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Full text of "Historia pragmática é interna de la Universidad de Salamanca"

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TOMO  SEGUNDO 


La  Universidad  de  Salamanca: 

Maestros  y  alumnos  más  distinguidos. 


Sal 


HISTORIA  PRAGMÁTICA  É  INTERNA 


DE   LA 


UNIVERSIDAD  DE  SALAMANCA 


POR 


ENRIQUE  ESPERABÉ  ARTEAGA 


CATEDRÁTICO  NUMERARIO  DE  LA  ILUSTRE  ESCUELA 


TOMO  SEGUNDO 

LA  UNIVERSIDAD  DE  SALAMANCA 

Maestros  y  alumnos  más  distinguidos. 


SALAMANCA 

Imp.   y    Lib.    de    Francisco    INuñez    Izquierdo 

Ramos  oel  Manzano,  42,  Y  Rúa.    25 

1917 


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íKomenaje  del  ¿Autor. 


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CAPITULO  PRIMERO 

El  Rectorado  en  la  Universidad  de  Salamanca.  —  Relación  de  Rectores  has- 
ta el  plan  de  estudios  de  1845. — Pérez  de  Oliva  (Fernán). — Sancho 
Dávila. — Muñoz  Torrero. — Hiño  josa  (Martin). — Fernando  Mena. 

Noticias  referentes  al  cargo  de  Rector  en  la  Universidad 

de  Salamanca. 


j  odas  las  investigaciones  que  hemos  practicado  en 
el  Archivo  y  en  otras  dependencias,  en  busca  de 
ÉÉH  datos  que  consintieran  fijar  con  certeza  la  fecha 
en  que  se  creó  el  Rectorado  en  el  antiguo  Estudio  de  Sala- 
manca, han  sido  completamente  inútiles.  No  hay  documen- 
to alguno  que  lo  atestigüe,  pero  debió  ser  instituido  ese  car- 
go por  D.  Alfonso  X  el  Sabio— según  ya  indicamos  en  el 
tomo  anterior — porque  así  se  deduce  de  la  partida  II,  títu- 
lo XXXI,  donde  se  lee:  Otrosí  pueden  establecer  de  sí  mes- 
mos  un  mayoral  sobre  todos,  á  que  llaman  en  latín  rector, 

que  quiere  decir  tanto  como  regidor  del  estudio 

El  Rector,  desde  su  origen  hasta  1422,  casi  durante  dos 
centurias,  fué  designado  por  maestros  y  escolares,  teniendo 
éstos  últimos  tal  intervención  en  el  acto  de  elegirle,  que 
eran  en  realidad  los  que  decidían  la  persona  que  había  de 
ocupar  el  puesto;  pero  cuando  el  Papa  Martino  V  dio  su  cé- 
lebre bula  para  el  régimen  y  gobierno  de  la  Universidad, 
privóse  á  los  escolares  de  aquel  derecho.  Por  virtud  de  las 
Constituciones  del  susodicho  Pontífice,  la  elección  de  los 
Rectores  pasó  á  ser  de  la  competencia  del  Claustro  de  Con- 
siliarios, y  más  tarde  exigiéronse  á  aquéllos  ciertas  nuevas 
condiciones.  En  los  primeros  Estatutos,  hechos  por  la  Es 
cuela  salmantina  en  1538,  se  ordena  que  no  son  hábiles  para 
el  Rectorado  los  individuos  del  Cabildo  de  la  Iglesia  Mayor 


-  6  - 

de  Salamanca,  los  de  la  Clerecía  Menor,  los  religiosos  que 
vivan  en  conventos  de  la  ciudad  ni  los  maestros  con  cátedra 
de  propiedad  ó  de  sustitución. 

Al  reformarse  esos  Estatutos  el  1561  con  motivo  de  la 
visita  de  D.  Diego  de  Covarrubias  y  Leiva,  Obispo  de  Ciu- 
dad Rodrigo,  consignóse  además  que  no  fuera  votado  para 
Rector  quien  no  perteneciese  al  gremio  de  la  Universidad 
y  hubiera  residido  en  ella  un  año  por  lo  menos.  Por  provi- 
sión real  de  29  de  Octubre  de  1594  se  dispone  que  los  Rec- 
tores sean  de  los  reinos  de  Castilla  v  León,  por  haber  en 
ellos  un  buen  número  de  hombres  nobles  3r  de  excelentes 
dotes  para  ejercer  el  oficio  rectoral;  la  Real  cédula  de  11 
de  Diciembre  de  1770  manda  que  sean  doctores  ó  licencia- 
dos por  la  Escuela;  el  plan  de  estudios  de  1807  incapacita  á 
los  bachilleres  menores  de  edad,  catedráticos  y  á  las  perso- 
nas de  comunidad  ó  de  oficio  público  y  sin  tonsura,  fijando 
en  dos  años  la  duración  del  Rectorado,  y  la  Real  orden 
de  26  de  Septiembre  de  1818  admite  á  los  catedráticos  que 
llenen  los  demás  requisitos. 

Cambia  la  elección  del  Rector  con  el  plan  literario 
de  1824,  que  da  facultad  al  Rey  para  nombrarle  libremente 
entre  tres  profesores  de  edad,  y  acreditados  por  su  talento 
y  prudencia,  ó  entre  dignidades  y  canónigos  de  la  Catedral 
propuestos  por  el  Claustro.  El  Rectorado  dura  entonces  tres 
años,  y  cabe  reelegir  al  que  hubiera  desempeñado  su  cargo 
con  acierto  y  discreción.  Con  el  plan  de  estudios  de  1845, 
quedó  sujeta  la  Universidad  de  Salamanca  á  las  leyes  que 
regían  para  las  demás,  y  el  Rector,  desde  esa  fecha,  es  de- 
signado por  Real  decreto,  á  propuesta  del  Ministro. 

Hasta  la  revolución  de  1868  eran  los  Rectores  funciona- 
rios administrativos  ajenos  á  la  Universidad,  y  mal  vistos 
por  lo  tanto  entre  el  profesorado.  Ruiz  Zorrilla,  á  fin  de  co- 
rregir ese  mal  y  dignificar  á  los  Claustros,  firmó  un  decre- 
to para  que  los  Rectores  salieran  de  la  misma  Universidad, 
entre  los  catedráticos  numerarios.  Dejó,  sin  embargo,  al 
Gobierno  la  libertad  de  nombrarlos  y  separarlos,  y  durante 
los  cuarenta  y  siete  años  transcurridos  han  estado  los  Rec- 
tores de  las  Universidades  españolas  sometidos  á  las  varin- 
ciones  y  contingencias  de  la  política,  sucediéndose  unos 
ú  otros  á  medida  que  ésta  cambiaba.  Sólo  en  la  de  Salaman- 


-  7  - 

ca,  tal  vez  por  su  historia  y  por  respeto  á  lo  que  representó 
y  á  lo  que  siempre  significará,  no  han  tomado  parte  para 
nnda  los  partidos  ni  las  ideas,  al  tratarse  sobre  todo  de  pro- 
veer el  cargo  Rectoral.  Un  Gobierno  radical  y  progresista 
puso  al  frente  del  antiguo  Estudio  á  Esperabé  Lozano  en 
Octubre  de  1869,  y  en  la  jefatura  académica  continuó  hasta 
que  fué  jubilado  por  edad  como  catedrático  á  fines  de  1900. 
Rector  Unamuno  por  la  voluntad  de  un  Ministro  conserva- 
dor, dejó  de  serlo  también  por  otro  conservador,  que  llevó 
á  la  firma  del  Rey  su  cesantía,  y  Cuesta  Martín,  que  en  la 
actualidad  ocupa  el  sillón  presidencial  de  la  antigua  Aca- 
demia, debió  el  puesto  á  su  apartamiento  de  las  luchas  po- 
líticas, á  su  independencia  y  á  la  circunstancia  de  ser  Vice- 
Rector. 

Rectores  de  la  Universidad  de  Salamanca  hasta  el  plan 
de  estudios  de  1845. 

Años  (1  . 


D.  Rodrigo  de  Rivera ■ 1403 

D.  Diego  Castro 1-104 

D.  Alvaro  Pérez,  Chantre  de  Salamanca 1465 

D.  Francisco  de  la  Fuente 1466 

D.  Diego  de  Villalpando 1467 

D.  Lope  García  Salazar.    1468 

D.  Alonso  Riuero,  Canónigo - 1469 

D.  Francisco  de  Murcia 1470 

D.  Alvaro  Pérez,  por  segunda  vez 1471 

D.  Francisco  Riuero,  Arcediano  de  Medina 1472 

D.  Alonso  Riuero,  por  segunda  vez 1473 

Dr.  D.  Alonso  Ponce  Madrigal 1477 

D.  Lope  García  Salazar,  Canónigo  de  Coria 147S 

D.  Rodrigo  Alvarez,  Canónigo  de  Salamanca 147Ó 

Licenciado  D.  Bernardino  de  Carvajal. ...    1480 

D.  Alonso  Castilla 1502 

D.  Francisco  de  Sosa 1503 

Licenciado  D.  Juan  Pardo 1504 


(1)     Los  números  indican  el  año  de  la  elección  ó  nombramiento.  De  los  que  van 
marcados  con  esta  señal  (*)  hacemos  un  estudio  biográlico  separadamente. 


Año». 


D .  Diego  Rivera 1505 

D.  Francisco  Enríquez 1506 

D.  Francisco  Osorio 1507 

Licenciado  D.  Alonso  Manso 1508 

D.  Francisco  de  Salamanca 1509 

D.  Juan  Fresno,  Prior  de  Santa  María 1510 

D.  Luis  Medrano,  Canónigo  de  Coria 1511 

D.  Luis  de  Pimentel 1512 

D.  Juan  Robles 1521 

Licenciado  D.  Antonio  de  Saavedra 1525 

D.  Iñigo  Arguello 1526 

Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Carlos  de  Avellano.  1527 

*  Maestro  D.  Fernán  Pérez  de  Oliva 1528 

D.  Francisco  de  Navarra,  Prior  de  Roncesvalles. .  1529 

Licenciado  D.  Miguel  Chacón 1530 

Maestro  D.  Juan  Chaves  de  Sotomavor 1531 

D.  Alvaro  de  Mendoza 1532 

Maestro  D.  Diego  de  Córdova 1533 

Muy  Magnífico  Sr.  D.  Pedro  Ponce  de  León 1534 

Maestro  D.  Juan  Chaves  de  Sotomavor,  por  segun- 
da vez 1535 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Leopoldo  de  Austria 1536 

Maestro  D.  Diego  de  Córdova,  por  segunda  vez. . .  1537 

D.  Gerónimo  Manrique 1538 

D.  Gaspar  de  Zúñiga  y  Avellaneda 1539 

D.  Juan  de  Zúñiga    1540 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  Núñez  de  Avellaneda   . .  1541 

Muy  Magnífico  Sr.  D.  Gabriel  Velasco 1542 

Muy  Magnífico  Sr  D.  Andrés  de  la  Cueva  y  de  Bo- 

badilla 1543 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  González  de  Mendoza.    .  1544 

Muy  Magnífico  Sr.  D.  Rodrigo  Castro  y  de  Osorio.  1545 

D.  Gerónimo  de  Silva 1546 

D.  Martín  de  Figueroa 1547 

Muy  Magnífico  Sr.  D.  Diego  Ramírez  de  Fuenleal .  1548 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Antonio  Fernández  de  Córdoba.  1549 

Muy  ilustre  Sr.  D.  Fernando  de  la  Cerda 1550 

Muy  Magnífico  Sr.  D.  Gonzalo  Fajardo  y  Silva. .    .  1551 


-  9  - 

Años. 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Fernando  de  Saavedra 1552 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  de  Acuña . .  1553 

Magnífico  Sr.  D.  Cristóbal  Vela 1554 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  de  Luna,  Abad  de  Monte 

Aragón 1555 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  Porto  Carrero 1556 

Muy  Ilustré  Sr.  D.  Gabriel  de  Cárdenas . .  1557 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pero  Alvarez  Vega  y  Osorio.. .  155s 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Diego  de  Avila 1550 

Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Juan  de  Bracamonte .  1560 
Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Antonio  Manrique, 

hijo  del  Marqués  de  Aguilar 1561 

Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.   Pedro  Manrique, 

hermano  del  anterior 1562 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Juan  Vique 1563 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Iñigo  López  de  Mendoza 1564 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Diego  Dávalos 1565 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  Porto  Carrero,  por  se- 
gunda vez 1566 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Diego  López  de  Zúñiga,  hijo  de 

los  Duques  de  Béjnr 1567 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Juan  de  Almeida 1568 

*  Muy  Ilustre  Sr.  D.  Sancho  Dá vila 1560 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Gonzalo  Ponce  de  León. 1570 

D.  Diego  de  Castilla 1571 

*  Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Sancho  Dávila,  por 

segunda  vez 1572 

D.  Bernardino  de  Mendoza 1573 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Juan  de  Acuña 1574 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Diego  López  Zúñiga  y  de  Soto- 
mayor,  por  tercera  vez 1575 

D.  Alvaro  de  Mendoza 1576 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Juan  de  Acuña,  por  segunda  vez.  1577 
Muy  Ilustre  Sr.  D.  Alvaro  de  Bena vides,  hijo  del 

Conde  de  Santisteban 1578 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Pedro  Ponce  de  León,  hijo  del 

Duque  de  Arcos 1570 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Enrique  Enríquez  de  Villena. . .  1580 


-  10  - 

Años. 

Muy  Ilustre  Si\  D.  Diego  Pacheco  de  Toledo,  hijo 

del  Marqués  de  Cerralbo 1581 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Antonio  Venegas ...  1582 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Diego  de  Álava 1583 

Muy  Ilustre  Sr.  D.  Enrique  Enríquez  de  Villena, 

por  segunda  vez 15S4 

*  Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Sancho  Dávila,  por 

tercera  vez 1585 

Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Alvaro  Benavides, 

por  segunda  vez 1586 

D.  Juan  Torres  v  Córdova,  hijo  del  Conde  del  Vi- 
llar  " 1587 

*  Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Sancho  Dávila,  por 

cuarta  vez 1588 

D.  Juanetín  Doria 1589 

Licenciado  D.  Luis  Abarca  de  Bolea 1590 

Licenciado  D.  Pedro  Deza 1591 

Licenciado  D.  Antonio  Sarmiento  de  Mendoza,  Ar- 
cediano de  Ubeda  en  Jaén 1592 

Licenciado  D.  Luis  Abarca  de  Bolea,  por  segunda 

vez 1593 

D.  Gómez  de  Figueroa 1594 

D.  Enrique  Pimentel,  hijo  del  Conde  de  Bena vente.  1595 

D.  Gómez  de  Figueroa,  por  segunda  vez 1596 

D.  Antonio  de  Borja 1597 

D.  Antonio  Idiáguez  y  Manrique 1598 

D.  Gómez  de  Figueroa,  por  tercera  vez 1599 

Muy  Ilustre  Sr.  Licenciado  D.  Juan  de  Bracamonte .  1600 
D.  Francisco  Dávila  y  Guzmán,  hijo  del  Conde  de 

Uceda 1601 

D.  Juan  Torres  y  de  Córdoba 1602 

D.  Gaspar  de  Guzmán,  hijo  del  Conde  de  Olivares.  1603 
D.  Fernando  de  Córdoba  y  Cardona,  hijo  del  Duque 

deSessa 1604 

D.  Francisco  Pimentel,  hijo  del  Conde  de  Bena- 

vente  1605 

D.  Fabrique  de  Toledo,  electo,  sin  llegar  á  pose- 
sionarse   1606 


-  11  - 

Años. 

D.  Bernardo  Sandoval  y  Rojas 1607 

D.  Antonio  Ponce  y  Chacón 160S 

D.  Baltasar  de  Moscoso 1609 

D.  García  de  Haro  y  Sotomayor,  hijo  del  Marqués 

del  Carpió 1610 

D.  Melchor  de  Moscoso  y  Sandoval,  hijo  del  Conde 

de  Altamira 1611 

D.  Pedro  de  Aragón 1612 

D.  García  Pimentel,  hijo  del  Conde  de  Bena vente.  1613 
D.  Agustín  de  Spínola,  no  tomó  posesión  por  ser  de 

otro  reino 1614 

D.  Vicente  Pimentel 1614 

D.  Diego  Pacheco,  hermano  del  Marqués  de  Vi- 
llena 1615 

D.  Gaspar  déla  Cueva  y  Mendoza,  hijo  del  Marqués 

de  Bedmar 1616 

D.  Juan  Pacheco,  hijo  del  Marqués  de  Cerralbo. . .  1617 

D.  Martín  de  Guzmán 1618 

D.  Manuel  Henríquez  de  Guzmán 1619 

D.  Enrique  de  Haro,  hijo  del  Marqués  de  Carpió.. .  1620 
D.  Carlos  Gonzaga,  hermano  del  Príncipe  de  Bo- 

coli  (Italia) 1621 

D.  Antonio  de  Luna,  hijo  del  Marqués  de  Salvatie- 
rra   1622 

D.  Enrique  de  Guzmán,  hijo  del  Marqués  de  Car- 
pió      1623 

D.  Claudio  Pimentel,  hijo  del  Marqués  de  Carpió. .  1624 

D.  Vicente  de  Calatayud  y  Toledo,  Conde  del  Real.  1625 
D.  Claudio  Pimentel,  hijo  del  Marqués  de  Carpió, 

por  segunda  vez .  1626 

D.  Francisco  Sarmiento  y  Luna 1627 

D.  Claudio  Pimentel,  por  tercera  vez . .    .  1628 

D.  Juan  Sfrondato 1628 

I).  Lope  de  Moscoso  y  Pimentel,  hijo  del  Marqués 

de  Távara 1629 

D.  Francisco  Sarmiento  y  Luna,  por  segunda  vez.  1630 
D.  Antonio  de  Benavides,  hijo  del  Conde  de  San- 

tisteban 1631 


-  12  - 

Años. 

D.  Juan  Esteban  Dongo 1632 

D.  Pedro  Deza  y  del  Águila 1632 

D.  Gaspar  Velasco  de  la  Cueva 1633 

D.  Juan  de  Bernuy  y  Mendoza 1634 

D.  Antonio  de  Aragón  y  Córdova,  hijo  de  los  Du- 
ques de  Cardona  y  de  Segorbe 1635 

D.  Vicente  de  Aragón  y  Córdova,  hermano  del  an- 
terior    1636 

D.  Francisco  de  Borja  y  Aragón 1637 

D.  Pascual  de  Aragón  y  Córdova,  hijo  de  los  Du- 
ques de  Cardona  y  de  Segorbe 1638 

D.  Diego  de  Zúñiga  y  Sotomayor,  hijo  del  Duque 

de  Béjar 1639 

D.  Tomás  Doria 1640 

D.  Alvaro  de  Luna,  hijo  del  Conde  de  Montijo 1641 

D.  Fernando  Moscoso  y  Ossorio 1042 

D.  Fernando   Bazán,   hijo  del  Marqués  de  Santa 

Cruz 1643 

D.  José  Andía  Irarrazabal 1644 

D.  Baltasar  de  la  Cueva,  hijo  del  Duque  de  Albur- 

querque 1645 

D.  Gaspar  de  Guzmán,  hijo  del  Duque  de  Medina 

Sidonia 1646 

D.  Antonio  Manrique  Zúñiga  y  Sandoval,  hijo  del 

Marqués  de  Villamanrique 1647 

D.  Melchor  de  Moscoso  y  Rojas,  Marqués  de  Pozas. .  1648 
D.  Ambrosio  Spínola  y  Guzmán,  hijo  del  Duque 

de  San  Lúcar 1649 

D.  García  Hurtado  de  Mendoza,  hijo   del  Conde 

de  la  Corzana 1650 

D.  Antonio  de  Calatayud  y  Toledo,  hijo  del  Conde 

del  Real 1051 

D.  Vicente  de  Calatayud  y  Toledo,  hermano  del  an- 
terior  1652 

D.  Juan  Bautista  Airoldo,  Conde  de  Lezo 1653 

D.  Gabriel  Manrique,  hijo  del  Marqués  de  Aguilar.  1654 

D.  Juan  Jacinto  Manrique,  heredero  del  anterior. .  1655 

D.  Baltasar  de  Rosales,  hijo  del  Conde  de  Bailet. .  1656 


-  13  - 

Años. 

D.  José  Manrique  de  Lara • 1657 

D.  Antonio  V.  Ladrón  de  Guevara,  hijo  del  Conde 

de  Campo  Real 1658 

D.  Pedro  Sarmiento  y  Toledo,  hijo  del  Conde  de 

Gondomar 1659 

D.  Beltrán  V.  Ladrón  de  Guevara,  hijo  del  Conde 

de  Campo  Real 1660 

D.  Jacinto  de  Andrade  y  Castro,  hijo  del  Conde  de 

Maceda 1661 

D.  Taime  Polafox  v  Cardona,  hijo  del  Marqués  de 

Áriza 1662 

D.  Mateo  Arias  de  Pacheco,  hijo  del  Conde  de  Pu- 

ñonrostro 1663 

D.  Rodrigo  G.  Portocarrero,  hijo  del  Conde  de  Me- 

dellín 1664 

D.  Pedro  de  la  Cerda  y  Trejo,  hijo  del  Marqués  de 

la  Rosa 1665 

D.  Juan  Francisco  Messía  Ponce  de  León 1656 

D.  Francisco  Adda,  Conde  de  Salas  y  de  Adda, 

Marqués  de  San  Juan 1667 

D.  Domingo  Medrano  de  Mendizábal,  Caballero  de 

la  Oden  de  Calatrava 1668 

D.  José  Rabaschero  Fiesco 1669 

D.  Gaspar  J.  Márquez  de  Bracamonte 1670 

D.  Luis  de  Losada  Riva  de  Neira,  Caballero  de  la 

Orden  de  Santiago 1671 

D.  Francisco  Dávila  Ponce  de  León,  Caballero  de 

la  Orden  de  Santiago 1672 

D.  Félix  Ventura  de  Aguirre 1673 

D.  José  González  Pacheco 1674 

D.  Diego  Ulzurrun  y  Asanza .  . . .  • 1675 

D.  Juan  P.  de  Silva". 1676 

D.  Juan  Dávila  Pacheco 1676 

D.  Fradique  Antonio  de  Colarte 1677 

D.  José  Cisternes  y  Oblitas 1678 

D.  Antonio  Pueyo  Dameto 1679 

D.  Manuel  Rivera 1680 

D.  Juan  J.  Castaños  y  Montano 1681 


-  14  - 

Años. 

D.  Luis  de  Benavides  y  Aragón,  hijo  del  Conde  de 

Santisteban 1682 

D.  Juan  Terán  de  los  Ríos 1683 

D.  Luis  Pánez 1684 

D.  José  de  los  Llanos 1685 

D.  Pedro  Muñoz  Castiblanque 1686 

D.  Antonio  Pacheco  y  Monroy 1687 

D.  Diego  de  Toro  y  Aguilar 1688 

D.  Manuel  Cifuentes  y  García  de  Villalpando 1689 

D.  Pedro  de  Rada  y  Gallardo. 1690 

D.  Sebastián  de  la  Iseca 1691 

D.  Juan  Hernández  Carretero 1692 

D.  Pablo  Albelo  de  Ulloa 1693 

D.  Miguel  Antonio  de  Tourlón 1694 

D.  Tomás  I.  de  Arrióla 1695 

D.  Antonio  de  Grande  y  Barrientos 1696 

D.  Francisco  Antonio  de  Bustamante 1697 

D.  Ignacio  de  Zezumaga 1697 

D.  Antonio  Blasco  Alemán 1697 

D.  Juan  Moreno  Serrano  de  la  Cruz 1698 

D.  Francisco  Sayagües  González 1699 

D.  Juan  Francisco  Ibarburu 1700 

D.  Domingo  Scholano  1700 

D.  Luis  Manrique  A.  de  Trujillo 1701 

D.  Domingo  Aguerrí 1702 

D.  José  Ruiz  de  Uvago 1703 

D.  Juan  Beltrán  de  Ozaeta 1703 

D.  Juan  Félix  de  la  Llave 1704 

D.  José  Ortega  y  Orellana 1704 

D.  Francisco  Lorenzo  Aizoain 1705 

D.  Matías  Interían  de  Ayala  (no  se  posesionó) 1706 

D.  José  Borrul  (Vice-Rector),  que  desempeñó  el 

Rectorado 1706 

D.  Juan  Luna  de  Mendoza 1707 

D.  Carlos  Rivera  y  Losada 1708 

D.  Juan  Martín  Marcos 1709 

D.  Fernando  Riofrío  y  Ladrón  de  Guevara 1710 

D.  Francisco  Méndez  de  Barrionuevo 1711 


-  15  - 

Años. 

D.  Manuel  Meléndez  Valdés 1712 

D.  Luis  Gómez  de  Parada 1713 

D.  Miguel  de  Córdova  (no  se  presentó) 1714 

D.  Pedro  Gayoso  (Vice-Rector),  que  desempeñó  el 

Rectorado 1714 

D.  Tomás  Peláez  del  Valle 1715 

D.  García  G.  Carvajal  y  Figueroa 1710 

D.  Alfonso  Merguelina  Miño 1717 

D.  Gerónimo  Groso 1718 

D.  Pablo  Vitorino  Calderón  = . .  1719 

D.  José  Pizarro 1720 

D.  M.  Jacinto  de  Blancas 1721 

D.  Pedro  de  Portugal,  hijo  del  Duque  de  Veraguas, 

no  aceptó 1722 

D.  José  A.  de  Mendinueta 1722 

D.  Alonso  Gutiérrez  de  Salamanca 1723 

D.  Vito  Cadelo  y  Fárdela 1724 

D.  Isidro  Orejudo  (no  aceptó) 1725 

D.  Pedro  Noguira  (Vice-Rector),  que  desempeñó  el 

Rectorado 1725 

D.  Lorenzo  Enríquez 1726 

D.  Antonio  Gaurín  Palmir  Palmir 1727 

D.  Pablo  Nicolás  Porres  y  Silva 1728 

D.  Juan  Balparda  de  la  Hormaza 1729 

D.  Martín  Cala  de  Vargas 1730 

D.  Miguel  Fernández  Cacho 1731 

D.  Pedro  Casamayor  y  Pichón 1732 

D.  Amaro  González  Mesa 1733 

D.  José  Capilla  Bravo 1734 

D.  José  Rodríguez  de  Toro 1735 

D.  Pablo  de  Echeverría .   1736 

D.  Tomás  Elío  de  Robles 1736 

D.  Manuel  de  Osorio  y  Manso 1737 

D.  Pedro  Machado 1738 

D.  Vicente  Leal 1739 

D.  Juan  Antonio  Arteaho  (se  anuló  la  elección  por 

no  ser  legal) 1740 

D.  Francisco  Milla  de  la  Peña 1740 


-  16  - 

Anos. 

D.  Francisco  Eugenio  de  J.  López  Pintado 1741 

D.  Vicente  Leal,  por  segunda  vez 1742 

D.  Jacinto  Triguero 1742 

D.  Francisco  Domínguez  Vela 1743 

D.  Diego  Arroyabe  y  Mirasol 1744 

D.  Ramón  Iñiguez  Beortegui 1745 

D.  Antonio  Sánchez  Manzanera 1746 

D.  Bartolomé  Casabuena  y  Guerra 1747 

D.  Eusebio  Vergara 1748 

D.  García  Manrique  de  Lara 1748 

D.  Antonio  Pérez  de  la  Torre  y  Guzmán  1749 

D.  Manuel  Villar  y  Gutiérrez 1749 

D.  Manuel  Fernández  Moreno 1750 

D.  Lorenzo  Bernardo  Corrales  y  Huerta  Gavilán..  1751 

D.  Miguel  Lorenzo  Pedrosa 1752 

D.  Francisco  Cabrero  y  Marqués 1753 

D.  Ñuño  Nabia  y  Bolaño 1754 

D.  José  Allende  y  Salazar 1755 

D.  Juan  Francisco  de  Zavala 1756 

D.  Francisco  Antonio  Amavizcar  y  Monroy 1757 

D.  Fermín  J.  García  de  Almarza 1758 

D.  Juan  Tamarón  y  Pintado 1759 

D.  Alonso  Rodríguez  Gómez  de  Omaña 1760 

D.  Francisco  Tovares  Pacheco  (Vice-Rector),  que 

desempeñó  el  Rectorado 1761 

D.  Francisco  Javier  González  (Vice-Rector),  que 

desempeñó  el  Rectorado 1761 

D.  Rodrigo  de  Rada  y  Santander  (Vice-Rector), 

•  que  desempeñó  el  Rectorado 1761 

D.  Andrés  de  Borja  y  Montero 1762 

D.  José  Vallejo 1763 

D.  José  Alonso  Caballero 1763 

D.  Miguel  del  Castillo  y  Barrio 1764 

D.  Francisco  Plácido  González  Maldonado 1765 

D.  Antonio  Torres  y  Bayona 1766 

D.  José  Martínez  de  la  Raga 1767 

D.  Fernando  Velasco  y  de  Arjona 1768 

D.  Antonio  Fuentes  y  Godínez 1768 


-  17  - 

so1  Anos. 

D.  Joaquín  Morago 1769 

Licenciado  D.  Miguel  Munarriz 1771 

Licenciado  D.  Pedro  Luis  Blanco 1773 

Dr.  D.  Pedro  I.  Hernández  de  la  Encina  (no  se  po- 
sesionó)   1775 

D.  Ramón  Salas  Cortés  (Vice-Rector),  que  desem- 
peñó el  Rectorado 1776 

Dr.  D.  x\ndrés  de  Borja  Montero 1777 

Licenciado  D.  Carlos  López  Altamiro 1779 

Licenciado  D.  Narciso  Batiz 1782 

Dr.  D.  José  Azpeitia  Izaguirre 1784 

*  Licenciado  D.  Diego  Muñoz  Torrero 1787 

Licenciado  D.  Vicente  Ruiz  Alvillos 17S9 

Licenciado  D.  Francisco  Antonio  Bajo 1790 

D.  Ildefonso  Ceballos  (Vice-Rector),  encargado  del 

Rectorado 1791 

Dr.  D.  Juan  Francisco  Gorordogoicoa 1792 

Dr.  D.  Luis  Casaseca  y  Tomé 1794 

Dr.  D.  Juan  Francisco  Gorordogoicoa,  segunda  vez  1796 

Licenciado  D.  Francisco  Javier  Caro 1798 

Dr.  D.  Juan  Francisco  Gorordogoicoa,  tercera  vez  1800 

Dr .  D.  Miguel  Ortiz  Ruf rancos 1801 

Dr.  D.  Francisco  Forcada,  Catedrático  jubilado  de 

Leyes 1803 

Licenciado  D.  Antonio  Cabanillas 1805 

Dr.  D.  Francisco  Crespo  y  Ramos 1806 

Licenciado  D.  Andrés  Ramos  Martín 1808 

Dr.  D.  Antonio  Alba  (Vice-Rector),  que  desempe- 
ñó el  Rectorado 1809 

Dr.  D.  Salvador  Tejerizo  y  Tejada  (Vice-Rector), 

que  desempeñó  el  Rectorado 1812 

*  Dr.  D.  Martín  de  Hinojosa,  catedrático  jubilado 

de  la  Facultad  de  Leyes 1813 

Dr.  D.  Manuel  Caballero  del  Pozo,  catedrático  jubi- 
lado de  Concilios  nacionales 1815 

Dr.  D.  Manuel  Pavón  y  Gutiérrez 1816 

Dr.  D.  Luis  Delgado  Ramos 1818 

Dr.  D.  Manuel  J.  Pérez  Mellado 1819 


-  18  - 

Años. 

Dr.  D.  Francisco  Luis  Alvarez  (Vice-Rector),  en- 
cargado del  Rectorado 1823 

Dr.  D.  Agustín  Librero  Falcón 1825 

Dr.  D.  Francisco  García  Ocaña 1828 

Dr.  D.  Luis  Delgado  Ramos,  segunda  vez 1830 

Dr.  D.  Miguel  Marcos 1834 

*  Dr.  D.  Fernando  Mena,  catedrático  jubilado 1843 


Fernán  Pérez  de  Oliva. 

De  este  maestro  sólo  pueden  darse  datos  muy  incom- 
pletos, pues  faltan  los  libros  de  Claustros  de  1512  á  1526,  no 
empiezan  los  de  juramentos  hasta  después  de  esta  última 
fecha,  y  no  hay  de  matrículas,  ni  los  expedientes  de  provi- 
siones de  cátedras.  Sin  embargo,  de  lo  poco  que  se  conser- 
va, resulta  que  se  encontraba  en  Salamanca  en  el  verano 
de  1526,  porque  se  le  encargó  de  la  sustitución  de  las  cá- 
tedras de  Filosofía  moral  del  maestro  Marga! lo  y  de  la  de 
Filosofía  natural  del  Dr.  Silíceo  desde  San  Juan  á  Nuestra 
Señora  de  Septiembre. 

Debía  ser  ya  maestro  graduado  por  la  Universidad,  ó  in- 
corporado á  ella,  toda  vez  que  se  habla  del  Maestro  Oliva 
en  manuscritos  de  aquella  época.  Luego  no  se  encuentra  su 
nombre  hasta  el  Claustro  de  29  de  Abril  de  1529,  que  presi- 
de como  Rector.  Desempeñó  ese  cargo  hasta  San  Martín 
del  mismo  año,  en  que  se  eligió  para  sucedeile  al  Prior  de 
Roncesvalles,  y  en  el  folio  188  vuelto  del  dicho  libro,  donde 
figura  como  jefe  de  la  Escuela,  se  halla  la  firma  del  Maestro 
Oliva,  Rector.  Más  tarde  figura  como  asistente  á  los  Claus- 
tros plenos  del  curso  529-30,  y  habiendo  quedado  vacante  la 
cátedra  de  Filosofía  moral  por  ausentarse  sin  licencia  el 
Dr.  Margallo,  se  opuso  á  esa  clase  el  23  de  Marzo  de  1530, 
juntamente  con  Alonso  de  Córdova,  agustino,  que  fué  el 
primer  catedrático  nominalista  que  hubo  en  Salamanca,  y 
que  desempeñaba  Teología  nominal,  llamada  también  de 
Gregorio  Arímino,  ó  de  Durando,  hombre  de  grandes  méri- 
tos y  del  que  se  dice,  entre  otras  cosas,  que  acompañó  á 


-  19  - 

Valladolid,  en  1527,  á  los  maestros  Silíceo,  Vitoria,  Marga- 
lio,  etc.,  á  fin  de  examinar  las  obras  de  Erasmo.  Aunque  en 
todos  los  libros  que  hemos  leído  se  afirma  que  el  resultado 
de  estas  oposiciones  favoreció  á  Pérez  de  Oliva,  resultan 
tales  datos  completamente  inexactos,  puesto  que  del  exa- 
men de  los  protocolos  de  cuentas  y  de  las  actas  de  Claus- 
tros, á  falta  de  otros  elementos,  resulta  que  el  28  de  Marzo 
del  530  fué  proveída  la  cátedra  de  Filosofía  moral  en  el 
maestro  Alonso. 

La  que  éste  tuvo  antes,  de  Teología  nominal,  se  anunció 
á  oposición  el  30  del  mismo  mes  y  año,  y  á  pesar  de  no  ser 
de  propiedad  como  la  de  Moral,  sino  de  las  instituidas  por 
la  Universidad,  el  maestro  Oliva  se  opuso  á  ella  en  seguida, 
y  por  ser  único  aspirante  pidió  al  Rector  que  hiciese  infor- 
mación de  suficiencia  para  no  tener  que  leer  de  oposición. 
Hecho  el  expediente  y  habiendo  sido  favorable,  el  2  de 
Abril  recibió  el  nombramiento  de  catedrático  de  Gregorio 
por  tiempo  de  cuatro  años  y  sueldo  de  30.000  maravedís 
anuales,  según  se  desprende  de  los  libros  de  Claustros. 
Poco  pudieron  aprovechar  los  estudiantes  de  Fernán  Pérez 
de  Oliva  en  el  curso  aquel,  en  razón  á  justificarse  de  un 
modo  claro  en  los  registros  autorizados  existentes  en  el 
Archivo  Universitario,  que  de  las  noventa  lecciones  que 
debió  dar,  fué  multado  en  setenta  de  media  multa.  Se  des- 
conocen las  causas  de  tan  lamentable  abandono,  sin  que 
basten  á  justificarle  los  días  que  estuvo  preso,  que  se  le  des- 
cuentan, y  una  licencia  que  disfrutó.  En  la  asignación  he- 
cha el  27  de  Mayo  de  1530  para  el  curso  del  30  al  31,  se  le 
mandó  que  prosiguiera  la  lectura  de  Durando.  Hizo  el  ju- 
ra tiento  como  catedrático  el  1  de  Mayo  de  1530.  Al  año  si- 
guiente no  fué  mayor  su  asiduidad  en  la  labor  de  clase,  al 
ser  multado  en  veinte  y  seis  lecciones  de  media  multa  y  en 
cinco  de  nullus  legit  por  entrar  tarde  y  salir  temprano.  No 
llegó  á  explicar  todo  el  curso.  El  8  de  Agosto  de  1531  se 
pronunció  por  vaca  1  i  cátedra  de  Gregorio,  siendo  provista 
inmediatamente.  A  partir  de  entonces  no  se  encuentra  ras- 
tro alguno  del  maestro  Oliva,  ni  en  los  libros  de  Claustros 
ni  de  cuentas,  ni  se  hace  constar,  como  es  lo  corriente,  el 
motivo  de  la  vacadura.  El  "Razonamiento,,  que  hizo  en  Sa- 
lamanca al  practicar  oposiciones  á  la  cátedra  de  Filosofía 


-20- 

Moral,  inserto  en  el  Enciclopédico  Hispano  Americano,  es 
en  gran  parte  autobiográfico. 

No  se  conoce  la  fecha  de  su  muerte.  Fitz  Maurice  da  la 
de  1530,  desde  luego  inexacta.  El  Enciclopédico  la  fija 
en  1533. 

Viajó  mucho,  permaneció  largas  temporadas  en  el  ex- 
tranjero, sobre  todo  en  Francia  é  Italia,  disfrutó  de  consi- 
derables distinciones,  y  publicó  obras  muy  importantes  y 
de  verdadero  mérito.  Merecen  citarse:  El  Razonamiento  que 
hizo  en  Salamanca  al  opositar  d  la  cátedra  de  Filosofía. 

El  Razonamiento  al  Municipio  de  Córdoba  sobre  la  na- 
vegación del  Guadalquivir. 

Diálogo  de  la  dignidad  del  hombre. 

Colección  de  poesías . 

Hécuba  triste,  de  Eurípides. 

La  venganza  de  Agamenón. 

La  Lengua  castellana  en  el  nacimiento  de  Hércules  ó 
comedia  de  Amphytryon. 

Las  potencias  del  alma,  y  uso  que  de  ellas  debe  hacerse. 


Sancho  Dávila  y  Toledo. 

D.  Sancho  Dáviln  y  Toledo,  hijo  de  D.  Sancho  Dávila  y 
de  D.a  Juana  Enríquez  de  Toledo,  herederos  del  Marquesa- 
do de  Velada,  que  poseyeron,  nació  en  Alba  de  Tormes, 
según  se  dice  repetidas  veces  en  los  libros  de  Claustros  }T 
de  Licénciamientos.  El  año  en  que  vino  al  mundo  no  se  sabe 
de  cierto,  pues  aunque  Nicolás  Antonio  anota  que  fué 
en  1547,  hay  motivos  para  creer  que  no  es  exacta  la  fecha, 
y  en  el  acta  del  Claustro  pleno  de  10  de  Febrero  de  1586,  se 
afirma  que  tenía  cuirenta  años  y  que  hacía  más  de  treinta 
que  estaba  en  Salamanca.  Del  registro  de  Licénciamientos 
aparece  que  D.  Sancho  se  graduó  de  Bachiller  en  Sagrada 
Teología  el  26  de  Abril  del  568,  y  que  el  10  de  Noviembre 
del  mismo  año  le  eligieron  Rector  de  la  Universidad  para 
el  año  568-69.  Era  por  entonces  canónigo  de  la  iglesia  Cate- 
dral de  Avila,  pero  tenía  casa  y  criados  en  Salamanca,  como 
claramente  se  desprende  del  acta  del  Claustro  pleno  de  11 
de  Noviembre  de  1568.  En  aquella  reunión  se  acordó,  á  pro- 


, 


-  21  - 

puesta  del  Rector  saliente,  enviar  á  Avila  al  Dr.  Diego 
de  Vera  con  los  recaudos  necesarios  á  fin  de  que  el  Cabildo 
diese  licencia  á  Dávila  para  que  viniera  á  residir  y  ejercer 
su  nuevo  cargo  en  Salamanca.  Los  libros  nada  manifiestan 
sobre  la  embajada  de  Vera,  mas  el  permiso  debió  conse- 
guirse, por  cuanto  D.  Sancho  tomó  posesión  del  Rectorado 
á  los  pocos  días. 

En  el  año  en  que  desempeñó  este  puesto,  una  de  las  cues- 
tiones que  más  intrigaron  al  Claustro  fué  la  comisión  á 
Roma  para  ver  de  lograr  que  las  dignidades  y  la  mitad  de 
los  canonicatos  de  la  iglesia  de  Salamanca  se  confirieran  á 
los  doctores  y  maestros  de  la  Universidad.  D.  Sancho,  por 
el  ascendiente  que  su  familia  tenía  cerca  del  Rey,  favoreció 
el  negocio  en  la  Corte,  y  hasta  alguien  pensó  en  él  para  que 
marchara  á  la  capital  de  Italia,  si  bien  se  desistió  de  ello 
muy  pronto  por  dificultades  que  surgieron.  Terminado  el 
año  de  su  oficio,  volvió  á  Avila,  dejando  gratos  recuerdos 
entre  profesores  y  alumnos.  Unas  calenturas  pusieron  en 
gran  peligro  su  vida,  y  así  lo  refiere  en  cariñosa  carta  que 
dirigió  á  la  Universidad  con  fecha  10  de  Marzo  de  1570,  en 
la  que  demandaba  el  apoyo  de  la  Escuela  para  retornar  á 
Salamanca.  Ni  padres,  ni  parientes  — dice— me  hacen  olvi- 
dar las  atenciones  de  vuestros  mercedes,  y  como  el  Cabil- 
do se  pronunciase  en  contra  de  sus  deseos,  pidió  interven- 
ción á  los  doctores  salmantinos,  recabando  por  este  medio 
el  permiso  del  Cabildo  durante  tres  años,  pero  obligándole 
á  ir  á  Avila  anualmente  y  servir  su  canongía  seis  meses.  La 
Universidad  no  se  conformó  con  la  condición  impuesta,  y 
entabló  un  pleito  con  los  capitulares,  en  el  que  entendieron 
los  Dres.  Francisco  de  Castro,  Gutiérrez  de  Moya  y  Solís. 

Fué  ordenado  por  el  Obispo  D.  Rodrigo  Vázquez  Avi- 
la de  los  órdenes  menores  en  la  ermita  de  Nuestra  Seño- 
ra de  la  Concepción,  de  Hontiveros,  el  15  de  Septiembre 
de  1570,  según  certificación  que  se  halla  en  el  Registro  de 
su  Licenciatura;  al  día  siguiente  de  subdiaconado  en  la 
iglesia  de  San  Cipriano  de  la  misma  villa,  y  al  otro,  domin- 
go 17  de  Septiembre,  de  diácono.  En  Noviembre  de  1572  le 
eligieron  por  segunda  vez  Rector  para  el  año  72-73,  y  en 
12  de  Enero  los  consiliarios  reunidos  en  la  posa/la  de  Dá- 
vila, le  dieron  licencia  para  asistir  á  las  exequias  de  su  cu- 


-  22  - 

fiada  la  Marquesa  de  Velada,  y  nombraron  Vice-Rector 
á  D.  Gabriel  de  Luna.  La  ausencia  de  D.  Sancho  duró 
poco,  pues  el  10  de  Febrero  preside  un  Claustro  en  Sala- 
manca. El  30  de  Mayo  de  aquel  mismo  año,  el  Claustro  ple- 
no autorizó  al  Rector  para  la  investidura  de  Licenciado  en 
Sagrada  Teología,  y  á  los  maestros  teólogos  para  exami- 
narle. Presentóle  al  Vicescolástico  el  maestro  León  de  Cas- 
tro, padrino  del  graduante  y  Decano  de  la  Facultad,  para 
los  actos  que  el  caso  requería.  El  Vicescolástico  encomen- 
dó á  Fray  Francisco  Zumel  que  practicase  la  información 
de  moribus,  et  vita,  et  legitimitate ,  y  habiendo  sido  favora- 
ble, le  dispensó  en  uso  de  sus  facultades,  de  la  lectura  á  que 
estaba  obligado,  y  le  señaló  el  6  de  Junio  para  tomar  pun- 
tos, y  el  7  para  hacer  el  examen  sobre  los  temas  que  le  to- 
caron en  suerte  de  los  libros  2.°  y  4.°  del  Maestro  de  las 
Sentencias.  En  el  2.°  la  distinción  35:  quid  sit  peccatum, 
y  en  el  4.°  la  20:  de pcenitentia.  Hizo  el  ejercicio  en  la  famo- 
sa capilla  de  Santa  Bárbara,  y  fué  aprobado  unanimiter  et 
nemine  discrepante,  y  el  8  en  la  de  Santa  Catalina  le  impu- 
sieron el  birrete  de  Licenciado  en  Teología,  al  mismo  tiem- 
po que  le  daba  su  venia  el  Tribunal  para  presentarse  al 
grado  de  maestro,  cuando  le  conviniera.  Presenciaron  la 
ceremonia  muchos  estudiantes  y  caballeros,  personas  dis- 
tinguidas y  hombres  de  ciencia,  entre  ellos  el  limo,  señor 
D.  Pedro  Enríquez,  Conde  de  Fuentes. 

Tradujo  del  latín  al  castellano  Los  suspiros  de  San 
Agustín,  y  dejó  escritas,  al  morir,  bastantes  obras.  Son 
notables: 

Biografía  de  Santo  Tomás. 

Vida  de  San  Vidal. 

Sobre  la  veneración  que  se  debe  á  los  cuerpos  de  los  san- 
tos y  á  sus  reliquias. 

Vida  de  San  Agustín. 

Los  sermones  que  predicó  en  las  cuatro  ciudades  de  su 
Obispado. 

Milagros  y  aparición  de  Nuestra  Señora  de  la  Ca- 
beza. 

Fué  penitenciario  en  Coria  y  más  tarde  Deán  de  aquella 
iglesia,  Obispo  de  Jaén,  de  Murcia,  de  Sigüenza  y  de  Pla- 
sencia;  estimado  entre  las  diferentes  clases  .sociales,  de  do- 


-  23  - 

tes  diplomáticas  y  de  un  talento  grande  y  claro  que  le  per- 
mitía ver  con  facilidad  las  cuestiones  difíciles  y  la  manera 
de  solucionarlas. 

Diego  Muñoz  Torrero. 

Diego  Muñoz  Torrero  (ó  Thorrero)  era  natural  de  Cabe- 
za de  Buey,  priorato  de  Magasela,  é  hijo  legítimo  de  Diego 
Muñoz  Torrero  y  de  María  Francisca  Moyano,  vecinos  y  na- 
turales de  la  misma  villa.  Debió  de  nacer  hacia  1761,  porque 
en  el  expediente  personal  de  D.  Diego,  con  referencia  á  he- 
chos ocurridos  en  1776,  se  dice  que  tiene  quince  años.  En 
Octubre  de  esta  fecha  fué  admitido  en  la  Universidad.  Si- 
guió un  curso  de  tres  meses  de  Lógica  y  otro  de  seis  de  Me- 
tafísica en  los  del  776-77  y  777-78,  respectivamente.  En  6  de 
Octubre  del  778  se  presentó  al  Bachilleramiento  en  Artes, 
siendo  aprobado  némine  discrepante  el  10  de  Octubre  del 
susodicho  año.  En  los  cursos  siguientes  estudió  uno  de  Cá- 
nones y  cuatro  de  Teología,  y  concluidos  el  11  de  Junio 
de  1783  tomó  el  Bachillerato  en  Teología,  también  con  la 
más  honrosa  calificación,  propia  de  aquellos  tiempos. 

Por  Real  carta-orden  de  S.  M.  de  10  de  Enero  del  786 
fué  nombrado  para  una  cátedra  de  Regencia  de  Artes,  de 
la  que  se  posesionó  á  los  siete  días.  No  hemos  podido  hallar, 
á  pesar  de  registrar  expedientes  y  libros,  la  fecha  en  que 
dejó  esta  clase.  Un  año  después  figura  entre  los  opositores  á 
la  cátedra  de  Lugares  Teológicos,  provista  por  el  Rey  el  26 
de  Junio  de  1787  en  el  Rvdo.  P.  D.  José  de  la  Oliva,  de  la 
Orden  de  San  Basilio. 

En  24  de  Octubre  del  787  hizo  la  Licenciatura  en  Sagra- 
da Teología,  y  en  los  documentos  en  que  de  esto  se  habla, 
se  manifiesta  que  tenía  pasantía  cumplida.  Tal  vez  se  alu- 
da al  curso  de  Artes  que  desempeñó.  Le  tocaron  en  suerte 
la  distinción  30  del  libro  2.°  y  la  43  del  4.°  del  Maestro  de  las 
Sentencias.  Tuvo  por  padrino  á  Fray  Basilio  de  Mendoza, 
y  verificado  el  ejercicio,  aprobó  némine  discrepante.  Al 
recibir  el  grado,  juró  en  la  forma  prevenida  defender  pú- 
blica y  secretamente  la  Purísima  Concepción  de  María  San- 
tísima, y  no  promover  ó  enseñar  directe  negué  indirecte 
cuestiones  contra  la  autoridad  civil  y  regalías  Reales. 


-  24  - 

No  mucho  más  tarde  fué  elegido  Rector  para  el  bienio 
de  1787-89,  sin  que  se  halle  su  nombre  más  tarde  entre  los 
antecedentes  que  obran  en  el  Archivo. 

Que  su  cultura  era  vasta,  su  entendimiento  clarividente 
y  su  elocuencia  reposada,  lo  proclaman  cuantos  aportan  no- 
ticias sobre  su  vida  y  el  papel  que  desempeñó  en  las  céle- 
bres Cortes  de  Cádiz,  en  donde  se  destacó  como  una  de  las 
figuras  más  interesantes  y  sugestiona  dora?.  Diputado  elec- 
to en  1810,  juró  su  cargo  el  mismo  día  que  las  Cortes  se 
abrieron,  y  en  los  tres  años  de  duración  del  Parlamento 
gaditano,  usó  de  la  palabra  cuando  las  circunstancias  lo 
exigían,  siempre  con  moderación  y  templanza,  circunspec- 
to, razonador  y  polemista  en  ciertas  ocasiones.  De  la  con- 
ferencia dada  en  el  Ateneo  de  Madrid  por  D.  Rafael  María 
de  Labra  sobre  Mimos  Torrero  y  las  Cortes  de  Cádiz,  co- 
piamos las  siguientes  páginas: 

En  este  orden  de  ideas,  quizá  de  todas  las  figuras  que  aparecen 
en  el  cuadro  de  las  conferencias  del  Ateneo,  no  haya  una  compa- 
rable á  la  figura  de  D.  Diego  Muñoz  Torrero,  porque  siendo  su  mé- 
rito individual  superior,  pocos  como  él  han  representado  tan  cum- 
plidamente su  época,  y  después  de  haber  intervenido  de  una  mane- 
ra decisiva  en  el  periodo  quizá  más  grave  de  toda  nuestra  historia 
contemporánea,  apenas  si  consta  noticia  segura  de  su  vida  particu- 
lar y  pública,  fuera  de  un  corto  número  de  años.  Y  si  su  acción  fué 
toda  en  servicio  del  progreso  y  de  la  patria,  la  única  recompensa 
que  obtuvo  de  sus  coetáneos  fué  la  persecución  y  el  martirio,  que- 
dando luego  para  su  memoria  el  más  negro  olvido,  interrumpido 
al  cabo  de  cuarenta  años  por  la  noble  protesta  de  un  partido  que, 
por  lo  mismo,  daba  al  desagravio  cierto  carácter  de  interesado. 

Con  efecto,  desde  que  en  Marzo  del  año  29  murió  en  un  calabo- 
zo de  la  Torre  de  San  Julián  de  Barra  el  virtuoso  sacerdote  Muñoz 
Torrcio,  apenas  si  alguno  que  otro  de  sus  compañeros  de  martirio 
recordaba  los  grandes  méritos  del  gran  definidor  de  la  soberanía 
nacional  en  1812.  Fué  preciso  que  el  partido  progresista  atravesa- 
se la  gravísima  crisis  de  1863  para  que  se  determinara  á  evocar  la 
memoria  del  gran  doceañista,  provocando  la  gran  manifestación 
pacífica  de  5  de  Mayo  de  1864,  que  inauguró  la  práctica  frecuente, 
y  en  verdad  admirable,  del  derecho  de  reunión  en  nuestra  patria. 

Poco  antes,  el  viejo  y  heroico  progresismo  había  necesitado  con 
otro  objeto,  pero  por  el  propio  motivo,  avivar  la  memoria  de  aque- 
llas tres  grandes  ilustraciones  de  la  familia,  verdadero  orgullo  de 


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la  España  moderna,  que  representaron  la  política,  el  derecho  y  la 
hacienda  de  aquel  partido,  y  que  se  llamaron  Arguelles,  Calatrava 
y  Mendizábal.  Era  el  periodo  de  lucha  definitiva,  en  el  terreno 
de  una  legalidad  más  ó  menos  discutible,  del  viejo  régimen  con  la 
idea  nueva.  El  partido  moderado  se  había  dejado  inficcionar  y  do- 
minar por  el  neocatolicismo.  Era  el  último  periodo  de  Narváez  y 
Nocedal.  El  partido  progresista,  todaAia  no  exhausto,  después  de 
tantos  años  de  proscripción  y  tantos  levantamientos  y  suplicios, 
oponía  á  la  negra  ola  de  la  reacción  el  espíritu  y  las  obras  del  autor 
déla  desamortización,  del  impugnador  de  los  mayorazgos  y  del 
voto  de  Santiago  y  del  orador  quizá  más  popular  y  batallador  de 
las  Cortes  de  Cádiz,  del  adversario  de  la  Regencia  de  1813  y  del 
autor  del  preámbulo  de  la  Constitución. 

Pero  pronto  el  progresismo  corrió  un  mayor  peligro.  La  unión 
liberal  le  arrancó  lo  más  florido  de  su  estado  mayor,  mediante  cuya 
cooperación  fueron  posibles  el  reconocimiento  del  reino  de  Italia 
y  la  legalidad  y  organización  de  la  democracia.  La  tentación  fué 
inmensa,  sobre  todo  para  aquéllos  que,  después  de  una  lucha  sin 
tregua,  ya  no  creían  poder  ver  la  tierra  prometida,  y,  en  cambio, 
encontraban  condescendencias  y  transacciones  del  lado  de  los  ele- 
mentos conservadores.  Mas  del  otro  lado  surgía  otra  nueva  contra- 
riedad. La  democracia  pujante  realizando  aquella  magnífica  obra 
de  propaganda,  llevada  á  feliz  cima  por  Pí  Margall  en  la  prensa, 
Castelar  en  la  tribuna  popular  y  Rivero  y  Figueras  en  el  Parla- 
mento. Predicábase  el  dogma  de  los  derechos  individuales,  supe- 
riores y  anteriores  á  la  ley  y  á  la  voluntad  del  pueblo;  y  esta  fórmu- 
la, por  el  radicalismo  de  su  presentación  y  las  necesidades  de  la 
polémica,  pareció  un  momento  la  negación  del  dogma  fundamental 
del  viejo  progresismo  y  de  la  base  de  la  sagrada  Constitución  de 
Cádiz.  Entonces  fué  precisa  la  invocación  de  otro  genio;  entonces 
el  partido  progresista  buscó  en  Portugal  y  trajo  á  Madrid  (donde 
reposan,  en  el  cementerio  de  San  Nicolás  y  junto  á  los  restos  de 
Arguelles,  Calatrava  y  Mendizábal),  las  cenizas  de  aquel  varón 
irreprochable,  sabio  teólogo,  carácter  entero  y  alma  bondadosa,  á 
quien  se  debió  el  decreto  de  las  Cortes  de  24  de  Septiembre  de  181 1 , 
donde  se  proclama,  con  la  soberanía  nacional,  la  división  de  los 
poderes  públicos,  la  inviolabilidad  de  los  diputados  y  la  legitimi- 
dad de  Fernando  VII  frente  al  extranjero  conquistador  y  á  despe 
cho  de  las  cesiones  de  Carlos  IV  por  la  voluntad  de  la  nación. 

Realmente  si  algunas  figuras,  si  algunos  prestigios  hubieran 
podido  contener  la  terrible  crisis  porque  entonces  atravesó  el  par- 
tido progresista,  y  sostenerle  en  su  primitiva  tendencia  y  su  forma 
histórica  más  caracterizada,  seguramente  hubieran  sido  los  pres 
tigios  evocados  al  poblar  los  espacios  por  medio  de  la  prensa  y  la 


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tribuna  pública,  con  los  nombres  y  memorias  de  Arguelles,  Cala- 
trava,  Mendizábal  y  Muñoz  Torrero.  Sólo  que  los  tiempos  pedían 
otra  cosa,  y  había  sonado  la  hora  de  la  muerte  de  los  viejos  parti- 
dos y  la  transformación  del  viejo  progresismo.  Pero  la  manifesta- 
ción de  1864  fué  un  gran  desagravio.  Las  nuevas  generaciones  oye- 
ron hablar  del  Chantre  de  Villafranca,  y  el  pueblo  español  volvió 
los  ojos  á  los  tiempos  gloriosos  de  nuestra  primera  Revolución. 
Pero  como  esto  se  hizo  con  motivo  político  y  de  momento,  y  por  un 
partido  determinado,  con  interés  parcial  y  exclusivo,  aquel  plau- 
sible suceso  sólo  revistió  una  importancia  relativa.  Pasaron  las 
circunstancias  y  volvió  la  indiferencia,  y  hoy  mismo,  los  que,  como 
yo,  han  pretendido  buscar  datos  y  penetrar  en  la  intimidad  de  la 
vida  del  ilustre  Muñoz  Torrero,  tropiezan  con  la  escasez  de  fuentes 
y  aquella  misma  falta  de  informaciones  seguras  que  hace  dificilísi- 
mo el  apreciar  concienzudamente  la  obra  de  los  humanistas  y  esta- 
distas del  último  tercio  del  siglo  xvín,  contemporáneos  de  Pombal 
y  de  Turgot,  y  que  son  los  precursores  de  la  Revolución  contem- 
poránea. 

De  otra  parte,  pocas  individualidades  tan  dignas  como  la  de 
Muñoz  Torrero  del  nombre  y  la  consideración  de  personificación 
de  su  época.  Estimadas  las  líneas  generales  de  la  vida  de  aquel 
sacerdote,  apenas  si  ofrecen  particularidad  merecedora  de  espe- 
cial comentario.  Nació  hacia  1761  en  Cabeza  de  Buey,  provincia 
de  Badajoz,  en  aquella  tierra  extremeña  que  con  la  asturiana  com- 
partió el  honor  de  dar  el  mayor  número— entre  los  peninsulares- 
de  hombres  ilustres  á  las  Cortes  gaditanas.  Porque  extremeños 
fueron  Lujan,  Calatrava,  Oliveros  y  Fernández  Golfín.  A  los  vein- 
titrés años  era  nombrado  catedrático  de  Filosofía  en  la  Universi- 
dad de  Salamanca,  que  cuatro  años  después  lo  elegía  Rector;  de 
aquella  ilustre  Universidad  que  protestó,  quizá  la  única,  contra  el 
atentado  reaccionario  de  1813,  casi  al  mismo  tiempo  que  la  Univer- 
sidad de  Cervera  protestaba  contra  la  fatal  manía  de  pensar. 

Dedicado  á  la  carrera  eclesiástica  desde  su  primera  juventud, 
y  por  vocación  irresistible  de  su  espíritu,  luego  hubo  de  abando- 
nar la  Universidad  salmantina  para  recibir  por  el  mérito  notorio  de 
sus  virtudes,  su  talento  y  su  ciencia,  el  cargo  de  Chantre  de  Villa- 
franca.  En  1810  fué  diputado  para  las  Cortes  de  Cádiz,  y  en  los  tres 
años  de  vida  del  Parlamento  gaditano,  no  fué  de  los  que  más  usa- 
ron de  la  palabra.  No  obtuvo  cargo  alguno  oficial  ni  honores  extra- 
ños á  la  Diputación.  Imposibilitado  por  prescripción  legal  (harto 
deplorable)  de  formar  parte  de  las  Cortes  ordinarias  de  1813,  víno- 
se con  todos  los  diputados  y  hombres  políticos  de  aquella  época  á 
Madrid,  cuando  las  Cortes,  por  efecto  de  la  epidemia  primero,  y 
luego  por  motivos  políticos,  se  trasladaron  á  la  capital  de  la  mo- 


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aarquía  en  Enero  de  1914.  Allí  fué  sorprendido  ti  exdiputado  do- 
ceañista  por  el  célebre  decreto  realista  de  4  de  Mayo,  que  disolvió 
las  Cortes  ordinarias  y  restauró  el  absolutismo. 

Allí  fué  preso  la  noche  del  10  de  Mayo,  por  el  Capitán  General 
Eguía,  y  sepultado  en  un  calabozo,  de  la  propia  suerte  que  los  dos 
regentes  Agár  y  Ciscar,  los  ministros  Alvarez  Guerra  y  García 
Herreros,  y  los  diputados  y  ex-diputados  Arguelles,  Martínez  de 
la  Rosa,  Larrazábal,  Yillanueva  y  tantos  otros.  En  Madrid  fué 
sometido  sucesivamente  á  los  dos  tribunales  especiales  creados 
para  juzgar  á  los  hombres  de  la  Revolución  por  sus  actos  en  las 
Cortes  ordinarias  y  extraordinarias,  y  de  Madrid  salió  por  decreto 
del  propio  Fernando  MI  que  suplió  las  vacilaciones  y  timideces 
de  los  jueces,  á  sufrir  seis  años  de  encierro  en  el  monasterio  de 
Erbón,  en  Galicia.  Del  propio  modo  que  Calatrava  y  García  He- 
rreros  fueron  por  ocho  años  á  los  presidios  de  Melilla  y  Alhuce- 
ma, respectivamente,  y  Arguelles  entró  por  otros  ocho  años  en  el 
Fij<>  de  Ceuta.  La  Revolución  del  20  le  abrió  de  nuevo  las  puertas 
de  la  vida  pública  y  le  ofreció  un  asiento  en  las  dos  Cortes  de  aque- 
lla época,  figurando  como  miembro  de  la  Comisión  permanente  de 
las  del  22.  El  Gobierno  liberal  quiso  recompensarle  con  el  episco- 
pado, designándole  para  la  mitra  de  Guádix;  pero  el  Papa  no  acep- 
tó el  nombramiento,  teniéndole  por  revolucionario  y  jansenista;  en 
cambio  la  reacción  del  23  se  lanzó  sobre  él,  obligándole  á  refugiar- 
se en  Portugal,  donde  todavía  fué  preso  en  el  mismo  Lisboa,  por 
reclamación  de  Madrid,  y  encerrado  en  un  calabozo  del  castillo 
de  San  Julián  de  Barra,  donde  murió  en  1829,  esto  es,  á  los  se- 
senta y  ocho  años,  por  efecto  de  malos  tratamientos  y  privaciones 
verdaderamente  increíbles. 

A  no  dudarlo,  todo  esto  no  es  común  y,  sobre  todo,  para  la  ge- 
neración presente  raya  en  lo  increíble  y  en  lo  heroico.  Pero  hay 
que  considerar  que  estas  notas  son  punto  menos  que  generales  tra- 
tándose de  los  hombres  y  de  los  sucesos  del  primer  periodo  de  nues- 
tra vida  constitucional.  Puede  tenerse  por  cierto  que  no  hubo  uno 
que  no  viese  de  cerca  la  muerte,  ni  fortuna  que  no  recibiese  golpe 
terrible  en  medio  de  aquellos  vaivenes  y  desastres.  Al  temple  suyo 
contribuía  la  brutalidad  de  la  reacción  que  en  1814,  y  todavía  más 
en  1823,  se  presentó  en  España  con  tales  caracteres  de  violencia  y 
de  oprobio  que  constituyen  la  página  más  vergonzosa  y  sombría 
de  la  historia  de  Europa  del  siglo  xix.  Los  hombres  de  primera  lí- 
nea entonces  fueron  cargados  con  la  cadena  del  presidiario  6  es- 
trangulados en  el  calabozo,  ó  arrastrados  en  un  serón  por  las  calles 
de  Madrid.  Se  confiscaron  ^us  bienes,  y  sus  familias  vivieron  de  1¡ 
mosna  sufriendo  la  afrenta  en  el  lugar  mismo  de  su  gloria.  Los 
más  felices  vivieron  años  y  años  en  el  extranjero,  donde,  áexcep- 


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ción  de  Inglaterra  (esa  gran  patria  de  la  libertad  política),  tampo- 
co los  dejó  en  paz  la  venganza  ó  la  suspicacia  del  tirano.  Pero  és- 
tos eran  los  hombres  de  primera  línea.  La  gente  humilde,  la  gente 
modesta,  los  desconocidos,  la  masa,  ó  subían  al  patíbulo  simple- 
mente por  haber  aplaudido  en  las  tribunas  de  San  Felipe  en  Cádiz, 
ó  eran  alanceados,  cazados,  acosados  con  lazos  y  perros  como  los 
madrileños  defensores  del  Trocadero  en  las  llanuras  de  la  Mancha. 
Tara  aquello  se  necesita  haber  sido  fundidos  en  el  molde  de  los 
grandes  caracteres.  ¡Soberbia  generación,  á  la  cual  debemos  con- 
templar con  el  religioso  respeto  que  inspiran  los  mártires  y  la  ad- 
miración entusiasta  que  determinan  los  héroes,  aun  en  esta  tierra 
del  desprecio  de  la  vida  y  de  la  locura  del  atrevimiento!  Genera- 
ción cuyo  recuerdo  no  puede  menos  de  conmover  el  ánimo,  porque 
sin  su  fe,  sin  su  sangre,  sin  su  perseverancia,  sin  su  amor  inque- 
brantable á  la  justicia,  y  su  esperanza  de  un  día,  cuya  aurora  ja- 
más llegaron  á  gozar,  no  hubiéramos  nosotros  entrado  en  la  vida 
de  los  pueblos  cultos,  ni  salido  de  los  expurgatorios  de  la  Inquisi- 
ción, de  las  supersticiones  de  Santiago,  del  expediente  del  Consejo 
de  Castilla  y  del  derecho  de  pernada  del  monasterio  de  Pobletü  Pero 
lo  que  realza  á  Muñoz  Torrero  es  que  á  todas  esas  condiciones  y 
rasgos  generales  une  por  su  carácter  y  rasgo  personal,  por  su  in- 
tervención en  los  actos  y  resoluciones  más  señaladas  de  las  Cortes 
gaditanas,  por  su  posición  é  influencia  dentro  de  ellas,  otras  que 
le  hacen  muy  superior  á  todos  sus  compañeros  y  le  aseguran  tal 
representación,  que  no  se  puede  hablar  absolutamente  de  aquellas 
Cortes,  sin  hablar  de  Muñoz  Torrero;  y  de  tal  modo  se  identificó  su 
vida  con  la  de  aquella  asamblea,  que  luego  de  cerradas  las  Cortes 
del  12,  apenas  hizo  ni  representó  nada.  Sin  la  reacción  del  23  la 
posteridad  quizá  hubiera  ignorado  la  presencia  de  Muñoz  Torrero 
en  las  Cortes  del  segundo  periodo  constitucional.  Importa,  recor- 
dar cómo  las  Cortes  reunidas  en  la  Isla  de  León  é  inauguradas  en 
los  últimos  días  de  Septiembre  de  1810  fueron  constituidas  de  un 
modo  distinto  y  tuvieron  un  carácter  casi  opuesto  al  modo  y  al  ca- 
rácter que  tuvieron  en  el  pensamiento  de  la  Junta  central  al  pro- 
mulgar en  14  de  Mayo  de  1809  su  decreto  de  convocatoria  para  el 
l.°  de  Marzo  próximo.  Entonces  la  Central,  el  Consejo  de  España 
é  Indias  y  la  comisión  especial,  nombrada  para  entender  en  todo  lo 
relativo  á  la  reunión  de  Cortes,  idearon  que  éstas  habían  de  respon- 
der al  tipo  antiguo,  constituyéndose  por  Estamentos,  de  reunión  y 
deliberación  separadas,  y  hasta  con  el  predominio  de  los  brazos 
eclesiástico  y  noble.  Llegóse  hasta  el  punto  de  preparar  los  decre- 
tos convocando  especialmente  estos  dos  últimos  brazos;  pero  pu- 
blicada sólo  la  primera  y  general  convocatoria,  las  circunstancias 
hicieron  que  sólo  ésta  subsistiese  con  beneplácito  de  la  Regencia, 


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autora  de  los  decretos  definitivos  de  16  de  Junio  y  20  de  Septiembre 
de  1810,  y  que  la  Cámara  gaditana  fuera  desde  el  primer  día  cons- 
tituida, primero  por  los  diputados  de  las  antiguas  ciudades  con 
voto  en  Cortes,  luego  por  un  delegado  de  cada  una  de  las  Juntas 
provinciales  ahora  establecidas  para  sostener  la  guerra,  y,  última- 
mente, por  los  diputados  electos,  mediante  el  procedimiento  indi- 
recto ó  de  tres  grados  á  razón  de  un  diputado  por  cada  50.000  al- 
mas, por  todos  los  españoles  mayores  de  25  años,  cabezas  de  fami- 
lia y  con  casa  abierta.  Esta  representación  (modificada  respecto  de 
los  reinos  de  América  en  sentido  menos  expansivo)  constituyó  la 
mayoría  de  las  Cortes  de  Cádiz  y  le  dio  su  principal  carácter,  má- 
xime verificándose  la  reunión  de  todos  los  diputados,  los  debates  y 
las  votaciones  en  una  sola  Cámara  y  por  un  solo  procedimiento. 
Con  efecto,  varias  causas  trabajaban  para  quitar  á  esta  asamblea 
el  tono  tradicional  y  la  representación  del  privilegio.  La  Central 
y  más,  si  cabe,  la  misma  Regencia,  habían  resistido  todo  lo  posi- 
ble la  convocatoria  de  Cortes,  que  así  se  aplazaba  ó  se  abreviaba, 
según  que  la  agitación  popular  desmayaba  ó  crecía,  y  según  la 
crisis  de  la  guerra  tomaba  mayor  ó  menor  gravedad.  Para  deter- 
minar á  la  Regencia  á  fijar  el  último  plazo,  fueron  precisos  la  reti- 
rada de  Wellington  á  las  líneas  de  Torres  Yedras,  el  anuncio  de 
la  insurrección  americana  y  la  prosternación  de  Fernando  MI 
ante  Napoleón  Bonaparte,  que  recabó  de  él  el  consentimiento  para 
casarlo  con  una  hija  del  intruso  José. 

La  angustia  fué  inmensa  y  entonces  el  Consejo  de  España  é  In- 
dias formuló  su  célebre  consulta  de  los  tres  luegos,  señalando 
como  único  remedio  la  inmediata  reunión  de  Cortes.  De  la  propia 
suerte,  el  primer  decreto  de  convocatoria  de  éstas,  lo  determina- 
ron la  rota  de  Ocaña  y  la  retirada  de  la  Central  desmoralizada  y 
maltrecha  á  Sevilla,  donde  se  disolvió,  después  de  crear  la  Regen- 
cia, de  proclamar  la  libertad  de  imprenta  y  de  llamar  las  Cortes 
extraordinarias.  Dato  importantísimo  para  apreciar  el  sentido  del 
gran  levantamiento  de  la  independencia  con  que  se  inaugura  la 
historia  contemporánea  española.  A  cada  desastre  se  opone  un  lla- 
mamiento al  pueblo  español  y  una  invocación  al  genio  de  la  liber- 
tad; y  rada  paso  dado  en  este  camino  de  las  expansiones  y  de  la 
democracia  viene  seguido  de  un  éxito  admirable,  de  una  corres 
pondiente  victoria.  Además,  sería  pecar  de  injustos  decir  que  la 
nobleza  española  en  la  crisis  de  1808  desertó  de  la  bandera  de  la 
patria;  pero  es  necesario  reconocer  con  igual  imparcialidad  que 
tampoco  se  puso  toda  entera  ni  mucho  menos  contra  el  invasor, 
acudiendo  en  cambio  á  Bayona  muchos  desús  más  caracterizados 
miembros.  Otra  cosa  sucedió  con  el  clero,  confundido  desde  el  pri- 
mer momento  con  la  masa  popular,  con  la  cual  mi  popularidad 


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é  influencia  aumentaron.  De  aquí  que  tan  luego  cómo  principió 
á  ponerse  en  práctica  el  primer  decreto  de  convocatoria  de  Cortes, 
obtuvieran  los  sufragios  de  la  muchedumbre  y  de  las  Juntas  pro- 
vinciales revolucionarias  muchos  eclesiásticos  y  algunos  nobles. 
No  á  título  de  privilegiados,  sino  como  procuradores  del  fuero 
ordinario.  De  esta  suerte  vinieron  los  Obispos  de  Ibiza,  de  Calaho- 
rra, de  Mallorca,  de  Cisamo,  de  Plasencia  y  de  Sigüenza,  muchos 
canónigos  y  prebendados,  el  arcipreste  de  Málaga,  los  vicarios  de 
Orense,  de  la  Habana  y  de  Toledo,  el  chantre  de  Villafranca,  el 
penitenciario  de  Astorga,  los  racioneros  de  Murcia  y  Córdoba,  el 
arcediano  de  Benasque,  el  doctoral  de  Urgel,  algunos  curas  párro- 
cos, los  inquisidores  Riesco  y  Gómez  Ibarnabarro  y  el  comisario 
inquisitorial  Borrull. 

Sobre  noventa  y  cuatro  individuos;  cerca  de  la  tercera  parte  de 
la  Cámara.  En  cambio,  dentro  de  las  Cortes,  sólo  aparecen  del  bra- 
zo noble,  el  Conde  de  Toreno,  el  de  Buenavista  del  Cerro,  el  Barón 
de  Casablanca,  el  Marqués  de  Espeja,  Conde  de  Puñonrostro,  Mar- 
qués de  San  Felipe  y  Santiago,  Conde  de  Vega  y  Marqués  de  Villa- 
legre.  Es  decir,  ocho  individuos  votados  como  el  resto  del  país.  Mi- 
litares, desde  alférez  á  general,  había  cuarenta  y  dos.  El  resto  abo- 
gados y  hombres  de  administración.  De  todo  esto  fué  consecuencia 
que  en  las  Cortes  gaditanas  llevaran  la  dirección  dos  elementos  po- 
líticos y  sociales,  el  clero  y  los  abogados.  Después,  en  la  vida  par- 
lamentaria hemos  visto,  sucesivamente  entrar  otros  elementos, 
desapareciendo  el  clero  y  dando  un  carácter  particularísimo  á  los 
debates  parlamentarios  y  las  legislaciones  legislativas.  Estos  ele- 
mentos han  sido  los  médicos,  los  ingenieros  y  últimamente  los 
hombres  de  negocios.  Resultado  de  este  predominio  es  el  tono  so- 
lemne de  los  debates  de  Cádiz,  ciertas  fórmulas  hoy  casi  incom- 
prensibles de  la  Constitución  del  VJ,  la  afición  á  discutir  los  pro- 
blemas en  sus  principios  y  con  relación  á  la  Teología  y  al  Derecho 
Civil  y  Canónico  y,  en  fin,  cierta  tendencia  religiosa  que  satura 
toda  aquella  obra  y  que  produce  al  lado  de  la  consagración  de  la 
unidad  religiosa  y  de  principios  verdaderamente  radicales  en  el 
orden  electoral  y  representativo,  instituciones  y  prácticas  como 
la  de  la  misa,  que  con  arreglo  á  la  Constitución  debe  acompañar 
á  los  actos  más  solemnes  de  la  vida  política.  En  tal  supuesto,  com- 
préndese la  importancia  que  debía  tener  en  aquella  Cámara  un 
Muñoz  Torrero,  que  era  un  sacerdote  y  además  un  sabio  teólogo 
y  un  ex-Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca.  A  esto  unía  tres 
condiciones  de  valor  excepcional.  La  primera,  una  conducta  per- 
sonal irreprensible,  digna  en  un  todo  de  aquel  prestigio  que  ha  ro- 
deado y  rodea  después  de  tantos  años  á  los  ingenuos  y  venerables 
doceañistas  que  inscribieron  al  frente  de  la  Constitución  como  uno 


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de  los  deberes  positivos  del  español,  el  amor  de  la  patria  tanto 
como  ser  justos  y  benéficos,  y  que  consignaron  de  modo  no  menos 
explícito,  que  las  leyes  con  que  la  nación  había  de  conservar  y  pro- 
teger la  libertad  civil ,  la  propiedad  y  los  demás  derechos  legítimos 

de  todos  los  individuos  que  la  componen ,  así  como  la  religión  cató- 
lica apostólica  romana  única  verdadera ,  habían  de  ser  sabias  y 
justas.  En  segundo  lugar,  estaba  su  significación  profundamente 
liberal. 

A  él  se  refiere  aquella  tradición  gloriosa  de  nuestros  dominicos 
del  siglo  xvi,  de  los  apóstoles  de  la  redención  del  esclavo  y  de  los 
grandes  precursores  de  la  ciencia  del  derecho  internacional;  tra- 
dición rota  á  partir  del  siglo  xvn,  cuando  la  intolerancia  religiosa 
seca  en  España  el  pensamiento  filosófico  y  á  la  vez  hiere  la  pure- 
za cristiana  de  nuestra  Iglesia  y  á  la  vida  moral  de  nuestro  país. 
A  Muñoz  Torrero  hay  que  referir  también  el  empeño  moderno, 
fracasado  á  la  postre,  de  buen  número  de  sacerdotes  católicos  de 
armonizar  por  una  acción  viva,  al  modo  de  los  católicos  ingleses, 
la  política  liberal  con  las  exigencias  del  catolicismo  religioso.  Hoy 
de  este  empeño  ya  no  se  habla.  El  sacerdocio  liberal  se  aparta  de 
la  vida  política  y  este  campo  queda  entregado  precisamente  al  sa- 
cerdocio que  más  ó  menos  directamente  se  inspira  en  la  tradición 
del  canónigo  Inguanzo  y  del  inquisidor  Riesco,  ya  que  no  del  ca- 
pellán Ostalaza,  que  en  las  Cortes  de  Cádiz,  defendiendo  el  voto 
de  Santiago,  las  prebendas  eclesiásticas  y  la  Inquisición,  repre- 
sentaron un  sentido  perfectamente  opuesto  al  de  los  Muñoz  Torre- 
ro, los  Lujan,  los  Villanueva,  los  Oliveros  y  otros  canónigos  y  sa- 
cerdotes que  luego  purgaron  sus  principios  liberales  en  los  con- 
ventos y  en  el  destierro. 

Pero  en  la  época  del  12  la  actitud  del  chantre  de  Villafranca 
tenía  y  debía  tener  muchas  simpatías,  porque  aquellos  liberales 
difícilmente  podían  romper  con  los  respetos  católicos,  ya  por  su 
educación  y  condición  de  españoles,  ya  por  la  repugnancia  que 
á  otras  tendencias  debía  producir  la  presencia  del  invasor  francés, 
acusado  y  no  sin  razón  de  traer  á  la  economía  social  española 
conceptos,  costumbres  y  fines  incompatibles  con  el  viejo  catolicis- 
mo de  nuestra  patria.  Por  eso  se  ve  al  mismo  Muñoz  Torrero,  de- 
fensor ardiente  de  la  soberanía  nacional,  terciar  en  el  debate 
provocado  por  el  art.  12  de  la  Constitución,  pidiendo  con  tóela 
sinceridad  que  se  acentúe  más  el  principio  de  la  unidad  religiosa. 
Por  último,  Muñoz  Torrero,  en  su  palabra,  en  su  ademán,  en  su 
argumentación  y  en  su  actitud  política  y  parlamentaria,  se  man- 
tuvo siempre  en  cierta  templanza.  Gustaba  poco  del  aparato  retó- 
rico y  jamás  utilizaba  el  apostrofe  ni  la  ironía.  Quizá  por  esto  no 
era  un  orador.  Cítase  de  él,  como  excepción,  aquel  discurso  en 


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pro  de  la  libertad  de  imprenta,  donde  exaltado  decía:  «Creo  que 
haríamos  traición  á  los  deseos  del  pueblo  y  que  daríamos  armas 
al  Gobierno  arbitrario  que  hemos  empezado  á  derribar,  si  no  de- 
cretásemos la  libertad  de  imprenta».  «La  previa  censura  es  el  últi- 
mo asidero  de  la  tiranía  que  nos  ha  hecho  gemir  por  siglos.  El  voto 
de  las  Cortes  va  á  desarraigar  hoy  esa  tiranía  ó  á  confirmarla  para 
siempre».  Pero  él  mismo  había  dicho  en  el  propio  discurso:  «La  li- 
bertad sin  la  imprenta  libre,  aunque  sea  el  sueño  del  hombre  hon- 
rado, será  siempre  un  sueño».  Y  otra  vez,  como  fuera  interrumpido 
al  discutir  contra  el  Santo  Oficio  con  un  murmullo  de  aprobación 
de  aquel  público  que  justamente  se  entusiasmaba  con  Arguelles 
y  Mejía,  exclamó:  «Protesto  que  no  volveré  á  hablar  en  el  Congre- 
so si  se  repiten  estas  señales,  bien  sean  de  aprobación  ó  de  des- 
aprobación; lo  que  todos  deberán  tener  entendido  para  abstenerse 
de  hacerlo  otra  vez».  La  cuestión  más  vidriosa  de  cuantas  preocu- 
paron á  las  Cortes  extraordinarias,  encontró  en  Muñoz  Torrero 
un  discutidor  como  de  encargo.  Me  refiero  á  la  cuestión  gravísima 
de  la  igualdad  de  los  reinos  de  América  y  de  la  Península. 

Pero  esto  era  problema  punto  menos  que  insoluble  en  los  tér- 
minos en  que  lo  habían  planteado  la  Revolución  del  año  8  y  las 
declaraciones  de  las  Cortes.  Porque  éstas  habían  afirmado  la  igual- 
dad de  todos  los  reinos  españoles  de  uno  y  otro  mundo,  y  aquélla 
había  traído  al  seno  de  las  Cortes  extraordinarias  un  grupo  de  di- 
putados americanos  de  primera  importancia,  así  por  su  número 
cuanto  por  su  valer  personal.  Eran  nada  menos  que  cuarenta,  y 
entre  ellos  se  contaban  hombres  de  la  talla  de  Guridi  Alcocer,  el 
que  primero  protestó  contra  la  exclavitud  y  la  trata,  Lazarrábal, 
Ramos  Arizpe  (condenado  luego  á  cuatro  años  de  encierro,  en  la 
Cartuja  de  Valencia),  Morales  Juárez,  Castillo,  Gordoa  (el  último 
presidente  de  las  Cortes),  y  sobre  todo  la  palabra  más  hermosa  y 
el  espíritu  más  atrevido  de  aquellas  Cortes,  el  catedrático  D.José 
Mejía,  una  de  las  víctimas  de  la  liebre  amarilla,  y  respecto  de  cuya 
vida  y  trabajos  reina  una  oscuridad  verdaderamente  desesperado- 
ra.  Con  estos  antecedentes  es  fácil  comprender  qué  apuros  y  difi- 
cultades estrecharían  á  aquellas  Cortes,  al  llegar  al  punto  de  esta- 
blecer la  unidad  de  la  monarquía  y  la  igualdad  de  los  ciudadanos 
en  la  esfera  de  la  representación  parlamentaria  con  el  criterio  vi- 
goroso de  la  después  llamada  asimilación.  Porque  á  ser  lógicos,  la 
mayoría  de  la  representación  parlamentaria  había  de  correspon- 
der á  las  Américas,  de  mayor  población  que  la  Península;  puesto 
que  de  25  millones  de  habitantes,  13  coi-responden  á  nuestro  impe- 
rio colonial. 

Y  éste  se  hallaba  poblado  principalmente  por  indios,  negros  y 
mestizos.  El  conílicto  era  claro  y  las  Cortes  trataron  de  salvarlo 


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con  el  art.  22  de  la  Constitución,  que  deja  fuera  de  la  ciudada- 
nía española  á  un  grupo  inmenso  de  americanos;  á  todos  los  de 
procedencia  directa  ó  indirecta  de  África,  ó  sea  á  las  castas.  Pero 
de  esta  suerte  se  faltaba  á  los  principios  y  á  la  lógica  provocando 
la  susceptibilidad  de  los  representantes  de  América,  y  determinan- 
do una  serie  de  choques  que  aun  hombres  como  Muñoz  Torrero, 
sólo  conseguían  atenuar.  Con  tales  condiciones,  el  venerable  chan- 
tre entró  en  la  vida  activa  de  la  política  y  de  las  Cortes  de  1812. 
Aunque  no  fué  de  lo  más  bullicioso,  se  distingue,  sin  embargo,  por 
su  iniciativa  desde  el  primer  momento  de  la  reunión  de  la  Cámara 
en  el  teatro  de  la  Isla  de  León,  y  por  su  participación  decisiva  en 
las  cuestiones  fundamentales  que  preocupan  á  las  Cortes.  Así,  él 
es  el  autor  de  la  declaración  de  24  de  Septiembre  de  1811  en  favor 
de  la  soberanía  nacional;  él  de  los  más  calurosos  defensores  del 
proyecto  sobre  libertad  de  imprenta,  iniciado  por  Mejía  y  Argue- 
lles hacia  el  10  de  Octubre.  El,  en  24  de  Marzo,  combate  los  conse- 
jos de  guerra  y  los  tribunales  excepcionales  creados  por  la  Junta 
central.  Su  palabra  está  constantemente  al  servicio  de  las  trans- 
cendentales declaraciones  contenidas  en  los  arts.  2.",  o."  y  4."  de  la 
Constitución  del  12,  que  establecen  que  «la  nación  española  es  li- 
bre é  independiente,  y  no  es  ni  puede  ser  patrimonio  de  ninguna 
familia  ni  persona»,  y  que  «la  soberanía  reside  esencialmente  en 
la  nación;  y  que  por  lo  mismo  pertenece  á  ésta  exclusivamente  el 
derecho  de  establecer  sus  leves  fundamentales».  Contra  Toreno 
sostiene  el  sentido  monárquico  del  art.  15,  que  atribuye  á  las 
«Cortes  con  el  Rey  la  facultad  de  hacer  las  leyes».  Luego,  defien- 
de la  existencia  y  las  facultades  de  la  Diputación  permanente  (te 
las  Cortes,  y  el  derecho  de  petición  y  representación  de  los  ciuda- 
danos que  sancionan  respectivamente  los  arts.  160  y  373  de  la 
Constitución.  Por  último,  tercia  en  los  grandes  debates  sobre  la 
abolición  de  la  Inquisición,  y  se  asocia  calurosamente  á  las  pro- 
testas que  provoca  en  Noviembre  de  1812  el  ataque  dirigido  al 
Congreso  por  un  papel  publicado  contra  las  Cortes,  con  motivo 
de  la  conservación  de  D.  Bartolomé  Gallardo  como  bibliotecario 
de  las  mismas,  á  pesar  de  ser  autor  del  Diccionario  critico  burles- 
co, condenado  por  diez  obispos  como  herético,  ateo,  y  subversivo. 
Puede  decirse,  por  tanto,  que  Muñoz  Torrero  tomó  activa  parte 
en  los  tres  debates  más  políticos  de  aquellas  cámaras,  que  fueron 
los  relativos  á  la  soberanía  nacional,  á  la  Inquisición  y  á  la  liber- 
tad de  imprenta.  Si  hubiera  terciado  de  igual  manera  en  los  relati- 
vos á  los  mayorazgos  y  vinculaciones,  á  los  reglamentos  del  poder 
ejecutivo  y  el  Consejo  de  Estado  y  á  la  abolición  de  los  señoríos  y 
del  voto  de  Santiago,  podría  decirse  que  no  habría  faltado  su  pa- 
labra en  ningún  debate  de  cierta  importancia.  En  cambio,  hay  que 

3 


-34- 

reconocer  su  superioridad,  demostrada  por  discursos  solemnes  ó 
someras  y  decisivas  indicaciones  en  todo  el  debate  propiamente 
constitucional.  Bien  que  él  fué  no  sólo  miembro,  sino  presidente 
de  la  comisión  que  para  redactar  el  proyecto  de  Constitución  se 
nombró  en  virtud  de  la  proposición  del  Sr.  Oliveros,  de  9  de  Di- 
ciembre del  año  10;  comisión  de  que  formaron  parte,  además  de 
Muñoz  Torrero,  autor  del  articulado  del  proyecto,  Arguelles  que 
escribió  el  preámbulo,  Fernández  de  Leiva,  Rodríguez  de  la  Bar- 
cena, Morales,  Juárez,  Mendíola,  Espiga,  Ric,  Cañedo,  Gutiérrez 
de  la  Huerta,  Oliveros,  Pérez,  Jáuregui,  Valiente  (que  se  negó  á 
firmar)  y  Pérez  de  Castro,  que  actuó  como  secretario.  Esto  trae 
como  por  la  mano  á  hacer  algunas  indicaciones  sobre  la  obra  total 
de  las  Cortes  gaditanas,  siempre  en  relación  con  el  tema  de  esta 
conferencia.  Porque  temo  que  la  rapidez  con  que  debo  aludir  á  cier- 
tos hechos  y  aventurar  algunas  indicaciones,  no  dejen  precisar, 
con  la  claridad  que  yo  quisiera,  la  relación  singularísima  del  ex- 
Rector  de  Salamanca  con  las  Cortes  extraordinarias  que  inaugura- 
ron nuestra  vida  constitucional;  es  decir,  aquella  relación  especial 
que  levanta  su  carácter  sobre  el  de  los  demás  diputados  y  autoriza 
la  afirmación  que  repetidamente  he  hecho,  de  que  Muñoz  Terrero 
representa  como  nadie,  y  mejor  que  nadie,  á  las  Cortes  de  1810. 
Trataré  de  concretar  mucho,  con  tanto  mayor  motivo  cuanto  que 
nuestra  conferencia  se  prolonga  demasiado,  y  temo  un  poco  que 
estas  digresiones  (después  de  todo  indispensables),  dañen  algo  al 
interés  eminente  de  la  individualidad,  objeto  principal  de  mis  ob- 
servaciones. La  obra  entera  de  las  Cortes  extraordinarias  de  Cá- 
diz, que  como  es  sabido  vivieron  desde  el  24  de  Septiembre  de  1810 
al  20  del  mismo  mes  de  1813,  puede  dividirse  en  tres  partes.  La  pri- 
mera comprende  el  periodo  de  instalación  ó,  por  mejor  decir,  usan- 
do el  lenguaje  técnico  y  expresivo  de  nuestros  tribunales  y  nuestro 
derecho  procesal,  del  apersonamiento.  En  este  periodo,  que  difícil- 
mente se  extiende  más  allá  de  los  primeros  días  de  la  reunión  de 
las  Cortes  en  el  teatro  de  la  Isla  de  León,  ó  sea  desde  el  24  de  Sep- 
tiembre de  1810  á  fines  del  siguiente  mes  de  Octubre;  en  este  pe- 
riodo, las  Cortes  tienen  que  constituirse  y  organizar  su  dirección 
y  sus  sesiones,  y  después  atirman  y  proclaman  ante  la  nación  espa- 
ñola y  el  mundo  todo,  su  carácter  y  representación  esencialmente 
revolucionarios,  arrastrando  todos  los  inconvenientes,  las  censu- 
ras, las  oposiciones  y  las  responsabilidades.  La  segunda  parte  pu- 
diera llamarse  la  tarea  dogmática.  Es  decir,  la  obra  superior  y 
transcendental  de  aquellas  Cortes  verdaderamente  inmortales.  En 
una  palabra,  la  Constitución  de  1812,  cuyos  primeros  artículos  fue- 
ron presentados  á  la  Cámara  por  la  comisión  constitucional  el  18 
de  Agosto  de  1811,  y  cuya  totalidad  fué  votada  por  la  asamblea  so- 


-  So- 
berana en  11  de  Marzo  de  IS12.  Naturalmente,  en  este  largo  periodo 
hay  que  distinguir  tiempos,  y  para  examinarla  con  juicio  no  se 
puede  prescindir,  ya  de  que  el  proyecto  constitucional  fué  prece- 
dido de  una  serie  de  gravísimas  y  transcendentales  kycs  políticas, 
presentadas  y  discutidas  desde  el  mismo  mes  de  Septiembre  de  1810 
hasta  la  víspera  de  leerse  en  las  Cortes  el  proemio  de  la  Constitu- 
ción redactado  por  el  ilustre  Arguelles  (cuyas  leyes  facilitaron  la 
votación  de  muchos  artículos  constitucionales  por  ellos  realmente 
establecidos),  ya  de  que  algunos  de  los  preceptos  de  la  gran  Carta 
política  hubieran  carecido  de  eficacia  y  aun  de  realidad,  á  no  venir 
los  decretos  y  los  actos  de  las  mismas  Cortes  posteriores  al  11  de 
Marzo  de  1912,  incluyendo  en  este  grupo  el  mismo  manifiesto  de  28 
de  aquel  mes  y  año,  firmado  por  el  presidente  Vega  Infanzón  y  los 
secretarios  D.  Juan  Xicasio  Gallego  y  D.  Juan  Bernardo  Ogabán, 
encargados  de  explicar  y  recomendar  al  país  la  Constitución  pocos 
días  antes  proclamada  y  jurada.  Por  último,  está  la  tercera  parte, 
tal  vez  la  más  difícil,  sin  duda  la  más  variada  y  dramática  de  la 
obra  total  de  la  Cámara  gaditana.  Porque  la  constituyen  todos  los 
esfuerzos  hechos  casi  desde  el  día  mismo  de  su  instalación  hasta 
el  20  de  Septiembre  de  1812,  para  afirmar  su  existencia  y  su  pres- 
tigio, así  como  la  doble  causa  de  la  independencia  nacional  y  de  la 
renaciente  libertad  española,  primero  frente  al  extranjero  invasor, 
audaz  y  poderoso;  después  frente  á  los  elementos  reaccionarios, 
que  sobrecogidos  al  principio,  á  partir  de  la  segunda  mitad  de  1811, 
se  decidieron  á  reorganizarse  y  dar  la  batalla  á  las  ideas  y  á  los 
hombres  del  nuevo  régimen. 

Este  es  un  periodo  de  agitación  y  de  combate  que  puede  riva- 
lizar con  los  más  vivos  de  la  historia  revolucionaria  extranjera. 
Difícilmente  se  pueden  apreciar  ahora  las  dificultades  morales  y 
materiales  con  que  lucharon  los  constituyentes  de  Cádiz  para  ins- 
talarse y  celebrar  sus  primeras  sesiones  en  el  salón  del  teatro  de 
San  Fernando,  donde  permanecieron  hasta  que  en  24  de  Febrero 
de  1811,  y  para  mayor  seguridad,  se  trasladaron  á  la  gran  nave 
de  la  iglesia  de  San  Felipe  Neri,  de  Cádiz.  Porque  llevamos  muy 
cerca  de  un  siglo  de  vida  constitucional,  de  práctica  parlamenta- 
ría, de  hábitos  académicos  y  de  elocuencia  política.  Nada,  pues, 
nos  extraña  en  el  particular.  Pero  en  1811  las  cosas  pasaban  muy  de 
otra  manera.  Los  más  próximos  precedentes  de  libre  discusión  de 
asuntos  jurídicos  y  políticos,  eran  los  que  ofrecían  las  Academias 
de  derecho,  como  la  Matritense  ¡donde  el  ilustre  Antillón  en  1802 
leyó  su  di  airela  y  honrada  Memoria  contra  la  esclavitud  de  los 
negros)  y  aquellas  sociedades  económicas  de  Amigos  del  País  con 
que  el  gran  Carlos  III,  inspirándose  en  los  libros  de  Campomanes, 
trajo  á  nuestra  patria  el  espíritu  renovador  de  los  economista-  y 


-36- 

humanistas  de  la  época  de  los  reyes  filósofos.  Pero  no  necesito 
decir  nada  respecto  de  los  límites  y  carácter  de  aquellos  debates. 
Las  viejas  Cortes  españolas  habían  celebrado  sus  últimas  sesiones 
en  el  salón  llamado  de  los  Reinos,  del  palacio  del  Buen  Retiro 
en  1769,  con  el  fin  de  derogar  la  ley  sálica  hecha  por  Felipe  V  y 
de  jurar  príncipe  de  Asturias  á  Fernando  VII;  que  fué  lo  que  real- 
mente hicieron  aquellas  Cortes  compuestas  de  los  diputados  de  21 
ciudades  ó  villas  de  Castilla,  siete  de  Aragón,  dos  de  Valencia, 
seis  de  Cataluña  y  uno  de  Mallorca.  Para  buscar  otra  fecha  ante- 
rior de  reunión  de  Cortes  hay  que  ir  á  1712,  en  cuya  fecha,  Felipe  V 
renunció  ante  ellas  sus  derechos  á  la  corona  de  Francia  y  derogó 
la  antigua  ley  de  sucesión  á  la  corona.  Antes,  Carlos  II  no  las 
juntó  una  sola  vez  y  Felipe  IV  las  reunió  en  1664.  De  donde  resul- 
taba un  desconocimiento  casi  absoluto  de  los  usos  y  prácticas  de 
aquellas  asambleas,  á  pesar  de  los  loables  esfuerzos  del  ilustre 
Capmany,  que  por  cierto  perteneció  á  las  Cortes  gaditanas,  y  del 
diligentísimo  Martínez  Marina,  que  ya  en  1808  había  comunicado 
á  Jovellanos  buena  parte  de  su  Teoría  de  las  Cortes.  Uno  de  los 
más  caracterizados  miembros  de  éstas,  D.  Agustín  Arguelles  ex- 
pone con  sencillez  y  franqueza  insuperables,  de  qué  suerte  en  los 
comienzos  de  aquella  asamblea  fué  difícil  á  los  nuevos  diputados, 
aun  á  los  más  curiosos  y  diligentes,  registrar  en  el  momento  y  en 
las  bibliotecas  de  Cádiz  las  voluminosas  colecciones  de  actas  de 
antiguas  Cortes,  donde,  después  de  todo,  se  consignaban  muy 
pocas  reglas  y  sólo  algunas  alusiones  respecto  del  ceremonial  ba- 
sado en  la  tradición  y  la  práctica.  Pero  lo  más  desagradable  y 
comprometido  de  la  instalación  de  las  Cortes  revolucionarias  fué 
resultado  de  la  situación  en  que  dejó  á  los  recién  llegados  la  Re- 
gencia, que  de  muy  atrás  venía  predispuesta  en  su  daño,  al  pun- 
to de  que  su  última  y  definitiva  convocatoria  fué  efecto  de  la 
mala  apariencia  que  ofrecía  la  guerra  á  mediados  de  1810  y  de 
la  verdadera  imposición  de  la  Junta  provincial  de  Cádiz  y  de  los 
diputados  electos  D.  Guillermo  Hualde  y  el  Conde  de  Toreno, 
que  sostuvieron  ruda  y  poco  ejemplar  contienda  con  el  vehemente 
obispo  de  Orense.  Con  efecto,  la  Regencia,  obligada  á  prescindir 
de  las  frases  vagas  con  que  venía  aplazando  la  reunión  de  Cortes 
se  apercibió  para  la  lucha,  restableciendo  los  antiguos  y  resisten- 
tes Consejos  suprimidos  por  Bonaparte  y  pretendió,  aunque  sin 
fruto,  que  el  Consejo  de  Castilla  revisase  los  poderes  de  los  dipu- 
tados. Fracasado  el  empeño,  porque  al  fin  se  hizo  indispensable 
que  la  Regencia  misma  nombrase  una  comisión  de  actas  elegida 
entre  los  mismos  diputados;  fracasado  el  empeño,  la  Regencia  se 
dispuso  á  sorprender  á  la  inexperta  Cámara,  dejándola  abandona- 
da á  sus  propias  fuerzas  y  á  su  inexperiencia  el  mismo  día  de  su 


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instalación.  Llegó  la  mañana  del  24  de  Septiembre.  La  Naturaleza  y 
los  hombres  se  pusieron,  al  parecer,  de  acuerdo  para  dar  una  gran 
solemnidad  á  la  instalación  de  la  gran  Asamblea.  El  día  fué  so- 
berbio; aquel  amplio  y  puro  cielo  de  la  bahía  gaditana,  que  tanto 
recuerda  la  famosa  y  poética  concha  de  Ñapóles,  parecía  más  azul 
y  más  riente  que  nunca,  iluminado  por  los  dulces  resplandores  del 
sol  de  un  otoño  tan  templado  y  vivificante  como  la  más  plácida  y 
rejuvenecedora  primavera.  El  horizonte  dilatadísimo  del  Atlántico, 
que  se  desarrolla  delante  de  las  blancas  y  alegres  casas  de  San  Fer- 
nando, provocaba  la  expansión  del  alma  acongojada  por  los  rigo- 
res del  sitio  y  de  la  guerra,  mientras  él  mar  libre,  entonces  apenas 
rizado  por  suave  brisa,  aseguraba  la  relación  y  el  trato  con  el  mun- 
do todo,  que  tenía  puestos  los  ojos  en  el  heroísmo  de  aquella  vigo- 
rosa generación  que,  para  defender  el  honor  y  el  derecho  de  la  pa- 
tria atropellada,  no  había  titubeado  en  encerrarse  en  aquella  len- 
gua de  tierra  que  parece  como  que  las  olas  disputan  á  la  Península 
ibérica,  colocándose  á  conciencia  entre  la  muerte  por  el  hierro  y 
el  fuego  del  enemigo  y  el  suplicio  legendario  y  prestigioso  en  el 
fondo  del  abismo.  Al  aspecto  terrorífico  del  inmenso  campamento, 
que  se  extiende  desde  Cádiz  á  Sancti-Petri,  erizado  de  baterías  y 
cruzado  constantemente  por  divisiones  volantes  y  carros  de  arti- 
llería, había  sucedido  una  agitación  franca,  ruidosamente  alegre, 
espontánea,  comunicativa  al  modo  de  las  romerías  populares.  La 
población  entera  de  Cádiz  bajó  á  San  Fernando,  como  en  día  de 
huelga  y  rumba,  corría  á  los  puertos  y  á  Rota  y  llenó  los  aires  de 
cantares  y  vítores,  poblándose  la  carretera  de  coches  y  calesas  de 
todas  clases  y  de  gentes  de  buen  humor  y  mucho  aire,  apenas  ima- 
ginables en  el  fondo  de  aquella  plaza,  cercada  de  fuego  y  maldicio- 
nes bajo  las  alas  del  genio  de  la  muerte.  Y  los  vecinos  de  la  Isla 
colgaron  los  balcones  de  sus  casas  y  adornaron  con  ramas  y  flores 
sus  calles,  como  si  se  tratara  de  una  fiesta  religiosa. 

Dice  un  testigo  presencial  que  los  cañones  de  la  parte  española 
enmudecieron,  después  de  haber  atronado  los  espacios  la  noche  y 
tarde  anteriores  con  verdadera  y  extraordinaria  furia,  y  los  fran- 
ceses, posesionados  de  todo  el  frente  de  la  línea  por  el  lado  de  tie- 
rra, suspendieron  también  sus  fuegos,  acudiendo  en  grandes  ma- 
sas á  coronar  las  alturas  para  disfrutar  desde  ellas  del  movimiento, 
de  la  alegría,  del  entusiasmo  que  desbordaba  en  la  Isla.  Hubo  un 
momento  en  que  se  produjo  inmenso  silencio,  interrumpido  sólo 
por  el  repique  de  campanas  de  la  iglesia  parroquial,  donde  prime- 
ramente, y  á  las  nueve  y  media  de  la  mañana,  se  congregaron  los 
nuevos  diputados  y  oyeron  una  misa,  dicha  por  el  Arzobispo  de 
Toledo.  Fué,  pues,  una  verdadera  solemnidad.  Pocas  veces,  quizá 
ninguna  en  la  historia,  se  ha  dado  este  homenaje,  más  ó  menos  in- 


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voluntario,  de  la  fuerza  bruta  y  de  la  violencia  de  los  hombres  á  la 
grandeza  de  una  idea,  al  prestigio  de  una  institución  redentora. 

Desde  la  iglesia,  los  diputados,  en  medio  de  incesantes  aclama- 
ciones y  de  vivas  á  la  nación  y  á  las  Cor/cs,  y  después  de  haber 
jurado  su  cargo,  pasaron  al  teatro  déla  Isla,  cuyas  galerías  y  pal" 
eos  se  llenaron  de  personas  de  todos  sexos,  clases  y  posiciones* 
Arguelles,  que  escribió  un  libro  algo  prolijo  y  enojoso  sobre  las 
Corles  de  Cádiz,  pero  que,  como  el  Viaje  de  Vülanueva,  El  Redac- 
tory  El  Español  de  aquella  época,  es  preciso  leer  para  adquirir 
noticia  aproximada  de  aquellos  sucesos,  describe  de  sencilla,  pero 
elocuente  manera  el  aspecto  y  distribución  de  la  gran  sala  del  tea- 
tro, donde  por  primera  vez  se  reunieron  los  fundadores  del  régi- 
men constitucional  de  España. 

«Un  simple  recado  de  escribir  con  pocos  cuadernillos  de  papel 
sobre  una  mesa,  á  cuya  cabecera  estaba  una  silla  de  brazos,  y  á 
los  lados  algunos  taburetes  (dice  el  célebre  orador  asturiano),  eran 
todos  los  preparativos  y  aparato  que  se  había  dispuesto  para  que 
volviesen  á  abrir  sus  sesiones,  después  de  interrupción  tan  larga 
y  desastrosa,  las  Cortes  generales  de  una  nación,  célebre  por  su 
antigua  libertad  y  privilegios,  por  el  tesón  y  esfuerzo  con  que  pro- 
curó conservarlos  muchos  siglos,  venerable  y  digna  de  respeto 
por  sus  mismas  desgracias,  después  que  la  usurpación  y  el  fana- 
tismo confederadamente  alteraron,  depravaron,  corrompieron  y 
aniquilaron  al  fin  sus  instituciones.» 

La  Regencia,  que  había  también  asistido  á  la  iglesia  y  allí  es- 
cuchado bajo  dosel,  al  lado  del  Evangelio,  el  himno  del  Espíritu 
.Santo  y  el  Te  Dcnm,  recibiendo  el  juramento  de  los  diputados» 
ocupó  el  trono  levantado  en  el  escenario  del  teatro,  y  después  de 
pronunciar  su  presidente,  el  Obispo  de  Orense,  un  breve  discurso 
sobre  la  gravedad  del  acto  y  el  estado  délos  negocios,  comparado 
con  el  que  ofrecían  éstos  al  tiempo  de  la  constitución  de  aquélla 
en  Enero  del  propio  año  1810,  declaró  instaladas  las  Cortes,  reti- 
rándose inmediatamente  y  dejando  sobre  la  mesa  una  declaración 
o  Memoria,  también  muy  breve  y  hasta  entonces  de  todos  ignora- 
da, por  la  cual  los  regentes  renunciaban  sus  cargos  y  comprome- 
tían á  las  Cortes  á  elegir  el  gobierno  que  juzgaran  más  adecuado 
al  crítico  estado  de  la  monarquía,  que  exigía  por  instantes  esta 
medida  fundamental». 

No  necesito  explicar  el  efecto  que  produciría  en  aquella  reunión 
de  hombres  nuevos,  encargados  de  una  empresa  sin  precedentes, 
por  tod<>  extremo  extraordinaria,  aquella  retirada  y  esta  renun- 
cia. Recuerdo  haber  leído  hace  tiempo  una  pintoresca  descripción 
de  la  perplejidad  y  basta  la  vergüenza  de  los  representantes  del 
tercer  Estado,  agolpados  el  día  de  la  inauguración  de  los  Estados 


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generales,  á  la  puerta  exterior  del  salón  de  Versalles,  bai'o  una 
lluvia  menuda  que  los  calaba,  mientras  el  alto  clero  y  la  nobleza, 
conducidos  en  espléndidas  carrozas,  entraban  arrogantemente  en 
el  palacio.  Aquella  muchedumbre  se  hubiera  desmoralizado  y  per- 
dido bajo  el  peso  de  tantas  iniurias  prodigadas  en  la  hora  primera 
de  su  presentación  al  público,  si  no  hubiese  surgido  un  hombre 
enérgico  y  audaz  que  golpeando  la  puerta,  consiguió  que  se  abrie- 
se, ante  la  viril  amenaza  de  echarla  por  tierra.  Por  cierto  que  fué 
el  único  robusto  y  atrevido  actor  de  aquella  otra  dramática  escena 
que  se  produjo  en  el  salón  de  sesiones,  cuando  el  maestro  de  cere- 
monias de  Brezé  invita  de  orden  del  Rey  al  despejo  de  la  sala 
obteniendo  por  respuesta  el  magnífico  cuanto  ya  repetido  apos- 
trofe: «Aquí  no  tenéis  voz,  ni  sitio,  ni  derecho  de  hablar.  Mas  para 
evitar  todo  aplazamiento,  marchad  á  decir  á  vuestro  amo  que 
aquí  estamos  por  el  poder  del  pueblo  y  que  de  aquí  sólo  nos  arran- 
cará el  poder  de  las  bayonetas  .  No  hay  para  qué  dar  el  nombre 
de  Mirabeau.  Pues  algo  análogo  pasó  en  el  teatro  de  la  Isla  el  24 
de  Septiembre  de  1810.  Pero  allí  no  había  un  hombre  de  la  prepa- 
ración del  tempestuoso  Conde.  Pasad  la  mirada  por  la  lista  de  los 
ciento  tres  diputados  que  asistieron  á  la  inauguración  de  nuestras 
Cortes:  sin  duda  todos  acomodados,  de  cultura  literaria,  de  cierta 
representación  superior  á  la  de  los  hombres  producidos  por  la  fie- 
bre revolucionaria  contra  las  clases  superiores  ó  directoras;  pero 
ninguno  conocido  por  sus  excepcionales  aptitudes  políticas,  per  un 
estudio  y  práctica  de  la  vida  pública  extranjera.  Aquella  era  una 
muchedumbre  por  todos  conceptos  necesitada  de  dirección,  por  lo 
menos  en  los  primeros  momentos. 

Además,  la  Central,  al  propio  tiempo  que  lanzó  la  idea  de  con- 
vocatoria de  Cortes,  se  ocupó  de  la  vida  interior  de  éstas,  á  cuyo 
fin  creó  una  comisión  llamada  de  Cortes,  para  que  se  ocupase, 
entre  otros  particulares  de  suma  gravedad,  del  ceremonial  de  las 
mismas  y  del  reglamento  de  sus  sesiones.  Pero  luego  vinieron  la 
violenta  disolución  de  la  Central,  las  dilaciones  y  reservas  de  la 
Regencia,  y  las  Cortes  de  1810  se  encontraron  el  primer  día  de  su 
vida  sin  ley  ni  regla  de  géne-o  alguno,  viéndose  comprometidas 
en  un  mismo  y  solo  momento,  á  establecer  lo  necesario  para  su 
régimen,  á  ocurrir  á  las  necesidades  urgentes  de  gobierno,  á  aten- 
der al  Gobierno  dimisionario  y  á  afirmar  su  carácter  y  represen 
tación,  proclamando  á  la  vista  de  un  público  ansioso,  inexperto, 
sorprendido  por  la  actitud  de  la  Regencia,  el  plan  de  sus  trabajos 
y  las  ideas  objetivo  de  sus  esfuerzos. 

Con  tal  motivo,  cien  veces  se  ha  recordado  la  práctica  de  las 
antiguas  Cortes  de  Castilla.  E1  Rey,  dirigiéndose  á  los  tres  brazos, 
para  este  solo  efecto  reunidos,  pronunciaba  un  discurso,  remedo 


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del  tomo  regio  de  los  godos,  donde  manifestaba  la  causa  de  la 
junta  y  las  materias  de  discusión  y  los  servicios  que  esperaba  del 
reino.  Enrique  III,  postrado  en  cama,  envió  al  infante  D.  Fernan- 
do para  que  llevase  su  voz  en  las  Cortes  de  Toledo  en  1406.  Sepa- 
rábanse luego  los  brazos,  3-  cada  cual  por  su  lado  daba  la  respues- 
ta, estando  previsto  el  turno  de  los  oradores  y  los  votos.  Así,  entre 
los  nobles,  el  primero  era  el  Sr.  de  Lara;  y  entre  las  ciudades,  era 
la  primera  la  de  Burgos.  A  aquéllos  los  presidió  el  Condestable  de 
Castilla,  y  á  éstas  la  persona  elegida  por  los  procuradores  á  gusto 
del  Rey,  con  dos  secretarios  dichos  letrado  délas  Cortes  y  asisten- 
te de  las  mismas. 

Esta  mesa  era  la  competente  para  examinar  y  aprobar  los  po- 
deres. Sólo  que  con  el  tiempo,  la  voluntad  del  Rey  se  impuso  y  en 
las  Cortes  de  1789  presidió  el  Gobernador  del  Consejo  de  Castilla 
é  hicieron  de  asistentes  ó  adjuntos  seis  consejeros.  Las  sesiones 
eran  secretas,  al  punto  de  jurar  la  reserva  los  procuradores,  y  en 
ellas  se  comenzaba  por  discutir  lo  propuesto  por  el  Monarca  para 
luego  venir  á  las  peticiones  que  aquél  veía  por  sí  ó  por  el  Consejo, 
dando  luego  la  respuesta  precisa  ó  vaga  que  entendía  oportuna. 

Nada  de  esto  podía  ser  aplicable  á  las  Cortes  gaditanas,  cons- 
tituidas de  rmry  diversa  manera  y  abandonadas  el  primer  día  de 
su  instalación  por  la  Regencia:  y  á  la  vista  del  público  preocupa- 
do y  suspenso.  Y,  sin  embargo,  el  conflicto  fué  resuelto.  ¿Por 
quién?  Las  actas  de  aquellas  primeras  sesiones  no  lo  dicen.  El 
movimiento  debió  ser  espontáneo,  general,  unánime.  ¿Pero  cómo? 
Apenas  salidos  los  cinco  regentes,  la  Cámara,  por  aclamación, 
votó  presidente  interino  y  de  edad  á  D.  Benito  Hermida,  diputado 
gallego  que  desempeñó  más  tarde  el  Ministerio  de  Gracia  y  Justi- 
cia, secretario  á  D.  Evaristo  Pérez  de  Castro,  suplente  de  Valla- 
dolid,  y  oficial  mayor  de  la  Secretaría  de  Estado.  En  seguida 
resultaron  por  cincuenta  votos  para  la  presidencia  D.  Ramón 
Lázaro  Doce,  Maestresala  de  Lérida  y  Diputado  catalán;  secreta- 
rios Pérez  de  Castro  y  Manuel  Lujan,  presbítero  extremeño,  y  vi- 
cepresidente 1).  Ramón  Pover,  teniente  de  navio,  diputado  de 
Puerto  Rico. 

Luego  vinieron,  desde  el  mismo  día  24  al  27  de  Septiembre, 
otras  resoluciones  parciales  de  carácter  reglamentario.  Los  car- 
aos de  la  mesa  debían  mudarse  todos  los  meses.  Las  Cortes  debían 
ser  llamadas  Majestad.  Creóse  una  comisión  permanente  de  actos 
ó  poderes  y  otra  de  reglamento. 

Las  sesiones  serían  públicas,  pero  no  se  permitiría  la  asisten- 
cia de  mujeres;  lo  cual  no  había  de  obstar  para  que  se  celebrasen 
con  frecuencia  sesiones  secretas  bajo  juramento  de  reserva  délos 
diputados,  por  ]a  gravedad  de  las  materias,  como  sucedió  en  las 


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noches  del  25  de  Septiembre  y  10  de  Octubre,  dedicadas  respecti- 
vamente á  la  lectura  de  la  Memoria  del  Obispo  de  Orense,  que  re- 
nunció la  Regencia  y  la  diputación  por  Extremadura  y  á  la  discu- 
sión de  los  asuntos  americanos.  Y  así  otros  acuerdos  tomados  á 
medida  que  se  producían  los  sucesos,  rigiendo  para  lo  demás  (hasta 
que  en  27  de  Noviembre  de  aquel  mismo  año  de  1810  fué  aprobado 
el  Reglamento  interior  de  las  Cortes)  la  discreción  de  la  presi- 
dencia. 

En  seguida  se  obvió  otra  dificultad.  La  dimisión  de  la  Regencia 
en  masa  no  fué  aceptada  por  el  momento,  mandándose  en  cambio 
que  los  regentes  prestasen  juramento  de  reconocimiento  de  la  so- 
beranía de  las  Cortes,  lo  cual  hicieron  en  la  noche  del  24  los  ru- 
gentes Saavedra,  Castaños,  Escaño  y  Lardizábal. 

Resistió  con  pretextos  y  luego  francamente,  el  Obispo  de  Oren- 
se, concluyendo  por  insistir  en  su  dimisión  de  regente  y  de  diputa- 
do; dimisión  aceptada  por  las  Cortes,  que  al  propio  tiempo  insis- 
tieron en  exigir  el  juramento  prestado,  al  fin,  por  el  Obispo,  de 
suyo  reaccionario,  intransigente,  voluntarioso  y  muy  hecho  á  con- 
sideraciones exageradas  de  parte  del  Gobierno  de  Carlos  IV.  De 
esta  suerte,  y  hasta  el  28  de  Octubre,  permaneció  en  funciones  la 
antigua  Regencia,  á  pesar  de  la  poca  afición  de  ésta  á  las  Cortes, 
que  al  mismo  tiempo  reducían  y  fijaban  sus  atribuciones  y  res- 
ponsabilidades por  los  decretos  de  25  y  27  de  Abril,  procedente 
del  Reglamento  provisional  del  poder  ejecutivo  de  16  de  Enero 
de  1811. 

Vencidas  estas  dificultades,  que  pudieran  pasar  por  de  segun- 
do orden,  á  no  plantearse  en  los  primeros  momentos  de  las  Cortes, 
ion  gravísimo  peligro  del  buen  orden  y  del  prestigio  del  nuevo 
cuerpo  frente  á  los  viejos  Consejos  y  Tribunales,  ya  organizados 
y  en  función  y  ante  el  público,  que  todo  lo  esperaba  fácil  y  regu- 
lar y  oportuno  de  la  novísima  institución;  vencidas  estas  dificulta- 
des, que  casi  podría  decirse  materiales,  las  Cortes  tuvieron  que  ha- 
cer frente  á  empeños  de  mucha  ma}'or  transcendencia,  y  cuya 
atención  no  era  menos  urgente,  como  que  el  problema  fué  plan- 
teado, en  gran  parte,  por  la  misma  retirada  y  dimisión  de  los  regen 
tes  el  día  de  la  inauguración. 

El  problema  era  nada  menos  que  el  de  afirmar  clara  y  resuel- 
tamente el  carácter,  autoridad  y  propósitos  de  las  Cortes. 

Hay  que  recordar  cómo  y  para  qué  la  Central  las  había  convo- 
cado en  12  de  Mayo  de  1909,  ^porque  los  desastres  que  la  nación 
padecía  habían  nacido  únicamente  de  haber  caído  en  el  olvido 
aquellas  saludables  instituciones,  que  en  tiempos  más  felices  hicie- 
ron la  prosperidad  y  la  fuerza  del  Estado»;  después  víctimas  de 
«la  ambición  usurpadora  de  los  unos  y  del  abandono  indolente  de 


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los  otros*.  Por  esto  1a  Central  trató  sólo  de  «restablecer  la  repre- 
sentación legal  y  conocida  de  la  monarquía  en  sus  antiguas  Cor- 
tes», las  cuales  habían  de  ocuparse  de  allegar  recursos  para  la 
guerra,  asegurar  la  observancia  de  las  leyes  fundamentales  del 
reino,  meiorar  1a  legislación,  recaudar,  administrar,  distribuirlas 
rentas  del  Estado,  reformar  1a  instrucción  y  1a  educación  pública 
y  sostener  un  ejército  v  una  marina  en  condiciones  regulares  y 
efectivas.  F.n  la  misma  idea  estaba  la  Central  cuando  á  la  vista  de 
los  descalabros  de  nuestros  eiércitos  y  del  creciente  malestar  del 
país,  después  de  la  batalla  de  Tudela,  fijaba  en  27  de  Noviembre 
de  1800  la  reunión  de  Cortes  para  el  1 .°  de  Marzo  de  1810. 

Pero  cavó  la  Central  á  fines  de  Enero,  víctima  á  la  vez  de  1a 
impaciencia  y  las  pasiones  de  la  muchedumbre,  de  las  desgracias 
de  la  guerra  y  de  las  maquinaciones  de  los  que  en  ella  veían  el  sen- 
tido reformista  de  los  nuevos  tiempos. 

Creóse  la  Regencia,  y  aprovechando  su  popularidad  del  primer 
momento  y  los  pretextos  que  el  avance  de  los  franceses  sobre  Cá- 
diz proporcionó  para  aplazar  la  reunión  de  Cortes  en  esta  plaza 
situada,  deió  en  e1  olvido  el  asunto  hasta  que  se  produjo  el  descon- 
tento de  las  masas  v  la  Tunta  gaditana  protestó,  recabando,  prime- 
ro, el  decreto  de  18  de  Junio  de  1810,  que  fijó  el  mes  de  Agosto  para 
la  reunión  de  Cortes,  y  después  los  dos  decretos  de  20  de  Septiem- 
bre del  propio  año,  por  los  cuales  designó  el  24  del  mismo  mes  para 
la  apertura  de  las  Cortes  en  la  Isla  de  León,  estableciéndose,  ade- 
más, que  se  reuniesen  en  un  solo  cuerpo,  «sin  perjuicio  de  los  de- 
rechos y  prerrogativas  de  1a  nobleza  y  el  clero,  cuya  declaración 
se  reservaba  á  las  mismas  Cortes». 

No  modificó  la  Regencia  e1  sentido  dado  por  la  Central  á  la  con- 
vocatoria de  Mayo;  mas  aparte  de  la  profunda  novedad  que  impli- 
caba el  prescindir  de  la  reunión  separada  de  los  brazos,  pronto 
vino  á  dar  un  carácter  especial  á  las  Cortes  convocadas  la  fórmu- 
la del  juramento  que  prestaron  los  diputados  en  la  iglesia  de  la 
Isla  y  que  había  sido  confeccionada  por  la  Regencia  misma.  En 
ella,  después  de  acatar  la  religión  católica,  sin  admitir  otra  algu- 
na, v  de  prometer  la  conservación  de  la  integridad  nacional,  no 
omitiendo  medio  alguno  para  libertarla  de  sus  injustos  opresores 
y  de  conservar  á  D.  Fernando  VII  y  sus  sucesores  todos  sus  domi- 
nios, haciendo  cuantos  esfuerzos  fueren  posibles  para  sacarle  del 
cautiverio  y  colocarle  en  el  trono,  se  proclamaba  el  compromiso  de 
<' desempeñar  fiel  y  lealmente  el  encargo,  guardando  las  leyes  de 
España,  sin  perjuicio  de  alterar,  moderar  y  variar  aquellas  que 
exigiese  el  bien  de  la  nación». 

Acentuábase,  pues,  un  sentido  expansivo  y  reformador  de  las 
Cortes.  Pero  el  golpe  final  y  la  nota  decisiva  la  dieron  éstas  mis- 


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mas,  en  su  primera  sesión,  después  de  la  retirada  de  la  Regencia. 
De  aquella  fecha  es  el  decreto  en  que  las  Cortes  «se  declaran  legí- 
timamente constituidas  y  que  en  ellas  reside  la  soberanía  nacio- 
nal». Declaración  que  precede  á  las  importantísimas  referentes  al 
reconocimiento  de  Fernando  VII  como  único  y  legítimo  rey;  á  la 
nulidad  de  la  cesión  hecha  en  favor  de  Napoleón,  no  sólo  por  la 
violencia  que  intervino  en  aquel  acto  injusto  é  ilegal,  sino  princi- 
palmente por  fallarle  el  consentimiento  de  la  nación;  á  la  división 
de  los  Poderes  en  legislativo,  ejecutivo  y  judiciario,  reservándose 
las  Cortes  el  primero  en  toda  su  extensión;  á  la  responsabilidad  de 
los  encargos  del  poder  ejecutivo;  á  la  confirmación  de  los  regen- 
tes, de  todos  los  tribunales,  justicias,  autoridades  civiles  y  milita- 
res del  reino  en  los  cargos  que  venían  desempeñando;  á  la  invio- 
labilidad de  los  diputados  y  á  la  fórmula  del  reconocimiento  y  ju- 
ramento que  había  de  prestar  el  Consejo  de  Regencia. 

Esta  fórmula  comprendía  ante  todo  el  reconocimiento  de  la  so- 
beranía de  la  nación,  representada  por  los  diputados  en  Cortes. 
Luego,  el  respeto  á  los  decretos,  leyes  y  constitución  que  se  esta- 
blecieren; la  conservación  de  la  independencia,  libertad  é  integri- 
dad nacional,  con  la  religión  católica  y  el  gobierno  monárquico;  el 
restablecimiento  de  Fernando  VII  en  el  trono  y  la  promesa  solem- 
ne de  mirar  en  todo  por  el  bien  del  Estado. 

Días  después  (desde  el  25  al  29  de  Septiembre),  se  dieron  tres 
decretos  complementarios  del  anterior.  Como  que  versan  sobre  el 
tratamiento  que  debían  tener  los  tres  poderes  públicos,  la  fórmula 
con  que  el  ejecutivo  debía  publicar  las  leyes  y  decretos  de  las  Cor- 
tes, el  juramento  exigible  á  todas  las  autoridades,  las  facultades 
y  responsabilidades  del  poder  ejecutivo  y  modo  de  comunicarse 
éste  con  las  Cortes  y,  en  fin,  la  prohibición  para  los  diputados  de 
solicitar  ó  admitir  empleos  y  pensiones  durante  su  diputación  y  un 
año  después. 

Ya  respecto  de  las  proposiciones  que  motivaron  estos  decretos, 
las  memorias  de  aquellos  tiempos  y  las  actas  de  aquellas  sesiones 
dan  los  nombres  de  sus  autores  y  sostenedores. 

La  resolución  sobre  incompatibilidad  de  los  diputados  es  de 
Capmany,  y  el  decreto  relativo  á  la  soberanía  nacional  fué  obra 
de  Muño/  Torrero,  á  quien  cupo  el  honor  de  iniciar  los  debates  de 
la  gran  Asamblea,  pronunciando  el  elocuente  discurso  que  produjo 
aquella  declaración  transcendental  y  suficiente  para  caracterizar 
la  obra  entera  de  las  Cortes 


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D.  José  María  Romero  y  Rizo,  publicó  en  1911  un  intere- 
sante folleto  sobre  Muñoz  Torrero,  impreso  en  Cádiz,  casa 
de  Manuel  Alvarez.  De  él  entresacamos  estos  documentos 
y  noticias; 

D.  DIEGO  MUÑOZ  TORRERO 

TEXTOS  IMPORTANTES.— JUSTIFICACIÓN  Y  DIVULGACIÓN. 

Habíamos  leído  hace  años,  y  hemos  vuelto  á  leer  en  estos  días, 
la  Historia  de  los  heterodoxos  españoles,  de  Menéndez  y  Pelayo. 

Ya  se  sabe  que  la  escribió  en  sus  tiempos  de  más  furia  polemis- 
ta, en  que  tal  vez,  el  gran  artista  puso  algo  de  pasión  mezclada 
con  la  convicción. 

Trata  mal  en  su  obra  Menéndez  y  Pelayo  á  no  pocos  doceñistas, 
y  entre  ellos  al  «divino»  Arguelles,  contra  quien  emplea  expresio- 
nes despectivas  y  duras. 

Pues  bien,  su  apreciación  acerca  de  Muñoz  Torrero  puede  ver- 
se bien  clara  en  el  párrafo  que  vamos  á  copiar  literalmente. 

Dice  así: 

«Instaladas  las  Cortes  generales  y  extraordinarias  el  24  de  .Sep- 
tiembre de  1810  en  la  Isla  de  León,  de  donde  luego  se  trasladaron 
á  Cádiz,  fué  el  primer  decreto  el  constituirse  Soberanas,  con  ple- 
nitud de  soberanía  nacional,  poniendo  y  dictando  los  términos  de 
tal  resolución  el  clérigo  extremeño  D.  Diego  Muñoz  Torrero,  anti- 
guo Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca,  y  distinguido  entre 
los  del  bando  jansenista  por  su  saber  y  por  la  austeridad  de  sus 
costumbres.-» 

Pareemos  que  no  es  poco  en  su  favor  para  dicho  por  el  señor 
Menéndez  y  Pelayo. 

Acerca  del  jansenismo  de  Muñoz  Torrero,  alma  de  la  Constitu- 
ción del  12,  en  que  se  declara  y  establece  la  unidad  católica  para 
el  país,  probable  es  que  hubiera  algo  que  hablar. 

Nadie  ignora  que  el  jansenismo  fué  multitud  de  veces  condena- 
do por  los  pontífices,  y  es  inútil  recordar  sus  proposiciones  hetero- 
doxas de  considerar  á  Dios  como  un  amo  duro  que  quiere  recoger 
donde  no  ha  sembrado,  y  de  presentar  á  la  virtud  de  tan  imposible 
adquisición  para  el  hombre,  como  la  belleza  ó  la  fealdad  del  ros- 
tro, la  pequenez  ó  la  elevación  de  la  estatura,  etc. 

Los  jansenistas  fueron  infinitamente  más  exaltados  y  sujetos  al 
error  y  á  la  culpa  que  Jansenio  (luchas  de  Port-Royal  y  otras  con- 
mociones y  trastornos,  etc.),  y  consta  que  aquel  antiguo  jesuíta, 
que  pretendió  interpretar,  y  lo  hizo  muy  mal,  la  doctrina  de  San 


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Agustín,  á  la  hora  de  la  muerte  declaró  que  si  la  Santa  Sede  que- 
ría enmendar  alguna  cosa,  era  hijo  sumiso  y  se  sometía  á  ella,  así 
como  á  la  Iglesia,  en  cuyo  seno  había  vivido  hasta  la  muerte. 

Si  los  verdugos  de  Muñoz  Torrero  le  hubieran  dejado  tiempo 
para  pensar,  reconciliarse  y  declarar  algo,  al  quitarle  la  vida  tan 
horriblemente  como  lo  hicieron,  ¿es  absurdo  pensar  que  habría 
purificado  su  memoria  de  cualquier  falta,  máxime  con  ese  carác- 
ter grave  y  majestuoso  y  con  esa  austeridad  de  costumbres  (todo 
está  compulsado  con  el  libro)  que  le  reconoce  el  propio  Menéndez 
y  Pelayo? 

Reciente  está  el  caso  de  Leopoldo  de  Bélgica,  cuya  vida  priva- 
da y  algunos  aspectos  de  la  pública  nada  de  edificante  tuvieron,  y 
que  sin  embargo,  desde  que  se  reconcilió  con  la  Iglesia  al  morir, 
fué  objeto  de  expresiones  respetuosas  ó  benévolas  para  su  memo- 
ria por  la  generalidad  de  la  prensa  católica,  como  todos  hemos 
leído. 

¿Y  acaso  la  vida  austera,  el  atroz  martirio  del  sabio  Muñoz  To- 
rrero no  son  atenuantes  para  cualquier  error  de  su  vida,  no  des- 
piertan los  sentimientos  de  piedad,  bondad  y  caridad  cristiana  en 
que  nos  ha  amamantado  nuestra  Santa  Madre  la  Iglesia? 

¿Podemos  dudar  nosotros  de  la  autoridad  en  materias  históri- 
cas de  nuestro  esclarecido  D.  Adolfo  de  Castro,  cien  veces  citado 
por  Menéndez  y  Pelayo  y  otras  magnas  ilustraciones  nacionales  y 
extranjeras? 

No  podemos  menos,  al  mencionarle,  de  rendir  un  tributo  á  su 
memoria,  y  de  recordar  aquellas  conversaciones  (exquisito  regalo 
siempre  cuando  se  emprenden  con  un  hombre  sabio  y  experimen- 
tado) aquellas  conversaciones  con  que  nos  favoreció,  y  en  que 
aprendimos  de  él,  entre  otras  cosas,  cuánta  gratitud  debemos  los 
contemporáneos,  de  las  más  opuestas  ideas,  á  quienes  en  su  labor 
de  la  primera  mitad  del  siglo  pasado  consiguieron  llevar  á  la  ley 
y  después  á  las  costumbres,  libertades  y  respetos  para  el  individuo 
y  para  el  hogar,  sin  las  cuales  cualquiera  de  los  hombres  del  día, 
carlistas  ó  republicanos,  librepensadores  ó  católicos  de  purísima 
doctrina,  consideraríamos  perturbada,  atormentada  y  casi  incom- 
prensible ó  imposible  la  existencia. 

D.  Adolfo  de  Castro,  que  falleció  en  el  seno  de  la  Iglesia,  que 
jamás  fué  político  radical  ni  exaltado  y  que  en  los  últimos  treinta 
ó  cuarenta  años  de  su  vida  se  significó  entre  los  de  la  derecha  con- 
servadora, habla  también  de  Muñoz  Torrero,  en  su  Historia  de 
Cádiz,  obra  en  que  nunca  enmendó  ni  rectificó  una  frase. 

Es  el  doceañista  de  quien  más  se  ocupa,  consagrándole  diez 
veces  más  espacio  que  á  cada  uno  de  los  demás,  y  escribe  las  fia 
ses  siguientes,  acerca  de  las  cuales  llamamos  la  atención  ele  los 


-?46  - 

lectores  todos  y  de  cualquier  persona  que  sienta  en  su  alma  ímpe- 
tus de  leal  imparcialidad. 

Al  instalarse  las  Cortes— escribe  Castro— D.  Diego  Muñoz  To- 
rrero, diputado  por  Extremadura,  sacerdote  de  gran  modestia, 
pero  no  de  aquélla  que  nadie  sabe  de  qué  color  son  sus  ojos,  de 
índole  agradable,  que  sobre  escrita  en  su  rostro  llevaba  la  energía 
de  su  alma,  de  pensamientos  religiosos,  y  que  imaginaba  sus  dis- 
cursos al  pie  de  un  crucifijo  propuso,  etc. 

Sin  entrar  en  otro  orden  de  consideraciones  y  preguntas  de 
candente  actualidad,  en  una  población  como  Cádiz,  cuna  del  famo- 
so Código  y  sitio  de  su  promulgación,  donde  existe,  sin  protesta 
de  nadie,  una  calle  de  Arguelles,  ¿no  ha  sido  un  verdadero  acierto 
el  rotular  otro  lugar  público  con  el  nombre  de  Muñoz  Torrero? 

Aquellos  á  quienes  se  deben  esa  petición  y  ese  acuerdo,  la  re- 
paración de  ese  olvido,  merecen  bien  de  cuantos  sientan  en  lo  ínti- 
mo de  su  corazón  un  aliento  de  verdad  y  un  deseo  de  justicia. 


DIARIO  DE  CÁDIZ:  suplemento  al  número  del  sábado,  12  de  Febrero  de  1910. 

Su  familia:  orígenes  y  genealogía.— Sus  padres.— Su  infancia  y 
primeros  estudios.— Carrera  eclesiástica  y  profesorado.  Sala- 
manca.—Su  dirección  universitaria. —Encargo regio.-  Elogios. 

No  son  modernos  habitantes  de  la  villa  de  Cabeza  del  Buey  la 
familia  de  Muñoz  Torrero.  No  es  por  tanto  desconocido  este  apelli- 
do en  toda  la  comarca  de  Serena. 

Encuéntrase  en  los  primeros  libros  bautismales  de  la  Parroquia 
de  Santa  María  Armentera,  así  como  en  los  libros  de  acuerdos  del 
Ayuntamiento  de  dicha  villa,  por  haber  desempeñado  largos  años 
la  familia  de  Muñoz  Torrero  los  cargos  concejiles  de  dicho  muni- 
cipio, siendo  conocidos  con  el  sobrenombre  de  los  Regidores, 
sobrenombre  que  en  la  actualidad  conservan  aún  sus  descen- 
dientes. 

Fueron  sus  abuelos  en  tercer  grado,  D.  Juan  Muñoz  Torrero  y 
D.a  Ana  Muñoz,  los  que  tuvieron  que  sacar  breves  para  contraer 
matrimonio.  Sus  abuelos  en  grado  segundo,  lo  eran  D.  Juan  Mu- 
ñoz Torrero  y  D.a  María  Fernández  Calvo,  y  sus  abuelos  en  primer 
grado,  lo  fueron  D.José  Muñoz  Torrero  y  IXa  María  Elena,  por  lí- 
nea paterna,  y  por  la  materna,  de  D.  José  Moyano  y  D.a  Catalina 
Ramírez,  vecinos  y  naturales  todos  de  la  villa  de  Cabeza  del  Buey. 
Fueron  sus  padres  D.  Diego  Muñoz  Torrero  y  D.a  María  Ramírez 
Moyano. 

De  esta  unión  sólo  tuvieron  dos  hijos;  así  es,  que  nuestro  bio- 


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grafiado  no  tuvo  más  que  una  hermana,  D.!l  María  de  San  Deme- 
trio Muñoz  Torrero  y  Ramírez,  casada  con  D.  Juan  Martín  Pozo, 
preceptor  de  latinidad  y  farmacéutico  que  fué  de  esta  Villa. 

A  cosa  hecha  hemos  dejado  en  último  término  al  ilustre  extre- 
meño, de  quien  nos  ocupamos,  con  el  fin  de  dedicarnos  desde  aquí 
en  adelante  de  su  ilustre  personalidad,  desde  su  natalicio  hasta  su 
fallecimiento. 

A  continuación  reproducimos  la  partida  bautismal  de  tan  ilus- 
tre patricio,  y  que  es  como  sigue: 

«D.  Federico  Simancas,  Presbítero,  Rector  y  Cura  Ecónomo  de 
la  Iglesia  Parroquial  de  Nuestra  Señora  de  Armentera,  única  de 
esta  Villa: 

Certifico:  Que  en  libro  diez  y  ocho  de  Bautismos  al  folio  dos- 
cientos ochenta  y  tres  vuelto,  se  encuentra  la  siguiente 

Partida:  En  la  Villa  de  Cabeza  de  Buey,  á  veinticuatro  días  del 
mes  de  Enero  de  mil  setecientos  sesenta  y  un  años.  Yo  D.  Domin- 
go Seco  de  Herrera,  Cura  propio  de  esta  Parroquial  que  se  intitu- 
la Santa  María  de  Armentera,  bauticé  solemnemente  á  un  niño 
que  nació  á  veinte  y  uno  de  dicho  mes  y  año,  á  el  cual  puse  por 
nombre  Diegx»  Francisco  y  es  hijo  legítimo  de  Diego  Muñoz  Tho- 
rrero  y  de  María  Francisca  Ramírez  Moyano  su  legítima  mujer, 
fué  su  padrino  Juan  Muñoz  Thorrero,  su  tío  paterno,  todos  veci- 
nos de  esta  dicha  Villa,  á  quienes  advertí  la  cognación  espiritual 
y  lo  firmé.  D.  Domingo  Seco  de  Herrera.— La.  presente  partida 
concuerda  fielmente  con  su  original  á  que  me  remito.  Y  para  que 
conste  extiendo  la  presente,  etc.,  etc.,  y  la  firmo  y  sello  con  el  de 
esta  Parroquial  en  Cabeza  de  Buey  á  diez  y  ocho  de  Abril  de  mil 
novecientos  diez.  Federico  Simancas.» 

Desde  bien  temprana  edad  notábase  en  el  que  luego  iba  á  ocu- 
par el  Rectorado  de  la  Universidad  salmantina,  inteligencia  clara 
y  comprensión  vivaz. 

Cursó  los  primeros  estudios  en  su  pueblo  natal,  y  á  los  sitú- 
anos empezó  á  estudiar  latín  con  su  padre,  que  era  un  preceptor 
de  los  mejores  y  más  acreditados  en  latinidad. 

Su  carácter  reflexivo  y  templado;  su  gran  y  constante  aplica- 
ción, hízole  adelantar  en  los  estudios  latinos  de  manera  asombro- 
sa, encontrándose  en  actitud  de  emprender  estudios  superiores  á 
los  doce  años. 

Admirado  su  padre  de  tal  aplicación,  de  su  carácter  serio  y  re- 
flexivo, determinó  su  ingreso  en  la  Universidad  de  Salamama, 
siendo  conducido  á  dicho  centro  docente  por  el  autor  de  sus  días, 
el  que  veía  grandes  condiciones  para  los  estudios  literarios,  en 
aquel  hijo  modelo  que  la  naturaleza  le  había  dado. 

Rápidos  fueron  sus  progresos  en  las  aulas  salmantinas,  hacién- 


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dose  admirar  por  profesores  y  compañeros,  los  que  vaticinaban 
un  profundo  filósofo  y  un  sabio  en  el  porvenir. 

Su  carácter  leal  y  franco,  sus  condiciones  morales,  su  conduc- 
ta intachable,  su  proceder  caballeroso,  jamás  cobijado  por  el  man- 
to de  la  hipocresía,  hiciéronle  acreedor  á  las  más  preciadas  consi- 
deraciones por  parte  de  propios  y  extraños. 

Por  vocación  únicamente  abrazó  la  carrera  eclesiástica,  y  así 
puede  consignarse,  dadas  sus  especialísimas  condiciones  de  carác- 
ter. Durante  sus  estudios  en  la  Universidad  obtuvo  honrosas  califi- 
caciones en  todas  las  asignaturas  que  cursó  y  en  cuantos  ejercicios 
tomara  parte.  Dedicóse  con  gran  preferencia  al  estudio  de  la  Filo- 
sofía, ciencia  que  coincidía  con  su  carácter  pensador,  así  como 
también  al  de  la  Sagrada  Teología. 

Después  de  recibir  órdenes  sagradas,  á  los  veintitrés  años,  fué 
nombrado  catedrático  de  Filosofía  en  la  misma  Universidad,  don- 
de hiciera  sus  estudios,  entonces,  la  Atenas  española. 

En  8  de  Junio  de  1786  posesionóse  de  la  capellanía  que  fundara 
en  el  año  de  1649  D.  Francisco  García.  Fué  Rector  de  la  misma 
Universidad  de  Salamanca  durante  el  bienio  de  1787-89,  á  la  tem- 
prana edad  de  veintinueve  años,  cargo  que  le  fué  confiado  por  uná- 
nime votación. 

Cargo  bastante  codiciado  por  los  nobles  que  estudiaban  en  los 
Colegios  mayores  y  también  por  los  profesores  de  más  nombradía 
que  contaban  los  veinticinco  conventos  y  entre  los  que  se  educa- 
ban más  de  diez  mil  estudiantes,  que  acudían  á  la  Atenas  española. 

De  tan  brillante  forma  terminó  el  insigne  Muñoz  Torrero  sus 
estudios,  llegando  al  primer  puesto  del  Rectorado  español,  sin  más 
influencia  que  su  saber  asombroso  y  la  fuerza  de  su  genio;  pues  de 
familia  modesta,  de  posición  social  nada  acomodada,  y,  sobre  todo 
por  sus  condiciones  personales,  que  no  le  hubieran  permitido  em- 
plear medios  bastardos  para  llegar  á  tan  digno  y  honroso  cargo. 

El  Rey  Carlos  ÍII  encomendóle  en  1787  al  insigne  Muñoz  Torre- 
ro que  redactara  un  nuevo  plan  de  estudios,  obra  que  llevó  á  feliz 
término,  haciéndose  acreedor  á  las  más  justas  alabanzas  por  todas 
las  personas  sensatas. 

El  docto  Jovellanos,  en  su  Ley  agraria,  encomiaba  la  energía 
de  Muñoz  Torrero,  que  supo  defender  su  proyecto  de  los  ataques 
de  frailes  y  rancios  pedagogos.  Su  carácter  serio  y  severamente 
rígido,  hiciéronle  no  aceptar  las  proposiciones  que  le  hubieran  he- 
cho, al  modificar  su  plan  de  estudios. 

En  el  año  de  1789  se  consultaron  tres  cuestiones  sobre  la  causa 
de  los  católicos  de  Inglaterra  á  la  Universidad  de  Salamanca.  Eran 
]<>s  encargados  de  evacuarlas  Fray  José  Díaz,  catedrático  de  Teo- 
logía; D.  José  Domingo  Montegui,  catedrático  también  en  el  mis- 


_  4Q  - 

mo  centro  docente  de  Derecho  eclesiástico,  tomando  también  par- 
te en  este  tribunal  consultivo  el  sabio  Rector  de  aquella  gloriosa 
Universidad,  nuestro  ínclito  Muñoz  Torrero. 

Si  grandes  elogios  le  prodigaron  la  anterior  vez  por  su  nuevo 
plan  de  estudios,  no  fueron  escasos  los  que  ahora  le  tributaron  por 
el  difícil  desempeño  que  le  confiaron. 

Como  las  prendas  personales  de  Muñoz  Torrero,  no  coincidieron 
con  las  del  Príncipe  de  la  Paz,  disgustóse  éste  con  aquel  ilustre  y 
preclaro  varón,  declarándose  enemigo  irreconciliable  del  venera- 
ble sacerdote  paisano  suyo. 

Godoy,  el  privado  de  Carlos  IV,  protegió  á  presbíteros  como 
D.  Mateo  Delgado  y  Moreno,  á  quien  hizo  Arzobispo,  y  á  D.  Ga- 
briel Alvarez,  al  que  le  favoreció  con  un  Obispado,  sin  tener  am- 
bos más  cualidades  que  las  de  saber  mal  leer  latín. 

Cuando  era  mayor  la  privanza  del  favorito  Príncipe  de  la  Paz, 
sacóse  á  oposición  una  canongía  de  San  Isidro  del  Real,  á  la  que 
hizo  unos  brillantísimos  ejercicios  el  sabio  Muñoz  Torrero,  sin  que 
le  llegara  á  valer  su  superioridad  sobre  los  demás  opositores;  pues 
desde  un  principio  habíase  propuesto  el  citado  Príncipe  de  la  Paz 
que  su  ilustre  paisano  no  obtuviera  la  dicha  canongía. 

Produjo  esto  en  Madrid  alto  revuelo  en  todos  los  hombres  de 
cierta  posición,  y  entonces  el  Marqués  del  Bierzo,  conociendo  la 
injusticia  que  se  había  hecho  con  tan  insigne  hombre,  le  dio  otra 
canongía  en  una  Colegiata  suya,  y  á  muy  poco  de  tomar  posesión 
de  este  cargo,  sorprendióle  en  Aranjuez  el  célebre  motín  de  este 
nombre. 

La  Santa  Sede  no  lo  acepta  para  la  mitra  de  Guádix.—Su  emigra- 
ción á  Portugal.— Persecución  y  muerte. —Habla  Fernández  de 
los  Ríos. 

Al  brotar  en  los  años  1820  al  23,  nuevos  gérmenes  por  parte  de 
1<>  moderados,  y  con  motivo  de  los  alborotos  ocurridos  en  las  pla- 
za- de  Cádiz  y  Sevilla,  juntamente  con  la  alarma  general,  que 
rápida  cundía  por  nuestra  Nación,  propuso  el  ilustre  hombre  de 
estado  Calatrava  al  Congreso,  en  un  brillante  discurso,  que  las 
Cortes  enviasen  al  Rey  un  mensaje,  con  objeto  de  ver  si  reapare- 
cía de  nuevo  la  confianza  en  el  Gobierno,  acallando  á  su  vez  los 
rumores  públicos  que  habían  adquirido  grandes  proporciones, 
dado  el  orden  de  cosas  que  imperaba. 

Fué  elegido  el  timo.  Sr.  Muñoz  Torrero,  Presidente  de  la  Co 
misión  que  había  de  hacer  entrega  al  Monarca  del  eitad<»  docu- 
mento extraordinario,  que  con  independencia  absoluta  censuraba 
la  conduela  de  (.Mellos  hombres  que  formaban  ministerio;  solicitan 

i 


-  50  - 

do  de  Su  Majestad  la  reforma  de  éste,  por  exigirlo  así  las  circuns- 
tancias. 

Acontecimientos  ocurridos  en  esta  época,  enemistada  España 
con  las  naciones  que  formaron  el  tratado  de  la  Santa  Alianza,  y 
en  mala  correspondencia  con  el  Papa,  negó  éste  las  bulas  para 
ascender  al  Arzobispado  de  Sevilla  á  Espiga  y  al  Obispado  de 
Guádix  á  Muñoz  Torrero,  por  defender  las  instituciones  y  prin- 
cipios liberales  que  se  hallaban  establecidos  en  nuestra  patria. 
Así  las  cosas,  y  perseguidos  con  mano  dura  cuantos  se  habían 
distinguido,  unos  en  el  campo  de  batalla,  otros  en  el  parlamento 
ó  en  la  prensa,  por  defender  el  régimen  constitucional,  fué  uno 
de  éstos  el  ilustre  extremeño  Muñoz  Torrero,  el  cual,  merced  á 
un  aviso  confidencial,  huyó  de  su  patria,  por  la  que  tanto  ha- 
bía trabajado,  logrando  así  escaparse  de  sus  perseguidores.  En- 
caminóse á  Portugal  refugiándose  en  Badajoz,  desde  cuyo  punto 
se  trasladó  á  Campo  Mayor,  en  donde  se  estableció  para  hacer  una 
vida  llena  de  amarguras  y  privaciones.  Cinco  años  estuvo  estable- 
cido en  este  punto,  consagrado  á  los  ejercicios  piadosos,  y  á  coor- 
dinar algunos  tratados  religiosos,  que  emprendiera  antes  de  la 
guerra  de  la  Independencia,  dejándoles  sin  dar  á  la  estampa  pol- 
las vicisitudes  que  después  le  sobrevinieron. 

Los  serios  disturbios  ocurridos  en  Portugal,  la  guerra  civil  que 
sobrevino  entre  los  partidarios  de  D.  Miguel  y  D.  Pedro;  y  en  este 
estado  de  cosas  vino  á  ser  prisionero  el  ilustre  Muñoz  Torrero  en 
manos  de  los  partidarios  del  primero. 

Para  pintar  la  persecución  de  que  fué  objeto  y  la  despiadada 
muerte  de  que  fué  víctima  aquel  glorioso  campeón  de  la  libertad, 
y  mártir  venerable  de  la  democracia,  hemos  creído  oportuno  re- 
producir el  siguiente  escrito  de  la  autorizada  pluma  del  Sr.  Fer- 
nández de  los  Ríos. 

«Sin  consideración  á  su  carácter  sagrado,  sin  miramiento  á  su 
«carácter  sacerdotal,  se  le  molestaba  de  mil  modos,  registrando  sus 
»más  inocentes  papeles  y  quitándole  toda  comunicación;  sin  respe- 
»to  á  sus  virtudes,  su  sabiduría  y  su  nombre  le  dirigían  insultos;  la 
»víetima  los  oía  con  una  mansedumbre  evangélica,  que  aumentaba 
»la  cólera  de  los  miserables  que  así  le  trataban:  por  último,  llegó 
el  momento  en  que  se  vio  privado  de  salir  de  su  casa  para  evitar 
»los  atropellos  de  los  agentes  de  D.  Miguel  (gente  soez  y  endureci- 
da por  el  crimen),  tocando  la  realidad  de  los  brutales  tratamientos 
»que  algunos  emigrados  le  habían  pronosticado,  sin  lograr  de  él 
»que  imitara  su  ejemplo  y  dejara  á  Portugal;  porque  la  bondad  de 
»su  alma  no  daba  lugar  á  la  sospecha  de  que  la  hospitalidad  pudie- 
»ra  nunca  trocarse  en  persecución;  creyendo  que  el  deseo  del  Go- 
bierno portugués  era  que  saliera  del  territorio,  tal  vez  por  el  te- 


-  51  - 

»mor  de  que  maquinara  en  favor  de  D.a  María  de  la  Gloria,  se  de- 
»cidió,  aunque  tarde,  á  quitar  todo  motivo  de  recelo  buscando  en 
»otro  país  la  tranquilidad  de  que  tan  arbitraria  y  tan  ilegalmente  se 
»le  despojaba. 

»Una  noche  salió  de  Campo  Mayor  en  dirección  á  Lisboa,  y  con 
propósito  de  embarcarse  para  Francia  ó  Inglaterra,  pero  al  llegar 
>á  la  ciudad  fué  preso  y  conducido  á  la  torre  de  San  Julián  de  la 
»Barra  con  D.  José  Fernández  Ballesteros,  el  Conde  de  Adanero  y 
»otros.  En  aquella  prisión  le  dieron  por  alojamiento  un  calabozo  á 
>orillas  del  mar,  que  se  llenaba  de  agua,  dejando  solo  libre  en  las 
»horas  de  marea  creciente  una  tarima  que  servía  á  la  víctima  de 
»cama  y  único  refugio. 

•>Así  vivió  cuatro  meses  á  las  órdenes  del  gobernador  de  la  to- 
»rre  el  inhumano  brigadier  José  María  Téllez  Jordán,  que  agotó 
»todos  los  recursos  de  su  imaginación  para  acabar  con  la  existen- 
cia de  Muñoz  Torrero;  llenábale  de  improperios  que  él  escuchaba 
»con  indiferencia,  hacíale  trabajar  como  á  los  demás  presos,  en 
conducir  grandes  maderos  de  unas  puertas  á  otras  del  Castillo,  vi- 
»gilábale  de  la  manera  más  odiosa;  complacíase  en  ir  al  calabozo 
en  las  horas  del  rancho  y  revolvía  con  la  contera  del  bastón  la  ra- 
ción del  preso,   á  pretexto  de  cerciorarse  de  si  iba  algo  que  pu- 
diera contener  alguna  comunicación. 

»La  salud  de  la  víctima  comenzó  á  resentirse  y  le  acometió  un 
•  accidente  apoplético  de  que  pudieron  salvarle  los  amistosos  cui- 
» dados  de  su  compañero  el  Sr.  Ballesteros. 

» Muñoz  Torrero  acudió  al  gobierno  portugués  preguntando  en 
•virtud  de  qué  derecho  era  objeto  de  semejantes  tratamientos  y  lue- 
g(  i  al  español  reconviniéndole  porque  toleraba  que  así  se  condu- 
jera un  poder  extranjero;  el  gobernador  hizo  entonces  más  horri- 
ble aun  la  situación  del  mártir;  le  separó  de  D.  Francisco  Calver, 
capitán  de  Artillería,  natural  de  Barcelona,  y  de  D.  José  Castille- 
jos, de  Fuente  Obejuna,  que  le  aliviaban  en  sus  trabajos,  hasta 
«que  lo  supo  Jordán;  le  obligó  á  bajar  á  un  pozo  y  á  limpiar  por  es- 
•pacio  de  varias  horas  diarias  la  inmundicia,  arrancando  con  las 
«manos  los  ásperos  arbustos  que  había  en  las  paredes;  y  no  para- 
ba aquí  su  bárbara  inventiva,  sino  que  hacía  que  desde  arriba  le 
•tirasen  algunas  piedras,  y  diriéndole,  por  vía  de  mofa,  que  bus- 
»case  en  el  fondo  del  pozo  la  libertad  que  tanto  ansiaba. 

Era  aquello  la  pena  de  muerte  por  medio  de  la  desesperación; 
una  vosa  peor,  mucho  peor  que  el  suplicio;  la  pena  de  muerte  sin 
la  última  mirada  al  cielo  de  la  Patria. 

•Muñoz  Torrero  comprendió  la  suerte  á  que  estaba  condenado, 
y  no  volvió  á  protestar  contra  el  suplicio  que  sufrían  los  presos, 
-no  se  creyera  que  temía  la  muerte;  ni  una  queja,  ni  una  palabra  de 


-  52  - 

»despecho,  ni  de  amargura  salió  de  sus  labios  durante  aquella  inter- 
»minable  muerte,  siempre  aplazada,  como  si  la  naturaleza  vacilase 
«en  romper  el  molde  donde  había  encerrado  una  inteligencia  y  un 
«carácter  excepcionales. 

«Aquella  alma  angelical,  profundamente  religiosa,  reconcentra- 
»da  en  sí  misma,  fuerte  y  tierna  á  la  vez,  siempre  dispuesta  á  ben- 
»decir,  nunca  á  lanzar  una  maldición,  iba  resistiendo  á  los  medios 
»que  el  inhumano  gobernador  y  su  verdugo  Juan  Cloz  Reíz  (crimi- 
»nal  que  tenía  á  su  cargo  diez  y  siete  muertes  probadas  y  veinte  y 
»una  confesadas  en  momentos  de  jactancias),  empleaban  para 
«deshacerse  del  prisionero  por  medio  del  martirio. 

«Más  hacía  aún:  procuraba  animar  á  sus  compañeros  de  infor- 
«tunio,  prodigándoles  los  consuelos  que  él  encontraba  en  su  fe  reli- 
»giosa  y  liberal. 

«Una  lágrima  corrió  un  día  por  las  mejillas  de  aquel  mártir,  y  se 
«secó  instantáneamente,  devorada  por  el  fuego  del  dolor.  ¡Nada 
«hizo  para  contenerla  y  menos  aun  para  explicarla!  ¡Quién  se  atre- 
«vería  á  investigar  el  misterio  de  aquella  lágrima!  ¡Quién  podía 
«atribuirla  á  flaqueza!  Bien  puede  asegurarse  á  poco  que  se  lea  en 
»el  pensamiento  de  aquel  hombre,  fuerte  entre  los  fuertes,  que  si 
«lloró  no  fué  por  él,  sino  por  el  estado  en  que  dejaba  á  su  desgra- 
ciada patria. 

«La  edad,  los  trabajos  intelectuales,  los  padecimientos  físicos, 
«habían  debilitado  aquella  organización  y  preparado  el  efecto  que 
»se  esperaba  de  los  tormentos,  que  ¡Muñoz  Torrero  sufría  en  la 
«torre. 

«Repitió  el  accidente  y  llegó  la  agonía:  de  tiempo  en  tiempo  se 
«advertía  por  el  movimiento  de  sus  labios  que  el  moribundo  oraba; 
«de  pronto  vino  un  primer  desfallecimiento,  sus  párpados  se  cerra- 
ron, y  un  velo  fúnebre  pasó  por  su  rostro;  este  fué  el  momento 
»que  escogió  el  gobernador  para  abreviarle  la  poca  vida  que  le 
«quedaba,  haciendo  que  ataran  al  mártir  una  soga  á  los  pies  y  le 
«bajaran  arrastrando  por  una  escalera  de  treinta  y  cuatro  pelda- 
ños de  maulera,  en  los  cuales  fué  dando  otros  tantos  golpes  la  ve- 
«nerable  cabeza  de  aquel  grande  hombre. 

«Así  murió  el  limo.  Sr.  D.  Diego  Muñoz  Torrero,  Rector  de  la 
«Universidad  de  Salamanca,  dignidad  de  Chantre  de  la  Colegiata 
»de  Villafranca  del  Vierzo,  Presidente  de  la  Diputación  permanen- 
»te  de  Cortes  y  Obispo  electo  de  Guádix,  el  día  3  de  Marzo  de  1829. 

«Luego  que  falleció,  el  gobernador  mandó  envolver  su  cadáver 
»en  una  levita  vieja  y  ponerle  unos  zapatos  de  munición;  esta  fué 
»la  mortaja  que  llevó  á  la  sepultura,  que  se  negó  en  sagrado,  ence- 
«rrándole  en  la  explanada  junto  á  la  muralla  del  Castillo.» 


-  53  - 

El  cónsul  dr  España  en  Lisboa.— Su  patriótica  labor. —  Traslado 
de  los  restos  á  España.— Solemnidades  y  homenajes  tributados 
á  la  memoria  de  Muñoz  Torrero— Su  enterramiento  narrado 
por  El  Comercio. 

El  cónsul  de  España  en  Lisboa,  D.  Tomás  Comyn,  amigo  y  ad- 
mirador que  fué  del  gran  Muñoz  Torrero,  tomó  á  su  cargo  el  tras- 
ladar á  sitio  más  conveniente  los  restos  mortales  del  gran  patriota 
extremeño,  del  ilustre  Rector  de  la  Universidad  salmantina. 

He  aquí  los  documentos  relativos  con  la  exhumación  de  tan 
ilustre  varón,  insertos  en  el  folleto  del  Sr.  Fernández  de  los  Ríos: 

Memorial  de  D.  Tomás  Comyn  al  Vicario  general  de  Lisboa  — 
«limo,  y  Exmo.  Sr.:  El  infrascrito  cónsul  general  de  S.  M.  Católica 
en  esta  Corte,  y  demás  dominios  de  S.  M.  Fidelísima,  con  el  ma- 
yor respecto  á  V.  E.  hace  presente:  Que  cerciorado  de  que  el  ca- 
dáver del  limo.  Sr.  D.  Diego  Muñoz  Torrero,  presbítero  español, 
dignidad  de  Chantre  de  la  Colegiata  de  Villafranca  del  Vierzo, 
( >bispo  electo  de  Guádix  y  víctima  en  el  año  1829  de  la  tiranía  de 
I  ).  Miguel  ó  inhumanidad  de  Téllez  Jordán,  gobernadora  la  sazón 
de  la  Torre  de  San  Julián  de  la  Barra,  le  fué  negada  la  sepultura 
en  sagrado,  mandándose  impíamente  enterrarle  en  campo  inme- 
diato á  dicha  fortaleza,  pero  cuyo  respetable  depósito  se  halla  hoy 
felizmente  identificado:  y  deseoso  el  exponente  de  proceder  sin 
más  demora  á  la  exhumación  de  los  restos  mortales  de  tan  sabio 
cuanto  virtuoso  eclesiástico,  á  fin  de  trasladarlos  en  seguida  al  san- 
to cementerio  de  Oeiras  con  la  debida  reverencia  y  previa  celebra- 
ción de  una  misa  rezada  y  los  correspondientes  sufragios:  por 
tanto, 

A  Y.  E.  suplica  atentamente  tenga  á  bien  concederle  la  nece- 
saria licencia  para  que  puedan  tener  cumplidos  efectos  estos  pia- 
dosos actos  y  tributarse  por  el  suplicante  del  modo  posible  la  ve- 
neración debida  á  la  memoria  de  uno  de  sus  más  dignos  conciuda- 
danos.-Consulado  general  de  España.— Lisboa,  14  de  Noviembre 
de  1834.-   Tomás  Comyn.» 

Contestación  copiada  á  la  letra.  — «O  exemo.  arzobispo  Camo- 
11er  mor.  vicario  general  do  Patriarcado  manda  remitir  á  V.  S.  or- 
den inclusa  para  o  rmo.  dr.  vicario  de  vara  de  Arciprestado  de  Cas- 
raes,  asistir  á  exhuma-cao  é  sufragios  do  plecarisimo  D.  Diego 
Muñoz  Torrero  S.  E.  senté  sobre  maneira  que  as  honras  fúnebres 
é  sufragios  que  tao  illustre  ministro  da  Iglesia,  nao  posao  tener  lu- 
gar onde  mellior  se  fizese  aparecer  á  pompa  y  acatamieno  que  leo 
debido. 

Permitame  V.  S.  que  por  esta  ocasión  proteste  á  V.  S.  los  senti- 


-  54  - 

mientos  de  particular  respeto,  etc.  Lisboa,  18  de  Noviembre  de  1834. 
Firmado.— José  María  de  Sonsa  Coi  ice  ira.» 

Carta  del  cónsul  general  de  España  en  Lisboa,  D.  Tomás  Co- 
myn  á  D.  José  Fernández  Ballesteros,  de  Badajoz.  —  «Muy  Sr.  mío 
y  mi  dueño:  A  su  debido  tiempo  recibí  la  apreciable  suya  de  1.°  de 
Noviembre  que  no  exige  contestación,  y  ahora  le  dirijo  de  nuevo 
mis  respectos  con  el  motivo  triste  y  á  la  vez  satisfactorio  de  anun- 
ciarle que  habiendo  casualmente  descubierto  el  idéntico  lugar  en 
que  fué  enterrado  nuestro  venerado  amigo  D.  Diego,  lo  hice  exhu- 
mar y  trasladar  al  cementerio  de  la  villa  de  Oeiras  el  26  de  Diciem- 
bre próximo  pasado,  previa  la  celebración  de  las  correspondientes 
exequias  y  oficios  de  difuntos  por  la  clerecía  de  Oeiras,  que  lleva- 
ron el  cadáver  con  el  justo  acatamiento  á  su  nueva  morada,  sobre 
la  cual  fué  puesta  una  losa  de  mármol  blanco  en  que  mandé  escul- 
pir su  correspondiente  epitafio. 

Y  como  todo  lo  que  dice  relación  con  tan  digno  sujeto  no  puede 
menos  deserle  áUd.  interesante,  debo  noticiarle  que  según  relación 
de  dos  de  los  asistentes  al  acto  de  la  exhumación,  que  también  lo 
fueron  á  su  primitivo  entierro,  el  infame  Jordán  lo  mandó  envolver 
en  eneros  en  una  levita  muy  usada  y  poner  unos  zapatos  de  muni- 
ción sin  taloneras  y  en  esta  guisa  fué  colocado  en  un  hoyo  inme- 
diato á  una  tapia  con  la  cabeza  al  Norte;  cuya  última  circunstancia 
se  halló  ser  cierta,  recogiéndole  casi  del  todo  por  entero  el  respe- 
table cadáver,  incluso  la  calavera,  y  metiéndose  en  seguida  en  una 
caja  ó  ataúd  hecho  en  Lisboa  y  cuya  llave  queda  en  mis  manos. 

Dije  equivocadamente  más  arriba  que  se  habían  celebrado  sus 
exequias:  y  para  que  no  se  entienda  que  se  cantó  misa,  debo  aña- 
dir que  esto  se  omitió  forzosamente  por  haber  tenido  lugar  el  acto 
por  la  tarde.  Bien  que  logré  lo  único  que  esperaba,  que  se  reducía 
á  depositar  con  decencia  en  sagrado  los  restos  mortales  de  aquel 
insigne  varón  tan  impíamente  profanado,  y  bien  sabe  Dios  que  ha- 
bría gastado  el  doble  de  lo  poco  que  he  desembolsado,  con  el  mayor 
gusto,  por  tal  de  tener  la  satisfacción  y  singular  honra  de  hacer 
este  corto  sacrificio  en  obsequio  y  desagravio  de  tan  desgraciado 
cuanto  benemérito  patricio. 

Páselo  Ud.  bien;  su  más  atento  y  seguro  servidor  q.  b.  s.  m.,  To- 
más de  Con/y  n.» 

Con  la  traslación  de  los  restos  mortales  al  cementerio  de  Oeiras, 
comienzan  los  actos  para  desagraviar  la  memoria  del  ¡lustre  ex- 
tremeño, coronando  la  obra  emprendida  por  el  digno  cónsul  señor 
Comyn,  el  partido  progresista. 

En  una  numerosa  reunión  celebrada  en  Madrid  por  éste,  en  el 
año  1863,  en  la  que  se  encontraban  sus  principales  prohombres, 
pronunció  un  elocuente  discurso  el  Sr.  Fernández  de  los  Ríos  pre- 


sentando  el  cuadro  verdaderamente  lamentable  de  que  no  se  hu- 
biesen traído  á  su  patria  los  restos  de  aquel  insigne  varón  que  de- 
fendiendo la  libertad  de  una  nación,  fué  objeto  de  las  más  encar- 
nizadas persecuciones  y  de  los  más  refinados  tormentos. 

Las  palabras  del  Sr.  Fernández  de  los  Ríos  levantaron  el  ánimo 
del  partido  progresista,  abriéndose  en  seguida  una  subscripción 
para  efectuar  la  traslación  á  España  desde  el  cementerio  de  Oeiras 
de  los  restos  de  tan  preclaro  varón. 

En  el  periódico  La  Iberia  publicó  Fernández  de  los  Ríos  un  ar- 
tículo con  motivo  del  aniversario  de  la  apertura  de  las  Cortes  de 
Cádiz,  proponiendo  que  fueran  enterradas  las  cenizas  del  ilustre 
extremeño,  con  las  de  los  diputados  Arguelles  y  Calatrava  y  que 
á  la  calle  del  Sordo,  calle  por  donde  el  público  entraba  á  oir  las 
sesiones  del  Congreso  de  los  diputados,  se  la  llamara  de  Muñoz 
Torrero. 

El  comité  central  del  partido  progresista  designó  una  Comisión 
para  que  interviniera  en  todo  lo  concerniente  al  traslado  ya  dicho, 
redactando  la  indicada  Comisión  la  siguiente: 

Circular.— «Madrid,  10  de  Diciembre  1863.— Muy  Sr.  nuestro: 
Xadie  puede  usurpar  al  partido  progresista  la  gloria  de  ser  fiel 
guardador  de  la  tradición  liberal  de  1810:  él  ha  mantenido  incólu- 
me las  ideas  de  los  legisladores  de  Cádiz;  él  ha  mostrado  que  lo 
animan  el  patriotisrho,  la  fe  política,  la  perseverancia  y  la  virtud 
Je  los  que  fueron  sus  maestros;  él  acaba  de  invocar  la  me  noria  de 
nuestros  padres  y  devolver  la  vista  á  las  tumbas  de  los  regenera- 
dores de  España,  al  anunciar  en  su  solemne  documento  la  nueva 
y  transcendental  actitud  que  le  han  aconsejado  su  dignidad  y  sus 
principios. 

Una  deuda  de  gratitud,  acaso  la  más  sagrada  de  todas,  tiene 
sin  embargo,  pendiente;  la  que  está  reclamando  la  memoria  de 
Muñoz  Torrero,  el  primer  diputado  que  rompió  el  silencio  de  tres 
siglos  de  tiranía  para  abogar  por  los  derechos  del  pueblo,  para 
proclamar  el  principio  de  la  soberanía  nacional;  el  que  firme  en 
sus  creencias  sufrió  horriblemente,  pero  no  cedió  aceptando  con 
resignación  evangélica  el  martirio  por  el  apostolado  de  la  libertad. 

Bastó  que  en  una  reunión  celebrada  en  Madrid  por  el  partido 
progresista  se  levantara  una  voz,  pidiendo  que  cese  la  expatria- 
ción, para  los  restos  Je  Muñoz  Torrero,  y  vengan  desde  Portugal, 
donde  reposan,  al  monumento  en  que  yacen  Arguelles  y  Calatra- 
va, Je  quienes  fué  compañero  y  frecuentemente  consultor,  para 
que  se  acogiera  la  idea  por  aclamación,  sin  más  aplazamiento  que 
el  que  aconsejaba  la  proximidad  Jel  verano,  estación  poco  apro- 
pósito  para  plantearla. 

Bastaron  dos  artículos  publicados  en  un  periódico  con  ocasión 


-  56  - 

del  aniversario  del  24  de  Septiembre,  la  fecha  más  gloriosa  de  la 
vida  de  Muñoz  Torrero,  para  que  Gerona,  la  inmortal,  se  coloca- 
ra á  la  cabeza  de  la  subscripción  que  estaba  resuelto  á  abrir  con 
aquel  objeto. 

El  pensamiento  iniciado  en  la  primavera,  es  hoy  proyecto  for- 
mal; nuestros  amigos  políticos  han  nombrabo  hoy  una  Comisión 
que  se  encargue  de  realizarlo  y  han  dispensado  á  los  que  subscri- 
bimos la  honra  de  elegirnos  para  formarla;  con  este  carácter  nos 
dirigimos  á  Ud.,  que  jamás  deja  de  responder  á  la  voz  del  patrio- 
tismo, para  participarle  las  bases  siguientes: 

1.a  Se  abre  una  subscripción  para  trasladar  á  Madrid  desde 
Oeiras  (Portugal),  al  monumento  de  Arguelles  y  Calatrava,  los 
restos  del  Timo.  Sr.  D.  Diego  Muñoz  Torrero. 

2.a  Correspondiendo  á  la  acogida  que  esta  idea  ha  tenido  en 
Gerona,  la  subscripción  se  hace  extensiva  á  reemplazar  la  humil- 
de caja  de  madera  donde  se  guardan  las  cenizas  de  Alvarez,  el 
heroico  defensor  de  aquella  ciudad,  por  un  sepulcro  decoroso  y 
duradero,  aunque  sencillo. 

3.a  Con  el  objeto  de  que  la  subscripción  tenga  un  carácter  emi- 
nentemente popular,  en  la  cual  puedan  tomar  parte  todas  las  for- 
tunas, se  fija  como  cuota  la  cantidad  de  cuatro  á  diez  reales.  Las 
personas,  sin  embargo,  que  quieran  contribuir  con  mayores  canti- 
dades, quedan  en  libertad  de  hacerlo. 

La  Comisión  cree  ocioso  señalar  á  Ud.  las  consideraciones  que 
dan  oportunidad  al  proyecto. 

Nunca  como  hoy  que  el  partido  progresista  ha  tenido  que  reti- 
rarse de  la  vida  pública  por  no  consentir  la  violación  hipócrita, 
pero  resuelta,  de  los  derechos  políticos  para  honrar  la  memoria 
del  primero  que  proclamó  en  España  el  principio  de  la  soberanía 
nacional;  nunca  como  ahora  que  se  quiere  infiltraren  la  juventud 
la  corrupción  del  materialismo,  d  culto  del  interés  como  medio  de- 
gozar,  tratando  con  el  favor  y  besando  la  mano,  sea  la  que  quiera, 
que  distribuya  la  riqueza,  para  atacar  esta  anarquía  de  pensa- 
miento, para  ofrecer  nuevo  testimonio  de  que  las  creencias  son  la 
vida  íntima  del  pueblo;  de  que  si  hay  moneda  para  quien  las  vende 
no  hay  gloria  más  que  para  quien  la  sirve,  nunca,  en  fin,  como  en 
presencia  de  una  lucha  miserable  de  grupos  sin  principios,  que 
pelean  no  rnás  que  por  los  goces  del  mando,  para  una  nueva  ma- 
nifestación de  que  hay  aquí  un  partido  sistemáticamente  alejado 
del  poder,  que  dejando  á  las  fracciones  ambiciosas  las  emociones 
de  sus  luchas  intestinas,  sigue  dando  culto  á  la  idea  que  proclamó 
medio  siglo  ha,  y  espera,  volviendo  la  vista  atrás  para  renovar  la 
memoria  de  los  que  la  iniciaron,  lo  que  tiene  la  certidumbre  de 
haber  visto  delante  la  promesa  del  porvenir. 


—  57  — 

La  comisión  no  se  contentará  con  ver  el  nombre  de  Ud.  en  la 
lista  de  subscripción;  espera  confiada  que  la  dará  á  conocer  y  hará 
extensiva  á  sus  amibos  de  esa  localidad;  esperamos  que  se  realice 
con  la  rapidez  necesaria  para  que  pudiendo  entrar  en  Madrid  los 
restos  de  Muñoz  Torrero  el  día  3  de  Mayo  próximo,  se  renuevan 
hermanados  los  recuerdos  de  dos  sucesos  que  tienen  íntimo  y  glo- 
rioso enlace  en  nuestra  historia;  la  jornada  del  2  de  Mayo,  que 
despertó  de  su  letargo  la  nación  postrada  lanzándola  á  la  defensa 
de  su  independencia,  y  la  proclamación  del  principio  político  que 
acudió  en  apoyo  del  sacudimiento  del  2  de  Mayo,  dando  el  triunfo 
al  alzamiento  iniciado,  y  abriendo  al  mismo  tiempo  la  revolución. 

Somos  de  Ud.  con  toda  consideración  atentos  seguros  servido- 
res q.  b.  s.  m.,  El  presidente,  Salustiano  Olósaga.—El  Conde  de 
Reus. — Pascual  Mados— Joaquín  Aguirre. — Francisco  de  Paula 
Montemar-  Ramón  de  Calatrava. — Práxedes  Mateo  Sagasta. 
Camilo  Muñís  Vega. — Secretarios,  Ángel  Fernández  de  los  Ríos 
y  Guillermo  Crespo.» 

Dicho  partido  nombró  una  subcomisión  para  que  pasase  á 
Oeiras  y  que  la  componían  los  Sres.  D.  Ramón  Calatrava,  D.  Ser- 
vando Ruiz  Gómez  y  D.  Guillermo  Crespo,  secretario  del  Comité 
central  progresista. 

Al  trasladarse  para  hacer  la  exhumación,  después  de  los  requi- 
sitos necesarios,  y  al  entrar  en  el  cementerio  de  Oeiras,  cuyo  patio 
hallábase  cubierto  por  escombros,  y  en  el  que  no  existía  ni  nichos 
ni  mausoleos,  hallaron  la  siguiente  losa,  bajo  la  cual  reposaban 
las  venerables  cenizas  del  doceañista  extremeño,  objeto  de  nues- 
tra obra. 


AQUÍ  YACE 

EL  ILMO.  SR.  D.  DIEGO  MUÑOZ 

TORRERO,  PRE.,  DIGNIDAD  DE  MAESTRE  DE  LA 

IGLESIA  COLEGIAL  DE  VI- 

LLANUEVA  DEL  BIERZO  Y  OBISPO 

ELECTO  DE  GUADIX.  FALLE- 
CIÓ EN  EL  DÍA  XVI  DE  MARZO  DE 
MDCCCXXIX  EN  LA  TORRE  DE  SAN 
JULIÁN  DE  LA   BARRA. 

Desde  el  día  que  llegaron  á  Madrid  tan  respetables  restos  han 
ido  demostrándose  las  simpatías  hacia  tan  ínclito  varón,  y  segu- 


-  58  - 

ramente  no  hay  una  capital  española  que  no  ostente  alguna  de  sus 
calles  el  nombre  de  tan  preclaro  sacerdote 


Se  ha  comentado  desfavorablemente  por  alguien  que 
Muñoz  Torrero  no  obtuviese  la  mitra  de  Guádix  por  devol- 
ver el  Papa  la  propuesta,  y  hasta  ha  habido  quienes  lo  atri- 
buyen á  diferentes  causas,  poniendo  en  duda  la  conducta 
del  intachable  sacerdote.  Nada  más  lejos  de  la  verdad.  Mu- 
ñoz Torrero,  como  hombre  y  como  clérigo,  mereció  la  esti- 
mación de  todos  por  su  honorabilidad  y  virtud,  y  si  la  cor- 
te de  Roma  se  negó  á  elevarle  al  episcopado,  fué  únicamen- 
te por  sus  ideas  liberales.  Bien  claro  lo  dice  el  Pontífice  en 
la  carta  que  á  continuación  transcribimos: 

A  SU  MAJESTAD  CATÓLICA,  PÍO  VII 

Nuestro  muy  amado  hijo  en  Jesucristo,  salud  y  bendición  apos- 
tólica: En  carta  del  2  de  Agosto  nos  hace  presente  V.  M.,  le  sería 
muy  sensible  se  retardase  por  más  tiempo  el  despacho  y  expedi- 
ción de  nuestras  Bulas  á  favor  de  los  presbíteros  José  Espiga  y 
Gadea  y  Diego  Muñoz  Torrero,  nombrado  por  V.  M.  el  primero, 
para  la  iglesia  arzobispal  de  Sevilla,  y  el  segundo,  para  la  episco- 
pal de  Guádix;  dándonos  á  entender  al  mismo  tiempo,  que  ambos 
por  sus  virtudes  y  sabiduría  merecen  su  Real  estimación,  y  que 
la  falta  de  Obispos  en  las  iglesias  de  tan  vasta  Monarquía  se  hace 
cada  día  más  sensible  á  la  Religión  y  á  la  piedad  de  sus  subditos, 
en  los  cuales  desea  V.  M.  conservar  y  acrecentar  una  y  otra  por 
todos  los  medios  que  están  en  su  poder;  excitándonos  por  lo  mis- 
mo á  remover  con  toda  solicitud  cualquiera  obstáculo  que  pueda 
haber  impedido  la  preconización  de  dichos  sujetos  en  el  consisto- 
rio celebrado  el  pasado  mes  de  Junio. 

En  cuanto  á  Nos  toca,  bien  podemos  cerciorar  á  V.  M.,  que  la 
tardanza  sobredicha  á  la  expresada  preconización  ha  sido  sólo 
efecto  y  consecuencia  necesaria  del  terrible  deber  que  nos  impone 
nuestro  ministerio;  á  saber,  de  no  promover  al  gobierno  de  las 
iglesias  á  aquellos  sujetos  que  no  están  dotados  de  las  cualidades 
canónicas  competentes,  y  por  otra  parte,  exentos  de  los  impedi- 
mentos religiosos  que,  según  las  leyes  divinas  y  eclesiásticas,  los 
hacen  indignos  de  ellos. 


-  59  - 

Habiendo,  pues,  Nos  hallado,  por  desgracia,  alo-unos  de  éstos 
en  los  dos  sobredichos  nombramientos,  no  podíamos  hacer  traición 
á  nuestros  deberes  procediendo  á  su  promoción;  y  así,  después  de 
un  detenido  y  maduro  examen  de  sus  cualidades,  y  tomados  los 
oportunos  consejos,  según  la  práctica  de  la  Santa  Sede  en  estos 
negocios  que  son  de  la  mayor  importancia,  hemos  suspendido  su 
preconización  en  consistorio.  Sin  embargo,  no  hemos  dejado  por 
eso  de  procurar  en  cuanto  á  Nos  tocaba,  y  como  puntualmente 
desea  V.  M.,  el  remover  los  obstáculos  que  conocíamos  se  oponían 
á  su  promoción,  y  mediante  el  auxilio  de  la  divina  gracia,  implo- 
rada por  Vos  con  el  mayor  fervor,  hemos  llegado  á  concebir  al- 
guna no  mal  fundada  esperanza  de  conseguirlo  respecto  de  uno 
de  ellos,  á  saber:  del  sacerdote  José  Espiga.  En  efecto,  éste  nos 
ha  enviado  una  declaración  dirigida  á  desvanecer  la  siniestra  opi- 
nión en  materia  de  no  sana  doctrina  que  había  dado  lugar  á  hacer 
concebir  de  sí;  declaración,  sin  embargo,  que  es  necesario  venga 
modificada  en  algunas  pocas  cosas  que  ya  le  hemos  insinuado,  y  á 
las  que  no  dudamos  se  prestaría  con  aquella  docilidad  que  ya  ha 
dado  á  conocer,  por  donde  esperamos  poderlo,  con  tranquilidad 
de  nuestra  conciencia,  promover  á  la  iglesia  de  Sevilla  luego  que 
llegue  el  acto  sobredicho  formado  al  tenor  de  nuestras  insinuacio- 
nes. Estos  cuidados  que  nos  hemos  tomado  en  orden  á  Espiga, 
deben  probar  á  V.  M.  el  vivo  deseo  que  tenemos  de  complacerle 
en  cuanto  nos  permiten  nuestros  deberes;  pero  tales  pasos  que  re- 
petidamente hemos  debido  de  dar  para  llegar  á  este  término,  han 
exigido  no  corto  tiempo,  y  la  dilación  en  ello  sobrevenida  no  podrá 
parecer  mal  á  V.  M.,  si  con  ella  como  nos  lisonjeamos,  se  llega  á 
conseguir  y  produce  aquel  feliz  resultado  á  que  van  dirigidos  sus 
deseos. 

Por  lo  que  toca  al  presbítero  Muñoz  Torrero,  aunque  demasia- 
damente ya  Nos  tuviésemos  indicios  menos  favorables  referentes 
á  su  persona,  sin  embargo,  no  desesperanzados  de  su  reconoci- 
miento, hemos  empleado  toda  especie  de  tentativas  para  obtenerlo; 
más  él,  no  sólo  seha  negado  á  toda  declaración  que  nos  asegurase 
de  la  rectitud  de  sus  sentimientos,  al  menos  en  la  actualidad ,  sino 
(¡ite  tampoco  lia  tenido  dificultad  de  manifestar  extcriormenlc  y 
propalar  aún  en  esta  ocasión,y  profesar  sn  tenaz  adhesión  d  re- 
probables y  erróneas  doctrinas,  y  protestarse  inflexible  en  ellas, 
poniéndonos  de  este  modo  el  mismo  en  la  imposibilidad  de  promo- 
verle al  episcopado;  por  lo  que  en  este  caso  V".  M.  no  debe  experi- 
mentar el  dolor,  por  otra  parte  tan  justo  y  digno  de  su  religión,  de 
que  la  iglesia,  para  la  cual  le  había  nombrado,  continúe  y  perma- 
nezca en  su  viudedad.  lis  mucho  menor  mal  que  la  sobredicha 
Iglesia  permanezca  todavía  por  algún  tiempo  sin  Pastor,  que  el 


~  60  - 

que  tenga  uno  decididamente  malo.  Nos  no  podríamos  darle  uno 
de  semejante  carácter  sin  hacernos  reos  delante  de  Dios  de  la  pér- 
dida de  las  almas  que  fuesen  por  él  pervertidas,  y  cuya  sangre 
reclamaría  el  Señor  de  nuestras  manos,  como  se  explica  el  santo 
Concilio  de  Trento.  Bien  ve  V.  M.  por  lo  que  hace  á  Nos,  que  no 
está  lejos  el  momento  en  que  hayamos  de  dar  cuenta  al  tremendo 
Juez  del  gobierno  de  la  Iglesia  que  nos  ha  confiado:  ¿y  cómo  po- 
dríamos comparecer  en  su  presencia  manchados  con  tan  grave 
culpa? 

Así,  pues,  nos  vemos  obligados  por  nuestros  deberes  á  rehusar 
con  aquella  libertad  apostólica,  que  es  propia  de  nuestro  sagrado 
ministerio,  el  promover  al  episcopado  al  sacerdote  Muñoz  Torre- 
ro, porque  lo  reconocemos  positivamente  indigno  por  su  no  sana 
doctrina;  del  mismo  modo  que  nuestros  antecesores  y  Nos  mismo 
hemos  debido  negarnos  á  admitir  al  episcopado  á  algunos  sujetos 
nombrados  por  otros  soberanos,  porque  no  los  habíamos  hallado 
adornados  de  aquellas  dotes  que  esencialmente  se  requieren  en  un 
Obispo.  Suplicamos,  por  tanto,  á  V.  M.  nos  proponga  desde  luego 
otro  sujeto  sobre  quien,  no  hallando  dificultad,  podamos  inmedia- 
tamente promoverlo  á  la  iglesia  de  Guádix,  la  cual,  de  este  modo, 
no  permanecerá  más  tiempo  sin  Pastor. 

No  puede  V.  M.  dudar  de  nuestra  propensísima  inclinación  y 
disposición  hacia  su  Real  Persona  y  para  con  toda  la  nación  espa- 
ñola. Apelamos  en  orden  á  esto  á  las  pruebas  que  tenemos  dadas 
en  todos  tiempos,  romo  en  la  actual  situación  del  Reino,  tanto 
en  los  negocios  sobre  que  se  ha  recurrido  á  nuestra  autoridad, 
como  en  las  provisiones  mismas  de  las  iglesias,  según  que  V.  M.  lia 
podido  echar  de  ver  en  la  pronta  promoción  del  Obispo  de  Cuz- 
co. Por  lo  que,  si  en  el  caso  de  que  se  trata  ahora,  Nos  no  hacemos 
otro  tanto,  debe  V.  M.  persuadirse  que  sólo  la  conciencia  es  la  que 
nos  detiene;  ni  puede  V.  M.  ni  otro  alguno  exigir  de  Nos  que,  por 
complacerle,  ofendamos  á  Dios  y  hagamos  traición  á  los  más  sa- 
grados intereses  de  su  Iglesia. 

Mas,  y  puesto  que  para  obtener  la  pronta  promoción  délos  dos 
sujetos  de  que  se  trata,  V.  M.  se  vale  también  de  la  reflexión  del 
daño  que  ocasiona  á  los  líeles  la  falta  de  Obispos  de  muchas  dió- 
cesis de  España,  permítanos  el  dar  lugar  en  esta  nuestra  respuesta 
á  un  desahogo  del  intenso  dolor  que  experimentamos  por  la  priva- 
ción que  tantas  iglesias  de  este  Peino  sufren  de  sus  Pastores,  que 
en  el  actual  orden  de  cosas  han  sido  por  desgracia  extrañados. 
No  hemos  cesado  de  hacer  por  medio  de  nuestro  Nuncio,  nues- 
tras justas  reclamaciones  contra  estos  hechos  lesivos  de  los  sagra- 
dos derechos  del  episcopado.  Y  por  los  cuales  tantas  diócesis  han 
quedado  expuestas  á  los  mayores  desórdenes  y  á  las  más  fatales 


—  61  - 

consecuencias;  pero  con  el  más  vivo  dolor  de  nuestro  corazón  he- 
mos visto  hasta  ahora  han  sido  infructuosas  todas  nuestras  soli- 
citudes. 

Sin  embargo,  no  queremos  todavía  deponer  aquella  esperanza 
que  la  conocida  piedad  de  V.  M.  y  la  Religión  de  esa  católica  Na- 
ción nos  han  hecho  justamente  concebir,  y  por  lo  mismo  hemos 
aprovechado  y  abrazado  cuidadosamente  la  ocasión  de  reclamar 
de  V.  M.  sobre  este  importantísimo  objeto.  En  lo  demás,  el  mismo 
deseo  que  tiene  V.  M.  de  conservar  y  aumentar  por  todos  los  medios 
posibles  la  piedad  de  sus  subditos,  es  el  que  nos  detiene  é  impide 
para  no  darles  por  Pastores  unos  sujetos  que,  careciendo  de  las 
dotes  que  los  sagrados  cánones  exigen  en  los  Obispos,  no  se  ha- 
llan aptos  para  corresponder  á  la  santidad  de  su  vocación. 

Estos  son  nuestros  sentimientos,  que  con  plena  confianza  le  ex- 
ponemos, y  con  la  mayor  efusión  de  nuestro  paternal  corazón  da- 
mos á  V.  M.  y  su  Real  Familia  nuestra  bendición  apostólica. 

Dado  en  Roma,  en  Santa  María  la  Mayor,  á  30  de  Agosto  de  1821, 
de  nuestro  pontificado  el  22.—  Pío,  Papa  VIL 

Castelar  y  otros  muchos  han  escrito  también  sobre  Mu- 
ñoz Torrero,  pero  todos  los  que  de  él  se  han  ocupado  ponen 
de  relieve  su  figura  en  las  memorables  Cortes  de  Cádiz,  por 
ser  tal  vez  la  parte  más  interesante  de  su  vida.  Un  salman- 
tino ilustre,  sin  embargo,  D.  Alvaro  Gil  Sanz,  que  figuró  no 
poco  en  la  política,  donde  desempeñó  altos  cargos,  trata 
únicamente  del  Rectorado  de  D.  Diego,  y  por  considerarlo 
de  apreciaciones  muy  exactas  é  inspirarse  en  los  anteceden- 
tes que  existen  en  el  Archivo,  lo  copiamos  á  continuación: 

Rectorado  de  Muños  Torrero. — Fué  éste  uno  de  los  sabios  al 
par  que  elocuentes  diputados  que  en  las  Cortes  de  Cádiz  abrieron 
nueva  era  de  gloria  y  esperanza  á  la  abatida  nación  española,  y 
no  el  menos  respetable  de  aquellos  reformadores  que  de  pronto 
surgieron  admirando  con  su  saber  y  energía  á  los  que  mediano 
concepto  tenían  formado  de  nuestra  ilustración  política.  Empezó 
dándose  á  conocer  en  la  Universidad  de  Salamanca,  y  en  los  dos 
años  de  su  rectorado  arreció  la  lucha  de  que  hemos  venido  hablan- 
do, lucha  del  pasado  que  expiraba,  y  del  porvenir  que  aparecía,  á 
semejanza  de  la  aurora,  con  luces  tibias  y  vacilantes,  pero  cre- 
ciendo siempre  y  dominando  por  lin  las  tinieblas. 

Apenas  elegido  en  10  de  Noviembre  de  1777  por  la  Junta  de  ron 
siliarios,  según  costumbre  académica,  cuando  aquella  rivalidad 
pronunciada  ya  algunos  años  antes,  se  concretó  lijando  su  campo 


-  62  - 

de  batalla.  Los  colegios  de  medicina  y  artes  Se  atrevieron  á  quejar 
de  «la  extraña  graduación  de  facultades,  por  las  que  se  señalaba 
el  primer  lugar  á  la  teología  y  jurisprudencia,  colocaba  como  in- 
ferior á  la  medicina  y  daba  el  más  íntimo  lugar  á  la  filosofía».  No 
fué  pequeña  tempestad  la  que  esa  pretensión  levantó  entre  los 
intransigentes  del  Claustro,  y  después  de  oírlos  cerró  la  votación 
Muñoz  Torrero,  manifestando  con  merecida  censura  la  extrañeza 
que  no  podía  menos  de  causar  aquella  intolerancia,  y  haciendo 
notar  la  falta  que  la  Universidad  cometía,  no  apresurándose  «á 
proporcinar  á  los  jóvenes  los  medios  necesarios  para  hacer  sólidos 
progresos  en  sus  facultades  respectivas,  y  prestar  el  debido  honor 
á  la  medicina  y  filosofía».  Acaloradas  discusiones  hubo  en  diver- 
sas juntas,  pero  nos  limitaremos  á  hacer  mérito  de  dos  votos,  dig- 
nos de  recuerdo  por  su  objeto  y  autores. 

Uno  fué  de  D.  Juan  Meléndez  Vades,  quien  después  de  soste- 
ner la  formación  del  colegio  de  Filosofía,  añadió  la  propuesta  si- 
guiente: «El  Dr.  Meléndez,  penetrado  de  la  igualdad  de  todas  las 
ciencias,  y  de  lo  necesaria  que  es  esta  igualdad  en  las  actuales 
circunstancias  de  nuestra  escuela,  está  pronto  á  sostenerla  por  es- 
crito contra  quien  guste  impugnarla:  deposita  desde  luego  cincuen- 
ta doblones,  que  podrán  servir  de  premio  para  la  mejor  memoria 
ó  discurso  que  se  escriba  sobre  ello  con  el  tiempo  que  señalare 
cualquiera  de  los  señores  que  gusten  aceptar  esta  especie  de  desa- 
fío literario,  y  señala  a  cualquiera  de  las  dos  Academias  de  la 
Corte,  ó  á  la  Real  Sociedad  Económica,  según  guste  elegir  el  con- 
certante, por  juez  de  este  negocio,  creyendo  que  debe  decidirse  de 
esta  manera  y  no  con  litigios  ni  recursos».  Supérfluo  será  advertir 
que  los  antifilósofos  no  admitieron  el  reto. 

Del  otro  voto  fué  autor  el  matemático  D.  Juan  Justo  García. 
«La  teología  no  revelada,  decía,  las  dos  jurisprudencias  y  la  me- 
dicina, ni  son  verdaderas  ciencias,  ni  son  capaces  de  progreso 
ni  adelantamiento  alguno,  que  no  venga  del  adelantamiento  y  pro- 
gresos de  la  misma  filosofía,  madre  universal  de  todos  los  conoci- 
mientos humanos,  y  estudio  propio  y  natural  del  hombre». 

Por  más  que  hoy  nos  parezcan  fútiles  aquellas  contiendas  y 
disputas,  marcaban  entonces  el  progreso  científico  que  en  España 
se  desenvolvía,  y  tal  estrépito  produjeron,  que  ocasionaron  el  lar- 
go expediente  que  se  cerró  con  los  informes  del  fiscal  y  goberna- 
dor del  Consejo.  La  Universidad  formó  al  cabo  un  plan  de  ense- 
ñanza de  la  filosofía;  pero  sin  que  sepamos  que  diese  más  resulta- 
do que  una  real  orden  en  que  se  mandaba  que  interinamente  em- 
pezasen á  usar //as  Instituciones  del  Padre  Jacquier!  Y  no  fué  ese 
trabajo  el  único  de  importancia  que  desempeñó  la  Universidad  si- 
guiendo el  impulso  de  su  ilustrado  rector.  Meléndez  redactó  una 


-63- 

extensa  contestación  á  consulta  del  Consejo  sobre  la  mudanza  de 
las  cátedras  llamadas  de  código  y  volumen  en  otras  de  derecho  na- 
tural y  de  gentes,  mostrándose  en  ella  el  dulce  cantor  de  la  vida 
del  campo,  entendido  filósofo  y  político.  Otro  extenso  plan  sobre 
la  enseñanza  de  medicina  se  discutió  también  y  aprobó,  acreditan- 
do sus  autores  que  no  eran  vulgares  médicos  ni  maestros.  No  con- 
cluiremos esta  reseña  sin  hacer  mención  de  otro  informe  que  no 
poco  llamó  la  atención  pública.  Los  católicos  irlandeses  acudieron 
en  1789  á  Mr.  Pitt,  primer  lord  de  la  tesorería  y  canciller  del  tri- 
bunal del  Echiquier,  suplicando  se  les  restableciese  en  los  derechos 
propios  y  naturales  de  los  ciudadanos  ingleses.  Recibiólos  favora- 
blemente el  ilustre  ministro;  pero  receloso  sin  duda  de  ciertas  doc- 
trinas invasoras  del  ultramontanismo,  con  las  que  estaban  en 
pugna  los  reinos  católicos,  manifestó  que  para  la  más  pronta  y  se- 
gura expedición  del  negocio  deseaba  conocer  las  opiniones  del 
clero  y  Universidades  católicas  acerca  de  la  extensión  de  la  potes- 
tad dispensativa  del  Pontífice  romano  en  el  reino  de  la  Gran  Bre- 
taña. Entonces  los  comisionados  irlandeses,  comprendiendo  lo  mu- 
cho que  podrían  servirles  el  dictamen  de  las  Universidades  de  Es- 
paña, cuya  Iglesia  consideraban  como  la  más  genuina  expresión 
del  catolicismo,  quisieron  consultar  á  las  de  Salamanca,  Vallado 
lid  y  Alcalá.  Formularon  al  efecto  tres  cuestiones,  que  aceptó  el 
mencionado  ministro,  reducidas  á  preguntar  «si  el  Romano  Pontí- 
üce,  los  cardenales  de  la  santa  Iglesia  romana,  ó  alguna  otra  Junta 
de  la  Iglesia  católica,  gozaban  autoridad,  potestad,  jurisdicción 
ó  preeminencia  civil  en  el  reino  de  Inglaterra;  si  tenían  facultad 
de  absolver  ó  dispensar  á  los  subditos  del  juramento  de  fidelidad 
debido  ó  prestado  al  Rey  de  aquel  Estado;  y  si  entre  los  artículos 
de  la  fe  católica  se  encontraba  alguno  que  eximiese  á  los  católicos 
de  guardar  fe  con  los  herejes  ú  otras  personas  que  desintiesen  de 
ellos  en  cosas  pertenecientes  á  la  religión». 

Una  comisión  de  doctores  teólogos,  canonistas  y  juristas  exa- 
minó estas  cuestiones,  y  en  un  razonado  informe,  que  en  correcto 
latín  redactó  el  P.  José  Díaz,  catedrático  de  Teología,  las  resolvió 
negativamente,  haciendo  consideraciones  respecto  al  poder  tem- 
poral de  los  Romanos  Pontífices,  que  tal  vez  hubieran  sido  mal  mi- 
radas en  más  de  una  ocasión  en  nuestro  siglo.  No  sabemos  el  re- 
sultado de  la  consulta  á  que  respondió  ese  informe  aceptado  por  la 
Universidad  y  que  fué  elevado  al  Rey  por  mano  del  Conde  de  Flo- 
ridablanca.  Este  resumen  de  luchas  y  trabajos  científicos  en  el  es- 
pacio de  dos  años,  por  más  que  no  ofrezca  incidentes  de  importan 
cía,  algo,  sin  embargo,  afecta  é  interesa  á  la  historia  literaria: 
demuestra  la  ilustrada  dirección  que  al  cuerpo  universitario  supo 
imprimir  su  Rector  Muñoz  Torrero,  y  acredita  asimismo  que  la 


-  64  - 

Universidad  de  Salamanca  no  perdió  de  todo  punto,  aun  en  las 
épocas  de  decadencia,  el  lustre  de  su  antigua  historia.  La  situa- 
ción de  los  pueblos  cambió  desde  entonces  radical  y  profundamen- 
te; un  nuevo  mundo  político  se  levantaba  y  hacia  él  nos  llevaban 
en  su  corriente  las  agitadas  alas  de  la  revolución  francesa.  Otra 
tenía  que  ser  ya  la  función,  otro  el  organismo  de  las  Universida- 
des, pero  ¡qué  contrariedad  tan  chocante!  empezaron  perdiendo 
entonces  aquella  especie  de  autonomía  ó  vitalidad  propia  á  que 
debieron  su  encumbramiento,  y  para  levantarlas  de  la  postración 
y  sacarlas  del  mal  camino  en  que  se  hallaban,  acudióse  al  remedio 
de  reducirlas  á  una  de  tantas  ruedas  que  más  bien  embarazan  que 
dirigen  la  máquina  del  Estado. 


Martín  de  Hinojosa. 

Escasos  son  los  datos  que  hay  en  el  Archivo  acerca  de 
este  ilustre  maestro.  Muy  poco  tiempo  debió  de  desempeñar 
el  Rectorado,  porque  se  posesionó  en  1815,  y  antes  de  fina- 
lizar el  año,  figura  ya  como  jefe  de  la  Escuela  su  sucesor 
D.  Manuel  Caballero  del  Pozo. 

Sábese,  sin  embargo,  que  fué  querido  de  los  estudiantes, 
y  que  los  profesores  todos  le  tenían  gran  respeto.  En  años 
anteriores  figura  como  catedrático  de  Derecho,  y  escribió, 
en  colaboración  con  los  Sres.  Mintegui  y  Ayuso,  á  nombre 
del  Claustro  de  la  Universidad  de  Salamanca,  un  Dictamen 
sobre  la  consulta  hecha  por  los  tres  estados  del  reino  de 
Navarra  en  lo  referente  al  comercio  de  granos.  Intervino 
también  en  la  redacción  del  Plan  de  Estadios  de  1814, 
y  publicó  Comentarios  d  las  leyes  de  Toro  y  otras  obras 
importantes. 

Fernando  Mena. 

Fué  el  último  de  los  Rectores  de  la  Universidad  de  Sa- 
lamanca, anterior  al  plan  de  estudios  de  1845;  un  hombre 
virtuoso  y  bueno,  eminente  teólogo,  consejero  prudente,  y 
capacitado  para  desempeñar  cargos  de  administración  y 
gobierno.  Nació  en  Villaescusa  de  Haro  (Cuenca)  el  15  de 
Marzo  de  1776,  y  á  los  catorce  años  entró  en  la  Orden  de 
Santo  Domingo,  en  el  convento  de  San  Esteban  de  Salaman- 


-  65  — 

ca,  donde  hizo,  cuando  llegó  á  la  edad  reglamentaria,  la  pro- 
fesión religiosa.  Cursó  después  en  dicho  convento  tres  años 
de  Filosofía  con  extraordinario  aprovechamiento,  y  cuando 
terminaba  en  San  Esteban  los  cursos  de  Teología,  fué  pre- 
sentado para  una  beca  del  Colegio  de  Alcalá  por  los  Domi- 
nicos de  la  residencia  de  su  pueblo  natal. 

Allá  acudió  con  tal  motivo  el  joven  Mena,  volviendo  al- 
gunos ;iños  más  tárele  á  Salamanca  á  explicar  Filosofía,  por 
haberle  nombrado  lector  el  consejo  del  convento  dominica- 
no de  la  ciudad  del  Tormes.  Durante  los  tres  años  que  re- 
gentó la  cátedra,  llamó  la  atención  por  su  ciencia,  y  debido 
á  la  fama  que  alcanzó  y  á  la  brillantez  con  que  sostuvo  el 
acto  mayor  en  la  Universidad,  le  designaron  para  maestro 
de  estudiantes  del  convento  de  Piedrahita  de  Avila. 

A  los  pocos  meses,  le  presentó  el  Duque  de  ¡VIedinaceli 
para  la  Cátedra  de  vísperas  de  Teología  de  Santo  Tomás, 
de  que  era  patrono,  tomando  posesión  de  ella  como  Bachi- 
ller en  dicha  Facultad.  A  continuación  hizo  los  ejercicios 
de  Licenciado  y  Doctor,  recibiendo  la  nota  de  némine  dis- 
crepante, viéndose  la  clase  del  maestro  Mena  invadida  por 
gran  número  de  alumnos,  que  acudían  ansiosos  de  oír  sus 
lecciones.  Entonces  empezó  á  cimentarse  su  prestigio,  y  en 
adelante  y  ya  hasta  su  muerte,  que  se  verificó  en  Salaman- 
ca, á  los  setenta  y  siete  años  de  edad,  su  apellido  era  pro- 
nunciado con  respeto  en  todas  partes,  y  su  autoridad  se 
imponía  constantemente.  Salió  en  plena  juventud  de  la  fa- 
mosa capilla  de  Santa  Bárbara  con  el  calificativo  de  pole- 
mista temible,  pues  no  se  sabía  qué  admirar  más  en  él,  si 
la  fuerza  de  la  dialéctica,  la  claridad  en  la  concepción,  su 
destreza  en  la  esgrima  silogística,  ó  su  rapidez  pasmosa  para 
destruir  los  argumentos  del  adversario. 

Como  orador  sagrado  conquistó  igualmente  renombre, 
y  muchos  fueron  los  sermones  que  predicó,  de  ordinario  los 
de  mayor  compromiso,  unas  veces  delante  del  Rey  y  de 
toda  la  Corte,  otras  en  presencia  de  sabios,  y  siempre  te- 
niendo que  tratar  cuestiones  hondas  é  intrincadas.  En  aten- 
ción á  sus  servicios,  y  tal  vez  por  la  manera  con  que  cauti- 
vaba al  auditorio  desde  el  pulpito,  le  incluyó  S.  M.  en  la 
propuesta  para  el  Obispado  de  Ceuta,  que  no  quiso  acep- 
tar. En  Octubre  de  1814  volvió  á  encargarse  de  su  cátedra 

5 


-  66  - 

en  Salamanca,  ordenando  el  Rey  que  se  le  abonasen  1os 
años  de  ausencia,  en  gracia  á  sus  méritos.  La  Universidad 
le  confirió  varios  informes  en  asuntos  de  enseñanz  i  y  de  dis- 
ciplina escolar,  y  le  envió  como  comisionado  á  Madrid  á  fin 
de  que  gestionara  la  exención  de  quintas  para  los  estudian- 
tes. Lo  consiguió  para  los  Bachilleres  en  Facultad  mayor,  y 
el  Claustro  acordó  por  unanimidad  darle  las  gracias  por  tan 
importante  beneficio.  Por  tres  veces  le  eligió  prior  su  con- 
vento, y  al  morir  la  Reina  D.a  Isabel  de  Braganza,  le  enco- 
mendó el  antiguo  Estudio  la  oración  fúnebre,  notable  do- 
cumento que  trataron  de  imprimir  á  sus  expensas  varios 
ilustres  doctores,  y  que  no  pudo  llevarse  á  efecto  por  la 
modestia  del  P.  Mena.  La  provincia  de  Castilla,  en  el  con- 
vento de  Tríanos,  le  nombró  en  1824  definidor,  y  al  admi- 
tirle la  renuncia  que  hizo  del  Priorato,  fundada  en  el  estado 
de  su  salud,  que  exigía  cierta  tranquilidad  y  menos  preocu- 
paciones y  disgustos,  se  le  dio  la  dirección  de  los  estudios 
de  San  Esteban,  por  creer  que  nadie  como  él  tenía  derecho 
á  ese  honor.  En  1825  la  Universidad  le  declaró  jubilado,  y 
el  27  de  Septiembre  de  1828  el  capítulo  provincial,  reunido 
en  el  convento  de  San  Pablo  de  Palencia,  le  eligió  prior  de 
la  Pasión,  al  poco  tiempo  de  haberle  sorprendido  el  Monar- 
ca con  el  nombramiento  de  predicador  de  S.  M.,  que  única- 
mente aceptó  por  no  desairar  al  Rey. 

Convienen  todos  los  que  de  D.  Fernando  Mena  se  ocu- 
pan, en  que  había  nacido  para  mandar,  y  por  eso  sin  duda 
sus  compañeros  ponían  la  mirada  en  el  venerable  maestro 
cuando  había  que  proveer  un  puesto  delicado. 

Mientras  gobernó  la  provincia  no  sólo  no  defraudó  las 
esperanzas  de  sus  amigos  y  de  los  hermanos  de  Orden,  sino 
que  despertó  entusiasmos  y  simpatías  á  granel. 

Mejoró  los  estudios,  corrigió  deficiencias,  fundó  acade- 
mias y  fomentó  cuanto  tendía  al  mejoramiento  y  adelanto 
de  las  prácticas  y  enseñanzas  de  la  Institución  religiosa  á 
que  pertenecía.  Hallándose  otra  vez  en  Salamanca  en  1833, 
rehusó  el  Obispado  de  la  Habana  con  la  misma  tenacidad 
que  años  antes  rechazó  el  de  Ceuta. 

Después  de  la  exclaustración,  siguió  viviendo  en  Sala- 
manca, que  sentía  por  él  grandes  afectos  en  justa  corres- 
pondencia á  los  favores  que  de  continuo  dispensó  á  las  cía- 


-  67  - 

ses  necesitadas  de  la  vetusta  ciudad  castellana.  Consagrado 
por  entero  á  practicar  el  bien,  y  con  un  espíritu  de  toleran- 
cia para  todos,  llegó  á  ser  el  consejero,  el  amigo  y  el  pro- 
tector, á  quien  las  gentes  escuchaban  con  singular  com- 
placencia, y  á  pesar  de  sus  hábitos,  los  hombres  de  ideas 
avanzadas  y  hasta  irreligiosos,  le  querían,  porque  el  Padre 
Mena  era  muy  popular,  nada  intransigente,  y  abría  las  puer- 
tas de  su  casa  á  cuantos  deseaban  verle  y  hablarle  sin  re- 
parar en  las  ideas  que  profesasen.  A  eso  se  debe  el  que  al 
reunirse  la  Universidad  el  1.°  de  Mayo  de  1843  para  nom- 
brar Rector,  fuese  elevado  á  tan  alto  cargo  por  el  voto  uná- 
nime de  los  compromisarios  D.  Fernando  Mena;  el  que  Sa- 
lamanca, sin  distinción  de  clases,  recibiera  con  júbilo  tan 
grata  noticia,  y  que  el  Gobierno  de  S.  M.,  al  aprobar  la  pro- 
puesta, felicitase  al  Claustro  por  su  acierto  en  la  elección. 
El  viejo  Rector  dirigió  sabiamente  la  gloriosa  Escuela  has- 
ta el  plan  de  estudios  de  1S45,  en  que  tuvo  que  cesar  como 
los  demás  Rectores,  y  al  despedirse  de  maestros  y  alumnos 
en  una  sentidísima  alocución,  éstos  y  aquéllos  dieron  mues- 
tras elocuentes  del  sentimiento  que  les  producía  el  que 
abandonase  un  puesto  que  á  satisfacción  de  todos  había  des- 
empeñado. Su  paso  por  la  Rectoral  dejó  huellas  que  no  han 
desaparecido  aún.  Está  señalado  con  imborrables  caracte- 
res en  los  libros  de  Claustro  y  en  importantes  documentos 
que  existen  en  nuestra  Biblioteca  y  Archivo.  Su  criterio 
prevalecía  en  juntas  y  reuniones,  su  presencia  llevaba  in- 
mediatamente la  paz  á  los  alborotos  y  motines  escolares,  su 
recta  administración  y  sus  reformas  con  suavidad  introdu- 
cidas le  rodearon  de  afectos  y  de  admiraciones. 

Al  morir  el  Dr.  Mena,  la  Universidad  y  Salamanca  se 
cubrieron  de  luto,  y  ese  día  fué  el  principio  de  su  vida  in- 
mortal en  la  historia. 


CAPITULO  II 

Los  Rectores  de  la  Universidad  de  Salamanca  desde  1845  a  1915  —Gabriel 
Herrera.  —  Tomás  Be/está  y  Cambeses. —  González  Huebra. — Juan  José 
Viñas. —  Simón  Martín  Sanz. — Vicente  Lobo. — Mames  Esperaba  Loza- 
no.—  Unamuno  y  Jugo.      Salvador  Cuesta  Mariín. 

Rectores  de  la  Universidad  de  Salamanca  desde  el  plan 
de  estudios  de  1845  hasta  1915. 

Años. 


D.  Mariano  Herrero 1845 

limo.  Sr.  D.  Gabriel  Herrera 1345 

Excmo.  Sr.  D.  Tomás  Belestá  y  Cambeses 1853 

limo.  Sr.  D.  Pablo  González  Huebra. 1854 

limo.  Sr.  D.  Simón  Martín  Sanz 1357 

Excmo.  Sr.  D.  Tomás  Belestá  y  Cambeses 1853 

limo.  Sr.  D.  Simón  Martín  Sanz 1865 

limo.  Sr.  D.  Juan  José  Viñas 1866 

limo.  Sr.  D.  Simón  Martín  Sanz 1867 

limo.  Sr.  D.  Vicente  Lobo 1868 

Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperaba  Lozano 1869 

Excmo.  Sr.  D.  Miguel  de  Unamuno  y  Jugo V)  )0 

limo.  Sr.  D   Salvador  Cuesta  Martín N14 


Gabriel  Herrera. 

Antes  del  16  de  Octubre  de  1836  debió  de  ser  Fiscal  de  la 
Audiencia  de  Oviedo,  porque  en  una  liquidación  de  habe- 
res de  la  Hacienda  pública  aparece  devengado  como  cesante 
de  dicho  cargo.  Desde  11  de  Diciembre  de  1839  al  4  de  Sep- 
tiembre de  1840  fué  jefe  político  de  Salamanca,  en  virtud  de 
Real  decreto  de  4  de  Diciembre  de  1839.  El  10  de  Noviembre 
de  1844  se  le  nombró  magistrado  de  la  Audiencia  Territo- 


-  70  - 

rial  de  Aragón,  que  desempeñó  hasta  el  4  de  Julio  de  1846, 
en  que  tomó  posesión  del  Rectorado  de  la  Universidad  sal- 
mantina, para  cuyo  puesto  le  designó  el  Real  decreto  del  3 
de  Junio  del  mismo  año.  Durante  su  mando  académico,  es  de 
creer  pasara  algunas  temporadas  en  Madrid,  que  utilizó  ges- 
tionando asuntos  de  interés  para  la  Escuela,  pues  hay  en  su 
expediente  varias  cartas  fechadas  en  la  Corte  durante  el 
año  48  y  en  Enero  del  49.  En  una  de  ellas  se  dice  que  no  hay 
ninguna  Universidad  más  atendida  y  respetada  que  la  de  Sa- 
lamanca. En  otra  de  5  de  Enero  de  1849  manifiesta  que  la 
Reina  le  ha  nombrado  Fiscal  del  Real  Consejo.  El  Real  de- 
creto tiene  fecha  de  29  de  Diciembre  de  1848,  y  ocupó  la  cita- 
da Fiscalía  hasta  el  9  de  Marzo  de  1849.  Siendo  Bravo  Muri- 
11o  Ministro  de  Comercio,  Instrucción  y  Obras  públicas,  es 
elevado  otra  vez  á  la  Rectoral  de  Salamanca,  de  la  que  se 
encargó  el  9  de  Septiembre  de  1849.  En  esta  segunda  etapa 
de  su  Rectorado  envió  terna  al  Ministerio  para  proveer  el 
cargo  de  Vice-Rector,  figurando  en  ella  D.  Tomás  Belestá 
(ultramontano),  D.  Santiago  Diego  Madrazo  (progresista)  y 
D.  Juan  González  Giménez  (independiente).  Reunía  con  fre- 
cuencia al  Claustro  y  sobre  todo  á  la  Junta  de  decanos; 
procuraba  compenetrarse  con  éstos,  atendía  á  las  necesida- 
des de  todos,  y  fomentó  la  marcha  del  estudio.  En  1851  fué 
Diputado  á  Cortes  y  trabajó  por  el  mejoramiento  de  su 
Universidad.  En  oficio  dirigido  al  Vice-Rector  el  12  de  Mayo 
de  1852,  habla  de  varios  proyectos  como  vocal  que  era  de  la 
Comisión  encargada  de  proponer  las  bases  para  una  ley  de 
Instrucción  pública.  Por  Real  decreto  de  27  de  Mayo  de  1853, 
se  le  concedió  la  jubilación,  efecto  de  su  avanzada  edad  y 
quebrantada  salud,  con  cuyo  motivo  dejó  de  ser  Rector  de 
la  Universidad  de  Salamanca. 

El  Sr.  Herrera  escribió  al  Vice-Rector  una  sentida  carta, 
que  el  Sr.  Belestá  á  su  vez  pasó  á  los  decanos  de  las  Facul- 
tades y  jefes  de  los  demás  centros  docentes.  Entre  las  con- 
testaciones á  la  comunicación  de  D.  Tomás  Belestá,  la  más 
interesante  es  la  del  decanato  de  la  Facultad  de  Medicina, 
que  al  final  publicamos.  La  Universidad  respondió  á  la  carta 
de  D.  Gabriel  Herrera,  con  otra  muy  afectuosa,  en  la  que 
expresaba  el  sentimiento  que  le  había  producido  la  noticia 
de  su  jubilación. 


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CARTA  DEL  SR.  HERRERA 

Sr.  D.  Tomás  Belestá. — Madrid,  4  de  Junio  de  1853.— Muy  se- 
ñor mío  y  apreciable  amigo:  Por  Real  decreto  de  27  de  Mayo  próxi- 
mo anterior  se  ha  dignado  la  Reina  nuestra  señora  Q.  D.  G.  con- 
cederme la  jubilación,  fundada  en  mi  avanzada  edad  y  quebran- 
tada salud,  con  cuyo  motivo  ceso  en  el  gobierno  de  esa  Universi- 
dad, que  me  ha  estado  confiado  por  espacio  de  seis  años,  periodo 
el  más  grato  de  mi  vida  pública,  porque  empleaba  mis  afanes  y 
servicios  en  la  Escuela  donde  recibí  mi  educación  literaria-,  incor- 
porándome á  su  gremio. 

Con  harto  dolor  me  separo,  Sr.  \  ice-Rector,  de  una  corpora- 
ración  donde  en  vez  de  subditos  encontré  compañeros  y  amigos 
afectuosos  que  á  porfía  me  ayudaban  á  levantar  el  crédito  de  una 
de  las  escuelas  más  célebres  del  <  >rbe,  donde  la  enseñanza  se  da 
con  más  aprovechamiento  y  puntualidad,  donde  la  disciplina  es 
ejemplar,  como  lo  prueba  la  circunstancia  de  no  haber  tenido  apli- 
cación los  corisejos  que  para  conservarla  establece  el  título  3.°  del 
Reglamento. 

Mis  ojos  se  bañan  de  lágrimas  al  recordar  este  bello  cuadro; 
mi  esperanza  en  el  grato  porvenir  de  la  Academia  salmantina 
aumenta  en  proporción  del  renombre  que  se  va  ganando,  pues 
observo  con  singular  placer  que  los  hombres  eminentes  de  la  Mo- 
narquía forman  ya  votos  por  su  conservación  y  creciente  prospe- 
ridad. Persevere  Ud.  auxiliado  de  esos  celosos  profesores  en  la 
obra  de  regeneración  emprendida  con  satisfactorios  resultados,  y 
cuente  siempre  la  Universidad  para  ello  con  mi  cooperación,  en  lo 
que  valga  y  pueda,  desde  el  retiro  de  mi  hogar  doméstico. 

Tengo  el  deber  de  rendir  á  Ud.,  á  los  dignos  profesores  y  á  los 
empleados  de  la  Universidad  las  más  sentidas  gracias  por  su  com- 
portamiento durante  mi  administración:  dígnese  Ud.  ser  el  con- 
ducto para  que  llegue  á  noticia  de  todos  mi  reconocimiento,  va- 
liéndose al  efecto  del  medio  que  estime  más  conveniente,  rogán- 
doles que  olviden  generosos  las  faltas  en  que  haya  podido  incurrir 
á  pesar  de  mi  recta  intención  y  voluntad. 

Con  este  motivo  tiene  el  honor  de  repetirse  suyo  afectísimo 
amigo  S.  S.  O.  S.  M.  B.,  Gabriel  Herrera.— Rubricado. 

Decanato  de  la  Facultad  de  Medicina  de  la  Universidad  de  Sa- 
lamanca. Xo  permitiéndome  el  otado  de  mi  salud  salir  de  casa, 
invité  á  mis  dignos  compañeros  y  comprofesores  de  esta  Escuela 
de  Medicina  á  que  se  sirviesen  concurrir  á  mi  habitación  á  las  cinco 
de  la  tarde  del  día  de  ayer,  con  el  objeto  de  darles  cuenta,  como 
se  dio,  del  oficio  que  V.  S.  se  servio  dirigirme  con  fecha  de  7  del 


-  72  - 

actual,  en  que  me  transcribe  una  comunicación  del  Exmo.  Señor 
Subsecretario  de  Gracia  y  Justicia,  copiando  un  Real  decreto  del 
28  del  próximo  pasado,  por  el  cual  aparece  que  S.  M.  (q.  D.  g.)  se 
ha  dignado  conceder  la  jubilación  al  Sr.  D.  Gabriel  Herrera,  Rec- 
tor de  esta  Universidad,  en  atención  á  su  avanzada  edad  y  dilata- 
dos servicios,  quedando  muy  complacida  del  celo,  inteligencia  y 
probidad  con  que  ha  desempeñado  el  referido  cargo.  En  seguida 
se  dio  lectura  de  la  copia  de  la  afectuosa  carta  del  mismo  señor  di- 
rigida á  V.  S.,  y  que  acompañaba  al  oficio  citado.  Desde  luego  se 
vieron  en  los  semblantes  de  los  asistentes  las  emociones  de  la  gra- 
titud, á  la  par  que  se  manifestaban  los  sentimientos  de  que  el  be- 
nemérito Rector  hubiera  ya  dejado  de  serlo.  Y  á  V.  S.  que  tan  dig- 
namente le  ha  sustituido  en  sus  ausencias  y  enfermedades,  á  V.  S., 
su  digno  y  respetable  amigo,  ha  convenido  unánimemente  decirle 
la  Facultad  de  Medicina  que  son  tantos  y  tan  grandes  los  servi- 
cios que  el  Timo.  Sr.  D.  Gabriel  Herrera  ha  prestado  á  la  Univer- 
sidad, que  es  imposible  enumerarlos:  creación  de  gabinetes  de 
Historia  natural,  de  Física,  de  Química  y  de  Materia  médica,  me- 
didas higiénicas  en  las  aulas  en  bien  de  los  profesores  y  de  los 
alumnos,  aumento  considerable  en  la  biblioteca,  gabinete  de  ins- 
trumentos anatómicos  y  quirúrgicos,  todo,  en  fin,  de  cuanto  ha 
juzgado  ventajoso  á  los  progresos  de  las  ciencias  y  á  que  éstas  se 
graben  en  el  ánimo  de  los  alumnos,  todo  lo  ha  practicado  y  en 
todo  ha  influido  nuestro  digno  Rector;  pero  aunque  el  Instituto  y 
las  Facultades  de  Filosofía  y  Jurisprudencia  le  deban  mucho,  ¿qué 
pueden  decir  los  que  componen  el  profesorado  de  la  de  Medicina? 
Es  evidente,  lo  más  evidente,  que  la  instalación,  la  resurrección, 
por  decirlo  así,  de  esta  filantrópica  Facultad,  se  debe  á  nuestro 
digno  Rector.  A  los  profesores  de  ella  les  faltan  palabras  con  que 
manifestar  tanta  y  tan  justa,  justísima  gratitud.  Existe  la  Facultad 
Médica  en  Salamanca,  porque  el  Sr.  Herrera,  empleando  su  mere- 
cido influjo  cerca  del  poder,  quiso,  pudo  hacer  é  hizo  que  renacie- 
ra de  sus  cenizas.  Por  otra  parte,  ha  hecho  tanto  por  los  profeso- 
res de  la  misma,  que  no  le  negarán  nunca  el  título  de  amigos  agra- 
decidos, y  corresponderán  á  él. 

Por  todo  lo  que  el  nombre  del  Timo.  Sr.  D.  Gabriel  Herrera  vi- 
virá en  la  Historia  de  la  Universidad  más  célebre  del  orbe,  de  la 
hija  predilecta  de  los  sumos  Pontífices,  de  la  protegida  de  los  Re- 
yes, de  la  admirada  de  todo  el  mundo  civilizado. 

Si  V.  S.  se  dignase  participar  lo  expresado  al  limo.  Sr.  D.  Ga- 
briel Herrera,  los  profesores  todos  de  la  Facultad  de  Medicina  y 
los  empleados  agradecerán  á  V.  S.  les  dispense  esta  gracia,  afir- 
mando á  dicho  ilustrísimo  señor  que  todos  los  votos  de  aquéllos  son 
y  serán  siempre  porque  el  descanso  que  ha  obtenido  por  su  jubila- 


-  73  - 

ción  sea  para  prolongar  su  importante  vida  con  más  firme  salud 
que  la  que  actualmente  disfruta;  y  de  esta  manera  podrá  la  Uni- 
tersidad  de  Salamanca  continuar  percibiendo  los  benéficos  efec- 
tos del  celo  de  su  antiguo  Rector  por  el  influjo  que  empleara  siem- 
pre en  favor  de  este  cuerpo  literario,  aun  desde  el  retiro  de  su 
hogar  doméstico. 

Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.— Salamanca,  10  de  Junio 
de  1853. —El  Decano,  Dr,  Cristóbal  Dámaso  García. — Sr.  Vice-Rec- 
tor  de  la  Universidad  literaria  de  Salamanca. 

Después  de  esta  comunicación,  huelgan  datos  y  antece- 
dentes que  atestigüen  la  provechosa  gestión  de  D.  Gabriel 
Herrera  en  la  Rectoral.  Su  nombre  ilustre  ha  pasado  á  la 
Historia  y  vivirá  siempre  en  la  Universidad  de  Salamanca. 


Tomás  Belestá  y  Cambeses. 

Según  certificaciones  que  obran  en  su  expediente  de 
Bachiller  en  Teología,  Belestá  nació  el  29  de  Diciembre 
de  1811;  fué  bautizado  en  la  iglesia  parroquial  de  San  Vi- 
cente Mártir  de  la  ciudad  de  Zamora  al  día  siguiente,  y 
confirmado  por  el  Obispo  de  aquella  diócesis  D.  Pedro  In- 
guanzo  Rivero  el  16  de  Mayo  de  1815.  Su  padre  era  D.  Luis 
Belestá,  natural  de  S.m  Clair,  obispado  de  Poitiers,  en 
Francia.  Mediante  oposición  obtuvo  beca  de  gracia  en  el 
Seminario  Conciliar  de  San  Atilano,  de  Zamora,  donde  es- 
tudió tres  cursos  de  Filosofía  y  siete  de  Teología.  En  1839 
ganó  el  curato-abadía  de  la  villa  de  Viana  del  Bollo,  en 
Astorga,  y  de  su  paso  por  dicha  localidad  se  conserva  ofi- 
cio del  Alcalde  en  el  que  se  manifiesta  que  D.  Tomás  Beles- 
tá, cura  párroco  de  dicha  villa,  está  en  el  pleno  goce  de  sus 
derechos  como  ciudadano  español.  Esa  certificación  debió 
pedirla  el  Sr.  Belestá  para  optar  al  grado  de  Regente  en 
Religión  y  Moral,  y  está  expedida  en  21  de  Mayo  de  1847. 

Alcanzó  en  la  Universidad  de  Salamanca  en  los  días  10 
y  20  de  Mayo  de  1-S47  los  grados  de  Bachiller  y  Licenciado 
en  Teología,  y  el  de  Regente  de  Religión  y  Moral  el  28  de 
Mayo  del  mismo  año.  Para  recibir  la  licenciatura  fué  auto- 
rizado por  la  Dirección  general  de  Instrucción  Pública  p<>r 
resolución  de  23  de  Febrero  y  23  de  Abril  de  1847.  En  el 


—  74  - 

expediente  del  grado  de  Licenciado  se  conserva  el  manus- 
crito de  su  propositio:  Damnatorum  preña  perpetuo  dura- 
tura  est.  En  el  de  Regente,  un  Programa  de  Moral  y  Reli- 
gión con  comentarios.  En  el  concurso  celebrado  en  la 
diócesis  de  Salamanca  en  1848  obtuvo  el  curato  de  la  Ca- 
tedral, por  consecuencia  de  lo  cual  en  Julio  de  1850  le 
nombró  S.  M.  su  capellán  en  la  Real  Capilla  de  San  Mar- 
cos. Desempeñó  cargos  en  las  Juntas  municipales  de  Bene- 
ficencia é  Instrucción  primaria,  y  en  13  de  Agosto  de  1851 
adquirió  por  oposición  la  Canongía  Penitenciaria  de  la  igle- 
sia de  Salamanca.  El  18  de  Octubre  de  1851  fué  nombrado 
de  Real  orden  Vice-Rector  de  la  Universidad,  y  en  28  del 
mismo  se  hizo  cargo  de  la  Rectoral  por  estar  ausente  como 
Diputado  á  Cortes  D.  Gabriel  Herrera,  Rector  entonces  de 
la  Escuela.  Por  Real  orden  del  Ministerio  de  Gracia  y  Jus- 
ticia de  16  de  Marzo  de  1852  se  le  dispensó  el  estudio  del 
octavo  año  de  Teología,  pero  se  le  ordenaba  que  tenía  que 
presentarse  en  la  Universidad  Central  para  sufrir  los  ejer- 
cicios del  grado  de  doctor  en  el  tiempo  en  que  legítima- 
mente pudiera  ausentarse  del  Cabildo.  Por  Real  orden 
de  16  de  Junio  de  1853  se  le  nombró  Rector  en  comisión  de 
la  Universidad  Literaria  de  Salamanca,  con  la  mitad  del 
sueldo  señalado  á  este  cargo  por  Real  decreto  de  2  de  Abril 
de  1846,  además  del  de  su  prebenda.  Fué  designado  por  Su 
Majestad  en  1853  vocal  de  la  Junta  provincial  de  Beneficen- 
cia, y  en  1854  le  encargó  el  Cabildo  de  redactar  el  dictamen 
que  elevó  acerca  de  la  declaración  dogmática  de  la  Con- 
cepción Inmaculada  de  la  Santísima  Virgen.  Prestó  servi- 
cios que  merecieron  particulares  gracias,  cuando  las  epide- 
mias de  cólera  del  55  y  56,  y  el  25  de  Junio  de  1854  cesó  de 
Rector  en  comisión. 

Por  Real  decreto  de  3  de  Marzo  de  1858  es  nombrado 
Rector  de  la  Universidad  salmantina,  con  sueldo  de  treinta 
mil  reales  vellón  y  demás  ventajas,  y  el  30  del  mismo  mes  y 
año,  D.  Esteban  María  Ortiz  Gallardo,  catedrático  de  tér- 
mino y  Vice-Rector,  le  dio  posesión  del  cargo.  Por  Real 
orden  de  fecha  7  de  Junio  del  58  le  significaron  las  gracias 
por  el  celo  desplegado  para  evitar  que  no  se  propagasen 
tas  doctrinas  disolventes  del  libro  til  alado  «Catecismo 
democrático»;  promovió  la  erección  de   un  monumento  á 


-  75  - 

Fray  Luis  de  León,  y  en  1864  hizo  la  visita  á  todos  los  es- 
tablecimientos de  enseñanza  del  distrito.  En  virtud  de  Real 
decreto  de  1.°  de  Junio  de  1865  cesó  en  el  Rectorado  el  6  de 
dicho  mes.  Fué  académico  de  la  Católica  Romana  y  de  la 
Pontificia  déla  Inmaculada  Concepción,  y  más  tarde  Obis- 
po de  Zamora,  donde  murió  siendo  ya  octogenario. 


Pablo  González  Huebra. 

•  De  una  certificación  de  Belestá  resulta  que  por  Real  or- 
den de  28  de  Noviembre  de  1836  fué  nombrado  sustituto  de 
la  cátedra  de  Instituciones  canónicas  en  la  Escuela  provin- 
cial de  Jurisprudencia  de  la  Corte,  y  tomó  posesión  el  17 
de  Diciembre  del  mismo  año.  Por  Real  orden  de  27  de  Junio 
de  1838  se  concedió  categoría  de  catedráticos  interinos  á  to- 
dos los  profesores  de  la  Universidad  de  Madrid  que  se  ha- 
llasen ejerciendo  cargo  á  consecuencia  de  reales  nombra- 
mientos, y  esa  medida  de  carácter  general  favoreció  al  se- 
ñor González  Huebra.  Por  Real  decreto  de  28  de  Septiembre 
del  45  se  le  designó  para  la  cátedra  de  Derecho  civil  mer- 
cantil y  criminal  de  España  de  la  Facultad  de  Jurispruden- 
cia de  la  Universidad  de  Salamanca,  y  por  otro  Real  decre- 
to de  26  de  Marzo  siguiente  se  le  nombró  catedrático  de  di- 
cha asignatura.  Debió  hacer  oposiciones  á  la  cátedra  de 
Práctica  forense  de  la  Universidad  Central,  por  cuanto  con 
fecha  5  de  Septiembre  de  1851  se  remitieron  del  Ministerio 
los  documentos  presentados  para  practicar  esas  oposicio- 
nes. No  hay  datos  de  su  Rectorado.  Sólo  consta  que  fué 
nombrado  en  25  de  Julio  de  1854  y  que  cesó  por  Real  decre- 
to de  26  de  Agosto  de  1857.  Desempeñaba  la  cátedra  de  His- 
toria é  instituciones  del  Derecho  civil  de  España,  cuando 
por  Real  decreto  de  2  de  Septiembre  del  57  fue  trasladado 
á  igual  clase  de  la  Universidad  de  Barcelona,  de  la  que  tomó 
posesión  el  10  de  Octubre. 

Murió  el  8  de  Agosto  de  1<S72  en  el  pueblo  de  Sotoserra- 
no  (Salamanca),  siendo  todavía  catedrático  de  Barcelona. 


76 


Juan  José  Viñas. 

Fué  nombrado  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca 
por  Real  decreto  de  11  de  Septiembre  de  1865,  y  tomó  pose- 
sión el  18 de  Noviembre  del  mismo  riño.  Debió  de  residir  poco 
tiempo  en  Salamanca,  porque  en  26  de  Marzo  de  1866  se  le 
concedió  licencia  por  enfermo,  que  fué  prorrogándose  has- 
ta el  7  de  Agosto,  en  que,  por  Real  decreto,  le  trasladaron 
á  la  Rectoral  de  Santiago,  pasando  el  Sr.  Martín  Sanz,  que 
desempeñaba  dicho  cargo  en  la  Universidad  de  Galicia,  á 
la  de  Salamanca, 


Simón  Martín  Sanz. 

Fué  nombrado  por  Real  decreto  de  29  de  Octubre  de  1856 
Rector  de  la  Universidad  de  Zaragoza,  posesionándose  el  18 
de  Noviembre.  Trasladado  á  la  Rectoral  de  Salamanca  por 
decreto  de  26  de  Agosto  de  1857,  desempeñó  la  dirección  de 
la  Escuela  hasta  el  8  de  Marzo  del  58,  en  que  le  declararon 
cesante.  Por  Real  decreto  de  2  de  Mayo  del  mismo  año,  se  le 
designó  para  Rector  de  Oviedo,  en  cuyo  puesto  cesó  el  30  de 
Junio  de  1860,  por  pasar  á  ocupar  igual  cargo  en  Zaragoza. 
En  la  capital  de  Aragón  permaneció  el  Sr.  Martín  Sanz  al 
frente  de  la  enseñanza  durante  cinco  cursos,  y  por  Real  de- 
creto de  1  de  Junio  de  1865  vino  de  nuevo  á  regir  los  Estu- 
dios de  Salamanca,  poco  tiempo  por  cierto,  pues  el  11  de 
Noviembre  le  trasladaron  á  Santiago.  Se  le  nombró  por  ter- 
cera vez  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  el  7  de 
Agosto  de  1866  y  la  revolución  del  68  puso  término  á  su  vida 
académica,  por  haber  acordado  su  relevo  la  Junta  de  go- 
bierno de  la  provincia. 

No  quedan  rastros  de  la  gestión  de  D.  Simón  Martín.  De 
carácter  agrio  é  intemperante,  no  se  cuidó  más  que  de  ha- 
cer cumplir  con  su  deber  á  los  profesores,  quienes  eran  ins- 
peccionados por  un  bedel  de  su  confianza,  que  tenía  á  su 
cargo  dar  cuenta  al  Rector  de  las  faltas  de  los  mismos  á  sus 
respectivas  cátedras. 


Vicente  Lobo. 

D.  Vicente  Lobo  y  Ruipérez  nació  en  Valladolid  hacia 
el  año  1819.  Recibió  los  grados  de  Bachiller,  Licenciado  y 
Doctor  en  Jurisprudencia  el  2  de  Julio  de  1840,  el  7  de  Fe- 
brero y  el  26  de  Marzo  del  43,  respectivamente,  y  el  de  Ba- 
chiller en  Filosofía  el  1  de  Octubre  de  1845.  Fué  nombrado 
catedrático  interino  de  Economía  política  de  la  Escuela  de 
Vergara  en  15  de  Febrero  del  55,  y  propietario  de  la  Mer- 
cantil de  Cádiz  en  virtud  de  oposición  el  7  de  Marzo  de  1856. 
Pasó  á  la  Escuela  de  Náutica  y  de  Comercio  de  Rivadeo  por 
Real  orden  de  30  de  Septiembre  del  59,  y  algunos  años 
después,  en  1863,  figura  ya  como  catedrático  numerario  de 
la  Universidad  de  Oviedo,  de  donde  es  trasladado  á  la  de 
Salamanca  por  Real  orden  de  23  de  Diciembre  del  mismo 
año,  para  explicar  la  clase  de  Economía  política  y  Estadís- 
tica. Desempeñó  interinamente  el  decanato  de  Derecho 
en  1864,  pronunció  el  67  la  oración  inaugural,  y  el  9  de  Oc- 
tubre del  68  le  encarga  del  Rectorado  la  Junta  revoluciona- 
ria de  la  provincia  de  Salamanca.  Por  decreto  del  Gobier- 
no provisional  de  25  de  Octubre  de  186S  se  le  nombró  Rec- 
tor de  la  Universidad  salmantina  con  la  gratificación  de  600 
escudos  anuales.  Ejerció  el  cargo  hasta  el  14  de  Octubre 
de  1869,  en  que  cesó  en  él  por  renuncia  que  le  admitió  Su 
Alteza  el  Regente  del  Reino.  Durante  el  tiempo  de  su  corto 
mando  produjéronse  trastornos  en  la  marcha  del  Estudio, 
motivados  casi  todos  por  la  debilidad  de  su  carácter,  por 
sus  excesivas  complacencias  y  por  infracciones  de  la  ley  de 
Instrucción  pública.  Autorizó  matricularse  en  Facultad  á 
estudiantes  que  no  tenían  el  grado  de  Bachiller  y  nombró 
jurados  examinadores  para  el  doctorado  de  Derecho  á 
maestros  y  profesores  normales,  provocando  con  esas  y 
otras  desatentadas  disposiciones  protestas  entre  los  cate- 
dráticos y  algaradas  escolares.  Ese  estado  anárquico  pro- 
dujo descontento  en  los  hombres  de  la  revolución  que 
habían  influido  en  el  nombramiento  de  Lobo,  y  éste,  á  la  ter- 
minación de  un  borrascoso  Claustro,  presentó  la  dimisión. 
Pidió  y  obtuvo  luego  licencia  por  enfermo ,  y  solicitó  más 


-  78  - 

tarde  una  prórroga,  que  le  fué  concedida,  pero  la  Ordena- 
ción de  pagos  le  descontó  el  sueldo  á  partir  del  5  de  Diciem- 
bre. Entre  tanto,  D.  Modesto  Falcón,  sustituto  de  D.  Vi- 
cente Lobo  en  su  cátedra,  reclamó  la  mitad  de  los  haberes 
de  éste  desde  el  24  de  Noviembre  al  13  de  Diciembre  de  1869; 
el  decano  reconoció  la  justicia  de  la  petición  de  Falcón, 
mas  el  Rectorado,  á  instancias  de  Lobo,  acudió  á  la  Supe- 
rioridad, preguntando  si  la  paga  del  sustituto  en  los  días 
en  que  el  propietario  estaba  á  descuento,  se  había  de  abonar 
también  de  lo  que  percibiera. 

El  Ministerio  en  comunicación  de  10  de  Mayo  del  870  ma- 
nifestó que  aun  en  este  caso  los  sustitutos  eran  pagados  pol- 
los propietarios.  Para  entonces  el  incidente  habíase  termi- 
nado y  así  lo  hace  constar  el  decanato  de  Derecho  en  oficio 
de  10  de  Febrero  de  1870  dirigido  al  Rector,  porque  D.  Vi- 
cente Lobo  abonó  á  Falcón  los  honorarios  devengados. 

El  4  de  Marzo  de  1872  fué  jubilado,  nombrándose  para 
sustituirle  en  la  cátedra  que  desempeñó,  á  D.  Salvador  Cues- 
ta y  Martín. 


Mames  Esperabé  Lozano. 

Ante  la  imposibilidad  de  escribir  ni  una  sola  línea  acer- 
ca de  su  Rectorado,  por  tratarse  precisamente  de  mi  padre, 
me  limito  á  reproducir  trozos  de  la  biografía  escrita  por  un 
periodista  extremeño  y  la  revista  Homenaje,  que  unos  cuan- 
tos amigos  le  dedicaron  en  el  primer  aniversario  de  su 
muerte. 

Para  todos,  y  en  particular  para  la  ilustre  Escuela  y  la 
ciudad  de  Salamanca,  guarda  el  autor  de  esta  Historia  un 
imborrable  reconocimiento. 


-  79 


DATOS  BIOGRÁFICOS 

de  D.  Mames  Esperabé  Lozano,  Rector  que  fué  de  la  Universidad 

de  Salamanca,  por  Evaristo  Pinto  Sánchez,  antiguo  director  de 

"El  Cantón  Extremeño,,. 

D.  MAMES  ESPERABÉ  LOZANO 

literato  distinguido,  escritor  correcto  y  elegante.  sabio  lingüista  y  de  palabra 
fácil;  amante  del  estricto  cumplimiento  del  deber,  partidario  ardiente  dk  la 

JUSTICIA  Y  MODESTO  HASTA  EL  ÚLTIMO  GRADO  DE  LA  EXAGERACIÓN;  CARIÑOSO  Y  ATENTO 
PARA  CON  TODOS,  DE  PINO  ASPECTO,  REFLEXIYO  EN  SUS  ACTOS,  Y  CONSIDERADO  POR  CUAN- 
TOS HEMOS  TENIDO  LA  DICHA  DE  TRATARLE;  TAL  FUÉ  EL  ESCLARECIDO  RECTOR  DE  LA  MÁS 
GLORIOSA  DE  LAS  UNIVERSIDADES  DE  ESPAÑA,  EL  HOMBRE  TODO  BONDAD  QUE  HA  REGIDO 
DURANTE  TREINTA  Y  UN  AÑOS  CONSECUTIVOS  LA  INSTRUCCIÓN  PÚBLICA  EN  EL  DISTRITO 
UNIVERSITARIO  DE  SALAMANCA,  EL  INSIGNE  MAESTRO  QUE  HA  LOGRADO  INMORTALIZAR  SU 
NOMBRE  CONSAGRANDO  TODA  SU  VIDA    Á  LA   ENSEÑANZA 

Nació  D.  Mames  Esperabé  Lozano  en  Egea  de  los  Caballeros 
(Zaragoza)  el  17  de  Agosto  de  1830,  siendo  sus  padres  el  modesto 
labrador  D.  Ambrosio  Esperabé  y  la  virtuosa  Sr.a  D.a  Antonia 
Lozano.  Se  quedó  huérfano  de  padre  y  madre  antes  de  cumplir 
los  cinco  años,  pero  continuó  recibiendo  educación  esmerada,  por 
cierto,  bajo  la  tutela  de  sus  tíos  D.  Mariano  Esperabé  y  D.a  Anto- 
nia Tarragliel. 

Después  de  haberse  impuesto  en  los  primeros  conocimientos 
del  saber  en  su  pueblo  natal,  cursó  con  extraordinario  aprovecha- 
miento las  asignaturas  de  segunda  enseñanza  en  el  Instituto  de 
Zaragoza,  pasando  lueg-o  á  la  Universidad,  en  donde  recibió  por 
unanimidad  de  votos  el  grado  de  Bachiller  en  Filosofía  en  24  de 
Septiembre  de  1849.  De  1852  á  1854  fué  sustituto  de  latín  en  el  Ins- 
tituto de  Zaragoza,  profesor  de  un  Colegio  de  la  misma  ciudad,  y 
explicó  también  en  su  Universidad  un  curso  de  Historia  g-eneral 
y  otro  de  Lengua  italiana,  dedicando  los  ratos  que  le  dejaban  libre 
sus  ocupaciones  al  estudio  de  las  asignaturas  que  constituían  el 
periodo  de  la  Licenciatura,  grado  que  recibió  en  la  Universidad 
Central  con  la  calificación  más  superior  el  24  de  Mayo  de  1854. 
Desde  este  año  hasta  1857  sustituyó  en  el  Instituto  del  Noviciado 
de  Madrid  la  cátedra  de  Clásicos  latinos  y  castellanos;  fué  profe- 
sor en  el  Colegio  del  Rosario,  y  sustituto  de  las  asignaturas  del 
Doctorado  de  su  Facultad  en  la  Universidad  Central.  El  grado  de 
Doctor  en  Filosofía  y  Letras  lo  recibió  también  con  nota  de  sobre- 
saliente el  día  11  de  Junio  de  1856. 

En  1857  fué  nombrado  por  el  Ministro  de  Fomento,  con  el  ca- 
rácter de  interno,  catedrático  de  Geografía  é  Historia  del  lnstitu- 


-SO- 
to  de  Falencia,  en  donde  permaneció  por  espacio  de  dos  años, 
desempeñando  además  de  su  cátedra  la  dirección  del  Colegio  de 
internos  agregado  al  mismo  Instituto,  y  sustituyendo  en  varias 
ocasiones  las  enseñanzas  de  Griego  y  Lengua  francesa. 

El  carácter  franco  y  expansivo  de  D.  Mames,  su  genio  alegre, 
su  laboriosidad  sin  límites,  su  privilegiado  talento,  sus  sentimien- 
tos generosos  y  nobles,  y  su  amor  á  las  ideas  liberales  que  profe- 
saba desde  los  albores  de  su  juventud,  le  granjearon  muy  pronto 
no  sólo  el  aprecio  y  simpatías  de  sus  discípulos  y  compañeros  de 
profesorado,  sino  de  todas  las  personas  de  importancia  de  la  capi- 
tal, sin  distinción  de  partidos,  pues  todas  comprendieron  desde 
luego  las  altas  posiciones  que  podía  llegar  á  ocupar  por  su  vasta 
ilustración  y  por  su  gran  inteligencia  el  que  más  tarde  había  de 
representar  á  los  palentinos  en  la  alta  Cámara  y  en  ocasiones  muy 
solemnes.  Partidario  entusiasta  de  las  ideas  que  defendía  y  propa- 
gaba el  partido  progresista,  trabó  en  seguida  íntima  y  cariñosa 
amistad  con  los  hombres  mas  importantes  de  esta  escuela  política 
en  la  provincia,  y  sobre  todo  con  los  Sres.  Sagasta  (D.  Pedro), 
Sanjuán  y  Antón  Masa,  que  eran  los  que  más  figuraban  por  aquel 
entonces. 

Aficionado  á  la  literatura  y  al  periodismo,  figuró  como  redac- 
tor jefe  de  El  Porvenir  durante  algún  tiempo,  á  la  vez  que  escribía 
con  frecuencia  artículos  científicos  que  vieron  la  luz  pública  en  di- 
ferentes revistas  nacionales  y  extranjeras.  Hubiérase  establecido 
detinitivamente  en  Palencia  el  Sr.  Esperabé,  donde  contaba  con 
muchos  y  buenos  amigos,  á  no  ser  por  la  necesidad  de  dar  más 
brillo  á  su  carrera  y  adquirir  por  tanto  una  elevada  posición 
social.  Preséntase  con  tal  objeto  al  Tribunal  de  oposiciones  á  la 
cátedra  de  Latín  y  Griego  del  Instituto  de  Málaga,  y  después  de 
unos  brillantísimos  ejercicios  que  llamaron  la  atención  de  jueces 
y  opositores,  fué  propuesto  por  unanimidad  para  citada  cátedra, 
de  la  que  tomó  posesión  el  Lx>  de  Julio  de  1S59. 

D.  José  Amador  de  los  Ríos,  el  inolvidable  D.  Julián  Sanz  del 
Río,  y  otros  eminentes  catedráticos  de  la  Central  que  le  tenían  por 
discípulo  predilecto  y  le  profesaban  extraordinario  cariño,  corrie- 
ron presurosos  y  conmovidos  á  abrazar  al  nuevo  profesor  en  el 
momento  mismo  en  que  terminó  el  último  ejercicio.  Precedido, 
pues,  de  gran  fama  de  helenista  y  de  docto  humanista  marchó 
á  Málaga  el  Dr.  Esperabé  Lozano,  mereciendo  del  Rector  de 
( i  ranada,  cuando  fué  á  girar  una  visita  de  inspección  á  aquel  ins- 
tituto, los  mayores  elogios  y  hasta  señaladas  distinciones  por  su 
entusiasmo  por  la  ciencia  y  por  sus  desvelos  en  pro  de  la  enseñan- 
za. El  Claustro  de  aquel  centro  docente  procuró  explotar  cuanto 
pudo  las  excepcionales  aptitudes  del  ya  sabio  catedrático,  enco- 


-  Rt  - 

mendándole  comisiones  difíciles  que  desempeñó  con  gran  celo  y 
actividad.  Entre  otras  merece  citarse  el  erudito  y  concienzudo  aná- 
lisis crítico  de  una  oda  latina  que  dedicó  el  Instituto  de  Málaga  á 
la  entonces  Reina  D.a  Isabel  II,  estudio  crítico  que  fué  publicado 
en  1860  y  que  aumentó  la  reputación  y  autoridad  científica  en  que 
se  tenía  á  su  autor. 

El  12  de  Julio  de  1863  fué  nombrado  catedrático  de  Literatura 
clásica  griega  y  Latina  de  la  Universidad  de  Salamanca,  en  donde 
desempeñó  durante  los  primeros  años,  además  de  su  cátedra,  las 
de  Griego  y  Lengua  hebrea.  También  estuvo  encargado  desde  1868 
á  1874  de  la  clase  de  Historia  de  la  Filosofía  perteneciente  al  Doc- 
torado, establecido  en  la  gloriosa  Escuela  salmantina  por  la  Exce- 
lentísima Diputación  provincial.  Fué  secretario  de  la  Facultad  de 
Letras  y  colaborador  del  periódico  Adelante,  en  el  que  escribían 
los  hombres  más  ilustres  de  la  ciudad  del  Tormes  por  su  ciencia  y 
saber.  En  1854  leyó  un  buen  discurso  de  recepción  ante  el  Claustro 
de  profesores  de  la  antigua  Atenas  española,  teniendo  igualmente 
á  su  cargo  la  oración  inaugural  de  las  tareas  escolares  en  el  mis- 
mo establecimiento  científico  en  el  curso  de  1865  á  1866.  Demostró 
el  Sr.  Esperaba  en  tan  importante  trabajo  que  la  unidad  y  no  la 
contradicción  es  la  ley  fundamental  de  los  conocimiento*  huma- 
no*, y  recibió  con  tal  motivo  las  felicitaciones  más  entusiastas  de 
sus  colegas,  mereciendo  su  discurso  el  honor  de  ser  objeto  de  ex- 
tensos comentarios  por  parte  de  la  prensa  de  Madrid  y  provincias. 

En  1868  fué  elegido  concejal  y  designado  por  el  Ilustre  Ayunta- 
miento para  el  cargo  de  segundo  teniente  alcalde,  cargo  que  le 
obligó  á  desempeñar  alguna  vez  la  Alcaldía-Presidencia,  y  en  el 
que  demostró  un  exquisito  celo  por  los  intereses  del  pueblo,  lo  mis- 
mo que  durante  el  tiempo  que  fué  vocal  de  las  Juntas  provinciales 
de  Agricultura,  Beneíicencia  y  Sanidad. 

No  eran,  según  nuestras  noticias,  los  deseos  del  Sr.  Esperabé 
el  permanecer  en  Salamanca;  es  más,  creemos  que  si  se  decidió  á 
ir  á  esta  población,  fué  por  haberle  dado  palabra  de  que  sería  tras 
ladado  á  Zaragoza  en  la  primera  ocasión  que  se  presentara.  Pero 
como  el  hombre  propone  y  Dios  dispone,  el  insigne  aragonés  tuvo 
que  hacerse  salmantino  y  renunciar  á  sus  aspiraciones,  á  pesar  de 
haber  podido  pasar  á  los  pocos  años  al  Claustro  de  la  Escuela  en 
que  se  educó.  La  causa  de  ello  fué  sin  duda  alguna  el  haber  con- 
traído matrimonio  en  Salamanca  con  D.a  María  Arteaga,  hija  de 
una  de  las  familias  que  más  influencia  habían  ejercido  en  la  pro- 
vincia. 

A  fines  de  1868  se  trató  de  eligir  á  D.  Mames  Rector  de  la  céle- 
bre Universidad  que  inundó  al  mundo  con  una  pléyade  de  precla- 
ros varones,  mas  hallándose  ocupado  el  Rectorado  por  el  anciano 

6 


-  82  - 

demócrata  D.  Vicente  Lobo,  negóse  en  absoluto  el  Dr.  Esperabé 
Lozano  á  aceptar  tan  señalada  distinción,  manifestando  que  úni- 
camente accedería  á  los  ruegos  del  Gobierno  y  de  sus  amigos  cuan- 
do el  cargo  quedase  vacante  por  propia  renuncia  del  Sr.  Lobo.  No 
tardó  mucho  en  suceder  esto,  pues  agobiado  el  Rector  por  el  peso 
de  los  años,  y  más  que  nada  por  su  quebrantada  salud  y  por  la 
poca  armonía  que  reinaba  entre  los  profesores  de  los  centros  do- 
centes, presentó  la  dimisión  de  su  elevado  cargo  el  3  de  Octubre 
de  1869,  dimisión  que  dio  lugar  á  que  al  siguiente  día  se  firmase 
por  el  Regente  del  Reino,  general  Serrano,  un  decreto,  en  virtud 
del  cual  se  nombraba  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  á 
D.  Mames  Esperabé  Lozano.  Se  hacía  preciso  por  aquella  época 
que  entrasen  las  Universidades  en  un  nuevo  periodo  de  prueba,  y 
á  la  de  Salamanca,  más  que  á  ninguna  otra,  había  forzosamente 
que  levantarla,  introduciendo  en  ella  nueva  savia  y  por  consi- 
guiente una  nueva  vida.  Para  esta  empresa  hacía  falta  un  hombre 
de  gran  empuje  é  iniciativa,  de  carácter,  de  mucha  energía  y  de 
extraordinario  valer,  y  ese  hombre,  en  quien  todos  cifraban  sus 
esperanzas,  no  era  otro  que  el  hijo  de  Egea  de  los  Caballeros. 

Tomó  posesión  el  Sr.  Esperabé  del  Rectorado  el  día  16  de  Oc- 
tubre de  1869,  á  cuya  solemnidad  asistieron  comisiones  de  los  dife- 
rentes establecimientos  científicos  dependientes  de  la  autoridad 
rectoral,  además  del  Claustro  extraordinario  de  la  renombrada 
Escuela.  En  dicho  acto  pronunció  el  nuevo  Rector  un  elocuente 
discurso  encaminado  á  pedir  á  sus  subordinados  le  ayudasen  en  el 
desempeño  de  su  puesto  á  fin  de  introducir  radicalísimas  reformas 
en  la  Universidad,  é  inmediatamente  organizó  varios  servicios  en 
los  negociados  de  la  Secretaría  general,  mandando  abrir  nuevos 
libros  para  el  mejor  despacho  de  los  asuntos.  Embelleció  el  señor 
Esperabé  los  patios  y  el  claustro  del  grandioso  edificio,  procedien- 
do en  seguida  á  su  encristalamiento;  formó  un  cuadro  sipnótico  de 
las  donaciones  hechas  á  la  Biblioteca,  dispuso  una  visita  á  los  Ins- 
tutos  y  Escuelas  Normales  del  distrito  y  la  publicación  anual  de 
una  memoria  sobre  la  Universidad  de  Salamanca  y  los  estableci- 
mientos que  de  ella  dependen;  hizo  decorar  con  gusto  un  salón  de 
descanso  para  los  profesores,  los  decanatos  y  la  sala  rectoral;  for- 
mó bajo  su  presidencia  una  junta  para  la  prosperidad  y  mejor  ad- 
ministración de  las  becas  y  pensiones  de  los  antiguos  Colegios,  y 
dictó  una  infinidad  de  acertadas  disposiciones  que  dieron  los  resul- 
tados que  él  se  proponía,  y  que  eran  «-corregir  los  a  husos  que  se  ve- 
nían cometiendo  y  levantar  el  adormecido  espíritu  de  la  vieja  Es- 
cuela, uniendo  y  concertando  sus  tradiciones  gloriosas  con  las  mo- 
dernas exigencias  déla  enseñanza». 

Es  de  todo  punto  imposible  seguir  paso  á  paso  al  Dr.  Esperabé 


-  S5  - 

Lozano  en  su  glorioso  Rectorado,  pues  no  se  ha  dado  ni  un  momen- 
to de  reposo  en  los  treinta  y  un  años  que  lo  ha  ejercido  sin  la  más 
mínima  interrupción,  y  diariamente  se  veía  en  él  al  hombre  celoso 
de  su  prestigio  y  que  había  de  dejar  un  nombre  en  los  anales  de 
la  ciencia. 

Primeramente  y  por  no  serle  dable  mejorar  las  condiciones  de 
holgura  del  edificio  universitario  con  los  recursos  ordinarios  de  la 
Escuela,  dedico  sus  cuidados  á  realizar  las  restauraciones  artísti- 
cas y  mejoras  de  decorado  é  higiene,  que  hacía  necesarias  el  esta- 
do  de  deterioro  y  abandono  en  que  en  ambo-;  respectos  se  encon- 
traba, procurando  no  despojarle  con  ellas  del  venerable  carácter 
que  su  antigüedad  le  imprimía.  Buscando  estas  mejoras  mandó  el 
Sr.  Esperabé  poner  canceles  en  los  dos  ingresos  que,  abiertos  com- 
pletamente hasta  entonces,  y  hallándose  el  uno  enfrente  del  otro, 
hacían  sumamente  desagradable  y  hasta  peligrosísimo  en  invierno 
la  circulación  por  el  claustro:  ordenó  cerrar  los  arcos  de  éste,  así 
como  los  de  la  galería  superior  con  una  cristalería  armada  en  hierro 
y  agentada  en  el  piso  bajo  sobre  un  antepecho  de  piedra,  al  que  se 
adosaron  por  su  parte  interior  asientos  de  lo  mismo  para  mejor  co- 
modidad de  los  alumnos;  hizo  renovar  todo  el  pavimento  sustitu- 
yendo las  losas  ya  gastadas  y  desiguales  de  que  estaba  formado, 
por  baldosa  de  piedra  granítica  de  regulares  dimensiones;  y  reem- 
plazó la  pendiente  y  resbaladiza  rampa  que  por  la  puerta  princi- 
pal servía  de  ingreso,  poruña  anchurosa  escalinata  distribuida  en 
cuatro  espaciosas  mesetas.  Como  obras  no  ya  de  conveniencia  y 
ornato,  sino  de  necesidad  y  urgencia  para  la  seguridad  de  algunas 
de  las  partes  del  edificio  que  amenazaba  inmediatamente  ruina, 
construyó  una  armadura  sobre  la  parte  del  tejado  que  caía  sobre 
la  Biblioteca,  y  llevó  ;i  rabo  otras  varias  reparaciones  de  bastante 
coste  en  las  paredes  y  tejados. 

En  punto  á  restauraciones  de  carácter  más  artístico,  logró  ha- 
cer bien  pronto  la  del  techo  ensamblado  que  cubre  el  vestíbulo  ac- 
ce  orio;  la  de  la  galería  baja;  la  de  los  bajos  relieves  de  la  barandi- 
lla de  la  escalera  y  antepecho  de  la  galería  alta;  la  del  artesona- 
do  que  cubre  el  techo  de  la  misma,  y  otras  más.  Introdujo  después 
considerables  mejoras  en  el  salón  de  grados,  sala  de  Claustros, 
Capilla  y  Paraninfo,  sustituyendo  en  este  último  local  el  sencillo 
piso  de  carcomidas  tablas  por  un  magnífico  pavimento  de  listones 
de  pino  americano  simétricamente  colocados,  y  reemplazando 
además  la  raquítica  é  irregular  plataforma  en  que  se  colocaba  la 
Presidencia,  por  otra  muy  espaciosa,  separada  del  resto  del  salón 
por  un  antepecho  de  nogal,  en  uno  de  cuyos  extremos  se  colocó 
la  tribuna  de  nueva  construcción  y  donde  tienen  asiento  en  esca- 
ños revestidos  de  terciopelo  de  Utreeh,  los  doctores,  corporacio- 


-  84  - 

nes  y  demás  invitados  que  á  las  solemnidades  académicas  concu- 
rren. Hizo  también  estucar  los  muros  del  salón  y  renovar  las  col- 
gaduras de  los  huecos. 

Sin  embargo  de  haberse  realizado  tan  importantísimas  obras, 
el  Sr.  Esperabé  no  estaba  aún  satisfecho,  quería  establecer  cáte- 
dras y  algunos  locales  más,  y  para  ello  era  preciso  ensanchar 
considerablemente  el  edificio  de  la  Escuela.  Compuesto  solamente 
de  planta  baja  en  tres  de  sus  lados,  elevándose  sobre  el  cuarto  la 
Biblioteca,  concibió  el  pensamiento  de  levantar  la  crujía  del  Norte 
para  dar  ensanche  á  dicha  dependencia,  cuyo  caudal  de  libros  no 
era  suficiente  á  contener  el  salón  que  la  constituía.  Persuadido 
también  el  celoso  Rector  no  sólo  de  la  necesidad  de  esa  reforma, 
sino  de  emprenderla  más  completa,  levantando  todo  el  segundo 
cuerpo  del  local  de  la  Escuela  en  los  tres  frentes  que  sólo  consta- 
ban de  planta  baja,  empezó  á  gestionar  para  la  realización  de  esta 
idea,  logrando  del  Gobierno  la  aprobación  del  proyecto  y  la  cre- 
cida suma  que  para  tal  objeto  se  requería.  Consiguió  el  Dr.  Espe- 
rabé Lozano  que  tuviera  la  Universidad  completa  toda  su  planta 
alta,  y  cerrada  la  galería  que  por  esta  planta  la  circunda,  en  la 
forma  y  gusto  arquitectónico  de  la  del  único  lienzo  que  entonces 
existía,  quedando  las  nuevas  cátedras  que  se  establecieron  en  ex- 
celentes condiciones,  tanto  acústicas  como  de  capacidad  y  de  luz. 

Pero  todas  estas  notables  reformas  de  que  acabamos  de  hacer 
mención,  aunque  muy  sucintamente,  no  fueron  hechas  á  la  ligera, 
por  lo  que  han  venido  á  ser  todo  lo  grandiosas  y  sólidas  que  era 
de  necesidad  lo  fueran,  si  habían  de  resultar  eficaces  y  provecho- 
sas las  cantidades  en  ellas  invertidas,  empleándose  gran  número 
de  inteligentes  operarios  por  espacio  de  algunos  años  consecuti- 
vos, y  pudiendo  asegurarse,  en  vista  del  aspecto  que  ofrece  ya  la 
Universidad  después  de  su  magnífica  restauración,  que  no  la  co- 
nocería, seguramente,  el  que  habiéndola  visitado  antes  del  año  69 
volviera  ahora  á  recorrerla,  porque  nuestro  sabio  maestro  D.  Ma- 
mes Esperabé  ha  sido  un  inteligente  innovador  que  ha  cambiado 
por  completo  la  faz  de  la  celebérrima  Escuela  salmantina. 

Además  de  estas  reformas  materiales,  realizó  otras  no  menos 
importantes,  puesto  que  fundó  las  Bibliotecas  de  las  Facultades  de 
Derecho  y  Filosofía  y  Letras,  de  que  antes  se  carecía,  dotándolas 
de  considerable  número  de  obras  de  las  más  notables,  tanto  anti- 
guas y  modernas  como  de  autores  nacionales  y  extranjeros,  con 
lo  que  ha  prestado  un  excelente  servicio  á  la  juventud  estudiosa  y 
á  los  hombres  cultos  de  la  pequeña  Roma. 

Más  tarde  remitió  á  la  superioridad  una  soberbia  memoria  con 
su  correspondiente  proyecto,  rogando  se  le  concedieran  los  cré- 
ditos necesarios  á  fin  de  llevar  á  cabo  la  más  radical  reforma  del 


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antiguo  Hospital  del  Estudio,  la  compra  de  dos  ó  tres  casas  par- 
ticulares adosadas  al  ángulo  S.  E.  de  la  Universidad  para  elevar 
sobre  su  planta  un  pabellón  análogo  al  que  formaba  la  casa  Rec- 
toral, el  ensanche  de  la  casa  del  conserje,  y  la  apertura  de  una 
via  pública  por  un  rondín  aislador,  que  hiciera  de  la  veneranda 
Escuela  una  manzana  independiente;  mas  no  contaba  el  ilustre 
Rector  con  que  había  sido  ya  bastante  crecida  la  cantidad  gasta- 
da en  la  ampliación  y  restaurado  del  edificio,  y  era  poco  menos 
que  imposible  el  que  siguieran  haciéndose  nuevas  consignaciones 
para  tal  objeto  en  el  presupuesto  de  Fomento,  que  fué  lo  que  en 
efecto  sucedió. 

Muchísimos  han  sido  los  cargos  desempeñados  por  nuestro  bio- 
grafiado en  su  larga  carrera  de  profesor,  é  incalculables  las  comi- 
siones confiadas  á  su  pericia  y  á  su  notorio  saber.  Fué  en  diferen- 
tes ocasiones  Juez  y  Presidente  de  Tribunales  de  oposiciones  á 
cátedras,  y  en  1873  recibió  del  Gobierno  el  alto  honor  de  ser  nom- 
brado individuo  de  la  Comisión  permanente  que  se  formó  para 
auxiliar  al  entonces  Ministro  de  Fomento  en  el  planteamiento  y 
reorganización  de  la  segunda  enseñanza.  Imnumerables  han  sido 
también  las  consultas  que  el  Sr.  Esperabé  ha  evacuado,  traducido 
y  contestado  á  nombre  de  la  Universidad  de  Salamanca,  revelan- 
do en  las  contestaciones  sus  grandes  conocimientos  en  las  lenguas 
inglesa,  latina,  francesa  y  alemana,  y  dándose  á  conocer  como 
consumado  políglota  en  la  mayor  parte  de  sus  traducciones,  entre 
las  que  merecen  citarse  la  bellísimamente  hecha  de  una  Memoria 
de  la  Universidad  de  Melbourne,  una  bula  del  Pontífice  Paulo  III, 
y  ¡as  de  varías  urinarias  de  las  Universidades  de  Berlín,  Utrech, 
Cambridge,  New- York,  Amsterddn  y  otras.  Dirigió  la  estadística 
de  la  gloriosísima  Escuela  en  el  quinquenio  de  1869  á  1875,  resul- 
tando de  tan  difícil  como  pesada  tarea  una  perla  literaria,  que  fué 
premiada  en  la  Exposición  universal  de  Filadelfia  en  1S77;  y  ha 
escrito  y  confeccionado  otros  importantes  trabajos  sobre  instruc- 
ción pública,  mereciendo  el  que  se  le  felicitara  y  dieran  las  gracias 
en  laudatorias  Reales  órdenes  por  casi  todos  los  Gobiernos,  sin 
distinción  de  partidos. 

Al  ser  proclamado  en  Sagunto  D.  Alfonso  XII,  presentó  el  doc- 
tor Esperabé  Lozano  la  dimisión  al  nuevo  Gobierno  de  la  restau- 
ración Borbónica,  pero  el  Sr.  Cánovas  del  Castillo,  que  conocía 
las  relevantes  cualidades  del  Rector  de  Salamanca,  le  obligó  á  re- 
tirar la  renuncia  que  había  hecho  de  tan  importante  cargo,  fun- 
dándose en  que  no  era  el  Rectorado  un  cargo  político,  ni  él  lo  había 
desempeñado  con  semejante  carácter,  sino  con  vocación  verdade- 
ra por  la  enseñanza,  con  gran  provecho  de  ésta,  y  para  honra  de 
la  Escuela  salmantina,  lo  cual  demuestra  claramente  la  gran  esti- 


-  86  - 

tima  en  que  se  ha  tenido  siempre  á  D.  Mames,  tanto  por  su  ex- 
traordinario talento  como  por  sus  excelentes  condiciones  de  man- 
do. Otras  veces,  y  con  posterioridad  á  la  época  citada,  al  rechazar 
con  energía  las  imposiciones  de  algunos  Ministros,  sabemos  que 
manifestó  vehementes  deseos  de  ser  sustituido,  mas  los  jefes  del 
gabinete,  en  el  momento  en  que  anunciaba  su  dimisión,  cedían  en 
sus  pretensiones  y  le  hacían  ver  que  no  podía  el  Gobierno  compla- 
cerle por  estar  sumamente  satisfecho  de  sus  servicios.  De  ahí  el 
que  haya  venido  á  registrarse  en  el  Sr.  Esperabé  un  hecho  inau- 
dito en  la  historia  de  la  administración  y  de  la  política  española, 
cual  es  el  de  haber  continuado  en  el  desempeño  de  su  cargo  des- 
de 1869  que  se  le  confirió,  hasta  que  se  halló  comprendido  por  su 
edad  en  el  decreto  de  jubilaciones  de  1900,  no  obstante  haberse 
sucedido  una  infinidad  de  Ministerios;  y  el  que  no  deba  extrañar- 
nos que  muchas  leyes  beneficiosas  y  no  pocas  de  las  reformas  que 
se  han  llevado  á  cabo  en  la  enseñanza  hayan  sido  debidas  á  su  ini- 
ciativa y  al  concurso  que  prestó  á  los  Ministros,  que  casi  siempre 
le  consultaron. 

Era  D.  Mames  Esperabé  Lozano,  á  la  vez  que  eminente  lingüis- 
ta y  literato  ilustre,  hombre  de  palabra  fácil,  orador  correcto  y  de 
una  voz  clara  y  penetrante,  habiendo  representado  dignamente  á 
la  antigua  Atenas  de  España  en  los  banquetes,  certámenes  y  asam- 
bleas á  que  ha  asistido.  A  su  actividad  verdaderamente  prodigiosa, 
á  su  amor  por  la  ciencia  y  á  su  entusiasmo  por  las  glorias  de  la  pa- 
tria, se  debe  indudablemente  el  que  haya  conmemorado  la  Univer- 
sidad de  Salamanca  déla  manera  más  solemne  los  centenarios  de 
Calderón  de  la  Barca,  de  Santa  Teresa  de  Jesús,  de  Fray  Luis  de 
León  y  de  Cristóbal  Colón,  correspondiendo  en  estos  actos  lo  mis- 
mo que  en  otras  muchas  fiestas  académicas  los  primeros  y  más 
principales  honores  al  inolvidable  Rector,  que  con  sus  bellísimas 
improvisaciones  y  sus  notables  discursos  venía  á  probar  constan- 
temente ser  dignísimo  de  ocupar  tan  elevado  cargo,  y  digno  suce- 
sor también  de  aquella  pléyade  de  sabios  que  desde  la  Escuela 
salmantina  irradiaron  los  resplandores  de  su  espíritu  por  el  orbe 
entero. 

Al  festejarse  en  Madrid  como  capital  de  la  Nación  el  centena- 
rio de  Colón  en  1892,  distinguióse  de  una  manera  especial  á  la 
Universidad  de  Salamanca,  designándola  un  puesto  de  honor  en 
la  procesión  cívica  y  en  todas  las  demás  fiestas  que  se  celebraron 
en  la  Corte;  y  como  uno  de  los  números  del  programa  era  la  vi- 
sita á  Salamanca,  allá  fueron  el  22  de  Octubre  del  ya  citado  año 
de  1892  los  representantes  de  los  primeros  establecimientos  cientí- 
ficos de  París,  Poitiers,  Burdeaux,  Bélgica,  Pisa,  Portugal,  Boli- 
via,  Venezuela,  Nicaragua,  .San  Salvador,  Méjico,  República  Ar- 


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gentina,  Uruguay,  Chile,  Paraguay,  Costa-Rica,  Honduras,  Co- 
lombia, Ecuador,  Perú,  Brasil  y  Guatemala,  acompañados  del 
alcalde  de  Madrid  D.  Alberto  Boschs  y  el  concejal  Sr.  Morcillo, 
del  Rector  de  la  Central  Sr.  Colmeiro,  los  catedráticos  de  la  mis- 
ma Sres.  Bonilla  Mirat,  Sánchez  Moguel,  Valle  Cárdenas,  Palou, 
Sánchez  Herrero,  Moreno  Pozo  y  Garagarza,  el  Rector  de  la 
Universidad  de  Santiago,  el  coronel  Buján  en  nombre  de  las  Aca- 
demias militares,  y  periodistas  nacionales  y  extranjeros.  El  reci- 
bimiento que  Salamanca  dispensó  á  los  ilustres  visitantes  fué 
grandioso  y  como  no  se  ha  conocido  otro  igual,  y  D.  Mames  Es- 
peraba dispuso  con  suma  habilidad  varios  festejos  en  obsequio  á 
ellos.  En  la  Universidad  se  verificó  un  acto  literario  con  asistencia 
del  Claustro  extraordinario,  el  cuerpo  escolar  é  infinidad  de  pú- 
blico, acto  que  fué  presidido  por  el  Sr.  Esperabé  Lozano,  teniendo 
á  derecha  é  izquierda  al  Rector  de  la  Central  y  al  Alcalde  de  Ma- 
drid. El  discurso  que  desde  la  presidencia  pronunció  D.  Mames 
fué  brillante,  admirable  y  elocuentísimo.  De  un  periódico  que  te- 
nemos á  la  vista,  copiamos  las  siguientes  notas: 

El  discurso  de  D.  Mames  Esperabé.— «Señores:  Nunca  como 
ahora  he  sentido  gravitar  sobre  mí  la  inmensa  pesadumbre  de  mi 
situación  al  tener  que  llevar  la  voz  de  este  Claustro,  que,  aunque 
quiera  revestirse  de  su  acostumbrada  modestia,  no  puede  prescin- 
dir de  que  es  Claustro  de  la  Universidad  de  Salamanca,  heredero 
de  las  gloriosas  tradiciones  de  sus  mayores.  Nunca,  repito,  como 
en  estos  solemnes  momentos,  quisiera  yo  poseer  el  talento  profun- 
dísimo, la  viril  elocuencia  y  el  entendimiento  incomparable  de 
aquellos  Maestros  del  saber,  que  tanto  abundaban  en  los  tiempos 
antiguos,  y  cuyos  nombres  están  grabados  en  las  brillantes  pági- 
nas de  la  historia  de  esta  Universidad.  Pero levins.fit  palien  lia 

cprrigere  est  nefas,  como  dijo  muy  oportunamente  el  padre  de  los 
poetas  latinos.  Forzoso  me  será  hablar  y  á  vosotros  sufrir  con  re- 
signación y  escuchar  con  benevolencia. 

»No  es  esta  ocasión  oportuna  para  vindicar  á  nuestra  Univer- 
sidad de  las  calumnias  inventadas  por  ciertos  extranjeros  y  en  mal 
hora  repetidas  por  algunos  españoles  para  echar  un  borrón  sobre 
la  joya  más'preciada  de  los  Reyes  y  de  los  Pontífices.  Sería  ofen- 
der vuestra  ilustración  si  quisiera  desvanecer  las  consejas  forja- 
das por  cerebros  calenturientos  con  el  fin  de  empequeñecer  y  em- 
pañar la  gloria  de  la  perla  científica  déla  Nación  española.  Vues- 
tra presencia  en  este  sitio  es  la  prueba  más  convincente  de  que 
no  dais  crédito  á  esas  patrañas  tramadas  por  escritores  ligeros 
que,  prescindiendo  completamente  déla  crítica  histórica,  se  han 
dejado  llevar  de  su  fogosa  fantasía  para  extraviarla  opinión  en  el 
acontecimiento  más  importante  que  registran  los  anales  modernos. 


-88- 

»Para  vosotros  está  resuelta  la  cuestión.  Entre  los  festejos  que 
tenéis  acordados  para  celebrar  el  centenario  del  inmortal  Colón, 
está  la  visita  á  esta  alma  máter  scientiarum,  á  la  que  consideráis 
como  emporio  del  saber  de  aquellos  tiempos,  uno  de  los  cuatro  Es- 
tudios generales  del  orbe  y  el  primero  de  nuestra  Nación.  Es  cier- 
to que  faltan  de  nuestro  riquísimo  Archivo  los  libros  y  documentos 
pertenecientes  n  este  periodo  histórico;  pero  también  lo  es  que  en 
Salamanca  y  sólo  en  Salamanca  profesaban  en  aquella  época  los 
Maestros  más  distinguidos  en  las  ciencias  físicas  y  matemáticas, 
y  que  si  en  alguna  parte  podín  ser  comprendido  el  grandioso  pen- 
samiento del  marifio,  era  aquí,  donde  el  sol  de  la  ciencia  irradiaba 
su  luz  por  todo  el  mundo. 

»Aquí  estaba  en  aquel  entonces  el  célebre  humanista  Antonio 
de  Nebrija,  que  abrió  nuevos  horizontes  para  la  enseñanza  de  la 
lengua  latina,  el  autor  de  la  primera  gramática  castellana,  única 
vulgar  en  todas  las  naciones  de  Europa,  y  restaurador  del  estudio 
del  derecho  en  España  con  sus  Inris  civilis  Lexicón. 

»Pues  bien:  este  célebre  humanista  y  distinguido  jurisconsulto 
fué  también  matemático  y  escribió  y  publicó  una  cosmografía. 

»Aquí  estaba  Abraham  Zacut,  el  primero  de  los  astrónomos  y 
matemáticos  de  su  tiempo;  el  sabio  Salaya,  traductor  de  la  obra 
inmortal  del  maestro  Rabino;  Francisco  Núñes  de  la  Yerra,  co- 
mentador de  Pomponio  Mela;  Pedro  Ciruelo,  gran  políglota  y  exce- 
lente cosmógrafo,  que  pocos  años  después  dejó  oir  su  elocuente 
voz  como  profesor  en  las  aulas  de  la  Sorbona.  Aquí  estaban  tam- 
bién los  astrólogos  Diego  de  Torres,  Juan  de  Aguilera  y  Enrique 
de  Aragón;  y  hasta  el  bello  sexo  tenía  su  representación  en  doña 
Al  vara  de  Alba,  que  escribió  sobre  matemáticas;  y  otros  mil  que 
sería  prolijo  enumerar  y  que  prueban  hasta  la  evidencia  que  en  la 
Atenas  española  se  cultivaban  las  ciencias  físicas  y  matemáticas 
como  en  ningún  otro  centro  del  saber. 

»¡Qué  extraño  es,  pues,  señores,  que  aquí  viniera  Colón,  expu- 
siera su  pensamiento,  se  le  oyera,  se  le  comprendiera  y  se  le  re- 
comendara á  los  Reyes  Católicos,  que  tanto  honraron  á  esta  Es- 
cuela, y  que  estos  ilustres  Príncipes,  poco  tiempo  después,  libres 
ya  y  desembarazados  de  los  enemigos  de  la  fe,  le  acogieran  con 
entusiasmo  y  le  dieran  y  proporcionaran  los  medios  necesarios 
para  su  realización! 

»Yo  os  felicito,  señores,  con  toda  la  efusión  de  mi  alma  por  el 
feliz  acuerdo  de  vuestra  expedición;  yo  os  dirijo  un  saludo  cariño- 
so y  fraternal  en  nombre  del  Claustro  y  en  nombre  del  cuerpo  es- 
colar salmantino,  que  se  halla  dominado  de  júbilo  y  entusiasmo 
con  vuestra  presencia,  en  la  que  están  representadas  las  Universi- 
dades extranjeras,  americanas  y  españolas;  las  academias  civiles, 


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militares  y  eclesiásticas  y  el  noble  y  generoso  pueblo  de  Madrid; 
y  yo  os  doy  la  bien  venida  á  esta  tierra  clásica  de  la  hospitalidad, 
adonde  en  tiempos  de  feliz  recordación  vinieron  vuestros  antepa- 
sados á  beber  las  puras  y  cristalinas  aguas  de  esta  inagotable 
fuente  del  saber. 

»E1  recuerdo  esplendoroso  de  su  gloria  excitó  en  vosotros  el 
deseo  de  visitarla,  y  aunque  los  colosos  vistos  de  cerca  pierden  par- 
te de  su  grandiosidad,  y  las  figuras  más  eminentes  se  achican  á  me- 
dida que  nos  aproximamos  á  ellas,  no  os  arrepentiréis,  porque 
aquí,  en  esta  Casa,  en  este  templo  de  Minerva,  se  aspiran  los  per- 
fumes de  la  ciencia,  y  los  muros,  los  techos,  los  asientos  y  hasta 
las  piedras  mismas  exhalan  todavía  los  fragantes  y  embriagadores 
aromas  de  la  Sabiduría. 

»Voy  á  concluir,  porque  no  quiero  molestaros  más,  ni  menos 
interrumpir  el  objeto  de  vuestra  expedición. 

»Yais  á  ver  esas  aulas  antiguas  que  con  su  escasa  luz  convidan 
al  espíritu  á  reconcentrarse  dentro  de  sí  mismo  y  á  meditar  sobre 
las  profundas  verdades  de  la  ciencia;  ese  Claustro  en  cuyos  lienzos 
están  grabados  en  bellísimas  inscripciones  latinas  los  favores  y 
mercedes  de  sus  admiradores;  la  Biblioteca  con  su  artesonado,  su 
portada,  su  verja,  sus  innumerables  volúmenes,  sus  incunables  y 
sus  manuscritos;  el  Archivo  copiosísimo  en  documentación  y  de- 
pósito sagrado  de  las  bulas  y  privilegios  que  á  manos  llenas  repar- 
tieron á  esta  Casa  los  Pontífices  y  los  Reyes;  la  fachada,  esa  bellí- 
sima fachada,  afiligranada,  encanto  de  los  artistas  y  modelo  el  más 
acabado  en  su  género  por  su  conjunto  y  por  sus  riquísimos  deta- 
lles; y  por  último,  esa  preciosa  capilla  donde  maestros  y  discípulos 
elevan  preces  al  Altísimo,  símbolo  perfecto  entre  la  razón  y  la  fe 
y  del  admirable  consorcio  en  que  aquí  siempre  han  vivido  la  Cien- 
cia y  la  Religión.» 

Uno  de  los  acontecimientos  más  gratos  y  fecundos  para  la  Uni- 
versidad de  Salamanca  y  que  en  el  Rectorado  de  D.  Mames  se  re- 
gistra, fué  el  de  la  visita  con  que  se  dignó  honrarla  el  Rey  D.  Al- 
fonso XII  en  Septiembre  de  1877,  asistiendo  el  día  9  á  la  sesión 
literaria  que  en  su  obsequio  se  tenía  dispuesta,  y  en  la  que  desem- 
peñó un  brillante  papel  el  sapientísimo  Rector.  Saludado  el  Monar- 
ca al  penetrar  en  los  Claustros  de  la  memorable  Escuela  ron  vivas 
y  aplausos  por  los  escolares  y  circunstantes,  se  dirigió,  á  los  acor- 
des de  la  Marcha  Real,  hacia  el  suntuoso  Paraninfo,  en  donde  se 
instaló  delante  del  sillón  presidencial,  teniendo  á  la  derecha  á  Cá- 
novas del  Castillo,  como  Presidente  del  Consejo,  y  al  Ministro  de 
Ultramar,  Martín  de  Herrera,  y  á  su  izquierda  al  Ministro  de  Fo- 
mento, Conde  de  Toreno  y  al  Cardenal  Renavides. 

Inmediatamente,  y  previa  la  venia  del  Rey,  subió  á  la  tribuna 


-  90  - 

el  Sr.  Esperabé  Lozano,  y  dirigiéndose  al  Jefe  del  Estado  pronun- 
ció el  siguiente  discurso. 

«Señor:  La  Universidad  de  Salamanca,  que  erigiera  en  remotos 
tiempos  uno  de  vuestros  egregios  antecesores,  á  la  que  los  Monar- 
cas castellanos  dispensaron  con  mano  pródiga  protección  y  favor, 
disfruta  hoy  de  la  gran  ventura  de  albergaros  en  su  recinto,  reci- 
biendo con  ello  la  distinción  más  señalada  que  le  fuere  dado  ape- 
tecer. 

»Sed,  Señor,  bien  venido  á  la  ciudad  de  los  antiguos  Vetones, 
á  la  rescatada  de  Ordoño  I,  á  la  cuna  del  antecesor  de  V.  M.  en  el 
ilustre  nombre  que  lleváis;  á  la  favorecida  de  los  Reyes  Católicos, 
vuestros  abuelos;  á  la  patria  intelectual  de  cien  ilustres  varones  y 
de  muchas  esclarecidas  mujeres  que,  por  su  saber  ó  por  su  genio, 
ocupan  un  puesto  de  honor  en  las  páginas  de  nuestra  historia. 

»La  Universidad  que  honráis  hoy  con  vuestra  presencia,  consti- 
tuye su  joya  más  preciada.  Emporio  un  día  de  todo  el  humano  saber, 
fué  el  florón  más  brillante  de  la  Corona  de  Castilla,  el  baluarte  más 
firme  de  la  cristiana  fe,  la  predilecta  de  los  Pontífices  Romanos,  la 
consejera  de  los  Monarcas  españoles,  la  protectora  del  inmortal 
Colón  y  la  defensora  de  vuestra  augusta  dinastía.  Recibid  hoy  tam- 
bién, Señor,  el  testimonio  de  su  adhesión  y  respeto,  y  admitid  be- 
névolo los  fervientes  votos  que  eleva  por  la  prosperidad  de  un  rei- 
nado que  da  principio  bajo  los  faustos  auspicios  de  la  terminación 
de  una  guerra  fratricida. 

»Que  el  iris  de  la  paz  luzca  también  en  breve  en  los  remotos  cli- 
mas donde  implantó  Colón  la  enseña  de  Castilla,  y  que  los  días  to- 
dos de  V.  M.  se  consagren  por  entero  á  fomentar  la  prosperidad 
de  la  Patria,  siendo  también  parte  en  ello  la  Escuela  salmantina. 

»La  injuria  de  los  tiempos,  y  algo  la  indiferencia  y  los  errores 
de  los  hombres,  la  han  traído  á  no  vivir  sino  la  vida  de  los  recuer- 
dos, á  no  ser  sino  la  sombra  de  sí  misma;  pero  de  hoy  más,  Señor, 
se  abre  de  nuevo  para  ella  el  cielo  de  la  esperanza;  la  visita  de 
V.  M.  será  la  señal  para  el  renacimiento  que  ha  de  surgir  bajo 
\  uestra  Real  protección,  y  al  que  procurarán  contribuir  con  sus 
débiles  y  escasas  fuerzas  cuantos,  aunque  indignamente,  y  yo  más 
indignamente  que  todos,  componen  el  Claustro  salmantino. 

«Grande  es,  Señor,  el  empeño  que  sobre  sus  individuos  pesa,  é 
imposible  para  ellos  el  aproximarse  siquiera  á  los  esclarecidos  va- 
rones, cuyos  nombres,  como  brillantes  estrellasen  los  horizontes 
del  pensamiento,  esmaltan  estas  severas  bóvedas,  se  ostentan  por 
doquier  en  los  monumentos  de  Salamanca,  y  están  escritos  todos 
en  los  anales  patrios  y  en  la  historia  universal  de  la  Ciencia. 

«Mas  alentados  los  profesores  de  esta  Escuela  con  el  favor  de 
V.  M.,  y  axiliados  por  la  ilustración  y  patriotismo  de  vuestro  Go- 


-  91  - 

bierno,  prepararán  el  camino  para  que  la  juventud  que  hoy  se  edu- 
ca en  las  aulas,  y  ha  de  ocupar  mañana  sus  cátedras,  sea  la  restau- 
radora de  sus  glorias,  reconquiste  para  el  pensamiento  español  el 
lugar  que  ocupara  un  día  en  el  concierto  científico  y  en  los  certá- 
menes del  arte,  y  proporcione  á  la  Patria,  para  labrar  su  pros- 
peridad y  ventura,  pensadores  reflexivos,  estadistas  diligentes, 
magistrados  rectos  é  íntegros  y  hombres  de  Estado  provisores  y 
prudentes. 

»Todo,  Señor,  lo  espera  la  Universidad  de  este  fausto  suceso. 
Vuestra  Real  visita  reproduce  y  reanuda  el  alto  honor  que  la  han 
dispensado  ya  otros  varios  Monarcas,  deparándoles  ocasión  para 
aumentar  su  interés  por  ella. 

»Sea  hoy  también,  Señor,  vuestra  venida  motivo  y  coyuntura 
para  que  la  Universidad  de  Salamanca  inaugure  una  nueva  era, 
y  por  el  respetuoso  saludo  que  por  mi  conducto  os  dirige,  recibid 
igualmente  las  más  rendidas  gracias  por  el  honor  que  acabáis  de 
confirmarla,  permitiendo  á  los  Doctores  de  su  Claustro  cubrirse 
ante  vuestra  augusta  persona  con  las  insignias  de  la  Ciencia.» 

Después,  y  con  autorización  del  Rey,  leyó  D.  Mames  una  her- 
mosa memoria  acerca  de  Los  antecedentes,  situación  y  porvenir 
de  la  Universidad  de  Salamanca ,  memoria  escrita  expresamente 
para  tal  acto  por  el  insigne  Rector,  y  de  la  que  se  ocuparon  todos 
los  periódicos,  tanto  de  la  Corte  como  de  provincias,  que  la  publi- 
caron íntera,  con  entusiastas  elogios  al  autor  de  ella. 

Hemos  dicho  en  anteriores  páginas  que  fué  el  Sr.  Esperabé  du- 
rante algún  tiempo  catedrático  del  Instituto  de  Palencia,  y  como 
al  salir  de  allí  para  ocupar  un  cargo  de  más  importancia,  dejó  re- 
cuerdos gratísimos,  amigos  por  toda  la  población  y  no  pocos  dis- 
cípulos cariñosos  que  le  querían  entrañablemente,  y  que  sabían 
además  lo  que  valía,  no  debe  extrañarnos  que  no  vacilaran  ni  un 
momento  siquiera  en  designarle  candidato  en  las  elecciones  sena- 
toriales de  1872,  siendo  tan  bien  recibido  por  todos  el  nombre  de 
D.  Mames,  que  obtuvo  un  completo  triunfo. 

La  noticia  de  haber  sido  proclamado  senador  le  fué  comunica- 
da inmediatamente  por  el  Gobernador  civil  de  aquella  provincia, 
sorprendiéndole  sobremanera  al  sabio  Rector,  puesto  que  nadie  le 
había  pedido  el  consentimiento  para  la  presentación  de  su  candi- 
datura, ni  hecho  tampoco  sobre  el  asunto  la  más  ligera  indicación; 
debiendo  notar  que  no  dejó  de  contrariar  al  Sr.  Esperabé,  porque 
aunque  desde  muy  joven  se  dio  á  conocer  por  sus  ideas  liberales, 
rehusaba  siempre  tomar  parte  activa  en  la  política,  pero  el  temor 
de  que  su  renuncia  pudiera  tomarse  por  un  desaire,  le  decidió  por 
fin  á  ir  á  la  Corte  y  jurar  tan  elevado  cargo.  Durante  el  corto 
tiempo  que  fué  representante  de  la  Nación,  prestó  señalados  servi- 


-  92  - 

cios  á  la  provincia  palentina,  atendiendo  cuantas  excitaciones  y 
ruegos  se  le  hacían  para  que  interpusiera  su  valiosa  influencia 
cerca  del  Gobierno  en  pro  de  todo  aquello  que  á  la  misma  convi- 
niera, y  consiguiendo  con  sus  incesantes  gestiones  que  fueran 
aprobadas  algunas  carreteras  que  eran  de  necesidad  suma  en  cier- 
tos distritos. 

Como  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  é  hijo  de  la  de 
Zaragoza,  tenía  que  hacer  algo  el  Sr.  Esperabé  Lozano,  y  juzgan- 
do que  lo  más  importante  era  tratar  de  conseguir  que  se  comple- 
taran oficialmente  las  enseñanzas  de  la  Facultad  de  Filosofía  y 
Letras  en  ambas  Escuelas  hasta  establecer  el  periodo  de  la  Licen- 
ciatura, empezó  á  trabajar  en  tal  sentido  con  todas  sus  fuerzas,  y 
á  pesar  de  las  dificultades  y  obstáculos  con  que  tropezó,  tuvo  la 
inmensa  satisfacción  de  que  se  vieran  realizados  sus  deseos,  sien- 
do él  mismo  precisamente  el  que  dio  el  decreto  ya  redactado  al 
Gobierno. 

También  alcanzó,  entre  otras  cosas,  que  tuvieran  validez  aca- 
démica los  estudios  y  grados  hechos  en  la  Escuela  libre  de  Medi- 
cina establecida  poco  ha  en  Salamanca  por  la  Diputación  provin- 
cial, ganándose  con  tal  motivo  las  simpatías  de  los  habitantes  de 
las  dos  ciudades  y  recibiendo  las  mayores  muestras  de  agradeci- 
miento por  parte  del  Claustro  de  la  inmortal  Zaragoza  y  del  de 
la  ciudad  del  Tormes. 

El  cuerpo  escolar  salmantino,  representado  por  los  estudiantes 
de  todos  los  centros  docentes  de  aquella  capital,  realizó  una  impo- 
nente manifestación  de  aprecio  hacia  el  celoso  senador  y  digno 
Rector,  nombrando  además  una  comisión  de  su  seno  para  que 
fuera  á  rogar  al  Vice-Rector  que  telegrafiara  á  Madrid  al  Sr.  Es- 
perabé, manifestándole  la  gran  satisfacción  y  alegría  que  reinaba 
entre  profesores,  alumnos  y  pueblo  por  los  decretos  que  acababa 
de  conseguir. 

Siendo  senador,  ocurrió  un  memorable  acontecimiento,  el  único 
de  esa  índole  que  en  nuestra  historia  política  se  registra,  y  que 
fué  la  abdicación  de  D.  Amadeo,  elevado  hacía  poco  más  de  dos 
años  al  Trono  español. 

Reunidos  entonces  el  Congreso  y  el  Senado  en  un  solo  cuerpo 
(Asamblea  Nacional)  para  deliberar  acerca  de  la  gravísima  cues 
tión  política  que  se  originaba  con  la  citada  renuncia  del  Rey, 
formó  parte  D.  Mames  de  dicha  Asamblea,  y  fué  uno  de  los  repre- 
sentantes del  país  que  votaron  la  República  como  forma  de  Go- 
bierno. Siguió  perteneciendo  á  aquellas  Cortes  hasta  que  fueron 
disueltas  para  ser  sustituidas  por  otras  constituyentes,  de  las  que 
no  quiso  formar  parte,  porque  no  andaba  buscando  más  que  un 
pretexto  para  marcharse  á  su  casa  y  á  su  Universidad. 


-  93- 

Durante  el  tiempo  que  fué  senador,  influyó  considerablemente 
el  Dr.  Esperabé  Lozano  en  asuntos  y  cuestiones  muy  transcenden- 
tales, pues  se  le  atendía  y  respetaba  en  las  altas  esferas,  hasta  el 
punto  de  habérsele  ofrecido  con  insistencia  la  Dirección  general 
de  Instrucción  pública  por  el  primer  Ministerio  de  la  República,  y 
como  antesala  para  pasar  después  al  desempeño  de  una  cartera, 
pero  el  Rector  de  Salamanca,  que  había  ido  á  Madrid  sólo  por  no 
desairar  á  los  palentinos  y  con  el  propósito  firme  de  volverse  muy 
pronto  á  la  tranquila  vida  de  la  enseñanza  y  del  hogar  doméstico, 
se  negó  en  absoluto  á  aceptar  tan  importante  cargo,  para  no  con- 
traer compromisos  políticos  y  tener  que  volver  á  las  Cortes  en 
otras  legislaturas. 

Lástima  grande  fué,  porque  D.  Mames  en  aquel  puesto  hubiera 
hecho  mucho  bueno  en  pro  de  la  Ciencia,  habría  llegado  en  segui- 
da á  los  lugares  más  codiciados  en  el  mando  de  la  política,  y  la 
ciudad  del  Tormes  estaría  hoy,  sin  duda  alguna,  en  un  estado  de 
mayor  florecimiento  y  esplendor. 

Con  el  fin  de  verse  libre  de  las  acometidas  de  unos  y  otros  para 
que  de  nuevo  fuese  al  Congreso  ó  al  Senado,  adoptó  la  determina- 
ción de  separarse  por  completo  de  la  política  tan  pronto  como 
cesó  en  el  puesto  que  ocupó  en  la  alta  Cámara  en  la  legislatura 
de  1872  á  1873,  y  por  más  que  posteriormente  y  en  distintas  ocasio- 
nes  se  intentó  volverle  á  llevar  á  las  Asambleas  de  la  Nación,  no 
lograron  jamás  vencer  la  resistencia  que  opuso,  á  pesar  de  los 
ruegos  de  los  electores  más  importantes  y  conocedores  del  extra<  >r- 
dinario  valer  de  nuestro  biografiado.  Moret,  Montero  Ríos  y  el 
mismo  Sagasta,  le  brindaron  varias  veces  con  el  acta  que  algunos 
tanto  ambicionaban,  y  han  querido  que  se  encargase  de  organizar 
en  Salamanca  bajo  su  dirección  ó  presidencia  un  poderoso  centro 
político;  pero  cuantas  excitaciones  y  ruegos  se  le  han  hecho,  re- 
sultaron completamente  inútiles,  porque  siempre  contestaba  di- 
ciendo que  alejado  por  cutero  de  la  política  desde  la  renuncia  de 
D.  Amadeo,  y  resuelto  á  no  hablar  siquiera  de  ella,  tenía  el  senti- 
miento de  no  poder  complacerles. 

Durante  su  largo  Rectorado,  se  ha  visto  el  Sr.  Esperabé  Loza- 
no muchas  veces  en  circunstancias  difíciles,  habiendo  logrado 
siempre  salir  de  ellas  lo  más  airosamente  posible,  gracias  á  su 
exquisito  tacto,  á  su  prudencia  y  á  esa  energía  incomparable  y 
en  él  característica.  Los  motines  escolares,  esos  tumultos  estu- 
diantiles que  con  tanta  frecuencia  suelen  promoverse  en  los  Claus- 
tros universitarios  y  que  han  dado  lugar  en  ocasiones  á  la  caída 
de  Rectores  y  hasta  de  Ministerios,  esos  conflictos  que  suelen  ori- 
ginar por  cualquier  pretexto  los  jóvenes  que  concurren  á  las  aulas 
de  los  establecimientos  docentes,  los  ha  sofocado  el  ilustre  Rector 


-  94  - 

(3  antes  de  estallar,  ó  en  el  acto  mismo  que  eran  promovidos;  y  los 
ha  sofocado  por  sí,  con  sola  su  presencia,  sin  nunca  solicitar  el 
auxilio  de  la  fuerza  pública. 

Un  día,  allá  por  el  año  1870,  aparecieron  pasquines  por  las  ca- 
lles y  por  todos  aquellos  edificios  de  Salamanca  donde  se  rinde 
culto  á  la  Ciencia,  excitando  á  los  estudiantes  para  que  se  amoti- 
naran y  concurrieran  á  reunirse  en  el  Colegio  de  Medicina.  Avi- 
sado D.  Mames,  acudió  en  seguida  á  la  Escuela  médica,  invadida, 
lo  mismo  que  sus  alrededores,  por  estudiantes  de  las  distintas  Fa- 
cultades y  por  no  poca  gente  extraña  al  cuerpo  escolar,  que  for- 
maba una  manifestación  verdaderamente  imponente. 

Cuando  llegó  el  Rector,  se  encontró  con  que  había  sido  desobe- 
decido el  eminente  médico  Sr.  Llevot,  Decano  de  Medicina,  y  sil- 
bado el  Gobernador  civil,  y  aun  se  encontró  todavía  con  algo  más, 
con  el  bedel  Espino  que  le  salió  al  encuentro,  como  hombre  de  su 
confianza,  para  prevenirle  que  no  debía  penetrar  en  el  edificio  por 
estar  los  ánimos  tan  excitados  que  preveía  iban  á  ocurrir  desgra- 
cias; pero  D.  Mames  no  hizo  caso  de  su  fiel  dependiente,  y  sin  más 
defensa  que  el  bastón  de  mando,  penetró  en  el  patio  del  menciona- 
do establecimiento,  atravesando  por  entre  los  grupos  que  se  en- 
contraban en  los  alrededores.  Una  vez  allí,  dirigió  la  palabra  á  los 
manifestantes,  é  inmediatamente  se  calmaron  los  ánimos,  cesó  el 
escándalo  por  completo,  se  oyeron  sus  consejos  con  religioso  si- 
lencio, y  los  gritos  y  mueras  que  se  sucedían  sin  cesar,  se  torna- 
ron bien  pronto  en  aplausos  y  vivas  al  Rector  de  Salamanca  y  á 
la  Universidad  gloriosa. 

En  otras  varias  ocasiones  en  que  se  han  suscitado  motines  ó 
alborotos,  de  más  ó  menos  importancia,  aunque  no  tan  graves 
como  el  de  que  hemos  hecho  mención,  logró  igualmente  el  Sr.  Es- 
peraba Lozano  disolver  en  seguida  las  manifestaciones,  y  por  lo 
tanto  el  restablecimiento  del  orden;  y  en  uno  de  esos  tumultos  que 
se  formaron  precisamente  en  la  monumental  Plaza  Mayor,  pudo 
haber  ocurrido  un  conflicto  de  transcendentales  consecuencias  á 
no  haber  usado  entonces  D.  Mames  de  su  autoridad,  y  sobre  todo 
de  su  energía  incomparable,  pues  noticioso  el  entonces  Goberna- 
dor de  la  provincia  de  la  manifestación  fraguada  por  los  estudian- 
tes, apeló  para  calmarla  al  recurso  que  nunca  debe  emplearse,  y 
menos  contra  jóvenes  por  lo  general  indefensos,  al  que  apelan 
únicamente  los  déspotas,  al  empleo  de  la  fuerza,  lanzando  contra 
el  cuerpo  escolar  todo  el  batallón  de  orden  público  y  la  guardia 
civil  de  infantería  y  de  á  caballo. 

El  pueblo  en  masa  protestó,  y  los  alumnos  de  los  diferentes  es- 
tablecimientos de  enseñanza,  perseguidos  y  castigados  inicuamen- 
te por  efecto  de  la  desatentada  é  incalificable  orden  del  Poncio,  se 


-  95  - 

dirigieron  hacia  la  Universidad  con  el  fin  de  refugiarse  en  los 
Claustros.  En  la  plazuela  de  las  Escuelas  Menores  se  encontraron 
con  el  sabio  y  respetable  Rector  que  les  salía  al  encuentro,  y  ar- 
mado únicamente  con  el  símbolo  de  la  superior  autoridad  acadé- 
mica, y  dirigiéndose  á  los  guardias,  é  imponiéndose  á  ellos  con  su 
noble,  enérgica  y  dignísima  actitud,  les  obligó  á  retroceder  y  á  que 
cesaran  en  sus  atropellos  y  ataques.  Acto  continuo  reunió  á  los 
estudiantes  todos,  que  le  aclamaban  sin  interrupción— en  la  céle- 
bre cátedra  de  Fray  Luis  de  León— les  habló  en  la  forma  que  cre- 
yó oportuna,  y  después  de  haber  disuelto  la  manifestación,  se  fué  á 
ver  al  Gobernador  para  recriminar  su  conducta  y  darle  cuenta  del 
telegrama  que  dirigía  al  Gobierno;  pero  la  autoridad  civil  confesó 
su  falta  desde  luego,  y  dando  toda  clase  de  satisfacciones,  logró 
desarmar  muy  pronto  al  celoso  cuanto  querido  Rector.  De  aquí 
pues  la  veneración  que  en  todo  tiempo  han  profesado  los  alumnos 
al  Sr.  Esperabé,  de  aquí  el  extraordinario  prestigio  de  que  gozaba 
en  el  Claustro  universitario,  el  que  se  le  haya  considerado  como 
un  verdadero  padre,  y  el  que  conserven  de  él  gratísimos  recuerdos 
todos  los  que  pisaron  las  aulas  de  la  vieja  Escuela  durante  su  je- 
fatura académica. 

Entre  los  profesores  era  tal  el  cariño  que  constantemente  des- 
pertaba, que  no  habrá  ninguno  que  no  tenga  mientras  viva  gra- 
bado en  su  memoria  el  inolvidable  nombre  de  D.  Mames  Esperabé 
Lozano,  de  ese  ínclito  varón,  honra  y  galardón  de  Salamanca, 
tan  estimado  por  todos,  y  que  ha  sabido  mantener  la  más  admira- 
ble armonía  en  los  diversos  centros  docentes  del  distrito  de  su 
mando,  puesto  que  á  sus  excepcionales  dotes  de  talento,  discre- 
ción y  cordura,  se  debe  únicamente  el  que  se  hayan  evitado  esce- 
nas ó  espectáculos  poco  edificantes,  y  orillado  muchos  conflictos. 
En  efecto,  no  pocas  veces  han  surgido  discusiones  entre  catedrá- 
ticos de  los  establecimientos  de  instrucción  pública  dependientes 
del  Rectorado  de  Salamanca,  y  desarrollándose  con  tal  motivo  es- 
cenas bastante  graves,  que  hubieran  dado  lugar  á  ruidosos  expe- 
dientes, á  procesos  y  á  suspensiones,  á  no  mediar  en  esas  cuestio- 
nes persona  tan  hábil  y  de  temperamento  tan  conciliador  como  el 
Sr.  Esperabé,  porque  originándose  por  lo  general  los  disgustos 
por  intemperancias  de  los  unos  ó  de  los  otros,  y  no  por  abusos  de 
esos  que  merecen  corrección,  no  quería  en  manera  alguna  proce- 
der romo  jefe  y  dar  curso  á  las  quejas  ó  denuncias  que  recibía, 
sino  acudir  al  terreno  particular  y  de  la  amistad,  hasta  lograr 
que  de  nuevo  volviera  á  restablecerse  la  paz  que  debe  siempre 
reinar  entre  compañeros,  y  mucho  más  entre  los  que  se  consa- 
gran de  Heno  á  lo  que  es  tan  digno  de  respeto  como  la  ense- 
ñanza. 


-  %  - 

En  cierta  ocasión  se  enemistaron  el  director  de  un  centro  do- 
cente y  un  profesor  del  mismo  de  tal  manera,  que  llegaron  á  lan- 
zarse calificativos  que  se  acercaban  á  la  injuria,  y  á  colocarse  en 
una  tirantez  de  relaciones,  que  se  hacía  imposible  de  todo  punto  la 
vida  entre  esos  funcionarios,  celosos  ambos  en  el  cumplimiento  de 
sus  deberes,  pero  que  por  cosas  de  esas  que  suelen  ocurrir  con  fre- 
cuencia, cuando  se  encuentran  caracteres  fuertes  y  opuestos,  no 
podían  verse  sin  empezar  á  reñir  inmediatamente,  dando  lugar 
por  lo  tanto  á  una  serie  no  interrumpida  de  escándalos.  En  esa  si- 
tuación acudieron  los  dos  á  su  superior  jerárquico,  formulando 
cargos  y  acusándose  mutuamente,  y  el  Sr.  Esperabé  Lozano,  en 
lugar  de  decretar  la  formación  de  expediente  como  en  tales  casos 
se  acostumbra,  hizo  comparecer  á  los  interesados  ante  su  presen- 
cia, y  á  fuerza  de  reflexiones  y  consejos  logró  no  sólo  que  cesaran 
las  diferencias  que  entre  ellos  había,  sino  que  se  reconciliaran  de 
verdad  en  el  mismo  despacho  de  D.  Mames,  después  de  darse  un 
apretado  abrazo.  Hechos  como  éste  pudiéramos  continuar  citando 
á  cada  paso,  porque  el  Rector  Esperabé  era  un  hombre  todo  bon- 
dad y  todo  corazón,  albergue  de  los  sentimientos  más  nobilísimos, 
inclinado  por  naturaleza  á  procurar  con  todos  sus  esfuerzos  el  bien 
de  la  humanidad,  é  incapaz  de  hacer  el  más  ligero  mal  ó  perjuicio 
ni  aun  á  su  mayor  enemigo,  si  es  que  enemigo  alguno  pudo  tener 
un  hombre  como  él  justo  y  probo,  amable  y  caritativo,  honrado  y 
virtuoso,  sabio  y  modesto,  sencillo  hasta  en  el  vestir  y  esclavo  del 
cumplimiento  de  sus  deberes. 

Profesaba  además  nuestro  insigne  amigo  un  amortan  entraña- 
ble hacia  la  desheredada  clase  de  los  mentores  de  la  niñez,  que 
bien  puede  decirse  que  á  ella  y  á  procurar  por  lo  menos  mejorar 
la  situación  aflictiva  de  muchos  maestros  consagraba  diariamen- 
te el  Sr.  Esperabé  gran  parte  del  tiempo  que  dedicaba  á  los  múlti- 
ples asuntos  de  su  cargo.  Los  servicios  importantes  á  esta  respe- 
table ciase,  los  que  prestó  en  el  seno  de  las  instituciones  que  he- 
mos mencionado,  aunque  muy  á  la  ligera,  y  otros  muchos,  con  los 
que  contribuyó  en  gran  manera  al  beneficio  público,  prueban  de  la 
manera  más  cumplida  que  el  sabio  é  ilustre  Rector  se  hizo  acree- 
dor á  la  gratitud  de  la  ciencia  y  de  la  patria,  y  demuestran  consi- 
guientemente que  de  derecho  le  corresponde  el  envidiable  dictado 
de  ciudadano  modelo. 

El  Dr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano,  como  hombre,  considerado 
en  las  relaciones  de  la  vida  íntima,  en  esa  esfera  de  afectos  que 
advertirse  suele  allí  donde  la  familia  alienta,  allí  donde  la  amistad 
existe,  y  también  allí  donde  la  asociación  impone  peculiares  y  de- 
terminados deberes,  resulta  tan  merecedor  de  la  estimación  de  to- 
dos como  realmente  supo  conquistársela  cooperando  de  la  mane- 


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ra  más  eficaz  al  bienestar  de  la  comunidad,  en  los  importantes 
destinos  que  sirvió . 


En  Febrero  de  1892  perdió  á  la  compañera  de  su  vida  D.a  María 
del  Rosario  Arteaga  y  Martínez,  modelo  de  esposas  y  de  madres, 
y  en  esos  momentos  tan  dolorosos  para  el  Sr.  Esperabé  se  vio 
palpablemente  el  cariño  inmenso  que  le  tenía  el  culto  pueblo  de 
Salamanca.  Los  estudiantes  de  las  distintas  facultades  se  disputa- 
ban entre  sí  el  honor  de  llevar  sobre  sus  hombros  el  féretro  donde 
reposaban  los  restos  de  la  caritativa  señora  de  D.  Mames;  los  de- 
canos y  jefes  de  los  establecimientos  de  enseñanza,  el  de  llevar  las 
cintas  que  pendían  de  la  caja  mortuoria;  los  catedráticos  y  depen- 
dientes de  la  celebérrima  escuela,  en  ir  con  velas  encendidas  al 
lado  del  cadáver,  y  las  autoridades  de  todos  los  órdenes  en  formar 
parte  de  la  presidencia  del  duelo.  En  el  templo  donde  se  celebra- 
ron los  funerales,  era  imposible  penetrar  á  la  hora  en  que  tenían 
lugar,  por  ser  tal  el  número  de  personas  que  llenaban  completa- 
mente aquél  y  sus  alrededores;  y  al  acto  de  la  conducción  al  ce- 
menterio del  cadáver  de  la  piadosa  dama,  á  pesar  de  lo  desapa- 
cible del  tiempo  y  de  estar  el  piso  cubierto  de  nieve,  asistió  un 
acompañamiento  tan  numeroso,  que  fué  en  efecto  como  entonces 
dijeron  los  periódicos,  una  manifestación  de  duelo  en  la  que  iban 
representadas  todas  las  clases  de  la  sociedad  y  como  jamás  se  ha- 
bía visto  en  la  ciudad  del  Tormes,  Desde  entonces  el  respetable 
Rector  de  Salamanca  no  volvió  á  asistir  á  ninguna  clase  de  diver- 
siones, fiestas  ó  espectáculos,  fuera  de  aquellos  actos  á  los  que  le 
obligaba  á  concurrir  su  cargo  oficial. 

Si  le  consideramos  como  amigo,  le  encontramos  franco,  atento, 
invariable,  tolerante  y  generoso  en  extremo,  porque  había  en  el 
Sr.  Esperabé  Lozano  algo  mucho  más  meritorio  que  la  sabiduría 
y  el  genio,  que  era  la  virtud,  algo  muy  superior  á  la  ciencia,  que 
era  la  belleza  de  la  moralidad  y  de  la  honradez,  cualidades  que 
reflejándose  en  su  espíritu  eminentemente  cristiano,  hacíanle  prac- 
ticar todos  los  días  las  obras  de  misericordia  y  ejercer  la  caridad 
en  la  misma  forma  que  el  cristianismo  dispone,  sin  que  una  mano 
se  entere  de  lo  que  hace  la  otra.  La  pureza  de  sus  intenciones,  la 
firmeza  y  perseverancia  de  sus  actos,  la  ternura  de  su  corazón,  la 
integridad  en  sus  procedimientos,  el  testimonio  de  su  ejemplar 
conducta,  la  bondad  de  sus  saludables  consejos,  y  su  gran  expe- 
riencia de  la  vida,  dábanle  una  autoridad  tan  grande  como  la  que 
justamente  gozaba  por  su  saber  y  privilegiada  inteligencia  el  emi- 
nente catedrático,  que  con  su  inagotable  paciencia  en  escuchar 

7 


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las  desdichas,  y  su  celo  para  remediarlas,  veíase  á  cada  momento 
visitado  por  cuantos  necesitaban  protección  ó  amparo,  que  iban 
á  él  con  la  mayor  confianza  á  contarle  todas  las  cosas,  no  obstan- 
te el  respeto  profundo  que  inspiraba.  Desde  el  humilde  artista  has- 
ta el  personaje  más  elevado,  el  rico  propietario  y  el  pobre  misera- 
ble, el  hombre  de  letras  lo  mismo  que  el  que  no  lo  era,  y  en  una 
palabra,  todo  el  que  tenía  necesidad  de  consejo,  de  apoyo  ó  de 
ayuda  de  cualquier  clase  que  fuera,  acudía  presuroso  á  la  Recto- 
ral ó  al  domicilio  particular  de  D.  Mames  en  busca  de  remedio 
para  sus  desgracias,  é  iban  á  él,  no  dominados  por  la  vacilación  ó 
la  duda,  sino  llenos  de  confianza  y  aun  de  seguridades,  porque  ja- 
más salió  nadie  de  su  casa  sin  el  consuelo  que  ansiaba. 

En  cierta  ocasión  encontróse  en  uno  de  los  mayores  apuros  un 
joven  que  le  había  censurado  por  no  haber  accedido  á  sus  deseos, 
que  excedían  los  límites  de  la  equidad,  un  sujeto  con  el  que  nos 
unen  relaciones  de  amistad  é  ilustrado  ciertamente,  pero  bastante 
ligero  y  violento,  y  que  por  efecto  de  su  temperamento  le  había 
producido  algún  disgusto  y  hasta  tratado  de  una  manera  injusta, 
y  aquel  hombre,  sólo  un  día,  abandonado  de  todos,  sin  saber  qué 
hacer  y  sin  tener  á  quien  volver  los  ojos,  concibe  en  su  mente  la 
idea  del  suicidio.  Mas  hubo  de  tocarle  Dios  en  el  corazón,  y  antes 
de  tomar  en  sus  manos  el  arma  para  poner  fin  á  sus  días,  decide 
presentarse  á  D.  Mames  y  decirle  con  los  ojos  arrasados  en  lágri- 
mas y  la  amargura  en  el  alma:  Esto  me  ha  sucedido,  y  he  aquí  la 
desesperación  en  que  me  encuentro:  no  tengo  amigos  ni  parientes 
ni  nadie  que  me  salve,  sólo  cuento  con  usted ,  y  á  usted  vengo,  por- 
que á  pesar  de  mi  poca  fe ,  he  tenido  una  inspiración  de  lo  alto  que 
me  ha  mandado  venir  á  usted.  Otro  cualquiera  le  hubiese  arroja- 
do de  sí  como  fueron  lanzados  los  mercaderes  del  templo,  pero 
D.  Mames  no  podía  hacerlo,  por  ser  de  los  pocos  que  perdonaban 
las  injurias,  de  los  que  devolvían  bien  por  mal,  y  consecuente  con 
esos  principios  en  él  innatos,  procuró  calmar  la  pena  que  le  afligía, 
é  hizo  por  él  lo  que  pudiera  hacerse  por  un  hijo  y  lo  que  ninguno 
hubiera  hecho  en  aquellas  circunstancias.  Ese  hombre  que  tan  fa- 
vorecido se  vio  por  D.  Mames,  por  el  mismo  á  quien  había  preten- 
dido por  lo  menos  molestar,  ese  hombre,  que  debe  su  salvación  al 
Sr.  Esperabé  Lozano,  quedó  maravillado  de  la  grandeza  de  aquel 
corazón,  y  desde  entonces  no  cesa  de  bendecir  el  nombre  venera- 
ble de  su  protector. 

Al  tomar  posesión  del  Rectorado  el  Sr.  Esperabé  Lozano 
en  1869,  tenía  la  Universidad  algunos  bienes  y  láminas;  pero  mu- 
chas de  éstas,  que  fueron  propiedad  de  la  ilustre  Escuela,  se  ha- 
bían perdido  por  la  incuria  de  los  tiempos,  y  comprendiendo  don 
Mames  la  importancia  que  tal  asunto  encerraba  para  la  vida  ulte- 


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rior  de  su  alma  máter,  empezó  á  hacer  las  consiguientes  gestio- 
nes, y  después  de  frecuentes  viajes  á  Madrid,  visitar  archivos  y 
vencer  dificultades  casi  insuperables,  logró  recobrar  cuanto  á  la 
Universidad  pertenecía,  é  inmediatamente  y  á  nombre  de  ésta  de- 
positó en  el  Banco  de  España  de  Madrid  las  láminas  representati- 
vas de  los  fondos  universitarios  que  ascendían  ya  entonces  á  bas- 
tantes millones  de  pesetas.  Allí  en  el  Banco  madrileño  tuvo  la 
Universidad  de  Salamanca  sus  caudales  durante  los  treinta  y  un 
años  que  fué  jefe  de  ella  D.  Mames,  aumentando  aquéllos  conside- 
rablemente por  acumularse  los  intereses  todos  al  capital,  hallán- 
dose los  resguardos  en  poder  del  Rector  Esperabé.  Hay  que  ver  la 
labor  que  D.  Mames  sostuvo  para  conservar  por  espacio  de  tanto 
tiempo  los  fondos  de  la  Escuela.  Sólo  siguiendo  paso  á  paso  los 
trabajos  y  las  luchas  que  se  vio  obligado  á  sostener,  es  como  se 
puede  apreciar  en  todo  su  valor  la  meritoria  obra  de  D.  Mames 
Esperabé  Lozano. 

Muchas  veces  y  por  medio  de  Reales  órdenes  se  le  pidió  la  en- 
trega de  las  láminas  al  Rector  Esperabé  Lozano,  y  con  una  ener- 
gía digna  del  mayor  encomio,  rechazó  siempre  las  imposiciones  y 
exigencias  del  Poder  central,  llegando  hasta  decir  en  cierta  oca- 
sión á  un  Delegado  de  Hacienda  en  su  despacho  oficial  «que  pri- 
mero pasarían  por  encima  de  su  cadáver  que  dar  él  lo  que  á  la 
l  'uiversidad  correspondía».  Con  sólo  que  le  hablasen  de  esto  se  po- 
nía furioso  D.  Mames.  Era  lo  único  que  le  hacía  perder  su  calma 
y  tranquilidad  habitual.  Tenía  muy  presente  el  ilustre  Rector  lo 
que  le  había  costado  recuperar  todo  aquello,  y  lo  defendió  de  con- 
tinuo como  lo  más  sagrado,  por  entender  que  era  lo  que  daba  á  la 
Universidad  su  carácter  típico,  su  propia  personalidad,  su  libertad 
é  independencia,  lo  que  principalmente  la  distinguió  de  las  demás 
universidades,  su  cuantiosa  fortuna,  sus  millones,  el  rico  legado 
de  mis  antepasados,  la  esperanza  de  días  mejores,  de  un  después 
floreciente  y  de  una  vida  pujante  y  verdaderamente  autónoma.  Es 
verdad  que  hoy  día  se  ha  perdido  todo  por  haberse  incautado  el 
Gobierno  de  los  cuantiosos  fondos  de  la  Universidad  salmantina, 
pero  esa  entrega  se  hizo  cuando  ya  no  era  Rector  D.  Mames.  De 
continuar  éste  en  el  Rectorado,  la  gloriosa  Escuela  conservaría 
Mis  dineros. 

Era  el  Sr.  Esperabé  Gran  Cruz  de  Isabel  la  Católica,  Gran  Ofi- 
cial de  la  Orden  de  la  Cruz  de  honor  de  la  confederación  interna- 
cional de  Eldir,  (  Micial  de  Instrucción  Pública  de  Francia,  profesor 
correspondiente  de  la  Unión  literaria  y  científica  de  la  misma  re- 
pública, condecorado  con  la  Cruz  y  Gran  medalla  de  la  Asociación 
Universal  de  literatos  y  sabios  de  París,  con  la  Gran  placa  del  Ins- 
tituto científico  europeo,  y  con  la  de  Leopoldo  de  Bélgica,  digni- 


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dad  de  Comendador  de  la  venerable  Orden  humanitaria  y  benéfica 
de  Saint-Etienne,  miembro  de  mérito  de  la  Academia  de  Ciencias 
y  Artes  industriales  de  Bruselas,  de  la  Sociedad  de  Instrucción 
Pública  de  Oporto,  de  la  Sociedad  Académica  Hispano-Portugue- 
sa  de  Toulouse,  socio  honorario  de  la  Sociedad  Colombina  Onu- 
vrense  de  Huelva  y  de  la  de  escritores  laureados  de  Málaga,  socio 
corresponsal  de  la  Sociedad  Artístico- Arqueológica  de  Barcelona, 
y  protector  de  la  provincial  de  la  Cruz  Roja  de  Zaragoza,  y  des- 
pués de  su  muerte  es  cuando  se  ha  sabido  que  poseía  todas  esas 
condecoraciones,  por  ser  tan  sencillo  que  rehusaba  con  insistencia 
cualquier  distinción,  y  sólo  cuando  se  encontraba  con  nombra- 
mientos ó  credenciales  como  primera  noticia,  los  aceptaba,  por  no 
desairar  á  instituciones  respetables,  á  distinguidas  personalidades 
ó  á  queridos  amigos. 

La  Gran  Cruz  de  Isabel  la  Católica  se  la  concedió,  por  sus  rele- 
vantes servicios  á  la  enseñanza,  el  ministerio  Sagasta  en  1882,  y 
nada  supo  hasta  que  el  entonces  Ministro  de  Fomento  Sr.  Albare- 
da  le  escribió  diciendo  que  en  Consejo  se  había  acordado  otorgar- 
le dicha  Gran  Cruz,  por  tenerla  tan  merecida  y  ser  tan  justa  la 
concesión  que  sería  aplaudida  por  cuantos  se  interesan  en  pro  de 
la  ciencia  y  de  la  instrucción  pública  en  general. 

Sin  embargo,  y  á  pesar  de  haberle  regalado  las  insignias  en 
magnífico  estuche,  en  él  han  permanecido  encerradas  hasta  su  fa- 
llecimiento por  no  haber  querido  nunca  ostentarlas  sobre  su  pe- 
cho, ni  siquiera  en  las  grandes  solemnidades  ó  recepciones.  Úni- 
camente las  llevó  sobre  la  caja  que  conducía  su  cadáver  el  día  del 
entierro,  por  no  ser  ya  él,  sino  la  familia  y  los  amigos  los  ejecuto- 
res de  aquel  acto.  Muchísimos  otros  rasgos  de  modestia  pudiéra- 
mos citar  del  insigne  Rector  D.  Mames,  pero  entre  todos  ellos  me- 
rece consignarse  la  renuncia  que  hizo  de  un  título  de  Castilla  con 
que  el  Gobierno  del  Sr.  Silvela  quiso  premiar  sus  grandes  mereci- 
mientos al  cesar  en  el  Rectorado  en  Octubre  del  año  1900. 

Más  que  todos  estos  títulos  D.  Mames  estimaba  uno  que  con- 
movía su  alma  en  lo  más  hondo,  el  cariño  y  el  respeto  que  por  él 
sentía  la  ciudad  de  Salamanca,  su  patria  adoptiva.  Salamanca,  la 
capital  de  los  recuerdos  y  de  las  tradiciones  quería  entrañable- 
mente á  D.  Mames,  le  consideraba  como  una  de  sus  mayores  glo- 
rias, como  una  de  sus  instituciones  más  veneradas.  Por  eso  era  tan 
popular  D.  Mames  en  Salamanca,  y  por  eso  los  salmantinos  le  salu- 
daban siempre  con  el  mayor  afecto,  porque  D.  Mames  se  interesaba 
como  nadie  por  Salamanca  y  por  su  gloriosa  Escuela,  porque  era  el 
primero  en  contribuir  á  levantar  las  cargas  de  la  población,  el  pri- 
mero en  atender  á  las  necesidades  públicas,  el  primero  en  remediar 
las  calamidades  y  desdichas  de  cualquier  clase  que  fueran.  Ya  lo 


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hemos  dicho  antes,  cuantos  necesitaban  de  protección  ó  amparo, 
acudían  á  D.  Mames.  Su  casa  estaba  abierta  á  todo  el  mundo  por 
ser  el  protector  de  todos  que  con  mano  pródiga  derramaba  favores 
á  granel.  Limosnas,  consejos,  recomendaciones,  y  hasta  el  dinero 

que  tenía todo,  absolutamente  todo,  lo  daba  D.  Mames. 

Fué  D.  Mames  Esperabé  Lozano  durante  toda  su  vida,  de  joven 
y  de  viejo,  liberal  convencido,  espiritu  abierto,  transigente,  y 
amante  de  la  libertad  y  del  progreso.  EnPalencia,  siendo  catedrá- 
tico de  Historia,  dio  una  serie  de  conferencias  muy  notables,  para 
obreros,  encaminadas  á  inculcar  en  ellos  la  necesidad  de  la  ins- 
trucción, á  ponerles  en  condiciones  ventajosísimas  para  adelantar 
y  sobresalir  en  sus  oficios  respectivos,  y  á  procurar  conducirles  en 
sociedad  con  la  independencia  y  circunspección  que  debe  caracte- 
rizar á  los  ciudadanos  de  un  país  libre,  para  que  en  sus  actos  bri- 
llase la  determinación  de  una  voluntad  reflexiva  y  no  el  instinto 
ciego  de  un  autómata.  En  esas  conferencias,  que  llamaron  grande- 
mente la  atención,  se  ocupó  el  Sr.  Esperabé  Lozano  de  los  altos 
fines  de  la  moral  y  del  derecho,  de  las  obligaciones  de  los  obreros 
y  patronos,  de  la  odiosa  esclavitud,  del  trabajo  y  de  la  moralidad 
como  escudo  de  nuestros  fueros  y  de  nuestras  libertades,  de  la  ti- 
ranía de  los  poderes  públicos,  de  la  tiranía  de  la  fuerza  y  de  las 
bayonetas,  de  la  tiranía  del  vicio  y  de  la  ignorancia,  que  es  la  peor 
de  todas  las  tiranías.  En  el  Instituto  palentino,  de  donde  era  profe- 
sor, dio  también  otras  conferencias  justamente  elogiadas,  sóbrela 
importancia  de  los  establecimientos  de  segunda  enseñanza.  Habló 
en  ellas  de  la  instrucción  primaria,  que  se  extiende  sin  distinción 
á  todas  las  clases  de  la  sociedad,  de  la  obligación  que  todos  tienen 
de  adquirir  estos  conocimientos  cumpliendo  con  una  de  las  más 
apremiantes  necesidades  que  el  espíritu  déla  época  reclamara,  de 
cómo  la  Escuela  había  dejado  ya  de  ser  afortunadamente  el  cala- 
bozo donde  tiernos  é  inocentes  seres  acuden  á  recibir  el  pan  de  la 
inteligencia,  y  de  cómo  el  maestro,  antiguo  juez  verdugo,  cuya 
simple  presencia  atemorizaba  á  los  niños,  se  había  transformado 
por  el  adelanto  de  los  tiempos  en  ilustre  pedagogo  que  tratándo- 
les cariñosamente  despierta  en  las  criaturas  la  afición  al  estudio 
por  medio  de  una  laudable  emulación.  Pasando  luego  á  tratar  de 
los  institutos  provinciales,  anatematizó  el  Sr.  Esperabé  á  los  ene- 
migos de  las  luces,  á  los  amantes  del  oscurantismo,  á  los  elemen- 
tos retrógrados  que  avezados  á  su  rutinaria  práctica  y  dominados 
por  añejas  preocupaciones,  hicieron  encarnizada  oposición  á  los 
mencionados  centros  docentes,  lanzando  contra  ellos  infundados 
cargos.  Demostró  que  los  establecimientos  de  segunda  enseñanza 
eran  las  Escuelas  llamadas  á  representar  el  movimiento  progresi- 
vo de  la  instrucción,  la  mina  científica  que  había  de  explotar  la  ju- 


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ventud  estudiosa;  que  los  Institutos  deben  ser  algo  más  que  la  pre- 
paración para  las  carreras  superiores,  y  que  han  de  formar  buenos 
ciudadanos  que  dirijan  la  agricultura,  la  industria  y  el  comercio, 
y  ocupándose  después  de  las  diferentes  ciencias  que  en  aquéllos  se 
daban  entonces,  y  de  las  que  debían  darse,  fijó  la  misión  de  cada 
una  de  ellas  y  de  sus  respectivos  maestros.  En  Málaga,  adonde 
fué,  previa  oposición— de  la  que  ya  hemos  hablado— como  catedrá- 
tico de  Latín  y  Griego  del  Instituto,  escribió  varios  artículos  que 
se  publicaron  en  La  Discusión  de  Madrid,  y  trabó  estrechas  rela- 
ciones con  los  más  significados  demócratas  de  la  hermosa  capital 
andaluza,  principalmente  con  D.  José  Carbajal  y  Hüe,  que  tanto 
figuró  más  tarde  en  la  política  y  en  los  ministerios  de  la  Repúbli- 
ca, y  á  quien  D.  Mames  enseñó  inglés  y  griego  en  muy  poco  tiem- 
po, y  con  el  que  constantemente  mantuvo  una  íntima  y  cariñosa 
amistad. 

En  Salamanca,  conocida  es  de  todos  su  manera  de  ser  y  de 
pensar.  Aunque  se  separó  totalmente  de  la  política  á  raíz  de  la 
restauración  Borbónica,  su  influencia  y  sus  mayores  amistades 
las  tenía  entre  los  liberales,  y  él  mismo  se  revelaba  como  tal  en 
sus  actos  todos.  En  elecciones  senatoriales  por  la  ilustre  y  vene- 
randa Escuela,  se  colocó  dos  veces  frente  al  Prelado  de  la  dióce- 
sis, á  pesar  de  marchar  en  muy  buena  armonía  con  los  señores 
Martínez  Izquierdo  y  el  P.  Cámara,  que  fueron  los  Obispos  que 
lucharon  con  D.  Juan  Valera  el  primero,  y  con  D.  Fermín  Hernán- 
dez Iglesias  el  segundo,  y  ambos  derrotados  por  éstos.  La  derrota 
del  P.  Cámara  levantó  una  gran  polvareda,  promoviéndose  por 
el  clero  y  los  elementos  neos  poco  menos  que  una  cruzada  contra 
el  Rector  Esperabé,  á  la  cual  fué  ajeno  por  completo  el  sabio 
Obispo  agustino.  Dieron  orden  los  canónigos  de  que  no  se  permi- 
tiera á  D.  Mames  la  entrada  en  el  coro,  donde  tenía,  por  razón  de 
su  cargo,  asiento  de  preferencia,  y  al  poco  tiempo  se  verificó  en 
la  Catedral  una  solemnidad,  á  la  que  invitaron,  según  costumbre, 
á  las  autoridades  y  corporaciones.  Allá  acudió  el  Rector  Sr.  Espe- 
rabé Lozano  con  una  comisión  del  Claustro,  y  creyendo  que  aquel 
sería  momento  oportuno,  salió  á  su  encuentro  una  representación 
del  Cabildo  para  indicarle  que  se  había  ordenado  que  no  fuesen  al 
coro,  pudiendo  pasar  á  la  capilla  mayor  con  los  demás  invitados, 
mas  D.  Mames,  con  esa  energía  de  la  que  sólo  él  sabía  echar  mano 
cuando  llegaba  el  caso,  dijo  á  los  maeeros:  al  coro,  y  penetró  en 
él  á  viva  fuerza,  manifestando  á  los  canónigos  «que  si  se  quería 
que  la  Universidad  no  volviera  á  la  Catedral,  no  volvería,  pero 
que  aquel  día  ocupaba  su  puesto  por  encima  del  Cabildo,  del  Deán 
y  de  quien  lo  hubiera  dispuesto*.  Al  salir  marchó  á  ver  al  Obispo 
para  darle  cuenta  y  protestar  de  lo  ocurrido,  manifestándose  el 


-  103  - 

P.  Cámara  dolorosamente  sorprendido,  por  ser  también  de  alma 
generosa  y  grande  el  Prelado  salmantino,  que  se  apresuró  á  des- 
autorizar á  sus  subordinados. 

Siendo  Ministro  de  Fomento  el  expresidente  del  Congreso  señor 
Pidal,  presentóse  como  candidato  adicto  para  la  senaduría  por  la 
Universidad  salmantina  D.  Vicente  de  la  Fuente,  y  como  tenía 
D.  Alejandro  gran  empeño  en  el  triunfo  de  su  candidato,  y  más  si 
se  quiere,  en  que  fuese  derrotado  D.  Manuel  María  José  de  Galdo, 
que  con  el  beneplácito  de  todos  venía  representando  á  la  ilustre 
Escuela,  llamó  al  telégrafo  al  Rector  D.  Mames  y  celebró  con  él 
una  larga  conferencia.  En  ella  parece  ser  que  dijo  el  Ministro  al 
Rector  que  el  Gobierno  conocía  el  prestigio  de  que  gozaba  en  Sa- 
lamanca y  su  ascendiente  sobre  el  Claustro  universitario,  por  cu- 
ya razón  le  rogaba  que  pusiese  en  práctica  los  medios  de  que  podía 
disponer —  que  eran  muchos— para  sacar  á  flote  á  D.  Vicente  la 
Fuente. 

D.  Mames  replicó  al  Ministro  «que  si  ejercía  cierto  ascendiente 
sobre  sus  compañeros,  era  por  no  haber  hecho  jamás  sobre  nin- 
guno de  ellos  presión  alguna,  y  que  como  no  estaba  dispuesto  á 
modificar  su  norma  de  conducta  por  nada  ni  por  nadie,  en  aquella 
ocasión— no  obstante  los  deseos  del  Gobierno— dejaría  á  los  claus- 
trales en  completa  libertad  para  que  votasen  con  arreglo  á  su  con- 
ciencia y  á  sus  opiniones».  Insistió  el  Ministro,  y  el  Rector  en  el 
mismo  instante  le  presentó  por  telégrafo  la  dimisión  de  su  cargo, 
rogándole  se  la  admitiese,  á  cuyo  ruego  no  accedió  aquél. 

Así  las  cosas,  llegó  el  día  de  la  elección,  y  Galdo  salió  triunfan- 
te por  algunos  votos,  entre  los  que  se  contaron  los  de  los  más  ínti- 
mos de  D.  Mames.  Pidal  se  disgustó  muchísimo,  y  todos  los  ele- 
mentos ultramontanos  exigieron  del  Ministro  la  destitución  del 
jefe  de  la  Universidad  de  Salamanca,  llegando  á  decir  los  periódi- 
cos de  la  Corte  que  estaba  acordada.  Varios  amigos  le  escribie- 
ron previniéndole  acerca  del  atentado  que  contra  él  se  preparaba, 
entre  ellos  Carbajal  y  el  eminente  tribuno  D.  Emilio  Castelar,  que 
le  anunció  se  ocuparía  del  asunto  en  las  Cortes,  si  el  atropello  lle- 
gara á  consumarse. 

D.  Alejandro  escribió  entonces  á  D.  Mames  pidiéndole  la  dimi- 
sión, y  éste  le  contestó  con  la  entereza  propia  de  su  carácter: 
ahora  no  puedo  complacerle,  si  cuando  se  la  présenle  antes  de  las 
elecciones  la  hubiese  aceptado,  me  habría  usted  hecho  un  gran  fa- 
vor; hoy  espero  mi  relevo».  El  Ministro,  cada  vez  más  irritado,  ha- 
bló con  cierta  timidez  en  Consejo  de  la  cesantía  de  D.  Mames,  y 
de  las  exigencias  de  los  amigos,  mas  Cánovas  y  Villa  verde  se 
echaron  encima  manifestándole:  «al  Rector  de  Salamanca  no  se  le 
puede  tocar*. 


-  104  - 

Ha  sido  siempre  la  Universidad  de  Salamanca  el  centro  docen- 
te donde  se  han  reunido  los  elementos  más  heterogéneos  y  donde 
por  efecto  de  esa  diversidad  de  escuelas  más  dificultades  ha  habi- 
do y  hay  para  la  buena  armonía  entre  el  profesorado.  SóloD.  Ma- 
mes era  capaz  de  unirlos. 

Los  catedráticos  íntegros  y  carlistas  fueron  los  que  le  propor- 
cionaron algunos  disgustos,  y  los  que  más  le  combatieron  en  los 
periódicos  tradicionalistas,  pero  el  Rector  Esperabé  se  sobrepuso 
á  ellos  con  su  carácter,  con  su  tacto  y  con  el  respeto  profundo 
que  á  todos  inspiraba.  Cuando  la  autoridad  eclesiástica  condenó 
las  doctrinas  del  catedrático  de  Penal  Sr.  Dorado  Montero,  y  como 
consecuencia  dejaron  de  asistir  á  clase  varios  de  sus  alumnos,  los 
comprofesores  del  ilustre  penalista  correligionario  de  Nocedal  y 
de  D.  Carlos  pretendieron  del  decano  de  Derecho,  Peña  Fernán- 
dez, que  le  formase  expediente,  por  comprender  desde  luego  que 
con  el  Rector  no  conseguirían  nada.  Débil  y  completamente  des- 
provisto de  autoridad  y  apoyo  el  decano,  pretende  buscarlo  en 
los  integristas,  y  con  el  fin  de  complacerles  decretó  en  plenos  exá- 
menes la  suspensión  de  Dorado  Montero.  Prodújose  con  ese  acto 
verdadera  alcaldada,  gran  revuelo  en  la  Universidad,  el  natural 
disgusto  entre  la  clase  escolar,  una  protesta  general  por  parte  del 
público  imparcial  y  de  la  prensa  independiente,  y  D.  Mames,  sa- 
liendo enseguida  libre  de  apasionamientos,  en  defensa  de  la  liber- 
tad de  enseñanza  y  de  la  justicia  atropellada,  levantó  la  suspen- 
sión al  digno  maestro,  reintegrándole  en  todas  las  funciones  inhe- 
rentes al  ejercicio  de  su  cargo,  y  evitando  el  consiguiente  es- 
cándalo. 

Muchas  cosas  se  refieren  de  D.  Mames  reveladoras  todas  ellas 
de  su  justificación  y  de  su  mucho  carácter.  A  un  alto  personaje 
político,  amigo  suyo,  que  le  anunciaba  la  visita  de  su  hijo  con  el 
lin  de  examinarse  en  la  ilustre  Escuela,  le  contestó  diciendo:  «si  el 
chico  está  bien  preparado  que  venga,  de  lo  contrario,  de  ninguna 
manera,  pues  por  cima  de  la  amistad  está  el  prestigio  de  la  Uni- 
versidad de  Salamanca».  Fué,  no  obstante,  el  joven  alumno,  y  el 
eminente  y  malogrado  filósofo  D.  Mariano  Ares,  catedrático  de 
Metafísica,  é  íntimo  de  D.  Mames,  le  suspendió,  por  haberle  dicho 
éste  que  le  tratase  como  á  un  examinando  cualquiera. 

Otra  anécdota  muy  curiosa  es  la  referida  por  el  antiguo  corres- 
ponsal de  La  Gaceta  de  Barcelona  y  publicada  en  los  periódicos 
de  Madrid  por  los  años  de  1878  á  1879.  Estuvo  D.  Mames  con  una 
comisión  del  Claustro  salmantino  á  ver  á  D.  Alfonso  XII,  y  en  el 
palacio  de  Oriente,  en  presencia  de  la  Corte,  de  algunos  Ministros 
y  de  varios  dignatarios  habló  al  Rey.  Al  pronunciar  unas  palabras 
que  despedían  cierto  olorcillo  de  posibilista  de  raza,  el  Ministro  de 


-  105  - 

Fomento  hubo  de  decir  por  lo  bajo:  Sr.  Rector y  D.  Mames  sin 

inmutarse  y  dirigiéndose  al  Ministro  replicó  en  voz  más  alta  que  la 
de  éste:  «hablo  al  Rey,  no  al  Gobierno»,  continuando  su  breve  dis- 
curso de  salutación  al  Monarca.  Era  cuando  precisamente  había 
que  ver  á  D.  Mames:  en  las  situaciones  difíciles. 

Entre  los  muchos  trabajos  realizados  por  D.  Mames  Esperaba 
Lozano  durante  su  largo  Rectorado,  merece  mencionarse  la  mag- 
nífica y  voluminosa  Memoria,  que  remitió  en  1881  al  Ministro  de 
Fomento,  Sobre  las  reformas  y  mejoras  que  debían  introducirse  en 
Ja  enseñanza.  Se  mostraba  partidario  D.  Mames  en  ese  Informe 
de  la  libertad  más  completa  en  la  indagación  y  especulación  cien- 
titira;  de  sencillez  y  ausencia  de  trabas  formalistas  en  la  reglamen- 
tación académica;  de  educación  y  proporcionalidad  entre  el  núme- 
ro de  Institutos  docentes  y  las  necesidades  intelectuales  que  deban 
ser  satisfechas  con  ellos;  de  la  autonomía  del  profesorado  público 
en  su  organización  interna  y  funciones  privativas;  de  armonía  y 
equidad  en  las  funciones  de  relación  con  las  entidades  políticas  que 
procuren  á  la  enseñanza  los  medios  materiales  para  su  sostenimien- 
to; y  de  equiparar  el  cuerpo  docente  en  consideración  y  jerarquía 
sociales  á  otras  clases  que  llenan  igualmente  funciones  públicas. 

Defensor  ardiente  de  la  instrucción  primaria  obligatoria  y  gra- 
tuita, examina  ésta  en  todas  y  cada  una  de  sus  partes,  y  propone 
al  Ministro  las  modificaciones  que  es  preciso  introducir  en  la  Lev. 
Respecto  á  los  Institutos  de  segunda  enseñanza,  entiende  el  señor 
Esperabé  Lozano  que  deben  suministrar  al  individuo  una  cultura 
general  sobre  todo  el  saber  humano  que  la  civilización  de  la  época 
reclama  como  necesaria,  no  ya  sólo  en  los  que  hayan  de  ejercer 
una  profesión  técnica  ó  una  función  pública  cualquiera,  sino  en 
aquéllos  que  consagrándose  á  la  gestión  de  sus  intereses  propios 
ocupen  una  posición  social  algún  tanto  desahogada  y  superior  á  la 
de  los  meros  trabajadores  mecánicos.  Dice  el  Sr.  Esperabé  que  se- 
ría conveniente  dividir  los  estudios  de  los  Institutos  en  dos  perio- 
dos, el  primero  de  los  cuales  comprendería  los  de  ilustración  y 
cultura,  abarcando  el  segundo  con  las  subdivisiones  y  duración 
convenientes,  los  de  aplicación  y  profesionales,  y  los  de  prepara- 
ción especial  para  los  estudios  superiores.  Cree  que  es  de  necesi- 
dad imperiosa  en  esos  centros  docentes  dar  importancia  y  estudiar 
con  detenimiento  la  enseñanza  de  las  lenguas  vivas,  y  que  no  puede 
prescindiese  tampoco  de  la  parte  física  de  la  educación.  Divide  la 
enseñanza  superior  en  especial  y  facultativa,  y  habla  extensa 
mente  de  las  diferentes  Facultades  universitarias,  considerando 
muy  urgente  la  subdivisión  de  la  de  Filosofía  y  Letras  en  las  sec- 
ciones de  Filosofía,  Letras  é  Historia  en  que  hoy  se  halla  ya  divi- 
dida; la  de  Derecho  en  las  de  Derecho  civil  y  canónico  y  Derecho 


-  106  - 

administrativo,  y  encuentra  convenientísimo  que  se  intente  una 
especificación  mayor  en  la  Facultad  de  Medicina,  ya  que  no  por  la 

subdivisión  en  secciones,  por  la  creación,  más  necesaria  cada  día, 
de  cátedras  conplementarias  para  la  formación  de  médicos  espe- 
cialistas. 

No  es  posible  continuar.  La  Memoria  de  D.  Mames  es  un  com- 
pleto plan  de  enseñanza,  en  todos  los  ramos  del  saber  humano,  y 
un  plan  soberbio  y  hermoso  hasta  el  último  grado  de  la  pondera- 
ción. Trata  y  resuelve  cuestiones  tan  transcendentales  y  discuti- 
das como  La  de  los  libros  de  texto,  Los  estudios  en  pais  extranje- 
ro, Las  escuelas  de  instrucción  primaria,  Las  normales  de  ambos 
sexos,  Los  establecimientos  públicos  de  segunda  enseñanza,  Los 
establecimientos  públicos  de  enseñanza  superior  y  profesionales, 
Los  colegios.  Los  establecimientos  privados,  La  enseñanza  domés- 
tica, Los  estudios  y  establecimientos  libres,  Las  academias,  biblio- 
tecas y  archivos,  Los  maestros  de  primera  enseñanza,  Los  maes- 
tros de  Escuelas  Normales,  Los  catedráticos  de  Instituto  y  Los 
catedráticos  de  Facultad.  Se  ocupa  también  Del  Gobierno  y  de  la 
administración  en  general ,  cicla  misión  del  Ministro  del  ramo,  del 
Consejo  de  Instrucción  pública ,  De  los  Rectores  y  consejos  univer- 
sitarios, De  las  Juntas  de  Instrucción  pública  y  de  la  Inspección. 
Consagra  además  un  capítulo  á  La  enseñanza  de  la  mujer,  de  la 
que  se  declara  defensor  entusiasta. 

En  el  mes  de  Octubre  de  1900,  un  funestísimo  Ministro  conser- 
vador, de  quien  dijo  su  actual  jefe  D.  Antonio  Maura  que  había 
causado  en  la  enseñanza  los  mismos  destrozos  que  un  potro  cerril 
en  una  cacharrería,  el  Sr.  García  Alix  en  una  palabra,  de  triste 
recordación,  dio  un  decreto  jubilando  á  todos  los  profesores  de 
los  establecimientos  docentes  que  hubiesen  cumplido  la  edad  de 
setenta  años,  y  el  Sr.  Esperabé,  tan  pronto  como  vio  en  La  Gace- 
ta tal  medida,  se  apresuró  á  hacer  entrega  del  Rectorado  al  Deca- 
no y  catedrático  más  antiguo,  sin  esperar,  por  un  exceso  de  de- 
licadeza, á  que  apareciese  el  Real  decreto  jubilándole,  que  tardó 
en  firmarse. 

Después,  dirigió  sentidas  cartas  de  despedidas  á  los  Decanos 
de  las  Facultades,  Directores  de  Institutos  y  Escuelas  Normales 
del  distrito,  y  á  los  Presidentes  de  las  Juntas  provinciales  del  mis- 
mo, dándoles  gracias  por  la  cooperación  que  le  prestaron  duran- 
te el  desempeño  de  su  cargo.  La  jubilación  de  D.  Mames  levantó 
en  Salamanca  gran  polvareda,  y  fué  objeto  de  extensos  comenta- 
rios, de  única  conversación  durante  más  de  quince  días  en  todos 
los  sitios  donde  se  reunían  dos  salmantinos,  de  unánimes  protestas 
y  de  general  disgusto.  Los  periódicos  de  Madrid  y  los  de  la  histó- 
rica ciudad  castellana  publicaron  artículos  biográficos  del  Rector 


-  107  - 

saliente,  elogiando  de  paso  su  gestión  durante  el  largo  periodo  de 
treinta  y  un  años  consecutivos  que  estuvo  al  frente  de  la  gloriosa 
Escuela,  y  Salamanca  entera  desfiló  por  el  domicilio  particular 
del  noble  anciano  para  expresarle  el  profundo  sentimiento  que  le 
había  producido  el  que  dejase  un  puesto  que  tantos  años  había 
desempeñado  brillantemente,  y  en  el  que  tantos  servicios  prestó 
á  la  ciudad  y  á  su  Universidad  ilustre.  Y  como  nadie  podía  confor- 
marse con  que  el  D.  Mames  tan  querido  y  respetable  abandonase 
su  patriarcal  Rectorado,  en  el  que  era  una  institución  en  el  verda- 
dero sentido  de  la  palabra,  comenzaron  en  seguida  las  gestiones 
unos  y  otros  para  ver  de  conseguir  que  se  le  mantuviese  en  el  car- 
go. El  Gobernador  civil,  el  Alcalde,  los  senadores  por  la  provin- 
cia y  los  diputados  telegrafiaron  al  Ministro  Alix  y  al  Presidente 
del  Consejo  para  que  continuara  el  Sr.  Esperabé  Lozano  al  frente 
del  distrito  universitario,  y  en  idéntico  sentido  se  hicieron  traba- 
jos en  Madrid  por  el  senador  de  la  Escuela  D.  Fermín  Hernández 
Iglesias  y  otros  importantes  hombres  públicos. 

La  Universidad  salmantina,  el  alma  máter  de  D.  Mames,  hizo 
también  cuanto  pudo  por  conservar  á  su  sapientísimo  Rector,  pues 
congregados  en  el  Salón  de  Profesores  cuantos  constituían  enton- 
ces  el  Claustro  ordinario,  y  unidos  por  primera  vez  carlistas  y  re- 
publicanos, fusionistas  y  conservadores,  acordaron  por  unanimi- 
dad dirigirse  al  Ministro  de  Instrucción  Pública,  expresándole  el 
deseo  de  que  siguiera  desempeñando  D.  Mames  Esperabé  Lozano 
el  importante  puesto  que  venía  ejerciendo  con  tanto  acierto  y  por 
tanto  tiempo. 

A  tal  efecto  se  redactó  y  firmó  por  todos  los  catedráticos  un 
expresivo  telegrama,  anunciando  además  al  Ministro  el  envío  de 
una  razonada  exposición.  Quería  la  Universidad  de  Salamanca,  y 
así  lo  consignó  en  el  documento  remitido  al  Gobierno,  que  en  ar- 
monía con  el  proyecto  de  García  Alix  sobre  autonomía  académi- 
ca, no  jugase  papel  ni  se  diese  á  conocer  influencia  alguna  de  fuera 
en  el  nombramiento  de  jefe  de  la  más  gloriosa  de  las  Universida- 
des españolas.  Pedía  la  Universidad  insigne  al  Ministro  la  conti- 
nuación de  D.  Mames  Esperabé  en  el  Rectorado,  porque  perfecta- 
mente sabía  lo  que  esa  digna  autoridad  había  hecho  y  estaba  dis- 
puesta á  hacer  en  pro  de  la  ciencia  y  de  la  ilustre  Escuela,  y  lo 
pedía  invocando  los  principios  de  libertad  y  de  vida  independiente 
y  autónoma,  con  lo  cual  realizó  la  Universidad  salmantina  un 
grandioso  acto  y  un  alarde  solemne  de  regeneración.  He  aquí 
ahora  el  telegrama  y  la  instancia  citada,  que  transcribimos  de  los 
periódicos  de  aquella  época: 


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EL  TELEGRAMA 

Exento.  Sr.  Ministro  de  Instrucción  pública.— «Los  que  suscri- 
ben, profesores  de  las  Facultades  oficiales  de  Filosofía  y  Letras  y 
Derecho  de  esta  Universidad,  entendiendo  que  la  declaración  de 
honorarios  hecha  á  favor  de  los  catedráticos  jubilados  por  el  últi- 
mo decreto,  les  capacita  para  ejercer  los  cargos  de  dirección  ad- 
ministrativa en  los  centros  docentes,  ruegan  á  V.  E.  encarecida- 
mente se  sirva  reponer  ó  confirmar  en  el  cargo  de  Rector  al  exce- 
lentísimo Sr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano  que  lo  ha  desempeñado 
durante  treinta  y  un  años  á  satisfacción  de  sus  subordinados  y  con 
gran  prestigio  para  la  enseñanza,  como  tendremos  ocasión  de  ex- 
poner más  detalladamente  á  la  consideración  de  V.  E.»  (Siguen 
las  firmas  de  todos). 

LA  EXPOSICIÓN 

Excmo.  Sr.  Ministro  de  Instrucción  pública. — «Los  que  suscri- 
ben, profesores  de  las  Facultades  de  Filosofía  y  Letras  y  Derecho 
de  la  Universidad  de  Salamanca,  á  V.  E.  con  el  mayor  respeto 
hacen  presente  la  conveniencia  de  que  en  concepto  de  catedrático 
honorario  continúe  rigiendo  esta  Escuela  el  Excmo.  Sr.  D.  Mames 
Esperabé  Lozano,  comprendido  en  el  Real  decreto  de  19  del  co- 
rriente mes. 

»La  moderación  y  templanza  con  que  el  Rector  cesante  supo 
en  el  largo  periodo  de  treinta  y  un  años  desempeñar  cargo  tan 
espinoso,  el  prestigio  y  las  facultades  que  para  ello  le  daba  jefa- 
tura de  tal  duración,  no  menos  que  la  discreta  neutralidad  con  que 
acertó  á  mantenerse  entre  los  diversos  sistemas,  escuelas  y  parti- 
dos, hace  muy  difícil  una  sustitución  que  por  acertada  que  sea,  no 
ha  de  resultar  grata  á  la  Escuela,  ni  favorablemente  recibida, 
dada  la  disparidad  y  variedad  de  principios  científicos  y  políticos, 
característica  de  la  época  y  de  la  vida  intelectuales  y  que  por  la 
naturaleza  misma  de  la  sustitución  más  se  reflejan  en  la  Univer- 
sidad, determinando  en  ella  muy  hondas,  arraigadas  y  opuestas 
direcciones  de  pensamiento  y  conducta. 

»Pero  la  continuación  del  Sr.  Esperabé  en  el  Rectorado,  además 
de  legítima  y  muy  digna  recompensa  de  las  distinguidas  y  excep- 
cionales dotes  técnicas  y  gubernativas,  y  no  sobrado  galardón  á 
los  méritos  y  servieios  de  este  antiguo  y  reputadísimo  catedrático, 
tiene  para  esta  Universidad  doble  importancia  é  interés;  es  el  úni- 
co medio  hábil  de  sustraer  la  sustitución  que  debe  ser  más  impar- 
cial v  serena  al  influjo  é  ingerencia  de  factores  y  elementos  extra- 


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ños,  á  la  sugestión  de  doctrinas  y  tendencias  contrarias,  á  la  sig- 
nificación  histórica  de  la  Escuela,  á  sus  gloriosas  tradiciones,  y 
acaso  al  mermado  caudal  de  comunes  verdades  unánimemente  es- 
timadas todavía  como  fundamentos  esenciales  y  necesarios  del 
ediñeio  social. 

Mientras  llega  el  día  en  que  disfrute  la  Universidad  de  una  de 
las  facultades  menos  peligrosas  y  más  compatibles  con  una  pru- 
dente descentralización,  dígnese  V.  E.  en  conformidad  con  los 
laudables  deseos  de  autonomía  escolar  que  le  animan,  y  que  le  han 
inspirado  su  reciente  proyecto  orgánico,  dispensar  á  este  Claustro 
de  la  imposición  burocrática  de  un  jefe,  que  mientras  no  sea  elegi- 
do por  sus  pares,  no  ha  de  ser  gustosamente  aceptado,  ni  tendrá 
derecho  á  la  espontánea  y  decidida  cooperación,  y  menos  á  la  ín- 
tima reverencia  y  sincera  estima  de  sus  compañeros. 

»Ya  que  ahora  no  es  posible  legalmente  tal  elección,  al  menos 
de  modo  ostensible  y  directo,  sírvase  V.  E.  aplazar  el  cambio,  dan- 
do así  lugar  á  que  convertido  en  Real  decreto  ó  en  Ley  el  proyec- 
to aludido,  logre  la  Universidad  alguna  parte  activa  en  la  designa- 
ción de  sus  cargos  y  oficios  de  gobierno,  con  lo  cual  se  cumplirían 
los  propósitos  de  la  Escuela  salmantina. 

»Por  todo  lo  cual  á  V  E.  suplicamos  se  digne  decretar  como  pe- 
dimos en  la  presente  solicitud.  No  dudamos  conseguirlo  de  la  no- 
Loria  rectitud  de  V.  E.  cuya  vida  guarde  Dios  muchos  años. 
>alamanca,  24  de  Octubre  de  1900. 

^Santiago  Martines,  Rector  interino.— Teodoro  Peña,  decano 
lie  Derecho. — Timoteo  Muños  Orea,  decano  de  Filosofía  y  Le- 
tras.- Enrique  Gil  Robles,  catedrático  de  Derecho  político.—  Ma- 
nuel ile  Bedmar,  catedrático  de  Derecho  procesal. — Salvador 
Cuesta,  catedrático  de  Derecho  administrativo.  — Federico  Brusi, 
catedrático  de  Historia  general  de  Derecho.— Luis  Rodrigues 
Miguel,  catedrático  de  Literatura  general  y  española.—  Manuel 
Rodríguez  Garda,  catedrático  de  Derecho  internacional. —  Nica- 
sio  Sánchez  Mata,  catedrático  de  Derecho  natural. — Miguel  de 
l  'uanutuo,  catedrático  de  Lengua  griega. —  Pedro  Garda  Dorado, 
catedrático  de  Derecho  penal. — Mariano  Amador,  catedrático  de 
Metafísica. — Prudencio  Requejo,  catedrático  de  Derecho  mercan 
til. — Guillermo  Garda  Valdecasas,  catedrático  de  Derecho  civil 
(primer  curso). — Luis  Maldonado, catedrático  de  Derecho  civil  (se- 
gundo curso).—  Esteban  Jiménez  de  la  Flor,  catedrático  de  Dere 
cho  ^romano.— José  Té/te:  de  Metieses,  auxiliar  encargado  de  Len- 
gua hebrea.  Gerardo  Benito  Corredera  y  Martín  Domínguez  Be- 
r nieta,  profesores  auxiliares  de  Filosofía  y  Letras.  —  Lorenzo 
Gregorio  G 'alindo,  Isidro  Iglesias,  Isidro  Beato  y  Manuel  Bed- 
mar Larras,  profesores  auxiliares  de  Derecho.» 


-  lió  - 

En  vista  de  tantas  peticiones  como  al  Gobierno  se  dirigieron 
para  que  continuara  en  el  Rectorado  de  Salamanca  el  Sr.  Espera- 
bé  Lozano,  y  en  razón  sobre  todo  á  la  actitud  noble,  levantada  y 
justa  en  que  la  Universidad  se  colocó,  esperábase  que  se  excep- 
tuara á  D.  Mames  del  decreto  de  jubilaciones,  pero  D.  Antonio 
García  Alix,  en  su  desmedido  afán  de  llevar  á  la  práctica  sus  re- 
formas, puso  á  la  firma  de  la  Regente  el  29  de  Octubre  del  último 
año  del  siglo  xix  el  decreto  jubilando  á  D.  Mames  Esperabé  y  Lo- 
zano de  los  cargos  de  Rector  y  catedrático  de  la  Universidad  de 
Salamanca,  sin  dignarse  ni  aun  contestar  á  la  veneranda  Escuela 
que  fué  en  los  siglos  fenecidos  augusta  matrona  del  saber  y  com- 
pañera en  celebridad  de  las  de  París,  Oxford  y  Bolonia. 

Los  profesores  de  la  Universidad,  los  de  las  Facultades  libres 
de  Medicina  y  Ciencias,  Instituto  y  Escuelas  Normales,  el  cuerpo 
escolar  y  el  pueblo  salmantino  se  apresuraron  á  dar  al  Sr.  Espe- 
rabé inequívocas  demostraciones  de  cariño,  admiración  y  respeto; 
y  por  las  diferentes  fuerzas  vivas  de  la  capital  y  como  enérgica 
protesta,  se  trató  de  obsequiar  á  D.  Mames  con  un  banquete  po- 
pular, que  no  se  celebró  por  haberse  negado  terminantemente  el 
ilustre  ex-Rector,  por  bastarle,  según  dijo,  el  afecto  sincero  é  in- 
menso que  por  él  sentía  su  querida  Salamanca,  su  patria  adoptiva. 
Pero  la  jubilación  de  D.  Mames  no  sólo  se  sintió  en  Salamanca, 
sino  que  también  fué  comentada  en  todas  partes,  porque  su  nom- 
bre era  querido  y  respetado  en  nuestra  patria  y  fuera  de  ella;  y  en 
aquellos  momentos  en  que  dejó  de  ser  todo  lo  que  había  sido  para 
entregarse  durante  el  resto  de  su  existencia  á  la  vida  particular  y 
de  familia,  cuando  ya  no  era  nada,  ni  volvería  á  serlo,  recibió  infi- 
nidad de  cartas,  más,  muchas  más  de  las  que  puede  recibir  un  Mi- 
nistro al  posesionarse  de  una  cartera. 

El  ilustre  estadista  D.  Germán  Gamazo  manifestó  que  era  sen- 
sible abandonase  la  enseñanza  el  Rector  de  Salamanca,  que  tanta 
gloria  había  dado  ala  ciencia  española,  y  el  insigne  catedrático  li- 
beral y  eminente  pedagogo  D.  Francisco  Giner  de  los  Ríos  dijo  en 
uno  de  sus  escritos  hablando  de  las  jubilaciones,  que  nunca  había 
sido  grandemente  entusiasta  de  ellas,  y  menos  todavía  hechas  del 
modo  que  se  venían  haciendo,  pero  que  aun  aceptando  el  sistema , 
el  hombre  á  quien  comí  D.  Mames  Esperabé  Lozano  ha  debido  la 
Universidad  de  Salamanca  tan  extraordinarios  servicios,  bien 
merecía  una  excepción,  que  no  habría  sido  privilegio,  sino  jus- 
ticia, porque  ésta  no  consiste  en  medir  á  todo  el  mundo  por  un 
rasero. 

No  transcurrió  mucho  tiempo  sin  que  en  Salamanca  y  su  Uni- 
versidad se  sintiesen  los  efectos  de  la  falta  del  prestigioso  nombre 
de  D.  Mames  con  motivo  de  los  varios  conflictos  que  se  origina- 


-  11 1  - 

ron,  y  cuando  antes  de  medio  año  la  emprendió  el  Ministro  Alix 
con  las  Facultades  de  Medicina  y  Ciencias,  todos  volvieron  la  vis- 
ta al  Sr.  Esperabé,  recordando  su  meritoria  y  constante  labor  de 
treinta  y  un  años,  el  exquisito  tacto  con  que  había  orillado  dificul- 
tades y  obstáculos,  parando  cuantos  golpes  se  intentaron  contra 
las  enseñanzas  universitarias.  Como  señal  de  indignación  por  el 
despojo  que  trató  de  hacer  García  Alix,  se  verificó  en  Salamanca, 
previo  permiso  de  la  autoridad  gubernativa,  una  imponente  mani- 
festación, en  la  que  tomaron  parte  más  de  ocho  mil  personas,  y 
que,  presidida  por  la  Junta  de  Defensa  nombrada  al  efecto,  reco- 
rrió las  principales  calles  de  la  ciudad,  entregando  á  su  paso  por 
el  Gobierno  civil  respetuosa  instancia  al  representante  de  aquel 
Ministerio,  Sr.  C^nde  de  Vista-Florida,  para  que  la  cursara  á 
Madrid. 

De  la  residencia  oficial  de  la  primera  autoridad  de  la  provincia 
dirigiéronse  los  manifestantes  al  domicilio  del  ex-Rector  Sr.  Espe- 
rabé Lozano,  al  que  hicieron  una  ovación  tan  entusiasta  como  ca- 
riñosa. El  anciano  maestro  no  estaba  en  su  casa  á  la  llegada  de  la 
manifestación,  pero  grupos  de  ella  le  buscaron,  y  amable  y  defe- 
rente vino  con  ellos  en  medio  de  no  interrumpidas  y  frenéticas 
aclamaciones. 

En  la  puerta  de  la  casa  del  Sr.  Esperabé  se  había  formado  con 
las  banderas  un  bonito  arco  triunfal  por  el  que  se  hizo  pasar  á 
D.  Mames  en  medio  de  nutridísima  salva  de  aplausos.  El  Sr.  Es- 
pjrabé  salió  al  balcón  acompañado  del  catedrático  D.  Tim  iteo 
Muñoz  Orea,  su  íntimo  amigo,  y  saludando  á  aquellos  miles  de  al- 
mas profundamente  conmovido,  les  dio  las  gracias  por  tales  prue- 
bas de  afecto,  y  se  ofreció  mientras  alentara,  para  defender  á  las 
Facultades  de  Medicina  y  Ciencias,  á  Salamanca  y  á  su  Universi- 
dad querida.  El  pueblo  salmantino,  delirante  de  entusiasmo,  con- 
testó con  aterradores  vivas  al  antiguo  Rector,  al  fundador  de  las 
Escuelas  libres,  al  defensor  de  la  Universidad,  al  mantenedor  de 
sus  glorias. 

Más  tarde,  siendo  Presidente  del  Consejo  el  Sr.  Sagasta,  y  Mi- 
nistro de  Instrucción  pública  el  Conde  de  Romanones,  fué  deroga- 
do el  decreto  del  infausto  Alix  sobre  jubilaciones,  autorizándose 
con  tal  motivo  en  Marzo  de  1901  á  los  catedráticos  separados  por 
su  edad  para  volver  á  la  enseñanza.  Ni  las  súplicas  del  Gobierno 
liberal,  ni  los  ruegos  del  Claustro  universitario  lograron  vencer  la 
tenaz  resistencia  de  I).  Mames  para  que  aceptase  de  nuevo  la  cá- 
tedra y  el  Rectorado.  El  Sr.  Sagasta  le  ofreció  también  una  sena- 
duría, pero  ni  ésta  ni  la  representación  de  la  Universidad  quiso 
ostentar,  por  impedírselo  sus  padecimientos  antiguos.  Miraba, 
no  obstante,  como  cosa  propia  cuanto  á  la  Universidad  se  refería, 


-  112  - 

y  cuando  fué  á  Salamanca  el  Conde  de  Romanones  á  presidir  la 
apertura  de  curso,  asistió  á  la  recepción  con  el  exclusivo  objeto 
de  saludar  al  jefe  de  la  enseñanza.  Por  cierto  que  al  ver  entrar  el 
Ministro  á  D.  Mames  en  el  salón,  se  adelantó  hacia  él  y  le  estrechó 
efusivamente  entre  sus  brazos,  rindiéndole  de  ese  modo  el  mere- 
cido homenaje.  También  escribió  al  ilustre  Dr.  Cobos  para  alen- 
tarle en  sus  trabajos  de  propaganda  á  fin  de  crear  en  Salamanca 
los  estudios  Hispano-Americanos. 

Durante  estos  dos  últimos  años  D.  Mames  salía  ya  muy  poco 
de  casa,  efecto  del  reuma  crónico  que,  por  habérsele  exacerbado, 
le  dificultaba  el  andar.  Iba  diariamente  á  la  Plaza  Mayor  á  media 
mañana  y  concurría  por  las  tardes,  con  asiduidad,  á  la  botica  del 
Dr.  Hoyos,  donde  en  amigable  tertulia  pasaba  largos  ratos  en 
unión  de  sus  íntimos,  Onís,  Hoyos,  García  (D.  Santiago)  y  otros. 
Además  tenía  costumbre  de  visitar  por  las  noches  á  su  amigo  y 
vecino  D.  Lorenzo  Domínguez,  cura  de  San  Pablo.  Esa  vida  la 
hizo  D.  Mames  hasta  el  mismo  día  en  que  desapareció  para  siem- 
pre del  mundo,  hasta  la  hora  de  su  muerte,  acaecida  casi  repenti- 
namente el  día  3  de  Noviembre  de  1906,  pues  habiéndose  acostado 
bueno  y  sano  la  noche  anterior,  se  sintió  indispuesto  á  las  tres  de 
la  madrugada;  llamó  á  sus  hijos,  los  cuales  le  encontraron  con  una 
gran  fatiga,  no  pudiendo  decir  más  que  le  limpiasen  el  sudor  y 
darles  un  beso.  Así  expiró  como  un  justo  el  que  en  vida  fué  respe- 
table y  cariñoso  amigo  del  que  estos  desaliñados  datos  consagra 
á  su  imperecedera  memoria. 

No  concluiremos  sin  hacer  constar  que  al  tener  noticia  de  su 
muerte  el  duelo  fué  general  en  todo  Salamanca.  El  Rector  señor 
Unamuno  mandó  cerrar  la  Universidad  y  todos  los  centros  docen- 
tes en  señal  del  dolor  que  su  muerte  había  producido.  Reunió  al 
Claustro  y  Junta  de  Decanos,  y  acordaron  asistir  en  pleno  á  su 
entierro  é  invitar  á  tojos  los  estudiantes  para  que  concurriesen 
también.  Acordaron  asimismo  celebrar  solemnes  honras  en  la  ca- 
pilla de  la  Universidad,  encargando  la  oración  fúnebre  al  doctor 
D.  Francisco  Jarrín  y  Moro,  Chantre  de  la  Catedral,  y  preconiza- 
do Obispo  de  Plasencia.  El  Municipio,  la  Diputación  y  todas  las 
corporaciones  y  sociedades  consignaron  en  acta  su  profundo  sen- 
timiento por  tal  pérdida,  después  de  dedicar  sentidas  frases  á  su 
memoria,  y  el  ilustrado  concejal  obrero  Sr.  Santa  Cecilia  propuso, 
y  el  Ayuntamiento  acordó  por  unanimidad,  dar  su  nombre  á  una 
de  las  calles  principales. 

Hasta  en  su  disposición  testamentaria  tuvo  presente  el  ilustre 
D.  Mames  el  amor  que  profesaba  á  la  enseñanza,  legando  ocho 
mil  pesetas  á  la  Universidad,  para  que  el  Claustro  las  destine  al 
fomento  de  la  misma. 


-  113  - 


Descanse  en  paz  el  sabio  y  justo  D.  Mames  Esperabé  Lozano , 
y  ojalá  tengan  los  Rectores  que  se  sucedan  en  la  ilustre  Escuela 
salmantina  el  mismo  acendrado  cariño  é  interés  que  él  tuvo  siem- 
pre por  su  engrandecimiento  y  prosperidad. 


APÉNDICE 

Con  el  fin  de  completar  nuestro  pobre  trabajo,  trasladamos  á 
continuación  varios  artículos  que  se  escribieron  en  la  prensa  sal- 
mantina al  cesar  D.  Mames  por  jubilación  en  el  Rectorado  y  al 
ocurrir  su  fallecimiento.  Estas  notas,  juntamente  con  otras  que  pu- 
blicó la  de  Madrid,  algunas  de  las  cuales  también  transcribimos, 
suplirán  nuestras  muchas  deficiencias. 

AL  SER  JUBILADO 
Del  NOTICIERO  SALMANTINO 

Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano. — «Hace  treinta  y  un 
años  que  el  ilustre  catedrático  con  cuyo  nombre  encabezamos  es- 
tas lincas  fué  nombrado  Rector  de  nuestra  Universidad.  Hoy,  por 
virtud  de  su  edad,  sepárale  el  Ministro  de  aquel  cargo,  y  hoy  tam- 
bién hemos  de  dar  á  nuestros  lectores  algo  así  como  nota  biográ- 
fica en  testimonio  de  la  alta  consideración  y  profundo  respeto  que 
guardamos  al  sabio  catedrático  y  maestro 


Sinceramente  lo  decimos,  la  separación  del  Sr.  Esperabé  de  su 
elevado  cargo  nos  mueve  á  honda  pena;  y  aun  cuando  por  virtud 
de  un  decreto  dejó  de  ser  Rector  de  derecho,  nosotros,  y  con  nos- 
otros todos  los  habitantes  de  Salamanca,  diremos  al  verle  pasar 

ahí  va  el  Rector.» 

El  Adelanto  también  publicó  un  bien  escrito  artículo  sintiendo 
la  jubilación  y  dando  extensos  datos  biográficos  del  ilustre  Rector. 

De  EL  LÁBARO 

El  Rectorado  de  la  l  Tniversidad. — «Cesó  en  virtud  del  decreto 
de  jubilaciones  el  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanea,  D.  Ma- 
mes Esperabé. 

Raciona]  y  ordenadamente  no  se  podía  esperar  cesase  de  tal 
modo  en  su  cargo  el  Sr.  Esperabé  Lozano. 

8 


-  114  - 

No  pretendemos  hacer  la  historia  del  largo  Rectorado  de  D.  Ma- 
mes Esperabé  (había  tomado  posesión  en  16  de  Octubre  de  1869). 

La  nota  saliente  de  sus  gestiones,  en  todo  orden,  ha  sido  la  de 
su  amor  grande  á  la  Universidad,  entusiasta  afecto  á  las  glorias  y 
tradiciones  de  esta  famosa  Escuela. 

Las  fiestas  religiosas  y  las  costumbres  clásicas  de  la  Universi- 
dad de  Salamanca,  él  las  ha  conservado  con  esmero  y  ha  procu- 
rado enriquecer  el  tesoro  de  sus  prerrogativas,  consiguiendo  de  Su 
Santidad  el  Papa,  no  hace  mucho  tiempo,  una  fiesta  y  jubileo  espe- 
cial para  el  día  de  la  Virgen  del  Pilar. 

Su  asiduidad  en  el  trabajo,  su  constancia  en  el  despacho  de  los 
asuntos  del  Rectorado,  el  desempeño  fiel  de  sus  deberes  de  cate- 
drático y  de  jefe  le  habían  constituido  aquí  en  autoridad  indiscuti- 
ble, respetada  y  querida  por  todos. 

La  afabilidad  y  llano  trato,  su  condescendencia  y  su  discreción 
han  sido  las  señales  de  su  carácter  en  las  relaciones  con  el  profe- 
sorado y  con  el  público.  No  es  de  extrañar,  por  lo  tanto,  que  al 
dejar  D.  Mames  Esperabé  el  cargo  de  Rector  sufriera  sacudida 
violenta  el  statu  quo  de  la  Universidad  y  que  se  haga  notar  la  fal- 
ta de  su  nombre  y  prestigiosa  autoridad. 

Saludamos  cariñosamente  al  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé 
Lozano,  deseándole  tranquilo  retiro  y  descanso  de  sus  faenas  aca- 
démicas, para  que  disfrute  en  paz  del  buen  nombre  que  deja  escri- 
to en  la  brillante  Universidad  salmantina.» 

De  LA  LIGA  DE  CONTRIBUYENTES 

La  jubilación  del  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé .— «El  decre- 
to de  jubilación  del  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano  fué  el 
suceso  más  saliente  de  la  semana,  y  á  él  debemos  consagrar  nos- 
otros algunas  líneas;  bien  las  merece  el  cumplido  caballero  que 
por  espacio  de  treinta  y  un  años  ha  dirigido  con  gran  sabiduría  y 
tacto  la  Universidad  de  Salamanca. 

Fué  el  Sr.  Esperabé,  en  la  Rectoral,  un  verdadero  padre  de  pro- 
fesores y  de  alumnos.  Su  condición  afable  y  franca,  su  edad,  la 
autoridad  que  le  prestaba  el  haber  sido  maestro  de  casi  todos  los 
catedráticos,  y  la  bondad  y  tolerancia  de  su  carácter,  le  hicieron 
respetado  y  querido  de  todos. 

En  medio  del  abigarrado  cuadro  de  encontradas  opiniones  que 
ofrecen  hoy  los  Claustros  de  las  Universidades  españolas,  y  á  cuyo 
fenómeno  no  podía  sustraerse  la  de  Salamanca,  el  Sr.  Esperabé 
Lozano  tuvo  la  difícil  habilidad  de  colocarse  en  una  actitud  neutral 
y  elevada.  «Don  Mames»,  que  así  familiar  y  cariñosamente  le  lia- 


-  115  - 

mábamos  todos,  se  complacía  siempre  en  servir  á  sus  discípulos 
y  comprofesores,  sin  distinción  de  ideas  filosóficas  ni  políticas. 

Fué  el  Sr.  Esperabé  amante,  hasta  el  delirio,  de  la  Universi- 
dad, en  cuyo  edificio  hizo  importantes  y  bien  entendidas  mejoras; 
y  fiel,  constantemente,  á  las  tradiciones  de  la  ilustre  Escuela,  supo 
hermanar,  con  la  tolerancia  hacia  todos,  las  aspiraciones  honra- 
damente profesadas,  la  disciplina  y  el  orden  en  los  estudios. 

Hombre  profundamente  religioso,  sin  afecciones  ni  hipocresías, 
el  Sr.  Esperabé  puso  también  empeño  en  mantener  en  la  Univer- 
sidad aquellas  brillantes  huellas  que  la  sabiduría  de  Reyes  y  de 
Pontífices  habían  dejado  en  la  larga  y  luminosa  historia  de  nues- 
tro celebrado  Estudio. 

Salamanca  entera  ha  sentido  hondamente  la  jubilación  del  se- 
ñor Esperabé  Lozano;  la  ciudad  toda  saluda  con  respeto  al  que  fué 
insigne  Rector  de  la  Universidad,  deseándole  larga  y  tranqui- 
la vida.» 

LA  PRENSA  DE  MADRID 
De  LA  LEY 

«Ha  producido  sentimiento  la  jubilación  del  Rector  de  la  Uni- 
versidad de  Salamanca,  Sr.  Esperabé.  Prestó  este  benemérito  fun- 
cionario excelentes  servicios,  y  hoy  se  retira  rodeado  de  muchas 
simpatías.  Figuró  bastante  en  el  periodo  del  68  al  75  como  muy 
identificado  con  los  políticos  que  entonces  ocupaban  el  poder,  y  en 
el  Parlamento  del  72  al  73  se  adhirió  á  los  programas  de  Castelar, 
Figueras,  Zorrilla  y  demás  eminencias  de  la  democracia  republi- 
eana.  Va  era  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  desde  el 
año  69  y  siguió  en  ese  cargo  hasta  ahora.» 

De  EL  CORREO 

D.  Mames  Esperabé. —«Era  Rector  de  la  Universidad  de  Sala- 
manca desde  1869,  uno  de  los  catedráticos  más  eminentes,  y  acaba 
de  ser  jubilado  por  su  edad  en  virtud  de  las  recientes  reformas  ele 
García  Alix.  fia  trabajado  mucho  en  pro  de  la  enseñanza,  y  á  él 
le  debe  la  gloriosísima  Escuela  las  mejoras  que  ha  sufrido,  el  esta- 
blecimiento de  nuevos  estudios,  la  adquisición  de  láminas  y  de  in- 
tereses verdaderamente  respetables,  el  aumento  de  becas  y  pen- 
siones, la  fundación  de  bibliotecas,  y  el  haber  recobrado  gran 
parte  de  la  fama  que  alcanzó  en  los  siglos  fenecidos.  El  Claustro 
salmantino,  y  el  profesorado  en  general,  ha  recibido  ron  pena  su 
jubilación.» 


-  116  - 

De  LA  EDUCACIÓN  NACIONAL 

«En  virtud  del  reciente  decreto  de  Instrucción  pública,  ha  sido 
jubilado  el  sabio  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca,  D.  Ma- 
mes Esperabé  y  Lozano.  Venía  desempeñando  el  cargo  desde  1869 
y  durante  treinta  y  un  años  su  celo  por  el  engrandecimiento  de  la 
enseñanza  no  se  ha  desmentido  ni  un  solo  instante,  habiendo  reali- 
zado importantísimas  obras  en  la  histórica  Universidad.» 

Del  mismo  periódico. 

«Con  motivo  de  la  jubilación  del  Rector  de  la  Universidad  de 
Salamanca,  D.  Mames  Esperabé,  se  reunieron  en  la  veneranda  Es- 
cuela todos  los  catedráticos  que  forman  aquel  Claustro,  quienes 
por  unanimidad  tomaron  el  acuerdo  de  telegrafiar  al  Ministro  pi- 
diéndole la  continuación  en  el  Rectorado  del  Sr.  Esperabé  y  anun 
ciándole  el  envío  de  una  razonada  exposición  con  tal  objeto. 

Creyóse,  pues,  que  el  Sr.  García  Alix,  que  tanto  habla  de  la 
autonomía  de  las  Universidades,  accedería  á  los  deseos  de  la  de 
Salamanca,  pero  el  jefe  de  la  enseñanza  no  sólo  ha  desatendido  la 
petición  del  renombrado  centro  docente,  sino  que  ni  siquiera  se  ha 
dignado  contestarle.  La  indignación  que  reina  con  tal  motivo  en- 
tre los  profesores  salmantinos  es  grandísima.» 

De  LA  CORRESPONDENCIA  DE  ESPAÑA 

«En  virtud  del  reciente  decreto  de  Instrucción  pública,  ha  sido 
jubilado  el  antiguo  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  D.  Ma- 
mes Esperabé  y  Lozano.  Venía  desempeñando  el  cargo  desde  el 
año  1869,  y  durante  treinta  y  un  años  su  celo  por  el  engrandeci- 
miento de  la  enseñanza  no  se  ha  desmentido  ni  un  solo  instante, 
habiendo  realizado  importantes  obras  en  la  histórica  Universidad. 
El  Sr.  Esperabé  y  Lozano  deja  en  Salamanca  imperecedero  re- 
cuerdo de  su  gestión  como  Rector  de  aquella  Universidad.» 

De  la  misma  CORRESPONDENCIA 

El  Redor  de  Sala  ma  tica  .—«Desde  que  el  Sr.  Esperabé  Lozano 
hizo  entrega  del  Rectorado  al  decano  y  catedrático  más  antiguo, 
está  recibiendo  pruebas  de  respeto  y  cariño  de  todas  partes,  pero 
muy  principalmente  de  los  salmantinos,  que  se  han  apresurado  á 
manifestar  al  sabio  catedrático  el  profundo  sentimiento  que  les  ha 


-  117  - 

causado  su  cesación  en  el  elevado  cargo  que  durante  tantos  años 
ha  desempeñado  y  en  el  que  tan  importantes  y  tan  extraordinarios 
servicios  ha  prestado  á  la  gloriosa  y  veneranda  Escuela.  El  gran  pe- 
sar que  su  jubilación  ha  producido,  se  demuestra  de  una  manera 
bien  palpable  con  la  petición  que  Salamanca  ha  hecho  al  Gobierno 
para  que  continuara  el  Sr.  Esperabé  en  el  Rectorado  no  obstante 
su  jubilación,  pues  la  Universidad  representada  por  todos  sus  pro- 
fesores, la  capital  por  su  alcalde  y  la  provincia  por  medio  de  sus  se- 
nadores, han  hecho  al  Ministro  de  Instrucción  pública  idéntica  peti- 
ción: mas  el  Sr.  García  Alix  no  ha  podido  acceder  á  tales  deseos, 
por  obedecer  la  citada  jubilación  del  antiguo  Rector  de  Salamanca 
á  una  medida  general.  De  todos  modos  el  anciano  profesor  tiene  mo- 
tivos para  estar  verdaderamente  conmovido,  porque  son  tantas  las 
manifestaciones  de  afecto  que  se  le  han  hecho  y  continúan  hacien- 
do, que  conmueven  hasta  á  sus  mismos  amigos.  Según  hemos  oído 
la  Universidad  realizará  un  importante  y  solemnísimo  acto  con  el 
fin  de  perpetuar  la  memoria  de  su  inolvidable  Rector.» 

De  EL  GLOBO 

El  decano  de  ¡os  Rectores. — «Lo  era  el  Sr.  D.  Mames  Esperabé 
Lozano,  que  acaba  de  cesar  en  la  jefatura  del  distrito  universitario 
de  Salamanca,  en  virtud  del  reciente  decreto  de  jubilaciones.  Ve- 
nía desempeñando  el  Rectorado  de  la  gloriosa  Escuela  salmantina 
desde  1869,  y  durante  los  treinta  y  un  años  consecutivos  en  que  ha 
ejercido  tan  elevado  cargo,  se  ha  dado  á  conocer  continuamente 
como  profesor  insigne  y  celoso,  como  funcionario  recto  é  inflexi- 
ble, como  correcto  publicista  y  como  un  inteligente  innovador,  que 
ha  cambiado  por  completo  la  faz  de  la  veneranda  Universidad  con 
sus  notables  reformas  y  con  las  importantísimas  obras  que  ha  rea- 
lizado en  el  centro  docente  que  tantos  años  ha  regido.  Fué  senador, 
logrando  entonces  que  se  ampliaran  las  enseñanzas  en  su  querida 
Universidad,  y  por  su  prestigio  y  relevantes  méritos  es  unánime- 
mente estimado.  Ahora,  con  motivo  de  su  jubilación,  está  recibien- 
do extraordinarias  pruebas  de  respeto  y  cariño  de  todas  partes,  y 
los  salmantinos  todos,  sin  distinción  de  partidos,  han  desfilado  estos 
días  por  el  domicilio  particular  del  sabio  é  ilustre  maestro,  á  quien 
ya  se  venía  considerando  tomo  una  institución  en  la  enseñanza.» 

De  FL  IMPARCIAL 

l ';/  Rector  jubilado.  « I ).  Mames  Esperabé  y  Lozano,  Rector  de 
la  Universidad  de  Salamanca,  ha  sido  jubilado  por  virtud  del  re- 
ciente decreto  de  Instrucción  pública.  Durante  treinta  y  un  años 


-  118  - 

en  que  ha  desempeñado  el  cargo,  no  decayó  su  celo  por  los  intere- 
ses de  la  enseñanza,  debiéndose  á  sus  iniciativas  muchas  obras  en 
la  histórica  Universidad.  Su  recuerdo  será  tan  grato  como  dura- 
dero en  Salamanca.» 


Del  BOLETÍN  DE  INSTRUCCIÓN  PÚBLICA 

El  Exento.  Sr.  D.  Mames  Esperábé  Lozano.— «Acaba  de  ser  ju- 
bilado por  hallarse  comprendido  en  el  reciente  decreto  del  señor 
García  Alix,  y  su  cese  en  la  jefatura  del  distrito  universitario  de 
Salamanca  ha  producido  unánime  sentimiento. 

Es  D.  Afames  Esperábé  uno  de  los  más  ilustres  profesores  de 
la  nación  y  el  más  antiguo  de  los  Rectores,  puesto  que  venía  figu- 
rando al  frente  de  la  gloriosa  Escuela  desde  1869.  En  tan  largos 
años  ha  trabajado  mucho  por  la  enseñanza,  y  á  él  es  deudor  el  ce- 
lebérrimo centro  docente  de  las  glorias  que  ha  alcanzado  en  estos 
últimos  tiempos,  de  importantísimas  mejoras,  y  de  haber  recobra- 
do gran  parte  de  su  pasada  fama.  Con  los  proyectos  que  ha  reali- 
zado después  de  orillar  toda  clase  de  dificultades,  con  la  obra  de 
restauración  y  ensanche  del  edificio  universitario,  con  el  impulso 
que  ha  dado  á  ciertas  instituciones,  con  su  extraordinario  celo  pol- 
la instrucción  pública,  con  su  respetabilidad  y  talento,  con  su  ex- 
quisito tacto,  con  sus  energías,  con  la  persuasión  desús  palabras, 
y  con  la  grandeza  de  su  alma,  ha  sabido  dar  siempre  el  Sr.  Espe- 
rábé Lozano  brillo  y  esplendor  á  su  Universidad  querida.» 

De  LA  PUBLICIDAD 

El  Redor  dr  la  enseñanza— «De  tal  puede  calificarse  al  que 
hasta  ahora  ha  sido  jefe  de  la  célebre  Universidad  salmantina,  al 
ex-demócrata  D.  Mames  Esperábé,  al  sabio  catedrático  y  distin- 
guido literato  á  quien  tanto  debe  la  gloriosa  Escuela,  al  hombre  de 
generoso  corazón  y  de  cívicas  virtudes  que  venía  dirigiendo  la 
instrucción  pública  en  Salamanca  desde  la  revolución,  y  que  hoy 
ha  sido  jubilado  por  su  edad  con  sentimiento  del  profesorado  en 
general.  Las  importantísimas  obras  que  ha  llevado  á  cabo  D.  Ma- 
mes en  el  renombrado  centro  docente,  los  trabajos  que  ha  hecho 
para  levantar  el  adormeeido  espíritu  de  la  vieja  Universidad,  sus 
notables  discursos,  y  el  impulso  que  ha  dado  ala  ciencia  en  la  ciu- 
dad del  Tormes,  le  han  elevado  á  la  categoría  de  los  hombres  emi- 
nentes y  patriotas,  al  par  que  le  han  granjeado  «1  aprecio  de  todos 
los  hombres  doctos.  Coadyuvó  D.  Mames  á  la  gloriosa  revolución 
del  68,  juntamente  con  otros  republicanos,   algunos  de  los  cuales 


-  119  - 

ya  no  existen,  y  fué  promovido  al  Rectorado  para  premiar  sus 
servicios  á  la  santa  causa  y  recompensar  á  la  vez  sus  talentos  y 
sus  méritos.  Más  tarde  figuró  como  senador  radical,  prestó  su  ayu- 
da á  los  proyectos  de  le}*  presentados  por  el  Ministerio  Zorrilla,  de 
quien  era  gran  amigo  D.  Mames,  y  fué  uno  de  los  representantes 
de  la  nación  que  votaron  la  República.» 


De  EL  ESPAÑOL 

«Por  virtud  de  un  reciente  decreto  de  Instrucción  pública,  ha 
sido  jubilado  el  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  D.  Mames 
Esperabé  y  Lozano,  sabio  catedrático  de  aquella  Escuela  y  hom- 
bre de  gran  prestigio  en  la  capital  salmantina.  El  Sr.  Esperabé 
llevaba  más  de  treinta  años  en  el  Rectorado  de  la  Universidad.» 


De  LA  ÉPOCA 

El  Rector  de  la  Universidad  de  Sa  lamanca.—  «Después  de  más 
de  treinta  años  ha  sido  jubilado  el  catedrático  de  Literaturas  clá si- 
vas  y  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca  D.  ?>íamés  Espera- 
bé Lozano.  Cuantos  tuvimos  la  honra  de  pasar  por  su  cátedra 
conservamos  del  sabio  maestro  inolvidables  recuerdos.  Su  hondo 
conocimiento  de  las  Literaturas  griega  y  latina,  su  entusiasmo  por 
la  enseñanza  y  su  amor  á  la  Universidad,  cuyo  Claustro  ha  presi- 
dido durante  tanto  tiempo,  son  méritos  harto  conocidos  en  aquella 
culta  ciudad.  Gracias  al  Sr.  Esperabé  Lozano,  instituyéronse  con 
las  rentas  délos  antiguos  colegios  becas,  que  han  servido  y  sirven 
de  noble  estímulo  y  generoso  apoyo  á  muchos  alumnos  de  la  famo- 
sa Escuela. 

Entre  aquéllas  es  de  notar  una,  cuyas  plazas  se  obtienen  por  ri- 
gfurosa  oposición,  proporcionando  á  los  agraciados,  siempre  que 
obtengan  en  sus  estudios  cierto  número  de  notas  de  sobresaliente, 
no  sólo  el  disfrute  de  una  decorosa  pensión  y  la  obtención  gratuita 
de  los  títulos  de  Licenciado  y  Doctor,  sino  el  aumento  de  dicha 
pensión  para  seguir  en  Madrid  los  estudios  del'Doctorado,  y  la 
cantidad  de  4.000  pesetas  para  vivir  un  año  en  una  capital  de 
Europa. 

También  al  Si".  Esperabé  se  debe  la  construcción  de  casi  toda 
la  planta  alta  de  la  Universidad,  la  restauración  del  patio,  la  for- 
mación de  una  Biblioteca,  cuyos  libros  pueden  ser  llevados  por  los 
alumnos  á  sus  respectivos  domicilios,  y  la  adquisición  de  mucho 
v  muy  moderno  material  científico. 


-  120  - 

Hoy  el  Sr.  Esperabé  Lozano,  al  dejar  el  honroso  puesto,  lléva- 
se á  su  apacible  retiro  el  respeto  de  sus  conciudadanos,  la  alta  es- 
timación de  los  profesores  del  Claustro  salmantino,  y  el  amor  sin- 
cero de  sus  alumnos.—  Zeda,-» 

CUANDO  SU  MUERTE 
De  EL  ADELANTO 

D.  Mames  Esperabé  Lozano. — Esta  madrugada  ha  fallecido 
repentinamente  el  ex-Rector  de  esta  Universidad  D.  Mames  Espe" 
rain'-  y  Lozano,  venerable  anciano,  que  era  una  de  las  instituciones 
salmantinas,  y  al  que  todas  las  clases  sociales  profesaban  el  res- 
petuoso cariño  y  admiración  á  que  por  sus  talentos  y  virtudes  ha- 
bíase hecho  acreedor. 

Durante  treinta  y  un  años,  D.  Mames  desempeñó  el  Rectorado 
de  la  Universidad  salmantina,  y  su  gestión  fué  de  amor  y  de  con- 
cordia entre  profesores  y  alumnos  y  de  acertada  labor  económica 
que  salvó  los  restos  de  la  grandeza  de  nuestra  Escuela  y  permitió 
que  ésta  resurgiera  potente  y  gloriosa  de  sus  cenizas. 

Inteligente,  liberal,  hombre  de  lucha  durante  los  años  primeros 
de  su  juventud,  dedicó  su  vida  entera  á  la  caridad,  y  fueron  mu- 
chas las  lágrimas  enjugadas  y  los  apuros  salvados,  gracias  á  su 
bondad  de  alma,  que  le  hacía  dar  limosnas  de  amor  y  de  dinero  á 
cuantos  á  su  corazón  generoso  recurrieron. 

Padre  de  los  pobres,  de  los  humildes,  hermano  cariñoso  de  sus 
compañeros  de  Claustro,  director  querido  desús  alumnos,  D.  Ma- 
mes fué  durante  muchos  años  el  alma  déla  Universidad  salmanti- 
na, y  al  abandonar  ésta  recibió  pruebas  inequívocas  y  expresivas 
del  sentimiento  que  causó  su  voluntaria  retirada. 

Sin  tic  mpo  para  hacer  una  biografía  extensa  y  detallada,  para 
consagrar  á  su  memoria  el  espacio  que  sus  méritos  y  virtudes 
merecieron,  queremos  hoy  sólo  exteriorizar  la  honda  pena  que 
sentimos  por  la  muerte  del  que  en  vida  fué  modelo  de  caballeros 
y  hombre  de  corazón  grande  y  de  alma  generosa. 

Descanse  en  paz,  y  reciba  su  distinguida  familia,  y  muy  espe- 
cialmente su  hijo  D.  Enrique,  la  expresión  de  la  sincera  pena  con 
que  nosotros  y  Salamanca  entera  participamos  de  su  dolor. 

De  EL  LÁBARO 

D.  Mames  Esperabé  y  Los  ano. — La  muerte.— A  las  ocho  clama- 
ron esta  mañana  las  campanas  de  la  Universidad,  y  aquellos  majes- 
tuosos sones  funerales  tenían  un  decir  más  grave,  más  hondo,  más 


-  121  - 

sentido  y  entraña  que  nunca.  El  pausado  gemir  del  reloj  universi- 
tario anunciaba  la  muerte  del  ilustre  ex-RectorD.  Mames  Esperaba 
y  Lozano,  á  quien  debe  llorar  la  gloriosa  Escuela  como  algo  de  su 
vida,  institución  de  su  historia;  quien  estaba  aún  en  pie  para  dar 
testimonio  del  fuego  sagrado,  del  cariñoso  ahincado  afecto  á  la 
casa  solariega  de  los  saberes,  de  la  cultura  española. 

Ayer  mismo  andaba  por  esas  calles  el  respetable  maestro:  era 
el  último  día  de  su  vida,  y  no  alteró  en  nada  su  itinerario. 

No  faltaron  los  actos  de  su  profesión  de  fe  católica,  el  culto  de 
sus  oraciones,  las  prácticas  religiosas.  Comulgó  y  asistió  repeti- 
damente al  sacrificio  santo  déla  misa.  Compartió  con  sus  hijos  las 
horas  de  intimidad  en  su  casa;  por  la  tarde  paseó,  y  descansó 
luego  en  la  botica  del  Sr.  Hoyos;  se  retiró  temprano;  hizo  más 
tarde  su  visita  v  tertulia  al  Sr.  Párroco  de  San  Pablo 


Y  sin  notar  malestar  en  su  salud,  tranquilamente  se  despidió 
de  los  suyos  y  durmió. 

A  las  tres  de  la  madrugada  se  sintió  mal;  se  obstinó  en  no  mo- 
lestar á  nadie  ni  llamar  al  médico. 

Su  hijo  llamó  al  facultativo;  pero  fué  en  vano.  Cuando  llegó  el 
Sr.  González,  á  las  cuatro  de  la  mañana,  había  expirado  don 
Mames. 

Duelo  ex  Salamanca.— La  aflicción  natural  para  la  familia  toda 
ha  sido  reforzada  por  tan  inesperada,  rápida,  desconsoladora 
muerte. 

Es  fácil  medir  la  rudeza  del  golpe  para  el  apenadísimo  amante 
hijo.  ¡Pobre  Enrique  Esperahé,  el  amigo  afectuoso  de  siempre! 

Pero  si  alguna  vez  se  dice  en  verdad,  ahora  puede  afirmarse 
que  la  muerte  de  D.  Mames  es  un  duelo  de  familia  en  Salamanca, 
y  esa  sincera  participación  ha  de  templar  la  amargura  de  los  que 
lloran  al  padre,  al  deudo,  al  amigo,  al  maestro. 

La  Universidad.— La  Universidad  se  ha  adelantado  generosa 
á  ocupar  en  este  duelo  el  lugar  preeminente,  al  lado  de  la  fami- 
lia, formando  con  ella. 

Los  decanos  con  el  Sr.  Rector,  reunidos,  han  acordado  lo  más 
urgente,  inmediato,  para  que  el  entierro  y  los  funerales  del  Doctor 
D.  Mames  Esperabé  sean  expresión  solemne  de  la  gratitud  de  la 
Escuela  y  del  respeto  y  afecto  de  su  Claustro. 

I  .os  funerales  serán  mañana  en  la  suntuosa  iglesia  de  .San  Es- 
teban, y  seguidamente  la  conducción  del  cadáver  al  cementerio. 
El  Claustro  ha  roto  con  sus  olvidos  y  ante  el  cadáver  del  mantene 
dor  entusiasta  délas  viejas,  tradicionales,  hermosas  prácticas  uni- 


-  122  - 

versitarias,  mañana  asistirá  en  pleno  el  cuerpo  de  catedráticos  y 
doctores,  vistiendo  el  traje  académico,  y  puede  asegurarse  que 
descontando  enfermos  y  ausentes,  el  Claustro  universitario  verda- 
deramente en  pleno,  acompañará  hasta  la  puerta  de  San  Ber- 
nardo. 

El  Claustro  está  convocado  para  las  diez  de  la  mañana  en  la 
Universidad. 

Otro  acuerdo  de  la  junta  del  Rector  y  decanos  ha  sido  celebrar 
otras  exequias  fúnebres,  en  día  que  no  se  ha  señalado,  en  la  capi- 
lla de  la  Universidad,  habiendo  encargado  la  oración  fúnebre  al 
Dr.  D.  Francisco  Jarrín  y  Moro,  Chantre  de  la  Catedral. 

Acordaron  también,  y  el  Sr.  Unamuno  nos  ruega  en  atenta 
carta  que  lo  hagamos  público,  invitar  á  los  estudiantes  todos  á  que 
asistan  al  funeral  y  entierro  del  difunto  D.  Mames  Esperabé,  tri- 
butándole esta  prueba  de  arraigada  estimación  y  respeto.  También 
invitan  el  Rector  y  los  decanos,  en  nombre  de  la  Universidad,  al 
pueblo  salmantino 


Pero  llegamos  á  fechas  y  sucesos  recientes  que  están  grabados 
con  la  gratitud  de  Salamanca. 

En  1900  el  decreto  de  García  Alix  estableciendo  la  jubilación 
forzosa  y  que  movilizó  los  escalafones,  retiró  de  su  cátedra  y  del 
Rectorado  al  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé,  cuando  aun  su  in- 
teligencia y  su  voluntad  estaban  en  vigor  y  cuando  la  Universidad 
podía  esperar  mucho  de  su  celo  é  interés  por  la  prosperidad  de  la 
Escuela. 

El  pueblo  no  acertó  á  entender  cómo  D.  Mames,  viviendo,  po- 
día dejar  la  Rectoral,  y  hay  que  decirlo  porque  es  verdad,  la  gen- 
te salmantina  siguió  quitándose  el  sombrero  al  Sr.  Esperabé  y  sa- 
ludándole: «Adiós,  Sr.  Rector». 

Y  esta  mañana,  cuando  la  gente  menestral,  la  gente  del  pueblo 
corría  la  voz  de  la  triste  nueva,  la  anunciaba  diciendo:  «Se  ha 
muerto  el  Rector  de  la  Universidad». 

De  tal  suerte  estas  expresiones  de  naturalidad  significaron 
cómo  se  había  identificado  D.  Mames  en  Salamanca  con  el  culto 
á  la  celebérrima  Universidad. 

I  .os  pobres  eran  socorridos  con  mano  larga  por  su  caridad. 

Desús  lágrimas  y  de  las  oraciones  amigas  recibirá  el  piadoso 
sufragio  su  alma. 

Descanse  en  paz. 


-  123  - 
De  EL  CASTELLANO 

D.  Mames  Esperabé.—E\  anciano  y  venerable  ex-Rector  de 

nuestra  Universidad  ha  fallecido  esta  madrugada,  sin  que  la  más 
ligera  indisposición  hubiese  podido  anunciar  ni  á  los  extraños  ni 
á  los  suyos  su  próximo  fin.  Su  equilibrado  espíritu  corría  parejas 
con  su  salud  y  su  robustez  física,  jamás  quebrantada,  y  que  se 
sostenía  vigorosa,  no  obstante  el  peso  de  los  años. 

D.  Mames  era  tan  popular  como  querido  entre  nosotros:  para 
comprender  toda  la  estimación  en  que  se  le  tenía,  bastará  decir 
que  las  gentes  continuaban  llamándole  «El  Rector»,  más  que  por 
la  costumbre,  sin  duda,  por  el  deseo  de  distinguirlo  con  un  título 
tan  honroso. 

Rector  había  sido  D.  Mames  durante  treinta  y  un  años,  ejer- 
ciendo aquel  cargo  sin  interrupción  desde  el  año  1869,  en  que  fué 
nombrado  por  un  Gobierno  revolucionario,  hasta  el  día  en  que  se 
decretó,  en  el  año  1900,  la  jubilación  de  los  catedráticos  que  hu- 
bieran cumplido  setenta  años. 

Juntamente  con  la  Rectoral,  desempeñó  siempre  la  cátedra  de 
Literatura  latina,  revelando  en  ello  sus  dotes  de  maestro,  que 
eran  notabilísimas,  pues  no  sólo  sabía  enseñar,  sino  que  sabía 
también  hacerse  querer  de  sus  discípulos,  verdadero  y  sublime 
ideal  del  magisterio. 

Como  Rector,  su  labor  universitaria  fué  constante  y  fecunda. 
En  el  edificio  de  la  Universidad  introdujo  reformas  importantes  y 
normalizó  su  régimen,  dando  pruebas  á  la  vez  de  su  bondad,  de  su 
tacto  y  de  su  energía,  sosteniendo  con  valor,  cuando  llegaba  el 
caso,  los  fueros  y  derechos  de  la  Universidad,  y  manteniendo  los 
prestigios  del  Rectorado  contra  los  ataques  de  los  que  tal  vez  le 
miraban  con  hostilidad,  creyéndole  representante  del  Gobierno 
central,  cuya  conducta  se  inspiraba  en  ideales  de  progreso  y  de 
libertad,  contrarios  á  ciertas  tendencias  reaccionarias. 

Al  frente  de  la  Junta  de  Colegios,  y  secundado  por  el  inolvida- 
ble Ares,  llevó  á  cabo  la  magna  empresa  de  recabar  contra  las  de- 
masías desamortizadoras  de  los  Gobiernos  y  la  rapacidad  del  Fis- 
co, los  bienes  que  constituían  el  patrimonio  de  las  fundaciones  de 
enseñanza  y  reorganizó  esas  instituciones  dándolas  el  carácter 
que  demandaban  los  nuevos  tiempos  y  bis  vigentes  leyes. 

1.1  venerado  D.  Mames  tenía,  pues,  derecho  á  la  consideración 
pública  de  que  gozaba.  Hombre  bueno,  probo,  modesto  y  lleno  de 
alecto  para  con  todo  el  mundo,  catedrático  ilustrado  y  competen- 
tísimo, jamás  hubiera  podido  dejar  de  estimarle  quien  le  conocie- 
ra, y  conocido  era  de  nuestra  ciudad,  cuya  principal  institución  do- 


-   124  - 

cente,  su  Universidad,  le  es  deudora  de  tan  largos  y  notables 
servicios. 

Salamanca  está  de  duelo,  y  en  él  es  justo  que  tome  parte  muy 
principal  la  prensa  de  la  localidad,  que  no  puede  hacer  en  esta  oca- 
sión, al  dar  cuenta  del  repentino  fallecimiento  del  ilustre  ex-Rec- 
tor,  otra  cosa  que  ser  intérprete  del  general  sentimiento. 

El  fallecimiento.— Ocurrió  esta  madrugada,  poco  después  de 
las  cuatro,  y  de  manera  tan  inopinada,  que  cuando  el  médico  de 
la  casa  Sr.  González,  que  fué  avisado  inmediatamente,  llegó  al  do- 
micilio del  Sr.  Esperabé,  éste  había  fallecido. 

D.  Mames  gozaba  de  una  salud  inalterable,  y  ayer,  como  de 
costumbre  y  á  pesar  del  mal  tiempo,  concurrió  de  seis  á  ocho  de  la 
noche  á  su  diaria  tertulia  de  la  botica  del  .Sr.  Hoyos,  donde  anima- 
damente conversó  con  todos  los  buenos  amigos  que  allí  acostum- 
bran á  reunirse. 

A  la  hora  indicada  se  retiró  á  su  domicilio,  mostrando  al  des- 
pedirse de  sus  contertulios  su  buen  humor  habitual.  Como  de  or- 
dinario cenó  acompañado  de  sus  hijos  y  se  retiró  á  descansar  sin 
que  se  notase  en  él  el  más  leve  signo  de  enfermedad. 

Poco  antes  de  las  cuatro  de  la  madrugada  D.  Mames  sintióse 
enfermo  y  avisó  á  la  familia  que  le  vio  acometido  de  un  ligero  ata- 
que de  disnea  que  le  produjo  instantáneamente  la  muerte  sin  ma- 
yores angustias. 

La  noticia  del  fallecimiento  cundió  rápidamente  por  la  ciudad 
é  inmediatamente  acudieron  á  la  casa  mortuoria  los  más  íntimos 
amigos,  casi  todos  los  catedráticos,  empleados  y  dependientes  de 
la  Universidad,  el  actual  Rector  Sr.  Unamuno  que  profesaba  al 
finado  un  singular  afecto,  y  multitud  de  personas  significadas  que 
han  testimoniado  á  la  familia  del  Sr.  Esperabé  y  más  particular- 
mente á  su  hijo  D.  Enrique  el  sentimiento  de  que  se  hallan  po- 
seídos. 

La  muerte  del  Sr.  Esperabé  atribuyese  por  los  médicos  á  un 
ataque  de  congestión  cerebral 


Rasgos  di-:  modestia.— Muchos  podrían  referirse  del  ilustre 
ex-Rector,  reveladores  de  esa  virtud  en  él  característica;  pero  en- 
tre todos  relataremos  uno  que  es  tan  notable  y  elocuente  como 
poco  conocido. 

Cuando  el  Gobierno  del  Sr.  Silvela  se  vio  precisado  á  admitir  la 
renuncia  del  cargo  de  Rector  presentada  por  D.  Mames  que  al  ser 
jubilado  como  catedrático  por  ministerio  de  la  ley  se  apresuró  á 
tomar  aquella  determinación,  quiso  darle  una  prueba  de  su  alta 


-  125- 

estimación  y  de  lo  mucho  que  apreciaba  sus  singulares  mereci- 
mientos, y  al  efecto  comisionó  al  nuevo  Rector  Sr.  Unamuno  á  fin 
de  que  explorase  el  ánimo  del  Sr.  Esperabé  y  viese  si  se  hallaba 
dispuesto  á  aceptar  un  título  de  Castilla  que  el  Gobierno  pensaba 
ofrecerle  como  recompensa. 

El  Sr.  Unamuno  cumplió  en  efecto  su  cometido,  y  enteró  á  su 
noble  amigo  de  lo  que  se  proyectaba. 

Pero  el  Sr.  Esperabé  agradeciendo  el  ofrecimiento  que  se  le 
hacía,  lo  rehusó  con  tan  pertinaz  insistencia  y  alegando  tan  since- 
ras razones  que  el  Jefe  del  Gobierno  y  el  Ministro  Sr.  García  Alix 
se  vieron  precisados  á  desistir  de  su  propósito. 

Invitación  á  los  estudiantes.— El  Sr.  Rector,  los  decanos  de 
las  cuatro  Facultades  y  el  director  del  Instituto  provincial  nos  rue- 
gan que  en  su  nombre  invitemos  á  todos  los  estudiantes  á  que  con- 
curran mañana  á  los  funerales  y  conducción  del  cadáver. 

El  entierro. — Se  verificará  mañana  después  del  funeral  que 
habrá  de  celebrarse  en  la  iglesia  de  Santo  Domingo  á  las  diez  y 
media  de  la  mañana. 

A  éstos  es  casi  seguro  que  asistan  en  corporación  los  escolares 
todos,  llevando  las  banderas  de  las  respectivas  Facultades. 

Se  tributarán  al  Sr.  Esperabé  iguales  honores  que  á  los  cate- 
dráticos en  ejercicio. 

De  EL  ADELANTO 

El  Rector  D.  Mames.— Ayer,  al  mediar  el  más  triste  de  los  días 
otoñales  de  este  año,  nuestra  ciudad,  acudiendo  en  masa  á  la  cere- 
monia, dio  cristiana  sepultura  al  insigne  maestro  que  fué,  durante 
largo  tercio  de  siglo,  encarnación  viva  del  genio  salmantino,  al 
Rector  D.  Mames. 

La  familia  recluyó  cariñosamente  el  cadáver  en  la  casa  mor- 
tuoria, preparó  el  funeral  y  prodigó  limosnas. 

Mas  el  acto  grandioso  de  conducir  aquellos  venerados  restos 
pertenece  á  la  población,  que  acudió  presurosa  y  triste  á  rendir 
homenaje  de  respeto  á  quien  llevó  su  nombre,  ensalzó  su  fama  y 
difundió  su  gloria  en  labor  constante  y  meritísima  por  la  bondad 
en  que  se  inspiraba,  por  el  bien  que  perseguía  y  por  los  éxitos  que 
alcanzara  en  afortunada  y  laboriosa  gestión. 

Allí,  en  aquella  grandiosa  ceremonia,  estaba  Salamanca,  cuyo 
espíritu,  cuyo  sentimiento,  palpitando  de  hondo  dolor,  tratamos  de 
reflejar  en  estas  líneas,  no  para  expresar  nuestra  opinión,  sino  la 
de  un  pueblo  agradecido,  la  de  una  ciudad  que  identificada  y  con- 
fundida con  su  Universidad,  no  olvidará  nunca  que  el  insigne  Rec- 
tor D.  Mames  restauró  los  prestigios  de  la  vieja  Escuela  y  preparó 


-  126  -- 

su  renacimiento,  dando  nueva  vida  á  preciosas  instituciones  y  su- 
jetando la  acción  de  los  poderes  por  salvar  los  restos  que  quedaban 
del  viejo  alcázar  del  saber. 

Y  todo  en  silencio,  modestamente,  sabiamente,  como  si  fuera  la 
propia  Universidad,  la  propia  ciudad,  el  genio  de  Salamanca,  quien 
movía  resortes,  estimulaba  voluntades  é  impulsaba  iniciativas  para 
salvar  la  veneranda  Escuela. 

Esta  labor  de  treinta  años,  realizada  por  el  Sr.  Esperabé  Loza- 
no con  sin  igual  desinterés,  hubiera  sido  pedestal  suficiente  para 
conquistar  la  más  alta  posición  que  la  justicia  reserva  siempre  á 
los  hombres  eminentes.  Pero  el  mérito  incomparable  de  D.  Mames, 
el  que  más  realce  da  á  su  figura,  es  que  llevaba  con  tan  grande 
respeto  y  cariño  el  nombre  de  la  Universidad,  el  nombre  de  Sala- 
manca, que  el  suyo  no  aparecía  nunca;  por  eso  se  agrandó  y  reso- 
nó en  todas  partes  el  del  viejo  estudio  y  por  eso  Salamanca  rindió 
en  vida  el  mayor  de  todos  los  respetos  al  Rector  D.  Mames  y  en 
estos  momentos  le  proclama  digno  de  la  pública  estimación  y  de 
preferente  lugar  entre  los  más  preclaros  de  sus  hijos. 

Doblando  á  muerto  la  campana  de  la  Universidad,  silenciosos 
los  Claustros,  porque  se  cerraron  en  señal  de  duelo  las  puertas  de 
los  centros  docentes,  triste  la  juventud  escolar,  que  conserva  el  re- 
cuerdo de  aquel  glorioso  Rectorado,  apenado  el  pueblo  que  adora- 
ba á  D.  Mames  y  pendiente  la  oración  de  los  labios  y  las  lágrimas 
de  la  mejilla,  acude  Salamanca  primero  al  más  grande  de  sus  tem- 
plos, donde  por  excepción  se  verifica  el  funeral  y  después  á  llevar 
el  cadáver  en  hombros,  como  se  lleva  lo  que  más  se  ama  y  se 
venera. 

Órganos  nosotros  de  opinión  local,  meros  cronistas  que  aspira- 
mos á  que  se  ocupe  pronto  el  pedestal  que  la  muerte  quedó  vacío, 
tenemos  que  declarar  y  reconocer  que  esa  gran  figura  que  hoy 
ofrecemos  al  lector,  no  es  obra  de  nuestro  cincel,  la  ha  tallado  con 
maestría  é  inspiración  divina  la  propia  capital,  agradecida  al  maes- 
tro en  el  saber,  al  maestro  en  la  enseñanza,  al  maestro  salmantino 
que  nos  ha  enseñado  á  hacer  patria,  ciudad,  Salamanca,  á  hacer 
España,  pues  si  cada  uno  en  su  esfera  hiciese  labor  análoga  á  la 
que  realizó  el  Rector  D.  Mames,  nuestra  patria  sería  grande  y  po- 
derosa, porque  la  grandeza  y  el  podar  de  una  nación  proviene  de 
las  partes  que  forman  el  conjunto. 

Elevemos,  pues,  las  grandes  figuras  regionales,  que  de  ese  modo 
los  conceptos  de  justicia  no  quedarán  olvidados,  y  nuestros  suce- 
sores bendecirán  la  memoria  de  los  que  pusimos  nuestra  voluntad 
al  servicio  de  causa  tan  simpática  y,  sobre  todo,  tan  salmantina. 

El  funeral.— El  amplio  templo  de  Santo  Domingo  era  insufi- 
ciente para  contener  á  las  personas  de  todas  las  clases  sociales 


-  Í27  - 

que  á  él  acudieron  deseosas  de  tributar  á  D.  Mames  el  último  ho- 
menaje de  respeto  y  cariño. 

junto  al  altar  mayor  alzóse  severo  catafalco  que  lucía  el  escu- 
do de  la  Universidad,  y  á  su  lado,  emocionados,  oraban  los  anti- 
guos servidores  de  D.  Mames,  que  como  á  padre  más  que  como  á 
dueño  lo  consideraban,  y  por  cuyas  curtidas  mejillas  rodaban 
lágrimas  de  amor. 

Después,  en  bancos,  la  Universidad  en  pleno,  los  doctores  con 
sus  birretes,  y  presidiendo  el  duelo  los  Sres.  Rector  y  Vice-Rector 
de  la  Universidad,  decanos  de  las  Facultades,  director  de  la  Nor- 
mal de  Maestros,  Alcalde,  Gobernador  civil,  autoridades  militares 
y  numerosos  estudiantes. 

El  entierro.— Desde  mucho  antes  de  la  hora  señalada  para  el 
mismo,  la  calle  de  San  Pablo  y  plaza  de  Colón  fueron  invadidas 
por  numerosos  grupos  de  personas  que  esperaban  la  salida  del 
cadáver. 

Formando  dos  grandes  hileras  se  veían  en  la  calle  de  San  Pa- 
blo infinidad  de  pobres  con  hachas,  asilados  del  Hospicio,  ancia- 
nos Je  las  Hermanitas  de  los  Pobres,  y  á  la  puerta  de  la  casa  mor- 
tuoria había  varios  coches  particulares  y  el  de  la  funeraria  tirado 
por  cuatro  caballos. 

Los  balcones  de  las  casas  estaban  atestados  de  gente  y  á  la 
plaza  de  Colón  no  cesaban  de  llegar  amigos  del  finado  con  objeto 
de  acompañarle  hasta  su  última  morada. 

Llovía  á  ratos  con  verdadera  furia;  soplaba  fuertemente  el 
viento,  y  esto  hizo  que  la  manifestación  de  duelo  no  fuera  tan 
grandiosa  como  se  esperaba. 

Sin  embargo,  bien  podemos  decir,  en  honor  á  la  verdad,  que 
todo  lo  que  Salamanca  encierra  de  bueno,  que  lo  más  selecto  y  lo 
más  distinguido  acudió  en  masa  al  triste  acto  de  rendir  homenaje 
de  cariño  al  venerable  anciano  muerto,  y  que  fué  la  solemne  cere- 
monia brillantísima  y  extraordinariamente  concurrida. 

Pocos  minutos  después  de  las  doce  llegaron  á  la  casa  mortuoria 
el  Sr.  Unamuno,  el  Gobernador  civil,  el  Alcalde  y  el  Claustro  de 
doctores,  formándose  acto  seguido  la  comitiva. 

Abrían  marcha  los  ciriales  con  cruz  alzada,  siguiendo  detrás 
un  sacerdote,  y  á  los  lados  compactas  filas  de  menesterosos  lle- 
vando hachas. 

A  continuación,  vistiendo  de  toga,  marchaban  los  doctores  del 
Claustro  universitario,  entre  los  que  recordamos  á  los  Sres.  1  kis- 
tos, Núñez  (A.),  Díaz  Redondo,  Hoyos,  González  Cobos,  Bedmar 
(hijo),  Beato,  Berrueta  (J.),  López  (P.),  Ñuño  Beato,  Miral,  Sesé, 
González  (I.),  Berrueta  (M.),  Bar  anona,  García  Tejado,  Tapia, 
Campo,  Calzada,  Méndez  Seijas,  Madruga  y  Concha  Alcalde. 


-  Í28  - 

Seguía  el  cadáver,  encerrado  en  soberbio  féretro  que  era  lleva- 
do en  hombros  de  empleados  de  la  casa  y  del  que  pendían  ocho 
cintas  que  llevaban  los  Sres.  Sánchez  Mata  (decano  de  la  Facultad 
de  Derecho),  Muñoz  Orea  (de  la  de  Filosofía  y  Letras),  Segovia 
(de  la  de  Medicina),  No  García  (de  la  de  Ciencias),  Rey  mundo  por 
el  Claustro  del  Instituto,  Sanz  y  Muñoz  por  el  de  la  Normal  de 
Maestros,  el  Rector  del  Colegio  de  Nobles  Irlandeses,  y  el  estu- 
diante D.  José  María  Onís  y  Sánchez,  en  representación  del  cuer- 
po escolar. 

Sobre  el  féretro  fueron  colocados  el  birrete,  la  muceta  y  la  ban- 
da de  Isabel  la  Católica,  condecoración,  que  entre  otras  muchas, 
poseía  el  ilustre  muerto. 

Delante  del  féretro  marchaban  los  bedeles  de  la  Universidad 
con  las  macetas  enlutadas. 

El  duelo  lo  presidían  los  Sres.  Unamuno,  Rector  de  la  Univer- 
sidad; el  Vice-Rector,  Sr.  Cuesta  (D.  S.);  el  Gobernador  civil,  se- 
ñor Larrondo;  el  Alcalde,  Sr.  Hernández  Sanz;  el  presidente  del 
Colegio  de  Abogados,  Sr.  Cuesta  (D.  T.);  el  Chantre  de  la  Cate- 
dral, Sr.  Jarrín;  el  teniente  de  Albuera,  Sr.  Pizarro;  el  Sr.  Artea- 
ga  (D.  V.),  pariente  del  finado,  y  el  famacéutico,  Sr.  Hoyos. 

Y  seguidamente  iba  el  acompañamiento,  selecto,  distinguido, 
numerosísimo. 

Imposible  sería  citar  nombres;  la  concurrencia  era  grande  y 
habríamos  de  incurrir  en  lamentables  omisiones. 

Ya  lo  decimos  antes:  todo  lo  que  Salamanca  encierra  de  nota- 
ble hallábase  allí  representado  dignamente:  las  ciencias,  las  artes, 
el  comercio,  la  industria,  la  prensa;  todo  cuanto  significa  vida, 
todo  cuanto  honra  á  nuestra  ciudad  acudió  á  rendir  el  último  tri- 
buto de  cariño  y  de  respeto  al  que  durante  tantos  años  fué  Rector 
de  nuestra  gloriosa  Universidad. 

Marchaba  detrás  del  acompañamiento  el  coche  fúnebre,  tirado 
por  cuatro  caballos,  y  luego  varios  carruajes  particulares. 

En  las  afueras  de  San  Bernardo  se  despidió  el  duelo,  y  muchos 
siguieron  el  cadáver  hasta  el  Cementerio. 

¡Descanse  en  paz  el  venerable  anciano,  y  reciba  de  nuevo  su 
familia,  especialmente  su  hijo  D.  Enrique,  el  más  sincero  pésame 
de  la  redacción  de  El  Adelanto! 

Del  BOLETÍN  DE  PRIMERA  ENSEÑANZA 

Publica  la  papeleta  y  dice: 

«La  Redacción  del  Boletín  de  Primera  Enseñanza  por  sí  y  en 
nombre  del  profesorado  del  distrito  universitario,  cuya  suprema 
jefatura  ostentó,  con  tanto  acierto  como  celo,  justificación  y  leal- 


-  Í29  - 

tad  por  espacio  de  treinta  y  un  años,  el  ilustre  finado,  envía  á  sus 
afligidos  hijo  D.  Enrique  é  hija  política  D.a  Celia  González  Cobos, 
la  expresión  más  sincera  de  sentimiento  y  profundo  dolor  por  la 
irreparable  pérdida  que  acaban  de  sufrir;  y  esté  segura  la  apena- 
da familia  que  los  que  fuimos  sus  subordinados  y  admiradores  de 
sus  virtudes,  elevamos  al  Dios  de  las  misericordias,  en  unión  de 
los  niños  de  nuestras  escuelas,  fervientes  plegarias  en  súplica  del 
eterno  descanso  para  el  que  en  vida  fué,  más  que  Rector,  cariñoso 
padre  de  los  maestros.» 


De  EL  ADELANTO 

Funerales  en  la  Universidad  por  el  alma  de  D.  Mames  Esperabé 
Lozano.— La  oración  fúnebre  del  Chantre  Sr.  Jarrin. — Cláu- 
sula testamentaria  en  favor  de  la  Universidad.  Cartas  de 
pésame. 

Como  oportunamente  anunciamos,  ayer  mañana,  á  las  diez  y 
media,  se  celebraron  en  la  capilla  de  la  Universidad  solemnes 
honras  fúnebres  por  el  eterno  descanso  del  inolvidable  ex-Rector 
de  la  Universidad,  D.  Mames  Esperabé  Lozano. 

A  ellas  asistió  numerosa  concurrencia,  en  su  mayoría  de  es- 
colares. 

A  la  hora  señalada  para  celebrar  las  honras,  llegó  á  la  Univer- 
sidad el  Sr.  Obispo  de  la  diócesis  Rvdo.  P.  Yaldés,  el  cual  entró 
en  la  capilla  acompañado  del  Rector,  Sr.  Unamuno;  del  Vice-Rec- 
tor,  Sr.  Cuesta;  del  Gobernador  civil,  Sr.  Larrondo,  y  del  derano 
de  Derecho,  Sr.  Sánchez  Mata. 

En  los  bancos  destinados  en  la  capilla  para  los  doctores  vimos 
vistiendo  toga  á  los  Sres.  Unamuno,  Muñoz  Orea,  González  Do- 
mingo, López  (D.  Pedro),  Ruano,  Hoyos  (D.  R.),  Amador  y  An- 
dreu, Concha  Alcalde,  Reymundo,  Aparicio,  Sesé,  Martín  Sánchez, 
J.iramillo,  Bedmar  (hijo),  Vázquez  de  Parga,  Calzada,  Borregue- 
ro, Díaz  Redondo,  Beato,  Nó  (hijo),  Cuesta,  No  (D.  E.),  Sánchez 
Mata,  Rodríguez  Miguel,  Corredera,  Retuerto,  Miral,  Requejo,  Ji- 
ménez, Diez  (D.  R.),  Diez  (D.  A.),  La  Riva  Iglesias,  Peláez,  Be- 
rrueta,  Téllez,  Madruga,  Sánchez  García,  Hoyos  (hijo),  González 
Cobos  y  Bustos. 

De  paisano  á  los  Sres.  Vahamonde,  Boyer,  García  Tejado,  Sán- 
chez Gómez,  Beato,  Cañizo,  Bedmar,  al  director  de  la  Normal  de 
Maestros,  Sr.  Sanz,  á  los  profesores  de  esta  Escuela  Sres.  Allú, 
Garría  Sánchez  y  Niño,  al  Rector  del  Colegio  de  Nobles  Irlande- 
ses y  á  los  canónigos  Sres.   Redondo  y  de  La  Mano. 

9 


-  130  - 

Presidían  el  duelo  el  Gobernador  civil  Sr.  Larrondo  y  el  Padre 
Matías,  en  representación  de  los  PP.  Dominicos. 

Ofició  el  Sr.  Deán  asistido  de  los  canónigos  Sres.  Campoamor 
y  Sanz. 

El  Sr.  Obispo  tomó  asiento  en  el  presbiterio. 

Terminada  la  misa,  el  Chantre  de  la  Catedral  Sr.  Jarrín  pro- 
nunció la  siguiente  oración  fúnebre,  muy  sentida  y  llena  de  elo- 
gios para  el  venerable  anciano  muerto: 

Comenzó  el  Sr.  Jarrín  su  oración  hablando  del  día  de  difuntos, 
en  que  las  campanas  de  la  población  doblaban  por  los  que  fueron 
y  recordando  la  impresión  que  en  su  alma  produjo  el  sonido  de  la 
campana  de  la  Universidad  anunciando  la  inesperada  muerte  del 
ex-Rector  D.  Mames  Esperabé. 

Citando  textos  de  las  Sagradas  Escrituras  sobre  la  brevedad 
de  la  vida,  pinta  el  dolor  de  los  amigos  y  parientes  del  Sr.  Espe- 
rabé al  enterarse  de  su  muerte. 

El  Sr.  Esperabé,  que  vivía  alejado  del  mundo,  sin  mezclarse 
en  las  luchas  y  contiendas  mundanas,  murió  sin  pompas  ni  apara- 
to y  con  la  sencillez  de  un  hombre  bondadoso. 

La  memoria  del  Rector  muerto  pide  algo  más  que  un  recuerdo, 
y  este  algo  son  las  honras  que  por  su  alma  se  están  celebrando  en 
este  momento  en  el  santuario  del  saber,  en  esta  Escuela,  á  la  que 
dedicó  en  vida  todos  sus  afanes. 

A  nadie  debe  extrañar  que  estos  funerales  se  celebren  en  la 
capilla  de  la  Universidad,  porque  el  título  52  de  los  Estatutos  dis- 
pone que  se  celebren  honras  por  todos  los  graduados  de  la  Es- 
cuela. 

Echando  una  rápida  ojeada  sobre  las  épocas  gloriosas  de  nues- 
tra Universidad,  dijo  el  Sr.  Jarrín  que  ahora,  merced  á  los  trabajos 
de  los  becarios,  por  quienes  el  Sr.  Esperabé  se  interesó  siempre 
grandemente,  se  ha  conseguido  que  el  nombre  de  la  Universidad 
salmantina  vuelva  á  pronunciarse  con  elogio  en  Bélgica,  Alema- 
nia, Italia  y  Francia. 

Hizo  una  breve  biografía  del  Sr.  Esperabé,  recordando  que  ha- 
bía explicado  varias  asignaturas  en  la  Universidad  Central  y  que 
se  desvanecieron  muy  pronto  los  recelos  que  produjo  el  discurso 
que  pronunció  al  tomar  posesión  de  su  cátedra. 

Después  de  esto,  estudió  la  vida  del  Sr.  Esperabé  como  profe- 
sor, como  jefe  de  la  Universidad,  como  orador  y  sobre  todo  como 
defensor  de  los  derechos  de  nuestra  Escuela. 

Recordó  la  benevolencia  del  antiguo  Rector  con  los  estudian- 
tes, concediéndoles  vacaciones  cuando  se  las  pedían  por  motivos 
que  le  parecían  justificados,  romo  ocurría  en  Semana  Santa,  en  que 
les  concedía  permiso  para  que  pudieran  cumplir  con  la  Iglesia. 


-  131  - 

Quizá,  decía  el  Sr.  Jarrín,  si  esta  costumbre  se  hubiera  segui- 
do, no  hubieran  ocurrido  los  sucesos  del  2  de  Abril. 

En  toda  la  Universidad  hay  pruebas  manifiestas  del  interés  que 
siempre  inspiró  el  Sr.  Esperabé,  pero  sobre  todo  las  hay  en  esta 
capilla,  á  la  que  donó  varios  cuadros  y  diferentes  objetos  que  re- 
cordarán eternamente  su  nombre,  entre  los  que  se  destaca  la  Vir- 
gen del  Pilar,  que  hizo  donación  últimamente,  como  testimonio  de 
su  religiosidad  y  de  su  amor  á  la  tierra  aragonesa,  donde  había 
nacido. 

El  era  el  primero  en  asistir  á  mantas  ceremonias  religiosas  se 
celebraban  en  la  Universidad,  y  el  primero  que  acompañaba  á  la 
Mesa  de  los  ángeles. 

Bien  claro  ha  demostrado  el  Sr.  Esperabé  su  amor  á  la  Univer- 
sidad con  el  legado  hecho  á  su  muerte,  consistente  en  5.000  pese- 
tas para  que  las  aplique  el  Claustro  á  necesidades  de  la  enseñanza 
y  3.000  á  las  Facultades  de  Ciencias  y  .Medicina,  á  más  de  un  im- 
portante legado  para  limosnas  á  los  pobres  de  Salamanca. 

Terminó  su  oración  el  Sr.  Chantre  diciendo  que  el  Sr.  Espera- 
bé había  sido  en  vida  de  una  honradez  intachable,  de  una  modestia 
sin  límites  y  de  una  gran  religiosidad,  así  como  de  una  caridad 
inagotable,  y  pidió  á  todos  que  le  encomendaran  al  Señor  en  sus 
oraciones  para  que  le  concediera  el  descanso  eterno. 

La  oración  del  Sr.  Jarrín,  que  duró  unos  veinte  minutos,  fué 
escuchada  con  extraordinario  interés  y  muy  elogiada. 

Telegramas  y  cartas  de  pésame. — Nuestro  querido  amigo  el 
Sr.  Esperabé  (D.  Enrique),  y  su  distinguida  familia  han  tenido  el 
consuelo,  en  medio  de  la  irreparable  desgracia  que  les  aflige,  de 
recibir  numerosísimas  y  sentidas  manifestaciones  de  duelo,  prue- 
bas elocuentes  del  cariño  y  respetuosa  adhesión  de  que  gozaba  el 
ilustre  ex-Rector  de  la  Universidad,  D.  Mames  Esperabé. 

He  aquí  algunos  de  tan  delicados  homenajes: 

Telegramas.-  Director  del  Instituto  de  Cáceres  al  Rector  de  la 
Universidad. — En  nombre  de  este  Claustro  expreso  vuestra  ilus- 
trísima  la  profunda  pena  que  nos  embarga  al  saber  triste  noticia 
fallecimiento  inolvidable  Rector  D.  Mames  Esperabé.  —  Castillo. 

.  II  Rector  de  la  ( rniversidad  de  Salamanca  el  Claustro  de  Ovie- 
do. Enviamos  á  la  Universidad  salmantina  sentido  pésame  muer- 
te antiguo  é  ilustre  Rector  Esperabé.— Rector  Canetta. 

C  '.astas.— De  D.  Luis  Maldoiiado.  —Querido  Enrique:  Acabo 
ile  leer  en  El  Imparcial  la  noticia  de  la  gran  desgracia  que  apena 
á  tocia  Salamanca,  y  que  á  vosotros  especialmente  os  aflige.  Era 
nuestro  querido  D.  Mames  un  verdadero  patriota  de  nuestra  tie- 
rra, á  quien  todos  queríamos  y  respetábamos  como  á  un  padre,  y 
del  cual  conservaremos  todos,  y  yo  tanto  como  el  que  más,  memo- 


-  132  - 

ría  grata  y  veneranda.  Yo  os  envío  mi  pésame  y  uno  mi  dolor  al 
vuestro  y  al  de  toda  Salamanca,  elevando  al  Señor  mis  oraciones 
por  el  alma  de  aquel  que  fué  honra  de  nuestra  Escuela  y  dechado 
de  caballeros.  Y  no  te  escribo  más  porque  no  quiero  que  mi  senti- 
miento desborde  en  palabras.  Ya  habrás  recibido  un  telegrama 
mío.  Te  abraza  tu  amigo,  Luis. 

De  D.  Francisco  Giner  de  los  Fios. —Sr.  D.  Enrique  Espera- 
bé.— Amigo  mío:  Al  leer  esta  mañana  los  diarios,  sentí  la  amarga 
impresión  que  Ud.  comprenderá,  al  recordar  la  sincera  y  larga 
amistad  que  me  unió  siempre  con  su  buen  padre  (q.  D.  p.)  Cuén- 
teme Ud.  y  todos  los  suyos  en  el  número  de  los  que  conservarán 
perpetua  memoria  de  aquel  excelente  hombre,  á  cuya  bondad  de- 
bimos tantas  atenciones  todos  mis  compañeros  en  esta  institu- 
ción, que  se  unen  en  sus  sentimientos  á  su  afectísimo  buen  amigo, 
F.  Giner. 

De  D.  Segismundo  Moret.—E?icmo.  Sr.  Rector  de  la  Universi- 
dad de  Salamanca.—  Muy  Sr.  mío,  amigo  y  compañero:  Tienen 
por  objeto  estas  líneas  ofrecer  al  Claustro  de  esa  Universidad  mi 
pésame  muy  sentido  por  la  muerte  del  Sr.  Esperabé,  que  en  vida 
dio  días  de  gloria  al  profesorado  español,  y  especialmente  al  de 
vSalamanca.  Recíbalo  Ud.  con  la  misma  sinceridad  con  que  se  lo 
envío,  y  al  transmitirlo  á  sus  compañeros,  asegúreles  que  soy  suyo 
afectísimo  s.  s.  q.  b.  s.  m.,  S.  Moret. 

De  D.  Fernando  Alfaya. — Sr.  D.  Enrique  Esperabé.  Mi  queri- 
do amigo:  Ayer  como  domingo  salí  de  Madrid,  y  hoy  á  primera 
hora,  al  coger  El  Imparcial,  que  no  había  leído  por  esa  causa,  me 
encuentro  la  fatal  nueva  de  la  desaparición  de  aquel  cariñosísimo 
padre  de  Ud.,  todo  bondad,  todo  afecto,  todo  rectitud  y  á  quien  yo 
recordaba  constantemente  como  algo  que  se  relacionaba  conmigo 
íntimamente.  Paso  una  de  las  grandes  amarguras  de  mi  vida  ante 
la  consideración  de  que  no  volveré  á  verle,  ni  á  tener  noticias 
suyas.  Hace  muy  pocos  días  preguntaba  en  este  Ministerio  con  el 
más  vivo  interés  por  él,  á  su  suegro  de  \5á.,  y  me  decía  que  iba 
defendiéndose.  Dios  ha  querido  llevárselo  cuando  aun  creíamos 
ver  prolongarse  su  vida.  A  lh\.  en  verdad  no  sé  que  decirle  siendo 
el  ejemplar  más  extraordinario  que  he  conocido  de  amor  filial  y 
de  identificación  con  el  autor  de  sus  días.  Sírvale  de  consuelo  que 
Dios  ha  premiado  las  virtudes  del  finado,  y  que  cuantos  tuvimos 
la  dicha  de  conocerle,  con  Uc\.  lloraremos  siempre  su  pérdida.  Le 
abraza  entrañablemente  su  invariable  amigo  que  le  quiere,  Fer- 
nando .  Ufa  ya. 

De  D.  Juan  Garda  Nieto.  Sr.  I).  Enrique  Esperabé.— Muy 
Sr.  mío  y  distinguido  amigo:  Recibo  la  esquela  de  fallecimiento  de 
su  inolvidable  padre  y  mi  venerado  maestro  D.   Mames  (q.  g.  h.); 


—  133  — 

terrible  desgracia  que  no  sólo  llena  de  luto  el  alma  de  Udes.  y  de 
cuantos  nos  honrábamos  con  la  amistad  del  ilustre  y  respetable 
difunto,  sino  que  constituye  una  irreparable  pérdida  para  la  patria 
y  para  la  ciencia,  de  cuyo  culto  era  él  uno  de  los  más  fervorosos 
sacerdotes.  Profundamente  afectado  por  la  catástrofe  me  apresuro 
á  comunicar  á  Ud.  la  mucha  parte  que  tomo  en  el  legítimo  dolor 
que  les  aflige,  rogando  á  Ud.  se  haga  intérprete  de  mis  sentimien- 
tos cerca  de  toda  su  distinguida  familia. 

¡Descanse  en  paz  el  sabio  maestro,  y  Dios  haya  acogido  su 
alma  en  su  santo  seno.  Con  tan  triste  motivo  se  reitera  de  VW.  suyo 
afectísimo  amigo,  Juan  García  Nieto. 

El  Excmo.  é  limo.  Sr.  Obispo  de  Zamora—  Al  Sr.  D.  Enrique 
Esperabé  y  familia  bendice  afectuosamente  y  les  expresa  el  senti- 
miento grande  que  experimenta  por  el  fallecimiento  de  su  señor 
padre,  tan  digno  de  la  estimación  general  de  que  gozaba,  y  de  la 
particular  que  le  profesaba  este  su  sincero  amigo  que  encomienda 
áDios  al  finado,  pidiendo  además  para  Udes.  perfecta  resigna- 
ción.- -Litis  Felipe.  < >bispo  de  Zamora. 

De  D.José  Sánchez  Rojas.— Sr.  D.  Enrique  Esperabé.— Mi  dis- 
tinguido amigo:  Con  verdadera  pena  he  sabido  el  fallecimiento  de 
su  señor  padre,  y  créame  que  con  el  alma  entera  me  asocio  á  su 
dolor  por  esa  desgracia. 

Yo  quería  al  buen  D.  Mames  mucho,  y  tendré  de  él  un  vivísimo 
recuerdo.  Era  uno  de  esos  hombres  que  sabían  hacerse  querer  y 
ser  queridos,  uno  de  los  pocos  que  no  han  dejado  en  su  paso  por 
la  vida  ni  la  más  ligera  enemistad,  y  cuya  memoria  será  guardada 
por  todos. 

Me  asocio,  pues,  á  su  dolor  muy  de  veras  y  en  espíritu.  Créame 
que  soy  suyo  afectísimo  amigo  s.  s.  q.  b.  s.  m.,  José  Sánchez  Rojas. 

De  D.  José  Man  ud  Segura.— Sr.  D.  Enrique  Esperabé.— Mi 
querido  compañero:  Me  he  enterado  de  la  muerte  de  su  señor  pa- 
dre q.  e.  p.  d.)  mi  querido  Rector,  mi  inolvidable  amigo,  cuyas 
bondades  y  cariño  las  conservaré  siempre  grabadas  en  mi  alma; 
jamás  se  borrará  mi  recuerdo  de  mí.  Este  verano  sólo  pensé  en  ir 
á  esa  por  darle  un  abrazo;  me  apena  extraordinariamente  no  ha- 
berlo hecho:  inquieto  por  la  salud  de  mi  mujer,  tuve  que  regresar 
antes  de  lo  calculado  de  mi  excursión  veraniega.  En  la  iglesia  de 
las  Escuelas  de  ManjOn  se  dirá  una  misa  en  sufragio  del  alma  de 
mi  queridísimo  amigo  1).  Mames,  los  niños  rezarán  por  él,  que  era 
un  espíritu  justo  y  bueno  y  merecía  el  cariño  de  cuantos  lo  trata 
mos;  que  Dios  lo  acoja  en  su  seno  y  dé  á  Vci.  resignación  para 
soportar  tan  grande  pérdida. 

Reciba  \^c].y  ron  la  expresión  de  mi  gran  sentimiento,  un  abra- 
zo cariñoso.— José  Manuel  Segura, 


-  134  - 

De  D.  Francisco  I.  Bautista,  párroco  de  Arroyomuerto.— 
Sr.  D.  Enrique  Esperabé.—  Afligido  y  desconsolado  señor:  Al  leer 
ayer  un  periódico  de  esa  localidad,  vi  un  anuncio  en  primera  pla- 
na: triste,  negro  y  escrito  en  abultados  caracteres;  terrible  sorpre- 
sa: ha  muerto  un  hombre  insigne,  un  caballero  noble,  un  sabio 
consumado,  un  perfecto  cristiano,  tal  era  la  voz  de  mi  alma;  pero 
fué  más  allá  mi  pensamiento;  me  acordé  del  profundo  dolor  en  que 
los  había  puesto  la  inesperada  pérdida;  me  acordé  del  sufrimiento 
cruel  que  devora  el  corazón  del  hijo  amante,  con  la  muerte  del 
bondadoso  padre;  me  acordé  de  los  terribles  momentos  aquellos, 
de  ingrata  memoria,  en  los  que  el  venerable  anciano,  cual  otro 
Jacob,  bendecía  á  Udes.  para  emprender  e!  largo  viaje  de  la  eter- 
nidad: qué  desconsuelo,  qué  torturas,  qué  ratos  tan  penosos  ha- 
brán Udes.  pasado;  lo  concibo,  lo  creo,  lo  siento  en  el  alma,  y  en 
prueba  de  ello,  envía  á  Udes.  la  expresión  sincera  de  su  profundo 
sentimiento  este  su  afectísimo  seguro  servidor  y  capellán  que  en 
estos  momentos  dirige  al  cielo  una  oración  por  el  finado,  Francis- 
co T.  Bautista. 

De  D.  José  de  Cárdenas. — Sr.  D.  Enrique  Esperabé.— Mi  que- 
rido amigo:  He  tenido  un  verdadero  sentimiento  con  la  muerte  de 
su  excelente  padre  y  buen  amigo  (q.  e.  p.  d.);  recuerdo  siempre  las 
deferencias  que  le  merecía,  y  Salamanca  y  su  ilustre  Universidad 
no  creo  olviden  nunca  los  eminentes  servicios  del  antiguo  y  bene- 
mérito Rector  tan  apreciado  y  querido  de  todos.  Reciba  Ud.  mi 
más  sentido  pésame  y  disponga  como  guste  de  su  más  afectísimo 
amigo,  José  de  Cárdenas. 

De  D.  Fermín  Hernández  Iglesias. — Sr.  D.  Enrique  Esperabé 
Arteaga.— Querido  amigo:  No  tengo  palabras  con  qué  significarle 
mi  pena  por  la  desgracia  que  aflige  á  Ud.  La  misma  intensidad  de 
la  pena  me  ha  caído  la  pluma  délas  manos  cuando  he  tratado  de 
escribir  á  Ud.  No  sé  qué  decirle.  No  puedo  decirle  cuanto  siento. 
Me  hubiera  satisfecho  más  estar  al  lado  de  Ud.  y  con  Ud.  abraza- 
do llorar  y  desahogarme.  He  perdido  el  más  generoso  amigo  y  de 
quien  más  pruebas  de  sincero  afecto  he  recibido  en  mi  larga  vida. 
Su  hijo  es  y  será  siempre  quien  tenga  más  derecho  á  recordarme 
esta  mi  declaración.  No  puedo  decir  más  á  Ud.  Si  hoy  hiciera  otra 
cosa,  amenguaría  la  vigorosa  sinceridad  de  sentimiento.  Mi  mujer 
se  asocia  á  vuestro  dolor.  Quería  mucho  á  Mames,  y  en  su  estado 
delicadísimo  ha  sentido  hondamente  la  desgracia.  Ella  y  yo  pedi- 
mos á  Dios  que  reciba  en  su  gloria  á  nuestro  inolvidable  amigo  y 
que  envíe  á  Udes.  los  consuelos  que  necesita.  Ambos  ofrecemos 
nuestros  respetos  á  su  señora,  y  á  Ud.  le  abraza  su  viejo  amigo, 
Fermín  H.  Iglesias. 

De  D.  Ángel  Pulido.— Sr.  D.  Enrique  Esperabé.— Mi  distinguí- 


-  135  - 

do  amigo:  Asocio  mi  condolencia,  que  de  todo  corazón  le  transmi- 
to, al  sentimiento  general  de  su  familia,  sus  amigos  y  Salamanca 
toda,  por  la  desgracia  que  les  aflige  con  motivo  de  la  muerte  de 
D.  Mames.  No  por  ser  muy  avanzada  la  edad  del  sabio  é  ilustre 
ex-Reetor  resultaba  su  existencia  menos  necesaria  y  menos  queri- 
da á  tanto  amigo  y  respetuoso  admirador  como  tenía.  Pido  á  Dios 
le  tenga  en  su  gracia  y  á  Udes.  les  deseo  resignación  y  salud  para 
encomendarle  al  Padre  de  todos.  Sabe  le  quiere  su  siempre  afectí- 
simo amigo  q.  b.  s.  m.,  Ángel  Pulido. 

De  D.  Juan  Uña.— Sr.  D.  Enrique  Esperabé.— En  este  pueblo, 
donde  me  encuentro  de  temporada,  acabo  de  recibir  la  noticia  que 
me  anuncia  que  hemos  perdido  para  siempre,  Ud.  á  su  buen  padre 
y  yo  á  uno  de  mis  más  fieles,  más  nobles  y  más  queridos  amigos  y 
compañeros,  á  quien  deseo  eterna  y  santa  paz.  Téngame  Ud.  con 
su  señora  y  sus  niños  por  asociados  á  su  dolor,  así  como  á  toda  mi 
familia,  que  conmigo  hace  votos  porque  recobren  Udes.  la  tranqui- 
lidad perdida  por  semejante  desgracia.  Es  de  Ud.  muy  afecto  ami- 
go, Juan  Illa. 

Continuaríamos  la  serie  de  esta  clase  de  manifestaciones,  si  los 
límites  de  periódico  lo  consintieran:  mas  en  la  imposibilidad  de  ve- 
rificarlo, y  si  las  notas  tomadas  no  nos  son  infieles,  han  escrito, 
además,  los  señores  siguientes: 

Sánchez  Arjona,  Pérez  Oliva,  Sánchez  Albornoz,  general  Ló- 
pez Domínguez,  Montero  Ríos,  Vincenti,  Duque  de  Sotomayor, 
Diez  Macuso,  Bullón  de  la  Torre,  Marqués  de  Cerralbo,  Groizard, 
D.  Victoriano  Guzmán,  Marqués  de  Villa-Alcázar,  Ojesto,  D.  Ju- 
lián Calleja,  Cavestany,  Cogorza,  Solier,  Conde  de  Lumbrales, 
Montalvo,  D.  Tomás  Moreno,  D.  Juan  y  D.  Eduardo  Aparicio, 
D.  Antonio  y  D.  Guillermo  Ortega,  Astola  de  la  Riva,  Alba  Fru- 
zado,  Miguel  Pérez,  D.  Ramiro  Navas,  Martínez  Mendoza,  Ruiz 
Arenas,  D.  Francisco  Casas,  D,  Guillermo  Sáez,  Villalobos,  doctor 
Mercado,  D.  Manuel  Muñoz  Orea,  Directora  de  la  Normal  de  Cáce- 
res,  D.  Ramón  Losada,  Sons  y  Castelín,  Medina  Carrascal,  Mar- 
qués del  Romeral,  Bedmar  Escudero, Campos  Notario,  Oliva  Rodrí- 
guez, Galarza,  Ochoa,  Marqués  de  Albaida,  D.  Salvador  Toribio, 
Sánchez  Bordona,  D.  Evaristo  Pinto  Sánchez,  D.  Andrés  Sánchez 
Rojas,  Melón  é  Tbarra,  D.  Federico  y  D.  Mauricio  Onís,  Rodrí- 
guez Vague,  D.  Esteban  Moran,  viuda  de  Sánchez  de  Castro, 
García  Morales,  Calvo  y  Madroño,  Casajús,  Basanta,  D.  Antonio 
Solís,  Cuartero  Gómez,  D.  Salvador  Guzmán,  viuda  de  García  Her- 
nández, D.  Manuel  Vega,  García  Estévez,  Aharez  Hernández,  don 
Mariano  Catalina,  D.  Pascual  Amat,  D.  Rafael  Labra,  García  Bo- 
yen», Fidalgo,  Benítez  de  Lugo,  García  Amado,  Molina  y  López, 
Directora  de  la  Normal  de  Avila,  Galindo  Pardo,  García  Alonso, 


-  136  - 

Paradinas  Alvarez,  García  Ladevese,  Viscasillas,  Hernández  Sán- 
chez, D.  Manuel  Labajo,  D.  Federico  Arriaga,  Dr.  Bejarano,  don 
Miguel  Perlines,  Sánchez  de  la  Peña,  Duque  de  Tamames,  Sánchez 
Blanco,  Más  del  Rivero,  viuda  de  González  Serrano,  Zumalacá- 
rregui,  D.  Víctor  González  San  Román,  D.  Alberto  Segovia,  D.  Jo- 
sé Jorge,  Lezcano,  Conde  de  Árdales,  García  Robles,  Obispo  de 
Palencia,  D.  Santiago  Juan,  Martín  González,  García  Gavilán, 
Núñez  González,  Cobaleda,  viuda  de  Mesonero,  D.  Emilio  García 
y  García,  Zorrilla  y  Vicario,  D.  Sandalio  Santiago,  Franco  Loza- 
no, Gaspar  Serrano,  Sánchez  Delgado,  Presidente  de  la  Audiencia 
territorial  de  Burgos,  el  Rector  y  Claustro  de  la  Universidad  de 
Valladolid,  D.  Pedro  Martín  Robles,  D.  Francisco  Moran,  D.  Isi- 
dro Gástelo,  Gómez  Pineda,  Conde  de  Casasola,  D.  Francisco  Co- 
lomer,  García  Maceira,  Banqué  Feliú,  D.  Carlos  Sánchez  de  la 
Fuente,  González  Ibarra,  D.  Eduardo  Benot,  D.  Arturo  y  D.  Ra- 
miro Salinas,  D.  Andrés  Mellado,  Zunzunegui,  Octavio  Picón,  Bar- 
tolomé, D.  Manuel  Cosío,  D.  Enrique  Alvero,  D.  Niceto  Soler, 
Silvan,  Andrés  y  Calvo,  Robledo  Rodríguez,  D.  Eufemio  Moro, 
Padre  Manuel  Cámara,  Marqués  de  Távara  y  de  Alejecilla,  don 
Pedro  Hernández  Sánchez,  Regil,  Sánchez  Román,  D.  Sinforoso 
Nodal  y  D.  Francisco,  Obdulio  García,  Hernández  Rodríguez,  Sán- 
chez (D.  Bibiano),  Hernández  (D.  Felipe),  Benito  de  Endara,  Infante 
Ortiz,  D.  Nicolás  Salmerón,  Gabado,  de  la  Mora  y  Abarca,  viuda  de 
Gamazo,  Gamazo  (D.  Juan  Antonio),  Hernández  (D.  Gerónimo), 
Albino,  Dr.  Andrade,  Valle  Cárdenas,  Cañedo,  Sala  del  Castillo, 
Marqués  de  Flores-Dávila,  Gumersindo  Azcárate,  Miguel,  Moray 
ta,  Fernández  y  González,  Conde  Luque,  Menéndez  Pelayo,  Vida 
(D.  Gerónimo),  Gaspar  Remiro,  Becerra  del  Toro,  Núñez  de  Cou- 
to,  Aranda,  La  Fuente  (D.  Antonio),  Caldevilla,  Dr.  Ihot,  Bretón, 
D.  José  Echegaray,  Dávila,  Conde  de  Romanones,  Garzón  Es- 
tébanez,  Aguilera  (D.  Alberto),  Sánchez  Noguel,  etc. 

El  ilustre  escritor  francés  Mr.  Achule  Milien,  el  notable  publi- 
cista Sr.  Rosa  y  Rullo,  el  Dr.  Lassot,  el  profesor  Zama,  el  distin- 
guido catedrático  de  Salamanca  y  decano  de  Derecho  Sr.  Sánchez 
Mata,  el  antiguo  periodista  y  abogado  de  Valladolid  D.  Ramón 
Barco,  el  Alcalde  de  Peñaranda  D.  Sinforoso  Nodal,  el  Sr.  Benei- 
te,  y  otros  varios  publicaron  en  diferentes  periódicos  y  revistas 
sentidísimos  artículos  necrológicos  de  D.  Mames. 

La  prensa  de  Madrid  y  de  provincias  se  ocupó  también  exten- 
samente del  fallecimiento  y  entierro,  cuyas  notas  no  transcribi- 
mos por  no  dar  demasiadas  proporciones  á  este  apéndice,  hacién- 
dolo únicamente,  y  para  terminar,  eon  la  hermosa  y  sentida  carta 
que  el  sabio  y  genial  Rector  Sr.  Unamuno  dirigió  al  hijo  del  fina- 
do y  cuya  carta  fué  publicada  en  la  prensa  salmantina  por  el 


-  137  - 

inteligente  archivero  jefe  de  la  Biblioteca,  D.  José  María  ele  Onís, 
uno  de  los  más  serios  y  prestigiosos  demócratas  de  la  histórica 
ciudad,  amigo  muy  querido  de  D.  Mames  y  también  del  Sr.  Una- 
muno,  y  conocedor  como  nadie  del  sincero  afecto  que  mutuamen- 
te se  profesaban  los  dos  Rectores. 

«El  Rector  ilcla  Universidad  de  Salamanca.  Particular. — Mi 
querido  Enrique:  Acepto  reconocidísimo  el  bastón  y  la  medalla 
que  como  recuerdo  de  su  buen  padre  (q.  d.  D.  g.)  tiene  la  bonda- 
dosa atención  de  ofrecerme. 

No  necesito  de  objeto  alguno  material  para  conservar  mientras 
viva  devota  memoria  del  que  fué  para  nosotros  todos,  los  maestros 
de  esta  Universidad,  un  padre  á  la  vez  que  un  amigo,  pero  ellos 
serán  para  mí  como  reliquia  venerable  y  cada  vez  que  los  use  pen- 
saré una  vez  más  que  todo  mi  anhelo  en  el  puesto  que  ocupo— pa- 
sadas ya  las  tormentas  primeras— es  que  cuando  lo  tenga  que  de- 
jar, ó  Dios  me  lleve,  puedan  todos  decir  de  mí  lo  que  todos  decimos 
del  inolvidable  D.  Mames:  fué  ante  todo  y  sobretodo  un  corazón 
noble  en  que  jamás  posaron  malas  pasiones. 

De  nuevo  le  abraza  acompañándole  en  su  gran  dolor  su  amigo 
y  compañero,  Miguel  de  Unamuno.» 


Salamanca,  3  de  Noviembre  de  1907. 


HOMENAJE 

REVISTA  CONSAGRADA 
A  HONRAR  LA  MEMORIA  DEL  RECTOR 

D.  Mames  Esperabé  Lozano 


i:x  EL 


PRIMER  ANIVERSARIO  DE  SU  MUERTE 


DIRECTOR 

D.   EVARISTO   PINTO   SÁNCHEZ 


A.  d'  Andrade    D.  Antonio). 

Astola  1 1).  Teodoro). 
Barco   I).  Ramón  . 
Benito  I).  Lorenzo). 
Bretón  1 1>.  Tomás). 
«."ampos  X. iiano    D.  José  . 
Castillo  iD.  Manuel  i. 
('id  1 1).  Jerónimo). 
Cossio  (D.  Manuel  Bartolomé  . 
I).  Berruéta  i  D.  Martin). 
Diez   D.  Ricardo  . 
Director  de  (El  Lábaro». 
El  Adelanto  . 

Francos  Lozano  U.  Francisco). 
Plores-Dávila  'Marques  de). 
García  Maceira    I).  Antonio.. 
Gil  y  Robles  i  L>.  Enrique). 


COLABORADORES 

González  Ibarra  iD.  Didio». 
González  Garbín  iD.  Antonio 
Hoyos    D.  Ramón). 
Hubner  (D.  X. 
Jiménez  D.  Esteban. 
Jhot  i  D.  Ladislao). 
Maldonado  (D.  Luis). 
M.  Benito  (D.  J 
Mellado  i  D.  Andrés. 
Moret  i  D.  Segismundo). 
Muñoz  orea  1 1).  Timoteo). 
Nodal  1 1).  Sinforoso). 
Nú  García  'I).  Eduardo  . 
( ibispo  de  Plasencia. 
i  im-    D,  Federico). 
<  Inís    i '.  .lose  m ."i 
Pascua]  Español   D.  M.  > 


Pérez  Oliva  1 1).  Isidro  . 
Pesado  Blanco  i  1).  Sci  gii 
Pulido  (D.  Ángel). 
Rcgil  (D.  Maximiano 
Reymundo  i  D.  Mariano). 
Rodríguez  Miguel  (D.  Luis). 
R.  Pin  illa  1 1).  Cándido). 
Rosa  (D.  G.) 

Sánchez  Delgado  |  I).  Víctor). 
Sánchez  Mata  -  D.  Nicasio). 
Sánchez  Rojas  (D.  José). 
Sauz  i 1).  Gonzalo). 
1 1.  Isidro). 
Unamuno  i  D.  Miguel). 
Uña  i  D.  Juan). 
Vázquezde  Parga   D.  Ja 
Viscasillas  y  U.    D.  Mai 


SALAMANCA 
IMPRENTA  Y  LIBRERÍA  DE  FRANCISCO  XÚXEZ  IZQUIERDO 

RAMOS    DEL'   MANZANO,    42,    Y    RÚA,    25 


Homenaje  al  Rector  D.  Mames  Esperabé 


D.  Mames  Esperabé  Lozano. 

Del  inolvidable  Rector  salmantino,  honra  y  galardón  de  la  his- 
tórica ciudad  del  Tormes  y  de  su  Universidad  ilustre,  se  han  pu- 
blicado en  vida  y  en  muerte  un  buen  número  de  bocetos,  infinidad 
de  biografías  y  de  siluetas,  y  aun  nosotros  mismos  dimos  á  la  luz 
pública  en  los  comienzos  de  este  año  un  modesto  folleto  de  más 
de  cien  páginas  con  el  título  de  Datos  biográficos  de  D.  Mames  Es- 
perabé Lozano.  No  es  cosa,  pues,  de  repetir  lo  que  tantas  veces  se 
ha  dicho  y  dar  una  biografía  más  del  venerable  maestro,  con  tanto 
más  motivo  cuanto  que  su  vida  y  sus  hechos  están  presentes  en  la 
memoria  de  todos.  Pero  dedicada  esta  revista  á  honrar  al  ilustre 
muerto  el  día  del  primer  aniversario  de  su  fallecimiento,  justo  es 
que  recordemos  algo  de  lo  que  hizo. 

Fué  D.  Mames  Esperabé  un  profesor  eminente,  un  Rector  insig- 
ne, un  notable  lingüista,  amante  de  la  enseñanza  y  del  trabajo,  que 
constituían  en  él  su  única  ocupación  y  su  pasión  más  ciega. 

Fué  también  un  hombre  integérrimo  é  inflexible,  un  espíritu 
fuerte,  de  mucha  entereza  y  de  gran  energía,  pero  á  la  vez  tan 
caballeroso,  tan  caritativo  y  tan  bueno,  que  merece  figurar  entre 
los  principales  benefactores.  Jamás  negó  á  nadie  protección  ó 
ayuda;  jamás  miró  con  indiferencia  las  calamidades  ó  desdichas 
públicas;  jamás  dejó  de  socorrer  al  necesitado  ó  desvalido.  Su  vida 
toda  es  una  vida  de  laboriosidad  continua,  una  vida  consagrada 
al  estudio,  al  prestigio  de  la  Universidad  salmantina  y  á  la  prácti- 
ca del  bien. 

Periodista  en  sus  mocedades  y  catedrático  por  oposición  del 
Instituto  de  Málaga,  distinguióse  en  seguida  por  sus  escritos,  por 
sii>  conferencias  y  por  sus  explicaciones,  y  cuando  en  1863  llegó  á 
Salamanca  para  encargarse  de  la  clase  de  Literatura  clásica,  grie- 
ga y  latina,  vino  ya  precedido  de  merecida  fama  de  doctísimo  pro- 
fesor. En  1869  fué  nombrado  jefe  de  nuestra  renombrada  Escuela, 
y  desempeñó  sin  interrupción  tan  elevado  cargo  hasta  Octubre 
de  1900,  en  que  por  haber  llegado  á  los  setenta  años,  y  hallarse 


-  142  - 

comprendido  en  el  decreto  de  jubilaciones  de  García  Alix,  aban- 
donó la  enseñanza. 

Su  gestión  en  el  Rectorado  durante  el  largo  periodo  de  treinta 
y  un  años  no  pudo  ser  más  fecunda  ni  tampoco  más  gloriosa.  La 
restauración  y  radical  reforma  del  edificio  universitario,  la  gale- 
ría de  cristales  y  el  pavimento  del  antiguo  Claustro,  el  hermoso 
y  artístico  artesonado  de  sus  techos,  la  construcción  de  toda  la 
planta  alta  de  la  Universidad,  la  recuperación  de  muchas  láminas 
é  intereses  perdidos  y  la  conservación  de  los  mismos,  la  fundación 
de  las  bibliotecas  de  Filosofía  y  Letras  y  Derecho,  el  estableci- 
miento oficial  del  periodo  de  la  Licenciatura  en  la  Facultad  de  Fi- 
losofía y  Letras,  la  validez  académica  á  los  estudios  hechos  en  la 
libre  de  Medicina,  y  la  reorganización  y  prosperidad  de  los  Cole- 
gios, obras  entre  otras  muchas  debidas  exclusivamente  al  Sr.  Es- 
perabé  Lozano,  llevarán  á  los  siglos  venideros  el  recuerdo  del 
Rector  D.  Mames. 

Llevando  la  voz  de  su  queridísima  Universidad  en  centenarios 
como  los  de  Calderón,  Santa  Teresa,  Fray  Luis  de  León  y  Cristó- 
bal Colón,  demostró  ser  sucesor  dignísimo  de  aquellos  sabios  que 
colocaron  el  nombre  de  Salamanca  al  lado  de  los  de  Oxford  y  París; 
presidiendo  certámenes  y  asambleas,  academias  y  solemnidades 
literarias,  hizo  con  sus  discursos  que  volviera  á  hablarse  de  la  Ate- 
nas española  en  todas  partes;  y  con  trabajos  tan  científicos  é  im- 
portantes como  la  memoria  leída  ante  el  Rey  D.  Alfonso  XII,  la 
que  dirigió  al  Ministro  sobre  las  reformas  que  debían  introducirse 
en  todos  los  ramos  de  la  enseñanza,  la  referente  al  estado  de  las 
Universidades,  el  magistral  informe  sobre  la  autonomía  de  las 
mismas,  el  de  disciplina  académica  y  otros  varios,  logró  que  se  le 
tuviese  por  persona  de  tal  autoridad  y  competencia,  que  no  hubo 
( rbbierno  que  no  le  consultara  en  materias  de  instrucción  y  cultura. 

Siendo  senador  por  Palencia  en  la  legislatura  del  l'l  al  73,  con- 
siguió ser  sumamente  atendido  y  respetado;  mas  poco  aficionado 
á  la  política,  no  quiso  volver  á  las  Cortes  á  pesar  de  reiteradísimas 
instancias,  ni  aceptar  tampoco  la  I  Hrección  general  de  Instrucción 
pública.  No  encontraba  más  placer  que  en  su  Universidad.  A  ella 
se  consagró  por  entero;  por  ella  sostuvo  ante  los  poderes  públicos 
ven  todos  los  sitios  brillantes  campañas;  en  defensa  de  sus  glo- 
rias luchó  como  puede  luchar  el  hijo  amante  y  cariñoso  por  su 
madre,  y  nunca  consintió  por  nada  ni  por  nadie  que  en  lo  más 
mínimo  se  cercenaran  sus  prerrogativas  y  derechos. 

Apartado  de  la  Universidad  durante  los  últimos  seis  años  de  su 
vida,  continuó  siendo  para  todos  El  Redor,  no  obstante  su  jubila- 
ción, por  haber  encarnado  en  él  la  representación  más  gloriosa 
de  la  Escuela,  por  ir  siempre  su  nombre  unido  al  de  la  Universi- 


-  143  - 

dad,  y  porque  dentro  y  fuera  de  ésta  miraba  á  todas  horas  por  sus 
prestigios. 

La  última  yez  que  le  vimos,  en  Febrero  de  1906,  nos  habló  de  la 
Universidad  de  Salamanca,  de  su  alma  máter,  de  lo  que  en  él  cons- 
tituía una  obsesión. 

En  su  disposición  testamentaria  se  acordó  igualmente  de  lo  que 
nunca  podía  olvidar,  de  su  Universidad  querida,  y  desde  el  mundo 
de  ultratumba  seguros  estamos  de  que  ha  de  seguir  pensando  en 
ella,  y  de  que  su  espíritu  será,  á  no  dudarlo,  el  verdadero  sostén 
de  la  Escuela  veneranda. 

«Hombres  como  D.  Mames  no  debían  morirse  nunca»  dijo  en 
cierta  ocasión  un  ilustre  pedagogo,  y  parodiándole  ahora  nosotros 
diremos  «que  la  vida  del  gran  Rector  salmantino  debiera  escul- 
pirse en  el  sitio  más  público,  del  mismo  modo  que  ha  de  hallarse 
ya  grabada  en  la  celeste  y  azulada  bóveda  con  letras  de  oro,  cu- 
biertas de  brillantes,  al  lado  de  la  de  aquéllos  de  quienes  decía 
nuestro  querido  é  inolvidable  amigo  Urbano  González  Serrano  que 
eran  los  Santos  de  la  Humanidad». 

E.  PINTO  SÁNCHEZ 
Plasencia,  Octubre,  1907. 


Fragmentos  de  las  conferencias  que  dio  en  Palencia  D.  Mames  Es- 
perabé  Lozano  en  1857. 

«La  primera  enseñanza  tiene  el  carácter  más  general  de  la  ins- 
trucción pública.  Se  extiende,  sin  distinción,  á  todas  las  clases  de 
la  sociedad,  y  felizmente  acaba  de  consignarse  en  la  nueva  Ley  la 
obligación  que  todos  tienen  de  adquirir  estos  conocimientos,  cum- 
pliendo de  esta  manera  con  una  de  las  más  apremiantes  necesida- 
des que,  días  ha,  reclamara  el  espíritu  de  la  época. 

A  la  escuela  vienen  á  recibir  el  pan  de  la  inteligencia  esos  pe- 
queños seres  que  ostentan  en  su  rostro  la  inocencia  de  su  corazón, 
y  vienen  con  agrado,  porque  afortunadamente  dejó  de  ser  la  es- 
cuela el  calabozo  donde  esa  masa  tierna  era  expuesta  á  la  mayor 
tortura:  ya  no  venios  niños  en  el  maestro  el  juez  verdugo  cuya 
presencia  les  atemoriza.  Este  ilustrado  pedagogo,  poseído  de  la 
sabia  máxima  _/////  titi  sitnt ,  erudi  tilos,  les  trata  cariñosamente  y 
despierta  en  ellos  la  afición  al  estudio  por  medio  de  una  laudable 
emulación.  El  amor  al  premio  impresiona  á  esas  inteligencias  vír- 
genes que  antes  se  sobrecogían  por  el  temor  al  castigo.  ¡Loor  eter- 
no á  los  encargados  de  tan  elevada  misión! » 


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«La  enseñanza  de  las  lenguas  vivas  es  otra  de  las  innovacio- 
nes que  con  muy  buen  acuerdo  introduce  la  Ley  de  instrucción 
pública,  porque  los  vínculos  é  intereses  que  ligan  estrechamente 
á  la  gran  familia  europea,  hacen  de  necesidad  suma  su  estudio. 
La  significación  política  de  la  Francia,  su  intervención  en  las  altas 
cuestiones  sociales,  su  progreso  científico  y  literario,  y  más  que 
todo,  el  amor  á  las  glorias  de  su  patria,  tan  encarnado  en  el  espí- 
ritu francés,  han  generalizado  la  lengua  francesa  cual  lo  estuviera 
en  tiempos  pasados  la  lengua  de  los  romanos,  llegando  hasta  el 
punto  de  constituir  uno  de  los  elementos  principales  de  la  educa- 
ción moderna.» 


«Deber  sagrado  es  de  todos  el  fomentar  la  instrucción  por 
cuantos  medios  estén  á  nuestro  alcance,  contribuir  á  hacer  cultu- 
ra, llevar  cada  uno  una  piedra  á  ese  edificio  social,  á  fin  de  que  la 
juventud  agradecida  aprecie  nuestros  esfuerzos  y  bendiga  nuestra 
memoria.  La  historia  de  los  pueblos  tiene  reservado  un  lugar  para 
conservar  eternamente  el  recuerdo  de  aquéllos  que  han  dedicado 
su  vida  á  la  defensa  de  las  grandes  causas,  y  ninguna  para  mí  tan 
importante  como  la  que  tiene  por  objeto  enseñar  al  hombre  lo  que 
es,  lo  que  debe  á  Dios,  á  la  familia,  á  la  sociedad  y  al  Universo 
entero.  Los  nombres  de  Sanchos,  Alfonsos,  Téllez,  brillarán  siem- 
pre al  lado  de  los  Fructuosos  y  Guzmanes  que  supieron  honrar 
con  su  aplicación  las  escuelas  palentinas.  Dificilísimo  era  en  aque- 
llos tiempos  tan  calamitosos  proteger  la  enseñanza,  y  la  protec- 
ción se  llevó  á  cabo  entonces  con  tanta  mayor  gloria  cuanto  me- 
nor era  el  fruto  aparente  que  prometía.  Pero  hoy  que  los  resultados 
se  tocan  constantemente  y  que» 


«Jóvenes  obreros  qiu  najéis  venido  á  escucharme,  acudid  á  las 
escuelas  y  centros  de  cultura,  para  que  la  instrucción  que  allí  ad- 
quiráis os  ponga  en  condiciones  ventajosísimas  de  sobresalir  en 
vuestros  oficios  y  artes  respectivos.  En  la  escuela  fortificareis 
vuestro  espíritu  y  agrandareis  vuestra  personalidad  para  cumplir 
los  santos  fines  de  la  moral  y  del  derecho.  De  ese  modo  se  exten- 
derán los  beneficios  de  la  enseñanza  por  las  clases  todas  de  la  so- 
ciedad, y  cerraremos  de  una  vez  para  siempre  el  periodo  de  las 
revueltas  y  asonadas  que  hacen  derramar  inútilmente  la  bendita 
sangre  del  pueblo.  Convenceros  de  que  el  fusil  es  un  arma  homi- 
cida y  el  enemigo  declarado  de  nuestra  prosperidad,  bien  lo  em- 


-  145  - 

punen  los  unos  como  defensores  de  la  libertad,  bien  lo  empuñen 
los  otros  como  mantenedores  del  orden.  La  libertad  que  se  impone 
por  la  fuerza  no  es  tal  libertad;  el  orden  que  se  apoya  en  las  bayo- 
netas es  la  tiranía.  Instrucción  y  moralidad  son  las  armas  escudos 
de  nuestras  libertades,  de  nuestros  derechos  y  la  paz  que  todos 
ansiamos. » 


D.  Mames  Esperaba. 

Ligado,  como  estaba,  el  que  estas  breves  líneas  subscribe,  con 
D.  Mames  Esperabé  y  Lozano  (q.  e.  p.  d.),  cuya  memoria  se  pro- 
pone honrar  en  este  día  de  su  primer  aniversario  la  actual  revista, 
con  vínculos  los  más  fuertes  desde  la  tierna  infancia,  no  puede  me- 
nos de  asociarse  á  las  respetables  personas  que  tan  generoso  pen- 
samiento han  concebido  y  llevado  á  cabo.  Allá,  ha  más  de  sesenta 
años,  en  la  inmortal  Zaragoza,  simpatizábamos  ya  en  un  colegio  de 
segunda  enseñanza,  muy  bien  montado  por  cierto,  para  lo  que  los 
tiempos  aquellos  consentían,  en  el  estudio  de  la  lengua  del  Lacio 
uno  y  otro,  paisanos  ambos,  él  de  Egea  de  los  Caballeros,  en  aque- 
lla provincia,  y  el  que  esto  escribe  nacido,  cabe  el  Santo  Pilar,  y 
juntos  continuamos  toda  la  carrera  en  el  Instituto,  como  en  la  Fa- 
cultad de  Filosofía  y  Letras  de  aquella  Universidad,  teniendo  am- 
bos la  suerte  de  contar  con  grandes  maestros,  como  D.  Jerónimo 
Borao,  D.  Jerónimo  Maciá  Cani,  D.  Braulio  Foz,  D.  José  Puente 
y  Yillunía  y  D.  José  Delgado,  cuyas  sabias  enseñanzas  jamás  he- 
mos olvidado,  como  ni  las  de  otros  no  menos  ilustres,  á  quienes 
después  oimos  en  la  Central,  entre  los  cuales  brillaba  D.  José 
Amador  de  los  Ríos.  La  constante  laboriosidad  de  D.  Mames  Es- 
perabé, significada  desde  su  infancia,  dispúsole  pronto,  una  vez 
terminado  su  Doctorado,  para  brillar  en  oposiciones  á  cátedras  de 
Instituto,  en  cuyo  escalafón  ingresó,  en  Latín  y  Griego,  en  1859, 
con  destino  á  Palencia,  si  la  memoria  del  que  esto  escribe  no  lees 
infiel,  y  años  después  pasó  ya  á  nuestra  Atenas  entre  las  antiguas 
Universidades,  á  la  cátedra  de  Literatura  latina  en  nuestra  que- 
rida Facultad,  obteniendo  más  tarde  el  Rectorado  de  aquel  famo- 
so Cuerpo  docente,  que  desempeñó  más  de  treinta  años  (mientras 
los  jefes  de  otras  Escuelas  de  esa  índole  eran  removidos  con  gran 
frecuencia),  hasta  que  correspondiéndole  por  su  edad,  según  re- 
ciente disposición,  dejar  el  ejercicio  de  la  enseñan/a,  fué  jubilado 
en  Julio  de  1900.  Y  bien  merece,  por  cierto,  que  su  memoria  sea 
ahí  y  en  toda  España  enaltecida  quien,  (.orno  el  Dr.  Esperabé,  supo 

10 


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ascender  por  sus  propios  méritos,  en  fuerza  del  trabajo,  á  los  más 
distinguidos  puestos  de  la  enseñanza  oficial  desde  una  modesta  es- 
fera en  que  le  había  tocado  nacer,  mostrando  siempre  una  ejem- 
plar honradez,  una  modestia  y  sencillez  que  nunca  le  consintió 
envanecerse  con  sus  triunfos,  un  extraordinario  amor  á  la  ense- 
ñanza y  á  la  juventud  á  él  encomendada,  y  un  singular  tacto  y  es- 
peciales dotes  de  carácter,  que  le  granjeaban  pronto  las  simpatías 
de  todos  sus  amigos  y  de  todos  sus  subordinados,  en  tiempos  en 
que  el  principio  de  autoridad  está  tan  decaído  entre  nosotros.  ¡Hon- 
remos, pues,  su  memoria,  proponiéndole  como  modelo  á  nuestros 
jóvenes  escolares,  y  encomendemos  su  alma  al  Todopoderoso  para 
que,  según  podemos  esperar  de  sus  virtudes  cristianas,  la  ponga 
luego  al  lado  de  las  de  sus  escogidos  en  la  eterna  bienaventuranza! 
¡No  terminaremos  estas  desaliñadas  líneas  sin  enviar  nuestro  ca- 
riñoso saludo  al  distinguido  hijo  del  Dr.  Esperabé,  D.  Enrique, 
para  quien  en  su  incomparable  desgracia  por  la  pérdida  de  un  tan 
valioso  padre  debe  servir  de  consuelo  la  general  simpatía  que  su 
memoria  suscita  todavía  entre  sus  innumerables  amigos! 

Mariano  VISCASILLAS  Y  ÜRKIZA 

Decano  de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras  de  la  Universidad  Central 
y  Consejero  de  Instrucción  pública. 
San  Lorenzo  del  Escorial,  26  de  Agosto  de  1907. 


A  la  memoria 
del  Hxcmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano. 

SONETO 

-;Cómo  vamos,  pojétes?  me  decía 
siempre  que  á  saludarle  me  acercaba: 
y  afable  y  cariñoso  me  abrazaba, 
y  á  la  vez  que  lloraba,  sonreía. 

-;Cómo  vamos,  poiétes?  repetía, 
y  los  gratos  recuerdos  evocaba 
en  que  el  Literatura  me  explicaba 
y  á  los  clásicos  griegos  traducía. 

En  la  clase jovial  y  afectuoso, 

no  era  el  serio  censor,  grave  y  temido, 
era  el  amigo  amable  y  bondadoso. 

Hoy  el  poiétes  triste  y  afligido, 
rogando  á  Dios  por  su  eterna  1  reposo, 
la  muerte  llora  del  Mentor  querido. 

Sinforoso  NODAL 

Abogado  y  Alcalde  de  Peñaranda. 
Peñaranda  de  Bracamonte,  Septiembre,  16-907. 


-  147  - 

D.  Mames  Esperabé. 

Fui  discípulo  del  venerable  maestro  á  quien  honramos  hoy  en 
estas  columnas,  y  sentí  por  él  un  cariño  tan  intenso  y  una  admira- 
ción tan  grande,  que  su  recuerdo  vivirá  en  mi  memoria  siempre. 

Aquel  cariño  y  esta  admiración  van  unidos  á  mis  recuerdos  es- 
colares. Los  de  mi  generación  no  podemos  concebir  á  la  Escuela 
salmantina  sin  su  anciano  jefe,  como  no  conciben  muchos,  y  de  los 
mejores  mozos  de  ahora,  las  glorias  viejas  sin  ensalzar  éstas  de 
hogaño,  frescas  y  lozanas,  que  ya  ha  poetizado  Unamuno.  D.  Ma- 
mes no  solamente  era  la  cabeza  visible  de  la  Escuela,  sino  su  bra- 
zo, su  nervio,  su  voluntad,  y  sobre  todo  y  ante  todo,  su  corazón. 
D.  Mames  quería  á  la  Universidad  con  toda  su  alma.  Era  el  ena- 
morado de  sus  glorias,  pero  el  enamorado  terco,  de  limpia  sangre 
aragonesa.  Y  la  consagró  sus  desvelos,  y  buena  parte  de  sus  cari- 
ños los  consumió  ella,  la  veneranda  matrona,  que  digan  lo  que 
quieran  los  termómetros,  hoy  vuelve  á  mocear  como  en  sus  mejo- 
res días. 

Nosotros,  los  que  hacemos  política,  tenemos  mucho  que  apren- 
der de  aquel  rectísimo  anciano.  El  nos  enseñó  el  camino  de  hacer 
á  la  Escuela  grande  sin  ostentaciones  y  sabia  sin  arrogancias  em- 
palagosas. Quédense  las  farándulas  para  los  demasiado  imagina- 
tivos, que  nosotros,  los  que  hemos  respirado  los  airecillos  de  la  li- 
bertad, como  los  respiró  D.  Mames  en  lo  mejor  de  su  juventud,  no 
tenemos  otros  caminos  que  recorrer  que  los  ya  andados  por  el 
ilustre  muerto. 

El  cual  nos  enseñó  que  el  prestigio  de  su  Escuela  estaba  en  los 
maestros  y  en  sus  estudiantes,  y  luego,  muy  secundariamente,  en 
los  despachos  de  los  Ministerios  y  en  las  gestiones  oficiales. 

¡Que  el  muerto  me  sirva  de  ejemplo  y  de  estímulo  en  dar  reali- 
dad á  mis  sueños  por  el  mejoramiento  de  mi  querida  Universidad 

salmantina! 

Isidro  PÉREZ  OLIVA 

Doctor  en  Derecho  y  Diputado  á  Cortes. 
Madrid,  Septiembre,  1907. 

Un  recuerdo 
al  inolvidable  D.  Mames  Esperabé  Lozano. 

Va  á  cumplirse  un  año  que  pasó  á  mejor  vida  el  docto  catedrá- 
tico y  dignísimo  Rector  que  fué  de  la  Universidad  de  Salamanca, 
Dr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano. 

El  haber  pertenecido  al  Claustro  de  esa  afamada  Universidad, 


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y  haber  explicado  en  ella  durante  algunos  cursos  como  catedráti- 
co de  la  Facultad  de  Derecho,  me  proporcionó  ocasión  de  conocer 
y  apreciar  las  relevantes  cualidades  morales  é  intelectuales  que 
adornaban  al  sabio  catedrático  y  celoso  Rector,  cualidades  que 
extensa  y  exactamente  se  describen  por  su  biógrafo  el  Sr.  Pinto 
Sánchez  (1). 

En  l<So7,  y  por  el  entonces  Ministro  de  Fomento  Excmo.  Señor 
I).  Severo  Catalina,  se  hicieron  modificaciones  radicales  en  la  le- 
gislación de  Instrucción  pública,  siendo  una  de  ellas  la  supresión 
de  las  Facultades  de  Filosofía  y  Letras,  que  hasta  el  grado  de  Ba- 
chiller  se  cursaba  en  diferentes  Universidades  del  Reino,  como  en 
las  de  Valladolid  y  Santiago.  A  consecuencia  de  esa  supresión 
fueron  trasladados  á  la  Universidad  de  Salamanca  D.  Antonio 
Castaftón,  catedrático  que  había  sido  de  Metafísica  en  la  de  Va- 
lladolid, y  D.  Santiago  Usoz,  que  lo  había  sido  de  Lengua  griega 
en  la  de  Santiago. 

Al  poco  tiempo  de  estancia  en  Salamanca  de  esos  distinguidos 
catedráticos,  se  establecieron  corrientes  de  simpatía,  que  pronto 
se  tradujeron  en  íntima  y  sincera  amistad  entre  ellos,  D.  Mames 
y  el  que  subscribe.  En  nuestros  casi  diarios  y  largos  paseos  por 
la  carretera  de  Zamora,  se  discurría  sobre  diferentes  asuntos,  y 
espeeialmente  acerca  de  las  reformas  que  en  esa  época  venían 
haciéndose  en  instrucción  pública.  En  estas  conversaciones  cons- 
tantemente se  traslucía  el  cariño  de  D.  Mames  por  la  Universidad 
de  Salamanca,  y  el  interés  por  su  engrandecimiento  y  prosperidad. 
¡Cómo  habíamos  entonces  de  presumir  que  dentro  de  no  muy  leja- 
no plazo  se  encontraría  en  condiciones  para  llevar  á  efecto  sus 
plausibles  deseos! 

En  su  claro  criterio  comprendía  perfectamente  que  no  está  el 
verdadero  y  principal  mérito  del  ser  humano  en  el  concebir,  expo- 
ner ó  sentir  magníficos  ideales  y  empresas  grandiosas,  sino  pro- 
piamente en  realizarlas;  así  que,  en  cuanto  fué  elevado  al  honroso, 
pero  también  espinoso  cargo  de  Rector,  puso  en  ejecución  y  llevó 
á  feliz  término  sus  planes  y  designios.  Mejoró,  restauró  y  ensan- 
chó  el  edificio  universitario;  consiguió  el  establecimiento  de  nue- 
va- Facultades;  recobró  láminas  é  intereses  que  á  la  Universidad 
pertenecían;  atendió  á  la  prosperidad  y  buena  administración  de 
becas  y  pensiones  de  los  suprimidos  Colegios;  fundó,  ó  por  lome- 
nos  amplió  las  bibliotecas  de  las  Facultades  de  Derecho  y  Letras; 
dio  gran  impulso  á  diversas  instituciones,  y  en  su  celo  extraordi- 
nario por  la  instrucción  pública  tomó  otro  gran  número  de  medi- 

I 1 i     Véase  Datos  biográficos  de  D.  Mames  Esperabé  Lozano,  Rector  que  fué 
de  Salamanca,  por  Evaristo  Pinto  Sánchez,  Plasencia,  1907. 


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das  y  acuerdos  sumamente  útiles  y  beneficiosos,  no  sólo  para  la 
Universidad,  sino  también  para  el  distrito  universitario  en  gene- 
ral; de  tal  modo,  que  bien  puede  designarse  con  el  título  de  glo- 
rioso su  largo  Rectorado,  como  acertadamente  le  califica  su  bió- 
grafo, y  no  cabe  duda  que  la  gestión  como  Rector  del  Sr.  Espera- 
ba será  de  imperecedero  recuerdo  para  la  Universidad  y  pueblo 
salmantino. 

Con  gran  complacencia  he  recordado  estos  hechos,  porque  va- 
rios de  ellos  se  refieren  á  los  primeros  años  de  mi  carrera  profe- 
sional, y  lo  que  me  apena  es  la  consideración,  que  esos  tres  que- 
ridos amigos  y  compañeros  de  profesorado  dejaron  ya  de  existir; 
atenúa  algún  tanto  esta  pena  la  creencia  que  allá,  en  el  mundo 
de  la  verdad  y  de  la  justicia,  habrán  recibido  la  recompensa  de 
sus  trabajos  y  merecimientos. 

Didio  GONZÁLEZ  IBARRA 

Rector  y  Catedrático  de  la  Universidad  de  Valladolid. 

Valladolid  y  Septiembre  de  1907. 


Fragmentos  del  discurso  leído  por  D.  Mames  Esperabé  en  la  solem- 
ne apertura  de  los  estudios  de  la  Universidad  de  Salamanca,  en 
1.°  de  Octubre  de  1865. 

«Por  poco  que  meditemos  en  el  asunto,  veremos  que  la  histeria 
déla  civilización  no  es  más  que  el  desenvolvimiento  progresivo 
del  género  humano  hacia  la  unidad.  La  monarquía  universal  ha- 
cia la  cual  tendía  el  mundo  antiguo,  fué  en  realidad  la  tumba  de  la 
antigüedad.  El  imperio  romano  enervó  las  fuerzas  de  las  naciones 
occidentales,  y  facilitó  la  conquista  de  los  bárbaros:  la  invasión 
de  los  bárbaros  abrió  una  nueva  era  para  la  humanidad;  y  al  mis- 
mo tiempo  que  los  pueblos  del  Norte  se  apoderaban  del  imperio 
romano,  el  cristianismo  destruía  los  cultos  de  la  antigüedad;  el 
Hijo  de  Dios  vino  á  abolir  el  culto  de  las  mil  una  divinidades  fal- 
sas que  adoraban  los  antiguos;  y  el  derecho  público  europeo  en  la 
Edad  Media  basado  en  la  unidad  de  creencias,  en  medio  del  caos 
del  feudalismo  y  al  través  de  la  variedad  de  fisonomía,  de  lenguas 
y  costumbres  que  presentaban  aquellos  pueblos,  realizaba  la  uni- 
dad absoluta  en  el  dominio  de  la  fe.  Este  es  su  carácter  esencial. 
Los  pueblos  antiguos  estaban  divididos  porque  adoraban  á  Dios 
en  sus  manifestaciones  diversas,  en  lugar  de  adorarle  en  su  uni- 
dad: los  pueblos  modernos  la  conciben  como  el  último  objeto  de 
sus  esfuerzos,  porque  el  cristianismo  les  enseña  que  todos  los  hom- 
bres proceden  de  un  mismo  tronco,  y  todos  están  llamados  al  mis 
mo  fin. 


-  150  - 

Poco  importa  que  el  error  se  enseñoree  y  usurpe  el  sitial  de  la 
verdad.  Todos  los  hechos  del  mundo  son  impotentes  contra  la  jus- 
ticia y  contra  la  razón:  en  vano  se  mostrarán  triunfantes,  porque 
este  triunfo  es  efímero  y  pasajero,  como  fundado  en  base  delezna- 
ble y  falsa:  la  denominación  de  la  fuerza  es  un  trono  de  cañas  que 
arrebata  el  viento  de  la  tempestad,  es  un  cetro  que  rompe  la  lima 
del  tiempo  entre  los  manos  del  que  le  empuñó.  Es  imposible  de 
toda  imposibilidad,  repito,  que  el  hecho  reine  definitivamente  so- 
bre la  razón,  que  es  el  derecho;  el  derecho  viene  de  Dios,  en  tanto 
que  los  hechos  que  lo  destruyen  vienen  de  los  hombres,  cuyas 
obras,  cuando  no  se  apoyan  en  la  justicia,  caen  desplomadas  por 
el  peso  de  su  misma  debilidad. 

Cierto  que  se  ha  abusado  en  todos  tiempos  de  la  razón,  de  la 
palabra,  de  la  libertad,  de  la  ciencia,  de  la  autoridad,  de  la  filoso- 
fía; pero  cuando  el  horizonte  se  oscurece,  nunca  son  perpetuas 
las  sombras:  el  sol  de  la  verdad  concluye  siempre  por  disipar  las 
nubes  que  enturbian  su  brillante  luz.» • 


«Esta  ley  es  la  ley  del  paganismo,  de  las  castas,  de  la  desigual- 
dad y  de  la  violencia,  la  ley  de  las  jerarquías  asiáticas  aplicada 
primero  al  principio  creador  para  extenderla  luego  á  todas  las  for- 
mas é  intereses  sociales.  Tuvo  su  época  el  mundo  antiguo,  como  el 
mundo  moderno  tiene  también  la  suya,  la  unidad.  La  unidad  es  le- 
gítima, necesaria,  no  como  fin,  sino  como  medio.  El  fin  es  el  des- 
envolvimiento, la  perfección  de  las  facultades  de  que  Dios  ha  do- 
tado al  hombre;  mas  para  desenvolverse,  hasta  para  vivir  el  hom- 
bre, debe  estar  unido  á  sus  semejantes.  El  lazo  que  une  á  los  hom- 
bres llega  á  ser  más  general  á  medida  que  realiza  el  progreso.  La 
unidad  comienza  por  la  familia,  comprende  después  la  ciudad,  la 
Nación  y  concluye  por  extenderse  á  la  humanidad.  Pero  en  la  or- 
ganización de  la  familia,  de  la  ciudad,  de  la  Nación  y  de  la  huma- 
nidad, no  se  puede  prescindir  del  desenvolvimiento  del  individuo; 
y  en  este  sentido  decimos  que  la  unidad  es  necesaria  como  medio. 
Los  más  grandes  genios  con  que  se  honra  el  género  humano  pro- 
clamaron ó  al  menos  entrevieron  esta  verdad.  Aristóteles,  como 
Platón,  examinando  el  principio  de  contradicción,  piensa  en  la  uni- 
dad de  la  ciencia,  y  amalgama  la  lógica  y  la  metafísica  atribuyén- 
doles los  mismos  principios  y  el  mismo  orden  de  investigación.  En 
la  Edad  Media  el  ilustre  poeta  que  se  ha  inspirado  en  la  filosofía 
católica,  el  Dante,  ha  escrito  un  tratado  sobre  la  monarquía,  don- 
de sienta  el  principio  de  que  la  paz  es  necesaria  á  los  hombres 
para  que  puedan  realizar  su  misión  sobre  la  tierra  y  que  única- 


-  151  - 

mente  puede  procurarla  la  organización  unitaria  de  la  humanidad. 
En  los  tiempos  modernos  ha  emitido  las  mismas  ideas  en  esa  tierra 
prometida  de  las  teorías,  donde,  fuerza  es  confesarlo,  existe  un 
gran  movimiento  científico  y  literario,  el  más  universal  de  los  pen- 
sadores, Leibnitz.» 


«Dios  es  el  objeto  supremo  de  la  filosofía  y  el  fin  último  de  to- 
das las  ciencias.  En  los  cedros  del  Líbano  y  en  los  arbustos  que  en 
pocos  días  florecen,  se  marchitan  y  secan,  en  el  cetáceo  y  en  el 
más  diminuto  de  los  peces,  en  el  arador  y  en  el  elefante,  en  el  gra- 
no de  arena  y  en  el  astro  que  rueda  sobre  nuestra  cabeza,  y  espe- 
cialmente en  el  hombre,  ha  dejado  al  criarles  impresa  su  imagen 
ó  la  huella  de  su  acción  criadora;  y  todo  este  conjunto  de  seres  or- 
denados en  peso,  medida  y  número,  enlazados  entre  sí  con  miles 
de  relaciones,  de  inferioridad  y  superioridad  un  género  á  otro  y 
una  á  otra  especie,  y  de  semejanza  los  individuos  de  una  especie  ó 
de  un  género,  forman  el  mundo,  la  creación,  esa  unidad  relativa 
que  se  va  descomponiendo  gradualmente  desde  el  espacio  hasta  el 
punto  geométrico,  desde  el  tiempo  en  general  hasta  el  instante,  el 
firmamento  en  sistemas  ó  grupos  de  astros,  la  tierra  en  sus  tres 
reinos  animal,  vegetal  y  mineral,  y  toda  universalidad  en  sus  indi- 
viduos respectivos.  Al  estudiar  todos  esos  diversos  órdenes  la  cien- 
cia, aunque  por  la  limitación  del  entendimiento  humano  necesita 
ramificarse  en  tantas  secciones  como  puntos  de  vista  ofrece  el  gran 
panorama  de  las  ideas  y  de  la  realidad;  cuanto  más  penetra  y  se 
extiende  la  investigación,  surgen  y  se  descubren  relaciones  nue- 
vas; y  por  un  fenómeno  singular  se  reúnen  en  el  centro  con  más 
estrecha  lazada,  cuanto  más  se  ensancha  la  eircunferemia.  A  la 
luz  de  esta  observación  fácil  nos  es  encontrar  la  base  de  la  unidad 
v  universalidad  de  los  conocimientos  humanos. 

Si  todo  está  dentro  de  universalidades,  podemos  establecer  la 
unidad  en  las  operaciones  mentales.  La  ciencia  es  una,  porque  uno 
v  sólo  uno  es  el  criterio  de  demostración.  Unas  son  las  humanida- 
des, porque  uno  es  el  medio  de  estudiar  la  palabra.  Unas  son  las 
bellas  letras,  porque  uno  es  el  medio  de  referirlos  hechos  á  la  me 
moría.  Unas  son  las  artes,  porque  uno  es  el  medio  de  la  imitación. 
Una  es  la  autoridad,  porque  uno  es  el  medio  de  creer. » 


«Llega  la  plenitud  de  los  tiempos,  viene  el  I  [ombre  I  )ios,  el  Sal- 
vador del  mundo,  y  la  tierra  oye  una  palabra  que  había  olvidado 


-  152  - 

con  el  ruido  y  aparato  de  los  cultos  idolátricos,  la  unidad.  Desde 
entonces  no  hay  griegos  ni  romanos,  judíos  ni  gentiles,  esclavos 
ni  libres,  todos  son  descendientes  de  un  mismo  tronco,  todos  hijos 
de  Dios.  Dios  es  la  unidad  infinita  y  eterna.  La  naturaleza  es  la 
unidad  de  los  fenómenos  y  de  las  formas,  el  espejo  donde  se  refle- 
jan las  perfecciones  de  Dios.  La  humanidad  es  la  unidad  del  hom- 
bre, la  santa  unidad  por  el  amor.  La  ciencia  es  la  unidad  del  pen- 
samiento. La  fantasía  y  la  emoción  son  la  unidad  del  arte.  La  ley, 
de  que  da  testimonio  la  conciencia,  es  la  unidad  de  la  moral.  La  fe 
católica  es  la  unidad  del  dogma.  El  trabajo  del  hombre  es  la  uni- 
dad de  la  industria.  El  cambio  es  también  la  unidad  del  comercio. 
Uno  es  Dios,  uno  es  el  Universo,  uno  es  el  hombre,  y  la  ley  no 
puede  ser  otra  que  la  unidad. 

Esta  unidad,  reflejo  perfectísimo  de  la  causa  suprema,  reflejo 
perfectísimo  de  lo  absoluto,  tiene  que  ser  por  todos  los  siglos  el 
grande  y  luminoso  ideal  adonde  se  dirija  la  ciencia  del  hombre. 
Esa  unidad  es  el  cristianismo.  El  cristianismo  que  anuló  al  paria, 
al  sudra,  al  faquir,  al  sunnya,  al  hebreo,  al  esclavo,  al  ilota  y  al 
siervo:  el  cristianismo  que  suprimió  el  éxtasis  absoluto,  la  abso- 
luta nulidad  de  la  vida:  el  cristianismo  que  abolió  la  idolatría  de 
Belo,  del  sacerdote,  del  faraón,  del  brahmán,  del  doctor  celeste, 
del  mago,  del  fariseo;  el  cristianismo  que  borró  la  idolatría  del  ar- 
te, de  la  patria,  de  la  fuerza,  de  la  conquista;  la  idolatría  del  terri- 
torio y  del  feudalismo:  el  cristianismo,  en  fin,  que  disipó  las  idola- 
trías del  volcán,  del  astro,  de  las  flores,  de  las  fuentes,  de  los  ríos 
y  de  los  mármoles:  sí,  el  cristianismo,  esa  ley  santa  que  se  llama 
Evangelio,  tiene  indudablemente  la  misión  divina  de  echar  por  tie- 
rra la  ley  de  la  contradicción,  la  ley  de  las  castas,  la  ley  de  los 
odios,  la  ley  destructora  de  la  dualidad  y  del  antagonismo;  para 
crear  un  nuevo  mundo,  un  mundo  más  grande,  el  mundo  sin  lími- 
tes de  la  caridad,  que  es  la  ley  suprema  de  la  vida,  océano  de  feli- 
cidad en  el  cielo,  cumbre  de  perfección  en  la  tierra,  corona  de  la 
virtud  religiosa,  fuente  perenne  de  heroicas  virtudes  sociales,  re- 
gla y  foco  de  civilización,  aroma  que  purifica,  bálsamo  que  cura, 
luego  que  acrisola,  vínculo  sagrado  que  une  en  suave  y  firmísimo 
lazo  á  los  padres  con  los  hijos,  á  los  esposos  entre  sí,  al  vecino 
con  su  vecino,  los  ciudadanos  en  el  amor  de  la  patria,  á  las  nacio- 
nes en  el  amor  santo  de  la  humanidad,  y  á  todos  los  hombres  su- 
premamente con  Dios,» 


-  153  - 


El  Rector  D.  Mames. 

Rindo  el  más  sentido  homenaje  de  recuerdo  á  la  gloriosa  me- 
moria del  ilustre  Rector  D.  Mames  Esperabé,  de  quien  la  guarda- 
rá imperecedera  nuestra  querida  Universidad  de  Salamanca. 

No  tuve  el  honor  y  la  satisfacción  de  conocerle  y  tratarle  cuando 
sus  brillantes  facultades  servían  con  general  aplauso  á  la  resu- 
rrección de  la  ciudad  decaída;  pero  apenas  mi  espíritu  hubo  de  en- 
tender en  los  intereses  docentes  de  ésta,  en  seguida  se  me  llenó 
con  el  hermoso  resplandor  que,  como  luminosa  estela,  había  deja- 
do tras  de  sí  el  catedrático  ilustrado  y  el  director  eximio. 

Veíale  yo,  de  cuando  en  cuando,  paseando  por  las  galerías  de 
la  preciosa  plaza  de  Salamanca,  y  no  nos  cruzábamos  vez  alguna 
que  no  escuchase  frases  de  respeto  y  admiración  de  cuantos  me 
acompañaban,  fuesen  jóvenes  ó  ancianos.  Era  aquello  como  la 
consagración  purísima  de  generaciones  posteriores,  rendida  á 
quien,  todavía  viviente,  había  entrado  en  el  reino  de  una  inmorta- 
lidad ya  indiscutible.  Después,  cumplidamente  apercibido  mi  áni- 
mo por  este  general  sentimiento,  tuve  ocasión  de  conocer  más  á 
fondo  los  hechos  y  méritos  de  aquel  varón  insigne,  y  de  leer  las 
concienzudas  biografías  consagradas,  ya  á  narrar  las  líneas  de  su 
carácter  y  los  trabajos  de  su  ministerio,  ya  á  describir  los  entu- 
siasmos de  su  pasión  salmantina  y  de  su  adhesión  á  la  juventud 
escolar;  y  entonces  fué  cuando  comprendí  cuan  excelsa  y  venera- 
ble figura  había  sido,  y  qué  merecedora  de  que  la  Universidad 
afamada  la  coloque  en  aquella  primera  línea  donde  ostenta  el  plan- 
tel de  sus  más  esclarecidos  hijos. 

Debiera  materializarse  de  algún  modo  la  perennidad  de  este 
merecidísimo  recuerdo:  un  busto,  una  lápida lo  que  mejor  pa- 
rezca; y  para  obra  tan  justa  tendrá  singular  orgullo  en  figurar, 
siquiera  sea  entre  los  más  humildes,  el  que  deposita  conmovido  y 
respetuoso  esta  flor  de  su  veneración  modesta,  al  lado  de  las  co- 
ronas espléndidas  que  podrán  ofrecer  para  exaltación  de  su  re- 
cuerdo los  que  gozaron  la  dicha  de  ser  sus  discípulos  y  de  admirar 

sus  virtudes. 

Ángel  PULIDO 

Senador  por  la  Universidad  do  Salamanca. 
Madrid,  Septiembre,  1907. 


-  154  - 

A  nuestro  inolvidable  Rector 
en  el  día  del  primer  aniversario  de  su  fallecimiento. 

Triste  fecha  para  Salamanca  la  del  3  de  Noviembre  de  1906.  En 
ese  día  falleció  nuestro  Rector,  que  así  llamábamos  todos  á  D.  Ma- 
mes Esperabé,  aun  después  de  haber  cesado  en  su  cargo,  y  así  se- 
guimos llamándole  los  que  con  respetuoso  cariño  invocamos  su 
memoria. 

Afable  con  todos,  guardaba  sin  embargo  un  tesoro  de  entraña- 
ble afecto  para  las  viudas  y  huérfanos  de  los  que  con  él  habían 
compartido  la  honrosa  tarea  de  enseñar  en  la  gloriosa  Escuela 
salmantina.  Frases  de  verdadero  amor,  palabras  de  consuelo  y  de 
aliento,  nacidas  de  lo  íntimo  de  su  corazón,  templadas  al  recuerdo 
de  los  que  fueron  sus  comprofesores,  escuchaban  las  atribuladas 
familias,  por  cuyo  bienestar  continuamente  se  preocupaba. 

Que  Dios  Misericordioso  haya  acogido  en  su  seno  al  alma  de 
nuestro  Rector,  á  quien  ni  el  trabajo  rindió  jamás,  ni  los  azares  y 
sinsabores  de  esta  vida  consiguieron  abatirle  ni  irritarle;  y  quiera 
el  Cielo  que  allá,  en  la  Región  de  la  Verdad  Increada,  se  halle  ro- 
deado de  cuantos  maestos  le  precedieron  en  el  camino  de  la  Eter- 
nidad. 

Jerónimo  CID 
Ingeniero  Jefe  de  Montes  y  ex-Profesor 
de  la  Universidad  de  Salamanca. 
Salamanca,  20  de  Octubre  de  1907. 

El  viejo  Rector. 

Ha  sido  siempre  para  mí  empeño  grave  el  escribir  algunas  lí- 
neas necrológicas,  sin  duda  porque  el  recuerdo  de  la  persona  que- 
rida á  quien  han  de  dedicarse,  abatiendo  el  ánimo  con  tristes  re- 
membranzas, oscurece  del  todo  mi  inteligencia. 

Tal  me  ha  acontecido  en  las  diferentes  ocasiones  en  que  he  in- 
tentado escribir  algo  tocante  á  aquel  hombre  insigne  que  regentó 
nuestra  Escuela,  y  al  cual  profesaba  un  afecto  punto  menos  que 
filial;  pero  esta  vez  he  podido  sustraerme  algunos  instantes  á  la 
obsesión  de  que  hablaba  anteriormente,  para  corresponder  ala 
atenta  invitación  que  se  me  ha  hecho,  y  los  he  aprovechado  en  es- 
cribir estos  renglones  en  tributo  á  la  memoria  del  amado  maestro. 

Era  éste  un  aragonés  ligrimo,  en  cuya  personalidad  encarnaba 
con  sus  caracteres  más  salientes  el  dechado  de  la  raza.  Bajo  apa- 
rente rudeza,  ocultaba  un  alma  de  exquisita  sensibilidad;  siendo 
hombre  de  gran  cultura  y  muy  versado  en  idiomas,  no  lo  dejaba 


—  155  — 

conocer  más  que  cuando  las  circunstancias  le  forzaban  á  ello;  pa- 
reciendo económico  (y  siéndolo  realmente  para  él),  era  un  verda- 
dero pródigo  para  sus  amigos  necesitados;  llegaba  hasta  la  riere- 
za  en  sus  enojos,  siempre  justificados;  pero  luego  que  encauzaba 
las  cosas  por  donde  él  creía  que  debían  ir,  volvía  á  su  semblante 
la  calma  y  á  sus  labios  aquella  sincera  inolvidable  jovialidad  y 
aquella  frase  amable  y  atractiva;  toda  su  vida  estuvo  en  contacto 
con  incrédulos,  progresistas  y  raciocinantes,  y  jamás  se  le  pegó 
una  hilacha  de  irreligiosidad,  de  patriotería  ni  de  pedantismo,  y 
cuando  dejó  el  cargo,  supimos  que,  durante  muchos  años,  había 
estado  ¡él,  liberal  de  siempre!  defendiendo  muchos  años,  con  ver- 
dadero heroísmo,  los  intereses  de  nuestra  Escuela  contra  las  últi- 
mas razzias  desamortizadoras. 

Nunca  le  lloraremos  bastante,  porque  en  él  se  cifraba  un  ideal 
que,  poco  á  poco,  van  haciendo  desaparecer  los  fermentos  pesimis- 
tas que  han  invadido  nuestra  vida  local. 

Estaban  entonces  unidos  el  pueblo  y  la  Universidad  por  un 
vínculo  tradicional,  que  D.  Mames  procuró  estrechar  en  su  tiempo 
con  el  mayor  ahinco. 

Todo  lo  universitario  era  popular,  todo  lo  popular  universita- 
rio, y  cuando  salíamos  por  esas  calles  de  Dios,  bajo  mazas,  con 
nuestras  togas  y  birretes  tan  impropios  para  caminar  al  peón,  las 
gentes  saludaban  con  reverencia,  porque  con  nosotros  iba  D.  Ma- 
mes, el  bueno,  el  patriarca,  el  en  que  se  cifraba  la  vida  sencilla  de 
este  pueblo,  el  que  daba  honor  á  toda  ceremonia,  llevando  á  ella 
la  esplendorosa  representación  de  la  Escuela. 

Con  él  se  fué  el  último  recuerdo  de  esas  venerandas  tradicio- 
nes, de  cuya  desaparición  nos  pedirán  cuenta  algún  día  nuestros 
hijos  cuando,  desvanecidos  los  postreros  fulgores  del  glorioso  pa- 
sado, y  sin  orientación  alguna  hacia  el  porvenir,  se  sientan  aban- 
donados en  medio  de  una  sociedad  que,  después  de  renegar  de  su 
historia,  ha  perdido  la  fe  en  sus  destinos. 

L.  MALDONADO 

Catedrático  de  la  Universidad  de  Salamanca, 

ex-Subsecretario  de  la  Presidencia  de!  Consejo  de  Ministros 

y  Diputado  á  Cortes  por  Vitigrudino. 


D.  Mames  Esperabé. 

Yo  le  quería  mucho,  y  él  dio  pruebas  repetidas  de  quererme  á 
mí  también  de  verdad. 

Amigo  de  mi  difunto  padre,  D.  Mames  siempre  me  trató  como 
á  un  muchacho,  y  siempre  me  dio  saludables  consejos. 


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Cuando  alguna  cosa  me  advertía,  siempre  amoldaba  á  ella  mi 
conducta,  porque  D.  Mames  conocía  profundamente  los  hombres 
y  las  cosas. 

Muy  pocos  los  españoles  como  él:  tolerante  y  á  la  vez  creyen- 
te. Parecía  no  ver  las  faltas  ajenas,  sino  las  virtudes  y  las  faltas 
propias. 

Era  muy  devoto,  y  jamás  mostraba  exteriormente  su  devoción. 
Decía  como  San  Francisco  y  San  Bernardo:  «Mi  secreto  para  mí». 

Había  realizado  á  maravilla  aquel  sabio  consejo  que  daba  Santa 
Teresa  de  Jesús  á  sus  hijas  para  la  vida  espiritual:  «Acomodarse  á 
la  complexión  de  aquél  con  quien  se  trata:  con  el  alegre,  alegre;  con 
el  triste,  triste.  En  fin,  hacerse  todo  á  todos  para  ganarlos  á  todos». 

Rara  vez  hablaba  de  sí,  de  ninguna  cosa  hacía  burla,  y  jamás 
reprendía  sin  discreción  y  humildad. 

Sí;  D.  Mames  era  un  hombre  de  excepcionales  cualidades.  Era 
un  gran  carácter,  muy  difícil  de  formar  en  estos  tiempos  de  tan 
general  frivolidad. 

A.  GARCÍA  MACEIRA 

Ingeniero  Jefe  de  Montes. 
Madrid,  13  de  Septiembre  de  1907. 

Una  circular. 

El  Rector  de  la  Universidad 

DE 

SALAMANCA  Octubre  de  1870. 

Particular. 

«Muy  Sr.  mío  y  de  toda  mi  consideración:  Favorecer  el  des- 
arrollo y  propagación  de  la  Ciencia,  y  trabajar  porque  se  levante 
el  nivel  de  la  cultura,  es  un  deber,  al  que  todo  buen  patricio  debe 
reconocerse  obligado,  que  atañe  principalmente  álos  que  por  nues- 
tra profesión  nos  hallamos  consagrados  á  difundir  la  verdad. 

Mas  la  cátedra  por  sí  sola  no  puede  alcanzar  todo  el  objeto: 
circunscrita  á  un  pequeño  radio,  y  obrando  en  lugar  y  tiempo  de- 
terminados, ni  aun  los  mismos  que  á  ella  concurren  podrían  repor- 
tar grandes  frutos,  si  á  la  palabra  de  profesor  no  sirviera  de  com- 
plemento la  enseñanza  del  libro. 

Las  Bibliotecas  públicas  tienden,  es  verdad,  á  cubrir  este  vacío, 
pero  en  su  modo  de  ser  actual  no  alcanzan  á  llenarle  por  comple- 
to, porque  en  ellas,  como  en  la  cátedra,  la  esfera  de  acción  no  sale 
de  ciertos  límites. 

Si,  pues,  el  movimiento  intelectual,  que  dichosamente  se  ha  ini- 
ciado en  nuestra  patria,  no  ha  de  quedar  paralizado,  es  preciso  ir 


-  157  - 

delante  de  él  allanándole  el  camino  hasta  conseguir  hacer  compa- 
tible la  Ciencia  con  toda  clase  de  fortunas  y  con  todo  género  de 
ocupaciones. 

Respondiendo  á  este  pensamiento,  la  Facultad  de  Filosofía  y 
Letras  de  esta  Universidad  literaria  ha  pensado  en  la  creación  de 
una  Biblioteca  especial  de  las  materias  propias  de  aquélla,  y  cu- 
yas obras  usadas  á  domicilio,  ayuden  en  primer  término  á  los  pro- 
fesores y  alumnos  de  la  Facultad  mencionada,  auxilien  á  los  de 
otras  Facultades,  y  sirvan  además  para  el  público  en  general,  si 
hay  alguien  que,  dedicándose  por  necesidad  ó  afic  ion  á  esta  clase 
de  estudios,  carezca  de  recursos  para  adquirir  la  s  obras  necesa- 
rias y  no  pueda  concurrir  á  la  Biblioteca  pública. 

El  método  propuesto  tiene  indudablemente  la  pequeña  desven- 
taja de  que  las  obras  que  se  circulen  sufrirán  algún  deterioro; 
pero,  ¿vale  esto  la  pena  de  que  se  le  tenga  por  obstáculo?  Aun  su- 
poniendo que  se  destruyan  algunos  libros  á  fuerza  de  pasar  de 
mano  en  mano,  ¿el  fruto  que  produzca  su  lectura  no  compensará 
ci  m  creces  el  valor  material  de  aquéllos?  Seguramente  que  sí;  y 
como  que  en  la  entrega  y  recepción  se  han  de  adoptar  además  las 
precauciones  convenientes,  cabe  el  esperar  que  se  conseguirá  el 
resultado  sin  quiebras  de  ningún  género. 

En  el  supuesto,  por  tanto,  de  que  reconocerá  usted  de  buen  gra- 
do la  bondad  del  pensamiento,  para  cuya  mayor  explanación  es 
adjunto  un  ejemplar  del  Reglamento  de  la  Biblioteca,  el  Rectora- 
do de  esta  Escuela,  á  quien  no  anima  otro  deseo  que  el  de  propa- 
gar la  ilustración,  no  encuentra  reparo  alguno  en  acudir  á  la  ge- 
nerosidad de  usted  en  demanda  de  alguna  obra  de  las  que  cuente 
en  su  librería,  éntrelas  que  pertenezcan  á  los  estudios  peculiares 
de  Filosofía  y  Letras. 

Con  los  escasos  fondos  de  que  la  Facultad  ha  podido  disponer, 
sí' lo  ha  sido  dable  adquirir  un  pequeño  número  de  volúmenes,  y 
de  no  poner  en  juego  otros  recursos,  la  Biblioteca  tardaría  mucho 
tiempo  en  poder  funcionar  con  provecho.  Pero  si,  por  el  contrario, 
el  llamamiento  que  se  hace  á  la  generosidad  de  usted  y  á  la  de  las 
demás  personas  que  se  hallan  unidas  á  esta  Escuela  por  los  víncu- 
los de  la  Ciencia,  no  queda  desatendido,  como  es  de  esperar  que 
no  quede,  la  Biblioteca  puede  prometerse  desde  luego  un  abundan- 
te caudal,  y  comenzar  en  seguida  á  producir  resultados. 

Creo  no  necesitar  más  para  merecer  de  usted  el  obsequio  que 
se  le  ruega,  y  anticipándole  por  él  la  gratitud  de  esta  Escuela, 
agradeciéndole  también  en  nombre  de  la  Patria  y  de  la  Ciencia  el 
servicio  que  en  ello  han  de  recibir  una  y  otra,  tengo  la  satisfac- 
ción de  ofrecerme  de  usted  afectísimo  y  seguro  servidorQ.  B.S.  M., 

Mames  ESPERABÉ  LOZANO 


-  158 


D.  Mames  Esperaba. 

Los  de  la  generación  que  sigue  á  ésta  nuestra  de  los  que  an- 
damos entre  los  cuarenta  y  los  cincuenta,  no  habrán  conocido  á 
aquellos  hombres  que  surgieron  á  vida  pública  merced  al  movi- 
miento revolucionario  de  1868,  á  la  Gloriosa.  En  punto  á  conoci- 
mientos y  ciencia  creo  que  cedían  á  los  de  ahora,  pero  por  lo  que 
hace  á  entereza  de  convicciones  y  á  celo  por  el  bien  público  dieron 
pruebas  que  éstos  aun  no  han  dado,  y  que  todo  hace  temer  que 
desgraciadamente  no  las  han  de  dar. 

Uno  de  los  hombres  de  aquella  hornada  fué  aquí,  en  Salaman- 
ca, D.  Mames  Esperabé. 

En  1868,  el  año  de  la  Revolución,  le  eligió  el  pueblo,  bajo  la 
dirección  de  la  Junta  revolucionaria  que  presidía  D.  Tomás  Ro- 
dríguez Pinilla,  concejal  de  esta  ciudad,  y  el  año  siguiente  fué 
nombrado  por  el  Gobierno  revolucionario  Rector  de  esta  Univer- 
sidad. Y  lo  fué  por  su  significación  política  como  demócrata  pro- 
gresista, que  era  como  se  llamaban  los  del  partido  radical  acau- 
dillado por  D.  Manuel  Ruiz  Zorrilla. 

D.  Mames  era,  en  efecto,  por  entonces  progresista  ó  radical,  ó 
si  se  quiere  liberal,  amplia  y  genuina  y  enteramente  liberal.  Y  su 
liberalismo  se  corroboraba  y  acrecentaba  en  su  trato  frecuente  é 
íntimo  con  D.  Santiago  Usoz,  un  cuáquero,  y  D.  Mariano  Ares, 
un  racionalista. 

Su  significación  política  le  llevó  á  D.  Mames  en  1872  al  Sena- 
do, sin  él  haberse  enterado  de  su  elección  hasta  que  ésta  se  hubo 
verificado  en  Falencia,  y  al  año  siguiente,  el  de  1873,  votó  como 
senador  la  República.  Sus  relaciones  y  amistades  políticas,  á  la 
vez  que  privadas,  eran  con  Zorrilla,  Castelar,  Salmerón,  Giner, 
Uña,  Madrazo,  Rodríguez  Pinilla,  Gil  Sanz  y  con  los  más  signifi- 
cados progresistas. 

Llegó  la  Restauración,  y  D.  Mames,  que  debía  el  Rectorado  al 
movimiento  revolucionario  que  expulsó  de  España  á  los  P>orbones, 
consultó  con  sus  amigos  políticos  si  debía  ó  no  renunciarlo.  Con 
fecha  4  de  Enero  de  1875  le  escribían  D.  Nicolás  Salmerón  y  don 
Juan  Uña  en  carta  que  tengo  bajo  los  ojos: 

«Nuestro  querido  amigo:  No  siendo  el  Rectorado  un  cargo  polí- 
tico, ni  habiéndolo  usted  desempeñado  con  semejante  carácter,  sino 
con  vocación  verdadera  por  la  enseñanza,  con  provecho  de  ésta  y 
honra  de  usted,  opinamos  que  no  debe  renunciarlo.  Si  el  Gobierno 
actual  no  estima  buenos  los  servicios  de  usted,  que  lo  releve,  y  si 


-  Í59  - 

no,  siga  usted  haciendo  lo  que  pueda  por  la  enseñanza  y  por  su 
Universidad»  (1). 

En  el  mismo  sentido  le  aconsejaron,  entre  otros,  D.  Tomás  Ro- 
dríguez Pinilla  y  D.  Santiago  Diego  Madrazo.  Este  último,  en 
carta  fecha  7  de  Enero  le~  decía,  entre  otras  cosas:  «Por  ahora, 
pienso  que  no  será  usted  separado,  por  el  espíritu  de  atracción  que 
domina;  eso  será  quizá  temible  cuando  se  hagan  las  elecciones  y 
se  exacerben  las  pasiones  políticas»  (2). 

No  ocurrió  así,  porque  D.  Mames  tenía  clara  conciencia  de  la 
significación  no  política  de  su  cargo,  aunque  á  la  política  le  hubie- 
ra debido,  y  no  se  sirvió  de  él  nunca  para  hacerla.  Y  es  que,  sobre 
todas  sus  demás  virtudes,  dominó  siempre  la  de  la  discreción. 

La  de  la  discreción,  cuya  raíz  y  fundamento  es  la  tolerancia. 

Los  años  y  el  cansancio  que  tras  de  sí  traen,  el  ambiente  de  la 
Salamanca  de  la  Restauración,  desengaños  acaso,  sobre  todo  des- 
pués de  la  ruidosa  muerte  de  su  querido,  fiel  y  buen  amigo  Ares, 
fueron  acaso  entibiando  sus  primeras  convicciones,  pero  de  su  es- 
píritu liberal  y  progresista,  nunca  en  él  extinguido,  conservó  siem- 
pre el  ánimo  de  amplia  tolerancia.  En  mis  manos  ha  estado  cierto 
famoso  expediente  contra  un  catedrático  que  lo  prueba,  así  como 
prueba  su  celo  por  la  independencia  académica  y  por  la  libertad  de 
la  cátedra,  celo  demostrado  además  en  su  actitud  cuantas  veces  se 
intentó  meter  en  la  representación  senatorial  universitaria  á  prín- 
cipes de  la  Iglesia,  que  tienen  la  suya  propia  y  adecuada.  En  toda 
contienda  electoral  académica  se  puso  siempre  D.  Mames  del  lado 
del  candidato  más  liberal  y  del  lado  del  civil  frente  al  eclesiástico. 
Votó  á  Valera  frente  al  Obispo  Izquierdo,  y  á  Hernández  Iglesias 
frente  al  Obispo  P.  Cámara. 

Y  sobre  todo  guardó  siempre  un  profundo  respeto  hacia  toda 
actividad  mental  inteligente  y  sincera,  fuere  la  que  fuese  su  direc- 
ción de  doctrina.  He  conocido  pocos  hombres  más  íntimamente 
respetuosos  de  la  libertad  de  conciencia,  y  pocos  más  aborrecedo- 
res  de  toda  intransigencia  y  todo  sectarismo. 

Jamás  olvidaré  que  en  días  que  él  creía  eran  para  mí  de  difícil 
prueba  y  de  amargas  contrariedades,  me  habló  de  las  intemperan- 
cias sectarias,  demostrando  conocer  muy  bien  á  aquéllos  con 
quienes  había  convivido  académicamente  tantos  años.  Cuando  se 
intentaba  hacer  de  su  nombre  bandera,  le  oí  muy  instructivas  refe- 
rencias. 

Si  él  se  afirmó  en  su  puesto  fué  ante  todo  y  sobre  todo  por 
aquella  su  discreción,  hija  de  la  tolerancia  de  su  espíritu  liberal. 


(1)  De  la  colección  del  Sr.  Onís. 

(2)  Id.  id.  id. 


-  160  - 

Hoy  que  la  tierra  le  guarda  de  las  malicias  de  los  hombres,  es 
un  deber  para  los  que  le  quisimos  el  de  revelar  con  qué  dotes  de 
espíritu  se  aquistó  el  cariño  y  el  respeto  de  cuantos  le  conocieron, 
y  este  deber  es  acaso  mayor  para  mí,  que  ocupo  hoy  el  honrosísi- 
mo sillón  que  él  honrara  tantos  años. 

Miguel  de  UNAMUNO 

Rector  de  la  Universidad. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


D.  Mames. 

Le  conocí  el  año  87,  ó  sea  cuando  llevaba  diez  y  ocho  años  de 
Rector,  y  declaro  sinceramente  que  si  el  cargo  de  Rector  es  de 
los  que  imprimen  carácter,  D.  Mames  se  sobrepuso  siempre  al 
cargo. 

Fué  mi  primer  jefe  universitario,  y  en  la  primera  entrevista 
que  tuve  con  él  al  tomar  posesión  de  mi  cátedra  de  Salamanca, 
me  borrró  con  sus  primeras  palabras  la  silueta  que  yo  conservaba 
grabada  en  mi  memoria  de  estudiante,  de  aquel  Rector  grave  y 
estirado  que,  con  uniforme  distinto  de  todos  los  demás,  preside  la 
ceremonia  de  apertura  del  curso  académico,  concediendo  la  pala- 
bra á  unos  y  á  otros,  y  cierra  solemnemente  la  sesión  pronuncian- 
do de  pie  y  descubierto  la  frase  sacramental:  «En  nombre  de  Su 
Majestad  el  Rey  (q.  D.  g.)  queda  inaugurado  el  curso  académico 
de á Se  levanta  la  sesión». 

A  los  cinco  minutos  de  estar  en  el  despacho  Rectoral,  me  expli- 
qué fácilmente  por  qué  D.  Mames  habrá  podido  atravesar  tantas 
y  tantas  situaciones  políticas,  manteniendo  incólume  su  prestigio 
y  autoridad  y  disfrutando  de  la  confianza  de  los  innumerables  mi- 
nistros de  Fomento  que  había  conocido  desde  que  fué  nombrado 
Rector. 

D.  Mames,  sin  dejar  de  ser  el  Rector  enérgico  que  reclama  Co- 
gliolo  en  su  precioso  libro  Malinconie  ( rniversitaire ,  no  fué  jamás 
el  Rector  tnqgnificus  que  tanto  abunda  en  Italia  y  del  que  he  co- 
nocido yo  en  España  algunos  (aunque  afortunadamente  muy  po- 
cos) ei'emplares.  D.  Mames  era  el  amigo  cariñoso  de  todos  los  ca- 
tedráticos y,  en  general,  de  todos  sus  subordinados.  Por  eso  todos 
le  queríamos,  y  yo  como  el  que  más.  Bien  es  verdad  que  desde  el 
primer  momento  encontré  en  él  al  compañero  y  al  amigo,  dis- 
puesto siempre  á  darme  un  consejo  y  á  prestarme  su  apoyo  y  sus 
recursos. 

Para  mí  fué  un  segundo  padre,  cuyo  recuerdo  perdurará  mien- 
tras viva.  Y,  sin  embargo,  en  una  ocasión  nos  encontramos  frente 


-  161  -* 

á  frente.  Con  honda  pena  me  di  cuenta  de  ello;  hice  lo  posible  por 
evitarlo;  pedí  y  supliqué  casi  con  lágrimas  en  los  ojos.  Ni  pudo  ce- 
der él,  ni  pude  ceder  yo;  pero  puedo  decir  con  orgullo  que  de  aquel 
choque  no  salió  quebrantada  nuestra  amistad.  Ni  D.  .Mames  me 
guardó  rencor  por  ello,  ni  jto  dejé  de  ser  para  él  lo  que  había  sido 
hasta  entonces.  Era  un  alma  grande  y  noble;  era  un  perfecto  ca- 
ballero; era  un  honrado  aragonés. 

Cuando  salí  de  aquella  Universidad,  siguió  siendo  para  mí  mi 
Rector,  y  lo  ha  sido  hasta  su  muerte,  á  pesar  de  la  jubilación  for- 
zada que  le  impuso  el  decreto  de  García  Alix. 

Lorenzo  BENITO 

Viee-Rector  y  Catedrático  de  Derecho  Mercantil 
en  la  Universidad  de  Harcelona. 


In  memoriam. 

Un  año  hace  que  el  fúnebre  tañido  de  la  campana  de  la  Univer- 
sidad anunciaba  á  Salamanca  que  había  dejado  de  existir  el  Exce- 
lentísimo Sr.  D.  Mames  Esperabé  Lozano  (q.  s.  g.  h.),  inolvidable 
Rector  de  nuestra  querida  é  histórica  Escuela. 

El  pueblo  todo  asoció  su  sentimiento  al  dolor  que  experimenta- 
mos todos  los  que  con  el  finado  compartíamos  la  noble  tarea  de 
aleccionar  á  la  juventud  estudiosa;  desde  el  linajudo  procer  hasta 
el  más  humilde  menestral,  todos  sin  excepción,  mostraban  clara- 
mente la  pena  que  les  embargaba  por  la  irreparable  pérdida  que 
llorábamos. 

Y  es  que  en  D.  Mames,  como  familiarmente  le  llamábamos,  se 
reunían  todas  las  cualidades  más  envidiables:  noble  corazón,  alteza 
de  sentimientos  y  de  miras,  prudencia  exquisita  en  el  mando,  con- 
sideración para  cualquiera  que  á  él  se  acercaba  y  un  amor  sin  lími- 
tes á  la  Universidad  que  miraba  como  cosa  propia,  y  por  cuyo  en- 
grandecimiento  y  prosperidad  trabajó  sin  descanso. 

Nada  de  extraño  tiene,  pues,  que  al  llegar  el  primer  aniversa- 
rio de  la  muerte  de  varón  tan  esclarecido,  haya  querido  perpetuar- 
se su  memoria  con  el  homenaje  de  esta  revista,  cuyo  Director,  al 
invitarme  á  colaborar  en  ella,  no  ha  tenido  en  cuenta  mi  esca- 
so valer,  y  sí  solamente  mi  buena  voluntad  y  el  imborrable  re- 
cuerdo del  que  fué  nuestro  Rector  querido,  que  guardo  y  guarda- 
ré siempre. 

Mariano  REYMUNDO 
Secretario  del  Instituto  General  y  Técnico  de  Salainauca. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


11 


-  i6á  - 


El  culto  á  la  tradición. 

Entre  los  señalados  méritos  reconocidos  á  D.  Mames  Esperabé, 
menos  que  otro  cualquiera  debe  quedar  en  olvido  el  amor  á  vene- 
randas tradiciones  de  la  Escuela.  Nadie  las  estimó  más  que  él,  ni 
las  profesó  cariño  más  acendrado,  así  como  á  nadie  cedió  en  la  ce- 
losa y  perseverante  defensa  de  los  mermados  y  reducidos  intere- 
ses universitarios  que,  por  milagro,  se  salvaron  de  la  rapacidad 
desamortizadora . 

Y  ese  respeto  tan  reverente,  ese  tan  profundo  afecto,  por  lo 
mismo  que  así  eran,  no  significaban  una  de  tantas  flaquezas,  hoy 
frecuentísimas,  de  sacrificar  á  la  que  se  juzga  impura  realidad  la 
pureza  y  el  vigor  de  los  principios;  brotaban  con  espontáneo  y 
fervoroso  impulso  de  lo  más  íntimo  de  la  conciencia  y  del  corazón, 
afortunadamente  inmunes  del  avasallador  influjo  de  las  doctrinas 
que  ejercieron  casi  incontrastable  imperio  en  la  generación  á  que 
perteneció  el  docto  y  llorado  maestro.  En  los  tiempos  de  su  forma- 
ción científica  no  se  presentaba  el  pensamiento  moderno  en  su  re- 
pugnante desnudez  fatalista  y  anticristiana;  venía  disfrazado  de 
fe  y  de  libertad,  y  los  espíritus  sanos,  mal  advertidos  y  no  bien 
resguardados,  á  causa  del  abandono  de  la  tradicional  filosofía  de 
las  gentes  y  de  la  política  fundada  en  ella,  acogieron  ansiosos  al 
error  como  si  fuera  realmente  apóstol  de  emancipación  y  heraldo 
de  legítimo  progreso. 

Costaba  trabajo  á  1,.;,  entendimientos,  por  agudos  y  penetran- 
tes que  fueran,  sondear  y  descubrir  toda  la  intrínseca  y  disolven- 
te malicia  de  las  nuevas  ¡deas;  y  así  se  explica  que  almas  sólida- 
mente cristianas,  tomando  el  oropel  por  oro  lino,  depurado  de 
escorias  seculares,  juzgaran  que  era  el  cristianismo  más  aquila- 
tado el  principio  informante  de  la  Revolución,  y  que  no  necesi- 
taban sacrificaren  su-  aras  las  creencias  del  Bautismo.  En  lomas 
recóndito  del  espíritu  de  esos  hombres  bien  intencionados  y  cul- 
tos ardía  inextinguible  la  llama  de  la  fe,  como  la  lámpara  que 
luce  perenne  ante  el  tabernáculo,  mientras  fuera  del  santuario 
rugían  desencadenados  y  fieros  todos  los  delirios,  zapando  con 
insidias  ó  volcando  con  violencia  las  instituciones  de  la  más  cris- 
tiana y  democrática  de  las  edades. 

Por  tal  antítesis,  para  él  felicísima,  se  explica  que  Esperabé, 
con  la  más  sincera  piedad  y  con  la  devoción  más  efectiva  y  tier- 
na, se  prosternase  en  la  capilla  ante  Jesucristo  Sacramentado,  y 
quisiera  que  todos  ante  Él  nos  postráramos,  como,  en  mejores 
días,  aquellos  claros  varones,  gloria  y  orgullo  de  la  Escuela,  que 


-  163  - 

fieles  siempre  al  divino  Libertador,  consagraron  á  la  dichosa  ar- 
monía entre  la  razón  y  el  dogma  las  más  luminosas  lecciones  y  los 
más  insignes  monumentos  escritos  de  memoria  indeleble  y  de 
ciencia  imperecedera. 

Nunca  supe  lo  que  pensó  el  profesor  inolvidable  acerca  del  Es- 
tado docente,  que  arrebató  á  la  Universidad  su  autonomía  y  la 
convirtió,  de  órgano  que  fué  del  saber  social,  en  oficina  habilitado- 
ra  de  títulos  conferidos  por  el  Poder  civil,  después  de  meros  simu- 
lacros de  prueba  ante  funcionarios  docentes;  lo  que  sé  de  cierto  es 
que  cuando  alguna  vez  hablamos  de  la  libertad  usurpada,  de  las 
deshechas  grandezas,  del  perdido  prestigio,  del  fulgor  extinguido, 
acaso  para  siempre,  dolíase  D.  Mames,  tanto  como  yo,  de  la  ser- 
vidumbre, de  la  postración  y  del  desdoro  de  la  Academia  madre, 
y  sobre  el  alma  del  Rector  pesaban  tan  dolorosa,  tan  aflictivamen- 
te como  sobre  la  mía  las  ligaduras  opresoras. 

Es  que  Esperabé,  como  otros  muchos  hombres  ilustres  de  su 
época,  no  pudo  evitar  que  el  entendimiento,  mal  resguardado  por 
el  eclecticismo,  avasallador  entonces  de  los  más  nobles  espíritus, 
lo  asaltaran  la  filosofía  y  la  política  novadoras,  allanados,  como 
estaban,  los  baluartes  de  la  Escolástica;  pero  del  generoso  cora- 
zón fueron  rechazados  siempre  los  invasores,  y  en  él  se  mantuvo 
invicta  la  tradición  capital  y  salvadora  de  la  raza,  de  la  Patria  y 
de  la  Escuela,  la  fe  inquebrantable,  la  amorosa  y  segura  esperan- 
za en  el  Rey  inmortal  de  los  siglos. 

E.  GIL  Y  ROBLES 
Catedrático  de  Derecho  Político  de  la  Universi  lad. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


Tradicionalismos. 

D.  Mames  llegó  á  ser  tradicionalista.  Otros  sabrán  cuál  fué  el 
punto  de  partida  y  el  camino  recorrido. 

Yo  le  conocí  apegado  á  la  tradición,  enamorado  de  la  tradición 
gloriosa  de  la  Universidad  salmantina;  dichosamente  para  todos, 
no  se  había  dado  entonces  en  eso  de  vivir  sólo  del  presente,  olvi- 
dando la  vida  en  sus  arraigos  y  manantiales,  borrando  sin  piedad 
la  historia  de  los  estudios  de  Salamanca. 

Y  D.  Mames,  guardián  celoso  del  tesoro,  con  esos  pergaminos, 
ron  esos  memoriales  del  tiempo  que  pasó,  supo  defender  á  la  Uni- 
versidad de  cuantas  arremetidas  pudieron  urdir  los  envidiosos  y 
los  atrevidos  ignorantes. 

Invocando  esos  títulos  de  la  tradición,  no  hubo  investigador  de 
Hacienda  capaz  de  poner  mano  en  los  bienes  propios  de  la  Uní  ver- 


-  164  - 

sidad,  y  las  leyes  y  las  órdenes  se  embotaban  contra  las  llaves  del 
celo  y  del  entusiasmo  y  del  culto" de  D.  Mames  á  la  gloriosa  tradi- 
ción de  la  Universidad  salmantina. 


De  cómo  conservó  y  cuidó  el  legado  de  las  hermosas  prácticas 
de  la  Capilla,  son  testigos  muchos  de  los  que  hoy  deploran  el  olvi- 
do y  abandono  en  que  han  quedado. 

Nunca  faltó  á  su  asiento  presidencial  en  la  Capilla;  jamás  olvi- 
dó las  costumbres  escogidas  del  Claustro  universitario,  que  dedi- 
ca fiestas  al  Beato  Juan  de  Rivera,  á  San  Jerónimo  y  San  Cayeta- 
no, que  instituyó  la  solemnidad  del  Santísimo  y  los  piadosos,  edi- 
ficantes, oficios  divinos  de  Semana  Santa. 

Al  morir  aquel  hombre,  los  claustrales,  con  Unamuno  á  la  ca- 
beza, no  encontraron  mayor  fineza  que  honrarle,  en  sus  exequias 
fúnebres,  asistiendo  en  corporación,  con  trajes  académicos,  pre- 
cedidos demaceros,  con  su  maestro  de  ceremonias 

Después,  quizás  alguna  intemperancia  sintomática  haya  dado 
al  traste  con  las  funciones  religiosas  de  la  Capilla  universitaria- 
Es  lástima  que  no  sea  un  pecado  á  cargo  de  la  irreligiosidad  de 
Unamuno. 

:•:   *   * 

Los  que  fuisteis  estudiantes  bajo  el  rectorado  de  D.  Mames,  re- 
cordareis aquella  invitación  que  nos  hacía  al  llegar  las  vacaciones 
de  Semana  Santa,  el  Viernes  de  Dolores,  para  prepararnos  al 
cumplimiento  pascual  con  la  Santa  Iglesia. 

También  eso  ha  desaparecido  al  contagio  de  no  sé  qué  atonis- 
mo,  que  ha  secado  el  espíritu  universitario  entre  los  claustrales 
de  Salamanca. 

Aquello  podrá  ser  tenido  por  una  antigualla,  y  no  faltará  doc- 
tor ilustrado  que  lo  llame  anacronismo.  Pero  yo  os  recordaré  que 
en  días  de  amargura,  de  trastornos,  de  duelo  para  los  anales  estu- 
diantiles, Unamuno  tuvo  que  acudir,  para  levantar  el  espíritu  y  el 
aliento,  á  las  tradiciones  de  D.  Mames,  y  en  cuatro  líneas  impre- 
sas, saturadas  de  verdad,  despedía  á  los  escolares  á  la  invocación 
de  la  Virgen  de  los  Dolores,  para  que  se  retirasen  á  sus  casas,  al 
cumplimiento  de  los  deberes  cristianos 

Yo  no  sé  decir  más.  Que  la  Universidad  no  sea  ingrata  con 
aquel  hombre  que  tanto  la  amó,  y  que  su  ejemplo  ponga  siquie- 
ra una  mira  de  unión  para  cuantos  vivimos  en  este  rico  solar  del 
saber. 

Martín  D.  BSRRUETA 

Catedrático  de  la  Universidad  y  ex-Director  de  El  Libaro. 
Salamanca,  Septiembre,  907. 


!65  - 


Fragmento  de  la  memoria  que  escribió  el  Rector  Esperabé  en  1877 
sobre  los  antecedentes,  situación  y  porvenir  de  la  Escuela,  diri- 
gida al  Rey  D.  Alfonso  XII. 

III 

Había  hasta  aquí  la  Universidad  de  Salamanca  llenado  cumpli- 
damente su  función  bienhechora,  salvando  del  olvido  los  restos  del 
antiguo  saber,  y  siguiendo,  y  aun  adelantándolos  á  veces,  los  pro- 
gresos científicos.  Restauró  de  igual  modo  el  gusto  por  los  mode- 
los clásicos,  y  fué  parte  muy  principal  á  crear  nuestra  literatura, 
en  la  cual  la  pertenecían  hasta  entonces  las  mejores  y  más  nota- 
bles producciones. 

Empero,  desgraciadamente,  en  vez  de  continuar  este  rumbo  y 
de  abrirse  con  expansión  á  las  corrientes  del  pensamiento,  sin  me- 
noscabo de  las  creencias  religiosas,  la  Universidad  de  Salamanca, 
cohibida,  como  la  vida  nacional  toda,  por  la  cruel  suspicacia  del 
Tribunal  de  la  Inquisición,  que  ya  había  hecho  antes  en  ella  vícti- 
mas tan  ilustres  como  el  sabio  Pedro  de  Osma,  y  el  dulce  Fray 
Luis  de  León:  adhiriéndose  también  de  su  parte  con  un  apego  ex- 
cesivo á  las  doctrinas  antiguas,  y  dejándose  influir  más  de  lo  jus- 
to por  la  circunstancia  de  su  carácter  pontificio,  comenzó  á  decaer 
lentamente,  sin  que  pudieran  evitarlo  los  distinguidos  hombres 
de  ciencia,  elegantes  escritores  y  poetas  inspirados  que  todavía 
produjo. 

En  todo  el  siglo  xvu  la  Universidad  permaneció  estacionaria 
en  las  antiguas  ideas,  y  aislada  casi  por  completo  del  movimiento 
científico.  Falta  de  aliciente  y  estímulo,  y  reducida  á  decorar  cons- 
tantemente una  ciencia  que  se  anticuaba,  degeneró  su  enseñanza 
en  formalismo  efgotista,  y  gastó  su  poderosa  savia  en  rivalidades 
internas  sobre  cuestiones  de  forma,  que  dieron  por  resultado,  á  la 
vez  que  el  decaimiento  de  los  estudios,  la  relajación  de  la  discipli- 
na escolar,  manifestada  alguna  vez  hasta  por  conflictos  san- 
grientos. 

Provino  también  su  decadencia  de  la  creación  de  otros  estable- 
cimientos de  igual  índole,  y  entre  ellos  más  especialmente  la  Uni- 
versidad de  Aléala,  que  por  su  proximidad  á  la  Corte,  desde  que 
ésta  fué  trasladada  á  Madrid,  la  privó  de  gran  número  de  alumnos. 
Así  es  que,  al  terminar  el  siglo  xvu,  apenas  si  llegaban  aquéllos á 
dos  mil,  yendo  paulatinamente  en  descenso. 

En  medio  de  todo,  sin  embargo,  y  á  despecho  de  estas  diversas 
causas,  nuestra  decadente  Escuela  conservaba  todavía  su  superio- 
ridad relativa  entre  todas  las  de  España,  afectadas  de  los  mismos 


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males  que  ella,  y  puede  ofrecer  una  lista  de  profesores  distingui- 
dos y  relevantes  alumnos,  con  nombres  tan  importantes  en  los 
anales  científicos  ó  en  los  fastos  literarios  como  los  de  Francisco 
Suárez,  Solís,  Saavedra,  Fajardo,  Nieremberg,  Páravicino,  Már- 
quez, Ponce  de  León,  Abarca,  Ramos  del  Manzano,  Núñez,  Ruiz 
de  Alarcón,  Villegas,  Calderón  de  la  Barca,  Góngora,  Pellicer, 
Cardoso,  Cnramuel,  Chumacero,  Láinez,  Gonzalo  Correas,  Gil 
González  Dávila  y  muchos  más.  Siguió  mereciendo  gran  respeto 
á  los  poderes  del  Estado,  que  apelaron  á  su  saber  y  prudencia  en 
asuntos  de  todo  género,  y  se  mantuvo  en  una  situación  económica 
suficientemente  desahogada  para  subvenir  más  de  una  vez  á  los 
apuros  del  Erario  y  á  las  crisis  de  la  ciudad,  cuando  á  su  despren- 
dimiento acudieron. 


Fl  Fxcmo.  Sr.  í).  Mames  Fsperabé  y  lozano 
y  su  Rectorado. 

Los  colos  que  dieron  rienda  suelta  á  los  vientos  revoluciona- 
rios, que  tantos  ciclones  produjeron  en  las  naciones  de  Europa, 
barrieron  en  la  nuestra  todas  las  Instituciones  seculares,  sin  per- 
donar, en  su  desoladora  violencia,  á  las  más  venerandas. 

La  Universidad  de  Salamanca,  que  desde  el  siglo  xvu  venía 
acusando  una  decadencia  paulatina,  vio  eclipsarse  en  el  xix  el  sol 
de  sus  esplendores,  por  las  tres  desamortizaciones  ó  despojos,  de 
que  fueron  objeto  sus  rentas  y  emolumentos. 

La  riqueza  es  signo  de  poder,  de  vida;  el  poder  lo  es  de  cultu- 
ra; así  que,  dejando  reducidas  las  Universidades  á  la  pobreza,  se 
daba  un  gran  paso  para  anular  su  importancia,  como  instituciones 
progresivas. 

La  de  Salamanca  sufrió  el  vendaval;  se  salvó;  y  si  quedó,  fuó 
por  hipócrita  apariencia  de  respeto  á  su  veneranda  antigüedad; 
pero  reducida  á  ser  una  anticualla  provinciana,  sin  importancia 
dentro  del  mecanismo  central  de  la  enseñanza. 

La  Providencia,  que  contraría  muchas  veces  los  designios  hu- 
manos, convirtiendo  en  bienes  lo  que  suele  hacerse  con  el  pro- 
posito del  mal,  tenía  escrito  en  sus  destinos,  que  la  secular  es- 
cuela, monumento  venerando  en  el  orden  intelectual  de  España, 
no  desapareciera,  ni  se  apagaran  los  resplandores  de  la  luz  de  la 
ciencia  que  por  tantos  siglos  difundió;  ya  que  no  le  cupo  el  respe- 
to y  la  veneración  que  otros  países  ion  sagran  á  los  que  fueron 
sus  Estudios  generales.  A  pesar  de  la  indiferencia  de  los  españo- 
les, de  las  dañosas  disposiciones  de  los  Gobiernos,  que  la  fueron 


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mermando  recursos  y  enseñanzas,  trabajosamente  ha  sorteado  los 
varios  planes  de  enseñanza;  los  ataques  que  con  propósito  de  eco- 
nomías se  dirigían  contra  su  existencia;  salvando  los  azarosos 
tiempos  de  trastornos  políticos,  y  la  inestabilidad  de  los  planes  de 
enseñanza;  sin  que  en  tan  difíciles  circunstancias  le  hayan  falta- 
do profesores  ilustres,  alumnos  que  pusieron  su  nombre  á  gran 
altura,  espontáneos  protectores,  ni  Rectores  de  grandes  presti- 
gios, celosos  de  su  buen  nombre  é  infatigables  procuradores  déla 
restauración  de  sus  glorias. 

Entre  estos  últimos,  ocupa  un  lugar  preferente  el  Excmo.  Se- 
ñor D.  Mames  Esperaba  y  Lozano,  en  cuya  memoria,  en  el  primer 
aniversario  de  su  muerte,  escribimos  estas  líneas. 

No  es  ésta  la  ocasión  de  lucir  una  erudición  adquirida  á  poca 
costa,  señalando  la  influencia  beneficiosa  que  los  aragoneses, 
maestros  ó  discípulos,  han  ejercido  en  los  fastos  de  la  Universi- 
dad salmantina. 

Xi  la  de  los  Rectores  del  reino  de  Aragón  que  habían  desempe- 
ñado ese  cargo,  antes  que  nuestro  inolvidable  amigo;  ni  me  toca 
referir  sus  méritos  como  profesor,  hombre  de  ciencia,  ni  de  ensal- 
zar sus  rarísimas  cualidades  para  el  trato.  Esa  misión  toca  á  otras 
plumas  hábilmente  manejadas,  correspondiendo  á  nosotros  hablar 
de  su  largo  Rectorado,  tan  beneficioso  para  la  Universidad,  pro- 
poniéndonos en  esta  difícil  empresa,  trazar  los  rasgos  más  salien- 
tes que  hacen  imborrable  su  memoria,  por  tantos  títulos  unida  á 
la  vida  y  porvenir  de  la  que  él  encontró  decadente  y  anéirica. 

Difícil,  muy  difícil  es  reúna  otro  hombre  la  perseverante  cons- 
tancia, la  tenacidad  en  los  propósitos,  los  alientos  para  las  situa- 
ciones difíciles,  v,  sobre  todo,  el  entrañable  cariño,  el  air.or  que 
demostró  siempre  á  esta  al ma  máter,  objeto  predilecto  de  sus  des- 
velos, aunando  siempre  el  respeto  á  sus  venerandas  tradiciones, 
con  el  progreso  y  mejoras  que  pudieran  colocarla  al  lado  de  las 
más  progresivas  é  innovadoras  de  sus  similares;  poniendo  á  con- 
tribución para  lograrlo  sus  talentos,  sus  relaciones  personales, 
dentro  y  fuera  de  España;  sin  perdonar  sacrificios  de  todo  género, 
aun  entre  sus  desafectos,  cuando  había  que  buscar  protectores  ó 
destruir  los  trabajos  de  enemigos  solapados  ó  encubiertos. 

Esta  labor  de  treinta  y  ////  años  al  frente  del  Rectorado,  es 
nuestra  tesis,  demostrando  con  hechos  cómo  cumplió  y  realizó 
los  propósitos  de  regenerar  el  buen  nombre  y  acrecentar  los  pres- 
tigios de  la  Universidad. 

Trasladado  por  concurso  desde  la  cátedra  de  Latín  y  ('.riego 
que  desempeñaba  en  el  Instituto  de  Málaga,  á  la  de-  Griego  de  la 
Universidad  de  Salamanca,  en  1864,  al  pronunciar  el  discurso  que 
era  costumbre  entonces  al  tomar  solemne  posesión  de  la  cátedra, 


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eligiendo  por  tema  los  oradores  griegos;  en  el  preámbulo  que  le 
precede,  con  la  modestia  que  fué  siempre  lo  más  saliente  de  su 
carácter,  con  atrayente  sinceridad,  hace  la  promesa  solemne  de 
consagrarse  por  completo  á  la  restauración  y  buen  nombre  de  su 
Facultad  y  de  la  Escuela. 

Comenzó  á  cumplirlo  desde  luego  en  la  cátedra,  y  lo  demostró 
públicamente  en  el  discurso  inaugural  del  curso  de  1865  á  1866, 
desarrollando  el  tema,  La  unidad ,  no  la  contradicción ,  es  la  ley 
fundamental  de  los  sucesos  y  de  los  conocimientos  humanos;  des- 
arrollado con  gran  competencia,  demostrando  profundos  conoci- 
mientos, del  que  no  hemos  de  ocuparnos,  debiendo  únicamente 
hacer  notar  que  en  sus  razonamientos,  pruebas  y  argumentos, 
respira  el  discurso  un  ambiente  purísimo  de  católica  doctrinay  hu- 
yendo intencionadamente  de  los  exclusivismos  de  las  escuelas  he- 
geliana  y  krausista,  que  por  entonces  alcanzaron  gran  influencia 
entre  los  intelectuales.  Dirigiéndose  á  los  jóvenes  les  decía:  para 
ser  sabios  es  necesario  ser  virtuosos,  como  que  la  virtud  es  el  estí- 
mulo más  poderoso  de  la  ciencia.  A  sus  compañeros  les  decía:  No 
olvidéis  que  sois  los  sucesores  de  aquellos  preclaros  varones,  mo- 
delos de  ciencia  y  de  virtud,  honra  y  prez  de  esta  noble  y  generosa 
Escuela . 

Los  acontecimientos  políticos,  acompañados  de  motines  y  su- 
blevaciones militares,  intranquilizaron  al  país,  sin  dejarle  lugar 
para  preocuparse  poco  ni  mucho  de  la  ciencia,  ni  de  las  modifi- 
caciones de  todo  género,  que  por  no  acometerlas,  nos  distanciaban 
de  la  Europa  intelectualmente,  llegando  al  máximum  de  los  tras- 
tornos con  los  sucesos  de  la  llamada  Revolución  de  Septiembre. 

Por  consecuencia  de  aquellos  sucesos,  repercutieron  en  toda 
España  los  gritos  de  las  muchedumbres,  inconscientes  como  siem- 
pre, pidiendo  la  destrucción  de  todo  lo  antiguo,  llamando  hombres 
nuevos  á  regir  los  destinos  de  la  Nación,  cuyas  halagadoras  pro- 
mesas esperaba  el  pueblo  se  convirtieran  en  realidades  de  bien- 
andanza. 

En  Salamanca,  como  en  otras  provincias,  ocupáronlos  puestos 
públicos  los  que  se  consideraban  identificados  con  la  Revolución, 
y  el  de  Rector  recayó  en  el  Sr.  Esperabé,  no  ciertamente  por 
creerle  partidario  de  las  nuevas  ideas  ó  materia  dispuesta  para 
los  planes  revolucionarios,  sino  debido  á  indicaciones  de  personas 
de  su  familia,  que  vieron  en  él  condiciones  muy  á  propósito  para 
ese  cargo,  y  que  por  la  circunstancia  de  recaer  en  persona  de 
gran  ilustración  y  generales  simpatías,  no  podía  ser  rechazado  por 
el  Gobierno  de  la  Regencia,  que  en  4  de  Octubre  de  1869  le  nom- 
bró Rector. 

Animo  esforzado,  grandes  alientos  eran  necesarios  para  poner- 


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se  al  frente  de  un  establecimiento  público  en  aquellas  circunstan- 
cias, las  menos  favorables  para  dar  esplendor  á  una  institución 
docente,  á  la  que  los  sucesos  de  1812,  los  de  1820,  el  plan  de  1824, 
la  supresión  de  los  Colegios  universitarios,  las  reformas  de  1840, 
y  la  ley  de  1857,  la  habían  dejado  reducida  sólo  á  dos  Facultades 
oficiales,  sin  otros  medios  que  una  insignificante  dotación  para 
material,  quedando  con  la  supresión  de  la  Facultad  de  Teología 
en  situación  tan  precaria,  no  mejorada  con  los  sucesivos  planes 
de  enseñanza,  durante  los  años  que  siguieron  á  la  Revolución  de 
Septiembre. 

Con  razón  pudo  decir  el  Sr.  Esperabé,  en  la  memoria  que  leyó 
ante  S.  M.  el  Rey  D.  Alfonso  XII,  cuando  en  1877  visitó  la  Uni- 
versidad, que  el  estado  en  que  la  encontró  no  podía  ser  más  de- 
plorable, y  que  con  titánicos  esfuerzos  había  logrado  restablecer 
las  Facultades  de  Ciencias  y  Medicina  con  el  carácter  de  libres, 
merced  al  auxilio  prestado  en  tiempos  de  angustia  y  pencaría 
por  la  Excma.  Diputación  provincial  y  Excmo.  Ayuntamiento. 
Esos  esfuerzos  no  fueron  inútiles:  Dios  recompensó  su  obra  fecun- 
da en  favor  de  esas  enseñanzas,  proporcionándole  la  inmensa  sa- 
tisfacción de  ver,  antes  de  morir,  consolidadas  las  dos  Facultades 
con  el  carácter  de  oficiales,  á  las  que  defendió  siempre,  consagrán- 
dolas especial  cariño. 

Una  Real  orden  en  1877,  gestionada  por  su  diligencia  en  el  Mi- 
nisterio de  Fomento,  le  proporcionó  la  ocasión  de  trazar  un  yasto 
proyecto  de  reformas  en  el  local  y  edificios  anejos  de  la  Universi- 
dad, complemento  de  las  obras  que  anteriormente  había  empren- 
dido, auxiliado  por  los  conocimientos  técnicos  del  Arquitecto  don 
José  Secall,  y  de  cuya  memoria  nos  vedan  ocuparnos  los  vínculos 
de  parentesco  que  nos  unían  con  el  citado  Arquitecto;  no  obstan- 
te, haciendo  caso  omiso  de  lo  que  pudiera  decirse  de  lo  bien  com- 
binado del  plan,  de  las  evidentes  razones  con  que  se  fundamenta- 
ban las  reformas,  no  podemos  resistir  al  deseo  de  copiar  las  pala- 
bras con  que  el  Rector  nos  dice  que:  «No  siéndole  dable  mejorar 
las  condiciones  de  holgura  del  edificio  con  los  recursos  ordinarios 
déla  Escuela,  dedica  sus  cuidados  á  realizar  las  restauraciones 
artísticas  y  mejoras  de  decorado  é  higiene ,  que  hacia  necesarias 
el  estado  de  deterioro  y  abandono  en  que  eu  ambos  respectos  se  en- 
contraba, procurando,  sin  embargo,  no  despojarla  con  ellas  del  ve- 
nerable carácter  que  le  imprime  su  antigüedad-».  Consecuente  con 
esas  ideas,  hubiera  transformado  la  vieja  Universidad  en  un  am- 
plio edificio,  quitando  peligros  constantes  que  amenazan  su  exis- 
tencia. ¡Lástima  es  que  no  haya  existido  la  solidaridad  en  ese  pen- 
samiento en  las  obras  sucesivas!.... 

Sería  interminable  la  enumeración  de  los  muchos  datos  que 


-  170  - 

pueden  añadirse  para  demostrar,  con  hechos,  el  interés  y  venera- 
ción que  le  inspiró  siempre  la  Casu  de  la  Ciencia,  y  hemos  de  pres- 
cindir de  las  reformas  introducidas  en  la  Secretaría,  en  el  Archi- 
vo, en  las  Bibliotecas  de  los  Decanatos,  en  la  Capilla,  objeto  pre- 
dilecto de  su  atención;  y  vamos  a  ver  ese  mismo  amor  y  deseo  del 
buen  nombre  y  lustre,  en  lo  que  se  refiere  á  las  relaciones  de  la 
Universidad  con  la  vida  pública  y  los  centros  docentes  de  España 
y  del  extranjero. 

Aunque  fué  teniente  alcalde  del  Municipio  salmantino  prime- 
ro, y  más  tarde  senador,  no  ambicionó  puestos  políticos.  Deseaba, 
sí,  influencia,  relaciones,  amigos  y  agradecidos,  en  todos  los 
partidos  políticos  y  esferas  sociales,  pero  era  para  poner  esa  in- 
fluencia, esos  amigos  y  los  afectos  á  su  persona  al  servicio  de  la 
Universidad,  que  constituyó  para  él  parte  de  su  familia,  su  pre- 
ocupación, sus  cariños,  sus  desvelos,  sus  alegrías. 

Desde  1869  hasta  1°00,  en  que  dejó  el  Rectorado,  no  ha  habido 
acto  público,  acontecimiento  nacional,  en  el  que  no  haya  figurado 
la  Universidad  de  Salamanca,  con  su  Rector  á  la  cabeza.  Si  no  ha- 
bía recursos,  no  importaba,  su  bolsillo  particular  lo  suplía.  De  ese 
modo  asistió  la  Universidad  á  los  centenarios  de  Calderón,  Fray 
Luis  de  León  y  del  descubrimiento  de  América. 

Su  discurso,  en  esta  última  ocasión,  ante  los  extranjeros  y  co- 
misiones, merece  mil  veces  ser  reproducido.  Es  una  gallarda  mues- 
tra de  su  viril  entereza,  defendiendo  á  España  y  á  la  Universidad 
de  las  calumnias  propaladas  dentro  y  fuera  de  nuestra  patria,  que 
habían  llegado  á  formar  opinión  vulgar,  con  perversa  intención 
esparcidas  por  escritores  extranjeros,  recibidas,  toleradas  y  con- 
sentidas sin  protesta,  por  algunos  que,  llamándose  liberales,  en- 
tendían, erróneamente,  servían  de  ese  modo  á  la  causa  liberal, 
acogiendo  todo  género  de  groseras  invenciones,  en  desprestigio 
de  la  patria  y  de  instituciones  de  más  valor  social  que  sus  dispa- 
ratadas teorías.  Bien  es  verdad  que  antes,  y  en  libros  de  gran  es- 
tima, bajo  este  punto  de  vista,  estuvieron  con  él  para  defender  á 
Salamanca  Rodríguez  Pinilla,  Doncel,  Falcón,  Torre  Vélez,  y 
otros;  pero  en  ocasión  tan  solemne  y  oportuna,  revistió  de  autori- 
dad sus  afirmaciones,  y  puso  el  sello  del  desprestigio  á  las  infun- 
dadas especies  que  se  propagaron  sobre  la  intervención  de  los  doc- 
tores salmantinos  en  los  proyectos  de  Cristóbal  Colón. 

Su  numerosa  correspondencia  particular  y  la  oficial  daría  á 
conocer  á  los  que  lo  ignoran,  que  no  fué  invitada  la  Universidad 
á  ningún  acto,  certamen  ó  subscripción,  en  los  que  no  figurara  Sa- 
lamanca; y  aunque  era  tan  modesto  que  nunca  hizo  alarde  de  sus 
conocimientos  de  lenguas  extranjeras,  mantuvo  en  sus  propios 
idiomas  relaciones  con  los  sabios,  Universidades  y  centros  cientí- 


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fieos  de  Francia,  Italia,  Inglaterra  y  Estados  Unidos,  siempre  á 
nombre  de  nuestra  Universidad,  ó  llevando  su  representación. 

De  sus  dotes  de  mando,  puede  decirse  que  el  vínculo  más  fuer- 
te con  que  sujetaba  á  sus  subordinados,  fué  siempre  el  de  su  bon- 
dad sin  límites,  conquistando  el  corazón  de  los  que  le  trataban. 

En  esos  largos  años  de  su  Rectorado  ban  pasado  por  la  Uni- 
versidad y  otros  establecimientos  de  enseñanza  muchos,  muchísi- 
mos catedráticos  de  diversas  opiniones,  condiciones  y  carácter.  Ni 
uno  solo  puede  señalarse  que  no  le  tuviera  por  amigo,  y  la  inmen- 
sa mayoría  le  debieron  especiales  favores,  dispensados  sin  alarde, 
sin  que  la  ingratitud,  tan  común  entre  los  hombres,  le  arredrara 
para  dispensarlos  á  manos  llenas,  ni  se  preocupara  nunca  de  cómo 
habían  de  ser  reconocidos. 

Interminable  sería  la  enumeración  de  las  especialísimas  condi- 
ciones de  D.  Mames,  como  familiarmente  le  llamaban  sus  amigos, 
ó  el  Sr.  Rector,  como  el  pueblo  le  designaba,  indicando  el  respeto 
y  la  consideración  que  grandes  y  pequeños  tenían  y  dispensaban 
al  que  era  personalidad  conjunta  con  la  Universidad,  y  por  estas 
consideraciones  á  su  Rector,  se  tributaban  á  la  institución  y  á  los 
catedráticos. 

La  bel  observancia  de  cuantas  órdenes  emanaban  del  Gobier- 
no, excepto  las  apremiantes  y  conminatorias  para  la  entrega  de 
los  fondos  universitarios,  fué  recompensada  con  la  concesión  de 
la  Gran  Cruz  de  Isabel  la  Católica.  Entre  los  muchos  informes  que 
evacuó  sobre  diferentes  asuntos,  es  muy  notable  el  que  redactó 
en  cumplimiento  de  la  Real  orden  de  19  de  Julio  de  1881.  En  este 
informe  se  anticipan  ideas,  que  planteadas  veinte  años  más  tarde, 
en  los  diferentes  grados  de  la  enseñanza,  se  han  tenido  como  nue- 
vas y  progresivas. 

La  exactitud  en  el  cumplimiento  desús  deberes  no  hay  para 
qué  mencionarla,  si  bien  hay  que  hacer  notar  que  con  pocos  ó 
muchos  compañeros  no  faltó  á  ningún  acto  adonde  debía  asistir 
la  Universidad,  siendo  el  primero  en  los  actos  de  la  Capilla,  y  en 
los  tradicionales  de  los  Oficios  y  recepción  de  procesiones,  en  el 
Jueves  y  Viernes  Santos  y  Domingo  de  Resurrección. 

Larga,  muy  larga  sería  la  referencia  á  una  de  las  empresas 
acometidas,  verdadera  gloria  de  su  Rectorado,  que  ni  se  lia  esti- 
mado lo  bastante,  ni  será  agradecida  nunca  como  se  merece  por 
el  pueblo  de  Salamanca  y  por  cuantos  han  disfrutado,  disfrutan  y 
disfrutarán  los  beneficios  de  las  becas.  Sí,  la  institución  de  los  Co- 
legios, tenazmente  defendida,  organizada  y  mejorada  con  aumen- 
tos de  nuevas  fundaciones,  fué  desde  que  tomó  posesión  del  Rec- 
torado, el  amor  de  sus  amores,  la  institución  de  su  constante  pre- 
ocupación. Bien  es  verdad,  y  á  ello  nos  obligan  los  fueros  de  la 


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verdad  y  la  justicia,  que  en  esa  empresa  tuvo  á  su  lado,  con  todas 
sus  fuerzas  y  enero-fas,  al  catedrático  que  fué  de  Metafísica  en  la 
Facultad  de  Filosofía  y  Letras,  D.  Mariano  Ares.  El  reglamento 
por  el  cual  se  rige  hoy  la  Junta  de  Colegios,  los  expedientes  se- 
guidos en  reivindicación  de  sus  bienes,  el  aumento  de  becas,  la 
solicitud  y  cariño  con  que  alentó  á  los  jóvenes  para  trasladarse  al 
extranjero,  facilitándoles  relaciones,  dinero,  etc.,  son  méritos  con- 
traídos  con  la  institución  de  los  Colegios  universitarios,  y  con  los 
becarios,  que  han  disfrutado  sus  beneficios,  que  no  pueden  ol- 
vidarse. 

Vida  tan  bien  empleada,  los  nobles  esfuerzos  en  favor  de  la 
Universidad  y  de  Salamanca  le  conquistaron  universales  simpa- 
tías, traducidas  en  aquéllos  á  los  que  honró  con  su  particular  afec- 
to, en  acendrado  cariño. 

No  estuvo  sembrado  de  flores  el  camino  recorrido  durante  su 
Rectorado,  ni  los  tiempos  eran  pacíficos,  pues  precisamente  los 
caracterizó  la  enconada  lucha  de  pasiones  y  las  agitadas  turbu- 
lencias; ni  su  personalidad,  por  ocupar  tan  alto  puesto,  dejó  de 
pagar  el  natural  tributo  que  el  bueno  y  noble  paga  en  este  mundo 
á  la  envidia  y  á  las  bajas  pasiones.  Ocupa  en  la  historia  del  si- 
glo xix  una  gran  parte  de  ella  la  despiadada  lucha  de  los  exage- 
rados principios  de  la  escuela  liberal,  y  los  defensores  intransi- 
gentes de  los  tradicionales. 

Como  en  toda  lucha  abundan  los  que  exageran,  precisamente 
los  que  llamándose  amigos,  son  los  más  encarnizados  enemigos  de 
la  causa  que  suponen  defender.  Salamanca  padeció  con  esa  lucha 
como  ninguna  otra  población,  y  los  partidarios  de  las  extremas  y 
más  encontradas  direcciones  tildaron  más  de  una  vez  á  nuestro 
querido  amigo:  los  unos,  de  tibio,  acomodaticio  en  la  defensa  del 
sistema  é  ideas  liberales,  y  los  otros,  de  católico  ritual  y  forma- 
lista. Varias  veces  se  puso  á  prueba  por  unos  y  por  otros  el  tem- 
ple sereno  de  su  alma,  cebándose  la  calumnia  en  aquel  espíritu 
tan  Heno  de  grandes  ideas,  que  la  única  defensa  de  su  conducta, 
después  de  sufrir  resignado  los  rudos  ataques  de  sus  enemigos,  fué 
olvidar  sus  ofensas,  y  devolver  con  creces  esas  ofensas  con  espe- 
ciales favores  ;i  los  quemas  encarnizadamente  le  combatían.  ¡Al- 
ma grande,  católico  práctico,  fué  la  única  defensa  que  se  per- 
mitió! 

Juzgúese  cuál  hubiera  sido  su  beneficiosa  acción  al  frente  de  un 
establecimiento  tan  necesitado  de  actividad  y  celp,  si  tiempos  más 
á  propósito  para  solicitar  la  protección  de  los  Gobiernos  hubieran 
sido  los  alcanzados  por  hombre  de  tan  excepcionales  condiciones. 

Puso  digno  remate  el  cariño  que  profesó  á  la  Universidad,  en- 
comendando á  su  hijo  hiciera  el  donativo  de  ocho  mil  pesetas,  para 


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que  el  Claustro  las  detinara  á  los  fines  que  juzgara  más  útiles  en 
favor  de  la  enseñanza. 

No  necesita  el  Exorno.  Sr.  D.  Mames  Esperabé  y  Lozano  bus- 
tos ni  inscripciones  que  perpetúen  su  recuerdo:  mientras  la  Uni- 
versidad exista,  cuantos  profesores  y  alumnos  pasen  por  ella,  for- 
zosamente han  de  recordarle,  porque  llena  una  página  muy  impor- 
tante de  su  historia,  que  no  puede  borrarse,  que  no  puede  desapa- 
recer 

Luis  R.  MIGUEL 

Catedrático  de  Lengua  y  Literatura  Española 
de  la  Universidad  de  Salamanca. 
Salamanca,  Octubre  de  1907. 


El  Sr.  Rector. 

«Combate  con  la  prudencia  y  la  justicia,  y  todo  lo  vencerás». 
Así  contestó  ya  ha  varios  siglos  un  filósofo  á  quien  se  pedía  la  fór- 
mula reguladora  para  los  actos  humanos. 

D.  Mames  Esperabé,  el  Sr.  Rector,  como  se  continuó  llamán- 
dole hasta  su  muerte,  dada  su  vasta  ilustración  clásica,  debió  no 
s<)lo  conocer  esta  sentencia,  sino  también,  con  firme  y  deliberada 
voluntad,  constituirla  en  regla  de  conducta. 

Si  el  efecto  es  cierto  que  revela  su  causa,  los  actos  de  su  vida 
acusan  aquel  conocimiento. 

Traté  á  D.  Mames  en  la  última  etapa  de  su  existencia,  cuando 
ya  los  años  y  la  experiencia  hacen  al  hombre  más  reflexivo,  pero 
también  más  calculista,  y  sin  embargo,  ni  en  un  solo  momento  le 
vi  decaer  ni  vacilar  en  el  cumplimiento  de  su  deber  ni  en  la  apli- 
cación estricta  del  j'us  suum  caique  tribuere.  Era  el  hombre  de 
hierro  que  sentado  en  el  viejo  y  duro  sillón  de  cuero  permanecía 
inconmovible,  lo  mismo  ante  las  apremiantes  exigencias  de  una 
soberbia  nacida  al  calor  de  un  seudo  concepto  del  propio  valimien- 
to personal,  productora  de  egoísmos  ó  concupiscencias  reproba- 
das, que  ante  las  intemperancias  de  espíritus  inquietos  y  quizá 
torcidamente  exaltados  por  falsas  ideas  acerca  de  las  personas  y 
las  cosas.  Es  que  D.  Mames,  como  los  héroes  de  Homero,  entendió 
siempre  que  estaba  obligado  de  igual  modo  á  saber  que  á  obrar. 
Tanto  como  en  el  saber,  en  el  obrar  estuvo  el  secreto  de  su  ex- 
traordinario prestigio. 

Pude  apreciarlo  muchas  veces.  Cuando,  sin  el  más  leve  detrimen  - 
to  de  la  ley,  podía  secundar  una  pretensión,  allí  estaba  la  equidad 
y  hasta  el  favor,  si  era  preciso;  pero  cuando  así  no  era,  los  con- 
vencionalismos no  tenían  realidad,  desaparecía  el  amigo,  surgía 
el  Rector,  y  la  justicia  era  un  hecho  tangible. 


-  174  - 

¡Hermosa  virtud,  que  enaltece  al  hombre  en  vida,  y  proyecta  so- 
bre su  memoria  el  recuerdo  puro  que  el  suceder  de  los  tiempos  no 
ha  de  ser  bastante  á  extinguir! 

Si  pues  estas  dos  cuartillas,  que  le  dedico  en  su  primer  aniver- 
sario, no  han  de  falsear  el  estado  de  mi  conciencia,  creo  acomo- 
darme á  ella  al  afirmar  que  el  hombre  que  mantuvo  á  gran  altura 
el  nombre  de  nuestra  histórica  Universidad,  que  organizó  muchos 
de  sus  servicios  de  modo  adecuado,  que  desafió  con  ánimo  sereno 
las  tempestades  varias  que  amenazaron  la  existencia  de  aquélla, 
que  conservó  incólumes  con  paternal  solicitud  sus  tradiciones  y 
sus  prestigios,  que  guardó  sus  rentas,  como  el  huraño  á  miradas 
indiscretas  oculta  sus  dineros,  que  acalló  tantas  quejas  y  endulzó 
muchas  amarguras,  ese  hombre  tuvo  otra  cualidad,  virtud  inago- 
table: practicó  siempre  y  constantemente  la  justicia. 

Esteban  JIMÉNEZ 

Salamanca,  Octubre,  1907. 


Autógrafo  del  Rector  Esperabé,  publicado  en  "La  Ilustración  Es- 
pañola y  Americana,,. 

Salamanca ,  que  fué  la  primera  en  comprender  al  genio  de  los 
mares,  tenía  que  ilustrar  después  con  los  resplandores  de  su  cien- 
cia los  países  por  él  descubiertos.  La  gloria  del  gran  aconteci- 
miento que  se  conmemora  en  este  día,  embargando  en  sublimes 
arranques  de  admiración  y  de  júbilo  el  ánimo  de  todos,  pertenece 
exclusivamente  á  la  patria  de  los  Reyes  Católicos.  Pero  además 
de  brillar  como  perla  preciosa  en  la  refulgente  Corona  de  Castilla, 
sin  dejar  de  ser  eminentemente  española,  es  singularmente  sal- 
mantina. Aquí  el  italiano  burlador,  no  sólo  encuentra  generoso 
hospedaje  en  el  convento  de  San  Esteban,  sino  que  entendido  ;i  la 
primera  ojeada  por  Deza,  catedrático  de  prima,  y  apoyado  des 
pues,  merced  al  prestigio  del  insigne  dominico,  por  los  maestros 
más  celebrados  de  la  Escuela,  firme  ya  con  el  voto  favorable  de 
Salamanca,  es  admitido  al  servicio  de  los  Reyes,  recibiendo  de 
sus  augustos  labios  esperanzas  ciertas  de  que,  acabada  la  guerra 
de  Granada,  le  entregarían  las  carabelas. 

Fiel,  por  tanto,  la  entonces  llamada  Atenas  española  al  solem- 
ne compromiso  adquirido  ante  los  Reyes  y  ante  España,  ante  la 
religión  y  la  sociedad,  ante  la  civilización  y  la  historia,  debía  co- 
rresponder al  realizado  proyecto  en  la  esfera  propia  de  su  institu- 
ción, y  á  la  altura  de  su  reputación  científico  y  literaria. 

Y,  en  efecto,  el  llamado  por  Alejandro  IV  uno  de  los  cuatro 
Estudios  generales  de  la  Cristiandad,  que  dio  consejeros  á  los  Re- 


-  175  — 

yes,  consultores  á  los  Papas,  teólogos  á  los  concilios  y  sabios  y 
literatos  á  todos  los  ramos  del  saber  humano,  no  había  de  desmen- 
tir su  historia  en  el  momento  solemne  de  la  revelación  de  la  mitad 
del  globo,  en  el  suceso  más  portentoso  de  los  siglos  modernos, 
previsto  por  su  clara  intuición  y  llevado  á  cabo  por  su  iniciativa 
é  influjo  decisivo. 

A  su  pasado  responde  unísono  el  porvenir.  La  civilización  de 
América  es  debida  principalmente  á  Salamanca.  Ln  hijo  suyo, 
Fernán  Pérez  de  Oliva,  fué  el  primero  que  escribió  la  vida  del 
Marino,  perdida  desgraciadamente,  pero  registrada  en  la  Colom- 
bina por  mano  del  fundador  D.  Fernando,  hijo  del  Almirante. 
Cuatro  frailes  de  San  Esteban  fueron  los  primeros  en  organizar 
una  misión  permanente  para  cristianizar  los  países  conquistados. 

El  gran  defensor  de  la  libertad  de  los  Indios  contra  las  vejacio- 
nes de  los  logreros  fué  Las  Casas,  alumno  de  las  aulas  salmanti- 
nas, y  el  insigne  jurista  Domingo  Soto,  hijo  de  San  Esteban,  el 
que  sostuvo  en  la  célebre  disputa  de  Yalladolid  la  sana,  humani- 
taria y  cristiana  doctrina  respecto  á  los  derechos  del  hombre  con- 
tra el  Dr.  Sepúlveda,  que  abogaba  por  la  esclavitud. 

José  Acosta  fué  uno  de  los  primeros  y  de  los  más  notables  en 
describir  las  producciones  de  América,  y  la  legislación  de  India.-, 
que  no  reconoce  semejante,  fué  inspirada  por  los  doctores  salman- 
tinos, uno  de  cuyos  maestros,  Solórzano,  la  resumió  en  la  tan 
sabia  como  poco  conocida  obra  titulada:  De  Jure  ct  Gubernatione 
Indiarum  Occidentálium.  Y  mientras  Hernán  Cortés,  después  de 
frecuentar  estas  aulas,  regalaba  al  Emperador  Carlos  V  un  vasto 
imperio  por  medio  de  hazañas  superiores  á  las  de  la  mitología, 
otros  hijos  ilustres  de  esta  Escuela  fundaban  casi  todas  las  Uni- 
versidades del  continente  americano,  junto  con  las  de  la  Habana 
y  de  Manila,  movidos  por  su  ilustración  civilizadora  y  por  su  ge- 
ner<  >so  desprendimiento. 

Con  razón,  pue>,  puede  reclamar  Salamanca  uno  de  los  prime- 
ros puestos  de  honor  en  las  proyectada-  lie-tas  del  cuarto  cente- 
nario del  descubrimiento  de  América. 

Mames  ESPERABÉ  LOZANO 


D.  Mames. 

Pocos,  entre  nuestros  contemporáneos,  podrán  merecer  de  la 

historia  fallo  más  glorioso  que  el  Excmo.  Sr.  I).  Mames  Esperabé 
Lo/ano,  ilu>tre  Rector  que  fué  de  la  Universidad  salmantina. 
Maestro  de  n<>  pocos,  dio  á  cuantos  á  él  acudieron  en  demanda 


-  176  - 

de  protección,  de  auxilió  y  de  enseñanza,  un  modelo  que  seguir, 
un  trabajo  que  emprender,  una  recompensa  que  alcanzar  y  una 
laboriosidad  en  que  inspirarse.  Ejemplo  vivo  de  virtudes  austeras 
y  oráculo  de  enseñanzas  seguras,  fué  D.  Mames  representante  fiel 
de  aquellos  antiguos  varones  severos  y  nobles,  sobrios,  modestos, 
justos  y  fuertes,  de  vida  retirada  y  tranquila,  leales,  sinceros, 
parcos  en  el  hablar,  graves  y  reposados  en  la  reflexión,  pero  tena- 
ces y  enérgicos  en  la  ejecución  de  la  obra  comenzada. 

Los  amores  santos  de  aquel  inolvidable  Rector  fueron  siempre 
para  su  Universidad  veneranda,  y  á  ella,  y  singularmente  á  las  dos 
Facultades  de  Ciencias  y  de  Medicina,  dedicó  también  su  labor 
c< Mistante,  callada,  sin  relumbrón  ni  apariencia,  pero  bien  cimen- 
tada y  robusta,  fecunda,  provechosa,  útilísima  y  duradera. 

En  el  homenaje  que  al  muerto  ilustre  se  rinde  en  el  día  del  pri- 
mer aniversario  de  una  de  nuestras  tristes  fechas  no  puede  faltar 
mi  pobre  ofrenda,  pues  si  mi  silencio  nada  significaría  quizá  para 
el  público,  respecto  de  aquella  sagrada  memoria  representaría  una 
ingratitud,  y  jamás  fué  ingrato  quien  en  todas  las  ocasiones  tribu- 
tó honores  de  veneración  y  respeto  á  sus  queridos  maestros. 

Eduardo  NO  GARCÍA 

Decano  de  la  Facultad  de  ciencias. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


Un  recuerdo. 

Uno  mi  modesto  nombre  al  de  las  ilustres  personalidades  que 
hoy  rinden  homenaje  á  nuestro  antiguo  Rector,  nuestro  maestro, 
nuestro  entrañable  amigo:  y  me  identifico  en  el  dolor  con  D.  En- 
rique Esperabé,  á  quien  si  las  muestras  de  respetuoso  cariño  y 
admiración  á  su  padre  pueden  darle  alguna  satisfacción,  un  nada 
merman  sus  penas  recuerdos  de  tan  amarga  tristeza. 

Los  intelectuales  conservarán  memoria  perdurable  del  hombre 
que  en  los  días  aciagos  de  la  Restauración,  cuando  en  disposicio- 
nes ministeriales  se  injuriaba  al  profesorado,  perdían  sus  cátedras 
y  eran  desterrados  hombres  del  relieve  de  D.  Francisco  Giner, 
D.  Nicolás  Salmerón,  D.  Gumersindo  Azcárate,  etc.,  etc.,  etc.,  en 
la  Universidad  de  Salamanca,  donde  también  había  algunos  pro- 
fesores señalados  por  sus  ideas  radicales  en  política  y  religión, 
muy  singularmente  el  entontes  catedrático  de  Metafísica  D.  Ma- 
riano Ares,  no  hubo  que  lamentar  esas  persecuciones,  verdaderos 
desvarios,  merced  al  tino,  al  acierto  con  que  nuestro  Rector  diri- 
gió asunto  tan  delicado,  y  á  la  firmeza  de  carácter  con  que  sostu- 
vo la  independencia  del  profesorado  en  la  indagación  y  exposi- 


-  177  - 

ción  científica,  cuando  la  ciencia  es  honradamente  profesada  y 
sinceramente  expuesta. 

La  ciudad  cuya  vida  está  vinculada  en  su  Universidad,  tampo- 
co olvidará  que  D.  Mames  no  encontró  más  que  una  escuela  de 
Derecho,  y  dejó  cuatro  Facultades  que  con  el  tiempo  renovarán 
nuestra  atmósfera  intelectual,  inspirarán  nuevas  orientaciones 
para  la  vida,  y  se  llegará  sin  duda,  con  la  ayuda  de  todos,  á  reco- 
brar el  nombre  y  prestigio  que  tuvo  en  su  época  más  gloriosa. 

Timoteo  MUÑOZ  OREA 
Catedrático  de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


Una  anécdota. 

Salamanca  celebraba  con  júbilo  grande  la  inauguración  de  un 
templo  dedicado  á  su  patrono  San  Juan  de  Sahagún  y  levantado 
sobre  el  solar  que  ocupara  en  otro  tiempo  la  iglesia  de  San  Mateo. 

Merced  á  la  fe  religiosa  y  á  la  tenacidad  tradicional  en  el  ma- 
logrado Padre  Cámara,  el  proyecto  de  aquella  hermosa  iglesia, 
cuya  portada  adornara  el  laureado  Marinas  con  sus  notables  alto 
relieves,  llegó  á  feliz  término,  y  á  la  bendición  del  edificio  acudie- 
ron muchos  Prelados. 

Entre  ellos  destacábase,  en  todos  los  actos  religiosos,  la  mar- 
cial figura  del  inolvidable  Cardenal  Cascajares,  Arzobispo  á  la  sa- 
zón de  la  archidiócesis  vallisoletana. 

Todos  los  purpurados  desfilaron  por  nuestra  Universidad,  reco- 
rriendo sus  claustros  y  admirando  las  bellezas  que  aun  conserva. 

La  renombrada  Biblioteca,  donde  pasé  mis  años  juveniles  y 
cuyo  recuerdo  cariñoso  me  acompañará  siempre,  mientras  viva, 
fué  también  muy  visitada,  y  yo,  á  la  sazón  jefe  interino,  me  vi 
obligado,  durante  varios  días,  á  hacer  los  honores  de  la  casa. 

Un  día  me  avisaron  que  por  la  escalera  subían,  acompañan - 
d  >  al  Arzobispo  de  Valladolid,  el  Reverendo  Padre  Cámara,  el  in- 
olvidable D.  Mames  y  un  número  no  pequeño  de  canónigos. 

Salí  presuroso  al  claustro,  y  tras  los  saludos  de  rúbrica,  serví 
á  los  visitantes  de  modesto  cicerone  en  el  salón  que  podíamos  lla- 
mar de  Churriguera,  y  en  la  sala  de  manuscritos,  donde  permane- 
cimos en  pie  largo  rato. 

Después  de  admirar  las  muchas  curiosidades  que  allí  se  encie- 
rran, noté  yo,  y  alguno  más  conmigo,  en  el  semblante  del  Carde- 
nal algunas  demostraciones  de  fatiga,  y  les  invité  á  descansar  en 
los  cómodos  asientos  del  despacho. 

Todos  accedieron  gustosos  á  mi  invitación,  y  el  Cardenal  aña 

12 


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dio  á  su  asentimiento  unas  palabras  que  me  produjeron  la  mayor 
impresión  y  que  me  crearon  en  pocos  segundos  el  mayor  conflicto. 

Y  así  fumaremos  un  cigarro — dijo  el  Cardenal. 

¿Qué  hacer?  Yo  entonces  no  fumaba,  y  D.  Mames  no  acostum- 
braba á  llevar  tabaco  en  el  bolsillo,  pues  los  magníficos  habanos 
que  fumaba  los  tenía  en  casa.  Esto  lo  sabíamos  sus  íntimos,  que 
más  de  uno  habíamos  saboreado  á  su  salud. 

El  compromiso  para  mí  era  enorme.  ¿Quién  había  de  creer  que 
todo  un  Arzobispo  había  de  descender  á  fumar  un  pitillo  de  un  hu- 
milde bibliotecario? 

Llamé  al  portero,  al  bueno  de  Isaac,  y  le  encargué  que  á  todo 
escape  trajese  del  estanco  de  la  mejor  clase  de  cigarros  que  ha- 
llase, y  al  entrar  en  el  despacho vi,  con  sorpresa,  á  D.  Mames, 

ofreciendo,  en  una  humilde  y  deteriorada  petaca,  pitillos  de  á  vein- 
ticinco céntimos  paquete,  al  Cardenal  y  demás  personajes  que  le 
acompañaban. 

Mi  confusión  subió  de  punto,  cuando  el  Rector  se  dirigió  á  mí, 
haciéndome  el  mismo  ofrecimiento. 

—No  fumo,  le  dije  azorado. 

—Mejor  para  tí,  me  respondió,  tomando  á  su  vez  un  pitillo  que 
envolvió  y  encendió,  ofreciendo  antes  la  cerilla  al  Cardenal,  que 
recordando  sus  tiempos  de  artillero,  lo  hizo  también  con  verdade- 
ra complacencia. 

Para  todos  pasó  desapercibido  mi  compromiso,  menos  para  mi 
inolvidable  Rector,  quo  aprovechando  un  momento,  mientras  la 
comitiva  se  acomodaba  en  el  despacho,  pidió  su  petaca  al  venera- 
ble Pascua,  conserje  de  la  Universidad,  que  con  los  demás  bedeles 
y  mozos  quedaba  en  el  pasillo,  y  la  presentó  á  los  visitantes,  sin 
tener  en  cuenta  las  advertencias  del  empleado  sobre  la  calidad  del 
tabaco. 

El  conflicto  se  había  resuelto,  y  mi  confusión  se  había  desva- 
necido. D.  Mames  se  retrataba  allí  de  cuerpo  entero,  cuando  se 
trataba  de  salvar  á  cualquiera  de  sus  compañeros  ó  subordinados, 
que  como  yo,  tenían  la  fortuna  de  ser  tuteados  por  él. 

Hombre  modesto  en  público,  demostraba  con  esplendidez  su 
alma  grande  en  privado,  prefiriendo  hasta  la  humillación  por  evi- 
társela á  otro,  aunque  éste  hubiera  sido  un  ingrato. 

Más  de  alguno  de  los  que  estas  líneas  lean,  recordarán  amar- 
guras por  él  pasadas  en  trances  en  que  sus  enemigos,  que  tanto 
tenían  que  agradecerle,  quisieron  explotar  sus  sentimientos  para 
invadirle  la  Rectoral,  sin  apreciar  que  durante  el  tiempo  en  que  la 
ocupó,  con  su  tacto  y  energías  solucionó  muchas  crisis  y  evitó 
grandes  disgustos,  sufriendo  él  solo  los  embites  de  los  despechados. 

Hasta  su  muerte  fué  el  de  siempre,  el  amigo  sincero,  el  compa- 


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ñero  leal  y  el  jefe  respetable  que  con  paternales  consejos,  á  los 
que  como  yo  nos  honramos  siempre  con  haber  sido  sus  subordi- 
nados, nos  guiaba  por  el  camino  del  bien  y  de  la  honradez,  que  en 
todos  sus  actos  presidía. 

Manuel  CASTILLO 
Director  del  Instituto  General  y  Técnico  de  Cáceres. 
Cáceres,  Octubre,  1907. 


A  su  memoria. 

Perdura  la  memoria  del  que  fué  ilustre  Rector  de  nuestra  Uni- 
versidad, y  de  año  en  año,  al  contarse  uno  más  desde  que  murió, 
el  homenaje  que  Salamanca  le  tributa  adquiere  nuevos  caracteres 
de  cariño  intenso  á  su  memoria,  y  de  conocimiento  exacto  de  su 
bondad  é  inteligencia. 

Una  vida  entera  consagrada  al  bien  particular  y  colectivo,  un 
corazón  que  palpitó  al  conocimiento  de  todas  las  desgracias  y  acu- 
dió á  su  socorro,  una  inteligencia  al  servicio  siempre  de  la  gloriosa 
Escuela,  á  cuyo  frente  estuvo,  tales  fueron  las  armas  con  que  don 
Mames  conquistó  el  respeto  á  su  persona  en  vida,  y  el  culto  á  su 
memoria  después  de  muerto. 

El  Adelanto  cumple  un  deber  al  asociarse  al  sentido  homenaje 

que  hoy  se  tributa  al  Sr.  Esperabé  Lozano,  que  lo  mereció  por 

bueno  y  por  sabio. 

«EL  ADELANTO 


D.  Mames  Esperabé  Lozano  y  la  Universidad 
de  Salamanca. 

La  segunda  mitad  del  siglo  xix  forma  época  en  los  anales  de 
la  Historia  de  España,  por  los  frecuentes  y  continuos  trastornos  y 
convulsiones  en  la  política,  los  cuales  necesariamente  habían  de 
afectar  á  la  Instrucción  pública,  causando  en  ésta  una  revolución, 
que  bien  puede  decirse  comenzó  con  el  plan  de  estudios  de  1845, 
desde  cuya  fecha  las  Universidades,  habiendo  perdido  su  antigua 
libertad  por  efecto  de  la  vida  lánguida  y  monótona  que  llevaran 
durante  el  anterior  siglo  y  medio,  comenzaron  ;'i  sentir  la  necesi- 
dad de  recobrar  aquella  autonomía  de  otros  tiempos. 

Por  lo  que  á  nuestra  Universidad  se  refiere,  hemos  de  manifes- 
tar, con  sentimiento,  el  grado  de  decadencia  á  que  vino  á  parar, 
habiendo  estado  á  punto  de  perder  sus  derechos  y  prerrogativas 
políticas  y  religiosas,  cercenadas  sus  enseñanzas,  y  apuntada  para 


—  180  — 

desaparecer  como  centro  de  la  misma,  por  efecto  del  citado  plan 
de  estudios  y  de  otras  secesivas  reformas,  así  como  por  el  poco 
amor  que  hacia  la  Escuela  salmantina  tuvieran  la  mayor  parte  de 
sus  Rectores,  quienes  se  renovaban  en  la  jefatura  con  inusitada 
frecuencia. 

Llegó  el  16  de  Octubre  de  1869,  en  cuyo  día  toma  posesión  de 
la  Rectoral  el  inovidable  y  cariñoso  Excmo.  Sr.  Dr.  D.  Mames  Es- 
rabé  Lozano  (q.  e.  p.  d.),  y  desde  ese  momento,  puede  decirse,  co- 
mienza á  revivir  la  Universidad,  á  la  que  dedica  todo  su  cariño, 
todas  sus  energías,  todo  su  talento  y  sus  extensas  relaciones, 
habiéndola  quedado,  al  terminar  su  gestión,  en  un  estado  de 
florecimiento  que  contribuyó  no  poco  á  que  el  Estado  se  hiciese 
cargo  de  todas  las  enseñanzas  que  actualmente  la  constituyen. 

Las  excelentes  cualidades  que  adornaban  á  D.  Mames,  y  entre 
otras,  su  carácter  bondadoso  á  la  vez  que  enérgico,  su  exactitud 
en  el  cumplimiento  del  deber,  para  lo  cual  daba  ejemplo,  le  con- 
quistaron el  cariño  y  el  respeto  profundo,  no  solamente  de  cuantos 
le  tratábamos,  sino  también  la  consideración  de  los  prohombres 
de  gobierno,  que  le  respetaron  en  el  puesto  de  Rector  durante 
treinta  y  un  años  y  once  días,  á  pesar  de  los  innumerables  cambios 
acaecidos  en  el  régimen  político  durante  tan  largo  espacio  de 
tiempo. 

Con  las  expresadas  condiciones,  y  además  haber  sido  senador, 
se  comprenderá  la  gran  influencia  que  llegó  á  adquirir,  cuya  in- 
fluencia aprovechó  principalmente  en  beneficio  de  la  Universidad, 
á  la  cual  miraba  como  su  propia  casa. 

No  permitiendo  la  índole  de  este  trabajo  detallar  todos  los  be- 
neficios  que  el  Rector  D.  Mames  reportara  ;í  la  Universidad  sal 
mantina,  expondremos  sucintamente  que  á  su  gestión  se  deben  las 
grandes  obras  de  ampliación  y  saneamiento  del  edificio  universi- 
tario, edificándose  un  segundo  cuerpo,  la  creación  por  el  Estado 
de  la  Facultad  de  Filosofía  y  Letras,  el  sostenimiento  de  los  bienes 
propios  de  los  suprimidos  Colegios  universitarios,  que  tantos  be- 
neficios  reportan;  á  su  gestión  se  debe  también  la  existencia  délos 
bienes  correspondientes  á  la  Capilla  universitaria,  para  que  en  ella 
se  siga  sosteniendo  el  culto  católico  con  las  prerrogativas  que  le 
concedieran  los  Sumos  Pontífices.  Estas  prácticas  religiosas  se  ve- 
rificaban con  gran  solemnidad,  asistiendo  casi  todos  los  Doctores 
del  Claustro  general  durante  los  treinta  y  un  años  que  D.  Mames 
fué  Rector,  quien  además  regaló,  hace  años,  á  la  Capilla,  una  her- 
mosa efigie  de  la  Santísima  Virgen  del  Pilar,  instituyendo  de  su 
peculio  una  fiesta  todos  los  años  el  día  12  de  Octubre. 

Por  último,  á  su  señor  hijo  D.  Enrique  dejó  dicho  que  á  su 
muerte  legaba  á  la  Universidad  un  donativo  de  8.000  pesetas  para 


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premios,  manda  que  este  señor  se  apresuró  á  cumplir  al  morir  su 
señor  padre. 

En  otro  orden  de  hechos,  al  Rector  D.  Mames  le  debe  gratitud 
Salamanca  porque  adquiriesen  desde  el  año  1875  carácter  oficial 
las  dos  Facultades  de  Medicina  y  Ciencias,  sostenidas  en  esta  Uni- 
versidad como  libres  por  las  Corporaciones  municipal  y  provin- 
cial. Profesaba  especial  cariño  á  estas  Facultades,  y  muy  espe- 
cialmente á  la  de  Medicina,  como  lo  prueba  el  que  á  su  muerte 
quedó  para  esta  Facultad  la  parte  mayor  del  legado  antes  re- 
ferido. 

Hemos  presentado  brevemente  la  noble  figura  delRector  D.  Ma- 
mes, en  quien  todo  el  mundo  vio  la  firmeza  de  carácter  aragonés, 
unida  en  estrecho  lazo  con  la  hidalguía  castellana,  á  cuyas  pren- 
das personales  debemos  añadir  su  excesiva  caridad,  su  religiosi- 
dad perfecta  y  sus  ideas  liberales  sin  exageración  ni  mixtificación 
alguna,  todo  lo  cual  constituía  en  este  señor  el  tipo  de  hombres 
perfectos  é  íntegros,  de  los  pocos  que  se  ven  en  estos  tiempos  de 
egolatría. 

Cuanto  llevamos  expuesto  nos  conduce  á  recordar  algún  hecho 
de  la  vida  de  D.  Mames,  hechos  que  aun  siendo  del  dominio  pú- 
blico, no  son  conocidos  en  la  pura  verdad  del  sucedido,  y  cuyo 
desenlace  ulterior  contribuyó  á  acelerar  su  muerte. 

El  entrañable  cariño  que  profesó  toda  su  vida  á  su  querida 
casa,  la  Universidad  salmantina,  teníale  constantemente  con  la 
esperanza  de  conocer  la  autonomía  universitaria ,  y  con  este  mo- 
tivo supo  conservar  para  ulteriores  fines  de  engrandecimiento 
déla  Universidad  los  muchos  millones  de  pesetas  que  constituían 
los  fondos  propios  de  aquélla. 

El  Rector  D.  Mames  bien  sabía  que  producía  una  sangrienta 
revolución  en  el  pueblo  salmantino  en  cuanto  le  participase  que 
por  denuncias  y  excitaciones  de  alguien  tratábase  de  arrebatarle 
dichos  capitales,  y  prefirió,  antes  que  ocasionar  un  día  de  luto  á 
la  ciudad,  afrontar  él  solo  las  consecuencias,  negándose  á  entre- 
gar dichos  millones  de  pesetas  cuantas  veces  quisieron  los  Go- 
biernos incautarse  de  ellas.  Una  vez  el  Excmo.  Sr.  Marqués  de 
Pidal  escribíale  diciendo  que  entregase  esos  valores,  y  la  contes- 
tación de  D.  Mames  al  gobernante  fué  decirle  que  había  roto  su 
carta  y  arrojado  los  pedazos  al  cesto  de  los  papeles;  que  no  entre- 
garía nada  mientras  fuese  Rector.  Otra  vez  fué  el  Sr.  Villaverde, 
con  quien  le  unía  estrecha  amistad,  y  la  contestación  fué  pareci- 
da, si  bien  no  rompió  la  carta. 

El  día  que  1).  Mames  supo  habían  sido  entregados  á  la  I  lacienda 
eso-  millonea  de  pe>etas,  que  todos  los  salmantinos  sabíamos  se 
hallaban  en  litigio,  respecto  al  derecho  que  á  ese  capital  uniera  el 


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Estado  á  la  Universidad,  el  Rector  D.  Mames  lloró  y  estuvo  en- 
fermo, sin  poder  salir  de  casa  en  unos  días;  entonces  anunció  su 
muerte  próxima  á  los  amigos  íntimos  que  le  visitaron. 

Para  terminar,  otro  rasgo  de  su  carácter  enérgico  é  indepen- 
diente fué  la  contestación  que  diera  al  Excmo.  Sr.  Ministro  de  Fo- 
mento D.  Alejandro  Pidal,  quien  pretendía  imponer  un  candidato 
(que  no  citamos)  dignísimo  por  todos  conceptos,  contra  el  no  me- 
nos digno  candidato  liberal.  Si  el  Sr.  Ministro,  dijo,  se  atreve  á 
dirigirse  al  Claustro  universitario,  hágalo  por  su  cuenta,  y  si  para 
ello  necesitase  la  autoridad  Rectoral,  á  su  disposición  queda  la  in- 
signia del  jefe,  mas  no  jamás  la  persona. 

Vamos  á  terminar  pidiendo  al  pueblo  salmantino  dedique  un 
recuerdo  en  este  día  al  hombre  integérrimo  y  pundonoroso,  á 
quien  este  mismo  pueblo  hasta  el  último  momento  de  su  vida  sa- 
ludaba diciéndole:  ¡Vaya  Ud.  con  Dios,  Sr.  Rector! Para  el 

pueblo  salmantino  fué  el  Rector  de  la  Universidad  hasta  el  último 
día  de  su  vida. 

El  Excmo.  Ayuntamiento  ha  dedicado  á  su  memoria  una  vía, 
dándole  el  nombre  de  Pasco  del  Rector  Esperaba 

La  Universidad  conserva  como  recuerdo  un  hermoso  cedro, 
que  se  yergue  arrogante  en  medio  del  patio,  buscando  el  sol  de 
las  alturas,  sitio  adonde  llegó  aquél  por  cuya  orden  se  plantara. 

Dr.  Ricardo  DIEZ  SÁNCHEZ 

Catedrático  de  Medicina- 
Salamanca  y  Octubre  de  1907. 


Jamás  cobró  réditos. 

Prestó  mucho  dinero,  todo  lo  que  le  pedían.  Su  despacho  se 
convertía  con  frecuencia  en  sala  de  esgrima.  Tal  menudeaban  los 
sablazos.  Y  todo  lo  daba  sin  garantías  de  ningún  género.  No  otor- 
gó nunca  una  escritura  de  préstamo,  ni  exigía  siquiera  recibo  de 
las  cantidades,  muchas  veces  cuantiosas,  que  prestaba. 

Tenía  un  cuaderno  de  bastantes  hojas,  y  en  cada  una  apuntaba 
el  préstamo,  sin  más  formalidades  que  el  nombre  del  prestatario, 
la  fecha  y  la  suma  que  le  entregaba.  Después  anotaba  á  continua- 
ción las  cantidades  que  á  cuenta  le  iban  devolviendo.  Cuando  los 
préstamos  no  excedían  de  cien  pesetas,  los  consideraba,  sin  duda, 
como  limosnas,  pues  los  apuntaba  unos  á  continuación  de  otros, 
sin  dejar  espacio  para  anotar  la  devolución,  que  ni  exigía,  ni  es- 
peraba. 

De  intereses  no  había  que  hablar.  Jamás  los  cobró. 

En  cierta  ocasión  me  dijo  en  su  despacho:  «Aquí  ha  estado  fu- 


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laño,  y  me  ha  pedido  10.000  pesetas  que  no  he  podido  darle  porque 
no  las  tengo,  pero  quiero  dárselas  para  sacarle  del  apuro  en  que 
se  ve.  Ahí  tienes  ese  título,  pignórale,  y  dáselas  como  cosa  tuya.  > 
Y  me  entregó  un  título  del  4  "/,,  interior,  de  25.000  pesetas 

Cumpliendo  el  encargo,  lo  pignoré  en  el  Banco,  y  entregué  á 
aquel  fulano  las  10.000  pesetas,  no  sin  obligarle  al  otorgamiento 
de  la  oportuna  escritura,  estipulando  en  ella  el  rédito  anual  del 
5  por  100. 

Creí  cumplir  así  mi  deber  de  asegurar  en  lo  posible  un  dinero 
que  se  me  confiaba,  y  su  legítimo  producto,  toda  vez  que  en  el  caso 
concurrían  los  requisitos  exigibles  para  que  sea  lícito  el  rédito. 

Buena  reprimenda  me  costó,  y  de  nada  valió  mi  diligencia.  El 
fulano,  que  era  un  hombre  de  bien  y  se  vio  metido  en  aquel  aprie- 
to por  haberse  metido  en  empresas  aventuradas,  fué  devolviendo, 
aunque  á  pijotadas,  el  capital,  y  cuando  ya  lo  hubo  devuelto,  me 
mandó  D.  Mames  que  cancelase  el  préstamo,  perdonándole  los  ré- 
ditos, sin  cobrarle  los  gastos  de  las  dos  escrituras  ni  aun  los  inte- 
reses de  la  pignoración. 

Mírense  en  este  espejo  tantos  usureros  despiadados  como  por 
ahí  andan  sueltos. 

Que  D.  Mames  fué  un  hombre  de  talento,  catedrático  notable, 
Rector  esclarecido,  senador,  Gran  Cruz  y  hasta  marqués,  si  hubie- 
ra querido. 

¡Bah!  Fué  más  que  todo  eso:  fué  la  bondad  personificada. 

José  María  DE  ONIS 

Jefe  de  la  Biblioteca  Universitaria. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


Párrafos  de  una  carta  que  D.  Mames  dirigió  en  1903  á  una  alta  é  in- 
fluyente personalidad  política  poco  antes  de  la  incorporación  al 
Estado  de  las  Facultades  de  Medicina  y  Ciencias. 


«No  pretenderemos  resucitar  unos 

tiempos  que  pasaron,  ni  elevamos  nuestra  humilde  voz  en  deman- 
da de  privilegios;  mas  sí  tenemos  el  deber  de  pedir  lo  que  de  de- 
recho  nos  corresponde.  No  hay  ninguna  Universidad  que  haya 
dado  á  la  Nación  española  tanta  gloria,  ni  que  le  haya  proporcio- 
nado tantas  riquezas  como  la  Universidad  de  Salamanca,  y  sin 
embargo,  ninguna  se  ha  visto  ni  se  ve,  por  desgracia,  tan  desaten- 
dida por  el  Estado. 

No  culpo  á  este  Gobierno,  censuro  á  todos  los  que  se  han  suce 


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dido  en  el  pasado  siglo  y  lo  que  llevamos  del  presente,  incluso  á 
usted.» 


«Hoy  no  cuenta  nuestra  Escuela  más  que  con  dos  Facultades 
oficiales,  y  annoue  sus  profesores  y  su  eximio  Rector,  mi  querido 
Unamuno,  se  esfuerzan  por  levantarla  con  su  talento,  con  su  ilus- 
tración y  su  entusiasmo,  no  pueden  representar  el  antiguo  lema: 
Omnium  scientiarun  princeps  Salmantica  docet.  Salamanca  ha 
sido,  es  y  será  siempre  su  Universidad,  y  así  lo  han  comprendido 
las  Corporaciones  populares,  la  Diputación  provincial  primero  y 
el  Ayuntamiento  después,  que  con  sus  generosos  esfuerzos,  noble 
desprendimiento  y  una  abnegación  sin  límites,  vienen  sosteniendo 
sin  interrupción,  hace  más  de  treinta  años,  la  Medicina  y  la  sec- 
ción de  Ciencias  físico-químicas.  Pero  llega  ya  el  día  en  que  por 
causas  ajenas  á  su  voluntad,  por  carencia  absoluta  de  recursos, 
es  imposible  á  nuestros  patronos,  mal  que  les  pese,  soportar  la  pe- 
sada carga  que  se  les  echa  encima.  A  prevenir  esta  contingencia 
dirige  en  estos  momentos  Salamanca  toda  su  atención,  toda  su  ac- 
tividad y  todas  sus  energías.  No  importa  que  nuestra  voz  haya 
sido  vox  clamantis  in  deserto;  hemos  cumplido  nuestro  deber  en 
cuantas  ocasiones  se  han  presentado,  exponiendo.» 


«Yo  evoco  aquellos  recuerdos,  y  me  permito  apelar  al  patrio- 
tismo de  Ud.,  á  sus  nobilísimos  sentimientos,  á  su  amor  á  esta  glo- 
ria nacional,  y  á  nuestra  antigua  amistad,  para  suplicarle  tome  á 
su  cargo  la  defensa  de  nuestra  insigne  alma  máter.» 


Un  recuerdo. 

Mezclados  van  en  mi  espíritu  la  veneración  y  el  cariño  con  su 
recuerdo,  que  evoca  en  mi  memoria  otros  muchos  de  mi  infancia 
y  mi  adolescencia.  A  su  nombre  va  unido  el  de  mi  propio  padre  y 
el  de  otra  porción  de  personalidades  salmantinas  de  aquel  tiempo, 
que  gozaban  en  torno  del  hogar  de  mi  familia,  donde  se  prepara- 
ron tantos  sucesos  públicos  y  donde  se  lloraron  tantas  tristezas 
ignoradas. 


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Todavía  recuerdo  al  D.  Mames  de  sus  tiempos  juveniles,  cuan- 
do recién  llegado  á  Salamanca  púsose  en  contacto  con  los  hom- 
bres que  aquí  rendían  culto  á  las  ideas  liberales  y  democráticas, 
constituyendo  por  esta  sola  razón  una  especie  de  grupo  familiar 
del  que  entró  á  formar  parte  el  nuevo  y  joven  catedrático,  que 
casi  á  diario  visitaba  mi  casa  en  unión  de  aquellos  inolvidables  es- 
tudiantes Ponsá,  Puig,  Boladeres,  Sánchez  Ruano,  Ares  y  Manuel 
Gil  Maestre,  los  cuales,  como  otros  muchos,  iban  á  recibir  de  mi 
padre  el  santo  y  seña  dado  por  los  jefes  de  la  Revolución,  oyendo 
á  la  vez  la  alentadora  palabra  del  jefe  salmantino  que  estimulaba 
los  entusiasmos  de  aquellos  neófitos  de  la  democracia,  discípulos 
aprovechados  y  soldados  bisónos. 

El  joven  catedrático  era  de  los  que  rara  vez  faltaban  á  aque- 
llos conciliábulos,  ni  á  otros  más  peligrosos  que  los  conspiradores 
de  entonces  solían  celebrar  sigilosa  y  nocturnamente  en  el  alto 
del  Rollo,  donde  en  vez  de  perorar  se  trazaban  planes  y  se  trans- 
mitían órdenes,  que  alguna  vez  llegaron  á  perturbar  la  paz  públi- 
ca en  nuestra  propia  ciudad. 

En  la  memoria,  á  la  que  mis  ojos  no  han  podido  después  trans- 
mitir otras  imágenes,  consérvase  fielmente  grabada  la  figura  y  los 
rasgos  fisonómicos  de  aquel  señor,  igualmente  joven  que  los  jóve- 
nes estudiantes  que  generalmente  le  acompañaban,  de  complexión 
vigorosa  y  fuerte,  de  no  muy  grande  estatura  y  de  cara  redonda 
y  sanguínea,  adornada  de  largas  y  abundantes  patillas;  y  en  mi 
corazón  mantiénese  más  vivo  aun  el  recuerdo  de  las  caricias  que 
me  prodigaba,  dichas  en  un  tono  para  mí  extraño,  y  en  que  se 
mezclaban  la  rudeza  y  el  afecto. 

Después las  cosas  cambiaron  dentro  y  fuera  de  mi  propio 

hogar;  pero  en  mis  oídos  jamás  dejó  de  sonar  gratamente  aquel 
nombre  que  tan  de  lejos  se  hallaba  enlazado  á  mis  primeras  im- 
presiones de  niño.  Mi  noble  padre  vióse  elevado  por  los  azares  dé- 
la política  á  ciertas  altas  esferas,  donde,  como  jamás  olvidó  á  su 
ciudad  y  á  su  terruño,  tampoco  dejó  de  recordar  á  los  que  con  él 
habían  comulgado  en  el  culto  de  las  ideas  democráticas,  y  habían 
batallado  por  su  triunfo. 

A  la  dimisión  de  D.  Vicente  Lobo,  Rector  de-la  Universidad  de 
Salamanca,  nombrado  por  la  Junta  Revolucionaria  de  1868,  déla 
que  D.  Tomás  Pinilla  había  sido  presidente,  este  mismo,  en  unión 
de  los  Sres.  Gil  San/,  y  Merelo,  tuvo  el  honor  de  proponer  al  Mi 
nistro  de  Fomento  el  nombramiento  de  Rector  de  esta  Escuela  á 
favor  de  I ).  Mames  Esperabé,  nombramiento  que  Echegaray  hizo 
en  efecto,  aunque  sin  presumir,  de  seguro,  que  ron  ello  daba  á  la 
Universidad  salmantina  Rector  para  tan  largos  años. 

Jamás  olvidó  el  nombrado  aquel  pequeño  favor,  más  ganado 


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por  sus  méritos  que  por  sus  amistades,  y  temiendo  incurrir  en  una 
nota  de  inconsecuencia,  ó  faltar  á  ciertos  deberes  de  correligiona- 
rismo,  tampoco  dejó  de  consultar  con  su  antiguo  amigo  el  Sr.  Pi- 
nilla,  cuál  debiera  ser  su  actitud  ante  los  acontecimientos  políticos 
que  dieron  por  resultado  la  restauración  borbónica  y  que  hicieron 
pensar  al  Sr.  Esperabé  sobre  si  debía  ó  no  presentar  la  dimisión  de 
su  cargo  de  jefe  de  nuestro  Centro  universitario. 

No  hay  para  qué  decir  cuál  sería  la  respuesta  del  consultado, 
cuyas  intransigencias  en  materia  política  estaban  siempre  conte- 
nidas por  la  más  exquisita  corrección,  por  su  afecto  hacia  las  per- 
sonas, y  por  el  más  nimio  respeto  á  la  libertad  y  modo  de  obrar  de 
cada  cual.  D.  Mames  Esperabé  continuó  siendo  Rector  en  Sala- 
manca, y  no  fueron  nunca  sus  antiguos  amigos  y  correligionarios 
los  que  pudieron  sentirse  pesarosos  de  ello,  puesto  que  más  de  una 
vez,  desde  aquel  puesto,  su  constante  amigo  pudo  favorecer  sus 
pretensiones  personales,  y  hasta  sus  planes  políticos,  siempre  den- 
tro de  los  debidos  límites.  Así  ocurrió  con  el  veterano  jefe  de  los 
demócratas  salmantinos,  á  quien  el  buen  Rector,  allá  por  los  años 
70  ó  71  facilitó  los  medios  de  tomar  posesión  de  la  cátedra  que  se 
le  había  adjudicado  nuevamente,  sin  tener  que  ausentarse  de  Ma- 
drid, donde  residía,  evitándole  no  pocas  molestias  y  gastos. 

Hombre  consecuente  en  política  como  en  amistad,  no  sé  qué 
otros  méritos  suyos  puedan  ser  mayores  que  los  que  por  tal  con- 
cepto merecidamente  se  le  reconocen.  Si  otros  pueden  hacer  su 
elogio  como  maestro  y  como  Rector,  á  mí  no  me  es  dado  más  que 
alabar  esas  virtudes  morales  que  tan  altamente  resplandecían  en 
su  espíritu,  mientras  la  memoria  y  el  corazón  evocan  gratamente 
su  recuerdo  unido  á  los  más  íntimos  de  mi  vida. 

Cándido  R.   PINILLA 

Director  do  El  Castellano. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


D.  Mames. 

Invariablemente,  todas  las  noches,  á  las  ocho,  mientras  duró 
mi  vida  de  estudiante  de  Leyes  en  Salamanca,  era,  durante  los 
inviernos,  contertulio  de  D.  Mames.  Nos  reuníamos  en  casa  del 
Sr.  Cura  párroco  de  la  Santísima  Trinidad. 

Generalmente  llegaba  yo  antes.  Minutos  después  unos  aldabo- 
nazos  conocidos  nos  anunciaban  la  presencia  del  Rector  viejo. 
Nos  estrechaba  su  m  irio  ancha  y  carnosa,  siempre  fría,  muy  fría; 
nos  tendía  su  mirad-i  protectora  de  abuelo  que  se  torna  chocho 
con  los  arrumacos  do  sus  nietos;  hacía  que  yo  le  leyese  El  Ldba- 


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ro,  con  la  tinta  todavía  fresca;  comentábamos  la  lectura,  entre 
las  reflexiones  siempre  discretas  del  buen  párroco  D.  Lorenzo 
Domínguez,  y  entre  las  advertencias,  un  tanto  irónicas,  deD.  Ma- 
mes; cesaba  la  lectura,  y  tomando  pie  del  asunto  del  día,  charlá- 
bamos largo  y  tendido,  cuando  no  se  jugaba  á  la  lotería,  sport 
casero  muy  del  gusto  de  todos. 

¡Cómo  me  gustaba  charlando  D.  Mames!  El  me  quitó  los  resa- 
bios pegadizos  del  odio  á  los  viejos  con  una  charla  espontánea, 
fluida,  ajena  á  toda  burla  y  siempre  benévola,  de  hombre  que  ha- 
bía vivido  mucho  y  que  había  comprendido  todo.  Conocía  á  todos, 
tuteaba  á  todos,  de  todos  era  querido  y  venerado.  Si  comentábamos 
un  noviazgo,  allá  salía  D.  Mames  descifrándonos  parentescos, 
puntualizando  caracteres,  describiendo,  en  ameno  relato  retros- 
pectivo, aquellos  sus  tiempos  en  que  la  abuela  de  la  gentil  novia, 
guapa  como  una  rosa  de  Mayo,  era  codiciada  de  sus  condiscípulos. 

D.  Mames  hablaba  mucho  de  su  juventud.  Discípulo  de  Sanz 
del  Río  en  la  Central,  fué  condiscípulo  y  amigo  de  D.  Emilio  Cas- 
telar.  Conoció  á  los  prohombres  todos  de  la  Revolución,  y  la  Re- 
volución le  hizo  jefe  de  la  Escuela  salmantina.  Hasta  tuvo  sus  co- 
natos de  conspirador  en  aquella  brava  época  en  que  nuestros 
abuelos  celebraban  temibles  reuniones  secretas  en  el  Rollo,  dejan- 
do á  sus  prometidas  en  la  reja  y  posponiéndolas  al  ideal. 

La  Revolución  dejó  en  los  adentros  del  espíritu  del  Sr.  Espera- 
bé  posos  de  cierto  escepticismo  risueño,  de  ese  suave  y  humano 
escepticismo  que  nos  hace  encoger  gratamente  de  hombros  en  las 
situaciones  difíciles. 

D.  Mames  era  bueno,  bueno  ante  todo  y  sobre  todo.  Su  inte- 
gridad aragonesa  profesaba  principios  morales  de  roca  viva.  Era 
un  hombre  derecho,  amable,  curtido  en  la  vida,  de  la  que  había 
salido  triunfante,  sin  dejar  rasgaduras  en  la  maleza.  No  conocía 
el  odio;  creo  que  no  ha  dejado  un  solo  enemigo. 

A  las  nueve,  D.  Mames  se  retiraba  á  su  casa.  Yo  le  acompa- 
ñaba siempre.  Y  dándome  un  apretón  de  manos  de  camarada— ca- 
ntaradas han  sido  siempre  la  muchachez  y  la  ancianidad— me  de- 
cía, despacito,  paladeándolas,  algunas  palabras  que  me  servían 
de  contento  íntimo. 

Aquellas  pláticas  han  concluido  ya.  El  sillón  de  nuestra  salita, 
donde  I).  Mames  departía  siempre,  está  ahora  vacío.  Y  cuando 
visito  á  su  amigo  inseparable,  el  párroco  de  la  Trinidad,  tenemos 
un  recuerdo  piadoso  para  el  muerto  en  el  alma  y  una  anécdota 
inolvidable  en  la  memoria. 

José  SÁNCHEZ  ROJAS 
Abogado. 

Alba  de  Tormes,  15  de  Septiembre  de  1907. 


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¡Estos  modernistas! 

Mis  recuerdos  más  vivos  de  D.  Mames  son  de  sus  últimos  años 
de  vida,  cuando  el  pobre  viejo,  después  de  abandonar  el  Rectora- 
do, arrastró  su  vida  oscuramente,  lejos  de  todo  afán  mundano,  es- 
perando el  buen  morir. 

Hablamos  muchas  veces;  le  acompañaba  amoldándome  á  su 
marcha  lenta  y  trabajosa,  y  en  muchas  ocasiones  mi  hombro  fuer- 
te y  joven  servía  de  apoyo  á  aquel  cuerpo  deshecho.  Me  amoldaba 
á  su  paso,  dominando  mi  tendencia  á  marchar  de  prisa,  contras- 
lando  constantemente  mi  juventud  con  su  vejez. 

Y  del  mismo  modo  me  era  el  contacto  con  aquel  alma  un  toni- 
ficante ejercicio  espiritual.  Era  un  efecto  sedante  el  que  este  con- 
tacto me  producía;  á  su  lado  se  serenaban  mis  ardores  juveniles, 
y,  á  las  puertas  de  la  vida,  ante  la  confusión  de  los  caminos,  en- 
cendido en  la  fe  de  mi  misión,  el  trato  con  aquel  hombre  á  las  puer- 
tas de  la  muerte,  para  quien  toda  misión  había  concluido,  era 
fuente  de  serenidad. 

Pero  él,  el  querido  y  respetado  D.  Mames,  no  se  dio  cuenta  nun- 
ca de  este  mi  profundo  respeto  á  su  ancianidad,  otro  respeto  muy 
distinto,  claro  está,  del  personal  y  de  amistad.  El  creía  ver  en  mis 
ojos,  como  contestación  á  sus  palabras,  un  irónico  ¡estos  viejos! 
que  yo  nunca  pronuncié  ni  pensé,  y  solía  contestar  á  las  mías  ca- 
riñosamente: ¡estos  modernistas!  Era  su  constante  estribillo. 

No  sé  á  punto  fijo  el  valor  que  tendría  en  sus  labios  la  palabre- 
ja esa;  pero  no  me  molestaba  lo  más  mínimo,  porque  sabía  de  so- 
bra que  en  sus  palabras  no  había  hiél.  No  era  como  otros  que  en  la 
imputación  de  ese  mote,  sin  sentido  para  ellos,  escudan  su  impo- 
tencia y  su  miseria  intelectual. 

No  me  molestaba  el  jarro  de  agua  iría  sobre  mis  apasionamien- 
tos, sino  que  hasta  lo  agradecía  después,  porque  había  buena  vo- 
luntad, y  cada  uno  estábamos  en  nuestro  terreno.  Y  hubiera  sido 
tan  malo  en  mí  ser  viejo  de  veinte  años,  como  en  él  ser  uno  de 
aquellos  iii<>zo.<  tic  cien  años  malditos  por  la  Escritura. 

Era  I).  Mames  un  alma  limpia,  testimonio  viviente  de  aquel  di- 
cho salomónico  de  que  la  edad  de  la  vejez  es  la  vida  sin  mancha. 

Federico  DE  ONIS 

Salamanca,  Octubre,  1907. 


189 


Hospitalidad  salmantina. 

Podrán  acusarnos  á  los  salmantinos  de  grandes  defectos,  pero 
nadie  podrá  negar  que  practicamos  la  virtud  de  la  hospitalidad. 

Todo  forastero  es  bien  recibido  en  esta  tierra  de  la  charrería. 
A  su  llegada  no  se  le  fatigará  con  exageradas  cortesías  ni  grandes 
ofrecimientos,  que  nuestra  seriedad  castellana  pugna  con  la  ex- 
pansión; somos  tan  fríos  que  parecemos  descorteses  al  que  por  vez 
primera  nos  visite;  tan  reservados,  que  siendo  muy  curiosos,  no 
haremos  visibles  esfuerzos  para  averiguar  el  por  qué  de  la  venida 
del  forastero,  ni  su  biografía,  si  no  hallamos  un  íntimo  á  quien  pre- 
guntar. 

Mas  no  crea  el  forastero  por  lo  que  precede,  que  nos  es  indife- 
rente; muy  por  el  contrario,  desde  que  llega  á  Salamanca,  unos 
cuantos  se  dedicarán  por  turno  á  investigar  su  vida,  sus  costum- 
bres, su  valía,  á  estudiarle,  en  fin.  En  petit  comité,  y  sin  que  se 
aperciba  si  es  posible  el  forastero,  le  disecaremos  para  hacer  de  él 
un  completo  análisis,  y  si  fuera  preciso,  para  que  senos  revele  tal 
cual  es  moralmente,  murmuraremos  de  él,  le  arañaremos. 

Mas  no  importa  al  forastero  esta  novatada  á  la  que  le  somete- 
mos, pues  si  de  ella  le  sacan  triunfante  su  valor  intelectual  y  so- 
cial, no  sólo  sería  para  nosotros  un  salmantino  más,  será  lo  que 
él  quiera  ser  en  Salamanca.  Honores,  prosperidad,  respeto  y  ca- 
riño hallarán  él  y  los  suyos  en  esta  noble  tierra,  que  sabe  estimar 
al  bueno  y  distinguir  y  honrar  al  mejor,  sin  preguntarles  nunca 
de  dónde  vienen.  Comenzamos  por  considerarles  como  hermanos, 
y  terminamos  por  elevarles  á  la  categoría  de  directores  de  nues- 
tra vida  social. 

Infinito  es  el  número  de  hombres  de  mérito,  que  hallaron  en 
Salamanca  honores  y  bienestar,  sin  que  fuera  obstáculo  á  su  pros- 
peridad el  no  ser  salmantinos;  que  Salamanca  que  vive  y  vivirá 
siempre  espiritualmente  en  su  pasado  gloriosísimo,  sabe  que  sus 
glorias  no  fueron  fruto  exclusivo  de  esta  tierra,  sino  cristaliza- 
ción del  saber  mundial,  que  tuvo  en  un  tiempo  su  crisol  en  esta 
Universidad  querida,  que  recibió  siempre  como  hijos  á  todos  los 
hombres  que  llegaron  á  sus  famosas  aulas,  y  que  pródiga  repartió 
entre  todos  sus  enseñanzas,  sin  distinguir  entre  los  hijos  de  esta 
ciudad  y  los  de  las  demás  del  mundo. 

No  pidió  la  madre  Universidad  á  sus  hijos  de  adopción  el  que 
fueran  agradecidos  á  sus  bondades;  procuraba  salieran  de  sus 
aulas  vultos  y  buenos,  y  confiaba  en  que  no  la  olvidarían,  y  no  la 
olvidaron:  que  los  tesoros  de  nuestra  Universidad,  en  un  tiempo 


-  190  - 

tan  cuantiosos,  se  formaron  en  gran  parte,  con  generosos  donati- 
vos de  muchos  de  sus  agradecidos  hijos. 

Los  salmantinos,  que  sólo  por  serlo  nos  consideramos  hijos  de 
su  Universidad,  que  es  nuestro  blasón  de  familia,  seguimos  fiel- 
mente las  enseñanzas  de  nuestra  madre  muy  amada,  y  como  ella 
practicamos  la  hospitalidad  á  nuestro  modo.  Y  Salamanca,  como 
su  Universidad  gloriosa,  tiene  la  dicha  de  contar  entre  sus  hijos 
adoptivos  algunos  que  supieron  pagar  generosamente  el  bien  re- 
cibido, y  entre  ellos,  uno  de  los  mejores,  fué  el  Excmo.  Sr.  D.  Ma- 
mes Esperabé  y  Lozano,  que  nacido  en  la  noble  tierra  aragonesa, 
hizo  por  su  patria  adoptiva,  Salamanca,  cuanto  pudo,  y  pudo 
mucho,  como  sabemos  todos  los  que  tuvimos  la  honra  de  conocer- 
lo por  sus  obras. 

Consagró  su  claro  talento,  sus  grandes  energías  y  sus  activi- 
dades todas,  al  sostenimiento  de  la  Universidad,  laborando  y 
preparando  su  resurgimiento  de  hoy  tan  lleno  de  esperanzas,  con- 
vencido de  que  así  correspondía  y  pagaba  su  deuda  con  Salaman- 
ca, que  al  confiarla,  no  ya  la  custodia,  sino  la  defensa  de  su  Uni- 
versidad, que  es  y  será  siempre  el  más  preciado  de  sus  tesoros,  la 
honró  con  la  más  estimable  y  alta  confianza. 

Al  encargarse  del  Rectorado,  se  convenció  de  que  la  vida  ané- 
mica de  la  Universidad  no  podía  prolongarse,  buscó  nueva  savia 
estudiantil,  y  no  pudiendo  restablecer  sus  Facultades  suprimidas, 
creó  con  otros  salmantinos  ilustres,  los  Dres.  D.  Pedro  Sánchez 
Llevot  y  D.  José  Villar  y  Macías,  las  Facultades  libres  de  Medici- 
na y  Ciencias,  que  cultivó  y  protegió  con  especial  cariño,  y  que 
tuvo  la  dicha,  en  las  prostrimerías  de  su  vida,  de  ver  convertidas 
en  Facultades  oficiales,  y  que  libres  y  oficiales  fueron  y  son  por 
su  contingente  de  alumnos  la  defensa  y  nervio  de  la  Universidad 
salmantina.  Cumplió  como  bueno,  y  Salamanca  honrará  agrade- 
cida la  memoria  del  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé,  al  que  con- 
sidera como  uno  de  sus  más  ilustres  hijos. 

Hasta  aquí  llevó  mi  pluma  el  hijo  de  Salamanca;  algo  ha  de 
decir  el  universitario,  y  este  algo  es  que  D.  Mames,  como  le  lla- 
mábamos todos,  profesores  y  alumnos,  era  jefe  y  padre  ala  vez 
de  unos  y  otros.  Como  lo  primero,  exigía  y  conseguía  el  cumpli- 
miento del  deber,  y  como  lo  segundo,  era  consejero  prudente  y 
sabio,  dispuesto  á  darnos  su  poderosa  ayuda  para  vencer  dificul- 
tades y  evitar  disgustos.  Con  la  grandeza  de  su  alma  llegó  á  con- 
seguir que  los  universitarios  fuéramos  para  él,  más  que  subordi- 
nados por  disciplina  académica,  adictos  á  él  en  justa  correspon- 
dencia al  afecto  paternal  que  nos  tenía. 

Isidro  SEGOVIA 
Decano  de  la  Facultad  de  Medicina. 
Salamanca,  Octubre,  1907. 


Í9Í  - 


No  le  olvido. 

Nada  más  cierto  que  el  dicho  corriente  de  que  hasta  que  no  se 
pierden  las  cosas,  no  se  sabe  cuánto  valen.  Los  que  á  diario  tra- 
tábamos con  D.  Mames,  los  que  nos  honrábamos  con  su  trato,  lle- 
no de  afecto  3'  de  bondad,  de  nobleza  y  sencillez,  sólo  al  perderlo 
nos  hemos  dado  cuenta  exacta  de  todo  lo  que  perdíamos,  del  va- 
cío, tan  difícil  de  llenar,  que  aquella  muerte  había  abierto  en  nues- 
tra vida.  Un  día  marchó  de  aquí,  de  mi  casa,  donde  pasaba  las  tar- 
des, marchó  como  siempre Al  salir  le  recordé  una  de  sus  limos- 
nas mensuales  (una  de  las  muchas  que  hacía)  y  dijo  al  despedirse: 
—Es  verdad,  se  me  ha  olvidado,  mañana  os  la  daré. 

Y  llegó  mañana Pero  D.  Mames  no  volvió  más. 

Los  que  no  sabemos  escribir,  sabemos,  sin  embargo,  sentir.  Y 
con  el  sentimiento  del  recuerdo  constante  pagamos  el  tributo  á  la 
amistad  perdida. 

Ramón  HOYOS 


A  la  memoria  de  D.  Mames  Esperaba  y  Lozano. 

UN  RECUERDO  DEL  PASADO 

Parece  que  era  ayer ¡y  sin  embargo  han  pasado  más  de  cua- 
renta años!,  cuando  apenas  apuntándonos  el  bozo  asistíamos  ;i  su 
clase  de  Literatura  griega. 

Era  D.  Mames  un  profesor  serio,  amable,  disciplinario  sin  exa- 
geración y  amante  de  sus  discípulos,  á  todos  los  cuales,  fueran 
quien  fuesen,  indefectiblemente  tuteaba  como  si  fuesen  sus  hijos; 
lo  cual  hacía  que  sin  faltar  al  debido  respeto,  tuviéramos  en  él  con- 
fianza y  le  profesáramos  verdadero  cariño. 

Hemos  dicho  que  era  disciplinario  sin  exageración,  y  esto  lo 
prueba  el  siguiente  episodio  de  nuestros  años  estudiantiles. 

Un  día  de  Santa  Águeda,  nos  propusimos  no  entrar  en  su  clase 
y  marcharnos  de  paseo:  estaba  tan  hermoso  el  día lucía  tan  es- 
pléndidamente el  sol,  que  era  necesario  aprovecharlo,  y  eran  tan 
raros  los  buenos  días  entonces,  en  que  los  inviernos  eran  más  lar- 
gos y  rigurosos  que  hoy,  y  la  disciplina  universitaria  también,  que 
á  despecho  de  ésta  nos  venció  la  tentación. 

Nos  convinimos  todos  sus  discípulos,  exrepto  uno  á  quien  no 
fué  posible  convencer  de  que  faltara  á  clase,  un  terco  y  testaru- 
do esclavo  del  reglamento,  y  esto  nos  contrariaba,  pue>  >¡  entraba 
uno  en  clase,  D.  Mames  explicaría  la  lección  como  si  estuvieran 


-  192  - 

todos  sus  alumnos,  la  falta  era  segura  y  á  las  ocho  que  cometiéra- 
mos (la  clase  era  alterna),  pérdida  de  curso  casi  irremisible. 

Sin  embargo,  confiados  en  su  bondad  que  conocíamos  á  fondo, 
y  creyendo  que  aunque  el  tenaz  colega  llevase  á  efecto  su  propó- 
sito, D.  Mames  no  daría  la  clase  para  él  solo;  silenciosamente  an- 
tes de  la  hora  de  entrar  en  ella,  fuimos  desfilando  separadamente 
por  las  dos  puertas,  sin  las  alharacas  de  hoy,  y  nos  marchamos 
por  grupos  de  paseo. 

Al  otro  día,  cuando  volvimos  á  la  Universidad,  preguntamos  á 
los  bedeles  si  D.  Mames  había  dado  la  clase,  y  al  contestarnos 
que  sí: 

—Buena  peluca  nos  espera— dijimos  nosotros. 

¿V  por  qué  no  decirlo?;  no  con  miedo,  porque  nunca  lo  inspiró 
su  correcta  bondad,  sino  con  sentimiento  de  que  por  nuestra  tras- 
tada hubiera  explicado  la  lección  á  uno  solo,  entramos  en  el  aula. 
Como  relativamente  éramos  pocos  y  á  todos  nos  conocía  desde  los 
primeros  días  de  curso,  á  una  simple  ojeada  sabía  los  que  falta- 
ban, por  lo  que  no  pasaba  lista,  contentándose  con  anotar  la  baja 
que  notaba;  así  que  después  de  un  breve  rato  en  que  se  enteró  que 
estábamos  todos,  dirigiéndose  al  alumno  que  había  estado  solo  el 
día  anterior  le  mandó  decir  la  lección  que  para  él  exclusivamente 
había  explicado. 

El  pobre  hombre,  desprevenido  ó  sorprendido,  no  contestó  pa- 
labra. 

Entonces,  la  única  vez  que  recordamos  haber  visto  en  clase  en- 
fadado á  D.  Mames,  se  levantó  de  pie  en  la  plataforma  y  dirigién- 
dose á  él  le  dijo: 

— Sr.  D.  Rogelio  García  y  García,  ¿qué  adelantamos  usted  y  yo 
con  que  venga  todos  los  días  á  clase  con  el  cuerpo,  si  su  alma 
está  en  otra  parte  y  de  nada  le  aprovecha  su  asistencia? 

La  lección  de  antes  de  ayer,  en  que  no  estuvieron,  trata  de 
esto,  etc.,  y  nos  la  explicó  de  nuevo,  como  si  no  hubiera  sucedido 
nada. 

Inútil  es  decir  que  con  esto  consiguió  D.  Mames  que  á  no  ser 
cuando  en  general  con  todos  los  estudiantes,  en  los  días  de  ciertas 
festividades,  que  aunque  no  eran  reglamentarias,  por  tradición,  á 
pesar  del  reglamento,  se  acostumbraba  á  faltar  á  clase,  no  volvié- 
ramos á  dejar  de  asistir  á  la  suya. 

Esto  fué  D.  Mames  como  profesor. 

(Orno  Rector,  ahí  están  sus  obras;  como  ciudadano,  su  vida;  y 
como  cristiano,  sus  copiosas  limosnas. 

Cuando  llegamos  á  la  virilidad,  fué  para  nosotros  un  verdade- 
ro y  cariñoso  amigo,  que  se  interesaba  por  todo  lo  que  nos  afecta- 
ba, uniéndonos  hasta  su  muerte  leal  y  sincera  amistad. 


-  193  - 

Dios  le  habrá  acogido  en  su  seno  y  dado  la  recompensa  mereci- 
da á  sus  méritos:  así  se  lo  pedimos  nosotros  por  el  Maestro  y  el 
amigo  que  nos  vio  apuntar  y  encanecer  la  barba. 

J.  VÁZQUEZ  DE  PARGA  MANSILLA 

Salamanca,  Octubre,  1907. 

Pensamientos. 

Era  D.  Mames  un  caballero,  en  quien  se  unía  la  nobleza  arago- 
nesa con  la  hidalguía  castellana;  un  enamorado  del  dulce  sosiego, 
pintado  por  Horacio,  y  de  la  ruda  lucha,  á  que  le  convidaba  Fray 
Luis  de  León;  una  autoridad  suave,  pero  majestuosa  las  más  de  las 
veces,  aunque  enérgica  con  los  irrespetuosos;  un  maestro  en  la  cá- 
tedra, y  un  discípulo  entre  sus  iguales;  un  ciudadano  modesto, 
pero  con  rasgos  reveladores  de  alta  alcurnia;  un  devoto,  sin  afec- 
tación; un  filántropo,  que  derramaba  beneficios  y  administraba 
sus  bienes  como  quiere  San  Francisco  de  Sales  que  lo  hagan  los 
buenos  cristianos;  en  una  palabra,  un  alma  doble,  sin  doblez  al- 
guna. 

El  Obispo  de  Plasencia. 

Era  D.  Mames  tan  bueno,  cariñoso,  probo  3*  digno  de  admira- 
ción como  particular  lo  mismo  que  como  maestro  y  Rector  de  la 
veneranda  Escuela,  que  todos  los  que  le  tratamos  lo  recordaremos 
y  lloraremos  con  el  respeto  que  nos  merecía. 

Víctor  Sánchez  Delgado. 

Eramos  muchos,  muchísimos,  los  que  de  veras  le  queríamos. 
Unos  y  otros  llamábamosle  «el  Rector»,  como  si  continuase  gober- 
nando todavía  la  veneranda  Escuela  que  cautivó  las  mayores 
energías  de  su  voluntad,  y  los  entusiasmos  todos  de  su  alma  ara- 
gonesa. 

Era  que  no  acertábamos  á  explicarnos  la  vida  de  aquel  hombre, 
sin  verla  del  todo  repartida  y  como  derramada  en  las  varias  fun- 
ciones del  Rectorado;  más  aun;  costaba  trabajo  el  comprender  la 
existencia  de  nuestra  Universidad,  sin  estar  dirigida  por  el  pensa- 
miento, por  la  acción  y  sobre  todo  por  el  cariño  y  solicitud  inque- 
brantable de  nuestro  D.  Mames 

Nicasio  Sánchez  Mata. 
Decano  de  la  Facultad  de  Derecho. 

Era  bueno,  y  por  serlo,  su  alma  merece  estar  en  la  región  de 
los  justos. 

Una  plegaria  ;i  I  >ios  por  el  eterno  descanso  del  que  en  vida  se 
llamó  Mames  Esperabé,  es  el  mejor  obsequio  que  puede  hacerle  y 

1a 


-  104  - 

el  mejor  pensamiento  que  puede  dedicarle  quien  en  vida  le  admiró 
y  quien  recibió  de  él  atenciones  que,  ni  olvida,  ni  ya  puede  devol- 
verle sino  con  la  mirada  puesta  en  el  cielo,  decir:  ¡Señor,  tened 
piedad  de  su  alma! 

El  Director  de  "El  Lábaro,,. 

Honrando  la  memoria  del  amigo  y  compañero  Esperabé,  que 
tanto  brillo  dio  al  profesorado  español,  á  Salamanca  y  á  su  ilus- 
tre Escuela,  se  rinde  culto  á  la  ciencia  y  homenaje  á  la  virtud. 

S.  Moret. 

La  Universidad  de  Salamanca  volvió  á  adquirir  en  el  último 
tercio  del  pasado  siglo  gran  parte  de  la  fama  y  del  esplendor  de 
sus  mejores  tiempos,  los  trabajos  y  empresas  realizados  por  el 
más  grande  é  ilustre  de  sus  hijos  el  eminente  Rector  D.  Mames 
Esperabé  Lozano,  que  tan  sabiamente  supo  dirigirla  y  á  quien  yo 
me  complací  mucho  en  proponer  para  miembro  de  honor  de  esta 
Asociación. 

El  Presidente  del  Instituto  Científico 
del  Mediodía  de  Francia. 

La  muerte  de  D.  Mames  Esperabé  Lozano  constituye  una  do- 
lorosa  pérdida  para  la  ciencia  de  Europa.  Yo  conservaré  siempre 
de  él  en  mi  corazón  devota  memoria. 

Dr.  Ladislao  Jhót. 

Miembro  de  la  Real  Academia  Matritense 

de  Legislación  y  Jurisprudencia, 

Abogado  referendario  en  el  Real  Ministerio  Húngaro 

de  Justicia  do  Budapest. 

Cuantos  tuvimos  la  fortuna  de  ser  sus  discípulos,  llamábamos- 
le  cariñosamente  D.  Mames,  queriendo  significar  de  este  modo  el 
respetuoso  afecto  que  sus  cualidades  nos  inspiraban. 

Teodoro  Astola. 

Yo  sentía  hacia  el  inolvidable  D.  Mames  el  afecto  del  hijo  cari- 
ñoso. Su  pérdida  es  para  mí  de  las  que  dejan  hondas  huellas  y  va- 
cíos que  no  se  llenan,  pérdida  de  persona  de  familia  íntima,  cá  la 
manera  de  un  segundo  padre. 

Maximiano  de  Regil. 
Director  del  Instituto  General  y  Técnico  de  Ciudad  Real. 

Fué  D.  Mames  Esperabé  un  entusiasta  é  infatigable  maestro 
que  trabajó  y  luchó  por  el  triunfo  de  la  ciencia,  de  la  justicia  y 
del  bien:  un  hombre  de  acción  y  de  una  voluntad  de  hierro  que 
desempeñó  el  Rectorado  con  vocación  decidida,  para  gloria  de  la 


—  195  — 

Universidad  y  provecho  de  la  enseñanza.  Su  nombre  será  siempre 

pronunciado  con  respeto,  y  Salamanca,  al  honrar  su  memoria,  se 

honra  á  sí  misma. 

Andrés  Mellado. 

Tengo  del  doctísimo  é  ilustre  Rector  D.  Mames  el  más  vivo  re- 
cuerdo y  guardaré  á  su  imborrable  memoria  profundo  respeto. 

A.  González  Garbín. 

Catedrático  de  la  Universidad  Central. 

Desde  que  conocí  en  Porto,  ha  ya  bastantes  años,  al  ilustre  don 
Mames  Esperaba,  le  respetaba  y  veneraba  como  hombre  de  gran 
inteligencia,  como  un  espíritu  superior  y  como  prototipo  de  ex- 
traordinaria bondad. 

Dr.  Antonio  A.  d'Andrade. 

La  antigua  Salmántica  llegó  á  colocarse  á  la  altura  de  sus  me- 
jores tiempos  por  la  acertadísima  gestión  del  Rector  D.  Mames 
Esperabé  Lozano.  Quiera  Dios  se  inspire  constantemente  la  vene- 
rada Escuela  en  el  talento,  sensatez  y  virtud  inmaculada  del  sabio 

v  querido  maestro. 

Profr.  G.  de  Rosa. 

Publicista. 

D.  Mames  ha  muerto;  pero  D.  Mames  vive  y  vivirá  con  la  in- 
tensa vida  del  espíritu  en  cuantos,  como  yo,  tocaron  de  cerca  sus 
bondades,  en  cuantos  pudieron  admirar  la  grandeza  inmortal  de 

aquella  alma. 

Mariano  Pascual  Español. 

Magistrado  de  la  Audiencia  de  Palma. 

Inspiraba  D.  Mames  á  todos  simpatía  y  afecto  por  su  talento, 
caballerosidad  y  nobles  sentimientos,  habiendo  figurado  yo  de 
continuo  entre  sus  admiradores  más  entusiastas  por  las  bellas 
prendas  que  le  adornaban. 

Francisco  Franco  Lozano. 
Catedrático  del  Instituto  General  y  Técnico  de  Badajoz. 

Nadie  podrá  olvidar  lo  que  á  D.  Mames  Esperabé  debe  la  en- 
señanza, y  muy  especialmente  la  Universidad  de  Salamanca,  pol- 
la que  tanto  trabajó. 

Manuel  Bartolomé  Cossío. 

Profesor  de  la  Institución  libre  de  enseñanza. 

Con  la  muerte  del  Rector  I).  Mames  Esperabé  desapareció  la 
figura  de  mayor  relieve  en  nuestra  querida  Salamanca,  por  su  sa- 
biduría tan  preclara  y  por  su  caballerosidad  tan  ilustre. 


—  196  - 

Maestro  de  dos  generaciones  en  mi  familia,  fué  modelo  de  cris- 
tianos é  íntimo  amigo  de  mi  padre  inolvidable.  Por  eso  he  llorado 
y  seguiré  llorando  su  desaparición  para  siempre  de  este  mundo. 

£1  Marqués  de  Flores  Dávila 
Diputado  á  Cortes  por  Peñaranda. 

Cuantos  conocimos  y  apreciamos  los  méritos  contraídos  por  el 
Rector  Esperabé,  durante  el  largo  periodo  de  tiempo  en  que  se 
consagró  al  cultivo  de  la  ciencia,  y  los  relevantes  servicios  que 
prestó  á  la  gloriosa  Universidad  de  Salamanca,  llevaremos  por  él 
luto  en  el  corazón  durante  toda  nuestra  vida. 

Dr,  N.  Hubner. 

El  sabio  y  laborioso  Rector  salmantino,  Dr.  Esperabé  Lozano, 
obrero  constante  de  la  ciencia  desde  la  edad  más  temprana,  cons- 
tituye una  verdadera  gloria  nacional,  y  su  busto,  labrado  en  bron- 
ce, debía  erguirse  sobre  sólido  pedestal  en  una  de  las  plazas  de  la 
ciudad  del  Tormes,  no  sólo  por  el  honor  de  las  letras  patrias  que 
tanto  le  deben,  sino  para  estímulo  y  ejemplo  perpetuo  de  propios 
y  extraños. 

Sergio  Pesado  Blanco. 
Médico  de  Baños  de  Montemayor. 

He  leído  con  fruición  el  preciosísimo  libro  Datos  biográficos  del 
insigne  é  inolvidable  D.  Mames,  dado  á  la  luz  pública  por  D.  Eva- 
risto Pinto  Sánchez,  y  ha  venida  á  aumentar,  si  posible  era,  la  ad- 
miración y  cariño  que  por  él  sentía.  Leyéndolo  se  agranda  por 
modo  excepcional  la  figura  del  gran  Rector,  que  es  más  que  pro- 
bable merezca  el  primer  lugar  en  la  larga  lista  de  los  que  le  pre- 
cedieron en  la  gloriosa  Escuela.  El  Sr.  Pinto  ha  hecho  un  extraer 
diñado  servicio  á  la  patria  revelando  á  los  españoles  para  su  es- 
tímulo, tan  egregia  figura.  Yo  le  envío  mi  modesto  y  entusiasta 
aplauso. 

Tomás  Bretón. 

Los  monumentos  de  piedra  y  bronce  que  se  construyen  para 
honrar  á  las  grandes  celebridades,  pueden  ser  destruidos  por  la 
acción  del  tiempo,  por  olvido  de  la  humanidad,  ó  por  la  muche- 
dumbre irritada. 

Los  que  levantamos  en  nuestras  almas,  á  la  memoria  de  los 
hombres  honrados,  buenos  y  virtuosos,  y  así  lo  era  D.  Mames  Es- 
perabé y  Lozano,  esos  son  eternos,  como  el  terreno  en  que  los  he- 
mos emplazado. 

José  M.  Benito. 


-   197  - 

Al  honrar  los  vivos  la  memoria  de  los  muertos  con  actos  con- 
memorativos de  gloria  postuma,  no  es  porque  éstos  necesiten  de 
ella,  no;  pues  harto  bastante  tienen  con  la  que,  por  la  gracia  de 
Dios  y  premio  á  sus  merecimientos  cristianos,  disfrutan  en  las  re- 
giones celestiales;  sirven,  sí,  esos  actos,  como  el  presente,  que  ce- 
lebramos en  memoria  del  Excmo.  Sr.  D.  Mames  Esperabé  y  Loza- 
zo,  á  quien  en  vida  admiramos  como  Rector  y  como  ciudadano 
por  su  justificación  y  acrisoladas  virtudes,  para  que  imitándole, 
nos  hagamos  como  él,  dig'nos  de  que  la  posteridad  nos  rinda  me- 
recido tributo  de  admiración  y  afecto. 

Gonzalo  Sanz. 
Director  de  la  Escuela  Normal. 

D.  Mames  me  enseñó  Literatura  latina.  Me  enseñó»,  lo  digo 
con  toda  su  íntima  propiedad.  Cierto  que  yo  la  habré  olvidado  des- 
pués, pero  de  su  enseñanza,  de  su  clara  y  metódica  explicación,  ha 
quedado  en  mi  espíritu  recuerdo  imborrable.  «Así  se  enseña»,  dije 
yo  entonces  muchas  veces,  y  lo  repito  en  público  ahora  que  no 
puede  sonar  á  adulación. 

Siempre  le  llamé  «Maestro  >.  Xo  sabía  darle  otro  nombre.     .     . 


Comprendo  el  duelo  de  Salamanca  por  la  muerte  de  D.  Mames. 
Era  en  ella  una  institución.  Esto  á  parte  de  los  grandes  beneficios 
que  la  produjo  durante  su  larguísimo  y  provechoso  Rectorado. 

A  ese  duelo,  como  al  de  la  familia  de  mi  «querido  Maestro»,  me 

asocio  yo,  el  más  humilde  de  cuantos  fueron  sus  discípulos,  con 

toda,  con  toda  mi  alma. 

Ramón  Barco. 

(De  El  Castellano). 


Unas  cartas. 

ALBACETE 

la   hunde  (Casa  de)  30  de  Julio,  9<)7. 

ALPERA 

Sr.  D.  Evaristo  Pixto  Sánchez 
Muy  Sr.  mío:  Yo  me  asociaría  de  buen  grado  á  esos  trabajos 
de  que  usted  me  habla  en  su  grata  del  23,  si  con  mi  humilde  coope- 
ración pudiera  llevar  un  tantico  de  honor  á  la  memoria,  siempre 
grata  para  mí,  y  al  nombre  ilustre  de  mi  amigo  D.  Mames  Espe- 
rabé y  Lozano. 

Lo  que  ^é(  y  recuerdo  de  él,  como  maestro  de  Letras,  más  que 
de  mi  natural  modestia,  lo  aprendí  de  boca  de  sus  colegas  y  de 
sus  discípulos,  quienes  siempre  ensalzaron  por  igual  sus  mereci- 
mientos. 


-  198  - 

Y  de  su  Rectorado,  en  el  que  libró  campañas  tan  valientes  y 
tan  provechosas  para  su  inmortal  Escuela,  gracias  á  las  cuales  los 
hijos  de  la  Universidad  de  Salamanca  pueden  obtener  pensiones 
para  el  extranjero,  ¿que  podría  yo  decir  que  todo  el  mundo  no  sepa, 
sino  bendecir  su  memoria  y  la  de  aquel  insigne  secretario  suyo, 
filósofo  y  profesor,  tan  pronto  malogrado,  Mariano  Ares,  á  quien 
él  y  yo  en  tanto  aprecio  tuvimos. 

Dispense  Ud.,  por  tanto,  su  concurso  para  tan  importante  obra 
á  su  afectísimo  amigo  y  S.  S. 

J.  UÑA 

vSr.  D.  Evaristo  Pinto  Sánchez. 

Muy  Sr.  mío  de  toda  mi  consideración:  Es,  en  efecto,  para  mí 
la  memoria  de  nuestro  querido  D.  Mames,  como  lo  fue  su  persona 
en  vida,  del  mayor  respeto  y  cariño.  Pero  una  regla  de  conducta 
(de  que  este  mismo  verano  acabo  de  dar  testimonio,  con  motivo 
del  libro  dedicado  por  el  Sr.  Manad  á  otra  personalidad  con  quien 
me  unió  la  mayor  intimidad,  D.a  C.  Arenal)  me  veda  colaborar  á 
su  obra,  por  grandes  que  sean  mis  simpatías  para  con  el  benemé- 
rito Rector,  á  quien  tanto  debió  Salamanca. 

Dispénseme  por  ello,  le  ruego,  y  créame  su  afectísimo  ami- 
go y  S.  S. 

P.  GINER 

Madrid,  18-X-7. 

COLEGIO  DE  SAN  MIGUEL 

M.  de  Valcleiglesias,  4,  tlupedo.  Octubre.  17   007. 

(antes  Torres) 

MAD1UI) 

Sr.  D.  E.  Pinto  y  Sánchez. 

Muy  Sr.  mío  y  de  mi  distinguida  consideración:  Recibí  su  aten- 
ta y  grata  del  15  del  corriente  y  considero  muy  acertado  y  plausi- 
ble el  pensamiento  de  honrar  en  el  primer  aniversario  de  su  muer- 
te la  memoria  del  ilustre  y  laborioso  Rector  de  la  Universidad  de 
Salamanca,  D.  Mames  Esperabé  Lozano  (q.  g.  h.)  Lazos  de  since- 
ra amistad  me  unían  á  él  desde  los  ya  lejanos  tiempos  de  mi  ju- 
ventud en  que  á  su  lado  y  bajo  su  dirección  empecé  á  dar  los  pri- 
meros pasos  en  mi  carrera.  Su  generoso  corazón  recibía  siempre 
con  paternal  alegría  las  noticias  de  mis  adelantos  y  prosperidades, 
y  yo  le  correspondía  con  filial  cariño  y  gratitud  que  la  muerte 
convirtió  en  oraciones  por  el  eterno  descanso  de  su  alma. 

Que  goce  de  la  paz  de  los  muertos  en  el  Señor  y  de  la  buena 
memoria  entre  los  vivos  es  lo  que  pide  á  Dios  Nuestro  Señor  el 
que  con  esta  ocasión  se  ofrece  de  Ud.  afectísimo  s.  s.  q.  s.  m.  b., 

José  CAMPOS 


-  199  - 

De  ESPAÑA  LIBRE 

Diario  de  la  noche. 

Madrid,  3  Noviembre  de  1912. 

Recuerdo  á  Salamanca. 

Homenaje  a  un  muerto  ilustre '.  —  Recuerdos  estudiantiles.— La 
autoridad  de  un  Rector  jubilado. 

Hoy  hace  seis  años  que  D.  Mames  Esperabé  Lozano  falleció  en 
Salamanca.  Los  salmantinos,  muchísimos  que  no  lo  son,  pero  que 
estudiaron  en  aquella  Universidad,  más  gloriosa  que  vieja,  é  infi- 
nidad de  otras  personas  que,  sin  haber  estudiado  allí,  tuvieron  la 
suerte  de  conocerle  y  tratarle,  le  recordarán  más  de  una  vez,  sin 
necesidad  de  los  requerimientos  de  ciertas  fechas  despertadoras  ó 
avivadoras  de  las  almas;  pero  el  3  de  Noviembre  de  1906  viene  y 
seguirá  siendo  de  profundísima  recordación  para  las  legiones  de 
admiradores  y  amigos  que  D.  Mames  Esperabé  Lozano  dejó  en 
este  mundo. 

Veintinueve  días  fué  maestro  mío  de  Literatura  latina.  Des- 
pués, como  acababa  de  cumplir  sesenta  años,  le  jubilaron.  Y  aquel 

suceso  (en  cuya  virtud  D.  Gerardo pasó  á  ser  mi  discípulo  de 

latín  y  de  sentido  común)  me  quedó  privado  de  la  ubérrima  y  afec- 
tuosísima é  inolvidable  enseñanza  de  aquel  hombre,  por  quien,  á 
medida  que  pasan  los  años,  siento  un  cariño  más  fuerte  y  sincero. 

La  brutalidad  de  una  ley  que  no  se  paró  en  excepciones,  midió, 
valiéndose  de  partidas  de  bautismo,  capacidades  mentales  é  ido- 
neidades pedagógicas,  y  deshizo  la  relación  de  intra  muros  uni- 
versitarios entre  D.  Mames  y  yo;  pero  no  pudo  romper  nunca, 
antes  hizo  más  íntimo  cada  vez  el  afecto  que  desde  luego  nos  ins- 
pirábamos. 

D.  Mames  fué  una  maravillosa,  y  encantadora,  y  admirable 
armonía  de  sencillez,  bondad  y  autoridad.  No  he  conocido  ningún 
hombre  tan  exhausto  como  él  de  pedantismo.  En  cuanto  á  su  bon- 
dad, ¿quién  no  sabe  que  fué  D.  Mames  una  fuente  inagotable  de 
piedades  y  de  beneficios?  Y  en  cuanto  á  su  autoridad,  ¿quién  tan 
respetable  y  tan  respetado?  Hoy  hace  seis  años  que  murió  aquel 
hombre.  V  todavía  es  lo  mismo  decir  D.  Mames  que  decir  el  Rec- 
tor de  la  Universidad  de  Salamanca. 

El  llorado  maestro  estimaba  más  el  espíritu  que  la  letra  de  la 


-  200  - 

ley,  al  contrario  que  Unamuno,  temperamento  de  abogado  de  ca- 
rretilla, no  obstante  sus  predicaciones  crónicas  contra  la  peste  del 
abogadismo. 

Tuve  yo  en  Salamanca  un  profesor  de  Hebreo  que 

Desde  el  primer  día  de  clase  nos 

reconocimos,  instintivamente,  incompatibles.  No  me  propongo,  ni 
podía  proponerme,  molestar  la  memoria  de  aquel  hebraísta,  que 
ya  murió,  sino  de  aducir  hechos  que  luego  exploten  en  comenta- 
rios. A  fines  de  curso,  al  llegar  un  día  á  la  clase  aquella,  que,  ade- 
más de  serme  inútil,  me  era  perniciosa,  me  comunicó  el  hebraísta 
la  nota  que,  sin  examinarme,  como  era  su  deber,  me  había  adjudi- 
cado: «ha  obtenido  usted  notable  en  Hebreo,  y  ya  está  su  expe- 
diente en  Secretaría». 

El  notable  rm  perjudicaba,  porque  yo  era  becario;  pero  como 
por  encima  de  lo  de  becario  sostuve  y  mantuve  siempre  lo  do  in- 
dependiente, más  me  perjudicó  que  aquel  señor  no  me  hubiera 
examinado,  aunque  me  hubiera  suspendido.  Además,  ¿quién  era 
él  para  negarnos  en  Hebreo  matrícula  de  honor?  ¿Qué  menos  que 
matrícula  de  honor? 


Era  una  mañana  de  Mayo.  Mis  amarguras  contrastaban  con  la 
alegría  suave  y  dulce  de  aquella  hermosa  mañana.  Venía  yo  de  la 
Universidad,  y,  apenas  penetraba  en  la  plaza  Mayor,  por  las  esca- 
lerillas de  San  Martín,  cuando  antes  que  3^0  á  él,  me  vio  I  ).  Mames 
que  paseaba  por  la  acera  de  Correos.  Al  verle  sentí  una  emoción 
entrañable  y  respetuosísima. 

Ven  acá— me  dijo  D.  Mames; — á  tí  te  pasa  algo  que  no  puede 
ser  grato.  Dímelo  todo.  ¿Te  has  examinado  de  Hebreo?  Entonces 
le  conté  todo  lo  que  me  había  ocurrido  con  el  hebraísta. 

:¡:    *    * 

Pasados  dos  ó  tres  días  entré  yo  al  despacho  del  nuevo  Rector 
Sr.  Unamuno. 

Siéntese  usted.  Me  senté,  y  me  dijo.  Acaba  de  ocurrir  aquí  algo 
que 


hemos  tenido  que  romper  unos  papeles  de  uste.l  que  con  carácter 
oficial  estaban  va  archivados  en  Secretaría. 


-  201  - 

Sobre  el del  hebraísta,  y  sobre  el  apego  de  Unamuno,  des- 
de que  le  hicieron  Rector,  á  las  fórmulas  de  la  ley,  quedaron  triun- 
fantes el  amorosísimo  espíritu  de  D.  Mames,  su  visión  meridiana 
de  los  hombres  y  de  las  cosas,  su  justificación,  y  su  autoridad  que, 
en  aquel  caso  mío,  volvió  á  entrar  en  funciones,  aunque  hacía  ya 
algún  tiempo  que  le  habían  jubilado. 

Modesto  Pérez. 


¡Qué  howbre  tan  bueno! 

Copiaba  yo  sobre  una  mesa  de  pintado  pino,  en  el  pasillo  inme- 
diato á  la  Secretaría  de  la  Universidad  salmantina,  el  programa 
oficial  de  Historia,  cuando  pasó  á  mi  lado  el  Sr.  Rector,  persegui- 
do, más  bien  que  seguido,  por  un  bedel  y  una  señora  maestra  de 
pueblo,  por  las  trazas. 

Pocos  pasos  más  allá  de  donde  yo  escribía  le  dieron  alcance,  y 
con  D.  Mames  hablaron  escasamente  cinco  minutos.  Esperabé 
agarró  unos  papeles  que  el  bedel  le  presentaba  respetuosamente, 
y  vino  hacia  mí  diciéndome: 

-  Déme  esa  pluma. 

Me  levanté  precipitadamente,  y  pluma  y  asiento  me  dispuse  á 
ceder  al  jefe  de  la  ilustre  Universidad  que,  por  ganar  tiempo,  pre- 
firió decretar  y  firmar  allí  mismo  lo  que,  sin  duda,  solicitaba  la 
maestra  pueblerina. 

— ¿Cómo  te  llamas? — me  preguntó,  mientras  firmaba;  y  al  de- 
cirle mi  nombre,  me  replicó: 

-  Un  abuelo  tm*o  también  estudió  aquí,  y  después  fué  profesor 
de  la  casa. 

Echó  la  rúbrica,  y  devolviendo  el  expediente  al  bedel,  dijo  á  la 
maestra:  Está  usted  servida,  señora;  y  siguió  claustro  adelante  sin 
escuchar  las  palabras  de  gratitud  que  le  prodigaba  aquella  humil- 
de pedagoga. 

-  ¡Qué  hambre  tan  bueno  es  el  Sr.  Rector!— exclamó  dirigién- 
dose á  mí  porque  en  aquel  momento,  iududablemente,  experimen- 
taba la  necesidad  de  comunicar  su  alegría  á  todo  el  mundo.  ¡Me 
ha  amparado  y  me  ha  hecho  justicia  sin  recomendaciones!  -aña- 
día la  pobie  mujer,  como  extrañada  del  caso. 

Días  después  necesité  de  D.  Mames  Esperabé,  y  en  aquella 
ocasión,  y  siempre,  le  encontré  propicio,  servicial  y  bueno,  que 
ésta  era  su  característica,  á  tal  extremo,  que  por  bondad  y  amor 
á  la  vieja  Universidad  castellana,  dijo  al  Rey,  en  ocasión  solem- 
ne, las  verdades  que  no  se  suelen  oir  en  las  antesalas  palatina-, 


-  202  - 

pero  que  sonaron  á  gloria  en  el  Paraninfo  salmantino,  pronuncia- 
das por  el  desde  entonces  Exemo.  Sr.  Rector. 

Manuel  HILARIO  AYUSO 


El  Rector  Esperaba. 

Aunque  han  pasado  ya  algunos  años  desde  que  desapareció  de 
este  mundo,  perdura  su  grato  recuerdo  en  cuantos  tuvieron  la  for- 
tuna de  tratarle,  pues  nadie  olvidará  al  benemérito  Rector,  á  cuya 
memoria  tan  obligada  está  la  vieja  y  gloriosa  Universidad  de  Sa- 
lamanca. Yo  le  quería  mucho  y  le  admiraba  más  aun.  Guiado  por 
mis  instintos  estéticos  no  sabía  hacer  otra  cosa.  Era  un  hombre 
superior,  de  esos  que  sugestionan  y  dominan  por  su  talento  y  por 
la  nobleza  de  su  alma.  Hoy,  al  rendirle  un  homenaje,  sólo  acierto 
á  descubrirme  con  profundo  respeto. 

Ernesto  GARCÍA  LADEVESE 


-  203  - 

Miguel  de  Unamuno  y  Jugo. 

Nació  en  Bilbao,  de  familia  vasca,  el  29  de  Septiembre 
de  1864,  y  allí,  en  su  pueblo  natal,  estudió  primera  y  segun- 
da enseñanza.  En  1880  fué  á  Madrid  á  cursar  Filosofía  y 
Letras,  y  en  1884  volvió  á  Bilbao  á  dar  lecciones  particula- 
res y  prepararse  para  oposiciones  á  cátedras.  En  1889  hizo 
un  viaje  por  Francia,  Italia  y  Suiza,  y  en  1891,  el  año  mis- 
mo en  que  se  casó,  obtuvo  por  oposición  una  cátedra  de 
Lengua  griega  en  la  Facultad  de  Letras  de  Salamanca. 
En  1897  publicó  su  primera  obra  Pas  en  la  guerra,  novela 
histórica  de  costumbres  vascas,  cuyo  fondo  es  la  última  lu- 
cha carlista  de  1872  á  1876,  de  que  siendo  niñ^,  fué  en  par- 
te testigo  el  autor.  El  29  de  Octubre  de  1900  es  nombrado 
por  Real  decreto,  Rector  de  la  Universidad  de  Salamanca, 
en  una  situación  conservadora,  y  á  los  catorce  años,  en 
Agosto  de  1914,  otro  Gobierno,  conservador  también,  le 
destituye  del  Rectorado.  Además  de  su  clase  de  Lengua  y 
Literatura  griega,  desempeña  en  la  antigua  Escuela  la  de 
Historia  de  la  Lengua  castellana.  Su  figura  más  saliente 
está  en  su  labor  de  escritor  y  de  publicista,  fuera  de  la  Uni- 
versidad, y  si  bajo  el  primer  aspecto  merece  elogios,  como 
universitario  y  como  Rector,  sobre  todo,  su  gestión  se  ha- 
lla oscurecida  por  densos  nubarrones,  empañada  por  imper- 
donables faltas  y  llena  de  justas  y  durísimas  censuras. 

Ha  dado  conferencias  en  Bilbao,  Madrid,  Cartagena, 
Orense,  Barcelona,  Valencia,  Málaga.  Almería,  Granada, 
Canarias,  Valladolid,  etc.,  etc.;  y  en  la  provincia  de  Sala- 
manca habló  sobre  cuestiones  agrícolas  y  de  socialismo  en 
la  mayoría  de  los  pueblos. 

Sus  obras,  además  de  la  novela  ya  citada  Paz  en  la 
guerra,  son: 

De  la  enseñanza  superior  en  España  (1899). 

Tres  ensayos  (1900). 

En  torno  al  casticismo  (1902). 

.  [mor  v  pedagogía  (novela),  (1902.) 

Paisajes  (1902). 

De  mi  país  (1903). 

Vida  de  D.  Quijote  y  Sancho  (1905). 


-  204  - 

Poesías  (1907). 

Recuerdos  de  niñez  y  de  mocedad  (1908). 

Mi  religión  y  otros  ensayos  (1010). 

Por  tierras  de  Portugal  y  de  España  (1911). 

Soliloquios  y  conversaciones  (1912). 

Contra  esto  y  aquello  (1912). 

Estas  cuatro  últimas  son  colecciones  de  artículos  que 
aparecieron  en  el  diario  La  Nación,  de  Buenos  Aires,  de 
que  es  el  autor  asiduo  corresponsal.  Ha  publicado  además: 

Rosario  de  sonetos  líricos  (1911). 

Los  doce  ensayos  del  sentimiento  trágico  de  la  vi- 
da (1912),  y  algún  otro  libro  de  fecha  posterior,  que  descono- 
cemos. De  sus  dramas  nada  decimos,  por  no  haber  tenido 
éxito  ninguno.  Se  le  discute  como  versificador  y  se  le  tacha 
de  arrítmico,  se  dice  que  desprecia  en  no  pocos  de  sus  es- 
critos las  leyes  de  la  lógica,  y  que  no  se  sujeta  á  los  pre- 
ceptos de  la  gramática,  que  produce  tedio  en  los  lectores 
con  sus  paradojas  é  incoherencias,  y  hasta  hay  quien  tilda 
de  soporíferos  é  insustanciales  sus  discursos  y  artículos. 
Quizá  á  veces  tengan  razón,  en  parte,  los  que  así  piensan, 
pero  casi  siempre  hay  que  admirar  en  él  al  literato  eximio, 
al  escritor  reputado  y  capaz,  al  pensador  de  alto  fuste  y  de 
gran  fama.  Su  mentalidad,  su  vigoroso  y  clarividente  en- 
tendimiento, su  mucha  cultura,  el  dominio  de  las  lenguas 
vivas  y  una  imaginación  espléndida,  le  han  proporcionado 
especiales  aptitudes  para  la  oratoria  hablada  y  escrita. 
Como  pedagogo  y  catedrático,  reúne  igualmente  muy  bue- 
nas y  envidiables  condiciones.  ¡Lástima  que  no  tenga  tan 
grande  la  sentimentalidad,  que  su  vanidad  científica  le  con- 
virtiera en  el  mayor  ególatra,  frío  é  indiferente  ante  las 
cosas  y  personas  de  un  mundo  que  con  desprecio  mira,  por 
creerse  muy  superior  á  todos  los  que  han  pasado  y  hoy  tran- 
sitan por  el  camino  de  la  vida!  ¡Lástima  que  el  talento  que 
Dios  le  dio  no  haya  tenido  aplicación  más  seria,  noble  y  le- 
vantada, que  al  descender  adonde  no  le  permitía  su  nivel 
intelectual,  echase  por  tierra  autoridad  y  prestigios,  y  que 
por  aceptar  un  cargo  para  el  que  jamás  tuvo  dotes,  perdiera 
para  siempre  el  pasar  á  la  historia  de  los  ilustres  y  escla- 
recidos varones  de  la  celebérrima  Escuela  salmantina!  No 
guardamos  más  que  afectos  para  D.  Miguel  de  Unamuno, 


-  205  - 

el  compañero,  el  amigo,  el  maestro,  y  honda  pena  nos  cau- 
sa estampar  su  nombre  en  esta  sección  del  libro  II.  Quisié- 
ramos arrancar  las  páginas  de  su  Rectorado,  borrar  con 
tinta  muy  negra  nefastas  fechas,  sepultar  en  el  olvido  cier- 
tas indiscreciones  y  ligerezas,  actos  nada  serios,  palabras 

que  nunca  debieron  pronunciarse pero  no  es  posible. 

Prescindir  de  Unamuno,  no  citarle  siquiera,  ha  sido  nues- 
tro propósito  durante  algún  tiempo,  mas  hemos  rectificado. 

Lo  exige  el  compañerismo  ofendido,  un  Claustro  respe- 
table y  heredero  de  gloriosas  tradiciones,  la  voz  de  la  Uni- 
versidad que  lo  demanda,  la  verdad  que  se  impone,  los  gri- 
tos de  la  propia  conciencia  que  quiere  quedar  tranquila. 
Sea  pues.  ¿Qué  queda  del  Rectorado  de  Unamuno?  Nada 
positivo,  útil,  ni  beneficioso  para  la  Universidad  de  Sala- 
manca. Arcas  vacías,  por  haber  hecho  entrega  al  Fisco  de 
los  fondos  sagrados  de  la  Escuela,  de  láminas  representati- 
vas de  cuantiosos  intereses;  responsabilidades  por  su  falta 
de  tacto  y  de  dotes  gubernamentales;  pruebas  de  servilismo 
y  de  la  debilidad  de  su  carácter,  sedimentos  de  anarquía  y 
de  indisciplina  entre  los  escolares,  el  peso  abrumador  de 
sus  desaciertos  y  desvarios;  semilla  disolvente  que  al  po- 
sarse en  corazones  vírgenes  y  juveniles,  explota  con  la 
fuerza  y  rapidez  de  una  bomba,  para  producir  destrozos, 
separación  y  desmoronamiento;  recuerdos  lúgubres,  que 
contristan  el  ánimo  y  despedazan  el  corazón;  estigmas  que 
oprimen  y  que  habrán  de  agrandarse  con  el  correr  de  los 
tiempos;  restos  de  una  obra  totalmente  destructora. 

Testimonios  perennes ¡Ojala  no  hubiera  tantos!  Ahí 

están  las  ruinas  de  sus  olímpicos  desdenes;  las  santas  ceni- 
zas del  Dr.  López  Alonso,  del  inolvidable  Julián  Sánchez 
Ruano  y  de  otros  beneméritos  salmantinos,  por  él  des- 
piadadamente maltratados,  á  pesar  del  respeto  que  los 
muertos  merecen;  las  víctimas  del  2  de  Abril  de  1905,  tal 
vez  por  consentir  que  dentro  de  la  Universidad  se  celebra- 
se una  reunión,  para  protestar  contra  el  Gobernador  civil; 
el  21  de  Octubre  de  1904,  en  que  por  sus  complacencias 
perdió  la  Escuela  su  independencia,  su  personalidad  y  lo 
que  de  su  autonomía  le  quedaba;  los  conflictos  que  provocó 
al  arrojarse  en  brazos  de  los  estudiantes  para  que  le  mantu- 
vieran en  el  cargo;  la  sustitución  antilegal  de  un  catedráti- 


-  206  - 

eo  durante  el  curso  de  1913;  el  discurso  de  Bergamín  en  el 
Congreso  de  los  Diputados  el  2  de  Diciembre  de  1914,  y  la 
tristemente  célebre  conferencia  leída  por  Unamuno  en  el 
Ateneo  de  Madrid  el  25  de  Noviembre  del  mismo  año. 


Salvador  Cuesta  Martín. 

Nació  en  Piedrahita  en  1844,  y  siendo  muy  niño  fué  lleva- 
do á  Salamanca,  donde  cursó  la  segunda  enseñanza  y  los 
estudios  superiores.  Recibió  el  grado  de  Bachiller  en  Ar- 
tes en  1859  y  á  los  dos  años  el  de  Filosofía  y  Letras.  Siguió 
después  la  Facultad  de  Derecho,  en  la  que  se  licenció 
en  1867,  y  obtuvo  la  borla  de  Doctor  con  la  calificación  de 
sobresaliente  en  1871.  Hizo  oposiciones  á  cátedras  de  Latín 
y  de  Psicología,  Lógica  y  Etica  de  Institutos,  y  más  tarde 
á  Derecho  político  y  administrativo,  y  en  unas  y  otras  me- 
reció el  segundo  lugar.  En  1873  ingresó  en  el  profesorado 
oficial  como  auxiliar  de  la  Universidad  de  Salamanca,  y  al 
poco  tiempo  es  nombrado  catedrático  numerario  de  la  de 
Zaragoza,  de  donde  pasó  de  nuevo  por  concurso  en  1881  á 
la  gloriosa  Escuela  salmantina. 

Tiene  publicadas  importantes  obras,  entre  las  que  mere- 
cen citarse:  Elementos  de  Derecho  político,  Tratado  de 
Derecho  administrativo ,  Temas  sobre  Economía  política, 
Hacienda  pública,  Derecho  natural,  Derecho  canónico, 
etcétera,  etc.,  y  ha  escrito  notables  artículos  en  periódicos 
y  revistas.  Desempeñó  cargos  de  administración  y  de  go- 
bierno, como  concejal  y  teniente  de  alcalde,  diputado  pro- 
vincial, presidente  del  Círculo  de  Obreros  y  secretario  de 
la  Junta  de  los  Colegios  universitarios,  pero  poco  aficionado 
á  la  política  y  sí  sólo  entusiasta  de  la  cátedra  y  de  la  tran- 
quila vida  académica,  negóse  bien  pronto  á  seguir  figurando 
en  la  actuación  de  los  negocios  públicos. 

En  Noviembre  de  1900,  se  le  designó  por  Real  orden  para 
el  Vice-Rectorado,  y  al  relevar  á  Unamuno,  alguien  con 
gran  acierto  indicó  por  lo  visto  su  nombre  para  suceder  á 
aquél.  Elevado  pues  al  sillón  Rectoral  por  Real  decreto  de 
20  de  Agosto  de  1914,  tomó  posesión  el  5  del  mes  siguiente 
con  el  beneplácito  de  los  catedráticos  salmantinos,  que 


-  207  - 

veían  en  él  á  un  compañero  digno  de  consideración  y  res- 
peto, maestro  prestigioso,  de  gran  cultura,  bueno,  enérgico 
y  restaurador  celoso  de  las  tradiciones  de  la  Universidad 
de  Salamanca. 


De  LA  RAZA  LATINA 

Periódico  consagrado  á  estrechar  las  relaciones  entre 
los  pueblos  latinos. 

Madrid,  12  de  Abril  de  1915. 


Impresiones  de  un  viaje. 

Sr.  D.  Salvador  Cuesta  Martín.  Sala  nía  tica  .—En  nuestra  visi- 
ta á  esta  población,  y  al  repasar  los  recuerdos  de  las  que  antes  he- 
mos visto,  observamos  que  en  las  diferentes  urbes  se  guarda  incó- 
lume memoria  de  aquellos  hombres  que  en  su  esfera  de  acción  hi- 
cieron algo,  poco  ó  mucho,  según  sus  fuerzas  y  elementos,  en  favor 
del  mejoramiento  social. 

Para  otros  hombres  que  nada  hicieron,  ha}"  un  olvido  despre- 
ciativo, pues  esa  clase  de  pasividades  se  rechazan  como  nocivas. 

Hay,  sin  embargo,  otra  clase  de  individuos  que,  sin  ocupar  el 
primer  plano  en  esa  obra  armónica  de  la  organización  de  la  socie- 
dad, actúan  de  un  modo  indirecto  en  el  verdadero  progreso  de  la 
Humanidad. 

Son  los  hombres  rectos,  aquéllos  cuya  fuerza  moral  domina  las 
pasiones,  los  Heles  cumplidores  del  deber,  los  que  rinden  á  la  ver- 
dad, entendiendo  por  ésta  lo  que  hay  de  más  elevado,  sencillo  y 
difícil,  á  la  vez  que  de  más  natural;  gentes  que  estudian  y  laboran, 
no  para  ser  superiores  á  otros,  sino  como  un  deber,  que  al  reali- 
zarlo les  proporciona  medios  poderosos  para  comprender  mayor 
número  de  cosas,  levantando  el  espíritu  y  perfeccionando  la  ma- 
nera de  pensar. 

A  este  grupo  de  hombres  pertenece  la  digna  personalidad  cuyo 
nombre  va  á  la  cabeza  de  este  trabajo,  y  precisamente  por  estimar 
lo  que  vale  su  conducta,  hacemos  mención  de  él,  pues  comprende- 
mos que  no  hay  nada  tan  eficaz  eomo  el  ejemplo,  ya  que  cuanto 
realizamos,  ó  la  mayor  parte  de  nuestras  meritorias  ó  reprobables 
obras,  producen  desde  luego  otras  parecidas,  y  nadie  negará  que 


-  208  - 

imitamos  las  buenas  acciones  por  emulación  y  las  malas  por  la 
perversidad  de  nuestra  naturaleza,  que  la  vergüenza  íntima  retie- 
ne prisionera,  pero  que  el  ejemplo  pone  en  libertad. 

La  actuación  de  nuestro  presentado  será  siempre  encomiada 
por  todos  los  elementos  sociales  y  recordada  por  los  mismos  jus- 
tamente. 

De  ella  se  dirá  que  fué  honrada,  inteligente  y  progresista. 

Y  si  nos  preguntare  alguien  el  por  qué  de  la  predilección  nues- 
tra en  favor  de  este  ciudadano,  le  contestaríamos  que  por  haber 
reconocido  en  él  tres  virtudes  que  conducen  al  cumplimiento  del 
deber:  la. prudencia,  que  hace  discernir  el  bien  del  mal;  el  amor 
/////versa/,  ó  sea  la  fraternidad,  que  liga  entre  sí  á  todos  los  hom- 
bres, sin  ocuparse  de  las  opiniones  ó  criterios  que  sustenten,  y  el 
valor,  ó  sea  la  fuerza  de  voluntad  para  perseverar  en  toda  idea 
engendradora  de  acciones  provechosas  á  su  pueblo,  tanto  en  el 
aspecto  moral  como  material. 

Además,  en  este  ciudadano  apreciamos  lo  que  es  un  hombre  de 
conciencia,  ese  algo  misterioso  que  registra  nuestros  actos,  inco- 
rruptible testigo  de  nuestra  conducta,  y  tribunal  secreto  que  se  es- 
tablece en  el  fondo  de  nuestro  corazón. 

El  nos  da  un  ejemplo  que  tiene  de  admirable,  entre  otras  cosas, 
el  de  la  sencillez  y  naturalidad,  como  si  estuviere  persuadido  que 
salirse  de  esa  senda  perturbara  las  leyes  sociales,  y  de  que  la  opi- 
nión lo  entiende  así,  certificándolo  hechos  repetidos,  demostrati- 
vos de  cómo  no  pasan  inadvertidos  los  anhelos  regeneradores  de 
esos  espíritus  superiores  que  la  educación  é  instrucción  han  ido 
poco  á  poco  perfeccionando  para  colocarlos  en  sitial  desde  donde 
puedan  ser  faros  previsores  y  vigías  permanentes  que  orienten  á 
todos  los  otros. 

Raras  veces  se  dará  un  caso  de  tan  justo  enaltecimiento  cual 
el  hecho  en  honor  de  la  ilustre  y  ameritada  personalidad  del  se- 
ñor D.  Salvador  Cuesta  Martín,  que  desde  estos  renglones  presen- 
tamos á  la  consideración  general  y  como  una  prueba  del  buen  cri- 
terio en  que  se  inspiran  las  modernas  sociedades  al  confiar  el 
desempeño  de  ciertos  cargos  á  los  hombres  que  por  sus  especiales 
condiciones  de  capacidad  y  saber  son  acreedores  á  ello. 

D.  Salvador  Cuesta  Martín,  figura  de  relieve  extraordinario 
entre  los  elementos  que  integran  la  intelectualidad  de  la  nación 
española,  es  el  catedrático  de  Derecho  político  y  administrativo 
de  la  Universidad  de  Salamanca,  cargo  al  que  ha  llegado  en  razón 
á  sus  indiscutibles  merecimientos,  y  en  el  desempeño  de  cuya  mi- 
sión su  labor  es  brillantísima,  tanto,  que  se  le  conceptúa  con  ra- 
zón como  uno  de  los  profesores  que  dan  más  lustre  y  esplendor  á 
ese  afamado  centro  docente  de  renombre  universal. 


-  209  - 

Recientemente  se  ha  nombrado  á  D.  Salvador  Cuefeta  Martín 
Rector  de  la  citada  Universidad,  designación  que  ha  sido  muy 
bien  recibida  por  conocerse  las  dotes  que  concurren  en  tan  eximio 
varón,  quien  no  dudamos  ha  de  mantener  los  históricos  prestigios 
de  esta  institución. 

Reciba  nuestro  saludo  cariñoso  y  la  expresión  de  cuanto  le  ad- 
miramos. 

H.  R. 


11 


CAPÍTULO  III 

Loa  senadores  de  la  Universidad  de  Salamanca. — Valera. — Manuel  María 
José  de  Galdo. — Maldonado  Macanaz.  -  Hernández  Iglesias. — Gonzá- 
lez Blanco.  —  El  Dr.  Pulido.  — Ismael  Calvo  Madroño.  —  Maldonado 
y  Fernández  de  Ocampo. 

Juan  Valera. 


ox  Juan  Valera  y  Alcalá  Galiano  nació  en  Cabra, 

provincia  de  Córdoba,  el  18  de  Octubre  de  1824. 

¿2.  Fué  hijo  de  D.  José  Valera,  oficial  de  Marina,  y 


de  D.a  Dolores  Alcalá  Galiano,  Marquesa  de  Paniega. 

Estudió  en  el  Seminario  de  Málaga  y  en  el  Colegio  del 
Sacro  Monte  de  Granada. 

Desde  niño  se  mostró  aficionado  á  los  estudios  de  Lite- 
ratura. 

Se  licenció  en  Leyes  en  1846. 

En  1847,  al  ser  nombrado  el  Duque  de  Rivas  embajador 
de  España  en  Ñapóles,  llevó  á  D.  Juan  con  él  como  agrega- 
do á  la  legación. 

En  Ñapóles  estuvo  dos  años.  En  1850  pasó  á  Lisboa  de 
agregado  numerario.  En  1851  figura  como  secretario  de 
segunda  clase  de  la  legación  de  España  en  el  Brasil. 

Desde  luego  dio  á  conocer  Valera  sus  ideas  liberales. 

En  1854,  al  vencer  el  partido  progresista,  fué  nombrado 
primer  secretario  de  la  legación  española  en  Dresde. 

En  1-S57,  el  general  Zabala  le  hizo  oficial  de  la  secretaría 
de  Estado. 

Aquel  mismo  año  pasó  D.  Juan  á  San  Petersburgo  como 
agregado  á  la  embajada  española  en  aquella  capital;  pero 
cuando  la  Unión  liberal  subió  al  poder  en  1858,  volvió  al 
Ministerio  de  Estado. 

En  1865,  O'Donnell  le  nombró  Ministro  plenipotenciario 


-  212  - 

de  España  en  Francfort,  y  cuando  aquél  cayó  del  Poder, 
Valera  hizo  renuncia. 

En  1868,  D.  Juan  fué  hecho  subsecretario  de  Estado  por 
el  Duque  de  la  Torre. 

En  1881,  Sagasta  le  hizo  enviado  extraordinario  y  Minis- 
tro plenipotenciario  de  primera  clase  de  España  en  Lisboa, 
cargo  que  desempeñó  Valera  hasta  1883. 

En  1885  estuvo  en  Washington,  y  desde  1886  á  1888  en 
Bruselas,  también  como  enviado  extraordinario  y  Ministro 
plenipotenciario  de  primera  clase. 

Desde  el  20  de  Marzo  de  1893  al  28  de  Junio  de  1895  fué 
embajador  de  España  en  Viena. 

En  1858  es  elegido  diputado  á  Cortes  por  la  provincia  de 
Córdoba.  £1  Gobierno  de  la  Unión  liberal  combatió  su  can- 
didatura. D.  Juan  se  afilió  al  partido  moderado,  pero  aspi- 
rando á  infundirle  una  orientación  progresiva.  Siguió  sien- 
do reelegido  diputado  en  cuantas  elecciones  se  hicieron 
desde  1860  á  1865. 

Con  Albarcola,  fundador  de  El  Contemporáneo,  con 
González  Bravo  y  con  otras  personalidades,  combatió  á  la 
Unión  liberal  desde  las  columnas  de  aquel  periódico. 

En  realidad  Valera  era  unionista,  aspiraba  á  la  fusión 
de  progresistas  y  moderados.  O'Donnell  dijo  de  él:  es  de  los 
ministeriales  que  tengo  en  la  oposición. 

Con  varios  diputados  progresistas  y  demócratas  firmó 
Valera  una  proposición  de  ley  favorable  al  reconocimiento 
del  reino  de  Italia. 

En  la  sesión  del  Congreso  de  3  de  Febrero  de  1863  pro- 
nunció un  gran  discurso  en  defensa  de  la  unidad  italiana  y 
de  que  España  debía  reconocerla. 

Este  discurso  causó  profundo  enojo  entre  los  modera- 
dos, en  cuyas  filas  siguió,  sin  embargo,  militando  Valera. 

En  1864  Narváez  confirió  á  Valera  un  alto  puesto  en  el 
Ministerio  de  Fomento,  pero  al  abrirse  las  Cortes,  D.  Juan, 
con  Albarcola,  Fabié  y  otros,  combatió  el  criterio  reaccio- 
nario de  aquel  Gabinete. 

Con  los  moderados  disidentes,  Valera  entre  ellos,  for- 
mó Alonso  Martínez  un  centro  parlamentario. 

Con  motivo  de  los  luctuosos  sucesos  que  se  desarrolla- 
ron en  Madrid  en  la  noche  de  San  Daniel  (10   de   Abril 


-  213  - 

de  1865),  dicho  centro  parlamentario  aumentó  sus  arreme- 
tidas contra  el  gabinete  Narváez. 

O'Donnell  reemplazó  á  Narváez,  y  los  del  centro  parla- 
mentario apoyaron  á  la  nueva  situación. 

En  1862  había  sido  Valera  secretario  del  Congreso. 

En  1867  defendió  en  los  periódicos  la  unión  ibérica. 

Desde  la  caída  de  O'Donnell,  en  1866,  hasta  el  destrona- 
miento de  Isabel  II  en  Septiembre  de  1868,  estuvo  algo 
apartado  de  la  política. 

En  las  Cortes  Constituyentes  de  1869,  fué  diputado  por 
Montilla,  provincia  de  Córdoba.  Se  sentó  en  los  bancos  de 
los  unionistas,  pero  al  constituirse  las  Cortes  pronunció  un 
discurso,  apoyando  una  proposición,  que  daba  un  voto  de 
confianza  al  Gobierno,  y  manifestó  opiniones  de  cierto  sa- 
bor democrático. 

Al  discutirse  el  proyecto  de  Constitución  de  1869,  pre- 
sentó una  enmienda  referente  á  la  libertad  de  cultos,  redac- 
tada en  un  sentido  muy  radical. 

Se  mostró  partidario  de  la  candidatura  del  Duque  de  Ge- 
nova para  rey  de  España,  y  formó  parte  de  la  comisión  que 
marchó  á  Florencia  á  ofrecer  la  corona  española  al  príncipe 
Amadeo  de  Saboya. 

Fué  diputado  desde  1809  á  1872  y  en  los  días  de  la  re- 
nuncia de  Amadeo  era  senador  electivo,  habiendo  perma- 
necido alejado  de  las  luchas  políticas  todo  el  tiempo  que 
duró  la  República. 

Restaurada  la  monarquía,  aparece  como  diputado 
en  1876,  afiliado  á  la  política  de  Cánovas,  política  en  cuya 
defensa  pronunció  varios  discursos. 

Es  senador  electivo  en  1876,  y  pronto  ingresó  en  el  cen- 
tro parlamentario  que  acaudillaba  Alonso  Martínez. 

En  1877  fué  elegido  senador  por  la  Universidad  de  Sala- 
manca. Se  verificó  la  elección  el  5  de  Abril,  y  la  lucha  se 
manifestó  muy  reñida,  por  haber  presentado  los  elementos 
clericales  al  Obispo  D.  Narciso  Martínez  Izquierdo  en  fren- 
te de  la  candidatura  de  Valera,  que  resultó  elegido  por 
treinta  y  cuatro  votos  contra  treinta  y  uno  que  obtuvo  el 
Prelado  salmantino. 

En  1882  fué  consejero  de  Instrucción  pública. 

El  5  de  Septiembre  de  1881,  gobernando  Sagasta,   fué 


-  214  - 

nombrado  senador  vitalicio,  y  juró  el  cargo  el  1.°  de  Di- 
ciembre de  aquel  año. 

El  7  de  Enero  de  1882  le  concedieron  la  gran  cruz  de 
Carlos  III. 

En  1882  fué  consejero  de  Estado,  en  la  sección  de  Estado 
y  Gracia  y  Justicia. 

Desde  la  fundación  del  partido  fusionista,  apoyó  al  par- 
tido liberal. 

Después  de  haber  renunciado,  en  1866,  el  cargo  de  Mi- 
nistro plenipotenciario  de  España  en  Francfort,  Valera  se 
dedicó  con  asiduidad  á  la  literatura.  Entonces  principiaron 
á  publicar  artículos  suyos  las  revistas  más  notables  de  Es- 
paña, pero  desde  mucho  antes  de  esa  fecha  tenía  Valera 
reputación  de  escritor.  Tanto  es  así,  que  el  2  de  Mayo 
de  1861  había  sido  ya  elegido  individuo  de  número  de  la 
Academia  de  la  Lengua,  en  la  que  ingresó  el  12  de  Marzo 
de  1862,  habiendo  leído  un  discurso  cuyo  tema  fué:  La  poe- 
sía popular  como  ejemplo  del  punto  en  que  deben  coinci- 
dir la  idea  vulgar  y  la  idea  académica. 

En  el  Ateneo  de  Madrid  dio  lecciones,  que  se  hicieron 
famosas,  sobre  filosofía  del  arte. 

En  1889  fué  presidente  de  la  sección  de  Literatura  del 
Ateneo. 

Una  de  las  revistas  en  que  más  colaboró  Valera  fué  La 
.  Imérici',  fundada  en  Madrid  por  Asquerino. 

También  publicó  muchos  trabajos  en  La  España  Moder- 
na, en  la  Revista  política  Ibero-Americana,  y  en  El  Li- 
beral. 

El  21  de  Enero  de  1873  fué  elegido  individuo  de  número 
de  la  Academia  de  Ciencias  Morales  y  Políticas,  pero  no 
tomó  posesión  del  cargo,  que  se  declaró  vacante  el  6  de 
Abril  de  1886. 


JUICIOS  SOBRE  VALERA 
Del  "Italiano  Gubernatis,,. 

«Como  poeta  es  algo  frío;  como  crítico  se  distingue  por  la  gra- 
cia, finura,  elegancia,  amenidad  y  erudición Las  novelas  de 

Valera  se  señalan  por  las  tendencias  psicológicas  y  filosóficas  y 


-  215  - 

por  la  belleza  del  estilo;  son  trabajos  de  la  fantasía  más  que  de  la 
observación,  pero  de  una  fantasía  brillante  y  graciosa,  ligeramen- 
te satírica.» 

De  Cánovas  del  Castillo. 

«El  mejor  testimonio  de  las  novelas  de  Valera  está  en  ellas 

propias.  Comenzando  por  Pepita  Jiménez,  que  fué  la  primera  que 
escribió,  ninguna  hay  que  no  posea  tantos  grados  de  verdad  como 

las  que  pasan  por  realistas ¿Quién  no  ha  leído  en  España  la  tal 

Pepita  Jiménez.* Pienso  yo,  como  todo  el  mundo,  que  no  ha  he- 
cho Yalera  cosa  tan  ingeniosa  en  el  fondo  y  tan  acabada  en  la 

forma Fué  más  tarde  el  asunto  de  D.&  Luz ,  otra  de  las  novelas 

de  Valera,  un  mayor  desenvolvimiento  del  de  Pepita  Jiménez-. 
Planteado,  desde  luego,  en  más  intensos  términos,  están  más  hon- 
damente caracterizados  los  personajes,  y  la  situación  culminante 
despierta  más  interés.  Sólo  el  discreteo  y  el  primor  de  estilo  des- 
cienden algo " 

Hablando  de  otro  libro  de  Valera,  /'asarse  de  tisto,  dice  Cáno- 
vas: La  heroína  de  esta  otra  novela  era  señora  honestísima,  se- 
gún supimos  todos  después,  que  hubo  obligado  á  tirarse  á  su  ma- 
rido por  el  viaducto  de  la  calle  de  Segovia Nadie  dirá  que  sea 

éste  un  convencional  tipo  femenino.  Al  contrario:  por  el  mundo 
sobran  las  mujeres  de  esa  especie. » 

De  D.  Antonio  Alcalá  Galiano,  tío  de  Valera. 

«No  es  de  la  escuela  romántica  moderna,  ni  de  la  clásica  ordi- 
naria. Y  sin  embargo  es,  en  sentir  del  que  esto  escribe,  clásico  por 
excelencia.  Quien  atienda  á  las  formas  de  que  reviste  sus  concep- 
tos, quien  penetrando  en  su  pensamiento,  hasta  donde  es  dado  al 
crítico  llegar  en  sus  investigaciones,  obsérvela  elaboración  délas 
ideas  en  su  mente,  habrá  de  conocer  que  el  estudio  de  la  antigüe- 
dad griega  y  latina  y  de  los  verdaderos  clásicos  modernos  influye 
en  su  juicio  y  aun  en  su  inventiva,  descubriéndose  en  suscomposi 
r iones  lo  que  sabe,  juntamente  con  lo  que  hace  y  lo  que  intenta » 

Valera  poeta,  juzgado  por  Menéndez  y  Pelayo. 

1.1  Sr.  Valera  tuvo,  como  poeta,  la  desgracia  de  llegar  de 
masiado  pronto,  de  adelantarse  á  la  época  en  que  comenzó  á  flo- 
recer;  por  lo  cual  si  es  verdad  que  agradó  á  algunos  pocos  y  selec- 
tos jueces  que  supieron  entender  y  gustar  las  novedades  que  el  li- 


-  216  - 

bro  traía,  halló,  en  cambio,  cierta  frialdad  en  la  masa  del  público, 

que  aun  seguía  las  corrientes  románticas » 

«Hay en  los  versos  del  Sr.  Valera,  aunque  en  cifra  y  de  un 

modo  indirecto  y  simbólico,  como  conviene  al  arte,  una  verdadera 

doctrina  filosófica Es,  pues,  la  poesía  del  Sr.  Valera,  poesía 

reflexiva ,  erudita,  sabia  y  llena  de  intenciones El  autor  podía 

llamarse  condiscípulo,  aunque  no  copista,  de  Leopardi.  El  plato- 
nismo erótico  es  el  alma  de  los  versos  amatorios  del  Sr.  Valera.» 

Valera  pensador  y  metafísico,  juzgado  por  Menéndez  y  Pelayo. 

«Pocos,  muy  pocos,  merecen  en  España  con  tanta  razón  como 
Valera  el  noble  calificativo  de  pensadores,  y  pocos,  ó  ninguno,  tie- 
nen y  alcanzan  por  fuerzas  propias  tan  gran  número  de  ideas  me- 
tafísicas como  las  que  él  ha  alcanzado  y  madurado  en  su  entendi- 
miento  Si  el  Sr.  Valera  publicase  juntos  en  un  volumen los 

artículos  que  tiene  escritos  bajo  el  rótulo  de  Meta  física  á  la  ligera, 
no  sé  yo  cuantos  españoles  de  este  siglo  podrían  pasar  por  más  filó- 
sofos que  el  Sr.  Valera  en  aquella  filosofía  que  se  saca  de  las  re- 
conditeces del  espíritu  propio,  no  en  la  que  se  elabora  zurciendo 
trozos  de  Kant,  Hegel  ó  Krause,  de  Santo  Tomás,  Sanseverino 
ó  Prisco.» 


Las  primeras  publicaciones  de  "Pepita  Jiménez,,. 

Se  publicó  por  primera  vez  Pepita  Jiménez  en  la  Revista  de 
España.  Después  la  publicó  El  Imparcial  en  su  edición  de  pro- 
vincias. 

Valera  juzgado  por  sí  mismo. 

«Desidioso  yo,  descuidado  y  vagabundo,  jamás  tuve  humor, 
paciencia  y  reposo  para  estudiar  seria  y  detenidamente  doctrina 
alguna.  A  la  naturaleza  jamás  le  interrogué  con  pertinacia  y  ahin- 
co para  que  me  revelase  sus  misteriosas  operaciones.  El  aguijón 
de  la  curiosidad  siempre  me  punzaba,  pero  la  desidia  pudo  más 

conmigo He  querido  con  mayor  empeño  saber  del  hombre,  en  su 

colectividad  y  en  su  individualidad;  de  las  facultades  de  su  alma; 
de  la  tremenda  autoridad  é  irrecusable  jurisdicción  de  su  concien- 
cia; de  lo  que  llaman  derecho  y  deber;  de  si  la  especie  progresa,  ó 
no;  de  este  compuesto  maravilloso  de  la  sociedad,  con  su  historia, 

su  política  y  su  economía Un  poquito  más  he  estudiado  sobre 

todo  esto,  pero  no  lo  bastante,  ni  con  mucho;  por  donde  confieso 


-  217  - 

que  lo  que  sé  no  es  digno  de  transmitirse  de  palabra  ni  por  escri- 
to  La  música,  por  ejemplo,  escapa  á  mi  comprensión,  aunque 

gusto  de  ella.  Para  la  maquinaria  soy  tan  torpe  que  nada  me  ex- 
plico. Y  de  varios  artefactos  solo  siento,  creo  que  sin  equivocar- 
me, por  buen  gusto  instintivo,  si  están  bien  ó  mal,  pero  no  doy  las 
pruebas,  ni  llego  á  percibirlas. 

También  he  consultado  á  los  filósofos,  y  leído  lo  que  dicen,  y 
meditado  por  mí;  pero  nada  he  sacado  muy  en  claro. 

Por  manera  que,  á  la  edad  de  sesenta  años,  me  encuentro  sin 
ciencias  experimentales,  sin  conocimientos  de  artes  y  sin  meta- 
física.» 

Valera:  detalles  íntimos  y  curiosos. 

Hasta  que  murió  tuvo  una  abundosa  cabellera  negra  y  brillante. 

Era  miope  3*  gastaba  quevedos  de  oro. 

Vestía  con  limpísimo  y  correcto  descuido. 

Siempre  gastó  chalina  de  seda,  de  gran  lazo. 

Cuando  vivía  en  la  calle  de  Claudio  Coello,  25,  se  celebraban  en 
su  casa  veladas  en  las  que  recitaba  versos  D.  José  Zorrilla. 

En  los  últimos  momentos  de  su  vida  se  confesó  con  el  Padre 
Miguel  Mir. 

No  conoció  la  envidia. 

Casi  nunca  hablaba  de  sus  escritos,  ni  de  las  traducciones  de 
ellos. 

Perdonaba  pronto  y  por  completo  las  ofensas. 

Consideró  la  vida  como  una  broma  pesada,  que  él  tomaba  sin 
incomodarse. 

Pero  amaba  la  existencia  tal  cual  es,  porque,  según  él  mismo 
afirmaba,  no  conocía  personalmente  otra  mejor. 

Tuvo  un  criado  que  se  llamaba  Juan  Valera.  Este  criado  le 
abría  la  correspondencia. 

Cuando  formó  parte  de  la  comisión  que  trajo  á  D.  Amadeo, 
compuso  el  discurso  que  D.  Manuel  Ruiz  Zorrilla  debía  pronunciar 
ofreciendo  á  Víctor  Manuel,  para  su  hijo,  la  corona  de  España. 
Aquel  discurso  no  llegó  á  decirse,  por  haberlo  reproducido,  antes 
del  arto  oficial  para  que  se  escribió,  un  periódico  de  Madrid. 

El  título  que  más  le  halagaba  era  el  de  poeta. 

I  .os  más  de  los  días  recitaba  versos  en  idiomas  clásicos  y  vul- 
gares, y  siempre  lo  satisfacía  íntimamente  que  se  le  invitase  á  de- 
cir los  suyos,  originales  ó  traducciones. 

El  profesor  de  griego  Sr.  Alemany  y  un  sacerdote  ó  una  insti- 
tutriz alemanes,  le  leían  á  menudo  en  sus  lenguas  respectivas  los 
poemas  de  Homero  y  de  Schiller. 


-  218  - 

Jamás  empleó  en  su  conversación  palabras  ni  giros  que  no  fue- 
ren castellanos;  aunque  sabía  griego,  latín,  alemán,  francés,  in- 
glés, italiano  y  portugués. 

Era  tan  aficionado  á  las  matemáticas,  que  casi  todas  las  tardes 
descansaba  de  lecturas  y  dictados  planteando  problemas  algebrai- 
cos que  resolvía  con  suma  facilidad. 

Apenas  se  preocupó  por  adquirir  bienes  materiales.  Ni  defendió 
con  ahinco  su  hacienda. 

Murió  D.  Juan  sin  haberse  hecho  el  uniforme  de  embajador, 
y  sin  haber  puesto  pluma  blanca  al  sombrero  del  de  Ministro  ple- 
nipotenciario. 

En  todo  tenía  fe  y  esperanzas,  menos  en  nuestros  hombres  de 
ciencias  exactas,  físicas  y  naturales,  ni  en  las  victorias  de  la  cam- 
paña feminista. 

Últimamente  se  levantaba  á  las  nueve  de  la  mañana. 

Xadie  le  aventajó  en  cortesía,  nobleza  y  caridad  en  la  polémi- 
ca, como  lo  demostró,  entre  otras  muchas,  en  las  que  sostuvo  con 
D.:l  Emilia  Pardo  Bazán  y  D.  Ramón  de  Campoamor. 

Después  de  levantarse  dictaba  á  su  secretario,  D.  Pedro  Gala, 
algunas  cartas  de  las  más  urgentes.  Luego  solía  dictarle  trabajos 
literarios. 

Tuvo  abundantísima  correspondencia  epistolar  con  el  Dr.  The- 
bussem. 

Almorzaba  á  las  dos.  Con  frecuencia  prefería  los  platos  de  la 
cocina  cordobesa  á  los  de  la  francesa. 

Bebía  siempre  ligero  vino  blanco  de  Los  Móviles. 

Fumaba  mucho,  pero  sólo  cigarrillos  emboquillados. 

Después  de  almorzar  solía  quedarse  traspuesto  en  una  butaca. 

Por  l;i  tarde  y  por  la  noche  recibía  á  sus  amigos. 

Los  viernes,  sábados  ó  domingos,  se  celebraban  en  su  casa  ter- 
tulias literarias.  Últimamente  concurrían  á  ellas  D.il  Emilia  Pardo 
Bazán,  los  Sres.  de  Lampérez,  los  de  Vázquez  de  Parga,  D.  Al- 
fonso Danvila,  los  Marqueses  de  Villasinda,  D.  Ricardo  Spottorno, 
D.  Emilio  Ferrari  y  varios  otros  publicistas  y  académicos  nacio- 
nales y  extranjeros.  <  >tras  noches,  entre  semana,  se  daban  lecturas, 
ya  de  las  obras  teatrales,  para  estrenar,  de  D.a  Blanca  de  los  Ríos 
y  de  los  hermanos  Quintero,  ya  de  otras  producciones  históricas  ó 
poéticas,  como  las  de  L).  Alfonso  Danvila,  las  poesías  de  la  Mar- 
quesa de  Bolaños,  los  Retratos  de  1).  Antonio  de  Zayas,  El  Casti- 
tillo  del  Marqués  de  Mas  cu  Sotomayor,  interesante  libro  de  la 
Marquesa  de  Ayerbe,  y  los  viajes  y  cuentos  orientales  del  Mar- 
qués de  Villasinda. 

D.  Juan,  abrumado  por  el  trabajo  mental  y  apoltronado  por  no 
hacer  ejercicio  corporal,  dormitaba  frecuentemente  en  visita,  lee- 


—  219  — 

turas  y  tertulias;  pero  sin  dar  cabezadas,  enhiesto  siempre  y  en 
posturas  correctas.  Se  dormía  de  pronto,  y  de  pronto  despertaba, 
reanudando  la  plática  sin  balbuceos, 

En  familia,  como  en  sociedad,  era  muy  amable  y  divertido. 

Obras  de  D.  Juan  Valera. 

Pepita  Jiménez,  El  Comendador  Mendoza,  Algo  de  Indo,  Las 
ilusiones  del  Dr.  Faustino,  Pasarse  de  listo,  D.A  Luz,  La  bue- 
na fama,  El  hechicero,  El  bermejino  prehistórico,  Las  Salaman- 
dras, Dafinoy  Cloe  (traducción  del  griego),  Estudios  críticos,  Di- 
sertaciones y  juicios  literarios,  Cuentos  y  diálogos,  Poesía  y  arte 
de  los  árabes  en  España  y  Sicilia,  Tentativas  dramáticas,  Can- 
elones, ron/anees  y  poemas,  Cuentos,  diálogos  y  fantasías,  Nuevos 
estudios  críticos,  Cartas  americanas,  Nuevascartas  americanas, 
Pequeneces Currita  Albornoz  al  P.  Luis  Coloma,  Las  muje- 
res y  las  Academias,  Ventura  de  la  Vega ,  Juanita  la  Larga,  La 
metafísica  y  la  poesía,  A  vuela  pluma,  De  varios  colores,  Genio  y 
figura,  Morsa  mor,  Eeos  argentinos,  Canuta  ola  cigüeña  blanca, 
Florilegio  de  poesías  castellanas. 

D.  Juan  Valera  dejó  comenzadas  las  obras  siguientes: 

Elisa  la  Malagueña,  novela.  La  introducción  versa  sobre  el 
teosolismo. 

Otras  dos  novelas,  con  escenarios  en  Madrid  y  en  Villabermeja. 

Dos  ó  tres  cuentos  y  chascarrillos. 

El  primer  artículo  de  tres  que  pensaba  escribir  acerca  de  gra- 
máticas comparadas,  tratando  de  las  de  Alemany,  Padilla  y  Me 
néndez  Pidal. 

Meditaciones  estópicas  sobre  educación  humana. 

El  t.  VI  del  Florilegio  de  poesías  castellanas  del  siglo  XIX. 

Con  el  Dr.  Thebussen  tenía  comenzadas  unas  epístolas  sobre 
cecina  española. 

Un  Epistolario  de  D.  Juan  Valera,  sería  interesantísimo. 

No  hemos  podido  adquirir  ningún  dato  acerca  de  la  la- 
bor realizada  por  el  primer  senador  de  la  Universidad  de 
Salamanca,  sin  que  á  nadie  deba  extrañar,  puesto  que  fué 
completamente  nula,  defraudando  las  esperanzas  que  en  él 
pusieron  sus  ilustrados  votantes. 

El  Claustro  universitario,  al  pedir  á  Valera  que  .acepta- 
se la  representación  del  antiguo  Estudio  en  la  alta  Cámara, 
quiso  elegir  para  tan  importante  cargo  á  un  hombre  digno 
de  la  docta  academia,  y  el  insigne  literato,  comprendiendo 


-  220  - 

y  estimando  el  honor,  contestó  al  Rector  Esperabé  Lozano 
en  estos  términos:  Cánovas  me  tiene  ofrecida  nna  sena- 
duría vitalicia,  pero  prefiero  Ja  de  esa  célebre  é  inmortal 
Universidad.  Todo  hacía  suponer  que  consagrándose  Va- 
lera  á  la  defensa  del  renombrado  centro  docente,  vendría  á 
lograr  para  éste  preeminencias  y  ventajas,  mas  no  fué  así 
por  desgracia.  Abstraído  en  la  literatura  y  engolfado  en 
sus  libros,  no  se  cuidó  ni  de  ventilar  siquiera  en  el  Ministe- 
rio los  asuntos  pendientes  de  tramitación,  provocando  tan 
manifiesta  apatía  y  tan  constante  indiferencia  un  descon- 
tento general  entre  sus  electores,  que  bien  pronto  se  con- 
vencieron de  la  equivocación  que  habían  padecido. 

Manuel  María  José  de  Galdo  y  López. 

Nació  en  Madrid  el  16  de  Enero  de  1825.  Con  gran  apli- 
cación y  aprovechamiento  hizo  sus  estudios  en  la  Corte,  y 
en  ella  obtuvo  los  títulos  de  doctor  en  Ciencias  y  de  licen- 
ciado en  Medicina  y  Cirugía. 

En  1845  fué  encargado  de  la  cátedra  de  Historia  natu- 
ral de  la  Universidad  Central. 

En  la  Facultad  de  Ciencias  enseñó,  durante  algunos 
años,  Mineralogía  y  nociones  de  Geología  y  de  Botánica. 

Luego  pasó  al  Instituto  del  Noviciado,  llamado  después 
Instituto  del  Cardenal  Cisneros,  como  catedrático  de  His- 
toria natural,  cargo  que  desempeñó  hasta  su  muerte. 

Afiliado  al  partido  progresista  se  distinguió  especial- 
mente por  sus  campañas  en  pro  de  la  libertad  de  ense- 
ñanza. 

Asistió  á  la  inauguración  del  Canal  de  Suez,  y  por  sus 
trabajos  mereció  ser  elegido,  en  30  de  Diciembre  de  1867, 
individuo  de  la  Academia  de  Ciencias. 

Poco  después  del  triunfo  de  la  Revolución  de  Septiem- 
bre, fue  alcalde  presidente  del  Ayuntamierto  de  Madrid. 

Figura  como  senador  en  la  legislatura  de  1871  á  1873,  y 
tomó  parte  en  la  asamblea  nacional  que  votó  la  República. 

Representó  en  el  Senado  á  la  Universidad  de  Salaman- 
ca desde  1879  á  1881  y  desde  1886  á  1891. 

En  1880  firmó  el  manifiesto  que  dio  vida  al  partido  re- 
publicano-progresista. 


-  221  - 

Cuando  Marios  se  inclinó  hacia  la  monarquía,  Galdo 
rompió  sus  relaciones  con  dicho  partido,  y  sin  renunciar  á 
sus  ideas  democráticas,  no  volvió  á  tomar  parte  en  la  políti- 
ca activa. 

Fué  un  orador  correcto  y  de  muy  buen  juicio,  director 
del  Instituto  del  Cardenal  Cisneros,  socio  de  mérito  de  la 
Academia  médica  de  emulación  de  Santiago,  consejero  de 
Instrucción  pública,  individuo  honorario  del  Colegio  de 
Farmacéuticos  de  Madrid,  individuo  de  la  Sociedad  Geoló- 
gica de  Francia,  académico  corresponsal  de  la  Real  de  Cien- 
cias médicas,  físicas  y  naturales  de  la  Habana,  individuo 
corresponsal  de  la  Sociedad  de  Ciencias  médicas  de  Lisboa, 
socio  fundador  de  la  Antropológica  española  y  honorario 
de  la  Antropológica  de  París. 

Mereció  el  honor  de  ser  comisionado  para  adquirir  en  el 
extranjero  el  material  con  destino  á  la  Escuela  Modelo  mu- 
nicipal de  Madrid. 

En  1855  publicó  un  excelente  Manual  de  Historia  Natu- 
ral, del  que  se  han  hecho  varias  ediciones. 

Escribió,  además,  otras  obras. 

Falleció  en  Madrid  el  18  de  Julio  de  1895. 


GALDO,  PARLAMENTARIO 

En  el  primero  de  los  cuatro  apéndices  á  la  sesión  que  ce- 
lebró el  Senado  el  3  de  Junio  de  1879,  se  publica  un  dicta- 
men de  la  comisión  permamente  de  actas,  en  el  que  mani- 
fiesta haber  examinado  las  de  las  elecciones  verificadas  por 
varias  corporaciones  y  provincias  y  propone  á  la  Cámara 
que  las  apruebe,  por  no  contener  protesta  ni  reclamación 
alguna  y  que  proclame  senadores  electos  á  los  señores  que 
se  expresan.  Uno  de  ellos  es  D.  Manuel  María  José  de  Gal- 
do,  elegido  por  la  Universidad  de  Salamanca. 

La  comisión  la  componían  D.  Manuel  Silvela,  como  pre- 
sidente; D.  Santiago  Darán  y  Lira,  el  Conde  de  Pallares  y 
D.  Hilarión  Sanz  Ortiz,  como  vocales,  y  como  secretario 
el  Sr.  López  Borreguero. 

En  la  sesión  de  aquel  día  3  de  Junio,  dicho  Sr.  López 
Borreguero,  autorizado  por  el  presidente  de  la  Cámara  ex- 


-  222  - 

celentísimo  Sr.  Marqués  de  Barzanallana,  ocupó  la  tribuna 
y  leyó,  y  anunció  que  se  imprimiría  y  repartiría  á  los  seño- 
res senadores  mencionado  dictamen  de  la  comisión  perma- 
nente de  actas. 

En  la  sesión  del  4  de  Junio,  no  habiendo  habido  ningún 
señor  senador  que  pidiera  la  palabra  en  contra,  y  puesto  á 
votación  el  dictamen,  quedó  aprobado,  y  fueron  proclama- 
dos senadores  los  señores  incluidos  en  él. 

Fué,  por  consiguiente,  proclamado  el  4  de  Junio  de  1879, 
senador  por  la  Universidad  de  Salamanca  D.  Manuel  María 
José  de  Galdo. 

En  la  sesión  del  5  de  Junio  usa  de  la  palabra  el  Sr. Gal- 
do  con  el  exclusivo  objeto  de  hacer  una  manifestación  acer- 
ca del  juramento  para  ejercer  el  cargo  de  senador,  habién- 
dose expresado  en  los  siguientes  términos: 

Sres.  Senadores:  si  ayer  hubiese  tenido  el  gusto  de  asistir  á  la 
sesión,  indudablemente  os  excusaría  las  breves  palabras  que  os 
voy  á  dirigir. 

Mi  amigo  el  Sr.  Rivera  hizo  ayer  una  manifestación  de  con- 
ciencia: yo  la  vengo  á  hacer  también.  Vengo  aquí  obligado  por  la 
gratitud  hacia  los  insignes  profesores  de  la  Universidad  de  Sala- 
manca, que  me  han  elegido  su  representante;  precisamente  ocupo 
ahora  el  mismo  sitio  que  ocupaba  en  un  día  memorable  en  la  his- 
toria de  la  política  española,  cuando  de  él  salí  en  1873,  y  cumple  á 
mi  conciencia  declarar  que  si  vengo  á  prestar  el  juramento  en  aras 
de  la  gratitud  que  debo  á  mis  compañeros  y  para  defender  los  fue- 
ros de  la  enseñanza,  queda  á  salvo  siempre  mi  conciencia.  El  se- 
ñor presidente  lo  dijo  ayer,  y  de  sus  palabras  me  aprovecho. 

I  lecha  esta  manifestación,  suplico  al  Senado  me  dispense  las 
palabras  que  le  he  dirigido,  por  la  recta  intención  que  las  inspira. 

El  Sr.  Presidente:  Queda  terminado  el  incidente.» 

En  aquella  misma  sesión  prestó  el  juramento  D.  Manuel 
María  José  de  Galdo. 

Al  procederse,  también  en  la  sesión  del  5  de  Junio,  al 
sorteo  de  secciones,  en  que  había  de  dividirse  el  Senado, 
resultó  incluido  el  Sr.  Galdo  en  la  sección  quinta. 

Al  día  siguiente,  6  de  Junio,  se  reunió  el  Senado  en 
secciones  y  procedió  a  constituir  y  nombrar  varias  comi- 
siones, habiendo  sido  designado  el  Sr.  Galdo  para  formar 
parte  de  la  de  Presupuestos  generales  del  Estado. 


-  223  - 

En  la  sesión  de  //  de  Jimio  de  1879,  el  Sr.  Galdo,  en 
nombre  de  la  Asociación  de  escritores  y  artistas,  dirigió  un 
ruego  al  Ministro  de  Hacienda,  Marqués  de  Orovio. 

Un  escritor  había  dado  una  conferencia  pública,  que  des- 
pués imprimió  y  puso  en  circulación.  La  Administración  le 
impuso  296  pesetas  como  contribución  industrial,  conside- 
rándole editor.  El  conferenciante  recurrió  en  alzada  contra 
el  acuerdo  administrativo,  pero  el  acuerdo  fué  confirmado. 

Y  Galdo  rogaba  al  Ministro  de  Hacienda  que  dictase  las 
reglas  necesarias  para  la  debida  inteligencia  del  significado 
de  la  palabra  editor,  que  no  creía  justo  que  se  aplicara  á 
quien  gasta  su  inteligencia,  su  tiempo  y  su  dinero  en  dar 
una  conferencia  y  en  imprimirla  para  repartirla  después. 

—Es  necesario,  le  contestó  el  Marqués  de  Orovio,  que 
el  interesado  se  alce  de  esa  disposición,  y  que  en  caso  de 
que  no  le  sea  admitida  la  alzada  en  el  inferior,  acuda  al  su- 
perior, para  que  éste  le  obligue  á  admitirla  en  la  forma  y 
manera  que  determinen  los  reglamentos.  No  he  de  ser  yo, 
dijo  también  el  Ministro,  quien  niegue  la  protección  que  se 
merecen  las  letras  españolas. 

En  la  sesión  del  16  de  Junio,  estándose  discutiendo  la 
contestación  al  discurso  de  la  Corona,  pronunció  un  discur- 
so, en  pro  del  mensaje,  el  Sr.  Mena  y  Zorrilla,  de  la  comi- 
sión del  mismo,  respondiendo  al  Sr.  Rivera, 

El  Sr.  Mena  y  Zorrilla  aludió  al  Sr.  Galdo  por  la  manera 
como  éste  había  jurado  días  atrás  el  cargo  de  senador. 

'  Los  señores  senadores-  Jijo  entre  otras  cosas  el  Sr.  Mena — , 
comprenderán  que  aludo  al  acto  del  juramento,  á  las  declaracio- 
nes v  protestas  deque  ha  sido  acompañado Mis  palabras,  mi 

sentir,  no  implican  apreciación  alguna  desfavorable  de  las  perso- 
nas que  puedan  considerarse  aludidas.  Han  obrado  con  lealtad, 
han  obrado  sinceramente,  no  han  mentido;!  su  conciencia,  no  han 
mentido  á  I  )¡os,  pero  pasa,  en  mi  sentir,  en  esta  cuestión,  una  co- 
sa por  demás  nueva  y  peregrina. 

Hemos  llegado  ;'i  un  punto  en  que  se  han  inventado  distincio- 
nes, sutilezas,  restricciones  mentales  que  no  se  habían  ocurrido 
jamás  á  ninguno  de  los  antiguos  tratadistas.  Pero  con  la  singula- 
ridad de  que  en  los  antiguos  casuistas,  en  las  antiguas  restriccio- 
nes mentales  se  observaba  una  cosa,  á  saber:  que  la  restricción 
mental  era  para  Dios,  y  el  juramento  era  para  los  hombres.  Seles 


-  224  - 

hacía  creer  á  éstos  que  el  que  prestaba  juramento  juraba,  pero  se 
le  prestaba  á  Dios  mediante  la  restricción  mental  de  que  el  jura- 
mento no  existía.  Mas  ahora  se  ha  inventado  una  restricción  men- 
tal que  invierte  los  términos:  se  jura  para  Dios  y  la  restricción  men- 
tal es  para  los  hombres;  porque  el  juramento,  después  de  todo, 
¿que  es?»  (El  Sr.  Galdo:  Pido  la  palabra). 

«Decía,  (sigue  hablando  Mena  y  Zorrilla),  que  aquí  la  res- 
tricción mental  es  para  los  hombres,  es  para  el  fanatismo  de  los 
partidos,  es  para  que  no  se  crea  que  ha  habido  una  apostasía,  es 
para  que  no  se  crea  que  han  renegado  de  algo  que  pueda  suscitar 
la  desconfianza  de  las  muchedumbres  y  que  amengüe  esa  popula- 
ridad á  que  se  hacen  tantos  y  tan  grandes  sacrificios.  Pero  el  ju- 
ramento sincero,  el  juramento  verdadero,  es  el  dirigido  á  Dios,  es 
el  en  que  se  jura  lo  que  no  puede  menos  de  jurarse,  lo  que  toda 
persona  leal  jura  en  esta  clase  de  actos,  que  es  el  respeto  á  las  le- 
yes; porque  las  tres  preguntas  que  contiene  el  Reglamento  se  re- 
ducen y  compendian  en  el  cumplimiento  y  respeto  de  las  leyes,  y 
las  leyes  tienen  siempre  derecho  al  respeto,  y  las  leyes  obligan  en 
consecuencia  á  respetar  los  Poderes  existentes  é  imponen  ese  res- 
peto y  obediencia  aun  á  sus  mayores  adversarios  en  el  fondo  de 
las  conciencias.» 

He  aquí  lo  más  substancial  de  la  respuesta  del  Sr.  Galdo  á  la 
alusión  del  Sr.  Mena  y  Zorrilla: 

«¿Qué  significa  el  acto  que  yo  ejecuté  días  atrás  en  esta  asam- 
blea? Significa,  señores,  y  no  temo  decirlo,  para  ahora,  para  siem" 
pre,  para  el  presente  y  para  el  porvenir,  significa,  repito,  que  soy 
respetuoso  con  las  leyes.  ¿Pero  quiere  decir  esto  que  yo  me  inspi- 
re, que  yo  piense  y  que  yo  sienta  como  están  inspiradas  y  forma- 
das esas  mismas  leyes  en  su  espíritu  y  en  su  letra  ó  texto?  No;  y  s1 
otra  cosa  dijese,  mentiría,  y  yo  no  miento  ni  falto  al  sagrado  de- 
ber de  mi  conciencia  aquí  ni  en  parte  alguna. 

Por  no  hacerse  lo  que  he  hecho ,  por  no  hacerse  lo  que  creo 

que  debe  hacerse,  repito,  por  eso  está  la  política  española  tan  per- 
turbada. Pues  qué,  ¿es  lícito  pensar  una  cosa  y  hacer  otra?  No  lo 
he  creído  así  nunca,  y  por  esto,  desde  el  momento  en  que  haya 
cambiado  de  opinión,  pensando  de  distinto  modo  que  antes  pensa- 
ba, ya  con  la  pluma,  ya  con  la  palabra,  cuando  se  me  presente 
ocasión  de  hacer  rectificación  de  mi  pensamiento,  rectificaré  el 
error,  manifestaré  las  razones  que  antes  tenía  y  las  nuevas  que 
me  asistan  para  desechar  el  primer  pensamiento. 

He  pertenecido,  pertenezco  y  me  glorio  de  pertenecer,  siempre 
lo  he  dicho,  al  partido  liberal  más  avanzado,  pero  en  el  sentido 
más  recto  posible,  esto  es,  siempre  dentro  de  las  leyes,  porque 
siempre  dentro  de  las  leyes  he  de  encontrar  y  encontraré  medio  s 


-  225  - 

para  combatir  con  mis  adversarios  por  fuertes  que  ellos  sean,  y 
dentro  de  esos  principios  he  creído,  señores  senadores,  que  no  po- 
día en  conciencia  prestar  juramento  tal  y  como  literalmente  se  me 
exigía  al  entrar  en  el  Senado. 

Esta  es  la  razón  por  la  cual,  ni  aspiraba  á  entrar  en  las  lides 
políticas  por  ahora,  ni  quería,  á  pesar  del  altísimo  honor  que  con- 
fiere, venir  á  esta  Cámara;  me  han  traído  circunstancias  superio- 
res é  independientes  ele  mi  voluntad;  á  este  sacrificio  penosísimo 
me  ha  obligado  la  espontánea  iniciativa  de  mis  amigos  y  compa- 
ñeros de  Salamanca,  más  respetables  siempre  que  mi  soberana 
voluntad,  y  por  fin,  me  lo  ha  exigido  mi  amor  cada  día  más  inten- 
so á  la  enseñanza  pública,  en  que  figuro  como  el  último  de  sus  in- 
dividuos, y  á  la  cual  debo  cuanto  soy  y  mucho  más  de  lo  poco  que 
valgo.  Si  no  fuera  por  ella,  jamás  hubiera  consentido.  Pero,  al 
venir  aquí  y  jurar  protestando,  ¿he  proclamado  acaso  que  no  he 
de  obedecer  ni  acatar  las  leyes?  Xo.  Yo  respetaré  las  leyes;  pero 
siempre  que  me  sea  posible,  dentro  del  criterio  que  crea  más  acep- 
table y  conveniente  al  bien  de  mi  patria,  he  de  contribuir  á  modi- 
ficarlas y  procuraré  hacerlo  con  todo  el  valor  y  entusiasmo  de  que 
soy  capaz.  Decía,  señores,  que  respetando  como  tengo  de  costum- 
bre, las  leyes,  he  de  procurar  contribuir,  entendedlo  bien,  en  cuan- 
to me  sea  posible,  á  su  reforma,  dentro  del  criterio  de  mi  concien- 
cia y  de  mi  escaso  saber.» 

En  la  sesión  del  19  de  Junio  se  votó,  por  149  votos  con- 
tra 21,  el  dictamen  de  la  comisión,  relativo  á  la  contesta- 
ción al  discurso  de  la  Corona. 

La  minoría  democrática  votó  en  contra,  y  en  la  sesión 
del  día  20  pidió  ia  palabra  el  Sr.  Galdo  (que  sin  duda  no 
había  asistido  á  la  sesión  anterior),  para  unir  su  voto  al  de 
dicha  minoría. 

En  la  sesión  del  26  de  Junio,  el  Sr.  Moncasi,  pertenecien- 
te, como  el  Sr.  Galdo,  al  partido  progresista-democrático, 
hizo,  acerca  del  juramento,  manifestaciones  en  el  sentido 
de  que  se  había  sujetado  á  esa  formalidad  reglamentaria, 

«pero  queriendo  mantener  y  manteniendo  libre  mi  espíritu  de  toda 
obligación  que  no  tenga  una  sólida  base  en  mi  conciencia,  no  re- 
nunciando á  nada,  absolutamente  á  nada,  de  lo  que  constituye  mi 
fe  política,  ni  á  nada  de  lo  que  sea  ó  pueda  ser  legítima  aspiración 

de  mi  partido  en  adelante  . 

Al  terminar  de  hablar  el  Sr.  Moncasi,  pidió  la  palabra  el  se- 
ñor  Galdo;  pero  le  fué  reservada  para  la  sesión  siguiente. 

15 


—  226  - 

Sesión  del  27  de  Jimio.  En  el  debate,  que  se  venía  sos- 
teniendo, relativo  al  proyecto  de  ley  eximiendo  á  los  sena- 
dores de  la  isla  de  Cuba  de  las  condiciones  marcadas  en 
el  art.  22  de  la  Constitución,  D.  Manuel  Silvela  pronunció 
un  discurso  defendiendo  el  dictamen  que  una  comisión,  de 
que  había  formado  parte,  había  dado  sobre  el  asunto. 

La  comisión  la  habían  constituido.  D.  Joaquín  Jovellar, 
como  presidente;  D.  Manuel  María  Alvarez,  el  Marqués  de 
Fuentefiel,  D.  Manuel  Silvela,  el  Conde  de  Tejada  de  Val- 
dosera,  y  el  Marqués  de  la  Conquista,  como  vocales,  y  el 
Conde  de  Bernar,  como  secretario. 

El  23  de  Junio  de  aquel  año,  la  comisión,  como  resumen 
de  su  dictamen,  sometió  á  la  aprobación  del  Senado  el  si- 
guiente proyecto  de  ley: 

«Art.  1."  Los  elegidos  para  el  cargo  de  senadores  en  repre- 
sentación de  la  isla  de  Cuba,  en  virtud  de  la  convocatoria  á  Cor- 
tes de  10  de  Marzo  último,  podrán  tomar  asiento  en  el  Senado,  una 
vez  aprobadas  sus  actas,  aunque  no  justifiquen  las  condiciones 
exigidas  por  el  art.  22  de  la  Constitución  de  la  Monarquía. 

Art.  2."  En  lo  sucesivo,  únicamente  podrán  ingresar  en  el  Se- 
nado con  la  representación  de  las  provincias  y  corporaciones  de 
la  isla  de  Cuba,  los  elegidos  en  quienes  concurran  las  condiciones 
dispensadas  por  el  artículo  anterior  para  el  presente  caso.» 

Después  de  hablar  el  Sr.  Silvela,  hizo  uso  de  la  palabra 
el  Sr.  Galdo,  oponiéndose  á  la  le)7  propuesta. 
He  aquí  la  síntesis  de  su  extensa  oración: 

«Yo  creo  que  este  ( robierno  desea  obrar  en  justicia  y  respetar 
las  leyes;  pero  no  lo  conseguirá  con  proyectos  como  el  presente, 
que  invalidan  y  hasta  anulan  la  lev  más  fundamental,  la  Consti- 
tución del  Estado.  Señores  senadores,  meditad  mucho  el  voto  que 
vais  á  dar,  pues  esta  ley  afecta  á  vuestras  prerrogativas.  No  olvi- 
déis que  ataca  duramente  á  vuestra  íntima  organización,  y  que  si 
hoy  se  os  pide  el  sacrificio  de  alguna  de  las  condiciones  exigidas 
por  la  Constitución  para  poder  desempeñar  el  cargo  de  senador, 
es  muy  probable  que  mañana,  y  con  este  precedente,  se  vuelva  á 
repetir  la  misma  petición.  Condeso  de  buen  grado  que  el  Gobierno 
actual,  si  en  ese  banco  permaneciese  no  la  pediría;  creo  también 
que  esta  comisión  tampoco  la  defendería;  pero  como  todos  sabe- 
mos que  el  Ministerio  actual,  dada  la  índole  de  los  Gobiernos  re- 


—  227  — 

presentamos,  ni  es  ni  debe  ser  eterno,  pudiera  ocurrir  muy  bien 
que  otro  Gobierno,  otra  comisión  ú  otra  asamblea  creyese  conve- 
niente hacer  más  extensiva  la  dispensa  que  hoy  se  reclama,  y  al 
hacerlo,  invocarían  en  su  apoyo  este  precedente,  y  sólo  presenta- 
rían como  razón  la  de  los  hechos  consumados  y  autorizados  pol- 
la ley  que  ahora  vais  á  votar. 

Resolved,  en  tin,  esta  cuestión  como  las  cuestiones  todas  que 
atañen  á  Cuba,  con  amor  y  cariño,  con  efusión  fraternal,  en  lin; 
pero  resolvedla  también  con  un  santo  respeto  á  las  leyes  todas,  en 
su  espíritu  y  en  su  letra,  y  muy  especialmente  á  la  ley  fundamen- 
tal, que  debe  ser  la  misma  para  cuantos  aquende  y  allende  los  ma- 
ro se  enorgullecen  de  llamarse  españoles.» 

Después  rectificaron  los  Sres.  Silvela  y  Galdo,  abundan- 
do cada  cual  en  sus  respectivos  puntos  de  vista. 

En  la  sesión  del  28  de  Junio,  el  Sr.  Galdo  usa  de  la  pa- 
labra para  rogar  al  Ministro  de  Fomento,  que  se  regulari- 
zara el  disfrute  de  las  licencias  de  los  maestros  de  instruc- 
ción primaria  y  para  tratar  acerca  de  la  anómala  situación 
en  que  se  encontraba  la  enseñanza  en  Málaga. 

En  la  sesión  del  7  de  Julio  hizo  el  Sr.  Galdo  una  pre- 
gunta á  los  Ministros  de  ( Gracia  y  Justicia  y  Gobernación, 
respecto  á  si  estaban  dispuestos  á  que  se  levantaran  los 
atestados,  según  lo  prevenido  en  los  arts.  206  y  207  de  la 
ley  de  Enjuiciamiento  criminal;  y  llamó  la  atención  del  Mi- 
nistro de  Fomento  sobre  el  estado  de  la  instrucción  pri- 
maria en  la  provincia  de  Cádiz. 

En  la  sesión  del  28  de  Julio  usa  de  la  palabra  el  Sr.  Gal- 
do  para  presentar  dos  proposiciones,  una  del  gremio  de 
vendedores  de  leche  y  ganaderos,  y  otra  de  los  mineros  que 
explotan  sulfato  de  sosa 


No  podemos  continuar.  La  labor  parlamentaria  del  se- 
ñor Galdo  es  inagotable,  y  ocuparía,  aun  extractándola,  un 
tomo  de  muchas  páginas.  En  la  mayor  parte  délas  sesiones 
de  la  Cámara  dejó  oir  su  voz  el  representante  de  la  glorio- 
sa Escuela,  y  sus  discursos  en  defensa  de  ésca,  de  la  ense- 
ñanza en  general  y  de  los  maestros  de  escuela,  fueron  tan- 
tos y  tan  hermosos,  que  merecen    figurar  en  una  vitrina. 


—  228  *- 

Baste  decir  que  adelantó,  al  proponerlas,  la  mayor  parte 
de  las  reformas  llevadas  á  cabo  por  los  Ministros  de  Instruc- 
ción pública,  y  que  como  senador,  dio  honra  á  la  Universi- 
dad ilustre.  Defendió  con  entereza,  ante  el  Gobierno,  los 
proyectos  del  Rector,  y  era  tan  celoso  y  activo,  que  siem- 
pre supo  ocupar  dignamente  su  puesto  y  responder  cumpli- 
damente á  los  requerimientos  de  los  claustrales. 

Fué  D.  Manuel  María  José  de  Galdo  senador  por  la 
Universidad  de  Salamanca,  desde  1879  á  1891,  pues  aunque 
en  1884  eligieron  los  claustrales  á  D.  Gerardo  Vázquez  de 
Parga,  no  pudo  éste  llegar  á  jurar  el  cargo  por  no  justificar 
la  renta,  y  al  siguiente  año  volvió  el  ilustre  naturalista  á 
representar  ala  veneranda  Escuela.  Por  cuatro  veces  le  vo- 
taron los  doctores  salmantinos  para  la  senaduría:  el  3  de 
Mayo  de  1879,  el  2  de  Septiembre  de  1881,  el  11  de  Octubre 
de  1885  y  el  25  de  Abril  de  1886,  y  en  una  de  ellas,  sobre 
todo,  tuvo  que  sostener  fuerte  y  reñida  lucha  con  D.  Vicen- 
te de  La  Fuente,  candidato  ministerial  y  á  quien  el  entonces 
Ministro  del  ramo  D.  Alejandro  Pidal  apoyó  con  ahinco  y 
verdadera  decisión.  El  Gobierno  obligó  á  votar  en  aquella 
ocasión  á  los  directores  de  los  establecimientos  de  enseñan- 
za del  distrito  y  á  cuantos  tenían  puestos  de  confianza,  en 
favor  del  ex- Rector  de  la  Central,  y  el  11  de  Octubre  de  1885 
se  verificó  la  elección,  en  la  que  se  desarrollaron  vivas  es- 
cenas y  curiosos  incidentes,  sin  que  al  fin  lograra  satisfacer 
sus  deseos  el  ultramontano  jefe  de  la  pública  instrucción, 
por  salir  triunfante  el  Dr.  Galdo  por  cuarenta  y  seis  votos 
contra  cuarenta  y  dos  que  alcanzó  el  Sr.  La  Fuente.  Viril 
prueba  de  energía  y  de  arrogancia  dio  entonces  la  Univer- 
sidad de  Salamanca  rechazando  al  candidato  adicto. 

Con  ese  tan  valiente  proceder  demostró  que  á  un  cen- 
tro de  cultura  y  de  vida  intelectual  no  se  le  puede  ni  debe 
tratar  de  la  misma  manera  que  á  los  meros  organismos  de- 
pendientes del  Estado;  hizo  pública  manifestación  de  que 
sabía  defender  sus  fueros  con  titánico  y  ardiente  brío;  pro- 
bó á  la  faz  del  mundo  entero  que  conservaba  puras  sus  tra- 
diciones de  libertad  é  independencia,  y  vino,  en  fin,  á  cum- 
plir sus  más  sacratísimos  deberes. 


-  229  - 

Joaquín  Maldonado  Macanaz. 

Nació  en  la  villa  de  Iscar  en  1833,  siendo  su  padre  D.  Joa- 
quín Maldonado  de  Guevara  y  Gimeno,  señor  de  Peñarru- 
bia  y  Hernancobo.  Estudió  en  Madrid  en  el  Colegio  de  No- 
bles; terminó  la  carrera  de  doctor  en  Administración  y  ganó 
muy  pronto  la  cátedra  de  Arte  é  Historia  de  la  Coloniza- 
ción, sobre  la  cual  escribió  un  libro  traducido  á  varios  idio- 
mas. Fué  un  fecundo  y  notable  publicista,  sobre  todo  en 
cuestiones  relacionadas  con  la  guerra  de  sucesión  y  los  rei- 
nados de  Carlos  II  y  Felipe  Y,  acerca  de  los  cuales  poseía 
los  interesantísimos  datos  del  archivo  de  su  abuelo.  Trató 
también  como  nadie  los  asuntos  relativos  á  la  colonización 
española  en  América  y  Oceanía.  Figuró  siempre  como  in- 
cansable periodista,  redactando  y  dirigiendo  importantes 
diarios  de  la  Corte,  desde  los  diez  y  ocho  años,  día  por  día, 
pues  murió  siendo  redactor  jefe  de  La  Época,  después  de 
casi  medio  siglo  de  colaboración  no  interrumpida.  Como 
primer  director  general  de  Instrucción  pública  de  la  Res- 
tauración, apoyó  con  entusiasmo  las  iniciativas  y  propues- 
tas del  Rector  Esperabé  Lozano  referentes  á  las  grandes 
obras  de  la  Universidad  de  Salamanca  y  funcionamiento  de 
las  Facultades  libres  de  Medicina  y  Ciencias.  Perteneció  á 
la  carrera  diplomática,  y  fué  académico  de  la  Historia.  Du- 
rante dos  años  representó  en  el  Senado  á  la  Universidad  de 
Salamanca,  que  le  eligió  su  representante  en  la  alta  Cáma- 
ra el  15  de  Febrero  de  1891,  por  cincuenta  y  cuatro  votos 
contra  doce  que  obtuvo  el  Sr.  Galdo. 

No  respondió  en  el  tiempo  que  ejerció  este  cargo  á  lo 
que  de  él  había  derecho  á  esperar,  ni  dejó  vestigio  alguno 
de  su  labor  parlamentaria  que  fuese  beneficioso  para  el  an- 
tiguo Estudio. 

Fermín  Hernández  Iglesias. 

Nació  en  Salamanca  el  11  de  Octubre  de  1833. 

De  una  certificación  dada  por  el  Dr.  Pedro  González 
Martín,  profesor  de  Latinidad,  resulta  que  estudió  bajo  su 
cuidado  Hernández  Iglesias  las  materias  correspondientes 


-  230  - 

á  los  dos  primeros  años.  Se  matriculó  en  1845  del  tercer 
curso,  y  en  los  siguientes  del  cuarto  y  quinto.  Aprobó  el 
grado  de  Bachiller  en  Filosofía  el  24  de  Octubre  del  48,  y 
en  1840,  hizo  el  preparatorio  de  Teología  y  Jurisprudencia, 
simultaneando  luego  esta  Facultad  con  la  sección  de  Lite- 
ratura. Se  graduó  de  Bachiller  en  Jurisprudencia  el  2.5  de 
Diciembre  de  1854,  y  completó  los  siete  cursos  de  la  licen- 
ciatura del  54  al  56.  Se  licenció  el  24  de  Junio  de  1856,  y  se 
le  expidió  el  título  el  22  de  Julio.  Los  estudios  de  Literatu- 
ra no  los  pudo  terminar  en  Salamanca,  por  no  estar  estable- 
cidas en  la  Universidad  todas  las  enseñanzas  de  la  sección. 
Se  doctoró  en  Madrid  el  6  de  Mayo  de  1863  y  recibió  la  in- 
vestidura el  16  del  mismo  mes.  teniendo  el  título  la  fecha 
de  7  de  Octubre  de  dicho  año.  En  1885  se  inscribió  en  el 
Claustro  de  Madrid;  quedó  cancelada  la  inscripción  el  3  de 
Febrero  de  1893,  y  el  20  de  Marzo  solicitó  del  Rector  de  Sa- 
lamanca en  atento  oficio  matricularse  en  el  Claustro  sal- 
mantino, siéndole  admitida  la  instancia.  Son  los  únicos  da- 
tos que  hay  de  él  en  el  Archivo. 

Con  su  laboriosidad,  y  después  de  una  juventud  llena  de 
sobresaltos  y  de  privaciones,  logró  Hernández  Iglesias 
formarse  una  envidiable  posición,  digna  de  su  talento  y  de 
quien  como  él,  supo  ascender  desde  la  condición  más  hu- 
milde y  modestísima  á  los  puestos  principales  y  de  mayor 
compromiso.  Sus  padres  le  dieron  á  fuerza  de  no  pocos  sa- 
crificios los  estudios  de  la  segunda  enseñanza,  pero  como 
al  hacerse  bachiller  en  Artes  les  fuera  completamente  im- 
posible seguir  costeándole  la  carrera,  entró  de  escribiente 
en  una  notaría,  y  de  esa  manera  y  mediante  una  vida  de 
continuo  trabajar,  y  hasta  robando  al  descanso  y  al  sueño 
lo  necesario,  pudo  continuar  sus  tareas  escolares  en  nues- 
tra ilustre  Universidad. 

Hecho  abogado,  empezó  á  ejercer  con  bastante  fruto 
por  cierto  su  profesión,  y  sin  que  transcurrieran  muchos 
años,  conquistó  escogida  clientela  y  fama  de  competente  y 
habilidoso  jurisconsulto.  Fué  auxiliar  de  su  Facultad,  y 
profesor  interino  de  una  cátedra  de  Derecho;  colaborador 
literario  de  varias  revistas  científicas,  y  escribía  á  la  vez 
en  periódicos  políticos  y  de  avanzadas  ideas.  Tomó  activa 
parte  en  la  revolución  del  68  en  unión  de  Rodríguez  Pini- 


-  231  - 

lia,  Gil  Sanz  y  Sánchez  Ruano,  y  al  constituirse  el  Gobier- 
no provisional  se  trasladó  á  Madrid  definitivamente,  donde 
abrió  bufete,  para  dedicarse  con  especialidad  á  los  asuntos 
civiles  y  á  las  cuestiones  de  beneficencia. 

En  la  época  de  la  Restauración,  se  afilió  Hernández  Igle- 
sias al  partido  conservador,  figurando  siempre  entre  los 
amigos  de  Cánovas,  que  le  distinguió  en  distintas  ocasiones 
con  pruebas  de  singular  afecto. 

Tomó  asiento  en  las  Cortes  por  vez  primera  en  1879  y 
desde  entonces  no  cesó  de  ser  diputado  ó  senador.  Ocupó 
en  dos  situaciones  conservadoras  la  Dirección  general  de 
Beneficencia,  y  luego  la  de  lo  Contencioso  y  la  de  Adminis- 
tración local,  y  en  todas  ellas  se  reveló  como  hombre  inte- 
ligente y  de  excepcionales  aptitudes.  Al  fundar  el  Asilo  de 
San  Rafael  en  1«S<S0,  tropezaron  los  patronos  con  un  sin  nú- 
mero de  dificultades,  y  cuando  éstas  se  consideraban  insu- 
perables, acuden  á  D.  Fermín  en  busca  de  solución,  y  mer- 
ced á  sus  esfuerzos  y  á  sus  conocimientos  en  la  materia, 
vino  á  dictarse  la  Real  orden  para  el  funcionamiento  de 
aquél.  Lo  propio  ocurrió  al  establecerse  la  Caja  de  Crespo 
Rascón  de  socorros  paro  labradores. 

Fué  una  gloria  de  la  magistratura,  y  contribuyó  con  su 
justificación  y  saber  á  dar  honor  y  prestigio  al  Tribunal 
Supremo,  donde  desempeñó  los  cargos  más  altos;  alma 
del  Instituto  de  Reformas  sociales,  al  que  dedicaba  diaria- 
mente largas  horas,  inspirando  leyes  beneficiosas  para 
la  clase  obrera  y  para  el  proletariado  en  general;  bien- 
hechor cariñoso  y  paternal  de  la  Sociedad  protectora  de  los 
niños,  amante  de  todas  las  obras  meritorias  y  buenas,  de 
corazón  grande  y  de  sentimientos  nobles.  Nunca  dejó  de 
recordar  con  agrado  la  pobreza  de  sus  padres  y  los  sinsa- 
bores que  pasó.  Su  consejo  era  procurado,  y  su  palabra, 
atildada  y  tranquila,  se  oía  en  el  Parlamento,  en  las  Aca- 
demias y  en  todas  partes  con  respeto  y  silencio. 

Cuatro  veces  consecutivas  le  votó  para  senador  la  Uni- 
versidad de  Salamanca,  el  19  de  Marzo  del 93,  el  26  de  Abril 
del  96,  el  10  de  Abril  del  98  y  el  30  de  Abril  del  99.  En  esta 
última,  Luchó  con  el  Obispo  de  la  diócesis,  R.  P.  Cámara, 
y  á  pesar  del  calor  é  interés  que  en  aquella  contienda  pu- 
sieron los  elementos  clericales,  venció  al  sabio  prelado  por 


-  232 


cincuenta  y  cuatro  votos  contra  veintinueve.  También  de- 
rrotó antes,  en  la  elección  de  1896,  al  ex-director  general 
de  Instrucción  pública  y  Ministro  que  fué  más  tarde  de  Agri- 
cultura, D.  José  de  Cárdenas.  Activo  y  servicial  en  grado 
máximo,  no  dejó  de  atender  las  justas  peticiones  de  la  Es- 
cuela y  de  los  claustrales.  Llegó  viejo,  sin  embargo,  á  la 
senaduría  universitaria,  y  esa  circunstancia  y  su  descono- 
cimiento en  la  complicada  legislación  de  la  enseñanza,  hi- 
cieron su  labor  algún  tanto  infructuosa. 


José  González  y  González  Blanco. 

Sólo  representó  á  la  Universidad  salmantina  en  una  le- 
gislatura, y  fué  senador  por  la  célebre  Escuela  desde  el  2 
de  Junio  de  1901,  en  que  le  eligieron  por  cincuenta  y  cua- 
tro votos  contra  veinticuatro  que  obtuvo  el  doctor  del  Claus- 
tro Sr.  Concha  Alcalde,  hasta  el  año  1903.  Era  ya  en  esa 
época  magistrado  del  Tribunal  Supremo.  Ni  tenemos  datos 
de  él,  ni  tampoco  hay  para  qué  lamentarse  por  ello,  puesto 
que  su  nombre  pasó  desapercibido  para  todos. 


Ángel  Pulido  y  Fernández. 

Cursó  su  carrera  en  Madrid,  con  premios  en  todas  las 
asignaturas  de  la  Facultad  de  Medicina,  licenciándose  y 
doctorándose  con  la  calificación  de  sobresaliente  en  1873. 
Al  año  siguiente  se  presentó  á  oposiciones  á  cátedras  de  Sa- 
nidad militar  y  de  la  Armada,  obteniendo  plaza  con  el  nú- 
mero dos,  entre  más  de  200  aspirantes,  en  el  primer  Cuerpo,  y 
con  el  uno,  entre  más  de  60,  en  el  segundo.  Abandonó  el  Cuer- 
po de  Sanidad  de  la  Armada  por  ayudar  al  Dr.  Velasco  en 
la  fundación  del  Museo  Antropológico,  en  la  creación  de  su 
Escuela  libre  de  Medicina  y  en  los  trabajos  de  la  revista  El 
Anfiteatro  Anatómico,  la  cual  dirigió  ocho  años.  Permane- 
ció también  al  frente  de  la  Escuela  de  Matronas,  estableci- 
da por  el  citado  Dr.  Velasco,  y  explicó  muchos  años  la  cá- 
tedra de  partos.  Desempeñó  además,  por  espacio  de  nueve 
años  en  la  Institución  libre  de  enseñanza  para  la  mujer,  la 
clase  de  Fisiología  é  Higiene.  En  FU  Liberal,  de  Madrid,  y 


-  233  - 

en  El  Siglo  Medico  viene  publicando,  desde  hace  treinta  y 
cinco  años,  varios  artículos,  que  sumarán  ya  algunos  miles, 
sobre  importantes  cuestiones  de  interés  público,  en  su  ma- 
yoría de  carácter  científico  y  sobre  todo,  sanitario.  Dipu- 
tado provincial  desde  1889  á  1892,  realizó  no  pocas  campa- 
ñas benéficas,  que  dieron  por  resultado  una  reforma  regla- 
mentaria de  los  servicios  hospitalarios,  la  mejora  de  los 
manicomios  de  Ciempozuelos,  la  construcción  del  pabellón 
de  autopsias  y  la  sala  de  operaciones  del  Hospital  general, 
estudios  sobre  las  oftalmías  de  los  asilos,  etc.,  etc.  Ha  he- 
cho doce  elecciones  para  representante  en  Cortes,  habiendo 
representado  en  el  Congreso  de  los  Diputados  á  Murcia  y 
á  Madrid,  y  en  el  Senado  á  la  Real  Academia  de  Medicina  y 
á  la  Universidad  de  Salamanca,  y  ha  intervenido  como  par- 
lamentario en  gran  número  de  comisiones,  debiéndose  á  su 
actividad  y  celo  y  á  sus  excelentes  dotes  bastantes  proposi- 
ciones de  Ley.  Suyas  fueron  algunas  de  carácter  sanitario  y 
el  cambio  de  procedimiento  en  la  ejecución  de  la  pena  de 
muerte,  que  presentó  en  tres  legislaturas  sucesivas,  hasta 
obtener  su  aprobación.  Con  ella  se  redujeron  las  ejecucio- 
nes y  se  prestó  un  buen  servicio  á  la  sociedad.  Ha  sido  Di- 
rector general  de  Sanidad,  Director  general  de  Correos  y 
Telégrafos,  Subsecretario  de  Gobernación  y  Vicepresidente 
del  Senado.  Se  le  ha  ofrecido  la  Alcaldía  de  Madrid  y  el  Go- 
bierno de  Barcelona,  cargos  que  no  quiso  aceptar.  Repre- 
sentó á  España  como  Comisario  Regio  en  la  Comisión  Inter- 
nacional de  Higiene  de  Dresde  en  1911  y  como  Delegado 
plenipotenciario  en  la  Conferencia  sanitaria  Internacional 
de  París  del  mismo  año.  Es  actualmente  el  Delegado  de  Es- 
paña en  el  Office  International  d'  Hygiéne.  Lleva  publica- 
das ochenta  obras  originales  sobre  viajes,  eminencias  mé- 
dicas, estudios  científicos,  cuestiones  de  interés  público, 
reformas  sanitarias  y  problemas  sociales.  Son  entre  ellas 
muy  notable^,  las  que  tratan  de  saneamientos  de  poblacio- 
nes, oclusiones  del  intestino,  emoción  oratoria,  problemas 
de  Ríotinto  y  de  la  raza  judío-española,  obra  esta  última 
que  ha  llevado  el  nombre  del  Dr.  Pulido  á  todas  las  nacio- 
nes de  Europa  y  América.  Sus  trabajos  sobre  los  locos  de- 
lincuentes, los  ciegos,  el  tratamiento  del  cáncer  y  otros,  le 
han  dado  la  reputación  y  fama  de  que  justamente  goza.  Sus 


-  234  - 

publicaciones  y  organizaciones  destinadas  á  exaltar  gran- 
des figuras  de  la  ciencia  y  principalmente  de  la  medicina, 
han  sido  muchas.  Es  miembro  de  la  Real  Academia  de  Me- 
dicina desde  los  treinta  y  dos  años,  senador  vitalicio,  vocal 
de  los  Institutos  de  Previsión,  de  Reformas  sociales  y  de 
otras  instituciones,  y  posee  varias  grandes  cruces  naciona- 
les y  extranjeras.  Es  también  uno  de  nuestros  principales 
benefactores  y  de  una  modestia  grande. 

Entró  á  desempeñar  el  Dr.  Pulido  la  senaduría  por  la 
Universidad  salmantina  en  días  muy  difíciles,  cuando  las 
facultades  libres,  después  de  más  de  treinta  años  de  vida, 
estaban  amenazadas  de  inmediata  muerte  por  los  recientes 
decretos  de  García  Alix,  y  haciéndose  cargo  de  la  impor- 
tancia que  tenía  para  el  porvenir  de  la  Escuela  la  conser- 
vación de  esas  enseñanzas,  se  constituyó  desde  los  prime- 
ros momentos  en  el  defensor  más  decidido  y  entusiasta  de 
las  mismas,  hasta  lograr  que  se  encargara  el  Estado  de  su 
sostenimiento,  y  se  diese  una  soberana  disposición  estable- 
ciéndolas oficialmente.  Cierto  que  fueron  muchos  los  que 
laboraron  en  tan  patriótica  obra,  según  indicamos  en  el 
tomo  I:  el  Conde  de  Romanones,  el  Marqués  de  Tovar,  No- 
cedal, Salmerón,  Gil  Robles,  todas  las  fuerzas  vivas  de  la 
ciudad  del  Tormes,  y  la  prensa  de  Madrid,  sin  distinción  de 
opiniones,  pero  él  llevó  la  dirección  y  acompañó  siempre, 
en  sus  gestiones  y  visitas  de  un  día  y  otro  día,  al  diputado 
á  Cortes  Pérez  Oliva,  incansable  paladín  de  las  glorias  de 
Salamanca  y  de  su  Universidad. 

D.  Alvaro  de  Figueroa,  al  encargarse  por  vez  primera 
de  la  cartera  de  Instrucción  pública,  preparó  el  camino 
para  llegar  con  facilidad  y  rapidez  al  fin  que  se  perseguía, 
y  al  ver  Pulido  que  con  aquellas  Reales  órdenes  se  abrían 
risueñas  esperanzas  para  sus  representados,  empezó  á  mo- 
verse en  distintas  direcciones  con  el  objeto  de  introducir 
en  las  Facultades  de  Ciencias  y  Medicina  las  reformas  que 
demandaban  los  tiempos.  Hacía  falta  en  Madrid  entonces 
un  representante  celoso,  activo,  ilustre  y  de  excepcionales 
dotes,  una  inteligencia  privilegiada,  un  espíritu  fuerte,  un 
buen  orador,  y  lo  tuvo  el  viejo  Estudio  en  D.  Ángel  Pulido- 
Un  hombre  no  de  su  temple,  al  tener  en  frente  tantos  obs- 
táculos, hubiera  caído  en  la  vacilación,  en  el  escepticismo, 


-  235  - 

en  el  despecho,  creyendo  sus  propósitos  irrealizables.  Otro, 
en  tan  críticas  circunstancias,  habría  renegado  de  sí  mis- 
mo enviando,  con  sonrisa  de  hiél  en  los  labios,  su  adiós  á  la 
senaduría;  mas  el  Dr.  Pulido  no  es  de  los  que  en  seguida  se 
abaten,  sus  energías  crecen  á  medida  que  aumentan  los  es- 
collos y  se  multiplican  los  tropiezos,  y  reluchando  con  ellos, 
y  con  acometividad  de  iluminado,  salió  triunfante  y  arribó 
adonde  se  proponía.  El  Municipio  salmantino  agradecido 
rotuló  una  de  las  calles  de  la  ciudad  con  el  nombre  del  doc- 
tor Pulido. 

Durante  los  nueve  años  que  ostentó  la  representación 
de  la  Universidad,  ha  sido  Pulido  su  guardián  diligente,  y 
en  toda  ocasión  ocupaba  el  sitio  que  le  correspondía.  Vino 
á  Salamanca  acompañando  al  Rey  D.  Alfonso  XIII,  con 
Moret  y  López  Muñoz  al  celebrarse  los  Juegos  florales  his- 
pano-portugueses,  que  presidió  S.  A.  la  Infanta  D.a  Isabel, 
en  nombre  de  la  Reina,  y  con  el  Dr.  D.  Francisco  de  los 
Cobos,  cuando  visitó  la  gloriosísima  Escuela,  á  fin  de  dar 
una  conferencia  y  defender  el  derecho  preferente  de  ella  al 
tratar  de  establecer  en  España  estudios  para  los  hijos  de 
América.  Y  con  habilidad  y  delicadeza  exquisitas  supo  con- 
trarrestar las  inconveniencias  de  Unamuno,  quitando  el  mal 
gusto  que  dejaron  sus  atrevidas  é  inconvenientes  palabras, 
al  pronunciarse  en  contra  de  tan  simpática  idea. 

Nombrado  senador  vitalicio,  volvió  á  despedirse  de  los 
claustrales,  y  con  ese  acto  de  alta  corrección  probó  una 
vez  más  su  amor  á  la  ciencia  y  á  la  patria,  el  afecto  y  1  i 
idolatría  que  siente  por  la  Universidad  de  Salamanca.  En 
la  historia  de  esta  perdurar;!  su  memoria. 

PRINCIPALES  PUBLICACIONES  DEL  DR.  PULIDO  (1875  á  1911). 

Viajes. 

Apuntes  sobre  el  estado  actual  de  la  Medicina  cu  Por- 
tugal y  España,  año  1875,  131  págs.  en  4." 

Una  expedición  alas  Cuevas  de  Arta, -dúo  1879, 64  pági- 
nas en  8.° 

París.      Viaje  medico,  año  1880,  4.">4  págs.  en  8.° 

De  Carabanchel  al  Paraíso,  en  colaboración  con  el  doc- 
tor Tolosa  Latour,  año  1882,  77  págs.  en  4." 


-  236  - 

Plumosos  de  un  viajero,  año  1893,  360  págs.  en  8.° 
El  gran  pueblo,  año  1894,  320  págs.  en  8.° 
La  bella  Asturias,  año  1895,  30  págs.  en  4.° 
Desembocadura  del  Nalón,  año  1900,  84  págs.  en  4.° 
Cartas  escandinavas,  año  1911,  226  págs.  en  8.° 

Estudios  médicos. 

Un  buen  tratamiento  del  Hidrocele,  año  1878,  24  pági- 
nas en  8.° 

El  paludismo  en  Madrid,  año  1879,  92  págs.  en  8.° 
De  la  ovariotomía  en  España,  año  1880,  29  págs.  en  4.° 
mayor. 

Lactancia  paterna,  año  1880,  80  págs.  en  4.° 
Estrangulación  interna,  año  1881,  502  págs.  en  8.° 
Sobre  el  carbunco,  año  1882,  54  págs.  en  8.° 
Locos  delincuentes,  año  1883,  80  págs.  en  4.° 
Evolución  histórica  de  la  Patología,  año  1884,  44  pági- 
nas en  4.°  mayor. 

Inoculación  anticolérica  del  Dr.  Ferrán,  año  1885,  94 
páginas  en  8.° 

Un  juicio  médico,  año  1888,  27  págs.  en  8.° 
Estudios  médicos,  año  1889,  223  págs.  en  4.° 
Oclusiones  del  intestino,  años  de  1889  y  1890,  dos  tomos 
en  4.°  de  560  y  478  págs. 

Discurso  sobre  la   Cirugía   radical  en  Ginecología, 
año  1894,  16  págs.  en  4.°  mayor. 

El  Congreso  Dosimétrico  de  1881,  año  1881,  64  pági- 
nas en  8.° 

De  higiene  y  sanidad  pública. 

Salubridad  pública,  discurso,  año  1888,  30  págs.  en  4.° 
Estudio  de  manicomios,  año  1889,  30  págs.  en  4.° 
Oftalmía  granulosa  de  los  asilos,  año  1889,  27  páginas 
en  4.°  mayor. 

Las  calcinaciones  de  Huelva,  año  1890,  160  págs.  en  4.° 
mayor. 

Más  sobre  las  calcinaciones  de  Huelva,  año  1890,  164  pá- 
ginas en  4.° 


-  237  - 

La  despoblación  de  España,  año  1892,  34  págs.  en  4.° 

Memoria  sanitaria  sobre  la  peste  de  Oporto,  año  1901), 
40  págs.  en  4.° 

Inspección  sobre  las  asociaciones  benéficas,  año  1902. 

Sanidad  pública  en  España  y  Ministerio  social  de  las 
clases  médicas,  año  1902,  104  págs.  en  4.° 

Saneamiento  de  poblaciones  españolas,  año  1902,  390  pá- 
ginas en  4.° 

Sobre  la  mezcla  de  pimentón  y  aceite,  año  1902,  036  pá- 
ginas en  4.° 

Mi  gestión  sanitaria,  año  1903,  124  págs.  en  4." 

Capacidad  sanitaria  de  España,  año  1907,  40  pági- 
nas en  4.° 

El  problema  de  las  Hurdes,  año  1908,  16  págs.  en  4.° 

La  sanidad  militar,  año  1909,  60  págs.  en  4.° 

Intereses  nacionales. 

Grandes  problemas,  año  1892,  290  págs.  en  8.° 
Los  israelitas  españoles,  año  1904,  246  págs.  en  8.° 
Españoles  sin  patria,  año  1905,  660  págs.  en  4.°  mayor. 

Trabajos  parlamentarios. 

La  pena  capital  en  España,  año  1897,  216  págs.  en  8.° 

Bases  para  una  ley  de  sanidad,  discursos  parlamenta- 
rios, riño  1899,  34  págs.  en  8.° 

Discursos  parlamentarios  sobre  la  mezcla  de  pimentón 
y  aceite,  año  1902,  265  págs.  en  4.°  menor. 

Los  catedráticos  y  sus  cargos  de  elección  popular,  dis- 
curso, 1909,  12  págs.  en  folio. 

El  servicio  militar  obligatorio,  año  1911,  206  pági- 
nas en  8.° 

Biografías. 

El  Dr.  Velasco,  año  1S94,  122  págs.  en  4.° 
El  Dr.  Letamendi,  añ  >  1898,  112  págs.  en  4.° 
El  Dr.  E.  Gutiérrez,  año  1904,  12  págs.  en  4.° 
El  Dr.  Gimeno  y  su  estudio  sobre  la  vejez,  discurso, 
año  1910,  36  págs.  en  4.° 


-  23S  - 

Propagandas  científicas. 

Evolución  de  las  ciencias,  año  1875,  54  págs.  en  4.° 
Bosquejos  médico-sociales  para  la  mujer  ¡  año  1876,  374 
páginas  en  8.° 

La  Medicina  y  los  médicos,  año  1882,  618  págs.  en  8.° 
Conflictos   entre    la  frenopatía   y   el    Código    penal, 
año  1884,  40  págs.  en  4.° 

Educación  física  de  la  mujer,  año  1892,  28  págs.  en  4." 
menor. 

El  corro  de  niñas,  año  1893,  47  págs.  en  4." 
Relaciones  de  la  pintura  y  la  medicina,  año  1894,  46  pá- 
ginas en  4.° 

Miniaturas  científicas,  año  1894,  316  págs.  en  8.° 
La  emoción  oratoria,  año  1896,  395  págs.  en  4." 
Patria,  por  Castelar,  año  1904,  336  págs.  en  8.° 
La  protección  al  ciego,  año  1909,  11  págs.  en  4." 

Instituciones  médicas. 

Hospitales  provinciales  de  Madrid ,  año  1889,  36  pági- 
nas en  4.° 

Memoria  sobre  manicomios,  año  1889,  40  págs.  en  4.° 

Las  pensiones  de  la  Diputación  provincial ,  año  1891, 
22  págs.  en  4.° 

El  Instituto  de  terapéutica  operatoria,  año  1897,  23  pá- 
ginas en  4." 

Programa  económico  y  profesional  del  Colegio  de  Mé- 
dicos, año  1907,  39  págs.  en  4° 

Intereses  profesionales  de  las  clases  médicas,  año  1910, 
45  págs.  en  4.° 

Relaciones  entre  la  prensa  médica  y  los  poderes  del 
Estado,  taño  190.'),  ocho  págs.  en  4.° 

Faltan  algunas  obras  de  los  últimos  años. 

Ismael  Calvo  y  Madroño. 

Nació  en  Pozoantiguo  (Zamora),  pueblo  próximo  á  la  re- 
nombrada ciudad  de  Toro,  obtuvo  el  grado  de  bachiller  en 
el  Instituto  libre  de  Ledesma,  y  siguió  después  la  carrera 


—  239  — 

especial  del  notariado  en  la  Universidad  de  Valladolid,  que 
terminó  á  los  18  años,  con  nota  de  sobresaliente  y  premio 
extraordinario.  Más  tarde  se  trasladó  á  Madrid,  donde  con- 
tinuó los  estudios  de  Filosofía  y  Letras  hasta  doctorarse. 
También  cursó  en  la  Universidad  Central  la  Facultad  de 
Derecho,  en  la  que  se  licenció  y  doctoró  con  la  calificación 
más  superior,  y  aun  aprobó  las  asignaturas  que  se  enseña- 
ban en  la  Escuela  de  Diplomática. 

Dedicado  desde  muy  joven  ;í  la  enseñanza,  alcanzó  bien 
pronto  en  ella  notables  triunfos,  siendo  el  más  señalado  el 
que  le  llevó  á  la  cátedra  de  Derecho  romano  de  la  Univer- 
sidad de  Madrid,  mediante  brillantes  oposiciones. 

Es  el  Sr.  Calvo  de  un  vigor  extraordinario  de  inteligen- 
cia, de  gran  actividad  y  de  una  voluntad  de  hierro  para 
trabajar.  Sencillo  y  modesto,  huye  de  todo  lo  que  pueda  pa- 
recer exhibición,  no  conoce  la  vanidad,  va  siempre  á  lo  útil 
y  conveniente,  y  jamás  hace  daño  á  nadie,  como  las  necesi- 
dades de  la  defensa  no  lo  exijan. 

Ha  tomado  parte  activa  en  casi  todos  los  proyectos  de 
enseñanza  que  se  han  discutido  en  el  Consejo  de  Instruc- 
ción pública  de  veinte  años  acá,  y  en  la  primera  ley  de  pre- 
supuestos del  Estado  que  se  aprobó,  siendo  él  senador  por 
la  ilustre  Escuela  salmantina,  se  reformó  el  escalafón  de 
catedráticos  de  las  Universidades  del  Reino,  haciéndose 
una  distribución  más  equitativa  de  los  números  que  habían 
de  corresponder  á  cada  categoría,  á  la  vez  que  se  fijaba  el 
sueldo  de  entrada  en  4.000  pesetas,  y  los  ascensos  de  mil 
en  mil  hasta  llegar  al  máximum  con  12.500  pesetas  de  suel- 
do. Uno  de  los  principales  autores  de  esta  reforma  fué  Cal- 
vo y  Madroño.  Como  para  la  mejora  del  escalafón  se  hizo 
preciso  ceder  al  Estado  los  derechos  de  examen,  de  que 
participaban  los  auxiliares,  los  senadores  universitarios 
designaron  á  Calvo  para  que  buscase  una  compensa ción 
para  éstos.  Entonces,  presentó  una  enmienda  al  dictamen 
de  la  Ley  de  Presupuestos,  pidiendo  un  aumento  de  500  pe- 
setas en  la  gratificación  de  cada  auxiliar,  y  no  habiéndola 
aceptado  la  comisión,  llevó  al  articulado  de  la  lev  una  de- 
claración de  derechos  para  participar  en  las  dos  terceras 
partes  de  las  que  se  cedían  al  listado  por  la  recaudación  de 
exámenes. 


-  240  - 

Consiguió  igualmente  el  Sr.  Calvo,  por  medio  de  una 
enmienda  que  le  aceptaron,  el  aumento  desde  359.000  pese- 
tas á  500.000  en  la  subvención  del  Estado  á  la  caja  de  De- 
rechos pasivos  del  magisterio,  con  lo  cual  se  salvó  de  la 
bancarrota  dicha  caja,  y  se  aseguraron  las  pensiones  á  las 
viudas  y  huérfanos  de  los  profesores  de  instrucción  prima- 
ria. Logró,  en  particular  para  la  Universidad  de  Salaman- 
ca, que  se  aprobase  el  presupuesto  de  obras  de  reparación, 
y  se  mandasen  unos  miles  de  pesetas  á  fin  de  poner  en  con- 
diciones la  cubierta,  que  estaba  deteriorada,  y  algunas  es- 
tancias, como  la  Biblioteca,  donde  cuando  llovía,  penetraba 
el  agua  en  abundancia. 

Es  Calvo  y  Madroño:  consejero  de  Instrucción  pública 
por  Real  decreto  de  1.°  de  Novie  nbre  de  1895;  vocal  de  la 
Comisión  permanente  del  mismo;  presidente  de  la  sección 
de  Institutos;  vocal  de  la  Junta  de  Clases  pasivas  del  ma- 
gisterio de  Cuba  y  Puerto  Rico;  secretario  de  la  Facultad 
de  Derecho  de  la  Universidad  Central;  socio  de  número  de 
la  Real  Academia  de  Legislación  y  Jurisprudencia;  vocal 
y  vice-presidente  de  la  Comisión  de  Fomento;  socio  de  la 
Económica  de  Amigos  del  País;  socio  de  número  del  Insti- 
tuto Ibero-Americano;  vice-presidente  de  la  Asamblea  na- 
cional de  los  Amigos  de  la  enseñanza;  abogado  consultor 
de  la  embajada  de  Austria-Hungría  en  España,  y  presiden- 
te de  la  Asociación  del  Colegio  de  huérfanos  del  magisterio. 

Ha  escrito  importantes  obras,  y  todas  ellas,  lo  mismo 
que  la  traducción  de  la  Instituía  de  Justiniano,  fueron  muy 
elogiadas  por  los  críticos. 


Luis  Maldonado  Fernández  de  Ocampo. 

Nació  en  Salamanca  el  7  de  Junio  de  1860,  y  en  la  ilus- 
tre Escuela  hizo  toda  la  carrera  con  brillantez.  El  18  de  No- 
viembre de  1886  es  nombrado  auxiliar  accidental  de  su  Fa- 
cultad por  el  Decano  de  la  misma;  por  el  Rector  auxiliar 
interino  en  25  de  Abril  del  87,  para  que  le  sirviera  de  méri- 
to en  su  carrera,  con  arreglo  á  la  Real  orden  de  15  de  Mar- 
zo de  1876,  y  el  25  de  Enero  de  1889  le  expidió  el  Ministro 
de  Fomento  el  título  de  auxiliar  numerario. 


-  241  - 

Por  concurso,  y  á  propuesta  del  Consejo  de  Instrucción 
pública,  se  le  nombró  en  1.°  de  Agosto  de  1899  catedrático 
de  Historia  general  del  Derecho  de  la  Universidad  de  Za- 
ragoza, pasando  por  permuta  el  17  de  Noviembre  del  mismo 
año  á  la  de  Derecho  civil  de  Valladolid,  y  por  Real  orden 
de  10  de  Abril  de  1900  á  igual  clase  en  la  ciudad  del  Tormes. 

Ha  sido  diputado  á  Cortes  por  Salamanca  primero,  y 
por  Vitigudino  después;  senador  por  la  provincia  y  ahora 
por  la  Universidad,  y  tristeza  sentimos  los  que  le  queremos, 
que  continúe  teniendo  fe  en  el  partido  conservador— donde 
milita— cuando  sólo  amarguras  le  ha  deparado.  Ni  en  el 
Congreso  ni  en  el  Senado  logró  ser  atendido,  y  su  buena 
voluntad  vino  á  estrellarse  siempre  ante  la  falta  de  apoyo 
en  las  esferas  oficiales,  sobre  todo  en  estos  últimos  años  de 
su  representación  universitaria.  En  ninguno  de  los  asuntos 
de  interés  para  la  Escuela  intervino  Maldonado,  por  pres- 
cindir en  absoluto  de  sus  opiniones  y  consejos  los  Ministros 
del  ramo,  que  para  nada  le  consultaron. 

Pero  si  como  político  no  ha  conquistado  lauros,  ni  logra- 
rá jamás  hacer  carrera,  por  carecer  de  dotes  para  ello,  dis- 
fruta en  cambio  de  una  bien  cimentada  reputación  como 
publicista.  Escribe  versos  y  artículos  con  facilidad  y  senci- 
llez, y  es  quizá  el  más  elegante  y  castizo  de  los  literatos  sal- 
mantinos, pues  conoce  como  nadie  las  costumbres  de  los 
labriegos,  y  tiene  ángel  para  penetrar  en  el  fondo  del  cora- 
zón del  charro,  y  gracia  y  facultades  para  mostrarlo  tal 
cual  es.  Debemos  lamentarnos  hondamente  de  que  el  hom- 
bre de  partido,  el  diputado  unas  veces  y  el  Senador  otras, 
haya  robado  á  las  letras  mayores  triunfos,  para  perder  un 
tiempo  precioso,  por  no  comprender  tal  vez  que  no  puede 
ser  parlamentario  ni  funcionario  público  el  que  nace  poeta 
con  temperamento  de  artista. 

Maestro  del  buen  decir,  rebuscador  de  los  viejos  modis- 
mos de  la  tierra,  y  entusiasta  de  su  ciudad  nativa,  acepta 
con  gusto  y  cariño  cualquier  invitación,  para  describir  con 
ática  prosa  los  encantos  de  sus  murados  rincones,  ó  para 
cantar  las  bellezas  del  campo  y  los  amores  de  los  criados. 

Ha  escrito  algunas  obras  jurídicas  como: 

El  Consentimiento  y  el  Consejo  paterno  para  contraer 
matrimonio  en  los  Códigos  patrios. 

1G 


-  242  - 

El  acta  Torrens. 

La  dote  en  Castilla. 

La  amenidad  en  la  enseñanza  del  Derecho. 

Prolusión  de  un  curso  de  Derecho  civil.  Escuelas  jurí- 
dicas, individualistas,  socialistas,  orgánica. 

Tiene  en  preparación:  Curso  de  Derecho  Civil. 

Entre  las  literarias  merecen  citarse: 

Querellas  del  ciego  de  Robliza.  (Romance  charruno). 

La  Golisa  de  Alisan.  (Novela  corta). 

La  montar  asa  de  Altuero.  (Novela  corta). 

El  Pantano  de  Elisa.  (Novela). 

Del  campo  y  de  la  ciudad.  (Colección  de  cuentos). 

La  montarasa  de  Olmeda.  (Drama  que  se  representó 
en  la  Princesa). 

En  periódicos  y  revistas  ha  publicado  multitud  de  cuen- 
tos, loas,  romances  y  artículos  que  tiene  el  propósito  de 
reunir  en  varios  tomos. 

Para  representar  en  breve: 

La  farsa  de  Matallana.  (Drama). 

La  verdad  imposible.  (Drama). 

Muy  pronto  verá  la  luz  pública: 

El  Vinculero  de  Villausende.  (Novela). 


CAPITULO  IV 

Catedráticos  de  la  Universidad  de  Salamanca  en  el  siglo  XV. —  Enseñanzas 
que  en  ella  se  daban. — Datos  biográficos  y  bibliográficos  de  los  prin- 
cipales maestros  y  alumnos  de  la  Escuela. 

Cánones. 

j|  a  primera  vez  que  se  hace  mención  de  las  clases 
de  esta  Facultad  es  en  un  privilegio  de  Alfonso  X 
^\j  de  1254  1  .  En  las  constituciones  de  Benedic- 
to XIII  de  1411.  se  habla  de  seis  cátedras  de  propiedad.  Des- 
pués Eugenio  IV  instituyó  las  catedrillas  de  Decretales, 
Sexto  y  Clementinas.  Los  más  antiguos  datos  que  se  con- 
servan en  la  Universidad  (de  1464'  revelan  la  existencia  de 
las  siguientes:  dos  de  Prima  de  Cánones  con  272  florines  de 
salario,  una  de  Decreto  con  204,  dos  de  Vísperas  de  Cáno- 
nes con  150,  y  una  de  Sexto  y  Clementinas  con  150.  Ade- 
más, figuran  cátedras  cursatorias. 

Xo  hay  datos  anteriores  al  siglo  xv,  y  en  éste  encon- 
tramos: 

(?)  Mella  (Juan  de). 
1421  González  ijuan). 
426  Ruiz  (Antón). 
433  Ruiz  de  Segovia  (Antón). 
433  González  (Juan). 
433  Martínez  (Pedro). 
433  Rodríguez  (Juan). 

Cátedra  de  Prima  ia)  (2). 

(?)  (?)  Espinosa  (Rodrigo  de). 
4-17  ?   84(?)  Gómez  de  Zamora  ( Diego  . 
484  (?)  532  Gómez  de  Villasandino  (Gonzalo). 


(1)    Tomo  I,  pág.   .- 

En  las  cátedras  de  igual  denominación  nos   serviremos  para  distinguirlas 
entre  sí  de  esta  nota,  que  por  lo  demás  no  tiene  valor  alguno. 


244  - 


Cátedra  de  Prima  (b). 

1444  (?)  77  Benavente  (Juan  Alonso). 
477  512  Benavente  (Diego  Alonso). 

Cátedra  de  Decreto. 

447  (?)  84  (?)  Méndez  de  Deza  (Gonzalo). 
484  (?)  507  Cubiellas  (Juan  de). 

Cátedra  de  Vísperas  (a). 

(?)  471  Melgar  (Gonzalo  Alonso  de). 
471  79  García  de  Villadiego  (Gonzalo). 
485  (?)  Oropesa  (Pedro  de). 

Cátedra  de  Vísperas  (b) 

(?)  464  Núñez  (Antón). 
464  79  Rodríguez  de  San  Isidro  (Alfonso). 
(?)  (?)  Aponte  (Alonso  de). 

Sexto  y  Clementinas. 
450  (?)  504  Rodríguez  Cornejo  (Antón). 

Cursatorias  de  Cánones. 

Los  datos  son  muy  incompletos  y  confusos.  Entre  los 
años  1464-1480,  figuran  los  siguientes:  Godínez  (Juan),  Cuen- 
ca (Tomás  de),  Ruiz  de  Córdoba  (Sancho),  Medina  (Fran- 
cisco de),  Fuenmayor  (Fernando),  Ponce  (Alonso),  Belver 
(Pedro  de),  Toledo  (Alfonso  de),  Benavente  (Diego  de),  Ma- 
drid (Francisco  de).  Todos  éstos  eran  bachilleres. 

Leyes. 

Como  en  la  otra  Facultad,  el  privilegio  de  Alfonso  X 
de  1254,  y  las  constituciones  de  Benedicto  XIII  de  1411  se 
ocupan  de  estas  cátedras.  De  los  datos  de  la  Universidad 


-  245  - 

resulta  que  en  1464  se  daban  estas  clases:  dos  de  Prima  de 
Leyes  con  272  florines  de  salario  y  dos  de  Vísperas  con  150. 
Hay,  además,  algunas  indicaciones  de  cátedras  cursa- 
torias. 

1433  González  (Diego), 
433  Rodríguez  (Ferrán). 
433  Arias  Maldonado. 
(?)  González  de  Hontiveros  (Pedro). 

Cátedra  de  Prima  (a). 

(?)  468  Rodríguez  de  la  Rúa  (Juan). 
468  503  Avila  (Martín  de). 
503  503  Segura  (Diego). 

Cátedra  de  Prima  (b). 

447  68  García  de  Burgos  (Diego). 
468  507  Rodríguez  de  San  Isidro  (Diego). 

Cátedra  de  Vísperas  (a). 

(?)  68  Avila  (Martín  de). 
469  (?)  73  García  Bonilla  (Fernando). 
473  (?)  Villalón  (Andrés  de). 
(?)  503  Segura  (Diego). 

Cátedra  de  Vísperas  (b). 

(?)  468  Rodríguez  de  San  Isidro  (Diego). 
469  77  Maldonado  Talavera  (Rodrigo). 
477  507  Villa  (Juan  de  la). 

De  lasCursatorias  de  Leyes  figuran  entre  los  años  1464-80 
los  siguientes:  Alcalá  (Juan).  Mora  (Juan),  Villa  (Diego  de 
la),  Villalpando  (Alvaro). 

Teología. 

Los  estudios  de  esta  Facultad  fueron  instituidos  por  Be- 
nedicto XIII.  De  los  datos  que  se  conservan  en  la  Univer- 
sidad resulta  que  en  1464  había  tres  cátedras:  una  de  Prima 


-  246  - 

de  Teología  con  150  florines  de  salario,  una  de  Vísperas  de 
Teología  con  113  florines  y  una  de  Biblia  con  100.  Uno  de 
ellos  fué 

(?)  Murcia  (Guillen  de). 

Cátedra  de  Prima. 

1416  36  (?)  Barrientos  (Fray  Lope  de). 
436  (?)  63  Osorio  (Fray  Alvaro  de). 
463  80  Martínez  de  Osma  (Pedro). 
1480  86  Deza  (Fr.  Diego  de). 
487  503  (?)  Santo  Domingo  (Fr.  Juan  de). 

Cátedra  de  Vísperas. 

(?)  436  (?)  Osorio  (Fr.  Alvaro  de). 

(?)  54  Rodríguez  de  Peñalver  (Martín). 
454  87  (?)  Calvea  (Fr.  Pedro  de). 
487  (?)  Ota  (Sebastián  de). 

Cátedra  de  Biblia. 

(?)  (?)  González  de  Segovia  (Juan). 
(?)  449  (?)  Madrigal  (Alonso  de). 
449  (?)  64  García  (Alvaro). 
464  500  Betoño  (Fr.  Diego  de). 


Medicina. 

Pudiera  sospecharse  que  había  estudios  de  Medicina  en 
la  Universidad,  á  principios  del  siglo  xiv,  á  juzgar  por  el 
pasaje  que  copia  Chacón.  Benedicto  XITI  crea  las  cátedras 
de  Prima  y  Vísperas  de  esta  Facultad.  Son  muy  escasas 
las  noticias  de  sus  catedráticos.  Tenían  de  salario,  la  de 
Prima  150  florines  y  la  de  Vísperas  113. 
1433  Fernández  (Juan). 
433  Gómez  García. 


-  247  - 

Cátedra  de  Prima. 

1445  09  Reina  (Dr.) 

469  70  Ruiz  de  Medina  (Francisco). 

470  75  García  (Nicolás ). 

475  (?)  Reina  (Gabriel  de  la). 

Cátedra  de  Vísperas. 

(?)  69  Ruiz  de  Medina  (Francisco). 
469  78  Fores  (Licenciado). 
478  512  Parra  (Gonzalo  de  la). 

Artes. 

Aunque  la  clase  de  lenguas  podía  haberse  incluido  en- 
tre las  de  la  Facultad  de  Teología,  por  su  afinidad  con  al- 
guna de  las  cátedras  de  la  de  Artes,  nos  atrevemos  á  colo- 
carla dentro  de  las  enseñanzas  de  ella;  y  así  formaremos 
un  grupo  con  las  demás  cátedras  de  propiedad  de  la  Uni- 
versidad, de  que  hace  mención  la  constitución  de  Benedic- 
to XIII,  á  saber;  la  de  Fisolofía  moral,  de  100  florines  de  sa- 
lario; la  de  Filosofía  natural,  la  de  Lógica  magna  (texto 
viejo  de  Lógica),  la  de  Súmulas  (Prima  de  Lógica),  dos  de 
Prima  de  Gramática,  y  las  de  Lenguas  (hebreo-caldeo-ára- 
be), todas  ellas  también  con  100  florines;  y  las  de  Retórica, 
Astrología  y  Música,  cada  una  con  60  florines.  Son  muy  es- 
casos los  datos  que  se  tienen  antes  del  año  1464. 

Filosofía  moral. 

(?)  (?)  Córdoba  (Fr.  Martín  Alfonso  de). 
1457  63  Martínez  de  Osma  (Pedro). 
463  (?)  66  Pérez  de  Talavera  (Fernando). 
466  73  León  (Juan  de). 
473  (?)  Roa  (Fernando  de). 

Filosofía  natural. 

456  (?)  79  Ruiz  de  Aranda  (Pascual). 
480  504  Salamanca  (Antón  de). 


-  248  -  I 

Lógica  magna. 


(?)  1464  Padilla  (Fr.  Pedro  de). 
464  6()  Navalmorcuende  (Diego  de). 
469  88  (?)  Salaya(Juan  de). 
488  523  Car  mona  (Andrés  de). 

Súmulas. 

(?)  484  (?)  Espinosa  (Martín  de). 
484  (?)  530  Vázquez  de  Gropesa  (Martín). 

Prima  de  Gramática  (a). 

(?)  (?)  Zamora  (Mro.) 
(?)  503  Gomiel  (Pedro  de). 

Prima  de  Gramática  (b). 

(?)  503  Xuárez  (Pedro). 
(?)  464  75  Xuárez  (Alfonso). 
476  87  (?)  Lebrija  (Antonio  de). 

En  unión  de  estas  cátedras  se  daban  otras  enseñanzas 
de  Gramática,  con  el  nombre  de  generales  y  repeticiones. 
Además,  había  cursos  especiales,  como  los  de  Nicolao  Anto- 
nio, Pomponio  y  otros.  Entre  los  encargados  de  generales 
y  regencias  en  los  años  1464-80,  figuran  los  siguientes: 
Br.  Burgos,  Rodrigo  Alba,  Juan  de  León,  Juan  Roqueño, 
Juan  Esteban,  Juan  Alonso  de  Piedrahita,  Xuárez  (Alfon- 
so), Rodrigo  Figueroa,  Fernando  de  Alba,  Pedro  Gallego 
y  Pedro  de  Mena. 

Lenguas. 
1440  (?)  Deza  (Fr.  Pedro  de). 

Retórica. 

(?)  471  (?)  Días  (Alvar). 

471  80  Salamanca  (Antón  de). 


—  249  — 

Astrología. 

(?)  1464  Polonii  (Nicolás). 

464  69  Sala  va  ( |uan  de). 

467  75  Calzadilía  (Diego  de). 
476  (?)  Fontiveros  (Fernando  de). 
(?)  (?)  Torres  (Diego  de). 
(?)  504  Bazurto  (Rodrigo). 

Música. 

(?)  452  (?)  Ramos  Pereira  (Bartolomé). 

(?)  465  Gómez  de  Salamanca  (Fernando). 

465  79  Gómez  de  Cantalapiedra  (Martín). 


Datos  biográficos  y  bibliográficos. 

Anaya  Maldonado  (Diego  de). 

Xació  en  Salamanca  en  1366,  y  fué  el  fundador  del  Cole- 
gio Mayor  de  San  Bartolomé.  Tomó  parte  en  los  Concilios 
de  Basilea  y  Costanza,  \  siempre  se  distinguió  como  notable 
teólogo  y  buen  filósofo.  En  todos  los  puestos  que  desempe- 
ñó, dio  muestras  de  habilidad  y  cordura,  sobre  todo  en  el 
arzobispado  de  Sevilla.  Hizo  en  1405  las  constituciones  del 
Colegio  que  instituyó. 

Aponte  (Alonso  de). 

Figura  con  el  número  138  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé:  se  dice  también  que  fué  catedrático  de  Víspe- 
ras de  Cánones.  No  hay  datos  ni  para,  aceptar  ni  para  re- 
chazar dicha  atribución.  Fué  elegido  colegial  el  22  de  Junio 
de  1463. 

Arias  Maldonado. 

Dr.  en  Leyes.  Le  cita  Chacón  entre  los  regentes  de  cá- 
tedras que  figuraban  en  una  inscripción,  que  existía  en  su 
tiempo,  conmemorativa  de  la  edificación  de  la  Universidad, 
terminada  en  1433.  No  se  ha  encontrado  ningún  otro  dato. 


-  250  - 

Avila  Maldonado  (Martín  de). 

Hizo  el  juramento  que  previene  la  Constitución  XIV  de 
Martirio  V  el  1  de  Mayo  de  1464,  era  entonces  catedrático 
de  una  de  las  de  Vísperas  de  Leyes,  y  ya  doctor  desempeñó 
el  cargo  de  Primicerio  durante  el  curso  de  1468-69.  En  2  de 
Diciembre  de  1468  fué  nombrado  por  el  Claustro,  por  ser 
único  opositor,  catedrático  de  Prima  de  Leyes  en  la  vacan- 
te del  Dr.  de  la  Rúa.  El  proceso  de  estas  oposiciones  inser- 
to en  el  libro  de  Claustros  del  año  correspondiente  deja  en- 
trever lo  mucho  que  influyeron  las  recomendaciones  en 
aquella  elección.  Quedó  vacante  la  cátedra  de  Vísperas  que 
desempeñaba .  En  la  carta  del  Príncipe  D.  Juan  de  14  de  Fe- 
brero de  1497,  se  dice  que  fué  enviado  al  Príncipe  como  co- 
misario de  la  Universidad  para  arreglar  la  cuestión  del  abas- 
tecimiento de  carnes  (1).  No  se  sabe  la  fecha  de  su  jubilación 
ni  la  de  su  muerte,  pero  consta  que  hizo  el  juramento  de  1 
de  Mayo  de  1503,  y  que  el  18  del  mismo  mes  y  año  se  pro- 
nunció la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  por  muerte  del 
Dr.  de  Avila.  Gozó  de  prestigio  é  influencia  por  su  gran  ta- 
lento. 

Barrientos  (Fr.  Lope  de). 

Figura  como  maestro  en  Teología  en  la  inscripción  que 
ha  conservado  Chacón.  Por  textos  varios  se  sabe  que  fué  el 
primer  catedrático  de  Prima  de  Teología  que  hubo  en  la 
Universidad  de  Salamanca.  Nicolás  Antonio,  en  su  Biblio- 
theca  Vetns,  Scriptores  ordinum  Prcedicatorum  y  los  His- 
toriadores del  convento  de  San  Esteban,  por  no  citar  otros, 
dan  abundantes  notas  biográficas  y  bibliográficas  sobre  el 
ilustre  dominico.  Las  fechas  de  su  magisterio  en  Salaman- 
ca, tomadas  del  Scriptores  ordinum  Prcedicatorum,  son 
de  1416-36.  Se  dice  que  fué  llevado  á  la  Corte  en  1434,  pero 
como  sólo  le  faltaban  dos  años  para  la  jubilación,  es  de  su- 
poner, como  en  tantos  otros  casos,  que  obtuvo  licencia  para 
leerla  por  sustituto  durante  ese  tiempo.  Si  después  figuró  ó 


(1)    Tomo  I,  pág.  131. 


-  251  - 

no  como  catedrático  jubilado  de  Prima  de  Teología  hasta 
su  muerte,  no  nos  ha  sido  dable  averiguarlo.  Lo  conocido 
de  este  personaje  nos  lleva  á  no  ser  más  extensos  para  no 
repetir  datos  de  todos  sabidos. 

Basurto  (Rodrigo). 

Figura  con  el  número  207  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé: á  los  datos  biográficos  que  allí  se  dan  ha}7  que  poner 
la  enmienda  de  que  los  libros  de  Claustro  de  1503-04  le  lla- 
man el  Licenciado  Basurto;  y  hay  que  añadir  que  en  12  de 
Julio  de  1504  se  declara  vacante  la  cátedra  de  Astrología 
que  tenía.  Debió  ser  poco  tiempo  catedrático  porque  había 
sido  elegido  colegial  el  17  de  Julio  de  1495.  Su  bibliografía 
puede  encontrarse  en  el  t.  IIT  de  Ciencia  española,  de  Me- 
néndez  y  Pelayo. 

Benavente  (Diego  Alonso  de). 

Hijo  del  Dr.  J.  A.  de  Benavente:  fué  Dr.  en  Cánones. 
Cuando  hizo  el  juramento  de  1  de  Mayo  de  1464,  prevenido 
por  la  constitución  era  sustituto  de  su  padre  en  una  de  las 
cátedras  de  Prima  de  Cánones.  Habiendo  hecho  su  padre 
renuncia  de  la  cátedra  que  tenía  y  declarada  vacante,  fué 
nombrado  para  sucederle  el  19  de  Noviembre  de  1477.  Des- 
empeñó la  clase  de  Prima  de  Cánones  hasta  su  muerte, 
ocurrida  alrededor  del  23  de  Marzo  de  1512  en  que  se  pu- 
blicó la  vacatura  de  la  cátedra.  Al  decir  de  Nicolás  Anto- 
nio, Marineo  Sículo  en  su  obra  De  Hispania:  laudibus,  Bur- 
gos, 1497  (1),  hace  un  elogio  de  este  famoso  canonista. 

Benavente  (Juan  Alfonso  de). 

Padre  del  anterior.  Fué  Dr.  en  Cánones.  En  una  nota  in- 
serta en  Nicolás  Antonio  cuando  se  ocupa  de  este  canonista 
se  dice  que  hizo  repeticiones  en  1444.  Como  de  los  libros  de 
Claustros  se  deduce  que  era  ya  catedrático  jubilado  en  1464. 


(1)    Este  incunable  no  está  en  Salamanca. 


-  252  - 

cabe  afirmar  que  después  de  1440  fué  nombrado  catedrático 
de  propiedad.  No  sabemos  nada  de  las  cátedras  que  desem- 
peñó: sólo  que  era  jubilado  en  una  de  las  de  Prima  de  Cáno- 
nes. Como  catedrático  jubilado  hizo  el  juramento  prevenido 
por  la  constitución  varios  años.  En  2  de  Enero  de  1476  su  hijo 
Diego  pide  á  la  Universidad  que  acuda  á  su  padre  entera- 
mente con  el  salario  y  residuo  de  su  cátedra,  que  estaba  muy 
viejo,  en  edad  decrépita  y  padecía  de  gota:  que  era  enfer- 
mo perpetuo.  En  19  de  Noviembre  de  1477  renunció  á  su  cá- 
tedra de  Prima  y  los  libros  de  Claustros  no  nos  vuelven  á 
hablar  de  él.  Ninguno  de  los  autores  consultados  señala  la 
fecha  de  su  muerte.  Nicolás  Antonio  y  otros  autores  copian 
todo  ó  parte  del  elogio  que  de  él  hizo  Marineo  Sículo  en  la 
obra  citada.  Nicolás  Antonio  enumera  también  los  tratados 
que  escribió  sobre  materias  diversas  de  Derecho  canónico. 

Betoño  (Fr.  Diego  de). 

Era  dominico  y  fué  Mro.  en  Teología.  Por  renuncia  del 
Mro.  Alvaro  García  es  nombrado  catedrático  de  Biblia  el  30 
de  Julio  de  1464.  En  24  de  Febrero  de  1468  fué  designado 
por  el  Claustro  para  ir  á  Madrigal  á  defender  los  dere- 
chos de  la  Universidad  en  la  Junta  de  la  Hermandad.  Pol- 
las historias  del  convento  de  San  Esteban  sabemos  que  ju- 
biló este  maestro  el  9  de  Septiembre  de  1483  en  la  cátedra 
de  Biblia,  y  que  murió  en  1500.  En  este  caso  la  afirmación 
del  P.  Alonso  Fernández  de  que  le  sucedió  en  la  cátedra  el 
Mro.  Alonso  de  Peña  fiel,  habrá  que  entenderla  en  el  sentido 
de  que  fué  su  sustituto.  No  consta  que  haya  escrito  ningu- 
na obra. 

Burgos  (Pedro  de). 

Figura  con  el  número  178  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Fué  elegido  colegial  en  27  de  Junio  de  1483.  Se 
dice  allí  mismo  que  se  graduó  de  Dr.  en  Cánones,  y  que 
llevó  la  cátedra  de  propiedad  de  Sexto.  Contra  esta  última 
afirmación  se  puede  hacer  una  objeción  seria:  en  la  época 
en  que  fué  elegido  colegial  era  catedrático  propietario  jubi- 
lado el  Dr.  Rodríguez  Cornejo.  Este  doctor  fué  catedrático 


-  253  - 

hasta  su  muerte  en  1504.  En  el  siglo  xvi  no  hubo  ningún  ca- 
tedrático de  Sexto  que  se  llamase  así.  Lo  único  que  cabe 
suponer  es  que  nuestro  biografiado  fuese  sustituto  del  doc- 
tor Rodríguez  Cornejo  durante  algún  tiempo. 

Calvea  (Fr.  Pedro  de). 

Mro.  en  Teología.  Era  franciscano.  De  las  notas  consig- 
nadas en  los  libros  de  Claustros  cuando  su  jubilación,  se 
sabe  que  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Teolo- 
gía el  21  de  Abril  de  1454.  Las  historias  del  convento  de  San 
Esteban  añaden  que  fué  en  la  vacante  del  Mro.  Rodríguez 
de  Peñalver.  Pidió  licencia  en  20  de  Junio  de  1468  para  ir  á 
Palencia  al  capítulo  de  su  Orden.  En  7  de  Julio  de  1474,  en 
vista  de  lo  que  resultó  de  la  lectura  de  los  libros  del  bedel 
ante  el  Claustro  de  4  del  mismo  mes  y  año,  se  le  dio  por  ju- 
bilado en  la  citada  cátedra  de  Vísperas.  Formó  parte  de  la 
Junta  reunida  en  Alcalá  de  Henares  en  1479  para  examinar 
las  proposiciones  del  Mro.  Pedro  Martínez  de  Osma,  cate- 
drático jubilado  de  Prima  de  Teología  de  la  Universidad  de 
Salamanca.  Las  Historias,  del  convento  de  San  Esteban  di- 
cen que  cuando  Fr.  Juan  de  Santo  Domingo  era  catedrático 
de  Prima  de  Teología,  llevó  la  de  Vísperas  Fr.  Sebastián  de 
Ota.  El  magisterio  de  Fr.  Juan  de  Santo  Domingo,  como 
arriba  hemos  dicho,  fué  de  1487-503 (?).  Habrá,  pues,  que  co- 
locar la  muerte  del  Mro.  Calvea  entre  estas  fechas.  No  se 
conserva  noticia  de  ninguna  obra  suya. 

Calzadilla  (Diego  de). 

En  los  libros  de  Claustros  se  dice  que  era  colegial.  Debe 
ser  el  que  figura  con  el  número  117  el  limo.  Sr.  D.  Diego 
Ortiz  de  Calzadilla,  ó  de  Irenimes,  Obispo  de  Tánger.  La 
historia  del  Colegio  hace  grandes  elogios  de  él:  que  se  dice 
que  estudió  en  Bolonia  y  en  París  y  que  era  un  gran  teólo- 
go. Fué  elegido  colegial  en  25  de  Noviembre  de  1457.  De  los 
libros  de  Claustros  resulta  que  algún  tiempo  fué  regente  de 
Gramática;  que  en  31  de  Mayo  de  1469  se  opuso  á  la  cátedra 
de  Astrología,  y  aunque  no  consta  la  provisión,  sí  hay  una 


-  254  - 

cita  en  el  acta  del  Claustro  de  9  de  Abril  de  1470  en  que  ma- 
nifiesta que  el  Prior  Diego  de  C  ilzadilla  se  va  del  Claustro 
para  ir  á  leer  su  cátedra  de  Astrología.  La  desempeñó  los 
años  sucesivos,  hasta  que  en  19  de  Abril  de  1475  se  declaró 
vacante  porque  el  Lie.  Calzadilla  se  había  ausentado  de  ella 
sin  licencia  de  la  Universidad.  La  historia  del  Colegio  aña- 
de que  cuando  los  Reyes  Católicos  comenzaron  á  reinar, 
hizo  un  juicio  astronómico,  con  el  cual  previno  que  el  Rey 
de  Portugal  había  de  entrar  en  estos  reinos  muy  poderoso,  y 
que  temiéndose  algún  daño  de  esta  adivinanza,  se  pasó  á 
Portugal,  y  fué  muy  favorecido  de  Alfonso  V,  que  le  hizo 
Obispo  de  Tánger.  El  existir  algunas  coincidencias  nos  ha 
llevado  á  identificar  á  nuestro  catedrático  de  Astrología 
con  el  Obispo  de  Tánger,  aunque  no  estemos  seguros  de  que 
sean  una  misma  persona. 

Carmona  (Andrés  de). 

Mro.  en  Artes.  Fué  repetidor  y  regente  de  Lógica  des- 
de 1475  en  adelante.  De  las  notas  consignadas  en  los  libros 
de  Claustros  al  tiempo  de  su  jubilación  resulta  que  siendo 
catedrático  de  Lógica  magna  (texto  de  Lógica)  se  graduó 
de  maestro  el  22  de  Julio  de  1488.  Pidió  su  jubilación  y  se 
leyeron  los  libros  de  multa  del  bedel  para  ver  si  había  des- 
empeñado la  cátedra  los  veinte  años  que  determinaba  la 
bula  Eugeniana  en  Claustro  de  11  de  Noviembre  de  1507. 
Era  catedrático  jubilado  cuando  murió  á  fines  de  1523.  Fué 
hombre  de  gran  valer. 


Córdoba  (Martín  Alfonso  de). 

Se  han  ocupado  de  él,  entre  otros,  los  historiadores  de  la 
Orden  de  San  Agustín  y  Nicolás  Antonio.  El  P.  Fr.  Manuel 
Vidal,  dice  que  era  natural  de  Córdoba;  que  tomó  el  hábito 
en  el  convento  de  aquella  ciudad;  que  hacia  1420  era  lector 
en  uno  de  los  conventos  de  la  Orden  y  que  en  1424  vino  con 
este  cargo  al  convento  de  Salamanca.  Estuvo  aquí  has- 
ta 1431,  en  que  con  licencia  del  general  pasó  á  recibir  el  gra- 
do de  Dr.  á  Tolosa  (Francia).  Volvió  después  á  este  conven- 


-  255  - 

to,  incorporó  su  grado  en  la  Universidad  y  obtuvo  cátedra. 
Dice  el  mismo  P.  Vidal  que,  aunque  ha  consultado  no  sólo 
los  registros  del  convento,  sino  también  los  de  la  Universi- 
dad, no  ha  podido  comprobar  nada,  pero  que  había  queda- 
do alguna  memoria  escrita  de  que  fué  catedrático  de  Filoso- 
fía moral.  Debió  ser  antes  de  que  lo  fuese  el  Mro.  Martínez 
de  Osma,  porque  se  conserva  noticia  de  los  que  siguieron  á 
este  último  hasta  1480,  y  el  P.  Vidal  dice  que  el  Mro.  Mar- 
tín Alfonso  de  Córdoba  murió  en  Valladolid  el  5  de  Julio 
de  1476. 

Cubillas  (Juan  de). 

Dr.  en  Cánones.  Figura  con  el  número  161  entre  los  co- 
legiales de  San  Bartolomé,  siendo  elegido  en  2  de  Abril 
de  1475.  Fué  catedrático  de  Decreto  y  canónigo  de  la  igle- 
sia salmantina.  En  representación  del  cabildo  y  clero  de 
Salamanca  tomó  parte  en  la  comisión  que  marchó  á  ver  al 
Príncipe  D.  Juan  en  1497  para  fijar  definitivamente  la  cues- 
tión del  abastecimiento  de  carnes  á  la  ciudad  (1).  De  una 
nota  conservada  en  los  libros  de  Claustros,  sabemos  que  le 
fué  concedida  la  jubilación  en  su  cátedra  de  Decreto  el  22 
de  Julio  de  1504.  Es  presumible  que  fuese  el  sucesor  del 
Dr.  Méndez  de  Deza,  y  que  le  nombraran  catedrático  de 
propiedad  en  1484.  La  historia  del  colegio  dice  que  era  hom- 
bre de  mucha  ciencia  y  virtud,  y  que  murió  santamente 
en  1507.  Los  libros  de  Claustro  nos  dicen  que  por  fin  y  muer- 
te del  Dr.  Cubillas  se  declaró  vacante  la  cátedra  de  Decre- 
to el  25  de  Mayo  de  1507.  Según  hemos  tenido  ocasión  de 
comprobar,  entre  la  muerte  del  catedrático  y  la  declaración 
de  la  vacatura  no  transcurrían  tres  fechas  en  la  mayoría  de 
los  casos. 

Deza  (Fr  Diego  de). 

Mro.  en  Teología.  Pocos  son  los  datos  nuevos  que  pode- 
mos aportar  de  la  vida  de  este  ilustre  y  sapientísimo  domi- 
nico. Sus  actos  más  salientes,  y  la  importancia  de  los  car- 


el)   Tomo  I,  pág.  131. 


-  256  - 

gos  que  desempeñó  son  de  todos  conocidos.  En  las  historias 
del  convento  de  San  Esteban  se  dice  que  á  los  33  años  (1476) 
había  sustituido,  en  ausencia,  al  Mro.  Martínez  de  Osma  en 
su  cátedra  de  Prima  de  Teología.  En  los  libros  de  Claustros 
hemos  visto  que  el  9  de  Julio  de  1479  fué  nombrado  sustituto 
del  Mro.  Calvea  en  la  cátedra  de  Vísperas  de  Teología.  Al 
vacar  la  cátedra  de  Filosofía  natural,  por  muerte  del  maes- 
tro Pascual  Ruiz  de  Aranda  á  fines  de  aquel  año,  se  opuso 
á  ella  y  protestó  del  nombramiento  del  Mro.  Antón  de  Sala- 
manca, pero  el  visitador  de  la  Universidad,  D.  Tello  Buen- 
día,  arcediano  de  Toledo,  reconoció  en  17  de  Marzo  de  1480 
legítimo  el  nombramiento  del  Mro.  Antón.  En  20  del  mismo 
mes  y  año  fué  nombrado  sustituto  del  Mro.  Martínez  de 
Osma  en  la  cátedra  de  Prima  de  Teología,  vacando,  por 
consecuencia,  en  la  de  Vísperas.  No  hemos  encontrado  la 
publicación  de  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima,  pero  las 
historias  del  convento  de  San  Esteban,  que  dan  muy  abun- 
dantes datos  sobre  la  vida  y  obras  del  Mro.  Deza,  dicen  que 
se  vacó  en  Abril  de  1480,  y  que  después  fué  provista  en  él. 
La  desempeñó  hasta  1486. 


Deza  (Fr.  Pedro  de). 

Tenía  el  grado  de  maestro.  Empezó  á  leer  la  cátedra  de 
Lenguas  en  1449,  según  información  hecha  al  tiempo  de  su 
jubilación.  Fué  jubilado  en  28  de  Septiembre  de  1468,  siendo 
nombrado  sustituto  en  Marzo  del  70,  el  Br.  Belén,  que  figu- 
ra todavía  en  1480.  No  se  tienen  más  noticias  de  su  vida. 


Días  (Alvar). 

El  grado  más  alto  con  que  figura  es  el  de  licenciado,  y 
era  portugués.  Aparece  como  catedrático  de  Retórica 
en  1464.  Disfrutó  de  varias  licencias  por  enfermo;  entre  Ju- 
lio de  1470  y  Febrero  de  1471,  no  se  consignan  las  actas  en 
el  libro  de  Claustro.  En  este  tiempo  se  declaró  vacante  la 
cátedra  de  Retórica,  y  en  Marzo  del  71  fué  nombrado  por 
votos  de  estudiantes  el  Br.  Antón  de  Salamanca,  catedráti- 
co de  Retórica. 


-  257  - 

Díaz  de  Costana  (Pedro). 

Figura  con  el  número  84  entre  las  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé. Nicolás  Antonio  y  la  historia  del  colegio  de  San  Bar- 
tolomé, entre  otras,  dan  abundantes  noticias  de  su  vida  y  de 
sus  obras.  En  ellas  se  hace  constar  que  fué  catedrático  de 
Vísperas  de  Teología,  y  es  afirmación  que  no  puede  aceptar- 
se sin  reservas.  En  15  de  Febrero  de  1475,  según  resulta  de 
los  libros  de  Claustros,  fué  nombrado  sustituto  del  maestro 
Calvea.  En  1.°  de  Mayo  de  1476  aparece  como  sustituto  del 
Mro.  Deza,  en  la  cátedra  de  Hebreo.  En  el  juramento  de  1.° 
de  Mayo  de  1478,  se  dice  que  es  sustituto  del  Mro.  Calvea. 
Poco  después  se  declara  vacante  la  sustitución,  que  como 
hemos  dicho  fué  dada  al  Mro.  Fr.  Diego  de  Deza,  y  no  se 
vuelve  á  hacer  mención  de  él.  Es  probable  que  dejara  á  Sa- 
lamanca para  desempeñar  el  canonicato  de  Burgos;  pero  lo 
que  puede  afirmarse  es  que,  durante  el  tiempo  que  estuvo 
en  Salamanca,  había  catedrático  de  propiedad  de  Vísperas 
de  Teología  y  que  Costana  sólo  pudo  ser  sustituto  de  este 
catedrático. 

Espinosa  (Martín  de). 

Mro.  en  Artes.  Se  tienen  muy  pocas  noticias  de  su  vida. 
Hizo  el  juramento  de  1.°  de  Mayo  de  1464,  y  entonces  era  ca- 
tedrático de  Prima  de  Lógica.  Siguió  desempeñando  la  cáte- 
dra y  como  catedrático  figuraba  en  1480.  Uno  de  sus  suce- 
sores, quizá  el  inmediato,  el  Dr.  y  Mro.  Martín  Vázquez  de 
Oropesa  fué  jubilado  en  1504;  esto  supone  un  nombramiento 
como  catedrático  de  propiedad  obtenido  en  1484,  fecha  en 
la  cual  puede  aproximadamente  ponerse  la  muerte  del  maes- 
tro Espinosa. 

Espinosa  (Rodrigo  de). 

Figura  con  el  número  46  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé. Fué  recibido  en  el  colegio  el  2  de  Junio  de  1438.  Dí- 
cese  que  siendo  colegial  fué  graduado  de  Lie.  en  Cánones, 
y  que  habiendo  llevado  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones,  se 

17 


-  258  - 

graduó  de  doctor.  No  hay  datos  ni  para  aceptar  ni  para  re- 
chazar estas  afirmaciones.  Hipotéticamente  le  hemos  con- 
siderado como  antecesor  del  Dr.  Gómez  de  Zamora. 


Fernández  (Juan). 

Dr.  en  Medicina.  Le  cita  Chacón  entre  los  regentes  de 
cátedras  que  figuraban  en  una  inscripción,  que  existía  en  su 
tiempo,  conmemorativa  de  la  edificación  de  la  Universidad, 
terminada  en  1433.  No  se  ha  encontrado  ningún  otro  dato. 


Fontiveros  (Fernando  de). 

En  20  de  Abril  de  1472  es  nombrado  sustituto  de  la  cáte- 
dra de  Astrología,  durante  la  ausencia  del  Br.  Diego  de 
Calzadilla.  En  5  de  Febrero  de  1474,  hace  la  probanza  de 
cinco  cursos,  de  seis  meses  cada  uno  en  este  Estudio,  para 
recibir  el  grado  de  Br.  en  Teología.  En  20  de  Mayo  de  1476, 
se  le  nombra  catedrático  de  Astrología.  Sigue  figurando  en 
los  libros  de  Claustros  hasta  1480.  No  se  conocen  más  datos 
de  él:  sólo  se  sabe  que  en  1485  no  era  catedrático  de  Astro- 
logía. 

Fores  (Lie) . 

Lie.  en  Medicina.  En  los  libros  de  Claustros  se  le  llama 
siempre  el  Br.  Fores  ó  el  Lie.  Fores.  Tan  sólo  tratando 
en  16  de  Noviembre  de  1468  de  oposiciones  á  unas  cátedras 
de  Leyes,  se  dice  que  Rodrigo  Maldonado  dio  por  fe  al  ba- 
chiller Fores,  fijo  del  bachiller  Jaymes.  ¿Será  este  Jaymes 
el  médico  Fores?  En  22  de  Marzo  de  1466  por  enfermedad  del 
propietario  se  le  nombra  sustituto  del  Dr.  de  la  Reina  en  la 
cátedra  de  Prima  de  Medicina  y  en  19  de  Mayo  del  mismo 
año  se  encarga,  por  voto  de  los  oyentes  de  la  sustitución  de 
la  cátedra  de  Vísperas  de  Medicina  del  Dr.  Medina;  así,  con- 
tra su  voluntad,  leyó,  como  sustituto,  las  dos  cátedras  de 
Prima  y  Vísperas  de  Medicina.  Sobre  el  nombramiento  de 
sustituto  de  San  Juan  hasta  la  Virgen  de  Septiembre  de  1468 
tuvo  algunas  diferencias  con  el  Dr.  de  la  Reina.  Al  quedar 


-  259  - 

vacante  la  cátedra  de  Vísperas  de  Medicina  por  ascenso  del 
Dr.  Medina  debió  ser  nombrado  catedrático  de  propiedad  el 
Lie.  Fores.  En  22  de  Marzo  de  1470  se  anuncia  la  sustitución 
de  la  cátedra  de  Vísperas  del  Lie.  Fores,  y  en  una  citación 
al  Br.  Reina  de  Mayo  de  aquel  año,  se  dice  claramente  tam- 
bién que  era  catedrático  de  Vísperas.  Fores,  sin  embargo, 
no  debió  leer  por  su  persona  mucho  tiempo  la  cátedra.  En 
los  libros  de  Claustros  se  encuentran  con  fechas  de  9  de 
Marzo  de  1472  y  de  7  de  Junio  de  1473  licencias  á  nuestro 
licenciado  y  catedrático  para  que  vaya  á  servir  al  arzobis- 
po de  Sevilla,  y  en  la  segunda  se  añade  que  sea.  sine  percep- 
tione  salarii,  y  por  respeto  al  Sr.  Arzobispo  de  Sevilla,  que 
Dios  haya,  e  del  Sr.  Fonseca,  su  sobrino,  que  gelo  enbio  a 
arrogar.  En  los  años  siguientes  obtuvo  prórroga  de  aque- 
llas licencias  hasta  que  en  6  de  Abril  de  1478  renunció  á  la 
cátedra  de  Vísperas  de  Medicina. 


Frías  (Gonzalo). 

Bachiller,  probablemente  en  Teología  ó  en  Artes.  Fué 
nombrado  sustituto  de  San  Juan  á  la  Virgen  de  Septiembre 
del  año  1471  de  las  cátedras  de  Filosofía  moral  y  Filosofía 
natural.  Por  enfermedad  del  Maestro  Juan  de  León,  cate- 
drático de  Filosofía  moral,  fué  designado  sustituto  de  esta 
cátedra  en  1472.  En  26  de  Noviembre  de  1476  se  le  nombra 
sustituto  del  Mro.  Pascual  Ruiz,  catedrático  jubilado  de  Fi- 
losofía natural  y  desempeñó  esta  sustitución  hasta  que  entró 
en  religión.  Por  esta  causa  se  declaró  vacante  la  sustitución 
del  Mro.  Ruiz  el  19  de  Octubre  de  1479.  Debe  ser  el  mismo 
de  quien  dice  Nicolás  Antonio  que  fué  monje  Jerónimo  en  el 
Monasterio  del  Parral,  que  había  estudiado  en  Salamanca 
Filosofía,  Teología,  Retórica  y  Matemáticas,  enseñado  Teo- 
logía escolástica,  y  que  dejó  escritos  16  ó  17  volúmenes, 
parte  transcripciones,  parte  trabajo  original.  Debe  ser  tam- 
bién de  él  de  quien  Vallín  refiere  en  los  apéndices  de  su  obra, 
al  hablar  de  los  que  se  distinguieron  en  el  cultivo  de  las  ma- 
temáticas, uque  fué  un  insigne  catedrático  de  Salamanca, 
que  dejó  escritos  16  ó  17  volúmenes  sobre  todos  los  ramos 
de  esas  ciencias,  que  se  han  conservado  inéditos  en  el  mo- 


-  260  - 

nasterio  del  Parral^.  La  afirmación  de  Vallín  es  difícil  de 
armonizar  con  la  enumeración  que  hace  Nicolás  Antonio 
del  contenido  de  tales  volúmenes. 

Gómez  García. 

Dr.  en  Medicina.  Le  cita  Chacón  entre  los  regentes  de 
cátedras  que  figuraban  en  una  inscripción  que  existía  en  su 
tiempo,  conmemorativa  de  la  edificación  de  la  Universidad, 
terminada  en  1433.  No  se  ha  encontrado  ningún  otro  dato. 

García  (Alvaro). 

Los  libros  de  Claustros  nos  dan  la  fecha  de  la  renuncia 
de  la  cátedra  de  Biblia  que  desempeñó,  ocurrida  en  29  de 
Junio  de  1464.  Las  Historias  del  convento  de  San  Esteban 
nos  dicen  que  fué  en  la  cátedra  de  Biblia  el  sucesor  de  x\lon- 
so  de  Madrigal,  y  que  fué  también  arcediano  de  Cea. 

García  (Nicolás). 

Dr.  en  Medicina.  En  1467  sustituyó  la  cátedra  de  Prima 
de  Medicina  por  enfermedad  del  Dr.  de  la  Reina.  En  17  de 
Febrero  de  1470  fué  nombrado  catedrático  de  Prima  de  Me- 
dicina en  la  vacante  del  Dr.  Medina.  En  Claustro  de  30  de 
Marzo  de  1471  se  le  remite,  á  instancias  de  los  frailes  de  San 
Francisco,  la  multa  que  le  impuso  la  Universidad  por  haber 
ido  sin  permiso  á  Zamora  á  curar  al  provincial  de  los  Fran- 
ciscanos. En  15  de  Febrero  de  1473  pide  licencia  para  ausen- 
tarse de  la  cátedra  por  haber  sido  llamado  por  el  Rey.  La 
Universidad  se  la  dio  sine  perceptionc  salarii.  En  26  de  No- 
viembre de  1474  se  le  da  autorización  por  estar  paralítico 
para  ir  donde  le  convenga  y  en  31  de  Enero  de  1475  se  de- 
clara vacante  la  cátedra  por  fin  y  muerte  del  Dr.  García. 

García  de  Bonilla  (Fernando). 

Se  opuso  á  la  cátedra  de  Vísperas  de  Leyes  que  quedó 
vacante  por  ascenso  del  Dr.  Avila.  Debió  llevarse  la  cáte- 
dra porque  luego  figura  como  catedrático  de  esta  asigna- 


-  261  - 

tura.  Fué  enviado  por  la  Universidad  en  Mayo  de  470  con 
una  comisión  al  Arzobispo  de  Sevilla,  para  conseguir  la  li- 
bertad del  sustituto  del  Licenciado  Fores,  catedrático  de 
Vísperas  de  Medicina,  y  luego  con  otra  al  Conde  de  Alba 
para  que  dé  una  carta  "de  favor  para  el  alcaide  de  Castro- 
nuño  que  tenía  preso  á  un  estudiante.  En  24  de  Octubre 
de  1472  se  declara  vacante  la  cátedra  de  Vísperas  de  Leyes 
por  fin  y  muerte  del  Dr.  Bonilla. 

García  de  Burgos  (Diego). 

Dr.  en  Leyes.  Según  las  notas  apuntadas  al  tiempo  de  su 
jubilación  era  catedrático  de  propiedad  en  la  facultad  de 
Leyes  en  1447.  No  se  conservan  de  él  más  noticias  que  la  de 
su  jubilación  en  la  cátedra  de  Prima  de  Leyes,  que  le  fué 
concedida  el  20  de  Noviembre  de  1467.  En  Claustro  de  18 
de  Octubre  de  1468  se  declaró  vacante  la  cátedra  por  muer- 
te del  Sr.  Burgos:  por  tanto  la  fecha  de  su  muerte  hay  que 
suponerla  durante  las  vacaciones  de  aquel  año,  ó  sea,  del  8 
de  Septiembre  al  de  la  declaración  de  la  vacatura. 

García  de  Villadiego  (Gonzalo). 

Aparece  con  el  número  143  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Ingresó  en  el  Colegio  el  16  de  Diciembre  de  1465. 
Fué  Dr.  en  Cánones.  Estimamos  algo  equivocada  la  relación 
que  hace  de  su  vida  académica  la  historia  del  Colegio  de  San 
Bartolomé.  Según  los  libros  de  Claustro  en  8  de  Noviembre 
de  1468  fué  nombrado  sustituto  del  Dr.  Gómez  de  Zamora  en 
la  cátedra  de  Prima  de  Cánones.  Hizo  juramento  como  tal 
sustituto  los  años  siguientes.  En  10  de  Noviembre  de  1471 
fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Cánones  en  la  va- 
cante del  Lie.  Melgar.  Sin  embargo  figura  en  los  libros  de 
Claustros  una  concordia  entre  él  y  el  Lie.  Juan  de  Medina, 
por  la  cual,  para  evitar  ruidos  y  escándalos,  y  por  bien  de 
paz,  utilidad  y  provecho  de  la  Universidad,  la  mitad  de  los 
residuos  y  emolumentos  de  la  cátedra  serían  para  el  licen- 
ciado Medina.  En  15  de  Noviembre  de  1471  se  discutió  la  le- 
gitimidad de  la  colación,  que  impugnó  el  Lie.  Diego  Alonso 


-  262  - 

de  Benavente  y  defendieron  el  citado  Medina  y  Gonzalo  de 
la  Rúa.  En  28  de  Agosto  de  1475  le  dieron  un  año  de  licen- 
cia, mejor  dicho,  hasta  San  Lucas  del  476,  para  ir  á  Roma 
para  asuntos  propios.  Le  fué  prorrogado  el  permiso,  hasta 
que  en  10  de  Febrero  de  1479  los  Consiliarios  pronunciaron 
por  vaca  la  cátedra  del  Dr.  Villadiego;  el  Vice-Rector  y  al- 
gunos otros  claustrales  se  opusieron  á  esta  determinación 
por  entender  que  la  licencia  no  había  caducado.  La  cues- 
tión fué  muy  debatida  y  ocupa  en  el  libro  muchos  folios.  La 
cátedra  sin  embargo  se  publicó  por  vaca  y  se  admitieron 
las  presentaciones  de  algunos  opositores.  Según  dice  Nico- 
lás Antonio  era  canónigo  doctoral  de  la  catedral  de  Toledo 
en  1476.  Después  fué  Oidor  de  la  Sacra  Rota  y  desempe- 
ñando este  cargo  fué  presentado  para  Obispo  de  Oviedo. 
Menéndez  Pelayo  le  coloca  en  Ciencia  española  entre  los 
intérpretes  del  Derecho  romano  con  una  obra  que  no  men- 
ciona Nicolás  Antonio:  De  restitutione  in  integrum.  En  la 
Biblioteca  de  Gallardo  se  da  cuenta  del  tratado  Contra 
h&reticam  pravitantem,  como  impreso  en  Salamanca  en 
el  año  1496.  Disfrutó  de  justa  y  merecida  fama. 

Gómez  de  Cantalapiedra  (Martín). 

Tenía  el  grado  de  maestro.  Fué  nombrado  catedrático 
de  Música  á  principios  del  año  1465.  No  se  conoce  pormenor 
ninguno  de  su  vida.  Sólo  consta  que  en  29  de  Octubre  de  1479 
se  declaró  vacante  la  cátedra  de  Música  por  muerte  del 
Mro.  Cantalapiedra. 

Gómez  de  Salamanca  (Fernando). 

En  1464  era  catedrático  de  Música.  Por  su  muerte  se  de- 
claró vacante  la  cátedra  en  22  de  Enero  de  1465.  Se  le  llama 
en  los  libros  de  Claustros  Fernand  Gómez,  cantor. 

Gómez  de  Villasandino  (Gonzalo). 

Dr.  en  Cánones.  Aunque  los  datos  que  conocemos  de  su 
vida  son  del  siglo  xvi,  su  importancia  como  catedrático  en 
la  Universidad  de  Salamanca  fué  del  siglo  xv.  En  1 .°  de  Mayo 


-  263  - 

de  1476  figura  un  bachiller  de  este  nombre  como  sustituto  del 
Dr.  Méndez  de  Deza  en  la  cátedra  de  Decreto.  Después  en- 
contramos en  los  libros  de  Claustros  de  1503  que  el  Dr.  Vi- 
llasandino  era  catedrático  de  Prima  de  Cánones,  y  en  22  de 
Julio  de  1504  se  le  concede  la  jubilación  por  haber  leído  vein- 
te años  como  catedrático  de  propiedad.  Es,  por  tanto,  ha- 
cia 1484  cuando  fué  nombrado  catedrático.  Figuró  como  ju- 
bilado en  todos  los  negocios  de  la  Universidad  hasta  su 
muerte,  ocurrida  el  9  de  Marzo  de  1532. 

Gómez  de  Zamora  (Diego). 

Dr.  en  Cánones.  De  las  notas  consignadas  al  tiempo  de  su 
jubilación  resulta  que  era  catedrático  de  propiedad  desde  el 
año  1447.  En  30  de  Octubre  de  1467  se  hace  la  publicación  de 
los  servicios  prestados,  y  días  después,  el  2  de  Noviembre, 
se  le  jubiló  en  su  cátedra  de  Prima  de  Cánones.  En  acta  de  30 
Octubre  de  1475  se  dice  que  el  Dr.  Zamora  tenía  la  cátedra 
más  antigua  de  Cánones.  Figura  en  libros  de  Claustros  has- 
ta 1480:  luego  no  hemos  hallado  nada  más  que  en  25  de  No- 
viembre de  1484  repitió  para  licenciado  el  Dr.  Pedro  de  Oro- 
pesa,  y  la  repetición  la  presidió  el  Dr.  Zamora.  Sin  embar- 
go, teniendo  en  cuenta  que  su  sucesor  debió  ser  el  Dr.  G.  de 
Villasandino,  que  ganó  cátedra  de  propiedad  en  1484,  podrá, 
con  las  naturales  reservas,  ponerse  en  esta  fecha  bien  la 
muerte  del  Dr.  G.  de  Zamora,  bien  la  renuncia  de  la  cátedra 
de  Prima. 

Gomiel  (Pedro). 

Mro.  en  Artes.  Sabemos  que  fué  catedrático  de  Prima  de 
Gramática,  porque  en  21  de  Abril  de  1503  se  declara  vacan, 
te  la  cátedra  por  muerte  del  maestro. 

González  (Diego). 

Dr.  en  Leyes.  Le  cita  Chacón  entre  los  regentes  de  cá- 
tedras que  figuraban  en  una  inscripción  que  existía  en  su 
tiempo,  conmemorativa  ele  la  edificación  de  la  Universidad, 
terminada  en  1433.  No  se  ha  encontrado  ningún  otro  dato. 


-  264  - 

González  (Juan). 

Chacón  ha  conservado  dos  notas.  Una  de  un  doctor  de  ese 
nombre  que  aparece  en  una  concordia  hecha  entre  la  Uni- 
versidad y  el  Concejo  en  1421.  La  otra  es  de  1433  y  corres- 
ponde á  la  inscripción  en  que  figura  el  anterior.  En  esta  ins- 
cripción el  Dr.  Juan  González  figura  como  Dr.  en  Decretos- 
González  de  Hontiveros  (Pedro). 

Figura  con  el  número  27  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé, y  allí  se  dice  que  fué  catedrático  de  Vísperas  de 
Leyes.  No  hay  datos  para  aceptar  ni  para  rechazar  esta  afir- 
mación. Ingresó  en  el  Colegio  hacia  1426. 

González  de  Segovia  (Juan). 

Hemos  encontrado  dos  citas,  y  en  las  dos  se  dice  que  era 
Mro.  en  Teología.  La  más  antigua  es  de  1426:  figura  en  una 
carta  de  Juan  II  (1)  como  querellante  en  nombre  de  la  Uni- 
versidad contra  la  conducta  de  Juan  de  Valencia,  corregi- 
dor de  Salamanca.  La  otra  es  de  1433  en  la  inscripción  que 
conserva  Chacón.  Como  de  los  tres  Mros.  en  Teología  cita- 
dos por  este  autor  sabemos  las  cátedras  que  desempeñaban 
dos  de  ellos,  nos  hemos  atrevido  á  ponerle  entre  los  cate- 
dráticos de  Biblia. 

Juan  de  Sahagún  (San). 

Figura  con  el  número  96  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé. Se  supone  que  fué  catedrático  de  Sagrada  Escritu- 
ra en  esta  Universidad.  El  P.  Cámara,  Obispo  que  fué  de 
Salamanca,  escribió  la  mejor  y  más  completa  biografía  que 
sobre  él  se  ha  publicado. 

Lebrija  (Antonio  de). 

Mro.  en  Artes.  Algunas  veces  figura  en  los  libros  de 
Claustros  Lebrixa,  y  otras,  muy  pocas  Nebrija  y  Nebrixa. 
Los  datos  que  se  tienen  de  su  vida  puede  decirse  que  están 


(1)    Tomo  I,  pág.  114. 


-  265  - 

sacados  del  prólogo  de  su  Dictionariwn  ex  hispaniensi  in 
latinum  sermonan  de  donde  directa  ó  indirectamente  los 
han  tomado  los  que  se  ocupan  de  la  vida  de  este  ilustre 
humanista.  Hace  mención  de  tres  de  sus  maestros  en  Sa- 
lamanca, Mros.  Osma,  Ruiz  de  Aranda  y  Apolonio.  Toda 
vez  que  los  dos  primeros  son  bien  conocidos  nos  atrevemos 
á  identificar  al  tercero  con  el  catedrático  de  Astrología 
Nicolás  Polonii,  que  en  1464  leía  todavía  aquella  cátedra. 
Puede  suponerse  que  entre  los  años  de  1457  y  1463  trans- 
currió el  quinquenio  que  pasó  Lebrija  en  Salamanca.  Re- 
sulta que  en  4  de  Julio  de  1475  se  hizo  un  concierto  entre 
la  Universidad  y  el  Br.  Lebrija  para  que  leyese  por  tiempo 
de  cinco  años  dos  lecciones  diarias,  una  de  prosa  y  otra  de 
poesía.  Poco  después  vacante  una  cátedra  de  Prima  de  Gra- 
mática, se  opuso  á  ella  el  27  de  Diciembre  de  1475  (el  libro 
dice  1476,  pero  debe  ser  error  del  amanuense).  Presentó  el  9 
de  Enero  de  1476  su  título  de  Br.  en  Artes  y  testimonios  de 
suficiencia,  entre  los  cuales  está  el  del  Mro.  Pedro  de  Osmn, 
y  á  los  pocos  días  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  de 
Prima  de  Gramática,  de  la  que  se  le  hizo  colación  el  22  de 
Enero  de  aquel  año.  En  el  encabezamiento  de  este  acta  se 
le  llama  Juan,  y  entre  los  catedráticos  que  hicieron  el  ju- 
ramento de  1  de  Mayo  de  1476  figura  el  Br.  Juan  de  Le- 
brixa.  ¿Sería  error  también  del  amanuense  ó  que  Lebrija 
se  llamó  Juan  algún  tiempo?  Luego  no  se  ofrece  esta  parti- 
cularidad. En  1480  era  todavía  catedrático  de  Prima,  pero 
cuando  en  1503  los  libros  de  Claustros  nos  pueden  dar  nue- 
vos testimonios,  nos  encontramos  con  que  los  maestros  que 
desempeñan  las  cátedras  de  Prima  de  Gramática  son  Pe- 
dro de  Gomiel  y  Alonso  de  Tizón.  Tampoco  figura  su  nom- 
bre ni  en  la  cátedra  de  Poesía  ni  en  la  de  Oratoria.  Debió 
hacer  renuncia  de  las  cátedras  que  desempeñaba,  la  de 
Prima  y  algunas  de  las  que  se  había  comprometido  á  leer, 
hacia  1487  ó  1488,  porque  dice  en  su  especie  de  autobiogra- 
fía "cuánto  provecho  hice  doce  años  leyendo,,.  Conocidas 
son  las  labores  á  que  se  consagró  después  bajo  la  protec- 
ción de  D.  Juan  de  Estuñiga,  á  quien  dedica  el  Dicciona- 
rio hispano-latino.  La  muerte  de  su  protector,  que  con  sus 
mercedes  había  dado  ocio  y  sosiego  á  la  vida  de  Lebrija,  le 
obligó  á  dedicarse  de  nuevo  á  la  enseñanza  al  fallecimien- 


-  266  - 

to  del  Mro.  Gomiel  y  se  opone  en  19  de  Mayo  de  1503  á 
una  de  las  de  Prima  de  Gramática  (ignoramos  si  la  misma 
que  antes  había  desempeñado).  No  tuvo  contrincantes  y  el 
Claustro  le  dio  posesión  de  ella  el  23  del  mismo  mes  y  año. 
No  sabemos  la  causa,  pero  consta  que  ante  el  Claustro  de 
20  de  Octubre  del  mismo  año  de  1503,  Juan  de  Villafuerte, 
en  virtud  de  poder  que  exhibió  del  Mro.  Antonio  de  Le- 
brija,  renunció  á  la  cátedra  de  Prima  que  tenía.  Su  suce- 
sor, el  Mro.  Pedro  de  Espinosa,  la  disfrutó  escaso  tiem- 
po porque  murió  á  poco  de  ser  nombrado.  Lebrija  entonces 
se  vuelve  á  oponer  en  10  de  Abril  de  1505.  Tuvo  por  con- 
trincante al  Mro.  Arias  Barbosa,  que  desistió  de  la  opo- 
sición, y  entonces  el  Claustro,  por  ser  único  opositor,  le 
hizo  colación  de  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática,  el  2  de 
Mayo  de  1505.  Permaneció  algún  tiempo  en  Salamanca, 
pero  en  Claustro  de  Consiliarios  de  19  de  Febrero  de  1509, 
en  vista  de  que  el  Mro.  Lebrija  llevaba  cuatro  meses 
cumplidos  ausente  de  su  clase  se  pronunció  por  vaca  la 
cátedra  de  Prima,  conforme  á  las  Constituciones.  Vacante 
la  cátedra  de  Retórica,  el  Mro.  Lebrija  se  opone  á  ella 
el  31  de  Agosto  de  1509  y  aceptó  la  colación  del  salario  de 
lectura  de  Plinio,  que  Flaminio  había  dejado  vacante.  En 
3  de  Octubre  de  aquel  año,  habiéndose  quedado  único  opo- 
sitor, fué  nombrado  catedrático  de  Retórica:  como  tal  si- 
gue figurando  hasta  1512.  Faltan  los  libros  de  Claustro  de 
los  años  siguientes  hasta  1526.  Es  presumible  que  á  la  muer- 
te del  Mro.  Tizón  en  1513,  se  opusiese  á  la  clase  de  Prima 
de  Gramática,  tal  vez  para  obtener  la  jubilación  de  aque- 
lla cátedra  que  tenía  más  renta  que  la  de  Retórica,  que 
desempeñaba,  pues  en  Julio  de  1513  llevaría  unos  dieci- 
nueve años  de  servicios  como  catedrático  de  propiedad. 
Estas  oposiciones  han  sido,  por  desgracia,  las  que  han  ad- 
quirido más  celebridad  por  haberse  divulgado  el  texto  in- 
serto en  el  Cronicón  ó  Ayuntamientos  de  Pedro  de  Torres, 
según  el  cual,  un  rapaz  de  Castillo,  favorecido  por  toda  la 
Universidad  se  llevó  una  cátedra  de  Prima  de  Gramática, 
á  la  que  el  Mro.  Lebriga  se  había  opuesto,  y  en  la  que 
se  explicaban  las  obras  de  Gramática  que  escribió.  No  du- 
damos de  que  la  autoridad  del  Mro.  Lebrija  era  mayor  que 
la  del  Mro.  García  del  Castillo,  del  que  nada  ha  quedado, 


-  267  - 

salvo  el  nombre  y  alguna  otra  nota  biográfica,  pero  sí  tene- 
mos en  cuenta  que  Lebrija  era  catedrático  de  propiedad  y 
que  fué  por  lo  menos  tres  veces  maestro  de  aquella  asigna- 
tura y  la  había  renunciado,  aparte  de  que  tal  vez  buscase  la 
cátedra  para  jubilarse,  como  algún  otro,  con  más  renta, 
quizá  encuentre  disculpa  en  su  proceder  nuestra  Escuela, 
ya  que  no  justificación,  y  no  seguirá  pesando  sobre  ella, 
como  hasta  ahora  el  cargo  que  se  le  hace.  Su  vida  en  Alcalá 
ha  sido  estudiada  con  gran  cuidado  en  la  tesis  doctoral  del 
catedrático  de  la  Universidad  de  Valencia  Sr.  Latorre  y  del 
Cerro,  y  á  ella  remitimos  á  los  que  quieran  seguir  la  vida 
académica  del  ilustre  maestro.  Nicolás  Antonio,  nuestro 
inolvidable  amigo  el  notable  filólogo  y  catedrático  de  la  Cen- 
tral Sr.  Sánchez  Moguel,  y  los  que  después  de  él  han  tra- 
tado de  este  humanista,  completan  los  datos  biográficos  y 
bibliográficos.  Por  esta  razón  omitimos  dar  más  particula- 
ridades de  su  vida  y  la  lista  de  las  obras  que  publicó. 

León  (Juan). 

Mro.  en  Artes.  Fué  regente  de  Gramática.  Siendo  sólo 
bachiller  ganó  la  cátedra  de  Filosofía  moral  de  la  que  se  le 
hizo  colación  el  7  de  Julio  de  1466.  Era  ya  maestro  á  prin- 
cipios de  1469.  En  Claustro  de  23  de  Junio  de  1473  se  publicó 
la  vacatura  de  la  cátedra  por  fin  y  muerte  del  maestro. 

Madrigal  (Alonso  de). 

La  celebridad  de  este  ilustre  Mro.  en  Teología  contrasta 
con  la  carencia  de  noticias  que  tenemos  de  él.  Sentimos 
vernos  obligados  á  decir  que  no  hemos  encontrado  ningún 
dato  más  que  los  publicados  en  las  obras  impresas. 

Maldonado  de  Talavera  (Rodrigo). 

Dr.  en  Leyes.  No  tenemos  más  que  una  nota:  en  2  de  Fe- 
brero de  1477  renuncia  á  su  cátedra  de  Vísperas  de  Leyes. 
Antes  de  esta  fecha  sabemos  que  el  Dr.  Rodríguez  de  Snn 
Isidro  renunció  la  cátedra  de  Vísperas  de  Leyes  á  favor  de 


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Rodrigo  Maldonado,  y  que  la  cátedra  se  provee  en  él.  Pero 
en  19  de  Enero  de  1469,  á  raíz  de  esta  provisión  un  Lie.  Ta- 
lavera  nombra  sustituto  en  su  cátedra  de  Víspera  de  Leyes 
hasta  doctorarse,  y  luego  ya  se  habla  del  Dr.  Talavera  y 
se  prescinde  del  apellido  Maldonado  hasta  que  en  la  renun- 
cia aparecen  los  dos  apellidos.  Con  las  naturales  reservas 
nos  atrevemos  á  indicar  que  debe  tratarse  de  una  misma 
persona. 

Martínez  (Pedro). 

Figura  como  Dr.  en  Decretos  en  la  inscripción  copiada 
por  Chacón. 

Martínez  de  Osma  (Pedro). 

Mro.  en  Teología  y  en  Artes.  Figura  con  el  número  70 
entre  los  colegiales  de  San  Bartolomé.  Ingresó  en  el  colegio 
en  1.°  de  Mayo  de  1444.  Se  hizo  Mro.  en  Artes  en  18  de  Di- 
ciembre de  1457;  leía  entonces  la  cátedra  de  Filosofía  mo- 
ral. En  27  de  Junio  de  1463  se  encargó  de  la  de  Prima  de 
Teología.  En  4  de  Enero  de  1465  le  requirió  la  Universidad 
para  que  pagase  al  arca  del  Estudio  los  derechos  de  su  in- 
corporación de  Mro.  en  Teología.  En  2  de  Agosto  de  1478 
se  le  declaró  jubilado.  Conocido  es  el  examen  hecho  en  Al- 
calá de  algunas  repeticiones  sobre  la  confesión  y  sobre  la 
jurisdicción  y  poder  del  Pontífice.  Consta  efectivamente  en 
los  libros  de  Claustros  que  el  14  de  Junio  de  1479  se  tomaron 
acuerdos  contra  los  libros  del  maestro  que  se  consideraron 
heréticos.  La  historia  del  de  San  Bartolomé  dice  que  murió 
en  1480,  después  de  haber  hecho  penitencia  en  el  convento 
de  San  Francisco  de  Alcalá.  Las  historias  de  San  Esteban 
manifiestan  que  confuso  y  corrido  al  ver  sus  libros  quema- 
dos se  retiró  á  Alba  de  Tormes,  y  allí  murió  en  Abril  de  1480. 
Nicolás  Antonio  se  ocupa  de  él  é  inserta  la  apología  que 
Lebrija  hizo  del  maestro  en  sus  Quincuagenas.  Cuando  Le- 
brija  habla  de  los  maestros  que  tuvo  en  Salamanca,  en  el 
prólogo  del  Diccionario  dice,  sin  embargo,  que  aquellos  va- 
rones, aunque  no  en  el  saber,  en  decir  sabían  poco.  Y  más 
adelante  añade  que  para  desarraigar  Lebrija  la  barbarie  de 


-  269  - 

los  hombres  de  nuestra  nación,  comenzó  por  el  Estudio  de 
Salamanca.  No  quedan  con  este  juicio  á  mucha  altura  los 
conocimientos  que  en  la  lengua  latina  tenía  nuestro  maestro. 

Mella  (Juan  de). 

Figura  con  el  número  ocho  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Fué  Dr.  en  Decretos.  Llegó  á  ser  hasta  Carde- 
nal de  la  iglesia  romana.  En  la  historia  del  colegio  se  dice 
que  fué  catedrático  de  Decreto  en  la  Universidad  de  Sala- 
manca. No  hay  datos  para  aceptar  ni  para  rechazar  esta 
afirmación.  Murió  en  Roma  en  1467.  Nicolás  Antonio  hace 
constar  también  que  fué  catedrático  de  Salamanca. 

Melgar  (Gonzalo  Alonso  de). 

Lie.  en  Cánones.  Era  catedrático  de  Vísperas  de  Cáno- 
nes en  1464,  pero  no  leía  la  cátedra.  Se  encuentran  en  los 
libros  de  Claustros  acuerdos  concediendo  licencia  al  licen- 
ciado Melgar  para  que  se  ausentara  de  la  ciudad  y  no  se  le 
vacase  la  cátedra,  aunque  no  la  leyese,  pero  no  se  dice  la 
causa  por  la  que  se  le  daba  la  licencia.  Por  muerte  del  li- 
cenciado Melgar  se  declara  vacante  la  cátedra  que  tenía  de 
Vísperas  de  Leyes. 

Méndez  Deza  (Gonzalo). 

Era  catedrático  de  Decreto  y  Dr.  en  Cánones  en  1464. 
Fué  jubilado  hacia  1466-67.  Como  catedrático  jubilado  hizo 
el  juramento  de  1  de  Mayo  de  1467.  En  29  de  Julio  de  1472 
dio  poder  al  Claustro  para  que  pudiese  nombrar  sustitutos 
en  su  nombre.  Seguía  figurando  como  catedrático  jubilado 
en  1480.  Quizá  muriese  en  1484.  (V.  Cubillas  (Juan  de). 

Murcia  (Guillen  de). 

Figura  con  el  número  5  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé. Mro.  en  Teología.  Parece  que  fué  catedrático  de 
Teología  de  la  Universidad.  No  hemos  encontrado  datos  ni 
para  aceptar,  ni  para  rechazar  esta  afirmación.  Ingresó  en 
el  colegio  en  1417. 


-  270  - 

Navalmorcuende  (Diego  de). 

Mro.  en  Artes.  Figuró  como  sustituto  en  cátedras  de 
Lógica.  En  3  de  Agosto  de  1464,  fué  nombrado  catedrático 
de  Texto  de  Lógica.  En  20  de  Diciembre  de  1466,  pide  licen- 
cia para  hacer  su  magisterio  en  Artes.  En  13  de  Mayo 
de  1469,  se  pronunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Texto 
viejo:  no  se  dice  la  causa. 

Nicolau  Antonio . 

Italiano.  En  8  de  Agosto  de  1465,  se  le  encarga  que  lea 
Poética  por  la  mengua  que  en  el  dicho  estudio  avia  de  se- 
mejantes onbres.  En  7  de  Septiembre  se  le  señalaron  de  sa- 
lario 6  florines  de  oro  mensuales,  porque  lea  un  curso,  desde 
San  Lucas  de  aquel  año  hasta  el  del  siguiente  de  1466.  En  20 
de  Agosto  de  1466,  se  le  da  licencia  para  ausentarse  y  nom- 
bra sustituto  á  Diego  Gómez,  canónigo  de  Salamanca.  En  3 
de  Enero  de  1467,  pide  su  parecer  á  los  oyentes  para  decir 
al  Rector  que  ad  vota  audiendum,  ha  cambiado  la  lectura 
de  Virgilio  por  la  moral  de  Julio. 

Núñez  (Antón). 

Lie.  en  Cánones  y  catedrático  de  Vísperas  de  Cánones. 
En  26  de  Mayo  de  1464,  renunció  la  cátedra  á  favor  del  Ba- 
chiller A.  R.  de  San  Isidro.  Sin  embargo  esta  renuncia  no 
daba  la  propiedad,  y  así  la  vacante  del  Lie.  Núñez  se  pro- 
veyó, por  oposición,  el  15  de  Junio  de  aquel  año. 

Oropesa  (Pedro  de). 

Figura  con  el  número  171  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé. Ingresó  en  el  colegio  en  17  de  Octubre  de  1478.  De 
un  manuscrito  que  poseyó  el  autor  de  la  historia  del  colegio 
de  San  Bartolomé,  resulta  que  en  28  de  Diciembre  de  1484 
tomó  el  grado  de  Lie.  en  Cánones  y  en  1485  llevó  la  cátedra 
de  Vísperas  de  Cánones.  Otros  particulares  cuenta  de  su 
vida  la  historia  del  colegio:  entre  ellos,  el  de  que  á  la  muer- 


—  271  — 

te  de  Mendoza,  la  Reina  Católica  pensó  en  él  para  el  Arzo- 
bispado de  Toledo,  pero  nuestro  doctor  no  lo  quiso  aceptar. 
Xo  dice,  sin  embargo,  cuando  dejó  la  cátedra.  No  hemos 
encontrado  dato  alguno  por  faltar  en  el  Archivo  la  docu- 
mentación de  esa  época;  con  todo  género  de  reservas  le  po- 
nemos como  sucesor  del  Dr.  Villadiego. 


Osorio  (Fr.  Alvaro  de). 

Dominico.  Mro.  en  Teología.  Figura  su  nombre  en  la  ins- 
cripción que  conservó  Chacón,  lo  cual  autoriza  á  creer  que 
regentaba  cátedra,  quizá  la  de  Vísperas  de  Teología  en  1433. 
Sucedió  en  la  de  Prima  á  Fr.  Lope  de  Barrientos,  según  nos 
dicen  las  historias  del  convento  de  San  Esteban,  y  se  jubiló 
en  ella.  Murió  en  1463. 


Ota  (Fr.  Sebastián  de). 

Mro.  en  Teología.  No  tenemos  más  datos  que  los  vagos 
que  nos  dan  las  historias  de  San  Esteban.  Según  ellas,  era 
de  excelente  y  sutil  ingenio  y  desempeñó  la  cátedra  de  Vís- 
peras al  tiempo  que  Fr.  Juan  de  Santo  Domingo  regentaba 
la  de  Prima.  No  se  sabe  á  qué  orden  pertenecía  el  Mro.  Ota. 


Padilla  (Fr.  Diego  de). 

Era  catedrático  de  Lógica  magna  en  1464.  Hizo  renuncia 
de  su  cátedra  en  4  de  Julio  de  1464  á  favor  del  Br.  Naval- 
morcuende,  según  dicen  los  libros  de  Claustros. 


Parra  (Gonzalo  de  la). 

Dr.  en  Medicina.  Fué  sustituto  varias  veces  en  cátedras 
de  Medicina.  En  Mayo  de  1478  es  nombrado  catedrático  de 
Vísperas  de  Medicina  en  la  vacante  del  Ledo.  Fores.  En  4 
de  Noviembre  de  1512  renunció  la  cátedra  de  Vísperas. 


-  2?2  - 


Pérez  de  Talavera  (Fernando). 

Lie.  en  Artes.  No  hay  más  nota  precisa  que  la  de  que  el  7 
de  Julio  de  1466  renunció  su  cátedra  de  Filosofía  moral  á  fa- 
vor del  Br.  Juan  de  León. 


Polonii  (Nicolás). 

En  Marzo  de  1464  fué  provista  la  vacante  de  la  cátedra 
de  Astrología  de  Nicolai  Polonii.  Sospechamos  que  es  el 
Apolonio  que  Lebrija  menciona  entre  sus  maestros  de  Sala- 
manca y  que  repiten  todos  los  que  de  Lebrija  se  han  ocupa- 
do. No  se  conoce,  sin  embargo,  ningún  otro  dato  biográfico. 


Pomponio-Mantuano. 

Fué  opositor  con  Lebrija  á  la  cátedra  de  Prima  de  Gra- 
mática, que  vacó  por  muerte  del  Mro.  Xuárez.  Consta  que 
se  opuso  á  ella  el  27  de  Diciembre  de  1475  (el  libro  de  Claus- 
tro pone  476  por  error  indudablemente).  Antes,  en  Claustro 
de  7  de  Junio  de  1473,  mandaron  que  lea  un  año  de  Poética 
el  mantuano  italiano;  sospechamos  que  sea  este  mismo.  No 
se  encuentran  más  datos  de  él. 


Ramírez  de  Villaescusa  de  Haro  (Diego). 

Figura  con  el  número  177  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Fundó  el  colegio  mayor  de  Cuenca  en  la  Univer- 
sidad de  Salamanca.  La  historia  del  colegio  dice  que  fué  ca- 
tedrático de  Retórica  á  los  diez  y  seis  años  (1475),  y  esto  no 
puede  ser  cierto,  porque  se  sabe  quién  era  aquel  año  cate- 
drático de  Retórica.  También  dice  que  lo  fué  de  Durando 
en  1480,  y  esta  cátedra  no  fué  instituida  hasta  el  siglo  xvi. 
No  damos  más  notas  de  este  personaje  por  considerarlas 
impropias  de  nuestro  trabajo. 


-  273 


Ramos  Pereira  (Bartolomé). 

Según  una  nota  de  Vallín  en  su  apéndice  de  españoles 
que  enseñaron  en  el  extranjero,  Nicolás  V  creó  en  Bolonia 
en  1482  (sic)  la  primer  escuela  de  música  de  Italia  y  llamó 
para  dirigirla  á  Ramos  Pereira,  catedrático  que  era  de  la 
Universidad  de  Salamanca.  No  hemos  encontrado  dato  al- 
guno de  este  catedrático. 


Reina  (Dr.  de  la). 

Dr.  en  Medicina.  Para  distinguirle  de  su  hijo,  algunas 
veces  le  llaman  el  Viejo.  En  los  libros  de  Claustro  no  encon- 
tramos noticias  de  este  médico.  El  dato  único  que  tene- 
mos de  su  vida  profesional  la  hemos  hallado  en  la  historia 
del  convento  de  San  Agustín  de  Salamanca  del  P.  Vidal: 
hablando  de  San  Juan  de  Sahagún,  dice  que  en  1463  cayó 
enfermo  el  Santo  con  el  mal  de  piedra,  y  que  los  médicos 
que  le  asistían,  que  eran  célebres  por  su  ciencia  y  conoci- 
dos el  uno  por  el  título  del  Dr.  de  la  Reina  y  el  otro  por  el 
nombre  del  Dr.  de  Medina,  acordaron  que  abriesen  al  Sier- 
vo de  Dios.  En  1464  figura  como  catedrático  en  los  libros  de 
Claustro.  Tenía  la  cátedra  de  Prima  de  Medicina.  En  22  de 
Marzo  de  1466  varios  médicos  declararon  estar  imposibilita- 
do el  Dr.  de  la  Reina  para  leer  su  cátedra.  En  26  de  Agosto 
de  1468  presentó  información  de  haber  leído  veinte  años  en 
cátedra  de  propiedad  después  que  fué  doctor:  empezó  sus 
servicios  en  1445.  Fué  tenido  por  jubilado  y  se  le  nombró 
sustituto.  Quiso  sin  embargo  hacer  los  nombramientos  de 
sustitutos  para  las  vacaciones,  de  San  Juan  á  la  Natividad 
de  la  Virgen,  pero  el  sustituto  que  era  el  Br.  Fores  protestó 
y  el  Rector  negó  al  apoderado  del  Dr.  de  la  Reina  derecho 
á  hacer  tales  nombramientos.  El  8  de  Mayo  de  1469  se  pro- 
nunció la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  del  Dr.  de  la 
Reina. 


L8 


-  274 


Reina  (Gabriel  de  la). 

Dr.  en  Medicina.  Era  hijo  del  anterior.  Figura  ya  en  el 
año  1465  leyendo  cátedras  cursatorias  de  Medicina:  se  le  lla- 
ma el  Br.  de  la  Reina.  En  27  de  Marzo  de  1470  es  nombrado 
sustituto  del  Lie.  Fores  en  la  cátedra  de  Vísperas  de  Medi- 
cina. Fué  hecho  preso  por  aquel  tiempo:  no  se  sabe  la  cau- 
sa. Consta  sí,  que  en  Claustro  de  17  de  Mayo  de  aquel  año 
marchó  una  comisión  á  ver  al  Obispo  de  Salamanca  para 
que  dé  libertad  al  Lie.  de  la  Reina,  y  que  al  Claustro  de  23 
del  mismo  mes  y  año  asistieron  para  tratar  el  asunto  el 
Obispo  de  Salamanca  y  un  escudero  del  Arzobispo  de  Se- 
villa. Hizo  el  juramento  en  1  de  Mayo  de  1471.  Como  se  le- 
yese también  por  sustituto  la  cátedra  de  Prima  de  Medicina 
en  2  de  Marzo  de  1473,  se  mandó  que  leyese  la  sustitución 
de  Prima  y  el  sustituto  del  Dr.  García  la  de  Vísperas.  En  4 
de  Febrero  de  1475  se  le  hizo  colación  de  la  cátedra  de  Pri- 
ma de  Medicina,  vacante  por  muerte  del  Dr.  García.  Era 
catedrático  en  1480:  después  de  esa  fecha  no  hay  ningún 
dato  de  él.  Al  principiar  el  siglo  xvi,  no  figuraba  ya  como 
catedrático  de  Prima. 

Roa  (Fernando  de). 

Aparece  como  Regente  de  Lógica  en  1469.  En  31  de  Ju- 
lio de  1473  se  le  hace  colación  de  la  cátedra  de  Filosofía  mo- 
ral. En  29  de  Julio  de  1475  le  dieron  dos  años  de  licencia 
para  graduarse  de  maestro.  Era  catedrático  todavía  en  1480, 
pero  no  al  principiar  el  siglo  xvi. 

Rodríguez  (Ferrán). 

Figura  como  Dr.  en  Leyes  en  la  inscripción  que  conser- 
vó Chacón.  No  se  tiene  ningún  otro  dato. 

Rodríguez  (Juan). 

Figura  como  Dr.  en  Decretos  en  esa  misma  inscripción. 
No  se  tienen  más  datos. 


-  275  - 

Rodríguez  Cornejo  (Antón). 

Dr.  en  Cánones.  Aparece  con  el  número  31  entre  los  co- 
legiales de  San  Bartolomé:  la  historia  dice  que  no  se  sabe 
el  día  de  su  ingreso  en  el  colegio.  Por  la  fecha  de  su  jubila- 
ción cabe  pensar  que  hacia  1450  fué  nombrado  catedrático 
de  Sexto.  En  22  de  Abril  de  1471  figura  como  catedrático 
recientemente  jubilado.  En  1479  asistió  á  la  Junta  que  en 
Alcalá  dictaminó  sobre  las  obras  del  Mro.  Osma.  Hizo  el 
juramento  de  1.°  de  Mayo  en  1503.  Poco  después,  el  2  de 
Enero  de  1504,  se  declaró  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Sex- 
to y  Clementinas  por  muerte  del  Dr.  Cornejo. 

Rodríguez  de  Peñalver  (Martín). 

Mro.  en  Teología.  Figura  con  el  número  54  entre  los  co- 
legiales de  San  Bartolomé.  Se  le  da  también  el  apellido  Pe- 
nal. La  historia  del  colegio  dice  que  se  le  admitió  en  él  en  29 
de  Octubre  de  1439.  Lo  mismo  esta  obra  que  las  historias  de 
San  Esteban  dicen  que  fué  catedrático  de  Vísperas  de  Teo- 
logía. En  esta  última  se  consigna  que  la  tenía  por  los  años 
de  1446,  y  que  le  sucedió  en  ella  el  Mro.  Calvea.  Lo  que  será 
más  difícil  de  aceptar  es  que  fuese  el  sucesor  del  Mro.  Fray 
Alvaro  Osorio.  No  hemos  encontrado  ningún  dato  referente 
á  este  maestro. 

Rodríguez  de  la  Rúa  (Juan) . 

Dr.  en  Leyes.  Figura  como  catedrático  de  Prima  de  Le- 
ves en  1464.  En  30  de  Enero  de  1468,  el  Claustro  le  dio  licen- 
cia para  que  fuese  á  Madrigal,  cum  pevceptione  salar ii,  á 
la  Junta  de  la  Hermandad,  porque  la  ciudad  le  compelía  á 
que  fuese.  En  Claustro  de  18  de  Octubre  de  1468  se  declaró 
vacante  la  cátedra  de  Prima  por  muerte  del  Dr.  de  la  Rúa. 

Rodríguez  de  San  Isidro  (Alfonso). 

Dr.  en  Cánones.  Debía  desempeñar  en  1464  alguna  cáte- 
dra cursatoria.  En  15  de  Julio  de  aquel  año  fué  nombrado 
catedrático  de  Vísperas  de  Cánones;  era  bachiller  cuando 


-  2?6- 

ganó  la  cátedra.  Se  graduó  después  de  licenciado,  y  en  29 
de  Enero  de  1469  de  doctor.  En  19  de  Octubre  de  1479  se  de- 
clara vacante  la  cátedra  de  Vísperas  de  Cánones  por  muer- 
te de  dicho  doctor. 

Rodríguez  de  San  Isidro  (Diego). 

Dr.  en  Leyes.  En  1464  era  catedrático  de  Vísperas  de 
Leyes.  En  2  de  Diciembre  de  1468  fué  nombrado  por  oposi- 
ción catedrático  de  Prima  de  Leyes  en  la  vacante  del  Dr.  de 
Burgos.  En  29  de  Enero  de  1469,  el  mismo  día  que  su  herma- 
no Alfonso,  recibió  el  grado  de  Dr.  en  Leyes.  Fué  su  padri- 
no el  Dr.  Alonso  Sánchez  de  Avila.  En  1503  figura  como  ca- 
tedrático jubilado.  Murió  en  1507:  al  consignarse  la  vacante 
de  la  cátedra  en  acta  de  16  de  Agosto  de  1507  se  dice  que 
está  sepultado  el  doctor  en  la  iglesia  de  San  Isidro  de  esta 
ciudad  de  Salamanca. 

Ruiz  de  Aranda  (Pascual). 

Mro.  en  Artes.  La  historia  del  colegio  de  San  Bartolomé 
dice  que  tal  vez  sea  el  colegial  señalado  con  el  número  93, 
Pascual  del  Moral.  Los  argumentos  que  emplea  no  son  muy 
convenientes.  Figura  como  catedrático  de  Filosofía  natural 
desde  1464  en  los  libros  de  Claustros,  pero  como  Lebrija  en 
el  quinquenio  que  pasó  en  Salamanca  estudió  con  él,  y  por 
las  notas  apuntadas  al  tiempo  de  su  jubilación  sabemos  que 
se  hizo  maestro  en  Artes  el  28  de  Noviembre  de  1456,  hay 
que  poner  el  comienzo  de  su  magisterio  alrededor  de  esta 
fecha.  En  29  de  Febrero  de  1468  fué  designado  por  el  Claus- 
tro para  acompañar  á  Madrigal  al  Mro.  Betoño  á  la  Junta 
de  la  Hermandad.  Los  comisionados  trajeron  ciertas  pro- 
visiones de  la  Junta  que  presentaron  á  la  Universidad.  Es 
declarado  jubilado  el  22  de  Noviembre  de  1476.  El  26  de 
Agosto  de  1477  fué  recibido  por  la  Universidad  como  Vice- 
cancelario:  el  nombramiento  fué  hecho  á  presentación  de  la 
Universidad  y  confirmación  del  Arzobispo  de  Toledo.  Cesó 
en  el  cargo  el  31  de  Octubre  de  aquel  año  por  haberse  pre- 
sentado, con  las  cartas  pontificias  que  le  acreditaban  como 
Maestrescuela,  D.  Gutierre  de  Toledo,  hijo  del  Duque  de 


-  277  - 

Alba.  Por  muerte  del  maestro  fué  declarada  vacante  la  cá- 
tedra de  Filosofía  natural  el  27  de  Octubre  de  1479.  Los  li- 
bros de  Claustro  nos  informan  de  que  Salamanca  sufrió 
aquel  año  los  horrores  de  una  pestilencia:  nada  nos  dicen, 
sin  embargo,  de  si  kis  vacantes  que  ocurrieron  fueron  debi- 
das á  ella  ó  á  otra  enfermedad. 

Ruiz  de  Medina  (Francisco). 

Dr.  en  Medicina.  En  1464,  era  catedrático  de  Vísperas  de 
Medicina.  Visitó  á  San  Juan  de  Sahagún,  según  dijimos  al 
hablar  del  Dr.  de  la  Reina.  Sucedió  á  este  doctor  en  la  cáte- 
dra de  Prima  de  Medicina,  de  la  que  se  hizo  provisión  el  15 
de  Junio  de  1469.  No  disfrutó  mucho  de  ella:  á  fines  de  aquel 
año  se  anunció  de  nuevo  á  oposición  la  cátedra  de  Prima  de 
Medicina. 

Ruiz  de  Segovia  (Antón). 

Tenemos  muy  escasas  noticias  de  este  personaje:  alguna 
vez  se  le  cita  sólo  con  el  primer  apellido  (Antón  Ruiz).  Era 
Dr.  en  Decretos  y  fué  Maestrescuela  de  Salamanca.  Figu- 
ra en  una  carta  de  Juan  II  (1)  como  querellante  en  nombre 
de  la  Universidad  en  1426.  Y  otra  cita  tenemos  en  la  ins- 
cripción de  1433,  que  conservó  Chacón. 

Salamanca  (Antón  de). 

Mro:  en  Artes.  Algunas  veces  se  le  llama  Rodríguez  de 
Salamanca.  Figura  como  repetidor  de  Lógica  en  1466.  Va- 
cante la  cátedra  de  Retórica,  se  opuso  á  ella  y  fué  nombra- 
do catedrático  por  voto  de  estudiantes,  el  9  de  Marzo  de  1471. 
En  7  de  Enero  de  1480,  se  declara  vacante  la  cátedra  de  Re- 
tórica por  haber  sido  nombrado  el  Mro.  Antón,  catedrático 
de  Filosofía  natural.  No  hemos  visto  la  fecha  de  esta  pro- 
visión. En  19  de  Octubre  de  1504,  se  anuncia  la  vacadura  de 
esta  última  cátedra,  por  muerte  de  Antonius  Roderici,  que 
por  la  razón  antes  apuntada,  creemos  que  es  el  mismo  maes- 
tro Antón  de  Salamanca. 


(1)     Tomo  I,  p;i^.  114. 


-  278  - 

Salaya  (Juan). 

Mro.  en  Artes.  En  Marzo  de  1464  fué  nombrado  catedrá- 
tico en  Astrología.  Debió  serlo  hasta  Junio  ó  Julio  de  1469: 
de  esta  época  hay  un  encabezamiento  en  el  libro  de  Claus- 
tros que  dice:  "colación  de  la  cátedra  de  Texto  viejo  de  Ló- 
gica fecha  al  maestro  Salaya,,.  En  5  de  Julio  de  1469  se  da 
por  vaca  la  cátedra  de  Astrología.  Figura  desde  esta  época 
hasta  1480.  Es  presumible,  aunque  lo  apuntamos  con  las  na- 
turales dudas  por  no  tener  muy  sólidos  apoyos,  que  el  ma- 
gisterio durase  hasta  1488  en  que  sabemos  fué  nombrado 
catedrático  de  esta  asignatura  el  maestro  Carmona. 

Santo  Domingo  (Fr.  Juan). 

Dominico.  Mro.  en  Teología.  No  tenemos  más  datos  que 
los  que  nos  dan  las  historias  del  convento  de  San  Esteban. 
Sucedió  á  Fr.  Diego  de  Deza.  Llevó  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  en  1487.  No  hemos  podido  averiguar  cuándo  cesó 
en  el  desempeño  de  la  cátedra.  Las  historias  de  San  Esteban 
dicen  que  hacia  1507:  nosotros  hemos  encontrado  en  los  li- 
bros de  Claustro  el  nombre  del  Mro.  León  ya  en  1503:  pon- 
dremos el  fin  de  su  magisterio  con  las  naturales  reservas  en 
esta  fecha. 

Segura  (Diego). 

Dr.  en  Leyes.  No  tenemos  apenas  datos  del  siglo  xv. 
Sólo'hemos  averiguado  que  hizo  el  juramento  de  1.°  de  Mayo 
el  año  1503;  que  era  entonces  catedrático  de  Vísperas  de  Le- 
yes; que  fué  nombrado  catedrático  de  Prima  en  la  vacante 
del  Dr.  Avila  el  17  de  Junio  de  1503,  y  que  pocos  días  des- 
pués, el  30  de  Agosto,  se  declaraba  de  nuevo  vacante  la  cá- 
tedra de  Prima  por  muerte  del  Dr.  Segura. 

Torre  Martín  (Alonso  de  la). 

Mro.  en  Teología.  Figura  con  el  número  134  entre  los  co- 
legiales de  San  Bartolomé,  donde  ingresó  en  29  de  Noviem- 
bre de  1461.  En  esta  obra  se  dice  que  fué  catedrático  de 


-  279  - 

Teología  en  la  Universidad  de  Salamanca.  En  los  libros  de 
Claustros  hemos  visto  citado  en  los  años  1464,  1465  y  1467 
un  Br.  Martín  de  la  Torre  como  sustituto  de  San  Juan  á  la 
Natividad  de  la  Virgen  de  las  cátedras  de  Prima  y  Vísperas 
de  Teología.  Después  de  esta  fecha  se  conocen  los  nombres 
de  casi  todos  los  catedráticos  de  Teología.  Creemos  que  no 
debe  incluírsele  entre  los  catedráticos  de  esta  Universidad. 


Torres  (Diego  de). 

Lie.  en  Artes  y  Medicina.  Nicolás  Antonio  dio  cuenta  de 
dos  obras:  una  que  vio  sin  portada  en  la  biblioteca  del  Mar- 
qués de  Mondejar  y  otra  que  citaba  Tamayo  de  Vargas.  So- 
bre estos  incunables  puede  verse  la  obra  de  Haebler  que 
hace  mención  de  ellas.  Una  es  el  primer  tratado  de  Medicina 
impreso  en  español:  de  él  se  ocupa  la  Bibliografía  de  la  Me- 
dicina española  de  Morejón.  En  estos  incunables  se  dice  que 
el  autor  era,  en  el  año  1485,  catedrático  de  Astrología  de  la 
Universidad  de  Salamanca.  No  sabemos  cuándo  empezó,  ni 
cuándo  terminó  en  el  desempeño  de  su  cátedra.  En  los  libros 
de  Claustros  hemos  encontrado  algunas  notas  anteriores  á 
estas  fechas.  En  1469,  fué  nombrado  sustituto,  de  San  Juan 
á  la  Natividad  de  la  Virgen,  de  la  cátedra  de  Prima  de  Ló- 
gica; en  1471  de  Filosofía  natural;  en  los  de  1472,  1473 y  1474, 
de  la  de  Prima  de  Medicina,  y  en  1473,  además  ausente  el 
Licenciado  Fores  catedrático  de  Vísperas  de  Medicina,  y 
tal  vez,  impedido  para  leer,  fué  nombrado  lector  de  esta 
cátedra  por  orden  del  Rector. 


Vázquez  de  Oropesa  (Martín). 

La  primera  noticia  casi  que  tenemos  es  la  de  su  jubilación 
en  la  cátedra  de  Prima  de  Lógica  que  se  le  dio  el  22  de  Ju- 
lio de  1504.  Fué  por  tanto  nombrado  catedrático  de  propie- 
dad hacia  14S4.  Era  entonces  Mro.  en  Artes.  En  5  de  Enero 
de  1508  se  incorporó  á  la  Facultad  de  Medicina  y  desde  en- 
tonces figura  unas  veces  como  doctor,  otras  como  maestro 
y  otras  veces  como  doctor  y  maestro.  En  los  libros  de  Claus- 


-  280  - 

tro  se  dice  que  el  8  de  Octubre  de  1530  quedó  vacante  la  cá- 
tedra de  Súmulas,  aunque  no  se  anunciase  hasta  el  19  del 
mismo  mes. 

Villa  (Juan  de  la). 

Dr.  en  Leyes.  Fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de 
Leyes  en  la  vacante  del  Dr.  Maldonado  Talavera,  el  15  de 
Marzo  de  1477.  En  1503  figura  ya  como  catedrático  jubilado. 
Se  declaró  vacante  la  cátedra,  por  muerte  del  Dr.  de  la  Vi- 
lla, el  3  de  Abril  de  1507. 


Villalón  (Andrés). 

Dr.  en  Leyes.  Sucedió  al  Dr.  Bonilla  en  la  cátedra  de 
Vísperas  de  Leyes:  fué  nombrado  el  1  de  Febrero  de  1473. 
En  Julio  de  aquel  año  pidió  su  doctoramiento  y  se  le  señaló 
el  día  de  Santiago.  En  Febrero  de  1474  se  habla  de  ausen- 
cias del  Dr.  Villalón;  en  3  de  Mayo  de  1475  presenta  al  Claus- 
tro una  carta  del  Rey  pidiendo  á  aquél  le  dé  licencia  para 
ausentarse  de  la  lectura  de  la  cátedra  que  tiene  y  el  Claus- 
tro se  la  concede  por  ser  mandamiento  del  Rey.  En  Noviem- 
bre del  mismo  año  pidió  renovación  de  la  licencia  con  otra 
carta  del  Rey,  y  la  Universidad  accedió  á  ello  con  disgusto. 
Prorrogándole  las  licencias  la  Universidad,  y  leyendo  por 
sustituto  el  Dr.  Villalón,  continúa  este  estado  de  cosas  has- 
ta 1480.  En  los  libros  de  Claustros  de  1503  no  figura  para 
nada  este  doctor. 

Xuárez  (Alfonso). 

Mro.  en  Artes.  Era  hijo  del  Lie.  Pedro  Xuárez,  á  quien 
sucedió  en  una  de  las  cátedras  de  propiedad  de  Prima  de 
Gramática,  de  la  que  tomó  posesión  el  27  de  Octubre  de  1464. 
Antes  había  sido  repetidor  de  Gramática.  Desempeñó  el 
cargo  hasta  su  muerte.  Se  publicó  la  vacatura  de  la  cáte- 
dra el  29  de  Noviembre  de  1475. 


-  281 


Xuárez  (Pedro). 

Lie.  en  Artes.  Era  catedrático  de  Prima  de  Gramática. 
Compareció  ante  el  Claustro  en  17  de  Agosto  de  1464,  para 
pedir  que  le  admitiese  la  renuncia  de  su  cátedra  á  favor  de 
su  hijo  Alfonso,  de  quien  decía  que  era  orno  mancebo  e  buen 
letrado.  Debió  morir  poco  después,  pues  hay  una  petición 
de  su  hijo  hecha  en  26  de  Octubre  de  aquel  año  y  en 
ella  se  dice,  hablando  del  licenciado  Pedro  Xuárez:  que 
Dios  aya. 

Zacuth  (Abraham). 

Hebreo  de  gran  fama  y  uno  de  los  más  notables  médicos 
de  su  época,  fué  llamado  en  consulta  por  los  Reyes  varias 
veces.  Desempeñó  la  cátedra  de  Astronomía  en  la  Univer- 
sidad salmantina,  pero  no  se  sabe  durante  cuanto  tiempo, 
ni  el  día  fijo  en  que  se  encargó  de  su  explicación.  Hay  notas 
en  el  Archivo  de  las  que  se  deduce  que  su  clase  se  llenaba 
de  alumnos,  y  que  venían  desde  muy  lejos  á  oir  sus  leccio- 
nes. Sobre  este  sabio  doctor  ha  escrito  un  libro  el  distin- 
guido publicista  é  ilustre  catedrático  de  Oporto  D.  Maxi- 
miano  Lemos,  adonde  deben  acudir  los  que  deseen  estudiar 
á  Zacuth. 

De  la  obra  Zacuto  Lusitano,  a  sua  vi  a  e  a  sua  obra,  por 
Maximiano  Lemos,  págs.  19  y  siguientes,  traducimos  lo  que 
va  á  continuación: 

De  entre  los  hebreos  más  ilustres  que  de  España  fueron  expul- 
sados, sobresale  el  astrónomo  Abraham  Ben  Samuel  Zacuth,  tam- 
bién conocido  por  Diego  Rodríguez.  Este  notable  médico  y  mate- 
mático nació  en  Salamanca  por  los  años  de  1450,  y  fué  catedrático 
de  Astronomía  en  la  Universidad  de  su  ciudad  natal  y  más  tarde 
en  la  de  Zaragoza  (1). 

Desterrado  de  España  vino  á  Portugal,  donde  luego  fué  nom- 
brado astrólogo  de  la  Corte  é  historiador  de  D.  ]uan  II.  Probable 


íl)  Afirma  A.  Ribeiro  de  los  Santos  que  Agustín  Riccio,  en  su  tratado  De  motit 
octava  Spherce,  publicado  en  1513.  confiesa  que  fué  discípulo  de  Zacuth  en  Sala 
manca  y  Cartagena.  (Memorias  de  Literatura,  II,  pág.  385). 


-  2S2  - 

es  que  fuese  él  el  rabino  de  la  judería  de  Lisboa  á  quien  se  refiere 
una  orden  de  pago  de  1493  (1).  El  favor  que  encontró  con  D.  Juan  II 
acentuóse  mucho  con  su  sucesor. 

El  Sr.  Méndez  de  los  Remedios  juzga  probable  que  la  carta  de 
horría  que  D.  Manuel  concedió,  en  el  principio  de  su  reinado,  á  los 
judíos  cautivos,  fuese  acto  inspirado  por  Abraham  Zacuth.  Gaspar 
Correia  afirma  que  D.  Manuel  era  muy  inclinado  á  la  astronomía, 
por  lo  cual  platicaba  mucho  con  el  judío  Zacuth,  porque  en  todo  lo 
hallaba  muy  cierto.  Con  él  se  entendió  el  monarca  portugués  se- 
cretamente antes  de  la  partida  de  la  expedición  de  Vasco  de  Gama 
para  la  India.  Zacuth  estaba  en  Beja  cuando  el  Rey  le  mandó  á 
llamar  para  saber  lo  que  la  astrología  pronosticaba  respecto  déla 
proyectada  expedición.  Sobre  todo,  deseaba  averiguar  si  era  una 
empresa  posible  y  no  una  vana  tentativa.  Nada  se  haría  sin  la  opi- 
nión de  Zacuth,  que  podía  reclamar  el  tiempo  preciso  para  consul- 
tar los  astros.  Pasado  tiempo,  y  después  de  haber  regresado  de 
Beja,  el  esclarecido  astrónomo  presentóse  á  D.  Manuel  y  di  jóle: 
«Señor,  con  el  mucho  cuidado  que  tomé  en  lo  que  Vuestra  Alteza 
tanto  me  encargó,  con  el  querer  de  Nuestro  Señor,  lo  que  hallé  y 
tengo  sabido  es  que  la  provincia  de  la  India  está  muy  lejos  de  esta 
nuestra  región,  separada  por  largos  mares  y  tierras,  todas  de  gen- 
tes negras  ó  naturales;  en  que  hay  grandes  riquezas  y  mercadu- 
rías, que  corren  por  muchas  partes  de!  mundo,  y  todo  de  mucho 
peligro,  primero  que  puedan  venir  á  esta  nuestra  región,  lo  cual 
tengo  bien  mirado  y  por  querer  de  Nuestro  Señor  alcanzado  que 
Vuestra  Alteza  la  descubrirá,  y  grande  parte  de  la  India  someterá 
en  muy  breve  tiempo,  porque,  Señor,  vuestro  planeta  es  grande 
bajo  la  divisa  de  Vuestra  Real  persona,  la  esfera  en  que  se  con- 
tienen los  cielos  y  la  tierra,  que  todo  querrá  Dios  traer  á  vuestro 
poder,  y  todo  acabará,  lo  que  nunca  acabará  el  Rey  que  Dios  tie- 
ne, aunque  todo  su  reino  en  eso  gastara,  porque  esto  Dios  lo  tenía 
guardado  para  Vuestra  Alteza.  Y  hallo  que  la  India  la  descubrieron 
dos  hermanos  vuestros  naturales,  mas  cuáles  ellos  sean,  yo  no  lo 
alcanzo.  Mas  pues  de  Dios  así  está  ordenado,  él  lo  mostrará,  por 
lo  que  tengo  dicho  á  Vuestra  Alteza  toda  la  verdad,  de  lo  cual 
pongo  mi  cabeza  en  prenda,  con  la  aprobación  de  Nuestro  Señor, 

en  cuyo  poder  todo  está » (2).  Vasco  de  Gama  recibió  de  Zacuth 

avisos  útiles,  que  aprovechó  en  su  memorable  expedición  (3).  Des- 
pués que  los  viajes  á  la  India  se  repitieran,  el  astrónomo  salmanti- 


(1)  Sonsa  Viterbo,  Occorrencias  da  vida  ¡minien  iti  Archivo  Histórico,  II.  pá- 
gina 183. 

(2)  Gaspar  Correia    Lendas  de  India,  [,  p;íg.  10. 

(3)  Gaspar  Correia,  op.  cit.  págs.  16  y  23. 


-  283  - 

no  procuró  hacer  secura  la  navegación  en  tan  remotos  parajes, 
para  lo  cual  inventó  un  nuevo  astrolabio  de  cobre,  con  el  cual  se 
podía  determinar  la  altura  del  sol,  y  más  tarde  una  aguja  de  ma- 
rear, «compás  de  los  grados  del  Sur  para  la  cuenta  de  las  leguas 
en  el  discurso  del  sol». 

Para  hacer  observaciones  cuando  este  astro  estuviese  cubierto, 
«concertó  las  tablas  del  discurso  del  sol,  con  las  circunferencias 
de  la  estrella  del  Norte,  para  lo  cual  hizo  otro  artificio  para  tomar 
el  punto  en  que  estaba  la  estrella  del  Norte,  á  fin  de  que  por  todo 
ello  los  pilotos  quedaran  en  muy  perfecto  saber  de  navegar  en 
todos  los  tiempos  con  mucha  perfección»  (1). 

Sus  grandes  servicios  no  le  protegieron  todavía  contra  las  per- 
secuciones inauguradas  por  D.  Manuel,  por  instigación  de  Fer- 
nando é  Isabel,  y  vióse  obligado  á  buscar  seguridad  en  Túnez. 
Realizó  el  viaje  lleno  de  trabajos,  y  el  médico  judío  por  dos  veces 
fué  hecho  prisionero.  Aun  en  África  sólo  tuvo  tranquilidad  hasta 
la  invasión  española,  viéndose  entonces  forzado  á  huir  para  Tur- 
quía, donde  residió  hasta  su  muerte,  acaecida  por  los  años  de  1510. 

En  1473,  estando  aún  en  Salamanca,  Zacuth  escribió  su  Bi'ur 
Luhot,  que  fué  publicado  en  una  versión  latina  bajo  el  título  de 
Almanach  Perpetuutn  por  su  discípulo  José  Vizinho  (Leiría,  1496), 
que  también  lo  tradujo  en  español  y  lo  juntó  á  su  She'erit  Yosef. 

En  1504,  durante  su  residencia  en  Túnez,  escribió  una  Historia 
cronológica  de  los  judíos,  desde  la  creación  hasta  1500,  en  que  hace 
constantes  referencias  á  la  literatura  judaica,  y  que  tiene  el  título 
de  Sefer  ha  Yuhasin.  En  esta  obra,  que  Ribeiro  de  los  Santos  dice 
muy  erudita  y  sabia,  Zacuth  da  cuenta  de  la  ley  oral  como  trans- 
mitida de  Moisés  por  los  ancianos,  profetas  y  sabios  hasta  el  año 
de  1500,  y  recuerda  los  actos  y  monumentos  de  los  reyes  de  Israel, 
así  como  los  de  algunos  de  los  soberanos  de  las  naciones  vecinas. 
Consagra  mucho  espacio  al  cautiverio  de  Babilonia,  á  los  aconte- 
cimientos que  sucedieron  durante  el  periodo  del  Segundo  Templo, 
á  las  características  de  este  periodo,  á  los  príncipes  del  cautiverio 
y  á  los  rectores  de  las  Academias  de  Sura  y  Pumbedita.  A  pesar 
de  haber  incurrido  el  autor  en  numerosos  errores,  afírmase  que  es 
obra  valiosa  para  el  estudio  de  la  historia  literaria  de  los  judíos. 

El  Sefer  ha  Yuhasin  fué  publicado  por  Samuel  Shalom  con  mu- 
chas omisiones  y  adiciones  del  editor  (Constantinopla,  1566)  y  re- 
publicado  en  Cracovia  en  1581,  en  Amsterdan  en  1717,  y  en  Koenis- 
berg  en  1857.  L'na  edición  completa  apareció  ese  mismo  año  en  Lon- 
dres, por  el  cuidado  de  Filipowski. 

Atribúyense  á  Zacuth  otras  tres  obras:  Sefer  Tekunat  Zakkut, 


<\)    Gaspar  Correia,  op.  cit.  I,  págs.  261  y  siguientes. 


-  284  - 

libro  de  astronomía  que  aun  está  manuscrito;  Arba  im  la  Binah, 
tratado  de  astrología,  y  Hosafot  le  Sefer  ha-Arut,  diccionario  ra- 
bínico  arameano,  sobre  el  cual  Seiger  publicó  una  noticia  en  The 
Jewish  Encyclopedia ,  XII,  art.  Zacuth.  Atribuyele  también  Kay- 
serling  un  manuscrito  con  el  título:  Del  clima  y  sitio  de  Portugal, 

Zamora  (Maestro). 

No  hemos  visto  nunca  citado  el  nombre  de  este  gramáti- 
co. Era  Mro.  en  Artes:  en  1464  desempeñaba  una  de  las  cá- 
tedras de  Prima  de  Gramática.  El  Claustro  de  Consiliarios 
acordó  en  15  de  Mayo  de  ese  año  no  pagarle  su  salario  por 
no  haber  querido  ni  querer  leer  cierta  lectura  de  Evange- 
lios en  su  cátedra.  Pocos  días  después,  el  mismo  Claustro 
le  levantó  la  pena  por  haberse  sometido  el  maestro  á  sus 
acuerdos.  Desempeñando  su  cátedra  siguió  los  años  sucesi- 
vos, pero  como  faltan  los  libros  desde  1480,  no  sabemos 
cuándo  cesaría  en  el  desempeño  de  ella. 

Terminamos  esta  parte  de  nuestro  trabajo  confesando 
que  es  más  lo  que  falta  que  lo  que  hemos  hecho,  pero  el 
Archivo  universitario  tiene  poca  documentación  de  este 
siglo.  El  examen  practicado  nos  autoriza,  hasta  cierto  pun- 
to, á  advertir  de  la  poca  seguridad  de  los  datos  que,  refe- 
rentes á  dicho  siglo,  consigna  Vidal  y  Díaz  en  el  Apéndi- 
ce VII  de  su  obra.  No  todos  ellos  son  erróneos,  pero  como 
su  trabajo  está  basado  principalmente  en  la  Biblotheca  de 
Nicolás  Antonio,  en  la  historia  del  colegio  de  San  Barto- 
lomé y  en  el  anuario  que  acompaña  á  la  memoria  de  la  Uni- 
versidad de  Salamanca  del  curso  de  1860-61,  y  ninguno  en 
investigaciones  de  los  fondos  del  Archivo  universitario, 
hace  propias,  con  todos  los  errores  que  tienen,  las  notas 
que  vio  en  las  obras  que  consultó.  Así  incluye  en  la  lista  de 
catedráticos  á  más  de  Díaz  de  Costana,  Prexamo,  Mella  y 
otros  de  que  hemos  hablado,  á  Díaz  de  Montalvo,  Juan  de 
la  Encina,  á  un  Juan  López  y  á  las  que  el  anuario  llama 
Señoras  científicas,  D.,a  Beatriz  Galindo  y  D.a  Lucía  de  Me- 
drano,  que  nosotros  no  incluímos  por  no  haber  visto  hechas 
citas,  aunque  con  mucho  gusto  lo  haríamos  si  encontráse- 
mos alguna  fuente  segura  en  que  apoyarnos. 


CAPÍTULO  V 

Catedráticos  de  la  Universidad  de  Salamanca  en  el  siglo  XVI. —De  Cáno- 
nes. —Leyes. —  Teología. — Medicina. — Artes. — Gramática.—  Cátedras 
cursatorias.  —  Colegios  y  otras  cátedras. — Noticias  biográficas  y  bi- 
bliográficas de  los  más  notables. 

Cánones. 


sta  Facultad  tiene  las  mismas  cátedras  de  pro- 
piedad que  en  el  siglo  anterior.  En  las  clases  cur- 
satorias se  puede  determinar  mejor  el  número  de 

sus  catedráticos  por  haber  documentación  abundante  en  el 

Archivo. 

Cátedra  de  Prima  (a). 

1532  37  Alvarez  de  Tapia  (Francisco). 
537  41  Azpilcueta  (Martín  de). 
541  49  Collado  (García  del). 
549  (?)  80  Aguilera  (Antonio  de). 
580  98  Vera  (Diego  de). 
598  603  Yáñez  de  Deza  y  Frechilla  (Juan) . 

Cátedra  de  Prima  (b). 

512  (?)  Puebla  (Pedro  de  la). 
(?)  30  Olarte  (Juan  de). 

530  35  Montemayor  (Antonio  de). 

535  49  Puebla  (Juan  de  la). 
549  51  (?)  Yáñez  de  Frechilla  (Francisco). 
551  (?)  57  León  (Francisco). 

558  69  Díaz  de  Sandoval  (Gutierre). 

569  91  Gutiérrez  de  Moya  (Cristóbal). 

591  97  Sahagún  de  Villasante  (Diego). 
597  602  Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 


-  286  - 

Cátedra  de  Decreto. 

1507  (?)  Olarte  (Juan  de). 
(?)  25  (?)  Alvarez  de  la  Carrera  (Jerónimo). 
526  (?)  28  Castro  (Juan  de). 

528  32  Alvarez  de  Tapia  (Francisco). 
532  37  Azpilcueta  (Martín  de). 
538  49  Aguilera  (Antonio  de). 
550  63  Xuárez  (Pedro). 
563  80  Vera  (Diego  de). 
581  83  Azpilcueta  (Martín  Salvador). 
583  601  Busto  (Martín  de). 

Cátedra  de  Vísperas  (a). 

(?)  507  Olarte  ([uande)(l). 

507  12  Puebla  (Pedro  de  la). 
512  (?)  Monleón  (Juan  de). 

(?)  22  Váñez  de  Frechilla  (Fernando). 

522  23  Alba  (Cristóbal  de). 

523  28  Alvarez  de  Tapia  (Francisco). 
528  35  Puebla  (Juan  de  la). 

535  41  Collado  (García  del). 

541  50  Xuárez  (Pedro). 

550  66  Pérez  (Luis). 

566  84  Acosta  (Miguel  de). 

584  98  Yáñez  de  Deza  y  Frechilla  (Juan). 

598  99  Blasco  de  Medrano  (Pedro)." 

Cátedra  de  Vísperas  (b). 

(?)  507  Puebla  (Pedro  de  la). 

508  (?)  Alvarez  de  la  Carrera  (Jerónimo)  (2), 
(?)  22  Diez  de  Alcocer  (Fernando). 

522  30  Montemayor  (Antonio  de). 
530  59  Ciudad  (Juan  de). 


(1)  No  hay  datos  que   permitan  asegurar  que  el  Dr.  Olarte  fuese  sucesor  del 
Dr.  Oropesa.  Se  le  coloca  aquí  porque  teníamos  que  poner  á  alguno. 

(2)  No  hay  datos  para  afirmar  con  certeza  quiénes  fueron  los  sucesores  de  los 
Dres.  Monleón  y  Carreras  en  las  cátedras  de  Vísperas. 


-  287  - 

1560  69  Gutiérrez  de  Moya  (Cristóbal). 

569  81  Azpilcueta  (Martín  Salvador). 

581  91  Sahagún  de  Villasante  (Diego  de). 

591  97  Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 
597  600  Gallegos  (Dr.  Alonso  de). 

Cátedra  de  Sexto  y  Clementinas. 

504  06  Ferrera  (Francisco  de). 

506  26  Castro  (Juan  de). 

526  57  Benavente  (Antonio  de). 

557  58  Díaz  de  Sandoval  (Gutierre). 

553  67  Castillo  (Juan  del). 

567  74  Pérez  (Diego). 

574  83  Busto  (Martín  deh 

583  91  Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 

591  97  Gallegos  (Alonso  de). 

597  99  Rodríguez  de  Carvajal  (Rafael). 

Cátedras  cursatorias. 

Son  cuatro:  las  designaremos  con  las  letras  a,  b,  c,  d. 
Desde  el  curso  académico  de  1518-19  se  puede  determinar, 
con  bastante  precisión,  quiénes  fueron  los  que  las  desempe- 
ñaron, pero  hasta  esa  fecha  las  noticias  que  hay  del  profe- 
sorado son  algo  confusas.  De  este  primer  periodo  se  deben 
citar  los  nombres  de  Soto,  Juan  de  Monleón,  Juan  de  Cas- 
tro, Miguel  de  Cuéllar,  Francisco  Ferrera,  Flores,  Figue- 
roa,  Cristóbal  de  Alba  (1508),  Fernando  Yáñez  de  Frechilla 
y  otros. 

Cursatoria  (a). 

(?)  1519  Alba  (Cristóbal  de). 
519  21  Alvarez  de  Tapia  (Francisco). 
522  30  Rodríguez  de  P'igueroa  (Lie.  Juan)  (1). 
530  33  Montalvo  (Lie.  Francisco). 
533  35  Cortes  (Lie.  Pedro). 
535  48  Yáñez  de  Frechilla  (Dr.  Francisco). 


(1)     De  la  mayor  parte  de  los  catedráticos  de  cátedra  cursatoria,  lo  mismo  de 
ésta  que  de  las  demás  Facultades,  no  haremos  mención  en  las  notas  biográficas. 


--  288  - 

1549  57  Aguilar  (Lie.  Tello  de). 
557  66  Acosta  (Miguel  de). 
567  74  Guerrero  (Dr.  Antonio). 
574  79  Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 
579  83  Ocon  (Lie.  D.  Juan). 

583  84  Ramírez  (Dr.  Juan). 

584  92  Alderete  (D.  Diego  de). 
592  97  Pareja  (Juan  de). 

597  600  Ortega  (Dr.  Juan  de). 

Cursatoria  (b). 

512  22  Benavente  (Antonio  de). 

522  23  Ortiz  (Br.  Pedro). 

523  28  Fuenmayor  (Lie.  Alonso  de). 
528  29  Azpilcueta  (Martín  de). 

529  (?)  32  Álava  Esquivel  (Lie.  Diego  de). 

532  35  Estella  (Lie.) 

535  38  Aguilera  (Antonio  de). 

538  46  Muñoz  (Lie.  Fernando). 

546  39  Díaz  de  Sandoval  (Gutierre). 
549  51  (?)  Colmenares  (Lie.) 
553  (?)  55  López  de  Mora  (Lie.  Pedro). 

555  60  Pérez  (Dr.  Diego). 

560  62  González  (Dr.  Antonio). 

562  74  López  (Dr.  Juan). 

574  84  Guerrero  (Dr.  Antonio). 

584  89  Blanco  de  Salcedo  (Dr.  Luis). 

5S9  92  Rodríguez  de  Carvajal  (Rafael). 

592  96  Bal ma seda  (Bernardo  de). 

5%  96  Parra  (Lie.  Beltrán  de  la). 

596  99  Cornejo  de  Pedrosa  (Lie.  Bartolomé). 
599  601  Salamanca  (Lie.  D.  Luis  de). 

Cursatoria  (c). 

(?)  520  Criado  (Lie.) 
520  20  Grado  (Lie.) 
520  23  Ciudad  (Juan  de). 
523  28  Puebla  (Juan  de  la). 
528  35  Collado  (García  del). 


-  289  - 

1535  40  Bello  (Lie.  Fernán). 
540  48  Covarrubias  (Diego  de). 
548  57  Castillo  (Juan  del). 

557  62  Ulloa  (Lie.  Gerónimo  de). 

562  74  Busto  (Martín  de). 
574  77  López  (Dr.  Juan). 

577  84  Suárez  de  Paz  (Dr.  Gonzalo). 
584  91  Mondragón  (Dr.  Pedro  de). 
591  93  Rosales  (Lie.  Bernardino  de). 
593  95  Vallejo  (Lie.  Gaspar). 
595  98  Blasco  de  Medrano  (Lie.  Pedro). 
598  99  Pareja  (Juan  de). 
599  603  Cornejo  de  Pedrosa  (Lie.  Bartolomé). 

Cursatoria  (d). 

(?)  520  Montemayor  (Antonio  de). 

520  22  Pero  ó  Perero  (Lie.) 

522  22  Madrid  (Br.) 

522  26  Castro  (Br.  Juan  de). 

526  33  Fuente  (Lie.  Bernaldino  déla). 

533  38  Xuárez  (Pedro). 
538  42  (?)  Pérez  de  la  Fuente  (Dr.  Hernán). 
542  50  (?)  Pérez  (Dr.  Luis). 
550  (?)  51  (?)  Lie.  D.  Enrique. 

551  54  Gómez  de  Montalvo  (Lie.) 

554  53  Vera  (Diego  de). 

558  60  Gutiérrez  de  Moya  (Cristóbal). 
560  63  Vera  (Diego  de). 

563  67  Pérez  (Diego). 

567  63  Azpilcueta  (Martín  Salvador). 

568  69  Sahagún  de  Villasante  (Diego  de). 

559  71  Albornoz  (Lie.  Francisco  de). 
571  74  Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 
574  79  Cruz  (Lie.  Juan  de  la). 

579  83  Silvente  de  Cárdenas  (Lie.  Antonio). 
583  86  Gallegos  (Alonso  de). 
586  90  Fernández  de  Boan  (Lie.  Juan). 
590  97  Almansa  (Lie.  Juan  de). 
597  600  Sotillo  de  Mesa  (Lie  Alonso). 

i; 


-  290  - 

Leyes. 

Esta  Facultad  tiene  las  mismas  cátedras  de  propiedad 
que  en  el  siglo  anterior.  Lo  que  aumenta  considerablemen- 
te es  el  número  de  las  cursatorias.  A  principios  de  siglo  se 
habla  va  de  dos  cátedras  de  Código  y  otras  dos  de  Institu- 
ta.  En  4  de  Marzo  de  1534  se  empieza  á  leer  una  de  Diges- 
to Viejo,  y  en  1551,  probablemente  después  de  la  visita  del 
Obispo  de  Coria,  comenzó  á  leerse  la  de  Volumen. 

Cátedra  de  Prima  (a). 

1503  (?)  27  Galíndez  de  Carvajal  (Lorenzo). 

527  30  Se  leyó  de  media  multa.  No  había  catedrático. 
530  36  Montoya  (Gaspar  de). 
536  42  Castro  (Benito  de). 
542  65  Pérez  de  Grado  (Alvaro). 
665  92  Solís  (Antonio  de). 
592  606  Enríquez  (Gabriel). 

Cátedra  de  Prima  (b). 

508  26  San  Pedro  (Tomás  de). 

520  34  Rodríguez  de  San  Isidro  (Fernando). 
534  61  Peralta  (Pedro  do. 

561  62  Costa  (Manuel  da). 
502  63  Pinel  (Arias). 
563  7()  Rodríguez  (Héctor  i. 

579  84  Gómez  de  Valenzuela  Pescador  (Francisco). 
584  005  Enríquez  (Diego). 

Cátedra  de  Vísperas  (ai. 

503  (?)  21  Zúfíiga  (Alonso  de). 

521  31  Frías  (Francisco  de). 
531  36  Castro  (Benito  de). 

537  38  Velasco  Martín  de). 

538  61  Gómez  (Antonio). 
561  86  Andrada  (Juan  de). 

580  602  León  (Juan  de). 


—  291  — 

Cátedra  de  Vísperas  (b). 

1507  26  Rodríguez  de  San  isidro  (Fernando). 

527  34  Peralta  (Pedro  de). 

535  42  Pérez  de  Grado  (Alvaro). 

542  72  Muñoz  (Juan). 

572  84  Enríquez  (Diego). 
584  600  Bernal  (Cristóbal  de). 

Cátedras  cursatorias. 

Hasta  el  curso  de  1518-19  los  datos  que  hay  sobre  los  ca- 
tedráticos de  Código  é  Instituía  son  incompletos.  Encon- 
tramos como  catedráticos  de  Código  á  Palacios,  Castrover- 
de,  Martín  Váñez,  Alvendea,  Villadiego,  Diego  Sánchez  de 
Aguilera,  Pedro  de  Medina,  Diego  López  de  Estúñiga,  Lope 
de  la  Cruz,  Hernández,  Buendíay  otros.  Como  catedráticos 
de  Instituta  hasta  la  misma  fecha  podemos  citar  á  Juan  de 
Oviedo,  Lope  de  la  Cruz.  Juan  del  Castillo,  Juan  de  la 
Fuente,  Br.  Peñas,  Juan  de  Zumel,  Sancho  Diez,  Francisco 
de  Espino  y  algún  otro. 

Instituía  (a). 

(?)  1519  Montoya  (Gaspar  de). 

519  19  Castro  (Benito  de). 

520  23  Femino  (Lie.) 

523  (?)  Mohedano  (Br.  Juan  de). 

(?)  29  Núñez  de  Montalvo  (Lie.  Hernán). 
529  31  Paz(Dr.  Alvaro  de). 
531    U  León  (Lie.  Melchor  de). 
534  37  Torres  (Lie.  Luis  de). 
537  37  Xuárez  (Lie.  Antonio). 

537  33  Quesada  (Lie.) 

538  40  Acuña  (D.  Pedro  de). 

540  41  Muñoz  Juan  . 

541  44  Hernández  (Francisco). 
544  47  Orozco  (Dr.  Juan  de). 
547  49  Mercado  (Lie.  Pedro  de). 


-  292  - 

1549  53  Guevara  (Lie.  Andrés  de). 
553  56  Ribera  (Lie.  Sebastián  de). 
556  57  Chaves  (Lie.  Hernando  de). 
55S  59  Solís  (Antonio  de). 
559  60  Covarrubias  (Lie.  Antonio  de). 
550  62  Martínez  Espadero  (Lie.  Alonso). 
552  67  Valcazar  ó  Valcarcer  (Lie.  Francisco  de), 

567  68  López  (Dr.  Asensio). 

568  69  Vidania  (Lie.  Antonio). 

569  72  Valladares  (Lie.) 

572  73  Fernández  de  Torquemada  (Dr.  Pedro). 
574  76  Villares  (Lie.  Pedro  dé). 

576  77  Gudiel  (Lie.  Francisco). 

577  77  Rivadeneira  (Dr.  Alvaro  de). 
577  79  Navarrete  (Lie.) 

579  79  García  de  Axpe(Dr.  Juan). 

580  83  Barrientos  (Lie.  Fernando  de). 
583  86  González  Melón  (Lie.  Alonso). 
586  89  Díaz  de  Mendoza  (Lie.  Ruy). 

589  90  Argote  (Lie.  D.  Juan  de). 

590  95  Arellano(Lic.  Alvaro). 

595  601  Flórez  Melón  (Lie.  Sancho). 

Instituía  (b). 

(?)  519  Gómez  (Dr.  Francisco). 
519  23  Peralta  (Pedro  de). 
523  (?)  Sayavedra  (Lie.) 
(?)  27  Pérez  de  Grado  (Alvaro). 
527  29  Paz  (Lie.  Alvaro  de). 
529  32  Gómez  (Antonio). 
532  34  López  de  Ribera  (Lie.  Pedro). 
534  37  Sánchez  de  Corral  (Lie.  Juan). 

537  38  Ortiz  (Lie.  Miguel). 

538  40  García  de  Castro  (Lie.  Lope). 

540  41  León  (Francisco  de). 

541  46  Santillana  (Lie.  Alonso  de). 
546  49  Vélez  de  Otalora  (Lie.  Juan). 

549  51  (?)  Abedillo  (Dr.  Francisco  de). 
553  (?)  54  Ovando  (Lie.  Juan  de). 


-  293  - 

1554  55  Escobar  (Lie.) 

555  56  Guzmán  (Lie.  Buenaventura  de). 

556  59  Ramírez  de  Arguelles  (Dr.  Pedro). 

559  59  Roche  (Lie.  Cristóbal). 

560  60  Cervera  (Lie.  Fernán). 

560  61  Roda  (Lie.  Gerónimo  de). 

561  64  Gómez  (Dr.  Juan  Bautista). 

564  66  Chumacero  de  Sotomayor  (Lie.  Francisco). 
566  68  Núñez  Boorques  (Lie.  Alonso). 
568  68  Bernal  (Cristóbal  de). 

568  69  Liciniana  (Lie.  Diego  de). 

569  69  Somonte  (Lie.) 

569  71  Márquez  (Lie.  Pedro). 

571  72  Gómez  de  Valenzuela  Pescador  (Francisco). 
572  75  (?)  López  de  Ayala  (Lie.  D.  Diego). 
575  (?)  76  Rodríguez  (Manuel  Alfonso). 

576  78  Maldonado  Bonal  (Dr.  Antonio). 

578  82  Ramírez  de  Arellano  (Lie.  Gil). 

583  84  León  (Juan  de). 

584  84  Tapia  (Lie.  Pedro  de). 

584  85  (?)  Peralta  (Dr.  Antonio  de). 

585  (?)  89  Meneses  de  la  Parra  (Dr.  Gonzalo), 
589  91  Frías  (Lie.  Juan  de). 

591  93  Ordónez  de  Portocarrero  (Lie.  Rodrigo). 

593  94  Vela  (Lie.  D.  Juan). 

594  98  Pichardo  (Antonio). 
598  602  Diez  (Marcos). 

Código  (a). 

(?)  520  Espinosa  (Dr.) 
520  29  Castro  (Benito  de). 
529  31  Grado  (Alvaro  de). 
531  34  Galarza  (Br.  Beltrán  de). 
534  38  Paz(D.  Alvaro  de). 

538  39  Ortiz  (Lie.  Miguel). 

539  44  Santiago  (Dr.  Antonio  de). 
544  51  (?)  Hernández  (Dr.  Francisco). 
551  (?)  54  Avedillo  (Dr.  Francisco  de). 

554  56  Ovando  (Lie.  Juan  de). 


-  294  — 

1556  59  Guzmán  (Lie.  Buenaventura  de). 
559  61  Solís  (Antonio  de). 
561  64  Diez  de  Rivadeneira  (Lie.  Fernán). 

564  65  Gómez  (Dr.  Juan  Bautista). 

565  68  Gómez  de  Aireo  ó  Halreo  (Lie.  Francisco). 

568  72  Bernal  (Cristóbal  de). 

572  76  Gómez  de  Valenzuela  Pescador  (Francisco). 
576  78  Villares  (Lie.  Pedro  deK 

578  79  Maldonado  Bonal  íDr.  Antonio). 

579  79  Xavarrete  (Lie.  Juan  Bautista). 
579  85  (?)  García  de  Axpe(Dr.  Juan). 
585  (?)  90  Luyando  (D.  Ochoa  de). 

590  93  Fernández  de  Argote  (Lie.  Juan). 
593  98  Ordóñez  de  Portocarrero  (Lie.  Rodrigo). 
598  602  Pichardo  (Antonio). 

Código  ib). 

(?)  519  Frías  (Francisco  de). 
519  23  Montoya  (Gaspar  de). 
523  (?)  Femino  (Lie.) 
(?)  27  Saavedra  (Lie.  Antonio  de). 
527  29  Grado  (Alvaro  de). 
529  31  Núñez  de  Montalvo  (Lie.  Hernán). 

531  32  Brizeño  (Lie.) 

532  34  Gómez  (Antonio). 

534  35  López  de  Ribera  (Dr.  Pedro). 

535  37  Velasco  (Martín  de). 
537  37  Torres  (Dr.  Luis  de). 
537  41  Sarmiento  (D.  Juan). 

541  42  Muñoz  (Juan). 

542  49  Contreras  (Lie.  Gerónimo  de). 
549  53  Mercado  (Lie.  Pedro  de). 

553  (?)  55  Guevara  (Lie.  Andrés  de). 
555  58  Escobar  (Lie.  Diego  de). 
558  62  Meneses  Padilla  (Lie.  Antonio  de). 
572  63  Martínez  Espadero  (Lie.  Alonso). 
563  65  Roda  (Lie.  Gerónimo  de). 
565  69  Enríquez  (Diego). 

569  71  Liciniana  (Lie.  Diego  de). 


—  2Q5  — 

1571  73  Vidania  iDr.  Antonio). 
573  70  Fernández  de  Torquemada  (Dr.  Pedro). 
576  79  Rodríguez  (Dr.  Manuel  Alfonso). 

580  81  Luna  (Lie.  D.  Fernando). 

581  84  Enríquez  (Gabriel). 
584  84  León   Juan  de). 

;>s4  86  Tapia  (Lie.  Pedro  de). 

586  86  Avalos   Dr.  D.  Juan  de). 

.586  80  González  Melón  (Lie.  Alonso). 

589  91   Meneses  de  la  Parra  (Dr.  Gonzalo  i. 

591  93  López  Bueno  (Lie.  Diego). 

593  94  Virbiesca  (Lie.  Diego  de). 

594  9">  Vela  (Lie.  Juan). 

505  98  Arellano  (Lie.  Alvaro  de). 
598  601  Márquez  de  Gaceta  (Lie.  Francisco). 

Volumen. 

551  ,53  Sarmiento  (Lie.  Francisco). 

553  54  Andrada  (Juan  de). 

554  57  Raposo  de  Castro  (Lie.  Hernando. 
.557  64  Arias  (Dr.  Cristóbal). 

564  65  Ramírez  de  Arguelles  (Dr.  Pedro). 

565  69  Gómez   Dr.  Juan  Bautista). 
569  72  Enríquez  (Diego). 

572  73  Bernal   Cristóbal  de). 

573  76  Vidania  (Dr.  Antonio  de). 

576  79  Gómez  de  Valenzuela  Pescador  (Francisco) 

579  80  Navarrete  (Lie.  Juan  Bautista). 

580  82  Rodríguez  (Dr.  Manuel  Alfonso). 
.582  «4  Ramírez  de  Arellano  (Lie.  Gil  1. 
584  86  León  -  Juan  de). 

586  89  Tapia  (Lie.  Pedro  de). 

589  90  González  Melón  (Lie.  Alonso). 

590  91   Avalos  (Dr.  D.  Juan  de). 

591  95  Frías  (Lie.  íuande). 

595  98  Vela  (Lie.  D.  Juan). 

598  99  Arellano  (Lie.  D.  Alvaro  de). 


-  296  - 

Digesto  Viejo. 

1534  34  Galarza  (Lie.  Beltrán  de). 
534  38  Gómez  (Antonio). 
538  41  Paz  (Dr.  Alvaro  de). 
541  51  (?)  León  (Francisco  de). 

551  (?)  54  Orozco  (Dr.  Juan  de). 

554  56  Avedillo  (Dr.  Francisco  de). 
556  60  Villafáña  (Lie.  Francisco  de). 

560  61  Andrada  (Juan  de). 

561  65  Solís  (Antonio  de). 

565  65  Roda  (Lie.  Gerónimo  de). 
565  73  Becerril  (Dr.  Tuan  de). 
573  84  Bernal  (Cristóbal  de). 
584  86  Rivadeneira  (Lie.  Alvaro  de). 
586  92  Enríquez  (Gabriel). 
593  600  Caldeira  (Francisco  de). 

Teología . 

Conserva  las  mismas  cátedras  de  propiedad  que  en  el  si- 
glo anterior.  En  lo  que  hay  diferencia  es  en  lo  referente  á 
las  cátedras  cursatorias.  Las  de  Santo  Tomás  y  Escoto,  es- 
tablecidas ya  en  el  siglo  xv,  pero  que  se  leían  en  los  con- 
ventos de  Santo  Domingo  y  Mínimos,  fueron  trasladadas  á 
la  Universidad.  No  se  sabe  á  punto  fijo  cuándo  se  hizo  es- 
te traslado,  pero  tenemos  datos  de  los  catedráticos  de  estas 
materias  desde  principios  del  siglo  xvi.  En  el  año  1508  se 
estableció  la  cátedra  de  Teología  de  nominales,  la  cual  en 
el  transcurso  del  siglo,  se  llamó  también  de  Gregorio  de 
Arimino  y  de  Durando.  Además  se  leyeron  algunas  veces 
cursos  extraordinarios. 

Cátedra  de  Prima. 

1503  (?)  26  León  (Fr.  Pedro  de). 

526  46  Vitoria  (Fr.  Francisco  de). 
546  52  (?)  Cano  (Fr.  Melchor). 

552  (?)  60  Soto  (Fr.  Domingo  de). 


-  297  - 

1560  64  Sotomayor  (Fr.  Pedro  de). 

564  76  Corpus  Christi  (Fr.  Mando  de). 

576  81  Medina  (Fr.  Bartolomé  de). 
581  604  Báñez  (Fr.  Domingo). 

Cátedra  de  Vísperas. 

(?)  507  Maynar  (Juan  de). 
597  28  Frías  (Martín  de). 

528  32  Vázquez  de  Oropesa  (Bernardino). 
532  49  Soto  (Fr.  Domingo  de). 

549  51  (?)  Gil  de  Nava  (Juan). 
551  (?)  60  Sotomayor  (Fr.  Pedro  de). 
561  65  Peña  (Fr.  Juan  de  la). 
565  600  Guevara  (Fr.  Juan  de). 

Cátedra  de  Biblia. 

(?)  507  Frías  (Martín  de). 
508  18  (?)  Peña  fiel  (Fr.  Alfonso  de). 

518  519  Paz  (Fr.  Matías  de). 
519  24  (?)  Oria  (Juan  de). 
524  (?)  528  Vázquez  de  Oropesa  (Bernardino), 

529  38  Ortiz  (Pedro). 
538  40  Gómez  (Pedro). 
540  79  Gallo  (Gregorio). 
579  91  León  (Fr.  Luis  de). 

591  600  Curiel  (Juan  Alonso  de). 


Cátedras  cursatorias. 
Escoto. 

504  05  Pajares  (Lie.) 
505  (?)  22  Ortega  (Mro.  Juan  de). 
522  28  Prades  (Lie.  Fr.  Juan  de). 
528  31  Pérez  (Br.  Juan). 
531  35  Gómez  (Lie.  Pedro) 

535  36  Jiménez  de  San  Martín  (Lie.  Juan). 

536  40  Sancho  (Francisco). 


-  298  - 

1540  41  Sandoval  (Mro.) 

541  41  Villegas  (Mro.) 

541  42  (?)  López  (Fr.  Francisco). 

542  43  Tricio  (Mro.) 

543  47  Torres  (Mro.  Bartolomé). 

547  50  (?)  Zúñiga  é  Avellaneda  (D.  Gaspar  de 
550(?)51  (?)  Roa  (Martín  de). 
551  (?)  57  Peralta  (Martín  de). 

557  58  Torquemada  (Mro.  Diego  de). 

558  60  Vela  (Cristóbal  de). 
560  62  Barrio  (Lie.  Lope  de). 
562  65  Espinar  (Mro.  Pedro  del). 
565  73  Vela  (Cristóbal  de), 

573  76  Castillo  (Mro.  Fr.  García  del). 
576  82  Aragón  (Mro.  Fr.  Pedro  de). 
582  85  Curiel  (Juan  Alonso  de). 
585  91  Mendoza  (Fr.  Alonso  de). 
591  91  Luna  (Mro.  Fr.  Alonso  de). 
591  93  Sepúlveda  (Fr.  Marcos  de). 
593  601  Herrera  (Fr.  Pedro  de). 

Santo  Tomás. 

500  (?)  04  Navarro  (Martín). 
504  07  Poveda. 

507  08  Suberagero. 

508  09  Medina  (Fr.  Alonso  de). 

509  (?)  Merino  (Fr.  Francisco)  (1). 
(?)  518  Paz  (Fr.  Matías  de). 

518  22  Vázquez  de  Oropesa  (Bernardino). 
522  22  Enríquez  (D.  Alonso). 
522  (?)  Astudillo  (Mro.  Fr.  Pedro  de). 
(?)  28  Oncala  ú  Honcala  (Lie.  Antonio  de). 

528  29  Prades  (Lie.  Fr.  Juan  de). 

529  31  Vela  (Mro.  Esteban). 

531  32  Guerrero  de  Logroño  (Mro.  Pedro). 

532  38  Vega  (Lie.  Andrés  de). 
538  38  Gallo  (Gregorio). 


I)     Hay  datos  muy  incompletos  de  los  cinco  primeros. 


-  299  - 

1538  40  Gil  de  Nava  (Juan). 

540  41  Quintanilla  (Lie). 

541  (?)  Navarro. 

(?'  43  Gómez  (Lie.  Juan). 

543  48  Delgado  (Mro.  Francisco). 
.548  40  (?)  Carrionero  (Dr.  Antonio). 
550  (?)  54  Muñón  (Mro.  Sancho  de). 

554  56  Vicente  (Martín) 

556  57  Guevara  (Fr.  Juan  de). 

557  61  Peralta  (Martín  de). 
561  65  León  'Fr.  Luis  de). 

565  67  Espinar  Albendea  (Mro.  Pedro  del). 
557  94  Rodríguez  Lencina  (Mro.  Diego). 
594  96  Antolínez  (Fr.  Agustín). 


Teología  nominal. 
Gregorio  de  Arimino  ó  Durando. 

508  Fué  designado  por  el  Claustro  de  2  de  Octubre 
para  desempeñarla  un  Mro.  Monforte,  pero 
no  sabemos  si  tomó  ó  no  posesión  de  la  cá- 
tedra. 
(?)  518  Gil  (Mro.  Gregorio). 
519  22  Pérez  (Lie.  Diego). 
522  24  (?)  Vázquez  de  Oropesa  (Bernardino). 
524  (?)  30  Córdoba  (Fr.  Alonso  de). 

530  31  Pérez  de  Oliva. 

531  32  Pérez  (Lie.  Juan). 

532  35  Guerrero  de  Logroño  (Mro.  Pedro). 
535  38  Gómez  (Lie.  Pedro). 

538  40  Gallo  (Gregorio). 
540  41  (?)  Sancho  (Francisco). 
542  (?)  43  Causo  (Mro.  Pedro  de). 

543  47  Gómez  (Lie.  Juan). 

547  50  Urranga  'Lie.  Hernando  de). 
550  (?)  54  Palacios  (Lie.  Miguel  de). 

556  57  Vicente  (Martín). 

557  65  Guevara  (Fr.  Juan  de). 
565  73  León  (Fr.  Luis  de). 


-  300  - 

1573  76  Medina  (Fr.  Bartolomé  de). 

576  77  Castillo  (Fr.  García  del). 

577  81  Báñez  (Fr.  Domingo). 

581  82  Guzmán  (Fr.  Domingo  de). 

582  86  Vicente  (Mro.  Fr.  Juan). 
586  91  Curriel  (Juan  Alonso). 

591  96  Luna  (Mro.  Fr.  Alonso  de). 


Partidos  de  Teología. 

565  72  Gallo  (Fr.  Juan). 

573  76  Uceda  (Mro.  Fr.  Pedro  de), 

577  78  León  (Fr.  Luis  de). 

578  81  Guzmán  (Fr.  Domingo  de) 


Medicina. 

Las  cátedras  de  propiedad  son  las  mismas  que  antes, 
una  de  Prima  y  otra  de  Vísperas,  hasta  que  en  1577,  por 
acuerdo  del  Claustro  y  aprobación  real  (1),  una  de  las  cur- 
satorias  se  convirtió  en  cátedra  de  propiedad.  Sin  embar- 
go, se  diferenciaba  de  las  anteriores  en  que  no  ganaba  resi- 
duo, y  aquéllas  sí.  Lo  que  hubo  durante  este  siglo  fué  un 
aumento  considerable  en  las  cátedras  cursatorias.  En  1530 
empezaron  á  leerse  dos  cátedras:  una  de  Avicena,  en  la  que 
desde  1558  se  leía  además  á  Galeno,  que  se  convirtió  en  cá- 
tedra de  propiedad  en  1577,  y  otra  de  Artícela,  llamada  tam- 
bién de  Práctica  de  Artícela  ó  Articila.  En  Claustro  de  9 
de  Septiembre  de  1551  se  acordó  la  creación  de  una  cátedra 
de  Anatomía.  Ya  en  los  estatutos  del  1561  se  habla  de  una 
cátedra  en  que,  durante  dos  cursos,  se  ha  de  leer  el  Método 
de  Galeno,  y  desde  1570  no  se  dice  nada  de  la  cátedra  de 
Artícela  y  sí  de  la  de  Método.  Sospechamos  que  son  una 
misma.  En  1566  se  crea  una  cátedra  de  Cirugía,  y  en  1573 
otra  de  Simples.  Además  se  leyeron  cátedras  extraordi- 
narias. 


(1)     Tomo  I,  pág.  565. 


-  3Ó1  - 

Cátedra  de  Prima. 

(?)  1526  Alvarez  de  la  Reina  (Fernando). 
526  28  Parra  (Alonso  de  la). 

528  36  Fernández  (Gonzalo). 
536  48  López  (Agustín). 

548  57  Alderete  (Lorenzo  de). 
557  59  Cartagena  (Francisco  de). 
559  63  Pérez  de  Cubillas  (Lorenzo). 
563  91  Medina  (Cosme  de). 
591  610  Soria  (Rodrigo  de). 

Cátedra  de  Vísperas. 

512  (?)  26  Parra  (Alonso  de  la). 
526  28  Hernández  (Gonzalo). 

529  61  Parra  (Antonio  de  la). 
561  63  Medina  (Cosme  de). 

563  611  Núñez  (Ambrosio). 

Cátedra  de  Medicina  (propiedad). 
577  610  Bravo  (Juan). 

Cátedras  cursatorias. 
Avicena. 

530  36  López  (Agustín). 

536  48  Alderete  (Lorenzo  de). 

548  48  Vega  (de  Alcalá)  (Dr.  Cristóbal  de). 

548  59  Pérez  de  Cubillas  (Lorenzo). 

559  60  Enríquez  (Lie.  Pedro). 

560  60  Bravo  (Juan). 

560  63  Núñez  (Ambrosio). 
563  77  Bravo  (Juan). 

Articela-Método. 

530  33  Sepúlveda(Lic) 

533  36  Alderete  (Lorenzo  de). 

536  40  Sepúlveda  (Lie.) 


-  302  - 

1540  45  Pérez  de  Cubillas  (Dr.  Juan). 
545  46  Núñez  (Dr.  Luis). 
546  50  (?)  Cartagena  (Lie.  Francisco  de). 
550  (?)  57  Xaramillo  (Lie.  Andrés  de). 
557  59  Medina  (Cosme  de). 

559  60  Núñez  (Ambrosio). 

560  63  Bravo  (Juan). 

563  67  Lemos  (Lie.  Luis  de). 

567  75  Vázquez  (Dr.  Agustín). 

575  91  Soria  (Rodrigo  de). 

591  97  Espinosa  (Dr.  Diego  Felipe  de). 

Anatomía. 

551  61  Medina  (Cosme  de). 

561  62  No  hubo  catedrático. 

562  67  Vázquez  (Lie.  Agustín). 
567  75  Soria  (Rodrigo  de). 

575  96  Vázquez  (Agustín). 

Cirugía. 

56S  85  (?)  Alcázar  ó  Valcázar  (Lie.  Andrés), 
585  (?)  93  Muñoz  Montenegro  (Lie.  Lucas). 

Simples. 

573  83  Tiedra  (Miguel  de). 

584  91  Espinosa  (Dr.  Diego  Felipe  de). 

591  97  Medrano  (Dw  Cristóbal  de). 

597  98  Xúñez  de  Zamora  (Dr.  Antonio). 

Partido  de  Medicina. 
562  74  Pérez  de  Cubillas  (Dr.  Juan). 

Partido  de  Anatomía. 

592  97  Ruiz  de  Ochoa  (Lie.  Diego). 


-  303  - 

Artes. 

Incluímos  en  este  grupo,  como  lo  hemos  hecho  en  el  siglo 
anterior,  las  restantes  cátedras  de  propiedad  y  las  cursato- 
rias  que  se  establecieron  en  el  transcurso  del  siglo.  Aun- 
que nuestro  deseo  hubiese  sido  dar  un  cuadro  completo  de 
los  catedráticos  encargados  de  las  varias  cátedras  que  se 
leían  en  la  Universidad,  tenemos  el  triste  convencimiento 
de  que  no  lo  hemos  logrado  en  lo  referente  á  los  estudios  de 
esta  Facultad.  La  multiplicidad  de  cátedras  de  una  parte  y 
de  otra  el  poco  tiempo  que  algunos  las  desempeñaron,  uni- 
dos á  los  frecuentes  cambios  de  plan  que  sufrió  la  ense- 
ñanza de  la  Gramática  en  nuestra  Escuela,  hacen  muy  difí- 
cil realizar  un  estudio  definitivo. 

Cátedra  de  Filosofía  moral. 

(?)  1519  Valdivielso  (Fr.  Alonso  de). 
519  25  (?)  Colonia  (Simón  de). 
525  (?)  30  Margallo  (Pedro). 

530  41  Córdoba  (Fr.  Alonso  de). 
541  49  Gil  de  Nava  (Juan). 
549  78  Sancho  (Francisco). 
578  79  León  (Fr.  Luis  de). 
580  607  Zumel  (Fr.  Francisco  de). 

Filosofía  natural. 

504  OS  Navarro  (Martín). 
508  22  Ortega  (Juan  de). 
522  35  Martínez  de  Silíceo  (Juan). 
535  85  Hernández  (Enrique). 
585  86  Curiel  (Juan  Alonso  de). 
586  603  Sánchez  (Francisco). 

Súmulas. 

530  47  Martínez  de  San  Millán  (Juan). 
547  56  Gómez  (Juan). 
557  61  Vicente  (Martín). 


-  304  - 

1561  79  Peralta  (Martín  de). 

579  82  Francés  (Miguel). 

582  92  Aragón  (Fr.  Pedro  de). 
593  600  Sepúlveda  (Fr.  Marcos  de). 

Lógica  magna. 

523  40  San  Juan  (Fr.  Domingo  de). 
540  41  Gil  de  Nava  (Juan). 
541  (?)  49  Sancho  (Francisco). 
549  84  Torres  (Fr.  Gaspar  de). 
584  623  Sánchez  (Fr.  Bartolomé). 

Cursos  de  Artes. 

Con  esta  denominación  se  comprenden  las  seis  cátedras 
cursatorias  de  Filosofía  que  se  dieron  durante  este  siglo. 
De  los  primeros  años  tenemos  datos  muy  incompletos. 
Cuando  se  hizo  la  creación  de  la  cátedra  de  Teología  no- 
minal se  fundaron  también  otras  dos:  una  de  Lógica  y  otra 
de  Físicos  de  nominales.  En  1518  se  daban,  además  de  la 
cátedra  llamada  de  Físicos,  una  de  Nominal,  otra  de  Lógi- 
ca nominal,  otra  de  Físicos  de  nominales  y  tres  cursos  rea- 
les. Esta  denominación  dura  hasta  1522,  después  parece  que 
empieza  á.  usarse  la  genérica  decursos  de  Artes  y  los  Es- 
tatutos nos  hablan  luego  de  la  cátedra  de  Físicos,  y  de  las 
Regencias  de  Artes  de  Súmulas,  Lógica  y  Filosofía. 

Físicos. 

(?)  1507  Subcragero. 
507  (?)  Torres  (Pedro  de). 

(?)  19  Colonia  (Simón  de). 
519  (?)  Sancti  Spíritus  (Mro.  Pedro). 

(?)  29  Espinosa  (Br.) 
529  33  Navarrete  (Mro.) 
533  35  Hernández  (Enrique). 

535  36  Espinosa  (Mro.  Lope  de). 

536  36  Vera  (Mro.  Pedro  de). 
536  40  Sandoval  (Mro.) 


—  305  - 

1540  41  Villegas  (Mro.) 
541  47  Valle  (Mro.  Juan). 

547  48  Vicente  (Martín). 

548  49  Torres  (Fr.  Gaspar  de). 

549  50  (?)  Palacios  (Mro.  Miguel  de). 

550  (?)  55  Palacios  (Mro.  Paulo  de). 

555  67  Rodríguez  (Mro.  Diego). 
567  67  Calahorra  (Lie.  Alonso  de). 
567  71  Rueda  (Mro.  Hernando  de). 

571  72  Muñoz  (Mro.  Diego). 

572  75  González  (Mro.  Simón). 
575  80  Zumel  (Fr.  Francisco  de). 
580  80  Ares  (Dr.  Miguel). 

580  84  Espinosa  (Dr.  Diego  Felipe  de). 

584  85  Gómez  (Lie.  Antonio). 

585  86  Iglesias  (Dr.  Juan  de). 

586  91  Sepúlveda  (Fr.  Marcos  de). 
591  98  Sánchez  (Dr.  Bernardo). 

Curso  de  Artes  (a). 

517  (?)  22(?)  Margallo  (Pedro). 
522  22  (?)  Prades  (Fr.  Juan  de). 
(?)  30  Solís  (Br.  Fr.) 
530  36  Vera  (Lie.  Hernando  de). 
536  41  Navarro  (Mro.) 

541  42  (?)  Fricio  (Fernando  de). 

542  (?)  43  Torres  (Mro.  Bartolomé). 

543  47  Martín  de  Peralta  (Br.  Pedro). 
547  50  (?)  Lacasa  (Mro.  Miguel  de). 

551  (?)  53  Madrid  ^Vlro.  Antonio). 
553  56  Castellanos  (Mro.  Juan). 

556  58  Cruz  (Mro.  Antonio  de  la). 
558  65  (?)  Miguel  (Mro.  Hernando  de). 

(?)  67  García  Galarza  (Dr.  Pedro). 

567  6S  Rueda  (Mro.  Hernando  de). 

568  68  Lacasa  (Mro.) 
568  70  Muñoz  (Diego). 

570  71  Ojeda  (Mro.  Esteban  de). 

571  74  Mendiola  (Lie.  Agustín  de). 

20 


-  306  - 

1574  78  López  de  Riatan  (Lie.  Dionisio). 
578  78  Manso  (Lie.) 

578  79  Aguayo  (Mr o.) 

579  82  Gutiérrez  Mantilla  (Lie.  Gonzalo) 

582  83  Quesada  (D,  Juan  de). 

583  91  Sánchez  (Dr.  Bernardo). 
591  93  Rodríguez  (Dr.  Antonio). 

593  94  Arixti(Dr.  Martín  de). 

594  95  Alfonso  (Lie.  Martín). 

595  98  Ramírez  de  Arroyo  (Lie.  Pedro.). 

Curso  de  Artes  (b). 

(?)  526  Navarrete  (Mro.) 

526  32  Hernández  (Enrique). 

532  40  Rosero  (Mro.  Pedro). 

540  45  Pérez  (Lie.  Hernán). 

545  49  Palacios  (Mro.  Miguel  de). 
549  51  (?)  Peralta  (Martín  de). 
551  (?)  54  Martínez  (Lie.  Toribio). 

554  59  Francés  (Miguel). 

559  63  Cercito  (Mro.  Miguel  de). 

563  (?)  Castillo  (Mro.  Juan  del). 
(?)  67  León  (Lie.  Juan  de). 

567  70  Rodríguez  (Matías). 

570  75  Zumel  (Fr.  Francisco  de). 

.575  79  Cacharro  (Dr.  José  Gil). 

579  80  Hernández  (Dr.  Benito). 

580  81  Palacios  (Mro.) 

581  84  Sánchez  (Fr.  Bartolomé). 

584  86  Samaniego  (Dr.) 

586  94  Ramírez  de  Arroyo  (Lie.  Pedro). 

594  95  Caxa  (Dr.  i 

595  98  Velázquez  (Dr.  Juan). 
598  600  Malo  (Mro.  Hernando). 

Curso  de  Artes  (c). 

(?)  523  (?)  Conpludo  (Mro.  Francisco  de). 
(?)  531  Gómez  (Br.  Pedro). 
531  36  Sandoval  (Mro.) 


-  307  - 

1536  38  Gil  de  Nava  (Juan). 
538  42  Causo  ó  Causso  (Mro.  Pedro  de). 
542  47  Vicente  (Martín). 
547  50  (?)  Rodilla  (Lie.  Jerónimo  de  la). 
(?)  54  Trullo  (Mro.  Juan). 
554  56  Fuente  (Mro.  Pedro  de  la). 

556  57  Torquemada  (Mro.  Diego  de). 

557  61  Lemos  (Lie.  Luis  de). 
561  67  Calahorra  (Alonso  de). 

567  68  Al  vero  (Lie). 

568  70  Vega  (Dr.  Sebastián  de  la). 
570  72  Ibáñez  (Mro.  Juan). 

572  73  Castillo  (Lie.) 

574  75  López  (Lie.  Pedro). 

575  77  Ramírez  (Lie.  Lope). 

577  84  Guzmán  (Dr.  Antonio  de). 
584  87  Parra  (Dr.  Francisco  de  la). 
587  93  Ruiz  (Dr.  Gerónimo). 
590  92  Gómez  de  Contreras  (Dr.  Pedro). 
592  95  Pacheco  (Mro.  Francisco  de). 
595  98  Águila  (Lie.  Gerónimo  del). 
598  600  López  (Dr.  Miguel). 

Curso  de  Artes  (d) . 

510  19  Oria  (Juan  de). 
519  29  Pradiíla(Lie) 
529  35  Espinosa  (Br.  Lope  de). 
535  40  Villegas  (Mro.) 
540  42  He  ras. 

542  48  Torres  (Fr.  Gaspar  de). 
548  50  Palacios  (Mro.  Paulo  de). 
(?)  54  Arciso  (Fr.  Gregorio  de). 
554  58  Bravo  (Lie.  Diego). 

558  62  Ruiz  (Mro.  Telmo). 

562  66  (?)  Vilches  Pacheco  (Dr.  Alonso). 

567  (?)68(?)  Gómez  (Juan). 

568  (?)  71  (?)  López  de  Arismendi  (Juan). 
571  (?)  72  González  (Mro.  Simón). 

573  79  Rejón  (Mro.  Alonso;. 


-  308  - 

Í579  80  Pereyra  (Dr.) 
580  84  Gómez  (Dr.  Antonio). 

584  88  Hernández  (Antonio). 
588  96  García  (Fr.  Diego). 

596  601  Cornejo  (Fr.  Pedro). 

Curso  de  Artes  (e). 

510  (?)  Córdoba  (Fr.  Alonso  de). 
517  (?)  22  Martínez  de  Silíceo  (Juan). 
(?)  30  Martínez  de  San  Millán  (Juan). 
530  36  Sancho  (Francisco). 
536  41  Díaz  (Mro.  Pedro). 
541  42  Carmelo. 
(?)  43  (?)  Arrayhoz. 
543  (?)  47  Miño  (Mro.  Francisco). 
547  57  Mur  (Mro.  Esteban  de). 

557  58  Toledo  (Mro.  Francisco  de). 

558  62  Espinar  (Mro.  Pedro  del). 
562  68  Morales  (Dr.  Andrés  de). 
568  71  González  (Mro.  Pedro). 
571  73  .Sánchez  (Mro.  Francisco). 
573  75  Monreal  (Mro.) 

575  80  Ares  (Dr.  Miguel). 

580  81  Barahona  (Dr.  Juan  de). 

581  83  Salazar  (Lie.  Luis  de). 
583  85  Iglesias  (Juan  de). 

585  90  Lezcano  (Mro.  San  Juan  de). 
590  91  Isasa  (Br.  Martín  de). 

591  600  Jubero  (Fr.  Dionisio  de). 

Curso  de  Artes  (f). 

(?)  523  San  Juan  ^Fr.  Domingo  de). 
523  30  Medina  (Dr.) 

530  31  Guerrero  de  Logroño  (Mro.  Pedro' 

531  33  Olmedo  (Mro.) 
533  42  Gómez  (Juan). 

(?)  47  Uranga  (Mro.  Fernando  de). 
547  50  Roa  (Mro.  Martín  de). 


-  309  - 

(?)  1554  Rodríguez  (Br.  Diego). 
554  56  Avila  (Lie.  Alonso  de). 
556  59  Liermo  (Mío.  Juan  de). 
559  59  Angies  (Fr.  Josefo). 
559  67  Pérez  (Mro.  Sebastián). 
567  69  Pérez  (Mro.  Alonso). 
569  71  Alvarez  (Manuel). 

571  72  Fonte  (Mro.  Gonzalo  de  la). 

572  73  Heredia(Mro. 

573  76  Samaniego  (Lie.  Blas  de). 
576  80  Verga ra  (Lie.  Alonso  de). 

580  85  Gómez  de  Figueredo  (Lie.  Sebastián). 
585  87  Herrera  (Dr.  Jerónimo  de). 
587  90  Canal  (Mro.  Juan  de  la). 
590  92  Aguirre  (Dr.) 

592  93  Díaz  (Dr.  Domingo). 

593  98  Díaz  (Lio.  Francisco). 

Cátedra  de  Prima  de  Gramática  (a). 

503  03  Lebrija  (Antonio  de). 

504  05  Espinosa  (Pedro  de). 

505  09  Lebrija  (Antonio  de). 
509  40  Barbosa  (Arias). 

540  49  Aguilar  (Antonio  de). 
549  85  Castro  (León  de). 
5^5  603  Pérez  Ortiz   Francisco). 

Cátedra  de  Prima  de  Gramática  (b). 

(?)  513  Tizón  (Alonso  i . 

513  33  Castillo  (García  del). 
533  52  (?)  Torre  (Hernando  de  la). 
552  (?)  61   Vrasco  (Juan  . 

.561  89  Sánchez  de  Aguilar  (Francisco). 

589  96  Martínez  ^Francisco). 

Cátedras  cursatorias. 

Hay  bastante  confusión  en  este  punto.  La  creación  del 
Colegio  de  Trilingüe  y  el  natural  aumento  de  cátedras  que 
se  produce  con  tal  fundación,  hacen  más  difícil  la  labor. 


-  310  - 

Griego. 

(?)  1523  Barbosa   Arias). 
523  53  Núñez  de  Guzmán  (Hernán). 
553  76  Castro  (León  de). 

576  6C0  Sánchez-de  las  Brozas  (Francisco). 

Para  poder  acomodarnos  mejor  á  la  denominación  que 
las  cátedras  cursatorias  de  Gramática  reciben  durante  este 
siglo,  nos  ha  parecido  conveniente  dividirlo  en  tres  perio- 
dos: uno,  hasta  1530;  otro,  hasta  1554,  y  otro,  hasta  el  final 
del  siglo.  En  el  primero,  á  la  antigua  denominación  de  ge- 
nerales de  Gramática,  que  se  da  á  algunas  clases,  hay  que 
añadir  las  cátedras  de  Poesía,  Oratoria  y  Salterio.  En  el 
segundo,  se  pierden  todas  estas  denominaciones:  en  su  lugar 
tenemos  los  cursos  de  mayores,  medianos  y  menores.  En  ei 
tercero,  se  conservan  estas  denominaciones,  pero  los  cursos 
se  agrupan  en  dos  colegios  de  Gramática,  que  unas  veces 
tuvieron  cuatro  cátedras  cada  uno  y  otras  veces  tres.  A 
juzgar  por  los  conocimientos  que  se  exigían  para  ser  alum- 
no de  los  cursos  de  menores  de  estos  colegios,  debían  ser 
semejantes  á  nuestras  escuelas  de  instrucción  primaria. 
Además  había  cursos  especiales  de  Gramática,  de  Latini- 
dad, de  Griego  y  de  Hebreo. 

En  el  primer  periodo  encontramos  las  siguientes  cáte- 
dras: 

Poesía. 

(?)  1503  Quirós  (Francisco  de). 
503  07  Alvarez  (Alonso). 
507  09  Flamineo  (Lucio). 
509  24  Santisteban  (Lie.) 
524  50  (?)  González  (Br.  Francisco). 
No  se  vuelve  á  hacer  mención  de  la  cátedra  de  Poesía. 

•  Oratoria. 

(?)  503  Alvarez  (Alonsos 
503  (?)  Aguilar  (Antonio  de;. 
(?)  21  Gómez  (Francisco). 


-  311  - 

1521  23  Solórzano  (Br.) 

523  29  Zamora  ^Br.  Juan). 

Desde  esta  fecha  no  se  hace  mención  de  la  cátedra  de 
Oratoria:  el  Br.  Zamora  figura  desde  ahora  entre  los  regen- 
tes de  Gramática. 

Salterio. 

(?)  1505  Fr.  Adolfo. 

505  22  Sánchez  de  Béjar  (Br.  Francisco). 
522  24  González  <Br.  Francisco). 

524  26  Bustos  (Br.) 

526  30  Suárez   Br.  Hernán). 
Xo  se  vuelve  á  hacer  mención  de  la  cátedra  do  Salterio. 

Regencias  de  Gramática. 

(?)  529  (?)  Piedra  hita  (Br.  Alonso  de). 

(?)  530  Minaya  (Br.  Gonzalo  de). 
En  el  segundo  periodo  tenemos  los  cursos  de  Gramática 
de  principiantes  ó  menores,  de  medianos  y  de  mayores.  Es- 
ta denominación  se  pierde  pronto:  ya  desde  1540  se  suele 
emplear  otra,  la  de  cursos  de  Gramática.  Se  conservan  los 
siguientes  nombres: 

1529  29  Ribera  (Br.) 
529  29  Ramírez  (Br.) 
529  30  Busto  (Br.) 
529  31  Velasco  (Br.  Fernando  de). 
529  34  Torre  (Hernando  de  la'. 
529  48  Almofara  (Mro.  Alonso). 
529  54  Romero  (Mr.  Alonso  de). 

529  54  Zamora  (Br.  Juan  de). 

530  41  Minaya  (Br.  Gonzalo  de). 

531  40  Aguilar  (Antonio  de). 

532  41  Salazar  (Br.) 
.549  54  Pérez  (Br.  Luis). 
54(>  54  Manso  (Lie.  Diego). 

El  principio  del  tercer  periodo  le  hacemos  coincidir  con 
la  Carta  Real  dada  en  Valladolid  á  13  de  Junio  de  1554.  que 
organiza  los  estudios  de  la  Facultad  de  Gramática,  y  de  la 
que  damos  aquí  un  extracto  por  haberlo  omitido  en  el  tomo 


-  312  - 

primero.  Dispone  dicha  carta  que  haya  dos  colegios  de  Gra- 
mática y  un  Colegio  Trilingüe  organizado  en  forma  análoga 
á  los  de  la  Universidad  de  Alcalá.  En  cada  colegio  de  Gra- 
mática habrá  un  lector  de  menores,  tres  ó  más  lectores  de 
medianos,  si  el  número  de  alumnos  lo  exigiese,  y  dos  de 
mayores,  y  para  que  la  enseñanza  sea  tal  que  redunde  en 
beneficio  de  los  oyentes  habrá  un  superior  que  prescriba  y 
ordene  á  los  regentes  de  menores,  medianos  y  mayores  la 
forma  en  que  deben  hacer  las  lecturas.  Parala  enseñanza 
del  Griego  se  dará  una  cátedra  de  Preceptos,  además  de  la 
principal.  Y  en  el  Colegio  Trilingüe  ordénase  haya  .30  pre- 
bendas: 11  para  colegiales  de  Retórica,  11  para  colegiales 
de  Griego,  5  para  colegiales  de  Hebreo  y  las  tres  restan- 
tes para  un  catedrático  de  Retórica,  otro  de  Griego  y  otro 
de  Hebreo.  Además  da  facultad  á  la  Universidad  para  que  si 
fuese  necesario  pueda  designar  á  un  Maestro  de  la  Facultad 
de  Gramática,  que  se  encargue  de  hacer  las  modificaciones 
oportunas. 

La  Universidad  hizo  uso  de  tal  autorización  pero  omiti- 
mos el  estudio  de  las  modificaciones  que  introdujo  porque 
no  encajan  bien  con  el  que  nos  hemos  propuesto.  Además 
los  documentos  consultados  no  precisan  si  las  cátedras  se 
daban  en  la  Universidad  ó  en  el  Colegio  de  Trilingüe,  y  no 
satisfechos  con  los  ensayos  que  hemos  intentado  de  recons- 
trucción del  cuadro  de  profesores  de  Gramática,  nos  limi- 
tamos á  dar  la  lista  de  los  hallados  y  el  concepto  por  qué 
figuran. 

Primarios  (superiores)  de  los  colegios. 

1554  58  Romero  (Mro.  Alonso). 
558  61  Sánchez  de  Aguilar  (Francisco). 
561  78  Meneses  (Mro.  Francisco  de). 
No  hemos  encontrado  quién  fué  su  sucesor:  creemos  que 
á  su  muerte  se  refundieron  los  dos  colegios  en  uno. 
554  89  Cuadrado  (Mro.  Diego). 

589  89  Martínez  (Francisco). 

590  93  Morales  Cabrera  (Br.  Francisco  de). 

593  600  El  salario  y  la  cátedra  que  leía  el  Br.  Morales 
fué  dado  al  Mro.  Sánchez  de  las  Brozas,  pero  no  se  dice  que 
fuese  primario  del  colegio  de  Gramática. 


-  313  - 

Regentes  de  Gramática. 

1554  55  Enríquez  (Br.) 
554  55  Mola  no  (Br. 
554  57  Soto  (Br. ) 

554  58  Sánchez  de  Aguilar  (Francisco  . 
554  5S  Sagrameña   Br.  Cristóbal)  (IV 
554  61  Meneses  (Mro.  Francisco  de). 

554  74  Salazar  (Br.,  luego  Mro.) 

555  85  Pozo  (Br.  Fernando  del). 
557  60  Martínez  (Br. 

557  65  (?)  Guevara  (Br.) 
557  74  (?)  Flandes  (Br.  Juan  de). 
557  si  Martínez  (Francisco). 

560  (>4  (?)  Conderina. 

561  74  (?)  Barrientos  (Bartolomé). 
561  <S4  Pérez  Ortiz  Francisco). 
566  78  Fragoso. 

566  98  Salazar  (Br.  Francisco  de). 

576  77  Zerón  (Br.  Roque). 

576  70  Ribero. 
576  612  (?)  Pina  Caldeira  (Br.  Paulo). 

579  88  Moutiño  íBr   Melchor). 
.581  605  (?)  Silva  (Br.  Antonio). 

589  92  Reguera. 
590  614  (?)  Munguía  (Br.  luán  Bautista). 
590  618  (?)  Campos  (Br.  Luis  de). 
592  95  (?)  Zerón  (Br.  Roque). 

Partidos  de  Gramática. 

536  38  Vaseo  (Juan). 

552  54  Sánchez  de  Aguilar  (FYancisco). 

552  .54  Cuadrado  (Mro.  Diego). 

">52  54  Barrientos  (Mro.  Bartolomé). 

552  54  Mola  no  (Br.  Diego). 


1  i    Figura  desde  esa  fecha  hasta  1567  con  cargo  en  el  Colegio  Trilingüe, 


-  314  - 

1553  80  Torre  (Mro.  Diego  de  la). 
583  88  Barbosa  (Mro.  Xácome)  (1). 
593  600  Sánchez  de  las  Brozas  (Francisco). 

Partidos  de  Griego. 

533  53  Castro  (León  de). 

548  53  Gracián  (Mro.  Blas). 

548  53  Cuadrado  (Mro.  Diego). 

553  58  Hernández  (Br.  Diego). 

555  59  Rosales  (Mro.) 
559  65  (?)  Munguía  (Br.) 

559  90  Escribano  (Br.  luán). 
565  (?)  89  Cuadrado  (Mro.  Diego). 

574  76  Meneses  (Mro.) 

589  92  Farfán  ;Mro.  Francisco). 

590  93  Morales  Cabrera  (Br.  Francisco  de). 

591  94  Miranda  (Br.  Francisco  de). 
593  601  Sánchez  (Bartolomé). 

594  95  Verga  (Lie.) 

Cátedra  de  Hebreo. 

(?)  508  Peñafiel  (Fr.  Alfonso  de). 
Por  falta  de  persona  suficiente,  según  expresión  de  los 
libros  de  Claustro,  estuvo  esta  cátedra  sin  proveer  en  pro- 
piedad hasta  1561.  En  el  año  1530  el  lector  que  la  regentaba, 
Lie.  Fidelio  ó  Filelfo,  renunció  á  la  lectura,  y  la  cátedra  se 
anunció  á  oposición,  pero  no  se  proveyó.  En  7  de  Mayo 
de  1543  se  leyó  en  Claustro  una  petición  del  Dr.  Juan  de  la 
Puebla  protestando  de  que  no  estuviese  provista  en  propie- 
dad la  cátedra  de  Hebreo,  que  llevaba  vacante  más  de  35 
años,  pero  la  petición  no  produjo  efecto  porque  se  acordó 
en  31  de  Julio  de  aquel  año  pagar  dos  salarios  por  no  haber 
quien  pudiera  llevar  la  cátedra  conforme  á  la  Constitución. 

1561  79  Martínez  (Martín). 
580  92  Madrigal  (Cristóbal). 

5()3  602  González  Aguayo  ^Diego). 

(1)     En  el  t.  I,  pág.  .">"9.  >e  dice  que  era  primario  de  uno  de  los  colegios  de  Gra- 
mática. 


-  315  - 


Partidos  de  Hebreo. 


(?)  1534  Fidelio  ó  Filelfo  (Lie.)  (1). 
530  34  Coronel  (Pablo). 
534  36  Sánchez"  (Lie.) 
536  42  Sánchez  de  la  Fuente  (Br.  Diego). 
542  (?)  43  Sala  zar  (Fr.  Pedro  de). 
544  45  Fr.  Juan  Beltrán,  trinitario. 
543  61  Martínez  (Martín). 

549  51  Montemayor  (Alonso  de). 
561  80  Madrigal  (Cristóbal  de). 

586  (?)  92  Muñoz  (Gerónimo). 
592  600  Montemayor  (Alonso  de). 

Cátedra  de  Retórica. 

503  (?)  09  Barbosa  (Arias). 

509  09  Flamineo  (Lucio). 
509  13  (?)  Lebrija  (Antonio  de). 
513  (?)  27  Herrera  (Fernando  de). 

527  53  Núñez  de  Guzmán  (Hernán). 

553  73  Navarro  (Francisco). 

573  600  Sánchez  de  las  Brozas  (Francisco). 

Partidos  de  Retórica. 

533  34  Hernández  (Br.  Juan). 
547  50  Castro  (León  de). 

550  53  Navarro  (Francisco). 

554  59  Sánchez  de  las  Brozas  (Francisco). 
560  63  Delgado  (Martín). 

564  (?)  73  Sánchez  de  las  Brozas  (Francisco). 
573  (?)  Vemegas  (Mro.  Alexo). 
584  (?)  Céspedes  (Baltasar  de). 
569  73  Ramiro  (Lie.  Alonso). 
569  74  Vázquez  (Luis). 


(1)     Figura  ya  en  1Ó18. 


-  316  - 

Cátedra  de  Astrología. 

1504  42  (?)  Salaya  (Sancho  de). 
542  (?)  51  (?)  Sánchez  de  Olivares  'Alonso). 
551   (?)  61    Aguilera  (Juan  de). 
561  76  Aguilera  (Hernando  de). 
576  78  González  de  Talavera  (Alvaro). 
578  92  Estuvo  sin  proveer  en  propiedad 
592  98  Serrano  (Gabriel). 

Partidos  de  Astrología. 

578  92  Muñoz  (Gerónimo). 
587  91  González  (Bartolomé. 

591  92  Serrano  .Gabriel). 

592  92  Mesa  (Lie.) 

592  97  Núñez  de  Zamora  (Antonio). 

Cátedra  de  Música. 

(?)  522  Fermoselle  (Diego  de). 
522  42  Fernández  (Lucas). 
542  66  Oviedo  (Juan  de). 
567  90  Salinas  (Francisco). 
590  93  Salamanca  (Roque  de). 
593  603  Clavijo  (Bernardo). 


Notas  biográficas  y  bibliográficas.  0) 
Acosta  (Miguel  de). 

Bachiller  en  Cánones,  fué  nombrado  el  9  de  Julio  de  1557 
sustituto  del  Dr.  Benavente  en  la  clase  de  Sexto.  Al  decla- 
rarse esta  vacante  el  19  de  Octubre  del  mismo  año  por  muer- 
te del  dicho  Dr.  Benavente,  quedó  sin  cátedra,  pero  á  los 

(.1)  Aunque  hay  lagunas  lamentables  en  los  fondos  del  Archivo  universitario,  la 
documentación  que  se  conserva  desde  1530  en  adelante  es  abundantísima.  Esto  di- 
ficulta considerablemente  nuestro  propósito,  que  no  es  más  que  indicar  lo  que  he- 
mos creído  que  podría  servir  mejor  de  guía  a  quienes  quisieren  estudiar  con  todo 
detalle  la  vida  académica  de  cada  uno  de  los  doctores  y  maestros  de  la  Universi- 
dad de  Salamanca  en  el  sigio  xvi. 


-  317  - 

pocos  días,  el  30  de  Octubre,  fué  nombrado  catedrático  de 
una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  desempeñó  hasta  1566. 
En  el  entretanto,  hizo  los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en 
Cánones  mediante  juramento,  recibiendo  el  primero  el  31  de 
Agosto  de  1562,  y  el  segundo,  el  2  de  Mayo  de  1563.  En  24 
de  Diciembre  de  1566  se  proveyó  en  él  una  de  las  de  Vís- 
peras de  Cánones,  que  ocupó  hasta  su  muerte.  Se  anunció  la 
vacante  del  Dr.  Acosta  el  14  de  Enero  de  1584. 

Acuña  (Pedro  de). 

Figura  con  el  número  299  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé; la  Historia  del  Colegio  da  abundantes  datos  biográ- 
ficos. Siendo  Bachiller  en  Leyes,  desempeñó  una  de  las  cá- 
tedras de  Instituta  desde  1538  á  1540.  Hizo  el  juramento  para 
graduarse  de  Licenciado  el  19  de  Enero  de  1540. 

Aguilar  (Antonio  de). 

Figura  un  Br.  Antonio  de  Aguilar  en  la  lista  de  colegia- 
les de  San  Bartolomé,  como  ingresado  en  el  colegio  en  1508. 
En  los  libros  de  Claustros,  en  acta  que  corresponde  al  30 
de  Octubre  de  1503,  aparece  también  un  Br.  Antonio  de  Agui- 
lar desempeñando  la  cátedra  de  Oratoria,  y  no  tenemos 
noticias  exactas  para  afirmar  si  se  trata  de  una  misma  per- 
sona ó  de  distintas.  Los  datos  precisos  arrancan  del  año  1531, 
en  cuya  fecha  comenzó  á  desempeñar  una  de  las  regencias 
de  Gramática,  que  tuvo  hasta  el  16  de  Marzo  de  1540,  en  que 
le  nombraron  catedrático  de  una  de  las  de  Prima  de  Gra- 
mática: fué  el  sucesor  de  Arias  Barbosa.  No  tenemos  en  qué 
basarnos  para  señalar  la  fecha  de  su  muerte:  ocupó  la  cá- 
tedra durante  el  curso  de  1548-49,  pero  en  el  libro  de  Claus- 
tros de  1549-50  se  dice  que  el  Mro.  León  de  Castro  era 
catedrático  de  Prima  de  Gramática,  y  como  la  otra  cátedra 
de  Prima  seguía  desempeñándola  el  Mro.  de  la  Torre,  cabe 
suponer  que  en  los  últimos  meses  del  1549  muriese  el  maes- 
tro Aguilar.  Tomó  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en 
Artes  en  esta  Universidad.  Hizo  el  juramento  para  recibir 
el  primero  el  7  de  Febrero  de  1539,  y  para  el  segundo,  el  29 
del  mismo  mes  y  año. 


318  - 


Aguilera  (Antonio  de). 


Era  natural  de  Salamanca,  y  fué  colegial  de  Oviedo.  Re- 
cibió el  grado  de  Lie.  en  Cánones  el  3  de  Junio  de  1534.  El 
30  de  Abril  de  1535  es  nombrado  catedrático  de  una  de  las 
cursatorias  de  Cánones,  y  el  29  de  Agosto  del  mismo  año 
hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Doctor.  Verificó 
el  juramento  al  mismo  tiempo  el  médico  Dr.  Juan  de  Aguile- 
ra. Desempeñó  la  cátedra  cursatoria  hasta  que  el  26  de  Ene- 
ro de  1538  fué  proveído  de  la  cátedra  de  Decreto  que  dejó 
vacante  el  Dr.  Martín  Azpilcueta  cuando  marchó  á  Coim- 
bra.  Hacia  el  mes  de  Octubre  de  1549  fué  nombrado  cate- 
drático de  una  de  las  de  Prima  de  Cánones,  pero  como  los 
datos  de  los  libros  de  Claustro  no  son  precisos,  no  hemos 
podido  determinar  si  sucedió  en  la  cátedra  al  Dr.  Puebla  ó 
al  Dr.  Collado.  Le  ponemos  como  sucesor  del  último  de  los 
citados.  Fué  jubilado  el  21  de  Junio  de  1557.  La  Historia  del 
Colegio  de  San  Bartolomé  le  incluye  entre  los  individuos 
del  Consejo  de  Indias  y  del  Consejo  Real,  pero  no  hemos 
averiguado  cuándo  recibió  estos  nombramientos.  En  el  ju- 
ramento del  Miro,  en  Teología,  Cristóbal  Vela,  en  1570,  al 
cual  asistió,  se  dice  que  era  del  Consejo  de  Indias.  En  los 
libros  de  cuentas  de  1578-79  figura  como  del  Consejo  Real 
de  S.  M.,  mas  debía  serlo  de  antes  porque  en  una  Carta  Real 
de  20  de  Noviembre  de  1575(1)  se  halla  entre  los  consejeros  el 
Dr.  Aguilera.  Por  Real  Carta  de  27  de  Diciembre  de  1567  (2) 
fué  nombrado  Conservador  de  esta  Universidad.  Entonces 
era  va  del  Consejo  de  Indias.  El  Dr.  Aguilera  murió  duran- 
te las  vacaciones  del  curso  de  1579-80,  y  se  anunció  la  va- 
catura de  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones  que  había  des- 
empeñado el  19  de  Octubre  de  15S0.  Nicolás  Antonio  men- 
ciona á  un  Dr.  Aguilera,  catedrático  de  Salamanca,  que 
trabajó  con  Fernando  Díaz  y  otro  doctor  en  la  publicación 
de  El  repertorio  de  las  Leyes  de  todos  los  Reinos  de  Cas- 
tilla. 


(1)     V.  t.  I,  pág.  558. 
-'      V.  t.  I.  pág.  525. 


-  319  - 


Aguilera  (Hernando  de). 

Era  canónigo  de  Salamanca,  y  hermano  del  Dr.  y  Teso- 
rero Juan  de  Aguilera.  Sucedió  á  su  hermano  Juan  en  la 
cátedra  de  Astrología,  para  la  que  fué  nombrado  el  8  de 
Febrero  de  1561.  Pidió  á  la  Universidad  que  le  incorporase 
el  grado  de  Maestro  en  Artes  por  la  Universidad  de  Zara- 
goza el  30  de  Abril  de  1561,  y  le  fué  concedida  la  incorpora- 
ción después  de  muchas  tramitaciones.  En  los  libros  de  cuen- 
tas de  1560-61  se  dice  que  en  aquel  curso  ganó  el  salario 
solo  como  Bachiller.  Desempeñó  la  cátedra  hasta  su  muerte, 
en  1.°  de  Julio  de  1576. 


Aguilera  (Juan  de). 

Era  de  Salamanca.  Se  graduó  de  Bachiller  en  Medicina 
en  nuestra  Universidad  el  27  de  Febrero  de  1526.  Hizo  el 
juramento  para  el  grado  de  Licenciado  el  21  de  Agosto 
de  1532  y  para  recibir  el  de  Doctor  el  29  de  Agosto  de  1535. 
En  el  encabezamiento  de  los  Estatutos  de  la  Universidad 
de  1538  aparece  como  sustituto  del  Dr.  Salaya  en  la  cátedra 
de  Astrología.  Después  de  esta  fecha  pasó  á  Roma,  donde 
le  nombraron  médico  del  Papa  Paulo  III,  según  afirma  Mo- 
rejón.  Aunque  Nicolás  Antonio  y  Vidal  dicen  que  fué  tam- 
bién médico  de  Julio  III,  hemos  encontrado  en  los  libros  de 
juramentos  que  el  Tesorero  Aguilera  figura  en  23  de  Octu- 
bre de  1551  en  la  ratificación  del  grado  de  Maestro  en  Teo- 
logía de  Fr.  Pedro  de  Sotomayor,  y  que  el  7  de  Septiembre 
de  1552  estaba  en  Salamanca  y  era  catedrático  de  Astrolo- 
gía en  la  Universidad.  Pidió  la  incorporación  de  su  grado 
de  Maestro  en  Artes,  y  concedida  que  le  fué,  el  30  del  mis- 
mo mes  y  año,  hizo  el  juramento  previo  para  recibir  el  grado. 
Xo  hemos  podido  averiguar  la  fecha  precisa  en  que  fué 
nombrado  catedrático,  pero  debió  serlo  alrededor  de  Sep- 
tiembre de  1561.  Fué  t¿imbién  canónigo  de  la  Catedral  de 
Salamanca,  pues  desde  1553  en  adelante  siempre  que  se  le 
cita  se  le  llama  el  Dr.  y  Tesorero  Juan  de  Aguilera.  Se  de- 
claró vacante  la  cátedra  de  Astrología  el  2  de  Enero  de  1561 . 


-  320  - 

Unos  días  antes  había  ocurrido  el  fallecimiento  del  Dr.  Aguí- 
lera.  Algunos  otros  particulares  de  su  vida  y  sus  obras  se 
pueden  encontrar  en  la  obra  de  Morejón. 

Álava  Esquivel  (Diego). 

Pocos  datos  podemos  añadir  á  los  que  dan  Nicolás  Anto- 
nio, el  Marqués  de  Al  ventos,  Vidal  y  otros.  Hacia  el  año  1529 
fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cá. 
nones:  la  desempeñó  hasta  el  año  de  1532. 

Alba  (Cristóbal  de). 

En  20  de  Marzo  de  1506  fué  nombrado  sustituto  del  Doc- 
tor Cubillas  en  la  cátedra  de  Decreto.  Debió  disfrutar  poco 
de  la  sustitución  porque  el  Dr.  Cubillas  murió  al  año  si- 
guiente. Nada  concreto  hemos  podido  averiguar  hasta  el 
año  1518:  entonces  era  catedrático  de  una  de  las  cursatorias 
de  Cánones.  En  8  de  Mayo  de  1522  fué  nombrado  catedráti- 
co de  Vísperas  de  Cánones  en  la  vacante  del  Dr.  Yáñez  de 
Frechilla.  Ya  había  recibido  el  grado  de  Doctor.  En  18  de 
Abril  de  1523  murió  Cristóbal  de  Alba. 

Alcázar  ó  Valcázar  (Lie.  Andrés). 

Fué  el  primero  que  ocupó  la  catedrilla  de  Cirugía  crea- 
da en  la  Universidad  de  Salamanca  en  1566  (1).  Desempeñó 
esta  cátedra  quizá  hasta  1585:  no  podemos,  sin  embargo, 
señalarla  con  toda  seguridad.  No  hemos  encontrado  su 
nombre  entre  los  catedráticos  de  Prima  de  Medicina  aun- 
que afirma  Vidal  que  lo  fué.  Morejón  trae  un  estudio  deta- 
llado de  su  obra.  No  conocemos  otros  particulares  de  su 
vida . 

Alderete  (Lorenzo  de). 

Debió  estudiar  en  la  Universidad  de  Ferrara,  donde  re- 
cibió el  grado  de  Dr.  en  Medicina  en  14  de  Mayo  de  1529, 
según  resulta  del  acta  de  incorporación.  El  27  de  Octubre 


(1)     V.  t.  I,  págs.  518  y  ó_'ó. 


-  321  - 

de  1533  fué  nombrado  catedrático  de  la  cursatoria  de  Artí- 
cela, que  ocupó  hasta  1536  en  que  pasó  á  la  cursatoria  de 
Avicena.  Desempeñó  esta  cátedra  de  Avicena  hasta  1548. 
Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  el  23 
de  Enero  de  1543  y  á  los  pocos  días  pidió  á  la  Universidad 
que  le  admitiese  la  incorporación  del  grado  de  Doctor,  obte- 
nido en  Ferrara.  La  Universidad  le  admitió  la  incorpora- 
ción. El  14  de  Febrero  de  1548  fué  nombrado  catedrático  de 
Prima  de  Medicina.  Esta  cátedra  la  desempeñó  hasta  su 
muerte:  se  anunció  la  vacante  el  21  de  Mayo  de  1557.  Aun- 
que Morejón  no  dedica  ningún  artículo  á  este  maestro,  hace 
algunas  veces  alusiones  honrosas  á  él,  como  cuando  habla 
de  Francisco  Micón,  que  dice  que  fué  discípulo  del  famoso 
catedrático  de  la  Escuela  de  Salamanca  Dr.  Alderete. 


Alvarez  de  la  Carrera  (Jerónimo). 

En  13  de  Enero  de  1508  se  le  dio  la  provisión  de  una  de 
las  cátedras  de  Vísperas  de  Cánones,  y  á  los  dos  días  pidió 
licencia  para  leer  por  sustituto  mientras  recibía  los  grados. 
No  hemos  podido  averiguar  cuándo  fué  nombrado  catedrá- 
tico de  Decreto:  en  1512  seguía  siendo  de  Vísperas,  pero 
en  los  libros  de  cuentas  de  1518-19  figura  como  catedrático 
de  Decreto.  Tampoco  sabemos  cuándo  murió:  vivía  en  1524 
pero  en  el  acta  de  Claustros  de  30  de  Mayo  de  1526  se  habla 
de  hacer  la  petición  de  unos  documentos  de  la  Universidad 
á  la  viuda  del  Dr.  Carrera.  Además,  el  sucesor  del  Dr.  Ca- 
rrera en  la  cátedra  de  Decreto  era  el  Dr.  Juan  de  Castro, 
quien  dejó  vacante  al  pasar  á  esta  cátedra  la  que  él  desem- 
peñaba que  era  la  de  Sexto  y  Clementinas.  Sabemos  que 
el  Dr.  Benavente  tomó  posesión  de  la  cátedra  de  Sexto 
el  23  de  Febrero  de  1526,  de  donde  teniendo  en  cuenta  los 
plazos  que  se  daban  para  anunciar  las  vacantes,  cabe  pen- 
sar que  el  Dr.  Alvarez  de  la  Carrera  murió  en  los  últimos 
meses  de  1525. 


a 


322  - 


Alvarez  de  la  Reina  (Fernando). 

La  noticia  más  antigua  que  de  su  vida  hemos  podido  ad- 
quirir es  la  inserta  en  la  Cédula  Real  de  Fernando  el  Cató- 
lico (1)  fechada  en  Medina  del  Campo  á  29  de  Septiembre 
de  1504.  Según  ella  era  ya  catedrático  de  Prima  de  Medici- 
na de  la  Universidad  y  médico  de  la  Real  familia:  pide  en 
ella  el  Rey  á  la  Universidad  que  le  prorrogue  por  otros  tres 
años  la  licencia  que  tiene  para  estar  ausente  de  su  cátedra 
y  residir  en  la  Corte.  La  Universidad  acordó  en  14  de  Octu- 
bre conceder  la  licencia  pedida.  En  Claustro  de  26  de  Abril 
de  1505  se  aprobó  la  merced  que  le  hizo  el  Rey  de  una  de 
las  conservadurías  de  la  Universidad.  Por  otra  Cédula  dada 
en  Burgos  á  27  de  Noviembre  de  1507  pide  el  Rey  á  la  Uni- 
versidad licencia  por  cuatro  anos  para  que  el  Dr.  Fernán 
Alvarez,  su  físico,  siga  en  la  Corte  porque  así  cumple  al 
servicio  de  la  Reina,  su  hija  (2).  Esta  Cédula  se  leyó  en 
Claustro  de  20  de  Diciembre  de  1507  y  la  Universidad  negó 
la  licencia  por  el  daño  que  causaba  la  ausencia,  toda  vez 
que  la  cátedra  tenía  que  leerse  por  sustituto.  Según  apare- 
ce en  el  acta  del  Claustro  de  28  de  Enero  del  año  siguiente 
el  doctor  pidió  licencia  al  Rey  para  venir  á  residir  su  cáte- 
dra y  el  Rey  respondió  que  porque  cumplía  al  servicio  de 
la  Reina,  su  hija,  y  suyo,  que  estuviese  en  la  Corte,  no  sólo 
no  le  daba  licencia  para  irse,  sino  que  le  mandaba,  so  pena 
de  la  vida,  que  no  saliese  de  la  Corte.  El  testimonio  de  este 
mandato  regio  está  fechado  en  Burgos  á  6  de  Enero  del  di- 
cho año.  La  Universidad  envió  al  Síndico  para  que  viese  al 
Rey  y  le  suplicase  que  no  permitiese  ni  mandase  dar  tales 
licencias,  pero  el  resultado  no  correspondió  á  los  intereses 
de  la  Universidad  y  en  Claustro  de  30  de  Marzo  de  1508  se 
dieron  al  doctor  de  la  Reina  dos  años  de  licencia.  Debió 
seguir  disfrutando  de  ellas  mientras  vivió,  pues  en  1510  (3j 
le  fué  concedida  otra  y  con  el  testimonio  de  Villar  y  Macías 
podemos  decir  que  estando  la  Corte  en  la  ciudad  de  Palen- 


(1)  V.  t.  I,  pág.  358. 

(2)  V.  t.  I,  pág.  362. 

(3)  V.  t.  I,  pág.  365. 


-  323  - 

cía  en  1522  otorgó  testamento  en  aquella  ciudad,  ante  Pedro 
de  Villaverde,  escribano  de  S.  M.  Cesárea.  Este  mismo  au- 
tor nos  dice  que  nuestro  doctor  era  vecino  y  regidor  de  Sa. 
lamanca,  y  que  se  llamaba  Fernán  Alvarez  de  Abarca,  pero 
conocido  en  documentos  oficiales  por  el  doctor  de  la  Reina, 
por  haber  sido  médico  de  Isabel  la  Católica  y  serlo  enton- 
ces de  la  Reina  D.a  Juana.  No  obstante  los  merecimien- 
tos y  autoridid  del  Dr.  Villar  estimamos  otras  las  causas 
de  esa  variante  de  apellidos,  entre  las  cuales  podemos  apun- 
tar la  existencia  de  catedráticos  de  Medicina  apellidados 
ude  la  Reina„  desde  mediados  del  siglo  xv.  Nos  dice  tam- 
bién que  por  su  intervención  fué  traído  al  convento  de  San 
Agustín  de  Salamanca  el  cadáver  de  su  yerno,  el  comune- 
ro ajusticiado  Francisco  Maldonado,  y  fueron  devueltos  á 
sus  nietos  los  bienes  confiscados  al  ajusticiado;  el  nnyor  de 
los  nietos  heredó  el  mayorazgo  del  Maieral,  á  cuyo  mayo- 
razgo Felipe  III  en  1614  (1)  hizo  merced  por  juro  de  heredad 
de  una  de  las  conservadurías  de  la  Universidad  de  Sala- 
manca. Según  Villar  el  Dr.  Alvarez  de  la  Reina  hizo  codi- 
cilo  en  Salamanca  el  1.°  Ú2  Mayo  de  1526,  y  de  los  libros 
de  Claustro  resulta  que  el  día  3  del  mismo  mes  y  año  se 
acordó  pronunciar  por  vaca  la  cátedra  de  Prima  de  Medi- 
cina. Debió  pues  fallecer  el  1  ó  2  de  Mayo.  Gallardo  dice  que 
sin  pie  de  imprenta  se  publicó  una  obra  de  este  Dr.  Alva- 
rez titulada  Regimiento  contra  la  peste. 


Alvarez  de  Tapia  (Francisco). 

Figura  desde  1519  á  1521  como  catedrático  en  una  de  las 
cursatorias  de  Cánones:  tal  vez  desempeñase  después  al- 
guna sustitución  de  cátedra  de  propiedad  hasta  el  30  de  Ma- 
yo de  1523  en  que  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las 
de  Vísperas  de  Cánones.  Se  graduó  de  Doctor  después  de 
haber  obtenido  esta  cátedra.  Vacante  la  sustitución  de  la 
cátedra  de  Prima  de  Leyes  del  Dr.  Galíndez  de  Carvajal, 
quiso  presentarse  á  ella  el  20  de  Enero  de  1527  alegando  que 
no  había  estatuto,  ni  constitución  ni  costumbre  que  impi- 


(1>    V.  t.  I,  pág.  689. 


-  324  - 

diese  á  los  catedráticos  de  propiedad  opositar  á  tales  sus- 
tituciones: no  consiguió  lo  que  deseaba.  En  26  de  Junio 
de  152S  se  anunció  la  vacante  de  la  cátedra  de  Vísperas  que 
desempeñaba  por  haber  sido  nombrado  catedrático  de  la  de 
Decreto.  En  19  de  Abril  de  1532  fué  elegido  catedrático  de 
una  de  las  de  Prima  de  Cánones  que  desempeñó  hasta  su 
muerte.  Se  publicó  la  vacatura  de  la  cátedra  el  6  de  No- 
viembre de  1537. 

Andrada  (Juan). 

Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en 
Leyes  el  12  de  Noviembre  de  1549.  En  20  de  Noviembre 
de  1553  es  nombrado  catedrático  de  Volumen.  Desempeñó 
esta  cátedra  hasta  que  el  11  de  Agosto  de  1554  le  eligieron 
sustituto  del  Dr.  Peralta  en  una  de  las  de  Prima  de  Leyes. 
Lo  fué  hasta  el  7  de  Mayo  de  1560  en  que  le  nombraron  ca- 
tedrático de  Digesto  Viejo.  En  21  de  Marzo  de  1561,  fué  de- 
clarada vacante  la  cátedra  de  Digesto  Viejo  por  haber  pa- 
sado el  Dr.  Andrada  á  una  de  las  de  Vísperas  de  Leyes. 
En  el  curso  de  1577-78  se  le  autoriza  por  una  provisión  del 
Consejo  Real  que  lea  por  sustituto  en  razón  de  su  mal  es- 
tado de  salud.  Falleció  durante  las  vacaciones  del  curso 
de  1585-86. 


Aragón  (Fr.  Pedro  de). 

Agustino.  Natural  de  Salamanca.  A  los  datos  que  dan 
Nicolás  Antonio  y  el  P.  Vidal  podemos  añadir  que  recibió 
los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  las  Facultades  de 
Teología  y  Artes.  Hizo  los  juramentos  previos  el  6  de  Fe- 
brero y  el  4  de  Marzo  de  1576  para  los  de  Teología,  y  el  10 
y  16  de  Enero  de  1583  para  los  de  Artes.  En  7  de  Noviem- 
bre de  1576  fué  nombrado  catedrático  de  Escoto;  desempe- 
ñó esta  cátedra  hasta  13  de  Diciembre  de  1582  en  que  se  le 
dio  la  provisión  de  la  cátedra  de  propiedad  de  Prima  de  Ló- 
gica. La  desempeñó  hasta  su  muerte  acaecida  el  24  de  No- 
viembre de  1592. 


-  325 


Ares  (Miguel). 

Figura  con  el  número  393  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé,  donde  ingresó  en  1574.  Desde  1575  á  1580  des- 
empeñó una  de  las  cátedras  cursatorias  de  Artes,  y  duran- 
te algún  tiempo,  en  1580,  la  de  Físicos.  Llegó  á  ser  Obispo 
de  Orense  en  1595. 

Azpilcueta  ¡Martín  de  . 

Conocido  por  el  Dr.  Navarro.  Hay  muchas  variantes  en 
su  apellido  (Ayzpetia,  Yzpetia,  Azpicoeta).  En  17  de  No- 
viembre de  1532  pidió  que  se  hicieran  en  la  Universidad  de 
Salamanca  probanzas  de  lecturas  para  poderse  graduar  de 
Licenciado  en  Cánones.  Declaró  á  su  favor  D.  Francisco  de 
Navarro,  Prior  de  Roncesvalles,  diciendo  que  le  vio  cursar 
y  leer  en  la  Universidad  de  Tolosa  ( Francia),  desde  1518 
hasta  San  Juan  de  1521.  Que  estuvo  después  en  la  Univer- 
sidad de  Caos  (Cahors?),  donde  le  dejó  el  testigo;  y,  final- 
mente, que  le  ha  visto  leer  Cánones  en  esta  Universidad 
cinco  años  seguidos.  Era  clérigo  de  misa.  De  los  libros  de 
Claustro  resulta  que  en  3  de  Septiembre  de  1528,  fué  nom- 
brado catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  y 
que  en  12  de  Agosto  de  1529  le  designaron  sustituto  del 
Dr.  Villasandino  en  una  de  las  cátedras  de  Prima  de  Cá- 
nones. A  la  muerte  de  Villasandino,  el  7  de  Junio  de  1532, 
fué  nombrado  catedrático  de  Decreto.  Pocos  días  después. 
el  10  de  Noviembre,  recibió  el  grado  de  Doctor.  En  19  de 
Diciembre  de  1537  se  le  hizo  provisión  de  una  de  las  cáte- 
dras de  Prima  de  Cánones.  Por  entonces,  no  sabemos  si 
por  deseos  del  Dr.  Navarro,  fué  nombrado  catedrático  de 
la  Universidad  de  Coimbra.  La  Emperatriz  pidió  á  la  Uni- 
versidad licencia  para  que  el  Dr.  Navarro  pudiese  pasar  á 
Coimbra  por  dos  años  (1),  por  una  cédula  y  varias  sobrecé- 
dulas, pero  la  Universidad  se  resistió.  El  Emperador  ame- 
nazó á  la  Universidad  con  la  pérdida  de  la  naturaleza  y  tem- 
poralidades en  sus  reinos  si  no  le  daban  la  licencia  deseada 
por  Real  Cédula  de  1538  y  la  Universidad  entonces  cedió, 

(1)     V.  t.  I,  pág.  411. 


-  326- 
otorgándole  la  licencia  por  dos  años,  bien  entendido  que  si 
aquellos  pasaban  y  el  doctor  no  volvía,  se  publicaría  la  va- 
catura de  la  cátedra  de  Prima  que  desempeñaba.  El  Doctor 
Navarro  debió  dejar  la  Universidad  en  los  primeros  de  No- 
viembre de  1538,  porque  en  los  libros  de  cuentas  se  dice  que 
ganó  catorce  lecciones  en  la  cátedra  de  Prima  en  el  curso 
de  1538-39.  El  Dr.  Navarro  no  volvió  en  el  plazo  fijado  y  el 
19  de  Enero  de  1541  se  publicó  la  vacatura  de  la  cátedra.  El 
Marqués  de  Alventos  dice  que  cuando  tenía  71  años  ingresó 
en  el  Colegio  mayor  de  Oviedo  y  señala  el  año  de  1563  como 
fecha  de  su  entrada.  Nicolás  Antonio  lo  pone  en  duda,  vio 
mismo  hace  Vidal,  que  sigue  á  Nicolás  Antonio.  Estima- 
mos, aunque  pudiera  ser  que  estuviésemos  errados,  que  el 
Dr.  Navarro  no  fué  colegial  de  Oviedo;  sólo  que  el  haber 
ingresado  en  el  Colegio  hacia  el  año  1563  un  Martín  Salva- 
dor Azpilcueta,  también  llamado  el  Dr.  Navarro,  de  quien 
nos  ocupamos  á  continuación,  ha  producido  una  confusión 
lamentable.  Creemos,  pues,  que  con  razón  ponía  Nicolás 
Antonio  en  tela  de  juicio  la  colegiatura  del  Dr.  Martín  de 
Azpilcueta  en  el  Colegio  de  Oviedo.  En  este  autor  se  en- 
cuentran otros  pormenores  de  su  vida,  que  omitimos  en 
gracia  á  la  brevedad,  y  lista  bastante  completa  de  sus  obras 
que  puede  completarse  con  los  datos  que  dan  Gallardo,  Pé- 
rez Pastor  y  otros.  D.  Vicente  de  la  Fuente  dice  que  en- 
tre 1525-27  fué  nombrado  un  Martín  Navarro  Obispo  de  Cá- 
diz, pero  que  no  qui^o  aceptar  el  cargo.  Creemos  que  no  se 
refiere  á  Azpilcueta  sino  á  un  colegial  de  San  Bartolomé  lla- 
mado Martín  Navarro,  quien,  según  la  Historia  del  colegio, 
fué  presentado  y  no  quiso  aceptar  dicho  Obispado. 

Azpilcueta  (Martín  Salvador). 

Debe  ser  el  que  el  Marqués  de  Alventos  confunde  con 
el  precedente.  Consta  en  muchas  actas  que  había  sido  cole- 
gial de  Oviedo:  aunque  no  se  conserva  en  el  Archivo  ni  el 
expediente  de  ingreso  en  el  Colegio  (al  menos  no  le  hemos 
encontrado)  ni  el  libro  de  recepciones  de  colegiales,  puede 
muy  bien  aceptarse  la  fecha  del  10  de  Febrero  de  1563, 
como  la  de  su  ingreso.  En  39  de  Marzo  de  1566  fué  nombra- 
do, siendo  colegial  de  Oviedo,  sustituto  por  enfermedad 


-  327  - 

del  Dr.  Castillo  en  la  cátedra  de  Sexto.  Muerto  el  Dr.  Cas- 
tillo pasó  á  ocupar  una  catedrilla  de  Cánones  de  la  que 
tomó  posesión  el  8  de  Marzo  de  1567.  Luego  fué  nombra- 
do con  fecha  de  10  de  Enero  de  1568  sustituto  del  Dv.  Agui- 
lera en  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones.  En  5  de  Agosto 
de  1569  aparece  como  catedrático  de  propiedad  de  una  de 
las  de  Vísperas  de  Cánones  y  poco  despue's,  el  9  de  Sep- 
tiembre, hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licen- 
ciado, y  el  6  de  Noviembre  lo  verificó  para  incorporar  su 
grado  de  Doctor  en  Cánones  por  la  Universidad  de  Coim- 
bra.  Por  eso  el  libro  de  cuentas  de  1569-70  dice  que  el  Doc- 
tor Navarro  ganó  en  ese  curso  13  lecciones  como  Licen- 
ciado y  las  demás  como  Doctor.  Desde  1579  cuando  se  ha- 
bla de  él  se  le  llama  el  Dr.  y  Canónigo  Navarro.  El  3  de 
Enero  de  1581  fué  nombrado  catedrático  de  Decreto  pero 
desempeñó  poco  tiempo  la  cátedra  porque  el  21  de  Mar- 
zo de  1583  se  hizo  en  él  provisión  de  la  Canongía  doctoral 
de  la  iglesia  de  Toledo  y  el  26  del  mismo  mes  se  publicó  la 
vacatura  de  la  cátedra  de  Decreto.  No  conocemos  otros 
datos  de  este  catedrático. 

Báñez  (Fr.  Domingo). 

Nicolás  Antonio,  las  Historias  del  Convento  de  San  Es- 
teban y  otras  más  dan  detalles  bastante  completos  de  la 
vida  y  obras  de  este  ilustre  dominico.  Por  nuestra  parte 
añadiremos  que  estudió  en  esta  Universidad  y  vino  á  regen- 
tar cátedra  en  1577.  En  23  de  Abril  de  este  año  se  le  dio  po- 
sesión de  la  catedrilla  de  Durando,  que  desempeñó  hasta 
que  en  18  de  Febrero  de  1581  fué  nombrado  catedrático  de 
Prima  de  Teología,  de  la  que  tomó  posesión  el  20  del  mismo 
mes.  Siendo  catedrático  de  Durando  hizo  los  juramentos 
previos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en 
Teología  el  21  de  Junio  y  el  7  de  Julio  de  1577  respectiva- 
mente. Por  Cédula  Real  de  4  de  Marzo  de  1591  comunicó 
Felipe  II  á  la  Universidad  que  le  había  dado  cierta  comi- 
sión que  cumplía  á  su  servicio  (1):  no  se  dice  en  los  libros 
de  Claustros,  en  donde  se  acuerda  obedecer  esta  Cédula, 

(1)     V.  t.  I,  pág.  6U1. 


-  328  - 

nada  que  permita  traslucir  el  objeto  de  la  comisión.  El 
maestro  Báñez  se  jubiló  en  el  curso  de  1601-02.  Murió  á  poco, 
el  22  de  Octubre  de  1604. 


Barbosa  (Arias). 

En  los  libros  de  Claustro  y  de  cuentas  aparece  también 
Ayres  y  Aries  Barbosa.  No  tenemos  por  falta  de  datos  nin- 
guna noticia  anterior  á  1503.  Nicolás  Antonio  y  la  Memoria 
de  la  Universidad  de  Salamanca  de  1884-85  dan  algunos  da- 
tos biográficos.  Nosotros,  entre  varios  que  omitimos,  pode- 
mos decir  que  hizo  el  juramento  de  bene  legendo  el  1  de 
Mayo  de  1503,  y  que  el  11  de  Septiembre  de  aquel  mismo 
año  se  le  incorporó  al  colegio  de  Doctores  y  Maestros  ar- 
tistas. Esto  permite  suponer  que  no  era  graduado  de  Maes- 
tro por  Salamanca,  y  que  el  nombramiento  de  catedrático 
de  propiedad  de  Retórica  sería  en  algunos  días  anterior  á 
su  incorporación  por  ser  práctica  corriente  en  esa  época 
no  recibir  el  grado  ó  no  incorporarle  hasta  que  se  tuviese 
cátedra  de  propiedad.  Además,  en  los  libros  de  cuentas  se 
dice  en  el  correspondiente  al  curso  de  1523-24  que  era  jubi- 
lado, es  decir,  veinte  años  después  de  ser  nombrado  cate- 
drático de  propiedad.  Debía  desempeñar  también  la  ca- 
tedrilla  de  Griego,  sustituida  por  la  Universidad  después 
de  1480.  No  hay  documentación  que  permita  aceptar  ni  re- 
chazar la  afirmación  de  que  Arias  Barbosa  era  catedrático 
de  Griego  en  Salamanca  en  1489.  Desde  1503  en  adelántela 
vino  desempeñando  hasta  1523.  A  la  muerte  del  Mro.  Espi- 
nosa se  opuso  á  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática,  pero 
desistió  de  la  oposición.  En  30  de  Junio  de  1506  fué  uno  de 
los  Consiliarios  nombrados  por  la  Universidad  para  irá  be- 
sar las  manos  á  Felipe  I.  En  9  de  Marzo  de  1509  se  opuso  á 
la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  que  dejó  vacante  el 
Mro.  Lebrija,  y  en  22  de  Marzo  se  le  dio  la  posesión  de  ella. 
Dejó  vacante  la  de  Retórica,  pero  siguió  desempeñando  la 
catedrilla  de  Griego,  por  la  que  cobraba  13.000  maravedís, 
hasta  que  se  jubiló  en  1523.  Después  de  jubilado  volvió  á 
Portugal  y  murió  á  una  edad  muy  avanzada  en  1540.  Hemos 
encontrado  en  los  libros  de  cuentas  la  fecha  de  su  muerte: 


-  329  - 

tuvo  lugar  el  día  de  San  Sebastián,  20  de  Enero  del  año  1540. 
Nicolás  Antonio  da  abundantes  datos  biográficos  y  biblio- 
gráficos del  Mro.  Barbosa. 

Barrientos  (Bartolomé). 

Hemos  encontrado  algunas  notas  incompletas  de  la  vida 
académica  de  este  Maestro.  Figura  con  un  partido  de  Gra- 
mática desde  1552  á  1554,  y  luego  con  una  regencia  de  Gra- 
mática desde  1561  á  1574.  El  espacio  entre  los  años  54  y  61 
es  casi  seguro  que  lo  pasó  en  Salamanca,  y  un  examen  minu- 
cioso de  toda  la  documentación  del  Archivo  quizá  pusiera 
en  claro  su  ocupación  durante  ellos.  Después  de  1574  no 
hay  noticias  de  él.  Nicolás  Antonio  y  otros  han  dicho  que 
fué  catedrático  de  Matemáticas:  no  hemos  encentrado  nin- 
gún dato  que  nos  permita  seguir  la  opinión  de  tan  autoriza- 
do bibliógrafo.  Gallardo  da  también  notas  sobre  Barrien- 
tos. Según  resulta  de  los  libros  de  juramentos  de  gradua- 
dos, era  Maestro  de  Artes  por  la  Universidad  de  Zaragoza. 
Pidió  la  incorporación  en  1561,  y  hasta  el  4  de  Noviembre 
de  1569  no  hizo  el  juramento  exigido  á  los  que  se  incorpo- 
raban. 

Bena vente  (Antonio  de). 

La  primera  noticia  que  tenemos  de  él  es  la  de  su  nom- 
bramiento como  sustituto  del  Dr.  Diego  Alonso  de  Bena- 
vente  en  31  de  Enero  de  1512.  Muerto  el  Dr.  Diego  Alonso, 
se  opuso  á  la  vacante.  Fué  nombrado  siendo  ya  Doctor 
el  9  de  Julio  del  mismo  año  catedrático  de  una  de  las  cursa- 
torias  de  Cánones  y  la  desempeñó  hasta  1522.  Entonces  fué 
designado  sustituto  del  Dr.  Villasandino  en  la  cátedra  de 
Prima  de  Cánones.  Lo  fué  hasta  que  en  23  de  Febrero 
de  1526  le  nombraron  catedrático  de  Sexto  y  Clementinas. 
Desde  1538  no  leía  por  sí  la  cátedra,  sino  por  sustituto:  hay 
informes  de  facultativos  y  se  habla  de  un  asiento  hecho  por 
el  Claustro,  en  el  cual  ganaba  residuo  sin  repetir.  En  las 
vacaciones  del  curso  de  1556-57  debió  morir  el  Dr.  Bena- 
vente  porque  su  cátedra  se  publicó  por  vaca  el  19  de  Octu- 
bre de  1557. 


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Bernal  (Cristóbal  de). 

Natural  de  Salamanca.  Juró  para  recibir  el  grado  de  Li- 
cenciado en  Leyes  el  11  de  Mayo  de  1559  y  para  el  de  Doc- 
tor el  5  de  Mayo  de  1560.  Ocupó  una  de  las  cátedras  de  Ins- 
tituía en  1558.  Pasó  luego  á  una  de  las  de  Código  que  des- 
empeñó hasta  14  de  Mayo  de  1572  en  que  tomó  posesión  de 
la  de  Volumen.  En  3  de  Diciembre  de  1573  se  proveyó  en  él 
la  cátedra  de  Digesto  Viejo.  La  desempeñó  hasta  que  en  5 
de  Mayo  de  1584  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de 
Leyes.  En  1593  era  Regidor  de  Salamanca  y  seguía  siéndo- 
lo cuando  falleció  el  año  1600.  Debió  morir  el  21  ó  22  de  Oc- 
tubre de  dicho  año,  porque  ganó  tres  lecciones  en  el  cur- 
so 1600-01  y  se  publicó  la  vacatura  de  su  cátedra  el  23  del 
mismo  mes. 

Blasco  de  Medrano  (Pedro). 

En  7  de  Febrero  de  1591  hizo  el  juramento  previo  para 
graduarse  de  Licenciado  en  Cánones.  Era  natural  de  Bie- 
bla  (diócesis  de  Burgos)  (1).  El  29  de  Abril  de  1595  fué  nom- 
brado catedrático  de  una  de  las  catedriilas  de  Cánones.  Po- 
cos días  después,  el  22  de  Mayo,  hizo  el  juramento  para 
recibir  el  grado  de  Doctor.  Desempeñó  la  cursatoria  de 
Cánones  hasta  que  en  10  de  Junio  de  1598  fué  nombrado 
catedrático  de  Vísperas  de  Cánones.  Disfrutó  escaso  tiem- 
po de  ella,  pues  el  13  de  Junio  de  1599,  murió. 

Bravo  (Juan). 

Natural  de  Piedrahita.  Estudió  en  Salamanca.  El  18  de 
Diciembre  de  1553,  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado 
de  Licenciado  en  Medicina.  En  30  de  Marzo  de  1560  es  ya 
catedrático  de  la  de  Artícela  de  Medicina.  Poco  después,  el 
16  de  Noviembre  de  1561,  juró  para  tomar  el  grado  de  Doc- 
tor. El  14  de  Diciembre  de  1563  fué  nombrado  catedrático 
de  la  de  Avicena.  Lo  había  sido  antes  un  poco  de  tiempo  en 

(1)    Quizá  Bielba  (Santander). 


-  331  - 

el  año  de  1560.  En  1577,  á  propuesta  del  Claustro,  y  con  apro- 
bación del  Consejo  Real,  fué  elevada  á  cátedra  de  propie- 
dad esta  cátedra  del  Dr.  Bravo  (1),  con  salario  de  doscien- 
tos ducados,  pero  sin  derecho  á  ganar  el  residuo  que  dis- 
frutaban los  otros  catedráticos  de  propiedad.  Previa  oposi- 
ción fué  nombrado  catedrático  el  Dr.  Bravo  el  29  de  Abril 
de  1577.  Le  jubilaron  durante  el  curso  de  1596-97:  debió  ser 
en  Marzo  del  97  porque  el  sustituto  fué  designado  el  30  de 
dicho  mes.  El  Dr.  Bravo  murió  el  27  de  Julio  de  1610.  Mo- 
rejón  y  Gallardo  dan  notas  sobre  las  obras  que  escribió 
este  ilustre  Maestro. 

Busto  (Martín  de). 

Hizo  el  juramento  para  el  grado  de  Licenciado  en  Cá- 
nones el  12  de  Mayo  de  1559.  En  1562  es  catedrático  de  una 
de  las  cursatorias  de  Cánones;  al  año  siguiente,  el  2  de 
Mayo,  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Doctor. 
El  9  de  Marzo  de  1574  fué  nombrado  catedrático  de  Sexto  y 
Clementinas.  Dejó  esta  cátedra  para  encargarse  de  la  de 
Decreto  en  30  de  Abril  de  1583.  El  21  de  Junio  de  1593  se  le 
dio  por  jubilado.  Durante  su  jubilación  desempeñó  una  de 
las  plazas  de  Oidor  de  la  Cnancillería  de  Valladolid  hasta 
su  muerte  acaecida  en  los  primeros  días  del  curso  160102. 

Cano  (Melchor). 

Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban  y  otras 
aportan  curiosos  datos  acerca  de  este  Maestro.  Añadire- 
mos que  el  23  de  Octubre  de  1546  tomó  posesión  de  la  cáte- 
dra de  Prima  de  Teología  á  la  muerte  del  Mro.  Vitoria,  y 
en  18  de  Diciembre  del  mismo  año  hizo  el  juramento  para 
incorporar  su  grado.  Desempeñó  la  cátedra  hasta  que  en 
Claustro  de  26  de  Enere  de  1551  se  le  dio  licencia  y  mandado 
para  que  asistiese  al  Concilio  de  Trento.  No  hemos  encon- 
trado datos  de  su  permanencia  en  Salamanca  después  de  ha- 
ber vuelto  del  Concilio.  Solo  sabemos  que  ya  en  Octubre 
del  552  era  catedrático  de  Prima  Fr.  Domingo  de  Soto.  Ni- 

(1)     V.  t.  I,  pág.  565. 


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colas  Antonio,  Catalina  García,  Gallardo  y  otros  dan  inte- 
resantes noticias  bibliográficas. 

Por  tratarse  de  uno  de  los  más  notables  maestros  de 
aquellos  tiempos,  transcribimos  de  los  Historiadores  del 
Convento  de  su  orden; 


(1)  DEL  MAESTRO  FR.  MELCHOR  CANO,  CATEDRÁTICO  DE  PRIMA  DE  SALA- 
MANCA, QUE  FUÉ  OBISPO  DE  CANARIAS,  Y  DE  OTROS  CATEDRÁTICOS 
DE  TEOLOGÍA  DE  SU  TIEMPO  EN   LA  UNIVERSIDAD. 

Al  doctísimo  Maestro  Fr.  Francisco  de  Vitoria,  de  buena  me- 
moria, sucedió  en  la  cátedra  de  prima  el  Maestro  Fr.  Melchor 
Cano,  hijo  del  Convento  de  Salamanca,  en  el  año  de  1546.  Tuvo  un 
grande  opositor,  reputado  por  uno  de  los  más  eminentes  hombres 
en  letras  de  aquellos  tiempos,  el  Maestro  Juan  Gil  de  Nava,  cate- 
drático entonces  de  Filosofía  moral  y  después  de  la  cátedra  de  Vís- 
peras de  Teología,  de  quien  en  el  capítulo  precedente  se  ha  hecho 
alguna  mención.  Pero  como  el  Maestro  Fr.  Melchor  Cano  tenía 
tan  grande  ostentación  y  hizo  actos  tan  lucidos  y  admirables,  llevó 
tras  sí  los  ánimos  de  la  Escuela,  con  que  le  dieron  la  cátedra  con 
mucho  exceso  de  votos.  Trajéronle  de  la  cátedra  de  prima  de  Al- 
calá que  tenía,  no  queriendo  la  Orden  que  se  opusiese  otro,  porque 
temía  mucho  no  se  perdiese  la  cátedra,  y  aunque  en  aquel  tiempo 
era  catedrático  de  Vísperas  el  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto,  no 
estaba  en  Salamanca,  porque  asistía  al  Concilio  de  Trento  aquel 
año  de  1546,  cuando  vacó  la  cátedra  por  muerte  del  Maestro  Vito- 
ria, y  predicó  á  los  Padres  del  Concilio  el  primer  domingo  de 
Adviento  de  aquel  año.  Tuvo  la  cátedra  de  prima  el  Maestro  fray 
Melchor  Cano  casi  siete  años  con  grande  utilidad  y  aprovecha- 
miento de  los  discípulos,  y  dejóla  cuando  le  hicieron  obispo  de  Ca- 
narias el  año  de  552,  sucediéndole  en  ella  el  Maestro  Fr.  Domingo 
de  Soto.  Fué  el  Padre  Maestro  Fr.  Melchor  Cano  natural  de  la 
villa  de  Tarancón,  en  el  obispado  de  Cuenca,  y  hizo  profesión  en 
el  Convento  de  Salamanca,  adonde  había  tomado  el  hábito,  siendo 
prior  el  santo  Fr.  Juan  Hurtado,  á  19  de  Agosto  de  1524  años. 
Tuvo  el  año  de  noviciado  en  compañía  de  otros  novicios  muy 
hábiles,  que  salieron  varones  eminentes  en  letras  y  erudición, 
porque  fueron  novicios  con  él  los  Maestros  siguientes:  Fr.  Andrés 


(1)  Sobre  todos  los  catedráticos  de  Prima  de  Teología  de  esta  Universidad, 
desde  la  creación  de  la  Facultad  en  1416  hasta  el  1606,  véase  la  obra  Historiado- 
res del  Convento  de  San  Esteban  de  Salamanca,  publicados  por  el  P.  Cuer- 
vo, t.  I,  págs.  201  y  483;  t.  II, per  totnm;  t.  III,  pág.  599. 


-  333  - 

de  Tudela,  que  fué  catedrático  de  prima  de  Alcalá,  y  murió  año 
de  1542,  á  quien  sucedió  en  la  misma  cátedra  el  Maestro  Fr.  Mel- 
chor Cano.  Fr.  Mancio  de  Corpore  Christi,  que  fué  catedrático  de 
prima  de  Alcalá  y  de  Salamanca.  Fr.  Martín  de  Ledesma,  que  fué 
catedrático  de  prima  de  Coimbra  y  fundador  de  la  Teología  en 
aquella  Universidad.  Fr.  Cristóbal  de  Córdoba,  que  fué  provincial 
de  la  provincia.  Fr.  Tomás  de  Chaves,  que  sacó  á  luz  la  Suma  de 
Sacramentos  del  Maestro  Vitoria.  Estos  Padres  Maestros  fueron 
novicios  con  el  Maestro  Cano  y  otros  algunos  maestros  más,  que 
á  la  Orden  había  traído  con  su  espíritu,  santa  Aida  y  fervorosos 
sermones  el  prior  Fr.  Juan  Hurtado. 

Después  que  hizo  profesión,  entró  en  los  estudios,  donde  dio 
grandes  muestras  de  excelente  y  agudo  ingenio,  descubriendo  muy 
grande  caudal  y  rica  habilidad.  Señalábase  mucho  entre  todos  sus 
condiscípulos,  aunque  eran  tan  grandes  sujetos  y  dotados  de  tan 
excelentes  ingenios  como  se  ha  dicho.  Tuvo  por  maestro  en  la  teo- 
logía al  P.  Fr.  Francisco  de  Vitoria  luego  á  los  principios  que  co- 
menzó á  leer  la  cátedra  de  prima,  aprovechándose  incomparable- 
mente debajo  de  la  disciplina  de  tal  Maestro.  Después  desto  le  eli- 
gió el  Convento  por  colegial  del  Colegio  de  San  Gregorio  de 
Valladolid  para  que  con  la  comunicación  de  hombres  tan  hábiles 
y  tan  grandes  ingenios  como  allí  ha  habido  y  hay,  saliese  más  con- 
sumado en  la  teología.  Era  á  la  sazón  regente  y  lector  del  Colegio 
el  Maestro  Fr.  Diego  de  Astudillo,  varón  muy  docto  y  teólogo  muy 
profundo,  y  con  su  comunicación  y  los  ejercicios  de  aquella  easa 
de  letras  se  hizo  tan  docto,  que  sin  salir  de  allí  (cosa  extraordina- 
ria y  raras  veces  vista)  fué  señalado  por  el  Provincial  á  instancia 
de  los  colegiales  por  lector  de  Teología;  y  habiendo  leído  algunos 
años  eon  grande  aplauso  y  aceptación  de  mucho  concurso  de  es- 
tudiantes, le  mandó  la  obediencia  que  fuese  á  la  Universidad  de 
Alcalá  á  oponerse  á  la  principal  cátedra  de  prima  de  Santo  To- 
más, que  estaba  vacante  por  muerte  del  Maestro  Fr.  Andrés  de 
Tudela.  Llevó  la  cátedra  con  grande  gusto  de  la  Escuela,  y  leyóla 
con  opinión  de  grande  ingenio  y  singular  erudición.  Estuvo  en  Al- 
calá tres  años,  hasta  que  el  de  1546,  por  muerte  de  su  maestro 
Fr.  Francisco  de  Vitoria,  vacó  en  Salamanca  la  cátedra  de  prima, 
la  cual  llevó  eon  mucha  reputación  y  honra  al  doctísimo  Juan  Gil 
de  Nava,  catedrático  de  Filosofía  moral,  como  está  dicho.  Leyó  la 
cátedra  así  en  la  sustancia  de  doctrina  como  en  la  claridad  con 
que  la  enseñaba,  con  grande  satisfacción  de  toda  la  Escuela.  Fué 
el  primer  maestro  que  en  Salamanca  comenzó  á  enriquecer  las  re- 
soluciones de  Teología  escolástica  con  testimonios  exquisitos  de  la 
sagrada  Escritura  y  con  doctrina  de  los  Concilios  y  de  los  santos 
Doctores.  Tenía  muy  especial  gracia  en  presidir  á  los  actos  públi- 


-  334  - 

eos,  causando  grande  admiración  á  los  que  le  oían.  Por  lo  cual  fué 
muy  estimado  de  sus  discípulos,  que  afirmaban  no  haber  persona 
alguna  en  el  mundo  que  en  erudición  y  esplendor  se  pudiese  com- 
parar con  él,  porque  á  todos  les  hacía  ventajas  conocidas.  Tuvo 
noticia  el  emperador  Carlos  V  de  sus  raras  prendas,  por  lo  cual  le 
mandó  asistiese  al  Concilio  Tridentino,  que  reasumió  Julio  III  el 
año  de  1551.  Y  entre  los  muchos  prelados  maestros  y  doctores  de 
todas  naciones  que  se  hallaron  en  el  Concilio,  resplandeció  el  in- 
genio del  Maestro  Fr.  Melchor  Cano  con  singulares  muestras  de 
rara  erudición.  Volvió  á  España,  habiéndose  suspendido  el  Conci- 
lio, adonde  hizo  particulares  servicios  á  la  Iglesia  católica,  descu- 
briendo y  impugnando  algunos  errores  que  se  levantaban  en  algu- 
nas ciudades  destos  reinos.  Parecióle  á  la  Majestad  Cesárea  de 
Carlos  V  que  persona  tan  docta  y  de  tan  aventajadas  prendas  con- 
venía se  ocupase  en  el  gobierno  de  alguna  iglesia,  y  así  le  nombró 
por  obispo  de  Canarias  año  de  1553;  pero  aunque  le  aceptó  y  se 
consagró  obispo,  dejó  el  obispado  y  se  retiró  al  religiosísimo  Con- 
vento de  Santo  Domingo  de  Piedrahita,  por  parecerle  que  estando 
en  su  Orden  serviría  mejor  á  la  Iglesia  y  aseguraría  mejor  las  co- 
sas de  su  salvación.  Mas  viendo  que  las  novedades  de  aquellos 
tiempos  pasaban  muy  adelante  y  cundían  mucho  con  menoscabo 
y  detrimento  de  la  integridad  de  la  fe  que  por  tantos  siglos  se  ha- 
bía conservado  en  España,  se  determinó  volver  á  Valladolid  á  pro- 
curar remediarlo.  Allí  leyó  públicamente  delante  de  grande  con- 
curso de  frailes,  eclesiásticos  y  seglares,  ciertas  anotaciones  sobre 
la  epístola  de  San  Pablo,  primera  á  Timoteo,  que  eran  mu}'  á  pro- 
pósito para  confundir  y  destruir  las  novedades  y  errores  que  en- 
tonces se  iban  descubriendo.  Hiciéronle  prior  de  su  Convento  de 
Salamanca,  y  aunque  obispo  consagrado,  aceptó  el  oficio.  En  el 
cual,  sucediendo  en  Salamanca  una  terrible  hambre  por  más  de 
cinco  meses,  prove3Tó  de  pan,  pescado  y  potaje  para  todos  los  po- 
bres que  se  juntaban,  que  eran  en  grande  y  crecido  número,  y  no 
por  eso  dejaba  de  dar  la  limosna  ordinaria  acostumbrada  que  el 
Convento  reparte  cada  día,  gastando  tres  fanegas  de  pan  cocido 
al  día.  No  contentos  entonces  los  religiosos,  viendo  el  buen  espíri- 
tu de  su  prelado,  dejaban  la  mayor  parte  de  su  comida  para  los 
pobres,  y  demás  desto  pedían  licencia  para  vender  los  libros  y 
otras  algunas  cosas  que  en  las  celdas  tenían,  para  socorrer  esta 
necesidad.  Imitaban  en  esto  al  bienaventurado  San  Agustín,  que 
cuando  no  tenía  que  dar  á  los  pobres,  vendía  el  vestido  para  re- 
partir entre  ellos  el  dinero  que  sacaba.  Tenían  también  delante  el 
ejemplo  de  nuestro  glorioso  Padre  Santo  Domingo,  que  vendió  los 
libros  que  tenía,  para  ayudar  al  socorro  de  otra  semejante  necesi- 
dad que  en  su  tiempo  sucedió  en  la  ciudad  de  Palencia,  adonde  él 


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estudiaba.  Y  no  paró  la  caridad  de  los  religiosos  en  esto,  sino  con- 
siderando que  entre  los  muchos  pobres  que  acudían,  venían  algu- 
nos muy  necesitados  de  vestidos,  porque  no  tenían  con  qué  cubrir 
sus  carnes,  los  abrigaron  y  vistieron.  Entendían  que  por  este  ca- 
mino se  servía  á  Dios  mucho,  y  se  acrescentaba  el  Com~ento  en  lo 
temporal  y  en  lo  espiritual.  Acudía  al  remedio  de  estas  necesida- 
des el  prior  Fr.  Melchor  Cano,  en  compañía  del  Maestro  Fr.  Do- 
mingo de  Soto,  con  tanto  fervor  y  caridad,  que  estando  el  Conven- 
to muy  alcanzado,  se  tomaron  mil  ducados  á  censo  para  remedio 
de  los  pobres.  De  todos  ellos  había  minuta  en  la  casa  hecha  por 
orden  y  diligencia  del  Padre  Prior. 

Los  mayordomos  de  las  parroquias  acudían  al  Convento,  de 
donde  llevaban  el  pan  cocido  que  era  necesario  y  estaba  señalado 
para  los  pobres  de  cada  parroquia.  En  la  iglesia  había  dos  me>as, 
una  para  mujeres  y  otra  para  hombres,  y  en  ambas  se  proveía  lo 
necesario  para  la  comida,  ayudando  los  frailes,  particulares,  y 
muchos  con  todas  sus  raciones,  los  cuales  pasaban  como  podían, 
con  menos  de  lo  que  habían  menester,  en  razón  de  socorrer  la  ne- 
cesidad de  los  pobres.  Este  ejemplo  fué  muy  eñcaz  para  que  los 
caballeros  y  ciudadanos  se  moviesen  á  mayor  compasión,  y  se 
alargasen  en  las  limosnas.  Ayudó  mucho  para  esto  la  autoridad  y 
persuasión  del  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto,  el  cual,  en  predi- 
cando, luego  se  juntaba  con  el  Corregidor  y  con  algunos  caballe- 
ras, y  pedían  limosna,  y  lo  que  se  juntaba  se  gastaba  en  el  Con- 
vento en  la  forma  y  manera  sobredicha.  Otra  grande  hambre  suce- 
dió año  de  1599,  siendo  prior  el  P.  Maestro  Fr.  Rafael  de  la  Torre, 
que  lo  ha  sido  cuatro  veces  en  grande  aumento  de  la  Religión  y 
del  bien  temporal  del  Convento;  á  la  cual  se  socorrió  con  tanto 
cuidado  y  con  tan  fervorosa  caridad,  que  movió  á  los  de  la  ciudad, 
á  su  imitación.  Alargóse  mucho  la  limosna,  que  se  da  cada  día, 
sustentando  muchos  más  pobres,  así  los  envergonzantes  como  los 
que  andan  pidiendo  por  las  puertas.  Y  los  Religiosos  pidieron  al 
Prior  que  mandase  se  les  diese  pan  bazo  á  fin  de  que  las  libras 
que  se  habían  de  aumentar  en  cada  fanega,  se  diesen  de  limosna, 
y  de  la  ración  que  á  ellos  se  les  daba;  y  así  por  abstinencia  como 
por  raridad  dejaban  la  mayor  parte  de  la  comida,  y  las  manos  de 
Dios,  que  todo  lo  multiplican,  lo  repartieron  de  tal  manera  que  el 
trigo  que  se  había  medido  como  necesario  hasta  la  cosecha,  que 
era  por  el  mes  de  Julio,  llegase  hasta  el  mes  de  Octubre,  y  que  se 
hallasen  más  de  cien  fanegas  más  de  lo  que  entendían  que  había. 
En  esta  ocasión  muchos  Religiosos  vendieron  también  sus  libros, 
para  con  el  precio  socorrer  esta  grave  necesidad,  y  de  lo  que  les 
daban  por  los  libros,  no  sólo  les  remediaban  su  hambre,  sino  su 
desnudez  y  los  vestían. 


-  336  - 

Pero  volviendo  al  P.  Maestro  Fr.  Melchor  Cano,  el  año  de  1557 
fué  electo  provincial  en  el  Capítulo  que  esta  provincia  celebró  en 
el  insigne  Convento  de  San  Vicente  Ferrer  de  la  ciudad  de  Plasen- 
cia  (1),  y  por  ciertas  causas  que  se  le  ofrecieron  con  ocasión  de  su 
oficio,  fué  llamado  á  Roma  por  el  general  de  la  Orden  Fr.  Vicente 
Justiniano,  y  habiendo  negociado  y  despachado  muy  á  satisfac- 
ción, se  volvió  á  su  provincia,  adonde  dentro  de  pocos  días  murió 
en  el  Convento  de  San  Pedro  Mártir  el  Real  de  Toledo  año  de  1560. 
Fué  sepultado  en  el  Capítulo,  á  la  entrada,  y  puesta  una  piedra  de 
pizarra  sobre  su  sepultura  en  la  cual  después  enterraron  al  Maes- 
tro Fr.  Pedro  de  Contreras,  provincial  que  también  había  sido  des- 
ta  provincia.  Dejó  escrito  y  impreso  el  libro  de  Locis  Theologicis, 
de  extraordinaria  erudición,  muy  recibido  de  los  hombres  doctos 
de  todas  las  naciones  como  por  las  frecuentes  impresiones  que  de  él 
se  han  hecho  se  manifiesta.  También  dejó  impresas  dos  relecciones 
muy  doctas,  una  de  Sacramentis  in  genere,  y  otra  de  Paenitentia. 
El  tiempo  que  el  Maestro  Fr.  Melchor  Cano  tuvo  la  cátedra  de  pri- 
ma: tuvo  la  de  vísperas  el  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto,  y  habién- 
dola dejado  cuando  fué  nombrado  confesor  del  emperador  Car- 
los V,  la  llevó  el  Maestro  Juan  Gil  de  Nava,  como  está  dicho;  y 
muriendo  este  Maestro  el  año  de  1551,  envió  el  provincial  Fr.  Bar- 
tolomé Carranza  de  Miranda  al  Maestro  Fr.  Pedro  de  Sotomayor, 
regente  del  Colegio  de  San  Gregorio  de  Valladolid,  que  se  opusie- 
se á  ella,  y  llevóla,  y  la  leyó  nueve  años,  hasta  el  de  1560,  que 
ascendió  á  la  de  prima.  Era  este  Padre  Maestro  hijo  del  Convento 
de  San  Pablo  de  Córdoba.  La  cátedra  de  Santo  Tomás  la  tenía  el 
Maestro  Fr.  Juan  de  Guevara,  de  la  Orden  de  nuestro  P.  San  Agus- 
tín muy  docto  y  religioso  varón.  La  de  Escoto  tenía  el  Maestro 
Martín  de  Roa,  colegial  mayor  de  San  Bartolomé,  en  la  cual  se 
sucedió  año  de  1556  D.  Diego  de  Torquemada  colegial  del  dicho 
Colegio,  que  fué  obispo  de  Tuy,  y  en  su  Catedral  levantó  y  hizo  el 
mausoleo  <j  sepulcro  del  santo  Fr.  Pedro  González  Telmo,  fraile 
desta  Orden,  de  quien  se  reza  como  de  patrono  de  aquel  obispado. 

Cartagena  (Francisco  de). 

En  23  de  Agosto  de  1540  hizo  el  juramento  para  gra- 
duarse de  Licenciado  en  Medicina.  Desde  1546  á  fecha  que 
podrá  ponerse  entre  1550-52  desempeñó  la  cátedra  de  Arti- 

1 1 1  Declarada  nula  esta  elección,  Melchor  Cano  fué  reelegido  en  1559,  en  el  Ca- 
pítulo de  Segovia.  Cesada  también  esta  elección  con  el  pretexto  de  ser  obispo  con- 
sagrado, Cano  fué  á  Roma,  y  logró  del  Papa  su  confirmación  en  el  oficio  de  pro- 
vincial. 


—  337  - 

cela  que  dejó  para  pasar  á  ser  sustituto  del  Dr.  de  la  Parra 
en  la  clase  de  Vísperas  de  Medicina.  El  25  de  Junio  de  1557 
tomó  posesión  de  la  cátedra  de  Prima  de  Medicina  y  en  5  de 
Septiembre  de  aquel  año  le  fué  dado  el  grado  de  Doctor. 
Era  entonces  sacerdote.  Disfrutó  poco  de  la  cátedra:  en  19 
de  Octubre  de  1559  se  hizo  la  publicación  de  la  vacatura  de 
la  misma  por  muerte  del  Dr.  Cartagena,  que  debió  falle- 
cer en  las  vacaciones  del  curso  anterior. 

Castillo  (García  del). 

Maestro  en  Artes.  Su  nombre  ha  pasado  á  la  posteridad 
al  lado  del  Mro.  Lebrija,  por  haber  sido  ambos  oposito- 
res á  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  que  quedó  vacan- 
te á  la  muerte  del  Mro.  Yisón,  de  quien  García  del  Castillo 
había  sido  sustituto  por  enfermedad.  El  Mro.  Castillo  tomó 
posesión  de  la  cátedra  de  Prima  en  Julio  de  1513  según  cons- 
ta en  el  acta  del  Claustro  de  17  de  Febrero  de  1533.  Recibió 
el  grado  de  Maestro  el  22  de  Agosto  de  1513.  Desempeñó  la 
clase  hasta  su  jubilación  en  17  de  Febrero  de  1533.  A  los  po- 
cos meses,  el  9  de  Agosto,  murió  el  Maestro  y  la  cátedra  de 
Prima  se  anunció  por  vaca  dos  días  después. 

Castillo  (Juan  del). 

Fué  colegial  del  Arzobispo.  En  10  de  Julio  de  1542  verifi- 
có el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Cáno- 
nes, y  el  mismo  día  de  1547  lo  hizo  para  tomar  el  de  Doctor. 
En  17  de  Junio  de  1548  fué  nombrado  catedrático  de  una  de 
las  cursatorias  de  Cánones,  que  desempeñó  hasta  el  2  de 
Diciembre  de  1557  en  que  se  encargó  de  la  sustitución  del 
Dr.  Ciudad  en  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones.  Tuvo  á  su 
cuidado  esta  sustitución  hasta  el  3  de  Marzo  de  155.S  en  que 
le  nombraron  catedrático  de  Sexto  y  Clementinas.  Por  su 
mal  estado  de  salud  necesitó  de  sustituto.  Al  fallecer  el 
Dr.  Castillo  se  pronunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Sex- 
to el  7  de  Enero  de  15íj>7. 


-  338 


Castillo  (Juan  del). 

Figura  con  el  número  355  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Entró  en  el  colegio  en  1558.  En  1563  fué  nom- 
brado catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes,  que 
debió  dejar  en  1566  cuando  salió  del  colegio  por  ser  elegido 
Obispo  de  Santiago  de  Cuba.  Al  hacer  el  juramento  en  22 
de  Noviembre  de  1565  para  graduarse  de  Licenciado  era  ya 
electo  Obispo  de  Cuba  en  Indias. 

Castro  (Benito  de). 

Desempeñó  en  1519  por  algún  tiempo  la  cátedra  de  Ins- 
tituía. En  1520  tomó  posesión  de  una  de  las  de  Código  que 
ocupó  hasta  el  13  de  Julio  de  1529.  Era  Licenciado  y  Doc- 
tor en  Leyes  por  esta  Universidad:  se  graduó  de  Doc- 
tor antes  de  1526.  En  1523  estuvo  procesado  por  interven- 
ción en  el  asesinato  de  Beatriz  de  Castro  (1),  pero  nada  he- 
mos averiguado  de  las  resultas  del  proceso.  En  el  día,  mes 
y  año  antes  indicado,  se  le  dio  la  sustitución  de  la  cátedra 
de  Prima  de  Leyes  del  Dr.  San  Isidro.  La  desempeñó  hasta 
que  el  27  de  Mayo  de  1531  fué  nombrado  catedrático  de  Vís- 
peras de  Leyes.  En  5  de  Diciembre  de  1536  le  designaron 
catedrático  de  una  de  las  de  Prima  de  Leyes:  figura  como 
tal  en  los  Estatutos  de  la  Universidad  de  1538.  Debió  falle- 
cer en  1542:  en  la  provisión  de  lecturas  de  12  de  Junio 
de  1542  aparece  como  catedrático  de  Prima  su  sucesor  el 
Dr.  Pérez  de  Grado. 

Castro  (Juan  de). 

Doctor  en  Cánones.  Hizo  el  juramento  el  1  de  Mayo 
de  1503.  Es  el  dato  más  antiguo  que  hemos  adquirido  de  él. 
Fué  después  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cáno- 
nes, y  sustituto  de  los  Dres.  Benavente  (Diego  Alonso  de)  y 
Yillasandino.  En  20  de  Agosto  de  150o  fué  nombrado  cate- 
drático de  Sexto  y  Clementinas.  Después  le  designaron  para 

(1)    v.  1. 1. 


-  339  - 

catedrático  de  Decreto:  debió  serlo  á  principios  de  1526,  por: 
que  la  cátedra  de  Sexto  que  dejaba,  se  proveyó  en  propiedad 
en  Febrero  de  aquel  año.  El  25  de  Mayo  de  1528  se  anunció 
la  vacatura  de  la  cátedra  de  Decreto  por  muerte  del  Doc- 
tor Castro. 

Castro  (León  de). 

En  12  de  Diciembre  de  1533,  siendo  Bachiller  en  Artes, 
fué  encargado  de  una  de  las  regencias  de  Gramática:  tenía 
que  enseñar  Griego  y  se  le  asignaron  de  salario  20.000  mara- 
vedís. Además  de  esta  cátedra  de  Griego  tuvo  desde  1547-48 
á  1550  un  curso  de  Gramática  latina  (Retórica).  Jubilado  el 
Comendador  Hernán  Núñez,  en  1  de  Mayo  del  548  se  encar- 
gó de  la  sustitución  de  la  cátedra  de  Retórica,  que  ocupó 
hasta  que  hacia  Octubre  de  1549  fué  nombrado  catedrático 
de  una  de  las  de  Prima  de  Gramática:  siguió  dando  Grie- 
go. A  la  muerte  del  Comendador  dejó  el  curso  que  había 
venido  desempeñando  para  encargarse  de  la  lectura  de  la 
cátedra  de  Griego  instituida  por  la  Universidad.  A  partir 
de  este  momento  la  intervención  de  León  de  Castro  en 
la  vida  universitaria  es  muy  grande.  Había  hecho  en  27 
de  Enero  y  24  de  Febrero  de  1539  los  juramentos  previos 
para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Ar- 
tes. En  1559  se  graduó  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teolo- 
gía: tenía  hechos  los  estudios  de  esta  facultad,  según  mani- 
fiesta Nicolás  Antonio, bajo  la  dirección  del  Mro.  Francisco 
Sancho,  de  quien  hablaremos  más  adelante.  Vidal  dice  que 
su  maestro  de  Teología  fué  el  Brócense  (1)  pero  creemos 
que  es  un  error,  debido  tal  vez  á  haber  ignorado  la  exis- 
tencia del  Mro.  Francisco  Sancho.  Gallardo  afirma  que  es- 
cribió un  prólogo  al  libro  de  los  Refranes  del  Comendador 
Núñez,  impreso  en  Salamanca  en  1555.  Fué  jubilado  en  su 
cátedra  de  Prima  de  Gramática  el  6  de  Julio  de  1569.  Re- 
nunció á  la  catedrilla  de  Griego,  y  el  1  de  Mayo  de  1576  se 


(1)  Aunque  reconocemos  que  á  nuestro  trabajo  podrán  apuntársele  defectos, 
no  obstante  el  cuidado  que  hemos  tenido  al  hacerle,  nos  creemos  en  el  deber  de 
advertir  que  la  Memoria  histórica  de  Vidal  debe  ser  manejada  con  prevención: 
hay  que  hacer  en  ella  infinidad  de  correcciones. 


-  340  - 

pronunció  la  vacatura  de  la  clase.  No  conocemos  la  fecha 
precisa  de  su  muerte:  el  17  de  Octubre  de  1585  se  dio  cuen- 
ta al  Claustro  del  fallecimiento  del  Mro.  León  de  Castro  y 
el  21  del  mismo  mes  se  hizo  la  publicación  de  la  vacatura 
de  la  cátedra  de  Prima.  Nicolás  Antonio  da  algunos  datos 
biográficos  y  bibliográficos. 

Cercito  (Miguel  do. 

Figura  con  el  número  356  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé,  donde  ingresó  en  1559.  Aquel  mismo  aflo  se  en- 
cargó de  una  de  las  cátedras  cursatorias  de  Artes,  que 
desempeñó  hasta  1563,  fecha  en  que  salió  del  colegio.  Hizo 
el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  esta 
Universidad  el  13  de  Junio  de  1562. 

Ciudad  (Juan). 

Doctor  en  Cánones  desde  antes  de  1526.  Figura  como 
catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones  des- 
de 1520  á  1523.  Después  fué  sustituto  de  los  Dres.  Alarte  y 
Villasandino,  hasta  que  e!  19  de  Mayo  de  1530  fué  nombra- 
do catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones.  De- 
bió jubilarse  á  fines  de  1550  ó  principios  del  1551:  al  hacerse 
la  asignación  de  lecturas  para  estas  cátedras  el  17  de  Mayo 
de  1551  no  figura  él,  pero  sí  su  sustituto  el  Dr.  Díaz  de  San- 
do  val.  Murió  el  6  de  Diciembre  de  1559. 

Clavijo  (Bernardo). 

Tomó  posesión  de  la  cátedra  de  Música  el  racionero 
Bernardo  Clavijo  el  3  de  Abril  de  1593.  No  era  más  que  Ba- 
chiller cuando  se  llevó  la  cátedra.  No  hemos  encontrado  su 
nombre  entre  los  graduandos  de  Licenciados  y  Maestros.  No 
debió  desempeñar  su  cometido  con  constancia:  son  frecuen- 
tes las  multas  que  se  le  imponen  por  no  asistir  á  clase  por 
enfermo.  Dejó  la  cátedra  de  Música  en  1603  por  haber  sido 
nombrado  organista  de  la  capilla  de  Su  Majestad  el  Rey 
Felipe  III. 


-  341  - 

Colonia  (Simón  de). 

Son  muy  escasos  los  datos  que  tenemos:  en  1507  era  sus- 
tituto del  Mro.  Carmona  en  la  cátedra  de  Texto  de  Lógica, 
y  en  27  de  Octubre  de  1508  se  le  encargó  de  una  de  las  cá- 
tedras cursatorias  de  Artes.  En  1518  era  catedrático  de  Fí- 
sicos y  la  desempeñó  hasta  que  el  23  de  Agosto  de  1519  fué 
nombrado  catedrático  de  Filosofía  Moral:  entonces  era  Li- 
cenciado. Luego  aparece  como  Maestro.  En  1524  era  todavía 
catedrático  de  Filosofía  Moral,  pero  no  figura  para  nada  en 
los  libros  de  Claustros  de  1526.  Debió  morir  hacia  1525. 

Collado  (García  del). 

Figura  con  el  número  265  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé,  donde  ingresó  en  1522.  Se  licenció  en  Cánones 
el  1°.  de  Febrero  de  1526,  é  hizo  el  juramento  para  recibir 
el  grado  de  Doctor  el  6  de  Agosto  del  año  1527.  El  20  de 
Agosto  del  año  siguiente  fué  nombrado  catedrático  de  una 
de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  desempeñó  hasta  que  el 
25  de  Octubre  de  1535  fué  elegido  catedrático  de  una  de 
las  de  Vísperas  de  Cánones.  El  22  de  Marzo  de  1541  le  de- 
signaron catedrático  de  Prima  en  la  vacante  del  Dr.  Nava- 
rro. Por  fallecimiento  del  Dr.  Collado  fué  pronunciada  la 
vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones  el  22  de  Agos- 
to de  1549. 

Córdoba   Fr.  Alonso  de).     * 

Agustino.  El  2o  de  Abril  de  1510  tomó  posesión  de  la  cá- 
tedra de  Lógica  de  nominales,  recientemente  creada  por  l;i 
Universidad.  Carecemos  de  datos  para  señalar  cuánto  tiem- 
po ocupó  esta  cátedra;  solo  sabemos  que  á  fines  de  1518  no 
figuraba  entre  los  catedráticos  de  la  ilustre  Escuela.  En  una 
petición  que  dirige  en  1529  rogando  que  le  hagan  vitalicia 
la  cátedra  de  Gregorio  Arimino,  que  desempeñaba,  el  Claus- 
tro se  la  prorrogó  por  otros  cinco  años:  de  aquí  hemos  con- 
jeturado que  en  1524  pudo  ser  nombrado  para  esta  cátedra. 
Sin  embargo,  en  los  libros  de  Claustros  la  cita  más  antigua 


-  342  - 

es  la  de  4  de  Junio  de  1527.  Aquel  día  se  dio  licencia  á  los 
maestros  y  catedráticos  de  esta  Universidad  Fr.  Francis- 
co Vitoria,  Fr.  Alonso  de  Córdoba,  Frías,  Vázquez  de  Oro- 
pesa,  Silíceo  y  Margallo  para  ir  á  Valladolid  al  examen  de 
las  obras  de  Erasmo  que  tendría  lugar  el  15  del  mismo  mes 
y  año.  Dejó  esta  cátedra  de  Gregorio  Arimino  ó  de  Teolo- 
gía de  nominales  el  28  de  Marzo  de  1530  por  haber  tomado 
posesión  de  la  de  Filosofía  moral.  Desempeñó  esta  clase 
hasta  su  muerte,  y  sentimos  no  haber  podido  precisar  la  fe- 
cha del  fallecimiento,  pero  falta  el  libro  de  cuentas  corres- 
pondiente al  curso  de  1541-42,  en  donde  se  daría  seguramente 
noticia  de  él:  en  el  curso  anterior  figura  el  Mro.  Fr.  Alonso; 
y  en  el  siguiente  el  Mro.  Juan  Gil  de  Nava.  Es  presumible 
que  falleciera  á  fines  del  541  porque  el  Mro.  Francisco  San- 
cho, sucesor  del  Mro.  Gil  de  Nava  en  la  cátedra  de  Lógica 
Magna,  incorporó  su  grado  de  Maestro  en  Febrero  del  542. 
y  teniendo  en  cuenta  la  costumbre  de  incorporar  los  gra- 
dos después  de  tener  cátedra  de  propiedad,  y  el  tiempo  que 
se  empleaba  en  hacer  las  provisiones  de  las  cátedras,  cabe 
suponer  dicha  fecha.  Nicolás  Antonio  dice  que  murió  en 
Avila  en  1542  y  aparte  algún  otro  dato  biográfico  da  algu- 
nos bibliográficos  interesantes.  También  se  ocupa  de  él  la 
Historia  del  Convento  de  San  Agtistin. 

Coronel  (Pablo). 

Estuvo  durante  algún  tiempo  leyendo  un  partido  de  He- 
breo que  le  señaló  la  Universidad  de  50.000  maravedís  de 
salario  en  Claustro  de  13  de  Septiembre  de  1530.  Lo  debió 
leer  hasta  su  muerte:  en  Junio  de  1534  consta  en  los  libros 
de  Claustros  que  era  catedrático  de  Hebreo  y  Nicolás  Anto- 
nio dice  que  murió  en  Octubre  de  aquel  año.  En  7  de  Abril 
de  1533  firmó  en  el  libro  de  Claustros  una  obligación  por  la 
que  salía  garante  de  un  giro  de  12  ducados  hecho  á  un  tal 
Zamora,  vecino  de  Alcalá,  para  que  enviase  la  Biblia  que 
escribía. 


-  343  - 

Corpus  Christi  ¡Fr.  Mandos 

Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban  de  Sala- 
manca dan  algunos  datos  biográficos.  Podremos  añadir  que 
se  graduó  en  1546  de  Maestro  en  Teología  en  el  colegio  de 
Porta  Coeli,  extramuros  de  Sigüenza,  y  en  la  certificación 
que  presentó  cuando  incorporó  su  grado  en  Salamanca 
en  1564  dice  uReverendus  dominus  frater  Mantius  de  Bece- 
rrilí  ordinis  predicatorum...  Quizá  le  diese  este  apellido  por 
ser  natural  de  Becerril  de  Campos.  Desde  1551  fué  catedrá- 
tico de  Santo  Tomás  en  Alcalá.  Se  opuso  á  la  cátedra  de 
Prima  de  Teología  de  Salamanca  y  fué  nombrado  catedrá- 
tico sin  oposición,  por  ser  único  opositor,  en  Noviembre 
de  1564.  No  hemos  visto  la  fecha  en  el  proceso  de  la  provi- 
sión de  la  cátedra,  pero  las  Historias  de  San  Esteban  seña- 
lan el  día  22.  Hizo  el  juramento  para  incorporar  su  grado 
de  Maestro  en  Teología  el  7  de  Diciembre  de  1564.  Por  su 
fallecimiento  en  8  de  Julio  de  1576,  según  los  documentos  de 
la  Universidad,  quedó  vacante  la  cátedra  de  Prima  de  Teo- 
logía. Nicolás  Antonio  da  algunos  datos  bibliográficos  re- 
ferentes á  este  ilustre  dominico. 

Costa  (Manuel  da¡. 

Portugués.  Se  hizo  Bachiller  en  Leyes  en  Salamanca  el  4 
de  Abril  de  1532  y  recibió  el  grado  de  Doctor  en  la  Univer- 
sidad de  Coimbra  el  11  de  Noviembre  de  1537.  Siendo  cate- 
drático jubilado  en  esta  última  Universidad,  hizo  oposición 
á  una  de  las  de  Prima  de  Leyes  de  la  de  Salamanca  y  el  3  de 
Diciembre  de  1561  fué  nombrado  catedrático.  Verificólos  ju- 
ramentos para  recibir  el  grado  de  Licenciado  é  incorporar 
el  de  Doctor  el  6  y  el  12  de  Febrero  de  1562.  El  22  de  Junio  de 
aquel  mismo  año  se  publicó  la  vacatura  de  la  cátedra  de 
Prima  por  muerte  del  Dr.  Costa.  En  el  libro  de  cuentas  hay 
una  instancia  de  ia  viuda  de  Costa  pidiendo  dinero  á  la 
Universidad  para  pagar  las  deudas  contraídas  en  el  viaje  y 
volver  á  Portugal.  Nicolás  Antonio  da  también  abundantes 
datos  biográficos  y  bibliográficos. 


-  344  - 

Covarrubias  y  Leiva  (Antonio  de). 

Colegial  de  Oviedo.  Hermano  del  Visitador  de  la  Uni- 
versidad D.  Diego  de  Covarrubias.  Hizo  el  juramento  para 
recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Leyes  el  23  de  Marzo 
de  1556.  Durante  el  curso  de  1558-59  fué  nombrado  catedrá- 
tico de  Instituía:  desempeñó  esta  clase  hasta  el  17  de  Mayo 
de  1560  en  que  le  designaron  sustituto  del  Dr.  Peralta  en 
la  cátedra  de  Prima  de  Leyes.  En  los  primeros  días  del 
año  1561  dejó  la  sustitución  para  pasar  de  Oidor  á  la  Audien- 
cia de  Granada.  Prescindimos  de  los  demás  detalles  de  su 
vida  que  pueden  leerse  en  muchos  autores,  entre  otros  Ni- 
colás Antonio,  que  hace  un  estudio  biográfico  y  bibliográ- 
fico bastante  completo. 

Covarrubias  y  Leiva  (Diego  de). 

Colegial  de  Oviedo.  Hizo  los  juramentos  para  recibir  los 
grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Cánones  en  30  de  Di- 
ciembre de  1538  y  en  9  de  Febrero  de  1539.  El  23  de  Diciem- 
bre de  1540  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursa- 
torias  de  Cánones  que  desempeñó  hasta  Junio  de  1548.  Se 
hizo  publicar  la  vacatura  de  ella  el  día  8  de  dicho  mes.  Des- 
de esta  fecha,  hasta  que  le  eligieron  Obispo  de  Ciudad 
Rodrigo  en  1560,  los  hechos  de  su  vida  no  se  conocen  bien. 
Visitó  en  nombre  de  Felipe  II  á  la  Universidad  en  1561. 
Prescindimos  de  otros  detalles  por  ser  muy  conocidos.  Ni- 
colás Antonio,  el  Marqués  de  Alventos  y  otros  dan  abun- 
dantes pormenores  bibliográficos. 

Delgado  (Francisco). 

Figura  con  el  número  316  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé,  donde  ingresó  en  1540.  La  Historia  del  Colegio 
trae  una  minuciosa  biografía  de  él.  Recibió  en  la  Universi- 
dad de  Salamanca  el  grado  de  Licenciado  en  Teología:  hizo 
el  juramento  el  6  de  Marzo  de  1546.  Fué,  como  dice  la  His- 
toria del  Colegio,  catedrático  de  Santo  Tomás,  desde  1543 
á  1548  (1). 


(1)  Prescindiremos  en  lo  sucesivo  de  muchos  colegiales  de  San  Bartolomé  que 
fueron  catedráticos  de  cursatorias  porque  por  lo  general  están  conformes  los  da- 
tos de  la  Historia  del  Colegio  con  lo  averiguado  por  nosotros. 


345  - 


Díaz  de  Sandoval  Noguerol  (Gutiérrez). 

Se  le  conoce  con  el  nombre  del  Dr.  Sandoval  ó  Dr.  San- 
doval Noguerol.  Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  gra- 
dos de  Licenciado  y  de  Doctor  en  Cánones  el  27  de  Junio 
de  1547  y  el  6  de  Mayo  de  1548.  Era  entonces  catedrático 
de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones  para  la  que  había  sido 
nombrado  el  29  de  Octubre  de  1546.  Dejó  esta  cátedra  en  9  de 
Agosto  de  1549  por  haberle  designado  sustituto  del  Dr.  de 
la  Puebla  en  la  clase  de  Prima  de  Cánones.  En  el  curso 
de  1553-54  figura  como  sustituto  del  Dr.  Ciudad  en  la  de 
Vísperas:  no  conocemos  la  fecha  del  nombramiento,  pero  se 
le  cita  como  tal  en  la  asignación  de  lecturas  de  1551.  Cesó 
en  esta  sustitución  el  23  de  Noviembre  de  1557  por  haber  sido 
nombrado  catedrático  de  Sexto.  Desempeñó  esta  cátedra 
dos  meses:  el  21  de  Enero  de  1558  pasó  á  la  de  Prima  de 
Cánones.  Ocupó  esta  cátedra  hasta  su  muerte:  se  hizo  la 
publicación  de  su  vacatura  el  15  de  Junio  de  1569. 

Diez  de  Alcocer  (Fernando). 

Son  pocos  los  datos  que  hemos  podido  reunir.  Figura 
como  Doctor  en  una  de  las  cátedras  de  Vísperas  de  Cáno- 
nes en  los  libros  de  cuentas  de  1518-1519.  Desempeñó  esta 
cátedra  hasta  su  muerte  en  7  de  Noviembre  de  1522. 

Enríquez  (Diego). 

Natural  de  Zamora.  Hizo  los  juramentos  para  recibir 
los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Leyes  el  22  de  Junio 
de  1557  y  el  28  de  Abril  de  1560  respectivamente.  En  1565 
figura  como  catedrático  de  Código.  A  la  muerte  del  Doctor 
Juan  Bautista  Gómez,  hijo  del  Dr.  Antonio  Gómez,  fué 
nombrado  catedrático  de  Volumen.  Tomó  posesión  de  la 
cátedra  el  29  de  Marzo  de  1569.  En  6  de  Junio  de  1572  es  ya 
catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas  de  Leyes,  y  el  21  de 
Marzo  de  1584  tomó  posesión  de  una  de  las  de  Prima  de  Le- 
yes. Fué  jubilado.  La  cátedra  de  Prima  se  declaró  vacante 
por  muerte  del  Doctor  en  26  de  Agosto  de  1605. 


-  346  - 

Enríquez  (Gabriela 

Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licencia- 
do y  Doctor  en  Leyes  el  7  de  Mayo  y  el  1  de  Septiembre 
de  1578  respectivamente.  En  9  de  Septiembre  de  1581  fué 
nombrado  catedrático  de  Código.  Desempeñó  esta  cátedra 
hasta  el  31  de  Mayo  de  1584  en  que  le  designaron  para  susti- 
tuto de  la  cátedra  de  Vísperas  de  Leyes  del  Dr.  Andrada. 
En  1  de  Marzo  de  1506  fué  nombrado  catedrático  de  Di- 
gesto Viejo.  Por  Real  Cédula  de  12  de  Junio  de  1587  se  le 
aumentaron  200  ducados  anuales  en  el  salario  de  esta  cáte- 
dra (1).  El  31  de  Diciembre  de  1592  pasó  á  la  clase  de  Pri- 
ma de  Leyes.  Por  haber  sido  nombrado  Fiscal  de  la  Real 
cárcel  de  Corte  dejó  la  cátedra  en  1606. 

Espino  de  Cáceres  (Diego  de). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  los  juramentos  para  recibir 
los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Cánones  el  27  de  No- 
viembre de  1559  y  el  19  de  Mayo  de  1560.  El  30  de  Octubre 
de  1571  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursatorias 
de  Cánones  que  desempeñó  hasta  el  4  de  Agosto  de  1579, 
por  elegirle  entonces  sustituto  de  la  cátedra  de  Prima  de 
Cánones  del  Dr.  Gutiérrez  de  Moya.  En  la  lista  de  catedráti- 
cos de  cursatorias  de  Cánones  que  precede,  figura  el  Doctor 
Espino  con  dos  cátedras:  una  de  1571-72,  y  otra  de  1574-79. 
Respecto  á  ello  advertiremos  que  al  producirse  una  vacante 
en  estas  clases  se  corría  la  escala  y  variaba  la  lectura  que 
cada  catedrático  tenía  que  hacer  en  la  que  desempeñaba. 
La  mayor  parte  de  las  veces  no  se  hacía  constar  tal  va- 
riación, pero  en  aquella  fecha  se  hicieron  simulacros  de 
vacaturas  y  oposiciones  para  dar  á  cada  uno  la  cátedra  que 
por  antigüedad  le  correspondía.  En  22  de  Junio  de  1583  fué 
nombrado  catedrático  de  Sexto.  En  1  de  Abril  de  1591  de 
Vísperas  de  Cánones,  y  en  14  de  Junio  de  1597  de  una  de 
las  de  Prima  de  Cánones.  Fué  jubilado  durante  el  curso 
de  1601-02  porque  el  sustituto  tomó  posesión  de  la  susti- 

(1)    v.  1. 1. 


-  ^47  - 

tución  en  el  mes  de  Julio  de  1602.  Xo  sabemos  el  día  de  su 
muerte,  pero  quizá  sea  el  18  de  Octubre  de  1602  porque  en 
los  libros  de  cuentas  se  dice  que  la  cátedra  de  Prima  estaba 
vacante  desde  el  día  de  San  Lucas  del  año  1602  por  muerte 
del  Dr.  Espino.  Nicolás  Antonio  trae  algunas  notas  biográ- 
ficas y  bibliográficas  incompletas. 

Espinosa  (Pedro). 

Figura  en  los  libros  de  Claustros  como  regente  de  Gra- 
mática hasta  1504.  Debió  ser  nombrado  catedrático  de  Pri- 
ma de  Gramática  en  la  vacante  de  Lebrija,  pero  sólo  sabe- 
mos que  á  principios  de  1504  se  presentó  á  hacer  tales  opo- 
siciones, y  que  en  31  de  Marzo  de  1503  se  anunció  de  nuevo 
la  vacante  de  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  por  muerte 
del  Mro.  Pedro  de  Espinosa. 

Farfán  (Francisco). 

Un  Maestro  en  Artes  y  Doctor  en  Teología  por  la  Uni- 
versidad de  Toledo  de  este  nombre,  hizo  el  juramento  para 
recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Teología  en  Salamanca 
el  14  de  Septiembre  de  1584.  Luego  incorporó  su  grado  de 
Doctor  en  Teología.  Era  entonces  canónigo  de  Salamanca. 
Gallardo  le  cita  al  insertar  la  aprobación  de  la  obra  del  Bró- 
cense, Los  errores  de  Porfirio,  fechada  en  3  de  Marzo 
de  1588.  Desde  1589  á  1592  figura  un  Mro.  Farfán  desempe- 
ñando un  partido  de  Griego.  No  sabemos  nada  más  de  su  vi- 
da. De  sus  obras  Nicolás  Antonio  hace  una  sucinta  enume- 
ración. 

Fermoselle  (Diego  de). 

Siendo  Licenciado  hizo  el  juramento  de  1.°  de  Mayo 
de  1503:  debía  ser  catedrático  de  Música,  pero  no  hemos 
encontrado  hasta  el  4  de  Mayo  de  1606  ninguna  indicación 
precisa  de  que  tenía  tal  cátedra.  Por  muerte  del  entonces 
ya  Mro.  Fermoselle  se  hizo  publicar  la  vacante  de  la  cáte- 
dra de  Música  el  5  de  Agosto  de  1532. 


-  348  - 

Fernández  (Lucas). 

Aparece  como  sucesor  del  anterior  en  la  cátedra  de  Mú- 
sica. Fué  nombrado  el  31  de  Octubre  de  1522.  En  30  de  Di- 
ciembre de  1526  hizo  el  juramento  para  graduarse  de  Licen- 
ciado y  poco  después  debió  hacerse  Maestro  porque  en  el 
juramento  de  1  de  Mayo  de  1527  figura  el  Mro.  Lucas  Hernán- 
dez. Aparece  en  la  documentación  del  Archivo  indistinta- 
mente Hernández  y  Fernández.  Por  muerte  del  Maestro  se 
hizo  publicar  la  vacante  de  la  cátedra  de  Música  en  19  de 
Octubre  de  1542.  Gallardo  da  algunas  notas  bibliográficas. 

Ferrera  Francisco  de). 

Doctor  en  Cánones.  Debió  ser  nombrado  catedrático  de 
Sexto  y  Clementinas  á  la  muerte  del  Dr.  Cornejo,  aunque 
no  consta  la  provisión,  porque  en  11  de  Julio  de  1596  se 
anuncia  de  nuevo  la  vacatura  de  la  cátedra  por  muerte  del 
Dr.  Ferrera. 

Flamineo  (Lucio). 

Siendo  Bachiller  se  opuso  á  la  cátedra  de  Prima  de  Gra- 
mática, vacante  por  renuncia  del  Mro.  Lebrija,  en  17  de 
Diciembre  de  1503.  En  11  de  Enero  de  1504  le  señaló  la 
Universidad  20.000  maravedís  de  salario  para  que  leyese  á 
Plinio:  esta  cátedra  la  desempeñó  hasta  su  muerte.  En  22 
de  Noviembre  de  1507  fué  nombrado  catedrático  de  la  cur- 
satoria  de  Poesía,  vacante  por  muerte  del  Br.  Alvarez.  De- 
jó esta  cátedra  cuando  tomó  posesión  de  la  de  propiedad  de 
Retórica  el  27  de  Abril  de  1500.  Disfrutó  de  ella  poco  tiem- 
po, pues  en  2  de  Julio  de  aquel  mismo  año  se  declararon  va- 
cantes las  cátedras  de  Retórica  y  Plinio  por  muerte  de 
Flamineo. 

Francés  (Miguel). 

De  sus  primeros  años  da  algunos  datos  Picatoste.  Reci- 
bió en  la  Universidad  de  Zaragoza  los  grados  de  Licencia- 
do y  Maestro  en  Artes.  De  su  vida  en  Salamanca  sentimos 


-  349  - 

no  poder  aceptar  las  manifestaciones  del  autor  que  aca- 
bamos de  citar.  Desempeñó  el  Mro.  Francés  una  cátedra 
cursatoria  de  Artes  desde  1554  á  1559.  El  día  1  de  Junio 
de  este  año  le  designaron  sustituto  del  Mro.  Enrique  Her- 
nández en  su  cátedra  de  Filosofía  natural.  Permaneció  en 
esta  sustitución  hasta  el  25  de  Octubre  de  1579.  El  día  an- 
tes había  sido  nombrado  catedrático  de  Prima  de  Lógica 
(Súmulas).  En  10  de  Diciembre  del  mismo  año  hizo  el  jura- 
mento para  tomar  el  grado  de  Licenciado,  y  recibido  que 
fué,  el  Claustro  se  reunió  para  tratar  de  la  incorporación  del 
grado  de  Maestro  por  la  Universidad  de  Zaragoza.  En  este 
acta  consta  que  la  Universidad  le  incorporaría  si  pagaba 
las  propinas  que  los  tasadores  señalasen  y  los  tasadores  di- 
jeron que  habían  sido  acordadas  y  aceptadas  por  el  Maes- 
tro FYancés  que  estaba  dispuesto  á  satisfacer  su  importe. 
Se  hizo  la  publicación  de  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Ló- 
gica, por  muerte  del  Mro.  Francés,  el  23  de  Marzo  de  1582. 
Picatoste  añade  algunas  notas  bibliográficas. 

Frías  (Francisco  de. 

Los  datos  más  antiguos  que  tenemos  de  él  son  del 
año  1518:  era  entonces  catedrático  de  Código.  Dejó  esta  cá- 
tedra en  1519  y  nada  sabemos  fijo  de  él  hasta  el  5  de  Diciem- 
bre de  1521:  quizá  en  este  bienio  estuviese  encargado  de  la 
sustitución  de  la  cátedra  del  Dr  Galíndez  de  Carvajal,  aun- 
que no  tenemos  datos  firmes  en  que  apoyarnos.  En  la  últi- 
ma fecha  citada  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de 
Leyes:  se  graduó  al  poco  tiempo  de  Doctor,  el  5  de  Enero 
de  1522.  En  los  libros  de  Claustros,  en  fecha  correspon- 
diente á  Enero  de  1526  era,  «además  de  catedrático,  escri- 
bano principal  por  Su  Majestad  en  el  Estudio  é  Universidad 
de  Salamanca,  que  tenía  por  merced  para  toda  su  vida.  La 
Universidad  consiguió  del  Emperador  que  le  donase  per- 
petuamente dicha  escribanía  después  de  la  muerte  del  Doc- 
tor Frías  (1).  En  20  de  Abril  de  1531  se  hizo  la  publicación 
de  la  vacante  de  la  cátedra  de  Vísperas  por  muerte  del  Doc- 
tor Frías. 


(1;     V.  t.  I,  págs.  396-4U3. 


350 


Frías  (Martín  de). 

Era  catedrático  en  1503.  Debía  ser  catedrático  de  Bi- 
blia: tenemos  una  nota  del  23  de  Junio  de  1506  en  la  que 
así  consta.  En  21  de  Octubre  de  1507  deja  vacante  la  cáte- 
dra de  Biblia  para  pasar  á  la  de  Vísperas  de  Teología  que 
desempeñó  hasta  su  muerte.  En  1527  asistió  al  examen  de 
las  obras  de  Erasmo  en  Valladolid.  Debía  estar  jubilado 
por  entonces,  pero  no  hemos  encontrado  la  fecha  de  su 
jubilación.  Hemos  hallado  la  de  su  muerte  que  tuvo  lugar 
el  24  de  Octubre  de  1528.  La  cátedra  se  dio  por  vacante  dos 
días  después.  Nicolás  Antonio  señala  alguna  de  sus  obras. 

Fuenmayor  (Alonso  de). 

Figura  con  el  número  258  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Ingresó  en  el  Colegio  en  1518.  Desempeñó  una 
de  las  cátedras  cursatorias  de  Cánones  de  1523  á  1528.  El 
Marqués  de  Alventos  dice  que  llegó  á  ser  Arzobispo  de 
Santo  Domingo  y  Primado  de  las  Indias. 

Fuente  (Pedro  de  la). 

Figura  con  el  número  339  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Desempeñó  una  de  las  cátedras  cursatorias  de 
Artes  de  1554  á  1556.  Llegó  á  ser  Obispo  de  Pamplona. 

Galarza  (Beltrán  de). 

Figura  con  el  número  280  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé:  ingresó  en  el  Colegio  en  1528.  Desempeñó  una 
de  las  cátedras  de  Código  desde  1531  á  1534.  Siendo  cate- 
drático hizo,  en  16  de  Abril  de  1532,  el  juramento  para  reci- 
bir el  grado  de  Licenciado  en  Leyes.  Habiendo  instituido 
la  Universidad  en  1534  la  cátedra  de  Digesto  Viejo,  se  opu- 
so á  ella  y  la  llevó,  siendo  así  el  primer  catedrático  de  esa 
enseñanza.  Empezó  á  leer  en  4  de  Marzo  de  1534.  Ese  mis- 
mo año  dejó  el  Colegio  y  la  cátedra  se  vacó.  Llegó  á  ser  del 
Consejo  Real. 


—  351  — 

Galíndez  de  Carvajal  ( Lorenzos 

No  hemos  podido  determinar  la  fecha  de  su  nombramien- 
to de  catedrático  de  Prima  de  Leyes,  pero  debió  tener  lu- 
gar á  fines  de  1503  en  la  vacante  del  Dr.  Segura.  En  1504 
figura  ya  como  catedrático  de  Prima.  Puede  decirse,  sin 
embargo,  que  no  fué  catedrático  de  esta  Universidad,  pues 
gozó,  mientras  vivió,  de  licencia  para  residir  en  el  Consejo 
Real  y  su  cátedra  era  leída  de  media  multa  por  un  susti- 
tuto. Fué  nombrado  conservador  del  Estudio  (1).  En  5  de 
Diciembre  de  1527  se  publico  la  vacatura  de  la  cátedra  de 
Prima  por  muerte  del  Dr.  Galíndez  de  Carvajal. 

Gallegos  (Alonso  . 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  los  juramentos  para  recibir 
los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Cánones  el  6  de  Ma- 
yo y  14  de  Agosto  de  1574.  En  1583  fué  nombrado  catedrá- 
tico de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  desempeñó 
hasta  que  el  8  de  Noviembre  de  1586  fué  elegido  sustituto 
de  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones  del  Dr.  Vera.  En  9  de 
Mayo  de  1591  dejó  la  sustitución  por  haber  sido  nombrado 
catedrático  de  Sexto.  En  7  de  Agosto  de  1597  pasó  á  la 
clase  de  Vísperas  de  Cánones.  Murió  el  3  de  Septiembre 
de  1600. 

Gallo  (Gregorio). 

Los  primeros  datos  que  hemos  encontrado  datan  del 
año  1534.  El  Br.  Gallo,  teólogo,  fué  encargado  de  la  lectura 
de  la  cátedra  de  Vísperas  de  Teología  por  enfermedad  de 
Fray  Domingo  de  Soto.  El  4  de  Enero  de  1536  pasó  á  la  de 
Biblia  de  media  multa  del  Mro.  Ortiz;  no  era  más  que  Bachi- 
ller. En  28  de  Mayo  de  1537,  hizo  el  juramento  para  recibir  el 
grado  de  Licenciado  en  Teología.  Desempeñó  la  sustitución 
hasta  el  27  de  Marzo  de  1538,  en  que  tomó  posesión  de  la  cá- 
tedra cursatoria  de  Santo  Tomás,  que  dejó  al  poco  tiem- 


I       V.  t.  1    p.i^s.  357   360,  362.  383  y  3s:>. 


-  352  - 

po,  porque  el  9  de  Agosto  de  aquel  año  se  encargó  de  la  de 
Teología  nominal  (Gregorio  Arimino).  Recibió  el  grado  de 
Maestro  en  Teología  en  Junio  de  aquel  mismo  año.  En  19  de 
Octubre  de  1540  fué  nombrado  catedrático  de  Biblia.  Aun- 
que se  dice  que  era  catedrático  de  Vísperas  de  Teología 
en  1549  en  una  Cédula  Real  (1),  no  hemos  encontrado  indi- 
cio alguno  que  permita  sospecharlo:  creemos  que  se  trata 
de  una  atribución  equivocada.  En  Claustro  de  26  de  Enero 
de  1551  se  le  dio  licencia  y  mandado  al  Maestro  para  que 
asistiese  al  Concilio  de  Trento  en  representación  de  la  Uni- 
versidad. No  sabemos  cuando  volvió,  pero  ya  en  1553  hizo  el 
juramento  de  1.°  de  Mayo.  Por  mandado  de  la  Universidad 
estuvo  fuera  de  Salamanca  durante  el  curso  de  1556-57:  de- 
bió ir  á  los  Países  Bajos  á  solicitar  de  Felipe  II  los  negocios 
á  que  se  refieren  las  dos  Cédulas  Reales  de  1.°  de  Marzo 
de  1557  (2).  El  curso  siguiente  lo  pasó  en  la  Corte. Llegó  á  ser 
Maestrescuela  de  Salamanca  y  en  16  de  Diciembre  de  1559 
aceptó  y  juró  el  cargo  ante  el  Claustro  de  diputados.  El  9 
de  Julio  de  1560  fué  jubilado  en  la  cátedra  de  Biblia.  Hay 
notas  de  su  presencia  en  la  Corte  en  1560  y  en  1563.  En  un 
acta  de  27  de  Noviembre  de  1564  se  le  llama  Maestrescuela 
de  Salamanca  y  Obispo  electo  de  Orihuela.  Se  encontraba 
en  Salamanca  en  Marzo  de  1565.  En  los  libros  de  cuentas 
de  1576-77  se  le  cita  como  Obispo  electo  de  Segovia.  Murió 
durante  las  vacaciones  del  curso  de  1578-79  y  su  cátedra  de 
Biblia  se  anunció  el  19  de  Octubre  de  1579  á  oposición. 

Gallo  (Fr.  Juan). 

Dominico.  Hermano  del  anterior.  Las  Historias  del  Con- 
vento de  San  Esteban,  Martínez  Añibarro  y  otros,  dan  al- 
gunos datos  biográficos  y  bibliográficos.  Por  nuestra  parte 
añadiremos  que  se  opuso  en  1565  á  la  cátedra  de  Vísperas 
de  Teología  que  llevó  Fr.  Juan  de  Guevara.  No  sabemos 
si  por  envidias  entre  los  claustrales  ó  por  los  méritos  de 
Fr.  Juan  Gallo,  es  lo  cierto  que  al  día  siguiente  de  haber 
sido  nombrado  Fr.  Juan  de  Guevara  catedrático  de  Víspe- 


(1)  V.  t.  I,  pág.  468. 

(2)  V.  t.  I,  pág.  475. 


—  353  — 

ras,  el  Claustro  señaló  al  Mro.  Gallo  un  salario  de  200  du- 
cados para  que  leyese  una  cátedra  de  Santo  Tomás,  de  lo 
que  protestó  la  Orden  de  San  Agustín  ante  el  Consejo  Real 
por  la  ofensa  que  se  hacía  á  la  Orden  y  principalmente  á 
Fr.  Luis  de  León,  catedrático  hasta  entonces  de  Santo  To- 
más (1).  Por  auto  del  Consejo  de  22  de  Septiembre  de  1565 
se  autorizó  á  la  Universidad  para  dar  al  Mro.  Gallo  el  sala- 
rio propuesto  por  tres  años.  En  Octubre  de  1558  el  Consejo 
Real  aprobó  la  prorrogación  del  salario  por  otros  cuatro 
años.  En  Diciembre  de  1569  salió  para  Roma  á  fin  de  con- 
seguir del  Pontífice  que  las  dignidades  y  la  mitad  de  los  ca- 
nonicatos de  la  Iglesia  de  Salamanca  se  diesen  á  Doctores 
en  Cánones  ó  Maestros  en  Teología  por  esta  Universidad. 
De  esta  embajada  dio  cuenta  en  un  informe,  cuyo  original 
se  conserva  en  los  libros  de  Claustros.  Reanudó  las  lecturas 
de  su  partido  de  Teología  el  17  de  Diciembre  de  1571.  En  15 
de  Diciembre  de  1572  fué  nombrado  sustituto  de  su  hermano 
el  Mro.  Gregorio  Gallo  en  su  cátedra  de  Biblia:  desempeñó 
esta  sustitución  hasta  su  muerte.  No  hemos  podido  deter- 
minar cuándo  tuvo  lugar.  Nicolás  Antonio  señala  el  1572,  y 
los  historiadores  del  Convento  de  Salamanca,  P.  Fernán- 
dez y  P.  Araya,  señalan  la  de  Enero  de  1573.  El  otro  histo- 
riador, P.  Barrio,  rechaza  esta  fecha  porque  dice  que  se 
hubiese  dado  cuenta  de  la  muerte  del  maestro  en  el  capítu- 
lo de  Toledo  de  12  de  Abril  de  1573,  y  la  supone  acaecida 
antes  del  capítulo  de  Palencia,  celebrado  el  14  de  Abril 
de  1574.  Creemos,  sin  embargo,  que  la  fecha  de  la  muerte 
fué  posterior  á  la  celebración  de  este  capítulo,  porque  en 
los  libros  de  visita  de  cátedras  figura  el  Mr.  Gallo  desem- 
peñando la  sustitución  de  la  Cátedra  de  Biblia  en  Noviem- 
bre en  1574.  En  la  visita  de  Abril  de  1575,  aparece  el  Mro.  Pe- 
dro de  Uceda.  Se  hizo  Licenciado  en  Teología  en  Salaman- 
ca, practicando  para  ello  el  juramento  en  13  de  Noviembre 
de  1565.  Después  se  le  incorporó  el  grado  de  Doctor  ó  Maes- 
tro en  Teología  que  había  recibido  en  el  colegio  de  Porta 
Coeli  de  la  Universidad  de  Sigüenza  en  24  de  Julio  de  1560. 


(1)    V.  t.  I,  p.ig.  514. 

23 


—  354  - 

García  de  Galarza  (Pedro). 

Figura  con  el  número  336  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Ingresó  en  el  Colegio  en  1562.  Fué  catedrático 
de  una  de  las  cursatorias  de  Artes,  que  dejó  en  1567.  Fué 
canónigo  y  murió  siendo  Obispo  de  Coria.  La  Historia  del 
Colegio  de  San  Bartolomé  da  más  particulares  de  su  vida 
y  de  sus  obras. 

Gil  de  Nava  (Juan). 

Figura  en  la  Historia  del  Colegio  de  San  Bartolomé  con 
el  número  293,  y  el  nombre  de  Juan  Fernández  Gil  de  Nava. 
Ingresó  en  el  Colegio  en  1533.  En  el  curso  de  1534-35  se  ha- 
bla de  él  como  sustituto  del  Mro.  Silíceo.  De  1536  á  1538 
fué  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes.  Mien- 
tras desempeñaba  esta  cátedra  hizo  el  juramento  (18  de 
Agosto  de  1537)  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Teo- 
logía .  El  14  de  Agosto  de  1538  se  le  nombró  catedrático 
de  Santo  Tomás.  En  12  de  Enero  de  1539  hizo  el  juramento 
para  graduarse  de  Maestro  en  Teología;  el  10  de  Julio 
de  1540  el  que  precisaba  para  tomar  el  grado  de  Licencia- 
do en  Artes,  y  el  21  del  mismo  mes  le  designaron  catedrá- 
tico de  Vísperas  de  Lógica  (Lógica  magna).  Recibió  el  gra- 
do de  Maestro  en  Artes  el  13  de  Agosto  del  mismo  año.  A 
la  muerte  de  Fr.  Alonso  de  Córdoba,  fué  nombrado  cate- 
drático de  Filosofía  moral:  debió  ser  á  fines  de  1541:  se  con- 
serva una  nota  correspondiente  al  10  de  Diciembre  de  1541 
en  que  se  dice  que  leía  Moral.  Se  opuso  á  la  cátedra  de  Pri- 
ma de  Teología  al  fallecimiento  del  Mro.  Vitoria.  En  9  de 
Abril  de  1549  es  catedrático  de  Vísperas  de  Teología.  Mu- 
rió en  1551,  pero  no  se  sabe  la  fecha  precisa.  No  hizo  el  ju- 
ramento de  1.°  de  Mayo,  pero  en  cambio,  aparece  su  suce- 
sor Fr.  Pedro  de  Sotomayor. 

Gómez  (Antonio). 

Figura  entre  los  Catedráticos  de  Instituía  desde  1529 
á  1532.  En  12  de  Diciembre  de  1529  hizo  el  juramento  para 
graduarse  de  Licenciado  en  Leyes,  y  en  6  de  Agosto  le 


-  355  - 

practicó  para  recibir  el  de  Doctor.  Fué  de  1532  á  1534  ca- 
tedrático de  Código,  y  en  14  de  Agosto  de  este  último  año 
le  nombraron  catedrático  de  Digesto  Viejo.  Debió  desem- 
peñar esta  cátedra  hasta  Agosto  de  1538  en  que  pasó  á  la 
de  Vísperas  de  Leyes.  No  consta  la  fecha  de  la  provisión, 
pero  se  sabe  que  ganó  algunas  lecciones  en  la  clase  de  Vís- 
peras durante  el  curso  de  1537-38,  y  que  la  cátedra  de  Di- 
gesto se  anunció  á  oposición  el  23  de  Agosto.  Fué  jubilado 
el  21  de  Junio  de  1557,  y  se  anunció  la  vacatura  de  la  cáte- 
dra el  10  de  Febrero  de  1561  por  muerte  del  Dr.  Antonio 
Gómez.  Nicolás  Antonio  tiene  bastantes  notas  biográficas 
y  bibliográficas. 

Gómez  (Juan). 

Desde  1533  ú  1542  desempeñó  una  de  las  cátedras  cursa- 
torias  de  Artes.  Un  Br.  Juan  Gómez,  artista,  hizo  el  9  de 
Julio  de  1540  el  juramento  para  Licenciado.  Figura  además 
otro  Juan  Gómez,  teólogo,  pero  no  sabemos  si  será  el  que 
creemos,  el  que  en  1542-43  apareció  como  catedrático  de 
Santo  Tomás. 

Ignoramos  la  ocupación  que  tuvo  desde  que  dejó  el  curso 
de  Artes  hasta  que  en  24  de  Octubre  de  1547  fué  nombrado 
catedrático  de  Prima  de  Lógica.  Hizo  el  juramento  para 
recibir  el  grado  de  Maestro  en  Artes  el  27  de  Noviembre 
del  mismo  año.  Por  muerte  del  maestro  se  publicó  la  vaca- 
tura de  la  cátedra  de  Prima  de  Lógica  el  23  de  Noviem- 
bre de  155b. 

Gómez  (Pedro). 

En  1529  desempeñaba  ya  una  de  las  cátedras  cursato- 
rias  de  Artes.  La  dejó  en  1531  para  encargarse  de  la  de  Es- 
coto. En  1535  fué  nombrado  catedrático  de  Teología  nomi- 
nal y  seguía  en  esta  cátedra  cuando  hizo  el  juramento  en  15 
de  Noviembre  de  1535  para  recibir  el  grado  de  Licenciado 
en  Teología.  En  5  de  Junio  de  1538  ganó  la  cátedra  de  Bi- 
blia, y  en  6  de  Enero  del  año  siguiente  practicó  el  juramen- 
to para  recibir  el  grado  de  Maestro.  Se  anunció  la  vacatu- 
ra de  la  cátedra  de  Biblia  el  16  de  Agosto  de  1540. 


-  356  - 

Gómez  de  Figueredo  (Sebastián). 

Fué  colegial  de  la  Magdalena.  Desempeñó  una  de  las 
cátedras  cursatorias  de  Artes  de  1580  á  1585.  Dorado  dice 
que  fué  hombre  de  ejemplar  virtud  y  que  llegó  á  ser  Arzo- 
bispo de  Veraguas.  Nicolás  Antonio  da  algunos  datos  bio- 
gráficos y  bibliográficos. 

Gómez  de  Valenzuela  Pescador  (Francisco). 

Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licencia- 
do y  de  Doctor  en  Leyes  el  11  de  Agosto  de  1569  y  el  3  de 
Septiembre  de  1570:  era  natural  de  Martos.  En  los  años 
de  1571  y  1572  fué  catedrático  de  Instituta.  El  24  de  Mayo 
de  1572  le  nombraron  catedrático  de  Código:  desempeñó 
esta  cátedra  hasta  que  en  6  de  Julio  de  1576  fué  elegido  ca- 
tedrático de  Vol umen.  En  28  de  Noviembre  de  1579  se  prove- 
yó en  él  la  cátedra  de  Prima  de  Leyes.  Dejó  la  clase  en  8  de 
Febrero  de  1584  por  haber  sido  nombrado  Fiscal  del  Con- 
sejo de  Indias.  No  conocemos  otros  particulares  de  su  vida. 
Un  Francisco  Valenzuela  Pescador  figura  entre  los  escri- 
tores que  fueron  colegiales  del  Arzobispo. 

González  Aguayo  (Diego). 

Era  natural  de  Burgos.  En  algunas  actas  se  dice  que 
había  sido  del  colegio  del  Arzobispo.  En  los  años  1578-79 
figura  un  Mro.  Aguayo  desempeñando  una  cátedra  cursato- 
ria  de  Artes.  En  9  de  Febrero  de  1593  tomó  posesión  de  la 
cátedra  de  tres  lenguas  (Hebreo).  En  5  de  Julio  y  7  de  No- 
viembre del  mismo  año  hizo  los  juramentos  para  recibir  los 
grados  de  Licenciado  y  Maestro  enTeología.  Era  Rector  del 
colegio  del  Arzobispo  en  1599.  Dejó  la  cátedra  de  Hebreo 
en  los  primeros  meses  del  año  1602  por  haber  sido  nombra- 
do Canónigo  magistral  de  Ciudad  Rodrigo. 

González  de  Talavera  (Alvaro). 

Era  natural  de  Talavera  de  la  Reina.  Hizo  los  juramen- 
tos para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Me- 
dicina en  15  de  Febrero  de  1553  y  en  2  de  Mayo  de  1568  res- 


—  367  - 

pectivamente.  En  30  de  Agosto  de  1586  fué  nombrado  cate- 
drático de  Astrología,  pero  por  no  ser  Licenciado  ni  Maes- 
tro en  Artes  ganó  en  la  cátedra  el  sueldo  como  Bachiller. 
No  debió  residir  en  Salamanca;  la  clase  se  leyó  por  sustitu- 
tos: uno  de  ellos  fué  el  Brócense.  Se  publicó  la  vacatura  de 
la  clase  de  Astrología  el  21  de  Mayo  de  1578. 


Graxal  (Gaspar). 

Natural  de  Villalón.  Aunque  no  fué  más  que  sustituto 
del  Mro.  Gregorio  Gallo,  en  la  cátedra  de  Biblia  su  nombre 
es  bastante  más  conocido  que  el  de  muchos  catedráticos  de 
propiedad.  Fué  nombrado  sustituto  en  1560  y  desempeñó 
sin  interrupción  la  sustitución  de  la  mencionada  cátedra 
hasta  que  fué  preso  por  la  Inquisición;  dejó  de  leer  en  3  de 
Marzo  de  1572.  Se  le  conservó  la  sustitución  hasta  la  con- 
clusión del  cuadrienio  que  fué  el  3  de  Diciembre  de  1572.  La 
sustitución  fué  dada  entonces  al  Mro.  Juan  Gallo.  No  se  en- 
cuentra después  mención  del  Mro.  Gaspar  Graxal  ó  Grajal. 

Guevara  (Fr.  Juan  de). 

Agustino.  En  la  Historia  del  Convento  de  San  Agustín, 
de  Salamanca,  se  dan  algunos  datos  biográficos  que  omiti- 
mos. A  principios  del  año  1556  aparece  como  catedrático  de 
Santo  Tomás,  y  en  14  de  Enero  del  año  siguiente  fué  nom- 
brado para  la  clase  de  Teología  nominal.  Desempeñando 
esta  cátedra  hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de 
Licenciado  y  Maestro  en  Teología  el  20  y  30  de  Junio  de  1560 
respectivamente.  Aunque  no  hemos  encontrado  el  expedien- 
te de  la  provisión  de  la  cátedra  de  Vísperas  de  Teología,  se 
sabe  por  el  de  la  cátedra  de  Teología  nominal  que  dejó  va- 
cante, que  el  6  de  Marzo  de  1565  tomó  posesión  de  la  de  Vís- 
peras de  Teología.  En  el  capítulo  que  su  orden  celebró  en 
Dueñas  en  1582  fué  elegido  Provincial  de  Castilla.  En  24  de 
Mayo  de  1586  es  jubilado  en  su  cátedra  de  Vísperas.  Murió 
el  23  de  Agosto  de  1600.  El  P.  Vidal,  en  su  Historia,  señala 
la  fecha  del  12  del  mismo  mes  y  año. 


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Gutiérrez  de  Moya  (Cristóbal  . 

Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en 
Cánones  el  28  de  Febrero  de  1549.  Era  ya  en  el  curso 
de  1554-55  sustituto  de  la  cátedra  de  Sexto  del  Dr.  Bena- 
vente.  Dejó  esta  sustitución  en  28  de  junio  de  1557  por  ha- 
ber sido  nombrado  sustituto  del  Dr.  Aguilera  en  la  clase  de 
Prima  de  Cánones.  Cesó  en  esta  sustitución  por  pasar  á 
la  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones  el  14  de  Marzo 
de  1558.  Era  entonces  Doctor,  porque  había  hecho  en  1  de 
Noviembre  de  1556  el  juramento  para  recibir  el  grado. 
En  15  de  Enero  de  1560  fué  nombrado  catedrático  de  Vís- 
peras de  Cánones  y  el  21  de  Julio  de  1569  le  designaron  ca- 
tedrático de  Prima.  Fué  jubilado  el  29  de  Julio  de  1579,  y 
por  su  muerte,  acaecida  el  5  de  Enero  de  1591,  se  anunció 
la  cátedra  de  nuevo  á  oposición. 

Guzmán  (Fr.  Domingo  de). 

Dominico.  Según  las  Historias  de  San  Esteban,  era  hijo 
de  Garcilaso  de  la  Vega.  Hizo  los  juramentos  para  recibir 
los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología  el  6  y  7 
de  Septiembre  de  1574,  respectivamente.  En  2  de  Enero 
de  1577  empezó  á  encargarse  de  un  partido  de  Teología  en 
la  Universidad,  de  100  ducados  de  salario,  que  leyó  hasta 
que  fué  nombrado  catedrático  de  Durando  el  1  de  Marzo 
de  1581.  Se  opuso  á  la  cátedra  de  Biblia  que  había  quedado 
vacante  á  la  muerte  del  Mro.  Gregorio  Gallo,  y  tuvo  pleito 
con  Fr.  Luis  de  León  en  la  Chancillería  de  Valladolid  sobre 
la  legitimidad  del  nombramiento.  La  Chancillería  dio  la  ra- 
zón á  Fr.  Luis  de  León,  aunque  los  historiadores  de  la  Or- 
den dicen  que  estaba  de  parte  del  Mro.  Guzmán,  como  más 
adelante  se  demostró.  Murió  el  26  de  Julio  de  1582,  y  la  cá- 
tedra de  Durando  se  anunció  de  nuevo  á  oposición. 

Hernández  (Enrique). 

Desde  1526  á  1532  desempeñó  una  de  las  cátedras  cursa- 
torias de  Artes:  no  era  más  que  Bachiller,  y  de  1533  á  1535 
ocupó  la  catedrilla  de  Físicos.  En  29  de  Julio  de   1535  fué 


-  359  - 

nombrado  catedrático  en  Filosofía  Natural,  y  á  poco,  el  9 
y  19  de  Agosto  del  mismo  año  hizo  los  juramentos  para  re- 
cibir los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Artes.  Debió 
jubilarse  en  1556.  Como  jubilado  vivió  hasta  su  muerte  acae- 
cida á  fines  de  1584,  pues  en  el  Claustro  de  30  de  Diciembre 
de  1584  se  dio  cuenta  del  fallecimiento  del  Mro.  Enrique  (co- 
mo se  le  llamaba  muchas  veces),  y  en  2  de  Enero  de  1585  se 
anunció  la  vacante.  Nicolás  Antonio  manifiesta  que  era  por- 
tugués y  que  escribió  una  obra,  la  cual  dice  Picatoste  que 
no  ha  podido  hallar.  Gozó  de  gran  reputación. 


Hernández  (Gonzalo). 

Doctor  en  Medicina.  Se  encargó  de  la  media  multa  de  la 
cátedra  de  Prima  de  Medicina  del  Dr.  x\lvarez  de  la  Reina 
en  24  de  Enero  de  1523.  En  los  libros  de  cuentas  de  1523-24, 
consta  que  cobró  25.000  maravedís  por  un  partido  de  Me- 
dicina ó  de  Cirugía.  No  contamos  con  datos  para  hacer  la 
distinción;  sólo  tenemos  el  acta  del  Claustro  de  2  de  Agosto 
de  1526,  en  la  que  se  dice  que  se  presentaron  en  el  Claustro 
dos  regidores  de  la  ciudad  y  dijeron  que  la  Universidad 
debía  establecer  una  cátedra,  porque  la  que  había  desem- 
peñado el  Dr.  Gonzalo  Hernández  había  vacado  y  tenía  la 
ciudad  falta  de  cirujanos.  El  31  de  Julio  de  aquel  año  fué 
nombrado  el  Dr.  Hernández  catedrático  de  Vísperas  de 
Medicina,  dejando  antes  su  partido,  pero  la  Universidad  no 
aceptó  el  parecer  de  los  regidores  porque  para  ochenta  es- 
tudiantes que  había,  eran  suficientes  las  cátedras  que  ccvn- 
taban  con  hombres  tan  excelentes  como  los  Dres.  Parra 
y  Hernández,  salvo  en  el  caso  de  que  se  trajese  de  fuera  de 
Salamanca  alguno  como  ellos.  A  la  muerte  del  Dr.  de  la 
Parra  fué  nombrado  catedrático  de  Prima  de  Medicina:  no 
aparece  la  provisión,  pero  en  Enero  de  1529  se  provee  por 
oposición  la  que  él  tenía  de  Vísperas.  En  la  asignación  de 
lecturas  de  Mayo  de  1529,  figura  como  catedrático  de  Pri- 
ma. Desempeñó  esta  cátedra  hasta  su  muerte:  no  sabemos 
el  día  en  que  acaeció,  pero  en  los  libros  de  cuentas  consta 
que  se  dio  por  vacante  la  cátedra  el  27  de  Marzo  de  1536 
por  fallecimiento  del  Dr.  Hernández. 


-  360  - 

Herrera  (Fernando). 

Maestro  en  Artes.  Debe  ser  el  mismo  que  Torre  (A.  de 
la),  llama  Femando  Alfonso  de  Herrera,  que  dejó  de  ser 
catedi  ático  de  Retórica  en  la  Universidad  de  Alcalá  el  5  de 
Enero  de  1513,  y  tal  vez  el  sucesor  de  Lebrija  en  la  cátedra 
de  Retórica  en  nuestra  Universidad,  aunque  los  datos  más 
antiguos  que  tenemos  son  los  libros  de  cuentas  de  1518-19 
en  los  cuales  figura  como  catedrático  de  Retórica.  No  he- 
mos podido  determinar  la  fecha  de  su  muerte:  sólo  sabemos 
que  el  18  de  Octubre  de  1527  se  anunció  la  vacatura  de  la 
cátedra  de  Retórica  por  fallecimiento  del  Maestro  Herre- 
ra. Nicolás  Antonio  y  Gallardo  dan  alguna  noticia  de  sus 
obras. 

Honcala  (Antonio  de). 

No  sabemos  si  será  este  teólogo  del  que  hace  tantos  elo- 
gios Nicolás  Antonio,  el  mismo  que  hemos  visto  mencio- 
nado nosotros  entre  los  catedráticos  de  Santo  Tomás.  Sólo 
podemos  señalar  la  fecha  en  que  dejó  la  cátedra,  que  fué  el 
año  1528. 

Lemos  (Luis  de). 

Aunque  todos  los  autores  afirman  que  era  natural  de 
Fronteira  (Portugal),  al  hacer  el  juramento  para  graduarse 
de  Licenciado  en  Medicina  en  18  de  Diciembre  de  1559  se 
dice  que  era  de  la  ciudad  de  Portalegre  (Portugal).  Figura 
como  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes  des- 
de 1557  á  1561.  Luego  no  aparece  como  catedrático  un  par 
de  años,  pero  en  1563  tomó  posesión  de  la  cátedra  de  Me- 
dicina de  Artícela  y  la  desempeñó  hasta  1567.  Desde  esa 
fecha  en  adelante  no  hay  notas  del  Licenciado  Lemos.  Ni- 
colás Antonio,  Gallardo,  Morejón  y  otros  dan  muchos  más 
datos,  que  omitimos,  sobre  su  vida  y  sus  obras. 

León  (Francisco). 

Es  uno  de  los  pocos  que  nos  consta  era  Doctor  in  utro- 
que  jure.  En  1540  fué  nombrado  catedrático  de  Instituía, 
pero  desempeñó  esta  cátedra  poco  tiempo  porque  al  año 


—  361  — 

siguiente  le  eligieron  catedrático  de  Digesto  Viejo.  En  el 
año  1551  se  le  designó  para  Diputado  por  ser  catedrático 
de  propiedad,  y  aunque  no  hemos  encontrado  el  acta  de 
provisión  de  la  cátedra,  sospechamos  que  había  sido  nom- 
brado catedrático  de  Prima  de  Cánones,  porque  como  tal 
aparece  en  un  acta  de  17  de  Junio  de  1551  y  sigue  figurando 
hasta  su  muerte.  La  cuestión  de  la  incorporación  de  su 
grado  de  Doctor  en  Cánones  dio  motivo  á  que  de  ello  se 
ocupase  el  Clnustro,  pero  consiguió  hacerse  Doctor  el  25  de 
Octubre  de  1551.  Se  publicó  la  vacatura  de  la  cátedra  de 
Prima  de  Cánones  en  11  de  Diciembre  de  1557. 

León  (Fr.  Luis  de). 

Habiéndose  publicado  no  pocas  biografías  de  este  ilustre 
maestro  nos  limitaremos  en  esta  Historia,  á  decir  algo  de 
lo  que  hemos  encontrado  en  la  documentación  del  Archivo. 
Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado 
y  Maestro  en  Teología  el  7  de  Mayo  y  30  de  Junio  de  1560. 
En  24  de  Diciembre  de  1561  figuraba  como  encargado  de 
la  clase  de  Santo  Tomás.  Desempeñó  esta  cátedra  hasta 
el  16  de  Marzo  de  1565  en  que  le  eligieron  catedrático  de 
Durando.  Al  expirar  el  cuadrienio,  se  le  vacó  la  cátedra, 
pero  el  Claustro  le  hizo  colación  de  ella  nuevamente  el  22  de 
Marzo  de  1569. 

Siguió,  pues,  en  la  clase  de  Durando,  en  la  que  cesó  al 
ser  preso  por  la  Inquisición  el  24  de  Marzo  de  1572.  Desde 
entonces  se  leyó  su  cátedra  por  sustituto  hasta  que  habién- 
dose cumplido  el  cuadrienio  para  el  que  fué  nombrado,  se 
declaró  vacante  la  clase  de  Durando,  que  fué  otra  vez  anun- 
ciada á  oposición  el  30  de  Marzo  de  1573.  El  2  de  Marzo 
de  1577  empezó  á  leer  un  partido  de  Teología  de  200  duca- 
dos, que  el  Consejo  Real,  á  propuesta  de  la  Universidad,  ha- 
bía aprobado  por  Carta  de  22  de  Enero  (1).  En  14  de  Agos- 
to de  1578  le  nombraron  catedrático  de  Filosofía  Moral  y  en 
esa  fecha  dejó  el  partido  de  Teología.  Poco  después,  el  25 
de  Octubre,  incorporó  su  grado  de  Maestro  en  Artes.  En  7 

(1)     V.  t.  I.  pág.  5hL'. 


-  362  - 

de  Diciembre  de  1579  le  encargan  de  la  cátedra  de  Biblia: 
sobre  dicho  nombramiento  se  siguió  pleito  en  la  Chancille- 
ría  de  Valladolid  entre  Fr.  Luis  y  Fr.  Domingo  de  Guzmán. 
El  pleito  se  sentenció  á  favor  de  Fr.  Luis  de  León,  quien 
desempeñó  esta  cátedra  hasta  su  muerte  en  Agosto  de  1591. 
No  hemos  podido  averiguar  en  qué  día  tuvo  lugar:  sólo  sa- 
bemos que  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Biblia  se  anunció 
el  26  de  dicho  mes.  Hombre  tan  extraordinario  no  cabe  den- 
tro de  los  reducidos  límites  que  nos  hemos  propuesto:  por 
eso  nuestros  lectores  llenarán,  viendo  otras  obras,  las  lagu- 
nas y  deficiencias  que  encuentren  aquí. 

Fué,  como  de  todos  es  bien  sabido,  uno  de  los  maestros 
que  más  nombre  y  gloria  dieron  á  la  Universidad  salmanti- 
na, y  la  juventud  más  florida  de  España  y  del  extranjero 
acudía  al  aula  donde  explicaba,  que  todavía  se  conserva 
como  en  aquella  época,  ansiosa  de  oir  sus  lecciones.  Genio 
de  la  poesía,  se  eleva  á  las  mansiones  celestiales  al  escribir 
la  mayor  parte  de  sus  estrofas  y  desde  esa  región  pura  y  se- 
rena, domina  con  su  penetrante  mirada  de  águila  las  altas 
cumbres  que  han  de  dar  materia  á  sus  obras,  para  que  des- 
cendiendo luego  su  inspiración  hasta  las  cosas  del  mundo, 
y  adueñándose  de  ellas,  puedan  tener  cabida  en  sus  com- 
posiciones y  entrar  éstas  en  el  campo  de  la  literatura  y 
del  arte. 

Sentían  los  universitarios  verdadera  veneración  por 
Fray  Luis,  y  en  tanto  se  estimó  siempre  su  opinión  y  con- 
sejo, que  fué  consultado  en  la  reforma  del  calendario  al  ter- 
minarse el  Concilio  de  Trento  y  en  cuantos  asuntos  y  cues- 
tiones difíciles  se  suscitaban.  Sus  libros  son  sobradamente 
conocidos,  y  se  leen  y  estudian  á  través  de  los  siglos  con 
singular  delectación.  Derrama  su  espíritu  en  sublimes  can- 
ciones con  una  naturalidad  que  encanta,  y  sin  ligera  afec- 
tación y  con  vivo  entusiasmo,  hace  vibrar  sin  ninguna  otra 
ayuda,  las  más  delicadas  fibras  del  corazón.  En  La  vida  del 
campo  refleja  de  modo  admirable  el  dulce  y  tranquilo  sosie- 
go, el  delicioso  encanto  que  arrastra  tras  de  sí  á  las  almas, 
á  pesar  de  no  haber  estado,  tal  vez,  en  contacto  con  los  pas- 
tores ni  visto  sus  rebaños  y  sus  chozas  más  que  en  las  obras 
clásicas.  Su  estilo  es  lírico  en  todo,  pues  aun  en  las  traduc- 
ciones del  latín  y  del  italiano  pone  siempre  algo  personal  y 


-  363  - 

muy  suyo,  así  como  pinceladas  y  retoques  que  avaloran 
sumamente  los  trabajos,  en  cada  uno  de  los  cuales  imprimió 
el  sello  de  la  ecuanimidad  de  su  ser. 

Los  restos  de  este  sabio  Maestro  se  hallan  en  un  senci- 
llo panteón  en  la  Capilla  de  la  gloriosa  Escuela,  y  su  esta- 
tua, labrada  en  bronce  hermosea  desde  1868  la  plazuela  de 
los  Estudios,  á  la  vez  que  da  calor  y  vida  á  la  lindísima  y 
elegante  fachada  principal  de  la  Universidad,  una  de  las 
más  preciadas  joyas  de  la  ornamentación  plateresca. 

Escribió  Fr.  Luis  de  León: 

In  Canticum  Moxsis  (inédita). 

In  Psalmos  XXVI  (publicado)  XXVIH,  LVII  y  LXVII 
(inéditos). 

In  Ecclesiastcm  (inédita). 

In  Canticum  Ccinticoruní  (publicada). 

In  Abdiam  (publicada). 

///  Epístolam  ad  Calatas  (publicadas). 

/;/  Epístolam  II  ad  TJiessalonicenses  (inédita). 

De  Incarnatione  (inédita). 

De  Fide,  Spe  et  Charitate  (inédita). 

Quastiones  varia'  tnni  dogmático:,  tum  expositiva: 
(inédita). 

Orationes  latina  (In  tándem  D.  Agnstini. — ///  exequiis 
Dominici  Soto.—In  Comitiis  provincialibus  (publicada). 

De  los  Nombres  de  Cristo  (publicada)  (1). 

La  Perfecta  Casada  (publicada). 

El  Libro  de  Job  (publicada). 

Apéndices  y  otros  muchos  escritos,  algunos  de  los  cua- 
les no  se  le  pueden  atribuir  con  certeza.  Éntrelas  poéticas, 
sus  obras  propias,  y  las  traducciones  griegas,  latinas  é 
italianas  son  de  sobra  conocidas. 


•  I;     ///  iitriusque  tigntii  inmolatiotiis  legitimo  tempore  (publicada). 


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CARTAS  DEL  MRO.  FR.  LUIS  DE  LEÓN 

A   LA  UNIVERSIDAD   DE   SALAMANCA 

I 

A  los  muy  Illustres  señores  Rector  y  mastresquela,  y  claustro 
de  la  muy  insigne  Vniuersidad  de  Salamanca  mis  señores. 

Muy  Illustres  señores:  En  la  postrera  que  scribi  a  V.  S.  dezia 
que  el  Presidente,  por  orden  de  Su  Magestad,  junto  a  los  juezes  an- 
tes que  se  partiesen,  y  que  no  podia  dezir  lo  que  en  aquella  junta 
avia  passado,  mas  de  que  sabia  que  ordenaron  que  se  diese  la  so- 
brecédula e  que  yo  la  avia  visto  scribir,  y  que  después  me  dixo  el 
Presydente  cuando  le  di  cuenta  de  la  sentencia  de  Roma  que  la 
avia  embiado  a  firmar  y  que  la  esperaba  por  horas,  y  también  di- 
xe  que  les  avia  parecido  a  los  juezes  que  era  justo  que  este  nego- 
cio se  acabase  y  que  se  acabara  en  aquella  junta  sino  que  pareció 
que  era  bien  primero  consultarlo  con  Su  Magestad  y  que  estaba 
con  temor  de  que  si  Su  Magestad  mandaba  que  se  acabase  era 
mala  coyuntura  agora  porque  faltaban  dos  juezes  y  pondria  el 
Presydente  en  su  lugar  por  ventura  algunos  otros  que  no  convi- 
niesen, y  que  entendiendo  lo  que  venga  de  la  consulta  con  el  Rey 
avisara  a  V.  S.  al  mesmo  momento.  Oy  he  sauido  de  parte  cierta 
que  mi  temor  no  fue  sin  causa  y  avnque  no  he  podido  hablar  con 
el  Presydente  con  aver  oy  ydo  a  Palacio  tres  veces,  se  como  digo 
de  parte  certissima  que  Su  Magestad  le  embio  a  mandar  en  res- 
puesta de  la  consulta  que  se  acabase  luego  este  negocio  en  defini- 
tiva, y  que  anda  pensando  en  los  juezes  y  en  lo  de  la  sobrecédula, 
no  se  si  ha  venido,  mañana  lo  sabré  y  vendrá  e  importa  poco  que 
venga  o  no  mandando  el  Rey  lo  que  manda  que  es  que  se  senten- 
cie luego,  y  asi  me  lo  ha  dicho  oy  el  señor  don  Pedro  que  es  el  que 
ordeno  la  sobrecédula.  El  negocio  esta  muy  peligroso,  asi  por  fal- 
tar los  dos  juezes  que  faltan  que  estaban  bonissimos,  como  porque 
el  Presydente  sin  duda  esta  mudado  por  respecto  de  su  hermano 
el  de  Cuenca  y  podra  si  quisiere  poner  los  juezes  que  sigan  su  vo- 
luntad, como  también  porque  an  venido  aqui  dos  colegiales  del 
A  n  obispo  diziendo  que  ellos  obedecieron  el  mandato  de  Su  Mages- 
tad, y  revocaron  el  poder  a  su  procurador  y  entregaron  la  revo- 
cación a  la  Vniuersidad  y  que  ella  fue  negligente  en  embiarla  y 
que  azi  se  sentencio  por  ellos  primero  que  llegase  y  deven  de  tra- 
tar que  les  den  licencia  para  ponerla  en  exención  y  andan  alegres 
porque  deven  entender  el  fauor  que  tienen  y  por  parezerles  que 
estando  sentenciado  en  Roma  quando  aqui  se  setencie  les  valdrá 


-  365  — 

aquello  mucho  para  mostrar  que  tienen  justicia  y  para  que  los 
juezes  de  aqui  no  quieran  sentenciar  contra  lo  que  en  Roma  se 
sentenció.  Yo  he  mostrado  o  af firmado  que  no  dizen  lo  cierto  en 
lo  de  auer  entregado  la  revocación  a  la  Vniuersidad  porque  en- 
tiendo que  engañan  en  ello.  V.  S.  me  avise  de  la  verdad  y  provea 
luego  (sic)  de  lo  que  diré  porque  conviene,  y  asi  lo  juzga  vna  per- 
sona muy  principal  que  desea  el  bien  de  essa  Yniuersidad  como 
3'0  y  no  la  puedo  nombrar,  y  lo  que  se  ha  de  hazer  es  que  V.  S. 
mande  a  vno  de  los  señores  doctores  juristas  el  que  pareziere  que 
mas  conviene  que  luego  al  momento  venga  aqui  a  este  negocio  e 
yo  digo  que  vengan  dos  y  que  Y.  S.  sea  servida  darme  a  mi  licen- 
cia para  volverme  porque  ando  con  poca  salud  y  porque  lo  que 
ha  sido  de  diligencia  lo  he  hecho  asta  agora,  lo  que  resta  es  ya 
cosa  de  leyes  y  de  justicia  que  es  proprio  de  essos  señores  juristas, 
y  en  esto  de  que  vengan  dos  y  a  mi  se  me  de  licencia  yo  cierto  re- 
zibire  grandissima  merced  con  que  si  Y.  S.  fuere  servida  de  que 
venga  uno  y  que  con  el  que  viniere  asista  yo  siendo  servicio  de  la 
Yniuersidad  no  tendré  cuenta  con  mi  trabajo  pero  lo  vno  o  lo 
otro  vno  o  dos  de  essos  señores  conviene  que  venga  sin  nin- 
guna dilación  porque  estoy  avisado  que  aqui  se  darán  mucha 
priessa  y  los  que  vinieren  o  el  que  viniere  trayga  orden  de  Y.  S. 
de  su  venido  aqui  y  entendido  el  hilo  del  negocio  le  pareciere 
conuiene  yr  a  Monear  a  hablar  a  Su  Magestad  lo  pueda  hazer 
sin  pedir  nueva  licencia  a  Y.  S.  para  que  el  negocio  yra  de  ar- 
te que  no  dará  spacio  a  muchas  demandas  y  respuestas  y  si  ovie- 
re  de  venir  vno  solo  parezeme  quel  señor  doctor  Sahagun  sería 
muy  conveniente  y  qualquiera  que  Y.  S.  embiare  lo  sera,  lo  que 
conuiene  es  que  se  parta  luego  sin  dilación  porque  los  colegiales 
darán  priessa  y  el  Presy  dente  se  aprovechara  de  la  coy  untara. 
Nuestro  Señor  las  muy  Illustres  personas  ds  Y.  S.  guarde  y  pros- 
pere en  su  santo  seruicio.  Madrid  23  Hebrero  85.  Muy  Illustres  se- 
ñores, besa  las  manos  de  Y.  S.  su  menor  siervo  Fr.  Luis  de  León. 

II 

A  los  muy  Illustres  señores  Rector  y  Maestresquela  y  Claustro 
de  la  muy  insigne  Yniuersidad  de  Salamanca,  mis  señores: 

Muy  Illustres  señores:  El  sábado  passado  scribi  a  v.  s.  como  Su 
Magestad  mandaba  por  vltima  resolución  que  se  acabase  en  deffi- 
nitiua  este  negocio,  lo  qual  me  di[xo]  el  señor  don  Pedro,  sino  que 
me  mando  que  no  dixese  hasta  que  lo  supiesse  del  Presydente. 
Aquel  dia  fui  tres  veces  a  palacio  y  no  ubo  lugar  de  hablarle.  Ha- 
blele  otro  dia  domingo  bien  despacio  y  lo  primero  le  supplique  me 
mandase  dar  la  sobrecédula  si  era  venida;  respondióme  que  la  avia 


-  366  - 

enbiado  a  firmar  como  lo  avia  dicho  pero  que  Su  Magestad  por 
hazer  merced  a  la  Vniuersidad  tomama  otro  acuerdo  y  era  que  se 
sentenciase  luego  en  diffinitiua  dando  otros  dos  juezes  en  lugar  de 
los  que  faltaban  y  con  esto  añidió  algunas  palabras  que  me  die- 
ron buena  esperanca  asi  de  su  voluntad  como  del  sucesso  del  ne- 
gocio. Desengáñele  de  lo  que  dezian  los  colegiales  acerca  de  la  re- 
vocación del  poder  y  satisfisose  y  avisóme  de  algunas  cosas  que 
no  digo  porque  me  mando  que  no  le  hiziese  author  dellos,  de  que 
vine  con  mucho  contento.  De  allí  hable  con  el  señor  don  Pedro  y 
le  di  cuenta  de  lo  que  había  passado  con  el  señor  Presidente  y  di- 
xome  entonces  que  avia  sido  orden  de  R[odrigo]  Vázquez  el  man- 
dar el  Rey  que  se  viese  luego  porque  la  Junta  que  hizieron  antes 
que  saliesen  de  aqui  avia  insistido  mucho  en  que  se  acabase  en 
aquella  Junta  y  que  el  Rey  avia  después  consultado  con  el  la  so- 
brezedula  y  el  negocio  todo,  y  que  por  su  parecer  se  avia  resuelto 
en  que  se  acabase  y  que  todo  lo  que  hiziesen  aqui  el  Rey  lo  auia 
de  consultar  alia  con  el  que  es  tanbien  grande  esperanca  de  bien 
porque  Rodrigo  Vázquez  esta  en  este  negocio  como  puédese  de- 
sear, en  el  Consejo  ay  solos  dos  que  puedan  ser  juezes  que  son 
Gardiola  y  Texada.  Si  salen  estos  el  Texada  es  grande  señor  mió 
y  grandissimo  amigo  de  vn  hermano  mió  que  esta  aqui  y  nada 
amigo  de  colegiales,  asta  agora  no  se  an  señalado  juezes  ni  creo 
se  señalaran  hasta  pasada  la  primera  semana  de  Quaresma,  por 
quel  señor  don  Pedro  que  es  el  que  tiene  todo  este  pleito  por  orden 
del  Rey  se  va  mañana  a  la  Puebla  donde  estara  hasta  el  miércoles 
de  ceniza  que  vendrá  al  Scurial  a  donde  me  manda  que  vaya  aquel 
día  para  que  de  alli  nos  vengamos  juntos  el  biernes  o  el  sábado  de 
misma  semana.  Sin  esto  yo  embie  a  Su  Magestad  el  memorial  cu- 
yo traslado  tiene  su  merced  del  señor  Rector  don  Enrique  y  enbie- 
le  a  Sebastian  de  Santoyo  con  cartas  mias  y  de  vn  grande  amigo 
suyo  para  que  lo  diese  luega  a  Su  Magestad,  y  con  el  memorial 
enbie  vna  de  las  cartas  del  agente  de  V.  S.  y  escribí  al  confessor 
y  a  Rodrigo  Vázquez  dándoles  cuenta  de  lo  que  passaba  en  Roma 
y  copia  del  memorial  que  yva  para  el  Rey.  Pienso  que  ha  de  ser 
de  mucho  efecto  y  todo  lo  hize  por  orden  de  los  que  no  puedo  de- 
cir. Paro  el  sábado  que  viene  espero  la  buelta  del  memorial  y  la 
respuesta  V.  S.  sea  seruida  mandar  qus  venga  vno  o  dos  de  essos 
señores  doctores  juristas  como  scribi  en  la  pasada  porque  desta 
vez  se  dará  fin  a  este  negocio  para  siempre.  Nuestro  Señor  las 
muy  Ilustres  personas  de  V.  S.  guarde  y  prospere  en  su  seruicio 
como  sus  siervos  deseamos.  Madrid  veinte  y  sello  de  Hebrero 
de  85.  Muy  ilustres  señores  besa  las  manos  de  V.  S.  su  menor  sier- 
vo Fr.  Luis  de  León. 


-  367  — 


III 


A  los  muy  Alustres  señores  Rector  y  Maestresquela  y  Claustro 
de  la  \msigne  Yniuersidad  de  Salamanca  mis  señores. 

Muy  Illustres  señores:  Después  que  el  señor  doctor  Sahagun 
uino  a  esta  Corte  no  he  escripto  a  V.  S.  en  este  negocio  a  que  asis- 
to aqui  porque  con  su  uenida  y  con  la  esperanca  de  lo  que  auia 
negociado  en  Zaragoza  para  el  solicitar  que  se  señalasen  otros  dos 
jueces  conforme  a  la  orden  que  Su  Magestad  auia  embiado  a  man- 
dar antes  que  entrasse  en  Zaragoca  hasta  agora  no  ha  uenido 
otra  nueba  orden  ni  el  Presidente  la  ha  rresciuido  a  quien  auemos 
hablado  el  señor  Doctor  y  yo  quatro  o  cinco  veces  sobre  ello  ni 
aunque  se  ha  hecho  diligencia  con  Santoyo  auemos  tenido  respues- 
ta del.  Yo  he  sido  de  parecer  que  se  le  ymbie  un  proprio  y  obiera 
hecho  mas  ha  de  on  mes  de  mi  parecer  pero  hacerse  ha  mañana 
tengo  grande  sospecha  que  hasta  que  Su  Magestad  buelba  de  Mon- 
con  no  abra  orden  de  que  este  negocio  sexluya.  Y  ansi  entiendo 
que  estar  aqui  dos  de  nosotros  solo  para  esperar  en  duda  si  biene 
algo  es  cosa  escusada  y  que  no  sirbe  sino  de  gastar  el  arca,  y  ansi 
me  pareció  que  estaba  obligado  a  dar  noticia  dello  a  Y.  S.  para 
que  sea  servida  mandarme  que  me  buelua  a  esse  lugar  pues  el  ne- 
gocio por  agora  no  pide  mas  asistencia  de  la  que  he  dicho  y  yo  ha 
dias  que  estoy  aqui  que  si  biniere  alguna  nueba  orden  de  Su  Ma- 
gestad y  si  uenida  pareciere  a  Y.  S.  que  yo  soy  de  algún  effecto 
con  algunos  destos  señores  jueces  podre  boluer  a  ello  mandándo- 
melo Y.  S.  cuyas  muy  Illustres  personas  guarde  Nuestro  Señor 
con  grande  acrecentamiento  en  su  seruicio.  Madrid  ocho  de  Junio 
de  Só.  Muy  Illustres  señores,  besa  las  manos  de  Y.  S.  su  siervo 
Frai  Luis  de  León. 

-■«on  copia  literal  de  los  libros  de  Claustros. 

En  Claustro  de  Consiliarios  celebrado  el  5  de  Enero 
de  1585  se  acordó  fuera  á  la  Corte  el  Mro.  Fr.  Luis  de  León 
para  tratar  el  negocio  del  Colegio  del  Arzobispo,  y  que  en 
todo  tiempo  que  allí  permaneciese  se  le  tuviera  como  pre- 
sente y  leyente. 

Vuelve  á  reunirse  aquél  el  27  de  Febrero:  se  lee  una  car- 
ta de  Fr.  Luis  de  León  y  se  dispone  enviar  á  la  Corte  al 
Dr.  Solís,  que  no  debió  ir  al  fin,  y  escribir  al  Sr.  Presidente 
de  Castilla,  al  Presidente  de  Hacienda,  Hernando  de  Vega, 
y  al  Sr.  D.  Pedro  Portocarrero. 


-  368  - 

En  la  sesión  del  6  de  Marzo  se  lee  otra  carta  de  Fr.  Luis, 
y  se  manda  vaya  á  la  Corte  el  Dr.  Sahagún,  en  vista  del  mal 
estado  de  salud  del  Dr.  Solís,  autorizándole  para  que  mar- 
che á  Monzón  en  unión  del  maestro,  si  lo  creen  necesario, 
y  dando  á  ambos  atribuciones  para  cualquier  otro  trámite 
que  el  asunto  requiriera. 

El  15  de  Junio  ordenó  la  Junta  de  Consiliarios  el  regreso 
de  Fr.  Luis  á  Salamanca,  en  razón  á  las  manifestaciones 
que  éste  hacía  al  Claustro,  y  que  continuase  en  Madrid  el 
Dr.  Sahagún,  y  el  30  de  Julio,  estando  presente  Fr.  Luis  de 
León,  se  dio  lectura  á  una  cédula  del  Rey  fechada  el  15  de 
dicho  mes,  en  la  que  se  explica  detalladamente  la  cuestión 
que  se  ventilaba. 

El  1.°  de  Agosto  se  acordó  la  vuelta  también  á  Salaman- 
ca del  Dr.  Sahagún. 

León  (Fr.  Pedro). 

Dominico.  Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban 
dan  abundantes  datos  biográficos  de  este  maestro.  No  se- 
ñalan la  fecha  precisa  de  su  nombramiento  de  catedrático 
de  Prima  de  Teología, pues  el  P.Fernández  dice  que  en  1507, 
y  el  P.  Barrio  hacia  1500.  Creemos  que  debió  ser  nombrado 
hacia  1503;  en  ese  año  figura  en  los  registros  de  Claustros 
como  catedrático.  No  estaba  jubilado  en  el  año  1523,  pero 
en  el  1526  ya  aparece  leyendo  por  sustituto.  El  2  de  Agosto 
de  1526  se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  por  muerte  del  maestro. 

Liermo  (Juan). 

Fué  colegial  de  Oviedo.  Desempeñó  desde  1556  á  1559 
una  de  las  cátedras  cursatorias  de  Artes.  Llegó  á  ser  Obis- 
po de  Mondoñedo  y  Arzobispo  de  Santiago. 

López  (Agustín). 

Doctor  en  Medicina.  Durante  el  curso  de  1529-30,  leyó 
algunos  días  la  cátedra  de  Vísperas  de  Medicina  por  el  pro- 
pietario, Dr.  de  la  Parra.  El  27  de  Abril  de  1530,  el  Claustro 


-  369  - 

mandó  anunciar  á  oposición  dos  catedrillas  de  Medicina  que 
había  instituido,  una  de  Avicena  y  otra  de  Artícela,  Artici- 
la  ó  Artisela;  se  opuso  á  ellas  el  Dr.  López  y  fué  nombrado 
catedrático  de  Avicena.  Desempeñó  esta  cátedra  hasta 
el  29  de  Abril  de  1536,  en  que  le  eligieron  catedrático  de 
Prima  de  Medicina.  Había  recibido  ya  los  grados,  pues  hi- 
zo el  28  de  Octubre  de  1527  y  el  30  de  Julio  de  1531  los  ju- 
ramentos para  la  licenciatura  y  doctorado.  Debió  ocupar 
la  cátedra  de  Prima  hasta  su  muerte;  el  10  de  Enero  de  1548 
se  anunció  la  clase  de  Prima  de  Medicina  de  nuevo  á  oposi- 
ción. 

López  de  Palacios  Rubios  (Juan). 

No  hay  datos  en  el  Archivo  acerca  de  él.  Sábese  única- 
mente que  nació  en  Palacios  Rubios  y  que  estudió  en  Sala- 
manca como  colegial  de  San  Bartolomé.  Intervino  de  mo- 
do muy  directo  en  la  publicación  de  las  leyes  de  Toro,  y 
formó  parte  del  Real  Consejo.  Fué  uno  de  los  escritores 
clásicos  castellanos  más  notables  del  siglo  xvi,  competentí- 
simo jurisconsulto  y  de  los  que  más  honor  dieron  entonces 
á  la  Universidad  de  Salamanca. 

Luna  (Fr.  Alonso  de). 

Dominico.  Figura  entre  los  escritores  de  la  Orden.  Mu- 
rió joven;  era  entonces  catedrático  de  Durando.  Desempe- 
ñó la  cátedra  de  Escoto  en  1591  y  la  de  Durando  desde  1591 
á  1596.  Fué  muy  apreciado  y  alcanzó  gran  fama. 

Madrigal  (Cristóbal  de). 

Presbítero.  Natural  de  Salamanca.  Los  primeros  datos 
que  hemos  encontrado  son  de  1561;  aquel  año  era  Vicerrec- 
tor del  Colegio  deTrilingüe.  Al  proveerse  la  clase  de  Hebreo 
en  propiedad  en  el  Mro.  Martínez,  fué  nombrado  regente  de 
un  partido  de  Hebreo,  y  al  ser  el  Mro.  Martínez  encarcelado 
por  la  Inquisición,  Madrigal,  además  de  su  partido,  leyó  la 
media  multa  de  citada  cátedra.  En  8  de  Febrero  de  1580,  es 
encargado  de  la  clase  de  Hebreo,  y  dejó  la  regencia;  en  12 


-  370  - 

y  24  de  Agosto  del  mismo  año,  hizo  los  juramentos  para  re- 
cibir los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología.  Des- 
empeñó la  cátedra  de  Hebreo  hasta  su  muerte,  que  no  sabe- 
mos cuándo  acaeció,  pero  debió  ser  hacia  el  11  de  Diciem- 
bre de  1592,  en  que  se  anunció  su  vacatura. 

Margallo  (Pedro  de). 

Portugués.  Figura  con  el  número  262  entre  los  colegia- 
les de  San  Bartolomé.  Además,  según  se  dice  en  la  Histo- 
ria del  Colegio,  había  sido  colegial  del  de  Santa  Cruz  de 
Valladolid,  y  después  lo  fué  del  de  Cuenca.  En  la  misma 
obra  se  consigna  que  se  despidió  del  colegio  de  Santa  Cruz 
para  venir  á  Salamanca  el  11  de  Noviembre  de  1517.  En- 
tonces parece  que  se  encargó  de  una  de  las  cátedras  cursa- 
torias  de  Artes,  que  desempeñó  hasta  1522.  Nada  hemos  po- 
dido determinar  sobre  su  vida  en  la  Universidad,  hasta  que 
fué  nombrado  catedrático  de  Filosofía  Moral,  nombramien- 
to que  debió  tener  lugar  á  la  muerte  del  Mro.  Colonia,  ha- 
cia 1525.  En  Enero  de  1526  era  diputado  por  ser  catedrático 
de  propiedad.  Hizo  oposiciones  á  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  al  fallecimiento  del  Mro.  León,  pero  no  se  llevó  la 
cátedra.  Asistió  con  licencia  de  la  Universidad  al  examen 
de  las  obras  de  Erasmo,  hecho  en  Valladolid  en  1527.  En  21 
de  Diciembre  de  1528,  realizó  el  juramento  previo  para  in- 
corporar su  grado  de  Maestro  en  Teología.  En  19  de  Febrero 
de  1530  se  anunció  la  vacante  de  la  cátedra  de  Filosofía  Mo- 
ral, por  haberse  ausentado  de  ella,  sin  licencia,  el  Mro.  Mar- 
gallo.  De  otros  particulares  y  de  sus  obras,  Nicolás  Anto- 
nio, Marqués  de  Alventos,  y  otros  dan  abundantes  datos. 
El  Rey  de  Portugal  Juan  III,  le  consultó  varias  veces  en 
asuntos  difíciles  y  de  interés. 

Martínez  (Francisco). 

Figura  como  regente  de  Gramática  desde  1557  á  1581. 
Debió  dejar  esta  regencia  para  desempeñar  la  sustitución 
de  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  del  Mro.  Sánchez  de 
Aguilar.  Se  opuso  á  la  cátedra  de  Prima  vacante  por  muer- 
te del  Mro.  León  de  Castro.  En  1589  se  encargó  del  curso 


-  371  - 

de  Latinidad  que  tenía  el  Mro.  Cuadrado,  pero  lo  desem- 
peñó poco  tiempo,  porque  al  fallecimiento  de  Sánchez  de 
Aguilar,  fué  nombrado  para  dar  su  cátedra  el  19  de  Di- 
ciembre de  1589.  Murió  durante  las  vacaciones  del  curso 
de  1595-96.  De  sus  obras  dan  cuenta  Nicolás  Antonio  y  Ga- 
llardo. Este  último  apunta  la  posibilidad  de  que  su  invecti- 
va contra  los  gramáticos  vaya  dirigida  contra  el  Brócense, 
aunque  no  le  mencione. 

Martínez  (Martín). 

Natural  de  Cantalapiedra,  según  se  dice  en  las  actas  de 
juramentos  para  tomar  los  grados.  Por  esto  sin  duda  le  lla- 
man algunos  Martín  Martínez  de  Cantalapiedra,  aunque  los 
libros  del  Archivo  universitario  le  llaman  preferentemente 
el  Lie.  ó  el  Mro.  Martínez.  Desempeñó  desde  1543  un  sala- 
rio de  Hebreo,  que  venía  á  sustituir  á  la  cátedra  de  propie- 
dad de  tres  lenguas  que  estaba  sin  proveer.  En  14  de  Abril 
de  1561  fué  nombrado  catedrático  de  Hebreo  en  propiedad, 
conforme  á  las  constituciones.  El  3  de  Noviembre  y  el  16 
de  Diciembre  de  aquel  mismo  año,  hizo  los  juramentos  res- 
pectivos para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro 
en  Teología.  Dejó  de  leer  la  cátedra,  aunque  conservó  la 
propiedad  de  ella,  el  24  de  Marzo  de  1572,  por  haber  sido 
apresado  por  la  Inquisición  de  Valladolid.  Dos  días  después 
se  encargó  de  la  lectura  de  ella  el  Bachiller,  luego  Maestro, 
Madrigal.  Estuvo  preso  hasta  el  22  de  Junio  de  1577,  y  sólo 
ganó  siete  lecciones  en  el  curso  de  1576-77.  Siguió  desem- 
peñando la  cátedra  hasta  su  muerte,  el  18  de  Noviembre 
de  1579,  y  diez  días  después  la  cátedra  se  declaró  vacante. 
En  Nicolás  Antonio  pueden  encontrarse  algunas  notas  bi- 
bliográficas. 

Martínez  de  San  Millán  (Juan). 

Figura  con  el  número  270  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé.  Ingreso  en  el  Colegio  en  1524.  No  sabemos  cuán- 
do fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de 
Artes,  pero  es  presumible  que  fuese  después  de  haber  in- 
gresado en  el  Colegio.  La  desempeñó  hasta  el  29  de  No- 


-  372  - 

viembre  de  1530  en  que  le  eligieron  catedrático  de  Prima 
de  Lógica  (Súmulas).  El  18  de  Diciembre  de  aquel  año  hizo 
el  juramento  para  incorporar  su  grado  de  Maestro  en  Ar- 
tes, y  el  1  de  Agosto  siguiente  le  practicó  para  recibir  el 
de  Maestro  en  Teología.  Habíase  graduado  en  el  colegio  de 
Porta  Coeli  de  Sigüenza  de  Bachiller  en  Teología  en  1527,  y 
realizó  el  juramento  para  el  grado  de  Licenciado  en  Sala- 
manca el  21  de  Junio  de  1529.  En  el  acta  del  juramento  para 
Maestro  en  Teología  del  Licenciado  Juan  Gómez  de  7  de 
Agosto  de  1547  aparece  el  Mro,  San  Millán  como  Obispo  de 
Tuy.  Hasta  por  entonces  debió  estar  en  propiedad  de  la  cá- 
tedra de  Súmulas.  Otros  particulares  de  su  vida  pueden 
leerse  en  la  Historia  del  Colegio  de  San  Bartolomé. 

Martínez  de  Silíceo  (Juan). 

Figura  con  el  número  254  entre  los  colegiales  de  San  Bar- 
tolomé: ingresó  en  el  Colegio  en  1517.  De  las  fechas  y  noti- 
cias que  se  dan  en  la  Historia  del  Colegio  puede  despren- 
derse que  llegó  á  Salamanca  hacia  1516.  Nosotros,  el  dato 
más  antiguo  que  hemos  encontrado,  es  el  de  que  en  el  cur- 
so de  1518-19  estaba  encargado  de  una  de  las  cátedras  cur- 
satorias  de  Artes,  que  se  denominaba  Lógica  nominal,  y 
que  había  sido  desempeñada  ya  por  Fr.  Alonso  de  Córdoba. 

Por  muerte  del  Mro.  Ortega  fué  nombrado  el  sábado,  21 
de  Junio  de  1522  catedrático  de  Filosofía  natural.  Poco 
después  se  hizo  Maestro  é  incorporó  este  grado,  pero  no 
sabemos  la  fecha  cierta.  Asistió  en  1527  al  examen  de  las 
obras  de  Erasmo  é  intervino  luego  en  la  consulta  que  se 
dirigió  á  la  Universidad  en  la  cuestión  del  divorcio  de  la 
Reina  de  Inglaterra,  Catalina  de  Aragón. 

Durante  el  curso  de  1534-35  leyó  la  cátedra  por  sustitu- 
to: era  entonces  Maestro  del  Príncipe,  más  tarde  Felipe  II. 
Debió  renunciar  la  cátedra  de  Filosofía  porque  en  Julio 
de  1535  se  proveyó  de  nuevo  en  propiedad  en  el  Mro.  Enri- 
que Hernández.  Su  biografía,  más  ó  menos  cuidadosamente 
analizada,  se  halla  en  infinidad  de  obras.  Nicolás  Antonio, 
Picatoste,  y  otros,  ocupánse  de  él. 

También  en  las  obras  de  estos  autores  se  apunta  lo  que 
se  conoce  respecto  á  los  tratados  que  escribió.  Llegó  á  ser 


-  373  - 

Cardenal  y  Arzobispo  de  Toledo.  Murió  en  31  de  Mayo 
de  1557.  Por  su  mucha  ciencia  y  excelente  tacto,  gozó  de 
gran  autoridad  y  era  de  todos  respetado. 

Maynor  (Juan  de). 

Figura  ya  en  el  juramento  de  1.°  de  Mayo  de  1503.  Era 
catedrádico  de  Vísperas  de  Teología  pero  no  sabemos  des- 
de cuando.  Quedó  vacante  la  cátedra  el  7  de  Agosto  de  1507 
por  muerte  del  Maestro. 

Medina  (Fr.  Bartolomé). 

Las  primeras  noticias  que  tenemos  son  del  año  1566  con 
motivo  de  la  competencia  suscitada  entre  él  y  Fr.  Luis  de 
León  sobre  la  lectura  de  la  cátedra  de  Prima  de  Teología 
desde  San  Juan  hasta  vacaciones  del  curso  de  1565-66.  Fué 
nombrado  catedrático  de  Durando  en  la  vacante  de  Fray 
Luis  de  León  el  7  de  Abril  de  1573.  La  desempeñó  hasta 
que  el  21  de  Agosto  de  1576  se  le  dio  la  posesión  de  la  cáte- 
dra de  Prima  de  Teología.  Ya  para  entonces  había  recibido 
los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología,  pues  hizo 
los  juramentos  previos  el  30  de  Enero  y  22  de  Febrero 
de  1570.  En  las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban,  en 
Nicolás  Antonio  y  en  otros  autores  se  encuentran  curiosos 
datos  sobre  la  vida  y  obras  de  este  ilustre  dominico.  Por 
muerte  del  Maestro  se  declaró  vacante  la  cátedra  el  2  de 
Enero  de  1581. 

Medina  (Cosme). 

Acordada  la  creación  de  una  cátedra  cursatoria  de  Ana- 
tomía, fué  nombrado  para  desempeñarla  en  1551.  Siguió  en- 
cargado de  ella  hasta  que  en  28  de  Noviembre  de  1561  le 
designaron  catedrático  de  Vísperas  de  Medicina.  Era  ya 
Licenciado  y  el  8  de  Febrero  de  1562  hizo  el  juramento  pa- 
ra recibir  el  grado  de  Doctor  en  Medicina.  El  25  de  Octu- 
bre de  1563  se  le  encomendó  la  cátedra  de  Prima. 

En  una  carta  Real  de  1572  (1)  se  autoriza  á  la  Universi- 


(1)    V.  t.  I,  pág.  543. 


-  374  - 

dad  para  aumentar  el  salario  del  Dr.  Medina,  como  médico 
del  Hospital  del  Estudio.  Debió  jubilarse  en  Junio  de  1581, 
pues  el  26  de  dicho  mes  se  anunció  de  nuevo  la  sustitución. 
En  Mayo  de  1591  se  vuelve  á  hacer  indicación  de  él  como 
medico  del  Hospital. 

Murió  el  Dr.  Medina  durante  las  vacaciones  del  cur- 
so 1590-91,  pero  no  hemos  podido  averiguar  la  fecha  preci- 
sa. Adquirió  como  médico  gran  reputación. 

Mendoza  (Fr.  Alonso  de). 

La  Historia  del  Convento  de  San  Agustín  de  Salamanca, 
del  P.  Vidal,  ofrece  datos  completos  sobre  la  vida  de  este 
Maestro.  Añadiremos  por  nuestra  parte  que  el  24  de  Di- 
ciembre de  1586  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de 
Licenciado  en  Teología,  y  que  se  le  señaló  el  10  de  Mayo 
de  1587  para  graduarse  de  Maestro  en  la  misma  Facultad. 
Fué  catedrático  de  Escoto  y  sustituto  de  la  de  Vísperas  de 
Teología.  Debió  morir  en  los  últimos  días  del  año  1596. 

Monleón  (Juan  de). 

En  los  libros  de  Claustros  se  hace  mención  de  él  como 
catedrático  de  alguna  de  las  cursatorias  de  Cánones.  El  26 
de  Mayo  de  1506  le  nombran  sustituto  de  la  cátedra  de  Pri- 
ma de  Cañones  del  Dr.  Diego  Alonso  de  Benavente.  Pocos 
meses  después  se  le  designó  sustituto  de  la  de  Prima,  que 
tenía  el  Dr.  Villasandino.  A  primeros  de  Febrero  de  1507 
recibió  el  grado  de  Doctor  en  Cánones.  En  14  de  Junio 
de  1512  es  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Cánones. 
Debió  disfrutar  poco  tiempo  de  la  cátedra,  porque  en  los  li- 
bros de  cuentas  de  1518-19  no  figura  para  nada  el  Dr.  Mon- 
león. 

Montemayor  (Antonio  de). 

Algunas  veces  le  llaman  el  Lie.  Montemor.  Era  en  1518 
catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones.  El  23  de 
Diciembre  de  1522  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas 
de  Cánones,  y  el  15  de  Febrero  de  1523  recibió  el  grado  de 


-  375  - 

Doctor  en  Cánones.  Desempeñó  la  cátedra  de  Vísperas  has- 
ta el  6  de  Abril  de  1530  en  que  le  designaron  catedrático  de 
una  de  las  de  Prima  de  Cánones.  No  sabemos  la  causa,  pe- 
ro es  presumible  que  por  fallecimiento  quedase  vacante  la 
clase  de  Prima,  que  se  anunció  de  nuevo  á  oposición  el  3  de 
Julio  de  1535. 

Montoya  (Gaspar  de). 

Aparece  con  el  número  251  entre  los  colegiales  de  San 
Bartolomé:  ingresó  en  el  Colegio  en  1515.  Figura  como  ca- 
tedrático de  Instituta  en  el  libro  de  cuentas  de  1518-19.  Des- 
de 1519  á  1523  ocupó  la  cátedra  de  Código.  Hizo  los  jura- 
mentos para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en 
Leyes  el  28  de  Diciembre  de  1527  y  el  21  de  Mayo  de  1530, 
respectivamente.  Por  entonces  se  anunció  á  oposición  la 
cátedra  de  Prima  de  Leyes  que  había  quedado  vacante  por 
muerte  del  Dr.  Galíndez  Carvajal:  la  provisión  de  esta  cla- 
se dio  lugar  á  un  pleito,  que  duró  bastante,  pues  la  cátedra 
se  leyó  de  media  multa,  entre  el  Dr.  Alvarez  de  Tapia  y  él. 
El  17  de  Diciembre  de  1530  se  le  dio  posesión  de  la  cátedra 
de  Prima.  No  debió  desempeñar  la  cátedra,  pues  se  dice  á 
cada  paso  en  los  libros  de  cuentas  y  de  claustros  que  se  leía 
de  media  multa. 

El  Dr.  Montoya  murió  durante  las  vacaciones  del  curso 
de  1535-36,  y  como  la  Historia  del  Colegio  señala  la  fecha 
del  14  de  Septiembre,  cabe  aceptarla  como  cierta.  La  cáte- 
dra de  Prima  fué  sacada  de  nuevo  á  oposición  el  19  de  Oc- 
tubre de  1536.  Cuando  murió  era  del  Consejo  Real. 

Morales  Cabrera  (Francisco  de). 

Bachiller  en  Artes.  No  sabemos  si  será  el  mismo  de  que 
habla  Nicolás  Antonio  con  el  nombre  de  Francisco  de  Ca- 
brera Morales,  y  del  que  dice  que  enseñó  latín  y  griego  en 
Salamanca. 

Nosotros  hemos  encontrado  este  apellido  de  un  Bachiller 
que  fué  Primario  de  los  colegios  de  Gramática  de  1590 
á  1593,  y  á  la  vez  leía  un  salario  de  Griego.  Dejó  estas  cáte- 
dras á  su  muerte  acaecida  en  1593.  Nicolás  Antonio  da  al- 
gunas notas  biográficas  y  bibliográficas. 


-  376  - 

Muñoz  (Gerónimo). 

Se  le  llama  el  Mro.  Gerónimo  Muñoz,  pero  no  debió 
hacer  la  incorporación  de  su  grado,  porque  no  fué  catedrá- 
tico de  propiedad  de  esta  Universidad.  Según  puede  verse 
en  una  Carta  Real  de  20  de  Octubre  de  1578  (1)  y  en  regis- 
tros de  Claustros  anteriores  á  esa  fecha,  la  Universidad 
buscó  un  profesor  fuera  de  Salamanca,  por  no  haber  en  la 
Escuela  persona  suficiente  que  leyese  la  cátedra  de  Astro- 
logia.  Convenidos  el  Mro.  Muñoz  y  la  Universidad  (omiti- 
mos los  datos  biográficos  anteriores,  porque  no  tenemos 
más  fuentes  que  las  impresas)  y  aprobado  el  salario  por  el 
Consejo  Real,  el  Mro.  Muñoz  salió  de  Valencia  el  2  de  Di- 
ciembre de  1578,  y  el  22  del  mismo  mes  y  año  tomó  posesión 
de  su  salario  de  Ástrología  de  400  ducados,  que  desempeñó 
hasta  su  muerte.  En  el  curso  de  1586-87  figura  por  vez  pri- 
mera en  los  libros  de  cuentas  cobrando  también  salario  por 
sus  partidos  de  Hebreo,  y  desde  ese  curso  en  adelante  per- 
cibía salario  por  las  lecturas  que  tenía  de  Ástrología  y  He- 
breo. Picatoste  dice  que  murió  en  1584,  pero  esa  afirmación 
es  errónea,  no  sólo  por  lo  ya  dicho,  sino  porque  en  los  libros 
de  cuentas  de  1590-91  aparece  con  los  dos  salarios  antedi- 
chos. Falta  el  libro  de  1591-92  en  donde  tal  vez  viniese  preci- 
sada la  fecha  en  que  dejó  de  existir,  pero  teniendo  en  cuen- 
ta que  la  cátedra  de  Ástrología  fué  dada  en  propiedad  al 
Mro.  Serrano  el  21  de  Marzo  de  1592  y  que  ya  no  se  paga 
desde  ese  año  el  partido  de  400  ducados,  por  haber  muerto 
el  Mro.  Muñoz,  creemos  que  el  fallecimiento  tuvo  lugar  á 
primeros  del  año  1592.  Nicolás  Antonio,  Picatoste,  Morejón 
y  otros  dan  abundantes  datos  biográficos.  Fué  quizá  el 
lingüista  más  eminente  del  siglo. 

Muñoz  (Juan). 

Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licencia- 
do y  Doctor  en  Leyes,  respectivamente,  el  22  de  Noviembre 
de  1538  y  el  8  de  Febrero  de  1540.  Desempeñó  [desde  en- 


(1)     V.  t.  I,  pág.  568. 


-  377  - 

tonces  una  de  las  cátedras  de  Instituía  hasta  que  fué  nom- 
brado para  la  de  Código  el  22  de  Marzo  de  1541.  Al  año  si- 
guiente era  ya  catedrático  de  Vísperas  de  Leyes.  En  el  cur- 
so de  1561-62  empezó  á  leer  la  cátedra  su  sustituto.  Falleció 
el  Dr.  Muñoz  y  se  declaró  vacante  la  cátedra  de  Vísperas 
de  Leyes  que  tenía  el  27  de  Marzo  de  1572. 

Navarro  (Francisco). 

Maestro  en  Artes  por  la  Universidad  de  París,  según 
consta  en  el  acta  de  incorporación  del  grado,  desde  el  10 
de  Abril  de  1535.  Era  catedrático  en  Alcalá,  cuando  la  Uni- 
versidad de  Salamanca  se  concertó  con  él  en  8  de  Agosto 
de  1550  para  que  por  60.000  maravedís  de  salario  enseñase 
los  cursos  que  había  dejado  vacantes  el  Mro.  León  de  Cas- 
tro, de  Retórica  y  la  sustitución  de  Griego  y  de  Latín.  En 
el  curso  de  1553-54,  quizá  en  Noviembre  del  53,  fué  nombra- 
do catedrático  de  Retórica.  Hizo  el  juramento  para  incor- 
porar su  grado  de  Maestro  el  2  de  Noviembre  de  1555.  Des- 
empeñó la  clase  de  Retórica  hasta  su  muerte,  y  por  esta 
causa  se  declaró  vacante  la  cátedra  el  12  de  Noviembre 
de  1573. 

Navarro  (Martín). 

No  sabemos  si  será  el  colegial  de  San  Bartolomé  que 
figura  con  el  número  217,  y  aparece  ingresado  en  1500.  De- 
jó vacante,  según  los  registros  de  Claustros,  la  cátedra  de 
Santo  Tomás,  cuando  tomó  posesión,  el  18  de  Noviembre 
de  1504,  de  la  clase  de  Filosofía  Natural.  Se  declaró  la4  va- 
catura de  la  cátedra  el  3  de  Enero  de  1508,  por  ausencia  del 
catedrático. 

Núñez  (Ambrosio). 

Portugués.  Era  natural  de  Lisboa.  En  7  de  Febrero 
de  1559  fué  nombrado  catedrático  de  Artícela.  Ocupó  poco 
tiempo  esta  cátedra  porque  desde  el  año  1560  desempeña 
la  cátedra  de  Avicena.  Vacante  la  de  Vísperas  de  Medici- 
na, fué  elegido  para  ocuparla.  Era  ya  Licenciado  y  Doctor 


-  378  - 

en  Medicina,  pues  había  hecho  los  juramentos  para  ello  el 
31  de  Mayo  de  1560  y  el  1  de  Febrero  de  1562,  respectiva- 
mente. Tomó  posesión  de  la  de  Vísperas  en  4  de  Diciembre 
de  1563.  A  fines  de  1583  fué  jubilado.  Gozó  de  la  jubilación 
hasta  su  muerte  en  el  año  1611. 

Nicolás  Antonio  y  Morejón  dan  otros  datos  biográficos 
y  bibliográficos  que  completan  los  anteriores. 

Núñez  de  Guzmán  (Fernán). 

Aparece  generalmente  con  las  denominaciones  el  Maes- 
tro y  Comendador  Hernán  Núñez,  el  Comendador  griego, 
y  alguna  vez,  el  Mro.  Hernán  Núñez  de  Toledo.  Las  prime- 
ras noticias  que  de  él  hemos  recogido  son  del  curso  1523-24, 
en  el  que  leyó  la  catedrilla  de  Griego,  instituida  por  la  Uni- 
versidad, á  cargo  antes  del  Mro.  Arias  Barbosa.  En  un  acta 
de  6  de  Noviembre  de  1526  se  le  señala  local  para  que  lea  la 
cátedra  de  Plinio  (1).  Tal  vez  por  haber  leído  esta  cátedra 
es  por  lo  que  dice  Picatoste  que  explicó  en  Salamanca  His- 
toria Natural.  Nada  podemos  manifestar  de  la  naturaleza 
de  aquellas  enseñanzas.  En  claustro  de  19  de  Julio  de  1527 
le  dieron  licencia  para  acudir  á  la  Corte  á  tratar  negocios 
referentes  á  la  encomienda  que  tenía  de  la  Orden  de  Santia- 
go. Volvió  poco  después,  y  el  5  de  Diciembre  de  1527  pose- 
sionaron al  Comendador  Hernán  Núñez  de  Toledo  de  la  cá- 
tedra de  Retórica.  En  claustro  de  7  del  mismo  mes  se  trató 
la  cuestión  de  las  cátedras  que  había  venido  leyendo,  y  se 
acordó  desistir  de  la  lectura  de  Plinio,  pero  que  continuase 
con  la  de  Griego;  sobre  el  salario  y  horas  de  lectura  de  es- 
ta cátedra  de  Griego  hubo  alguna  discusión,  mas  al  fin,  en 
acta  de  3  de  Abril  de  1528  prometió  el  Comendador,  sólo 
por  servir  á  la  Universidad,  leer  hora  y  media  la  cátedra 
por  los  30.000  maravedís  que  le  asignaron  de  salario.  Para 
entonces  era  Maestro  en  Artes,  pues  el  30  de  Diciembre 
de  1527  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado.  En  1533  se 
opuso  á  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  que  había  que- 
dado vacante  por  muerte  del  Mro.  García  del  Castillo,  pe- 
ro no  se  la  dieron.  Apeló  de  la  resolución  ante  la  Chancille- 


(1)    Lebrija  y  Flamineo  habían  leído  también  á  Plinio. 


-  379  - 

ría  de  Valladolid,  mas  la  Chancillería  sentenció  también  á 
favor  de  su  contrincante  el  Mro.  Hernando  de  la  Torre.  El 
10  de  Enero  de  1548  fué  jubilado  en  la  cátedra  de  Retórica. 
Por  entonces  debió  hacer  donación  de  todas  sus  obras  á  la 
Universidad;  algunas  de  ellas  se  conservan  en  la  Bibliote- 
ca. No  hemos  podido  determinar  cuándo  murió  el  Comen- 
dador, pero  en  los  libros  de  matrícula  de  1552-53  se  indica 
que  se  dio  por  vacante  la  cátedra  de  Retórica  el  4  de  Sep- 
tiembre de  1553.  Nicolás  Antonio,  Torre  (A.  de  la),  Gallar- 
do, Picatoste,  Catalina  y  otros  dan  más  datos  acerca  de  la 
vida  y  obras  del  famoso  Comendador  griego.  Era  de  una 
erudición  pasmosa. 

Olarte  (Juan  de). 

Doctor  en  Cánones.  Algunas  veces  se  le  llama  el  Doc- 
tor Loarte  en  los  libros  de  Claustros.  Era  en  1.°  de  Mayo 
de  1503  catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones. 
Quedó  vacante  esta  cátedra  el  26  de  Junio  de  1507,  por  ha- 
ber sido  elegido  el  Dr.  Olarte  catedrático  de  Decreto. 
En  1512  figura  como  catedrático  de  Decreto,  pero  al  princi- 
piar el  curso  de  1518-19,  era  ya  catedrático  de  Prima  de  Cá- 
nones. Fué  jubilado  en  esta  cátedra  en  el  curso  de  1521-22, 
de  donde  es  presumible  que  á  fines  de  1501  ó  principios 
de  1502  fuese  nombrado  catedrático  en  propiedad.  Murió  el 
Doctor  Olarte  el  23  de  Febrero  de  1530. 

Oria  (Juan  de). 

Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban  y  de  la  Or- 
den de  Predicadores  se  ocupan  de  este  Maestro  en  Teolo- 
gía. En  el  año  1510  se  acordó  darle  4.550  maravedís  por  ha- 
ber hecho  lecturas  en  la  cátedra  de  Lógica  de  nominales. 
En  9  de  Diciembre  de  1510  fué  nombrado  catedrático  de 
una  de  las  cursatorias  de  Artes,  de  la  de  Físicos,  y  la  des- 
empeñó hasta  que  se  encargó  de  la  cátedra  de  Biblia  el  10 
de  Junio  de  1519.  Siendo  catedrático  de  Biblia,  fué  denun- 
ciado por  los  dominicos  ante  el  Pontífice  por  las  proposicio- 
nes poco  seguras  que  enseñaba:  el  Pontífice  las  hizo  exa- 


-  380  - 

minar  y  las  condenó.  Esto  ocurrió,  según  las  Historias  de 
San  Esteban,  hacia  1522. 

Se  dice  también  que  fué  denunciado  por  el  Pontífice  á  la 
Inquisición,  privado  de  su  cátedra  y  desterrado.  No  pode- 
mos hacer  ninguna  luz  sobre  esto:  en  los  libros  de  cuentas 
de  1523-24  figura  como  catedrático  de  Biblia:  en  los  libros 
de  Claustros  de  1526  no  se  hace  mención  de  él. 

•    Ortega  (Juan  de). 

Maestro  en  Artes.  Fué  nombrado  catedrático  de  la  cur- 
satoria  de  Escoto  el  20  de  Octubre  de  1505.  En  10  de  Febre- 
ro de  1508  es  elegido  catedrático  de  Filosofía  natural  y  de- 
jó vacante  la  cursatoria.  Sin  embargo,  debió  hacerse  cargo 
de  ella  poco  después,  pues  no  hemos  encontrado  el  nombre 
de  ningún  otro  catedrático  que  la  desempeñara,  y  en  los  li- 
bros de  cuentas  figura  en  1518  un  Mro.  Juan  de  Ortega, 
desempeñando  las  dos  cátedras  de  Filosofía  natural  y  de 
Escoto,  y  en  el  de  1521-22  se  hace  constar  que  murió  dicho 
Maestro  el  14  de  Mayo  de  1522  y  que  por  su  muerte  queda- 
ron vacantes  las  dos  cátedras. 


Orozco  (Juan  de). 

Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  el 
7  de  Febrero  de  1540.  Desde  1544  á  1547  aparece  entre  los 
catedráticos  de  Instituía. 

Practicó  el  juramento  para  el  grado  de  Doctor  el  3  de 
Julio  de  1547.  Figura  además  como  sustituto  del  Dr.  Peral- 
ta en  la  cátedra  de  Prima  de  Leyes  y  como  catedrático  de 
Digesto  Viejo  de  1551  á  1554.  En  el  libro  de  juramentos  se 
dice  "escribió  sobre  el  Digesto  Viejo,,,  pero'ninguna  de  las 
bibliografías  consultadas  confirma  esta  nota. 

Ortiz  (Pedro). 

En  16  de  Enero  de  1529  fué  nombrado  catedrático  de  Bi- 
blia, y  en  22  de  Abril  del  mismo  año  hizo  el  juramento  para 
incorporar  su  grado  de  Maestro  en  Teología.  Por  cédula  de 


-  381  - 

la  Emperatriz  de  14  de  Octubre  de  1530  se  pide  á  la  Univer- 
sidad que  dé  licencia  al  Dr.  Ortiz,  catedrático  de  Biblia, 
para  que  vaya  á  Roma  á  entender  en  el  asunto  del  divorcio 
de  la  Reina  de  Inglaterra.  La  Universidad  puso  algunos  re- 
paros, pero  acabó  por  acceder,  y  en  24  de  Abril  de  1531  se 
anunció  la  vacatura  de  la  sustitución  del  Mro.  Ortiz.  Siguió 
leyendo  por  sustituto  los  años  sucesivos  hasta  que  el  10  de 
Mayo  de  153S  se  declaró  la  cátedra  vacante. 

Oviedo  (Juan  de). 

En  20  de  Noviembre  de  1542  fué  nombrado  catedrático 
de  música:  se  le  llama  Br.  Juan  de  Oviedo,  cantor.  Cuando 
hizo  el  juramento  de  1  de  Mayo  de  1551,  se  le  denomina  Ra- 
cionero, y  en  el  libro  de  cuentas  de  1553-54  Maestro  de  Ca- 
pilla de  la  Iglesia  de  Salamanca. 

Practicó  el  juramento  para  incorporar  su  grado  de  Maes- 
tro en  2  de  Noviembre  de  1555.  Hnsta  esa  fecha  era  solo  Ba- 
chiller. Se  declaró  la  cátedra  vacante  el  17  de  Diciembre 
de  1566.  No  se  dice  la  causa  pero  es  presumible  que  fuera 
por  muerte  del  Maestro.  No  se  vuelve  á  hablar  de  él. 

Palacios  (Andrés  de). 

Bachiller  en  Leyes.  En  1505  fué  nombrado  catedrático 
de  Código  é  hizo  renuncia  de  la  cátedra  por  haber  sido 
nombrado  Alcalde  mayor  de  Córdoba. 

Palacios  (Miguel  de). 

Son  muy  pocas  las  noticias  que  de  él  podemos  dar.  Fi- 
guró desde  1545  á  1549  como  catedrático  de  uno  de  los  cur- 
sos de  Artes,  que  abandonó,  para  pasar  á  ocupar  la  cátedra 
de  Físicos.  Hacia  1550  dejó  de  ser  catedrático  de  Físicos  y 
desempeñó  hasta  1554  la  de  Durando.  Nicolás  Antonio  se 
ocupa  mucho  de  él,  y  Morejón  le  cuenta  entre  los  impugna- 
dores de  Antoniana  Margarita  de  Gómez  Pereira.  Hizo  el 
juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  el  31  de  Di- 
ciembre de  1549. 


-  382  - 

Parra  (Alonso  de  la). 

Doctor  en  Medicina.  En  1508  era  sustituto  del  Dr.  Alva- 
rez  de  la  Reina.  En  31  de  Julio  de  aquel  año  fué  de  nuevo 
nombrado  sustituto  de  dicho  doctor  por  diez  años. 

Hizo  otra  vez  renuncia  de  la  sustitución  en  30  de  Octu- 
bre de  1512,  no  sabemos  por  qué,  quizá  por  haber  sido  ele- 
gido catedrático  de  Vísperas.  En  los  libros  de  cuentas  figu- 
ra ya  como  catedrático  de  Vísperas  de  Medicina  desde  1518: 
ignoramos  también  cuándo  recayó  el  nombramiento  á  su  fa- 
vor. La  desempeñó  hasta  que  en  28  de  Junio  de  1526  fué  nom- 
brado catedrático  de  Prima.  Carlos  V,  poco  después,  le  man- 
dó que  fuese  á  servir  á  la  Reina  de  Inglaterra  y  pidió  á  la 
Universidad  licencia  para  ello  (1).  Los  estudiantes  suplica- 
ron que  no  se  condiese  tal  licencia,  porque  no  era  en  servicio 
del  Monarca.  No  podemos  afirmar  si  se  le  dio  ó  no  permiso, 
pero  sí  que  hizo  el  juramento  el  1.°  de  Mayo  de  1527,  y  que 
se  anunció  la  cátedra  de  nuevo  á  oposición  el  19  de  Octubre 
de  1528  por  muerte  del  doctor.  Debió  fallecer  durante  las 
vacaciones  del  curso  1527-28. 

Parra  (Antonio  de  la). 

Doctor  en  Medicina.  Hizo  el  juramento  para  recibir  el 
grado  de  Licenciado  en  Medicina  el  16  de  Enero  de  1523:  no 
hemos  averiguado  cuándo  practicó  para  el  de  doctor.  En  8 
de  Febrero  de  1529  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas 
de  Medicina,  pero  no  debió  empezar  á  leer  hasta  el  11  de 
Mayo  de  1530,  según  los  libros  de  cuentas.  En  el  interme- 
dio el  Dr.  Agustín  López  y  el  Lie.  Sepúlveda  fueron  sus 
sustitutos.  Pondremos  su  jubilación  hacia  1551,  y  murió  du- 
rante las  vacaciones  del  curso  de  1560-61.  Se  anunció  lava- 
cante  en  20  de  Octubre  de  1561 . 

Paz  (Fr.  Matías  de). 

Dominico.  Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban 
dan  algunos  datos  biográficos.  Nosotros  podemos  añadir 
poco.  Que  fué  nombrado  catedrático  de  Biblia   en  1518,  y 

(1)     V.  t.  I,  pág.  384. 


-  383  - 

que  estando  desempeñando  esta  cátedra  falleció  el  8  de  Ju- 
nio de  1519.  Antes  había  sido  catedrático  de  Santo  Tomás  y 
todavía  figura  como  tal  en  el  curso  de  1518-19:  debió  serlo 
pocos  días.  Gallardo  da  cuenta  de  un  manuscrito  suyo. 

Peña  (Fr.  Juan  de  la). 

Dominico.  En  30  de  Noviembre  de  1559  figura  como  sus- 
tituto del  Mro.  Fr.  Domingo  de  Soto  en  la  cátedra  de  Pri- 
ma. A  la  muerte  de  Fr.  Domingo  fué  nombrado  catedrático 
de  Vísperas  de  Teología  y  recibió  el  nombramiento  el  24  de 
Enero  de  1561.  Hizo  los  juramentos  para  tomar  los  grados 
de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología  el  28  de  Marzo  y  el  20 
de  Abril  de  1561.  Murió  al  poco  tiempo:  en  Marzo  de  1565  se 
posesionó  de  la  cátedra  su  sucesor.  Nicolás  Antonio,  las 
Historias  del  Convento  de  San  Esteban  y  otras  señalan  da- 
tos que  omitimos, 

Peñafiel  (Fr.  Alonso  de). 

Dominico.  Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban 
suministran  algunos  datos  sueltos.  Dicen  que  en  1483  suce- 
dió al  Mro.  Betoño  en  la  cátedra  de  Biblia,  mas  entende- 
mos, teniendo  en  cuenta  que  el  Mro.  Betoño  vivió  mucho 
tiempo  después  de  jubilado,  que  sería  el  sustituto  de  dicho 
maestro.  Ignoramos  cuánto  pudo  durar  esta  sustitución,  si 
bien  sabemos  por  los  libros  de  Claustros  que  en  1503  era  ca- 
tedrático de  tres  lenguas  (hebreo,  caldeo  y  arábigo),  cáte- 
dra que  desempeñó  hasta  el  5  de  Enero  de  1508,  en  que  to- 
mó posesión  de  la  de  Biblia.  En  1512  seguía  leyendo  la  cá- 
tedra, pero  en  los  libros  de  cuentas  de  1518-19  figura  ya  Fray 
Matías  de  Paz.  Debió,  sin  embargo,  morir  por  entonces  el 
Mro.  Peñafiel,  porque  á  Fr.  Matías  de  Paz  se  le  menciona 
en  dichos  libros  de  cuentas  como  catedrático  de  Santo  To- 
más y  de  Biblia. 

Peralta  (Martín  de). 

Según  consta  en  el  acta  de  juramento  del  grado  de  Maes- 
tro, era  natural  de  Viana  y  había  obtenido  el  grado  de  Maes- 
tro en  Artes  en  la  Universidad  de  Zaragoza.  Figura  en  1549 


-  384  — 

Como  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes.  Ha- 
cia 1551  fué  encargado  de  la  de  Escoto  y  la  desempeñó  hasta 
el  21  de  Enero  de  1557  en  que  tomó  posesión  de  la  de  Santo 
Tomás.  El  15  de  Diciembre  de  1561  fué  nombrado  catedrático 
de  Prima  de  Lógica  y  poco  después,  el  22  de  Enero  siguien- 
te, incorporó  su  grado  de  Maestro.  Por  muerte  de  Peralta 
se  publicó  la  vacatura  de  la  cátedra  el  11  de  Agosto  de  1579. 

Peralta  (Pedro  de). 

Doctor  en  Leyes.  Fué  catedrático  de  Instituía  de  1519 
á  1523.  En  1526 desempeñaba  la  media  multa  déla  cátedra  de 
Prima  de  Leyes  del  Dr.  Galíndez  de  Carvajal.  El  19  de  Ene- 
ro de  1527  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  de  Vís- 
peras de  Leyes,  en  la  que  continuó  hasta  el  26  de  Noviem- 
bre de  1534,  en  que  le  eligieron  catedrático  de  Prima  de  Le- 
yes. El  22  de  Octubre  de  1547  fué  jubilado,  y  el  11  de  Sep- 
tiembre de  1561  se  dio  cuenta  en  el  Claustro  de  consiliarios 
de  la  muerte  del  Dr.  Peralta  y  de  su  entierro  en  el  conven- 
to de  San  Agustín.  Nicolás  Antonio  da  algunos  otros  datos 
de  su  vida  y  de  sus  obras.  Se  distinguió  como  filósofo  y  teó- 
logo. 

Pérez  (Diego). 

Natural  de  Salamanca.  En  la  documentación  de  la  Uni- 
versidad se  le  llama  sólo  Diego  Pérez,  pero  Nicolás  Anto- 
nio, y  todos  los  que  después  han  copiado  de  él,  le  denomi- 
nan Diego  Pérez  de  Salamanca.  Hizo  los  juramentos  para 
recibir  los  grados  de  Licenciado  y  de  Doctor  en  Cánones, 
respectivamente,  el  19  de  Abril  de  1548  y  el  7  de  Octubre 
de  1549.  Desde  1555  hasta  el  24  de  Julio  de  1560  desempeñó 
una  de  las  cursatorias  de  Cánones.  Ese  día  tomó  posesión 
de  la  sustitución  del  Dr.  Xuárez  en  su  cátedra  de  Decreto, 
pero  habiendo  muerto  el  Dr.  Xuárez  quedó  sin  sustitución. 
El  25  de  Febrero  de  1563  fué  nombrado  otra  vez  catedrático 
de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  dejó  por  haber 
sido  elegido  catedrático  de  Sexto  y  Clementinas  el  19  de  Fe- 
brero de  1567.  A  poco  de  posesionarse  de  la  cátedra  cayó  en- 
fermo, y  la  Universidad  le  autorizó  para  no  repetir  y  dar 


—  385  — 

por  sustituto  su  cátedra.  Murió  el  Dr.  Pérez  el  29  de  Enero 
de  1574.  Nicolás  Antonio  trae  algunas  notas  bibliográficas. 
Escribió  varias  obras  y  era  muy  culto,  habiéndose  captado 
las  simpatías  de  todos  los  escolares. 

Pérez  (Luis). 

Natural  de  Salamanca.  En  l.°  de  Enero  de  1539  practicó 
el  juramento  para  graduarse  de  Doctor  en  Cánones.  Desem- 
peñó una  de  las  cursatorias  de  Cánones  desde  1542  á  1550. 
Cuando  en  13  de  Abril  de  este  año  se  hizo  la  elección  de  di- 
putados para  el  siguiente  de  1550-51  se  habla  del  Dr.  Luis  Pé- 
rez como  recientemente  nombrado  catedrático  de  una  de  las 
de  Vísperas  de  Cánones.  Disfrutó  de  esta  cátedra  hasta  su 
muerte:  se  publicó  la  vacatura  el  12  de  Noviembre  de  1566. 
En  el  libro  de  cuentas  de  este  año  se  le  llama  Dr.  Luis  Pé- 
rez de  Ulloa. 

Pérez  (Sebastián). 

Nicolás  Antonio  hace  un  estudio  biográfico-bibliográíico 
de  un  Mro.  Sebastián  Pérez  que  fué  catedrático  de  Filoso- 
fía en  Salamanca.  Creemos  que  es  uno  que  desempeñó  des- 
de 1559  á  1567  una  de  las  cátedras  cursatorias  de  Artes. 

Pérez  de  Cubillas  (Lorenzo). 

Doctor  en  Medicina.  El  19  de  Diciembre  de  1546  hizo  el 
juramento  para  recibir  el  grado.  Fué  nombrado  catedráti- 
co de  Avicena  el  16  de  Mayo  de  1548:  sucedió  en  esta  cáte- 
dra al  Dr.  Cristóbal  Vega,  de  Alcalá,  que  la  desempeñó 
unos  tres  meses.  Dejó  la  cátedra  de  Avicena  para  pasar  á 
la  de  Prima  de  Medicina  de  la  que  fué  provisto  el  29  de  No- 
viembre de  1559. 

En  Claustro  de  15  de  Junio  de  1560  fué  elegido  médico  del 
Hospital  del  Estudio  en  la  vacante  del  Dr.  Gallego.  Por 
muerte  del  Doctor  se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de 
Prima  el  6  de  Septiembre  de  1563. 


25 


-  3S6 


Pérez  de  Grado  (Alvaro). 

Natural  de  Salamanca.  Villar  y  Macías  dice  que  era  de 
la  orden  militar  de  San  Juan,  cuyos  estatutos  recopiló,  y 
tal  vez  por  eso  muchas  veces  en  la  documentación  de  la  Uni- 
versidad se  le  llama  Dr.  Fr.  Alvaro  Pérez  de  Grado.  Fué 
hasta  1527  catedrático  de  Instituía. 

Quizá  se  encargase  de  alguna  sustitución  después,  y 
desde  1529  á  1531  figura  entre  los  catedráticos  de  Código. 
Siendo  catedrático  de  Código  hizo  el  19  de  Diciembre 
de  1529  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Doctor  en 
Leyes.  El  12  de  Diciembre  de  1533  fué  nombrado  sustituto 
del  Dr.  Montoya,  en  la  media  multa  de  la  cátedra  de  Prima 
de  Leyes,  que  desempeñó  hasta  que  el  7  de  Enero  de  1535 
tomó  posesión  de  una  de  las  cátedras  de  Vísperas  de  Leyes. 

No  sabemos  cuándo  se  le  nombró  catedrático  de  Prima 
de  Leyes,  pero  sí  hemos  encontrado  en  los  libros  de  Claus- 
tros que  el  12  de  Junio  de  1542  se  le  asigna  lectura  á  su  cá- 
tedra de  Leyes. 

En  el  libro  de  Claustros  de  1549-50  hay  citas  en  que  se 
dice  que  el  Dr.  Grado  es  canónigo  Doctoral  de  la  Iglesia  de 
Salamanca. 

Fué  jubilado  en  la  cátedra  de  Prima  el  7  de  Julio 
de  1554.  Villar  y  Macías  afirma  que  murió  el  31  de  Enero 
de  1565  y  que  fué  sepultado  en  la  Catedral.  Nosotros  hemos 
leído  que  era  perteneciente  á  la  parroquia  de  Santo  Tomé 
y  que  fué  enterrado  el  1.°  de  Febrero  del  dicho  año  de  1565. 
Nicolás  Antonio  trae  una  brevísima  indicación  de  este  maes- 
tro salmantino. 

Pérez  Ortiz  (Francisco). 

Con  las  naturales  reservas  nos  inclinamos  á  creer  que 
es  el  mismo  Francisco  Pérez,  catedrático  de  Latinidad  en 
Salamanca,  de  que  habla  Nicolás  Antonio. 

Aparece  encargado  de  una  de  las  regencias  de  Gramá- 
tica desde  1561  hasta  1584.  El  10  de  Marzo  de  1581  fué  nom- 
brado sustituto  del  Mro.  León  de  Castro  en  su  cátedra  de 
Prima  de  Gramática,  pero  á  los  pocos  días  se  anunció  la 


-  387  - 

vacante  de  la  sustitución,  y  figura  de  nuevo  en  la  regencia 
de  Gramática  de  mayores  que  desempeñaba. 

A  la  muerte  de  León  de  Castro  fué  nombrado  catedráti- 
co de  Prima  de  Gramática:  tomó  posesión  de  la  cátedra  el 
4  de  Diciembre  de  1585. 

El  expediente  de  estas  oposiciones  está  lleno  de  recla- 
maciones. Debió  fallecer  durante  las  vacaciones  del  curso 
de  1602-03,  porque  en  el  libro  de  cuentas  de  1603  á  1604,  se 
dice  que  estaba  vacante  por  San  Lucas  del  1603. 

Pinel  (Arias). 

Portugués.  En  el  libro  de  cuentas  de  1561-62  se  dice  que 
este  Doctor  ganó  162  lecciones  de  un  partido  de  Leyes  de 
400  ducados  anuales,  que  dio  desde  principios  de  curso  has- 
ta el  23  de  Julio  de  1562.  Quizá  á  esto  alude  Vidal  cuando 
habla  de  un  León  Pinelo  que  leyó  Leyes  en  Salamanca  al 
mismo  tiempo  que  el  Dr.  Manuel  da  Costa. 

Sin  embargo,  debe  advertirse,  que  no  fueron  los  dos  ca- 
tedráticos de  Prima:  el  catedrático  era  Costa:  Arias  Pinelo 
tenía  una  paga  extraordinaria. 

En  la  fecha  antes  indicada  de  23  de  Julio  de  1562,  tomó 
posesión  de  la  cátedra  de  Prima,  vacante  por  muerte  de 
Costa,  y  dejó  de  percibir  el  salario  de  400  ducados.  El  31 
de  Agosto  del  mismo  año  hizo  el  juramento  para  incorpo- 
rar su  grado  de  Doctor  en  Leyes  por  la  Universidad  de 
Coimbra.  Poco  tiempo  después  murió,  y  el  11  de  Enero 
de  1563  se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  que 
desempeñaba.  Nicolás  Antonio  da  algunos  otros  datos  res- 
pecto á  su  vida  y  á  sus  obras. 

Pozo  (Fernando  del). 

Nicolás  Antonio,  tomándolo  tal  vez  del  título  de  sus  Ex- 
positiones,  dice  que  era  burguense.  Figura  como  regente 
de  Gramática  desde  1555  á  15S5.  En  ese  año  la  Universidad 
quiso  jubilarle,  pero  como  no  tenía  derecho  á  disfrutar  de 
jubilación,  por  no  ser  catedrático  de  propiedad,  solicitó  del 
Consejo  Real  licencia  para  pagarle  su  salario  sin  leer  la 


-  388  - 

cátedra  y  por  Cédula  Real  de  26  de  Octubre  de  1585.  Feli- 
pe II  concedió  la  autorización  pedida  (1). 

Disfrutó  el  Br.  Pozo  bastante  tiempo  esta  jubilación, 
pues  su  pago  figura  en  las  cuentas  de  1597-98.  No  se  halla 
en  las  del  año  siguiente,  así  que  cabe  suponer  muriese  por 
entonces.  Gallardo  dice  que  las  Expositiones  las  dedicó 
al  Mro.  Francisco  Martínez,  portugués,  de  quien  nos  hemos 
ocupado. 

Puebla  (Juan  de  la). 

Desde  1523  á  1528  estuvo  posesionado  de  una  catedrilla 
de  Cánones.  Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Doc- 
tor en  Cánones  el  4  de  Agosto  de  1527.  El  20  de  Agosto  del 
año  siguiente  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de 
Cánones.  Desempeñó  esta  cátedra  hasta  el  14  de  x<\gosto 
de  1535,  en  que  es  elegido  catedrático  de  Prima  de  Cánones. 
En  Claustro  de  7  de  Mayo  de  1543  dirigió  al  Rector  una  sú- 
plica protestando  de  que  la  cátedra  de  Hebreo  no  estuviese 
provista  en  propiedad.  Como  hemos  dicho  en  otro  lugar,  el 
Dr.  de  la  Puebla  no  consiguió  que  se  cumpliese  la  constitu- 
ción del  estudio  y  la  cátedra  siguió  sin  proveerse.  Fué  ju- 
bilado y  su  sustitución  se  anunció  á  oposición  el  10  de  Di- 
ciembre de  1548.  Poco  después,  el  30  de  Agosto  de  1549,  se 
publicó  la  vacante  de  la  cátedra  por  haber  muerto  el  Dr.  de 
la  Puebla. 

Puebla  (Pedro  de  la). 

Doctor  en  Cánones.  Figura  ya  en  1503  como  catedrático 
de  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones:  pasó  á  leer  la  que  de- 
jó vacante  el  Dr.  Olarte,  también  de  Vísperas  de  Cánones 
el  27  de  Julio  de  1507.  En  10  de  Mayo  de  1512  fué  nombrado 
catedrático  de  Prima  de  Cánones.  Desconocemos  cuándo 
murió:  sólo  sabemos  que  su  cátedra  la  tenía  el  Dr.  Olarte 
en  Octubre  de  1518  y  que  no  se  hace  mención  ninguna  en  los 
libros  de  esa  fecha  del  Dr.  Pedro  de  la  Puebla. 


(1)     V.  t.  I,  pág.  585. 


-  389  - 

Rodríguez  (Héctor). 

Natural  de  Lisboa.  Doctor  en  Leyes  por  la  Universidad 
de  Coimbra  desde  1540.  Había  sido  ya  catedrático  de  Le- 
yes en  Coimbra  cuando  vino  á  Salamanca  á  opositar  la  cá- 
tedra de  Prima  de  Leyes,  vacante  por  muerte  del  Dr.  Pi- 
nel.  Fué  nombrado  catedrático  de  Prima  el  23  de  Febrero 
de  1563.  Poco  después,  el  29  de  Marzo  y  el  7  de  Abril  del 
mismo  año  de  1563,  practicó  los  juramentos  para  recibir  el 
grado  de  Licenciado  y  hacer  la  incorporación  del  Dr.  Mu- 
rió durante  las  vacaciones  del  curso  de  1578-79,  y  su  cáte- 
dra se  anunció  como  vacante  el  19  de  Octubre  de  1579. 

Rodríguez  de  San  Isidro  (Fernando). 

Hijo  del  Dr.  Diego  Rodríguez  de  San  Isidro.  Doctor  en 
Leyes.  En  9  de  Noviembre  de  1504,  es  designado  sustituto 
del  Dr.  Ga liudez  de  Carvajal,  en  la  media  multa  de  la  cá- 
tedra de  Prima  de  Leyes.  Antes  había  sido  sustituto  de  su 
padre.  En  4  de  Mayo  de  1507  fué  nombrado  catedrático  de 
Vísperas  de  Leyes  y  en  12  de  Diciembre  de  1526  catedráti- 
co de  Prima  de  Leyes.  En  20  de  Mayo  de  1527  le  jubilaron 
y  el  15  de  Septiembre  de  1534  se  declaró  vacante  la  cáte- 
dra por  muerte  del  Dr.  San  Isidro. 

Rodríguez  de  Castello  Branco  (Juan). 

Portugués,  de  familia  muy  estimada  y  uno  de  los  médi- 
cos más  eminentes  de  su  época.  Estudió  medicina  en  Sala- 
manca y  recibió  en  su  célebre  Universidad  el  grado  de 
Doctor,  sin  que  hayamos  podido  hallar  la  fecha  en  los  li- 
bros del  Archivo.  Viajó  mucho,  visitó  las  principales  Fa- 
cultades del  mundo  y  mantuvo  correspondencia  y  amistad 
con  los  hombres  que  gozaban  de  más  reputación.  Con  el 
título  de  Amato  Lusitano  a  sua  vida  e  a  sua  obra,  ha  pu- 
blicado un  curioso  é  interesante  trabajo  nuestro  compañe- 
ro el  ilustrado  catedrático  de  la  vecina  República  Dr.  Ma- 
ximiano  Lemos  (Porto,  Eduardo  Tavares  Martins,  edi- 
tor, 1907). 


390  - 


Sahagún  de  Villasante  (Diego). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  el  juramento  para  recibir 
el  grado  de  Licenciado  en  Cánones  el  6  de  Noviembre 
de  1560.  En  24  de  Enero  de  1568  fué  nombrado  catedrático 
de  una  de  las  catedrillas  de  Cánones.  El  24  de  Octubre  del 
año  siguiente  le  designaron  sustituto  del  Dr.  Aguilera  en  la 
cátedra  de  Prima  de  Cánones.  El  18  de  Febrero  de  1581  pasó 
á  la  cátedra  de  Vísperas  de  Cánones,  y  desempeñó  esta  cía" 
se  hasta  que  fué  nombrado  catedrático  de  Prima  de  Cáno- 
nes el  16  de  Febrero  de  1591.  Por  muerte  del  Dr.  Sahagún 
se  vacó  la  cátedra  el  5  de  Mayo  de  1597.  Nicolás  Antonio 
dice  que  dejó  escrita  para  que  se  publicase  después  de  su 
muerte  una  obra  titulada  Prceelectiones  Académicas. 


Salamanca  (Roque  de). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  los  juramentos  para  reci- 
bir los  grados  de  Licenciado  y  Doctor,  siendo  ya  racione- 
ro de  la  Iglesia  de  Salamanca  el  12  de  Mayo  y  el  29  de  Oc- 
tubre de  1578.  Fué  después  sustituto  del  Mro.  Salinas  en  la 
cátedra  de  Música,  y  finalmente  catedrático  de  Música  desde 
el  14  de  Febrero  de  1590,  hasta  su  muerte  el  25  de  Enero 
de  1593. 

Salaya  (Sancho  de). 

Se  le  llama  siempre  el  Dr.  Salaya,  pero  hay  fundamen- 
to para  creer  que  era  además  Maestro  en  Artes.  No  sabe- 
mos la  fecha  precisa  de  su  nombramiento,  pero  en  1505  se 
habla  de  él  como  catedrático  de  Astrología.  Puede  decirse 
de  este  Doctor  cosa  parecida  á  la  que  hemos  dicho  del  Doc- 
tor Galíndez  de  Carvajal,  que  gozaron  casi  continuamente  de 
licencia,  y  la  cátedra  era  leída  por  un  sustituto.  Ya  en  Claus- 
tro de  12  de  Septiembre  de  1506  se  trata  de  prorrogar  por 
otros  dos  años  la  licencia  que  tiene  el  Dr.  Salaya,  para  es- 
tar ausente  de  la  cátedra.  En  algunas  cédulas  de  la  Empe- 
ratriz, mujer  de  Carlos  V,  se  le  llama  mi  protomédico  y 
medico  del  Consejo  de  la  Inquisición.  No  hacemos  enume- 


-  391  - 

ración  de  las  licencias  que  consiguió  por  considerarlo  in- 
útil. Debió  morir  á  fines  del  curso  de  1541-42,  porque  como 
padrino  de  la  Facultad  (debía  ser  cargo  análogo  á  nuestros 
decanos)  asistió  en  15  de  Febrero  de  1532  á  la  incorpora- 
ción del  grado  del  Mro.  Francisco  Sancho,  y  ya  en  los  li- 
bros de  cuentas  del  1542-43  figura  como  catedrático  Sánchez 
de  Olivares.  Picatoste  trae  algunas  notas  bibliográficas. 

Salinas  (Francisco). 

Fué  nombrado  catedrático  de  Música  de  la  Universidad 
el  21  de  Enero  de  1567.  Hizo  el  juramento  para  la  incorpora- 
ción de  su  grado  de  Maestro  en  Artes  el  7  de  Noviembre 
de  1569.  Desde  entonces  suele  llamársele  en  la  documenta- 
ción de  la  Universidad  el  Abad  Francisco  Salinas.  En  el  cur- 
so de  1587-88  leía  por  sustituto  como  jubilado.  Murió  el 
Mro.  Salinas  el  13  de  Enero  de  1590.  Nicolás  Antonio,  Gallar- 
do y  otros  apuntan  otros  particulares  sobre  su  vida  y  sus 
obras.  Fr.  Luis  de  León  hace  grandes  elogios  de  Salinas  en 
varias  de  sus  composiciones  poéticas. 

Sánchez  (Fr.  Bartolomé). 

Carmelita.  Residía  en  el  convento  de  San  Andrés.  Hizo 
los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Maes- 
tro en  Teología  el  24  de  Noviembre  de  1573  y  el  14  de  Febre- 
ro de  1574.  En  17  de  Marzo  de  1581  fué  nombrado  catedráti- 
co de  una  de  las  cursatorias  de  Artes,  la  cual  desempeñó 
hasta  que  en  9  de  Marzo  de  1584  pasó  á  la  cátedra  de  Lógi- 
ca Magna.  Poco  después,  el  9  y  15  de  Abril,  practicó  los  ju- 
ramentos para  tomar  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en 
Artes,  respectivamente.  No  conocemos  la  fecha  precisa  de 
su  jubilación,  pero  debió  concedérsele  hacia  1605.  Figuró 
mucho  después  de  jubilado.  En  1623  se  declaró  vacante  la 
cátedra  por  muerte  del  Mro.  Bartolomé  Sánchez. 

Sánchez  (Francisco). 

Era  canónigo  de  la  Iglesia  de  Salamanca  cuando  fué  nom- 
brado catedrático  de  Filosofía  Natural.  Gallardo  dice,  ha- 
blando del  Brócense,  que  convinieron  dos:  Francisco  San- 


-  392  - 

chez,  el  Brócense,  y  otro,  que  quizá  sea  éste  de  que  nos  ocu- 
pamos. Nos  permitimos  sin  embargo  advertir  que  no  fueron 
dos,  sino  tres,  y  los  tres  catedráticos  de  propiedad.  Recibió 
el  nombramiento  en  el  año  1586  y  desempeñó  la  cátedra  has- 
ta su  muerte,  acaecida  el  11  de  Noviembre  de  1603. 

Sánchez  de  Aguilar  (Francisco). 

Hizo  el  juramento  de  1.°  de  Mayo  de  1553:  figura  duran- 
te el  curso  de  1553-54  con  un  curso  de  Gramática  y  le  incluí- 
mos en  la  lista  de  los  regentes  de  Gramática,  porque  desem- 
peñó una  de  ellas  hasta  que  fué  nombrado  primario  de  uno 
de  los  dos  colegios  de  Gramática  en  1558.  Había  recibido 
por  entonces  el  grado  de  Maestro,  pues  un  clérigo  presbí- 
tero, llamado  Francisco  Sánchez,  practicó  el  10  de  Enero 
de  1557  el  juramento  para  tomar  dicho  grado:  en  el  encabe- 
zamiento del  acta  se  dice  que  tenía  un  beneficio  en  San  Mar- 
tín: suponemos  que  sea  la  parroquia  de  Salamanca  así  lla- 
mada. Ocupó  el  cargo  de  Primario  de  uno  de  los  colegios  de 
Gramática  hasta  el  22  de  Diciembre  de  1561  en  que  fué  nom- 
brado catedrático  de  Prima  de  Gramática.  A  él  indudable- 
mente alude  el  Brócense  en  una  carta,  que  transcribió  Ga- 
llardo, fechada  en  Salamanca  á  15  de  Enero  de  1581,  cuan- 
do dice: 

"Escribí  una  noche  unos  borrones  pava  publicar  unos 
..premios  de  las  Honras  que  se  hicieron  en  Escuelas;  y  el 
..catedrático  de  Prima  de  Gramática,  que  es  de  mí  mísmo 
..nombre,  le  pareció  que  estaba  lleno  el  cartel  de  solecismos 
ny  barbar  i  sinos,  y  ansí  lo  publicó  en  su  cátedra.  Yo  reitne 
ndellov... 

Se  jubiló  en  la  cátedra  de  Prima  durante  el  curso 
de  1580-81:  no  conocemos  la  fecha  con  precisión,  pero  sí  sa- 
bemos que  el  1.°  de  Julio  de  15S1  fué  nombrado  el  en  aquella 
época  Br.  Francisco  Martínez,  sustituto  del  Mro.  Sánchez 
de  Aguilar  en  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática.  Por  tanto, 
hacia  ese  día,  fué  jubilado.  Por  muerte  del  Maestro  se  anun- 
ció la  vacatura  de  la  cátedra  de  Prima  de  Gramática  el  8  de 
Noviembre  de  1589. 


-  393  - 

Sánchez  de  las  Brozas  (Francisco). 

El  haber  hecho  nuestro  querido  amigo  y  docto  compañe- 
ro D.  Pedro  Urbano  González  de  la  Calle,  en  la  oración 
inaugural  del  curso  de  1912-1913  un  estudio  serio  y  deteni- 
do sobre  la  vida  académica  del  sabio  é  ilustrado  humanista 
de  que  vamos  á  ocuparnos,  nos  ha  relevado  á  nosotros  de 
hacer  otra  cosa  que  comprobar  los  asertos  vertidos  en  el 
mencionado  discurso,  viéndonos,  por  lo  tanto,  precisados  á 
tratar  con  alguna  ligereza  una  de  las  personalidades  más 
notables  de  la  vieja  Escuela. 

Según  los  libros  de  cuentas,  un  Bachiller,  Francisco 
Sánchez,  figura  en  1553-54  con  un  salario  de  Retórica  de 
100  ducados  que  lee  en  el  colegio  de  Trilingüe:  en  el  curso 
siguiente  se  le  redujo  la  paga  en  30.000  maravedís,  y  en  el 
de  1559-60  ni  se  abona  el  sueldo  ni  se  habla  absolutamente 
para  nada  del  Brócense. 

La  primera  vez  que  los  libros  de  cuentas  vuelven  á  ocu- 
parse de  él,  es  en  el  correspondienteal  año  1566-67  en  que 
fué  multado  19  días  de  media  multa,  que  más  tarde  dejó  sin 
efecto  el  Rector:  desempeñaba  entonces  la  cátedra  de  Re- 
tórica. El  17  de  Diciembre  de  1573  fué  nombrado  catedráti- 
co de  Retórica,  y  poco  después,  el  4  de  Enero  y  el  21  de 
Febrero,  practicó  los  juramentos  previos  para  recibir  los 
grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Artes.  El  9  de  Junio 
de  1576  el  Claustro  pleno  le  concedió  el  salario  de  Griego 
de  que  había  hecho  renuncia  el  Mro.  León  de  Castro. 

Durante  el  curso  de  1577-78  se  le  encargó  la  media  multa 
de  la  cátedra  de  Astrología.  No  debió  hacerlo  de  buena  ga- 
na, si  lo  hizo,  porque  sólo  aparece  en  la  sustitución  del  2  al 
4  de  Enero  de  1578  y  fué  multado  en  tres  lecciones  de  mi- 
llas legit. 

Mientras  dicha  cátedra  de  Astrología  estuvo  vacante  se 
le  encomendó  la  sustitución  por  mandamiento  del  Rector: 
explicó  75  lecciones.  Hizo  oposición  á  laclase  de  Prima  de 
Gramática  á  la  muerte  de  León  de  Castro:  alcanzó  el  ter- 
cer lugar  entre  los  opositores.  Por  jubilación  del  Brócense 
se  anunció  la  vacadura  de  la  sustitución  de  Retórica  el  21 
de  Junio  de  1593. 


-  394  - 

Al  fallecimiento  del  Br.  Morales,  en  el  curso  de  1593-94 
empezó  á  leer  un  partido  de  Gramática,  que  llamaban  de 
Vísperas,  de  100  ducados  de  salario.  Luego  habiendo 
vacado  la  cátedra  de  Retórica,  fué  designado  para  sustitu- 
to de  su  misma  clase  el  15  de  Mirzo  de  1597,  por  no  hallar 
persona  capacitada  que  la  leyera  y  que  pudiera  reemplazar 
al  Brócense,  y  así  siguió  hasta  su  muerte;  es  decir,  con  el 
salario  de  Griego,  el  salario  de  Vísperas  de  Gramática,  y 
la  sustitución  de  su  cátedra  de  Retórica. 

No  hemos  averiguado  la  fecha  precisa  de  su  fallecimien 
to:  sólo  sabemos  que  el  12  de  Diciembre  de  1600  fué  anun- 
ciada la  vacadura  de  la  cátedra  de  Retórica  por  muerte  del 
Maestro,  y  que  ganó  34  lecciones  en  el  curso  de  1600-1601. 
Nicolás  Antonio,  Gallardo,  Picatoste,  Pérez  Pastor  y  otros 
muchos  señalan  algunos  particulares  de  su  vida  y  sus  obras. 

Como  nota  curiosa,  y  de  la  que  nadie  se  ha  ocupado, 
extractamos  á  continuación  unos  datos  sacados  del  expe- 
diente de  la  provisión  de  la  cátedra  de  Prima  de  Latinidad 
ó  de  Prima  de  Gramática,  que  dejó  vacante  á  su  muerte  el 
Maestro  León  de  Castro  en  1585. 

El  edicto  de  la  vacatura  tiene  la  fecha  de  21  de  Octubre  de  1585. 
Antes  de  haberse  anunciado  la  vacante,  el  Dr.  Francisco  Pérez 
Ortiz  presentó  una  solicitud  al  Vice-Rector,  en  la  que  decía  «el 
maestro  Sánchez  de  las  Brocas  a  tenido  y  tiene  al  presente  el  exa- 
men de  los  gramáticos  para  tercera  clase  y  al  presente  lo  exerci- 
ta  lo  qual  es  en  gran  perjuicio  mió  y  de  los  demás  opositores  y  de 
la  buena  probision  de  la  dicha  cátedra  por  dos  cédulas  como  da  a 
sus  amigos,  y  a  los  que  entiende  que  por  el  no  botaron,  negarse- 
las,  por  todo  lo  qual  pido a  v.  m mande  al  susodicho  Maes- 
tro no  exercite  el  dicho  oficio  durante  la  vacatura  de  la  dicha  cá- 
tedra.» 

El  Vice-Rector  notificó  á  Sánchez  de  las  Brozas  esta  petición, 
y  el  Brócense  respondió  «aunque  an  venido  algunos  estudiantes 
por  cédula  no  los  he  querido  examinar  ni  admitir  ni  aun  pensaba 
admitt irlos  ni  examinarlos  porque  no  pretendo  sino  guardar  los 
estatutos  y  conforme  á  ellos  guiar  sus  cosas.»  (Esta  notificación 
tiene  fecha  2  de  Octubre). 

El  Vice-Rector  entonces  nombró  examinador  al  Licenciado 
Bartolomé  Sánchez,  canonista. 

Terminado  el  plazo  para  la  admisión  de  instancias,  empezó  la 
asignación  de  puntos  de  los  opositores,   que  duró  desde  el  19  al  27 


-  395  - 

de  Noviembre.  El  28  hicieron  los  opositores  el  nombramiento  de 
procuradores  y  empezaron  las  recusaciones  y  la  votación.  La  pri- 
mera recusación,  cuyo  original,  firmado  por  el  Dr.  Pérez  Ortiz, 
se  conserva  en  el  expediente,  fué  hecha  por  el  Mro.  Cuadrado, 
el  Mro.  Martínez  y  el  dicho  Dr.  Pérez  Ortiz.  En  ella  se  dice  «que 
el  Maestro  Francisco  Sánchez  de  las  Brocas  de  la  vacante  desta 
cátedra  acá  y  antes  de  la  publicación  después  que  le  fue  quitado 
el  examen  de  las  cédulas  para  tercera  a  dado  i  da  de  dia  y  de  no- 
che muchas  cédulas  con  la  fecha  mucho  antes  del  dia  que  las  da 
a  muchos  estudiantes  que  no  las  tenian  ni  auian  sido  examinados 
ni  lo  an  sido  y  que  en  su  via  abian  estado  en  Salamanca  sino  de 
pocos  dias  acá por  todo  lo  qual deve  Vuestra  Senoria  con- 
forme a  derecho  dalle  y  declaralle  por  inavil  para  la  presente  cá- 
tedra y  castigalle  en  la  mejor  forma  de  derecho  que  aia  contra  los 
que  versam  los  oficios  ágenos  y  públicos  en  perjuicio  de  la  repú- 
blica  » 

Notificóse  esta  recusación  el  29  de  Noviembre  al  Br.  Juan  Bau- 
tista de  Guevara,  médico  y  procurador  del  Brócense,  quien  pidió 
«copia  3^  traslado  della  para  responder».  De  nuevo  los  Maestros 
Cuadrado  y  Martínez  y  Dr.  Pérez  Ortiz  ponen  excepción  de  inha- 
bilidad contra  el  Brócense,  por  haber  dado  cédulas  á  estudia  ntes 
inhábiles  y  no  examinados  por  él  ni  otro  examinador  de  la  Uni- 
versidad, en  solicitud  presentada  al  Claustro  de  consiliarios  el  2 
de  Diciembre  siguiente. 

En  ese  día  el  Br.  Guevara,  en  nombre  y  como  procurador  del 
Brócense  respondió  á  la  recusación  de  sus  contrincantes.  Dice  en 
su  contestación  el  Bachiller  que  la  petición  carece  de  verdad  y  nie- 
ga lo  que  en  ella  se  afirma,  según  y  como  en  la  misma  se  contie- 
ne. Que  si  hubiera  dado  su  representado  alguna  cédula,  sería  á 
personas  que  las  «auian  sacado  mucho  antes  de  la  dicha  vacante 
y  se  les  auian  perdido  y  con  información  dello  y  con  su  juramen- 
to en  el  qual  caso  no  solo  podia  pero  aun  estaba  obligado  a  dar 
las  dichas  zedulas  a  los  estudiantes  que  las  ubiesen  perdido  y  le 
podían  compeler  a  ello  y  assi  si  algunas  dio  seria  a  amigos  stu- 
diantes  de  las  partes  contrarias,  y  hechados  para  ello  y  a  quien 
my  parte  quisiera  poder  negárselas,  y  a  las  personas  que  no  auian 
sacado  antes  las  dicha  cédulas  aunque  ubiessen  studiado  en  la  di- 
cha Universidad  nunca  mi  parte  quiso  dar  las  dichas  cédulas  aun- 
que fue  importunado  para  ello  por  muchas  personas  como  me 
offrezco  á  probar  siendo  nezessario. 

Lo  otro  porque  caso  negado  que  algunas  cédulas  parezcan  en 
poder  de  algunos  que  no  las  ayan  ellos  sacado  esto  no  es  culpa  de 
mi  parte  sino  de  los  contrarios  los  quales  an  guardado  muchas  ce- 
dulas  de  estudiantes  que  an  passado  a  otras  facultades  o  de  otros 


-396- 

que  son  ya  muertos  y  las  dan  a  estudiantes  que  no  son  botos  legí- 
timos para  que  nombrándose  de  los  nombres  contenidos  en  las  di- 
chas medulas  boten  en  esta  chathreda. 

Lo  otro  porque  caso  que  mi  parte  aya  dado  alguna  cédula  á 
quien  no  la  aya  sacado,  auiendosela  dado  con  juramento  del  que 
la  saca  y  con  información  de  que  se  le  auia  perdido,  si  esto  es  fal- 
so no  es  dolo  de  mi  parte,  sino  de  los  que  la  sacaron,  y si  algún 

testigo dixere  averies  mi  parte  dado  cédula  no  la  teniendo  el 

de  antes  le  mande  llebar  a  la  carsel  del  Señor  Maestrescuela  co- 
mo a  perjuro  porque  mi  parte  probara  que  si  a  alguno  dio  cédula 
fue  debajo  de  la  probanza  y  juramento  que  tengo  referido.  Lo  otro 

porque no  aura  excepción  de  inhabilidad  pues  no  puede  auer 

lugar  poena  de  inhabilidad  sino  en  los  casos  expressados  por  sta- 
tutos  y  constituziones  desta  Uniuersidad  y  por  ninguno  dellos  se 
hallara  puesta  poena  de  inhábil  al  que  hiziere  lo  que  los  aduersos 

dizen  que  mi  parte  hizo y  assi  si  alguna  culpa  o  dolo  vbyera 

de  mi  parte  pudiera  ser  castigado  por  dar  las  dichas  cédulas  por 
otras  poenas  como'  hombre  que  no  hazia  bien  su  oficio  y  no  con 
poena  de  inhabilidad. 

Otrosí  pido  y  suplico  según  que  de  suso  pedido  tengo  y  de  nue- 
uo  torno  pedir que  los  testigos  que  fuessen  presentados  pol- 
las partes  contrarias  no  siendo  muy  conoszidos  y  que  tengan  rai- 
zes  en  esta  Uniuersidad  les  mande  tener  pressos  y  a  buen  recau- 
do porque  en  nombre  del  dicho  my  parte  pienso  accusallos  y  cas- 
ti gallos  del  perjurio » 

Al  día  siguiente  el  Dr.  Pérez  Ortiz  y  los  Mros.  Cuadrado  y 
Martínez  respondieron  al  escrito  que  el  Br.  Guevara  presentó  co- 
mo procurador  del  Brócense,  insistiendo  en  sus  particulares  pun- 
tos de  vista,  y  especialmente  en  lo  de  haber  dado  el  Brócense  cé- 
dulas para  tercera  clase  á  sus  amigos  y  apasionados  «como  pare- 
ce por  el  grande  numero  que  ay  de  medulas  derramadas  entre  los 
estudiantes  y  el  papel  nueuo  y  tinta  reciente  de  las  dichas  cédulas 
las  quales  pedimos  sean  vistas  de  aqui  adelante  y  examinadas  co- 
mo tienen  las  dichas  señales  las  dichas  cédulas  para  maior  uerifi- 
cacion  de  nuestra  Justicia  y  condenación  del  dicho  aduerso.»  Aca- 
ban pidiendo  al  Claustro  que  no  se  tomen  más  votos  hasta  la  ve- 
rificación de  esta  causa  y  presentar  por  testigos  á  Figueroa,  del 
colegio  Trilingüe  y  al  familiar  más  nuevo  de  hábito. 

Nada  nos  dice  el  expediente  de  la  razón  que  asistía  á  unos  y 
á  otro;  sólo  nos  permite  leer  un  acta  de  Junta  de  consiliarios  cele- 
brada el  4  de  Diciembre  de  1585,  según  la  cual  comparecieron  an- 
te el  Claustro  los  opositores  «Maestro  Francisco  Sánchez  e  Maes- 
tro Pérez  e  Maestro  Martínez  e  dixeron  que  ellos  se  apartaban  e 
apartaron  y  desistían  de  las  exceptiones  personales  que  vnos  con- 


-  397  - 

tra  otros,  y  otros  contra  otros  en  este  processo  tienen  puestas  e 
no  las  quieren  seguir  ni  proseguir,  sino  que  piden  e  suplican  a  los 
señores  Rector  Consiliarios  e  assesores  manden  abrir  el  arca  e  sa- 
car el  cántaro  della  do  están  las  cédulas  buenas  e  votos  e  confor- 
me a  los  estatutos  desta  Uniuersidad  provean  la  dicha  catreda  de 
Prima  de  Gramática  e  la  den  a  quien  mas  cursos  tuviere  y  asi  lo 

pidieron » 

Horas  después  se  hizo  el  escrutinio  y  fué  proclamado  catedrá- 
tico de  Prima  de  Gramática  el  Dr.  Francisco  Pérez  Ortiz. 


Sánchez  de  Olivares  (Alonso). 

En  5  de  Febrero  de  1527  fué  nombrado  sustituto  del  doc- 
tor Salaya  en  la  media  multa  de  la  clase  de  Astrología  y 
debió  desempeñarla  casi  sin  interrupción  hasta  que  se  en- 
cargó de  la  cátedra  en  propiedad.  En  los  estatutos  de  1538 
figura  Juan  de  Aguilera  como  sustituto  de  dicha  cátedra. 
Parece  que  le  eligieron  catedrático  de  Astrología  durante 
le  curso  de  1541-42,  pues  en  el  curso  siguiente  era  ya  cate- 
drático. Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Li- 
cenciado y  Maestro  en  Artes  el  25  de  Enero  de  1543  y  el  1.° 
de  Febrero  del  mismo  año.  No  hemos  encontrado  la  fecha  de 
su  fallecimiento,  pero  es  de  creer  ocurriese  hacia  1551,  por- 
que en  esa  época  se  habla  del  Tesorero  Aguilar,  su  sucesor. 

Sancho  (Francisco). 

Algunas  veces  se  encuentra  escrito  Sánchez,  aunque  son 
pocas.  Aparece  con  el  número  295  entre  los  colegiales  del 
de  San  Bartolomé,  é  ingresó  en  el  colegio  en  1534.  Desde  1530 
á  1536  tuvo  una  de  las  cursatorias  de  Artes.  El  21  de  Diciem- 
bre de  1535  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licen- 
ciado en  Teología,  y  al  año  siguiente  fué  nombrado  cate- 
drático de  Esco:o.  Los  libros  de  cuentas  le  hacen  figurar 
como  catedrático  de  Escoto  hasta  1540,  en  que  pasó  á  la 
cátedra  de  Teología  nominal,  pero  en  los  Estatutos  de  1538, 
en  la  Historia  del  Colegio  de  San  Bartolomé  y  en  otras 
partes  se  dice  que  fué  catedrático  de  Santo  Tomás.  Nosotros 
no  le  hemos  visto  mencionado  en  la  documentación  que 
existe  en  el  Archivo,  entre  los  catedráticos  de  Santo  Tomás. 


-  398  - 

A  fines  de  1541,  ó  principios  de  1542,  le  eligieron  catedrático 
de  Texto  Viejo  (Lógica  Magna)  y  desempeñó  esta  cátedra 
hasta  el  10  de  Mayo  de  1549  en  que  se  proveyó  en  él  la  cá- 
tedra de  Filosofía  Moral.  El  7  de  Febrero  de  1542  verificó  el 
juramento  para  tomar  el  grado  de  Licenciado  en  Artes,  y 
casi  seguidamente  el  15  del  mismo  mes,  incorporó  su  grado 
de  Maestro  en  Artes.  Fué  jubilado  el  25  de  Junio  de  1561  y 
después  le  nombraron  canónigo  de  la  Iglesia  de  Salamanca. 
Fué  Obispo  de  Segorbe  en  1577,  y  disfrutó  poco  de  la  mitra, 
porque  murió  el  23  de  Junio  de  1578.  Se  le  tenía  por  hombre 
de  ciencia  y  virtud.  En  la  Historia  del  Colegio  figuran  otros 
datos  biográficos  que  omitimos. 

San  Juan  (Fr.  Domingo  de). 

Maestro  en  Artes.  Con  las  naturales  reservas  hemos 
agrupado  los  datos  encontrados  en  la  documentación  del 
Archivo  referentes  á  Fr.  Domingo,  Fr.  Domingo  de  Alca- 
raz  y  Fr.  Domingo  de  San  Juan  por  entender  que  se  trata 
de  una  sola  persona.  Era  de  la  orden  de  la  Merced.  Las  pri- 
meras noticias  halladas  son  de  Octubre  de  1510  en  que  fué 
nombrado  sustituto  del  Mro.  Vázquez  de  Oropesaen  la  cá- 
tedra de  Prima  de  Lógica.  Después  debió  encargarse,  aun- 
que no  conocemos  la  fecha,  de  uno  de  los  cursos  de  Nomi- 
nales, que  desempeñó  hasta  el  3  de  Diciembre  de  1523  en 
que  fué  elegido  catedrático  de  Lógica  Magna  (Texto  Viejo). 
Se  hizo  Maestro  en  Artes  el  24  de  Enero  de  1524.  Desde 
entonces  se  le  llama  ordinariamente  Fr.  Domingo  ó  Fr.  Do- 
mingo de  San  Juan.  Ocupó  la  cátedra  de  Lógica  hasta  su 
muerte.  No  sabemos  cuándo  acaeció,  pero  sí  se  puede  afir- 
mar que  el  14  de  Junio  de  1540  se  anunció  la  vacatura  de  la 
cátedra  que  explicaba. 

San  Pedro  (Tomás  de). 

Doctor  en  Leyes.  No  conocemos  de  su  vida  muchas  cosas 
dignas  de  mención.  Fué  catedrático  de  Prima  de  Leyes  el  26 
de  Enero  de  1508,  y  desempeñó  la  clase  hasta  su  muerte: 
el  26  de  Octubre  de  1526  se  anunció  la  vacatura  de  la  cáte- 
dra de  Prima. 


399  - 


Sarmiento  de  Mendoza  (Francisco). 

Nicolás  Antonio  dice  que  fué  catedrático  (ex  propria 
cathedra  Pontificium  fus  doceret).  No  hemos  encontrado 
nosotros  su  nombre  entre  les  catedráticos  de  propiedad  ni 
entre  los  de  cursatorias.  Vidal  sigue  á  Nicolás  Antonio. 


Sepúlveda  (Fr.  Marcos  de). 

Maestro  en  Artes.  Trinitario.  Fué  nombrado  catedrático 
de  Físicos  el  30  de  Octubre  de  1586.  La  desempeñó  hasta 
el  18  de  Noviembre  de  1591  en  que  pasó  á  la  cátedra  de  Es- 
coto. En  9  de  Enero  de  1593  fué  designado  catedrático  de 
Súmulas  (Prima  de  Lógica).  Días  después,  el  25  de  Enero, 
hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en 
Artes,  y  el  29  del  mismo  mes  incorporó  su  grado  de  Maes- 
tro. Murió  el  3  de  Agosto  de  1600.  Nicolás  Antonio  da  cuenta 
de  una  de  sus  obras. 

Serrano  (Gabriel). 

Fué  nombrado  catedrático  de  Astrología  el  21  de  Marzo 
de  1592;  el  7  de  Septiembre  y  el  8  de  Noviembre  de  1592  hizo 
los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y 
Maestro  en  Artes:  en  el  acta  se  dice  que  era  natural  de  Cas- 
talla  (Alicante),  diócesis  de  Valencia.  Por  muerte  del  maes- 
tro se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra  el  26  de  Junio 
de  1598. 

Solís  (Antonio  de). 

Natural  de  Segovia.  El  28  de  Enero  de  1555  hizo  el  jura- 
mento para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Leyes.  En 
Noviembre  de  1558  fué  nombrado  catedrático  de  Instituía  y 
poco  después,  en  1559,  pasó  á  la  cátedra  de  Código,  que 
desempeñó  hasta  el  27  de  Marzo  de  1561  en  que  le  nombra- 
ron por  un  cuadrienio  catedrático  de  Digesto  Viejo.  En  11 
de  Junio  de  1559  verificó  el  juramento  para  tomar  el  grado 


-  4Ó0  - 

de  Doctor  en  Leyes.  Fué  elegido  catedrático  de  Prima  de 
Leyes  el  8  de  Mayo  de  15óf).  Aparece  jubilado  en  el  curso 
de  1583-84.  Murió  el  Dr.  Solís  el  18  de  Noviembre  de  1592. 

Soria  (Rodrigo  de). 

Natural  de  la  Mota  de  Toro,  diócesis  de  Zamora.  En  1567 
fué  nombrado  catedrático  de  Anatomía.  El  15  de  Septiem- 
bre de  aquel  año  realizó  el  juramento  para  recibir  el  grado 
de  Licenciado  en  Medicina,  y  el  9  de  Mayo  del  siguiente 
le  volvió  á  hacer  para  tomar  el  de  Doctor.  Autorizado  por 
Carta  Real  de  17  de  Julio  de  1575  (1)  pnsó  por  permuta  á  la 
cátedra  de  Método,  que  desempeñó  hasta  que  por  muerte 
del  Dr.  Cosme  de  Medina  es  elegido  catedrático  de  Prima 
de  Medicina.  Ocupó  esta  cátedra  durante  todo  el  resto  de 
su  vida.  Se  anunció  la  vacatura  de  la  clase  por  fallecimien- 
to del  Dr.  Soria  en  18  de  Agosto  de  1610.  Aunque  Morejón 
no  se  ocupa  de  él,  su  nombre  figura  entre  los  grandes  maes- 
tros y  doctores  médicos  de  la  Cédula  Real  de  12  de  Octubre 
de  1628  (2).  Fué  sobre  todo  un  buen  clínico. 

Soto  (Fr.  Domingo  de). 

Según  los  libros  de  cuentas  el  22  de  Noviembre  de  1532 
fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Teología.  Era 
Bachiller  en  esa  Facultad  por  la  Universidad  de  Alcalá.  Re- 
cibió en  14  de  Noviembre  y  8  de  Diciembre  de  1532  respec- 
tivamente los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología. 
Durante  el  curso  de  1546-47  se  dice  que  no  fué  multado  por 
estar  con  licencia  y  mandado  de  la  Universidad  en  el  Con- 
cilio de  Trento,  y  en  el  libro  de  cuentas  de  1548-49  se  con- 
signa que  se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra  de  Vísperas 
de  Teología  del  Mro.  Soto  el  4  de  Marzo  de  1549.  Por  espa- 
cio de  algún  tiempo  fué  confesor  del  Emperador  Carlos  V, 
según  se  manifiesta  algunas  veces  en  los  libros  de  juramen- 
tos. También  consta  que  á  mediados  del  año  1551  estaba  en 
Salamanca,  pero  hasta  un  acta  de  15  de  Octubre  de  1552  en 


(1)  V.  t.  I,  pág.  552. 

(2)  V.  t.  I,  pág.  731. 


-  401  - 

que  se  indica  que  hallándose  ausente  de  la  ciudad  le  supli- 
caron que  vininiese  á  leer  la  cátedra  de  Prima  de  Teología, 
no  tenemos  documentación  que  acredite  este  extremo.  Por 
entonces  incorporó  su  grado  de  Maestro  en  Artes,  que  ha- 
bía hecho  en  la  Universidad  de  París,  é  incorporado  en  la 
de  Alcalá  en  1522.  Fué  jubilado  en  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  el  29  de  Abril  de  1556.  En  una  cédula  del  Rector, 
de  15  de  Noviembre  de  1560,  se  manda  reunir  el  Claustro  de 
consiliarios  para  declarar  la  vacante  de  la  cátedra  de  Pri- 
ma de  Teología  por  muerte  del  Rvdo.  Maestro  Fr.  Domingo 
de  Soto.  Nicolás  Antonio,  Picatoste,  Catalina  y  otros  se 
ocupan  extensamente  de  la  vida  de  este  ilustre  dominico. 
De  Los  Historiadores  del  Convento  de  San  Esteban,  co- 
piamos á  continuación: 


DEL  MAESTRO  FR.  DOMINGO  DE  SOTO,  CATEDRÁTICO  DE  PRIMA  DI-:  SA- 
LAMANCA, CÓMO  TOMO  EL  HÁBITO  DE  LA  ORDEN",  Y  DE  SUS  MUCHAS 
LETRAS  Y  SINGULAR  ERUDICIÓN. 

Al  Maestro  Fr.  Melchor  Cano,  obispo  de  Canarias,  sucedió  en 
la  cátedra  el  P.  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto,  de  buena  memoria, 
hijo  del  Convento  de  San  Pablo,  de  Burgos,  porque  habiendo  re- 
nunciado el  oficio  del  confesor  del  César  y  el  obispado  de  Segovia 
que  le  ofrecía,  por  la  quietud  y  descanso  de  su  celda  y  afición  á  sus 
libros,  como  vacó  la  cátedra  de  prima,  pidióle  toda  la  Escuela  que 
se  opusiese  á  ella,  porque  se  la  darían.  Y  aunque  no  le  faltaban  más 
que  cuatro  años  para  jubilar,  porque  había  leído  la  de  vísperas  diez 
y  seis,  era  tan  grande  la  opinión  que  todos  tenían  de  su  erudición, 
y  el  amor  entrañable  que  le  habían  cobrado,  que  le  rogaron  con 
grande  porfía  quisiese  ser  catedrático.  Al  fin  condescendió  con  sus 
ruegos,  con  lo  cual  no  hubo  opositor  ni  competidor  que  se  atrevie- 
se á  oponer.  Leyó  la  cátedra  cuatro  años  hasta  el  de  1556,  en  que 
jubiló.  Fué  extraordinario  el  concurso  de  oyentes  y  notable  el 
aprovechamiento  de  toda  la  Escuela.  Después  que  jubiló  se  opuso 
á  la  substitución  el  Presentado  Fr.  Ambrosio  de  Salazar,  hijo  del 
Convento  de  Salamanca,  y  muriendo  éste,  llevó  la  substitución  el 
Maestro  Fr.  Juan  de  la  Peña,  hijo  del  Convento  de  San  Pedro  Már- 
tir, de  Toledo,  que  la  tuvo  hasta  que  murió  el  Maestro  Fr.  Domin- 
go de  Soto. 

Fué  el  Padre  Maestro  natural  de  la  ciudad  de  Segovia,  y  califi- 
cóla como  á  patria  suya,  ilustrándola  ron  sus  obras  heroicas,  por- 
que tuvo  tan  grande  opinión,  crédito  y  autoridad  que  compite  con 

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los  más  ilustres  y  celebrados  doctores  que  estos  reinos  han  produ- 
cido. Tuvo  ingenio  grande  y  capaz  para  cualquier  cosa.  Desde  su 
niñez  fué  siempre  inclinado  á  las  letras.  Por  este  camino  pensó 
valer  en  el  siglo,  y  para  salir  mejor  con  su  pretensión,  se  salió  de  su 
tierra,  y  con  poco  favor  y  ayuda  se  partió  para  la  Universidad  de 
París.  Allí  oyó  con  grande  cuidado  artes  y  teología,  graduóse  de 
maestro  en  artes,  y  de  París  se  vino  luego  á  la  Universidad  de 
Alcalá.  Pretendió  una  beca  de  colegial  mayor  en  el  Colegio  de  San 
Ildefonso,  y  conociendo  los  colegiales  de  aquel  ilustrísimo  Colegio 
su  mucha  virtud  y  grande  habilidad,  se  la  dieron.  Fué  colegial 
mayor  siendo  Rector  el  Maestro  Cruz,  natural  de  Benalcázar,  en 
Extremadura,  que  después  fué  también  fraile  desta  Orden.  Estan- 
do en  el  Colegio  comenzó  á  pretender  cátedras  de  artes  y  teolo- 
gía, é  hizo  oposición  á  una  de  artes,  y  llevóla  con  aplauso  de  la 
Escuela,  que  iba  conociendo  su  caudal  y  excelente  ingenio.  Leía 
esta  cátedra  con  grande  concurso  de  discípulos  y  no  menor  apro- 
vechamiento, y  aspiraba  á  oponerse  á  las  primeras  que  vacasen 
de  teología,  cuando  Dios  Nuestro  Señor  le  tocó  el  corazón  y  le 
inspiró  dejase  las  pretensiones  de  la  Universidad  y  se  retirase  á 
un  monasterio,  donde  con  mayor  quietud  pudiese  asegurar  el  ne- 
gocio de  su  salvación,  que  es  lo  que  más  le  importaba.  Traía  de- 
lante de  los  ojos  este  pensamiento  y  conferíale  muchas  veces  entre 
sí,  sin  acabarse  de  resolver  á  dónde  iría  á  tomar  el  hábito.  Final- 
mente, después  de  algunos  días,  se  determinó  de  ir  al  Monasterio 
de  Monserrate,  de  la  Orden  de  nuestro  Padre  San  Benito,  que 
está  cerca  de  Barcelona,  por  parecerle  puesto  muy  devoto  y  sitio 
muy  acomodado  para  sus  intentos,  por  estar  apartado  del  comer- 
cio humano.  Tomó  su  camino  para  allá,  y  llegando  al  monasterio, 
antes  que  hablase  al  Abad  ni  declarase  sus  santos  y  religiosos  in- 
tentos, quísolos  consultar  con  un  fraile  muy  docto  y  muy  devoto 
y  ejemplar  que  en  aquella  santa  casa  vivía.  Confesóse  con  él  y 
comunicóle  su  conciencia  y  sus  propósitos.  Díjole  la  resolución 
con  que  allí  había  venido.  Procedió  este  Padre  en  el  caso  con  mu- 
cha prudencia,  porque  conociendo  la  capacidad,  habilidad  y  gran- 
de erudición  del  Maestro  Francisco  de  Soto  (que  así  se  llamaba), 
le  aconsejó  y  exhortó  á  que  no  entrase  en  su  Orden,  porque  se  es- 
condería el  rico  caudal  y  talento  que  Dios  le  había  dado,  con  el 
cual  podría  servir  y  aprovechar  en  la  Iglesia,  que  más  á  propósito 
le  sería  para  eso  entrarse  fraile  en  la  de  Predicadores,  cuyo  insti- 
tito  era  enseñar  y  predicar  y  hacer  bien  á  otros,  encaminándoles 
con  su  doctrina  á  su  salvación.  Con  esto  dio  la  vuelta,  resuelto  de 
pedir  el  hábito  en  esta  Orden  de  Santo  Domingo,  donde,  prosi- 
guiendo sus  estudios,  pudiese  ser  de  mucho  provecho  para  sus 
prójimos  y  para  sí.  Llegado  á  Castilla,  tomó  el  hábito  en  el  insig- 


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ne  Convento  de  San  Pablo,  de  Burgos,  seminario  de  varones  doc- 
tos, graves  y  observantes.  Tenía  el  Maestro  treinta  años  cuando 
tomó  el  hábito,  y  mudó  el  nombre  de  Francisco  en  Domingo,  por 
devoción  que  tuvo  con  nuestro  glorioso  Padre  Santo  Domingo, 
cuya  profesión  hacía,  y  cuya  vida  deseaba  imitar.  Algunos  qui- 
sieron decir  que  la  causa  de  haberse  entrado  fraile,  fué  escrúpulo 
de  conciencia,  porque  por  su  consejo  se  había  apartado  un  estu- 
diante, discípulo  suyo  en  Alcalá,  de  ser  religioso. 

Esto  no  se  tiene  por  cierto,  aunque  algunas  veces  lo  refería  el 
Maestro  á  sus  amigos  como  de  tercera  persona,  y  entendían  algu- 
nos que  le  había  acontecido  á  él,  y  si  fué  así,  muy  justificada  que- 
dó la  recompensa  y  satisfacción  que  hizo  á  la  Orden.  Y  no  sólo  sa- 
tisfizo con  su  persona  aventajadamente,  sino  que  por  su  ejemplo  y 
consejo  se  entró  fraile  también  un  compañero  suyo  y  grande  ami- 
go, que  después  fué  maestro  en  teología  y  uno  de  los  Padres  de  más 
valor  y  virtud  que  pasaron  á  las  Indias  á  cuidar  de  las  conversio- 
nes de  los  infieles.  Eran  ambos  colegiales  en  el  Colegio  Mayor  de 
Alcalá,  y  el  Maestro  Cruz,  que  así  se  llamaba  su  amigo,  fué  dos 
veces  rector  del  Colegio.  Pasado  algún  tiempo  después  que  el 
Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto  hizo  profesión,  le  dieron  licencia 
sus  prelados  para  que  fuese  á  Segovia  á  visitar  á  sus  padres.  Lle- 
gó la  nueva  al  Doctor  de  la  Cruz  de  cómo  su  amigo  venía  á  Sego- 
via, para  donde  se  partió  luego  (como  eran  vacaciones)  y  apresu- 
rando el  viaje  y  guiándole  más  la  divina  gracia  que  su  deseo,  lle- 
gó á  la  ciudad  de  Segovia.  Hospedóse  en  el  Convento  Real  de  San- 
ta Cruz  desta  Orden,  y  diéronle  celda  en  la  hospedería,  adonde 
también  la  tenía  el  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto.  Allí  se  vieron  y 
comunicaron  los  dos  buenos  amigos,  recibiéndose  con  ternura  y 
lágrimas,  acordándose  del  tiempo  que  en  el  Colegio  de  Alcalá  ha- 
bían vivido  juntos.  Gastaron  la  mayor  parte  de  la  noche  primera 
en  conversación  espiritual,  dando  larga  cuenta  el  recién  profeso 
de  los  motivos  que  había  tenido  para  tomar  el  hábito.  Habló  á  este 
propósito  de  la  brevedad  de  la  vida,  y  de  lo  mucho  que  importa 
acabarla  bien,  y  de  cuando  en  cuando  daba  gracias  á  Dios  reco- 
nociendo por  singular  merced  de  su  divina  mano  el  haberle  saca- 
do de  las  inquietudes  y  embarazos  del  mundo,  y  puesto  en  el  pa- 
raíso de  la  Religión.  Oía  estas  razones  su  amigo  con  mucha  aten- 
ción, reconociendo  cuan  acertado  andaba  en  hallarse  contento  en 
el  nuevo  estado.  Trataron  de  los  peligros  de  la  vida  seglar,  y  del 
descanso  y  alivio  que  goza  el  verdadero  religioso,  y  de  los  regalos 
con  que  Dios  trata  en  la  soledad  de  los  monasterios  á  los  que  por 
su  respeto  dejaron  padres  y  deudos,  haciendas  y  honra.  Propuso 
el  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto  cómo  todo  lo  que  se  hace  por  Dios 
es  poco,  y  mucho  con  lo  que  Dios  paga,  y  que  conocieron  esto  los 


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que  no  solamente  dejaron  haciendas,  sino  reinos,  por  seguir  la  des- 
nudez y  pobreza  de  Cristo,  que  es  lo  que  escribió  San  Jerónimo  de 
Santa  Paula,  que  los  artesones  de  oro  de  Roma,  de  que  gozó  mu- 
chos años,  los  trocó  por  una  choza  de  lodo,  donde  gozó  mayores 
consuelos.  Y  el  intento  desta  plática  era  reducir  al  huésped  y  per- 
suadirle lo  mucho  qué  importaba  dejar  el  mundo  y  sus  peligros,  y 
acogerse  al  puerto  seguro  déla  Religión.  Quedó  el  Dr.  de  la  Cruz 
tan  preso  de  las  razones  de  su  amigo,  que  el  día  siguiente  por  la 
mañana  se  fué  á  la  celda  del  Prior,  y  le  declaró  sus  deseos,  pidién- 
dole que  le  diese  el  hábito  de  la  Orden.  Cuando  los  religiosos  del 
convento  tuvieron  noticia  de  los  santos  intentos  del  Dr.  de  la  Cruz, 
alegráronse  mucho,  prometiéndose  que  había  de  servir  mucho  á 
Dios  en  la  Orden,  por  ser  sujeto  dotado  de  muchas  virtudes  y  ta- 
lento. Tomó  el  hábito  luego,  y  llamóse  Fr.  Domingo  de  la  Cruz. 
Hizo  profesión,  y  como  varón  apostólico  deseoso  de  ganar  muchas 
almas  para  Dios,  pasó  al  Nuevo  Mundo  donde  fué  provincial  de  la 
Nueva  España  con  grande  acrescentamiento  de  la  observancia  y 
religión.  Fué  oráculo  de  aquellos  reinos,  y  no  se  pudo  acabar  con 
él  que  aceptase  una  de  los  tres  obispados  que  el  emperador  Car- 
los V  le  ofreció. 

Pero  volviendo  á  nuestro  buen  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto, 
procedió  muy  religiosamente  en  el  Convento  de  San  Pablo,  de  Bur- 
gos, guardando  el  rigor  de  la  observancia  de  las  Constituciones  de 
la  Orden  sin  reparar  en  sus  años  ni  estudios;  antes  su  edad  y  le- 
tras le  hacían  más  celoso  de  su  propia  religión.  No  se  descuidaba 
del  estudio  y  de  aprovechar  siempre  en  la  facultad  y  ciencia  que 
había  profesado.  En  uno  y  otro  se  aventajó  tanto,  que  le  nombró  y 
envió  la  Ordenen  el  Capítulo  general  de  Roma  del  año  de  1532  por 
lector  segundo  al  Convento  de  Salamanca  en  compañía  del  Maes- 
tro Fr.  Francisco  de  Vitoria,  y  le  graduó  de  Maestro,  y  el  año 
de  1533  en  el  Capítulo  celebrado  en  el  Convento  de  Toro  le  admitió 
y  aceptó  su  magisterio  esta  provincia,  y  vacando  en  la  Universidad 
de  Salamanca  la  cátedra  de  vísperas  cerca  de  los  años  de  1534,  el 
prior  Fr.  Diego  de  San  Pedro  le  mandó  que  se  opusiese  á  ella.  Lle- 
vóla con  mucha  honra,  y  leyóla  diez  y  seis  años,  menos  el  tiempo 
que  asistió  en  el  Concilio  de  Trento,  que  para  los  años  de  jubilar 
se  contaba  como  si  leyese.  Fué  increíble  el  aprovechamiento  de  la 
Escuela  y  el  concurso  de  los  estudiantes,  acudiendo  todos  á  oirle 
su  lección.  Diez  años  levó  su  cátedra  de  vísperas,  concurriendo  en 
la  de  prima  el  Maestro  Fr.  Francisco  de  Vitoria  y  ambos  adelan- 
taron notablemente  el  crédito  y  nombre  de  la  teología  en  España, 
porque  creció  y  voló  por  toda  Europa  la  fama  de  los  teólogos  de 
Salamanca,  así  de  los  maestros  como  de  los  discípulos,  de  tal  suer- 
te que  en  París,  en  Alemania,  Italia  y  Flandes,  se  hablaba  de  ellos 


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con  veneración  y  estima.  Bien  se  echó  de  ver  por  los  efectos  el  fru- 
to que  en  aquella  edad  se  hizo,  pues  de  los  discípulos  destos  dos 
maestros,  Vitoria  y  Soto,  se  poblaron  las  Universidades  de  maes- 
tros y  catedráticos.  Resplandecía  el  Padre  Maestro  no  sólo  en  le- 
tras y  erudición,  sino  en  gobierno  y  celo  de  la  observancia  en  tan- 
to grado,  que  tres  veces  le  eligieron  por  prior  del  Convento  de  Sa- 
lamanca, la  primera  vez  año  de  1540,  la  secunda  año  de  4.5,  y  sién- 
dolo le  mandó  el  Emperador  fuese  al  Concilio  de  Trento,  y  la  ter- 
cera por  los  años  de  1550,  cuando  el  Emperador  le  elidió  por  su 
confesor.  Todas  tres  veces  recibió  á  la  Orden  y  dio  la  profesión  á 
frailes  de  muchas  prendas  y  de  grandes  esperanzas,  que  salieron 
eminentes  en  virtud,  en  letras,  ó  en  dignidades,  como  fueron  el 
Presentado  Fr.  Ambrosio  de  Salazar,  catedrático  de  substitución 
de  prima  de  Salamanca,  Fr.  Marcos  de  Valladares,  catedrático  de 
prima  de  Toledo,  y  los  Maestros  Fr.  Juan  de  la  Fuente,  Fr.  Juan 
de  I  (rellana,  Fr.  Alonso  de  Rojas,  y  el  santo  Presentado  Fr.  Pedro 
Ibáñez,  y  á  los  obispos  Fr.  Pedro  de  Feria,  obispo  de  Chiapa,  Fray 
Gregorio  de  Montalvo,  obispo  de  Cuzco,  Fr.  Antonio  de  Hervías, 
"H^po  de  la  Vera  Paz.  Muchos  de  los  Religiosos  á  quienes  dio  el 
hábito  tuvieron  espíritu  de  ir  á  predicar  el  Evangelio  á  los  genti- 
les del  Nuevo  Mundo,  y  fueron  varones  verdaderamente  apostóli- 
cos, con  los  cuales  después  de  alistados  y  determinados  de  poner- 
se en  camino,  usaba  el  santo  Maestro  una  ceremonia  y  loable  cos- 
tumbre, de  grande  edificación,  al  despedirlos  y  darles  la  bendi- 
ción.  Continuaron  y  prosiguieron  esta  ceremonia  otros  priores,  y 
aun  deste  Convento  la  llevaron  y  introdujeron  en  la  provincia  de 
la  nueva  España,  cuando  enviaban  religiosos  á  predicar  á  algunas 
naciones  y  provincias  apartadas,  como  en  el  primer  libro  en  la 
vida  del  santo  obispo  Fr.  Pedro  de  Feria  se  ha  dicho. 

Decía  el  Padre  Prior  y  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto  una  misa 
del  Espíritu  Santo,  y  en  ella  comulgaba  á  los  que  habían  de  cami- 
nar, y  luego  les  echaba  la  bendición.  Después  salía  todo  el  Con- 
venio á  despedirlos  con  mucho  sentimiento  y  lágrimas  hasta  que 
salían  por  la  portería.  Acudía  siendo  prior  con  grandísima  cari- 
dad á  las  necesidades  de  los  religiosos,  y  en  especial  de  los  enfer- 
mos. Visitábalos  muy  frecuentemente  á  todas  horas,  y  en  razón 
de  que  se  curasen  bien,  no  reparaba  en  que  se  gastase  mucho  en 
la  enfermería.  Parecíale  que  aunque  las  ceremonias  de  la  Religión 
son  muy  buenas  y  santas,  y  es  necesario  que  los  prelados  cuiden 
mucho  de  su  observancia,  principalmente  se  ha  de  poner  la  proa 
en  que  la  caridad  nunca  falte.  Siendo  prior  la  segunda  vez,  año 
ele  1544,  antes  de  la  Pascua  de  Navidad,  dio  el  hábito  al  1'.  Fr.  Die- 
go fiménez,  religioso  de  gran  virtud  y  de  muchas  prendas  y  capa- 
cidad, por  lo  cual  le  trajo  siempre  por  compañero  suyo  el  Maestro 


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Fr.  Bartolomé  Carranza  siendo  provincial,  y  después  que  fué  ar- 
zobispo de  Toledo  le  tuvo  consigo  para  gobierno  del  arzobispado. 
Fué  negocio  milagroso  el  tomar  el  hábito  este  Padre.  Era  rector 
del  Colegio  de  Cuenca,  uno  de  los  cuatro  Mayores  de  1a  Universi- 
dad de  Salamanca,  hombre  muy  docto  y  tan  cercano  á  ser  proveí- 
do en  una  plaza  de  oidor,  que  cada  día  esperaba  esta  merced  v  la 
cédula  de  Su  Maiestad.  Y  aun  dicen  que  luego  que  tomó  el  hábito, 
antes  que  se  pudiese  saber  en  la  Corte  aue  le  tenía,  llesró  su  nom- 
bramiento v  cédula  desta  plaza.  Había  á  la  sazón  en  el  Convento 
de  San  Esteban  de  Salamanca  un  Padre  anciano  muv  gran  siervo 
de  Dios,  ouvo  nombre  no  se  acuerdan  los  que  escriben  el  caso.  Es- 
tando este  Padre  muv  enfermo  v  cercano  á  la  muerte,  envió  un  re- 
cado al  licenciado  Jiménez,  rector  del  Colegio  Mavor  de  Cuenca, 
que  en  todo  caso  se  llegase  al  Convento  de  San  Esteban,  que  le 
quería  hablar  un  poco,  que  á  él  1e  estaba  bien  v  le  convenía  mu- 
cho. Vino  luego  con  otro  colegial,  v  entrando  en  su  celda  en  la  en- 
fermería, 1e  diio:  Señor,  vo  no  os  conozco  ni  os  he  visto  en  mi  vi- 
da (como  era  verdad)  pero  Dios  me  ha  mandado  os  advierta  que 
habéis  de  ser  fraile  de  Santo  Domingo,  v  en  esta  casa,  y  así  os  lo 
digo.  Este  recado  se  le  hizo  a1  Rector  muv  nuevo  v  extraordina- 
rio, porque  no  había  cosa  más  leios  de  su  pensamiento  v  deseos 
que  ser  fraile,  estando  como  estaba  metido  en  el  g-olfo  de  sus  pre- 
tensiones. Con  todo  eso  respondió  con  mucha  cortesía  y  comedi- 
miento que  si  era  negocio  de  Dios,  que  él  no  podía  rehusarlo,  pe- 
ro que  por  entonces  no  tenía  esa  determinación.  Y  aunque  esto  lo 
decía  con  buenas  razones  y  urbanidad,  era  como  riéndose  del  frai- 
le. Pero  volvió  segunda  vez  á  decirle:  Ea,  señor,  Dios  me  ha  man- 
dado que  le  advierta  esto,  y  de  su  parte  se  lo  digo.  Vaya  con  Dios 
y  haga  lo  que  quisiere,  que  yo  he  cumplido  con  lo  que  se  me  man- 
dó. Salióse  el  colegial  de  la  celda  del  enfermo,  y  llegando  al  com- 
pañero le  dijo  lo  que  había  pasado,  y  ambos  se  rieron  y  burlaron 
del  fraile.  Fuese  á  su  Colegio,  y  desde  que  entró,  comenzó  á  sentir 
en  su  corazón  un  desasosiego  y  inquietud  tan  extraordinaria,  que 
no  sosegaba  ni  podía  olvidar  ni  echar  de  sí  lo  que  el  religioso  le  ha- 
bía dicho.  Cada  día  parecía  que  le  crecía  el  desasosiego  y  congoja, 
sin  que  le  dejase  reposar  un  punto,  hasta  que  después  de  mes  y 
medio  que  había  batallado  consigo  mismo,  entrando  en  su  aposen- 
to muy  afligido,  se  arrodilló  á  una  imagen  de  Cristo  diciendo:  Ea, 
Señor,  yo  seré  fraile.  Digo  que  yo  lo  seré,  que  yo  os  lo  prometo.  Y 
desde  aquel  punto  se  sosegó  de  su  inquietud,  y  se  trocó  todo  en  un 
alivio  y  serenidad  del  cielo,  con  la  cual  estuvo  los  días  que  se  de- 
tuvo en  tomar  el  hábito,  el  cual  se  lo  dio  el  Maestro  Fr.  Domingo 
de  Soto,  de  buena  memoria,  y  por  ser  cosa  notable  se  refiere  en 
este  lugar. 


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COMO  EL  MAESTRO  FR.  DOMINGO  DE  SOTO  FUÉ  AL  COXCILIO  DE  TREX- 
TO,  Y  FUÉ  CONFESOR  DEL  EMPERADOR  CARLOS  Y.  DE  SUS  ESCRIPTOS 
Y  DICHOSA  MUERTE,  Y  DE  ALGUNOS  CATEDRÁTICOS  DE  TEOLOGÍA  EX 
SU  TIEMPO. 

Era  tan  célebre  la  fama,  y  tan  glorioso  el  nombre  que  tenía  no 
sólo  en  la  UnÍYersidad  sino  en  todos  estos  reinos  y  en  los  extra- 
ños, que  el  emperador  Carlos  V,  le  envió  al  Concilio  Tridentino, 
que  entonces  se  celebraba.  Asistió  á  él  dando  grandes  muestras 
de  su  mucha  erudición,  letras  y  virtud,  y  tuvo  allí  el  lugar  del  Ge- 
neral desta  Orden  en  ausencia  del  que  lo  era,  Fr.  Alberto  de  las 
Casas,  que  era  muerto,  y  también  en  ausencia  de  Fr.  Francisco 
Romeo  Castelionense.  Es  muy  calificado  en  los  concilios  y  tiene  el 
primer  Yoto  de  las  Ordenes  mendicantes.  Por  este  mismo  tiempo, 
que  fué  año  de  1546,  fué  definidor  por  la  provincia  de  España  del 
Capítulo  general  que  celebró  la  Orden  en  Roma,  adonde  eligieron 
por  general  al  sobredicho  Maestro  Fr.  Francisco  Romeo.  En  el  Con- 
cilio predicó  el  primer  sermón  que  en  él  se  predicó,  primer  Domingo 
de  Adviento  del  año  de  1545.  O  con  ocasión  de  lo  que  se  había  tra- 
tado coneiliarmente  en  la  sesión  yi,  del  Concilio,  escribió  los  libros 
De  Xa  tura  et  Gratia ,  llenos  de  tanta  erudición  como  se  sabe.  Dedi- 
cólos al  mismo  Concilio,  y  fueron  recibidos,  estimados  y  mirados 
con  particular  reverencia  y  respeto  de  los  hombres  doctos  que  allí 
asistían.  En  la  misma  ocasión  escribió  la  Apología  contra  Ambro- 
sio Catcrino.  Redujo  á  muchos  herejes  de  los  que  acudían  á  Tren- 
to  á  nuestra  santa  y  católica  religión  con  sus  disputas  y  sermones. 
Mandáronle  los  legados  que  en  compañía  de  un  hombre  doctísimo 
que  señaló  el  Concilio,  ordenase  y  pusiese  en  estilo  propio  y  fácil 
las  sentencias  y  determinaciones  de  dicho  Concilio,  el  cual,  cono- 
ciendo y  viendo  su  grande  erudición,  sus  infatigables  y  continuos 
trabajos  en  servicio  de  la  Iglesia,  confutando  los  errores  y  here- 
jías de  aquellos  tiempos  y  triunfando  de  los  herejes,  le  honró  mu- 
cho, y  le  dio  por  armas  y  blasón  unas  llamas  de  fuego,  asidas  con 
dos  mano?  y  unas  letras  que  las  ceñía  con  estas  palabras:  Fides 
quce  per  charitatem  operatur.  Así  en  la  escalera  que  labró  en  el 
Convento  de  Salamanca,  y  en  otras  fábricas  suyas  y  en  el  princi- 
pio de  algunos  de  sus  libros,  andan  puestas.  Como  su  talento,  le- 
tras y  virtud  eran  conocidos  en  todas  partes,  mandóle  el  empera- 
dor que  se  fuese  á  la  Corte  á  ser  su  confesor,  y  aunque  con  algún 
desconsuelo  suyo  hubo  de  obedecer,  y  dejando  la  cátedra  de  vís- 
peras, fué  á  hacer  oficio  de  confesor  del  César.  Administró  este 
oficio  por  algún  tiempo,  pero  experimentando  cuan  pesada  y  gra- 


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vísima  era  la  carga,  y  incomportable,  por  1a  grande  variedad  de 
negocios  intrincados,  y  grande  la  inquietud,  y  intolerable,  y  por 
otra  parte  el  ministerio  lleno  de  peligros,  se  resolvió  en  dejar 
esta  plaza  y  cuidar  de  la  seguridad  y  quietud  de  su  conciencia. 
Díjoselo  al  Emperador,  que  lo  sintió  mucho,  y  porfió  con  él  perse- 
verase en  su  oficio;  pero  viendo  el  desconsuelo  del  Maestro  y  la 
instancia  que  le  hacía,  le  hubo  de  dar  la  licencia  que  pedía.  Con 
esto  se  volvió  al  Convento  de  Salamanca  á  proseguir  sus  ejerci- 
cios de  letras.  En  esta  ocasión  le  ofreció  el  Emperador  el  Obispa- 
do de  Segovia,  su  patria,  y  aunque  el  Maestro  estimó  en  mucho  la 
merced  que  le  hacía,  pero  por  la  misma  razón  que  se  excusaba  del 
oficio  de  confesor,  se  exoneró  también  del  obispado.  Así  su  Majes- 
tad le  proveyó  entonces  en  la  persona  que  el  Padre  Maestro  le 
nombró.  Cuando  volvió  á  Salamanca,  vacó  la  cátedra  de  prima  de 
teología  por  promoción  del  Maestro  Fr.  Melchor  Cano  al  obispado 
de  Canarias,  y  la  Universidad  se  la  ofreció,  contentándose  con 
que  leyese  en  ella  solo  cuatro  años  que  le  faltaban  para  jubilar,  y 
que  leyese  una  hora  no  más,  siendo  la  obligación  hora  y  media;  y 
dicen  que  se  le  dio  á  escoger  hora  de  diez  á  once,  siendo  la  de  pri- 
ma de  siete  y  media  á  nueve.  Así  lo  hizo  con  extraordinario  fruto 
de  la  Escuela.  El  ser  jubilado  no  fué  parte  para  que  aflojase  un 
punto  en  el  rigor  de  sus  estudios,  ni  cesase  de  escribir  y  trabajar 
con  sus  escriptos  y  impresiones  al  servicio  de  la  Iglesia. 

En  su  mocedad,  luego  que  llevó  la  cátedra  de  vísperas,  escri- 
bió v  s;>có  á  luz  los  libros  de  Súmulas  y  Lógica;  después  que  vinjp 
del  Concilio  los  de  Filosofía.  Luego  los  diez  libros  de  Justitia  et 
Jure,  y  c'os  tomos  sobre  el  Citarlo  de  las  Sentencias,  con  otros  tra- 
tados de  teología.  Los  libros  de  Natura  et  Gratia.  El  libro  de  Ra- 
llón, ■  fegendi  et  detegendi  secretum.  Otro  intitulado  Deliberatio  in 
c/usa  pauperum.  Otro  de  Juramento  et  Perjurio.  Una  Apología 
contra  Fr.  Ambrosio  Caterino.  V  era  tan  grande  su  caridad  y  tan- 
ta su  virtud  y  celo  de  aprovechar  á  todos,  que  también  escribió  y 
imprimió  un  libro  de  la  Doctrina  Cristiana  en  lengua  española, 
donde  pene  y  declara  las  dudas  que  se  pueden  ofrecer.  En  él  ex- 
plica e'<  M-antemente  y  con  mucha  propiedad  cosas  de  mucha  im- 
portancia. Deste  libro  se  han  aprovechado  después,  los  que  del 
mismo  argumento  han  escrito.  Escribió  también  sobre  la  epístola 
de  San  Pablo  á  los  Romanos  contra  los  herejes  de  nuestros  tiem- 
pos. Sobre  el  Evangelio  de  San  Mateo  tenía  trabajadas  unas  ano- 
taciones y  escolios  dignos  de  su  grande  erudición,  los  cuales  no 
quiso  que  saliesen  á  luz,  porque  cuando  murió  aún  no  los  tenía 
acabados  de  poner  en  perfección.  Tuvo  tan  grande  nombre  así  en 
el  reino  como  fuera  de  él,  que  apenas  había  negocio  de  importan- 
cia que  no  se  le  consultase.  Cometíanle  negocios  gravísimos  para 


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que  los  acabase  y  concluyese,  y  así  el  rey  Felipe  II,  al  principio 
de  su  gobierno,  le  envió  á  la  ciudad  de  Toledo  á  componer  ciertas 
diferencias  con  el  Cardenal  D.  Juan  Martínez  Siliccio,  arzobispo 
de  aquella  ciudad,  sobre  cosas  tocantes  al  subsidio.  Entre  Fr.  Bar- 
tolomé de  las  Casas,  obispo  de  Chiapa,  fraile  desta  Orden,  y  el 
doctor  Ginés  de  Sepúlveda,  coronista  del  Emperador,  hubo  gran- 
des diferencias  en  cosas  tocantes  al  tratamiento,  haciendas  y  liber- 
tad de  los  indios.  El  uno  y  el  otro  dio  memoriales  de  sus  razones  al 
emperador  Carlos  Y,  y  su  Majestad  mandó  que  ambos  diesen  sus 
papeles  al  Padre  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto  para  que  resolvie- 
se lo  que  se  había  de  hacer.  Era  tan  grande  el  crédito  que  el  Cé- 
sar tenía  de  la  sabiduría,  letras  y  virtud  del  Padre  Maestro,  que 
gustaba  siempre  de  consultarle  y  seguir  su  parecer.  Esto  se  echó 
más  de  ver,  cuando  su  Majestad  vino  la  última  vez  de  Alemania, 
y  se  retiró  dos  años  antes  que  muriese  en  la  Vera  dePlasencia, 
en  el  convento  de  la  Orden  de  San  Jerónimo  de  Yuste,  porque  des- 
de allí  le  envió  á  llamar  á  Salamanca  para  consultar  con  él  ciertas 
cosas  muv  graves  tocantes  á  su  real  conciencia.  Yino  el  Padre 
Maestro,  y  el  Emperador  ordenó  que  se  ejecutase  y  cumpliese 
todo  lo  que  había  resuelto  que  se  debía  hacer.  Como  sus  libros  y 
escritos  son  de  tanta  erudición,  fué  maravillosa  la  aceptación  con 
que  en  toda  Europa  se  recibieron,  v  así  ganó  mucha  cantidad  de 
dineros  de  las  impresiones,  y  todos  los  gastó  en  beneficio  del  con- 
vento de  Salamanca.  Hizo  en  él  una  artificiosa,  fuerte  y  galana 
escalera,  obra  costosísima  y  de  muchas  labores,  que  baja  del  so- 
breclaustro  á  la  sacristía  y  claustro,  con  una  muy  hermosa  porta- 
da, que  en  todo  tiempo  no  se  hiciera  todo  ello  con  ocho  mil  dina 
dos.  Demás  desto  levantó  y  hizo  la  plaza  delante  de  la  iglesia  y  de 
la  portería  del  convento,  y  la  puente  por  donde  se  entra  en  ella, 
obra  muy  fuerte  y  de  mucha  costa,  que  le  costó  muchos  millares 
de-  reales,  porque  igualó  la  calle  que  baja  de  Escuelas  y  de  la  igle- 
sia mayor  ron  el  sitio  de  nuestra  iglesia  y  convento,  levantándolo 
todo  de  obra  de  sillería,  de  grande  importancia  y  utilidad  así  para 
el  convento  como  para  la  ciudad  de  Salamanca.  Cansado  y  fatiga- 
do de  sus  continuos  estudios,  le  vino  una  grave  y  recia  enferme- 
dad el  año  de  1560,  la  cual  sufrió  con  grandísima  igualdad  y  pa- 
ciencia. Yiendo  el  peligro  de  ella,  se  dispuso  para  la  última  jorna- 
da, pidiendo  que  le  diesen  los  Sacramentos  de  la  [glesia.  Recibió- 
los con  singular  devoción  y  con  una  fe  muy  firme  v  abrasada  en 
amor  de  Dios.  Y  cuando  el  Prior,  trayéndole  el  Santísimo  Sacra- 
mento, le  preguntó:  -;Cree  que  éste  es  el  cuerpo  de  nuestro  Señor 
y  Redentor  Jesucristo?  Respondió  el  Padre  Maestro:  Credo  verissi- 
me.  A  lo  que  se  pudo  entender  dio  su  alma  al  Señor  que  la  había 
criado  y  redimido.  El  Maestro  Fr.  Domingo  Báñez,  en  su  Secunda 


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Secundae,  columna  82,  refiere  que  se  halló  presente  á  su  dichoso 
tránsito,  y  que  vio  en  él  señales  muy  grandes  de  predestinación. 
Pasó  desia  vida  á  la  eterna  á  15  de  Noviembre  de  1560,  á  los  se- 
senta y  tres  de  su  edad.  A  su  entierro  y  exequias  acudió  toda  la 
Universidad,  colegios,  ciudad  y  Catedral,  llevándole  á  la  sepultu- 
ra sobre  sus  hombros  (como  es  estilo)  los  catedráticos  de  prima  de 
las  otras  facultades.  El  licenciado  Gil  González  de  Avila,  racione- 
ro de  la  iglesia  de  Salamanca,  de  quien  esta  historia  ha  hecho 
mención  alegándole  en  muchas  partes  como  á  varón  erudito,  cu- 
rioso y  diligente,  hizo  un  elogio  muy  elegante  digno  de  su  ingenio, 
tratando  del  Padre  Maestro  que  es  como  se  sigue: 

Frater  Dominicas  Sotus,ex  Prcedicatorum  familia ,  doctíssimus 
et  consutnmatissimus  magister,  a  Carolo  Augusto  pro  sacris  con- 
fessionibus  electus,  ab  Academia  Salmanticensi  publica  prece  ad- 
cituss  quam  liberter  adiit ,  ut  cam  san  excelsa  doctrina  muniret  et 
illustraret.  Sacro  Concilio  Tridentino  interfuit,  in  quo  fieles  contra 
Lutheranos  et  al  ios  nostri  sceculi  nebulones,  ipso  pnreipue  juran- 
te,  aceta  mata  est.  Multos  haereticos,  erroribus  ábdicatis,  ad  verita- 
tis  lucem  sita  proedicatioue  adduxit.  Multos  libros  pro  religione, 
quam  a rdenter  contra  impíos  novatores  defenderá l ,  edidit.  Epis- 
copal u  m  Segovieusem ,  quamvis  a  Carolo  V  delatum,  recussavit. 
Ohiit  doctrina  clarus,  pietate  clarior,  vita  et  moribus  clarissimus. 

Que  en  romance  dice: 

Fr.  Domingo  de  Soto,  de  la  familia  de  los  Predicadores,  maes- 
tro muy  docto  y  muy  consumado,  escogido  por  Carlos  emperador 
para  su  confesor,  llamado  con  ruegos  públicos  por  la  Universidad 
de  .Salamanca,  vino  con  gusto  para  fortalecerla  y  ilustrarla  con  su 
alta  doctrina.  Hallóse  en  el  sagrado  Concilio  de  Trento,  en  el  cual 
con  su  principal  ayuda  fué  aclamada  la  fe  contra  los  luteranos  y 
otros  burladores  de  nuestro  siglo.  Con  sus  sermones  trajo  muchos 
herejes,  dejados  sus  errores,  á  la  luz  de  la  verdad.  Sacó  á  luz  mu- 
chos libros  por  la  religión  que  valerosamente  había  defendido  con- 
tra los  malvados  noveleros.  No  quiso  el  obispado  de  Segovia,  que 
Cailos  V  le  había  ofrecido.  Murió  ilustre  en  doctrina,  más  ilustre 
en  virtud,  y  en  vida  y  costumbres  ilustrísimo. 

Cuando  el  Padre  Maestro  jubiló,  año  de  1556,  se  opuso  á  la 
substitución  de  su  cátedra  de  prima  el  Presentado  Fr.  Ambrosio 
de  Salazar,  hijo  del  Convento  de  San  Esteban  de  Salamanca,  na- 
tural del  obispado  de  Calahorra,  de  un  lugar  llamado  Bonadilla  en 
la  Rioja,  á  quien  el  P.  Maestro  Fr.  Domingo  de  Soto  había  dado  el 
hábito  y  profesión  la  primera  vez  que  fué  prior,  año  de  1542,  á  S 
de  Abril.  De  quince  años  de  hábito  y  de  treinta  y  dos  de  edad,  lle- 
vó la  cátedra  de  prima  de  substitución,  pero  dio  tan  grandes  mues- 
tras de  excelencia  de  ingenio,  y  hizo  actos  tan  lucidos,  que  á  to- 


-  411  - 

dos  causaba  admiración  ver  en  tan  pocos  años  tan  grandes  pren- 
das de  erudición.  Y  no  sólo  tenía  gracia  y  ostentación  en  leer,  si- 
no que  también  era  eminente  predicador.  Siemlo  colegial  de  San 
Gregorio  de  Valladolid,  que  lo  fué  nombrado  y  electo  por  su  Con- 
vento de  Salamanca,  recién  ordenado  de  sacerdote  arrastraba  tras 
sí  todo  el  pueblo,  adonde  hizo  maravillosas  reformaciones,  porque 
juntamente  con  suspender  y  enseñar  con  sus  sermones,  tenía  mu- 
cho espíritu,  con  que  hizo  muy  grande  fruto,  y  redujo  á  bien  vivir 
de  vida  concertada  y  virtuosa  á  muchas  almas  muy  distraídas  y 
perdidas.  Leyó  la  cátedra  de  prima  sólo  cuatro  años  con  el  aplau- 
so, aceptación  y  aprovechamiento  de  la  Escuela  que  se  podía  de- 
sear. Murió  en  agraz,  como  dicen,  dentro  délos  cuatro  años,  á  los 
treinta  y  seis  de  su  edad,  dejando  á  toda  la  Universidad  y  á  esta 
provincia  muy  lastimada  de  su  tan  temprana  muerte.  Murió  con 
grande  conocimiento  de  que  se  moría,  y  muy  devota  y  religiosa- 
mente, como  de  sus  virtudes  y  vida  se  esperaba. 

Sucedióle  en  la  cátedra  de  prima  de  substitución  el  Maestro 
Fr.  Juan  de  la  Peña,  regente  que  á  la  sazón  era  del  Colegio  de  San 
Gregorio  de  Valladolid.  Tenía  la  cátedra  de  vísperas  por  este 
tiempo  el  Maestro  Fr.  Pedro  de  Sotomayor,  la  cual  leyó  desde  el 
año  de  1551  hasta  que  llevó  la  de  prima,  como  luego  se  dirá.  La 
cátedra  de  Escoto  tenía  por  este  tiempo  el  Maestro  Lope  de  Ba- 
rrio, colegial  del  Colegio  Mayor  de  San  Bartolomé. 


Sotomayor  (Fr.  Pedro  de). 

En  1551  fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Teo- 
logía. No  hemos  leído  la  provisión,  pero  hizo  el  juramento 
de  1.°  de  Mayo  de  aquel  año;  y  en  la  asignación  de  lecturas 
de  17  de  Junio,  figura  como  catedrático  de  Vísperas  de 
Teología  (1).  El  23  de  Octubre  también  de  1551,  fué  ratifi- 
cada por  el  Claustro  la  incorporación  del  grado  de  Maes- 
tro, que  antes  había  hecho  ante  el  Cancelario.  Desempe- 
ñó la  cátedra  de  Vísperas,  hasta  que  el  16  de  Diciembre 
de  1560  fué  nombrado  por  el  Claustro,  por  ser  único  oposi- 
tor, catedrático  de  Prima.  Fué  enterrado  el  Mro.  Sotomayor 
en  el  convento  de  Santo  Domingo,  el  22  de  Octubre  de  1564. 
Nicolás  Antonio  y  las  Historias  del  convento  de  San  Este- 
ban dan  algunos  otros  detalles  que  omitimos. 


(1)     También  figura  como  catedrático  en  el  t.  I,  pág.  423. 


-  412 


Tisón  (Alonso). 

* 

Maestro  en  Artes.  Figura  en  el  juramento  de  1.°  de  Ma- 
yo de  1593:  era  ya  catedrático  de  Prima  de  Gramática.  En 
28  de  Julio  de  1598  se  acordó  darle  un  coadjutor  para  que 
leyese  la  cátedra  por  estar  ciego  y  no  poder  leerla,  y  el  3 
de  Agosto  siguiente  se  nombró  para  ese  cargo  al  Br.  Gar- 
cía del  Castillo.  Murió  en  1513:  no  sabemos  la  fecha  con 
exactitud. 

Torre  (Hernando  de  la). 

Figura  desde  1529-34  como  catedrático  de  una  de  las  re- 
gencias de  Gramática.  En  31  de  Octubre  de  1533  fué  nom- 
brado catedrático  de  Plima  en  Gramática,  pero  el  Comen- 
dador Hernán-Núñez  apeló  de  esta  elección.  El  5  y  el  15  de 
Noviembre  de  1534  hizo  los  juramentos  para  recibir  los  gra- 
dos de  Licenciado  y  Maestro  en  Artes.  Desempeñó  la  cáte- 
dra hasta  su  muerte.  No  sabemos  cuándo  tuvo  lugar,  pero 
el  acta  8  de  Agosto  de  1559  dice  que  dejó  de  firmar  una  de 
ellas  por  el  defecto  de  la  vista:  era  ciego.  Algunas  veces  se 
le  llama  el  Maestro  ciego..  Un  hermano  suyo,  Diego,  enseñó 
Gramática  y  era  ciego  también,  mas  éste  vivió  bastante 
tiempo  después  que  él. 

Torres  (Bartolomé). 

Fué  colegial  de  Oviedo.  La  Historia  del  Colegio  de  San 
Bartolomé  y  Nicolás  Antonio  dan  bastantes  noticias  sobre 
su  vida  y  obras.  Nosotros  podemos  añadir  que  desde  1542 
á  1543  fué  catedi'ático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes, 
y  de  1543  á  1547  desempeñó  la  cátedra  de  Escoto.  Después 
de  esa  fecha  no  hemos  encontrado  datos  sobre  él. 

Torres  (Fr.  Gaspar  de). 

Mercenario.  En  los  libros  de  cuentas  de  1542-43  figura 
como  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes.  Des- 
empeñó esta  cátedra  hasta  el  23  de  Octubre  de  1548,  en  que 


-  413  - 

fué  nombrado  catedrático  de  Físicos.  Dejó  la  de  Físicos 
el  17  de  Junio  de  1549  para  pasar  á  la  cátedra  de  Lógica 
magna.  Poco  después  hizo  el  juramento  á  fin  de  recibir  el 
grado  de  Maestro  en  Teología  el  22  de  Septiembre  de  1549. 
Estando  ya  jubilado  se  le  dio  el  título  de  Obispo  de  Medau- 
ro  y  visitador  general  del  arzobispado  de  Sevilla.  El  30  de 
Enero  de  1584  se  anunció  la  vacatura  de  la  cátedra,  por 
haber  muerto  días  antes  en  Sevilla  el  Padre  Maestro.  Nico- 
lás Antonio  añade  algunos  extremos,  referentes  á  su  vicia 
y  á  sus  obras. 

Tricio  (Fernando). 

Dorado  hace  la  biografía  de  él,  y  dice  que  fué  catedrá- 
tico en  esta  Universidad.  Era  colegial  de  Oviedo  y  estuvo 
un  año  siendo  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Ar- 
tes. Asistió  al  Concilio  de  Trento  y  murió  en  Salamanca, 
ocupando  el  obispado  de  ella  el  año  1578. 

Valdivielso  (Fr.  Alonso  de). 

Los  datos  más  antiguos  son  del  año  1503;  en  ese  tiempo 
era  catedrático  de  Filosofía  moral.  Desempeñó  la  cátedra 
hasta  su  muerte  el  1  de  Julio  de  1519. 

Vaseo  (Juan). 

Figura  como  regente  de  Gramática  con  7.500  marave- 
dís en  los  cursos  1536-37  y  1537-38.  No  vuelve  á  hablarse  de 
él  hasta  el  Claustro  de  12  de  Julio  de  1550,  en  que  se  acuer- 
da, con  la  contradicción  del  Comendador  griego,  que  el 
Maestrescuela  escriba  al  Mro.  Vaseo  ofreciéndole  40.000 
maravedís  por  la  lectura  de  un  partido  de  Gramática.  El  13 
de  Octubre  asistía  el  Maestro  en  Salamanca  á  una  junta 
en  que  se  dispuso  lo  que  había  de  leer.  Hacia  1522  dejó  el 
partido  de  los  40.030  maravedís,  por  haber  sido  nombrado 
catedrático  de  Prima  de  Gramática;  desempeñando  la  cá- 
tedra hizo  el  25  de  Octubre  y  20  de  Noviembre  los  juramen- 
tos para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro.  Ocupó 
la  cátedra  de  Prima  hasta  su  muerte.  En  el  curso  de  1561-62, 


-  414  - 

ganó  tres  lecciones  y  la  cátedra  se  anunció  como  vacante 
el  24  de  Octubre  de  1561.  Algunos  autores  le  llaman  Juan 
Vasco,  y  la  generalidad  le  supone  fallecido  hacia  1550.  Ga- 
llardo, Dorado,  Nicolás  Antonio  y  otros  muchos  dan  noti- 
cias respecto  á  su  vida  y  sus  obras,  que  nosotros  omitimos. 
A  su  cátedra  asistían  muchos  oyentes. 

Vázquez  (Agustín). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  los  juramentos  para  reci- 
bir los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Medicina  el  23  de 
Julio  de  1563  y  el  2  de  Mayo  de  1568.  Era  ya  por  entonces 
catedrático,  pues  tuvo  la  cátedra  de  Anatomía  de  1562 
á  1567;  pasó  luego  á  la  de  Artícela,  que  desempeñó  has- 
ta 1575,  y,  finalmente,  por  permuta  con  el  Dr.  Soria,  volvió 
á  la  cátedra  de  Anatomía,  que  ocupó  hasta  1596.  Gallardo, 
Morejóny  otros  dan  cuenta  de  las  obras  que  escribió. 

Vázquez  de  Oropeza  (Bernardino). 

Maestro  en  Teología.  Hacia  1518  fué  nombrado  catedrá- 
tico de  Santo  Tomás.  Dejó  esta  cátedra  el  22  de  Marzo 
de  1522  para  ocupar  la  de  Teología  nominal.  Luego  pasó  á 
la  cátedra  de  Biblia,  y  esta  clase  debía  desempeñar  cuando 
le  fué  dada  licencia  para  ir  á  Valladolid  al  examen  de  las 
obras  de  Erasmo.  El  16  de  Enero  de  1529  fué  elegido  el  doc- 
tor Ortiz  catedrático  de  Biblia,  lo  cual  prueba  que  desde 
fines  del  año  anterior  era  el  Mro.  Oropesa  catedrático  de 
Vísperas  de  Teología.  Por  muerte  del  Maestro  se  declaró 
anunciada  la  cátedra  de  Vísperas  de  Teología  el  19  de  Oc- 
tubre de  1532. 

Vela  (Cristóbal  de). 

Natural  de  Avila.  El  26  de  Abril  de  1558  hizo  el  juramen- 
to para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Teología:  aquel 
mismo  año  fué  nombrado  catedrático  de  Escoto  y  desempe- 
ñó la  cátedra  hasta  1560.  Volvió  á  encargarse  de  nuevo  de 
la  cátedra  de  Escoto  y  la  ocupó  desde  1565  hasta  1573.  Pasó 


-415- 

después  al  Obispado  de  Canarias  y  luego  al  Arzobispado 
de  Burgos.  Adquirió  renombre  como  teólogo  y  como  pole- 
mista. 

Velasco  (Martín). 

Desde  1535  á  1537  desempeñó  una  de  las  cursatorias  de 
Código.  El  20  de  Marzo  de  1537  es  nombrado  catedrático  de 
Vísperas  de  Leyes:  fué  catedrático  poco  tiempo:  en  Agosto 
de  1538  ya  tenía  sucesor.  No  sabemos  cuál  fué  la  causa  que 
produjo  la  vacante. 

Vera  (Diego  de). 

Hizo  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licencia- 
do y  Doctor  en  Cánones  el  13  de  Febrero  de  1548  y  el  25  de 
Octubre  de  1550.  Villar  y  Macías  dice  que  era  de  Salaman- 
ca. Figura  desde  1554  á  58  como  catedrático  de  una  de  las 
cursatorias  de  Cánones.  Debió  ser  sustituto  un  poco  de 
tiempo  y  el  19  de  Enero  de  1560  fué  nombrado  de  nuevo. 
Desempeñó  la  cátedra  hasta  que  el  19  de  Febrero  de  1563 
fué  elegido  catedrático  de  Decreto. 

Dejó  esta  cátedra  el  29  de  Noviembre  de  1580  para  ocu- 
par la  de  Prima  de  Cánones.  En  1578  fué  designado  junta- 
mente con  Fr.  Luis  de  León,  y  otros  tres  señores,  comisa- 
rio en  lo  de  la  reforma  del  Calendario,  remitida  á  informe 
de  la  Universidad.  En  1582  se  le  llama  Doctor  y  Canónigo: 
fué  canónigo  doctoral  de  la  iglesia  de  Salamanca.  Le  jubi- 
laron en  el  curso  de  1583-84.  Su  cátedra  se  anunció  el  13  de 
Marzo  de  1598  por  muerte  del  Dr.  Vera. 

Vicente  (Martín). 

Según  resulta  del  acta  de  incorporación  de  su  grado  de 
Maestro  en  Artes  le  había  conseguido  en  la  Universidad  de 
Zaragoza  el  20  de  Septiembre  de  1541.  Poco  después  debió 
venir  á  Salamanca,  pues  en  los  libros  de  cuentas  de  1542-43, 
figura  como  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes. 

Desempeñó  esta  cátedra  hasta  que  en  1547  fué  nombra- 
do catedrático  de  Físicos.  En  26  de  Enero  de  1551  fué  en- 
cargado de  la  media  multa  de  la  cátedra  de  Biblia  mientras 


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el  Mro.  Gallo  asistía  al  Concilio  de  Trento.  El  24  de  Mayo 
de  aquel  mismo  año  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado 
de  Maestro  en  Teología. 

Al  dejar  la  sustitución  fué  catedrático  de  Santo  Tomás 
de  1554  á  56  y  de  Durando  desde  1556  hasta  el  5  de  Enero 
de  1557  en  que  fué  elegido  catedrático  de  Prima  de  Lógica 
(Súmulas).  Hizo  á  raíz  de  su  nombramiento  de  catedrático 
de  propiedad,  á  saber  el  18  y  20  de  Enero  de  aquel  año,  los 
juramentos  para  tomar  el  grado  de  Licenciado  é  incorpo- 
rar el  de  Maestro  en  Artes.  No  conocemos  la  fecha  de  su 
muerte,  pero  sabemos  que  el  20  de  Octubre  de  1561  fué 
anunciada  la  vacante  de  la  cátedra  de  Súmulas. 

Vitoria  (Fr.  Francisco  de). 

Sobre  tan  conocida  figura  es  mucho  lo  que  se  ha  escrito 
en  todos  los  tiempos.  Nicolás  Antonio,  las  Historias  del 
Convento  de  San  Esteban  y  otras  entre  las  antiguas,  y  tra- 
bajos como  el  de  D.  Eduardo  de  Hinojosa,  en  su  discurso  de 
recepción  en  la  Academia  de  la  Historia,  contienen  abun- 
dantes noticias  (1).  El  7  de  Septiembre  de  1526  se  proveyó 
en  él  la  cátedra  de  Prima  de  Teología.  El  21  del  mismo  mes 
realizó  el  juramento  para  incorporar  su  grado  de  Maestro 
en  Teología  por  la  Universidad  de  París;  aunque  esto  es  ya 
conocido,  no  creemos  lo  sea  sin  embargo,  la  declaración 
que  hizo  Vitoria  ante  el  claustro  y  que  consta  en  el  acta  de 
incorporación,  manifestando  que  él  era  Maestro  en  Teolo- 
gía por  la  dicha  Universidad.  Asistió  en  Valladolid  en  1527 
al  examen  de  las  obras  de  Erasmo. 

Por  muerte  de  Francisco  de  Vitoria  se  declaró  vacante 
la  cátedra  de  Prima  de  Teología  el  14  de  Agosto  de  1546. 

Su  vida  está  llena  de  páginas  brillantes.  Nació  el  precla- 
ro Maestro  en  Vitoria  por  el  año  1480,  sin  que  se  sepa  la  fe- 
cha fija  de  su  venid  i  al  mundo.  Tampoco  se  conocen  los 
nombres  de  sus  padres.  Siendo  muy  joven  tomó  el  hábito  de 
Santo  Domingo  en  el  Colegió  de  San  P¿iblo,  de  Burgos,  ha- 
biéndole precedido  y  estimulado  con  el  ejemplo  en  este  ca- 


(1)     El  estudio  y  juicio  crítico  que  de  Vitoria  hacemos,  está  basado  principal- 
mente en  los  datos  que  aporta  el  Sr.  Hinojosa  en  la  citada  obra. 


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mino  su  hermano  Diego,  quien  alcanzó  fama  de  docto  y  pru- 
dente y  de  buen  orador  sagrado. 

En  la  Universidad  de  París  se  conservaban  en  toda  su 
magnificencia  las  tradiciones  científicas  de  Santo  Tomás  de 
Aquino,  y  según  antigua  costumbre  de  los  dominicos  de 
nuestra  patria,  enviábanse  allí  á  los  jóvenes  religiosos  de 
más  talento.  El  estado  de  la  ilustre  Escuela  parisiense  era 
de  agitación  y  movimiento:  hacía  más  de  un  siglo  que  ve- 
nían luchando  porfiadamente  realistas  y  nominalistas,  ó  co- 
mo entonces  se  decía,  antiguos  y  modernos,  siguiendo  los 
primeros  á  Alberto  Magno,  Santo  Tomás,  San  Buenaventu- 
ra y  Escoto,  y  los  segundos  á  Buridan  y  Marsilio.  A  la  sa- 
zón, la  división  estribaba  en  que  los  antiguos  se  dedicaban 
al  conocimiento  de  las  cosas,  ó  sea  á  la  Física,  la  Etica  y  la 
Metafísica,  y  los  modernos  al  estudio  de  los  términos,  ó  sea 
á  la  parte  de  la  Lógica  que  trata  de  las  formas  verbales,  de 
las  ideas  y  de  los  grados  de  certidumbre  racional. 

No  menos  formidable  era  la  lucha  que  en  la  Universidad 
de  París  había  en  materia  literaria,  efecto  de  haberse  ex- 
tendido por  los  diferentes  estados  de  Europa  el  renacimien- 
to de  la  antigüedad  clásica,  y  creado  por  los  innovadores 
una  especie  de  neopaganismo,  poniéndose  no  pocos  de  ellos 
en  frente  de  la  Iglesia  católica. 

Los  sabios  españoles  reconocieron  desde  luego  que  las 
humanidades  no  eran  nocivas,  sino  muy  útiles  á  la  teología 
y  á  la  filosofía,  y  lamentaban  que  ese  estudio  hubiese  de- 
caído tanto  en  la  Universidad  de  París,  y  dado  lugar  á  que 
Erasmo  de  Roterdam  llamase  adocenados  á  sus  maestros. 

En  España  estaban  representadas  en  aquella  época  por 
hombres  como  Antonio  de  Lebrija,  Arias  Barbosa,  Alfonso 
de  Palencia,  Hernando  del  Pulgar,  etc.,  etc.,  y  los  Reyes 
Católicos  hospedab  in  en  su  corte  á  los  intelectuales  italia- 
nos Pedro  Mártir  de  Angleria  y  Lucio  Marineo  Siculo. 

Francisco  de  Vitoria  debió  ir  al  Estudio  de  París  sólida- 
mente preparado  con  el  conocimiento  de  las  humanidades, 
pues  en  el  Colegio  de  Santiago  tuvo  por  profesores  á  los 
maestros  más  esclarecidos,  figurando  entre  ellos  el  sabio 
Crockart,  que  murió  joven  aun,  cuando  preparaba  una  edi- 
ción de  La  Summa  Teológica  de  Santo  Tomás,  cuya  ter- 
minación se  vio  obligado  á  hacer  su  discípulo  Vitoria,  por 

27 


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indicación  de  aquél.  Después  de  licenciarse,  explicó  con 
gran  aplauso  en  aquellas  aulas,  hasta  que  solicitado  por  los 
dominicos  de  la  provincia  de  Castilla,  vino  á  España,  y  re- 
gentó cátedra  en  el  Colegio  de  San  Gregorio  de  Vallado- 
lid.  A  la  cátedra  de  Prima  de  Teología  de  la  Universidad 
de  Salamanca  hizo  oposiciones,  porque  se  lo  mandaron  sus 
superiores,  y  el  Rector  y  Consiliarios  de  la  gloriosa  Escue- 
la felicitaron  muy  efusivamente  al  nuevo  Maestro  por  sus 
brillantes  ejercicios,  al  jurar  en  casa  del  Maestrescuela  don 
Pedro  Manrique.  Un  mes  más  tarde  se  le  nombró  Diputado, 
viniendo  así  á  formar  parte  de  la  Junta  de  gobierno  de  la 
Universidad  salmantina,  consolidándose  cada  vez  más  el 
prestigio  y  la  ciencia  de  Vitoria;  era  considerado  por  todos 
y  acudían  á  él  consultándole  arduos  é  intrincados  asuntos 
las  personas  más  elevadas  y  conspicuas.  A  la  controversia 
entre  los  partidarios  é  impugnadores  de  Erasmo,  tuvo  que 
acudir,  como  ya  hemos  consignado,  en  unión  de  los  Maes- 
tros Ferias,  Oropesa,  Silíceo  y  Alonso  de  Córdoba,  y  como 
la  reunión  que  había  de  celebrarse  en  Valladolid  fué  apla- 
zada, la  Universidad  se  hizo  remisa  en  autorizarla  nueva 
salida  de  los  profesores  para  la  ciudad  del  Pisuerga,  pero 
el  inquisidor  amenazó  al  Claustro  con  la  pena  de  excomu- 
nión mayor  si  no  daba  pronto  el  permiso  pedido,  y  los  men- 
cionados doctores  dejaron  sus  cátedras  temporalmente,  vol- 
viéndolas á  desempeñar  á  principios  de  1528.  Vitoria  no  to- 
mó parte  activa  en  tan  empeñadas  contiendas,  contándose 
no  obstante,  entre  los  partidarios  de  Erasmo,  según  consta 
en  carta  dirigida  á  éste  por  Luis  Vives  (y  citada  por  Me- 
néndez  Pelayo  en  el  vol.  II,  pág.  75,  de  la  Historia  de 
los  heterodoxos  españoles).  Tal  vez  influyera  en  la  parcia- 
lidad que  mostró  por  aquél,  el  haber  tratado  con  intimidad 
á  Erasmo  durante  su  permanencia  en  París,  y  ser  como 
nuestro  dominico  entusiasta  defensor  de  la  alianza  entre 
los  estudios  clásicos  y  los  teológicos,  y  admirador  decidido 
de  Santo  Tomás.  Al  intervenir  Vitoria  en  la  redacción  de 
los  Estatutos  de  la  Universidad  de  Salamanca  de  1538,  pro- 
curó facilitar  el  progreso  de  los  estudios  de  humanidades, 
que  aun  cuando  ya  de  antiguo  se  enseñaban  en  la  Escuela 
fundada  por  D.  Alfonso  IX,  sólo  á  contar  desde  esta  fecha 
(la  de   1538),  alcanzaron  la  debida  importancia  y  el  lugar 


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que  las  nuevas  tendencias  demandaban.  Esta  reforma  tan 
necesaria  fué  introducida  por  la  iniciativa  de  Francisco  de 
Vitoria.  El  saber  y  prudencia  de  este  Maestro  se  divulgaron 
de  tal  modo,  que  (como  dice  uno  de  sus  biógrafos,  el  P.  Aya- 
la)  consultábanle  todos  los  Theólogos,  Juristas.  Canille- 
ros, Confesores  de  Reyes  y  los  Reyes. 

Carlos  V  le  envió  los  capítulos  y  dudas  que  por  encar- 
go del  Obispo  de  Méjico,  Fr.  Juan  de  Zumárraga,  presen- 
tó al  Consejo  de  Indias  el  agustino  Juan  de  Oseguera,  re- 
ferentes á  la  instrucción  y  conversión  de  los  naturales  de 
Nueva  España  al  catolicismo.  En  Marzo  de  1541,  el  Empe- 
rador le  pidió  parecer  acerca  de  una  cuestión  grave  que  se 
planteaba  por  Bartolomé  de  las  Casas:  la  de  si  era  ó  no  lí- 
cito y  oportuno  el  bautismo  de  los  indios  adultos,  sin  que 
de  antemano  se  les  hubiera  preparado.  S.  M.  encarecía  á 
Vitoria  la  conveniencia  de  que  examinase  por  sí  mismo  es- 
te punto,  y  que,  oyendo  á  los  teólogos  salmantinos  más  no- 
tables, remitiera  el  parecer  de  ellos  y  el  propio,  de  su  puño 
y  letra  y  firmado  al  Consejo  de  Indias. 

Vitoria  y  sus  colegas  respondieron  no  ser  partidarios 
de  que  se  administrase  el  bautismo  sin  la  cumplida  instruc- 
ción del  adulto  que  había  de  recibirle. 

También  fijó  el  Maestro  su  atención  en  los  negocios  pú- 
blicos y  en  la  marcha  y  desenvolvimiento  de  los  mismos. 

Con  gran  alteza  y  claridad  se  conduele  en  sus  cartas  de 
las  frecuentes  ausencias  del  Emperador  y  de  sus  prolonga- 
dos viajes  fuera  de  la  Península. 

No  se  detuvo  en  que  llegase  la  verdad,  por  amarga  que 
fuera,  á  los  oidos  de  los  poderosos,  y  condenó  las  incesan- 
tes y  sangrientas  guerras  entre  el  Emperador  y  el  Rey  de 
Francia. 

Jamás  consintió  Vitoria  que  viviendo  él  se  publicase  nin- 
guno de  sus  escritos,  y  en  todas  partes  y  en  todos  los  mo- 
mentos de  su  vida  dio  pruebas  de  sencillez  y  modestia.  A 
sus  discípulos  y  á  sus  hermanos  de  hábito  debemos  el  que 
sus  obras  hayan  llegado  á  nosotros. 

Poseía  como  nadie  el  arte  de  insinuarse  en  el  ánimo  de 
los  alumnos  para  guiarlos  en  la  investigación  científica,  y 
maravillaba  á  los  doctores  y  maestros  los  resultados  que 
obtenía  en  la  enseñanza  y  la  novedad  y  excelencia  del  mé- 


-  420  - 

todo  que  aplicaba  á  los  estudios  teológicos.  Hizo  de  su  cá- 
tedra un  verdadero  sacerdocio,  y  hallándose  enfermo  y  pa- 
ralítico pidió  que  le  condujeran  á  ella  entre  dos  criados.  La 
enfermedad  avanzó  y  llegó  un  día  en  que  no  pudo  volver  á 
la  Universidad.  Eso  precipitó  su  muerte,  que  fué  sentidísi- 
ma. El  Rector  y  el  Claustro  presidieron  el  entierro  y  toda 
la  ciudad  acudió  al  sepelio.  Lleváronle  en  hombros  hasta 
la  sepultura  los  catedráticos  de  Prima,  poniendo,  según  fe- 
liz expresión  de  Anaya,  "la  luz  debajo  de  la  tierra,,. 

El  más  vivo  testimonio  de  la  actividad  literaria  de  Fran- 
cisco de  Vitoria,  vulgarizado  por  la  imprenta,  fuera  de  la 
Sitmuia  de  Santo  Tomás,  es  la  colección  de  disertaciones 
ó  discursos  académicos  leídos  en  días  y  actos  solemnes  an- 
te la  Universidad.  Después  del  fallecimiento  del  Maestro, 
sus  discípulos  formaron  dicha  colección,  que  apareció  por 
vez  primera  en  Lyon  en  1557,  y  que  purgada  de  los  erro- 
res de  que  salió  viciada,  se  reimprimió  en  Salamanca  en  1565 
por  el  P.  Alonso  Muñoz,  alumno  de  Vitoria.  Otras  varias 
ediciones  alcanzó  en  los  siglos  xvi,  xvn  y  xvm;  la  última  es 
de  M  idrid,  de  1765. 

También  escribió  Confesionario  ó  instrucción  para  los 
sacerdotes  en  la  administración  del  Sacramento  de  la  Pe- 
nitencia, impreso  en  Salamanca  en  1562,  y  un  Parecer  ó  con- 
sejo sobre  si  los  señores  pueden  vender  ó  arrendar  los  ofi- 
cios como  escribanías  y  alguacilazgos,  inserto  como  apén- 
dice á  la  obra  del  fraile  Jerónimo  Diego  de  Zúñiga  Instruc- 
ción y  refugio  del  ánimo  y  conciencia  escrupulosa  y  teme- 
rosa de  Dios,  é  impresa  en  Salamanca  en  1552. 

Debe  considerarse  en  cierto  modo  de  Vitoria,  como  to- 
mada de  sus  explicaciones  de  clase,  la  Summa  Sacramen- 
torum  Eclesioe,  de  Fr.  Tomás  de  Chaves,  impresa  en  Va- 
lladolid  en  1561,  y  una  de  las  producciones  de  este  género 
que  alcanzaron  más  boga  en  los  siglos  xvi  y  xvn.  Cha- 
ves no  tiene  reparo,  antes  por  el  contrario,  manifiesta  gran- 
dísima satisfacción  en  llamarse  fiel  discípulo  de  Vitoria. 

Este  dejó  manuscritos  extensos  comentarios  á  la  Summa 
de  Santo  Tomás,  que  todavía  parecen  inéditos.  Nuestras  bi- 
bliotecas y  archivos  contendrán,  sin  duda,  algunos  de  los 
Pareceres  del  Maestro  Fr.  Francisco  en  los  graves  asuntos 
sobre  que  frecuentemente  era  consultado. 


-  421  - 

En  la  biblioteca  de  la  Universidad  de  Salamanca  se  con- 
serva un  manuscrito  no  completo  de  los  comentarios  de  Vi- 
toria á  la  Summa  Theologica.  D.  Fermín  Caballero,  en  la 
Vida  del  limo.  Sr.  D.  Fray  Melchor  Cano,  pág.  644,  dice 
que  en  la  biblioteca  universitaria  de  Sevilla  hay  manuscri- 
tos de  Vitoria  "que  proceden  del  convento  que  fué  de  domi- 
nicos de  aquella  ciudad,  titulado  de  San  Pablo„.  El  Padre 
jesuíta  Ehrle,  autor  de  uno  de  los  trabajos  biográficos  mo- 
dernos más  importantes  acerca  de  nuestro  dominico,  da 
noticia  de  los  manuscritos  de  éste  conservados  en  los  archi- 
vos de  Roma. 

Vitoria  fué  el  restaurador  de  la  germina  tradición  ecle- 
siástica, y  mediante  el  estudio  meditado  y  serio  de  las  prin- 
cipales fuentes,  dio  á  conocer  la  utilidad  de  la  filosofía  y  la 
de  la  crítica  histórica  para  la  inteligencia  de  los  textos. 

Su  cultura  clásica  y  su  erudición  teológica  le  abrieron 
un  camino  ancho  y  glorioso  en  las  luchas  del  pensamiento, 
y  con  su  privilegiada  inteligencia  y  su  espíritu  reflexivo, 
fué  el  primer  escritor  que  formuló  clara  y  científicamente 
los  principios  de  justicia  en  que  se  basan  las  relaciones  in- 
ternacionales en  tiempo  de  guerra.  Se  distinguió  por  la  pro- 
fundidad y  novedad  de  sus  teorías,  y  el  derecho  de  gentes 
en  opinión  de  Vitoria,  no  deriva  sólo  su  eficacia  de  los  pac- 
tos celebrados  entre  los  hombres,  sino  que  bajo  otro  con- 
cepto tiene  igualmente  fuerza  de  ley,  por  haber  sido  pro- 
mulgado por  la  autoridad  de  todo  el  universo.  Las  cuestio- 
nes relativas  á  la  conducta  de  los  españoles  con  los  indios, 
dieron  origen  á  una  literatura  fecunda,  en  cuyas  produccio- 
nes se  examinaron  los  problemas  que  planteaba  la  ciencia 
del  derecho  internacional,  el  descubrimiento  y  la  conquista 
de  América.  Entre  estas  publicaciones  descuellan  y  forman 
época  las  dos  Relecciones  que  Vitoria  dedica  al  asunto. 

He  aquí  un  breve  resumen  de  sus  conclusiones  esencia- 
les en  orden  al  derecho  de  guerrar 

La  guerra  es  lícita,  como  medio  necesario  para  que  los  Esta- 
dos se  basten  á  sí  mismos  afianzando  la  propia  conservación,  ven- 
gando las  ofensas  y  postrando  á  sus  enemigos.  La  facultad  de  de- 
clararla pertenece  al  jefe  del  Estado  como  representante  de  la 
nación.  Tara  este  efecto  únicamente  son  Estados  las  Monarquías 
y  Repúblicas,  como  sociedades  civiles  perfectas,  ó  sean  las  que  no 


—  422  — 

dependen  de  otras,  y  tienen  leyes,  asambleas  y  magistrados  pro- 
pios, aunque  algunos  de  tales  Estados  reconozcan  la  soberanía  de 
un  Príncipe  superior,  «como  Aragón  y  Castilla  la  del  Rey  de  Es- 
paña». No  pueden  ser  causas  justificativas  déla  guerra  la  diferen- 
cia de  religión,  ni  el  ansia  de  extender  y  engrandecer  el  territorio, 
ni  la  gloria  y  particular  conveniencia  del  Soberano,  el  cual  no  ha 
de  llevarse  otra  mira  que  el  bien  de  la  República.  El  Príncipe  que 
obligue  á  los  subditos  á  derramar  su  sangre  cuando  no  lo  exige  el 
provecho  público,  es  un  tirano  y  los  trata  cual  á  míseros  siervos. 

La  injuria  recibida  es  la  única  causa  justa  para  declarar  la 
guerra,  y  en  esta  es  permitido  todo  cuanto  exijan  la  defensa  y  el 
afianzamiento  del  bienestar  general;  mas  para  declararla  no  es 
suficiente  que  le  parezca  justa  al  Príncipe,  pues  éste  debe  pensar 
antes  los  motivos  de  ella  y  escuchar  las  razones  de  los  contrarios 
y  discutirlas  ex  cequo  et  bono,  consultando  á  varones  probos  de 
ciencia  y  conciencia.  No  ha  de  emprenderse  la  guerra,  si  de  ella 
se  siguen  mayores  males  de  los  que  haciéndola  se  pretende  evitar. 
No  está  autorizado  privar  de  la  vida  á  personas  inocentes  ni  aun 
per  accidens,  sino  cuando  la  guerra  justa  no  puede  llevarse  á  cabo 
de  otro  modo.  Ni  siquiera  en  la  guerra  contra  los  turcos  y  otros 
infieles  se  ha  de  ensangrentar  la  espada  en  los  niños,  ni  en  las  mu- 
jeres, á  no  ser  que  éstas  tomen  parte  en  la  lucha.  En  las  guerras 
entre  cristianos  se  debe  respetar  siempre  á  los  labradores,  á  la 
gente  togada  y  pacífica,  á  los  clérigos  y  religiosos,  y  á  los  hués- 
pedes y  peregrinos,  á  menos  que  unos  y  otros  renuncien  á  este  sa- 
grado fuero,  empuñando  las  armas  ó  atizando  la  discordia.  Es 
ilícito  matar  en  ningún  caso  á  personas  inocentes,  v.  g.  á  los  hijos 
de  los  sarracenos,  para  que  al  llegar  á  la  mocedad  no  destruyan 
á  los  cristianos;  porque  es  intolerable  cosa  quitar  la  vida  á  nadie 
por  pecado  futuro. 

Sólo  se  puede  perjudicar  en  sus  bienes  á  las  personas  inocentes, 
cuando  importe  enflaquecer  y  aniquilar  al  enemigo,  y  en  la  guerra 
contra  infieles,  hasta  arrebatarles  sus  riquezas  y  víveres,  á  fin  de 
privar  de  armas  y  recursos  á  los  contrarios;  pero  se  ha  de  procu- 
rar ver  si  hay  términos  hábiles  de  hacer  la  guerra  sin  agravio  de 
inocentes,  ni  de  agricultores,  ni  de  la  gente  togada  y  religiosa. 

En  Vitoria,  como  en  la  generalidad  de  los  autores  que 
le  precedieron,  se  encuentra  al  tratar  de  las  normas  de  hu- 
manidad que  hayan  de  regular  la  conducta  de  los  belige- 
rantes durante  la  guerra  y  después  de  terminada,  una  ra- 
dical distinción,  según  que  la  contienda  sea  entre  cristia- 
nos ó  entre  cristianos  y  sarracenos;  pero  la  misma  doctri- 


-  423  - 

na  se  desarrolla  en  los  tratados  de  los  árabes,  con  la  sola 
diferencia  de  prescindir  totalmente  de  los  temperamentos 
humanitarios  aconsejados  por  sabio  dominico  y  los  cristia- 
nos. Ataca  Vitoria  en  forma  resuelta  y  valiente  la  doctrina 
de  la  esclavitud  y  reconoce  en  los  indios  el  derecho  de  pro- 
piedad y  de  continuar  gobernándose  por  sus  propias  leyes 
é  instituciones,  bajo  la  obediencia  de  sus  antiguos  señores. 
Así  en  el  método,  como  por  haber  ampliado  los  horizontes 
del  saber,  incluido  en  el  círculo  de  sus  investigaciones  pro- 
blemas no  examinados  hasta  entonces,  y  por  formular  con- 
ceptos é  ideas  originalísimas,  inicia  Vitoria  una  nueva  fa- 
se en  el  cultivo  científico  del  derecho  internacional,  de  la 
cual  son  derivaciones  y  continuación  los  escritos  de  Genti- 
li  y  de  Grocio,  tenidos  generalmente  como  los  verdaderos 
fundadores  de  esta  ciencia.  Grocio,  en  .su  famoso  libro  De 
jure  belli,  que  fué  un  progreso  moral  en  la  vida  del  género 
humano  y  contribuyó  no  poco  á  difundir  ideas  de  piedad 
social,  de  mansedumbre  y  de  hermosa  tolerancia,  tuvo  á 
gala  colocar  á  Vitoria  en  el  lugar  que  le  correspondía,  á  la 
cabeza  de  los  ilustres  precursores  de  su  obra  humanitaria, 
citando  con  cariño  las  dos  Releet iones,  De  Indis  y  De  jure 
belli. 

El  célebre  publicista  escocés  Mackintosh,  en  su  notable 
Historia  de  los  progresos  de  la  Etica,  no  se  harta  de  lla- 
mar á  la  España  del  siglo  xvi  la  más  poderosa  y  magnífi- 
ca de  las  naciones  europeas,  y  declarar  digno  de  memoria 
eterna  á  Francisco  de  Vitoria  por  haber  expuesto  el  pri- 
mero las  doctrinas  de  la  escuela  en  la  lengua  de  la  época 
de  León  X. 

En  el  centenario  de  Alberico  Gentili,  celebrado  en  1876, 
el  profesor  de  Padua  A.  de  Giorgi,  saludó  á  Francisco  de 
Vitoria,  no  sólo  como  inspirador  de  Gentili,  sino  como  pa- 
dre de  la  ciencia  del  Derecho  Internacional. 

VITORIA, 
JUZGADO  COMO  TliÓLOGO  POR  MENÉNDEZ  PELAYO 

Fnincisco  de  Vitoria,  «participó  ampliamente  del  espíritu  de 
generosa  y  libre  indagación  que  el  Renacimiento  trajo  consigo». 
«Con  Vitoria  penetró  á  torrentes  la  luz  en  el  estadio  antes  inacce- 


-  424  - 

sible,  y  un  oleo  nuevo  vigorizó  á  raudales  los  miembros  y  el  espí- 
ritu de  los  nuevos  púgiles.  De  Vitoria  data  la  verdadera  restaura- 
ción de  los  estudios  teológicos  en  España,  y  la  importancia  sobe- 
rana que  la  Teología,  convertida  por  él  en  ciencia  universal,  que 
abarcaba  desde  los  atributos  divinos  hasta  las  últimas  ramifica- 
ciones del  derecho  público  y  privado,  llegó  á  ejercer  en  nuestra 
vida  nacional,  haciendo  de  España  un  pueblo  de  teólogos. 

En  su  escuela  se  formaron  los  más  grandes  del  siglo  xvi:  un 
discípulo  svyo,  Domingo  de  Soto,  escribió  el  primero  y  más  céle- 
bre tratado  De  Justitia  et  Jure;  otro  discípulo  suyo,  Melchor  Ca- 
no, trazó  en  estilo  digno  de  Marco  Tulio,  el  plan  de  una  enciclo- 
pedia teológica,  remontándose  al  análisis  de  nuestras  facultades 
de  conocer  y  buscando  en  ellas  el  oi'^auojí  para  la  nueva  discipli- 
na que,  merced  á  sus  esfuerzos,  alcanzó  carácter  plenamente  cien- 
tífico y  positivo,  antes  que  ninguna  otra  ciencia». 

«Un  abismo  separa  toda  la  teología  española  anterior  á  Fran- 
cisco de  Vitoria  de  la  que  él  enseñó  y  profesaba,  y  los  maestros 
que  después  de  él  vinieron  valen  más  ó  menos  en  cuanto  se  acer- 
can ó  se  alejan  de  sus  ejemplos  y  de  su  doctrina.  Todo  el  asom- 
broso renacimiento  teológico  de  nuestro  siglo  xvi,  todo  ese  inter- 
minable catálogo  de  doctores  egregios  que  abruma  las  páginas  del 
Nomenclátor  Litterarius,  de  Hurter,  convirtiéndole  casi  en  una  bi- 
bliografía española,  estaba  contenido  en  germen  en  la  doctrina  ck  1 
Sócrates  alavés.  Su  influencia  está  en  todas  partes». 

VITORIA,  MORALISTA 

«Francisco  de  Vitoria,  dice  también  Menéndez  y  Pelayo,  es  el 
primero  de  los  moralistas  que  la  Escuela  produjo  durante  su  edad 
de  oro,  y  puede  reclamar  muy  buena  parte,  no  en  los  extravíos 
(tan  ajenos  de  su  templanza  y  sobriedad  ds  juicio),  pero  sí  en  los 
aciertos  de  aquella  legión  de  casuistas,  a  ver  tan  denigrados  y  cu- 
ya rehabilitación  comienza  ahora,  los  cuales  apuraron  hasta  los 
últimos  ápices  la  disección  de  los  a  tos  humanos,  de  sus  ocultos 
móviles,  de  sus  extremas  consecuen  'ias,  de  los  accidentes  que  los 
modifican,  y  de  su  calificación  conforme  á  las  leyes  déla  ética 
cristiana». 

TEORÍA  DE  VITORIA 
SOBRE  LA  POTESTAD  DEL  PAPA  Y  DEL  CONCILIO 

La  teoría  de  Vitoria  sobre  la  potestad  del  Papa  y  del  Concilio 
fué  bandera  de  nuestros  teólogos  en  Trento. 

Vitoria  combate  resueltamente  á  los  que  sostienen  que  la  potes- 


-  425  - 

tad  eclesiástica  radique  inmediatamente  en  toda  la  Iglesia  univer- 
sal, del  mismo  modo  que  la  potestad  civil  radica  en  la  República, 
afirmando  que  el  Concilio  no  tiene  esta  potestad  inmediata  y  por- 
que represente  á  la  Iglesia  universal,  sino  «por  serla  unión  y  con- 
gregación de  todas  las  potestades  eclesiásticas».  Sostiene  la  facul- 
tad del  Papa  de  disponer  de  las  leyes  y  estatutos  de  los  Concilios 
generales,  y  aun  de  abrogarlos  en  cuanto  no  se  refieren  á  la  fe  ó 
á  la  disciplina  de  la  Iglesia  universal,  juzga  sacrilego  sostener  que 
un  Concilio  pueda  constituir  en  la  Iglesia  alguna  potestad  supe- 
rior al  Papa,  y  afirma  que  éste  no  sólo  puede  errar  y  pecar  grave- 
mente dispensando  de  las  leyes  y  decretos  así  de  los  Concilios  co- 
mo de  otros  Pontífices,  sino  también  que  no  le  es  permitido  conce- 
der tales  dispensas,  ni  mucho  menos  abrogar  tales  decretos  sin 
causa  razonable,  aunque  no  se  refieran  en  nada  al  derecho  divino. 

Asegura  la  posibilidad  de  que  haya  en  la  Iglesia  una  ley  posi- 
tiva, de  la  cual  conviene  no  haya  dispensa  nunca,  y  dice  que  si  la 
experiencia  ó  la  prudencia  enseñasen  que  el  eximir  de  una  ley  de 
este  género  redundaba  en  perjuicio  ó  en  grave  daño  de  la  Iglesia 
ó  de  la  religión,  el  Concilio  puede  declarar  y  establecer  que  nunca 
se  conceda  dispensa  de  dicha  ley,  y  que  después  de  esto,  no  es  da- 
do al  Papa  concederla,  y  peca  mortalmente  si  la  otorga  por  cual- 
quier causa.  El  decreto  en  cuestión  no  ha  de  referirse  sino  á  pocas 
leves  y  éstas  importantísimas  y  de  todo  punto  necesarias,  pues  no 
debe  dañarse  á  la  autoridad  del  Pontífice,  ni  darse  ocasión  de  re- 
belarse contra  ella.  Efecto  de  tal  decreto  sería  no  limitar  la  facul- 
tad del  Papa,  á  quien  corresponde  todo  acto  de  jurisdicción  en  la 
Iglesia,  sino  hacer  que  así  el  que  pidiera  la  licencia  ó  se  aprove- 
chara de  ella,  como  el  Papa  otorgándosela,  pecaran,  por  tratarse 
de  cosa  ilícita.  Si  á  pesar  de  ésta  el  Papa  dispensa  contra  lo  acor- 
dado en  el  Concilio,  no  corresponde  á  los  subditos  resolverla  con- 
ducta que  han  de  seguir,  pues  que,  aun  errando  el  Papa,  es  mejor 
obedecerle;  que  el  no  hacerlo  daría  ocasión  á  que  otros  le  des 
obedecieran  aun  en  las  cosas  justas  y  razonables.  No  siempre,  sin 
embargo,  el  mandato  o  dispensa  del  Papa  obliga  á  obedecer,  pues 
las  leyes  injustas,  aun  emanando  del  Papa,  no  obligan  en  con- 
ciencia. 

No  juzga  conveniente  ni  lícito  Vitoria  apelar  del  Papa  al  Con- 
cilio. «Y  aunque  se  suponga,  dice,  que  el  Concilio  está  sobre  el 
Papa,  no  obstante,  por  tratarse  del  Jefe  supremo  de  la  Iglesia,  im- 
porta que  corresponda  á  él  la  última  decisión  de  las  causas». 

Al  redactar  el  Concilio  el  decreto  en  cuya  virtud  se  hubiera  de- 
prohibir  al  Papa  cosas  que,  aun  estando  en  sus  facultades,  serían 
gravemente  perjudiciales  al  bien  de  ka  Iglesia,  debe  cuidarse,  en 
cuanto  sea  posible,  de  guardar  el  respeto  á  la  autoridad  pontificia 


-  426  - 

y  la  reverencia  debida  al  Papa,  y  éste  no  debiera  tomar  á  mal, 
sino  antes  bien,  regocijarse  de  que  se  hiciera  semejante  decreto, 
puesto  que  redundaría  en  bien  de  la  Iglesia  y  no  perjudicaría  á  su 
autoridad  en  lo  más  mínimo,  dado  que  la  prohibición  de  dispen- 
sar no  implica  defecto  de  autoridad,  sino  que  se  funda  en  la  ma- 
teria misma. 

Viniendo  á  precisar  Vitoria  la  forma  en  que  podría  verificarse 
la  resistencia  á  los  preceptos  del  Pontífice  en  el  caso  extremo  en 
que  obrase  contra  lo  prohibido  en  el  Concilio,  niega  desde  luego 
que  aun  entonces  sea  lícito  á  los  fieles  desobedecer  los  mandatos 
del  Papa,  y  sólo  reconoce  á  los  obispos  ó  al  Concilio  provincial  el 
derecho  á  formular  semejante  oposición. 

En  la  Biblioteca  Nacional  de  París  se  conserva  un  catálogo  de 
Licenciados  de  su  Universidad  (manuscrito  número  15.440  del  fon- 
do latino),  formado  según  los  registros  originales  por  Hardy, 
Greffieráe  la  Facultad  de  Teología  en  1787,  é  intitulado  Collectio 
Catalogorum  D.  D,  Baccalaureorum  Licenciatorum,  1373-1774, 
y  en  él  figura  al  folio  63,  entre  los  Licenciados  del  año  1522  Fray 
Francisco  de  VTitoria. 

El  parecer  de  los  teólogos  salmantinos  acerca  del  bautismo  de 
los  indios,  se  publicó  en  el  t.  III,  págs.  543  y  siguientes  de  la 
Colección  de  documentos  inéditos  relativos  al  descubrimiento,  con- 
quista, etc.,  (te  Ame' rica  y  Occeania. 

De  las  teorías  de  Vitoria  sobre  el  derecho  de  la  guerra  trata 
con  extensión  y  exactitud  Canchy,  Droit  marílime  international ', 
París,  1863,  vol.  II,  págs.  11-23. 

A.  de  Giorgi,  en  su  libro  Delta  vita  e  detlc  opere  di  Alberico  Gen- 
til i,  I 'arma,  1876,  pág.  82,  publicado  en  conmemoración  del  300" 
aniversario  del  famoso  precursor  italiano  de  Grocio,  es  quizá  el 
único  entre  los  escritores  modernos,  que  ha  estudiado  á  fondo  las 
teorías  internacionalistas  de  Vitoria,  comparándolas  con  las  de 
Pierino  Belli  y  Alberico  Gentili. 


-  427  - 
REALES  CÉDULAS  DEL  EMPERADOR  CARLOS  V 

CONSULTANDO    A    FR.    FRANCISCO    DE  VITORIA    SOBRE 
LOS  NEGOCIOS  DE   INDIAS 

I 

El  Rey=Maestro  Fr.  Francisco  de  Vitoria,  catedrático  de  Pri- 
ma de  la  Unibersydad  de  Salamanca:  Sabed  que  fray  Joan  de  Ose- 
guera  de  la  horden  de  Sant  Agustín,  por  parte  del  Obispo  de  Mé- 
xico, ha  presentado  en  el  nuestro  Consejo  de  las  Indias  ciertos 
capítulos  y  dubdas  que  en  la  Nueva  España,  ques  en  las  nuestras 
Indias  del  mar  océano,  se  han  ofrecido  acerca  de  la  ynstrucion  3' 
conbersion  de  los  naturales  della  a  nuestra  santa  fee,  las  cuales 
en  las  vistas,  por  ser  como  son  cosas  theologales,  ha  parecido  que 
conviene  que  sean  vistas  y  esaminadas  por  theologos,  e  yo  por  la 
buena  relación  que  de  vuestra  persona  letras  y  vida  tengo,  he 
acordado  de  os  las  mandar  remitir  para  que,  como  celoso  del  ser- 
vicio de  Dios  nuestro  señor  e  vuestro,  y  como  cosa  que  tanto  yn- 
porta  a  nuestra  santa  fee  catholica  y  descargo  de  nuestra  real 
conciencia,  las  veáis  y  deysen  ellas  vuestro  parecer.  Por  ende  3*0 
vos  ruego  y  encargo  que  vea\'s  los  dichos  capítulos  y  dubdas  que 
con  esta  van,  y  platicadas  con  los  otros  theologos  desa  L^nibersv- 
dad  que  a  vos  os  pareciere,  enoyeis  ante  nos  al  dicho  nuestro  Con- 
sejo vuestro  parecer  sobre  cada  cosa  dello,  firmado  de  vuestro 
nombre  y  de  las  personas  que  eligierdes,  para  ver  y  determinar 
lo  suso  dicho:  que  demás  del  servicio  que  en  ello  haréis  a  nuestro 
Señor,  3-0  seré  dello  mu3T  servido;  3T  porque  entre  estos  articulos 
puede  ser  que  aliéis  algunas  cosas  que  consistan  mas  en  governa- 
cion  que  en  letras,  las  que  os  pareciere  que  son  desta  calidad,  re- 
mitirlas e3^s  a  los  del  dicho  nuestro  Consejo  para  que,  como  mas 
y n formados  en  lo  que  conviene  a  la  buena  governacion  de  aque- 
llas partes,  hordenen  las  que  devemos  mandar  3'  proveer  sobrello; 
y  porque  como  ve3's  esto  es  cosa  que  conviene  que  con  brevedad 
se  provea,  he  mandado  al  dicho  fra3T  Joan  de  Oseguera  que  vaya 
a  os  solicitar,  del  qual  os  podios  3-nformar  particularmente  de 
todo  lo  que  quisierdes  saber  cerca  dello.  Por  servicio  mió,  que 
con  todo  cu3Tdado  3'  diligencia  dexadas  todas  cosas,  entendavs  en 
ello  como  3to  de  vos  confio.  De  Toledo  a  treinta  y  uno  de  henero 
de  mili  e  quinientos  37  treinta  e  nueve  años.=Yo  el  Rey=Refren- 
dada  de  Samano  y  señalada  del  Cardenal  y  Beltran  3-  Carvajal  y 
Bernal  y  Velazquex. 


-  428  - 


II 


El  Rey=Maestro  fray  Francisco  de  Vitoria,  catedrático  de 
prima  en  la  Unibersidad  de  .Salamanca.  Fray  Bartolomé  de  las 
Casas,  de  la  orden  de  Santo  Domingo,  ha  mucho  tiempo  que  rrexi- 
de  en  las  nuestras  Indias,  e  agora  ha  venido  a  estos  Reynos,  a 
procurar  algunas  cosas  que  tocan  a  su  orden  y  bien  de  los  natu- 
rales de  aquella  tierra;  el  cual  nos  ha  hecho  relación  que  conviene 
y  es  necesario  que  se  proyva  e  deñenda  que  ninguno  baptice  en 
aquellas  partes  indio  ni  negro  ni  otro  ynfiel  adulto,  hasta  que, 
conforme  a  la  sagrada  escriptura  y  dotrina  de  los  santos  y  a  la 
costumbre  de  la  universal  Iglesia,  sean  en  la  fee  católica  doctrina- 
dos, tanto  tiempo  cuanto  suficientemente  ovieren  menester  para 
ser  dignos  de  rrecivir  el  sancto  baptismo;  porque  diz  que  en  las 
dichas  nuestras  Indias  se  acostumbra  baptizar,  sin  que  aquel  que 
rrecive  el  agua  de  baptismo  sepa  ni  entiende  lo  que  rrecive  de  que 
nuestro  señor  es  de  servido:  e  visto  los  suso  dicho  en  el  nuestro 
Consejo  rreal  de  las  Indias,  por  ser  como  es  cosa  theologal,  ha  pa- 
recido  que  conviene  que  sea  visto  y  examinado  por  personas 
theologas,  e  yo,  por  la  buena  relación  que  de  vuestra  persona  le- 
tras e  vida  tengo,  he  acordado  de  os  lo  remitir  para  que,  como  ce- 
loso del  servicio  de  Dios  nuestro  Señor  e  vuestro  como  cosa  que 
tanto  ymporta  a  nuestra  sancta  fee  católica,  lo  veáis  e  deis  en  ello 
vuestro  parecer.  Por  ende  yo  vos  ruego  y  encargo,  que  veáis  lo 
que  asy  dize  el  dicho  fray  Bartolomé  de  las  Casas  cerca  de  lo  to- 
cante al  dicho  baptismo,  y  platiquéis  sobre  ello  con  los  dichos 
theologos  desa  Unibersidad  que  a  vos  os  pareciere,  y  la  rresolu- 
cion  que  todos  tomaredes  en  ello,  la  embiareis  ante  nos  al  dicho 
Consejo  nuestro  firmado  de  vuestro  nombre  e  de  las  personas  que 
heligeredes  para  ver  e  determinar  lo  suso  dicho;  que  demás  del 
servicio  que  en  ella  aréis  a  nuestro  Señor  yo  seré  dello  muy  ser- 
vido. De  Madrid  a  treinta  e  un  días  del  mes  de  marco  de  mille 
quinientos  e  cuarenta  e  un  años.=Cardenalis=Refrendada  y  seña- 
lada en  los  dichos. 


-  42^  - 
CARTAS  DE  FR.  FRANCISCO  DE  VITORIA 

AL    CONDESTABLE   DON"    PEDRO    FERNÁNDEZ   DE   VELASCO 

I 

Illmo.  Señor. 

Aunque  no  avia  mucho  sobre  que  yo  escriui  a  V.  S.  mas  lar- 
go y  fue  uny  carta  con  la  de  don  luán.  Creo  que  era  el  mensajero 
cierto  y  que  no  se  avran  perdido  las  cartas.  Ya  acá  sabíamos  la 
yda  de  V.  S.  a  la  casa  de  la  Reyna,  que  el  señor  Conde  Syruela  me 
lo  avia  escrito.  Creo  que  V.  S.  es  buelto  a  la  corte  a  esperar  la  ve- 
nida de  Su  Magestad;  plega  a  Dios  que  no  sea  por  demás  la  espe- 
ranza desta  vez,  que  a  todos  se  nos  face  tarde,  y  guarde  a  V.  S. 
siempre  para  que  en  lo  común  y  en  lo  particular  haga  muchos 
bienes,  que  aquellos  que  los  fazen  son  los  verdaderamente  gran- 
des al  lenguaje  del  cielo  y  del  Evangelio,  que  asy  lo  dize  nuestro 
Señor  qui  scandalisaverit  etc.,  minime  vocavitur  iu  regno  ccelo- 
runt;  qui  autemfecerit  etc.,  hic  magnus  vocabitur  iu  regno  ccelo- 
vnm.  Grand  burla  seria  si  los  grandes  de  acá  fuesen  los  chicos  de 
alia;  que  oviesen  sido  Reyes  o  Señores  de  farsa:  no  plega  a  Dios. 
Una  carta  he  visto  del  campo,  que  decía  que  Antonio  Ley  va  mu- 
rio  con  mucha  mas  fama  y  opinión  de  cavallero  y  capitán  que  de 
cristiano;  que  aun  paresceme  que  dize  que  ni  aun  confesión  no 
fizo.  Nuestro  Señor  a  él  y  a  todos  nos  faga  misericordia,  que  es 
mucho  menester,  y  el  sabe  lo  secreto  de  quien  es  bueno  o  no  para 
azer.  Asy  como  escriven,  bien  llorado  yria  al  otro  mundo;  podría 
ser  que  no  fuese  allá  capitán  syno  soldado.  Es  muy  tarde  de  mi- 
rar en  esto  al  punto  de  la  muerte.  Sant  Juan  Baptista,  a  la  gente 
de  guerra  que  le  preguntaron  que  farían  para  yr  al  cielo,  no  les 
dixo  que  dexasen  aquel  oficio  o  partido  sim  estofe  contenti  stipen- 
diis  vestrts,  neminem  concutiatis,  nentini  injuriam  feceritis;  pe- 
ro pocos  guardan  aquella  guerra,  que  no  tienen  por  valientes  si 
no  son  mas  bravos  con  sus  naturales  o  con  los  amigos,  que  con 
los  enemigos.  Algo  desto  les  podria  caber  a  los  señores  con  sus 
vasallos,  que  también  la  regla  de  Sant  Juan  es  derechamente  para 
ellos.  Dios  les  dio  tan  largamente  que  gastar  sin  agovio  de  nadie, 
ni  manda  que  pierdan  de  su  derecho,  pero  cuando  ay  duda  aun 
Aristóteles  lo  dixo,  que  tnelius  est  injuriam  pati  quam  faceré.  Don 
Juan  está  bueno,  bendito  nuestro  Señor;  el  Bachiller  ha  estado 
bien  malo  de  costado;  ya  esta  fuera  de  peligro.  Nuestro  Señor  la 
vida  y  yllustrisimo  estado  de  V.  S.  syempre  prospere  y  guarde  en 
su  servicio.— Capellán  y  siervo  de  Y.  yllustrisima  S.=Fray  Fran- 
cisco de  Yitoria. 


-  430  - 

II 

Yllustrisimo  Señor. 

De  acá  pocas  nuevas  puede  a  ver  que  escrivir  a  V.  S.  que  todas 
vienen  de  alia,  y  plega  nuestro  Señor  que  las  buenas  siempre  sean 
verdaderas  y  las  otras  salgan  mentirosas.  A  lo  menos  la  que  tene- 
mos entre  las  manos  de  la  venida  de  Su  Majestat,  quiera  nuestro 
Señor  no  se  nos  vierta,  y  que  Dios  le  trayga  con  bien,  no  solo  des- 
tos  Reynos  sino  de  toda  la  Cristiandad  que  en  tanta  necesidad  es- 
ta. Bien  se  sabe  cuan  poco  sometidos  son  los  Principes  a  parece- 
res de  nadie,  especial  si  son  fuera  de  su  inclinación;  pero  sy  algu- 
no puede  tener  lugar  con  Su  Majestat,  ninguno  tanto  como  el  de 
V.  S.  por  muchos  títulos.  Yo  algunas  vezes  pienso  cuan  grande 
desvario  es  uno  de  nosotros,  no  solo  tablar,  pero  ni  pensar  en  las 
cosas  publicas  y  de  gobernación,  que  me  paresce  que  es  mas  fue- 
ra de  términos  que  sy  los  señores  fablasen  en  nuestras  filosofías; 
pero  cuando  ses  me  acuerda  que,  sy  alguno  ay  por  cuyo  acuerdo  se 
gobiernan  estas  cosas,  son  hombres  de  carne  y  hueso  como  nos- 
otros, y  que  podría  ser  que  quedasen  fuera  otros  tan  sabios  como 
los  que  entran  dentro,  no  tengo  por  tan  grand  locura  tener  que  no 
lo  aciertan  ni  alcancan  todo.— Yo  lo  veo  mal  alignado,  pero  sy  se 
pudiese  fallar  camino  para  dar  algún  corte  entre  Su  Majestat  y  el 
Rey  de  Francia,  creo  que  seria  aun  mucho  mejor  jornada  que  la 
de  Túnez.  Yo  agora  no  pediría  á  Dios  otra  mayor  merced,  syno 
que  ficiese  estos  dos  principes  verdaderos  hermanos  en  voluntad 
como  lo  son  en  devdo,  que  si  esto  oviese,  no  avria  mas  herejes  en 
la  Iglesia  ni  aun  mas  moros  de  los  que  ellos  quisieren,  y  la  Iglesia 
se  rreformaria  quisier  el  Papa  o  no;  y  hasta  que  esto  yo  vea,  ni 
daré  un  maravedi  por  Concilio,  ni  por  todos  cuantos  remedios  ni 
yngenios  se  ymaginaren. 

La  culpa  non  debe  estar  ni  (sic)  el  Rey  de  Francia,  y  mucho 
menos  en  el  Emperador,  syno  deben  ser  los  pecados  de  todos.  Las 
guerras  no  se  inventaron  para  bien  de  los  principes  syno  de  los 
pueblos,  y  sy  esto  es  asy  como  lo  es,  véanlo  buenos  hombres  sy 
nuestras  guerras  son  por  bien  de  España  o  Francia  o  Italia  o  Ale- 
mania sino  para  destruycion  de  todas  ellas  y  acrecentamiento  de 
la  morisma  y  hereges.  Ándense  ay  jurando  que  nosotros  no  tene- 
mos ninguna  culpa.  Dios  gelo  perdone  a  los  Principes  o  a  los  que 
en  ellos  los  ponen,  pero  no  perdonara.  Mas  que  cosas  nuevas  es- 
qrivo  a  V.  S.,  como  si  esto  no  lo  tubiese  visto  V.  S.  mejor  que 
nadie,  mas  lo  peor  dello  es  que  todos  lo  veen  syno  solos  los  Prin- 
cipes. Donjuán  lo  faze  a  la  verdad  mucho  bien,  y  con  mucha  di- 
ligencia y  con  toda  subieción,  que  sin  duda  muestra  inclinación 


-  431  - 

de  toda  bondad:  ha  estado  un  poco  malulo  de  un  romadizo,  pero 
ya  esta  libre,  por  que  le  libre  yo  de  manos  de  médicos.  Nuestro 
Señor  la  vida  y  illustrisimo  estado  de  V.  S.  siempre  prospere  y 
guarde  a  su  servicio.  De  Salamanca  a  XIX  de  noviembre=cape- 
llan  y  sierva  de  V.  illustrisima  S.=Fray  Francisco  de  Vitoria. 

Xuárez  (Pedro). 

Se  escribe  también  su  apellido  Juárez  y  Suárez.  En  5  de 
Agosto  de  1532  hizo  el  juramento  para  graduarse  de  Licen- 
ciado en  Cánones,  y  en  10  de  Noviembre  de  1533  fué  nom- 
brado catedrático  de  una  cursatoria  de  dicha  Facultad. 

Mientras  desempeñaba  esta  cátedra  recibió  el  grado  de 
Doctor  en  Cánones:  verificó  el  juramento  previo  el  22  de 
Agosto  de  1535.  El  2  de  Noviembre  de  1538  fué  encargado 
de  la  media  multa  de  la  cátedra  de  Prima  de  Cánones  del 
Dr.  Navarro. 

El  5  de  Mayo  de  1541  se  le  eligió  catedrático  de  Víspe- 
ras de  Cánones.  A  fines  de  1549  ó  principios  de  1550,  fué 
nombrado  catedrático  de  Decreto,  siendo  jubilado  el  11  de 
Julio  de  1560.  Por  muerte  del  Dr.  Xuárez,  se  declaró  va- 
cante la  cátedra  de  Decreto  el  11  de  Enero  de  1563. 

Yáñez  de  Frechilla  (Fernando). 

Se  encuentra  su  nombre  en  los  libros  de  Claustros 
de  1504.  El  2  de  Agosto  de  aquel  año,  fué  nombrado  susti- 
tuto del  Dr.  Cubillas  en  la  cátedra  de  Decreto.  Después 
hemos  hallado  otra  mención  de  él  en  30  de  Enero  de  1511; 
este  día  parece  que  fué  reelegido  para  catedrático  de  una 
de  las  cursatorias  de  Cánones.  Ya  Doctor  figura  en  los  li- 
bros de  cuentas  de  1518  como  catedrático  de  una  de  las  de 
Vísperas  de  Cánones.  Disfrutó  de  esta  cátedra  hasta  su 
muerte  en  16  de  Marzo  de  1522. 

Yáñez  de  Frechilla  (Francisco). 

Algunas  veces  se  le  llama  también  Ibáñez  de  Frechilla. 
En  9  de  Junio  de  1534  hizo  el  juramento  para  tomar  el  gra- 
do de  Licenciado.  En  4  de  Septiembre  del  año  siguiente  fué 


-  432  - 

nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cáno- 
nes, y  el  12  de  Noviembre  de  1536  practicó  el  juramento  pa- 
ra recibir  el  grado  de  Doctor.  Dejó  la  cátedra  cursatoria 
al  ser  elegido  el  15  de  Diciembre  de  1548  sustituto  del  doc- 
tor Juan  de  la  Puebla  en  la  clase  de  Prima  de  Cánones.  Ha- 
cia Octubre  de  1549  parece  que  le  encomendaron  la  cátedra 
de  Prima  de  Cánones.  No  debió  vivir  mucho  después  del 
nombramiento,  pues  no  se  encuentra  entre  los  catedráticos 
que  hicieron  el  juramento  de  1  de  Mayo  de  1551,  al  paso  que 
figura  el  Dr.  León  en  Junio  de  aquel  año  como  catedrático 
de  Prima,  y  además  en  los  libros  de  Claustros  de  1550-51  se 
hace  alguna  cita  de  la  viuda  del  Dr.  Frechilla.  Suponemos 
por  todo  ello  que  murió  á  principios  de  1551. 

Yáñez  de  Deza  y  Frechilla  (Juan). 

Algunas  veces  se  le  llama  Ibáñez.  En  7  de  Diciembre 
de  1568  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licencia- 
do en  Cánones  el  Br.  Juan  de  Deza  y  Frechilla,  natural  de 
Salamanca.  Verificó  el  juramento  para  el  grado  de  Doctor 
el  24  de  Agosto  de  1572.  Desde  el  curso  de  1582-83  figura 
como  sustituto  del  Dr.  Gutiérrez  de  Moya,  en  su  cátedra 
de  Prima  de  Cánones.  Desempeñó  la  sustitución  hasta  1.° 
de  Marzo  de  1584,  en  que  fué  nombrado  catedrático  de  Vís- 
peras de  Cánones.  El  24  de  Abril  de  1598  es  elegido  cate- 
drático de  una  de  las  de  Prima  de  Cánones.  Fué  jubilado 
en  Junio  de  1603  y  murió  poco  después,  durante  las  vaca- 
ciones del  curso  de  1602-03.  Nicolás  Antonio  cita  alguna 
bibliografía  de  este  maestro  salmantino. 


Zumel  (Fr.  Francisco  de). 

Mercenario.  El  2  de  Diciembre  de  1570  fué  nombrado 
catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Artes,  que  tuvo 
hasta  el  7  de  Diciembre  de  1575  en  que  pasó  á  la  cátedra  de 
Físicos.  Entretanto  hizo  en  31  de  Mayo  de  1571  y  17  de  Fe- 
brero de  1572  los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Li- 
cenciado y  Maestro  en  Teología.  Desempeñó  la  cátedra  de 
Físicos  hasta  el  18  de  Enero  de  1580  en  que  fué  elegido  ca- 


—  433  — 

tedrático  de  Filosofía  moral:  aquel  mismo  año,  el  19  de  Ma-1 
yo  y  el  10  de  Julio,  tomó  los  grados  de  Licenciado  y  Maes- 
tro en  Artes.  Hacia  1593  se  hace  mención  de  él  como  gene- 
ral de  la  Orden  de  la  Merced. 

Fué  jubilado  en  Mayo  de  1601  y  murió  en  1607:  se  decla- 
ró vacante  la  cátedra  de  Filosofía  moral  en  23  de  Abril 
de  1607.  Nicolás  Antonio  da  algunos  datos  biográficos  y  bi- 
bliográficos. Disfrutó  de  gran  estimación  por  su  mucha  cien- 
cia y  virtud. 

Zúñiga  (Alonso  de). 

Los  primeros  datos  seguros  que  de  él  hemos  encontrado 
son  del  año  1505:  era  entonces  doctor  y  catedrático  de  Vís- 
peras de  Leyes.  Algunas  veces  se  le  llama  el  Dr.  Stuñiga. 
Sigue  figurando  como  catedrático  de  Vísperas  de  Leyes 
hasta  el  25  de  Octubre  de  1521,  en  que  se  anunció  la  vacadu- 
ra  de  la  cátedra  por  muerte  del  Dr.  Villar  y  Macías  dice  que 
un  Dr.  Alonso  de  Zúñiga  aparece  entre  los  sublevados  en 
la  ciudad  del  Tormes  cuando  las  Comunidades,  y  Lafuente, 
en  la  lista  que  publica  de  los  exceptuados  del  perdón,  inclu- 
ye al  Dr.  Alonso  de  Zúñiga,  procurador  en  la  junta  por  Sa- 
lamanca. No  podemos  asegurar  si  se  trata  ó  no  de  la  mis- 
ma persona. 

Zúñiga  Avellaneda  (Gaspar  deh 

El  4  de  Agosto  de  1547  hizo  el  juramento  para  recibir  el 
grado  de  Licenciado  en  Teología.  Desde  aquel  año  de  1547 
hasta  1550  figura  como  catedrático  de  Escoto.  Fué  después 
Obispo  de  Segovia,  Arzobispo  de  Santiago  y  Sevilla  y  Car- 
denal de  la  Iglesia  romana. 


Capítulo  vi 

Catedráticos  de  la  Universidad  de  Salamanca  durante  la  primera  mitad  del 
siglo  XVII. — Enseñanzas  que  se  daban. — Notas  biográficas  y  biblio- 
gráficas de  los  maestros  más  notables. 

Cánones. 

Cátedra  de  Decreto. 

1601  16  Pareja  (Juan  de). 

616  23  Balboa  Mogrobejo  (Juan  de). 
623  30  Bonilla  (Martín  de). 

630  31  Nieto  (Juan). 

632  48  López  de  Honti veros  (Martín). 

648  49  Sánchez  Randoli  (Francisco). 

Cátedra  de  Prima  (a). 

603  17  Bergas  (Roque  de). 

617  23  Guillen  de  la  Carrera  (Alonso). 
623  30  Balboa  Mogrobejo  (Juan  de). 
630  42  Bonilla  (Martín  de)  (1). 

648  51  Altamirano  Velázquez  (Juan  de). 


1 1 I  Por  los  Libros  de  Claustros  de  1638  y  siguientes  sabemos  que  la  Universidad 
trató  de  evitar,  por  indicaciones  del  Consejo  Real,  que  las  cátedras  principales 
como  eran  las  de  Prima  de  las  diversas  Facultades  estuviesen  ocupadas  muchas 
veces  por  sustitutos  y  no  por  propietarios,  puesto  que,  jubilado  el  poseedor,  la 
clase  debía  ser  leída  por  un  sustituto  que  ganaba  menor  salario,  lo  cual  era  sólo 
por  un  plazo  más  ó  menos  largo,  cuatro  años  generalmente,  y  sin  más  ventaja 
para  él  que  el  mérito  que  podría  resultarle  de  desempeñar  tal  cátedra.  Este  esta- 
do de  cosas  terminó  con  la  Carta  Real  de  13  de  Noviembre  de  1647  en  la  que  se 
disponía  que  la  cátedra  cuyo  propietario  jubilase  se  anunciara  á  oposición,  para 
ser  cubierta  en  propiedad,  aun  cuando  no  disfrutase  el  agraciado  del  salario  ínte- 
gro hasta  que  el  profesor  más  antiguo  que  hubiese  jubilado  en  ella  muriera  ó  la 
renunciase.  Por  eso  el  Dr.  Bonilla  figura  en  los  Libros  de  Cuentas  como  catedrá- 
tico de  Prima  de  Cánones  jubilado,  hasta  su  muerte  en  166-,  no  obstante  apare- 
cer como  catedrático  de  ella  el  Dr.  Altamirano,  catedrático  de  la  misma,  de 
164S  á  1651,  en  que  murió.  Caso  análogo  se  da  en  la  otra  cátedra  de  Prima  de  Cá- 
nones con  los  Dres.  Pareja,  López  de  Hontiveros  y  Sánchez  Randoli. 


-  4%  - 


Cátedra  de  Prima  (b). 

1602  12  León  (Juan  de). 
612  16  Pacheco  de  Guzmán  (Francisco). 
616  41  Pareja  (Juan  de). 
648  66  López  de  Hontiveros  (Martín). 

Cátedra  de  Vísperas  (a). 

599  6C4  Rodríguez  de  Carvajal  (Rafael). 
604  06  Balmaseda  (Bernardo  de). 
606  08  Corral  Arellano  (Diego  de). 
608  10  Sierra  (Francisco  de  la). 
610  12  Pacheco  de  Guzmán  (Francisco). 

612  13  B.ilboa  Mogrobejo  (Juan). 

613  16  Fernández  de  Mansilla  (Pedro). 

616  17  Carrillo  Chumacero  (Fernando). 

617  18  Riaño  (Diego  de). 
619  23  Bonilla  (Martín  de). 

624  29  Oca  (Alvaro  de). 

629  31  Sarabia  (Francisco  de). 

631  37  Arias  de  Mesa  (Fernando). 
637  43  Porras  (García  de). 

643  48  Altamirano  Velázquez  (Juan). 

Cátedra  de  Vísperas  (b). 

600  02  Sotillo  de  Mesa  (Alonso). 
602  04  Ortega  y  Zafra  (Juan  de). 
604  07  Cornejo  de  Pedrosa  (Bartolomé). 
697  08  Núñez  de  Herrera  (Esteban). 
608  25  Ruiz  Barrio  Pedro). 

625  30  Nieto  (Juan). 

630  32  López  de  Hontiveros  (Martín). 

632  36  Altamirano  Velázquez  (Juan). 
636  48  Sánchez  Randoli  (Francisco). 
648  48  Pardo  de  Figueroa  (José). 


-  -137  - 


Cátedra  de  Sexto  y  Clementinas. 

15^9  604  Balmaseda  (Bernardo  de). 
605  07  Núñez  de  Herrera  (Esteban). 
608  10  Pacheco  de  Guzmán  (Francisco). 
611  22  Nieto  de  Briones  (Diego). 
622  24  Oca  (Alvaro  de). 
624  26  Ayora  (Gregorio  de). 
626  28  Velasco  (Pedro  de). 

628  29  Sarabia  (Francisco  de). 

629  30  López  de  Hontiveros  (Martín). 

630  31  Arias  de  Mesa  (Fernando). 

631  36  Sánchez  Randoli  (Francisco). 
636  37  Porras  (García  de). 

638  41  Medra  no  (García  de). 

641  45  Valderrama  (Francisco  de). 

645  45  Espada  (Francisco  de  la). 

645  48  Bajo  Arroyo  (Pedro). 

648  49  Rodríguez  de  Armenteros  (Juan). 


Cátedras  cursatorias. 
Cursatoria  (a). 

600  05  Núñez  de  Herrera  (Esteban). 

605  08  Ruiz  Barrio  (Pedro). 

608  08  Juárez  de  Molina  (Lie.  Pedro)  B.  (1). 

608  11  Huertos  (Lie.  Juan  de  los)  B. 

611  16  Carrillo  Chumacero  (Fernando)  A. 

616  19  Vela  (Dr.  José)  O. 

620  21  Arrese  (Lie.  Jerónimo  de)  B. 

621  24  Nieto  (Juan)  C 

624  26  López  de  Hontiveros  (Martín). 


(1)  Como  muchas  de  estas  cátedras  fueron  desempeñadas  por  colegiales  de  los 
colegios  mayores  de  San  Bartolomé,  Cuenca,  Oviedo  y  Arzobispo,  indicaremos 
con  las  riglas  B.  C.  O.  y  A.,  respectivamente,  los  catedráticos  que  fueron  cole- 
giales. 


-  438- 

1626  28  Sánchez  Randoli  (Francisco). 
629  29  Arredondo  (Tomás  de)  B. 
629  31  Cid  de  Molina  (Dr.  Francisco)  C. 

631  32  Andrade  (á  veces  Castro)  (Lie.  Fernando  de)  B. 

632  33  Vázquez  de  Aguilar  (Lie.  Paulo)  C. 

633  36  Guzmán  (Lie.  Paulo  de)  O. 
636  39  Feloaga  (Antonio  de)  A. 
639  41  Estrada  (Lie.  Antonio  de)  B. 
641  44  Quiñones  (Luis  de)  O. 

644  45  Golfín  de  Carvajal  (Juan)  C. 

645  46  Rodríguez  de  Armenteros  (Juan). 

646  46  Campo  Redondo  (Francisco  de)  B. 

646  47  Vivero  (Alonso  de). 

647  49  Ulloa  y  del  Enzina  (Félix). 

Cursatoria  (b). 

601  02  Bergas  (Roque  de). 

602  02  Paredes  (Lie.  Luis  de). 
6'J2  03  Bergas  (Roque  de). 

603  04  Cornejo  de  Pedrosa  (Bartolomé). 

604  11  Nieto  de  Briones  (Diego). 
611  14  Acosta  (Ñuño  de). 

615  16  Balboa  Mogrobejo  (Juan). 

616  17  Riaño  (Diego  de)  B. 

617  19  Bonilla  (Martín  de). 
620  24  Ayora  (Gregorio  de). 

624  25  Nieto  (Juan)  C. 

625  26  Velasco  (Pedro  de)  A . 

626  29  Arias  de  Mesa  (Fernando). 

629  30  Arredondo  (Tomás  de)  B. 

630  33  Villeia  (Lie.  Andrés  de)  A. 

633  35  Vázquez  de  Aguilar  (Lie.  Paulo)  C. 

636  36  Bajo  Arroyo  (Pedro). 

636  41  Garaña  Nieto  (Antonio  de). 

641  43  Estrada  (Lie.  Antonio  de)  B. 

643  43  Altamirano  Velázquez  (Juan). 

644  45  Quiñones  (Luis  de)  O. 

645  45  Estrada  Manrique  (Juan  de)  O. 
645  45  Golfín  de  Carvajal  (Juan)  C. 


-  439  - 

1646  48  Rodríguez  de  Armenteros  (Juan), 

648  49  Ulloa  Pereira  (Juan  de)  O. 

649  49  Navarrete  (Juan  Bautista). 

Cursatoria  (c). 

603  06  Corral  Arellano  (Diego  de)  B. 
696  08  Sierra  (Francisco  de  la). 
608  12  Sánchez  (Bartolomé). 

612  17  Moscoso  y  Córdoba  (Lie.  Cristóbal)  C. 

617  18  Haro  (Lie.  García  de)  C. 

618  23  Cañas  (Francisco  de)  O. 
623  25  Velasco  (Pedro-de)  A. 

625  26  Arias  de  Mesa  (Fernando). 

626  29  Ordóñez  de  la  Real  (Lie.  Pedro)  O. 

629  30  Villela  (Lie.  Andrés  de)  A. 

630  30  Altamirano  Velázquez  (Juan). 
630  32  Lezama  (Antonio  de)  A. 

633  33  Porras  (García  de). 

633  36  Bajo  Arroyo  (Pedro). 

636  38  Valderrama  (Francisco  de)  C. 

638  39  Ressa  (Lie.  Bernabé  de). 

639  41  González  de  Salcedo  (Lie.  Jacinto). 
641  44  Espada  (Francisco  de  la)  A. 

644  45  Estrada  Manrique  (Juan  de)  O. 

645  45  Castejón  (Gil  de)  B. 

646  48  Infante  (Sebastián)  C. 
648  48  Ulloa  Pereira  (Juan)  O. 

Cursatoria  (d). 

600  02  Ortega  (Juan  de)  A. 

602  06  Aoyz  (Lie.  Berenguer  de)  B. 

606  06  Pacheco  de  Guzmán  (Francisco)  A. 

607  13  Espino  (Lie.  Alonso  de). 

613  20  Ayora  (Gregorio  de). 
620  25  Neila  (Dr.  Pedro  de). 

625  26  Sarabia  (Francisco  de)  B. 

626  28  López  de  Hontiveros  (Martín). 
628  31  Sánchez  Randoli  (Francisco). 


-  440  - 

1631  32  Cid  de  Molina  (Francisco)  C. 

632  33  Lezama  (Lie.  Antonio  de)  A. 

633  36  Porras  (García  de). 
636  39  Bajo  Arroyo  (Pedro). 

639  44  Feloaga  (Lie.  Antonio  de)  A. 

644  45  Espada  (Francisco  de  la)  A. 

645  45  Estrada  Manrique  (Juan)  O. 
645  48  Pardo  de  Figueroa  (José)  A. 
648  49  Infante  (Lie.  Sebastián)  C. 


Leyes. 
Cátedra  de  Prima  (a). 

606  12  León  (Juan  de). 

612  21  Pichardo  Vinuesa  (Antonio). 

621  28  Vega  de  la  Peña  (Pedro  de). 

628  31  Valencia  (Melchor  de). 

631  41  Portillo  (Gregorio  de). 

641  44  Ramos  del  Manzano. (Francisco), 

645  48  Villalobos  (Pedro  de). 

Cátedra  de  Prima  (b). 

605  06  Caldeira  (Francisco  de). 

606  21  Díaz  (Marcos). 

621  23  Queipo  de  Llano  (Juan). 
623  25  Arce  (Diego  de). 

625  48  Maqueda  Castellano  (Paulo  de). 

Cátedra  de  Vísperas  (a). 

602  12  Pichardo  Vinuesa  (Antonio). 
612  14  Chumacero  Sotomayor  (Juan). 

615  16  Riego  (Juan  Alonso  del). 

616  17  González  de  Sepúlveda  (Matías). 

617  21  Larrea  (Juan  Bautista). 

621  25  Maqueda  Castellano  (Paulo  de) 

626  31  Portillo  (Gregorio  de) 


-  441  - 

1631  32  Larreategui  (Martín  de). 
632  41  Ramos  del  Manzano  (Francisco). 

641  42  León  (Pedro  de). 

642  44  Vidaña  Lazárraga  (Antonio). 

644  45  Felvaga  (Antonio  de). 

645  48  Salcedo  (Luis  de). 

648  48  Chaves  y  Sotomayor  (Gabriel  de), 

Cátedra  de  Vísperas  (b). 

600  05  Caldeira  (Francisco  de). 

605  06  Flórez  Melón  (Sancho). 

606  07  Paniagua  (Gabriel). 

607  09  Solórzano  Pereira  (Juan  de). 

609  10  Pérez  de  Araciel  (García). 

610  17  Guillen  de  la  Carrera  (Alonso). 
617  21  Vega  y  de  la  Peña  (Pedro  de). 
621  28  Valencia  (Melchor). 

628  35  Cerbera  (Bernardo  de). 
635  45  Villalobos  (Pedro  de). 

645  45  Cervantes  (Esteban  de). 

646  46  Flórez  (Alonso). 

646  48  Virto  de  Lezana  (Pedro). 


Cátedras  cursatorias. 

Digesto  Viejo. 

601  02  Márquez  (Lie.  Francisco). 

602  02  Pichardo  Vinuesa  (Antonio). 
602  05  Flórez  Melón  (Sancho)  B. 
605  07  Solórzano  Pereira  (Juan  de). 

607  09  Martínez  de  Tejada  (Lie.  Lorenzo). 
609  15  Riego  (Juan  Alonso  del)  O. 

615  16  Gudiel  de  Peralta  (Luis)  A. 

616  16  González  de  Sepúlveda  (Matías)  A. 

616  17  Vega  y  de  la  Peña  (Pedro  de). 

617  21  Queipo  del  Llano  (Juan)  B. 


-  442  - 

1621  22  Ronquillo  (Lie.  Antonio)  O. 
022  25  Portillo  (Gregorio). 
626  28  Cerbera  (Bernardo  de)  A. 
628  30  Solís  (Lie.  Francisco  de)  O. 
630  32  Ramos  del  Manzano  (Francisco). 
633  33  Robles  (Lie.  Francisco)  O. 
633  35  Villalobos  (Pedro  de). 
636  38  Góngora  (Lie.  Juan  de)  A. 
638  41  León  (Pedro  de)  C. 

641  42  Arredondo  (Diego  de)  A. 

642  45  Salcedo  (Luis  de). 
645  45  Flórez  (Alonso)  A. 

645  46  Virto  de  Lezama  (Pedro). 

646  48  Zamora  (José  de). 

648  48  Villegas  (Alvaro  de)  B. 

648  49  Beltrán  de  Arnedo  (Pedro)  O. 


Volumen. 

599  604  Villavicencio  (Lie.  Luis). 
604  06  Díaz  (Marcos). 
606  08  Mexía  de  Castilla  (Lie.  Juan)  C. 
608  08  Rodríguez  Calvo  (Lie.  Simón)  A. 

608  09  Pérez  de  Aranciel  (García)  A. 

609  12  Chumacero  Sotomayor  (Juan)  B. 

612  13  Chumacero  (Lie.  Antonio)  C. 

613  16  González  de  Sepúlveda  (Matías)  A 

616  17  Larrea  (Juan  Bautista)  C. 

617  21  Maqueda  Castellano  (Paulo  de). 

621  22  Portillo  (Gregorio). 

622  26  Cerbera  (Bernardo  de)  A. 
626  28  Amaya  (Francisco  de)  C. 

628  29  Solís  (Lie.  Francisco  de)  O. 

629  30  Ramos  del  Manzano  (Francisco). 

630  31  Larreategui  (Martín  de)  O. 

631  33  Robles  (Francisco  de)  O. 
633  33  Villalobos  (Pedro  de). 

633  33    Nieto  (Lie.  Martín)  C. 

634  36  Góngora  (Lie  Juan  de)  A. 


-  443  - 

1636  40  Vergara  (Francisco  de)  B.  (1). 

640  41  Arredondo  (Lie.  Diego  de)  A. 

641  42  Vidaña  (Lie.  Antonio  de)  B. 
643  48  Laso  de  Vega  (Cristóbal)  C. 
648  48  Villegas  (Lie.  Alvaro  de)  B. 
648  48  Fernández  de  Retes  (José). 

648  49  Oca  y  Zúñiga  (Alonso)  A. 

649  49  Santos  (Lorenzo)  O. 

Código  (a). 

602  05  Díaz  (Marcos). 

605  05  Solórzano  Pereira  (Juan). 

606  06  Mexía  (Lie.  Juan)  C. 

606  07  Martínez  de  Tejada  (Lie.  Lorenzo). 

607  08  Pérez  de  Araciel  (García)  A. 

608  09  Chumacero  Sotomayor  (Juan)  B. 

609  12  Pardo  de  Lago  (Lie' Luis). 
612  12  Chumacero  (Lie.  Antonio)  C. 

612  15  Sánchez  de  Islastejas  (Lie.  Bartolomé)  O. 

615  16  Vega  y  de  la  Peña  (Pedro  de). 

616  21  Ronquillo  (Lie.  Antonio)  O. 
621  21  Valencia  (Melchor  de). 

621  22  Cerbera  (Bernardo  de)  A. 

622  26  Amaya  (Lie.  Francisco)  C. 

626  28  Arias  Temprado  (Lie.  Paulo)  B. 

628  29  Ramos  del  Manzano  (Francisco). 

629  33  Villalobos  (Pedro  de). 

633  34  Góngora  (Juan  de)  A. 

634  36  Eusa  (Lie.  Fausto  de)  B. 

637  38  León  (Pedro  de)  C. 

638  40  Arredondo  Alvarado  (Diego  de)  A. 
640  42  Salcedo  (Luis  de) 

642  43  Cervantes  (Esteban  de)  A. 

643  44  Torre  (Lie.  Alonso  de  la)  B. 

644  45  Flórez  (Alonso)  A. 


(1)  Fué  autor  de  la  Historia  del  colegio  viejo  de  Satt  Bartolomé,  que  corregi- 
da y  aumentada  se  publicó  en  1766  por  D.  José  de  Rojas  y  Contreras,  Marqués  de 
Alventos,  también  colegial  de  San  Bartolomé. 


-  444  - 

1645  45  Domonte  (Dr.  Melchor). 

645  46  Zamora  (Dr.  José  de). 

646  48  Chaves  (Gabriel  de)  O. 
648  48  Flórez  y  Guzmán  (Juan)  C. 
648  48  Oca  (Alonso  de)  A. 

648  49  Santos  (Lorenzo)  O. 

649  49  Gamarra  (Pedro)  B. 

Código  (b). 

601  02  Flórez  Melón  (Sancho)  B. 

602  06  Paniagua  (Gabriel)  A. 

606  08  Rodríguez  Calvo  (Lie.  Simón)  A. 
608  10  Guillen  de  la  Carrera  (Alonso). 
610  15  Gudiel  (Lie.  Luis)  A. 

615  16  Larrea  (Juan  Bautista)  C. 

616  17  Maqueda  Castellano  (Paulo). 

617  21  Arce  (Diego  de)  C. 

621  25  Puebla  (Lie.  Jerónimo  de  la)  A. 
625  28  Solís  (Lie.  Francisco  de)  O. 

628  29  Santelices  (Juan  de)  A. 

629  30  Larreategui  (Martín  de)  O. 

630  32  Robles  (Francisco  de)  O. 

632  33  Nieto  (Martín)  C. 

633  36  Vergara  (Lie.  Francisco  de)  B. 

636  37  Arce  (Juan  de)  O. 

637  42  Castro  (Lie.  Nicolás  de). 

642  43  Laso  de  la  Vega  (Lie.  Cristóbal)  C. 

643  45  Virto  de  Lezama  (Pedro). 

645  46  Santos  (Lie.  Toribio)  O. 

646  48  Villegas  (Alvaro  de)  B. 
648  48  Fernández  de  Retes  (José). 
648  48  Beltrán  de  Arnedo  (Pedro)  O. 
648  49  Puga  (Francisco  de  la). 

Instituía  (a). 

601  05  Mexía  (Lie.  Juan)  C. 

605  06  Rodríguez  Calvo  (Lie.  Simón)  A. 

606  07  Enríquez  (Lie.  Nicolás  Ambrosio). 


-  445  - 

1607  07  Lezcano  (Lie.  Lorenzo  de)  B. 
607  09  Riego  (Juan  Alonso  del)  O. 
609  09  Pardo  de  Lago  (Lie.  Luis). 

609  10  Gudiel  (Lie.  Luis)  A. 

610  12  Sánchez  de  Islartejas  (Lie.  B.irtolomé)  O. 
612  15  Vega  y  de  la  Peña  (Pedro  de). 

615  17  Queipo  de  Llano  (Juan)  B. 
617  21  Valencia  (Melchor  de) 
621  21  Cerbera  (Bernardo  de)  A. 

621  22  Amaya  (Lie.  Francisco)  C. 

622  24  Serrano  (Lie.  Rodrigo). 

624  26  Arias  Temprado  (Lie.  Paulo)  B. 
626  29  Larreategui  (Martín  de)  O. 

629  30  Robles  (Francisco  de)  O. 

630  31  Ipeñarrieta  (Bernardo  de)  A. 

631  32  Nieto  de  Trejo  (Martín)  C. 

632  33  Góngora  (Lie.  Juan  de)  A. 

633  34  Eusa  (Lie.  Fausto  de)  B. 

634  37  León  (Pedro  de)  C. 

637  37  Chaves  (Lie.  Gregorio  de)  C. 

638  39  Pina  (Antonio  de)  O. 

639  40  Salcedo  (Luis  de) 

640  42  Medrano  (Lie.  Francisco  de)  B. 

642  43  Torre  (Alonso  de  la)  B. 

643  45  Santos  de  Risova  (Toribio)  O. 

645  46  Chaves  (Gabriel  de)  O. 

646  48  Fernández  de  Retes  (José). 
648  48  Beltrán  de  Arnedo  (Pedro)  O. 

648  48  Puga  (Francisco  de). 
643  49  Gamarra  (Pedro)  B. 

649  49  Márquez  de  Prado  (Alonso)  A. 

Instituta  (b). 

602  03  Paniagua  (Gabriel)  A. 

603  05  Otalora  (Lie.  Jerónimo  de)  B. 
605  05  Egues  (Lie.  Martín  de)  O. 

605  00  Martínez  de  Tejada  (Lorenzo)  O. 

606  10  Bizarro  (Fernando)  C. 

610  12  Chumacero  (Lie.  Antonio)  C. 


-  446  - 

1612  13  González  de  Sepúlveda  (Matías)  A. 
613  15  Larrea  (Juan  Bautista)  C. 

615  16  Maqueda  Castellano  (Paulo  de). 

616  17  Arce  (Diego  de)  C. 

617  21  Castillo  (Lie.  Francisco)  A. 
621  21  Portillo  (Gregorio  de). 

621  21  Solís  (Francisco  de)  O. 
625  28  Santelices  (Lie.  Juan  de)  A. 

628  29  Villalobos  (Pedro  de). 

629  31  Arnedo  (Lie.  Martín  de)  B. 

631  32  Pereda  (Juan  Fermín  de)  O. 

632  33  Vergara  (Lie.  Francisco  de)  B. 

633  36  Arce  y  Otalora  (Lie.  Juan  de)  O. 
636  38  Arredondo  (Diego  de)  A. 

638  41  Vidaña  (Marco  Antonio  de)  B. 

641  42  Laso  de  la  Vega  (Cristóbal)  C. 

642  43  Virto  de  Lezama  (Pedro). 

643  44  Flórez  (Alonso)  A. 

644  45  Domonte  (Melchor). 

645  45  Zamora  (Dr.  José  de). 

645  46  Villegas  (Alvaro  de)  B. 

646  48  Flórez  de  Guzmán  (Juan)  O. 
648  48  Oca  (Alonso  de)  A. 

648  48  Santos  (Lorenzo)  O. 
648  49  Berzón  (Dr.  Tomás). 


Teología. 
Cátedra  de  Prima. 

604  06  Herrera  (Fr.  Pedro  de). 
606  09  Curiel  (Juan  Alonso  de). 
609  26  Antolínea  (Fr.  Agustín). 
626  29  Ponce  de  León  (Fr.  Basilio). 
629  38  Cornejo  (Fr.  Francisco). 
638  49  Manrique  (PV.  Ángel). 


447  - 


Cátedra  de  Prima  (fundada  por  Felipe  III)  (1). 

16C6  25  Herrera  (Fr.  Pedro  de). 

625  49  Ara u jo  (Fr.  Francisco  de). 

Cátedra  de  Vísperas. 

600  06  Curiel  (Juan  Alonso  de). 

607  21  Márquez  (Fr.  Juan). 
621  30  Cornejo  (Fr.  Francisco). 
630  38  Manrique  (Fr.  Ángel). 

639  48  Rodríguez  (Fr.  Bernardino). 

Cátedra  de  Vísperas  (fundada  por  el  duque  de  Lerma)  (2). 

608  16  Ledesma  (Fr.  Pedro  de). 
616  26  Girón  (Fr.  Diego  de). 

626  38  Guzmán  (Fr.  Félix  de). 

63S  49  Aragón  (Fr.  Francisco  de). 

Cátedra  de  Biblia. 

600  04  Perasa(Fr.  Martín). 
604  09  Antolínez  (Fr.  Agustín). 

609  29  Bernardo  de  Quirós  (Fr.  Luis). 
629  39  Rodríguez  (Fr.  Bernardino). 
639  48  Reyes  (Fr.  Gaspar  de  los) 


Cátedras  cursatorias. 
Durando. 

596  604  Antolínez  (Fr.  Agustín). 
604  08  Ledesma  (Fr.  Pedro  de). 
608  18  Cornejo  (Fr.  Pedro  de). 


(1)  V.  t.  I,  pág.  659-63  y  los  Libros  de  Claustros  que  en  ellas  se  indican. 

(2)  V.  t.  1,  p;ig.  667  y  el  Libro  de  Claustros  que  en  ella  se  indica. 


-  448  - 

1618  23  Ponce  de  León  (Fr.  Basilio). 
623  25  Vacante.  Hubo  pleito  sobre  la  provisión 
625  25  Guzmán  (Dr.  Cristóbal  de). 
625  34  Domínguez  (Fr.  Francisco). 
634  39  Calderón  (Dr.  Antonio)  C. 
639  42  Oviedo  (Fr.  Gaspar  de). 
642  48  Gamboa  (Fr.  Francisco  de). 

Santo  Tomás. 

596  604  Ledesma  (Fr.  Pedro  de). 
604  07  Cornejo  (Fr.  Francisco). 

607  08  Cornejo  (Fr.  Pedro). 

608  12  Ruiz  de  Sagredo  (Dr.  Gregorio). 
612  18  Ponce  de  León  (Fr.  Basilio). 
618  21  Manrique  (Fr.  Ángel). 

621  31  Reyes  (Fr.  Gaspar  de  los). 
631  34  Calderón  (Dr.  Antonio)  C. 

634  35  Cerda  (Mro.  Fr.  José  de  la) 

635  37  Lazárraga  (Fr.  Cristóbal  de). 
637  39  Oviedo  (Fr.  Gaspar  de). 

639  44  León  (Mro.  Fr.  Hernando  de) 
644  48  Aguilar  (Fr.  Juan  de) 

Escoto. 

601  04  Cornejo  (Fr.  Francisco). 
604  08  Espilla  (Mro.  Fr.  Juan  de). 

608  09  Ponce  de  León  (Fr.  Basilio). 

609  15  Espinosa  (Mro.  Fr.  Andrés  de). 
615  18  Manrique  (Fr.  Ángel). 

618  25  Domínguez  (Fr.  Francisco). 
625  27  Rodríguez  (Fr.  Bernardino). 
627  29  Merino  (Fr.  Pedro) 
629  31  Calderón  (Dr.  Antonio)  C. 
631  35  Lazárraga  (Fr.  Cristóbal  de) 
635  37  Oviedo  (Fr.  Gaspar  de). 
637  39  León  (Mro.  Fr.  Hernando  de). 
639  43  Gamboa  (Fr.  Francisco  de). 

643  44  Aguilar  (Fr.  Juan  de). 

644  48  Vázquez  (Dr.  Gabriel)  C. 


-  449  - 

Medicina. 
Cátedra  de  Prima. 

1610  11  Medrano  (Cristóbal  de). 
611  19  Ruiz  de  Ochoa  (Diego). 
619  19  Gil  Vicente  (Juan). 
619  31  Hernández  de  Medina  (Gaspar). 
631  40  Núñez  de  Zamora  (Antonio). 
640  48  Porras  (Roque  de). 

Cátedra  de  Vísperas. 

611  11  Ruiz  de  Ochoa  (Diego). 

612  19  Gil  Vicente  (Juan). 

619  30  Arroyo  Solano  (Juan). 

630  31  Núñez  de  Zamora  (Antonio). 

631  40  Porras  (Roque  de). 

Cátedra  de  Pronósticos  (1). 

610  12  Gil  Vicente  (Juan). 

612  30  Núñez  de  Zamora  (Antonio). 

630  32  Garaña  (Juan  de) 

632  45  Enríquez  (Jorge). 

Cátedras  cursatorias. 
Método. 

597  610  Medrano  (Cristóbal  de). 
610  20  Hernández  de  Medina  (Gaspar). 

620  30  Garaña  (Juan). 
630  39  Rodríguez  (Luis). 

639  45  Ruiz  de  Vergara  (Buenaventura). 


'  1 1     En  el  siglo  xvn  se  conoce  con  este  nombre  á  la  cátedra  cursa t Oria  de  Avi- 
cena,  convertida  en  cátedra  de  propiedad  en  1577. 


-  450  - 


Anatomía. 


1597  607  Ruiz  de  Ochoa  (Diego). 
607  11  Vázquez  Mexía  (Dr.  Domingo). 
611  27  Corrales  (Lie.  Alonso  de). 
627  32  Enríquez  (Jorge). 

633  49  Ruiz  (Dr.  Sebastián). 

Simples. 

598  605  Velázquez  (Dr.  Juan). 

605  10  Hernández  de  Medina  (Gaspar). 
610  17  Criado  de  Miranda  (Dr.  Lucas). 
617  20  Arroyo  Solano  (Juan). 

620  27  Henríquez  (Jorge). 
627  39  González  (Juan). 
63o-  43  Hayo  (Lie.  Pedro  de). 
643  43  Hernández  (Lie.  Duarte). 
645  48  Escudero  (Dr.  Blas). 

Girugía. 

593  606  Ponte  (Lie.  Francisco  de). 

606  19  Hernández  (Lie.  Pedro). 
619  54  Hayo  (Cristóbal). 

Partido  de  Anatomía. 

619  20  Garaña  (Juan). 

620  20  Vázquez  Mexía  (Dr.  Domingo). 
620  26  Ruiz  (Lie.  Sebastián). 

626  27  Henríquez  (Jorge). 
629  33  Ruiz  (Dr.  Sebastián). 

634  39  Ruiz  de  Vergara  (Buenaventura). 
639  45  Escudero  (Lie.  Blas). 

647  48  Espinosa  (Dr.  Francisco  de). 


-  451  - 

Artes. 
Cátedra  de  Filosofía  moral. 

1607  21  Cornejo  (Fr.  Francisco). 
621  30  Manrique  (Fr.  Ángel). 

630  48  Merino  (Fr.  Pedro  de). 

Cátedra  de  Filosofía  natural. 

603  18  Ramírez  de  Arroyo  (Pedro). 
619  32  Porras  (Roque  de). 

632  39  Reyes  (Fr.  Gaspar  de  los). 
639  48  Rodríguez  (Luis). 

Cátedra  de  Súmulas  (Prima  de  lógica). 

600  12  Jubero  (Fr.  Dionisio). 
612  49  García  (Fr.  Juan). 

Cátedra  de  Lógica  magna  (Vísperas  de  Lógica). 

623  31  Becerra  (Juan). 

631  32  Reyes  (Fr.  Gaspar  de  los). 

632  45  Echalaz  (Juan  de). 

Cátedras  cursatorias. 

Físicos. 

598  603  Ramírez  de  Arroyo  (Pedro). 

604  04  Salazar  (Mro.  Fr.  Mauro  de). 
604  06  Estrella  (Mro.  Fr.  Juan  de). 
606  09  Espinosa  (Mro.  Fr.  Andrés  de). 
609  09  Alfaro  (Dr.  Juan  Gil  de)  A. 
609  31  Vitoria  (Fr.  Juan  de). 

631  32  Echalaz  (Juan  de)  B. 


-  452  - 

Í632  32  Asensio  Earterra  (Dr.  Domingo)  A. 
632  34  Rodríguez  (Lie.  Manuel). 
634  39  Hayo  (Lie.  Pedro  de). 
639  41  Nogueras  (Lie.  Rafael). 

641  44  Somoza  (Lie.  Gregorio  de)  O. 
644  46  Núñez  (Lie.  Alonso)  B. 

646  48  Rubiños  (Juan)  O. 

Curso  de  Artes  (a). 

598  04  Estrella  (Mro.  Fr.  Juan  de). 

604  05  Cepeda  (Dr.  Andrés  de). 

605  08  Martínez  Serrano  (Dr.  Juan)  O. 

608  15  González  (Dr.  Antonio)  O. 
615  19  Bargas  (Lie.  Diego  de)  O. 
620  23  Salinas  (Lie.  Juan  de)  B. 

623  24  Cañas  (Dr.  Andrés  de)  O. 

624  27  Calderón  (Dr.  Antonio)  C. 
627  31  Negrete  (Dr.  Juan). 

631  31  Borja  (Fr.  Francisco  de). 

632  33  Jácome  (Fr.  Manuel). 

633  42  Ortiz  de  Tellería  (Lie.  Juan)  B. 

642  46  Arando  (Francisco)  B. 
646  47  Castañón  (Antonio)  A. 

Curso  de  Artes  (b). 

600  03  Zamora  (Dr.  Cristóbal). 
603  09  Carrasco  (Dr.  Gabriel)  C. 

609  10  Merino  (Fr.  Pedro). 

610  10  Porras  (Roque  de). 

610  11  Ygoa  (Dr.  Martín)  O. 

611  15  Castellanos  (Mro.  Francisco  Antonio  de)  C. 
615  23  López  (Mro.  Fr.  Diego). 

623  26  Areizaga  (Dr.  Bartolomé  de)  B. 
626  31  Echalaz  (Juan  de)  B. 

631  32  Asensio  Vazterra  (Dr.  Domingo)  A. 

632  35  López  de  Zúñiga  (Mro.  Fr.  Diego). 
636  38  Cebrián  (Lie.  Francisco)  A. 


-  453  - 

1638  41  Francés  de  Medina  (Diego)  A. 

641  42  Moratinos  (Lie.  Matías  de)  A. 

642  46  Poveda  (Pedro  de)  C. 

Curso  de  Artes  (c). 

600  02  Ruiz  de  Sagredo  (Gregorio)  B. 
602  04  Quiroga  (Dr.  Diego  de)  A. 
604  12  García  (Fr.  Juan). 

612  18  Porras  (Roque  de). 

618  24  Diez  Hurtado  (Mro.  Fr.  Manuel). 

624  25  Montoya  (Dr.  Diego  de)  A. 

625  26  López  de  Vega  (Lie.  Juan). 

626  45  Renant  (Andrés). 

645  46  Córdoba  (Martín)  B. 

646  49  Gazapo  de  Somorriva  (Fernando). 
649  49  Alvarez  (Fr.  Rosendo). 

Curso  de  Artes  (d). 

601  08  Gómez  Alemán  (Dr.  J.)  C. 

608  09  Vitoria  (Mro.  Fr.  Juan  de). 

609  18  Marín  Serrano  (Mro.  Pedro)  B. 
618  18  Salazar(Mro.  Fr.  Diego  de). 

618  19  Sánchez  de  Somoza  (Dr.  Gonzalo)  O. 

619  20  Eliz  (Lie.  Alonso)  A. 

620  20  Guzmán  (Mro.  Fr.  Félix  de). 

620  24  Rodríguez  (Lie.  Luis). 

624  24  Campo  Orobio  (Dr.  Pedro  de). 
624  26  Gorena  (Dr.  Juan  de)  A. 
626  33  Almaraz  (Lie.  Francisco  de). 
633  47  Sánchez  (Lie.  Francisco). 

647  51  Velasco  (Lie.  Mateo  de)  B. 

Curso  de  Artes  (e). 

601  06  Espinosa  (Fr.  Andrés  de). 
606  09  Terrones  (Dr.  Antonio  de)  C. 
609  21  Reyes  (Fr.  Gaspar  de  los). 

621  22  Fresno  Mazos  (Lie.  Pedro  de)  O. 


-  454  - 

1622  22  Cobillas  (Mro.  Fr.  Benito  de). 
622  22  Ledesma  (Mro.  Fr.  Antonio  de). 
622  25  Ramos  de  Miranda  (Lie.  Juan). 
625  25  Martínez  de  Garay  (Dr.  Melchor)  O. 
625  27  Maldonado  (Lie.  Juan)  O. 
627  33  Garbia  (Dr.  Juan  de)  B. 
633  36  Blanco  de  Salcedo  (Lie.  Francisco)  O. 
636  45  Romero  (Mro.  Fr.  José). 
64o  46  Rois  (Mro.  Fr.  Francisco  de). 
647  47  Sicilia  (Diego  de)  A. 
647  47  Ruano  (Lie.  Juan). 
647  50  Arango  (Sancho)  O. 

Curso  de  Artes  (f). 

593  602  Alfonso  (Lie.  Manuel). 
602  04  López  (Dr.  Pedro)  B. 
604  06  Caño  (Dr.  Alonso  del)  A. 
606  09  Alfaro  (Dr.  Juan  Gil  de)  A. 
609  18  Carrasco  (Dr.  Juan). 
618  22  López  Bejarano  (Dr.  Pedro). 
622  35  León  (Mro.  Fr.  Hernando  de). 
636  43  Hernández  (Lie.  Duarte). 
644  44  Núñez  (Alonso)  B. 
644  47  Gómez  de  Valbellido  (Dr.  José)  C. 
647  49  Rodríguez  Castañón  (Francisco)  O. 

Cátedra  de  Prima  de  Gramática  (a). 

(m  08  Sánchez  (Bartolomé). 
608  41  López  (Blas). 

Cátedra  de  Prima  de  Gramática  (b). 

596  615  Céspedes  (Baltasar  de) 
615  25  Bustamante  (Baltasar  de) 
625  36  Home  de  Abren  (Francisco). 
636  54  Villarroel  (Gonzalo  de). 


—  455  — 

Cátedras  cursatorias. 
Griego. 

1601  08  Sánchez  (Bartolomé). 
609  15  Céspedes  (Baltasar  de). 
615  31  Correas  (Gonzalo  de). 

Partidos  de  Griego. 

599  615  Correas  (Gonzalo  de). 

612  15  Rodeno  (Fr.  Neófito). 
615  17  Cruzado  (Br.  Gregorio). 
615  22  Gutiérrez  (Br.  Diego). 
617  18  Aramonero  (Diógenes). 
619  42  Rincón  (Lie.  Antonio). 

622  24  Coronado  (Br.  Francisco  de). 
627  30  Cuesta  (Br.  Andrés  de  la). 
630  31  Blasco  (Lorenzo). 

632  34  Bernoes  (Orencio). 
634  37  Moreno  (Br.  Gonzalo). 

Partidos  de  Hebreo. 

? ™  lf(  Gusino  (Fr.  Ptolomeo). 

619  21  Patencia  (Fr.  Pedro  de). 
639  41  Quintanilla  (Fr.  Gregorio). 

Regencias  de  Gramática. 
Tercera  clase. 

613  15  Bustamante  (Baltasar  de). 
615  22  Villarroel  (Gonzalo  de). 

623  24  Campo-Orobio  (Dr.  Pedro  de). 

624  27  Coronado  (Br.  Francisco). 


-  456  - 

1627  31  Pérez  (Domingo). 

631  36  Villarroel  (Gonzalo  de). 
636  41  Alvarez  (Antonio). 

Segunda  clase. 

613  15  Villarroel  (Gonzalo). 
616  17  Ruiz  (Br.  Francisco). 

618  19  Alvarez  (Br.  Gaspar). 

619  22  Fernández  (Juan). 
623  27  Pérez  (Domingo). 

627  36  Alvarez  (Lie.  Antonio). 
636  41  Olivera  (Lie. Manuel  de). 
641  42  Sánchez  (Diego). 

Primera  clase. 

613  14  Polo  (Br.  Juan). 

614  16  Ruiz  (Br.  Francisco). 

616  17  Palmerola  (José). 

617  19  Fernández  (Br.  Juan). 

619  20  Ruiz  de  Valdés  (Lie.  Blas). 

621  23  Pérez  (Domingo). 

623  40  Hernández  (Lie.  Francisco). 

Figuran  además  con  regencia  de  Gramática. 

606  16  Bartolomé  (Br.  Manuel). 
619  24  Parra  (Lie.  Esteban  G.  de  la). 
631  Juan  de  Carmona. 

Cátedra  de  Hebreo. 

602  10  Celanda  (Martín  Leonardo  de). 
610  31  Correas  (Gonzalo). 

632  38  Escanles  (Fr.  Antonio). 
638  51  Polo  (Domingo). 


-  457  - 


Cátedra  de  Retórica. 


1601  03  Sánchez  (Bartolomé). 
603  33  Rodríguez  (Juan  Pío). 

633  34  Sors  (Paulo  Vicente). 

634  36  Fernández  de  Posada  (Juan) 
636  38  Sin  proveer. 

638  40  Noguera  (Rafael). 
640  47  Sin  proveer. 

Cátedra  de  Astrología. 

598  612  Núñez  de  Zamora  (Antonio). 
612  15  Valle  (Bartolomé  de). 
615  24  Roales  (Francisco  de). 
624  40  Núflez  de  Zamora  (Antonio). 
640  47  Sin  proveer. 

Cátedra  de  Música. 

603  22  Vivanco  (Sebastián  de). 
622  48  Martínez  (Roque). 


Datos  biográficos  y  bibliográficos. 

Acosta  (Ñuño  de). 

Portugués.  Doctor  en  Leyes  por  la  Universidad  de  Coim- 
bra.  No  debió  incorporar  el  grado  en  nuestra  Escuela,  por- 
que no  consta  en  los  libros  que  tratan  de  esta  materia.  Pa- 
rece que  vino  á  Salamanca  durante  la  Cuaresma  de  1608,  y 
á  poco  de  llegar  solicitó  del  Claustro  algún  salario,  pues 
dejó  patria,  deudos  y  hacienda  al  abandonar  la  Universi- 
dad de  Coimbra,  donde  leyó  once  años,  por  solo  servir  á  la 
de  Salamanca.  El  Claustro  de  14  de  Junio  de  1608  le  dio  un 
partido  de  leyes  por  dos  años,  de  200  ducados.  Contra  esta 
determinación  apeló  ante  el  Consejo  Real  el  Dr.  Marcos 


-  458  - 

Díaz,  pero  el  Consejo  desestimó  la  apelación  y  confirmó  el 
mencionado  salario  por  los  dos  años.  Previa  oposición,  fué 
nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cáno- 
nes el  31  de  Enero  de  1611.  Al  año  siguiente  hizo  oposición 
á  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones,  y  aunque  obtuvo  ma- 
yor número  de  votos,  fué  superado  en  el  de  cursos  por  el 
Dr.  Balboa  Mogrobejo,  y  la  cátedra  se  le  adjudicó  á  éste. 
Apeló  ante  el  Consejo  Real,  que  anuló  las  oposiciones  y 
mandó  recibir  votos  de  nuevo  para  todos  los  opositores, 
menos  para  el  Dr.  Balboa.  Nuestro  Doctor  se  opuso  otra 
vez,  mas  no  se  llevó  la  clase  por  haber  desistido  de  las  opo- 
siciones ante  el  proceder  de  todos  contra  él,  y  en  particu- 
lar del  Secretario  de  la  Universidad  Antonio  Ruano  de  Me- 
drano,  que  favorecía  á  su  cuñado  el  Dr.  Bartolomé  Sán- 
chez, del  Rector,  del  Dr.  Fernández  Mansilla,  que  llevó  la 
cátedra,  y  de  otros,  todos  los  cuales,  según  consta  en  el 
proceso  de  la  misma,  en  las  declaraciones  de  Acosta,  le 
persiguieron  de  muerte.  Siguió  leyendo  la  cursatoria  has- 
ta el  verano  de  1614,  en  que  tuvo  un  accidente  y  de  resul- 
tas de  él  quedó  perturbado;  mejoró  algo  y  se  opuso  en  No- 
viembre de  aquel  mismo  año  á  una  de  las  cátedras  de  Vís- 
peras de  Leyes,  y  aunque  la  ganó  no  se  presentó  á  tomar 
posesión,  porque  tal  vez  debido  á  la  excitación  que  las  opo- 
siciones le  produjeron,  sufrió  una  recaída  en  su  enferme- 
dad que  le  perturbó  la  razón.  Un  hermano  de  Acosta, 
sacó  al  Doctor  de  Salamanca  y  se  lo  llevó  á  Lisboa.  La 
Universidad  hizo  información  á  fin  de  probar  que  el  Doctor 
Acosta  estaba  imposibilitado  para  desempeñar  la  cátedra 
de  Vísperas,  que  había  ganado,  y  la  cursatoria  de  Cáno- 
nes que  leyó,  y  declaró  vacantes  las  dos  á  principios  de  1615. 
Desde  esta  fecha  en  adelante  no  hemos  hallado  datos  del 
Dr.  Acosta. 

Altamirano  Velázquez  (Juan). 

Era  natural  de  Adrantes,  diócesis  de  la  Guarda  (Portu- 
gal). Se  graduó  de  Bachiller  en  Cánones  en  la  Universidad 
de  Coimbra  el  23  de  Enero  de  1625  é  incorporó  el  grado  en 
la  de  Salamanca  el  6  de  Abril  de  1626.  Hizo  el  juramento 
para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Cánones  el  2  de 


-  459  - 

Agosto  de  1627  y  para  el  de  Doctor  en  la  misma  Facultad 
el  2  de  Septiembre  de  1630.  Por  entonces  era  catedrático 
de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  dejó  por  la  sus- 
titución de  una  de  Prima  hasta  que  fué  nombrado  catedráti- 
co de  Vísperas  de  Cánones  el  20  de  Marzo  de  1632.  Desem- 
peñó la  cátedra  con  asiduidad  y  el  Claustro  le  concedió  tres 
meses  de  licencia  por  enfermo  el  31  de  Marzo  de  1635.  Co- 
nocemos con  algún  detalle  su  vida  después  que  se  le  dio  la 
licencia,  por  una  carta  que  envió  desde  Madrid  á  la  Uni- 
versidad, fechada  el  5  de  Enero  de  1639  y  por  otros  parti- 
culares conservados  en  los  libros  de  Claustros  de  1639  en 
adelante.  Resulta  de  unos  y  otros  datos  que  el  Dr.  Altami- 
rano  salió  de  Salamanca  con  ánimo  de  permanecer  fuera 
hasta  Junio  del  635;  pero  la  noticia  de  que  un  hermano  su- 
yo había  sido  asesinado  en  Lisboa  le  agravó  y  la  ausencia 
se  hizo  de  bastante  más  duración.  La  Universidad,  consi- 
derando antirreglamentaria  la  situación  del  Dr.  Altamira- 
no,  declaró  vacante  la  cátedra  de  Vísperas  de  Cánones  y 
la  proveyó  el  Consejo  Real  en  el  Dr.  Randoli.  En  el  medio 
tiempo  que  hubo  entre  la  vacatura  y  la  provisión,  en  Ma- 
yo de  1636,  fué  preso  por  la  Inquisición  de  Lisboa,  y  des- 
pués de  permanecer  veintisiete  meses  en  ella  se  le  puso  en 
libertad,  con  demostración  tan  honrada  y  singular  como 
es  notorio.  En  Madrid  debió  conseguir  el  apoyo  del  Conde- 
Duque  y  de  los  individuos  del  Consejo,  porque  en  Carta 
Real  de  7  de  Mayo  de  1639  se  pidieron  á  la  Universidad  an- 
tecedentes sobre  la  vacatura  de  la  cátedra.  Al  tratar  de 
enviar  estos  informes  se  ampliaron  algunos  extremos,  co- 
mo el  de  que  calumniado  falsamente  y  delatado  al  Santo 
Oficio  ingresó  en  la  cárcel  de  la  Inquisición  el  20  de  Mayo 
de  1636,  y  que  después  de  veintisiete  meses  de  prisión  ha- 
bía sido  declarado  libre  y  absuelto,  como  lo  probaban  dos 
testimonios:  uno  de  Fr.  Juan  de  Vasconcelos,  Inquisidor 
de  la  Suprema  de  aquel  Reino,  y  otro  de  Juan  Cuello  de 
Aranche.  La  Universidad  se  declaró  en  contra  de  las  pre- 
tensiones del  Doctor;  pero  el  Consejo  Real,  no  sabemos 
por  qué  causa,  ordenó  á  la  Escuela  que  le  diese  un  partido 
de  300  ducados,  por  provisión  de  16  de  Febrero  de  1640  (1). 

(1)     V.  t.  I,  pág.  758. 


-  460  - 

Esta  disposición  del  Consejo  da  nuevo  aspecto  á  la  cues- 
tión; la  Universidad  se  resiste  al  cumplimiento  de  aquella 
orden,  no  tan  sólo  porque  la  exclusión  del  Dr.  Altamirano 
había  sido  hecha  conforme  al  Estatuto,  sino  porque  velan- 
do por  la  pureza  de  las  enseñanzas  no  creía  debía  admitir 
en  su  seno  á  quien  no  pudiese  probar  que  había  salido  de 
las  prisiones  de  la  Inquisición  libre,  indemne  é  inocente.  El 
Dr.  Altamirano  recurrió  indudablemente  al  Consejo,  y  en 
el  Claustro  pleno  de  4  de  Abril  de  1640  se  leyeron  una  so- 
bre carta  de  Felipe  IV,  disponiendo  que  la  Real  cédula  de 
16  de  Febrero  se  cumpliese  en  todas  sus  partes,  y  una  car- 
ta del  Conde-Duque,  en  la  que  dice  que  aunque  está  muy 
obligado  á  la  Universidad  por  ser  hijo  suyo,  no  puede  in- 
clinarse siempre  á  su  favor  cuando  haya  perjuicio  de  ter- 
cero, como  pasa  en  el  caso  del  Dr.  Altamirano.  Ante  esto, 
la  Universidad  dio  posesión  del  partido  al  Dr.  Altamirano, 
que  lo  ganó  desde  19  de  Mayo  hasta  23  de  Junio,  durante 
el  curso  de  1639-40,  pero  siguió  ante  el  Consejo  la  reclama- 
ción presentada,  por  no  considerar  suficientes  los  testimo- 
nios de  su  inculpabilidad.  El  P.  Manrique,  uno  de  los  comi- 
sionados enviados  á  la  Corte,  dijo  en  una  relación,  hecha 
ante  el  Claustro,  que  con  los  testimonios  presentados  mues- 
tra que  no  le  confiscaron  los  bienes,  y  no  otra  cosa,  pues  la 
certificación  de  Fr.  Juan  de  Vasconcelos  sólo  manifiesta 
que  no  le  secuestraron  aquéllos,  ni  salió  condenado  en  pri- 
vación de  cátedra,  ni  de  otro  oficio  honroso.  El  otro  punto 
que  contra  él  se  esgrimía,  era  el  de  sus  abuelos  y  en  él  no 
hemos  podido  hacer  apenas  luz:  sabemos  que  el  Dr.  Bajo 
Arroyo  estuvo  en  Extremadura  á  practicar  una  información 
en  nombre  de  la  Universidad,  de  la  cual  da  cuenta  en  el 
Claustro  pleno  de  4  de  Febrero  de  1641 ,  y  en  ella  dice  que 
probó  el  articulado  de  la  Universidad,  aunque  con  mucha 
dificultad,  porque  el  Dr.  Altamirano  tenía  mucha  fuerza  y 
valimiento,  por  estar  emparentado  con  personas  muy  pode- 
rosas. También  se  dio  cuenta  de  que  la  Junta  universitaria 
encargada  de  este  negocio  había  acordado  pedir  licencia  al 
Inquisidor  general  para  sacar  cierto  despacho  de  la  Inqui- 
sición de  Llerena. 

Mientras  estas  determinaciones  tomó  la  Universidad  de 
una  parte,  de  otra  negó  al  Dr.  Altamirano  derecho  de  asis- 


-  461  - 

tencia  á  claustros,  capillas,  etc.,  y  sólo  se  le  concedió  en 
virtud  de  provisión  real  (1);  no  fué  nombrado  catedrático 
de  Sexto  y  Decretales,  aunque  tenía  á  ello  derecho  por  la 
Carta  de  16  de  Febrero  de  1640,  cuando  vacó  por  ausencia 
del  Dr.  García  de  Medrano,  é  hizo  toda  la  oposición  que 
pudo  antes  de  recibirle  en  su  seno. 

El  Dr.  Altamirano  entre  tanto,  más  atento  á  las  resul- 
tas del  pleito  que  á  las  enseñanzas  que  corrían  á  su  cargo, 
pidió  y  obtuvo  licencia  para  atender  en  la  Corte  á  la  mar- 
cha de  aquél,  y  no  ganó  salario  alguno  por  su  partido,  al 
menos  nada  hemos  encontrado  en  los  libros  de  cuentas  des- 
de el  23  de  Junio  de  1640  al  25  de  Febrero  de  1642.  Reanu- 
dó las  lecturas  entonces  y  siguió  leyendo  hasta  el  27  de  Ju- 
lio de  dicho  año. 

Del  desarrollo  del  pleito  ante  el  Consejo  tenemos  noti- 
cias aunque  no  completas  en  los  libros  de  Claustros.  En  el 
de  7  de  Junio  de  1641  hizo  una  relación  el  P.  Merino,  en  la 
cual  indica  que  ante  la  insistencia  de  la  Universidad,  el  Con- 
sejo se  fué  dando  cuenta  de  que  había  algo  sin  dilucidar  en 
el  proceso  que  sufrió  en  Lisboa  el  Dr.  Altamirano:  dijo, 
además,  que  había  testigos  que  declararían  á  favor  del 
Doctor,  no  obstante  saber  que  era  nieto  de  Lorenzo,  Ángel 
y  Gracia  Piol  (2).  Envista  de  estas  manifestaciones,  la  Uni- 
versidad mandó  á  la  Corte,  para  cuando  informasen  en  pú- 
blico las  partes  ante  el  Consejo,  al  Dr.  Ramos  del  Manza- 
no y  al  P.  Merino.  El  informe  del  Dr.  Ramos  del  Manzano 
fué  en  aquella  ocasión,  según  el  P.  Merino,  tan  importante, 
que  causó  satisfacción  y  admiración  á  los  del  Consejo;  pe- 
ro la  influencia  del  Dr.  Altamirano  y  el  favor  que  le  prestó 
el  Relator,  á  juicio  del  mismo  P.  Merino,  hicieron  dar  un 
auto  al  Consejo  absolviendo  al  Dr.  Altamirano  de  lo  opues- 
to contra  él  por  la  Universidad  en  cuanto  al  partido  y  op- 
ción de  cátedra,  prescindiendo  de  la  prisión  en  la  Inquisi- 
ción y  de  la  cuestión  de  su  ascendencia  (3).  Después  de  es- 


(1)     V.  t.  I,  pág.  759. 

(¿)     Pueden  leerse  los  nombres  en  el  libro  de  Claustros  de  1640-41,  í.  74. 

(3)  En  el  acta  de  licénciamiento  del  Dr.  Altamirano  se  hace  constar  que  es  hi- 
jo legítimo  de  Hernando  Velázquez  Altamirano  y  de  D.m  Mayor  de  Guzmán,  su 
mujer,  vecinos  de  Abrantes,  diócesis  de  La  Guarda.  Que  es  de  limpia  estirpe  y 
no  ha  sido  penitenciado  por  el  Santo  Olicio. 


-  462  - 

to,  la  Universidad  quiso  pedir  revista  de  la  causa;  mas  por 
razones  que  se  nos  escapan,  no  lo  hizo;  el  Dr.  Altamirano 
exigió  al  Claustro  la  ejecución  de  lo  mandado  por  el  Rey, 
y  el  Claustro  le  admitió,  según  puede  verse  en  el  acuerdo 
de  2  de  Febrero  de  1642.  A  los  pocos  días,  como  antes  he- 
mos dicho,  se  encargó  del  partido  que  tenía  y  lo  disfrutó 
sin  contradicción  alguna  hasta  que  en  27  de  Marzo  de  1643 
tomó  posesión  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  sin 
oposición,  de  la  que  pasó  sin  tardar  mucho,  también  en 
cumplimiento  de  la  provisión  real,  á  una  de  las  de  Víspe- 
ras de  Cánones,  de  la  que  se  encargó  el  11  de  Diciembre 
de  16-13.  Disfrutando  del  salario  de  la  de  Vísperas  (1)  fué 
nombrado  catedrático  de  Prima  de  Cánones  y  tomó  pose- 
sión de  esta  cátedra  el  15  de  Abril  de  1648.  Disfrutó  esta 
clase  hasta  su  muerte,  ocurrida  hacia  Septiembre  de  1651. 
Nada  hemos  encontrado  respecto  á  este  Doctor  en  las 
bibliografías  consultadas,  salvo  una  escueta  de  Menéndez 
y  Pelayo.  La  sección  de  Manuscritos  de  nuestra  Biblioteca 
universitaria  conserva  un  manuscrito  de  unas  500  páginas 
en  4.°,  en  latín,  titulado:  "Ad  vigenti  Quaestiones  Scaeno- 
laae,  lib,  Commentarium  Authore  D.  D.  Joanne  Altamirano  & 
Velazquez,  in  Salmantinis  Scholis  Primarius  Yuris  Canoni- 
ci  antecesor,,.  Quizá  sea  esta  misma  la  que  Menéndez  y  Pe- 
layo  dice  que  escribió,  titulada:  uComentarii  ad  Tredecim 
Primos  Libros  Quaestionum  Scevolae,,. 

Antolínez  (Fr.  Agustín)  (2). 

Agustino.  Recibió  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro 
en  Teología  el  3  y  el  16  de  Febrero  de  1586.  En  1591  se  opu- 
so á  la  cátedra  de  Durando,  que  llevó  el  P.  Luna.  En  18  de 
Julio  de  1594  fué  nombrado  catedrático  de  Santo  Tomás,  y 
en  23  de  Julio  de  1595  de  Durando,  cátedra  que  leyó  hasta 


(1)  V.  t.  I,  pág.  770. 

(2)  En  la  pág.  878  del  t.  I  se  inserta  el  traslado  de  una  Cédula  original  de 
Felipe  III,  dada  en  San  Lorenzo  á  7  de  Septiembre  de  1618,  pero  á  la  que  por 
una  distracción  se  incluyó  entre  los  documentos  del  siguiente  siglo.  Lo  adverti- 
mos aquí  para  no  dar  lugar  á  dudas  y  á  fin  de  que  quede  claro  que  el  P.  Agustín 
Antolínez  fué  catedrático  de  Prima  de  Teología  de  1609  á  1628,  debiendo  ponerse 
su  jubilación  entre  esas  fechas. 


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el  1  de  Mayo  de  1604,  que  pasó  á  la  de  Biblia.  Sobre  la  pro- 
visión de  esta  cátedra  hubo  pleito  entre  este  Padre  y  el  do- 
minico Herrera,  fallándose  á  favor  del  P.  Antolínez.  Ocupó 
después  la  cátedra  de  Prima  de  Teología  el  24  de  Noviem- 
bre de  1609.  En  virtud  de  Cédula  Real  fué  autorizado  para 
gozar  de  la  jubilación  aunque  no  llevase  los  veinte  años  en 
cátedra  de  propiedad,  y  disfrutó  de  ella  desde  fines  de  1622. 
Era  por  entonces  Obispo  electo  de  Ciudad  Rodrigo.  Poco 
más  tarde  fué  nombrado  Arzobispo  de  Santiago,  y  desem- 
peñaba esta  silla  cuando  murió.  Sus  biógrafos  señalan  el  19 
de  Junio  de  1626  como  día  de  su  muerte;  la  cátedra  de  Pri- 
ma de  Teología  se  declaró  vacante  el  6  de  Julio  del  mismo 
año.  Se  pueden  encontrar  en  muchas  obras  datos  biográfi- 
cos y  bibliográficos,  pero  el  más  completo  se  halla  sin  du- 
da alguna  en  el  Ensayo  del  P.  Santiago. 

Araujo  (Fr.  Francisco  de). 

Dominico.  Fué  algún  tiempo  sustituto  del  P.  Mro.  He- 
rrera en  la  cátedra  de  Prima  de  Teología,  fundada  por  Fe- 
lipe III.  Siendo  sustituto,  juró  para  Licenciado  y  Maestro 
en  Teología  el  3  de  Febrero  y  el  28  de  Julio  respectivamen- 
te del  año  1617.  A  la  muerte  del  P.  Herrera  fué  nombrado 
porS.  M.  catedrático  de  Prima  y  tomó  posesión  de  la  cla- 
se el  17  de  Marzo  de  1625.  Es  jubilado  en  ella  el  1643.  Hacia 
el  1649  le  nombraron  Obispo  de  Segovia,  y  entonces  dejó 
la  cátedra.  De  sus  obras  y  otros  particulares  de  su  vida  se 
encuentran  abundantes  datos  en  Nicolás  Antonio,  Las  His- 
torias del  Convento  de  San  Esteban  y  algunas  más. 

Arce  (Diego  de). 

Aunque  se  le  llama  el  Lie.  Arce,  no  consta  en  los  libros 
haber  recibido  tal  grado  en  la  Universidad.  Fué  nombrado 
en  1616  catedrático  de  Instituía,  y  en  1617. pasó  á  la  de  Có- 
digo, que  desempeñó  hasta  1621.  Era  colegial  de  Cuenca. 
En  virtud  de  Carta  Real  de  26  de  Enero  de  1622,  le  conce- 
dieron por  cuatro  años  un  partido  en  la  Facultad  de  Leyes, 
del  cual  tomó  posesión  el  14  de  Febrero  del  mismo  año. 
El  17  de  Octubre  de  1623,  fué  elegido  por  el  Rey  catedráti- 


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co  de  una  de  las  de  Prima  de  Leyes;  no  tomó  durante  el 
tiempo  que  desempeñó  la  cátedra  el  grado  de  Doctor.  Fi- 
nalmente, hacia  el  mes  de  Septiembre  de  1625,  dejó  la  cá- 
tedra por  haber  sido  nombrado  Oidor  de  la  Cancillería  de 
Granada. 

Arias  de  Mesa  (Fernando). 

Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado 
en  Cánones  el  4  de  Septiembre  de  1621,  y  para  el  de  Doc- 
tor en  la  misma  Facultad  el  21  de  Octubre  de  1624.  Des- 
de 1625  á  1629,  figura  como  catedrático  de  una  de  las  cur- 
satorias  de  Cánones;  después  fué  nombrado  sustituto  de 
una  de  las  cátedras  de  Prima  de  Cánones,  y  la  desempeñó 
hasta  el  12  de  Octubre  de  1630,  en  que  tomó  posesión  de  la 
clase  de  Sexto.  Designado  por  el  Rey  catedrático  de  Vís- 
peras de  Cánones,  tomó  posesión  de  la  cátedra  el  17  de 
Agosto  de  1631.  Dejó  la  clase  por  haber  sido  nombrado 
Oidor  de  Santa  Clara  de  Ñapóles,  y  se  anunció  la  vacante 
el  22  de  Octubre  de  1637.  Nicolás  Antonio  apunta  algún 
otro  extremo  respecto  á  su  vida  y  á  sus  obras. 

Arroyo  Solano  (Juan). 

Natural  de  Trujillo.  Hizo  el  juramento  para  recibir  el 
grado  de  Licenciado  en  Medicina  el  12  de  Mayo  de  1604  y 
para  el  de  Doctor  el  26  de  Abril  de  1605.  En  el  año  1609 
figura  entre  los  opositores  á  la  cátedra  de  Simples,  que  des- 
empeñó en  propiedad  desde  1617  hasta  que,  por  votos  de  es- 
tudiantes, fué  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Medi- 
cina el  6  de  Abril  de  1620.  Ocupó  esta  cátedra  hasta  su 
muerte,  ocurrida  el  24  de  Enero  de  1630. 

Ayora  y  Olivares  (Gregorio). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  el  juramento  para  recibir 
el  grado  de  Licenciado  en  Cánones  el  29  de  Octubre  de  1602, 
y  para  el  de  Doctor  el  27  de  Abril  de  1609.  En  1613  ganó 
una  de  las  cátedras  cursatorias  de  Cánones,  y  desempe- 
ñando éstas  aparece  hasta  que  de  nombramiento  real  ob- 


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tuvo  el  23  de  Marzo  de  1624  la  clase  de  Sexto  en  propie- 
dad. Ocupaba  esta  cátedra  cuando  murió  el  4  de  Mayo 
de  1626. 

Bajo  Arroyo  (Pedro). 

Natural  de  Vañobárez  (?),  diócesis  de  Ciudad  Rodrigo. 
Era  presbítero.  Desempeñaba  el  cargo  de  Rector  del  co- 
legio de  Monte  Olivete  cuando  hizo  el  juramento  para  reci- 
bir el  grado  de  Licenciado  en  Cánones  el  6  de  Mayo  de  1624. 
Practicó  el  juramento  para  el  grado  de  Doctor  el  7  de  Di- 
ciembre de  1626.  Desde  1633  á  1639,  desempeñó  varias  cá- 
tedras cursatorias  de  Cánones;  fué  luego  sustituto  de  una 
de  las  de  Prima  hasta  el  15  de  Noviembre  de  1645,  en  que 
por  nombramiento  real  obtuvo  la  cátedra  de  Sexto.  Murió 
en  1648.  Nicolás  Antonio,  y  tomándolo  sin  duda  de  este  au- 
tor, Vidal  y  Díaz,  dan  noticia  de  varias  obras  debidas  á  su 
pluma.  Uno  y  otro  afirman  que  fué  catedrático  de  Prima 
de  Cánones,  pero  nosotros  no  hemos  encontrado  datos  que 
lo  acrediten. 

Balboa  Mogrobejo  (Juan). 

Natural  de  Villa lón.  Hizo  el  juramento  para  Licenciado 
en  Cánones  el  10  de  Agosto  de  1609,  y  á  los  pocos  días,  el 
26  de  citado  mes,  fué  nombrado  sustituto  de  la  cátedra  de 
Prima  de  Cánones  del  Dr.  León.  El  9  de  Julio  de  1612  es 
elegido  por  oposición  catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas 
de  Cánones,  pero  las  oposiciones  fueron  anuladas  por  el 
Consejo,  y  el  Dr  Balboa,  declarado  inhábil  para  oponerse 
á  ella  nuevamente,  la  dejó  el  20  de  Marzo  de  1613.  Hacía 
poco  que  había  recibido  el  grado  de  Doctor  en  Cánones  (7 
de  Enero  de  1613).  El  17  de  Febrero  de  1615  fué  nombrado 
catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  que  des- 
empeñó hasta  que  pasó  á  la  clase  de  Decreto  el  31  de  Mayo 
de  1616.  Por  nombramiento  real  obtuvo  una  de  las  de  Prima 
de  Cánones  el  9  de  Noviembre  de  1623.  Dejó  la  cátedra  de 
Prima,  cuya  vacante  se  anunció  el  23  de  Mayo  de  1630,  por 
haber  sido  nombrado  Fiscal  del  Consejo  de  Hacienda.  Ni- 
colás Antonio  da  algunos  datos  bibliográficos. 

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Balmaseda  (Bernardo  de). 

Natural  de  Salamanca.  El  26  de  Abril  de  1582  verificó  el 
juramento  para  graduarse  de  Licenciado  en  Cánones,  pero 
por  ser  mancebo  de  poca  edad  se  le  prohibió  que  hiciese 
hasta  pasados  dos  años  el  grado  de  Doctor,  salvo  si  otro 
Licenciado  menos  antiguo  acudía  á  tomarle.  Transcurri- 
do el  término,  se  presentó  y  recibió  el  grado  de  Doctor 
en  Cánones  el  12  de  Junio  de  1584.  En  1592  fué  nombra- 
do catedrático  de  una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  y  la 
desempeñó  un  cuadrienio.  El  5  de  Septiembre  de  1596  figu- 
ra como  sustituto  de  la  cátedra  de  Decreto,  y  dejó  esta  sus- 
titución para  pasar  á  la  cátedra  de  Sexto  el  10  de  Septiem- 
bre de  1599.  El  29  de  Noviembre  de  1604  fué  nombrado  ca- 
tedrático de  Vísperas  de  Cánones.  Por  su  muerte  se  anun- 
ció en  1606  la  vacante  de  esta  cátedra. 

Becerra  (Juan). 

Colegial  de  Cuenca.  De  nombramiento  real  obtuvo  la  cá- 
tedra de  Lógica  magna,  de  la  que  tomó  posesión  el  24  de 
Noviembre  de  1623.  Después  de  obtener  la  clase,  y  siendo 
Rector  del  colegio,  hizo  los  juramentos  para  recibir  los  gra- 
dos de  Licenciado  y  Maestro,  que  incorporó  el  29  de  Agos- 
to y  el  19  de  Septiembre  de  1624.  Se  vacó  la  cátedra  el  18 
de  Junio  de  1631,  por  haber  sido  nombrado  canónigo  de  la 
Iglesia  de  Toledo. 

Bergas  (Roque  de). 

Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Doctor  en 
Cánones  el  29  de  Octubre  de  1578.  Se  dice  en  el  acta  que 
era  Racionero  de  la  Iglesia  de  Salamanca.  Los  libros  de 
Claustros  nos  dan  cuenta  de  ciertas  comisiones  que  desem- 
peñó en  Roma  el  Dr.  Bergas  en  1584:  le  llaman  Arcediano  de 
Monleón.  Desconocemos  el  tiempo  que  permaneció  en  Ro- 
ma; sabemos  que  cuando  fué  nombrado  catedrático  de  una 
de  las  cursatorias  de  Cánones,  se  le  denomina  Arcediano  de 
Monleón  y  canónigo  doctoral  de  Salamanca.  Al  poco  tiem- 


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po  aparece  de  sustituto  del  Dr.  Espino  en  su  cátedra  de 
Prima  de  Cánones,  y  muerto  dicho  Doctor,  volvió  á  ser  en- 
cargado de  otra  cátedra  cursatoria  de  Cánones  el  9  de  No- 
viembre de  1602.  Desempeñó  esta  clase  hasta  el  día  3  de  Di- 
ciembre de  1603,  en  que  fué  nombrado  catedrático  de  una 
de  las  de  Prima  de  Cánones.  Dejó  esta  cátedra  el  3  de  Ju- 
lio de  1617,  por  ser  elegido  Oidor  de  la  Cancillería  de  Va- 
lladolid.  Murió  el  26  de  Junio  de  1622  y  mandó  á  la  Univer- 
sidad un  legado  de  1.000  ducados,  con  obligación  jde  que  se 
le  hiciese  una  memoria  perpetua  el  día  de  Santa  Bárbara. 
En  la  documentación  de  la  Universidad  aparece  indistinta- 
mente Bergas  y  Vergas. 

Bernardo  de  Quirós  (Fr.  Luis). 

Generalmente  se  le  llama  el  Mro.  Fr.  Luis  Bernardo. 
Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en 
Teología  el  27  de  Abril  de  1593.  Era  entonces  Abad  del  co- 
legio y  monasterio  de  San  Bernardo.  El  26  de  Julio  del  mis- 
mo año  practicó  el  juramento  para  el  de  Maestro  en 
Teología.  Se  presentó  en  1600  opositor  á  la  cátedra  de 
Biblia,  pero  no  la  ganó.  En  28  de  Abril  de  1604  el  Claustro 
le  asignó  50.000  maravedís  de  salario  para  leer  una  cátedra 
de  Escritura  por  cuatro  años,  y  por  Real  Carta  de  11  de 
Febrero  de  1609  se  le  confirma  por  otros  cuatro  años.  Hizo 
poco  uso  de  esta  confirmación,  porque  el  27  de  «Diciem- 
bre de  1609  fué  nombrado  catedrático  de  Biblia  por  el 
Claustro  de  consiliarios,  por  no  haber  tenido  coopositores. 
Por  enfermedad  del  P.  Maestro  leyó  su  cátedra  un  sus- 
tituto desde  19  de  Enero  de  1627.  Dos  años  después  murió 
y  la  cátedra  se  declaró  vacante  el  24  de  Abril  de  1629.  Ni- 
colás Antonio  da  algunos  otros  datos  sobre  su  vida  y  sus 
obras. 

Bonilla  (Martín  de). 

Natural  de  Valladolid.  Hizo  el  juramento  para  recibir 
el  grado  de  Licenciado  en  Cánones  el  10  de  Septiembre 
de  1612,  y  lo  volvió  á  practicar  para  el  de  Doctor  el  9  de 
Agosto  de  1619.  Era  entonces  catedrático  de  una  de  las 


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Cursatorias  de  Cánones,  que  dejó  cuando  fué  nombrado  eil 
virtud  de  Cédula  Real  fechada  en  Lisboa  á  18  de  Agosto 
de  1619,  catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones. 
Tomó  posesión  de  ella  el  6  de  Septiembre  siguiente.  Tam- 
bién de  nombramiento  Real  obtuvo  la  cátedra  de  Decreto  y 
se  posesionó  de  ella  el  9  de  Diciembre  de  1623.  Finalmen- 
te, y  de  igual  forma,  se  le  encomendó  una  de  las  de  Prima 
de  Cánones,  de  la  cual  se  encargó  el  13  de  Julio  de  1630. 
Desempeñó  esta  cátedra  hasta  que  fué  jubilado  en  1638  y  el 
19  de  Octubre  de  ese  año  aparece  ya  al  frente  de  ella  el 
sustituto.  Después,  en  virtud  de  la  reforma  de  que  queda 
hecha  mención,  la  cátedra  se  proveyó  en  propiedad  en  vi- 
da del  Dr.  Bonilla,  que  conservó,  no  obstante,  los  derechos 
que  tenía  de  catedrático  jubilado.  En  1645  figura  como  Oidor 
de  la  Cancillería  de  Valladolid.  Fué  después  nombrado 
hacia  1658  Obispo  de  Avila,  y  desempeñaba  la  mitra  cuan- 
do murió  en  Octubre  de  1662. 

Bustamante  (Baltasar  de). 

Natural  de  Medina  de  Rioseco.  Había  recibido  los  gra- 
dos de  Licenciado  y  Maestro  en  Artes  en  la  Universidad 
de  Irache  y  los  incorporó  el  2  de  Septiembre  de  1613.  Era 
por  entonces  catedrático  de  la  de  tercera  clase  de  las  me- 
nores de  Gramática.  El  11  de  Febrero  de  1615,  el  Consejo 
Real  confirmó  un  aumento  de  25.000  maravedís  y  se  le  lla- 
ma prefecto  de  las  escuelas  mínimas.  En  aquel  mismo  año, 
el  15  de  Junio,  fué  nombrado  catedrático  de  Prima  de  Gra- 
mática. Desempeñó  esta  clase  hasta  su  muerte,  acaecida 
hacia  el  5  de  Mayo  de  1625,  día  en  que  se  anunció  la  va- 
cante. 

Cabello  (Gaspar). 

Había  estudiado  en  la  Universidad  y  desempeñaba  cáte- 
dra en  Alcalá,  no  sabemos  cuál,  cuando  hizo  oposiciones 
ante  el  Claustro  pleno  á  la  clase  de  Astrología.  El  mismo 
día  del  examen,  13  de  Abril  de  1641,  fué  nombrado  cate- 
drático; pero  sea  porque  en  el  Claustro  hubo  quien  votó  en 
contra  ó  por  alguna  otra  causa  que  desconocemos,  no  to- 


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mó  posesión  de  la  cátedra.  El  Claustro  de  3  de  Noviembre 
de  1641  la  dio  por  vacante  por  llevar  el  propietario  más  de 
cinco  meses  ausente. 

Caldeira  (Francisco  de). 

Algunas  veces  se  le  llama  Caldeyra  y  otras  Caldera.  En 
7  de  Agosto  de  1591  fué  nombrado  sustituto  de  una  de  las 
de  Prima  de  Leyes.  Desempeñó  la  sustitución  hasta  el  16 
de  Enero  de  1593,  en  que  le  designaron  para  la  cátedra  de 
Digesto  Viejo.  Tuvo  esta  clase  hasta  el  15  de  Diciembre 
de  1600,  en  que  le  eligieron  catedrático  de  una  de  las  de 
Vísperas  de  Leyes.  Desempeñaba  esta  cátedra  cuando  hi- 
zo los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y 
Doctoren  Leyes  el  3  de  Junio  y  3  de  Diciembre  de  1602, 
respectivamente.  El  29  de  Septiembre  de  1605  figura  como 
catedrático  de  una  de  las  de  Prima  de  Leyes.  Dejó  esta  cá- 
tedra, que  se  vacó  el  21  de  Enero  de  1606,  por  haber  sido 
nombrado  Oidor  desembargador  de  Portugal. 

Carrillo  Chumacero  (Fernando). 

Colegial  del  Arzobispo.  Fué  nombrado  catedrático  de 
una  de  las  cursatorias  de  Cánones  el  20  de  Diciembre 
de  1611.  Pasó  después  á  una  de  las  de  Vísperas  de  Cánones 
en  2  de  Mayo  de  1616,  y  dejó  la  cátedra  el  13  de  Marzo 
de  1617  por  ir  de  Oidor  á  la  Cancillería  de  Vall.idMLl. 

Celanda  Martín  (Leonardo  de). 

Fué  nombrado  por  el  Claustro,  por  ser  único  opositor, 
catedrático  de  Lenguas  (Hebreo)  el  24  de  Mayo  de  1602,  y 
el  7  de  Diciembre  de  aquel  año  incorporó  el  grado  de  Maes- 
tro en  Teología.  Hacia  San  Lucas  de  1610  quedó  vacante  la 
cátedra  por  muerte  del  Maestro. 

Cerbera  (Bernardo  de). 

Colegial  del  Arzobispo.  Fué  nombrado  catedrático  de 
Instituía  en  1621;  en  el  mismo  año  pasó  á  la  de  Código,  que 
dejó  al    siguiente  para    ocupar  la   de  Volumen.   Desem- 


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peñó  esta  cátedra  hasta  1626,  fecha  en  que  se  encargó  de  la 
de  Digesto  Viejo,  y  el  4  de  Octubre  de  1628  obtuvo  por 
nombramiento  real  una  de  las  de  Vísperas  de  Leyes.  Re- 
nunció la  cátedra  en  1635  por  haber  sido  nombrado  Al- 
calde del  Crimen  de  la  Cancillería  de  Valladolid.  Siendo 
catedrático  de  Vísperas  hizo  el  22  de  Julio  y  2  de  Septiem- 
bre de  1630  respectivamente  los  juramentos  para  practicar 
los  grados  de  Licenciado  y  Doctor  en  Leyes. 

Cervantes  (Esteban  de) 

Colegial  del  Arzobispo.  Desempeñó  de  1642  á  43  una  de 
las  cátedras  de  Código,  que  abandonó  por  haber  sido  nom- 
brado sustituto  de  la  Cátedra  de  Prima  de  Leyes  del  doctor 
Maqueda.  Desempeñó  esta  sustitución  hasta  que  por  nom- 
bramiento real  obtuvo  el  8  de  Abril  de  1645  una  de  las  cáte- 
dras de  Vísperas  de  Leyes.  Dejó  la  clase  el  mismo  año  por 
marchar  á  encargarse  de  su  nuevo  cargo  Oidor  de  la  Au- 
diencia de  Sevilla:  la  cátedra  se  dio  por  vacante  por  San 
Lucas  del  citado  año  de  1645. 

Céspedes  (Baltasar  de). 

Por  San  Lucas  de  1583  figura  como  superintendente  de 
las  escuelas  de  Gramática.  En  claustro  de  27  de  Septiembre 
de  1584  se  proveyó  en  él  un  salario  de  60.000  maravedís  por 
leer  dos  lecciones  diarias  de  Retórica  que  fué  confirmado 
por  carta  real  de  16  de  Noviembre  del  mismo  año. 

Céspedes  hizo  renuncia  del  salario  de  superintendente  y 
pasó  al  servicio  del  Secretariode  Felipe  II,  Mateo  Vázquez. 
La  Universidad,  al  concederle  el  nuevo  partido,  acuerda 
escribir  á  Vázquez  para  que  no  parezca  que  la  Escuela  re- 
cibe á  su  servicio  al  criado  del  Secretario.  Desempeñó  el 
partido  de  Retórica  hasta  1587,  aunque  no  fué  como  afir- 
man algunos  autores  sucesor  del  Brócense  en  la  cátedra; 
en  los  libros  de  cuentas  desde  1587-88  en  adelante,  no  cons- 
ta que  se  le  pagase  salario  alguno.  No  sabemos  dónde  fué, 
pero  sí  podemos  afirmar  por  constar  en  los  libros  de  grados, 
que  el  15  de  Marzo  de  1693  se  graduó  de  Maestro  en  Artes 
en  Valladolid,  y  que  los  libros  de  Claustros,  en  acta  de 


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10  de  Febrero  de   1594,  dicen  que  residía  en  dicha  po- 
blación (1). 

El  5  de  Diciembre  de  1596  fué  nombrado  catedrático  de 
una  de  las  de  Prima  de  Gramática,  y  al  año  siguiente,  30  de 
Abril  de  1597,  incorporó  el  grado  de  Maestro.  Por  renuncia 
del  Mro.  Bartolomé  Sánchez  quedó  vacante  la  cátedra  cur- 
satoria  de  Griego,  y  la  Universidad  la  proveyó  en  Céspe- 
des, en  Claustro  de  5  de  Febrero  de  1609,  con  aumento  de 
25.000  maravedís  de  salario  que  mereció  ser  aprobado  por 
el  Consejo,  tomando  posesión  el  20  de  Febrero  de  1609.  Si- 
guió desempeñando  las  dos  cátedras  hasta  su  muerte,  ocu- 
rrida el  3  de  Marzo  de  1615.  Nicolás  Antonio,  Gallardo  y 
otros  autores  dan  detalles  acerca  de  su  vida  y  de  sus  obras. 
A  la  muerte  del  Maestro  la  Universidad  concedió  á  D.a  An- 
tonia del  Peso,  viuda  de  Céspedes,  é  hija  del  Brócense,  una 
pensión  vitalicia  de  20.000  maravedís. 

Cornejo  (Fr.  Francisco  de). 

Era  agustino.  Hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  de 
Licenciado  en  Teología  el  7  de  Abril  de  1598,  y  el  26  de 
Julio  del  mismo  año  volvió  á  hacerle  para  el  de  Maestro 
en  la  misma  Facultad.  Durante  el  curso  de  1601-02  fué 
nombrado  sustituto  de  la  cátedra  de  Prima  de  Teología  que 
tenía  el  Mro.  Báñez  y  ganó  en  ella  34  lecciones,  según  dice  el 
libro  de  cuentas  correspondiente,  pero  por  Real  Cédula  se 
le  quitó  esta  sustitución.  Entonces  ñgura  como  catedrático 
de  Escoto,  desempeñando  esta  cátedra  desde  15  de  Diciem- 
bre de  1601  hasta  2  de  Septiembre  de  1604.  En  este  día  tomó 
posesión  de  la  cátedra  de  Santo  Tomás.  El  23  de  Junio 
de  1607  fué  elegido  catedrático  de  Filosofía  moral,  y  enton- 
ces tomó  los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Artes  pa- 
ra lo  cual  hizo  los  juramentos  previos  el  17  y  el  19  de  Di- 
ciembre de  1607,  respectivamente  (2). 

En  26  de  Febrero  de  1621  dejó  la  cátedra  de  Filosofía 


(\)  En  la  misma  acta  se  dice  que  estaba  entonces  Simón  Abril  en  Medina  de 
Rioseco. 

(2)  Sin  duda  por  haberle  confundido  con  el  P.  Cornejo,  carmelita,  de  quien  ha- 
blaremos á  continuación,  el  P.  G.  de  Santiago  en  su  Ensayo,  t.  II,  pág.  87,  ha 
hecho  catedrático  de  Durando  en  1608  al  P.  Cornejo,  agustino. 


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por  haber  sido  nombrado  catedrático  de  Vísperas  de  Teo- 
logía. Fué  jubilado  en  esta  cátedra  el  17  de  Julio  de  1627, 
pero  habiendo  vacado  la  de  Prima  de  Teología  por  muerte 
del  P.  Mro.  Ponce  de  León,  renunció  á  la  cátedra  de  Víspe- 
ras y  tomó  posesión  de  la  de  Prima  el  25  de  Enero  de  1630. 
Desemreñó  poco  tiempo  la  de  Prima  porque  consiguió  la 
jubilación  al  terminarse  el  curso  de  1634-35  y  se  anunció  la 
vacatura  de  la  sustitución  el  20  de  Octubre  de  1635  Disfru- 
taba los  honores  de  la  jubilación  en  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  cuando  por  Real  Cédula  de  29  de  Mayo  de  1638 
fué  sustituido  el  padre  Cornejo  de  la  cátedra  de  Prima  y 
quedó  como  jubilado  en  la  de  Vísperas  de  Teología.  Las  ra- 
zones de  este  proceder  no  son  conocidas:  lo  único  que  pue- 
de aclarar  esta  disposición,  es  el  destierro  del  padre  Ovie- 
do, ordenado  por  el  Rey  al  mismo  tiempo  que  esta  destitu- 
ción y  una  nota  que  inserta  en  su  Ensayo  el  padre  general 
de  Santiago,  según  la  cual  en  la  Biblioteca  Nacional  se  en- 
cuentra una  carta  del  P.  Cornejo,  en  la  que  trata  de  justi- 
ficarse ante  el  Rey  de  la  conducta  observada  en  el  Capí- 
tulo de  Madrigal  con  el  P.  Fr.  Gaspar  de  Oviedo,  pero 
con  todo  no  son  suficientes.  El  Rey  ordenó  que  la  cátedra 
se  anunciase  á  oposición,  dando  tres  días  para  que  se  opu- 
siesen á  ella  y  en  virtud  de  una  consulta  de  la  Univer- 
sidad alargaron  el  plazo  hasta  un  mes.  No  sabemos  si 
alguien  se  interesó  por  el  octogenario  catedrático,  aunque 
hay  indicios  de  ello,  como  el  proceder  del  P.  Ángel  Man- 
rique que  se  opuso  á  la  cátedra  vacante  haciendo  la  salve- 
dad de  «sin  perjuicio  de  cualquier  gracia  y  merced  que  el 
Rey  se  sirviese  hacer  al  destituidos  Resultado  fué  que  el 
Consejo  de  Cámara  mandó,  con  fecha  de  7  de  Julio  de  1638, 
aplazar  todo  lo  hecho  sobre  la  cátedra  de  Prima  hasta  des- 
pués de  San  Lucas  de  aquel  año,  y  como  en  este  medio 
tiempo,  el  30  de  Agosto,  al  decir  de  sus  biógrafos,  murió  el 
P.  Mro.  Cornejo,  el  Claustro  de  Conciliarios,  con  la  apro- 
bación del  Consejo  anunció  de  nuevo  por  tres  días,  el  31 
de  Octubre  de  1638,  la  vacante  de  la  cátedra  de  Prima  de 
Teología  por  muerte  del  Mro.  Cornejo.  En  el  Ensayo  citado 
y  en  algunas  otras  obras  pueden  encontrarse  más  datos 
biográficos  y  bibliográficos  que  nosotros  omitimos. 


473  - 


Cornejo  de  Pedrosa   Bartolomé). 

Natural  de  Salamanca.  Hizo  el  26  de  Abril  de  1589  el  ju- 
ramento para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Cánones. 
El  16  de  Diciembre  de  1596  fué  nombrado  catedrático  de 
una  de  las  cursatorias  de  Cánones,  y  el  16  de  Junio  del  año 
siguiente  practicó  el  juramento  para  graduarse  de  Doctor 
en  Cánones.  Desempeñó  la  cátedra  cursatoria  hasta  media- 
dos de  1603,  en  que  fué  nombrado  sustituto  de  la  de  Prima 
de  Cánones  del  Dr.  Juan  Ibáñezde  Deza  y  Frechilla.  Muer- 
to el  Dr.  Frechilla,  es  designado  catedrático  de  cursatoria 
y  el  9  de  Diciembre  de  1604  fué  elegido  catedrático  de  Vís- 
peras de  Cánones.  Entonces  recibió  de  la  Universidad  el 
encargo  de  catalogar  el  Archivo,  según  dicen  los  libros  de 
Claustros,  tarea  que  dejó  sin  concluir  porque  la  muerte  le 
sorprendió  el  19  de  Octubre  de  1607.  El  arreglo  del  Archi- 
vo lo  terminó  su  hermano  el  carmelita  Fr.  Pedro  Cornejo. 

Cornejo  de  Pedrosa  (Fr.  Pedro). 

Natural  de  Salamanca.  Hermano  del  anterior.  En  la  do- 
cumentación de  la  Universidad  se  le  llama  ordinariamente 
Fr.  Pedro  Cornejo.  Fué  nombrado  catedrático  de  una  de 
las  cursatorias  de  Artes  el  16  de  Diciembre  de  1596.  El  19 
de  Junio  de  1600  hizo  el  juramento  para  incorporar  el  gra- 
do de  Licenciado  en  Teología,  y  el  30  del  mismo  mes  y  año, 
en  presencia  de  los  Reyes  Felipe  III  y  D.a  Margarita  de 
Austria,  recibió  el  grado  de  Maestro  en  Teología.  Por  ju- 
bilación del  Mro.  Zumel  fué  nombrado  sustituto  de  la  cá- 
tedra de  Filosofía  moral  el  26  de  Mayo  de  1601.  Muerto  el 
Mro.  Zumel,  quedó  sin  cátedra,  pero  el  7  de  Julio  de  1607 
le  designaron  para  la  clase  de  Santo  Tomás,  de  la  cual  pa- 
so á  la  de  Durando  el  2  de  Mayo  de  1608.  No  llegó  á  ser  ca- 
tedrático de  propiedad.  Murió  en  Marzo  de  1618  y  la  cáte- 
dra se  anunció  á  oposición  el  31  del  mismo  mes  y  año.  Ni- 
colás Antonio  apunta  algunos  otros  datos  biográficos  y  bi- 
bliográficos. 


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Corral  Arellano  (Diego  de). 

Colegial  de  San  Bartolomé.  El  3  de  Julio  de  1599  hizo  el 
juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Cánones, 
y  en  1603  fué  nombrado  catedrático  de  una  de  las  cursato- 
rias  de  Cánones.  Dejó  esta  cátedra  el  7  de  Julio  de  1606  por 
haberle  designado  para  sustituto  de  la  cátedra  de  Prima  de 
Cánones  del  Dr.  León.  xMescs  después,  el  10  de  Diciembre 
de  1606,  fué  elegido  catedrático  de  una  de  las  de  Vísperas 
de  Cánones.  La  dejó  en  1608  por  haber  sido  nombrado  Fis- 
cal de  la  Cancillería  de  Valladolid.  La  Historia  del  Colegio 
de  San  Bartolomé  añade  algunos  otros  datos,  á  los  aquí  in- 
sertos. 

Correas  (Gonzalo). 

Natural  de  Xaraiz,  diócesis  de  Plasencia.  Fué  colegial 
de  Trilingüe  y  figura  desde  el  curso  de  1598-99  desempeñan- 
do ur.  partido  de  Griego  de  24.000  maravedís.  Siguió  en  él 
hasta  que  en  30  de  Octubre  de  1610  fué  nombrado  catedrá- 
tico de  Hebreo.  Días  después  incorporó  el  grado  de  Maes- 
tro en  Teología  (12  de  Diciembre).  Al  pasar  á  la  cátedra  de 
Hebreo,  dejó  el  partido  de  Griego,  pero  propuesto  para 
otro  de  Griego  por  la  Universidad,  consiguió  su  confirma- 
ción el  7  de  Enero  de  1912.  A  la  muerte  del  Mro.  Céspedes 
se  encargó  de  la  cursatoria  de  Griego,  y  desempeñólas  dos 
cátedras,  la  de  propiedad  y  la  cursatoria  hasta  su  falleci- 
miento, el  17  de  Agosto  de  1631.  Al  morir  dejó  su  rica  biblio- 
teca al  colegio  Trilingüe  y  un  inventario  de  ella  se  encuen- 
tra en  los  libros  de  Claustro.  Más  datos  biográficos  y  bi- 
bliográficos se  hallan  en  Nicolás  Antonio,  Gallardo  y  otros 
autores. 

Curiel  (Juan  Alonso  de). 

Natural  de  Palenzuela,  diócesis  de  Burgos.  El  8  y  10  de 
Noviembre  de  1569  hizo  en  Alcalá  los  grados  de  Licenciado 
y  Maestro  en  Artes,  que  incorporó  en  Salamanca  el  13  de 
Abril  de  1585.  Llevaba  en  Salamanca  algún  tiempo,  desem- 
peñando la  sustitución  de  la  cátedra  de  Lógica  magna,  aun- 


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que  era  canónigo  de  Burgos,  cuando  recibió  los  grados  de 
Licenciado  y  Maestro  en  Teología  el  12  de  Enero  de  1579 
y  el  12  de  Junio  de  1580.  Luego  fué  sustituto  de  la  cátedra 
de  Filosofía  natural  y  después  pasó,  el  20  de  Diciembre 
de  1582,  á  la  cátedra  de  Escoto.  En  20  de  Febrero  de  1585 
fué  nombrado  catedrático  de  Filosofía  natural.  Según  re- 
sulta del  proceso  de  esta  cátedra  mientras  hacía  las  oposi- 
ciones, trataba  de  ser  nombrado  canónigo  de  la  iglesia  de 
Salamanca  y  debió  conseguirlo.  Aunque  la  cátedra  de  Fi- 
losofía natural  era  de  propiedad  la  dejó  por  la  catedrilla  de 
Durando,  cuya  posesión  se  le  dio  el  13  de  Junio  de  1586. 
Pasó  de  esta  cátedra  á  la  de  Biblia  el  1  de  Noviembre 
de  1591,  y  á  la  muerte  del  P.  Guevara,  sin  votos  de  estu- 
diantes, por  ser  único  opositor,  fué  elegido  catedrático  de 
Vísperas  de  Teología  el  19  de  Octubre  de  1600.  Vacante  la 
cátedra  de  Prima  en  1604,  se  opuso  á  ella:  resulta  del  pro- 
ceso que  contaba  con  el  apoyo  de  los  agustinos  en  contra 
del  P.  Herrera,  dominico,  pero  no  consiguió  la  cátedra. 
Cuando  Felipe  III  fundó  la  cátedra  de  Prima  de  Teología, 
para  los  dominicos,  nombró  para  desempeñarla,  como  más 
adelante  diremos,  al  P.  Herrera,  y  entonces,  sin  oposición 
también,  fué  designado  el  Mro.  Curiel  catedrático  de  Prima 
de  Teología,  el  14  de  Diciembre  de  1696.  Ocupó  la  cátedra 
hasta  su  muerte,  acaecida  en  1609.  Algunos  más  datos  bi- 
bliográficos y  biográficos  pueden  encontrarse  en  Nicolás 
Antonio,  Vidal  y  otros  autores. 

Chaves  y  Sotomayor  ^Gabriel  de). 

Colegial  de  Oviedo.  Su  vida  en  el  profesorado  fué  de 
muy  corta  duración.  En  1645  es  nombrado  catedrático  de 
Instituta,  en  1646  de  Código  y  en  16-18  (30  de  Junio)  de  Vís- 
peras de  Leyes.  Dejó  esta  cátedra  en  el  mismo  año  de  1648 
por  haber  sido  elegido  Oidor  de  la  Audiencia  de  Sevilla. 

Chumacero  Sotomayor  Juan  . 

Colegial  de  San  Bartolomé.  Hizo  el  juramento  para  re- 
cibir el  grado  de  Licenciado  en  Leyes  el  17  de  Marzo  de  1606. 

El  4  de  Noviembre  de  1608  fué  nombrado  catedrático  de 


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Código,  el  30  de  Noviembre  de  1609  de  la  de  Volumen  y  el 
18  de  Julio  de  1612  de  la  de  Vísperas  de  Leyes.  Dejó  la  cá- 
tedra, cuya  vacante  se  anunció  el  23  de  Julio  de  1614,  por 
ir  de  Oidor  á  la  Cancillería  de  Granada.  La  Historia  del 
Colegio  de  San  Bartolomé  da  algunos  otros  datos  bio- 
gráficos y  bibliográficos.  Llegó  á  ser  Presidente  del  Con- 
sejo de  Castilla. 

Díaz  (Marcos). 

Natural  de  Salamanca.  En  26  de  Agosto  de  1596  hizo  el 
juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Leyes. 
El  27  de  Octubre  de  1598  fué  nombrado  catedrático  de  Ins- 
tituía, el  28  de  Febrero  de  1602  de  Código  y  el  19  de  Di- 
ciembre de  1604  de  .Volumen.  Tomó  posesión  de  una  de  las 
de  Prima  de  Leyes  el  2  de  Marzo  de  1606.  Era  ya  doctor  en 
Leyes  desde  el  26  de  Mayo  de  1605.  No  nos  detendremos  en 
hacer  relación  de  la  intensa  vida  académica  del  Dr.  Díaz 
ó  Diez,  como  se  dice  á  veces  en  la  documentación  del  Ar- 
chivo; sólo  nos  ocuparemos  de  su  intervención  en  la  conce- 
sión del  salario  del  Dr.  Acosta,  portugués.  El  Dr.  Díaz  se 
oponía  á  ella  fundándose  en  los  méritos  de  sus  compañe- 
ros, en  una  provisión  real  leída  en  Claustro  de  Julio  de  1608, 
dictada  á  instancias  del  Dr.  Díaz,  en  la  que  se  manifies- 
ta que  la  Facultad  de  Leyes  tenía  entonces  en  sus  cátedras 
buenos  y  doctísimos  sujetos  como  el  Dr.  León  y  los  doc- 
tores Pichando  y  Solórzano,  de  cuyas  muchas  letras  y  es- 
tudios había  suficiente  noticia;  los  licenciados  Texada,  Ro- 
dríguez, Calvo,  Araciel,  Guillen  de  la  Carrera,  personas  de 
muy  grandes  esperanzas,  Riego  y  Pizarro,  todos  hombres 
cultos  y  cuidadosos.  Murió  el  doctor  el  23  de  Enero  de  1621 
y  la  Universidad  concedió  á  la  viuda  una  lismona  de  600  du- 
cados. 

Echalaz  (Juan  de). 

Colegial  de  San  Bartolomé.  Fué  nombrado  catedrático 
de  una  cursatoria  de  Artes  en  1626,  de  Físicos  en  1631  y  de 
Lógica  magna  el  18  de  Mayo  de  1632.  Para  entonces  era  Li- 
cenciado en  Teología,  pues  hizo  el  juramento  el  22  de  Julio 


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de  162S.  Después  de  ser  catedrático  de  propiedad,  practicó 
los  juramentos  para  recibir  los  grados  de  Licenciado  y 
Maestro  en  Artes  el  1 5  de  Enero  y  18  de  Mayo  de  1634.  Aquel 
mismo  año  se  graduó  de  Maestro  en  Teología  el  día  27  de 
Agosto.  Estaba  desempeñando  la  cátedra  de  Lógica  mag- 
na cuando  fué  nombrado  en  1645  Obispo  de  Mondoñedo  y 
por  esta  causa  dejó  la  clase  que  vacó  en  4  de  Julio  de  1645. 
Nicolás  Antonio  da  algunos  otros  datos  biográficos  y  biblio- 
gráficos. 

Escanles  (Fr.  Antonio). 

Benedictino.  Fué  nombrado  por  el  Claustro  catedrático 
de  Hebreo  el  20  de  Febrero  de  1632.  Incorporó  el  grado  de 
Maestro  en  Teología  el  21  de  Marzo  de  1633.  Desempeñó  la 
cátedra  hasta  su  muerte,  el  26  de  Abril  de  1638. 

Espada  (Francisco  de  la). 

Colegial  del  Arzobispo.  Fué  catedrático  de  las  cursato- 
rias  de  Cánones  desde  1641  hasta  el  22  de  Marzo  de  1645. 
Pasó  entonces  á  desempeñar  la  cátedra  de  Sexto,  pero  go- 
zó poco  tiempo  de  ella  porque  por  San  Lucas  de  aquel  mis- 
mo año  estaba  vacante  por  muerte  del  Dr.  Espada.  No  he- 
mos encontrado  ni  su  Licenciatura  ni  su  Doctoramiento  en 
los  libros  de  grados. 

Felvaga  (Antonio  de). 

Colegial  del  Arzobispo.  Desde  1636  desempeñó  una  de 
las  cátedras  cursatorias  de  Cánones  hasta  el  8  de  Agosto 
de  1644.  En  este  día  fué  nombrado  catedrático  de  una  de 
las  de  Vísperas  de  Leyes,  que  dejó  el  10  de  Mayo  de  1645 
por  haber  sido  designado  para  Fiscal  de  la  Cancillería  de 
Valladolid.  Nicolás  Antonio  da  algunos  otros  particulares 
de  su  vida. 

Fernández  de  Mansilla  (Pedro). 

Colegial  del  Arzobispo.  En  1612  se  opuso  á  una  cátedra 
de  Vísperas  de  Cánones,  cuyas  oposiciones  dio  por  nulas 
el  Consejo,  é  inhabilitó  al  opositor  agraciado  Lie.  Balboa. 


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En  nuevas  oposiciones  obtuvo  mayoría  y  tomó  posesión  de 
la  cátedra  el  4  de  Septiembre  de  1613.  Dejó  la  clase  en  1616 
por  haber  sido  nombrado  Fiscal  de  la  Cancillería  de  Valla- 
dolid.  Se  vacó  la  cátedra  el  14  de  Marzo  del  referido  año 
de  1616. 

Fernández  de  Posada  (Juan). 

Natural  de  Madrid.  Fué  nombrado  catedrático  de  Retó- 
rica el  17  de  Marzo  de  1634  y  dejó  la  clase  el  15  de  Marzo 
de  1636. 

Flórez  (Alonso). 

Colegial  del  Arzobispo.  Desde  1634  á  fines  de  1645  desem- 
peñó una  cátedra  de  Instituía,  otra  de  Código  y  la  de  Di- 
gesto Viejo.  Dejó  esta  clase  por  haber  sido  nombrado  cate- 
drático de  una  de  las  de  Vísperas  de  Leyes,  de  la  que  tomó 
posesión  el  2  de  Enero  de  1646.  Meses  después  abandonó 
también  esta  cátedra  por  designarle  para  Fiscal  de  la  Can- 
cillería de  Granada. 

Flórez  Melón  (Sancho). 

Fué  nombrado  catedrático  de  Instituía  el  12  de  Mayo 
de  1595,  y  desempeñaba  esta  cátedra  cuando  le  eligieron  co- 
legial de  San  Bartolomé.  Pasó  á  la  cátedra  de  Código  el  23 
de  Enero  de  1601,  y  de  esta  cátedra  á  la  de  Digésto  Viejo  el 
24  de  Diciembre  de  1602.  El  30  de  Noviembre  de  1603  hizo  el 
juramento  para  recibir  el  grado  de  Licenciado  en  Leyes,  y 
en  el  mismo  día  de  1605  le  designaron  para  la  ciase  de  Vís- 
peras de  Leyes.  Dejó  la  cátedra  por  haber  sido  nombrado 
Alcalde  de  la  Audiencia  de  Sevilla  en  1606. 

Garaña  (Juan  de). 

Verificó  el  juramento  para  recibir  el  grado  de  Licencia- 
do en  Medicina,  el  13  de  Mayo  de  1508,  y  para  el  de  Doctor 
el  11  de  Septiembre  de  1600.  En  Claustro  pleno  de  7  de  Fe- 
brero de  1605,  fué  encargado  de  un  partido  de  Anatomía, 


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de  15.000  maravedís  de  salario.  No  hemos  podido  determi- 
nar la  fecha  en  que  le  renunció,  pero  sí  hemos  visto  que  el 
Claustro  de  Consiliarios  le  hizo  nuevamente  provisión  del 
mismo  partido  de  Anatomía,  el  14  de  Enero  de  1619.  Al  año 
siguiente  pasó  á  la  cátedra  cursatoria  de  Método,  que  des- 
empeñó hasta  que  el  18  de  Junio  de  1630,  fué  nombrado  ca- 
tedrático de  la  de  Pronósticos.  Tenía  esta  clase  cuando  mu- 
rió, hacia  Septiembre  de  1632. 

García  (Fr.  Juan). 

Mercenario.  El  18  de  Mayo  de  1604  fué  nombrado  cate- 
drático de  una  de  las  cursatorias  de  Artes.  Hizo  el  11  de 
Febrero  y  el  18  de  Julio  de  1608  los  juramentos  para  recibir 
los  grados  de  Licenciado  y  Maestro  en  Teología  respecti- 
vamente. Habiendo  sido  elegido  catedrático  de  Súmulas  el 
14  de  Julio  de  1612,  recibió  los  grados  de  Licenciado  y 
Maestro  en  Artes,  para  lo  cual  hizo  los  juramentos  previos 
el  17  y  el  24  de  Septiembre  de  1612.  Fué  nombrado  Vicario 
general  de  su  Orden  en  el  Perú,  y  con  autorización  de  la 
Universidad  y  del  Consejo  Real  leyó  la  cátedra  por  sustitu- 
to desde  el  4  de  Marzo  de  1623.  Estuvo  en  el  Perú  desempe- 
ñando el  Vicariato  hasta  que  volvió  á  España  el  9  de  Sep- 
tiembre de  1630.  Reanudó  la  enseñanza  en  su  cátedra  desde 
San  Lucas  de  aquel  año.  Por  licencia  real  fué  jubilado  el 
29  de  Julio  de  1637,  sin  haber  ocupado  la  cátedra  los  20 
años.  Después  de  jubilado  se  encargó  de  la  lectura  de  la 
misma  cátedra  y  así  siguió  hasta  su  muerte  acaecida  á 
mediados  del  año  1694. 

Gil  Vicente  (Juan). 

Se  le  suele  llamar  el  Dr.  Gil.  Era  natural  de  Salamanca. 
Recibió  el  grado  de  Licenciado  en  Medicina  el  19  de  Junio 
de  1590  y  el  de  Doctor  en  la  misma  Facultad  el  22  de  Fe- 
brero de  1593.  El  30  de  Marzo  de  1597  fué  nombrado  sustitu- 
to de  la  cátedra  de  propiedad  de  Pronósticos,  y  á  la  muerte 
del  Dr.  Bravo,  catedrático  de  la  misma  asignatura,  toman- 
do posesión  el  10  de  Noviembre  de  1610.  Es  designado  para 
la  cátedra  de  Vísperas  de  Medicina  el  14  de  Enero  de  1612, 


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y  la  desempeñó  hasta  su  muerte,  acaecida  hacia  Septiem- 
bre de  1619,  pero  como  por  aquellos  días  había  sido  nom- 
brado catedrático  de  Prima,  aunque  no  llegó  á  tomar  pose- 
sión, á  su  muerte  quedaron  vacantes  la  de  Prima  y  la  de 
Vísperas  de  Medicina. 

Girón  (Fr.  Diego  de). 

Natural  de  Salamanca.  Dominico.  Por  cédula  del  Duque 
de  Lerma  fué  nombrado  catedrático  de  la  de  Vísperas  de 
Teología  que  había  dotado,  y  tomó  posesión  de  ella  el  12 
de  Diciembre  de  1616.  Recibió  los  grados  de  Licenciado  y 
Maestro  en  Teología,  y  para  ello  hizo  el  2  y  el  7  de  Enero 
de  1617,  respectivamente,  los  juramentos  previos.  Murió 
en  1626.  Las  Historias  del  Convento  de  San  Esteban  dan 
algunos  datos  sobre  este  Maestro. 

González  de  Sepúlveda  (Matías). 

Colegial  del  Arzobispo.  El  10  de  Abril  de  1612  fué  nom- 
brado catedrático  de  Instituía;  pasó  al  año  siguiente  á  la  de 
Volumen,  y  el  15  de  Marzo  de  1616  aparece  ya  como  cate- 
drático de  Digesto  Viejo.  En  Noviembre  de  1616  figura  de 
catedrático  de  Vísperas  de  Leyes,  y  en  Abril  del  año  si- 
guiente dejó  la  cátedra  por  haber  sido  nombrado  Fiscal  de 
la  Cancillería  de  Granada. 

Guillen  de  la  Barrera  (Alonso). 

Natural  de  Salamanca.  Fué  nombrado  el  22  de  Agosto 
de  1508,  catedrático  de  Código;  el  3  de  Diciembre  de  1610, 
catedrático  de  Vísperas  de  Leyes,  y  el  20  de  Abril  de  1617, 
catedrático  de  Prima  de  Cánones.  Fué  doctor  in  utroque 
jure,  porque  hizo  el  juramento  para  recibir  el  grado  en  Le- 
yes, el  5  de  Enero  de  1609,  y  para  el  de  Cánones,  el  5  de 
Enero  de  1618.  Dejó  la  cátedra  de  Prima  en  1623,  por  haber 
sido  nombrado  Presidente  de  Hacienda,  de  Milán. 


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