,  y 
calzó  al  rey,  su  hermano,  las  espuelas  y  le  sirvió  á  la  me- 
sa con  otros  caballeros  y  ricos  hombres  de  Aragón  que  se 
hallaron  en    aquella   fiesta,   en  que  de  los   catalanes   solo 


( l'-íí ) 

asistieron  don  Kamon  de  Peralta,  que  con  Ato  de  Foces 
acompañó  aquel,  dia  á  Gonzalo  Diaz  de  Árenos,  que  llevaba 
las  armas  del  rey;  y  dióse  de  comer  aquel  dia  á  mas  de  diez 
mil  personas,  según  escribe  el  rey  en  su  historia. 

En  junio  del  año  1338  falleció  el  rey  don  Fadrique  de 
Sicilia,  hijo  de  don  Pedro  y  doña  Constanza,  reyes  de 
Aragón,  y  dispuso  la  sucesión  de  aquel  reino  de  esta  manera: 
llamó  primero  á  los  hijos,  sustituyéndoles  de  grado  en  gra- 
do; y  faltando  estos,  llamó  al  rey  don  Alfonso,  y  si  no  qui- 
siese aceptar  aquel  reino,  llama  al  infante  don  Pedro,  her- 
mano del  de  Aragón,  y  le  sustituye  al  infante  don  Ra- 
món Berenguer.  Después  de  estos,  en  caso  no  tengan  hijos, 
llama  al  infante  don  Pedro,  que  en  este  tiempo  era  ya 
rey  de  Aragón,  y  después  de  él,  al  infante  don  Alfonso, 
conde  de  ürgel,  su  hermano,  en  quien  acabó  las  sustitu- 
ciones que  hace  de  aquel  reino,  el  cual,  á  la  postre,  quedó 
unido  á  la  Corona  de  Aragón,  por  haber  fenecido  la  línea 
masculina  de  aquellos  ínclitos  reyes. 

En  el  año  siguiente  de  1339,  á  17  de  julio,  hizo  re- 
conocimiento don  Jaime,  rey  de  Mallorca,  al  de  Aragón, 
por  aquel  reino  y  demás  estados  tenia  en  feudo  por  el  rey  de 
Aragón.  Pasó  esto  en  Barcelona  en  la  capilla  del  palacio 
real,  y  el  infante  don  Jaime  fué  uno  de  los  que  asistieron 
en  este  acto,  en  compañía  de  sus  tíos,  los  infantes  don  Pe- 
dro y  don  Bamon  Berenguer,  y  del  arzobispo  de  Tarragona,  y 
de  otros  muchos  que  dejo,  pues  Zurita  los  refiere  largamente. 
Entonces  fué  la  traslación  del  cuerpo  de  santa  Eulalia, 
virgen  y  mártir  de  Barcelona,  patrona  y  protectora  de  aque- 
lla ciudad  y  vecinos  de  ella:  fué  muy  solemnizada,  así  por 
hacerse    en  honra  de   tan  gran   sania,  como  también  p<>r 


(  137  ) 
hallarse  en  aquella  ocasión  en  Barcelona  los  reyes  don  Pe- 
dro de  Aragón  y  don  Jaime  de  Mallorca,  y  los  infantes 
don  Jaime,  conde  de  Urgel,  y  don  Pedro  y  don  Ramón 
Berenguer,  sus  hijos,  y  muchos  de  los  grandes  de  sus  cor- 
tes, y  las  reinas  doña  María,  mujer  del  rey  don  Pedro, 
doña  Leonor  de  Moneada ,  viuda  del  rey  don  Jaime  el 
segundo,  doña  Constanza,  reina  de  Mallorca,  y  otras  mu- 
chas señoras,  según  lo  cuenta  el  padre  fray  Francisco  Dia- 
go  en  la  historia  de  los  condes  de  Barcelona,  y  otros 
q  je  refieren  muy  en  particular  lo  que  pasó  en  esta  se- 
gunda traslación  de  la  gloriosa  santa. 

Era  ya  muerto  por  estos  tiempos  en  Francia  Juan, 
conde  de  Comenge  y  vizconde  de  Tours,  hermano  de  la 
infanta  doña  Cecilia,  condesa  de  Urgel,  y  pretendió  ella 
heredar  los  estados  del  hermano,  por  sustitución  que  en 
su  favor  hizo  el  conde  don  Bernardo  VI,  su  padre,  en 
caso  que  don  Juan  muriese  sin  hijos  ,  como  en  fin  murió. 
La  justicia  de  la  condesa  era  clara;  tomóse  posesión,  en 
nombre  de  ella,  sin  contradicción  alguna,  y  con  salva- 
guarda real.  Entonces,  á  deshora,  salió  don  Pedro  Ra- 
món de  Comenge,  hermano  de  Bernardo,  padre  de  la  con- 
desa, y  dijo  ser  suyos  aquellos  estados  y  pertenecerle  de 
justicia,  por  muerte  de  Juan,  hermano  de  la  condesa,  que 
fué  postumo,  y  vivió  pocos  dias  después  de  Bernardo  VI, 
conde  de  Comenge;  y  los  oficiales  del  rey  de  Francia 
los  tomaron,  y  sacaron  de  ellos  á  los  de  la  condesa  de 
Urgel,  y  los  dieron  á  los  del  dicho  Pedro  Ramón.  El  rey 
don  Pedro  de  Aragón,  cuñado  de  la  condesa,  se  sintió 
mucho  de  esto,  y  envió  á  Francia  á  Bernardo  de  Tous, 
de  su  consejo,  que  habia  sido  veguer  de  Barcelona,    y  á 


(  158  ) 
un  letrado  llamado  Destorrent;  pero  estos  no  acabaron 
nada.  La  condesa  entonces  pasó  á  Francia,  y  pidió  al  rey 
Felipe  de  Francia  le  tomase  el  juramento  de  fidelidad, 
como  heredera  de  su  padre:  así  se  hizo,  pero  no  le  man- 
dó dar  posesión  de  aquellos  estados,  sino  que  estuviesen 
en  secuestro,  teniendo  ya  ocupada  la  mejor  parte  de  ellos 
el  hijo  de  Pedro  Ramón  de  Comenge,  al  cual  á  la  postre 
se  adjudicaron  todos,  echando  de  ellos  á  los  oficiales  ha- 
bía metido  la  condesa.  El  rey  se  enojó  de  esto,  porque 
gustaba  que  la  condesa  quedara  heredera  de  aquel  patri- 
monio, y  lo  habia  pedido  al  rey  de  Francia,  por  medio  de 
su  primogénito,  que  se  llamaba  Juan  y  era  duque  de 
Normandía,  y  de  Carlos,  duque  de  Alenzon,  hermano  del 
rey,  y  de  Luis,  duque  de  Borbon,  y  de  Luis,  conde  de 
Claramonte,  nieto  del  infante  don  Fernando  de  Castilla, 
en  cuyas  manos  estaba  el  gobierno  del  reino  de  Francia; 
y  no  acabó  nada,  y  quedó  muy  sentido  del  rey  de  Fran- 
cia, y  lo  demostró  dando  favor  á  Eduardo,  rey  de  In- 
glaterra, que  tenia  guerra  con  el  rey  de  Francia.  Pero  el 
negocio  de  la  sucesión  del  condado  de  Comenge  se  quedó 
como  estaba  ,  porque  el  rey  fué  aconsejado  que  se  pro- 
siguiera por  términos  de  justicia,  y  el  gustó  de  esto,  por- 
que no  queria  encuentros  con  el  de  Francia,  por  comodida- 
des particulares  y  pensamientos  secretos. 

Mientras  se  disputaba  la  justicia  de  la  condesa  doña 
Cecilia,  se  movió  entre  los  reyes  don  Pedro  de  Aragón  y 
don  Jaime  de  Mallorca,  sobre  el  reconocimiento  que  éste 
debia  hacerle  por  los  feudos,  tales  novedades,  que  á  la 
postre  fueron  la  destrucción  y  ruina  del  rey  de  Mallorca 
y  de  su  casa;  y  por  haber   concurrido  en  todo  el    infante 


I 


C  Í59  ) 
don  Jaime,  referiré  toda  esta  historia  desdé  su  principia. 
Conquistó  don  Jaime  el  primero,  rey  de  Aragón,  la  is- 
la de  Mallorca,  ó  hizo  tributarios  los  moros  de  Menorca: 
quiso  mejorar  á  su  segundo  hijo,  que  también  se  llamaba 
Jaime,  y  á  21  de  agosto  de  1262,  le  dio  aquel  reino  é 
isla,  y  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña,  Cobliure,  Con- 
flent  y  el  señorío  de  Valespir,  en  el  principado  de  Cata- 
luña. Sintióse  de  esto  don  Pedro,  hermano  mayor  de  don 
Jaime  de  Mallorca,  hijo  y  primogénito  del  rey  de  Aragón; 
parecióle  aquella  donación  inmensa  y,  como  hecha  en  su 
perjuicio  ó  menoscabo  de  su  corona,  juzgóla  excesiva  éin- 
Yálida  ;  pasaron  entre  los  dos  varias  cosas  sobre  esto,  y 
pararon  en  que  el  reino  de  Mallorca,  condados  de  Rose- 
llon y  Cerdaña,  Valespir  y  Cobliure,  en  Cataluña,  los  viz- 
condados  de  Omelades  y  Carlades,  y  todo  lo  que  tenia 
en  el  señorío  de  Mompeller,  y  el  señorío  de  otros  lugares 
habia  comprado  y  de  nuevo  adquirido,  se  tuvieran  en  feu- 
do por  el  rey  de  Aragón.  Obligó  entonces  el  rey  don  Jai- 
me de  Mallorca  á  sus  sucesores  á  prestar  homenaje  y 
entregar  la  ciudad  de  Mallorca,  villas  de  Puigcerdá  y  Per- 
piñan ,  siempre  que  fuesen  requeridos  por  los  reyes  de 
Aragón  ó  sus  ministros,  y  que  sus  sucesores  ó  descendien- 
tes, siendo  llamados,  acudirian  á  las  cortes  de  Cataluña, 
y  que  en  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña  se  guar- 
darían las  constituciones  y  usajes  de  Cataluña,  y  no  cor- 
rería otra  moneda,  sino  la  de  Barcelona.  De  estas  obliga- 
ciones se  exceptuó  él,  cargando  de  ellas  á  los  venideros 
reyes  de  Mallorca,  que  habian  de  heredar  aquel  reino  y  de- 
más estados  dichos;  y  finalmente  prometió  de  dar  valenza, 
ayuda  y  favor  ,  por  sí  y  por  los  suyos,  al  rey  de  Aragón 


(  140  ) 
y  sucesores  de  este  reino.  Entonces  el  rey  don  Pedro  otor- 
gó y  confirmó  la  donación  hecha  al  rey  de  Mallorca,  su 
hermano,  y  de  le  ayudar  y  valer.  Esto  pasó  en  Perpiñan, 
á  2  de  enero  de  1279;  pero  quedó  el  rey  don  Jaime  tan 
mal  contento  de  esto,  como  de  cosa  que  era  notoria  opre- 
sión y  violencia,  y  del  todo  contraria  á  la  voluntad  del  rey 
su  padre.  Vióse  bien  esto,  pues  siempre  quedaron  desa- 
venidos y  discordes,  y  cuando  Felipe,  rey  de  Francia, 
entró  en  Cataluña,  el  rey  de  Mallorca  le  dio  paso  libre 
y  franco  por  sus  tierras,  sin  considerar  que  obligaba  al  de 
Aragón  á  castigar  aquella  ofensa,  como  en  fin  la  cas- 
tigó, confiscándole  sus  estados  y  despojándole  de  ellos;  y 
aunque  el  de  Mallorca  hizo  lo  posible  para  cobrarlos,  fué 
vana  su  diligencia ,  por  la  mucha  resistencia  que  halló 
en  el  rey  don  Pedro.  Muerto  éste,  vino  don  Alfonso,  y 
después  de  él,  don  Jaime  el  segundo,  que  concordó  con  el 
de  Mallorca,  y  le  restituyó  todo  lo  que  le  habia  quitado 
el  rey  su  padre,  para  que  lo  poseyese  como  de  antes.  Esto 
pasó  el  año  1298,  en  que  el  rey  de  Mallorca  volvió  á 
confesar  de  nuevo  que  tenia  en  feudo  de  honor,  por  el 
rey  de  Aragón,  las  islas  de  Mallorca,  Menorca  é  Iviza,  |con 
las  adyacentes,  y  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña,  Va- 
lespir  y  Cobliure,  y  reconoció  de  nuevo,  que  recibia  del 
rey  de  Aragón,  en  feudo,  los  vizcondados  de  Omelades  y 
Carlades  y  todo  lo  que  tenia  en  el  señorío  de  Mompeller, 
y  que  todos  sus  sucesores  quedaban  obligados  á  hacer  se- 
mejante reconocimiento  y  homenajes  por  ellos,  obligándose 
por  dicha  razón  á  entregar  al  rey  de  Aragón  y  sus  suce- 
sores, siendo  requeridos,  la  ciudad  de  Mallorca  por  el 
remo   é    islas,    la    villa  de  Puigcerdá  por    el   condado    de 


(  m  ) 

Cerdafia,  y  la  de  Perpiñan  por  el  Rosellon  y  por  los  seno- 
ríos  de  Valespir  y  Cobliure,  y, el  castillo  de  Omelasio,  por 
el  vizcondado  de  Omelades;   prometió   que,  siendo  llama- 
dos, acudirian  á  las  cortes  de  Cataluña,  si  cuando  se  con- 
vocaban   estaban  fuera  del   reino  de  Mallorca,  pero  estan- 
do en  él,  no  habia   obligación  de  asistir  á  ellas;  y  prome- 
tió el  uno  valer  al  otro,  y  defender  sus  personas  y  tierras 
recíprocamente,  contra  cualesquier  personas  que  les  quisie- 
ran ofender.   Y  aunque  el  infante  don  Jaime,  hijo  primo- 
génito del  rey  de  Mallorca,  juró  todo  esto,  no  lo  hubo  de 
cumplir  ,   porque  como   á  sabio   y   cuerdo ,  dejó  el  reino 
que  se   le  esperaba,  después  de  muerto   el  rey,  su  padre, 
por  otro  sin  comparación  mejor  y  mas  perpetuo,  tomando 
el  hábito  de  religioso  de  san  Francisco.  Entonces  el  rey  don 
Jaime  hizo  jurar  al   infante  don  Sancho,   su  hijo  segundo; 
y  en  el  año  1302,  en  Gerona,   prestó  los  homenajes  al  rey 
de  Aragón,  y  el   año  1311,  por  la  fiesta  de  Pentecostés, 
murió  el  rey  don  Jaime,   su  padre,  después  de  haber  rei- 
nado cincuenta   y  cinco  años,  como  dicen  los  cronistas  de 
aquel  reino.  Consérvase  su   cuerpo  entero  y  sin  corrupción 
alguna  en  la  iglesia  mayor  de  aquella  isla.  Al  principio  de 
su  reinado  prestó  los  homenajes  al  rey  don  Jaime  de  Ara- 
gón,  en  Barcelona;  y  murió  el  de   1324,  después  de  haber 
reinado  trece  años,  con  mas  quietud  y  sosiego  que  el  pa- 
dre, porque  considerando  las  obligaciones  anejas  á  sus  es- 
tados,  y  cumpliendo    con  ellas,  fué  muy  querido  del  rey 
don  Jaime  de  Aragón,    en  cuyo   tiempo   vivió,  porque  su 
quietud  era  grande,  y  su  condición  enemiga  de  novedades; 
y  aunque  algunos  caballeros  franceses  le  daban  á  entender 
que  negase  el   feudo  al   rey  de  Aragón,  por  haberlo  con- 


(  142  ) 
íesado  el  rey,  su  padre,  por  fuerza  y  violentado,  no  lo 
quiso  hacer  ;  antes  bien  en  la  conquista  de  Cerdeña  ayudó 
con  veinte  y  cinco  mil  escudos  prestados,  que  por  aquellos 
tiempos  era  mas  que  ahora  con  ciento  y  cincuenta  mil,  y 
con  vemte  galeras  pagadas  por  cuatro  meses,  y  fuera  él 
en  persona,  si  se  lo  permitiera  el  rey  don  Jaime,  que 
siempre  tomó  sus  cosas  muy  por  propias,  como  se  vio  cuando 
el  rey  de  Francia  quiso  apoderarse  del  señorío  de  Mompe- 
11er,  que  por  respeto  del  de  Aragón  cesó  su  pretensión.  No 
tuvo  el  rey  don  Sancho  hijos,  y  se  dudó  si  habian  de  vol- 
ver aquel  reino  y  estados  á  la  casa  de  Aragón ,  ó  si  se 
habia  de  variar  la  línea  de  los  reyes  de  Mallorca,  des- 
cendientes del  rey  don  Jaime,  primer  rey  de  aquella  isla. 
Quedaba  don  Jaime,  sobrino  de  don  Sancho,  hijo  del  in- 
fante don  Fernando  (que  era  hijo  del  rey  don  Jaime  y 
hermano  del  rey  don  Sancho,  y  tenia  estados  en  la  Morea) 
y  de  doña  Isabel,  hija  del  conde  de  Artia,  y  nieta  de  Lu- 
dovico,  último  príncipe  de  la  Morea.  Nació  este  príncipe 
en  la  ciudad  de  Catania,  en  el  reino  de  Sicilia,  en  el  mes 
de  abril  de  1315  y  después  de  treinta  y  dos  dias  murió 
la  madre.  Dispúsose  en  una  junta  que  convocó  el  rey  de 
Aragón ,  en  Lérida  ,  el  artículo  de  la  sucesión;  y  aunque 
al  principio  se  representaron  algunas  dificultades,  pero  á  la 
postre  se  soltaron  en  favor  de  don  Jaime,  y  durante  su 
menor  edad  gobernó  con  título  de  tutor  suyo  el  infante 
don  Felipe,  su  tio,  que  era  arcediano  de  Conflent  y  canó- 
nigo de  la  Seo  de  Elna,  y  murió  religioso  de  la  tercera 
orden  de  san  Francisco.  Concertóse,  que  los  veinte  y  cin- 
co mil  escudos  que  cuando  fué  la  conquista  de  Cerdeña 
prestó  el  rey   don  Sancho,    su  tio,  fuesen  remitidos  y  ab- 


(  145  ) 
sueltos;     que  casase   con    la   infanta  doña  Constanza,  hi- 
ja del   rey  don  Alfonso  y  de  doña  Teresa  de  Entenga,  con- 
desa de  Urgel;  y  que   el  reino  y  estado  del  rey  su  tio,  lo 
tuviese  con  las  mismas  condiciones  que  él  lo  tuvo.  Era  don 
Jaime  hombre  presuntuoso,  altivo,  mal  aconsejado,  de  aque- 
lla especie   de    hombres  que    no    están  contentos   de    lo 
que  Dios  les  da;  y  esto  fué  causa  de  su  ruina  y  perdición. 
Juzgaba  gran  carga   las  condiciones    con    que  habia  here- 
dado aquel  reino;  y  el  haber  de  tomar  investidura  del  rey 
de  Aragón  lo  juzgaba  á  par  de  muerte,  sin  considerar  cuan 
poco  le  costaba  lo  que  habia  heredado,  y  el  favor  le  ha- 
bia hecho  el    rey   dándole  mujer  y  estado,    debiendo  sa- 
ber que  si  de  su  tio  quedaran   hijos,   habia  de  quedar  un 
pobre  caballero,  por  tener  los  heredamientos  lejos  de  Es- 
paña y  en  regiones  apartadas  y  estrañas,  con  gran  dificul- 
tad de  poderlos  conservar.   No  consideró  nada  de  esto,  ni 
debió  tener  quien  se  lo  representase,  ni  debia  gustar  de 
ello,  y  así  se  le   disimuló.   Murió  el  rey  don  Alfonso  de 
Aragón,  su   suegro,  y  sucedió  el  rey  don   Pedro,  su  hijo, 
y    por  estar    ocupado    en  algunas  cosas  que  no  le  daban 
lugar  para  ello,   dilató  el  pedirle  los  homenajes,   hasta  el 
año  1339;  porque  á  los  de  su  consejo  pareció  que  la  di- 
lación   habia  en  prestárseles  podia  ser    perjuicio  de  la  Co- 
rona,   de  cuyas  preeminencias    y  regalías  era  el  rey   don 
Pedro  muy  celoso;  y   conociendo  que  el  rey  de  Mallorca 
buscaba  forma  como  eximirse  de  ello,    le  dio  mayor  prisa, 
requiriéndole   que    cumpliera  con    ello,   prefijándole   dia. 
El  de  Mallorca  envió  tres  embajadas  pidiendo   dilación  del 
plazo,  y  á  todas  se  respondió  que  no  habia  lugar:  era  fama 
que  asi  se  lo  aconsejaba  el  infante  don  Pedro,  tio  del  rey, 


(  144  ) 
que  era  de  su  consejo  y  su  canciller.  Vino  de  Valencia  á 
Barcelona  el  rey,  aguardó  al  de  Mallorca,  que  estaba  en 
Perpifian  y  escusaba  venir,  y  hubo  de  ir  allá  el  infante 
don  Pedro  para  darle  á  entender  que  viniera,  como  á  la 
postre,  aunque  mal  de  su  grado,  vino;  pidió  al  rey  que 
aquel  auto  de  prestación  de  homenaje  no  fuese  en  la  sala 
grande  del  palacio  real,  sino  en  la  capilla,  y  el  rey  vino 
bien  en  ello:  prestóle  los  homenajes,  confesando  tener  en 
feudo  de  honor  por  el  rey  y  sus  predecesores  el  reino  de 
Mallorca,  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña  y  demás  estados 
que  quedan  dichos.  Asistieron  á  este  auto  el  infante  don 
Jaime  y  sus  tíos,  Arnaldo  de  Cescomes,  arzobispo  de  Za- 
ragoza ,  fray  Ferrer  de  Abella,  el  obispo  de  Barcelona  y  el 
de  Elna,  y  muchos  barones  de  la  corona,  y  los  concelleres 
de  Barcelona,  y  dos  síndicos  de  Valencia.  Sentóse  el  de 
Mallorca,  después  de  haber  estado  un  rato  en  pié,  en  una 
almohada  menor  que  otra  en  que  estaba  sentado  el  rey; 
y  acabado  el  auto,  se  volvió  áPerpiñan:  allá  se  vieron  des- 
pués los  dos  reyes,  y  fueron  juntos  á  Aviñon,  porque  el 
rey  de  Aragón  habia  de  hacer  el  reconocimiento  por  el 
reino  de  Cerdeña,  al  pontífice,  que  residia  con  su  corte 
en  aquella  ciudad:  acompañábale  el  de  Mallorca,  y  fueron 
recibidos  con  real  aparato.  Aquí  se  falló  poco  de  aconte- 
cer una  grande  desgracia,  porque  el  dia  en  que  iba  el  de 
Aragón  á  hacer  el  reconocimiento;,  le  acompañó  el  de  Ma- 
llorca, y  pasando  los  reyes  juntos  á  la  par,  el  caballo  del 
rey  de  Aragón  se  adelantó  algo  mas  que  el  caballo  del 
rey  de  Mallorca,  y  un  caballero  suyo  fué  tan  atrevido, 
que  dio  de  palos  al  caballo  del  rey  de  Aragón  y  al  ca- 
ballero que  le  llevaba  del  diestro.  Sintió  el   rey  mucho  tal 


(  145  ) 
atrevimiento  ,  y  miicho  mas  porque  el  de  Mallorca,  sin 
mostrar  de  ello  el  sentimiento  fuera  justo,  ni  mandar  cas- 
tigar al  atrevido  caballero,  parecia  no  pesarle  del  caso;  y 
movido  el  de  Aragón  de  ira  y  sentimiento,  echó  mano  á 
la  espada,  para  herir  al  de  Mallorca,  y  no  la  pudo  sacar, 
por  lo  mucho  que  estaba  apretada  en  la  vaina,  aunque  echó 
mano  de  ella  tres  veces.  Alteróse  el  pueblo,  y  el  infante 
don  Pedro  se  puso  de  por  medio,  y  avisó  al  rey  que  di- 
simulase, porque  no  podia  salir  bien  con  ello,  porque  toda 
aquella  corte  estaba  apasionada  por  el  de  Mallorca,  y  era 
poner  su  persona  en  manifiesto  peligro.  Fuéronse  los  dos 
reyes,  y  olvidando  ó  disimulando  lo  que  había  pasado,  en 
Mompeller,  Perpiñan  y  demás  tierras  suyas  mandó  el  de 
Mallorca  hacerle  grandes  fiestas  y  recibimientos. 

El  rey  Felipe  de  Francia,  por  estos  tiempos,  traia  guer- 
ra con  el  de  Inglaterra,  y  porque  el  de  Mallorca  no  se 
confederara  con  él,  según  se  sospechaba,  le  pidió  el  reco- 
nocimiento del  señorío  de  Mompeller  y  los  homenajes,  por 
desviarle,  con  la  prestación  de  ellos,  de  acciones  de  su  de- 
servicio. Sobre  esto  pasaron  varias  cosas,  y  el  de  Aragón 
se  interpuso,  para  que  no  se  hablara  mas  de  la  materia; 
pero  el  de  Mallorca,  por  particulares  quejas  tenia  del  de 
Francia,  le  quiso  mover  guerra,  aunque  se  lo  desaconseja- 
ba el  rey  de  Aragón,  que  consideraba  el  fin  que  había  de 
tener  tal  guerra,  y  que  habia  de  ser  principio  de  su  sal- 
vación, como  lo  fué;  pues  el  de  Francia  se  quedó  con  el 
señorío  de  Mompeller  y  vizcondados  de  Omelades  y  Car- 
lades,  porque  sabia  que  el  de  Aragón  no  le  estaba  muy 
afecto,  y  habia  de  tomarlo  con  la  flema  que  lo  tomó. 

E\  dé  Mallorca,  impaciente  de  que  el  rey,   su  cuñado, 
TOMO   X.  10 


(  140  ) 
cuidara  tan  poco  de  defender  lo  que  le  iba  ocupando  el  de 
Francia,  y  que  no  tomara  las  armas  en  su  defensa  y  de 
su  estado,  le  requirió  que,  en  observancia  de  las  conven- 
ciones habia  entre  ellos  y  sus  pasados,  saliese  en  defensa 
de  lo  que  le  habia  el  de  Francia  ocupado,  y  resistiese  á 
las  gentes  cstranjeras  querían  entrar  por  los  condados  del 
Rosellon;  porque  sabia  por  cosa  cierta,  á  lo  menos  así  lo 
cntendia,  que  declarándose  el  rey  en  su  favor,  y  tomando 
con  calor  su  causa,  todo  se  asentara  bien  ,  porque  al  de 
Francia  le  daba  harto  que  entender  el  rey  de  Inglaterra,  y 
no  habia  de  traer  nueva  guerra  con  el  de  Aragón,  á  quien 
pesaba  que  el  de  Mallorca  la  moviera;  y  para  mas  sosegar 
al  uno  y  al  otro,  envió  á  Francia  á  fray  Arnaldo  de  Oli- 
ver,  obispo  de  Huesca,  del  orden  de  San  Agustin;  pero  no 
negoció  nada,  y  el  de  Mallorca,  mal  aconsejado,  movió  la 
guerra,  porque  no  tuvo  paciencia  para  aguardar  mas,  con- 
fiando en  sus  fuerzas,  y  que  el  rey  de  Aragón  tomaría  la 
guerra  por  propia,  según  se  lo  instó  muchas  veces.  Pero 
esto  aprovechó  poco,  porque  aunque  el  rey  estaba  obligado 
á  ello,  por  respetos  y  comodidades  suyas  particulares,  no 
se  daba  por  entendido  ni  venia  bien  en  lo  que  intentaba 
el  de  Mallorca,  y  aconsejado  de  los  infantes,  sus  tios,  y 
de  don  Jaime,  su  hermano,  conde  de  Urgel,  y  otros,  dio 
por  respuesta  al  rey  de  Mallorca,  que  él  intercedía  con  el 
francés  porque  hiciera  lo  que  fuera  justo  y  razonable,  y 
cuando  no  lo  quisiera  hacer,  él  estaba  aparejado  de  guar- 
dar las  conveniencias  había  entre  ellos,  en  caso  que  el  de 
Mallorca  comenzara  guerra  contra  Francia,  Esto  era  en 
cuanto  al  exterior;  pero  en  cuanto  al  interior,  todo  era 
buscar  desvíos  para  no   meterse   en  guerras  contra  el  rey 


(  li7  ) 
de  Francia.  Estando  en  esto,  el  de  Mallorca  envió  á  Ra- 
món Roch,  embajador  suyo,  al  rey  de  Aragón,  para  requi- 
rirle  que,  pues  la  guerra  emprendia  era  por  lo  de  Mom- 
peller,  Omelades  y  Carlades,  y  era  justa,  que  para  el  pri- 
mero de  mayo  de  este  año  1342  se  hallara  con  todo  su 
poder  en  el  condado  de  Resellen ;  pero  el  rey  le  dio  por 
respuesta,  que  por  mediados  de  febrero,  que  se  viesen  en 
Barcelona.  A  15  de  febrero  el  de  Mallorca  hizo  el  mismo 
requirimiento,  y  porque  el  rey  no  se  movia,  volvió  otra  vez 
á  lo  requerir;  el  cual,  á  19  del  dicho  mes,  respondió  muy 
largamente,  concluyendo  no  querer  emprender  aquella  guer- 
ra, por  juzgarla  por  injusta.  Los*  infantes  don  Pedro,  don 
Ramón  Berenger,  don  Jaime  y  otros,  que  eran  del  consejo 
del  rey,  aunque  temian  mucho  meterse  con  Francia  en 
guerras,  por  otra  parte  daban  por  claro  que  el  de  Ara- 
gón, en  aquel  caso,  estaba  obligado  á  valer  al  de  Mallorca, 
por  razón  de  ser  su  feudatario  y  no  deber  contravenir  á 
la  condición  del  feudo,  que  le  obligaba  á  la  defensa  de  sus 
feudatarios,  y  estaban  todos  muy  perplejos  y  dudosos,  s.o- 
bre  qué  medio  tomarian  en  esto;  pero  el  rey,  que  era  de 
su  natural  muy  artificioso,  después  que  los  hubo  escucha- 
do á  todos,  dio  esta  traza,  que  él  convocaría  cortes  en 
Cataluña^  para  25  de  marzo,  que  era  muchos  dias  antes 
del  dia  en  que,  según  el  requirimiento  del  de  Mallorca,  el 
de  Aragón  se  habia  con  todo  su  poder  de  hallar  en  Rose- 
llon;  y  tuvo  el  rey  este  pensamiento:  ó  el  de  Mallorca 
vendrá  á  las  cortes,  ó  no  vendrá;  si  viene,  tomaremos  el 
acuerdo  que  mas  pareciere  convenir,  si  no  viene,  no  esta- 
remos obligados  á  favorecerle  en  la  guerra  emprende  con- 
tra Francia,  pues   t^^ha   faltado  á  la  obligación,   y   así  no 


(  148  ) 
quedaremos  obligado  al  requirimiento;  y  á  los  del  consejo 
pareció  bien  el  discurso  ó  cautela  del  i'ey.  Publicáronse 
las  cortes  en  Barcelona  para  25  de  abril,  y  no  vino  el  de 
Mallorca;  asignóle  el  rey  tres  dias  mas,  y  en  ellos,  ni  vino, 
ni  envió,  que  era  lo  que  el  rey  buscaba:  entonces  dijo 
estar  libre  de  la  obligación  tenia  de  acudir  á  Perpiñan,  pues 
el  de  Mallorca  no  habia  acudido  á  su  llamamiento,  y  de  aquel 
punto  adelante  le  trató,  no  como  á  rey,  mas  como  á  subdito 
y  vasallo  que  habia  delinquido  contra  su  rey  y  señor;  hízole 
proceso  y  cargo  de  que  negaba  la  fidelidad,  y  que  habia 
fundido  la  moneda  del  rey  y  la  habia  batido  en  Rosellon 
y  Cerdaña,  y  permitia  que  en  estos  dos  condados  corriera 
moneda  francesa;  mandóle  por  esto  citar,  y  envió  á  Bernardo 
de  Olzinelles,  su  tesorero,  á  consultar  con  los  infantes  Ra- 
món Berenguer,  don  Pedro,  don  Jaime  y  con  los  conce- 
lleres de  Barcelona  y  con  los  barones  y  prelados  de  Cata- 
luña, y  darles  razón  del  hecho;  y  á  18  de  abril  de  este 
año  1342,  estando  el  rey  .en  San  Boy,  junto  á  Barcelona, 
declaró  al  rey  de  Mallorca,  por  no  haber  comparecido, 
por  contumaz,  y  que  se  prosiguiese  contra  de  él  y  de  los 
feudos  que  tenia  por  la  corona. 

En  esta  ocasión  llegaron  á  Barcelona  dos  embajadores 
del  rey  de  Francia,  y  dijeron  al  de  Aragón,  que  el  rey  su 
señor  habia  sobreseido  en  proceder  contra  del  de  Ma- 
llorca, por  razón  del  feudo  de  Mompeller  y  demás  tierras 
tenia  en  el  reino  de  Francia,  y  le  daba  gracias  por  no  ha- 
berle favorecido  en  las  novedades  que  contra  él  intentó, 
antes  haberle  desviado  de  aquel  propósito;  y  el  de  Aragón 
dio  razón  al  de  Francia  de  todo,  y  le  rogó  mandase  que 
ningún  vasallo  suyo  le   valiera  en  la  ^ecucion  que  contra 


(  149  ) 
él  quería  hacer,  pues  él  no  valió' al  de  Inglaterra,  ni  al  de 
Mallorca,  que  se  lo  requirieron,  y  aun  le  ofrecieron  mu- 
chas tierras,  castillos  y  dinero;  y  el  de  Francia  vino  bien 
á  todo,  y  lo  agradeció.  Confiaban  los  dos  reyes  que  el  fin 
de  los  estados  del  de  Mallorca  seria  quedarse  el  de  Fran- 
cia con  lo  que  el  de  Mallorca  tenia  en  su  reino,  y  el  de 
Aragón  con  las  islas  y  reino  de  Mallorca  y  condados  de  Ro- 
sellon  y  Cerdaña;  y  no  se  dilató  mucho,  antes  dentro  de 
breve   tiempo  todo  se  vio  cumplido. 

El  pontífice  Clemente  VI,  instado  de  los  condes  de  Foix 
y  de  Armenyac,  deudos  del  rey  de  Mallorca,  envió  á  Ar- 
naldo,  obispo  Aquense,  su  nuncio,  al  rey  don  Pedro,  para 
que  se  diera  un  buen  asiento  á  las  cosas  del  rey  de  Ma- 
llorca; y  por  dar  gusto  al  pontífice,  le  díó  salvoconducto 
y  sobreseyó  en  el  proceso  habia  comenzado.  Armó  el  de 
Mallorca  cuatro  galeras,  y  con  su  mujer  doña  Constanza, 
hermana  del  rey,  vino  á  Cataluña,  donde  estaba  el  rey, 
el  cual,  por  no  estar  desapercibido,  hizo  venir  de  Valencia 
otras  cuatro  galeras,  porque  conjeturaba  lo  que  habia  ó 
podia  ser.  Llegado  el  de  Mallorca,  fué  muy  bien  recibido 
y  solemnemente  festejado,  y  el  rey  le  aposentó,  con  su  mujer, 
en  el  monasterio  de  San  Francisco;  y  el  otro  mandó  labrar 
una  puente  de  madera,  cubierta,  para  pasar  mas  decente- 
mente, según  él  decia,  desde  la  posada  á  las  galeras,  y 
sin  ser  visto.  Tratóse  de  su  negocio,  y  no  se  concluyó 
nada,  aunque  el  nuncio  lo  procuró  con  todas  las  veras 
posibles.  El  de  Mallorca  y  su  mujer  se  fingieron  enfermos, 
y  mandaron  que  no  dejaran  entrar  en  su  aposento,  sino 
al  rey  y  á  los  infantes  don  Pedro  y  don  Jaime,  conde  de 
Urgel ,  y .  mandó  esconder  doce  hombres  armados  que  lo;* 


(  150  ) 
prendieran,  ó  matasen,  si  se  defendiesen,  y  presos,  por  aque- 
lla puente  ó  pasadizo,  los  llevasen  á  las  galeras,  y  con  ellas 
á  Mallorca,  y  los  metiesen  en  el  castillo  de*  Oloron,  para 
tenerlos  allá,  hasta  le  fuera  remitido  el  feudo,  y  dada  tan- 
ta parte  del  principado  de  Cataluña,  que  bastara  á  limitar 
las  fuerzas  y  poder  del  rey.  Este  concierto  reveló  un  frai- 
le dominico  al  rey,  por  habérselo  comunicado  una  perso- 
na que  cabia  en  él,  advirtiéndole,  que  no  fuese  en  nin- 
guna manera  á  visitar  á  la  reina,  su  hermana,  porque  si 
lo  hacia,  seria  muerto,  y  no  le  podia  decir  mas.  Turbóse  el 
rey  de  oir  esto;  y  aunque  no  la  fué  á  visitar  aquel  dia , 
dijo  al  religioso,  que  deseaba  saber  quién  se  lo  habia  di- 
cho y  lo  demás  que  habia  pasado,  y  que  si  no  se  lo  que- 
ría decir,  no  por  esto  dejada  de  visitar  á  la  reina ,  su 
hermana,  aunque  perdiera  la  vida,  porque  no  parecía  bien, 
siendo  ella  venida  en  su  tierra,  él  la  dejara  de  visitar;  y 
el  religioso  dijo,  que  de  todo  tomaría  acuerdo  con  la  per- 
sona que  se  lo  habia  dicho.  El  dia  siguiente  los  infantes 
don  Pedro  y  don  Jaime,  que  no  sabían  nada  de  esto,  dije- 
ron al  rey  que  parecía  muy  mal  tardara  tanto  en  visitar  á  su 
hermana,  estando  enferma,  y  habiendo  ya  dos  días  habia 
venido,  suplicándole  no  mirara  lo  que  había  hecho  el  rey 
de  Mallorca,  su  marido.  El  rey  don  Pedro,  aunque  sabía 
ser  aquella  enfermedad  fingida,  resolvió  de  irla  á  visitar, 
no  temiendo  al  de  Mallorca,  ni  haciendo  caso  de  lo  que 
él  tenia  pensado;  y  las  cuatro  galeras  habian  venido  de 
Valencia  estaban  prevenidas,  para  cualquier  caso  que  su- 
cediera. Estas  visitas  no  se  efectuaron  por  una  hinchazón 
de  maligna  naturaleza  que  le  sobrevino  al  rey  en  la  cara, 
junto  al  ojo,   que  le  obligó  á   sangrarse    y  estar    retirado 


(  i51  ) 
algunos    dias.   E\  dia  siguiente  volvió  al  rey  aquel  religioso 
y  le  dijo,  que  el  que    se  lo  habia  descubierto  era  la  mis- 
ma reina   de   Mallorca,  su  hermana,  y  le  rogaba  que  la 
hiciera  venir,  por  grado   ó  fuerza,   en  su 'presencia,   y  sa- 
bría de  ella  la  verdad  de  todo.   Él   lo  dijo  al  infante  don 
Jaime,  conde  de  Urgel,  hermano   de  los  dos  y  procurador 
general  suyo,    mandándole  dijese  á  la  reina,  que  le  fuese 
á   visitar,  porque  estaba  enfermo,    y   gustaba  de  ello;   y 
ella  respondió,  que  holgaría  de  ello,   si  le  diese  licencia 
el  rey,  su  marido,  que    estaba  presente;  el  cual   dijo  que 
no  daba  tal  licencia;  y  el  infante  replicó,   que  quisiese,  ó 
no,  la  reina  habia  de  ir,   y  que  él   lo  mandaba,  como  á 
procurador  general  del  rey,  y  la  podia  compeler  á  ello;  y 
luego  mandó    á  la  reina,  que  se  levantase  y  siguiese.  Que- 
jóse el  rey   de  Mallorca  del  hecho,  porque  era  fuerza  y  vio- 
lencia lo  que  se  hacia,   estando   él  debajo  el  salvoconducto 
que  se  le  era  concedido:  y  el  infante  don  Jaime  le  dijo  que 
no  se  habia   de  hacer  otra   cosa,  pues  el  rey  lo  queria,  y 
fué  con  la  reina  á  palacio,  y  allá  descubrió  al  rey,  su  her- 
mano, todo  lo  que  habia  pasado,  y  lo  refirió  después,  delante 
los  infantes  don  Jaime   y    don  Pedro,  el  cual,    antes    de 
saber  esto,  afeaba  mucho   al  rey  lo   que  habia  hecho,  pero 
después   que    supo  la  intención  del   de  Mallorca  ,   fué  de 
parecer  que  fuese  preso.  El  rey  juntó  á  los  infantes  y  á 
los  de  su  consejo,  llamando  á  él  algunos  letrados,  y  decla- 
raron no   valerle  al    de  Mallorca   el  guiaje,  y  que   fuera 
preso;  pero  no  le  pareció  bien  aquel  consejo,   y  no  quiso 
se  ejecutara,   porque  no  se   imaginara  que  era  achaque  ó 
codicia  de  quitarle  el   reino  y    condados.  El  dia  siguiente, 
sentido  el  de  Mallorca   de  lo  que  habia  pasado,  fué  á  pa- 


(  452  ) 
lacio,  á  hora  que  el  rey  estaba  comiendo,  y  le  dijo  en 
presencia  de  muchos:  «Señor  yo  habia  venido  aquí  en 
vuestra  fé,  con  salvaguarda,  y  habeisme  hecho  fuerza  en 
mandar  traer  forciblemente  á  la  reina  mi  mujer,  y  en- 
tiendo que  no  se  me  aparejan  ningunas  buenas  obras;  y 
así ,  vengo  á  pedir  vuestra  licencia ,  y  pues  no  se  me 
guarda  el  salvoconducto,  yo  me  parto  y  despido  de  vos, 
y  niego  tener  por  vos  los  feudos.»  Y  el  rey  solo  le  res- 
pondió, que  se  fuera  enhorabuena;  pero  á  los  que  esta- 
ban allá  pareció  muy  mal  como  no  lo  mandó  prender; 
y  el  rey  dijo  que  lo  dejasen  ,  que  á  la  fin  sabrian  la 
verdad  de  todo,  y  él  confesaría  lo  que  entonces  negaba;  y 
luego  se  partió  con  las  cuatro  galeras  con  que  habia  ve- 
nido. Quedó  la  reina  ,  su  mujer,  en  poder  del  rey,  con 
sola  una  dama  mallorquina,  que  las  demás  se  embar- 
caron. Llegado  el  rey  á  Mallorca,  confiscó  á  los  mer- 
caderes catalanes  sus  haciendas,  prendió  sus  personas,  y 
lo  mismo  hizo  en  todas  4a  tierras  de  sus  señoríos,  y  se 
puso  en   orden  de   guerra  contra  el  rey  su   cuñado. 

El  nuncio  no  pudo  acabar  cosa,  y  solo  le  quedaba 
instar  con  el  rey,  que  dejara  volver  á  la  reina  de  Ma- 
llorca con  el  rey ,  su  marido,  porque  ella  lo  deseaba; 
y  menos  acabó  esto,  y  desconfiado  de  obrar  cosa,  se  vol- 
vió á  Aviñon  á  dar  razón  de  todo  al  papa,  que  procuró 
lo  mismo,  y  no  acabó  nada  con  el  rey,  el  cual  siempre 
dio  poco  crédito  á  los  descargos  daba  el  de  Mallorca  de 
haber  hecho  aquella  puente  para  prender  al  rey  y  á  los 
infantes,  porque  si  tal  hubiera  pensado,  tuvo,  según  de- 
cía, hartas  ocasiones  en  que,  sin  nota  de  su  honor,  lo 
pudiera  ejecutar,  y   aun  matarlos,  si  quisiera,  y  que  men- 


(  153  ) 
tia  cualquier  que  aquello  decia,  y  lo  combatiría  en  per- 
sona, sacándoles  á  desafío.  El  rey,  para  justificarse,  en- 
vió al  papa  copia  del  proceso,  y  Guillen  de  Rocamora, 
arcediano  de  Huesca,  pasó  á  Aviñon,  para  informar  al  pa- 
pa   y  colegio  de  los  cardenales  en  favor  del  rey  don  Pedro, 

El  rey  continuaba  su  proceso,  y  procedió  á  hacer  eje- 
cución contra  el  de  Mallorca  y  sus  estados:  mandó  por 
esto,  á  9  de  setiembre  de  134-2,  al  infante  don  Jaime, 
su  hermano  y  procurador  general  suyo  ,  que  fuera  con 
don  Lope  de  Luna  y  otros  que  nombró  por  capitanes, 
á  la  frontera  de  Rosellon,  y  haciendo  poderosa  guerra, 
tomaran  aquel  condado,  cuidando  muy  en  particular  que 
de  allá   no  entrara   gente  de  armas  en  Cataluña. 

Cuando  el  infante  don  Jaime  se  disponia  para  esto , 
vino  el  rey  de  Valencia  á  Barcelona,  y  acabado  el  pro- 
ceso, un  viernes,  á  11  del  mes  de  febrero  de  1343,  es- 
tando sentado  en  su  solio  en  el  palacio  real,  dio  su  sen- 
tencia definitiva  contra  el  rey  de  Mallorca.  Publicóse  en 
presencia  de  muchas  personas  notables ,  entre  ellas  los 
conselleres  de  Barcelona;  porque  en  tiempo  de  los  re- 
yes de  Aragón,  ningún  acto  de  consideración  se  celebra- 
ba en  que  no  fuesen  llamados  los  conselleres  de  esta 
ciudad,  que  era  la  principal  de  sus  reinos  y  de  mayor 
prudencia  en  sus  consejos.  Lo  que  contenia  esta  senten- 
cia era:  que,  considerando  que  no  habia  comparecido  den- 
tro el  tiempo  y  en  el  lugar  le  era  estado  asignado,  le 
declaraba  contumaz;  y  que  por  no  haber  obedecido  á  sus 
mandamientos  ,  ponia  bajo  la  investidura  de  su  fisco  el 
reino  de  Mallorca,  con  las  islas  adyacentes  y  los  conda- 
dos de  Rosellon  y  Cerdaña,   y  demás  tierras  suyas  que  por 

TOMO    X.  11 


(  154  ) 
él  tenia  en  feudo  dentro  de    sus  reinos  ,  y  también  los 
bienes  muebles   y  todo  lo  demás   tenia;  y  que   si  dentro 
de  un  año  no  comparecia,   todo  fuese  adquirido  al  domi- 
nio real  y    confiscado;   y  esto  se  entendia  sin  perjuicio  de 
otros   procesos  hechos   contra    de   él   y   sus   valedores;  y 
mandó  que  esta  sentencia    fuese  publicada  por  todas  las 
veguerías    de   Cataluña,   á  instancia   de  Arnaldo  de  Eril, 
procurador  real,  ascendiente,   á  lo  que  entiendo,  de  Fran- 
cisco de  Eril,  que  fué   procurador   fiscal,   cuando   proce- 
dió  el  rey  don  Fernando  el  primero  contra  don  Jaime  de 
Aragón,   último  conde   de  Urgel.   Entendió  luego  el  rey 
en  juntar  todas   sus  fuerzas  para   pasar  á  la  conquista  de 
aquel    reino,    con  tantas   veras  y  ahinco ,    como  si   fuera 
contra   los  moros  que  lo  poseyeron;   y  aunque  recibió  em- 
bajada de  la   reina  de  Ñapóles,  tia  del  de  Mallorca,  pa- 
ra que  se  llevara  bien   con  él  y  llegara  á  trato  ,  no    la 
quiso  escuchar,  ni  dejó   de  continuar  los  aparatos  de  guer- 
ra que  hacia.   Los  mallorquines   no   estaban  muy  adolori- 
dos de  la  pérdida    de  su  rey:  era  mal  quisto,   y   les  tenia 
muy  oprimidos,  y  les  aQigia  y  vejaba  en  gran   manera  con 
pechos  indebidos  é  imposiciones  extraordinarias  é  intole- 
rables,  ejecutando  en  ellos  severos    castigos  por  culpas  li- 
jeras,  confiscándoles  las  haciendas   que   con  sudor  y  tra- 
bajo  ganaron;   y  por  esto  deseaban    salir    de  la  sujeción 
de  un  rey  que,  por  tener  pequeño   reino  y  limitados  seño- 
ríos, y  esos  muy  escampados  ,  cada  dia   les  cargaba  gra- 
vezas,  y   á  costa  de  ellos  mantenía  sus  empresas,  que  eran 
mas   grandes  de  lo  que  las  debiera  tomar;  y  por  facili- 
tar el  pasaje  al  rey,  y  que  entendiese   el  ánimo  y  dispo- 
sición de  los  de  aquella   isla,  le  enviaron  un  síndico^  su- 


(  155  ) 
pilcándole  algunas  cosas;  y  habido  consejo  "con  los  infan- 
tes don  Jaime  y  don  Pedro  ,  les  fueron  concedidas ,  y 
sobre  ellas  se  otorgó  auto  en  forma  de  concordia  ,  en 
que  intervinieron  el  arzobispo  de  Zaragoza,  don  Pedro  y  don 
Lope  de  Luna,  señor  deSegorbe,  yGalceran  de  Anglesola. 
Al  síndico  de  Mallorca,  que  se  llamaba  Bertrán  Roe,  dio 
el  rey  trescientos  escudos  de  renta  y  grandes  exenciones 
para  él  y  los  suyos,  concediéndole  también  privilegio  mi- 
litar. Con  esta  prevención,  pasó  el  rey  á  Mallorca  con 
su  armada,  y  fué  muy  grande  el  contento  que  de  su  ve- 
nida tuvieron  los  vecinos  de  aquel  reino.  Al  principio, 
para  cumplir  con  el  rey  don  Jaime,  hicieron  demostra- 
ción de  resistir  á  la  armada;  pero  á  la  postre,  quedóla 
victoria  por  el  rey  de  Aragón,  y  desamparado  el  de  Ma- 
llorca por  los  suyos,  quedó  vencido.  Dióse  luego  asiento 
á  algunas  cosas  de  aquel  reino,  y  de  allí  volvió  el  rey  á 
Cataluña,  para  dar  orden  en  la  paga  de  su  gente,  que 
habia  dias  no  la  habian  recibido,  y  estaban  muy  impa- 
cientes, y  de  allá,  con  intención  de  pasar  á  la  conquis- 
ta de  Rosellon  y  Cerdaña,  se  vino  á  Gerona:  aquí  halló 
al  infante  don  Jaime  y  á  don  Lope  de  Luna,  con  otros 
muchos  ricos  hombres,  y  hasta  trescientos  caballeros  de  los 
que  habian  quedado  en  aquella  frontera  cuando  él  pasó 
á  Mallorca,  y  habia  poco  eran  vueltos  de  Cerdaña,  don- 
de habian  hecho  entrada  y  correrías  hasta  Puigcerdá,  y 
se  eran  retirados  por  falta  de  vituallas,  sin  haber  hecho 
cosa  de  consideración.  Aquí  aguardó  el  rey  las  huestes 
de  Cataluña,  y  apercibió  lo  necesario  para  aquella  ejecu- 
ción de  justicia  que  pensaba  hacer,  (que  este  nombre  da- 
ba á  la  persecución  del  rey  de  Mallorca),  Estaba  la  gen- 


(  156  ) 
te  del  rey  muy  impaciente  por    las   pagas    se  les  debían, 
é  instaron   á  los  infantes  don  Jaime   y  don  Pedro,  que  las 
pidieran;   y    aunque  ellos    al  principio   lo  rehusaron,   á  la 
postre  no  pudieron  escusarlo,   porque  amenazaban  que  se 
irian;  y   lo  que   se  debia  era,   á  los  aragoneses  el  sueldo 
de  quince  dias,    y  á  los  catalanes   el   de  diez ;  y  el   rey 
les   envió   á  decir,   que  se   fueran,   porque  confiaba   con- 
quistar  aquellos  condados  con  los  mismos  que  habian  con- 
quistado el  reino  de  Mallorca,  y  érale  fácil,   porque  ha- 
bía muchos  que  estaban  muy  descontentos  de  aquel  rey; 
y  aunque   les    envió  la  respuesta  con  aquel  desapego  ,  no 
gustaba  le  tomaran  la  palabra,   y  no  faltó  quién,  por  par- 
te  del  rey,    les  aseguró  que    en  sor    en   Roscllon    serían 
pagados;    y  con  esto  se  aquietaron  y    fueron   con  el  rey  al 
Ampurdan.    Aquí  se  alojaron;  y  dice  el  rey  en  su  histo- 
ria, (¡ue  el  infante,  su  hermano,  llevaba  doscientos  y  cin- 
cuenta   caballeros,  y  fué   alojado   en   Asfas  y  en  Villaso- 
quer,  y  los  demás  en  otros  lugares,  una    legua  al  rededor 
de   Figueras.   Aquí  recibió  el    rey   otra  embajada  del  de 
Mallorca,    pero  no  efectuó  nada:   á  21  de  julio  partió  para 
Gerona,  con  los  infantes  don  Jaime  y  don  Pedro,    que  le 
fueron  á  acompañar,  y  otros    muchos   caballeros,    y  con 
ellos  llegó  á  Figueras;  aquí  recibió  dos  cartas  ,  una   del 
cardenal  de  Rodas  y  otra  del  rey  de  Mallorca,   que  pedia 
seguro  [)ara  verse  con  el  rey,   el    cual,   aconsejado  de  los 
infantes  y    otros,  no  lo    quiso  dar.   De   Figueras  pasó  el 
rey  á  la  Junquera,   y  aquí  recibió   otra  carta  del  rey  de 
Mallorca  ,  que  llevó   fray   Antonio  Nicolás,  del   orden  de 
San  Agustín,  y  suplicó  al  rey  le  oyera   solo:  apartáronse 
los  dos,   y  toda   la   plática  fué  persuadirle  no  procediera 


(  iS7  ) 
contra  el  de  Mallorca/y  se  tomara  un  acertado  medio  que 
estuviera  bien  á  los  dos  ;    y  el  rey,  sin  tomar  consejo  de 
nadie,    respondió  que  no  habia  lugar  para   ello,  y  le  dio 
las  demás  razones  que  largamente  refiere  en  su  historia.  A 
29  de  julio  de  este  año   1343,  ordenó  el  rey  sus   bata- 
llas, creyendo  que    al  pasar  el  collado  de  Panigars  se  ha- 
bia de  pelear  ,   porque  era  el  paso  de  Cataluña  á  Rose- 
llon,   y  era  fácil  al   rey  de  Mallorca  defenderlo.  Iban  en 
la   vanguardia  los   infantes  don   Jaime   y  don  Pedro,   que 
era  senescal  del  ejército;  en  el  medio  iban  las  huestes  de 
Cataluña   y  el  bagaje,   y  en  la  retaguardia  la   personadel 
rey;  y  sin  acontecer  cosa  de  consideración,   llegó  á   Elna 
y  se  alojó  en  la   campaña.  Aquí  llegó 'el  obispo  de  Hues- 
ca ,    pidiendo  al   rey  seguro  para   que    el  de  Mallorca  y 
él  se  vieran,    y  no    lo  quiso    conceder;    y  el  dia  siguiente 
llegó  á  Canet,   y  aquí  vino  el  cardenal   de  Rodas,    que  se 
intitulaba   de  San   Ciriaco  y  su  padre  era   catalán,  natu- 
ral   del   ducado   de  Cardona,   que    entonces   aun    era  viz- 
condado,   y  el  papa  le  habia  enviado  por  su  legado,  y  era 
muy  aficionado  al  servicio  del   rey  don   Pedro,    y  vino  pa- 
ra tratar  de  concordia,  y  oyó  la  misma  respuesta,   y  aun 
les  dio  el  rey  muy  bien   á  entender,  que  estaba  muy  sen- 
tido del  favor  que  el  de  Mallorca  hallaba  en  la  corte  del 
papa,   pues  habia  hecho  venir  dos  cardenales   que  habla- 
ran por  él,  y   para  concordar  las  diferencias  tuvo  él  con 
el  infante  don  Fernando,  su  hermano,  no  pudo  hacer  ve- 
nir  uno,  habiendo,  para  este  fin,  enviado  al  infante  don 
Pedro,   su  tio,   al  papa,  el  cual  debiera  concedérselo,  pues 
todos   los  reyes  de  Aragón  habian  derramado   su  sangre 
en  servicio   de  la  Iglesia,   sin  haber   recibido   de  la  sede. 


(  ÍS8  ) 
apostólica  otra  paga  ,  mas  que  un  pedazo  de  pergamino 
que  contenia  la  bula  de  la  donación  de  Cerdeña,  que  tan- 
to costó  de  conquistar  al  rey,  su  padre,  de  los  písanos, 
inobedientes  á  la  Iglesia,  en  vez  de  los  cuales  ganó  á  un 
rey  por  vasallo;  y  con  esto  se  despidió  el  cardenal,  y  el 
rey  con  sus  huestes  tomó  algunos  castillos  y  lugares,  ta- 
lando con  gran  rigor  aquella  campaña.  Estando  el  rey 
en  Cíayrá,  llegó  otra  vez  el  cardenal,  por  cuyo  honor  y 
respeto  mandó  cesar  la  tala  y  que  nadie  hiciera  daño  á 
los  de  la  villa;  y  aconsejado  de  los  infantes  y  otros,  man- 
dó sobreseer  la  guerra,  desde  19  de  agosto  de  este  año, 
hasta  el  abril  siguiente,  sin  perjuicio  de  su  justicia.  Los 
motivos  que  daba  eran:  por  hacer  servicio  á  Dios  nues- 
tro Señor  ,  reverencia  y  acatamiento  á  la  santa  Sede 
apostólica  y  al  papa,  y  por  contemplación  y  honor  del  le- 
gado que  se  lo  habia  pedido;  pero  en  su  historia  da  otras 
causas,  como  eran  faltarle  comodidad  para  detenerse  mu- 
cho en  aquella  tierra,  por  la  falta  grande  que  habia  de 
viandas,  y  no  tener  los  ingenios  y  máquinas  necesarias  pa- 
ra combatir  el  castillo  de  Perpiñan.  Con  esto ,  se  volvió 
á  Barcelona  ,  y  pagó  á  su  gente,  aunque  los  infantes  y 
demás  quedaron  quejosos  y  descontentos  ,  pareciéndoles 
(juedaban  mal  remunerados  y  no  enteramente  pagados. 

El  rey  fué  á  visitar  los  reinos  de  Aragón  y  Valencia,  y 
recibió  servicio  de  ellos  para  continuar  esta  guerra.  Entonces 
recibió  por  un  fraile  del  orden  de  San  Agustin  otra  em- 
bajada del  de  Mallorca,  llena  de  sumisiones;  pero  como 
el  rey  estaba  ya  resuelto  de  perder  del  todo  á  aquel  prín- 
cipe, hizo  poco  caso  de  ella,  y  le  dio  en  escritos,  repi- 
tiendo todas  las   quejas  tenia  de  él  y  ofensas  le  habia  he- 


(  i59  ) 
cho,  ponderándolas  por  graves  culpas,  porque  representa- 
das  por  tales,  no  pareciese  rigurosa  la  ejecución  habla  he- 
cho contra   él. 

Divulgóse  en  aquella  sazón  que  el  de  Mallorca,  en  há- 
bito disfrazado,  queria  venir  ante  el  rey;  y  por  eso  man- 
dó á  los  bailes  de  Figueras  y  otros  pueblos,  que  echasen 
espías,  y  en  ser  descubierto,  fuese  preso  y  llevado  á  Ge- 
rona y  puesto  en  la  ^Gironella,  que  era  la  fuerza  mayor  de 
aquella  ciudad;  .y  para  quitarle  de  una  vez  le  esperanza 
le  podia  quedar  de  volver  á  sus  estados,  á  29  de  marzo 
de  1344,  estando  en  la  capilla  real  de  Barcelona,  con 
los  infantes  don  Jaime  y  don  Pedro,  cuatro  síndicos  de  la  isla 
de  Mallorca  y  otros  muchos,  unió  perpetuamente  é  incor- 
poró en  la  corona  real  el  reino  de  Mallorca  y  las  islas 
adyacentes  y  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña  y  las  tier- 
ras de  Conflent,  Valespir  y  Cobliure,  y  quiso  que  todo 
lo  que  habia  sido  del  rey  de  Mallorca  en  los  reinos  de 
Aragotí,  Valencia  y  condado  de  Barcelona,  quedara  de  allí 
adelante  so  un  mismo  dominio,  sin  que  se  pudiera  ena- 
jenar ó  enfeudar  en  todo  ó  en  parte,  por  ninguna  cau- 
sa ó  razón,  dando  facultad  á  don  Pedro,  don  Ramón  Be- 
renguer  y  dpn  Jaime ,  y  á  las  universidades  del  reino  é  is- 
las de  Mallorca  y  condados  y  singulares  de  ellos,  que 
en  cuanto  él  y  los  suyos  contravinieran  á  esto,  no  les  obe- 
dezcan, antes  estén  obligados  á  resistir  con  armas  ó  sin 
ellas,  alzándoles  cualquier  homenaje  ó  juramento  de  fide- 
lidad ,  obligando  á  cualquier  sucesor  en  el  reino  haya 
de  jurar  esta  unión,  sobre  la  cual  habian  hecho  en  Cata- 
luña los  reyes  don  Alfonso  y  don  Jaime  segundo  algu- 
nas constituciones;  y  mandó  á  los  infantes  y  á  los  demás 


(  162  ) 
rauclios;  y  examinados  los  pareceres  de  ellos,  dio  cada  uno 
su  voto,  en  un  papel  cerrado,  al  rey,  que  así  lo  quiso, 
y  vistos  todos,  resolvió  que  al  rey  de  Mallorca  se  le  die- 
sen diez  mil  libras  de  renta,  mientras  se  tardaba  á  dárse- 
le estado  de  otro  tanto  rédito  para  él  y  sus  sucesores, 
fuera  los  señoríos  del  rey,  y  faltando  sus  sucesores  por 
línea  masculina,  volviese  á  lo  corona;  remitióle  el  feudo 
y  derecho  de  comiso  y  confiscación  que  tenia  en  los  viz- 
condados  de  Omelades  y  Carlades  y  señoríos  de  Mompe- 
ller,  y  que  dejase  el  título,  nombre  y  dignidad  de  rey, 
armas  y  divisas  reales;  y  en  Badalona,  donde  estaba,  se  lo 
envió  el  rey  á  notificar. 

Esta  resolución  tomada  en  aquel  parlamento  desplugo 
al  rey  de  Mallorca  de  tal  manera,  que  estimó  mas  per- 
derse por  trance  de  batalla,  que  ser  despojado  de  aquella 
manera,  y  que  su  hijo  don  Jaime,  que  estaba  jurado  por 
sucesor  sujo,  quedase  desposeido  con  tanta  ignominia.  Sa- 
lióse del  lugar  de  San  Vicente,  donde  habia  venido  de 
Badalona,  y  con  algunos  de  los  suyos  se  volvió  á  Cerdaña, 
y  echó  fama  que  por  voluntad  y  merced  del  rey  volvía  á 
cobrar  sus  estados,  porque  el  rey  los  tenia  solo  por  las 
postáis,  que  así  llamaban  en  Cataluña  el  derecho  que  tiene 
el  señor  del  feudo  de  poseer  por  espacio  de  diez  dias  el 
castillo  del  vasallo,  que  Gerónimo  Zurita  llama  tenencias; 
lo  que  no  fué  de  poco  pesar  para  los  pueblos  de  aquellos  esta- 
dos,* donde  era  muy  aborrecido  el  de  Mallorca,  por  las  mu- 
chas imposiciones  y  gabelas  echaba  cada  dia,  y  rigor  con  que 
las  exigia,  indigno  de  un  rey  cristiano.  La  gente  que  llevaba 
en  esta  entrada  era  poca;  pero  daba  cuidado  la  que  jun- 
társele podia;  y  el  rey  envió  quien  le  resistiese,  y  en  el  entre- 


( I«5 ) 

tanto  se  habla  entrado  ya  en  Cerdaña;  pero  el  conde  de 
Pallars,  con  la  mas  gente  que  pudo  juntar,  socorrió  los 
pueblos  de  aquel  condado,  y  el  infante  don  Jaime  las  fuer- 
zas de  Lérida  y  Querol  y  Torre  de  Cerdaña,  repartiendo 
por  ellas  sus  gentes;  con  lo  que  y  demás  prevenciones  hizo 
el  rey,  obligó  al  de  Mallorca  se  saliera  de  Cataluña,  y  har- 
to lastimado  y  pobre,  aborrecido  y  desamparado  de  los 
suyos,  se  pasó  á  Mompeller. 

No  fué  poco  el  contento  que  tuvieron  los  vasallos  de 
este  rey  de  su  caida  é  infeliz  suerte,  porque  era  general- 
mente aborrecido  de  todos,  por  las  intolerables  y  extra- 
ordinarias imposiciones  que  de  continuo  echaba  sobre  ellos, 
á  cuya  costa  pensaba  sustentar  aquella  guerra,  de  que  to- 
dos tenian  pesar,  y  deseaban  escusara :  al  principio  se  lo 
aconsejaban,  pero  tomábalo  tan  rabiosamente,  que  por  es- 
to hizo  morir  con  muertes  crueles  é  inhumanas  muchos 
de  sus  vasallos,  personas  honradas,  que  desapasionadamen- 
te se  lo  aconsejaban,  adivinando  el  fin  que  habia  de  tener, 
y  que  habia  de  ser  la  destrucción  de  él  y  de  su  casa  y 
familia.  Por  esto  mandó  prender  á  don  Pedro  de  Fono- 
llet,  vizconde  de  Illa,  y  á  tres  caballeros  y  algunos  bur- 
geses,  y  los  mandó  llevar  al  castillo  de  Bella  Vista  en  el 
reino  é  isla  de  Mallorca,  y  aun  mandó  al  alcalde  los  ma- 
tase, y  fué  ventura  se  tomasen  aquellas  cartas,  y  así  no  se 
ejecutó  aquel  cruel  mandato;  con  todo,  les  mandó  confiscar 
los  bienes  y  en  los  dias  mas  santos  en  que  los  tribunales  ce- 
san de  proseguir  las  causas  criminales,  y  los  reos  tienen  en 
alguna  manera  alivio  y  descanso  en  sus  penas,  mandó  ha- 
cer las  capturas  de  ellos  y  darles  el  castigo.  La  prisión  del 
vizconde  y  de  los  demás  fué  un  domingo  de  Ramos,  y   el 


(  162  ) 
muclios;  y  examinados  los  pareceres  de  ellos,  dio  cada  uno 
su  voto,  en  un  papel  cerrado,  al  rey,  que  así  lo  quiso, 
y  vistos  todos,  resolvió  que  al  rey  de  Mallorca  se  le  die- 
sen diez  mil  libras  de  renta,  mientras  se  tardaba  á  dárse- 
le estado  de  otro  tanto  rédito  para  él  y  sus  sucesores, 
fuera  los  señoríos  del  rey,  y  faltando  sus  sucesores  por 
línea  masculina,  volviese  á  lo  corona;  remitióle  el  feudo 
y  derecho  de  comiso  y  confiscación  que  tenia  en  los  viz- 
condados  de  Omelades  y  Carlades  y  señoríos  de  Mompe- 
ller,  y  que  dejase  el  título,  nombre  y  dignidad  de  rey, 
armas  y  divisas  reales;  y  en  Badalona,  donde  estaba,  se  lo 
envió  el  rey   á  notificar. 

Esta  resolución  tomada  en  aquel  parlamento  desplugo 
al  rey  de  Mallorca  de  tal  manera,  que  estimó  mas  per- 
derse por  trance  de  batalla,  que  ser  despojado  de  aquella 
manera,  y  que  su  hijo  don  Jaime,  que  estaba  jurado  por 
sucesor  suyo,  quedase  desposeido  con  tanta  ignominia.  Sa- 
lióse del  lugar  de  San  Vicente,  donde  habia  venido  de 
Badalona,  y  con  algunos  de  los  suyos  se  volvió  á  Cerdaña, 
y  echó  fama  que  por  voluntad  y  merced  del  rey  volvía  á 
cobrar  sus  estados,  porque  el  rey  los  tenia  solo  por  las 
<f  postáis,  que  así  llamaban  en  Cataluña  el  derecho  que  tiene 

el  señor  del  feudo  de  poseer  por  espacio  de  diez  dias  el 
castillo  del  vasallo,  que  Gerónimo  Zurita  llama  tenencias; 
lo  que  no  fué  de  poco  pesar  para  los  pueblos  de  aquellos  esta- 
dos,•donde  era  muy  aborrecido  el  de  Mallorca,  por  las  mu- 
chas imposiciones  y  gabelas  echaba  cada  dia,  y  rigor  con  que 
las  exigía,  indigno  de  un  rey  cristiano.  La  gente  que  llevaba 
en  esta  entrada  era  poca;  pero  daba  cuidado  la  que  jun- 
társele podia;  y  el  rey  envió  quien  le  resistiese,  ven  el  entre- 


(  163  ) 
tanto  se  había  entrado  ya  en  Cerdaña;  pero  el  conde  de 
Pallars,  con  la  mas  gente  que  pudo  juntar,  socorrió  los 
pueblos  de  aquel  condado,  y  el  infante  don  Jaime  las  fuer- 
zas de  Lérida  y  Querol  y  Torre  de  Cerdaña,  repartiendo 
por  ellas  sus  gentes;  con  lo  que  y  demás  prevenciones  hizo 
el  rey,  obligó  al  de  Mallorca  se  saliera  de  Cataluña,  y  har- 
to lastimado  y  pobre,  aborrecido  y  desamparado  de  los 
suyos,  se  pasó  á  Mompeller. 

No  fué  poco  el  contento  que  tuvieron  los  vasallos  de 
este  rey  de  su  caida  é  infeliz  suerte,  porque  era  general- 
mente aborrecido  de  todos,  por  las  intolerables  y  extra- 
ordinarias imposiciones  que  de  continuo  echaba  sobre  ellos, 
á  cuya  costa  pensaba  sustentar  aquella  guerra,  de  que  to- 
dos tenian  pesar,  y  deseaban  escusara :  al  principio  se  lo 
aconsejaban,  pero  tomábalo  tan  rabiosamente,  que  por  es- 
to hizo  morir  con  muertes  crueles  é  inhumanas  muchos 
de  sus  vasallos,  personas  honradas,  que  desapasionadamen- 
te se  lo  aconsejaban,  adivinando  el  fin  que  habia  de  tener, 
y  que  habia  de  ser  la  destrucción  de  él  y  de  su  casa  y 
familia.  Por  esto  mandó  prender  á  don  Pedro  de  Fono- 
llet,  vizconde  de  Illa,  y  á  tres  caballeros  y  algunos  bur- 
geses,  y  los  mandó  llevar  al  castillo  de  Bella  Vista  en  el 
reino  é  isla  de  Mallorca,  y  aun  mandó  al  alcalde  los  ma- 
tase, y  fué  ventura  se  tomasen  aquellas  cartas,  y  así  no  se 
ejecutó  aquel  cruel  mandato;  con  todo,  les  mandó  confiscar 
los  bienes  y  en  los  días  mas  santos  en  que  los  tribunales  ce- 
san de  proseguir  las  causas  criminales,  y  los  reos  tienen  en 
alguna  manera  alivio  y  descanso  en  sus  penas,  mandó  ha- 
cer las  capturas  de  ellos  y  darles  el  castigo.  La  prisión  del 
vizconde  y  de  los  demás  fué  un  domingo  de  Ramos,  y   el 


(  164  ) 
jueves  siguiente,  en  que  la  Iglesia  representaba  la  muerte 
(leí  Salvíidor  c  institución  del  Santísimo  Sacramento  de  la 
Eucaristía,  mandó  atormentar  á  Pedro  Borrón,  que  era  uno 
de  los  burgeses  habia  mandado  prender  el  dia  de  Ramos, 
y  conociendo  el  mal  que  habia  hecho  en  usar  tal  rigor 
con  aquel  hombre  en  dia  tan  santo,  le  tomó  juramento 
que  no  revelaría  hubiese  sido  torturado  en  el  dia  santo 
de  Pascua.  Mandó  convidar  los  cónsules  y  algunos  burge- 
ses de  la  villa  de  Perpiñan,  con  pensamiento  de  prender- 
los; y  porque  faltaron  dos  de  los  cónsules,  á  quienes  te- 
nia aborrecidos,  disimuló  con  los  demás,  aguardando  la 
ejecución  de  su  intento  para  otro  dia.  En  el  dia  de  san 
Hipólito,  mandó  á  unos  soldados  que  le  acompañaban,  que 
mataran  á  Mallol  Cadanys,  mercader  honrado  y  pacífico, 
solo  porque  le  suplicó  que  hiciera  paz  con  el  rey  de  Ara- 
gón; y  luego  fué  obedecido.  En  el  dia  de  santa  Elisabet, 
publicó  que  quería  festear  la  solemnidad  de  aquella  santa 
y  que  gustaba  asistiesen. á  palacio  todos  los  mejores  de  la 
villa,  porque  acompañado  de  ellos,  había  de  salir  á  misa: 
acudieron  trescientos  hombres,  los  mas  ricos,  y  la  misa  á 
que  salieron  fué  mandar  prender  á  ciento  diez  y  ocho  de 
ellos,  y  ponerles  en  un  aposento  con  grillos  y  cadenas,  y 
sin  comodidad  de  dormir  ni  de  comer,  y  los  mas  eran 
muchachos  y  viejos,  y  á  los  que  les  iban  á  traer  de  comer 
los  mandaba  encarcelar.  De  esta  manera  estuvieron  mu- 
chos días,  y  viendo  que  el  rey  no  cuidaba  de  ellos,  enviá- 
ronle cuatro  personas  honradas,  para  suplicarle  les  sacase 
de  allá;  y  la  respuesta  fué,  que  los  habia  de  matar  á  to- 
dos, y  porfiando  ellos  que  les  diese  juez  para  hacerles  la 
causa,  precediendo  proceso  y  defensa,  no   lo  quiso  hacer, 


(  Í05) 
antes  los  mandó  apretar  mas,  y  á  la  postre  les  envió  6  de- 
cir, que  si  querian  salir  de  allí,  le  habian  de  prestar  cien 
mil  libras,  \  de  esta  manera  les  perdonaría  la  muerte  les 
habia  de  dar;  y  ellos  después  de  muchos  dares  y  tomares, 
por  salir  con  vida,  le  dieron  veinte  y  cinco  mil  florines;  y 
habia  entre  los  presos  tres  de  los  cónsules  de  la  villa  de 
Perpiñan. 

Tres  dias  antes  de  Navidad,  por  causar  terror  y  miedo 
en  los  demás,  mandó  arrastrar,  atenazar  y  cortar  la  len- 
gua á  Pedro  Ribera,  cónsul  de  Perpiñan,  estando  sin  culpa 
ni  habérsele  probado  delito  alguno. 

A  los  niños  y  niñas  ricos,  y  á  los  menores  que  estaban 
debajo  de  tutores,  mandaba  prender,  y  los  metia  en  cár- 
celes oscuras  y  malas,  donde  muchos  morian  y  otros  en- 
fermaban de  males  incurables,  y  estaban  allá,  hasta  le  ha- 
bian dado  los  padres  y  tutores  los  dineros  que  él  queria. 
No  perdonaba  á  las  viudas,  pues  que  de  ellas  y  de  algunos 
menores  sacó  mas  de  cincuenta  mil  florines.  Los  clérigos  y 
frailes  y  otras  personas  eclesiásticas  no  escapaban  de  las  ti- 
ranías, antes  muchos  de  ellos  fueron  presos  y  detenidos 
en  estrechas  y  malas  prisiones,  porque  se  escusaban  de  pa- 
gar las  sisas  y  gabelas  que  él  echaba. 

Mandaba  otorgar  á  sus  vasallos  grandes  sindicados,  para 
poder,  en  nombre  de  ellos,  tomar  grandes  cantidades  de 
dineros,  y  esto  con  tal  rigor,  que  al  que  rehusaba  obligar- 
se luego  le  echaban  en  la  cárcel;  y  fué  necesario  que  los  pue- 
blos se  quejaran  de  estas  violencias,  y  por  serlo ,  fue- 
ron judicialmente  declaradas  nulas  las  tales  obligaciones 
que  ellos  habian  hecho. 

Habia  en  la  capilla  del  castillo  de  Perpiñan,  y  en  lasa- 


(  m  ) 

cristía  (le  los  írailes  menores,  muchas  piezas  de  oro  y  de  pla- 
ta, unas  en  que  estaban  encastadas  reliquias,  y  otras  que 
servían  de  adorno  al  altar  y  para  el  culto  divino;  y  todo 
lo  tomó,  y  batió  de  ello  moneda  para  sustentar  la  guerra. 
Estas  cosas,  y  mas  la  sangre  de  tantos  inocentes,  clamaban 
ante  el  conspecto  divino  la  debida  venganza;  y  aunque  tardó 
á  venir,  pero  llegada ,  con  la  severidad  del  castigo  com- 
pensó la  tardanza;  y  así,  el  acabar  este  rey  tan  infelizmen- 
te, ni  lo  atribuyo  yo  al  haber  negado  y  rehusado  confesar  el 
feudo  al  rey,  ni  al  haber  faltado  á  las  cortes  para  donde 
habia  sido  llamado,  ni  al  haber  batido  moneda,  sino  al  ha- 
ber usado  tantas  tiranías  con  sus  vasallos  y  haber  hecho 
poco  caso  de  los  buenos  y  desapasionados  consejos  le  da- 
ban, dando  lugar  á  crueldades  y  avaricias,  que  son  las  dos 
cosas  que  dan  fin  á  los  reyes,  casas  y  linajes  de  ellos.  Des- 
pués volvió  á  mover  la  guerra  contra  el  rey,  y  para  sus- 
tentarla, vendió  por  ciento  veinte  mil  escudos  de  oro,  al 
rey  de  Francia,  la  baronías  de  Mompeller,  y  con  armada 
pasó  á  Mallorca ,  donde  era  tan  aborrecido  como  en  los 
condados  de  Rosellon,  y  no  halló  el  favor  que  pensaba  con 
los  isleños,  y  así  fué  vencido  y  muerto,  y  el  rey  mandó  lle- 
var su  cuerpo  á  la  seo  de  Valencia,  donde  le  mandó  sepultar 
en  medio  del  coro;  y  después  murió  su  hijo  don  Jaime, 
el  cual  aunque  tuvo  espíritus  de  cobrar  los  señoríos  del 
padre,  pero  faltóle  poder  y  favor,  y  así  se  quedó  sin  go- 
zar de  lo  que  la  mala  condición  del  padre,  antes  de  tiempo, 
le  quitó,  siendo  él  inocente  en  todo. 

Parece  que  el  rey  don  Pedro  habia  de  quedar  muy  con- 
tento y  sosegado,  pues  habia  castigado  la  inobediencia  del 
rey  de  Mallorca,  y    que  el   infante  don   Jaime,   que  tuvo 


(467) 
la  mano  en  todo,   había  de  quedar  muy  premiado  y  favo- 
recido, pero   fué  al  revés.   Era  el  infante  procurador  gene- 
ral del  rey  y  gobernador  de  sus  señoríos,    y  la   persona  á 
quien,  según  la  mas  común  y  desapasionada   opinión,  to- 
caba la  sucesión    del  reino,  muriendo  sin   hijos  varones, 
que  en  esta  ocasión  no  los  tenia,  y  según  habían   dicho 
los  médicos  y  algunos  astrólogos,  no  los  tendría  en  la  reina 
doña  María  de    Navarra,  su  mujer,  y  por   esto   vivía  el 
infante  con   alguna  esperanza.  Estando  el  rey  en  Valen- 
cia le  vino  el  pensamiento,  si  él  moria,  quién  le  había  de 
heredar.  Tenia  en  aquella  ocasión  dos  hijas,  doña  Cons- 
tanza,  que  casó  con  Fadrique,  rey  de  Sicilia,  y  doña  Jua- 
na, que  casó  con  don  Juan,  conde  de  Ampurías,  que  está 
sepultada  en  la  iglesia  de  Poblet,  sobre  la  fuente  que  está 
entre  la   capilla  mayor  y  la  sacristía,  y  había  tenido  otra 
que  se  llamó  doña  María,  que  murió  muchacha;  y  quería 
que,  excluido  don  Jaime,  heredara   doña  Constanza.  Para 
asegurarse   y  saber  de  cierto  lo  que  en  esto  había,  mandó 
juntar  veinte  y  dos  personas  entre  letrados  y  teólogos,  lla- 
móles de  Barcelona,  Zaragoza,   Valencia,  Lérida,  Perpiñan 
y  Manresa,  propúsoles  el  caso,  y  dice  fray  Fabrício  Gau- 
berto,  que  el  rey  no  miró  el  engaño  en  que  andaban  los 
letrados  con  él,  que  mas  por  se  conformar  con  su  volun- 
tad y  opinión,  que  por  lo  querer  la  justicia   ni  consentir 
la  razón,  tomaban  el  partido  del   rey  y  osaban  decir  que 
la  infanta,    por   ser   hija   suya,  tenía  mas  derecho  en   la 
sucesión  ,    que  el  infante    don    Jaime,   que    no  era   hijo, 
mas  hermano  del  rey.  Las  diez  y  nueve  de  estas  personas 
fueron  de  parecer  que,  muriendo  el  rey  sin  hijos  varones, 
heredara  doña  Constanza;  los  otros  dijeron  que,  excluidas 


(  1<>8  ) 
jas  hijas,  heredaba  el  infante  don  Jaime;  y  uno  de  ellos 
afirmó  estaba  en  manos  del  rey  hacer  lo  que  le  pareciere; 
y  uno  de  estos  tres  era  Arnaldo  de  Caraorera,  vicecanciller 
del  rey,  y  por  esto  fué  removido  de  aquel  cargo.  No  fué 
esta  consulta  tan  secreta,  aunque  el  rey  lo  queria,  que  no 
la  entendiera  el  infante  don  Jaime,  que  estaba  en  Valen- 
cia, y  tomando  el  rey  aparte,  en  el  aposento  en  que  dor- 
mia,  le  dijo  haber  entendido  el  artículo  de  que  se  dis- 
putaba, y  le  suplicaba  mandara  cesar  tal  plática,  porque 
ni  era  caso  ni  habia  necesidad  de  haber  de  hablar  de 
ello,  pues  él  y  la  reina  eran  mozos,  y  los  dos  testamen- 
tos de  los  reyes  don  Jaime  y  don  Alfonso,  su  padre,  tin- 
culaban  los  reinos  y  estados  á  los  varones,  excluyendo  las 
hembras;  y  el  rey  le  respondió,  que  aunque  parecia  no  ha- 
ber necesidad  de  tal  declaración,  pero  por  ser  la  vida  del 
hombre  incierta  ,  gustaba  saber  á  quien  pertenecian  sus 
señoríos,  para  mayor  descargo  suyo.  De  esto  quedó  el  in- 
fante muy  descontento,  y.  se  volvió  á  su  posada,  y  dio  par- 
te á  algunas  personas  de  la  ciudad  de  Valencia,  y  después 
lo  publicó  al  pueblo ,  indignándole  contra  del  rey ,  el 
cual,  á  23  de  mayo  de  este  año  1347,  envió  letras  á  to- 
das las  ciudades  y  pueblos  mas  principales  de  sus  reinos , 
dándoles  noticia  de  esta  declaración,  de  lo  que  tuvo  el 
infante  gran  pesar  ,  y  el  rey  cuidado  no  se  cenfederara 
con  el  rey  de  Mallorca  y  le  diese  lugar  y  paso  por  el  con- 
dado de  Urgel,  para  entrar  en  Cataluña;  y  por  eso  man- 
dó el  rey  se  tuviera  gran  cuenta  con  la  gente  que  pa- 
saba, y  que  si  fueran  correos  ó  del  infante  ó  del  rey  de 
Mallorca,  fuesen  detenidos,  tomándoles  las  cartas,  y  guar- 
dando los  que  en  esto  habian   de  entender  gran  secreto; 


(  1G9  ) 
y  advirtióse  también  á  los  espías  que  el  rey  tenia  en  Moni* 
peller,  que  avisaran  de  todo  lo  que  sabrian.  Sospechóse 
también  que  el  infante  se  queria  valer  de  su  hermano  don 
Fernando  ,  marqués  de  Tortosa,  y  del  rey  de  Castilla,  y 
habia  va  negociado  con  la  ciudad  de  Valencia,  para  que 
no  diese  lugar  á  que  el  rey  le  quitara  el  cargo  de  la  ge- 
neral gobernación  y  de  procurador  general  suyo:  el  cual, 
sentido  de  esto,  y  no  de  que  se  compadeciese  el  infante 
y  tuviera  misericordia  del  desposeído  rey  de  Mallorca,  co- 
mo dice  un  autor,  le  llamó  y  dijo,  que  porqué  hacia  aque- 
llo, pues  el  hacer  mirar  y  disputar  el  artículo  de  la  su- 
cesión de  la  infanta  doña  Constanza,  entendia  hacerlo  con 
justicia,  y  el  derecho  era  en  favor  de  ella,  y  le  dio  razón 
de  lo  que  habian  tratado  y  resuelto  aquellas  veinte  y  dos 
personas;  pero  al  infante  ni  pareció  bien  el  fundamento 
que  tomaron,  ni  la  resolución  que  salió  de  él,  y 'pidió  al 
rey  su  pretensión  y  justicia:  asignósele  el  dia  de  San  Juan 
de  junio  de  este  año  1337  en  la  villa  de  Monblanc,  y 
jC  rogó  que  en  caso  conociera  que  la  justicia  era  por  la 
infanta,  él,  como  el  mas  principal  de  k  corona,  la  qui- 
siera jurar;  y  dice  el  rey  en  su  historia,  que  el  infante 
se  lo  prometió;  pero  no  por  eso  dejaba  de  conmover  á 
todos  los  que  podia  é  indignarlos  contra  del  rey  ,  para 
que  le  valiesen.  Entonces  mandóle  que  no  usara  de  la 
procuración  general,  porque  con  ella  entendia  que  le  pe- 
dia mucho  ofender,  y  que  se  saliese  de  Valencia  y  que 
no  entrase  en  ninguna  de  las  ciudades  mas  principales  de 
sus  reinos,  porque  así  no  tuviese  ocasión  de  tratar  algu- 
nas cosas  en  su  deservicio.  Despidióse  con  esto  el  infante 
del  rey,  y  dijo  que  se  quería  ir  á  su  ciudad  de  Balagucr; 
TOMO  X.  12 


(  170) 
y  valiérale  mas  y  que  gozara  de  la  apacibilidad  de  aque-* 
lia  tierra,  sin  querer  averiguar  cosas  que  dentro  de  pocos 
meses  le  causaron  la  muerte,  y  aunque  saliera  bien  de  ellas, 
no  viniera  á  alcanzar  lo  que  pensaba;  porque  el  rey  tuvo 
dos  hijos  varones,  que  fueron  don  Juan  y  don  Martin, 
que  fueron  reyes  después  del  padre,  uno  tras  otro,  y  todo 
lo  que  hizo  el  infante  fué  vano  y  su  destrucción  y  pérdida. 
La  fama  pública  fué  que  el  infante  iba  á  Balaguer;  pero 
no  fué  así,  antes  se  encaminó  á  la  parte  de  Zaragoza,  y 
se  detuvo  en  Fuentes.  Los  reinos  de  Aragón,  Valencia  y 
principado  de  Cataluña  quedaron  muy  desconsolados  de  que 
mujer  hubiera  de  heredar,  habiendo  varones  de  la  estirpe  real; 
y  aunque  el  rey  decia  que  casaria  á  la  infanta  doña  Cons- 
tanza con  varón  de  linaje  real,  pero  aquellos  que  eran  en 
parentesco  mas  cercanos  al  rey,  y  á  quien  espectaba  la 
sucesión  de  los  reinos,  eran  casados,  y  era  forzoso  buscarlos 
muy  remotos,  y  tenian  por  cosa  muy  pesada  haber  de  to- 
mar príncipe  forastero,  habiéndoles  naturales  ,  conocidos  y 
amados  de  todos,  é  introducir  que  la  corona  viniera  á  mu- 
jer, cosa  jamás  vista  en  Cataluña,  porque  adivinaban,  en 
tal  caso,  lo  que  habia  de  haber.  Estando  en  estas  tribu- 
laciones y  pesares,  sobrevino  un  gran  consuelo,  porque  la 
reina  parió  un  hijo,  que  llamaron  Pedro,  como  al  padre; 
y  fué  tan  grande  el  contento  que  todos  generalmente  re- 
cibieron de  su  nacimiento,  que  dice  el  rey,  que  iban  to- 
dos absortos  y  pasmados,  y  parecia  habian  perdido  el  jui- 
cio, porque  iban  bailando  por  las  calles,  haciendo  mil  de- 
mostraciones de  júbilo  y  contento,  por  haber  nacido  con 
aquel  muchacho  la  paz  y  consolación  de  todos  y  sosiego  de  la 
corona.   Fuera  gran  cosa  si  hubiera  durado,  pero  murió  el 


(  171  ) 
mismo  (lia,  y  está  sepultado  en  el  monasterio  de  Poblet, 
en  una  de  aquellas  cinco  sepulturas  que  están  en  la  pa- 
red de  la  capilla  de  san  Antonio;  y  fué  tan  general  y  gran- 
de el  sentimiento  de  todos,  que  para  encarecerlo,  dice  el 
rey,  que  fué  mayor  que  el  contento  habian  tenido  el  dia 
antecedente;  y  cinco  dias  después  falleció  la  reina  doña 
María,  del  trabajo  que  habia  pasado  en  aquel  parto,  y  es- 
tá sepultada  en  la  iglesia  de  San  Vicente  de  la  ciudad  de 
Valencia:  su  simulacro  de  alabastro  está  en  el  monasterio 
de  Poblet,  donde  ella  escogió  su  entierro,  sobre  la  sepul- 
tura del  rey,  su  marido,  con  dos  de  las  otras  mujeres 
que  tuvo;  pero  el  cuerpo,  á  lo  que  entiendo  ,  se  quedó 
en  la  ciudad  de   Valencia. 

Después  que  el  infante  quedó  privado  del  oficio  de 
procurador  general,  removió  el  rey  todos  los  oficiales  que 
el  infante  habia  creado,  y  puso  otros  ,  de  quien  él  pu- 
diera con  seguridad  confiar;  y  en  los  pregones  y  edic- 
tos decían,  que  regian  aquellos  cargos  de  la  gobernación 
general  por  la  infanta  doña  Constanza,  hija  primogénita 
del  rey  y  sucesora  en  los  reinos  y  estados ,  en  caso  que 
el  rey  no  tuviera  hijos  varones,  y  por  esta  gran  novedad 
en  estos  reinos  causó  general  alteración  en  todos  ellos, 
porque  la  gobernación  general  jamás  fué  visto  adminis- 
trarse por  ninguna  hija  de  rey,  sino  por  el  'infante  pri- 
mogénito ó  por  el  mas  propincuo  del  rey;  y  por  facilitar 
mas,  en  cuanto  era  de  su  parte,  que  la  infanta  fuese  ca- 
paz de  aquel  cargo,  la  emancipó  delante  de  muchos  pre- 
lados y  ricos  hombres,  y  luego  el  infante  don  Pedro,  tio 
del  rey  y  tutor  y  curador  de  la  infanta  ,  en  manos  del 
rey,  hizo  juramento  y  homenaje  de  tenerla  por  primogé- 


(  172  ) 
uita  y  sucesora  ,  con  limitación  que  ,  si  viviendo  el  rey 
era  declarado  que  la  sucesión  pertenecia  al  conde  de  Ur- 
gel  y  no  á  las  hijas  del  rey,  el  homenaje  fuera  de  ningún 
efecto;  y  esto  mismo  juraron  don  Hugo  de  FonoUet,  obis- 
po de  Viquc,  don  Bernardo  Hugo  ,  obispo  de  Elna  ,  y 
muchos  caballeros,  ricos  hombres  y  todos  los  de  casa  del 
rey  y  oficiales  suyos  referidos  por  Gerónimo  Zurita,  en 
la  misma  forma  que  lo  habia  jurado  el  infante  don  Pe- 
dro. Cuando  esto  pasaba,  estaba  el  infante  don  Jaime  en 
Fuentes,  y  no  osaba  entrar  en  Zaragoza,  por  habérselo 
prohibido  el  rey;  y  desde  allí  despachó  letras  á  todos  los 
ricos  hombres,  barones,  caballeros,  meznaderos  y  procu- 
raderos  de  las  ciudades  y  villas  de  Aragón  y  Cataluña, 
para  que  alcanzasen  del  rey  que  alzara  la  prohibición  te- 
nia de  no  entrar  en  las  ciudades  mas  principales  del  reino, 
.  y  que  acudieran  al  lugar  de  Fuentes,  donde  él  estaba,  que 
tenia  negocios  importantes  de  que  darles  parte.  Y  dice 
el  rey  en  su  historia,  que'  en  aquella  ocasión  habia  ban- 
dos en  Aragón,  y  que  el  infante  los  metió  en  paz,  para 
que  hechos  amigos  ,  mejor  hiciera  sus  negocios,  valién- 
dose de  ellos,  lo  que  fuera  muy  dificultoso ,  perseverando 
los  odios  y  malas  voluntades.  Aquí  les  informó  largamente 
de  la  queja  tenia  del  rey,  por  haberle  quitado  la  general 
gobernación,  cargo  que  de  derecho  le  tocaba,  y  que  le 
antepusiera  á  la  infanta  en  la  sucesión  del  reino.  Nojca- 
bian  ya  en  Fuentes  ,  y  sin  reparar  en  la  prohibición  y 
mandato  del  rey  ,  se  pasaron  á  la  ciudad  de  Zaragoza, 
y  despidieron  letras  al  infante  don  Fernando,  marqués  de 
Tortosa,  y  á  don  Juan,  hermano  del  rey,  que  estaban  en 
Castilla,  y  á   todos  loa    ricos  hombres  y  caballeros  ausen- 


(  Í75  ) 
tes,  para  que  se  vinieran  á  juntar  con  ellos,  para  tratar 
el  remedio  como  se  repararan  los  agravios  y  perjuicios 
habian  recibido  del  rey  y  ministros  suyos,  y  ¡la  enmien- 
da se  habia  de  tomar  de  los  privilegios,  fueros  y  demás 
prerogativas  quedaban  rompidas,  y  abusos  hechos  en  per- 
juicio de  las  libertades  de  aquel  reino.  Deseaban,  por  es- 
to, el  parecer  de  la  reina  doña  Leonor,  madrastra  del 
rey  y  de  los  infantes,  sus  hijos,  ricos  hombres,  prelados, 
caballeros  y  universidades  del  reino,  y  que  todos  so  jun- 
taran é  hicieran  un  cuerpo  y  liga,  á  que  pusieron  nom- 
bre Union,  para  suplicar  al  rey  el  reparo  de  todo  lo  que 
queda  dicho;  y  esta  liga  y  unión  pareció  á  todos  tan  jus- 
tificada y  puesta  en  razón,  que  casi  todos  los  de  aquel 
reino  la  juraron  ,  excepto  muy  pocos ,  y  entre  estos  las 
universidades  de  Huesca,  Daroca,  Calatayud  y  Teruel,  que 
jamás  vinieron  bien  en  ella.  Hicieron  su  sello,  como  se 
ve  en  los  comentarios  de  Gerónimo  Blancas,  y  en  el  gra- 
bado, un  rey  sentado  en  su  trono,  con  cetro  en  las  ma- 
nos y  corona  en  la  cabeza,  y  á  sus  pies  el  pueblo  arma- 
do y  arrodillados,  alzadas  las  manos,  como  que  piden  al- 
guna cosa,  y  al  derredor  unas  letras  que  dicen:  UNIONIS 
ARAGONUM  SIGILLUM;  y  nombraron  sus  conservado- 
res, según  se  era  usado  en  otras  ocasiones,  que  mandaban 
proveer  y  ordenar  algunas  cosas,  haciendo  actos  de  juris- 
dicción y  superioridad  que  no  debieran;  y  escribieron  al 
rey,  suplicándole  fuera  á  Zaragoza  á  celebrar  cortes,  cer- 
tificándole que  aquella  unión  era  hecha  en  honra  y  servi- 
cio de  la  corona  real,  y  en  conservación  de  ella  y  de  sus 
preeminencias.  Los  conservadores  eran  el  infante  don  Jai- 
me, conde  de  Urgel,  con  diez  ricos  hombres,    dos   mez- 


(  Í74  )- 
íiaderos,  siete  caballeros  y  once  ciudadanos  de  la    ciudad  M 

(le  Zaragoza,  que  nombra  Zurita.  Cuando  el  rey  supo  esto,  1 

partió  de  Valencia  y  vino  á  Barcelona,  pero    apenas  ha-  ^ 

bia  salido  de  aquella  ciudad,  cuando  estando  en  Cabanas, 
entendió  que  habian  firmado  los  valencianos  la  Union 
con  los  aragoneses,  y  aunque  don  Pedro  de  Ejérica  ,  go- 
bernador general  en  aquel  reino,  lo  quiso  impedir,  no 
fué  poderoso  para  ello,  y  entendió  el  rey  que  todos  aque- 
llos movimientos  eran  por  regirse  el  oficio  de  procura- 
dor general  en  nombre  de  la  infanta,  y  que  aunque  en 
Cataluña  no  habian  consentido  en  la  Union,  pero  no  es- 
ban  menos  desconsolados  que  los  de  Aragón  y  Valencia, 
porque  á  todos  sabia  mal  que  mujer  hubiera  de  heredar, 
y  así  mandó  que  no  se  pusiera  mas  en  los  pregones  y 
edictos,  que  regian  por  la  infanta,  sino  por  él;  y  aunque 
los  catalanes  quedaron  contentos,  pero  los  aragoneses  y 
valencianos  perseveraron  en  su  Union,  y  requirieron  á  don 
Pedro  de  Ejérica,  que  se  juntara  con  la  reina  doña  Leo- 
nor y  sus  hijos  y  con  los  demás  de  la  Union;  pero  aun- 
que él  lo  desvió  todo  lo  posible  ,  resistiendo  en  todo, 
no  fué  poderoso  á  apartarles  de  aquel  propósito  y  voluntad. 
Estando  el  rey  en  Tarragona  ,  vinieron  á  él  Miguel  de 
Urrea,  gobernador,  y  García  Fernandez  de  Castro,  justicia 
de  Aragón,  á  persuadirle  que  fuera  luego  á  Zaragoza  y 
á  animar  á  la  ciudad  de  Huesca  y  demás  pueblos,  y  á 
todos  los  de  aquel  reino  que  no  habian  jurado  la  Union 
y  perseveraban  en  su  servicio ,  porque  era  contingente  , 
si  él  tardaba  á  venir,  que  se  apartarian  de  él,  juntándose 
con  los  demás,  y  reducir  á  él  á  muchos  de  ellos;  y  aun- 
<|uc  pareció   bien  al  rey,    no  fué  allá,  porque  lo  vino  nue- 


(  175  ) 
va  que  el  rey   de  Mallorca   era  entrado  con  armas  en  Ro- 
sellon,  y  tomaba  algunos   pueblos   de  aquel  condado.   Es- 
tuvo el  rey  suspenso  donde  acudiría,    y   sin  tomar   sobre 
esto  consejo,  escogió  acudir  á  Rosellon,  porque  era  mas 
conveniente   resistir  á  los  enemigos  forasteros,   que  averi- 
guar los  movimientos  de  los  de  la  Union,  que  como  nacian 
de  rompimiento  de  privilegios  y  libertades,  era   fácil  re- 
mediarlo ,  pues   en    otorgando   lo  que  ellos  querian,    ha- 
bian  de    quedar  contentos,    y  era  poco  ó  nada  lo  que  se 
podia  perder  en  ello.    Pasó   por  Barcelona  ,   por  prevenir 
que   esta  ciudad   ni  el  principado  de  Cataluña  no    entra- 
ran en  ella    ni  la  juraran  ,  porque  decía  que  con    el  so- 
corro de  esta  ciudad   y  principado   podia  muy  bien  resis- 
á  los  de  la  Union  y  al  rey  de  Mallorca,  y  volver  sus  rei- 
nos al   estado  de   antes.  En  Barcelona  se  detuvo  poco  mas 
de  un  dia,   porque  supo  por  el    camino,    que  el  de  Ma- 
llorca había  tomado  el    lugar  de   Vinca.   Entonces  convo- 
có el  usaje   Princeps  namque,  porque   le  vino  nueva,  que 
el  de  Mallorca  había  ya  tomado  á   Puigcerdá    y  aun  todo 
el  Conllent,  donde  aun  le    quedaban  algunos  amigos  que, 
sentidos  de  sus  infortunios,    le  tenían  lástima  y   deseaban 
cobrara  lo  que  le  había  sido  confiscado.    Pero   esto  duró 
poco,  porque   todo  aquel  favor  que  halló  con  aquella  gen- 
te, con  la  venida  del  rey    se  exhaló,    y  él  se  hubo  de  re- 
tirar á  Francia,  dejando   la  empresa  habia  comenzado,  y  el 
rey  dentro   de  pocos   días  recuperó  todo  lo  que  el    rey  de 
Mallorca  habia  tomado,  y  se  fué  á  Perpiñan. 

Cuando  estas  cosas  que  acabamos  de  contar  pasaban 
en  Rosellon,  requirió  el  rey  á  los  aragoneses  le  fueran  á 
servir  en  aquella  guerra,   pero    estos  hallaron  tantas   cau- 


(  170  ) 
sas  Y   razones,   queso  escusaron .  de  ella,  y  estas   las  re- 
fieren los    escritores;   y  las  cortes   que  el  rey  habia  dias 
antes  convocado  para  Zaragoza,   las  mudó  á  Monzón,  por 
estar  mas  vecino  á  Cataluña.  Mandó  á  don  Pedro  de  Eje- 
rica  y  otros  caballeros  se  vinieran   ú  la  ciudad  de  Lérida 
y  estuvieran  á  punto   para  poder  resistir  á  los  de  la  Union, 
si  menester   fuera;  «pero  don    Pedro  tenia  tantos  aprietos 
en  Valencia,  que  hacia  harto  en   conservarse  en  aquel  rei- 
no, y  estaba  el  rey  muy  temeroso,  que  en  aquellas  cor- 
tes no   concediera  á  los  aragoneses  algunos  privilegios  que 
fueran  perjuicio  y  disminución  de  la  corona  real,  de  cuyas 
preeminencias  fué  siempre  muy  cuidadoso,  ó  hubiera  de 
apartar  de  su    casa  y  servicio    algunos   ministros     que  no 
gustaban  los   reinos   quedaran  en  él,  y   por  poderse  evadir 
de  esto,  á  9   de  julio,  con  gran  secreto,  mandó  llevar  au- 
to  de  un  protesto    ó  declaración    que  hizo,   siendo  testi- 
gos de   ella  el  obispo  de  Vique  y  el  vizconde  de  Illa,  y 
Galceran  de  Anglesola ,  señor  de  Bellpuig,   que    también 
se   lo  habian  aconsejado,  y  en  suma  era,   que  cualesquiera 
concesiones  que  diese  á  los  del  reino  de  Aragón,  que  no 
fuesen  según    derecho  ó  fuero,  ó   por  'alguna  causa  justa, 
ó  cualquier  suspensión  ó  privación  hiciese  de  los  ministros 
y  oficiales    de  su  consejo  y  casa,  fuesen  de  ningún  valor  y 
efecto,    como  hechos  por   fuerza  ;  y  requirió    á  don  Juan 
Giménez  de  Urrea,    señor  de    Biota,    y  á  Juan   Giménez, 
su   hijo,    y  á  don  Pedro   Gornci,     que    eran  de   los   mas 
principales  de    la  ünion,   que  se    fueran   para   él,   según 
estaban    obligados  en  algunas    convenciones  habian  firma- 
do ,  pues    les    tenia   que  consultar  algunos   negocios;  pero 
ellos  se    excusaron^  y   el  número   de  los  que  acudian  á  la 


(  177  ) 
Union  era   grand€  y  de   cada  dia    se   aumentaba  mas  ;  y 
por  asegurarse  de    los  de    su   casa   y  que  no  le  dejarían, 
les  mandó  hacer  sacramento  y  homenaje  de  que  bien  y  leal- 
mente  le   servirían  y  serían  de  su  parte,  y  aun  protestaron 
que,  sí  acaso   formaran  la  Union,  seria   por  fuerza  y  con- 
tra su  voluntad,  por  no  poder  hacer  otra  cosa;  y  con  color 
de  defender  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdafia,  pidió  á 
los  catalanes  se  pusieran  en  armas,  para  valerse  de  ellos,  si 
fuera  menester,   contra  los  de  la  Union.  Estando  en  Bar- 
celona, determinó  de  tener    las  cortes  á    los   aragoneses  y 
remediar  las  cosas  de   aquel  reino,  aunque  no  menos   lo 
necesitaban    las  del  de  Valencia,  donde  aguardaban  los  de 
la  Union  grandes  socorros  que  había  de    llevar  de  Castilla 
el  infante  don  Fernando,  marqués  de   Tortosa;   y  fué  de 
gran  servicio  del  rey   el  buen  cuidado    de   don  Pedro  de 
Ejérica,  que  gobernaba  aquel   reino  y  guardó  que  la  Union 
no  se  extendiera  mas.   A  la  isla  de  Mallorca  enviaron  dos 
síndicos,   para  que  los  de  aquel  reino  la  juraran;  pero  no  hi- 
cieron cosa,  porque   Felipe  de  Boíl,  que  era  gobernador, 
con  buen  modo  y  mansedumbre  los  obligó  á  perseverar  en 
servicio  del  rey,  el  cual  deseaba,  que  aquellas  cortes  con- 
vocadas para  Zaragoza  fueran  en  Monzón,  porque  estaba, 
según  él  decía,  mas  vecino  á   Rosellon,    donde  decía  que 
podría  ser  viniera  el  de  Mallorca;   pero  ellos   entendieron 
que  aquella  no  era  la  verdadera  razón,  sino  que  el  rey  que- 
ría estar  vecino  á  Cataluña,  para  poderse  valer  de  la  gente  del 
Principado,  si   menester  fuera;    pero   ellos  siempre  perse- 
veraron que  las  cortes  habían  de  ser  en  Zaragoza,  y  el  rey 
lo  otorgó,  porque    estaban  muy  poderosos  y   alterados,  y 
así  las  convocaron  para  el  dia  de  Nuestra  Señora  de  agosto, 


(  m- ) 

y  el  rey  fué  tan  diligente,  que  á  3  del  mes  ya  estaba  en 
Lérida,  y  poco  á  poco  se  iba  acercando  á  Zaragoza;  \  los 
de  la  Union  le  suplicaron  fuese  por  Fuentes,  porque  le  que- 
rian  hacer  un  solemne  recibimiento,  y  así  lo  hizo,  y  siendo 
junto  á  la  ciudad,  le  salieron  á  recibir  sus  hermanos,  los 
infantes  don  Jaime,  conde  de  Urgel,  y  don  Fernando,  mar- 
qués de  Tortosa,  y  don  Juan,  que  pocos  dias  antes  era  ve- 
nido de  Castilla,  con  quinientos  caballos.  Salieron  al  reci- 
bimiento con  ellos  todos  los  ricos  hombres,  caballeros,  ciu- 
dadanos y  síndicos  de  las  universidades,  y  demás  que  esta- 
ban en  aquella  ciudad  y  pasaban  de  ochocientos  de  á  caballo, 
y  le  acompañaron  hasta  la  puerta  de  la  Aljafería,  pero  ningu- 
no de  los  de  la  Union  entró  dentro,  y  el  rey  declaró  y  pu- 
blicó, que  el  sábado  primero,  en  la  iglesia  de  San  Salvador 
habían  de  comenzar  las  cortes,  y  en  este  dia  acudieron  allá 
los  tres  hermanos  del  rey  y  todos  los  que  tenian  lugar  en 
ellas,  y  no  quisieron  dar  asiento  á  los  síndicos  de  las  ciu- 
dades que  no  habian  jurado  la  Union;  pero  el  rey  se  lo 
mandó  dar,  y  dice  en  su  historia,  que  aquel  dia  se  vio  en 
aquella  ciudad  la  flor  de  todo  el  reino  de  Aragón. 

Cuando  todos  estuvieron  juntos,  salió  el  rey  á  un  pulpito 
que.  estaba  adornado  muy  solemnemente,  é  hizo  la  propo- 
sición, porque  era  hombre  muy  entendido  y  buen  hablador; 
ia  suma  de  él  fué,  que  era  obligación  guardar  justicia  á  los 
vasallos  y  sus  fueros  y  libertades,  y  que  si  hasta  aquella  oca- 
sión no  les  habia  celebrado  cortes  ,  fué  por  muy  justas 
causas  y  ocupaciones  habia  tenido  después  que  era  rey,  así 
en  resistir  al  rey  moro  de  Benamarin,  que  habia  pasado  á 
España  para  conquistar  el  reino  de  Valencia,  como  en  la 
ejecución  que  hizo  contra  del  rey    de  Mallorca  y  otras;  y 


(  179) 
que  deseaba  entrar  en  aquella  Union  y  ser  uno  de  ellos, 
pero  les  advertía  y  rogaba,  que  las  cosas  que  pensaban  pe- 
dir en  aquellas  cortes  fuesen  tales,  que  él  las  hubiera  de 
otorgar:  remató  su  plática  alabando  la  nación  aragonesa,  de 
tal  manera,  que  todos  quedaron  contentos  y  gustosos.  El 
obispo  de  Huesca  respondió  por  los  eclesiásticos,  y  el  in- 
infante  don  Jaime  por  los  demás,  haciéndole  todos  gracias 
por  su  venida  y  por  lo  que  habia  dicho,  y  le  acompañaron 
á  la  Aljafería,  donde  después  fueron  muchos  de  aquellos 
ricos  hombres  y  caballeros  á  hablarle  y  hacerle  reve- 
rencia, lo  que  no  pareció  bien  á  los  demás  ,  sospechan- 
do que  el  rey  les  indujera  á  su  voluntad,  y  aun  pusiera  di- 
visión entre  ellos,  y  así  ordenaron  que  nadie  en  particu- 
lar fuera  osado  ir  á  hablar  al  rey,  sino  todos  juntos.  El 
lunes  siguiente  se  juntaron  en  el  monasterio  de  los  frailes 
predicadores,  y  aquel  dia  todos  los  de  la  Union  llegaron 
armados,  y  el  rey  les  envió  á  Diego  Diaz,  su  vicecanciller, 
para  que  las  prorogara  para  otro  dia;  y  llamó  al  justicia  de 
Aragón,  para  saber  de  él  porqué  iban  de  aquella  manera 
armados  á  las  cortes,  porque  si  pensaban  estar  de  aquella 
manera,  él  no  iría  á  ellas;  y  el  justicia  dijo,  que  aquello 
le  habia  parecido  muy  mal,  y  así  lo  habia  dado  á  enten- 
der á  los  infantes,  y  le  habian  dicho,  que  acudir  armados 
á  las  cortes  era  costumbre  antigua,  no  para  mal  fin  alguno, 
sino  solo  para  poder  departir  las  cuestiones  y  bregas  que 
solian  ofrecerse  cada  dia  entre  los  que  concurrian  á  ellas, 
y  por  asegurar  esto,  publicó  la  ciudad  pregones,  en  que 
mandó  so  graves  penas,  que'  nadie  fuera  armado  á  las  cor- 
tes, y  cierta  gente  armada  de  á  pié  y  á  caballo  rondase 
la  ciudad,   porque   no  se  levantara  alboroto  alguno,   ves- 


(  180  ) 
tuviese  la  ciudad  segura  El  dia  siguiente  fué  el  rey  á  las 
cortes,  y  sin  ser  requerido,  juró  todos  los  fueros  y  liber- 
tades: entonces  le  requirieron  y  suplicaron,  que  no  diera 
lugar  á  que  ningún  catalán  entrara  en  las  cortes,  y  sacara 
de  su  consejo  á  los  que  habia  en  él  de  los  condados  de  Ro- 
sellon  y  Cerdaña;  y  así  se  salieron  de  las  cortes  el  arzo- 
bispo de  Tarragona  y  don  Bernardo  de  Cabrera  y  otros,  y 
esto  se  lo  explicó  el  infante  don  Jaime,  en  nombre  de  to- 
dos, con  grandes  veras  ,  y  con  motivo  de  evitar  algunos 
escándalos  se  pudieran  seguir;  y  el  rey,  que  no  gustaba  de 
ello,  quiso  que  aquello  se  votase,  con  pensamiento  que  si 
no  salia  con  ello,  á  lo  menos  conoceria  el  ánimo  de  ellos, 
y  así  se  votó  y  prevaleció  que  salieran  todos.  Habilitadas 
las  personas,  se  dio  principio  á  tratar  de  los  negocios  para 
que  habían  sido  convocadas  las  cortes:  el  primero  fué  pedir 
la  confirmación  de  un  privilegio  concedido  por  el  rey  don 
Alfonso,  hijo  de  don  Pedro  y  hermano  mayor  del  rey  don 
Jaime  el  segundo,  que  cOntenia,  que  hubiesen  cada  año, 
por  Todos  Santos,  celebrar  los  reyes  cortes  á  los  arago- 
neses, y  que  los  que  en  ellas  se  juntasen,  tuviesen  poder 
de  elegir  los  del  consejo  del  rey  y  de  sus  ¡sucesores,  por  lo 
que,  y  otras  concesiones  contenidas  en  él,  les  ponía  en  re- 
henes, y  obligaba  diez  y  siete  castillos  de  los  mejores  de 
Aragón  y  Valencia;  pero  el  rey  no  lo  quiso  confirmar,  por- 
que decia,  que  por  prescripción  y  per  non  usum  estaba  re- 
vocado, porque  hablan  pasado  mas  de  sesenta  años  en  que 
no  se  hablan  valido  de  él,  y  era  de  notable  perjuicio  para  la 
Corona;  pero  con  todo  prometió  el  rey  que  estarla  á  lo 
que  declarase  el  justicia  de  Aragón,  pero  no  bastó  esto, 
porque   le  hacían   gran    Instancia    para    que  lo   confirma- 


(  18i  ) 
ía,  y  los  infantes,  sus  hermanos,  eran  los  que  mas  lo    jie- 
dian,   hasta  decir  que,   si  no  lo  confirmara,  procedcrian  6 
la  elección  de  otro  rey;  y  así,   protestando  delante  del  cas- 
tellan  de  Amposta  y  de  don  Bernardo  de  Cabrera,  que  lo 
hacia  por  fuerza   y  por   no  poder  mas,  muy  contra  su  vo- 
luntad lo  confirmó,  y  entregó  diez  y  seis  castillos  por  re- 
henes, según  la  disposición  del  privilegio ;  y  porque  los  de 
Teruel  no  consintieron  á  ello,   ni  jamás  quisieron  jurar  la 
Union,   dio    privilegio  y  exención  de  cmdad  ,   prometien- 
do de  hacer  que  se  erigiera  iglesia  catedral.  Fueron  testi- 
gos de  esta  merced  los  infantes,   el  arzobispo  de  Tarrago- 
na, don  Lope  de  Luna   y  don  Blasco  de  Alagon,  pero  la  " 
creación  no   fué  hasta  el  año  de  1577  ,   siendo  pontífice 
Gregorio  XIII,  y  reinando  en  Aragón  el   rey  don  Felipe  el 
primero.  Entonces  el  rey  don  Pedro,  instado  de  los  de  la 
Union,  apartó  de  su  casa  las  personas  que  quisieron,  aunque 
protestó    secretamente  que  aquello    lo  hacia  por  fuerza  y 
mal  de  su  grado,  y  le  dieron  otros;  después  le  pidieron  que 
echara  de  su  casa   á    don    Bernardo  de  Cabrera,  su  gran 
privado,  y    ú  todos  los  catalanes ,  y  confirmase  las  dona- 
ciones hechas  á  su  madrastra,  la  reina  doña  Leonor,  y  sus 
hijos,  granjeando  con  esto  al  infante  don  Fernando,  marqués 
de  Tortosa,   que  con  quinientos  caballos  estaba  á  la   fron- 
tera del  reino,  y  se  era   partido  de  las  cortes   sin  licencia 
del  rey.  Publicáronse  pregones  después,  que  todos  los  que 
no  eran  de  la  Union  se   salieran   de   la  ciudad  dentro  de 
tres  dias,  y  pasados  ellos,  fuera  lícito  á  cualquiera  matarlos 
impunemente;  y  el  rey,  por  sacarles  de  peligro,  ies  acogió  en 
la  Aljafería,   entretanto  que  tardaban  á  partirse.  Diéronse 
memoriales  de  diversos  agravios,  y  el  rey  no  los  quiso  ad- 


(  m  ) 

mitir,  porque  lodos  eran  en  diminución  de  sus  regalías,  y 
los  remitió  á  los  de  su  consejo,  y  por  esto  se  persuadieron 
que  los  que  habian  quedado  en  casa  y  servicio  del  rey  le 
inducian  á  que  no  consintiera  en  sus  demandas,  y  así,  con 
color  de  que  no  estaban  seguros,  le  pidieron  que  se  les  en- 
tregasen por  rehenes,  y  así  se  hizo,  y  les  pusieron  en  lu- 
gares seguros,  apartados  unos  de  otros,  para  que  no  pudie- 
ran  comunicar   entre  si. 

Quedó  solo  con  el  rey  don  Bernardo  de  Cabrera.  Era  es- 
te caballero  hombre  de  gran  consejo  y  prudencia,  y  muy 
valiente  por  su  persona,  y  de  los  mejores  políticos  de  estos 
'  tiempos,  y  por  esto  muy  estimado  del  rey  don  Pedro.  Ha- 
bíase retirado  este  caballero  en  el  monasterio  de  San  Sal- 
vador de  Breda,  de  monjes  claustrales  del  orden  de  san 
Benito,  dejando  los  negocios  del  mundo,  para  darse  del  todo 
á  Dios,  pero  el  rey,  por  valerse  de  sus  consejos,  le  sacó  de 
aquel  retiro.  Sirvióle  todo  lo  que  un  buen  y  noble  vasallo 
pudiera  servir  á  su  señor,- y  fué  el  mayor  privado  de  aquel 
rey,  aunque  tuvo  tan  infeliz  y  desdichado  fin,  como  fué 
mandarle  el  rey  cortar,  en  el  mercado  de  Zaragoza,  públi- 
camente la  cabeza,  después  de  haberle  hecho  un  grande 
proceso,  que  he  visto  hartas  veces  en  el  archivo  real  de  Bar- 
celona, y  advertido,  que  los  motivos  por  que  fué  condenado 
constaban  mas  al  rey,  que  averiguados  en  proceso,  habién- 
dosele dado  poca  audiencia  y  lugar  para  defenderse,  según 
él  habia  persuadido  al  rey  lo  hiciera  con  algunos  que  man- 
dó matar.  Este,  pues,  dijo  al  rey,  que  aquello  que  le  ha- 
bian pedido  los  de  la  Union  era  muy  perjudicial  ásu  corona, 
mas  si  él  le  daba  licencia,  se  obligaba  á  meter  tal  plálicn 
con  ellos,  que  habia  de  quedar  muy  disminuida    la  fuerza 


(  183) 
de  aquella  Union  ,  y  gaoar  en  servicio  suyo  gran  parte 
de  los  que  la  habian  jurado;  y  el  rey  dijo,  que  se  tendria 
por  servido  de  ello,  y  con  la  traza  de  este  hombre,  de  es- 
ta hora  tuvo  principio  la  destrucción  del  infante  don  Jaime, 
y  las  fuerzas  de  aquella  Union  se  fueron  desvaneciendo.  Ba- 
bia en  la  ciudad  de  Zaragoza  'ciertos  bandos  que  decian  de 
Tarines  y  Bernardines,  y  eran  muy  poderosos  en  aquella 
ciudad,  Don  Bernardo  de  Cabrera,  con  sus  mañas,  ganó 
para  el  rey  á  Galacian  de  Tarba  que  era  cabeza  de  los  Ta- 
rines, y  Alvaro  de  Tarin,  y  les  prometió,  en  nombre  del 
rey  ,  á  aquel  hacerle  del  consejo  real ,  y  á  éste  darle 
oficio  preeminente  en  la  casa  real;  y  con  esto  apartó  de 
la  Union  á  todos  los  de  aquel  bando,  entre  ellos  á  don 
Lope  de  Luna,  señor  de  Segorbe,  que  era  el  mas  principal 
de  todos  los  caballeros  del  reino  de  Aragón ,  y  el  rey  le 
perdonó  cualquier  ofensa  le  hubiera  hecho,  y  aun  le  pro- 
metió, que  si  los  infantes  don  Jaime  y  don  Fernando  hi- 
ciesen guerra  á  él  ó  á  sus  vasallos,  tomaria  la  defensa  de 
ellos,  y  no  daria  oficio  de  jurisdicción  al  infante  don  Jaime, 
sino  con  voluntad  y  consentimiento  suyo,  porque  no  tuviera 
ocasión  de  molestar  á  sus  vasallos;  y  aun  le  prometió  dar 
la  gobernación  del  reino  de  Aragón,  que  tenia  Miguel  Pérez 
Zapata,  á  quien  decia  que  daria  otro  cargo,  y  don  Lope 
prometió  serle  fiel  y  buen  vasallo,  y  de  aquella  hora  ade- 
lante muchos  de  los  parientes  y  amigos  suyos  se  redujeron 
al  servicio  del  rey,  y  desampararon  al  infante  don  Jaime,  y 
con  esto  el  rey  andaba  dilatando  las  cortes,  porque  con  la 
dilación  se  mejoraba  su  partido,  pero  los  de  la  Union  ya 
barruntaban  estas  confederaciones,  y  habia  muchos  que  es- 
'taban  muy  sentidos    que  los  infantes  don  Fernando  y  don 


( i^'^ ) 

Juan  metieran  gentes  forasteras  en  el  reino,  por  ser  aquelk) 
cosa  qpe  no  se  era  hecha  en  otras  uniones  habia  habido,  y 
temian  que  aunque  era  con  color  del  bien  público,  no  parase 
en  hacer  ellos  su  negocio,  desamparando  la  Union,  cuando 
mas  necesitase  del  socorro  de  ellos.  El  rey  andaba  dispo- 
niendo sus  cosas  para  deshacer  aquella  unión ,  y    escusaba 
acudir  á  las  cortes;  pero  fué  tan  solicitado,  que  no  lo  pudo 
escusar,  y   fué  allá  mas  con  pensamiento  de  mostrar  mas  la 
indiíínacion  y  saña   habia  concebido   contra  ellos,  que   de 
otorgar  cosa  que  le  pidieran  ni  de  sosegar  aquella  junta.  Es- 
tando en  la  junta,  le  pidieron  que  concediera  y  firmara  cier- 
tos capítulos  que  allá  se  leyeron,  muy  perjudiciales,   según 
él  decia,  á  la  Corona;  y  el  infante  don  Jaime  era  el  que  mas 
instaba,  y  enfadado  de  ello  el  rey,  le  dijo  en  alta  voz,  y  en 
presencia  de  toda  la  junta,  estas  palabras:  «¿Y  cómo,  infan- 
te, no  os  basta  que  vos  seáis  cabeza  de  la  Union,  que  aun 
queréis  ser    amotinadorde  nuestro  pueblo,    alborotándole? 
Nosotros   os  decimos  que.  lo  hacéis  muy  malamente  y  con 
grande  falsedad,  y  como   á  gran  traidor  que  sois,  y  esto  os 
lo  mantendremos  en  batalla  de  vos  á  mí,  armado  ó  desar- 
mado, averiguándolo  á  punta  de  espada,  y  os  haremos  con- 
fesar con    vuestra  boca,  que  lo  que    habéis  hecho    es  cosa 
muy  fuera  orden,  y  para  esto  renunciaré  á  la  dignidad  real 
y  á  la  primogenitura,  y  os  absolvemos  de  la  fidelidad  á  qae 
me  estáis  obligado . »  Y  dicho  esto,  el  rey  se  sentó,  y  ya  antes 
habia  prevenido  á  Pedro  Giménez  de  Pomar  y  á  Gonzalo  de 
Castellví,   que  se  sentaran  á  los  pies  del  infante,  porque  si 
hiciese  algún  ademan  ó  movimiento  contra  del  rey,  lo  ma- 
taran. Y  el  infante,  oidas  aquellas  palabras,  le   dijo:   «Yo, 
señor,  á  vos  no  .digo  nada,  mas  digo  que  cualquier  hombre, 


(  i85  ) 
fuera  de  vos,  que  dijera  lo  que  vos  decis,  miente  por  la 
barba.»  Y  vuelto  al  pueblo,  dijo:  «Oh  pueblo  menguado, 
mirad  que  tales  estáis,  y  si  á  mí,  que  soy  su  hermano  y 
lugarteniente,  dice  lo  que  babeis  oido,  cuánto  mas  os  di- 
rá á  vosotros!»  Y  luego  sentóse.  Alzóse  luego  Juan  Gimé- 
nez de  Urrea  y  quiso  hablar  por  el  infante,  mas  el  rey  le 
mandó  que  se  sentara  y  no  se  metiera  entre  él  y  el  infan- 
te, amenazándole,,  si  hablaba  palabra;  y  el  don  Juan  se 
sentó  muy  alterado,  y  se  le  echó  de  ver  en  el  rostro. 
Entonces  Guillen  de  Cacirera,  que  era  camarero  del  infante 
y  domiciliado  en  el  condado  de  Urgel ,  y  todos  los  de 
su  linaje  habian  siempre  sido  muy  grandes  servidores  de 
los  condes,  y  aun  entiendo  habia  entre  ellos  algún  paren- 
tesco, no  pudo  sufrir  lo  que  oia,  y  se  levantó,  y  en  altas 
voces  dijo:  «¡Válame  Dios,  que  no  haya  ninguno  que  res- 
ponda por  el  infante,  mi  señor,  que  es  reptado  de  traición!» 
Y  dice  el  rey,  que  para  mas  alborotar  el  pueblo,  abrió 
las  puertas,  y  entró  mucha  gente  muy  alterada;  y  to- 
dos aquellos  que  eran  de  la  parte  del  rey,  de  quienes 
él  habia  tomado  sacramento  y  homenaje,  se  apartaron  á 
una  parte,  con  las  espadas  en  las  manos;  y  el  rey  se  sa- 
lió fuera  y  fué  á  la  Aljafería,  y  fué  muy  gran  suerte  que 
aquel  dia  no  aconteciera  alguna  gran  desdicha,  pero  Dios 
le  guardó  del  mal  pudiera  suceder.  Los  de  la  Union,  co- 
mo vieron  que  el  rey  tenia  tanta  gente  de  su  parte,  cosa 
que  ellos  no  pensaban,  decian:  «Bien  parece  que  hay  alguna 
grande  liga,  que  á  no  haberla,  no  dijera  el  rey  las  pala- 
bras que  todos  hemos  oido.» 

Deseaba  el  rey  dar  fin  á  aquellas  cortes,  porque  las  co- 
sas de  Gerdeña  estaban   en  mal  estado,  y  el  rey  de  Ma- 
TOMO  X.  13 


(  i8fi  ) 
Horca  andaba  inquieto :  era  requerido  que  revocara  todo 
lo  hecho  en  favor  de  la  sucesión  de  la  infanta  doña  Cons- 
tanza y  en  perjuicio  del  infante  don  Jaime;  y  al  rey  le  sa- 
bia muy  mal  haber  de  pasar  por  esto,  y  quería  dejar  las 
cosas  en  el  estado  que  estaban;  pero  reparaba  en  el  daño 
podia  venir  á  aquellos  caballeros  que  habia  entregado  por 
rehenes  á  los  de  la  Union;  y  don  Bernardo  de  Cabrera, 
gran  privado  del  rey,  era  de  parecer,  que  el  rey  se  partie- 
ra secretamente  y  dejara  los  rehenes  en  poder  de  los  de  la 
Union,  ó  hiciera  cuenta  de  haberlos  perdido  en  batalla;  pe- 
ro el  rey,  aunque  era  muy  fogoso  y  ardiente,  no  queria  que 
lo  pasaran  mal  aquellos  que  por  su  servicio  se  eran  pues- 
tos en  poder  de  sus  enemigos,  ni  era  servicio  de  Dios  hacer 
tal  cosa,  y  escogió  antes,  de  otorgar  todo  lo  que  le  pidie- 
sen, que  no  que  padecieran  sus  servidores,  porque  su  in- 
tento era  proseguir  contra  de  ellos  por  fuerza  de  armas, 
y  defender  su  derecho  todo  lo  posible  ;  y  así  les  con- 
cedió todo  lo  que  le  pidieron,  y  restituyó  al  infante  don 
Jaime  el  cargo  de  procurador  general,  de  lo  que  queda- 
ron todos  muy  contentos,  y  un  miércoles,  á  24  de  octubre, 
después  de  haberles  hecho  un  razonamiento  muy  concertado, 
licenció  las  cortes,  y  se  le  entregaron  aquellos  caballeros 
que  habia  dado  en  rehenes  ,  y  luego  se  partió  para  Ca- 
taluña, con  intento  de  juntar  la  gente  de  á  pié  y  de  á 
caballo  que  pudiera,  para  hacer  guerra  poderosamente  á 
todos  los  de  la  Union ;  y  mandó  á  los  consejeros  le  ha- 
bían dado,  que  le  siguieran,  pero  no  osaron  ,  temiendo 
que  en  ser  en  Lérida,  los  mandaría  matar  á  todos.  Algu- 
nos de  la  Union  le  siguieron  para  rematar  algunos  nego- 
cios, pero   él   no  les  quiso   escuchar,   pues  harto    tiempo 


(  187  ) 
habían  tenido  cuando  duraban  las  cortes,  y  él  no  estaba 
entonces  para  entender  en  lo  que  le  pedían;  y  de  esta  ma- 
nera llegó  á  la  barca  del  río  Gallego,  donde  le  dejaron, 
y  él  bajó  del  macho  en  que  iba,  y  pasó  el  río,  y  sin  aguar- 
darle, caminó  á  pié  hasta  una  torre  que  decían  de  Al- 
punyes;  y  aquella  noche  durmió  en  Pina,  y  la  siguiente  en 
Candasnos  ,  y  después  la  otra  en  Fraga.  Aquí  cuenta  el 
rey  en  su  historia,  que  cuando  fué  á  vista  de  Fraga,  le  dijo 
don  Bernardo  de  Cabrera:  «Señor,  aquel  lugar  que  se  ve 
es  de  Cataluña;»  y  el  rey  respondió:  «¡Oh  tierra  bendita, 
poblada  de  lealtad!  Bendito  sea  Dios,  nuestro  Señor,  que 
nos  ha  dejado  salir  de  tierra  rebelde  y  maldita,  y  maldito 
sea  quien  metió  el  mal  en  ella,  que  también  estaba  pobla- 
da de  leales;  mas  tenemos  fé  en  nuestro  Señor,  que  la 
volverá  en  su  estado,  y  castigaremos  aquellos  que  metieron 
el  mal  en  ella.»  Estando  aquí  el  rey  y  don  Bernardo  de 
Cabrera,  trataron  de  no  hacer  cosa,  sin  consentimiento  del 
infante  don  Pedro,  tío  del  rey,  que  era  el  mas  anciano  de 
la  casa  real  y  todos  le  querían  bien. 

Aunque  hubiera  concedido  el  rey  á  los  de  la  Union  todo 
lo  que  le  habían  pedido,  pero  quedó  tan  indignado  con 
ellos,  y  mas  con  el  infante  don  Jaime,  su  hermano,  que 
era  el  mas  principal  y  cabeza  de  ella,  que  no  pensaba  sino 
como  revocaría  lo  hecho,  y  aun  se  vengaría  de  ellos.  Acon- 
sejó al  rey  don  Bernardo  de  Cabrera,  que  hiciera  sabedor 
al  infante  don  Pedro  de  los  agravios  (que  este  nombre  da- 
ban á  las  acciones  del  infante)  que  él  le  había  hecho  en 
gran  deshonor  de  su  corona,  siendo  el  autor  de  renovar 
aquella  Union,  y  le  acordara  de  haber  desafiado  al  mismo 
infante  don  Pedro,  porque  no  venía  bien  á  ella;  y  que  diese 


(  188  ) 
orden  que  si  el  infante  don  Jaime  iba  á  Cataluña,  fuese  de- 
tenido, y  que  no  pudiese  volver  á  Aragón,  y  que  el  infante 
don  Pedro,  con  los  barones  que  pudiese  tener  de  su  parte 
y  con  el  favor  del  rey,  le  moviese  guerra,  y  ante  todas 
cosas  le  quitase  la  procuración  general,  y  todos  los  barones 
de  Cataluña  juntamente  le  desafiasen:  y  esto  dicen  que  lo 
aconsejaba  don  Bernardo  al  rey,  por  escusar  guerra  entre 
el  rey  y  sus  subditos,  porque  queria  que  antes  que  se  proce- 
diese contra  los  de  la  Union,  el  infante  estuviese  en  tan- 
to estrecho,  que  el  rey  se  pudiese  apoderar  de  su  persona; 
y  avisaron  al  infante  don  Pedro  de  todo  esto,  y  que  lo 
comunicase  con  el  obispo  de  Vique  y  con  el  vizconde 
de  Illa. 

De  Fraga  se  fué  el  rey  á  dormir  á  Lérida,  y  en  aquella 
ciudad  quiso  tener  las  cortes,  y  satisfacer  á  todos  los  agra- 
vios que  los  catalanes  hubieran  recibido  y  granjearles  de 
manera,  que  le  ayudaran  á  deshacer  y  aniquilar  la  Union; 
pero  presto  mudó  de  parecer,  y  escogió  para  ello  la  ciudad 
de  Barcelona,  porque  el  infante  don  Jaime  estaba  de  asien- 
to en  Lérida  y  allá  tenia  su  casa  y  familia,  y  se  receló  el 
rey  que  sus  amigos  y  aliados,  por  favorecerle,  no  pertur- 
baran las  cortes  y  movieran  alborotos,  y  que  aquella  ciu- 
dad estaba  muy  vecina  al  condado  de  Urgel  y  vizcondado 
áe  Agcr,  de  donde  podian  venir  al  infante  socorros,  y  era 
muy  fácil  dar  paso  por  sus  tierras  á  las  gentes  de  Francia 
que  estaban  por  el  rey  de  Mallorca;  y  para  escusar  todo 
esto,   fué   mas  á  propósito  tenerlas  en  Barcelona. 

Estando  el  rey  en  Lérida,  llegó  á  él  el  infante  con  cua- 
tro mensajeros  de  los  que  tenian  la  voz  de  la  Union  en  el 
reino  de  Valencia,  y  pidieron   algunas  cosas  que  parecieron 


(  189  ) 
al  rey  no  deberse  otorgar,  por  ser  en  perjuicio  de  la  coro- 
na real;  y  así  les  dijo  que  por  entonces    no  habia  lugar, 
porque  iba  á  Barcelona  para  celebrar  sus  bodas,  y  después 
acudiria  á  Valencia,  donde  convocaría  cortes  á  los  de  aquel 
reino,  y  procuraría  que  todos  quedaran   contentos;  y  Ro- 
drigo  Díaz,  su  vicecanciller,  les  rogó,  en  nombre  del  rey, 
que  no  innovasen  cosa  hasta   que  él   fuera  allá.  Pocos 'dias 
después  de  venido  el  rey  á  Barcelona,  y  empezadas  ya  las 
cortes,  llegó  el  infante   don  Jaime,   enfermo  de  la  enfer- 
medad de  que   murió,  cuyos  accidentes  sin  duda  debieron 
salir  de  lo  que  se  habia  tratado  entre  el  rey  y  don  Bernar- 
do de  Cabrera  y   el  infante  don  Pedro;  y  el   rey  le  salió  á 
recibir,  con  mucha  demostración  de  alegría;  y  la  calle  por 
do  entró,   que  era  la  del  Carmen,   estaba  muy   adornada, 
y  entre  otras  fiestas  y  entremeses  que  se  hacían  por  su  ve- 
nida, fué  que  un  volteador  muy  diestro  andaba  dando  vuel- 
tas de  la  una  parte  de  la  calle  á  la  otra,   sobre  una  cuer- 
da muy  delgada;  y  el  rey  se  volvió  al  infante,  y  le  dijo  que 
mirase  aquello,  pero  el  infante  estaba  tal,  que  no  lo   vio, 
y   llegado  á  su  posada,  falleció  dentro    de  pocos  dias.  Sos- 
pechóse que  su  enfermedad  nació  de  haberle  dado  veneno 
por  orden  del  rey  ,  su  hermano,  que,  según  lo  que  le  acon- 
sejó don  Bernardo  de  Cabrera,  se  habia  tratado  con  el  in- 
fante don  Pedro  que  hiciera  con  el  infante;  y  haber  teni- 
do una  muerte  tan  acelerada,   después  de  los  disgustos  tu- 
vo con  el  rey,  se  puede  muy  bien  creer  que  sabia  en  ello, 
porque  á  los  reyes  siempre  les  son  sospechosos  aquellos  que 
están  inmediatos  á  la  sucesión  del   estado.   Pedro  Tomic, 
Marineo  Sículo,  Gerónimo   de  Blancas,  Zurita ,    el  padre 
Mariana,   de  la  compañía  de  Jesús,  el  abad  Carrillo,  todos 


(190) 
lo   entienden   así:   aunque  Marineo   le  llama  Fernando ,  y 
fray  Fabricio  Gauberto,  monje  cisterciense,  dice  lo  mismo, 
V  añade,  que  maestre  Arnaldo  de  Vilanova,  célebre  médico 
de   estos  tiempos,  dijo  al  rey  en  cierta  ocasión  estas  pa- 
labras: «Porque  matáis  vuestros  hermanos,  quieren  los  cielos 
mueran  los  vuestros  sin  dejar  herederos;»  y  aunque  aquel 
médico  no  era  profeta,  veremos  cuan  verdadero  salió  su  pro- 
nóstico, pues  no  quedaron  hijos  de  don  Juan  y  de  don  Mar- 
tin, hijos  del  rey  don  Pedro,  y  vino  á  suceder  el  infante 
don  Fernando  de  Castilla  ,  quedando    excluida  la   infanta 
doña  Isabel,  que,  según  veremos  en  su  lugar,  fué  condesa 
de  Urgel;  y  aunque  era  la  mas  cercana  al  rey  don  Pedro 
y  á  sus  dos  hermanos,  los  reyes  don  Martin  y  don  Juan, 
que  murieron  sin  hijos  varones,  quedó  excluida,   y  vino  á 
heredar  la  corona   el  infante   don   Fernando   de   Castilla, 
nieto  del  rey  don   Pedro,  que  fué  hijo  de  doña   Leonor, 
que  casó  con  el  rey  don   Juan  de  Castilla.   No  he  hallado 
el  dia  que  murió  el  infante,  y  aunque  en  un  libro  de  en- 
tierros del  monasterio  de  San  Francisco    se  hace  memoria  de 
su  muerte,   pero  calla  el  dia  y  no  acierta  el  .año,   porque 
en  vez  de  decir  1347,  dice  1300:  lo  cierto  es  que  murió 
á   los  últimos  de  noviembre,  ó  á  los  primeros   de  diciembre 
en  el  mismo  dia  que  llegó  á  Barcelona  la  armada  de  Por- 
tugal, que  llevaba  á  doña  Leonor,  hija  del  rey  don  Alonso, 
para  casar  con  el  rey  don  Pedro,  y  fué  á  15  de  noviembre, 
después  de  diez  y  nueve  años   y  algunos  meses  que  le   dio 
el  rey,  su  padre,  el  título  de  conde  de  Urgel  y  vizconde 
de  Ager. 

Este  fué  el  fin  del  infante  don   Jaime  de  Aragón,  con- 
de de  Urgel,  vizconde  de  Ager,   señor  de  las  baronías  de 


(  lOi  ) 
Entenga  y  Anlillon,  en  el  reino  de  Aragón,  y  otras  en  el 
reino  de  Valencia,  á  quien  cogió  la  muerte  á  los  treinta 
años,  poco  mas  ó  menos,  de  su  edad,  y  cuando  mayor 
sosiego  y  quietud  se  prometia,  pues  habia  alcanzado  todo 
lo  que  deseaba;  príncipe  que  mientras  no  trató  de  la  suce- 
sión, que  de  justicia  le  pertenecia,  en  la  corona,  fué  amado 
y  querido  del  rey  y  de  todos  los  grandes  de  estos  reinos,  y 
el  primero  del  consejo  real;  pero  el  dia  que  se  quejó  de 
la  sinrazón  que  se  le  hacia  en  ¡jurar  á  la  infanta  doña  Cons- 
tanza, perdió  todo  el  merecimiento  habia  ganado  con  el  rey 
hasta  aquel  punto,  y  servicios  le  habia  hecho,  y  le  persi- 
guió con  tantas  veras,  que  no  paró  hasta  dar  con  él  en  la 
sepultura,  sospechosp  que  no  se  le  levantara  con  el  reino, 
que,  muriendo  sin  hijos,  de  derecho  y  justicia  era  suyo,  y 
según  los  testamentos  de  los  reyes  antiguos,  no  valiéndole 
ser  de  su  linaje  y  sangre  y  la  persona  á  él  mas  cercana. 

Dejó  en  su  testamento  que  fuese  fundado  en  la  ciudad  de 
Balaguer  un  monasterio  de  monjas  del  orden  de  san  Fran- 
cisco, y  en  la  iglesia  de  él,  que  se  erigiese  un  sepulcro  pa- 
ra su  cuerpo,  y  dejó  para  todo  hacienda  competente;  y  por 
ser  muerto  en  Barcelona,  fué  depositado  en  el  monasterio 
de  San  Francisco,  junto  al  altar  de  San  Nicolás,  que  es  el 
altar  mayor  de  aquella  iglesia,  con  intención  de  trasladarlo 
á  Balaguer,  según  él  habia  ordenado;  pero  esta  traslación, 
á  lo  que  entiendo,  aun  está  por  hacerse,  antes  fué  de 
aquel  lugar  llevado  á  la  capilla  de  Santa  Elisabet  del  di-  . 
cho  monasterio  de  san  Francisco,  y  enterrado  en  ella,  en 
el  mismo  lugar  donde  están  enterrados  otros  cuerpos  de 
personas  de  la  casa  y  linaje  real  de  Aragón:  y  porque  no 
se  perdiera  del  todo  la  memoria  de  este  príncipe,  queda 


(  192  ) 
un  cenotafio,  con  sus  armas,  á  la  parte  déla  epístola,  que 
es  el  mas  cercano  á  la  sacristía  de  dicha  iglesia.  Son  los 
cenotafios  unos  sepulcros  vacíos,  hechos  para  honrar  los 
muertos  y  conservar  sus  memorias ,  y  han  dado  ocasión  de 
no  pocos  engaños  en  los  sepulcros  de  reyes  y  santos,  creyén- 
dose algunas  iglesias  y  pueblos  honrar  los  cuerpos  que  real- 
mente no  tienen.  En  este  del  infante  don  Jaime ,  ni  en 
ninguno  de  los  otros  hay  á  los  lados  de  aquel  altar,  hay  nin- 
gún cuerpo,  salvo  el  de  la  reina  doña  Leonor  de  Chipre, 
hija  que  fué  del  infante  don  Pedro,  que  se  conserva  ente- 
ro y  sin  corrupción  alguna.  En  este  cenotafio  del  infante 
don  Jaime  están  sus  armas,  que  son  un  escudo  partido  en 

pal:    á  la  parte  derecha  están y  á  la 

.  izquierda  los En  esta  capilla   de  santa 

Elisabet  está  en  el  día  de  hoy  reservado  el  Santísimo  Sa- 
cramento. 

Dejó  el  infante  don  Jaime  un  hijo,  que  fué  don  Pedro, 
el  cual  fué  conde  de  Urgel,  y  hablaremos  de  él  mas  ade- 
lante, y  una  hija  ,  que  casó  con  don  Hugo  Folc,  vizcon- 
de de  Cardona ,  tercero  de  este  nombre ,  y  fué  la  tercera 
mujer,  de  quien  quedaron  un  hijo  y  tres  hijas.  El  hijo  fué 
don  Antonio  de  Cardona,  que  fué  virey  de  Sicilia,  y  casó 
con  doña  Leonor,  hija  de  don  Pedro  de  Villena,  de  quien 
descienden  los  Cardonas  de  Ñapóles  y  Sicilia:  las  hijas  casaron, 
la  una  con  el  conde  de  Pallars,  -la  otra  con  don  Guerau  Ala- 
many  de  Cervelló,  y  la  otra  con  el  conde  de  Ampurias.  Tu- 
vo también  el  infante  una  hija  natural,  que  casó  con  un 
caballero  del  linaje  de  los  Torres,  de  quien  quedan  en  el  dia 
de  hoy  descendientes,  y  en  un  cuarto  del  escudo  de  sus  armas 
pintan  las  del  infante;  y  en  la  iglesia  de  Nuestra  Señora  del 


C  195  ) 
Pino  de  Barcelona,  donde  tienen  su  entierro,  quedan  aun  mu- 
chos payeses  y  banderas  muy  antiguas,  que  sirvieron  en  los  en- 
tierros de  algunos  de  aquella  casa,  que  están  colgadas  en 
la  capilla  de  san  Juan,  y  aun  tienen  el  dia  de  hoy  al- 
gunos heredamientos  en  el  condado  de  Urgel,  que  fueron 
de  sus  pasados,  ó  les  vinieron  por  este  casamiento. 


(  494 


CAPITULO  LXII. 


Cuéntase  la  vida  de  don  Pedro  'de  Aragón,  XIX  conde  de  Urge),  viz- 
conde de  Ager.—  Fúndase  el  monasterio  de  las  monjas  del  orden 
de  San  Francisco,  en  la  iglesia  y  casa  de  Alraata,  en  cumplimiento  de 
lo  que  mandó  el  infante  don  Jaime.— De',  la  fundación  de  la  Seo  de  la 
ciudad  de  Balaguer,  y  descripción  de  ella.— Servicios  que  hace  el  conde 
don  Pedro  al  rey,  su  tio;  y  muerte  del  infante  don  Fernando,  mar- 
qués de  Tortosa,  que  hizo  heredero  al  conde  de  Urgel.— Sirve  el  con- 
de al  rey  en  la  defensa  de  la  ciudad  y  reino  de  Valencia,  y  asién- 
tanse  los  intereses  sobre  la  hacienda  del  infante,  que  hizo  heredero  al 
conde  don  Pedro. — Sirve  el  conde  al  rey,  y  muévese  la  contención  entre 
el  conde  de  ürgel  y  otros,  de  una  parte,  y  los  caballeros,  de  otra,  sobre 
la  jurisdicción  criminal  é  imposiciones. — Continúa  el  conde  de  Urgel  en 
servir  al  rey;  casamiento  del  rey  con  doña  Sibila',  y  muerte  suya.— 
Sucede  en  el  reino  de  Aragón  el  rey  don  Juan  el  primero,  y  persigue 
á  la  reina  doña  Sibila  Forciá,  su  madrastra.— Quiere  el  conde  don  Pedro 
comprar  el  marquesado  de  Camarasa,  y  lo  impide  el  rey  don  Juan.— 
Cuéntanse  los  señores  ba  habido  en  este  marquesado,  desde  que  salió 
de  la  casa  de  los  condes  de  ürgel,  hasta  que  volvió  al  rey  don  Alfonso, 
hijo  de  Fernando  primero,  reyes  de  Aragón.— Muere  el  rey  don  Juan. 
—Sucesión  del  rey  don  Martin,  su  hermano,  y  pretensiones  de  la  condesa 
de  Foix,  hija  del  rey  don  Juan.— De  las  cosas  que  pasaron  hasta  que 
el  conde  de  Foix  fué  del  todo  expelido  de  Cataluña. — Trátanse  diversos 
matrimonios  á  la  infanta  doña  Isabel,  y  concluyese  con  don  Jaime  [de 
Aragón,  hijo  de  don  Pedro,  conde  de  Urgel.— Muerte  de  la  reina  doña 
Sibila,  madre  de  la  infanta  doña  Isabel,  y  celebración  del  matrimonio 
de  don  Jaime  de  Aragón,  hijo  del  conde  don  Pedro.— De  la  muerte  del 
conde  don  Pedro,  de  sus  riquezas  y  estados.— De  la  condesa  doña 
Margarita  de  Monferrat,  mujer  del  conde  don  Pedro.— De  los  hijos  y 
descendientes  de  don  Pedro  de  Aragón  y  de  la  condesa  doña  Margari- 
ta, su  mujer.— Sumaria  relacionrde  algunas  fundaciones  dejó  el  conde 
don  Pedro  en  su  testamento,  y  de  su  sepulcro  y  armas.— De  algunas 
cosas  notables  que  acontecieron  en  tiempo  del  cond'e  don  Pedro,  y  de 
los  obispos  que  fueron  de  Urgel.— De  la  moneda  batían  los  condes  de 
Urgel,  y  de  la  que  usaban  en  el  principado  do  Cataluña  por  c5tos;ticin- 


(  195  ) 

pos.— Prosigue  la  materia  del  precedente,  y  tócanse  muchas  cosas  per- 
tenecientes á  la  moneda  de  los  condes  de  ürgel.— De  la  moneda  de 
plata  que  corría  en  Cataluña  en  estos  tiempos  ,  y  como  es  cosa  muy 
antigua  y  ordinaria  haber  cruz  en  las  monedas  de  los  príncipes  y  pue- 
blos cristianos.— Trata  de  las  monedas  de  oro  que  corrian  en  Cataluña 
en  tiempo  del  conde  don  Pedro  de  Aragón,  conde  de  ürgel.— De  algunas 
monedas  de  plata  que  corrieron  en  Cataluña  en  los  tiempos  de  los  con 
des  de  ürgel. 


Mostró  exteriormente  el  rey  don  Pedro  gran  sentimiento 
de  la  muerte  del  infante,  su  hermano;  y  aunque  pocos  dias 
después  de  su  muerte  celebró  bodas  con  doña  Leonor,  hi- 
ja del  rey  de  Portugal,  fueron  con  poco  regocijo  y  fiesta, 
así  por  estar  las  cosas  de  su  reino  en  la  turbación  que  vi- 
mos, como  por  la  muerte  del  infante,  que  murió  el  mismo 
dia  que  llegó  la  reina,  que,  como  dije,  fué  á  15  de  noviem- 
bre de  este  año  1347.  Don  Pedro,  hijo  del  infante,  era  de 
poca  edad,  y  el  gobierno  de  sus  tierras  quedó  endona  Ceci- 
lia de  Comenge,  su  madre,  que  fué  una  de  las  mas  va- 
roniles mujeres  de  estos  tiempos,  cuyas  pisadas  y  ejemplo 
si  siguiera  su  nuera,  ni  se  acabara  esta  casa,  ni  pere- 
ciera este  ilustre  y  esclarecido  linaje.  Cuando  murió  el  in- 
fante quedó  su  casa  muy  adeudada  ,  por  lo  mucho  ha- 
bia  gastado  en  la  Union  de  Aragón  y  querer  conservar 
el  título  de  gobernador  general  del  reino,  que  tan  sin 
razón  le  fué  quitado.  Convino  reparar  aquella  casa,  por- 
que quedaba  muy  empeñada,  y  entendieron  en  ello  la  con- 
desa doña  Cecilia  y  don  Pedro,  su  hijo,  que  en  pocos 
años  fué  uno  de  los  señores  mas  ricos  que  habia  enton- 
ces en  España,  y  sus  villas  y  lugares  ennoblecidos  con  edi- 
ficios públicos  y  castillos  fuertes  y  hermosos  ,  que  no  ha- 
bia mejores  lugares  en  Cataluña    ni    Aragón.   Retiráronse 


(  196  ) 
en  su  ciudad  de  Balaguer,  y  auuque  en  vida  del  infante 
habian  estado  casi  siempre  .en  la  ciudad  de  Lérida,  aho- 
ra les  pareció  á  propósito  el  salirse  de  aquella  ciudad  y 
retirarse  en  su  condado  ,  porque  todo  estaba  tan  al- 
terado y  revuelto,  que  los  mas  recogidos  y  apartados  de 
la  corte  eran  los  que  mejor  ío  pasaban  y  mas  seguros 
estaban. 

Habia  el  infante  don  Jaime  mandado  en  su  testamen- 
to ,  como  á  príncipe  muy  pió  y  devoto  que  fué  ,  que 
para  mayor  gloria  de  Dios  y  aumento  del  culto  divino, 
fuese  edificado  en  la  ciudad  de  Balaguer  un  monasterio 
de  religiosas  del  orden  de  San  Francisco,  dejando  renta 
competente  para  trece  monjas,  y  en  este  monasterio  fue- 
se dada  sepultura  á  su  cuerpo,  escogiendo  lugar  y  puesto 
idóneo  para  el  tal  edificio,  y  para  el  gasto  de  él  dejó 
cincuenta  mil  sueldos.  Hubo  sobre  el  escoger  el  lugar 
diversos  pareceres,  porque  la  condesa,  clero  y  ciudadanos 
deseaban  acertar  en  esto,- y  que  el  edificio  y  fundación 
saliera  á  gusto  de  todos. 

La  iglesia  de  Nuestra  Señora  de  Almata  era  entonces 
la  iglesia  mayor  de  la  ciudad,  donde  todo  el  pueblo  con- 
curria,  así  por  la  devoción  de  la  Virgen  nuestra  Señora, 
como  por  gozar  de  los  muchos  perdones  é  indulgencias  que 
los  sumos  pontífices  habian  concedido  á  una  devota  cofradía 
que  estaba  fundada  en  aquella  iglesia,  en  que  estaban  escri- 
tos todos  los  vecinos  de  la  ciudad,  y  para  ser  partici- 
pantes de  tantos  tesoros  espirituales  de  que  gozan  los  co- 
frades de  ella.  Sin  esto,  resplandecia  ya  en  milagros  con- 
tinuos la  imagen  del  Cristo  crucificado  que  está  en  aquella 
iglesia;  pero  por   estar    fuera  de  los  muros  y  ser  no  muy 


(  197  ) 
grande,  era  algo  desacomodada  y  poco  capaz  para  tan 
gran  pueblo:  era  la  arquitectura  basta  y  grosera  y  mal 
aseada:  parece  edificio  de  godos,  ó  hecho  en  tiempo  de 
los  moros,  ó  poco  después  de  ser  cobrada  aquella  ciudad 
de  ellos.  Por  esto,  y  por  acomodarlo  todo  según  la  vo- 
luntad del  infante,  y  hermosear  aquella  ciudad  con  una 
iglesia  nueva,  de  arte  y  arquitectura  moderna,  y  capaz,  con- 
certaron la  condesa  doña  Cecilia  y  Bernardo  de  Campor- 
rells  y  Bernardo  de  Castillo,  marmesores  del  infante  ,  y  el 
concejo  de  la  ciudad  de  Balaguer,  que  en  la  dicha  iglesia 
de  Nuestra  Señora  de  Almata,  y  en  la  casa  que  llamaban 
de  la  cofradía,  que  está  contigua  con  la  iglesia,  fuese  fun- 
dado el  dicho  monasterio;,  y  por  esto  el  concejo  de  la  ciu- 
dad, de  voluntad  y  consientimiento  de  Guillermo  Julián, 
rector,  y  de  Jaime  Riu,  vicario  perpetuo,  de  Arnaldo  Se- 
guí, Pedro  Meayll  y  Francisco  Beltran,  canónigos,  dieron 
la  dicha  iglesia  y  edificios  de  ella,  para  que  se  fundase  el 
dicho  monasterio.  Eran  entonces  del  concejo  de  la  ciudad  y 
los  que  intervinieron  en  esto:  Bernardo  del  Castillo,  baile 
de  Balaguer,  Francisco  de  Murello  y  Guillermo  Vilella, 
Bartolomé  Spanyol,  Berenguer  de  Berga,  Ramón  de  Bo- 
negas,  Pedro  de  Cervera,  Jaime  Rabassa,  Juan  Munter, 
Arnaldo  de  Arques,  Jaime  Bordoyll ,  Guillermo  Miravet, 
Pedro  de  Murel!,  Bernardo  de  Sforsa,  Ramón  Farrer,  Bar- 
tolomé Vilana,  Pedro  Aragonés,  Arnaldo  Deslióla,  Pedro 
Pons,  Salvador  Jensa,  Martin  Rey,  Pedro  Mayllan,  Gui- 
llermo Arnaldo  de  Gerona,  Guillen  Jornet,  Ramón  Spigol, 
Bernat  Descoll,  Pedro  Seguí,  Andrés  de  Stontell,  Domin- 
go Tolo,  Guillermo  Torba,  Arnaldo  de  Parellos  ,  Martm 
Vidal,    Pedro  Durban,    Antón    de    Barbaroja ,    Guillermo 


(  108  ) 

Stlua,  Guillermo  Savilla,  Ramón  Gruyn,  todos  ciudadanos  y 
vecinos  de  la  ciudad  de  Balaguer;  y  se  hizo  esta  donación 
con  los  pactos  siguientes:  que  los  ejecutores  del  testamento 
del  infante  don  Jaime  y  la  condesa  doña  Cecilia,  á  mas  de 
lo  que  dejó  el  infante  á  la  iglesia  de  Almata,  tengan  de 
dar  la  mitad  de  cincuenta  mil  sueldos  que  dejó  el  infante 
para  la  dicha  fundación,  y  estos  hayan  de  emplearse  en  edi- 
ficar de  nuevo  otra  iglesia  común  para  los  vecinos  de  la 
ciudad;  y  que  estos  veinte  y  cinco  mil  sueldos  se  hayan  de 
pagar,  cinco  rail  el  dia  que  se  diese  principio  á  la  obra,  y 
cinco  mil  en  cada  uno  de  los  años  primero  vinientes,  has- 
ta que  sean  todos  pagados,  y  que  las  capillas  que  estaban 
en  Almata,  se  estén  como  de  aíites,  y  que  puedan  los  be- 
neficiados de  ellas  celebrar  cada  uno  en  la  suya,  así  como 
solian;  y  que  cada  patrón  de  los  dichos  beneficios  quede 
con  su  patronazgo,  y  pueda,  si  quiere,  ser  sepultado  en  su 
capilla;  y  que  si,  por  levantarse  la  sepultura  del  señor  in- 
fante con  la  pompa  y  grandeza  decente  á  tal  persona,  se 
derribase  alguna  parte  de  capilla,  se  repare,  y  si  fuese  me- 
nester una  entera,  se  haga  otra  en  aquella  parte  de  la  igle- 
sia que  pareciese  mas  conveniente;  y  que  en  esta  donación 
no  se  entiendan  los  cálices,  libros  y  ornamentos  de  la  dicha 
iglesia,  sino  solos  los  edificios,  piedra  y  madera  de  ellos,  y 
las  lámparas,  ora  sean  de  plata,  de  vidrio,  ó  de  metal,  por- 
que estas  han  de  quedar  en  Almata;  y  que  cualquiera  ¡que 
quisiese  mudar  su  sepultura  de  la  iglesia  vieja  á  la  nueva, 
lo  pueda  hacer,  sin  embargo  ó  impedimento  alguno.  Asen- 
tado esto,  los  ejecutores  del  testamento  del  infante  tomaron 
posesión,  con  autoridad  y  decreto  de  don  Guillen  de  Mon- 
eada, vicario  general  del  obispado  de  Urgel,  sede   vacante. 


(  499  ) 
de  la  iglesia  de  Almata;  y  acomodado  el  edificio  en  la  for- 
ma debida,  metieron  en  él  las  monjas  (¡ue  mandó  el  infante 
que  vinieran  en  aquel  monasterio,  con  gran  ejemplo  de  re- 
ligión y  santidad,  y  duraron  hasta  nuestros  dias,  que  pare- 
ció al  obispo  de  Urgel  y  á  los  paeres  de  la  ciudad,  que 
convenia  al  servicio  de  Dios,  que  de  aquella  hora  adelante 
cesasen  las  monjas  claustrales  que  habia  habido  hasta  en- 
tonces, y  se  metieran  en  aquel  convento  las  de  la  Observan- 
cia; y  así  dejaron  acabar  las  monjas  que  habia,  sin  recibir 
otras  de  nuevo,  y  enviaron  á  Tarragona  ,  y  del  monaste- 
rio de  Santa  Clara  sacaron  tres ,  que  dieron  principio  á 
la  observancia  que  hoy  se  guarda  con  gran  rigor  y  edi- 
ficación de  la  ciudad  y  de  toda  aquella  comarca  :  esto 
parece  en  las  dos  inscripciones  que  pusimos  ya  en  el  ca- 
pítulo L. 

Entendióse  -en  buscar  lugar  á  propósito  para  el  tem- 
plo se  habia  de  edificar:  pareció  al  principio  se  hiciese  en 
la  parte  mas  baja  de  la  cmdad,  cerca  de  la  plaza,  por 
ser  lugar  mas  acomodado  y  frecuentado,  que  ya  que  se 
habia  de  hacer  nuevo  y  levantarse  de  cimiento,  no  fuese 
tan  costoso  de  subir,  como  era  la  iglesia  de  Almata;  y 
aunque  parecia  bien  á  todos,  por  ser  comodidad  grande, 
escogieron  la  capilla  de  San  Miguel,  que  estaba  en  lo  mas 
alto  de  aquella  ciudad,  en  puesto  solitario  y  poco  habita- 
do, con  pensamiento  que,  adornando  aquella  parte  de  la 
ciudad  con  tan  grandioso  y  magnífico  templo,  habia  de 
ser  mas  poblada,  ya  que  no  de  seglares,  de  los  canónigos 
Y  clero,  que  siempre  fué  en  aquella  ciudad  muy  numero- 
so, y  de  singular  religión  y  virtud.  Imitaron  en  esto  á  la 
ciudad  de  Lérida  y  a   la  villa  de  Castellón    de    Farfanya, 


(  2(X)  ) 
cuyo  templo  se  era  edificado  por  estos  tiempos,  y  á  la  de 
San  Pedro  de  Ager  y  otras,  cuyos  suntuosos  templos  están 
en  la  parte  mas  superior  y  alta;  y  así  escogieron  el  puesto 
donde  hoy  está,  alegre  por  la  vista  de  que  goza,  sano  por 
los  aires  saludables  y  puros  que  corren  en  él,  y  espacioso 
por  estar  en  lugar  muy  ancho  y  capaz,  Habia,  como  di- 
go, en  este  lugar  una  capilla  ó  hermita  del  arcángel  san 
Miguel,  que  dicen  estaba  en  el  mismo  lugar  donde  hoy 
está,  que  es  al  pié  del  campanario;  y  por  eso  duró  mu- 
chos años  que  llamaron  esta  iglesia  de  San  Miguel,  aunque 
sea  cabeza  del  altar  mayor  la  Virgen  nuestra  Señora.  Es 
esta  capilla  ó  hermita  obra  muy  antigua,  hecha  en  tiempo 
de  los  primeros  condes  de  Urgel,  que  siempre  tuvieron 
este  santo  por  tutelar  y  patrón.  En  el  castillo  de  Olérdola, 
junto  á  Vilafranca  de  Panadés,  edificio  del  conde  Sunyer, 
aun  se  conserva  una  iglesia  que  él  edificó  y  dotó,  y  es  el 
primer  edificio  que  hallo  de  estos  condes,  y  por  denotar 
esto,  en  el  portal  de  la  ciudad  que  sale  á  la  puente,  que 
es  el  mas  frecuentado  de  todos,  hay  una  imagen  de  este 
santo,  argumento  cierto  de  la  devoción  y  confianza  que  te- 
nian  en  él,  como  á  guarda  y  defensor  de  todos;  y  en  con- 
formidad de  esto,  quisieron  que  la  iglesia  mayor  quedara 
edificada  en  el  lugar  donde  el  santo  ya  de  tiempo  antiguo 
tenia  su  altar  y  era  venerada  su  imagen.  Es  cosa  de  notar 
lo  que  escribe  Miguel  Naveo,  arcediano  de  Tornay  en 
Flandes,  en  una  crónica  que  hizo  de  las  apariciones  y  he- 
chos de  este  glorioso  espíritu,  que  sus  templos  y  capillas 
suelen  edificarse  las  mas  veces  en  lugares  altos  y  encum- 
brados montes,  y  las  de  los  otros  santos  en  lugares  bajos; 
y  dice  ser  esto,  en  orden  á  su  origen,  principio  y  creación. 


(  201  ) 
pues  los  ángeles  le  tuvieron  en  e  cielo,  y  los  demás  santos 
en  la  tierra;  y  por  estoy  la  aparición  que  hizo  en  el  monte 
Gargano,  que  celebra  la  Iglesia  en  el  raes  de  mayo,  el  dia 
8,  ha  quedado  la  costumbre  que  de  ordinario  sus  templos 
se  edifican  en  lugares  levantados  y  sobre  altos  montes:  y 
el  dicho  autor  lo  prueba  haciendo  un  discurso  de  muchos 
templos  que  en  Francia,  Inglaterra,  Alemania,  Hibernia, 
Noruega,  Transilvania,  Flandes,  Dania,  Hungría,  Italia, 
Moscovia,  Etiopía  y  otras  partes  del  mundo  hay  de  este  santo, 
todos  en  lugares  altos;  y  en  Cataluña  hallaremos  lo  mismo 
á  cada  paso,  como  en  el  castillo  de  Olérdula,  Araprunyá, 
Escornalbou,  San  Miguel  del  Fay;  y  junto  al  camino  va 
de  Balaguer  á  Ager  hay  una  iglesia  de  este  santo  ,  don- 
de vivieron  los  fundadores  de  la  orden  premostratense, 
mientras  tardaban  los  condes  á  edificar  el  monasterio  de 
Nuestra  Señora  de  Bellpuig  de  las  Avellanas,  donde  des- 
pués se  mudaron,  y  quedó  como  sufragánea  aquella  prime- 
ra iglesia,  y  suele  vivir  en  ella  un  canónigo,  que  hace  allí 
vida  eremítica. 

Escogido  el  lugar,  se  dio  principio  á  la  fábrica  del  tem- 
plo, y  la  condesa  doña  Cecilia  hacia  largas  limosnas:  á  su 
costa  se  reedificó  esta  capilla  de  san  Miguel,  y  fué  lo  que 
primero  se  hizo,  y  en  ella,  mientras  se  tardaba  en  lo  res- 
tante de  la  obra,  se  celebraban  los  oficios  divinos,  y  si 
bien  se  advierte,  se  conoce  que  fué  hecho  antes  que  lo 
restante  de  la  iglesia.  En  la  bóveda  hay  muchos  escudos, 
unos  con  las  armas  de  los  condes  de  Urgel  solas ,  que  son 
los  jaqueles  de  oro  y  negro,  y  otras  con  las  del  conde  don 
Pedro,  que  eran  un  escudo  en  pal,  á  la  mano  derecha 
dos  palos  de  los  de  Aragón,  y  á  la  izquierda   los  jaqueles. 

TOMO  X.  14 


(  ií02  ) 
Es  este  edificio  de  una  nave,  muy  grande  y  capaz,  y  pu- 
diera serlo  de  cualquiera  ciudad.  Hay  en  él  ...  .  ca- 
pillas, sin  la  mayor,  con  sus  altares  muy  ricos  y  dorados; 
las  paredes,  bóvedas  y  campanario  son  de  sillería,  curio- 
samente labrados,  y  en  la  bóveda  de  la  capilla  mayor  hay 
muchos  escudos,  unos  con  las  armas  de  Urgel,  solas,  otros 
con  las   del  conde  don  Pedro,  y  otros  de  los   vizcondes  de 

Ager.    Residen    en  ella  un    deán   y canónigos  y 

beneficiados.  Celébranse  con  gran  puntuali- 
dad y  devoción  los  oficios  divinos  y  horas  canónicas;  la  sa- 
cristía es  muy  rica  de  vasos  y  ornamentos.  Hay  en  ella 
muchas  reliquias  y  cruces,  ricamente  labradas,  que  dieron 
los  condes  y  reyes  de  Aragón :  consérvalas  el  clero  y 
aumentan  cada  día  los  ciudadanos,  como  gente  muy  pia  y 
celosa  del  servicio   de  Dios. 

En  un  mismo  tiempo  se  edificaba  la  iglesia  mayor  y 
lo  que  era  necesario  en  Almata  para  la  morada  y  vivienda 
de  las  trece  monjas,  y  por  ello  dio  la  condesa  doña  Ceci- 
lia todo  el  favor  fué  menester,  por  ser  esta  señora  muy 
devota  de  la  religión  de  san  Francisco,  y  desear  ver  aquel 
monasterio  acabado;  y  así  dentro  de  pocos  meses  estuvo 
capaz  para  meter  y  vivir  las  religiosas,  que  luego  fueron  pues- 
tas en  él. 

No  pasaron  muchos  dias  que  el  obispo  de  Urgel,  fray 
Hugo  Desbac  ,  del  orden  de  san  Benito,  pretendió  que 
aquella  donación  ó  permuta  habia  sido  subrepticia  y  habia 
de  ser  revocada,  como  hecha  en  sede  vacante  y  sin  la  so- 
lemnidad que  requiere  el  derecho.  Hubo  sobre  esto  algu- 
nas dificultades  que  inquietaron  á  las 'nuevas  religiosas,  que 
por  ello  mucho  se  afligieron,    y  á  la  postre,  para  quietud 


(  203  ) 

y  sosiego  de  todos,  nombraron  compromisarios:  estos  lúe- 
ron  don  Pedro  de  Clasqueri,  arzobispo  de  Tarragona,  Ra- 
món Gener,  capiscol  de  la  Seo  de  Urgel,  Ramón  Dusay, 
ciudadano  de  Barcelona,  y  Pedro  .  .  .  .  ;  y  estos,  des- 
pués de  vistas  y  oidas  todas  las  dificultades  que  en  este 
negocio  habia,  declararon  que  el  obispo  confirmase  y  die- 
se por  legítimo  todo  lo  hecho,  y  que  la  dicha  confirma- 
ción se  hiciese  luego  por  todo  aquel  dia,  que  fué  á  los 
16  de  febrero  de  1361;  y  de  esta  manera  quedaron  aque- 
llas religiosas  en  pacífica  y  quieta  posesión  de  aquel  mo- 
nasterio. 

Doña  Cecilia  y  don  Pedro,  su  hijo,  escarmentados  de 
los  infelices  sucesos  del  infante  don  Jaime,  y  viendo 
lo  que  pasaba  entre  el  rey  y  el  infante  don  Fernando,  su 
hermano,  excusaron  el  seguir  la  corte  y  se  apartaban  del 
rey  todo  lo  posible,  sin  faltar  á  su  servicio  en  todo  lo 
que  debian,  como  buenos  vasallos  y  deudos,  y  según  la 
obligación  tenian  por  razón  de  sus  feudos;  y  así  hallamos 
en  memorias  de  estos  tiempos,  que  en  el  año  1351  el 
conde  don  Pedro  fué  al  reino  de  Valencia,  con  gran  nú- 
mero de  gente  de  á  pié  y  á  caballo,  para  defenderle,  en 
caso  que  el  infante  don  Fernando  le  quisiera  acometer, 
el  cual  nunca  cesaba  de  hacer  grandes  asonadas  y  ayunta- 
mientos de  gentes,  amenazando  de  hacer  algún  grande  aco- 
metimiento, entrando  poderosamente  por  el  reino  de  Ara- 
gón, ó  de  Valencia;  y  el  rey  para  resistirle,  si  tal  inten- 
tara, mandó  fortificar  las  fronteras:  y  estimó  tanto  este  y 
otros  servicios  del  conde,  que  en  la  concordia  que  hizo  con 
el  rey  de  Castilla,  á  23  de  octubre  de  1352,  expresa- 
mente capituló,  que  los  infantes  don  Juan  y  don  Fernando, 


(  204  ) 
hermanos  suyos,  no  hiciesen  guerra  ni  molestasen  á  lo» 
infantes  don  Ramón  Berenguer  y  don  Pedro,  conde  de 
Urgel,  su  sobrino,  porque  era  tanto  lo  que  le  estimaba, 
que  en  las  ocasiones  que  mas  quiso  honrarse  y  mostrar  su 
poder  y  grandeza,  se  valió  de  él,  como  de  uno  de  los  mayo- 
res príncipes  de  su  linaje  y  casa,  como  fué  en  el  año  de  1361 , 
cuando  el  rey  hizo  muestra  general  de  su  poder,  para  dar 
á  entender  al  rey  de  Castilla  que  tal  era;  y  el  año  de  1 363 
je  hizo  capitán  general  de  la  ciudad  y  comunidades  de 
Teruel  y  del  lugar  de  Monreal,  aldea  de  Daroca,  para  re- 
sistir al  dicho  rey  de  Castilla,  que  habia  publicado  haber 
de  entrar  en  tierras  del  reino  de  Aragón  para  damnifi- 
carle; y  no  solo  encargó  en  esta  ocasión  la  defensa  de  los 
dichos  pueblos  al  conde  don  Pedro,  pero  también  la  de 
la  ciudad  de  Zaragoza,  la  cual  estaba  con  harto  peligro; 
y  llevóse  tan  bien  el  conde  en  ella,  que  no  solo  la  dejó 
como  debia,  pero  aun  envió  socorro  y  fortificó  á  Ejea,  en 
ocasión  que  lo  habian '  bien  menester;  y  con  estas  diligen- 
cias del  conde  don  Pedro,  quedaron  aquellos  pueblos  pa- 
ra resistir  á  otro  tanto  poder,  como  era  en  aquella  oca- 
sión el  del  rey  de  Castilla.  Aunque  deseaba  siempre  el  conde 
apartarse  del  rey  y  retirarse  á  su  casa,  huyendo  de  estos 
bullicios  é  inquietudes,  no  le  fué  jamás  posible,  porque 
las  cosas  del  rey  estaban  en  estado  que  no  podian  ser 
desamparadas,  y  necesitaban  mucho  del  socorro  de  sus  va- 
sallos y   amigos. 

En  esta  ocasión,  y  cuando  mas  poderoso  estaba  el  rey 
de  Castilla,  aconteció  la  muerte  del  infante  don  Fernando 
hermano  del  rey,  el  cual  habia  vuelto  años  atrás  en  servi- 
cio suyo,  y  el  rey  le  habia  asegurado  de  prisión  y  de  cual- 


(  20,^  ) 
quier  lesión  y  de  muerte,  y  de  ello  le  habia  hecho  pleito 
y  homenaje,  á  7  de  diciembre  de  1357,  confirmándolo  con 
juramentos,  y  aun  con  mercedes,  pues  le  hizo  procurador 
general  suyo,  que  era  el  cargo  y  dignidad  mayor  que  el 
rey  pudiera  dar,  olvidando  todos  los  deservicios  le  habia 
hecho  hasta  aquel  punto;  pero  esto  se  le  cumplió  muy  mal 
al  infante,  pues  en  la  ocasión  que  mas  se  fió  del  rey,  y 
entendiendo  en  su  servicio,  vino  á  hallar  la  muerte,  que 
fué  de   esta  manera. 

Don  Enrique,  conde  de  Trastamara,  que  después  fué 
rey  de  Castilla,  por  disgustos  que  tuvo  con  el  rey  don 
Pedro,  el  Cruel,  su  hermano,  se  pasó  al  servicio  del  rey 
de  Aragón,  llevando  consigo  un  buen  número  de  gente, 
que  en  esta  ocasión  deseaba  ser  pagada  del  sueldo  que  se 
le  debia,  y  el  infante  don  Fernando  tenia  consigo  muchos 
caballos  y  soldados  que  habia  llevado  de  Francia,  y  to- 
dos estaban  en  servicio  del  rey,  y  eran  los  mas  gente  no- 
ble de  Castilla,  que  se  habian  ausentado  por  apartarse  de  la 
crueldad  del  rey  don  Pedro,  á  quien  muchos  tenian  mas 
en  cuenta  de  tirano,  que  de  rey.  El  rey  de  Aragón  no  que- 
ría pagar  á  la  gente  del  infante  don  Fernando,  sino  á  la 
de  don  Enrique,  porque  de  esta  manera  se  pasara  á  él 
toda  la  gente  que  llevaba  el  infante,  á  quien  ya  él  abor- 
recía y  le  hacia  todas  las  malas  obras  que  podia:  sintió 
mucho  esto  el  infante,  y  un  dia  que  el  rey  estaba  ausente 
de  la  ciudad  de  Zaragoza,  fué  á  casa  del  tesorero,  y  rom- 
pió las  puertas  y  arcas  donde  estaba  el  dinero  del  rey,  y 
pagó  su  gente,  y  se  fué  á  socorrer  el  reino  de  Valencia, 
que  el  rey  de  Castilla  le  tenia  muy  apretado.  El  rey  hi- 
zo notable  sentimiento  de  esto,  y  el  infante,  que  lo  vino 


(  206  ) 
á  entender,  temiendo  la  ira  del  rey  y  conociendo  cuan 
poco  le  estimaba  ,  determinó  de  pasarse  con  toda  su  gen- 
te á  Francia;  lo  que  pesó  mucho  al  rey,  porque  perdia 
mas  de  mil  hombres  de  á  caballo,  todos  gente  escogida, 
y  habia  de  dar  gran  ánimo  al  de  Castilla,  si  entendiera 
que  tal  gente  le  faltase;  y  aconsejado  el  rey  de  don  Ber- 
nardo de  Cabrera  y  del  conde  de  Trastamara,  por  cuyo 
trato  después  fué  muerto  el  infante  don  Fernando,  acordó 
de  mandarle  prender,  y  por  hacerlo  mas  á  su  salvo  y  sin 
escándalo,  dijo  el  rey  al  conde  de  Urgel  y  al  vizconde  de 
Cardona,  que  eran  muy  amigos  y  parientes  del  infante, 
que  le  dijeran  que  viniese  desde  Almanzora  ,  donde  esta- 
ba con  su  gente,  á  Castellón  de  la  Plana,  en  el  reino  de 
Valencia,  porque  el  rey  queria  hacer  todo  lo  que  él  qui- 
siese, y  que  él  y  su  gente  se  quedasen  todos  en  su  servicio, 
y  que  el  otro  dia,  que  era  domingo,  se  fuese  á  comer  con 
é!.  El  infante,  que  no  pensaba  nada  del  infortunio  que 
se  le  esperaba,  se  vino- á  Castellón,  acompañado  del  con- 
de Urgel,  vizconde  de  Cardona,  de  don  Tello  ,  hermano 
de  don  Enrique,  y  de  otros  muchos  caballeros,  y  comió 
con  el  rey,  y  después  se  retiró  á  reposar  en  su  aposento 
del  palacio  real,  con  seis  caballeros.  Estando  aquí,  llegó 
Bernardo  de  Scala,  alguacil,  y  le  dijo  que  el  rey  mandaba 
que  quedara  allí  preso;  y  el  infante  juzgó  que  aquello  mas 
era  consejo  de  don  Enrique  y  de  don  Bernardo  de  Cabre- 
ra, que  voluntad  del  rey,  su  hermano,  de  quien  tal  no 
pensaba,  y  así  dijo  al  alguacil,  que  él  no  era  hombre  pa- 
ra ser  preso;  y  el  alguacil  lo  fué  á  decir  al  rey,  y-  el  rey 
le  envió  á  decir:  que  no  se  tuviese  por  deshonrado  de  ser 
su  preso;  y  Diego   Pérez   Sarmiento,   que  era    uno  de  los 


(  207  ) 
que  estaban  con  él,  le  dijo:  que  roas  valia  ser  preso,  que 
muerto;  y  así  se  puso  en  defensa,  y  el  rey  mandó,  que  si 
no  se  dejaba  prender ,  que  lo  matasen;  y  porque  nadie 
osaba  entrar  en  el  aposento,  mandó  el  rey  desentablar  el 
techo;  y  entonces  el  infante  salió  con  la  espada  en  la  ma- 
no y  mató  un  escudero  de  don  Enrique  ,  que  estaba  de- 
lante de  su  amo,  que,  con  los  demás,  también  habia  acu- 
dido al  ruido  con  algunos  castellanos ,  que  eran  los  que 
mas  apretaban  al  infante,  y  el  primero  que  le  hirió  se 
llamaba  Pedro  Carrillo,  y  con  él  murieron  algunos  caba- 
lleros. 

Muerto  el  infante,  el  conde  de  Urgel  y  vizconde  de 
Cardona  quedaron  atónitos  de  lo  que  habian  visto,  y  nunca 
creyeron  que  para  aquello  enviara  el  rey  á  llamar  al  in- 
fante, y  quedaron  con  gran  cuidado  de  sus  personas,  por- 
que eran  muy  grandes  amigos  del  infante,  y  fueron  donde 
el  rey  estaba,  y  le  dijeron  si  estaban  ellos  seguros,  y  si  ha- 
bian de  temer  nada;  y  el  rey  les  dijo,  que  no;  pero  el 
vizconde  de  Cardona,  fiándose  poco  del  rey,  se  partió  lue- 
go de  Castellón,  y  no  paró  hasta  verse  dentro  del  castillo 
de  Cardona.  Murió  el  infante  don  Fernando  á  los  treinta 
y  cuatro  años  de  su  edad;  está  sepultado  en  el  monaste- 
rio de  San  Francisco  de  Lérida  con  sus  padres:  su  sepul- 
cro es  una  arca  de  madera  muy  dorada,  á  la  pared  del 
lado  del  altar  mayor,  á  la  parte  del  evangelio,  con  mu- 
chos escudos  de  sus  armas,  y  un  letrero  que  dice  así: 

ASSI  JAU  LO  MOLT  ALT  SENYOR  INFANT  DON 
FERNAINDO  DE  DOLOROSA  MEMORIA  MARQUÉS 
DE  TORTOSA    É  SENYOR  DEL  RARRASIN  É  MORÍ 


(  20H  ) 
EN   CASTELLO  DE  BURRIANA   Á   XVI   DÍAS    DEL 
MES  DE  JÜLIOL  EN  LO  ANY   DE  LA   NATIVITAT 
DE  NOSTRE  SENYOR  M.CCC.LXIII. 


Instituyó  el  infante  don  Fernando  heredero  suyo  á  su 
sobrino  el  conde  don  Pedro;  y  á  la  infanta,  su  mujer,  dejó 
el  usufruto  de  la  villa  y  baronía  de  Fraga,  y  de  los  lugares 
de  Vallobar  y  Peñalba  y  Privia,  en  el  reino  de  Aragón, 
que  le  vinieron  por  donación  del  rey  don  Alfonso,  su  pa- 
dre, hecha  en  favor  de  la  reina  doña  Leonor  y  del  infante 
su  hijo.  A  5  de  julio  de  1331,  el  rey,  sin  curar  del  tes- 
tamento y  disposición  del  infante,  ni  de  las  mandas  que 
habia  hecho,  tomó  posesión  de  la  ciudad  y  marquesado  de 
Tortosa  y  de  las  ciudades  de  Albarracin  y  de  lo  demás 
que  poseia  en  Aragón  y  Cataluña,  porque  casi  todo  volvió 
á  la  Corona,  por  haber  muerto  el  infante  sin  hijos,  y  la 
infanta  se  quedó  con  el  usufruto  de  la  baronía  de  Fraga 
y  de  los  lugares  de  Vallobar,  Peñalba  y  Privia;  y  el  conde 
solicitó  al  rey  diversas  veces,  para  que  le  restituyese  el 
patrimonio  del  infante,  pero  do  pudo  acabar  nada,  mas 
de  llevar  buenas  palabras  y  ofrecimientos  que  el  rey 
'é  hacia,  asegurándole  que  deseaba  darle  satisfacción,  y 
de  esta  manera  le  pasaba  con  dilaciones;  y  aunque  necesi- 
taba de  él  y  de  sus  gentes  para  la  guerra  que  llevaba 
con  el  rey  de  Castilla,  no  le  obligaba  con  obras,  por  lo 
que  el  conde  andaba  muy  disgustado  y  advertido,  y  se 
apartaba  del  rey,  temiendo  otro  suceso  como  el  que  ha- 
bia pasado  con  el  infante,  y  lo  mismo  hacia  el  vizconde 
de  Cardona    La  necesidad  del  rey  era  grande,  y  mayor  la 


(  209  ) 
falta  quede  estos  dos  señores  tenia,  pues  quería  que  pasase» 
á  la  defensa  del  reino  de  Valencia,  que  tenia   muy  apre- 
tado el  rey  de  Castilla,  y  ellos  decian  que  servirian  al  rey, 
si    les  daba  seguridad  de  no    hacer  daño   á  sus  personas. 
Pareció  por  entonces  conveniente  que  el  infante  don  Juan, 
hijo  primogénito    del  rey,  fuese  allá,  y  no  era  de  edad  de 
mas   de  catorce  años,   y  el    rey    le  dio   por  consejeros  al 
infante  don  Pedro,   su  tio,  que  era  religioso  del  orden  de 
San  Francisco,  y  al  conde  de  Urgel  y  vizconde  de  Cardona, 
que  habian  de  venir  con  todas  sus  gentes;  y  aun  no  se  te- 
man por  seguros,  y  querían  que  el  rey  pusiese  al  infante 
en  poder  de   ellos;   y  el  rey  les  escribió  que  ellos  y  el  in- 
fante se  vinieran  juntos  á  la   ciudad  de  Tortosa,  donde  él 
los  aguardaría  para  ir  al  reino  de  Valencia,  que  no  tardó 
mucho  el  rey;  y  entonces  el  conde,  con   toda  su  gente  se 
partieron   para  Castellón,   donde  se    detuvieron   dos  dias, 
aguardando  la  gente,  con  determinación  de  ir  á  dar  la  bata- 
lla al  rey  de  Castilla,  que  tenia  cercada  la  ciudad  de  Valen- 
cia, y  la  habia  traido  á  punto,  que  no  habia  viandas  sino  por 
todo  el  mes  de  abril,  y  eran  ya  á  24;  y  el  vizconde  de  Car- 
dona se  metió  en  mar  por  capitán  de  diez  galeras  que  se 
habian  de  armar,  y  el  rey    fué  marchando  en  busca  del 
de  Castilla,  que  no   le  osó  aguardar,    antes  bien  levantó 
su  campo  y  se  retiró  hacia  Murviedro,  excusando  la  bata- 
lla, y  á  28  del  mismo   mes,   el  rey,    con  los  suyos,  se  en- 
tró,  á  hora  de  vísperas,  á  la   ciudad,   en  gran   triunfo  y 
fiesta  ,  habiéndola    socorrido  en  ocasión  que  estaba  apre- 
tadísima de  un  ejército  que  era  superior  y  mucho  mas  po- 
deroso que  el  suyo.  Todo  el  tiempo  que  duraron  estas  guerras 
entre  Castilla  y    Aragón,   que  fueron    muchos  años,  y  en 


(  210  ) 
los  tratos  de  paz  que  se  movieron  entre  los  dos  reyes,  co- 
mo á  consejero  del  de  Aragón  siempre  intervino  el  conde 
don  Pedro,  pensando  con  servicios   obligarle  á  que  le  diese 
la  hacienda  del  infante;  pero  el  rey  estaba  tan  poco  afecto  á 
sus  cosas,  que  no   contento  de  haberle  muerto  y  tomado  lo 
mejor  de  su  patrimonio,  jamás  quiso  dar  licencia  á  la  in- 
fanta,  su  mujer,    de   volverse  á  Portugal   á   casa  del  rey 
su  padre;   y  tomándosela  ella,  la  mandó  seguir  y  volver 
presa  á    la    ciudad  de  Huesca,   donde  la  dio  en  guarda 
á  dos  señoras  principales  de  aquella  ciudad,   y  después  la 
mandó  llevar  á  Zaragoza,  y  que   estuviese  en  compañía  de 
la  reina  y  de  la  infanta,  su  hija;  porque   como  el  rey  de 
Portugal  era  amigo  del  de   Castilla,  y  el   rey    de  Aragón 
era  de  su  natural  muv  sospechoso,  cualquier  acción  de  los 
deudos   y  amigos  del  rey   de   Castilla  le   daba  cuidado  y 
pena.   Duraban  todavia  las    guerras  entre   los  reyes,  y  el 
conde,   ó  por  haber  muerto   la  infanta  doña  María,   ó  por 
convención  hecha   entre  ellos,  se  metió  en  posesión  de  los 
lugares  de  Fraga  y  su  baronía,  Vallobar,  Peñalba  y  Privia 
y  solicitaba   al  rey  se  la  confirmase;  y  solicitado  de  todos 
los  amigos,   deudos  del   conde ,  creo   que  no    pudo  hacer 
otra  cosa,   porque  hallo  en  el  registro  42,  Gratiarum,  fo- 
lio 14,   que  á  19  de  junio    de   1368,   en  el  palacio  real 
de  Barcelona,   en  presencia  del  obispo  de  Lérida,  de  don 
Berenguer  de  Ribelles,   de  Bertrán  Desvals  y  otros  de  su 
consejo,  en  enmienda  de  los  muchos  servicios  del    conde 
y  gastos  habia   hecho  én  las  guerras   de  Valencia,  en  que 
tanto  se  habia  señalado,  y  por  el    mucho   amor  le  tenia, 
por  ser  sobrino  suyo  y  tan  cercano  en  parentesco,   le  con- 
cede la  dicha  baronía  de  Fraga,  con   los  lugares  de  Vallo- 


(  211  ) 
bar,  Peñalba  y  Privia,  v  los  demás  que  le  pertenecian 
por  parte  de  la  reina  doña  Leonor,  madre  del  infante,  con 
todo  el  derecho  que  al  rey  le  competía  en  ellos,  para  que 
pueda  hacer  el  conde  de  ellos  como  de  cosa  suya,  con  pacto 
que,  muriendo  el  conde  sin  hijos,  y  faltando  la  descendencia, 
hayan  de  volver  á  la  Corona,  pagado  primero  el  conde  y  los 
acreedores  de  la  dicha  baronía  y  lugares,  dándoles  reten- 
ción hasta  ser  satisfechos  del  todo;  y  el  conde  lo  aceptó, 
protestando  de  no  haber  de  pagar  ninguna  de  las  deudas 
del  infante,  ni  menos  aquellas  quince  mil  libras  que  el 
rey  Alfonso  habia  reservado  para  su  alma  sobre  los  bie- 
nes y  lugares  que  habia  dado  á  la  reina  ,  su  mujer,  y 
á  sus  hijos,  ni  menos  nada  de  aquellos  ciento  cincuen- 
ta mil  sueldos  que  la  reina  habia  pagado  á  los  marme- 
sores  del  conde  Armengol  de  Cabrera,  por  los  lugares 
de  la  tierra  y  marquesado  de  Camarasa,  que  eran  Ca- 
marasa,  Cubells,  Alos,  Mejá  y  otros,  que  el  infante  se 
habia  reservado  para  sufragios  por  su  alma.  Con  esto 
quedó  el  conde  algún  tanto  satisfecho  y  pagado  de  lo 
que  el  rey  le  habia  de  dar;  pero  no  duró  mucho,  por- 
que el  rey  era  hombre  inquieto  y  de  condición  revoltoso,  y 
no  podia  ,''isimular  cosa  que  fuese  ó  pudiese  resultar  en  per- 
juicio suyo  y  de  su  corona  y  patrimonio,  y  mandó  decir  al 
conde  ,  que  él  no  habia  podido  hacer  lo  que  habia  hecho,  y 
que  aquella  donación  era  muy  dañosa  á  la  Corona,  y  no  le  era 
lícito  dar  lo  que  no  era  suyo,  ni  enajenar  el  patrimonio  real ,  y 
que  así  habia  de  ser  aquello  revocado,  y  la  merced  hacia  de 
aquella  baronía  y  lugares  habia  de  ser  en  otra  manera.  Tanto 
fué  lo  que  se  congojaba  el  rey  de  esto,  que  el  conde,  co- 
mo hombre  sabio  y  que   no  quería  encuentros  con   él,  di- 


(  212  ) 
jo  que  vendría  á  todo  lo  que  quisiese;  y  así,  según  cons- 
ta en  el  archivo  real,  armario  16,  saco  A,  á  S  del  mes 
de  octubre  de  este  año,  después  de  haber  revocado  la  di- 
cha donación,  de  consentimiento  de  los  dos,  confirma  y 
concede  al  conde  la  dicha  baronía  de  Fraga,  con  los  lu- 
gares de  Peñalba  y  Vallobar,  reservándose  el  dominio  alo- 
dial y  directo  y  los  feudos;  porque,  aunque  era  verdad 
que  el  rey  don  Alfonso  lo  habia  dado  todo,  sin  reten- 
ción alguna,  pero  habíalo  dado  con  pacto  que,  muriendo 
el  infante  sin  hijos,  quedase  para  sus  herederos  el  domi- 
nio útil,  como  lo  habia  tenido  don  Guillen  Ramón  de 
Moneada;  y  así,  por  haber  venido  el  caso,  el  rey  se  re- 
servó el  alodio  y  feudo  para  sí,  y  dio  el  dominio  útil  al 
conde,  el  cual  era  la  décima  parte  del  valor  de  ellos, 
y  declara  que  no  entiende  renunciar  el  otro  laudemio  que 
le  pertenece  por  la  deja  del  usufruto  que  hizo  el  infante 
á  su  mujer,  antes  se  reserva  el  derecho  que  le  compete 
para  pedirlo.  Hecho  esto,  pidió  licencia  el  conde,  y  á  7 
del  mismo  mes,  protestó  que  si  por  justicia  se  declarase 
ser  aquellos  lugares  francos  en  alodio  y  de  feudo,  que- 
dase absuelto  del  homenaje  y  sacramento  que  en  razón 
de  ello  le  habia  prestado,  y  el  rey  se  lo  otorgó.  No 
quedaba  el  rey  aun  satisfecho  del  conde,  ni  se  tenia  por  se- 
guro que  no  le  hiciese  demanda  de  aquello  que  tenia  el  mar- 
qués: él  sabia  la  causa,  y  cada  di*  buscaba  modos  y  trazas  pa- 
ra impedir  al  conde  el  hacer  tales  demandas;'y  aunque  el  con- 
de decia  no  tener  tal  pensamiento  é  imaginación,  con  todo 
quiso  que  sobre  esto  se  hiciera  nuevo  trato  y  convención,  y  un 
dia,  que  era  á  12de  octubre  de  este  año,  como  parece  en  cl 
archivo  real,  armario  16,  saco  A,  número  55,  estando  en  el 


(  213  ) 
monasterio  de  Predicadores  de  Barcelona  ,  el  rey  prometió 
al  conde,  que  jamás  le  haria  ninguna  petición  de  aque- 
llo que  él  tenia  del  infante,  y  si  tal  hiciese,  promete  que 
se  abdica  el  poder  y  derecho  de  pedir  las  tenencias  y  em- 
parar  el  feudo  de  la  baronía  de  Fraga,  y  demás  lugares 
habia  heredado  el  conde,  que  fueron  del  infante,  hasta 
haber  renunciado  á  la  tal  demanda  ;  y  que  no  pidiendo 
el  rey  nada,  ni  el  conde  ni  los  suyos  puedan  pedir,  ni  el 
marquesado  de  Tortosa,  ni  otra  cosa  alguna  del  patrimo- 
nio que  habia  sido  del  infante  y  estaba  en  poder  del  rey; 
y  que  si  tal  hiciese,  la  concesión  que  le  habia  hecho  de 
la  baronía  de  Fraga  y  otros  lugares  ,  y  la  remisión  del 
laudemio  vaya  por  no  hecha  y  sea  nula ,  y  las  cosas 
vuelvan  al  estado  que  estaban  antes  del  5  de  octubre.  To- 
do esto  pasó  en  el  monasterio  de  Predicadores,  en  Barce- 
lona, á  12  del  dicho  mes  de  octubre;  y  no  quiso  el  rey 
se  registrase  en  el  registro  que  llamaban  Gratiarwri,  sino 
en  el  que  llamaban  Feudorum,  como  hoy  se  echa  de  ver 
en  ellos,  y  lo  mandó  notar  en  el  registro  Gratiarum  42, 
deannis  1368   el  1369,    folio  14. 

Estos  dos  autos,  hechos  en  el  monasterio  de  Predicado- 
res, se  dieron  divisos  por  alfabeto,  y  en  el  uno  de  ellos, 
que  es  en  el  hecho  á  12  del  mes,  en  las  espaldas  de  él 
mand('»  escribir  estas  palabras:  Voluit  dominus  rex  hujus- 
modi  menlionem  hic  ad  caulelam  scribi  videlkel  quod  si  diclus 
comes  anl  sui  pelerenl  aliquid  á  domino  rege  vel  suis  ultra 
ea  que  in  his  instrumentis  expressit  de  heredilate  infantis  Fer- 
dinandi  quod  dominus  rex  el  sui  habcanl  aclionem  contra  dic- 
tum  comilem  et  suos  occasione  imionis  Valencie  el  Aragonum 
quam  Infans  Jacobus  paler  dicti  infantis  juraveral  el  de  qua 


(  ^14  ) 
nullam   hahiit  remissionem  a  domino  rege.  Y   después  dice 
el  secretario:  Dominus  rex  qui  predicla  vidit  et  legk  man- 
davit  Ferrarlo  de  Magarola. 

Ya  antes  en  las  corles  que  celebró  en  el  año  1365,  habia 
hecho  constitución  con  que  quedó  para  siempre  unida  la 
ciudad  y  términos  de  Tortosa  á  la  corona  real,  con  pro- 
hibición de  enajenarse  de  ella  por  ninguna  causa  ni  ra- 
zón, como  parece  en  la  misma  constitución  ,  que  es  la 
última,  titulo  De  la  Unió  del  regne  de  Malorcas  y  ¡a  áulat 
de  Tortosa  á  la  corona  real. 

Por  este  tiempo  concordaron  los  reyes  de  Aragón  y  Na- 
varra, que  no  harian  paces  con  el  de  Castilla,  y  el  conde 
don  Pedro  fue  una  de  las  veinte  personas  que  hicieron 
al  rey  de  Navarra  pleito  y  homenaje,  que  se  cumpliria 
todo  lo  que  el  rey  de  Aragón,  en  orden  á  esto,  le  habia 
prometido. 

En  las  cortes  que  el  ano  1364  celebró  el  rey  á  los 
aragoneses  ,  fué  nombrado  por  el  brazo  de  los  nobles 
para  ordenar  los  fueros  convenientes  á  aquel  reino  ,  cor- 
regir los  que  necesitaban  de  ello,  y  ordenar  lo  necesario 
para  la  guerra  y  defensa  del  reino;  pues  por  razón  de  las 
baronías  de  Antillon  y  Entenca,  tenia  '  voz  y  voto  en  las 
cortes  del  reino. 

El  año  1366  le  nombró  el  rey  lugarteniente  suyo  en 
el  reino  de  Valencia,  en  ocasión  que  el  rey  de  Castilla 
tenia  muy  apretado  aquel  reino;  y  con  su  buena  maña  c 
industria  y  con  la  gente  de  armas,  apVetó  de  tal  manera 
la  ciudad  de  Segorbe,  que  estaba  por  el  rey  de  de  Cas- 
tilla ,  (^ue  se  le  rindió  á  j)artido  y  quedó  por  el  de 
Aragón. 


(  245  ) 

Estando  ocupado  el  conde  en  el  servicio  del  rey,  ha- 
ciendo  lo  posible  para  darle  gusto  y  obligalle,  el  rey  es- 
taba pensando  en  qué  le  podría  inquietar  y  menguar  su 
patrimonio  y  estado,  porque  era  de  su  natural  tan  inquie- 
to, que  nunca  estaba  contento,  sino  cuando  tenia  guerras 
con  los  forasteros  y  contenciones  con  sus  vasallos,  y  cuan- 
to mas  conjuntos  le  eran  en  sangre,  entonces  habian  de 
confiar  menos  y  recelarse  mas  de  él.  Sucedió  un  caso, 
que  al  rey  le  vino  de  molde  para  mover  lo  que  diré  des- 
pués, y  fué  que  un  señor  de  los  mas  preeminentes  de  Ca- 
taluña prendió  un  caballero,  vasallo  suyo,  y  por  lo  que 
él  se  sabia,  le  hizo  algunas  opresiones:  los  parientes  del 
caballero  rogaron  al  señor  se  llevase  con  él  benignamente , 
sin  abusar  de  la  jurisdicción  y  señorío,  y  que  ya  que  por 
sus  culpas,  si  las  habia,  mereciese  castigo,  fuese  tal  que 
no  oliese  á  venganza.  Aprovechó  poco,  antes  bien  apretó 
mas  al  preso,  tratándole  como  si  fuese  un  hombre  vil 
ó  un  ladrón:  sus  parientes  y  otros  caballeros  se  quejaron  de 
esto  al  rey,  por  via  de  recurso,  y  él  los  escuchó  de  muy 
buena  gana,  por  tener  entrada  en  una  cosa  que  él  mucho 
deseaba. 

El  conde  de  Urgel,  el  de  Ampurias,  los  vizcondes  de 
Castellbó  y  Cardona  y  muchos  señores  eclesiásticos  ejercían 
jurisdicción  criminal,  mero  y  misto  imperio  en  los  caba- 
lleros y  hombres  de  paraje  y  personas  generosas  que  esta- 
ban en  sus  tierras  ,  y  aun  les  echaban  algunas  imposicio- 
nes, sin  que  de  ello  tuviesen  título  alguno  ó  privilegio  del 
rey,  sino  solo  una  posesión,  ni  tan  antigua,  ni  tan  funda- 
da como  era  menester,  porque  por  no  romper  el  hilo, 
que  dicen,  ninguno  de   ellos  lo    queria   apretar,  sino  que 


(  21G  ) 
si  algún  militar  subdito  suyo  se  quejaba  de  ello,  disimu- 
laban con  él,  y  hacian  que  callase.  Aconteció  lo  que  que- 
da dicho;  parecióles  á  todos,  que  lo  que  se  habia  hecho 
con  el  preso  era  abuso,  y  sintiéronse  mucho,  que  siendo 
ellos  exentos,  hubiesen  de  ser  tratados  á  la  par  de  cual- 
quier plebeyo.  Con  esto  recurrieron  al  rey  ,  de  quien 
estaban  ciertos  habia  de  gustar  se  resolviese  esto  ,  por- 
que le  parecia  que  era  menoscabo  de  la  jurisdicción  y  pre- 
eminencia real,  que  los  caballeros  y  hombres  de  paraje 
fuesen  de  otra  jurisdicción  que  de  la  suya:  pensaron  que 
esto  se  remediaría  dando  libertad  al  preso,  como  se  le  dio; 
pero  aprovechó  poco,  porque  el  rey  habia  ya  admitido  el 
recurso,  y  ofrecido  á  los  caballeros  que  él  los  favorecería 
todo  lo  posible;  y  con  las  alas  del  rey,  se  confederaron  en- 
tre sí,  para  resistir  á  los  magnates,  que  así  llamaban  á 
los  condes  y  vizcondes  y  señores  eclesiásticos,  y  decian  que 
ellos,  do  quiera  que  estuviesen,  eran  subditos  del  rey  y 
estaban  bajo  su  jurisdicción,  y  mas  en  los  negocios  crimi- 
nales. Tuvieron,  con  voluntad  y  consentimiento  del  rey, 
varias  juntas,  y  les  dieron  por  nombre  Conveniencia  de  los 
caballeros  de  Cataluña,  y  nombraron  cuatro  cabezas,  que 
llamaban  regidores.  El  negocio  se  encaminó  de  manera,  que 
llamaron  á  las  armas,  y  el  rey  mandó  á  los  magnates  que 
las  dejasen  y  que  desistiesen  de  aquella  pretensión,  por- 
que lo  que  pretendian  y  las  imposisiones  que  generalmente 
echaban  sobre  los  caballeros  eran  en  gran  perjuicio  de  la 
preeminencia  real.  Pero  ellos  pretendieron  que  de  aquello,  ni 
al  rey,  ni  al  bien  común  se  seguía  perjuicio,  porque  si 
las  echaban  era  por  justas  causas  ,  continuando  lo  que 
sus    ])asados    habian   hecho  ,     y   suplicaron    al   rey ,    por. 


(217) 
medio  de  fray  Pedro  Cima,  que  no  permitiese  que  sobre 
esto  se  moviese  con  ellos  nueva  contención,  pues  jamás 
los  reyes  pasados  la  habian  movido,  y  no  era  justo  que  se 
procediese  contra  ellos  y  sus  bienes  por  cosa  que  líci- 
tamente la  pudiesen  hacer,  y  que  los  servicios  que  le  ha- 
bian hecho  no  merecian  tal  galardón;  pero  el  rey  hizo  poco 
caso  de  esto,  y  les  mandó  requirir  otra  vez  y  citar  á  jui- 
cio delante  de  él,  porque  los  caballeros  ya  habian  fir- 
mado de  derecho  delante  de  la  corte  del  rey,  y  declara- 
ron querer  estar  al  orden  de  justicia,  que  era  lo  que  el 
rey  queria;  y  como  era  celoso  de  la  jurisdicción  real ,  ha- 
bía ya  puesto  en  ello  reputación  y  los  barones  habian  h'echo 
lo  mismo,  y  fundaban  su  justicia  en  derecho,  y  vino  el 
negocio  á  punto  que  toda  Cataluña  estuvo  por  ponerse  en 
armas.  Los  condes  y  vizcondes  conocian  que  ni  sus  fuer- 
zas ni  justicia  no  podian  prevalecer  contra  las  del  rey  y 
caballeros  de  la  Conveniencia,  y  así  vinieron  á  trato  jun- 
tos en  San  Juan  de  Spi,  lugar  vecino  á  Barcelona,  y  allá 
trataron  con  Jaime  Dezfar,  canciller  del  rey,  y  Ramón  de 
Vilanova,  su  camarero,  y  cedieron  su  derecho  en  cuanto 
á  las  imposiciones,  prometiendo  no  imponerlas  ni  exigirlas, 
y  en  lo  que  pertenecía  á  la  jurisdicción  ,  concordaron 
que  se  nombrasen  personas  que  lo  declarasen.  Por  razón 
de  esto,  convocó  cortes  el  rey  en  Momblanc,  en  diciem- 
bre de  este  año  1370,  y  en  ellas  se  trató  el  negocio  muy 
extendidamente  por  las  partes,  y  no  se  concluyó  nada,  mas 
de  que  el  rey,  con  dos  personas  que  nombrase  de  cada 
una  de  las  partes,  siendo  conformes,  declarasen  esta  con- 
tienda; y  así  nombró  al  vizconde  de  Cardona  por  los  mag- 
nates, y  al  vizconde  de  Illa,  por  los  caballeros:  pero  es- 
lOMO  X,  1." 


(  218  ) 
tos  no  se  pudieron  concordar,  y  el  negocio  quedó  como 
de  antes,  y  todos  tenían  gente  de  guerra  para  cualquier 
suceso.  Después,  en  abril  del  año  siguiente,  enTortosa,  se 
juntaron  cortes  para  esto,  y  después  de  altercado  el  nego- 
cio ,  se  pusieron  treguas  por  dos  años  ,  y  se  nombraron 
personas  por  cuyo  consejo  se  determinase  lo  que  tocara 
al  negocio  principal,  y  lo  que  se  habia  de  hacer  mien- 
tras tardaba  á  decidirse  la  contención,  y  nombraron  cier- 
tas personas  de  cada  veguería,  que  ejercitasen  la  jurisdicción 
civil  y  criminal  en  los  nobles  y  caballeros  y  personas  ge- 
nerosas que  habitasen  en  señorío  de  los  magnates  y  ba- 
rones; pero  esta  declaración  se  difirió  algún  tiempo,  y  los 
caballeros  se  juntaban  muy  á  menudo  por  diversos  luga- 
res de  Cataluña,  y  eligian  sus  regidores,  y  mediando  el  fa- 
vor del  rey,  que  siempre  les  amparó,  hacian  sus  estatu- 
tos, teniendo  gente  de  guerra  apercibida  para  cualquier 
suceso. 

El  rev  no  gustaba  qué  los  magnates  hicieran  tanta  con- 
tradicción, y  atribuia  aquello  á  menoscabo  suyo,  y  quiso 
dárselo  á  entender,  en  su  casa,  á  cada  uno;  y  por  eso,  á  9  de 
junio  de  1371,  les  requirió,  desde  Valencia,  le  viniesen 
á  ayudar  y  servir,  según  la  obligación  de  sus  feudos,  por- 
que el  infante,  hijo  del  rey  de  Mallorca,  con  gente  de  ar- 
mas venia  á  invadir  los  condados  de  Rosellon  y  Cerdaña; 
y  esto  lo  hacia  por  divertirles  las  fuerzas  y  gente,  y  no 
porque  se  esperara  tal  invasión,  lo  que  sintieron  mucho, 
porque  conocieron  que  el  rey  les  queria  dar  en  qué  en- 
tender, y  desasosegarlos  por  cosa  que ,  ni  era,  'ni  el  rey  tal 
creia;  antes  bien  esta  venida  del  infante  de  Mallorca  no 
fué  hasta  el  año    1374,   y  entonces  ni  el  conde   de  Ur- 


(  249  ) 
gel,  ni  su  gente,  ni  el  conde  de  Prades,  ni  el  vizconde 
de  Cardona  ,  ni  otros  ningunos  se  movieron  (aunque  en 
junio  de  este  año  les  convocó  el  rey  con  motivo  de  que 
entraba  el  infante  por  Conflent),  antes  bien  se  estaban  los 
mas  en  Barcelona  ,  donde  el  rey  se  estaba ,  y  el  in- 
fante entró  por  la  Seo  de  Urgel  y  por  la  ribera  de  Se- 
gre,  y  se  fué  á  Castilla,  donde  murió;  y  aunque  el  rey 
llego  hasta  Corbera  para  resistirle,  pero  el  infante  ya  era 
pasado. 

Poco  después  de  esto,  y  en  el  año  1375,  fueron  las 
paces  entre  don  Enrique,  rey  de  Castilla,  y  nuestro  rey 
don  Pedro  de  Aragón:  capitularon  muchas  cosas,  y  para  se- 
guridad de  ellas  firmaron  muchos  caballeros,  prelados  y  ri- 
cos hombres  de  Castilla,  Aragón,  Cataluña  y  Valencia,  y 
entre  ellos  el  conde  don  Pedro.  Entonces  se  concertó  ma- 
trimonio entre  doña  Leonor,  hija  del  rey  don  Pedro,  con 
don  Juan,  hijo  de  don  Enrique,  que  fué  rey  de  Castilla: 
de  este  matrimonio  nació  el  infante  don  Fernando,  que  en 
Caspe  fue  nombrado  rey  de  Aragón  ,  de  quien  hablaremos 
largamente  en  el  capítulo  siguiente,  por  haber  sido  el  que 
acabó  y  destruyó  del  todo  la  casa  y  linaje  de  los  condes 
de  Urgel,  en  nada  inferior  al  suyo. 

No  pasó  mucho  tiempo  después  de  esto,  que  á  1 1  de 
octubre  de  1377  fueron  los  desposorios,  que  casó  el  rey, 
siendo  de  edad  de  cincuenta  y  ocho  años,  en  Barcelona, 
con  doña  Sibila  Forciá,  hija  de  un  caballero  catalán  del 
Ampurdan,  llamado  Bernardo  de  Forciá:  enamoróse  de  su 
hermosura  y  disposición  gallarda.  Era  esta  señora  viuda  de 
don  Artal  de  Foces,  mujer  muy  honesta  y  recogida,  y  no 
tal  como    la   pinta   Laurencio  Valla,  que  por  alargar  con 


(  220  ) 

retóricas  colores  sus  razonamientos  y  conceptos,  alarga  tam- 
bién las  cláusulas,  y,  por  mejor  decir,  las  cosas  que  refiere, 
mas  de  lo  que  son,  porque  ni  es  de  creer  que  Bernardo  de 
Vilaritg  ó  Villalicus,  como  él  le  llama,  osase  decir  delante 
del  rey  don  Martin  lo  que  dice  en  deshonor  de  esta  se- 
ñora, ni  que  el  duque  de  Gandía  y  conde  de  Prades  le  or- 
denasen tal ,  ni  el  rey  lo  habia  menos  de  sufrir,  por  ser  co- 
sas aquelias,  que  ejnn  deshonor  del  rey,  su  padre,  y  de  su 
misma  hermana;  y  aunque  dijeron  de  esta  hurtas  cosas ,  pe- 
ro en  io  que  tocaba  á  la  honestidad  de  su  persona  ,  antes 
ni  después  del  casamiento  con  el  rey,  nadie  ha  hablado,  ni 
podia  ni  debia  hablar,  porque  no  habia  causa  ni  ocasión 
para  ello,  que,  cierto,  da  pena  el  exceso  con  que  algu- 
nos, sin  escrúpulo,  hablan  de  personas  á  quien  se  debe 
respeto  ,  aunque  sean  muertas  ,  como  lo  hizo  Virgilio 
con  la  reina  Dido,  que  le  levantó  un  falso  testimonio  tan 
grande,  achacándole  cosa  de  que  ella  estaba  muy  ajena, 
como  lo  prueba  San  Agustín.  Es  cosa  donosa  el  escrú- 
pulo que  tiene  Valla  en  contar  los  remedios  que  hacia 
el  rey  don  Martin  para  engendrar,  y  no  le  tiene  de  le- 
vantar un  falso  á  la  mujer  del  rey,  su  padre,  madrastra 
del  mismo  don  Martin,  y  madre. de  su  hermana  legítima;  y 
todo  lo  hace  Valla  por  fingir  un  concertado  razonamiento 
é  información  del  embajador  del  duque  de  Gandía.  Vie- 
ne á  la  memoria  lo  de  cierto  poeta  que,  por  dar  conso- 
nante con  pié  que  acababa  en  desnudos,  hizo  á  cuatro  hom- 
bres honrados  cornudos.  Jaime  Roig,  poeta  valenciano  y  cruel 
enemigo  délas  mujeres,  escribe  y  murmura  de  esta  señora, 
lo  que  hizo  con  sus  entenados  y  lo  que  se  llevó  del  pa- 
lacio real,  cuando    murió  el  rey,    su   marido;  pero  en  lo 


(  221  ) 
que  toca  á  su  honestidad  no  le  achaca  nada,  y  es  cierto 
que  si  él  supiera  cosa,  no  lo  disimulara,  por  mas  decir 
mal  de  las  mujeres;  y  así  dando  por  falsedad  y  mentira 
lo  que  dejó  escrito  este  autor,  y  contentándonos  de  lo  que 
dice  de  él  Pogio  Florentino,  contemporáneo  y  émulo  suyo, 
pasaremos  adelante  con  nuestro  discurso. 

Tuvo  el  rey  de  doña  Sibila  dos  hijos,  el  uno  don  Alfonso, 
que  fué  conde  de  Morella,  y  otro,  que  murieron  niños,  v  á 
la  infanta  doña  Isabel,  que  casó  con  don  Jam.e,  hijo  del 
conde  don  Pedro,  de  quien  después  hablaremos,  A  los  30 
del  mes  de  enero  del  año  1781  fué  coronada  en  la  ciu- 
dad d'e  Zaragoza,  con  tanta  fiesta  y  solemnidad,  como  si 
fuera  aquella  la  primera  de  cuatro  mujeres  que  tuvo  el 
rey,  con  quien,  y  con  Bernardo  de  Forciá,  su  hermano, 
se  llevó  muy  liberal;  y  armó  caballero  á  Berenguer  de 
Barutell,  cuñado  de  la  reina,  y  le  dio  el  oficia  de  algua- 
cil, y  á  ella  la  baronía  de  Concentayna,  los  lugares  de  Pla- 
nes, Ibi,  Margarida,  Lombo  y  la  Torre  de  las  Manzanas, 
en  el  reinen  de  Valencia,  con  voluntad  del  infante  don 
Juan,  y  las  aldeas  de  Teruel,  las  villas  de  Aljezira,  Elda, 
Novelda,  Aspe  y  La  Muela  en  el  reino  de  Aragón;  y  por 
asegurar  que  el  infante  don  Juan  no  impugnara  estas  do- 
naciones ,  pidió  en  las  cortes  que  en  Fraga  celebró  el  rey, 
el  año  1584,  que  la  corte  las  aprobase  y  confirmase^  así 
*'las  hechas,  como  las  que  él  de  nuevo  le  hiciese,  así  á 
ella,  como  también  á  la  infanta  doña  Isabel,  su  hija,  á 
quien  en  aquellas  cortes  se  aseguró  sudóte,  y  se  confirmó  la 
donación  que  habia  hecho  el  rey  á  su  cuñado  de  algunos 
lugares  y  castillos. 

En  este  mismo  año,  á   16  de  junio,  murió   doña  Ce- 


(  222  ) 
cilia  de  Comenge,  mujer  que  fué  de  don  Jaime  de  Aragón, 
conde  de  Urgel,  y  fué  sepultada   en  la  iglesia  de  Nuestra 
Señora  de  Almata,  déla  ciudad  de  Balaguer:  ignórase,  em- 
pero, en  qué  lugar. 

En  el  año  1387,  á  5  de  enero,  murió  el  rey  don  Pe- 
dro de  Aragón,  en  Barcelona,  después  de  haber  reinado 
cincuenta  y  dos  años,  menos  algunos  dias.  Murió,  según 
la  mas  común  opinión,  emplazado  por  algunos  agravios 
que  hizo  al  patrimonio  de  santa  Tecla,  en  el  campo  de 
Tarragona,  que  cuentan  fray  Fabricio  Gauberto  y  otros 
muchos  autores.  Fué  hombre  pequeño  de  cuerpo  y  muy 
valeroso,  y  nació  en  el  castillo  de  Balaguer,  siendo  su  pa- 
dre conde  de  Urgel,  como  queda  dicho.  Fióse  poco  de 
secretarios  y  privados,  y  no  permitió  que  los  negocios  cor- 
rieran por  otra  mano  que  la  suya:  era  muy  amigo  \áe  es- 
cribir, por  ser  muy  platico,  y  hacia  una  firma  de  letra 
tan  bien  firmada,  que  nadie  en  su  tiempo  escribió  mejor 
que  él,  y  se  estimaba  dé  ello  ,  y  así,  con  gran  facilidad 
escribía.  Fué  muy  celoso  de  las  prerogativas  de  su  corona, 
y  cuidó  de  ellas,  por  mínimas  que  fuesen:  tuvo  mas  de 
cruel  y  riguroso,  que  de  benigno,  y  siempre  fué  muy  ás- 
pero y  cruel  con  los  de  su  sangre  y  linaje,  persiguiendo 
á  algunos  de  ellos  con  tanto  rigor,  como  si  fueran  ene- 
migos de  la  fé:  persiguió  al  rey  de  Mallorca,  cuñado  y 
deudo  suyo  mas  cercano;  mandó  matar  á  los  infantes  don 
Jaime,  conde  de  Urgel ,  y  á  don  Fernando ,  marqués  de 
Tortosa,  sus  hermanos;  persiguió  al  infante  don  | Jaime  y 
doña  Isabel,  su  mujer,  hijo  del  rey  de  Mallorca  y  mar- 
queses de  Monferrat,  sus  sobrinos,  y  á  su  cuñada,  la  infan- 
ta doña  María,  mujer  del  infante  don  Fernando;  y  á  la  fin 


(  223  ) 
de  sus  días,  no  perdonó  al  infante  don  Juan,  su  hijo  pri- 
mogénito. Con  el  conde  don  Pedro  tuvo  también  sus  disgus- 
tos, por  razón  del  testamento  del  infante  don  Fernando, 
y  por  lo  de  la  conveniencia  de  los  caballeros ,  que  es  lo 
que  Pedro  Toraic  dice,  en  la  vida  de  este  rey:  Encara 
en  lo  dit  temps  fonc  debat  entre  lalt  compte  de  Urgell.  Y 
aunque  en  lo  de  la  sucesión  del  infante  tuvo  justicia,  en 
cuanto  al  marquesado  de  Tortosa,  hubo  de  pasar  por  lo 
que  el  rey  quiso.  Con  los  aragoneses  y  valencianos  tuvo 
notables  encuentros,  por  razón  de  las  uniones.  A  imita- 
ción de  Julio  César  y  del  rey  don  Jaime,  escribió  una  his- 
toria de  los  reyes  pasados  y  suya,  en  lengua  catalana,  con 
estilo  llano,  y  sin  empaliar  la  verdad  y  colorar  la  mentira: 
anda  esta  insertada  en  la  Crónica  de  Miguel  Carbonell. 
Está  sepultado  en  el  monasterio  de  Poblet,  al  lado  del 
evangelio,  sobre  un  arco,  en  medio  de  los  reyes  don  Jai- 
me, el  Conquistador,  y  don  Fernando  el  primero.  Sobre 
su  sepulcro  hay  cuatro  simulacros,  el  suyo  con  dalmáti- 
ca é  insignias  reales  ,  y  de  lastres  primeras  mujeres  suyas, 
aunque  solo  está  con  él  doña  Leonor  de  Portugal,  su 
segunda  mujer ,  que  doña  María,  que  fué  la  primera  , 
hija  del  rey  de  Navarra  ,  aunque  escogió  sepultura  en 
Poblet  ,  está  en  el  monasterio  de  San  Vicente  de  Va- 
lencia, y  doña  Leonor  ,  tercera  mujer,  en  Santa  Clara  de 
Barcelona 

Muerto  el  rey  don  Pedro,  sucedió  su  hijo  don  Juan,  y 
reinó  poco  mas  de  ocho  años,  y  fué  diferente  del  rey, 
su  padre:  de  sus  gustos  y  entretenimientos,  poesías,  mú- 
sicas, cazas,  aseo  de  su  casa  y  criados,  y  cosas  de  este 
jaez,  hablan  Zurita  y  muy  en  particular  fray  Fabricio  Gau- 


(  5524  ) ' 
berto,  en   la  vida  de  este    rey.  La  primer   cosa   que  hizo 
íué  perseguir  con   gran  odio  y   rencor 'á  su  madrastra,    la 
reina  doña  Sibila,  y  á  su  hermano  Bernardo  deForciá,  por- 
que  decian  haber  hechizado   al  rey,   su  marido,  y  al  rey 
don  Juan,   su  entenado;    y  ella,  temiendo  la  saña  del  nuevo 
rey,    antes  de  espirar  su  marido,  se  salió,  un  sábado  á  29 
de  diciembre,  á  media  noche,   de  Barcelona,  con  su  madre 
y  hermano,  Bernardo  deForciá,  y  el  conde  de  Pallars,  Be- 
renguer  de  Abella,  Bartolomé    Llunes  y  otros  caballeros 
llamados  Vilamarins,  y  otros.  Esta  salida  pareció  muy  mal  á 
todos,  y  fué  deliberado  que  la    siguiesen   y  á  los  que  con 
ella  se  iban,  con  repique  de  campanas  y  levantando  el  so- 
metent,  como  suelen  perseguir  á  los  ladrones  y  malhechores. 
El  infante  don  Juan  estaba  muy  doliente  en  Gerona,  y  por 
lio  poder  asistir  á  la  persecución  de   la  madrastra,  lo  en- 
comendó   al  infante  don  Martin,   que  lo  hizo  muy  cruda- 
mente con  ella,  y  mandó  tomar  los  pasos  á  la  reina,  porque 
se  decia  que  se  iba  á  Francia  ó  á  Aragón.  Buscábanla  por 
toda  Cataluña  como  si  fuera  un  delincuente  muy  facinero- 
so, y  toda  la  tierra  estaba  levantada;  y  á  la  postre,  se  re- 
tiró con  los  que  iban  con  ella  en  un  castillo    de  San  Mar- 
tin Caroca,  en  el  Panadés,  que  era  de  Bernardo  de  Forciá, 
su  hermano.  Cercáronlo  los  que  la  perseguian,  y  por  ser 
muy  fuerte,    no  le  podian  entrar.  Estando  en  esto,  llegó 
el   infante    don  Martin  y  tomó  consejo    con  aquellos   que 
tenian  el  cerco,  y  deliberaron   de  requirir  á  Bernardo  de 
Forciá,  que  entregara  los   que  estaban  en  el  castillo;  y  él 
les  respondió,  que  la  reina  y  los  que  estaban  con  ella  tra- 
taban  de  concordarse  con   el    infante  don    Juan  ,    y    que 
cumplirian  lo  que  él  les  mandase.  Esto  pasó,  aun  viviendo 


(  22o  ) 
el  rey;    después,   domingo,    á  7   de    enero  del  año  1387, 
la  reina  y  los  caballeros  que  con  ella  estaban   se  pusieron 
en  poder  del  infante,  y   se  comenzaron  de  hacer  grandes 
procesos  contra  la  reina   y    los  demás  presos,  y  á  16  del 
mismo  mes,  el  rey  dio  título  de  duque    de    Monblanc   al 
infante,  para  mas  prendarle  que  no  diese  favor  á  su  ma- 
drastra. Haciendo  pesquisa  contra  la  reina  y    los    demás, 
hallaron  algunos  testigos  que    dijeron    haberse    compuesto 
diversos  hechizos  contra  la  salud  del  rey,  y  que  estaba  ma- 
leficiado; y  con  esto  deliberó  el  consejo  del  rey,  sin  aguar- 
dar mas,    ni  hacer  caso  de  las  defensas  de  la  reina   y  de- 
más presos,  que  fuesen   puestos  á  cuestión  de  tormento, 
y  así  se  hizo,  y  el  cuerpo  de  la  reina,  que  habia  sido  res- 
petado y   estimado   del  rey,  su  marido,   fué  entregado   á 
las  manos  de  un  vil  verdugo,   para  que  lo  atormentase.  Fué 
muy  aborrecido,  por  esto,  el  rey,  y  se  murmuraba  de  él 
y  de  su  hermano  por  todos   sus  reinos ,   y  todos  estaban 
suspensos  mirando  lo    que  baria,  quien  al  principio  de  su 
reino  entregó  en  tales   manos  las  carnes  de  su  madrastra. 
Temió  la  reina  ser  condenada  á  muerte,   así  como  otros 
caballeros  y  personas  de  su  casa,   deudos  y  servidores  su- 
yos; y  por  aplacar  la  ira  del  rey,  fué  aconsejada   que  le 
diese  posesión  de  todos  sus  bienes,  y  el  rey  los  aceptó   y 
dio  á  la  reina  doña  Violante  ,  á  quien  hizo  merced  de  ellos. 
Con  todo,   no  contento   el   rey,   continuó   el  proceso  con- 
tra de    ella,    y  quiso  que   tomase    abogados  y  se   defen- 
diese ;  pero  no  lo  quiso  aceptar,  ni   venir  á  juicio  con  él, 
antes  se   contentó  que  ordenase  de  su  persona  y   bienes, 
porque  bien  sabia   el  rey  que  si  ella  se  habia  ausentado, 
fué  persuadida  del   rey,    su  marido,    que  se    lo  aconsejó. 


(  226  ) 

por  huir  la  furia  de  su  cuñado.  El  conde  don  Pedro  y 
los  otros  señores  de  Cataluña  no  dejaron  de  temer  al  nue- 
vo rey,  y  por  lo  que  podia  acaecer,  hicieron  sus  ligas  y 
confederaciones:  á  7  de  julio  de  este  año  1381,  he  visto 
yo  una  memoria,  que  Hugo,  conde  de  Pallars,  y  don  Ro- 
gerio,  su  hermano,  prometieron  su  favor  y  ayuda  al  conde 
don  Pedro,  titulares,  ricos  hombres  y  otros  cualquier,  salvo 
el  rey  de  Aragón,  y  el  auto  lo  recibió  Andrés  de  Apilia, 
notario.  Estaba  entonces  en  Barcelona  el  cardenal  de  Ara- 
gón, legado  apostólico  del  papa  Clemente  ,  y  este  rogó 
por  la  reina  y  alcanzó  del  rey  perdón  ,  el  cual  le  dio  , 
por  lo  que  le  habia  quitado,  veinte  y  un  mil  sueldos  de 
renta,  de  por  vida,  y  ella  salió  de  la  prisión  en  que  es- 
taba, que  era  en  una  torre  que  llamaban  Den  Vives  , 
que  estaba  donde  después  se  edificó  el  monasterio  de  las 
monjas  de  los  Ángeles,  en  el  arrabal  de  Barcelona,  en  la 
calle  de  los  Orbs,  que  es  lo  mismo  que  de  los  ciegos, 
que  es  la  calle  que  va  del  monasterio  dicho  á  la  Rambla, 
y  se  retiró  en  casa  de  Berenguer  de  Barutell,  que  era 
deudo  suyo  muy  cercano, y  fué  arcediano  de  Santa  María 
de  la  Mar  de  Barcelona,  el  cual,  y  un  hermano  suyo,  'que 
se  llamaba  Andrés  de  Barutell,  valieron  y  ayudaron  mu- 
cho á  la  infanta  doña  Isabel,  hija  de  la  reina,  en  los  tra- 
bajos tuvo  después  de  la  declaración  de  Caspe.  De  esta 
manera  quedó  el  rey  sosegado,  y  la  reina  fuera  de 'aquella 
cruel  persecución.  Jaime  Roig,  poeta  valenciano,  lo  cantó 
en  sus  rimas,   diciendo: 


(  227  ) 
A  Barcelona 
quant  arribi 
de  Sent  Martí, 
Caslell  fort  pres, 
en  Panadas, 
bont,  ab  gran  cuita, 
sen  era  fuita, 
ne  viu  cobrar, 
presa  tornar, 
no  menys"  ferrada 
que  dull  mirada. 
Na  Forciana, 
qui  catalana 
fonc  natural: 
ab  prou  de  mal 
e  malaltia, 
lexat  habia 
abandonat 
palau  Irobat, 
sense  remey, 
son  senyor  rey, 
propri  marit, 
muy  mort  al  Hit, 
enmelzinat 
e  fatlUat, 
segons  se  deia; 
altre  tal  feia 
a  sos  fillastres, 
e  mals   empastrcs 
contra  sa  ñora 
nunca  cessant; 
lo  rey  ginyant 
major  Joan, 
apres  rey  fon, 
Marti  segon, 
sos  filis  abdos, 
contra  traydos 
desheretas, 


(  228  ) 
sois  prosperas 
ella  y  ais  seus 
fenllos  hereus 
de  sos   regnats: 
per  tais  pecáis 
fonc  íben  rodada 
e  turmentada, 
mol  tes  cremades 
de  ses   criades, 
a  lur  nialgrat. 

Entre  estas  persecuciones  y  odio  tenian  estos  dos  her- 
manos con  la  reina,  una  cosa  alaba  de  ellos  fray  Gauber- 
to,  y  es  que  se  ampararon  de  la  infanta  doña  Isabel,  su 
hermana,  y  el  rey  la  tomó  en  cuenta  de  hija,  y  siempre 
la  acompañó  con  las  infantas  doña  Juana  y  doña  Violante, 
sus  hijas,  y  á  la  postre,  la  casaron  con  el  conde  don  Jai- 
me de  Urgel,  dotándola  según  su  calidad,  como  veremos 
en  su  lugar. 

El  conde  don  Pedro  quedó  tan  enfadado  de  la  vida  de 
la  corte  y  de  haber  servido  al  rey  don  Pedro,  que  se  re- 
tiró del  todo  de  los  bullicios  de  la  corte,  y  apartó  del 
nuevo  rey ;  y  dióse  en  mirar  por  su  casa  y  reedificar  las 
iglesias  de  sus  villas.  Entonces  edificó  la  iglesia  de  Caste- 
llón de  Farfanya  ,  el  claustro  del  monasterio  de  Ager  , 
acabó  la  casa  de  campo  de  Balaguer,  que  llamaban  la  Casa 
Fuerte  de  la  Condesa,  que  estaba  junto  al  monasterio  de 
Predicadores,  acabó  el  castillo  de  la  villa  de  Agríununt, 
que,  aunque  pequeño,  era  edificio  muy  hermoso  y  bien 
trazado,  é  hizo  otros  edificios  muy  importantes,  en  que 
empleó  gran  parte  de  sus  tesoros,  así  que,  no  habia  señor 
en  Cataluña   ni  en  la  tierra   del  rey   de  Aragón,  que    tu- 


(  229  ) 
viese  ni  mejores  castillos,  ni  edificios  nías  suntuosos  que  el 
conde  de  Urgel. 

El  marquesado  que  hoy  decimos  de  Caraarasa  es  una 
partida  de  tierra  de  los  pueblos  Uergetes,  muy  fértil  y  abun- 
dante, poblada  y  rica  :  los  lugares  mejores  de  él  son  Ca- 
marasa,  que  da  el  dia  de  hoy  el  nombre  á  todo  el  mar- 
quesado, Cubells,  Lorens,  Mongay  y  Priva,  Santa  Linya,  Alos, 
V^ilanova  de  Mejá,  Font  Longa,  Liminyana,  Vernet,  Cas- 
telló  de  Mejá,  Anet,  Fabregada  y  otros;  los  mas  de  estos 
lugares  estaban  murados  y  con  sus  castillos  y  torres  fuertes, 
con  cavas  y  fosos,  de  tal  manera,  que  para  la  fortificación 
y  armas  usaban  en  aquellos  tiempos  eran  muy  fuertes,  y 
algunos  de  ellos  ayudados  del  lugar  y  puesto,  donde  están 
casi  inexpugnables.  Están  estos  lugares  y  tierra  á  las  orillas 
de  tres  rios,  que  son  Segre,  Sió  y  Bragos,  cuyas  aguas 
riegan  y  fertilizan  todo  el  terruño.  Es  esta  tierra  áspera 
en  algunas  partes,  y  en  otras  llana;  el  cielo  muy  sano; 
abunda  de  toda  manera  de  caza  y  animales,  y  aunque  esté 
lejos  de  la  mar,  no  le  falta  pesca  en  abundancia ,  que 
le  da  el  rio  Segre.  Era  antiguamente  parte  muy  princi- 
pal del  condado  de  Urgel,  hasta  que  el  rey  don  Jaime  el 
segundo  lo  empeñó  á  los  ejecutores  del  testamento  del  con- 
de don  Armengol  de  Cabrera,  con  otros  lugares  y  pue- 
blos de  Cataluña  ,  por  seguridad  de  ciento  y  cinco  mil 
sueldos  barceloneses  le  debia,  por  razón  de  salarios  y  ga- 
jes tiraba  de  casa  del  rey,  y  por  haber  de  sustentar  trein- 
ta caballos  armados ,  y  por  el  salario  debia  al  dicho 
conde  v  á  don  Alvaro,  su  hermano,  vizconde  de  Ager,  de 
cuando  pasaron  al  reino  de  Sicilia  con  el  rey  don  Pedro, 
y   por   otras  causas  que    mas    largamente   parecen  en    un 


(  230  ) 
registro  Jacobi  7/,  Comitatus  Urgellhde  anno  1314  usqiie 
1327,  en  folios  109  y  181;  y  también  por  noventa  mil 
libras  jaquesas  les  habia  de  dar  ,  por  cumplimiento  de 
cien  rail  libras,  por  las  cuales  les  habia  comprado  el  con- 
dado de  Urgel,  como  queda  dicho  arriba;  fuéronse  pa- 
gando poco  á  poco  las  noventa  mil  libras,  y  los  marme- 
sores  se  quedaron  con  el  marquesado,  por  razón  de  los 
dichos  ciento  y  cinco  mil  sueldos  ,  y  por  cincuenta  mil 
sueldos  jaqueses  habian  prestado  al  rey  para  la  conquista 
de  Cerdeña,  á  7  de  abril  del  año  1323;  y  poco  á  poco 
se  fueron  pagando  de  dichas  dos  cuantidades  de  dinero, 
porque  á  mas  del  marquesado,  el  rey  les  habia  consignado 
otras  rentas.  Después,  en  el  año  1330,  al  primero  de  julio, 
estando  en  Lérida,  el  rey  Alfonso  hizo  donación  de  la  ma- 
yor parte,  ó  casi,  de  todos  los  dichos  lugares  al  infante  don 
Fernando,  su  hijo,  y  de  la  reina  doña  Leonor,  su  segunda 
mujer,  dando  facultad  que,  pagando  á  los  marmesores  del 
conde  Armengol  aquello  porque  quedaban  obligados ,  se 
quedara  con  ellos;  y  la  reina,  dándoles  ciento  cincuenta 
mil  sueldos,  cobró  los  lugares  de  Comenge,  Cubells,  Alos 
y  Mejá,  y  se  quedó  con  ellos,  y  después  fueron  del  in- 
fante don  Fernando,  que,  cuando  murió,  hizo  heredero  al 
conde  don  Pedro  de  Urgel;  pero  no  le  fué  posible  volver 
á  su  casa  estos  lugares  y  tierra,  porque  el  rey  se  apo- 
deró de  todo,  y  él  hubo  de  pasar  por  lo  que  el  rey  qui- 
so. Poseyóles  el  rey  don  Pedro  hasta  el  año  1386,  en  que, 
á  22  de  enero,  los  dio  al  infante  don  Martin,  su  hijo,  con 
ciertos  pactos  y  retenciones;  después,  á  11  de  enero  de 
1392,  estando  el  infante  en  Amposta,  los  vendió  óinso» 
lutum  dio  á  la    duquesa,   su  mujer,    cu   pago    y  enmienda 


(  ^34  ) 
de  setecientos  y  veinte  y  dos   mil  y  cuatrocientos  sueldos 
en  que  le  había  empeñado  el  condado  de  Luna,  estado  y 
patrimonio  de  la  duquesa.  Esta  señora  poseyó  esta  tierra 
hasta  el  año  1396,  que    necesitó  de  dinero  para    acudir 
con  él  al  rey  de  Sicilia,  hijo,  que  andaba  guerreando  con 
*os  barones  de  aquel  reino  que    no    le  querían  obedecer; 
y    en  nombre  suyo    propio,    y   como    procuradora    de  su 
marido  y  del  rey  de  Sicilia,  su  hijo,  hizo  venta  de  él  al  con- 
de de  Urgel,  don  Pedro,  por  precio  de  cincuenta  mil  flo- 
rines,  y  á  la  que   estaba  por   concluirse  esta  venta,  die- 
ron los  hombres  del  marquesado  cuenta  al  rey  don  Martin, 
suplicándole  desviase  el  ponerse  aquello  por   obra,  porque 
ellos  no  gustaban  volver  al  señorío  del  condado  de  Urgel, 
porque  como  habían  sido  vecinos,  sobre  las  pasturas  y  ju- 
risdicciones habían  tenido  mil  pesadumbres  con  el  conde 
don  Pedro  y  su  padre  el  infante,  y    no  querían  ser  vasa- 
llos de   señor  que  le  habían  en    muchas  cosas   ofendido. 
Esta  queja  y  razón  le  vino   al  rey    muy  bien ,  porque    no 
gustaba  que  los  magnates  de  Cataluña  creciesen  en  autori- 
dad ni  hacienda  y  vasallos,  y    porque  cuanto  mas  podero- 
sos eran,  mayor  resistencia  hallaba   en  ellos,  y  la  fuerza  y 
dineros  que  empleaban  en   otro  tiempo  con   los   moros,   la 
consumían  en  defender  sus  libertades  y    preeminencias,    y 
en  las  ocasiones   hallaban  mucho   mas  gente  que  el  rey, 
porque   ellos  tenían  la   mayor   parte  de   Cataluña,   y    les 
parecía    á  los  reyes  que    cuanto   mas  cercano   parentesco 
tenían  con    la  casa  real  ,  mas  larga  tenían    la  licencia  de 
contradecirles  y  oponérseles.  Esto  obligó  al  rey  á  mostrar 
que  no  gustaba   de  la  tal  venta,  y  los  mismos  hombres  de 
Gamarasa    y  demás  lugares   se    habían    de  vender    dieron 


(  23:2  ) 
traza  como  la  ciudad  de  Lérida  los  comprara,  y  aquella 
ciudad,  que  siempre  fué  émula  de  los  condes  de  Urgel, 
con  quienes  de  continuo  tenia  contenciones,  por  razón  de 
la  vecindad  y  jurisdicción,  vino  bien  en  ello,  y  aun  lo  de- 
seaba, por  vengarse  del  conde,  con  quien  de  muy  atrás 
estaba  mal,  porque  en  1389  habia  juntado  mucha  gente 
de  armas  para  venir  con  ella  y  con  banderas  tendidas  con- 
tra la  ciudad  de  Lérida,  por  razón  que  en  ella  habian  muer- 
to á  un  hombre,  y  los  homicidas  se  habian  retirado  en 
Linyola;  y  el  veguer  de  Lérida  fué  con  gente  en  busca 
de  ellos,  y  hallaron  mas  resistencia  de  la  que  pensaron, 
porque  salieron  en  orden  de  guerra  y  embistieron  á  jos 
del  veguer,  y  le  mataron  quince  hombres  é  hirieron  mu- 
chos; y  el  conde  de  Urgel  lo  habia  tomado  por  propio,  y 
estaba  injuriado  que  el  veguer  y  gente  de  Lérida  hubiesen 
entrado  en  su  señorío  y  perseguido  á  los  que  se  habian 
recogido  en  su  condado,  y  queria  vengar  la  injuria,  y  dio 
harto  que  temer  á  la  ciudad  de  Lérida,  que  escribió  á  la 
de  Barcelona,  pidiendo  consejo  y  socorro;  y  esto  lo  tenian 
los  de  Lérida  por  gran  injuria,  porque  todos  los  delincuen- 
tes hallaban  acogida  en  el  condado  de  Urgel;  y  acordándo- 
se de  esto  aquella  ciudad,  prometió  á  la  duquesa,  que  le 
compraria  la  tierra  del  marquesado  por  el  mismo  precio 
y  pactos  que  lo  tomaba  el  conde  don  Pedro,  y  con  todo 
ella  lo  rehusaba,  porque  el  conde  era  deudo  de  la  casa 
real,  y  no  queria  darle  disgusto;  pero  á  la  postre,  el  rey 
mandó  á  la  infanta  que  no  lo  vendiese  al  conde  de  Ur- 
gel, sino  á  los  paheres  de  Lérida,  por  obviar  las  dificul- 
tades podria  halfer  sobre  el  tomar  posesión  del  marquesado, 
por  lo   que  los  vecinos  de  él   daban  d(;moslracion  que  no  la 


(  235  ) 
hablan  de  dar  al  conde,  porque  había  entre  ellos  hartos 
pleitos,  de  que  no  podían  salir  bien  quedando  vasallos  su- 
yos; y  por  el  consiguiente  habían  de  valer  menos  las  co- 
sas del  reino  é  isla  de  Sicilia,  por  falta  de  dinero,  porque 
era  verosímil,  que  antes  de  tener  el  conde  pacífica  pose- 
sión de  él,  no  le  había  de  pagar.  Estando  en  esto  ,  lle- 
garon al  rey,  que  estaba  en  Perpíñan ,  Francisco  Basset  y 
Guillermo  Colom,  de  Lérida,  y  se  lo  suplicaron  y  ofrecieron 
pagar  luego,  y  el  rey  despachó  un  mandato  á  la  duquesa 
de  Monblanch,  su  cuñada,  en  que  muy  apretadamente  le 
mandaba,  que  luego  en  el  punto  recibiese  aquel  mandato, 
revocada  del  todo  la  venta  había  hecho  al  conde  de  la 
tierra  del  marquesado,  hiciese  venta  de  él  á  la  ciudad 
de  Lérida,  á  quien  los  hombres  del  marquesado  estaban 
muy  afectos,  y  aun  habían  de  dar  prestamente  posesión  de 
él,  sin  hacer  repugnancia  ni  contradicción  alguna.  Este 
mandato  fué  presentado  en  el  coll  de  Begas,  donde  halla- 
ron á  la  infanta;  y  el  mismo  día  que  lo  recibió,  que  fué  á 
23  de  marzo  de  1396,  firmó  la  venta,  porque  llevaban  ya 
su  notario  para  tomar  el  auto:  el  precio  fué  cincuenta  mil 
florines,  pagaderos,  treinta  mil,  dentro  de  diez  días  des- 
pués de  tomada  la  posesión,  y  veinte  mil,  dentro  de  tres 
meses;  y  de  esta  manera  quedó  aquella  tierra  enajenada 
y  puesta  en  mano  de  los  mayores  enemigos  del  conde  y 
de  su  casa,  que  eran  los  de  la  ciudad  de  Lérida;  y  des- 
pués, á  5  de  mayo  de  1396,  el  rey  don  Juan  confirmó  la 
venta,  firmando  el  auto  y  decretándole  de  su  mano,  habien- 
do ya  días  antes,  con  auto  hecho  en  Torrella,  á  7  de  ju- 
lio de  1395  ,  alzado  y  quitado  todas  las  retenciones  y 
pactos  había  puestos  el  rey  don  Pedro,  cuando  le  dio  al 
TOMO  X.  16 


(  234  ) 
infante  don  Martin,  su  hijo,  con  pensamiento  que  de  aque*' 
lia  manera  hallaria  quien  le  comprase  de  mejor  gana  y  sin 
escrúpulos  algunos.  Pagaron  los  de  Lérida  estos  cincuenta 
mil  florines  en  dos  pagas,  esto  es,  á  4  de  mayo  de  1396 
treinta  y  cuatro  mil  florines,  y  los  diez  y  seis  á  26  del  mis- 
rao  mes:  parecen  las  apocas  en  el  archivo  real. 

Duróles  á  los  de  la  ciudad  de  Lérida  el  señorío  de  es- 
ta tierra,  hasta  el  23  del  mes  de  octubre  del  año  1424, 
en  que  los  síndicos  ó  procuradores  y  personas  diputadas 
por  la  corte  general  de  Cataluña  le  quitaron  y  volvieron 
á  la  corona,  de  aquellas  cien  mil  libras  barcelonesas  que 
dieron  al  rey  don  Fernando,  en  las  cortes  que  celebró  el 
año  de  1410,  pagando  por  este  desempeño  cincuenta  mil 
florines,  esto  es,  los  treinta  y  dos  rail  de  contado  y  los 
diez  y  ocho  rail  quedaron  para  el  rey,  por  algunos  privi- 
legios les  concedió;  y  á  2  de  noviembre  de  1424,  los 
oficiales  y  ministros  del  rey  Alfonso,  hijo  del  rey  don  Fer- 
nando, tomaron  posesión  de  aquella  tierra,  que  se  la  dieron 
los  de  Lérida,  y  así  otra  vez  volvió  á  la  corona;  y  final- 
mente, por  merced  de  los  reyes,  lo  poseyeron  algún  tiempo 
los  de  la  casa  de  Luna,  y  doña  Francisca  Luisa  Fernandez 
de  Luna  lo  dio  en  dote  á  don  Diego  de  los  Cobos  ,  que 
se  mtituló  marqués  de  Camarasa,  de  quien  fué  hijo  don 
Francisco  de  los  Cobos  y  Luna,  también  marqués  de  Ca- 
marasa, que  por  sus  muchos  y  leales  servicios  que  hicieron 
al  emperador  Carlos  quinto  y  Felipe ,  su  hijo  y  nieto, 
han  merecido  estas  y  otras  mayores  honras  y  títulos,  que 
por  haberlos  adquirido  después  de  acabada  la  casa  de  ür- 
gel,-no  me  detengo  en  ellos,  dejándolo  para  quien  escribiere 
de  esta  noble  é  ilustre  familia,. 


(  á55  ) 

En  este  mismo  año  de  1396,  en  que  por  orden  del  rey 
don  Juan  se  desconcertó  la  venta  del  marquesado,  sucedió 
su  muerte,  un  viernes,  á  los  19  de  mayo  de  este  mismo 
año  de  1396,  y  no  de  1395,  como  afirman  muchos  autores; 
y  en  esto  no  hay  que  dudar,  porque  según  parece  en  los 
registros  de  este  rey,  era  vivo  en  el  dicho  mes  de  mayo, 
y  se  hallan  muchos  despachos  y  provisiones  suyas,  y  lo  sien- 
ten así  los  dietarios  antiguos  que  hoy  están  en  esta  ciudad, 
y  lo  afirman  fray  Fabricio  Gauberto,  el  doctor  Ulescas  en 
su  historia  pontifical,  Tomic,  San  Sovino,  Garibay  y  otros 
muchos;  y  el  haber  andado  errado  el  impresor  de  la  ge- 
nealogía de  los  condes  de  Barcelona,  en  la  muerte  de  este 
rey,  ha  hecho  errar  á  todos  aquellos  que  han  puesto  su 
muerte  en  el  año  1395, 

Venia  este  rey  de  Rosellon,  y  entró  á  cazar  en  el  bos- 
que de  Foxá;  llevaba  un  caballo  gran  corredor,  y  sintió 
que  los  cazadores  habian  levantado  una  loba  de  extraor- 
dinaria grandeza,  y  él,  codicioso  de  verla,  corrió  con  su 
caballo,  y  embebecido  en  la  caza,  tropezó  de  manera,  que 
él  y  el  rey  todos  dieron  en  tierra,  y  la  caida  y  golpe  fué 
tal  y  tan  grande,  que  el  rey  se  quebró  el  pescuezo  ,  y 
cuando  llegaron  á  socorrerle,  no  pudieron,  porque  le  halla- 
ron tendido  y  muerto.  De  esta  manera  murió  Felipe,  rey 
de  Francia,  tropezando  su  caballo  en  un  puerco;  así  mu- 
rió un  rey  de  Inglaterra  ;  así  Fulcon,  rey  de  Jerusalen,  Fa- 
vila, rey  de  Castilla,  y  otros. 

Sucedió,  por  su  muerte,  en  el  reino  el  infante  don  Martin 
su  hermano,  que  estaba  en  Sicilia,  donde  habia  pasado 
para  sosegar  algunos  movimientos  de  aquel  reino  y  redu- 
cirle en  servicio  del  rey  don  Martin,  su  hijo,  y  de  doña 


(  23G  ) 
María,   su  nuera,  reyes  de  Sicilia.  Dejó  el  rey  don  Juan 
dos  hijas,    la  una  era  doña    Juana,   que  era  casada  con 
Mateo,  conde   de  Foix,  y  la  otra  doña  Violante,  que  casó 
con  Luis,   duque  de  Anjou,   que   fué  rey  de  Ñapóles. 

No  pareció  bien  á  los  catalanes  que  debiera  heredar 
ninguna  de  las  dos  hijas  del  rey  don  Juan,  sino  su  her- 
mano; y  así,  consultado  entre  ellos,  y  sin  dar  razón  á  los 
otros  reinos,  fueron  al  palacio  donde  vivia  la  duquesa,  el 
arzobispo  de  Tarragona,  don  Bernardo  Galceran  de  Pinos  y 
los  concelleres  de  Barcelona,  que  eran  Juan  Serra,  Matías 
Castelló,  Arnaldo  Burges,  Pedro  Dusay  y  Jaime  Marquet,  y 
lleváronla  al  palacio  real  y  la  levantaron  por  reina  de 
Aragón,  y  como  á  tal  le  dieron  la  obediencia;  de  lo  que 
quedaron  mal  contentos  los  demás  reinos  de  la  Corona, 
porque  todos  querian  haber  su  parte  en  el  hecho.  Sobre 
todos  el  que  lo  sintió  mas  fué  el  conde  de  Foix,  que 
estaba  casado  con  la  hija  del  rey  don  Juan  ,  nacida  del 
primer  matrimonio;  y  determinó  pedir  su  derecho  con  ar- 
mas, y  alegaba  pacto  hecho  con  el  rey  don  Pedro,  que 
si  su  hijo  don  Juan  moria  sin  hijos  varones,  heredase  su 
hija  doña  Juana  ;  y  aunque  sobre  esto  envió  sus  emba- 
jadores á  los  reinos  de  la  corona  de  Aragón  ,  pero  no 
obraron  nada  y  se  fueron  mal  despachados,  y  claramente 
quedaron  desengañados  que  no  le  habian  de  admitir  por  rey;  y 
el  conde  de  Foix  entonces  juntó  gente  de  guerra  ,  por 
tomar  con  armas  y  fuerza  lo  que  él  pensaba  le  habian  de 
dar  de  grado.  Juntó  sus  huestes  en  el  vizcondado  de  Cas- 
tellbó,  que  era  suyo,  muy  vecino  de  Francia  y  del  con- 
dado de  Foix;  de  allí  vino  á  Organyá,  que  está  de  la  otra 
parte  del  Segre,  y  envió  las  compañías  de  á  caballo  á  Isona 


(  237  ) 

y  Vilanova  de  Mejá,  que  eran  de  la  tierra  del  marquesa- 
do de  Camarasa,  y  combatió  el  castillo  de  Camarasatres 
dias,  y  no  le  pudo  entrar,  porque  todos  los  vecinos  de  la 
villa  la  desampararon  y  se  hicieron  fuertes  en  él:  el  conde 
y  condesa  entraron  á  1 1  de  noviembre  en  Mejá ,  y  otro 
dia  corrieron  sus  gentes  hasta  Alos  y  Valldomar,  y  tomaron 
á  Clusa,  donde  se  habian  recogido  los  de  Argentona  y  Gual- 
ter,  y  delante  de  Vernet  pasaron  el  rio  Segre,  y  comba- 
tieron el  lugar,  que  estaba  á  cargo  de  don  Juan  de  Cardona, 
y  le  dieron  dos  combates,  y  él  se  llevó  tan  valerosamente, 
que  le  dejaron,  y  fueron  á  Artesa,  que  estaba  desamparado, 
y  corrieron  toda  aquella  comarca,  y  de  allí  fueron  á  Cu- 
bells  y  volvieron  á  Camarasa,  donde  llegaron  el  conde  y  la 
condesa  á  15  de  noviembre,  y  entraron  el  lugar  por  com- 
bate, porque  no  pudieron  resistir  los  que  le  defendian: 
aquí  prendieron  un  rico  hombre,  gran  servidor  del  conde 
de  Urgel,  que  se  llamaba  Ramón  Despes;  y  Bernardo  de 
Roda  y  Bernardo  de  Monsonis  y  los  demás  quedaron  con 
libertad,  porque  todos  hicieron  homenaje  á  la  condesa,  y 
la  reconocieron  por  reina.  Otro  dia  el  conde  y  condesa 
de  Foix  se  entraron  en  Camarasa,  y  don  Hugo  de  An- 
glesola,  con  mucha  gente  de  armas,  entró  en  Balaguer, 
donde  estaba  la  condesa  doña  Margarita,  con  sus  hijas: 
entonces  trescientos  hombres  de  armas  franceses  pasaron 
Segre  y  corrieron  aquella  tierra,  desde  Castellón  de  Far- 
fanya  hasta  Vilanova  de  Bellpuig,  y  combatieron  el  lugar 
de  la  Figuera,  y  no  le  pudieron  entrar  :  los  monjes  del 
monasterio  de  Nuestra  Señora  de  Bellpuig  llevaron  las  re- 
liquias y  plata  y  demás  ornamentos  de  la  iglesia  á  la  torre 
de  Ager.  Volviéronse   aquellos  trescientos  hombres  á  la  r¡- 


(  258  ) 
bera  del  Sió,  porque  la  tierra  del  vizcondado  era  muy 
áspera  y  habla  en  ella  muchas  torres  fuertes,  donde  ha- 
llaban mas  resistencia  de  la  que  ellos  pensaron,  y  así  la 
dejaron,  y  corrían  la  dicha  ribera  y  el  campo  de  Urgel, 
y  tomaron  el  lugar  de  Cidamunt.  El  conde  de  Urgel  se 
puso  en  Cervera,  con  la  mayor  parte  de  la  caballería  de 
Cataluña;  y  el  capitán  Bernardo  Bu^ot,  con  algunas  compa- 
ñías de  gente  de  armas,  salió  al  encuentro  á  algunos  pillarts 
que  robaban  la  tierra,  y  fueron  rotos  y  vencidos  á  26  de 
noviembre.  Detúvose  en  Cervera  el  conde  de  Urgel,  aguar- 
dando al  vizconde  de  Rocabertí  y  las  compañías  de  gente 
de  armas  que  estaban  repartidas  entre  Tárrega,  Verdú  y 
Anglesola;  y  porque  supo  que  el  conde  de  Foix  desam- 
])araba  el  lugar  de  Caraarasa,  para  venir  á  ponerse  en 
Castellón  de  Farfanya,  determinó  de  seguir  el  camino  que 
los  enemigos  llevasen,  con  toda  su  caballería,  porque  no 
pudiesen  desmandarse;  y  el  conde  de  Foix,  á  29  de  no- 
viembre, se  alojó  entre  Alguayre  y  Almenara,  porque  su 
fin  era  llegar  á  ponerse  sobre  Monzón  ó  Balbastro,  y  ha- 
cerse fuerte  en  una  de  aquellas  fuerzas,  por  ser  lugares 
tan  principales  y  cerca  de  las  montañas,  de  donde  le  habia 
de  entrar  socorro.  Luego  que  el  de  Foix  llegó  á  Castellón 
de  Farfanya,  mandó  alojar  la  mayor  parte  de  su  gente 
en  el  barrio  del  castillo,  habiéndose  asegurado  con  los  que 
estaban  en  defensa  de  él,  que  no  se  hiciesen  daño  los 
unos  á  los  otros,  porque  su  fin  era  pasar  su  camino  sin 
detenerse,  para  entrar  en  Aragón:  entonces  salió  el  conde 
de  Urgel  de  Tárrega,  con  intención  de  seguir  dos  cami- 
nos, el  uno  era  el  de  Lérida,  para  pasar  delante  de  los 
enetnigos,  y   el  otro  el  de   Balaguer,  y  desde  allí  seguirles: 


(  239  ) 
y  se  proveyó  que  don  Hugo  de  Anglesola,  que  estaba  en 
Balaguer  con  ciento  cincuenta  de  á  caballo  ,  de  los  que 
llamaban  bacinetes,  se  pusiese  delante  del  conde  de  Foix. 
Mientras  esto  pasaba  en  Cataluña,  los  aragoneses  tenian 
sus  juntas  y  se  apercibían  para  resistir  á  la  entrada  del 
conde  de  Foix,  y  ciertos  que  de  Cataluña  hablan  de  entrar 
en  aquel  reino,  alistaron  mucha  gente  y  nombraron  por 
capitán  general  al  conde  de  Urgel ;  y  á  la  fin  del  raes 
de  noviembre  entraron  los  condes  de  Foix  ,  con  su 
ejército,  en  el  reino  de  Aragón,  y  se  intitulaban  reyes. 
Traían  pendones  reales  con  las  divisas  de  aquel  reino  y 
principado  de  Cataluña,  que  eran  la  cruz  de  san  Jorje, 
con  cuatro  cabezas,  y  los  cuatro  palos  rojos  en  campo  de 
oro;  pusiéronse  sobre  Balbastro,  y  con  gran  furia  dieron 
combate  al  arrabal  y  le  entraron,  y  se  alojaron  los  condes 
en  él,  y  los  vecinos  se  subieron  á  lo  mas  alto  de  la  ciudad, 
por  ser  lo  mas  fuerte,  y  se  defendieron  muy  valientemente; 
y  aunque  puso  el  conde  toda  su  fuerza  en  combatir  el  lu- 
gar, por  ser  el  pueblo  mas  principal  que  habia  emprendido, 
y  quería  conservarse  en  él  aquel  invierno,  hasta  que  vi- 
niesen nuevos  socorros,  y  por  esto  hacia  lo  posible  para 
entrarle,  y  fué  de  gran  importancia  haberse  entrado  den- 
tro de  él,  pues  que  se  ganó  el  arrabal  con  doscientos  ba- 
llesteros; un  caballero  aragonés,  que  se  llamaba  Juan  Abar- 
ca, defendió  bravamente  aquella  plaza,  y  el  conde  de  Ur- 
gel, que  vino  en  seguimiento  del  conde  de  Foix,  se  puso 
en  Monzón  y  mandó  entrar  dentro  á  fray  Alemán  deFoxá, 
comendador  de  Monzón,  con  treinta  caballeros  catalanes  que 
estaban  con  él:  estos  entraron  un  viernes  después  de  me- 
dia noche,  sin  recibir  daño  alguno,    en  la  fuerza  de  Bal- 


(  240  ) 
baslro,  y    luego    se  estrechó    el  cerco,   y   se  tomaron   los 
pasos  y  caminos,  y  comenzaron  las  compañías  de  gente  de 
armas  á  correr  el  campo,  de  suerte,   que  no  les  pudo  en- 
trar otro  socorro;  y   el    conde  de  Foix   pasó  con  su  ca- 
ballería hasta  la  puente  de  Monzón,  creyendo  que  saldrían 
los  del  conde  de  Urgel,  y   corrían  toda  aquella  comarca, 
\  ponían   en  orden    toda    su  artillería    para   combatir   la 
fuerza  de  Balbastro,  mas   como  allí  hallaron  tal  resistencia, 
comenzaron  á  publicar  que  queria  el  conde  invernar  en  las 
riberas  del  Ebro,  y  que  en  la  primavera  tendría  tales  hom- 
bres de  armas,   que    darian   la  batalla  ó,  esperarían  á   ver 
quien  segaría  los  trigos.   Pusieron  en  tanto  'estrecho  á  los 
de  la    fuerza;    que  no   les  dejaban  coger  agua,  de  la  cual 
tenian  gran  falta,  y    un  dia,   que   fué  á  4  de  diciembre, 
hubo  entre  ellos,  sobre   el  tomar   el  agua  ,  una  brava  es- 
caramuza, de  la  cual  salieron  muchos  heridos,  y  faltó  po- 
co  que  no  se  llegase  á   pelear  de  poder  á  poder;   y  esto 
era  en  ocasión  que   el  conde  de  Foix  sentia  falta  de  bas- 
timentos y  tenia  poca  esperanza  de  tomar  la  fuerza  de  Bal- 
bastro, por  lo  mucho  se  defendían  los  que  estaban  dentro; 
y  por  esto,   á  5  de  diciembre,  se  desalojó  el  conde  del  ar- 
rabal, y  tomó  el  camino  de  Huesca.  Cuando  el  conde  de 
tJrgel,  que  estaba  en    Monzón,  tuvo  aviso   de  esto,   envió 
delante,  para  que  se  entrasen  en  Huesca,  algunas  compañías 
de   gente  de  armas,   que   eran  hasta  doscientas   cincuenta 
lanzas;  y  porque  él  no   tenia  tanta  gente,  que  pudiese  dar 
la  batalla  al  conde  de  Foix,  ni  para  esperarle  en  el  cam- 
po, y  no    habia    fuerza  en  el  camino  de   Huesca,  adonde 
se  pudiese   hacer  fuerte   con   la  gente  que  tenia,  quedóse 
entonces  en   Monzón,   y  después,  á  9  de  diciembre,   salió 


(  241  ) 
con  su  caballería  y  tomó  el  camino  de  Huesca,  en  segui- 
miento de  los  enemigos,  que  no  se  detuvieron  en  Huesca 
ni  sus  términos,  é  hicieron  jornada  á Bolea,  y  de  allí,  un 
sábado  por  la  mañana ,  se  entraron  en  Ayerbe  ;  pero  no 
osó  tentar  el  castillo,  así  por  faltarle  la  gente  que  aguar- 
daba de  Francia,  como  también  porque  el  conde  de  Ur— 
gel  iba  siguiendo  el  mismo  camino,  y  se  quedó  en  Huesca. 
El  dia  que  el  de  Foix  llegó  á  Ayerbe,  se  estuvo  quedo, 
y  el  dia  siguiente  salieron  dos  mil  de  á  caballo,  que  tala- 
ron toda  aquella  comarca.  El  reino  de  AragoH  estaba  todo 
puesto  en  armas,  y  nadie  habia  que  se  mostrase  por  el  de 
Foix,  y  conociendo  lo  poco  que  aprovechaban  sus  armas, 
se  desalojó  de  Ayerbe  y  se  fué  al  reino  de  Navarra,  con 
pensamiento  de  entrarse  en  Bearne;  y  los  del  conde  de 
Urgel  y  toda  la  mas  gente  que  estaba  levantada  le  fueron 
siguiendo,  y  mataron  mucha  gente.  Esta  retirada  se  de- 
bió al  conde  de  Pallars,  á  Arnau  Guillen  de  Bellera,  al  obis- 
po de  Urgel,  don  Francisco  de  Eril  y  Ramón  de  Guimerá, 
que  estaban  en  el  condado  de  Pallars,  por  impedir  no  en- 
trasen mil  doscientos  hombres  que  venian  en  socorro  del 
de  Foix,  y  como  hallaron  ocupado  el  paso,  no  osaron 
entrar  ,  ni  otros  que  venian  por  Capsir  y  Conflent ,  por- 
que allá  también  hallaron  impedimento.  En  esto  paró  la 
entrada  del  conde  de  Foix  en  el  principado  de  Cataluña; 
y  aunque  no  fué  generalmente  grande  el  daño  que  dieron, 
pero  no  dejaron  de  sentirlo  mucho  las  villas  y  lugares  del 
condado  de  Urgel,  por  do  pasó,  y  fueron  los  que  sin- 
tieron los  daños  é  incomodidades  de  la  guerra,  que  de  tan 
poco  provecho  fué  para  el  conde  y  su  mujer,  que  mas  pa- 
recia  que  venian   confiados  de  su  derecho,  que  de  su  poder; 


(  242  ) 
y  el  fruto  que  sacaron  fué,  á  la  postre,  que  el  rey  don 
Martin   les  confiscó,  como   á  vasallos  rebeldes   y  culpados 
de  crimen  de  lesa  majestad,  el   vizcondado  de  Castellbó, 
con  todo  lo  demás  que  tenían  en  Cataluña. 

No  paró  en  esto  la  pretensión  del  de  Foix,  antes  en  el 
año  de  1398,  estando  el  rey  celebrando  cortes  en  Aragón, 
entraron  algunas  compañías  de  gente  suya,  y  combatieron 
y  escalaron  la  villa  de  Tiermas,  que  está  en  frontera  de 
Navarra,  y  el  rey  mandó  al  conde  de  ürgel  y  marqués  de 
Villena,  que  se  apercibiesen,  porque  él  en  persona  que- 
ría salir  con  ellos;  pero  hallaron  los  que  habian  entrado 
tal  resistencia,  que  se  hubieron  de  volver  por  donde  ha- 
bian venido,  y  el  rey  mandó  reparar  la  villa  de  Tier- 
mas, que  quedaba  algo  derruida  de  los  combates  le  ha- 
bian dado. 

Habia  muchos  príncipes  que  deseaban  casar  con  la  in- 
fanta doña  Isabel,  y  algunos  de  ellos  ya  en  vida  del  rey 
don  Pedro  lo  pusieron  en  trato;  y  el  que  lo  llevó  mas 
adelante  fué  Ladislao,  que  después  fué  rey  de  Ñapóles, 
hijo  del  rey  Carlos  de  Durazo  y  de  la  reina  doña  Margarita, 
su  mujer;  y  por  eso  enviaron  á  Barcelona  á  Antonio  de 
Carleto,  capellán  de  su  casa,  para  tratar  y  concluir  este 
matrimonio,  que  no  tuvo  efecto;  y  el  rey  casó  con  una  hija 
de  Man f redo  de  Claramente,  conde  de  Módica,  que  después 
repudió,  y  tuvo  tras  esta  otras  dos  mujeres,  María,  herma- 
na del  rey  de  Chipre,  y  María,  princesa  de  Taranto,  y  de 
ninguna  de  ellas  quedaron  hijos :  después,  en  vida  del  rey 
don  Juan,  trató  de  casar  con  Juan  de  Lusiñano,  príncipe 
de  Antioquía,  hijo  primogénito  y  sucesor  de  Jaime  de  Lu- 
siñano, rey  de  Chipre,  y  el  trato  de  este  matrimonio  llegó 


(  243  ) 
muy  adelante,  y  vino  á  Cataluña  Juan  de  Lusiñano  ,  se- 
ñor de  Banic,  sobrino  del  rey  de  Chipre,  con  muy  lucido 
acompañamiento,  y  el  rey  habia  enviado  á  Chipre  á  don 
Ramón  de  Perellos,  vizconde  de  Roda,  gran  servidor  del 
rey  don  Juan,  y  tan  cuidadoso  del  estado  de  su  alma,  que 
por  saberlo,  pasó  á  Hibernia,  y  bajó  al  purgatorio  de  san 
Patricio,  y  vio  al  rey,  y  le  habló,  según  lo  testifica  fray 
Fabricio  Gauberto,  en  su  historia  de  Aragón,  y  parece  en 
las  memorias  del  convento  de  San  Francisco  de  Perpiñan, 
donde  está  sepultado  este  animoso  caballero,  fidelísimo  ser- 
vidor del  rey  don  Juan;  y  Ramón  Fivaller,  ciudadano  de 
Barcelona,  y  don  Ramón  Alamany  de  Cervelló  fueron  á 
Chipre,  pero  por  sobrevenirla  impensada  y  repentina  muer- 
te de  aquel  rey,  no  tuvo  efecto  el  matrimonio:  y  cierto 
parecia  que  no  era  voluntad  de  nuestro  Señor,  que  esta 
señora  fuera  reina,  que  tres  veces  se  vio  á  pique  de  serlo; 
antes,  en  vez  de  ello,  hubo  de  contentarse  de  ser  hija  y 
hermana  de  tres  reyes.  Después,  en  vida  del  rey  don  Mar- 
tin, se  habló  de  casarla  con  don  Jaime  de  Aragón,  hijo 
y  sucesor  del  conde  don  Pedro  de  Urgel ,  y  pusiéronse 
por  tratadores  la  reina  doña  María  ,  mujer  del  rey  don 
Martin,  y  el  rey  don  Martin  de  Sicilia,  hijo  de  los  reyes 
don  Martin  y  doña  María  de  Aragón;  y  con  tales  media- 
neros, quedó  el  matrimonio  concluido,  y  en  el  año  de  1405, 
á  18  de  julio,  en  el  palacio  real  de  Barcelona,  presentes 
don  Juan  Martin  deMabrillo,  obispo  de  Huesca,  confesor 
del  rey,  dori  Jaime  dePrades,  condestable  de  Aragón,  don 
Juan  de  Cardona,  almirante,  don  Pedro  Cervelló,  y  fray 
Pedro  de  Villacressa,  maestro  en  sagrada  teología,  del  or- 
den de  menores,  embajadores  del  rey  de  Castilla;  de  Pe- 


(  244  ) 
ílro  de  Torrelles,  de  JuanDesplá,  tesorero  del  rey,  de  Ra- 
món Cavall^  Francisco  Marquet  y  Pedro  Marquety  Pedro 
Bertrán,  concelleres  primero,  tercero  y  quinto  de  la  ciu- 
dad de  Barcelona,  se  publicaron  los  capítulos  matrimoniales, 
y  firmaron  aquellos  los  reyes  don  Martin  de  Aragón  y  don 
Martin  de  Sicilia,  su  hijo,  y  por  el  conde,  micer  Pedro 
Taraban,  micer  Tristany  de  Lu^a  y  Juan  Magueri,  notario, 
como  á  procuradores  del  conde  don  Pedro.  El  dote  fue- 
ron cincuenta  mil  libras  barcelonesas,  que  el  rey  don  Pe- 
dro le  habia  dejado  en  su  testamento;  y  se  aseguró  esta  do- 
te en  las  cortes  que  el  rey  celebró  en  Aragón,  el  año  de 
1380,  y  estas  se  pagaron  de  esta  manera  y  con  los  pactos 
siguientes: 

Que  veinte  y  cinco  mil  libras,  de  estas  cincuenta  mil, 
hayan  de  ser  del  hijo  que  fuere  conde  de  Urgel,  y  las  de- 
más haya  de  distribuir  entre  los  demás  hijos,  salvo  diez 
mil  florines,  de  que  pueda  hacer  á  su  albedrío. 

Que  si  acaso  tuviere  hijos  de  otro  matrimonio,  á  mas  de 
los  que  nacieren  del  presente,  quieren  que  el  que  fuere  con- 
de de  Urgel  tenga  y  esté  heredado  en  doce  mil  y  quinientas 
libras,  y  otras  doce  mil  y  quinientas  sean  de  los  otros  hi- 
jos, y  que  pueda  disponer  á  su  voluntad  de  las  restantes 
veinte  y  cinco  mil  libras. 

Que  sino  tuviere  hijos,  pueda  testar  la  infanta  de  veinte 
mil  libras,  y  las  treinta  mil  vuelvan  al  rey  de  Aragón. 

Pagóse  este  dote  en  esta  forma: 

Treinta  y  siete  mil  y  quinientas  libras,  por  todo  el  mes 
de  abril  siguiente,  en  el  lugar  que  escogiere  el  conde  don 
Pedro:  y  en  caso  no  se  cumpla,  se  pone  el  rey  dos  mil  flo- 
rines de  pena,  y  por  esto  obliga  el  dominio  alodial  y  directo, 


(  24o  ) 
las  potestades  ó  tenencias  y  demás  derechos  le  competen  y 
tiene  en  el  condado  de  Urgel,  por  razón  del  feudo  y  directo 
dominio,  y  esto  sin  retención  alguna;  y  quiere  que  en  di- 
cho caso  el  conde  lo  tenga  en  franco  y  libre  alodio,  hasta 
que  sea  pagado  de  las  dichas  treinta  y  siete  mil  y  qui- 
nientas libras,  y  de  los  dos  mil  florines,  y  de  las  costas  se 
hicieren  para  cobranza  de  ellas. 

Por  las  restantes  doce  mil  quinientas  libras,  le  vende  el  rey 
á  carta  de  gracia  el  dominio  alodial  y  directo  y  tenencias 
de  la  ciudad  de  Balaguer,  villas  y  lugares  que  ql  conde  tiene 
en  feudo  por  el  rey. 

El  conde  don  Pedro  hace  donación  á  don  Jaime,  su  hijo, 
del  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  y  se  reserva 
para  poder  disponer  de  ellos  en  favor  de  la  condesa  doña 
Margarita,  su  mujer,  dos  castillos  y  villas  del  condado,  que 
él  escogiere,  como  no  sean  Balaguer  y  Agramunt,  y  treinta 
mil  libras  jaquesas:  y  si  de  don  Jaime  no  quedaren  hijos, 
ó  quedaren  sin  llegar  á  edad  detestar,  todo  lo  donado  vuel- 
va á  él  ó  á  su  heredero;  y  si  no  quedare  hijo  varón,  sino 
hija,  que  don  Jaime  ó  el  que  sucediere  en  el  condado  la 
haya  de  casar,  según  su  estado  y  calidad;  y  no  quedando 
hijos,  solo  pueda  disponer  don  Jaime  de  diez  mil  florines, 
y  que  el  conde  don  Pedro  haya  de  sustentar  á  los  novios 
y  su  familia,  y  en  caso  de  discordia  y  separación,  les  dé 
la  cuarta  parte  de  su  hacienda  ,  quitados  los  cargos  y 
censales. 

A  la  infanta  se  aseguraron  dos  mil  florines  de  renta  so- 
bre las  baronías  y  lugares  de  Bufiol  ,  Mecastre  ,  Zulla  , 
Setaygues,  Jatava,  Alborralg  y  Binibonell  ,  en  el  reino 
de  Valencia;    v  las  baronías  de  Cervelló,  San  Vicens  deis 


(  24()  ) 
Horts  y  las  villas   de  Granollers  y  Caldes  y  Piera,  en  Ca-» 
taluña. 

El  screix  fueron  quince  mil  libras,  y  que  muerto  el  con- 
de, le  posea  de  vida,  y  muerto,  sea  de  los  hijos  de  aquel 
matrimonio,  y  no  habiéndoles,  vuelvan  al  heredero  del  con- 
de; y  por  esto  obligan  las  dichas  baronías  y  lugares,  hasta 
que  sea  del  todo  pagado:  y  porque  estaban  en  grado 
de  consanguinidad,  el  rey  prometió  que  á  sus  costas  alcan- 
zaria  legítima  dispensación  de  la  sede  apostólica,  y  que  la 
boda  se  celebrase  un  mes  y  medio  pasado  el  mes  de  abril, 
y  que  si  el  dote  se  pagaba  antes,  que  sea  antes  la  boda: 
sálvase  empero  el  rey  el  dominio  supremo  que  tiene  so- 
bre el  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager,  y  no  quiere 
que  en  cosa  sea  perjudicado  ni  disminuido,  sino  en  lo  que 
queda  dicho  y  pactado,  y  esto  por  asegurar  que  el  conde 
no  pensase  estar  exento,  él  y  sus  estados,  de  la  jurisdicción 
del  rey;  y  con  estos  pactos  quedó  concluido  este  matrimo- 
nio, aunque  no  se  efectuó  hasta  el  año  siguiente. 

A  24  de  noviembre  del  año  1406,  murió  en  la  ciudad 
de  Barcelona  doña  Sibila  Forciana,  reina  de  Aragón  , viuda 
del  rey  don  Pedro,  y  madre  de  la  infanta  doña  Isabel: 
murió  religiosa  profesa  de  la  tercera  orden  de  San  Fran- 
cisco, y  parece  que  por  alivio  de  sus  trabajos  pasados  y 
porque  no  viera  los  que  sucedieron  á  su  hija  y  nietos,  la 
quiso  llevar  Dios  de  este  mundo  después  de  haber  visto 
casi  concluido  el  casamiento  de  la  infanta,  su  hija.  El  dia 
siguiente  fué  sepultada  en  la  iglesia  de  San  Francisco  de 
Barcelona,  junto  al  altar  mayor,  que  llamaban  de  san  Nico- 
lás, con  el  hábito  de  la  orden,  en  un  sepulcro  de  mármol 
donde  habia  estado  sepultado  el  rey  don  Alfonso,  su  suegro, 


(  247  ) 
que  había  ya  dias  le  trasladaron  á   san   Francisco  de  Lé- 
rida,   donde  habia  escogido  su  sepultura.  Hízosele  á  esta  se- 
ñora el  entierro  con  tan  cumplida  solemnidad  y  ceremonia, 
como  era  costumbre  á  las  mujeres  de  los  reyes. 

Dilatábase  de  cada  dia  el  casamiento  de  la  infanta  con 
don  Jaime,  y  el  conde  don  Pedro  se  cansaba  de  tanta  di- 
lación, y  á  19  de  abril  de  1407  lo  prorogó  el  rey,  que 
estaba  en  Valencia,  hasta  5  de  mayo,  y  aun  ese  dia  no 
se  efectuó;  y  el  conde  le  habia  enviado  un  caballero  de  su 
casa,  llamado  Juan  de  Leytago,  que  solicitaba  con  grande 
instancia;  y  el  rey,  viendo  la  priesa  del  conde,  dijo  al  em- 
bajador, que  si  el  conde  no  quería  mas  prorogar  la  boda, 
que  tomase  la  infanta  y  se  la  llevase,  y  que  si  hasta  aquel 
punto  lo  habia  dilatado,  habia  sido  con  pensamiento  de 
solemnizar  la  boda,  que  queria  fuese  muy  solemne,  por- 
que no  le  quedaba  á  él  otra  hermana  que  casar,  ni  tenia 
persona  mas  allegada  después  del  rey  de  Sicilia,  su  hijo;  y 
á  6  de  junio  de  1407,  partió  la  infanta  de  Barcelona  pa- 
ra Valencia;  y  después,  estando  el  rey  en  Barcelona,  para 
que  el  conde  don  Pedro  entendiese  lo  mucho  que  estimaba 
á  su  hijo  don  Jaime,  le  hizo  lugarteniente  suyo  en  el  reino  de 
Aragón,  dándole  amplísimo  poder  para  que  remediara  cier- 
tos bandos  se  habian  suscitado  en  la  ciudad  de  Huesca:  yo 
creo  debió  remediarlo,  porque  no  hallo  en  los  autores  que 
tengo  visto  memoria  de  estos  bandos,  argumento  cierto,  que 
con  la  prudencia  del  conde  se  puso  paz  entre  las   partes. 

Este  mismo  año  de  1407,  dia  de  san  Pedro,  en  el  real 
de  la  ciudad  de  Valencia,  se  consumó  el  matrimonio  entre 
don  Jaime  y  la  infanta  doña  Isabel;  y  entonces  todos  los  pue- 
blos del  señorío  del   conde  dieron,  según  su  posibilidad  y 


(  248  ) 
amor,  para  los  gastos  de  esta  fiesta,  que  fué  muy  grande* 
porque  el  conde  don  Pedro  quiso  hacer  demostración  de 
su  grandeza  para  festear  el  casamiento  tan  alto  habia  hecho 
el  conde  su  hijo,  y  asistieron  en  aquella  ocasión,  en  Valen- 
cia, casi  toda  la  nobleza  de  los  reinos  de  la  corona  de  Ara- 
gón, por  dar  gusto  al  rey  don  Martin,  que  gustaba  se  so- 
lemnizase esta  boda,  por  estimar  mucho  á  su  hermana. 

Hallo  en  memorias  antiguas,  que  el  rey  mandó  enviar  á 
la  ciudad  de  Balaguer  treinta  y  siete  mil  quinientas  libras, 
moneda  de  Barcelona,  que  eran  parte  de  las  cincuenta  mil 
libras  del  dote  de  la  infanta,  y  sobre  el  contar  y  peso  de 
aquella  hubo  algunos  disgustos,  y  envió  el  rey,  por  su  par- 
te, á  Pericón  Ferrer  á  Balaguer,  que  la  pesó  y  contó  mu- 
chas veces,  y  de  aquí  comenzó  el  rey  á  enfadarse  de  la 
casa  de  los  condes  de  Urgel,  que,  aunque  tan  cercanos  cu 
parentesco,  no  habia  entre  ellos  el  amor  muy  verdadero; 
y  después  á  30  de  mayo  de  1410,  mandó  el  rey  don  Mar- 
tin al  maestro  racional,  pasase  á  miccr  Juan  Desplá,  su  te- 
sorero, en  cuenta,  veinte  y  cinco  florines  habia  pagado  al 
Pericón  Ferrer,   por  el  efecto  queda  dicho. 

El  año  siguiente  de  1408,  en  el  mes  de  junio,  murió 
en  el  castillo  de  Balaguer  el  conde  don  Pedro  de  Aragón, 
siendo  ya  de  anciana  edad:  fué  hombre  muy  sabio,  valiente 
y  rico;  dejó  grandes  tesoros  y  riquezas,  y  de  los  condes  de 
Urgel,  antecesores  suyos,  fué  el  que  poseyó  mejores  esta- 
dos, lugares  y  rentas.  La  ciudad  de  Gerona  le  habia  ven- 
dido un.  censal  de  pensión  ocho  mil  sueldos;  y  don  Miguel  de 
Gurrea  y  doña  María  Alvarez  de  Mendoza,  y  los  lugares 
de  Antillon,  Orviego,  Ceylles,  Ponga,  San  Garren  y  olro:^ 
le  hacian  otro  censal  de  pensión  quince  mil  quiíuenlos  diez 


(  249  ) 
y  seis  sueldos  y  ocho  dineros,    que  por    aquel  tiempo  era 
una  grande  renta.  Sin  el  condado  de    Urgel  y  vizcondado 
de     Ager,    en    Cataluña ,   tenia   las  baronías   de   Cervclló 
y    San   Vicente  ,   vecinas    de  Barcelona ,  y  las    villas    de  - 
Granollers,    Caldos,   Piera   y  otras:   en   el  reino    de   Va- 
lencia, las   baronías  y   lugares   de  Bufiol ,    Mecastre,   Se- 
taygues,  Jatava,  Alborratg,   Benibonet  y  otros;  en  el  reino 
de  Navarra,  algunos  pueblos  que  fueron  de  la  casa  de  En- 
tenca;  en  el  reino  de  Aragón,  á  mas  de  las  baronías  de  En- 
ten^a  y  Antillon,   que  fueron  de  doña  Teresa,  tuvo  los  lu- 
gares de  Fraga,    Vallobar  y  otros,   que  fueron  de  su  tío, 
el  infante  don  Fernando;  en  Lombardía  tenia  la  ciudad  de 
Aque,  que  fué  el  dote  de  la  condesa  doña  Margarita,   su 
mujer.  Sin  esto  tenia  gran  provecho  y  rentas  de  los  ga- 
nados, que  por  ser  el  condado  de  Urgel  tan  abundante  de 
pasturas,  le  rentaban  gran  dinero;   de  joyas,   colgaduras  y 
otras  alhajas  semejantes  habia  tanta  abundancia,  que  tenia 
mas  de  diez  castillos  tan  bien  alhajados,  que  en  cualquier 
ocasión  llegara  el  rey  á  ellos  se  pudiera  aposentar  con  toda  su 
casa.  Batió  en  su  tiempo  mucha  moneda,  que  llamaban  ma- 
neta agrimumtensis  ó  denarü  cornuales  Urgelli,  y  se  aventajó 
mas  en  la  mixtura  á  la  que  habian  batido  los  condes  pasa- 
dos, porque  echó   en    ella  mucha  plata,   y  así  corria  por 
gran  parte  de  Cataluña,   Aragón  y   Valencia :    del  quilate, 
forma  y  marca  de  ella  diré  mas  abajo,  en  que  trato  de  es- 
to. Escribe  Laurencio  Valla,  en  su  historia,  que  el  conde 
don  Pedro  gustaba  mucho   de  tener  atesorado  mucho  dine- 
ro de  oro  y  plata  de  diversos  reinos  y  provincias,  y  esto  en 
gran  abundancia:  teníalo  en  escritorios  y  arquillas ,  y  tan  apre- 
tados  unos  con  otros,  que   era  imposible  poderlos  sacar  con 

TOMO    X.  17 


(  2o0  ) 
las  manos,  porque  los  metia  por  fuerza,  de  canto  y  en  rin- 
glera, apretándolos  y  entremetiéndolos  con  martillo;  y  cuan- 
do llegaban  á  Castelló  algunos  forasteros  ,  les  preguntaba 
qué  genero  de  moneda  querian,  y  pidiendo  ellos  de  la  que 
corría  en  la  región  donde  iban,  los  entraba  en  su  tesoro  y 
ofrecía  de  la  que  ellos  pedían;  pero  como  estaban  tan  acho- 
cados, era  imposible  sacarlos  con  las  manos;  y  de  estas  bur- 
las tomaba  él  gran  gusto,  y  mucho  mayor  de  que  corriera 
por  el  mundo  la  fama  de  su  riqueza.  Hablando  de  las  que 
halló  el  conde  don  Jaime,  su  hijo,  dice;  Habiierat  Ule  a  pa- 
ire relicta  scrinia,  aureis  argente'isque,  pro  regionum  diversita- 
le,  nummismatis  refería,  el,  quodfando  vix  cognitumest,  molleo 
cunéala;  idque  non  avarilioi  modo,  sed  lusus  et  contumelioB  gra- 
tia.  Hospites  enim,  qui  permulli  ad  eum  familiariter  diverle- 
hant,  sciscitahalur  cujusnam  generis  peccunia  indigerent;  res- 
pándenles  ejus  generis  ut  in  quam  quisque  prorvinciam  iler 
haberetf  adducehat  ad  scrinia,  el  quanlum  vellenl  caperejuhehal, 
frustraque  conanles  capera  deridebat,  et  hos  sibi  de  amicis 
jocos  comparabat. 

Fué  muy  enemigo  de  seguir  la  corte  de  los  reyes ,  y  se 
apartó  de  ellos  todo  lo  posible,  escarmentado  del  mal  ha- 
bía sucedido  álos  infantes  don  Jaime,  su  padre,  y  don  Fer- 
nando, su  tio,  el  haberse  tanto  acercado  con  el  rey  don  Pe- 
dro; y  aunque  después  de  muerto  este  rey,  el  rey  don  Juan, 
su  hijo,  fué  mas  pacífico  y  benigno  que  su  padre,  pero  su 
condición  tan  pródiga  le  desagradó  tanto  como  la  bullicio- 
sa é  inquieta  del  rey,  su  padre;  y  excusara  el  haber  de 
asistir  á  los  reyes,  si  el  deudo  tan  cercano  y  feudos  tenia  no 
le  obligaran  á  ello. 

Casó  el  conde  don  Pedro  dos  veces,  la  primera  con  doña 


(  251  ) 
Beatriz  de  Cardona,  hija  de  don  Hugo  Folc,  primer  conde 
de  Cardona,  y  de  doña  Blanca  de  Aragón,  hija  del  infante 
don  Ramón  Berenguer,  hijo  del  rey  don  Jaime  el  segundo. 
A  10  de  diciembre  de  1359,  se  hicieron  los  cápitulos  de 
este  matrimonio  en  Cervera,  en  la  iglesia  de  los  frailes  claus- 
trales de  San  Francisco,  que  el  dia  presente  tienen  los  padres 
Mínimos.  El  dote  fué  treinta  mil  libras,  moneda  barcelonesa 
de  terno;  la  paga  fué  luego  cinco  mil  libras,  diez  mil  el  dia 
que  el  matrimonio  fuese  solemnizado  in  facie  sanclw  maíris 
Ecclesice,  cinco  mil  libras  dentro  de  dos  años,  esto  es,  la  mi- 
tad cada  fin  de  año,  y  diez  mil  libras  después  de  muerto 
el  conde  de  Cardona,  dentro  de  cuatro  años,  esto  es,  dos 
mil  quinientas  libras  cada  fin  de  año;  y  hablan  de  ser  las  pa- 
gas en  el  lugar  de  Castelló  de  Farfanya;  y  muriendo  el  viz- 
conde sin  hijos,  la  hace  heredera  á  ella  y  á  sus  hijos  del  viz- 
condado  de  Cardona.  El  esponsalicio  ó  screix^  que  decimos, 
fueron  diez  mil  libras  barcelonesas:  el  dote  fué  asegurado 
por  doña  Cecilia,  como  á  tutora  del  conde,  sobre  los  luga- 
res y  castillos  de  Pons,  Altes,  Uliana,  Ciurana,  Vilaplana, 
Uliola,  Puigvert,  Viures,  Colfret,  Anya,  Locats,  toda  la  ho- 
nor de  Lavansa,  y  sobre  todos  los  castillos  y  lugares  y  dere- 
chos que  el  dicho  conde  tenia  dentro  las  procuraciones  de 
Pons,  Puigvert,  Uliola  y  Monmagastre,  que  era  el  archivo 
de  los  condes  de  Urgel.  Era  el  conde  don  Pedro  menor  de 
veinte  años  y  mayor  de  diez  y  seis,  y  doña  Beatriz,  á  19  del 
mes  de  diciembre,  en  el  dicho  monasterio,  fué  con  gran  so- 
lemnidad emancipada,  habiendo  convenido  á  aquel  auto  mu- 
chos caballeros  y  personas  de  cuenta ,  entre  ellos  Be- 
renguer de  Ribelles,  Arnaldo  deEril,  Arnaldo  de  Miralles  y 
otros  muchos,  y  después,  á  22  del  mes  de  agosto  de  1363, 


(  252  ) 
se  celebró  el  matrimonio  en  la  iglesia  de  san  Vicente  de  Car- 
dona, por  Francisco,  abad  de  Ager.  Estaban  allá  don  Juan, 
conde  de  Ampurias,  don  Pedro  de  Anglesola,  Berenguer  de 
Ribelles,  Dalmau  de  Queralt,  Berenguer  Ramón  de  Cervelló 
y  muchos  otros.  Están  estos  autos  en  la  escribanía  del  rec- 
tor de  Cardona,  y  copia  de  ellos  en  el  archivo  de  Arbeca. 
En  Guisona,  á  25  de  diciembre  de  1371,  hizo  su  testamen- 
to, y  en  él  heredó  á  su  padre,  y  á  su  madre  legó  diez  mil 
libras,  y  otras  diez  mil  al  conde,  su  marido,  y  dejó  funda- 
dos beneficios  en  la  iglesia  de  San  Vicente  de  Cardona,  uno  so 
invocación  de  San  Luis,  y  otro  so  invocación  de  Santa  Inés, 
Dejó  su  cuerpo  á  dicha  iglesia.  Hallo  memoria  en  el  libro 
del  monasterio  de  San  Vicente  de  la  villa  de  Cardona,  que,  á 
2  de  los  idus  de  marzo  de  1383,  fueron  trasladados  sus 
huesos  en  dicho  monasterio,  y  no  dice  la  memoria  de  dónde 
fueron  sacados.  Después  casó  con  doña  Margarita,  hija  de 
Juan,  marqués  de  Monferrat,  y  descendiente  por  línea  legí- 
ma  de  los  emperadores  orientales:  habia  ya  entre  ellos  algún 
parentesco,  porque  este  príncipe  habia  casado  con  hija  del 
rey  de  Mallorca;  y  por  mayor  claridad  de  la  que  voytratan- 
tando,  pintaré  aquí  el  árbol  de  los  marqueses  de  Monferrat, 
porque   parezca  la   gran  nobleza  y  calidad  de  esta  señora. 

Witikindo,  que  ocupa  el  primer  grado  y  lugar  de  esta 
genealogía,  fué  cuarto  hijo  de  Teodorico,  conde  Ringel- 
himiense  y  nieto  de  Witikindo,  gran  rey  de  Sajonia:  este 
príncipe  y  su  mujer  fueron  á  visitar  el  sepulcro  del  após- 
tol Santiago,  y  continuando  en  peregrinación,  murieron  en 
Italia. 

Alramo,  hijo  de  Witikindo,  quedó  en  Italia  sin  padre 
ni  madre,  siendo  aun  muy  niño,  valia  fué  criado  y  se  casó 


(i2o3  ) 
con  una  hija  del  emperador  Otón  I,  que  se  llevó  sin  vo- 
luntad del  padre,  por  solo  consentimiento  de  ella  ;  y  te- 
miendo los  dos  la  justa  indignación  de  él,  anduvieron  mu- 
cho tiempo  escondidos,  y  pasaron  lo  mas  tiempo  disfrazados 
junto  á  un  castillo  llamado  Garrecio,  y  antiguamente  Monjar- 
dino,  en  Lombardía ,  y  después  fueron  descubiertos,  y  el 
emperador,  olvidando  lo  que  habia  pasado,  les  tomó  en  su 
gracia  y  le  dio  el  ducado  Taurinaciense  y  Eporregiense,  y 
le  creó  primer  marqués  de  Monferrat.  Esta  hija  del  empe- 
rador la  nombraron  Adelayda  ó  Aloysia  ó  Alesia  ó  Falisca. 

De  este  matrimonio  nacieron  siete  hijos,  y  á  cada  uno  de 
ellos  dio  el  emperador,  su  abuelo,  un  marquesado;  y  fueron: 
Guillermo  primero  de  este  nombre,  que  fué  marqués  de  Mon- 
ferrat, y  se  lo  confirmó  el  emperador  Otón,  como  parece 
del  auto  de  esta  confirmación,  hecho  en  Ravena  el  año  del 
Señor  de  997,  en  el  mes  de  abril,  en  que  también  confirmó 
el  título  de  marqués  de  los  otros  hermanos:  casó  con  Ele- 
na, hija  de  Ricardo,  duque  de  Normandía. 

Otón  fué  marqués  de  Se  va. 

Alramo  marqués  de  Ponzano. 

Luis  marqués   del  Rosco. 

Gualterio  marqués  de  Saluzo,  de  quien  quedó  mucha 
descendencia,  que  por  no  ser  de  esta  historia,  la  dejo. 

Ronifacio  marqués  de  Savona  y  Final:  éste  fundó  el  mo- 
nasterio de  Locedi,  en  el  campo  de  Vercelli,  el  año  de  Cristo 
1019.  Casó  con  Reatriz,  hija  de  Teodorico,  el  Mozo,  duque 
de  Mocellano,  de  quienes  quedaron  hijos  y  descendientes. 

Dedo,  marqués  de  Parissa. 

De  Guillermo,  primero  de  este  nombre,  marqués  de 
Monferrat,  quedaron  un  hijo  y  una  hija. 


(  234  ) 

Bonifacio,  que  llaman  segundo  de  este  nombre,  al  respecto 
del  tio,  alabado  de  todos  los  autores  por  su  gran  sabiduría 
y  prudencia,  casó  con  María,  hija  de  Felipe,  rey  de  Francia. 

Isabel    casó  con   Azo,  marqués  de  Este. 

De  Bonifacio  quedó  solo  un  hijo,  llamado  Guillermo,  el 
Viejo:  éste  acompañó  á  Felipe  ,  rey  de  Francia,  y  á  Con- 
rado III,  emperador,  su  suegro,  cuando  fueron  á  Jerüsalen, 
el  año  1146,  y  llegó  á  edad  decrépita,  y  por  eso  le  llama- 
ron el  Viejo,  y  murió  el  año  1 183,  y  tuvo  dos  mujeres;  la 
primera  fué  hija  de  Umberto,  segundo  conde  Morienense,  y 
la  segunda  se  llamó  Itha,  y  era  hija  del  emperador  Conra- 
do. Blondo  y  Platina,  en  sus  historias,  refieren  las  hazañas 
y  hechos  de  este  marqués  en  esta  santa  expedición. 

De  Guillermo,  el  Viejo,  quedaron  tres  hijos  y  dos  hijas; 
los  hijos  fueron: 

Guillermo  III,  llamado  de  la  larga  espada.  A  este  nombró 
capitán  del  ejército  cristiano,  que  estaba  en  Asia,  el  rey 
Balduino  IV  de  Jerüsalen,-  y  le  dio  á  Sibila,  su  hermana, 
por  mujer,  y  también  el  reino  de  Jerüsalen,  que  le  perte- 
necía, como  á  hijo  de  Almerico.  Este  Guillermo  tuvo  mu- 
chos encuentros  con  Saladino,  y  alcanzó  grandes  victorias, 
y  murió  en  117o,  y  dejó  heredero  del  reino  de  Jerüsalen 
á  Balduino,  hijo  suyo  y  de  Sibila,  que  solo  reinó  tres  meses, 
porque  Sibila  casó  con  Guido  de  Lusiñano,  que  codicioso  del 
reino  del  entenado,  le  dio  yerbas,  y  murió  siendo  de  edad 
de  seis  años,  y  en  el  de  Cristo  1 180. 

Reynero,  hijo  segundo  de  Guillermo,  el  Viejo,  fué  prínci- 
pe de  Tesalia  y  casó  con  Cirimaria,  hija  de  Manuel,  em- 
perador de  Constantinopla,  de  quien  recibió  la  investidura 
del  principado  de  Tesalia,  y  murió  el  año  de  1182. 


(  255  ) 

Bonifacio,  hijo  tercero  de  Guillermo,  el  Viejo,  fué  mar- 
qués de  Monferrat,  y  se  encargó  del  gobierno  del  sobrino; 
y  porque  entendió  que  el  soldán  alistaba  gentes  de  armas 
para  pasar  á  la  conquista  de  Jerusalen  á  tomar  el  reino 
de!  sobrino,  él  también  juntó  un  grande  ejército  para  so- 
correr al  sobrino,  y  cuando  estaba  para  marchar,  sucedió 
la  muerte  de  él;  y  con  todo,  pasó  con  su  ejército  en  defensa 
de  aquel  reino,  que  poseian  Guido  Lusiñano  y  Sibila ,  su 
mujer,  y  en  un  encuentro  que  tuvieron  con  el  soldán,  fue- 
ron presos  Guido  y  Bonifacio  y  llevados  á  Damasco,  donde 
estuvieron  presos  tres  años.  Entonces  Conrado,  que  unos 
dicen  ser  hijo  de  Reynero,  otros  de  Bonifacio,  y  esto  es 
lo  mas  cierto,  juntó  un  gran  ejército  y  les  dio  libertad,  co- 
mo veremos  hablando  de  él.  Fué  preso  Bonifacio  el  año 
de  1181,  y  estuvo  en  poder  de  Saladino  tres  años.  Tu- 
vo dos  mujeres,  María,  hija  de  los  reyes  de  Hungría,  y  des- 
pués Constanza,  de  h  casa  y  linaje  de  los  duques  de  Sa- 
boya. 

Jordana  fué  hija  de  Guillermo,  el  Viejo,  y  casó  con  el 
emperador  de  Constantinopla. 

Inés  fué  la  otra  hija,  que  casó  muy  altamente. 

Del  marqués  Bonifacio  quedaron  tres  hijos  varones. 

Conrado  fué  el  mayor,  y  fué  marqués  de  Monferrat.  Este 
juntó  gran  ejercito  de  italianos,  y  ayudado  de  venecianos, 
fué  contra  Saladino,  y  dio  libertad  á  su  padre,  y  le  in- 
tituló rey  de  Jerusalen,  y  en  un  alboroto  particular,  lo 
mataron  dos  turcos,  en  la  ciudad  de  Tiro,  en  el  año  1192. 
Casó  con  Isabel,  hija  de  Almerico,  rey  de  Jeresulen,  que 
era  viuda  de  Hunfredo  Turonio. 

De  Conrado  é  Isabel  nació  una  hija,  llamada  Yole,  ó  por 


(  25G  ) 
olro  nombre  María,  que  casó  con  Juan  de  la  Brenya,  rey 
de  Jerusalen,  y  fué  su  primera  mujer;  y  de  este  matrimonio 
quedó  una  hija,  llamada  Yole,  que  fué  mujer  de  Federico  II, 
emperador  y  rey  de  Sicilia;  y  de  aquí  dice  el  Sansovino, 
en  su  cronología,  que  les  vino  á  los  reyes  de  Sicilia  el  tí- 
tulo de  rey  de  Jerusalen.  La  segunda  mujer  de  este  rey  fué 
hermana  del  rey  don  Fernando  de  Castilla,  y  casó  en  el 
año  1224,  en  ocasión  que  viniendo  de  peregrinación  de 
San  Jaime  de  Galicia,  pasó  por  Toledo,  donde  estaba  el 
rey,  y  allá  se  concluyó  el  matrimonio. 

Guillermo,  hijo  segundo  del  marqués  Bonifacio,  y  por 
muerte  del  hermano,  le  hallo  en  el  catálogo  de  los  mar- 
queses de  esta  casa.  Este  casó  primero  con  Isabel,  hija 
de  Ricardo,  rey  de  Inglaterra,  y  tuvo  una  hija  llamada  ^lar- 
garita;  y  después,  en  el  año  1186,  con  Sofía,  que  era  hi- 
ja del  emperador  Federico;  y  tratando  de  ayudar  á  su  her- 
mano Conrado,  en  ocasión  le  querian  quitar  el  reino,  le 
dieron  yerbas,  y  así  murió,  y  dejó  dos  hijos,  Guillermo  y 
Margarita. 

Demetrio  fué  el  hijo  tercero  de  Bonifacio,  y  se  intituló 
príncipe  de  Tesalia. 

De  Guillermo,  hijo  segundo  del  marqués  Bonifacio,  que- 
dó un  hijo,  llamado  Bonifacio,  que  también  llaman  Juan, 
que  fué  marqués  de  Monferrat:  fué  hombre  valiente,  es- 
forzado de  cuerpo  y  muy  prudente,  y  murió  el  año  1254. 
Casó  con  Margarita,  hija  del  conde  de  Saboya  y  tuvo  un 
hijo,    llamado    Bonifacio. 

Margarita,  hija  del  marqués  Guillermo  ,  casó  con  el 
infante  don  Jaime  de  Castilla  ,  hijo  del  rey  don  Alon- 
so   el    Sabio ;    y  por     muerte    de    éste ,    casó    segunda 


(257  ) 
vez  con  el  infante  don  Juan,  hijo   del  mismo  rey,  con  le- 
gítima dispensación. 

Bonifacio,  marqués  de  Monferrat,  añadió  mucha  tierra  á 
su  casa.  Este  casó  con  Beatriz,  hija  de  Alfonso  ,  rey  de 
Castilla;  y  á  este  marqués  llaman  algunos  Guillermo:  tuvo 
cuatro  hijos. 

Rumboldo,  marqués  de  Monferrat,  casó  con  Juta,  hija 
de  Leopoldo,  duque  de  Austria:  no  le  sabemos  sucesión. 

Juan,  hijo  segundo  de  Bonifacio,  marqués  de  Monferrat, 
llamado  el  Justo,  por  muerte  del  hermano,  casó  con  Mar- 
garita, de  la  casa  de  los  condes  de  Saboya,  y  murió  sin 
hijos,  é  hizo  heredero  á  Teodoro,  su  sobrino,  hijo  de  su 
hermana. 

Yole  ó  Violante  fué  mujer  de  Andrónico  Paleólogo, 
el  mas  viejo,  emperador  de  Constantinopla,  de  quien  tuvo 
muchos  hijos,  y  entre  otros  á  Teodoro,  que  fué  marqués 
de   Monferrat. 

Aloysia  fué  la  otra  hija  del  marqués  Bonifacio,  y  casó  con 
Ursino,  patricio  romano. 

Por  muerte  de  Juan  ,  hijo  segundo  de  Bonifacio,  sin 
hijos,  acabó  la  línea  masculina  de  los  marqueses  de  Mon- 
ferrat; y  porque  el  estado  no  saliese  de  su  linaje,  nom- 
bró heredero  á  Teodoro,  hijo  del  emperador  Andrónico 
Paleólogo,  y  de  Violante,  su  hermana;  y  luego  enviaron 
los  señores  del  marquesado  embajadores  al  emperador, 
para  que  les  diese  su  hijo  ,  y  uno  de  ellos,  que  deseaba 
alzarse  con  el  marquesado,  tuvo  traza  que  entendiese  el 
emperador,  que  la  viuda  del  marqués  muerto  quedaba  pre- 
ñada, con  pensamiento  que  el  emperador  les,  despediria,  sin 
enviar  su  hijo,  hasta  que  se  supiera  la  verdad  del  preñado. 
TOMO  X.  18 


(  238  ) 
Pero  uno  de  los  embajadores  avisó  al  emperador  del  em- 
beleco, y  le  aconsejó  los  detuviese  allá  hasta  que  se  su- 
piese la  verdad;  y  por  eso  envió  á  Monferrat,  y  supo  que 
no  era  nada  le  preñez,  y  luego  envió  su  hijo  Teodoro,  y 
quedó  burlado  el  embajador  que  llevaba  pensamientos  de 
usurparse  lo  que  era  suyo.  Casó  este  marqués  con  Argen- 
tina, hija  de  Opicino,  caballero  genovés,  muy  noble,  del  li- 
naje de  los  Spinolas. 

De  Teodoro  Paleólogo  quedaron  dos  hijos,  que  fueron: 

Juan  Paleólogo,  marqués  de  Monferrat,  príncipe  muy  es- 
clarecido. Casó  con  la  infanta  doña  Isabel,  hija  de  don  Jai- 
me de  Aragón,  rey  de  Mallorca,  y  de  doña  Constanza,  her- 
mana del  rey  don  Pedro  de  Aragón:  dióle  el  rey  cincuenta 
mil  florines  de  dote,  y  ella  renunció  á  todo  el  derecho  le 
pertenecia  al  reino  de  Mallorca,  condados  de  Rosellon  y 
Cerdaña  y  señorío  de  Mompeller,  y  lo  cedió  en  favor  del 
rey,  que  lo  habia  confiscado  al  de  Mallorca,  su  padre. 

Yole  ó  Violante  fué  mujer  de  Amadeo,  duque  de  Sa- 
boya. 

De  Juan  Paleólogo  quedaron  cuatro'hijos:  el  mayor  fué: 

Otón,  marqués  de  Monferrat,  que  casó  con  Violante, 
hija  de  Galeazo,  tirano    de  Milán  ,    y   no  quedaron  hijos. 

Guillermo  fué  el  hijo  segundo,  y  murió  en  una  batalla 
junto   á  Nicopoli, 

Teodoro  fué  el  tercer  hijo,  y  fué  varón  muy  pió  y  de- 
voto; edificó  y  dotó  muchos  monasterios  é  iglesias:  tuvo 
dos  mujeres;  la  primera  fué  Juana,  hija  de  Roberto,  du- 
que de  Bar,  de  quien  tuvo  dos  hijos,  que  fueron  Jaime 
Juan,  marqués  de  Monferrat,  á  quien  el  emperador  Segis- 
mundo hizo  presidente  de  Italia  ,   y  casó  con  Juana,  hija 


(  á59  ) 
de  Amadeo,  duque  de   Saboya;    y   una  hija,    llamada  So- 
fía, que  casó  con  Juan  Paleólogo,  emperador  de  Gonslan- 
tinopla.   La  otra  mujer  de  Teodoro   fué  Margarita,  hija  de 
Amado,  príncipe   de  Acaya. 

La  otra  hija  del  marqués  Juan  Paleólogo  fué  nuestra 
doña  Margarita,  que  casó  con  don  Pedro,  conde  de  Urgel, 
y  le  llevó  en  dote  la  ciudad  de  Aque,  en  Lombardía,  y 
se  la  dieron  estimada  en  diez  mil  florines  de  Valencia,  que 
en  aquel  tiempo  valian  quince  sueldos  seis  dineros  el  florin; 
y  el  conde  mandó  en  su  testamento,  le  fuese  restituida, 
con  cinco  mil  florines  de  oro  de  Aragón,  por  razón  de 
su  screix  ó  ....  ,  que  así  le  llama  en  el  testamento; 
y  no  le  lega  mas,  por  no  haber  recibido  mas  de  los  dichos 
diez  mil  florines  pagados  con  la  dicha  ciudad,  de  donde 
infiero  que  el  dote  debió  ser  mayor,  pero  no  se  dio  en  efecto 
mas  de  la  dicha  ciudad. 

Tuvo  el  conde  don  Pedro,  en  su  mujer  doña  Marga- 
rita, siete  hijos: 

Don  Antonio  y  doña  Beatriz,  que  murieron  muchachos, 
y  fueron  los  primeros. 

Doña  Leonor  fué  la  tercera  hija  de  este  matrimonio.  Esta 
señora,  cuando  sucedió  la  prisión  del  conde,  su  hermano, 
aun  no  era  casada,  aunque  por  su  gran  linaje  y  singulares 
virtudes  la  habian  pretendido  muchos  príncipes  y  señores. 
Dejóle  su  padre  de  dote  treinta  mil  florines  de  oro  de 
Aragón,  y  cinco  para  los  vestidos  y  galas  se  ofrecerían  en 
aquel  matrimonio,  y  teniendo  hijos,  lo  dejaba  á  sus  volun- 
tades, pero  no  teniéndoles,  solo  tenia  á  su  disposición  seis 
mil  florines  no  mas.  Después  de  preso  su  hermano,  no  le 
faltaron  hartas  tribulaciones,  persecuciones  y  trabajos,  co- 


(  260  ) 
mo  veremos  después  en  su  lugar:  solo  diré  el  fruto  que 
sacó  de  ellos  y  provecho.  Esta  señora,  por  medio  de  ellos, 
vino  á  conocer  el  mundo  \  sus  engaños :  consolábase  con 
fray  Pedro  Margenet,  monje  del  monasterio  de  Poblet, 
santísimo  varón,  y  fray  Pedro  Cerdan,  del  orden  de  San 
Domingo,  predicador  apostólico  y  discípulo  de  San  Vicente 
Ferrer:  estos  dos  santos  varones  de  tal  manera  encendieron 
el  corazón  de  esta  señora  á  las  cosas  de  Dios  y  eternas, 
que,  menospreciándolas  de  este  mundo,  dio  con  grande 
espíritu  de  mano  á  todas  ellas  ,  y  dejando  olvidadas  las 
pretensiones  tenia  contra  el  rey  de  Aragón,  que  le  habia 
confiscado  su  hacienda  y  lo  que  le  habia  dejado  el  conde 
su  padre,  con  dos  criadas  viejas  y  dos  doncellas  que  la 
quisieron  seguir,  se  retiró  en  un  desierto,  en  el  término  de 
Monblanc,  no  muy  lejos  de  Poblet,  y  allá  edificó  una  her- 
mita,  so  invocación  de  San  Juan  Bautista,  donde,  á  imi- 
tación de  aquellos  antiguos  anacoretas,  hizo  muy  áspera 
y  penitente  vida:  su  vestido  era  cilicio,  y  con  ser  aquella 
tierra  muy  fria  de  su  natural,  siempre  anduvo  descalza; 
su  comida  fué  un  continuo  ayuno  y  rigurosa  abstinencia: 
el  cilicio  ordinario  era  de  asperísimas  cerdas,  á  mas  de  tres 
circuios  de  hierro  que  traia,  el  uno  ceñido,  y  los  dos  á 
las  piernas;  y  tomaba  disciplina  con  una  cadena  de  hierro 
llena  de  punzas  de  lo  mismo.  Estos  trofeos  aun  se  con- 
servan sobre  su  sepultura,  donde  yo  los  he  visto  y  vene- 
rado, y  otros  tantos  están  en  la  hermita  de  San  Juan  Bau- 
tista, donde  vivió;  y  para  los  que  no  saben  qué  es  peniten- 
cia ni  mortificación,  y  aun  para  los  que  lo  han  experimenta- 
do, causa  pasmo  y  admiración. 

Ni  por  estar    retirada   en  aquella  soledad    y    penitencia. 


(  261  ) 
dejaron  algunos  príncipes  \  señores  el  pensamiento  de  casar 
con  ella;  y  quien  lo  deseó  con  mas  veras  fué  un  caballero 
portugués  de  la  casa  real,  á  quien  una  memoria  del  mo- 
nasterio de  Poblet  llama  su  esposo,  y  dice  que  estaba  con- 
certado de  casar  con  ella.  Este  llegó  á  Monblanc  en  me- 
dio del  verano,  y  el  otro  dia  que  quiso  subir  á  la  hermita, 
cayó  tanta  nieve,  que  no  pudo  subir  á  ella,  y  mandó  que 
con  palas  y  azadas  le  abrieran  el  camino,  y  llegó  á  las 
puertas  de  la  santa  anacoreta,  que  no  le  quiso  ver  ni  ha- 
blar, y  él  se  volvió  muy  edificado  de  lo  que  habia  visto, 
certificado  que  quien  tal  vida  hacia,  no  dejaría  el  esposo 
del  cielo,  por  él  ni  otro  alguno  de  la  tierra.  Murió  de 
edad  de  cincuenta  y  dos  años  y  en  el  de  Cristo  1430,  de 
pestilencia,  y  su  enfermedad  le  duró  del  sábado  al  miér- 
coles; y  se  cuenta  en  la  vida  del  santo  varón  fray  Pedro 
Margenet,  que  luego  que  fué  muerta,  vio  gran  multitud  de 
ángeles  que  subian  su  alma  al  cielo,  y  que  viéndola  este 
siervo  de  Dios,  la  llamó  ,  y  le  dijo  con  lágrimas  :  «Her- 
mana mia  muy  querida,  acordaos  de  rogar  á  Dios  por  mí.» 
En  su  testamento,  que  hizo  en  poder  de  Pedro  Bellicen, 
y  hoy  está  en  la  notaría  de  Monblanc,  escogió  sepultura  en 
el  monasterio  de  Poblet,  y  la  pusieron  en  la  capilla  de  los 
Evangelistas,  al  lado  del  altar,  á  la  parte  del  evangelio,  en 
una  caja  de  madera,  que  yo  he  visto  allá,  cubierta  con  un 
paño  de  grana  ,  con  escudos  de  Jas  armas  de  Aragón  y 
Urgel,  aunque  todo  muy  consumido  de  viejo;  y  á  la  pa- 
red están  colgados  con  unos  clavos  los  tres  círculos  de 
hierro ,  un  ceñidor  de  cerdas ,  y  unas  cadenillas  como 
disciplinas. 

La  otra  hija  se  llamó  doña  Cecilia:   ésta   casó  con  don 


(  i>(5t2  ) 
Bernardo  de  Cabrera,  v  estuvo  concertada  casar  con  don 
Juan,  hijo  del  conde  de  Cardona,  y  los  capítulos  estaban  he- 
chos y  firmados,  y  el  dote  eran  veinte  y  tres  mil  florines  de 
oro  de  Aragón;  y  después  no  tuvo  efecto  este  matrimonio, 
V  estuvo  algún  tiempo  sin  casar,  y  cuando  murió  el  rey 
don  Martin  de  Sicilia,  su  padre,  el  rey  de  Aragón  tuvo 
pensamiento  de  casar  con  ella,  y  lo  dejó,  por  no  acrecen- 
tar dignidad  y  pederá  don  Jaime,  su  hermano.  Después 
de  preso  el  conde  don  Jaime,  el  hijo  del  duque  de  Car- 
dona volvió  á  pedirla  y  quería  casar  con  ella;  pero  su  ma- 
dre doña  Margarita  jamás  vino  bien  en  ello,  quejosa  del 
conde  de  Cardona,  por  haber  desamparado  á  su  hijo  y  ha- 
berse pasado  al  rey;  y  solia  decir  la  condesa,  que  la  casaria 
con  cualquier  hombre  que  le  sacase  á  su  hijo  de  la  cárcel, 
y  después  casó  con  don  Bernardo  de  Cabrera,  y  fué  muy 
hermosa  y  de  lindo  talle  y  disposición;  vivió  algunos  años 
mas  que  el  marido,  y  murió  sin  hijos.  De  su  hacienda  dejó 
herederos,  de  la  mitad  á  .doña  Leonor,  su  hermana,  y  fal- 
tando ella,  á  sus  hijos;  y  de  la  otra  mitad  hizo  heredera  á 
la  duquesa  de  Coimbra,  su  sobrina,  y  faltando  ella,  á  sus 
hijos,  y  de  la  una  parte  y  de  la  otra,  á  don  Juan,  hijo  del 
conde  de  Prades  y  de  doña  Juana  de  Aragón,  su  sobrina, 
hija  del  conde  don  Jaime  de  Urgel,  y  faltando  él,  á  sus 
hijos,  y  no  habiendo  hijos  de  la  princesa  de  Salerno,  subs- 
tituye al  conde  de  Prades  y  á  la  duquesa  de  Coimbra,  y 
ellos  muertos,  á  sus  hijos,  in  stirpes  et  non  m  capita.  Vivía 
esta  señora  en  la  torre  de  Bellsguart,  junto  á  Barcelona,  y 
en  su  testamento  la  dejó,  juntamente  con  una  casa  en  la  calle 
de  la  Cucurella,  y  los  censales  tenia  en  Barcelona,  al  conde 
de  Módica  y    vizconde    de  Cabrera.    Fué  sepultada    en   el 


(  263  ) 
monasterio  de  San  Francisco  de  Barcelona,  junto  á  las  gra- 
das que  suben  desde  el  coro  al  altar  mayor,  y  mandó  se  hi- 
ciese su  sepultura  muy  sencillamente.  Hizo  su  testamento 
en  la  dicha  torre  de  Bellsguart,  al  último  de  diciembre  de 
1458,  y  murió  á24  de  octubre  de  1460.  Este  su  testa- 
mento he  visto  en  los  papeles  del  archivo  del  duque  de  Car- 
dona, en  Arbeca,  y  le  recibió  Francisco  Mantella,  notario  de 
IJarcelona. 

La  otra  hija  fué  doña  Isabel.  Esta,  ya  en  vida  del  padre, 
era  monja  del  real  monasterio  de  Xixena,  en  Aragón,  y  á 
ésta  dejó  su  padre  cien  libras,  como  parece  en  el  testamento. 

El  otro  de  los  hijos  varones  fué  don  Jaime,  de  quien  ha- 
blaremos después,  y  fué  conde  de  Urgel. 

Otro  hijo  tuvo,  llamado  don  Tadeo:  éste  murió  mucha- 
cho, y  fué  sepultado  en  la  iglesia  de  Agramunt,  y  el  conde, 
su  padre,  ordenó  en  su  testamento,  que  fuese  trasladado  á 
la  iglesia  de  Almata,  donde  mandó  se  labrasen  muy  sun- 
tuosos sepulcros   para  él  y  sus  padres. 

Don  Juan  fué  el  otro  hijo:  á  éste  dejó  la  baronía  de  En- 
tenga  y  el  censal  de  don  Miguel  Gurrea,  de  pensión  quin- 
ce mil  quinientos  diez  y  seis  sueldos  y  ocho  dineros  jaqueses, 
y  todo  lo  demás  que  tenia  dentro  del  reino  de  Aragón,  que 
consistia  en  lo  que  arriba  queda  dicho;  y  se  lo  deja  en  franco 
alodio,  y  le  obliga  que  haya  de  dar  valenza  á  los  condes  de 
Urgel  que  sucedieren  en  aquel  condado  por  línea  mascu- 
lina, contra  cualquier  personas,  exentos  el  rey  y  su  primogé- 
nito y  la  condesa  doña  Margarita;  y  si  no  lo  hiciere,  le  obliga 
á  que  lo  tenga  por  los  condes  de  Urgel  que  sucedieren  en 
aquel  estado  por  línea  masculina,  en  feudo,  y  con  obliga- 
ción de  dar  los  homenajes  según  usajes  de  Cataluña  y  fue- 


(  204  ) 
ros  de  Aragón,  y  declara  que  el  feudo  sea  honrado,  y  or- 
dena que  su  hijo  don  Juan  no  esté  obligado  á  dar  las  te- 
nencias ó  potestades  de  ninguno  de  sus  castillos,  ni  prestar 
servitud  alguna,  sino  solo  con  obligación  de  valer  y  ayudar 
al  conde  don  Jaime  y  sus  sucesores  por  línea  masculina,  con- 
des de  Urgel,  contra  cualquier  personas,  salvo  contra  el  rey, 
su  primogénito  y  la  condesa  doña  Margarita;  y  si  su  hijo 
don  Juan  y  los  suyos,  requeridos  dentro  de  un  año,  no  con- 
fesasen el  feudo,  ni  dieren  valenza  y  favor,  les  priva  de  las 
dichas  baronías,  y  manda  que  venga  todo  á  su  heredero;,  y 
asimismo  le  manda  y  obliga  al  dicho  heredero  que  valga  y 
favorezca  á  su  hijo  don  Juan  y  á  sus  herederos,  y  si  no  lo 
hiciere,  quede  absuelto  de  las  dichas  obligaciones  y  queden 
sus  baronías  sin  feudo  ni  otra  de  las  obligaciones  puestas 
en  favor  de  don  Jaime  y  de  los  sucesores  suyos,  condes  de 
Urgel. 

Después  ordena  y  da  poder  á  su  heredero  y  descendien- 
tes de  cobrar  la  dicha  baronía  de  Entenga  por  setenta  mil 
florines  de  oro  de  Aragón,  y  de  ellos  hayan  de  comprar 
otras  baronías,  si  las  hallaren,  y  cuando  no,  sean  puestos  los 
setenta  mil  florines  á  censal,  hasta  que  hallen  tales  baro- 
nías; y  muriendo  don  Juan  sin  hijos  varones,  como  murió, 
le  substituye  el  conde  don  Jaime,  y  en  tal  caso  quiere 
que  las  hijas  sean  dotadas  según  su  calidad;  y  por  no  ha- 
ber quedado  hijos,  todo  vino  al  conde,  su  hermano. 

Murió  don  Juan,  después  de  muerto  el  rey  don  Martin, 
antes  de  que  se  hiciese  la  declaración  de  Caspe,  y  como 
parece  en  algunas  memorias,  aun  era  vivo  á  21  de  junio  de 
1410;  porque  en  dicho  dia,  estando  en  el  lugar  del  Almu- 
nia,  en  Aragón,  en.  compañía  de  don  Juan,  conde  de  Car- 


(  ^6;; ) 

dona,  de  Andrés  de  Barutell,  su  deudo,  y  de  Trislan  de 
Luga,  licenciado  en  leyes  y  canciller  del  conde  don  Jaime, 
ratificó  la  venta  que  habia  hecho  el  conde,  su  hermano, 
de  la  villa  de  Granollers  al  magnífico  Ramón  de  Torrelles. 
Era,  cuando  murió,  de  edad  de  catorce  años,  poco  mas: 
está  sepultado  en  Almata,  en  el  mismo  ataúd  que  el  conde, 
su  padre,  y  los  he  visto  á  los  dos  enteros. 

Dice  el  vulgo  que  el  conde  don  Jaime,  su  hermano,  co- 
dicioso de  heredar  estas  baronías,   le  dio  veneno,  con  que 
le  mató,  y  por  eso  permitió  Dios  le   fuese  quitada  la  su- 
cesión de  estos  reinos,  siendo  el  que,  según  la  común  opi- 
nión, mas  derecho  tenia  á  ellos:  razón  que,  bien  conside- 
rada, no  tiene  fundamento,  porque  cuando  murió  don  Juan, 
no  estaba  el  conde  don  Jaime  tan  empeñado  y  falto  de  di- 
nero, que  la  codicia  ó  necesidad  le  obligara  á  tan  gran  mal- 
dad, porque  el  conde,  su  padre,  le  dejó  tan  grande  estado 
V  patrimonio,  que  era  el  mas  rico  señor  de  toda  España,  y 
el  que,  después  del  rey,  tenia  mas  vasallos,  señoríos  y  rentas; 
y  en  aquella  declaración  que  se  hizo  en  Caspe,  lo  que  menos 
se  miró  fué  á  los  méritos  y  deméritos  de  las  personas,  sino 
la  justicia  de  ellos,  y  no  por  haberse  sospechado  que  el  con- 
de hubiese  sabido  en  esta  muerte  le  habian  de  privar  de  lo 
que  era  suyo  y  de  derecho  y  justicia  le  pertenecia,  porque 
aquel  juicio  no  era  criminal,  sino  civil;  aunque,  por  confir- 
mar esto,  dice  fray  Justiniano  Antiste,  en  la  vida  de  San  Vi- 
cente Ferrer,  que  este  glorioso  santo,  cuando  llevaban  al 
conde  preso  á  Castilla,  que  fué  en  el  mes  de  diciembre  del 
año  1413,  le  sahó  al  camino,  para  darle  un  acuerdo  y  aviso 
de  lo  que  le  convenia,  y  que  el  conde,  encendido  en  cólera,  le 
dijo  que  era  un  hipócrita,  y  que  por  sus  particulares  intere- 


(  266  ) 
ses  le  habia  quitado  el  reino,  como  mal  hombre  que  era, 
y  el  santo  le  dijo:  «Vos,  conde,  sois  mal  hombre,  que  tal 
dia  matastes  vuestro  hermano,  y  no  habia  Dios  de  permitir 
que  tan  mal  hombre  como  vos  reinara  en  Aragón,»  y  que 
el  conde  quedó  asombrado  de  oir  esto,  por  ser  muy  se- 
creto, y  que  de  allí  adelante  quedó  muy  reconocido  de  lo 
que  hasta  entonces  habia  hecho.  Estofes  lo  que  dice  aquel 
autor;  y  bien  considerado,  no  pudo  ser:  es  la  razón  cla- 
ra ,  porque  el  santo  estaba  en  Mallorca  á  los  primeros 
del  mes  de  setiembre  del  año  1413,  y  estuvo  allí  hasta 
los  postreros  de  febrero  del  año  siguiente,  sin  haber  salido 
en  todo  el  dicho  tiempo  de  aquella  isla;  y  el  conde  fué 
llevado  á  10  de  diciembre  de  1413  preso  á  Castilla,  y  esto 
es  cierto,  y  así  mal  pudo  salirle  el  santo  en  el  camino,  para 
hablarle,  porque  el  conde  después  de  preso,  fué  llevado  de 
Balaguer  á  Lérida,  y  de  allá  á  Zaragoza,  y  de  aquí  á  Cas- 
tilla, sin  pasar  á  Mallorca,  porque  ni  era  camino  ni  habia 
para  qué  haber  de  hacer  tal  rodeo;  y  así  no  sé  como  puede 
ser  lo  que  dice  aquel  autor,  y  mas  que  en  aquella  ocasión  ya 
no  le  habia  el  santo  de  llamar  conde,  ni  darle  titulo,  por 
estar  privado  de  él  y  de  todos  sus  bienes;  y  aunque  el  san- 
to estaba  en  Mallorca  cuando  le  fué  confiscado  el  estado, 
pero  ya  de  todo  tenia  bastante  noticia,  que  el  rey  se  lo 
habia  escrito  con  carta  de  20  de  noviembre  de  1413,  es- 
crita en  Lérida,  y  está  en  el  archivo  real  de  Barcelona, 
en  un  registro  Sigilli  secreti  regis  Ferdinandi  primi  si(b 
anno  1413,  folio  142.  Mas;  que  aunque  al  conde  se  le  hizo 
cargo  en  su  prisión  y  en  el  proceso  criminal  que  el  rey 
formó  contra  él  de  muchas  cosas,  pero  de  esta  muerte  no 
se  habló  palabra,  que  si  fuera  culpado  no  es  posible,  por- 


(  2G7  ) 
que  fueron  tantos  los  dichos  de  los  testigos  que  depu- 
sieron contra  de  él  ,  y  algunos  tan  poco  afectos  ,  que 
no  lo  hubieran  disimulado  ni  tenido  secreto  ,  si  tal  hu- 
bieran sabido  ;  y  averiguado  al  origen  y  fundamento  de 
esto ,  se  conoce  ser  mas  invención  y  calumnia  de  sus 
enemigos,  que  otra  cosa;  y  el  autor  de  unos  fragmentos 
de  la  vida  del  conde  don  Jaime,  dice,  que  si  esto  fuera 
verdad,  no  lo  hubieran  disimulado  los  paherés  de  Lérida, 
en  unos  razonamientos  pasaron  entre  el  rey  y  el  duque  de 
Gandía  y  ellos  sobre  los  sucesos  y  prisión  del  conde;  y 
Laurencio  Valla,  autor  de  estos  tiempos,  que  cuenta  muy 
particularmente  estas  cosas,  no  dice  nada  de  esto,  y  es 
cierto  que  ,  á  ser  verdad  ,  no  lo  disimulara  ,  porque  no 
estaba  nada  afecto  á  las  cosas  del  conde  ,  ni  sintió  bien 
de  ellas;  y  lo  mismo  hiciera  Garci  Alvar  de  Santa  María 
y  otros  autores  de  aquellos  tiempos,  que  no  es  verosímil 
ignoraran  esto. 

Dejó  en  su  testamento,  que  otorgó  á  20  de  mayo  de 
1408,  en  el  castillo  de  Balaguer,  muchas  pias  y  santas  ins- 
tituciones, y  en  una  de  ellas  mandó  que  en  el  monasterio 
de  Almata,  á  mas  de  las  trece  religiosas  que  instituyó  en 
él  el  infante  don  Jaime,  su  padre,  se  añadieran  diez  mas, 
y  les  dejó  para  sus  alimentos  cien  libras  de  renta,  y  treinta 
para  el  vestuario  de  todas  diez.  Obligólas  que  tres  dias  de 
la  semana  rogaran  á  Dios  por  su  alma,  y  dejó  muy  encar- 
gado á  su  heredero  alcanzase  licencia  del  sumo  pontífice, 
para  mudar  las  veinte  y  tres  monjas  en  frailes  de  la  mis- 
ma orden  de  San  Francisco,  y  que  las  monjas  fuesen 
puestas  en  otros  monasterios  de  su  orden  del  reino  de  Ara- 
gón, salvo  si  su  hijo  y   la  ciudad  de  Balaguer  ú  otras  per- 


(  268  ) 
sonas  devotas  las  quisiesen  sustentar,  y  que  la  renta  del 
nuevo  monasterio  fuese  administrada  por  los  mayorales  de 
Nuestra  Señora  de  Almata  y  otros,  y  la  empleasen  en  el 
sustento  de  tantos  frailes  como  se  pudieran  mantener  de 
ella,  obligándoles  á  hacer  ciertos  sufragios  por  su  alma;  y 
al  conde  su  hijo  manda,  que  en  caso  que  no  se  efectué 
esto,  haya  de  pagar  quinientos  sueldos  cada  un  año,  en 
nombre  de  pena  y  en  enmienda  de  no  haberlo  procurado, 
y  que  sirvan  por  reparar  y  reedificar  el  monasterio.  Y  pa- 
reciéndole  que  el  monasterio  de  Almata  no  estaba  en  lu- 
gar y  puesto  conducente,  y  peligraba  mucho  ser  profanado 
en  tiempos  de  guerras,  por  no  estar  murado  y  servir  de 
padrastro  al  castillo;  pareciendo  también  que  si  en  tiem- 
po de  guerra  se  derribaba,  seria  cosa  indecente  é  impía 
que  los  sepulcros  en  que  los  cuerpos  suyos  y  del  infan- 
te, su  padre  ,  y  otros  que  allá  estaban  sepultados  y  por 
adelante  se  sepultarían ,  quedasen  profanados  y  sin  la 
decencia  debida,  y  los  religiosos  ó  religiosas  que  allá  vi- 
viesen, maltratados  por  eso  ;  manda  sea  mudado  y  de 
nuevo  edificado  tras  del  castillo  ,  y  dando  el  orden  y 
forma  de  todo,  lo  ordena   con  estas  palabras: 


Ideo  heredem  universalem  nostrum  predictuní  el  infrascrip- 
tum  necnon  patiarios  et  probos  homines  dicte  civitatis  et  par- 
ticulares ejusdem  efectuóse  et  ex  corda  rogamus  ut  respecta 
servitii  divini  et  pro  evitando  dictum  dedecus  et  periculum 
quod  in  dicto  casu  eis  sine  dubio  evenerit  propter  honorem 
et  reverenliam  dictorum  sepulcrorum  et  docorationem  civita- 
tis predicle  prestent  opus  et  operam  per  cfectum  quod  muta- 
lio  dicte  ecclesie  et  raonasterii  fíat  inlus  clausuras  prediclas 
(esto  es,  dentro  de  los  muros  de  la  ciudad  de  BalaguerJ  in  for- 


(  2G9  ) 
ma  sequenti  vitlelicel:  quod  dicta  ecclesía  edificelur  solemriifrf 
cuna  capellis  ¡n  utroque  lalere  cum  vollis  el  croeratis  secundum 
formam  ecclesie  predicatorum  monasterii  Barchinone  vel  ec- 
clesie  nionaslerii  prediciitorum  civilaüs  Balagarii  predicle  in- 
Irans  verso  palii  castri  predicü  ad  latus  capelle  ibi  jam  con- 
structe  cujus  ecclesie  capul  exislat  versus  orientcm  si  la- 
men heres  nosler  eccleslam  ipsam  nolebal  faceré  pulchrio- 
rem:  et  ¡n  ipsa  ecclesia  volunnis  transmulari  lumulata  noslra 
diclorum  paienlum  et  filiorum  noslroium  in  loco  honorabili 
et  decenti  diclum  vero  monasleriura  edificelur  in  deserto  pa- 
lacii  Balagarii  ad  lalus  muri  ibi  conslructi  super  torrentem 
qui  vocalur  Alcarraz  ad  parlem  septentrionalem  in  cujus 
muri  ángulo  ad  parlem  occidentalem  est  quedam  turris  vocata 
den  Gili:  volenles  quod  diclum  monasterium  edificelur  in  dicto 
deserto  et  in  dicto  loco  ila  longe  a  diclo  muro  quod  infra  ip- 
sum  murum  el  diclum  monasterium  quatuor  equiles  et  de 
fronte  simul  possint  incedere  pro  pericuio  evitando  presertim 
tempore  guerre.  Voluraus  insuper  quod  diclum  monasterium 
edificelur  ut  magis  prope  poleril  versus  castrum  prediclum  et 
flumen  Sicoris  ul  facilius  sórores  vel  fratres  dicli  monasterii 
possint  transiré  per  murum  qui  est  super  pórtale  lorrentis 
de  Alcarraz  ad  eccleslam  dicíi  caslri  in  qua  solemniler  el  can- 
tando celebratur  hora  lerliarum  vesperorum  et  completorii  et 
dicte  misse  una  malutinalis  et  alia  solemnis  alias  vero  ho- 
ras malulinarum  el  primam  et  horam  nonam  que  comuniter 
celebralur  posl  prandium  possint  infra  diclum  monasterium 
vel  in  dicta  ecclesia  si  maluerinl  celebrare  quodque  dictus  mu- 
rus  exaltetur  compeleuter  ul  plenius  el  cum  minori  labore  dic- 
te sórores  vel  fratres  valeant  ambulare  el  dictus  murus  coo- 
perialur  de  volla  vel  taliter  quod  dicli  religiosi  cooperti  pos- 
sint transiré  per  ipsam  et  super  ipsa  Iransitudine  edificenlur 
anlepits  et  murons  ut  dictus  murus  tempore  necessilatis  faci- 
lius defendalur  ipso  pasagio  non  obstante :  rogantes  insuper 
afectliose  paíiarios  et  probos  homines  ac  presbíteros  dicte  ci- 
vilatis  Balagarii  quod  reddilus  et  emolumenta  que  jam  sunt  dic- 
te confratrie  velint  converlere  in  augmento  dicli  nionaslerii  pro 
merilis  aminarum  suarum  ac  decoratione  dicte  civitalis  et 
confratrie  predicle.  ítem    votiimus  quod   ad  lalus  dicti   monas- 


(  270  ) 
lorii  addatiir   una  ecclesia   non   multum    iiia{rna  neo  mullum 
sumpluosa  cum  lignis  cooperta  in  qua  quidem  ecclesia  dicte 
sórores  vel  fralres  possint  celebrare  horas  ul  est  superius  des- 
tinatum. 

Pero  nada  de  esto  se  hizo,  por  ser  co^a  de  gran  con- 
sideración y  gasto,  y  haber  de  concordar  las  voluntades  de 
muchas  personas  que  lo  desviaron,  considerando  las  difi- 
cultades se  ofrecían  en  esta  manda  y  fundación;  y  mas, 
dos  años  después  de  muerto  el  conde,  murió  el  rey  don 
Martin,  y  el  conde  don  Jaime,  que  era  el  que  habia  de 
dar  el  dinero  para  este  gasto  ,  cuidó  mas  de  la  sucesión 
del  reino,  que  de  esta  fundación,  y  de  aquel  punto  ade- 
lante tuvo  tantos  trabajos  y  cosas  en  que  entender,  que  le 
dieron  poco  ó  ningún  lugar  de  cumplir  la  disposición  del 
conde ,  y  así  se  quedó  todo  de  la  manera  que  estaba 
cuando  murió,  como  suele  acontecer  á  los  que  en  vida  obran 
poco,  y  en  el  testamento  fundan  mucho,  creyendo  han  de 
obrar  los  otros  lo  que  ellos;  pudiendo,  en  vida,  lo  dejaron 
para  después  de  la  muerte. 

Sin  esto  dejó  fundadas  muchas  misas  perpetuas:  en  el 
monasterio  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate  fundó  ciento, 
en  el  monasterio  de  Ager  otras  tantas,  celebradoras  ca- 
da año  el  dia  que  muriese.  Edificó  á  su  costa,  de  labor 
muy  curiosa  y  pulida,  mucha  parte  del  claustro  del  monas- 
terio de  San  Pedro  de  Ager,  y  se  conoce  en  los  escudos 
de  sus  armas,  que  están  en  muchas  paredes  de  aquel  claus- 
tro: en  el  monasterio  de  Almata,  donde  estaba  sepultada 
la  condesa  doña  Cecilia,  su  madre,  y  se  habia  de  trasla- 
dar el  cuerpo  del  infante,  su  padre,  que  escogió  en  el  se- 
pultura, mandó  que  cada  primer  dia  del  mes  se  hiciese  so- 


(  271  ) 
lemne  aniversario  por  su  alma,  en  esta  forma:  que  se  cele- 
brasen trescientas  misas,  una  cantada  y  las  demás  rezadas,  y 
que  acudiesen  allá  los  religiosos  de  los  monasterios  de  Meno- 
res, de  Santo  Domingo  y  de  la  Santísima  Trinidad  de  Bala- 
guer,  y  de  otros  monasterios  que  de  aquel  dia  en  adelante 
se  fundasen  en  los  términos  de  aquella  ciudad,  y  partiendo 
de  sus  monasterios,  con  cruz  levantada  y  en  forma  de  proce- 
sión; y  que  se  diese  á  cada  uno  de  los  trescientos  sacerdotes 
que  celebrasen,  doce  dineros  de  Agramunt  ó  comitales  Urgelli, 
y  al  que  celebrase  la  misa  cantada  y  á  los  diácono  y  subdiáco- 
no  veinte  y  cuatro  dineros  á  cada  uno,  con  que  estos  dos  úl- 
timos digan  misa  por  él,  y  si  no  la  dijeren,  les  deja  diez  y 
ocho  dineros,  y  si  el  primer  dia  del  mes  no  hubiera  trescien- 
tos sacerdotes  para  celebrar,  quiere  que  las  misas  que  falta- 
ren se  celebren  ocho  dias  después,  y  no  pudiéndose  cumplir, 
cada  octavo  dia  de  cada  mes  se  celebren,  ó  sino  cada  seis 
dias,  de  modo  que  cada  mes  queden  celebradas  las  dichas 
trescientas  misas,  y  quesea  puesto  un  túmulo  cubierto,  y 
esto  in  represenlaliomm  nostri  corporis  et  .sepullure  et  quod 
desuper  apponatur  quedam  cohoperta  sufficiens  cum  signis 
nostris  et  super  ipsa  caxa  et  túmulo  dictorum  parenlum  nos- 
trorum  apponantur  panni  damasquini  auri  fini  coloris  ni- 
gri  cum  orlis  zeytonini  cum  s¡gnis  nostris  circumquaque  de 
opere  brudayrie;  y  para  esto,  luminaria,  salarios  y  demás 
gastos  necesarios,  dejó  cuatro  mil  seiscientos  sueldos,  á  ra- 
zón y  fuero  de  veinte  y  cuatro  mil  al  millar,  y  nombra  ad- 
ministradores los  mayorales  de  la  cofradía  de  Nuestra  Seño- 
ra de  Almata,  y  que  hayan  de  entender  en  la  distribución 
"de  este  dinero  el  conde,  su  hijo,  y  muerto  él,  sus  he- 
rederos, el  guardián   de  San  Francisco,   el  ecónomo  de  los 


(  272  ^ 
clérigos  de  la  ciudad  de  Balaguer,   el  prior  de  Santo  Do- 
mingo y  el  ministro  del   monasterio  de    las  Parrellas,  del 
orden  de  la  Santísima  Trinidad;  y   les  encargó  con  gran- 
des   veras  la  ejecución   de  esta  pia  institución  ;  y  en  caso 
fuera  difícil  la  cobranza  del  dicho  censal,  y  las  costas  que 
para  la  cobranza  de  él  se  hubieren  de   hacer,  manda  á  su 
heredero  lo  pague,  y  después  lo  cobre  y  reciba  de  aquellos 
que  lo  debieren,  porque  no  se  dilate  el  sufragio  de  cada 
mes,    y  en  caso  no  lo  haga,  consigna  á  los  dichos  adminis- 
tradores las  rentas  de  Pons,  Monmagastre,  Uliana,  Tiurana 
y  Vilaplana;    y  que   en  el  entretanto  que   se  tardare  á  ha- 
llar la  inversión  de  las  cuatro  mil  trescientas  libras,  quiere 
que   reciban   los   administradores    antedichos   aquellos    mil 
sueldos  que  le  prestan  cada  año   la  aljama   de  los  judíos 
de  Alcolea  de  Cinca  y  doscientos  la  universidad  de  Ozó,  y 
que  de  estos  mil  doscientos  sueldos  se  celebren  tantas  mi- 
sas cuantas  celebrarse  puedan;  y  para  la  fábrica  del   dicho 
monasterio  é  iglesia  y  sustento  de  los  religiosos  y  religiosas 
y  demás  instituciones   dichas,  y   otras  muchas  mandas  pias 
que  hizo,   deja  diez    mil   libras  barcelonesas  y  si  estas  no 
bastaren,  quiere  que  lo  que  faltare  se  supla  del  censal  que 
recibía  de   don  Miguel  de  Urrea  y  de  las  rentas  del  lugar 
de  la  Mola,  en  el  reino  de  Aragón. 

Dejó  á  Nuestra  Señora  de  Bellpuig  de  las  Avellanas 
dos  cirios,  de  peso  de  veinte  libras  de  cera  cada  uno,  para 
que  ardan  en  las  misas,  desde  la  consagración,  hasta  que 
el  sacerdote  haya  sumido. 

Manda  á  su  heredero  que  restituya  todo  lo  que  él  hu- 
biese recibido  de  las  imposiciones  de  la  ciudad  de  Bala- 
guer, y  otros  lugares  y  pueblos  de  los  condados  y  vizcondií- 


(  275  ) 
dos,  salvo  aquello  que  legítimamente  constare  haber  gastado 
en  la  fortificación  del  castillo  y  otras  fuerzas  de  la  ciudad 
y  demás  pueblos;  y  lo  que  no  se  hubiese  gastado  en  eno 
ó  en  servicio  del  rey  y  defensa  de  los  judíos,  manda  que 
sea  empleado  en  reedificar  y  fortalecer  los  muros  de  la 
dicha  ciudad  y  demás  lugares,  por  ser  instituidas  las  impo- 
siciones para  ese  fin. 

Confirma  la  donación  que  habia  hecho  de  las  quistias  y 
otras  rentas  de  la  villa  de  Ager,  para  la  reedificación  del 
claustro  y  de  una  casa  que  mandaba  labrar  en  el  monas- 
terio de  aquella  villa,  á  lo  que  yo  conjeturo,  para  su  es- 
tado y  habitación,  que  el  dia  de  hoy  está  derribada. 

A  todos  los  de  su  casa  hizo  mandas,  esto   es: 

A  Bernardo  de  Camporell,  caballero,  seis  mil  sueldos 
barceloneses. 

A  Francisco  de  la  Torre,  dos  rñil  sueldos. 

A  Bernardo  de  Foix,  dos  mil  sueldos. 

A  Bernardo  de  San  Martin,  tres  mil  sueldos. 

A  Nicolás  Domenec,  su  secretario,  dos  mil. 

A  Berenguer  de  Casadevall,  escribano  suyo,  mil  sueldos. 

A  Pedro  Mir,  su  escribano,  cuatrocientos  sueldos. 

A  Pedro  Sans,  escribano  de  su  casa,  seiscientos  sueldos. 

A  Arnaldo  de  Isla  ,  escribano  de  su  casa  ,  seiscientos 
sueldos. 

A  Pedro  Claret,  de  su  cámara,  seiscientos  sueldos. 

A  Pedro  Miró,  de  su  cámara,  tres  mil  sueldos. 

A  Juan  Mir,  capellán  de  su  casa  y  de  su  cámara,  mil 
sueldos  no  mas,  por  haberle  dado  ciertos  beneficios  ecle- 
siásticos. 

A  Ramón  de  Ciscar,  de  su  cámara,  dos  mil  sueldos  y 
TOMO  X.  19 


(  274  ) 
otros  tantos  á  Guillen  Pedro  Galceran,  también  de  su  cá- 
mara. 

A  Sancho  de  Boltaya,  de  su  cámara,  dos  mil  sueldos,  si 
vuelve  en  su  servicio,  y  sino,  mil. 

A  Antonio  Sin,  hijo  de  Pedro  Sin,  que  habiasido  de  su 
cámara  y  era  muerto,  mil  sueldos. 

A  Berenguer  Dalos,  que  era  escudero  de  su  casa,  mil 
sueldos. 

A  Arnaldo  Spinell,  portero  de  su  casa,  setecientos  sueldos. 

A  Bernardo  Forcadell,  trompeta  de  su  casa,  cuatrocien- 
tos  sueldos. 

A  Juan  Fexuc,  también  trompeta  de  su  casa,  trescien- 
tos sueldos. 

A  Bartolomé  Metge,   su  cocinero,  doscientos  sueldos. 

A  Pedro  del  Grau,  también  su  cocinero,  trescientos  suel- 
dos, con  que  pague  lo  que  debe  de  ciertos  arrendamienlLS. 

A  Ramón  Stevar  ,  su  repostero  ,  mil  sueldos ,  y  dus- 
cientos  á  Antonio  Despres,  con  que  dé  razón  y  cuenta  de  los 
vasos  de  plata  le  estaban  encomendados. 

A  Miguel,  Fernando  y  Ramón  Spolter,  sus  botelleros,  á 
cada  uno  doscientos  sueldos. 

A  Pedro  Pausader,  su  correo",  doscientos  sueldos,  y  que 
sean  celebradas  cien  misas  por  el  alma  de  Bernardo  Pay- 
les,  correo  de  su  casa,  por  lo  bien  habia  servido  á  la  condesa 
doña  Cecilia,   su  madre,  y  á  él. 

A  la  condesa  doña  Margarita,  su  mujer,  dejó  el  usu- 
fruto  de  los  castillos  y  villas  de  Castelló  de  Farfanya  y  de 
Algerre,  y  todos  los  vasos  de  plata,  colgaduras  y  tapices 
en  que  fueren  las  armas  de  los  marqueses  de  Monferrat, 
y.  odos  sus  vestidos,  quitados  empero  de   ellos  las  perlas 


(  275  ) 
y  piedras  preciosas,   que  esas  reserva  para  su  heredero,    y 
le  manda   una  joya  con  estas  palabras:  ítem  dimitlimus  dicte 
comorti  nostre  unum  fervayl  cum  quadam  smaragde  in  medio 
€t  sex  margaritis  et  sex  halaix  circumcirca;  y  que  le  sea  pa- 
gado el  dotario  (así  llama  el  screix),  y  por  él   cinco  mil 
florines,  pues  no  recibió  de  ella   mas  de  la  ciudad  de  Aque 
en   Lombardía,    por  diez  mil  florines,  como    queda  dicho; 
pero   estas  mandas  fueron   con   condición  que  la    condesa 
diese  razón  y    cuenta    de  lo   que  quedaba    debiendo   del 
precio  de  la  baronía   de   Antillon,   que  habia  entrado  en 
mano  de    ella,  y  jamás  pudo  el  conde   acabar,  ni  que  le 
diese  cuenta  ,   ni   que  le  volviese  el  dinero. j  El  caso  fué, 
que  el  conde  vendió  los  lugares  de  Antillon,  Orviego,  Las 
Ceylles  y   otros  á    don   Miguel  de    Gurrea,    en   precio  de 
ciento  y   ochenta   seis   mil  y   doscientos  sueldos  jaqueses, 
que  recibió  la  condesa,    y  se  quedó    con   ellos.  Sin   esto, 
recibia  el   conde  del   mismo  don   Miguel  y   de  doña  María 
Alvarez  de  Mendoza,   y  de  las  universidades  y  singulares  de 
Antillon,    de  Orviego,  de  Las  Ceylles,  de  Poncano,  de  San 
Garren,    de  Roures,    de  Sasa,  de  Olvieto,  de  Cascallano  y 
de    Artesona,  un  censal    de  pensión  quince  mil  quinientos 
diez  y  seis  sueldos  y  ocho  dineros  jaqueses,  pagados  el  pri- 
mer dia  del  mes  de  junio  ,  y  de  precio  ó  propiedad  diez 
y  nueve  rail    y  seiscientos   florines  de  oro  de  Aragón.  Es- 
te censal   habia    empeñado  el  conde  á  la  ciudad  de  Bala- 
guer  y  villas  de  Arbeca,  Castelló  deFarfanya,   Algerre  y 
Menargues,  que,  según  conjeturo,  fué  para  comprar  los  lu- 
gares de  Granollers,  San  Vicent  y   Caldes,  que  compró  de 

don con  pensamiento  de  quitar  el  dicho   censal 

del  precio  de  la  venta  habia  hecho  á  don  Miguel  de  Gur- 


(  27G  ) 
rea;  pero  la  condesa  se  quedó  con  aquel  dinero,  y  jamás 
pudo  el  conde  alcanzar  de  ella  que  se  le  volviese,  y  quitó 
el  censal  del  dinero  del  dote  de  la  infanta , ,  pues  no 
pudo  sacar  lo  que  habia  entrado  en  poder  de  la  con- 
desa ;  y  así  en  su  testamento  la  obliga  á  volver  y  dar 
cuenta  de  él  ,  y  cuando  no  lo  haga  ,  la  priva  del  usu- 
fruto  de  los  dichos  castillos  y  lugares  de  Albesa  y  Cas- 
telló  de  Farfanya,  y  de  los  cinco  mil  florines  de  screix; 
pero  las  cosas  sucedieron  de  manera,  que  la  condesa  se 
concordó  con  el  conde,  su  hijo,  y  entró  en  posesión  de 
los  dichos   lugares  y  castillos. 

Nombró  heredero  á  su  hijo  don  Jaime,  y  no  teniendo 
liijos,  le  sustituye  á  don  Juan,  su  segundo  hijo,  y  manda 
que  las  hijas,  si  quedaren,  de  don  Jaime,  sean  sustentadas 
y  dotadas  según  su  calidad,  casando  dos  de  ellas,  y  me- 
tiendo á  religiosas,  en  monasterios  de  la  corona  de  Aragón, 
á  las  demás. 

Encarga  mucho  al  conde  don  Jaime,  que  cobre  la  ba- 
ronía de  Entenca  de  don  Juan,  dando  por  ella  los  setenta 
mil  florines;  y  porque  con  mayor  facilidad  lo  haga,  le  da 
camino  y  traza  de  donde  pudiera  sacar  dinero  para  ello, 
aplicándole  el  dinero  que  quedaba  del  dote  de  la  infanta 
doña  Isabel,  y  del  precio  del  censal  recibian  sobre  la  ciu- 
dad de  Gerona ,  y  de  aquellos  once  mil  noventa  y  un 
sueldos  agrimontenses  que  recibian  del  derecho  llamado  el 
Morabatin,  que  le  pagaban  los  pueblos  del  condado,  y  de 
aquellos  dos  mil  y  quinientos  sueldos  le  habian  de  dar 
los  judíos  de  Agramunt,  que  se  eran  gravados  en  esa  can- 
tidad, y  del  dinero  que  quedó  en  poder  de  la  condesa 
de   la  venta  de  los  lugares  de  Antillon  y  demás;  pero  por 


'» 


(277  ) 
morir  don  Juan,   presto  el   conde  ,  su   hermano,  cobró  la 
baronía  y    demás    lugares,  sin  haber     de  pagar   cosa  al- 
guna . 

Muriendo  su  hijo  don  Juan  sin  hijos  varones,  quiere 
que  los  condados  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager  vuelvan 
al  rey  don  Martin,  su  primo,  ó  á  su  heredero  universal 
que  fuere  rey  de  Aragón  y  conde  de  Barcelona,  según 
estaba  ordenado  en  dicho  caso  en  el  testamento  del 
conde  don  Armengol  de  Cabrera,  y  en  la  donación  que 
el  rey  don  Alfonso  habia  hecho  al  infante  don  Jaime, 
padre  del  conde;  y  en  la  demás  hacienda  que  le  quedaba, 
que  consistia  en  la  baronía  de  Entenca,  en  Aragón,  en 
los  lugares  de  Algerre,  Monfalcó,  el  feudo  de  Balaguer, 
de  Agramunt,  Albesa,  Castelló  de  Farfanya,  baronía  de 
Linyola,  y  en  las  jurisdicciones  que  habia  comprado  del 
rey,  del  castillo  de  Pedra  y  las  baronías  de  Castellvell 
de  Cervelló,  y  villas  de  San  Vicens,  Caldes,  Granollers  y 
Piera  y  todo  lo  demás,  no  quedando  hijos  de  don  Juan, 
lo  deja  á  doña  Leonor,  y  lega  á  doña  Cecilia,  y  declara, 
que  la  deja  hace  del  condado  y  vizcondado  al  rey  don 
Martin,  se  entienda  y  haya  lugar  en  caso  que  de  derecho  y 
según  las  donaciones  y  testamento  ya  dicho  le  pertenezcan, 
y  no  perteneciéndole,  quiere  que  sf>a  de  sus  hijas,  y  fal- 
tando hijos  é  hijas,  deja  el  usufruto  á  la  condesa  doña  Mar- 
garita, su  mujer,  no  casando  ;  y  casando,  le  deja  cinco 
mil  florines  de  oro  de  Aragón;  y  después  quiere  que  de  sus 
bienes  sean  fundadas  ciertas  causas  pias,  hasta  cantidad  de 
dos  rail  libras  de  renta,  y  lo  demás  vuelva  al  rey  don 
Mavtin  de  Aragón  ó  á  sus  hijos,  reyes  de  Aragón  y  con- 
des de   Barcelona.    Pero  los  sucesos  de   las  cosas  fueron 


(  278  ) 
tales,  qoo   lo    que   menos    se   pensó  fué   lo  contenido    en 
este   testamento,  el   cual  está  en  el   archivo  real  de  Bar- 
celona. 

Está  sepultado  en  Nuestra  Señora  de  Almata,  en  una 
caja  de  madera,  alta,  al  entrar,  á  la  mano  derecha  de  la 
puerta  que  mira  al  rio:  está  su  cuerpo  entero,  y  allí  está 
también  e!  de  don  Juan,  su  hijo,  ó  de  don  Tadeo;  pero 
según  la  disposición  del  cuerpo,  que  también  está  entero, 
tengo  por  cierto  ser  el  de  don  Juan.  Está  la  caja  pin- 
tada de  color  verde,  con  algunos  escudos  pequeños  de  las 
armas  de  este  conde,  que  eran,  á  la  mano  derecha,  dos 
palos  de  las  armas  reales  de  los  rejes  de  Aragón,  y  á 
la  izquierda,  algunos  jaqueles  de  oro  y  negro,  de  esta 
manera: 


x\unque  todos  los  que  escriben  historias  generales  ha- 
cen memoria  de  las  cosas  que  en  tiempo  del  conde  don 
Pedro  acontecieron  en  el  mundo  dignas  de  admiración 
y  memoria,  pero  no  puedo  disimular  dos,  por  tocar  á  nues- 
tra historia:  la  una  fué  el  cisma  que  en  estos  tiempos 
se  levantó  en  la  Iglesia  de  Dios,  que  puso  el  mundo  á  pique 
de  perderse  ,  y  estuvo  cerca  de  cuarenta  años  en  duda 
cuál  de  los  pontífices  era  el  legítimo  y  verdadero ,  sin  que 
los  hombres  mas  doctos   del  mundo  pudiesen  dar  parecer 


(  279  ) 
y  voto  cierto  en  ello,  que  no  tuviese  una  infinidad  de 
contrarios.  Llegó  la  Iglesia  en  un  mismo  tiempo  á  tener 
tres  que  se  llamaban  pontífices ,  y  cada  uno  defendia 
tan  valerosamente  su  partido  y  derecho,  que  casi  todo  el 
mundo  estaba  suspenso.  Uno  de  los  pontífices  fué  nuestro 
don  Pedro  de  Luna  ,  que  comunmente  llamaban  el  car- 
denal de  Aragón  ;  y  este  era  obedecido  en  estos  reinos 
de  España,  y  fué  fama  que,  por  asegurar  en  su  obedien- 
cia los  reinos  de  Castilla ,  que  gobernaba  don  Fernando 
llamado  comunmente  de  Antequera,  le  valió  y  favoreció 
en  la  pretensión  del  reino  de  Aragón  ,  con  nuestro  don 
Jaime  conde  de  Urgel  y  demás  pretensores  ,  con  espe- 
ranza, que  si  el  infante  era  rey  de  la  Corona,  la  conser- 
varia  en  su  devoción,  como  se  habia  conservado  hasta  aquel 
punto;  y  aun  afirman  algunos,  que  se  lo  prometió;  pero  des- 
pués de  hecha  la  declaración  de  Caspe  en  favor  de  don 
Fernando,  mandó  mirar  el  negocio  y  justicia  de  los  pon- 
tífices con  gran  cuidado,  y  obedeciendo  á  la  declaración 
de!  concilio  de  Constancia,  le  alzó  la  obediencia  ,  y  aun 
lo*  compelió  á  que  renunciase  el  derecho  tenia  (si  alguno 
era)  á  la  silla  apostólica;  y  el  papa  le  defendió  tan  te- 
nazmente ,  que  jamas  dejó  de  tratarse  y  llamarse  papa, 
sin  que  acabasen  nada  con  él  las  censuras  eclesiásticas, 
ni  otros  medios  se  buscaron  porque  desistiese  de  su  opi- 
nión, y  se  conformase  con  lo  decretado  en  aquel  concilio; 
y  así  le  dejaron  como  á  cismático  é  incorregible,  y  se  re- 
tiró en  Peñíscola,  del  reino  de  Valencia,  y  allá,  con  al- 
gunos cardenales,"  amigos  suyos,  acabó  su  vida,  que  des- 
pués de  puesto  en  la  silla  pontifical  duró  mas  años  que  la 
de  san  Pedro,   argumento  para  algunos   curiosos,   con  (juc 


(  280  ) 
probaban  no  haber  úáo  legítimo  pontífice,  porque  ningu- 
no que  lo  fuese  vio  los  dias  de  San  Pedro.  Originóse  de 
esta  tenacidad,  en  Cataluña,  un  refrán  muy  vulgar  y  or- 
dinario, para  dar  á  entender  la  porfía  y  pertinacia  de  un 
hombre,  decir:  esíá  en  sos  íreíse,  y  otro,  trelse  son  tretse, 
porque  jamás  este  buen  hombre  dejó  de  llamarse  Bene- 
dicto decimotercio  ,  que  era  el  nombre  que  tomó  cuan- 
do fué  hecho  papa.  De  lo  demás  que  pasó  en  este  cis- 
ma y  trabajos  padeció  la  Iglesia  santa  y  los  fieles,  cuentan 
lo3  autores  que  escriben  vidas  de  pontífices,  y  nuestro  Ge- 
rónimo Zurita  y  otros  muchos. 

La  otra  cosa  notable  que  aconteció  en  el  mundo  fué  el 
uso  de  la  artillería,  y  la  primera  de  que  sabemos  en  Ca- 
taluña, fué  la  que  llevó  el  conde  de  Foix  en  la  entrada 
que  hizo  para  tomar  el  reino  de  la  Corona  de  Aragón, 
cuando  murió  el  rey  don  Juan,  y  con  ella,  salido  de  Ca- 
taluña, dio  combate  h  la  fuerza  ó  castillo  de  Balbastro, 
como  queda  dicho;  y  con  ser  esta  invención  la  que  mas 
admiración  ha  causado  al  mundo  de  todas  cuantas  especies 
y  géneros  de  máquinas  y  armas  ha  habido,  es  el  primer 
inventor  de  ella  el  que  menos  se  conoce,  por  relación  de 
autores  dignos  de  fe  y  crédito;  y  de  aquí  ha  procedido  la 
variedad  de  opiniones  que  en  esto  hay,  atribuyéndolo  los 
mas,  no  á  ingenio  de  hombres  ó  fruto  de  alguna  cien- 
cia, como  muchas  ó  casi  todas  las  invenciones  admirables, 
sino  á  traza  y  artificio  infernal ,  y  imaginada  á  ofender 
y  á  abreviar  nuestras  vidas.  Conocióse  ,  por  nuestros  pe- 
cados, en  Europa  en  el  año  1380,  ó  poco  antes,  y  el 
primero  que  la  sacó  á  luz  fué  un  alemán,  cuyo  nombre 
í^c  ignora    Algunos  autores  toman  esto  de  mas  atrás,  y  dan 


(á81  ) 
por  inventor  de  esto  á  Arquímedes  siracusano,  de  cuyas 
admirables  invenciones  tratan  algunos  autores:  este  hom- 
bre, dicen  que  inventó  un  instrumento  de  hierro  ,  que 
arrojaba  y  despedia  de  sí  gruesas  piedras,  con  mucho  rui- 
do y  gran  estampido  ,  semejante  al  que  hace  una  pieza 
de  las  nuestras  al  punto  que  la  disparan;  infiriendo  que 
aquello  era  causado  ó  de  pólvora,  como  la  que  nosotros 
usamos,  ó  de  otro  material  que  tuviese  igual  fuerza  ó  vir- 
tud; y  en  la  entrada  que  hizo  el  rey  de  Granada  en  el 
reino  de  Valencia  el  año  1331,  hace  mención  Zurita  de 
otra  invención  de  fuego  semejante  áesta.  Sus  palabras  son: 
«Y  puso  en  aquel  tiempo  grande  terror  una  nueva  invención 
de  combate,  que  entre  las  otras  máquinas  que  el  rey  de 
Granada  tenia  para  combatir  los  muros  ,  llevaba  pelotas 
de  hierro,  que  se  lanzaban  con  fuego;»  y  fray  Juan  Gon- 
zález de  3Iendoza,  en  lo  historia  de  la  China,  dice  que 
los  de  aquel  reino  se  glorian  de  haber  sido  los  primeros 
inventores  de  la  artillería,  y  que  cuando  los  portugueses 
pasaron  allá,  hallaron  el  uso  de  ella  tan  puesto  en  arte 
y  razón,  como  lo  estaba  en  Europa,  y  buscando  el  prin- 
cipio de  ella,  les  decian,  que  Vitey,  su  primer  rey,  la  ha- 
bia  inventado  para  ofender  á  los  tártaros,  con  quien  traia 
guerra,  ayudado  del  demonio,  con  quien  tenia  particular 
trato,  y  lo  publicaban  los  grandes  hechizos  y  otras  obras 
espantosas  que  hacia;  y  se  halla  en  historia  de  ellos,  que 
pasando  los  chinos  al  reino  de  Pejuy  á  conquistar  la  In- 
dia oriental,  que  ha  mas  de  mil  quinientos  años,  llevaron 
á  esta  jornada  estos  instrumentos,  y  así  dicen  que  el  ale- 
mán, á  quien  se  da  la  gloria  de  esta  diabólica  invención, 
solo   merece   el    nombre  de    descubridor,    v  no  de  inven- 


(  282  ) 
tor  ,    pues   otros  hubo  que  la  usaron  antes  del  año  1380. 

Prosiguiendo  el  catálogo  de  los  obispos  de  Urgel  que 
fueron  después  de  don  iVrnau  de  Lordat,  hasta  la  muerte 
del  conde  don  Jaime  de  Aragón,  hallo  en  los  episcopo- 
logios  de  aquella  iglesia  á  don  Pedro  de  Narbona.  Á  éste 
sucedió  don  Hngo  Desbac ,  monje  claustral  del  orden 
de  San  Benito,  y  habia  sido  antes  abad  de  Kipoll,  y  es 
el  vigésimoquinto  de  los  abades  de  aquel  ilustre  monas- 
terio, como  lo  dice  fray  Antonio  de  Yepes,  en  su  historia 
del  orden  de  San  Benito,  tomo  cuarto;  y  entró  en  el  obis- 
pado en  el   año  1361 . 

Don  Arnaldo  de  Patau  es  el  sucesor  del  precedente: 
hallo  memoria  de  este  prelado  en  la  traslación  del  con- 
vento de  predicadores  de  la  Seo  de  Urgel,  del  lugar  y 
puesto  donde  se  fundó  primero,  al  lugar  donde  hoy  está, 
que  por  evitar  que  el  vizconde  de  Castellhó  y  otros  que 
traían  guerra  con  el  obispo  no  se  fortificarán  eii  él,  fué 
conveniente  se  edificase  dentro  de  la  ciudad. 

Sucesor  suyo  fué  don  Pedro  de  Luna  ,  y  después  don 
Berengario  de  Eril,  y  tras  este  don  Galceran  de  Vilano- 
va,  de  quien  quedan  fundados  dos  beneficios  en  la  ca- 
pilla de  la  Concepción  de  Nuestra  Señora,  que  él  edificó 
y  dotó,  en  el  claustro  de  la  iglesia  mayor  de  la  Seo  de 
Urgel.  Este  asistió  en  el  parlamento  que  juntaron  en  Ca- 
taluña ,  cuando  murió  el  rey  don  Martin  ;  fué  gran  de- 
fensor de  los  derechos  de  su  iglesia  y  mensa.  Tuvo  este 
prelado  muchas  contenciones  con  el  conde  de  Pallars,  que 
dieron  harto  que  entender  al  parlamento,  y  eran  gran  es- 
lorbo  para  la  buena  dirección  de  lo  que  se  trataba  en 
esto;  y  aunque  fueron  requeridos  que  suspendiesen  sus  pre- 


(  285  ) 
tensiones,  jamas  lo  pudieron  acabar  con  ellos;  antes  undia, 
cuando  pensaban  todos  que  estarian  mas  sosegadas  las  ar- 
mas del  obispo  y  del  de  Pallars,  por  haber  entre  los  dos 
treguas,  cierta  gente  del  obispo  entró  por  fuerza  el  lugar 
de  Eróles,  que  era  de  un  caballero  de  casa  del  conde,  y  le 
saquearon;  y  por  esta  ofensa,  el  conde  y  su  hijo  juntaron  gen- 
tes, y  entró  de  Francia  el  vizconde  de  Cosserans,  con  gente 
para  valerles;  y  el  parlamento  se  sintió  mucho  de  esto,  y  die- 
ron toda  la  satisfacción  que  fué  posible  al  señor  de  aquel 
lugar;  y  al  obispo,  que  en  este  hecho  tenian  por  muy  culpa- 
do, obligaban  á  poner  su  persona  y  el  lugar  de  Tremp  en  po- 
der del  arzobispo  de  Tarragona,  y  á  los  que  hicieron  aquel 
insulto,  en  poder  del  gobernador  de  Cataluña,  y  ordenaron 
al  veguer  de  Lérida  y  Pallars  subiese  á  Tremp  á  castigar 
los  malhechores;  pero  venerando  la  dignidad  del  obispo,  no 
se  jfrosiguió  contra  su  persona,  y  los  bandos  se  sosegaron. 

Fué  este  prelado  uno  de  los  embajadores  que  por  parte 
del  parlamento  fueron  al  conde  de  ürgel,  para  persua- 
dirle diera  la  obediencia  al  rey  don  Fernando,  y  murió 
el   año  de  1414. 

Sucesor  de  este  fué  don  Francisco  de  Tovia,  que  vivió 
veinte  y  dos  años  y  murió  el  de  1436;  y  por  haber  muer- 
to en  su  tiempo  el  conde  den  Jaime  y  acabar  esta  his- 
toria, acaba  también  aquí  el  catálogo  de  estos  obispos,  de 
quien,  aunque  haya  mucho  que  contar,  pero  por  andar 
los  episcopologios  que  han  llegado  á  mi  noticia  tan  remisos 
y  breves  ,  es  mucho  lo  que  he  dicho,  aunque  poco  res- 
pecto de  lo  que  se  ignora  y  yo  he  deseado  hallar. 

El  uso  de  la  moneda,  tan  necesario  en  el  mundo  para 
el  común  comercio  y  remedio  de  las  necesidades  humanas, 


(  284  ) 
es  tan  antiguo  como  las  ventas  y  compras,  que  no  se  pue- 
den bien  hacer  sin  ella;  y  aunque  los  primeros  hombres, 
ignorando  el  valor  y  precio  que  dieron  después  á  los  me- 
tales, usaron  cambiar  unas  cosas  con  otras,  dando  trigo  por 
carne  ,  lino  por  pan,  vino  por  aceite,  ó,  como  dice  Ho- 
mero de  aquellos  que  por  rescate  de  los  caballos  daban 
cueros  de  bueyes,  ó  hierro;  pero  estos  y  otros  truecos 
eran  con  descomodidad,  por  no  hallarse  fácilmente  la  equi- 
valencia de  las  cosas,  y  con  mucha  dificultad  la  guardia 
y  disimulación  de  las  haciendas  ó  riquezas,  ó  particulares 
ó  comunes;  pues  nadie  podia  esconder  lo  suyo,  por  ser  los 
haberes  de  los  hombres  frutos  y  ganados,  que  ni  pueden 
conservarse  secretos,  ni  por  largos  tiempos.  Estas  inco- 
modidades, y  no  poder  esconder  el  amigo  al  amigo,  y  el 
vecino  al  vecino ,  y  disimular  cuando  convenia  la  riqueza 
y  pregonar  pobreza,  porque  todo  se  sabia,  vino  á  dar  *pre- 
cio  y  estima  á  los  metales,  y  mas  por  la  duración  y  perpe- 
tuidad de  ellos. 

Al  principio  se  labró  moneda  de  metales  bajos,  y  en 
el  imperio  romano  pasaron  muchos  años  que  no  tuvieron 
otras  monedas  mas  que  de  cobre  y  hierro,  y  de  aquí  ob- 
servan los  anticuarios,  que  las  mas  antiguas  y  verdaderas 
medallas  son  de  estos  metales;  y  dice  Plinio,  que  el  pri- 
mero que  hizo  cuño  para  esculpir  moneda  fué  Servio  Tu- 
bo, rey  de  los  romanos,  y  esculpió  una  oveja  y  otros  ani- 
males del  campo,  de  los  que  en  latin  llaman  pecuSy  y  de 
aquí  vino  á  llamarse  el  dinero  pecunia  y  numus  ó  num- 
mus,  en  memoria  de  Numa  Pompilio ,  de  quien  dice  San 
Isidoro,  qui  eos  primum  apud  latinos  imaginibus  notavit  et 
titulo  nominis  suiprescripsit;  y  después  la  llamaron    moneía 


i* 


(  285  ) 
ó  monemh,  porque  con  ella  acuerdan  los  príncipes  y  avivan 
su   memoria  en  los  siglos  venideros,  como  lo  experimenta- 
mos en  las  medallas,  que  dan  noticia  de  muchas  cosas  que 
sin  ellas  quedaran  sepultadas  en  olvido.   A  estas  monedas 
de  cobre  ó  latón  llamaban  comunmente  moneda  de  vellón: 
Antonio  de  Nebrija  las  llamó  de  \ ilion,  quasi  vilis,  y  los 
romanos  la  llamaron  aes  grave  y  por  otro  otro  nombre  aes 
confusaneum,  pecunia  aerosa  cid  plurima  aeris  portio  est:  y 
adviertan,    que  los  romanos,  como  dije,   en   la  moneda  de 
cobre   estampaban  una  oveja,    llamándola  por  eso  pecunia 
á  pecude;   y  porque   la   oveja  tiene  el  vellón  lanudo,  quedó 
esta  antigüedad,  que  la  moneda  de  cobre,  porque  en  ella 
se  estampaba  la  piel  de  la  oveja,  se  llamase  moneda  de  ve- 
llón, y  los  franceses  la  llaman  de  hillon,  y  esto  es  opinión 
de  muchas  personas  eruditas.  De  aquí  vino   á  labrarse  de 
oro  y  de  plata,    y   la  primera    que  se   labró  de  estos  me- 
tales en   Roma,  fué  en  el  año  de  su   fundación  de  448, 
en   tiempo  de  Scipion  Africano,  y  á   imitación  suya  la  ba- 
tieron  en  la  ciudad  de  Huesca,  que,   como  queda  dicho, 
era    de   los  pueblos  Ilergetes,    y    Plinio  la  llama    moneda 
oséense,  y  de  ella  entraron  gran  cantidad  en  sus  triunfos, 
para  el  erario  público  de  Roma,  Marco  Helvio,  Quinto  Mi- 
nucio  y  Marco   Porcio  Catón,  capitanes  romanos    que  fue- 
ron en  España,  ciento  noventa  años,  pocos  mas,  antes  de 
la  venida  del  Hijo  de  Dios  al  mundo.  A  esta  moneda  os- 
éense llama  Livio  higalos:  á  la  una  parte  llevaba  impreso 
un  carro  con    dos   caballos,  y  por  esto  la  llaman  bigatos^ 
derivativo  de  hige  ligatus,    que  quiere  decir  yugo  de  dos 
caballos;    y  de  esta    moneda    hace   memoria  Livio  en  al- 
gunos lugares  de  su  historia;  y  donde  habia  pocos  de  estos 


(  286  ) 
metales,  oro  y  plata,  mezcláronles  con  los  bajos,  y  hacien- 
do liga  de  ellos,  labraban  diversas  monedas,  unas  de  mas 
y  otras  de  menos  valor;  y  con  la  abundancia  se  facilitó 
la  correspondencia  de  unos  tratantes  con  otros,  y  cada  rey 
ó  príncipe  labraba  la  cantidad  de  moneda  y  de  los  me- 
tales que  le  permitían  su  posibilidad  y  riqueza,  de  donde 
vino,  que  no  soio  cada  reino  hacia  su  moneda,  pero  en 
una  misma  provincia  la  batian  diversos  señores  y  pueblos,  y 
la  esparcían  en  su  estado  y  entre  los  suyos,  porque  uno 
solo  no  era  poderoso  y  tan  rico  que  pudiese  labrar  loda  la 
moneda  necesaria  en  el  reino  ó  provincia.  Donde  se  la- 
bró y  conoció  primero  el  dinero,  tratan  los  historiadores; 
pero  por  no  ser  de  nuestro  intento,  lo  dejo,  diciendo, 
que  la  primera  noticia  que  hubo  en  España  de  dinero,  fué 
la  que  dieron  los  de  Rodas,  en  el  condado  de  Ampurias 
y  Rosellon,  en  Cataluña,  cuando  después  de  la  seca  vinie- 
ron á  poblar  en  ella;  y  entre  otras  cosas  que  enseñaron, 
fué  el  uso  de  la  moneda,  y  esta  era  de  cobre  y  causó  gran 
risa  y  maravilla  á  los  naturales,  que  con  un  poco  de  me- 
tal de  poco  ó  ningún  provecho,  comprasen  las  cosas  ne- 
cesarias Esto  pasó  mil  años,  poco  mas  ó  menos,  antes  de 
la  \enida  del  Señor  al  mundo.  Dejaré  las  costumbres  que 
en  esto  habia  en  diversos  reinos,  porque  no  pienso  salir 
de  las  costumbres  de  Cataluña  y  condado  de  Urgel;  y  así 
solo  daré  noticia  de  lo  que  he  hallado  en  orden  á  lo  que 
digo,  poique  no  es  otro  el  intento  de  este. 

El  derecho  de  batir  moneda  es  regalía  del  príncipe  y 
á  él  solo  toca,  pero  es  de  aquellas  que  pueden  ser  con- 
cedidas y  comunicadas  y  separarse  de  su  persona,  ó  por 
privilegios  y  gracias  particulares,   ó  por  prescripción,  ó  por 


(  287  ) 
olró  legítimo  y  justo   título;   y  por  esto  todos   los  condes 
antiguos  de  Cataluña  y  algunos  pueblos  de  ella,  como  Lé- 
rida,  Gerona,   Bañóles,   Perpiñan,    GranoUers    y   otros,  la 
batian  púbücamenle,  y  aun  algunos  el  dia  de  boy;  y  esto 
por  especial  prerogativa  y  preeminencia  de   ellos,    aunque 
después  se  vino  á  perder   >   meni:uar,  ó  por  haberse  pro- 
hibido  por  justas  causas,    ó  por  haber    vuelto  los  estados 
de    aquellos  condes   á  la  corona  real  v  estar    incorporados 
en  ella,  ó  por  haber  ellos   cesado  de  fabricarla  por  como- 
didades propias,  ó  por  otras  causas  y  razones;  y  el  dia  de 
hoy,  como  dijo  Bovadilla,   refiriendo  á   Juan  Guardiola,  el 
duque  de  Cardona  en  su  estado  la  puede  batir,  así   como 
la  batian  los    condes  de  ürgel,  Ampurias,  Rosellon  y  otros, 
con  ciertas  limitaciones;   y  l)or  eso  el  rey  don  Pedro  el  III, 
que  llamamos  del  Punyalet,  entre  otras  quejas  que  tuvo  del 
rey   don  Jaime  de  Mallorca,  que  era   conde  de  Rosellon, 
una  era    que    batia  moneda  en  aquel   cond^o,  á  la    liga  y 
quilate  de  la  de  Barcelona;  y  aunque  él  daba  por  descargo 
que  lo  habian  hecho  así   los  antiguos  condes,    sus   antece- 
sores, no  le   bastó  aquella    satisfacción,    porque  aunque  á 
aquellos  les  fué    lícito,  pero  no  á  él,  por  estarle  prohibido 
cuando  aquellos  condados  fueron  enfeudados  por   el  rey  de 
Aragón  al  de  Mallorca,    como  dijimos  en  otro  lugar;  y  así 
aquella  prerogativa  le  fué  abdicada;  y  el  rey  nuestro  señor, 
cuando  da  títulos  de  condes  ó  otros  en   particular,  les  pro- 
hibe el  hacer   moneda,  por  excusar  la  gran  confusión  ha- 
bria  en   la  república,  corriendo  muchas  especies   de   ella, 
porque   no   siendo  de  un  mismo  valor,    peso   y    señal,  es 
fuerza  que  en  los  pueblos,  al  esparcir  aquella,  haya  discor- 
dias. Esto  entendieron  bien  los   reyes  pasados  que,  por   dar 


(  288  ) 
buen  asiento  á  cosa  tan  útil  y  necesaria,  hicieron  sobre 
ello  diversos  y  varios  estatutos,  y  á  la  postre  conocieron 
que  convenia  al  bien  común  una  sola  moneda ,  de  plata  y 
de  vellón,  y  á  esta  llamaron  de  terno,  confirmándola  por 
perpetua  é  inconmutable,  por  haber  salido  mal  labrar  cada 
rey  la  suya. 

Antes  que  usara  esta  moneda  de  terno,  que  es  la  que 
tenemos  el  dia  de  hoy  en  Cataluña,  corrieron  diversas  mone- 
das, que  el  dia  de  hoy  son  incógnitas,  y  solo  el  nombre  de 
ellas  se  conserva.  Referiré  las  que  han  venido  á  mi  noticia, 
que  no  es  poco  en  cosa  tan  antigua  y  olvidada  decir  algo. 

La  primera  moneda  que  hallo  del  tiempo  de  los  condes 
de  Barcelona,  me  envió  de  Zaragoza  don  Francisco  Xime- 
nez  de  Urrea,  Coronista  de  aquel  reino,  á  quien  la  dio  por- 
que me  la  enviase  don  Gaspar  Galceran  de  Urrea  y  Aragón, 
conde  de  Guimeran,  personas  eruditísimas  y  grandes  anti- 
cuarios. Es  estg  moneda  de  metal,  del  tamaño  de  medio 
real,  poco  menos:  en  la  cara  hay  una  cruz  como  las  de 
los  templarios  ó  de  san  Juan,  que  los  que  tratan  de  arme- 
ría llaman  forcea,  y  está  encima  de  un  pilar  ó  coluna,  y 
al  lado  de  esta  coluna  hay  dos  róeles  abiertos  por  el  me- 
dio como  arandelas  de  lanzas,  y  al  derredor  unos  caracteres 
góticos  antiquísimos,  que  dicen:  Barcino.  Al  reverso  hay 
una  cruz  como  aspa,  algo  estendida   en  los  remates  ,  como 

las  cruces  que  llaman  pateas  y  al  derredor  una    "'^^x^ 

en  medio  de  cuatro  puntos  y  esta  palabra  CIVFRE;  de  ma- 
nera ,  que  denota  claro  ser  aquel  dinero  del  conde  Gui- 
fre,  de  Barcelona,  á  quien  llamaron  Guifre,  Wifre,  Go- 
dofre,   Cifredo,  etc.,    y  entiendo  ser  de  aquellos  numismas 


(  á89  ) 
que  llamaron  denarios ,  porque  eso  designa  la  X  ,  por  la 
cual    era  significado  el  denario  ,  y  por   ser  esta  la  primera 
moneda  que  hallamos  de  los  condes  de  Barcelona,  la  pon- 
go aquí. 


Después ,  en  el  año  1137,  Ramón  Berenguer  ,  conde  de 
Barcelona,  dio  principio  á  otra  moneda  que  llamaron  man- 
cuso ,  y  valió  al  principio  nueve  dineros  barceloneses,  y 
después  llegó  á  doce :  de  estos  habia  de  dos  maneras,  unos 
del  dicho  valor,  y  otros  que  valian  siete  sueldos,  moneda 
de  Zaragoza ,  y  de  ellos  habla  Blancas  en  sus  Comentarios, 
folio  127,  y  eran  de  oro:  sus  palabras  son  estas:  Convenit 
enim  Almutadir  daré  regi  Sanctio  1200  mancussos  auri  vel 
argenti ,  ita  quod ,  si  vult  argentum ,  accipiat  septem  solidos 
monete  Cesarauguste  pro  mancusso;  de  donde  infiero  ser  estos 
mancusos  de  oro  ,  pues  fué  necesario,  no  dácdose  de  este 
metal,  especificar  qué  tanto  se  habia  de  dar  en  plata  por 
cada  uno.  Bien  es  verdad  que  en  tiempo  del  rey  don  Pe- 
dro el  III  corrian  en  Cataluña  unos  mancusos  que  llama- 
ban de  oro  de  Valencia,  y  cada  uno  de  ellos  valia  diez  y 
seis  dineros  barceloneses  de  terno,  y  de  estos  habla  la 
constitución  2/,  en  el  título  De  nwneda,  valor  y  forma  de 
aquella,  en  las  constituciones  de  Cataluña ;  y  cuando  el 
conde    Ramón  Berenguer  dio  principio  á  los  mancusos,  va- 

TOMO  X.  20 


(  290  ) 
lia  el  marco  de  la  plata  cincuenta  sueldos   de  esa   mo- 
neda. 

En  el  año  1185,  el  rey  don  Alfonso  de  Aragón  hizo 
otra  moneda  ,  que  llamaron  hussana ,  y  el  marco  de  la 
plata  valia  cincuenta  y  un  sueldos  de  esa  moneda ,  y  duró 
solos  tres  años  y  medio,  y  no  se  sabe  la  forma  y  señal 
de  ella. 

En  el  año  1200  batió.¡el  rey  don  Alfonso  una  moneda 
llamada  bruna,  dicha  así,  por  ser  negra  en  el  color  y  de 
baja  ley,  como  la  que  en  Castilla  llamaban  moneda  negra, 
porque  tenia  mucho  metal,  diferenciándola  con  este  nom- 
bre de  la  mejor  y  mas  fina,  que  por  tener  mucha  plata, 
llamaban  blanca,  porque  esta  palabra  bruna  es  derivativa  de 
hru ,  que  es  vocablo  catalán  y  valenciano  antiguo ,  y  suena 
lo  mismo  que  oscuro  y  negro,  y  en  esta  significación  la 
toma  Jaime  Roig,  cuando  en  su  poema  dice: 

Del  vert  fan   bru, 
folio  50:  y  esta  moneda' duró  solos  nueve  años,  y  valia  el 
marco  de  la  plata  sesenta  y  tres  sueldos  de  esta  moneda. 

A  11  de  las  calendas  de  abril  de  1212,  el  rey  don  Pe- 
dro dio  principio  á  una  moneda  llamada  de  quart ,  dicha 
así,  porque  en  doce  marcos  de  ella  habia  cuatro  de  plata 
y  ocho  de  metal,  y  valia  el  marco  de  la  plata  noventa  y 
un  sueldos  de  esa  moneda. 

En  el  año  1220,  el  rey  don  Jaime  batió  otra  moneda 
llamada  dobleva  ó  doble ,  ó  de  duplo  ,  porque  en  doce  mar- 
cos de  ella  habia  dos  de  plata  y  diez  de  metal,  y  el  marco 
de  la  plata  valia  cuarenta  y  cuatro  sueldos  de  esa  mo- 
neda. 

Estas  diversidades  de  monedas ,  y  otras  que  se  ignoran. 


(  m  ) 

eran  muy  dañosas  á  la  tierra  y  al  comercio  ,  y  cada  dia  se 
falsificaban,  de  donde  vino  haberse  de  buscar  nueva  forma 
y  ley  de  ella,  que  fuese  perpetua  y  duradera,  como  lo  era  en 
Aragón,  que  por  estos  mismos  inconvenientes,  en  las  cortes 
generales  de  Monzón,  que  celebró  el  dicho  rey  don  Jai- 
me en  el  año  1236,  se  hizo  fuero  que  no  labrase  en  lo 
venidero  cada  rey  su  manera  de  moneda ,  como  habia 
usado  hasta  aquel  punto,  sino  que  siempre  fuese  de  la  fi- 
gura y  ley  que  la  habia  labrado  el  rey  don  Pedro,  su  padre, 
señalada  con  la  cabeza  real  á  la  una  parte,  y  á  la  otra  con 
una  cruz  patriarcal  ó  doble,  que  son  dos  cruces  en  una; 
y  á  esta  moneda  llamaron  jaquesa ,  en  honra  de  la  ciudad 
de  Jaca,  porque  en  ella  fué  batida  primeramente.  Este 
estatuto  y  perpetuidad  de  moneda  salió  muy  bien  en  aquel 
reino ,  y  la  experiencia  enseñó  ser  necesario  lo  mismo  en 
Cataluña;  y  recogiendo  todas  las  diversidades  de  monedas 
que  corrían  entonces,  se  tomó  acuerdo  de  batir  otra  de 
nueva  ley  y  valor.  Obstaba  mucho  el  juramento  que  habia 
prestado  el  rey  don  Jaime,  confirmando  la  moneda  de  du- 
plo que  corria  entonces  ,  y  por  salir  del  escrúpulo  podia 
haber  en  quebrar  este  juramento,  pidió  dispensación  y  ab- 
solución de  él  al  papa  Alejandro,  representándole 'la  utili- 
dad pública  en  la  mudanza  de  moneda  se  habia  de  hacer;  y 
él  con  su  bula  dirigida  á  los  obispos  de  Barcelona  y  deTor- 
tosa,  les  dice,  que  siendo  utilidad  común,  habiéndole  rela- 
jado el  juramento,  le  den  facultad  de  hacer  lo  que  él  pide, 
pues  era  cierto  que  si  no  hubieran  falsificado  la  primera 
moneda  que  él  habia  jurado  no  mudar,  no  hubiera  ahora  de 
hacer  otra  de  nuevo;  y  los  dos  obispos,  al  pié  de  la  misma 
bula,  hicieron  esta  provisión:  Nos  autem   altendentes  causas 


(  292  ) 
in  ipsa  liltera  domini  pape  contenías  omnímoda  veníale  ful- 
ciri  et  videntes  apertissime  id  non  solum  expediré  vobis  domi- 
no regi  imo  plurimum  fructuosiim  aucloritate  domini  pape 
nobis  concessa  vobis  excellenlissimo  domino  Jacobo  divina  dis- 
positione  regi  Aragonum  siipradiclo  ad  peíitionem  veslri  jura- 
mentum  per  vos  prestitum  de  non  mutanda  ipsa  moneta  pri- 
milus  relaxantes  damus  vobis  plenam  licenliam  novam  cudendi 
monetam.  Data  Ilerde  quinto  kalendas  Oclobris  anno  incar- 
nalionis  Christi  M.CC.LVII;  y  entonces,  tomando  el  medio, 
no  la  batieron  doble,  por  ser  baja,  ni  de  quart,  por  ser 
demasiadamente  fina,  sino  otra  que  llamamos  de  tcrno, 
y  cada  doce  marcos  de  ella  tienen  tres  de  plata  y  nueve 
de  cobre,  y  el  marco  de  ella  valia  sesenta  y  dos  sueldos 
de  esa  moneda  ;  y  estableció  aquel  rey,  que  esta  moneda 
fuese  perpetua,  como  lo  es  el  dia  de  hoy,  según  parece 
con  su  privilegio  hecho  kalendas  augusti  anno  M.CC.LVIII, 
en  que,  entre  otras  cosas,  ordena  y  manda,  que  esta  mo- 
neda se  tome  en  toda  Cataluña,  y  que  en  los  condados  de 
Rosellon  y  Cerdaña,  Conflent  y  Vallspir ,  de  aquella  hora 
adelante  no  corra  la  moneda  que  llamaban  melguyrense, 
que  era  moneda  francesa  y  usaba  mucho  en  estas  tierras, 
por  ser  tan  vecinas  á  aquel  reino  ;  y  aun  he  yo  visto  en 
el  testamento  del  rey  don  Alfonso  el  primero,  hijo  de  la 
reina  doña  Petronila,  que  todas  las  mandas  que  hace  á 
las  iglesias  de  la  Prohenza,  de  donde  él  se  intitulaba  mar- 
qués, las  hace  de  esta  moneda,  y  las  que  hace  en  Catalu- 
ña y  Aragón,  las  hace  de  morabatines;  así  que,  esa  moneda 
melguyrense,  que  era  de  Francia,  la  destierra  y  saca  de 
toda  Cataluña  y  tierras  ya  dichas,  y  confirma  y  jura  por 
perpetua  la  de  terno;  y  aun  ruega  al  papa  que  descomulgue 


(  295  ) 
á  él  mismo  y  sus  sucesores,  si  )a  mudaran,  y  que  todos  los 
sucesores,  cuando  empiezen  á  reinar,  la  juren  y  la  confir- 
men; y  luego  en  el  mismo  privilegio  la  jura  el  infante  don 
Pedro,  su  hijo,  asistiendo  en  todo  don  Ramón,  vizconde 
de  Cardona,  G.  de  Cervelló,  Galceran  de  Pinos,  Ramón  de 
Guardia,  Galceran,  vizconde  de  Cabrera,  Arnaldo  Guillen 
de  Carcayano  y  Arnau  de  Vilamayor.  Marquilles,  doctor 
catalán,  en  el  usaje  solidus  aiireus,  declarando  el  valor  de 
los  dineros  de  estas  monedas,  dice  estas  palabras:  ñola  nono: 
quod  he  monete  computantur  isto  modo,  nam  moneta  de  qua- 
terno  valet  in  duplum]  magis  quam  maneta  de  duplo,  ita  quod 
unus  denarius  de  quaterno  valebat  dúos  de  duplo .  Ilem:  moneta 
de  quaterno  valet  in  quarta  parte  magis  quam  de  terno,  ita 
quod  tres  denarii  de  quaterno  valent  quatuor  denarios  de  terno. 
Moneta  vero  de  duplo  valet  in  tertia  parte  minus  quam  mo- 
neta de  terno,  ita  quod  unus  denarius  de  terno  valet  óbolos 
tres  de  duplo.  Nota  décimo:  quod  secundum  istum  valorem,  sic 
compensando  dictas  monetas  cum  moneta  de  terno  pra^dicta, 
decem  soUdi  de  quaterno  valent  terdecim  solidos  et  quatuor»  de- 
narios de  terno,  cum  moneta  de  quaterno  valeat  in  quarta 
parte  magis  quam  moneta  de  terno.  Y  mas  abajo  dice:  velhre- 
viíer  computando,  computa  ita:  valor  prcedictarum  monetarum 
est  quod  duodecim  denarii  de  dupleto  valent  octo  denarios  prce- 
senlis  moneto}  de  terno  Pra;dicla  vero  ita  existere  in  veritate,  iit 
refert  Jacobus  de  Vallesicca,  et  reperta  fuerunt  cum  monetariis 
Barchinonce,  et  dicta  moneta  de  terno,  tam  de  denariis  minutis 
quam  de  argento  sive  croats,  perpetuo  stahilis  est  et  incom- 
mutahlis  in  lege  et  signo,  ut  patet  in  constitutione  Sanament 
JATSIA  in  curia  Dertusw,  reginw  Eleonoris,  et  in  prima  Bar- 
chinoncB  regís  Jacobi  sccundi  Confirmaji  e  atorgaji.  Y  des- 


(  294  ) 

pues  de  esto,  trae  este  doctor  una  sentencia  del  rey  don 
Jaime  el  segundo,  hecha  en  Barcelona,  sexto  kalendas  jtüii 
armo  MCCLX,  que  yo  he  visto  en  folio  140  de  un  registro 
vermejo,  intitulado  regís  Alfonsi,  en  que  declaró  que  siete 
sueldos  de  moneda  doble  ó  de  dupleto  valian  cuatro  sueldos 
y  ocho  dineros  de  temo,  y  dando  sobre  esto  una  regla  ge- 
neral, manda  que  en  las  pagas  de  los  censos  y  censales, 
por  sendos  tres  sueldos  y  tres  dineros  de  la  dicha  moneda 
de  duplo,  se  hayan  de  pagar  dos  sueldos  y  dos  dineros  de 
moneda  de  terno. 

La  fábrica  de  la  moneda  real  de  vellón,  plata  y  oro,  to- 
da está  encomendada  en  Cataluña  por  los  señores  reyes  á 
la  ciudad  de  Barcelona,  en  cierta  forma,  y  el  rey  nombra 
sus  oficiales  y  la  ciudad  los  suyos,  y  labrándola  los  unos  y 
mirándola  los  otros,  sale  de  sus  manos  con  la  ley,  peso, 
señales  y  forma  debida;  y  de  tiempos  antiguos  queda  esto 
tan  bien  asentado,  que  apenas  se  ha  mudado  en  lo  esencial 
cosa  alguna,  y  es  tan  propio  de  la  ciudad  de  Barcelona  esto, 
que  el  rey  don  Pedro,  quejándose  en  su  crónica  del  rey  de 
Mallorca,  por  haber  batido  moneda,  dice  estas  palabras: 
Com  no  sia  legut  á  ningu  sino  á  Nos  solament  batre  moneda 
en  Catalunya,  e  que  sia  moneda  barcelonesa  e  ques  bata  dins 
la  ciutat  de  Barcelona,  la  qual  moneda  es  apellada  de  tern,  e 
es  perpetual  per  coneessio  e  privilegis  deis  reys  passats,  e  en- 
cara aquella  fer  batre  no  podem  sens  consentiment  e  voler  de 
la  dita  ciutat,  á  la  cual  es  encomanat  per  tot  lo  principal  de 
Catalunya  e  per  avinences  antigás.  Estas  son  las  palabras  de 
aquel  rey. 

Con  esta  ordinacion  y  forma  de  nueva  moneda,  quedó 
abatida  y  con  poca  estima  la   de  los  condes  de  Catalunya, 


(  295  ) 
por  ser  la  que  ellos  batían  de  metal  bajo  y  sin  plata;  y  ya 
no  corría  sino  en  sus  tierras,  y  aun  sus  mismos  vasallos  la 
aborrecían,  porque  sacándola  de  los  límites  de  sus  señoríos, 
todos  la  menospreciaban  como  á  cosa  de  poco  valor  y  qui- 
late. De  aquí  vino  que  acordaron  labrar  otra  que  aventa- 
jase á  la  de  terno,  según  les  era  lícito,  ó  por  consuetud,  ó 
por  privilegios,  ó  por  derecho,  y  la  labraron  de  cuaterno, 
esto  es,  que  en  doce  marcos  había  cuatro  de  plata  y  ocho 
de  cobre,  y  así  vino  á  tener  mucho  valor  y  ellos  facilidad 
en  esparcirla,  porque  el  valor  era  intrínseco  y  no  extrínse- 
co, esto  es,  que  valía  la  moneda  aquello  por  que  se  daba; 
y  esta  es  la  causa  porque  hallamos  dos  maneras  de  moneda 
de  los  condes  de  Urgel,  una   de  metal  solo  y  poco  mayor 
que  un  real  catalán,  y  otra  muy  pequeña,  delgada  y  fina, 
en  que  manifiestamente  se  echa  de  ver  y  descubre  mucha 
plata,  y  esta  se  batió  después  de  la  de  terno;  y  el  conde 
de  Ampurías  hizo   lo  mismo,  y  he  yo  visto  y  tengo  algún 
dinero  suyo,  que  es  casi  todo  plata,  y  á  la  una  parte  tiene 
una  cruz  de  las  que  llaman  pateas,  y  entre  dos  brazos  de 
ella  hay  un  arandel  de  lanza,  quedando  sin  nada  el  espacio 
queda  entre  los  demás  brazos,   y  al   derredor  dice:  UGO 
COMES  )^ ,  y  á  la  otra  parte  hay  un  puñal,  y  al  derredor 
dice:  IMPURIARUM:  será  de  peso  de  poco  mas  de  cuatro 
granos  de  plata.  Esta   finura  y  buena    liga  en  la  moneda 
eran  trazas  de  los  que  la  batían,  ordenadas  todas  á  que  se 
esparciese  y  sin  dificultad  fuese  tomada,  y   es  cierto  que 
aunque  tan  fina  y  buena,  siempre  quedaba  alguna  ganan- 
cia para  el  dueño  de  ella. 

La  moneda  pequeña  de  que  hablamos  arriba  era '  cor- 
riente y  muy  ordinaria  en  el  condado  de  ürgel  y  vizcon- 


(  296  ) 
dado  de  Ager,  por  la  vecindad  hay  con  el  reino  de  Aragón, 
y  por  la  bondad  de  ella  y  mixtura  de  plata  que  en  sí  tenia; 
y  esto  obligó  á  los  condes  de  Urgel,  que  la  suya  fuese  en 
valor  y  bondad  igual  á  la  de  aquel  reino,  porque  á  no 
haberlo  hecho  de  esta  manera,  quedaba  difícil  la  expendi- 
cion  de  ella.  Batíanse  estos  dineros  de  los  condes  de  Urgel, 
unos  en  la  ciudad  de  Balaguer,  y  los  llamaban  denarios  co- 
mitales, que  es  como  si  dijéramos  dineros  condales,  ó  dine- 
ros de  los  condes;  y  otros  en  la  villa  de  Agramunt,  y  á 
estos  llamaban  dineros  acrimonteses,  y  unos  y  otros  eran  de 
una  liga  y  valor,  aunque  algo  diferentes  en  los  señales, 
pero  en  el  valor  iguales;  y  todo  era  uno  pagar  en  dineros 
de  Agramunt  ó  en  dineros  condales  ó  de  los  condes.  Y  por 
eso  el  conde  don  Pedro,  en  su  testamento,  ordenando  la 
caridad  y  limosna  de  fundaciones  pias  dice:  et  dentur  cuili- 
bet  diclorum  preshilerorum  qui  fuerint  in  celehratione  dkta- 
rum  missarum  et  unam  de  ipsis  dixerit  ob  Dei  reverentiam 
duodecim  denarii  Acrimontis  vel  comitales  Urgelli,  de  donde, 
y  de  la  combinación  he  hecho  de  unos  dineros  y  otros,  in- 
fiero ser  todos  una  misma  cosa. 

Eran  estos  dineros  de  Agramunt  y  comitales  Urgelli  del 
mismo  valor  que  los  jaqueses,  y  consta  de  muchas  escritu- 
ras antiguas.  En  un  auto  hecho  á  19  kalendas  septembris 
MCCCXV,  folio  129  de  un  registro  del  archivo  real  de 
Barcelona,  intitulado  Comitatus  Urgelli  anni  MCCCXIV  us- 
que  MCCCXXVII,  dice  el  infante  don  Alfonso,  conde  de 
Urgel,  que  después  fué  rey  de  Aragón,  estas  palabras:  et 
ideo  retinuit  sibi  dictus  dominus  rex  in  solutum  et  satisfactio- 
nem  predictorum  dictam  monetam  jaccensem  pro  dicta  moneta 
acrimotensí  cum  tantum  valeat  moneta  acrimontensis  quantum 


(  297  ) 
valel  moneta  jaccensis;  y  en  el  mismo  registro,  folio  127, 
hay  otro  auto  hecho  el  mismo  dia,  en  que  se  leen  estas 
palabras:  et  ideo  retinuimus  nohis  predictas  quadraginta  milk 
libras  acrimontenses  de  predictis  quinquaginta  mille  sexcentis 
quinquaginta  lihris  acrimontensibus  in  solutum  et  satisfactionem 
diclarum  quadraginta  mille  librarum  jaccensium  cum  tantum 
valeat  moneta  acrimontensis  quantum  valet  moneta  jaccensis;  y 
ya  en  otro  auto  hecho  pridie  idus  julii  del  mismo  año,  que 
es  en  dicho  registro,  folio  126,  dice:  concedimus  vobis  red- 
piatis  et  recipere  possitis  et  retiñere  in  solutum  et  compensa- 
tionem  quadraginta  mille  librarum  jaccensium  de  predicto  de- 
bito quadraginta  mille  librarum  acrimontensium  de  illis  pecu- 
nie  quantitalibus  etc.  Diferenciábase  esta  moneda  de  la  de 
Barcelona,  porque  el  dinero  jaqués  y  el  de  Agramunt  y  el 
de  los  condes  era  de  mas  valor  que  el  de  Barcelona,  por 
ser  de  mejor  metal,  y  por  eso  el  sueldo  jaqués  valia  ca- 
torce dineros  y  aun  mas  que  el  de  Barcelona,  y  esta  subia  y 
bajaba,  según  las  ocasiones  y  tiempos,  y  en  el  año  1322, 
en  una  época  que  firman  los  marmesores  del  testamento 
del  conde  Armengol,  el  rey  don  Jaime,  reduciendo  la  una 
moneda  á  la  otra,  dice,  que  aquel  año,  en  Lérida,  el 
sueldo  jaqués  habia  valido  catorce  dineros  barceloneses  y 
una  pugesa;  y  antes,  en  el  año  1315,  catorce  dineros  de 
Barcelona  vallan  doce  dineros  y  tres  pugesas  jaquesas;  y  en 
el  año  1327,  el  sueldo  jaqués  vino  á  valer  diez  y  seis  dine- 
ros barceloneses;  y  de  esta  manera  subian  y  bajaban  estas 
monedas,  y  aun  en  el  dia  de  hoy  vale  el  sueldo  barcelonés 
once  dineros  de  Jaca  y  el  ducado  veinte  y  cuatro  sueldos 
barceloneses  y  veinte  y  dos  jaqueses,  y  de  esta  manera  se 
reducen  y  cuentan  estas  monedas  en  el  Racional  de  Cataluña, 


(  298  ; 
donde  se  toman  las  cuentas  de  las  rentas  reales  de  algunos 
vecinos  de  la  Corona  de  Aragón.  Bien  es  verdad  que  en 
nuestros  dias  los  dineros  de  Barcelona  y  jaqueses  no  son 
en  la  bondad  y  mixtura  de  los  metales  lo  que  eran  en 
aquellos  tiempos;  porque  todo  se  ha  alterado,  y  yo  no  en- 
tiendo hablar  de  la  moneda  que  ahora  corre,  sino  de  la 
que  corria  en  tiempo  de  los  condes  de  Urgel.  De  estas 
monedas  de  los  condes  solo  han  venido  á  mis  manos  dos 
maneras  ó  especies  de  ella,  una  de  cobre,  y  es  del  tamaño 
de  un  real  catalán,  antes  mas  que  menos:  á  la  cara  son  los 
cuatro  palos  de  las  armas  reales,  y  al  reverso  los  escaques 
de  Urgel  de  esta  manera,  sin  conocerse  letras  algunas: 


la  otra  especie  es  de  mejor  metal,  y  se  conoce  que  de 
las  doce  partes  de  él  la  tercera  es  plata.  De  estas  he  visto 
de  los  condes  Armengoles,  y  del  conde  don  Pedro,  y  tie- 
nen á  la  una  parte  una  cruz  de  las  que  llaman  pateas, 
con  cuatro  puntos  ó  róeles  entre  los  cuatro  brazos  de  la 
cruz,  y  al  reverso  hay  un  cayado  de  pastor  en  medio  de 
unas  yerbas  y  flores,  como  por  significar  la  fertilidad  del 
condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager  ,  así  en  diversidad 
de  granos,  como  ganados,  y  al  rededor  se  leen  estas  pala- 
bras: en  unas,  ERMENGAUDUS  COMES  URGELLI;  en 
otras,  PETRUS  DEI  GRATIA  COMES  URGELLI. 
Otras  habia,  á  la  cara,  con  la  cruz  del  modo  que  en  las 


(  290  ) 
otras,  y  al  reverso  las  armas  del  conde  don  Pedro,  y  al  der- 
redor: PETRUS  DEI  GRATIA  COMES  URGELLI  VI.... 

(por  faltar  lo  demás,  que  es :  CECOMES  AGERENSIS);  y 
eran  del  tamaño  de  un  ardite  catalán,  aunque  muy  delgados, 
y  pesa  cada  uno  de  estos  dineros  cinco  granos  de  plata. 

Otros  dineros  habia  del  mismo  peso  y  tamaño:  á  la  cara 
la  cruz,  y  al  reverso  una  V  con  un  cayado  de  pastor  en  me- 
dio de  ella,  y  al  rededor  unas  letras,  que  leídas  con  tra- 
bajo, dicen:  ACRIMON.   URGE.  ERMENG.    COM. 

Sin  estas  habia  otras  de  hoja  de  latón  ,  delgado  como 
fuslera,  y  del  talle  de  los  dinerillos  con  que  los  clérigos  en 
el  coro  pagan  sus  distribuciones,  y  propiamente  no  se  pue- 
den llamar  moneda,  porque  no  es  señalada  sino  á  la  una 
parte:  es  del  tamaño  de  los  otros  dineros,  pero  el  peso  es 
poco  y  solo  llegan  á  dos  granos,  y  creo  que  debian  ser 
mallas  ó  pugesas,  y  por  tales  corrían  ;  y  las  que  yo  he 
visto,  todas  son  del  tiempo  de  la  infanta  doña  Teresa,  por- 
que al  rededor  se  ven  estas  letras:  TE.  COM.,  y  en  otras, 
TER.  COM.;  y  de  estas  aun  hay  algunas,  porque  como 
en  ellas  no  había  mas  de  la  hoja  de  latón,  y  aun  esa  muy 
delgada,  no  podían  aprovechar  á  nada,  como  las  otras  en 
que  había  mucha  plata;  y  solo  tenían  cara,  y  no  reverso, 
porque  con  un  punzón  de  acero  quedaban  señaladas.  Estas 
eran  las  monedas  que  hacían  los  condes.  A  mas  de  ellas 
corrían  también  pugesas,  y  de  estas  había  en  muchas  ma- 
neras: las  mejores  eran  las  de  la  ciudad  de  Lérida:  estas 
eran  de  metal,  de  peso  cada  una  de  catorce  dineros  de 
plata;  á  la  cara  estaban  las  tres'  flores  de  lis  de  Lérida, 
que  vulgarmente  llaman  los  ramilletes,  sin  letras  algunas, 
y  á  la  otra  las  mismas  llores,  y  al  rededor  dice:  PUGESA 


(  500  ) 
DE  LEYDA.  Cada  una  de  ellas  tenia  el  valor  de  la 
cuarta  parte  de  un  dinero,  el  cual  en  Cataluña  se  divide  en 
mallas,  que  llaman  oholus  en  latin,  y  las  mallas  se  dividen 
en  pugesas,  y  estas  en  latin  las  llamaban  pktas,  y  usaban 
mucho  por  aquella  tierra:  yo  he  visto  muchos  privilegios 
y  concesiones  de  batirlas,  y  por  ejemplo  traigo  uno  del  in- 
fante don  Alfonso,  que,  siendo  rey  de  Aragón,  le  concedió 
á  Ramón  de  Cortit,  v  era  de  esta  manera. 


Nos  Alfonsus  Dei  gratia  rex  Aragonum  Valentiíe  Sardiniae  et 
Corsicae  ac  comes  Barchinonae  dignum  arbitramur  et  congruum 
quod  beneméritos  qui  jugiter  in  iiostris  adherent  serviliis  et  in 
eisdem  laborare  niluntur  fideliter  noslris  regiis  favoribus  pro- 
sequamur:  Considerantes  igitur  quamphirimis  servitiis  nobis  per 
vos  fidelem  oostrura  Raimundum  Cortiti  exhibitis  et  que  exhi- 
bere  nitimini  incessanter  neo  minus  probilalis  vestre  meritis  con- 
templatis  cum  praesenti  caria  noslra  concedimus  vobis  dicto  Rai- 
mundo quod  quamdiu  nobis  placuerit  possitis  cudere  seu  cudi 
faceré  in  villa  et  valle  Ageiensi  monetam  pictarura  sive  puge- 
sas de  metallo  aeris  dumtaxat  ad  figuram  sive  sigillum  veslrura 
io  eisdem  impressum  prout  alii  quibus  in  comilatu  Urgelli  po- 
testatem  cudendi  pictas  conluUmus  cudunt  seu  cudi  faciunt  ac 
fecerunt  easdem.  Vos  vero  tenearaini  antequam  dictas  pictas 
sive  pugesas  incipiatis  cudere  seu  cudi  faceré  assecurare  idonee 
in  posse  bajuli  ejusdem  villa3  Agerensis  per  idóneas  cauliones 
quod  quandocumque  dictaB  pugesiae  ab  earum  valore  niinuenlur 
seu  ab  aliquibus  recipi  comuniter  recusentur  ipsas  pugesias 
juxta  earum  valorem  et  extimationera  recipialis  a  personis  quae 
ipsas  tenuerint  et  per  vestros  successores  recipi  in  posterum 
faciatis.  Mandantes  per  praísentem  eidem  bajulo  nec  non  uni- 
versis  et  singulis  officialibus  nostris  praesentibus  et  qui  pro  tem- 
pere fuerint  quod  concessionem  nostram  hujusmodi  firmam  ba- 
beant  et  observent  et  faciant  ab  alus  invioiabiliter  observari 
dum  de  nostro  processerit  beneplácito  voluntalis  et  non  contra- 
veniant  nec  aliquem  contra venire  permiltanl  aliqua  rationc.  In 


(  óOl  ) 
ciijus  roi  toslimonium  prftsenlem  carlam  nosliam  indo  fieri  jus- 
siinus  nostro  pendenli  sigillo  munitam.  Dala  llerda;  décimo  ka- 
IcDdas  decerabris  anno  üomini  MCCCXXVIII. 


Y  después  en  Tortosa,  lerlio  idus  septemhris  MCCCXXXÍ, 
concedió  lo  mismo  á  Pedro  Ferrer  de  Agramunt :  y  sin 
estas  hay  otras  muchas  concesiones,  que  eran  en  aquel  tiem- 
po necesarias  en  el  condado  de  Urgel  para  el  común  co- 
mercio, por  haber  entonces  poco  dinero,  de  donde  nacia 
también  otra  comodidad  ,  y  era  ser  todas  las  cosas  mas 
baratas  que  ahora,  que  hay  tanto,  porque  es  cierto  que  la 
abundancia  lo  encarece  todo  y  la  falta  lo  hace  barato. 

Eran  los  condes  muy  celosos  de  su  moneda,  y  no  su- 
frian  fuese  recusada  en  los  lugares  y  pueblos  donde  solia 
correr,  en  las  compras  y  ventas.  Sobre  esto  tuvo  el  rey  don 
Alfonso  algunos  disgustos  con  don  Arnaldo  de  Lordat,  que 
habia  hecho  alguna  ordinacion  en  perjuicio  de  esta  mo- 
neda, y  le  envió  una  carta  que  decia: 


Alfonsus  Del  gralia  rex  Aragonum  ct  comes  Barchinone  vc~ 
nerabili  ín  Christo  paírl  A.  divina  providenlia  Urgellensi  cpis- 
copo  sahitcm.  Ad  nostrum  noveritis  pervenisse  audilum  quod 
vos  auctorilate  propria  ordinaslis  quod  in  loco  de  Sanahuja  in 
quo  raoneta  acrimontcnsis  currebat  et  perciplebalur  in  veudi- 
tionibus  et  emptionibus  et  alus  quibuscumque  contractibus  a 
tanto  tempore  citra  quod  horainum  memoria  in  contrarium  non 
existit  currit  nunc  et  percipitur  raoneta  barchinonensis  el  ins- 
trumenta quoruncumque  contractuum  fiunt  ad  monetam  barchi- 
nonensem  supradiclam.  Sane  cum  predicta  ordinatio  si  ¡la  est  in 
prejudilium  comitatus  Urgelli  redundare  noscatur:  ideo  jura  et 
libértales  conservare  volentes  utconvenit  iliibatasrequirimus  et 
monemus  vos  quatenus  ordinationem  prediclam  revocare  curetis 


(  302  ) 

alias  nos  ad  conservationem  juris  dicli  comitatus  provideremus 
in  prediclis  suadente  justilia  prout  fuerit  facienduni.  Dala  Valen- 
tie  V  kalendas  februarii  anno  Domini  MCCCXXXII. 


Y  el  obispo  revocó  todo  lo  que  habia  hecho  en  perjuicio 
de  la  moneda  acrimontense. 

Corria  asimismo  en  el  principado  de  Cataluña  y  en  ei 
condado  de  Urgel  moneda  de  plata  del  mismo  quilate,  valor, 
peso  y  hechura  que  son  los  reales  catalanes  que  usamos  el 
dia  de  hoy,  y  se  echa  de  ver  en  los  que  han  quedado  y  se 
conservan  de  los  reyes  Alfonsos,  Jaimes,  y  Pedros:  llamá- 
banlos, no  reales  como  hoy,  sino  croats,  por  la  cruz  que  ha- 
bia en  ellos,  y  tuvieron  diversos  valores  y  precios,  y  de  quin- 
ce dineros  y  aun  menos  que  habian  valido  en  tiempo  del  rey 
Alfonso  el  sabio  y  sus  antecesores,  han  venido  á  valer  veinte 
y  cuatro  dineros.  Corrian  asimismo  medios  reales ,  que 
llamaban  sueldos  ó  medios  croats,  por  valer  la  mitad  del 
real  ó  croat,  y  esta  era  la  moneda  mas  usada  en  los  con- 
tratos, ventas  y  compras,  de  suerte  que  como  hoy  contamos 
por  libras,  en  aquellos  tiempos  todo  era  contar  por  suel- 
dos, como  en  Castilla  por  maravedises;  porque  como  ha- 
bia tanta  penuria  de  moneda,  hacia  tanto  uno  con  un  suel- 
do en  aquel  tiempo  ,  como  en  el  nuestro  con  una  libra. 
Ya  en  otra  parte  de  este  libro  traigo  un  arancel  del  valor 
de  las  aves  y  del  trigo  y  del  vino  en  Castilla  y  en  Cataluña, 
en  que  se  echa  de  ver  que  era  tan  rico  uno  con  diez 
sueldos,  como  el  dia  de  hoy  con  diez  escudos. 

Toda  esta  moneda  barcelonesa  ,  así  de  plata  como  de 
metal,  y  la  del  condado  de  Urgel,  tiene  cruz,  como  la  suele 
tener  toda  suerte  de  moneda  de  cristianos,  los  cuales  es 


(  305  ) 
muy  justo  que  con  tan  divino  y  salutífero  carácter  seña- 
len todas  sus  cosas,  y  mas  la  moneda  que  tanto  traemos  en 
las  manos,  y  por  quien  muchos  olvidan  y  aun  desconocen 
aquel  Dios  y  Señor  nuestro  que  santificó  y  dio  valor  á 
la  cruz,  cuya  virtud  es  tanta,  que  hablando  de  esta  materia 
dice  un  autor:  fieri  enim  non  potest,  quin  ex  tot  millihus  qui 
monetam  crucigeram  quotidie  versant  ac  reversant,  qucerant  aut 
secum  reputenl,  quid  crux  sihi  velit?  Quale  sil  simholum?  Cujus 
misterü  misterium?  Quce  crucis  virtus?  Quce  potentia?  et  id  ge- 
nus  alia;  y  esto  es  muy  antiguo  en  la  república  cristiana, 
y  el  emperador  Constantino  fué  el  primero  que  la  puso  en 


t- 


sus  monedas  en  esta  manera    If^   ;  y  aunque  ya  antes  de  él 

habia  emperadores  cristianos,  pero  no  hay  memoria  que  en 
sus  monedas  esculpieran  este  sacrosanto  y  divino  señal,  aun- 
que sus  sucesores  lo  usaron,  como  parece  en  las  medallas 
de  Crispo,  de  Constantino,  de  Contancio  y  de  Constante, 
sus  hijos,  de  Magnencio  y  Decencio,  tiranos,  de  Galo  Cé- 
sar, hermano  de  Juliano  Apóstata,  de  los  emperadores  Va- 
lentiniano  y  Valente,   Teodosio  jMagno  y  sus  dos  mujeres 
Elia  Placila    y   Gala  Placidia,  de  Arcadio  y  Honorio,   del 
otro  Teodosio,  de  Elia  Eudoxia,  su  mujer,  de  Valenticiano 
tercero,  de  Licinia  Eudoxia,  su  mujer,   Gala  Placidia,  su 
madre,  y  Honoria,  su  hermana,  de  Marciano,  de  Elia  Pul- 
cheria,  su  mujer,  de  León,  emperador  del  Oriente,  y  de  Ma- 
yorino  ,  del  Occidente,  de  Anthemio,   de  Julio  Nepote,  de 
León  el  Mozo,  de  Zenon,   de  Basilisio,  de  Anastasio,   de 
Justino  el  Viejo,  de  Justiniano  (y  este  fué  el  primero  que 
puso  la  cruz  sobre  el  globo,  ó  bola  ó  mundo  que  llevan  los 


(  304  ) 
emperadores  en  las  manos),  de  Mauricio,  de  Focas,  de  He-^ 
radio,  de  Juan  Paleólogo,  de  Teófilo,  de  Basilio  Macedo- 
nio  y  de  otros  muchos,  y  de  otros  cesares  y  emperadores, 
sus  sucesores,  según  parece  en  Grazerio  Bossio,  y  otros  que 
tratan  de  cruces;  y  en  los  Diálogos  de  don  Antonio  Agus- 
tin,  arzobispo  de  Tarragona,  y  en  aquella  historia  de  los 
siete  durmientes  se  prueba  cuan  ordinaria  era  en  aquellos 
tiempos  la  cruz  en  los  dineros,  porque  habiendo  salido  uno 
de  ellos  de  la  cueva,  donde  habia  dormido  mas  de  ciento 
setenta  años,  para  comprar  el  sustento,  fué  preso  por  gentil, 
porque  pagaba  con  moneda  de  gentiles,  ó  porque  se  sospe- 
chó que  habia  hall?ido  algún  tesoro  antiguo  y  pretendia  el 
fisco  ser  suyo;  y  él  dio  por  defensa  (porque  ignoraba  haber 
dormido  tanto),  que  aquella  era  moneda  muy  ordinaria.  Al 
comprobarla  con  la  que  usaba  en  el  tiempo  que  despertó, 
halló  en  toda  la  señal  de  la  cruz,  y  con  esto  se  descubrió 
lo  que  pasaba.  Esto  fué  el  año  430  dle  Cristo  Señor  nues- 
tro, é  imperaba  Teodosio;y  desde  aquellos  siglos  hasta  nues- 
tra edad,  se  ha  conservado  esta  buena  costumbre,  y  como 
dije,  apenas  hay  moneda  de  cristianos  que  esté  sin  esta  se- 
ñal; y  aunque  cada  príncipe  y  república  pone  en  las  mo- 
nedas sus  armas,  señales  ó  empresas,  pero  en  todas  hay  cruz, 
y  cuando  no,  imagen  de  algún  santo  ó  palabras  de  la  sa- 
grada Escritura,  en  que  se  echa  de  ver  la  religión  y  piedad 
de  los  que  batieron  la  tal  moneda;  y  por  eso  los  reyes  ca- 
tólicos don  Fernando  y  doña  Isabel,  en  los  reales  de  plata 
que  batieron,  antes  de  aquellos  en  que  vemos  el  yugo  y  sae- 
tas (empresa  propia  de  ellos),  ponian  á  la  una  cara  la  águila 
del  Evangelista  san  Juan,  con  una  diadema  ó  patena  en 
la  cabeza,  y  al  pecho  las  armas  de  Castilla,  y  á  la  otra  las 


(.  305  ) 
de  Cataluña  y  Sicilia,  con  un  mote  que  decia:  DOMINUS 
MIHI  ADJÜTOR;  y  lo  mismo  hacían  en  los  doblones  que 
llamaban  de  á  dos  ó  dedos  caras,  y  nosotros  hoy  llamamos 
trentines,  por  valer  treinta  y  tres  reales  catalanes,  en  que 
está  el  águila  con  la  misma  corona,  y  un  mote  al  derredor 
que  dice:  SUB  UMBRA  ALARUM  TUARUM  PROTEGE 
NOS;  y  aunque  generalmente  todos  ponen  cruz,  pero  unos 
la  forman  de  una  manera,  otros  de  otra.  Los  reyes  cató- 
licos de  España  en  sus  doblones  de  oro  la  ponen  como  la 
de  Jerusalen,  que  Casaneo  llama  Pontemiata,  y  por  esto 
en  Cataluña  los  llamaban  creuhets  ;  los  reyes  de  Portugal 
hacían  lo  mismo  en  sus  festones,  y  los  de  Navarra  no  la 
olvidaron  en  sus  monedas. 

Enrique,  rey  de  Inglaterra,  hizo  unos  doblones  de  oro,  á 
la  una  parte  un  san  Miguel  y  á  la  otra  una  nave  ,  con  sus 
armas  en  medio  de  ella,  y  por  timbre  de  ellas  una  cruz  muy 
grande  y  vistosa  (no  dice  qué  Enrique  era),  y  al  derredor 
un  mote  que  decia  :  PER  CRUCEM  TUAM  SALVA  NOS 
CHRISTE  REDEMPTOR;  y  dice  Polidoro  Virgilio;  lib.  16 
de  la  historia  de  Inglaterra  :  «  era  ley  de  aquel  reino,  que 
las  monedas  de  plata  habian  de  tener  una  cruz  tan  grande, 
que  llegasen  los  brazos  de  ella  al  extremo  de  las  tales  mo- 
nedas ;  y  por  eso  Eduardo  ,  rey  de  Inglaterra  ,  ó  la  ciudad 
de  Londres  ,  á  la  una  parte  puso  su  rostro ,  y  á  la  otra  una 
cruz,  con  unas  letras  al  derredor,  que  dicen:  POSUI  DEUM 
ADJUTORIUM  MEÜM.  LONDON  CIVITAS;  y  en  las  his- 
torias de  Escocia  ,  hallamos  que  Donaldo  ,  que  fué  el  pri- 
mer rey  cristiano  de  aquella  isla  ,  batió  monedas  de  oro  y 
de  plata  ,  que  tenian  á  la  una  parte  la  santa  cruz  y  á  la 
otra  su  rostro  ,  acordando  con  esta  señal  á  sus  sucesores  ha- 
TOMO  X.  21 


(  306  )  .       ' 

ber  sido  él  el  primero  que  tomó  la  religión  cristiana. 

El  rey  don  Fernando  el  primero  de  Aragón  hizo  unos 
reales,  que  á  la  una  parte  puso  su  rostro,  y  a  la  otra  una 
cruz  con  unas  le  Iras  que  decian  :  INIMICOS  EJUS  IN- 
DUAM  CONFUSIONE  ;  y  cuando  no  habia  lugar  de  me- 
ter en  la  parte  mas  principal  de  la  moneda  la  cruz ,  la  po- 
nian  al  derredor ,  antes  del  nombre  del  príncipe  ó  del  mo- 
te que  habia  de  haber.  Así  lo  hizo  el  rey  don  Pedro  de 
Castilla  en  sus  reales  ,  que  ponia  su  rostro  y  nombre  ,  y  al 
reverso  una  P.  con  una  corona  real  como  por  tilde ,  y  so- 
bre ella  una  cruz,  y  luego  unas  letras  que  decian:  DÓMI- 
NOS MIHI  ADJÜTOR  ET  EGO  DESPICIAM  INIMICOS 
MEOS.  Así  lo  hizo  también  el  rey  don  Martin  de  Sicilia, 
que  en  los  reales  puso  á  la  una  parte  una  águila,  y  á  la 
otra  las  armas  de  Cataluña  ,  y  al  derredor  ,  á  la  parte  del 
águila  :  ^  MARTINUS  DEI  GRATIA  REX  SICILIE ;  y 
á  la  parte  de  las  armas  :  )$^  AC  ATHENARUM  ET  NEO- 
PATRIE  DUX  :  así  que  antes  de  poner  su  nombre  y  títu- 
los, antecedía  la  Santa  cruz;  y  lo  mismo  observaron  el  rey 
don  Juan,  que  sucedió  en  aquel  reino,  y  el  rey  don  Enrique 
el  cuarto  de  Castilla  y  otros  que  dejo.  Pero  ¡qué  nos  ma- 
ravillamos que  estos  príncipes  tan  católicos  honraran  sus 
monedas  con  tan  divina  señal  ,  divisa  y  arma  propia  del  , 
cristiano  y  en  que  está  nuestro  bien  y  salud,  si  los  enemi- 
gos de  ella  ,  de  quien  dice  san  Pablo  ,  que  su  fin  será  ma- 
la muerte  y  su  Dios  es  su  vientre,  y  su  iglesia  confusión,  y 
su  sabiduría  no  pasa  de  cosas  terrenas,  la  honran  y  vene- 
neran ,  y  no  pueden  negar  lo  bueno  y  santo  que  hay  en 
ella  ,  como  vemos  en  unas  medallas  que  trae  el  padre  Gri- 
zerio,  déla  Compañía  de  Jesús,  en  el  libro  de  Santa  Cruz, 


(  507  ) 
que  á  la  una  parte  está  la  Santa  cruz  ,  con  unas  letras  al 
derredor  que  dicen  :  CRUX  CHRISTI  MEA  SALUS  ,  y  á 

la  otra  el  rostro  del  impío  y  malvado  heresiarca  Lutero, 
autor  de  aquella  medalla  (en  lo  que  se  verificó  el  refrán 
castellano  que  dice:  tras  la  cruz  está  el  diablo)!  que  sien- 
do aquel  sacrilego  hombre  el  mayor  enemigo  de  ella  ,  no 
pudo  disimular ,  que  en  ella  está  nuestra  salud  y  biena- 
venturanza ;  Y  aunque  hay  algunas  monedas  de  católicos  en 
que  los  dueños  de  ellas  no  la  pusieron  ,  pero  en  lugar  de 
ella  ponian  la  imagen  de  algún  santo  ,  como  el  pontífice 
romano  san  Pedro ,  el  reino  de  Hungría  la  Virgen  nuestra 
Señora  con  su  hijo  en  los  brazos,  la  ciudad  de  Bolonia  san 
Petronio ,  Venecia  el  león  de  san  Marcos  ,  los  duques  de 
Saboya  la  Anunciación  de  Nuestra  Señora,  y  así  otros ,  se- 
gún las  devociones  de  cada  uno. 

Estas  cruces  que  están  en  las  monedas  están  adornadas 
de  diversas  maneras ,  ya  con  flores  en  los  remates ,  que 
Casaneo  por  eso  las  llama  cruces  florenciatas ,  como  las  de 
los  reales  de  los  archiduques  Alberto  é  Isabel ;  ya  anchas 
y  extendidas  en  los  remates  ,  como  las  de  los  reales  ca- 
talanes y  de  los  reales  que  dije  del  rey  don  Fernando  el 
primero  y  del  rey  de  Navarra  y  del  rey  de  Inglaterra  ó  de 
la  ciudad  de  Londres,  y  otras  que  Casaneo  llama  cruces  pa- 
teas ,  como  la  de  Jerusalen ;  ya  de  otras  maneras  ,  según 
la  invención  y  sentir  de  cada  uno:  y  al  derredor  de  ellas, 
porque  estén  mas  vistosas  y  acompañadas  y  con  mejor  ador- 
no ,  ponen  ó  cruces  pequeñas  ,  como  las  de  Jerusalen  ,  ó 
róeles ,  ó  flores  ,  ó  arandelas  de  lanzas ,  como  lo  vemos  en 
las  cruces  de  los  reales  y  monedas  catalanas  ,  que  al  derre- 
dor de  la  cruz  están  seis  róeles  y  dos  arandelas  de  lanzas, 


(  308  ) 
no  como  el  vulgo  dice,  en  memoria  del  pan  y  hogazas  de 
Barcelona,  que  cuenta  Desciot  en  su  historia,  sino  por 
adorno  y  galantería;  y  así  el  rey  Fernando  metia  entre  los 
brazos  de  la  cruz  cuatro  róeles ,  la  ciudad  de  Londres 
doce,  y  el  rey  de  Navarra  dos  coronas,  una  flor  de  lis  y 
un  carácter  gótico  que  parece  una  I,  como  se  echa  de  ver 
en  los  róeles  del  rey  don  Juan;  y  con  estos  y  otros  ador- 
nos, no  quedan  vacíos  los  espacios  que  hay  entre  los  bra- 
zos de  la  cruz;  y  siguiendo  esto  los  condes  de  ürgel,  hacian 
cuatro  puntos  ó  róeles  entre  los  brazos  de  la  cruz,  y  en  los 
dineros  de  Agramunt  unos  florones  pequeños. 

Esto  es  en  cuanto  á  las  monedas  de  vellón  y  plata  que 
corrian  en  el  condado  de  Urgel  y  Principado  de  Cataluña; 
pero  sin  estas  habia  otras  de  oro,  y  eran  tantas  las  espe- 
cies de  ella,  que  habia  muchos  mercaderes ,  que  llamaban 
cambiadores,  que  no  entendian  en  otra  cosa,  sino  en  cam- 
biar unas  monedas  con  otras;  y  en  Barcelona  habia  tantos, 
que  dieron  el  nombre  á  una  calle  donde  vivian  ,  que  aun 
el  dia  de  hoy  llaman  los  Cambios,  por  lo  mucho  que  se 
cambiaba  en  ella ;  y  por  algunos  abusos  que  sobre  esto 
habia  ,  erigieron  en  aquella  ciudad,  en  el  año  1441,  la 
tabla  cuyo  nombre  propio  es  Tabla  del  cambio  y  depósito, 
por  lo  mucho  que  se  cambiaba  en  ella  y  depositaba  ;  y 
con  todo  no  bastó  esto  para  remediar  las  grandes  confusio- 
nes que  babia  con  tantas  monedas  de  oro,  traidas  de  di- 
versos reinos  del  mundo,  por  razón  del  gran  comercio  y 
negociación  habia  entonces  en  Barcelona  y  demás  tierras  de 
la  Corona  de  Aragón.  Y  por  eso  los  reyes  católicos,  reco- 
giendo toda  esta  moneda,  batieron  los  doblones  de  á  dos 
y  sencillos,  que,  como  dije,  llaman  el  dia  de  hoy  trentines; 


(  509  ) 
Y  con  esto  quedó  el  pueblo  libre  de  los  cambios  é  intere- 
ses que  padecia  con  el  trueco  de  las  monedas,  y  de  la  con- 
fusión y  necesidad  de  conocer  tanta  diversidad  de  ellas 
y  hacer  las  reglas  de  reducción  de  las  unas  á  las  otras,  en 
que  padecían  los  ignorantes  gran  daño  y  pérdida;  y  porque 
no  queden  del  todo  olvidadas,  traigo  aquí  un  arancel  de 
las  que  han  venido  á  mi  noticia,  del  peso,  quilate,  señales 
y  demás  que  he  podido  averiguar,  sacándolo  de  escrituras 
auténticas,  y  aun  de  la  comprobación  que  he  hecho  de  al- 
gunas de  ellas  que  han  llegado'  á'  mis  manos. 

Tratando  de  las  riquezas  del 'conde  don  Pedro,  refiere 
Laurencio  Valla,  autor  casi  contemporáneo  suyo,  que  tenia 
en  su  tesoro  monedas  de  diversas  regiones  y  tierras,  y  en 
tanta  abundancia,  que  admiraba  á  los  que  las  veian;  y  juzga 
aquel  autor,  que  seria  dmero  muerto  y  sin  provecho,  por 
ni)  ser  todo  moneda  corriente;  pero  no  era  así,  antes  era 
moneda  muy  ordinaria  y  usada  en  Cataluña,  y  habia  en  oro 
mas  de  cincuenta  maneras  y  especies  de  ella,  que  aunque 
generalmente  eran  de  este  metal,  pero  diferenciábanse  en 
muchas  cosas  las  unas  de  las  otras;'  y  un  hombre  que  alle- 
gase tesoro,  como  el  conde  don  Pedro,  era  forzoso  reco- 
giese de  todas,  según  le  venian  á  la  mano;  y  así,  tomando 
ocasión  de  esto,  he  querido  meter  aquí  el  arancel  de  ellas, 
cierto  que  hasta  hoy  no  ha  salido  á  luz  dándose  á  la  im- 
prenta. 

La  moneda  mas  frecuente  y  ordinaria  y  propia  de  esta 
tierra  eran  los  florines,  que  llamaban  de  oro  de  Aragón: 
estos  batian  los  reyes,  y  llamábanse  florines,  ó  por  razón 
de  una  flor  de  lis  habia  en  ellos,  ó  por  haber  tenido  su 
principio  en  Florencia,  ciudad  de  la  Toscana,  cuyos  natu- 


(-510) 
rales  en  aquellos  tiempos  habian  tenido  gran  comercio 
con  los  pueblos  de  la  Corona  de  Aragón,  donde  estaban 
expatriados  muchos  de  ellos,  y  apenas  habia  ciudad  de  con- 
sideración donde  no  tuviesen  numerosas  cofradías  ó  cole- 
gios, en  que  se  juntaban  á  tratar  sus  cosas.  En  Barcelona 
aun  queda  rastro  de  esto  en  el  monasterio  de  San  Agustin, 
donde  tenian  la  capilla  de  San  Juan  Bautista,  que  es  de 
las  mas  grandes  y  capaces  de  todas  las  de  Barcelona:  y  des- 
pués de  salidos  ellos  de  aquella  ciudad,  por  conveniencias 
públicas,  la  dieron  los  religiosos  de  aquel  monasterio  á  la 
familia  y  linaje  de  Cassador,  que  siendo  dueños  de  ella,  qui- 
taron todas  las  armas  de  los  florentinos  y  metieron  las  suyas, 
salvo  en  dos  ladrillos  del  altar,  donde  el  sacerdote  tiene  los 
pies,  que  esas  quedan,  y  en  ellos  una  flor  de  lis,  como  la 
que  estaba  en  los  florines  de  que  tratamos,  que  por  usar 
tanto,  los  mas  de  los  contratos  se  hacian  con  ellos:  en  la- 
tin  los  llamaban  áureos,  y  por  este  vocablo  eran  ellos,  por 
antonomasia,  entendidos;  y  aunque  habia  otra  mucha  mone- 
da de  oro,  pero  esta  era  la  mas  corriente  y  usada  y  casi 
propia  de  la  tierra,  y  tan  propia,  que  estando  ya  acabados, 
y,  si  no  es  por  reliquias  ,  no  hallándose  uno  ,  todas  las 
penas  que  pone  el  rey  por  observancia  de  sus  privilegios  y 
mandamientos  son  de  florines,  y  esto  lo  vemos  á  cada  paso, 
y  es  muy  ordinaria  la  de  los  quinientos  florines  aplicadores 
á  los  cofres  reales.  Era  el  peso  de  ellos  sesenta  y  ocho  gra- 
nos, y  el  oro  de  ley  de  diez  y  ocho  quilates.  A  la  cara  ha- 
bia un  san  Juan  Bautista,  y  al  reverso  una  flor  de  lis.  Han 
tenido  diversos  valores  y  precios:  en  tiempo  del  rey  don  Pe- 
dro el  Ceremonioso,  en  las  cortes  que  se  celebraron  en  la 
ciudad  de  Tortosa,    se   ordenó  que    el   florin   valiese  once 


( -'ll ) 

sueldos,  y  por  ese  valor  corriera  y  fuera  recibido  en  todos 
los  contratos  y  pagas,  compras  y  ventas,  y  que  los  cambia- 
dores hubieran  de  dar,  en  trueco  de  cada  florin  de  mone- 
da barcelonesa,  diez  sueldos  y  once  dineros,  y  no  menos, 
y  esto  so  graves  penas,  según  parece  en  una  provicion  ó 
prácmatica  real,  hecha  en  Tortosa  á  15  dias  del  raes  abril 
del  año  1365;  y  de  esta  manera  se  entretuvo  mucho  tiem- 
po; y  en  el  año  1410  ,  que  murió  el  rey  don  Martin, 
valia  lo  mismo:  después  valió  trece  sueldos  barceloneses,  y 
en  el  año  de  1490  diez  y  siete  sueldos,  y  así  se  quedó,  y 
el  dia  de  hoy  lo  cuentan  de  esta  manera;  y  aunque  no  los 
hay,  pero  en  las  penas  y  derechos  se  han  de  pagar  con  flo- 
rines, los  cuentan  á  dicho  precio. 

Noble  de  nave  viejo  era  otra  moneda  de  oro,  y  á  la  una 
parte  tenia  señalado  un  hombre  noble,  dentro  de  una  nave, 
con  una  espada  en  la  mano  y  un  escudo  en  la  otra,  con 
flores  de  lis  y  leones  dentro  del  escudo:  es  su  peso  de  dos 
florines  y  trece  granos;  su  ley  es  de  veinte  y  tres  quilates 
y  tres  cuartos;  su  valor,  siendo  del  dicho  peso,  es  de  treinta 
sueldos,  y  si  falta  algo,  se  quita  á  razón  de  tres  dineros 
por  cada  grano  que  falta. 

Otros  hay  de  Inglaterra  y  tienen  el  mismo  señal,  pero 
eran  moneda  mas  moderna,  y  el  peso  era  dos  florines  no 
mas,  y  su  valor  veinte  y  ocho  sueldos,  siendo  del  dicho 
peso. 

Doble  cursada  vieja  de  Castilla  se  conocia  que-  de  la 
una  parte  tenia  un  rey  coronado,  y  de  la  otra  parte  dos 
leones  y  dos  castillos,  el  uno  contra  del  otro:  su  peso  era 
un  florin  y  veinte  y  siete  granos;  era  á  ley  de  veinte  y  tres 
quilates  y  tres  cuartos. 


(  312  ) 

Doble  castellana  de  la  banda  se  conocía,  porque  á  la  una 
parte  tenia  una  barra  que  estaba  de  travieso  como  banda,  y 
á  cada  cabo  de  ella  una  cabeza  de  dragón,  y  de  la  otra 
parte  dos  castillos  y  dos  leones,  como  la  doble  cursada:  su 
peso  era  un  florín  y  veinte  y  dos  granos,  y  valia  quince 
sueldos  cuatro  dineros,  y  era  á  ley  de  diez  y  nueve  quilates. 

Doble  morisca  vieja  tenia  á  la  una  parte  ciertas  letras 
moriscas,  y  á  la  otra  ciertas  señales,  para  nosotros  incóg- 
nitas: su  peso  era  un  florín  y  veinte  y  dos  granos,  y  era  á 
ley  de  veinte  y  un  quilate:  valia  quince  sueldos,  ocho  di- 
neros. 

Doble  baladina  á  la  una  parte  tenia  letras  moriscas,   y 


^ 


á  la  otra  ciertas  señales,  y  ente  ellas  esta  X  X   •  Es  de  ley 

de  veinte  y  un  quilates:  el  peso  era  un  florin  y  veinte  y 
dos  granos,  y  valia  quince  sueldos. 

Doble  forcia  tenia  á  todas  partes  caracteres  moriscos:  era 
del  tamaño  y  ruedo  del  florin  de  Aragón,  pero  mas  gruesa: 
había  de  muchas  leyes,  y  no  se  podían  conocer,  sino  era 
dándoles  un  toque:  había  de  ellas  que  llegaban  á  veinte  y 
dos  quilates  y  medio,  pesaban  un  florín  y  veinte  y  cuatro 
granos,  y  valían  las  mejores  diez  y  seis  sueldos,  seis  dineros. 

Escudo  viejo  tenia  á  la  una  parte  un  escudo  con  tres 
flores  de  lis  dentro  de  él,  y  sobre  el  escudo  había  una 
corona,  y  á  la  otra  parte  había  una  cruz  grande:  pesaba 
un  florín  y  nueve  granos,  y  valía,  siendo  del  dicho  peso, 
quince  sueldos  y  nueve  dineros. 

Escudo  nuevo  de  Tolosa,  llamado  así,  aunque  impro- 
piamente, por  ser  propio  nombre   Escudo  de  Mompellcr, 


(  313) 
tiene  á  la  una  parte  un  escudo  con  tres  flores  de  lis,  y  á 
la  otra  una  grande  cruz,  ^  al  lado  hay  una  corona  que  lla- 
maban de  Tolosa,  de  do  vino  llamarlos  escudos  deTolosa: 
eran  á  ley  de  veinte  y  dos  quilates  y  algo  mas;  valian  quince 
sueldos  dos  dineros,  y  pesaban  un  florín  ,  y  habia  algunos 
de  ellos  que  j^nian  dos  coronas  junto   al  escudo. 

Otros  escudos  habia  que  eran  propios  de  Tolosa,  y  á  la 
una  parte  habia  un  escudo  con  tres  flores  de  lis,  con  corona, 
y  á  la  otra  parte  habia  una  cruz  grande:  pesaban  un  florin 
y  seis  granos,  y  valian  quince  sueldos,  dos  dineros. 

Escudos  de  Tornay,  á  quien  llamaban  torneses,  y  habla  de 
ellos  Desclot,  en  su  historia,  lib.  2,  cap.  9:  á  la  una  parte  ha- 
bia un  gran  escudo,  y  á  la  otra  una  grande  cruz,  y  era  su  qui- 
late de  mal  conocer:  los  mejores  eran  á  ley  de  veinte  quilates; 
pesaban  un  florin  y  cuatro  granos,  y  valian  trece  sueldos. 

Escudos  de  Niza  eran  como  los  Tornay:  el  oro  era  como 
el  de  los  escudos  que  decian  del  molton  ó  del  carnero;  va- 
lian once  sueldos,  y  eran  á  ley  de  diez  y  ocho  quilates:  no 
hallo  qué  peso. 

Ducados  de  Venecia  á  la  una  parte  tenian  al  Padre  Eter- 
no, con  estrellas  al  derredor,  y  á  la  otra  parte  san  Marcos, 
con  un  ángel  arrodillado:  era  su  peso  un  florin  y  un  grano: 
valian  quince  sueldos  cinco  dineros,  y  el  oro  era  de  ley  de 
veinte  y  tres  quilates  y  tres  cuartos. 

Ducado  romano  tenia  á  la  una  parte  el  Padre  Eterno, 
como  los  venecianos,  con  un  ángel  que  está  arrodillado,  con 
una  verónica  en  las  manos,  y  á  la  otra  parte  san  Marcos,  y 
hay  unas  letras  que  dicen;  Roma  caput  mundi;  su  peso  es 
un  florin  y  un  grano,  á  ley  de  veinte  y  dos  quilates:  valia 
quince  sueldos. 


( ol^ } 

Ducado  del  rey  era  como  el  veneciano,  y  valia  quince 
sueldos,  cuatro  dineros. 

Ducado  de  Rodas:  á  la  una  parte  es  san  Marcos  y  á  la 
otra  el  Padre  Eterno,  y  san  Marcos  tiene  debajo  los  pies 
una  cruz  como  la  de  los  caballeros  de  San-  Juan:  63  su 
peso  un  florín  y  un  grano,  y  vale  doce  suelfios  y  ocho  di- 
neros, á  ley  de  veinte  quilates. 

Ducado  turco:  á  la  una  parte  es  Dios  Padre,  y  á  la  otra 
san  Marcos,  así  como  el  veneciano;  su  oro  es  muy  blanco 
y  llamábanle  oro  cato;  valia  diez  sueldos  cuatro  dineros,  y 
su  peso  era  un  florin  y  un  grano. 

Florin  de  Florencia:  á  la  una  parte  habia  un  san  Juan 
Bautista,  y  á  la  otra  una  gran  flor  de  lis,  así  como  los  de 
Aragón,  y  los  habia  grandes  y  pequeños:  era  su  peso  un  flo- 
rin y  un  grano,  á  ley  de  veinte  y  tres  quilates  y  tres  cuar- 
tos, y  valia  quince  sueldos,  seis  dineros. 

Florin  de  Genova,  que  llamaban  genovés:  habia  á  la  una 
parte  un  castillo,  y  á  la  otra  una  cruz:  su  ])eso  era  un  flo- 
rin y  un  grano,  á  ley  de  veinte  y  tres  quilates,  y  valia 
quince  sueldos  y  seis  dineros. 

Florin  de  Sena:  á  la  una  parte  habia  una  grande  S,  y  á 
la  otra  una  cruz,  como  el  de  Genova,  á  ley  de  veinte  y  tres 
quilates  y  tres  tercios. 

Florin  de  Carabré:  á  la  una  parte  hay  un  duque  armado 
que  sube  á  caballo,  y  á  la  otra  un  yelmo  sobre  un  escudo, 
y  en  él  una  sierpe  que  se  traga  un  dragón:  su  peso  era 
un  florin  y  un  grano,  valia  catorce  sueldos  y  seis  dineros, 
y  es  á  ley  de  veinte  y  dos  quilates  y  tres  cuartos. 

Florin  del  Rin:  de  la  una  parte  es  san  Juan,  y  de  la 
otra  un  escudo  con  palos;  y  de  estos  hay  de  muchos  cuños, 


(  515  ) 
y  aunque  todos  á  la  una  parte  tienen  á  un  san  Juan,  |3ero 
á  la  otra  habia  diversos  señales:  su  peso  era  un  florín  y 
un  grano, y  habia  de  ellos  de  diversos  quilates:  los  mejores 
eran  de  veinte,  y  valían  doce  sueldos  y  seis  dineros,  y  algu- 
nos de  ellos  tenian  el  señal  de  Flandes. 

Florín  de  Bolonia:  á  la  una  parte  tenia  un  león,  con 
una  bandera  á  los  pies,  y  á  la  otra  la  imagen  de  san  Pedro 
con  la  llave  en  la  mano:  era  su  peso  un  florín  y  un  grano, 
valia  catorce  sueldos  seis  dineros,  y  era  á  ley  de  veinte  y 
dos  quilates. 

Florín  del  papa  Martin,  que  llamaban  de  Cambré:  tenia 
á  la  una  parte  una  corona,  y  sobre  ella  otra,  y  á  la  otra 
parte  san  Pedro  con  las  llaves  en  las  manos:  su  peso  era  un 
florin  y  un  grano,  valia  catorce  sueldos,  seis  dineros,  y  era 
á  ley  de  veinte  y  dos  quilates.  Otros  habia  del  mismo  peso 
y  quilate  y  á  la  una  parte  era  San  Juan,  y  á  la  otra  una 
pierna  en  medio  de  un  escudo.  Otros  habia  del  mismo  peso, 
que  llamaban  de  Cambré:  valian  lo  mismo;  el  oro  era  de 
veinte  y  un  quilate,  y  á  la  una  parte  era  san  Juan  Bautista, 
y  á  la  otra  una  flor  de  lis. 

Florin  de  Pisa:  á  la  una  parte  tenia  una  imagen  de  la 
Virgen  nuestra  Señora,  con  su  hijo  en  los  brazos,  sentada 
en  una  silla,  y  á  la  otra  una  águila  coronada,  con  las  alas 
extendidas:  su  peso  era  un  florin  y  un  grano,  valia  catorce 
sueldos  seis  dineros,  y  era  á   ley  de  veinte  y  dos  quilates. 

Florin  de  Madama:  era  del  mismo  peso,  valor  y  quilate, 
y  á  la  una  parte  habia  san  Juan,  y  á  la  otra  una  cruz  gran- 
de, con  tres  mas  pequeñas  al  derredor. 
'     Florin  de  Santa  Elena:  á  la  una  parte  hay  una  cara  de 
hombre,  y  al  reverso  un  ángel  con  una  cruz  en  la  mano: 


(  316  ) 
era  su  peso  un  florip  y  un  grano,  valia  diez  y  seis  sueldos, 
seis  dineros,  y  era  de  ley  de  veinte  y ^ tres  quilates  y  cuatro 
cuartos. 

Florin  de  Luca:  en  la  una  parte  tenia  san  Pedro,  con  las 
llaves,  y  á  la  otra  una  testa  de  rey:  valia  catorce  sueldos, 
seis  dineros,  y  era  de  la  ley  de  veinte  y  tres  quilates  y  un 
cuarto. 

Florin  del  papa  Alejandro:  á  una  parte  habia  un  sol  con 
rayos,  y  á  la  otra  san  Pedro:  su  peso  era  un  florin  y  un 
grano,  valia  catorce  sueldos  dos  dineros,  y  era  de  veinte  y 
tres  quilates  y  tres  cuartos. 

Florin  de  Bohemia:  á  la  una  parte  habia  un  rey  con  co- 
rona, con  una  vara  en  la  mano  derecha,  y  un  globo  á  la 
otra,  con  una  cruz  pequeña  sobre  ella,  y  á  la  otra  parte  un 
león  con  una  cola  que  remata  en  dos  ramales  ó  dos  colas: 
su  peso  era  un  florin  y  un  grano,  valia  catorce  sueldos  seis 
dineros,  y  era  su  ley  de  veinte  y  tres  quilates  y  dos  ter- 
cios. 

Florin  de  Riga:  á  la  una  parte  estaba  la  Virgen  nuestra 
Señora,   con  su   hijo  en  los  brazos,   y  á  la  otra  parte  un 

mundo  de  esta  hechura  r j :  era  su  valor  doce  suel- 
dos, el  peso  un  florin  y  un  grano;  su  ley  era  de  veinte  qui- 
lates, y  de  estos  habia  algunos  que  á  la  parte  donde  está  la 
imagen  de  Nuestro  Señor  habia  un  obispo. 

Franco  á  pie:  á  la  una  parte  habia  un  hombre  á  pie, 
armado,  y  á  la  otra  una  cruz:  valia  quince  sueldos  seis  di- 
neros, y  pesaba  un  florin  y  seis  granos  y  era  de  ley  de  veinte 
y  tres  quilates. 

Franco  á  caballo:  era  del  mismo  valor,  ley  y  quilate:  á 


(317  ) 
la  una  parte  habia  un  hombre  armado  á  caballo,  y  á  la 
otra  una  gran  cruz. 

Franco  de  á  pie  de  Francia :  tenia  á  la  una  parte  una 
gran  cruz  y  á  la  otra  un  rey  coronado,  sentado  en  una  silla: 
á  la  una  mano  tenia  una  espada,  y  á  la  otra  un  escudo  sem- 
brado de  muchas  flores  de  lis:  es  á  ley  de  veinte  y  tres 
quilates,  pesa  un  florin  y  veinte  y  dos  granos,  y  era  su  valor 
quince  sueldos,  seis  dineros. 

Real  de  Francia:  tiene  á  la  una  parte  una  cruz,  y  á  la  otra 
un  rey,  que  tiene  en  la  mano  una  pierna  de  hombre:  pe- 
saba un  florin  y  seis  granos,  valia  quince  sueldos,  y  era  á 
ley  de  diez  y  siete  quilates  y  medio. 

Real  de  oro  de  Mallorca:  á  la  una  parte  habia  un  rey 
coronado,  con  una  espada  en  la  mano,  y  en  la  otra  una 
bola  ó  globo,  con  una  cruz  pequeña  encima  de  él,  y  á  la 
otra  parte  hay  una  cruz  con  dos  palos:  era  su  peso  un  flo- 
rin y  cuatro  granos,  valia  doce  sueldos,  y  era  á  ley  de  veinte 
quilates. 

Ducado  de  Saboya  :  á  la  una  parte  estaba  la  imagen  de 
san  Miguel  ,  con  un  duque  que  estaba  arrodillado  á  sus 
pies,  y  á  la  otra  un  timbre  (llamaban  timbre  el  yelmo  ó 
celada  que  ponen  los  caballeros  sobre  sus  armaduras):  era 
su  peso  un  florin  y  un  grano ,  á  ley  de  veinte  y  tres  quilates 
y  medio ,  y  valia  catorce  sueldos  ,  cuatro  dineros. 

Doble  blanquilla  morisca:  tiene  á  todas  partes  unas  le- 
tras moriscas ,  y  en  el  color  tiene  mas  de  blanco  que  de 
amarillo  :  era  el  peso  un  florin  y  veinte  granos,  y  valia  diez 
sueldos. 

Molton  de  Mampeller  :  tenia  á  la  una  parte  un  ángel  con 
una  bandera  en  la  mano  ,  como  la  del  cordero  pascual ,  y 


( '"^i» ) 

á  la  otra  parte  una  cruz  :  su  peso  era  medio  tlorin  y  cincií 
granos,  era  á  ley  de  diez  y  ocho  quilates,  y  valia  ocho  suel- 
dos ,  ocho  dineros. 

Otros  moltones  habia  ,  que  llamaban  de  San  Andrés  ,  y 
tenian  los  mismos  señales  que  los  precedentes  ,  y  solo  se 
conocian  en  la  color  del  oro :  era  el  peso  medio  florin  y 
quince  granos,  valian  seis  sueldos  y  seis  dineros,  y  eran  h  la 
lev  de  diez  y  seis  quilates. 

Timbre  de  Perpiñan  :  habia  á  la  una  parte  un  rey  con 
vestiduras  largas  hasta  los  pies  ,  con  cetro  y  globo  en  las 
manos ,  y  sobre  el  globo  una  cruz  pequeña  :  á  la  otra  par- 
te habia  un  escudo  con  un  yelmo  que ,  como  dije ,  llama- 
ban timbre  ,  y  sobre  él ,  como  por  cimera ,  una  cabeza  de 
dragón  :  pesaba  un  florin  y  once  granos ,  valia  quince  suel- 
dos,  seis  dineros,  y  era  su  ley  de  veinte  y  dos  quilates. 

Timbre  de  Valencia  ,  de  quien  hace  mención  Jaime  Roig 
en  sus  poesías  :  á  la  una  parte  tenia  un  escudo  con  un 
velmo  y  una  cabeza  de  dragón  sobre  él ,  y  á  la  otra  parte 
las  armas  reales  de  Cataluña  ,  que  el  vulgo  llama  de  Ara- 
gón ,  que  son  los  cuatro  palos  :  era  su  peso  medio  florin  y 
catorce  granos  ,  valia  ocho  sueldos ,  seis  dineros  ,  y  era  de 
ley  de  veinte  quilates. 

Costara  de  Sicilia  :  habia  en  la  una  parte  una  águila  co- 
ronada, con  las  alas  extendidas,  y  á  la  otra  parte  las  armas 
reales  de  Cataluña  ,  que  son  los  cuatro  palos.  Estas  mone- 
das no  tenian  peso  ni  ley  cierta  ,  y  así  se  tomaban  por  lo 
que  pesaban  y  por  lo  que  valia  el  oro. 

Salvis  ó  Salvos  eran  unos  escudos  de  oro,  llamados  así, 
porque  á  la  una  parte  estaba  la  salutación  de  la  Virgen 
nuestra  Señora  ,   v  debajo  de  ella  un  escudo  ,  con  flores  do 


(  5Í9  ) 
lis ,  y  á  la  otra  parte  una  cruz  con  un  león  y  una  flor  de 
lis :  era  su  peso  un  florin  y  un  grano  ,  valia  catorce  suel- 
dos ,  seis  dineros,  y  era  de  ley  de  veinte  y  seis  quilates. 

Morabatin  de  oro,  que  llamaban  de  tabla  ,  nuevo,  tenia 
de  todas  dos  partes  una  cruz  con  letras  y  caracteres  góti- 
cos :  pesaba  un  florin  y  ocho  granos ,  valia  catorce  sueldos, 
diez  dineros ,  y  era  de  ley  de  veinte  y  dos  quilates. 

Morabatin  de  oro  ,  que  llamaban  de  tabla  ,  viejo  ,  tenia 
asimismo  á  la  una  parte  y  á  la  otra  una  cruz  con  letras  y 
caracteres  góticos  ,  y  pesa  también  un  florin  y  ocho  granos: 
era  á  ley  de  veinte  y  dos  quilates,  y  valia  quince  sueldos, 
cuatro  dineros. 

Morabatin  Alfonsino  de  oro  :  á  la  una  parte  tiene  un  rey 
armado,  á  caballo,  con  la  mano  alta  y  la  espada  en  ella, 
y  al  derredor  hay  unas  letras  góticas  ,  y  a  la  otra  parte  hay 
un  escudo ,  dividido  en  cuatro  ,  que  tiene  cá  la  parte  dere- 
cha alta  é  izquierda  baja  dos  cruces,  y  á  la  parte  izquierda 
alta  y  derecha  baja  las  armas  de  los  reyes  de  Aragón  : 
pesaban  un  ducado  y  medio,  y  valian  veinte  y  tres  sueldos,  y 
eran  de  veinte  y  tres  quilates. 

Raudill  de  Flandes  :  tenia  á  la  una  parte  un  hombre  ar- 
mado ,  á  caballo  ,  y  tenia  en  la  una  mano  una  espada  y  en 
la  otra  un  escudo  ,  y  bajo  del  caballo  tenia  tenia  cuatro  le- 
tras ,  y  á  la  otra  parte  tenia  el  señal  de  Flandes ,  con  flo- 
res de  lis  ,  compuestas  en  forma  de  cruz  :  valia  quince 
sueldos ,  seis  dineros ,  pesaba  un  florin  y  tres  granos ,  y  era 
de  ley  de  veinte  y  tres  quilates  y  medio. 

Besant  de  Alejandría  :  tenia  de  la  una  parte  y  de  la  otra 
ciertas  letras  ó  caracteres  moriscos ,  como  las  dobles  mo- 
riscas ,  pero  eran  mas  formados  y  bien  hechos  que  los  de 


(  320  ) 
aquellas :   pesaban  un  florín ,  eran  á  ley  de  veinte  y  clos 
quilates,  y  valian  trece  sueldos  seis  dineros. 

Cuarto  de  noble  :  habia  á  la  una  parte  flores  de  lis  ,  y  á 
la  otra  las  armas  de  Inglaterra  ,  y  valian  siete  sueldos. 

Escudos  de  Castilla  ,  llamados  Enriques:  tienen  á  la  una 
parte  un  rey  coronado ,  sentado  en  una  silla  y  la  espada  en 
la  mano  ,  y  á  la  otra  parte  las  armas  de  Castilla  y  León, 
en  escudo  cuartelado:  pesaban  un  florin  y  veinte  y  cuatro 
granos  ,  eran  á  la  ley  de  veinte  y  dos  quilates ,  y  valian 
treinta  sueldos. 

Sin  estos  habia  también  otros  que  á  la  una  parte  tenian 
un  rey  coronado  ,  á  caballo  ,  con  la  espada  en  la  mano,  y 
á  la  otra  parte  las  armas  de  Castilla  y  León  :  pesaban  lo 
mismo,  y  eran  del  mismo  valor  y  quilate. 

Aguilochas  ó  Aguilotxas:  tenian  á  la  una  parte  un  rey  co- 
ronado ,  sentado  en  una  silla  con  unas  águilas  por  remate 
de  ella ,  y  tenia  cetro  en  la  una  mano  y  bola  ó  globo  en 
la  otra  ,  y  á  la  otra  parte  habia  una  águila  ,  con  las  alas 
abiertas:  pesaban  un  florin  y  doce  granos,  eran  de  ley  de 
veinte  y  cuatro  quilates,  y  valian  veinte  y  seis  sueldos. 

Pacíficos  eran  moneda  que  batian  los  reyes  de  Aragón, 
en  Cataluña  ;  y  á  la  una  parte  habia  un  rey  coronado,  has- 
ta la  cintura  ,  y  con  cetro  en  la  mano  ,  y  á  la  otra  las  ar- 
mas reales  de  Cataluña  :  de  estos  se  batieron  muchos  en 
tiempo  del  rey  don  Juan  el  segundo  ,  de  Aragón  ,  en  nom- 
bre de  don  Pedro  de  Portugal,  y  valian,  en  tiempo  del  rey 
don  Juan,  veinte  sueldos,  y  pesaban  un  florin  de  oro  y  eran 
á  ley  de  veinte  quilates. 

Sin  estas  monedas  de  oro  que  tengo  dichas  y  de  que 
abundaban  mas  estos  reinos  ,  corrían  otras  que  eran  tenidas 


(  521  ) 
por  falsas  ,  como  unos  florines  que  eran  hechos  como  los  de 
Aragón  ,  y  á   la  parte  de  la  flor  de  lis  se  leia  Navarra,  y 
se  tomaban  por  ocho  sueldos  ,  por  ser  en  el  peso  y  quilate 
muy  bajos. 

Habia  unos  florines  que  llamaban  auprohers  enricats  ,  y 
estaban  picados  y  mal  hechos,  y  valían  seis  sueldos. 

Otros  habia  de  la  misma  manera,  y  los  llamaban  de  al- 
quimia, y  eran  muy  blancos,  y  vahan  cinco  sueldos,  ó  cinco 
sueldos  ,  seis  dineros. 

Habia  florines  dichos  de  Foix,  y  tenian  una  imagen  de 
San  Juan  ,  con  una  espada  sobre  la  cabeza  del  santo ,  y  los 
bueyes  tenian  vueltas  las  espaldas  al  santo  ,  y  valian  seis 
sueldos. 

Estas  son  las  monedas  de  oro  que  corrian  en  tiempo  del 
conde  don  Pedro  ,  según  las  he  podido  rastrear,  así  de  es- 
crituras antiguas ,  como  de  algunas  de  ellas  que  han  venido 
á  mis  manos  ,  y  se  conservan  ,  por  memoria  ,  en  la  tabla 
de  la  ciudad  de  Barcelona  ,  donde  estaban  recondidos  los 
pesos  propios  y  particulares  de  cada  una  de  ellas,  que  co- 
mo en  aquellos  tiempos  que  se  instituyó  aquella  tabla  eran 
tan  ordinarias,  era  necesario  tener  los  ministros  de  ella  muy 
á  mano  el  peso  y  conocimiento  de  cada  una  de  ellas,  para 
el  buen  regimiento  del  cargo  les  era  encomendado. 

Sin  estas  monedas  de  oro,  se  corrieron  muchas  de  plata, 
cuya  memoria  está  el  dia  de  hoy  casi  olvidada;  y  para  dar 
fin  á  este  discurso  de  ellas,  diré  de  algunas,  según  la  no- 
ticia he  tenido  de  ellas. 

Mancusos:   eran   una  especie  de  moneda  muy  usada  en 
tiempo  de  los  condes  de  Barcelona,  y  valian  doce  dineros: 
Usaban  en  los  censos  de  las  casas,  que  muchos  de  ellos  con- 
Towo  X.  22 


(522) 
sistian  en  esta  moneda,  así  como  después  en  morabatines: 
otros  habia  que  valian    siete  sueldos,  y  de  ellos   queda  \a 
dicho  arriba. 

Masmodinas  Jusefinas:  era  moneda  valenciana,  y  se  lla- 
maban así,  por  haberlas  hecho  un  rey  moro  llamado  Jusef, 
y  valian  cuatro  sueldos:  de  estas  masmodinas  suelen  dejar, 
en  los  testamentos,  una  en  Lérida  los  eclesiásticos  al  obis- 
po de  aquella  ciudad,  por  los  derechos  pudieran  tocarle  en 
los  bienes  de  ellos.  iVlgunas  habia  que  eran  contrahechas 
y  valian  tres  sueldos,  seis  dineros,  y  habla  de  ellas  Beu- 
ter,  lib.  2,  c.  41. 

Besant:  era  moneda  que  corria  en  las  partes  de  Levante, 
y  mas  en  el  reino  de  Chipre,  y  era  de  plata:  valieron  tres 
sueldos,  y  por  tantos  les  tomó  el  rey  don  Jaime,  el  se- 
gundo, cuando  casó  con  doña  María,  hija  del  rey  de  Chi- 
pre, que  le  pagó  el  dote  con  esta  moneda,  que  después  vino 
á  valer  tres  sueldos,  cuatro  dineros. 

Agostat:  era  una  moneda  de  plata,  y  corria  en  el  reino 
de  Valencia:  su  valor  era  de  doce  dineros  abajo,  y  corria 
en  tiempo  del  rey  don  Pedro  cl  segundo  de  Aragón. 

Habia  otra  moneda  muy  antigua  llamada  masmodina  de 
oro,  y  de  estas  hay  memoria  en  un  cabreo  está  en  el  ar- 
chivo real  de  Barcelona,  del  marquesado  de  Camarasa,  en 
que  algunas  tierras  pagan  por  censo  una  masmodina  de  oro. 
Yo  no  he  podido  averiguar  qué  valia,  y  según  conjeturo, 
era  moneda  de  plata,  con  alguna  mezcla,  aunque  muy  po- 
ca de  oro. 

Las  mas  usadas  ahora  son,  lasque  llamamos  reales,  voca- 
blo propio  de  Castilla,  dichos  así  por  estar  en  ellos  las  ar- 
mas y  empresas  ó  divisas  reales,  como  el  yugo  y  saetas  de  los 


(  525  } 
reyes  Católicos,  las  colunas  y  Plus  ultra  del  emperador  Car- 
los V,  los  palos,  eslabón  y  pedernal  del  archiduque  don  Fe- 
lipe, y  otros:  y  esta  moneda  antiguamente  llamaban  en  Ca- 
taluña croáis,  por  haber  en  ellos  unas  cruces  que  tomaban 
toda  la  moneda;  y  ahora  han  dejado  del  todo  el  nombre 
antiguo  y  les  llamamos  real,  y  no  impropiamente,  porque 
aunque  no  lleven  las  armas  de  los  reyes,  pero  sí  sus  rostros, 
efigies  y  nombre;  y  así  pueden  tener  el  un  nombre  y  el  otro. 

Sueldo  era  otra  especie  de  moneda  mas  usada  en  aque- 
llos siglos  que  otra  alguna  de  plata,  y  baja  de  solidus,  que 
entre  los  romanos  era  cierta  especie  de  moneda  de  oro,  con 
ciertos  y  particulares  peso  y  señales,  de  donde  deriva  tam- 
,  bien  el  vocablo  soldada,  como  cosa  que  se  pagaba  ó  con- 
certaba con  sueldos.  En  Castilla  los  llaman  ahora  medios 
reales,  y  en  Cataluña  los  llamaron  medios  croáis:  habia  de 
estos  muchos,  así  por  ser  mas  usuales,  como  fáciles  de  la- 
brar: y  en  todos  los  contratos  antiguos  contaban  con  ellos, 
así  como  contamos  por  escudos  ó  libras,  y  á  los  soldados  les 
pagaban  con  ellos,  de  do  quedó  llamar  el  salario  de  ellos 
sueldo,  asi  como  minerval  al  de  los  maestros  y  preceptores, 
derivado  de  la  diosa  Minerva,  que  lo  era  dejas  artes  y 
ciencias  entre  los  gentiles;  y  á  los  soldados  quedó  estí  nom- 
bre como  gente  que  sirve  por  el  sueldo  que  les  dan,  como 
si  dijésemos  gente  asoldadada. 

A  mas  de  las  monedas  de  oro,  plata  y  cobre,  hay  otra 
que  se  hace  de  cuero  6  pergamino  ú  otra  materia  semejante, 
sellando  con  las  armas  del  príncipe  ó  capitán  algunos  pe- 
dacitos  de  ello,  y  corre  como  si  fuese  moneda  de  oro  ó  de 
plata,  y  dura  tanto  cuanto  dura  el  aprieto  ó  necesidad  que 
obliga  á  hacer  tal  moneda^  y  salidos  de  él  y  acabada  la  nc- 


(  524  ) 
cesidad,  los  que  la  sellaron  la  cobran,  y  dan  por  ella  mo- 
neda real  y  verdadera.  Esto  ha  sucedido  muchas  veces,  y  de 
esta  manera  se  remedió  don  Iñigo  López  de  Mendoza,  conde 
de  Tendilia,  estando  cercado  de  los  moros  el  Alahama,  y 
otros;  y  no  ha  muchos  años,  que  en  estos  reinos  aconteció 
pagar  alguna  ciudad  con  papeles  sellados,  en  vez  de  di- 
nero, y  corr  an  en  aquella  y  aun  en  todo  el  reino,  como  si 
fueran  plata  ú  oro,  y  duró  hasta  que  hallaron  forma  como 
recogiendo  aquellos  papelitos,  diesen  por  ello  moneda  bue- 
na y  corriente.  A  mas  de  esto,  es  uso  de  las  casas  de  juego, 
los  dueños  de  ellas  hacer  monedas  de  estaño  ó  plomo,  que 
dan  á  los  jugadores  que  acuden  á  ellas,  y  por  falta  de  di- 
nero dejan  de  jugar;  y  aquella  tal  moneda  ellos  la  cobran  y 
dan  moneda  corriente,  con  que  acreditan  sus  casas;  y  algu- 
nas veces  acontece  hallar  con  las  tales  invenciones  de  mo- 
neda pan  y  vino,  porque  el  que  las  da  es  puntual  y  cuida- 
doso en  tomarlas  y  dar  oro  ó  plata  por  ellas,  y  si  algunas 
se  pierden  ó  salen  fuera  reino,  es  ganancia  para  él,  pues 
saliendo  su  estaño  ó  plomo,  el  se  queda  con  el  oro  y  plata. 
También  he  visto  otra  moneda  de  hoja  de  latón  que  usan 
algunos  pueblos  en  las  grandes  necesidades  y  corre  entre 
ellos,  y  en  particular  en  el  campo  de  Tarragona,  que  duró 
algunos  años,  y  á  la  postre  fué  necesario  recogerla  antes  de 
tiempo,  y  multiplicó  de  suerte,  que  el  pueblo  que  habia  es- 
parcido mil  escudos,  al  recogerla,  halló  tres  mil,  porque 
hubo  muchos  que  ayudaron  á  la  multiplicación  de  ella, 
aunque  no  se  supo  quienes  fueron  los  tales  ayudantes  ,  y 
algunos  que  fueron  descubiertos,  lo  pagaron  con  la  vida, 
que  es  la  pena  que  dan  en  Cataluña  á  los  que  la  falsifican  ó 
trasquilan. 


(  '"25  ) 


CAPÍTULO  LXIII. 


En  que  se  cuenta  la  vida  de  don  Jaime  de  Aragón,  XX  y  último  conde  de 
Urge!,  llamado  el  Desdichado.— Be  la  muerte  del  rey  don  Martin  de  Sí- 
cilla,  y  casamiento  del  rey  su  padre.— De  las  embajadas  que  tuvo  el  rey 
del  rey  de  Ñapóles,  y  del  derecho  que  pretendían  tener  algunos  á  la 
corona,  si  el  rey  no  tenia  hijos,  y  de  su  muerte.— De  lo  que  sucedió  des- 
pués de  la  muerte  del  rey:  quiere  el  conde  usar  del  cargo  de  lugarte- 
niente y  gobernador  general,  y  no  se  lo  consienten.— El  gobernador  juntó 
parlamento  en  Barcelona,  y  las  embajadas  que  vinieron  de  parte  de  los 
pretensores.— De  algunas  gentes  de  Francia  que  querían  entrar  en  Cata- 
luña con  armas,  y  de  las  quejas  que  dio  la  condesa  de  Ampurias  contra 
del  conde  de  Urgel,  sobre  el  casamiento  de  doña  Magdalena  de  Angleso- 
la.— Embajada  del  parlamento  á  la  reina  doña  Violante  y  al  conde  de 
ürgel,  para  que  se  aparten  de  Barcelona,  y  el  conde  se  fué  á  su  ciudad 
de  Balaguer.- Decláranse  las  sospechas  se  dieron  por  parte  de  la  reina 
doña  Violante,  y  muerte  del  arzobispo  de  Zaragoza.— De  lo  que  hizo  el 
infante  don  Fernando,  cuando  supo  la  muerte  del  arzobispo,  y  cómo  el 
conde  procuraba  quitar  el  oficio  de  gobernador  á  don  Guerau  Alemany 
de  Cervelló.— De  la  respuesta  dio  el  infante  á  una  embajada  del  parla- 
mento.— Como  don  Antonio  de  Luna  se  salió  del  reino  de  Aragón  y  vino 
á  Aytona,  y  del  favor  que  el  infante  don  Fernando  daba  al  conde  de 
Prades,  y  lo  que  sobre  esto  hizo  el  parlamento.— Como  el  conde  se  quiso 
poner  en  campaña,  y  el  parlamento  lo  impidió.— De  las  respuestas  se 
dieron  á  las  embajadas  ó  escrituras  del  conde  de  Urgel  y  del  infante 
don  Fernando.— Procura  el  infante  reducir  á  su  servicio  los  del  linaje  de 
Sese,  y  se  queja  del  infante  que  se  quería  valer  del  rey  moro  de  Granada. 
—De  la  presa  de  Castellví  de  Rosanes,  y  cómo  el  conde  de  Urgel  quiso 
venir  á  echar  de  él  al  conde  de  Foix,  y  de  la  respuesta  que  llevó  el  abad 
de  San  Juan  de  las  Abadesas,  que  había  llevado  una  embajada  del  parla- 
mento al  conde,  que  estaba  en  Balaguer. — De  como  el  conde,  instado 
por  el  parlamento,  dio  libertad  á  Francisco  de  Villamarin;  muerte  del 
gobernador  de  Valencia,  y  derrota  tuvieron  la  gente  del  conde. — De  la 
nominación  de  las  nueve  personas,  derecho  de  los  pretensores,  votos  y 
sentencias  que  dieron.— Del  cuidado  que  tuvieron  los  del  parlamento  de 
consolar  al  conde,  ofrecimientos  le  hicieron,  y  venida  del  rey. — Del  ju- 
ramento de  fidelidad  que  el  conde,  por  medio  de  sus  embajadores,  pres- 


(  '"^2(5  ) 
tó  al  rey,  y  de  las  mercedes  le  ofreció  para  reducirlo  á  su  servicio.— De  los 
movimientos  y  aparatos  de  guerra  hacia  el  conde  contra  del  rey.— De  co- 
mo el  conde  desaGó  al  de  Cardona,  y  como  quiso,  por  empresa,  tomar  á 
Lérida. — Tiene  el  rey  noticia  de  lo  que  hace  el  conde,  y  lo  que  hizo  por 
remediarlo.— De  como  el  conde  se  hizo  fuerte  en  la  ciudad  de  Balaguer, 
y  como  el  rey  le  puso  cerco.— Combate'el  rey  la  ciudad  de  Balaguer,  y  ha- 
ce proceso  criminal  al  conde,  el  cual  no  pudo  ser  socorrido,  como  es- 
peraba.— De  lo  mucho  se  padecía  en  Balaguer,  y  como  el  conde  se  quiso 
entregar  al  rey.— Continúa  el  rey  las  baterías,  y  pónese  el  conde  en  poder 
del  rey  y  es  llevado  á  Lérida. — Entra  el  rey  á  Balaguer,  y  saco  de  la  casa 
del  conde,  y  ia  el  rey  á  Lérida. — De  la  sentencia  en  la  causa  del  conde. 
— De  la  pesadumbre  tuvo  de  esto  el  duque  de  Gandía,  y  del  proceso  se  hizo 
contra  doña  Margarita,  madre  del  conde,  y  doña  Leonor,  su  hermana. — 
De  las  imprudentes  diligencias  hacia  la  condesa,  para  dar  libertad  á  su 
hijo. — Sabe  el  rey  lo  que  hacia  la  condesa. — Lo  que  hizo  el  rey  cuando 
supo  lo  que  hacia  la  condesa,  y  lo  que  hizo  contra  ella  y  cómplices. — De 
las  cosas  del  conde,  después  de  muerto  el  rey,  hasta  que  fué  llevado  á 
Játiva. — Como  la  hija  é  yerno  del  conde  trataban  de  que  se  le  diese  li- 
bertad, y  de  la  muerte  del  rey.— De  la  descendencia  y  linaje  dd  conde  de 
ürgel. — De  las  donaciones  y  ventas  que  hicieron  los  reyes  Fernando  y 
Alfonso  de  las  cosas  del  conde. 

Pasado  habia  poco  mas  de  un  año  después  de  la  muerte 
del  conde  don  Pedro,  cuando  sucedió  para  esta  corona  de 
Aragón  uno  de  los  mas  infelices  sucesos  que  jamás  hubie- 
ran sucedido,  que  fué  la  muerte  del  serenísimo  rey  don 
Martin  de  Sicilia,  hijo  único  y  sucesor  del  rey  don  Martin 
de  Aragón.  Falleció  este  príncipe  en  la  isla  de  Cerdeña,  de 
edad  de  treinta  y  tres  años,  á  los  25  de  julio  de  J409, 
después  de  haber  alcanzado  una  notable  victoria  de  los 
sardos.  No  acaban  los  autores  de  referir  el  pesar  y  sufri- 
miento que  tuvo  el  rey  su  padre,  y  todos  sus  vasallos,  de 
tal  pérdida,  por  ser  el  rey  dotado  de  singulares  virtudes,  y 
quedar  su  padre  sin  otros  hijos,  y  de  edad  de  cincuenta  y 
un  año,  y  tan  pesado  y  entorpecido  de  su  persona,  que  te- 
man por  imposible,  aunque  casara,  que  jamás  los  tuviera. 


(  327  ) 
Esla  muerte  tan  impensada  inquietó  mucho  á  todos  los  pa- 
rientes de  la  casa  real  de  Aragón,  y  mas  en  particular  á 
don  Jaime  de  Aragón,  conde  de  Urgel,  que  de  aquel  punto 
hasta  que  murió,  no  tuvo  ni  experimentó  otra  cosa  sino  pe- 
sares, trabajos,  inquietudes  y  molestias  de  tan  pésima  cali- 
dad, que  á  la  postre  infelizmente  le  acarrearon  el  fin  y 
consunción  de  su  hacienda,  persona  y  linaje. 

Antes  que  muriera  el  rey  de  Sicilia,  poco  se  pensaba  en 
el  caso  que  sucedió,  ni  menos  en  la  sucesión  del  reino,  y 
parecia  imposible  que  en  aquel  príncipe  mozo,  lozano  y  fuer- 
te, feneciera  la  descendencia  y  línea  del  primer  Wifredo, 
conde  de  Barcelona,  que  duró  hasta  pocos  años  mas  del 
tiempo  en  que  ahora  estamos;  pero  fueron  tantas  las  dili- 
gencias que  muerto  él  se  hicieron  para  saber  cada  uno  el 
derecho  que  le  competia,  que  ni  se  hablaba  de  otra  cosa, 
ni  los  letrados  estudiaban  otras  materias.  La  infanta  doña 
Isabel,  hermana  del  rey  y  mujer  del  conde,  y  la  condesa 
dona  Margarita,  su  madre,  eran  las  que  mas  solícitas  eran 
y  cuidaban  de  este  negocio,  porque  la  condesa  moria  por 
verse  madre  de  rey.  Estaban  los  señores  de  España,  reyes 
de  Francia  y  Ñapóles,  y  otros  muchos  príncipes  de  la  cris- 
tiandad, suspensos,  aguardando  ver  el  rey  qué  baria  y  có- 
mo dispondria  de  sus  reinos,  habiendo  tantos  pretensores,  y 
teniendo  ó  pensando  cada  uno  de  ellos  tener  muy  clara  y 
fundada  su  justicia  y  derecho.  Los  privados  del  rey,  por 
adularle,  aunque  le  velan  impedido  y  con  poca  salud,  le 
aconsejaban  que  se  casase;  porque  á  mas  de  las  esperanzas 
habia  de  sucesión,  le  prometían  el  resto  de  su  vida  con  re- 
galo y  contento  tan  grande,  que  le  haria  olvidar  la  pérdi- 
da pasada,  y  también  que  confiaban  ellos  que  si  del  tal  ca- 


(  5^J8  ) 
Sarniento  quedaban  hijos,  presto  habian  de  verse  huérfanos, 
y  ellos  con  el  gobierno  de  la  corona,  rigiendo  por  el  nuevo 
rey  pupilo,  así  como  habia  sucedido  en  Castilla.  El  rey  no 
era  tan  ignorante  que  no  conociera  su  impotencia,  y  estaba 
tan  pesado,  que  del  todo  era  inútil  para  el  matrimonio;  y 
procuraba  ver  cómo  tomarian  que  sucediese  don  Fadrique, 
su  nieto,  hijo  natural  del  rey  de  Sicilia,  habido  en  una  don- 
cella llamada   Tharsia ,  que  tenia  mas  de  siete  años  y  le 
estimaba  como  si  le  fuera  hijo;  y  solia  decir  el  rey,  que  era 
mas  apto  su  nieto  para  la  sucesión  y  gobierno  de  la  Coro- 
na, que  no  los  hijos  que  esperaban  que  él  tendria,  que  ni 
aun  eran  nacidos  ni  conocidos,    ni  habia   esperanza  cierta 
que  hubieran  de  nacer.  Pero  poco  aprovechó  la  resistencia 
del  rey  y  razones  que  daba,  porque  todos  le  decian  que 
mas  valia  que  la  corona  cayera  en  manos  de  hijo  suyo  le- 
gítimo, aunque  niño,  que  no  en  un  nieto  bastardo;  porque 
era  cosa  que  nunca  se  habia  visto  desde  el  primer  Wifre- 
do  hasta  aquel  punto,    que.  bastardos  heredaran,  y  no  era 
justo  que  tal  se  introdujera,  porque  era  dar  ocasión  á  los 
de  la  estirpe  real  que  tal  no  sufrieran.  Dábanle  todos  espe- 
ranza, que  si  casaba,  habia  de  dejar  muchos  hijos  y  suceso- 
res, y  esto  con  tanta  seguridad  y  certeza,  que  creyendo  el 
rey  que  sucederia  lo  que  ellos  le  anunciaban,  resolvió  el 
casarse,  y  escogió  dos  doncellas,  para  elegir  una  de  ellas. 
Estas  eran  del  linaje  real  y  deudas  suyas  muy  cercanas,  y 
criadas  en  su  palacio  en   compañía  de  la  reina  doña  Ma- 
ría, su  mujer,  que  habia  muerto  el  año  de  1407.  La  una 
era  doña  Cecilia,   hija   segunda   de   don  Pedro,  conde  de 
Urgel,  y  la  otra  doña  Margarita,  hija  de  don  Pedro,  conde 
de  Prades,  que  también  era   descendiente   por  línea  legí- 


(  oá9  ) 
lima  (Je  la  casa  y  linaje  de  los  reyes  de  Aragón,  porque  don 
Pedro,  su  padre,  era  hijo  de  don  Juan,  éste  de  otro  don  Pe- 
dro, y  éste  del  rey  don  Jaime  el  segundo.  Eran  las  dos 
muy  hermosas  y  de  linda  disposición  y  talle,  merecedoras 
de  la  dignidad  real:  el  rey  estuvo  un  tanto  dudoso  cuál  de 
estas  dos  tomaria,  y  á  la  postre  escogió  á  doña  Margarita; 
no  dejó  á  doña  Cecilia  porque  le  faltara  nada  de  lo  bueno 
que  tenia  la  otra,  sino  que  estrañó  la  fuerte  y  recia  con- 
dición de  la  condesa  doña  Margarita,  su  madre,  suegra  que 
habia  de  ser  suya,  y  no  queria  que  con  este  casamiento  se 
acrecentara  autoridad  y  poder  al  conde  de  Urgel,  su  her- 
mano, de  quien  temia  que  ya  en  vida  suya  no  se  quisiera 
levantar  con  el  reino,  que  tenia  ya  por  tan  suyo,  como  el 
mismo  rey  que  lo  poseia.  Los  médicos  también  ayudaron  á 
la  conclusión  de  este  matrimonio,  asegurando  que,  según 
lo  que  ellos  en  su  ciencia  podian  alcanzar  ,  era  mas  idó- 
nea para  la  generación  doña  Margarita  que  doña  Cecilia,  y 
así  el  matrimonio  se  concluyó  con  ella,  y  á  16  de  setiem- 
bre de  1408,  en  la  torre  de  Bellsguart  ,  que  dista  sola 
media  legua  de  Barcelona:  les  desposó  el  papa  Benedicto 
de  Luna,  y  dispensó  en  el  parentesco,  y  les  dijo  la  misa  de 
bendición  el  glorioso  san  Vicente  Ferrer,  que  ya  por  estos 
tiempos  florecía  en  santidad  y  copia  de  portentosos  mdagros. 
Halláronse  presentes  cinco  cardenales,  muchos  prelados,  el 
conde  de  Urgel,  la  reina  doña  Violante,  mujer  del  rey  don 
Juan,  el  vizconde  de  Castellbó,  hijo  del  conde  de  Foix,  y 
muchos  caballeros  y  personas  de  lustre.  Fué  este  mes  de 
setiembre  muy  notable  para  la  ciudad  de  Barcelona,  pues 
entró  por  el  portal  de  San  Antonio,  á  29  dias  de  él,  que 
era  la  fiesta  de  San  Miguel,  el  papa  con  cinco  cardenales 


(  330  ) 
en  ella.  Estaba  el  rey  muy  contento  con  la  novia,  y  no  de- 
seaba otra  cosa  que  verla  preñada;  y  con  la  esperanza  de 
los  hijos  que  pensaba  haber  en  ella,  habia  olvidado  todos 
los  infortunios  y  pérdidas  pasadas. 

No  habia  aun  un  mes  que  el  rey  era  casado,  cuando  lle- 
garon los  embajadores  del  rey  Luis  de  Ñapóles,  con  una 
embajada,  que  en  algunas  cosas  era  harto  escusada  é  imper- 
tinente. El  principal  de  los  embajadores  era  el  obispo  de 
Coserans,  varón  de  gran  doctrina  y  elegantísimo,  y  habia 
pocos  en  aquellos  tiempos  que  le  igualaran.  Propuso  al  rey 
su  embajada,  y  la  oyó  con  gran  atención;  fué  largo  el  razo- 
namiento y  se  tocaron  en  él  materias  de  poco  gusto  para 
el  rey,  y  las  oia  con  gran  atención:  tenia  los  ojos  cerrados 
y  la  cabeza  baja,  como  si  durmiera;  pensóselo  el  obispo,  y 
paró  algunas  veces  el  razonamiento:  conocía  el  rey  el  por- 
qué se  detenia,  y  le  dijo,  que  continuara  su  discurso,  que 
aunque  estuviese  de  aquella  manera,  pero  bastaba  que  las 
orejas  estuviesen  abiertas  y  el  corazón  dispierto  y  atento  a 
lo  que  decia,  y  lo  conoceria  muy  bien  cuando  después  de 
acabado  el  razonamiento  le  daria  la  respuesta.  Acabó  el 
obispo  su  embajadi,  y  luego  el  rey  resumió  todo  lo  que  le 
habia  dicho,  que  consistió  en  cinco  puntos,  y  respondiendo 
á  cada  uno  de  ellos,  le  dijo:  en  cuanto  al  primero,  que 
agradecía  al  rey  de  Ñapóles  el  amor  y  buena  voluntad  con 
que  le  habia  enviado  á  visitar;  al  segundo,  que  holgaba 
mucho  de  las  buenas  nuevas  le  daba  de  la  victoria  habia 
alcanzado  de  Ladislao;  al  tercero,  que  estimaba  mucho  el 
haberle  enviado  un  tal  embajador  y  tan  elegante,  para  con- 
solarle de  la  muerte  del  rey  su  hijo,  asegurando  que  por 
haber  sido  tan  grande  le  pérdida,  necesitaba  de  una  tal  con- 


(  -531  ) 
solacion:  á  los  otros  dos  puntos,  en  ^ue  pedia  que  en  caso 
que  la  sucesión  del  reino  no  perteneciese  á  doña  Violante, 
mujer  del  rey  Ludovico  é  hija  del  rey  don  Juan,  hermano 
del  rey,  sino  á  Ludovico,  su  hijo,  tuviese  á  bien  que  viniera 
en  estos  reinos  y  se  criara  en  ellos,  aprendiendo  sus  cos- 
tumbres y  gobierno,  conociendo  los  naturales  de  él,  se  mos- 
tró el  rey  sentirse  algún  tanto  de  semejante  demanda,  pa- 
recióle no  era  á  propósito  tratar  de  tales  materias,  en  oca- 
sión que  aun  no  habia  un  mes  que  estaba  casado,  y  le  dio 
muy   secamente  por  respuesta  las  palabras  del  Evangelio: 
Quodjuslum  fuerit  dabo  vobis;  y  declarándose  mas,  le  dijo, 
que  si  condescendiendo  con  la  petición  del  rey  de  Ñapóles, 
llamaba  á  su  hijo  Luis,  eso   era  declararse  ya  por  él  y  re- 
dundaba en  perjuicio  de  otros  que  él  entendia  que  tenian 
mayor  derecho  en  la  corona  que  él,  y  pareciera  mal,  que 
si  la  reina  paria,   ú  otro  tenia  mas  derecho  á  la  corona, 
él  se  hubiera  de  volver  á  Ñapóles  y  salirse  de  estos  reinos, 
después  de  haber  estado  en  ellos  con  esperanzas  de  ser  rey 
y  señor,  después  de  haber  sido  respetado  como  á  tal;  y  que 
habian  de  estar  ciertos  de  dos  cosas,  la  una  era,  que  habia 
otros  que  tenian  mejor  derecho,  y  la  otra,  que  él  y  la  reina 
su  mujer,  que  á  todo  esto  estaba  presente,  tenian  confian- 
zas de  tener  hijos,  porque  según  los  físicos  le  habian  dicho, 
era  mas  cierta  la  generación  en  hombre  viejo  y  mujer  moza, 
que  no  si  ambos  eran  mozos,  y  habia  de  tener  por  mal  agüe- 
ro ver  en  su  casa  hijos  adoptivos  que  esperasen  heredar  por 
falta  de  naturales,  y  que  aquello  no  era  á  propósito,  sino  en 
ocasión  ó  que  él  no  quisiese  casar,  ó  casara  con  mujer  de 
tal  edad  que  no  pudiera  concebir;  y  finalmente  le  decia,  que 
si  no  le  quedaban  hijos,  su  gusto  era  que  fuera  rey  aquel 


(  '-52  ) 
íjue  ¿4  dejarla  ordenado  en  su  testamento;  y  respondiendo 
al  quinto  punto,  dijo,  que  á  61  le  estaba  muy  bien  que  se 
tratase  del  derecho  de  doña  Violante,  su  sobrina,  reina  de 
Ñapóles,  y  de  su  hijo  y  de  los  demás  que  pudieran  suceder 
en  la  corona,  que  aunque  era  materia  no  muy  gustosa,  pero 
decia,  que  quien  habia  tenido  paciencia  en  la  muerte  del 
hijo,  no  dejaria  de  tenerla  en  oir  disputar  el  artículo  de  la 
sucesión;  y  estimaba  mas  que  se  decidiera  viviendo  él,  se- 
gún las  disposiciones  del  derecho,  que  si,  muerto  él,  se  hu- 
biera de  averiguar  con  las  armas;  y  que  todo  el  tiempo  que 
podria  presidiría  de  buena  gana  en  la  tal  disputa,  porque 
deseaba  saber  lo  que  habia  en  esto,  porque  enterado  de  ello> 
mejor  descargara  su  conciencia,  dando  á  cada  uno  lo  que 
era  suyo. 

Con  esta  respuesta  se  despidió  el  embajador;  y  como  ha- 
blan entendido  que  el  rey  gustaba  que  el  negocio  se  plati- 
case, hubo  sobre  esto  muchas  juntas,  y  el  rey  holgaba  de  oir 
el  derecho  de  cada  uno  de  los  competidores  ó  pretensores. 
Por  la  reina  de  Ñapóles  y  Ludovico,  su  hijo,  informaban 
Guillen  de  Moneada  y  el  obispo  de  Coserans;  por  el  conde 
de  ürgel,  Bernardo  de  Centelles;  por  el  duque  de  Gandía, 
Bernardo  de  Vilaritg:  pero  el  rey,  después  de  haberlos  oido 
á  todos,  tuvo  siempre  por  mas  clara  la  justicia  del  infante 
don  Fernando,  que  como  estaba  cierto  que  el  rey  favorecía 
su  causa,  tardó  mas  á  enviar  embajadores  que  hablaran  por 
él,  aunque  á  la  postre,  no  con  título  de  disputar  de  su  de- 
recho, sino  de  visitar  al  rey,  envió  á  Fernán  Gutiérrez  de 
la  Vega,  gran  privado  y  repostero  suyo,  y  á  Juan  González 
de  Acevedo,  famoso  letrado  de  su  consejo,  á  quienes  les  ba- 
hía mandado,  que  en  secreto  le  informaran,  en  caso  que  el 


(  533  ) 
rey  muriese  sin  hijos,  á  quién  pertenecia  la  corona.  El  rey 
(leseaba  que  su  nieto  don  Fadrique  le  sucediera  ,  ya  que 
no  en  los  reinos  de  Aragón  y  demás,  á  lo  menos  en  el  de 
Sicilia;  y  sobre  esto  mandó  juntar  muchos  letrados  y  perso- 
nas doctas;  y  cuanto  mas  se  discurria  sobre  esto,  mas  du- 
doso y  perplejo  estaba  el  rey,  y  mas  indeterminado  su  áni- 
mo: parecíale  que  para  alejar  tales  disputas,  lo  mejor  era 
asegurar  la  sucesión  en  hijos  suyos  y  ayudar  á  naturaleza. 

La  reina  deseaba  verse  madre,  y  por  esto  no  dejó  de 
aplicar  al  rey  todos  los  remedios  posibles,  aunque  violentos; 
pero  era  en  vano,  porque  no  habia  en  el  rey  sujeto  ni  fuer- 
zas para  sufrir  la  fuerza  de  ellos,  y  estaba  tan  pesado  de 
cuerpo,  que  apenas  podia  moverse,  ni  acomodarse  al  acto 
de  la  generación:  usaron  para  esto  algunas  trazas:  no  las 
diré  en  romance,  pero  referiré  lo  que  dice  Laurencio  Valla, 
por  estas  palabras:  Sunt  enim  qui  dicant  millo  pacto,  nec  me- 
dicorum  arte,  nec  multifariis  machinis,  potiiisse  eum,  vel  con- 
cuberc  cum  midiere,  vel  puellcB  virginkatem  dcmere,  licet  ma- 
ler  aliaque  nonnullw  fceminw,  velut  minisírcv,  puelloe  adessent, 
licet  viri  qiioque  aliquot  auxilio  regí  essent,  qui  ventrem,  quasi 
appensum  ,  per  fascias  á  lacunari  pendentes ,  quibus  tumor 
proni  ventris  cohitjerelur,  dimilterent  eum  sensim  in  gremium 
piiella>,  ac  sustinerent;  sed  hwc  verecundius  forsitan  in  silentio 
reponuntur.  Pero  nada  de  esto  bastaba:  ;si  esto  sucediera 
en  tiempo  de  Marcial,  qué  de  epigramas  añadiera  en,  su  li- 
bro! 

El  conde  de  ürgel,  mientras  el  rey  tardaba  á  declararse, 
no  dejaba  de  hacer  todas  las  diligencias  posibles  en  po- 
nerse á  punto,  con  pensamiento,  que  si  aquello  se  habia 
de  llevar   por  armas,  pudiesen  prevalecer  las  suyas.  Pare- 


(  334  ) 
cíale  que  en  Cataluña  ninguno  de  los  pretensores  era  tan 
poderoso  como  él,  por  ser  natural  de  la  tierra  y  tener  en 
ella  muchos  parientes  y  amigos,  que  lo  habian  ya  sido  de  su 
padre  y  estaban  apasionados  por  él.  En  el  reino  de  Valen- 
cia era-  lo  mismo,  y  los  habia  granjeada  con  beneficios  les 
había  hecho;  y  aunque  estaba  aquel  reino  dividido  en  dos 
parcialidades,  que  eran  Vilaragudes  de  una  parte,  y  Cente- 
llas de  otra,  pero  los  tenia  tan  de  su  parte  el  conde,  que 
aunque  habia  bandos  entre  ellos,  pero  en  lo  que  era  valerle 
y  ayudarle,  todos  eran  unánimes  y  hacian  un  cuerpo.  En 
Aragón,  aunque  los  del  linaje  de  Luna  eran  de  su  parte, 
pero  habia  otro  linaje,  que  era  el  de  los  Urreas,  que  no  es- 
taba bien  con  las  cosas  del  conde,  y  se  habian  ya  decla- 
rado por  Ludovico,  hijo  de  la  reina  de  Ñapóles;  y  el  que 
mas  se  mostraba  por  él,  era  el  arzobispo  de  Zaragoza,  don 
García  Fernandez  de  Heredia,  qne  habia  sido  obispo  de 
Vique,  en  Cataluña,  y  era  fama  que  recibia  algunas  rentas 
del  rev  Carlos  de  Francia,  y  era  muy  poderoso  en  el  reino 
de  Aragón,  y  don  Gil  Ruiz  de  Liori,  regente  el  oficio  de 
gobernador  general  del  reino,  era  cuñado  suyo,  y  todos  eran 
muy  contrarios  del  conde  y  poderosos  en  el  reino.  El  conde 
buscaba  traza  como  quitarle  el  oficio,  pero  no  era  poderoso 
para  ello,  ni  para  reducir  á  su  opinión  los  de  aquel  linaje; 
y  por  esto  y  por  otros  respetos  que  á  él  pareció,  pidió  al 
rey  que  le  diese  el  oficio  de  procurador  general  y  goberna- 
dor de  los  reinos,  diciendo  competirle  como  á  legítimo  su- 
cesor en  ellos,  mientras  el  rey  no  habia  hijos.  El  rey,  cuanto 
á  lo  exterior,  se  lo  otorgó  muy  liberalmente,  estando  en  la 
torre  de  Bellsguart,  á  25  de  agosto  de  1409,  y  era  ge- 
neral para  todos  los  reinos  de  la  corona  de  Aragón,  hasta 


(  335  ) 
que  el  rev  tuviese  hijos  de  edad  de  cuatro  anos  cumpli- 
dos: V  le  dio  facultad  de  tener  viceregente  de  lo  goberna- 
ción, lo  que  no  le  era  permitido  sin  expreso  privilegio  del 
rev.  Quedaron  el  conde  y  la  infanta  y  condesa,  su  madre, 
con  esto  muy  contentas,  porque  les  parecía  que  tenian  ase- 
gurada la  sucesión;  pero  no  veian  lo  que  había  en  el  cora- 
zón del  rey,  el  cual  habia  muchos  años  que  aborrecía  y 
deseaba  ver  lejos  de  sí  al  conde,  y  le  habia  ya  dicho,  que 
lo  que  le  pedia  no  le  convenía,  porque  sabia  el  rey  que  era 
con    intento  de  quitar  el  cargo  á  don  Gil  Ruiz  de  Liori  y 
hacerse  paderoso  en  Aragón;  y  por  estorbarle,    escribió  el 
rey  al  arzobispo  y  al  mismo  don  Gil,  que  no  le  admitiesen 
en  el  cargo  que  él  le  habia  dado,  sino  usasen  de  los  reme- 
dios ordinarios  contra  de  él,  y  que  tuviesen  secreta  esta  su 
orden.  Ignorante  el  conde  de  esto,  partió  de  Barcelona,  y 
muy  acompañado  de  los  del  linaje  de  Luna  y  de  otros  mu- 
chos caballeros  entró  en  Zaragoza,  y  pidió  que  le  diesen 
posesión,  y  requirió  á  Juan  Jiménez  Cerdan,   Justicia  de 
Aragón,  que  le  tomara  el  juramento.  Pero  las  cosas  estaban 
de  tal  manera  ordenadas,    que   los  cuatro  brazos  de  aquel 
reino  firmaron  de  derecho  ante  el  justicia,   afirmando  que 
el  conde  no  habia  de  ser  admitido  al  oficio  de  la  procura- 
ción general,  por  obstar  algunos  fueros  del  reino,  y  dieron 
las  mismas  razones  que  alegaron  cuando  el  rey  don  Pedro 
quitó  el  mismo  cargo  á  los  infantes  don  Hernando  y   don 
Jaime,  y    las  que  alegaron    contra  don  Pedro,  padre  del 
conde,  una  vez  que,  como  á  lugarteniente  del  rey,  habia  en- 
trado en  aquella  ciudad  y  no  le  quisieron  admitir;  y  para 
mas  imposibilitar  al  conde  de  Urgel,  el  justicia  de  Aragón, 
ante  quien,  según  fueros,  habia  de  jurar,  se  salió  de  la  ciu- 


(  33G  ) 
dad,  y  se  vino  á  un  lugar  llamado  Pinsec,  de  lo  que  se  sin- 
tió mucho  el  conde,  y  le  fué  á  rogar  y  requerir  que  vol- 
viese á  Zaragoza  y  le  tomara  el  juramento;  pero  el  justicia 
siempre  se  excusó,  alegando  que  la  causa  de  la  firma  de  de- 
recho estaba  indecisa,  y  no  habia  lugar  de  hacer  cosa  de  las 
que  el  conde  pedia,  antes  de  la  declaración.  Conoció  que  todo 
aquello  era  para  entretenerle,  y  supo  que  el  rey  lo  habia 
así  ordenado  para  apartalle  de  sí  y  dalle  en  que  entender. 
Moviéronse  sobre  esto  algunos  rumores,  y  llegó  el  negocio 
á  las  armas,  y  cada  dia  habia  en  la  ciudad  peleas  y  com- 
bates, que  era  ya  principio  de  una  gran  guerra  civil;  y  el  ar- 
zobispo y  gobernador  estaban  muy  apretados,  porque  pre- 
valecian  los  amigos  y  del  bando  del  conde,  y  cada  dia  se 
aguardaban  nuevos  rumores  y  escándalos.  Don  Juan  Fer- 
nandez de  Heredia,  que  era  tio  del  arzobispo,  mientras  esto 
pasaba,  juntó  muy  gran  número  de  gentes  de  á  pié  y  de 
á  caballo,  y  vino  con  toda  prisa  á  ayudar  al  arzobispo,  su 
tio,  y  gobernador,  su  padre,  y  movióse  con  su  entrada  un 
gran  tumulto,  y  entonces  todos  los  amigos  suyos  tomaron 
las  armas  y  fueron  á  combatir  la  casa  del  conde,  y  él,  sin 
aguardar  combate,  porque  estaba  fallo  de  gente  y  en  me- 
dio de  sus  enemigos,  se  salió  con  todos  los  que  estaban  en 
su  compañía  por  un  postigo  que  salia  al  rio  (díjose  que  á 
pié  y  difrazado),  y  se  fué  al  lugar  de  la  Almunia,  y  de  allí, 
según  dice  Valla,  á  Balaguer,  y  no  vino  á  Barcelona,  por 
estar  corrido  de  lo  que  en  Zaragoza  le  habia  sucedido  y  de 
que  el  rey  le  tratase  de  aquella  manera,  y  también  porque 
habia  peste  en  Barcelona. 

Cuando  esto  pasaba  en  Aragón,  se  trataba  con  gran  secre- 
to la  legitimación  de  don  Fadrique,  nieto  del  rey,  y  habia 


(  '"^ST  ) 
de  hacerla  el  papa  Benedicto  XIII,  que  estaba  \a  en  Bar- 
celona, y  el  rey  bajó  al  monasterio  de  Valldonzella,  por 
estar  mas  cercano  de  la  ciudad.  Los  de  Sicilia  habian  en- 
viado sus  embajadores  al  papa,  y  los  aragoneses  habian  he- 
cho venir  al  gobernador  para  que  lo  facilitara  y  que  se  dis- 
pensase en  la  ley  que  hace  incapaces  de  la  corona  á  los 
bastardos;  y  aunque  esto  pasaba  en  secreto,  no  lo  era  tanto, 
que  el  conde  no  tuviera  noticia  de  ello,  porque  su  mujer 
y  madre  estaban  siempre  en  palacio  y  eran  muy  queridas 
de  la  reina,  que  deseaba,  pues  ella  no  tenia  hijos,  que  la 
sucesión  fuese  del  conde,  y  por  eso  daba  aviso  de  todo. 
Como  el  conde  entendió  que  se  trataba  de  legitimar  á  don 
Fadrique,  y  que  los  aragoneses  venian  bien  en  ello,  perdió 
las  esperanzas  que  tenia  de  la  sucesión,  y  se  persuadió  que 
el  rey  lo  dejaria  todo  al  nieto.  Estaba  señalado  el  primero  de 
junio  para  hacerse  la  legitimación,  y  habia  de  ser  con  muy 
grande  solemnidad,  y  el  rey  bajó  por  esto  de  Bellsguart  al 
monasterio.  Estando  aquí,  sucedió  que  jueves,  que  era  á  29 
del  mes  de  mayo,  las  damas  que  estaban  con  la  reina  die- 
ron á  cenar  al  rey  un  pato  asado,  que  habia  muchos  dias 
le  criaban  a  pasto,  persuadidas  que  aquella  comida  habia 
de  mover  la  impotencia  del  rey,  que  estaba  cuartanario  y 
muy  grueso,  y  hacerle  apto  para  la  generación;  pero  á  los 
primeros  bocados  que  comió,  luego  se  quejó  del  estómago 
y  se  encendió  una  calentura  pestilencial,  que  al  segundo  dia, 
que  era  sábado,  último  de  mayo,  falleció.  Atribuyeron  esta 
su  dolencia  á  pestilencia,  porque  la  habia  en  Barcelona,  y 
cada  dia  morian  muchos,  y  luego  después  de  muerto,  le 
salieron  por  el  cuerpo  ciertas  señales  que  dieron  indicio  ha- 
ber muerto  de  ella;  pero  la  mas  cierta  v  común  opinión 
TOMO  X.  23 


(  358  ) 
fué  que  murió  de  comidas  y  unciones  que  le  daban  las 
mujeres  sin  consejo  de  los  médicos,  para  incitarle  al  acto 
de  la  generación;  y  certificóse  esto,  porque  después  de  muer- 
to, hallaron  en  su  aposento  una  arquilla  llena  .de  semejan- 
tes ungüentos  y  confecciones. 

Pasó  el  rey  en  su  enfermedad  la  primera  noche  muy  in- 
quieta, ya  cansado  de  la  enfermedad,  ya  del  calor  grande 
que  hacia,  y  en  toda  ella  no  pudo  dormir  un  punto.  El 
dia  siguiente  y  en  el  viernes  lo  pasó  peor. 

Celebrábanse  en  aquella  ocasión  cortes  en  Barcelona,  y  á 
la  ciudad  y  á  los  brazos,  que  entendieron  la  dolencia  del 
rey,  pareció  que  le  fuese  hecha  una  embajada,  para  saber 
qué  mandaba  que  se  hiciese,  si  él  moria.  Fué  la  embajada 
á  las  once  del  mediodía:  iba  de  embajador  Ferrer  de 
Gualbes,  conceller  en  cap  de  Barcelona,  que  llegó  allá  con 
gran  acompañamiento.  Estaban  con  el  rey  el  obispo  de 
Mallorca,  don  Guerau  Alamany  deCervelló,  gobernador  de 
Cataluña,  Roger  de  Moneada,  gobernador  de  Mallorca,  ca- 
mareros del  rey,  Pedro  de  Cervelló,  su  mayordomo,  Ra- 
món de  Sentmenat,  su  camarero,  Francisco  de  Aranda,  do- 
nado de  Porta-Coeli,  del  orden  de  la  Cartuja,  todos  de  su 
consejo,  y  Luis  de  Aguiló  y  Guillen  Ramón  de  Moneada:  la 
suma  de  la  embajada  fué  suplicarle  que  exhortase  á  todos 
sus  vasallos,  después  de  su  muerte,  á  toda  amor,  paz  y  con- 
cordia; y  la  otra  si  queria  que  después  de  su  muerte  fuesen  los 
reinos  de  aquel  á  quien  de  justicia  -perteneciesen;  y  el  rey 
respondió  que  si.  Estando  en  esta  visita  la  infanta  doña  Isa- 
bel y  la  condesa  doña  Margarita,  madre  del  conde,  le  insta- 
ron, que  ya  que  Dios  queria  que  hubiese  de  morir,  nom- 
brase al  conde,  su  marido  é  hijo,  por  rey  y  sucesor  suvo; 


(  559  ) 
y  el  rey  no  respondia  á   eslo  palabra,   porque   estaba  casi 
dormido:  entonces  la  condesa  le  asió  la  ropa  de  los  pechos, 
y  con  grandes  voces  dccia,    que   la  sucesión  de  la  corona 
era  del  conde,  su  hijo,  y  que  él  contra  toda  razón  y  justi- 
cia se  la  queria  quitar,  privándole  de  ella;  el  rey  abrió  los 
ojos  y  se  la  miró,  y  dijo  que  él  no  lo  entendia  así   ni  creia 
tal  cosa.  A  Guillen  de  Moneada  y  Ferrer  de  Gualbes,  con- 
celler de  Barcelona,  pareció  que  aquello  era  desacato,   y 
exhortaron  á  la  condesa  que  tocara  al  rey  con  mas  respeto 
y  veneración.   El  dia  siguiente  pareció  á  los  médicos  que 
sacaran  al  rey  de  la  cama  y  le  sentasen  en  una  silla,   cu- 
bierto de  una  vestidura  muy  lijera,   aunque  desabrochado, 
porque  hacia  gran  calor  y  él  se  ahogaba  del  todo,  y  le  te- 
nian  ya  por  muerto.  Estando  así,  los  embajadores  de  Sicilia 
le   pidieron  con  lágrimas,  que  les  diera  por  rey  á  don  Fa- 
drique,  su  nieto;  y  él  estaba  tan  indeterminable,  que  ni  aun 
en  esto  sabia  tomar  resolución,  y  la  respuesta  que  les  dio 
fué  encomendarles  que  mirasen  por  él:  como  si  hubiera  de 
ser  mayor  el  cuidado  de  ellos  que  el  suyo,  que  era  rey  y 
abuelo,  y  le  tenia  por  nieto. 

Entonces  pareció  á  la  corle  y  á  los  concelleres  de  Bar- 
celona, por  quitar  todos  escrúpulos  y  dificultades,  que  en 
presencia  de  escribano  y  de  los  mismos  testigos  del  dia  an- 
tes, le  fuesen  á  visitar  y  preguntasen  si  queria  que  sus  rei- 
nos fuesen  de  aquel  á  quien  por  justicia  pertenecían,  y  si 
queria  que  de  la  respuesta  que  él  daria  se  hiciese  auto,  y 
él  dijo  que  si;  y  luego  Pedro  de  Comes,  su  protonotario, 
se  lo  volvió  á  ^decir,  y  el  rey  le  respondió  lo  mismo;  y  de 
todo  esto,  que  pasó  el  sábado  siguiente,  á  las  tres  de  Id  tar- 
de, se  hizo  auto  auténtico,  cuyo  traslado  es  el  que  se  sigue: 


(  540  ) 
Hoc  esl  trauslalum  fiUelUer  sumptum  a  ñola  cujusdam  inslru- 
menti  inferius  inserli  quod  fuit  per  me  Raymundum  de  Cuinbis 
olim  profonotarium  et  nolariiim  subscriplum  receptum  die  el 
anno  in  eo  contenlis  scripta  et  continúala  in  prolocollo  sive  ca- 
pibrevio  nolularuní  mei  dicli  nolarii  el  in  fine  cujus  nole  niajor 
parsieslium  qui  ad  confeclionem  dicli  inslrumenli  presentes  fue- 
runt  se  eorum  manibus  subscripserunt  cujus  tenor  lalis  esl. — Pa- 
teal  universis  quod  die  veneris  que  computabalur  XXX  madii 
anno  a  nativitate  Domini  MCCCCX  circa  undecimara  horam  noc- 
tis  dicli  diei  existente  coraní  serenissinio  domino  domino  Marli- 
no  üei  gralia  rege  Aragonum  Sicilie  Majoricarum  Sardinie  et 
Corsice  comité  Barchinone  duce  Athenarum  el  Neopatrie  ac  etiam 
comité  Rossilionis  <>t  Cerilanie  Fcrrario  de  Gualbis  conciliario 
Jioc  anno  ac  cive  Barchinone  ad  subscí  ¡pía  ut  dixit  per  cu- 
riam  geueralem  quam  diclus  donñnus  rex  de  presentí  calalanis 
celebrat  in  ri  vita  le  prcdicla  simul  cum  alus  de  dicta  curia  ibi- 
bem  cum  eo  presenlibtis  electo  in  presentía  mei  Raymundi  de 
Cumbis  protonolarii  dicli  domini  regis  et  nolarii  subscripli  ac 
lestium  subscriplorum  dixit  coram  diclo  domino  rege  exislente 
infirmo  in  suo  lamen  sensu  cum  loquela  in  quadara  camera  mo- 
nasterii  A^allis  Domicelle  vocala  de  la  Abadesa  hec  verba  vel  si- 
milia  in  effectu:  Senyor  nosaltres  elets  per  la  cort  de  Catalunya 
som  assi  devant  la  vostra  Magestat  humilment  suplicantvos  queus 
placia  fer  dues  coses  les  quals  son  c  redunden  en  sobirana  utili- 
lat  de  la  cosa  pública  de  tots  tostrcs  rcgnes  e  ierres:  la  primera 
quels  vullats  exortar  de  haver  entre  si  amor  pau  e  concordia 
per  co  que  Deus  los  vnlla  en  tot  be  conservar:  la  segona  queus  pla- 
cia de  present  manar  en  tots  los  dits  regnes  e  Ierres  vostres  que 
per  tots  lus  poders  e  forccs  fassen  per  tal  forma  >'  manera  que  la 
successio  deis  dits  vostres  regnes  e  ierres  aprcs  obte  vostrc  pervin- 
ga  a  aqtiell  que  per  justicia  deurá  pervenir  como  asso  sia  molt 
plasent  á  Deu  e  sobiranamcnt  profitos  á  tota  la  cosa  pública  e 
molt  honorable  e  pertinent  á  vostra  real  dignitat.  Et  hiis  dictis 
diclus  Ferrarius  de  Gualbis  repetcns  verba  per  eum  jam  prolata 
dixit  hec  verba  vel  similia  in  effectu:  Senyor  plauvos  que  la  suc- 
cessio deis  dits  vostres  regnes  e  ierres  apres  obte  vostre  pervinga 
d  aquell  que  per  justicia  deura  pervenir?  et  diclus  dominas  rex 
tune  respundens  dixit:  Hoc;  de  quibus  ómnibus  peliil  el  rcqui- 


( ~^1 ) 

sivit  dicUis  Ferrarius  pubüciim  fieri  instriimentum  per  me  pro- 
tonotarium  et  notarium  supradictum.  Que  fueriint  acta  die  hora 
loco  et  anno  prediclis  presente  me  dicto  protonolario  et  notario 
ac  pro  tt'stibus  reverendo  in  Chrislo  patie  Ludovico  episcopo  Ma- 
joricensi  nobilibusGeraldo  Alemanni  de  Cervilione  gubernatore 
Catalonie  Rogerio  de  Monte  Galeno  gubernotore  regni  Majorica- 
rum  camarlengis  Petro  de  Cervilione  majordomo  Raymuudo  de 
Santo  Minato  camarerio  militibus  Francisco  de  Arauda  donato 
Porte-Coeli  consiliariis  dicti  domini  regís  et  Ludovico  Aguüo  do- 
micelio  ac  nobili  Raymuudo  de  Monte-Cateno  coperio  jam  dicti 
domini  regis.  Postea  die  sabbati  XXXI  madii  anno  prediclo  circa 
horam  tertie  dicti  diei  Ferrarius  de  Gualbes  prediclus  coustitutus 
personaliter  ante  presenliara  dicti  domini  regis  in  camera  supra- 
dicta  símul  videlicet  cum  alus  de  dicta  curia  cum  eo  electis  re- 
ducens  ad  memoriam  dicto  domino  regí  verba  per  eum  jam  su- 
pra  eidem  domino  regi  prolala  dixit  presente  me  protonolario 
et  notario  ac  testibus  supradictis  hec  verba  vel  similia  in  effec- 
lu:  Senyor:  plauvos  que  ¡a  successio  de  vostres  regnes  e  ierres 
apres  obte  vostre  pervinga  a  aquell  que  per  justicia  deura  per- 
venir  e  quen  sia  feta  una  carta  publica?  et  dictus  dominus  rex 
respondens,  dixit:  Hoc;  et  ego  etiam  dictus  prolonotarius  et  no- 
tarius  interrogavi  dictum  doralnum  regem  dicens  ei  hec  verba: 
Plauvos  donchs  senyor  que  la  successio  de  vostres  regnes  e  ierres 
apres  obte  vostre  pervinga  a  aqtiell  que  per  justicia  deura  pervc- 
nir  e  quen  sia  feta  carta  publica?  qui  quidem  dominus  rex  res- 
pondens dixit:  Hoc;  de  quibus  ómnibus  dictus  Ferrarius  presen- 
libus  alus  de  curia  supradicta  cum  eo  electis  petiit  et  requisivit 
publicum  fieri  inslrumenlum  per  me  prolonotarium  et  notarium 
supradictum.  Que  fuerunt  acta  die  loco  hora  et  anno  predictis 
presente  me  dicto  prolonotario  et  notario  ac  testibus  supradictis. 
— Yo  Guillem  Ramón  de  Moneada  qui  fui  preseul  a  les  dites 
coses  me  sotscriu.— Yo  Guerau  Alemany  de  Cervelló  qui  fui  pre- 
sent  a  les  dites  coses  me  sotscriu.— V^o  Pere  de  Cervello  qui  pre- 
sent  hi  fui  sotscriu.— Yo  Luis  Aguiló  qui  present  hi  fui  me  sots- 
criu.—Francesch  Daranda  qui  present  hi  fui  me  sotscriu. 

Sig)$(num  Bernardi  Mathei  auctoritate  regis  uotarii  publici 
Barchinone  testis. — Sig^num  Anlonii  Brocard  auctoritate  regia 
nolarii  publici  Barchinone  testis. 


( '-'^^ ) 

Sig^-<num  Ginesii  Almogaver  regentis  vicaiiam  Barchinone 
Aqualale  Vallensis  Modiliani  el  Modilianensis  qui  huic  transía- 
lo a  suo  originan  fideliler  sumplo  el  cura  eodem  veridice  com- 
probalo  ex  parle  doniini  regís  el  auclorilate  officii  quo  fungi- 
niur  aiiclorilalem  impendimus  el  decreliim  el  ul  eidem  Iranslato 
tanquam  suo  originali  in  judicio  el  exlra  plena  fides  ab  ómnibus 
habealur  apposilum  nianu  mei  Anlonii  Caplana  aucloritale  re- 
gia nolarii  publici  Barchinone  el  scribe  curie  vicarie  dicle  oivi- 
taíis  in  cujus  posse  dictus  honorabilis  regens  vicariam  Barchi- 
none hanc  flrniam  fecit  XXVIIII  die  julii  anno  a  nativilate  Do- 
inini  MCCCCXI  presentibus  leslibus  Arnaldo  de  Millars  el  Pelro 
Maloses  nolariis  el  ideo  nolarius  el  scriba  prediclus  hec  scripsi 
el  hoc  meum  hic  apposui  sigí<num. 

Sig>í<num  meum  Raymundi  de  Cumbis  prolonolarii  dicli  do- 
mini  regís  auclorilaleque  regia  nolarii  publici  per  tolam  lerram 
el  dominalionem  ejusdem  qui  hoc  Iranslalum  a  diclo  suo  ori- 
ginali fideliler  scriplum  el  cum  eodem  veridice  coraprobatum 
scribi  feci  poslque  decrelalum  per  dictum  honorabilem  regen- 
lem  vicariam  Barchinone  ul  supra  patet  clausi. 

Estaba  el  monasterio  de  Valldonzella,  y  mas  el  cuarto 
donde  el  rey  estaba,  todo  alborotado,  y  todos  atónitos  y 
como  fuera  de  sí,  porque  veian  la  muerte  del  rey  tan  cer- 
cana (que  murió  el  mismo  dia  en  la.  tarde),  y  conocian  que 
tal  liabia  de  ser  la  confusión  se  había  de  seguir  después  de 
su  muerte. 

Cuando  sucedió  la  muerte  del  rey,  estaba  en  Barcelona 
Gil  Ruiz  de  Liori,  gobernador  de  Aragón,  enemigo  capital 
del  conde  de  Urgel,  y  luego  que  supo  la  muerte  del  rey, 
dio  cobro  á  su  persona,  porque  tenia  muchos  enemigos  y 
el  conde  de  Urgel  habia  dado  orden  que  le  prendiesen  y 
matasen,  y  habian  parado  muchas  celadas  por  los  caminos 
por  donde  habia  de  pasar,  y  habia  algunos  en  las  puertas  de 
la  ciudad,  que  á  todos  los  que  venian  de  Valldonzella  les 


(  5i3  ) 
preguntaban  de  la  vida  del  rey  y  dónde  estaba  el  goberna- 
dor, el  cual  estaba  escondido  en  una  casa  y  podia  fácil- 
mente entender  el  cuidado  grande  que  tenian  los  amigos  del 
conde  de  saber  donde  él  estaba,  y  tenia  harto  temor  no  le 
sucediera  algún  pesar;  y  así  un  dia,  al  amanecer,  se  salió 
de  la  ciudad  y  se  embarcó  en  un  navio  para  Peñíscola.  Los 
médicos  embalsamaron  el  cuerpo  del  rey  y  le  tuvieron  en 
lugar  público  y  con  la  decencia  debida  por  espacio  de 
treinta  dias,  porque  todos  se  certificasen  de  su  muerte. 

El  conde  de  Urgel,  luego  que  el  rey  fué  muerto,  man- 
dó poner  guardas  á  la  reina,  y  era  con  tanto  rigor,  que  no 
la  dejaban  salir  del  aposento,  porque  decian  haber  dicho 
que  estaba  en  duda  si  estaria  preñada  del  rey,  y  no  queria 
el  conde  que  la  perdiesen  de  vista,  porque  es  cierto  que 
puede  un  preñado  dilatarse  hasta  once  y  trece  meses,  se- 
gún «e  lo  habian  afirmado  los  médicos  y  letrados.  Nombrá- 
ronse por  esto  ciertas  dueñas  muy  principales,  que  deseosas 
de  complacer  al  conde  de  Urgel,  cuidaban  con  gran  dili- 
ligencia  de  lo  que  se  las  habia  encomendado;  y  después,  á  16 
de  febrero  de  1411,  compareció  en  el  parlamento  por  ellas 
micer  Juan  Sirvent,  que  refirió  los  trabajos  y  disgustos  que 
habian  padecido  en  tal  guarda,  y  pedia  la  paga  de  lo  que 
habian  trabajado  en  esto,  y  el  parlamento  lo  cometió  á  do- 
ce personas  que  estaban  nombradas  para  cuidar  de  los  ne- 
negocios  de  justicia,  para  que  dijesen  lo  que  se  habia  de  ha- 
cer en  esto.  Pensar  puede  cada  uno  que  tales  quedarian 
estos  reinos  y  corona  en  tal  estado,  porque  en  Aragón  ha- 
bia grandes  bandos  entre  los  Lunas  y  Urreas,  en  Valencia 
entre  los  Vilaragudes  y  Centellas,  en  Cerdeña  el  estado  de 
aquella  isla  era  turbulento  é  inquieto,  y  en  Sicilia  no  fal- 


(  r>/,i ) 

(aban  liarlas  novedades  y  rumores  entre  la  reina  doña  Blan- 
ca y  los  barones  del  reino:  en  Cataluña,  aunque  habia  al- 
gunos bandos  entre  los  barones  de  ella,  pero  lo  pasaban 
mejor  que  los  otros  reinos  de  la  Corona;  y  en  fin,  todos 
estaban  suspensos  y  temerosos  de  que  el  que  habia  de  rei- 
nar estarla,  no  á  lo  que  las  plumas  de  los  letrados  escribi- 
rian,  sino  á  lo  que  podrían  las  lanzas  de  los  soldados,  y 
que  el  derecho  consistiria  en  las  armas  y  prevaleceria  el  del 
mas  poderoso  de  los  competidores. 

El  conde  de  Urgel  que,  según  la  opinión  mas  común, 
era  el  que  tenia  mejor  derecho,  estaba  muy  contento  que 
no  se  hubiese  efectuado  la  legitimación  de  don  Fadrique  y 
que  le  faltase  el  abuelo:  del  duque  de  Gandía  se  le  daba 
poco,  porque  estaba  ausente  y  tan  viejo,  que  ya  no  era  de 
este  mundo;  Luis  de  Ñapóles,  y  Fernando  estaban  lejos,  y 
éste  muy  ocupado  en  los  reinos  de  Castilla,  que  gobernaba 
como  tutor  de  su  sobrino  el  rey  don  Juan  II;  y  así  el  con- 
de se  juzgaba  vencedor  de  todos,  y  mas  del  infante  don 
Peinando,  por  quien  nadie  se  demostraba  públicamente.  In- 
clinábase el  conde  á  tomar  insignias  y  título  de  rey,  y  mu- 
chos de  sus  amigos  se  lo  querían  aconsejar;  publicaron  estos 
sus  pensamientos,  para  ver  como  lo  tomarían  las  ciudades  y 
pueblos  de  la  Corona,  pero  no  les  salió  como  pensaban,  por- 
que aunque,  según  la  común  opinión  y  sentir  de  todos,  la 
corona  le  pertenecía,  pero  no  querían  sufrir  que  él  ni  otro 
se  la  lomaran,  sino  que  la  justicia  se  la  diera,  y  estimaban 
mucho  los  reinos  de  Aragón,  Valencia  y  principado  de  Ca- 
taluña, que  hubieran  ellos  de  ser  ó  nombrar  jueces-  para 
declarar  este  punto  tan  grave  y  considerable,  en  que  Cata- 
luña sola  no  quiso  determinar  nada,  sin  el  parecer  de  Ara- 


(  r,45  ) 

gon  y  Valencia,  que  tan  sentidos  quedaron  cuando,  por 
muerte  del  rey  don  Juan,  solos  los  de  Barcelona,  sin  con- 
sultarlo con  nadie,  aclamaron  por  reina  á  doña  María,  mu- 
jer del  infante  don  Marlin,  duque  de  Monblanch,  que  es- 
taba en  Sicilia;  y  no  querian  hacer  otro  tal  en  está  ocasión, 
y  también  que  el  derecho  de  sucesión  lo  tenian  por  mas 
dudoso  ahora  que  no  lo  fué  entonces,  aunque  quedase  una 
hija  del  rey  muerto. 

Quedaron  las  cortes,  por  muerte  del  rey,  imperfectas,  y 
los  que  se  hallaron  en  ellas  nombraron  doce  personas  que 
representaran  el  Principado,  porque  estos  dispusieran  lo  que 
importaba  para  el  buen  regimiento  de  él;  y  don  Guerau 
Alemany  de  Cervelló,  gobernador  de  Catalunya,  Ferrer  de 
Gualbes,  Antonio  Bussot,  Berenguer  Descortey,  Juan  Ros, 
y  Arnaldo  Balaster,  concelleres  de  Barcelona,  hacian  por  su 
parte  las  provisiones  y  todo  aquello  que  se  conocía  conve- 
nir para  el  buen  gobierno  y  paz  de  la  tierra. 

El  conde  de  Urgel,  cuando  murió  el  rey,  estaba  en  el 
lugar  de  Almunia,  que  es  de  la  orden  de  san  Juan,  en  Ara- 
gón, y  usaba  el  título  de  gobernador  general;  y  por  esto  le 
valian  fray  Pedro  Ruiz  de  Moros,  de  la  dicha  orden,  señor 
de  aquel  lugar,  y  don  Antonio  de  Luna,  que  era  muy  po- 
deroso en  aquel  reino  y  señor  de  gran  parte  de  él,  y  podia 
pasar  de  Casíjila  á  Francia  siempre  por  lugares  y  tierras 
suyas,  y  fué  el  mayor  valedor  que  tuvo  el  conde  de  Urgel, 
aunque  de  tan  desacertados  consejos,  que  por  seguirlo*  el 
conde,  tuvo  el  desgraciado  fin  que  veremos.  Luego  que  las 
doce  personas  supieron  esto,  les  pareció  no  debia  tolerarse, 
por  los  inconvenientes  que  se  podian  esperar,  y  porque  era 
en  perjuicio  de  los  otros  pretensores;  y  luego  le  enviaron  í\ 


(  540  ) 
Ramón  Cavall,  caballero,  para  queden  nombre  de  los  doce, 
le  rogase  que  sobreseyese  en  usar  de  aquel  cargo,  y  que 
hiciese  derramar  la  gente  de  guerra  que  tenia  junta  en 
Aragón,  y  que  si  no  lo]  hacia,  ellos  proveerian  de  remedio. 
No  fué  esta  embajada  muy  gustosa  al  conde;  pero  como 
vio  la  resistencia  se  le  habia  hecho  en  Aragón  y  que  aque- 
lla embajada  se  le  hacia  de  parte  del  principado  de  Cata- 
luña, que  era  de  quien  él  mas  confiaba,  así  por  la  afición 
que  todos  le  tenian,  como  por  la  naturaleza  que  tenia  en 
ella  y  favor  que  de  ella  aguardaba,  otorgó  lo  que  se  le 
pedia,  con  pacto  que  don  Guerau  Alamany  de  Cervelló,  que 
tenia  por  enemigo,  no  usase  del  oficio  de  lugarteniente  de 
gobernador;  pero  los  doce  no  se  contentaron  de  la  respuesta, 
y  volvieron  á  enviar  á  decir  lo  mismo,  pero  el  conde  siem- 
pre perseveró  en  lo  que  habia  dicho,  absteniéndose 
empero  del  ejercicio  de  gobernador  general. 

En  el  entretanto  que'^esto  pasaba,  se  hicieron  al  rey  las 
exequias  en  el  monasterio  de  Poblet,  porque  habia  elegido 
sepultura  en  aquel  real  monasterio,  donde  habia  ya  cuatro 
reyes  ascendientes  suyos  sepultados,  y  habia  mandado  que  su 
cuerpo  fuese  sepultado  en  tierra,  en  el  claustro,  delante  de 
la  capilla  de  san  Gerónimo,  con  una  piedra  encima,  por- 
que fuese  pisado  de  todos  los  que  entraran  y  salieran  de  la 
iglesia,  y  estuviese  allá  hasta  que  sus  carnes  fuesen  consu- 
midas, y  de  aquí  fuesen  sus  huesos  trasladados  dentro  de  la 
iglesia,  y  puestos  en  un  sepulcro  en  el  arco  real,  junto  á  la 
sepultura  del  rey  don  Pedro,  su  padre;  pero  nada  de  esto 
se  hizo,  sino  que  le  depositaron  en  la  Seo  de  Barcelona  y 
estuvo  en  el  altar  mayor  de  ella,  hasta  el  año  1460,  que 
el  abad  don  Miguel  Delgado  fué  á  Barcelona  y  lo  pidió,  y 


( -'^'' ) 

con  treinta  monjes  se  lo  llevaron  á  Poblct,  con  muy  poca 
ceremonia,  y  allá  le  han  puesto  en  una  tumba  de  madera, 
que  es  la  primera  de  la  parte  del  Evangelio;  y  no  le  pusie- 
ron en  el  arco  real  junto  á  su  padre,  como  él  habia  manda- 
do, porque  aquel  lugar  habia  ya  tomado  el  rey  don  Fernan- 
do, y  así  su  cuerpo  se  ha  quedado  en  dicho  lugar;  y  si  no 
fuera  por  la  buena  diligencia  del  abad  de  Poblet,  aun  se 
quedara  en  Barcelona,  sin  que  mas  se  pensara  en  él;  pero 
no  era  mucho  se  descuidaran  los  otros  de  quien  tan  descui- 
dado fué  de  sí  mismo,  y  tan  indeterminable  en  lo  que  debia 
hacer.  Juntamente  con  su  cuerpo  se  llevaron  el  de  la  reina 
doña  Violante,  mujer  del  rey  don  Juan,  y  le  pusieron  en  el 
mismo  sepulcro  y  compañía  del  rey,  su  marido,  que  es  la 
del  medio  de  las  tres  sepulturas  que  están  en  el  arco  real, 
á  la  parte  de  la  Epístola,  en  aquel  ilustre  monasterio. 

Acabadas  ya  las  exequias  del  rey  don  Martin,  á  22  de  ju- 
lio de  1410,  el  gobernador,  desde  Barcelona,  convocó  par- 
lamento general  del  Principado  para  la  villa  de  Monblanch, 
para  el  último  de  agosto;  y  allá  se  juntaron  muchas  per- 
sonas de  las  que  eran  llamadas  en  la  iglesia  de  san  IMiguel, 
y  en  conformidad  de  la  mayor  parte  de  los  que  allí  se  ha- 
llaron, á  10  de  setiembre  se  deliberó  mudar  el  lugar  del 
parlamento,  porque  habia  muchos  lugares  que  estaban  infi- 
cionados de  peste,  y  prorogóse  para  la  ciudad  de  Barcelona 
para  25  del  mismo  mes  de  setiembre,  que  se  hallaron  en  la 
sala  grande  del  palacio  del  rey  el  mismo  gobernador,  el 
arzobispo  de  Tarragona,  don  Pedro  Cagarriga,  con  cuatro 
eclesiásticos,  cinco  síndicos  de  Barcelona,  dos  de  Perpiñan 
y  uno  de  Figueras,  sin  njngun  militar  ni  otra  persona  al- 
guna; y   así  le  prorogaron  para  30  del  mismo  mes,  para 


(  348  ) 
dar  tiempo  á  los  que  hablan  de  venir,  y  en  el  mismo  dia, 
habiendo  en  el  parlamento  catorce  eclesiásticos,  treinta  y 
cinco  militares,  once  síndicos  v  dos  diputados,  propuso  el 
j^obernador  la  causa  porque  habia  convocado  aquel  parla- 
mento, que  era  á  fin  de  buscar  el  mejor  y  mas  seguro  ca- 
raino  por  donde  viniesen  estos  reinos  y  Corona  en  mano  de 
aquel  á  quien  por  justicia  perteneciesen,  exhortándoles  á  to- 
dos á  paz,  amor  y  concordia,  según  se  lo  habia  encomen- 
dado el  rey  don  Martin,  estando  para  morir:  y  esto  lo  fué 
dilatando  con  un  muy  largo  y  bien  concertado  razonamiento, 
que  á  mas  de  estar  continuado  en  el  proceso  del  parlamento, 
lo  refiere  casi  todo  Gerónimo  Zurita;  y  el  arzobispo  de  Tar- 
ragona le  respondió  muy  largamante,  y  el  brazo  millitar  y 
real  se  ajustaron  á  lo  que  él  habia  respuesto,  declarando 
el  deseo  grande  que  todos  tenian  que  se  encaminara  todo 
de  suerte  que  fuese  á  honra  y  gloria  de  Dios  nuestro  Señor, 
paz  y  provecho  de  todo  este  Principado  y  Corona.  Pero  Ro- 
ger  Bernat,  hijo  mayor  de  Hugo,  conde  de  Pallars,  declaró 
que  él  V  otros  muchos  de  su  opinión  ,  aunque  afirmaban 
que  lo  que  se  habia  de  tratar  en  aquel  parlamento  les  es- 
taba bien,  pero  disentian  á  la  mudanza  se  habia  hecho  de 
Monblanc  á  Barcelona,  por  no  ser  á  propósito  aquella  ciu- 
dad ni  haber  ellos  estado  en  Monblanc,  cuando  se  deliberó, 
ni  aun  habia  parecido  bien  á  todos  los  que  allá  se  halla- 
ban, porque,  según  dijeron  después  con  escritura  que  á  2  de 
octubre  presentaron  al  gobernador,  á  la  que  salia  de  la 
casa  de  los  comendadores  de  san  Juan,  donde  tenia  su  po- 
sada, que  aquella  ciudad  habia  siempre  tenido  costumbre 
de  hacer  gran  perjuicio  á  las  preeminencias  y  pierogativas 
de  los  barones  y  nobles  de  Cataluña,  y  lo  habia  de  hacer 


(  349  ) 
mas  que  nunca  en  aquella  ocasión  que  estababan  sin  rey  y 
señor,  v  habia  de  mirarse  mucho  de  juntar  parlamento  en 
una  población  tan  grande  como  era  aquella,  donde  cada 
dia  acudia  mucha  gente  y  habia  gran  peligro  de  ponerse 
todas  las  cosas  en  gran  tribulación  ,  y  mas  que  no  po- 
dian  sufrir  la  gran  superioridad  y  preeminencia  que  los 
concelleres  de  ella  pretendian  tener  en  todos  los  parla- 
mentos del  Principado,  y  sobre  todo  se  sentian  mucho  de 
unos  pregones  que  habia  hecho  el  gobernador,  de  orde- 
nación de  los  concelleres,  prohibiendo  el  porte  de  las  armas 
con  graves  penas,  v  decian  que  era  con  intención  de  cau- 
sar terror  á  los  llamados  al  parlamento,  el  cual  era  mejor 
que  se  juntara  en  otra  parte  de  Cataluña,  mas  cercana  á 
Aragón  y  Valencia,  para  mejor  poder  tratar  y  conferir  y  to- 
mar consejo  sobre  lo  que  habia  de  ser  mas  conveniente  á  lo 
por  que  estaban  congregados;  y  esto  mismo  pedia  también  el 
síndico  de  Tortosa,  porque  los  de  aquella  ciudad  desea- 
ban ver  en  ella  el  parlamento.  Pero  el  conde  de  Cardona, 
don  Pedro  y  don  Roger  de  Moneada  y  otros  muchos  mag- 
nates y  nobles,  amigos  del  conde  de  Urgel,  defendian  con 
grandes  veras  la  mudanza  se  habia  hecho  de  Monblanc  á 
Barcelona,  y  sobre  esto  habia  gran  disensión  en  aquel  par- 
lamento; y  á  26  de  octubre  dieron  sobre  esto  un  gran  me- 
morial fundando  con  muchos  derechos  esta  su  opinión,  v  lo 
mismo  hicieron  Dalmau  Cacirera,  Galceran  de  Resanes  v 
Marc  de  Avinyo  por  los  caballeros  y  hombres  de  paraje;  y 
el  arzobispo  y  estado  eclesiástico  y  brazo  real  se  conforma- 
ron con  ellos,  porque  todos  habian  aconsejado  la  mudanza 
del  parlamento,  y  deseaban  se  nombrasen  arbitros  para  de- 
clarar sobre  esto  v  sobre  la  división  habia  entre  los  barones 


(  550  ) 
y  nobles,  de  una  parte,  y  los  caballeros  y  hombres  de  para- 
je, de  otra,  porque  estos  últimos  querían  hacer  un  brazo  de 
ellos  solos,  separándose  de  los  barones  y  nobles,  y  era  sus- 
citar una  pretensión  muy  antigua  y  vieja,  y  siempre  con- 
tradijeron á  ella  los  brazos  eclesiástico  y  real,  porque  con- 
sideraban muchos  daños  hablan  de  salir  de  tal  división  y 
discordia,  y  mas  en  esta  ocasión,  y  les  desengañaron  que 
por  la  vida  no  lo  sufrirían;  y  así  sobre  esto  y  sobre  los  pre- 
gones que  hablan  hecho  los  concelleres  de  Barcelona  fue- 
ron nombrados  arbitros,  y  estos  á  19  de  diciembre  de  este 
año  dieron  su  sentencia,  y  aunque  en  algunas  cosas  discor- 
daba, pero  la  conclusión  de  ella  era:  Que  el  parlamento,  sin 
hacer  mudanza  de  lugar,  se  continuase  por  entonces  en  Bar- 
celona, y  que  cesase  el  ejercicio  de  aquellas  doce  personas 
que  se  nombraron  cuando  murió  el  rey  don  Martin,  y  que 
lo  que  ellos  hablan  de  hacer  lo  hiciera  el  parlamento,  y 
que  sobre  la  división  del  brazo  militar  se  guardase  lo  que 
se  habla  observado  en  el  parlamento  que  tuvo  la  reina  doña 
María,  mujer  del  rey,  y  que  no  causasen  perjuicio  á  los 
militares  los  pregones  habian  hecho  los  concelleres  de  Bar- 
celona; y  con  esto  quedó  el  parlamento  mas  libre  y  sin 
estorbo  para  poder  entender  en  buscar  forma  para  venir 
al  fin  para  que  se  habla  juntado,  que  era  hallar  y  saber  de 
cierto  la  persona  á  quien,  según  justicia,  debian  prestar  el 
juramento  de  fidelidad. 

Cuando  estas  cosas  pasaban  en  el  parlamento,  llegaron  á 
6  de  octubre  á  la  ciudad  de  Barcelona,  antes  del  medio- 
día, los  embajadores  del  conde  de  Urgel  ,  qne  eran  fray 
Juan  Exemeno,  maestro  en  teología,  del  orden  de  san 
Francisco,  electo  obispo  de  Malta,  su  confesor,  don  Dalmau 


(  s;íi  ) 

de  Queralt,  Mateo  Vidal  y  Domingo  Senart,  doctores  en 
derechos,  y  llevaban  carta  credencial  del  conde,  hecha  ú 
24  de  diciembre  en  el  monasterio  de  Bellpuig  de  las  Ave- 
llanas, de  religiosos  premostratenses,  en  el  vizcondado  de 
Ager.  El  dia  siguiente,  el  arzobispo  propuso  *en  el  parla- 
mento sobre  la  audiencia  se  habia  de  dar  á  estos  embaja- 
dores y  á  los  del  rey  de  Francia,  que  ya  habia  dias  que 
aguardaban  audiencia,  y  no  parecia  bien  se  dilatase:  tratóse 
el  negocio;  v  como  á  cada  cosa  que  se  proponía  habia  di- 
visión entre  los  del  brazo  militar,  tardaban  á  tomar  reso- 
lución, porque  todo  el  tiempo  era  menester  para  concordar 
los  de  aquel  brazo;  y  después  de  haber  pasado  sobre  esto 
muchas  razones  y  protestas,  que  por  no  hacer  al  caso  dejo, 
se  vino  á  diferir  la  audiencia  para  1 1  de  octubre,  sábado, 
que  se  dio  á  los  del  rey  de  Francia,  y  el  lunes  siguiente, 
que  era  á  13  octubre,  se  dio  á  las  ocho  de  la  mañana  á 
los  del  conde  de  Urgel,  y  habló  por  ellos  el  obispo  de 
Malta,  que  era  hombre  muy  docto  y  elegante,  y  tomando 
por  tema  aquellas  palabras  que  dicen:  Inlende  m  caiisam 
meam,  prosiguió  su  razonamiento,  probando  que  por  ser  don 
Jaime  de  Aragón  descendiente  por  línea  masculina  de  la 
casa  y  linaje  de  los  reyes  de  Aragón,  le  pertenecia  el  reino, 
y  esto  lo  confirmó  con  lugares  de  la  Sagrada  Escritura,  de 
los  derechos  canónico  y  civil  é  historias  antiguas. 

Por  razón  de  la  división  habia  entre  los  del  estamento 
militar  sucedían  cada  dia  dentro  del  parlamento  inquietu- 
des, y  pasaban  cosas  que,  sabidas  de  los  de  fuera,  desauto- 
rizaban mucho  aquella  junta  tan  grave;  particularmente  á 
8  de  octubre  estuvo  á  punto  de  desunirse  del  todo,  porque 
los  caballeros  y  hombres  de  paraje  quisieron  tener  notario. 


(  3r)2  ) 

y  nombraron  á  Francisco  Fonolleda,  que  habia  sido  escri- 
bano del  rey  don  Martin,  y  le  habian  dado  lugar  y  asiento, 
así  como  lo  tenian  los  escribanos  del  brazo  eclesiástico, 
militar  y  real,  y  no  querian  que  se  saliese  de  allí,  porque 
decian  que  pues  habia  cuatro  brazos  y  ellos  hacian  de  por 
sí  el  suyo,  querian  meter  escribano,  así  que,  habia  de  ha- 
ber cuatro,  uno  por  cada  brazo;  y  aunque  los  del  eclesiás- 
tico y  real  lo  contradijeron,  no  pudieron  acabar  cosa,  y  se 
salieron  del  parlamento,  y  faltó  poco  que  todos  no  se  vol- 
viesen á  sus  casas,  sin  hacer  este  dia  otra  cosa  sino  dar 
pretestos  los  unos  á  los  otros;  y  como  habian  de  llamar  por 
testigos  á  personas  que  no  eran  del  parlamento,  estos  lue- 
go que  sallan  publicaban  lo  que  pasaba  dentro,'  de  donde 
nacia  el  desautorizarse  mucho  aquella  junta;  y  por  eso  hicie- 
ron después,  á  17  de  octubre,  una  determinación  de  que  los 
testigos  instrumentales  fuesen  del  mismo  parlamento,  y  no 
fuera  de  él,  porque  así  se  guardase  mejor  el  secreto. 

A  31  de  este  mes  llegaron  al  parlamento  los  embajado- 
res del  infante  don  Fernando  de  Castilla,  llamado  vulgar- 
mente el  infante  de  Antequera,  hijo  de  doña  Leonor,  que 
fué  hija  del  rey  don  Pedro  de  Aragón  y  hermana  predi- 
funta  del  rey  don  Martin:  no  hallo  estos  embajadores  quie- 
nes eran,  porque  por  descuido  del  escribano  del  proceso 
quedó  su  nombre  en  blanco.  La  suma  de  la  embajada  fué: 
si  aquel  parlamento  pensaba  estar  en  la  ciudad  de  Barcelo- 
na y  entender  aquí  á  quien  de  los  competidores  pertenecía 
el  derecho  de  la  sucesión,  porque  en  tal  caso,  ellos  estaban 
aparejados,  las  horas  que  les  serian  asignadas,  de  probar  co- 
mo era  del  infante  don  Fernando;  y  si  no  pensaban  entender 
en  esto  en  la  ciudad  de  Barcelona,  rogaban  de  parte  de  su 


(  553  ) 
señor  dos  cosas:  la'  primera,  que  lo  abreviasen  todo  lo  po- 
sible, por  el  daño  que  había  en  la  tardanza;  y  la  otra,  que 
tuviesen  por  encomendada  la  justicia  no  solo  del  infante, 
pero  aun  de  los  demás  que  pretendían  tener  derecho  en 
aquella  sucesión;  y  el  arzobispo  les  respondió,  que  no  pen- 
saban entender  en  ello  sin  los  demás  reinos,  y  que  lo  mas 
presto  les  seria  posible  entenderían  en  la  expedición  de 
aquel  negocio,  á  fin  de  dar  el  derecho  á  aquel  á  quien  to- 
case; y  presto  deliberaron,  después  de  haberse  tratado  mu- 
chos días,  que  fuesen  nombrados  doce  embajadores,  seis  pa- 
ra Aragón  y  seis  para  Valencia,  para  tratar  lo  que  se  debia 
hacer  en  este  negocio  y  buscar  modo  como  llegar  al  fin  que 
todos  deseaban,  que  era  saber  á  quien  se  habia  de  prestar 
el  juramento  de  fidelidad,  y  también  para  concordar  y  poner 
treguas  en  las  discordias  y  bandos  habia  entre  los  particula- 
res de  Aragón  y  de  Valencia,  que  confiaban  que,  á  imitación 
de  k)s  catalanes,  lo  harían  así  como  ellos,  que  habían  deju- 
do todas  sus  pasiones  y  comodidades  propias  para  entender 
lo  que  convenia  al  bien  público  y  servicio  de  Dios  y  del  que 
habia  de  ser  rey;  y  á  8  de  noviembre  fueron  nombrados 
estos  embajadores,  cuyos  nombres  traen  otros  autores. 

Por  estos  tiempos  salieron  del  condado  de  Comenge  al- 
gunas gentes  de  armas  en  los  valles  de  Aran  y  Andorra,  y 
aunque  el  parlamento  proveía  lo  necesario  para  hacerles 
poderosa  resistencia,  no  por  eso  dejó  el  conde  de  Urgel  á 
20  de  diciembre  de  enviar  sus  embajadores,  que  eran  el 
obispo  de  Malta  y  micer  Macian  Vidal,  al  parlamento;  y  di- 
jeron haber  venido  por  tres  cosas,  la  primera,  por  hacerles 
sabedores  de  la  entrada  que  gentes  forasteras  habían  hecho 
en  Cataluña;  la  otra,  que  entendieran  en  la  defensa  del  Prin- 
joMo  X.  24 


(  354  ) 
cipado,  y  la  última,  que  ofrecía  su  persona  y  estados  por 
la  defensa  de  la  tierra;  y  esto  lo  hacia  el  conde  para  ver  si 
se  le  encargaría  á  él  el  resistir  á  estos,  porque  con  ese  co- 
lor hubiera  él  juntado  gentes  de  armas  y  se  fuera  hecho 
poderoso;  pero  el  parlamento  nunca  se  lo  quiso  conceder, 
y  así  le  respondieron,  que  agradecían  el  aviso  y  ofrecimien- 
to les  hacia,  y  que  en  su  lugar  y  tiempo  le  aceptarían  de 
buena  gana. 

Mientras  los  del  parlamento  aguardaban  que  las  cosas  de 
Aragón  y  Valencia  y  los  bandos  había  en  aquellos  reinos 
tomaran  algún  buen  asiento  con  la  diligencia  de  los  seis  em- 
bajadores que  habían  enviado  á  cada  uno  de  estos  reinos, 
sucedió  á  29  de  enero  de  este  año  lilt,  estando  junto 
todo  el  parlamento  en  la  sala  del  palacio  real,  que  llegó 
allá  doña  Juana,  condesa  de  Ampurias,  y  don  Pedro  de  Fo- 
nollet,  vizconde  de  Illa  y  Canet,  que  hablando  por  ella, 
dijo  estar  muy  quejosa  de  don  Jaime  de  Aragot»,  conde  de 
Urgel,  por  haber  con  mana  y  artificio  procurado  que  doña 
Electa,  su  hermana,  que  había  sido  mujer  de  don  Hugo 
de  Anglesola  y  entonces  de  Jorge  de  Caramany,  y  una  hija 
que  tenia  del  primer  matrimonio  vinieran  en  poder  suyo,  y 
quería  por  fuerza,  contra  la  voluntad  de  la"  doncella  y  de 
su  madre  y  de  sus  amigos  y  parientes,  casarla;  y  por  ser  co- 
sas estas  de  tal  naturaleza  y  que  no  era  bien  tolerarse,  acu- 
dían al  parlamento,  porque  proveyera  lo  que  mas  justo  pa- 
reciese; y  dicho  esto  se  salieron  fuera.  Tratóse  el  negocio, 
y  deliberaron  que  Guillermo  Carbonell,  canónigo  y  sacris- 
tán de  la  Seo  de  Barcelona,  y  Guillermo  Domenech,  síndico 
de  Gerona,  fuesen  de  parte  del  parlamento  al  conde  para 
saber  é  informarse  de  lo  que  había  en  esto,  y  si  hallaban 


(  5oo  ) 
ser  verdad  lo  que  se  habia  representado  en  aquel  parla- 
mento, rogasen  y  persuadiesen  al  conde  se  llevase  en  aquel 
negocio  de  tal  manera,  que  de  allí  adelante  no  se  hubieran 
de  quejar  de  él,  v  por  esto  dieron  á  los  embajadores  su  le- 
tra credencial. 

El  dia  siguiente,  que  era  á  30  del  mes  de  enero,  vol- 
vieron los  embajadores  al  parlamento,  y  dijeron  que  el  con- 
de decia  que  él  no  habia  tenido  ni  tenia  detenida  á  doña 
Elceta,  antes  bien  estaba  en  libertad  de  ir  donde  quisiese, 
y  que  era  verdad  que  á  su  hija  se  la  habian  encomendado 
su  misma  madre  y  otros  parientes  y  amigos  suyos,  v  que 
siendo  él  medianero,  habia  casado  con  el  hijo  de  don  Pon- 
ce  de  Ribelles,  servidor  suyo,  muy  querido  y  amado,  y  se 
habian  ya  hecho  los  capítulos  matrimoniales,  v  habia  uno 
entre  ellos,  que  contenia,  que  si  acaso  sobre  lo  pactado  en 
aquellos  sucediera  haber  alguna  duda,  quedaban  nombrados, 
por  parte  de  don  Ponce,  Bernardo  de  Vilagayá,  y  de  doña 
Elceta,  AymonDalmau,  para  que.  declarasen  la  tal  duda,  y 
que  doña  Elceta  habia  mudado  de  parecer  y  no  queria  que 
se  hiciese  aquel  matrimonio,  y  pocos  dias  habia  que  se  habia 
llevado  á  su  hija,  sacándola  de  casa  del  conde,  de  lo  que 
estaba  muy  ofendido,  por  pareccrle  que  habia  sido  mengua 
suya,  y  por  enmienda  de  ello  procuró  que  volviese  ásu  casa 
y  palacio,  donde  estaba  tratada  y  respetada  según  su  cali- 
dad y  sexo  requeria,  y  deseaba  en  esto  proceder  tan  justifi- 
cadamente, que  pedia  al  parlamento  nombrase  algunas  per- 
sonas que  mirasen  los  capítulos  y  se  informasen  del  negocio, 
que  él  estarla  á  todo  lo  que  las  tales  personas  declarasen 
sin  apartarse  de  ello.  Entonces  el  parlamento,  á  mas  de 
los  dichos  embajadores,  nombró  á  Ronanat  Pere,  síndico  de 


(  55G  ) 
Barcelona,  y  á  Juan  de  Prats,  síndico  y  canónigo  de  Tor- 
tosa,  para  que,  informados  del  caso,  hicieran  relación  al  par- 
lamento y  él  proveyese  lo  que  fuese  justo;  pero  el  dia  si- 
guiente el  parlamento  recibió  una  carta  del  conde ,  que 
daba  razón  del  hecho,  y  decia  así: 

Ais  raolt  reverent  nobles  e  honrats  que  son  residents  en  lo 
parlament  de  la  ciutat  de  Barcelona. 

A  la  gran  saviesa  de  vosallres  certificara  que  es  vingut  a  nos- 
Ira  oyda  que  alguns  quis  dien  parents  de  Na  Magdalena  de  An- 
glesola  han  dit  devant  lo  parlament  essent  ajiistat  que  per  qui- 
na causa  leniam  nos  la  dita  Magdalena  e  ab  gran  colp  de  páran- 
les esplicant  les  quals  paria  no  isquesen  de  bomens  rahonables 
mesvoluntaris:  de  que  notificara  a  la  vostra  saviesa  de  vosaltres 
que  nos  lenim  la  dita  Magdalena  perqué  nos  fonc  comanada  per 
lo  noble  raossen  Pons  de  Ribelles  que  ere  son  tudor  ab  benivolen- 
cia  de  sa  mare.  E  axi  raateix  con  son  avi  e  son  pare  fosen  araicbs 
e  servidors  del  iofant  noslre  pare  ais  quals  Deus  do  santa  gloria 
e  reberen  de  grans  beneficis  deis  dils  senyors  e  la  avia  de  la  dita 
donzella  isque  de  la  casa  de  Ribelles  que  son  poblats  en  lo  corap- 
tat  de  Urgell  que  ere  deis  senyors  damunt  dits  e  niorinl  lo  se- 
nyor  rey  en  Marti  qui  Deus  perdo  e  lo  dit  mossen  Pons  qui  ere  lu~ 
dor  de  la  dita  noble  donzella  romanent  en  casa  nostra  vehenque 
Ja  successio  del  regne  pertanyia  a  nos  e  erora  gobernador  ge- 
neral per  sguart  de  les  coses  damunt  dites  e  de  aquelles  altres 
quey  han  specifical  de  vostra  part  los  erabaxadors  quins  haveu 
trames  c  per  aquesl  sguart  tenim  la  dita  pubilla  e  tendrem  tant 
com  raho  dictara  e  scoUarem  a  lots  aquells  quins  demanaran  res 
per  justicia:  cerlificantvos  que  alguns  nos  han  dit  ques  diuhen  al- 
gunes  paraules  devant  la  saviesa  de  vosaltres  dient  que  les  diuhen 
en  favor  de  la  damunt  dita:  vulla  guardar  vostra  saviesa  que  los 
dits  lurs  son  per  lur  propri  interés  no  per  profit  de  la  dita  pubi- 
lla pero  veurots  en  nosíres  obres  qual  profit  se  seguirá  de  aque- 
lla per  moltes  rahons  que  al  present  non  cal  specificar.  Data  en 
San  Boy  sots  lo  sagell  de  nostre  anell  a  30  de  janer  del  any  1411. 

Jayme  Barago. 
Jaime. 


(357  ) 

No  dejó  esta  carta  de  alterar  á  algunos  del  parlamento 
que  eran  mal  afectos  á  las  cosas  del  conde  de  Urgel  y  no 
ponderaban  las  palabras  de  ella  según  debian,  antes  inter- 
pretaban que  diciendo  el  conde  que  escucharla  á  todos  los 
que  pedirían  algo  por  justicia,  era  quererse  hacer  juez  de 
esta  causa;  y  esto  era  interpretación  torcida  y  ajena  de  la 
intención  del  conde,  cuyo  pensamiento  era  decir,  que  si 
alguno  quisiese  lo  que  él  habia  hecho  pedírselo  por  justi- 
cia, escucharla  y  pasaria  por  lo  que  fuese  según  ella,  que 
bien  cierto  era  que  ni  el  conde  era  juez,  ni  le  tocaba  serlo 
de  esta  causa,  pero  como  habia  muchos  émulos  en  el  par- 
lamento, le  achacaban  aquello  que  no  le  habia  pasado  por 
la  imaginación,  y  por  hacerle  odioso  decian  lo  que  no  era. 

En  esta  ocasión  también  compareció  en  el  parlamento 
Bernardo  Gallac,  procurador  de  la  reina  doña  Violante, 
viuda  del  rey  don  Juan,  madre  de  otra  Violante  que  casó 
con  Luis,  duque  de  Anjou,  que  llamaron  rey  de  Ñapóles; 
y  esta  doña  Violante  era  hija  del  duque  Roberto  de  Bar  y 
de  María,  su  mujer,  que  era  hermana  de  Juan,  rey  de 
Francia,  y  el  rey  Carlos,  que  reinaba  en  este  tiempo  en 
Francia  era  hijo  de  otro  Carlos  y  nieto  del  dicho  Juan,  y 
defendía  con  grandes  veras  á  la  reina  Violante  de  Ñapóles, 
porque  eran  hijos  de  primos  hermanos  y  deseaba  el  reino 
para  su  marido,  y  les  pesaba  que  el  conde  de  Urgel  fuese 
tan  querido  en  Cataluña  y  tuviera  dentro  del  parlamento 
tantos  amigos,  y  para  echarlos  de  él,  acordaron  que  la  reina 
doña  Violante  pidiera  que  fuesen  echados  del  parlamento 
aquellos  que  ella  ó  su  hija  tenían  por  sospechosos,  que  eran 
los  amigos  y  deudos  del  conde  y  muchos  caballeros  que 
estaban  poblados   en  aquel  condado  y  tiraban   sus  gajes  y 


(  558  ) 
eran  sustentados  de  su  hacienda,  como  eran  fray  Guiller- 
mo, abad  de  nuestra  Señora  de  Bellpuig  de  las  Avellanas, 
del  orden  premostratense,  fray  Vicente,  abad  de  Ager,  del 
orden  de  canónigos  reglares  de  san  Agustin,  el  conde  de 
Cardona  y  don  Antonio,  que  eran  deudos  suyos,  mosen 
Bernat  de  Forciá,  Galceran  de  Rosanes,  Dalmau  de  Caci- 
rera  y  otros  muchos  que  intervenian  y  podian  intervenir  en 
aquel  parlamento;  y  el  Bernardo  de  Gallac  no  dejaba  esto 
de  solicitarlo  cada  dia,  tanto,  que  los  del  parlamento  se  ha- 
llaban muy  turbados  sobre  esto,  porque  si  aquello  tenia 
lugar,  habían  de  salirse  muchos  de  él,  unos  por  ser  parien- 
tes y  otros  por  estar  heredados  en  el  condado  de  Urgel  y 
vizcondado  de  Ager.  El  conde,  que  no  queria  que  sobre  esto 
se  declarase  nada,  mandó  á  10  de  febrero  á  Antonio  Vila, 
escudero  de  su  casa,  que  diera  una  escritura,  cuya  suma 
era,  que  no  tratándose  aun  de  la  sucesión,  no  habia  para 
que  haber  de  excluir  de  ella  á  los  sospechosos,  ni  se  habia 
de  decir  ni  aun  pensar  que  la  amistad  y  deudo  que  tenia 
el  conde  con  algunos  de  aquella  congregación  les  obligara 
á  hacer  cosa  que  no  fuera  muy  debida  v  justa,  y  aunque 
pudiera  poner  sospechas  contra  muchos  de  los  que  allí  con- 
currian,  pero  lo  dejaba  en  aquella  ocasión,  por  no  dilatar  y 
entretener  aquel  parlamento,  y  porque  mas  presto  se  acu- 
diera á  la  declaración  de  la  persona  á  quien  de  justicia 
perteneciese  la  corona;  y  así,  que  no  se  diese  lugar  á  la 
pretensión  de  la  dicha  reina,  ni  oidas  las  razones  que  en 
orden  á  dichas  sospechas  habia  propuesto  el  dicho  Gallac. 
A  los  13  de  febrero,  después  de  haber  tratado  de  lo  que 
se  habia  de  hacer  sobre  las  sospechas  alegadas  por  parte 
de  la  reina  de  Aragón,  se  ordenaron  dos  embajadas,   una 


(  5o0  ) 
á  la  reina  y   otra  al  conde.  Fueron  los  embajadores,  Gui- 
llermo Carbonel,  canónigo  y  sacristán  de  la  Seo  de  Bar- 
celona, y  Mateo  Cardona,  caballero,  y  micer  GujUen  Do- 
menge,  síndico  de  Gerona,  para  exhortarles  y   aconsejarles 
que  se  apartaran  una  jornada  de  Barcelona,  por  convenir 
así,  para  quitar  los  inconvenientes  y  sospechas  que  pudiera 
haber,  estando  ellos  cercanos  á  esta  ciudad;  porque,  según 
decian  los  del  parlamento,  querian  lejos  de  sí  á  dos  perso- 
nas de  tan  gran  autoridad,  cuya  vecindad  era  de  gran  es- 
torbo para  los  buenos  intentos  que  aquel  parlamento  lleva- 
ba; y  el  dia  siguiente,  por  quitar  todo  genero  de  sospechas, 
el  gobernador  y  arzobispo  juraron  de  dar  en  todo  buen  con- 
sejo, sin  amor,  odio  ú  otra  cualquier  pasión;  que  guarda- 
rian  secreto;    que   quitarían  los  estorbos  que  hubieran  de 
dilatar  aquel  parlamento,  y  que  todos  los  que  asistían  en  él 
hubieran  de  prestar  tal  juramento,  y  que  el  que  se  escusase 
no  fuese  admitido  en  él,  como  á  persona  sospechosa  y  de 
no  buenos  intentos:  y  así  á  15  del  mes  juraron  todos,  y  ya 
en  el  mes  de  octubre  hablan  hecho  que  los  testigos  instru- 
mentales fueran  del  mismo  parlamento,  por  el  inconveniente 
que  habia   de  haberles  llamado  fuera  de  él,  por  el  poco 
secreto  que  guardaban. 

A  los  16  de  febrero  llegó  embajada  del  conde:  eran  los 
embajadores  el  obispo  de  Malta  y  fray  Juan  Cesclergues,  ca- 
ballero del  orden  de  san  Juan,  y  dijeron  que  el  conde  era 
bajado  á  Valdonzella,  y  tenia  algunas  cosas  que  decir  al  par- 
lamento sobre  el  estado  de  las  cosas  de  Cerdeña  y  otras,  y 
les  rogaba  que  fuesen  allá,  que  les  deseaba  hablar:  y  el 
parlamento  ordenó  que  el  arzobispo,  con  veinte  y  cuatro 
personas  de  las  que  eran  nombradas  para  la  defensa  del  Prin- 


(  360  ) 
cipado,  con  las  que  quisiesen  ir  con  ellos,  fuesen  á  Vall- 
donzella  á  hablar  al  conde  y  ver  lo  que  quería;  y  llegados 
allá,  solo  les  dijo,  que  ofrecia  su  persona,  estado  y  vasallos, 
por  la  conservación  del  reino  de  Cerdeña,  cuyos  negocios 
en  aquella  ocasión  estaban  en  muy  mal  estado;  y  le  agra- 
decieron mucho  aquel  ofrecimiento,  y  le  dijeron  que  el  par- 
lamento acordaría  sobre  ello. 

Volvieron  también  los  embajadores  que  habían  ido  de 
parte  del  parlamento  al  conde  sobre  la  queja  de  doña  El- 
ecta y  doña  Magdalena,  su  hija,  y  dijeron  haber  tenido  di- 
versos coloquios  con  Aymon  Dalmau  y  Bernardo  de  Vila- 
gayá;  y  el  parlamento,  á  17  de  febrero,  resolvió  que  todos 
juntos  se  vieran  con  la  vizcondesa  de  Rocabertí,  abuela,  y 
con  doña  Elceta,  madre  de  doña  Magdalena,  y  fuesen  me- 
dio para  que  el  matrimonio,  que  de  principio  habían  que- 
rido, se  efectuara,  é  hicieran  relación  al  parlamento  de  la 
respuesta  de  ello. 

Este  mismo  día  se  despidieron  los  embajadores  para  el 
conde  y  reina  doña  Violante,  y  se  dudó  qué  título  se  de- 
bía dar  al  conde  de  Urgel  en  los  sobrescritos  de  las  cartas, 
y  fué  acordado  que  dijesen:  al  muy  egregio  señor  don  Jaime 
de  Aragón,  conde  de  Urgel.  Estrañó  algún  tanto  esta  emba- 
jada, y  le  pesaba  de  haberse  de  apartar  de  la  ciudad  de 
Barcelana  una  jornada,  y  estuvo  muchos  días  que  no  se 
movía  del  lugar  de  San  Boy;  y  esto  causó  sospechas  y  celos 
al  infante  don  Fernando,  que,  aunque  ausente,  tenia  bue- 
nos avisos  de  lo  que  pasaba,  y  envió  sus  embajadores,  que 
llegaron  al  parlamento  á  11  de  abril,  y  eran  Fernán  Car- 
ees de  Berga  y  don  Juan  González  de  Acevedo,  con  su  le- 
tra credencial;    y  estos  dijeron  que  la  intención  y  voluntad 


(  561  ) 
del  infante  no  era  entrar  en  estos  reinos,  ni  hallarse  en  e! 
parlamento  ,  como  lo  habian  publicado  algunas  personas; 
pero  que  cuando  alguno  de  los  otros  competidores  hiciese 
tal  cosa  y  el  parlamento  lo  tolerase,  él  certificaba  que  ba- 
ria lo  mismo,  y  que  parecía  muy  mal  que  sufriesen  que  el 
conde  de  Urgel  estuviese  á  una  legua  de  Barcelona,  pu- 
dicndo  así  con  medios  no  lícitos  inducir  en  su  favor  algu- 
nos de  aquel  parlamento,  y  lo  que  mas  malo  parecia,  era 
que  se  acercase  tan  junto  á  la  ciudad,  como  era  el  monas- 
terio de  Valldonzella,  do  sabia  que  habia  venido  dos  veces, 
y  que  esto  no  habia  de  permitirlo  aquel  parlamento.  El 
arzobispo  les  dio  respuesta  de  parte  de  todos,  y  fué  tal,  que 
se  fueron  muy  contentos  aquellos  embajadores. 

A  18  de  este  mes  respondió  también  el  conde  á  lo  que 
habian  dicho  los  embajadores  del  infante  ,  y  con  escri- 
tura presentada  en  el  parlamento,  mostró  estar  muy  senti- 
do de  lo  que  de  él  se  habia  dicho,  y  que  eran  muy  escu- 
sadas  las,  razones  de  los  embajadores  del  infante,  y  que  la 
nación  catalana  y  demás  de  la  corona  eran  de  tal  condición, 
que  con  medios  ilícitos  no  se  habia  de  acabar  cosa,  pues 
sola  verdad  y  justicia  podian  con  ellos;  y  porque  sabia  que 
los  del  parlamento  gustaban  que  se  ausentara  de  Barcelona 
y  él  deseaba  darles  gusto,  por  confiar  de  ellos  y  de  Cata- 
luña todo  favor,  se  apartó  de  Barcelona  y  se  vino  á  Bala- 
guer,  donde  no  hacia  falta  en  el  parlamento,  por  tener  en 
él  buenos  amigos  y  parientes,  y  no  le  faltaban  trazas  para 
saber  todo  lo  que  en  él  pasaba. 

Perseveraba  Bernardo  Gallac,  de  parte  de  la  reina  doña 
Violante,  pidiendo  que  se  declarara  sobre  las  sospechas  que 
él  habia  propuesto  contra  los  que  eran  sospechosos ;  y  el 


(  '"562  ) 
parlamento  venia  muy  mal  en  haberlas  de  admitir,  pues  no 
era  caso,  aunque  debieran  haber  lugar,  no  embargante  que 
habia  en  él  (según  decia  con  una  escritura  que  dio)  los  pro- 
curadores de  la  condesa  doña  Margarita,  madre  del  conde, 
y  de  don  Juan,  su  hermano,  y  otros  muy  aficionados  su- 
yos, el  abad  de  las  Avellanas,  el  de  Ager  y  muchos  caba- 
lleros que  estaban  heredados  en  el  condado  de  Urgel.  Tra- 
tóse este  artículo  muchas  veces  en  el  parlamento,  y  á  23 
de  mayo  de  1411  respondieron,  como  aquel  parlamento 
no  se  habia  juntado  para  ser  juez  de  la  causa  de  la  suce- 
sión á  la  corona,  sino  para  buscar  y  escoger  los  medios  y 
modo  como  se  pudiera  venir  á  ella,  y  que  aunque  habia 
dentro  de  él  muchos  deudos,  vasallos  y  amigos  de  los  com- 
petidores, no  por  eso  habian  de  preferir  á  los  parientes  se- 
ñores y  amigos,  al  que  habia,  según  justicia,  de  ser  su  rey 
y  señor,  por  obligarles  á  ello  la  fidelidad  de  la  nación  ca- 
talana: y  con  esto  despidieron  al  procurador  de  la  reina 
doña  Violante. 

Aunque  estaba  el  conde  retirado  en  la  ciudad  de  Bala- 
guer,  no  dejaban  sus  cosas  de  estar  en  gran  reputación, 
y  á  común  opinión  era  tenido  por  mas  legítimo  sucesor 
que  los  demás  competidores  y  á  mas  de  eso  era  el  que 
mas  amigos  y  valedores  tenia;  y  aunque  habia  ya  muchos 
que  se  declaraban  por  él,  pero  eran  muchos  mas  los  que 
de  secreto  le  favorecian  y  deseaban  verle  con  la  corona, 
pareciéndoles  que  no  habia  de  haber  razón  tan  justificada 
que  se  la  quitara,  porque  tenian  por  cierto  debérsele  á  él 
solo.  Pero  estando  las  cosas  en  el  estado  y  punto  que  digo, 
sucedió,  sin  culpa  si  ciencia  del  conde,  un  caso  tan  atroz 
y  feo,  que  de  tal  manera  desautorizó  y  trocó  sus  cosas  y 


(  oG3  ) 
suerte,  que  de  aquel  punto  adelante  fueron  en  tanta  dis- 
minución Y  descrédito,  que  dio  ocasión  al  infante  de  Cas- 
tilla de  meter  en  Aragón  y  Valencia  mucha  gente  de  ar- 
mas del  reino  de  Castilla,  cosa  que  hasta  aquel  punto  no 
habia  osado  intentar.  v 

El  caso  fué  que  en  el  reino  de  Aragón  habia  dos  bandos 
ó  parcialidades,  que  eran  los  Urreas,  cuya  cabeza  y  caudi- 
llo era  don  Pedro  Giménez  de  ürrea,  y  los  Lunas,  cuya 
cabeza  era  don  Antonio  de  Luna,  y  estos  eran  muy  apa- 
sionados por  el  conde  de  Urgel,  porque  siempre  aquel  li- 
naje de  los  Lunas  habia  sido  muy  valedor  de  la  casa  de  los 
de  Urgel,  y  en  tiempos  pasados  es  fama  haber  emparenta- 
do estas  dos  casas,  y  de  aquí  les  quedó  hacer  los  Lunas  por 
armas  v  divisas  una  luna  jaquelada  de  oro  y  negro,  á  imi- 
tación de  los  de  esta  casa,  que  traían  los  jaqueles  de  oro  y 
negro;  y  era  este  don  Antonio,  como  se  dijo,  de  los  mas 
poderosos  y  ricos  señores  del  reino  de  Aragón,  y  estaba  tan 
apasionado,  que  moria  por  ver  rey  al  conde,  y  siempre  fué 
el  principal  consejero  suvo  v  el  que  á  la  postre  lo  echó  á 
perder.  Los  del  bando  de  los  Urreas  estaban  apasionados, 
los  unos  por  el  infante  don  Fernando,  y  los  otros  por  Luis, 
hijo  del  rey  de  Ñapóles:  el  arzobispo  de  Zaragoza  esforzaba 
mas  que  todos  la  justicia  del  infante.  Hablan  tenido  en  el 
reino  de  Aragón  su  parlamento  en  la  ciudad  de  Calatayud, 
y  aunque  se  hablan  ofrecido  muchas  dificultades  y  estor- 
bos, pero  el  negocio  habia  llegado  á  tal  estado,  que  todo 
lo  que  se  habia  de  hacer  en  aquel  parlamento  se  habia  co- 
metido á  nueve  personas,  que  habian  de  buscar  y  proponer 
los  medios  para  llegar  á  tratar  del  derecho  de  la  sucesión. 
Estos  nueve  eran  el  arzobispo  de  Zaragoza,  don  Juan   de 


(  364  ) 
Valtierra,  obispo  de  Taracona,  hombre  celoso  en  extremo 
de  sus  preeminencias  y  honras,  micer  Berenguer  de  Alme- 
nara, Juan  Cid  de  Calatayud,  Juan  Fernandez  de  Sayas  y 
Gil  del  Vayo,  Ramón  de  Torrellas  y  Antonio  del  Castillo, 
y  micer  Berenguer  de  Bardají,  de  quien  se  hacia  gran  caso 
en  aquel  reino;  y  estos,  usando  de  la  facultad  y  poder  les 
habia  sido  dado,  acordaron  muchas  cosas  convenientes  para 
el  fin  porque  aquel  parlamento  se  habia  juntado;  y  porque 
se  tuvo  cierta  junta  de  letrados  sobre  una  respuesta  que  ha- 
bian  de  dar  á  los  embajadores  de  Cataluña,  que  estaban 
en  Calatayud,  y  en  la  tal  junta  no  fué  llamado  este  obispo, 
tuvo  de  esto  tal  sentimiento,  que  aunque  fué  requerido  de 
los  demás,  se  partió  de  aquella  ciudad,  declarando  que  en 
nombre  suyo  y  de  su  iglesia  disentia  á  todo  lo  que  se  ha- 
bia acordado;  y  aunque  al  primero  de  junio  se  habian  con- 
gregado los  ocho  en  la  iglesia  de  san  Pedro,  y  estando  allá 
le  rogaron  que  volviese,  no  hubo  remedio  de  reducirle,  sino 
que  se  partió  de  aquella  ciudad  y  quedó  aquel  parlamento  de 
Aragón  desbaratado  y  deshecho,  y  cada  uno  se  volvió  á  su 
casa,  quedando  todas  las  cosas  en  peor  estado  que  nunca. 
El  arzobispo  de  Zaragoza  se  salió,  como  los  demás,  y  to- 
mó el  camino  de  Zaragoza,  y  llegó  aquella  tarde  al  lugar 
de  la  Almunia  de  doña  Godina,  donde  hizo  colación,  por- 
que ayunaba  aquel  dia,  y  aquí  aguardó  á  don  Antonio  de 
Luna,  porque  quedaba  concertado  entre  ellos  verse  en  el 
camino.  Estando  aquí  el  arzobispo,  llegaron  á  él  Francisco 
de  Belcayre  y  Miguel  Mazas,  notario,  de  parte  de  don  An- 
tonio, suplicándole  que  saliese  al  camino,  porque  tenia  que 
tratar  con  él  algunas  cosas  de  las  materias  corrientes,  se- 
gún ya  quedaba  concertado  entre  ellos.  El  arzobispo,  que 


(  565  ) 
no  sospechaba  violencia  alguna,  ni  el  sacrilegio  y  desacato 
que  sucedió,  por  confiar  de  las  treguas  había  entre  ellos, 
confirmadas  con  juramentos,  y  también  porque  después  de 
hechas  habían  pasado  entre  los  dos  muchos  ofrecimientos 
y  cortesías,  salió  al  camino,  á  caballo  en  una  muía  y  de- 
sarmado, en  compañía  del  sacristán  mayor  de  Zaragoza  y 
de  Juan  Bonet,  rector  de  san  Martin,  y  de  algunos  cléri- 
gos y  de  cuatro  ó  cinco  escuderos,  todos  desarmados;  salu- 
dáronse con  grandes  cortesías  y  demostraciones  de  amor  y 
voluntad;  apartáronse  en  el  camino  que  va  del  lugar  de  la 
Almunia  á  Almonacir,  donde  hablaron  muy  largamente  del 
derecho  de  los  competidores;  y  de  unas  razones  en  otras 
vino  á  decir  don  Antonio,  si  seria  rey  el  conde  de  Urgel, 
y  el  arzobispo,  que  en  esto  no  se  mostró  tan  prudente  co- 
mo debía,  dijo  que  no,  mientras  él  viviese;  y  don  Antonio, 
encendido  en  cólera,  dijo  que  lo  había  de  ser,  ó  muerto  el 
arzobispo  ó  preso;  y  el  arzobispo  dijo,  que  muerto  bien 
pudiera  ser,  pero  preso  nó;  y  dicho  esto,  revolvió  la  muía 
y  don  Antonio  le  dio  un  bofetón,  y  con  la  espada  un  golpe 
en  la  cabeza:  salió  mucha  gente  de  la  que  llevaba  don  An- 
tonio, que  estaba  escondida,  y  uno  de  ellos  dio  á  la  muía 
un  golpe  en  la  cabeza,  y  con  esto  detuvo  que  el  arzobispo 
no  se  escapara,  y  otro,  que  llevaba  la  lanza  de  don  Anto- 
nio, díó  con  ella  al  arzobispo,  debajo  del  brazo,  y  le  der- 
ribó de  la  muía,  y  estando  en  el  suelo  le  acabaron  de  ma- 
tar y  cortaron  una  mano:  al  rector  de  san  Martin  y  al  sa- 
cristán de  Zaragoza  les  dejaron  muy  maltratados  y  heridos, 
y  mataron  algunos  de  los  que  iban  con  el  arzobispo. 

Esto  es  lo  que  comunmente  se  cuenta  de  este  caso:  pero 
don  Antonio  de  Luna,  en  una  carta  que  á  6  de  junio  es- 


(  3GG  ) 
cribió  al  parlamento  de  Cataluña,  dándole  razón  de  este  su- 
ceso, carga  toda  la  culpa  al  arzobispo,  por  ser  hombre  bu- 
llicioso é  inquieto,  y  que  le  queria  matar  y  lo  habia  mu- 
chas veces  mtentado,  y  mas  ahora  últimamente,  y  con  in- 
tención de  esto  habia  salido  de  la  ciudad  de  Calatayud  para 
ir  á  la  de  Zaragoza,  que  tenia  tiranizada  y  oprimida,  y  que 
estando  en  la  Almunia  de  doña  Godina  con  mucha  gente 
de  armas,  le  hizo  requerir  que  se  vieran  y  trataran  de  di- 
versas cosas,  y  no  dice  ni  declara  qué  eran,  sino  que  des- 
pués de  haber  hablado  buen  rato,  vinieron  á  las  manos  y 
se  encendió  brega  entre  ellos,  y  que  él  se  halló  con  solo 
un  hombre  de  á  caballo,  y  con  el  arzobispo  eran  mas  de 
treinta  de  á  caballo  y  diez  de  á  pié,  y  que  su  intención 
solo  habia  sido  prenderle  y  no  hacerle  otro  daño,  y  que 
haciendo  lo  posible  por  tomarle,  su  gente  le  hirió  en  el 
cuello  con  un  golpe  de  espada,  aunque  fué  poca  aquella 
herida  y  él  presto  estuvo  sin  peligro,  y  que  mientras  esta- 
ban peleando,  llegaron  siis  gentes  que  se  habian  quedado 
atrás  y  la  pendencia  se  encendió  de  manera,  que  el  arzo- 
bispo fué  vencido  con  todos  los  demás  de  su  compañía,  y 
nunca  se  quiso  dar  á  don  Antonio  y  quedó  muerto  en  la 
plaza,  junto  á  las  puertas  del  lugar;  y  en  esta  carta  afir- 
ma ser  esto  la  verdad,  y  que  si  algún  barón  ó  caballero  ó 
otro  igual  suyo  lo  contradijera,  le  desafia,  y  se  obli- 
ga á  hacerle  otorgar  ser  esto  verdad  del  modo  que  queda 
dicho.  El  fruto  que  nació  de  este  hecho  fué  quedar  don 
Antonio  tan  aborrecido  de  todos,  que  cuando  querian  mal- 
decir á  uno,  le  decian:  con  don  Antonio  te  topes;  por  juz- 
garle tan  malo,  que  solo  el  encontrar  con  él  tenían  por  cosa 
execrable,  triste  y  de  mal  agüero;  y  este  refrán  dura   aun 


(  3G7  ) 
en  aquel  reino,  y  de  aquí  se  puede  inferir  qué  buena  disposi- 
ción podian  hallar  las  cosas  del  conde  en  aquel  reino,  cuyo 
mayor  amigo  que  sustentaba  su  causa  era  tan  odioso  á  to- 
dos. Sucedió  esto  un  lunes,  primer  dia  del  mes  de  junio 
de  este  año,  y  luego  se  supo  por  toda  la  Corona,  aunque 
en  el  parlamento  no  se  publicó  hasta  8  del  mes,  que  se  leyó 
una  carta  de  los  embajadores,  escrita  á  3  de!  mes,  y  que- 
daron todos  admirados  de  tal  caso.  Acabóse  entonces  de 
determinar,  según  ya  se  habia  tratado  á  12  de  mayo,  que 
aquel  parlamento  se  prorogase  para  la  ciudad  de  Tortosa, 
por  estar  mas  cercano  á  los  reinos  de  Aragón  y  Valencia, 
y  facilitar  todo  lo  posible  la  declaración  de  la  sucesión,  por- 
que todos  estaban  muy  temerosos  que  cada  dia  sucederian 
semejantes  novedades.  Moviéronse  á  hacer  esta  prorogacion 
por  otra  carta  que  recibieron  á  12  del  mes,  de  don  Anto- 
nio, en  que  daba  razón  al  parlamento  del  caso,  cargando 
también  la  culpa  de  todo  al  mismo  arzobispo,  y  certificaba 
que  el  infante  de  Castilla  venia  con  poderoso  número  de 
gente;  y  así,  á  12  de  julio  ,  se  escribió  á  todos  aquellos  á 
quien  parecia  que  se  debía  notificar,  que  el  parlamento  se 
prorogaba  para  la  ciudad  de  Tortosa,  exhortándoles  que 
para  16  de  agosto  acudieran  á  ella. 

Llegado  este  dia  de  16  de  agosto,  se  juntaron  en  el  ca- 
pítulo de  la  catedral  de  aquella  ciudad,  aunque  la  gente 
acudia  muy  de  espacio  y  fué  necesario  que  se  les  escribiera 
muy  apretadamente,  y  se  valieron  del  favor  del  papa  Be- 
nedicto, que  estaba  en  la  villa  de  San  Mateo,  del  Maes- 
trazgo de  Montesa,  en  el  reino  de  Valencia,  el  cual  lo  es- 
cribió á  muchos  eclesiásticos,  y  les  representó  el  gran  daño 
que  se  seguia  de  no  congregarse  aquel  parlamento;  y  con 


(  368  ) 
todo,  pasaron  muchos  meses  antes  que  no  acudió  igual  nú- 
mero de  personas  al  que  solia  haber  en  Barcelona,  lo  que 
era  de  mucho  daño  para  la  expedición  de  los  negocios;  pero 
aunque  pocos,  no  dejaban  de  trabajar  todo  lo  posible,  y 
fueron  disponiendo  las  cosas  de  manera,  que  no  se  perdió 
el  tiempo  en  vano.  Presidió  mucho  tiempo  en  él  el  abad 
Vicente,  de  Ager,  que  era  del  consejo  del  conde  de  ürgel 
y  hombre  de  gran  prudencia  y  saber,  y  todo  el  tiempo  que 
presidió  en  aquel  parlamento  se  llevó  tan  neutral  y  con 
tal  prudencia,  que  quedando  contento  el  conde  de  Urgel, 
ninguno  de  los  otros  pretensores  se  quejó  de  él  ni  de  lo 
que  se  hizo  en  aquel  parlamento  en  todo  el  tiempo  que  pre- 
sidió, que  fué  desde  3  de  setiembre  hasta  5  de  octubre, 
aunque  las  provisiones  eran  expedidas  con  el  sello  del  vica- 
riado  de  Tortosa,  cuya  iglesia  era  sede  vacante. 

Mostró  mucho  sentimiento  el  infante  de  Castilla  por  la 
muerte  de  su  buen  amigo  el  arzobispo  de  Zaragoza,  por 
haber  perdido  en  él  un  buen  valedor,  y  tomó  muy  á  pe- 
chos de  vengar  su  muerte,  y  quisiera  que  todos  los  reinos 
de  la  Corona  entendieran  en  el  castigo  de  los  matadores, 
y  dio  quejas  al  parlamento  de  Cataluña  porque  se  proce- 
día en  esto  con  flojedad,  hasta  amenazar  que  si  no  lo  to- 
maban con  mas  veras,  le  obligarían  á  haber  él  de  vengar 
aquella  muerte;  y  cada  dia  con  este  título  juntaba  gentes 
de  armas  para  entrar  en  Aragón,  donde  sabia  que  seria  bien 
venido,  porque  habia  muchos  que  le  valían,  y  mas  los  Ur- 
reas,  que  eran  parientes  del  arzobispo  y  estaban  llenos  de 
temor;  y  aunque  los  mas  de  ellos  hasta  aquel  punto  habían 
estado  declarados  por  Luis  de  Anjou,  hijo  del  rey  de  Ña- 
póles, pero  viéndose  apretados  de  los  del  bando  de  Luna, 


(  3(W  ) 
pidieron  favor  al  infante,  que  les  era  mas  vecino,  y  él  no 
deseaba  otra  cosa  sino  que  le  llamaran  en  su  favor,  porque 
así  tuviera  buena  escusa  y  honesta  de  meter  gentes  de  ar- 
mas en  el  reino;  y  decian  los  que  venian  de  Castilla,  que 
eran  llamados  de  los  parientes  del  arzobispo  para  resistir 
á  don  Antonio  de  Luna,  de  quien  publicaban  que  queria 
perseguir  y  acabar  los  deudos  del  arzobispo.  Esto  era  cuanto 
al  exterior;  pero  la  intención  principal  no  era  vengar  la 
muerte  de  aquel  prelado,  sino  resistir  al  conde  de  Urgel  y 
demás  competidores,  si  quisieran  de  hecho  ocupar  los  rei- 
nos y  pueblos  de  la  Corona;  porque  cada  dia  se  publicaba 
que  el  conde  hacia  venir  gran  número  de  gentes  estrañas, 
y  que  trataba  de  enviar  á  Gispert  de  Guillaniu  ,  caballero 
de  su  casa,  á  Francia,  para  tratar  con  Fortun  de  Luziers, 
capitán  francés,  que  entrara  en  Cataluña  con  trescientos  ca- 
ballos, cien  pillarts  y  cuarenta  ballesteros  y  bagajes,  y  mas 
si  mas  pudieran  venir;  aunque  su  partida  no  fué  hasta  9  de 
setiembre  de  este  año.  Decíase  también  que  don  Antonio 
de  Luna  habia  de  entrar  con  mas  de  mil  caballos  de  Gas- 
cuña, para  perseguir  todo  lo  posible  á  los  amigos  y  parien- 
tes del  arzobispo;  y  era  cierto  que  si  don  Antonio,  después 
de  muerto  el  arzobispo,  se  metiera  dentro  de  la  ciudad  de 
Zaragoza,  se  quedara  con  ella,  y  érale  fácil,  según  la  tur- 
bación que  entonces  habia  en  ella;  pero  como  su  intención 
y  obras  no  eran  con  fin  de  buscar  el  servicio  de  Dios,  mas 
arrojado  y  temerario,  siempre  le  faltó  el  consejo,  y  mas 
cuando  mas  lo  habia  menester. 

Estábase  el  conde  en  la  ciudad  de  Balaguer,  deseando 
se  llegara  á  la  declaración  de  su  pretensión,  y  no  usaba  del 
título  de  gobernador  general,  por  habérselo  impedido  el  par- 
To:«io  X.  2;> 


(  '>70  ) 
lamento  ,  ni  tenia  apenas  gentes  de  armas ,  por  haberlos 
despedido  por  complacer  al  parlamento.  Toda  Cataluña  era 
gobernada  de  don  Guerau  Alamany  de  Cervelió,  que  era 
gobernador;  y  entre  los  dos  habia  mala  voluntad,  y  estaba 
cierto  el  conde,  que  no  habia  que  esperar  cosa  buena  en 
favor  suyo,  siendo  él  gobernador,  pues  se  declaraba  mucho 
por  el  infante;  y  por  esto  deseaba  que  le  fuese  quitado  aquel 
cargo  y  dado  á  otro  que  fuese  mas  afecto  á  sus  cosas,  lo 
que  ya  otra  vez  habia  intentado,  y  no  habia  salido  como 
él  pensaba.  Juntó  algunos  de  sus  amigos  y  consejeros,  para 
buscar  qué  medio  habria  para  acabar  esto;  y  fué  probar  los 
ánimos  de  los  del  parlamento,  y  hacer  según  hallaria  en  ellos: 
pero  hallólos  á  todos  mas  firmes  de  lo  que  él  pensaba,  y  le 
decian  que  no  habia  causa  bastante  ni  razón  alguna  para 
hacer  lo  que  él  quería;  y  así  buscó  otro  medio,  que  tenia 
algo  de  violencia,  y  no  salió  como  él  pensó;  y  era  que  el 
1°  de  julio  de  este  año,  Bernardo  de  Rosanes ,  caballe- 
ro, como  á  procurador  del  conde,  presentó  una  escritura, 
refiriendo  en  ella,  que  cuando  murió  el  rey  don  Martin  se 
hallaba  el  conde  gobernador  general,  por  ser  él  el  mas  cer- 
cano pariente  de  aquel  rey,  y  por  no  tener  hijos  pcrtene- 
cerle  la  corona;  y  aunque  esto  era  muy  fundado,  dejó  de 
usar  de  aquel  oficio  y  cargo,  por  habérselo  pedido  la  ciu- 
dad de  Barcelona  y  los  concelleres  de  ella,  con  pacto  que 
Guerau  Alamany  de  Cervelió,  gobernador  de  Cataluña,  no 
usara  del  cargo  y  oficio,  lo  que  jamas  se  cumplió,  y  á  mas 
de  esto  era  muy  sospechoso  al  conde,  por  lo  que  requeria, 
que  el  dicho  gobernador  no  usase  del  dicho  oficio  en  nin- 
guna parte  de  Cataluña,  y  mas  en  particular  en  la  ciudad 
4e  Tortosa,   donde  habia  de  estar  el  parlamento  y  se  habia 


(  -74  ) 
de  tratar  del  artículo  de  la  sucesión,  por  no  ser  justo  que 
hombre  a  su  principal  tan  sospechoso,  se  entremetiera  ni 
tuviese  parte  en  aquel  negocio  tan  grave  y  de  tanta  consi- 
deración, ni  en  cosas  de  los  servidores,  domésticos  y  vasa- 
llos del  conde  de  Urgel,  y  que  no  proveyendo  el  parlamento 
en  esto,  él  usaria  del  dicho  cargo  y  oficio,  y  haria  aquello 
que  le  pareceria  justo  y  conveniente. 

La  respuesta  de  la  escritura  se  dio  á  4  de  julio.  No  fué 
otra,  sino  que  el  parlamento  proveería  según  hallaria  ser 
justo  y  razonable;  y  el  negocio  se  quedó  así,  y  el  conde 
estaba  muy  sentido  de  que  cada  dia  entrase  en  Aragón 
gente  de  armas  que  venia  de  Castilla,  y  lo  que  mas  le  pe- 
saba era  haber  él  despedido  la  suya,  cuando  por  parte  del 
parlamento  le  fué  pedido  con  solemne  embajada  que  le  ha- 
bia  hecho,  y  prometido,  según  él  decia,  que  si  gentes  es- 
trañas  entraban,  ellos  proveerían  sobre  ello;  y  en  esta  oca- 
sión, que  fué  á  15  de  setiembre,  lo  volvió  á  escribir  otra 
vez  desde  Balaguer,  quejándose  del  parlamento  que  tal  su- 
friera, habiendo  él  hecho  por  él  lo  que  le  habia  pedido,  y 
sobre  todo  mostraba  pesarle  que  no  le  hubiesen  dado  lugar 
á  que  él  saliera  á  resistir  á  aquella  gente  que  entraba,  por- 
que á  su  costa  lo  hubiera  hecho  de  buena  gana  Pero  el 
parlamento,  en  tanto  número  de  pretensores,  no  quiso  dar 
mano  ni  poder  á  ninguno  de  los  pretendientes ,  temiendo 
que  con  la  gente  y  hacienda  del  común  se  alzaran  con 
todo. 

Este  mismo  dia  que  recibieron  ¡a  dicha  carta,  que  era  íi 
19  de  setiembre,  llegó  otra  del  conde,  en  que  pedia  que 
fuese  escrito  á  Juan  Fernandez  de  Heredia,  que  quitara  el 
cerco  que  tenia  puesto   en  el  castillo  de  Albarrazin,  donde 


(  572  ) 
estaba  José  Ruiz  de  Moros,  servidor  suyo;  y  aunque  el  par- 
lamento una  vez  se  lo  habla  escrito,  no  habia  alcanzado  co- 
sa, antes  perseveraba  en  apretar  aquel  castillo;  y  también 
les  encomendó  que  procurasen  la  libertad  de  don  Francisco, 
obispo  de  Tarazona,  por  quien  ya  habia  el  parlamento  es- 
crito y  encomendado  á  Arbert  Catrilla,  caballero  y  emba- 
jador del  parlamento  de  Cataluña  al  de  Aragón,  en  Alca- 
ñiz,  que  tratara  con  el  gobernador  y  otros  que  le  pareciese 
á  propósito,  que  le  libraran  de  la  cárcel  y  remitieran  al 
papa,  que  conociese  de  él,  si  causa  habia  para  haber  de 
ser  castigado,  y  ya  lo  hablan  también  escrito  al  infante  don 
Fernando;  pero  no  se  habia  hecho  nada,  y  este  prelado  y 
José  Ruiz  de  Moros  eran  muy  amigos  del  conde,  y  por  eso 
él  hablaba  por  ellos. 

A  estas  cartas  y  demandas  del  conde  se  dio  satisfacción 
y  respuesta  á  21  de  setiembre,  y  le  dijeron  claro,  que  no 
gustaba  ni  queria  el  parlamento  que  él  ni  otro  de  los  com- 
petidores saliera  con  gente  á  resistir  á  los  que  venían  de 
Castilla,  y  que  en  lo  demás  que  pedia  ya  habian  escrito  al 
reino  de  Aragón,  y  tenian  por  cierto  que  se  cumplirla  lo 
que  pedia;  v  porque  el  conde  en  la  carta  de  1 5  de  setiem- 
bre habia  dicho  que  bien  sabia  el  parlamento  ser  los  reinos 
de  la  Corona  de  Aragón  suyos  por  justicia,  le  respondieron, 
que  después  de  la  muerte  del  rey  don  Martin,  no  entendian 
ni  sabian  quien  era  verdadero  sucesor,  aunque  lo  habian 
mirado  y  buscado  con  cuidado,  y  que  la  resolución  sobre 
esto  no  la  pensaban  tomar  sin  el  consentimiento  de  los 
demás  reinos  de  la  corona.  Sentia  mucho  el  conde  todo  esto, 
y  conocía  que  sus  cosas  iban  en  alguna  declinación  des- 
pués de  la  muerte  del  arzobispo  de  Zaragoza,  porque  casi 


,  (  575  ) 
todos  los  del  reino  de  Aragón  y  muchos  de  los  de  Valencia 
se  inclinaban  al  infante  de  Castilla,  y  los  de  Cataluña  es- 
taban tan  neutrales  y  secretos  y  trataban  las  cosas  con  tanta 
severidad,  que  no  podia  prometerse  de  ella  el  conde  otra 
cosa,  sino  solo  lo  que  seria  pura  y  mera  justicia;  y  es  cierto 
que  si  luego  que  el  rey  murió,  el  conde  tomara  voz  y  título 
de  rey  y  no  quisiera  conteraporizarse  y  respetar  el  parla- 
mento, y  gastara  entonces  aquel  gran  tesoro  que  gastó  des- 
pués de  hecha  la  declaración,  cuando  ni  era  tiempo  ni  á 
propósito,  es  cierto  ó  que  quedara  con  la  corona,  ó  saliera 
mejor  de  la  empresa  de  lo  que  salió  después,  cuando  se 
encerró  en  Balaguer  y  quiso  resistir  al  rey,  cuando  se  le 
habia  hecho  el  juramento  de  fidelidad;  y  era  ocasión,  cuan- 
do murió  el  rey,  que  el  infante  estaba  harto  ocupado  en  la 
toma  de  Antequera  y  guerras  con  los  moros,  y  aun  no  ha- 
bia grangeado  tantos  amigos  como  ganó  después,  y  tal  ha- 
bia qne  estaba  á  la  mira  y  disimulaba  la  afección  que  te- 
nia al  conde,  que  si  le  viera  puesto  en  armas,  se  declarara 
por  él,  y  pocos  hubiera  en  Cataluña  que  en  tal  caso  le  osa- 
ran contradecir,  porque  era  amado  y  emparentado  con  ella, 
y  era  el  mas  rico  señor  de  la  corona;  pero  como  siempre 
le  faltaron  buenos  consejeros,  casi  en  todas  sus  acciones 
erró  y  jamás  hizo  cosa  que   fuera  ensu  tiempo  y  sazón;  y 

así  le  dijo  don de  Corella  haberse  perdido 

el  conde  por  falta  de  ánimo,  y  fué  verdad,  porque  aunque 
le  tuvo  cuando  se  metió  en  Balaguer,  pero  faltóle  en  la 
mejor  ocasión,  que  era  cuando  murió  el  rey  don  Martin. 
Pesaba  al  conde  haberse  sujetado  tanto  á  la  voluntad  de 
aquel  parlamento  y  que  pudiese  tan  poco  con  él,  y  así  á 
24  y  á  26  de  setiembre  les   escribió,  desde  Balaguer,  dos 


(  '"5"^  ) 
cartas,  y  la  una  de  ellas  era  volverles  á  la  memoria,  que 
por  respeto  de  ellos  había  dejado  de  ejecutar  cosas  que 
podian  ser  en  gran  daño  suyo  y  de  su  pretensión  (y  en 
esto  no  erraba);  pero  que  pues  aquel  negocio  estaba  puesto 
en  justicia,  no  pedia  que  se  la  diesen,  pues  era  suya, 
sino  que  se  apresurase  la  declaración  de  ella,  y  que  en  el 
entretanto  hiciesen  de  manera  que  gentes  estrañas  no  en- 
traran en  la  Corona,  pues  no  querian  que  él  saliese  á  re- 
sistirles; y  aun  les  dijo  que  no  hacian  bien  en  eso,  porque 
le  prometieron  que  si  tales  entradas  se  hacian,  el  Principado 
con  él  saldria  á  resistirles,  lo  que  no  se  era  hecbo,  y  así  se 
contentó,  y  pues  no  querian  que  él  saliese,  á  lo  menos  hi- 
ciesen de  manera  que  se  impidiesen  las  entradas  de  caste- 
llanos en  Aragón,  se  alzase  el  sitio  del  castillo  de  Albar- 
razin,  y  se  diese  libertad  al  obispo  de  Tarazona.  Sin  duda 
que  debia  ser  grande  la  autoridad  de  aquel  parlamento, 
que  tanto  le  respetara  un  señor  como  el  conde  de  Urgel, 
que  después  no  pudo  sufrir  la  soberanía  del  rey  don  Fer- 
nando. 

A  7  de  octubre  volvieron  Ponce  de  Parellos  y  Guillen 
Domenech,  embajadores  del  parlamento,  que  habían  ido  á 
Castilla  y  dado  al  infante  una  solemne  embajada,  que  con- 
sistía en  dos  puntos:  el  primero  era  reducirle  á  la  memoria 
el  ofrecimiento  que  habia  hecho  por  medio  de  sus  emba- 
jadores, de  proseguir  su  pretensión  por  justicia,  favorecien- 
do el  derecho  de  aquel  á  quien  perteneciese  la  corona,  y 
que  seria  contrario  y  se  opondría  con  veras  á  cualquiera 
que  dejados  los  medios  de  justicia,  quisiese  con  audacia  y 
de  su  propia  autoridad  ocupar  la  diadema  ó  corona  real,  que 
estaba  sin  cierto  y  verdadero  rey   y  señor. 


(  -'To  ) 
El  otro  punto  era,  que  como  ú  píncipc  justo  y  de  sin- 
gular virtud,  y  como  aquel  que  habia  ganado  singular  re- 
nombre y  fama  entre  todos  los  príncipes  cristianos  del  mun- 
do, mandara  salir  del  reino  de  Aragón  las  gentes  de  armas 
que  habian  entrado  en  él  y  venido  del  reino  de  Castilla,  por 
redundar  de  ello  gran  daño  á  la  república,  y  ser  embarazo 
y  embargo  para  proceder  á  la  declaración  de  la  sucesión, 
por  no  poderse  bacer  buen  juicio  allá  donde  interviniere 
terror  de  armas,  temor  ó  fuerza.  A  esta  embajada,  des- 
pués de  haberla  escuchado  con  gran  atención  el  infante, 
mandó  dar  una  respuesta  que  decia:  que  le  acordaba  lo  que 
habia  ofrecido  con  sus  cartas  y  embajadas,  y  perseveraba 
en  enderezar  los  dichos  reinos  y  tierras  en  venir  á  verda- 
dero conocimiento  de  su  rey  y  señor,  impugnando  y  persi- 
guiendo á  todo  hombre  que  por  su  propia  autoridad,  osadía 
y  poderío,  quisiera  ocupar  la  corona  y  cátedra  reales,  viu- 
das, por  obra  de  algunos  malos,  de  su  verdadero  rey  y 
señor;  y  que  en  tiempo  del  rey  don  Martin,  su  tio,  se  puso 
á  reconocer  quien  debia  suceder  en  sus  reinos  y  tierras,  y 
después  de  la  muerte  del  dicho  rey,  el  rey  su  tio,  el  dicho 
señor  infante  hizo  reconocer  los  testamentos  y  otros  re- 
caudos de  los  reyes  pasados  y  de  la  reina  doña  Petronila, 
y  lo  hizo  ver  todo,  no  solamente  á  los  letrados  de  Castilla, 
mas  á  diversos  otros  letrados  de  Italia  y  Francia  v  de  otras 
partes,  si  por  virtud  de  los  dichos  testamentos  y  otros  re- 
caudos, ó  en  otra  manera  por  justicia,  si  le  pertenecia  la 
sucesión  de  dichos  reinos  y  tierras  por  muerte  del  dicho 
rey,  su  tio,  que  murió  sin  testamento  y  sin  hijo  legítimo  y 
natural,  y  no  dejó  pariente  varón  legítimo,  tan  cercano  á 
él  como  el  dicho  señor  infante,  y  que  hubo  de  todos  con- 


(  57(1  ) 
sejü,  que  le  pertenecia  claramente  el  derecho  de  la  dicha 
sucesión  y  que  debia  tomar  la  posesión  de  los  dichos  reinos 
y  tierras,  lo  qual  todo  dijo  que  no  lo  habia  dejado  de  hacer 
por  falta  de  justicia  ni  de  poder,  sino  solamente  confiando 
de  su  clara  justicia  y  de  la  grande  lealtad  que  siempre  se 
habia  hallado  en  los  subditos  á  la  real  Corona  de  Aragón,  y 
presumiendo  que  brevemente  le  prestarian  el  deudo  de  fide- 
lidad que  debian  prestar  á  su  señor  verdadero.  Dijo  mas  el 
dicho  señor  infante;  que  su  propósito  é  intención  habia  sido 
y  era  tal  como  lo  habia  escrito  por  sus  cartas,  y  por  sus 
embajadores  les  habia  sido  explicado,  con  que  el  reconoci- 
miento de  la  justicia  por  los  subditos  á  la  Corona  real  se 
hiciese  brevemente,  y  se  desechasen  favores  desordenados 
que  algunos  habian  procurado  y  procuraban  dar  á  algunos 
de  los  competidores;  y  que  bien  se  debia  presumir,  que  si 
acerca  de  este  tan  arduo  negocio,  que  tocaba  á  tan  grandes 
personas,  se  ponia  algún  embargo  ó  alguna  dificultad,  así 
en  los  preparativos  como  en  el  punto  principal,  que  no  lo 
podria  sufrir  pacientemente. 

En  otro  capítulo  propuesto  al  dicho  señor  infante  por  los 
dichos  embajadores,  se  contenia,  que  le  pluguiese  al  dicho 
señor  infante  echar  y  mandar  salir  fuera  de  todos  los  rei- 
nos y  tierras  de  la  Corona  de  Aragón  algunas  gentes  de  ar- 
mas de  la  nación  castellana,  las  cuales,  no  sin  grandes  y 
reparables  daños  de  la  cosa  pública  de  Jos  dichos  reinos  y 
tierras  y  embargando  el  reconocimiento  que  se  habia  de 
hacer  de  la  sucesión  de  los  dichos  reinos  y  tierras,  estaban 
en  el  reino  de  Aragón;  proveyendo  que  de  aquí  adelante  no 
entrasen  otras. 

A  este  capítulo  dijo  el  señor  infante:  que  bien  sabian  lus 


( "' ) 

del  dicho  parlamento  y  principado  de  Cataluña,  como  el 
arzobispo  de  Zaragoza,  que  era  uno  de  los  que  por  el  rei- 
no de  Aragón  con  algunas  otras  personas  eran  diputados  y 
trabajaban  continuamente  con  los  mensajeros  de  Valencia  y 
de  Cataluña,  así  sobre  los  preparativos  del  parlamento  en 
congregación  general,  como  porque  aquella  se  abreviase  y 
se  llevase  á  cabo  la  declaración  del  rey;  como  el  dicho  ar- 
zobispo, dando  obra  á  esto,  últimamente  habia  sido  muerto 
tan  malamente  como  todos  sabian;  y  que  como  aquel  fuese 
tan  insigne  persona,  y  porque  tenia  muchos  parientes  y  ami- 
gos en  Cataluña  y  en  especial  en  aquella  frontera  de  Ara- 
gón, por  tener  su  naturaleza  en  Castilla,  ,y  que  algunos  ca- 
balleros y  escuderos  parientes  y  amigos  del  dicho  arzobispo 
residian  en  la  dicha  frontera,  requeridos  por  los  dichos  pa- 
rientes del  dicho  arzobispo,  entraron  en  Aragón,  para  hacer 
valenga  á  los  parientes  del  dicho  arzobispo  y  vengar  la  muer- 
fe  de  aquel  y  ayudar  á  sus  parientes,  que  no  los  matasen 
los  xiichos  matadores,  como  habian  muerto  á  aquel;  y  que 
en  semejantes  casos  siempre  habia  sido  costumbre  de  los 
reinos  de  acá  y  de  allá  de  entrar  de  una  parte  y  de  otra 
valedores  á  ayudar  sus  parientes  y  amigos,  y  que  nunca  los 
reyes  de  acá  ó  de  allá  habian  vedado  las  tales  cosas  ni  bue- 
namente las  hubieran  podido  vedar.  Y  que  siendo  esto  así, 
tanto  por  ser  el  dicho  arzobispo  tan  insigne  persona,  como 
por  ser  uno  de  los  diputados  por  el  reino  de  Aragón  para 
dar  obra  al  negocio  de  que  la  general  congregación  se  jun- 
tase, que  era  cosa  tan  conveniente  para  el  bien  público 
de  los  de  la  Corona  de  Aragón,  que  el  dicho  señor  infante 
y  aun  todo  el  mundo  esperaba  que  los  del  reino  de  Ara- 
gón y  de  Valencia  y  de  Cataluña  habrian  sentimiento  de 


(  ^78  ) 
cosa  de  tan  mal  ejemplo  como  esta,  y  proveirian  sobre  ello 
rigurosamente,  así  como  tan  gran  delito  y  exceso  lo  re- 
querían, el  cual  hizo  turbar  y  dilatar  los  dichos  negocios  de 
la  general  congregación;  y  que  á  lo  menos  á  los  malhecho- 
res los  habrian  echado  fuera  de  los  reinos  como  á  turba- 
dores del  bien  público  de  la  Corona  de  Aragón;  pero  que 
sobre  esto  no  habian  hecho  cosa  alguna,  antes,  lo  que  era 
de  maravillar,  se  habia  consentido  que  algunas  gentes  de 
algunos  de  los  competidores  se  uniesen  y  estuviesen  noto- 
riamente con  los  matadores  del  dicho  arzobispo  y  en  su  va- 
lenza.  Y  visto  esto,  y  recelando  que  los  dichos  matadores, 
con  valenza  de  las  dichas  gentes,  no  acabasen  de  matar  y 
de  destruir  á  todos  los  parientes  y  amigos  del  dicho  arzo- 
bispo y  á  los  otros  que  habian  entrado  en  su  ayuda,  algu- 
nos otros  parientes  y  amigos  del  dicho  arzobispo  (y  á  los 
otros  que  habian  entrado  en  su  auxilio,  algunos  ciertos  pa- 
rientes y  amigos  suyos),  entraron  también  en  Aragón  á  ayu- 
darles y  defenderles.  Y  dijo  mas  el  dicho  señor  infante, 
que  viendo  que  ellos  no  habian  cuidado  hacer  provisiones 
algunas  sobre  tanto  y  tan  detestable  maleficio,  y  que  ha- 
bian consentido  que  las  gentes  susodichas  diesen  favor  y 
esfuerzo  á  los  malhechores,  según  estas  cosas  pudieron  acae- 
cer por  favores  desordenados  de  algunas  personas  parciales 
de  la  valen(:a  susodicha,  y  que  causarian  los  embargos  é  im- 
pedimentos que  podrian  á  los  que  con  buenas  y  derechas 
intenciones  quisiesen  hacer  algunas  provisiones,  que  porque 
se  excusase  que  mas  males  y  daños  los  dichos  malhechores 
y  sus  valedores  no  hiciesen,  se  hizo  primero  la  entrada  de 
las  otras  gentes  en  ayuda  de  los  parientes  del  dicho  arzo- 
bispo, para  ayudar  á  vengar  la  muerte  mediante  justicia  y 


(  379) 
para  su  defensión  de  aquellos.  Dijo  también  el  dicho  señor 
infante:  que  manifiestamente  parecía  que  la  entrada  de 
la  dicha  gente  habia  sido  de  gran  provecho  en  el  reino 
de  Aragón,  así  para  el  bien  de  la  tierra,  cerno  para  el 
ayuntamiento  de  la  general  congregación,  pues  si  aquella 
gente  no  hubiese  entrado,  los  dichos  malechores  con  la  va- 
lenga  susodicha  hubieran  andado  destruyendo  y  matando 
por  todo  el  reino  y  poniendo  estorbos  é  impedimentos  para 
que  la  general  congregación  no  se  juntase,  la  qual  aque- 
llos quisieron  y  querian  embargar  si  pudiesen,  y  que  la 
gente  que  allí  entró,  según  las  relaciones  que  de  allá  ha- 
bían venido,  no  habian  hecho  cosa  no  debida  ni  cosa  que 
no  se  pudiese  y  debiese  hacer  por  valedores,  así  en  estos 
reinos  como  en  aquellos,  según  costumbre  antigua  de  los 
unos  y  de  los  otros.  Dijo  mas  el  dicho  señor  infante:  que 
no  se  debia  ni  podia  presumir  por  la  entrada  ni  esta- 
da de  la  dicha  gente,  que  él  tuviese  voluntad,  como  no  la 
tenia,  de  proceder  á  cosa  no  debida,  salvo  ayudar  á  que 
se  hiciese  la  discusión  de  la  justicia;  que  cuando  tal  cosa 
hubiera  de  hacer,  él  la  haria  públicamente  y  poderosa  y 
honesta,  según  que  su  linaje,  poder  y  estado  lo  requerían. 
Además,  que  aunque  la  entrada  de  gente  se  habia  hecho 
con  ocasión  de  los  matadores  del  dicho  arzobispo,  y  por  la 
negligencia  de  aquellos  que  sobre  la  dicha  muerte  hubieran 
debido  proveir,  no  permitiendo  que  á  los  malhechores  fuese 
dado  favor  y  valimiento  para  ser  defendidos,  y  con  esto 
oportunidad  para .  hacer  y  acometer  mas  maleficios,  con 
todo,  para  mostrar  la  buena  y  santa  intención  que  el  dicho 
señor  infante  tenía  en  estos  hechos,  el  dicho  señor  infante 
ofrecía,  que  si  algunos  de  los  castellanos  que  habían  entra- 


(  580  ) 
do  á  hacer  la  dicha  valenza  habian  causado  alg-unos  daños 
ó  injurias  á  personas  algunas  ó  en  bienes  de  otros  que  no 
fuesen  de  los  dichos  matadores  y  valedores,  que  haria  bue- 
na y  pronta  justicia,  y  mandaria  hacer  enmienda  á  los  dam- 
nificados. 

Dijo  por  último  el  señor  infante,  que  le  parecía  que  se- 
gún rigor  de  justicia,  y  aun  según  lo  que  á  la  seguridad 
de  la  tierra  cumplía,  para  que  otros  escándalos  en  ella  de 
nuevo  no  recreciesen  por  obra  de  los  dichos  matadores  ó  de 
sus  valedores,  que  él  no  debía,  hasta  que  otra  provisión  en 
ello  fuese  hecha,  hacer  volver  á  Castilla  los  castellanos  que 
eran  entrados  en  Aragón  por  cansa  de  la  dicha  valenza,  por 
cuanto,  salidos  los  castellanos  del  reino,  quedarla  en  ma- 
yor escándalo  que  primero,  pues  la  potencia  de  los  dichos 
matadores  y  turbadores  del  bien  público  y  de  sus  ayudan- 
tes se  aumentarla,  y  los  escándalos  y  turbaciones  crecerían 
en  el  reino  de  Aragón,  y  con  ello  se  turbarla  el  conoci- 
miento de  la  justicia  de  la  sucesión.  Pero  que  deseando 
brevemente  venir  á  fin  debido  de  estos  negocios  ,  sobre 
lo  explicado  por  los  dichos  mensajeros  el  dicho  señor  in- 
fante enviarla  prestamente  sus  embajadores  á  los  parla- 
mentos de  Aragón  y  de  Valencia  y  principado  de  Cata- 
luña, y  les  haria  con  los  dichos  sus  embajadores  tal  res- 
puesta, que  razonablemente  se  deberían  tener  por  conten- 
tos, y  reconocer  que  quería,  según  lo  habia  ofrecido  por 
su  parte,  evitar  toda  cosa  que  pudiese  traer  escándalo  y 
desviamiento  de  la  justicia. 

Con  esta  respuesta  dada  á  los  embajadores  del  Principado, 
quedaron  suspensos  y  conocieron  la  confianza  que  tena  el  in- 
fante con  la  gente  que  habia  metido  en  Aragón,  pues  antes 


(  581  ) 
no  hablaba  tan  largo  ni  tan  determinadamente  con  el 
parlamento  de  Cataluña,  á  quien  todos  los  competidores 
respetaron  mucho  ,  reconociéndole  cierta  manera  de  su- 
perioridad mas  que  á  ios  de  Aragón  y  Valencia,  por  la 
mucha  concordia  y  unión  habia  en  él,  y  considerarle  libre 
de  pasiones  y  que  solo  atendia  á  la  justicia  y  paz  de  la  tier- 
ra. Los  amigos  del  conde  no  se  alegraron  de  ella,  porque 
entendieron  que  aquellas  razones  do  querer  defender  los 
amigos  y  parientes  del  arzobispo  y  resistir  á  los  malechores 
que  le  habian  muerto  eran  aparentes,  y  solo  el  fin  del  in- 
fante era  estar  tan  poderoso,  que  si  la  declaración  ó  senten- 
cia de  los  parlamentos  no  saliera  por  él,  pudiese  de  hecho 
meterse  en  posesión  de  la  corona  y  ocuparse  la  tierra  que 
pudiera ,  porque  daba  por  asentado  que  la  justicia  era 
suja,  sin  género  alguno  de  duda,  y  estaba  muy  animoso  y 
contento,  por  pasar  los  aragoneses  por  ello,  y  no  les  pe- 
saba que  entraran  gentes  de  armas  de  Castilla  y  estuvie- 
ran entre  ellos,  porque  siempre  estimó  mas  aquel  reino 
al  infante  castellano  por  rey,  que  no  al  conde  catalán,  el 
cual  confiaba  tanto  de  su  justicia  y  derecho,  que  toda  di- 
lación le  parecia  dañosa,  y  cuidando  poco  de  las  razones 
del  infante,  solicitaba  la  declaración,  y  para  esto  envió  á 
micer  Pedro  Farrer,  que  entendiese  por  su  parte  en  rema- 
tar y  dar  fin  á  la  declaración. 

Con  la  venida  de  la  gente  de  Castilla  se  salió  don  An- 
tonio de  Luna  del  reino  de  Aragón  y  se  vino  á  Aytona,  y 
llevóse  consigo  toda  la  gente  que  tenia  suya,  y  se  alojaba 
en  los  lugares  de  don  Guillen  Ramón  de  Moneada  vecinos 
de  Aytona,  que  eran  Seros,  Mequinenza,  Saydi  y  otros,  y 
allá  se  le  hacia  buen  acogimiento,  porque  don  Guillen  era 


(  382) 
sobrino  de  don  Antonio,  porque  doña  Elfa  de  Luna,  su  her- 
mana, casó  con  don  Ot  de  Moneada,  y  de  este  matrimonio 
salió  don  Guillen  Ramón;  y  estando  aquí,  juntaba  gentes  para 
valer  al  conde  de  Urgel,  y  con  ellos  ir  donde  él  le  man- 
dase. Los  de  la  ciudad  de  Lérida,  que  está  entre  el  con- 
dado de  Urgel  y  estos  lugares  donde  estaba  la  gente  de  don 
Antonio,  estaban  en  gran  cuidado  y  temor  de  lo  que  ha- 
rian  estas  gentes;  y  como  ellos  no  eran  muy  afectos  al  con- 
de de  Urgel  ni  á  don  Antonio,  estaban  en  continuo  temor; 
y  para  hacerle  salir  de  allí,  enviaron  á  Ramón  Caserres,  nota- 
rio de  aquella  ciudad  que  cuidaba  de  la  guarda  de  ella,  y  dio 
razón  de  las  juntas  de  gentes  que  en  aquellos  lugares  hacia 
don  Antonio,  y  pidió  consejo  qué  debia  hacer,  y  que  pro- 
veyera el  parlamento  de  manera,  que  por  aquellas  juntas 
de  gentes  no  viniese  algún  daño  á  la  ciudad  y  principado 
de  Cataluña,  y  que  mandaran  reparar  el  castillo,  que  en  mu- 
chas partes  estaba  gastado  y  abierto;  y  el  parlamento  le 
dijo,  que  les  encomendaba" la  custodia  y  guarda  de  aquella 
ciudad,  y  que  cuidaran  que  ninguna  de  aquella  gente  de  don 
Antonio  entraran  en  ella,  y  que  en  lo  de  reparar  el  castillo 
entonces,  se  baria  cuando  se  fortificasen  las  demás  plazas 
y  fuerzas  de  Cataluña  y  se  pusieran  en  forma  de  defensa. 
Don  Juan,  conde  de  Prades,  hijo  de  don  Pedro,  conde 
de  Bibagorza,  que  fué  hijo  del  rey  don  Jaime  de  Aragón, 
continuaba  las  discusiones  y  discordias  que  tenia  con  doña 
Sancha  Giménez  de  Árenos,  su  mujer,  y  fueron  tales  las 
cuestiones  que  hubo  entre  ellos,  que  las  entendieron  todos 
los  príncipes  de  España,  porque  como  eran  personas  del  li- 
naje real  y  emparentadas  con  lo  mejor  de  ella,  eran  muy 
conocidos  y  había  llegado  á  tal  punto,  que  la  condesa  se  ha- 


(  383  ) 
bia  apoderado  de  muchas  rentas  del  condado  con  título  que 
eran  cosa  dotat,  y  la  defendían  sus  deudos  y  parientes,  y  el 
conde  parece  se  valia  de  la  gente  del  infante  de  Castilla 
que  habla  entrado  en  Aragón,  y  el  infante  don  Fernando 
■venia  bien  en  ello,  porque  el  conde  fué  muy  servidor  del 
rey  don  Enrique  el  mayor  de  Castilla,  y  gustaba  mucho  el 
infante  tener  en  Cataluña  de  su  parte  á  un  varón  y  señor 
tan  principal  como  era  el  conde  de  Prades.  Pero  el  de  Ur- 
gel,  luego  que  supo  esto,  lo  hizo  saber  al  parlamento,  por- 
que proveyera  sobre  ello  é  impidiera  tales  valenzas.  Al  par- 
lamento no  le  pareció  bien  lo  que  hacia  el  conde  de  Prades, 
y  le  enviaron  á  Galcera»!  de  Rósanos,  caballero,  que  le  de- 
clqró  cuan  mal  parecía  lo  que  él  habla  hecho  de  valerse  de 
gente  del  infante,  y  que  si  era  que  lo  hubiese  hecho  para 
remediar  sus  quejas  y  las  sinrazones  que  se  le  hacían,  que 
habla  de  acudir  á  los  oficiales  reales  que  habla  en  Cataluña, 
de  quien  habla  de  haber  justicia  y  favor,  y  no  de  los  pre- 
tensores,  y  que  si  él  perseveraba  en  aquello,  le  hacia  saber 
que  el  parlamento  no  admitirla  sus  procuradores,  y  se  pro- 
cederla  contra  sus  castillos  y  villas  por  via  de  huestes  y  de 
la  manera  serla  justo,  hasta  volver  las  cosas  á  su  estado  y 
cobrar  los  gastos  y  costas  se  hiciesen  y  daños  que  por  su 
causa  sucediesen.  Para  responder  á  esto  y  dar  la  debida  sa- 
tisfacción, envió  el  conde  de  Prades  desde  Mora,  donde  es- 
taba, á  mlcer  Juan  Munter  ,  asesor  suyo,  con  su  carta  cre- 
dencial, hecha  á  22  de  octubre  1411,  y  esplicándola,  dijo, 
como  ya  el  conde  de  Prades,  su  señor,  se  habla  quejado  al 
rev  don  Martin  de  las  sinrazones  y  ofensas  le  habla  hecho 
la  condesa  su  mujer,  hasta  apartarse  de  él  y  vivir  como  en 
divorcio,   sin   proceder  causa  legítima    ni  razón   bastante, 


(  3.S4  ) 
sino  de  sola  su  autoridad;  y  que  habia  veinte  y  un  años 
que  duraba,  y  se  habia  usurpado  las  rentas  y  bienes  dótales, 
quitando  aquellas  al  conde  su  marido,  sin  proceder  medio  de 
justicia,  y  que  él  la  habia  rogado  y  amonestado  muchas  ve- 
ces, y  puesto  por  medianeras  personas  religiosas  y  seglares, 
y  no  habian  acabado  cosa,  ni  él  habia  hallado  en  el  rey  y 
ministros  de  justicia  el  favor  y  amparo  que  era  justo,  y  co- 
mo aquel  que  no  sabia  qué  otro  medio  tomar,  se  habia  va- 
lido del  infante  y  su  gente,  no  con  pensamiento  de  reputarlo 
por  rey,  que  en  eso  él  no  se  metia,  sino  que  quería  estar 
á  lo  que  la  justicia  declararia,  sino  solo  para  recuperar  con 
tal  medio  su  honor  y  valerse  de  afuel  príncipe,  con  quien 
y  con  el  rey  su  padre  habia  tenido  singular  amistad.  Pero 
que  por  honor  del  parlamento,  cesaria  de  lo  comenzado  y 
pondria  en  sus  manos  su  causa,  para  que  hiciese  justicia 
entre  él  y  la  condesa,  pidiendo  con  grandes  veras  que  abre- 
viasen el  conocimiento  y  declaración  de  aquella  persona  que 
habia  de  ser  por  justicia  nuestro  verdadero  rey  y  señor,  por 
evitar  los  daños  que  de  la  sobrada  dilación  podian  nacer. 

El  mismo  dia  que  se  leyó  este  papel  ó  escritura,  que 
fué  á  26  de  octubre,  respondió  el  parlamento  al  conde  de 
Prades,  agradeciendo  sus  buenos  deseos  y  certificándole  que 
aquel  parlamento  no  tenia  poder  para  conocer  por  via  de 
justicia  de  las  discordias  eran  entre  la  condesa  y  él,  por 
falta  de  jurisdicción;  pero  prometieron  interceder  con  la 
condesa,  para  que  hiciera  lo  razonable,  y  si  no  lo  hacia,  ó 
proveerían  ó  harian  proveer  en  ello;  y  si  con  esto  no  qui- 
siese hacer  lo  que  debía,  el  parlamento  seria  parte  é  instan- 
cia para  alcanzar  de  ella  la  razón  y  lo  que  de  justicia  le 
perteneciese:  y  con  esto  despacharon  el  mismo  dia  íí  Juan  de 


(  385  ) 
Ribasaltas,  síndico  de  Perpiñan,  para  la  condesa,  para  que 
viniera  bien  en    dejar  sus  pretensiones  y  justicia  al  parla- 
mento. 

Aunque  era  cierto  que  los  jueces  que  habian  de  decla- 
rar el  verdadero  sucesor  habian  de  ser  muy  justificados  y 
dar  el  derecho  á  aquel  cuyo  seria,  pero  el  conde  de  Urgel 
y  sus  valedores  se  habian  persuadido,  que  cuando  el  con- 
de viniera  á  ser  rey,  le  habia  de  costar  mucho  echar  á  los 
castellanos  de  Aragón  y  poner  en  su  servicio  aquel  reino, 
donde  después  de  la  muerte  del  arzobispo  le  quedaban  po- 
ces amigos  y  le  faltaba  don  Antonio  de  Luna,  que  era  de 
quien  él  mas  confiaba  ,  el  infante  daba  por  espedito  ser 
suya  la  corona  y  no  podérsela  quitar  nadie  ,  y  de  este  voto 
eran  muchos  de  los  mejores  letrados  de  estos  tiempos 
x\.consejábase  el  conde  cada  dia  qué  habia  de  hacer  ,  y  no 
podia  tolerar  que  estuviese  el  infante  armado  y  poderoso  en 
Aragón,  y  él,  por  contemplación  del  parlamento,  estuviera 
mano  sobre  mano  sin  osarse  menear  ;  y  lo  bueno  era  que 
ni  aun  el  parlamento  podia  acabar  con  el  infante  que  des|>i- 
diera  aquella  gente ,  aunque  sobre  esto  le  habian  hecho  sus 
embajadas.  La  condesa  doña  Margarita,  madre  del  conde, 
cuyo  espíritu  era  mas  belicoso  que  el  de  su  hijo  y  era  su 
principal  consejero ,  le  persuadía  que  díjase  tantos  respetos 
y  miramientos  con  el  parlamento,  y  que  tomase  las  armas  y 
se  juntase  con  la  gente  de  don  Antonio  y  otros  que  habian 
de  venir  de  Gascuña  y  demás  partes  de  Francia ,  valiéndose 
de  naturales  y  extranjeros,  y  saliera  con  ellos  antes  que  el 
infante  se  hiciese  mas  poderoso;  y  habia  muchos  que  les  do- 
lia  que  esto  no  se  hubiera  hecho  mas  en  tiempo  ,  juzgando 
toda  dilación  notablemente  dañosa,  y  decían  haber  sido  e<~ 
TOMO  X.  *  26 


(  380  ) 
pecie  de  cobardía  no  haberlo  hecho  luego  que  el  rey  don 
Martin  falleció  ,  pues  aquella  fué  la  mejor  ocasión  de  todas, 
y  la  turbación  era  tan  común,  que  con  facilidad  pudo  em- 
prender el  conde  y  salir  bien  de  este  hecho  y  empresa,  y 
antes  que  los  parlamentos  de  la  corona  fueran  juntados  po- 
día él  ser  dueño  de  todo.  No  pareció  bien  á  los"  del  conse- 
jo del  conde  que  tomara  nombre  y  título  de  rey  ,  porque 
era  demasiada  empresa  ,  sino  que  saliera  como  á  goberna- 
dor general  ,  y  después  tomara  título  de  rey  ,  confiando 
que  muchos  que  estaban  á  la  mira  ,  luego  que  estuviese 
puesto  en  campaña  se  declararían  por  él,  y  fuera  muy  con- 
tingente que  ios  jueces  declarasen  por  aquel  que  estuviese 
mas  poderoso,  pues  en  casos  semejantes  el  derecho  es  de  las 
armas;  y  que  cuando  su  empresa  no  saliese  felizmente,  á  lo 
menos  tendría  mas  razón  de  haber  tomado  las  armas  antes, 
que  si  las  tomara  después  de  la  declaración  de  Caspe.  Man- 
dó hacer  vestiduras  ,  insignias  y  banderas  reales  con  tanta 
publicidad,  que  luego  fué-  notorio  á  toda  la  Corona  ,  y  mas 
al  infante  don  Fernando,  qoe  todas  las  cosas,  por  mínimas 
que  fuesen,  observaba,  y  se  alteró  mucho,  y  mandó  al  doc- 
tor Juan  González  de  Azevedo,  que  residía  en  Cataluña ,  que 
se  quejase  al  parlamento  que  tal  sufriera  ,  sin  impedirlo  y 
considerar  el  daño  que  de  tales  prevenciones  podian  seguir- 
se,, en  notable  descrédito  de  la  justicia  y  de  aquella  con- 
gregación. Pidió  también  este  letrado  que  fuesen  repelidos 
del  parlamento  como  á  sospechosos  algunos  que  eran  del 
consejo  del  conde  de  Urgel  y  tiraban  su  gaje  ,  y  era  muy 
l>erjudicial  la  entrada  de  ellos  á  los  otros  competidores ,  y 
esto  lo  cumplió  muy  á  la  letra  aquel  letrado  ,  pero  no  se 
dio  á  este  su  requirimiento  ninguna  respuesta  ,  porque  pa- 


(  387  ) 
ra  darla  en  negocio  tan  grave  aguardaban  que  viniera  el 
arzobispo  de  Tarragona,  que  llegó  aquella  misma  tarde,  y  el 
dia  siguiente  ,  que  fué  el  de  los  apóstoles  San  Simón  y  Ju- 
das, prorogaron  el  parlamento  para  el  jueves  siguiente,  que 
era  á  29,  y  este  dia  llegó  á  él  micer  Pedro  Ferrer,  del  con- 
sejo del  conde  de  Urgel ,  y  dio  su  carta  credencial  ,  hecha 
en  Balaguer  á  25  de  octubre  ,  y  explicándose,  dijo  dos  co- 
sas:  la  primera,  que  el  conde  ,  su  señor ,  en  proseguir  su 
justicia  observaba  aquella  modestia  y  cortesía  que  era  me- 
nester ;  la  otra,  que  el  parlamento  diese  forma  en  impedir 
la  entrada  de  los  cas  te  llanos  ,  porque  no  impidiesen  la  libre 
declaración  de  la  j  usticia  ,  usurpando  los  reinos  con  violen- 
cia y  tiranía. 

Oida  esta  embajada  y  antes  de  responder  á  ella,  pareció 
responder  á  la  del  infante  ;  y  como  el  embajador  se  habia  ido, 
le  enviaron  á  Juan  Pujol,  que  era  uno  de  los  secretarios  de 
aquel  parlamento,  para  que  aquello  que  habia  dicho  de  pa- 
labra lo  diera  por  escrito,  para  poder  mejor  responder  á  ello 
y  continuarlo  en  el  proceso  del  parlamento,  y  él  les  envió 
un  papel  que  decia  de  esta,  manera : 


Muyt  reverendos  nobles  e  honorables  senyores:  a  las  vues- 
tras reverencias  certifico  que  a  mi  senyor  el  infante  don  Fer- 
rando nieto  del  muy  noble  rey  don  Pedro  de  Aragón  que  Dios 
aja  es  notificado  por  personas  fidedignas  en  como  el  Comple  de 
Urgel  ha  fecho  e  faze  de  cada  dia  algunos  preparatorios  muy 
scandalosos  ayuntando  gentes  de  armas  assi  de  fuera  del  regno 
como  de  la  tierra  e  fayziendo  banderas  e  otras  insignias  reales 
para  cavalgar  poderosamente  por  estos  rcgnos  de  la  scnyoria 
de  Aragón  e  usar  de  los  ofücios  de  vizrey  e  de  gobernador  ge- 
rioral  lo  cual  segunl  las  vuestras  reverencias  saben  mejor  óc 
mi  es  contra  derecho  e  conlra  razón  por  cslas  razones.  Prime- 


(  388  ) 

ramente  por  quanlo  se  pode  dezir  que  los  dichos  offidos  sor 
extinctos  e  spirados  en  persona  del  dicho  conde  por  spiracion 
del  senyor  rey  don  Martin  que  Dios  aja  de  la  persona  del  qual  el 
dicho  conde  affirma  que  emanaron  los  dichos  ofGcios  e  se  cííu- 
saron  en  el.  Otro  si  por  quanto  según  fuero  del  regtio  de  Ara- 
gón ninguna  persona  de  quanta  quier  preheminencia  sea  non 
puede  haber  los  dichos  offlcios  ni  usar  de  ellos  salvo  aquel  que 
fuese  fijo  primogénito  del  rey  de  Aragón  e  si  otra  persona  de 
nualquier  stado  sea  quisiere  alentar  de  usar  de  dichos  officios 
los  del  regno  le  pueden  fazer  resistencia  e  contraste  sin  pena 
alguna.  Otro  si  por  cuanto  el  dicho  conde  es  uno  de  los  compe- 
tidores que  se  pretenden  haver  drecho  a  la  succession  de  estos 
regnos  e  la  demanda  según  es  notorio  la  cual  cosa  es  incom- 
patible con  los  dichos  offlcios  ca  usando  dellos  el  dicho  conde 
Iraheria  a  su  opinión  las  universidades  e  gentes  de  los  dichos 
reinos  oprimiéndoles  con  poder  de  los  dichos  oficios  lo  cual  se- 
ria muy  gran  perjuicio  e  por  aventuras  damno  irreparable  a  los 
otros  competidores  o  causa  de  muy  grandes  peligros  e  damnos 
de  los  dichos  regnos  e  de  los  naturales  dellos.  Por  ende  a  las 
vuestras  reverencias  requiero  de  parte  del  dicho  senyor  infante 
con  quanta  instancia  puedo  que  postpuesta  toda  tardanza  vos 
plega  proveher  en  el  tal  caso  c  desviar  en  el  dicho  prejuizio  e 
peligros  c  damnos  los  quáles  pueden  ser  dichos  eminentes 
considerado  el  estado  de  los  dichos  regnos  e  las  personas  de 
los  dichos  competidores  non  consentiendo  ni  dando  lugar  al  di- 
cho conde  para  que  use  de  los  dichos  officios  nin  faga  los  dichos 
¿cándalos  e  movimientos  como  esto  sea  cosa  justa  e  razonable  c 
reposo  o  tranquiliidat  de  los  dichos  regnos  e  de  los  naturales 
dellos  c  desviamento  de  los  dichos  peligros  e  damnos  eminentes 
en  la  qual  yo  non  dubdo  que  las  vuestras  sabidurías  e  pruden- 
cias proveheran  muy  notablemente  a  conservación  de  la  paz  de 
ios  dichos  regnos  e  <le  los  naturales  dellos  e  a  buen  spacha- 
miento  de  la  justicia  de  la  dicha  succession  acatando  la  vuestra 
^nan  fama  c  renombre  que  corre  por  todo  el  mundo  de  gran 
i'orlaleza  prudencia  temperancia  constancia  justicia  lealtad 
e  otras  muchas  virtudes  que  todos  tiempos  se  fallaron  en  vos  e 
en  vuoslios  progenitores  ca  vos  certifico  que  si  en  ello  no  pro- 
vchedcs  lo  qual  yo  no  creo  que  mi  senyor  el  infante  por  con- 


(  389  ) 
servacion  del  bien  publico  do  los  dichos  regnos  an  los  qualcs 
el  ha  muy  gran  naturaleza  csso  mesmo  por  conservación  de  su 
justicia  hy  provehirá  de  derecho  e  de  fecho  en  tal  manera  que 
a  aquellas  quier  gentes  que  sean  fazcdores  e  promovedores  de 
los  dichos  scanílalos  o  movimientos  sea  puesto  contraste  e  re- 
sistencia como  se  pertcnesce  lo  qual  Dios  sabe  sera  a  el  muy 
dcsplezente  por  muchas  razones  que  las  vuestras  reverencias 
mejor  de  mi  pueden  entender. 

Otro  si :  a  mi  es  notiOcado  que  el  abat  de  Ager  entra  e  esta 
en  el  parlamento  al  qual  las  vuestras  reverencias  non  deven 
recebir  por  quanto  a  vos  es  manifiesto  que  es  del  consejo  de 
dicho  conde  de  Urgel :  por  ende  yo  vos  snplico  con  aquella  re- 
verencia que  le  pertenesce  que  vos  plega  de  proveher  en  ello 
prestamente  en  tal  manera  que  el  dicho  abat  ni  otra  persona 
que  sea  del  consejo  de  alguno  de  los  dichos  competidores  no  sea 
recibido  en  el  dicho  nuestro  parlamento  porque  los  otros  com- 
petidores non  ajan  razón  de  se  clamar  de  vos. 


Esto  pasó  á  3  de  noviembre ;  y  luego  tuvo  noticia  de 
ello  micer  Pedro  Ferrer  ,  embajador  del  conde  de  Urgel, 
el  cual  el  dia  siguiente  llegó  al  parlamento  y  pidió  que 
aquello  que  á  29  de  octubre  habia  dicho  de  palabra  lo  lo- 
masen en  escritos  y  dio  en  un  papel  lo  que  se  sigue : 


Molt  reverents  molt  nobles  e  raolt  honorables  senyors  de 
gran  e  reverencial  auctoritat  e  soberana  saviesa  insignits  e  do- 
táis. Nostre  Senyor  Deus  per  qualsevol  raho  ha  permes  que  ais 
sotsmesos  de  la  real  Corona  no  es  estat  nomcnat  publicat  e 
manifestat  lur  ver  e  legilim  princep  rey  e  senyor  natural  dins 
spay  de  desset  raesos  que  son  passats  despuix  que  lo  molt  alt 
senyor  rey  darrerament  deffunt  falli  los  quals  sotsmesos  ab 
gran  e  continuo  desitg  speran  aquella  beneventurada  jornada  en 
la  qual  lur  indubitat  senyor  los  sia  manifestat  sots  tal  e  tant  de- 
guda  forma  que  lengua  stranya  e  privada  de  qualsevol  nació 
amiga  o  emula  aja  a  testificar  affirmar  e  manifestar  segons  es 


(  590  ) 

o.stal  acoslumat  fitis  en  ío  present  dia  la  soberana  leallal  delií- 
vassalls  de  la  dita  corona  la  qual  tots  temps  ha  florit  e  resplan- 
dit  c  vuy  floreix  e  resplandeix  entre  los  altres  vassalls  de  totes 
les  reals  coronas  de  crestians:  et  jatsia  que  en  lo  punt  que  dit 
senyor  rey  darrorament  defnnt  fallí  lo  molt  alt  senyor  don  Jay- 
me  de  Aragó  sabia  certament  que  la  successio  de  la  dita  corona 
pervenia  a  ell  e  era  sua  pero  cogitant  attenent  e  pensant  lo  dit 
senyor  don  Jayme  la  pura  e  loable  intencio  deis  vassalls  de  la 
dita  corona  lia  conformada  la  sua  volunlat  ab  la  lur:  cor  axi  com 
los  dits  vassalls  han  voler  que  al  princep  e  senyor  al  qual  ells 
per  justicia  obeiran  no  puxa  esser  posat  si  ni  laca  de  inlrusio  ni 
tirannia  en  sa  vera  indubitada  e  natural  senyoria  axi  mateix  lo 
dit  senyor  don  Jayme  ha  voler  que  en  la  feeltat  e  obediencia 
que  ell  infalliblament  per  justicia  spera  deis  vassalls  de  la  dita 
corona  no  puga  esser  posada  taca  niga  ne  macula  en  lur  innata 
llealtat  e  per  aquell  sguart  benignament  ha  sostengut  e  soste  lo 
raolt  gran  passament  de  temps  qui  ses  despes  es  despeo  per  do- 
nar bona  e  deguda  fl  a  tant  a  tant  arduo  e  tant  salubre  negoci 
com  es  lo  article  de  la  dita  successio  e  de  asso  fan  al  dit  senyor 
don  Jayme  testiraoni  ses  obres  e  feits  notoris  car  cert  es  e  no- 
tori  que  en  la  ora  que  lo  dit  senyor  rey  falli  lo  dit  senyor  don 
Jayme  era  en  Arago  poderos  e  podia  legitimament  e  licita  en- 
trar en  castells  ciutats  e  viíes  sens  fer  injuria  ne  tort  a  algu  com 
sabes  c  sab  certament  que  per  justicia  eren  e  son  sues  :  la  qual 
cosa  fer  no  cura  ans  pregal  suplicat  et  consellat  per  los  missat- 
gers  deis  dotze  qui  lia  donchs  affermaven  representar  lo  mag- 
nific  principal  de  Catalunya  e  de  la  noble  ciutat  de  Barcelona 
desaplega  la  notable  gent  natural  del  regne  e  no  pas  estrangera 
qui  lia  donchs  habia  ab  si :  hoc  mes  sen  vene  en  lo  dit  principal 
hont  ell  c  los  seus  son  nats  e  nodrits  e  hont  es  principalmení 
heretat:  hoc  mes  sobresegue  en  exercir  son  offici  de  gobernador 
general :  les  quals  coses  e  moltes  altres  ha  feytes  lo  dit  senyor 
per  conformar  r¡  mar  reglar  e  limitar  la  sua  voluntat  ab  la  vos- 
Ira  e  tots  temps  ha  instat  insta  e  instará  lo  bon  e  degul  spatxa- 
ment  del  negoci  e  tots  temps  ha  offert  offer  e  offerrá  per  lo  be 
del  public  persona  e  bens  per  ell  de  present  posseits:  per  les  quals 
coses  pot  cascun  veurer  que  lo  dit  senyor  ha  squivats  íins  vuy  e 
squivará  de  aqui  avanl  tots  camins  e  vies  habents  color  olor  ne 


(  391  ) 
sabor  de  intrusio  damnada  lirannia  c  ha  squivals  camins  liavents 
color  olor  ni  sabor  de  haver  (mi  meiiyspreu  no  poca  amor  les 
Ierres  sotsraeses  a  la  dita  corona  ni  los  pobláis  en  aquelles  ans 
ha  encercats  camins  per  los  quals  casen  pot  veurer  que  ha  en 
oy  e  abominacio  intrusio  y  tirannia  forsa  e  impressio.  Hoc  mes 
ha  encercats  camins  per  los  quals  cascu  pot  veurer  que  ha  en 
deguda  e  cordiar honor  e  amor  les  terres  sotsmeses  a  la  dila 
Corona  e  los  pobláis  en  aquellas  e  si  no  ho  feya  no  ressemblaria 
ais  gloriosos  princeps  e  reys  deis  quals  per  vera  e  dreta  linea 
devalla  e  es  derivat  los  quals  han  amada  justicia  e  han  abomi- 
nada intrusio  e  tirannia  e  assenyaladament  aquell  glorios  rey 
qui  de  mans  de  iníels  conquista  los  regnes  de  Valencia  e  de 
Mallorca  lo  qual  rey  hac  en  gran  amor  dretura  veritat  e  justi- 
cia e  subirán  oy  e  abominacio  tirannia  e  intrusio  e  per  so  ab  bo 
c  sant  títol  conquista  gran  ierra  de  pagans  la  guerra  de  aquells 
james  lexant  per  ocupar  ni  offendrer  térra  de  cristians.  E  no  es 
maravella  si  lo  dit  senyor  don  Jayrae  ressemble  al  dit  glorios 
rey  en  amor  justicia  e  abominar  intrusio  e  tirannia  car  en  mol- 
tes  altres  coses  loy  trob  scmblant  co  es  que  ha  nom  Jayme  axi 
com  havia  aquell  y  es  fill  de  Pera  axi  com  fou  aquell  e  esli  fet 
debat  a  sa  clara  e  indubitada  successió  axi  com  feu  a  aquell  ese 
1¡  fet  debat  per  Ferrando  axi  cora  fou  a  aquell  y  es  benigní!  axi 
cora  ere  aquell  e  franc  e  liberal  axi  com  ere  aquell  e  es  sencer 
e  vertader  axi  cora  ere  aquell  y  es  de  bona  c  de  gran  e  bella  sla- 
tura  axi  cora  ere  aquell  e  en  totes  les  dites  coses  e  molíes  altres 
que  de  present  me  cali  per  no  esser  prolix  li  es  semblant:  per  lo 
que  los  sotsraesos  a  la  dita  Corona  poden  star  en  ferma  confian- 
sa  e  speransa  que  la  divinal  gracia  mijensant  sera  axi  virtuos 
glorios  e  victorios  com  fonc  aquell  e  si  lo  dit  senyor  don  Jayme 
no  abominave  tirannia  e  intrusio  no  parria  devallas  e  derivas 
del  glorios  bellicos  e  victorios  rey  En  Pere  dit  comunament  deis 
francesos  lo  cual  doma  e  calsiga  e  castiga  intrusio  e  tiranía  e 
desliura  de  aspra  e  tirannica  senyoria  moltes  gens  de  regnes  e 
terres  de  crestians  foragiíant  e  exterminant  Jos  tiraos  segons  es 
notori  e  en  gestes  e  conquestes  se  amostra  e  feu  molts  actes  so- 
biranaraent  virtuosos  la  expressa  recitacio  deis  quals  seria  lar- 
ga e  ometla  perqué  es  notoria.  Recitar  ¡particularment  e  sin- 
gular del  glorios  rey  En  Pere  pare  de  la  illustrissiraa  scny(»ra 


(  392  ) 
infanta  louller  del  dit  seuyor  don  Jaynie  o  deis  allres  gloriosos 
reys  e  deis  lurs  streiius  e  nobles  sotsmesos  com  han  domados 
genis  e  nacions  tiraoniques  seria  larga  gesta  la  qual  leix  porque 
es  notoria  e  manifesta:  e  per  amor  de  asso  lo  dit  senyor  don  Jay- 
me  axi  per  sa  propia  e  natural  inclinacio  com  per  ressemblar  ais 
gloriosos  reys  dessus  expressats  axi  com  aquel  que  porta  e  rete 
lur  ver  e  propri  nom  e  senyal  axi  com  aquell  qui  es  de  lur  ve- 
ra e  propria  casa  e  axi  com  aquell  qui  es  de  lur  vera  legitima 
e  propria  gent  e  familia  viceralment  ama  e  afifecta  la  gloria 
honor  salut  e  repos  de  la  dita  Corona  e  deis  sotsmesos  a  aquella 
per  la  deffensio  guarda  e  proteccio  deis  quals  sos  antecessors 
james  recusaren  exposar  si  mateix  a  raort  e  abominar  tiran nia 
intrusio  forsa  e  impressio  e  desija  venir  prest  a  deguda  pura 
e  justificada  fi  del  article  de  la  dita  sucessio  en  lo  qual  article 
penja  la  fe  e  bon  stament  de  tots  los  sotsm  esos  a  la  dita  Coro- 
na axi  en  universal  con  en  particular  e  en  singular.  Hoc  mes  de- 
sija lo  dit  senyor  que  tota  inquietado  perturbacio  dilacio  e  for- 
sa  sian  resecades  stirpades  denejades  e  squivades  de  la  salubre 
expedido  del  article  de  la  dita  successio  e  pensa  lo  dit  senyor  e 
li  par  que  attesa  la  qualitat  del  teraps  e  la  natura  del  article  de 
la  dita  successio  e  les  circunstancies  íncidents  e  emergents  cas- 
cun  jorn  notoriament  imminents  gents  darmes  strangera  e  a 
stranya  senyoria  sotsraesa  noestiga  be  en  lo  regne.  E  per  co 
instantment  c  affectuosa  a  les  reverencies  e  nobleses  prega  que 
vullats  adibir  tots  prests  e  congruus  partits  e  remeys  per  pur- 
gar e  denejar  lo  regne  de  tal  gent  e  asso  a  fi  que  justicia  sia  re- 
verentraent  e  reposada  colta  e  manejada  e  que  forsa  e  impressio 
malignes  e  abundoses  nodrices  de  tirannia  e  intrusio  sien  res- 
secades  e  extirpades  toltes  lunyades  e  squivades  :  e  regracia  be 
molt  lo  dit  senyor  la  notable  justa  savia  e  graciosa  resposta  per 
vosaltres  senyors  feyta  a  les  coses  en  dies  passats  en  aquest  sa- 
lubre e  raagnific  parlament  per  part  del  dit  senyor  per  mi  a  les 
vostres  reverencies  e  nobleses  proposades  e  explicades. 


Aun((uc  por  parte  del  conde  se  decía  esto  ,  pero  publi- 
cábanse por  todo  el  Principado  los  preparatorios  que  hacia 


(  395  ) 
para  salir  con  gentes  de  armas  y  banderas ,  y  todos  veraii 
que  de  esto  no  se  podian  aguardar  otra  cosa  que  escánda- 
los y  desdichas  ,  y  encenderse  una  guerra  civil  é  intestina, 
mayormente  si  estos  se  encontraban  con  los  del  infante  ,  se- 
gún era  contingente  ;  y  los  concelleres  de  Barcelona  eran 
los  que  mas  temian  estas  cosas  ,  por  estar  todos  los  de 
aquella  ciudad  ,  y  mas  los  del  pueblo  y  gente  vulgar,  afi- 
cionadísimos por  él ,  y  le  deseaban  ver  rey,  y  sabian  que  el 
dia  que  él  tomase  las  armas  y  se  metiese  en  campaña ,  to- 
do el  pueblo  de  aquella  ciudad  habia  de  hacer  lo  mismo, 
y  los  del  gobierno  de  ella  ,  que  hasta  aquel  punto  le  habian 
conservado  en  paz  y  quietud  ,  deseaban  perseverar  en  ella, 
hasta  que  se  declarase  el  verdadero  rey  y  señor  ;  y  luego 
escribieron  á  micer  Bernardo  Guaibes  ,  su  síndico,  para  que 
hiciese  sabedor  de  esto  al  parlamento  é  instase  que  se  ob- 
viasen tales  novedades ;  y  á  9  del  raes  nombraron  embajador 
para  el  conde  á  fray  Arnaldo  ,  abad  del  monasterio  de  San 
Juan  de  las  Abadesas  ,  que  era  del  orden  de  San  Agustin, 
para  que  fuese  con  embajada  al  conde,  á  exhortarle  y  reque- 
rirle que  no  intentara  cosa  alguna  de  las  que  el  síndico  de 
Barcelona  y  otros  decian  queria  hacer,  por  evitar  los  da- 
ños y  escándalos  pudieran  venir  de  ello.  Pero  ya  luego  tu- 
vo noticia  de  todo  el  conde  de  Urgel ,  y  antes  que  se  par- 
tiera el  embajador ,  que  no  salió  de  Tortosa  de  algunos 
dias  ,  escribió,  á  11  del  mes,  una  carta  al  parlamento, 
pidiendo  que  oyesen  al  dicho  Pedro  Ferrer  ,  su  embajador, 
10  que  de  su  parte  les  diria  ,  y  á  18  se  le  dio  audiencia,  y 
dio  por  escrito  lo  que  se  sigue : 


(  594  ) 

Molt  reverenls  raolt  egregis  raoU  nobles  molt  honorables 
senyors  de  gran  e  reverencial  autoritat  e  soberana  saviesa  in- 
sígnits  e  dotats.  Be  han  a  memoria  les  vostres  reverencies  no- 
bleses  e  soberanes  sabieses  cor  á  8  del  mes  de  octubre  prop 
passat  fonc  per  mi  explicada  en  lo  present  parlaraenl  una  pro- 
posicio  per  la  qual  vos  foren  extesament  e  per  menut  narráis 
e  recomíais  los  grans  intolerables  e  irreparables  carrechs  en- 
goxes  greuges  inconvenienls  e  sinistres  que  les  Ierres  sols- 
meses  a  la  real  Corona  e  los  sotsmesos  a  aquella  han  sosten guts 
e  sostenen  por  co  com  dins  spay  de  tant  larc  temps  com  ere  pas- 
sat despuix  que  lo  molt  alt  il lustre  excellent  senyor  rey  der- 
rerament  defunt  falli  ais  dits  sotsmesos  no  es  slat  publicat  e 
raanifestat  lur  ver  e  legitim  princep  rey  e  senyor  natural  al 
qual  per  justicia  e  per  deute  de  lur  Iceltat  e  naturalesa  son 
tenguts  obeir  e  lo  qual  es  cap  salut  defensio  e  pare  del  ben 
public  e  per  lo  qual  vos  foren  recitáis  les  coses  en  les  quals 
en  los  temps  passats  es  stat  feyt  dábala aquells  qui  eren  vostres 
reys  e  legitims  successors  en  lur  vera  e  legitima  successio  en  les 
quals  coses  per  vosaltres  e  per  los  vostres  lohables  antecessors 
fonc  donada  molt  bona  loable  e  molt  presta  fi  e  la  térra  fonc 
mesa  e  posada  en  bona  presta  e  segura  deflensio  :  e  fonc  vos 
per  raí  en  nom  e  per  part  del  senyor  don  Jayme  de  Arago  en 
virtut  de  la  letra  de  crehensa  conclos  en  la  dita  proposició  que 
com  lo  present  cas  que  vuy  es  sobre  lo  article  de  la  successio 
de  la  dita  Corona  no  fos  ne  sia  menys  cía»"  e  indubitat  que  eren 
aquells  que  lo  dit  cordialment  instant  e  fructuosa  vos  pregave 
que  ab  svelada  pensa  volguesseu  cercar  toís  prests  e  legitims 
eongruus  licits  e  deguts  parlits  e  remeys  per  los  quals  vosal- 
tres mijensant  ab  aquella  millor  veritát  e  concordia  que  fos 
possible  lo  article  de  dita  sucessio  prengues  deguda  bona  e 
presta  fi  e  tal  com  vosaltres  e  los  altres  sotsmesos  a  la  dita  Co- 
rona havets  acostumada  donar  a  grans  e  ardus  feits  major- 
raent  tais  e  de  tant  gran  pes  e  de  tal  natura  e  qualitat  com  es 
aquest  e  subjungint  que  lo  dit  senyor  don  Jayme  conflave  e 
confia  que  axi  com  mijensant  vosaltres  eí  los  altres  sotsmesos 
a  la  dita  Corona  les  dites  coses  prengueren  bona  e  deguda  fi 
que  sis  faria  c  fara  la  divinal  gracia  mijensant  en  aquest  qui 
no  es  menys  ciar  e  indubitat  segons  dit  he  que  aquells  c  que 


(  595  ) 
porlaul  com  lo  tlil  senyor  sabia  o  sab  cerlament  ciar  c  liquida 
mauifesta  e  indubitada  que  la  dita  sucessio  es  sua  per  justicia 
o  veja  e  veu  la  triga  del  fet  engenrave  e  engenra  gran  dan  al 
public  lo  qual  ne  caya  c  ne  cau  en  eil  per  so  segons  dit  he 
vos  pregave  aíTectuosament  e  instan tment  vos  exortave  e  requi- 
rie  que  en  lo  spatxament  de  tant  salubre  negoci  enteressessets 
curosaraent  com  ley  de  natura  e  seriptura  vuUan  e  mostren  que 
axis  degues  e  deja  fer  c  vostres  faeltat  naturalesa  e  lealtat  vos 
hi  strenguessen  eus  y  strenguen.  ítem  raes  cree  que  ajats  en 
memoria  com  a  29  de  dit  mes  de  octubre  per  mi  fonc  feta  una 
altra  proposicio  en  aquest  salubre  e  magniíic  parlament  per 
lo  qual  a  les  vostres  reverencies  nobleses  e  soberanes  savieses 
íbren  per  mi  commemorats  e  recitáis  los  actes  e  coses  feytes 
per  lo  dit  senyor  don  Jayme  en  lo  temps  passat  per  les  quals 
se  deraostrave  e  podía  cascun  veurer  com  lo  dit  senyor  avia 
conformada  rimada  reglada  e  limitada  la  sua  voluntat  ab  la 
vostra  e  havia  squivals  tots  camins  de  forsa  e  impressio  e  ha- 
via  squivats  e  squivaria  tots  camins  de  damnada  tirannia  e  de 
intrusio.  ítem  fonc  per  mi  narrat  e  recital  com  los  gloriosos 
reys  deis  quals  per  dreta  e  vera  linea  lo  dit  senyor  devalla  es 
deriva  e  lurs  strenus  e  nobles  sotsmesos  han  donades  e  svaides 
gents  e  nacions  tiranniques  e  fonc  per  mi  conclos  en  nom  c 
per  part  del  dit  senyor  don  Jayme  de  Arago  en  virtut  de  sa  le- 
tra de  crehensa  que  attenent  que  gent  de  armes  strangera  e  a 
stranya  senyoria  sotsmesa  uo  stave  be  en  lo  regne  lo  dit  se- 
nyor aíTectuosament  e  instant  pregave  á  les  vostres  reverencies 
e  nobleses  que  volguessets  adhibír  tots  prests  e  congruus  par- 
tits  e  remeys  per  purgar  e  denejar  lo  regne  de  tal  gent.  ítem 
raes  avant  pens  que  les  vostres  reverencies  nobleses  e  sobira- 
nes  savieses  han  plenament  a  memoria  com  a  i6  del  present 
mes  de  nohembre  per  mi  fonc  feta  e  explicada  en  lo  dit  parla- 
ment una  proposicio  en  la  qual  fonc  mencionat  com  lo  infant 
de  Castella  ha  en  lo  present  parlament  fet  proposar  afirmar  e 
explicar  una  opinio  molt  novella  e  molt  aspra  e  squiva  james 
oida  pensada  cogitada  ne  somniada :  la  qual  opinió  es  que  lo 
dit  infant  senyor  de  altra  gent  e  de  altra  casa  engendrat  nat 
e  notrit  en  Castella  usitat  e  acostumat  a  viurer  segons  les  leis 
tí  praliqucs  de  aquella  deu  esser  segons  affirma  el  voslre  prin- 


(  396  ) 
cep  vostre  reg:¡(lor  vostre  govcrnador  c  voslre  senyor  c  fonc 
per  mi  affirmat  cora  la  dita  novella  opinio  es  derogatoria  ab- 
rogatoiia  e  de  directo  contraria  a  la  antiga  inveterada  conrlu- 
sio  en  los  cabbreus  e  de  vostres  pares  antichs  situada  e  im- 
prentada e  per  vostres  princeps  e  senyors  naturals  preicada  e 
afñrmada  publicada  e  manifestada  segons  es  cosa  notoria  e 
per  molts  acfes  solemnes  passats  e  arduus  manifests  e  notoris 
corroborada  confortada  e  confirmada  e  fonc  per  mi  tocat  e  de- 
mostrat  com  lo  egregi  comdat  de  Urgell  situat  en  aquest  mag- 
nific  principal  fonc  e  es  joya  per  tant  de  teraps  que  no  es 
memoria  de  homens  en  contrari  singularment  stojada  ais  filis 
segons  nats  de  vostres  princeps  e  senyors  naturals  los  quals  fo- 
reu  aguts  per  primogenits  mentres  que  lo  lur  frare  reynant  no 
habia  fill  legitim  e  rcascle  e  axi  com  a  primogenit  o  exercint 
ofíici  de  governador  general  e  semblants  actes  a  primogenits 
pertanyents  segons  havem  tuit  notoriament  vist  en  lo  dit  senyor 
don  Jayme  apres  mort  del  molt  excellent  senyor  rey  de  Sicilia 
dont  romas  lo  dit  senyor  don  Jayme  governador  general  e  tenint 
loe  de  primogenit  tant  com  sobrevisque  lo  dit  senyor  rey  que 
darrerament  falli  exercint  lo  dit  offici  axi  en  actes  jurisdiccio- 
nals  com  ceremonials  exercicis  del  qual  offici  de  governador  ge- 
neral segons  toqui  e  reciti  lo  dit  senyor  don  Jayme  condescents 
sots  certa  forma  a  vosaltres  senyor  notoria  ais  prechs  e  consell 
deis  XII  que  en  lo  íemps  passat  affirmaven  representar  lo 
raagnific  principal  de  Catalunya  e  de  la  insigne  ,  regia  e  noble 
ciutat  de  Barcelona  sobresigue  sperant  e  pensanl  lo  dit  senyor 
ab  sana  considerado  esser  salut  e  repos  a  ben  avenir  de  la 
cosa  publica  per  amor  sguarl  e  conlemplacio  de  la  qual  ha  fey- 
tes  molles  coses  conformant  rimant  reglant  e  limitan t  en 
aquells  la  sua  voluntat  ab  la  vostra  segons  proposicio  e  apres 
mort  del  qual  fonc  indubitat  e  notori  al  dit  senyor  don  Jayme 
ell  esser  ver  e  legitim  princep  e  senyor  natural  en  lo  regne. 
Hoc  mes  es  joya  lo  dit  comptal  en  lo  qual  tot  temps  es  slat  po- 
sat  e  carament  stojat  axi  com  a  reliquia  legitima  e  molt  pre- 
ciosa de  vostres  princeps  e  senyors  naturals^lo  fill  legitim  se- 
gon  nal  de  aquells  perqué  ell  ab  la  sua  vera  legitima  e  dreta 
linea  fos  columna  scalo  e  recolsador  de  la  dita  corona  en*  lo 
cas  que  defallissen  los  primogenits  deis  dits  princeps  c  la  íur 


(  S97  ) 
vera  legitima  c  dreta  linea  cxplicantvos  com  diverses  vegades 
la  dila  corona  ses  reposada  en  ia  dita  columna  per  deílalliment 
de  la  vera  legitima  c  vera  linea  deis  primogenits  deis  dils 
vostres  princeps  e  senyors  naturals  explicantvos  per  avant  la 
magnificencia  e  excellencia  que  la  dita  joya  havia  tots  temps 
demostrada  e  vuy  demostra  en  aquest  magnific  principat  com 
sia  cosa  certa  que  las  molt  insignes  e  molt  nobles  regions  de 
Arago  e  de  Valencia  e  de  Mallorques  e  de  altres  sotsmesos  a 
la  dita  Corona  diverses  vegades  han  cereal  e  trobat  lur  ver  rey 
princep  e  senyor  natural  en  la  dita  joya  situada  en  lo  dit  prin- 
cipat e  no  pas  en  Franca  ni  en  Castella  e  alli  han  trobat  lur 
ver  e  legitim  senyor  e  protector  e  deffensor.  Tractant  e  recitant 
commemorant  vos  mes  avant  com  dins  lo  temps  de  desset  me- 
ses e  pus  que  eren  pissats  despuis  que  lo  molt  alt  senyor 
rey  darrerament  deCfunt  falli  lo  dit  senyor  don  Jayme  ab 
gran  et  svellada  diligencia  no  solament  per  sos  missatgers  mes 
encara  personalment  havia  instantment  e  affectuosa  pregat  so- 
licitat  exortat  e  request  lo  present  parlament  sobre  la  bona 
presta  e  deguda  expcdicio  de  tant  arduu  tant  necessari  e  tañí 
saludable  negoci  com  es  lo  arlicle  de  la  dita  sucessio  dins  lo 
qual  temps  segons  recita  per  lo  dit  senyor  ne  per  causa  sua 
ne  per  gent  que  sia  stada  a  sua  ma  ne  a  son  regiment  les  Ier- 
res sotsmeses  a  dita  corona  ne  los  poblats  en  aquelles  no  han 
sostenguts  carrechs  congoxes  forces  impressions  no  inconve- 
nients  ne  siuistres  segons  a  tot  lo  mon  es  manifest  e  noto- 
ri :  car  segons  toqui  e  recito  a  notori  es  manifest  qui  son 
aquells  per  los  quals  les  dites  Ierres  e  pobláis  en  aquelles 
han  sostengut  e  sostenen  carrechs  e  congoxes  greuges  forces 
impressions  inconveniens  c  sinistres  e  que  no  res  menys  es 
manifest  e  notori  sots  ma  regiment  e  senyoria  de  qui  son.  No 
res  menys  reciti  com  poden  veurer  les  vostres  reverencies  no  - 
bieses  e  soberanes  savieses  si  es  cosa  de  mirar  ne  de  sostenir 
no  que  vol  dir  que  de  una  part  la  dita  regio  de  Arago  sia  ple- 
na c  constipada  do  gent  darmes  de  nació  castellana  e  de  altra 
part  lo  dit  iufant  aja  fet  cominar  en  lo  present  parlam.ent  que  si 
per  vosaltres  no  es  provehit  en  certes  coses  per  ell  menys  legi- 
limamení  e  congruament  demanades  que  el  h¡  proveira  por  re- 
méis de  drv't  e  de  fot  prcnent  color  en  amor  de  la  cosa  pública 


(  598  ) 

e  preservació  de  sa  asserta  justicia  pero  mo  curant  ni  offerinl- 
se  de  fer  exir  los  caslellans  de  la  dila  regio  de  Arago  segons 
que  fer  devia  no  havent  sguart  que  per  vosaltres  senjors  e  per 
voslres  niissatgers  ne  ere  stat  request  legilimament  e  deguda:  e 
íonc  per  mi  cencíos  en  la  dita  proposicio  en  nom  e  per  parí  del 
dit  senyor  don  Jayrae  paregues  que  de  tais  coses  no  solament 
ell  mes  encara  vosaltres  vos  ne  deviets  greument  sentir  ey 
degues  esser  ja  proveit  que  per  lo  dit  senyor  habia  a  mi  raanaf 
que  de  sa  part  de  sa  senyoria  o  a  les  vostres  reverencies  no- 
bleses  c  savieses  significar  e  dir  e  sabets  be  senyors  que  per 
vosaltres  rae  fonc  demanat  per  scriptura  la  segona  proposicio 
per  mi  de  part  dessus  en  effecte  commemorada  la  qual  per  sa- 
tisfer  a  voslra  voluntat  vos  íonc  per  mi  donada  prestament  e 
volenterosa.  E  aximateix  vos  pregui  queus  fos  plazent  donar  a 
mi  per  scriptura  la  resposta  que  lo  reverent  senyor  archebisbe 
de  Tarragona  de  part  vostra  en  lo  present  parlament  ne  ha- 
via  feta  la  qual  cosa  per  vosaltres  senyors  me  fonc  graciosa- 
ment  atorgada :  e  jatsia  divereses  vegades  jo  aja  dit  e  fet  dir  a 
vostres  honorables  promovedors  que  fessen  que  jo  agües  la 
dita  resposta  en  scrils  redigida  encara  no  la  he  aguda  e  son 
XV  jorns  passats  despuis  que  fonc  per  vosaltres  senyors  atorga- 
da. Perqué  altenent  que  lo  dit  senyor  don  Jayme  sab  certamen t 
que  son  alguns  dies  passats  que  jo  he  dada  a  vosaltres  senyors 
la  dita  segona  proposicio  en  scrits  redigida  e  que  encara  no  he 
aguda  la  dita  resposta  e  que  per  conseguent  no  la  he  poguda 
reportar  ni  Irametrer  al  dit  senyor;  per  amor  de  asso  molí  re- 
verents  molt  nobles  e  molt  honorables  senyors  jo  volent  per 
nion  poder  squivar  e  lunyar  que  no  pugui  esser  notat  en  tanl 
grans  ardus  e  poderosos  afl'ers  de  negligencia  alguna  per  Iíj 
qual  pugnes  haver  c  reportar  carree  e  reprehensio  de  dit  se- 
nyor com  sia  cert  que  es  maravellat  com  he  trigal  a  trameteili 
la  dita  voslra  resposta  en  scrits  por  ro  present  a  les  voslres 
reverencies  la  present  scedula  iustant  e  requirint  a  Iota  deguda 
permesa  e  licita  forma  e  manera  que  sia  inserta  en  lo  proccs 
del  present  parhimenl  e  que  me  sia  feyta  apart  carta  scriplura 
publica  y  autentica  una  e  multes  per  los  nolaris  assi  presentí'. 


(  590  ) 
Muchos  dias  habia  ya  que  el  parlamento  tenia  apareja- 
das las  respuestas  á  las  escrituras  del  conde  y  del  infante, 
y  lo  iban  dilatando  y  escusaban  de  darlas  ;  pero  los  emba- 
jadores de  ellos  lo  instaban  con  tantas  veras,  que  no  pudie- 
ron hacer  otra  cosa  ,  y  así  á  18  de  noviembre  de  este  año 
1411  las  dieron.  La  del  conde  decia  : 


Lo  parlaraent  oida  la  proposicio  feta  per  lo  honorable  micer 
Pere  Ferrer  doctor  en  leis  missatger  per  lo  molt  egregi  senyor 
don  Jayme  de  Arago  compte  de  Urgell  a  aquest  parlament  ab 
lleUa  de  crehensa  trames  diu  e  respon  que  lols  temps  que  lo 
dit  senyor  don  Jayme  ha  triat  lo  cami  de  vera  justicia  extir- 
pada tota  via  de  intrueio  e  tiranía  e  ha  volguda  haver  confor- 
mitat  ab  los  parlaments  deis  regnes  e  Ierres  de  la  corona  real 
seguint  lo  dit  cami'de  justicia  e  ha  complagut  a  aquest  princi- 
pal e  a  la  ciutat  de  Barcelona  sobreseint  en  lo  exercici  de  go- 
vernador  general  e  ha  squivals  niijans  sabents  forca  en  los 
regnes  e  Ierres  de  la  dita  corona  e  aquells  ha  hauls  en  cordial 
amor  e  honor  e  se  es  haut  vers  los  dits  regnes  e  Ierres  a  la  di- 
la  real  corona  pertanyents  saviament  e  be  segons  es  en  la  pro- 
posicio  conlengut  (ant  pus  ubertament  mostra  la  alia  natura  e 
magnifica  de  hont  devalla  e  lant  lo  dit  parlament  nc  ha  gran 
consolacio  pensant  que  tant  com  lo  dit  senyor  e  los  allres 
competidors  se  portaran  en  demanar  la  justicia  que  prelenen 
haver  en  dita  successio  pus  saviament  ab  amor  quielut  e  re- 
pos  olvidada  tola  oppressio  e  mijas  no  deguts  tanldins  pus  breu 
spay  de  temps  e  sens  lol  scandol  pora  aquest  parlament  ab  los 
allres  a  quis  pertany  veurcr  pensar  deliberar  e  conexor  qui 
es  son  ver  rey  princep  y  senyor  justicia  mijencant  e  a  aquel  re- 
Irer  son  deule  a  la  cual  conexensa  desija  lo  dit  parlament  mi- 
jensant  la  gracia  de  noslre  senyor  Deus  no  planyent  despeses  ni 
treballs  pervenir.  E  al  darrer  e  principal  cas  de  la  dita  propo- 
sicio responent  diu  lo  dit  parlament  que  el  fins  assi  per  son  em- 
baxador  lo  qual  es  en  lo  parlament  de  Arago  e  per  lelresha  so- 
biranament  Ireballal  lant  com  ha  pogul  ne  sabut  que  la  geni 


(  4(K)  ) 

durmes  de  Castella  la  cual  es  en  lo  dit  regne  de  Arago  se  isque 
de  aqucll  e  sen  lorn  c  sens  cansar  hi  cnlen  Ireballar  lant  com 
puxe  ey  fara  tot  son  dente.  E  si  lo  dit  parlamenl  de  páranla 
primerament  e  ara  en  scrits  fa  la  present  resposta  lo  dit  parla- 
ment  fa  co  que  dell  se  perlany  e  la  natura  del  fet  reqner  e  es 
molt  contení  lo  dit  parlament  com  plau  al  dit  senyor  aquell  re- 
graciar. La  cual  resposta  etc. 


Dióse  también  lo  respuesta  al  embajador  del  infante,  y 
era  está. 


Lo  parlament  general  del  principal  de  Catalunya  oyda  e  con- 
siderada la  proposicio  feta  per  lo  molt  honorable  micer  Joan 
Gonsalez  de  Azebedo  doctor  en  leis  com  a  missatger  del  senyor 
Infant  de  Castella  e  vista  e  entesa  e  pus  plenament  considerada 
aquella  apres  per  lo  dit  missatger  en  scrits  redigida  diu  y 
respon  a  aquella  que  lo  dit  parlament  creu  e  repula  juridic  e 
íundat  en  rabo  que  algún  deis  compelidors  los  quals  preleneri 
haver  drel  en  la  successío  do  la  Corona  real  de  Arago  no  deje 
anar  ne  cavalcar  per  alguna  parí  del  dit  regne  o  fer  cavalcar 
algún  altre  ab  quaisevol  exquisides  colors  ab  potencia  de  geni 
de  armes  ne  usar  de  alguna  preheminencia  de  offici  o  jurisdic- 
cio  flns  sia  conegul  a  qual  deis  dits  conpelidors  perlany  lo  dret 
de  la  dita  sucessio  per  justicia  e  aquells  qui  sesforcen  a  fer  lo 
que  lo  dit  parlament  ab  prechs  jusls  e  degudes  requestes  La 
assajat  de  obviar  e  assajara  de  usar  si  necessari  sera  dé  altres 
jusls  reméis  lant  com  pusca  e  a  ell  se  perlanga  e  per  la  dita  ra- 
bo ha  traraesos  sos  missalgers  e  al  senyor  infaut  de  Castella  per 
parí  de  qui  es  feta  la  dita  proposicio  e  al  senyor  don  Jayme 
comple  de  Urgell  e  fins  aci  no  ven  que  lo  dit  senyor  Infant  baje 
proveit  en  la  geni  de  armes  la  qual  del  regne  de  Castella  ell 
sabeul  es  entiada  en  la  regne  de. Arago  e  es  e  sta  en  aquell 
es  diu  que  ni  deuhen  entrar  en  major  nombre  les  quals  genis 
fora  lot  diipte  sens  son  voler  e  consenliment  noy  foren  enlrades 
e  si  ho  fosscn  per  lo  dit  senyor  infaul  en  fer  exir  aquelles  del 


(  401  ) 
^it  regne  de  Arago  bi  poguera  osscr  del  tciups  do  la  cmbaxada 
a  ell  tramesa  per  aquest  parlamont  a  euca  degiidament  proveit 
o  complaent  a  aquest  parlamont  sobre  lo  dil  cas  hagucra  fet 
parlant  ab  aquellos  honors  e  reverencia  ques  pertany  co  que 
deu  c  la  proposicio  ara  novellamenl  feta  per  lo  dit  molt  hono- 
rable missalger  e  la  requesla  feta  a  aquest  parlamont  e  per 
aquell  exequida  no  porien  esser  en  alguna  parí  per  disparitat 
rahonablement  elididos  allegant  que  la  condicio  deis  competi- 
dors  deuria  igualment  raililar :  porque  lo  dit  parlament  conti- 
nuant  son  treball  e  loable  costum  prega  cxorta  e  requer  lo  dit 
missatger  que  ell  doga  scriurer  al  dit  senyor  infant  e  en  altra 
manera  inlerpos  tota  diligencia  fructuosa  que  les  ditos  gonts 
darmes  isquen  del  dit  regne  de  Arago  e  que  pus  no  ni  entren 
cora  sie  cosa  de  mal  eximpli  ais  alíres  compolidors  e  fort  pro- 
judicial  ais  rognes  e  torres  de  la  dita  Corona  com  en  los  caps  cu 
la  proposicio  feta  per  lo  dit  molt  honorable  missatger  conten- 
guts  lo  dit  parlament  hi  fara  e  treballara  tant  com  a  ell  se  per- 
tangue  frucluosament  e  doguda  per  manera  que  axi  com  envers 
Deu  e  son  senyor  e  rey  que  sera  por  justicia  ne  es  tant  scusat 
fins  assi  ho  sera  per  avant  e  no  sera  a  sa  negligencia  per  sa  part 
imputat.  E  par  al  dit  parlament  esser  just  e  rahonable  que  cas- 
cun  competidor  vuUa  haver  sa  justicia  per  vies  degudos  licites  t- 
honestes  cessant  tota  potencia  de  gents  de  armes  e  qualsovulla 
impressiva  manera  do  la  qual  no  cal  algu  del  compolidors  con- 
fiar :  ans  be  se  poden  teñir  be  per  dit  que  totes  vies  illicilos  p 
fora  de  justicia  e  raho  oblidades  lo  parlament  ja  dit  ensemps  ab 
los  allres  a  quis  pertany  se  haura  en  veurer  e  conexer  qui  es 
son  ver  rey  e  senyor  per  via  jurídica  honeslament  e  deguda  e 
contra  aquells  qui  contrafaran  enten  a  protestar  e  ara  tant  com 
pot  protesta  de  totes  penes  per  dret  contra  axi  proccinls  pro- 
mulgados e  que  per  lo  dit  parlament  e  allres  a  quis  porlanga 
hi  puxe  esser  juslament  proveit.  Roquirent  la  presonl  resposla 
esser  continuada  per  vos  notari  a  la  fi  de  la  dita  proposicio  << 
feta  e  a  ell  liurada  carta  publica  com  Icn  vulla. 


Estas  fueron  las  respuestas  <iue  dió  el  parlamenlo  á  la& 
TOMO   X,  ^7 


(  402  ) 
<[iiejas  de  los  dos  competidores,  y  mandaron  á  los  escribanos 
que  no  diesen  copia  de  las  embajadas  sin  las  respuestas  se 
habían  dado  á  cada  una  de  ellas.  El  fruto  que  nació  de  aquí 
fué,  que  ni  el  infante  sacó  la  gente  que  tenia  en  Aragón, 
ni  el  conde  osó  tomar  las  armas  y  juntar  gente,  como  habia 
pensado  y  le  aconsejaban  ;  y  confiando  de  lo  que  le  prome- 
tía el  parlamento  de  hacer  salir  la  gente  del  infante  ,  estu- 
vo á  la  mira  por  no  descompíacer  aquella  congregación,  de 
quien  él  confiaba ,  y  cuando  quiso  tomar  las  armas  y  co- 
brar con  ellas  lo  que  con  título  de  justicia  decia  serle 
quitado  ,  se  halló  solo  y  desamparado  de  todos  y  del  todo 
perdido;  y  muchos  atribuyeron  el  buen  suceso  del  infante, 
no  á  su  justicia ,  sino  al  poder  y  gente  de  guerra  que  ha- 
bía metido  en  Aragón  ,  que  obligó  á  los  jueces  á  no  hacer 
otra  cosa ,  por  escusar  las  guerras  anunciaba,  si  aquella  sen- 
tencia no  hubiera  salido  á  su  gusto  ;  asi  que ,  según  decian, 
no  venció  la  justicia ,  sino  el  poder  y  las  armas. 

Los  del  parlamento  de  Cataluña  y  el  de  Valeíicia ,  que 
pstaba  en  Vinalaroz  ,  hicieron  grande  instancia  á  los  del 
parlamento  de  Alcañiz  para  que  mandaran  echar  de  aquel 
reino  la  gente  de  Castilla  que  habia  entrado  ;  y  aunque  al 
principio  se  escusaban  con  decir  que  no  habian  entrado  con 
orden  de  ellos  ,  sino  que  los  parientes  del  arzobispo  muer- 
to los  habian  llamado  para  reprimir  la  osadía  de  los  mata- 
dores de  aquel  prelado  ,  y  que  se  habia  hallado  gran  reme- 
dio con  la  entrada  de  ellos  y  habian  cesado  muchas  muer- 
tes ,  robos  Y  otros  maleficios  que  hacia  la  gente  que  anda- 
ha  desmandada  por  aquel  reino  ,  confiando  del  favor  y  aco- 
gida que  hallaban  en  los  dichos  matadores;  pero  para  com- 
plater  á  los  parlamentos  de  Valencia  y  del  Principado,  lo 


(  405  ) 
prometieron;  y  esta  promesa  no  fué  sin  consentimiento  del 
infante  , '  á  quien  todos  los  de  aquel  parlamento  deseaban 
servir  v  ver  rey  ,  el  cual  les  ordenó  lo  hiciesen  así ,  por  es- 
torbar las  entradas  hablan  de  hacer  algunas  gentes  de  Fran- 
cia en  favor  de  don  Antonio  de  Luna.  Pero  pidieron  los 
de  Alcañiz  dos  cosas  :  la  primera  ,  que  los  que  hablan  ca- 
bido en  la  rcuerte  del  arzobispo  saliesen  de  aquel  reino  y 
no  entrasen  en  él  hasta  que  fuese  hecha  la  declaración;  la 
otra  era,  que ,  por  cuanto  sabian  que  don  Antonio  de  Luna 
hacia  venir  en  su  defensa  gente  de  armas  de  Gascuña, 
para  defenderse  de  los  que  le  perseguían  y  querían  tomar 
sus  castillos  y  lugares  ,  hiciese  el  parlamento  que  cesase  de 
hacer  venir  tales  gentes  ,  pues  saliendo  la  de  Castilla  de 
Aragón  ,  no  habría  de  haberse  de  guardar  de  nadie  ni  do 
quien  temer ;  y  de  esta  manera  el  infante ,  por  medio  do 
los  de  Alcañiz,  y  el  conde,  por  medio  del  parlamento,  pro- 
curaban impedir  el  uno  al  otro  que  no  hiciesen  juntas  de 
gentes  de  armas  ;  y  solo  habla  esta  diferencia ,  que  los  del 
infante  ya  eran  entrados  en  Cataluña,  y  los  del  conde,  que 
venían  en  nombre  de  don  Antonio  de  Luna,  hablan  de  en- 
trar ,  y  todos  llevaban  color  y  motivo  ,  los  del  infante  ,  de 
defenderse  de  los  enemigos  del  arzobispo  ,  y  los  del  conde, 
de  defenderse  de  los  amigos  y  deudos  de  este  prelado. 

En  el  entretanto  que  esto  pasaba  en  los  parlamentos,  su- 
po el  infante  que  Garci  de  Sese,  hijo  de  Garcí  López  de 
Sese,  era  ido  á  Francia  para  hacer  venir  las  gentes  que  de 
aquel  reino  aguardaban  el  conde  y  don  Antonio :  y  luego 
que  lo  supo  ,  buscó  medios  para  reducir  á  su  servicio  aque- 
llos dos  caballeros  y  los  de  su  linaje,  que  eran  muy  princi- 
pales y  poderosos  en  el  reino  de  Aragón ,  y  eran  los  mejo- 


(  404  ) 
res  valedores  que  tenia  el  conde  de  Urge!  en  aquel  reino  y 
los  que  acogieron  á  don  Antonio  después  de  la  muerte  del 
arzobispo  ,  y  aun  por  eso  les  habia  descomulgado  ;  pero 
fueron  tan  firmes  y  leales  servidores  suyos  y  tan  constantes, 
que  jamas  le  desampararon  ,  antes  siempre  le  siguieron  en 
toda  su  próspera  y  adversa  fortuna.  No  les  pidió  de  parte 
del.  infante  que  le  siguiesen  á  él  y  le  valiesen  ,  sino  que  si- 
guiesen la  justicia ,  porque  este  era  el  lenguaje  de  los  afi- 
cionados y  servidores  del  infante  ,  que  no  decian  ser  amigos 
ó  servidores  suyos ,  sino  que  seguian  la  opinión  de  la  justi- 
cia y  favorecerian  aquella  ,  como  si  los  del  conde  dijesen 
lo  contrario.  Con  este  motivo  y  apellido  tan  modesto  redu- 
cía á  su  servicio  mucbos  de  los  amigos  del  conde  de  Urgel, 
dándoles  á  entender  que  él  era  el  amparo  y  sustento  de  la 
justicia  y  razón,  que  tan  caida  y  postrada  estaba  entonces, 
y  tan  perseguida  de  don  Antonio  de  Luna  y  demás  amigos 
del  conde  de  Urgel.  Hizo  el  infante,  por  medio  de  Diego 
Gómez  de  Fuensalida,  abad  de  Valladolid,  muchas  promesas 
y  ofrecimientos  á  Garci  López  de  Sese  ,  si  hacia  dos  cosas; 
la  una  era  reducirse  él  y  Garci  de  Sese  y  Juan  de  Sese, 
sus  hijos  ,  y  todos  sus  deudos  y  amigos  ,  que  eran  muchos, 
á  la  opinión  de  la  justicia  ;  la  otra  dar  libertad  á  ciertos 
capitanes  que  tenia  presos  ,  y  por  esto  le  prometia  una  en- 
comienda de  las  órdenes  de  Santiago  ó  Alcántara  ó  Cala- 
trava  ,  que  rentase  800  florines,  y  mientras  tardase  á  dár- 
sela ,  le  prometia  de  renta  cada  un  año  500  florines ;  á 
Garci  de  Sese  ,  su  hijo  mayor  ,  que  era  en  Gascuña  ,  tier- 
ra para  veinte  lanzas  ,  y  á  Juan  de  Sese  ,  su  hijo  menor, 
tierra  para  diez  lanzas  ;  á  Juan  de  Sese  de  Cayana  ,  á  Gar- 
cia  de  Sese ,  á  Gonzalo  de  Sese  ,  á  Antonio  de  Sese  v  á 


(  405  ) 
otro  Antonio  de  Sese  ,  á  Miguel  de  Ayssa  ,  á  Lope  do  AI- 
bero ,  al  bastardo  de  Sese  ,  á  Martin  López  de  Maja ,  á 
Juan  Dasso ,  á  Pedro  Rodriguez  ,  á  Alfonso  Rodriguez  á 
Fernando  de  Sese  y  á  Juan  Galindez  de  Sese  ,  á  cada  uno 
de  estos  tierra  para  dos  lanzas;  pero  todo  aprovechó  muy 
poco  ,  porque  fueron  muy  firmes  y  leales  servidores  del 
conde,  y  no  hicieron  caso  de  dádivas  ,  antes  bien  se  lo  hi- 
cieron saber  al  conde,  y  aun  le  enviaron  copia  de  los  capí- 
tulos ú  ofrecimientos  que  el  abad  les  hizo  ,  el  cual  les  en- 
vió á  micer  Pedro  Ferrer ,  y  á  24  de  noviembre  del  dicho 
año  los  presentó  en  el  parlamento  de  Tortosa ,  donde  se  le- 
yeron públicamente  ,  y  todos  afearon  el  hecho  ;  pero  sobre 
esto  no  se  tomó  resolución  alguna  ,  mas  de  insertar  estas 
capitulaciones  en  aquel  proceso. 

Poco  después  de  esto  sucedió  que  la  gente  del  infante 
tomó  un  correo  del  conde  de  Urgel  ,  que  iba  á  Granada; 
fué  desbalijado  ,  y  le  hallaron  cartas  para  Jucef ,  rey  de 
aquel  reino.  Pareció  en  ellas  que  el  conde  ,  ya  en  vida  del 
rey  don  Martin  y  después  ,  traia  pláticas  y  habia  firmado 
confederación  con  aquel  rey  ,  y  le  habia  enviado  diversos 
mensajeros  y  hecho  grandes  ofrecimientos ,  por  medio  de 
un  moro  y  de  un  caballero  castellano  qne  se  vieron  con  el 
conde  ,  cuando  estaba  en  el  castillo  de  San  Boy  ,  junto  á 
Barcelona ;  á  mas  de  que  un  caballaro  de  aquel  rey  habia 
ido  á  Balaguer  á  ofrecer  al  conde  gente  y  tesoro  ,  y  se  su- 
po que  habia  enviado  á  Francés  de  Calonge  á  Granada  ,  á 
informar  á  aquel  rey  de  su  justicia  y  derecho  ,  y  para  que 
le  enviara  dinero  para  pagar  mil  bacinetes  y  mil  pillartes 
para  medio  año  ,  y  para  que  hiciera  poderosamente  guerra 
al  infante  de  Castilla  ,  porque  á  10  de  abril  de  1412  acá- 


(  40í)  ) 
baban  las  treguas  habia  entre  los  reyes  de  Castilla  y  Gra- 
nada; y  le  dio  aquel  embajador  al  rey  moro  esperanzas  que 
el  conde  baria  con  todo  su  poder  guerra  contra  las  tier- 
ras y  estado  del  infante ,  y  le  pidió  la  libertad  de  los  bi- 
jos  de  Pedro  Marradas  y  de  Arnaldo  de  Romaní,  que  es- 
taban cautivos  en  aquel  reino.  Toda  esta  confederación, 
firmada  de  mano  del  conde,  llevó  al  abad  de  Valladolid  al 
parlamento  de  Alcañiz  ,  y  á  2  de  enero  de  1412  la  leyó 
públicamente  en  él ;  y  como  no  habia  allá  quien  hablara 
por  el  conde ,  fué  muy  grande  la  admiración  que  hicieron 
de  ello,  y  les  pareció  muy  mal,  y  de  aquella  hora  en  ade- 
lante se  juzgó  ser  la  justicia  del  conde  poca  ,  pues  para 
alcanzarla  se  valia  de  medios  tan  ilícitos  y  malos  ,  indignos 
de  personas  que  profesaban  la  religión  cristiana.  El  infante, 
para  mejor  asegurar  sus  cosas ,  concertó  treguas  por  algún 
tiempo  con  aquel  rey  ,  porque  estando  ocupado  en  la  Coro- 
na de  Aragón  no  le  inquietara  sus  tierras  de  Castilla ,  y  fir- 
máronse para  diez  y  siete  meses  ,  que  comenzaron  á  10  de 
abril  de  1412,  y  con  esto  quedó  el  conde  del  todo  des- 
confiado del  favor  que  aguardaba  de  aquel  rey ,  que  al  prin- 
cipio se  le  era  mostrado  tan  liberal  y  complacido. 

No  se  descuidaba  don  Guerau  Alamany  de  Cervelló  de 
proveer  lo  necesario  en  todos  los  castillos  y  fuerzas  del  Prin- 
cipado, fortificando  aquellos  ,  para  resistir  á  cualquier  su- 
ceso pudiera  venir  ,  nombrando  capitanes  y  otros  oficiales: 
de  esto  se  quejó  el  conde  de  Urgel  ,  y  por  medio  de  mi- 
cer  Pedro  Ferrer  ,  á  1  de  diciembre  ,  dio  un  requirimien- 
to  en  el  parlamento  ,  pretendiendo  no  poder  hacer  el  go- 
bernador tales  nominaciones ;  pero  el  parlamento  no  resol- 
vió nada.  Como   el  conde  y  el  gobernador  estaban  encon- 


(  407  ) 
trados  ,  cualquier  acción  de  éste  reputaba  el  conde  perjudi- 
cial á  su  justicia. 

Trabajaba  ,  aunque  en  vano  ,  el  parlamento  de  Cataluña 
para  que  saliesen  del  reino  de  Aragón  las  gentes  da  Castilla 
que  habían  entrado  ,  y  habia  dias  que  habian  enviado  á 
Macian  Despuig  al  infante  de  Castilla  ,  y  no  acabó  nada, 
porqué  siempre  perseveró  en  decir  que  aquella  entrada  so- 
lo habia  sido  en  defensa  de  los  deudos  del  arzobispo ,  y  por 
estorbar  no  se  cometiesen  otros  mayores  males ,  según  él 
lo  enviaria  á  declarar  al  parlamento  ;  y  con  esto  despidió 
aquel  embajador ,  que  de  todo  llevó  auto  ,  y  lo  que  pasó 
cuenta  largamente  Zurita. 

Como  esta  Corona  estaba  sin  rey  y  con  hartos  trabajos 
y  molestias ,  no  dejaban  algunos  de  probar  empresas  que 
no  osaran  ,  si  vieran  en  ella  cabeza  y  rey.  Tomando  esta 
ocasión  ,  sucedió  que  Mateo  de  Fox  ,  vizconde  de  Castellbó 
y  nieto  de  Gastón  Phebus  ,  que  fué  yerno  del  rey  don  Juan 
el  primero  y  pretendió  por  su  mujer  heredar  estos  reinos, 
excluyendo  al  rey  don  Martin  ,  como  vimos  en  la  vida  del 
conde  don  Pedro  ,  por  medio  de  Arnaldo  de  Santa  Colo- 
ma ,  su  capitán,  se  apoderó  de  Castellví  de  Rosanes,  con 
pensamiento  de  tomar  la  baronía  de  Martorell ,  que  habia 
sido  de  sus  pasados ,  y  el  rey  don  Martin  la  habia  confis- 
cado ,  por  los  excesos  é  invasiones  que  hizo  el  dicho  Ma- 
teo ,  cuando  murió  el  rey  don  Juan.  Los  concelleres  de  la 
ciudad  de  Barcelona  procuraban  ,  todo  lo  que  podian, 
echar  de  allí  aquella  gente,  que  por  ser  tan  vecinos  de 
Barcelona  ,  y  acudirles  cada  dia  muchos  franceses  de  socor- 
ro ,  se  prometían  mil  pesadumbres,  y  mas  en  aquellos  tiem- 
pos. Parecióle  aquella  ocasión  buena  al  conde  de  Urgel, 


(  408  ) 
pues  con  motivo  de  echar  los  franceses  que  allá  habian  ve- 
nido ,  podria  meterse  en  campaña  ;  pero  no  osó  intentar 
cosa  sin  primero  consultarlo  con  el  parlamento  y  ciudad 
de  Barcelona,  y  por  eso,  á  22  de  diciembre  de  1411, 
hízoles  saber  como  habia  enviado  á  Francisco  de  Latorre, 
escudero  de  su  casa,  al  vizconde  de  Castellbó,  para  que  de- 
sistiera de  aquella  empresa  ,  y  pues  no  lo  hizo  ,  ofreció  de 
salir  contra  los  franceses  ,  y  pidió  que  para  esto  le  diesen 
favor  el  parlamento  y  ciudad  de  Barcelona ;  pero  no  les 
pareció  bien  ,  por  algunos  inconvenientes  ,  y  así  se  lo  es- 
cribieron, de  que  él  quedó  muy  desconsolado,  y  les  respon- 
dió ,  que  así  como  le  daban  consejo  y  requerian  que  no  to- 
mase las  armas,  en  aquella  ocasión  gustaría  saber  qué  con- 
sejo tomarian  para  obviar  en  Aragón  y  Valencia  los  daños 
y  entradas  de  las  gentes  que  cada  dia  venian  de  Castilla  y 
estaban  en  aquellos  reinos  ,  cuya  presencia  dilataba  la  de- 
claración que  todos  aguardaban  del  verdadero  rey  y  señor. 
El  abad  de  San  Juan  de-  las  Abadesas  ,  que  de  parte  del 
parlamento  habia  ido  á  Balaguer,  era  vuelto,  y  refirió  en  el 
parlamento  como  habia  hallado  al  conde  muy  enojado  del 
requirimiento  y  embajada  le  habia  enviado  el  parlamento,  y 
que  después  de  muerto  el  rey  don  Martin  ,  su  cuñado  ,  hu- 
biese hallado  tan  poco  favor  en  la  nobleza  del  Principado  y 
que  dudasen  de  su  justicia  ,  habiendo  él  y  sus  pasados  y 
todos  los  catalanes  siempre  entendido  y  dicho  que  ,  si  fal- 
taba la  línea  masculina  de  los  condes  de  Barcelona  y  reyes 
de  Aragón  ,  habian  de  ser  suyos  estos  reinos  y  Principado; 
y  se  quejó  mucho  que  ,  habiendo  venido  el  caso,  se  metie- 
se la  discusión  de  su  justicia  y  conocimiento  de  su  derecho 
en  manos  de  jueces  y  censura  de  letrados ,  y  le  hubiesen 


(  409  ) 
estorbado  el  designio  y  pensamiento  que  tenia  de  apoderar- 
se por  armas  de  la  tierra  ,  como  de  cosa  suya  y  de  sus 
abuelos  y  mayores ;  y  no  solo  esto ,  pero  que  habia  espar- 
cido y  derramado  las  gentes  de  guerra  que  tenia  después 
de  muerto  el  rey  don  Martin  ,  solo  por  dar  gusto  al  parla- 
mento y  complacer  á  la  ciudad  de  Barcelona ,  que  se  lo 
habían  pedido  ,  lo  que  no  hubiera  él  hecho ,  si  no  pensara 
que  todos  le  habian  de  ayudar ,  sin  hacer  caso  ,  ni  del  in- 
fante de  Castilla  ,  ni  de  los  otros  competidores ;  y  que  si 
los  catalanes  le  hubieran  aclamado  rey  luego  que  murió 
el  rey  don  Martin  ,  los  aragoneses  y  valencianos  y  los  de  las 
islas  hubieran  pasado  por  ello ,  así  como  lo  hicieron  cuando 
murió  el  rey  don  Juan  ,  que  aunque  quedaban  hijas  y  es- 
taba ausente  de  estos  reinos  el  infante  don  Martin  ,  porque 
así  lo  quisieron  los  concelleres  de  Barcelona  y  el  arzobispo 
de  Tarragona  y  otros,  levantaron  por  reina  á  la  infanta  do- 
ña María  ,  su  mujer  ,  sin  aguardar  el  consentimiento  de  los 
demás  reinos  ,  y  después  todos  pasaron  por  lo  hecho  ,  sin 
hacer  caso  de  las  hijas  que  quedaban  de  aquel  rey  :  y  si 
ahora  hubiesen  hecho  lo  mismo  ,  todos  pasaran  por  aquí,  y 
ya  que  no  querian  hacer  ahora  lo  que  entonces  ,  no  debian 
^estorbar  el  pensamiento  que  llevaba  de  salir  por, el  reino 
con  gente  ,  y  hacerse  poderoso  en  él ,  é  impedir  las  entra- 
das que  los  castellanos  habian  hecho  en  Aragón  y  Valencia, 
donde  se  estaban  muy  poderosos  ,  pues  no  habia  nadie  que 
les  resistiera  ;  y  lo  que  sobre  todo  sentía  mas  ,  era  que  ha- 
llase mas  favor  el  infante  en  aquel  reino  ,  siendo  forastero, 
que  no  él  en  Cataluña ,  siendo  natural  de  ella  y  emparen- 
tado con  los  mas  barones  y  caballeros  de  ella  ,  que  erun 
los  que  mas  á  pechos  habian  de  tomar  su  causa,  y  no  me- 


(  410  ) 
terla  á  juicio  de  letrados.  De  esta  y  otras  razones  que  dijo 
el  conde  al  abad ,  se  hizo  auto  ,  y  se  leyó  en  el  parlamen- 
to ,  el  cual  respondió  á  ellas  á  3  de  febrero  ,  y  mandó  al 
escribano  la  continuara  en  el  proceso  ,  y  la  respuesta  fué 
la  misma  que  se  dio  á  otras  embajadas  del  conde. 

Dióse  l^tambien  á  8  del  mismo  mes  respuesta  á  lo  que  el 
infante  habia  respondido  á  Macian  Despuig  ,  embajador 
del  parlamento  ,  sobre  que  mandase  salir  de  Aragón  y  Va- 
lencia los  castellanos  habian  entrado ;  y  en  suma  contenia, 
cuan  mal  parecia  lo  que  él  hacia  y  que  pretendiese  alcan- 
zar por  aquel  medio  su  justicia  ,  siendo  en  gran  daño  de  la 
Corona  ;  pero  ni  de  estas  respuestas  ,  ni  de  los  requirimien- 
tos  é  instancia  del  conde  de  Urgel ,  jamas  hizo  caso  ,  pues 
mientras  estos  estaban  requiriendo  y  dando  sus  escrituras  y 
protestos ,  él  se  fortificaba  de  manera ,  que  en  caso  no 
le  diesen  el  reino  ,  se  lo  pudiese  tomar  antes  que  ni  el  con- 
de de  ürgel  ni  el  principado  de  Cataluña  estuviesen  tan 
poderosos  como  él  en  esta  ocasión. 

Habia  muchos  dias  que  el  conde  de  Urgel  tenia  preso  en 
la  torre  de  Ager  un  caballero  llamado  Francisco  de  Villa- 
marin ,  que  habia  mandado  prender  con  algunos  muebles 
que  llevaba  ,  y  le  habia  pedido  el  parlamento  muchas  veces 
le  diese  libertad  ,  porque  ,  por  ser  militar  ,  no  le  era  lícito 
al  conde  detenerle ;  pero  el  conde,  por  pasiones  habia  entre 
ellos  ,  le  detenia.  Entonces  Raimundo  de  Corbera  ,  su  so- 
brino ,  y  Juan  de  Villaraarin  ,  su  hermano  ,  acudieron  al 
gobernador  y  al  parlamento  ,  por  via  de  recurso ,  pidiendo 
la  libertad  del  preso  y  los  bienes  le  habian  sido  tomados, 
exagerando  haberlo  hecho  el  conde  muy  mal ,  pues  usurpa- 
Í3a  las  regalías ,  en  notable  daño  del  brazo  militar  y  ofensa 


(  411  ) 
de  la  corona  real ,  protestando  que  si  no  se  les  hacia  justi- 
cia en  lo  que  pedían  ,  recurrirían  al  futuro  rey  ,  de  quien 
confiaban  alcanzarla  de  aquel  agravio  y  opresión.  Sobre  es- 
to le  escribió  el  parlamento  ,  y  á  15  de  marzo  escribió 
que  no  había  lugar  á  lo  que  se  le  pedia  ,  por  algunas  ra- 
zones que  él  sabia  y  no  era  bien  publicarlas ;  pero  que  él 
en  su  tiempo  haría  lo  que  debiese  ,  por,  complacer  al  par- 
lamento ,  el  cual  á  27  del  mismo  raes  le  envió  á  Dalmau 
de  Cacirera  para  pedir  lo  mismo ,  y  el  conde  á  los  prime- 
ros de  abril ,  le  sacó  de  la  torre  de  Ager ,  donde  le  tenia, 
y  á  6  de  abril  recibió  el  parlamento  carta  en  que  le  daba 
noticia  de  ello  :  verdad  es  que  le  tuvo  detenido  por  la  vi- 
lla de  Ager  y  no  le  dio  perfecta  libertad ,  hasta  que  fué 
hecha  la  declaración  de  Caspe. 

A  11  de  febrero  vino  nueva  al  parlamento  de  Tortosa, 
que  Ramón  de  Perellos ,  con  muchos  caballeros  y  gentiles 
hombres  ,  amigos  del  conde ,  y  por  su  orden  ,  pasaban  ar- 
mados al  reino  de  Valencia  ,  para  favorecer  á  Guillen  de 
Bellera ,  gobernador  de  aquel  reino  y  uno  de  los  mayores 
amigos  que  tenia  en  él.  La  ocasión  de  este  socorro  fué, 
según  cuenta  Laurencio  Valla,  que  este  gobernador  era  tan 
apasionado  por  los  del  bando  de  los  Vilaragudes ,  contra  los 
del  bando  de  los  Centellas ,  que  saliendo  los  límites  de  su 
jurisdicción  y  oficio  ,  les  hacia ,  con  capa  y  titulo  de  justi- 
cia ,  mil  agravios  ,  y  por  causas  bien  lijeras  condenó  á 
muerte,  de  los  de  aquel  linaje  y  sus  valedores  ,  hasta  cua- 
renta personas  honradas  ,  cortando  las  cabezas  de  los  unos, 
y  ahorcando  á  los  otros.  Eran  los  de  estos  dos  bandos  to- 
dos muy  servidores  del  conde  de  Urgel ,  y  tan  poderosos, 
que  por  ellos  tenia  el  conde  en  su  mano  toda  la  nobleza  de 


(  412  ) 
aquel  reino  ,  y  por  otra  parte  estaban  también  apasionadí- 
simos por  él  toda  la  gente  común  y  ordinaria  ,  cuya  cabe- 
za era  el  dicho  gobernador  ;  y  aunque  entre  estos  dos  ban- 
dos había  particulares  odios  y  rencores  ,  pero  en  lo  que 
tocaba  á  valer  al  conde  ,  todos  hacían  un  cuerpo  y  se  unían. 
Este  gobernador,  con  el  favor  de  los  Vilaragudes  y  del  pue- 
blo, era  en  extremo  insolente  y  cruel  con  los  Centellas,  y 
estos  ,  persuadidos  que  el  conde  de  Urgel  había  de  ser  rey, 
por  medio  de  Bernardo  de  Centellas  ,  se  le  quejaron  de  los 
excesos  del  gobernador  y  continuos  agravios  recibidos  de  él, 
y  quisieron  que  el  conde,  por  su  medio,  hiciese  cesar  los 
odios  eran  entre  aquellos  dos  bandos,  confiando  que  de  esta 
manera  gozaría  el  reino  de  Valencia  de  una  paz  y  quietud 
igual  á  la  de  que  Cataluña  gozaba  ,  en  un  tiempo  tan  des- 
dichado y  calamitoso.  El  conde ,  que  en  todo  tuvo  falta 
de  consejo  y  varones  prudentes  que  le  encaminaran,  no  tuvo 
ni  traza  ni  cordura  para  saber  meter  paz  entre  estos  dos 
bandos  ,  antes  bien  quiso  favorecer  descubiertamente  á  la 
una  de  las  dos  partes ,  y  le  pareció  inclinarse  á  la  de  los 
Vilaragudes ,  cuya  cabeza  era  el  gobernador,  á  quien  pare- 
ce que  no  temía  disgustar ,  para  ganar  el  pueblo,  que  en  la 
ciudad  de  Valencia  era  el  todo  ,  y  el  gobernador  podía 
mucho  en  ellos,  y  pensaba  el  conde  que  ,  juntados  los  Vi- 
laragudes y  el  pueblo  ,  sería  tan  poderoso  en  el  reino,  que 
no  necesitarla  del  favor  de  los  Centellas  ,  y  este  fué  su 
pensamiento  ,  aunque  muy  desacertado.  Los  del  linaje  de 
los  Centellas  quedaron  de  esto  muy  sentidos ,  y  tuvieron  á 
mal  que  el  conde  ,  que  debía  ser  neutral ,  se  señalara  mas 
por  los  Vilaragudes  que  por  ellos,  y  así  luego  se  declararon 
por  el  infante  don  Fernando  ,  pidiéndole  que  les  favoreciese 


(  413  ) 
en  aquella  ocasión  ,  y  que  no  sufriera  que  fuesen  agravia- 
dos de  los  Vilaragudes ,  amigos  del  conde ,  y  lo  hiciese  con 
ellos  así  como  lo  habia  hecho  en  Aragón  ,  favoreciendo  los 
Urreas  contra  los  Lunas  que  los  perseguían  :  y  esto  no  lo 
estimó  poco  el  infante ,  pues  de  aquella  hora  adelante 
tuvo  título  colorado  y  honesto  de  meter  gente  en  el  reino 
de  Valencia  ,  como  la  habia  metido  en  Aragón.  Vivia  en 
Valencia  la  reina  doña  Margarita ,  mujer  que  fué  del  rey 
don  Martin  ,  que  estaba  muy  mal  con  el  conde  y  sus  cosas, 
acordándose  del  agravio  le  hizo  cuando  murió  el  rey  ,  de 
ponerle  rigurosas  guardas  y  tenerla  casi  como  en  cárcel, 
como  si  hubiera  de  suponer  parto ;  y  holgó  mucho  de  las 
mudanzas  que  hacian  las  cosas  del  conde  en  aquel  reino. 
Confederáronse  los  Centellas  con  los  Urreas  de  Aragón,  v 
valiéndose  de  la  gente  del  infante  ,  se  pusieron  en  talle  de 
resistir  al  gobernador  y  aun  de  vengarse  de  los  agravios  que 
la  familia  y  amigos  habian  recibido  de  él. 

Gilberto  de  Centellas,  hermano  de  Bernardo  de  Cente- 
llas ,  acoiiipañado  de  muchos  de  su  parcialidad  ,  corrió  el 
campo  de  la  ciudad  de  Valencia  y  se  llevó  6000  cabezas 
de  ganado,  que  eran  de  Juan  de  Vilaragut,  teniente  de  go- 
bernador ,  y  decia  que  aquel  ganado  todo  era  de  cohechos 
y  lo  habia  habido  de  los  lugares  y  vasallos  de  los  Centellas. 
Como  los  Vilaragudes  vieron  que  los  Centellas  se  hacian  po- 
derosos y  que  cada  dia  les  acudia  socorro  de  gente  de  Cas- 
tilla ,  y  que  continuamente  con  mucha  y  buena  caballería 
les  corrian  la  campaña  ,  acudieron ,  en  nombre  del  gober- 
nador y  del  reino  ,  al  conde  de  Urgel ,  para  que  les  enviara 
400  caballos  ,  de  que  ellos  tenian  mucha  necesidad  ,  y  el 
conde  les  juntó  entre  sus  amigos  y  algunos  gascones ,  y  les 


(  414-  ) 
envió  á  Valencia.  Era  capitán  de  ellos  Ramón  de  Perellos. 
Salió  esta  gente  del  condado  de  ürgel,  y  por  las  riberas  del 
Segre ,  marquesado  de  Aytona  y  ribera  de  Ebro,  llegaron  á 
Cberta,  que  está  á  la  orilla  de  aquel  rio,  una  legua  de  Tor- 
tosa.  Estando  aquí  á  los  13  de  febrero,  envió  el  parla- 
mento al  abad  de  Estañ  por  embajador  al  conde  de  Urgel, 
para  que  les  mandase  volver  y  alzase  la  mano  en  dar  favor 
á  los  bandos  de  Valencia  ,  y  al  infante  escribieron  que  hi- 
ciese salir  del  reino  de  Valencia  la  gente  que  tenia  en  el 
llano  de  Burriana  ,  y  á  don  Francisco  de  Erill  enviaron  á 
Cherta,  para  requerir  á  don  Ramón  de  Perellos  que  no  en- 
trase en  Valencia,  sino  que  se  volviese  con  su  gente,  y  en- 
tendiese que  aquel  parlamento  estaba  muy  ofendido  que  á 
vista  de  Tortosa  llegara  aquella  gente  ,  y  lo  juzgaban  por 
gran  desacato  ;  y  él  respondió  que  ni  él  ni  aquella  gente 
irian  al  reino  de  Valencia  por  ofender  á  nadie  ,  sino  para 
socorrer  á  los  amigos  del  conde,  que  allá  estaban  oprimidos 
de  sus  enemigos ,  y  que  siendo  su  viaje  por  ese  fin  ,  no  ha- 
bian  de  dejar  el  camino  comenzado  ,  pues  la  defensa  era  de 
derecho  natural ,  lícita  y  permitida  á  cualquier  ;  y  envió  el 
Ramón  de  Perellos  á  Juan  Jover  al  parlamento ,  de  parte 
suya  y  de  los  nobles  y  gentiles  hombres  de  su  compañía, 
para  que  les  dijese  que  todos  ellos  habian  salido  del  condado 
de  Urgel ,  y  por  orden  del  conde  pasaban  á  Valencia  ,  al 
lugar  de  Castelló  de  Burriana  ,  y  que  el  parlamento  que  lo 
escribiese  al  conde  ,  porque  si  él  se  lo  mandaba  ,  luego  se 
volveria  con  toda  la  gente  que  llevaba ;  y  porque  tuviesen 
lugar  de  escribírselo  ,  él  iria  poco  á  poco ,  sin  apresurar  de 
ninguna  manera  su  camino.  En  el  entretanto  llegó  Ramón 
■le  Perellos  á  Castellón  de  Burriana,  y  Juan  Fernandez  de 


(  4i5  ) 
Heredia  ,  con  700  de  á  caballo  ,  llegó  á  Murviedro  ,  que 
era  del  bando  de  los  Centellas  ,  y  con  estos  caballos  y  ve- 
nida del  Heredia  ,  quedaron  muy  reforzados ,  y  luego  en- 
viaron un  buen  número  de  gente  para  impedir  que  aquellos 
400  caballos  no  se  juntaran  con  la  gente  del  gobernador, 
como  en  efecto  sucedió ,  y  sobre  ello  á  27  de  febrero  se 
trabó  batalla  ,  y  el  gobernador  quedo  .vencido  y  muerto  en 
ella ,  sin  que  jamas  ni  Ramón  de  Perellos  ni  su  gente  le 
pudieran  socorrer  ,  ni  aun  juntarse  con  él ,  porque  los  Cen- 
tellas les  tenian  preso  el  paso;  y  con  esta  victoria  ,  que  fué 
muy  grande  ,  quedaron  los  amigos  del  conde  muy  espan- 
tados ,  y  de  aquel  punto  adelante  siempre  fué  prevaleciendo 
la  parte  del  infante  ;  y  refiere  Laurencio  Valla  ,  que  dijo 
Ramón  de  Perellos,  que  con  aquellos  sucesos  conoció  ser 
poca  la  ventura  del  conde,  la  cual  le  habia  faltado  en  dos 
ocasiones  ,  la  primera  fué  cuando,  muerto  el  arzobispo  ,  los 
Lunas  no  supieron  acometer  á  los  Urreas ,  que  si  lo  hicie- 
ran, los  acabaran  y  quedaran  señores  en  el  reino  de  Aragón; 
la  otra  ,  que  si  el  gobernador  escusara  aquella  batalla  y 
aguardara  que  los  400  caballos  se  juntaran  con  él ,  no  le 
sucediera  la  muerte  y  pérdida  de  aquella  batalla.  No  que- 
ria  Dios  que  aquella  corona  fuese  para  la  cabeza  del  con- 
de ,  y  así  erraba  en  cuanto  hacia ,  faltándole  ventura  en 
todo.  Cuando  de  esto  tuvo  nuevas  el  infante  ,  quedó  tan 
contento  como  si  con  aquella  victoria  quedara  por  él  de- 
clarada la  justicia  ,  y  á  14  de  marzo  ,  escribió  al  parlamen- 
to ,  que  pues  cesaban  en  Valencia  los  bandos  y  quedaban 
vencidos  los  que  con  color  y  capa  de  justicia  la  impedian, 
procurasen  lo  mas  presto  que  pudiesen  se  declarase  el  artí- 


(  416  ) 
culo  de  la  succesion  ,  pues  veían  cuantos  daños  resultaban 
de  la  dilación. 

Estaban  ya  los  parlamentos  de  Cataluña  y  Aragón  muy 
á  punto  para  nombrar  y  elegir  personas  para  ser  jueces  de 
esta  causa  ,  y  sobre  esto  cada  dia  se  juntaban  para  hallar 
alguna  forma  y  modo  ,  para  acertar  en  aquel  punto.  El 
conde  de  Urgel  envió  entonces  á  Sperandeu  de  Cardona, 
célebre  jurisconsulto ,  que  á  24  de  febrero  entró  efi  el  par- 
lamento ,  y  después  de  haber  informado ,  remató  en  exhor- 
tar que  se  nombrasen  personas  al  conde  no  sospechosas,  re- 
servándose, si  tal  se  hacia,  el  derecho  de  dar  las  causas  de 
tales  sospechas ,  protestando  que  no  por  eso  que  decia  en- 
tendía someterse  á  tales  personas ,  sino  en  cuanto  fuese  jus- 
to ;  y  también  les  leyó  algunas  cartas  de  algunos  del  reino 
de  Aragón  que  escribían  á  algunos  amigos  suyos  ,  dando 
por  constante  y  expedito  que  el  infante  había  de  ser  rey,  y 
no  otro  :  y  el  parlamento  en  aquel  dia  no  resolvió  nada  so- 
bre esto. 

A  1  de  marzo  de  este  año  volvió  el  dicho  Sperandeu  de 
Cardona  á  protestar  lo  mismo  ,  pidiendo  ser  levantado  auto 
de  lo  que  decia  é  insertado  en  el  proceso  ;  y  la  respuesta 
le  dieron  fué,  que  debia  tanto  confiar  el  conde  y  los  demás 
competidores  de  la  lealtad  y  buena  conciencia  de  los  de 
aquel  parlamento ,  que  así  como  hasta  aquel  punto  habían 
hecho  todo  lo  posible  para  el  bien  y  servicio  de  la  Corona 
y  justicia  de  los  pretensores  ,  harían  de  aquella  hora  ade- 
lante lo  mismo,  y  de  eso  habían  de  quedar  todos  muy  sa- 
tisfechos y  contentos.  ' 

Con  todo  ,  á  13  de  marzo  díó  en  el  parlamento  un  me- 
morial de  las  personas  que  eran  sospechosas  al  conde,  y  le 


(  ^*i7  ) 
respondieron  que  acerca  de  ello  harían  lo  que  seria  justo;  y 
lo  que  hicieron  fué  que  no  tomaron  ninguno  de  aquellos  que 
el  conde  habia  nombrado ,  deseando  darle  gusto  en  esto. 
Por  parte  del  rey  de  Francia  se  dieron  por  sospechosas  al- 
gunas personas;  pero  el  parlamento,  sin  hacer  caso  de  las  sos- 
pechas que  por  parte  de  aquel  rey  se  propusieron,  no  provejó 
nada  ,  teniendo  siempre  ojo  á  escoger  personas  que  parecian 
mas  justificadas ,  útiles  y  provechosas  á  los  reinos  y  Princi- 
pado. » 

Estas  eran  las  diligencias  que  hacian  el  conde  de  Urgel  y 
los  demás  competidores,  cuando  los  parlamentos  de  Catalu- 
ña y  Aragón  procuraban  en  hallar  algún  buen  modo  y  forma 
como  unidos  con  Valencia  se  entendieran  en  esta  declaración; 
pero  los  bandos  que  habia  en  estos  dos  reinos  estaban  tan 
encendidos,  que  lo  impedian  del  todo.  Tratábanse  de  juntar 
los  parlamentos  en  un  lugar  acomodado  para  todos;  pero  es- 
to no  tuvo  efecto,  porque  no  podian  concordar  sobre  quién 
habia  de  presidir  en  aquella  junta  ó  congregación,  y  querían 
que  fuese  en  Aragón,  y  el  gobernador  de  aquel  reino  preten- 
día pertenecerle  á  él  la  presidencia.  Pasaron  sobre  esto  mu- 
chas cosas,  y  á  la  postre  no  se  concluyó  nada  y  se  espar- 
cieron todos.  En  el  principado  de  Cataluña  se  hicieron  mu- 
chas juntas  en  la  ciudad  de  Barcelona  ,  y  aunque  en  lo  que 
tocaba  al  bien  común  todos  estaban  unidos  y  concordes ,  pe- 
ro no  fué  poco  lo  que  trabajaron  en  apaciguar  algunos  ban- 
dos y  parcialidades  que  cada  dia  se  suscitaban  entre  particula- 
res, por  propios  intereses.  En  el  reino  de  Valencia  era  ma- 
yor la  discordia  y  estaban  mas  vivas  las  pasiones  ,  porque  el 
gobernador  y  otros  ministros  de  justicia  abusaban  del  cargo  v 
poder  que  tenian.  Estando  las  cosas  en  este  estado ,  sucedió 
TOMO  X.  28 


(  AÍS  ) 
la  muerte  del  arzobispo  de  Zaragoza,  y  fué  tal  el  escándalo 
que  causó,  que  todos  deliberaron  (á  lo  menos  los  bien  inten- 
cionados) de  esforzar  que  tuviera  fin  el  artículo  y  duda  de  es- 
ta sucesión  ,  porque  no  se  podia  ya  esperar  cosa  buena, 
habiendo  osado  poner  sacrilegamente  las  manos  en  aquel 
prelado ,  matándole  sin  causa  ni  razón.  Entonces  el  parla- 
mento de  Cataluña  ,  que  había  estado  en  Barcelona  hasta 
aquel  punto,  se  prorogó  para  la  ciudad  de  Tortosa  ,  porque 
era  mas  vecina  á  Aragón  y  Valencia.  Los  aragoneses ,  des- 
pués de  haber  costado  á  los  bien  intencionados  y  amigos  de 
justicia  mucha  fatiga  y  trabajos,  á  la  postre  se  convocó  el 
parlamento  para  el  2  de  diciembre  de  1411  ,  para  la  villa 
de  Alcañiz,  que  por  ser  cercana  á  Cataluña,  era  fácil  el  co- 
municarse los  dos  parlamentos;  y  después  de  varios  tratados, 
el  parlamento  de  Cataluña  envió  seis  embajadores  á  Alcañiz, 
para  concordar  el  modo  y  forma  se  habia  de  tener  en  nom- 
brar las  personas  que  habian  de  juzgar  esta  causa  y  pleito. 
Llegaron  un  sábado  ,  á  16  de  diciembre  de  este  año,  y  tu- 
vieron varios  tratos  :  todo  lo  que  pasó  refiere  Gerónimo  Zu- 
rita ,  que  lo  sacó  de  los  procesos  originales  de  estos  parla- 
mentos; y  á  la  postre  se  levantó  auto  del  concierto  á  15  de 
febrero  de  1412,  que  después  el  dia  siguiente  lo  aprobaron 
con  auto  particular  los  síndicos  de  Valencia.  La  suma  de  lo 
contenido  en  él,  era: 

Que  toda  aquella  causa  se  cometiese  á  nueve  personas  de 
pura  conciencia  y  buena  fama,  y  tan  constantes,  que  pudie- 
sen proseguir  tan  arduo  y  señalado  negocio  hasta  la  fin ,  y 
que  eslos  hubiesen  de  declarar  y  nombrar  la  persona  á  quien, 
según  justicia,  se  debia  prestar  el  juramento  de  fidelidad  ;  y 
se  les  señaló  el  castillo  de  Caspe,  del  orden  de  San  Juan,  dan- 


( ^»^> ) 

•Joles  y  concediéndoles  ampliamente  la  jurisdicción  y  pose- 
sión del  castillo  y  pueblo  ,  con  autoridad  del  Sumo  Pontífi- 
ce, que  para  esto  dio  su  consentimiento  y  plena  voluntad. 

Que  estas  nueve  personas  fuesen  graduadas  de  esta  mane- 
ra :  tres  en  primer  grado  ,  tres  en  el  segundo  y  tres  en  el 
tercero  ;  y  que  no  pudiesen  llevar  mas  de  cuarenta  personas, 
con  armas  ó  sin  ellas.  A  estas  nueve  personas  cometieron  los 
del  parlamento  de  Alcañiz  y  los  embajadores  del  de  Torto- 
sa,  y  dieron  el  poder  que  dárseles  podia  ,  para  entender  en 
este  negocio,  y  que  lo  que  los  nueve  ó  seis  de  ellos  decla- 
rasen, con  que  en  estos  seis  hubiese  de  cada  nación,  se  tu- 
viese por  verdadero  v  firme. 

Que  el  tiempo  en  que  se  habia  de  hacer  esta  declaración 
durase  desde  29  de  marzo  á  29  de  mayo ,  y  si  parecia  á  los 
nueve,  se  pudiese  prorogar  este  tiempo,  con  que  no  pasase 
de  29  de  julio  de  este  año  141 2. 

Que  volasen  á  nuestro  Señor  y  jurasen  con  gran  solemni- 
dad ,  después  de  haber  confesado  y  comulgado  públicamen- 
te, que  procederían  en  aquel  negocio  lo  mas  presto  que  po- 
drian,  y  que,  según  Dios,  justicia  y  buena  conciencia,  publi- 
carían el  verdadero  rey  y  señor,  pospuesto  todo  amor  y  odio, 
y  que  no  revelarían  antes  de  la  publicación  su  intención  ni 
voto ,  ni  el  de  los  otros. 

Que  los  competidores  fuesen  oídos  así  como  vendrían  ,  y 
llegando  dos  juntos,  oyesen  al  que  les  pareciese. 

Que  estando  alguno  de  los  nueve  impedidos  ,  los  ocho 
nombrasen,  en  su  lugar,  otro  de  la  misma  nación. 

Que  porque  estuviese  guardado  el  castillo,  fuesen  nom- 
brados dos  capitanes  ,  uno  aragonés  y  otro  catalán  ,  v  estos 
tuviesen  la  jurisdicción  y  regimiento  de  la  villa  ,,  en  nombre 


(  420  ) 
de  los  nueve.,  haciendo  juramento  de  guardarles  y  obedecer- 
les. A  cada  capitán  señalaron  cincuenta  hombres  de  armas  y 
cincuenta  ballesteros,  y  que  nadie  pudiese  acercarse  de  cua- 
tro leguas,  con  gente  de  armas,  de  veinte  hombres  de  á  ca- 
ballo arriba ,  sino  los  embajadores  de  los  competidores,  y  es- 
tos no  podían  llevar  por  cada  embajada  mas  de  cincuenta 
personas  y  cuarenta  cabalgaduras;  y  que  los  pailamentos  du- 
rasen hasta  la  publicación  de  rey  ,  y  que  no  revocarian  el 
poder  dado  á  los  nueve,  y  que  todos  tendrían  por  rey  al  que 
los  nueve  en  la  forma  susodicha  publicasen. 

El  mismo  dia  que  fué  firmada  esta  concordia,  se  despidie- 
ron letras  de  aviso  ó  de  llamamiento  á  todos  los  competido- 
res, no  por  via  de  citación  jurídica,  sino  de  cortés  notifica- 
ción: eran  estas  casi  de  un  mismo  tenor.  La  que  se  envió 
ú  don  Jaime,  conde  de  Urgel,  decia  de  esta  manera. 

EGREGIO  DOMINO  JACOBO  COMITI  URGELLI. 

Parlamentum  generala  regni  Aragonum  el  ambaciatores  par- 
lamenli  generalis  Cathalonie  principatus  ipsum  parlamentum 
representantes  el  ab  eodem  habentes  plenariam  poteslalem  in 
istis  honorcm  debilum  cum  salule.  Vobis  qiii  in  successione  reg- 
norum  el  lerrarum  regle  corone  Aragonum  subditorura  jus  ha- 
bere  asseritia  el  prelendilis  parlamentum  el  ambaclalores  pre- 
dicU  pro  so  el  diclis  parlamenlis  adherentibus  notiGcant  in- 
limant  sen  denuucianl  per  présenles  quod  cerfe  notabiles  per- 
sone ab  eisdein  parlamenlis  super  biis  pleniim  posse  habenles 
in  villa  de  Casp  prope  flamen  Iberi  in  Aragonia  conslilule  pro 
invesligando  ¡nsliluendo  se  el  informando  noscendo  el  publican- 
do cm  predicta  parlamenta  ac  subdili  ac  vassalli  dicte  Corone 
debilum  prestare  el  quem  in  eorurn  verum  regem  el  dominum 
sec  (indum  Deum  et  eorum  cousciencias  habere  debeant  el  te- 
neant  hinc  ad  vigessimam  nonam  diein  marlii  próximo  fuluri 


(  421  ) 
continué  erunt  personaliter  congregali  processuro  ab  indo  ad 
investigationem  ¡nstructionem  informationom  el  pubücaiionem 
predictas.  Data  in  villa  Alcanicü  sub  sigillis  rcvorendissimi  in 
Chrislo  patrís  domini  Episcopi  Oscensis  quo  dictum  parlamen- 
lum  Aragonense  et  reverendissimi  in  Christo  patris  domini  Ar- 
chiepiscopi  Tarracone  quo  dicti  ambassiatores  uluntur  hic  ap- 
positis  in  pendenti  XVIIl  die  februarii  anuo  a  nativitate  Domini 
M.CCCC.XII. 

Parlamentum  genérale  regni 
Aragonum  et  ambaciatores  par- 
lamenti  Cathalonie  Principatus 
honoribus  vestris  prompti. 

Estaban  estas  letras  en  pergamino,  y  de  ellas  pendientes 
los  sellos  del  obispo  de  Huesca,  por  el  parlamento  de  Ara- 
gón, y  del  arzobispo  de  Tarragona,  por  los  embajadores  del 
Principado.  Diéronse  a  un  caballero  llamado  Guillen  de 
Montoliu  ,  para  que  con  título  de  embajador  las  llevase  al 
conde  de  Urgel ,  junto  con  otra  que  también  se  escribió 
á  todos  los  demás  competidores  ,  exhortándoles  que  los 
embajadores  que  enviasen  á  Caspe  viniesen  con  hábito  ho- 
nesto ,  decente  y  de  paz.  Llegó  á  Balaguer  martes  á  23 
de  febrero  de  este  año  1412,  y  á  las  tres  horas  después 
del  mediodía ,  en  el  castillo  de  aquella  ciudad ,  le  presentó 
las  letras  en  presencia  de  Miguel  Ribas,  escribano,  que  le- 
vantó auto  de  ello,  siendo  testigos  fray  Juan  Ximeno,  obis- 
po de  Malta  ,  y  fray  Guillen  Ramón  ,  abad  del  Estañ  ,  del 
orden  de  San  Agustín,  y  otros.  El  conde  recibió  las  letras, 
y  dijo  al  notario  que  no  cerrase  el  acto  de  aquella  presen- 
tación sin  su  respuesta  ,  porque  no  se  las  tenia  por  presen- 
tadas ni  intimadas  ,  por  estar  ausentes  sus  escribanos. 

Después ,  á  20  del  mismo  mes  y  año ,  al  mediodía  ,  vol- 


(  422  ) 
vio  el  embajador  al  castillo  para  buscar  las  respuestas  ,  y 
un  portero  le  dijo  que  entrase  en  un  aposento  ,  donde  ha- 
lló al  conde  sentado  en  forma  de  tribunal,  y  tenia  las  dos 
letras  que  se  le  habian  presentado  en  las  manos  ,  y  al  re- 
dedor su  consejo;  y  un  notario  requirió  al  obispo  de  Mal- 
ta, á  Berenguer  de  Barutell ,  arcediano  de  Santa  María  de 
la  mar  de  Barcelona,  Arnaldo  de  Alberti  ,  caballero  letra- 
do, el  abad  del  Estañ.  Tristan  de  Luga ,  Bernardo  Roig  y 
Pedro  Ferrer ,  letrados  ,  que  fuesen  testigos  de  lo  que  allí 
pasaria  ,  y  fué  que  el  conde  le  dijo  : — Señor  Montoliu, 
cuando  vos  me  presentastes  estas  letras  estaban  ausentes  mis 
escribanos ;  ahora  que  están  aquí  se  hará  este  negocio  mas 
legítimamente ,  y  así  volvédmelas  á  presentar  delante  de 
ellos  y  del  vuestro  ,  y  todos  levantarán  auto  de  ello ,  y  vos 
tendréis  uno,  y  yo  otro. — El  embajador  le  dijo  que  aquello 
le  estaba  bien,  con  que  no  engendrase  perjuicio  á  la  pre- 
sentación le  habia  ya  hecho  el  martes  pasado;  y  al  conde  le 
pareció  bien,  y  dio  las  letras  al  embajador,  que  se  las  vol- 
vió á  presentar. 

Después ,  el  lunes  siguiente  ,  á  29  del  mes ,  cerca  del 
mediodía  y  en  la  plaza  del  castillo  de  Balaguer  ,  presen- 
tes el  obispo  de  Malta,  don  Antonio  de  Cardona  ,  don  Dal- 
macio  de  Quefalt ,  Arnaldo  Despes  y  Arnaldo  Alberti ,  le- 
trados, y  T.  de  Copons,  mayordomo  y  del  consejo  del  con- 
de ,  dio  por  respuesta  una  cédula  que  decía. 


Jacobus  de  Aragonia  Comes  Urgelli.  Visis  el  inlellectís  litteris 
per  GuiUermuin  de  Montolivo  ei  presentatis  dicit:  Qiiod  succes- 
sio  corono  logie  Aragoaura  est  sua  et  ad  eum  pertinet  el  spcc- 
tal  el  non  ad  aliuní  sibique  ul  vero  el  legilimo  süccessori  venil 


(  423  ) 
el  indubilanter  est  prestanda  obedientia  per  vassallos  et  sub- 
ditos dicte  regie  Corone  non  consentiens  presentationi  dictarum 
litterarum  nec  aliquibus  aclis  lactis  el  fiendis  si  et  ¡n  quantum 
sint  vel  vertí  possint  in  prejudilium  sue  indubilate  successio- 
nis:  et  protestatur  quod  habita  pleniori  deliberatione  et  informa- 
ticoe  de  contentis  in  dictis  litteris  possit  et  valeat  illis  respon- 
deré et  providere  quandocumque  sibi  videbitur  expediré  pro 
sue  regie  successionis  conservalione  requirens  posl  dictarum 
litterarum  presentalionem  inserí  et  contínuari  in  instrumento 
per  notarios  presentes. 


Intimáronse  también  las  mismas  letras  á  Luis ,  hijo  pri- 
mogénito de  Luis  ,  rey  de  Ñapóles  ,  y  de  doña  Violante, 
hija  del  rey  don  Juan  el  primero  ,  rey  de  Aragón  ;  al  in- 
fante don  Fernando  de  Castilla  ,  hijo  del  rey  don  Juan  el 
primero  ,  rey  de  Castilla,  y  de  doña  Leonor  ,  hija  de  don 
Pedro  cuarto  rey  de  Aragón;  á  don  Alfonso,  duque  de  Gan- 
día ,  hijo  del  infante  don  Pedro  ,  conde  de  Ribagorza,  que 
fué  hijo  del  rey  don  Jayme  el  segundo  de  Aragón  ( éste 
murió  antes  de  declararse,  y  por  su  muerte  fueron  preten- 
sores  don  Alfonso  ,  su  hijo  ,  y  don  Juan  ,  conde  de  Pra- 
<Jes ,  su  hermano);  y  á  don  Fadrique  de  Aragón  ,  conde  de 
Luna  ,  hijo  natural  del  rey  don  Martin  de  Sicilia  y  nieto 
del  rey  don  Martin  de  Aragón. 

Esto  no  se  intimó  ni  á  la  reina  doña  Violante  ,  mujer 
del  rey  Luis ,  hija  de  don  Juan  ,  el  primero  ;  ni  á  la  in- 
fanta doña  Isabel,  mujer  del  conde  de  ürgel ,  hija  del  rey 
don  Pedro  ,  porque  daban  por  constante  no  ser  capaces 
de  la  sucesión  ,  habiendo  varones  del  linaje  real ;  pero  á 
los  nueve  pareció  debian  ser  llamados  ,  y  así  se  les  envia- 
ron letras  ,  como  á  los  varones:  y  porque  con  facilidad  se 


C  424  ) 
pueda  ver  el  grado  de  cada  uno  de  los  pretensores  ,  pongo 
aquí  el  árbol  genealógico  de  ellos  (1). 

Despachadas  las  letras  á  competidores  ,  entendió  el  par- 
lamento en  escoger  estas  nueve  personas ;  y  aunque  había 
muchas  en  esta  Corona  á  quien  se  podia  encomendar  este 
negocio ,  pero  después  de  varias  juntas  y  conferencias,  uná- 
nimes los  parlamentos  de  Aragón  y  Cataluña,  concordaron 
en  ellas,  á  14  de  marzo  ;  y  á  16,  con  auto  solemne,  las 
publicaron  en  el  parlamento  de  Tortosa  ,  y  eran  :  por  Ara- 
gón, don  Domingo  Ram  ,  obispo  de  Huesca,  doctor  en  cá- 
nones ,  Francisco  de  Aranda ,  de  Teruel ,  donado  de  Porta- 
celi ,  del  orden  de  Cartuja,  y  Berenguer  de  Bardaxí,  in- 
signe letrado  ;  y  por  Cataluña  ,  don  Pedro  de  Cagarriga, 
íirzobispo  de  Tarragona  ,  licenciado  en  cánones ,  Guillen  de 
Vallseca,  doctor  en  leyes,  y  Bernardo  de  Gualbes,  doctor  en 
ambos  derechos  ;  y  por  Valencia,  Bonifacio  Ferrer ,  prior 
general  de  la  Cartuja ,  doctor  en  cánones ,  san  Vicente 
Ferrer ,  del  orden  de  Predicadores  ,  maestro  en  teología, 
Ginés  Rabassa,  doctor  en  leyes,  y  por  su  impedimento,  Pe- 
dro Beltran. 

Eran  estas  nueve  personas  ,  á  juicio  y  común  sentir  de 
toda  la  Corona  ,  las  mas  idóneas,  justificadas  y  entendidas 
de  ella  ;  y  lo  que  mas  era  de  estimar  fué  ser  entre  ellas 
san  Vicente  Ferrer ,  luz  y  honor  de  España  ,  con  cuyo  pa- 
recer y  consejo  tenian  por  cierto  que  no  se  podia  errar, 
por  ser  pública  y  notoria  su  gran  doctrina  y  santidad,  con- 
firmada con  infinitos  milagros  y  obras  prodigiosas  ,  que  ca- 


(I)    Véase  el  que  va  continuado  al  linde  las  actas  del  compromiso  de 
Caspe  ,  en  esta  misma  Colección. 


(  425  ) 
da  día  obraba  Dios  por  su  mano ,  y  parecía  que  habíamos 
vuelto  á  aquel  felicísimo  tiempo  de  la  primitiva  Iglesia, 
pues  cada  dia  hacia  maravillas  iguales  á  las  que  aquellos 
antiguos  santos  obraron ;  y  era  tanto  lo  que  confiaba  de  él 
el  conde  don  Jaime  y  sus  amigos  ,  que  á  24  de  marzo  el 
conde  de  Cardona  y  otros  muchos  protestaron  al  arzobispo 
y  á  micer  Bernardo  de  Gualbes ,  que  el  dia  siguiente  ha- 
bían de  partir  para  Caspe  ,  no  hiciesen  nada  sin  este  san- 
to y  micer  Guillen  de  Vallseca. 

Luego  que  fueron  publicadas  estas  nueve  personas  ,  se 
les  envió  á  notificar  de  parte  de  los  parlamentos ,  rogándo- 
les acudiesen  al  lugar  de  Caspe ;  y  á  san  Vicente ,  que  es- 
taba en  Castilla ,  enviaron  á  Miguel  Kibes  ,  notario ,  en- 
cargándole que  diese  al  santo  toda  la  prisa  posible. 

Con  ser  esta  nominación  tan  premeditada  y  pensada,  no 
todos  los  pretensores  vinieron  bien  en  ella ,  porque  Luis, 
duque  de  Anjou,  alegó  sospechas  contra  el  obispo  de  Hues- 
ca ,  que  decia  haber  alegado  en  derecho  en  favor  de  uno 
de  los  competidores ;  contra  Francisco  de  Aranda ,  que  no 
era  letrado  en  derecho  canónico  ni  civil ;  contra  Beren- 
guer  de  Bardaxi ,  que  llevaba  de  uno  de  los  competidores, 
á  quien  habia  aconsejado  en  este  negocio  ,  una  pensión  de 
quinientos  florines  cada  mes  ,  á  mas  de  otra  que  recibia  un 
hijo  suyo  ,  del  mismo  competidor ;  y  que  Bonifacio  Ferrer 
se  era  declarado  en  favor  de  don  Fadrique  de  Aragón  ,  y 
que  él  y  el  Aranda  eran  enemigos  del  rey  de  Francia  ,  ni 
eran  para  semejante  negocio,  por  ser  del  orden  de  la  Car- 
tuja y  estar  mas  ocupados  en  la  contemplación  de  las  cosas 
divinas  que  no  en  semejantes  materias.  Estas  sospechas  se 
dieron  á  15  de  marzo,  que  fué  un  dia  entre  la  nomina- 


(  42G  ) 
clon  y  publicación  de  ellas ,  pensando  así  impedirla ;  pero 
luego  el  dia  siguiente  declaró  el  parlamento  de  Cataluña, 
donde  se  propusieron  ,  que  no  procedian  y  que  fuesen  pu- 
blicadas las  nueve  personas.  Estas  sospechas  no  dieron  mu- 
cho que  hacer,  ni  los  que  las  alegaron  insistieron  mucho  en 
ellas.  Lo  que  dio  mas  cuidado  fué  que  á  23  de  marzo 
Dalmacio  Cacirera,  gran  amigo  del  conde  de  Urgel,  dio  sus 
sospechas  contra  algunos  de  los  nueve  ;  y  fueron  de  su  pa- 
recer el  conde  de  Cardona ,  y  los  procuradores  del  caste- 
Ilan  de  Amposta,  del  conde  de  Prades ,  de  mosen  Beren- 
guer  de  Cortes ,  del  conde  de  Quirra ,  de  don  Antonio  de 
Cardona  ,  de  don  Guillen  Ramón  de  Moneada,  de  don  Dal- 
macio de  Queralt ,  de  don  Guillen  Despes ,  de  don  Juan 
Despes ,  de  don  Pedro  de  Orcau  ,  de  don  Arnaldo  de  Or- 
ean ,  de  Dalmacio  de  Porcia ,  don  Pedro  de  Moneada  ,  don 
Francisco  de  Vilanova ,  Galceran  de  Resanes  y  otros  mu- 
chos, que  eran  deudos  y  amigos  del  conde  de  Urgel.  Causó 
esto  gran  alteración  y  temieron  no  se  desconcertase  lo  que 
tanto  habia  costado  de  concertar  ,  porque  perseveraban  en 
esta  su  opinión  y  sospechas.  El  parlamento  ,  á  26  del  mis- 
mo mes  ,  les  respondió  ,  dándoles  á  entender  cuan  justa  y 
acertada  habia  sido  la  nominación  de  tales  personas,  en  que 
habian  concurrido  los  votos  y  pareceres  de  mas  considera- 
ción ÁQ  los  parlamentos  ,  y  aunque  algunos  habian  nombra- 
do otros  jueces ,  pero  bien  sabian  que  se  habia  de  estar  á 
los  que  la  mayor  parte  habia  nombrado  ,  por  estar  así  con- 
cordado antes  de  hacerse  el  nombramiento  de  ellos.  Con 
estas  y  otras  razones  que  dieron  se  sosegaron  algún  tanto, 
porque  no  todos  sentian  bien  de  tales  recusaciones,  y  sabian 
que  salian  del  conde  de  Urgel  ,  que  pensaba  así  mejorar  su 


(  -^27  ) 
causa  y  deshacer  la  del  infante  ;  y  aunque  á  30  del  mismo 
mes  de  marzo  ,  y  á  28  de  junio ,  volvieron  á  protestar  lo 
mismo  que  habian  ó  23  de  marzo  ,  pero  á  1  de  julio  res- 
pondió el  parlamento  de  manera  ,  que  quedaron  desenga- 
ñados de  cuan  vana  y  fuera  de  lugar  era  aquella  su  preten- 
sión ;  pero  los  nueve  no  por  eso  dejaban  de  ponerse  á  pun- 
to para  entender  en  el  negocio  que  les  estaba  encomenda- 
do ,  y  sin  hacer  caso  de  estas  recusaciones  ,  se  juntaron,  lo 
mas  presto  que  les  fué  posible  ,  en  Caspe. 

El  primero  que  compareció  para  informar  fué  el  conde 
de  Urgel ,  por  medio  de  sus  embajadores  y  letrados ,  que 
envió  con  carta  credencial ,  fecha  á  4  de  mayo  ,  y  eran  el 
obispo  de  Malta  ,  don  Antonio,  hermano  del  conde  de  Car- 
dona ,  Francisco  de  Vilanova ,  fray  Juan  Nadal ,  del  orden 
de  Predicadores  ,  maestro  en  Teología  ,  Sperandeu  de  Car- 
dona, Arnaldo  Alberti ,  Macian  Vidal,  y  Bernardo  Roe, 
insignes  letrados,  todos  de  su  consejo;  y  el  mismo  dia  infor- 
maron el  obispo  de  Malta  y  fray  Juan  Nadal ,  á  17  Spe- 
randeu de  Cardona  y  micer  Macian  Vidal ,  y  el  1 9  el  mis- 
mo Cardona  ,  Arnaldo  Alberti  y  Bernardo  Roe ;  el  dia  si- 
guiente informaron  todos  ,  y  los  jueces  les  dijeron  que  pro- 
curasen abreviar  como  mejor  pudiesen ,  y  diesen  por  es- 
crito lo  que  habian  dicho,  y  si  mas  querían  decir,  los  oirían 
de  buena  gana. 

Acabadas  las  informaciones  del  conde  ,  el  otro  dia  com- 
parecieron Garau  de  Ardevol,  caballero  embajador  de  la  in- 
fanta, y  Pedro  Ferrer,  su  abogado,  y  firmaron  por  ella  ;  á 
23  otra  vez  se  volvió  á  informar  por  el  conde,  á  la  maña- 
ha  ,  y  á  la  tarde  por  la  infanta  ,  y  á  24  también  por  el 
conde ;  y  los  jueces  les  encargaron  mucho  que  diesen  por 


(  428  ) 
escrito  lo  que  habian  dicho  ,  según  ya  lo  habian  ofrecido, 
y  que  fuese  presto  ;  y  así,  á  8  de  julio  lo  hicieron,  y  á  21 
volvieron  á  dar  otras  alegaciones  que  faltaban  ,  y  acabaron 
de  fundar  el  derecho  de  don  Jaime ;  y  porque  habian  he- 
cho en  las  alegaciones  que  dieron   á  8  algunas  protesta-* 
ciones ,  el  mismo   dia  21   los  nueve  respondieron  á  ellas, 
diciendo  ,  que  no  en  nombre  propio  suyo,  sino  en  virtud  de 
poder  á  ellos  concedido  ,  habian  procedido  y  procedian  y 
pensaban  proceder  acerca  de  la  investigación  ,  información, 
reconocimiento  y  publicación  de  aquel  que  habian  de  te- 
ner por  verdadero  rey  y  señor ,  por  justicia  ,  y  según  Dios  y 
buena  conciencia,  y  mandaron  levantar  auto  de  esto;  y  des- 
pués de  salidos  los  embajadores  ,  miraron  las  alegaciones 
que  les  habian  dado  últimamente,  y  hallaron  las  mismas  pro- 
testas y  dieron  la  misma  respuesta  que  babian  dado  á  las  de 
"8  del  mes ,  y  mandaron  levantar  auto  de  ello  ,  y  que  se  in- 
timase á  los  embajadores. 

A  26  de  mayo  comenzaron  las  informaciones  del  infante 
don  Fernando  ,  y  á  28  dieron  por  escrito  lo  que  de  pa- 
labra habian  dicho  ;  y  lo  mismo  hizo  el  embajador  y  aboga- 
dos del  duque  de  Gandía  ,  en  los  dias  les  fueron  asignados. 

Disputóse  muy  á  la  larga  el  derecho  de  los  competido- 
res ;  fundaba  cada  uno  de  los  abogados  como  mejor  podia 
su  justicia,  y  la  del  conde  de  Urgel,  decian  consistía  en  la 
inteligencia  del  testamento  del  rey  don  Jaime  I,  que  dis- 
puso que  en  ningún  caso  mujeres  pudieran  suceder  en  el 
reino,  repeliéndolas  del  todo  de  la  sucesión,  y  en  esto  fun- 
daba también  el  duque  de  Gandía  su  justicia ,  y  daban  por 
ejemplo,  que  cuando  el  rey  don  Pedro  quiso  hacer  jurar  á 
la  infanta  doña  Constanza,  su  hija,  para  que  fuese  recibida 


(  4i29  ) 
por  primogénita  y  sucesora  del  reino ,  por  no  tener  el  rey 
hijos  varones,  se  alteraron  de  suerte  estos  reinos ,  que  fué 
necesario  que  el  rey  revocase  todo  lo  hecho  en  orden  á 
ello ,  y  el  infante  don  Jaime  ,  conde  de  Urgel ,  hermano 
del  rey ,  lo  contradijo  con  todo  su  poder ,  por  pretender  y 
ser  así  la  común  opinión  y  voz ,  que  á  él  pertenecia  el  reino 
y  no  á  otro  ,  y  le  dio  el  rey  la  gobernación  general  ,  que 
solo  se  daba  á  los  primogénitos  y  á  los  que  habian  de  suce- 
der en  el  reino  ,  y  lo  mismo  se  hizo  ahora  con  el  conde  de 
ürgeí ,  su  nieto  ,  á  quien  el  rey  don  Martin  dio  el  mismo 
cargo  y  oficio  cuando  murió  el  rey  de  Sicilia,  su  hijo,  y  así 
era  visto  tenerlos  por  legítimos  succesores ,  faltando  los  hi- 
jos varones  de  los  reinos  ,  según  la  disposición  del  rey  don 
Jaimfr. 

Fundábanse  también  en  que,  habiendo  de  ser  llamados  á  la 
sucesión  los  varones  legítimos  ,  y  quedando  acabada  la  lí- 
nea recta  masculina  del  rey  don  Pedro  en  el  rey  don  Mar- 
tin ,  muerto  ai)  intesLalo  ,  habia  de  entrar  la  del  infante  don 
Jaime  ,  abuelo  del  conde,  y  de  esta  solo  habia  el  conde  de 
Urgel,  que  necesariamente  habia  de  suceder,  como  pariente 
mas  cercano  al  último  rey  muerto  intestado  ,  y  ser  todos 
los  descendientes  del  rey  don  Alfonso  y  de  la  infanta  doña 
Teresa  de  Entensa  ;  y  aunque  era  verdad  que  el  duque  de 
Gandía  ,  el  viejo  ,  estaba  en  grado  igual  con  el  conde  de 
Urgel  al  rey  don  Martin ,  pero  era  descendiente  el  de  Gan- 
día ,  no  del  rey  don  Alfonso  ,  sino  del  rey  don  Jaime,  cu- 
yos descendientes  no  habian  de  ser  llamados  antes  de  ser 
evacuada  toda  la  línea  y  descendencia  del  rey  don  Alfonso, 
hijo  del  rey  don  Jayme  ,  y  que  esto  era  tan  claro  y  cierto, 
que  nadie  habia  puesto  duda  en  ello  ,  y  así  lo  habian  firma- 


(  430  ) 
do  muchos  letrados  de  estos  reinos  y  de  Francia  y  de  Italia, 
que  lo  habian  estudiado  con  gran  cuidado  ;  y  aunque  cuan- 
dq  murió  el  rey  don  Martin  quedó  una  hija  del  rey  don 
Juan ,  ésta  ,  ni  Luis  ,  su  hijo ,  daban  poco  cuidado  ,  porque 
estaba  ya  una  vez  excluida  de  la  sucesión  y  le  habia  sido 
preferido  el  rey  don  Martin  ,  y  le  obstaba  la  renuncia  que 
hizo  cuando  casó  ,  la  cual  después  aprobó  y  ratificó,  y  así 
menos  podia  ser  llamado  á  la  succesion  Luis  ,  su  hijo  ,  á 
quien  ellla  no  habia  podido  transferir  el  derecho  que  no  te- 
nia ,  y  habia  ya  renunciado  en  tiempo  que  su  hijo  no  era 
aun  nacido  ni  concebido ;  y  que  en  caso  que  para  la  su- 
cesión hubiesen  de  ser  llamadas  las  mujeres  ,  aquí  estaba  la 
infanta  doña  Isabel ,  condesa  de  Urgel  y  hermana  del  mis- 
mo rey  ,  y  mas  cercana  en  parentesco  ;  y  decian  que  de 
ninguna  manera  se  podia  cumplir  mejor  la  voluntad  del  rey 
don  Jaime  y  demás  reyes  que  quisieron  que  el  reino  quedase 
en  los  sucesores  y  descendientes  por  línea  masculina  ,  con- 
tinuadamente uno  después  de  otro  ,  que  quedando  en  los 
condes  de  Urgel ,  pues  los  dos  eran  del  linaje  de  aquel  rey 
y  descendientes  del  rey  don  Alfonso  ,  y  así  se  cumplía  el 
general  deseo  de  toda  la  Corona  de  Aragón  y  de  los  reyes 
de  aquella ,  que  quisieron  que  fuese  regido  el  reino  por  na- 
turales de  estos  reinos  descendientes  de  ellos ,  de  padre  á 
hijo,  y  se  continuase  su  memoria,  rigiendo  el  apellido,  ar- 
mas, nombradla,  honra  y  dignidad;  lo  que  no  tenian  el  du- 
que de  Gandía  ni  el  infante  don  Fernando,  pues  á  mas  de 
descender  este  del  linaje  de  los  reyes  de  Castilla ,  que  tan- 
to tiempo  sustentaron  guerra  y  fueron  enemigos  declarados 
de  los  reyes  pasados  y  vasallos  suyos  ,  era  natural  de  diver- 
so reino  y  descendiente  de  mujer,  que,  por  lo  que  queda  di- 


(  431  ) 
cho,  estaba  del  todo  excluida  de  la  sucesión  de  la  Corona, 
y  no  hacia  linaje  ,  ni  habían  de  tomar   un  forastero  por 
rey  ,  habiendo  tantos  naturales  y  descendientes,  por  varón, 
de  los  reyes  de  Aragón. 

Pretendieron  también  que  la  reina  doña  Leonor  ,  madre 
del  infante  ,  cuando  casó  ,  habia  renunciado  al  derecho  le 
competía  y  podia  competir  en  esta  Corona ,  y  que  supuesto 
esto ,  no  podia  tener  el  infante  el  derecho  que  su  madre 
habia  renunciado  ;  y  esto  hizo  reparar  á  los  jueces ,  y  man- 
daron que  se  buscase  esta  renuncia,  y  lo  cometieron  á  los 
diputados  de  Cataluña,  y  después  de  muy  buscada,  á  16  de 
abril  de  1412  respondieron  que  habian  hallado  todas  las 
escrituras  que  se  hicieron  cuando  casó  la  infanta  con  el  hijo 
del  rey  de  Castilla ,  que  fué  en  ocasión  de  paces  q«e  hicie- 
ron los  reyes  ,  y  que  por  parte  del  rey  de  Aragón  fueron  á 
tratar  estos  conciertos  Ramón  de  Alamany  y  Bernardo  de 
Monpalau  ,  que  aun  vivia  ,  y  les  dijo  que  se  acordaba  que 
por  parte  del  rey  de  Aragón  se  pidió  que  renunciase  la 
infanta  ,  y  el  rey  de  Castilla  no  lo  quiso  consentir ,  y  así 
quedó  el  negocio  ,  y  que  no  habia  para  que  buscarlo ,  que 
no  hallarían  nada  en  orden  á  esto. 

Representóse  también  que  los  condes  de  Urgel  estaban 
en  antigua  posesión,  que  siempre  que  faltaba  la  línea  de  los 
reyes  ,  eran  ellos  llamados  á  la  sucesión  ,  y  este  condado  era 
á  manera  de  joya  reservada  para  los  hijos  segundos  de  la 
casa  y  línea  real ,  de  quienes  tomaban  la  sucesión  ,  faltan- 
do los  primogénitos ,  como  aconteció  cuando  murió  Vifredo 
sin  hijos,  y  heredó  Borrell,  conde  de  Urgel  ,  y  por  la  re- 
nuncia del  infante  don  Jaime  á  la  primogenitura,  heredó  el 
infante  don  Alfonso,  y  lo  mismo  habia  de  ser  ahora,  según 


(  452  ) 
ya  se  había  representado  en  una  escritura  que  vimos  arri- 
ba ;  y  fundados  ios  abogados  con  estas  y  otras  razones,  te- 
nian  por  rey  al  conde  de  Urgel ;  pero  fueron  mas  eficaces 
las  de  parte  del  infante ,  pues  le  dieron  el  reino,  quitándo- 
le al  conde. 

El  punto  principal  y  primero  que  quisieron  los  abogados 
del  infante  averiguar ,  era  saber  cómo  le  pertenecia  al  rey 
don  Alfonso  ,  hijo  de  la  reina  doña  Petronila  ,  el  reino  de 
Aragón  ,  si  por  la  donación  que  le  hizo  la  reina,  ó  por  la 
que  hizo  el  rey  don  Ramiro ,  cuando  casó  su  hija,  en  favor 
de  su  yerno,  el  conde  de  Barcelona,  y  de  sus  hijos  y  des- 
cendientes ;  y  dieron  todos  por  cierto  que  el  rey  don  Ra- 
miro ,  cuando  casó  su  hija  ,  dio  el  reino  al  conde  don  Ra- 
món Berenguer  y  á  sus  hijos  ,  por  lo  que  eran  vistos  ser 
llamados  á  la  sucesión  el  rey  don  Alfonso  ,  su  nieto  ,  no 
por  la  madre  ,  ni  por  donación  que  ella  después  le  hizo, 
sino  por  propio  derecho  y  por  donación  del  abuelo,  que  dio 
por  constante  que  su  hija  no  era  capaz  para  la  sucesión  del 
reino ,  por  estar  prohibido  por  derecho  común  ,  y  así  ase- 
guró para  el  nieto,  que  heredó  ,  no  por  la  madre ,  sino  por 
ser  el  deudo  mas  propincuo  del  abuelo ;  que  aquella  dona- 
ción que  después  hizo  la  reina  doña  Petronila  ,  14  kalen- 
das  juUi  anno  imarnationis  1164  in  archivo  regio ,  in  reges- 
tro  regis  Ildefonsi  virmiliis  cohoperlis  tecto,  folio  8 ,  la  tenian 
por  cosa  de  ninguna  consideración  ,  porque  daba  al  hijo  el 
reino  ,  que  era  suyo  jure  proprio  ,  y  de  necesidad  le  perte- 
necia, sin  que  ella  se  lo  pudiese  quitar,  por  ser  el  mas  pro- 
pincuo pariente  del  rey  don  Ramiro  ,  así  como  lo  era  del 
conde  de  Barcelona  ,  su  padre  ;  y  así  decian  ,  que  el 'reino 
se  hereda  por  el  derecho  que  llaman  de  sangro  ,  y  que  fal- 


(  453  ) 
lando  la  líne.i  de  ascendientes  y  descendientes,  que  se  hayan 
de  llamar  los  transversales  ;  v  entre  los  tales  ,  puesto  que 
sean  en  un  mismo  grado  de  consanguinidad  ,  se  debe  tener 
consideración  al  sexo  de  cada  cual  y  á  la  edad  ,  á  efecto 
que  el  varón  preceda  á  la  hembra ,  y  el  mas  mozo  al  de 
mas  edad ,  sin  mirar  al  tronco  y  á  la  cepa  del  cual  proce- 
de ;  y  esto,  á  mas  que  decían  ser  de  derecho,  se  observaba 
en  el  reino  de  Aragón  ,  y  por  esto  heredó  el  dicho  rey  don 
Alfonso  los  reinos  eran  de  su  abuelo  don  Ramiro  ,  y  no  pu- 
do hacer  lo  que  hizo  de  llamar  las  hijas,  que  por  esto  mu- 
chos letrados  tuvieron  el  testamento  por  inválido.  Confir- 
mábase esto  porque  la  reina  doña  Petronila  ,  en  su  testa- 
mento ,  hecho  á  2  de  las  nonas  de  abril  del  año  de  la  En- 
carnación 1152,  llamó  solos  los  descendientes  varones  ,  ex- 
cluyendo las  hembras  ,  diciendo  ;  si  autem  filia  ex  útero  meo 
processerit  maritet  eam  honorijice  jam  diclus  vir  meus  comes 
jam  diclus  cum  honore  et  pecunia  sicut  melius  ei  placueril  et 
remaneat  viro  meo  prenominalo  solide  el  libere  íoluui  supra- 
diclum  regnum  cum  ómnibus  sibi  perlineníibus  ad  omnem  vo- 
lunlaíem  suam  perficiemlam;  así  que,  estimó  mas  que  el  rei- 
no quedara ,  no  teniendo  hijos  varones ,  en  mano  de  su  ma- 
rido ,  que  de  sus  hijos ,  lo  que  no  hubiera  ella  hecho  ,  si 
no  se  hubiese  tenido  por  cosa  cxjiedita  y  cierta  ya  en  aque- 
llos tiempos,  que  mujeres  no  eran  hábiles  para  el  reino  ;  y 
así  quedaban  excluidas  la  condesa  de  Foix  ,  hija  primogéni- 
ta del  rey  don  Juan  ,  y  doña  Violante,  reina  de  Ñapóles ,  y 
lo  habia  de  ser  la  infanta  doña  Isabel,  y  el  derecho  del  rey 
don  Martin  pasaba  al  deudo  mas  propincuo  varón  que  habia 
en  su  linaje  ,  y  este  era  el  infante  don  Fernando  ,  y  esto 
no  por  su  madre  ,  sino  por  ser  el  deudo  mas  cercano  del 
TOMO  X.  29 


(  454  }  - 
último  rey  ,  no  mirando  por  qué  parte  era  el  parentesco, 
sino  en  qué  grado  estaba  ;  y  aunque  por  repelerle  á  él  de 
ia  sucesión  ,  se  vahan  del  testamento  del  rey  don  Jaime, 
que  tan  favorable  era  á  los  varones  ;  pero  hallaban  en  él 
que  faltando  sus  hijos  ,  llamaba  á  los  nietos  ,  hijos  de  doña 
Violante,  reina  de  Castilla  ,  y  faltando  ellos  ,  á  los  de  doña 
Constanza,  y  faltando  estos,  á  los  de  doña  Isabel ,  reina  de 
Francia,  y  después  al  varón  mas  propincuo  de  su  linaje;  y 
así  si  querían  seguir  la  disposición  de  aquel  testamento,  es- 
taba el  negocio  claro  para  el  infante ,  pues  faltando  los  hi- 
jos varones  del  rey  don  Pedro  ,  habian  de  ser  llamados  los 
nietos  varones  de  hija  que  era  hermana  de  padre  y  madre 
del  último  rey. 

Estos,  y  otros  que  trae  el  padre  Juan  Mariana  eran  los 
discursos  que  hacian  los  letrados  y  embajadores  de  las  par- 
les ;  pero  también  miraban  otra  cosa  los  nueve  jueces ,  que 
era  bascar  una  persona  de  virtud  ,  de  valor  y  cristiana ,  y 
tal  que  tuviese  las  partes  y  méritos  dignos  de  rey  ,  pare- 
ciéndoles  que  era  lo  que  mas  importaba  y  habia  de  corro- 
borar la  justicia  de  la  tal  persona  ,  y  esto  solo  resplandecia 
en  el  infante  don  Fernando  ;  y  era  tan  grande  la  opinión 
que  todos  tenian  de  él ,  que  no  hacian  sino  publicar  sus  vir- 
tudes, sobre  todo  en  haber  dejado  el  reino  de  Castilla,  por 
no  hacer  perjuicio  al  rey  don  Juan  ,  el  segundo ,  hijo  de 
su  hermano. 

El  caso  fué,  que  murió  el  rey  don  Enrique  de  Castilla, 
y  dejó  á  don  Juan ,  su  hijo  ,  de  edad  de  veinte  y  dos  me- 
ses. Estaban  las  cortes  del  reino  juntas  en  Toledo  ,  en  la 
iglesia  de  aquella  ciudad  ,  en  la  capilla  del  arzobispo  doo 
Pedro  Tenorio ,  y  estaba  presente  el  infante  don  Fernanda, 


(  435  ) 
que  era  entonces  duque  de  Peñafiel,  tio  suyo:  aconsejáron- 
le algunos  caballeros  y  le  persuadieron  que  tomara  título  de 
rey,  pues  su  sobrino  quedaba  tan  pequeño  ,  ofreciendo  ayu- 
darle en  ello  ,  porque  á  los  castellanos  les  parecia  no  ser 
cosa  nueva  en  aquellos  reinos  dejar  los  sobrinos  y  tomar  los 
tios  por  reyes  ,  y  daban  en  comparación  de  esto  una  mu- 
chedumbre de  ejemplos.  Inclinábanse  á  esto  muchos  gran- 
des y  caballeros  de  los  que  en  las  cortes  se  hallaban,  por- 
que veian  la  guerra  de  los  moros  en  las  manos ,  y  no  sa- 
bian  qué  movimientos  haria  el  rey  de  Portugal  en  guardar 
ó  quebrantar  la  tregua  habia  entre  los  dos  reinos ;  y  así  pu* 
sieron  los  ojos  en  don  Fernando  para  que  reinase  ,  porque 
consideraban  que  por  quedar  el  sobrino  en  tan  pequeña 
edad ,  podia  en  los  reinos  suceder  mayores  daños  y  escán- 
dalos ,  que  no  en  hacer  rey  al  tio  y  tomar  la  línea  trans- 
versal real. 

Con  estas  consideraciones ,  estando  todos  los  grandes  jun- 
tos ,  dijo  en  presencia  de  todos  el  condestable  Ruy  López 
de  Avalos,  que  ¿por  quién  alzarian  la  voz  de  rey  de  Casti- 
lla? y  esto  lo  dijo  con  acuerdo  y  concierto  de  otros  caba- 
lleros de  su  opinión  ,  encaminando  las  palabras  al  infante 
don  Fernando  ,  el  cual  ,  con  único  ejemplo  ,  muy  raro  v 
nunca  bien  alabado  ,  observando  al  rey ,  su  sobrino  ,  la  fi- 
delidad digna  de  tan  alto  príncipe  ,  respondió  :  que  por 
quien  sino  por  el  rey  don  Juan  ,  su  subrino ,  unigénito  va- 
i-on  del  rey  don  Enrique,  que  en  estos  dias  estaba  en  el  al- 
cázar de  Segovia,  con  la  reina  doña  Catalina,  su  madre;  y 
dando  el  infante  el  pendón  real  al  condestable  ,  anduvieron 
por  la  ciudad  ,  aclamando  por  rey  al  sobrino.  Con  este  he- 
cho ganó  tan  gran  crédito  de  modesto  y  templado  v  justo 


(  436  ) 
el  infante  ,  menospreciando  lo  que  los  otros  tan  desordena- 
damente codician  ,  que  los  mismos  que  insistian  á  que  to- 
mara el  reino  ,  no  acababan  de  engrandecer  su  lealtad  ,  y 
parecia  ya  que  por  aquel  camino  se  encaminaba  á  alcanzar 
grandes  reinos  é  imperios,  que  Dios,  por  sus  virtudes,  le  tenia 
reservados  ;  y  decian  todos  que  la  gloria  de  aquel  heeho  fué 
tanto  mas  de  estimar  ,  por  andar  el  rey ,  su  hermano,  antes 
que  muriese ,  con  él  muy  torcido  ,  y  no  mostrársele  muy 
favorable.  Esto  y  el  buen  gobierno  que  habia  tenido  en  los 
reinos  de  Castilla  ,  que  gobernó  durante  la  menor  edad  del 
rey  don  Juan ,  le  acreditaron  de  manera  que ,  si  hubieran 
de  tomar  rey,  por  elección,  quedara  de  aquella  vez  ele- 
gido. 

Por  estas  razones  fué  preferido  el  infante  á  los  demás 
competidores,  y  no  (como  algunos  han  dicho)  por  ver  al  rey 
belicoso,  armado  y  con  ejército  en  campaña,  y  haber  metido 
mucha  gente  de  armas  castellanas  en  estos  reinos ,  y  estar 
casi  todos  los  aragoneses  y  muchos  valeiicianos  declarados 
en  su  favor,  por  lo  que  los  jueces  hicieron  de  grado  y  con 
color  de  justicia  lo  que  á  la  fin  se  habia  de  hacer  por  otros 
medios  dañosos  á  la  Corona ;  porque  ni  el  ejército  que  pu- 
diera juntar  el  infante  ,  aun  con  el  favor  del  rey  de  Casti- 
lla, podia  ser  tal,  que  con  mucha  facilidad  no  fuese  resisti- 
do, ni  la  gente  que  habia  por  su  cuenta  en  Aragón  y  Va- 
lencia era  tal,  ni  tanta,  que  fuese  poderosa  á  tomar  un  cas- 
tillo ni  sostenerse  mucho  en  la  tierra;  porque  ya  los  mis- 
mos amigos  del  infante  estaban  cansados  de  ellos ,  ni  los 
aragoneses  (fuera  los  deudos  y  amigos  del  arzobispo)  esta- 
ban tan  apasionados  por  él,  que  no  lo  estuviesen  mas  por  la 
justicia  ,  ni  son  estos  reinos  de  tal  naturaleza  ,  que  sufran 


(  437  ) 
que  naciones  y  gentes  forasteras  los  vengan  á  conquistar, 
y  los  que  han  osado  intentarlo ,  aun  con  fuerzas  mayores, 
sin  comparación ,  que  ¿las  del  infante  y  de  los  que  le  po- 
dian  ayudar,  han  salido  bien  de  ello  ,  ni  los  nueve  jueces 
eran  personas  que  tales  contemplaciones  les  obligaran  á  qui- 
tar á  los  otros  pretensores  lo  que  era  suyo. 

Era  muy  diferente  la  opinión  en  que  estaba  el  infante, 
de  la  que  estaba  el  conde ,  el  cual ,  á  mas  de  ser  muy  mo- 
zo, no  tenia  aquella  quietud  y  sosiego  del  infante  ,  y  des- 
pués de  la  muerte  del  arzobispo  (en  que  ni  él  tuvo  culpa, 
ni  fué  sabedor)  quedó  tan  mal  quisto  y  desacreditado,  que 
todos ,  y  mas  los  aragoneses,  le  miraban  de  mal  ojo  :  aña- 
díase el  ser  su  amigo  y  consejero  don  Antonio  de  Luna, 
que  era  extrañado  ,  como  hombre  sacrilego  é  impío.  Pare- 
cíales que  si  el  conde  reinara  con  tal  amigo  y  consejero, 
habia  de  ser  su  gobierno  violento  ,  cruel  y  lleno  de  tiranía, 
y  publicaban  que  no  habia  de  hallarse  rastro  de  manse- 
dumbre ni  modestia  en  aquel  ,  cuyo  mayor  amigo  tan  mal 
habia  tratado  á  su  prelado  y  pastor  ;  y  daban  la  culpa  al 
conde  que  le  hubiese  amparado  y  recogido  con  los  demás 
cómplices  de  aquel  delito ,  y  que  siendo  descomulgados  y 
anatematizados  y  perseguidos  de  todos  ,  solo  hallasen  am- 
paro y  refugio  en  él  y  en  sus  tierras  y  castillos  ,  y  que 
estuviese  tan  falto  de  buenos  consejeros,  que  no  le  dijesen 
cuan  mal  estaba  que  favoreciese  á  un  perturbador  de  la  paz 
y  sosiego  común.  Sin  estos  ,  los  mismos  aragoneses,  que  en 
vida  del  rey  don  Martin  le  hablan  hecho  contrario,  impi- 
diéndole el  ejercicio  de  gobernador  general,  temian  ser  cas- 
tigados y  perseguidos,  si  él  tomaba  la  corona.  Estas  cosas 
los  abogados  del  infante  las  publicaban  para  mover  los  áni- 


C  138  ) 
mos  de  ios  jueces  ,  y  aficionarles  á  las  virtudes  del  infante. 

Ademas ,  no  fué  poco  el  favor  que  hizo  el  pontífice  Be- 
dicto  al  infante  ,  para  que  se  mirase  con  buenos  ojos  su 
justicia  ,  por  quien  siempre  trabajó,  y  se  decia  comunmen- 
te que  él  era  el  principal  autor  y  ministro  que  hablaba  por 
él ,  procurando  todos  los  medios  posibles  ,  para  que  ,  según 
justicia ,  fuese  dado  por  legítimo  rey  de  Aragón  ,  haciendo 
así  su  negocio  ,  por  obligar  al  infante  que  no  se  apartasen 
de  su  obediencia  los  reinos  de  Castilla  y  Aragón  ,  que  los 
unos  obedecían  al  infante  ,  como  á  tutor  del  rey  don  Juan, 
y  estos  esperaba  le  obedecerian  como  á  rey  ;  y  como  este 
su  pontificado  estaba  tan  controvertido,  hacia  lo  posible  pa- 
ra asegurar  en  su  devoción  á  los  que  le  tenían  por  legíti- 
mo pontífice ,  y  sospechaba  que  si  él  no  favorecía  al  infan- 
te ,  le  baria  quitar  la  obediencia  en  los  reinos  que  él  man- 
daría, y  así  le  procuró  obligar  todo  lo  posible  ,  no  cesando 
de  le  favorecer  ,  hasta  verlo  declarado  rey.  Estaban,  pues, 
todos  los  pretensores  y  sus  abogados  y  embajadores  á  la 
mira  ,  é  inciertos  de  lo  que  había  de  ser. 

Pasaron  en  aquel  cónclave  muchas  cosas  que  el  secreto 
las  ha  sepultado  ,  y  este  se  guardaba  con  gran  rigor,  según 
lo  habian  jurado  :  solo  Martin  de  Víciana ,  autor  valencia- 
no ,  cuenta  que  habia  sobre  esta  declaración  gran  discordia 
entre  los  jueces,  hasta  que  un  día  les  dijo  san  Vicente  Fer- 
rer  : — Mirad  no  curéis  mas  de  deteneros  en  acordar  la  sen- 
tencia ,  que  la  justicia  da  el  derecho  al  infante  don  Fer- 
nando de  Castilla,  y  esto  y  no  otra  cosa  se  hará,  porque  de 
lo  alto  procede,  y  no  de  la  tierra. —  Y  como  san  Vicente 
era  persona  á  todos  acepta  y  puesto  en  predicamento  de 
santo,  sus  palabras  fueron  tan  eficaces,  que  no  le  pudieron 


(  439  ) 
contradecir  ;  y  así,  un  viernes ,  á  24  de  junio  ,  dia  de  San 
Juan  Bautista  ,  se  votó  esta  causa  y  decidió  este  pleito  ,  y 
fué  cosa  maravillosa  el  respeto  que  se  tuvo  á  san  Vicente, 
porque  siendo  verdad,  por  una  parte,  que  entre  ellos  habia 
un  arzobispo  y  un  obispo,  y  entrambos  muy  letrados ,  y  por 
otra,  que  ,  según  la  graduación  hecha  por  los  parlamentos, 
tenia  san  Vicente  el  octavo  lugar ,  con  todo  esto ,  fué  el 
primero  que  dio  su  parecer ,  el  cual  fué  de  esta  manera : 

Ego  frater  Vincentius  Ferrarü  ordinis  fratrum  predicatorum 
ac  in  sánela  theologia  magister  unus  ex  predictis  deputatis 
dice  juxta  scire  el  posse  meum  quod  Ínclito  et  magnifico  domi- 
no Ferdinando  infanli  Castelle  nepoli  sive  nel  foliéis  recorda- 
tionis  domini  Pelri  regis  Aragonum  geniloris  excelse  memorie 
domini  regis  Martini  ultimo  deífuncti  propinquiori  raasculo  ex 
legitimo  matrimonio  procréalo  et  utrique  conjuncto  in  gradu 
consanguinitatis  dicti  domini  regis  Martini  predicta  parlamen- 
ta subditi  ac  vassalli  Corone  Aragonum  fidelitatis  debitum  pres- 
tare et  ipsum  in  certum  verura  regem  et  dominum  per  juslitiam 
secundum  Deum  et  meam  conscienliam  habere  debent  el  tenen- 
(ur  et  in  teslimonium  premissorum  hec  propria  manu  scriboet 
sigillo  meo  inpendenli  muuio. 

Luego  firmaron  lo  propio  el  obispo  de  Huesca,  Bonifacio 
Ferrer  ,  Bernardo  de  Gualbes  ,  Berenguer  de  Bardaxi  y 
Francisco  de  Aranda ;  y  es  cosa  de  ponderación ,  que  sien- 
do estos  cuatro  de  los  señalados  y  excelentes  letrados  de 
sus  tiempos ,  con  todo  eso  ,  ninguno  de  ellos  dio  razón  de 
su  parecer  ,  sino  que  en  todo  y  por  todo  se  conformaron 
con  el  del  varón  de  Dios  ,  diciendo  cada  uno  de  ellos  de 
esta  suerte: 


(  440  ) 

In  ómnibus  el  per  omnia  adherere  voló  intentioni  prcdicli 
doniini  inagistri  Vincentü. 

De  los  tres  que  quedaban ,  el  arzobispo  de  Tarragona  dio 
su  voto  al  que  entre  el  conde  de  Urgel  y  duque  de  Gan- 
día era  mas  idóneo  y  útil  á  la  república ,  diciendo  que,  se- 
gún su  entendimiento  y  lo  que  podia  alcanzar  ,  era  ,  que 
puesto  que  creia  que  consideradas  muchas  cosas  el  señor 
infante  don  Fernando  era  mas  útil  para  el  regimiento  de  es- 
ta Corona  ,  que  otro  ninguno  de  los  competidores ;  pero  se- 
gún justicia  ,  Dios  y  buena  conciencia  ,  creia  que  el  duque 
de  Gandía  y  conde  de  Urgel ,  como  varones  legítimos  y 
descendientes  por  línea  de  varón  de  la  prosapia  de  los  re- 
yes de  Aragón  ,  eran  mejores  en  derecho  ,  y  que  al  uno  de 
ellos  pertenecia  la  sucesión  de  la  corona  del  reino  ;  pero 
por  ser  iguales  en  grado  de  parentesco  con  el  postrer  rey, 
creia  que  podia  y  debia  ser  preferido  aquel  que  fuese  mas 
idóneo  y  útil  á  la  república.  Protestaba  que  por  esto  no 
pretendía  hacer  perjuicio  al  derecho  que  don  Fadrique  de 
Aragón  ,  conde  de  Luna  ,  tenia  al  reino  de  Sicilia ;  y  siguió 
su  parecer  Guillermo  de  Vallseca ,  añadiendo  que  tenia  por 
mas  idóneo  al  conde  de  Urgel  ,  y  que  así  le  parecia  en  la 
primera  vista  ,  porque  desde  que  estuvo  en  Tortosa  ,  no 
pudo  tan  enteramente  deliberarlo  como  la  cualidad  del  ne- 
gocio lo  requiria ,  por  estar  impedido  de  grave  enfermedad 
de  gota  y  otros  dolores  ;  y  Pedro  Beltran  no  lo  dio  á  nin- 
guno ,  por  no  haber  tenido,  desde  18  de  mayo,  que  llegó  á 
Caspe,  bastante  tiempo,  á  su  parecer,  para  desenmarañar  las 
dificultades  del  negocio  ;  y  de  esta  manera  el  derecho  de 
reinar ,  (|ue  las  mas  veces  se  gobierna  por  la  voluntad  del 


(  AAi  ) 
pueblo,  fuerza,  diligencia  y  felicidad  de  los  pretensores,  se 
gobernó  por  las  leyes  y  libros  de  juntas. 

Todo  esto  pasó  el  dia  de  San  Juan,  secretamente,  entre 
los  nueve  jueces  ;  y  no  se  publicó  entonces,  porque  así  con- 
venia ;  é  hicieron  de  esto  tres  escrituras  de  mano  de  Boni- 
facio Ferrer ,  con  su  proemio  y  conclusión  :  la  una  se  dio 
al  arzobispo  de  Tarragona,  la  otra  al  obispo  de  Huesca,  y  la 
otra  se  retuvo  el  mismo  Ferrer  ,  para  que  cada  uno  la 
guardase  en  nombre  de  su  provincia  ;  y  acordaron  que  el 
otro  dia  ,  que  era  á  25  de  junio  ,  se  hiciese  auto  de  lo  que 
habia  prevalecido. 

Pero  para  quitar  todo  escrúpulo  y  dificultad  ,  el  mismo 
dia  que  se  habia  de  testificar  el  auto  de  esta  sentencia, 
quisieron  los  jueces  que  en  el  proceso  se  pusiesen,  como  se 
pusieron  ,  dos  autos,  en  que  los  del  reino  de  Valencia ,  que 
aun  estaba  dividido  en  dos  parlamentos ,  loaban  ,  aprobaban 
y  ratificaban ,  y  en  cuanto  menester  fuese  de  nuevo  nom- 
brabau,  las  mismas  nueve  personas  que  habian  nombrado  los 
aragoneses  y  ios  catalanes ,  aprobando  en  todo  la  concordia 
hecha  en  Alcañiz  y  todo  lo  que  se  habia  seguido  de  ella. 

El  primero  de  estos  dos  autos  se  hizo  en  la  villa  de  Mo- 
rdía ,  á  14  de  marzo,  que  fué  el  mismo  dia  que  fueron 
nombradas  estas  nueve  personas ,  y  el  otro  á  21  de  junio, 
en  la  ciudad  de  Valencia,  donde  estaba  congregado  el  par- 
lamento de :  que  se  habia  mudado  á  aquella 

ciudad  ;  con  que  dieron  por  concluido  el  proceso  ,  y  poco 
después ,  en  presencia  de  Domingo  de  la  Naja  ,  Guillermo 
Gaera  y  Ramón  Fivaller ,  alcaides  del  castillo  de  Caspe,  se 
testificó  un  instrumento  por  seis  notarios,  dos  por  cada  pro- 
vincia ,  por  el  cual  se  declaraba  la  sentencia  dada  en  favor 


(  442  ) 
del  rey  don  Fernando  ,  aunque  estuvo  secreta  hasta  28  del 
mismo  mes  de  junio ,  dia  señalado  por  los  nueve  para  la 
publicación  patente.  Este  auto  traen  Gerónimo  de  Blancas 
y  Martin  de  Viciana :  á  ellos  remito  al  curioso  que  lo  quer- 
rá ver. 

Venido  ya  el  dia  de  San  Pedro  ,  estaba  hecho  un  cadalso 
muy  grande  y  alto  de  madera  ,  cerca  de  la  iglesia  y  casti- 
llo :  adornóse  todo  él  de  paños  de  oro  y  seda  ,  y  allende 
de  él  habia  otros  tablados  muy  ricamente  aderezados,  para 
los  embajadores  de  los  competidores  y  otros  caballeros.  A 
la  hora  de  tercia  estaban  ya  los  nueve  en  la  sala  del  casti- 
llo ,  y  bajaron  de  él  con  grande  acompañamiento  á  la  igle- 
sia ,  á  cuyas  puertas  habia  un  altar  adornado  maravillosa- 
mente ,  y  cerca  de  él  un  escaño  ó  banco,  en  el  mas  alto  y 
mejor  lugar :  sentáronse  en  medio  de  él  el  arzobispo  de  Tar- 
ragona ,  y  á  su  mano  derecha  Bonifacio  Ferrer  y  Guillermo 
de  Vallseca  y  Francisco  de  Aranda,  y  a  la  izquierda  Beren- 
guer  da  Bardaxi ,  san  Vicente  Ferrer  ,  Bernardo  de  Gual- 
bes  y  Pedro  Beltran  ,  y  el  obispo  de  Huesca  no  se  sentó, 
porque  se  estaba  vistiendo  para  decir  la  misa:  díjola  del 
Espíritu  Santo  ,  y  acabada  ,  subió  al  pulpito  san  Vicente 
Ferrer ,  y  tomó  por  tema  de  su  sermón  aquellas  palabras 
del  Apocalipsi  ,19:  Gaudeamus  et  eamltemus  et  demus  glo- 
riam  ei  quia  venerunt  rrnptiw  agni ;  y  después  de  haber  ala- 
bado mucho  nuestra  santa  fe  y  religión  ,  y  dado  á  entender 
el  cuidado  que  tuvieron  los  nueve  en  enterarse  de  la  justi- 
cia y  derecho  de  sus  pretensores ,  y  declarado  el  punto  en 
que  consistia  la  justicia  de  cada  uno  de  ellos,  y  después  de 
haber  invocado  el  favor  y  ausilio  divino  ,  para  que  aquella 
nominación  fuese  próspera  ,  feliz  y  afortunada  ,  leyó  el  au- 


(  44J5  ) 
to  de  la  declaración  ,  nombrando  al  infante  don  Fernando 
de  Aragón  ,  dándole  títulos  de  pió  ,  feliz  ,  vencedor  y  au- 
gusto máximo. 

Fué  grande  el  contento  y  muy  universal  el  aplauso  con 
que  fué  recibida  esta  publicación  ,  de  los  aficionados  y  ami- 
gos del  infante ;  pero  los  del  conde  de  Urgel ,  que  eran  mu- 
chos ,  y  los  neutrales  no  lo  tomaron  bien  ,  antes  se  mi- 
raban unos  á  otros  maravillados  ,  como  si  lo  que  habian 
oido  fuera  una  representación  de  sueño  ,  y  los  mas  no  aca- 
baban de  dar  crédito  á  lo  que  habian  oido ,  y  preguntaban 
los  unos  á  los  otros  quién  era  el  nombrado,  porque  apenas 
se  entendian  los  unos  á  los  otros,  porque  el  gozo  y  el  pe- 
sar ,  cuando  son  grandes ,  impiden  los  sentidos  que  no  pue- 
dan atender  ni  hacer  sus  oficios.  Luego  después  de  esto, 
sosegado  el  ruido  de  la  gente ,  los  cantores  entonaron  el 
cántico  Te  Deum  laudamus,  prosiguiendo  aquel  hasta  la  fin, 
con  gran  melodía  de  voces  y  solemnidad. 

Tomáronlo  mal  los  amigos  del  conde,  y  quedaban  admi- 
rados que  habiendo  tres  descendientes  de  línea  masculina 
de  los  reyes  de  Aragón  y  naturales  de  la  Corona,  fuese  pu- 
blicado por  rey  un  castellano ,  descendiente  por  línea  fe- 
menina ,  quedando  estos  excluidos ;  y  habia  muchos  que  lo 
tomaban  con  tanta  impaciencia  ,  que  osaban  públicamente 
llamar  á  los  jueces  enemigos  de  la  patria,  desmandándose 
con  palabras  muy  descomedidas,  tanto  que  pareció  necesa- 
rio que  el  dia  siguiente  ,  que  fué  el  último  de  junio,  pre- 
dicase san  Vicente  Ferrer  y  consolase  á  los  amigos  del 
conde  ,  por  estorbar  el  daño  que  anunciaban ;  y  después  de 
haberles  propuesto  muchas  riazones  ,  con  aquel  celestial  es- 
tilo que  habia  Dios  comunicado  á  aquel  apostólico  y  santo 


(  AU  ) 
varón  ,  les  dijo  :  — Hermanos ,  donde  se  trata  del  derecho 
de  la  sucesión  ,  no  hay  porque  hablar  de  la  cualidad  de 
la  persona  ,  ni  porque  preferir  por  eso  al  conde  de  Urgel, 
de  quien  algunos  tenéis  compasión  ,  que  él  está  tan  lejos 
de  correr  parejas  en  derecho  con  el  rey  don  Fernando,  que 
mediante  juramento  y  en  la  conciencia  de  mis  compañeros, 
no  las  corre  aun  con  el  duque  de  Gandía]:  y  allende  de  eso, 
considerando  la  persona,  es  natural  por  parte  de  su  madre 
el  rey  don  Fernando,  y  el  conde  no ,  sino  lombardo ,  y  el 
rey  es  hijo  de  rey  de  la  misma  nación  que  lo  eran  los  re- 
yes de  Aragón ,  y  finalmente  de  tanta  dignidad  de  su  per- 
sona ,  que  parece  haber  nacido  para  reinar ,  porque  en  el 
valor  y  ánimo ,  así  entre  los  suyos ,  como  con  los  enemi- 
gos ,  es  tan  excelente  ,  que  si  se  hubiera  de  seguir  la  cos- 
tumbre de  algunos  pueblos ,  cuyo  gobierno  se  fundaba  en 
mucha  prudencia ,  no  menos  se  hubiera  de  hacer  en  él  la 
elección  de  rey  de  Aragón ,  que  declararlo  por  juicio  de 
la  sucesión  ,  y  esta  alabanza  no  se  puede  atribuir  al  con- 
de. —  Pero  no  bastaron  las  razones  del  santo  y  su  buena 
diligencia  para  sosegar  los  ánimos  de  los  amigos  del  conde. 
Los  que  mas  lastimados  quedaron  de  la  declaración  eran 
la  condesa  doña  Margarita,  madre  del  conde ,  y  el  mismo 
conde,  y  estaban  fuera  de  juicio ,  llenos  de  cólera  é  ira, 
determinados  á  tomar  las  armas,  y  con  ellas  en  la  mano, 
morir  ó  cobrar  el  reino,  que  decian  ser  suyo  del  conde. 
Atizáronles  la  cólera,  dándoles  á  entender  mil  impertinen- 
cias, ó  por  mejor  decir ,  engañándoles,  los  que  estaban  con 
ellos  y  les  aconsejaban ,  y  eran  gente  que  miraban  mas  lo 
que  ellos  podian  medrar,  metiendo  el  conde  en  mal ,  que 
no  el  fruto  que  se  podia  sacar  de  querer  impugnar  lo  que 


(  445  )        * 
con  consentimiento  de  los  reinos  y  Principado  habian  hecho 
los  jueces  y  aprobado  todos  generalmente. 

Estaba  el  infante  ,  cuando  supo  la  nueva  ,  en  Cuenca, 
con  harto  cuidado  del  fin  y  remate  que  los  nueve  darian  é 
esta  pretensión  ;  acudiéronle  embajadores  de  todas  partes  á 
darle  el  parabién  del  nuevo  reinado  y  alegrarse  con  él ,  y 
muchos  fueron  mas  por  acomodarse  con  el  tiempo,  que  por 
aprobar  lo  hecho  ;  y  después  de  haber  dado  debido  asiento 
á  las  cosas  del  reino  de  Castilla  ,  se  partió  para  Zaragoza, 
para  donde  habia  convocado  cortes ,  y  á  3  de  setiembre  fué 
jurado  por  rey  de  Aragón  ,  y  á  7  el  infante  don  Alfonso 
por  primogénito  é  inmediato  sucesor ,  después  de  los  dias 
del  rey  su  padre.  Acudieron  á  prestar  el  juramento  de  fide- 
lidad todos  los  prelados  y  ricos  hombres  y  demás  que  te- 
nían obligación  ,  excepto  don  Antonio  de  Luna  :  compare- 
ció también  Gispert  de  Bellmont ,  como  á  procurador  de  la 
condesa  doña  Margarita ,  señora  de  las  baronías  de  Antillon 
y  Entenza  ,  y  pidió  ser  admitido  á  la  solemnidad  de  los  ju- 
ramentos que  se  habian  de  hacer  al  nuevo  rey. 

Bien  sabido  y  á  todos  notorio  era  el  sentimiento  que  te- 
nian  el  conde  ,  su  madre  ,  mujer  y  hermanas  del  infeliz  su- 
ceso que  habian  tenido  sus  cosas,  y  generalmente  todos  le 
tenian  lástima  y  deseaban  consolar  en  aquella  adversidad,  y 
que  desterrara  de  su  consejo  hombres  desatinados  y  vanos, 
que  con  sus  malos  consejos  le  habian  de  perder ;  y  habia 
muchos  en  el  parlamento,  que  cuidaban  de  la  conservación 
de  aquella  casa  y  linaje,  que  la  consideraban  ya  perdida  y 
acabada ;  pero  no  querian  que  fuese  con  cargo  de  ellos,  por 
no  haber  hecho  lo  posible  por  su  restauración  :  y  á  4  de 
ulio,  que  se  juntó  el  parlamento  para  hacer  las  instruccio- 


(  446  ) 
nes  para  los  embajadores  que  habian  de  partir  para  el  rey, 
en  particular  les  fué  dado  cargo  que  ,  por  parte  del  Princi- 
pado ,  intercedieran  por  el  conde. 
El  capítulo  en  orden  á  esto  dice  así : 


ítem  mes  ab  aquelles  paraules  pus  honestes  que  poran  e 
sens  denotar  alguna  particular  afifecció  tant  com  puxen  recoma- 
naran  lo  compte  de  Urgell  al  senyor  Rey  suplicantlo  que  atte- 
ses  les  grans  despeses  que  lo  dil  compte  ha  sostingudes  per  la 
questio  de  la  successio  ab  consell  de  grans  doctors  e  lo  gran 
deute  de  sang  que  ha  ab  ell  lo  vulla  haver  per  recomenaf. 


Sin  esto,  el  mismo  dia  ordenaron  una  solemne  embajada 
al  mismo  conde  >  y  la  encomendaron  á  Galceran  de  Rosanes, 
caballero,  y  habia  el  otro  dia  de  partir  para  Balaguer,  con 
instrucción  de  decir  al  conde  ,  de  parte  del  parlamento  del 
Principado  ,  que  pues  ya  estaba  publicado  por  justicia  su 
verdadero  rey  y  señor,  se  gobernase  y  rigiese  con  aquella 
prudencia  y  cordura  que  habian  siempre  tenido  sus  pasados 
y  de  él  se  confiaba  ,  desviándole  de  cualquier  camino  ó  me- 
dio desordenado  y  singular,  siguiendo  el  parecer  común  de 
los  reinos  y  Principado ,  conformándose  con  la  voluntad  de 
Nuestro  Señor,  aprobando  lo  que  la  justicia  habia  hecho  ;  y 
que  le  notificase  para  mayor  consolación  suya ,  como  el  Prin- 
cipado habia  encargado  á  los  embajadores  que  habian  de  ir 
al  rey  ,  que  le  encomendasen  su  persona  ,  casa  y  linaje,  y 
que  le  rogase  muy  afectuosamente  que  se  sosegase  ,  olvi- 
dando cualquier  empresa  ó  camino  escandaloso  é  inquieto, 
porque  si  tal  hacia  ,  el  Principado  alzaria  la  mano  de  in- 
terceder por  él  con  el  rey  ,  y  que  le  pidiese  por  amor  del 


(  447  ) 
parlamento  diese  cumplida  libertad  á  Francisco  de  Vilaraa- 
rin  ,  caballero  ,  que  dias  habia  que  tenia  preso. 

Partióse  el  embajador,  y  halló  el  conde  y  toda  su  casa 
desconsoladísimos  y  medio  desesperados ,  resueltos  á  perder- 
se del  todo,  antes  de  consentir  que  les  fuese  quitada  la  co- 
rona ,  estimando  aquel  su  grande  estado  y  demás  hacienda 
que  Dios  le  habia  dado  por  cosa  de  poco  momento  ,  res- 
pecto de  lo  mucho  que,  según  su  parecer,  le  habian  quita- 
do. Consolóle  el  embajador  ,  como  mejor  supo  ,  pero  poco 
aprovecharon  su  embajada  y  razones,  aunque  era  hombre  ele- 
gante y  entendido  ,  y  siempre  habia  sido  apasionadísimo  por 
él ;  y  volvióse  de  su  mensajería  ,  sin  haber  concluido  nada. 

El  parlamento  ,  visto  lo  poco  que  habia  aprovechado 
aquella  embajada,  sospechó  que  aquel  príncipe  se  habia  de 
perder,  por  estar  casi  desesperado,  y  rodeado  de  consejeros, 
ni  muy  prudentes  ,  ni  muy  sosegados,  y  habiendo  todos  acu- 
dido á  dar  la  obediencia  al  rey,  solo  él  faltaba,  y  era  muy 
conocida  su  falta,  por  ser  persona  tan  notable  ;  y  así  en- 
viaron otra  embajada  por  don  Galceran  de  Vilanova,  obis- 
po de  Urgel,  y  don  Ramón  de  Moneada,  para  persuadirle 
lo  mismo  que  Galceran  de  Rosanes,  y  mas  en  particular, 
para  que  de  buen  grado  fuese  á  dar  la  obediencia  al  rey  y 
hacerle  reverencia  en  la  forma  que  todos  los  grandes  eran 
venidos,  y  le  volvieron  á  ofrecer  que,  venido,  todos  supli- 
carian  al  rey  que  le  hiciera  merced  y  gracia  por  los  gastos 
que  habia  hecho  en  proseguir  su  justicia,  y  confiaban  de  la 
gran  virtud  y  liberalidad  del  señor  rey  don  Fernando,  que 
le  haria  muchas  mercedes  y  no  habria  á  mal  el  haber  tra- 
bajado en  proseguir  lo  que  pensaba  que  le  pertenecía  por 
justicia,  desengañándole  que  si  no  lo  hacia  ,  el  Principado 


(  448  ) 
alzaría  la  mano  de  procurar  cosa  que  le  conviniese,  como 
ya  se  lo  habian  enviado  á  decir  por  Galceran  de  Rosanes; 
pero  el  conde  estaba  ya  tan  turbado,  que  ni  sabia  que  ha- 
cer ni  que  responder ,  y  despidió  los  embajadores  y  les  dijo 
que  él  volvería  la  respuesta,  y  con  esto  se  volvieron  á  Tor- 
tosa. 

Esta  dio  por  medio  de  Ponce  de  Perellos,  el  cual  dijo 
que  á  todos  era  notorio ,  que  en  vida  del  rey  don  Martin 
era  opinión  de  los  mas  que,  muerto  el  dicho  rey,  la  suce- 
sión de  los  reinos  pertenecía  á  él,  y  aun  algunos  letrados 
se  lo  afirmaban  así,  y  que  por  esto  él  hubo  justa  causa 
de  proseguir  la  justicia  que  le  decían  que  tenia,  en  lo  cual 
había  hecho  muy  grandes  costas  y  despesas  y  había  queda- 
do muy  pobre  y  desheredado,  y  que  haciéndose  con  él  por 
manera  que  su  casa  fuese  tornada  en  el  estado  que  estaba 
en  vida  del  rey  don  Martín,  su  tío,  y  haciéndole  alguna 
enmienda  de  las  despesas  hechas  por  él,  y  acrecentándolo 
su  casa  de  lugares  y  vasallos,  que  él  baria  lo  que  debía, 
en  otra  manera  le  sería  mejor  dejar  el  reino  y  tomar  otra 
vía. 

Los  del  parlamento,  habida  esta  respuesta  del  conde,  en- 
viáronla al  rey,  que  estaba  en  Zaragoza ,  y  lleváronla  Ponce 
de  Perellos  y  el  oficial  ó  provisor  de  Balaguer  ;  y  el  rey 
les  recibió  con  mucha  afabilidad  y  alegría,  y  mandó  dar  á 
Ramón  de  Perellos  dos  muías  ya  destradas,  y  al  oficial  le 
preguntó  muy  en  particular  de  la  salud  del  conde,  y  él  le 
respondió  que  al  presente  no  sabia  nada  de  ella,  por  ha- 
ber mucho  que  no  le  había  visto,  pero  lo  que  sabia  de 
cierto  era  que  estaba  muy  triste  de  lo  sucedido,  aunque 
estaba  en  su  mano  enmendarlo  todo;  y  el  rey  respondió  con 


(  449  ) 
iKiuclia  afabilidad,  que  su  intención  no  era  destruir  al  con- 
de, por  ser  su  primo,  antes  bien  queria  que  Iwse  la  se- 
cunda persona  del  reino,  por  merecerlo  él;  y  le  rogó,  que 
pues  no  fué  por  él  la  suerte  y  ventura,  le  aconsejaba  qno 
no  quisiese  perderse,  antes  bien  le  prestase  la  debida  fide- 
lidad, pues  por  mucbo  que  hiciese,  no  era  poderoso  de 
quitarle  el  reino;  y  le  prometió  que  si  acababa  esto  con 
él,  le  daria  la  primera  prelacia  que  vacase  en  sus  reinos;  y 
por  tomar  mejor  resolución  sobre  lo  que  se  liabia  de  ha- 
cer, juntó  todo  su  consejo,  y  mandó  á  Ponce  de  Perelios, 
que  refiriera  en  él  lo  que  había  dicho  al  parlamento  de 
Tortosa  de  parte  del  conde;  y  después  de  salido  del  con- 
sejo, el  rey  pidió  de  parecer  sobre  lo  que  habia  de  hacer 
y  responder,  y  fué  opinión  de  los  mas,  que  el  rey  debia 
hacer  su  proceso  contra  el  conde,  por  derecho,  como  con- 
tra desobediente;  y  como  el  rey  era  muy  benigno  v  natu- 
ralmente inclinado  á  toda  virtud,  dijo  que  él  queria  con 
el  conde  de  Urgel  haberse  benignamente  y  probar  si  con 
mansedumbre  y  mercedes  podria  vencer  su  malicia,  y  If 
envió  por  el  mismo  Ponce  de  Perelios  y  don  Diego  Gómez 
de  Fuensalida,  abad  de  Valbdolid,  que  quisiese  venir  á  le 
obedecer  y  servir,  certificándole  que  si  así  lo  hiciese,  por 
ser  de  su  linaje  y  por  su  grandeza,  le  baria  mercedes  y  le 
daba  guiajc  para  él  y  para  todos  los  que  le  acompañasen, 
C/on  que  no  se  hubiesen  hallado  á  la  muerte  del  arzobispo, 
en  otra  manera  él  procedería  contra  él,  como  contra  inobe- 
diente V  desleal. 

ti 

Llegados  los  embajadores   del  rey  á  Balagucr,  el  tondr 
Íes  hizo    mucha  honra,    y   les  respondió  que  á  él   U^  pla- 
cía  mucho   de  hacer  lo  (|ue  ellos  le  habian  dicho,  siendo 
TOMO  X.  .  30 


(  450  ) 
})r¡mero  rertificado  de  la  enmienda  y  la  merced  que  se 
!e  habia  de  hacer  para  sostener  su  estado ;  y  que  esto 
hecho ,  él  haría  su  deber  ;  y  esto  lo  dijo  en  secreto 
al  abad  de  Valladolid ,  porque  diciéndolo  en  público, 
no  pareciese  que  tenia  por  rey  ni  señor  al  infante  don 
Fernando ,  hasta  haber  hecho  lo  por  él  demandado, 
y  que  después  él  baria  lo  que  debia ,  porque  no  que- 
na enojar  al  rey,  ni  pedir  mas  sino  servirle;  y  con 
esta  respuesta  el  abad  se  volvió  muy  contento  para  el 
rey. 

Oida  por  el  rey  esta  respuesta,  conoció  que  eran  dilacio- 
nes que  el  conde  buscaba  para  haber  tiempo  para  aperci- 
birse y  poderle  resistir;  y  no  iba  engañado  en  esto,  porque 
le  habian  ya  algunos  aconsejado  que  saliera  junto  á  Alcolea 
V  diera  batalla  al  rey;  pero  por  estar  falto  de  gente,  no 
osó,  y  muchos  caballeros  á  quien  el  conde  lo  pidió  le  ofre- 
cieron salir,  y  otros  lo  rehusaron;  y  el  rey,  con  acuerdo  de 
los  de  su  consejo,  salió  de-  Zaragoza  con  dos  mil  hombres 
de  armas,  con  intención  de  castigar  al  conde,  si  no  le  daba 
la  debida  obediencia.  Venian  con  el  rey  el  almirante  don 
Alonso  Enriquez,  su  tio,  Diego  Fernandez  de  Quiñones,  su 
mayordomo  mayor  de  Asturias,  Garci  Fernandez  de  Sar- 
miento, adelantado  de  Galicia,  Juan  Hurtado  de  Mendoza, 
mayordomo  mayor  del  rey  de  Castilla,  Rui  González  de  Cas- 
tañeda, señor  de  Fuente  Dueña,  Forran  Gutiérrez  de  Vega, 
su  repostero  mayor,  y  don  Lorenzo  Suarez,  comendador 
mayor  de  Castilla.  Del  reino  de  Aragón  venian  los  siguien- 
tes: don  Juan  de  Luna,  don  Juan  de  Ixar,  mosen  Bernat 
de  Centelles,  mosen  Juan  de  Bardexi,  Lope  de  Urrea  ¥ 
otros. 


( ^*'^1 ) 

Entrado  en  Cataluña,  mandó  el  rey  que  mil  lanzas  fue- 
sen á  hacer  guerra  á  los  lugares  que  tenia  el  conde  en 
las  riberas  de  Segre  y  Sió,  é  iban  por  capitanes  Alvaro  de 
Avila,  camarero  mayor  del  rey  de  Castilla,  y  su  mariscal  Pe- 
dro Nuñez  de  Guzman,  su  copero  mayor,  Ferran  Gutiérrez 
de  Vega,  Blasco  Fernandez  de  Heredia,  gobernador  de 
Aragón,  y  Juan  Fernandez  de  Heredia;  y  corrieron  toda  la 
comarca  de  Balaguer,  que  es  toda  muy  buena  de  campear, 
por  su  gran  llanura:  tomaron  cuatro  lugares  del  conde,  y 
después  se  fueron  á  juntar  con  el  rey  á  una  legua  de  Lé- 
rida, y  fué  recibido  en  aquella  ciudad  muy  solemnemente, 
con  gran  alegría,  juegos  y  fiestas. 

Los  ciudadanos  de  Lérida  y  algunos  vecinos  del  conda- 
do de  Urgel,  que  no  eran  afectos  al  conde  ni  á  sus  cosas, 
antes  cada  dia  tenian  encuentros  por  razón  de  los  límites 
y  jurisdiciones  y  pasturas  de  los  ganados,  holgaron  no  poco 
de  la  adversidad  suya,  y  deseaban  ver  su  casa  acabada: 
habíanse  persuadido  que  si  el  conde  quedaba  en  paz  con  el 
rey,  habia  de  quedar  él  muy  favorecido,  así  por  el  paren- 
tesco habia  entre  los  dos,  como  porque  se  trataba  de  casar 
un  hijo  del  rey  con  la  hija  del  conde,  y  añadiéndose  este 
favor  á  su  casa,  habia  de  vengarse  de  ellos,  que  en  mu- 
chas maneras  le  tenian  disgustado,  por  razón  de  sus  térmi- 
nos y  pasturas,  y  temian  que  si  el  conde  pedia  al  rey  la 
ciudad  de  Lérida,  que  ya  habia  sido  de  los  condes  de  Ur- 
gel, se  la  daria,  y  por  eso  no  deseaban  hubiera  paz  entre 
ellos.  Por  esto  hicierou  aconsejar  á  la  madre  del  conde  aca- 
bara con  su  hijo  no  prestara  la  obediencia  al  rey,  pues  no 
por  esto  estaba  cierto  de  lo  que  el  rey  le  prometia,  y  fuera 
muy  posible  que  el  rey  le  pcrseguiria  por  lo  que  habia  he- 


(452  ) 
rho,  y  destruiría  su  casa,  y  que  un  liombre  como  él,  que 
había  de  ser  rey,  no  había  de  sujetarse,  y  mas  le  valía  de 
una  vez  aventurarlo  todo,  que  no  hacer  tal  sumisión  ni 
contentarse  de  los  ofrecimientos  que  le  hacían.  Por  otra 
parte,  los  mismos  enemigos  del  conde  fueron  á  decir  á  los 
ministros  del  rey  todo  lo  que  sabían  del  conde,  y  que  no 
era  bien  le  admitiese  en  su  gracia,  porque  jamas  hallaría 
en  él  buen  vasallo;  y  de  esta  manera  metieron  discordia 
entre  los  dos,  porque  de  la  destrucción  del  conde  nacería 
su  quietud  y  aumento;  pero  el  rey,  que  de  su  condición  era 
manso  y  enemigo  de  hacer  mal  á  nadie,  y  deseaba  que  así 
lo  entendiese  toda  la  Corona,  disimuló  aquello,  aguardando 
á  ver  el  conde  qué  haría. 

Estaba  la  condesa  tan  rabiosa  y  ocasionada,  que  no  fué 
necesario  apretarle  mucho  para  que  se  alborotara,  y  me- 
nospreciados los  ofrecimientos  del  rey,  quiso  que  su  hijo 
pusiera  aquel  negocio  á  las  armas,  animándole  valerosa- 
mente y  mas  de  lo  que  su  sexo  le  permitía:  representábale 
el  valor  de  sus  pasados,  los  condes  de  Urgel,  que  en  las 
ocasiones  que  fueron  perjudicados  en  sus  preeminencias  v 
prerogativas,  resistieron  valerosamente  á  los  reyes,  hasta 
morir  ó  tomar  enmienda  de  aquello  que  les  había  sido  qui- 
tado, y  que  no  tenía  que  buscar  sucesos  muy  antiguos,  pues 
aquí  tenía  los  del  infante  don  Jaime,  su  abuelo  y  suegro 
de  ella,  que  tan  valerosamente  se  expuso  á  la  fuerza  y  sin- 
razones del  rey  don  Pedro,  y  que  él  no  era  menos  pode- 
roso ni  su  causa  menos  justa  que  la  de  aquel  infante,  que 
salió  con  su  intención,  y  por  quien,  puesto  en  armas,  se  alzó 
toda  Cataluña  y  mucha  parte  de  los  reinos  de  Aragón  y 
ValiMuia,  aunípie  á   la  postre  le  hizo   quitar  el  rey  la  vida 


(  453  ) 
con  veneno,  por  no  ser  poderoso  á  resistir  á  la  mucha  ra- 
zón y  justicia  suya;  y  si  él  se  ponia  una  vez  en  campaña,  mu- 
chos de  los  mas  poderosos  de  la  Corona  se  habian  de  de- 
clarar por  él,  favoreciéndole  con  todas  sus  fuerzas  y  poder, 
que  juntado  con  las  compañías  de  gascones  é  ingleses  que 
aguardaba  de  cada  día,  haria  un  poderoso  y  grande  ejército 
contra  el  rey,  sin  hacer  caso  de  las  gentes  forasteras  que 
habia  metido  en  Cataluña,  que  estaban  ya  tan  desconten- 
tas, y  él  tan  imposibilitado  de  sustentarlas,  que  en  breve 
se  habia  de  volver,  y  mas  que  en  Aragón,  donde  al  prin- 
cipio eran  recibidos  de  buena  gana,  ahora  eran  tan  abor- 
recidos, que  no  habia  quien  los  pudiese  sufrir,  por  ser  gente 
soberbia  y  arrogante,  que  por  tener  el  rey  de  su  nación,  to- 
maban mas  atrevimiento  y  osadía  que  de  antes,  y  todos  de- 
seaban sacudirse  el  pesado  yugo  de  ellos;  y  que  le  valiera 
mas  y  ganara  mas  renombre  morir  en  defensa  de  su  justi- 
cia y  reino,  que  no  dejarlo  en  manos  del  infante;  y  que 
habia  de  ser  ó  rey  ó  nada,  y  estaba  repitiendo  de  continuo  y 
diciéndole:  FUI,  ó  rey  ó  no  res.  Enojábase  contra  él  por 
verle  algo  considerado  en  meterse  en  aquella  empresa,  y 
tratábale  con  palabras  pesadas  y  descorteses,  abusando  de 
la  licencia  de  madre,  como  si  fuera  el  conde  hombre  villano, 
debiendo  ella,  si  fuera  cuerda  y  sabia,  reprimir  sus  ímpe- 
tus y  fogosidades  desordenadas,  y  desterrar  del  rededor  de 
él  consejeros  violentos  y  malos,  y  mas  á  don  Antonio  de 
Luna,  que  estaba  perdido  y  acabado,  y  solo  hallaba  reme- 
dio con  la  empresa  del  conde. 

Valíase  la  condesa,  para  mas  animar  al  hijo,  de  unos 
vaticinios  y  profecías  de  un  fray  Anselmo  de  Turmeda,  que 
se  habia  pasado    á  Túnez  y  renegado   dé  la  fe,  y  de  fray 


(  454  ) 
Juan  de  Rocatallada,  de  quien  habla  el  padre  Martin  del 
Rio,  en  dos  lugares  de  sus  Mágicas  disquisiciones,  y  del  abad 
Joaquin  de  Merlin  y  de  una  Casandra  y  otros  que  habian 
compuesto  ciertas  poesías,  y  las  llamaban  profecías,  y  mu- 
dando los  hombres  ó  las  personas  que  en  aquella  sazón  go- 
bernaban el  mundo,  como  eran  al  papa,  antipapa,  reyes  de 
Francia,  Ñapóles,  Aragón  y  algunas  ciudades,  decian  cien 
mil  disparates,  con  términos  y  frases  amfibológicas  y  ambi- 
guas, á  imitación  del  oráculo  de  Apolo;  y  la  condesa  te- 
nia cabe  sí  hombres  que  le  daban  á  entender  ser  muy  en- 
tendidos en  ellas,  y  hacíanle  mil  interpretaciones,  todas  di- 
rigidas á  que  el  reino  de  Aragón  habia  de  ser  de  su  hijo 
y  que  el  rey  habia  de  vivir  poco,  y  aunque  ella  se  veia  en 
trabajos,  habia  de  llegar  á  un  estado  próspero  y  feliz  y  bien- 
aventurado ;  y  como  esto  era  cosa  apacible  á  sus  oidos, 
se  lo  persuadía  como  si  se  lo  hubiera  dicho  san  Vicente 
Ferrer  ú  otra  persona  tal,  y  fundada  en  esto,  no  queria  per- 
der ocasión,  y  persuadía  á  su  hijo  la  tomase,  sin  aguardar 
mas. 

Estos  consejos  é  importunaciones  fueron  tan  eficaces,  que 
añadieron  al  conde  mas  ánimo  y  braveza  que  hasta  allí  ha- 
bia tenido,  y  resolvió  de  no  parar  hasta  verse  rey.  No  se 
hartaba  su  corazón  con  lo  que  le  concedió  la  fortuna  ó  el 
cielo;  parecíanle  bajas  y  viles  las  cosas  que  poseia,  porque 
confiaba  otras  mayores  y  mas  altas.  Esperaba  le  habian  de 
venir  ciertas  compañías  de  ingleses  y  gascones,  que  junta- 
das con  las  gentes  de  don  Antonio  y  suyas,  habia  de  ser 
poderoso  á  quitar  al  rey  la  corona,  en  cumplimiento  de  di- 
chas profecías;  juntó  sus  consejeros  para  deliberar  lo  que 
se  habia  de  hacer,  pero  á  ellos  pareció,    (jue  no  dcbia  de- 


(  4o5  ) 
clararse  que  primero  no  tuviese  junta  la  gente  que  aguar- 
daba, y  que  en  el  entretanto  que  tardaban,  se  entretuviese 
como  mejor  pudiese,  dilatando  el  juramento  de  fidelidad, 
moviendo  conciertos  y  tratos,  sin  concluir  alguno,  y  si  el 
rey  mucho  apretaba,  aconsejaban  que  se  le  hiciese  el  reco- 
nocimiento y  homenaje,  pero  de  tal  manera,  que  hubiese 
en  él  alguna  nulidad  notoria.  Nombró  embajadores  á  Pon- 
ce  de  Perellos,  Ramón  de  Perellos,  su  sobrino,  Francisco 
de  Vilanova  y  fray  Dalmacio  Cacirera;  y  á  22  de 'octubre 
les  hizo  la  procura,  y  aconsejado  de  sus  letrados,  buscaron 
un  notario  que  estaba  descomulgado,  llamado  Francisco  de 
Mongon,  y  no  podia  tomar  el  auto,  por  obstarle  la  exco- 
munión. La  instrucción  que  llevaban  estos  embajadores  era 
de  tratar  de  algún  asiento  en  las  pretensiones  que  el  conde 
tenia  de  las  mercedes  que  el  rey  le  habia  de  hacer,  sin 
concluir  cosa,  por  dar  lugar  á  que  vinieran  las  gentes  que 
aguardaban  de  Gascuña  é  Inglaterra;  pero  llegados  á  Léri- 
da, el  rey,  que  sabia  cuan  malos  consejeros  tenia  el  conde, 
les  envió  á  decir  por  el  obispo  de  Barcelona  y  Francisco  de 
Aranda,  que  no  se  pusiesen  en  otro  trato,  ni  pidiesen  cosa 
alguna,  sino  que  hiciesen  luego  la  debida  obediencia,  que 
en  otra  manera  no  podria  excusarse  de  proceder  contra  el 
conde,  como  á  desobediente  á  su  rey  y  señor. 

Cuando  pasaban  estas  cosas,  pidieron  los  de  la  ciudad  de 
Huesca  al  rey,  que  revocase  un  privilegio  ó  gracia,  que  el 
rey  don  Martin  habia  hecho  de  1000  florines  cada  año,  por 
tiempo  de  diez  años,  al  conde  de  Urgel.  El  caso  fué  que 
habia  en  aquella  ciudad  muchos  bandos  y  parcialidades, 
cuyo  remedio  dependia  de  la  presencia  del  rey  ó  de  perso- 
na de  la  rasa  real,  pero  como  estaba  tan  pesado  de  su  per- 


(  4o6  ) 
sona,  no  podia  ir  allá,  y  por  eso  nombró  al  conde  de  Uv- 
gel  por  protector  de  aquella  ciudad  por  tiempo  de  dieiz 
años,  con  salario  de  1000  florines  cada  año,  porque  du- 
rante el  dicho  tiempo  apaciguara  aquellos  odios  y  discor- 
dicis  y  redujera  á  paz  á  los  vecinos  de  ella.  Como  el  conde 
no  era  muy  quisto  en  aquel  reino,  deseaban  verle  fuera 
de  él,  y  con  título  que  habian  cesado  aquellos  bandos,  pi- 
dieron al  rey  revocase  la  merced  hecha  al  conde,  pues  era 
superfino  aquel  gasto  y  no  gustaba  el  pueblo  de  tal  supe- 
rintendente; y  así  á  16  de  octubre  de  1812,  en  Zaragoza, 
revocó  el  rey  esta  concesión  y  merced  hecha  al  conde,  de 
lo  que  no  quedó  él  muy  gustoso,  porque  le  pareció  que 
aquello  mas  lo  hacia  el  rey  para  echarlo  de  Aragón,  que 
por  alivio  y   favor  de  los  de  la  ciudad  de  Huesca. 

Los  embajadores,  por  no  enojar  al  rey,  acordaron  de 
hacerle  la  obediencia,  sacramento  y  homenaje,  según  uso  de 
Cataluña  y  poder  les  habia  dado  el  conde,  especial  para 
'esto,  aunque  luego  que  ellos  se  partieron  para  Lérida,  el 
conde  le  revocó  y  anuló;  pero  esto  fué  mas  público  que  se- 
creto, y  aunque  en  el  proceso  criminal  se  le  hizo  al  conde 
cargo  de  diversos  delitos,  pero  de  esto  no  se  habló  palabra; 
verdad  es  que  lo  dijeron  doB  testigos,  el  uno  por  haberlo 
oido  del  mismo  conde  de  Urgel,  que  habia  hecho  intimar 
la  revocación  al  notario  que  habia  tomado  la  procura,  y  el 
otro  testigo  en  su  deposición  dijo  lo  mismo,  aunque  no 
dio  otra  razón  de  su  ciencia,  sino  que  lo  habia  oido  decir, 
y  no  dijo  á  quien.  El  auto  de  la  pirestacion  del  sacramento 
y  homenaje  fué  muy  solemne:  hízose  en  el  altar  mayor  de 
la  Seo  de  Lérida,  á  28  de  octubre  de  1412,  después  de 
celebrada  la  misa  mayor,  v  asistieron  el  obisjR)  de  Barre- 


(457  ) 
lona,  el  abad  de  Valladolid,  el  conde  de  Cardona,  el  go- 
bernador de  Cataluña,  Olfo  de  Proxida,  Rodrigo  de  Liori, 
Francisco  de  Aranda,  del  consejo  del  rey,  y  otros  muchos 
caballeros  y  nobles  de  la  Corona.  Acabado  este  auto,  que 
para  todos  fue  de  gran  consolación,  mandó  el  rey  al  abad 
de  Valladolid,  que  se  llevase  á  comer  consigo  los  embaja- 
dores del  conde,  y  que  la  gente  de  armas  que  había  ve- 
nido de  Castilla,  se  volviese. 

Los  embajadores  movieron  trato  con  el  abad  y  otros  mi- 
nistros reales,  de  las  mercedes  que  el  conde  pretendía  al- 
canzar del  rey;  y  antes  de  pedir  ninguna,  para  mayor  sosie- 
go de  todos  y  que  el  conde  se  asegurase  en  el  servicio  del 
rey,  y  desengañar  á  algunos  que  decían  que  el  rey  nunca 
le  haría  merced,  propusieron  que  el  rey  casase  alguno  de 
sus  hijos  con  la  hija  mayor  del  conde,  que  había  de  here- 
dar en  falta  de  hijos  todo  su  estado,  y  podía  por  su  cuali- 
dad y  sangre  ser  mujer  de  rey,  por  descender  por  parte  de 
padre  y  madre,  por  línea  legítima,  de  reyes.  Al  abad  le 
pareció  bien,  y  lo  dijo  al  rey,  que  lo  propuso  en  su  consejo, 
aunque  la  respuesta  no  se  dio  luego,  porque  el  rey  estaba 
de  partida  para  Tortosa,  para  visitar  al  papa  Benedicto  de 
Luna,  que  tanto  le  favoreció  y  valió  para  alcanzar  el  reino. 
Estuvo  en  aquella  ciudad  quince  días,  hasta  22  de  noviem- 
bre. Procuró  el  papa  asegurar  al  rey  en  su  obediencia  y 
devoción,  representándole  lo  mucho  que  le  eslaba  obligado, 
por  lo  que  había  hecho  por  él.  Desde  Tortosa  mandó  con- 
vocar cortes  en  la  ciudad  de  Barcelona,  para  el  primer  día 
de  diciembre,  para  recibir  de  los  prelados  y  barones  y  de- 
mas  el  juramento  de  fidelidad  y  homenaje  que,  por  razón 
de  sus y  naturaleza,  le  eran  obligados  á  pres- 

TOMO    X.  31 


(  458  ) 
tar,  asignando  el  dia  20  de  diciembre.  A  26  de  noviem- 
bre llegaron  el  rey,  la  reina  y  el  primogénito  don  Alfonso 
al  monasterio  de  Valldonsella,  fuera  los  muros  de  Barce- 
lona, y  aquí  se  alojaron;  á  28  entró  el  rey  en  la  ciudad,  y 
el  dia  siguiente  la  reina,  don  Alfonso  y  el  infante  don  Pe- 
dro, sus  hijos ;  y  á  9  de  enero  se  dio  principio  en  el  mo- 
nasterio de  predicadores  á  las  cortes.  Estando  aquí,  los  em- 
bajadores del  conde,  que  aun  no  tenian  respuesta  de  lo  que 
habian  tratado  con  el  abad,  pidieron  audiencia  al  rey  y  le 
dijeron: — Señor,  parece  que  el  conde  está  en  grande  recelo 
de  vos,  é  si  á  vuestra  alteza  pluguiese  que  hubiese  entre 
vos  y  él  algún  buen  deudo  de  matrimonio  ,  seria  quitado  el 
temor  y  vendria  mejor  á  lo  que  pluguiese  á  la  vuestra  mer- 
ced; por  ende,  señor,  si  á  vuestra  merced  bien  visto  fuese 
de  darle  al  infante  don  Enrique  vuestro  fijo,  maestre  de  San- 
tiago, porque  casase  con  su  fija,  heredera  del  condado,  seria 
vuestro  servicio,  pues,  señor,  sabedes  como  el  conde  y  su  mu- 
jer son  de  la  casa  real  de  Aragón ,  y  su  casa  es  la  mejor  que 
hay  en  el  reino,  y  si  vuestra  merced  lo  ficiese ,  el  conde 
terna-  que  habedes  voluntad  de  le  allegar  á  vos  é  de  le  fazer 
merced,  é  devedes  lo  fazer  por  el  debdo  que  con  vos  han 
él  é  la  infanta  su  mujer,  y  darle  alguna  enmienda  de  lo 
mucho  que  ha  gastado  y  quedan  disminuidos  su  casa  y  esta- 
dos.— El  rey  no  gustaba  de  tal  demanda,  y  le  pesaba  que  qui- 
siese ponerse  el  conde  á  trato  con  él,  y  mas  estando  con 
opinión  que  todo  aquello  era  ficción  ;  y  notaba  mucho  que 
siendo  el  conde  llamado  á  las  cortes,  ni  viniese  ni  enviase 
procurador,  y  era  notada  esta  falta  de  todos.  Con  todo,  el 
rey  no  quiso  declararse  contra  él,  sino  reducirle  á  su  ser- 
vicio con  beneficios  y  mercedes.   Propuso  el  negocio  en  su 


(  459  ) 
Ci>nsejo,  y  dio  por  respuesta,  que  el  conde  en  lo  que  pedia  "no 
tenia  justicia,  porque  si  se  habia  pueStb  á  demandar  el  fei- 
ho  de  Aragón  y  habian  hallado  los  jueces  que  ho  tenia  jus- 
ticia, no  le  habia  el  rey  de  pagar  las  tostas,  salvo  en  caso 
que  quisiese  hacerle  merced.  Erales  también  muy  grave  lo 
del  casamiento  del  infante  don  Enrique,  que  habia  ya  mas 
de  cuatro  años  que  era  maestre  de  Santiago,  y  era  hombre 
de  grandes  pensamientos  y  pretendia  casar,  como  casó  des- 
pués, con  doña  Catalina,  bermana  del  rey  don  Juan  de  Cas- 
tilia,  aunque  no  muy  á  gusto  de  la  dama,  y  se  le  proponian 
otros  grandes  casamientos.  Con  todo,  deseoso  el  rey  de  traer 
á  su  servicio  al  conde,  doliéndose  que  aquel  caballero  tan 
mal  aconsejado  se  perdiera  ,  acordó  que  era  bien  hacer 
lo  que  pedia,  á  mas  de  otras  mercedes,  y  mandó  llamar 
ó  k)s  embajadores,  y  según  refiere  Fernán  Pérez  de  Guzman, 
les  dijo: — Embajadores,  como  quiera  que  yo  no  haya  razón 
de  responder  á  las  demandas  y  tratos  que  el  conde  de  Ur- 
gel  me  envia  á  demandar,  pero  porque  él  y  vosotros  co- 
nozcáis que  he  voluntad  de  le  hacer  merced,  y  que  no 
quiero  dar  lugar  á  que  se  pierda,  mi  merced  es  de  le  dar 
de  lo  mió  y  de  le  otorgar  sus  peticiones,  por  el  debdo  que 
conmigo  ha  y  por  ser  casado  con  mi  tia,  y  á  mi  place  de 
le  dar  en  casamiento  á  su  hija  á  don  Enrique,  mi  hijo,  maes- 
tre de  Santiago,  y  que  le  habrá  por  propio  hijo;  y  por  hacer 
mayor  su  estado,  quiero  le  hacer  merced  de  la  villa  de 
Momblanc,  con  título  de  ducado,  porque  se  llame  duque  de 
Morablanc  y  conde  de  Urgel,  y  quiero  le  dar  mas,  por  re- 
iiacer  su  casa  y  enmienda  de  los  gastos  que  ha  hecho,  ciento 
y  cincuenta  mil  florines  de  oro,  y  por  hacerle  mas  merced, 
quiero  que  haya  de  mí  cada  año  él  y  la  infanta,  mi  tia,  su 


(  460  ) 
mujer,  y  la  condesa  su  madre,  cada  dos  mil  ílorines  de  oro, 
que  sean  seis  mil  florines  cada  un  año. 

Esto  ofreció  el  rey ,  según  dice  aquel  autor  ;  pero  yo 
he  hallado  ,  que  también  le  ofreció  la  villa  de  Tárrega, 
pueblo  muy  rico  y  numeroso  y  confinante  con  el  condado 
de  Urgel ,  y  habia  en  él  muchas  casas  de  caballeros  muy 
principales  y  ricos ;  y  añade  mas  Laurencio  Valla  ,  que  di- 
jo el  rey  ,  que  le  habia  de  dar  tanta  honra  y  preheminen- 
cia ,  que  le  daría  lugar  y  asiento  en  medio  de  sus  cinco 
hijos ,  con  este  orden  :  que  el  primogénito  y  el  infante  don 
Juan  estarian  primero,  y  después  el  conde,  y  luego  don  En- 
rique ,  don  Pedro  y  don  Sancho ,  así  que ,  entre  sus  hijos, 
el  tercer  lugar  habia  de  ser  del  conde. 

Parece  que  cuanto  mas  se  mostraba  liberal  el  rey  con  el 
conde  y  sus  madre  y  mujer ,  mas  esquivos  estaban  y  me- 
nos caso  hacian  de  las  mercedes  y  favores  que  se  les  propo- 
nía ,  y  buscaban  dilaciones ,  con  ánimo  de  apercibirse  para 
resistir  al  rey  y  á  sus  ministros  ;  y  esto  era  en  ocasión  que 
estaban  todos  tan  confiados  de  que  el  conde  quedaría  en  su 
servicio  ,  que  tenia  el  rey  pensamiento  ,  acabadas  las  cor- 
tes ,  de  ir  á  Valencia  y  de  allá  pasaría  á  Castilla  ,  y  así  se 
decía  públicamente ;  pero  las  cosas  sucedieron  de  manera, 
que  antes  de  acabarse  las  cortes  ,  fué  necesario  partirse  el 
rey  para  Balaguer,  para  resistir  al  conde,  que  tenia  inquieta 
toda  aquella  tierra  ,  porque  después  que  su  madre  y  conse- 
jeros le  dieron  á  entender  que  de  ninguna  manera  se  so^ 
metiese  al  rey  ,  buscó  todo  el  favor  posible  con  los  otros 
príncipes  de  la  cristiandad  ,  y  mas  con  los  reyes  de  Fran- 
cia y  Navarra  ;  pero  ellos  se  excusaron  de  valerle ,  y  así  en- 
vió á  don  Antonio  de  Luna  y  á  García  de  Sese  á  Burdeos, 


(  461  ) 
porque  en  su  nombre  tratasen  y  concluyesen  confederación 
con  Orthomas,  duque  de  Clarencia  ,  hijo  segundo  de  Enri- 
que IV  ,  rey  de  Inglaterra  ,  y  con  Eduardo  ,  duque  de 
Ayork  ,  que  era  nieto  del  rey  don  Pedro  de  Castilla  ,  hijo 
de  Aymon  ,  conde  de  Cantobrigia  ,  y  de  la  infanta  doña 
Isabel ,  tercera  hija  de  aquel  rey  ,  y  entraba  con  ellos  á  la 
liga  el  conde  de  Orset ;  pero  esta  confianza  del  de  Ayork 
era  vana  ,  y  poco  el  deseo  que  tenia  de  meterse  en  esta 
guerra  ,  y  lo  deniíostró  presto  ,  pues  aun  estando  el  rey  en 
el  cerco  de  Balaguer ,  le  envió  sus  embajadores  para  confe- 
derarse con  él  y  hacerse  muy  su  amigo  ,  y  esto  lo  hizo  mo- 
vido de  otra  embajada  que  el  rey  le  habia  hecho  cuando 
supo  que  quería  valer  al  conde  de  Urgel ,  enviándole  á  vi- 
sitar y  requiriéndole  de  muy  estrecha  amistad  y  alianza  :  y 
así  desamparó  al  conde ,  confiando  que  por  medio  del  rey 
se  le  baria  enmienda  de  algunos  derechos  que  pret€ndia 
tener  en  los  reinos  de  Castilla  y  León ,  y  confiaba  con  fa- 
vor y  medio  del  rey  alcanzarlos  ;  pero  no  le  salió  como 
pensaba  ,  ni  quedó  muy  medrado  de  haber  dejado  al  conde 
y  haberse  confederado  con  el  rey  ,  que  le  pagó  la  amistad 
con  cortesías  le  hizo  ,  y  buenas  confianzas  que  le  dio. 

Dicen  que  antes  que  el  duque  de  Clarencia  entrara  en 
ella  ,  quiso  enterarse  de  la  justicia  del  conde  ,  y  que  le  en- 
vió un  famoso  letrado  que  le  informó  de  ella  ,  de  manera 
que  quedó  satisfecho.  Concordóse  por  medio  de  estos  tra- 
tadores, que  el  duque  valdria  al  conde  con  tres  mil  arche- 
ros  y  mil  bacinetes  y  vendria  él  en  persona  ,  si  el  rey  su 
padre  le  daba  licencia ;  y  si  por  algún  impedimento  dejaba 
de  venir ,  enviaria  á  costa  suya  quinientos  bacinetes  y  tres 
mil  archeros ,  pagados  hasta  San  Juan ;  y  el  conde  le  pro- 


(  462  ) 
raelió  dar  en  recompensa  de  este  socorro  al  duque  el  de- 
recho y  título  de  rey  de  Sicilia  ,  y  su  hermana  por  mujer: 
otros  decían  su  hija  doña  Isabel  ,  y  la  heredaba  del  conda- 
do de  Urgel  y  demás  títulos  ,  si  moria  sin  hijos  varones. 

Concertóse  también  con  Eymerico  de  Comenge  y  Juan 
de  Malleó  ,  capitanes  franceses  ,  que  habian  de  ser  en  Ca- 
taluña por  todo  el  setiembre  de  1413  ,  con  dos  mil  caba- 
llos ,  y  habia  de  haber  entre  ellos  ochocientas  lanzas  y  qui- 
nientos ballesteros  de  á  caballo,  y  quinientos  de  á  pie  con 
ballestas  de  acero,  y  habian  de  entrar  por  la  parte  de  An- 
dorra y  vizcondado  de  Castellbó.  Habia  también  enviado  el 
conde  á  Tolosa  ,  á  21  de  agosto  de  1413,  á  Bernardo  de 
Llorac  y  Gisperto  de  Guillaniu,  caballeros  de  su  casa,  para 
hacer  que  Pedro  Ramón  de  Rapistany  ,  señor  de  Campana- 
cho,  hiciese  venir  toda  la  gente  que  pudiese.  También  dttn 
Antonio  de  Luna ,  estando  en  Burdeos ,  trató  con  Basilio 
de  Genova  y  Anglot ,  y  con  Gracian  de  Agrámente  ó  de 
Vasconia,  capitanes  de  gentes  de  armas  inglesas,  que  esta- 
ban á  gages  del  rey  de  Inglaterra  en  Burdeos  ,  que  entra- 
sen con  sus  gentes  de  armas  en  Aragón ,  é  hiciesen  en  él 
guerra. 

Habíase  llevado  don  Antonio  algunas  acémilas  de  mone- 
da y  muchas  de  las  joyas  del  conde,  y  fuélas  vendiendo  po^ 
co  á  poco:  de  una  cadena  le  dieron  150  escudos,  y  4(Í0 
de  un  collar  ;  y  nunca  halló  quien  le  comprase  una  sun- 
tuosísima y  costosa  cruz  que  habia  sido  del  duque  de  Bar- 
rí ,  que  á  mas  del  oro  y  piedras  que  habia  en  ella ,  eran 
tantas  las  hechuras ,  que  nadie  entendió  en  quererla  com-- 
prar  ;  y  como  él  estaba  falto  de  dinero  ,  puso  en  almoneda 
las  demás  joyas  ,  y  al  principio  pedia  por  ellas  25.000  fío- 


(46o  ) 
riñes ,  y  después  bajó  á  10.000 ,  y  después  á  6.000,  y  por 
estos,  las  vendió,  y  dio  algunas  pagas  á  los  soldados  ,  y  con- 
certó que  no  entrasen  juntos  en  estos  reinos  ,  sino  cada  uno 
por  su  parte ,  por  excusar  inconvenientes  se  podian  suce- 
der ,  si  entraran  juntos.  Hecho  esto  ,  se  vino  don  Antonio  • 
de  Francia  ,  que  no  debiera  ,  porque  por  faltar  en  Francia 
quien  diese  prisa  y  calor  á  la  gente  que  habia  de  entrar ,  le 
vino  á  faltar  al  conde  el  socorro  que  aguardaba  de  aque- 
llas partes ,  en  la  ocasión  que  mas  necesitaba  de  él  ,  y  po- 
díale mas  aprovechar  don  Antonio   estando  allá  ,  que  no 
aquí.  Luegá  que  fué  llegado  ,  para  autorizar  las  cosas  del 
conde  y  ganar  crédito  con  aquellas  gentes  que  habian  de 
venir  ,  procuraba  que  en  Aragón  se  tomaran  algunas  plazas, 
como  fué  el  castillo  de  Trasmoz  ,  que  está  en  las  faldas  de 
Moncayo  ;  y  este  se  tomó  mas  por  descuido  de  los  qne  le 
guardaban ,  que  por  combate  ;  y  aunque  se  alborotó  toda 
aquella  comarca  ,  pero  de  aquella  vez  quedó  el  castillo  por 
don  Antonio  ,  que  mandó  alzar  banderas  por  don  Jaime  y 
aclamarle  rey  de  Aragón  ,  y  le  tuvo  algún  tiempo,  aunque 
después  lo  dejó  por  50.000  florines  que  le  dieron.  Atemo- 
rizáronse los  aragoneses  de  manera  con  esto  y  con  las  nue- 
vas que  tenian  de  los  gascones  é  ingleses  que  habian  de 
entrar ,  que  se  tuvieron  por  perdidos  ,  y  <:ada  dia  daban 
aviso  al  rey  de  lo  que  sabian ,  pidiendo  socorro  y  favor. 

Sin  esto  ,  sucedió  á  los  postreros  de  mayo  ,  que  entró  el 
capitán  Basilio ,  y  con  la  gente  que  llevaba  tomó  dos  luga- 
res de  Aragón  ,  que  eran  Lorbes  y  Enbun  ,  é  hicieron  ju- 
rar á  don  Jaime  por  rey  ,  y  talaron  la  campaña  y  dejaron 
presidio  en  ellos,  y  se  pasó  al  castillo  de  Loarre,  donde  es- 
taba don  Antonio,  para  cobrar  el  sueldo  le  habia  prometi- 


(  464  ) 
<lo ;  y  (Ion  Antonio  ,  que  estaba  falto  de  dinero,  le  rerailia 
al  conde  de  Urgel ,  y  le  decia  que  fuera  á  Balaguer,  que 
allá  seria  pagado  ;  pero  Basilio  no  queria  salirse  del  casti- 
llo de  Loarre ,  que  no  fuese  pagado.  Las  nuevas  que  cada 
dia  llegaban  á  Barcelona  obligaron  al  rey  que  enviara  á 
don  Francisco  de  Eril  fuese  á  valer  á  los  de  Zaragoza  y 
Huesca,  que  habian  puesto  cerco  á  los  castillos  que  don  An- 
tonio y  Basilio  habian  tomado  ,  y  para  que  metiese  gente 
dentro  de  Huesca ,  para  defender  aquella  ciudad  ,  si  qui- 
siese apoderarse  de  ella  don  Antonio  ;  y  él  lo  mas  presto 
que  pudo  se  partió  de  Barcelona  con  algún  número  de  gen- 
te ,  que  serian  ciento  de  á  caballo.  El  conde  tuvo  aviso  de 
su  venida ,  y  mandó  salir  de  Balaguer  doscientos  caballos  y 
mas  de  trescientos  ballesteros ,  que  se  alojaron  en  Linyola 
y  aguardaban  á  don  Francisco ,  que  ya  estaba  en  Tárrega, 
con  harto  temor  de  la  gente  del  conde ,  porque  los  de 
aquella  villa  habian  enviado  espías  y  sabian  que  toda  aque- 
lla gente  que  habia  salido  de  Balaguer  le  aguardaban  que 
saliese  de  Tárrega  ,  para  dar  sobre  él ,  y  así  se  lo  enviaron 
á  decir  á  29  de  mayo.  Estuvo  don  Francisco  y  los  suyos 
en  ella  hasta  un  lunes,  que  era  á  5  de  junio,  que  llegó  allá 
Jorge  de  Caramany  ,  y  de  parte  del  rey  le  dijo  ,  que  se 
partiese  luego  para  Lérida  ,  que  él  se  ofrecia  llevarle  por 
caminos  seguros.  Salieron  á  las  once  de  la  noche  y  fueron 
á  Bellpuig  ,  y  de  allá  á  Vilanova  ,  y  de  aquí ,  andando 
fuera  camino  ,  pasaron  los  llanos  de  Miralcamp ,  y  salieron 
al  collado  de  Bellfort ,  y  al  salir  el  sol  llegaron  á  Torre- 
grossa  y  de  allí  á  Pradell ,  y  de  aquí  á  Margalef ,  que  era 
lugar  despoblado  ,  así  como  hoy  lo  es ,  y  está  á  una  legua 
de  Lérida.  Aquí  dejó  don  Framisco  á  Jorge  de  Caramany, 


(46o  ) 
ijue  se  volviese ,  porque  le  pareció  ya  estar  fuera  del  peli- 
gro ;  y  él ,  antes  de  partirse,  mandó  á  dos  espías  que  cor- 
riesen la  tierra ,  y  descubrieron  los  doscientos  caballos  del 
conde ,  cuyo  capitán  era  Berenguer  de  Fluviá ,  y  el  estan- 
darte que  llevaba  era  verde  ,  blanco  y  negro  ,  y  sin  dar  lu- 
gar á  que  los  espías  volviesen  ,  dio  sobre  don  Francisco  y 
su  gente ,  y  le  mató  tres  ó  cuatro  hombres  y  prendió  casi 
todos  los  demás  ,  y  quedaron  heridos  muchos  ,  y  don  Fran- 
cisco de  Eril  se  retiró  á  Torregrossa ,  donde  ya  habia  lle- 
gado Jorge  de  Caramany ,  y  habia  hecho  abrir  las  puertas, 
para  que  se  recogiesen  allí   los  que  escapasen  ;  y  estaban 
con  harto  temor  que  no  les  cercasen ,  porque  se  decia  que 
habian  enviado  á  Linyola  á  buscar  los  trescientos  balleste- 
ros que  allá  habian  quedado  ,  y  así  lo  mas  presto  que  pu- 
dieron pasaron  á  Juneda  ,  lugar  del  condado  de  Cardona, 
y  aquí  aguardaron  orden  de  lo  que  el  rey  mandaba  que  hi- 
cieran. Holgó  la  condesa  mucho  de  este  suceso,  y  lo  cele- 
braba ,  haciendo  burla  de  los  vencidos ;  y  de  la  ropa ,  bes- 
tias y  demás  cosas  que  tomaron  ,  hicieron  almoneda  en  Ba- 
laguer ,  y  el  conde  llevó  la  quinta  parte ,  y  los  presos  se 
rescataron  por  un  marco  de  plata  cada  uno ,  y  los  amigos 
del  conde,  á  quien  parecian  mal  estas  acciones,  le  disculpa- 
ron ,  diciendo  que  aquella  salida  habia  sido  á  contempla- 
ción de  Juan  Despont,  enemigo  de  don  Francisco,  para  ven. 
gar  la  muerte  de  su  padre  ,  en  que  habia  sabido.  Sucedió 
también  ,  jueves  á  8  de  junio ,  que  salieron  del  condado 
de  Urgel  algunos  ballesteros  y  entraron  en  el  marquesado 
de  Camal  asa  ,  que  ya  habia  sido  de  los  antiguos  condes  de 
Urgel ,  y  se  llevaron  treinta  cabezas  de  ganado.  El  día  si- 
guiente salió  el  conde  de  Balaguer  y  fué  á  Castellón ,  para 


(  466  ) 
ver  y  animar  á  la  gente  de  guarnición  que  tenia  en  los  cas- 
tillos del  vizcondado  de  Ager ,  é  iba  muy  contento  del  su- 
ceso de  Margalef ,  y  confiaba  haber  de  salir  muy  bien  de 
su  empresa ,  con  el  favor  y  ayuda  de  las  gentes  estranjeras 
que  esperaba  ;  pero  habia  muchos  de  los  que  le  servían  que 
juzgaban  á  locura  lo  que  el  conde  hacia ,  y  lo  que  era  de 
llorar  ,  no  habia  nadie  que  se  lo  osase  decir ,  por  temor  de 
la  condesa ,  su  madre ,  que  aborrecia  sobre  todas  las  cosas 
á  los  que  trataban  desengaños  y  decian  lo  que  sentian. 

Habia  el  conde  de  Urgel ,  antes  de  la  declaración  de 
Caspe ,  tomado  la  palabra  á  muchos  caballeros  de  Cataluña, 
que  le  habian  de  valer  y  favorecer  hasta  verle  rey ;  y  co- 
mo la  opinión  común  era  pertenecerle  á  él  la  corona  ,  mu^- 
ehos  se  ]&  prometieron ;  pero  después  de  hecha  la  declara- 
ción y  vista  la  porfía ,  y  que  se  iba  voluntariamente  á  dea- 
penar  ,  tod^s  le  desampararon  y  aprobaron  lo  que  la  justi- 
ticia  habia  hecho ;  y  de  esto  estaba  muy  quejoso  el  conde, 
y  mas  del  de  Cardona  ,  que  por  ser  deudo  suyo  y  muy  po- 
deroso ,  era  de  quien  mas  habia  confiado.  Envióle  un  he- 
raldo, que  salió  de  Balaguer  á  los  primeros  de  junio  y  en- 
tró en  Barcelona  en  ocasión  que  la  corte  estaba  junta  :  éste 
entró  por  la  ciudad ,  á  caballo ,  vestido  de  su  cota  de  ar- 
mas,  y  llevaba  un  cartel  en  que  estaban  escritas  las  quejas 
que  el  conde  de  Urgel  tenia  del  de  Cardona ,  y  do  quiera 
que  habia  corrillos  preguntaba  por  él ,  y  les  hacia  leer 
aqtíel  cartel  de  desafia,  y  les  rogaba  que  le  hiciesen  sabe- 
dor de  lo  que  leian,  y  que  el  conde  de  Urgel  le  desafiaba 
cuerpo  á  cuerpo.  Esta  novedad  alborotó  no  poco  á  la  ciu- 
áad  de  Barcelona  y  y  cada  uno  hablaba  según  el  amor  que 
tenia  al  conde ,  y  todos  aguardaban  ver  el  rey  como  la  to- 


(mi) 

maria  ;  y  fué  que  mandó  prender  al  heraldo  y  darle  cien 
azotes  á  caballo ,  por  las  mismas  calles  por  do  habia  pasa- 
do ,  y  después  lo  envió  á  su  señor.  Dicen  que  fué  grande 
el  enojo  que  recibió  el  rey  de  este  desafio ,  y  lo  juzgó  á 
desacato ,  y  que  tal  se  hiciese  en  tiempa  que  él  estaba  allá 
y  junta  la  corte  ,  sin  licencia  suya ,  y  quiso  que  de  esta 
manera  quedara  satisfecho  el  agravio  que  pudiera  haberse 
hecho  al  conde  de  Cardona ,  y  así  se  impidió  el  desafio  y 
puso  treguas  entre  los  dos  condes ,  y  mandó  despachar  le- 
tras al  de  Urgel,  que  se  le  presentaron,  domingo' á  18  diel 
mes  ;  y  dice  Valla  ,  que  estimó  mas  al  rey  que  lo'  pagara  el 
heraldo ,  que  no  que  se  encendiera  guerra  entre  aquellos 
dos  príncipes.  Discursa  también  el  autor  si  el  rey  hÍ20  bien 
en  esto  ,  por  ser  los  heraldos ,  según  el  derecho  de  las  gen- 
tes, inviolables ;  pero  á  mas  de  entenderse  esto  solamente 
en  respecto  de  aquellos  con  quien  tratan,  y  no  de  los  otros, 
en  esta  ocasión  el  castigo  del  rey  dicen  haber  sido  justa, 
porque  con  descortesías  excedió  la  licencia  que  el  oficio  te 
daba.  Tomólo  muy  mal  el  conde  ,  y  de  aquí  infiere  aquel 
autor  que  tomó-  causa  de  rebelarse  ;  pero  es  ciert»  que 
muchos  meses  habia  tenia  aquel  pensamiento^ 

Estaban  persuadidos  los  consejeros  del  conde ,  que  para 
dát  buen  principio  á  su  empresa ,  le  conTenia  tomar  en 
Aragón  la  ciudad  de  Huesca  ,  y  en  Cataluña  la  de  Lérida, 
por  ser  muy  vecinas  ,  ésta  del  condado,  y  aquella  de  las  ba- 
ronías de  Alcolea  y  demás  de  Aragón.  Berenguer  de  Flu- 
viá,  que  era  el  inventor  de  jesto  ,  emprendió  apoderarse  de 
Lérida  ,  donde  habia  muchos  amigos  del  conde  ,  particular- 
mente un  Bernardo  de  Toiraprnoreíl  y  Ti  Beker ,  y  no 
aguardaban  sino  ocasión  para  declararse  por  él  y  entÉregai»^ 


(  468  ) 
le  aquella  ciudad.  Estaba  en  ella  Riambau  de  Corbera,  lu- 
garteniente de  gobernador ,  que  la  tenia  en  defensa  y  an- 
daba muy  cuidadoso  de  la  guarda  de  ella.  Sucedió  que  el 
conde  ,  con  motivo  de  tomar  Arbeca  y  Juneda  ,  lugares  del 
conde  de  Cardona  ,  mandaba  juntar  muchas  armas  y  muni- 
ciones en  la  villa  de  Menargues ,  que  está  entre  Lérida  y 
Balaguer ,  y  esto  daba  harto  cuidado  á  los  de  aquella  ciu- 
dad ,  porque  sospechaban  que  todo  aquello  habia  de  servir 
para  ellos.  Ponian  de  dia  y  de  noche  guardas  y  estaban  muy 
prevenidos,  y  temian  que  el  dia  de  Corpus,  cuando  todos 
estarian  ocupados  en  la  procesión  ,  no  sucediese  alguna  no- 
vedad ;  y  no  iban  en  ello  fuera  de  camino  ,  porque  sucedió 
que  un  hijo  de  Arnaldo  Cuco  ,  letrado  de  Balaguer  ,  con 
ocho  ó  diez  hombres  de  á  pie  ,  quiso  escalar  el  monasterio 
de  San  Hilario  de  aquella  ciudad,  que  está  fuera  de  ella 
cuanto  son  seis  tiros  de  ballesta ,  y  es  de  monjas  Cister- 
cienses  ;  pero  no  pudo  hacer  nada,  porque  luego  fué  descu-^ 
bierto  ,  y  salieron  ,  aunque  sin  armas  ,  el  veguer  y  Francis- 
co San  Climent,  paer  ó  regidor  primero  de  aquella  ciudad, 
con  alguna  gente  de  á  pie,  y  todos  sin  armas  ,  lo  que  fué 
gran  temeridad ;  y  Riambau  de  Corbera  lo  tuvo  muy  á  mal, 
porque  no  sabian  de  cierto  si  habia  allá  alguna  emboscada, 
y  por  eso  mandó  cerrar  las  puertas  de  la  ciudad  y  poner 
guardas  en  ellas  y  gente  por  los  muros  ;  pero  no  sucedió 
mas  de  lo  dicho  ,  y  el  veguer  y  demás  volvieron  poco  des- 
pués, y  dijeron  haber  visto  diez  hombres  con  ballestas,  y  por 
estar  ellos  desarmados ,  no  les  osaron  acometer ,  y  fué 
cierto  que  el  conde  no  supo  en  ello  ,  antes  le  pesó  ,  porque 
aquello  no  sirvió  de  otra  cosa  que  de  acuerdo  para  los  de 
aquella  ciudad. 


(  409  ) 
El  dia  siguiente  se  fueron  continuando  los  avisos  de  qué 
el  conde  juntaba  mucha  gente  en  Menargues ,  y  la  conde- 
sa ,  su  madre,  y  la  infanta  y  hermanas  del  conde  ,  habian 
despachado  cartas  á  sus  vasallos  para  que  cada  pueblo  en- 
viase cierto  número  de  hombres  á  Menargues ,  y  estuviesen 
allá  la  vigilia  de  San  Juan  ,  por  importar  para  una  empre- 
sa que  habian  de  hacer  muy  notable.  Acudió  mucha  gente, 
y  eran  cuatrocientos  de  á  caballo  y  dos  mil  de  á  pie,  y  don 
Jaime  queria  ir  con  ellos  ;  pero  no  fué ,  porque  se  lo  des- 
aconsejaron ,  y  solo  salió  hasta  Menargues ,  para  concor- 
dar ciertos  disgustos  tenian  los  aragoneses  y  catalanes.  Lle- 
vaba esta  gente  dos  capitanes ,  el  uno  era  Berenguer  de 
Fluviá,  y  era  el  que  puso  en  la  cabeza  del  conde  esta  sa- 
lida ;  y  el  otro  Juan  de  Cortit :  hízoles  aquí  un  razona- 
miento, encargándoles  que  hubiesen  por  capitán  á  B.  de 
Fluviá,  y  que  entrados  en  la  ciudad,  ni  la  saqueasen  ,  ni 
quemasen,  y  el  grito  fuese  Aragón  y  Santiago ;  y  de  aquí, 
acompañado  de  fray  Juan  Ximeno  ,  obispo  de  Malta  ,  Al- 
fonso Suarez  y  Pedro  Pérez  de  Barbones ,  de  Zaragoza ,  lle- 
garon al  amanecer  ,  el  dia  de  San  Juan ,  á  Albesa  ;  y  an- 
dando por  el  camino  ,  hablando  de  la  toma  de  Lérida ,  le 
persuadieron  que  la  dejase  ,  porque  aunque  se  tomase  aque- 
lla ciudad  ,  habia  de  ser  muy  dañoso  á  él  y  sus  vasallos  y 
amigos ,  y  era  cierto  habian  de  tener  todos  muchos  disgus- 
tos de  ello  ;  y  el  conde,  algo  turbado  de  lo  que  le  decian, 
respondió  :  que  maldito  fuese  mosen  Fluviá,  que  le  habia 
aconsejado  y  le  habia  metido  en  ello ,  pero  que  por  estar 
el  negocio  en  el  punto  que  estaba ,  no  era  posible  dejallo, 
y  que  presto  se  veria  el  suceso  con  ciertas  humadas  y 
fuegos  que  se  habian  de  hacer  ,  si  la  tomaban.  Estaban  los 


(  470  ) 
de  Lérida  en  gran  cuidado  y  opinión  que  todo  aquel  apa- 
rejo de  armas  y  convocación  de  gentes  se  hacia  para  tomar 
aquella  ciudad  ,  y  así  dohlaron  las  guardas  y  toda  la  noche 
íueron  rondando  por  los  muros  con  un  trompeta  que  con- 
tinuamente tañia  ,  y  enviaron  por  la  huerta  algunos  espías, 
hasta  cerca  de  Noguera.  Era  la  víspera  de  San  Juan,  y  á 
media  noche  partió  R.  Berenguer  de  Fluviá  ,  acompaña- 
do de  Juan  de  Fluviá ,  su  hermano ,  Berenguer  Arnau  de 
JVIorell  y  su  hermano ,  Luis  de  Meja  ,  Juan  de  Olzinelles, 
Juan  Cortit,  Dalmau  de  Al entorn ,  Andrés  de  Barutell,  don 
Pedro  de  Alaron  ,  Juan  de  Sese  ,  T.  Vilafranca  ,  Bernardo 
de  Torramorell ,  Juan  Giménez  de  Salanova  y  otros  caba- 
lleros y  gentiles  hombres ,  con  cuatrocientos  de  á  caballo  y 
dos  mil  de  á  pie ,  para  Lérida  ,  con  tan  grande  secreto, 
que  nadie  supo  donde  iba  ,  hasta  que  hubieron  pasado  el 
rio  de  Noguera  Ribagorzana.  Hallaron  en  la  huerta  de  Lé- 
rida los  espías  y  algunos  hombres  de  la  ciudad  que  habían 
calido  á  cortar  rama  para  la  fiesta  de  San  Juan,  y  les  pren- 
dieron. Habia  ya  llegado  la  gente  del  conde  á  la  puerta  de 
Picavall ,  en  la  huerta  de  Lérida  ,  y  aquí  les  amaneció,  y 
•llegó  á  ellos  Antonio  Robió ,  de  Lérida,  y  les  dijo  que  se 
volviesen,  que  ya  eran  descubiertos,  y  valia  mas  diferir  aquel 
hecho  para  otro  dia  ;  y  así  lo  hicieron  ,  y  queriendo  atar  á 
un  hombre  que  habiau  tomado ,  les  escapó ,  y  aunque  cor- 
rieron tras  él ,  no  lo  pudieron  prender ,  y  éste  dio  aviso  de 
todo  lo  que  habia  visto  ,  y  que  habian  salido  algunos  de  la 
ciudad  á  decir  á  Berenguer  de  Fluviá  que  se  volviesen,  de 
lo  que  quedó  Riambau  de  Corbera  muy  sentido ,  y  mandó 
luego  tomar  á  seis  ó  siete  que  sospecharon  saber  en  el  ca- 
so ,  y  entre  ellos  un  Andrés  Vilar,  que  otorgó  que  sabia  en 


(  474  ) 
el  negocio  ,  y  confesó  su  delito  ,  y  que  si  pudiera,  hubie- 
ra dado  una  puerta  á  la  gente  del  conde ,  y  la  justicia  le 
condeuó  á  hacer  cuartos ,  y  la  sentencia  se  ejecutó  delante 
de  la  casa  de  la  ciudad,  que  llaman  la  Paheria;  y  fué  ne- 
cesario que  la  justicia  proveyese  de  guardas  al  alguacil  y 
ejecutor  de  aquel  auto  ,  porque  el  pueblo  se  alborotó  mu- 
cho ,  porque  á  deshora  salió  uno  con  un  basalart,  y  decia 
que  muriesen  aquellos  que  entendian  en  aquella  ejecución. 
Riarabau  de  Corbera  estaba  en  el  castillo ,  y  luego  que  sin- 
tió el  alboroto,  bajó  á  la  ciudad  y  mandó  que  todos  los  que 
miraban  aquella  ejecución  saliesen  de  la  plaza  y  fuesen  á  la 
muralla  ,  y  aunque  mandó  buscar  el  alborotador ,  fué  im- 
posible hallarlo ,  por  haberse  metido  entre  la  gente  y  ha- 
berse puesto  en  salvo ;  y  los  amigos  del  conde,  que  se  vie- 
ron descubiertos ,  y  que  se  procedia  con  tanto  rigor  contra 
Andrés  Vilar ,  se  salieron  por  la  puente  ,  porque  los  minis- 
tros de  la  justicia  no  hablan  acudido  á  cerrar  aquella 
puerta.  Quedó  la  ciudad,  aunque  alterada  del  sobresalto 
que  tuvieron  ,  quieta  y  sin  sospecha  alguna  ,  porque  el  cas*- 
tigo  de  aquel  delincuente  puso  terror  á  los  demás.  Afir- 
maban algunos  que  el  aviso  que  tuvieron  los  de  Lérida  de 
la  venida  de  la  gente  del  conde  se  lo  dio  micer  Tristany, 
y  decian  haberlo  hecho  ,  porque  él  recibía  algunos  censales 
y  rentas  en  Lérida ,  y  temia  que  si  la  ciudad  era  tomada, 
no  las  perdiese  ;  pero  esto  no  habia  fundamento  y  era  ca- 
lumnia ,  porque  siempre  fué  muy  aficionado  del  conde  y 
era  cuñado  de  R.  Berenguer  de  ÍFluviá. 

Retirada  ya  la  gente  del  conde  y  llegados  á  Corbins,  an- 
tes de  pasar  el  rio,  quiso  Berenguer  de  Fluviá,  su  capitán, 
por  mayor  disimulación,  que  fuesen  á  Arbeca  ó  Juneda; 


(  /t72  ) 
pero  no  le  quisieron  seguir  ,  por  estar  trasnochados ,  y  así 
tuvo  por  bien  de  volverse  á  Menargues.  Estando  aquí ,  les 
vino  orden  del  conde  que  nadie  se  moviese  sin  orden  suya 
ó  de  B.  de  Fluviá ,  á  quien  vino  aviso  que  si  querian 
volver  á  Lérida,  podian,  que  ya  no  habia  peligro  y  estaban 
descuidados;  y  así  el  lunes  siguiente,  que  era  á  26  de  ju- 
nio, partieron  todos  ,  y  llegaron  antes  de  amanecer  al  mo- 
nasterio de  nuestra  Señora  del  Carmen,  y  cubiertos  de  una 
tapia,  pasaron  á  la  casa  contigua,  que  es  una  iglesia  de  los 
comendadores  de  San  Juan,  y  por  hallar  las  puertas  cer- 
radas, entraron  por  una  ventana  y  las  abrieron,  y  se  entró 
dentro  toda  la  gente  de  á  pié  que  pudo  caber  en  ella,  tanto 
que  por  poco  se  ahogaron,  por  ser  la  iglesia  pequeña  y  to- 
dos querian  entrar  en  ella;  y  uno  que  se  llamaba  Nicolás  Co- 
reta,  por  impedir  que  no  entrasen  mas,  con  la  espada  dio  al 
pavés  de  uno  que  queria  entrar ,  diciendo  que  se  volviese, 
y  los  de  dentro,  que  no  sabian  lo  que  era,  sino  que  oyeron 
las  voces  y  golpes  de  espada,  se  alborotaron  y  decian  que 
se  les  habia  hecho  traición,  y  los  que  estaban  fuera  decian 
que  ya  habian  sido  descubiertos,  y  se  faltó  poco  que  todos 
no  se  volvieran.  Después  de  haberlos  sosegado,  les  mandó 
Berenguer  de  Fluviá  que  caminasen  hacia  la  ciudad,  y  te- 
mia  que  con  el  rumor  que  habian  movido  no  fuesen  des- 
cubiertos, porque  sintieron  sonar  una  trompeta  y  responder 
otra  que  estaba  en  el  castillo;  y  esto  les  causó  no  poca 
alteración,  y  era,  según  refiere  Laurencio  Valla,  que  un 
trompeta,  fatigado  del  calor,  habia  salido  de  su  casa,  y  por 
su  pasatiempo  sonaba  la  trompeta  por  aquella  parte  de  la 
ciudad  por  donde  pensaban  entrar  la  gente  del  conde. 
Habia  en  el  castillo  otro  trompeta,  que  luego  que    sintió 


(  -^^70  )■ 
jj  primero,  le  i-espondió,  y  todos  tañían  á  poríia,  cosa  j-a 
muy  usada  en  aquella  ciudad,  y  mas  en  tiempo  del  verano, 
l.a  gente  del  conde,  que  no  sabia  esto  qué  era,  estaba  ad- 
mirada, y  pensaban  ya  sor  descubiertos  é  hicieron  ruido,  v 
con  la  quietud  de  la  noche  fueron  sentidos,  y  con  la  cla- 
ridad de  la  luna,  aunque  poca,  descubiertos  del  trompeta, 
que  luego  tocó  alarma,  y  el  que  eslaba  en  el,  castillo  hizo 
lo  mismo,  V  con  esto  toda  la  ciudad  quedó  avisada.  Dalmau 
de  Mur,  caudillo  de  los  estudiantes,  bajo  con  ellos  v  con 
luces  á  la  plaza,  y  cada  uno  acudió  á  su  puesto.  Dice  Valla, 
que  cuando  lueron  descubiertos  habian  entrado  ya  cuatro- 
cientos hombres  en  la  ciudad;  pero  lo  cierto  es  no  haber 
entrado  ninguno,  porque  la  puerta  por  donde  habían  de 
entrar,  que  era  la  mas  cercana  de  unos  molinos  que  Kabia 
entre  la  ciudad  y  el  rio,  no  estaba  abierta,  porque  la  gente 
de  mas  confianza  que  el  conde  tenia  dentro  estaba  presa,  v 
los  otros  atemorizados  con  el  castigo  que  habian  dado  al 
Vilar,  y  así  pasaron  á  otra  puerta  llamada  entonces  del  Mer- 
cadal,  que  yo  creo  seria  la  (jue  hoy  dicen  del  Carmen,  y 
tentaron  de  tomarla;  pero  no  hubo  lugar,  porque  hallartm 
mucha  resistencia  y  el  muro  lleno  de  gente  que  les  tiraban 
piedras  y  saetas,  y  dispararon  una  lombarda  que  estaba  so- 
bre aquella  puerta,  é  hirieron  el  caballo  de  Juan  de  Fluviá; 
la  gente  del  conde  con  ballestas  tiraba  á  los  de  la  ciudad, 
y  de  esta  manera  pelearon  cinco  horas. 

Quedó  Berenguer  de  í'luviá  muy  sentido  que  le  hubiese 
salido  su  pensamiento  en  vano,  v  mandó  meter  fuego  en  uno 
<le  los  gavilleros  que  liabia  en  el  Mcrcadal,  y  fué  tan  bien 
obedecido,  que  quemaron  todos  los  demás  liabia  en  aquel  lu- 
gar, rompieron  los  molinos,  talaron  la  vega  y  quisieion 
JOMO  X  o 2 


(  474  ) 
quemar  otros  gavilleros  liabia  cerca  de  los  monasterios  de 
San  Francisco  y  Santo  Domingo;  pero  desde  el  muro  lo  im- 
pidieron con  lombardas.  Como  no  habian  podido  tomar  la 
ciudad,  juntaron  consejo  y  se  partieron  para  Vilanova  de 
Sfigriá,  que  es  un  pueblo  de  la  priora  de  Alguayre,  y  por 
el  camino  metieron  fuego  á  algunas  casas  que  hallaron,  y 
los  de  Vilanova,  que  supieron  que  la  gente  del  conde  venia, 
desampararon  el  lugar  y  dejaron  en  él  sus  haciendas,  por- 
que no  pudieron  recogerlas.  Aquí  hallaron  muchas  gallinas, 
ánades,  bueyes,  vino  y  mucho  trigo,  y  todo  lo  sacaron,  y 
la  condesa  habia  enviado  cabalgaduras  para  llevarlo  á  Cas- 
tellón, donde  ella  estaba,  y  á  Albesa  y  Balaguer,  donde  un 
caballero  de  casa  del  conde,  que  se  llamaba  Dalmau  Dcz- 
palau,  hizo  almoneda  de  todo  lo  que  se  tomó  en  esta  sa- 
lida. Lo  mismo  hicieron  en  otro  lugar  llamado  La  Portella, 
que  es  de  la  misma  priora.  De  aquí  fueron  á  Alguayre  y 
quisieron  tomar  el  lugar;  pero  lo  dejaron,  porque  Dalmau 
de  Cacirera  alcanzó  del  pueblo  que  diese  setecientos  flori- 
nes,'y  así  pasaron  de  largo  y  llegaron  al  lugar  de  Bcnavent, 
y  mandaron  á  los  vecinos  que  jurasen  al  conde  de  Urgcl 
por  rey,  y  gritaban  todos:  Viva,  viva  el  rey  don  Jaime!  Sa- 
quearon el  lugar  y  maltrataron  á  los  vecinos,  por  haber  ju- 
rado al  rey,  y  al  cura  del  lugar  dieron  tormentos  para  ha- 
cerle sacar  dinero,  y  valió  mas  de  mil  florines  lo  que  to- 
maron en  este  pueblo. 

De  todo  lo  que  queda  dicho  tenia  cada  dia  aviso  el  rey, 
porque  el  lugarteniente  de  gobernador  y  Guillermo  de  Mas- 
dovelles,  el  veguer  y  paeres  de  Lérida  le  escribian  por 
menudo  todo  lo  que  pasaba  y  representaban  el  daño  que 
le  aguardaba  á  toda  la  tierra,  si  no  se  daba  pronto  reme- 


(  47o  ) 
tlio  á  ello,  encarecieiulo  la  necesidad  grande  liabia  de  él 
Kslos  avisos  lan  continuados,  y  excesos  que  cada  din  Corne- 
lia la  gente  del  conde,  obligaron  á  que  el  rey  procediese 
contra  de  él,  y  guardando  los  usos  y  leyes  del  Principado, 
aconsejaron  al  rey  que  mandase  hacer  proceso  contra  del 
conde,  como  subdito  rebelde  é  inobediente  y  turbador  de 
l^a  paz  pública.  Empezóse  este  proceso  á  3  de  junio  de 
1413:  insertáronse  en  él  las  cartas  de  avisos  que  el  rey 
habia  recibido,  y  tomóse  la  deposición  de  algunos  testigos; 
y  á  21  de  junio  mandó  juntar  su  consejo  y  les  mahdó  leer 
el  proceso  hecho  y  lo  que  habia  pasado  entre  él  y  el  con- 
de, y  pidió  le  aconsejasen  qué  mas  debia  hacer,  y  los  le- 
trados dieron  por  respuesta  esta  conclusión: 


Posse  doniinuní  rcgem  per  jusliliara  precederé  in  vim  rcmc- 
dii  et  pro  luilione  ipsius  reipublice  ad  piehensionem  civilalis 
viUarum  castrorum  ot  locorum  comilalus  llrgelli  ct  vicecomiía 
tus  ipsius  ct  quorumcumquc  sibi  concomitanlinm  sou  consu- 
l<!n(ium  et  alioruní  de  quibns  pro  tuitione  dicío  reipublice  vi- 
debitur  expediré. 


Aunque  parecía  que  esto  bastaba  para  proceder  contra 
del'  conde  y  placia  al  rey;  pero  para  mas  justificarle  en  un 
negocio  tan  grave,  mandó  ampliar  su  consejo,  llamando  en 
él  al  arzobispo  de  Tarragona,  los  obispos  de  Barcelona  y 
León,  don  Juan,  conde  de  Cardona,  don  Guerau  Alamany 
de  Cervelló,  gobernador  de  Cataluña,  Berengucr  Arnau  de 
Cervelló,  Pedro  de  Cervelló,  Francisco  de  Aranda,  donado 
de  Porta-Cceli,  Olfo  de  Proxida,  caballeros,  Bcrenguer  dr 
Bardeví,  Jaime  Desplá,  tesorero  del  rey,  Berenguer  Coló- 


(  mi  ) 

ma,  Gonzalo  (le  («aritlell,  Francisco  Basset,  Bernardo  Des- 
pont,  Pedro  Basset,  Bernardo  Miquel,  Ayraon  Dalmau  y 
V  Ícente  Pedris ,  letrados ;  y  oido  el  proceso  hecho  contra 
del  conde,  fueron  del  mismo  parecer  que  habian  sido  los 
demás. 

A  26  del  mismo  mes  mandó  el  rey  juntar  otro  consejo, 
y  llamó  en  él  al  arzobispo  de  Tarragona,  los  obispos  de 
Barcelona  y  Vich,  el  abad  de  Monserrat,  maestre  Felipe  de 
Malla,  síndico  del  cabildo  de  Barcelona,  Pedro  Begassol, 
del  de  Lérida,  al  conde  de  Cardona,  al  de  Pailars,  al  viz- 
conde de  Illa,  mosen  Berenguer  Arnau  de  Cervelló,  Pedro 
de  Cervelló,  Berenguer  Doms,  Gregorio  Burgués,  Pedro  de 
Sentmenal,  el  gobernador  de  Cataluña,  Francisco  de  Aran- 
da,  Berenguer  deBardexí,el  vice-canciller,  el  tesorero  Olfo 
de  Proxida,  el  doctor  Juan  González,  mosen  Juan  Fernan- 
dez, T.  Bisbal,  Ferrer  de  Gualbes,  Francisco  Busquéis, 
Juan  de  Ros,  Juan  Fivaller,  micer  B.  Colom,  T.  Gralla, 
micer  Gonzalo  Garidell,  T.  .Sanceloni,  Juan  de  Kibesaltes, 
el  síndico  de  Cervera,  mosen  Enrique  de  Centelles,  Ber- 
nardo de  Cruilles,  Pons  de  Parellos,  P.  de  Zapata,  T.  de 
Rexac,  Ramón  de  Vilarasa,  Jaime  Pallares,  T.  y  T.  de 
Cruilles,  padre  é  hijo,  micer  Bononat,  micer  Pedro  Basset, 
micer  F.  Basset,  Bernardo  Despont,  micer  Vicente  Pedris, 
Bernardo  Miquel,  el  síndico  de  Manresa,  micer  Juan  de 
Mombuy,  micer  Juan  Navarro,  el  abad  de  Ripoll,  mosen 
Francisco  de  Vilanova;  y  esta  es  la  orden  que  están  conti- 
nuados en  el  proceso.  A  todos  estos  refirió  el  rey  lo  que 
el  conde  hacia  y  todo  lo  que  entre  ellos  habia  pasado, 
y  les  pidió  consejo  sobre  lo  que  habia  de  hacer  en  este 
caso;  y  todos  unánimes  v  conformes  fueron  del  mismo 'pa- 


(  477  ) 
recer  que  hablan  sido  los  de   la   primera   junta. 

El  mismo  dia  en  la  tarde,  estando  junta  toda  la  corte 
en  el  monasterio  de  Predicadores  de  Barcelona  ,  y  en  ella 
P.,  arzobispo  de  Tarragona,  Alfonso,  obispo  de  Vique.  Dal- 
macio,  abad  de  RipoU,  Marcos,  abad  de  Monserrat,  Juan, 
abad  de  Poblet,  Pedro  Regassol,  síndico  del  cabildo  de  Lé- 
rida, Juan  de  Prades,  síndico  del  de  Tortosa,  Felipe  de 
Malla,  del  de  Barcelona,  Francisco  Cacalm,  del  de  Gerona, 
Bliguel  Vernet,  del  deUrgel,  Juan  Oller  del  de  Elna,  fray 
Galceran,  síndico  del  prior  de  Cataluña,  por  el  brazo  ecle- 
siástico; 

Juan  Folc,  conde  de  Cardona,  Pedro  de  F'onollet,  viz- 
conde de  Illa  y  de  Canet,  Roger  de  Pallars,  Guillen  Ramón 
de  Moneada,  Antonio  de  Cardona,  Pedro  de  Cervelló,  Ber- 
nardo de  Cruilles,  Galceran  de  Cruilles,  Bernardo  de  For- 
ciá,  Francisco  de  Vilanova,  Pedro  de  Galliners,  procurador 
del  conde  de  Prades,  Juan  Miralles,  procurador  del  conde 
de  Pallars,  Felipe  de  Aranv,  procurador  de  don  Galceran 
de  Pinos,  Berenguer  Doms,  Juan  de  Mombuy,  Berenguer 
Dostalrich,  Francisco  de  Vilanova,  Jaime  Marc,  Ramón  de 
Rexac,  Ramón  de  Cruilles,  Jaime  Pallares,  Francisco  de 
Villamarí,  Francisco  de  Mombuy,  Dalmau  de  Castelibisbai, 
Dalmau  de  Rocabruna,  Juan.de  Castellbisbal,  por  el  brazo 
militar; 

Francisco  de  Gualbes,  Juan  Ros,  Francisco  Burgués  v 
Juan  Fivaller,  síndicos  de  Barcelona,  Nicolás  Gralla  y  Be- 
renguer Colom,  de  Lérida,  Francisco  San  Celoni,  de  Gerona, 
Gonzalo  Garidell,  de  Tortosa,  Pedro  Sarta  de  ...  ,  por 
el  brazo  real. 

Estando,  pues,  juntos  todos  y  representando  la  corte  ge- 


(  •i'78  ) 
ncial  (l(il  Principado,  el  rey  les  propuso  lo  misrao  que  á 
las  otras  juntas  habia  propuesto,  refiriendo  los  ofrecimientos 
habla  hecho  al  conde  y  cuan  poco  los  habia  estimado;  y 
la  corte,  oido  esto,  dio  por  boca  del  arzobispo  la  siguiente 
respuesta. 


Senyor  molt  cxcellenl:  la  corl  ha  sobirana  consolaclo  que  vos 
en  aquesl  acte  hajals  proceit  e  proceiscats  axi  justament  que  vu- 
llals  ab  ella  comunicar  vostra  justificacio:  solaraent  vos  suplica 
que  vuUats  la  justicia  acompanyar  de  clemencia. 


Estas  juntas  y  consultas,  y  tanto  dar  razón  de  lo  que 
habia  de  hacer  contra  del  conde,  hacia  el  rey  por  des- 
cubrir el  ánimo  á  los  de  la  corte;  porque  él  y  los  que  con 
él  habian  venido  se  persuadían  que  los  mas  que  esta- 
ban juntos  en  ella  favorecían  al  conde,  aprobaban  sus  he- 
chos y  le  daban  avisos  y  consejos,  porque,  sin  esto,  les 
parecia  imposible  osara  el  conde  hacer  guerra  al  rey;  y 
antes  de  meterse  en  campaña,  quiso  ver  como  lo  tomaba 
!a  corte,  y  ho  fué  poco  el  •contento  que  tuvo  cuando  vio 
cuan  unánimes  y  conformes  estaban  todos  en  su  servicio, 
reprobando  los  hechos  del  conde;  y  así  no  hallando  contra- 
dicción en  los  de  la  corte,  tomó  grande  ánimo  y  conoció 
por  experiencia  cuan  buenos  y  fieles  vasallos  eran  los  cata- 
lanes; y  prosiguió  contra  del  conde  en  esta  orden  y  modo, 
que  á  27  de  junio  compareció  Dalmao  Desbert,  baile  ge- 
neral del  principado  de  Cataluña,  con  una  muy  larga  peti- 
ción, concluyendo  en  ella  que  mandase  ejecutar  el  rey  el 
consejo  se  lo  habia  dado,  mandando  prender  la  ciudad,  vi- 


(  479  ) 
lias  y  castillos  del  condado  de  Urge!  y  vizcondado  de  Ager, 
y  al  mismo  conde  y  á  todos  los  que  le  daban  favor  y  con- 
sejo. El  rev  mandó  luego  al  gobernador  que  fuese  á  ejecu- 
tallo,  juntando  la  gente  necesaria  para  aquella  ejecución. 

Mientras  estaban  el  rey  y  la  corte  entendiendo  en  esto, 
llegó  la  nueva  del  combate  que  habian  dado  á  la  ciudad 
de  Lérida  y  lo  demás  que  habia  pasado  en  él,  que  se  lo  es- 
cribieron al  rey  Riambau  de  Corbera  y  los  paeres  de  Lé- 
rida, que  como  aun  estaban  turbados  y  no  sabian  de  cierto 
lo  que  habia  pasado,  alargaban  mucho  la  pluma,  refiriendo 
Jo  que  sabian  solo  de  oida.  Sin  esto,  sucedió  también  que 
el  conde,  estando  en  Aragón,  juntó  mucha  gente  de  armas, 
y  tomó  dos  lugares,  llamados  Rafal  y  Spluchs,  porque  ha- 
bian recogido  dentro  de  ellos  á  cien  hombres  que  habian 
hurtado  un  pueblo  suyo  llamado  Albalati ;  y  esta  salida  ha- 
bia hecho  á  contemplación  de  don  Antonio  de  Luna,  que 
como  hombre  bullicioso  é  inquieto,  afeaba  mucho  al  conde 
que  estuviese  siempre  retirado  en  Balaguer  y  no  saliese  á 
correr  la  campaña,  y  el  conde  por  darle  gusto,  quiso  hacer 
aquella  salida,  aunque  no  se  vieron  él  y  don  Antonio,  por- 
que se  habia  metido  muy  dentro  de  Aragón  Este  hecho 
y  el  de  Lérida  no  sirvieron  sino  de  irritar  al  rey,  que  á  11 
de  julio  mandó  ser  despedidas  letras  para  presentarse  al 
conde,  á  los  paeres  y  regidores  y  singulares  de  sus  pueblos, 
y  á  los  barones,  nobles,  caballeros,  hombres  de  paraje  y  ge- 
nerosos que  estuviesen  en  compaña  y  servicio  del  dicho  cou^ 
de  :á  él,  para  que  entregase  al  gobernador  la  ciudad,  vil- 
las y  castillos  de  sus  estados;  y  á  los  paeres  y  regidores,  para 
que  no  lo  impidiesen,  sino  que  siendo  lequeridos  del  go- 
bernador, obedeciesen  á  dichas  letras;  mandando  á  los  ba- 


(  -iSO  ) 
roñes,  nobles  ,  caballeros  ,  hombres  de  paragc  y  generosos, 
que  se  apartasen  de  don  Jaime  y  no  impidiesen  al  gober- 
nador la  ejecución  de  lo  que  iba  á  hacer,  con  cominacion, 
que  haciendo  lo  contrario ,  se  procedería  contra  de  ellos  y 
sus  bienes  según  daria  lugar  la  justicia. 

Dentro  de  pocos  dias  salió  el  gobernador,  acompañado  de 
don  Simón  de  Mur,  Ramonet  de  Peguera,  Macian  Despuig, 
Jaime  x\lamany  de  Bellpuig  y  otros  caballeros.  Llevaban  en 
su  compañía  á  Luis  de  Torre  Morell,  escribano  del  goberna- 
dor ,  con  sus  porteros  y  demás  ministros  de  justicia,  nece- 
sarios para  aquella  ejecución.  Llegaron  á  Lérida,  y  de  aquí, 
pasando  la  puente,  tomaron  su  camino  por  Termens,  y  lle- 
garon un  domingo,  á  16  de  julio  á  la  mañana,  á  la  huerta 
de  Balaguer,  acompañados  de  mucha  gente  que  se  les  ha- 
hvd  juntado.  Don  Jaime  estaba  en  esta  ocasión  en  Albesa, 
<|ue  venia  de  Aragón;  y  la  condesa,  luego  que  descubrieron 
sus  atalayas  al  gobernador,  le  despachó  un  correo,  y  este  le 
halló  junto  al  monasterio  de. Nuestra  Señora  de  las  Parrellas, 
que  dista  una  milla  de  Balaguer,  que  venia,  y  le  avisó  como 
hablan  descubierto  al  gobernador  con  mucha  gente  de  á 
pie  y  de  á  caballo  y  se  habia  alojado  junto  á  la  Rápita,  en 
una  cruz  que  hay  en  el  camino,  y  que  él  que  entrase  por 
el  portal  de  Alcoraz  ,  que  le  hallaria  abierto.  Estaban  los 
de  la  ciudad  muy  deseosos  de  salir  y  pelear  con  el  gober- 
nador y  lo  dilataban  hasta  que  el  conde  llegase;  pero  el  go- 
bernador que  debió  de  conocer  la  intención  de  los  de  Ba- 
laguer, mientras  ellos  estaban  pensando  en  esto,  se  desalojó 
y  fuese  á  Lérida,  y  de  allí  se  partió  á  media  noche  para 
Albesa  en  busca  del  conde  y  para  darle  batalla  y  prenderle, 
!>i  pudiera  :   pero  no  le  halló ,  porque  ya  era  en  Balaguer. 


(  481  ) 
Algunos  de  los  caballeros  que  habían  venido  con  el  gober- 
nador se  quedaron  en  la  huerta  de  Balaguer,  con  dos  trom- 
petas, un  portero  y  Luis  de  Torra  Morell,  escribano  del 
gobernador,  para  intimar  á  los  de  la  ciudad  las  letras  ó 
fijarlas  á  la  puerta  de  la  puente ;  pero  no  osaron,  porque 
habia  en  una  torre  ,  que  estaba  en  guarda  de  ella  ,  y  que 
las  avenidas  de  Segre  no  han  dejado  rastro  de  ella,  muchos 
ballesteros,  y  no  dejaban  llegar  á  nadie  á  ella;  y  así  un 
portero  tomó  una  lanza  v  la  fijó  en  tierra  entre  la  puente 
y  la  casa  fuerte  de  la  condesa,  que  estaba  donde  ahora  es 
la  capilla  de  Nuestra  Señora  de  la  Horta,  y  en  ella  deja- 
ron las  letras  que  iban  dirigidas  á  los  paeres  y  vecinos  de 
Balaguer,  que  las  que  iban  al  conde  y  caballeros  no  pudo, 
porque  salieron  de  la  puente  algunos  con  ballestas  y  lan- 
zas y  les  tiraron  muchas  saetas  ,  é  hirieron  en  las  nalgas  cí 
don  Jaime,  á  Alemany  de  Bellpuig,  y  á  un  soldado  en  la 
cabeza  i  y  á  otro  le  escalabraron  el  caballo.  Partidos  que 
fueron  les  del  gobernador,  salieron  de  Balaguer  dos  caba- 
lleros, que  eran  Asbert  de  Vilafranca  y  Juan  Despes,  y  to- 
maron las  letras  que  habian  dejado  en  la  lanza,  y  se  las  lle- 
varon á  Balaguer,  y  publicaron  ser  letras  del  rey,  pero 
no  dijeron  lo  que  contenian. 

Sucedió  en  este  tiempo  la  rota  de  Basilio  :  éste  era  ge- 
noves  y  capitán  de  unas  compañías  de  ingleses  ,  y  les  hizo 
venir  don  Antonio  de  Burdeos  ,  para  ayudar  al  conde  de 
Urgel.  Estaba  Basilio  en  Loarre  ,  castillo  fuerte  de  Ara- 
gón ,  y  en  compañía  de  don  Antonio  ,  cuyo  era  aquel  cas- 
tillo ,  y  habia  ya  muchos  dias  que  le  daba  prisa  para  que 
fuese  á  Balaguer ,  porque  el  conde  necesitaba  mucho  de  él 
y  de  sus  gentes,  y  también  por  escusar  el  gasto  que  le  ha- 


(  482  ) 
tia  en  Loarre  ;  y  no  quería  este  capitán  salir  de  aquel  cas- 
tillo, que  primero  clon  Antonio  no  le  pagase  lo  que  le  debia 
de  su  sueldo  y  de  sus  gentes ;  pero  esto  era  imposible, 
porque  don  Antonio  no  habia  de  qué ,  y  le  desengañó  ser 
imposible  darle  un  dinero,  que  no  fuese  á  Balaguer.  Sobre 
eso  hubo  pesadumbres  entre  los  dos  ,  porque  Basilio  decia 
que  él  le  habia  hecho  venir ,  y  don  Antonio  decia  ser  ver- 
dad ,  pero  que  ya  se  le  habia  dicho  que  su  venida  era  por 
servicio  del  conde  y  que  él  le  habia  de  pagar ,  y  temia 
mucho  que  si  Basilio  salia  del  castillo  no  le  hiciese  alguna 
traición ,  y  dio  orden  que  si  Basilio  se  queria  ir  del  castillo, 
que  no  le  dejasen  salir  ,  de  lo  que  se  sintió  muy  agraviado; 
pero  á  la  postre  se  reconciliaron,  y  el  uno  se  aseguró  del 
otro  con  juramentos,  y  quedaron  amigos ,  y  al  partirse  don 
Antonio  le  dio  un  caballo  blanco  ,  diciendo  &er  pieza  que 
mucho  preciaba ,  por  haber  muerto  con  él  á  su  mayor  enew- 
migo  ;  y  decíalo  del  arzobispo  de  Zaragoza.  Salido  de  Loar- 
re,  tomó  el  camino  del  condado  de  Urgel  y  dividió  sus  gen- 
tes ,  y  la  una  parte  de  la  compañía  fué  por  el  Grado  y  lle- 
gó á  Balaguer  doce  dias  antes  que  el  rey  pusiese  el  cerco, 
y  Basilio  con  la  otra  parte  de  la  compañía  vino  por  el  huer- 
to ,  y  cuando  pasaron  por  Alcoka  y  Castellfollit ,  tropeza- 
ron con  el  adelantado  mayor  de  Castilla  y  sus  gentes,  que  ya 
les  habian  tomado  el  paso  :  les  acometieron  bravamente,  y 
por  venir  cansados  del  camino  ,  fueron  vencidos  y  presos,  y 
de  doscientos  caballos  que  llevaba  y  otra  mucha  gente  de 
á  pie ,  lio  quedó  ninguno  que  no  fuese  preso  ó  muerto  :  al 
capitán  con  cuarenta  llevaron  preso  á  Lérida ;  y  el  rey  dio 
luego  ,  á  13  de  julio  ,  aviso  al  papa  y  muchas  ciudades  y 
villas ,  y  al  baile  general  de  Valencia ,  y  al  duque  de  Gan- 


(  485  ) 
flia  ,  y  á  muchos  otros ,  de  este  suceso  ,  y  en  Cataluña  solo 
lo  hizo  saber  á  las  ciudades  do  Gerona  y  villa  de  Perpiñan; 
y  algunos  ingleses  que  habian  quedado  en  Monte  Aragón, 
para  venir  al  condado  de  Urgel ,  se  retiraron  á  Loarre ,  y 
de  allí  se  volvieron  á  Francia  ,  sin  poderlo  impedir  ni  don 
Antonio  ni  otra  persona  alguna ;  y  el  conde  quedó  con 
aquellos  pocos  que  llegaron  á  Balaguer,  y  por  haber  tomado 
otro  camino  diferente  del  de  Basilio,  se  salvaron.  Estaba 
el  conde  ,  cuando  esto  pasó  ,  dos  leguas  de  Alcolea  ,  donde 
iba  para  verse  con  don  Antonio ;  pero  luego  que  supo  esta 
rota  ,  se  volvió  á  Balaguer  muy  triste  y  apesarado  de  aquel 
suceso ,  no  tanto  por  la  destroza  hecha ,  cuanto  por  lo  mu- 
cho de  reputación  que  perdieron  sus  cosas  ,  porque  hasta 
aquel  punto  habia  sido  muy  grande  el  temor  que  todos  te- 
nian  á  estas  gentes  forasteras  que  don  Antonio  y  el  conde 
metian  ,  pero  de  allí  adelante  no  hicieron  el  caso  que  ha- 
bian hecho  de  ellos;  y  luego  escribió  á  don  Antonio,  que  lo 
mas  presto  que  pudiese  viniese  con  la  gente  que  tenia  ,  6 
hiciese  de  manera  que  el  de  Agrámente  y  Menaut  de  Fa- 
vars  ,  que  habian  de  venir,  entrasen  presto,  porque  deseaba 
mucho  fortificarse  y  ponerse  á  punto  de  guerra ,  y  por  esto 
necesitaba  así  de  ellos ,  como  también  de  otros  que  habian 
de  entrar  por  los  puertos  de  Andorra ,  y  no  osaban  por  te- 
mor del  conde  de  Pallars  y  vizconde  de  Castellbó  ,  que  no 
querian  darles  paso  ,  porque  eran  muy  servidores  del  rey  y 
pcdian  hacer  mucho  daño  á  la  gente  que  el  conde  hacia  ve- 
nir de  Francia  é  Inglaterra. 

Obligaban  al  rey  las  novedades  que  cada  dia  sucedian, 
que  con  mano  poderosa  fuera  á  resistir  al  conde  de  Urgel, 
antes  que  le  vinieran  los  socorros  que  aguardaba  y  se  de- 


(  484  ) 
clararan  por  él  algunos  de  la  Corona,  que  para  esto  solo 
aguardaban  verle  puesto  en  campaña  ,  y  estos  eran  en  gran 
número  ,  sin  otros  muchos  que  le  habian  prometido  que  es- 
tarian  á  la  mira  ,  y  si  se  apoderaba  de  la  corona  ó  estaba 
en  camino  de  ello  ,  le  recibirian  por  rey  y  señor ;  y  esto 
parecia  muy  factible  ,  v  mas  en  aquella  sazón  que  el  rey 
estaba  muv  falto  de  gente  de  armas ,  porque  toda  aquella 
gente  que  habia  venido  de  Castilla  se  habia  ya  vuelto  y  es- 
taban muy  descontentos ,  porque  ni  se  les  habia  hecho  mer- 
ced ni  pagado  tan  cumplidamente  como  ellos  pensaban  ,  y 
pesábales  á  los  castellanos  que  hubiese  el  rey  metido  en  su 
servicio  gente  de  la  Corona  y  despedido  los  que  habia  lleva- 
do de  Castilla;  pero  el  rey,  confiando  que  puesto  en  campa- 
ña engrosaria  su  ejército  y  no  le  faltariau  socorros  de  Cas- 
tilla ,  apresuró  su  partida.  '-  ' 
El  conde ,  cuando  entendió  la  deliberación  del  rey  y  que 
venia  para  él  ,  estaba  muv  dudoso  de  lo  que  habia  de  ha- 
cer ,  si  se  pondria  con  todo  su  poder  en  campaña  ,  aguar- 
dando al  rev  ,  ó  si  saldria  á  darle  batalla ,  ó  si  se  encerra- 
ria  en  Balaguer  con  toda  su  gente.  Inclinábase  el  conde,  y 
era  lo  mejor  ,  á  salir  en  campaña  ,  y  juntándose  con  él  la 
gente  de  don  Antonio  y  franceses  que  aguardaba  ,  correr  el 
campo,  defendiendo  y  socorriendo  á  los  castillos  fuertes  que 
tenia  en  su  estado,  y  cuando  se  viese  muy  apretado,  pasarse 
á  Francia  v  salvar  su  persona ,  ya  que  no  pudiese  su  es- 
tado. Deseaba  mucho  que  don  Antonio  se  juntase  con  él, 
ó  almenos  le  fuera  á  ver  en  Balaguer  ;  pero  no  se  le  pudo 
persuadir  ni  jamas  sacarle  de  su  castillo  de  Loarre  ,  don- 
de estaba  tan  fortificado  ,  que  ,  si  no  era  por  hambre ,  era 
imposible  rendirle  :   v  aunque   él  habia  sido  el  que  habia 


(  485  ) 
inetido  al  conde  en  aquella  empresa,  pero  jamas  quiso  po- 
nérsele al  lado  ,  ni  salir  de  las  asperezas  de  aquellos  montes 
cercanos  á  Loarre  ,  porque  conocia  el  gran  peligro  en  que 
se  metía.  La  condesa  ,  que  era  la  primera  y  principal  con- 
sejera del  conde,  no  qiieria  que  su  hijo  saliese  al  campo, 
sino  que  se  estuviese  allá  con  ella  y  con  su  mujer ,  herma- 
nas é  hijas ,  y  decia  que  en  los  cercos  era  donde  se  prueba 
el  esfuerzo  y  virtud  del  caballero  ,  y  le  pesa1)a  que  las  deja- 
ra «lias,  y  confiaban  tanto  de  la  fortaleza  de  aquella  ciudad 
y  su  puesto,  que  les  parecia  imposible  pudiese  durar  el  rey 
ni  sus  gentes  mucho  tiempo  en  la  campaña ;  v  no  erraban 
en  esto,  si  la  ciudad  hubiera  estado  tan  abastecida  de  ar- 
mas ,  pólvora  y  mantenimientos,  como  era  menester ,  por- 
que está  de  tal  manera  edificada,  que  con  esto  y  caballería 
bastante  que  hubiera  tenido  para  correr  el  campo,  podia 
sustentarse  largos  años  contra  todo  el  poder  del  rey  ;  por- 
que siendo  señor  de  la  campaña  ó  pudiéndola  correr  ,  po- 
dia confiar  de  grandes  socorros  ,  así  de  la  gente  de  don 
Antonio ,  corno  de  la  del  duque  de  Clarencia  y  otros,  que 
le  podian  venir  por  tierras  de  don  Antonio ,  confinantes  con 
Francia. 

Mientras  estaban  en  esto  ,  salió  el  conde  de  Balaguer  con 
veinte  y  cinco  de  á  caballo,  y  fué  á  reconocer  el  castillo  y 
y  villa  de  Ager  y  su  valle,  y  el  castillo  de  Farfanyá  y  otros 
habia  en  aquella  comarca  ;  y  no  fué  esto  tan  secreto,  que 
no  lo  entendiese  el  rey  ,  que  sospechó  que  el  conde  se 
queria  pasar  á  Francia  y  escaparse,  y  luego  que  lo  supo, 
escribió,  á  1  de  agosto,  desde  Tárrega,  al  conde  de  Pa- 
llars  y  otros ,  rogándoles  tomasen  todos  los  pasos  de  Francia 
y  reconociesen  á  cualquiera  que  pasara,  ora  fuese  en  há- 


(  486  ) 
hito  do  i'raile  ,  ó  porcgrioo  ,  por  la  sospecha  que  tema  de 
que  el  condfr  le  escapase ;  pero  no  fué  menester  esta  dili- 
gencia ,  porque  siguiendo  el  parecer  de  la  condesa ,  que 
era  el  mas  peligroso  ,  se  volvió  á  Balaguer ,  encerrándose 
dentro  de  aquella  ciudad  ;  y  con  esto  decia  que  animaba 
aquella  gente  que  le  habia  valido ,  pues  mostraba  querer 
seguir  una  misma  fortuna  con  ellos ;  pero  los  mas  sabios 
y  esperimentados  decian  que  aquella  era  desesperación, 
porque  si  el  rey  se  apoderaba  de  Balaguer ,  el  conde  que- 
daba perdido  ,  porque  no  tenia  recurso  alguno  ni  podia  sal- 
var su  estado  ni  persona  ,  y  era  imprudencia  encerrarse  en 
una  ciudad  en  que  ,  sino  era  de  un  socorro  dudoso  ,  foras- 
tero y  apartado  ,  era  imposible  poder  confiar  de  otro  algu- 
no ,  y  sino  eran  los  lugares  del  condado  y  vizcondado  y  al- 
gunos pocos  caballeros  que  estaban  con  él  en  Balaguer ,  na- 
die se  declaraba  por  él ,  aunque  habia  muchos  que  si  le 
vieran  vencedor  ,  lo  seguirían ;  pero  era  imposible  llegar  él 
á  tan  feliz  estado  ,  porque,  el  rey  era  muy  belicoso,  y  á  mas 
de  la  mucha  gente  que  tenia ,  aguardaba  otra  que  no  le 
habia  de  hacer  falta,  y  su  suerte  era  feliz ,  así  como  decaí- 
da y  menguada  la  ventura  del  conde. 

Salió  á  23  de  julio  el  rey  de  Barcelona  para  Monserrat, 
y  de  aquí  vino  á  Igualada  ,  donde  halló  á  Gil  Ruiz  de  Lio- 

ri ■>  y  31^  adelantado  mayor  de  Castilla, 

con  compañía  de  gente  de  armas,  muy  escogida  y  lucida: 
de  aquí  vino  á  Tárrega  ,  donde  estuvo  á  1  de  agosto ;  y  de 
allí ,  con  todo  su  ejército  vino  h  Lérida  ,  y  de  allá  pasó  á 
Menargues  ,  pueblo  muy  bien  murado ,  con  su  castillo  fuer- 
te y  muchas  torres  al  derredor  ,  que  era  del  conde  de  Ür- 
gel  y  dista  solo  una  legua  de  Balaguer ,  donde  deseaba  lie- 


(  487  ) 
gar  el  rey  aquella  noche  ,  pero  no  pudo,  por  ir  el  rio  cre- 
cido ,  y  así  se  quedó  allá.  El  dia  siguiente  quiso  dar  com- 
bate al  lugar ,  pero  no  fué  menester  ,  porque  se  dio  á  par- 
tido, y  el  rey  encomendó  aquella  villa  y  castillo  ,  con  títu- 
lo de  capitán,  á  Hugo  de  Vilafranca  ,  caballero  catalán  ;  y 
esto  fué  á  5  de  agosto,  como  parece  en  un  registro  del  rey, 
iol.  47,  Curie  úcjdli  secreli ;  y  con  esto  quedó  seguro  el 
camino  real  va  desde  Lérida  á  Balaguer  :  y  este  mismo  dia, 
antes  que  el  rey  se  partiera  para  Balaguer ,  llegó  al  conde 
un  socorro  de  cien  hombres  ,  entre  de  á  caballo  y  de  á  pie, 
que  enviaba  don  Antonio  de  Luna  ,  cuyo  capitán  era  R. 
Berenguer  de  Fluviá. 

Salido  el  rey  de  Menargues ,  pasó  el  rio,  y  así  siguió  el 
camino  real  va  de  Lérida  á  Balaguer  ,  donde  llegó  el  mis- 
mo dia  5  de  agosto  ,  con  todo  su  ejército  ,  y  habia  ya  en- 
viado delante  á  Juan  Castillo  ,  alcalde  mayor  de  Toledo, 
Ruy  Diaz  de  Mendoza,  Ruy  Diaz  de  Quadros,  Juan  Carrillo 
de  Ormcssa  ,  Sancho  de  Leyva  ,  Tell  González  de  Aguilar, 
Aznar  de  San  Felices  y  Pedro  Marc  ,  y  estos  corrieron  e! 
campo  hasta  Balaguer ,  donde  trabaron  una  escaramuza 
con  alguna  gente  del  conde,  que  habia  salido  á  resistirles. 
Mandó  el  rey  asentar  su  campo  á  la  mano  derecha  de  la 
ciudad  de  Balaguer  ,  como  va  el  camino  de  Menargues  á 
Balaguer  ,  de  manera  que  estaba  en  la  vega ,  entre  el  ca- 
mino y  el  rio.  El  dia  siguiente  se  reconoció  el  sitio  de  la 
ciudad  y  se  asentaron  las  tiendas  del  rey  y  de  su  meznada, 
en  un  cerro  alto  que  está  á  la  otra  parte  de  la  ciudad  y 
á  la  mano  izquierda  de  ella  ;  é  hicieron  un  palenque  á  la 
redonda  ,  porque  pensaba  la  gente  del  rey  que  don  Jaime 
saldría  ,   porque  habia  dicho  muchas  veces  que  cuando  el 


(•488  ) 
rey  "llegase  á  la  vega  ,  ó!  pensaba  salir  y  acometerle  ,  cou- 
tiando  de  las  lombardas  que  tenia  desbaratarle  ;  pero  no  í*f 
movió  de  la  ciudad. 

Está  la  ciudad  de  Ba laguer  á  la  ribera  del  rio  Segre, 
cuyas  aguas  bañaii  sus  muros,  y  tendida  á  la  orilla  de  aquel 
rio  y  por  la  parte  del  poniente  tiene  una  vega  ,  que  se  es- 
tiende hasta  Lérida  ,  poblada  de  muy  hermosas  huertas  y 
jardines  y  de  muy  grandes  y  espesas  alamedas,  en  campo  á 
maravilla  fértil  y  abundoso.  En  lo  mas  alto  de  la  ciudad,  á 
la  parte  del  oriente,  habia  un  alcázar  muy  fuerte  y  de  obra 
y  artificio  muy  suntuoso  y  excelente ;  y  muy  cerca  ,  hacia 
levante,  en  un  alto  recuesto,  habia  un  monasterio  de  mon- 
jas franciscas  ,  y  entre  él  y  el  castillo  una  muy  honda  cava 
que  los  dividía.  El  adarve  de  la  ciudad  se  juntaba  con  e! 
castillo  y  se  derribaba  en  una  honda  valle,  donde  habia  un 
portal ,  y  de  aquí  subia  otra  vez  por  el  recuesto  arriba ,  y 
circuia  la  ciudad  por  un  cerro  que  la  rodeaba  toda  por  !a 
parte  del  septentrión  ,  y  llegaba  á  una  esquina  que  mira 
hacia  el  camino  de  Lérida ;  y  habia  en  este  discurso  de  mu- 
ro dos  puertas ,  una  que  llamaban  de  la  Jueria  ,  y  otra  que 
está  detras  la  iglesia  Mayor.  Estaba  todo  muy  torreado  ,  y 
un  poco  mas  alto  de  la  puerta  de  la  Jueria  habia  una  her- 
mosa torre  ,  que  hoy  llaman  la  Gironella  ,  por  girarse  aquí 
el  muro  ,  y  en  la  esquina  que  mira  hacia  Lérida  hay  otra 
torre  cuadrada :  desde  ella  se  derriba  el  adarve  por  un  re- 
cuesto muy  difícil  de  subir,  y  llega  á  la  puente  do  Lérida,  y 
de  allí  se  tiende  otro  muro  hasta  el  rio  ,  que  hace  una  es- 
quina y  se  tiende  hasta  la  puerta,  que  estaba  guardada  con 
dos  torres  ,  una  á  la  entrada  y  otra  á  la  salida  ;  y  aquí  aca- 
ba la  ciudad,  y  desde  la  puerta  al  castillo  no  habia  muro. 


(  480  ) 
}>(>r  ser  lodo  el  recueslo  que  subia  desde  la  puente  al  easli- 
llo  de  peña  tajada.  De  esta  manera  estaba  aquella  ciudad  y 
está  hoy  ,  aunque  el  castillo  del  todo  dirruido  ,  que  solo  se 
conoce  rastro  del  muro  y  torres  de  él  ;  y  fuera  de  la  puen- 
te habia  un  monasterio  de  religiosos  de  Santo  Domingo, 
fundación  de  don  Armengol  de  Cabrera  ,  conde  de  Urgcl, 
y  tras  de  él  una  casa  fuerte  ó  castillo  que  habia  edificado 
la  condesa  doña  Margarita  ,  y  por  esto  la  llamaban  la  Casa 
fuerte  de  la  Condesa  ,  y  estaba  muy  bastecido  y  pertrecha- 
do ;  y  cuando  llegó  el  rey  á  sentar  su  real ,  ya  los  monaste- 
rios estaban  desiertos.  En  el  monasterio  de  las  monjas  que 
llaman  de  Almata  ,  que  está  á  la  otra  parte  del  castillo,  en 
lugar  alto  ,  sentaron  sus  tiendas  don  Bernardo  de  Centellas, 
Gil  Ruiz  de  Liori ,  el  mariscal  Alvaro  de  Avila  y  Pedro 
Alonso  de  Escalante,  y  tenian  hasta  setecientos  hombres  de 
armas  ,  y  estaban  expuestos  al  daño  que  podian  recibir  del 
alcázar  ,  por  estar  muy  cercanos  é  inferiores  á  él ,  y  su- 
jetos á  la  caballería  del  conde  ,  que  corria  toda  aquella 
campaña.  El  adelantado  mayor  de  Castilla  con  seiscientas 
lanzas  puso  sus  tiendas  cerca  de  la  ciudad  ,  en  la  valle  que 
está  junto  á  la  puerta  de  la  Jueria ,  cercando  así  la  ciudad 
por  la  parte  de  los  recuestos  y  montecillos  que  la  circuian: 
por  la  parte  del  rio  pusieron  también  sus  estancias,  defen- 
diendo todas  las  salidas  y  entradas  de  la  ciudad.  En  el  en- 
tretanto que  se  asentaba  el  real,  Juan  Delgadillo  y  Juan  Car- 
rillo ,  con  cincuenta  caballos  ,  fueron  á  reconocer  el  lugar 
de  Castelló  de  Farfanya  ,  que  estaba  muy  fortalecido  y  en 
buena  defensa  ,  y  aquí  prendieron  dos  hombres,  y  supieron 
de  ellos,  como  cu  Albesa  estaban  muchas  muías,  yeguas  \ 
vacíis  de  los  vasallos  del  conde,  y,  fueron  allá  y  las  prcndie-^ 
TOMO   X.  33 


(  m) ) 

ron  y  las  llevaron  al  real ,  y  hallaron  cuatrocientas  cincuen- 
ta cabezas  de  yeguas,  vacas  y  muías ,  y  el  rey  les  hizo  mer- 
ced de  la  parte  que  de  aquella  presa  le  tocaba  ,  y  corrieron 
los  lugares  que  el  conde  tenia  en  aquella  comarca.  Por  otra 
parte  la  gente  del  conde  hacia  gran  daño  á  los  que  venían 
de  Lérida  al  real,  y  no  osaban  venir  por  el  camino  va  de 
Lérida  á  Menargues  y  de  Menargues  á  Balaguer ,  sino  que 
iban  por  el  camino  hay  desde  Lérida  á  Térraens  y  de  Tér- 
mens  á  Balaguer,  y  cuando  llegaban  no  podian  juntarse  con 
la  otra  gente  del  rey  .  por  la  dificultad  habia  de  pasar  el 
rio;  y  por  esto  el  rey  mandó  asegurar  el  camino  hay  de 
Menargues  á  Balaguer ,  y  mandaba  que  los  que  venian  de 
Lérida  fuesen  á  Menargues  ,  y  de  allá  el  capitán  de  aquella 
villa  y  castillo  tenia  cuidado  de  encaminarles  por  caminos 
que  no  recibiesen  daño  ,  y  á  10  de  agosto  escribió  á  la  rei- 
na ,  que  era  en  Lérida  ,  hiciese  venir  por  Menargues  la 
gente  que  le  enviaba  ,  y  no  por  otra  parte. 

A  19  de  agosto  llegó  don  Alfonso  de  Aragón,  duque 
de  Gandía,  que  habia  sido  uno  de  los  competidores,  con 
muchos  barones  y  caballeros  del  reino  de  Valencia,  á  ser- 
vir al  rey  en  aquella  jornada.  Cuando  llegó,  ya  tenia  el  rey 
cercada  la  ciudad.  Venian  con  él  trescientos  caballos,  á  su 
costa,  y  estuvo  con  ellos  todo  el  tiempo  que  duró  este  cer- 
co. La  víspera  de  San  Bartolomé  mandó  el  rey  al  duque 
que  pasara  de  la  otra  parte  del  rio  y  se  alojase  cerca  del 
monasterio  de  Santo  Domingo ;  y  cuando  iba  á  poner  sus 
estancias,  le  fueron  á  acompañar  don  Pedro  Maga  de  Li— 
cana  con  cien  caballeros  y  don  Bernardo  de  Centellas  con 
algunas  compañías  de  á  caballo;  y  á  la  que  estuvieron  cerca 
del  monasterio,  salieron  de  la  ciudad  v  de  las  barreras  que 


(  Í91  ) 
estaban  junto  ú  la  puente  algunas  compañías  de  á  caballo 
y  de  ballesteros  y  flecheros  ingleses,  gascones  y  de  la  tierra, 
y  le  acometieron,  y  el  rebato  fué  de  manera,  que  los  del 
conde  le  mataron  mucha  gente.  El  dia  siguiente  se  juntaron 
con  «'•1  don  Guerau  Alaniany  de  Cervelló  ,  gobernador  do 
Cataluña,  don  Borenguer  Arnau  de  Cervelló,  don  Pedro 
de  Cervelló,  don  Antonio,  hermano  del  conde  de  Cardona, 
V  don  Ramón  de  IJages,  con  seiscientos  de  á  caballc»,  v 
se  alojaron  ccixa  de!  monasterio,  que  era  uno  de  los  pues- 
tos mas  peligrosos  ,  porque  era  muy  combatido  d(!  la  gentr 
(juc  habia  en  la  Casa  fuerte  de  la  Condesa,  y  de  los  de  la 
ciudad,  que  sojuzgaba  todas  aquellas  estancias,  v  les  fatigabais 
mucho  con  las  piedras  de  los  trabucos  y  balas  de  las  bom- 
l^ardas  que  de  continuo  Uovian  sobre  ellos.  Entonces  quiso 
el  duque  tomar  el  monasterio ;  pero  halló  en  la  gente  que 
estaba  dentro  de  él  brava  resistencia,  y  el  conde  le  habia 
muy  bien  fortiticado,  y  sobre  el  tomarle  hubo  muchos  he- 
ridos de  las  dos  partes,  y  por  no  poderle  entrar  aquel  dia,, 
«juedó  el  duque  alojado  á  la  campaña.  El  dia  siguiente,  que 
iMa  viernes,  á  2o  de  agosto,  al  quebrar  del  alba,  mandó  el 
duque  armar  toda  su  gente  y  dio  un  gran  combate  al  mo- 
nasterio, y  le  entró  á  fueza  de  armas,  y  murieron  mucho* 
del  conde,  algunos  del  duque,  y  fueron  los  heridos  muchos; 
y  dicen  que  don  Pedro  Maca  de  Li^ana  se  señaló  mucho 
en  estos  encuentros  que  tuvieron  la  gente  de!  duque  y  la 
del  conde,  cuando  (|uerian  alojarse ;  y  tomado  el  monas- 
terio ,  la  gente  que  estaba  dentro  de  él  se  acogieron  uno? 
á  la  puente  y  otros  á  la  Casa  fuerte  de  la  Condesa, 

Pasaron  muchos  dias    antes  que  estuviesen   á   punto  iaí^ 
máquinas,   y  si  no  lucra  por  la  gran  copia  de  madera  qup 


(  492  ) 
rortaban,  tardaran  mucho  mas.  Labráronse  muchos  trabu- 
cos de  estraña  fuerza  y  grandeza  en  Lérida,  y  en  su  reai 
tenia  el  rey  muchos  maestros  de  fundir  de  artillería ,  que 
de  dia  y  de  noche  trabajaban  en  ello  ;  y  de  Barcelona,  Va- 
lencia y  Aragón  llevaron  allá  gran  cantidad  de  metales,  y 
de  los  pueblos  circumvecinos  traian  leña  y  carbón,  y  así  con 
mas  facilidad  era  fundida  y  puesta  á  punto,  que  si  se  hu- 
biera de  llevar  de  Barcelona  ó  de  otra  parte ,  y  labrábase 
muy  gruesa  y  de  extraordinaria  forma.  Sin  esto,  se  trabaja- 
ba mucho  en  hacer  gran  cantidad  de  pólvora,  y  traian  el  sa- 
litre y  piedra  azufre  de  Barcelona,  que  el  infante  doa  Al- 
fonso y  el  obispo  de  León,  que  estaba  con  él,  cuidaban 
mucho  de  esto,  y  eran  muy  solicitados  del  rey,  y  cada  dia 
les  avisaba  de  la  falta  que  tenia  de  semejantes  cosas.  Sin 
esto,  cada  dia^ enviaba  el  rey  á  buscar  cnerdas  de  cáñamo 
muy  fino  para  los  ingenios  y  máquinas,  y  con  esto  se  iban 
aparejando  todos  para  el  combate  de  la  ciudad.  Estaba  ella 
toda  muy  bien  murada  y  toireada,  y  con  muy  mucha  y  muy 
aventajada  ballestería,  y  habia  algunas  lombardas  que  tira- 
ban de  cinco  á  siete  quintales  de  bala,  y  la  mayor  de  ellas 
habian  labrado  en  Castellón  de  Farfanya,  y  por  su  gran- 
deza llamábanla  la  lombarda  mayor.  Habia  algunas  treinta 
de  ordinarias,  que  tiraban  una  bala  mas  gruesa  que  una  na- 
ranja, y  sin  esto  habia  muchos  otros  tiros  de  pólvora,  que 
aun  el  dia  de  hoy  hay  muchas  de  estas  lombardas  en  la 
casa  del  regimiento  de  la  ciudad  de  Balaguer,  y  están  en- 
castadas enmadera,  y  á  lo  que  se  vé  no  estaban  como  hoy 
en  carros,  sino  que  puestas  en  su  lugar,  con  la  mano  se 
volvian  á  la  parte  que  querian,  alzándose  y  abajándose,  se- 
gún ora  menester  para  hacer  el   tiro  mas  cierto  y  largo;  y 


(  493  ) 
eran  hechas  de  piezas,  de  manera  que  una  lombarda  de  es- 
tas era  compuesta  de  muchas  piezas,  que  juntas  unas  con 
otras,  estaban  con  aros  apretadas  como  si  fueran  una  cuba, 
y  así,  hechas  piezas ,  podian  ser  llevadas  donde  querian  con 
mucha  comodidad.  Todas  estas  bombardas  fueron  en  la 
mejor  ocasión  de  muy  poco  provecho,  porque  le  vino  á  fal- 
tar al  conde  la  pólvora,  que  tan  necesaria  era  para  la  de- 
fensa de  aquella  ciudad,  y  esto  se  atribuyó  á  poco  cuida- 
do de  él  y  de  Jos  que  le  aconsejaban,  porque  no  hay  tier- 
ra en  España,  ni  aun  en  el  mundo,  que  produzca  mas  sa- 
litre que  los  llanos  del  condado  de  Urgel  y  toda  aquella 
comarca;  y  así  como  el  conde  tuvo  falta  de  otras  cosas  que 
para  su  empresa  le  faltaron  ,  la  tuvo  y  muy  grande  de  pól- 
vora, y  toda  aquella  artillería  quedó  antes  de  tiempo  inútil 
y  sin  provecho.  Armaron  los  ingenieros  del  rey  algunos  cas- 
tillos de  madera ,  y  los  arrimaron  al  muro  que  circuye  la 
ciudad  por  la  parte  del  septentrión,  y  de  allí  daban  gran  da- 
ño á  los  del  muro  y  torres,  y  aun  á  los  que  iban  por  la  ciu- 
dad, por  ser  ellos  mas  altos  que  los  muros  y  torres  que  la 
cubrian  ,  y  por  estar  superiores  ,  no  osaban  salir  de  las  ca- 
sas ,  porque  luego  que  salian  ,  Uovian  saetas  y  piedras  en 
inumerable  multitud  sobre  ellos.  Púsose  á  punto  la  bate- 
ría así  de  trabucos  como  de  bombardas,  y  era  mas  con  ím- 
petu y  fuerza,  que  con  combates  de  escaramuzas  y  peleas; 
aunque  los  de  la  ciudad  ponian  toda  la  fuerza  en  dar  re- 
batos sobre  las  estancias  ,  acometiéndolas  por  diversas  par_ 
tes,  como  gente  plática  y  diestra  y  que  sabian  volverse  á 
la  ciudad  sin  recibir  daño  alguno,  porque  iban  siempre  ad_ 
vertidos  :  bien  es  verdad  que  el  conde  no  gustaba  de  esto,  y 
temeroso  ya  de  indignar  al  rey,  queria  que  los  suyos  no  acó- 


(  494  ) 
metiesen,  sino  que  se  defendiesen.  Pelearon  al  principio  al'- 
giirios  diás  de  esta  manera,  porque  no  estaban  cansados  del 
continuo  alan  y  ejercicio  de  las  armas;  y  aunque  eran  com- 
batidos por  diversas  partes,  pero  no  por  eso  desmayaran, 
si  no  vieran  que  de  ninguna  parte  podian  ser  socorridos,  y 
cuanto  mas  iba,  mas  incierto  era  el  socorro  que  aguarda- 
ban de  Gascuña  é  Inglaterra.  En  estos  aprietos  tuvo  el  con- 
de un  alegrón  ,  y  fué  que  supo  de  cierto  que  al  pie  del 
puerto  estaban  para  entrar  en  su  valimiento  T.  de  Monbru, 
Juan  Ros  y  Ramonet  de  la  Guerra,  capitanes  franceses,  con 
mil  doscientos  hombres  de  á  caballo,  y  babian  ya  recibido 
del  conde  6000  florines  á  buena  cuenta  de  lo  que  habian 
de  haber  por  su  sueldo,  \  querian  que  fuese  suyo  todo  lo 
que  pudiesen  tomar,  y  á  mas  de  esto  pidieron  400  flori- 
nes luego  de  contado;  y  esto  lo  pedian  á  un  caballero  de 
casa  del  conde,  que  se  llamaba  Gispert  de  Guillaniu,  que 
era  el  que  los  guiaba,  y  no  se  los  pudo  dar  porque  no  los 
tenia  ,  y  del  pillaje  no  les  quiso  prometer  sino  la  mitad,  y 
sobre  esto  tuvieron  sus  dares  y  tomares,  y  á  la  fin  Gispert 
de  Guillaniu  lo  vino  á  decir  al  conde,  su  señor,  que  le 
mandó  luego  volver  á  ellos,  y  le  dio  2000  florines  ;  pero 
cuando  llegó,  ya  no  halló  ninguno,  y  se  quedaron  con  los 
6000  florines  que  teman  recibidos,  y  decian  que  se  habian 
pasado  á  servir  al  conde  de  Armeñac  ,  y  jamás  hubo  mo- 
do de  hacerles  venir,  aunque  fué  allá  Gispert  de  Guillaniu, 
y  no  acabó  nada  con  ellos,  ni  aun  pudo  cobrar  un  mara- 
vedí de  los  6000  florines.  En  estos  aprietos  y  trabajos  es- 
taba la  condesa  tan  animosa  y  confiada,  que  afirmaba  que 
había  de  hacer  á  su  hijo  rey,  y  estaba  muy  sentida  cuando 
alguno  al  ejército  del  rev  llamaba  real,  porque  decia,  que 


(  49o  ) 
donde  no  hay  rey  no  hay  real,  porque  don  Fernando  no  era 
rey ,  sino  infante  de  Castilla  ,  y  así  le  nombraba  ella  y 
queria  le  nombrasen  los  demás ;  y  sobre  el  poco  respeto 
con  que  trataba  y  hablaba  del  rey  ,  habia  cada  dia  disen- 
siones entre  ella  y  la  infanta ,  su  nuera ,  que  era  mujer  muy 
cuerda  y  sabia,  y  le  pesaba  de  la  imprudencia  y  desacato  de 
la  suegra.  Habia  también  un  micer  Tristany,  cuñado  de  B. 
Ramón  de  Fluviá,  que  la  animaba,  y  solia  decir  que  habia 
de  trabajar  hasta  ver  el  conde  rey,  y  entonces  cesaria  y 
reposaria.  Habia  muchos  que  estaban  acobardados  y  les  pe- 
saba haberse  metido  en  aquellos  laberintos,  y  con  estos  se 
valia  la  condesa  de  unas  letras  fingidas  qne  escribía  un  clé- 
rigo de  su  casa,  llamado  Pedro  Martin  :  estas  se  las  hacia 
llevaf  la  condesa,  y  daba  á  entender  que  eran  avisos  de  los 
grandes  socorros  que  le  venian  al  conde  ,  su  hijo,  y  publi- 
caba por  cosa  cierta  é  indubitada  que  don  Antonio  de  Luna 
y  el  duque  de  Clarencia  habian  de  entrar  con  30.000  (?) 
de  á  caballo  ;  y  una  noche  hizo  en  Castellón  de  Farfanva 
grandes  fuegos  y  luminarias,  para  dar  á  entender  que  habia 
venido  socorro  y  que  así  todos  se  animasen.  Publicaba  asi- 
mismo que  su  hijo  habia  sido  veinte  y  un  dias  rey  ,  y  que 
malas  personas  le  habian  quitado  el  reino ;  pero  los  veci- 
nos de  Balaguer  conocian  muy  bien  que  todo  aquello  que 
ella  decid  era  mentira  ,  y  se  dolian  de  que  queriéndoles  ella 
engañar ,  quedasen  engañados  ella  misma  y  el  conde  ,  su 
hijo.  Con  todo ,  los  paeres  de  aquella  ciudad  ,  por  ver  si 
era  verdad  lo  que  decia  la  condesa,  enviaron  sus  espías,  v 
supieron  que  no  habia  rastro  de  socorro  ,  y  se  lo  hicieron 
saber  al  conde,  para  que  las  vanas  esperanzas  no  acabasen 
de  perderle  ,  y  le  persuadían  que  tomase  con  el  rey  el  me- 


(  196  ) 
jor  partido  que  pudiese  ,  pues  sus  cosas  se  encaminaban  a 
estado  infeliz  y  miserable  ;  pero  él  siempre  les  decia  que 
se  defendiesen  valerosamente  en  el  entretanto  que  tardaba 
el  rey  en  cumplirle  ciertas  promesas  que  le  habia  hecho,  y 
él  les  prometió  alcanzar  del  rey  perdón  para  todos  los  que 
estaban  con  él ,  y  que  así  no  habia  para  que  haberse  de  es- 
pantar ,  sino  defenderse  valerosamente. 

Por  el  contrario  ,  á  los  del  real  cada  dia  les  crecia  la 
gente ,  y  los  unos  sucedian  en  el  trabajo  de  los  otros  con 
■gran  alivio  ;  pero  los  cercados ,  como  no  eran  tantos  que 
pudiesen  por  muchos  dias  defenderse  de  un  ejército  tan  po- 
deroso ,  ni  eran  todos  soldados  ,  sino  los  mas  gentes  de  sus 
casas,  mas  avezados  al  labor  del  campo  y  labranza  que  á 
hechos  de  armas ,  y  también  que  la  fatiga  de  la  noche  se 
les  continuaba  en  la  del  dia  ,  perdieron  aquel  ánimo  y  fer- 
vor que  mostraron  en  los  primeros  acometimientos  ,  y  lo 
que  peor  era  ,  dejaban  sus  estancias  y  se  acogían  á  lo  mas 
seguro  ,  fuerte  y  menos  peligroso  ,  porque  el  castigo  no  era 
tan  riguroso  como  requiere  la  guerra,  por  el  respeto  de  los 
vecinos  de  la  ciudad  ,  de  quien  se  tenia  mayor  desconfian- 
za ,  porque  estos  comunmente  tenian  á  locura  el  haberse 
metido  el  conde  en  guerra  con  el  rey ,  y  no  haberles  pedido 
consejo  ,  y  estaban  lastimados  en  ver  de  sus  ojos  talar  sus 
campos  y  heredades  y  cortar  los  árboles  de  ellos  ,  á  mas 
de  lo  que  padecían  dentro  de  la  ciudad  ,  en  sus  casas  ,  que 
con  la  batería  de  las  bombardas  y  trabucos  se  hundian  las 
mas  ,  sin  que  bastase  reparo  ni  invención  contra  las  pie- 
dras que  echaban  aquellas  máquinas ,  labradas  de  los  árbo- 
les de  sus  heredades  y  campos. 

Reconocia  el  conde  el  gran  peligro  en  (|uc  estaba  v  la 


(  ^^07  ) 
falta  de  gente  que  tenia,  y  acordó  de  enviar  á  Menaut  de 
Favars  ,  capitán  francés  ,  que  le  había  venido  á  servir  ,  á 
Francia  ,  para  que  le  trajese  las  mas  compañías  de  gentes 
que  pudiera ,  para  que  con  ellas  se  pudiera  defender  y  li- 
brar del  gran  peligro  en  que  se  habia  metido ;  dióle  por 
esto  muy  gran  cantidad  de  dinero  ;  y  esta  idea  era  traza  del 
mismo  Manaut ,  para  salirse  del  peligro  y  llevarse  el  dine- 
ro del  conde.  Tenia  en  aquella  ocasión  la  guardia  del  real 
Luis  de  La  Cerda  ,  con  sesenta  de  á  caballo ,  y  estaba  en- 
tre el  camino  que  va  de  Balaguer  á  Lérida  y  el  rio  ;  y  co- 
mo los  de  la  ciudad  conocieron  que  era  poca  la  guardia, 
salieron  por  la  puerta  de  Lérida,  y  Menaut  de  Favars  por 
otra  que  llamaban  de  la  Jueria ,  y  eran  todos  ciento  cin- 
cuenta de  á  caballo  ,  y  dieron  de  im.proviso  sobre  ellos,  ha- 
llándoles desapercibidos ,  y  el  mismo  Luis  de  La  Cerda, 
desarmado.  Lleváronse  catorce  ó  quince  acémilas  y  ocho  ó 
diez  hombres  ,  que  no  se  pudieron  escapar,  y  los  demás  se 
retiraron  ,  porque  no  podian  resistir  al  ímpetu  y  fuerza  de 
los  de  la  ciudad ,  y  murieron  algunos  de  la  gente  del  rey. 
Entonces  salieron  á  este  rebato  el  adelantado  mayor  de 
Castilla  y  Juan  Hurtado  de  Mendoza  ,  con  hasta  mil  de  á 
caballo,  é  hicieron  retirar  á  los  que  habian  salido  y  meter- 
se dentro.  Hubo  de  los  de  Balaguer  siete  ú  ocho  muertos 
y  muchos  heridos,  y  de  allí  adelante  se  puso  mejor  recau- 
do en  la  guardia  del  campo,  de  tal  manera,  que  los  de  Ba- 
laguer pensaban  mucho  en  salir.  Menaut  de  Favars ,  mien- 
tras estaban  los  otros  en  la  pelea ,  se  puso  en  salvo  con  el 
dinero  que  el  conde  le  habia  dado  para  hacer  gente ,  y 
jamas  volvió  ni  con  ella  ,  ni  sin  ella ;  y  después  supieron 
que  valiéndose  de  una  carta  del  conde  de  Urgel,  habia  co- 


(  498  ) 
bradü  del  de  Fox  mil  florines  que  le  debia,  y  se  quedó  con 
todo  este  dinero.  Aconteció  esta  huida  de  Menaut  á  los  úl- 
timos dias  de  agosto ,  y  el  rey  luego  que  lo  supo  ,  dio  avi- 
so de  ella  al  conde  de  Pallars  y  á  Roger  Bernat  de  Palláis 
y  á  Jofre  de  Labracetola  ,  que  estaba  en  guardan  del  paso 
de  Francia ,  para  que  le  detuviesen  ;  pero  él  fué  mas  dili- 
gente que  el  que  llevaba  el  aviso  ,  que  cuando  llegó  allá, 
ya  habia  pasado  y  estaba  en  salvo. 

Publicábase  cada  dia  en  el  real,  que  venian  al  conde  gran- 
des socorros,  y  esto  daba  mucho  cuidado,  porque  sabian  que 
si  llegaran  y  no  les  faltaran  vituallas ,  se  podrian  muy  bien 
sustentar  todo  aquel  invierno  ,  resistiendo  valerosamente  al 
rey  y  á  todo  su  ejército  ;  y  no  era  poca  la  pena  y  cuidado 
que  esto  daba  ,  porque  si  aquel  cerco  se  fuera  adelantan- 
do ,  corria  riesgo  que  las  cosas  no  tomaran  alguna  mudan- 
za y  dieran  harto  en  que  entender  al  rey  ,  y  así  hacia  todo 
lo  posible  por  rematar  la  guerra  y  tomar  la  ciudad  y  al 
conde.  Sentia  ,  por  esto  ,  mucho  la  dilación  que  habia  en 
labrar  los  castillos  y  máquinas  eran  menester  para  aquella 
presa,  y  la  poca  abundancia  de  mantenimientos  que  habia 
para  tan  grande  ejército  ,  y  en  que  habia  tantos  y  tan  prin- 
cipales señores,  y  todo  se  habia  de  traer  de  lejos;  y  habia 
alguna  dificultad  en  la  provisión  de  ellos ,  porque  el  año  era 
estéril  y  caro,  y  todos  los  de  aquella  comarca  habia  man- 
dado recoger  el  conde  en  sus  villas  y  castillos  fuertes ,  y 
habia  ya  muchos  dias  que  habia  hecho  trabajar  en  esto,  y 
los  que  habian  quedado  eran  ya  consumidos ;  y  así  á  los 
del  rey  no  les  quedaba  otra  cosa  sino  ser  señores  del  cam- 
po yermo  y  desnudo  ,  que  las  otras  incomodidades  comu- 
nes, eran  así  á  los  del  conde ,  como  á  los  del  rev,  Y  lo  ^<^' 


(  499  ) 
bian  de  ser  mayores,  si  entrara  el  invierno,  por  ser  aquella 
tierra  de  su  naturaleza  muy  fria  y  descubierta,  y  el  aire 
muy  húmedo ,  por  unos  vapores  que  salen  del  rio  ,  que  lla- 
man por  allá  bromas  ,  que  de  diez  pasos  no  se  conoce  un 
hombre,  por  la  gran  espesura  de  ellas;  y  esto  es  tan  ordi- 
nario cada  año  ,  que  dura  todo  el  invierno  ,  y  pasan  quince 
dias  y  aun  mas  de  un  mes  que  no  ven  el  sol  ni  señal  de 
él  ;  y  estas  incomodidades  y  frios  los  habian  de  hacer  ma- 
yores la  falta  de  leñas,  de  que  aquella  tierra  es  muy  esté- 
ril ;  y  todo  esto  era  malo  para  los  de  la  campaña,  que  no 
estaban  hechos  á  ello  ,  y  los  de  la  tierra  lo  pasarían  harto 
bien,  por  estar  criados  con  ello  y  serles  cosa  natural;  y  aun- 
que los  mas  castellanos  que  tenia  el  rey  eran  soldados  vie- 
jos ,  estaban  acostumbrados  á  pelear  con  los  moros ,  pero 
no  á  sufrir  las  inclemencias  de  aquel  cielo  ;  y  lo  que  peor 
era,  que  habia  algunos  entre  la  gente  del  rey  ,  porque  eran 
de  diversas  naciones  ,  y  habia  en  el  gobierno  y  regimiento 
de  tanta  gente  mal  orden  y  gobierno,  y  á  aquellos  les  do- 
ha  que  las  cosas  del  conde  de  Urgel  hubieran  llegado  á  tai 
estado  ,  y  estaban  arrepentidos ,  que  de  no  ,  le  hubieran 
valido  á  los  principios,  y  holgaban  de  las  incomodidades  se 
padecian  y  las  sufrian  de  buena  gana,  con  que  el  conde  de 
Urgel ,  que  no  podia  salir  con  lo  que  habia  emprendido, 
salvara  á  lo  menos  su  persona.  El  rey  era  soldado  y  sabia 
todo  esto ,  y  conocia  que  en  aquel  estado  el  único  remedio 
era  la  brevedad  y  conclusión  de  la  guerra,  y  que  toda  dila-r 
cion  á  él  le  era  mala  y  al  conde  podia  ser  provechosa  y 
mejorar  su  estado  presente,  y  así  resolvió  de  tomar  la  ciu- 
dad por  combate  y  á  fuerza  de  trabucos,  y  esto  lo  mandó 
poner  luego  en  ejecución',  porque  tenia  ya  á  punto  todas 


(  500  ) 
las  máquiuas  y  municiones  necesarias  ,  y  sabia  que  soló  el 
temor  y  fuerza  de  la  batería  habia  de  acobardar  al  conde  y 
sus  valedores;  y  esta  no  la  quiso  dar  en  solo  una  parte,  si- 
no por  todas  las  que  le  parecieron  á  propósito  para  poder 
rendir  aquella  tan  fuerte  ciudad.  Por  la  parte  del  monas- 
terio de  Almata,  que  estaba  al  frente  del  castillo,  á  la  par- 
te del  oriente,  y  era  por  donde  el  combate  tenia  mas  fácil 
la  ofensa  ,  combatian  el  adarve  del  castillo  don  Bernardo  de 
Centellas  y  Alvaro  de  Avila  ,  mariscal  del  ejército;  y  Pero 
Alonso  de  Escalante,  por  otra  parte,  combatia  una  torre  del 
mismo  castillo ;  y  esta  batería  se  hacia  de  lugar  mas  alto 
que  el  castillo  ,  con  una  máquina  y  dos  bombardas  que  ha- 
cian  mucho  daño  en  el  adarve  y  torre  del  castillo  ;  y  con 
otra  máquina  mayor  se  combatia  una  esquina  de  aquella 
ciudad  que  mira  hacia  el  septentrión,  y  era  de  tal  artificio  y 
grandeza,  que  lanzaba  una  piedra  de  peso  de  treinta  y  cua- 
tro arrobas;  y  de  esta  batería  y  máquina  tenían  cuenta  Juan 
Hurtado  de  Mendoza ,  mayordomo  mayor  del  rey  de  Cas- 
tilla, y  don  Juan  de  Luna,  y  estaba  cercada  con  un  palen- 
que, para  defender  que  no  saliesen  á  quemarla,  y  no  habia 
por  do  entrasen  en  él. 

■iíJ  Habia  otro  palenque  á  la  parte  del  camino  de  Lérida,  en 
que  habia  tres  bombardas  que  tiraban  á  las  torres  y  muro 
de  la  ciudad  ,  que  están  entre  el  portal  de  Lérida  v  el  rio; 
y  esta  batería  cuidaba  Diego  Hernández  de  Vadillo,  secre-r 
tario  del  rey,  y  Pedro  Alvarez  Nieto;  y  hízose  una  cava  hon- 
da entre  el  palenque  y  la  ciudad  ,  y  entre  estas  bombardas 
habia  una  muy  grande  de  fuslera  ,  que  mandó  el  rey  labrar 
en  Lérida ,  que  tiraba  una  piedra  de  cinco  quintales  y  me- 
dio ,  que  aun  hay  muchas  en  aquella  ciudad  en  las  bodegas 


(  501  ) 
y  otros  lugares,  y  algunas  de  ellas  tienen  mas  de  siete  pal^ 
mos  de  rueda;  y  labróse  también  en  aquel  mismo  lugar  un 
castillo  de  madera  ,  bien  alto ,  donde  se  pusieron  algunas 
cuadrillas  de  ballesteros,  que  liacian  tanto  daño,  que  no  se 
asomaba  ninguno  por  las  torres  y  almenas,  que  no  fuese  he- 
rido. 

A  la  parte  del  puente,  donde  estaba  el  duque  de  Gandía, 
se  armó  en  el  monasterio  de  Santo  Domingo  un  ingenio  que 
llamaban  cabrita,  y  con  ella  y  una  bombarda  de  cobre  que 
habian  llevado  de  Barcelona  ,  que  era  del  general  de  Cata- 
luña y  tiraba  bala  de  cuatro  quintales  de  peso,  se  batia  la 
primera  torre  del  puente  y  la  Casa  fuerte  de  la  Condesa, 
que  se  defendia  con  mucha  ballestería  y  tenia  muy  buena 
cava  y  estaba  muy  fortificada.  Pero  todo  esto  se  ponia  en 
orden  con  mucha  tardanza  y  pesadumbre ,  y  pasaban  mu- 
chos dias,  entretanto  que  se  aumentaban  las  bastidas  y  una 
grande  escala  con  que  se  habia  de  llegar  á  dar  el  combate 
por  todo  el  ejército  ,  y  labrábalas  un  Juan  Gutiérrez  de 
Enao,  gran  artífice  de  aquel  menester,  que  hizo  las  basti- 
das con  que  se  tomó  Antequera. 

Entretanto  que  se  ponían  á  punto  todas  estas  cosas, 
mandaba  continuar  el  rey  el  proceso  que  habia  empezado 
en  Barcelona  contra  del  conde;  y  á  10  de  agosto  mandó 
que  se  le  hiciesen  letras  y  á  los  paeres  de  la  ciudad  y  ve- 
cinos de  ella,  y  á  los  barones  y  caballeros  que  estaban  en 
servicio  del  conde  ,  en  que  mandaba  notificarles  y  referirles 
como  habia  mandado  presentarles  otras  letras,  despachadas 
en  Barcelona  á  los  11  de  julio,  que  llevó  el  gobernador  de 
Cataluña  con  muchos  caballeros  y  oficiales  <(ue  le  acompa- 
ñaban ,  V  no  fueron  obedecidos ;  y  así  de  nuevo  mandaba 


(  30^) 
despedir  estas  segundas,  en  que  mandaba  lo  mismo  que  en 
las  primeras.  Bien  sabia  el  rey  que  no  liabian  de  darse  ni 
á  los  que  iban  dirigidas ;  pero  cuanto  mas  justificaba  su 
causa  con  esto  ,  tanto  hacia  la  culpa  del  conde  mayor  y  se 
le  aumentaban  los  motivos  habia  de  tener  para  castigarle. 
Despachadas  las  letras  ,  no  hubo  portero  que  las  osase  pre- 
sentar ,  porque  así  como  se  acercaban  á  los  muros  ,  les  ti- 
raban balas  y  saetas ;  y  el  rey  mandó  hacer  un  pregón  al 
derredor  de  la  ciudad  de  Balaguer  y  publicarlas,  para  poder 
mejor  proseguir  contra  del  conde ,  como  inobediente  ,  se- 
gún la  justicia  le  daria  lugar. 

Si  las  letras  de  11  de  julio  y  el  gobernador  que  las  lle- 
vó acabaron  poco  con  el  conde ,  mucho  menos  obraron  es- 
tos pregones;  pero  el  rey,  que  deseaba  proceder  en  esto  con 
madureza,  mandó  ,  á  22  de  agosto,  hacer  otro,  en  que- re- 
firiendo lo  mismo  que  habia  dicho  en  los  otros  ,  dio  per- 
don  general  á  todos  y  cualquiera  delincuentes  hubiese  en  la 
ciudad  de  Balaguer ,  con  que  dentro  de  quince  dias  de  la 
publicación  de  aquel  pregón  saliesen  de  ella  v  del  todo  se 
apartasen  del  servicio  y  compañía  del  conde ,  y  no  lo  ha- 
ciendo ,  les  declaraba  por  traidores.  Exceptuaba  empero  y 
no  queria  ser  comprendidos  en  este  perdón  los  que  hubie- 
sen cometido  delitos  de  herejía  ,  sodomía  ,  y  hubiesen  sido 
presentes  y  consentido  en  las  muertes  del  arzobispo  de  Za- 
ragoza y  gobernador  de  Valencia  ,  porque  de  los  tales  deli- 
tos no  era  su  intención  conceder  perdón;  pero  dábales  guia- 
je  de  dos  meses,  con  que  durante  aquel  no  pudiesen  entrar 
en  las  ciudades  de  Zaragoza,  Calatayud  ,  Da  roca ,  Teruel. 
Albarrazin  ,   ni    Valencia  ,    y   los  que  habían  sabido    en  l.¡ 
muerte  de  Sancho  Sánchez  Domingo  no  pudiesen  ,  sin  S!i 


(  m^  ) 

licencia  ,  entrar  en  la  ciudad  de  Teruel  y  sus  aldeas,  v  es-» 
to  por  quitar  escándalos  ;  pero  por  esta  remisión  no  se  re- 
mitia  la  enmienda  civil  que  eran  obligados  y  debían  hacer  á 
aquellos  que  estaban  ofendidos  de  los  tales  delincuentes. 
Publicáronse  estos  pregones  junto  á  los  muros  de  la  ciudad, 
en  lugares  donde  podían  con  mayor  comodidad  ser  oídos,  y 
tenían  reparo  de  no  ser  ofendidos ;  y  entonces ,  á  20  de 
agosto,  el  abad  y  oficiales  del  monasterio  de  Nuestra  Seño- 
ra de  Bellpuig  de  las  Avellanas  se  apartaron  del  conde ,  y 
el  rey  les  concedió  perdón  general. 

Entonces  fué  cuando  hizo  francos  á  los  de  Os  de  todo  lo 
que  debían  á  doña  Leonor  ,  hermana  de  don  Jaime  ,  que 
era  señora  de  aquel  lugar  y  otros  que  le  había  consignado  el 
conde,  en  pago  del  legado  ó  manda  le  había  hecho  el  con- 
de don  Pedro  en  su  testamento  ,  como  parece  en  un  re- 
gistro Commie  del  rey,  de  los  años  1414  y  1415,  folio  21. 

Acabado  el  dicho  término  ,  á  5  de  setiembre  del  dicho 
año,  mandó  hacer  en  el  monasterio  de  Almata  ,  en  parte 
que  los  del  castillo  lo  pudieran  oir,  otro  pregón  en  que,  de 
gracia,  por  ser  acabados  los  quince  dias,  los  dilataba  y  pro- 
rogaba,  hasta  10  del  mes,  que  era  domingo  ,  que  este  año 
era  letra  dominical  A. 

Entre  tanto  que  se  hacían  estas  monitorias  y  se  apareja- 
ban las  baterías ,  envió  el  rey  para  combatir  los  lugares  y 
castillos  del  conde  á  don  Pedro  Giménez  de  Urrea ,  que  lle- 
vaba las  compañías  de  don  Pedro  Nuñez  de  Guzman  ,  Juan 
Delgadillo,  Garcí  Fernandez  de  Herrera  y  Juan  Carrillo  de 
Toledo  ,  guarda  mayor  del  rey  ,  y  fueron  con  ellas  las  de! 
gobernador  de  Cataluña  y  de  Jtian  de  Vilarasa;  v  cada  uno 
de  estos  caballeros  iba  por  su  parle  á  hacerle  guerra  en  el 


(  504  ) 
íístado  del  conde.  Ganáronse  por  combate  muchas  fuerzas^^y 
otras  se  dieron  á  partido  :  en  Aragón,  á  16  de  agosto,  ^ 
dieron  x\lcolea,  Almolda,  Castellfollit ,  Albalat,  Oso,  Rá- 
fols,  Puig  de  Cineu,  Estañosa  y  otros  muchos  lugares  de  las 
baronías  de  Entenza ;  en  Cataluña  se  ganaron  por  combate 
y  dieron  á  partido  Albesa,  Ivars,  Os  y  las  Avellanas  :  á  20, 
después  de  ser  estado  muy  combatido  y  precediendo  cier- 
tos tratos  y  convenciones  con  el  gobernador ,  se  entregó 
Agramunt.  Eran  estos  pactos  ,  entre  otros,  que  quedasen 
ilesos  los  derechos  tenia  la  infanta  sobre  Agramunt ,  que  le 
fuesen  confirmados  los  privilegios  ,  que  no  entraran  dentro 
de  la  villa  sino  cierto  número  de  soldados,  que  fuese  ca- 
beza de  veguería  y  que  no  pudiese  ser  enajenada  de  la  co- 
rona real,  salvo  en  favor  del  conde  de  Urgel ,  mujer  é  hijos 
suyos  ,  que  le  diese  el  rey  elongamenl  para  pagar  sus  censa- 
les y  deudas,  y  que  fuese  concedido  perdón  general,  salvo 
en  los  que  sabían  en  la  muerte  del  arzobispo  de  Zaragoza, 
sodomitas  ,  herejes  y  fabricantes  de  falsa  moneda  y  otros. 
De  esto  se  recibió  auto  día  13  de  este  mes,  en  poder  de 
Luis  Torremorell,  en  la  iglesia  del  Santo  Espíritu,  junto  á 
la  dicha  villa  de  Agramunt :  este  auto  he  visto  entre  los  pa- 
peles del  archivo  del  duque  de  Cardona.    Arbcca  ,  Liñola, 
Gastelló  de  Farfanya  y  otras  fuerzas  se  defendieron,  y  no  se 
quisieron  rendir  hasta  que  se  ganó  Balaguer.  Los  del  viz- 
condado  de  Ager  y  ribera  de  Segre  arriba,  que  están  ceñi- 
dos de  bravas  y  ásperas  montañas,  como  son  Pons  ,  Uliana 
y  Tiurana,  no  se  acometieron  entonces,  hasta  ver  el  suceso 
de  Balaguer.  En  este  medio  se  fué  el  cerco  estrechando  ca- 
da dia  ,  de  manera  que  ninguno  podia  entrar  ni  salir  de  la 
ciudad,  que  no  diera  en  manos  de  sus  enemigos;  y  los  cer- 


(  ms ) 

tíados  no  solo  se  ponian  á  la  defensa  .  pero  con  gran  furor 
hacían  sus  arremetidas  y  ponian  en  rebato  al  ejército.  Un 
lunes  ,  4  del  mes  de  setiembre  ,  acometieron  las  estancias 
del  duque  de  Gandía  y  prendieron  veinte  soldados  que  an- 
daban desmarrados  por  el  campo  ,  y  todo  el  daño  que  reci- 
bieron estos  resultaba  de  tener  los  del  conde  en  defensa  la 
Casa  fuerte  de  ia  Condesa ,  que  estaba  junto  á  las  estancias 
del  duque  de  Gandía ;  y  parecia  mal  consejo  no  haber  pri- 
mero combatido  aquel  fuerte,  estando  tan  cercano  á  ellos; 
pero  en  todo  lo  que  se  emprendía  habia  cada  día  diversos 
consejos  y  pareceres  entre  los  catalanes  y  castellanos ,  v  no 
era  de  mara>illar  ,  habiendo  tanta  diversidad  de  personas 
principales  y  gentes  de  diferentes  naciones,  que  habian  acu- 
dido en  servicio  del  rey  en  aquella  empresa. 

Publicábase  cada  dia  que  de  Francia  venia  gente  en  so- 
corro del  conde,  y  eran  mil  hombres  de  armas  y  mil  ba- 
llesteros, y  sobre  el  salirles  á  resistir  y  en  qué  forma  y  or- 
den, habia  diversos  pareceres  :  los  aragoneses  y  catalanes 
querían  que  de  tres  mil  caballos  que  tenia  el  rey  en  su  real, 
salieran  mil  trescientos  ,  con  la  gente  que  se  les  pudiese 
juntar  de  la  tierra,  á  resistirles ,  y  que  los  mil  setecientos 
quedasen  en  el  real;  los  castellanos  decían,  que  no  era  bien 
se  dividiese  la  gente  era  sobre  Balaguer,  antes  que  enviase 
por  mas  reforzarse,  y  que  antes  que  el  socorro  que  venía 
al  conde  llegase  á  Balaguer,  que  el  rey  saliese  á  darles  ba- 
talla ,  y  seria  fácil  vencerles,  por  llegar  cansados  y  con  la 
fatiga  del  camino.  En  esta  diversidad  de  pareceres  y  discor- 
dia de  naciones,  salió  don  Ramón  de  Bages,  caballero  ca- 
talán, y  dijo:  que  el  rey  les  enviase  un  buen  número  de  ca- 
ballos que  viniesen  escaramuzeando  con  ellos,  y  cansándo- 
TOMO  X.  34 


(  506  ) 
les  sin  dejarlos  divertir  á  ninguna  parte  ,  y  que  les  recono- 
ciese y  avisasen  al  rey  del  número  y  fuerzas  de  ellos ,  por- 
que así  cansados,  pereciesen  por  el  camino,  ó  llegasen  tales 
que  pudiese  la  gente  del  rey  con  facilidad  acaballos  ;  y  esto 
agradó  al  rey  y  á  todos ,  pero  no  fué  necesario  haberse  de 
hacer  esto  ,  porque  ni  el  socorro  vino  ,  ni  aun  pensaban  en 
ello  aquellos  de  quien  el  conde  mas  confiaba. 

Tenia  el  rey  muchos  albañiles  y  cortadores  de  piedra,  que 
en  Cataluña  llaman  moleros  ,  porque  hacen  las  piedras  de 
los  molinos ,  que  llamamos  muelas;  y  estos  habian  venido 
de  Barcelona  y  de  los  demás  puntos  de  Cataluña  y  Aragón, 
los  que  cada  lugar  podia  enviar,  y  no  entendian  en  otra  co- 
^  sino  en  cortar  piedras  y  hacerlas  redondas  para  arrojar- 
las con  las  máquinas  y  artillería  ;  y  habia  mucha  falta  de 
estas  piedras ,  porque  como  la  batería  era  tan  continua  ,  se 
gastaban  muchas,  y  al  tiempo  que  mas  necesidad  habia  de 
estos  ,  casi  todos  se  fueron  huyendo,  y  el  rey  lo  sintió  mu- 
cho, porque  se  eran  idos  sin  licencia  y  en  ocasión  que  mas 
necesitaba  de  ellos ,  y  por  su  causa  hubo  de  parar  la  bate- 
ría, y  les  mandó  ir  á  la  zaga  y  los  prendieron  hasta  veinte, 
y  atados  con  cadenas  los  volvieron  al  real  ;  y  envió  el  rey 
al  infante  don  Alfonso  y  al  obispo  de  León  ,  que  estaban 
en  Barcelona  ,  y  á  muchas  universidades  ,  una  letra  de  20 
de  setiembre,  en  que  les  encarga  le  envien  los  mas  albañi- 
les y  cortadores  de  piedra  que  puedan  ,  por  la  falta  que 
habia  de  ellos  para  los  trabucos  y  bombardas,  y  también 
les  pedia  á  ellos  y  al  arzobispo  de  Tarragona  cáñamos  pa- 
ra cuerdas,  de  que  habia  mucha  falta  ,  para  el  manejo  de 
los  trabucos  y  máquinas. 

Padecíase  ya  en  la  ciudad  en  esta  ocasión  gran  necesidad. 


(  o07  ) 
y  ios  ingleses  se  quejaban  de  q(ie  don  Jaime  no  les  daba  la 
comida  con  la  abundancia  que  solia :  ya  no  se  pagaba  el 
sueldo  á  la  gente  de  guerra  ,  porque  el  conde  habia  acaba- 
do el  dinero ,  y  aquel  gran  tesoro  que  le  dejó  el  conde,  su 
padre  ,  tan  encarecido  de  Valla  ,  estaba  consumido  ,  y  era 
lal  la  falta  de  provisiones,  que  habia  muchos  que  las  lo- 
maban de  los  del  real,  y  se  las  vendian  de  buena  gana,  y 
la  condesa  lo  sentia  mucho,  y  decia  que  ella  antes  camiera 
ratones  y  gatos  ú  otra  cualquier  inmundicia ,  que  lo  toma- 
ra de  los  enemigos  de  su  hijo.  En  el  castillo  y  palacio  del 
conde  se  padecia  mucho,  porque  el  pan  se  les  era  ya  aca- 
bado ,  y  se  sentia  la  falta  de  él ;  y  llegó  á  tal  punto,  que 
una  noche  llegó  el  conde  solo  á  casa  del  oficial  ó  provisor 
que  reside  en  aquella  ciudad  por  el  obispo  de  Urgel ,  y  le 
pidió  que  le  diese  pan  para  comer  ,  porque  en  su  casa  ha- 
bia ya  dos  días  no  se  habia  comido  ,  y  el  oficial,  llorando  y 
admirado  de  los  sucesos  y  reveses  de  la  fortuna,  le  dio  todo 
el  pan  que  el  conde  pudo  llevar  consigo,  que  por  no  publi- 
car su  necesidad  y  aprieto,  él  solo  fué  á  buscar  ,  sin  fiarlo 
de  criado  ni  nadie;  y  el  dia  siguiente  el  oficial  le  envió  dos 
costales  de  harina  que  tenia  y  una  cuba  de  vino,  y  un  pa- 
je que  lo  subió  al  castillo  lo  contaba  después,  siendo  viejo, 
por  cosa  notable  y  muy  lastimosa. 

Habían  los  de  la  ciudad  confiado  hasta  este  punto  del 
socorro  que  decia  el  conde  le  habia  de  venir  de  Francia  é 
Inglaterra,  y  siempre  lo  habia  dado  por  muy  cierto  ;  pero 
viéndose  sin  él  y  tan  apretados  del  rey ,  pidieron  los  pae- 
res  de  la  ciudad  hora  para  hablarle,  y  se  la  dio  y  salió  á  la 
iglesia  de  San  Salvador.  Lo  que  le  dijeron  fué,  que  el  rey, 
en  virtud  de  ley  de  Cataluña  que  dispone  que  si  algún  ba- 


(  508  } 
ron  ó  magnate  hiciese  algo  contra  del  rej  ,  en  tal  caso  los 
vasallos  no  eran  obligados  á  valerle  contra  del  rey  ,  antes, 
siendo   requeridos ,   habian  de  valer  y  servir  al  rey  ,  y  si 
no  lo   hacian  eran   habidos   por  traidores ,   les   habia  re- 
querido con  sus  letras  reales   una  y   muchas  veces  y  con 
pregones  que  se  habian  hecho ;  y  por  esto  ,  y  porque  toda 
ó  casi  la  mas  gente  que  tenia  le  dejaban ,  y  de  cada  dia 
se  iban  saliendo  de  la  ciudad,  le  aconsejaban  buscase  me- 
dio y  traza  como  salvar  su  persona  y  la  de  los  de  la  ciudad, 
y  aunque  se  lo  habian  dicho  y  aconsejado  muchas  otras  ve- 
ces ,  pero  ahora  mas  en  particular  se  lo  volvían  á  decir  y 
aconsejar ,  porque  estaban  en  términos  que  ,  si  no  respon- 
dían á  las  letras  reales  ,  obedeciéndolas  dentro  del  término 
señalado  en  ellas,  serian  habidos  por  traidores,  lo  que  ellos 
querían  escusar  ;  y  asi  que  procurase  salvar  su  persona  y 
darles  licencia  para  responder  á  las  letras  reales,  ó  á  lo  me- 
mos darles  licencia  para  alcanzar  del  rey  mas  tiempo  de  lo 
contenido  en  dichas  letras,  y  dicen  que  le  enseñaron  la  cons- 
titución que  decia  esto,  y  lo  que  sobre  ella  habian  escrito 
los  doctores.  El  conde  dicen  que  les  respondió  : — Vosotros, 
no  respondiendo  á  las  letras  ó  requirimientos  que  os  hoce 
el  infante  de  Castilla  ,  por  eso  no  sois  traidores ,   porque 
bien  sabéis  que  á  él  no  le  tenéis  por  rey,  sino  á  mí,  por- 
que el  derecho  y  justicia  es  mia ;  y  así  ni  quiero  que  le 
respondáis  ,   ni  que  salgáis  fuera  ,   sino  que  esperéis  unos 
quince  dias,  y  dentro  de  ellos  yo  tomaré  acuerdo  de  lo  que 
debo  hacer. — Y  los  paeres  replicaron  que  esto  que  el  con- 
de queria  no  lo  podian  hacer  si  el  rey  no  les  daba  tiempo, 
y  de  esto  se  levantó  auto. 

Pareció  á  los  caballeros  que  el  conde  tenia  cabe  sí  y  á 


(  300  ) 
los  paeres  y  personas  del  regimiento  de  aquella  ciudad,  que 
se  saliera  de  la  ciudad  y  salvase  como  mejor  pudiese  su  per- 
sona ,  porque  estaban  á  punto  que  era  imposible  poderse 
sustentar  muchos  dias,  y  cada  uno  le  deba  traza  y  modo  co- 
mo pudiera  escaparse  mas  á  su  salvo  ;  pero  Ramón  Beren- 
guer  de  Fluviá  ,  que  era  el  que  le  habia  metido  en  estos 
laberintos ,  no  aconsejaba  que  se  fuese ,  porque  si  le  pren- 
dieran, no  quería  que  dijesen  que  él  le  habia  sido  traidor; 
y  la  condesa ,  que  era  del  mismo  parecer,  decia  que  la  vir- 
tud y  esfuerzo  del  caballero  se  probaba  en  los  sitios,  y  que 
no  era  bien  desamparara  sus  estado  y  familia  ,  huyendo  vil- 
mente ,  sino  que  muriese  con  la  espada  en  la  mano  ,  de- 
fendiendo su  derecho  ;  y  decia  que  esto  lo  hacia  ella ,  por- 
que temia  que  si  el  conde  se  salia  ,  la  infanta  concertaria 
con  el  rey  las  cosas  á  su  modo  ,  sin  cuidar  de  ella,  y  seria 
muy  contingente  que  el  rey  la  castigaria  por  haber  acon- 
sejado al  conde  aquella  rebelión  ,  y  toda  la  ira  del  rey 
vendria  á  descargar  sobre  ella,  porque  á  la  infanta  nunca  le 
habia  placido  aquello,  antes  estaban  muy  encontradas  la 
suegra  y  nuera  sobre  estas  cosas,  y  cada  dia  habia  disgusto^ 
entre  ellas.  Sin  esto,  el  conde  decia  que  si  él  se  salia  luego, 
se  daria  al  rey  la  ciudad;  y  estaba  tan  agradado  de  ella, 
que  no  sabia  dejarla.  Pero  viéndose  ya  sin  remedio  y  del 
todo  perdido  ,  quiso  huir  ,  pero  tomóle  tan  gran  cariño  de 
la  infanta  ,  su  mujer,  madre,  hijas  y  hermanas,  que  no  tu- 
vo ánimo  para  caminar  cuatro  pasos ,  sin  volverse  á  la  ciu- 
dad ;  y  aunque  aconsejado  de  los  suyos  tentó  algunas  veces 
de  escaparse ,  nunca  lo  pudo  poner  en  obra,  y  le  parecia 
que  alguna  secreta  fuerza  le  impedia  su  salida  :  no  faltaron 


(  oto  ) 

algunos  que  lo  atribuyeron  á  maleficio  ó  que  estaba  ojado, 
pero  creo  que  era  temor  y  poco  ánimo. 

El  rey  y  los  suyos  estaban  tan  de  reposo  y  asiento  en 
este  cerco,  que  mandaron  rodear  el  real  de  muros  y  torres 
que  ,  aunque  dirruidas  ,  aun  duran  detras  de  la  iglesia  de 
Almata  ,  donde  estaba  el  rey  alojado  ,  y  estaban  como  si 
hubiesen  de  hacer  allá  perpetua  morada  ,  y  algunos  de  los 
grandes  comenzaron  á  edificar  casas ,  porque  sabian  que  el 
rey  no  alzaria  aquel  cerco,  que  no  tuviese  primero  al  conde 
en  su  obediencia  y  poder,  porque  de  aquí  quedaba  el  rei- 
no asegurado  para  él  y  sus  hijos  y  descendientes.  Salían  ca- 
da dia  muchos  de  la  ciudad  ,  unos  para  gozar  de  la  gracia 
del  rey  y  perdón  les  concedia  ,  y  otros ,  que  eran  los  mas 
culpables  ,  del  guiaje  que  el  rey  habia  otorgado  ;  aunque  al 
principio,  porque  no  le  desamparasen,  habian  publicado  los 
amigos  del  conde  ,  que  el  salvoconducto  publicado  no  se 
guardaba  ,  y  así  como  salían  de  la  ciudad  ,  los  prendían  y 
llevaban  á  Lérida,  donde  hacían  de  ellos  rigurosa  justicia; 
pero  Luis  de  La  Cerda  ,  caballero  castellano  ,  que  tuvo  no- 
ticia de  este  vano  temor  ,  por  medio  de  algunos  soldados 
.suyos  que  habian  estado  presos  en  Balaguer ,  tuvo  traza  con 
que  les  desengañó  de  este  error ,  y  así  salieron  muchos  y 
dejaron  casi  desamparado  y  solo  al  conde.  Jueves,  á  14  ele 
setiembre,  salió  don  Artal  de  Alagon  ,  hijo  mayor  de  don 
Artal  de  Alagon,  señor  de  Pina  y  Sástago,  que  era  sobrino 
de  don  Antonio  de  Luna,  y  con  él  salieron  otros  cuatro  ca- 
balleros. En  otra  ocasión  le  vino  al  rey  una  compañía  de 
trescientos  ballesteros  y  lanceros,  que  le  envió  la  ciudad  de 
Zaragoza.  La  batería  se  continuaba  oon  grande  furia,  y  co- 
mo aquella  máquina  que  batia  el  castillo  lanzaba  tales  pie- 


liras  que  pesaban  cada  una  ocho  quintales ,  v  liacia  lal  es- 
trago que  á  donde  daba  lo  iiundia  todo  hasta  el  ¡¡riiner 
suelo  ,  la  infarita  envió  á  suplicar  al  rey  que  ,  por  su  me- 
sura, mandase  que  no  se  batiese  la  parte  del  castillo  donde 
moraba  ella  y  sus  doncellas ,  porque  estaba  en  dias  de  pa- 
rir ;  y  el  rey ,  movido  de  piedad  de  su  tia  ,  doliéndose  del 
estado  de  sus  cosas,  mandó  á  Juan  Hurtado  de  Mendoza  y  í\ 
don  Juan  de  Luna,  cuidaban  del  combate  del  castillo  ,  que 
no  permitiesen  tirar  donde  residia  la  infanta.  Dice  Valla 
que  el  rey  se  lo  concedió ^  con  tal  que  no  estuviesen  juntos 
ella  y  el  conde  ,  y  que  la  condesa  estimó  mas  pasar  por 
cualquier  peligro  ,  que  aceptar  la  tal  condición. 

Combatíase  también  la  Casa  de  la  Condesa  con  gran  fu- 
ria, y  las  piedras  que  tiraba  aquella  máquina,  que  llamaban 
cabrita  ,  eran  tales,  que  donde  hacian  el  golpe  rompian  las 
vigas  tan  gruesas  como  dos  grandes  pinos ,  y  hundian  por 
lo  alto  el  primero  y  segundo  sobrado ,  y  de  tal  suerte  eran 
combatidos  y  atormentados  los  de  aquel  fuerte,  que  de  allí 
adelante  recibieron  de  ellos  muy  poca  ofensa  los  del  duque 
de  Gandía  que  tenian  las  estancias  contra  la  puente.  Cega- 
da ya  la  cava  de  la  Casa  de  la  Condesa,  pareció  que  se  ba- 
tiese primero  la  ciudad;  y  martes,  á  26  de  setiembre,  pa- 
sando el  rey  del  real  á  las  estancias  del  duque  de  Gandía, 
para  que  se  diese  orden  en  apresurar  el  combate,  como  iba 
vestido  de  un  balandrán  de  escarlata  ,  en  un  caballo  blan- 
co, fué  conocido  de  los  de  la  ciudad,  y  armaron  una  bom- 
barda para  dispararla  cuando  pasase  ;  y  don  Pedro  de  Cer- 
vellon,  que  lo  supo,  dio  aviso  al  rey  de  esto,  y  mandó  que 
los  que  iban  en  su  compañía  pasasen  de  diez  en  diez,  por- 
que así  fuese  mejor  disimulado  ;  y  pasó  primero  cF  conde 


<Je  Cardona,  }  los  de  ia  ciudad  tenían  muy  buena  cuenta  al 
rey,  y  cuando  pasó  dispararon  la  bombarda  que  estaba  en 
una  esquina  de  una  barrera  de  la  ciudad  ,  y  la  pelota  pasó 
por  encima  de  la  cabeza  del  rey  ,  y  de  aquello  recibió  tan- 
to enojo  ,  que  deliberó  de  entrar  la  ciudad  á  hilo  de  espa- 
da. Valla  dice,  que  á  la  que  el  rey  pasaba,  le  tiraron  mu- 
chas saetas  y  con  dos  hirieron  al  caballo  del  rey,  que  cayó 
en  tierra,  y  luego  los  de  la  ciudad  creyeron  que  el  rey  era 
muerto  y  á  grandes  voces  lo  publicaron,  aclamando  por  rey 
al  conde ;  pero  yo  no  he  hallado  nada  de  esto  que  dice 
Valla  en  el  proceso  se  hizo  contra  del  conde  ,  á  quien  no 
disimularon  ninguna  culpa  de  él  ni  de  los  suyos. 

La  bateria  se  continuaba  con  tanta  furia,  que  dice  el 
mismo  autor,  que  disparaban  las  bombardas  y  demás  má- 
quinas todas  en  un  punto  juntas,  porque  así  fuese  mayor  el 
ruido  y  mas  espantoso ,  como  porque  el  golpe  que  daban 
las  piedras  y  balas  fuese  mas  terrible;  y  levantaban  tal  pol- 
vo de  las  casas  y  torres  que  derribaban  ,  que  parecia  ser 
todo  humo,  y  no  se  conocian  ni  podian  divisar  los  unos  á 
los  otros ;  y  estas  baterías  se  continuaban  de  tal  manera, 
que  no  daban  lugar  á  los  de  dentro  solo  un  punto;  y  aquel 
mismo  dia  hubo  muy  brava  escaramuza  entre  los  del  real  y 
algunos  que  salieron  de  la  ciudad.  En  esta  ocasión  sucedió, 
que  saliendo  del  real  don  Pedro  Maca  de  Licana  á  hablar 
con  II.  Berenguer  de  Fluviá ,  dijo  este  á  don  Pedro,  que  si 
pudiese  acabar  con  el  rey  que  perdonase  al  conde,  saldria-  á 
su  merced  ;  y  don  Pedro  lo  comunicó  con  los  del  consejo, 
y  el  gobernador  de  Cataluña  aconsejó  que  no  se  habian  de 
trabar  razones  con  el  conde  ni  los  suyos ,  porque  todo  aque- 
llo era  para  detenerlos,  sino  que  se  viniese  el  conde  para  e? 


( 'Vi-'^ ) 

rey  demandándole  merced,  y  que  él  y  los  suyos  se  pusie- 
sen en  su  poder,  porque  ordenase  de  ellos  lo  que  por  bien 
tuviese,  sin  consideración  alguna,  sin  dejarles  otra  esperan- 
za ni  confianza ,  sino  sola  la  clemencia  del  rey  ;  y  así  pare- 
ció bien  á  todos,  y  mandó  el  rey  que  esta  respuesta  se  die- 
se á  don  R.  B.  de  Fluviá,  y  se  la  dio  don  Pedro.  En  este 
medio,  ciertos  almogávares  de  Castilla  hacian  mucho  daño 
en  algunos  que  salian  al  campo  y  acometian  los  reales  para 
tomar  lo  que  ppdian  para  remediar  la  hambre  que  se  pade- 
cia  en  aquella  ciudad.  Hacian  también  los  del  real  mucha 
fuerza  en  divertir  al  agua  por  debajo  de  la  puente,  que  no 
llegase  al  molino  que  tenian  los  de  la  ciudad ,  porque  te- 
nían tanta  necesidad  de  harinas,  que  sobre  el  moler  habia 
entre  ellos  muchas  peleas,  y  sobre  el  quitar  el  agua  hubo 
con  los  de  la  ciudad  muchas  escaramuzas.  Sucedió  enton- 
ces, que  viniendo  á  cierta  habla  algunos  caballeros  catala- 
nes con  los  de  Balaguer,  dijeron  los  de  dentro,  que  si  no 
estuviesen  allí  los  castellanos  ,  ellos  los  harían  apartar  de 
ks  estaciones  y  puesto  en  que  estaban,  y  saldrían  á  pelear 
con  ellos  ;  de  donde  nació  que  se  desafiaron  ,  para  pro- 
barse en  hecho  de  armas ,  ofreciéndose  los  catalanes  que 
pasarían  á  quitarles  un  palenque  que  tenían  los  de  Bala- 
guer, cerca  de  una  torre  que  estaba  en  lo  postrero,  cerca 
de  la  Jueria,  arrimada  á  un  recuesto,  en  lugar  muy  opor- 
tuno para  defenderse.  Tomaron  esta  empresa,  que  fué  de- 
masiadamente arriesgada  y  atrevida,  un  sábado,  á  7  del  mes 
de  octubre,  cuarenta  hombres  de  á  caballo,  y  había  entre 
ellos  muchos  caballeros  y  gente  noble.  Los  de  Balaguer 
pusieron  delante  de  la  ciudad  mas  de  doscientos  hombrea 
de  armas,  entre  baUesteros  y  lanceros,  v  hubo  entre  ello;» 


(  '>14  ) 
tina  muy  brava  escaramuza  ♦  peleando  los  unos  por  desha- 
cer el  palenque  y  los  otros  por  defenderle ,  y  el  rey  se  lo 
estaba  mirando  desde  un  cerro  ,  y  sin  duda  lo  llevaran 
mal  los  del  rey,  si  no  mandara  á  Alvar  Rodriguez  de  Es- 
cobar y  á  don  Jaime  de  Luna  que  los  fuesen  á  socorrer, 
y  estos  con  su  caballería  ari  emetieron  á  los  de  Balaguer  y 
sacaron  á  los  otros  del  peligro  en  que  estaban  ,  y  salió  he- 
rido don  Jaime  de  Luna  y  el  caballo  de  Alvar  Rodriguez 
de  Escobar. 

Mandó  el  rey  un  miércoles ,  á  1 1  de  octubre ,  que  se 
diese  un  combate  general  á  la  ciudad  por  seis  partes ,  y 
que  después  fuese  combatida  por  todo  el  ejército  junto ,  y 
era  en  ocasión  que  la  bombarda  mayor  que  habian  labrado 
en  Lérida  habia  hecho  tal  batería,  que  las  pelotas  pasaban 
el  adarve  de  parte  á  parte ,  de  tal  suerte  que  en  dos  dias 
derribó  del  adarve  del  muro  dos  lienzos  de  torre  á  torre, 
hasta  el  suelo ;  pero  como  la  ciudad  en  aquel  lugar  estaba 
mas  alta  que  la  parte  de  donde  se  batia  ,  y  tenia  sus  ca- 
vas, no  se  podia  entrar.  Sin  otros  pertrechos,  tirábase  de  la 
ciudad  con  bombardas  mas  pequeñas,  que  eran  como  tiros 
de  campo  ,  y  hacian  harto  daño  en  el  real ;  y  el  viernes 
siguiente  ,  que  era  á  13  de  octubre  ,  fué  muerto  de  un  ti- 
ro de  bombarda  Sancho  de  Ley  va,  de  lo  que  tuvo  el  rey 
harto  pesar.  Salíase  de  la  ciudad  cada  dia  mucha  gente,  y 
á  1 5  de  octubre  salieron  treinta  y  seis  ingleses  con  licencia 
del  conde  y  otros  sin  ella  ,  y  entre  ellos  fué  un  caballero 
aragonés  llamado  Juan  Jiménez  de  Enbun ,  y  el  rey  dio  á 
los  ingleses  salvoconducto  para  que  pudiesen  salir  de  sus 
reinos.  Llegaron  en  esta  ocasión  á  servir  al  rey  un  hijo 
bastardo  del  rey  de  Navarra,  llamado  don  Godofre,  y  tam- 


(  ^l'>  ) 

bien  uií  primo  del  rey,  hijo  de  don  Alonso,  conde  de  Gi- 
jon,  que  venían  de  compañía,  y  el  rey  les  recibió  con  mu- 
cho gusto.  El  duque  de  Gandía  y  los  que  estaban  con  él, 
junto  al  monasterio  de  Santo  Domingo  ,  recibian  cada  dia 
mucho  daño  de  la  gente  que  estaban  en  la  Casa  fuerte  de 
la  Condesa,  y  el  rey  deseaba  mucho  haberla.  Habia  un  ca- 
ballero que  le  llamaban  mosen  Luis  Carbonell,  á  quien  Al- 
var García  llama  Cardona  y  Zurita  Luis  de  Garbo,  y  este 
dijo  al  rey  como  en  aquella  casa  habia  un  hombre  que  de- 
seaba recibir  merced  de  él ,  con  quien  él  habia  conoci- 
miento, y  que  moveria  con  él  trato  como  poderla  haber  sin 
peligro  ;  y  concertaron  que  á  cierto  dia,  que  los  mas  que 
estaban  en  guarda  de  aquella  casa  hubieron  de  salir  y  pa- 
sar el  rio  en  una  barca,  par.i  traer  las  provisiones  necesa- 
rias para  la  casa,  que  entonces  estuviese  la  gente  puesta 
para  la  ir  á  tomar;  y  así  se  puso  en  obra,  con  cien  hom- 
bres del  duque  de  Gandía  que  ganaron  la  puerta,  y  los  del 
barco  huyeron  rio  abajo,  y  aquel  soldado  que  deseaba  ha- 
ber merced  del  rey  abrió  la  puerta  ,  según  lo  habia  prome- 
tido ,  V  de  esta  manera  lo  cuentan  Zurita  y  García  Alvar; 
pero  en  un  registro  del  rey  don  Fernando,  Comune  sigilli 
secrcti ,  folio  1 56  ,  hay  una  carta  del  rey ,  data  á  20  de 
octubre,  que  escribe  al  infante  don  Alfonso,  que  estaba  en 
Barcelona,  y  dice  que  este  Luis  Carbonell  habia  tratado  con 
el  rey  de  antregarlc  esta  casa  ,  y  lo  hizo  de  esta  manera, 
que  hizo  salir  del  castillo,  con  escusas  de  buscar  leña,  á  to- 
dos aquellos  que  no  cabían  en  el  trato,  y  los  que  quedaron 
dentro  cerraron  las  puertas  y  hicieron  señal  al  gobernador 
de  Cataluña  y  á  otros  que  estaban  advertidos  y  que  luego 
acudieron,  y  cuando  los  que  habian  salido  á  leñar  volvieron, 


(  516  ) 
hallarun  las  puertas  cerradas,  y  como  vieron  á  la  gente  del 
rey,  sospecharon  lo  que  era  y  huyeron  al  rio,  y  se  anegó  uno, 
y  los  otros  llegaron  á  la  ciudad  ,  y  los  del  rey  entraron  en 
el  fuerte  y  pusieron  en  él  las  banderas  reales  ,  y  el  conde 
y  los  de  la  ciudad  quedaron  muy  caidos  y  desmayados  con 
aquella  pérdida  :  así  lo  dice  el  rey  en  su  carta.   Tomada, 
pues,  la  cava  y  puestos  en  ella  los  pendones  del  rey  y  los 
del  duíjue  de  Gandía ,  el  rey  y  los   suyos  quedaron  muy 
alegres  :  entró  luego  el  rey  en  ella  con  mucho  sonido  de 
trompetas  y  atabales,  y  mandó  poner  en  ella  gran  recaudo,  y 
lo  escribió  al  infante  Alfonso  y  concelleres  de  Barcelona. 
Era  esta  casa  á  modo  de  una  fortaleza  ,  con  sus  cavas  y 
torres ,  muy  curiosamente  labrada  :  servia  de  palacio  y  casa 
de  campo  para  los  condes  en  las  primaveras ;  edificóla  la 
misma  condesa    doña  Margarita  ,  y   estaba  muy  cerca  del 
monasterio  de  predicadores  ,   aunque  hoy  no  queda  rastro 
de  ella  ,  porque  las  avenidas  del  rio  la  debieron  de  derri- 
bar,  por  no  tener  reparo  contra  él.   En  una  donación  que 
hizo  el  rey  don  Alfonso  á  9  de  diciembre  de  1417,  estan- 
do en  Valencia  ,  de  ella,  al  monasterio  de  predicadores,  di- 
ce ,  que  por  la  parte  de  levante  se  terminaba  in  quodam 
troceo  Ierre  Mathei  Alios  et  á  meridie  cum  cod^m  troceo  terree 
a  septentrione  cum  troceo  ierre  predkto  et  via  qua  ilur  ad  ci- 
vitateni  Ilerde ;  y  dice  el  rey  que  se  la  da  en  enmienda  y  sa- 
tisfacción de  los  daños  que  él  y  su  padre  dieron  al  dicho 
monasterio  ,  en  el  tiempo  del  asedio  que  pusieron  á  la  ciu- 
dad de  Balaguer  ;  y   por  esto,  á  17  de  enero  de  1419, 
mandó  á  su  protonotario  que  no  cobrase  derecho  de  sello, 
por  ser  donación  pia  y  en  enmienda  de  daños  dados. 
Salido  el  rey  de  ella,  se  volvió  al  real,  y  mandó  otra  vez 


(  ol7  ) 
combatir  la  ciudad  por  todas  partes;  y  los  paeres  y  vecinos 
de  ella  demandaron  hablar  con  Diego  López  de  Vadillo,  y 
le  dijeron  que  mandase  cesar  el  combate  y  hablarían  en  tra- 
to de  lo  que  habian  de  hacer  ;  y  él  les  dijo  que  no  tenia 
tal  poder,  pero  que  lo  diria  al  rey;  y  la  respuesta  fué,  que 
no  queria  otro  trato  sino  que  la  ciudad  se  combatiese;  y 
como  los  caballeros  que  con  el  conde  estaban  entendieron 
esto  y  vieron  que  la  ciudad  estaba  encaminada  á  ser  entra- 
da, pidieron  licencia  para  venirse  para  el  rey,  y  hubo  algu- 
nos que  sin  despedirse  del  conde  se  vinieron  entonces.  Mar- 
tin López  de  La  Nuca ,  que  habia  sido  gran  servidor  del 
conde ,  y  tenia  allí  su  mujer  é  hija  ,  le  dijo  ya  veia  co- 
mo el  rey  hacia  proceso  contra  todos  los  que  allí  esta- 
ban ,  y  él  no  queria  perderse  y  ser  habido  por  malo  ,  y 
que  pues  el  rey  perdonaba  á  todos  los  que  para  él  se  fue- 
sen ,  le  diese  licencia  para  irse ;  de  lo  que  tuvo  el  conde 
muy  grande  enojo,  porque  todos  le  desamparaban;  pero  co- 
mo vio  que  este  caballero  tenia  razón,  le  dio  licencia  ,  y  él 
se  vino  para  el  rey,  un  viernes,  á  20  de  octubre,  y  con  él 
un  caballero  llamado  Juan  de  Sese,  con  hasta  cuarenta  per- 
sonas. 

De  cada  dia  se  iba  el  conde  desengañando  que  no  saldría 
bien  de  la  empresa  en  que  se  habia  metido,  porque  le  falta- 
ban gente ,  vituallas  y  dinero ,  y  estaba  cierto  que  ni  de 
Francia  ni  Inglaterra  ni  otra  parte  podia  ser  socorrido; 
y  con  todo  se  mostraba  tan  animoso,  que  decia  á  los  pocos 
que  quedaban  con  él,  que  queria  morir  con  ellos  y  perder 
con  el  reino  la  vida  con  la  espada  en  la  mano ;  pero  á  lo 
interior  no  lo  entendia  así,  antes  quisiera  salirse  del  peligro 
en  que  estaba ,  si  pudiera ;  pero  era  imposible ,  porque  el 


rey,  porque  no  se  le  escapase,  mandó  circuir  de  tapias  to- 
da la  ciudad  ,  que  se  hicieron  dentro  de  seis  dias ,  y  á  la 
puerta  de  las  tapias  habia  puesto  muy  buenas  guardas  por- 
que el  conde  no  se  le  pudiese  escapar,  y  de  noche  las  do- 
blaban y  ponian  rondas  y  sobrerondas ;  y  esto  solo  se  con- 
fiaba de  don  Diego  Gómez  de  Sandoval,  sin  fiarse  de  cata- 
lanes ni  aragoneses ,  pensando  de  esta  manera  impedir  las 
huidas  del  conde ,  de  que  habia  tenido  noticia  de  los  que 
salian  de  la  ciudad  y  se  venian  á  su  servicio,  que  contaban 
todo  lo  que  pasaba  dentro,  y  aun  algo  mas.  Todo  esto  ate- 
morizaba mucho  á  los  sitiados  ,  en  especial  á  los  ciudada- 
nos, como  gente  menos  ejercitada  en  el  peligro  y  mas  inte- 
resada en  el  daño  ,  y  les  parecia  temeridad  querer  mas 
aguardar  ,  y  estaban  cansadísimos  de  tan  largo  cerco,  y  te- 
mían que  la  ciudad  no  fuese  entrada  y  ellos  y  sus  haciendas 
perdidos,  porque  el  rey  estaba  ya  muy  enojado  y  la  artille- 
ría que  habia  traido  de  Lérida  los  tenia  acabados  ,  porque 
cada  vez  que  se  disparaba,  pasaba  el  adarve,  derribándoles 
las  casas,  y  era  tal  que  para  ella  no  habia  resistencia,  y  el 
pueblo  estaba  tan  mal  contento,  que  ya  querian  entregarse 
al  rey ,  antes  que  llegar  al  fin  de  toda  desventura  y  rom- 
pimiento ,  y  cada  dia  pedian  licencia  al  conde  para  tratar 
concierto  con  el  rey.  El  conde,  que  ya  no  tenia  de  quien 
confiar,  ni  podia  mas  defenderse  ,  trató  de  rendirse  ,  porque 
ya  no  podia  mas,  y  tomar  el  partido  mejor  que  pudiese  al- 
canzar del  rey.  Salieron  un  domingo  ,  á  22  de  octubre,  pa- 
ra tratar  de  esto  ,  cuatro  caballeros  y  cuatro  ciudadanos,  y 
con  ellos  R.  B.  de  Fluviá ;  y  con  ellos  se  juntaron  Diego 
Hernández  de  Vadillo,  Ruy  Dias  de  Quadros ,  Tel  Gonzá- 
lez de  Aguilar  ,  Suero  de  Nava  y  Juan  Carrillo  de  Ormasa: 


(  .Híí)  ) 
pídioron  los  de  Baloguer  que  él  rey  perdonase  al  conde  y 
á  los  que  estaban  con  él ,  que  ofrecían  salir  á  su  merced  y 
servirle  muy  bien ;  la  respuesta  fué  que  el  rey  de  ninguna 
manera  se  pondría  á  trato  con  el  conde  ,  pero  que  por  ser 
noble  y  católico  príncipe ,  si  el  conde  se  ponía  en  su  podei- 
y  en  sus  manos,  habría  piedad  de  él,  pero  sí  una  vez  se  co- 
menzaba á  volver  á  dar  el  combate,  por  el  menor  de  los  su- 
yos que  muriese  en  él ,  ni  perdonaría  al  conde  ni  á  los  su- 
yos. Dicho  esto ,  no  quiso  el  rey  dar  mas  lugar  á  esta 
plática ,  y  mandó  apercibir  lo  necesario  para  el  combate: 
lo  primero  fué  mandar  que  moviesen  la  bastida  y  escala 
mayor  que  estaba  en  Almata.  Eran  estas  bastidas  ciertas 
máquinas  á  modo  de  castillos  ó  torres  con  que  los  que  te- 
nían cercado  algún  lugar  ,  allegándolas  cerca  de  los  muros, 
podían  desde  allá  señorear  á  los  que  estaban  dentro  ,  y  ti- 
rarles desde  allí  saetas  y  otras  armas  arrojadizas  y  fuegos 
artificíales.  Díjose  bastida  ,  por  estar  fabricada  de  madera 
basta  y  grosera  ,  sin  labrar  ni  acepillar ;  y  porque  la  lle- 
vaban á  fuerza  de  brazos  y  en  hombros ,  quieren  se  derive 
de  un  verbo  griego  que  significa  lo  mismo  que  porto  ó  6a- 
julo:  los  latinos  las  llamarori  turres  ambulatorias;  á  veces  las 
fabricaban  en  el  mismo  campo,  lejos  de  los  enemigos  ,  pa- 
ra que  no  les  ofendiesen  ,  y  otras  veces  las  llevaban  ya  he- 
chas, y  no  habían  de  hacer  sino  encajar  la  una  pieza  con  la 
otra,  y  trabajando  toda  la  noche,  á  la  mañana  amanecía  una 
torre  ó  castillo  hecho  que  causaba  notable  terror  á  los 
enemigos.  Cuenta  César,  De  Bello  Gallico,  lo  que  le  pasó  so- 
bre esto  con  los  franceses,  y  dice  que  viendo  estos  que  él 
hacía  una  torre  de  estas  en  lugar  muy  apartado  del  muro, 
se  burlaban  de  la  obra  ,  y  decian  :  —  ¿Porqué  tan  grande 


(  520  ) 
artificio?  porqué  se  labra  tan  lejos?  y  si  ha  de  llegar  á  estos 
muros,  ¿qué  manos  y  qué  fuerzas  han  de  ser  bastantes  para 
llevarlo  cerca  de  nosotros? — y  les  parecia  imposible,  porque 
los  franceses  que  decian  esto  eran  hombres  ajigantados  ,  y 
los  de  César  de  pequeña  estatura;  pero  cuando  vieron  que 
la  torre  se  movia  y  acercaba  á  los  adarves,  movidos  con  la 
nueva  y  no  usada  vista  ,  le  enviaron  embajadores  de  paz ,  y 
dijeron  ellos  que  pensaban  que  los  romanos  hacían  guerra 
con  la  divina  ayuda  ,  pues  que  podian  mover  con  tanta  li- 
jereza  artificio  de  tan  grande  altura,  y  pelear  con  ellos  des- 
de cerca.  Esto  lo  usaban  mucho  los  romanos,  y  las  nacio- 
nes bárbaras  quedaban  admiradas,  cuando  impensadamente 
veian  acercárseles  una  de  estas  torres  llenas  de  hombres 
armados  ;  y  á  esto  vienen  á  propósito  aquellas  palabras  de 
Séneca,  De  lita  heala^  cuando  dice  :  Oliosi  divitiis  ludilis, 
nec  provideíis  earum  pericidum ,  sicut  harhari ,  plerumque  in- 
clusi,  et  ignari  machinarum,  segnes  labores  ohsidenlium  spec- 
tant,  nec  quo  illa  pertineant.,  qua;  ex  longuinquo  imlruuntur 
intelligunt. 

Hechas  estas  torres ,  las  solian  llevar  -  en  hombros  otros 
hombres ,  ó  con  ruedas  pequeñas  y  fuertes  que  estaban 
dentro  del  hueco  de  ellas,  porque  así  .la  misma  torre  guar- 
daba á  los  que  la  llevaban  y  podian  ir  seguros  ;  otras  veces 
las  tiraban  con  bueyes  y  otros  animales  ,  pero  eran  ofendi- 
dos de  los  que  estaban  en  los  muros  :  así  lo  hizo  Vitiges, 
rey  de  los  godos  ,  cuando  fué  sobre  Roma  ,  y  Belisario, 
capitán  del  emperador  Justiniano,  los  dejó  acercar  á  tiro  de 
ballesta,  é  hizo  tirar  tantas  saetas  á  los  bueyes  que  tiraban 
aquella  máquina,  que  los  mató  y  la  torre  quedó  sin  poder- 
se mover  y  no  fué  de  provecho  :  por  eso  habia  algunos  que 


( ->^I ) 

solían  poner  lepaios  ó  cubrir  las  bestias,  porque  no  pudier 
sen  ser  ofendidas  ,  ni  las  tales  torres  ,  con  fuegos  arrojadi- 
zos ,  (|ueniadas.  Cuenta  Vitruvio  Diogorreto  ,  ingeniero  de 
Rodas,  que  para  volver  inútil  una  de  estas  torres  ,  mandó 
de  noche  echar  agua  y  estiércol  y  mover  la  tierra  por  don- 
de habia  de  caminar  y  donde  se  había  de  asentar';  é  igno- 
rantes los  que  la  llevaban,  de  esto  ,  antes  de  llegar  al  muro 
de  la  ciudad  se  encalló  en  aquella  humedad,  sin  poder  vol- 
ver atrás  ni  ir  adelante,  y  los  de  Rodas  quedaron  libres,  y 
burlados  los  enemigos.  Hechas  estas  bastidas  y  acercadas  al 
muro  ,  hacian  apartar  los  que  estaban  en  el  adarve,  y  arri- 
maban la  escalera  para  dar  el  asalto. 

Mandó  después  el  rey  mover  la  bastida  y  la  escala  ma- 
yor ,  que  todo  se  habia  hecho  en  Almata  :  sacáronla  por  lo 
llano  ,  y  era  de  tal  grandeza  y  tal  pesadumbre ,  que  pare- 
cia  igualarse  con  una  muy  grande  torre,  y  movíase  con  har- 
ta facilidad  y  lijereza  ,  por  ser  aquel  terreno  fuerte  y  fir- 
me, y  ponia  tanto  terror  y  espanto,  como  si  no  hubieran  de 
hallar  resistencia  las  compañías  de  ballesteros  (juo  iban  en 
ella.  Esto  pasaba  á  27  de  octubre  :  cuando  todos  se  po- 
nian  en  armas,  salió  la  mfanta  por  la  puente,  acompañada 
solo  de  dos  doncellas  ;  y  el  duque  de  Gandía  salió  á  h.ar-" 
blar  con  ella  ,  y  pidió  que  el  rey  perdonase  al  conde  ,  su 
marido,  que  con  su  estado  se  pondría  á  la  merced  del  rey» 
para  que  hiciese  de  ellos  á  su  voluntad;  pero  el  rey  no  qui- 
so darle  lugar  á  que  se  moviese  ninguna  manera  de  partido, 
sino  que  el  conde  se  viniese  á  poner  en  su  poder ,  para 
q,ue  él  ordenase  de  su  persona  y  estado  como  bien  visto  le 
fuese;  y  cuanto  nías  trataba  el  conde  de  concertarse  con 
el  rey,  con  tanta  mayor  priesa  se  apretaba  el  asedio.  A  29 
TOMO  X.  .35 


(  522  ) 
volvió  á  salir  la  infanta,  y  envió  á  decir  al  rey  que  iba  pa- 
ra hablarle  ;  y  el  rey  mandó  decir  por  don  Enrique  de  Vi- 
llena  ,  que  fué  maestro  de  Calatrava  ,  mas  conocido  por  el 
nombre  de  nigromántico  ,  que  por  su  calidad  y  linaje ,  y 
por  el  adelantado  de  Castilla  ,  que  «e  volviese  ,  porque  no 
queria  escuchar  medio  alguno  ;  pero  la  infanta  no  dejó  de 
continuar  su  camino,  y  dijo  ,  que  el  rey  le  habia  de  perdo- 
nar ,  porque  era  forzoso  llegar  ella  á  hacerle  reverencia ;  y 
venia  en  una  litera  que  la  traian  en  hombros ,  porque  es- 
taba preñada  ,  y  llegada  delante  del  rey  ,  le  hizo  reverencia 
y  besó  la  mano  ,  y  él  la  recibió  muy  bien  y  le  dio  paz  ,  y 
salieron  con  ella,  acompañándola,  fray  Juan  Jimeno,  obispo 
de  Malta,  y  el  oficial  ó  provisor  ordinario  de  Balaguer,  que 
reside  en  aquella  ciudad  por  el  obispo  de  Urgel.  Sentóse  el 
rey  en  su  silla  ,  para  oir  la  infanta  ,  su  tia,  que  estaba  de 
rodillas;  y  el  rey  porfió  mucho  con  ella  que  se  sentase  en 
unas  almohadas  que  mandó  traer,  pero  ella  jamas  quiso  es- 
tar sino  arrodillada,  y  asimismo  los  que  con  ella  venian,  y 
la  condesa  le  dijo  :  —  Señor,  yo  no  quisiera  que  mi  habla 
fuera  delante  tanta  gente  como  aquí  está  ,  pero  pues  vues- 
tra merced  ha  querido  que  en  público  sea,  diré  la  causa  de 
mi  venida,  como  mejor  pudiere.  Señor,  manifiesto  es  á  vos 
yo  ser  hermana  de  vuestra  madre  y  mis  hijos  ser  vuestros 
primos,  y  yo  hasta  ahora  no  he  habido  lugar  de  hacer  re- 
verencia á  vuestra  señoría  ,  ni  hasta  aquí  os  he  demandado 
merced  ,  y  por  estas  cosas  es  razón  que  vuestra  clemencia 
oiga  mis  suplicaciones;  y  como  al  presente  no  haya  cosa  que 
mas  llegada  me  sea,  que  la  presura  en  que  está  cercado  el 
señor  don  Jaime,  mi  marido  »  por  vos  en  la  ciudad  de  Ba- 
lagutír,  en  punto  de  se  perder,  por  ende,  señor,  vos  suplí- 


(  525  ) 
ro  ,  por  reverencia  de  Dios ,  (¡ue  quiso  perdonar  á  los  que 
mal   le  hicieron  y  contra  él  erraron,  y  por  reverencia  de 
nuestra  Señora ,  en  quien   se  dice  que  vos  ,  señor ,  habéis 
gran  devoción  ,  y  por  seguir  ejemplo  de  los  notables  reyes 
que  mucho  á  Dios  se  llegaron  y  le  quisieron  parecer  en  la 
misericordia,  mayormente  á  los  bienaventurados  y  gloriosos 
reyes  de  Aragón,  de  quien  vos  ,  señor,  venis  ,  le  plega  ha- 
ber piedad  con  don  Jaime,  mi  marido  ,  queriéndole  asegu- 
rar de  muerte  y  de  lesión  y  de  prisión  y  de  desterramien- 
to  de  vuestros  reinos;  y  esto  recibiré  en  la  mayor  merced 
que  vuestra  señoría  me  pueda  hacer ,  y  ruego  á  estos  se- 
ñores notables  y  caballeros  que  aquí  están,  que  me  ayuden 
á  conseguir  esta  mi  suplicación. — Lo  cual  todo  la  condesa 
decia  con  muchas  lágrimas;   y  luego  el  obispo  de  Malta, 
en   ayuda  de  la  condesa  ,   dijo  al  rey  :  —  Muy   excelente 
príncipe ,  poderoso  rey  y  señor  :  como  quiera  que  la  señora 
vuestra  tia  haya  suplicado  y  dicho  á  vuestra  alteza  la  razón 
porque  vino  ,  el  ansioso  dolor  y  angustia  que  tiene  no  le 
dio  lugar  á  que  del  todo  dijese  lo  que  suplicar  le  convenia; 
por  ende  ,  señor  ,  yo ,  continuando  su  razón  en  su  nombre, 
por  introducción  de  mi  decir  tomaré  las-  palabras  del  santo 
David  ,  que  á  Dios  clamaba  cuando  mayor  culpa  contra  él 
cometió,  que  le  dijo  :  Miserere  mei,  Deus,  secundum  mag- 
nam  misericordiam  tuam  ;  en  las  cuales  palabras  mostraba  la 
grande  ofensa  por  él  á  Dios  hecha,  y  demandaba  perdón  á 
la  grandeza  de  su  misericordia  ;  y  así,  señor,  la  señora  vues- 
tra tia  no  demanda  perdón  con  pequeño  dolor ;  por  ende, 
señor,  sea  á  ella  comunicada  vuestra  misericordia,  acordán- 
doos, señor ,  de  la  gran  piedad  que  hubo  David  de  Absa- 
lon,  su  hijo  ,  que  se  rebeló  contra  él,  y  perdonólo  por  su- 


(  524  ) 
plicacioii  de  una  viuda,  y  quitóle  el  reino.  Quered,  señor, 
ser  espejo  de  clemencia  en  vuestros  tiempos ,  como  lo  han 
sido  algunos  emperadores  y  re^es,  cuyas  historias  hoy  hacen 
durar  sus  nombres,  y  á  la  señora  vuestra  tia  dad  confian- 
za de  vuestra  misericordia.  La  excelente  fama  de  vues- 
tra virtud  se  predica  por  todo  el  mundo,  y  de  la  muche- 
dumbre de  vuestras  virtudes  ,  de  que  se  guarnece  vuestra 
corona  de  piedras  preciosas  de  muy  gran  valor. — Desde 
que  el  obispo  hubo  hablado  ,  el  oficial  de  Balaguer  dijo  al 
rej : — Muy  excelente  señor,  aquí  es  menester  que  se  mues- 
tre la  clemencia  de  vuestra  real  majestad  y  temple  el  ri- 
gor de  vuestra  justicia  ,  como  de  tan  alto  y  de  tan  noble 
príncipe,  cuanto  vos,  señor,  sois,  se  espera,  como  le  ha  sido 
suplicado  por  la  señora  condesa  y  por  el  reverendo  señor 
obispo  de  Malta  ;  y  haciéndolo,  señor,  así,  siempre  nuestro 
Señor  acrecentará  vuestros  dias  y  vos  dará  victoria  de  vues- 
tros enemigos,  y  luengos  años  perdonará  vuestras  culpas  ,  y 
vos  hará  rey  de  los  reyes  y  señor  de  los  señores. 

Después  que  la  condesa  y  los  que  con  ella  venian  hubie- 
ron hecho  sus  suplicaciones  ,  el  rey  respondió  de  esta  ma- 
nera : —  A  Dios,  .á  quien  ninguna  cosa  es  escondida,  y  á 
todo  el  mundo  es  manifiesto  ,  que  yo  demandé  el  derecho 
de  la  sucesión  de  aqueste  reino  que  á  mi  pertenecia  lo 
mas  llamamente  que  yo  pude  ,  dejándolo  á  la  determina- 
ción de  aquellos  á  quien  todo  el  reino  dio  cargo  que  deter- 
terminasen  la  verdad  y  la  justicia,  para  la  dar  á  quien  de 
derecho  pertenecia ,  y  luego  á  Dios  y  á  la  gran  fideli- 
dad de  aquellos  á  quien  fué  encomendado,  que  determina- 
ron ser  mia  la  justicia  ,  como  lo  era;  é  yo  vine  á  llama- 
miento \  requirimicnto  de  los  de   estos  reinos, 'á  recibir 


( -^-í'i ) 

corporalmente  la  posesión  de  ellos  ,  para  usar  del  regimien- 
to que  nuestro  Señor  me  encomendaba,  no  con  tiranía  ni 
con  violencia  ,  mas  con  la  mansedumbre  que  á  los  reyes  se 
conviene  ;  y  como  supieron  de  mi  venida,  todos  los  grandes 
de  mis  reinos  ,  por  la  mayor  parte ,  vinieron  á  mi ,  así  los 
que  los  reinos  demandaban  ,  como  los  otros ,  y  personas 
eclesiásticas  de  ciudades  y  villas ,  salvo  vuestro  marido ,  A 
quien  no  bastó  haber  puesto  muchos  estorbos  en  la  justicia 
antes  de  la  declaración  ,  mas  aun ,  que  los  embajadores  de 
Cataluña  le  amonestaron  que  viniese  á  mi  servicio,  como  era 
tenido,  y  por  mejor  abundamiento ,  yo  le  envié  al  abad  de 
Valladolid  y  á  mosen  Ponce  de  Perellos  ,  por  lo  traer  á  mi 
servicio,  á  los  cuales  respondió  fuera  de  aquella  reverencia 
que  debia,  por  manera ,  que  hube  de  dejar  de  hacer  en  el 
reino  algunas  cosas  que  mucho  curaplian,  y  fui  forzado  de 
hacer  grandes  costas  en  levar  gentes  de  armas  y  pertrechos 
para  lo  castigar,  y  vine  hasta  á  Lérida,  y  allí  me  envió  á  de- 
cir vuestro  marido  que  me  baria  obediencia,  por  sus  mensa- 
jet-os  ;  y  como  quiera  que  yo  pudiera  usar  de  rigor  y  no 
recibir  su  obediencia,  pues  la  daba  fuera  de  tiempo,  usando 
de  piedad  y  clemencia  recibí  su  homenaje  y  fidelidad  ,  que 
por  sus  poderes  bastantes  me  hizo  ,  perdónele  muchos  yer- 
ros que  contra  mi  en  mis  reinos' habia  cometido  ,  entre  los 
cuales  habia  crimen  lessw  majestatis  ,  y  lo  demostró  en  mi 
deservicio  ,  y  después  comenzó  de  robar  mi  tierra  v  mis 
caminos  públicamente,  y  dio  acogida  en  sus  lugares  á  pú- 
blicos malhechores  y  á  personas  que  me  eran  en  ira,  y  tra- 
tó de  salir  contra  mi  persona  con  gentes  de  armas  al  ca- 
mino y  damnificar  á  mi  y  á  los  que  conmigo  venian,  y  en 
toda  parte  razonaba  de  mi,  no  como  vasallo,  ni  como  obe- 


(  526  ) 
diente,  mas  como  enemigo;  y  todo  eslo  disimulé,  pensando 
tornarlo  á  bien*;  y  porque  algunos  me  decian  que  esto  lo 
hacia  con  grande  menester,  yo  de  mi  largueza  real  y  pro- 
pio motivo  le  envié  á  ofrecer  que  le  daria  ciento  y  cincuen- 
ta mil  florines  de  oro  para  rehacer  su  estado,  y  le  haria  du- 
que de  Monblanc  y  le  daria  mi  hijo,  el  maestre  de  Santiago, 
que  casase  con  su  hija,  y  le  pondria  en  mil  libras  de  mer- 
ced en  cada  año  dos  mil  florines  de  oro,  y  otros  dos  mil 
para  vos,  y  otros  dos  mil  para  la  condesa,  su  madre ;  y  con 
todo  eso,  añadiendo  mal  á  males,  hizo  trato  y  alianzas  con 
gentes  estrañas  fuera  de  mis  reinos  ,  para  que  vinieran  po- 
derosamente con  él,  para  ser  contra  mi  y  contra  mi  señorío, 
y  probó  de  hurtar  la  ciudad  de  Lérida  ,  y  vino  ende  con 
pendón  real,  é  hizo  correr  cierta  gente  de  armas  que  yo  en- 
viaba á  Aragón,  y  tomó  castillos  y  lugares  fuertes  mios,  do 
se  hizo  jurar  por  rey  de  Aragón  ,  y  basteció  lugares  y  cas- 
tillos suyos  para  rebelar  mas  claramente  contra  mi ;  sobre 
lo  cual  hube  consejo  con  muy  solemnes  letrados,  para  saber 
lo  que  debia  hacer,  para  remediar  con  derecho  los  males 
que  mis  tierras  y  reinos  recibian;  y  por  todos  me  fué  acon- 
sejado, que  debia  mandar  tomar  todas  las  fortalezas  y  tier- 
ras de  vuestro   marido,  y  que  debia  de  proceder  contra  de 
él  como  contra  de  inobediente  ,  en  ¡a  forma  que  las  leyes 
y  costumbres  de  estos  reinos  lo  disponen;  y  con  grande  des- 
placer que  habia  de  su  daño  ,  como  quier  que  me  habia 
tan  gravemente  errado,  detúveme  en  la  ejecución,  hasta  que 
en  pública  audiencia  fui  requerido  por  mi  procurador  fis- 
cal, que  luego,  sin  tardanza,  hiciese  mi  proceso  contra  vues- 
tro marido  y  contra  los  de  su  parcialidad,  y  no  pude  buena- 
mente escudarme,  pensando  la  cuenla  que  á  Dios  he  de  dar 


(  ^'27  ) 
de  la  administración  de  la  justicia  que  me  encomendó ;  y 
por  ende  mandé  á  mi  gobernador  general  de  Cataluña,  que 
aqui  está  ,  que  fuese  poderosamente  á  tomar  y  ocupar  las 
villas, y  castillos  que  eran  de  vuestro  marido,  porque  de 
ellas  no  viniese  daño  á  mis  subditos  y  vasallos;  el  cual  cum- 
pliendo mi  mandado  ,  fué  á  lo  hacer  ,  y  halló  quien  se  lo 
defendiese  y  todos  se  rebelaron ,  como  es  notorio  ,  según 
todo  esto  parecerá  largamente  por  el  proceso  hecho  contra 
él.  Por  ende  me  moví  á  lo  cercar  por  mi  persona,  donde  he 
hallado  mayor  dureza  en  él,  mandando  tirar  á  mi  persona 
con  tiros  de  pólvora  y  ballestas,  habiéndome  conocido,  y  ha- 
biendo acá  muerto  muchos  buenos  caballeros  y  escuderos,  y 
no  euro  de  mis  pregones  ,  ni  llamamientos  :  pues   ¡cómo 
queréis,  vos  tia,  que  tales  cosas  pasen  sin  escarmiento!  que 
esto  que  vos  demandáis  ,  ni  es  servicio  de  Dios  ni  place  á 
nuestra  Señora  ,  por  cuya  reverencia  vos  lo  demandáis  ,  ni 
es  mi  servicio,  mas  es  gran  daño  de  la  cosa  pública  de  mis 
reinos,  y  seria  dar  materia  á  que  otros  se  atreviesen  á  hacer 
semejantes  crímenes  y  maleücios,  y  todos  podrian  decir  que 
pues  perdoné  á  don  Jaime  tan  grandes  yerros  y  tan  famosos 
delitos,  que  bien  debo  perdonar  los  que  fuesen  menores:  por 
ende  yo   he  determinado   de   no  hacer  trato  con  vuestro 
marido,  mas  que  sueltamente  se  venga  á  poner  en  mi  po- 
der y  conozca  su  culpa  ,  que  entonces  yo  haré  lo  que  un 
buen  rey  debe  hacer,  usando  de  justicia  en  uno  con  mise- 
ricordia, seyendo  antes  movido  á  piedad  que  á  rigor. — Es- 
to dicho  ,  el  rey  se  levantó  de  su  silla,  y  la  infanta  quedó 
las  rodillas  en  el  suelo  ,  continuando  sus  suplicaciones ,  di- 
ciendo ,   que  aunque  supiese  allí  morir ,  no  se  levantaría 
hasta  que  el  rey  le  otorgase  la  merced  que  le  demandaba. 


í  :í28  ) 

Enlonceb  el  rey  llegó  á  la  condesa  por  la  levantar  ,  y  ella 
no  quiso  levantarse  ,  y  el  rey  le  dijo  que  se  fuese  en  hora 
buena  ,  que  era  muy  tarde  y  no  le  entendía  dar  otra  res- 
puesta,  que  aquella  era  su  final  intención.  Entonces  la  con- 
desa, por  no  enojar  mas  al  rey,  tomó  su  licencia,  y  el  rey 
mandó  á  Diego  Hernández  de  Vadillo  que  la  llevase  á  su  po- 
sada y  le  hiciese  de  comer;  y  después  que  el  rey  hubo  comi- 
do y  dormido,  mandó  llamar  á  los  de  su  consejo  y  envió  á 
llamar  á  la  condesa,  y  en  presencia  de  todos  el  rey  le  dijo: 
— Tia,  mucho  he  pensado  en  vuestra  suplicación ,  y  de  una 
parte  la  conciencia  de  la  justicia  me  es  encomendada  me 
acusa  ,  y  de  otra  vuestras  peticiones  muy  humildosas  me  in- 
clinan á  misericordia;  y  por  ende,  entendiendo  ser  conveni- 
ble, porque  del  todo  no  deseche  vuestra  suplicación,  ni  tam- 
poco así  largamente  la  otorgue  como  por  vos  es  pedida, 
quiero  que  por  vuestra  venida  se  temple  en  alguna  parte  la 
pena  que  don  Jaime,  vuestro  marido,  merecía,  que  era  ca- 
pital, la  cual  le  sea  perdonada  por  vuestro  acatamiento,  v 
ruégovos  que  mas  sobre  esta  cosa  no  me  afinquéis. — Y  con 
esto  la  condesa  partió  de  allá,  ])or  no  enojar  mas  al  rey  ,  y 
volvióse  para  Balaguer. 

Sabido  esto,  mandó  el  conde  juntar  en  la  iglesia  de  San 
Miguel  á  los  paeres  y  consejo  de  la  ciudad,  y  les  refirió  lo 
que  habia  pasado  con  el  rey  y  duque  de  Gandía  y  la  infan- 
ta, y  como  le  aseguraba  el  rey  de  muerte  ^  mas  no  de  cár- 
cel ,  y  que  le  aconsejasen  qué  debia  hacer  ;  y  ellos  le  su- 
plicaron les  diese  lugar  para  conferir  y  tratar  el  negocio  en- 
tre ellos,  y  después  de  un  buen  rato  le  respondieron  : — 
Señor  ,  vos  en  lo  hecho  hasta  aquí  no  nos  habéis  llamado 
ni  pedido  consejo  alguno,  y  así,  eij  el  caso  presente,  no  sa- 


( ^ ) 

hemos  qué  deciros;  pero  parécenos  ,  que  pues  el  rey  v  la 
condesa  se  han  metido  en  esto  ,  qne  vos,  señor,  hagáis  lo 
que  ellos  os  aconsejaren. 

Otro  dia,  lunes,  á  30  de  octubre,  la  condesa  volvió  al 
rey,  y  le  dijo  que  don  Jaime,  su  marido,  estaba  aparejado 
para  venir  á  le  hacer  reverencia  ,  después  de  comer  ,  y  le 
suplicaba  le  pluguiese  asegurar  á  los  suyos,  que  por  le  ser- 
vir habian  hecho  su  mandato.  El  rey,  por  complacer  á  la 
condesa,  le  dijo  que  él  aseguraba  todos  los  que  le  habian 
ayudado  ,  exceptuando  los  que  habian  sido  en  la  muerte 
del  arzobispo  de  Zaragoza;  y  con  esto  la  condesa  se  volvió 
á  Balaguer,  y  en  tanta  desdicha  é  infelicidad  tuvo  el  conde 
algún  alivio,  pues  supo  que  él  estaba  seguro  de  la  vida  v 
los  suyos  eran  perdonados. 

El  dia  siguiente,  que  fué  martes,  á  31  de  octubre,  su- 
cedió en  la  ciudad  de  Balaguer  un  auto  y  ceremonia  muy 
triste  y  lastimoso,  y  fué  el  despedirse  el  conde  de  su  mu- 
jer, madre,  hijas  y  hermanas  y  vasallos,  con  pensamiento 
de  nunca  mas  les  ver  ni  poderse  consolar  con  ellos ;  y 
siguiendo  una  ceremonia  antigua,  habia  muchos  dias  no  se 
habia  cortado  el  cabello,  ni  barba,  y  decia  no  habérsela  de 
quitar  hasta  verse  rey  ó  nada,  que  esta  era  la  persuasión 
ordinaria  de  la  condesa,  su  madre,  que  siempre  le  estaba 
diciendo  en  catalán  :  Fill^  ó  rey  ó  no  res;  y  como  habia  llf- 
gado  á  término  que  no  era  nada  ,  se  lo  quiso  quitar  en 
público.  Salió  este  dia  á  la  plaza  mayor  de  Balaguer,  que 
llaman  el  Mercadal,  y  mandó  venir  un  barbero,  y  estando 
lodos  los  de  la  ciudad  presentes,  les  dijo: — Yo  viendo  vues- 
tra gran  lealtad  y  fidelidad  ,  y  por  el  amor  grande  que 
siempre  os  he  tenido,  no  quiero  ver  esta  ciudad  entrada ^ 


(  550  ) 
t)i  á  vosotros  y  á  vuestras  familias  y  haciendas  maltratadas; 
y  así  me  quiero  meter  á  mi  y  á  mi  iiacienda  en  poder  del 
rey  y  á  la  merced  suya ;  y  porque  yo  habia  hecho  voto 
de  no  quitarme  la  barba  hasta  verme  rey  ó  nada,  y  sé  que 
soy  y  seré  nada  y  queda  mi  voto  cumplido,  por  esto  an- 
tes de  salir  de  esta  ciudad  me  la  quiero  quitar,  y  os  agra- 
dezco á  todos  lo  que  por  mi  habéis  hecho  en  este  cerco  y 
padecido  ;  y  dicho  esto,  el  barbero  le  quitó  la  barba  y  ca- 
bello en  medio  de  la  plaza.  Siendo  vencidos  los  milesios 
de  los  crotonitas  y  arruinada  la  ciudad  de  Sibaris,  hicieron 
semejante  acción  en  señal  de  sentimiento,  llanto  y  tristeza. 
Así  lo  hizo  Job  en  sus  trabajos,  y  Alejandro  Magno,  cuan- 
do murió  su  gran  privado  Efestion,  y  Aquiles  en  las  exe- 
quias de  su  gran  amigo  Patroclo. 

Movióse  en  la  plaza  de  Balaguer  un  lloro  y  gemido  tan 
grande,  que  lo  sintieron  del  real,  y  aun  sospecharon  al- 
guna novedad  ;  y  aunque  habia  algunos  que  decian  que  no 
debia  rendirse  ,  sino  que  se  defendiese ,  que  todos  le  val- 
drian  con  la  espada  en  la  mano ,  y  que  no  perdería  la  li- 
bertad, sino  con  la  vida ;  pero  el  conde  no  hizo  caso  de 
estos  ofrecimientos,  porque  ni  puestos  en  ejecución  le  po- 
dian  ser  de  provecho.  Solo  les  dijo,  después  de  cortada  la 
barba  y  cabello: — Hombres  buenos,  yo  os  encomiendo  mi 
mujer,  madre,  hijas  y  hermanas:  cuidad  de  ellas,  quede 
mi  no  hay  que  hacer,  que  estoy  acabado  y  perdido  sio  re- 
medio.—  Y  aquí  se  volvió  á  despedir  de  la  infanta,  hijas, 
madre  y  hermanas,  y  salió  por  la  puerta  que  sube  á  Al- 
mata,  que  está  debajo  del  castillo,  con  harto  pesar  y  tris- 
teza de  todos  los  suyos.  Llevaba  consigo  la  carta  de  la 
confederación  que  habia  hecho  con  el  duque  de  Clarcncia, 


(  ooi  ) 
y  la  dio  á  un  criado  suyo,  llamado  Pedro  Mirón ,  valencia- 
no, y  se  la  encomendó  muy  apretadamente,  encargándole 
la  guardase  y  diese  ,  cuando  le  fuese  pedida.  Salieron  con 
él  el  obispo  de  Malta  y  el  duque  de  Gandía  ,  y  subido  en 
una  muía  pequeña,  salió  de  la  ciudad,  siguiéndole  la  infan- 
ta y  dos  hijas  suyas;  y  apenas  habia  atravesado  los  umbra- 
les de  la  puerta  ,  que  luego  salieron  veinte  y  cinco  ó 
treinta  soldados  castellanos,  que  le  tomaron  en  medio,  atro- 
pellando  á  la  infanta  é  hijas  suyas,  y  los  de  la  ciudad  lue- 
go cerraron  la  puerta  ,  y  de  esta  manera  lo  llevaron  á  la 
tienda  del  rey. 

Era  víspera  de  Todos  Santos ,  y  el  rey  habia  mandado 
poner  su  sitial  en  una  sala  ;  pero  como  concurrian  tantos  á 
este  espectáculo,  lo  mandó  sacar  fuera  en  el  campo,  á  vista 
de  todo  el  real,  y  alto.  Al  avemaria  llegó  el  conde  ante  el 
rey,  y  puesto  de  rodillas,  le  besó  la  mano  y  le  dijo: — Se- 
ñor, yo  erré:  demandóos  misericordia,  y  pídoos  por  merced 
que  vos  membreis  del  linage  de  donde  vengo. — El  rey,  con 
aspecto  severo  y  grave,  le  respondió : — Ya  os  perdoné  y  hu- 
be de  vos  misericordia,  y  agora  por  ruego  de  mi  tia,  vues- 
tra mujer ,  vos  perdono  la  muerte  que  merecíades  por  los 
yerros  que  me  habéis  hecho ,  y  aseguro  vuestros  miembros 
y  que  no  seáis  desterrado  de  mis  reinos. — Y  mandóle  le- 
vantar, y  dijo  á  Pedro  Hernández  de  Guzman  que  lo  lle- 
vase consigo ;  y  mandó  al  duque  de  Gandía  y  al  adelantado 
de  Castilla  y  al  mariscal  Alvaro  de  Avila ,  que  le  acompa- 
ñasen hasta  la  posada  de  Pedro  Hernández ;  y  la  infanta  v 
sus  hijas  quedaron  aquella  noche  con  el  conde,  y  el  rey  les 
mandó  enviar  muy  bien  de  comer,  y  mandó  que  les  fuese 
hecho  mucho  servicio. 


(  532  ) 

Poco  después  de  esto,  salió  la  condesa  doña  Margarita, 
madre  del  conde ,  acompañada  de  sus  dos  hijas,  doña  Ceci- 
lia y  doña  Beatriz ;  y  llegadas  delante  del  rey,  le  besaron 
la  mano  y  él  les  dio  paz,  y  la  condesa  le  pidió  que  hubie- 
se piedad  y  misericordia  de  su  hijo,  y  él  mandó  á  Diego 
Fernandez  de  Vadillo  que  las  llevase  á  su  posada. 

Salido  el  conde  y  los  demás  de  Balaguer,  quedaron  los 
paeres  y  vecinos  de  aquella  ciudad  muy  dudosos  de  lo  que 
habian  de  hacer,  y  enviaron  á  Arnaldo  de  Rolla,  paer,  al 
conde,  que  estaba  en  una  barraca  ó  choza,  y  con  él  Andrés 
de  Barutell  y  Berenguer  de  Alos,  caballeros  de  su  casa,  y 
le  dijo : — Señor,  yo  vengo  aquí  de  parte  de  la  ciudad  ,  y 
como  hemos  visto  que  os  habéis  puesto  en  poder  del  señor 
rey,  que  nos  mandásedes  qué  hemos  de  hacer  de  nuestras 
personas  y  de  la  ciudad ;  por  ende ,  os  rogamos  nos  acon- 
sejéis, para  bien  y  pro  de  nosotros  y  de  ella. —  Y  el  conde 
les  dijo : — Bien  sabéis  vosotros  que  la  infanta  que  está  aquí 
presente  os  ha  de  decir  y  inandar  lo  que  habéis  de  decir  y 
hacer  ,  por  estar  los  homenajes  hechos  á  ella  ,  que  yo  estoy 
como  preso  aquí ,  y  de  verdad  lo  soy  ,  y  así  os  mando  y 
quiero  que  hagáis  lo  que  ella  os  aconsejare  y  mandare  ,  y 
os  alzo  y  libro  de  la  obligación  de  todos  los  sagramentos  y 
homenajes  y  de  toda  fidelidad  y  naturaleza  ,  con  que  me  es- 
tais  obligados  y  á  mi  se  pertenezcan,  no  obstante  que  toda 
la  jurisdicción  y  señorío  que  yo  habia  en  vosotros,  por  es- 
tar vo  preso,  está  transferido  en  la  infanta;  y  así  haced  lo 
<{ue  os  mandare  y  aconsejare. —  Y  luego  la  infanta  dijo:  — 
Yo  os  aconsejo  y  mando,  que  siempre  que  el  rey  mandare 
abrir  las  puertas  de  la  ciudad  ,  lo  hagáis  y  obedezcáis  en 
todo,  V   le  deis  las  llaves  de  ella,  si  las  pidiere,  prestando- 


(  o35  ) 
le  los  sagrameiUos  y  homenajes;  y  porque  lo  hagáis  mejor, 
os  absuelvo  y  libro  de  los  que  me  habéis  prestado  á  mi  ó  á 
mi  procurador  ,  de  aquel  modo  y  manera  que  mejor  decir 
y  pensar  se  pueda.- — Y  luego  el  conde  les  despidió  y  dijo: 
— Hacedlo  así  como  os  dice  y  manda  Iíi  condesa ,  que  esa 
es  mi  voluntad. — El  paer,  que  quiso  que  esto  constase,  les 
dijo  si  gustaban  que  de  esto  se  tomase  auto ;  y  respondie- 
ron que  sí ,  que  esa  era  su  voluntad  ,  porque  estuviesen  la 
ciudad  y  vecinos  de  ella  mas  descargados  de  lo  que  hicie- 
sen; y  así,  tomado  el  auto,  ellos  se  volvieron  á  Balaguer. 

El  dia  siguiente,  que  fué  de  Todos  Santos,  mandó  el  rey 
se  entregase  á  Fernando  Morales  el  castillo  y  villa  y  luga- 
res del  vizcondado  de  Ager  ,  con  todos  los  bienes  que  el 
conde  y  sus  madre,  mujer  y  hermanas  tenian  en  él ,  y  ab- 
solvió á  los  vecinos  de  cualquier  juramento  y  homenaje  hu- 
biesen prestado  al  conde,  y  perdonó  á  todos  cualesquier  de- 
litos, con  que  no  hubiesen  sabido  en  la  muerte  del  arzobispo 
de  Zaragoza,  y  después,  á  15  de  noviembre  de  1417,  con 
ciertos  pactos,  entre  otros  de  poderlo  quitar,  lo  dio  todo  al 
arzobispo  de  Tarragona  don  Pedro  Zagarriga.  Esta  donación 
no  he  visto  ni  está  registrada  en  el  archivo  real,  pero  hace 
mención  de  ella  el  rey  don  Alfonso  en  un  despacho  que  es- 
tá en  el  registro  Gratiarum  3,  fól.  148,  en  que  le  nom- 
bra señor  del  castillo  y  villa  de  Ager. 

Salió  en  esta  ocasión  un  caballero  llamado  Alonso  Jimé- 
nez que  habia  muchos  años  servia  á  los  condes,  y  llegado 
ante  del  rey  ,  le  dijo: — Señor  ,  yo  nunca  os  vi  ni  conocí 
hasta  hoy,  é  há  doce  años  que  sirvo  á  don  Jaime  ,  é  comí 
su  pan  é  tomé  aquí  la  su  voz  en  esta  cerca  ,  y  sirviéralo 
hasta  la  muerte;  v  si  bien  serví  á  él ,  bien  serviré  á  vos, — 


(  534  ) 
Y   besó  la  mano  al  rey  ,  que  le  admitió  en  su  servicio. 

El  rey  aquella  misma  tarde  envió  un  correo  á  Barcelona 
al  infante  don  Alfonso  ,  su  primogénito ,  que  estaba  en 
aquella  ciudad  por  orden  del  rey ,  su  padre  (ordenando  y 
enviándole  lo  que  habia  menester  en  aquel  cerco),  hacién- 
dole saber  como  tenia  el  conde  en  su  poder  y  su  madre  y 
hermanas,  y  la  infanta  doña  Isabel,  su  mujer,  como  pare- 
ce en  la  misma  carta,  que  se  lee  en  el  archivo  real  de  Bar- 
celona, en  el  rejistro  3,  Curice  sigilli  secreii,  fol.  135,  que 
dice  de  esta  manera : 


LO  REY. 
Molt  car  e  raolt  amat  primogenit:  lo  rey  deis  reis  posant  lo 
fie  en  la  boca  deis  superbiosos  lur  elevacio  conculca  en  las  ba- 
xesas  e  los  corns  de  aquells  elals  subjuga  a  servitut  per  tal 
que  no  posen  lur  sedilla  en  les  alteses  e  no  presumescan  esser 
fets  semblants  al  Allisrae.  Tant  es  public  que  no  crehem  ig- 
noréis com  Jayme  de  Urgell  rompent  los  ligams  de  sa  lealtat 
per  la  qual  a  nos  axi  cora  a  son  rey  e  senyor  es  stret  quanls 
acles  rebelles  quantes  iniquitats  quants  engans  e  malvades  obres 
ab  diabólica  stucia  habia  concebul  parit  e  abortat  offenent  nos- 
tra  real  niagestat  volent  en  nostra  senyoria  sembrar  infidell- 
tat  e  rebellio  de  la  qual  en  aquella  james  fonch  trobada  al- 
guna semenl.  Per  lo  qual  proveiols  a  la  indempnilat  de  nostra 
cosa  publica  nos  ha  convingut  personalment  venir  assi  e  ab 
propries  raans  ministrar  salut  en  tan  horrible  plaga  e  havem 
asseliada  aquesta  ciutat  de  Balaguer  e  aquella  no  sens  gran  re- 
nom  e  fama  de  nostre  car  oncle  lo  duc  de  Gandia  comptes  ba- 
rons  nobles  caballers  gentils  homens  e  altres  axi  de  noslres 
regnes  e  Ierres  com  deis  regnes  de  Castella  assi  presenls  ab  di- 
verses mulliplicades  invencions  e  artillerics  havem  macerat 
fins  a  la  jornada  de  vuy  en  la  qwal  lo  FUI  de  la  Verge  a  inter- 
cessio  de  la  gloriosa  Mare  sua  en  qui  es  Iota  nostra  speransa 
no  volent  la  deslruccio  del  poblé  de  la  dita  ciutat  ne  los  gratis 
dans  a  ella  subseguidors  ba  humiliat  e  onnremit  lo  cor  del  dit 


(  o55  ) 
Jayme  que  el  I  ab  ses  muller  maie  e  germancs  ses  vengut  a 
melrer  en  nostre  poder  ab  genols  ficéis  dcmanant  merce  e  mi- 
sericordia confessant  sa  gran  error:  e  nos  moguts  mes  de  pietal 
que  de  rigor  de  juslicia  al  dit  Jayme  havem  perdonat  morí  na- 
tural mutilacio  de  membres  e  exili  perpetual  de  nostres  regnes 
o  Ierres  e  a  les  dites  muHcr  mare  e  germanes  sucs  les  dites 
morts  e  mutilacio  e  exili  e  encara  presons.  Pero  lo  dit  Jayme 
pres  e  ben  guardat  nos  havem  detengut  per  tal  que  purgues  la 
pena  de  sos  pecáis  horribles.  E  per  lal  que  haurets  plaer  les 
dites  coses  vos  notiíicam  ab  lo  exhibidor  de  les  prcsents:  e  ha- 
jaus  molt  car  e  molt  amat  primogenit  en  la  sua  santa  guarda  la 
Sancta  Divinitat.  Data  en  lo  siti  de  Balaguer  sots  nostre  sagel 
secret  a  3i  de  octubre  de  44i3.— Rex  Ferdinandis. 


A  20  del  mes  de  noviembre  del  mismo  año,  hallo  en  el 
mismo  registro,  folio  142,  otra  carta  del  mismo  rey,  en  que 
escribe  al  glorioso  san  Vicente  Ferrer  dándole  razón  de  lo 
mismo;  y  la  escribió  en  latin,  y  la  trae  el  padre  fray  Fran- 
cisco Diago  en  su  historia  de  la  orden  de  Predicadores,  en 
el  libro  2 ,  c.  63,  donde  la  podran  ver  los  que  quieran: 
solo  pondré  aqui  una  cláusula  de  ella  ,  para  que  se  vea, 
como  diremos  abajo,  que  el  rey  había  prometido  al  conde, 
que  no  le  sacaria  de  sus  tierras ,  desterrándole  de  ellas. 
Dice  el  rey :  Nos  autem  non  vigore  justilioí  commoti  sed  pie- 
tatis  rore  ac  misericordice  madefacti  eidem  monis  naturalis  ac 
memhr&rum  mulilalionis  exiliique  severitatem  concessimus  ac 
ejus  uxori  matri  sororihus  el  populo  captionem  ultra  predicta 
remissimus :  ipsum  tamen  Jacobum  conservari  jussimus .  lin- 
de laudes  Altissimo  exallantes  cujus  sunt  hec  omma  gloriw  des- 
cribenda  qui  (ul  de  ejus  sólita  elementia  speramus)  sic  dexte- 
ram  nostram  dirigel  quod  sedehit  populus  nosler  in  pulcritur- 
dice  pacis  et  lahernaculis  juslilim  ac  reqtiie  opulenta. 


(  .>.-6  ) 

A  2  de  noviembre  entregó  el  rey  la  persona  del  conde  á 
Pedro  Nuñez  de  Guzraan,  para  que  en  compañía  de  Pedro 
Alonso  de  Escalante  y  doscientas  cincuenta  lanzas  lo  lleva- 
sen á  Lérida,  donde  le  metieron  en  una  torre  del  castillo; 
y  la  reina  ,  que  estaba  allí ,  le  dejó  despejado  y  se  pasó  al 
palacio  del  obispo,  y  el  conde  quedó  con  muy  buena  guar- 
da. Hallo  en  memoria  de  estos  sucesos,  que  llegó  el  conde 
á  la  cárcel  tan  pobre  y  miserable  ,  que  era  por  mover  á 
compasión  á  cualquier  que  le  viera  ;  y  el  rey  le  mandó  ves- 
tir á  él  y  á  sus  hijas  y  hermanas ;  y  á  1 9  de  noviembre  de 
1413,  mandó  dar  libranza  á  Diego  Fernandez  de  Vadillo, 
de  doscientos  setenta  y  siete  florines  que  habia  pagado,  pa- 
ra comprar  cuarenta  alnas  de  paño  de  Lira  para  el  vestido 
de  ellos,  y  ciento  cuarenta  y  siete  pellejos  de  martas  por 
el  aforro  del  vestido  del  conde  y  por  las  hechuras  de  los 
sastres  y  pellejeros,  según  parece  en  un  registro  Pecuniaritm 
primo,  fol.  66,  de  este  rey.' 

El  rey,  pues  estaba  seguro  de  la  persona  del  conde, 
quiso  entrar  en  la  ciudad,  y  no  por  ninguna  de  las  puertas 
de  ella,  sino  que  le  fuese  abierto  un  pedazo  de  muro,  por 
donde  entrase  como  á  conquistador ;  pero  los  de  la  ciudad 
no  lo  quisieron  consentir,  porque  decian  que  aquella  guer- 
ra solo  habia  sido  contra  el  conde  y  sus  bienes,  y  que  la 
ciudad  no  habia  sido  presa,  sino  que  el  conde  se  habia  en- 
tregado al  rey,  de  su  voluntad,  y  que  si  el  rey  queria  en- 
trar por  la  puerta,  asegurando  sus  bienes  y  personas,  ellos 
eran  contentos  de  hacer  lo  que  unos  buenos  y  fieles  vasa- 
llos debian  y  eran  obligados,  y  cuando  no  se  les  quisiese 
aceptar  esto,  ellos  tomarían  el  camino  que  mejor  y  mas  lí- 
cito les  fuese  ;  v  el  rev  vino  bien  en  ello,  v  a  5  de  novicm- 


(  '^7  ) 
l)re  entro  en  la  ciudad  ,  acompañado  de  lodiís  los  señores 
que  con  61  habian  estado  en  aquel  cerco,  y  de  otros  mu- 
chos gentiles  hombres  que  allí  eran  venidos  ,  pensando  ser 
añilados  caballeros  el  dia  del  combate,  que  aunque  no  se 
había  hecho,  suplicaron  al  rey  les  quisiese  armar  caballeros, 
y  al  rey  le  plugo.  Iban  delante  dos  pendones,  el  uno  con 
las  armas  de  Aragón,  con  la  divisa  del  rey,  de  su  orden  de 
la  caballería  de  la  Jarra  y  lirios  y  un  grifo,  que  él  habia 
instituido,  y  aunque  era  orden  militar,  según  di<;e  fray  Ge- 
rónimo Roraan,  no  servían  los  de  esta  orden  en  la  guer-' 
ra,  y  la  divisa  de  ella  solo  era  para  premio  y  adorno  de  los 
caballeros  que  hacían  proezas;  y  el  otro  pendón  era  de  las 
armas  reales  de  Sicilia ;  y  en  llegando  á  la  puerta  de  la 
ciudad  dio  con  una  espada  desnuda  encima  de  los  almetes 
de  los  que  habian  de  ser  caballeros  ,  y  fué  recibido  con 
gran  triunfo,  metido  debajo  de  un  paño  de  brocado,  según 
es  costumbre  de  meter  á  los  reyes  que  de  nuevo  entran  en 
alguna  ciudad.  Oyó  misa  en  la  iglesia  mayor,  y  acabada, 
con  gran  solemnidad,  dio  la  divisa  de  la  jarra  y  el  grifo 
á  ochenta  caballeros  y  escuderos  de  estos  reinos  y  de  Cas- 
tilla ;  y  hecho  esto,  subió  á  ver  el  castillo  y  se  volvió  á  co- 
mer al  real,  y  dio  todos  los  bienes  del  conde,  su  mujer, 
madre,  hijas  y  hermanas  á  los  soldados  que  le  habian  servi- 
do ,  que  luego  lo  saquearon  todo  ,  lo  que  no  fué  de  poca 
alteración  para  los  de  Balaguer,  que  temieron  que  acabado 
el  saco  del  castillo,  no  hiciesen  lo  mismo  de  sus  haciendas, 
y  andaban  muy  quejosos  y  decían  que  no  se  les  guardaba  lo 
prometido,  y  tomaban  armas  para  se  defender ;  y  el  rey  les 
envió  á  decir  que  se  asegurasen,  que  aunque  había  dado  la 
hacienda  del  donde  á  los  soldados ,  no  habia  dado  la  de 
TOMO  X.  36 


( :m  ) 

ellos,  que  eran  los  (jue  quedabiin  asegurados  ,  pero  no  el 
conde. 

Otro  dia,  que  era  el  lunes  á  6  de  noviembre,  partió  de 
■  Balaguer,  y  dejó  todas  las  cosas  de  su  real  á  los  frailes  de 
San  Francisco,  por  ayuda  de  reedificar  su  monasterio  que 
estaba  derribado,  así  como  el  de  Santo  Domingo,  para  cu- 
yo reparo  y  reedificación,  á  3  de  octubre  del  año  siguiente 
de  1414,  estando  en  Montblanc,  el  rey  dio  dos  mil  y  cien 
florines  de  oro  de  Aragón  ,  mandando  á  Fernando  de  Bar- 
•dexi,  colector  suyo  general  en  el  condado  de  Urgel  y  viz- 
condado  de  Ager  ,  que  los  diese.  Llevóse  el  rey  toda  la 
gente  que  allá  tenia,  y  dicen  que  habia  tres  mil  quinientos 

hombres  de  á   caballo  y de  á  pié;  aunque  de 

estos  pocos  le  siguieron ,  porque  preso  el  conde  y  entrada 
la  ciudad,  cada  uno  se  volvió  á  su  casa.  Llevaba  en  pos  de 
sí  sus  pendones  y  las  banderas  de  todos  los  caballeros  que 
con  él  estaban,  y  entró  muy  alegre  y  triunfante  en  la  ciu- 
dad de  Lérida  ,  donde  fué  recibido  con  grandes  juegos  y 
danzas ,  como  se  suelen  recibir  los  reyes  que  de  una  con- 
quista vienen  victoriosos.  Estando  aquí,  mandó  hacer  cuen- 
ta con  todos  los  caballeros  que  allí  estaban ,  y  con  todas 
sus  gentes,  y  mandóles  muy  bien  pagar  todo  el  sueldo  que 
les  era  debido  ,  hasta  que  cada  uno  llegase  á  su  casa ;  y 
allende  de  esto,  les  hizo  mercedes  proporcionadas  á  la  per- 
sona y  servicios ;  y  así  muy  contentos  del  rey,  se  volvieron 
los  de  Castilla,  y  también  unas  cuatrocientas  lanzas  que  en- 
viaba la  reina  doña  Catalina  de  Castilla  ,  mientras  se  aper- 
cibían cuatro  mil  lanzas  que  habian  de  venir  de  aquel  rei- 
no; pero  como  supieron  la  presa  del  conde,  se  volvieron. 
La  infanta  doña  Isabel  siguió  al  conde,  su  marido,  cuan- 


(  539  ) 
^o  le  llevaron  h  Lérida ;  pero  la  condesa  y  sus  hijas  y  nie- 
tas se  quedaron  en  Balaguer,  cuando  el  rey  se  partió  para 
Lérida,  y  el  mismo  dia  que  llegó  á  aquella  ciudad,  pidió 
por  la  condesa  y  sus  hijas,  y  supo  que  se  habían  quedado 
en  Balaguer,  y  que  decian  que  dejaban  de  seguirle  por  falla 
de  dinero.  El  rey,  que  de  sí  era  manso  y  tenia  buen  natu- 
ral y  estaba  harto  lastimado  de  las  desdichas  de  aquella 
casa  ,  les  envió  por  Pedro  Mirón  ,  que  era  de  la  casa  del 
«onde,   doscientos  florines,  y  una  carta  en  que  les  decia: 

Compiessa  cara  cosina  :  com  sia  necessari  per  alguns  aflers 
que  vos  siats  assi  pregamvos  affectuosament  que  ensemps  ab 
dona  Leonor  dona  Cecilia  e  ab  vostres  nets  p¿irtiscats  e  vingafs 
a  nos  e  siats  assi  per  dijous  tot  dia:  e  asso  per  res  no  baja  fal- 
ta car  nos  vos  trametem  per  en  Pere  Miró  portador  de  la  pre- 
sent  doscents  florins  de  or  de  Arago.  Dada  en  Leyda  sots  nos- 
*re  sagel  secrel  a  6  de  novembre  any  i4io.— Rex  Ferdinandüs, 

Y  así  luego  se  partieron  y  vinieron  á  Lérida,  donde  las 
hospedó  un  deudo  suyo,  que  era  arcediano  de  Santa  María 
<le  la  Mar,  y  se  llamaba  Berenguer  de  Barutell. 

Estando  el  rey  en  el  sitio  de  Balaguer ,  comenzó  de  ha- 
cer proceso  criminal  contra  del  conde ,  como  vasallo  reo, 
desobediente  y  rebelde  á  su  rey  y  señor.  Nombró  procura- 
dor fiscal  á  don  Francisco  de  Eril,  de  quien  estaba  cierto 
habia  de  hacer  bien  su  oficio  ,  pues  por  medio  de  la  justi- 
cia podia  tomar  enmienda  de  la  rota  que  la  gente  del 
conde  le  dio  junto  á  Margal ef.  Este,  á  14  de  setiembre, 
•dio  petición  al  rey  contra  del  conde  y  de  doña  Margarita 
su  madre,  doña  Leonor  su  hija,  Ramón  Berenguer  de  Plu- 
via,  Andrés  Barutell,  Dalmacio  Dezpalau ,   Alfonso  Suarez, 


(  540  ) 
Pedro  Gruvalosa,  Juan  de  Fluviá,  Juan  de  la  Torre  ^  Tris- 
tany  de  Lu^á,  fautores  y  cómplices  suyos.  Hádasele  cargo 
al  conde : 

Que  habiendo  prestado  el  juramento  de  fidelidad  por 
medio  de  sus  procuradores  y  ratificado  por  su  persona,  y 
pedido  por  medio  de  sus  embajadores  mercedes  y  socorro 
para  sus  necesidades  al  rey,  como  á  señor  suyo  soberano, 
escribiéndoselo  en  una  carta;  habia  hecho  liga  con  Tomás, 
hijo  del  rey  de  Inglaterra ,  y  con  el  duque  de  Clarencia 
para  quitarle  el  reino,  enviando  á  los  dichos  á  don  Antonio 
de  Luna  y  Garci  López  de  Sese,  sus  embajadores,  por  cu- 
yo medio  se  concluyó  la  liga. 

Que  habia  pagado  sueldo  á  Juan  de  Mauleó  y  Eymerico 
de  Comenge  y  otros ,  porque  entrasen  con  armas  en  el 
principado  de  Cataluña  é  hiciesen  guerra  ocupando  las  tier- 
ras del  rey. 

Que  sus  gentes  habian  tomado  los  castillos  de  Trasmoz 
y  Montearagon  y  otros,  con  .voluntad  y  consentimiento  suyo, 
sin  que  él  lo  impidiese  ó  mostrase  disgusto  de  ello,  tole- 
rando que  le  llamasen  rey  de  Aragón. 

Que  habia  hecho  venir  compañías  de  ingleses  y  gascones 
que  habian  tomado  algunos  castillos  en  Aragón  en  las  co- 
marcas de  la  ciudad  de  Jaca ,  capitaneándolas  don  Antonio 
de  Luna,  y  habian  hecho  jurar  y  aclamar  al  conde  rey  de 
Aragón  ,  con  voluntad  y  consentimiento  del  mismo  conde. 

Que  habiendo  sido  rompidos  por  gente  del  rey  y  desba- 
ratados los  dichos  ingleses  y  gascones,  el  conde  los  salió  A 
recoger,  amparándoles  y  llevándoselos  á  la  ciudad  de  Ba- 
laguer. 

Que  hubia  corrido  las  partidas  y  comarcas  de  Tamarite 


(  'iil  } 
de  Litera,  y  preso  algunos  hombres  que  se  llevó  presos  á 
Balaguer  ,  haciendo  gran  daño  en  toda  aquella  comarca, 
cautivando  diversas  personas,  vasallos  del  rey,  y  llevándolas 
á  Balaguer  ,  eran  rescatadas ,  tomando  del  tal  rescate  su 
parte  y  porción,  dando  salvoconductos  á  los  deudos  y  ami- 
gos de  los  tales  presos,  para  poder  con  segundad  tratar  del 
rescate . 

Que  aconsejado  de  los  dichos  cómplices ,  habia  tolerado 
que  en  Balaguer  públicamente  le  nombrasen  rey  de  [Ara- 
gón, haciéndole  juramento  y  reverencia  como  á  tal  ,  for- 
taleciendo con  el  favor  de  los  dichos  cómplices  sus  castillos 
y  casas  para  hacer  guerra  contra  el  rey,  llamando  para  ello 
á  todos  sus  subditos  y  amigos,  pidiéndoles  socorro,  dicien- 
do que  pues  contra  razón  y  justicia  le  habia  sido  quitado 
el  reino,  él  le  habia  de  cobrar  con  la  lanza  en  la  mano,  y 
que  si  el  rey  venia  contra  de  él ,  le  habia  de  salir  al  en- 
cuentro y  darle  batalla. 

Que  líabia  salido  á  combatir  á  don  Francisco  de  Enl , 
cuando  por  orden  del  rey  iba  á  dar  socorro  en  Aragón  con- 
tra las  gentes  de  armas  que  allí  tenia  el  conde,  y  le  habia 
desbaratado  y  herido  la  gente  que  llevaba,  procurando  de 
prenderle  ó  matarle. 

Que  habia  querido  prender  la  ciudad  de  Lérida ,  envian- 
do para  esto  mucha  gente  de  armas,  que  hicieron  gran  da- 
ño en  sus  contornos,  saqueando  algunas  casas  y  pueblos. 

Que  sufrió  que  al  rey  le  llamasen  infante  de  Castilla  y 
nó  rey  de  Aragón,  y  hablasen  de  él  en  Balaguer  mientras 
duraba  el  cerco  con  descortesía  y  desacato  ,  llamándole  ti- 
rano. 

Que  habia  resistido  al  gobernador  cuando  por  orden  del 


(  542  ) 
rey  y  según  las  sentencias  reales  iba  á  lomar  posesión  por 
el  rey  de  sus  lugares ,  cerrando  las  puertas  de  ellos  y  to- 
mando las  armas. 

Que  cuando  el  rey  llegó  á  Balaguer  mantelo  el  muro,  y 
con  bombardas  y  ballestas  y  otras  armas  tiró  al  real  y  á 
la  misma  persona  del  rey  ,  haciendo  entrar  en  Balaguer  á 
Menaut  de  Favars  ,  para  dar  traza  como  meter  dentro  la 
eiudad  gente  para  poder  mejor  resistir  al  rey. 

Que  habia  hecho  salir  gentes  y  escuadras,  de  la  ciudad 
para  combatir  con  asaltos  y  escaramuzas  la  gente  del  real, 
haciéndoles  daño  notable  y  matando  algunos ,  en  gran  de- 
servicio del  rey  ,  prendiendo  los  que  podían  haber  y  dán- 
doles después  por  rescate. 

Que  en  todos  los  dichos  delitos  habian  sido  sabedores  y 
aconsejado  la  madre  del  conde  y  demás  personas  arriba  di- 
chas. 

Estos  eran  los  delitos  y  culpas  que  oponía  el  fiscal  con- 
tra del  conde;  y  antes  de  recibir  testigos  sobre  ello,  á  16 
del  mes  ,  mandó  el  rey  tomar  información  sobre  dónde  es- 
taban los  delincuentes;  y  con  cinco  testigos  quedó  probado 
que  el  día  antes,  que  era  á  15,  estaban  en  Balaguer,  don- 
de los  habian  visto,  y  no  habian  salido  de  allá,  y  mandó  que 
fuesen  citados  con  término  de  veinte  y  seis  días,  para  que 
dentro  de  ellos  compareciesen,  y  que  les  fuesen  presentadas 
letras;  pero  los  porteros  que  las  habian  de  llevar  dijeron  que 
ellos  no  osaban  ir  á  la  ciudad,  por  el  gran  peligro  que  ha- 
bia de  las  saetas  y  piedras  que  continuamente  tiraban  de  la 
muralla  ;  y  el  rey  mandó  que  Berenguer  Colora,  regente  su 
cancillería,  recibiese  información:  y  de  cuatro  testigos  que 
sobre  esto  se  ministraron,  que  eran  el  conde  de  Cardona ^ 


(  545  ) 
el  gobernador  de  Cataluña,  Gil  Ruiz  de  Liori  y  Kamou  de 
Bages,  quedó  probado  el  gran  peligro  que  habia  de  acer- 
carse á  los  muros  de  la  ciudad  de  Balagucr  ,  por  las  con- 
tinuas saetas,  balas  y  piedras  que  arrojaban  contra  la  gente 
y  oficiales  del  rey,  cautivándoles  si  podian :  y  el  rey  mandó 
que  les  fuese  notificado  con  pregones ,  ó  del  modo  que 
mejor  pudiese  llegar  á  noticia  de  ellos.  A  i7  se  espidieron 
letras  y  se  publicaron  en  Almata  y  por  el  real  ,  en  partes 
que,  sin  ser  ofendidos  ,  podian  ser  oidas  de  los  que  esta- 
ban en  el  castillo,  si  querian;  y  para  mas  justificación  de 
los  procedimientos,  quiso  el  rey,  que  pues  las  dichas  letras 
no  fueron  presentadas  ,  que  fuesen  publicadas  en  Lérida, 
como  á  cabeza  de  veguería ;  y  después  á  1 9  del  mismo  mes 
las  fijaron  á  las  puertas*  de  la  casa  de  Francisco  de  Saii- 
Climent,  donde  tenia  el  rey  su  audiencia. 

Esto  pasó  antes  de  haberse  puesto  el  conde  en  poder  del 
rey,  y  llevado  á  Lérida;  pero  después  que  fue  preso,  prosi- 
guió el  fiscal  contra  de  él  el  proceso,  y  se  guardó  esta  or- 
den: que  á  12  del  mes  de  noviembre  tomó  el  rey  por  su 
misma  persona  la  deposición  al  conde  sobre  los  artículos  de 
la  enquesta,  y  se  le  hicieron  veinte  y  cinco  preguntas  ó  inter- 
rogaciones, y  respondiendo  en  cada  uno  de  ellas ,  vino  á  de- 
cir: que  si  él  habia  fortalecido  y  pertrechado  sus  castillos, 
fué  por  haber  entendido  que  los  de  la  ciudad  de  Lérida  que- 
rian acometer  sus  lugares  y  tierras,  y  por  tener  guerra  contra 
¿e\  conde  de  Cardona ;  y  que  por  no  haber  dinero  para  pa- 
^ar  sus  soldados  ,  habia  bastecido  los  castillos  y  lugares  de 
vituallas  ,  con  pensamiento  de  dar  de  comer  á  los  soldados 
en  vez  de  dineros ;  y  que  él  no  supo  en  la  correría  que  hi- 
cieron á  don  Francisco  de  Eril ,   porque  los  que  la  hicic- 


(  544  ) 
ron  eran  enemigos  suyos  y  no  le  dieron  razón  de  ella  ,  ni 
menos  supo  en  la  invasión  y  presa  que  quisieron  hacer  de 
la  ciudad  de  Lérida,  ni  él  se  halló  con  los  que  fueron  allá; 
y  que  si  sus  gentes  corrieron  á  las  de  Rafols  y  Spluchs, 
fué  para  cobrar  cierto  ganado  que  los  de  allá  le  habian  toma- 
do; y  que  si  mosen  Cortit  habia  preso  hombres  de  Segriá, 
fué  sin  saberlo  él ,  y  que  luego  que  lo  entendió  les  hizo  li- 
bertar; y  que  si  gentes  estrañas  habian  entrado  en  Cataluña, 
como  fueron  unos  que  envió  el.  conde  de  Foix,  fué  por  ha- 
cer guerra  con  ellos  al  de  Cardona,  con  quien  estaba  mal; 
y  que  si  Menaut  de  Favars  entró  en  Balaguer,  era  para  co- 
brar cierto  dinero  que  le  debia  don  Antonio  de  Luna ,  que 
después  con  letra  suya  cobró  del  conde  de  Foix  mil  flori- 
nes ;  y  que  si  de  noche  unos  lugares  hacian  fuegos  á  otros, 
eso  no  era  cosa  nueva  en  el  condado  de  Urgel  y  vizconda- 
do  de  Ager,  sino  muy  ordinaria  en  tiempos  pasados,  y  mas 
cuando  con  presteza  querian  los  unos  lugares  avisar  á  otros; 
y  que  si  habia  dado  letras  de  credencia  á  don  Antonio  de 
Luna,  á  Basilio  y  á  otros,  fué  porque  hiciesen  toda  honra 
y  cortesía  á  don  Antonio;  y  finalmente,  que  fuera  de  lo 
dicho  no  sabia  ni  tenia  mas  que  decir  ni  responder. 

Como  de  la  deposición  del  conde  no  resultaba  ni  culpa 
ni  cargo  contra  de  él,  fué  necesario  se  recibiesen  testigos; 
y  estos  fueron  cuarenta  y  cinco  ,  y  entre  ellos  Basilio ,  el 
capitán  de  los  ingleses,  con  diez  soldados  suyos  que  esta- 
ban presos :  los  demás  todos  eran  gente  de  Balaguer  y  Lé- 
rida y  de  aquellas  partes  vecinas,  y  de  los  que  habian  esta- 
do con  el  rey  en  el  real ;  y  aunque  no  habia  mejor  testigo 
que  el  mismo  rey,  procedió  en  el  negocio  tan  sin  pasioI^, 
como  si  lo  que  el   conde  habia    hecho  no   le  tocara  á   él. 


(  .S4íí  ) 
Acabóse  la  recepción  de  ellos  á  28  de  noviembre,  y  recibié- 
ronse delante  de  Bernardo  de  Gualbes ,  vicecanciller  deí 
rey,  que  fué  uno  de  los  nueve  jueces  de  Casp  ,  y  los  exa- 
minó por  su  propia  persona  ,  y  el  mismo  dia  se  publicó  1» 
enquesta,  presente  el  conde,  y  dio  por  concluido  el  proce- 
so,  y  el  rey,  que  asistió  á  ello,  le  dijo  si  tenia  algo  que 
decir,  y  el  conde  le  respondió  : —  Señor,  el  dia  que  yo  me 
metí  en  vuestro  poder  lo  hice  confiando  de  vuestra  miseri- 
cordia, y  que  tendríades  miramiento  al  deudo  es  entre  no- 
sotros, y  á  la  sangre  y  linaje  de  Aragón  de  donde  venimos, 
y  al  parentesco  es  entre  la  infanta  y  vos,  por  ser  hermana 
de  vuestra  madre,  y  que  según  esto  usaríades  de  misericor- 
dia conmigo  ,  como  rey  virtuoso  y  señor  misericordioso ;  v 
aunque  haya  muchos  de  los  testigos  referidos  y  otros ,  que 
merecían  mejor  perder  la  vida  par  sus  delitos  y  culpas  co- 
metidas, que  osar  parecer  delante  vuestra  real  presencia; 
pero  yo  ni  les  quiero  contradecir  ni  impugnar,  sino  que  me 
meto  debajo  de  vuestra  misericordia  y  conciencia,  confiado 
de  ella,  poniéndome  también  á  todo  lo  que  vuestra  real  ma- 
jestad querrá. —  El  fiscal  ,  que  era  don  Francisco  de  Eril, 
instaba  que  se  acabase  aquella  causa ;  y  el  rey  volvió  á  de- 
cir al  conde  si  queria  copia  de  los  testigos,  ó  que  se  le  vol- 
viese á  leer  los  dichos  de  ellos,  y  abogados  para  defenderse, 
ijuc  él  se  los  daría  ;  y  el  conde  respondió  que  él  persevera- 
ba en  lo  que  habia  dicho.  Volvió  el  rey  tercera  vez  á  de- 
cir lo  mismo,  y  el  conde  perseveró  en  esta  última  respues- 
ta. Con  esto  se  dio  el  proceso  por  concluido  y  se  asignó  á 
sentencia  para  el  dia  siguiente  ,  que  era  miércoles  á  29  de 
noviembre,  víspera  de  San  Andrés  del  año  1413,  en  c! 
mismo  castillo  de  Lérida;  y  allí  en  presencia  de  los  obispos 


(  546  ) 
de  Barcelona  y  Leoii ,  del  duque  de  Gandía,  del  conde  de 
Cardona-,  don  Roger  Bernat  de  Pallars,  del  vizconde  de  Illa, 
Berenguer  de  Stalric,  Garau  Alamany  de  Cervelló ,  gober- 
nador de  Cataluña,  don  Berenguer  Arnaldo  y  don  Pedro  de 
Cervellon  ,  Francisco  de  Aranda ,  donado  de  Portaceli  del 
orden  de  Cartuja,  Olfo  de  Próxida,  Berenguer  Doms,  Pe- 
dro de  San-Menat ,  Berenguer  de  Bardexí ,  mosen  Juan 
Dezpla  tesorero  del  rey,  Ferrer  de  Gualbes,  T.  ,  .  Gralla 
y  otros,  estando  el  rey  en  su  trono  real  y  los  infantes  don 
Alfonso  y  don  Pedro ,  sus  hijos ,  y  con  ellos  el  duque  de 
Gandía  y  don  Enrique  de  Villena  ,  el  conde  de  Módica, 
don  Bernardo  de  Centelles,  Gil  Ruiz  de  Liori ,  Juan  Fer- 
nandez de  Heredia,  don  Juan  de  Luna,  don  Juan  de  Ixar, 
Berenguer  de  Bardexí  y  los  doctores  Juan  Rodriguez  de 
Salamanca  y  Juan  González  de  Azevedo  y  otros  muchos, 
sacaron  al  conde  de  la  torre  donde  estaba  preso ,  y  pre- 
sente don  Francisco  de  Eril,  que  hizo  las  partes  de  fiscal, 
le  dijo  el  rey  estas  palabras; — Dios  sabe,  á  quien  no  se  es- 
conde cosa  alguna  ,  que  yo  quisiera  escusar  esto  por  que 
soy  aquí  venido,  y  á  todo  el  mundo  son  manifiestos  los  yer- 
ros que  vos  contra  mi  hicisteis  y  contra  la  corona  de  mis 
reinos  ,  y  con  todo  eso  os  di  lugar  para  que  os  pudiésedes 
enmendar,  y  yo  vos  quise  perdonar  y  hacer  mercedes,  co- 
mo á  todos  es  notorio,  y  vos  continuando  vuestro  mal  pro- 
pósito, no  disteis  lugar  á  que  yo  vos  hubiese  de  perdonar, 
y  á  grandes  preces  y  ruegos  de  mi  tia,  vuestra  mujer,  yo  vos 
perdoné  la  muerte  que  teníades  bien  merecida,  y  doy  con-r 
tra  vos  la  sentencia  que  oiréis, — la  cual  leyó  públicamente 
Pablo  Nicolás,  secretario  del  rey,  que  decia  así: 


(  547  ) 

Allissiioi  Dei  Salvaloris  nostri  cjusque  Malris  virgiiiis  glorio- 
sissime  Marie  uominibus  humiliter  invocalis.— Nos  Fordinan- 
dus  Dei  gratia  rex  Aragonum  Sicilie  Valentie  Majoricanim  Sar- 
dinie  et  Corsice  comes  Barchinone  dux  Alhenarum  et  Neopa- 
trie  ac  etiam  comes  Rossillionis  et  Ceritanie:  Visa  denunlialione 
seu  presenlalione  coram  nostra  sacra  majestale  oblata  per  no~ 
bilera  et  dilcctum  nostrum  Franciscum  de  Eiillo  militem  pro- 
curatorem  nostrum  ad  hec  specialiter  deputatura  contra  et  ad- 
versus  Jacobum  de  Urgello  íilium  egregii  Petri  quondam  corai- 
tis  ürgelli:  Visis  etiam  articulis  sive  capitulis  contra  dictum 
Jacobum  oblatis  r.Visis  inquam  confessionibus  per  diclura  Ja- 
cobum faclis:  Visis  prelerea  et  malure  ponderatis  teslium  dcpo- 
sitionibus  per  diclum  nostrum  procurátorem  productorum:  Vi- 
sisque  productionibus  tam  instrumentorum  publicorum  quam 
aliarum  quarumvis  scripturarum :  Visa  denique  publicatione 
atestationum  ac  tolius  processus  dicto  Jacobo  facta  necnon  et 
petilione  contra  eundem  oblata  ac  debita  animadversione  peu- 
satis  quibusvis  dictis  productis  et  allegalis  tam  per  dictum  pro- 
curátorem nostrum  quam  dictum  Jacobum  :  Visis  postremo  et 
cum  solerti  diligentia  recensitis  predictis  et  aiiis  videndis  et  al- 
tentis  attendendis  sacrosanctis  evangeliis  coram  nobis  propo- 
sitis  ac  eis  reverenter  inspeclis  ut  de  vullu  Dei  nostrum  proco - 
dat  judicium  et  occuli  mentis  nostre  videro  valeant  equilatem; 
die  presenti  ad  hanc  nostram  audiendam  seutentiara  dicto  Jaco- 
bo assignala  pronutitiamus  et  sententiamus  prout  sequitur: 

Cura  tam  per  confessionem  dicti  Jacobi  de  Urgello  quam  per 
alia  merita  dicti  processus  conslet  clare  nobis  predictum  Jaco- 
bum de  Urgello  subditum  ac  ratione  originis  et  domicilii  et 
alias  vassallum  ac  nalnralem  nostrum  ac  vinculis  juraracnti  íi- 
delitatis  jam  aslriclum  cum  quibusdara  confederationes  el  cons- 
pirationes  ac  lianlias  post  juramenli  prestationem  fecisse  causa 
occupandi  sibi  regna  et  Ierras  nostras  et  se  in  regem  Aragonum 
crigendi  extoUendi  et  in  regnis  et  terris  nostris  se  infrudendi 
in  noslre  majestatis  ofifensam :  Gonstet  etiam  nobis  ipsum  trac- 
íasse  et  ordinasse  quod  civitas  Ilerde  que  sub  nostro  dominio  el 
obedientia  consistit  per  gentes  suas  intrarelur  et  occuparelur  ut 
sibi  ea  occupala  facilius  etiam  dicta  regna  ct  térras  occupare 
posset  que  ordinalioncs  el  traclatus  quantum  in  eo  et  in  genU- 


(  548  ) 
bus  suis  fuil  ad  efTectum  doducta  fuerunl-  Constel  inquam  no 
bis  quod  gentes  sue  ipsius  fuUe  subsidio  nonnulla  castra  sive 
villas  inde  ejectis  et  depredalis  subditis  nostris  occuparunt  ali- 
quosque  subditos  nostros  per  violentam  rabiem  coegeruut  ad 
prestandum  dicto  Jacobo  taraquam  regi  Aragonum  fidelitalis 
lali  casu  illicitum  juramentum:  Constet  preterea  nobis  nostros 
subditos  et  vassallos  et  alias  gentes  noslras  cuntes  taní  per  pu- 
blica itinera  et  pro  nostro  servitio  quam  alias  per  gentes  dicti 
Jacobi  ejus  ordinatione  seu  permissione  deprédalos  ac  vulne- 
ratos  fuisse  ac  de  preda  predicta  dictum  Jacobum  partem  ha- 
buisse:  Constet  nichilominus  nobis  Jacobum  predictum  seu  ejus 
gentes  ipsius  ordinatione  seu  mandato  nobis  eum  obsessum  in- 
tus  civitatem  Balagarii  justitia  mediante  tenentibus  gentes  nos- 
lras in  dicta  obsidione  nobiscura  existentes  hostili  animo  noto- 
rie  expugnasse  interfecissc  ac  etiam  vulnerasse  et  a  meniis  el 
alus  locis  dicte  civitalis  tam  cum  balistis  bombardis  quam  alio- 
rum  armorum  generibus  dictos  nostros  vassallos  continué  oíTen- 
disse  noslraraque  in  personara  bombardarum  lapides  de  nobis 
specialem  habeutes  notitiam  specialiler  ct  publice  direxisse  ac 
mulla  alia  nostrum  honorem  sigillantia  et  notoriam  resistenliam 
et  offensam  sapientia  in  nos  nostrasque  gentes  ut  in  hostes  co- 
mississe:  Constet  etiara  nobis  predictum  Jacobum  passum  fuis- 
se se  regem  Aragonum  nominari  et  nos  infantem  Castelle  el  non 
regem  Aragonum  nominare  ac  nomiuari  per  gentes  suas  publi- 
ce permisisse :  Constet  postremo  nobis  eundem  Jacobum  de  Ur- 
gello  plura  alia  et  diversa  crimina  in  nostri  contemptum  sive 
nostre  raajestatis  injuriam  nostrequc  reipublice  detrimentum 
comississe:  Ideo  prediclis  H  alus  attentis  cor  nostrum  regium 
quod  in  Del  manu  est  jusüssime  movcnlibus  per  hanc  'nostram 
difinitivam  sententiara  pronuntiamus  el  declaramus  Jacobum 
predictum  de  Urgcllo  fecisse  et  perpetrassc  orania  et  singula  sn- 
pradicta  ct  propterea  crimen  lese  majestatis  comississe.  Et  quam- 
vis  secuiidum  justilie  rigoreni  ad  penam  morlis  naturalis  acerri- 
mam  diclum  Jacobum  de  Urgello  condempnare  mérito  debere- 
mus:  considerantes  lamen  quod  a  nostra  regia  Aragonum  prosa- 
pia trahit  originen! :  inclinali  etiam  assiduis  supplicationibus  in- 
clile  infautissc  uxoris  sue  amileque  noslrc  carissime  ac  nonnul- 
laruia  aliarum  rcvereudarum  venerabilium  t^gregiarum  nobiliun» 


( ^^^í) ) 

ac  nolabilium  porsonarum :  diclam  penam  niorlis  accrriniam  in 
(iitam  lenendum  cuslodiam  comniulanles  candom  penam  morlis 
tollimus  et  eum  ad  standum  detcntum  sub  lula  cuslodia  senten- 
lialiler  condempnamus  ut  de  comissis  per  eum  aliqualein  penam 
sentiat  et  de  celero  ad  lalia  aul  similia  non  valeat  prosilire-:  per 
hoc  cnim  quoad  penam  aliqualiter  jusUtie  satisfacimus  et  quoad 
quielem  nostre  reipublice  salubriter  providemus.  Et  nichilomi- 
nus  bona  sua  omnia  a  tempore  comissionis  dicli  criminis  citra 
fuisse  et  esse  nobis  noslroque  erario  aplícala  seu  confíscala  per 
hanc  nostram  sententiam  declaramus.  Declaramus  eliara  eundem 
Jacobum  titulo  seu  tilulis  comitis  de  Urgello  ac  vicecomitis  Age- 
rensis  aut  aliarum  dignilalum  et  officiorum  qu'bus  se  intilula- 
bat  et  aucloritalum  ac  honorum  civitalis  locorum  caslrorum  bo- 
norum  jurium  jurisdiclionum  tam  perpeluorum  quam  tempora- 
lium  fore  privalum:  absolvendo  ab  omni  fidelilale  obligatione 
servilio  promissionc  ac  pacto  civitalcm  predictam  Balagarii  loca 
et  castra  ipsorum  comitatus  et  vicecomitatus  et  alia  quecumque 
ac  ¡vassallos  seu  feudatarios  ac  alios  quoslibel  eidem  Jacobo 
quomodolibet  oblígalos :  salvo  tamen  nobis  processu  superius 
dicto  contra  alios  de  quibus  in  dicta  prevenlione  fit  menlio  con- 
tra quos  ad  presens  ex  causa  non  pronunliamus.  Supplemus 
etiam  omnem  deffeclum  si  quis  forsitan  fuerit  ex  solemnilate 
juris  aut  alias  omissa  in  processu  memóralo  de  nostre  regalis 
prehcmineulie  plenissima  potestate. 

Lata  fuit  hec  sententia  per  nos  Ferdinandum  Del  gratia  re- 
gem  Aragonum  Sicilie  Valentie  Majoricarum  Sardinie  et  Corsice 
comitem  Barchinone  ducem  Athenarum  et  Neopatrie  ac  eliam 
comitem  Rossillionis  et  Ceritanie  predictum  el  per  fidelem  se- 
cretariura  nosírura  Paulum  Nicolay  de  nostro  mandato  leda  et 
publícala  in  castro  nostro  regio  civitalis  lUcrde  die  vicésima  no- 
na novembris  anno  a  nativitate  Domini  millessirao  quadringen- 
tessimo  terlio  décimo  presenlibus  dicto  nobili  Francisco  Derill 
milite  procuratore  quo  supra  ipsam  sententiam  fieri  et  promul- 
gan instante  et  requirente  parle  una  ac  dicto  Jacobo  de  Urgello 
delato  parte  altera  ipresentibus  etiam  pro  teslibus  ad  hec  spe- 
cialiter  adhibitis  et  vocatis  venerabilibus  in  Christo  patribus 
Francisco  barchinonense  Alfonso  legionense  rpiscopis  egregio 
Alfonso  duce  (iandie  nobili  Geraldo  Alamanni   de  Cervilione 


iúiííle  gubernatore  Cathalonie  Berengario  de  Bardaxino  cujus 
<>st  locus  de  Caydino  et  Johanne  de  Plano  legura  doctore  Ihe^ 
saurario  consiliariis  nostris  ac  pluribus  alus  ín  mullitudine  co- 
piosa. 


Luego  que  fué  leida  la  sentencia  ,  dijo  el  conde  en  alta 
voz: — Señor,  misericordia  os  pido,  que  confiando  en  vues- 
tra clemencia  me  vine  á  poner  en  vuestro  poder.  —  Pero 
el  rey  no  le  respondió  cosa  alguna,  sino  que  salió  del  cas- 
tillo y  se  fué  á  palacio,  y  al  conde  le  volvieron  á  la  torre 
donde  solia  estar,  y  estuvo  en  ella  hasta  JO  de  diciembre 
de  este  año,  y  cada  dia  era  visitado  de  muchos.  Estaba  el 
rey  muy  dudoso  dónde  le  llevaria,  y  sabia  que  no  le  con- 
venia que  estuviese  en  estos  reinos ,  por  lo  que  podia  su- 
ceder con  la  mudanza  de  los  tiempos ,  y  pareciéndole  que 
por  ser  el  conde  mozo  y  de  buena  gracia  y  hermosa  com- 
postura y  disposición  ,  y  á  menudo  visitado  de  los  de  la  co- 
rona de  Aragón  ,  que  le  mostraban  gran  afición  y  amor, 
por  lo  que  tendría  mas  lugar  de  escaparse  de  ella  y  alboro- 
tar los  reinos,  ordenó  que  fuese  llevado  á  Castilla;  y  des- 
pedido de  su  madre,  mujer,  hermanas  é  hijas,  para  nunca 
mas  las  ver,  pobre  y  desamparado  de  los  suyos,  y  entrega^ 
do  en  poder  de  Pedro  Nuñez  ó  Rodríguez  de  Queman  y 
Pedro  Alonso  de  Escalante,  con  buen  número  de  gente  de 
armas  castellanos ,  fué  llevado  á  la  cárcel  y  reclusión  que 
habia  de  estar,  sin  saber  dónde,  llevándole  en  una  acémila: 
y  cuando  llegó  á  Zaragoza,  pensó  el  conde  que  allí  se  ha- 
bia de  quedar;  pero  como  vido  que  lo  llevaban  camino  de 
Castilla,  hubo  tan  grande  enojo,  que  no  los  queria  seguir, 
y  se  dejó  caer  de  la  acémila  en  que  iba,   y  se  quejaba  del 


(    ool    ) 

i-ey ,  y  decia  que  le  habia  prometido  que  no  le  sacaiia  de 
s;us  reinos,  y  que  no  cumplía  ahora  su  palabra  real.  Que- 
jábase también  del  duque  de  Gandía  ,  que  fué  el  mediane- 
ro cuando  se  puso  á  manos  del  rey  ,  y  decia  contra  él  pa- 
labras muy  pesadas  y  libertades;  pero  fuéle  forzoso  de  se- 
guir á  los  que  le  llevaban  ,  porque  habia  llegado  á  estado 
tal,  en  que  no  habia  de  considerar  ni  lo  que  perdia  ni  lo 
que  le  quitaban  ,  sino  que  habia  de  tener  por  ganancia  lo 
poco  que  le  dejaban,  pues  su  vida  y  libertad  habia  estado 
y  estaba  en  manos  y  voluntad  del  rey.  Padeció  en  este 
viaje  muchas  injurias  y  pesadumbres  ,  porque  los  que  le  lle- 
vaban eran  muy  descomedidos  é  inhumanos  y  hacian  escar- 
nio y  mofa  de  él,  llevándolo  atado  de  pies  y  de  mano?,  y  en 
los  mesones  y  posadas  lo  enseñaban  á  la  gente  como  si  lle- 
varan un  hombre  vil  ó  ladrón  público,  y  le  daban  de  pes- 
cozones, burlándose  de  él  que  hubiese  tenido  á  gozar  de  pre- 
tender el  reino  en  competencia  del  infante  de  Castilla ,  y 
de  este  modo  le  afligian  sin  rastro  de  piedad  alguna  y  le  da- 
ban mayor  aflicción.  Llegó  por  sus  jornadas  al  castillo  de 
Ureña,  en  Castilla,  y  para  mayor  seguridad  se  puso  en  de- 
fensa y  poder  de  Pedro  Alonso  de  Escalante,  caballero  de 
casa  del  rey,  y  le  tomaron  grandes  juramentos  y  homena- 
jes de  tenerle  en  buena  guarda  y  entregarle  al  rey  siempre 
que  le  pidiese,  ó  á  la  persona  que  él  mandase,  con  el  cas- 
tillo ó  fortaleza  en  que  habia  de  estar  el  conde ,  y  no  á 
otro  alguno. 

No  estaba  el  duque  de  Gandía  muy  contento  de  lo  que 
el  rey  habia  hecho  con  el  conde,  y  muchos  habia  que  echa- 
ban á  él  la  culpa  y  decian  que  hizo  mal  en  aconsejarle  que 
se  metiese  en  poder  del  rey,  y  de  esto  hablaban  muy  liber- 


(  552) 
Cadamente ;  y  á  él  también  le  sabia  mal  que  siendo  de  li- 
naje y  alcurnia  real  fuese  tratado  de  aquella  manera  y  lle- 
vado fuera  de  los  reinos  de  la  corona  de  Aragón  ,  en  que 
habia  hartos  castillos  fuertes  donde  lo  podia  tener  muy  se- 
guro, sin  llevarlo  á  Castilla  ni  meterlo  en  poder  de  personas 
estranjeras ,  como  se  lo  habían  prometido  y  era  público  y 
cierto,  y  lo  viraos  en  la  carta  que  escribió  el  rey  al  infante 
Alfonso  el  dia  que  el  conde  salió  de  Balaguer.  Sentíase 
mucho  el  duque,  después  de  llevado  el  conde  á  Lérida,  no 
le  dieran  lugar  de  hablarle ,  por  haberlo  así  mandado  el 
rey  :  parecíale  á  la  infanta  que  aquel  rigor  se  usaba  con  su 
marido  habia  de  quedar  templado  por  medio  del  duque, 
que  era  quien  mas  habia  servido  al  rey  en  aquella  jornada, 
y  no  habia  en  estos  reinos  persona  de  mas  calidad  ni  otro 
descendiente  de  la  casa  real,  sino  él  y  el  conde,  su  marido, 
y  era  persona  de  quien  el  rey  hacia  mucho  caso;  y  por  eso 
un  dia  fué  á  hablarle  de  la  materia  y  de  la  necesidad  que 
padecian  la  infanta  y  sus  hijas  para  que  la  remediase ,  por- 
que era  cosa  indecente  que  personas  de  su  calidad  pade- 
cieran la  necesidad  que  padecian ;  y  halló  al  rey  muy  dis- 
gustado que  le  metiese  en  tales  materias ,  y  le  despidió  con 
algún  despego  y  severidad  ;  de  lo  que  el  duque  quedó  muy 
sentido  y  dio  algunas  demostraciones  de  ello  de  tal  manera, 
que  el  rey  lo  vino  á  saber,  y  un  dia  le  llamó  y  le  dijo: 
que  lo  que  él  habia  hecho  con  el  conde  y  su  hacienda ,  era 
cosa  que  él  y  todos  sus  vasallos  habian  de  tener  á  bien; 
pues  era  á  fin  de  tener  en  paz  su  reino  y  librarle  de  bulli- 
cios de  guerra,  los  cuales  cualquier  buen  rey  debe  apartar 
de  su  casa  y  tierras;  y  si  es  que  guste  de  ellos,  es  mejor  ha- 
cerla lejos  de  sí,  que  cerca,  y  en  tierras  estrañas  y  nó  pro- 


i 


(  55:;  ) 

prias,  por  ser  el  fin  della  infeliz  v  dudoso  ;  y  (|uc  si  el  m-j 
de  Castilla  don  Pedro,  su  tio,  lo  hubiera  hecho  así  con  don 
Enrique,  su  hermano  ,  padre  del.  rey,  y  asegurádose  de  su 
persona,  como  él  había  hecho  de  la  del  conde,  ni  le  hubie- 
ra metido  gentes  extrañas  en  él  ,  ni  quitado  el  reino  ni  la 
vida  :  y  pues  de  los  escarmentados  salen  los  arteros ,  v\ 
queria  hacer  de  manera  que  tal  no  le  sucediese  con  el  con- 
de, á  cuya  mujer  é  hijas  mondaria  dar  lo  necesario  para  su 
sustento  y  según  su  calidad ,  y  de  lo  demás  no  tenia  él  que 
cuidar  ,  pues  el  reino  era  suyo  y  él  lo  gobernaría  de  la 
manera  que  fuese  mejor. 

El  duque  replicó  al  rey  ,  y  le  dijo,  que  aunque  era  ver- 
dad lo  que  él  decia  ,  pero  le  parecía  que  su  honor  y  repu- 
tación quedaba  muy  lisiado  ,  porque  habiendo  él  sido  me- 
dio que  el  conde  se  metiese  en  su  poder,  en  ocasión  que 
aun  había  quien  le  aconsejaba  que  no  lo  hiciese  ,  sino  que 
resistiera,  y  él  le  había  aconsejado  que  fiara  de  la  clemen- 
cia del  rey;  era  mal  caso  á  su  reputación  que  fuese  así 
tratado ,  y  estaba  muy  cuidadoso  qué  razón  había  él  de  dar 
de  los  tratos  que  le  hacían  al  conde,  si  algún  caballero  por 
él  la  pedia  ó  le  desafiaba  á  batalla ;  y  estimara  él  mas  ha- 
ber muerto  en  aquella  ocasión  ,  que  haber  intervenido  en 
tales  haceres,  pues  sino  por  él  nunca  el  conde  se  le  hubiera 
rendido.  El  rey  le  volvió  á  decir  que  no  se  diese  pena  de 
ello  ,  y  estuviese  cierto  que  el  conde  no  se  quejaría  de  él , 
porque  estaria  en  parte  en  que  tendría  harto  que  hacer  de 
llorar  su  pecado  y  las  ofensas  que  le  había  hecho  y  exce- 
sos, estando  sin  rey  y  señor;  y  que  le  hacia  cierto  que  de 
aquella  hora  adelante  no  habría  mras  ni  conde  ni  condado 
4e  ürgel ,  y  que  si  nadie  le  pedia  cuenta  de  lo  hecho ,  If 
TOMO   X.  37 


(  oo4  ) 
podia  responder  que  habia  sido  en  servicio  de  su  rey  y  se- 
ñor, y  si  no  les  queria  dar  respuesta ,  que  se  los  remitiese 
á  él,  que  él  les  respondería  ó  haria  que  otros  iguales  al 
duque  se  la  diesen  ;  de  lo  que  quedó  muy  sentido,  y  ha- 
bida licencia,  se  ausentó  de  la  corte  del  rey. 

Acabado  ya  el  proceso  contra  el  conde  y  concluida  su 
causa  ,  mandó  el  rey  á  la  infanta  y  á  sus  hijas  fuesen  á  Ji- 
jena  y  estuviesen  allá,  hasta  que  el  rey  mandase  otra  cosa: 
lo  que  sintió  mucho,  porque  siempre  pensó  que  el  rey  le 
daria  alguna  parte  de  los  estados  de  su  marido,  equivalente 
á  su  dote,  y  mostró  mucho  sentimiento  de  esto,  y  así  se  lo 
dijo  al  rey  en  un  largo  y  lastimoso  razonamiento  que  le 
hizo  ;  pero  no  hubo  lugar  la  pensión ,  y  así  se  hubo  de  ir  á 
Jijena;  y  en  esta  ocasión  parió  una  hija  llamada  doña  N,.., 
que  murió  niña,  y  después  el  rey  le  hizo  merced  de  5000 
florines,  que  en  estos  tiempos  valia  cada  uno  once  sueldos, 
duraderos  mientras  se  le  tardaban  á  pagar  las  50000  libras 
de  su  dote;  y  se  los  consignó  sobre  las  rentas  de  los  con- 
dado de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager ,  y  mandó  á  1  de 
mayo  de  1414  á  Fernando  de  Bardexí ,  colector  de  las 
rentas  de  ellos ,  se  los  pagase  con  tres  pagas  ,  cada  cuatro 
meses  una  paga;  y  después,  estando  el  rey  en  Igualada  á  19 
de  marzo  ,  poco  antes  que  muriera  ,  se  le  quejó  la  infanta 
que  no  podia  ser  pagada,  por  no  bastar  á  ello  las  rentas, 
por  las  muchas  donaciones  y  ventas  habia  hecho  el  rey  de 
las  villas  y  lugares  del  condado,  y  por  faltar  la  villa  y  ba- 
ronía de  Pons,  que  habia  vendido  el  conde  don  Jaime ;  y 
así  se  mudó  la  consignación  de  dichos  5000  florines  de  la 
manera  que  le  dio  500  sobre  el  condado  de  Urgel  y  viz- 
condado de  Ager,  3500  sobre  las  rentas  de  Valencia,  con- 


(  55o  ) 
signándolas  sobre  el  derecho  de  los  tres  dineros  que  paga- 
ban los  llorentines  é  italianos  y  sobre  las  lezdas  de  Tortosa, 
mandando  al  baile  general  de  Valencia  se  las  pagase;  y 
quinientos  sobre  las  lezdas  de  Tortosa  :  y  esto  duró  hasta  el 
octubre  de  1417,  que  el  rey  Alfonso  le  hizo  venta  de  la 
villa  de  Alcolea  y  su  castillo  ,  que  era  pueblo  de  trescien- 
tos fuegos,  por  sesenta  mil  florines  de  oro  de  Aragón,  que 
retuvo  ella  en  su  ¡)oder  en  cuenta  de  su  dote  ;  y  mas  le 
hizo  venta  del  diezmo  de  la  lana  y  animales  de  las  lezdas, 
quistias  y  rentas  hacia  la  aljama  de  los  judíos,  y  otros  dere- 
chos tenia  en  Balagucy*  el  rey  y  tuvieron  los  condes  don 
Pedro  y  don  Jaime,  por  diez  y  siete  mil  libras  barcelonesas, 
Y  dice  que  valian  treinta  mil  novecientos  y  nueve  florines  v 
un  sueldo;  y  dice  que  el  término  de  Balaguer  ,  donde  se 
reciben  estas  rentas  que  vende  á  la  condesa,  coníina  con  el 
término  de  Menargues  ,  Castelló  de  Farfaña  ,  Os ,  Gerp, 
Merita  ,  Rápita,  Cayda,  Trimonial  y  Termens;  y  la  infanta 
se  retuvo  estas  diez  y  siete  mil  libras  en  paga  de  su  dote,  y 
el  rey  mandó  despachar  letras  á  Fernando  de  Bardexí  ,  co- 
lector de  las  rentas  del  condado,  para  que  diera  posesión  de 
la  villa  y  castillo  de  x\lcolea  y  rentas  de  Balaguer  á  Andrés 
de  Barutell  ,  procurador  de  la  infanta,  mandando  á  Fernán 
Diez  entregara  aquel  castillo  al  dicho  Bardexí ,  para  que  lo 
pueda  dar  al  dicho  procurador.  Mandó  también  el  rey  (jue 
lo  que  fuese  debido  de  los  cinco  mil  florines  consignados  por 
los  frutos  del  dote  de  la  infanta ,  se  lo  pague  el  dicho  Bar- 
dexi,  hasta  29  de  octubre,  que  fué  el  dia  después  de  hechas 
estas  ventas. 

Sin  esto,  no  dejaba  el  rey  de  ayudarla  en  sus  necesidades 
con  algunas  libranzas  le  mandaba  hacer  ,   como  fué  á  22 


4 


(  55G  ) 
de  diciembre  de  1417,  que  le  mandó  dar  doscientos  flori- 
nes para   pasar  aquellas  fiestas  de  Navidad ,  mandando  á 
Ramón  Fivaller ,  su  tesorero,  que  se  los  pagase. 

Mientras  tardaban  á  llevar  al  conde  á  Castilla,  mandó  el 
rey  proseguir  el  proceso  contra  la  condesa  doña  Margarita 
su  madre,  que,  como  dijimos,  fué  la  que  puso  á  su  hijo 
en  aquellos  trabajos.  Estuvo  esta  señora  detenida  por  or- 
den del  rey  en  Lérida ,  aunque  no  en  tan  estrecha  prisión 
como  el  conde  su  hijo.  A  4  de  diciembre  le  mandó  el  rey 
ir  á  tomar  la  deposición;  y  aunque  se  le  hicieron  diversas 
preguntas,  solo  respondió,  que  ella  poseía  gran  parte  del 
condado,  y  que  su  hijo  le  habia  dado  posesión  de  ella,  por 
seguridad  del  dote  de  ella  y  de  doña  Leonor  su  hija,  y  por 
habérselo  así  aconsejado  letrados ,  porque  si  el  rey  hacia 
proceso  contra  don  Jaime  su  hijo,  á  lo  menos  lo  que  ella 
tuviese  estuviera  seguro  de  ser  confiscado  ,  y  no  quiso  res- 
ponder otra  cosa.  Pero  ya  del  mismo  proceso  hecho  contra 
su  hijo  resultaba  alguna  prueba  contra  de  ella,  que  habia  sido 
cómplice  en  la  rebelión  del  hijo,  de  haberle  atizado,  com- 
pelido  y  aconsejado  en  todo  lo  que  habia  hecho ,  y  de  ha- 
ber acogido  y  tomado  su  parte  de  las  presas  que  se  hicie- 
ron en  la  comarca  de  Lérida  y  Segriá  y  otros  lugares  de! 
rey  ,  y  haber  hablado  desacatadamente  y  con  poco  respeto 
de  su  real  persona  ,  llamándole  infante  de  Castilla.  Pero 
como  esto  no  quedaba  tan  bien  probado  como  era  menes- 
ter ,  se  recibieron  sobre  ello  treinta  y  seis  testigos ,  cuyo 
examen  y  recepción  sometió  el  rey  á  Bernardo  de  Gualbes, 
su  vicecanciller,  el  qual  fué  un  dia  á  la  posada  de  la  con- 
desa á  tomarle  la  declaración  ;  y  asi  como  le  quiso  hacer  la 
primera  pregunta,  dijo  ella,  que  no  pensaba  responder  ni  á; 


(  •>^^  ) 

ella  ni  á  otra  que  le  liiciese  ,  porque  ni  ella  era  rea  ni  leniu 
culpa  alguna,  y  en  caso  hubiese  cometido  algunos  delitos, 
se  los  habia  perdonado  el  rey;  y  así  se  lo  habían  certifica- 
do don  Pedro  Ma^a  y  la  infanta,  antes  que  su  hijo  se  hu- 
biese puesto  en  poder  del  rey :  y  en  conformidad  de  eso, 
cuando  ella  salió  de  Balaguer  y  se  metió  en  su  poder,  la 
trató  nó  como  enemiga  ó  persona  criminosa,  sino  como  se 
pertenecía  á  mujer  de  la  calidad  y  linaje  que  ella,  hacién- 
dole muy  buen .  acogimiento  y  besándola,  y  le  habia  dicho 
que  lo  pasado  fuese  pasado  y  que  él  lo  habia  por  remitido, 
y  que  mirase  que  de  allí  adelante  no  le  hiciese  ningún  de- 
servicio; y  decia  que  ella  no  quería  renunciar  á  tal  gracia 
y  perdón,  antes  entendia  suplicar  al  rey  que  le  fuese  todo 
muy  ampliamente  guardado,  y  rogaba  al  vicecanciller  y  abo- 
gado fiscal,  que  estaban  allí  presentes,  que  lo  refiriesen  al 
rey  y  por  su  parte  le  suplicasen,  que  le  diese  audiencia  en 
presencia  de  la  infanta  su  nuera  y  de  don  Pedro  Maca,  para 
averiguar  lo  que  ella  decia  si  era  así;  y  que  pues  ella  no 
habia  culpa  ni  renunciaba  á  la  gracia  y  perdón  del  rey,  no 
habia  para  que  deponer,  cuanto  mas  que  sospechaba  que  la 
tal  deposición  perjudicaría  á  la  gracia  y  perdón  que  tenía, 
y  que  si  el  rey  pretende  quitarle  su  hacienda,  no  era  mujer 
ella  que  estimase  tan  poco  á  sí  misma  y  su  familia,  que  deje 
de  defenderse,  y  que  pues  le  tiene  ocupada  su  hacienda, 
pide  le  den  de  comer,  y  abogados  que  la  patrocinen. 

El  jueves  siguiente,  que  era  á  14  del  mes,  volvieron  á 
ella  los  mismos  canciller  y  abogado  fiscal,  y  le  dijeron  que 
ellos  habian  referido  al  rey  todo  lo  que  les  había  dicho,  y 
parecía  que  debía  hacer  su  deposición ,  porque  decía  el  rey 
que  no  había  sido  otra  >u  mtencion  smo  perdonar  á  sola 


(  5S8  ) 
su  persona,  y  así  que  respondiese.  Enojóse  la  condesa  de 
tal  respuesta,  y  dijo  que  ella  no  queria  renunciar  á  la  gra- 
cia y  merced  que  el  rey  le  habia  concedido ,  antes  queria 
suplicar  se  le  cumpliese  así  como  se  lo  habian  dicho  la  in- 
fanta y  don  Pedro  Maca ,  y  ya  el  rey  le  habia  dado  señal 
de  ello  con  el  buen  acogimiento  le  hizo  cuando  salió  de  Ba- 
laguer  ;  y  que  si  decia  que  su  intención  no  fué  sino  solo 
perdonar  á  su  persona,  hablando  con  el  debido  respeto,  de- 
cia ,  que  las  gracias  de  los  príncipes  se  han  de  interpretar 
muy  ampliamente,  y  que  si  le  perdonaba  á  ella,  lo  mismo 
era  razón  se  hiciese  con  los  bienes  ,  que  ni  habian  hecho 
mal  alguno  ni  le  podian  hacer;  y  que  si  delitos  se  habian 
cometido,  lo  que  ella  negaba,  esos,  ella  y  nó  los  bienes  los 
habian  hecho,  y  volvia  á  pedir  audiencia  delante  la  infanta 
y  don  Pedro  Maca,  y  abogados,  por  ser  ella  mujer  que  no 
se  entendia  en  tales  negocios.  El  vicecanciller  le  volvió  á 
decir  que  el  rey  y  otros  que  se  hallaban  en  la  ocasión  que 
él  la  perdonó,  decian  que  la  intención  del  rey  fué  perdo- 
nar á  la  persona  las  penas  debidas  y  no  mas  ,  y  que  así, 
que  respondiese  y  depusiese;  pero  la  condesa  siempre  es- 
tuvo en  lo  mismo,  y  pidió  abogados.  Entonces  el  vicecan- 
ciller le  dijo,  que  él  le  mandaba  de  parte  del  rey  que  res- 
pondiese ,  y  si  temia  ser  perjudicada  ,  fuese  con  protesta- 
ción ,  y  le  prometia  de  parte  del  rey  que  la  oiria ,  y  que 
no  baria  cosa  contra  ella  que  no  fuese  según  justicia,  y  le 
daria  abogados  ,  y  se  los  pagaria  ,  y  lo  demás  que  hubiese 
menester  para  su  provisión  ;  y  si  no  queria  hacerlo,  él  pro- 
seguiria  su  proceso  según  justicia  ;  pero  la  condesa  siempre 
perseveró  en  lo  mismo. 

El  procurador  íiscal,  vista  su  contumacia,  pidió  í^e  le  pu- 


(  559  ) 
blicase  la  enqucsla,  y  así  se  hizo;  y  aquel  misnio  dia  pidió 
ser  declarado  haber  cometido  crimen  de  lesa  majestad ,  y 
que  le  fuesen  confiscados   los    bienes  ,  y   castigada  según 
justicia. 

El  dia  siguiente  volvió  el  vicecanciller  y  Pedro  Ram,  del 
consejo  del  rey,  Domingo  Sánchez  ,  procurador  fiscal ,  y  el 
escribano  de  la  causa  ,  á  tomarle  la  deposición ;  pero  ella 
perseveró  en  lo  mismo,  pidiendo  abogados;  y  el  vicecan- 
ciller le  dijo,  que  la  deposición  que  habia  de  hacer  era  acto 
personal,  y  lo  habia  de  hacer  ella  sola  ,  sin  poder  interve- 
nir otro  en  ello;  y  ella  perseveró  en  lo  mismo,  y  pidió  á 
Esperandeo  de  Cardona  y  mosen  Maciá  Vidal,  y  que  des- 
pués nombraria  los  otros ;  y  así  le  dieron  á  éste,  y  dijeron 
que  mosen  Esperandeo  de  Cardona  estaba  ausente,  y  no  se 
lo  podian  dar  porque  esta  causa  no  iba  con  dilaciones,  y 
pues  estaba  en  ciudad  que  habia  otros  letrados,  que  esco- 
giese de  ellos,  que  él  los  compeliria  á  que  la  abogasen,  y  les 
haria  pagar,  y  le  dio  tiempo  hasta  el  dia  siguiente,  y  man- 
dó á  mosen  Maciá  Vidal  que  pena  de  mil  florines  que  la 
abogase. 

A  18  de  diciembre  ,  por  estar  ausente  su  vicecanciller, 
mandó  el  rey  á  Berenguer  Colom,  su  canciller,  que  fuese  á 
la  casa  donde  estaba  la  condesa ,  y  le  pidiese  si  tenia  qué 
decir;  y  ella  respondió,  que  no  le  bastaba  solo  un  aboga- 
do, y  que  mientras  no  tuviese  mas,  no  le  corriese  el  tiempo 
le  era  concedido  para  defenderse;  y  lo  mismo  sucedió  á 
20  del  mes,  y  añadió  que  dijesen  al  rey,  que  ella  perecia 
de  hambre  ,  y  no  tenia  nada ,  porque  él  se  lo  habia  todo 
ocupado.  Y  volvió  después  el  canciller  á  ella  á  decirle  si 
tenia  algo  qué  decir,  y  ella  le  respondió  que  nó,  sino  que 


(  560  ) 
estaba  muy  afligida  ,  porque  le  habían  dicho  que  el  conde 
su  hijo  estaba  muy  enfermo  ,  y  con  todo  el  rev  le  manda- 
ba caminar  á  la  cárcel,  por  donde  juzgaba  que  seria  muer- 
to, y  que  este  pensamiento  la  tenia  muy  enajenada  y  fuera 
de  sí;  y  que  ninguno  le  quería  valer,  ni  hallaba  quien  es- 
cribiese por  ella  una  palabra ,  ni  quisiese  ir  á  ninguna  par- 
te, por  no  caer  en  desgracia  del  rey  ,  y  que  esta  causa  no 
era  de  solo  un  abogado;  y  el  conciller  le  dijo  que  nom- 
brase los  que  quisiese,  que  él  de  parte  del  rey  les  obliga- 
ría á  abogar  por  ella;  y  no  quiso  nombrar  ninguno.  Dióse- 
le  de  término  el  dia  siguiente,  y  respondió,  que  no  quería 
defenderse,  y  que  daba  el  proceso  por  concluido  y  lo  deja- 
ba todo  á  la  voluntad  y  ordinacion  del  rey.  Asignóse  á  sen- 
tencia para  el  viernes  siguiente,  que  era  á  29  de  diciem- 
bre; y  el  dicho  dia ,  á  hora  de  prima,  compareció  el  fiscal 
para  que  se  publicara  la  sentencia,  y  el  canciller  asignó  la 
hora  de  vísperas  en  el  palacio  del  obispo,  y  allá  compare- 
ció la  condesa,  y  el  procurador  fiscal,  y  Pablo  Nicolás,  se- 
cretario del  rey,  publicó  la  sentencia,  que  decia  así: 


Dei  eterni  et  Salvatoris  Domini  noslri  Jhesu-Chrisli  ejusque 
Matris  beatissime  Marie  virginis  glorióse  auxilio  et  nominibus 
humiliter  invocatis.  —  Presidente  rationis  imperio  in  animo 
judicantis  sedet  in  examine  verilalis  pro  tribunali  justilia.  ünde 
Nos  Ferdinandus  Dei  gratia  rex  Aragonum  Sicilie  Valenlie  3Ia- 
joricarum  Sardinie  et  Corsice  comes  Barchinone  dux  Athenarum 
et  Neopatrie  ac  eliam  comes  Rossilionis  et  Cerilanie:  Visa  de- 
nunliatione  seu  preventione  coram  majestate  nostra  oblata  per 
nobilera  et  dilectum  nostrum  Franciscum  de  Erillo  niilitem  pro- 
curatoreraque  nostrum  ad  hec  specialiter  deputatum  contra  et 
adversas  Margaritam  uxorem  egregii  Petri  comitis  Urgelli  et 
vicecomilis  Agerensis  quondam  malreniqne  Jacobi  de  ürgello 


(  301  ) 
filii  diclonim  conjugum:  Visisquo  artioulis  son  íapitiilis  per 
dictuin  procuralorem  nostrum  oblalís  et  spocialiter  qnatcnus 
4Í¡cta  capitula  dictam  Margarilaní  roncernunt  que  postra  fue- 
runt  coiitinuata  et  presentata  per  Dominicum  Sancii  procuralo- 
sem  fiscalera  curie  nostre:  Visis  prcterea  ateslationibus  trsiium 
per  dictum  procnratorem  fiscalem  productorum  ac  publicatione 
de  eisdem  facta  dicte  Margarile  ac  tolius  presentís  processus: 
Visis  inquam  nonnuUis  assignationibus  factís  dicte  Margante  ad 
dicendum  proponendiim  et  allegandufn  si  qua  in  cansa  presen- 
tí dicere  proponere  vel  allegare  vellet  et  prospectis  et  cum  so- 
Jerti  et  matura  diligentia  recensitis  meritis  totius  processus 
preraissorum  de  causa  faclis :  Et  visis  videndis  et  altentis  allen- 
■dendis  divinis  el  sacrosanctis  quatuor  Dei  evangeliis  corana  no- 
bis  proposifis  ac  reverenter  inspectis  ut  de  vultu  Dei  nostrum 
roctum  procedat  judicium  et  oculi  mentis  nosire  videre  valeant 
equilalem  die  presentí  ad  nostram  audiendam  sententiam  dicte 
Margarile  assignata  pronuntiaraus  et  sententiamus  prout  se- 
quitur: 

Cum  per  merita  di<,t¡  processus  coní^tet  nobis  dictam  Marga- 
ritam  subdilam  nostram  et  domicíliatam  in  noslri  dominio  foro 
elpost  publicalionem  et  assumplionem  de  nobis  faclam  in  viruní 
regem  Aragonura  et  regnorum  ac  lerrarum  predictorum  ac 
post  fidelitateni  nobis  prestitaní  per  dictum  Jacobum  de  Urge- 
llo  ejus  íilium  nobis  el  corone  regie  notorie  rebellem  ac  reuní 
crimínis  lesc  rnajestatís  faciendo  cum  quibusdam  confederalío- 
nes  conspiraliones  ac  liantias  causa  occupandí  sibi  legna  et  tér- 
ras nostras  et  se  in  regem  Aragonum  erigendi  extollendí  et  in 
regnis  el  lerris  nostris  se  intrudendi  eí  alias  multipliciler  nos 
et  rem  noslrara  publicam  offendendo:  Constet  notiis  eliam  cla- 
re ipsam  Margaritam  dedisse  dicto  Jacobo  filio  suo  in  premissis 
ac  in  perpetratione  dicti  criminis  jopem  operam  consilium  auxi- 
4ium  et  favorera :  Cousletque  nobis  eandem  Margaritam  dicti 
criminis  lese  majestalis  ream  fore  noslramque  regiam  majesta- 
tem  ac  nostram  rem  publicam  multimode  oíTendisse :  Eapropter 
per  hanc  noslram  definitivam  sententiam  pronuntiamus  el  de- 
claramus  Margaritam  jamdictam  comississe  crimen  lese  majes- 
alis  predictum  et  ream  fore  dicti  criminis  et  castra  loca  villar 
vbona  sua  omnla  necuon  jurisdictiones  perpetuas  et  temporales 
lOMü  X.  .'58 


C  '><>-^  ) 

at  jiua  alia  qiiec  umquc  ipsius  Margarite  a  tenapoie  comissionis 
tli(  li  criminis  citra  fuisse  et  esse  nobis  noslroque  erario  appli- 
catida  seu  confiscanda  per  hanc  eandem  senteDtiam  declaramus 
et  eidem  Margarite  fore  totaliter  perdila  et  amissa  decerniraus 
ac  etianí  declaramus :  absolveudo  quoscumque  vassallos  seu 
feudatarios  et  alios  quoslibet  dicte  Margante  quomodolibet  obli- 
gatos  ab  omni  íidelitate  servitio  et  obligatione  :  salvo  tamen  no- 
iis  processu  predicto  facto  ratione  denuntiationis  et  preventio- 
nis  predicte  et  capitulorum  in  ea  contentorum  contra  alios  de 
quibus  in  dicta  preventione  mentio  facía  est  contra  quos  ad 
presens  diferimus.  Supplemus  etiam  omne  defifectum  si  quis 
forsitau  fuerit  ex  juris  solemnitate  aut  alias  obmissura  in  pro- 
cessu predicto  de  nostre  regalis  preheaiioenlie  plenissima  po- 
testate. 


Acabado  el  proceso  y  dada  la  sentencia  contra  la  conde- 
sa, el  rey,  y  por  él  su  procurador  ,  mandaron  continuar  el 
proceso  contra  doña  Leonor  de  Aragón,  hermana  del  con- 
de, por  estar  inculpada  de  haber  dado  favor  y  ayuda  de 
dineros'y  consejo  al  conde  su  hermano  ,  y  haber  sido  cóm- 
plice en  sus  delitos  y  culpas,  y  haber  escrito  muchas  cartas 
íi  vasallos  suyos,  pidiéndoles  acudiesen  á  Menargues  para  ir 
á  la  presa  de  Lérida ,  y  á  Balaguer  para  valer  al  conde 
contra  el  rey.  Habíale  dado  el  conde  su  hermano,  por  paga 
y  seguridad  de  treinta  y  cinco  mil  florines  le  habia  dejado  el 
conde  don  Pedro,  los  lugares  y  castillos  de  Menargues,  Vil- 
bes,  Os,  Monmagastre ,  CoUfret,  Estaña,  Aña,  MonterguyI, 
Durfort  y  muchos  mansos  y  aldeas  en  término  de  Monmagas- 
tre; y  cuando  el  rey  prendió  el  condado  de  Urgel  y  vizconda- 
do  de  Ager,  prendió  también  estos  lugares;  y  se  los  habia 
dado  el  conde  con  pensamiento  que  si  el  rey  le  confiscaba 
sus  bienes,  á  lo  menos  su  hermana  quedase  segura  de  lo  que 
ella  tenia  en  su  casa.   Prendió  también  el  rev  muchos  bie- 


(  .^>3  ) 
nes  muebles,  como  era  joyas  ,  paños  de  oro  \  sedii  ,  vesti- 
dos, camas  y  mas  de  sesenta  cuerpos  de  libro  de  mano,  que 
por  no  haber  aun  estampa,  eran  de  gran  valor  y  precio. 
Valian  estas  alhajas  mas  de  treinta  mil  florines  ,  y  estaban 
todas  en  el  castillo  de  Balaguer;  y  pretendió  esta  señora  que 
todo  esto  no  se  le  habia  podido  quitar ,  porque  lo  poseía 
ya  en  los  meses  de  junio  y  julio,  y  el  rey  le  tomó  el  lugar 
de  Menargues  en  agosto,  con  los  demás  lugares,  y  esto  no 
lo  podia  hacer  sin  citarla,  porque  cuando  ella  entró  en  po- 
sesión de  ellos,  aun  don  Jaime  no  estaba  acusado  de  los  de- 
litos que  fué  después;  y  sobre  esto  quiso  dar  testigos,  ale- 
gando estar  espoliada  y  haber  de  ser  antes  de  todo  restitui- 
da. Sobre  esto  dio  al  rey  ,  así  en  Lérida  como  en  Zarago- 
za ,  varias  suplicaciones  ,  pidiendo  abogados  para  defendor 
su  causa  ,  y  que  el  rey  les  pagase,  porque  ella,  quedaba  tan 
pobre  y  desnuda  ,  que  aun  para  el  sustento  no  tenia.  Du- 
róle mucho  tiempo  pedir  esto  ,  y  «í  la  postre  el  rey  le  dio 
seis  abogados^  y  tres  procuradores  que  ella  escogió  para  sn 
defensa,  y  les  mandó  pagar  de  su  tesorería.  l)it»|)utóse  mu- 
cho la  causa  del  espolio  ,  pretendiendo  que  antes  de  ha- 
berse quitado  los  bienes  habia  de  ser  citada  y  oida  ;  v  des- 
pués de  haber  dado  muchos  memoriales  é  informado  al 
consejo  real,  en  que  intervinieron  miser  Jaime  Calis  con  diez 
•y  siete  otros  letrados,  se  trató  esta  causa;  y  á  (>  de  junio  de 
1414  se  votó,  y  el  artículo  de  la  dificultad  consistía  en  dos 
puntos  :  el  primero  era  :  Si  aprehemio  facía  per  doimnum 
regem  de  castris  loéis  et  aliis  boiiis  de  quibus  egregia  Eleo- 
nor de  Lrgello  pelit  restituíionem  censeatur  jiiris  exeqnho 
mi  spdiatio. — Secundus  pumlus  est :  casu  quo  dicta  apre- 
hemio   cnuealur    spoliatio   si   cocceptio   re&tilnfinnis    opposilry 


(  :í()4  ) 

jü'!-  (lirltnii  Eleonnntm  'ui  proccfinu  exequtmvis  fado  contra 
miakm  ail  hnloniiam  procuratoris  fscalis  vendkat  sibi  lo- 
ctim.  Fácil  dobium  quia  procedilur  per  viam  inquisüionis 
et  non  per  viam  accusationis :  iierum  quia  agilatur  dicta 
causa  in  foro  seculari  et  in  regia  audienlia  el  non  in  foro 
ecclesiastico. 

La  decisión  v  voto  de  Jaime  Calis ,  que  siguieron  cuasi 
todo? ,  fué  esta  : 


Quod  illa  aprehensio  fuit  facta  in  vim  remedii  et  exequtionis 
juris  et  justilie  et  per  consequens  non  potesl  dici  spolialio  jux- 
ta  commemoiationem  Petri  Alberli  et  practicas  inde  secutas  tum 
píiam  quia  audientia  regia  nec  curie  seculares  non  consueve- 
runt  admirere  tales  exceptiones  spoliationis. 


Publicóse  esta  declaración  á  8  del  mismo  mes  ,  y  que 
fuese  pasado  adelante  en  la  causa  ,  no  obstante  la  excep- 
ción del  espolio  opuesta,  la  cual  dijeron  que  no  tenia  lugar 
en  aquel  caso ,  y  decian  serle  lícito  al  rey  aquel  modo  de 
proceder  ,  cuando  tiene  en  tiempo  de  guerra  sospecha  con- 
tra algún  subdito  suyo.  Suplicóse  de  esta  declaración,  y  no 
hallo  que  se  prosiguiese  ni  hablase  mas  en  este  negocio,  y 
el  rey  se  quedó  con  los  bienes  de  doña  Leonor,  y  viendo 
que  no  podia  cobrar  su]  hacienda  ,  se  retiró  al  monasterio 
de  Jijena  en  Aragón  ,  donde  tenia  su  hermana;  y  el  rey 
Alfonso,  estando  allí  á  6  de  junio  de  1417,  le  dio  trescientos 
florines  de  renta  sobre  la  bailía  general  de  Cataluña ,  y 
porque  por  estar  lejos  érale  trabajoso  el  cobrarlas ,  se  las 
conmutó,  á  15  de  marzo  de  1424,  sobre  aquellos  doce  mil 
■sueldos  que  el  rey  recibia  con  tres  tercias  en  la  villa  de  Sa- 


(  o6o  ) 
riñena  en  Aragón,  consignándole  doscientas  libras  sueldos 
jaquesas  pagaderas  en  el  mes  de  mayo,  y  esto  durante  su 
vida;  y  después  de  haber  estado  algún  tiempo  en  Jijena,  se 
retiró  en  una  ermita  de  Poblet,  donde  hizo  santa  vida  y  ganó 
mas  bienes  eternos  sirviendo  á  Dios ,  que  no  valian  todos 
los  del  mundo  ,  como  queda  ya  referido  en  la  vida  del 
conde  don  Pedro  ,  donde  hablé  mas  largamente  de  las  vir- 
tudes y  pantidad  y  feliz  muerte  de  esta  señora. 

Habia  ya  el  rey  antes  de  la  sentencia  contra  del  conde 
de  Urgel.  llamado  á  todos  los  prelados  y  barones  y  otros 
de  sus  reinos,  para  8  del  mes  de  enero,  para  coronarse  en 
la  ciudad  de  Zaragoza,  para  donde  pasó  de  Lérida  á  10 
del  mes.  Lo  que  sucedió  en  su  coronación,  las  fiestas  se  hi- 
cieron ,  y  mercedes  hizo  y  todo  lo  demás  ,  cuentan  muy 
largamente  Alvar  García  de  Santa  María  ,  Zurita  y  otros 
muchos. 

La  condesa  doña  Margarita  ,  que  tan  perseguida  habia 
sido,  y  tan  acosada  y  pobre  estaba  desemparada  de  todos, 
tenia  confianzas  tan  ciertas  de  volver  á  su  antiguo  estado  v 
prosperidad  ,  y  ver  á  su  hijo  en  libertad,  que  ninguno  de 
los  trabajos  que  padecia  la  podian  espantar  ni  humillar,-  v 
si  indiscreta  y  arrojadamente  se  gobernó  después  de  la  de- 
claración de  Caspe,  no  fué  menos  agora :  solo  habia  de  di- 
ferencia, que  entonces  tenia  cabe  sí  gente  de  calidad  y  no- 
ble ,  pero  agora  solos  algunos  criados  indiscretos  v  de  poco 
saber ,  lijeros  de  creer  y  mas  fáciles  de  ser  engañados ,  y 
gente  tan  simple,  que  á  cada  uno  que  les  decia  lo  que  ellos 
deseaban  oir  daban  crédito,  y  de  él  se  fiaban.  Confiada  del 
consejo  ,  saber  y  fuerza  de  tal  gente  ,  luego  que  el  conde 
su  hijo  fué  llevado  á  Castilla,  entendió  en  darle  libertad, 


(  366'  ) 
sin  tener  paciencia  ni  aguardar  á  ver  el  rey  qué  haria  ó  có- 
mo se  llevaria  con  él.  A  uno  de  estos  criados  llamado  Pedro 
Mirón,  que  era  natural  del  lugar  de  San  Mateo  en  el  rei- 
no de  Valencia,  envió  al  rey  Luis  de  Francia  y  al  duque  de 
Clarencia  en  Inglaterra,  y  para  que  se  viera  con  García  de 
Sese,  de  quien  hablamos  arriba ,  que  en  esta  ocasión  él  y 
Martin  de  Sese,  y  Juan  Doraenech  y  otros  grandes  amigos 
del  conde  de  Urgel  y  de  don  Antonio  de  Luna  se  eran  re- 
lirados  á  Francia,  para  que  alcanzara  del  duque  de  Claren- 
cia le  diese  á  ella  alguna  villa  ó  lugar  de  que  pudiese  sus- 
tentarse, pasando  la  vida  y  teniendo  donde  se  recoger,  en 
caso  que  hubiera  de  salir  del  reino  ;  porque  temia  que  si 
el  rey  sabia  lo  que  ella  trabajaba  por  la  libertad  de  su  hijo, 
no  la  castigase  :  y  que  hiciese  que  García  de  Sese,  valién- 
dose de  aquellos  príncipes ,  entrase  con  buen  ejército  por 
esta  tierra,  y  entrase  por  Aragón,  y   íuese  á  poner  sitio  al 
castillo  de  Ureña,  donde  el  conde  su  hijo  estaba,  y  no  se 
partiese  de  allí  hasta  haberle  dado  libertad,  y  que  ya  que 
entrase,  no  fuese  con  poca  gente,  porque  no  haria  sino  cor- 
rerías que  serian  de  poco  efecto. 

Llegado  este  hombre  k  Francia,  halló  á  García  de  Sese 
en  un  lugar  llamado  Sordo,  cinco  leguas  de  Bayona,  y  le 
esplicó  la  comisión  que  llevaba  y  el  fin  de  este  mensajería; 
y  él  le  dijo  que  el  duque  de  Clarencia  en  aquella  ocasión 
no  podia  valer  á  la  condesa,  ni  con  gente  ni  con  hacienda; 
pero  no  contento  el  Pedro  Mirón  de  esto,  pasó  á  Inglaterra 
á  hablar  con  aquel  príncipe,  que  fué  el  que  mas  favoreció 
las  cosas  de  don  Jaime  ,  y  le  dio  larga  noticia  de  los  su- 
cesos de  él,  y  del  triste  fin  habian  tenido  sus  pretensiones, 
y  le  suplicaba  que  cumpliese  con  lo  que  le  habia  promrti- 


(  'iCT  ) 
do  en  la  liga  y  confederación  entre  ellos  hecha  ,  de  que 
habia  auto  público  que  el  conde  le  dio  á  él  ,  cuando  salió 
de  Balaguer  para  meterse  en  poder  del  rey,  y  se  lo  dio  á 
él,  que  lo  tenia  muy  bien  guardado ;  y  que  habia  muchos 
que  le  cargaban  á  él  por  no  haberle  ayudado  ,  según  estaba 
entre  ellos  concordado,  y  que  si  queria  volver  á  emprender 
lo  que  estaba  concertado  entre  ellos,  aquí  estaba  mosen 
García  de  Sese,  que  le  daria  entrada  por  Jaca,  donde  aun 
tenia  amigos;  y.  el  duque  le  dijo  cuanto   le  pesaba  de  los 
malos  sucesos  del  conde  de  ürgel,  y  que  no  le  parecia  cosa 
acertada  venir  él  con  armas  en  estos  reinos,  estando  él  pre- 
so,  porque  viniendo  á  contemplación  suya,  y  por  su  liber- 
tad, seria  muy  contingente  que  el  rey  le  mandara  matar;  v 
le  parecia  mejor  y   mas  acertado  ,  que  valiéndose  de  sus 
amigos  y  parientes,  les  escribiese,  porque  los  unos  suplicán- 
dolo y  pidiéndolo  al  rey,  y  otros  (no  alcanzando  nada  los 
primeros)  ayudando  con  dinero  para  dar  á  las  guardas  ,  se 
procurase  jsu  libertad  ,  que  era  lo  que  todos  deseaban  ;  v 
así  escribió  el  duque  al  rey  de  Portugal,  á  la  reina  de  Cas- 
tilla y  á  la  duquessa  de  Berri  muy  apretadamente  sobre 
esto  ,  y  con  esto  le  despidió. 

A  la  vuelta  pasó  á  Paris ,  y  habló  con  el  rey  de  Fran- 
cia, y  le  hizo  acordar  que  ya  García  de  Sese  le  habia  dicho 
que  si  él  queria  emprender  la  conquista  de  la  corona  de 
Aragón,  él  tenia  poder  del  conde  de  ürgel  para  cederle  su 
derecho;  y  el  rey  le  dijo,  que  él  habia  de  venir  á  Provenza, 
y  trataria  con  García  de  Sese  lo  que  habia  en  esto ,  y  man- 
dó dar  á  Pedro  Mirón  seis  escudos  en  una  moneda  de  ve- 
llón llamada  blancas,  y  le  despidió. 

J)c  aquí  lué  á  ver  á  la  duquesa  de  Berri  ,  que  era  pri- 


(  o68  ) 
raa  del  conde  don  Pedro  de  Urgel,  y  la  halló  en  un  castillo 
de  Alvernia  llamado  Mancuirol,  y  le  dio  las  letras  que  lle- 
vaba de  la  infanta  y   de  la  condesa,  y  una  del  duque  de 
Clarencía;  y  esplicada  la  creenza  contenida  en  ellas,  le  pi- 
dió alcanzase  letras  del  rey  de  Francia  y  del  duque  de  Ber- 
ri,  y  del  conde  lie  Armeñac    y  de  otros  señores  para  el 
rey,  pidiéndole  la  libertad  del  conde  de  Urgel  y  restitución 
de  su  estado  ó  parte  de  él,  con  que,  cuando  tuviese  liber- 
tad, pudiese  vivir;  y  que  si  el  rey  de  Francia  por  sus  rue- 
gos no  venia  en  esto,  que  le  favoreciese  para  que  con  di- 
nero ó  de  otra  cualquier  manera  le  sacase  de  la  cárcel  :  y 
la  duquesa  le  dijo,  que  ella  ya  tenia  letras  del  rey  Luis, 
que  decian  de  Ñapóles,  para  el  de  Aragón  ,  y  de  otros  se- 
ñores de  Francia ,  salvo  del  duque  de  Berri  y  del  cor/de  de 
Armeñac,  y  tenia  por  cierto  que  si  con  el  rey  de  Aragón 
lio  acababan  nada  estas  cartas ,  á  lo  menos  servirían  de  in- 
dignar al  rey  Luis  y  demasi  señores  contra  el  de  Aragón,  y 
de  esto  siempre  se  sacaria  algún  fruto ;  y  fué  fama  que  es- 
tando aquí  Pedro  Mirón,  intentaron  valerse  de  mágicos  pa- 
la  sacar  á  don  Jaime  de  la  prisión  ,  y  ofrecieron  estos  de 
darle  libertad,  y  pidieron  por  ello  quince  m.il  escudos,  que 
les  fueron  prometidos  después  de  libertado,  y  de  antemano 
pidieron  doscientos  para  el  gasto  de  ciertas  camisas  se  ha- 
blan de  hacer,  una  para  don  Jaime  ,  y  dos  para  los  que  le 
hablan  de  ir  á  libertar;  y  vestido  cada  uno  de  su  camisa, 
irian  por  el  aire  donde  querrían ;  pero  la  duquesa,  aborre- 
ciendo tales  medios ,  mandó  que  en  eso  de  los  encantos  no 
se  hal;)lara  mas. 

Despedido  de  la  duquesa  ,  se  vino  á  Morella  en  el  reino 
de  Valencia^  donde  hallo  á  la  infanta  y  á  la  condesa;  y  ley 


( :ití9  } 

desengañó  ác  las  coníianzas  tenian  de  aquellos  príncipes ,  y 
i|ue  solo  habia'habido  letras  del  duque  de  Clarencia  para  el 
rey  de  Portugal  y  reina  de  Castilla,  en  que  les  pedia  inter- 
cedieran con  el  rey  para  la  libertad  del ,  conde  de  Urgel. 
Díjoles  también  como  babia  hallado  á  García  de  Sese  ,  Be- 
renguer  de  Fluviá  ,  Gilabcrt  de  Canet ,  laan  Domenech  y 
otros  amigos  del  conde,  que  habian  sabido  dar  mejor  cobro 
á  sus  personas ,  y  estaban  retirados  en  aquel  reino,  y  tra- 
taban de  buscar  forma  como  se  hiciese  una  buena  entrada 
♦;n  estos  reinos,  cobrando  aquellos  para  el  conde  de  Urgel; 
y  aun  decia  le  habian  dicho  que  seria  luego,  que  guarda- 
sen las  banderas  y  pendones  reales  que  el  conde  tenia  he- 
chos, para  arbolarlas  cuando  fuesen  entrados,  para  mover 
con  esto  los  ánimos  de  la  gente  de  esta  Corona ;  y  García 
de  Sese  estaba  mas  animoso  que  nunca  :  y  la  condesa  esta- 
ba tan  contenta  de  esto,  como  si  ya  tuviese  su  hijo  fuera  de 
la  cárcel  y  hubiera  cobrado  sus  estados;  pero  la  infanta 
tenia  pesar  de  estos  negocios,  y  decia  que  todo  eran  temeri- 
dades é  imposibles,  que  mejor  le  fuera  á  García  de  Sese 
hacer  que  con  embajadas  y  cartas  se  pidiese  la  libertad  del 
conde  ,  y  dejarse  de  meter  gentes  forasteras ;  pues  el  con- 
fiar de  tales  entradas ,  nos  ha  perdido  y  acabado  del  todo; 
y  es  cierto  que  si  aquellos  príncipes  creyeran  lo  que  Gar- 
cía de  Sese  les  decia,  hubieran  dado  harto  qué  pensar  al 
rey. 

Desde  Valencia  enviaron  á  Pedro  Mirón  al  reino  de  Por- 
tugal, y  allá  dio  las  cartas  que  llevaba  del  duque  de  Cla- 
rencia, y  otras  de  la  infanta  y  condesa  de  Urgel,  para  el 
rey,  el  cual  le  dijo  que  volviese  otra  hora,  que  él  daria  la 
res{)ucsta;  y  esta  fué,  que  pues  todas  aquellas  letras  eran 


(  ^70  ) 
de  creenza,  que  la  esplicase;  y  así  dijo  como  aquellos  se- 
ñores le  suplicaban   que  enviase  un  embajador  al  rey  de 
Aragón,  para  pedir  la  libertad  del  conde  de  Urgel;  y  que 
cuando  esto  no  le  pluguiese,  que  se  lo  escribiese ,  que  así 
lo  habian  hecho  el  rey  Luis  y  otros  señores  de  Francia :  y 
el  rey  de  Portugal  dijo  ,  que  por  no  hacerse  sospechoso  al 
rey  de  Aragón,  no  podia  hacer  lo  que  se  le  pedia.  Enton- 
ces le  replicó ,  que  pues  no  podia  hacer  lo  que  se  le  su- 
plicaba, á  lo  menos  se  sirviese,  que  si  el  conde,  ó  por  tra- 
to ó  de   cualquier  otra  manera  salia  de  la  cárcel ,  le  diese 
paso  y  seguro  por  sus  reinos  hasta  la  mar,  para  que  pudie- 
se meterse  en  alguna  nao  y  pasarse  á  Inglaterra ;  y  el  rey, 
oido  esto,  quedó  algo  suspenso  ,  y  después  le  dijo  que  la 
reina  de  Aragón  era  su  prima  ,  y  que  entre  los  hijos  su- 
yos y  de  ella  habia  muy  cercano  parentesco,  y  que  él  no 
daria  lugar  á  tal  cosa  como  le  pedia,  ni  á  otra  que  pudiese 
causar  tal  daño  como  este  al  rey   de  Aragón;  antes  bien 
desengañaba  que  si  don  Jai-me  se  salia  de  la  cárcel  y  pasa- 
ba por  su  reino  y  él  lo  sabia,  le  baria  prender ,  y  preso  le 
volveria  al  rey  de  Aragón ;  y  que  sobre  esto  no  se  liablase 
mas.  Visto  lo  poco  que  habia  acabado  cop  aquel  rey,  no 
quiso  dar  una  carta  que  llevaba  del  duque  de  Clarencia 
para  la  reina  de  Portugal ;  y  porque  estaba  sin  dinero ,  pi- 
dió al  rey  por  medio  de  un  criado  de  su  casa,  que  le  favo- 
reciese, y  le  mandó  dar  veinte  escudos  y  un  salvoconducto 
para  todos  sus  reinos.  Visto  lo  poco  que  habia  alcanzado 
del  rey,  fué  á  mosen  Francisco  de  Vilaragut,  caballero  ca- 
talán que  estaba  en  aquel  reino,  y  llegó  en  ocasión  que 
estaba  muy  enfermo,  y  los  médicos  no  quisieron  dar  lugar 
á  que  le  hablasen  ni  le  metiesen  en  cosas  de  negocios  ;  y 


(  •>71  ) 
así  se  fué  á  liablar  al  conde  de  Bracelos  ,  v  menos  pudo, 
porque  estaba  entre  Duero  y  Miño  :  solo  halló  á  Ñuño  Sán- 
chez, que  era  al  Algarbe,  en  un  lugar  suyo  llamado  Por- 
tel. Dióle  las  cartas  del  duque  de  Clarencia,  y  esplicó  su 
creenza  y  lo  pue  le  habia  pasado  con  el  rey  de  Portugal; 
y  le  dijo  que  pues  el  rey  le  habia  dado  tal  respuesta,  él  no 
queria  meterse  en  aquello  ni  lo  baria  por  todo  el  mundo. 
Quiso  saber  qué  negociaciones  tenia  hechas  el  conde  de  Ur- 
gel ;  y  él  dijo  que  no  habia  hecho  mas  de  que  el  rey  de 
Francia  y  otros  señores  de  aquel  reino  lo  habían  escrito  al 
rey  de  Aragón,  v  él  habia  de  ir  á  la  reina  de  Castilla  con 
letra  del  duque  de  Clarencia  para  lo  mismo ;  y  si  con  estas 
diligencias  no  obraban  cosa  ,  probarían  si  dando  dinero  á 
las  guardas  podrían  hacerle  escapadizo;  y  le  rogó  que  si  so- 
bre esto  sabia  alguna  traza  se  lo  dijese,  porque  era  obra  de 
misericordia,  pues  daba  libertad  á  un  preso  injustamente. 
Ñuño  Alvarez,  admirado  de  la  simpleza  del  tal  mensaje,  le 
dijo  que  después  del  rey  de  Portugal  tenia  por  señor  al  de 
Aragón  v  sus  hijos,  y  por  cuanto  habia  en  el  mundo  no  le 
íjueria  disgustar,  antes  le  serviría  en  todo  lo  que  fuese  po- 
sible ,  y  así  le  despidió. 

Salido  de  Portugal,  se  fué  para  Castilla,  para  hablar  con 
la  reina,  que  en  aquella  ocasión  estaba  en  la  villa  de  Fro- 
mesla;  v  si  no  fuera  por  temor  que  no  le  prendieran,  hu- 
biera llegado  á  Ureña  á  visitar  al  conde  de  Urgel ;  pero  no 
se  atrevió.  Antes  de  hablar  con  la  reina  ,  se  vio  con  Juan 
Alvarez  de  Osorío  ,  que  acompañándola  habia  pasado  por 
Ureña,  y  habia  entrado  á  visitar  al  conde.  Dio  Pedro  Mi- 
ron  á  Juan  Alvarez  razón  de  todo  lo  que  le  habia  pasado, 
V  la  respuesta  que  lo  dio  el  rey  de  Portugal,  y  la  fonfian- 


(572) 
za  que  tenia  de  que  el  rey  Luis  lo  escribiría  al  de  Aragón: 
y  que  era  venido  para  dar  una  carta  al  duque  de  Clarencia 
para  la  reina  ,  porque  por  medio  de  su  embajador  pidiese 
la  libertad  del  conde  de  Urge! ;  y  no  queriéndolo  hacer ,  á 
lo  menos  hiciese  que  el  rey  de  Castilla  su  hijo  lo  pidiese  al 
rey  de  Aragón,  de  quien  se  decia  que  habia  de  ir  á  Casti- 
lla ;  y  que  cuando  el  de  Aragón  por  ruegos  no  lo  quisiese 
hacer  ,  buscarian  otros  modos  para  sacarlo  de  la  cárcel, 
porque  no  le  faltaban  deudos  al  conde  que  daban  quince 
mil  escudos  cuando  le  hubiesen  librado  de  ella :  y  esto  le 
dijo  que  no  habia  de  ser  porque  el  conde  hubiese  de  hacer 
guerra  al  rey,  sino  solo  porque  saliese  de  la  cárcel;  y  se  lo 
decia  esto  en  secreto ,  por  saber  que  él  era  muy  buen  ca- 
ballero, y  no  lo  habia  de  descubrir ,  pues  era  á  fin  de  ha- 
cer una  obra  tan  buena,  como  era  sacar  un  preso  de  la  cár- 
cel ;  y  aun  le  pidió  consejo  si  esto  lo  diria  á  la  reina ;  y 
Juan  Alvarez  de  dijo  ,  que  pues  él  llevaba  carta  de  su  so- 
brino el  duque  de  Clarencia  para  la  reina,  que  la  diese  y 
que  la  informase,  que  tal  cosa  le  diría  á  él  solo,  que  no 
diria  á  otro ;  y  así  por  medio  de  Juan  Alvarez  tuvo  entrada 
y  dio  la  carta  á  la  reina,  y  le  descubrió  los  tratos  en  que 
andaba  y  sus  pensamientos ;  y  la  respuesta  que  llevó  fué. 
que  la  reina  mandó  á  García  Sánchez,  su  alcalde,  lo  lleva- 
se á  la  cárcel,  donde  se  le  tomó  la  deposición  de  todo,  y 
se  dio  aviso  al  rey,  y  con  esto  dio  fin  á  su  mensajería. 

A  mas  de  esta  tan  bien  lograda  diligencia,  se  hizo  otra,  y 
fué  enviar  un  capellán  de  casa  la  infanta,  que  era  su  limos- 
nero, llamado  Pedro  Martin,  al  papa  Benedicto  de  Luna  y 
al  cardenal  de  San  Jorge  ,  porque  intercedieran  con  el  rey 
por  la  libertad  del  conde,-  y  para  que   les  volviese  su  ha- 


(  .>75  ) 
<íienda  y  patrimonio  ,•  pero  acabó  poco  con  pilos ,  jiorquc 
eran  mas  amigos  del  rey  que  del  conde. 

Mientras  se  trabajaba  en  estas  embajadas,  bacia  la  con- 
desa todas  las  diligencias  posibles  en  hallar  un  hombre  que 
quisiese  meterse  en  servicio  de  Pedro  Alonso  de  Escalante, 
castellano  de  Drena,  porque  haciéndose  familiar  y  casero, 
alcanzase  ser  guarda  del  conde,  y  parte  para  que  le  echa- 
sen de  la  cárcel,  ó  matando  los  guardas,  ó  corrompiéndo- 
los con  dinero,  ó  del  modo  que  mejor  les  fuese  posible;  y 
para  mas  facilitar  esto  ,  daba  entender  que  el  rey  de  Por- 
tugal, luego  que  saliese  de  la  cárcel,  le  acogeria  en  su  rei- 
no, y  que  Bernardo  de  Forciá,  que  no  sabia  nada  de  esto, 
y  era  tio  de  la  infanta  y  hermano  de  la  reina  doña  Sibila, 
dejaría  una  galera  que  tenia  para  llevarlo  á  Monferrat  al 
marques  su  hermano,  y  que  ella  pagaria  muy  bien  á  todos 
los  que  supiesen  y  ayudasen  en  este  hecho ;  y  no  faltaban 
algunos  que,  codiciosos  de  las  grandes  promesas  que  hacia, 
quisieron  emprenderlo;  pero  habia  tantas  dificultades,  que 
era  imposible  salir  con  ello,  y  mas  siendo  cosa  de  notable 
deservicio  del  rey.  La  pasión  y  ceguera  de  la  condesa  era 
tal,  que  se  fiaba  de  cualquiera,  y  solo  le  jurase  secreto,  le 
comunicaba  no  solo  lo  que  era  posible  de  hacerse,  pero  aun 
sus  íntimos  pensamientos  y  primeros  movimientos.  Habia 
un  vagamundo  que  se  llamaba  N.  Amorós ,  hombre  vil  y 
bajo ;  y  de  este  fiaba  la  condesa  la  libertad  de  don  Jaime  su 
hijo,  prometiendo  cien  florines,  si  hallaba  hombre  que  qui- 
siese emprender  este  hecho  ;  pero  como  este  era  hombre 
ignorante  y  grosero,  y  sabia  que  no  era  para  tal  empresa, 
lo  comunicó  con  un  bellaconazo  disimulado  del  reino  de 
Murcia,  que  se  llamaba  Alfonso  Méndez ,  que  se  acaró  con 


(  '^>74  ) 
la  condesa  ,  y  después  de  haberle  con  juramentos  (erribles 
prometido  el  secreto  ,  le  prometió  de  servirla  en  lo  que  le 
mandase,  comunicándole  ella  todos  sus  pensamientos;  y  en 
particular  le  pidió  si  hallarian  cómo  dar  al  rey  cierta  cosa 
que  le  quitaria  la  vida  dentro  de  poco  tiempo  ,  de  lo  que 
él  mostró  escandalizarse,  y  dio  entender  á  la  condesa  la  di- 
ficultad liabia  en  ello  ,  por  estar  el  rey  con  muchas  guar- 
,das  ,  y  tener  cabe  sí  servidores  que  cuidaban  mucho  de  su 
salud  Y  vida.  La  condesa,  pues  el  otro  le  desviaba  aquello, 
le  metió  en  otras  materias,  y  fué  si  ^abia  el  hombre  que 
.quisiese  ir  á  Castilla  ,  para  tratar  con  los  que  guardaban  á 
don  Jaime  le  hiciesen  escapadizo;  y  era  buena  aquella  oca- 
sión, porque  habia  sabido  ella  por  medio  de  un  criado  del 
conde,  que  habió  venido  de  allá  ,  que  estaban  cubriendo  de 
madera  el  aposento  donde  estaba  su  hijo  ,  y  por  una  venta- 
na la  subian,  y  habia  en  ella  una  cuerda  por  donde  podia 
escalarse,  y  era  fácil  entrar  en  el  castillo,  porque  por  cau- 
sa de  la  obra  habia  muchos  que  entraban  y  salian  :  y  aun 
daban  otra  traza ,  que  era  dar  yerbas  á  Alfonso  de  Escalan- 
te, porque  turbadas  las  guardas  con  la  muerte  de  él,  pudie- 
sen efectuar  lo  que  deseaban.  Todo  esto  comunicó  la  con- 
desa, y  mucho  mas,  con  este  hombre,  que  se  ofreció  de 
hacer  lo  que  ella  quería,  y  decia  tener  un  hermano  bastar- 
do que  estaba  en  guarda  del  conde  ;  y  con  este  intento  se 
partió  de  Zaragoza  ,  donde  en  aquella  ocasión  se  hallaba  la 
condesa,  y  apenas  hubo  caminado  algunas  leguas  ,  que  te- 
mió que  aquel  Amorós,  que  sabia  que  él  trataba  estas  cosas 
con  la  condesa,  no  fuese  descubierto.  Esto  pasó  en  la  pas- 
cua de  Resurrección  del  año  14-14:  y  era  este  Alfonso 
Méndez   de  casa  del  rev  ,  v  le  habia  hecho  merced  de  do? 


(  -7o  ) 
lonjas,  y  le  tenia  de  espía,  según  conjeturo  y  se  vio  con  lo 
que  hizo  ,  porque  pasó  á  Murcia  para  comunicar  todo  esto 
con  Alfonso  Yañez  Fajardo,  que  era  deudo  y  amigo  suvo  y 
vasallo  del  rey,  y  tomar  su  parecer ,  y  para  que  hiciese  sa- 
bedor al  rey  de  los  tratos  de  la  condesa;  pero  el  Fajardo 
le  dijo  que  no  eran  cosas  aquellas  que  sin  testigos  de  lo  que 
él  decia  se  pudiesen  decir  al  rey  ,  que  no  era  hombre  li- 
jero  de  creer;  y  el  Alfonso  le  dijo,  que  no  habia  otro  tes- 
tigo sino  un  caballero  de  casa  la  condesa  ,  que  se  llamaba 
Ramón  Bereiíguer  de  Auriachs,  que  lo  sabia  todo  ,  pero 
decia  que  no  faltaria  traza  con  que  todo  esto  lo  supiese  la 
persona  que  el  rey  quisiese.  Con  todo,  les  pareció  á  los  dos 
bien,  por  evitar  el  daño  que  se  podia  seguir  mientras  tar- 
daba esto  á  llegar  á  la  noticia  de  Escalante,  que  se  lo  fue- 
se á  hacer  saber;  y  así  se  fué  de  camino  á  Ureña,  y  lo  dijo 
todo  á  Alfonso  de  Escalante,  y  quedó  admirado  ,  y  pare- 
cióles escribirlo  al  rey,  el  cual  luego  mandó  que  pusiesen 
buenas  guardas  al  conde,  y  que  Alfonso  Méndez  se  viniese 
para  él,  y  llevase  algunas  de  las  señales  habia  entre  la  con- 
desa y  su  hijo,  que  según  ella  habia  dicho,  eran  tres,  ó  es- 
crito de  mano  del  conde,  ó  lo  que  le  dijo  cuando  se  despi- 
dió de  él  en  el  castillo  de  Lérida,  ó  cierto  bolsón  que  le 
habia  dado  ,  y  Alfonso  Méndez  procuró  haber  el  bolsón  ó 
escrito  de  mano  del   conde.   Pero  Alfonso  de  Escalante  le 
dijo,  que  esto  era  casi  imposible,  porque  don  Jaime  habia 
hecho  propósito,  mientras  estuviese  preso,  de  no  escribir  de 
su  mano  á  persona  alguna  ,  y  lo  del  bolsón  era  asimismo, 
porque  él  tenia  cinco  bolsones,  y  no  sabia  quien  era  el  del 
señal,  y  era  fácil  tomar  uno  por  otro.   Ofrecióle  de  darle 
lugar  si  queria  hablar  con  el  conde,  pero  él  no  lo  quiso 


(  57(>  ) 
aceptar,  porque  decia,  que  si  después  por  otra  ocasión  salia 
de  la  cárcel,  no  le  diesen  á  él  la  culpa;  y  porque  no  lle- 
gase sin  señal  á  la  condesa,  le  dieron  una  camisa  que  ella 
le  habia  enviado  y  algunas  emprentas  del  anillo  del  conde, 
que  el   carcelero  tenia  en  su  poder;  y  con  esto  se  vino  á 
Cataluña,  y  llegado  h  Lérida,  donde  vivia  la  condesa,  le  dio 
entender  que  habia  hablado  con  el  conde,  y  habia  dado 
aquella  camisa  y  aquellos  sellos,  que  él  habia  hecho  de  su 
mano  en  aquella  cera  ,  y  que  T.  Tello  y  Rodrigo  de  Vila- 
Santa,  que  le  guardaban,  lo  habían  visto;  pero  á  la  conde- 
sa esto  no  se  le  acertaba,  antes  le  dijo,  porqué  no  habia 
llevado  el  bolsillo;  y  él  le  dijo  que  el   carcelero  le  tenia 
contadas  todas  las  joya^  y  demás  cosas  que  tenia,  y  que  si 
se  lo  hubiese  dado  ,  lo  hubiera  hallado  menos.  Luego  dijo 
ella: — Lo  mismo  será  de  la  camisa. —  Dijo  él: — Nó,  por- 
que delante  del  carcelero  la  habia  dado  á  Tello ,  uno  de 
los  guardas,  para  que  se  la  diese  á  él. — Y  como  ella  esta- 
ba tan  ciega  en  este  negocio,  lo  creyó  todo.  Hablaron  lar- 
gamente,  y  dijo  á  la  condesa  mil  mentiras,    y  ella  á  él 
otras  tantas,  y  parecia  que  iban  á  porfía  quien  mas  menti- 
ria,  y  ella  lo  hacia  para  mas  animarle  en  que  entendiera  en 
la  libertad  del  conde.   Certificóle  que  el  rey  de  Portugal 
favorecia  al  conde  de  gente  y  dineros,  y  que  saliendo  de  la 
cárcel  le  acogeria  en  sus  reinos  ,  y  que  la  duquesa  de  Bar 
le  valia  con  doce  mil   florines,  y  que  su  hermano  el  mar- 
qués de  Monferrat,  con  ayuda  del  emperador,  cuyo  vicario 
general  era  ,  le  favorecia   para^  conquistar  el  reino  é  islas 
de  Mallorca,  que  decia  pcrtenecerle,  y  que  el  rey  de  Por- 
tugal  queria  emprender  la   conquista    de  Sicilia  ,   y  otras 
mil  cosas  semejantes.  Partido  de  Lérida  el  Méndez,  se  vino 


(  577  ) 
á  Momblanc,  doiido  el  rey  liabia  de  celebrar  cortes;  y  llegó 
el  mismo  dia  que  el  rey,  y  le  dio  cuenta  de  todo  lo  que 
queda  di-cho  ,  y  el  rey  al  principio  no  lo  podia  creer ;  y 
porque  no  dudase  «n  ello,  le  ofreció  Alfonso  Méndez,  que 
si  le  daba  un  hombre  de  confianza  que  supiese  hablar  cas- 
tellano ,  le  daria  probado  todo  lo  que  queda  dicho,  y  aun 
mucho  mas.  Dióle  el  rey  para  esto  á  Pedro  Sorano  ,  que 
era  escribano  de  ración  de  su  casa  y  corte,  y  le  encomendó 
con  grandes  veras  que  procurase  de  saber  todo  lo  que  le 
habian  dicho  de  su  propia  boca  de  ella,  y  le  tomó  juramento 
que  le  diria  verdad  de  todo  lo  que  pasaria,  y  que  hiciese 
aquello  que  Alfonso  Méndez  le  diria,  que  era  el  que  le  lia- 
bia de  instruir  en  aquel  hecho.  Partiéronse  los  dos  para 
Lérida,  y  el  Sorano  se  mudó  el  nombre  y  tomó  el  de  Juan 
de  Valladolid;  y  venidos  á  Lérida,  antes  de  hablar  con  la 
condesa,  se  vio  con  R.  Berenguer  de  Auriachs  ,  que  le  dio 
noticia  de  todo  lo  que  él  sabia,  porque  á  mas  de  ser  hom- 
bre simple,  era  hablador  ;  y  fueron  por  orden  de  la  conde- 
sa al  monasterio  de  San  Agustin  ,  donde  Ramón  de  Au- 
riachs les  tomó  el  juramento  de  que  guardarian  secreto  de 
todo  lo  que  se  les  diria:  y  lo  bueno  era,  que  antes  de  jurar 
ya  les  habia  dicho  todo  aquello  que  mas  habia  de  ser  se- 
creto y  ellos  querían  saber.  Aquella  tarde  fueron  á  visi- 
tar la  condesa,  y  le  dieron  una  letra  de  creenza  ,  hacién- 
dole creer  ser  de  Tello  y  de  Rodrigo,  que  eran  los  que  de- 
cían guardar  el  conde;  y  Ramón  B.  de  Auriachs  afirmó  ser 
así,  porque  él  conocia  los  sellos  de  ellos.  Pedro  Sorano  le 
dijo  que  él  era  sobrino  de  Rodrigo  de  Vila-Santa  ,  que  le 
enviaba  á  ella  para  averiguar  si  era  verdad  que  ella  hubiese 
prometido  lo  que  decia  Alfonso  Méndez ,  si  hacia  escapadi- 
TOMO  X.  39 


(  -^78  ) 
/o  .1  óu  hijo;  porqufi  si  era  verdad,  é!  traia  orden  de  ase- 
gurarse de  ella,  ó  con  juramentos  ó  como  mejor  pudiese,  de 
que  cumpiiria  con  todo  efecto  lo  tratado  ,  que  era  dar  á 
Tello  5000  florines  y  á  Rodrigo  h  su  hija  doña  Cecilia  por 
mujer;    v   ella   dijo    que  sí,  y    le   hizo   escritura   sellada 
con  su  sello ,  que  era  una  flor  de  lis  en  cera  negra,  y  de- 
cia  que  eslimaba  mas  darla  á  éste,  con  quo  sacase  á  su  hijo 
de  la  cárcel  ,  que  á  don  Bernardo  de  Cabrera,  que  se  la 
pedia  por  mujer,  y  era  un  caballero  muy  principal  de  Ca- 
taluña y  tenia  grandes  estados  en  ella,  y  aun  le  hacia  dote; 
y  acordaron  que  si  otro ,  que  á  mas  de  estos  dos  también 
guardaba  á  don  Jaime,  no  queria  consentir,  que  le  mata- 
sen .  aunque  por  ser  recien  casado  les  daba  poco  cuidado, 
porque  á  las  noches  dormia  con  la  mujer,  y  así  solo  queda- 
ban dos  guardas  y  no  mas.  Descubrió  la  condesa  á  este 
Pedro  Sorano  todos  sus  pensamientos  y  todo  lo  que  habia 
pasado,  y  le  dio  letras  de  creenza  para  Rodrigo  de  Vila- 
Santa,  y  un  papel  sellado.,  con  ciertos  polvos  que,  bebidos 
con  vino,  causaban  sueño,  y  los  habia  hecho  un  Juan  de  Ca- 
latavud,  de  quien  después  hablaremos;  y  con  esto  se  par- 
tieron de  Lérida  para  Momblanc,  á  referir  al  rey  lo  que 
habian  oido  de  la  condesa. 

Tenia  la  infanta  en  su  casa  un  sacerdote  llamado  Ber- 
nardo Martin,  que  la  servia  de  limosnero,  y  era  hombre 
bueno  y  sin  malicia  ni  doblez,  natural  de  Ripoll.  Con  este, 
en  el  mes  de  abril  de  Í413,  trabó  gran  amistad  un  Diego 
Ruiz  de  Mendoza,  que  era  espía  del  rey  y  se  hacia  gran 
maestro  de  declarar  los  vaticinios  ó  profecías  que  corrían  en 
aquellos  tiempos  entre  )a  gente  ignorante ,  como  vimos  ar- 
riba.   E<ite  bupn  clérigo  era  muy  codicioso  de  entenderlas. 


(  '>79  ) 
y  así  con  facilidud  trabaron  amistad  los  dos.  iMoslr^base 
este  Mendoza  muy  apasionado  por  el  conde  y  sus  rosas ,  v 
un  dia  le  dijo,  cómo  era  posible,  siendo  él  castellano  v  de 
casa  del  rey,  y  estando  su  mujer  en  servicio  de  la  reina, 
se  apasionase  tanto  por  el  conde  de  Urgel;  si  por  ventura 
seria  esjMa,  que  por  descubrir  los  pensamientos  de  la  in- 
fanta y  condesa,  se  metiese  tanto  entre  ellas;  y  él  le  dio 
tal  satisfacción,  que  le  dejó  persuadido  que  solo  le  movia 
el  provecho  y  honra  del  conde  de  Urgel  .  y  nó  otra  cosa 
alguna,  y  vería  con  la  esperiencia,  que  con  los  avisos  que 
daría,  quedaría  el  conde  avisado  de  muchos  sucesos  futa- 
ros,  y  evitaria  algunos  infortunios  que  le  amenazaban;  y  él 
estaba  de  esto  tan  satisfecho ,  que  los  comunic.íba  con  el 
conde  \  gustaba  de  saberlos,  y  si  no  los  entendía,  pedia  se 
los  declarase  mas ,  y  él  hacia  sus  declaraciones  y  glosas  ,  y 
las  daba  á  este  clérigo  ,  que  las  llevaba  al  conde ,  porque 
gustaba  de  ellas ,  pues  le  anunciaban  en  la  resistencia  que 
hacia  al  rey  prósperos  fines.  Después  de  preso  el  conde, 
entró  por  su  medio  de  privania  de  la  condesa  v  de  la  in- 
fanta, y  cada  dia  iba  en  su  casa,  y  las  seguía  así  en  Lérida 
4omo  en  21aragoza,  donde  estuvieron  algún  tiempo,  y  cabía 
en  todos  ios  secretos  de  ellas  ,  y  no  hacían  ninguna  co«a 
que  no  se  la  comunicasen  ,  porque  era  hombre  que  en  cual- 
quier materia  luego  encajata  sus  lugares  de  profecías,  v 
declarindolas  á  su  modo ,  las  consolaba  \  aseguraba  buenos 
Unes  y  felices  sucesos,  como  si  dependieran  de  su  voluntad 
V  nó  de  la  providencia  divina  ;  y  llegó  á  tanto  su  desver- 
güenza ,  que  dijo  á  la  condesa,  que  no  diese  á  su  hija  doña 
Cecilia  á  don  Bernardo  de  Cabrera,  porque  había  de  hacer 
gran  casamiento  ,  í^egun    hallaba  en  su?  libms  :  \  ella  cni 


(  ;í80  ) 

tan  loca,  que  fiando  de  [esto,  entretenia  á  don  Bernardo. 
Estando  la  infanta  y  condesa  en  Zaragoza,  en  febrero  de 
1414,  llegó  un  servidor  del  conde,  que  venia  de  Ureña, 
llamado  Juan  de  la  Cambra.  Éste  comunicó  á  este  Mendo- 
za ,  por  verle  tan  de  casa  de  la  infanta  ,  todo  lo  que  ha- 
bían pasado  él  y  el  conde,  y  le  dijo  le  habia  encargado  que 
dijese  á  la  condesa,  cuidase  que  el  trato  de  Inglaterra  de 
cierta  gente  de  armas  que  habia  de  venir  para  sacarle  de 
la  cárcel  se  efectuase,  y  muchas  cosas  que  se  urdian  por  su 
libertad ;  y  como  este  bellaconazo  era  tan  disimulado, 
creian  en  él  como  si  fuera  una  persona  que  mucho  tiempo 
hubieran  conocido  y  esperimcntado,  procurando  en  todo  su 
consejo  y  parecer.  Estando  en  esta  buena  reputación  y 
crédito,  se  les  ofreció  haber  de  enviar  al  emperador  y  al 
marqués  de  Monferrat  una  persona,  para  tratar  con  ellos 
que  pidiesen  la  libertad  del  conde ;  y  por  esto  escogieron 
este  Ruiz  de  Mendoza,  á  quien  lo  dijo  de  parte  de  la  con- 
desa é  infanta  mosen  Berenguer  de  Barutell,  arcediano  de 
Santa  María  dé  la  Mar  de  Barcelona  ,  que  era  pariente  de 
estas  señoras ,  rogándole  que  emprendiese  aquel  viaje,  que 
habian  ya  antes  querido  cometer  á  Berenguer  de  Spes,  ca- 
ballero, y  lo  habian  dejado  porque  era  hombre  noble  y  ha- 
bia de  ir  con  mucho  gasto,  y  no  era  hombre  elocuente  ni 
verboso,  y  que  así  lo  encomendaron  á  él;  y  como  era  esto 
lo  que  deseaba,  lo  aceptó  de  muy  buena  gana,  y  le  dieron 
sus  instrucciones;  y  la  condesa,  para  mas  instruirle,  le  dijo 
romo  ella  habia  comunicado  todos  sus  afanes  con  un  em- 
bajador del  emperador  ,  que  habia  estado  en  estos  reinos 
poco  habia  por  razón  de  concertar  la  cisma,  y  le  habia  ro- 
gado que  intercediese  con  el  rey  por  la  libertad  del  conde. 


(  381  ) 
y  él  no  lo  quiso  hacer ;  antes  dijo  no  serle  lícito  pedir  ó 
tratar  raas  de  aquello  para  que  era  venido;  pero  le  acon- 
sejaba que  enviase  una  persona  al  emperador  y  su  hermano 
el  marques  de  Monferrat,  que  pidiese  la  libertad  de  su  hijo 
y  restitución  de  sus  bienes,  que  él  ayudaria  todo  lo  posible, 
haciendo  los  buenos  oficios  fuese  menester,  porque  él  era 
muy  servidor  del  marqués,  y  tenia  un  hermano  que  vivia 
en  tierras  suyas;  y  si  le  queria  escribir,  él  daria  las  cartas, 
y  llevarla  en  su  compañía  á  la  persona  que  ella  enviase  al 
emperador,  y  le  aguardaria  en  Narbona,  para  que  de  allí 
adelante  fuesen  juntos;  y  agradecieron  mucho  á  este  Men- 
doza que  emprendiera  este  camino.  Vióse  antes  de  partir 
con  el  embajador  del  emperador,  y  le  espió  su  pecho,  y 
|e  metió  luego  en  declaraciones  de  profecías,  y  le  dio  al- 
gunos papeles  de  ellas  con  sus  interpretaciones,  porque  le 
habia  dicho  el  embajador  que  el  emperador  gustaba  de  ellas 
y  tenia  buenos  astrólogos  en  sus  tierras.  La  condesa  y  la 
infanta  le  dieron  para  el  gasto  del  camino  setenta  florines, 
firmas  de  ellas  en  blanco,  y  muchas  emprentas  de  sus  se- 
llos, para  que  el  marqués  su» hermano,  en  nombre  de  ellas, 
escribiese  al  emperador,  y  si  era  menester  al  papa  Juan  y 
otros  á  quien  fuese  conveniente;  y  en  particular  le  encar- 
garon que  hiciese  de  manera,  que  el  emperador  y  marqués 
de  Monferrat  escribiesen  al  de  Inglaterra,  que  escribiese  á 
la  reina  de  Castilla,  que  sacase  al  conde  de  la  cárcel  en' que 
estaba,  y  lo  enviase  á  Inglaterra;  y  que  si  la  reina  de  Cas- 
tilla no  queria  hacerlo,  que  enviase  sobre  esto  embajada  al 
rey  de  Aragón;  y  no  queriendo  hacerlo,  á  lo  menos  que 
alcanzase  deí  rey  que  restituyese  á  la  infanta  y  sus  hijas  y 
á  ella  lo  que  les  habia  quitado;  y  sobre  esto  hicieron  sus 


(  o82  ) 
instrucciones  :  v  aunque  deseaba  mucho  el  Mendoza  llevar- 
se el  proceso  ó  alegaciones  hechas  en  favor  del  conde,  pe- 
ro no  se  las  quisieron  dar,  temiendo  que  si  el  rey  sabia 
que  revolvian  aquello,  no  hiciese  matar  al  conde,  y  ellas  no 
querian  aventurar  la  vida  de  él;  pero  el  Mendoza  siempre 
replicaba  que  era  bien  que  el  emperador  y  demás  señores 
que  habian  de  valer  al  conde  supieran  la  justicia  que  tenia, 
para  que  tuviesen  mas  ánimo  de  favorecerle;  pero  no  hubo 
lugar  en  aquella  ocasión  que  se  las  llevase.  Acordaron  tam- 
bién de  dar  forma  como  escribiéndose  no  fuesen  entendi- 
dos ,  y  así  hicieron  un  memorial  en  que  mandaban  los 
nombres  á  ¡as  personas  de  quien  habian  de  hablar  en  sus 
cartas,  y  cada  uno  se  quedó  con  el  suyo;  y  estos  eran  nom- 
bres sacados  de  las  piofecías  que  él  daba  entender  que  í<a- 
bia,  y  por  ser  cosa  entretenida  los  pongo  aquí: 

Al  papa,  llamaban  el  señor  de  las  abejas. 

Al  rev   Lancelao  de ,  el  Antecristo  do  Oriente. 

Al  de  Inglaterra,  el  señor  de  la  colmena  dulce. 

AI  duque  de  Ayork  y  su  hermano,  los  hijos  del  alto  pa- 
dre y  de  la  baja  madre.  • 

Al  papa  Benedicto  de  Luna,  el  gallo. 

Al  emperador,  la  bestia  de  los  dientes  de  hierro. 

Al  rey  de  Francia,  la  flor  mayor  de  los  egipcios. 

k\  rey  Luis,  la  flor  menor  de  los  egipcios. 

.41  príncipe  de  Inglaterra,  el  león  de  la  gran  ventura. 

A  Genova,  puerto  de  tribulación. 

Al  rey  Fernando  de  Aragón,  el  perro  rabioso. 

Al  rey  de  Portugal,  el  perro  occidental. 

Al  conde  de  Urgel,  el  amargo  y  el  durmiente 

A  las  galeras,  langostas. 


{  583  ) 

A  las  naves,  balleuas. 

A  la  reina  de  Castilla,  la  encerrada. 

Al  rey  de  Castilla,  e!  nacido  del  olnao. 

A  Aviñon,  la  ciudad  del  pecado. 

Al  marqués  de  Monferrat ,  el  buen  Farreron. 

De  esto  dejó  un  memorial  á  la  condesa,  que  después  le 
hallaron  en  sus  escritorios,  y  él  se  llevó  otro;  y  á  24  de 
mayo  se  partió  el  dicho  Pedro  Martin,  que  se  quedó  en  !a 
Seo  de  Urgel,  y  él  continuó  su  camino  hasta  llegar  á  Lom- 
bardía,  y  en  un  pueblo  llamado  Puente  de  Scura,  halló  al 
emperador  y  al  marqués,  á  quien  dio  las  cartas  de  su  her- 
mana y  de  la  infanta;  y  el  marqués  quedó  muy  maravillado 
del  estado  de  las  cosas  de  ellas ,  y  preguntó  muy  en  parti- 
cular de  la  prisión  del  conde  y  cómo  habia  sido  .  porque 
de  todo  estaba  muy  ignorante,  y  estaba  muy  maravillado 
que  habiendo  tantas  novedades  en  las  cosas  de  su  sobrino, 
no  le  babian  escrito  nada  ni  dado  razón  de  ellas,  ni  menos 
habia  sabido  nada  de  un  trato  que  por  medio  de  Juün  Do- 
menec  y  de  un  religioso  dominico  habia  movido  el  conde 
Sobre  la  conquista  del  reino  de  Sicilia,  ni  de  los  conciertos 
de  ella:  y  el  Mendoza  le  escusó  como  mejor  supo,  v  le  dio 
largas  nuevas  de  la  condesa  y  de  la  infanta  y  de  las  hijas 
de  las  dos,  y  que  la  condesa  deseaba  salirse  de  estos  reinos, 
y  retirarse  fuera  de  ellos.  Mandó  el  marqués  en  las  firmas 
y  sellos  que  llevaba  en  b|anco  cartas  de  creenza  para  el 
emperador,  y  el  dia  de  San  Juan  de  junio  se  las  dio  v  le 
esplicó  la  creenza,  salvo  en  lo  que  tocaba  á  escribir  á  la- 
reina  de  Castilla  que  le  sacase  de  la  cárcel,  porque  en  vez 
de  esto,  solo  le  escribió  que  rogase  al  rey  que  lo  sacase  é 
hiciese  lo  demás  que  le  encomendó  la  condesa.   El  empe- 


(  584  ) 
rador  le  remitió  á  su  canciller,  y  éste  se  quiso  informar  de 
todo ,  y  dijo  que  el  emperador  habia  de  ir  á  la  ciudad  de 
Aberna,  y  de  allí  habia  de  enviar  un  embajador  á  Inglater- 
ra, que  de  su  parte  trataria  el  negocio  de  la  infanta  y  con- 
desa, y  que  le  siguiese;  pero  el  Mendoza  no  quiso,  porque 
lio  llevaba  harto  dinero  ni  sabia  la  tierra,  y  así  un  herma- 
no del  marqués,  que  iba  con  el  emperador,  se  encargó  de 
lo  que  el  Mendoza  habia  de  hacer. 

El  Mendoza,  que  habia  ya  descubierto  la  intención  del 
marqués  y  visto  lo  que  podia  confiar  la  condesa  del  empe- 
rador y  de  su  hermano,  se  despidió  de  él,  y  le  dijo  que  di- 
jese á  la  condesa  su  hermana,  que  no  le  parecía  ni  era 
acertado  saliese  ella  de  los  reinos,  sino  estar  en  ellos  tra- 
bajando por  la  libertad  y  honra  del  conde  su  hijo,  y  que  él 
tendria  cuidado  de  socorrerla  con  dinero,  y  le  hacia  saber 
como  en  aquellas  partes  se  hacian  grandes  aparatos  contra 
el  infante  de  España  y  papa  Benedicto  de  Luna,  y  que  se- 
ria acertado  que  ella  enviara  el  proceso  y  alegaciones  en 
que  fundaba  el  conde  su  justicia,  porque  visto  el  negocio, 
el  emperador  deliberarla  mejor  lo  que  debiera  hacer;  y  con 
esto  y  letras  de  creenza  que  le  dio'  el  marqués,  se  vino  á 
España,  y  á  4  de  agosto  llegó  á  Morella  en  el  reino  de 
Valencia,  donde  halló  á  las  infanta  y  condesa  y  al  arcedia- 
no Berenguer  de  Barutell^  y  les  dio  relación  de  lo  que  ha- 
bia pasado.  Quedaron  todos  muy  contentos  de  lo  que  les 
dijo  este  socarrón,  y  creian  en  él  tanto,  que  le  daban  no- 
ticia de  todo  lo  que  sabian  y  de  lo  que  Pedro  Mirón  habia 
hecho  en  Francia  y  Inglaterra,  y  daban  ya  por  hecho  todo 
lo  que  él  habia  pedido  y  deseaban  alcanzar  de  aquellos  re- 


(  585  ) 
yes;  y  parece  que  la  condesa  quería  engañar  al  Mendoza  i 
y  este  la  engañaba  á  ella . 

Estando  en  Morella,  llegó  á  ellas  un  Juan  de  Calatayud, 
que  sabia  hacer  unos  polvos  de  tal  virtud ,  que  bebidos  en 
vino  ,  daban  un  sueño  que  duraba  dos  dias;  y  el  conde  ha- 
bia  enviado  á  decir  por  un  criado  suyo  que  venia  de  Dre- 
na, que  buscasen  este  hombre  para  que  hiciera  estos  pol- 
vos, y  que  se  los  enviasen,  porque  confiaba  que  dándolos  á 
beber  á  las  guardas,  se  saldria  de  la  cárcel;  y  aunque  a! 
principio  cuando  se  los  pidieron  no  los  pudo  hacer,  por  fal- 
tarle los  ingredientes,  después  los  hizo,  y  la  condesa  los  dio 
á  Pedro  Serano,  escribano  de  ración  y  espía  del  rey,  para 
que  los  llevase  al  conde,  con  achaque  de  que  metidos  en 
vino  se  lavaría  las  piernas,  que  de  no  caminar  se  le  habian 
hinchado. 

Deseaba  ya  el  Mendoza  haber  las  alegaciones  ,  y  daba 
prisa  se  las  diesen,  con  todos  los  papeles  se  habian  traba- 
jado en  favor  del  derecho  del  conde,  para  llevarlos,  según 
él  decia,  al  emperador  y  al  marqués;  y  al  principio  no  los 
hallaban,  porque  después  de  la  declaración  de  Caspe  nadie 
se  curó  mas  de  ellos  :  y  aunque  los  pidieron  á  los  aboga- 
dos y  á  otros  que  habian  intervenido  en  ellos,  era  difícil 
hallarlos,  porque  los  unos  no  los  tenian,  y  otros  solo  tenian 
algunos  fragmentos,  y  los  que  los  tenian  todos,  no  los  que- 
rían dar  por  no  deservir  al  rey  ;  así  que  fué  muy  dificulto- 
so hallarlos  :  pero  á  la  postre  supieron  que  los  tenia  un  re- 
ligioso de  San  Domingo,  llamado  fray  Francisco  Nadal,  y 
era  varón  muy  docto  y  gran  matemático.  Éste,  por  orden 
de  la  condesa,  los  dio  á  Bernardo  Mirón  y  al  Mendoza,  que 
por  eslo  fueron  á  Barcelona,  donde  estaba  este  religioso:  y 


(  o86  ) 
estaudo  juntos  en  casa  de  Andrés  Baruteli,  que  era  herma- 
no del  arcediano,  así  como  les  habia  de  dar  estos  papeles, 
dijo  el  fray  Francisco  Nadal,  que  él  hallaba  por  su  ciencia 
y  arte,  que  todo  aquel  trato  y  las  diligencias  que  la  con- 
desa hacia  eran  descubiertas  al  rey;  y  el  Mendoza,  le  dijo: 
que  tal  ciencia  era  aquella;  y  el  fraile  replicó  :  que  astro- 
logia;  y  el  otro  bellaconazo  del  Mendoza,  dijo: — No  sé 
como  puede  ser  eso,  porque  si  publicado  es,  vosotros  lo 
habéis  hecho  ,  que  de  mí  bien  seguro  estoy  que  nadie  la 
sabe. — Pero  con  todo  siempre  juzgó  fray  Francisco  Nadal 
ser  gran  locura  fiar  de  tal  hombre,  porque  como  este  re- 
ligioso era  sabio,  siempre  lo  tuvo  por  espía  del  rey,  como 
lo  era,  y  parece  que  ya  naturaleza  queria  se  guardasen  de 
él,  porque  era  señalado  de  cara;  y  decia  Andrés  de  Baru- 
teli que  cuando  uno  compraba  una  bestia,  cuidaba  mucho 
que  no  fuese  señalada,  y  lo  mismo  se  habia  de  hacer  con 
los  hombres  que  tratamos;  y  aunque  esto  les  hizo  reparar 
en  fiarse  de  él,  pero  el  abono  que  dio  de  él  Pedro  Martin,- 
el  limosnero  de  la  infanta,  y  porque  sabian  que  la  condesa 
é  infanta  fiaban  de  él  y  le  habian  dado  razón  de  lo  que  les 
habia  sido  encomendado,  les  obligó  á  que  le  diesen  el  pro- 
ceso, y  á  la  postre  se  lo  entregaron  ,  y  partió  con  él  y  con 
las  órdenes  que  la  condesa  é  infanta  le  dieron,  que  eran, 
que^uese  á  la  duquesa  de  Berri  y  le  dijese  que  ella  era  con- 
tenta que  hiciese  de  sus  hijas  y  nietas  los  matrimonios  qu« 
quisiese,  con  que  se  hiciesen  grandes  ligas  para  la  conquis- 
ta dejlos  reinos,  hasta  librar  al  conde  de  la  cárcel  y  res- 
tituir á  ella  sus  estados,  y  que  siguiese  en  todo  el  consejo 
del  marqués  su  hermano,  advirtiéndole  que  García  de  Se- 
so, que  estaba  en  Francia,  tenia  procura  de  su  hijo  bastan- 


( .'isr ) 

te  para  liacer  todo  aquello  que  fuese  menester,  á  quien, 
y  Berenguer  de  Fluviá  y  Juan  Domenec  habia  de  decir  que 
lo  solicitasen  con  gran  cuidado,  y  para  esto  le  dieron  fir- 
mas y  sellos  de  la  condesa  é  infanta  y  de  su  hija  doña  Leo- 
nor ;  y  mas  dijo  que  acabase  con  el  marqués  que  enviase 
luia  galeota,  como  ya  se  lo  habia  enviado  á  decir  por  Gi- 
lahert  de  Canet,  á  las  costas  de  Barcelona  ó  Valencia,  ó 
allá  donde  el  rey  estuviese,  con  título  de  llevar  mercadería, 
y  que  estuviese  allá  gente  bien  armada  para  que  prendie- 
sen los  hijos  del  rey,  que  solian  salir  á  menudo  á  caza  con 
el  obispo  de  León  y  otros  caballeros,  que  solo  al  salir  les 
acompañaban,  y  luego  se  volvian,  y  el  obispo  se  quedaba 
debajo  alguna  sombra,  mientras  los  infantes  cazaban;  y  ella 
se  ofrecía  de  dar  aviso  de  esto  á  los  de  la  galeota,  porque 
saliesen  de  ella  v  los  tomasen  y  llevasen  al  emperador  ó  á 
su  hermano,  porque  así  el  rey  diese  libertad  á  su  hijo,  v  á 
ella  le  volviese  su  hacienda.  Con  estas  órdenes  los  despi- 
dieron, y  él  y  Bernardo  Martin  llegaron  juntos  hasta  Besa- 
lú,  y  aquí  se  dividieron,  y  éste  se  vino  á  Ripoll,  donde  te- 
nia un  beneficio,  y  el  Mendoza  dióle  entender  que  él  pro- 
seguía su  camino,  y  este  fué  tal  que  se  volvió  á  Momblanc, 
y  refirió  al  rey  todo  lo  que  habia  pasado,  y  le  dio  el  pro- 
ceso y  alegaciones ,  y  todos  los  papeles  que  la  infanta  y 
condesa  y  doña  Leonor  le  habian  dado  para  llevar  al  mar- 
qués y  al  emperador. 

Todas  estas  diligencias  y  mensajerías  tan  poco  premedi- 
tadas y  tan  indiscretas,  fueron  aviso  para  que  el  rey  mirase 
por  sí,  V  mandase  guardar  con  mas  cuidado  la  persona  de 
don  Jaime;  y  aunque  ignorante  de  todos  estos  tratos,  él 
fué  el  quo  llovó  buena  parte  de  la  pena  de  pilos,  porque  el 


I 


(  588  ) 
carcelero,  que  hasta  aquel  punto  le  habia  tenido  en  una 
cárcel  moderada  y  espaciosa,  sin  vedarle  visitas,  de  aquella 
hora  adelante  le  tuvo  tan  apretado ,  y  casi  fué  maravilla 
que  no  pereciera  de  tristeza  y  congoja  :  tanto,  que  llegó  á 
punto  que  perdió  la  cuenta  del  dia  y  de  la  noche,  y  aun 
del  tiempo  que  corría,  porque  le  metieron  en  lo  mas  hon- 
do de  una  escurísima  y  lóbrega  torre ,  con  grillos ,  así  que 
ni  via  ni  podia  ver  resto  ni  señal  de  la  luz  del  cielo.  Este 
fué  el  fruto  nacido  de  las  diligencias  de  la  condesa,  que  en 
todo  fué  arrojada  é  indiscreta;  y  el  rey,  que  estaba  de  to- 
do esto  informado,  no  pudo  mas  disimular  ni  escusarse  de 
proceder  contra  de  ella  y  demás ,  y  mandó  á  su  hijo  el  in- 
fante don  Juan  que  disimuladamente  viniese  á  Lérida  y 
mandase  prender  la  condesa  y  sus  hijas,  y  á  Pedro  Mirón, 
Juan  de  Fluviá,  Berenguer  de  Auriachs  y  todos  los  demás 
criados  de  su  casa  que  pudiese  haber,  que  fueron  hasta  nú- 
mero de  quince  personas,  juntamente  con  todos  los  papeles 
que  les  hallase.  La  persona  de  la  condesa  y  sus  hijas  en- 
comendó á  Diego  Hernández  de  Vadillo,  y  los  demás  lle- 
varon á  la  cárcel ;  y  el  rey  con  letras  reales,  dadas  en 
Momblanc  á  29  de  octubre  deste  año,  mandó  á  Juan  Mon- 
gay,  de  Lérida,  y  baile  general  del  condado  de  Urgel,  que 
recibiese  información  contra  de  la  condesa  y  procurase  sa- 
car en  limpio  la  verdad  de  todo,  para  proceder  contra  ella 
y  Pedro  Mirón,  R.  Berenguer  de  Auriachs  y  demás  cóm- 
plices. Tomó  por  asesor  á  Pedro  Ram,  que  recibió  los  tes- 
tigos y  deposición  de  Ramón  Berenguer  de  Auriachs,  Juan 
de  Fluviá,  Alfonso  Méndez,  Pedro  Sorano,  Diego  Ruiz  de 
Mendoza,  espías  del  rey,  de  Bernardo  Martin,  limosnero  de 
la  infanta,  v  de  Pedro  Mirón,  criado  de  ella.   Del  dicho  de 


(  o89  ) 
estos  y  deposición  se  tomó  á  la  condesa  quedó  probado  to- 
do lo  que  queda  dicho  en  los  párrafos  pasados,  y  por  mas 
asegurarse  de  la  verdad  ,  acararon  á  la  condesa  y  Alfonso 
Méndez,  porque  éste  decia  cosas  increibles,  como  era  decir 
que  la  condesa  queria  dar  tósigo  al  rey  y  hacer  prender  los 
infantes  cuando  saliesen  á  cazar,  y  otras  cosas  semejantes, 
pero  ella  siempre  negó,  aunque  él  siempre  perseveró  en  lo 
que  habia  dicho.  Interrogóla  también  sobre  diversos  pape- 
les habian  hallado  en  su  poder,   y  de  Pedro  Mirón  y  de 
Bernardo  Martin,  y  adminiculados  de  los  testigos,  hicieron 
prueba  contra  la  condesa.  Al  principio  estuvo  presa  en  Lé- 
rida, donde  tenia  algunos  amigos;  y  el  rey,  para  mas  ase- 
gurarse de  ella  y  demás  presos,  los  mandó  llevar  en  el  rei- 
no de  Valencia,  á  30  de  noviembre  1414,  y  fueron  en  su 
compañía  Pedro  Ram  y  Pedro  Esplugues,  alguacil   real,  y 
llevaron  con  ella  otros  culpados  del  mismo  delito,  y  los  me- 
tieron en  el  castillo  de  Cullera,  y  el  rey  despachó  letras 
al  alcaide  de  aquel  castillo  para  que  los  recibiese  y  guar- 
dase, y  al  baile  general  de  Valencia  para  que  diese  crédito 
á  lo  que  le  dirian  el  dicho  Ram  y  Pedro  Esplugues,  según 
parece  en  un  registro  del  rey  Fernando  {Curice  4,  de  los 
años  1414  y  1415).  Después  la  mandó  sacar  de  este  cas- 
tillo, y  le  dio  por  cárcel  una  alquería  llamada  Rascaña,  en 
la  huerta  de  Valencia,  que  fué  de  los  religiosos  de  San 
Bernardo  (Escol.  tom.  I,  fol.  945),  donde  y«  estaba  á  12 
de  marzo  del  año  1415;  y  todo  el  tiempo  que  estuvieron 
allá,  el  rey  les  hizo  la  costa  á  ella  y  sus  hijas  y  demás  pre- 
sos ,  y  según  parece   en   un  registro  (2   Pccunice)  del  rey 
Fernando,  el  cual  pagaba  el  alquiler  de  la  ropa  de  camas  y 
mesa,  porque  esta  era  alquilada  ,  y  asimismo  les  daba  de 


(  59<)  , 
ooiuer  >  vestir;  v  siempre  tuvieron  guarda  de  soldadas  á 
costa  del  rey  :  que  cierto  es  un  grande  desengaño  de  las 
cosas  de  este  mundo  y  de  las  mudanzas  de  fortuna,  ver 
que  una  señora  tan  principal  como  esto,  que  venia  de  lina- 
je de  emperadores  por  línea  legítima,  y  era  suegra  de  una 
hija  de  rey  ,  llegase  á  tanta  pobreza  ,  que  se  sirviesen  de 
ropa  alquilada  ella  y  sus  hijas,  y  se  vistiesen  de  la  que  el 
rey  les  daba  por  mano  de  un  carcelero,  y  esta  muy  limi- 
tada y  ordinaria.  Estando  aquí,  después  de  haberle  toma- 
do diversas  veces  la  declaración,  según  la  gravedad  del  ne- 
gocio requeria,  le  dieron  tiempo  para  defenderse;  y  sobre 
el  darle  abogados  hubo  muchas  diferencias,  y  á  la  postre 
le  dieron  una  nómina  de  los  de  la  ciudad  de  Valencia,  y 
ella  escogió  cinco  y  dos  procuradores,  á  quien  mandó  el 
rey  á  pena -de  mil  üorines  que  la  patrocinasen;  pero  ello? 
dieron  tales  escusas,  que  el  rey  las  admitió;  y  mandó  á  la 
condesa  q^ie  nombrase  otros,  lo  que  á  ella  le  supo  mal, 
porque  decia  que  siendo  sü  causa  tan  grave  y  estando  ella 
acusada  de  delito  de  mala  calidad,  queria  ser  bien  defendi- 
da, V  no  queria  otros  abogados,  sino  los  que  habia  elegido, 
ni  sabia,  fuera  de  estos,  qué  otros  tomase.  Con  todo,  no 
hubo  lugar,  y  el  rey  mandó  á  un  alguacil  que  compeliese 
á  cualesquier  otros  que  la  condesa  eligiese  para  su  defensa; 
Y  así  se  hallaron  dos  que  se  «ncargaron  de  ella,  y  á  18  de 
j«nio  de  este  afio  4415  dieron  una  escritura  en  que  pro- 
baron no  ser  justa  la  pretensión  del  fisco,  en  cuanto  pedia 
que  la  condesa  fuese  torturada,  porque  ni  según  lo  conte- 
nido en  el  proceso  habia  materia  para  esto,  ni  su  persona 
*^staba  sujeta  á  ella,  y  que  los  testigos  padecían  muchas 
í-'xcepeione*,  \  en  particular  Alfonso  Méndez ,  de  quien  úc~ 


( .Wl  ) 

cian  ser  jjerjuro,  traidor,  ladrón  público,  salteador  de  ca- 
minos, homicida  ,  enemigo  de  la  condesa,  y  que  buscaba 
testigos  contra  ella,  instruyéndoles  en  lo  que  habian  de  ha- 
cor;  y  que  Diego  Kuiz  de  Mendoza  era  infame,  vil,  perju- 
ro, y  que  se  habia  mudado  el  nombre  para  engañar  á  sus 
prójimos,  nombrándose  Jaime  Mestre;  y  que  estaba  desco- 
mulgado por  tener  dos  mujeres  vivas,  y  que  era  mago,  sor- 
tiiego,  invocador  de  demonios,  y  que  usaba  de  hurtar  cris- 
tianos y  venderlos  á  los  moros.  Con  todo  no  probó  nada 
contra  ellos  la  condesa,  porque  el  fisco  pretendió  que  ni 
aunque  lo  probara  relevaban;  y  así  se  le  asignó  á  senten- 
cia para  un  lunes  á  29  de  julio  1415,  y  en  ese  dia  llega- 
ron á  la  alquería  Jofre  de  Ortigas,  regente  de  la  cancille- 
ría, Luis  de  Torre-Morell,  escribano  del  proceso,  y  otros; 
y  allá  sacaron  la  condesa,  y  le  publicaron  la  sentencia, 
que  era  del  tenor  siguiente: 


Nos  Ferdinandus  Dei  gratia  rex  ■  Aragonura  Sicilie  Valentie 
Majorirarum  Sardinie  et  Corsice  comes  Barchinone  dux  Athe- 
narum  et  Neopafrie  ac  eliam  comps  Rossilionis  et  Cerilanle: 
Visa  el  rpcognila  preventione  ct  inqiiisitione  facía  contra  Mar- 
garilam  olim  com'lissam  Urgelli  delatam  et  infamatarn  do  non- 
nullis  criminibus  el  conspiraüonibus  conlra  noslram  personam 
et  statum  pacificum  rognorum  et  lerrarum  noslrarum  alque  rei- 
publice  earundem  langenlibus  :  Visis  inquam  confess'one  dicte 
Margarite  et  teslibus  inde  productis  seu  corum  altestalonibus 
exceplo  dicto  seu  altestalione  Alfonsi  Méndez  de  qiio  noluimus 
neo  volumus  aliquam  haberi  ralionem  neo  respeclum  ad  eum: 
Visis  eliam  el  allentis  defi?nsionibus  et  exceptionibus  pro  parle 
jpsius  Margarite  oblalis  totoque  processu  diiigenter  recognilo  el 
in  Doslri  cons  lio  examínalo  et  alias  procuraloribus  el  advoca- 
tis  dicle  Margarite  pluries  ad  plenum  audilis:  Visisque  alus  ví- 
d**ndis  et  attentis  atténdeadis  sacTosanctis  cvangeliis  coram  no- 


(  o92  ) 
bis  positis  et  reverentor  inspeclis  iit  de  vullu  Doi  nostrum  pro- 
ceda» judicium  et  occuli  menlis  noslre  videre  valoant  equilatem 
die  presentí  ad  audiendam  sententiam  tam  partí  fiscí  quam  dic- 
te Margarita  assignata  non  obslantibus  in  contrarium  proposi- 
tis  et  allegatís  cum  de  jure  non  procedaut  ad  nostram  senlen- 
tiam  promulgandam  procedimus  in  huno  modum. 

Cum  constet  nobis  clare  ex  merítís  presentís  processus   et 
alias  dictam  Margaritam  machinasse  et  de  facto  conspirasse  con- 
tra nos  seu  personara  nostram  et  contra  tranquil lum  statum 
reipublíc^  regnorum   et  terrarum  nostrarum  tractando  et  in 
quantum  in  ea  fuit  ín  actum  et  perfectíonem  deduccndo  quod 
gentes  armorum   extranee  nationis  invaderent  et   occuparent 
regna  et  térras  nostras  :  Tractasse  etiam  et  qualenus  in  ea  fuit 
in  actum  deduxisse  Jacobum  de  Urgello  convictum  de  crimine 
lese  majestatís  et  suis  demeritís  per  nos  condempnatum  et  in 
carcere  detentum  ab  ipso  carcere  contra  nostrum  intentum  emi- 
tere  et  eruere   pravis  et  dampnatis  modis  exquísitis  el  multa 
alia  fecisse  attentasse  et  comississe  que  directe  tangunt  perso- 
nam  nostram  et  prosperum  stalum  regnorum  et  terrarum  nos- 
trarum ut  perfertur:  Atiento  máxime  quod  est  relapsa  seu  jam 
alias  de  eodem  lese  majestalis  crimine  contra  nos  et  'personam 
nostram  ac  tolam  rempublícam  delata  et  condempnala  senlen- 
lialiter  per  nos  qui  misericordia  molí  indulseramus  eidem  pe- 
nara quam  propterea  demerueral  prout  est  nolorium  loti  mundo: 
Idcirco  per  hanc  nostram  sententiam  diflnítívam  pronuntiamus 
sententíamus  et  declaramus  dictam  Margaritam  incidisse  ac  co- 
mississe crimen  lese  majestalis  eamque  ejusdem  criminis  ream 
fuisse  et  esse. 

Lata  per  Jaufridum  de  Orligiis  regentem  cancellaríam  in  qua- 
dam  camera  domus  sive  alqueríe  ¡de  Rascanya  sita  in  borla  Va- 
Icntie  die  29  julii  14 15  regnique  nostri  quarto. 


Hecha  y  publicada  esta  sentencia  contra  la  condesa ,  se 
prosiguió  el  proceso  contra  Ramón  Berenguer  de  Auriachs 
y  Pedro  Miren,  que  estaban  presos;  y  el  jueves  siguiente, 
que  era  el  primero  de  julio,  dijo  el  Auriachs  que  no  pen- 


(  59.>  ) 
saba  deftMiderse  de  lo  que  habla  hecho,  pues  Ijabia  sido  eii 
servicio  del  conde  don  Jaime  y  de  la  condesa  su  madre, 
con  quienes  se  habia  criado  desde  niño,  y  era  cierto  que 
pocos  servidores  hubiera  habido  de  tales  señores  como  estos, 
que  no  hicieran  lo  que  él,  y  que  suplicaba  al  rey  quisiese 
perdonar  á  su  ignorancia  y  poco  saber;  y  así  un  lunes,  á 
5  de  agosto  de  este  año,  declaró  el  rey  haber  el  dicho  Au- 
riachs  y  Pedro  Mirón  cometido  crimen  de  lesa  majestad,  y 
por  consiguiente  ser  merecedores  de  muerte,  que  de  mera 
gracia  y  liberalidad  conmutaba  en  destierro  en  la  isla  de 
€erdeña;  y  después  el  rey  Alfonso  se  la  remitió  y  dio  per- 
<ion. 

De  esta  manera  quedó  acabada  la  esperanza  que  podia 
tener  la  condesa  de  ver  á  su  hijo  en  libertad,  y  ella  que- 
dó mucho  tie  mpo  presa  y  padeció  muchos  trabajos  y  mise- 
rias, porque  el  rey  no  le  daba  nada;  pero  después  el  rey 
don  Alfonso  le  dio  trescientos  florines  de  renta,  es  á  saber: 
doscientos  sobre  las  leudas  de  Turtosa  y  un  derecho  que 
llamaban  de  los  tres  dineros  |)or  libra,  que  se  recibía  sobre 
las  mercaderías  entraban  de  florentinos  y  demás  italianos;  y 
los  otros  cien  florines  le  dio  sobre  las  queslias  de  Ager, 
rentas  y  emolumentos  que  rccibia  allá  el  rey.  Pero  esta 
merced  no  tuvo  electo,  y  á  10  de  junio  de  1417  se  los  dio 
lodos  trescientos  sobre  las  leudas  de  Tortosa  y  tres  dineros 
del  derecho  que  pagaban  los  italianos,  y  otro  tanto  hizo 
con  sus  hijas  doña  Cecilia  y  doña  Leonor,  dándoles  á  cada 
una  de  ellas  otros  trescientos  florines;  y  piando  que  tod(>s 
estos  novecientos  florines  les  fuesen  pagados  cada  cuatro 
meses  cien  á  cada  una,  y  que  la  primera  poga  fuese  por 
todo  el  mes  de  setiembre  de  1  \\7;  y  porque  en  el  cumpli- 
10 MO    X  ÍO 


( mA ) 

miento  de  esto  habían  sido  algo  remisos  los  oficiales,  á  9 
de  noviembre  volvió  el  rey  á  mandar  lo  mismo  á  Pedro  Ba- 
set,   baile  general  de  Cataluña;  y  con  esta  renta  pasó  la 
condesa  su  vida  hasta  que  murió:  y  estos  fueron  los  suce- 
sos de  esta  señora,  que  habia  llegado  á  tal  punto  de  gran- 
deza y  majestad,  que  habia  muy  pocas  mujeres  que  no  fue- 
sen reinas  que  la  igualasen,  así  en  linaje  y  calidad,  por  ser 
descendiente  por   línea    legítima   de    los    emperadores   de 
Oriente,  como  en  riquezas,  títulos  y  dignidades.  Solo  fue- 
ron infelices  ella  y  su  hijo,  en  haber  cabido  en  los  conse- 
jos hombres  violentos  é  indiscretos,  como  fué  García  de 
Sese,  que  fué  el  principal  de  ellos,  y  de  tan  peligrosos  con- 
sejos, que  .siempre  se  perdieron  los  que  les  seguian,  y  por 
su  consejo  se  perdió  don  Antonio  de  Luna,  y  después  don 
Fadrique  de  Arag^on,  conde  de  Luna,  que  por  su  causa  de- 
jó lo  que  tenia  en  Aragón  y  se  fué  á  Castilla,  donde  reci- 
bió muchas  mercedes  del  rey  don  Juan ,  pero  á  la  postre 
murió  en  la  prisión;  y  él  se  tomó  para  sí  tales  consejos, 
que  vendió  los  vasallos  que  el  rey  don  Juan  le  habia  dado, 
y  murió  asaz  pobre  en  la  ciudad  de  Segovia.  Cierto  que 
gran  ejemplo  es  este  de  los  conde  y  condesa  de  Urgel,  en 
que  todos  los  hombres   deben  mirar  que  no  hagan  cosas 
contra  de  sus  señores,  mayormente  los  grandes,  que  cuan- 
to mayores  son,  mas  dignos  son  de  reprensión  y  mas  peli- 
grosas sus  caidas,  y  deben  siempre  de  trabajar  de  tener  cer- 
ca de  sí  hombres  de  honesta  vida  y  graves,  que  si  el  conde 
de  llrgery  su  madre  los  tuvieran,  no  cayeran  en  los  yerros 
que  cayeron,  ni  se  acabaia  una  casa  y  linaje  de  los  mas 
principales  y  calificados  señores  de  España;  y  por  no  que- 
dar estos  señores  contentos  de  lo  que  Dios  con  su  liberal 


(  o95  ) 
mano  les  liabia  dado  y  haberse  dejado  llevar  de  sobrada 
ambición  y  soberbia,  tuvieron  el  fin  que  vemos,  y  cuando 
se  pensó  el  conde  ser  rey,  se  halló  en  un  calabozo,  su  mu- 
jer, madre,  hermanas  é  hijas  á  la  merced  del  rey,  (jue  les 
tenia  toda  su  hacienda,  v  habían  de  vivir  casi  de  limosna, 
y  aun  esa  no  se  la  osaban  dar ,  por  no  disgustar  y  deservir 
al  rey. 

De  quien  mas  lástima  se  habia  de  tener,  era  de  la  in- 
fanta, que  en  estos  negocios  habia  sabido  poco,  y  le  pesaba 
de  las  desconcertadas  diligencias  de  su  suegra,  que  aunque 
se  guardaba  de  ella  todo  lo  posible,  pero  no  dejaba  la  in- 
fanta de  saber  lo  que  pasaba,  y  tenia  pesar  de  ello,  y  le 
persuadia  que  dejase  tales  medios  y  confiase  de  la  clemen- 
cia del  rey  y  le  buscase  intercesores ,  que  de  esta  manera 
habia  de  alcanzarse  la  libertad  del  conde  y  hacienda;  por- 
que lo  demás  que  ella  hacia,  eran  medios  desatinados  é 
imprudentes,  que  habían  de  irritar  al  rey,  que  á  la  postre 
lodo  lo  habia  de  saber,  por  los  muchos  espías  que  tenia  en 
todo  lugar,  y  por  ser  nuevo  en  estos  reinos,  andaba  muy 
receloso,  y  mas  sabiendo  que  la  condesa  de  Urgel  le  desea- 
ba ver  muerto,  y  corria  voz  que  habia  de  vivir  poco,  y  se 
confirmaba,  porque  después  de  venido  en  estos  reinos,  casi 
siempre  vivió  enfermizo. 

Quiso  el  rey  asegurarse  de  que  las  hijas  del  conde  casa- 
sen á  gusto  suyo,  por  escusar  los  inconvenientes  podian  se- 
guirse casando  fuera  de  estos  reinos  á  disgusto  suyo,  y  mas 
en  Francia.  Movióse  á  hacer  esto,  porque  en  los  testigos  se 
recibieron  contra  la  condesa,  entendió  el  rey  que  García 
de  Sese  y  la  duquesa  de  Bar  traian  planes  de  casar  á  doña 
Isabel,  hija  mayor    del  conde,  con  el  duque  de  Borbon,  v 


(  ;>9fí  ) 

lii<  oirás  rotí  otros  señores  ríe  Francia,  á  quien  queriau 
darlas  porque  entrasen  con  mano  poderosa  en  estos  reinos  y 
emprendiesen  la  conquista  de  ellos,  y  por  esto  deseaba  te- 
nerlas allí  la  duquesa  y  darles  marido  de  su  mano;  y  la  in- 
fanta venia  bien  en  ello,  porque  decia,  que  por  no  poder- 
las sustentar,  le  era  forzoso  aceptar  lo  que  le  ofrecia  la 
duquesa  de  Bar,  de  tenerlas  consigo;  y  el  rey,  por  escusar 
todo  esto,  las  quiso  tener  en  su  poder,  y  por  esto  á  14  de 
abril  de  14J5  habia  enviado  á  Ramón  de  Empurias,  pro- 
curador general  del  condado  de  Urgel,  á  la  infanta,  encar- 
gándole que  le  enviase  sus  hijas  doña  Isabel  y  doña  Leonor, 
porque  era  niengua  suya  se  hubiesen  de  criar  en  Francia 
en  casa  la  duquesa  de  Bar,  siendo  tan  deudas  suyas  y  de  la 
casa  y  linaje  real,  y  estando  él  obligado  á  mirar  por  ellas; 
de  manera  que  la  infanta  quedóse  muy  contenta;  y  en  las 
instrucciones  le  manda  que  lo  trajese  con  toda  suavidad  y 
mansedumbre,  pero  que  si  la  infanta  no  quiere  venir  bien 
en  ello,  que  se  las  lleve  JDor  fuerza  al  rey;  pero  la  infanta, 
que  conocia  cuan  bien  estaba  que  sus  hijas  estuviesen  en  el 
palacio  real  y  se  criasen  con  los  reyes,  holgó  de  ello,  y  el 
rey  las  envió  luego  á  la  reina  doña  Leonor,  su  mujer,  y  las 
otras  dos  mas  pequeñas,  que  eran  doña  Juana  y  doña  Ca- 
talina, quedaron  en  poder  de  la  infanta,  y  tomó  seguridad 
de  ella  que  no  las  Uevaria  fuera  del  reino.  Después  de 
muerta  la  infanta  su  madre,  se  criaron  con  la  reina  doña 
María  de  Aragón,  mujer  del  rey  don  Alfonso;  y  estaba  el 
rey  resuelto,  si  ella  rehusaba  esto,  de  confiscarle  su  dote  y 
todo  lo  que  tenia,  y  así  habia  dicho  á  Ramón  de  Empu- 
ñas que  se  lo  notificase,  pero  no  fué  menester,  porque  to- 
do salió  como  el  rey  queria. 


(  597  ) 
Llevado  el  conde  á  Castilla,  estuvo  en  Ureña  todo  el 
tiempo  que  el  rey  vivió,  sin  que  se  hablase  mas  de  su  li- 
bertad, por  estar  muy  ofendido  de  los  medios  con  que  la 
condesa  la  procuraba.  No  vivió  mucho  tiempo  el  rey  des- 
pués de  esto,  porque  falleció  un  jueves  á  2  de  abril  de  1416, 
en  la  villa  de  Igualada,  en  ocasión  que  iba  á  Castilla,  pa- 
ra probar  si  convalecia  de  una  enfermedad  que  habia  mu- 
cho que  le  duraba,  siendo  de  edad  de  treinta  y  siete  años, 
y  después  de  tres  años,  nueve  meses  y  ocho  dias  que  rei- 
naba :  y  se  vio  cumplida  una  hablilla  del  vulgo,  que  no  vi- 
viria  mucho  tiempo  en  estos  reinos,  y  aun  decian  que  el 
papa  Benedicto  de  Luna,  cuando  se  despidió  de  él,  se  lo 
dijo  en  un  papel  que  le  envió,  quejándose  de  que  le  hubie- 
se dejado,  después  de  haber  ayudado  á  que  fuese  rey,  favo- 
reciendo su  justicia.  Decia  el  papel:  Ex  nihilo  feci  le  et  pro 
mutua  mercede  solum  me  dereliquisli  in  deserto :  dies  tui  erunt 
pami  et  vita  tua  ahremahitur  illegitimaque  tua  progenies  in 
nefario  incestii  concepta  non  regnavit  usque  ad  quartam  gene- 
ralionem.  Pudo  ser  que  como  el  pontífice  le  vio  enfermizo, 
conjeturando  lo  que  podia  ser,  acertase  en  lo  que  le  dijo. 
En  el  testamento  que  hizo  el  rey,  hallo  que  en  orden  á  las 
cosas  del  conde,  solo  ordena  que  todo  lo  que  se  debiere  á 
los  que  trabajaron  por  el  rey  en  el  sitio  de  Balaguer,  ora 
sean  sus  vasallos,  ora  de  Castilla,  se  pague  íntegramente, 
y  que  lo  que  faltare  cumplir  y  pagar  del  testamento  del 
conde  don  Pedro,  se  ejecute,  y  asigna  las  rentas  de  Torto- 
sa  V  los  tres  dineros  por  libra  que  pagan  los  mercaderes 
italianos,  que  eran  unos  grandes  derechos,  y  sobre  ellos 
asigna  y  manda  se  paguen  los  cinco  mil  llorínes  recibía  cada 
año  la  infanta  por  los  frutos  de  su  dote  y  derechos  tenia  cu 


(  o98  ) 
casa  del  conde  su  marido  ;  y  porque  habia  el  rey  desempe- 
ñado muchas  de  las  joyas  de  la  condesa ,  que  habian  em- 
peñado por  sustentar  el  gasto  de  sus  pretensiones  en  el  rei- 
no, manda  que  las  que  constare  ella  haber  empeñado  y  el 
rey  quitado  se  le  vuelvan,  pagando  lo  que  el  rey  pagó  por 
el  desempeño;  pero  las  que  el  conde  empeñó  y  el  rey  qui- 
tó, que  eran  de  la  condesa,  manda  se  le  vuelvan  sin  pagar 
nada.  Este  testamento  se  recibió  en  Perpiñan  á  10  de  oc- 
tubre de  1415  en  poder  de  Pablo  Nicolás;  y  los  testigos, 
que  eran  ocho,  todos  eran  castellanos. 

Sucedió  en  el  reino  su  hijo  don  Alfonso,  llamado  el  Sa- 
bio ;  y  lo  mas  presto  que  fué  posible  tomó  á  Alonso  de 
Escalante  el  mismo  juramento  y  homenaje  que  habia  hecho 
al  rey  su  padre,  sobre  la  guarda  del  conde;  y  porque  con- 
venia, por  estar  mas  seguro  de  él,  le  llevaron  al  castillo  de 
Mora,  y  de  allá,  en  junio  de  1422,  al  alcázar  de  Madrid; 
y  después  de  muerto  Alonso  de  Escalante,  á  4  de  setiem- 
bre de  1424,  el  rey  lo  encomendó  á  Gonzalo  Gómez  de  la 
Cámara,  escudero  del  difunto,  y  de  quien  hacia  gran  con- 
fianza ;  y  porque  mejor  le  pudiese  guardar,  pidió  á  la  reina 
doña  Leonor,  su  madre,  que  mandase  entregarle  el  castillo 
de  Ureña,  que  en  aquella  ocasión  estaba  en  tercería  en  po- 
ácx  del  rey  de  Castilla,  para  llevar  allí  al  conde;  pero  Leo- 
nor Nuñez  Cabeza  de  Vaca  ,  mujer  de  Pedro  Alonso  de 
Escalante,  y  Hernando  y  Pedro  Juan,  sus  hijos,  dilataban 
entregarlo  ;  y  el  rey  procuró  que  el  de  Castilla  mandase 
entregar  el  conde  á  Gonzalo  García  de  Castañeda  ;  pero  las 
cosas  sucedieron  de  manera ,  que  aquel  castillo  se  quedó 
en  poder  del  rey  de  Castilla,  y  el  conde  fué  llevado  á  un 
«astillo   llamado  do    Castro-Torafe ,  que  era   del   orden  do 


(  599  ) 
Santiago ,  y  allá  quedó  debajo  la  guarda  de  doña  Leonor  y 
Je  sus  hijos. 

Dice  Gerónimo  Zurita,  que  el  conde  tuvo  gran  confianza 
en  la  clemencia  del  nuevo  rey,  porque  los  señores  de  Italia 
y  Alemania,  por  amor  del  marqués  de  Monferrat,  que  era 
deudo  muy  cercano  del  conde  ,  y  también  el  papa  Martin, 
intercedian  con  el  rey  por  su  libertad;  y  esto  lo  procuraba 
Berenguer  de  Fluviá,  que  estaba  por  el  conde  en  la  corte 
del  papa;  pero  no  acabaron  nada,  porque  el  rey  siempre 
temió  que  si  el  conde  salia,  le  alborotaria  sus  estados, 
porque  habia  muchos  á  quien  no  placía  la  declaración  de 
Caspe. 

A  14  del  mes  de  marzo  de  1424,  que  fué  algunos  me- 
ses antes  que  muriese  la  condesa,  el  rey  Alfonso,  estando 
en  Valencia,  nombró  por  tutor  y  curador  de  sus  hijas  al 
dicho  arcediano  Berenguer  de  Barutell,  como  á  pariente  de 
ellas  muy  cercano ;  y  dice  que  entonces  tenia  doña  Isabel 
quince  años,  y  doña  Leonor  catorce,  y  estas  señoras  esta- 
ban en  Castilla  con  la  reina  doña  Leonor,  madre  del  rey;  y 
doña  Juana  diez  años,  y  esta  con  la  reina  doña  María,  mu- 
jer del  rey  Alfonso;  y  después  tuvo  el  rey  cuidado  de  ca- 
sarlas con  personas  de  gran  linaje  y  calidad,  como  veremos 
en  sus  tiempos. 

Estando  en  esta  cárcel  el  conde,  sucedió  la  muerte  de 
la  infanta  doña  Isabel,  su  mujer,  hija  del  rey  don  Pedro, 
el  cuarto  de  Aragón,  que  murió  sábado  á  7  del  mes  de 
noviembre  del  año  de  1424,  en  la  villa  de  Alcolea,  y  lue- 
go fué  llevada  embalsamada  á  Barcelona,  y  se  le  hizo  muy 
solemne  entierro,  y  la  llevaron  descarada  á  San  Francisco, 
é  hicieron  capilla  ardiente,  y  la  ciudad  de  Barcelona  dio 


(  600  ) 
cincuenta  cirios  gruesos  de  cera  blanca ,  de  cinco  libras  de 
cera  cada  uno,  con  dos  señales  ó  escudos  de  las  armas  de 
la  (indad;  y  Bernardo  de  Forciá,  su  tío,  y  Berenguer  de 
BaruttíU,  arcediano  de  la  Mar,  primo  hermano  de  la  infan- 
ta, convidaron  los  conselleres  y  nobleza  de  la  ciudad,  que 
con  ropas  rozagantes  de  luto,  que  llaman  gramalles,  asis- 
tieron al  entierro,  que  se  hizo  con  la  solemnidad  y  aparato 
de  corte  debidos  á  hija  de  rey  y  persona  de  su  calidad.  Fué  se- 
pultada en  el  monasterio  de  San  Francisco  de  esta  ciudad,  en 
la  capilla  del  Santísimo  Sacramento,  llamada  la  Capilla 
Real,  donde  están  enterradas  ¡otras  muchas  personas  de  la 
casa  y  linaje  real:  pasó  mucho  tiempo,  antes  que  el  conde 
lo  supo,  como  veremos  en  su  lugar.  El  testamento  de  la 
condesa  se  otorgó  en  Lérida   h   13   de  diciembre  del   año 

1413,  ante ;   y  nombra  por  ejecutores  al  conde 

su  marido,  nobilem  fíernardum  de  Forliano,  mililem,  mater- 
terum  noslrum ;  Berengarium  de  Barutell ,  archidiacotmm 
BealfP  Mañee  de  Mari  in  sede  Barchinonensi ,  consobrinum 
germanum  nostrum ;  el  gardiannm  Saricti  Francisci  Barchi- 
nona-;  y  dispone  de  cuarenta  y  cuatro  mil  quinientas  libras 
de  su  dote,  esto  es :  veinte  y  dos  mil  quinientas  á  doña  Isa- 
bel, primogénita;  once  mil  á  doña  Leonor,  y  once  rail  á 
doña  Catalina;  y  si  salia  el  preñado,  que  llevaba,  á  luz,  si 
era  una  hija  ó  muchas,  deja  ordenado  que  doña  Isabel  ten- 
ga veinte  mil  libras,  y  doña  Leonor  ocho  mil  quinientas, 
y  ocho  mil  doña  Catalina;  y  ésta  murió,  y  nació  doña 
Juana,  que  casó  con  el  conde  de  Fox,  y  después  con  el 
conde  de  Cardona ;  y  de  lo  que  ganaban  de  la  hacienda 
de  doña  Sibilia  ,  su  madre  ,  lega  á  doña  Isabel  las  dos  par- 
tes, y  la  tercera  parte  que  sea  dividida  con  las  demás  hijas; 


(  60i  ) 
y  si  mueren  en  pupilar  edad,  substituye  la  una  después  de 
la  otra,  guardando  orden  de   primogenituru.   No  he  visto 
sino  esta  cláusula  del  testamento,  y  aun  no  dice  el  que  la 
transuntó  ante  quién  fué  otorgado. 

Estuvo  el  conde  en  este  castillo  de  Castro-Torafe  hasta 
el  año  de  1426,  en  que  le  pareció  al  rey  mas  conveniente 
tenerlo  en  sus  reinos ,  que  nó  en  el  de  Castilla ,  porque  se- 
gún las  novedades  que  en  él  habia,  era  mas  á  propósito 
que  un  tal  prisionero  estuviese  en  poder  suyo,  y  nó  de  otro 
ni  en  reinos  estraños;  y  por  facilitar  dificultades,  si  algunas 
se  ofreciesen  al  rey  de  Castilla,  le  envió  con  otros  motivos 
á  Francisco  de  Ariñó,  su  secretario.  Encomendó  el  traer  al 
conde  á  Berenguer  Mercader,  caballero  valenciano,  cama- 
rero y  privado  suyo  y  de  su  consejo,  baile  de  Valencia  y 
alcalde  del  castillo  de  Játiva,  encargándole  que  sin  divertir- 
se á  otra  parte,  fuese  á  recibir  la  persona  del  conde  de 
Urgel;  y  le  dio  las  órdenes  necesarias  para  Leonor  de  Es- 
calante y  sus  hijos,  para  que  se  lo  entregasen  juntamente 
con  el  castillo;  y  proveyó  del  dinero  que  era  menester,  y 
se  pagó  del  dote  que  le  habia  dado  la  reina  su  mujer,  que 
habia  recibido  Vidal  de  la  Caballería:  pero  esto  no  pudo 
ser  tan  secreto,  que  no  lo  entendiese  el  rey  de  Castilla,  y 
por  la  forma  que  se  habia  tenido  de  apoderarse  de  la  per- 
sona del  conde,  sin  orden  ni  mandamiento  suyo,  mostró  al- 
gún sentimiento,  y  mandó  detener  la  persona  del  conde. 
Cuando  el  rey  entendió  esto,  estando  en  Teruel  en  el  mes 
de  mayo,  hizo  gran  cumplimiento  con  el  rey  de  Castilla, 
avisándole  que  habia  enviado  aquel  caballero ,  para  que 
trújese  á  Teruel  á  don  Jaime  de  Urgel,  y  tenia  mucho  sen- 
timiento  que   no   le   hubiese  informado  de  la  orden  que 


(  60í2  ) 
traia ;  pero  rogábale  muy  caramente  que  por  su  contempla- 
ción, así  como  él  haria  por  su  honra  en  su  caso,  olvidando 
aquel  enojo  ,  mandase  alzar  cualquier  embargo,  si  alguno 
se  habia  hecho  de  la  persona  de  don  Jaime ,  de  suerte  que 
sin  impedimento  alguno  Berenguer  Mercader  le  llevase  á 
Teruel :  y  el  rey  de  Castilla  lo  mandó  proveer  así ,  y  lleva- 
ron al  conde  á  esta  ciudad,  donde  estuvo  algún  tiempo  ;  y 
de  aquí  mandó  el  rey  al  mismo  Berenguer  Mercader  que 
lo  llevase  al  castillo  de  Játiva,  con  facultad  y  poder,  que 
si  le  salian  al  camino  á  salteársele,  le  matase  sin  mas  aguar- 
dar ;  y  con  esta  orden,  y  acompañado  de  buenas  guardas, 
le  llevó  a  aquel  castillo,  donde  estuvo  hasta  que  le  ma- 
taron. 

Dista  Játiva  de  la  ciudad  de  Valencia  nueve  leguas  ,  y 
tiene  su  asiento  prolongado  al  pié  de  un  monte,  y  en  lo 
alto  un  castillo  que  iguala  en  largo  á  la  misma  ciudad,  con 
quien  viene  á  juntarse  por  medio  de  dos  muros  ó  paredo- 
nes, que  como  mangas,  bajan  de  los  dos  cabos  del  castillo 
por  sus  vertientes,  hasta  asirse  en  la  población.  El  castillo 
está  partido  en  dos  ,  mayor  y  menor  ;  el  mayor  es  hacia 
poniente,  el  menor  hacia  levante ;  y  ceñidos  de  un  mismo 
muro  que  los  cerca  á  los  dos ,  y  por  una  puerta  se  entra  á 
los  dos,  y  por  las  espaldas  son  ceñidos  de  peña  tajada  de  in- 
mensa profundidad.  Después  de  la  primera  puerta  hay  cua- 
tro muy  fuertes,  puestas  á  trecho  las  unas  de  las  otras,  y 
en  ellas  solia  haber  guardas,  según  costumbre  de  castillo  de 
homenaje;  y  cuando  uno  queria  entrar  en  el  castillo,  lla- 
maba á  la  primera  puerta  y  daba  su  nombre  á  la  guarda, 
y  la  guarda  de  mano  en  mano  avisaba  al  alcaide,  el  cual 
decía  si  se  habia  de  dar  licencia  al  que  queria  entrar  ;  y 


(  ()03  ) 
este  tal  habia  de  dejar  las  armas  á  la  primera  guarda.  En 
el  castillo  mayor  hay  iglesia  so  título  de  María  Santísima, 
y  en  el  pequeño,  de  Santa  Ana,  santísima  madre  suya.  En 
el  castillo  mayor  hay  dos  torres  grandes  principales,  la  una 
llamada  San  Jorje,  y  la  otra  Santa  Fé.  Sin  estas  dos  torres 
hay  veinte  de  menores,  muy  fuertes,  que  están  repartidas 
por  el  muro  del  castillo  mayor,  y  ocho  por  el  muro  del 
menor,  y  todo  él  es  capaz  de  tres  mil  personas,  y  suficien- 
te, si  está  bastecido,  á  defenderse  á  sí  mismo  y  á  la  ciu- 
dad :  por  lo  cual  es  el  castillo  de  homenaje  de  mas  calidad 
y  cuenta  de  toda  la  corona  de  Aragón.  Y  aquí  han  tenido 
siempre  los  reyes  la  cárcel  de  mas  reputación  y  autoridad, 
y  siempre  han  puesto  en  él  alcaides  personas  ilustres  y  de 
confiada  fidelidad,  y  los  presos  mas  calificados  de  sus  reinos 
siempre  han  estado  encastillados  aquí. 

En  este  castillo  y  cárcel  pasó  el  conde  de  Urgel  lo  que 
le  quedaba  de  su  vida,  y  estando  aquí  en  junio  de  1431, 
quiso  el  rey  que  renunciara  en  favor  suyo  el  derecho  que 
por  razón  de  la  condesa  doña  Cecilia,  su  abuela,  madre  del 
conde  don  Pedro,  le  pertenecia  en  el  condado  de  Cominges 
y  otras  tierras  que  eran  de  la  duquesa  de  Berri,  y  habia 
sucedido  en  ellas  el  conde  de  Cominges,  según  lo  vimos  en 
su  lugar,  y  esto  lo  pedia  en  ocasión  que  se  trataba  de  casar 
á  doña  Leonor  y  doña  Juana,  hijas  del  conde ,  la  «na  con 
el  rey  de  Chipre,  y  la  otra  con  su  hijo:  pero  no  hallo  hi- 
ciese el  conde  tal  renuncia,  que  mas  era  para  comodidad 
del  rey  y  por  asegurar  en  su  servicio  los  condes  de  Fox  y 
de  Armeñac  y  algunos  señores  de  Francia,  que  por  prove- 
cho de  ellos  ,  mayormente  que  no  se  efectuaron  aquelloíí 


(  604  ) 
casamientos,  sino  otros  de  quien  hablaremos  en  su  lugar  y 
tiempo. 

Estando  aquí  el  conde,  le  fué  á  visitar  el  rey  Alfonso, 
que  habia  mucho  deseaba  verle,  ora  fuese  por  consolarle, 
ora  por  curiosidad;  y  así  un  dia  con  don  Jimen  Pérez  de 
Corella  ,  caballero  valenciano  ,  hombre  muy  elocuente ,  y 
con  seis  ó  siete  caballeros  le  fué  á  visitar ,  sin  que  le  dije- 
sen que  era  el  rey,  sino  que  unos  caballeros  dolidos  de  sus 
infortunios  le  iban  á  visitar.  El  carcelero  sacó  dos  bancos 
en  una  sala  del  castillo,  y  el  conde  con  algunos  de  estos 
caballeros  se  sentó  en  el  uno,  y  frontero  de  él  en  otro  ban- 
co el  rey  con  los  demás;  y  todos  se  admiraron  de  su  faz  y 
presencia,  y  de  la  grandeza  y  majestad  que,  aunque  en  tal 
estado,  representaba  su  persona.  Llevaba  la  barba  larga,  y 
casi  mezclado  el  cabello.  Habia  mandado  el  rey  que  solo 
mosen  Corella  le  hablase;  y  siguiendo  el  orden  del  rey,  le 
dijo :  que  aquellos  caballeros  y  él  habían  venido  por  ciertos 
negocios  á  la  ciudad  de  Játiva,  y  que  todos  eran  de  la  casa 
del  rey,  y  habida  licencia  del  baile  general  le  habian  ido 
á  visitar,  y  saber  de  él  mismo  si  le  faltaba  cosa,  y  si  se  le 
hacia  buen  trato,  y  si  queria  nada;  porque  ellos  se  sentian 
con  ánimo  de  alcanzarlo  del  rey,  con  que  no  fuese  la  liber- 
tad; porque  de  ella,  sin  licencia  del  rey,  no  podian  hablar 
en  aquella  ocasión  ni  se  sentian  con  ánimo  de  poderla  al- 
canzar :  solo  le  certificaban  que  estaban  muy  sentidos  de 
sus  infelicidades  y  desdichas,  porque  todo  le  habia  venido 
por  falta  de  ánimo  y  por  poco  saber;  y  esto  último  mandó 
el  rey  que  le  dijese,  por  ver  el  conde  qué  responderia;  el 
cual  antes  de  decir  nada,  le  dijo,  que  gustada  mucho  sa- 
ber él  quien  era  y  cómo  se  llamaba,  porque  ni  de  él  ni  de 


c  ^^^^  ) 

los  demás,  ni  tenia  noticia  ni  conocimiento  alguno.  El  Co- 
rella  le  dijo  él  quien  era  y  los  demás:  del  rey  dijo  ser  un 
caballero  castellano  de  casa  del  rey;  y  el  conde  gustó  mu- 
cho de  conocelles,  y  mucho  mas  de  la  visita  que  le  habian 
hecho,  haciéndoles  muchas  gracias  por  ello,  y  estimándoles 
mucho  que  ellos  se  doliesen  de  sus  desdichas,  de  las  cuales 
vivia  muy  consolado  y  aconortado,  por  haber  visto  y  saber, 
haber  sucedido  en  el  mundo  casos  semejantes  al  suyo  ;  y 
creia  que  si  la  justicia  hubiese  sido  suya.  Dios  se  la  hu- 
biera dado,  y  no  le  hubiera  puesto  en  aquel  estado  en  que 
se  hallaba;  y  creia  que  si  Dios,  que  sabe  todas  las  cosas, 
le  hubiese  conocido  bueno  para  rey  y  útil  para  regir  y  go- 
bernar el  reino  y  cosa  pública,  no  se  le  hubiera  quitado;  y 
tenia  por  cierto  que  tomó  Dios  el  mas  útil  para  el  bien  co- 
mún y  gobierno  de  la  corona,  dejándole  á  él  en  aquel  es- 
tado en  que  se  veia,  ignorante  é  incierto  de  lo  que  le  ha- 
bia  de  suceder :  y  en  lo  que  le  preguntó  si  tenia  lo  nece- 
sario para  su  sustento,  dijo  que  sí,  y  que  estaba  muy  bien 
tratado  sin  faltarle  nada,  aunque  en  Castilla  habia  padeci- 
do mucho  en  uno  de  los  castillos  en  que  estuvo  preso,  y 
que  por  haberle  sucedido  un  caso  de  gran  pesar,  se  lo  qui- 
so contar,  y  fué,  que  le  echaron  en  un  calabozo  que  habia 
en  lo  mas  hondo  de  una  torre,  y  allá  con  grillos  y  cadenas 
estuvo   preso  muchos  dias,   y  era  tan  oscuro,  que  vino  á 
perder  el  tino  del  dia  y  de  la  noche,  y  del  tiempo  y  de! 
año;  así  que  ni  sabia  donde  estaba  ni  cosa  de  esta  vida. 
Cierto  dia  pidió  á  un  mancebo  que  le  llevaba  la  comida,  y 
se  la  echaba  como  si  fuera  un  perro,  qué  dia  era  aquel,  y 
qué  tiempo  del  año:  el  mancebo  se  lo  dijo.  Salido,  dijo  al 
alcaide  lo  que  el  conde  le  habia  preguntado  ,  y  lo  que  ha- 


(  im  ) 

bia  pasado  entre  los  dos,  de  lo  que  se  enojó  de  tal  mane- 
ra, que  hecho  un  león,  bajó  donde  estaba,  y  con  gran  fu- 
ror é  ira  le  dijo,  porqué  habia  hecho  tal  pregunta  al  man- 
cebo, ni  qué  le  iba  á  él  en  saber  lo  que  habia  preguntado, 
pues  á  un  preso  como  él  no  le  era  lícito  saber  cosas  tales; 
pues  su  cárcel  habia  de  ser  perpetua,  sin  esperanzas  algunas 
de  haber  de  salir  de  aquel  horrendo  calabozo :  y  añadiendo 
palabras  muy  villanas  y  pesadas ,  tratándole  mal  con  las 
manos,  y  aun  cercenándole  el  sustento  necesario,  le  dejó 
tal,  que  lo  que  hizo  con  él,  no  lo  hubiera  hecho  con  un  es- 
clavo ó  bárbaro,  homicida  ó  ladrón  público  :  y  que  él, 
aunque  en  tal  estado,  sintió  aquella  injuria  tan  gravemente, 
que  jamás  le  habia  podido  salir  del  entendimiento,  ni  aun 
perdonarla ,  aunque  habia  hecho  sobre  esto  su  confesor 
grandes  diligencias,  y  nunca  habia  podido  acabar  con  él, 
que  dijese  :  Dios  se  lo  perdone ;  habiendo  de  muy  buena 
voluntad  y  corazón  perdonado  á  todos  aquellos  que  hal^ian 
sido  causa  de  su  prisión  y  destrucción,  pero  á  aquel  caste- 
llano jamás  habia  podido,  y  tenia  por  cierto,  que  si  ellos 
supieran  lo  que  allí  le  habia  sucedido  ,  le  hubiesen  jamás 
perdonado,  antes  según  orden  y  reglas  de  caballería  toma- 
rian  por  él  la  venganza;  y  dicho  esto,  le  saltaron  las  lágri- 
mas de  los  ojos  con  gran  abundancia,  y  el  rey  y  los  demás 
quedaron  adoloridos  de  lo  que  oyeron.  Don  Jimen  Pérez 
de  Gorella  tomó  la  mano  por  ellos  y  dijo  al  conde,  que  la 
venida  de  ellos  no  habia  sido  para  darle  pena  ni  acordarle 
trabajos  pasados,  que  ya  sabian  tener  hartos  al  presente, 
sino  solo  para  darle  consolación  y  alivio ;  pero  no  podia  es- 
cusarse  de  decirle  para  su  mayor  bien  y  provecho,  que  le 
parecía  que  el  demonio  habia  tomado  ocasión  de  aquel  í>u-> 


(607  ) 
ceso  que  habia  contado  de  hacerle  perder  lodo  el  mérito  y 
ganancia  espiritual  de  sus  oraciones ,  ajunos ,  obras  penales 
y  otros  santos  ejercicios  que  hacia,  y  de  la  paciencia  con 
que  sufría  sus  trabajos  y  cárcel,  y  que  por  no  malograr  tan- 
to bien,   no  habia  de  mirar  á  la  maldad  y  humana  cruel- 
dad de  aquel  mal  hombre  ,  sino  solo  al  mandamiento  de 
Dios  y  voluntad  suya,  que  quiere  que  perdonemos  las  inju- 
rias por  su  amor,  y  que  cuanto  majores  son  las  que  perdo- 
namos,  tanto  mayor  es  el  mérito  que  nos  queda,  y  mas 
alcanzaría  de    Dios  con   esto,  que   con   todas    las    buenas 
obras   que  hacia.  No  quisieron   que   les  dijese  quien    era 
aquel  bárbaro  que  tal  maldad  habia  hecho,  sino  habia  de 
considerar  que  los  alcaides  de  las  fuerzas,   á  quien  están 
encomendados  prisioneros  de  su  calidad ,  es  bien  que  estén 
siempre  recelosos,  así  como  hace  el  cómitre  en  la  galera,  y 
algunas  veces  por  estar  mas  seguros  de  ellos,  hacen  cosas 
no  debidas  y  mal  hechas.  Y  le  dijo  que  les  parecia  á  todos 
los  que  allá  estaban  debia  considerar  nuestro  buen  Dios  y 
Señor,  redentor  del  linaje  humano,  cuántas  y  cuan  graves 
injurias  y  afrentas  sufrió  en  este  mundo  por  nuestro  amor, 
hasta  parar  en  una  cruz  ,  y  que  por  su  amor  habia  de  per- 
donar no  solo  á  aquel  mal  hombre,  pero  aun  á  cualquier 
otro  que  le  hubiese  ofendido,  por  poder  alcanzar  perdón 
para  sí,  pues  es  cierto  que  quien  al  prójimo  no  perdona, 
de  Dios  no  es  perdonado;  y  le  rogaron  que  antes  que  ellos 
se  partiesen  de  él,  lo  hiciese  así  por  amor  de  Dios  y  de 
ellos  que  le  habian  venido  á  consolar  y  ver,  y  estaban  tris- 
tes de   que   su   alma   y   conciencia   estuviese   cargada   con 
aquella  culpa.  El  conde  no  les  respondió  palabra,  sino  que 
se  puso  á  llorar  muy  tristemente,  y  don  Jimen  Pérez  do 


(  f  )08  ) 
Corella  le  dijo  que  ellos  no  habían  venido  allí  para  entriste- 
cerle, pero  no  podian  dejarle  de  decir  que  estaban  muv 
lastimados  de  ver  que  por  tan  poca  cosa  como  era  aquella 
estuviese  turbada  su  aima  y  en  un  mal  estado,  y  que  se 
perdiese  el  bien  que  hacia;  y  que  pues  no  podian  acabar 
con  él  que  por  amor  de  Dios  y  de  él  les  perdonase  á  aquel 
hombre  que  le  había  ofendido,  juraba  tan  por  sí  como  por 
los  demás  caballeros  que  allí  liabian  venido,  de  no  salir  de 
la  ciudad  de  Játiva  ni  quitarse  la  barba  ni  comer  sentados 
ni  con  manteles,  hasta  que  él  hubiese  perdonado  ;  y  el  rey 
V  demás  caballeros  pidieron  y  juraron  lo  mismo. 

Esta  acción  del  rey  y  de  los  demás  fué  de  tal  eficacia  y 
movió  de  tal  manera  las  entrañas  y  corazón  del  conde,  que 
luego  se  arrodilló  y  hizo  gracias  á  Dios  de  la  merced  que 
le  había  hecho  de  enviarle  tales  consoladores  para  bien  y 
salud  de  su  alma  y  espíritu,  reputándoles  nó  por  hombres, 
sino  por  ángeles  bajados  del  cielo  para  abrir  los  ojos  de  su 
entendimiento ;  y  arrepintiéndose  de  su  mala  voluntad  y 
propósito  ,  y  por  cumplir  el  mandamiento  y  voluntad  de 
Dios,  le  perdonó  de  todo  su  corazón,  y  no  solo  á  él,  mas 
aun  también  á  todos  los  que  le  hubiesen  agraviado,  reco- 
nociendo que  sus  pecados  merecían  el  azote  y  trabajo  que 
Dios  le  habia  enviado,  suplicándole  que  por  su  bondad  v 
misericordia  infinita  le  perdonase.  Y  luego  el  rev  y  los  de- 
más le  agradecieron  lo  que  habia  hecho ,  y  quedaron  muy 
contentos  del  fruto  que  habían  sacado  de  su  visita,  v  luego 
le  mudaron  de  nuevas  y  metieron  en  otras  cosas,  v  le  pi- 
dieron que  dijese  qué  era  la  cosa  de  que  él  mas  gustaba, 
que  tal  cosa  podría  ser,  que  la  alcanzarían  del  rey,  por  ser 
de  él  muy  favorecidos.   El  conde  les   agradeció  el  ofrecí- 


(  <)09  ) 
miento  que  le  liahian  linciio,  v  dijo  que  tres  cosas  eran  la<< 
que  él  deseaba :  la  primera,  saber  si  la  infanta  doña  Isabel, 
su  mujer  era  viva;  la  otra,  si  su  hija  mayor,  que  él  mucho 
queria,  era  casada,  v  con  quién,  v  si  la  habia  heredado  el 
rey  de  una  parte  de  su  patrimonio  del  conde;  la  tercera, 
hallarse  delante  del  rey,  para  pedirle  perdón,  y  que  le  me- 
tiese en  algún  monasterio  de  cartujos,  en  que  pudiese  loar 
y  bendecir  á  Dios,  y  acabar  entre  ellos  su  vida. 

Holgaron  todos  de  oir  lo  que  el  conde  les  dijo,  v  res- 
pondió que  las  primeras  dos  cosas  era  bien  que  las  supiese, 
y  aun  contiaba  que  la  tercera  se  alcanzaría  del  rey,  pues 
era  cierto  que  ni  él  ni  los  suyos  eran  poderosos  para  qui- 
tarle la  corona;  y  que  le  era  mejor,  en  vez  de  reclusión  en 
un  monasterio  de  cartujos,  que  se  ordenase,  y  el  rey  le  hi- 
•ciese  merced  del  arzobispado  de  Zaragoza,  que  estaba  va- 
cante por  muerte  ó  impedimento  de  don  Alfonso  de  Are- 
huello,  y  con  aquella  prelacia  podria  vivir,  y  aun  sustentar 
estado  conducente  á  su  persona  y  calidad.  No  habia  sabido 
aun  de  la  muerte  de  la  infanta,  y  la  conjeturó  de  estas  pa- 
labras el  conde  y  la  sintió  mucho,  y  dijo  que  solo  le  conso- 
laba considerar  que  habían  tenido  fin  sus  trabajos :  y  sabido 
del  estado  de  sus  hijas,  agradeció  la  merced  que  el  rey  le 
habia  hecho  de  casar  la  mayor,  y  el  favor  hacía  á  las  de- 
más, y  esperaba  lo  haría  bien  con  ellas  como  de  tal  rev  se 
podía  esperar,  que  sangre  suya  eran;  y  que  él  no  tenia  pen- 
samientos de  arzobispado  ni  de  otras  dignidades ,  porque 
estaba  tan  poco  codicioso  de  regir  y  gobernar,  que  si  el 
rey  le  sacara  de  la  cárcel  y  le  restituyera  todos  sus  estados, 
que  eran  mayores  y  rentaban  mas  que  tres  arzobispados,  no 
los  tomara  para  haberlos  de  regir,  por  no  juzgarse  digno  de 

TOMO    X.  lí 


(  ryW  ) 
golúerní»    alguno,    que   á  liaberlo   sido,  no  se  los  hubiera 
Dios  quitado;  y  solo  su  gusto  y  deleite  seria  lo  que  le  cpie- 
daba  de  vida  pasarlo  en  un  monasterio  de  cartujos,  en  cuya 
«anta  compañía  pudiese  loar  y  bendecir  á  Dios. 

El  rey  y  los  demás,  por  ser  ya  tarde  y  no  quererse  me- 
ter en  otras  cosas,  se  despidieron,  y  el  conde  les  hizo  cor- 
tesía hasta  la  puerta  de  la  sala  donde  estaban,  porque  no 
le  era  lícito  pasar  de  ella;  y  al  salir,  con  la  cortesía  que  hi- 
cieron al  caballero  castellano,  conoció  el  conde  que  era  el 
rey,  y  lo  dijo  así  al  alcalde,  aunque  él  se  lo  negó. 

Salió  el  rey  tan  lastimado  de  los  trabajos  del  conde,  que 
determinó  de  darle  el  arzobispado  de  Zaragoza,  y  lo  trató 
con  algunos  de  su  consejo;  pero  no  faltó  uno  que  le  dijo: 
— Señor :  vuestro  padre  con  gran  trabajo  y  gastos  adquirió 
estos  reinos,  y  los  ha  dejado  á  vos  pacíficos  y  quietos;  yo  os 
aconsejo  que  los  conservéis  así  como  él  os  los  ha  dado,  y 
no  queráis  aventurar  á  que  salido  el  conde  mueva  noveda- 
des, que  ya  que  de  él  se  pueda  confiar,  pero  puede  ser 
que  otros  por  él  y  en  su  nombre  intentasen  cosa  que  á  vos 
os  pesase.  Vos,  señor,  dadle  en  la  cárcel  lo  necesario  y 
mandad  que  no  se  le  haga  descortesía  ni  disgusto;  pero  sed 
seguro  de  él,  y  si  quiere  rogar  á  Dios  y  servirle,  hágalo  en 
ella,  que  harto  lugar  y  tiempo  tiene. — Al  rey  le  pareció 
esto  bien,  y  mandó  que  de  las  rentas  reales  le  diesen  cierta 
cantidad  de  dinero  para  su  comida,  y  que  con  licencia  del 
baile  general  en  escritos  le  dejase  visitar,  y  que  el  mismo 
baile  tres  ó  cuatro  veces  en  el  año  le  fuese  á  ver,  y  le  die- 
se cierta  cantidad  de  dinero  para  poder  dar  limosna  ó  gas- 
tar á  su  gusto,  y  esto  á  mas  de  lo  que  se  le  daba  para  su 
plato  y  vestido. 


(  <jl>  ) 

La  hija  mayor  del  conde,  que  estaba  casada  con  el  in- 
fante don  Pedro  de  Portugal,  y  el  mismo  infante  y  las  oirás 
dos  hijas  trabajaban  lodo  lo  que  les  era  posible  con  el  rey, 
para  que  le  perdonase  y  diese  libertad.  Estando  en  esto, 
sucedió  que  el  infante  don  Pedro,  á  i.°  de  julio  de  143), 
fué  preso  en  la  villa  de  Alburquerque  del  reino  de  Castilla; 
y  deseaba  tanto  el  infante  don  Enrique,  su  hermano,  ver- 
le puesto  en  libertad  ,  que  deliberó  para  alcanzalla  dejar 
todo  lo  que  tenian  los  dos  en  los  reinos  de  Castilla,  donde 
por  causa  de  los  hermanos  hubo  hartas  inquietudes  v  daños, 
que  refieren  todos  los  que  escriben  las  cosas  de  aquel  reino; 
y  por  medio  del  rey  de  Portugal  se  tomó  asiento  que  fue- 
se librado  de  la  prisión  y  llevado  en  poder  del  infante  don 
Pedro  de  Portugal  á  la  fortaleza  de  Segura  ,  que  dista  dos 
leguas  de  Alcántara,  y  que  el  infante  don  Enrique  entrega- 
se todas  las  fortalezas  que  tenia  en  Castilla,  así  las  de  su 
patrimonio,  como  las  de  Alcántara  v  Santiago  ,  y  así  se  hi- 
zo. Con  esto  fué  puesto  el  infante  don  Pedro  en  libertad, 
y  de  aquí  los  dos  hermanos  y  la  infanta  doña  Catalina,  mu- 
jer de  don  Enrique,  se  fueron  á  la  ciudad  de  Coimbra, 
que  era  del  infante  don  Pedro,  yerno  del  conde  de  Urgel, 
para  de  allí  irse  á  embarcar  á  Lisboa,  Estando  aquí,  el  in- 
fante don  Pedro  y  doña  Isabel,  su  mujer,  duques  de  aquella 
ciudad,  movieron  trato  con  ellos  sobre  la  libertad  del  con- 
de, y  ellos  dieron  por  escusa  que  no  estaba  en  su  mano 
dársela,  sino  del  rey  su  hermano,  que  le  tenia  preso.  Sabia 
el  infante  don  Pedro  de  Portugal,  que  si  ellos  querían,  era 
fácil  alcanzarla;  y  les  dijo  que  no  saldrian  de  Coimbra  que 
primero  no  fuese  allá  el  conde,  y  les  aseguraron  que  ellos 
no  querían  otra  cosa  sino  sola  su  persona ;  v  porque  no  du- 


(  frl'H  ) 
liasen  de  i  o«a  ,  les  prometieron  que  el  conde  con  toda  so- 
lemnidad necesaria  definiría  y  renunciaria  muy  larga  y  bas- 
tantemente, así  al  reino  de  Aragón  y  á  cualquier  derecho 
que  le  perteneciese  en  aquel  por  cualquier  causa  y  razón, 
como  también  al  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager, 
cualesquier  tierras  y  señorías  tuviese  en  cualquier  parte,  y 
que  loaria  y  aprobaría  la  confiscación  que  el  rey  había  he- 
cho, dándola  por  justa  y  legítimamente  y  en  caso  debido 
hecha;  y  para  mayor  seguridad  la  duquesa  doña  Isabel,  hi- 
ja primogénita  del  conde,  haría  lo  mismo,  loaria  y  aproba- 
ría y  declararía  justa  la  dicha  confiscación,  y  emanciparían 
los  hijos  de  este  matrimonio,  y  harían  que  el  papa  les  die- 
se tutores  que  loasen  é  hiciesen  }o  mismo  que  el  duque, 
duquesa  y  conde  de  Urgel,  porque  ellos  solo  querían  la 
persona  del  conde  y  nó  otra  cosa  alguna. 

El  rey,  que  supo  esto,  estuvo  muy  sentido  de  la  deten- 
ción de  los  hermanos,  y  mas  que  fuese  por  aquella  causa, 
porque  pensaba  que  sí  el  Conde  saliera  de  la  cárcel  movie- 
ra algunos  humores;  y  así  desde  Italia,  donde  estaba,  en- 
\'\ó  embajada  al  infante  don  Pedro  de  Portugal,  para  que 
entendiese  que  él  estaba  maravillado  de  la  detención  que 
hacia  de  los  infantes  sus  hermanos  y  de  lo  que  pedía,  pues 
era  cosa  que  solo  dependía  de  la  voluntad  de  él  y  nó  de  la 
de  ellos,  y  que  no  pensase  con  fuerza  haber  á  su  suegro, 
que  eso  no  se  había  de  alcanzar  de  esa  manera,  y  que  sí 
hacer  se  tenia,  él  lo  haría  de  su  mera  voluntad  ;  y  que 
mientras  los  infantes  estuviesen  detenidos,,  no  haría  cosa; 
pero  que  les  dejase  ir,  que  él  haría  de  manera  que  queda- 
ri:\  contento,  porque  él  hacia  muy  poco  caso  de  su  libertad 
ó  prisión:  y  así  por  medio  de  sus  embajadores  y  de  algu- 


(  «13  ) 
nos  señores  del  reino  de  Portugal  á  quien  el  rey  escribió, 
se  tomó  sobre  la  libranza  de  los  infantes  este  asiento,  y 
fué:  que  los  infantes  no  fuesen  detenidos,  y  que  los  emba- 
jadores por  parte  del  rey,  y  los  infantes  por  su  parle,  pro- 
metieron meter  el  conde  sano  y  salvo  en  poder  del  infante 
su  yerno  ,  y  sobre  esto  hicieron  sus  juramentos,  y  aun  di- 
cen que  comulgaron  y  partieron  la  hostia,  y  como  caballe- 
ros prometieron  que  con  todo  efecto  cumplirían  lo  prome- 
tido, é  hicieron  ciertas  escrituras  de  su  mano  selladas  con 
sus  sellos ,  y  embarcados  en  una  galera  se  vinieron  al  reino 
de  Valencia. 

El  infante  don  Pedro  de  Portugal  y  doña  Isabel,  su  mu- 
jer, aguardaban  con  gran  deseo  el  cumplimiento  de  la  pro- 
mesa, y  ver  al  conde  entre  ellos;  pero  pensando  que  este 
seria  el  medio  para  alcanzar  la  libertad,  cuando  mayores 
confianzas  tenia  de  ella,  halló  la  muerte:  y  fué  que  el  rey 
don  Juan  de  Navarra,  hermano  del  rey,  era  por  ausencia 
de  él  lugarteniente  general  en  los  reinos  de  Aragón  y  Va- 
lencia ,  y  le  sabia  mal  que  se  hablase  de  dar  libertad  al 
conde,  porque  por  no  tener  el  rey  su  hermano  hijos,  la  co- 
rona le  pertenecia  á  él,  y  temia  que  si  el  conde  salia  de 
la  cárcel,  no  le  enturbiase  la  sucesión,  porque  él  y  sus  her- 
manos no  eran  muy  bien  quistos  en  estos  reinos,  y  habia 
muchos  que  deseaban  ver  novedades,  que  eran  muy  contin- 
gentes si  el  rey  moria  (como  murió)  en  Ñapóles,  donde  de 
continuo  estaba :  y  así  por  quitarse  de  tales  cuidados  y 
asegurar  su  sucesión  ,  trató  ,  sin  saberlo  el  rey ,  con  sus 
hermanos  que  el  conde  muriese,  porque  decia  que  hombre 
muerto  no  hacia  guerra,  que  fué  lo  que  dijo  el  otro  mal 
consejero  de  la  impía  Isabel  ,  reina  de  Inglaterra :  inorlui 


(  61^t  ) 
)wn  iuordenl;  y  presumía  que  muerto  una  vez  el  conde,  ni 
se  hablaría  de  sus  cosas  ni  del  derecho  en  el  reino;  y  así 
usando  del  poder  de  lugarteniente  del  rey,  y  alcanzándole 
tras  de  él  para  el  castellano  de  Jálíva,  en  que  le  mandaba 
que  si  el  rey  de  Navarra  iba  allá,  hiciese  todo  lo  que  le 
mandase  así  como  si  él  fuese  en  persona;  y  así  una  mañana, 
ai  primero  de  junio  de  1433,  el  rey  de  Navarra,  don  En- 
rique y  don  Pedro,  sus  hermanos,  llegaron  al  castillo  y  pi- 
dieron al  castellano,  qué  era  del  conde,  y  él  les  dijo  que  aun 
estaba  en  la  cama:  mandáronle  le  dispertase  y  que  luego 
se  viniese  con  elles,  que  habían  de  tratar  con  él.  El  caste- 
llano llamó  al  conde  y  le  dijo  que  luego  se  vistiese  y  saliese 
allá  donde  estaban  los  infantes  ,  que  le  aguardaban  y  le 
querían  hablar,  y  que  saliere  presto,  que  llevaban  grande 
prisa  y  se  querían  ir. 

Fué  notable  la  alteración  y  susto  que  tuvo  el  conde 
cuando  ovó  que  estaban  allá  los  tres  hermanos,  y  dijo  lue- 
go:— Castellano:  yo  soy  muerto;  muerto  soy. — Y  vistién-^ 
dose  el  jubón,  hizo  una  grande  esclamacion  á  Dios  nuestro 
Señor,  lamentándose  de  sus  desdichas  é  infelicidades  y  pi- 
diéndole perdón  de  sus  pecados;  y  acabado  de  vestir,  si- 
guió al  castellano,  que  le  llevó  donde  estaban  los  infantes; 
y  el  conde  le  siguió  temblando  como  un  delincuente  que 
llevan  al  suplicio,  y  por  el  camino  le  dijo  que  le  fuese  tes- 
tigo,, y  se  acordase  que  antes  de  cincuenta  años  había  de 
ser  vengada  su  muerte  v  sangre,  no  solo  en  los  infantes, 
'  mas  aun  en  todos  aquellos  que  habían  sido  causa  de  su  per- 
dición y  daño  :  y  dicho  esto,  el  castellano  le  dejó  en  el 
aposento  donde  estaban  los  infantes,  que  cerraron  el  apo- 
sento, Y  el  castellano  sintió  dentro  c^ran  ruido,  y  en  partí- 


(  615  ) 
cular  tres  ó  cuatro  gritos  que  dio  el  conde,  diciendo: — No 
sé  tal  cosa,  no  sé  nada  de  esto. — Y  poco  después  abrieron 
el  aposento,  y  dejaron  el  conde  muerto.  El  castellano  en- 
tró á  buscar  al  conde;  y  como  le  vio  tendido  en  el  suelo, 
metióse  á  llorar,  y  dijo: — Señores,  ¿qué  habéis  hecho?  y 
qué  cuenta  daré  yo  al  rey  y  al  baile  de  Valencia  de  la  per- 
sona del  conde? — Y  ellos  le  dijeron,  que  no  cuidase  de 
mas,  que  esa  habia  sido  la  voluntad  del  rey ,  v  mandáronle 
que  tomase  el  cuerpo  y  le  volviese  á  la  cama ,  y  dijese  que 
lo  habia  hallado  muerto,  y  le  pusieron  graves  penas  si  otra 
cosa  decia;  y  se  salieron  del  castillo  é  hicieron  su  camino: 
pero  no  fué  esto  tan  secreto,  que  no  se  murmurase  entre 
la  gente,  afeando  todos  aquel  hecho;  y  lo  que  no  osaban 
decir  en  público  los  cuerdos  y  discretos,  lo  cantaban  los 
locos;  porque  sucedió  en  Barcelona,  que  un  dia  el  infante 
don  Pedro  paseaba  por  la  ciudad  en  ocasión  que  habia  po- 
co que  era  venido  de  Monserrate  á  dar  gracias  á  la  Virgen 
de  la  libertad  le  habia  Dios  dado,  donde  ofreció  unos  gri- 
llos de  plata,  en  memoria  y  reconocimiento  de  la  merced 
alcanzada.  Un  loco  le  vio,  llamado  Matas,  de  Molins  de 
Retg,  en  la  plaza  de  las  Coles,  y  dijo  á  grandes  voces: — Es- 
te buen  infante  viene  de  Portugal  ,  donde  ha  estado  preso, 
y  de  matar  al  conde  de  Urgel;  y  ahora  viene  de  ^íonser- 
late  de  ofrecer  unos  grillos  de  plata,  y  pedir  á  Dios  per- 
don  de  la  muerte  que  ha  hecho  del  conde;  mas  él  llevará 
el  pago  de  su  culpa. 

El  castellano,  luego  que  hubo  metido  al  conde  en  la  ca- 
ma, según  le  habian  mandado  los  infantes,  avisó  luego  al 
baile  general  de  Valencia  y  á  los  jurados,  justicia  y  escri- 
banos de  aqiiella,  que  llegaron  antes  que  el  baile,  \  les  en- 


( «lí> ) 

señó  el  cuerpo  del  conde  muerto,  y  tomaron  información 
de  testigos  y  levaron  auto  de  lo  que  veian,  y  poco  después 
llegó  el  baile  é  hizo  lo  mismo,  para  dar  razón  al  rey  como 
le  habian  hallado  muerto:  y  hecho  esto,  le  enterraron  en 
el  monasterio  del  Socos,  de  la  orden  de  San  Agustin,  de 
aquella  ciudad.  Fué  su  muerte,  según  Martin  de  Viciana, 
que  dijo  haberlo  sacado  de  los  libros  de  la  bailía  de  Játiva, 
á  2  de  lebrero  de  1445;  pero  según  el  dietario  de  la  ciudad 
de  Barcelona  y  Gerónimo  Zurita,  lunes  al  primero  de  junio 
de  1433,  á  quien  sigue  el  abad  Carrillo:  y  es  mas  vero- 
símil lo  que  dicen  esto;»  autores,  porque  en  el  tiempo  que 
dice  Martin  de  Viciana  eran  ya  muertos  don  Enrique  y  don 
Pedro,  y  así  creo  que  debió  ser  error  ó  de  la  imprenta  ó 
del  trasladar  de  aquel  libro,  y  nó  del  autor.  Duróle  la  cár- 
cel diez  y  nueve  años,  siete  meses  y  siete  dias. 

Este  fué  el  fin  de  don  Jaime  de  Aragón,  conde  de  Ur- 
gel  y  vizconde  de  Ager  en  Cataluña,  señor  de  las  baronías 
de  Antillon  y  Entenza,  y  otras  de  los  reinos  de  Aragón  y 
Valencia  y  principado  de  Cataluña  ,  descendiente  por  línea 
de  varón  del  primer  Wifredo,  conde  de  Barcelona,  y  por 
línea  de  su  madre  de  los  emperadores  de  Alemania;  cuya 
muerte  sucedió  después  de  una  muy  larga  y  penosa  cárcel, 
y  en  la  ocasión  que  mas  confianza  tenia  de  salir  de  ella;  y 
de  no  haber  querido  aceptar  el  partido  que  le  hizo  el  rey 
don  Fernando,  vino  á  perder  todo  el  resto,  y  quedó  en  un 
estado  tan  infeliz  v  desdichado,  que  de  él  le  quedó  el  so- 
brenombre de  don  Jaime  de  Aragón,  conde  de  Urgel,  el 
Desdichado ,  que  esta  es  la  memoria  de  sus  calamidades  y 
desgracias.  Con  todo,  dice  fray  Fabricio  Gauberto,  en  su 
Historia,  que  afirmaban  que  cii  el  tiempo  que  estuvo  en  U\ 


(  ÍÍ17  ) 
cárcel  hizo  tal  penitencia  y  tal  enmienda  de  su  vida,  y  re- 
conoció tanto  á  Dios  y  murió  tan  santamente  ,  que  ganó 
mayor  corona  y  alcanzó  mas  alto  reino  que  nunca  el  mun- 
do darle  pudiera,  porque  la  adversidad  lleva  mas  hombres 
á  los  cielos,  que  el  favor  de  la  prosperidad. 

Tuvo  el  conde  de  su  mujer ,  la  infanta  doña  Isabel ,  seis 
hijas:  la  primera  fué  doña  Isabel,  que  en  el  año  de  1428, 
casó  con  el  infante  don  Pedro  de  Portugal,  duque  de  Co- 
imbra,  hijo  del  rey  don  Juan  el  segundo  de  Portugal  y  her- 
mano del  rey  don  Eduardo,  que  habia  casado  con  doña 
Leonor ,  hija  de  don  Fernando  de  Aragón  y  hermana  de 
nuestro  rey  don  Alonso,  que  fué  el  que  casó  á  esta  señora, 
y  fué  en  ocasión  que  el  infante  don  Pedro  venia  de  Alema- 
nia de  visitar  al  emperador  Segismundo,  y  á  la  vuelta  pasó 
por  Barcelona,  y  entró  en  ella  á  2  (el  dietario  de  Cervera 
dice  á  8)  de  julio  de  1428,  y  fué  hospedado  en  casa  de 
Juan  Fivaller,  al  lado  de  la  iglesia  de  San  Justo,  y  de  aquí 
fué  á  Valencia,  donde  entró  á  24  del  mes,  y  fué  recibido 
en  estas  dos  ciudades  con  muchas  demostraciones  de  alegría, 
y  el  rey  le  hizo  mucha  cortesía  y  entonces  se  concertó  de 
casarle  con  esta  señora;  y  después  envió  el  infante  sus  em- 
bajadores, y  eran  Gómez  de  Silvera  y  T.  Alfonso,  su  vice- 
canciller, y  todos  de  su  consejo,  con  poder  de  hacer  el  ca- 
samiento, que  no  nombró  la  dama  ccn  quien  se  habia  de 
casar;  y  otorgóse  este  poder  en  Valencia,  á  2  de  agosto  de 
1428,  y  después,  estando  en  Valladolid,  á  1  de  setiembre, 
la  nombró;  y  los  capítulos  matrimoniales  se  hicieron,  en 
cuanto  á  la  firma  del  infante,  á  17  de  setiembre,  en  Va- 
lencia, y  de  doña  Isabel,  á  28,  en  el  castillo  de  Alcolea, 
donde  ella  estaba,  y  después  aun  tardaron  á  consumar  ol 


(  618  ) 
matrimonio,  porque  hallo  que  el  rey,  á  4  de  marzo  de 
1829,  les  confirió  un  privilegio  que  el  rey  don  Pedro,  á 
10  de  mayo  de  1370,  en  Tarragona,  habia  dado  á  la  con- 
desa doña  Cecilia,  de  poner  un  barco  en  Cinca,  en  los 
términos  de  Alcolea,  ó  de  Monbru  ó  de  Fontclara,  y  dice: 
fuluris  conjugibus  quorum  esse  dicitur  locus  de  Akolea.  Cele- 
bróse el  desposorio  por  procuradores  en  el  mismo  castillo 
de  Alcolea,  y  fué  llevada  con  gran  acompañamiento  á 
Portugal,  Fué  la  dote  el  castillo  y  villa  de  Alcolea  de 
Cinca,  que  el  rey  habia  vendido  á  la  infanta  doña  Isabel, 
su  madre,  por  sesenta  mil  florines  de  oro  de  Aragón;  y  se 
los  retuvo  el  infante  en  satisfacción  de  parte  de  las  cin- 
cuenta mil  libras  barcelonesas  tenia  de  su  dote,  é  hízose 
esta  venta  en  Valencia  á  28  de  octubre  de  1417,  y  dióse 
esta  villa  y  castillo  por  cuarenta  mil  novecientos  florines, 
que  valian  cuatrocientos  cuarenta  y  nueve  mil  y  novecien- 
tos sueldos  barceloneses,  y  le  da  facultad  al  infante  que 
las  pueda  vender  por  satisfacerse  de  la  dicha  dote,  y  pac- 
taron que  lo  que  valiese  mas,  se  reservase  para  los  dotes 
de  las  otras  hijas,  doña  Leonor  y  doña  Juana;  y  le  hizo  de 
esponsalicio  seis  mil  florines,  asegurando  aquellos  sobre  Mon- 
temayor  y  Fontulga,  lugares  suyos  en  el  reino  de  Portugal, 
junto  á  Coimbra.  En  este  negocio,  y  como  á  procurador 
suyo,  intervino  Berenguer  de  Barutell  ,  arcediano  mayor 
de  Lérida  y  de  Santa  María  de  la  Mar  de  Barcelona,  tio 
y  procurador  de  estas  señoras,  que  así  le  llaman  en  los  ca- 
pítulos matrimoniales;  y  este  buen  clérigo  jamas  las  desam- 
paró en  su  adversa  fortuna,  y  la  procura  se  le  hizo  en  Al- 
colea,  á  7  de  agosto  de  1428.  Fué  el  infante  hombre  muy 
dado    á   estudios  y  escribió  muchas  obras  en  prosa  y  en 


( íiiy ) 

verso,  Y  peregrinó  gran  parte  del  mundo,  obrando  y  vien- 
do cosas  grandes.  Sus  cosas  y  la  poca  merced  que  le  hizo 
el  rey  don  Alfonso,  su  yerno  y  sobrino,  y  su  muerte,  es- 
criben los  autores  portugueses,  y  mas  en  particular  Luis 
Coello,  en  sus  Reyes  de  Portugal.  Tuvo  de  su  mujer  seis 
hijos:  don  Pedro,  celebrado  entre  los  portugueses  por  su 
hermoso  aspecto  y  linda  gracia,  y  fué  condestable  de  Por- 
tugal, y  en  tiempo  del  rey  don  Juan,  el  segundo,  vino  á 
estos  reinos  para  defender  y  amparar  á  los  catalanes,  que 
estaban  muy  oprimidos  de  aquel  rey,  y  vivió  poco,  y  murió 
con  sospecha  de  veneno,  y  fué  sepultado  en  Santa  María  del 
Mar  de  Barcelona,  en  el  altar  ó  capilla  mayor  de  aquella 
iglesia,  debajo  de  una  gran  losa  ó  piedra  de  mármol  que 
estaba  en  medio  de  él,  y  que  en  nuestros  dias  fué  quitada, 
por  la  obra  del  pavimento  nuevo  que  se  ha  hecho  en  aque- 
lla iglesia  y  en  la  capilla  mayor. 

Don  Juan,  que  casó  con  Carlota,  hija  de  Juan,  rey  de 
Chipre,  y  por  la  incapacidad  del  suegro  fué  llamado  para 
que  rigiese  y  gobernase  aquel  reino,  y  es  contado  entre  los 
reyes  de  Chipre,  y  no  dejó  hijos,  y  murió  en  Borgoña  con 
sospechas  de  veneno. 

Don  Jaime,  cardenal  de  San  Eustaquio,  arzobispo  de 
Lisboa,  varón  de  gran  ingenio,  letras  y  virtud,  y  tan  raro 
en  la  continencia ,  que  para  cobrar  salud  en  la  enfermedad 
de  que  murió,  dijeron  los  médicos  usar  de  cierto  remedio 
que  paraba  en  ofensa  de  Dios,  y  por  no  manchar  su  pure- 
za, dijo  que  mas  queria  morir  mozo  que  vivir  sucio.  Dióle 
el  capelo  el  papa  Calixto  III,  el  año  14-56,  y  no  falta  quien 
dice  haberlo  hecho  por  dar  pesar  al  rey  don  Alfonso,  que 
en  aquella  ocasión  estaba  disgustado  con  el  duque  su  pa- 


(  620  ) 
(Ire,   y   por  ensalzar  la  memoria  del  conde  de  Urgel,  su 
abuelo,  y  por  dar  á  entender  al  rey,  que  aunque  muerto, 
no  lo  era  en  la  memoria  de  todos. 

Doña  Isabel,  que  casó  con  el  rey  don  Alonso  de  Portu- 
gal, de  cuyo  matrimonio  salió  el  rey  don  Juan  el  segundo. 

Doña  Beatriz,  que  casó  con  Adolfo,  señor  de  Raveste, 
hijo  del  duque  de  Cleves. 

Doña  Felipa ,  que  fué  monja  en  Odinelas. 

La  otra  hija  del  conde  de  Urgel  se  llamó  Leonor,  y  ca- 
só, aunque  muy  contra  su  voluntad,  con  Ramón  Ursino, 
que  fué  príncipe  de  Salerno,  duque  de  Amalfi  y  conde  de 
Ñola  y  Scaphara,  y  maestro  justiciero  en  el  reino  de  Ña- 
póles, muy  querido  y  estimado  del  rey  don  Alfonso,  que 
fué  el  que  le  dio  algunos  de  estos  títulos,  sin  otros  muchos 
pueblos  y  rentas;  y  por  mas  asegurarle  en  su  servicio,  le 
dio  mujer  de  l;i  casa  y  alcurnia  real,  que  fué  esta  señora, 
aunque  él  pensaba  casar  con  doña  Juana,  que  era  la  hija 
tercera,  que  después  casó  con  el  duque  de  Cardona.  Pare- 
ce en  memorias  de  estos  tiempos,  que  le  pesó  mucho  á  esta 
señora  pasar  á  Italia,  y  no  queria  firmar  el  matrimonio  por 
palabras  de  presente  con  el  procurador  que  el  príncipe  ha- 
bia  enviado  á  Cataluña,  que  se  llamaba  Antonio  Mestrella, 
y  se  le  habia  dado  el  poder  á  2o  de  diciembre  de  1437, 
y  habia  mandado  el  rey  que  se  embarcase  en  las  galeras 
que  en  aquella  ocasión  habian  de  ir  á  Ñapóles,  cuyo  capi- 
tán era  Mateo  Pujadas,  caballero  catalán;  pero  doña  Leonor 
rehusaba  con  gran  porfía  firmar  este  matrimonio,  y  man- 
dó el  rey  que  en  caso  que  no  quisiese  ir  de  buena  gana, 
la  metiesen  por  fuerza  en  la  galera,  sin  tenerle  respeto;  y 
esto   lo  hacia  el  rey,  porque  este   matrimonio  habia  sido 


(  621  ) 
medio  porque  el  príncipe  se  redujese  á  su  servicio  y  obe- 
diencia, de  que  resultaba  de  su  empresa  gran  favor,  por  ser 
uno  de  los  caballeros  mas  principales  del  reino,  y  era  muy 
emparentado  con  el  príncipe  de  Tarento;  y  esta  repugnan- 
cia de   doña  Leonor  había  llegado  á  tanto,  que  muchos, 
hasta  el  rey  de  Portugal  y  el  infante  don  Pedro,  cuñado  de 
doña  Leonor,  habian  escrito  al  rey,  que  aquel  matrimonio 
no  se  hiciese  contra  voluntad  de  la  dama,  de  lo  que  el  rey 
se  maravilló  no  poco,  sabiendo  la  calidad  y  grandeza  de  la 
casa  de  aquel  príncipe  y  su  linaje  que,  según  el  rey  afir- 
maba, era  de  los  mejores  y  mas  calificados  del  mundo;  y 
así  á  la  postre  vino  bien  en  ello,  y  se  embarcó  á  23  de  ma- 
yo, ó  según  he  visto  en  algunas  memorias,  á  28  de  octubre 
de  1438,  en  dos  galeras,  una  de  Bernardo  de  Requesens, 
y  otra  del  procurador  real  de  Mallorca.  El  dote  de  esta 
señora  fué  el  ducado  de  Amalfi. 

La  otra  hija  se  llamó  doña  Juana,  y  casó  dos  veces:  la 
primera  con  Juan,  conde  de  Fox,  y  vivieron  juntos  solo 
nueve  meses,  y  fué  la  tercera  de  tres  mujeres  que  tuvo. 
Habia  enviudado  de  la  segunda  mujer  el  año  1435,  y  el 
siguiente  ya  murió;  y  de  este  matrimonio  no  quedaron  hi- 
jos, y  después  siendo  viuda,  se  concertó  con  Gastón,  su  en- 
tenado, sobre  su  dote  y  esponsalicio:  he  visto  este  auto  en 
los  papeles  del  archivo  de  Cardona,  hecho  en  el  castillo  de 
Maseret  á  18  de  mayo  de  1436:  y  después  estuvo  mucho 
tiempo  en  Francia,  y  le  salieron  algunos  casamientos  muy 
buenos,  y  el  rey,  que  lo  supo,  los  estorbó;  que  por  ser  mu- 
jer de  su  linaje  é  hija  de  tal  padre,  quiso  que  casase  de  su 
mano  y  que  volviese  á  estos  reinos,  lo  que  ella  rehusaba;  y 
el  rey  mandó  venir  de  Ñapóles  á  Cataluña  á  don  Berenguer 


(  6á2  ) 
Doms,  caballero  catalán,  para  decir  á  la  reina  doña  María  la 
mandase  venir  á  poder  suyo,  y  si  no  lo  queria  hacer,  se 
procediese  á  ocupación  de  sus  bienes,  y  que  en  todo  caso 
se  embargase  Castellón  de  Farfanyá,  que  era  suyo,  porque 
se  recelaba  que  no  se  apoderasen  de  él  gentes  estranjeras; 
y  así  se  vino.  Después,  en  el  año  de  1444,  en  junio,  ca- 
só esta  señora  con  don  Juan  Ramón  Folc,  conde  de  Car- 
dona y  Prades,  é  hijo  de  otro  Juan  Ramón  Folc,  conde  de 
Cardona.  En  los  capítulos  de  este  matrimonio  hallo  que  se 
llevó  en  dote  veinte  mil  libras  catalanas,  que  eran  aquellas 
le  habia  dejado  la  infanta  doña  Isabel,  su  madre,  mas  dos 
mil  seiscientas  sesenta  y  seis  libras  y  un  tercio,  de  aquellas 
ocho  mil  libras  que  la  infanta  habia  dejado  á  su  hija  doña  Ca- 
talina, y  por  haber  muerto,  se  dividieron  las  dichas  ocho  mil 
libras  con  doña  Juana  y  doña  Isabel  y  doña  Leonor,  sus  her- 
manas. A  mas  le  dio  en  dote  diez  mil  florines  habia  de  co- 
brar del  conde  de  Foix  por  el  esponsalicio  y  screix,  y  to- 
do lo  demás  que  hubiere  ;  y  el  conde  de  Cardona  le  hizo 
aumento  de  dote  de  diez  mil  florines :  y  de  este  matrimo- 
nio salieron  don  Juan  Ramón  Folc,  primer  duque  de  Car- 
dona, por  merced  del  rey  Católico,  hecha  en  Sevilla  á  7 
de  abril  de  1491,  y  por  eso  de  aquí  adelante  tomaron  las 
armas  de  los  condes  de  Urgel,  como  hoy  las  traen  los  du- 
ques de  Cardona,  sus  descendientes,  que  son  un  escudo  en 
franja,  con  los  palos  de  Aragón  y  los  jaqueles  de  oro  y  ne- 
gro. Nació  también  de  este  matrimonio  don  Pedro,  que  fué 
obispo  de  Urgel  y  después  arzobispo  de  Tarragona,  Ha- 
blando de  él  el  arquiepiscopologio  de  Tarragona,  dice  así: 
Petrus  a  Cardona,  non  leve  decus  antiquissime  el  perUlus- 
trh  Fdcorum  stirpis  el  familie,  ex  Urgelensi  pontifke  Tarra- 


(  625  )  . 
conensis  crealus  est,  quem  sui  generis  avitam  nobililatem  suis 
virliUibus  multo  nobiliorem  reddidisse  fatehunliir  omnes  quibus 
ea,  que  pro  civili  alque  cccleciastica  república  cum  summa 
laude  gessit,  fuerint  non  ignota.  Nam  ct  cancellarius  regius 
quum  mullos  annos  fuisset  el  cum  magistratum  illustrasset, 
toti  provincie  regia  pote&tate  prefectus,  tanta  integritate  el  pru- 
dentia  provinciam  adminislravil,  iit  ex  infestissima  pacalissi- 
mam  mirahili  dexterilale  reddideril.  Jam  vero  Tarraconense 
templum  magnificentissimis  edificiis  exornavit,  et  dignitatem 
multis  opibus  auxil  et  locuplelavil.  Moritur  anno  1530,  quo 
tempore  sevissima  pestis  per  universam  hanc  regionem  grassa- 
batur:  prefuil  Tarraconensi  cathedre  annos  15,  menses  1, 
dies  8. 

En  Urgel  estuvo  cuarenta  y  dos  años  prelado,  según  pa- 
rece en  los  episcopologios  de  aquella  iglesia.  Está  su  cuer- 
po en  las  capillas  de  los  Cardonas,  en  la  Seo  de  Tarrago  - 
na,  en  un  sepulcro  de  mármol  levantado,  adornado  de  va- 
rias inscripciones. 

Las  otras  tres  hijas  que  quedaron  del  conde  murieron 
sin  casar,  y  se  llaman  doña  Beatriz,  doña  Felipa  y  doña  Ca- 
talina, á  quien  la  infanta  dejó  ocho  mil  libras  de  dote  ,  y 
murió  después  de  muerta  la  infanta  su  madre. 

Hallo  observado  en  memorias  antiguas,  que  los  infelices 
sucesos  del  rey  don  Juan  y  desgraciadas  muertes  de  los  in- 
fantes sus  hermanos,  las  atribuyeron  los  antiguos  á  las  ve- 
jaciones y  malos  tratos  hicieron  estos  príncipes  al  conde  de 
Urgel,  como  que  fuesen  en  venganza  de  ellas. 

Del  infante  don  Pedro  cuentan  las  historias  del  reino  de 
Ñapóles  y  otras,  que  después  de  haber  perdido  todo  lo 
que  habia  en  los  reinos  de  Castilla,  por  habéiselo  quitado 


(  624  ) 
el  re\  don  Juan,  pasó  á  servir  al  rey  don  Alfonso,  su  her- 
mano ,  en  Ñapóles;  y  el  infante,  que  tenia  cargo  de  la  ar- 
tillería, estaba  un  dia  batiendo  aquella  ciudad,  y  vio  que 
los  genoveses,  que  tenian  en  guarda  la  iglesia  de  Nuestra 
Señora  del  Carmen  ,  habiau  subido  al  campanario  algunas 
bombardas  que  le  podian  ofender,  y  por  quitarlos  de  allá, 
mandó  al 'artillero  que  diese  fuego  á  una  gran  bombarda, 
llamada  la  Mesanesa,  que  estaba  encarada  al  campanario; 
pero  la  bala  dio  en  el  muro  de  la  ciudad,  y  de  allá  con 
gran  fuerza  surtió  á  la  iglesia  y  entró  dentro  de  ella,  y 
rompió  un  tabernáculo  donde  estaba  una  imagen  de  Cristo 
crucificado,  y  se  llevó  la  corona  de  espinas  y  cabellos  de 
ella,  y  aun  le  quitara  la  cabeza,  si  la  imagen  no  la  inclina- 
ra, dando  lugar  á  que  la  bala  pasase,  y  dio  en  el  suelo, 
junto  á  la  puerta  mayor,  donde,  en  memoria  del  caso,  pu- 
sieron en  el  suelo  un  mármol  redondo;  y  los  napolitanos 
tuvieron  esto  á  gran  milagro,  como  en  fin  lo  es;  y  esto  su- 
cedió un  jueves,  á  17  de  octubre,  la  hora  de  tercia.  El  dia 
siguiente  el  infante,  á  la  misma  hora,  vino  al  campo  para 
continuar  la  batería,  y  mientras  estaba  dando  prisa  al  arti- 
llero para  que  tirase,  vio  venir  del  campanario  del  Carmen 
una  bala  de  bombarda,  que  dio  tres  saltos  en  el  suelo ,  y  á 
la  que  quiso  apartarse  de  ella,  dio  el  cuarto  salto  sobre  la 
siniestra  parte  de  la  cabeza  del  infante,  y  se  llevó  la  mitad 
de  ella,  y  el  cerebro  quedó  esparcido  por  el  aire,  dejándo- 
le muerto  sobre  el  caballo  en  que  iba.  Lleváronle  su  cuer- 
po á  la^  iglesia  de  Santa  María  Magdalena  y  fuéronlo  á  de- 
cir al  rey,  que  oia  misa  en  Nuestra  Señora  de  las  Gracias, 
y  después  de  haber  hecho  grandes  lamentaciones  por  la 
muerte  tan  desastrada  y  dicho  palabras  de  gran  sentimiento, 


(  6ü;í  ) 

dijo  :  —  Esta  mañana  le  dije  yo  que,  por  mi  amor,  no  hi- 
ciese asestar  la  artiücría  hacia  la  iglesia  del  Carmen,  por^ 
que  un  hombre  que  habia  salido  de  la  ciudad  me  habia  re- 
ferido un  milagro  que  habia  sucedido  en  una  imagen  de 
Cristo  Señor  nuestro  ,  y  el  infante  deseoso  de  hacer  daño 
en  los  genoveses  que  estaban  en  aquel  lugar,  no  me  res- 
pondió palabra,  y  Dios  justo  ha  querido  con  la  muerte  su- 
ya castigar  su  atrevimiento,  —  Y  por  perpetua  memoria, 
escribieron  este  caso  en  una  tabla  que  está  en  aquella  igle- 
sia del  Carmen.  Este  fué  el  fin  del  infante  don  Pedro. 

Don  Enrique,  después  de  haber  pasado  grandes  trabajos 
y  persecuciones  de  cárceles  y  confiscaciones  de  bienes  v 
privación  del  maestrazgo  de  Santiago  y  otros,  en  una  bata- 
lla que  tuvo  con  gente  del  rey  de  Castilla,  junto  á  Olmedo, 
fué  vencido  y  herido  en  la  mano  izquierda,  y  sobrevinién- 
dole una  calentura  pestilencial,  feneció  sus  dias,  martes  á 
15   de  julio  de  1445. 

Pues  del  rey  don  Juan  harto  sabidos  son  los  disgustos 
que  tuvo  con  el  príncipe  don  Carlos,  su  hijo,  y  las  guerras 
con  sus  vasallos,  que  duraron  muchos  años,  y  vino  á  punto 
de  perder  el  reino  y  corona,  y  á  la  postre,  cuando  tuvo  la 
tierra  en  paz  y  gozaba  de  algún  sosiego ,  perdió  la  vista  y 
murió  ciego ;  y  fué  cosa  de  notar,  que  quedando  del  rey 
don  Fernando  cinco  hijos  varones,  se  acabó  á  la  cuarta  ge- 
neración su  línea  masculina,  y  antes  de  cumplirse  cincuen- 
ta años  después  de  la  muerte  del  conde  ,  sucedieron  tantos 
infortunios  y  guerras  en  estos  reinos,  que  se  puede  con  mu- 
cha razón  afirmar  haberse  cumplido  lo  que  él  dijo  poco 
antes  de  su  muerte. 

Acabados  ya  los  procesos  y  confiscaciones  contra  del  coii- 
TOMO  X.  42 


(  im  ) 

(le  N  doña  Margarita  y  sus  hijos,  y  enseñorido  el  rey  de  to- 
dos los  castülos  y  pueblos  de  estos  príncipes,  puso  un  re- 
ceptor ó  colector  general  en  los  condado  y  vizcondado;  y  el 
primero  que  nombró  fué  Juan  de  Mongav,  que  ya  era  bai- 
le general  del  condado  de  Urge!,  y  fué  nombrado  á  29  de 
marzo,  estando  el  rey  en  Zaragoza;  y  después  nombró  á 
Fernando  de  Bardaxí.  Este  oficio  duró  pocos  años,  porque 
el  rey,  de  la  hacienda  del  conde,  pagó  todos  los  servicios 
le  habian  hecho  hasta  aquel  punto,  y  tuvo  harto  que  dar  á 
todos  aquellos  que  con  él  habian  venido  de  Castilla  y  le 
habian  servido  en  la  toma  de  Antequera  y  en  otras  empre- 
sas que  emprendió  el  rey  siendo  infante ;  y  fuéle  muy  á 
propósito  esta  confiscación,  porque  tuvo  con  que  satisfacer 
servicios  que  de  otra  manera  se  viera  muy  apretado ,  por- 
que estaba  rodeado  de  muchos  servidores  que  habian  venido 
con  él,  con  pensamiento  de  recibir  en  esta  Corona  el  galar- 
dón y  paga,  y  era  forzoso,  si  no  sucediera  esta  confiscación, 
haberse  de  volver  vacíos;  porque  cuando  el  rey  vino,  halló 
tan  gastado  y  consumido  el  patrimonio  real  y  tan  menos- 
cabado, que  parecia,  según  dice  Valla,  que  habia  de  ser 
rey  de  valde,  porque  halló  tanto  enajenado  en  la  Corona, 
que  quedaba  muy  poco  para  sustentarse  á  sí  y  á  sus  hijos,  á 
quienes  pensaba  dar  un  gran  estado  en  estos  reinos,  y  fué 
muy  al  revés.  Tomaron  gran  ánimo  sus  servidores  viendo 
confiscado  este  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de  Ager  y 
baronías  de  Antillon  y  otras,  y  solicitaban  la  enmienda  de 
sus  servicios  con  gran  cuidado  sin  cesar  un  punto,  y  mas  en 
particular  aquellos  que  habian  servido  en  el  sitio  de  Bala- 
guer,  que  cada  uno  de  ellos  se  prometia  una  gran  baronía: 
y  el  rey,  aunque  deseaba  remunerarlos,  porque  le  habian 


(  G27  ) 
bien  servido,  gustara  mas  de  vender  que  donar,  para  poder 
con  esto  remediar  sus  propias  necesidades  y  pagar  lo  que 
debia  á  los  soldados  y  gente  de  armas  de  Castilla,  que  habia 
entrado  y  le  habian  servido  en  los  reinos  de  Aragón;  y  aun- 
que era  mucho  lo  confiscado,  los  pueblos  estaban  pobres  y 
acabados,  así  por  la  guerra,  como  por  haber  sido  los  años  y 
cosechas  estériles  y  pobres,  y  haber  sacado  el  conde  don 
Jaime  y  la  condesa,  su  madre,  ya  por  via  de  servicios,  ya 
por  via  de  empréstitos,  toda  la  sustancia  de  ellos.  Habia  el 
rey,  de  lo  que  habia  confiscado,  á  pagar  la  dote  á  la  infan- 
ta doña  Isabel,  y  eran  cincuenta  mil  libras,  cantidad  por 
aquellos  siglos  harto  considerable  ;  y  a  mas  de  esto  ,  las 
hermanas  del  conde,  doña  Leonor  y  doña  Cecilia,  pedian 
los  legados  les  habia  hecho  el  conde  don  Pedro,  cuyo  tes- 
tamento aun  cumplidamente  no  se  habia  ejecutado,  y  eK te- 
soro que  dejó  estaba  ya  consumido,  v  lo  fuera  aunque  hu- 
biese sido  diez  veces  mayor.  Estas  cosas  v  el  cisma  habia 
en  la  Iglesia  tenian  al  rey  muy  inquieto  y  melancólico;  pe- 
ro como  era  príncipe  generoso,  no  pudo  escusar  de  hacer 
mercedes  á  los  que  le  habian  servido,  y  así  distribuyendo  los 
bienes  dei  conde  y  don  Antonio  de  Luna  y  los  demás  va- 
ledores de  don  Jaime,  hallo  haber  hecho  las  donaciones  que 
se  siguen. 

La  primera  fué,  como  vimos,  que  dio  el  castillo  y  villa 
de  Ager,  á  1 ."  de  noviembre  de  1412,  que  fué  después 
de  haber  preso  al  conde,  al  arzobispo  de  Tarragona  v  á  su 
mesa,  que  hoy  lo  posee. 

A  lo  de  agosto  de  1414  dio,  estando  en  Morella,  en  el 
reino  de  Valencia,  á  Suero  de  Nava,  su  armero  ma\or, 
por  haberle  servido,  así  con  su  persona,  como  también  cuu 


(  Í)2<S  ) 

su  hacienda,  en  la  presa  de  la  cueva  de ,  que  tomó 

el  dicho  Suero,  y  en  el  sitio  del  castillo  de  Loarre,  que 
habia  sido  de  don  Antonio  de  Luna,  y  en  resistir  á  los  es- 
tranjeros  que  entraron  por  orden  del  conde  de  Urgel  y  en 
cl  sitio  de  Balaguer,  le  hizo  merced  de  los  castillos  y  lu- 
gares de  Setcastells,  que  era  de  veinte  fuegos,  y  de  Orvier- 
go,  que  tenia  el  conde  de  Urgel  en  el  reino  de  Aragón,  con 
todos  los  derechos  y  provechos  se  sacal)a  de  ellos  y  con 
ciertas  retenciones. 

A  25  de  agosto  del  mismo  año  dio  á  Lope  Gurrea,  su 
alguacil,  el  castillo  de  Gordun,  situado  en  la  Bardusuela, 
el  lugar  de  Latiesses,  situado  junto  á  las  valles  de  Arañes, 
V  la  casa  de  Borniela,  situada  en  el  canal  de  Berdun,  den- 
tro del  reino  de  Aragón,  que  fueron  de  Pedro  de  Badus- 
cay  y  de  Pedro  Dombien,  que  habia  el  rey  confiscado,  por 
haber  sido  valedores  del  conde  de  Urgel. 

A  1  de  actubre,  estando  en  Momblanc,  dio  á  Juan  de 
Bardexí,  su  camarlengo,  por  haberle  bien  servido  en  el  si- 
tio de  Balaguer,  el  lugar  y  castillo  del  Grado,  que  era  de 
setenta  fuegos,  y  era  de  las  baronías  que  tenian  los  condes 
de  Urgel  en  el  reino  de  Aragón  ;  y  este  fué  hijo  de  aquel 
Bcrenguer  de  Bardexí  que  fué  uno  de  los  nueve  jueces,  y 
por  muerte  del  padre  heredó  la  baronía  de  Antillon  y  los 
lugares  de  Castellfollit,  Almolda  y  otros,  que  fueron  del 
conde  de  Urgel. 

El  mismo  dia  hizo  merced  al  dicho  Berenguer  de  Barde- 
xí, por  los  servicios,  según  dice,  hechos  después  de  la  de- 
claración de  Caspe,  y  por  haberle  servido  en  el  sitio  de  Ba- 
laguer y  haber  tomado  grandes  trabajos  en  cosas  se  ofre- 
cieron de  su  servicio,  de  los  castillos  y  lugares  de  Almolda, 


(  6:29  ) 
que  era  de  ciento  cuarenta  fuegos.  Osó,  de  treinta,  y  Cas- 
tellfollit,  de  cuarenta ,  que  eran  de  las  baronías  que  el  con- 
de tenia  en  el  reino  de  Aragón. 

A  8  del  mismo  mes  hizo  merced  á  Mateo  Ram,  su  ujier 
de  armas,  por  buenos  servicios  ,  y  mas  en  particular  por 
haberse  hallado  en  el  cerco  de  Balaguer,  de  los  castillos  y 
lugares  de  Sanxicier  ó  Saraitier,  que  era  de  diez  fuegos, 
y  del  Puig  de  Mercal,  que  era  de  las  dichas  baronías. 

A  18  de  julio  del  dicho  año  habia  hecho  merced,  estan- 
do en  Morella,  á  don  Antonio  de  Cardona,  montero  mayor 
del  rev,  y  de  su  consejo  ,  que  era  hermano  del  conde  de 
Cardona,  del  castillo  y  villa  de  Oliana  ,  situada  en  el  con- 
dado de  Urgel,  por  servicios  hechos,  y  en  particular  por 
haber  estado  en  el  cerco  de  Balaguer  todo  el  tiempo  que 
duró  aquel,  con  grandes  gastos  y  costas  suyas. 

A  6  de  octubre  de  1414,  dio  á  Nicolás  de  Biota,  es- 
cribano de  raciones  de  su  casa,  por  sus  buenos  servicios,  y 
mas  en  particular  por  haber  servido  de  dia  y  noche  en  el 
cerco  de  Balaguer  ,  el  lugar  de  Albalatillo,  que  era  de  las 
baronías  tenia  el  conde  en  el  reino  de  Aragón  ,  y  era  de 
veinte  fuegos. 

Asimismo  dio,  á  13  de  octubre,  á  Alvaro  de  Garavito, 
sculifero  et  alumno  nostro  (así  le  nombra  el  rey),  todos  los 
bienes  de  Martin  López  de  Lanuza,  que  habian  sido  confis- 
cados por  haber  valida  al  conde  de  Urgel;  y  se  los  dio  por 
razón  del  matrimonio  hizo  con  Violante,  doncella,  hija  del 
dicho  López  de  Lanuza  y  de  doña  Elvira  López  de  Sese; 
V  aunque  este  caballero  no  tenia  castillos  ni  lugares,  pero 
según  parece  del  auto  de  la  tal  donación,  era  un  patrimo- 
nio srrande  v  rico,  v  se  lo  da  por  haberle  servido  en  muchas 


(  630  ) 
ocasiones,  y  en  particular  en  el  cerco  de  Balaguer,  couio  lo 
vimos  cuando  tratábamos  de  él;  y  á  10  de  julio  de  1417 
le  dio  el  rey  privilegio  de  naturaleza  en  Aragón. 

A  7  de  agosto  de  1414  dio  á  Pedro  Blan,  doncel  y  ca- 
ballerizo suvo,  por  haber  servido  en  muchas  empresas  y  á 
roFtas  y  gastos  suyos,  así  en  el  asedio  de  Balaguer,  como 
en  otras  ocasiones,  las  villas  de  Tiurana  y  Vilaplana,  que 
eran  del  condado  de  IJrgel,  harto  nombradas  por  los  aven- 
tajados V  finísimos  linos  que  producen,  que  hoy  posee  don 
Andrés  Blan  v  Ribera,  descendiente  suyo, 

A  27  de  noviembre  del  mismo  año,  en  Momblanc  ,  y 
por  las  mismas  razones  y  servicios,  dio  á  don  Pedro  Maza 
de  Lizana,  su  consejero  y  mayordomo,  el  lugar  de  Alba- 
late,  que  era  de  las  baronías  del  conde  de  Urgel  en  el  rei- 
no de  Aragón,  y  era  de  setenta  fuegos. 

Asimismo,  á  5  de  octubre,  en  Momblanc,  hizo  merced 
V  donación  á  Jofre  de  Bracerola,  caballero  y  secretario  de 
la  reina,  del  feudo  de  los  lugares  de  Cubells,  de  Mongay 
y  de  la  Torre  den  Bondia,  y  del  feudo  del  lugar  de  Cama- 
rasa,  que,  como  vimos,  fué  de  los  antiguos  condes  de  Ur- 
gel; y  estos  leudos  fueron  de  Ramón  Berenguer  de  Fluviá, 
á  quien  fueron  confiscados  por  haber  sido  uno  de  los  vale- 
dores del  conde  de  Urgel. 

A  o  de  diciembre  dió  á  don  Guerau  Alamany  de  Cer- 
velló,  gobernador  de  Cataluña,  por  los  muchos  servicios  de 
él  recibidos  en  las  cosas  se  ofrecieron  contra  del  conde  de 
Urgel,  y  atenta  su  mucha  nobleza  v  calidad,  la  villa  y  cas- 
tillo de  Liñola,  con  sus  términos,  situada  en  el  condado  de 
Urgel,  y  las  salinas  de  Ivars,  que  pretendía  el  cabildo  de 
la  Seo  de  Urgel  ser  suyas  v  haberlas  usurpado  los  condes 


(  651  ) 
don  Pedro  y  don  Jaime;  y  sobre  ello,  y  el  castillo  de  la 
Pedra  en  la  sosveguería  de  Pallars,  que  también  habian  di- 
cho haberlo  tomado  los  dichos  condes,  y  se  quejaban  de  ello 
al  rey,  habia  mandado  tomar  información  á  los  vegueres 
de  Tárrega  y  sosvegueres  de  Pallars,  á  17  de  febrero  de 
este  año;  y  yo  creo  que  no  debieron  de  probar  cosa  de  con- 
sideración, pues  vemos  que  el  rey  lo  dio  á  don  Guerau, 
juntamente  con  los  diezmos  del  Padriz  y  las  quistias  deis 
Planells  y  las  cenas  de  Corbins  y  de  Alguayre,  todo  en  fran- 
co alodio. 

A  30  de  diciembre  del  dicho  año  dio  á  Luis  Ballester, 
justicia  de  la  villa  de  Riela,  del  reino  de  Aragón,  los  bie- 
nes de  García  López  de  Cabanyas,  que  fueron  confiscados 
por  haber  sido  gobernador  del  conde. 

A  20  de  noviembre  de  lil4  dio  á  don  Juan  de  íxar, 
por  haber  servido  en  el  cerco  de  Balaguer  de  dia  y  noche, 
á  sus  gastos,  los  lugares  y  castillos  de  Rafols,  que  era  de 
veinte  fuegos,  Mombrú,  de  diez,  y  Fontclara,  que  era  de 
las  baronías  del  reino  de  Aragón. 

A  23  de  febrero  de  1415  dio  los  bienes  de  Luis  de  Ce- 
grany,  que  fué  uno  de  los  que  se  hallaron  en  la  muerte  del 
arzobispo  y  gran  servidor  del  conde  de  Urgel,  á  Ñuño  de 
Laguna  y  García  de  la  Vera. 

A  25  del  mismo  mes  dio  á  Juan  Vivot,  caballero  ma-  . 
llorquin,  por  servicios  hechos  á  los  reyes  don  Martin  de 
Aragón  y  de  Sicilia,  con  una  galera  que  sustentó  á  sus  cos- 
tas por  tiempo  de  un  año,  y  por  haber  servido  en  el  cerco 
de  Balaguer  y  otras  ocasiones ,  el  castillo  y  lugar  de  Os, 
cu\o  término  toca  con  el  de  Castelló  de  Farfañá,  de  la  Fi- 


(  652  ) 
güera,  de  Bellpuig  de  las  Avellanas  y  de  Tartareu,  y  se  lo 
da   en  franco  alodio. 

A  8' de  octubre  de  1414  dio  á  Juan  de  Mencajó  los 
lugares  y  castillos  y  términos  de  Clamosa,  de  diez  fuegos, 
V  de  Puig  de  Cinca,  de  treinta  y  cinco;  y  dijo  que  termi- 
naba el  de  Clamosa  con  el  término  de  la  Penyella  y  del  lu- 
gar de  Setcastells,  y  el  de  Puig  de  Cinca  con  los  términos 
del  Panyello,  del  Graus  y  de  la  Penyella,  en  el  reino  de 
Aragón ,  y  eran  de  las  baronías  del  conde  de  Urgel. 

A  1."  de  julio  de  1414  dio  la  villa  de  Albesa  á  Diego 
Fernandez  de  Vadiello,  por  buenos  servicios,  y  en  particu- 
lar por  haber  servido  al  rey  en  el  sitio  de  Balaguer;  la  cual 
villa  era  del  condado  de  Urgel. 

A  19  de  junio  de  1415  dio  á  Ramón  de  Bages,  del  con- 
sejo del  rey  y  su  camarlengo,  por  servicios  hechos  en  el 
sitio  de  Balaguer,  el  lugar  y  castillo  de  Monmagastre,  cu- 
yos términos  son  Vilves,  Alentorn,  Paracolls  y  Valhebrera, 
y  era  del  condado  de  Urgél. 

A  8  de  octubre  de  1414  dio  á  Antonio  de  Bardaxí,  su 
alguacil  y  capitán  de  las  montañas  de  Jaca  ,  por  haber  re- 
sistido á  las  gentes  que  fueron  en  ayuda  del  conde  de  Ur- 
gel y  otros  servicios,  el  lugar  y  castillo  de  Valí  de  Solana, 
que  era  de  cien  fuegos,  y  era  de  las  baronías  tenia  el  con- 
de en  Aragón. 

A  12  de  julio  de  1415,  en  Valencia,  dio  al  duque  don 
Alfonso  de  Gandía  la  villa  y  castillo  de  Alcolea,  que  era 
de  trescientos  fuegos,  de  las  baronías  de  Aragón  ;  aunque 
después  este  lugar  y  castillo  le  cobró  el  rey  Alfonso  del 
duque  de  Gandía,  y  lo  vendió  á  la  infanta  doña  Isabel,  mu- 
jer del  conde,  por  sesenta  mi!  florines  de  oro  de  Aragón; 


(  í)35  ) 
y  la  paga  de  ellos  fué  que  la  condesa  se  quedó  con  ellos, 
en  satisfacción  de  cincuenta  mil  libras  de  su  dote,  y  des- 
pués fue  dado  á  su  hija  doña  Isabel,  que  casó  con  el  in- 
fante don  Pedro  de  Portugal,  por  cuarenta  mil  novecien- 
tos florines  de  oro  de  Aragón,  que  valen  cuatrocientos  cua- 
renta y  nueve  mil  y  novecientos  sueldos  barceloneses ,  co- 
mo queda  dicho. 

A  2  de  julio  de  1415  dio  á  Francisco  de  Vilaraarin,  en 
pago  y  satisfacción  de  dos  mil  florines  de  oro  de  Aragón, 
que  le  debia  el  rey,  por  enmienda  de  los  daños  habia  reci- 
bido del  conde  de  Urgel  y  de  su  gente,  que  le  tuvieron 
preso  en  la  torre  de  Ager,  por  cuya  libertad  hizo  el  parla- 
mento diversas  embajadas  y  diligencias  con  el  conde,  co- 
mo vimos;  los  lugares  deVilves  y  CoUfret,  francos  en  alo- 
dio: y  dice  que  confrontan  estos  lugares  con  los  términos 
ó  castillos  de  Artesa,  de  Grallo,  de  Tudela,  rio  del  Segre, 
y  con  el  lugar  del  Toral. 

A  15  de  agosto  de  1414  dio  á  Pascual  Sados,  caballe- 
ro, por  buenos  servicios  hechos  en  el  cerco  de  Balaguer,  el 
lugar  de  Milla  con  el  feudo  de  aquel,  que  fué  de  Francis- 
co de  la  Torre,  y  le  fué  confiscado  por  haber  valido  al 
conde  de  Urgel ,  cuyo  era  el  dicho  lugar;  y  dice  confron- 
tar con  el  valle  de  Ager,  la  Noguera  Ribagorzana,  y  con  el 
lugar  de  Finestres,  y  era  del  vizcondado  de  Urgel. 

A  29  de  julio  de  1415,  en  Valencia,  hizo  donación  á 
Alvaro  de  Avila,  su  mariscal  y  criado,  por  servicios  hechos 
en  la  presa  de  Antequera  y  encuentros  que  tuvo  el  rey, 
siendo  infante,  con  los  moros,  y  por  haber  metido  gentes 
en  el  reino  de  Aragón,  en  el  tiempo  de  la  competencia 
del  reino,  y  por  haberle  servido  en  el  cerco  de  Balaguer  y 


(  634  ) 
en  otras  ocasiones,  las  villas  y  castillos  de  Sieteaguas ,  Bu- 
nyol,  Macastre,  Ayatava  y  Alborraix  en  el  reino  de  Valen- 
cia, que  fueron  de  los  condes  de  Urgel. 

En  el  raes  de  noviembre  de  1415,  estando  en  Perpiñan, 
para  las  vistas  que  se  hablan  aplazado  con  el  emperador 
Segismundo  y  el  papa  Benedicto  de  Luna,  hizo  donación  á 
don  Pedro  de  ürrea,  su  camarlengo  y  consejero,  del  casti- 
llo y  lugar  de  Almonazir  y  de  Marchs,  por  buenos  servicios 
hechos  en  el  cerco  de  Loarre;  los  cuales  habian  sido  de 
don  Antonio  de  Luna,  y  le  fueron  confiscados  por  haber 
sido  valedor  del  conde,  y  eran  en  el  reino  de  Aragón. 

Sin  estas  donaciones,  vendió  mucha  parte  de  los  bienes 
del  conde,  y  sin  duda  diera  y  vendiera  mucho  mas,  si  no  le 
atajara  la  muerte;  pero  lo  que  ni  dio  ni  vendió,  lo  hizo  el 
rey  don  Alfonso,  su  hijo.  Entre  otras  ventas  que  hizo,  ha- 
llo en  memorias  de  estos  tiempos,  que  á  7  de  febrero  de 
1415  vendió  á  Ramón  de  Perellos  ,  consejero  y  montero 
mayor  del  infante  don  Alfonso,  dos  mil  setecientos  y  cin- 
cuenta sueldos  de  renta,  por  precio  de  cuatro  mil  florines 
de  oro  de  Aragón,  á  razón  de  diez  y  seis  mil  sueldos  por 
mil ,  y  por  esto  dio  por  obligación  particular  y  especial  las 
quistias  y  pesqueras  y  otros  derechos  que  tenia  el  rey  en 
el  lugar  de  Algerre,  que  era  del  condado  de  Urgel,  que 
después  dio,  á  15  de  diciembre,  á  don  Juan  de  Luna. 

Sobre  las  villas  de  Sieteaguas  y  las  aljamas  de  los  sarra- 
cenos de  Bunyol,  Macastre,  Ayatava  y  Alborraix,  veinte  y 
dos  mil  florines,  para  el  gasto  habia  de  hacer  el  infante  don 
Juan  en  Sicilia. 

Sin  esto,  á  lo  de  diciembre  de  este  año  1415,  estando 
en  Momblanc,  hizo  venta,  por  precio  de  trece  rail  y  qui- 


(  (i5o  ) 
uientos  lloiines  de  oro  de  Aragón  (son  ciento  cuarenta  y 
ocho  mil  quinientos  sueldos  barceloneses),  al  abad  y  mo- 
nasterio de  Nuestra  Señora  de  Poblet,  del  castillo  y  villa 
de  Menargas,  con  todas  las  rentas  y  derechos  tenian  en  él 
los  condes  de  Urgel;  mas,  los  diezmos  del  trigo  que  reci- 
biaf»  los  dichos  condes  en  los  términos  de  Belcayre  y  de 
Monsuar,  y  en  la  torre  llamada  den  Arau,  situadas  en  el 
llano  de  Urgel;  y  aquellas  cuarenta  mil  libras  de  cera  que 
los  dichos  recibian  cada  año  en  el  lugar  y  término  de  Cas- 
tcil-Cerá,  y  sesenta  mil  sueldos  recibian  en  el  lugar  de  Tor- 
rada, y  otros  sesenta  mil  en  el  lugar  de  La  Folióla,  junto 
á  Balaguer,  y  toda  la  jurisdicción  civil  y  criminal  que  los 
dichos  condes  tenian  en  los  lugares  de  Belcayre  y  de  Mon- 
suar, Torre  den  Arau,  Castcll-Cerá  y  de  Torrada  y  de  La 
Folióla,  y  en  Baiaguer  y  en  Behrunt,  Bursenit,  Bolu,  Fo- 
lióla de  ürgell,  Tornabous,  el  Tarros,  Mas  den  Guillot, 
Munlait  y  la  Granadella,  con  toda  la  plenitud  y  derecho 
que  le  competía  al  rey  y  á  los  condes  de  Urgel,  de  quien 
hahian  sido  los  dichos  lugares  y  pueblos  y  jurisdicciones. 

A  17  de  noviembre  del  dicho  año,  estando  en  Perpiñan, 
vendió  á  don  Juan,  conde  de  Foix,  la  villa  y  castillo  de 
Castelló  de  Farfany/i ,  situada  en  el  vizcondado  de  Ager, 
con  todas  las  rentas  y  jurisdicciones,  por  precio  de  treinta 
y  cuatro  mil  florines  de  oro  de  Aragón,  reservándose  por 
tiempo  de  diez  años  el  dicho  castillo  y  fuerza,  y  que  pasa- 
dos aquellos,  después  de  requerido,  dentro  de  cuatro  meses 
de  la  requisición  ,  haya  de  volver  y  entregarse  al  dicho 
conde  de  Foix  y  á  los  suyos,  sin  escusa  alguna.  La  paga 
de  los  treinta  y  cuatro  mil  florines  fué  en  esta  manera:  que 
por  ellos  le  renunció  el  derecho  que  el  dicho  ronde  tenia 


(  636  ) 
en  la  baronía  de  Castellvell  de  Rosanes,  y  en  la  villa  de 
Martorell ,  como  heredero  y  sucesor  del  conde  Mateo  de 
Foix,  su  tio.  En  estas  concesiones  intervinieron  Archimbau- 
do,  señor  de  Navales,  y  Mateo  de  Foix,  hermanos  de  dicho 
conde. 

A  25  de  diciembre  del  dicho  año,  vendió  á  Olfo  de 
Proxida,  consejero  y  camarero  de  la  reina  doña  Leonor, 
el  lugar  de  Tartareu,  por  precio  de  dos  mil  florines  de  oro 
de  Aragón  ;  y  dice  que  terminaba  con  los  términos  de 
Ager,  de  Bellpuig  de  las  Avellanas,  de  Trago  y  de  Casta- 
lio de  Farfanyá. 

Sin  estas  donaciones,  hallo  haber  dado  el  mismo  rey  don 
Fernando  á  Fernando  de  Morales ,  sosveguer ,  capitán  y 
baile  de  la  Valí  de  Ager  ,  el  lugar  de  Artesona  en  el 
reino  de  Aragón;  y  la  carta  ó  auto  de  la  donación,  aunque 
se  otorgó,  se  perdió,  y  después  pidió  al  rey  Alfonso  se  la 
confirmase,  como  lo  hizo  á  15  de  julio  de  1417,  estando 
el  rey  en  Barcelona. 

Después  de  muerto  el  rey  don  Fernando  ,  su  hijo  don 
Alfonso,  para  pagar  servicios  y  valerse  en  los  gastos  se  le 
ofrecian,  se  valia  también  de  la  hacienda  y  estado  del  con- 
de, y  lo  que  quedaba  por  vender  ó  dar.  poco  á  poco  lo 
fué  distribuyendo  de  manera,  que  antes  de  pocos  años  que- 
dó del  todo  acabado  y  dividido. 

Porque  á  13  de  noviembre  de  1416  vendió  e\  jus  luen- 
di  que,  como  á  sucesor  del  conde  de  Urge!,  le  pertenecia 
sobre  el  lugar  y  baronía  de  Pons.  El  caso  fué  este :  que 
viéndose  don  Jaime  de  Aragón,  conde  de  Urgel,  falto  de 
dinero,  por  haber  ya  acabado  aquel  gran  tesoro  que  le  ha- 
bia  dejado  el  conde  don  Pedro,  su  padre,  y  estando  en  oca- 


(  637  ) 
sion  que  se  quería  poner  en  armas  para  tomarse  la  corona, 
vendió  por  nueve  mil  libras  la  villa  y  castillo  de  Pons,  con 
los  lugares  de  Olióla,  Malavella,  Canosa,  Claret,  Validan  y 
otros,  y  un  censal  de  valor  de  nueve  mil  novecientas  libras 
barcelonesas,  y  de  pensión  ochocientas  veinte  y  cinco  libras, 
á  Ponce  de  Perellos,  y  le  dio  por  obligación  del  dicho  cen- 
sal los  feudos  de  Agramunt  y  Balaguer,  que  los  tenia  en 
su  poder  por  veinte  mil  florines  habia  de  cobrar  y  le  debia 
el  rey  don  Martin,  por  razón  del  dote  de  la  infanta  doña 
Isabel,  su  mujer,  obligando  asimismo  todas  las  rentas  te- 
nia en  la  ciudad  de  Balaguer  y  villa  de  Agramunt.  Esta 
venta  fué  con  facultad  de  poderse  quitar,  que  es  lo  que 
decimos  á  carta  de  gracia.  Sucedió  que  este  Ponce  de  Pe- 
rellos, que  habia  comprado  todo  esto,  á  17  de  abril  de 
1412  vendió  á  Ramón  de  Casaldáguila  ,  ciudadano  de  Za- 
ragoza, la  baronia  y  lugar  de  Pons,  y  el  rey  que  como  á 
sucesor  del  conde  de  Urgel,  por  razón  de  la  confiscación, 
habia  sucedido  en  sus  derechos,  quiso  volver  á  cobrar  la 
dicha  baronía  y  pagar  al  Casaldáguila  nueve  mil  libras,  el 
cual  deseoso  de  quedarse  con  ella,  hizo  con  el  rey  este  con- 
cierto :  que  de  sus  dineros  quitaria  el  censal  de  nueve  mil 
novecientas  libras   que  el  conde  habia  vendido  sobre  las 
rentas  y  feudos  de  Balaguer  y  Agramunt,  dejando  aquellas 
al  rey  francas  y  sin  cargo  ni  obligación  alguna  por  razón 
del  dicho  censal,  y  á  mas  de  esto,  que  le  pagaria  seis  mil 
ochocientas  cincuenta   libras  barcelonesas;   y  con  esto  se 
quedó  el  Ramón  de  Casaldáguila  con  esta  baronía,  que  des- 
pués ha  sucedido  en  ella  don  Dalmau  de  Queralt,  conde  de 
Santa  Coloma,  que  fué  virey  de  Cataluña. 

A  30  de  marzo  de   1418,  dio  al  infante  don  Juan,  su 


(  038  ) 
hermano,  la  ciudad  y  castillo  de  Balaguer ,  con  todas  las 
rentas  y  jurisdicción  tenian  en  ellos  los  condes  de  Urgel;  y 
de  allí  adelante  se  intitulaba  señor  de  la  ciudad  de  Bala- 
guer, con  pacto  que  muriendo  sin  hijos  varones,  vuelva  li  la 
Corona,  el  cual,  como  dice  el  obispo  de  Pamplona,  Sando- 
val,  en  la  Descendencia  de  la  casa  de  Sandoval,  la  dio  con 
licencia  del  rey,  su  hermano,  ó  Diego  Gómez,  conde  de 
Castro,  á  23  de  octubre  de  1431. 

A  30  de  mayo  del  mismo  año  dio  al  mismo  infante  las 
veguerías  de  la  dicha  ciudad  de  Balaguer  y  la  de  Urgel. 

A  10  de  junio  de  1417  confirmó  á  Miguel  de  Torrelles 
el  castillo  y  lugar  de  Altes,  en  el  condado  de  Ürgel ,  que 
á  10  de  julio  de  1416  le  habia  dado  el  rey  Fernando,  su 
padre. 

A  30  de  enero  de  1417  dio  al  mismo  infante,  su  her- 
mano, la  villa  de  Agramunt,  estando  el  rey  en  Tortosa  ;  y 
después,  á  24  de  julio  de  1427,  le  concedió  el  rey  licen- 
cia para  que  pudiese  empeñarla  al  conde  de  Foix. 

A  10  de  marzo  de  1426  vendió  el  lugar  y  castillo  de 
Vernet,  por  precio  de  quinientos  florines  de  oro,  á  Jaime 
Piquer;  y  este  lugar  era  en  el  condado  de  Urgel. 

A  9  de  diciembre  de  1417  dio  al  monasterio  de  los 
Predicadores  de  la  ciudad  de  Balaguer,  en  enmienda  de  los 
daños  y  ruinas  que  durante  el  cerco  recibió  aquel  monas- 
terio de  la  gente  del  rey  y  del  conde,  la  casa  fuerte  de  la 
condesa  doña  Margarita,  que  estaba  muy  vecina  á  este  mo- 
nasterio; y  dice  que  confrontaba,  á  oriente,  con  un  peda- 
zo de  tierra  de  ítlaleo  Alios,  á  mediodía  y  septentrión,  cou 
el  mismo  pedazo  de  tierra  y  con  el  camino  que  va  á  la 
ciudad  de  Lérida;  \  manda  el  rey  que  de  esta  donación  no 


(  ()59  ) 
tome  el  protonotario  derecho  de  sello. 

A  28  de  octubre  de  1417  vendió  á  la  infanta  doña  Isa- 
bel el  lugar  y  castillo  de  Alcolea  de  Cinca,  que,  como  vi- 
raos, habia  dado  al  duque  de  Gandía,  y  después  se  lo  co- 
bró el  rey  don  Alfonso,  y  lo  vendió  á  la  dicha  infanta. 

El  mismo  dia  le  vendió  por  diez  y  siete  mil  libras  el 
diezmo  de  la  ciudad  y  término  de  Balaguer,  y  las  quistias  y 
todas  las  rentas  que  el  rey  y  los  condes  de  Urgel  tenían  en 
ella,  como  dijimos  arriba. 


FINÍS:  1650. 


APÉlDiCL 


Para  mayor  inteligencia  de  lo  que  dice  el  autor  en  las  páginas 
10-2 — 110,  acerca  de  las  armas  llamadas  de  constelación,  y  en 
particular  de  la  famosa  espada  de  Viiardeli ,  creemos  que  á 
los  lectores  de  este  libro  no  les  desagradará  que  transcriba- 
mos íntegra  la  curiosa  sentencia  de  que  se  hace  mérito  en  la 
página  107,  y  que  fué  dada  por  el  rey  don  Jaime  primero, 
en  e!  pleito  seguido  en  su  corle  entre  Arnaldo  de  Cabrera  y 
Bernardo  de  Centelles.  Dice  así: 


Noverint  universi  quandam  causam  denunciacionis  et  in- 
(juisicionis  fuisse  agitatam  coram  nobis  Jacobo  Dei  gratia 
rege  Aragonuna  Majoricarum  et  Valentie  comité  Barchi- 
none  et  Urgelli  et  domino  Montispesulani  inter  Arnaldum 
de  Capraria  militem  et  Dalmacium  de  Costa  ejus  procura- 
torem  denunciantes  ex  una  parte  et  nobilem  virum  G.  R. 
de  Montecateno  et  Bernardum  de  Scintillis  militem  denun- 
ciatos  ex  altera  super  quodam  belío  et  homagio  inde  se- 
cuto ratione  cujusdam  feudi  quod  dictus  Bernardus  de 
TOMO  X.  43 


(  (>4i2  ) 
Scintillis  ad  se  et  ejus  nomine  dictum  Arnaldum  de  Capra- 
ria tenere  asserebat  et  inde  deberé  esse  suum  hominem  et 
vassalliim.  In  qua  quidem  causa  dicti  denunciantes  denun- 
ciacionem  suam  contra  dictos  denunciatos  nobis  obtulerunt 
per  hec  verba. —  Cum  rex  justus  sederit  supra  sedem  non 
adversabitur  sibi  quicquid  malignum:  C.  De  summa  trinila- 
te  et  fide  catholka  1.  ínter  claras.  Verba  hec  sunt  Salomo- 
nis  et  confirmata  per  legem.  Hoc  idcirco  premissum  est 
quia  Arnaldus  de  Capraria  confidens  de  justitia  regie  sereni- 
tatis  sperat  se  maximam  injustitiam  pacientem  in  justitiam 
reforman.  Et  hoc  est  quod  spectat  ad  potentiam  majesta- 
tem  et  pietatem  vestram  dum  lex  dicit  vos  á  malis  eripere 
injustitiam  pacientes  in  authent.  De  defens.  civit.  in  principio: 
et  hec :  non  videamur  homines  oppressos  despicere  quos  nohs 
tradidit  Deus  in  authent.  Ut  jud.  sine  quoquo  sufrag.  cap. 
XI.  Opportet  et  hac  ratione  simili  contemplatione  cum  sit 
equissimum  et  justitie  debitum  ipse  A.  venit  ad  vos  por  mo- 
dum  denunciationis  vel  exponens  suam  injuriam  prosequen- 
do  dicit  quod  Bernardus  de  Scintillis  volens  eum  sibi  acer- 
ba indignacione  submittere  voluit  eum  reptare  ratione  cu- 
jusdam  honoris  quem  dicebat  ipsum  A.  tenere  pro  eo. 
Et  cum  ipse  A.  non  teneret  dictum  honorem  pro  ipso  di- 
xit  quod  non  reptaret  eum  quia  ipse  paratus  erat  illa  ra- 
tione sibi  faceré  justitie  complementum.  Ad  quod  ipse  no- 
luit  responderé  et  processit  et  firmavit  et  reptavit  eum. 
Postea  A.  de  Capraria  cum  videret  predicta  fieri  in  mag- 
num  ejus  despectum  et  quod  moris  est  inter  milites  quod 
per  bellum  habent  in  talibus  responderé  firmavit  similiter  et 
venit  sibi  ad  contrasimilem  Bernardus  filius  Bernardi  de 
Scintillis.  Ex  qua  causa  contigit  quod  die$  fuit  assignata  ad 


(  643  ) 
bellum  alus  obraissis  que  precessenint  in  diclo  facto.  Ei 
tune  cum  fuissent  partes  ibi  accesserunt  dictus  A.  et  Ber- 
nardus  filius  Bernardi  de  Scintillis  ad  hostium  campi  et 
fuit  juratum  per  ipsos  qui  debebant  debellare  inter  retera 
quod  non  deferebant  aliquid  quod  haberet  virtutem.  Kt  hoc 
sacramentum  factum  fuit  ad  mandatum  G.  R.  de  Mon- 
tecateno :  et  hoc  facto  intraverunt  campum  et  debellati 
fuerunt  alter  alterum  ad  invicem.  Deinde  ipsis  existentibus 
jn  campo  tractatum  fuit  per  aiiquos  quod  Arnaldus  de  Ca- 
praria faceret  homagium  de  dicto  honore  Bernardo  de 
Scintillis.  Et  cum  hac  ratione  comes  Impuriarum  intrasset 
campum  et  petisset  á  dicto  Arnaldo  si  illud  concederet  ip- 
se  A.  dixit  et  respondit  quod  nuUo  modo  hoc  faceret  ad 
quod  etiam  induci  non  potuit  aliqua  ratione.  Sed  demum 
alus  obmissis  venit  G.  R.  de  Montecateno  qui  supra  ipsum 
potestatem  habebat  et  minantem  sibi  fervorem  inferre  po- 
terat  et  dixit  sibi  quod  nisi  hoc  faceret  dejiceretur  de  cam- 
po pro  victo  compeliendo  etiam  eum  et  fecit  eum  per  ha- 
benas  teneri  et  abstulit  sibi  scutum  et  dúos  enses  et  duas 
clavas  et  sic  compulsus  per  sumraam  compulsionem  fecit 
homagium  dicto  Bernardo.  Quare  cum  dictus  A.  elcgisset 
sibi  curiam  vestram  pro  legaliori  quam  ipse  invenire  pos- 
set  et  curia  vestra  sine  dolo  suspicione  et  arte  debuisset  in 
sua  justitia  permanere  nec  dependeré  debuisset  á  dextris 
sive  sinistris  sed  unicuique  debuisset  tribuere  quod  est 
suum  et  per  hoc  regia  majestas  et  auctoritas  sit  contempla 
cum  curia  vestra  comuni  utilitate  sérvala  cuique  suam  non 
reddiderit  dignitatem  immo  ex  ¡psa  nate  sunt  injurie  un- 
de  solent  jura  nasci  et  cum  predicta  facta  sint  publice  et 
sit  notorium  sic  facta  fuisse  ut  predixit:  denunciat  vobis  A. 


(  044  ) 
de  Capraria  quod  ex  officio  vestro  veritatem  inquiratis  et 
inquirere  debealis  petens  et  suplicans  justitie  vestre  ut 
quem  ¡n  hoc  nocentem  repererit  sublimitas  vestra  se  illi  ut 
juslum  fuerit  terribilem  prebeat  et  acerbum.  Quod  autem 
serenitas  vestra  vindictam  exercere  debeat  in  premissis  hoc 
in  dubiura  venire  non  potest  quia  ubicumque  crimen  vio- 
lencie  comititur  et  acusatio  legis  Julie  publico  vel  private 
vendicat  sibi  locum  et  ubi  crimen  notorium  est  sicut  in 
casu  isto  princeps  hoc  inquirere  debet  ut  notatur  D.  Ad 
leg.  jul.  de  aduU.  coerc.  1.  1  in  glosa  que  incipit  Speciale 
etc.  ítem  alia  ratione  quia  in  quolibet  crimine  sola  de- 
nunciacio  sufficit  ad  hoc  ut  princeps  ex  oficio  suo  inquirere 
debeat  de  comisso  ut  C.  De  accusat.  1.  Ea  quidem  et  quod 
ibi  notatur.  Preterea  quia  hoc  usus  est  curie  vestre  in  tota 
Catalonia  consuetudo  et  observantia  generalis.  ítem  denun- 
tiat  vobis  dictus  A.  dicens  quod  contra  sacramentum  de 
quo  supra  dixit  dictus  Bernardus  filius  Bernardi  de  Scin- 
tillis  portavit  ensem  de  Vilardello  qui  quidem  ensis  habet 
virtutem  ut  nuUus  subcumbere  vel  superari  possit  qui  illum 
in  bello  detulerit  et  si  ponitur  in  aliquo  loco  et  ponitur  ver- 
so modo  ille  per  se  vertitur  et  stat  eo  modo  quo  poni  de- 
buit.  ítem  habet  alias  virlutes  multas  :  per  quem  ensem 
ipse  Bernardus  de  Scintillis  pater  dicti  Bernardi  obtinuit 
in  sua  intencione  :  qua  ratione  cum  hoc  factum  fuerit  in 
contemplum  vestre  majestatis  et  auctoritatis  cum  sine  dolo 
suspicione  et  arte  dictum  prelium  fieri  debuisset  in  curia 
vestra  :  et  sic  dictus  Bernardus  de  Scintillis  et  filius  ejus 
Bernardus  clam  destiiiis  et  machinationibus  ct  insidiis  fece- 
runt  ut  dictus  Bernardus  predictum  ensem  in  dicto  bello 
deferret  per  quod  indccenter  vos  et  curiam  vestram  frau- 


(  r>4o  ) 

darent  et  in  objecto  contra  dictum  A.  crimine  obtinerent: 
et  est  res  malí  exempli  sic  et  digna  correctione  cum  equali- 
tas  debellatonbus  sit  servanda  ut  C.  De  prox.  sacr.  scrin. 
1.  In  sacris  scrin.  et  judicia  non  debeant  claudicare  D.  De 
regul.  jur.  1.  Non  dehet  aclori  nec  privilegio  seu  auxilio  po- 
tiri  aliquis  concedatur  nisi  eodem  beneficio  adversarius  uti 
possit  ut  C.  De  fruct.  et  Ut.  eocpen.  \.  Cum  quídam :  et  sic 
cum  dictus  A.  de  Capraria  in  dicto  bello  fidem  elegerit 
curie  vestre  et  in  fide  curie  vestre  sit  deceptus  et  defrau- 
datus  per  suorum  adversariorum  calliditatem  machinationem 
et  fraudem  et  regie  sit  proprium  majestatis  ut  equalitatis  et 
justitie  sit  araator  ut  in  authent.  De  non  eligend.  secun. 
meen.  cap.  V.  et  lites  debeant  cum  omni  equitate  dirimi  ut 
in  authent.  De  mand.  princ.  cap.  III:  et  in  presentí  nego- 
tio  magna  indecens  inequalitas  inciderit  per  subjectam  frau- 
dem ex  adverso  et  sic  tara  enorme  fascinus  regie  justitie 
non  sit  conveniens  inullum  relinquere  ne  ludibrio  fiat  ejus 
auctoritas  et  scrupulosis  artibus  aliquorum  alioquin  si  aliter 
esse  posset  inane  et  delusorium  esset  imperium :  D.  Ne 
quid  in  loe.  puh.  vel  ilin.  fiat  1.  Sicut  is:  quod  esse  non 
debet  cum  ex  justitia  descenderé  videatur  ne  ex  alterius 
collusione  debeat  alterius  jus  corrumpi  ut  D.  De  liberali 
causa  \.  Si  pariter  et  quia  scriptum  est  ut  dolus  suus  ne- 
mini  patrocinetur  quia  non  debet  honorabiliora  jura  conse- 
qui  qui  decepit  quara  ille  qui  nihil  fecit  juxta  id  deceplis 
non  decipientibus  opitulanlur  jura:  ü.  Ad  senatuscon.  mlley. 
1.  2:  denunciando  idem  A.  cum  justitia  postulat  a  regia 
serenitate  ut  procedat  ex  officio  suo  contra  dictes  Bernar- 
dum  de  Scintillis  et  Bernardum  de  Ferran  et  alios  plures 
qui  manus  levaverunt  dictum  ensem  pro  mille  et  quingentis 


(  646  ) 
morabatinis  qui  quidem  omnes  in  eodem  crimine  sunt  ira- 
pliciti  tanquam  conscii  ejusdem  sceleris  et  reatus  et  ideo 
puniendi  ut  C.  De  Nüi  agger.  non  rump.  1.  1  et  C.  De 
episc.  et  cler.  1.  Si  quemquam.  Quod  autem  de  jure  proce- 
deré ex  officio  suo  debeat  sublimitas  vestra  patet  per  supra 
proxime  dictas  rationes  quia  ad  denunciacionem  prosequen- 
tis  suam  injuriara  potestis  hoc  faceré  et  secunda  ratione 
quia  notorium  est  ipsum  Bernardum  de  Scintillis  per  frau- 
dulosam  subjeccionera  ensis  obtinuisse  in  sua  intentione, 
Quare  ratione  juris  cautum  invenitur  quod  si  propter  adjunc- 
tam  falsitatem  sententia  déficit  et  reperta  falsitate  sive  per 
testes  sive  per  instrumenta  aliquis  obtinuisse  cognoscitur 
debet  qui  subcubuit  restitui  de  re  judicata  sententia  non 
obstante  :  D.  De  excep.  prcBsc.  et  prcejud.  1.  Qui  adgnitis 
et  D.  De  re  judicata  1.  Divus:  etiamsi  a  tali  sententia  non 
fuerit  provocatum:  C.  Si  ex  falsis  instrumentis  1.  2  et  glosa 
que  ibi  incipit  ul  et  D,  et  L.  et  S.  et  in  glosa  que  incipit 
/  scrípluram  et  per  totum  titulum.  A  simili  ergo  in  pre- 
sentí casu  vicio  falsitatis  reperto  super  dicto  ense  submisso 
cum  per  ipsum  fuerit  obtentum  in  intencione  dicti  Bernardi 
debet  quicquid  factura  est  in  irritum  revocan:  et  hoc  pro- 
batur  per  íale  simile  quia  sicut  videmus  in  sententia  quod 
ipsa  lata  finem  controversie  imponit  ut  D.  De  re  judical. 
1.  1  sic  et  videmus  duellura  controversie  finem  imponere 
et  locura  sententie  obtinere.  Ergo  idera  jus  in  duello  statui 
debet  ut  D.  Ad  leg.  aquil.  1.  illvd  cura  similibus.  Itera  alia 
ratione  patet  quod  ex  ofíicio  suo  procederé  debet  justitia 
vestra  casu  presentí  quia  in  hujusmodi  vel  quibuscumque 
delictis  curia  vestra  inquísitionem  faceré  potest  ex  usu  Ca- 
taloníe  consuetudine   et  observantia  generali.   Qua  ratione 


(  647  ) 
suplicat  serenitati  veslre  quatenus  ex  officio  justitie  vestre 
procedat  ut  de  tanto  scelere  inquiratis  et  compertum  tam 
enorme  fascinas  puniatis  et  restitualis  dictum  A.  in  eum 
statum  ¡n  q\io  erat  terapore  quo  campum  intravit  compel- 
iendo adversarium  ac  si  nichil  factura  esset  ut  duellum  su- 
beat  petens  a  justitia  vestía  ut  dictum  duellum  cum  omni 
equitate  procederé  faciat  et  Deum  habendo  pre  oculis  in 
presentí  et  futuris  negociis  sic  conetur  et  statuat  cuique 
reddere  quod  sit  fuum  ut  ex  dolo  alterius  alter  numquam 
valeat  subjacere.  ítem  denunciat  dominationi  et  excellentie 
vestre  dictus  A.  quod  Bernardus  de  Scintillis  peciit  quan- 
dam  camisiara  a  priore  sancti  Pauli  de  Barchinona :  que  qui- 
dem  camisia  fuit  induta  cuidara  per  quendara  archiepisco- 
pum  qui  celebrat  semel  in  anno  tantum  in  quadam  ecclesia 
et  antequam  spoliet  se  induit  iilura  et  quicumque  defert  ta- 
lem  camisiara  non  vincitur  in  prelio  nec  superari  potest :  et 
ideo  suplicat  quod  sublimitas  vestra  interroget  diclum  Ber- 
nardum  si  habuit  á  dicto  priore  dictara  caraisiam  quando 
prediura  debuit  fieri  et  si  accepit  caraisiam  cum  devotione  et 
si  credebat  per  hoc  juvari  et  si  credebat  quod  dicta  camisia 
haberet  illara  virtutera  vel  aliara  virtutem  et  quara.  Itera 
interrogentur  prior  et  monachi  si  quis  deposuit  illam  cami- 
siara in  monasterio.  ítem  si  audiverunt  ab  eo  qui  eara  depo- 
suit si  habebat  aliquara  virtutem  et  si  ipse  Bernardus  de  Scin- 
tillis rogavit  eum  quod  coraodaret  seu  traderet  sibi  dictara 
caraisiam.  ítem  si  illam  camisiara  comodavit  ei  dictus  prior 
pro  prelio  quod  facturus  erat  Bernardus  filius  suus.  Itera 
si  accepit  dictam  camisiara  cum  devotione  dictus  Bernardus 
de  Scintillis  raajor.  Itera  si  eara  detulit  secura  seu  deferri 
fecit  in  quadam  caxia.  ítem  si  audivit  dici  a  dicto  Bernar- 


(  648  ) 
do  quod  filius  süus  detulisset  dictam  camisiam  quando  fuit 
in  campo  vel  prelio,  ítem  hoc  idem  interrogetur  á  dicto 
Bernardo  filio  suo  et  á  Gilaberto  et  Bernardo  filiis  suis.  ítem 
ílenunciat  vobis  quod  dictus  Bernardus  de  Scintillis  portavit 
lapidem  seu  lapides  preciosos  in  dicto  duello  qui  habebant 
virtutem.  Quare  suplicat  quod  in  boc  inquiratis  sicut  in 
alus  ut  superius  dictum  est  ex  officio  vestro.  G. — Super  qua 
quidem  denunciacione  vel  ejus  causa  dictos  vocavimus  de- 
nunciatos  et  testes  quamplurcs  recepimus  quorum  dicta 
fuerunt  eisdem  denunciatis  presentibus  publicata  et  eorun- 
dem  denunciatorum  exceptiones  et  defensiones  audivimus 
diligenter  et  confessiones  dictorum  denunciatorum:  quibus 
ómnibus  vice  actis  dictis  denunciatis  presentibus  assignavi- 
mus  diem  ad  procedendum  in  dicto  negocio  prout  de  jure 
esset  procedendum:  qui  dixerunt  nobis  palam  et  publice  in 
judicio  constitutis  quod  numquam  ratione  istius  negocii  es- 
sent  coram  nobis  prout  hec  omnia  in  actis  inde  confectis 
clarius  continentur.  Quare  nos  Jacobus  rex  predictus  dic- 
ta die  dictum  procuratorem  dicti  A.  interrogavimus  si  vole- 
bat  aliquid  novi  proponere  in  dicto  negocio:  qui  dixit  quod 
non  immo  renuncians  allegationibus  facti  et  juris  et  in  tote 
concludens  negocio  difinitivam  peciit  sententiam  cum  ins- 
tancia promulgar!.  In  quo  quidem  die  dicti  denunciati  non 
comparuerunt  etiam  diutius  spectati  nec  aliquis  pro  eis- 
dem :  quare  nos  eosdem  reputantes  mérito  contumaces  po- 
suimus  in  defectu.  Cumque  dictorum  denunciatorum  prefa- 
ta  contradiccio  in  judicio  Pacta  nobis  edicto  equipoUet  pe- 
remptorio  post  quod  de  jure  non  debet  permiti  adversarius 
tergiversar!  et  ob  hoc  ab  eisdem  denunciatis  debet  haberi 
pro  renunciato  et  concluso:  Nos  visis  et  auditis  denuncia- 


(  G49  ) 
tionc  et  deíensionibus  supradictis  et  deposilionibus  testium 
predictorura  et  confessionibus  dictorum  denunciatorum  dili- 
genter  consideratis  servato  etiam  juris  ordine  in  predictis 
secundum  usaticos  Barchinone  et  specialiter  usus  et  obser- 
vantias  curie  nostre  necnon  jura  canónica  et  civilia  licet 
non  teneremus  quatenus  dicto  negocio  competebant:  con- 
sideratis etiara  meritis  dicte  cause  et  super  hiis  sapientium 
virorum  comunicato  consilio  Deum  habendo  pre  oculis  ut 
de  vultu  ejus  nostrura  procedat  judicium  utque  oculi  vi- 
deant  equitatem:  quia  constat  nobis  per  ea  que  acta  sunt 
dictos  denunciatos  in  dicto  bello  illicite  processisse  intro- 
mittendo  arma  illicita  et  prohibita  et  etiam  virtuosa  ut  evi- 
dens  et  publica  probat  fama  videlicet  ensem  de  Vilardello 
de  cujus  introductione  nobis  constat  per  confessionem  dicti 
Bernardi  de  Scintillis  senioris :  qui  ensis  ut  haberetur  fuit 
assecuratus  pro  septingentis  morabatinis :  pro  quo  etiam 
ense  infans  P.  fdius  noster  voluit  daré  quadringentos  soli- 
dos Barchinone  de  terno  in  redditus  annuales:  quem  en- 
sem dominus  ejus  noluit  daré  aliquo  precio  immo  expres- 
sim  prohibuit  illum  vendi :  fuit  etiam  introductus  quidam 
la{)is  preciosus  diamas  nomine  qui  patenter  habetur  ubique 
pro  virtuoso  quia  portanti  non  potest  os  confringi  pr«ut  hec 
dúo  nobis  constant  per  confessionem  Gilaberti  de  Scintillis 
qui  eundem  introduxit  et  virtutem  nobis  expressit  et  eum 
intromissit  in  casside  férrea  quam  portavit  in  bello  frater 
ejus  Bernardonus  debellator  :  et  quod  lapides  preciosi  vir- 
tutem habeant  eficacem  et  herbé  et  verba  prout  fides  ha- 
bet  hominum  et  credit  per  os  Domini  et  seriem  scriptura- 
rum  naturalium  evidentius  extat  cautum  et  talla  virtuosa 
non  debcnt  in  bello  aliquatenus  intromitti:  et  quia  hec  om- 


(  650  ) 
nia  facta  fuerunt  in  bello  contra  ordinationem  belli  et  con- 
suetudinem  Catalonie  et  contra  juramentum  quod  prestitum 
fuit  á  bellatoribus  ne  aliquid  inmitterent  virtuosum :  in 
nomine  Patris  et  Filii  et  Spiritus  Sancti  amen  pro  tribunali 
sedentes  per  definitivam  in  scriptis  sententiam  pronuncia- 
mus  et  restituimus  dictum  A.  plenarie  in  eum  statum  inte- 
grum  in  quo  erat  tempore  quo  intravit  campum  dictumque 
faceré  cepit  bellum  tam  in  forma  quam  in  meritis  et  etiam 
in  honore  et  alus  universis :  pronunciantes  quod  homagium 
et  quicquid  aliud  fecit  in  scriptis  vel  sine  scriptis  publicis 
vel  privatis  dictus  A.  de  Capraria  dicto  Bernardo  de  Scin- 
tillis  vel  alicui  alii  ejus  nomine  vel  occasione  vel  causa  nul- 
lius  penitus  sit  momenti  et  quod  universa  scripta  predicta 
occasione  facta  restituantur  plene  et  integre  dicto  A.  sal- 
vo tamen  jure  dicto  Bernardo  de  Scintillis  quod  ei  compe- 
tit  vel  potest  competeré  contra  dictum  A.  pro  cartis  anti- 
quis  vel  pro  bello  vel  alia  ratione.  ítem  licet  nobis  constet 
dictum  G.  R.  abstulisse  ensem  dicto  A.  in  predicto  campo 
ipso  A.  prohibente  ne  sibi  aufferretur  :  tamen  quia  dictus 
G.  R.  precibus  meliorum  aliquorum  utriusque  partis  et  bo- 
na  intentione  fecit  dictum  bellum  cessare  et  abstulit  dic- 
tum ensem  et  bona  intentione  ut  credimus:  pronunciamus 
quod  dictus  G.  R.  restituat  illos  trescentos  quinquaginta 
morabatinos  quos  habuit  et  recepit  a  dicto  A.  vel  ab  alio 
vel  alus  ejus  nomine  pro  pignoribus  quia  quidquid  in  dicto 
bello  vel  ejus  occasione  vel  causa  factum  est  quia  constat 
nobis  illicite  et  indebite  factum  esse  pronunciamus  penitus 
non  valere.  Lata  hec  sententia  fuit  XV  calendas  novem- 
bris  anno  Domini  M.CCLXX"  quarto  presente  dicto  Dalma- 
cio  de  Costa  procuratore  et  presentibus  testibus  scilicet  P. 


(  651  ) 
de  Berga  Geraldo  \icecomite  Caprarie  Maymono  de  Castro 
Aulino  Bernardo  Burgeti  G.  Durfortis  F.  Geraldi  Bernar- 
do de  Matarone  G.  de  Montejudaico  R.  Marcheti  et  pluri- 
bus  alus. 


Fin  del  tomo  décimo  de  la  Colección  ,  segundo  de  la 
Historia  de  los  Condes  de  Urgel. 


ÍNDICE 

de  los  capítulos  que  contiene  este  tomo  segundo  de  la  Historia 
de  los  condes  de  Urgel. 


Pag. 

Capítulo  LIX.— Vida  de  D.  Armengol  de  Cabrera,  XVI 
conde  de  Urgel.— Estado  del  condado  de  Urgel  cuando 
murió  el  conde  don  Alvaro.—  El  conde  de  Foix  trata  de 
que  el  conde  Armengol  cobre  el  condado  de  Urgel,  y  dé- 
jase de  hrccr,  por  estar  el  conde  en  desgracia  del  rey. — 
De  las  disensiones  que  hubo  entre  el  rey  y  los  condes  de 
Urgel  y  otros  señores  de  Cataluña.— De  los  servicios  ¿hi- 
zo el  conde  de  Urgel  al  rey  don  Pedro,  pasando  á  Áfri- 
ca, hasta  lomar  el  reino  de  Sicilia.— De  lo  que  pasó  en- 
tre el  rey  y  el  conde  don  Armengol,  sobre  algunas  pre- 
tensiones tenia  el  rey  en  los  estados  del  conde. —  De  al- 
gunas cosas  particulares  del  conde  y  condado  de  Urgel. 
— De  la  muerte  y  testamento  del  conde  Armengol,  y  fun- 
dación del  convenio  de  Predicadores  de  la  ciudad  de  Ba- 
laguer.      .    : 5. 

Capítulo  LX. —  Contiene  la  vida  del  infante  don  Alfonso  de 
Aragón  y  de  la  infanta  doña  Teresa  de  Enlenca  ,  condes 
de  Urgel  y  vizcondes  de  Ager.— De  las  diligencias  que 
hizo  el  rey  don  Jaime  de  Aragón,  para  asegurar  el  esta- 
do del  conde  Armengol  de  aquellos  que  pretendían  dere- 
chos en  él. —  Venden  los  marmesores  del  testamento  del 
conde  Armengol  al  rey  el  condado  de  Urgel  y  vizconda- 
do  de  Ager;  compruébase  públicamente  el  auto  que  el 
conde  de  Foix  tenia  en  su  favor,  y  descúbrese  la  falsedad 
de  él.  — Casa  el  infante  don  Alfonso  con  doña  Teresa  de 
Enlenca ,  y  de  la  donación  le  hizo  el  rey  del  condado  de 


(  654  ) 
lirgel  y  vizcondado  de  Ager. —  De  lo  que  quedó  capitula- 
do entre  el  infante  don  Alfonso  y  la  infanta  doña  Tere- 
sa.— Renuncia  el  infante  don  Jaime  la  primogenitura,  y 
el  conde  de  Urgel  es  jurado  por  primogénito,  y  naci- 
miento del  rey  don  Pedro  el  Ceremonioso ,  y  quejas  de  la 
condesa  de  Foix  al  pontífice  contra  del  rey.  — Emprende 
el  rey  la  conquista  de  Cerdeña;  descripción  de  aquella 
isla,  y  preparativos  se  hacen  para  pasar  á  ella.  —  De  la 
armada  que  juntaron  los  infantes ,  y  como  pasaron  á  la 
isla  de  Cerdeña  y  desembarcaron  en  ella. — De  las  en- 
fermedades tuvimos  en  nuestro  ejército,  y  muertes:  nue- 
vos socorros  que  envió  el  rey  don  Jaime,  para  suplir  el 
número  de  los  que  faltaban.— Pretende  el  conde  de  Foix 
el  vizcondado  de  Ager  y  otros  lugares,  y  casar  con  la 
hija  del  rey:  llega  la  armada  de  los  písanos  á  Cerdeña,  y 
lo  que  pasó  entre  ellos  y  la  gente  del  rey. —  Se  cuentan 
algunas  cosas  notables  de  la  espada  del  infante  don  Al- 
fonso, conde  de  Urgel,  llamada  la  espada  de  Vilardell. — 
Del  socorro  que  envió  el  rey  á  los  infantes,  y  de  lo  de- 
más que  pasó  en  Cerdeña,  hasta  la  vuelta  de  ellos  en  Ca- 
taluña.— De  lo  que  pasó  al  infante  sobre  la  pretensión  de 
sus  hermanos ,  en  caso  que  él  muriera ;  y  de  lo  demás 
hasta  la  muerte  de  la  infanta  doña  Teresa,  y  de  sus  hi- 
jos y  virtudes. — De  lo  que  ordenó  la  infanta  en  su  testa- 
mento, y  de  la  coronación  del  infante ,  su  marido.  .    .    . 
Capítulo  LXI. —  Que  contiene  la  vida  del  infante  don  Jai- 
me de  Aragón,  XVIII  conde 'de  Urgel  y  vizconde  de 
Ager,  hijo  del  rey  don  Alfonso  de  Aragón,  y  de  la  infan- 
ta doña  Teresa  de  Entenca.  — Da  el  rey  don  Alfonso  al 
infante  don  Jaime  el  condado  de  Urgel  y  vizcondado  de 
Ager,  y  del  gobierno  y  administración  puso  en  ellos.— De 
como  el  rey  don  Alfonso  mandó  prestar  los  homenajes 
al  infante,  su  hijo,  y  resliluirle  las  escrituras  que  le  im- 
portaban para  conservación  de  lo  que  le  había  dado;  y 
de  la  muerte  del  rey.  —  El  rey  don  Pedro  es  jurado  rey 
de  Aragón  y  conde  de  Barcelona.  —  Pretende  el  infante 
don  Jaime  ,  para  su  mujer  ,  el  condado  de  Comenge ,  en 
Francia,  y  otros  estados,  y  lo  que  pasó  sobre  esto.— Suce- 


(  655  ) 
sos  del  reino  de  Mallorca ,  y  perdición  del  rey  don  Jaimr, 
de  Mallorca,  y  de  lo  que,  sobre  eslo,  hizo  el  infante  don 
Jaime,  conde  de  Urgel.— Como  el  rey,  llamando  en  defec- 
to de  los  hijos  varones,  á  las  hijas,  excluyó  al  infante  don 
Jaime,  y  del  sentimiento  que  hizo  por  esto,  y  de  las  unio- 
nes de  Aragón  y  Valencia.— En  que  se  prosiguen  los  he- 
chos del  infante  don  Jaime  y  de  la  Union,  y  de  las  corles 
que  celebró  el  rey  en  Zaragoza ,  donde  tuvo  principio  la 
destrucción  del  infante.— De  lo  que  hizo  el  rey  don  Pe- 
dro, después  de  acabadas  las  cortes;  y  de  la  muerte  del 

infante  flou  Jaime,  y  descendientes  suyos .  I2c 

Capítulo  LXII.  —  Cuéntase  la  vida  de  don  Pedro  de  Ara- 
gón, XIX  conde  de  Urgel ,  vizconde  de  Ager.— Fúndase  el 
monasterio  de  las  monjas  del  orden  de  San  Francisco,  en 
la  iglesia  y  casa  de  Almafa,  en  cumplimiento  de  lo  que 
mandó  el  infante  don  Jaime.— De  la  fundación  de  la  Seo 
de  la  ciudad  de  Balaguer,  y  descripción  de  ella.  —  Servi- 
cios que  hace  el  conde  don  Pedro  al  rey,  su  lio;  y  muer- 
te del  infante  don  Fernando,  marqués  de  Tortosa,  que 
hizo  heredero  al  conde  de  Urgel.  —  Sirve  el  conde  al  rey 
en  la  defensa  de  la  ciudad  y  reino  de  Valencia,  y  asién- 
tanse  los  intereses  sobre  la  hacienda  del  infante',  que  hi- 
zo heredero  al  conde  don  Pedro.— Sirve  el  conde  al  rey, 
y  muévese  la  contención  entre  el  conde  de  Urgel  y  otros, 
de  una  parte,  y  los  caballeros,  de  otra,  sobre  la  jurisdic- 
ción criminal  é  imposiciones. —  Continúa  el  conde  de  Ur- 
gel en  servir  al  rey ;  casamiento  del  rey  con  doña  Sibila 
y  muerte  suya.— Sucede  en  el  reino  de  Aragón  el  rey  don 
Juan  el  primero,  y  persigue  á  la  reina  doña  Sibila  For- 
ciá,  su  madrastra.  —  Quiere  el  conde  don  Pedro  comprar 
el  marquesado  de  Camarasa,  y  lo  impide  el  rey  don  Juan. 
— Cuéntanse  los  señores  ha  habido  en  este  marquesado, 
desde  que  salió  de  la  casa  de  los  condes  de  Urgel,  hasta 
que  volvió  al  rey  don  Alfonso,  hijo  de  Fernando  primero, 
reyes  de  Aragón.— Muere  el  rey  don  Juan.— Sucesión  del 
rey  don  Martin,  su  hermano,  y  pretensiones  de  la  conde- 
sa de  Foix,  hija  del  rey  don  Juan.— De  las  cosas  que  pa- 
saron hasta  que  el  conde  de  Foix  fué  del  todo  expelido 


(  656  ) 
de  Cataluña.—  Traíanse  diversos  matrimonios  á  la  infanta 
doña  Isabel ,  y  concluyese  con  don  Jaime  de  Aragón  ,  Li- 
jo (le  don  Pedro  ,  conde  de  Urgel.  —  Muerte  de  la  reina 
doña  Sibila,  madre  de  la  infanta  doña  Isabel,  y  celebra- 
ción del  matrimonio  de  don  Jaime  de  Aragón ,  hijo  del 
conde  don  Pedro.— De  la  muerte  del  conde  don  Pedro,  de 
sus  riquezas  y  estados. — De  la  condesa  doña  Margarita  de 
Monferrat,  mujer  del  conde  don  Pedro.  —  De  los  hijos  y 
descendientes  de  don  Pedro  de  Aragón  y  de  la  condesa 
doña  Margarita,  su  mujer. — Sumaria  relación  de  algunas 
fundaciones  dejó  el  conde  don  Pedro  en  su  testamento,  y 
de  su  sepulcro  y  armas. —  De  algunas  cosas  notables  que 
acontecieron  en  tiempo  del  conde  don  Pedro,  y  de  los 
obispos  que  fueron  de  Urgel. —  De  la  moneda  batian  los 
condes  de  Urgel ,  y  de  la  que  usaban  en  el  Principado  de 
Cataluña  por  estos  tiempos.  —  Prosigue  la  materia  del 
precedente,  y  tócanse  muchas  cosas  pertenecientes  á  la 
moneda  de  los  condes  de  Urgel. — De  la  moneda  de  plata 
que  corria  en  Cataluña  en  estos  tiempos ,  y  como  es  cosa 
muy  antigua  y  ordinaria  haber  cruz  en  las  monedas  de 
los  príncipes  y  pueblos  cristianos. — Trata  de  las  monedas 
de  oro  que  corrían  en  Cataluña  en  tiempo  del  conde  don 
Pedro  de  Aragón,  conde  de  Urgel.  —  De  algunas  monedas 
de  plata  que  corrían  en  Cataluña  en  los  tiempos  de  los 

condes  de  Urgel 194. 

Capítulo  LXIII.  —  En  que  se  cuenta  la  vida  de  don  Jaime 
de  Aragón,  XX  y  último  conde  de  Urgel ,  llamado  el  Des- 
dichado.—  De  la  muerte  del  rey  do.n  Martin  de  Sicilia,  y 
casamiento  del  rey  su  padre. —  De  las  embajadas  que  tu- 
vo el  rey  del  rey  de  Ñapóles,  y  del  derecho  que  preten- 
dían tener  algunos  á  la  corona ,  si  el  rey  no  tenia  hijos, 
y  de  su  muerte. — De  lo  que  sucedió  después  de  la  muerte 
del  rey  :  quiere  el  conde  usar  del  cargo  de  lugarteniente 
y  gobernador  general,  y  no  se  lo  consienten. —  El  gober- 
nador juntó  parlamento  en  Barcelona ,  y  las  embajadas 
que  vinieron  de  parte  dj  los  pretensores. —  De  algunas 
gentes  de  Francia  que  querían  entrar  en  Cataluña  con 
armas ,  y  de  las  quejas  que  dio  la  condesa  de  Ampurias 


(  657  ) 
contra  del  conde  de  Urgel ,  sobre  el  casamiento  de  doña 
Magdalena  de  Anglesola.— Embajada  del  parlamento  á  la 
reina  doña  Violante  y  al  conde  de  Urgel ,  para  que  se 
aparten  de  Barcelona,  y  el  conde  se  fué  á  su  ciudad  de 
Balaguer.— Decláranse  Jas  sospechas  se  dieron  por  parte 
de  la  reina  doña  Violante,  y  muerte  del  arzobispo  de  Za- 
ragoza.— De  lo  que  hizo  el  infante  don  Fernando,  cuando 
supo  la  muerte  del  arzobispo,  y  cómo  el  conde  procuraba 
quitar  el  oficio  de  gobernador  á  don  Guerau  Alemany  de 
Cervelló.— De  la  respuesta  dio  el  infante  á  una  embajada 
del  parlamento.— Como  don  Antonio  de  Luna  se  salió  del 
reino  de  Aragón  y  vino  á  Aylona,  y  del  favor  que  el  in- 
fante don  Fernando  daba  al  conde  de  Prades,  y  lo  que  so- 
bre esto  hizo  el  parlamento.  —  Como  el  conde  se  quiso 
poner  en  campaña,  y  el  parlamento  lo  impidió.— De  las 
respuestas  se  dieron  á  las  embajadas  ó  escrituras  del 
conde  dé  Urgel  y  del  infante  don  Fernando.— Procura  el 
infante  reducir  á  su  servicio  los  del  linaje  de  Sese ,  y  se 
queja  del  infante  que  se  queria  valer  del  rey  moro  de 
Granada.— De  la  presa  de  Castellvi  de  Rosanes,  y  cómo  el 
conde  de  Urgel  quiso  venir  á  echar  de  él  al  conde  de 
Foix  ,  y  de  la  respuesta  que  llevó  el  abad  de  .San  Juan  de 
las  Abadesas,  que  habia  llevado  una  embajada  del  parla- 
mento al  conde,  que  estaba  en  Balaguer.— De  como  el 
conde,  instado  por  el  parlamento,  dio  libertad  á  Francis- 
co de  Villamarin;  muerte  del  gobernador  de  Valencia,  y 
derrota  tuvieron  la  gente  del  conde.  — De  la  nominación 
de  las  nueve  personas,  derecho  de  los  pretensores,  votos 
y  sentencias  que  dieron. — Del  cuidado  que  tuvieron  los 
del  parlamento  de  consolar  al  conde,  ofrecimientos  le  hi- 
cieron y  venida  del  rey. —  Del  juramento  de  fidelidad  que 
el  conde,  por  medio  de  sus  embajadores,  prestó  al  rey,  y 
de  las  mercedes  le  ofreció  para  reducirlo  a  su  servicio. — 
De  los  movimientos  y  aparatos  de  guerra  hacia  el  conde 
contra  del  rey.— De  como  el  conde  desafió  al  de  Cardona, 
y  como  quiso,  por  empresa  ,  tomar  á  Lérida.  — Tiene  el 
rey  noticia  de  lo  que  hace  el  conde,  y  lo  que  hizo  por  re- 
mediarlo.—  De  como  el  conde  se  hizo  fuerte  en  la  ciudad 


(  658  ) 

de  Bálagüer,  y  como  el  rey  le  puso  cerco.— Combate  el 
rey  la  ciudad  de  Balaguer ,  y  hace  proceso  criminal  al 
conde,  el  cual  no  pudo  ser  socorrido,  como  esperaba. — 
De  lo  mucho  se  padecia  en  Balaguer,  y  como  el  conde  se 
quiso  entregar  al  rey. —  Continúa  el  rey  las  balerías,  y 
pónese  el  conde  en  poder  del  rey  y  es  llevado  á  Lérida. — 
Entra  el  rey  á  Balaguer,  y  saco  de  la  casa  del  conde,  y  va 
el  rey  á  Lérida. — De  la  sentencia  en  la  causa  del  conde. — 
De  la  pesadumbre  tuvo  de  esto  el  duque  de  Gandía,  y  del 
proceso  se  hizo  contra  doña  Margarita ,  madre  del  conde, 
y  doña  Leonor,  su  hermana.  — De  las  imprudentes  dili-^ 
gencias  hacía  la  condesa,  para  dar  libertad  á  su  hijo. — 
Sabe  el  rey  lo  que  hacia  la  condesa. — Lo  que  hizo  el  rey 
cuando  supo  lo  que  hacia  la  condesa ,  y  lo  que  hizo  con- 
tra ella  y  cómplices.  —  De  las  cosas  del  conde,  después  de 
muerto  el  rey,  hasta  que  fué  llevado  á  Játiva.— Como  la 
hija  é  yerno  del  conde  trataban  de  que  se  le  diese  liber- 
tad, y  de  la  muerte  del  rey.— De  la  descendencia  y  linaje 
del  conde  de  Urgel.'—  De  las  donaciones  y  ventas  que  hi- 
cieíon  los  reyes  Fernando  y  Alfonso  de  las  cosas  del 

conde 325. 

APÉNDIGE.   .     , 641. 


Fin  del  Índice. 


ERRATAS  NOTABLES. 

En  la  pág.  221,  donde  dice:  1781,  debe  derir:   í'ÍSf 
y  donde  se  lee  :   1584,  ha  de  leerse  1384. 


DP  Monfar  y  Sors,  Diego  de 
126  Historia  de  los  condes 

K78  de  Urgel 
t.2 


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